72 LATERCERA Domingo 12 de octubre de 2014 Sociedad Cultura Patrick Modiano Premio Nobel de Literatura 2014: “Intento buscar las huellas de las personas” R El flamante nuevo Nobel dio esta entrevista al diario El País en 2009, donde entrega pistas de su producción narrativa. R El autor de la Trilogía de la Ocupación se Antonio Jiménez Barca El País Es muy alto, amable, algo torpe y muy tímido. Patrick Modiano (69) duda al hablar, le cuesta acabar las frases y su muletilla favorita es “no sé si me explico”. Vive en una vieja casa a la espalda del Jardín de Luxemburgo, en París, donde el jueves pasado recibió la noticia del premio Nobel mientras caminaba por el barrio. En esas calles pasó parte de su infancia: todo un síntoma de su relación con el tiempo y la memoria. El cuarto desde el que escribe es una habitación semicircular, tapizada de libros con una ventana también muy alta que da a un jardincito interior. Hay un diván arrugado en el que se sienta a leer cuando no trabaja. ¿Ha cambiado mucho París desde su adolescencia? El centro no ha cambiado tanto, porque no se pueden destruir los edificios históricos. Pero en los barrios periféricos sí se han demoli- do muchas manzanas. Además, cuando yo era adolescente, existía en París una suerte de fantástica mezcla de la sociedad. ¿Y su barrio, Saint-Germain-desPrès? Ha cambiado desde mi infancia. Aparte de los dos cafés, Les Deux Magots y Le Flore, era un barrio muy provinciano. Había una mezcla muy extraña. Por una parte, era un barrio muy tranquilo, y por otra, había cafés modernos y lugares donde se tocaba jazz. Me acuerdo, cuando yo iba a la escuela, de que a veces pasábamos por una tienda a comprar bombones y veíamos a Picasso o a Giacometti. ¿No le da la impresión de escribir continuamente la misma novela? Sí, sí. Yo ya me he dado cuenta de que me repito: siempre es alguien que busca a alguien o alguien que intenta recuperar las huellas de alguien. Siempre es así. Y siempre es inconsciente. Luego me digo: mira, esto ya lo has hecho. Las cosas vuelven. Es por un sentimiento íntimo FOTO: AP refiere a sus obsesiones, al París del siglo XX y el actual. RR Modiano ha publicado cerca de 30 novelas: La hierba de las noches es la última traducida al español. de ausencia, de abandono. Por eso intento buscar las huellas de las personas. ¿Y por qué esa obsesión por alguien que no conoce, como en su libro Dora Bruder? Yo también me he hecho esa pregunta: ¿por qué estás obsesionado con las huellas de otras personas? Y creo que es porque vivo en el siglo XX o XXI. Si yo hubiera vivido en el siglo XIX habría escrito novelas rurales: largas novelas redondas. Pero en esta época todo es fragmentario y las grandes ciudades favorecen eso, el anonimato, que el rastro de las personas se pierda. No sé si me explico. Tam- bién, es verdad que yo siempre he estado impresionado por las desapariciones, por las ausencias. Se ha dicho que en su infancia está la clave de toda su obra. Puede ser. Pero no es por una especie de nostalgia de la infancia. Es más por las cosas que yo he observado y que me impresionaron durante aquel tiempo. Hay una clase de atención especial, que hace que las cosas te impresionen fuertemente cuando eres un niño. Además, ese período para mí es triste. Sé que hay niños felices, pero mi infancia fue triste. En Pedigrí, una suerte de autobiografía, habla de esa época y sobre todo de sus padres. Todo es real. Es una autobiografía especial. Quería hablar de cosas que me hicieron daño y que me resultaban extrañas. En otras autobiografías se habla de cosas íntimas con las que uno está de acuerdo, con las que te reconoces. Yo, por el contrario, quería liberarme de cosas que me hicieron daño. ¿Se continúa paseando por París? Menos que antes. Me sorprendo mucho con la gente más joven. Con sus ropas. Reconozco en muchos de ellos un aire como el de juventud. Los trajes parecen los mismos que yo veía cuando tenía 14 años.b R Sus libros y un guión de película son claves para entender Francia. Un Nobel que cambió el pasado En casi todos los colegios de París, una placa recuerda a los niños judíos que fueron deportados durante la Segunda Guerra Mundial y asesinados en los campos de exterminio nazi. En el barrio del Marais, donde históricamente se concentra la mayor población judía de la capital francesa, las placas son constantes y un recuerdo palpable del horror que se abatió sobre Europa bajo el dominio del terror hitleriano. Sin embargo, en las últimas décadas, en esas placas se pro- dujo un cambio fundamental: ya no se culpaba sólo a la Gestapo, sino también a policías franceses bajo las órdenes del gobierno colaboracionista de Vichy. “Entre 1942 y 1944, más de 11.000 niños fueron deportados desde Francia con la participación activa del gobierno francés de Vichy y asesinados en los campos de la muerte porque nacieron judíos”, rezan las placas. Ese cambio en la percepción de la historia francesa hubiese sido imposible sin la obra de Patrick Mo- diano y sin una película en la que participó como guionista cuando era un escritor primerizo junto a Louis Malle: Lacombe Lucien. Hasta 1995, bajo la presidencia de Jacques Chirac, Francia no reconoció oficialmente su papel en las deportaciones de la Shoah. La mayor atrocidad cometida en Francia, la razia del velódromo de invierno -en la noche del 16 de julio de 1942 fueron detenidos para ser exterminados 12.884 hebreos parisinos (4.051 niños, 5.802 mujeres y 3.031 hombres)- fue organizada y llevada a cabo por policías franceses. Sin embargo, la memoria colectiva, la imagen nacional, era muy diferente. El relato oficial describía a unos pocos franceses que fueron colaboracionistas y que, después de la guerra, fueron sometidos a juicio; mientras que muchos eran resistentes o simpatizantes de la resistencia. Las atrocidades las cometieron los alemanes que ocuparon el país desde 1940 hasta 1945. Nada más lejos de la reali- dad: hubo franceses que combatieron en los dos bandos, en la milicia asesina de Vichy y en la resistencia, mientras que la mayoría, como ocurre siempre, trató sobre todo de sobrevivir a la guerra. Muchos podían haber acabado en cualquiera de los dos bandos, dependiendo de factores que no tienen que ver sólo con la elección personal ni con el compromiso político. Ninguna obra de ficción refleja con tanta contundencia ese panorama como Lacombe Lucien y el im- pacto de esta película fue gigantesco cuando se estrenó en 1974, pese a que dos títulos habían tratado anteriormente el mismo tema: El viejo y el niño (1971), de Claude Berri, sobre un anciano antisemita que acoge sin saberlo a un niño judío al que sus padres tratan de esconder y que adora como si fuese su nieto, y La pena y la piedad, el documental de Marcel Ophüls que relata la ocupación en una ciudad de provincia, ClermontFérrand.b
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