Repaso de la Escuela del Ministerio Teocrático Semana del 3 de Noviembre al 29 de Diciembre 1. Deuteronomio 14:1 prohibía hacerse cortaduras en señal de duelo. ¿Qué aprendemos de ese mandato? [3 de nov., w04 15/9 pág. 27 párr. 4.] 14:1. Debe evitarse la automutilación, pues además de mostrar falta de respeto por el cuerpo humano, puede estar relacionada con la religión falsa (1 Reyes 18:25-28). Nuestra esperanza en la resurrección debería impedir semejantes extremos en las muestras de duelo por los muertos. 2. ¿Por qué tenían que hacer una copia de la Ley de Dios los reyes de Israel y leerla “todos los días de su vida”? (Deut. 17:18-20.) [3 de nov., w02 15/6 pág. 12 párr. 4.] 4 En efecto, el rey que Jehová escogiera para sus adoradores tenía que hacerse una copia personal de los escritos que hoy hallamos en la Biblia. Luego tenía que leer esa copia a diario, una y otra vez. Eso no suponía un ejercicio de memoria, sino un estudio con un objetivo provechoso. Para gozar de la aprobación de Jehová, el rey necesitaba dicho estudio regular a fin de desarrollar y conservar la debida actitud de corazón. También debía estudiar los escritos inspirados para tener éxito y perspicacia en el desempeño de sus funciones (2 Reyes 22:8-13; Proverbios 1:1-4). 3. ¿Por qué no debía ponerse a un toro y un asno a arar juntos, y cómo siguen los cristianos el mandato sobre el “yugo desigual”? (Deut. 22:10.) [10 de nov., w03 15/10 pág. 32.] “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual” COMO se aprecia en la ilustración, el camello y el buey que están arando juntos parecen muy incómodos. El yugo que los une —pensado para dos animales de estructura y fuerza similares— hace sufrir a ambos. Dios mostró su interés en los animales de tiro ordenando a los israelitas: “No debes arar con un toro y un asno juntos” (Deuteronomio 22:10). En el caso de un buey y un camello aplicaría el mismo principio. Por lo general, el campesino no imponía semejante penuria a sus animales. Pero si no poseía dos bueyes para ponerlos bajo el mismo yugo, quizás utilizara dos animales diferentes. Aparentemente, eso es lo que decidió el campesino del siglo XIX que aparece en la ilustración. Debido a la diferencia de peso y tamaño, el animal más débil tendría que esforzarse para mantener el paso, y el más fuerte habría de soportar una carga mayor. El apóstol Pablo empleó la ilustración del yugo desigual para enseñarnos una lección importante. “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos —escribió él—. Porque, ¿qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad?” (2 Corintios 6:14.) ¿Cómo podría un cristiano llegar a estar unido bajo un yugo desigual? Por ejemplo, si el cristiano escogiera como cónyuge a alguien que no compartiese sus mismas creencias. Dicha unión resultaría incómoda para ambas partes, pues no estarían de acuerdo en cuestiones fundamentales. Cuando Jehová instituyó el matrimonio, le dio a la esposa el papel de “complemento”, o parte “correspondiente” (Génesis 2:18, nota). Asimismo, mediante el profeta Malaquías, Dios la calificó de “socia” (Malaquías 2:14). Nuestro Creador desea que los matrimonios avancen en la misma dirección espiritual, compartiendo las cargas y los logros de forma equitativa. Al casarse “solo en el Señor”, el cristiano muestra respeto por el consejo de nuestro Padre celestial (1 Corintios 7:39). Así se coloca el fundamento para un matrimonio unido, que puede resultar en la honra y alabanza de Dios, pues ambos esposos le sirven como „genuinos compañeros de yugo‟ en un sentido especial (Filipenses 4:3). 4. ¿Por qué estaba prohibido quedarse con un molino de mano en garantía por un préstamo? (Deut. 24:6.) [17 de nov., w04 15/9 pág. 26 párr. 3.] 25:9. ¿Qué indicaba el hecho de quitarle la sandalia y escupirle en la cara a un hombre que se negaba a llevar a cabo el matrimonio de cuñado? Según “la costumbre en otros tiempos en Israel respecto al derecho de recompra [...,] [un] hombre tenía que quitarse su sandalia y darla a su prójimo” (Rut 4:7). Así pues, quitarle la sandalia a un hombre que se negaba a realizar el matrimonio de cuñado confirmaba que él había renunciado a su posición y a su derecho a proporcionarle un heredero a su hermano muerto. Esto era motivo de vergüenza (Deuteronomio 25:10). Escupirle en la cara era una forma de humillarlo (Números 12:14). 5. ¿Con qué actitud debían obedecer a Dios los israelitas? ¿Qué debería motivarnos a nosotros Repaso de la Escuela del Ministerio Teocrático Semana del 3 de Noviembre al 29 de Diciembre a servirle? (Deut. 28:47.) [24 de nov., w10 15/9 pág. 7 párr. 4.] 4 ¿Con qué actitud debían obedecer a Dios los israelitas? La Ley señalaba que tenían que servirle “con regocijo y gozo de corazón”, pues si no, incurrirían en su desagrado (léase Deuteronomio 28:45-47). Ciertamente, Jehová merece algo más que el cumplimiento mecánico de sus mandamientos; en realidad, los animales e incluso los demonios son capaces de seguir órdenes (Mar. 1:27; Sant. 3:3). Quien obedece de verdad a Jehová lo hace con un corazón lleno de amor y de gozo, pues confía plenamente en que él nunca pone mandamientos irrazonables y en que es “remunerador de los que le buscan solícitamente” (Heb. 11:6; 1 Juan 5:3). 6. ¿Qué tres condiciones básicas para recibir la vida se mencionan en Deuteronomio 30:19, 20? [24 de nov., w10 15/2 pág. 28 párr. 17.] 17 Cumplimos con la primera condición “amando a Jehová”, para lo cual tenemos que poner en práctica sus justas normas (Mat. 22:37). En segundo lugar, debemos seguir “escuchando su voz”. Esto lo hacemos al estudiar la Biblia y obedecer sus mandatos (1 Juan 5:3). Por eso es tan importante que vayamos a todas las reuniones, en donde se explica la Palabra de Dios (Heb. 10:23-25). Y por último, hemos de “adherirnos” o aferrarnos a Jehová. Venga lo que venga, demostremos fe en él y sigamos a su Hijo (2 Cor. 4:16-18). 7. ¿Debemos pronunciar en voz baja cada palabra que leamos desde Génesis hasta Revelación? Explique su respuesta. (Jos. 1:8.) [8 de dic., w13 15/4 pág. 7 párr. 4.] 4 Jehová no desea que sus siervos lean su Palabra apresuradamente. Hace mucho tiempo le dijo a Josué: “Este libro de la ley no debe apartarse de tu boca, y día y noche tienes que leer en él en voz baja” (Jos. 1:8; Sal. 1:2). Esto no quiere decir que de verdad usted deba pronunciar en voz baja cada palabra de Génesis a Revelación. Lo que significa, más bien, es que debe leer la Biblia a un ritmo que le permita meditar. Si lo hace “en voz baja”, podrá centrar su atención en pasajes que en ese momento sean para usted especialmente útiles y animadores. Lea despacio tales frases, versículos o relatos, quizás musitando, es decir, moviendo la lengua y los labios como si fuera a pronunciar las palabras. Así el pasaje bíblico le llegará con toda su fuerza y calará hondo en usted. ¿Por qué es esto importante? Porque captar el sentido de los consejos de Dios le dará una fuerte motivación para ponerlos en práctica. 8. ¿Quién es “el príncipe del ejército de Jehová” que se menciona en Josué 5:14, 15, y cómo nos anima ese relato? [8 de dic., w04 1/12 pág. 9 párr. 2.] 5:14, 15. ¿Quién es “el príncipe del ejército de Jehová”? El príncipe que acude a fortalecer a Josué cuando empieza la conquista de la Tierra Prometida es probablemente “la Palabra”: Jesucristo en su existencia prehumana (Juan 1:1; Daniel 10:13). ¡Cuánto nos fortalece la garantía de que el glorificado Jesucristo apoya al pueblo de Dios en su guerrear espiritual! 9. ¿Qué hizo que Acán pecara, y qué lección aprendemos de eso? (Jos. 7:20, 21.) [15 de dic., w10 15/4 pág. 20 párrs. 2, 5.] 2 Pero la estrecha relación que existe entre vista y mente exige que tengamos mucho cuidado, pues lo que vemos condiciona lo que pensamos. Así sucede cuando dirigimos la mirada a cosas que despiertan o avivan ambiciones y malos deseos. Este mundo depravado y egoísta dominado por Satanás nos bombardea con imágenes y propaganda que pueden hacernos mucho daño aunque solo les demos un vistazo (1 Juan 5:19). No es de extrañar que el salmista pidiera a Dios: “Haz que mis ojos pasen adelante para que no vean lo que es inútil; consérvame vivo en tu propio camino” (Sal. 119:37). 5 Siglos más tarde, un hombre llamado Acán también se dejó seducir por lo que vio. Los israelitas habían recibido el mandato divino de que, cuando conquistaran la ciudad de Jericó, destruyeran todo, salvo ciertos objetos que irían a parar al tesoro de Jehová. Él les había advertido: “Manténganse alejados de la cosa dada por entero a la destrucción, por temor de que les dé un deseo y de veras tomen algo”. Pero Acán desobedeció y se llevó varios artículos lujosos, lo que ocasionó que los israelitas fueran derrotados en la ciudad de Hai y sufrieran numerosas bajas. No fue sino hasta que salió a la luz el robo que el culpable confesó: “Cuando llegué a ver [los objetos] [...] los quise, y Repaso de la Escuela del Ministerio Teocrático Semana del 3 de Noviembre al 29 de Diciembre los tomé”. El deseo de los ojos llevó a Acán a codiciar en su corazón cosas prohibidas por Dios y ocasionó su ruina y la de “todo lo que era suyo” (Jos. 6:18, 19; 7:1-26). 10. ¿Cómo nos anima hoy en día el ejemplo de Caleb? (Jos. 14:10-13.) [29 de dic., w04 1/12 pág. 12 párr. 2.] 14:10-13. Aunque tiene 85 años de edad, Caleb solicita la difícil asignación de desalojar la región de Hebrón, que está ocupada por los anaquim, hombres de extraordinaria estatura. Con la ayuda de Jehová, este experimentado guerrero los conquista, y Hebrón se convierte en ciudad de refugio (Josué 15:13-19; 21:11-13). El ejemplo de Caleb nos anima a no eludir ninguna asignación teocrática difícil.
© Copyright 2024