CÓMO UN CRISTIANO DEBE VIVIR P. Steven Scherrer, MM, ThD www.DailyBiblicalSermons.com Homilía del lunes, 20ª semana del año, 18 de agosto de 2014 Ezeq. 24, 15-24, Deut. 32, Mat. 19, 16-22 Las citaciones bíblicas son de Reina Valera, revisada 1960, si no indico otra traducción. “Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme” (Mat. 19, 21). Aquí vemos la llamada de Jesús a la perfección. Esto es para los que dejan todo lo de este mundo para vivir en adelante sólo para Cristo con todo su corazón, sin división alguna de su corazón en su amor por él. Como la conclusión del sermón del monte Jesús dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mat. 5, 48). Esta llamada fue dirigida a todos los que le oyeron en esta gran muchedumbre. Es decir, todos son llamados a la perfección. En otra ocasión dijo: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14, 33). Este dicho radical también fue dirigido a todos. Cada persona que quiso ser su discípulo, tenía que renunciar a todo lo que tenía. Tenía que dedicarlo al Señor y al servicio de los demás. En las bienaventuranzas Jesús dijo: “Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios … Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo” (Lucas 6, 20. 24). Es decir, un cristiano debe ser pobre, no rico. Y si es rico, debe despojarse de sus riquezas para ayudar a los pobres o para servir a Dios, ministrando a los demás de alguna manera. Un cristiano debe ser como el hombre que descubrió un tesoro en un campo y vendió todo lo que tenía para comprar este campo y así obtener el tesoro. El reino de Dios es este tesoro. Para obtenerlo tenemos que vender todo lo que tenemos (Mat. 13, 44). Este dicho también fue dirigido a todos. Jesús dijo también que no podemos servir a dos señores, a Dios y también a las riquezas (Mat. 6, 24), y no debemos hacer tesoros para nosotros en la tierra, sino sólo en el cielo (Mat. 6, 19-20). Y dijo: “Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará “ (Marcos 8, 35). Debemos, pues, perder nuestra vida en este mundo por causa de Cristo, gastándonos en su servicio. Estos dichos también son dirigidos a todos, a todos los que quieren ser sus discípulos. Jesús dijo también que sus seguidores no son de este mundo. “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17, 16). Debemos, pues, dejar al mundo y sus deseos. Y dijo: “Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mat. 19, 24). Y esto también es para todos. Así es la vida cristiana, un nuevo tipo de vida en este mundo, una vida en que vivimos sólo para Dios y su servicio. Así debe vivir un cristiano. Si los ricos quieren entrar en el reino de Dios, deben vivir así. Y los que renuncian incluso al matrimonio y la familia para el reino de Dios, recibirán la recompensa céntupla (Mat. 19, 29). Esta es la vida religiosa, la vida consagrada, la vida célibe. Es la manera más radical, literal, y completa de seguir estos consejos y retos de Jesús (1 Cor. 7, 32-34. 38). Es el camino de amar a Dios con un corazón completamente indiviso, no dividido ni siquiera por el amor de una esposa y familia cristiana. 2
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