Boletín N°1 - Junio 2015

BOLETÍN EDUCACIÓN VIVA
JUN.2015 - N° 1
Desde la Asociación Educación Viva proponemos un espacio para profundizar y reflexionar sobre la educación
de los niños y niñas de hoy. Sabiendo y reafirmando que existen múltiples caminos, buscaremos explorar
diferentes conocimientos y experiencias que ayuden a familias y educadores/as a recorrer este camino de cocreación constante al que denominamos “educación viva”.
Invitamos a opinar y ser parte de este espacio haciéndonos llegar sus puntos de vista y comentarios sobre lo
expuesto aquí o incluso sobre otros artículos que puedan aportar a esta construcción.
ENTREVISTA A NOEMI PAYMAL,
ANTROPÓLOGA, CREADORA DE PEDAGOOOGÍA 3000
No le echo la culpa a ningún profesor o sistema, porque el cambio fue más
rápido que la capacidad de manejar el asunto.
“No le echo la culpa a ningún
profesor o sistema, porque el
cambio fue más rápido que la
capacidad de manejar el
asunto”.
Noemí Paymal. Antropóloga.
Creadora de Pedagooogía 3000
La nueva generación de niños inquietos que llenan los colegios de todo el
mundo necesita una escuela en las antípodas de la tradicional. O, lo que es lo
mismo, una institución que no confunda chicos movedizos con hiperactivos
o con déficit de atención, que motive a los alumnos, que no los aburra ni los
disperse. Una escuela vital, “biointegral” que base las técnicas de enseñanza
en las emociones sin descuidar el intelecto. A grandes rasgos, ese es el
planteo de Noemí Paymal, antropóloga francesa que trabaja hace años en
América latina.
La especialista en educación alternativa y directora del Centro de
Investigación Pedagógica 3000 La Paz, en Bolivia, asegura que existen
herramientas muy sencillas y efectivas para tratar con los chicos del “tercer
milenio”. Habla de una pedagogía holística que entienda y atienda las
necesidades de los niños y jóvenes de hoy.
- Los docentes suelen decir que no tienen herramientas para incluir a
los chicos hiperactivos. ¿Qué pueden hacer?
Las investigaciones demuestran que el 80 por ciento de los niños de ahora han cambiado su manera de aprender, su nivel
afectivo, su interés emocional; su hemisferio derecho es más rápido, puede hacer varias cosas a la vez, es autodidacta y
tiene intereses múltiples. Hay muchas herramientas desde lo físico, lo intuitivo, lo emocional, lo multicultural, lo ecológico,
lo ético.
Hay muchas herramientas pedagógicas hoy en día, que apuntan a desarrollar varios ámbitos del ser humano, desde lo
físico hasta lo intuitivo, lo emocional, lo multicultural, lo ecológico, lo ético…
Antes se apuntaba sólo a lo intelectual, lo cognitivo. Y ya sabemos que no funciona.
“No son hiperactivos sino que tienen necesidad
de moverse, tienen intereses múltiples.
Necesitan jugar…”
- ¿Algún ejemplo?
Por ejemplo, podemos empezar con recuperar todos los niveles de desarrollo
del cuerpo. El niño tiene que moverse cada 20 minutos en primaria y si es más
pequeño tiene que hacerlo todo el tiempo. Decirles que no se muevan es como
pedir a la planta que no crezca o al sol que se pare; es su naturaleza y hay que anclar el conocimiento con el movimiento.
- ¿Vale para todos los niños?
El 80 por ciento de los niños de ahora es así. No son hiperactivos sino que tienen necesidad de moverse, tienen intereses
múltiples. Necesitan jugar casi todo el tiempo hasta los 10 años. El niño de hoy no es lineal, es holístico, ve todo a la vez.
Si no se usa el hemisferio derecho se atrofia y después se llega a una sociedad intelectual como la nuestra, que no está
equilibrada.
- ¿Estas características son iguales en todo el mundo?
Es igual en los 15 países que hemos investigado. Como antropólogos estamos planteando un cambio de la humanidad en
su conjunto, el cambio es muy rápido. Se ha dado en 40 años, que es nada en relación a la evolución de la humanidad.
- ¿Cómo se han adaptado las escuelas a este cambio tan vertiginoso?
No se han adaptado. No le echo la culpa a ningún profesor o sistema porque fue más rápido que la capacidad de manejar
el asunto. Antes los cambios eran lentos, había leves diferencias entre generaciones. Ahora son tan veloces que el niño
rebasó al papá y a los profesores. A esta rapidez hay que reconocerla y atenderla.
- ¿Qué genera la falta de adaptación?
Que los niños la pasan mal, de allí las altas tasas de suicidio en adolescente y depresión infantil en el mundo. Lo pasa mal
también el profesor porque no tiene herramientas, porque en su época no era así. Y lo pasan mal los papás. Bueno, sufre
toda la sociedad.
- ¿Qué herramientas pedagógicas se pueden usar?
Herramientas cognitivas, y también herramientas emocionales, biointeligentes o biolúdicas, las “intuitivas” y las
herramientas que trabajan en la conexión mente-corazón.
Claro que vamos a seguir enseñando con herramientas cognitivas, pero lúdicas y con desafíos. El niño va a hacer su proceso
hasta que encuentre la solución. Un buen profesor no debe dar la solución, tiene que esperar que el niño la encuentre.
Otra herramienta es la emocional. Siempre hay que trabajar la autoestima, reconocer sus sentimientos y los del otro. Esto
previene los problemas de violencia. Hay herramientas biointeligentes o biolúdicas con las que se trabajan todos los
aspectos del ser humano. No hay que concentrarse tanto en lo intelectual y no importan las notas. Están también las
herramientas sensibles e intuitivas, con las que el niño puede hacer juegos para sentir la energía. Los niños son muy
sensibles a pesar de que son inquietos y tercos, lo que suele ser una fachada para protegerse de una suma sensibilidad.
En las investigaciones que hicimos, el 80 por ciento de esos niños tienen hiperestesía, una sobreactivación de todos los
sentidos físicos. Si uno grita, él lo siente más fuerte. Su vista es más aguda. Las herramientas biointeligentes funcionan por
sí solas (tejer, cocinar, huerta). Hay también herramientas que trabajan en la conexión mente-corazón donde se afianza
la fuerza personal.
-¿Por qué se cree que los chicos de hoy son como son?
La lógica habla de medios más estimulantes en los medios de comunicación, del bombardeo de información desde el
nacimiento. Vienen tecnológicamente más avanzados, pero también emocionalmente muy maduros, con una percepción
precoz y una sensibilidad que no habíamos pensado. Creíamos que al llegar la computadora tendrían una visión
individualista, pero nacen con una suprasensibilidad, una percepción alta, lo que nos da mucho aliento. Los niños son una
manifestación de este cambio masivo. Y porque es masivo, la escuela está colapsando.
- ¿Cuánto potencial se desperdicia cuando no hay estímulo necesario?
Más de la mitad (por decir alguna cifra). El coeficiente emocional es más importante que el intelectual. Si un niño no está
atendido en su parte afectiva retiene sólo el 20 por ciento de los datos de la clase. Casi no vale la pena enseñar.
- ¿La educación alternativa se aplica en grupos pequeños?
Lo ideal es tener grupos de ocho a once niños y dos adultos. Si no se puede, el profesor puede dividir la clase en varios
grupos, hacer islas con las mesas y que trabajen en grupo. Me gustaría ver papás que ayuden por turno, para ofrecerse de
asistentes. Hay que pensar que es un reto al que hay que darle solución ya. Buscar herramientas en que el niño pueda
canalizar su tremenda energía y creatividad.
- Un sistema así es muy difícil de instrumentar masivamente. ¿Hay otra alternativa?
Si, por ejemplo realizar actividades extraescolares. Basta que una vez a la semana, el niño o el joven tenga un lugar “seguro
emocionalmente” donde pueda hacer su proceso personal, recuperar su autoestima, “conectarse”. O dar técnicas
antiestrés a los profesores y a los papás, porque si ellos están bien, los niños van a estar bien en clase.
- ¿Cuáles son los resultados desde lo académico?
El niño atendido en todos los niveles de desarrollo tendrá conocimientos pero, además, será equilibrado como ciudadano,
como ser humano.
Fuente: Blog Cambiemos la Educación
“LA IMPORTANCIA DEL
MOVIMIENTO Y EL JUEGO LIBRE EN
LA INFANCIA”
El niño necesita moverse en libertad para formarse íntegramente como ser
humano. Desde que comienza a andar y hasta los siete años, el niño debe
tener la oportunidad de crecer en un ambiente de juego libre donde pueda
explorar y descubrir el mundo y a las personas que le rodean.
El juego es el verdadero trabajo
del niño. Todas las habilidades
intelectuales, psicológicas y
sociales se hallan integradas en
el juego pero para que el niño
realice
un
auténtico
aprendizaje, debemos dejarle
jugar en libertad.
En la mayoría de las escuelas se tiende a trabajar el intelecto por encima de
todo pensando que así, el niño llegará a tener un futuro asegurado de empleo
y amplios conocimientos. Esto es un tremendo error. Si en la primera infancia
le mantenemos sentado, concentrado, prestando atención y rellenando
fichas, nada tiene sentido para él. Todo esto se propone, además, desde la
exigencia de un aprendizaje que no se corresponde con el desarrollo
intelectual del niño en esta etapa, por lo que se desmotiva con facilidad, se
muestra apático y pierde el interés por ir al colegio.
El juego es el verdadero trabajo del niño. Todas las habilidades intelectuales,
psicológicas y sociales se hallan integradas en el juego, pero para que el niño
realice un auténtico aprendizaje, debemos dejarle jugar en libertad. El adulto
debe suponer para él, un ejemplo digno a imitar, por lo que es importante que las actividades que haga delante del niño
sean de utilidad para él.
Cuando los mayores leemos un libro o miramos el móvil, el niño no
encuentra sentido a nuestro acto y hace lo posible por llamar nuestra
atención. Sin embargo, podemos ofrecerles una gran variedad de
herramientas para su aprendizaje mientras estamos cosiendo,
trabajando la madera, lavando a mano, doblando ropa, limpiando
cristales, cocinando… Cualquier labor del hogar o de bricolaje podría ser
una gran lección para el niño, sobre todo, cuando lo hacemos con
conciencia y delicadeza. De este modo, le estamos transmitiendo que
con esfuerzo, paciencia y dedicación, podemos hacer cualquier cosa.
Cuando el niño juega en libertad y en contacto con la naturaleza, hace
uso de su fantasía pero su aprendizaje es real. Puede jugar a fabricar
una cabaña con troncos o colocarlos formando una carretera mientras uno de ellos se convierte en un coche, o pueden
ser animales que suben montañas o teléfonos para hablar entre ellos,… un mismo tronco puede tener innumerables
posibilidades pero el niño está jugando con un material verdadero, que tiene formas irregulares, una determinada textura,
un peso, un olor, un color… El niño descubre el mundo a través del juego. Una torre formada a partir de piezas de plástico
encajables no tiene muchas opciones de juego pero una torre formada con troncos de diferentes tamaños, formas y pesos,
es una verdadera obra de arquitectura en la que el ingenio y la destreza son protagonistas. Por lo tanto, es nuestra labor
ofrecerle una amplia variedad de materiales (piedras, bloques de madera, lanas, telas,…) con los que jugar e imitar a los
mayores y un espacio donde pueda correr, saltar, trepar… y desarrollar su motricidad con toda libertad.
Por último, cabe señalar que tras el juego llega el momento de recoger y aquí es donde el adulto debe tener presente que
no sólo se trata de dejarlo todo en orden sino que éste supone un auténtico trabajo de selección
y clasificación. Si disponemos el espacio del niño de forma que cada cosa se coloque en su lugar correspondiente, le
estaremos ayudando a hacer un reconocimiento de los materiales en profundidad. Podemos colocar cestos, cajas o baúles
a su alcance donde poder ordenar los juguetes y dejarlos listos para la aventura que comenzará al día siguiente.
Si dejamos que los niños se muevan y jueguen en libertad, les aseguraremos una infancia feliz y una vida adulta llena de
posibilidades, ganas de emprender y seguridad para enfrentarse a las dificultades.
Fuente: psicocorazon
“¿POR QUÉ EL COEFICIENTE
EMOCIONAL ES MÁS IMPORTANTE
QUE EL COEFICIENTE INTELECTUAL?
El Coeficiente Intelectual solo
predice entre el 4 y el 10% el
éxito profesional.
La Inteligencia Emocional es la capacidad para reconocer sentimientos
propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. Si bien el término nació
mucho antes, fue en el año 1995 con la publicación del libro La Inteligencia
Emocional, del psicólogo estadounidense Daniel Goleman, que se popularizó.
Este libro está compuesto por investigaciones que Goleman llevó a cabo
durante diez años en la Universidad de Harvard, con la colaboración de las
Universidades de Yale y Michigan, gracias a sus conocimientos e
investigaciones de la mente humana y a los avances que se habían producido
hasta ese momento, en el campo de las neurociencias.
La teoría de Goleman sugiere que la Inteligencia Emocional se podría organizar en cinco capacidades: conocer las
emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, automotivarse y gestionar relaciones.
EL PANORAMA ESCOLAR
Si nos remontamos a unos años atrás, podemos observar cómo los profesores preferían a los niños conformistas que
conseguían buenas notas y exigían poco de ellos.
El “conformismo” y “exigir poco” van de la mano de la poca motivación hacia la creatividad y el fortalecimiento de la
autoestima. Es no animarse a ampliar la “zona de seguridad”, tal como se la denomina en Neurosicoeducación. En este
sector no nos sentimos necesariamente felices, sino que es el círculo en el que aunque poco feliz, conocemos y en que
nos acostumbramos a vivir.
Es por esto que era habitual encontrar alumnos atentos en clase, memorizando explicaciones del profesor y sacando, en
el mejor de los casos, buenas notas. El objetivo era que los alumnos desarrollasen capacidades lógico matemáticas que
eran después evaluadas y podrían “medirse” con el test de Coeficiente Intelectual.
Los avances en el campo de las ciencias y las neurociencias nos hacen predecir, por un lado, que este escenario no
garantiza el aprendizaje duradero en el tiempo. Lo más probable es que estos alumnos sacasen notas maravillosas en sus
evaluaciones, pero esos conocimientos, al poco tiempo, desaparecerían de sus mentes producto de, fundamentalmente,
el escaso (o nulo) rol y compromiso emocional. Esta escasez, resulta en redes neuronales débiles que al no tener impacto
emocional y al no ejercitarse en el futuro (en este caso, una vez concluida la evaluación) se debilitan hasta finalmente
desaparecer.
Por otro lado, es bastante penoso el resultado del análisis de los sistemas educativos. Los más adelantados coinciden que
la formación docente, además de contemplar los contenidos de cada disciplina, la psicología y la pedagogía, debería incluir
una introducción a las neurociencias. Contando con descubrimientos sobre la forma en la que aprende el cerebro y cuán
importante es el rol de las emociones en la vida diaria, el hecho de que las habilidades de la Inteligencia Emocional no
sean contempladas por la gran mayoría de los sistemas a nivel mundial no es un hecho menor.
“LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ES UN FACTOR DECISIVO A LA HORA DE LA
FORMACIÓN ACADÉMICA.”
Encontramos aquí, en este último punto, un semáforo en rojo que exige un espacio para reflexionar. Es evidente que para
que un niño, o un joven, se desarrolle como una persona feliz no basta con que su formación contemple contenidos o
retenga datos, es decir, no es suficiente que incremente un Coeficiente Intelectual alto.
El aula actual no muestra demasiados cambios comparado con el escenario que se describe anteriormente. Si bien se
incluye en la mayoría de los currículos escolares el pensamiento crítico, este no siempre es llevado a la práctica. Sería
imperioso que la formación docente y escuela contemplasen el desarrollo de la Inteligencia Emocional para que pueda
aplicarse en el ámbito de la educación formal, transmitirla a los padres y así, en conjunto, educar a toda la persona
(Coeficiente Intelectual y Coeficiente Emocional).
LA ALFABETIZACIÓN EMOCIONAL
¿Por qué es imperioso educar en un ambiente que contemple la Inteligencia Emocional?
Nada más exacto que las palabras del mismísimo Goleman para responder a esta pregunta. En el año 2010, Goleman fue
invitado a brindar una conferencia sobre habilidades emocionales a COs de doscientas empresas en Estados Unidos. Cada
uno de los participantes era gerente de su área. Más aún, todos habían realizado “masters” y obtenido sus doctorados en
las universidades más prestigiosas y costosas.
¿Qué es, pues, lo que hace la diferencia?
Goleman comenzó su conferencia con una pregunta de la que ya tenía la respuesta. Preguntó, “¿Cuántos de ustedes
recibieron sus graduaciones siendo ¨top ten¨ de sus clases?” Esta pequeña encuesta informal, dio el resultado que
Goleman esperaba y sabía por sus investigaciones. Solamente cuatro de las doscientas personas levantaron la mano. Más
interesante es la explicación que siguió a la encuesta. “…La persona necesita del Coeficiente Intelectual, pero para tener
éxito hace falta desarrollar el Coeficiente Emocional…” que es el que garantiza las buenas relaciones inter e intra
personales mediante el desarrollo de la Inteligencias Intrapersonal e Interpersonal. (1)
El Coeficiente Intelectual solo predice entre el 4 y el 10% el éxito profesional. Esto deja afuera una contribución amplia de
otros factores. Uno de ellos es la Inteligencia Emocional.
Entre las habilidades que distinguen a personas sobresalientes en cientos de organizaciones se observan claramente dos
ítems: cuáles de las habilidades se basan en Coeficiente Intelectual y en el conocimiento técnico en habilidades puramente
cognitivas y cuántas pertenecen al dominio de la Inteligencia Emocional.
“Resulta ser que para todo tipo de trabajos, a la hora de diferenciar a “las estrellas” del resto, la
Inteligencia Emocional tiene el doble de importancia que las habilidades cognitivas. A mayor nivel
en una organización, mayor su importancia. Así que para los líderes de primer nivel, es estos
modelos de competencia el 80 y 90% de las habilidades pertenecen al dominio de la Inteligencia
Emocional.” Afirma Goleman con convicción.
No es que el Coeficiente Intelectual y el conocimiento técnico no importen, sino que simplemente son habilidades básicas.
El Coeficiente Intelectual es el indicador más fuerte de qué tipo de trabajo puede obtener una persona, pero el Coeficiente
Emocional es el que mantiene a la persona en ese puesto. No es el Coeficiente Intelectual el que predice quién será un
trabajador sobresaliente. Todo eso tiene que ver con la Inteligencia Emocional, con cómo nos manejamos y cuán efectivos
somos en las relaciones personales.
Hay una habilidad cognitiva que aparece una y otra vez como indicador de líderes sobresalientes. Es lo que llamaríamos
el “pensamiento global”, “reconocimiento de patrón” o “pensamiento de sistemas”. Consiste en entender la importancia
de plantearse frente a una decisión actual y su implicancia en los cinco o diez años por venir. O, quizás de una manera más
significativa, “¿Qué visión estratégica deberíamos tener para avanzar?”. Y una vez que tenemos el plan estratégico, una
vez que sabemos hacia dónde vamos, el problema es el siguiente: “sólo podemos llegar a ello por medio de las personas”.
Para ejecutar ese plan, esa estrategia, necesitamos persuadir, inspirar, escuchar, motivar, comunicar y esas son
competencias de la Inteligencia Emocional.
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA ESCUELA, HOY
La gran mayoría de las personas dan por hecho que todos los
seres humanos nacen con una serie de recursos innatos que le
permiten crear la propia autoestima y autocontrol. Sin embargo,
al igual que la inteligencia cognitiva, la Inteligencia Emocional se
aprende.
La buena noticia es que podemos trabajar la inteligencia
Emocional en la escuela y en todos los niveles. Es por esto que la
escuela se debería plantear enseñar a los alumnos a ser
“emocionalmente inteligentes”, dotándolos de estrategias y
ayudándolos a desarrollar habilidades emocionales básicas que
les protejan de los factores de riesgo o, al menos, que puedan
palear sus efectos negativos.
Aun sin estar contemplado, como se mencionó, el desarrollo de esta inteligencia en casi ninguno de los sistemas
educativos del mundo, cada escuela, cada docente puede tomar los contenidos curriculares y enfocarlos de manera que
poco a poco vaya dotando a los alumnos de estas estrategias y ayudarlos a desarrollar las habilidades emocionales básicas.
Imaginemos, en un alarde de optimismo, que la comunidad educativa estuviera convencida de que la inteligencia
emocional debiera ser uno de los objetivos básicos a perseguir por el sistema educativo, de esta manera, cada comunidad
educativa estaría educando íntegramente a las personas que deberán afrontar los inciertos desafíos del siglo XXI, los
líderes, “las estrellas, protagonistas del futuro”.
Desde la Neurosicoeducación consideramos que un espacio educativo es aquel que más allá del lugar donde se encuentre,
enseña habilidades cognitivas (el Coeficiente Intelectual) y, además, educa a toda la persona (Coeficiente Emocional) para
que se desenvuelva, para que aprenda, poco a poco, a desarrollarse como un mejor ser humano.
(1) Inteligencia Intrapersonal: capacidad de formar un modelo realista y preciso de uno mismo, teniendo acceso a los
propios sentimientos y usarlos como guías en la conducta.
Inteligencia Interpersonal: capacidad de comprender a los demás; qué los motiva, cómo operan, cómo relacionarse
adecuadamente y capacidad de reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento y las emociones de los otros.
Prof. Nse. Alejandra del Fabro
ASOCIACIÓN CIVIL EDUCACIÓN VIVA
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