APRENDAMOS DE LOS ESCRITOS DE NICHIREN DAISHONIN: LAS ENSEÑANZAS PARA LOGRAR LA VICTORIA Conferencia especial alusiva al 18 de noviembre, día de la fundación de la Soka Gakkai “La apertura de los ojos” El espíritu de Gakkai producirá un renacimiento triunfal del humanismo Declararé lo siguiente: que las deidades me abandonen; que todas las persecuciones se abatan sobre mí. Así y todo, daré mi vida por la Ley. Aquí haré un gran juramento: aunque me ofrezcan el gobierno del Japón si abandono el Sutra del loto, si acepto las enseñanzas del Sutra de la meditación o si ansío renacer en la Tierra Pura; aunque me digan que decapitarán a mis padres si no recito el Nembutsu; sean cuales fueren los obstáculos que deba enfrentar, mientras las personas de sabiduría no demuestren que mis enseñanzas son falsas, ¡jamás claudicaré! Cualquier otra aflicción será, para mí, como polvo en el viento. Seré el pilar del Japón. Seré los ojos del Japón. Seré el gran navío del Japón. ¡Este es mi juramento, y jamás lo abandonaré! 5 6 7 «¡Yo me pondré de pie, aquí y ahora, sin depender de nadie más!» En uno de sus artículos sobre La apertura de los ojos, el presidente Toda se refirió de la profunda emoción que le causó cuando leyó este y otros escritos, y conoció la actitud inquebrantable y apasionada del Daishonin hacia el kosenrufu con las siguientes palabras: “Su espíritu fervoroso impacta en mi corazón con la intensidad de un rayo de sol estival en pleno mediodía. Siento como si creciera en mí una gigantesca bola de hierro fundido. Por momentos, es como si un géiser hirviente brotara dentro de mí o como si una catarata ensordecedora descargara sus aguas sobre mi cuerpo haciendo temblar la tierra bajo mis pies”. Yo también me dediqué a la gran lucha por el kosen-rufu con la determinación de interiorizar y poner en acción el espíritu del Daishonin con todo mi ser, tal como mi maestro me había enseñado. 8 Cada vez que leo ese pasaje de Nichiren Daishonin, percibo su estado de vida monumental, su espíritu que se eleva a loables alturas y que contempla con serenidad el mundo agitado por conflictos superficiales e insignificantes envidias. El Daishonin nos dice que a él no le importa si los dioses lo abandonan; está preparado para enfrentar cualquier persecución. Está dispuesto a dar la vida sin temor, sin vacilación, con tal de poder propagar el Sutra del loto. Con profunda compostura, al decir «Así y todo daré mi vida», afirma con serenidad que está preparado para practicar la enseñanza correcta mientras viva. «¡Aquí y ahora, me pondré de pie sin depender de nadie!». Es como si escuchara el bramido leonino del Daishonin, incólume e invencible como un peñasco gigante frente a la tempestad de la persecución. En La apertura de los ojos, el Daishonin exhorta a la gente a abrir sus ojos a la verdad de que el devoto del Sutra del loto —quien está propagando la enseñanza budista correcta en la época impura del Último Día de la Ley, sin jamás vacilar ante el hostigamiento de los tres enemigos poderosos— es el «maestro de las enseñanzas» que busca guiar a todos los seres a la iluminación, y que esa persona no es otro que él mismo. La apertura de los ojos es uno de los escritos principales del Daishonin, en el cual revela el «objeto de devoción desde el punto de vista de la persona». Mientras considero su profundo significado, una vez más reflexiono hondamente sobre el poder, la sabiduría y el potencial tremendos que residen en un solo individuo, y renuevo mi gratitud por la dignidad y la nobleza del ser humano. 9 10 *** Aunque mis discípulos y yo encontremos toda clase de dificultades, si no albergamos dudas en nuestro corazón manifestaremos la Budeidad en forma natural. No duden tan sólo porque el cielo no les brinde su protección; no se desalienten tan sólo porque en esta existencia su vida no sea cómoda y segura. Es lo que he venido enseñando a mis discípulos día y noche, y sin embargo, han comenzado a albergar dudas y a abandonar la fe. Cuando llega el momento crucial, los necios tienden a olvidar sus promesas. 24 La noble vocación de la lucha conjunta del maestro y el discípulo Con palabras cálidas pero estrictas, el Daishonin también exhortó a sus discípulos a poner en acción la misma postura que él. En el pasaje que cité antes, se advierte cuánta confianza tenía en sus discípulos, y cuán estricto era el amor que sentía por ellos. Sus palabras nos recuerdan que él arriesgó su vida y resistió tremendas dificultades para poder propagar la Ley, y que si sus discípulos lo acompañaban y se esforzaban junto a él en esa lucha, podían hacer lo mismo que él. El mentor y el discípulo no son dos entidades separadas; constituyen una inseparabilidad. Cuando examinamos los escritos del Daishonin, vemos que él usaba la expresión «devotos del Sutra del loto» para referirse a sus discípulos —hombres y mujeres, jóvenes y mayores— que perseveraban en su práctica budista con fe inamovible. Por ejemplo, el Daishonin escribe con intención de elogiar a la madre de Oto Gozen, Nichimyo la Venerable: «De todas las mujeres del Japón, usted es la más sobresaliente devota del Sutra del loto». En relación con el hijo de Abutsu-bo y la monja laica Sennichi, declara: «Su hijo, Tokuro Moritsuna, ha seguido sus pasos y hoy es un sincero devoto del Sutra del loto». En una carta dirigida a la monja laica Toki, esposa de Toki Jonin, el Daishonin describe a Shijo Kingo diciendo que «además de ser un médico excelente, es devoto del Sutra del loto». También destaca la fe firme de Ikegami Munenaka frente a la amenaza paterna de desheredarlo, y exhorta a Munenaga, el hermano menor, a no abandonar la fe, con estas palabras: «Pero su hermano, Uemon no Tayu Sakan [Munenaka], llegará a ser uno de [los] devotos [del Sutra del loto] ». Al mismo tiempo, elogia a la monja laica Konichi —que había perdido a su hijo amado pero seguía practicando el budismo sin flaquear— diciendo: «¡Cuánto más tendrá asegurada la Budeidad en la época actual Konichi la Honorable, quien en su inmenso afecto por su hijo llegó a ser una practicante [o devoto] del Sutra del loto?». La situación de cada una de estas personas era muy distinta, como lo eran también su tiempo de práctica y las razones por las cuales habían adoptado la fe en la enseñanza del Daishonin. Pero para él, todos eran discípulos con quienes lo unían profundos lazos kármicos; eran devotos del Sutra del loto que se dedicaban a propagar la Ley, cada uno con su mayor capacidad. Volviendo al pasaje anterior de La apertura de los ojos, que contiene la frase «Yo y mis discípulos», el Daishonin infiere que tanto él como los discípulos suyos que comparten la lucha son, por igual, devotos del Sutra del loto. De acuerdo con el mismo principio, estoy absolutamente seguro de que el Daishonin elogiaría encendidamente y llamaría «devotos del Sutra del loto» a todos los que se dedican al gran juramento de propagar la Ley Mística, quienesquiera sean y cualquiera sea la época en que vivan. 25 26 27 28 30 29
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