LUNES 1 DE AGOSTO DEL 2011 26 EFECTOs BIOLÓGICOS DEL MALTRATO durante la niñez La ciencia analiza cómo responde el cerebro ante el abuso infantil E MICHELE CATANZARO BARCELONA Q 33 El equipo que ha desarrollado la investigación, el pasado viernes en la facultad de Biología de la UB. ciones raras, sino un aspecto normal de la variabilidad genética, que afecta al 40% de la población. El gen en cuestión es el responsable de la síntesis del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), una proteína relacionada con la supervivencia de neuronas en respuesta al estrés. Las variantes que implican una menor secreción de BDNF están asociadas a más vulnerabilidad al estrés. «Se ven cambios en las células, especialmente en las neuronas, de los niños y niñas que sufren violencia, pero desconocemos cómo se producen», dice Manel Esteller, del Institut d’Investigacions Biomèdiques de Bellvitge (Idibell). «Desde el punto de vista evolutivo, el cerebro infan- til está diseñado para recibir buenos cuidados paternos, no violencia», afirma Fañanás. Es probable que el maltrato disminuya el umbral de estrés del cerebro. «Se modifican algunos receptores neuronales en el hipocampo, se reduce la conectividad y cambia la producción de ciertas proteínas», explica. El trabajo de Fañanás se concentra en los síntomas psicóticos atenuados derivados de los abusos. La investigadora explica un ejemplo típico de este trastorno: tomar un taxi y tener la sensación de que el conductor mira constantemente por el retrovisor de manera amenazadora, cuando realmente no es así. El equipo de Fañanás ha detectado que la presencia de algunas variantes de un gen incrementa el riesgo de padecer esos síntomas, si el paciente ha sufrido abusos en la infancia. Estas variantes no son unas muta- 2 3 4 VULNERABILIDAD / 33 Neuronas vistas al microscopio. LA CAUSA ES EL MALTRATO / Esto no quie- re decir que todos los que tengan esas variantes vayan a tener trastornos ni tampoco que todos los que tienen esos trastornos han sufrido abusos. «No hay que confundirse: el elemento de riesgo es el maltrato», apunta Fañanás. Las características genéticas pueden modular sus consecuencias «pero también hay factores psicosociales, que pueden ser protectores», concluye. H las claves 1 ¿Qué tipo de adversidades son las peores? El trabajo de Fañanás constata que los episodios de abuso sufridos antes de los 16 años incrementan el riesgo de sufrir síntomas psicóticos en la edad adulta. Sin embargo, esta correlación no se detecta en el caso en que los malos tratos no se convierten en violencia y se limitan al abandono, posiblemente porque la distinta magnitud de la experiencia de maltrato somete al cerebro a dos niveles distintos de exigencia. Puigdomènech Calor interno El reto más urgente es formar a maestros y a pediatras para la detección temprana El trabajo refuerza evidencias ya apuntadas por estudios anteriores, y detalla que aproximadamente un 40% de la población tiene variantes de un gen que los hace especialmente vulnerables a sufrir síntomas psicóticos en la edad adulta, si han sufrido adversidad infantiles. Este resultado se añade a un conjunto de trabajos que están echando un poco de luz sobre las marcas biológicas dejadas por la violencia tempranas. PERE GUILLERMO MOLINER Investigadores de la UB estudian variantes genéticas en 500 víctimas españolas ue sufrir abusos en la infancia produce infelicidad no es ninguna novedad. Sin embargo, la cadena de procesos biológicos que llevan de la experiencia de violencia a los trastornos psiquiátricos asociados no es fácil de desentrañar. En los últimos años, los científicos han ensamblado algunas de las numerosas piezas de este puzle. «Que el maltrato afecte al cerebro es algo reconocido. Lo difícil es entender los mecanismos biológicos implicados», explica Lourdes Fañanás, investigadora de la Universitat de Barcelona (UB) y de la red de investigación Cibersam. Fañanás coordinó un análisis genético de 533 españoles adultos que sufrieron abandono o violencia en la infancia, cuyos resultados se han publicado en la revista British Journal of Psychiatry. Al trabajo han contribuido, entre otros, Sílvia Alemany y Bárbara Arias, también de la UB. EL ADN de la semana ¿Cómo se estudian científicamente estos fenómenos? Estudiar la privación afectiva en laboratorio es casi imposible. «Podemos analizar la privación ocular de un ratón: se le tapa un ojo o una oreja y se mira cómo cambia la expresión de los genes en el hemisferio cerebral correspondiente, con respecto al hemisferio del ojo destapado», explica Esteller. Esto permite analizar los efectos genéticos de la privación de visión. Estudiar la privación de cariño es más complejo. ¿Qué cambios inducen los abusos en las neuronas? El investigador canadiense Michael Meaney llevó a cabo un controvertido análisis del cerebro de 13 suicidas que sufrieron abusos en su infancia. El ADN de todos los individuos está sembrado de marcas epigenéticas, moléculas que modifican su funcionamiento. El patrón de marcas de los suicidas era distinto del de la población general. Esto apuntaría a que los abusos podrían modificar la distribución de estas marcas. ¿Cómo se ‘cura’ la violencia infantil temprana? «Estamos lejos de las aplicaciones farmacológicas de nuestros hallazgos para paliar las consecuencias del abuso: tenemos aún muchísimo por entender», afirma Fañanás. «Formar a pediatras y a profesores capaces de detectar el abuso de forma temprana y tener una sociedad de adultos responsables siguen siendo las mejores inversiones para el futuro», afirma la investigadora. l calor se deja notar en mitad del verano. Los rayos del Sol nos caen encima de la cabeza y calientan el suelo y el aire. La luz solar es nuestra principal fuente de energía. Pero nos llega también calor desde el fondo de la Tierra. Un estudio de un consorcio internacional encabezado por universidades japonesas concluye que una parte importante de este calor interno procede del que tenía el planeta cuando se formó hace 4.500 millones de años y que se va disipando con el tiempo. Cuando nos adentramos en las profundidades de la Tierra, por ejemplo en las minas, sentimos que la temperatura aumenta. También sabemos que a veces la corteza terrestre se rompe y se forma un volcán del que salen materiales a alta temperatura y que hay fuentes termales que incluso utilizamos para produ- En el interior de la Tierra aún hay calor residual de hace 4.500 millones de años cir electricidad. Se ha discutido mucho el origen de ese calor. Hay quien piensa que es el resultado de la descomposición de elementos radiactivos (como el uranio) que hay en el interior del planeta. Y hay quien piensa que es calor que queda de cuando se formó la Tierra. Los resultados que se publican son mediciones de unas partículas, los neutrinos, que se producen en las reacciones radiactivas. Esto permite medir el nivel de estas reacciones y deducir que la radiactividad y la temperatura original contribuyen a partes iguales al calor que se desprende del interior de la Tierra. Estas dos fuentes de calor van disminuyendo con el tiempo y por tanto el planeta ha sido enfriándose desde que se formó, y lo seguirá haciendo en los próximos miles de millones de años. La energía interna es el origen de las fuentes termales y los volcanes, pero también hace que la corteza terrestre se desplace y tiemble. Si estas fuentes de calor se agotaran, se podría llegar a un estado en el que no se producirían terremotos ni volcanes. De todas maneras, si esto debe pasar dentro de mil millones de años, es comprensible que ahora nos preocupe más cómo nos calientan este verano los rayos del Sol.H
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