Soumission - Papel Digital

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LATERCERA Sábado 10 de enero de 2015
Soumission
[MICHEL HOUELLEBECQ]
Flammarion, 2014
320 págs.
21 euros en amazon.fr
Pablo Marín
François, profesor de literatura francesa decimonónica
en la Sorbona Nueva-París 3,
despertó dueño de una total
lucidez la madrugada del domingo 29 de mayo de 2022. A
las 4 AM, horas antes de la segunda ronda de las elecciones
presidenciales, se levantó y
casi sin pensarlo comenzó a
hacer una maleta, decidido a
abandonar por un tiempo su
departamento parisino. A las
5.30 su Volkswagen Touareg
estaba ya en la puerta meridional de la ciudad, vacía en
esos momentos. “No tenía
ningún proyecto, ningún
destino preciso”, comenta el
académico de 44 años, narrador y protagonista de Sumisión. “Sólo la sensación,
muy vaga, de que quería dirigirme al Sudeste. De que, si
una guerra civil iba a estallar
en Francia, le tomaría más
tiempo llegar al Sudeste”.
No hubo guerra civil ese día
ni la hay en las 300 páginas de
la última novela de Michel
Houellebecq (1958), el más
mediático y controvertido de
los escritores franceses. Pero
hay, en el primer tercio, un
estado de alteración que se
expresa en violencia calleje-
ra que los medios no reportan, en apagones y en volantes callejeros de grupos radicalizados llamando a preparar… la guerra civil. También
hay una novedad absoluta:
un musulmán, el ficticio Mohamed Ben Abbes, es ungido
nuevo Presidente de la República, con el apoyo de un
“frente republicano amplio”
que derrota a la ultraderechista Marine Le Pen. Otro
musulmán, más adelante,
será electo en Bélgica, y otros
integrarán coaliciones de gobierno en Inglaterra, Alemania y Holanda.
Con esta premisa, y la polvareda levantada en torno a
ella, llegaba el pasado miércoles a las librerías el anticipado libro del autor de Las
partículas elementales,
quien ya arrastraba larga
fama de “islamofóbico” (ver
nota secundaria). Coincidentemente, elmiércoles se producía el ataque terrorista a
Charlie Hebdo, la revista satírica que en su número de
esta semana llevaba al autor
en la portada, desdentado y
vestido de hechicero. Como si
algún publicista desquiciado se hubiese ocupado de
planearlo.
Conforme al estilo y a las
RR El último número de
Charlie Hebdo llevó a
Houellebecq de portada.
inquietudes houellebecquianas, el libro es un retablo de
decrepitudes y cinismos en
torno a una sociedad, un país
y una civilización en decadencia. También, una ucronía
delirante y una fábula imposible. Hasta cierto punto.
Como dispone el Islam
La fantasía política en curso
es de la mayor importancia
en el libro. Pero los cambios
y golpes de timón son leídos
desde la soledad de un profesor universitario. François,
como tanto protagonista/alter ego houellebecquiano, no
es de una gran autoestima, lo
que no le impide despreciar
a sus coetáneos ni valorar sus
propias capacidades. De joven pasó siete años investigando la vida y la obra de su
autor predilecto, J.K. Huysmans (1848-1907), y tras publicar su tesis doctoral a este
respecto se aseguró la seguridad laboral de una cátedra
y el respeto que provee el hecho de ser una autoridad internacional en alguna materia. Hijo único de padres divorciados, está más o menos
resignado a la vida que lleva
y a su propia soltería. Como
consuelo sexual tiene a alumnas o ex alumnas que se van
renovando cada temporada y
con quienes no llega a involucrarse seriamente.
Lo previsible de su vida se
ve trastocado, sin embargo,
con la llegada al poder de la
imaginaria Fraternidad Musulmana francesa. Por de
pronto, París 3 se transforma
en una universidad islámica
donde las estudiantes llevan
velo. Acto seguido, lo despiden: no siendo musulman ni
aspirando a serlo, se acoge a
un retiro (muy) anticipado y
económicamente interesante, tras lo cual empieza a ver
en qué invertirá el resto de su
existencia. Por ejemplo, a pa-
searse por las calle, donde
sin embargo ya no se ven los
escotes ni las breves faldas
que solían encenderlo. Nada
grave, eso sí: los aires islámicos no han barrido con la
prostitución virtual y por ese
lado François se desquita.
Siendo un “moderado” que
navega sensatamente en las
aguas políticas, Ben Abbes
promueve el fin del trabajo
femenino, así como vestimentas más adecuadas a las
nuevas circunstancias, inserto ello en una política profamilia y patriarcalista -e
“imperial”, al decir de un
miembro de los servicios secretos- que gana muchos
adeptos. Y que aspira, en un
plazo de tres años, a reducir
en un 85% los gastos sociales.
Partiendo por la Educación.
François se adapta a las circunstancias.
El cinismo del protagonista no es tan fuerte como su
distancia abismal respecto
del ethos contemporáneo. No
es creyente, pero algo del descascaramiento de la civilización “occidental –socialdemócrata” le hace clic cuando
escucha al rector de su universidad, que lo quiere reintegrar: un belga convertido
hace largo tiempo, que se en-
camina a las altas cumbres
del poder y que tiene dos esposas (una de ellas, de 15
años), le dice que “la suma de
la felicidad reside en la sumisión más absoluta”. La de la
mujer hacia el hombre y la
del hombre hacia Dios, “tal
como lo contempla el Islam”.
¿Acaso son peores ahora las
cosas que antes? ¿No tendría
sentido dejarse llevar y hacer
lo impensado? Las últimas
páginas dan una respuesta
escrita en condicional.
Reconociendo la mordacidad y la ironía perversa de su
autor, los críticos de medios
franceses como Libération
y Marianne han reprochado
(nuevamente) su nihilismo
reaccionario y antihumanista, su gusto por la soledad del
individuo sin ideales, democráticos o de algún tipo.
Otros, como el escritor
Emmanuel Carrère en Le
Monde, han celebrado su
“extraordinaria consistencia novelesca”. Si bien queda un largo año para que
Anagrama permita al lector
hispanoparlante formarse
su propio juicio, una máquina de pareceres y controversias está ya en marcha.
Más aún en los violentos días
que corren.b