C´omo obtener curvas con formas predeterminadas a partir de circunferencias M.J. de la Puente* 1 de diciembre de 2009 Una mirada atenta a nuestro alrededor nos revela que vivimos en un mundo poblado de curvas. En los fen´ omenos naturales aparecen curvas de distinta ´ındole: se forman circunferencias conc´entricas al arrojar una piedra a una masa de agua en calma, las ´ orbitas planetarias son elipses y las caracolas son espirales. El arco iris, de delicados colores, es otro ejemplo fascinante de arco de curva. Vemos curvas en la ciudad: un chorro de agua que surge con una cierta inclinaci´ on describe una par´ abola, una cadena o un cable que cuelga de dos puntos colocados a la misma altura dibuja una catenaria, el reflector sobre el borde de una rueda de bicicleta describe una cicloide, el espir´ ografo no traza espirales sino hermosas trocoides (por lo que, m´as bien, deber´ıa llamarse trocoid´ ografo). En la ciencias f´ısica nos topamos con m´ as curvas: la braquist´ ocrona (o curva de descenso m´ as r´ apido), la taut´ ocrona (o curva en la que el tiempo de ca´ıda a su punto m´as bajo no depende del punto inicial), las curvas de los problemas predador–presa, etc. Tambi´en abundan las curvas en las ciencias sociales. En este caso se trata de las gr´ aficas de las distribuciones de las variables aleatorias, siendo la campana de Gauss 1 la m´ as habitual. No nos debe extra˜ nar la ubicuidad de las curvas pues, como dec´ıa Galileo2 , “el Universo est´ a escrito en lenguaje matem´ atico, siendo las letras tri´ angulos, circunferencias y otras figuras geom´etricas . . .” El atractivo de ciertas curvas hace que sean usadas como marcas, en publicidad: tres elipses tan- Figura 1: Coordenadas cartesianas del punto P . Figura 2: Circunferencia x2 + y 2 − 1 = 0. gentes en Toyota y una en Hyundai, una par´abola en Thyssen o tres circunferencias secantes en Krupp. Por otro lado, hacemos uso pr´actico de algunas curvas, por sus propiedades. As´ı, la manguera de un extintor de incendios o una cinta cassette est´an enrolladas en espiral y el perfil de un tornillo, un solenoide o un cable antiguo de tel´efono tienen forma de h´elice. Sin duda alguna, la circunferencia es, tras la recta, la curva m´as elemental. Bastan un punto, llamado centro, y una cantidad positiva, llamada radio, para describirla. Sabemos que la circunferencia C de centro O y radio uno es el conjunto de los puntos P del plano que distan de O una unidad. Si dotamos al plano de un sistema cartesiano3 de coordenadas, ver figura ??, y hacemos que O coincida con el origen de coordenadas (0, 0), entonces C ser´a el conjunto de los puntos P (x, y) que satisfacen la igualdad x2 + y 2 = 1, ver figura ??. Elevando ambos miembros de la igualdad al cuadrado y pasando todos los t´erminos al primer miembro, obtenemos una condici´on equivalente x2 + y 2 − 1 = 0. (1) Como las coordenadas (x, y) de los puntos de C satisfacen la relaci´on algebraica (??), diremos que la circunferencia es una curva algebraica. No debemos creer que todas las curvas mencionadas m´ as arriba son algebraicas: por ejemplo, la cicloide, la * Departamento de Algebra, Facultad de Matem´ aticas, Universidad Complutense, 28040–Madrid. Con el apoyo del proyecto UCM 910444. 1 Carl Friedrich Gauss (1877–1855). Matem´ atico y f´ısico alem´ an, de vast´ısima, profunda y muy influyente obra. 2 Galileo Galilei (1564–1642). Cient´ ıfico italiano que formul´ o la ley de ca´ıda de los cuerpos, construy´ o el primer telescopio y defendi´ o la teor´ıa helioc´ entrica. 3 Ren´ e Descartes (1596–1650). Fil´ osofo franc´ es, a quien debemos la idea de aplicar el a ´lgebra a la geometr´ıa. 1
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