La ciencia analiza cómo responde el cerebro ante el - Cibersam

LUNES
1 DE AGOSTO DEL 2011
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EFECTOs BIOLÓGICOS DEL MALTRATO durante la niñez
La ciencia analiza cómo responde
el cerebro ante el abuso infantil
E
MICHELE CATANZARO
BARCELONA
Q
33 El equipo que ha desarrollado la investigación, el pasado viernes en la facultad de Biología de la UB.
ciones raras, sino un aspecto normal
de la variabilidad genética, que afecta al 40% de la población. El gen en
cuestión es el responsable de la síntesis del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), una proteína
relacionada con la supervivencia de
neuronas en respuesta al estrés. Las
variantes que implican una menor
secreción de BDNF están asociadas a
más vulnerabilidad al estrés.
«Se ven cambios en las células, especialmente en las neuronas, de los
niños y niñas que sufren violencia,
pero desconocemos cómo se producen», dice Manel Esteller, del Institut d’Investigacions Biomèdiques
de Bellvitge (Idibell). «Desde el punto
de vista evolutivo, el cerebro infan-
til está diseñado para recibir buenos
cuidados paternos, no violencia»,
afirma Fañanás. Es probable que el
maltrato disminuya el umbral de estrés del cerebro. «Se modifican algunos receptores neuronales en el hipocampo, se reduce la conectividad
y cambia la producción de ciertas
proteínas», explica.
El trabajo de Fañanás se concentra en los síntomas psicóticos atenuados
derivados de los abusos. La investigadora explica un ejemplo típico de este trastorno: tomar un taxi y tener la
sensación de que el conductor mira
constantemente por el retrovisor de
manera amenazadora, cuando realmente no es así. El equipo de Fañanás ha detectado que la presencia de
algunas variantes de un gen incrementa el riesgo de padecer esos síntomas, si el paciente ha sufrido abusos en la infancia.
Estas variantes no son unas muta-
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VULNERABILIDAD /
33 Neuronas vistas al microscopio.
LA CAUSA ES EL MALTRATO / Esto no quie-
re decir que todos los que tengan
esas variantes vayan a tener trastornos ni tampoco que todos los que
tienen esos trastornos han sufrido
abusos. «No hay que confundirse: el
elemento de riesgo es el maltrato»,
apunta Fañanás. Las características
genéticas pueden modular sus consecuencias «pero también hay factores psicosociales, que pueden ser
protectores», concluye. H
las claves
1
¿Qué tipo de
adversidades son
las peores?
El trabajo de Fañanás constata que
los episodios de abuso sufridos
antes de los 16 años incrementan el
riesgo de sufrir síntomas psicóticos
en la edad adulta. Sin embargo,
esta correlación no se detecta en el
caso en que los malos tratos no se
convierten en violencia y se limitan al
abandono, posiblemente porque la
distinta magnitud de la experiencia
de maltrato somete al cerebro a dos
niveles distintos de exigencia.
Puigdomènech
Calor interno
El reto más urgente
es formar a maestros
y a pediatras para la
detección temprana
El trabajo refuerza
evidencias ya apuntadas por estudios anteriores, y detalla que aproximadamente un 40% de la población
tiene variantes de un gen que los hace especialmente vulnerables a sufrir síntomas psicóticos en la edad
adulta, si han sufrido adversidad infantiles. Este resultado se añade a
un conjunto de trabajos que están
echando un poco de luz sobre las
marcas biológicas dejadas por la violencia tempranas.
PERE
GUILLERMO MOLINER
Investigadores de la
UB estudian variantes
genéticas en 500
víctimas españolas
ue sufrir abusos en la infancia produce infelicidad no es ninguna novedad. Sin embargo, la
cadena de procesos biológicos que
llevan de la experiencia de violencia
a los trastornos psiquiátricos asociados no es fácil de desentrañar. En los
últimos años, los científicos han ensamblado algunas de las numerosas
piezas de este puzle.
«Que el maltrato afecte al cerebro es algo reconocido. Lo difícil es
entender los mecanismos biológicos implicados», explica Lourdes Fañanás, investigadora de la Universitat de Barcelona (UB) y de la red de
investigación Cibersam. Fañanás coordinó un análisis genético de 533
españoles adultos que sufrieron
abandono o violencia en la infancia,
cuyos resultados se han publicado
en la revista British Journal of Psychiatry. Al trabajo han contribuido, entre otros, Sílvia Alemany y Bárbara
Arias, también de la UB.
EL ADN
de la semana
¿Cómo se estudian
científicamente
estos fenómenos?
Estudiar la privación afectiva en
laboratorio es casi imposible.
«Podemos analizar la privación
ocular de un ratón: se le tapa un ojo
o una oreja y se mira cómo cambia
la expresión de los genes en el
hemisferio cerebral correspondiente,
con respecto al hemisferio del ojo
destapado», explica Esteller. Esto
permite analizar los efectos genéticos
de la privación de visión. Estudiar la
privación de cariño es más complejo.
¿Qué cambios
inducen los abusos
en las neuronas?
El investigador canadiense Michael
Meaney llevó a cabo un controvertido
análisis del cerebro de 13 suicidas
que sufrieron abusos en su infancia.
El ADN de todos los individuos está
sembrado de marcas epigenéticas,
moléculas que modifican su
funcionamiento. El patrón de marcas
de los suicidas era distinto del de la
población general. Esto apuntaría a
que los abusos podrían modificar la
distribución de estas marcas.
¿Cómo se ‘cura’
la violencia infantil
temprana?
«Estamos lejos de las aplicaciones
farmacológicas de nuestros
hallazgos para paliar las
consecuencias del abuso: tenemos
aún muchísimo por entender»,
afirma Fañanás. «Formar a pediatras
y a profesores capaces de detectar
el abuso de forma temprana y
tener una sociedad de adultos
responsables siguen siendo las
mejores inversiones para el futuro»,
afirma la investigadora.
l calor se deja notar en
mitad del verano. Los rayos del Sol nos caen encima de la cabeza y calientan el suelo y el aire. La luz solar es nuestra principal fuente de
energía. Pero nos llega también
calor desde el fondo de la Tierra.
Un estudio de un consorcio internacional encabezado por universidades japonesas concluye que
una parte importante de este calor interno procede del que tenía
el planeta cuando se formó hace
4.500 millones de años y que se va
disipando con el tiempo.
Cuando nos adentramos en
las profundidades de la Tierra,
por ejemplo en las minas, sentimos que la temperatura aumenta. También sabemos que a veces la corteza terrestre se rompe
y se forma un volcán del que salen materiales a alta temperatura y que hay fuentes termales que
incluso utilizamos para produ-
En el interior de la
Tierra aún hay calor
residual de hace 4.500
millones de años
cir electricidad. Se ha discutido
mucho el origen de ese calor. Hay
quien piensa que es el resultado
de la descomposición de elementos radiactivos (como el uranio)
que hay en el interior del planeta. Y hay quien piensa que es calor que queda de cuando se formó
la Tierra. Los resultados que se publican son mediciones de unas
partículas, los neutrinos, que se
producen en las reacciones radiactivas. Esto permite medir el
nivel de estas reacciones y deducir que la radiactividad y la temperatura original contribuyen a
partes iguales al calor que se desprende del interior de la Tierra.
Estas dos fuentes de calor van
disminuyendo con el tiempo y
por tanto el planeta ha sido enfriándose desde que se formó, y
lo seguirá haciendo en los próximos miles de millones de años. La
energía interna es el origen de las
fuentes termales y los volcanes,
pero también hace que la corteza terrestre se desplace y tiemble.
Si estas fuentes de calor se agotaran, se podría llegar a un estado
en el que no se producirían terremotos ni volcanes. De todas maneras, si esto debe pasar dentro
de mil millones de años, es comprensible que ahora nos preocupe más cómo nos calientan este
verano los rayos del Sol.H