El `Día D` - Estadio deportivo

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A N I V E R S A R I O
Oportunidad
compartida
Ganar el futuro
Salvador Alemany,
presidente de Abertis
Ganar el futuro, su futuro, es una aspiración
propia y consustancial
para cualquier generación que alcanza su
madurez tras años de
preparación. Efectivamente hoy en nuestro
país podemos tener esta sensación de relevo, de una generación, la de la transición,
que está pasando el testigo a la siguiente,
después de un período excepcionalmente
largo al frente de la nave.
Cierto o no, pues el relevo generacional
es algo que acontece (nos acontece) permanentemente y sin solución de continuidad,
parece que la significación de algunos de estos relevos son propicios a actualizar la visión sobre este futuro. Las circunstancias históricas de una crisis económica prolongada
y de salida aún incierta, y una sociedad que,
aún apostando por nuevos modelos de gobernanza supraregional, busca un equilibrio
entre el sentido de pertenencia y autoafirmación (lo local) y la realidad de un mundo
“plano” e interdependiente (lo global), son
factores que enmarcan este relevo.
No se trata tanto de anticipar respuestas
concretas a los retos que esta nueva generación enfrenta, como de acertar en la formulación de las preguntas. Único modo de aproximar un buen diagnóstico de la realidad. Este “nuevo tiempo” que se abre ante nosotros
viene marcado por la complejidad propia de
una sociedad abierta, con costuras poco definidas. Significa que no hay certidumbres,
que los contornos se diluyen y que estamos
sometidos a un cuestionamiento cuasi permanente de aquello que damos por sentado.
En palabras de un no muy lejano análisis de
Javier Elzo y Ángel Castiñeira, vivimos en una
sociedad que enfrenta “tiempos duros con valores blandos”. No blandos en el sentido de débiles, sino en el sentido de la tolerancia, pluralidad y aceptación de la diferencia del otro. Una
sociedad en la que una cierta prevalencia del
interés personal se impone al colectivo. Por ello
uno de los retos de futuro pasaría por la conciliación de la autonomía y valores individuales,
emergentes, con un protagonismo recuperado
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El mensaje de renovación y confianza en
el futuro de Felipe VI ha calado también
entre la clase empresarial española.
Afectada por la crisis desde que
mostrara sus primeros síntomas, viene
buscando desde entonces la salida a
una situación económica que, si bien
empieza a retroceder para dejar paso a
las primeras señales de recuperación,
requiere de soluciones que garanticen
su sostenibilidad. Para ello, coinciden en
señalar que la apuesta por el capital
humano y tecnológico y la implicación
de todos es la mejor receta para
construir un futuro de progreso.
de valores compartidos como la solidaridad, la
responsabilidad y la cohesión social.
Todo ello es susceptible de constituir un esquema, un marco de referencia, sobre el que
construir una sociedad más abierta, en el que la
diferencia –y su aceptación– no quede supeditada a una mal entendida igualdad y uniformidad que no debe nivelar por debajo. Es desde
la diferencia, y la tolerancia que esta nos exige,
que podremos construir una sociedad creativa
y una economía innovadora y competitiva, y
hacerlo de un modo sostenible. Algo que, al fin,
requerirá un esfuerzo intergeneracional y unas
buenas dosis de generosidad política.
Manos a la obra
Javier de Andrés,
consejero delegado de Indra
27 de octubre–2 de noviembre de 2014. nº 1083
Vivimos una época
compleja en donde los
desafíos son ingentes y
las oportunidades se
multiplican, pero también lo hacen las exigencias para competir.
España puede responder
a los nuevos retos, pero salir de la crisis en
buenas condiciones exige esfuerzo y un cambio de mentalidad importante. Nuestro mundo funciona con nuevos paradigmas. Entenderlos y responder a sus requerimientos es la
clave para nuestro éxito como país.
Tenemos que aprender. Y lo primero es
aprender de quienes han salido airosos de
los embates de la crisis. Reflexionar acerca
de ello nos hará entender hacia qué modelo productivo y de sociedad debemos avanzar. Los elementos clave que deben constituir el centro de nuestro proyecto de país
post-crisis: la innovación, la educación, la
reindustrialización y la internacionalización.
En primer lugar, conseguir crecer de modo inteligente y sostenible será la consecuencia lógica de apostar por la innovación.
Lo resumiría en un objetivo: más y mejor
I+D+i. Por tanto, más inversión, pública y
privada y, por supuesto, un uso más eficiente
de los recursos. Y una innovación que se
convierta en producto, que llegue al mercado y que estimule la demanda.
Ello requiere rentabilizar la innovación y
eso se hace captando y desarrollando un talento que pueda competir y producir en digital. Con ese fin, la educación de las nuevas generaciones, en todos los niveles de
enseñanza, debe adaptarse más a las necesidades del mercado y nuestro talento, que
lo tenemos, debe poder desarrollarse aquí
y en el exterior, y en este último caso, mejor si lo hace de la mano de nuestras empresas internacionalizadas.
Por otro lado, nuestro país será sostenible
si hace más eficiente su modelo productivo.
En este sentido, la política industrial debe
apoyar a las empresas, especialmente, en lo
que atañe a la transición a la economía digital, es decir, el paso de la industria tradicional a la fábrica digital. La apuesta por esa
España sostenible se apoyará también en una
estrategia para la reindustrialización del país, con apoyo de la iniciativa privada y la pública. La Agenda Digital o la Agenda para la
Reindustrialización son avances, que tienen
que concretarse en medidas realistas, con
inversiones suficientes y programas de acción eficientes.
Por último, a estas alturas todos somos
conscientes de que un tejido productivo enclaustrado dentro de nuestras fronteras es inviable. Los esfuerzos de todo tipo serían inú-
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tiles si no se produce la necesaria internacionalización de las empresas españolas. Algunas han conseguido, no solo mantenerse,
también expandirse en estos años. Es nuestro caso y el del sector tecnológico de alto
valor añadido en su conjunto.
Y precisamente porque creemos en el crecimiento inteligente y sostenible, en Indra
somos optimistas y confiamos en un futuro
de recuperación y éxito para España: tenemos que potenciar nuestras mejores capacidades y mejorar la cadena de valor de país.
Podemos ser el país excelente que queremos
y necesitamos ser. Manos a la obra.
El satélite con factor
de progreso
Aquilino Antuña,
director general de Quantis
El final de la crisis se ha
hecho esperar pero finalmente parece que ya
está cerca. Falta saber
cuál será el ritmo y velocidad de la recuperación y, lo que es más importante, el de creación
de empleo. La crisis ha dejado no pocas secuelas. Han desaparecido muchas empresas,
otras han quedado malheridas y, las menos
han superado la prueba incluso creciendo.
Si miramos hacia atrás, identificamos dos
actitudes empresariales: la de quienes combatieron la crisis reduciendo gastos y actividad y la de los que optaron por buscar nuevos mercados para compensar la falta de actividad local. Un experiencia que, sin duda,
será un valor añadido en el nuevo escenario post-crisis.
En el ámbito de la administración pública, vemos que se ha trasquilado el estado
del bienestar, desde la sanidad a la educación, desde la obra pública a la investigación. El poco dinero que había se ha destinado a pagar deudas y se ha producido un
parón en el impulso de una sociedad más
moderna y dinámica, cuyas consecuencias
están por ver. De alguna manera, la creación
de las infraestructuras que debe soportar la
nueva sociedad digital ha sufrido un importante retraso que afecta al conjunto del país, tanto al ámbito público como al privado.
En este contexto, el acceso a Internet es
uno de los factores clave del progreso y no
es baladí que en 2011 la ONU lo considerara un derecho fundamental de las personas. Si embargo, en España hay todavía más
de medio millón de hogares que no disfrutan de este derecho, ciudadanos de segunda a su pesar. El resto lo disfruta de manera
muy diversa, en función de que tenga cobertura de fibra, par de cobre o 3G/4G. La
realidad es que sólo un 60% de los hogares
españoles navega por encima de los 30Mbps,
nominales, que no reales.
La Ley 9/2014 General de Telecomunicaciones del 9 de mayo establece como objetivo lograr la universalización del acceso a
Internet a 10 Mbps en 2017 y a 30Mbps en
2020, además de conseguir en dicho año
que al menos el 50% de los hogares puedan
disponer de acceso a servicios de velocidades superiores a 100 Mbps. Sin embargo, si
no cambian las cosas, en 2020 seguirán existiendo hogares sin Internet porque hay lugares donde no resulta rentable para nadie
ni “tirar” cable o fibra ni poner una estación
3G/4G.
La solución está en un viejo conocido, el
satélite, un satélite que hoy compite en precio y prestaciones con los accesos a Internet
convencionales y que asegura la mejor cobertura en cualquier parte del territorio: solo basta ver el cielo. Un actor que ganará
protagonismo en los próximo años y que, en
los países en desarrollo, será el principal canal de acceso a Internet.
Apertura de miras
Ricardo Arroyo,
director general DHL Freight Iberia
Los últimos meses se
han caracterizado por
indicios económicos positivos. Espero y deseo
que se materialice, esta
vez sí, la deseada recuperación y que los nubarrones que se vislumbran en el centro de Europa desaparezcan.
Necesitamos que las empresas y los empresarios vuelvan a creer en un porvenir más
prometedor. Es necesario que se eleve la propensión al consumo, es decir, la demanda,
para que dichas expectativas animen a la inversión por parte del tejido empresarial.
La crisis nos ha devuelto a la senda de la
competitividad. Nuestro país se ha vuelto
más competitivo y buena muestra es el hecho de que grandes multinacionales industriales han vuelto a invertir en nuestro país.
En estos momentos, hemos de abrir nuestras miras explotando nuestra posición geoestratégica con respecto al continente africano, así como el histórico nexo de unión
con Latinoamérica. La actividad exportadora de las empresas españolas, que hace meses ha sido un auténtico motor para la economía, muestra cómo la mentalidad de los
negocios de nuestro país está volviendo su
mirada hacia la internacionalización, principalmente hacia los países de nuestro entorno europeo, pero también hacia otros destinos más lejanos, sobre todo en Asia y en
América Latina, lo cual es sin duda un aspecto positivo y esperanzador.
Sin embargo, existen aspectos no tan positivos que se deben evitar. Podemos decir
que lo que realmente puede suponer una situación francamente negativa, es la posible
fractura social debido a las diferentes corrientes independentistas que recorren nuestro territorio.
La era de la
transformación
Leopoldo Boado,
country manager de Oracle Ibérica
Todo ocurre mucho
más deprisa. En la última década, en la que
nos hemos adentrado
de lleno en la era digital, el viento ha cambiado de rumbo y, sobre todo, de velocidad.
Hay un milenario proverbio chino que dice
que “no puedes cambiar el viento, pero puedes cambiar la dirección de tus velas”. Para
España, ha llegado el momento de ajustar el
velamen para adaptarse a una nueva era, la
de la transformación digital. Y hay que hacerlo rápido, muy rápido, para eludir el riesgo de quedarse atrás en una regata en la que
sólo manteniéndonos en los primeros puestos, conseguiremos garantizar la competitinº 1083. 27 de octubre–2 de noviembre 2014
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vidad del país y el bienestar de los ciudadanos.
Hay algunos datos que dan vértigo: en
2012 había 9.000 millones de dispositivos
conectados a internet y se espera que en
2020 sean 50.000 millones; el 90% de los
datos que circulan por las redes y se almacenan en servidores y dispositivos se ha creado en los dos últimos años y se espera que
se multipliquen por 50 en menos de una década; hay 6.000 millones de suscriptores de
líneas móviles (el 87% de la población mundial) y el tráfico de datos móviles crece a un
ritmo de casi el 80% anual.
Empresas, instituciones, gobiernos… todos
deben prepararse para la explosión digital. Estamos en una dinámica de tecnologías disruptivas –que transforman sustancialmente la
forma en que se hacen las cosas– comparable en impacto social y económico al descubrimiento del fuego, la invención de la imprenta, el uso de la máquina de vapor o el desarrollo de las redes eléctricas.
En este contexto, hay que cambiarlo todo.
Desde los planteamientos de nuestro sistema educativo (nuestros hijos ocuparán puestos de trabajo y desarrollarán profesiones que
hoy en día no existen y que no somos aún
capaces de imaginar) a los sistemas de gestión de las empresas, pasando por los procesos de atención ciudadana y de administración pública.
En el plano tecnológico hay cinco tendencias que todos los que tienen responsabilidades de gestión en empresas y gobiernos deben tener en cuenta. Estas tendencias
son: En primer lugar, Big Data, o el aprovechamiento máximo de los datos que se generan en empresas, instituciones, dispositivos móviles, redes sociales, etc. En segundo, movilidad, asegurando que todo tipo de
datos y aplicaciones están disponibles y accesibles en entornos y dispositivos móviles.
En tercer lugar, Customer Experience, o la
utilización de herramientas tecnológicas para mejorar la satisfacción de clientes y usuarios de servicios. En cuarto, el “Internet de
las cosas”, aprovechando la capacidad de
cientos de miles de dispositivos y objetos
que se comunican y transfieren datos a través de las redes. Por último, el Cloud, o la
nube, como modelo de gestión de las tecnologías más eficiente y avanzado.
Para asegurar que toda nuestra propuesta
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tecnológica responde a estas nuevas realidades, en Oracle invertimos el 13% de nuestros ingresos anuales en I+D+i y, de hecho,
desde 2004 hemos dedicado más de 29.000
millones de dólares a este concepto. También hemos adquirido más de 100 empresas, invirtiendo en este concepto 56.000 millones de dólares. Así hemos podido plantear al mercado una propuesta tecnológica
muy avanzada y acorde a las demandas de
los nuevos tiempos.
La realidad de cada
tiempo
José Cerdán,
CEO de Acens
Señalaba el rey Felipe
VI en su discurso de
proclamación en las
Cortes que “nuestra historia nos enseña que los
grandes avances de España se han producido
cuando hemos evolucionado y nos hemos adaptado a la realidad
de cada tiempo”.
Una máxima que aplica también al mundo empresarial y tecnológico, donde gracias
a las últimas tecnologías, los usuarios, emprendedores y empresas transforman sus casas en hogares digitales y en empresas conectadas para hacer negocios, crear contenidos y compartirlos.
Un 70% de hogares conectados, 11 millones de e-consumidores, un 72% de empresas con presencia web, una de cada cuatro compras que hace una compañía es por
internet, 192 millones de dispositivos conectados en 2017… Esta nueva sociedad digital interconectada demanda productos y
servicios intuitivos, fáciles de usar, que resuelvan sus necesidades –preferiblemente
pagando lo justo– y que no requieran un gran
conocimiento tecnológico.
Hace dos décadas la popularización de internet supuso un gran salto; hace una década la irrupción de la movilidad y de los dispositivos inteligentes dieron pie a otro salto
cualitativo. Hoy, mirando hacia la próxima
década, la llamada nube se vislumbra como
esa nueva fase de gran avance y evolución
a las que aludía Felipe VI. Y lo es, no por-
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que sea una moda pasajera, sino porque el
modelo cloud permite mejorar los procesos
de negocio, probar nuevas metodologías de
trabajo, incrementar los canales de venta,
mejorar márgenes, reducir los costes operativos, consumir contenidos de una forma ubicua y rentabilizar mejor las inversiones.
En este contexto económico de restricciones presupuestarias y consumo contraído,
con un incremento exponencial de gente emprendiendo con su negocio, es donde los servicios de infraestructura en la nube, como
los que ofrecemos desde Acens, conforman
ese cimiento tecnológico que muchas veces
no vemos, pero que sabemos que es crítico
para levantar nuevos proyectos y para el funcionamiento del ecosistema empresarial.
El camino hacia lo
que queremos ser
Gian Luigi Cervesato,
director general de Japan Tobacco
International Iberia
En los últimos años la
palabra crisis ha alcanzado todos los rincones
posibles. Ha habido, sucesiva y solapadamente, crisis financiera, económica, política e institucional, con la consiguiente erosión del sistema que todo ello supone. Hoy, partiendo de la premisa de que
toda crisis debe llevarnos a la reflexión y
consiguiente cambio, es el momento de profundizar en lo que esta crisis nos ha dejado
e iniciar, efectivamente, un tiempo nuevo.
A raíz de dicha coyuntura económica, tan
complicada para todos los sectores de la sociedad, el país se ha enfrentado en estos últimos años a una contracción del mercado
sin precedentes en nuestro pasado más reciente. Sin embargo, movida por esta circunstancia, España ha encontrado el camino hacia la competitividad y el buen hacer
empresarial. Hoy por hoy, España es un país
más fuerte y más competitivo con una sociedad más madura y más consciente del valor del dinero, con todo lo que esto conlleva. Estamos pues ante un cambio que nos
permitirá avanzar con paso seguro hacia un
futuro sólido y sostenible.
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Así, en este tiempo nuevo hemos de apostar por un modelo económico y empresarial
comprometido y responsable, con un enfoque de mejora continua que consolide la competitividad y que a su vez permita la generación de riqueza y la cohesión del tejido social. Como director general de una compañía
donde convergen de manera muy singular la
tradición japonesa y la perspectiva global, estoy convencido de que si bien no hay una única fórmula para desenvolvernos con soltura
en este tiempo nuevo, el equilibrio entre las
relaciones económicas y sociales, la visión a
largo plazo y la apuesta por la calidad serán
nuestros mejores compañeros de viaje.
Diagnóstico certero y
estrategia adecuada
Luis Eduardo Cortés,
presidente ejecutivo de Ifema
Asistimos a un momento de profundos cambios
en la esfera política, económica y social, en un
contexto en el que el
impacto de las nuevas
tecnologías y de la realidad globalizadora ha
tenido un peso determinante en la nueva situación mundial y, también, española.
Nunca antes en la historia se ha dado un
periodo que conociera tan alto grado de desarrollo e innovación técnica, ni tan amplio
acceso al conocimiento, a la información y
a la riqueza. Parecería lógico que todos estos avances estuvieran al servicio de los grandes problemas que viven las sociedades, sin
embargo, y paradójicamente, están sirviendo para acentuar las desigualdades, las carencias, y la desafección por todo lo que hasta ahora formaba parte del ordenamiento de
la vida política y social. Una situación que
incluso ha removido los cimientos de lo
que siempre hemos conocido como valores
éticos y morales.
Ante esta realidad, se hace imprescindible
no solo hacer un diagnóstico certero de las
realidades sociales emergentes, sino también implementar estrategias adecuadas para hacer frente a los nuevos retos hacia los
que los poderes políticos y las fuerzas sociales deben alinearse.
En España, esta situación se ha visto acentuada durante estos últimos años de crisis,
en los que las diferencias han profundizado, el empleo se ha deteriorado, las empresas han perdido capacidad, y el respeto al Estado de Derecho como garante de
un sistema democrático se ha visto vulnerado. En este marco, y con el horizonte
puesto en los meses venideros, nada podría suponer más un enorme retroceso para la consolidación de la recuperación que
comienza a ver la luz, que la irrupción de
políticas populistas e intervencionistas que
no harían más que hacer retroceder a España todos estos años de democracia, y
lanzar al país a una pérdida de liderazgo
y competitividad.
Por este motivo, y ante el mapa que dibuja la situación actual en nuestro país, parece el camino más acertado profundizar en
las reformas iniciadas para consolidar la recuperación, y en políticas que se orienten
hacia la unidad entre los distintos territorios;
una mayor transparencia que recupere la
confianza, y una visión liberal de la economía capaz de propiciar la creación de empresas, empleo y riqueza en un entorno de
estabilidad y mejora social. Una práctica en
la que comunidades como la de Madrid, ha
realizado un importante esfuerzo a lo largo
de las dos últimas décadas, alzándose hoy
con las mayores tasas de crecimiento, y propiciando el desarrollo de proyectos y entidades que han contribuido sustancialmente
a situarla en el mapa internacional, como
entre otras muchas, la que tengo la satisfacción de presidir, Ifema, que hoy es uno de
los grandes dinamizadores y motores económicos del país.
Talento humano
Newton Freire,
director general de Diageo España y
Portugal
En este nuevo tiempo
veo a España consolidándose como la referencia de la hostelería
en el mundo y a Diageo
como una organización
que apoya fielmente al
desarrollo de nuestra
comunidad y del sector. Somos una multinacional británica presente en el país desde
hace décadas con el objetivo de desarrollar
marcas que nos permitan brindar experiencias únicas para acompañar la celebración
de nuestros consumidores.
Por eso, para nosotros España no puede
entenderse sin la vitalidad de su gente y su
cultura de celebración, que convierte a la
hostelería en una de las señas de identidad
más admiradas del planeta.
Hoy existen más de 300.000 establecimientos repartidos por toda la geografía del
país y más de 1.300.000 personas entre camareros, bartenders y distintos profesionales
de la hostelería que nos acompañan en esta
misión. La hostelería es una red cada vez más
profesionalizada que permite a nuestras marcas estar presente en sus espacios durante los
principales momentos de celebración.
Somos el tercer destino turístico del mundo y las cifras demuestran que es una oportunidad económica que debemos impulsar
responsablemente para continuar siendo
atractivos. El turismo de calidad y el sector
de servicios son áreas que ayudan a crear la
marca de un país. Pero no solo hemos logrado tener más turistas sino que estamos
consiguiendo que los que llegan se dejen cada vez más recursos. Las personas que nos
visitan están dejando en promedio 110€ por
persona y día, contribuyendo directamente
a la generación de empleos.
Desde Diageo, nuestra clave para el desarrollo fructífero de esas experiencias que
les brindamos a nuestros clientes y consumidores radica en un excepcional talento
humano con el que cuenta la organización
en España. Somos más de 300 personas a nivel nacional que aportamos día a día la experiencia y trabajo necesarios para el crecimiento de la hostelería a través de nuestras
marcas, donde destacan las que participan
en el segmento de lujo, presentando propuestas innovadoras de manera constante
para sorprender al consumidor nacional y a
los que nos visitan para celebrar la cultura
española cada año.
Para nosotros, impulsar la hostelería también significa apoyar las distintas iniciativas relacionadas con el consumo responsable de alcohol, propio de una vida mediterránea caracterizada por ser social, rodeados de familiares y amigos en bares,
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restaurantes y los distintos espacios de entretenimiento que ofrece la hostelería en
España.
En este sentido, desde Diageo invertimos
en campañas de concienciación y formación a través de las iniciativas que lleva adelante la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE) y la Fundación Alcohol y
Sociedad (FAS) de la que tengo el honor de
ser presidente. Los consumos abusivos o indebidos de todo tipo de alcohol deben merecer el mayor de los rechazos. Algunas de
nuestras iniciativas son el programa de formación a profesionales de la hostelería “Tú
sirves, tú decides”, impulsado por FEBE donde hemos impactado a más de 5,800 personas desde el año 2004, y el proyecto Alba, ejecutado por FAS desde 2001, que ya
ha alcanzado la cifra de 1.826.801 escolares en los que invertimos en educación y
prevención.
Estamos comprometidos a seguir invirtiendo en la creación de una cultura de consumo responsable a través de la formación,
contribuyendo así a la generación del conocimiento adecuado para apoyar el crecimiento de España en el mundo de la hostelería. Por otro lado, continuaremos apoyando el desarrollo de nuestras marcas para seguir impulsando las experiencias únicas que ofrece nuestro reconocido portafolio, incluyendo nuestro compromiso con la
innovación en el segmento de lujo, brindando soluciones para todas las necesidades del mercado.
Felipe VI, la nueva
España
Ignacio S. Galán,
presidente de Iberdrola
La proclamación de
Felipe VI como Rey de
España ha nacido marcada por la normalidad democrática y la
estabilidad institucional en el proceso de
sucesión en la Jefatura
del Estado. Esa normalidad en el funcionamiento de la Monarquía parlamentaria
merece ser muy destacada, porque es a partir de ella desde la que se van a poder
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afrontar con garantías de éxito las transformaciones y los nuevos tiempos a los que
se refería el Rey Don Felipe en su discurso de proclamación.
Este nuevo impulso exige dar respuestas
a los desafíos del siglo XXI y apostar, como lo ha hecho Felipe VI en su primer
mensaje como Rey de España, por las nuevas tecnologías, la ciencia, la investigación, la innovación y la iniciativa empresarial como motores del desarrollo, el crecimiento y la creación de empleo. Esa revitalización pasa necesariamente por situar en el centro de la actuación de los poderes públicos los valores de la ética, la
honestidad y la transparencia, para que la
ejemplaridad de las instituciones y de los
representantes políticos se traslade al conjunto de los ciudadanos y a todas las capas de la sociedad.
La independencia de la Corona y su función mediadora e integradora de voluntades
y sensibilidades diversas, constituyen un factor clave para acometer una etapa de regeneración que consolide todos los avances
logrados por España en las últimas décadas,
su papel como actor relevante en el escenario global y su pujanza como una de las
economías más abiertas e internacionalizadas del mundo.
Los Reyes inician su reinado en el momento en el que España empieza a dejar atrás
la crisis económica más profunda de su historia reciente. A pesar de los desequilibrios
macroeconómicos que aún persisten, en particular la elevada tasa de desempleo, la economía española está consolidando un cambio de tendencia a positivo fruto del efecto
de las reformas estructurales acometidas que
han sentado las bases para una nueva fase
de crecimiento. España ha recuperado la
confianza de los mercados y vuelve a ser
percibida como un país de oportunidades,
tal y como revela nuestra posición de liderazgo europeo como receptores de inversión
extranjera directa.
El rey Felipe y la reina Letizia reúnen las
condiciones y cualidades para desempeñar
eficazmente las funciones que les atribuyen
la Constitución y las leyes e inaugurar una
nueva etapa de transformación de la que saldremos reforzados como un país más abierto, más competitivo y con mayor peso internacional.
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Construir en el
presente para
avanzar en el futuro
María Garaña,
presidenta de Microsoft Ibérica
Oportunidad y transformación son las dos palabras con las que podríamos describir el momento actual. Sin duda
nos encontramos en
una situación clave en
la que todos los agentes
–tanto del entorno público como del privado– debemos unir esfuerzos con el objetivo
de propiciar una aceleración competitiva
completa.
Desde la perspectiva económica y ante los
primeros signos de recuperación, debemos
seguir impulsando acciones dirigidas a que
el entramado empresarial, emprendedores y
especialmente las pymes mejoren su capacidad competitiva. En este marco, la tecnología es una de las palancas más importantes para que esto sea posible. Favorecer que
las empresas sean más productivas y eficientes, ahorren costes y mejoren su capacidad de respuesta y su relación con sus
clientes, es uno de nuestros principales objetivos. El compromiso de Microsoft como
compañía y el mío como presidenta de la
compañía en España es el de continuar apostando e impulsando esta transformación y
ayudar a las organizaciones españolas a
adoptar las herramientas tecnológicas necesarias para competir mejor en el mercado
global.
Pensar en una nueva etapa y en un proceso de transformación efectivo pasa por la
empleabilidad. Con una tasa que ronda el
25% de desempleo, impulsar una formación
de calidad, favorecer las oportunidades de
empleo y la competitividad laboral de las
personas es más que nunca una máxima.
Una sociedad de cambio necesita personas
cualificadas que pongan en marcha iniciativas pioneras y que en tiempos complejos
sean capaces de arriesgar e innovar. Como
uno de los empleadores más valorados del
sector de la tecnología en España (181.000
empleos en nuestro país están relacionados
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directamente con Microsoft, lo que supone
el 63% de la industria local de software) forma parte de nuestro ADN acercar el mayor
número de oportunidades al sector educativo y startups y nuevos emprendedores pero
también a colectivos en riesgo de exclusión.
Desde Microsoft Ibérica queríamos aprovechar esta oportunidad para transmitir
nuestras felicitaciones a todo el equipo del
semanario EL SIGLO DE EUROPA por sus 23
años de andadura en España además de desear un largo y fructífero camino todavía
por recorrer.
Una reflexión bajo la
óptica del mundo de
los negocios
Carlos García-Reig,
presidente y director general de NCR
España
España se renueva, no
hay duda. Se renueva
en lo institucional, en lo
económico, en lo social. 2014 será recordado como el año de la
abdicación del rey D.
Juan Carlos I y también
por la desaparición de protagonistas clave
de la historia económica de España como D.
Emilio Botín y D. Isidoro Alvarez.
Renovarse o morir. No es un eslogan, es
una realidad. Así lo afirmamos desde una
empresa global como NCR, con presencia
en 180 países, que este mismo año celebra
sus 130 años de existencia y que ha requerido, en todo este tiempo, de muchas renovaciones y reinvenciones. Esto es en realidad un proceso continuo.
Este nuevo tiempo deparará nuevas realidades sociales, la transformación de instituciones y empresas para hacerlas más cercanas a ciudadanos, clientes y consumidores.
Nuevos tiempos que requerirán de una mayor agilidad en las respuestas a los retos planteados por ciudadanos cada vez más digitales y socialmente más activos.
Este nuevo escenario presenta, como casi
siempre, un conjunto de retos y oportunidades para todos, particulares, empresas e
instituciones, que se traducirán en un dife-
rente entorno de actividad y que impulsará
un cambio de imagen en España tal y como
la conocemos en la actualidad.
Desde un punto de vista económico creemos que la evolución del país es positiva y
que podemos y debemos ser optimistas en
la salida de la crisis, siempre con todas las
cautelas impuestas por el entorno europeo
del que formamos parte.
Si España sigue demostrando un alto grado de madurez, el año 2015 y sucesivos serán recordados como los del resurgimiento
del país a partir del nuevo tiempo que se
abre paso y del protagonismo de las nuevas
generaciones.
Historia compartida
Francisco Gil-Ortega,
presidente de Enresa
La modernización y
avance de la sociedad
española de los que felizmente ha sido eco y
testigo EL SIGLO durante
los últimos 23 años supone una realidad incontestable. Los duros
embates y consecuencias de una crisis económica sin precedentes que hoy remontamos no deben ni pueden empañarlos. La
transformación de España, fruto del empuje
y el dinamismo de nuestra sociedad, ha ofrecido una etapa de progreso que hoy afronta
un nuevo tiempo. El mismo al que explícitamente hizo referencia el Rey Felipe VI durante su primer discurso como monarca ante las Cortes Generales.
Enresa, casi de forma pareja a la vida de
EL SIGLO desde que en 1984 el Parlamento
decidió crear la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, no ha hecho otra cosa que
servir de forma segura y eficaz a la sociedad
mediante la recogida, transporte, tratamiento, almacenamiento y control de los residuos
radiactivos generados en España, el desmantelamiento de instalaciones nucleares y
radiactivas en desuso, y su restauración ambiental junto a la de las minas de uranio. Una
esencial tarea de Estado que ha demostrado
la competencia del personal que la garantiza a diario, además de suponer un modelo
de referencia internacional.
La nueva España que viene seguirá contando con Enresa y su actividad, la que garantiza un futuro seguro de protección a las
personas y al medio ambiente en las coordenadas que nos marcan los representantes de todos los españoles en los sucesivos
Planes Generales de Residuos Radiactivos.
Por ello alumbramos hoy el crucial Almacén Temporal Centralizado (ATC) y su Centro Tecnológico Asociado en Villar de Cañas (Castilla-La Mancha), el que albergará
el combustible gastado de las centrales nucleares y los residuos de alta actividad que
se producen en nuestro país.
Un compromiso con España que Enresa
también plasma mediante los proyectos de
I+D, dotados hasta el momento con unos
160 millones de euros y emprendidos en colaboración con grupos de investigación de
empresas y universidades. Así, siempre desde la transparencia, Enresa seguirá acompañando, formando parte y siendo apoyo de la
nueva sociedad que conformamos a diario
todos los españoles.
Renovado
optimismo
Emiliano González,
director general de MSC Cruceros
Tras unos años difíciles,
cada día son más los
indicadores que apuntan a una paulatina recuperación de la economía española. Además de los datos macroeconómicos, en este 2014 estamos constatando una evolución
positiva del número de consultas, peticiones de información y reservas en comparación con el año anterior, lo que nos confirma que la confianza de los consumidores
se está recuperando. Por todo ello y porque
forma parte de nuestro ADN empresarial,
en MSC Cruceros afrontamos el presente y
el futuro inmediato con renovadas dosis de
entusiasmo y con total convencimiento de
que tenemos el producto necesario (flota,
itinerarios, servicios, etc.) para atraer y satisfacer a unos viajeros españoles que con
la crisis se han vuelto mucho más exigentes
a todos los niveles.
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A N I V E R S A R I O
Los desafíos del rey
Carlos Guembe,
director general de Schindler España
España está en una encrucijada de caminos
donde tiene que definir
muchas cosas, todas
muy importantes, y todas enormemente complejas. Y aquí es donde
el Rey Felipe VI tiene
que convertirse en figura capital, por supuesto dentro de los límites de la Constitución, pero usando esos límites hasta los mismos bordes de manera valiente y proactiva.
Los desafíos que se presentan son de diversa índole y, sin que el orden signifique
importancia de cada uno, se resumen en tres
puntos principales.
En primer lugar, la enorme deriva moral y
ética que envuelve a toda la sociedad. Una
sociedad sin valores está condenada a la
anarquía y a su desintegración y ese es el camino que llevamos. La corrupción y la falta
generalizada de ética en los estamentos dirigentes, sean políticos o empresariales, unido a la desastrosa situación de la educación
tanto académica como cívica, han conducido a una situación límite de la que es imperioso salir cuanto antes.
En segundo, la cuestión catalana. Probablemente como una de las consecuencias de
lo anterior, ha surgido en un muy corto espacio de tiempo. Este desafío soberanista a
todo el orden establecido en la Constitución,
que analizado de forma racional no tiene el
más mínimo soporte. Por supuesto que una
parte de los habitantes de Cataluña, o de Cartagena, puede soñar con constituirse en una
república independiente, pero al vivir en el
siglo XXI, y no en la Edad Media donde lo
que mandaban eran las armas, debe encauzar ese deseo en el marco de la Constitución
democrática y si no lo consigue toca aguantarse y punto. También los simpatizantes de
un partido político cuando no gobiernan tienen que aguantarse con el programa del que
gobierna, y no argüir un “derecho a decidir”
que no me gusta lo vigente y quiero cambiarlo porque a mí me apetece. Se ha producido ya una fractura donde no gana nadie, y solo una vuelta a los valores básicos
y al respecto a la ley lo podrá arreglar.
88
En último lugar, la falta de sentido de Estado. Es desolador ver como los partidos políticos rotan, en cualquier nivel desde el parlamento hasta el municipio más pequeño,
sistemáticamente en contra de lo que propone el otro, sobre todo si está en el poder.
Es terriblemente desilusionante ver alianzas
de partidos totalmente heterogéneos, con
programas opuestos, unidos solamente para impedir que otro gobierne. Es una perversión de la democracia y un fraude a los
votantes.
Hay muchos países donde los intereses de
la nación están por encima de los de los partidos, y se establecen acuerdos duraderos en
el tiempo más allá de los periodos de gobierno, para eliminar esas cuestiones de las batallas electorales y que se apliquen independientemente de quien sea el partido al frente.
En resumen, España, con unas condiciones idóneas para ser un actor principal en el
mundo, y aquí voy a mencionar solo una
que es la enorme calidad del español en su
trabajo, con un compromiso y empeño inigualables, puede perder la posición y convertirse en un gran parque de atracciones para los turistas, pero no en la potencia económica y social que le corresponde.
Ojalá el Rey Felipe VI sepa jugar su papel,
porque desde luego sin un árbitro esto no se
consigue.
Arrimar el hombro
Julio Hernández,
director general de Eurodeal
“Están cambiando los
tiempos...”. Así empezaba una letra del cantautor Luis Pastor de finales
de los años setenta.
Hablaba de ilusión, de
renovación, de dejar
atrás sombras y pesadumbres; pero también hacía un llamamiento a la acción y a encarar con decisión las dificultades que, con seguridad, se avecinaban.
Pues bien, ese mensaje está plenamente
vigente en la España de hoy en día, 27 años
después.
Se habla de un tiempo nuevo en todos los
ámbitos, en política, en el terreno social y
en lo económico.
27 de octubre–2 de noviembre de 2014. nº 1083
En lo circunscrito a lo estatal, el factor determinante es un fuerte desencanto hacia toda la clase política (ganado a pulso) que se
ha traducido en un voto de castigo y la irrupción en el espectro de fuerzas de nuevos partidos que pueden dar un vuelco a la manera de entender y hacer hasta ahora todo lo
relativo a la gestión pública.
Las circunstancias no han sido en absoluto
favorables pero bien es verdad que nuestros
dirigentes (a lo largo de estos últimos siete
años de crisis) se han mostrado torpes, poco
resolutivos y nada imaginativos a la hora de
encarar con valentía y determinación la puesta en marcha de medidas para afrontar y superar ese entorno global tan adverso.
En el terreno económico nos movemos en
plena incertidumbre. Se exageran los indicios que apuntan hacia una recuperación
pero la realidad es muy obstinada y nos dice que a pesar del relevante papel reanimador que están ejerciendo los Bancos Centrales, las economías de la Eurozona peligran con entrar de nuevo en recesión y en
nuestro país no se crece lo suficiente como
para hacer que resurja un tejido empresarial
(pymes) seriamente dañado y, como consecuencia, poner las bases para reactivar un
mercado laboral que sigue bajo situación crítica en la UVI.
Pero dicho todo esto, el principal ingrediente para salir de esta situación no son ni
las medidas técnicas ni los ambiciosos planes. Es fundamental una regeneración ética
y una recuperación de una serie de valores
ahora en desuso –trabajo, esfuerzo, constancia, solidaridad, etc– sobre los que se vertebre el proyecto y la acción de futuro.
Citando una frase de Javier Fernández
Aguado, “la ética –la decencia– no es un opcional, es un elemento imprescindible para
salir del pozo en el que nos encontramos”.
Todos esperamos de este nuevo tiempo
que alumbre una España que sea capaz de
ofrecer un futuro de oportunidades para los
más jóvenes; que apueste por reducir las desigualdades sociales; que tenga su prioridad
en el progreso económico y el crecimiento
personal de todos sus ciudadanos; y que,
preservando los principios del Estado del Bienestar, busque y promueva espacios para la
integración, la aceptación de lo diferente y
el bien común compartido.
Eso sí, no es una labor a delegar en nues-
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tros representantes y luego olvidarnos de ella.
En esa tarea todos tenemos la obligación de
arrimar el hombro.
vertebradores del tejido social, y como defensores de una conducta ética en la gestión.
Tenemos los recursos, el talento y la capacidad de seguir construyendo entre todos
un país mejor. No lo desaprovechemos.
Una España renovada
para un tiempo
Compromiso,
nuevo
confianza e ilusión
Antonio Huertas,
presidente de Mapfre
Francisco Ivorra,
presidente de Asisa
Si hace 40 años les hubieran preguntado a los
españoles cómo estaría
nuestro país en 2014,
estoy seguro que los
pronósticos hubieran sido más sombríos que la
realidad resultante.
De igual manera, si en 2006, justo antes
del estallido de la Gran Recesión, les hubieran consultado a nuestros compatriotas
cómo veían el país en 2014, probablemente pocos habrían sido capaces de anticipar
los duros años que nos ha tocado vivir.
De todo ello podemos extraer conclusiones. La primera, que tenemos que sentirnos
profundamente orgullosos del enorme desarrollo social y económico que el país ha experimentado durante estas últimas décadas.
La segunda, que debemos aprender de los
errores cometidos, e introducir las correcciones a nuestro sistema de convivencia que
nos permitan en el futuro prevenir los excesos pasados.
España en 2014 se enfrenta a una serie de
desafíos de diferente calado a los que debemos dar respuesta. Muchos ciudadanos están
lógicamente desencantados, y demandan de
nuestra clase dirigente una renovación de actitudes, mensajes y conductas, que cristalice
en una nueva arquitectura institucional más
sólida, transparente y adaptada a las necesidades de la sociedad española del siglo XXI.
Debemos avanzar en el proceso de reformas aunque sin olvidar lo logrado hasta ahora. La reciente sucesión en el trono, organizada sin sobresaltos en cuestión de tan solo
unos días, es una muestra de la estabilidad
institucional alcanzada por nuestro país.
Las empresas, asimismo, pueden y deben
contribuir a articular ese tiempo nuevo, como
motores del crecimiento económico, como
La crisis económica, política, social e institucional que sufrimos ha
provocado un cambio
irreversible en la sociedad española. Los últimos años han puesto de
manifiesto, por un lado,
que el modelo de éxito que nació en la Transición se ha agotado tras prestar un servicio
impagable a la modernización de nuestro
país y, por otro, que el desarrollo de nuevas
estructuras y formas de articular nuestra convivencia es imprescindible para superar las
dificultades y recuperar la senda del crecimiento y la prosperidad. Recientemente, Felipe VI apelaba a la energía, ilusión, espíritu abierto y renovador de una España unidad y diversa como líneas maestras de la hoja de ruta que deberá seguir nuestro país.
Sin embargo, hacía muchas décadas que
una parte de la ciudadanía no mostraba tanto desapego, cuando no desdén y rechazo,
hacia unas instituciones que sienten que no
les representan y, lo que es incluso peor, que
no están a la altura de los retos a los que tenemos que hacer frente. La renovación de las
elites y la adecuación de nuestras instituciones a las demandas sociales no es suficiente
en nuestro proyecto de futuro. Necesitamos
un nuevo modelo productivo capaz de retener el talento, especialmente en nuestros jóvenes, que apueste “descaradamente” por la
innovación y la ciencia, respetuoso con el
medio ambiente y que fomente e impulse la
colaboración del sector público y privado como fórmula de crecimiento sostenible, de
transformación y liderazgo socioeconómico.
Winston Churchill decía que era optimista porque no le parecía útil ser cualquier otra
cosa. Seamos optimistas. Una encuesta recientemente publicada y realizada entre
200.000 trabajadores cualificados en busca
de empleo en 189 países, sitúa a España como el octavo país del mundo preferido para trabajar y Madrid y Barcelona son la quinta y séptima ciudades en esa misma clasificación. Podría ser sólo un dato, una nota a
pie de página, pero demuestra nuestro potencial para dibujar un futuro brillante. Depende de nosotros, de que no nos equivoquemos en las decisiones que debemos tomar, de nuestra capacidad para recuperar la
confianza, generar el compromiso y la ilusión necesaria en nuestro proyecto común.
Valor para tomar las
riendas
Juan Jordano,
presidente del Grupo Eulen
Si salir de España, buscando mercados exteriores, es la primera recomendación estratégica que se hace a nuestras empresas para asegurar su futuro, nos estamos contestando a la
pregunta sobre que esperamos del nuevo
tiempo que se abre para España. El peso de
la crisis que arrancó en verano de 2007 nos
ha ido contrayendo como un muelle hasta
los niveles actuales, de forma rápida al principio y lenta o estable últimamente. Pero
aquí estamos, contraídos por el peso de todo lo nuevo sobrevenido en estos años.
Por un lado, un desempleo inquietante por
lo que tiene de estructural, dados los efectos combinados de la vieja industrialización,
más la nueva digitalización, más la incipiente
robotización y, todo ello, dentro del caldo
de cultivo de una globalización irreversible.
La consecuencia no es otra que la reducción
de la oferta de trabajo, superada por una demanda que se amplía por factores sociales,
que encuentra como única salida la bajada
de las rentas del trabajo.
Por otro, una deuda que puede haber sobrepasado el listón de la posibilidad real de
remisión, dada la incapacidad de alterar el
modelo presupuestario, que encuentra como única salida la presión impositiva a las
rentas personales hasta límites confiscatorios
que van expulsando las iniciativas.
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A N I V E R S A R I O
Además, una demanda interna necesariamente constreñida por los dos factores
anteriores.
Por último, un entorno próximo, que se
encuentra inmerso con el mismo problema
en más o menos grado.
Siento pensar que no es un buen panorama para nuestro entorno económico y social,
en el que se están acumulando demasiadas
contradicciones: empobrecimiento de las clases medias, descenso de natalidad por debajo de tasa de reposición, corrientes migratorias incontroladas e incontenibles, progresiva fragmentación cultural de las sociedades,
avance del descrédito de las instituciones y
de sus representantes, etc. Y cuando un sistema acumula contradicciones, solo puede
encontrar su salida buscando nuevos paradigmas. La cuestión es qué profundidad de
cambio traerán los nuevos paradigmas que
sin duda emergerán. ¿Acaso una serie de cambios secundarios pausados capaces de conformar paulatinas adaptaciones a nuestros modelos económicos y sociales? ¿O acaso una
serie de cambios fundamentales y rápidos capaces de conformar una nueva era histórica?
No puedo saberlo, pero albergo pocas dudas
acerca de que España está en una posición
de cierta avanzadilla respecto a esos cambios
paradigmáticos que se avecinan.
Tenemos la oportunidad de ser valientes,
creadores, inteligentes, pioneros, como tantas veces ha demostrado este país tomando
las riendas de su historia. De lo contrario, de
ser temerosos, destructivos, necios, rezagados, nos deslizaremos por el azar de los
acontecimientos a donde estos nos lleven.
Tecnología e
innovación
Pedro Larrea,
presidente ejecutivo de Grupo
FerroAtlántica
La recuperación económica es el primer síntoma de un nuevo tiempo en el que España debe reconquistar la posición que merece como
país industrial que es.
Contamos con empresas industriales pioneras, tecnológicamente
90
punteras y líderes mundiales en su sector. Y
esa posición de liderazgo se ha logrado con
un desarrollo tecnológico propio, con inversiones en el adecuado mantenimiento de
las instalaciones y con operaciones eficientes en costes y en rendimientos técnicos.
Gracias a estos factores, las fábricas españolas consiguen las mejores ratios de eficiencia, productividad y rendimiento energético en sectores muy diversos, incluido el
que mejor conozco, la metalurgia.
Lamentablemente, el peso de las industrias
españolas en el PIB ha bajado en los últimos
años, aunque se ha demostrado que la industria es el sector que mejor paga, quien mejor
soporta la crisis y quien proporciona más actividad inducida a su alrededor. El sector privado y la administración pública deben trabajar juntos para reconducir una situación que,
en los últimos años, ha generado efectos negativos sobre la producción y el empleo.
Y en este momento de recuperación de la
confianza y el optimismo, creemos que la
estrategia de las empresas españolas se debe seguir basando en mantener una cartera
de proyectos de crecimiento en todo el mundo y en la innovación tecnológica para maximizar los beneficios. Tecnología e innovación, por tanto, son claves para mantener
una posición puntera de la industria española en el panorama internacional.
En este sentido, hemos participado en la
reciente iniciativa emprendida por el Gobierno de elaborar una agenda para el fortalecimiento del sector industrial. Y celebramos también el incremento para 2015 de
la partida presupuestaria destinada a reconversión e industrialización. Creemos que ambas medidas son necesarias para regenerar
la actividad productiva y prevenir, por ejemplo, la deslocalización de los centros.
Pero no olvidemos el factor de la energía:
insistimos en la necesidad de tener un suministro a un precio competitivo, a un nivel
equiparable al que disfrutan países de nuestro entorno. Agradecemos desde aquí los esfuerzos de la Administración por mantener
una posición de diálogo con la industria electrointensiva. Los grandes consumidores de
energía –con Grupo FerroAtlántica a la cabeza– seguiremos trabajando, conjuntamente
con los poderes públicos para avanzar hacia un esquema tarifario más acorde con la
realidad de la industria española.
27 de octubre–2 de noviembre de 2014. nº 1083
Una nueva
generación para un
tiempo nuevo
José Luis López de Silanes,
presidente de CLH
España está viviendo un
periodo de transformaciones políticas y económicas, cuyo efecto se
está dejando notar ya
en la sociedad y cuya
influencia será decisiva
en los próximos años.
Estos acontecimientos, que se han sucedido
de forma muy rápida, deben ser interpretados como una oportunidad de mejora y renovación para nuestro país.
Uno de los cambios más importantes ha
sido la aparición de una nueva generación
de jóvenes profesionales, quizá la mejor preparada de nuestra historia, que está accediendo de forma progresiva a la cúspide del
poder político y económico. El ejemplo más
relevante se encuentra, sin duda, en la Jefatura del Estado, con el nombramiento de S.M.
Felipe VI como nuevo Rey de España.
Hay que confiar en que estos nuevos líderes, desde sus respectivas esferas y ayudados por la experiencia de las generaciones que les preceden, contribuyan al progreso del país con su talento y nuevas ideas, con medidas innovadoras pegadas a la
realidad y a las nuevas necesidades de la sociedad moderna.
En el ámbito económico, España está saliendo de una de las crisis más severas de
los últimos 40 años. Las reformas introducidas durante los últimos años y el esfuerzo
común de todos los ciudadanos nos está permitiendo empezar a superar esta etapa de
desaceleración y generar nuevas expectativas de crecimiento sostenido y sostenible.
Ahora no es el momento de pararse sino
de aprovechar estas nuevas circunstancias
para seguir trabajando con decisión y entrega para continuar realizando todavía algunas importantes reformas. Por ejemplo en
la educación, la administración pública, o
el mercado laboral.
Asimismo, tenemos que aprovechar la
energía desplegada en los años de crisis pa-
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ra fomentar la creación de empresas, el desarrollo de nuevo tejido industrial y la consolidación de sectores productivos, como el
tecnológico, que afiancen el papel de España como potencia europea.
Esta estrategia también nos ayudará fuera de nuestras fronteras y nos permitirá exportar una imagen de nación moderna, creativa y trabajadora, que cuenta con empresas punteras a nivel internacional y con
prestigiosos profesionales en ámbitos muy
diversos.
Para lograrlo, también debemos recuperar
la confianza en nosotros mismos como españoles y en nuestro país, en sus gentes, en sus
cualidades y en su capacidad de crecimiento.
Debemos ser conscientes de que España tiene mucho que aportar en los próximos años, siempre desde el respeto a la
diversidad de cultura y de pensamiento.
Entre todos, con valentía y dedicación, lo
conseguiremos.
Bases sólidas
para la recuperación
Manuel López Cachero,
presidente de Aenor
Seis años después
del inicio de los
signos evidentes
de la crisis, aunque
es posible albergar
mejores perspectivas no existe una
firme certidumbre
sobre una recuperación económica sólida
en el corto plazo. Sobre lo que no hay ninguna duda es que ha alumbrado una profunda transformación económica donde los
pesos y configuración de los distintos sectores en el conjunto de la economía española
han cambiado sustancialmente; en ocasiones por peculiaridades de la crisis en España, pero también como efecto de una transformación de alcance mundial.
España tiene mucho trabajo por delante
para lograr que un denominador común de
su actividad económica sea la innovación.
Sí existe ya una base amplia para que un
pasaporte de nuestros productos y servicios sea la calidad. Una marca país se construye principalmente con la suma durante
largo tiempo de millones de acciones individuales y colectivas. Hoy España tiene
uno de los mejores sistemas de calidad del
mundo, numerosos ejemplos de organizaciones que han sabido hacer de las políticas sistemáticas de la calidad uno de sus
ejes estratégicos. El desafío ahora es extender esta apuesta a mayores parcelas del
tejido productivo.
Las normas técnicas son una baza clave
para difundir este efecto positivo. Para que
eso sea así, los países necesitan una entidad
de normalización reconocida dentro y fuera de sus fronteras por su seriedad y orientada a empresas de todos los sectores y tamaños. El tejido económico español tiene a
su disposición uno de los catálogos de normas más completos del mundo, con más de
30.500 documentos que ponen al alcance
de prácticamente todos los sectores de actividad soluciones a cuestiones relevantes para su competitividad.
Las normas tienen un impacto directo en
la cuenta de resultados de las empresas; un
reciente estudio realizado por la Organización Internacional de Normalización (ISO)
entre una treintena de empresas de todo el
mundo ha concluido que aquellas organizaciones que usan habitualmente las normas
en su estrategia general tienen unos beneficios, de media, equivalentes hasta el 5% de
sus ingresos anuales por ventas. Las normas,
siempre que sean elaboradas conforme a los
usos internacionalmente aceptados, son una
eficaz herramienta de competitividad que
respalda el crecimiento de las economías sobre bases sólidas.
España, ¿se abre
paso?
José Luis López-Schümmer,
presidente y consejero delegado de
Mercedes-Benz España
En su discurso de proclamación Felipe VI
lanza un claro mensaje
anunciando la necesidad de apertura de España hacia un nuevo
tiempo de convivencia.
No solo el conjunto de
la sociedad tiene que sacrificarse para sa-
near nuestra economía, sino también aunar
esfuerzos para salir de una crisis de valores
en la que está inmerso el país.
Mientras para salir de la crisis económica
existen recetas más o menos contrastadas
que la Administración actual ha puesto en
práctica, dando resultados aplaudidos por
otros gobernantes al permitir mostrar los primeros signos de recuperación, la crisis de
valores está minando poco a poco la marca
España fuera de nuestras fronteras.
La Administración española es consciente de que para volver a la senda del crecimiento, el mercado laboral español precisa
de una mayor flexibilidad, de una simplificación de sus tipos de contratos y de un menor coste en las bajas laborales. Las empresas, sin importar su tamaño, no pueden estar encorsetadas por unos convenios laborales que asfixian al empresario. Debemos
aceptar que el status quo de la economía española ya no es el de 2007, y tenemos que
redirigir los acuerdos con los sindicatos hacia términos de productividad, abandonando la inflación como base de los cálculos de
los salarios.
Si la crisis económica tiene fecha de caducidad, lamentablemente desconocida de
antemano, una crisis de valores puede perdurar. Retomar por ejemplo el valor de la
equidad como uno de los objetivos irrenunciables en la reorganización de España, respaldaría la demanda del gran esfuerzo que se reclama al país, sabiendo que
la contraprestación llegará. Debemos rechazar cualquier tipo de deshonestidad; no
podemos permitir que la corrupción campee en los estamentos públicos y privados
sin encontrar resistencia social y política.
De esa forma es previsible que la imagen
dañada de España vuelva a generar confianza tanto dentro como fuera de nuestras
fronteras.
En su proclamación, Felipe VI muestra su
clara voluntad de servir a España para encontrar un nuevo punto de partida en la sociedad española: “Hoy, más que nunca, los
ciudadanos demandan con toda razón que
los principios morales y éticos inspiren –y la
ejemplaridad presida– nuestra vida pública.
Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que
ser no sólo un referente, sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de los
ciudadanos”.
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A N I V E R S A R I O
Un porvenir sin
complejos
Javier Martín,
consejero delegado de Tecnocom
La crisis nos ha sumido
como país en una profunda melancolía y la
recuperación debe ser
económica y también
anímica. Sin embargo
han sido muchas las
empresas españolas que
han sabido escapar de la desdicha buscando nuevos horizontes de negocio más allá
de nuestras fronteras. Empresas de todo tipo
y tamaño, con experiencia internacional o
no, que han encontrado en el exterior las
oportunidades que les negaba la realidad
local y que en esta “aventura” han comprobado que son tan buenos como las mejores.
España tiene talento, materia prima y profesionales muy cualificados, con gran formación, ingenio y ganas de trabajar. Solo
nos falta creérnoslo. También hace falta crear los marcos –legales, laborales, formativos– adecuados para fomentar estas cualidades. Además, hay que ajustar lo que se
enseña en la universidad y las necesidades
reales de la industria, porque la actual falta
de sintonía obliga a hacer un esfuerzo grande para adaptar al personal a la realidad.
La gran asignatura pendiente sigue siendo
el fomento de una industria tecnológica propia. Algo que sería posible si replicáramos
lo ocurrido con la industria de los servicios
de ingeniería, donde las empresas españolas sobresalen en el mundo gracias a la experiencia ganada en las enormes inversiones en infraestructuras y obras públicas realizadas en nuestro país.
Necesitamos esas inversiones para conseguir un doble objetivo: modernizar la sociedad española, sus administraciones públicas y su tejido empresarial y, en paralelo,
desarrollar una industria TIC potente y competitiva en el mercado global.
Un desafío para España y para Europa, porque estamos perdiendo protagonismo. Entre
las grandes empresas tecnológicas mundiales, es decir, entre las que inventan día a día
el sector, no hay nombres europeos. La solución pasa por invertir en el talento local y
92
contribuir a su desarrollo, creando las bases de una industria TIC europea que genere valor para todos. Si no lo hacemos así, ese
talento será aprovechado por empresas foráneas y nos quedaremos, una vez más, fuera de juego.
Futura España
Carlos Martínez,
director general de IMF Business School
Sin duda y como se ha
comentado en innumerables ocasiones, la crisis que ha sufrido España desde el año 2007
ha venido precedida de
una crisis de valores sin
límite, que ha llevado a
la sociedad española al más absoluto de los
abismos. Pero no sólo desde un punto de vista económico, sino también moral, hemos
pasado una época donde sólo importaba hacer dinero rápido, sin pensar en los daños
colaterales o en si estábamos aportando o
no valor a la sociedad, descuidando lo más
importante, las personas.
Después de todos los escándalos políticos, empresariales, sindicales, etc. la sociedad cada vez está más concienciada de
que es necesario asentar unos principios sólidos que impidan todas las tropelías cometidas por lo que se hace necesario invertir en desarrollo sostenible pero no sólo
desde un punto de vista medioambiental,
sino también humano.
La única manera de lograr este cambio y
tener una sociedad más justa y más solidaria, es invertir en educación, una educación
que empiece desde las escuelas infantiles y
se vaya manteniendo durante toda la vida.
Los distintos gobiernos deberían invertir de
forma acertada (no invertir más, invertir mejor), invertir para que en España algún día se
puedan poner máquinas de periódicos en las
calles donde el ciudadano meta una moneda y sólo se lleve un periódico, donde se haga un uso responsable de los recursos públicos, donde para nuestros políticos, directivos, empresarios, agentes sociales, etc. lo
realmente importante sean las personas.
Debemos entrar en una era donde se desarrollen plenamente los entornos colabo-
27 de octubre–2 de noviembre de 2014. nº 1083
rativos y donde enseñemos a nuestros niños
a saber ser y saber estar.
La economía
española ante un
nuevo tiempo
Braulio Medel,
presidente de Unicaja Banco
La resistencia mostrada
por la sociedad española frente al adverso
contexto existente durante siete años de profunda crisis, no ha venido sino a confirmar
que la economía nacional cuenta con sólidos resortes para afrontar los shocks negativos asociados a las fases contractivas del ciclo económico, que
en esta ocasión han sido especialmente intensos como elevados los costes sociales
asumidos.
Aun cuando la absorción plena de sus efectos, en términos de nivel de producción, empleo y endeudamiento requerirá su tiempo,
los registros recientes de los principales agregados macroeconómicos nos muestran una
trayectoria de recuperación gradual, que se
irá consolidando a medida que vayan mejorando la actividad económica global y se materialicen, de forma duradera, los beneficios
de las reformas estructurales instrumentadas.
Ahora bien, los acontecimientos y las previsiones económicas recientes dibujan un
escenario complejo, no exento de riesgos e
incertidumbres, que aconsejan continuar con
las políticas implementadas, a pesar de los
sacrificios que conllevan, con objeto de que
la economía española se dote de una mayor
flexibilidad y de una base más sólida, a efectos de secundar un crecimiento sostenido y
equilibrado.
Con estas nuevas coordenadas, en el futuro más cercano la economía española se
enfrentará a numerosos retos de calado, que
requerirán del concurso de los agentes públicos y privados para su superación. Dentro de éstos se presentan como esenciales:
En primer lugar, establecer un modelo de
gobernanza que garantice la convivencia armoniosa de las instancias supranacionales
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que requiere un mundo globalizado y Europa, con las demandas de autonomía local y
regional.
En segundo lugar, adecuar la oferta educativa a las exigencias del mercado laboral,
que incentive la retención y la atracción del
talento, así como la inserción de los jóvenes
altamente cualificados que, como consecuencia de la crisis, se han visto obligados
emigrar ante la permanente inexistencia de
oportunidades.
En tercer lugar, adaptar el conjunto de los
esquemas del Estado de Bienestar, haciéndolo más sostenible, eficiente y justo.
Además, combatir la creciente desigualdad y pobreza, como preocupaciones sociales de primer orden.
También, garantizar el uso eficiente y sostenible de los recursos naturales.
Por último, afianzar la cohesión social y
la arquitectura de todo el entramado legal
e institucional.
Un mundo mejor
Isidoro Miranda,
director general y director general
adjunto del Grupo Lafarge
La sociedad española está viviendo con entereza
más de un lustro de difícil coyuntura económica. Los ligeros síntomas
de recuperación invitan
a seguir trabajando, a través de la innovación y la
competitividad, en el desarrollo de un nuevo
contexto que pueda situar a España entre los
países líderes del siglo XXI.
En el caso de Lafarge esa contribución se
materializa en la creación de mejores ciudades a través de nuestra innovación.
Hablamos de ciudades más acogedoras,
en las que todo el mundo tenga acceso a una
vivienda de calidad.
También de ciudades más compactas, que
impacten sobre una superficie de suelo menor y que respeten al máximo los hábitats
naturales. Ciudades más duraderas, con
construcciones resistentes, que respondan a
las demandas medioambientales, incluyendo la eficiencia energética de los edificios y
la preservación del agua, y que protejan de
los efectos del cambio climático.
Y hablamos también de ciudades más bellas, donde sean posibles las obras arquitectónicas más audaces.
Y por último, ciudades mejor conectadas,
con una red adecuada de carreteras, aeropuertos, estaciones, puentes, túneles e infraestructuras, que faciliten la movilidad entre núcleos de población.
Las compañías, desde los diferentes sectores empresariales en los que operamos, debemos contribuir a un mundo mejor. En Lafarge, nuestras ambiciones de sostenibilidad
son la hoja de ruta para lograrlo.
Profesionalidad y
honestidad
Eric Ollinger,
presidente de Capital at Work
Tras siete largos y duros
años de crisis en Europa en general y especialmente en los países
periféricos (como Grecia, Portugal, Italia y España) las perspectivas
para los años que vienen permiten poco a poco un optimismo razonable, pero el panorama a corto plazo sigue desolador y complejo en general: un crecimiento económico muy leve, una desinflación o incluso una deflación, un nivel de
paro muy elevado, etc.
Como los gobiernos europeos no han sabido tomar las decisiones adecuadas o las
han tomado tarde, la difícil situación actual
del continente europeo recuerda a veces la
que vimos en Japón, con unos tipos de interés cercanos a cero (y que seguirán seguramente muy bajos en los próximos años) y
una moneda muy debilitada frente a otras
divisas fuertes como el USD por ejemplo.
Actualmente, a falta de consumo privado y
de inversiones, las exportaciones parecen la
única vía posible para intentar relanzar nuestro crecimiento.
Es evidente que la crisis ha sido un fenómeno mundial pero la diferencia entre la situación económica actual en EE.UU. y en
Europa es flagrante: EE.UU. ha vuelto a recuperar una tasa muy decente de crecimiento
económico, su nivel de paro actual es el más
bajo de estos seis últimos años y la población parece haber recuperado una confianza y un optimismo más que envidiable. Por
lo tanto, ¿podemos decir que como el gobierno americano ha tomado pronto las medidas de ajustes que se imponían, el continente americano tiene ahora algunos años
de ventaja frente al continente europeo? Creo
claramente que sí y que Europa emprenderá entonces el mismo camino de la recuperación marcado por EE.UU. pero, mientras
tanto, tendremos que seguir luchando en Europa para intentar relanzar nuestras economías muy ralentizadas y crear nuevos puestos de trabajo.
En cuanto a las inversiones financieras se
refiere, me temo que los años que vienen no
van a ser fáciles. Efectivamente, tras cinco
años de recuperación de las bolsas mundiales (algunas mejores que otras evidentemente
pero muchos índices están más o menos en
sus niveles máximos) y tras el mayor rally
nunca visto en la renta fija, una pregunta surge de manera inmediata: ¿qué vamos a hacer a partir de ahora y dónde vamos a buscar rentabilidades correctas en el futuro?
Con toda lógica, en un entorno deflacionista, tendremos que seguir apostando por
activos con una duración larga, es decir acciones (renta variable principalmente europea) y bonos largos (sobre todo en Europa
porque en EE.UU. conviene reducir poco a
poco la duración de las inversiones en renta fija).
En España, tenemos motivos para ser optimistas a medio plazo pero nos quedan unos
años complicados (2 o 3 años seguramente). Debemos prepararnos y preparar también a nuestros clientes con un discurso coherente y honesto: dentro de cada perfil de
gestión, las rentabilidades futuras serán seguramente muy inferiores a las cifras de estos últimos años. Sabemos que un inversor
conservador acostumbrado estos últimos
años a una rentabilidad anual media del 6%
o del 7% aceptará difícilmente en el futuro
un 2% o incluso menos (sobre todo si tenemos que pasar por algún momento de tensión en los tipos de interés como fue el caso en 2013).
La profesionalidad y la honestidad es el
único camino válido. Más que nunca, tendremos que ser mejores profesionales, mejores gestores y mejores analistas, para busnº 1083. 27 de octubre–2 de noviembre 2014
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car las mejores oportunidades de inversión
y servir mejor que nunca a nuestros clientes
de manera transparente y profesional.
Educación en
valores, asignatura
pendiente
Antonio Palma,
consejero delegado y socio gerente de
Mirabaud
Siendo hijo de emigrantes españoles y residiendo en Suiza desde hace más de 50
años, aunque España es
el lugar donde mantengo mi segunda residencia y donde viven mis
mayores, pienso que puedo ser un poco más
objetivo que otros españoles cuando analizo de forma crítica algunas de sus realidades, o cuando proyecto esperanzas a futuro
sobre nuestro país, por la oportunidad que
tengo de ver las cosas desde fuera.
Grandes cambios han afectado a España
en los últimos años. El más traumático y, qué
duda cabe, origen e hilo conductor de todos
los demás, fue el encontronazo, de frente y
sin paliativos, con una crisis económica a
escala mundial para la cual estaba sensiblemente peor preparada de lo que ella misma
podía creer posible.
Sin embargo, en esos duros momentos, y estando especializados en el sector financiero a
nivel internacional, desde Mirabaud tuvimos
muy claro que queríamos hacer una apuesta
rápida y contundente por España. De hecho,
fue en 2010, con la recesión en máximo apogeo, cuando decidimos abrir la primera de las
cuatro oficinas que tenemos hoy operativas
en este país. Y no nos equivocamos.
Desde un punto de vista global, los importantes esfuerzos realizados en los últimos
años, con reformas estructurales de gran calado, empiezan a dar sus frutos. La recuperación, aunque tímidamente, comienza a dar
la cara; pero aún queda mucho trabajo por
hacer. Muy especialmente en la educación
en valores, sin ninguna duda la gran asignatura pendiente de España.
Si de algo estoy plenamente convencido
94
es de que si no se acomete una gran reforma social y educativa de responsabilidad hacia el país, duradera en el tiempo, orientada a la calidad y consensuada desde los distintos ángulos políticos y sociales, España
volverá a enfrentarse a la siguiente crisis con
los mismos problemas que ha sufrido estos
últimos años. Sin una apuesta fuerte por la
juventud, que ya ha empezado a dar la espalda a las viejas costumbres, por la formación, la educación en valores, la investigación y la innovación como ejes estratégicos
de avance, el nuevo desarrollo económico
estable y duradero será pura utopía.
Calidad, servicio y
sostenibilidad
Roberto Pascual,
director general de DHL Supply Chain
Iberia
Como responsables de
la ejecución y planificación de las cadenas
de suministro de un
gran número de las empresas –de todos los tamaños y sectores de actividad– que operan en
España, en DHL tenemos una visión directa
de cómo evolucionan los flujos del consumo que, a su vez, definen con poco margen
de error la situación económica del país. En
este sentido, hemos observado que lo que
definirá el futuro del mercado en los próximos años es la omnicanalidad.
La consolidación del comercio electrónico ha provocado que las compañías se
replanteen sus modelos de negocio y de distribución para ofrecer canales diversos y
convergentes que cubran las necesidades
de los consumidores, tanto de los que optan por la compra online como de los que
prefieran la compra en un establecimiento,
o una combinación de ambas. Pero aún
queda trabajo por hacer. Muchas empresas, en especial del entorno pyme, aún no
están yendo a la velocidad que deberían
para afrontar el reto omnichannel, y es algo que han de solucionar a la mayor brevedad si no quieren quedar atrás en este
nuevo contexto en el que rige la inmediatez y la globalización.
27 de octubre–2 de noviembre de 2014. nº 1083
Desde un punto de vista macro, el futuro
debe encararse trabajando conjuntamente
desde el sector público y el privado por un
tejido empresarial español que apueste por
la mejora continua y la innovación, enfocado a la calidad, el servicio y la sostenibilidad a largo plazo.
Es crucial también trabajar por un liderazgo político y empresarial enfocado a las
personas, al compromiso, a la integridad y
a la educación en valores porque la eficacia
y el crecimiento sólo son posibles si se basan en el análisis, el contraste de opiniones,
el respeto por diferentes aproximaciones y
la responsabilidad en la toma de decisiones.
No debemos tampoco olvidar el cada vez
más necesario trabajo para salvaguardar el
medio ambiente y, para ello, el obligado
avance en políticas de logística y distribución, especialmente en áreas urbanas pero
no exclusivamente en ellas, que integren soluciones de optimización de la movilidad
para minimizar el impacto medioambiental
y acústico asociados a, entre otras cosas, el
reparto de mercancías.
Es necesario crear un marco estratégico
global que ponga el foco en todas estas áreas para aportar valor añadido a nuestra economía, contribuir a su estabilización y, sobre todo, sentar las bases para que España
sea competitiva y esté preparada para afrontar con éxito los cambios que en el entorno
económico todavía están por llegar.
Conocimiento
compartido
Jean-Clovis Pichon,
consejero delegado de Alcatel-Lucent
Enterprise Spain
Agradezco la invitación
de la directora de
EL SIGLO para participar
en este número especial
de su 23º aniversario.
Y agradezco también
que el tema a tratar sea
el de un futuro cercano
que ya está llamando a nuestra puerta, y que
sea en España, un país que tanto me ha enseñado y donde tanto he aprendido y donde he formado mi familia.
Intentaré en pocas líneas dar mi opinión
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sobre un asunto que podría llenar libros enteros. Intentaré ser conciso como mi compatriota el físico teórico Luis de Broglie, que
presentó su tesis doctoral (sobre la dualidad onda-corpúsculo del electrón) en un
folio.
Soy optimista respecto al futuro de España y de sus habitantes, que para mí está lleno de esperanza. Veo la gran capacidad y
la excelente formación de las nuevas generaciones, su autonomía, su lucha por labrarse un mañana mejor, aún en la situación actual de crisis; pero veo también la
pujanza que mantienen las generaciones
maduras; y la sabiduría de los mayores, ancianos que en gran número mantienen una
envidiable actividad y que apoyan a sus hijos y nietos.
El pasado efímero. Hace pocos años no
podíamos imaginarnos la forma en la que
nos comunicamos en la actualidad, el hecho de que empezamos a formar una sociedad global interconectada y basada en el conocimiento. Y todo ello ha llegado tan rápido que el pasado se nos ha hecho efímero
en nuestras mentes, y ya se nos difumina el
tiempo en el que las tecnologías de la información no formaban parte continua de nuestra actividad.
El futuro, casa de la conversación. Hemos
avanzado tanto en la tecnología que es temerario predecir cómo la usaremos y que nos
ofrecerá. Pero lo que sí creo firmemente en
que estará a nuestro servicio, y no al revés,
que será más sencilla de usar. Y que seguiremos progresando: que conoceremos cada vez
más y mejor para qué nos sirve la tecnología,
y que seremos siempre capaces de humanizarla. Las tecnologías de la información ayudan a que nos comuniquemos más y más: entre las personas, entre las máquinas, entre personas y máquinas. Aparecen nuevas necesidades, nuevas relaciones, negocios nuevos,
desafíos que nunca podíamos pensar y que
yo no me atrevo a predecir. Pero sí estoy seguro de que todo ello hará que conversemos
más, desde muy diferentes sitios, en movimiento, de múltiples formas y con dispositivos cuyos servicios ahora no nos imaginamos.
Y esa conversación, soportada y potenciada
por la tecnología, nos ayudará a tener éxito
en nuestro trabajo y en nuestra vida familiar
en un mundo y una España de conocimiento compartido.
La nueva España en
clave económica
Alberto de la Puente,
consejero delegado de Inverseguros
Después de varios años
en los que nuestro país
ha realizado su particular travesía por el desierto, se puede decir que
hemos alcanzado un
punto de inflexión y vislumbramos un nuevo horizonte en el que afrontamos en mejores condiciones los desafíos que se presentarán en el
futuro, los cuales no serán pocos ni menores.
Creo que esa evolución debería resumirse en
tres puntos: fortaleza, memoria y unión.
Fortaleza, porque no podemos olvidar que
los ajustes que se han realizado nos servirán
para afrontar situaciones complicadas de mejor manera. Hemos logrado tejer un patrón de
crecimiento más sostenible, sin depender exclusivamente de unas industrias determinadas.
Ahora somos competitivos y eso se refleja en
una mayor capacidad para exportar nuestros
bienes y servicios y una menor necesidad de
financiación del exterior. Está claro que todavía queda mucho por hacer, pero llegados a
este punto, creo que es sumamente importante
el concienciarnos de que lo que estamos haciendo tiene un sentido y que los frutos de
nuestro esfuerzo, pese a no sentirse todavía en
toda su extensión, merecen la pena, porque
nos harán más resistentes y nos darán un margen de acción tremendamente valioso para
cuando tengamos que afrontar situaciones
comprometidas.
Memoria para no cometer los mismos errores que en el pasado. Es cierto que el hombre
es el único animal que tropieza dos veces con
la misma piedra, pero esa expresión gana una
trascendencia especial en el mundo de las finanzas y de la economía. Es por ello tremendamente importante reconocer los fallos del
pasado y poner todos los medios al alcance,
tanto regulatorios como de control interno, incluso educativos, para no repetirlos. Se han
dado pasos importantes para ello, especialmente en el sector financiero. El nombramiento
del BCE como supervisor bancario en la Zona Euro es sumamente importante, ya no sólo en términos de vigilancia sino también por
el avance que supone de cara a la unificación
bancaria. Además, la implementación de la
nueva Mifid, vuelve a regular la relación entidad de crédito-cliente, poniendo un especial
énfasis en la protección de este último, asegurándose de que entiende perfectamente los
riesgos que asume en la contratación de un
determinado producto, incluso limitando su
acceso a algunos de elevada complejidad. A
ello se le añaden otras iniciativas como Basilea III o Solvencia II, encaminadas a mantener
unos mínimos de solvencia y calidad de activos en bancos y aseguradoras que garanticen
su viabilidad en contextos macroeconómicos
comprometidos. No cabe duda de que esto
no va a eliminar de raíz problemas, pero al
menos ayudará a minimizar su probabilidad.
Por último debo destacar la unión. Y es que
no debemos olvidar que la reconducción del
caótico escenario financiero en el que nos encontrábamos en 2011 se fundamentó en una
apuesta decidida por avanzar hacia una Europa más cohesionada. Esa idea debe seguir muy
presente en el futuro porque sin ella será del todo imposible seguir avanzando en este camino.
Un renacimiento a
este lado de los
Pirineos
Jean Paul Rignault,
consejero delegado de AXA España
Dicen los expertos en
motivación que la visualización de la meta es la
clave para conseguir el
éxito. España necesita
eso, plasmar el rumbo
hacia la nueva América,
hacia un nuevo continente por descubrir que hay más allá de una
crisis que nos ha hecho peregrinar por territorios muy duros en los últimos años.
La crisis económica nos tenía sumidos en el
cortoplacismo de la supervivencia, en lograr
que no nos intervinieran, en la huída del crack.
Una situación que ahora, afortunadamente, deja paso al medio y largo plazo. La sociedad española está reclamando opciones de futuro y
entre todos tendremos que escribir las páginas
de la historia en las que se diga que elegimos
un camino y no otro; que vimos una salida y
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no otra; y que fuimos capaces, como sociedad,
como individuos y como líderes políticos o empresariales, de ilusionar con un futuro.
Hemos de elevarnos, con responsabilidad del
día a día; analizar los errores cometidos en el
pasado; evaluar los riesgos de este nuevo futuro y responder ante un reto histórico que nos
exige pensar a largo plazo. Necesitamos una
hoja de ruta, y no cualquier hoja de ruta, sino
una que nos ilusione, que consiga unir una nación tan rica y diversa como la española.
Empecemos con un Pacto de Estado centrado en aspectos como la educación o la previsión social, vitales para el desarrollo de una sociedad y que, en muchas ocasiones, tendrían
incluso que sobrevivirnos.
Estamos en la “Italia del siglo XV”, en un momento con los modelos económicos y sociales
en plena ebullición y con el condicionante, además, de que el mundo tiene, al mismo tiempo,
las herramientas de cambio más potentes de la
historia (la tecnología) y los riesgos más destructivos. Hoy en día, el ser humano es capaz
de plantearse mandar vida a Marte mientras miles de personas mueren de hambre y por enfrentamientos bélicos e ideológicos.
Estoy convencido de que España tiene un papel vital en el renacimiento de la nueva era. Tenemos el capital humano y la materia prima.
Ahora hemos de tomar las riendas y protagonizar esta nueva era de la historia en la que ni
las empresas, ni los gobiernos, ni las personas
volveremos a ser las mismas que éramos antes
de la crisis económica.
No dejemos que las cosas pasen, tomemos
el protagonismo de nuestro futuro, apostemos
por él y construyamos un nuevo país.
La tecnología como
catalizador de una
nueva era
Francisco Román,
presidente de Vodafone España
Los últimos datos macroeconómicos sugieren que nuestro país ya
ha emprendido el camino de la recuperación. En este proceso de
reactivación económica, el sector de las tele96
comunicaciones ha jugado y juega un papel
fundamental. En cualquier época, tanto de
crisis como de bonanza, es un sector clave
para la generación de crecimiento económico y desarrollo social, y, lógicamente, más
aun en momentos difíciles como los que nos
ha tocado vivir.
En este momento decisivo en que se encuentra España, la innovación y la tecnología han de ser protagonistas. A escala mundial estamos viviendo la que muchos llaman
la cuarta revolución industrial, motivada por
la aplicación del “Internet de las cosas y los
servicios” al ámbito productivo. Es decir, la
tecnología se ha convertido en el auténtico
catalizador en esta nueva etapa para la economía. Como país, no tenemos alternativa,
es un tren que tenemos que coger si queremos seguir siendo competitivos en un mundo globalizado.
Dicho de otra forma: la tecnología es un
elemento transformador de las propias empresas, y lo es de una forma acelerada. Se
trata de un proceso ineludible para cualquier empresa que quiera seguir en el mercado, y afortunadamente ese mensaje está
calando en el tejido productivo de nuestro
país. Desde nuestra posición como facilitador de la innovación observamos grandes
cambios en las empresas españolas, que
abogan por nuevas formas de trabajo y productividad personal, nuevas formas de gestión y nuevas soluciones para hacer que los
negocios se transformen y crezcan. Esta
transformación se basa en tres grandes grupos de soluciones que sirven de palanca en
la empresa: la banda ancha ultrarrápida segura, fija y móvil, comunicaciones unificadas en un entorno cloud e innovación en
procesos y servicios. Todas ellas constituyen la propuesta de Vodafone para ayudar
a las compañías españolas en este camino
irreversible.
Se trata de un esfuerzo conjunto de todos,
empresas y administraciones públicas. Por
una parte deberíamos incrementar sustancialmente la inversión en Investigación y Desarrollo. Por otra debemos asegurarnos de
que nuestras empresas aprovechan esta ola
tecnológica que está transformando la economía. Al fin y al cabo, se trata de alcanzar
un crecimiento económico estable y sostenible, un modelo de desarrollo basado en la
innovación y la productividad.
27 de octubre–2 de noviembre de 2014. nº 1083
Confianza en el
futuro
Andrés Romero,
director general de Santalucía Seguros
En Santalucía estamos
muy orgullosos de haber cumplido 92 años
creciendo y ayudando
a mejorar el día a día de
los españoles y contribuyendo a su bienestar.
Nuestro quehacer diario con las diferentes personas que confían
y han confiado en nosotros en el transcurso
de estos años nos ha hecho testigos y partícipes de múltiples situaciones y coyunturas,
tanto favorables como adversas, a las que
hemos hecho frente con dedicación, trabajo y esfuerzo.
El hecho de que nuestra actividad esté basada históricamente en el conocimiento y la
cercanía a nuestros clientes, nos reafirma
aún más en la confianza en que la sociedad
española saldrá fortalecida en los próximos
años.
En ese camino, vamos acercándonos a
nuestro primer siglo de vida confiando decididamenteen el futuro de la sociedad española y no ahorramos ilusión y dedicación
para aportar nuestro pequeño grano de arena al bienestar de las familias españolas.
La frescura de los jóvenes que nos están
abriendo nuevos horizontes, la tecnología
que está modificando el día a día de nuestro trabajo y, en definitiva, la velocidad y el
dinamismo al que está evolucionando nuestra sociedad no hace sino estimular nuestro
compromiso y confianza en que durante los
próximos años y, a pesar de las adversidades, veremos un incremento sustancial en el
bienestar de todos los españoles que contribuirá a fortalecer su cohesión social y su confianza en el futuro.
En este primer siglo que estamos próximos
a cumplir en santalucía queremos también
expresar nuestra más sincera felicitación a
EL SIGLO y a todo su equipo por su vigésimo
tercer aniversario con la convicción de que
esta histórica cabecera celebrará su centenario con el mismo rigor y calidad editorial
con los que hemos disfrutado hasta el día de
hoy.
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Por una sociedad
reinventada
Jesús Sánchez Bargos,
presidente de Thales España
Estamos ya en un nuevo tiempo que aparentemente se abre a renovadas posibilidades no
solo en la política sinotambién en otros ámbitos como en la economía con datos “macro”
esperanzadores.
Las empresas debemos fijarnos nuevos retos que generen valor en todos los sentidos,
para los clientes, los empleados, para el accionista y sobre todo a la sociedad retornando así parte de lo que ella nos ha dado
con anterioridad.
España tiene su idiosincrasia particular, es
el país número trece del mundo por volumen
de PIB y ahora se nos está poniendo como el
referente de crecimiento de la zona euro. Hemos pasado de una situación extremadamente
crítica a ser un ejemplo de cómo deben hacerse las cosas. El conjunto de la ciudadanía
ha sabido asimilar los retos que la crisis nos
ha planteado para aceptar e implantar las medidas adecuadas que nos están llevando a ver
la luz al final del túnel.
Al parecer la riqueza perdida no se recuperará hasta el 2018, pero tengo la firme convicción de que, con el esfuerzo de todos,
nuestra economía podrá recobrar su dinamismo y fuerza, volviendo a generar riqueza y empleo de calidad, para las generaciones presentes y futuras que nos permita crecer en áreas y sectores en donde la innovación y los nuevos desarrollos tengan una posición preponderante. Y todo ello será posible en la medida que prioricemos la inversión en I+D, en tecnología y en formación,
intentando evitar que se repita la pérdida de
jóvenes altamente preparados que en los últimos años se han visto obligados a emigrar
para desarrollarse profesionalmente.
Todo cambia, pero parece claro que hay
que crecer para generar empleo, Y que debemos ser más flexibles y competitivos, con
un enfoque prioritario en formar y preparar
el mejor talento que nos permita acceder a
nuevas oportunidades, desarrollar nuevas
capacidades y crecer en el exterior, aumentando aún más nuestra posibilidad exportadora. Al mismo tiempo tenemos que recuperar nuestro atractivo como destino inversor para que progresivamente la IED (inversión extranjera directa) recupere los niveles
en los que se encontraba antes de la crisis,
para ello España debe, entre otros aspectos,
facilitar las inversiones simplificando los procesos administrativos permitiendo la entrada de capital y de nuevas actividades comerciales que sean del beneficio de toda la
sociedad.
En definitiva, urge la necesidad de reinventarnos como modelo de sociedad, saber
qué queremos ser como país y ponernos a
trabajar en ello inmediatamente para no perder el tren del desarrollo.
Vertebración y
consenso
Javier Vega de Seoane,
presidente del Grupo DKV
Mi ya viejo amigo Pepe
García Abad, me invita
a que escriba unas líneas para la revista
EL SIGLO que cumple en
las próximas semanas
23 años de vida y lo hago con mucho gusto,
tanto por cumplir la demanda de quién tiene el mérito de mantener vivo este proyecto en un entorno tan difícil, como por la
oportunidad de compartir con los lectores
de EL SIGLO mis reflexiones sobre nuestra querida España en estos momentos tan inquietantes como interesantes.
Pepe alude en su carta al discurso de nuestro Rey Felipe VI, en el que abogaba por una
monarquía renovada para un tiempo nuevo
y me pide que exprese mi opinión sobre lo
que esta España renovada debería alumbrar.
No me cabe duda de que España, ha sido
un país con una historia de éxito muy notable y ello nos debería llenar de orgullo y de
confianza en la capacidad de la sociedad española para resolver los problemas que tenemos por delante. Y es evidente que toca
a las nuevas generaciones fajarse con esos
nuevos y viejos problemas y buscar y ejecutar las soluciones correspondientes.
Es cierto que no solamente España, sino
casi todas las sociedades, están muy desconcertadas, y casi nadie tiene claro lo que
se debe hacer, con lo que andamos faltos
de proyectos que generen afección ciudadana y de líderes que nos conduzcan a nuevos escenarios. La globalización y el desarrollo y generalización de las nuevas tecnologías, están generando una nueva sociedad, en la que ya no sirven las antiguas
reglas del juego, sin que tengamos diseñadas las nuevas.
Los comportamientos poco edificantes y
la falta de competencia de buena parte de
nuestros políticos, han generado un preocupante nivel de desafección y desconfianza de los ciudadanos, que no ven líderes fiables a quienes seguir y la sociedad, vertebrada finalmente en la transición, en torno
a unas pocas ideas que todos compartíamos
(libertad, democracia, Europa, cambio, progreso, modernidad…), se está de nuevo desvertebrando, tanto en el sentido social como territorial.
Que nadie dude de la función esencial que
tiene que jugar la clase política en una sociedad democrática, pero, a mi juicio, en este nuevo escenario, la sociedad civil debe
movilizarse y vertebrarse, tomando conciencia también de su responsabilidad en este proceso de reinvención y recuperación de
la ilusión y la confianza.
Es esencial que volvamos a crear una atmósfera de consenso, en la que personas
de distintas ideologías se pongan de acuerdo en aquellos temas esenciales (educación,
sanidad, energía, infraestructuras….) cuyos
objetivos se deducen no de las ideologías
sino del sentido común y las lecciones empíricas de la vida misma y dejar de pelearnos por asuntos partidistas, personales y
cortoplacistas
Me ha encantado ver la creación de la
“Fundación España Constitucional”, institución que agrupa a exministros de todos los
gobiernos de la democracia española, que
está presidida por Cristina Garmendia y que
reúne a personas de todas las generaciones,
independientes y de todos los signos políticos, desde el primer gobierno democrático.
Veremos cuál es su utilidad real, pero esa y
otras iniciativas de vertebración de la sociedad son fundamentales para atinar en estos tiempos de grandes cambios.
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A N I V E R S A R I O
Al servicio de todos
Antolín Aldonza,
director general de Asagua
Necesitamos ser optimistas, por eso apostamos por una nueva
época en la que desplieguen todos sus efectos, sin cortapisas, los
valores comúnmente
aceptados sobre los que
se asientan los derechos y deberes de todas
las personas, que forman el Título I de la
Constitución Española de 1978. Ese devenir,
sin duda, es esencial para preservar la dignidad de las personas.
El advenimiento pleno de este buen deseo
transformaría el mundo del agua, ya que solo con la solidaridad de todos y la generosidad de los gobernantes, el agua se pondrá
al servicio de todos, y eso ocurrirá cuando
el fin primigenio de los poderes públicos sea
el bien común, o lo que es igual, la felicidad
del pueblo.
El sector del agua en España adolece de
una clara dispersión de competencias y de
una adecuada planificación, por supuesto
técnica, no política y necesita de las inversiones necesarias y de un regulador único.
Todo ello es imprescindible para que en todo el territorio de España se disponga del
agua necesaria y el precio sea uniforme, ya
que tiene que haberlo, porque así lo exige
Europa y lo demanda la realidad: El agua es
de todos, pero requiere de inversiones para
construir las infraestructuras que se necesitan, mantenerlas y explotarlas y para darle
los tratamientos precisos hasta que sale por
el grifo y después para devolverla limpia a
los cauces.
Todos han de tener acceso al agua que necesitan en cantidad y calidad, tanto para el
consumo humano como para atender a todas las demás necesidades, y han de encontrar en la naturaleza aguas limpias, lo
que exige el tratamiento de las aguas residuales. Todo ello por ser necesario para que
disfrutemos de un medio ambiente adecuado en aras de la salud de las personas.
Lo dicho, no por ser un deseo es una quimera o si se quiere una utopía; es algo que
se puede conseguir con plenitud para mejorar lo que tenemos, para progresar. Se re98
quiere, eso sí, de una firme voluntad y, obviamente, del dinero necesario.
España tiene técnica y buenos técnicos, tanto en lo público como en lo privado, y una
administración hidráulica con experiencia de
la que podemos decir sin eufemismos que ha
sido y sigue siendo la mejor del mundo, capaz de atender las demandas. Pero estos medios poco pueden hacer si no se les despeja
el camino según lo comentado y se les dota
de los recursos materiales precisos.
Quizás se pueda pensar que en estos momentos la gestión del agua es algo inextricable y a lo mejor lo es, pero, sin duda, un
ejercicio del poder responsable daría a esta materia la transparencia que pide la razón y sería posible el hasta ahora malhadado pacto del agua, previa instauración
en la sociedad de una cultura del agua honesta que permita cohonestar las distintas
ideas y exigencias.
diendo la recuperación de la industria y oficios dentro del país para proteger nuestro
empleo y economía, conjugando la globalización, que continuará, pero salvaguardando un poco más lo nuestro, intentando mantener un equilibrio entre lo de fuera y lo de
dentro.
Se abre para toda España un nuevo tiempo liderado por una nueva generación. En
un momento complicado con el que vivimos, la monarquía de Felipe VI puede y debe ayudar a propiciar nuevas vías de entendimiento que redunden en una mayor
estabilidad para el país, reforzando ese proyecto común que es España, que tiene futuro y que seguirá siendo el punto de unión
de los españoles y además reforzará y potenciará la imagen de España en el exterior,
dando continuidad a la labor que ya empezó su padre.
Ángel Asensio,
presidente de Asecom
Una España con más
industria, menos
Administración y
más honestidad
Cada tiempo tiene sus
propios problemas, sus
propias circunstancias
y la nueva etapa que se
abre en España, a mi
juicio, se puede resumir
en dos palabras: cambio y continuidad.
Estamos en un cambio de ciclo económico-social y generacional, que es asunto de
todos y cada uno de nosotros, donde los nuevos tiempos serán de mayor transparencia,
en el que los agentes políticos, sociales y
económicos de nuestro país deberán de ser
capaces de formular conjuntamente y lo antes posible un nuevo pacto colectivo para
que la ciudadanía recupere la confianza en
nuestras instituciones y volvamos a sentirnos comprometidos colectivamente con un
proyecto ilusionante, de una sociedad española que cree más en ella misma y en lo
que hace. Con una apuesta que nos permita ser capaces de recuperarnos de nuestros
propios errores, apostando para ello por una
imagen mejor de España como país moderno, dinámico, creativo y también defen-
La larga y dura crisis
que padecemos ha dinamitado un modelo
económico basado en
una economía irreal,
con sectores muy especulativos, que en su derrumbe dejaron una sociedad empobrecida y un insoportable incremento del paro. A esto se unió la subida
de impuestos, el incremento del déficit y un
sinfín de desdichas. Y, además, heredamos
una pesada y gigantesca Administración y
una clase política, en su mayoría, instalada
en el desacuerdo a la hora de resolver problemas.
Ahora, todos queremos y debemos construir un nuevo tiempo de futuro para nuestro país y deberíamos empezar por el fomento decidido de la industria como primer paso para avanzar hacia una economía real, que “fabrique” puestos de trabajo mejor remunerados, más estables y de
Cambio y
continuidad
27 de octubre–2 de noviembre de 2014. nº 1083
José Manuel Collados,
presidente de Acogen
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más calidad, aprovechando la magnífica
formación de cientos de miles de jóvenes
preparados para cambiar el paisaje de una
España en declive.
Más industria, y menos servicios –que sobran– y atentos al riesgo de polarizarnos en
el sector turístico, cuyas altas cotas actuales serán difíciles de superar y pueden peligrar si se tranquilizan algunos países del
Mediterráneo.
Si logramos una España con un tejido industrial sólido e innovador y se acomete en
profundidad una reducción y reorganización
de las administraciones, estaremos en el buen
camino. Y, posiblemente, si se adelgaza la
estructura administrativa habrá más disponibilidad de presupuesto para inversiones
productivas, que buena falta nos hacen, por
ejemplo, en infraestructuras.
Y si la reestructuración llega también a la
política, mucho mejor. Sobran prebendas,
un país como el nuestro no puede permitirse esos dislates. Y algo realmente importante y urgente es la lucha contra esa corrupción instalada cómodamente en todos
los estamentos e instituciones, y esa lentitud de la justicia y la impunidad de algunos ante ella, situaciones que generan en
los ciudadanos un altísimo grado de malestar y hartazgo.
Necesitamos una política valiente e innovadora, que realmente apoye a la industria
y la reconozca como motor generador de
empleo y actividad; necesitamos una política energética que tenga esto en cuenta. Y
políticos que sepan mirar el largo plazo, con
visión estratégica, sin cortoplacismos interesados y con generosidad y honestidad. Así,
sí estaremos preparados para un ser un país
con futuro, un gran país.
Punto de inflexión
Eduardo Montes,
presidente de Unesa
Con la proclamación de
Felipe VI se inicia una
nueva etapa en España.
Este relevo en la jefatura
del Estado coincide, además, con una serie de
cambios políticos, sociales y económicos que
permiten hablar de un nuevo ciclo. El año
2014 ha sido, de hecho, un punto de inflexión.
Desde el plano económico, este año
2014 ha supuesto la confirmación de la
salida de la recesión económica y el principio del fin de una grave crisis que dura
ya siete años y que aún no se ha terminado de superar.
En este sentido, confío en que de ahora
en adelante, y gracias a las transformaciones que durante este tiempo se han llevado a cabo, se produzca un crecimiento económico sostenido y sostenible, alejado de
“burbujas” y centrado en el fortalecimiento del sector industrial español. Asimismo,
espero que la liberalización de la economía apuntale este crecimiento. Una liberalización que ha de extenderse también
al ámbito de la energía eléctrica, en el que
desarrollo mi actividad.
Igualmente es y será fundamental el fomento de la internacionalización de las empresas y la economía españolas, que deberán ser cada vez más competitivas en un
entorno globalizado como en el que hoy
se opera. En esta nueva etapa también será primordial la relación con los organismos internacionales y muy especialmente
con los comunitarios; unaspecto que cobra cada día más importancia.
En lo relativo a la política, la llegada de
Felipe VI al trono y la irrupción de nuevos
partidos políticos minoritarios pero pujantes, marcan la configuración de un nuevo
escenario. Estoy convencido de que en este nuevo periodo la sociedad española será capaz de aprovechar lo mejor de las nuevas propuestas, armonizadas bajo la batuta de un Gobierno estable y capaz de aunar voluntades. Todo ello bajo la atenta
mirada del nuevo monarca, que aportará
estabilidad y unidad.
Finalmente, me gustaría hacer referencia, desde el campo social, a lo que confío en que será una de las notas dominantes de este nuevo periodo: la creciente calidad de la formación de los jóvenes españoles; una nueva generación mejor preparada y capaz de contribuir al desarrollo de
la economía y la sociedad españolas con
su trabajo, ilusión y espíritu emprendedor.
Trabajando junto a ellos se perfila para España un futuro prometedor.
Creer es poder
Ángel Ortega,
presidente de la Asociación Ibérica de
Tecnología SIN Zanja
Citando las recientes
palabras de nuestro
nuevo rey Felipe VI en
la inauguración de la
Cumbre del Clima de
las Naciones Unidas,
“España está realizando
la transición hacia un
nuevo modelo de crecimiento basado en las
tecnologías limpias. Estoy aquí para asegurarles que el compromiso de España es firme en este gran reto.”
Las Tecnologías SIN Zanja son el futuro.
Aprobadas por la ONU como unas tecnologías ecológicamente racionales y ambientalmente sostenibles, abarcan sistemas y productos que presentan el potencial de ofrecer un rendimiento medioambientalmente
mejorado en comparación con otras tecnologías a las que sustituyen (Agenda 21
Cap.34). Las tecnologías sin zanja protegen
el medio ambiente, son menos contaminantes, utilizan los recursos de forma más
sostenible y tratan los residuos de mejor manera que las tecnologías tradiciones.
La labor de la Asociación Ibérica de Tecnología SIN Zanja (IbSTT) es promover la utilización de estas tecnologías y colaborar con
las administraciones en materia de legislación y normalización. La promoción de una
tecnología requiere, ante todo, informar. Este es nuestro objetivo prioritario. Informar
incluye presentar las tecnologías disponibles
y los casos prácticos sobre su utilización, dar
a conocer los diferentes criterios de selección entre las diferentes tecnologías aplicables y ofrecer información sobre normativa
internacional o nacional y sobre criterios de
diseño y proyecto. Mediante la promoción
se pretende desarrollar la utilización de las
tecnologías sin zanja. Dando por sentado
que la información proporciona conocimientos, resulta también evidente que los
conocimientos empujaran el desarrollo.
Las empresas de IbSTT creen en la necesaria protección del medio ambiente. Aplicando las Tecnologías SIN Zanja en la realización de proyectos garantizamos un mejor futuro de nuestra economía, protegemos
nº 1083. 27 de octubre–2 de noviembre 2014
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A N I V E R S A R I O
al entorno y al ciudadano, desarrollando normativa y diseñando estratégicas de negocio
y de innovación. Hay que concienciar a la
opinión pública y a la administración de la
necesidad de la utilización en las tecnologías SIN Zanja. Creemos firmemente que es
posible que nuestras ciudades se conviertan
en lugares más saludables, prósperos y sostenibles, que proporcionen una buena calidad de vida a todos los habitantes mediante el conocimiento y aplicación de las nuevas tecnologías en el ámbito de la Innovación y la sostenibilidad.
Queremos, y como decía Virgilio “pueden
porque creen que pueden”, ser la Asociación de referencia para el desarrollo de soluciones, aplicaciones y nuevas tecnologías
que garanticen un futuro sostenible, donde
las ciudades sean inteligentes y seguras, que
impulsen el crecimiento económico y sostenible garantizando las necesidades de generaciones futuras. Por todo ello IbSTT trabaja con toda la energía, dedicación, pasión
y conocimiento de que dispone, para convertirse en referente nacional e internacional. Promueve un desarrollo sostenible de
las smart cities mediante el uso de las Tecnologías SIN Zanja o Tecnologías No Dig
como eje estratégico en su desarrollo.
Una
reindustrialización
basada en la
bioindustria y la
economía circular
Carlos Reinoso,
director general de Aspapel
A larga crisis ha supuesto para todos una catarsis que empieza a alumbrar un tiempo nuevo.
Uno de los ejes de esa
transformación es la
economía real, que genera valor añadido y riqueza, que crea empleo estable y de calidad,
que invierte e innova. Una economía basada
en un nuevo modelo industrial de consumo
y producción sostenible, que haga un uso más
eficiente de los recursos.
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Una industria como
garantía de futuro
Gonzalo Urquijo,
presidente de Unesid
Se trata de pasar de la filosofía del “usar y
tirar“ a un modelo circular en el que los residuos se transforman en recursos, buscando la eficiencia a lo largo de todo el ciclo:
ecodiseño de los productos, materiales fácilmente reciclables, desarrollo de sistemas
de recogida, uso de materias primas renovables y recursos locales…
En la industria de la celulosa y el papel
en España estamos aplicando ya hoy ese
modelo. Somos una bioindustria basada en
un recurso natural y renovable –la madera– que se cultiva en plantaciones. Fabricamos productos naturales, que se reciclan
masivamente. Y nuestros procesos de fabricación son altamente eficientes en el uso
de agua y energía y en la gestión de los residuos del proceso. El 83% de la madera y
el 70% del papel para reciclar que utilizamos como materia prima es de procedencia local. En España no tenemos petróleo
ni gas, pero sí buenas condiciones climáticas para el cultivo de madera y superficie baldía por el abandono de labores agrícolas. Además hemos desarrollado un eficiente sistema de recogida de papel para
reciclar y somos subcampeones europeos
del reciclaje.
La celulosa y el papel unen a su versatilidad una gran capacidad de innovación. La
nanocelulosa o microcelulosa tendrán numerosas aplicaciones en el packaging, los
productos higiénicos y absorbentes,etc. Los
papeles están integrando soluciones informáticas en el ámbito gráfico y en el embalaje, con el resultado de papeles inteligentes que interactúan con el consumidor y con
los productos que protegen.
Los bioproductos renovables y reciclables
como el papel, capaces de producir el mayor valor añadido a partir de las materias primas iniciales, son los productos del futuro,
los más aptos para satisfacer las demandas
de los nuevos consumidores.
27 de octubre–2 de noviembre de 2014. nº 1083
Nos plantea EL SIGLO
una reflexión sobre el
nuevo tiempo que vivimos y nos pregunta
cómo será esa nueva
España que debería
alumbrar. No tengo dudas: desearía un país
con una sólida base industrial.
La industria genera el empleo de mayor cualificación, con más estabilidad y mejores salarios, y cuenta con un efecto dinamizador
acreditado, hasta un 60% de creación de empleo indirecto por cada puesto de trabajo en
el caso de nuestra industria siderúrgica.
Yendo, pues, a nuestro terreno, espero que
en este nuevo tiempo la siderurgia española
pueda contar con un marco adecuado que la
permita seguir produciendo acero para infraestructuras vitales de la vida diaria: automóviles, trenes, envases, aeronáutica, maquinaria, electrodomésticos, electrónica, construcción… y un sinfín de productos que contribuyen a crear una sociedad más innovadora.
Para ello es necesaria una adecuada política de energía y clima. Si se tiene el marco adecuado se puede. Si no, nuestra industria no
avanzará. Desde la base de que debemos avanzar hacia una economía baja en carbono, es
necesario que la Unión Europea impulse un
acuerdo mundial sobre clima y energía, un
marco global en el que la industria opere en
igualdad de condiciones. El actual sistema europeo de comercio de emisiones no funciona.
Si Europa, y por supuesto España, están convencidas de que la salida a la crisis pasa por
la reindustrialización, deben actuar en consecuencia. Costes energéticos y de emisiones
siguen siendo una asignatura pendiente.
La siderurgia siempre ha defendido que las
plantas más eficientes no sean penalizadas con
un sobrecoste que lastre su competitividad.
Nuestros gobernantes no deben olvidar que
la inversión industrial tiene un elevado rendimiento social en empleos de calidad, fomento de la innovación y riqueza y bienestar para las comunidades en las que se asienta. Una
España industrial es la garantía de futuro.
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