SEAN SANTOS COMO YO SOY SANTO

SEAN SANTOS COMO YO SOY SANTO
1 Pedro 1:13-21
En una ocasión, un anciano le preguntó a un joven cristiano: ¿te consideras un hombre
santo? El joven, sorprendido respondió: eso solo lo sabe Dios y yo. Con sincero amor, el
anciano contestó: si tu familia y la gente que te conoce no pueden responder mi pregunta sin
titubear, entonces deberías preocuparte.
Algunos afirman que la santidad es un asunto personal e íntimo; y esto no es exactamente
lo que la Biblia enseña. La santidad es un estilo de vida que se evidencia en la manera como
nos relacionamos con los demás. El deseo de Dios es que haya coherencia entre lo que
creemos y lo que hacemos. El apóstol Pedro se refirió a la santidad como la capacidad de
vivir sobriamente. ¿Qué características tiene un cristiano que vive sobriamente?
ACTÚA CON INTELIGENCIA
La expresión “ceñid los lomos de vuestro entendimiento”1 significa: prepararse para
una fuerte actividad mental o, fortificar la mente. La mente es el “albergue” de la
inteligencia, y ésta, supone la capacidad de reaccionar correctamente. La paciencia, la
cortesía, el respeto, son características fundamentales de aquellos que actúan
inteligentemente. Más vale ser paciente que valiente; más vale dominarse a sí mismo
que conquistar ciudades. Proverbios 16:32.
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En medio de conflictos o apuros debemos preparar nuestras mentes para proceder con
cordura. A diario, enfrentaremos situaciones que pondrán a prueba nuestro carácter,
entonces necesitaremos dominar nuestras emociones, ordenar nuestros pensamientos y así,
evitar dañar a otros. Las malas reacciones suelen invalidar la buena fama, por eso la Biblia
dice: Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así
una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable. Eclesiastés 10:1.
Meditemos:
¿Cuándo te encuentras en momentos de adversidad, discordia o de absoluta presión,
cuáles son tus reacciones más comunes?
ACTÚA EN OBEDIENCIA
Cuando en vez de elegir el camino correcto elegimos el que queremos, el efecto que
se produce es el de la “satisfacción momentánea”, pero lo que sigue luego, es un
estado de tristeza y depresión. La obediencia es el camino más seguro hacia la vida plena,
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Biblia Reina Valera 1960.
la libertad y la prosperidad. Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda
en tu corazón mis mandamientos. Proverbios 3:1.
Los cristianos que sufrieron la prueba de la persecución tuvieron dos opciones. La primera
era renunciar a la fe que habían abrazado viviendo de la misma forma como lo hacía la
mayoría. La segunda opción era ser fieles al Señor y soportar las consecuencias. Cuando se
trata de obedecer a Dios, no debemos escatimar esfuerzos, recursos o tiempo. Obedecer
tiene un alto precio, pero la bendición que promete no se compara con ningún tesoro en la
tierra.
VIVE CON TEMOR REVERENTE
Existe una gran diferencia entre el miedo y el temor. El miedo se produce cuando no
queremos enfrentar las consecuencias de nuestro error. El temor es fruto de un
profundo deseo de obedecer a Dios. El temor de Jehová es para vida, y con él vivirá lleno
de reposo el hombre; no será visitado de mal. Proverbios 19:23.
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Existe un peligro en la vida cristiana y es el de “la familiaridad con Dios”. Confundimos el
amor y el perdón del Señor, con una “licencia” que nos autoriza para actuar según nuestra
conveniencia y deseo. Olvidamos e ignoramos que el juicio de Dios es imparcial, es decir,
que tarde o temprano cosecharemos lo que hemos sembrado. Ya que invocan como Padre
al que juzga con imparcialidad las obras de cada uno, vivan con temor reverente
mientras sean peregrinos en este mundo. 1 Pedro 1:17.
Aplicación
1. En medio de los afanes, preocupaciones y la presión constante de la vida,
reflejemos la nueva vida en Cristo dominando nuestras emociones y
reacciones.
2. Evitemos que otros influencien negativamente nuestras vidas. Nuestras
decisiones no dependen de lo que otros digan, sino de lo que Dios nos pide
hacer.
Para concluir la reunión
Podemos recibir dominio propio a través de la presencia del Espíritu Santo. Pide al Señor en
oración, la capacidad de dominar tus pensamientos, lengua y temperamento.