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4 • VARIADA
Sábado | 4 de abril del 2015
Cadáveres
de hormigón
Abandonadas desde hace más de dos décadas, cerca de una
veintena de obras paralizadas esperan por decisiones estatales
que las rescaten del olvido y los errores
Carmen Rodríguez Pentón
Están por doquier, aunque no todos
pueden verlas, no porque sean pequeñas o
insignificantes, sino porque tras la fuerza de
la costumbre, o el hábito de mirar sin ver, se
esconden edificaciones a medio hacer, verdaderos “monumentos a la idiotez”, de los que
tanto hablara Fidel aquel memorable 26 de
Julio de 1986. “Cuando veo esos elevados
ya construidos, que no tienen aproches, digo:
¿Quién sería el loco que hizo esto? Un puente
elevado sin aproche…”, apuntaba.
Pero al parecer muchos no captaron el
mensaje, pues todavía hay diseminados
por la provincia cerca de una veintena de
“cadáveres urbanísticos” que buscan cómo
resucitar.
Tierra adentro Escambray intenta profundizar en errores sin remedio, o enmendables,
y al mismo tiempo conocer el final de los
resbalones constructivos que imposibilitaron a familias enteras tener una vivienda o
impidieron que la provincia dispusiera de
una industria de cerámica blanca, obra cuya
construcción civil quedó paralizada en 1992,
momento en que se encontraba a más de un
90 por ciento de ejecución.
RUINAS MODERNAS
Cuando hace dos décadas Estrella Molina
hizo suyas aquellas cuatro paredes sintió que
había encontrado cobija luego de tantos años
de peregrinar sin casa propia. Al llegar, otras dos
familias ocupaban un espacio del edificio construido hasta un primer nivel en la calle Cabrera
del reparto Escribano, en el municipio de Sancti
Spíritus, cuya ejecución se paralizó en 1990.
“Esto era un vertedero rodeado de hierba,
y en el medio los muros, columnas y parte del
techo porque el resto es de fibrocemento que
han colocado los propios vecinos, lo mismo que
las ventanas. Aquí nadie ha puesto un ladrillo
más desde esa época, y si dependiera de nosotros al menos hubiéramos repellado por dentro,
pero no tenemos propiedad”, explica al tiempo
que recorre con la vista los desnudos bloques
y temerosa se pregunta hasta cuándo podrán
utilizar un espacio que aún nadie reclama.
Como el mencionado inmueble, 14
edificios multifamiliares que hoy pudieran
acoger a 135 familias duermen en el olvido.
Algunos tuvieron la mala suerte de contar
solo con unos pocos muros.
El resto ampara unos 60 núcleos y oculta
el usurpamiento ilegítimo de una propiedad
que aparentemente no es de nadie, pero que
en papeles pertenecieron a las otrora Unidades Municipales Inversionistas de la Vivienda
(UMIV), convertidas en direcciones técnicas de
ese organismo, responsables de dar vida a
los restos de una malograda inversión. Néstor
Borroto, al frente de la Dirección Provincial de
la Vivienda, aclara el asunto.
“Esos edificios pertenecen a las direcciones del organismo en los diferentes
municipios, muchos quedaron detenidos en
el primer y segundo niveles y tres de ellos
están en cimentación. Existe una estrategia
nacional de actualizar los proyectos y para
ello utilizar el sistema de paneles en los
muros, teniendo en cuenta la experiencia de
la provincia en esas producciones. Eso implicaría transformaciones en la cimentación,
para luego, progresivamente, ir retomando los
inmuebles que se iniciaron en la década de
los 90”, explica Borroto.
¿Se llevarán las construcciones a varios
niveles aun cuando estén habitadas?, indaga
Escambray.
Actualmente se trabaja en la documentación para comenzar en algunas durante el
2016, y se llevarán hasta los niveles que estimen los proyectos, que ahora aprovecharán
la ventaja de que esos inmuebles tienen resuelta la infraestructura eléctrica e hidráulica
por estar ubicados en zonas urbanas. Existe,
además, un plan perspectivo de inversiones
hasta el 2020, de manera que una parte se
retomará en el plan estatal y deberá ser incluida en los programas inversionistas.
¿Qué sucederá con otros edificios multifamiliares ubicados en zonas rurales que
continúan deteriorándose?
“Se trata de viviendas vinculadas a un
organismo como en el caso de las que están
en la comunidad de Manuel Ascunce, en Trinidad, construidas por interés de la Agricultura
para estabilizar fuerza de trabajo; por ende, el
mantenimiento va por ellos. Pero sucede que
allí existen edificios de ocho apartamentos
donde solo viven tres familias. En esos casos
el Minagri estudia la posibilidad de desvincular
Seis familias ocupan este edificio abandonado en la calle Cabrera, del reparto Escribano.
En el momento de su paralización, la fábrica de cerámica blanca se encontraba al 92 por ciento de su
ejecución civil./ Fotos: Vicente Brito
algunos; de ser así los asume la Vivienda y se
acordó, también, concentrar a las personas en
uno solo para poder rehabilitar el resto en la
medida de las posibilidades”.
Rectificar es de sabios, aunque resulta
saludable para la economía buscar un crecimiento habitacional a toda costa. Ciertamente
los proyectos corresponden a un pasado interrumpido por el período especial; pero, ¿no
resulta pura especulación levantar edificios
a pesar de saber que muy pocos ciudadanos
vivirían en esos lugares?
PROYECTOS ROTOS
Un simple recorrido indica que no son los
únicos. En cualquier zona puede hallarse un cadáver de hormigón, algunos de ellos en tal estado
que apenas se asoma el esqueleto, cimientos a
los que el desuso cubre ahora de maleza, como
tumbas mal cuidadas; también están los que,
naturaleza muerta al fin y al cabo, parecen piedras tan prehistóricas como las de Stonehenge:
viales elevados que un día alguien trazó para que
condujeran a algún sitio, como el que se yergue
a la entrada del poblado de Taguasco.
“¿Qué buscas? ¿Edificios sin terminar?
No hay que salir de aquí. ¿Quieres mayor absurdo que levantar una fábrica de cerámica
blanca y dejarla ahí como si nada? ¡Y mira
que eso está grande! Pero na’, ya se perdió el
cemento y el dinero”, masculla detrás de su
tabaco Anulfo, un viejo albañil que desde la
placita de Garaita echa pestes sobre quienes
dejaron en el camino la estructura que se
levanta en esa calle, la cual, según los entendidos, pudo convertirse en el supermercado
previsto para esa zona de la ciudad.
Según Noel Carballo González, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial que atiende el sector, algo similar sucede
hoy con las antiguas escuelas en el campo.
“Muchas de ellas han sido víctimas del
vandalismo, otras las ocupan instituciones
como las FAR y el Minint, aunque se pretende
recuperar las que tengan un uso práctico,
como la Escuela Mixta enclavada en el mismo
poblado de El Pedrero; otras no proceden, por
ejemplo, el preuniversitario de Manaquitas,
en Cabaiguán, que está rodeado de campesinos con casas, no hay tierras estatales. ¿A
quiénes se les va a dejar la vivienda? El plan
de construcción de inmuebles que tenemos
es tan pequeño que se requiere concentrarlo
donde más problemas resuelva a la población.
Hay sitios donde no se va a mudar nadie y de
invertir allí lo hacemos en la Circunvalante
Sur de la cabecera provincial”, detalla Noel.
A pesar de que pasan los años, llueve sobre
mojado y la muestra es que todavía en el no muy
lejano 2005 quedó interrumpida, en una fase
constructiva bastante avanzada, la estructura
del primer nivel del policlínico de Mayajigua. “Los
organismos que tienen esta situación deberán
en algún momento incluir esas inversiones en el
plan de la economía porque lo indicado es hacer
en Sancti Spíritus todo lo que en un momento
quedó paralizado”, precisa Carballo.
“(…) Porque todas estas obras hay que
terminarlas (…) Hay que seguir trabajando
dondequiera, en el acueducto, en todo eso.
No abrir una obra nueva, sino continuar con
las que tienen (…)”. A pesar de las visionarias
palabras de Fidel aquel 26 de Julio de 1986
en la plaza espirituana, se siguen planificando
mal las obras y se violan cronogramas por
diferentes causas. Todavía en pleno siglo XXI
siguen apareciendo los síntomas de agonía
en algunas inversiones por fallas de proyectos
y violaciones en la secuencia constructiva,
entre otros males. Sin embargo, hay quienes
aún apuestan por retomar a largo plazo y con
seriedad lo que se dejó inconcluso; otros,
los más optimistas, a sabiendas de que las
ciudades crecen a medida que se edifican,
esperan porque en esos cuerpos de concreto
tal vez ocurra el milagro de la resurrección.
Esta es la estructura de lo que pudo haber sido un supermercado en la calle Garaita.