Madrid bien vale una batalla

PARA DIALOGAR
Un aliento cálido y sincero
El 15 de octubre celebramos la
relación de maestro y discípulo en
la Soka Gakkai de España. Uno de
los atributos que caracterizan esta
relación es el aliento cálido y sincero
que brinda el mentor. En nuestro
caminar diario, nos encontramos con
todo tipo de personas, con las cuales
encajamos en ocasiones y tendemos
a chocar en otras. Generar armonía
y unión a nuestro alrededor en esos
momentos nos hará crecer, mejorar
como personas y superar nuestro
pequeño yo. Esta es la manera en que el
discípulo puede responder al ejemplo
del maestro: transitando el Camino del
Buda, siendo un buen amigo.
… si el Buda no hubiera aparecido en este
mundo, salvo el honorable Shariputra y
el honorable Mahakashyapa, todas las
personas del gran sistema planetario se
habrían hundido en los tres malos caminos.
Pero gracias a los poderosos lazos creados
a través de la fe en el Buda, incalculables
seres humanos pudieron lograr la
Budeidad… Por lo tanto, la mejor forma
de lograr la Budeidad es encontrar un
buen amigo. ¿Hasta dónde puede llevarnos
nuestra propia sabiduría? Si la que
poseemos es suficiente para distinguir el frío
del calor, deberíamos salir en busca de un
buen amigo.1
“
El aliento cálido y sincero es el secreto para lograr que quienes se están esforzando al máximo revelen su potencial
[…] es una brisa cálida que brinda esperanza. La palabra se convierte en sinónimo de impulso cuando ayuda a disipar el sufrimiento y la tristeza, y planta la semilla del valor en las vidas. Es una acción plena de poder para regenerar.
‘Líder’ es otro nombre para aquel que alienta a los demás. […]
Shoko Odano […] había ingresado en la banda de pífanos y percusión cuando estaba en el primer año de secundaria. Al poco tiempo, le confiaron la responsabilidad de ponerse en contacto con algunas otras integrantes para
informarles de las horas y lugares de ensayo. Se encontró con que algunas de las que aparecían en la lista no participaban, aunque habían sido avisadas. Pero esto no la inquietaba, pues sentía que con informarles ya había hecho su
trabajo y si no asistían, era problema de ellas. Independiente y autosuficiente por naturaleza, no le gustaba interferir
en los asuntos de los demás o que intervinieran en los suyos.
Pero cuando se dio cuenta del modo en que otras compañeras llevaban adelante la misma responsabilidad, se
sorprendió. Si alguien a quien habían contactado no asistía al ensayo, se preocupaban enormemente. Entonaban
daimoku, recibían orientación de las responsables del grupo e incluso iban a la casa de esa integrante para alentarla.
Cuando Odano preguntó a una compañera por qué era necesario hacer todo eso, la joven contestó:
–Si esas miembros asisten a los ensayos y mejoran sus habilidades, podrán actuar con nosotras; esto será un
recuerdo maravilloso de su juventud. Nada supera el sentimiento de ofrecer una actuación hermosa e inspiradora.
Pienso que todas ingresaron a la banda porque tenían ese sueño, y quiero ayudarlas a realizarlo. Por eso jamás cejo.
Aunque nadie diría nada si me abstuviera de insistir, sé que me estaría traicionando.
Odano se avergonzó. Se dio cuenta de que el verdadero espíritu de Gakkai era preocuparse más por los demás
que por uno mismo. […] La verdadera unión nace cuando cada uno se levanta y lleva a cabo su misión personal a
pleno. A partir de allí se crea una nueva historia.2
1) Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 627 (“Tres maestros del Tripitaka oran para que llueva”).
2) IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vol. 14, cap. II, “Misión” (extractos).
18 Civilización global nº 114 · octubre 2014
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