44 CORREO DE LA SAP CONTEMPORARY 1062 PEDIATRICS H Cómo ayudar a los padres a dejar de fumar (por el bien de sus pacientes) D. BEST, S. BALK (George Washinghton University School of Medicine, Children´s National Medical Center, Washington, Estados Unidos) La persistencia, combinada con técnicas efectivas de asesoramiento y la farmacoterapia, son la clave de resultados favorables sin invertir mucho tiempo en la consulta. Este artículo describe el modo de aconsejar a los padres para dejar de fumar durante la consulta pediátrica habitual, focalizando en los efectos nocivos del tabaco sobre la salud de los niños. ás del 40% de los niños en EE.UU. están expuestos al humo de tabaco en el ambiente de sus propios hogares. Hay evidencias que muestran que un breve asesoramiento por parte de los médicos encargados de la atención primaria de los niños, desarrollado en escasos minutos puede ayudar a los padres fumadores a abandonar el hábito con mucha eficacia. M Por qué los fumadores no pueden dejar La mayoría de los fumadores querrían dejar, pero la gran dificultad yace en la alta adicción que ejerce la nicotina en las personas. Entender a la adicción como una enfermedad crónica en lugar de una “debilidad” o “mal hábito” podrá acercarlo a desarrollar un plan para dejar el tabaco a largo plazo. El cerebro contiene receptores nicotínicos específicos, que tienen a cargo las áreas y centros de la atención, el despertar y la memoria. En consecuencia la nicotina produce un aumento del poder de concentración, promueve la memoria y el rendimiento psicomotriz, estimula la atención y el despertar, aumenta la tolerancia al dolor y el placer, disminuye la ansiedad y la tensión y ayuda a perder peso. En el acto de fumar en sí mismo interactúan en forma compleja factores que incluyen: factores externos, como ver a otros fumadores, ceniceros, etc., se asocia con situaciones sociales particulares como el trabajo, las fiestas, y otras situaciones de stress como duelos, etc. Por lo tanto, el hecho de dejar de fumar implica cambios en las relaciones sociales, insomnio, irritabilidad, aumento del apetito, etc. Sin asesoramiento, del 4 a 9% de personas fumadoras dejan cada año. El éxito aumenta con cada nuevo intento. Atención a púberes y adolescentes La mayoría de los fumadores comenzaron durante la adolescencia. El pediatra debe transmitir durante todas las consultas de púberes y adolescentes, el importante mensaje de prevenir el comenzar a fumar y/o incentivar a abandonar a aquellos que ya han comenzado. Explicarles a los chicos los efectos nocivos del tabaco aumenta la tasa de padres que dejan de fumar. Una táctica para aconsejar a adolescentes es informar enfáticamente sobre los efectos del tabaco a corto plazo, como el costo, mal aliento, olor en la ropa, empeoramiento del estado fisco y el rechazo social. Otra sería recurrir a campañas masivas en los medios de comunicación. Los niños experimentan el uso del tabaco cada vez a más temprana edad por lo que el mensaje de “no comenzar a fumar” debe realizarse lo más temprano posible. Es importante que los padres colaboren reforzándolo, aun aquellos que fumen. Los adolescentes cuyos padres fuman, tienen más probabilidades de ser futuros fumadores. Otros factores de riesgo incluyen: edad (10 a 18 años), sexo masculino, pertenecer a un grupo de pares que fuman, probar tabaco, mal rendimiento escolar, sobrestimar la prevalencia de fumadores, rebeldía, factores psicológicos como depresión, etc. El proceso de comenzar a fumar sigue estadios: Preparación Es el estadio en el cual se forma el conocimiento, las creencias y las expectativas sobre el uso de la nicotina. El mensaje “no comiences a fumar” debe CORREO DE LA SAP ser incluido en este estadio basándose en la disminución del número de personas fumadoras y en cómo las compañías tabacaleras incentivan el consumo de cigarrillos en los jóvenes. Prueba inicial Los primeros acercamientos al cigarrillo ocurren típicamente en compañía de amigos. El mensaje debe enfatizar las sensaciones de displacer experimentadas en las primeras pruebas; tos, náuseas, mareos, etc. Experimentación Abarca al adolescente que fuma irregularmente durante un período más prolongado de tiempo. Reforzar que resulta fácil dejar durante este período y cómo insidiosamente el fumar se convierte en una adicción. Uso regular Estadio durante el cual el joven usa el tabaco regularmente, durante los fines de semana, camino al colegio, etc. Aparecen signos de adicción y dependencia. Enfatizar que es más fácil dejar el hábito que cuando se fuma un atado o más por día. Dependencia o adicción a la nicotina Definido por el desarrollo de una necesidad por la nicotina regulada internamente. El mensaje en este estadio es similar al utilizado para los padres fumadores. La gran oportunidad, a menudo desaprovechada La consulta al pediatra puede ser una importante oportunidad para asesorar a los padres sobre los efectos nocivos del cigarrillo, ya que él puede ser el único médico que los padres de los más pequeños ven regularmente. Decirle a los fumadores “usted debería dejar”, incrementa notoriamente los intentos exitosos de abandonar el hábito, utilizando escasos minutos de la consulta de rutina. El médico no debe olvidar que el fumar es una enfermedad crónica y no una “debilidad”, de este modo su mensaje será más exitoso. Cuando sea posible deberá incluir a otros miembros de la familia que conviven y son fumadores para facilitar la tarea de aquel que está intentando abandonar el cigarrillo. El consejo es aditivo, es decir que el número y el éxito de intentos de abandonar el cigarrillo aumenta cuanto más veces se habla en la consulta, aunque sea en distintas visitas. En una encuesta realizada a padres se encontró que más de la mitad coincidían en que correspondía al pediatra advertir a los padres que deben dejar de fumar, y el 52% de los fumadores decían que estarían agradecidos por el consejo. 45 Guiar a los fumadores en los distintos estadios del cambio La estructura del asesoramiento para dejar de fumar se basa en la teoría de estadíos del cambio, que explica cómo las personas modifican su comportamiento. En el contexto de dejar de fumar lo fundamental es guiar al fumador a través de seis estadios: Precontemplación: el fumador no está pensando en dejar. Contemplación: el fumador está pensando seriamente en dejar pero no se siente preparado para comenzar el proceso. Preparación: el fumador está aprendiendo seriamente cómo hacer para dejar y está listo para poner una fecha. Acción: período de 6 meses posteriores a haber dejado el cigarrillo. El rol del médico es prevenir recaídas. Mantenimiento: comienza 6 meses luego de que se dejó de fumar hasta que el cigarrillo ya deja de ser un problema para la persona, y Finalización del hábito defumar. Las cinco “A”s Se puede asesorar al fumador apoyándose en estos cinco escalones: Averiguar: obtener datos de todos sus pacientes y sus familias en cuanto al cigarrillo. Advertir: proveer a todos los padres fumadores información sobre los efectos nocivos del humo del cigarrillo en la salud de sus hijos. Dar un mensaje claro de que es necesario que dejen de fumar sin emitir juicios al trasmitirlo. Asesorar: brindar material informativo. Asistir: ayudarlo en este proceso, enseñándole cómo será el proceso de dejar el hábito, qué síntomas tendrá y durante cuánto tiempo. Arreglar un seguimiento durante las consultas posteriores para prevenir recaídas. Farmacoterapia Existen tratamientos farmacológicos que son análogos a los efectos fisiológicos de la adicción a la nicotina, disminuyendo los síntomas no deseables en la persona que deja de fumar. Si bien no es el rol del pediatra prescribir esta medicación a los padres u otros adultos, es necesario que comprendan su uso para poder informar a los pacientes de su existencia. Los fármacos de primera línea utilizados para dejar de fumar incluyen: Bupropion: antidepresivo, se utiliza una o dos semanas antes de la fecha en que se va a dejar hasta 6 meses después para mantenimiento si fuera necesario. Parches de nicotina: parches de 16 a 24 ho- 46 CORREO DE LA SAP ras de duración. Uso durante no más de ocho semanas. Chicles de nicotina: Tabletas de 2 mg y 4 mg. Puede utilizarse durante 12 semanas (no más de 24 chicles por día). Spray nasal de nicotina: ocho dosis por día durante 3 a 6 meses. Inhalador de nicotina: dispositivo bucal. Seis meses de tratamiento. Ninguno de estos tratamientos fueron comprobados como efectivos en adolescentes fumadores por el momento, pero hay varios estudios sobre el tema en curso. Todos y cada uno de los profesionales que trabajan en la salud tienen el rol de ayudar a los fumadores a intentar dejar el cigarrillo. La clave es que cada médico pregunte sobre el consumo de cigarrillos durante su consulta y trasmita el mensaje de la necesidad de abandonar el hábito. Entregar material informativo y utilizar recursos locales como líneas telefónicas o encuentros de autoayuda. El embarazo es un momento óptimo para trasmitir este mensaje. Varias madres primerizas que dejaron de fumar durante el embarazo, reinician luego del parto. El pediatra puede apoyarse en el cuidado de la salud del nuevo bebé y los efectos nocivos de la exposición continua de los niños al humo del cigarrillo, enfatizando el esfuerzo exitoso de la madre al haber podido dejar durante el embarazo. La evidencia de la eficacia del consejo de dejar de fumar en adultos suministrada por sus médicos es fuerte. A pesar de que los estudios sobre este mismo tema, pero realizado por los pediatras para los padres de sus pacientes no se ha completado todavía, las técnicas brindadas en este artículo pueden ayudarlo en esta tarea. Los efectos a corto y largo plazo en la salud de los niños que usted atiende, podrían ser significativos. Contemp Pediatr 2002;19(6):39-62 Traducción: Dra. María de los Ángeles García Ríos Nota: Los interesados en el tema también podrán consultar los artículos publicados en: • • Lori P. The State of Office-Based Interventions for Youth Tobacco Use. Pediatrics 2003;111:e650-e660. ★ McMillen RC. US Adult Attitudes and Practices Regarding Smoking Restrictions and Child Exposure to Environmental Tobacco Smoke: Changes in the Social Climate From 2000–2001. Pediatrics 2003;112:e55-e60. ★ COMENTARIO La “pandemia” tabáquica: una responsabilidad pediátrica Las consecuencias de la adicción a la nicotina del tabaco, se han convertido en una verdadera pandemia, al ser una de las enfermedades prevenibles más difundidas en el mundo (1.500 millones de fumadores –y de ellos, fallecen 5 millones por año). En los países desarrollados es la principal causa de muerte, ocurriendo la mayoría a edades de máxima productividad. El uso de tabaco se encuentra en peligroso aumento en economías menos desarrolladas, (más del 35% de fumadores), mujeres en edad fértil, niños y adolescentes, que comienzan a fumar cada vez a menor edad y por más de 30 años. Fumar es el factor principal de riesgo en gran número de patologías del adulto y del niño, desde muerte súbita a otras sumamente repetitivas (otitis crónica, sinuso, bronco, neumopatías, asma, etc.). Fumar se asocia, además, al uso indebido de alcohol y otras drogas. No son tan conocidos los efectos del humo de tabaco ambiental (HTA), del cual ya se han identificado 4.000 sustancias tóxicas, muchas carcinogénicas, sobre sus convivientes –fumadores pasivos– (más del 40 % de los niños de 0-18 años y/o compañeros de trabajo del fumador). Existe sobrada evidencia científica sobre su importancia en la generación, agravamiento, cronificación y/o concausalidad de un gran número de patologías infecciosas o degenerativas. El respirar aire libre de tabaco es un derecho, de todos los niños y del no fumador (el 66% no fuma): proteger esta población a partir de una verdadera información y educación, debería constituirse en pilar de la reducción a la adicción al tabaco. Dicha reducción es sensiblemente influenciada por las políticas al respecto que países, estados, provincias, localidades, legislan y cumplan. Además son efectivas acciones locales en fábricas, comercios, edificios públicos e instituciones públicas o privadas, e integrantes del equipo de salud que instrumentan dichas políticas. ¿Qué podemos hacer los pediatras desde el consultorio? Gracias a nuevas estrategias, sencillas tecnologías comunicacionales y medicamentos, los pediatras debemos asumir nuestra responsabilidad e incorporar al tabaquismo en nuestra agenda de pediatría preventiva, en los diferentes contactos con nuestros pacientes o sus familiares. La oportunidad que se presenta a los pediatras de intervenir con razonable éxito, es formidable y única. Ello requiere independizar nuestra actitud personal (privada) para con el tabaco: el sentir que todavía no es tiempo para pensar en dejar, no invalida que podamos trabajar adecuadamente con nuestros pa- CORREO DE LA SAP cientes. De fumar, entender que la indiferencia de nuestro silencio es perjudicial para la salud de los no fumadores. La adicción al tabaco, de no intervenir y lograrse su desaceleración, va camino a transformarse en el futuro, en uno de los más grandes problemas de salud. D.Best y S.Balk partiendo de la base que los niños de ahora serán los fumadores de mañana, y/o por muchos años van a estar involuntariamente expuestos al humo de tabaco ambiental, en su artículo, hacen una puesta a punto y actualización en un área que para la mayoría de los pediatras es desconocida. En forma sencilla, el artículo plantea la necesidad de la intervención del pediatra, médico de cabecera de niños y adolescentes y muchas veces principal referente médico de las familias. La reiteración de intervenciones simples y breves, a iniciar en la preparación pre-natal y alta del RN, evitando el humo de tabaco ambiental, (HTA), luego previniendo la iniciación en niños y adolescentes (conociendo sus estadios) o colaborando con padres y pacientes a transitar las etapas necesarias para dejar (según Prochaska). Existen reportes acerca de la efectividad de estas prácticas, a su vez de su costo-eficiencia. La posibilidad del desarrollo de breves pero repetidas acciones con dicho objetivo, muchas de las cuales están descriptas en el artículo, contribuirán a ese logro. Las intervenciones del pediatra, breves, pero EDUCACIÓN 1063 MÉDICA 47 reiterativas, constituyen excelentes maneras de impedir se hipoteque la salud de los jóvenes. Dr. Enrique Colombo Grupo Antitabaco. Sociedad Argentina de Pediatría BIBLIOGRAFÍA http://www.cdc.gov/tobacco http://www.paho.org • • • • • Stein RJ, Haddoc CK, O´Byrne KK, Hymowitz N, Schwab J. The pediatrician´s role in reducing tobacco exposure to children. Pediatrics 2000 Nov; 106(5):E66-17. American Acad of Pediatrics. Tobacco´s Toll: Implications for the pediatrician. Pediatrics 2001; 107:794-798. Hughes JR, Goldstein MG. Recent advances in the pharmacotherapy of smoking. JAMA 1999; 281:72-76. Klein JD. Incorporating effective smoking prevention and cessation into practice. Pediatr Ann 1995; 24:646-652. Frankowski BL, Ewaver SO. Advising parents to stop smoking. Pediatrics 1993; 91:296-300. Nota: Para estudio e implementación de esas acciones, SAP ha creado el Grupo Antitabaco. Este grupo se reune en Entidad Matriz los segundos jueves de cada mes, a las 12.30 horas. Sus reuniones son absolutamente abiertas y desea conectarse con interesados en el tema de cualquier especialidad o filial. Se encuentran en preparación dos talleres para septiembre y noviembre. H Habilidades y procedimientos clínicos básicos a adquirir por los estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona J. PALÉS y col. (Facultad de Medicina. Universidad de Barcelona. Barcelona, España) “En el año 1993, el World Summit on Medical Education señaló la conveniencia de que las facultades de medicina definiesen sus misiones institucionales y los objetivos específicos de aprendizaje de sus alumnos, como primer paso para asumir su responsabilidad institucional respecto a la sociedad y a sus alumnos, garantizando que éstos posean el mínimo de competencias que les permita iniciar su vida profesional con garantías para sus enfermos y para ellos mismos.” “ De lo antedicho se desprende la necesidad de que las facultades lleguen a definir estas competencias y pongan los medios necesarios para asegurar su adquisición y procedan a su evaluación.” “En nuestro ámbito, pocas han sido las faculta- des que han fijado de forma explícita estos objetivos y aún menos las que han definido de forma concreta las competencias finales de sus estudiantes. En muchos casos, las facultades se han limitado a hacer declaraciones vagas, poco concretas, y de escasa utilidad para que los estudiantes sepan lo que se espera de ellos al recibirse, para que los profesores puedan enmarcan su actividad y mucho menos para que puedan definir los criterios de evaluación de la adquisición de los objetivos.” “En el entorno europeo, la Association for Medical Education in Europe y las cinco facultades de medicina escocesas han definido en los dos últimos años las competencias de salida de sus estudiantes de medicina, clasificándolas en tres niveles: a) téc-
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