2 Sábado, 2 de enero de 2016 La prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo. José Martí 2016 de buena fe Por Mercedes Rodríguez García EL año se me fue volando», dijo. Y tomó de encima de la mesa uno de aquellos libros «viejos» que había separado para vender. «No, este no, está dedicado». Con cuidado lo retiró de la pila, no tan grande, apenas unos 20 volúmenes, que todavía se veían «nuevos». En realidad no estaba seguro de que los hubiera leído todos, pero ya no tenía espacio donde meterlos. Luego dirigió su mirada a una esquina del balcón donde tres días antes había amontonado algunos objetos de los que también se desprendería: una olla a presión INPUD, un ventilador Órbita, la bocina agujereada de un radio Selena, el motor de una lavadora Aurika, hasta pomos vacíos de compota Mashenka y un par de aquellos «cabezones» en que envasaban la col agria. «Cosas viejas de los 80», comentó para sus adentros tratando de justificar cierta añoranza. Luego, los echó todos en un saco —incluso los libros— y salió con el bulto a rastras. «¡Año nuevo, vida nueva!», se animó tras el portazo. Como si tirar al vertedero lo antiguo, lo pasado de época, fuera a cambiarle la vida. Pero era una tradición familiar no pasar de un año a otro ni con la casa sucia ni con trastos inútiles dentro. «Ikú habita en los basureros», había aprendido en el diplomado en cultos sincréticos. Así que, junto con la promesa de abandonar el cigarrillo y los CUC ahorrados con trabajo nocturno en un paladar, despidió 2015 en casa de un amigo, por todo lo alto. Había sido un año bueno. «Bueno, no tan bueno, aún no tengo internet», especuló mientras con sus veloces pulgares redactaba el mensaje que «Nauta» se encargaría de hacerles llegar a los abuelos. Entonces se acordó del libro «viejo» que había separado, por la dedicatoria: «Para cuando aprendas a leer. Nuestro Martí, que tenía un anillo de hierro, y esa fue su joya más preciada…» Sí, sí lo había leído. No completo, porque no le gustaba mucho la lectura. «A Martí debían editarlo en mp3», meditó mientras se ajustaba los auriculares. Le gustaban las canciones de Buena Fe, y también unas cuantas de la trova tradicional y muchas más de los Beatles. «Cuba está de moda», y a la mente le vinieron los más destartalados «almendrones», aunque también los remotorizados Cadillac y Chevrolet en que tanto les gusta pasear a los turistas cuando visitan La Habana. ¡Ah, La Habana!, con su Malecón, la Plaza de la Catedral, pero sobre todo con Eusebio Leal y el Alma Mater de la Universidad. «¡Cómo subí de veces sus escaleras!», pensó con una extraña nostalgia por el Período «que de Especial nada tenía», y que como tantos cubanos pudo sortear con dignidad, con Fidel entre ciclones, de un lado para otro del archipiélago. «¡Cómo llovió aquel día de septiembre que estuvo en Santa Clara!». Eran años de sacrificios y penu- « rias, aunque eso sí, las calles estaban más limpias y no había tantos huecos ni salideros. «Yo creo que la gente era mejor, menos egoísta con las cosas materiales», reflexionó. Y recordó la Plaza del Che, de bote en bote; a la prima y a su marido italiano; a la novia mulatica de «Las Marianas»; al abuelo y la abuela, que llegan en vuelo directo la próxima semana. No por lo que le traigan, que siempre resuelve. «Sería yo demasiado egoísta», y profundizó en su cerebro y en su corazón: la agresividad, la hostilidad; la crisis económica que ha golpeado a países enteros y parece quitar horizontes de esperanza a tantísimas personas, la desequilibrada y miope relación con la naturaleza; el relativismo cultural y moral que hace perder el sentido de la búsqueda y de la existencia de la verdad; la pobreza de multitud de seres que viven en la miseria o que no conocen otra cosa que sufrimiento y explotación, la crisis de la familia, insustituible célula básica de una sociedad sana y próspera. Y siguió prendido de los auriculares, decidido a zambullirse como pez en la música. Compay Segundo, The Beatles y siempre Buena Fe: De Alto Cedro voy para Marcané / Luego a Cueto voy para Mayarí (…) When I find myself in times of trouble / Mother Mary comes to me / Speaking words of wisdom, let it be* (…) el patriotismo entraña muchas restricciones / Yo soy cubano por cuatro generaciones… «Así que palante y palante, cubañolito». Y recorrió en panorámica visual toda la casa. En la sala, el mismo cuadro de Jesucristo y los mismos muebles de caoba comprados a plazo en los 40, dos cómodos y dispendiosos butacones de la TRD, y el Panda con la cajita digital arriba. Sobre la mesa, en un florero de Artex, la madre recién había puesto girasoles. «¡Qué bueno que no ha hecho frío!». Por eso seguro le sonreían. * Cuando tengo momentos de angustia / la madre Mary se acerca a mí / diciendo sabias palabras, déjalo estar. Menos cifras y más acciones Por Laura Lyanet Blanco Betancourt M EJORÍAS, potencial, estabilidad, credibilidad financiera. Estas fueron algunas de las palabras que resaltaron en los informes oficiales acerca de la economía nacional, al cierre de 2015. Mensajes con los que también se identificó el panorama productivo y de servicios de la provincia; aunque las cifras de la circulación mercantil, las utilidades, las ventas netas o los fondos exportables todavía disten de interpretarse como beneficios mayores para los villaclareños. Por supuesto, nadie se atrevería a negar que la adquisición de 15 semiómnibus para el transporte rural deviene un paliativo importante, tratándose de una actividad tan sensible para la población. Tampoco podrían obviarse entre los logros del recién concluido año la eliminación de más de 500 zonas de bajo voltaje, el cambio de unos 4000 postes eléctricos en mal estado, el mantenimiento de bodegas, escuelas, consultorios médicos, bibliotecas y museos, o la solución al 98 % de los planteamientos ciudadanos inscritos en el plan de la economía. Villa Clara manejó hábilmente su presupuesto y consiguió elevar los ingresos por encima de los gastos. Una prueba de la gestión eficiente en la esfera de los servicios, según refirió Leonardo Barreto García, vicepresidente económico del gobierno provincial. Pero los indicadores generales aún no parecen suficientes para la mayoría. Falta algo. Algo que nos hace mirar con recelo los números de esos informes oficiales. Más allá del salario promedio superior a los 600 pesos, las inversiones sobre el 94 %, o el superávit de 171,4 millones de pesos en la ejecución del presupuesto provincial, hay problemas, inconformidades y dudas que persisten a través de los años. Al parecer, sin una solución al alcance. El reciente proceso asambleario del Partido Comunista de Cuba puso sobre el tapete varias de las insatisfacciones populares: personas que presentan sus quejas en las oficinas de dicha organización política, ante la ineficiencia de las estructuras laborales, comunitarias o gubernamentales implicadas; inmovilidad o complicidad respecto a hechos vandálicos y de corrupción administrativa; la economía familiar socavada por la estafa de las mercancías privadas sujetas a precios de oferta y demanda; los deambulantes que aparecen y reaparecen, a pesar de las «acciones multifactoriales» para solucionar ese problema social; las misiones constructivas estatales plagadas de chapucerías o paralizadas por «fugas» de materiales... Las problemáticas mencionadas no se relacionan con el bloqueo estadounidense, con el atraso en la llegada de recursos importados ni con la condición de subdesarrollados que cargamos desde hace siglos. Son cuestiones de mentalidad, de una transformación al interior de cada ciudadano. Si la economía cubana avanza —como lo prueban el crecimiento del 4 % del producto interno bruto, la disminución de las empresas estatales con pérdidas, los negocios inversionistas en la zona especial de desarrollo del Mariel—, debemos respaldar ese avance comenzando por hacer lo que nos corresponde. Al otro lado del papel repleto de cifras alentadoras para el nuevo año, las cosas requieren una mirada más crítica, acompañada de un simple proceso de acción-reacción: definir responsabilidades y exigir por su cumplimiento, monitorear constantemente las políticas emprendidas al calor de los Lineamientos y rectificarlas allí donde lo requieran, reconocer los errores, abrirse al cambio. Porque lo que no se renueva, perece. Sobrada razón tiene el Presidente Raúl Castro Ruz cuando insiste en que las transformaciones han de acometerse sin prisa. Pero también ha dicho «sin pausa». Ante el llamado, las mejorías económicas no pueden perderse en una realidad colmada de cifras ni en un futuro basado en promesas de «eso lo resolvemos mañana». Para mañana, para ahora, la Martirena mayoría de la población seguirá mirando con recelo el potencial y la estabilidad exaltados en los reportes oficiales. No porque los desconozca, sino porque andará en busca de respuestas más allá —¿o más acá?— del sobrecumplimiento de la circulación mercantil provincial o los fondos exportables. Estará preguntándose si este será el año en que toparán los precios a los productos agropecuarios en el sector no estatal, si se acabarán los acaparadoresrevendedores por cuenta propia, si desaparecerá el mercado negro y aparecerá el mayorista, si los organismos estatales resolverán sus ineficiencias antes que las publique la prensa. Y esperará por el otro informe, el de menos cifras y más acciones, el del cambio, ese cambio que «escapa» al crecimiento del producto interno bruto. ¿CUÁNTO PESA TU EQUIPAJE? Por Leslie Díaz Monserrat V IVIMOS en la era del estrés. La mayoría de los mortales sufre esta epidemia de los tiempos modernos, y las estadísticas comienzan a ser consecuentes con la afirmación. Se estima que tan solo en los Estados Unidos el 43 % de los adultos sufre a causa de sus efectos adversos, y que entre el 75 y el 90 % de las visitas al médico se relacionan con él. Constituye, además, el problema de salud más común entre los norteamericanos, y algunos investigadores lo asocian con patologías como el cáncer, la cirrosis hepática, las enfermedades pulmonares y cardíacas, los accidentes y el suicidio. ¿Cómo vivir sin estrés en la actualidad? Es la pregunta del millón. Las condiciones económicas le ponen demasiada desazón a la vida cotidiana. Entonces, las personas comienzan a padecer del síndrome del NO tengo: no tengo dinero, no tengo esto ni tengo aquello. Las carencias mellan la salud emocional al provocar situaciones estresantes. Mientras la economía no se enrumbe por mejores caminos, habrá que buscar la forma de salir airosos de los momentos difíciles, materia en la que los cubanos ya alcanzaron un doctorado con las mejores calificaciones. Sin embargo, más allá de la realidad contundente e insoslayable, muchas personas le agregan demasiado equipaje a la maleta y convierten en primordiales los asuntos que no deben engrosar la primera línea de preocupaciones. Están los que viven con el afán de tener un baño mejor (aunque el suyo esté bueno y funcione). Sacan el dinero de donde no lo hay para comprar un celular de una marca superior. Se empeñan hast a los tuétanos para vestir como fulanito o menganita. La vida de por sí trae sus altas dosis de dificultades. Lo ideal sería analizar qué asuntos no puedes cambiar y cuáles podrías sacar de la valija. Ahora que comienza un nuevo año, vale la pena realizar una revisión. Una pesquisa que permita bajarles el peso a los odios, a los rencores, y dejar de otorgarle valor simbólico a lo que no lo tiene. Si llega la oportunidad de arreglar la casa o de comprar lo que necesitas, hazlo; pero si la cuenta no da, si vas a perder la cabeza con tantos cálculos, espera. La vida resulta impredecible y lo más importante es vivirla. El 2016 podría convertirse en un buen momento para aprender a soltar lo que te estresa (en la medida de lo posible). Aligera tu equipaje. Pon en tus maletas lo que más importe. Solo así te salvarás de ahogarte por el peso de los problemas.
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