Es imposible hacer bien más de dos tareas a la vez "Hemos creado

Es imposible hacer bien más de dos tareas a la vez
"Hemos creado
una sociedad con la que nuestro cerebro ya no puede lidiar de manera eficiente",
Earl Miller, científico del MIT.
Foto: Archivo
Neurocientíficos coinciden en que la llamada 'multitarea' compromete la
eficiencia y la creatividad.
El ser humano no puede hacer multitasking (tareas múltiples). A esa conclusión
llegó Earl Miller, neurocientífico del Departamento del Cerebro y de las Ciencias
Cognitivas del MIT, reconocido por su trabajo en procesos como la concentración
y la memoria.
“Aunque el cerebro pueda almacenar información de toda una vida y una
gran cantidad de conocimiento, por alguna razón solo puede expresar uno o
dos pensamientos conscientes al tiempo”, dice desde Boston.
La masificación de internet, los smartphones y las tabletas, y la tendencia a
comunicarse por WhatsApp y a estar pendientes de las redes sociales han llevado
a los científicos a investigar cómo esta sobrecarga de información afecta el
cerebro. Y lo que han descubierto es que, desde el punto de vista biológico, es
poco lo que se puede hacer. El cerebro humano tiene capacidades limitadas y el
sistema de vida actual lo pone a prueba. “Tenemos un dilema: la sociedad
espera que hagamos multitasking, pero no somos buenos en eso”, resume.
Cerebro más lento
Antes de que la neurociencia conociera el auge que tiene hoy, los psicólogos ya
se habían interesado en los efectos de la era de la información sobre la mente.
Uno de ellos es el doctor Glenn Wilson, quien acuñó el término ‘infomanía’. A
petición de Porter-Novelli, la agencia de publicidad de Hewlett Packard (HP), en el
2005 este exprofesor del Gresham College, de Londres, supervisó un experimento
para medir los efectos negativos de estar permanentemente conectados.
El estudio, restringido a ocho empleados de HP sometidos a distintos tests –
primero en un ambiente tranquilo y luego en uno interferido por el sonido de
teléfonos y la llegada de e-mails–, llamó la atención porque indicó que “las
distracciones tecnológicas” de las que habla Wilson hacían bajar el coeficiente
intelectual de 143,38 puntos en situación de calma a 132,75 en un ambiente
“ruidoso”.
Cinco años más tarde, un equipo del Instituto Nacional de Salud e Investigación
Médica (Inserm), en París, realizó, bajo el liderazgo de Etienne Koechline, un
trabajo con base en resonancias magnéticas que explicaba por qué el cerebro solo
puede dedicarse a dos tareas a la vez.
La hipótesis establecida por estos científicos es que al dedicarse a dos tareas
mentalmente costosas, nuestro cerebro se divide: automáticamente, el lado
izquierdo del córtex prefrontal (que gobierna las funciones ejecutivas) se
dedica a una tarea, mientras el lado derecho se ocupa de la otra.
“Uno puede cocinar y hablar por teléfono al mismo tiempo. El problema surge al
tratar de hacer tres cosas a la vez: el córtex prefrontal siempre desecha una”, le
comentó Etienne Koechline a Science. Otros estudios –entre ellos uno de Russ
Poldrack en la U. de Stanford– confirmaron la incapacidad del ser humano de ser
eficiente en más de dos tareas a la vez, y revelaron que cuando se hace
multitasking la información nueva no va al hipocampo, donde habitualmente se
almacena, sino al lugar equivocado del cerebro. Otra investigación de la misma
universidad mostró, además, que la gente regularmente bombardeada con
información electrónica no puede prestar atención, recordar información y terminar
una tarea para empezar otra de la manera en que logran hacerlo quienes se
concentran en una cosa a la vez. En breve, son menos eficientes.
“Cuando la gente cree que está haciendo multitasking, lo que hace en
realidad es pasar permanentemente de una tarea a la otra”, lo que le quita
tiempo al proceso de pensar, sentencia Earl Miller. En consecuencia, “el cerebro
se ralentiza y comete errores, los pensamientos son más superficiales y uno se
pone menos creativo”, concluye. Eso es lo que él llama los “costos del cambio”
(switch costs).
La trampa
Si los efectos del multitasking sobre la capacidad de pensar ya son preocupantes,
los expertos le suman otro problema: el cerebro tiene la capacidad de hacernos
trampa. Miller habla de la “ceguera inatenta”, que hace que cuando creemos estar
conscientes de lo que estamos haciendo, en realidad no lo estamos.
“Cuando cambiamos de una tarea a otra, le prestamos atención a una de
ellas y no a la otra, aunque creamos que estamos concentrados en todas.
Por ejemplo, siempre veo a gente manejando con manos libres y creen que eso
resuelve el problema, pero no es así. Cuando uno está concentrado en una
conversación por teléfono, no se está concentrando en el camino. Pero el cerebro
da la ilusión de que sí lo está”, afirma.
Miller explica que existe un “ancho de banda” limitado, el “pensamiento
consciente”, y que el cerebro en modo multitasking no logra incorporar todo en ese
ancho de banda. Entonces construye una ilusión, tomando “pedazos de
información” cada cierto tiempo y juntándolos para darnos la impresión de una
información completa.
Nadie puede ser entrenado para el multitasking. De hecho, estudios señalan
que quienes creen ser buenos en este campo resultan ser los menos eficientes en
la realización de múltiples tareas a la vez. Una investigación que da cuenta de eso
es la de la Universidad de Sussex, que reveló que los multitaskers tienen una
menor densidad de materia gris en el córtex del cíngulo anterior (CCA).
“El rol más importante de esta región cerebral es lidiar con el conflicto. Por
ejemplo, cuando hay distintas maneras de responder a un estímulo (como leer la
palabra “rojo” escrita en verde), el CCA especifica qué información debe ser
procesada e instruye a otras partes del cerebro para que eliminen la distracción.
Por tanto, es una región involucrada en el esfuerzo consciente de enfocarnos en lo
importante”, explica desde Inglaterra el investigador Ryota Kanai. Por eso, añade,
los multitaskers tienen menos capacidad de resolver tareas más complejas y de
jerarquizar la información.
La pregunta que surge es por qué, si nos vuelve más lentos en el plano cognitivo y
–de manera general– menos eficientes, seguimos haciendo multitasking. “Es
porque el cerebro encuentra gratificante la información, pues está diseñado para
buscar conocimiento”, contesta Miller.
El problema, agrega, es que evolucionamos en un ambiente más simple, cuando
no existían todos estos smartphones, tabletas y computadores. “Hemos creado
una sociedad con la que nuestro cerebro ya no puede lidiar de manera
eficiente. Hay demasiada información”, insiste.
Y no podemos evitarlo. “Como la información es gratificante para el cerebro, todos
somos, en cierta medida, adictos al multitasking –advierte Miller–. Yo soy
consciente de cuán malos somos trabajando en varias cosas al tiempo, pero si mi
celular está cerca o hay una ventana abierta con internet en mi computador, voy a
entrar a la web. Por eso, cuando quiero concentrarme dejo mi teléfono fuera de
alcance o de mi vista, y solo una ventana de pantalla abierta, sin internet. Hay que
ser disciplinado”.
Somos adictos a la desconcentración
Daniel Levitin, autor de ‘The Organized Mind, Thinking Straight in the Age of
Information Overload’, profesor de psicología en la Universidad McGill (Canadá) y
consultor de la serie de TV ‘El mentalista’, ha analizado el proceso químico que
genera “adicción” a la ‘multitarea’. En enero, escribió en ‘The Guardian’: “El
‘multitasking’ crea un círculo de adicción a la dopamina, premiando al
cerebro por perder el foco y por estar buscando estimulación externa.
Para empeorar las cosas, el córtex prefrontal tiene un sesgo hacia lo novedoso
(...). La ironía para los que tratan de concentrarse es que la misma región cerebral
de la que dependemos para mantenernos enfocados es la que se distrae
fácilmente”.
DANIELA MOHOR W.
El Mercurio (Chile)