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Cómo Alimentarnos Mejor. ¡Sí
se puede!
Vilda Figueroa, Olimpia Carrillo y José Lama
Proyecto Comunitario Conservación de Alimentos / [email protected] / www.alimentacioncomunitaria.org
El progreso agrícola e industrial aunque ha producido un
mayor volumen y diversidad de alimentos nunca antes
logrado en el desarrollo de la humanidad, ha permitido,
(aunque aún persiste el problema del hambre), el acceso a
la alimentación de un número mucho mayor de personas. Se
han ido dejando atrás las grandes hambrunas que causaban
millones de muertos en diferentes continentes. Sin embargo,
no se han logrado hábitos de alimentación que posibiliten
disminuir los riesgos de contraer enfermedades relacionadas
con la dieta.
Se sabe en la actualidad que las principales causas de
muerte en los países donde no predominan las enfermedades
infecciosas, se debe a lo que se ha dado en llamar “enfermedades de la civilización” o enfermedades relacionadas y en
algunos casos potencialmente provocadas por malos hábitos
alimentarios.
Los malos hábitos alimentarios se han ido imponiendo
con el avance de las sociedades contemporáneas. El gusto por
la comida “basura o chatarra” y por las bebidas artificiales, la
preferencia por productos refinados, la carencia de fibra en
las dietas, el exceso de consumo de azúcar, de sal y de grasas,
un deficiente consumo de hortalizas, frutas y otros alimentos
de origen vegetal, y una predilección excesiva por las carnes
rojas y sus derivados que algunos simbolizan y otros aspiran
como sinónimo de opulencia y de una buena alimentación,
parecen predominar en las sociedades de consumo, todo esto
complementado con un estilo de vida sedentaria y estresada.
La obesidad, declarada una enfermedad por la Organización
Mundial de la Salud, se apodera de muchos sectores, inclusive
de bajos ingresos.
Otro motivo de preocupación actual para todas las
personas, es la producción de cultivos y animales altamente
contaminados por el uso de fertilizantes, plaguicidas, drogas
y otros productos para lograr una producción agrícola cada
día más intensiva y adulterada, con el uso intensivo de energía
fósil no renovable y la transformación de las materias primas
básicas.
Esta situación, no solo pone en peligro las reservas de
combustible, la fertilidad de los suelos, la contaminación ambiental y otros aspectos ecológicos, sino que no ha sido capaz
de resolver el dilema actual: por primera vez en la historia de la
humanidad, la vida de los seres humanos y su medio ambiente
peligra, la comida que se produce en el mundo alcanza para
todos, pero aumentan cada día los hambrientos y los niveles
de pobreza.
En el contexto de Latinoamérica y el Caribe, donde el
panorama alimentario fue abortado por la colonización europea, los acontecimientos no siguieron su curso histórico,
de manera que los alimentos aborígenes se fueron sustituyendo por otros introducidos o de importación como por
ejemplo el trigo.
Productos consumidos en exceso como la sal, grasas,
azúcar y las carnes de res y cerdo, desconocidos en América
hace algo más de 500 años, forman parte en la actualidad de
los alimentos cuyo consumo abusivo producen los problemas
crónicos de salud más serios que afectan a una gran parte de
la población de nuestro continente.
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Alimentación y Salud
Las políticas de salud han cambiado en los últimos 30-40
años, sobre todo en los países desarrollados y en países como
Cuba que aunque no han alcanzado un alto desarrollo económico, su programa social ha apoyado y priorizado la atención
a la salud de sus habitantes. Estos cambios de política se han
basado en el hecho de la disminución observada en la incidencia
de muertes y enfermedades causadas por agentes infecciosos.
Así como, por deficiencias nutricionales debidas a carencias
de proteínas y energía en la dieta, por la disminución de la
mortalidad infantil y por una prolongación de la esperanza de
vida de las personas hasta más de 70-75 años.
Las variaciones en estos indicadores de salud han estado
asociadas principalmente a mejores situaciones higiénico sanitarias, atención de los servicios médicos y a un mejor estándar
de vida. Pero, con un aumento paralelo de las enfermedades
crónicas y degenerativas, muchas de las cuales se relacionan
con la dieta y el estilo de vida, pudiendo ser prevenidas.
Se refiere que mientras en los primeros años del siglo XX
solo alrededor de 20% de las muertes eran ocasionadas por
enfermedades cardiovasculares y el cáncer, en la actualidad
esta cifra asciende a más de 70%.
Resulta de consenso general, validado por estudios científicos, el hecho de que muchas de las enfermedades que
predominan en gran número de países, están relacionadas con
la dieta y la práctica de malos hábitos alimentarios que se han
impuesto, a partir de los estilos de vida que traen consigo la
urbanización e industrialización del mundo moderno.
Estas enfermedades tienen la característica de que muchas
de ellas cursan lenta y silenciosamente, se van haciendo crónicas, sin grandes molestias aparentes, hasta que a más largo plazo
acaban con la vida o producen incapacidades que nos hacen
perder calidad de vida y envejecer prematuramente.
Se reconoce que la calidad de la alimentación está relacionada con las enfermedades cardíacas, el cáncer y la diabetes,
también con otras como la hipertensión, la anemia, la osteoporosis, la obesidad y muchas enfermedades del sistema digestivo.
Una manera de prevenir estas enfermedades es mediante la
práctica de hábitos saludables de alimentación con el consumo
abundante de dietas equilibradas y el predominio de frutas,
vegetales, disminución del consumo de azúcar, evitando el
exceso de grasas sobre todo las de origen animal y el consumo
de alimentos que nos engordan, pero no nos nutren como las
bebidas y comidas llamadas “chatarra”. Esto, unido a un estilo
de vida sano.
En Cuba, predominan entre las principales causas de muerte,
las enfermedades relacionadas con malos hábitos de alimentación
y estilos de vida inadecuados. La incidencia de estas enfermedades como las enfermedades malignas, cardíacas, cerebro vascular
entre otras, ha ido aumentando desde la década de los años 1960
y prevalecen como las más importantes causas de muerte. De
hecho, son las responsables de más de las dos terceras partes
del total de las muertes que se registran en Cuba.
Otras enfermedades como la obesidad, aunque no se registra como causa directa de muerte, ha tomado mucho espacio
y prevalece como una epidemia mundial incontrolable. Se ha
demostrado que disminuye la expectativa de vida, llegando a
incapacitar a las personas, en especial en su fase mórbida.
Cómo alimentarnos mejor
Los hábitos alimentarios de las personas o de las poblaciones se van formando asociados a múltiples y complejos
factores como la disponibilidad y el acceso a los alimentos, el
medio ecológico donde vivimos, el marco social, comunitario y
familiar, el estatus económico, las tradiciones y costumbres, el
desarrollo cultural y nivel educacional, las creencias religiosas,
el estilo de vida y otros factores.
Sin embargo, los hábitos alimentarios, a pesar de su arraigo,
van cambiando y se van imponiendo otros con el progreso de
las sociedades. Hoy la influencia y diversidad productiva de
la industria agroalimentaria, apoyada con los avances en la
mercantilización, la transportación, las comunicaciones y los
medios masivos de comunicación, han impuesto nuevos hábitos
alimentarios en gran número de personas.
Los hábitos alimentarios tienen particularidades regionales e
individuales en dependencia de múltiples y complejos factores;
pero hoy se identifican tendencias mundiales generales que
caracterizan los hábitos alimentarios comunes de la mayoría
de las personas que viven en diferentes regiones y países. Los
más significativos son:
• Un aumento sostenido en el consumo de energía, tanto en
países desarrollados como subdesarrollados, por encima de
las necesidades nutricionales
• Se ha producido una explosión en cantidad y diversidad de
alimentos, sean o no industrializados, que pueden adquirirse
en diferentes tipos de mercados o establecimientos, muchos
de los cuales gustan pero no nutren
• El incremento del urbanismo con sus rasgos característicos
en el estilo de vida, las comidas rápidas o “chatarra”, el
consumo de alimentos en lugares públicos y otros
• Se han producido cambios en la organización de la vida
familiar. La mayoría de sus integrantes pasan una gran parte
del tiempo fuera de casa; existe una reducción del tiempo
para la elaboración de las comidas, y además se dispone
de mayores facilidades para comprar y preparar comidas
preelaboradas
• El consumo de alimentos de manera desordenada durante
todo el día
Los hábitos alimentarios determinan lo que ingerimos
diariamente, y por lo tanto forman parte de los elementos y
las causas asociadas al estado de salud. No todos los hábitos
alimentarios se ajustan a una dieta equilibrada en que se consuman alimentos diversos en las cantidades y proporciones
adecuadas que aporten los nutrientes necesarios para mantener
una buena salud.
¿Qué necesita saber la mayoría de las personas para practicar una dieta sana que coincida con las recomendaciones de
científicos y expertos en nutrición y salud, así como autoridades
nacionales e internacionales?:
• Consumir diversidad de alimentos, pues cada uno de ellos
hace un aporte particular de nutrientes
• Consumir los alimentos en las cantidades y proporciones
necesarias para cada persona
• La energía que se consume puede corresponder del 60 al
75% de carbohidratos totales, proteínas del 10 al 15%, grasas
del 15 al 30%. De las grasas, menos del 10% de las calorías
totales consumidas deben corresponder a grasas saturadas
como las de origen animal
• El colesterol no debe sobrepasar los 300 mg/día
• Aumentar el consumo de hortalizas y frutas a más de 400 g/día
• Aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra dietética
de 25 a 30 g/día
• Consumir preferiblemente cereales integrales.
• Aumentar el consumo de proteínas de origen vegetal como
los frijoles y otras legumbres.
• Aumentar el consumo de raíces y tubérculos como la yuca,
boniato y papa.
• Reducir el consumo de azúcar hasta alrededor del 15% del
total de energía ingerida en los alimentos, y alrededor de
20 g ó 5 cucharaditas rasas de azúcar añadidos diariamente
a las bebidas y comidas
• Reducir el consumo diario de sal a 2 ó 3 g aproximadamente
• Dividir las calorías diarias de las comidas proporcionalmente
durante el día: del 25% en el desayuno, del 30 al 40% en
el almuerzo, del 10 al 15% en la merienda de la tarde y del
20 al 30% en la comida
• Moderar el consumo de alcohol
• Mantener la higiene y buenas prácticas culinarias en la
preparación y conservación de los alimentos
¿Cuáles serían algunos de los malos hábitos alimentarios
que pudiéramos modificar?
• El consumo de alimentos en exceso por encima de las necesidades diarias
• La exclusión de las frutas y vegetales en la dieta de todos
los días
• El consumo abusivo de azúcar y dulces excesivamente azucarados
• El consumo periódico de alimentos con exceso de grasas
y/o azúcares que son bajos en nutrientes como las confituras, hamburguesas, pizzas, productos de panadería y
pastelería y otros
• El consumo excesivo de alimentos refinados bajos en fibra
dietética
• El abuso en el consumo de sal
• El consumo frecuente de comidas o bebidas “chatarra” como
los refrescos artificiales
• El consumo excesivo de alimentos de origen animal como
carnes y productos lácteos y el consumo limitado o exclusión
de pescados como fuentes de proteína animal
• El consumo irregular y desordenado de las comidas diarias
con exclusión del desayuno u otras
• El consumo exagerado de alcohol
• La preparación de los alimentos con procedimientos poco
saludables, como por ejemplo el abuso de las comidas fritas
Las actitudes en las formas de alimentarnos dependen de
decisiones propias. Qué y cómo comer son responsabilidad
y determinaciones de cada individuo; pero es indiscutible la
importancia de este acto diario que parece sencillo, natural,
intrascendente y supuestamente inconsciente, pero que puede
tener enormes repercusiones en la salud a corto y más aún a
largo plazo.
2/2009
La pérdida de la calidad de vida por las enfermedades
vinculadas a la alimentación se hace más crítica en las personas de más de 60 años de edad donde predominan estas
enfermedades como causa de morbilidad y mortalidad,
especialmente en países como Cuba donde, como se ha
dicho, existe un eficiente sistema de salud, la incidencia de
enfermedades infecciosas se ha controlado y la población
envejece rápidamente.
Aspiramos, con una alimentación saludable, a una salud
que prevenga enfermedades para alcanzar un alto promedio
de vida con las capacidades que nos permitan una vida activa
para nuestro bienestar personal, familiar y la feliz inserción en
la sociedad que vivimos.
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