Lección 4 para el 24 de octubre de 2015 El mensaje de Jeremías • Los dos caminos (Jeremías 17:5-10) • La denuncia del pecado (Jeremías 17:1-4) La respuesta al mensaje • El ataque al profeta (Jeremías 11:18-23) • El lamento del profeta (Jeremías 12:1-5) La respuesta divina • La sequía (Jeremías 14:1-10) «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?» (Jeremías 17:9) • «Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová» (Jeremías 17:5) • «Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada» (Jeremías 17:6) • «Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová» (Jeremías 17:7) • «Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto» (Jeremías 17:8) Solo hay dos caminos: o ponemos nuestra confianza en Dios, o no lo hacemos. ¿Qué confianza podemos tener, aún en nosotros mismos, si nuestro propio corazón nos engaña? «El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares» (Jeremías 17:1) El mal, como cincel de hierro, esculpe el pecado en nuestros corazones de piedra. Con cada pecado, la marca se hace más clara y contamina todas nuestras acciones (los cuernos del altar). Al denunciar el pecado de Judá, Jeremías hace un llamado al arrepentimiento; a aceptar el amor de Dios (Jeremías 31:3). Cuando dejamos que Dios actúe sobre nuestro corazón ocurre un cambio extraordinario: «siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón» (2ª de Corintios 3:3) «Cuando Jesús habla de un nuevo corazón, se refiere a la mente, a la vida, a todo el ser. Tener un cambio de corazón quiere decir apartar los afectos de este mundo y aferrarse de Cristo. Tener un nuevo corazón es tener nueva mente, nuevos propósitos, nuevos motivos. ¿Cuál es la señal de un nuevo corazón?: una vida nueva. Hay una muerte diaria y de cada hora al egoísmo y al orgullo» E.G.W. (Hijos e hijas de Dios, 3 de abril) «Y yo era como cordero inocente que llevan a degollar, pues no entendía que maquinaban designios contra mí, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémoslo de la tierra de los vivientes, para que no haya más memoria de su nombre» (Jeremías 11:19) Al igual que los ciudadanos de Nazaret intentaron matar a Jesús, los hombres de Anatot intentaron matar a Jeremías para impedir que siguiera profetizando. Mientras denunciaba el pecado de Judá, Jeremías confiaba en que su familia, y sus hermanos, los sacerdotes, le apoyarían. Pero Dios le tuvo que mostrar que eran precisamente sus más allegados los que deseaban su muerte. Cuando Jeremías se enteró de la conspiración contra él, comenzó a comprender la actitud de aquellos que no quieren corregir sus pecados. «Justo eres tú, oh Jehová, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan deslealmente?» (Jeremías 12:1) Habían atentado contra su vida; nadie quería escucharle. Jeremías estaba haciendo la voluntad de Dios, pero eran los pecadores los que prosperaban, mientras él padecía. Al igual que el salmista (Salmo 73), Jeremías interroga a Dios sobre esta injusticia. ¿Cómo podemos aprender a confiar en Dios a pesar de todas las cosas que ocurren, que parecen no tener sentido para nosotros? La respuesta de Dios a Jeremías parece dura, pero es en sí una promesa: si mantienes tu confianza, te daré fuerzas para soportar dificultades mayores. «Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?» (Jeremías 12:5) E.G.W. (El conflicto de los siglos, pg. 45) «Dios permite que los malvados prosperen y manifiesten su enemistad contra él, para que cuando hayan llenado la medida de su iniquidad, todos puedan ver la justicia y la misericordia de Dios en la completa destrucción de aquellos. Pronto llega el día de la venganza del Señor, cuando todos los que hayan transgredido su ley y oprimido a su pueblo recibirán la justa recompensa de sus actos; cuando todo acto de crueldad o de injusticia contra los fieles de Dios será castigado como si hubiera sido hecho contra Cristo mismo» EL PROBLEMA LA ORACIÓN «Porque se resquebrajó la tierra «Aunque nuestras iniquidades por no haber llovido testifican contra nosotros, oh en el país, están Jehová, actúa por amor de tu confusos los nombre; porque nuestras labradores, cubrieron rebeliones se han sus cabezas» multiplicado, contra ti hemos (Jeremías 14:4) pecado» (Jeremías 14:7) ¿Por qué no quiso Dios escuchar la intercesión del profeta? Aunque Jeremías entendía la raíz del problema (el pecado), el pueblo rogaba solamente para librarse del problema en sí (la sequía). No había arrepentimiento sincero, ni deseo de cambiar. No podemos pretender tener el favor de Dios y vivir apartados de Él. LA RESPUESTA «Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien. Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré…» (Jeremías 14:11-12) «El pecado se liga a cada aspecto de la existencia humana y la satura. Jeremías experimentó esto en forma drástica cuando amenazaron su propia vida por causa del mensaje que predicaba. Le contó a Dios sus luchas de fe, y Dios le dio una nueva perspectiva: ¡tú puedes correr con caballos!» Imre Tokics (Guía de estudio para la escuela sabática, apartado de maestros)
© Copyright 2024