El niño de los Lee

1
Si tuviera que describir el momento en el que descubrí que Taemin no era como todos nosotros, no sabría elegirlo. Crecimos siendo testigos de cada uno de sus “milagros” y desde bien pequeños aprendimos a tomarlos como algo “normal” en
él (aunque sabíamos de sobras que él era un poco diferente, y que el resto de los niños no éramos capaces de hacer cosas como ésas). Tampoco pensamos nunca que nada de aquello nos provocaría daño alguno, después de todo,
conocíamos el carácter dócil e ingenuo de Taemin y nunca mostró intención alguna de usar su don contra nosotros; ni siquiera cuando se enfadaba. Todos sabíamos que hacía cosas extrañas, que su mente trabajaba a otra velocidad, y que
probablemente los adultos nunca llegarían a comprender hasta dónde podían llegar sus extrañas capacidades. Pero tampoco nos importaba. A veces, cuando estaba irascible o se ponía muy nervioso, volaban cosas. Otras veces, cuando se
sentía demasiado perezoso para moverse o alcanzar un simple lápiz, conseguía que el propio lápiz llegara hasta sus manos con tan sólo mirarlo. En ocasiones le retábamos a superar sus propios récords, aunque la mayoría del tiempo no era
capaz de hacerlo o le daba vergüenza ser el centro de atención y simplemente se escondía en un rincón y se abrazaba a su osito de peluche. Y también había momentos en los que él mismo nos sorprendía haciendo algo inesperado que nos
cortaba el aliento. Aún así, todos le protegíamos como si fuera nuestro desvalido hermano pequeño, a veces un tanto molesto, que necesitaba nuestra atención constantemente para no acabar metido en un lío.
Nunca tuve miedo de Lee Taemin. Ni siquiera ese día.
El sol calentaba impunemente en una sofocante tarde de verano, como casi siempre en Boseong. Rogar por una ligera brisa en una estación fulminante como aquella, era tan inútil como pretender que un montón de niños se estén quietos
cuando tienen tanta naturaleza alrededor en la que perderse.
Pero por alguna razón, yo sólo podía prestar atención a su sonrisa traviesa.
- ¿Quieres ver algo guay?
Nunca he sido capaz de apartar los ojos de esa sonrisa.
- Claro.
Me giró hasta quedar frente a la casa de mis abuelos.
- Pero me tienes que prometer que no te vas a asustar.
- ¿Bromeas? Yo no me asusto con nada.
Rió de una forma condenadamente adorable y señaló el tejado de la casa, en donde Kibum y Jonghyun habían establecido su territorio apache, a escondidas de los abuelos.
- Vas a ver a los primeros indios astronautas de la historia.
Le miré, sin entender lo que acababa de decir.
- ¿Qué?
- Justo allí.- Me giró la cara con sus manos, haciendo que me estremeciera (sí, recuerdo perfectamente esa sensación a pesar de que sólo tenía 10 años).
Entonces lo vi. Vi cómo mi primo y mi amigo eran elevados en el aire y pataleaban asustados sin entender cómo era posible que aquello estuviera sucediendo y cómo iba a terminar.
- ¿Cómo…. haces eso? - Pregunté, aunque salió más natural de lo que debía, teniendo en cuenta lo que estaba ocurriendo.
Se encogió de hombros, para luego añadir, aumentando su sonrisa.
- ¿Aterrizaje suave o brusco?
Reí.
- De culo.
Asintió.
Lo siguiente que pude distinguir fue a esos dos cayendo estrepitosamente (y de culo) delante del porche, donde mi abuela tejía una colcha para la cama.
- ¿De dónde demonios….?
Los chicos se quejaban, sobando sus traseros adoloridos, mientras nosotros reíamos como locos.
- ¿Quieres ver lo que consigo con Coco? - Señaló al perro, que dormía placenteramente, ajeno a todo.
- No nos morderá, ¿no?
2
- Puede ser.
Asentí nervioso, para acto seguido ser testigo de cómo Coco era arrastrado contra su voluntad por una fuerza invisible hasta llegar al granero. Mi abuela gritó, Kibum y Jonghyun gritaron, y yo sólo podía aplaudir de la emoción, pidiendo por
más.
- ¡Lee Taemin! - Aquella terrorífica voz nos hizo pegar un brinco, provocando que Coco cayera al suelo de golpe, poniéndose a ladrar al instante.- ¡Detente ahora mismo!
3
El niño de los Lee no era alguien con quien querías que tus hijos jugaran. Sus padres no iban a la iglesia los domingos, mientras que Kibum y yo éramos arrastrados en contra de nuestra voluntad y teníamos que ponernos aquellos trajes
ridículos que apenas nos dejaban levantar los brazos por encima de los hombros, y aguantar los sermones del padre Kwon sobre esos tipos que a pesar de ser vilipendiados y odiados por todo el mundo, siempre ponían la otra mejilla; cosas
sobre ser bueno para no acabar ardiendo en los infiernos, y ridículas historias de ciencia ficción sobre pescados que se multiplicaban sólo con mirarlos.
Nunca he sido demasiado creyente. Al menos nunca he creído demasiado en las cosas que la religión cristiana me lleva vendiendo desde que tengo uso de razón. Pero hubo algo en lo que sí creí. Aunque mi abuelo se empeñara en hacerme
creer que era algo malo y peligroso y que no debía acercarme porque algo como eso era justo lo que Dios etiquetaba como “una prueba de fé”.
Lee Taemin no era un niño común y corriente. No lloraba cuando se caía. Por mucho que se hiciera daño, la sangre no le asustaba. Para ser tan pequeño, pues apenas contaba con 6 añitos de edad la primera vez que lo vi, caminaba él solo
desde su casa hasta la granja de mis abuelos, sólo porque le gustaba acariciar a los animalitos bebés : las terneras, los potros y los pollitos eran sus favoritos. Cuando Coco reemplazó al viejo pastor ovejero, todo lo demás desapareció para
Taemin. Le gustaba perder sus manos entre su pelaje abundante y poner su mejilla sobre su lomo, acompañándole en su respiración.
- Coco es un perrito especial.- Solía decir, abrazado a él, acariciándole la barriga.
Se subía encima y le gritaba cosas como “arre, caballo” y Coco intentaba moverse, pero hasta que cumplió un año no pudo ejercer de caballo. Y como Taemin apenas levantaba unos palmos del suelo, en seguida el animal le duplicó en masa
corporal.
- Ese crío parece que no le tiene miedo a nada.- Comentaba mi abuela con mi madre, cuando mis padres iban a recogerme al final del verano.
- Es como un salvaje.- Afirmaba mi madre, deseando salir de allí cuanto antes. Como si nunca quisiera reconocer (o le molestara considerablemente) que pertenecía a aquel lugar.
Pero para mi las vacaciones de verano en la granja de los abuelos Choi era mi época del año favorita. Aunque me hicieran trabajar como un esclavo.
Mi padre tenía una única hermana, que además tenía un único hijo, Kibum, mi único primo, un año menor que yo. A los adultos de mi familia nunca les han gustado demasiado los niños, por lo que nunca entenderé por qué decidieron tenernos.
Supongo que por un “seguro de vida”, para tener alguien que les cuidara cuando fueran viejos. Pero era evidente que les molestábamos bastante, porque en cuanto el colegio acababa, nos enviaban en un avión hacia Boseong, un lugar
especializado en plantaciones de té verde y en donde mis abuelos tenían su granja, en la que criaban todo tipo de animales para luego venderlos en el mercado del pueblo cercano.
De cualquier modo, el hecho de que nuestros padres quisieran deshacerse de nosotros enviándonos lejos de Seúl no nos fastidiaba, al contrario, era como llegar al paraíso. Todo el día corriendo, subiéndonos a los árboles, sumergiéndonos
durante horas en el lago, tostándonos al sol hasta que el frío nos hacía castañear los dientes… Era algo que esperábamos con ansia durante el resto del año. Y fue más o menos siempre igual hasta que llegamos a la adolescencia y nos
convertimos en unos cretinos. Primero Kibum, y luego yo.
El primer verano fuera de lo común fue uno que empezó con una gran discusión de mis padres en casa. No era extraño verles discutir, porque normalmente no sabían hablarse en un tono cariñoso (o al menos normal) pero quién sabe por qué
aquel año mi madre decidió viajar a Jeju con sus amigas y eso a mi padre no le acabó de gustar. Mi madre no paraba de argumentar que ella también necesitaba unas vacaciones “de todo” aunque en ese entonces yo no fuera capaz de
entender a qué se refería.
Ella me llevó al aeropuerto, me hizo jurar que no le diría nada al abuelo acerca de su viaje, y me dio unos cuantos billetes para que comprara golosinas cuando mis abuelos me llevaran a la feria anual del pueblo. Papá se quedó en casa y era
el que me llamaba una vez a la semana para asegurarse de que seguía vivo. Mamá llamaba para hablar con la abuela, y se pasaban horas chismorreando y criticando a sus maridos, parecía que aquello era lo que más las unía, porque mi
madre nunca llamó a mi abuela para informarse acerca de su salud, o sobre si la cosecha había sido buena aquel año. Sólo escupían mierda sobre los hombres. A causa de eso, inconscientemente, empecé a desarrollar una especie de
aversión hacia los hombres de mi familia. Primero mi padre, y luego mi abuelo. Aunque en realidad ellos se preocupaban por mi más que nadie, sus ideologías cerradas y ciertamente machistas, me provocaban un rechazo total. Los hombres
Choi se convirtieron durante mi niñez en mis peores enemigos.
Así que, sosteniendo la mentira de mi madre entre mis labios, me fui como cada verano a la granja de los abuelos Choi, y a los pocos días de llegar, Kibum me siguió.
- ¿Por qué nuestros padres se toman vacaciones de nosotros? ¡No lo entiendo! - Tiró su maleta sobre su cama, justo paralela a la mía, pues siempre compartíamos la única habitación adecuada para la ocasión en la granja, más allá de la que
usaban mis abuelos como dormitorio.
En el caso de Kibum, podía entender que sus padres quisieran deshacerse de él. Al contrario que yo, que era un niño bastante tranquilo y estudioso, Kibum era ruidoso e inquieto, no había forma de tenerle sentado al menos 5 minutos delante
del televisor. Sus notas eran un desastre porque según los maestros, tenía algún tipo de trastorno de déficit de atención y era capaz de pasarse horas dibujando inutilidades sobre su libreta en lugar de hacer los ejercicios de matemáticas.
Aunque en esa época yo lo único que sabía de todo aquello era que Kibum me molestaba, era muy hiperactivo y como alguien no le enseñara a nadar adecuadamente aquel verano, Jonghyun y yo estábamos dispuestos a dejarle morir
ahogado en el lago.
- No creo que sea capaz de flotar.- Dijo Jonghyun en cuanto le vio aparecer con aquel extraño bañador fosforito-. ¿Qué lleva puesto?
- Un bañador de niña.- Contesté, bastante alto, para que nos oyera.
- Idiotas… ¿los bañadores de niña tienen esto? - Asomó su dedo por la ranura delantera, haciéndonos reír.
- Al menos eso es más grande que lo que tienes debajo.- Tuve que correr un poco para huir de sus arañazos, que nunca eran una broma, y finalmente me zambullí en el agua. Allí, desde luego, estaba a salvo de sus ataques. Él no iba a venir
a por mi.
- Tarde o temprano tendrás que salir, Minho.
- ¡Hyung! ¡Tienes que llamarme hyung!
- Lo llevas claro.- Se cruzó de brazos y se sentó en la orilla-. Aquí estaré para cuando te canses.
Jonghyun se rió y se lanzó al agua después de mi. Ambos sabíamos que Kibum no aguantaría mucho mirando cómo nos divertíamos espantando peces y se largaría a fabricar estúpidas coronas de flores que le regalaba a la abuela, quien
obviamente sólo tenía ojos para él.
- ¿Por qué no sabe nadar aún?
- A su madre le da miedo apuntarle a clases de natación.
En realidad nunca supe por qué Kibum no iba a clases de natación. Sólo imaginaba que su berrinche cuando se lo proponían era tan tremendo que sus padres desistían del intento.
- ¿Por qué se comporta como una niña?
- Fue un error de la cigüeña.
Eso era lo que solía decir mi abuela cuando Kibum no estaba delante, sino probándose alguno de sus vestidos.
- Un error precioso.- Añadía.
- Odio los vestidos.- Decía yo, mirando con asco aquel baúl de ropa antigua que a Kibum tanto le entusiasmaba-. Pican y son feos.
- Algún día te gustarán los vestidos. Ya lo verás.
Pensaba que mi abuela quería convertirme en otro niño errado de la cigüeña, pero en realidad se refería a otra cosa. Aunque no lo supe hasta unos cuantos años después.
Jonghyun era mi mejor amigo desde que podía recordar. Sólo nos veíamos en los meses de verano, durante mis vacaciones en la granja, pero era suficiente para convertirnos en inseparables. Teníamos la misma edad, con lo que a menudo
charlábamos sobre las asignaturas más difíciles del curso, o de la cantidad de goles que habíamos marcado cada uno ese año (ambos pertenecíamos a los equipos de fútbol de nuestros colegios) y de lo lejos que éramos capaces de llegar
nadando. Incluso hacíamos competiciones para ver quién llegaba antes a la otra orilla, o al embarcadero, y casi siempre fallábamos en el intento, pues a nuestra edad todavía era una distancia bastante considerable para nuestros cuerpos
escuchimizados.
4
- ¿Quién es ese niño? - Recuerdo haberle visto sentado en el embarcadero, con los pies dentro del agua, jugueteando con un pequeño barco de vela, que empujaba haciendo olas con sus piernas.
- Es el niño de los Lee, ¿no le conoces?
Negué con la cabeza. No le conocía. Aunque había oído hablar de él miles de veces a los abuelos.
- Si alguna vez le ves, no le mires.
- Él puede hacerte mucho daño.
Nunca entendí qué podía haber tan terrible en ese niño de cabello rojizo, piel completamente blanca como la luna y en sus ojos brillantes, capaz de detectar a cualquiera a una distancia considerable.
- Oh, mierda.
Me había visto.
5
El lugar que más odiaba en la granja de los abuelos Choi era sin duda el granero. Olía mal y siempre estaba lleno de cosas que yo, por algún motivo, tenía que recoger. El abuelo se empeñaba en enviarme allí todas las mañanas para apilar
montones de paja que no parecían acabarse nunca, y simplemente mover aquel utensilio de hierro tan pesado era algo que me dejaba exhausto.
- Ayuda al abuelo en todo lo que te pida, ¿está bien?
Mi madre lo repetía cada verano, justo cuando me acompañaba a la puerta de embarque, como para recordarme que tenía que esforzarme mucho más que Minho para ganarme el respeto del abuelo. Porque él nunca me vio de la misma
manera que a mi primo. Yo sólo era el debilucho que apenas podía arrastrar sus propios pies hasta fuera de mi habitación.
- Y cuando termines aquí, recuerda dar de comer a los cerdos.
“Estúpidos cerdos, ya podían aprender a comer solos”.
Así que mientras a Minho le tocaban las labores agradables de peinar a los caballos (cosa que yo podía hacer muchísimo mejor que él) o de recoger los huevos del gallinero, yo sólo apilaba montones de hierba seca aguantando la respiración.
- Toma, cariño, debes de estar cansado.- Si no fuera por la limonada de mi abuela, más de una vez habría creído morir deshidratado allí dentro-. ¿Tu abuelo está siendo muy duro?
Mi madre me había enseñado a no quejarme nunca en la granja. Después de todo, yo era un invitado (y un invitado no muy deseado por mi abuelo) así que tenía que esforzarme y ayudar, aunque la idea no fuera demasiado agradable.
- Estoy bien, gracias.
Mi abuela me acariciaba el pelo y sonreía, sabiendo lo mucho que yo odiaba que las palmas de mis manos desarrollaran aquellas durezas por usar la horquilla, o que el sudor me cubriera completamente y en ocasiones me impidiera incluso
ver lo que tenía delante.
- ¿Necesitas ayuda?
A veces Jonghyun venía a reirse de mi. Él era todo lo contrario que yo. Vivía en el campo y conocía las labores de la granja mucho mejor que yo y por supuesto las realizaba infinitamente mejor. Su piel estaba tostada por el sol, porque a pesar
de ir a la escuela, siempre ayudaba a sus padres a recoger la cosecha. Por ese motivo, a pesar de lo jovencito que era, ya tenía una anatomía bastante curtida.
Siempre envidié que mi abuelo deseara a Jonghyun como su nieto más que a mi. Incluso yo mismo deseaba ser él.
- Yo puedo solo.
Pero nunca se lo demostré. Porque odiaba cómo Minho pasaba de tratarme como su mejor amigo cuando estábamos en Seúl, a repudiarme en Boseong como si fuera una niña molesta que sólo quiere jugar a las casitas cuando él se moría
de ganas por jugar a indios y vaqueros. Era como si juntarse con Jonghyun le volviera un troglodita. Ambos lo eran.
Por eso cuando conocimos a Lee Taemin mis veranos empezaron a ser diferentes. Él era 3 años menor que yo y aparentaba ser bastante débil, por lo que desde el primer momento sentí un cierto instinto de protección hacia él, que cuando
más tarde le conocí realmente, no desapareció.
- ¡No te acerques a él! - Había gritado Minho, desde la otra orilla.
Pero yo me había sentado a su lado y sumergido los pies en el agua, pensando que la advertencia era contra mi, y odiándole por ser tan imbécil.
- Hola.- Miré su cabello rojo, brillando por la luz del sol-. Tu barco es muy bonito.- Sonreí.
Él levantó la cabeza y sus ojos me atravesaron de una manera que jamás antes había sentido.
- Lo hizo papá.
- ¿En serio? Woah…
Era realmente bonito y delicado. Parecía haber sido construido con mucho amor. Más envidia inundó mi vida al darme cuenta de que había niños que realmente no eran una molestia para sus padres.
- ¡Kibum, ven aquí!
Minho y Jonghyun habían salido del lago y me llamaban desde lejos.
- ¿Qué les pasa? - Bufé, enfadado.
- No quieren que te acerques a mi.- Susurró, simple.
Miré su expresión triste y una especie de sentimiento de lástima se apoderó de mi.
- ¿Y eso por qué?
- Tienen miedo de que te lastime.
Se inclinó a recuperar su baquito y lo sacó del agua.
- Qué tontería.
- No quiero lastimarte.- Dijo serio, con el barquito entre las manos, justo antes de desaparecer entre los campos de té.
6
Fue un primer encuentro extraño, y no era capaz de entender cuál era el motivo de aquella obsesión por mantenerme alejado de él. Hasta que Minho llegó y me levantó del suelo de madera, agarrándome por un brazo.
- ¿Eres tonto o qué? ¿No has oído al abuelo hablar del niño de los Lee?
Y ahí todo empezó a encajar.
- ¿Era él?
- No te acerques a él nunca más.
Pues no parecía tan terrible.
Las historias sobre el niño de los Lee llenaron mi infancia en la granja de miedos e inseguridades. La gente del pueblo criticaba a su familia por no relacionarse con los demás como era debido, por no llevar a su hijo a la escuela (decían que
tenía un tutor privado) y por tener una casa enorme protegida por un alto muro de piedra, mientras las demás casas del lugar sólo tenían pequeñas vallas de madera que incluso un niño pequeño era capaz de saltar.
- Es normal que quieran impedir que el diablo salga de ahí dentro.- Explicaba el abuelo cuando pasábamos por delante de aquel enorme muro.
¿Cómo era posible que toda aquella gente pensara esas cosas sobre Taemin?
- ¿Por qué ese niño es el diablo?
- Porque nació así.
- Así… ¿cómo?
Y entonces todas esas leyendas empezaban de nuevo : Taemin había nacido en una noche de luna menguante, en lugar de en una noche de luna llena, como todos los bebés, y el doctor que había asistido a la parturienta aseguraba que lo
creyó muerto en un principio, porque nunca antes en su carrera había visto que un recién nacido no llorara al recibir la consabida palmadita en el trasero. Nunca nadie le vio llorar, ni de bebé ni cuando empezó a caminar y se caía y se hacía
daño. Ni siquiera en su primer día de colegio, que también fue el último porque decían que algo horrible había hecho a uno de sus compañeros y el director del centro les había aconsejado a sus padres que le hicieran revisar por un psicólogo.
Nunca supe lo que en verdad había pasado allí, porque yo ni siquiera estaba en la granja en otoño, pero esas historias que contaba el abuelo, muchas veces por la noche, junto a la chimenea, imagino que para darles un toque más angustioso,
sólo conseguían despertar mi interés por ese niño más y más.
¿Qué clase de cosas era capaz de hacer el niño de los Lee que a todo el mundo asustaban tanto?
7
Después del primer encuentro en el lago no volvimos a ver al niño de los Lee hasta que un día apareció en la granja. Era muy pequeño para andar vagando solo por allí, sobre todo teniendo en cuenta que su casa estaba bastante alejada de la
de mis abuelos, pero simplemente llegó y fue directamente a las cuadras de los caballos.
- No puedes entrar ahí.- Le dije, cuando ya estaba dentro, acariciando a uno de los potrillos recién nacidos-. No les hagas nada.
El sólo seguía acariciando su crin, hasta que le susurró algo en el oído y el animal se levantó, a duras penas, porque hacía escasas horas acababa de llegar al mundo, y le lamió la mano, como si le estuviera agradeciendo algo.
Taemin salió de allí sonriente.
- No iba a hacerle nada malo.
Y simplemente se fue.
Por un momento se me ocurrió que quizá las historias del abuelo eran un tanto exageradas, que un niño tan pequeño era incapaz de ser el artífice de todas esas maldades, pero cuando a la mañana siguiente el potrillo que había acariciado
apareció muerto, empecé a dudar acerca de su inocencia. Se formó un gran caos en la granja, Kibum lloró durante todo el día, y yo, que estaba en una especie de trance, todavía alucinado por lo que había ocurrido, fui el encargado de
deshacerme del cuerpo del animal, junto con mi abuelo.
Nunca mencioné a los abuelos que el niño de los Lee había estado allí la noche anterior. Y esa fue la primera vez que, inconscientemente, le protegí.
El siguiente encuentro tuvo lugar el día de aquel increíble vuelo de Kibum, Jonghyun y Coco, cuando la abuela había estado a punto de sufrir un infarto al ver caer a los niños desde el tejado de su casa.
Fue la primera vez que vimos a Jinki. O a Onew, como se hacía llamar.
- Te he dicho que no juegues con las personas.- Agarró del brazo a Taemin, que miraba el suelo, avergonzado.
- Sólo era una broma.
¿Una broma? Kibum seguía abrazado a la abuela y Jonghyun trataba de calmar al perro, que seguía ladrando al viento.
- Puedes hacer daño a alguien, no lo hagas más.
Y se lo llevó de allí.
Nunca creí que aquello tan divertido que Taemin hacía cuando estaba de buen humor pudiera dañar a nadie. Había sido divertido ver volar a esos idiotas y más todavía imaginar que Taemin lo había hecho. Era inexplicable, pero desde el
punto de vista de la mente de un niño, era sobre todo genial. Así que mi interés por encontrarme con él creció conforme los días iban pasando. Mientras el abuelo estaba haciendo unas compras en el pueblo y Kibum aprovechando para
holgazanear en su ausencia, me acerqué a la casa de los Lee para averiguar qué tipo de cosas era capaz de hacer aquel niño tan extraño al que todo el mundo parecía tenerle tanto miedo.
Pero aquel muro de piedra era demasiado alto, incluso para mi.
- ¿Qué haces aquí?
Pegué un salto al escuchar la voz de Onew, a mis espaldas. Onew tenía 12 años y era bastante más corpulento que yo, por lo que su apariencia intimidaba.
- ¿Eres el hermano mayor de Taemin?
- Soy su tutor.
- O sea que es cierto que no va al colegio.
- No es asunto tuyo.
- Él puede hacer cosas… especiales, ¿verdad? - Me miró con desconfianza-. El otro día en casa de mi abuelo yo vi…
- Crees que lo viste, pero no fue así.- Aquella respuesta inesperada hizo tambalear mis propios recuerdos de lo que había pasado-. Taemin no tiene ningún super poder. La gente es idiota.
Y entró en la casa sin ni siquiera preocuparse de que me hubiera ido. Supuse que la hospitalidad no era uno de los rasgos más característicos de la gente de aquel lugar.
La siguiente ocasión en la que nos encontramos fue en el lago. Nunca antes le habíamos visto por allí (de no ser por el embarcadero) pero aquel día estaba jugando en la orilla con algo que parecía una muñequita en forma de sirena. A pesar
de que Onew me había asegurado que no había nada que temer, la muerte del potro de la granja me había provocado una intranquilidad natural que no podía pasar por alto. Su cabello rojo deslumbraba al sol, cegándome, como si una
especie de señal luminosa me estuviera advirtiendo que no me acercara más.
- Hola.- Esa señal no parecía hacer efecto en Kibum. O no había prestado atención a ella, como casi siempre-. ¿Es tuya? - El pequeño asintió-. Es muy bonita, yo también tengo una Ariel en Seúl.
Taemin se giró a mirarle.
- ¿Cómo es Seúl?
- Mmmm… grande.
- De pequeño mis padres me llevaban mucho allí. Ahora no.
- Mamá dice que el avión es caro.
- Oh…
- El otro día volamos. Me asusté bastante.
Taemin se encogió ligeramente, pero pude notarlo desde donde estaba.
- Lo siento.
- ¿Fuiste tú? - Asintió despacio, como dudando-. ¿Por qué lo hiciste?
- No sé. Era divertido.
- Pude haberme roto un brazo.
- Minho oppa quería un aterrizaje brusco.
8
Kibum me miró con odio y yo sentí un escalofrío al escuchar mi nombre en sus labios.
- Minho no es tu oppa, sino tu hyung.
Taemin miró hacia mi, sonrió y sus ojos cambiaron. No pude apreciarlo debidamente desde donde estaba, pero algo raro había ocurrido con ellos. Como si el color no fuera el mismo. Algo que Kibum no vio a pesar de tenerlo justo al lado.
- Minho oppa.
No quise corregirle porque tampoco tenía la intención de ser su hyung. No quería salir volando y aterrizar de culo quién sabe dónde.
- Yo soy Kibum.
- Kibum hyung, ya lo sé.
- ¿Ya lo sabes?
- Os conozco. Vivís en la granja de los Choi.
- Sólo estamos de vacaciones. No vivimos aquí.
- ¿Por qué no?
- Porque vivimos en Seúl.
- Seúl debe de ser genial.
- Hay un centro comercial.
- ¿En serio? ¿Y qué hay ahí?
- Tiendas y… cines… y sitios para comer.
- Debe de ser muy genial.
- Es MUY genial.
Me estaba empezando a incomodar que Kibum estuviera tan tranquilo junto a ese pequeño diabólico pero no era capaz de acercarme y obligarle a volver, no era que tuviera miedo, sino que no podía predecir su reacción, y eso me paralizaba.
Además, no le había tratado demasiado bien y quizá él no me tuviera demasiada simpatía.
- No me caes mal, Minho oppa.- No me miró pero no hizo falta. Mis piernas temblaban porque estaba sintiendo como si algo estuviera tirando de mi, muy en mi interior.
- No he dicho nada.
- Pero lo estás pensando.
Kibum y yo nos miramos mientras él continuaba hundiendo su sirena de juguete en el lago.
- ¿También puedes leer la mente de otras personas? - Preguntó Kibum, curioso.
- Sólo de algunas.
No esperé más, no quise saber más. Simplemente me fui corriendo de allí y volví a territorio seguro. Y cuando por la noche Kibum y yo nos quedamos a solas en nuestro dormitorio, empezó nuestro pacto de silencio.
- El abuelo no puede saber que hemos estado con el niño de los Lee.
- ¿Por qué?
- Porque cree que es peligroso y que nos hará algo malo.
- Pero si es pequeño.
Cerré la puerta con cuidado y me senté a su lado en la cama.
- Ya viste lo que os hizo a Jonghyun y a ti. Y sólo estaba jugando. Imagina lo que hará cuando está enfadado. El abuelo dice que quema cosas.
- Eso sólo es lo que dicen en el pueblo.
- Si lo dicen, será porque lo han visto.
- Yo no me lo creo.
- Pues yo no estoy dispuesto a averiguar si es cierto o no. Mejor mantenernos alejados.
Me acosté en mi cama y él me tiró su almohada a la cara.
- El otro día te reiste mucho cuando volamos. Nadie diría que le tienes miedo.
Porque no lo tenía. Ni cuando las cosas volaban, ni cuando sus ojos cambiaban de color, ni cuando me leía la mente. Y si ese niño de pelo rojo como el fuego era capaz de hacer más cosas asombrosas, sabía que tampoco me daría miedo.
9
Mis días de verano en la granja no eran demasiado diferentes a mi vida en Seúl. La única diferencia era que en la granja al menos había menos niños estúpidos haciendo comentarios innecesarios.
Desde pequeño había sufrido las burlas de mis compañeros de clase por mi apariencia. Mamá siempre me había tratado con demasiado cuidado, más tarde supe que era porque siempre deseó haber tenido una niña, y supongo que
involuntariamente me convirtió en una. Me ponía incómodos jerseys rosados y gorritos con lacitos cuando todos los niños llevaban chándal y gorras de béisbol. Y usaba aquellas carteras de muñequitos mientras mis compañeros tenían las
suyas plagadas de super héroes.
Así que llegar a Boseong no cambiaba demasiado el hecho de que los demás me vieran como una niña, y todo era bastante similar a mi vida en la ciudad, excepto en que en la granja todos me aceptaban como lo que era, sin demasiadas
preguntas, porque imagino que todos sabían quién era y por qué era así. El único al que nunca le gusté fue al abuelo. Él también quería una nieta y cuando yo nací automáticamente me convertí en una decepción. Con los años, al no ser
capaz de alcanzar el nivel de éxito de mi primo, sólo me aseguré mi puesto de “nieto indeseado” por muchos años más.
La única persona que parecía feliz conmigo era la abuela. Ella siempre me ayudaba a escondidas cuando el abuelo me encomendaba tareas demasiado difíciles o pesadas, o me dejaba probarme sus vestidos y su maquillaje cuando el abuelo
no estaba. Incluso recogíamos flores en el campo y elaborábamos preciosos centros de mesa para adornar la sala de estar. Para ella también era una niña. Y estaba bien con ello.
Con Minho y Jonghyun no era igual. Se reían de mi porque no sabía nadar, o porque me costaba el doble que a ellos trepar a los árboles (cuando lo conseguía). También se burlaban de mis camisetas extrañas o de mis bañadores coloridos. Y
entonces aquel verano Jonghyun empezó a decir que tenía labios de niña. No me los pintaba, (aunque me habría encantado) pero tenían un color rosado natural que parecía dibujado. Además, la forma de corazón le daba un toque curioso a
mi boca, aunque mi abuela decía que eran así porque estaban esperando ser besados por alguien muy especial. Yo no tenía la intención de que nadie me besara, me parecía repugnante, pero por alguna razón eso se convirtió en una moda
aquel verano.
- Yo no he besado a ninguna chica porque no quiero que se queden embarazadas.- Aseguraba Minho, colgando del árbol, junto al lago.
- Eso no va así.- Corrigió Jonghyun, desde el agua.
- ¿Ah no?
- Hay que hacer otras cosas para tener bebés.
- ¿Qué cosas?
- Otras. Yo qué sé.
Yo permanecía tumbado bajo el árbol, jugueteando con un trozo de espiga de maíz. Aquel tema no me interesaba en absoluto.
- Kibum nunca besará a una chica.- Se rió Minho.
Miré hacia arriba, encontrándole medio colgado de una rama.
- De cualquier forma, me parece asqueroso.
- Sería demasiado raro.- Jonghyun salió del agua, también riéndose-. Que una chica besara a otra chica.
Bufé, hastiado de que seguir soportando esa “confusión” acerca de mi género.
- Más raro sería que besara a un chico, ¿no? - Me levanté y me sacudí la ropa, mientras Jonghyun me miraba sorprendido-. Tranquilo, no voy a besarte a ti. Hueles a vaca.
Jonghyun era sin duda el más trabajador en Boseong. A pesar de ser sólo un niño, no holgazaneaba en absoluto cuando había que trabajar en el campo, y era el primero en levantarse para empezar la jornada, y el último en acostarse tras
asegurarse que todos los animales estaban cercados. Era todo un campesino. Un niño campesino. Y aunque entonces lo veía como algo desagradable y poco higiénico, no tardaría mucho en cambiar de opinión.
Aquella mañana el abuelo me había mandado a limpiar el granero, como de costumbre, y la abuela me había llevado limonada fresquita para soportar el calor. Minho y Jonghyun se habían ido a bañar al lago porque la temperatura era
absolutamente insoportable. Tanto, que no tardaron en volver a casa, sudando a mares y rogando por un poco de sombra (y limonada).
Minho se fue a bañar mientras yo seguía trabajando en el granero, espantando a los pocos gatos que habían huído hasta allí en busca de un poco de fresquito.
- Sólo me falta ahora tener que recoger mierda de gato.
- ¡Esa boca!
Kim Jonghyun apareció con su sombrero de paja y su bañador tropical en mitad de mi intensa labor.
- Déjame en paz.
- Lo estás haciendo mal.
- No es tu problema.
Seguí amontonando la paja en un rincón.
- Si lo haces así, se caerá y tendrás que empezar de nuevo.
- No tienes ni idea. Soy un profesional en esto.
Pero antes de que terminara la frase, toda la paja que había estado amontonando cayó como un manto sobre mi, sepultándome y haciéndome escupir, asqueado.
- ¿Estás bien? - Vi la mano de Jonghyun aparecer entre la hierba y me aferré a ella.
- Seh…
- Te lo dije.
- Ya…
Me limpié los restos de paja de la ropa y soplé, para eliminar también los que caían de mi pelo.
- Ven.- Con sus manos limpió lo que quedaba en mi cabeza y sacudió más restos sobre mis hombros-. ¿Te has hecho daño? - Se agachó un poco para quedar a mi altura, agarrándome por los hombros.
- Estoy bien.- Quité sus manos de mi cuerpo-. No soy una niña.
- No he dicho que lo seas.
- ¡Siempre lo dices!
- Sólo bromeamos.
- Pues no me gustan vuestras bromas.
10
Caminé hacia fuera del granero, ya no pensaba seguir trabajando más por ese día, el susto había superado mis ganas de complacer al abuelo.
- Ojalá fueras una niña.
Cuando Jonghyun dijo aquello fue como si me hubiera abofeteado. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había escuchado a mi madre decir eso mismo. ¿Qué diablos le pasaba a todo el mundo?
- Pues qué pena.- Levanté mis brazos, para luego bajarlos-. Porque soy un niño.
Pero Jonghyun no pareció entender (o no quiso entender) mi explicación porque se acercó a mi y me miró fijamente a la cara, detallando mis rasgos.
- Tienes labios de niña.
Y me besó. No sé por qué lo hizo, si sabía perfectamente que no era una niña, sino un niño, sabía que mi nombre era Kibum, que era el primo de Minho, y que ambos teníamos lo mismo ahí abajo. Nada en mi exterior tenía forma de niña pero
aún así él seguía viéndome como una. Y sus labios se habían unido a los míos durante escasos segundos a pesar de saber perfectamente que para nada era una niña.
- ¿Jugamos? - Minho llegó con su pelota de fútbol en medio de aquel desconcierto.
- No sé… - Me miró, como intentando disculparse por lo que acababa de pasar.- Deberíamos ayudar a Kibum aquí.
- Él puede hacerlo solo, vamos.
Pero Jonghyun cogió la horquilla y empezó a amontonar la paja de manera rápida y eficaz, obligando a mi primo a seguirle, y en menos de 5 minutos ya habíamos organizado un equipo de trabajo bastante competente.
Nunca supe por qué Jonghyun me había besado, si era que estaba intentando demostrarme algo a mi o a él mismo, sólo sé que desde aquel día su forma de tratarme cambió. Y empezó a protegerme de todo el mundo, incluso de Minho. A
pesar de eso, no volvió a acercarse a mi de esa manera, al menos durante los siguientes 4 años.
11
Las vacaciones en Boseong no tuvieron ni un sólo componente emocionante más hasta que cumplí los 14 años. Kibum trabajaba en el granero y con los animales por las mañanas, ya que el abuelo trataba de hacer de él un hombre de
provecho (cosa que todos sabíamos, no entiendo por qué él no, que era un trabajo infructuoso). Yo solía acompañar al abuelo al pueblo para vender ganado o comprar semillas que después le ayudaba a plantar. Pero como nunca estaba allí
en la época de la cosecha, nunca vi crecer nada de lo que plantaba. A veces la abuela enviaba fotos de los campos de maíz o de las lechugas, pero no era lo mismo.
La ranchera de mi abuelo era una vieja Chevrolet azul claro que tenía por lo menos 20 años cuando yo la conocí. Pero me gustaba viajar en el asiento del copiloto y toquetear los botones de la radio, y pelearme con el abuelo sobre si esta o
aquella emisora eran un rollo auténtico para acabar apagándola a fin de evitar una discusión mayor. A veces, cuando estábamos en la granja, me dejaba encender el motor y probar a avanzar unos pocos metros, aunque mi abuela protestaba
y no dejaba de repetir que era un irresponsable por permitirme (e incluso enseñarme) esas cosas tan peligrosas.
- El otro día vi al niño de los Lee rondando el gallinero. Por casualidad, ¿te ha dicho o hecho algo extraño?
- ¿A mi?
Después de lo que pasó el día en que Kibum y Jonghyun “volaron”, el abuelo acrecentó sus temores y sus advertencias acerca de lo que podía pasarnos si jugábamos cerca de Taemin. Sus historias a veces nos ponían los pelos de punta,
sobre todo aquella en la que explicaba con todo lujo de detalles innecesarios, cómo había partido el brazo de un compañero de clase el primer día de colegio, razón por la cual nunca volvió a estudiar de manera pública.
- Desde que nació supe que era una especie de enviado del diablo.- Cuando el abuelo se ponía en plan apocalíptico, simplemente trataba de evadirme y pensar en cosas menos desagradables (y que no me produjeran pesadillas)-. Pero
cuando pasó “aquella cosa” - siempre se refería al episodio como “aquella cosa” porque no se atrevía a ponerlo en palabras más específicas - me di cuenta de que de verdad es mucho más peligroso de lo que pensaba. No dejes que se
acerque a ti o a tu primo.
- Es sólo un niño.
No sé por qué salió tan simple de mi boca, pero mi abuelo frenó de golpe y me señaló con un dedo :
- Ese niño puede hacer cosas que la mayoría de las personas etiquetarían como “milagros”. Pero realmente se trata de brujería. Algo satánico y malévolo. Y debes mantenerte alejado de él, ¿me oyes? Cuanto más te conozca, más daño te
hará.
Nunca pensé que las palabras de mi abuelo pudieran tener algo de veracidad, siempre le tuve por un pobre hombre sin estudios que no había salido jamás de su pueblo y no tenía ni idea de lo que había en el mundo exterior. Estaba seguro
de que cuando conociera Internet, para él también sería un “instrumento del diablo para controlarnos a todos”. Su paranoia iba in crescendo paralelamente a su edad. A veces incluso llegué a pensar que estaba loco.
- Tienes que ir a la iglesia todos los domingos.- Repetía mi padre siempre, mientras me ayudaba a hacer las maletas, año tras año.
- Pero papá, ¡si aquí no voy nunca!
- Da igual, allí tienes que hacerlo. Y ponerte el traje que mamá te ha planchado.
- ¡Ese traje es ridículo!
- Minho, cuando vas de invitado a un sitio, tienes que participar en las costumbres de la gente. De eso se trata el respeto.
El respeto no tenía nada que ver con la iglesia o el traje negro de los funerales. En realidad se trataba de un miedo atroz que todos los miembros de mi familia tenían a contradecir al abuelo. Por suerte, y aunque nunca supe el motivo, yo era
su ojito derecho y nunca se tomó a mal mis pocas ganas de escuchar los sermones del padre Kwon, y él simplemente pensaba que, como el chiquillo que era, sólo quería perder la mañana del domingo nadando en el lago o corriendo por el
campo persiguiendo algún animal salvaje en busca de su guarida.
Lo que menos me gustaba de ir a la iglesia era tener que soportar los bufidos de Kibum.
- Sí, claro, cómo no.- Se cruzaba de brazos y empezaba a imitar al padre Kwon cuando dramatizaba acerca del fin del mundo y el castigo de los impíos.
- Cállate.- Siseaba, intentando impedir que el abuelo nos pillara, cosa que nunca resultaba.
- No puedo aguantar esa mierda por mucho más tiempo sin reirme, es una maldita película de ciencia ficción.
- ¿Quieres dejar de maldecir? ¡Estamos en la iglesia!
12
- Niños…- No hacían falta más palabras del abuelo para que recuperáramos la compostura.
El primer verano que empezó a salirse de la rutina fue ese en el que Kibum empezó a maldecir en la iglesia, las chicas del pueblo llevaban las faldas un poco más cortas, y Jonghyun no dejaba de hablar de revistas y de las ganas que tenía de
comprarse una ranchera como la del abuelo, pero más nueva, de color negro, para ir al pueblo siempre que quisiera, sin tener que pedirle a sus padres que le llevaran. Pero la realidad era que con 14 años, esos sueños estaban bastante
alejados de sus posibilidades.
- Tengo hambre.- Fue lo que Kibum soltó en cuanto puso un pie fuera de aquel lugar sagrado.
- Pues no comeremos temprano.
- ¿A quién se le ocurrió que las misas tenían que ser a estas horas?
- Siempre ha sido así.
- Es ridículo.
- Kibum, por el amor de Dios…
- Key.
- ¿Eh?
- Te he dicho que me llames Key.
Oh, sí, claro. Aquel verano Kibum se empeñó en hacerse llamar “Key” porque así le distinguirían de los otros 18 Kim Kibum que había en nuestra escuela. Al principio me pareció absurdo, ni siquiera entendí por qué tenía que escribirlo en
inglés, si era sólo la primera sílaba de su nombre, pero él se encargó de tatuárnoslo en nuestras mentes.
- No pienso llamarte Key.
Salvo en la mente de Jonghyun. Esa funcionaba de manera independiente.
-¿Por qué no?
- Porque ese no es tu nombre.
- Es PARTE de mi nombre.
- Entonces se escribiría en coreano, no en inglés.
- No lo estás escribiendo, lo estás diciendo.
- Como sea, es una tontería.
- ¡Tú sí que eres un tonto!
Y se marchaba ofuscado a nuestro cuarto a leer sus cómics en inglés (¿qué le pasaba con ese idioma? ¿se estaba haciendo el interesante?) mientras nosotros nos quedábamos en el embarcadero hasta que el sol se ponía.
- Tu primo se está volviendo cada vez más rarito.
- A mi me lo vas a decir…
- ¿A qué viene eso de cambiarse el nombre?
- Mi madre dice que debe de tener alguna clase de crisis existencial.
- Siempre le ha gustado ser diferente.
- Es un niño mimado.
Nos reímos hasta que se hizo de noche imaginando la vida futura de Kibum : en una casa rosa llena de cojines de peluche y con un perro hortera llamado “Lulú” o similar, mientras insistía en que era un hombre.
- Apuesto a que él no tiene de esto.
Sacó una de sus revistas de la mochila que siempre llevaba cuando íbamos a pescar, aunque ese día no lo estábamos haciendo.
- ¿El qué?
Y apareció como un milagro en mis manos.
- Joder, Jjong, esta revista ya tiene 3 meses, mira.- Le señalé la fecha de publicación con el dedo.
- Aquí no llegan todos los meses como en Seúl.- Rápido la abrió y pasó las hojas, emocionado.
- Parece que la has usado mucho.
No podía negarlo, el papel arrugado en los bordes hablaba por sí mismo.
- Aquí no llega la tele por cable.
Jonghyun no había visto nunca la tele por cable, pero yo le había hablado mucho acerca de los “especiales” de cine de los viernes por la noche y él me había obligado a grabárselos todos. Suerte que en mi habitación tenía un televisor propio,
porque nunca habría sido capaz de explicarle eso a mi madre.
- Te enviaré las que te faltan cuando vuelva a casa.
Me miró como si acabara de prometerle toda su lista de deseos de su carta a Santa.
- Sabes que te quiero, ¿verdad?
Le pegué en la cabeza con la revista que yo también llevaba en mi mochila.
- Toma, feliz cumpleaños.
- Si mi cumpleaños no es hasta abril…
- Es el especial de verano.
La tomó entre sus manos con cuidado, como si fuera un tesoro sagrado, y parpadeó, incrédulo, mirando la portada.
- ¡Bikinis!
No había nada que a Jonghyun le gustara más que un bikini. Bueno sí, las protuberancias que se ocultaban debajo de él.
Y aquel verano, en el que se produjo nuestro despertar sexual (al menos el individual) fue el primero en el que se empezó a abrir una brecha entre Kibum y nosotros. A pesar de que él solamente era un año menor, era totalmente inocente y se
abstraía de la realidad durante horas imaginando ser uno de los superhéroes de los cómics que leía.
- Kibum no tiene revistas de estas.
- Déjale. Está demasiado ocupado con esos tipos maricas que llevan mallas.
Creo que ese fue precisamente el momento en el que empecé a relacionar la palabra “marica” con mi primo. Pero tampoco fue algo traumático ni verdaderamente extraño, ya que nunca había pensado que sus rarezas fueran a afectarme en
absoluto. Yo era normal.
13
La peor parte de las vacaciones llegaba cuando íbamos al pueblo. Mientras permanecíamos ocupados en las labores de la granja, sudando a mares y bañándonos inocentemente en el lago, nada podía hacernos recordar que había un mundo
allá afuera. Sólo estábamos Minho, Jonghyun y yo (y en contadas ocasiones, también el niño de los Lee, que solía espiar nuestra diversión desde la otra orilla del lago). Pero las visitas al pueblo eran mi peor pesadilla. Minho siempre estaba
pidiéndole al abuelo que nos llevara, insistiendo en que quería ver tiendas y comprar revistas (al abuelo nunca le pareció mal que Minho tuviera esa fijación obsesiva con las revistas porno, le parecía mucho más sano y normal que la mía por
los cómics del Capitán América). Sin embargo, en el mismo momento en que mis pies rozaban el asfalto de la civilización, empezaban los problemas.
En primer lugar, siempre llamó la atención mi forma de vestir. Hiciera lo que hiciera, siempre había algo que no encajaba con el gusto del lugar : unos pantalones demasiado cortos, o demasiado apretados, un gorro, unos tenis llamativos o
simplemente un peinado moderno. Siempre acababa siendo el bicho raro.
- ¿No tenías una camiseta normal? - Bufaba el abuelo, caminando delante de mi (seguramente para evitar que le relacionaran conmigo, cosa absolutamente estúpida, ya que todo el mundo en el pueblo sabía que yo era el nieto de los Choi).
- ¿Qué tiene de malo? Es cara.
- Es rosa.- Bufó Minho, de la misma manera que el abuelo. A Minho le gustaba imitar al abuelo Choi, de hecho le gustaba tanto que a veces era incapaz de distinguirles. Era un viejo metido en el cuerpo de un niño de 14 años.
- El rosa es un color bonito.
- Es de niñas.- Me susurró Minho, con los dientes apretados-. Todo el mundo te está mirando.
Y allá íbamos de nuevo.
Cuando íbamos al pueblo, Minho solía juntarse con Jay y con Max. Esos chicos eran un par de años mayores que nosotros pero como sabían que éramos de Seúl les encantaba buscarnos para que les contáramos cosas acerca de la gran
ciudad y de cómo eran los centros comerciales. Minho solía exagerar inventando historias sobre robots que hacían de camareros o chicas en ropa interior atendiendo a los clientes de las tiendas de ropa. Era absurdo pero yo en esa época no
tenía la suficiente confianza como para cuestionar el motivo de sus mentiras. Porque los chicos del pueblo creían que Minho era algo así como un héroe proletario que a pesar de tenerlo todo, dedica unos minutos de su vida a los pobres
plebeyos que le admiran y le idolatran. Yo, en cambio, para ellos, era una niña.
- Ten cuidado o te ensuciarás.- Jay se burlaba cuando simplemente me sentaba en el porche de madera de la tienda de alimentación en donde esperaba a que mi abuelo terminara sus compras.
- Seguro que después llora porque se manchó sus pantaloncitos.- Max era todavía peor, porque siempre actuaba como el “eco” de Jay. De hecho yo pensaba que no tenía ni siquiera un cerebro propio.
- ¿No ha venido mamá contigo?
Cuando Jay se sentó a mi lado ya empecé a estar menos tranquilo.
- Tiene que trabajar.
- En el pueblo dicen que tus padres están separados y por eso no vienen aquí de vacaciones.
- ¿Y qué pasa con los de Minho? - Trataba de defenderme como podía.
Pero él simplemente se encogía de hombros. Nunca tuvo un motivo real para odiarme, salvo el simple hecho de que yo no era EXACTAMENTE igual que ellos.
- ¿Llevas bragas? - Apartó ligeramente la cintura de mi pantalón para echar un vistazo dentro.
- ¡No me toques! - Le quité la mano bruscamente y lo siguiente ya fue todo a peor.
Recuerdo el empujón levemente, lo que más recuerdo es el sonido de la madera crujiendo bajo mi cabeza, los dientes castañeando por el rebote y a Minho gritándoles que me dejaran en paz.
- ¿Ya te has vuelto a caer?
Por supuesto el abuelo nunca supo (o nunca quiso saber) que los niños del pueblo se metían conmigo. Que no encajaba. Que para ellos era la peste. Casi de la misma manera en la que sucedía en Seúl.
Las tardes en el lago no eran mucho mejores en ese aspecto. A pesar de que siempre he considerado a Jonghyun como mi mejor amigo (compartido con Minho) cuando los dos se lo proponían, eran expertos en hacerme la vida imposible.
- No tienes huevos a venir a buscarlo.- Era la frase favorita de Minho para retarme a que entrara en la zona más profunda. En esa ocasión fue mi sombrero de paja nuevo. Apenas me lo había comprado la semana anterior y era mi mejor arma
defensiva contra el sol infernal de aquel lugar. Y en ese momento estaba flotando en mitad del lago.
- Key no sabe nadar, Key no sabe nadar…
Jonghyun se había opuesto desde el principio en llamarme así, decía que era una ridiculez que acortara mi nombre de esa manera, pero a mi me daba una cierta seguridad. Cuando Key empezó a existir, Kibum fue desapareciendo poco a
poco. Sus miedos y sus inseguridades también desaparecían con él.
Entré en el lago, dispuesto a recuperar mi sombrero, mientras ellos me observaban desde la orilla, riendo por su hazaña. Podía sentir los hierbajos enredándose en mis dedos, impidiéndome avanzar con decisión. Y una vez más, sólo deseé
que las clases de natación de la escuela no hubieran sido un completo fracaso. Que aquel día en el que a causa del azar, mi flotador fue el único defectuoso entre 50, hubiera sido iluminado con el instinto de supervivencia necesario para, al
menos, flotar durante algunos segundos para pedir ayuda. Pero no floté. Sólo me hundí más y más, irremediablemente. Tampoco hice nada al respecto. Si no hubiera sido por Dongwoon, mi único amigo en la escuela, todavía estaría allí abajo,
tragando agua, o quizá en un lugar menos agradable todavía.
Mamá se había asustado tanto que me desapuntó de las clases de natación. Mi trauma duró bastante más. No pude meterme en una bañera llena de agua durante meses. Y la única vez en 5 años que había entrado en el lago por mi propio
pie… fue para recuperar mi bonito sombrero nuevo.
El agua ya me llegaba por la cintura y estaba casi seguro de que no iba a poder seguir avanzando, mientras veía el gorro alejarse más y más, apenas mecido por la suave brisa de la tarde. Mis pies seguían anclados al suelo irregular,
imaginando decenas de pececillos nadando alrededor, alertados por mi presencia, y tratando de morderme. Era incapaz de moverme.
Notaba los ojos inundados en lágrimas mientras Minho y Jonghyun seguían gritándome que era un cobarde y una niña. Miré al otro lado del lago y, como casi siempre, sentado en el embarcadero de madera, estaba Taemin, con los ojos
abiertos como platos, imagino que sorprendido por aquella escena tan poco típica en un grupo de amigos que se supone que lo son.
Supongo que cuando sus ojos se cruzaron con los míos fue capaz de entender mi imposibilidad de salir de aquella situación y vi que ladeaba ligeramente la cabeza, como si estuviera sopesando las circunstancias. Fijó su mirada en el
sombrero, mientras yo le seguía mirando a él, porque no podía dejar de hacerlo, parecía que realmente estaba tratando de hacer algo.
Entonces sucedió de nuevo. El sombrero de paja se levantó despacio, como si una corriente de aire lo estuviera haciendo levitar, pero supe que no fue así porque la extraña parábola que dibujó en el aire, justo antes de posarse sobre mi
cabeza, me hizo ver que ALGO lo había movido para ayudarme. ALGO que estaba dentro de Lee Taemin.
Cuando miré de nuevo al embarcadero, él ya se marchaba, sonriente, de allí. No pude darle las gracias, aunque creo que las pudo percibir. Agarré con fuerza el sombrero, y ya un poco menos asustado, abandoné el lago.
Minho y Jonghyun me miraban, boquiabiertos, sin entender lo que acababa de ocurrir.
14
- Él… él lo ha hecho otra vez…- Balbuceaba Minho-. O sea que… que es verdad.
- Es bueno saber que cuento con Taemin.- Me crucé de brazos-. Tenedlo en cuenta la próxima vez.
Vi por la expresión de Jonghyun que eso les había asustado bastante. Alguien que habla por los codos las 24 horas del día (sí, durmiendo también) resultó ser capaz de callarse ante la mordaza invisible del miedo.
- Él tiene… él tiene ese poder…- Minho señalaba el embarcadero, ya vacío-. El abuelo tenía razón.
- Te equivocas. Taemin no es un demonio. Es sólo un niño.
Y a pesar de las historias de terror nocturnas, los rumores, las apariencias e incluso lo que mis propios ojos habían presenciado y mi propio cuerpo había experimentado, decidí hacerme amigo de Lee Taemin. Porque cuando el sombrero
había aterrizado suavemente en mi cabeza, había sentido una especie de calidez agradable, una caricia amorosa y protectora que me convenció de que ese niño no era un ser maligno y peligroso, sino alguien lleno de amor, y yo estaba casi
seguro de que él no sabía cómo controlarlo. Y además tenía un don, una bendición, un regalo de la naturaleza… que controlaba perfectamente.
15
La segunda ocasión en la que pude presenciar los poderes de Lee Taemin fue aquella vez en el lago cuando le quitamos el sombrero de paja a Kibum y le obligamos a meterse en el agua para recuperarlo. La verdad era que pensábamos que
empezaría a llorar y Jonghyun y yo acabaríamos haciendo el trabajo, pero eso no sucedió porque Taemin estaba allí. Y aunque nunca pude (ni aún puedo) asegurar al cien por cien que él fue quien movió el sombrero hacia mi primo, y no una
ráfaga de aire azarosa, lo cierto es que todos pudimos volver a sentir ese escalofrío que nos encogió el día del “vuelo”. Algo salía de él, aunque no sabíamos ni podíamos comprender el qué, pero nos atravesaba, de una forma extrañamente
familiar, y tranquilizadora.
- No vamos a decirle al abuelo nada de lo que ha pasado.- Le advertí a Kibum, de camino a la granja-. Él nos ha dicho que no nos acerquemos al niño de los Lee.
Cuando decía “el niño de los Lee” en lugar de mencionar su nombre, era como si me estuviera defendiendo de él. Era mi propia manera de mantenerle alejado. “Aquel cuyo nombre no mencionamos” rondaba siempre mi cabeza como en una
vieja leyenda de terror cutre.
- No pensaba hacerlo. El abuelo no destaca por su comprensión y tolerancia.- Puso una mueca de asco que inmediatamente me hizo recordar la visita al pueblo unos días antes.
- Es que te gusta provocarlo.
- ¿Qué dices?
- ¿Rosa, Kibum? ¿No tenías otra camiseta que no fuera rosa?
- No empieces con eso.
- De entre toda la ropa marica....
- ¡Déjame en paz, idiota! - Echó a correr hacia la casa, dejándome atrás, y sólo se giró para volver a gritarme-. ¡Y me llamo Key!
Suspiré, algo cansado de esa batalla sin fin por su nombre, y para cuando entré en casa, él ya se había apropiado del cuarto de baño, con lo que no tuve más remedio que esperar a que saliera, jugando con Coco.
- ¿Os habéis divertido? - La abuela traía un platito con trozos de fruta escrupulosamente cortados y se sentó a mi lado.
- Sí, mucho.- Contesté, desganado.
- ¿Os habéis metido con Kibum?
Era imposible mentirle cuando Kibum había entrado como una exhalación, azotando puertas, y seguramente ya se habría chivado de la historia del sombrero.
- ¿Por qué tiene que ser tan raro siempre?
La abuela me pasó la mano por la cabeza, para luego darme un ligero golpe en el cogote, por el que protesté.
- Es tu primo, deberías mostrarle un poco más de respeto.
- ¡Pero es que todo el mundo nota lo raro que es! ¡Jjong también!
- Ese chico Kim es bastante especial también.
- ¿Jjong?
- Con 14 años ya va conduciendo el tractor de su padre como si nada. ¿Es que los Kim no tienen miedo de que algo malo le pase?
- ¿A Jonghyun? ¡Si es la cosa más bestia que he conocido en mi vida!
- Creo que se confían demasiado. Y el chico trabaja sin descanso todo el año. No entiendo cómo le va tan bien en la escuela.
Pocas veces había hablado con Jonghyun de sus estudios. Sabía que aprobaba todo, porque siempre estábamos en el mismo curso, pero nunca me interesé por cuál era su asignatura favorita, o sobre si su profesor de matemáticas era tan
capullo como el mío. Compartíamos porno y hacíamos competiciones para ver quién nadaba más lejos o escupía más veces en un minuto. Sí, éramos simples, y ambos estábamos bien con eso.
- ¿Hoy os habéis encontrado al niño de los Lee? - A veces pensaba que mi abuelo tenía algún tipo de obsesión con ese niño.
- No.- Mentí. Siempre mentía cuando se trataba de él. ¿Autoprotección? Puede.
- Mejor. Ya sabes que es mejor no acercarse.
- ¿Sus padres no le cuidan? Es decir, siempre le veo solo y nunca veo a ningún adulto cerca…
- ¿Crees que alguien así necesita vigilancia? Somos nosotros los que tenemos que tener cuidado.
Las palabras del abuelo siempre lograban asustarme. Aunque no quisiera, aunque me negara a creer todas sus historias, era evidente que las cosas que hacía Taemin no eran normales, desde el punto de vista de un ser humano común y
corriente, y esa especie de don que tenía, o lo que fuera, visto objetivamente, podía ser empleado de muy diversas formas. Incluso de formas malas. Pero esa opción sólo aparecía como algo vago en mi cerebro. Porque hasta ese momento lo
único malo que le había visto hacer había sido hacer volar a mi primo y recuerdo lo mucho que me reí cuando eso pasó. O sea que no había sido tan malo.
- ¿Por qué crees que el niño de los Lee tiene ese poder?
- No es un poder, es una maldición.
El tono tétrico que siempre adoptaba el abuelo al hablar del tema algunos días me hacía gracia. Ese día me intranquilizó.
- Cariño, simplemente no te acerques a él.- La abuela recogió el plato vacío y volvió a la cocina.
- Puede que te dejes impresionar al principio.- El abuelo se sentó a mi lado, provocando que Coco se desplazara, fielmente, hasta sus zapatos-. Pero sólo es el espectáculo previo a una desgracia.- La muerte del potrillo de la granja unos años
antes, vino, sin saber cómo, de golpe, a mi mente-. Y el día menos pensado, cuando ya te tenga hipnotizado con sus ilusiones, la bestia emergerá. Y hará cosas horribles. Probablemente cosas que ni siquiera pensabas que un niño sería
capaz de hacer.
Tragué saliva, inquieto.
- ¿Cómo qué?
El abuelo carraspeó, y aunque en ese momento pensé que iba a contarme una historia terrible, se limitó a ponerse en pie.
- Es hora de cenar. Ve a bañarte.
Y no pude escuchar sus teorías apocalípticas sobre los poderes de Taemin, ni comprender del todo por qué era una amenaza tan grande para todo el mundo cuando lo único que le había visto hacer había sido devolverle a Kibum algo que yo
me había encargado de quitarle.
- Quizá se vengue de mi.
Lo pensé como algo emocionante más que terrorífico. La idea de volver a verle y que hubiera decidido darme una lección por portarme mal con mi primo me resultaba muy excitante. No tenía miedo. Nunca tuve miedo. Sólo quería ver más. Un
poco más.
Lo que no sabía era que una semana más tarde iba a tener la oportunidad de ver mucho más. Y de preguntarme hasta dónde exactamente llegaban sus capacidades y por qué no estaban siendo utilizadas adecuadamente a favor del bien de
la humanidad. Tal y como hizo aquel día.
16
Ya casi anochecía sobre el lago, pero como el calor seguía siendo asfixiante, Jonghyun y yo nos negábamos a abandonar el agua, a pesar de la insistencia de Kibum, asustado por el posible regaño del abuelo.
- ¡Vamos a llegar muy tarde, y el abuelo no quiere que caminemos de noche por el bosque!
- Vamos, Key, ¿qué va a pasar? ¿Nos va a comer un oso?
- Aquí no hay osos.- Dijo Jonghyun, serio.
- ¿Lo ves?
- Haz lo que quieras, pero yo me voy.
No pensé en serio que fuera a largarse, a Kibum le daba un miedo terrible caminar solo por ahí y más cuando la escasa luz apenas te permitía ver tus propios pies. Pero se dio la vuelta y empezó a caminar decididamente.
- ¡Que se va! - Rió Jonghyun, apuntándole.
- No llegará muy lejos. Le asusta la oscuridad.
Seguimos nadando, olvidándonos de él durante unos minutos, hasta que sus gritos nos detuvieron. Venía corriendo hacia el lago, moviendo los brazos en aspa y con los ojos cerrados, angustiado por el miedo.
- ¿Qué hace?
Me encogí de hombros hasta que el grito se hizo más audible.
- ¡Una abeja!
Corría en círculos por la orilla, hasta que se me ocurrió algo.
- ¡Tírate al agua!
Lo había visto en una película y estaba seguro de que así el insecto le dejaría en paz. Lo que no creí era que Kibum me haría caso y, ropa incluida, se lanzara al agua y desapareciera de la superficie.
- ¿Key sabe bucear? - Se extrañó Jonghyun, viendo que todavía no salía.
- ¿Cómo va a saber? Si ni siquiera flota.
- Pues no sale.
- Estará asustado por la abeja.
Observamos la zona en la que se había tirado durante un rato, pero no veíamos nada, en parte porque estaba oscureciendo.
- Mierda, Minho, no sale.- Jonghyun empezó a nadar en su dirección, mientras yo me mantenía expectante.
- ¿... Le ves?
- ¡Mierda, Key!
Jonghyun se sumergió y yo empecé a temerme lo peor. En el silencio del atardecer del lago, sólo podía oir los grillos y los latidos acelerados de mi propio corazón que, desbocado por el pánico, no me permitía mover ni un sólo músculo.
Jonghyun asomó la cabeza al poco rato, mirando nervioso a su alrededor.
- ¿No le ves?
- ¿Dónde está? ¡Maldita sea!
Volvió a introducirse bajo el agua.
“Ve a por él”.
Apareció en mi mente de repente, como una fuerza interior tremenda, capaz de despertar todos mis sentidos, y nadé con prisa hacia el lugar por donde creía que Kibum podía estar. Me sumergí y con esfuerzo traté de ver algo, pero ya no
había luz que me lo permitiera, y mis propias burbujas saliendo de mi nariz me cegaban.
“Arriba”.
El susurro de mi propio cerebro me hizo volver a la superficie, en donde pude ver la silueta de Jonghyun arrastrando algo fuera del lago.
- No puede ser.
Salí corriendo del agua y me acerqué, tropezando con las raíces de los árboles y con mis propios pies, de la desesperación.
- Mierda, Minho…
Jonghyun se arrodilló a su lado, tembloroso, y llorando, mientras el cuerpo de mi primo permanecía inconsciente sobre la tierra.
Me arrodillé enfrente, o más bien me dejé caer, agobiado por el sentido de la responsabilidad.
- Es culpa mía.
Jonghyun movió la cabeza de Kibum hacia atrás y colocó su oreja en su boca.
- No oigo nada.- Su respiración y la mía se volvieron más rápidas, pero su capacidad de reacción era infinitamente superior. Tapó la nariz de Kibum y le separó los labios, dispuesto a hacerle el boca a boca.
Entonces escuché sus pasos tranquilos, pasando por mi lado sin detenerse, caminando directamente hacia él. Antes de que Jonghyun empezara a insuflar aire en sus pulmones, el niño de los Lee se arrodilló junto al cuerpo de mi primo, se
acostó sobre su pecho y se mantuvo escuchando allí lo que me pareció una eternidad.
- Aún respira.- Dijo con toda la calma del mundo.
Mientras Jonghyun sollozaba, él colocó una de sus manos sobre la frente de Kibum y la otra en su tórax, y se acercó a su oído para susurrarle algo que ninguno de los dos pudimos escuchar.
- ¿Qué le estás haciendo? ¡Apártate de él!
Me levanté y corrí hacia ellos, temeroso de que algo terrible pudiera hacerle, a tenor de las historias que el abuelo Choi nunca terminaba de precisar sobre ese niño.
17
- ¡No le mates, por favor! - Rogó Jonghyun, con los dedos entrelazados, y todavía con las lágrimas surcando su rostro.
Mientras ambos rogábamos por su vida, Taemin acariciaba el pecho de Kibum en círculos, y en mitad de la oscuridad pudimos ver algo inconfundible. Algo que no podíamos ignorar porque allí estaba, delante de nuestros ojos ingenuos. Una
especie de luz bajo la palma de Taemin. Una luz que subió desde los pulmones de Kibum hasta su boca, provocando que se atragantara con ella, haciéndole toser.
Cuando escupió el agua que había tragado, Taemin le acarició la espalda, ayudándole a sentarse.
- No te preocupes, hyung, estás bien.
Kibum le miró, parpadeando, y le sonrió.
- Gracias, Taemin.
Le dio un abrazo que Taemin aceptó, tímido, al tiempo que yo intentaba dar una explicación coherente a lo que acababa de pasar.
“No ha sido tu imaginación, lo he hecho yo”.
Cuando Taemin se giró y me miró, me di cuenta de que eso no lo había pensado yo. Me lo había dicho él.
- ¡Kibum, joder!
Jonghyun abrazó a mi primo con fuerza, haciéndole toser aún más.
- Me estás ahogando, Jjong.
- ¡Joder, Key, perdóname! - De repente Jonghyun ya no parecía contrariado con ese estúpido apodo-. ¡No volveré a dejarte solo en el lago nunca más!
Lloraba a mares, hipando incluso, y Kibum apoyaba su mejilla en su hombro, agradecido. Esa fue la primera vez que asocié la palabra “marica” a Jonghyun. Aunque duró poco.
- No dejéis que se enfríe o se enfermará.- Explicó Taemin, una vez que se puso en pie-. Mamá dice que : “ropa mojada, cama asegurada”.- Levantó un dedo, supuse que imitando a su madre, y me reí.
- Tu madre es muy lista.
- ¿Sí? - Abrió los ojos, emocionado.
- Supongo.- Me rasqué la cabeza.
- Mamá es la más lista.- Metió sus pequeñas manos en los bolsillos de su peto vaquero y se balanceó hacia adelante-. Siento lo del potro.
- ¿Eh?
- Hace 4 años.
Me parecía increíble que pudiera recordar algo como eso, cuando había sucedido teniendo él apenas 6 años de edad. Pero lo recordaba, y no parecía gustarle demasiado ese hecho.
- Ah… el potro…- Traté, inútilmente, de que no me temblara la voz ante la imagen dantesca que había encontrado aquella mañana.
- Estaba enfermo. No iba a sobrevivir de todos modos.
“De todos modos”.
Así que el potro no había muerto por un accidente. Ni por una enfermedad, como había diagnosticado el veterinario del pueblo. ÉL LO HABÍA MATADO.
Di un paso hacia atrás.
- Vámonos.
Jonghyun y Kibum se levantaban despacio, y yo me agaché para cargar a mi primo a mi espalda.
- ¿Qué haces?
- Te llevo.
A Jonghyun no le importó irse a casa en bañador y le cubrió con su camisa de cuadros, acariciándole la espalda.
- Cámbiale de ropa en cuanto lleguéis.- Asentí-. Y por Dios, no menciones que Taemin ha estado aquí con nosotros.
¿Qué iba a mencionar? ¿Acaso alguien creería que el niño de los Lee acababa de salvarle la vida a un Choi?
A partir de ese día, nunca más, para ninguno de nosotros, Taemin fue “el niño de los Lee”. Kibum y Jonghyun eran sus hyungs, y yo, aunque lo odiara, me había convertido en su maldito “oppa”.
18
El incidente del lago nos cambió a todos, involuntariamente. Minho dejó de incordiarme, Jonghyun empezó a despertar un instinto de protección hacia mi exagerado, y yo decidí que tendría que vencer mi fobia al agua si quería tener algún tipo
de esperanza de supervivencia con esos dos inútiles cerca. Además de eso, todos dejamos de temer las historias del niño de los Lee. Lo habíamos visto, yo incluso lo había sentido, y no podía decir que tenía miedo de alguien que acababa de
salvarme la vida.
- Así no, te hundirás…
Minho criticaba todos y cada uno de mis movimientos, sentado en el campo, mientras intentaba flotar, rígido como una tabla, y Jonghyun me sujetaba por la tripa, impidiendo que me fuera directamente al fondo del lago.
- Mueve las piernas despacio.
- ¡Es que si muevo los brazos, no puedo mover las piernas a la vez!
- ¿Cómo que no? Los demás podemos.
- ¡Pues yo no!
Al más mínimo indicio de que Jonghyun iba a soltarme, podía notar cómo mi cuerpo caía como una roca, tieso y sin rumbo, hacia abajo.
- Mierda, Key, pon algo de tu parte.
- ¡Tengo fobia! ¿vale?
En realidad no sabía si era mi fobia o la de mi madre. Pero lo que más me asustaba era meter la cabeza debajo del agua.
- Estamos perdiendo el tiempo con esto.- Protestó Minho-. Si no puede, no puede.
- Vamos a intentarlo un poco más.- Jonghyun no perdía la esperanza, pero yo empezaba a notar mis piernas acalambradas.
- Me duele…
- ¿El qué?
- Las piernas… creo que no puedo seguir.
- Espera.
Jonghyun me tomó por la cintura y nadó conmigo a cuestas hasta una zona en la que podía tocar fondo.
- ¿Puedes ponerte en pie?
- Creo que sí.
Me apoyó en su hombro mientras me ayudaba a salir del lago.
- Enternecedor.- Se burló Minho, pero Jonghyun simplemente le empujó lejos de nuestro camino.
Me tumbé al sol para secarme, mientras flashbacks de lo que había pasado días atrás aparecían como un sueño. Era realmente aterrador pensar que había estado a punto de morir ahogado. Pero lo era todavía más el motivo gracias al cual
estaba vivo.
- ¿Por qué creéis que me salvó?
- Supongo que le caes bien.- Jonghyun se tumbó a mi lado.
- Si no me conoce.
- A lo mejor quiere ser tu amigo.
- O le gusta exhibir sus poderes.- Analizó Minho, con la mente más serena que la nuestra-. Ya lo vimos en la granja aquella vez.
- Esa vez dio mucho miedo.
- Demasiado.
- Y sólo estaba jugando.
- ¿Tú crees?
- Se estaba riendo.
Nos callamos. Pensar que un niño de 6 años “jugara” haciendo levitar personas no parecía algo tan divertido. No si tú eras el sujeto levitado contra tu voluntad.
- Pero el otro día no me dio miedo.- Admití-. Sentí como… como un alivio. Como si algo me estuviera protegiendo. Fue raro.
Jonghyun me acarició el pelo, supuse que para él haber sido testigo de aquello no había sido menos impresionante.
- Una vez vi una cosa.- Explicó mi primo, tranquilamente-. En la granja.
- ¿Qué cosa?
- Unos días después del “vuelo”. Le vi susurrándole algo a un potro recién nacido.
- ¿El potro que murió? - Me levanté, empezando a asustarme.
- Ese.
- ¿Le hizo algo?
- No vi que hiciera nada. De hecho, el potro estaba bien cuando él se fue.
- Pero murió…
- Al día siguiente.
- ¡Joder, Minho, y lo dices ahora! - Jonghyun se sentó, afirmándose en sus rodillas-. No deberíamos haberle dejado acercarse a Kibum.
- ¡Pero si me salvó la vida!
- ¡Podría haberte matado!
- De hecho, puede que esté planeando hacerlo.
La forma en la que Minho a veces sentenciaba las discusiones me recordaba demasiado al abuelo. Me daba miedo. Pero más miedo me daba todavía pensar que Lee Taemin estuviera pensando en matarme.
- Tenemos que hacer algo. No podemos dejar que le haga daño a Key.
- Aún no está claro que quiera hacerme nada. Si no, ¿por qué me salvó?
- Quizá está jugando con nosotros.
- ¡Sí, claro!
- El abuelo dice…
- ¡El abuelo se cree todo lo que sale en La Biblia!
Me puse en pie, ofuscado por el exceso de ingenuidad (o credulidad) de mi primo.
- Sólo digo que deberíamos ser prudentes.
19
- Ese niño impidió que muriera, Minho. No sé cómo lo hizo, y claro que me asusta la idea de que hiciera algo, pero no puedo tenerle miedo.
- ¿Deberíamos hablar con él? - Preguntó Jonghyun, en voz baja-. Ir a su casa… o… no sé…
- Yo no pienso ir a su casa.
- Deberíamos al menos agradecerle lo que hizo. Llevarle una cesta de frutas o algo así.
- No es una parturienta.
- Ash, tú qué sabrás de modales…
Yo estaba más que decidido a visitar a Taemin. Principalmente, porque me sentía enormemente agradecido con él. Pero también porque necesitaba respuestas desesperadamente.
- Iré contigo.
El apoyo de Jonghyun fue una novedad esa vez. Pero ya no lo sería nunca más.
- No hace falta que lo hagas.
- Quiero hacerlo. No voy a dejarte ir solo.
Jonghyun me ayudó aquella noche a cercar a los animales, mientras Minho leía historias antiguas con el abuelo, y la abuela recogía la cocina. Ya no era tan trabajoso ni duro para mi todo aquello. Se podía decir que incluso me relajaba.
- Has aprendido mucho con los años.- Sonreía Jonghyun, rectificando mi agarre en la horquilla-. Pero aún tienes mucho que mejorar.
- Voy camino de ser un granjero último modelo.
- Casi.
Reímos mientras colocábamos la paja en montones y cuando ya estaba toda perfectamente ubicada (en tiempo récord, gracias a él) nos sentamos sobre un montón a descansar, mirando a través de la claraboya del techo del granero, la
cantidad de estrellas que esa noche coronaban el cielo. Sudábamos a mares, y Jonghyun no tardó en deshacerse de su camiseta.
- El calor de este pueblo es infernal. No sé cómo lo soportáis.- Bufé, agobiado.
- El frío es todavía peor.
- Apuesto a que sí.
- Quítate eso.- Subió mi camiseta por un lado.
- No gracias, estoy bien.
No me gustaba demasiado exponer mi cuerpo públicamente. Quizá era una manía heredada de mamá, como muchas otras, pero no me hacía gracia desnudarme delante de otras personas. Y menos aún si esa persona era Jonghyun. Porque
su cuerpo y el mío no eran ni remotamente comparables.
Pero no pareció molestarle mi timidez. Se puede decir que me conocía perfectamente.
- Minho dice que tú no tienes revistas.
- ¿Eh?
- Que no lees las revistas que nosotros leemos.
- ¿Te refieres al porno?
Carraspeó, incómodo.
- Los chicos de nuestra edad, Kibum… - Allá iba el maestro Kim con toda su elocuencia-... tenemos ciertas necesidades....
- Os gustan las chicas desnudas.
- Efectivamente. Bueno, NOS gustan las chicas desnudas. Imagino que a ti también te gustarán, ¿no? - Me miró expectante, a lo que yo negué con la cabeza-. ¿No te gustan? - Volví a negar -. ¿Por qué no?
- No sé. No me dicen nada.
- Oh.
- ¿A ti te gustan las chicas desnudas de esas revistas tanto como a Minho?
Dejó escapar una carcajada nada tímida y me rodeó con un brazo.
- No hay nada que me guste más que un par de tetas.
- Eres un cerdo.- Traté de liberarme de su brazo, pero me apretó contra sí mismo.
- A todos los chicos les gustan las tetas.
- A mi no.
- El año que viene pensarás diferente, ya lo verás.
- Pues no sé. ¿Tanto te gustan a ti?
- Cuanto más grandes mejor.
- Ya veo.- Miré al cielo de nuevo, pero en mi mente cientos de incógnitas bailaban por bajar a mi boca-. ¿Pero qué gracia puede tener mirar fotos de chicas desnudas? O sea, no es como si las estuvieras tocando.
- Bueno, son una inspiración.
- ¿Para qué?
- Para las pajas.
- ¿Las pajas?
Le miré, confundido, y su sonrisa creció de medio lado.
- No te creo, Kibum.
- ¿El qué?
- Si vas a decirme que nunca te la has cascado, déjame advertirte desde ya que no te creo.
- ¿Cascarme qué?
- ¡Me cago en la puta!
Quitó su brazo de mis hombros, haciendo rodar mi cabeza por el montón de hierba seca.
- ¿Qué ocurre, Jjong?
- Tienes 13 años, yo a tu edad… - Nos miramos en silencio durante un momento-. Que no, que no me lo creo. No me creo que tu padre no te lo haya explicado.
- Papá no está mucho en casa…
Bajé la cabeza. Las historias de padres ausentes que a menudo escuchaba en la escuela me resultaban envidiables si las comparaba con mi vida. Mi padre era un adicto al trabajo y nunca mostró interés en nada más que en eso. Ni en mamá
ni en mi.
- Alguien te explicaría por qué te levantas con eso…- Señalaba y no señalaba nada, moviendo sus brazos de un modo nervioso-... ya sabes, duro.
Finalmente poso sus ojos en el cordón que colgaba de mi bañador y capté a qué se refería.
- Ah, cuando tienes que hacer pipí.
Yo mismo me odié por haber sonado tan cursi.
- Mierda, Kibum, ¿nadie te explicó eso?
- No entiendo qué hay que explicar. Mamá dijo…
- Tu madre no tiene ni idea de cómo hay que educar a un niño. Debió de recibir un shock tremendo cuando naciste y no tenías vagina.
Eso me entristeció. Porque así era exactamente como yo lo veía.
20
- Supongo que fui una decepción para todo el mundo.
Para papá. Para el abuelo Choi.
- Deja de pensar tonterías.- Jonghyun me cogió la cara con las manos y me obligó a mirarle-. No eres una niña. Vale, admito que te comportas como una, pero estos brazos no son de niña-. Los examinó cuidadosamente-. Bueno, no son
musculosos, pero tampoco muy delicados. Y tus hombros…- los palmeó, provocando que me quejara-... son hombros de chico. Tu cara incluso…- Tocó con su dedo índice la parte superior del labio-... por aquí debería haber algo de vello…
- Aún no me afeito.
- Bueno, ya saldrá.
Su optimismo era inversamente proporcional a mi desazón.
- Supongo que como chico soy una decepción, lo mire por donde lo mire.
- Aún eres pequeño, - volvió a tumbarse, haciendo que le imitara-, apuesto a que el año que viene heredarás cientos de revistas. Puedo darte las mías, seguro que para entonces yo ya no seré virgen.
- Oh… ¿Es que piensas hacerlo pronto?
- Claro. Las chicas del pueblo no son muy difíciles, ¿sabes?
- Ya veo. ¿Hay alguna que te guste?
- Mmmm… diría que no. Pero eso no importa.
- Debería gustarte la persona con la que lo haces, ¿no? - Susurré. Realmente odiaba tener que mencionar ese tema, pero sobre todo odiaba hablarlo con Jonghyun, que siempre se comportaba como alguien que iba de vuelta de todo.
- Sólo es sexo.
- Entiendo.
Cerramos los ojos mientras la oscuridad se iba haciendo más y más completa, hasta el punto en que sólo la luna nos bañaba con su luz.
- Yo podría enseñarte.- Susurró, de pronto.
- ¿El qué?
- Lo que hay que hacer.
Me tumbé de medio lado, quedando de frente a él, que había hecho lo mismo.
- ¿A qué te refieres?
- Yo puedo enseñarte a masturbarte, si quieres.
No sé por qué no me pareció una mala idea. Ni qué era exactamente lo que mi mente relacionaba con la palabra “masturbación” pero me pareció bien que Jonghyun me instruyera en lo que fuera, como siempre. Si me había dado mi primer
beso, y me estaba enseñando a nadar, supuse que era un paso lógico aquel. Aunque en realidad no lo era en absoluto.
Se puso de rodillas y yo le imité. Me sonrió de un modo tierno, protector, y soltó el nudo del cordón de mi bañador. Hizo lo mismo con el suyo. Miró alrededor para asegurarse de que no venía nadie, y se lo bajó de un tirón, causando que yo
soltara un chillido de risa contenida, que él censuró de inmediato. Me bajé el bañador también, y para mi sorpresa, pude comprobar que algo allí abajo se estaba despertando, exactamente igual que cuando me levantaba por las mañanas,
pero no tenía ganas de ir al baño. Y Jonghyun me miraba con una sonrisa extraña en el rostro, y una rigidez similar (o incluso mayor).
Cuando empezó a tocarse yo también lo hice. Era raro, pero no me disgustaba. Poco a poco aceleró el ritmo y yo, torpemente, le seguí. Estuve a punto de perder el equilibrio un par de veces, de modo que sugirió que continuáramos sentados,
y obedecí sin pronunciar una sola palabra. Apoyados en los montones de paja, nos acariciábamos en silencio, hasta que un ligero suspiro se escapó de sus labios.
- ¿Pasa algo? - Susurré. No sabía si lo que hacíamos era bueno o malo, pero desde luego a mamá no le habría encantado la visión de su hijo tirado en el suelo del granero con el pene en la mano. Estaba casi seguro, pese a mi inexperiencia,
de que eso no debía hacerse en esas circunstancias. Pero la sonrisa traviesa de Jonghyun al abrir los ojos me borró cualquier indicio de sentimiento de culpa o vergüenza.
- Ven aquí.
- ¿Qué?
Estiró su brazo hasta mi y me acurrucó en su costado, besándome el pelo.
- ¿Te gusta? - Asentí, mirándole, con los ojos brillantes por la emoción, podía sentirlo-. Puede ser todavía mejor.- De repente su mano caliente me estaba acariciando a mi, y eso me paralizó. En una misma noche había aprendido a tocarme y
otra persona me estaba tocando. Era tan raro, tan íntimo… podía sentirlo tan prohibido… que casi me eché a llorar.
- Jjong, esto no está bien.
- Está bien lo que nosotros creemos que está bien.- Y entonces me besó. Y aunque los recuerdos de nuestro primer beso en aquel preciso lugar, 4 años antes, no se hubieran desvanecido por completo, parecía que ese otro beso necesitado,
avasallador e intruso, estaba dispuesto a que olvidara cualquier cosa anterior a eso.
Sus manos se movieron rápido mientras mis brazos rodearon su cuello por miedo caerme.
- Jjong…
- Chtsss…. está bien…
Él supo antes que yo que estaba a punto de correrme, y jugueteó con sus dedos por mis labios mientras sucedía. Por suerte su capacidad de reacción era mayor que la mía y su boca cubrió la mía justo cuando iba a soltar un gemido
aberrante, dejando en evidencia lo que estaba ocurriendo en el granero. Nos reímos por su hazaña, y me sequé el sudor con el dorso de la mano, respirando con agitación.
- Eso estuvo cerca.
- Escandaloso.
- ¿Qué hacéis? - La voz de Minho llegó del otro lado del granero y Jonghyun asomó la cabeza por encima de la paja para que nos encontrara, cosa bastante complicada con tan poca luz.
- Estábamos contando historias.- Mintió, buscando su camiseta entre la paja.
- De terror.- Ayudé, provocando que ambos nos riéramos.
- Pues ya va siendo hora de ir a la cama. O sea que dejadlas para mañana.
- Sí, señor Choi.- Nos burlamos.
Jonghyun recuperó su camiseta y se la colocó por encima de su piel mojada por el sudor. Me dio un beso en la frente y se despidió hasta el día siguiente, en el que nos encontraríamos en el lago, como siempre, para seguir con mis clases de
natación, como cada tarde. Como si nada extraño hubiera ocurrido entre nosotros.
O al menos así era aparentemente. Porque desde ese día, cada vez que Jonghyun colocaba su mano en mi tripa para impedir que me hundiera en el agua, aprovechaba para tocar un poquito más. En ocasiones incluso metía sus dedos por
dentro de mi bañador y hacía comentarios sobre tamaño, dureza o longitud, haciéndome perder la concentración. Minho, ajeno a lo que estaba empezando a suceder entre nosotros dos, protestaba sobre lo mucho que retrasábamos mi
aprendizaje. Pero yo en el fondo no quería aprender a nadar. Quería tener las manos de Jonghyun bajo mi cuerpo, sujetándome, para siempre.
21
Cuando cumplí los 16, los veranos en Boseong se convirtieron en algo totalmente diferente. Ya no me moría de ganas de escuchar las historias del abuelo, ni de tostarme al sol o de nadar en el lago durante horas. Jonghyun y yo, que siempre
habíamos sido bastante más espabilados que mi primo, nos moríamos de ganas de ir al pueblo a beber cerveza ilegalmente y coquetear con las chicas en la plaza. Por desgracia, todavía éramos demasiado pequeños como para conducir
hasta allá y teníamos que suplicar para que el abuelo o el padre de Jonghyun nos llevara y nos fuera a recoger, nunca pasadas las diez de la noche, por lo que no teníamos la oportunidad de ir a fiestas nocturnas o de hacer las cosas que
hacía la gente joven del pueblo.
Los padres de Jonghyun eran más liberales que mi abuelo, y le dejaban quedarse hasta más tarde, y a veces lo hacía. Otras, por solidaridad, volvía conmigo a casa en la vieja Chevrolet azul del abuelo y nos quedábamos despiertos hasta las
tantas, tumbados en la hierba delante de la casa, hablando de las chicas de clase o de nuestras hazañas deportivas. Cuando la humedad era demasiado insoportable, nos acomodábamos en el granero e incluso muchas noches nos
quedábamos dormidos allí. Key a veces nos acompañaba, y cuando la conversación se le hacía poco interesante, se iba a la cama. Otras veces ellos dos se ponían a hablar de poetas franceses y yo me moría del aburrimiento. Jonghyun no
parecía el tipo de persona interesado por la literatura (sus fuertes brazos y sus chistes obscenos parecían hacer un retrato perfecto de su personalidad) pero esa era una más de sus no pocas facetas ocultas. Cuando los dos se ponían a
recitar poemas en un muy cuestionable francés, yo me iba a dormir y les dejaba solos. Cuando se lo proponían, podían ser muy moñas.
Algo que también cambió aquel verano fue nuestra relación con el niño de los Lee. Si bien Key se había propuesto ser su amigo desde lo que había pasado en el lago, Jonghyun y yo aún teníamos nuestras reservas. Porque era bastante fácil
pensar que si una persona tenía un poder tan grande que usaba en su propio beneficio, podría llegar el día en el que decidiera usarlo contra el resto del mundo. Y entonces las leyendas sobre ese niño se harían realidad. Y el abuelo me
soltaría su famoso “te lo advertí” y yo tendría que llorar y limpiar el granero con mi primo durante horas.
- Minho oppa.
Pero por alguna extraña razón, Taemin tenía cierta fijación conmigo.
- Te he dicho cientos de veces que no soy tu oppa, soy tu hyung.
Tener que explicarle eso a un niño de 12 años me parecía surrealista. A su edad, ya debería haber aprendido a utilizar el lenguaje formal correctamente, pero seguía comportándose como un bebé. Había crecido bastante desde el verano
anterior, y su pelo rojo ahora llevaba un corte extraño, que le hacía ver como un champiñón. Un champiñón venenoso.
- Mmmmm…. oppa.
Sonrió y se fue a sentar al embarcadero, donde siempre estaba jugando con sus barquitos de madera, con las piernas sumergidas en el agua. Poco le importó que yo le gritara desde donde estaba que no era su “maldito oppa”.
- Le encanta molestarte.- Se burló Jonghyun-. Y tú no eres precisamente de hielo.
Eso era totalmente cierto. Me ponía de los nervios no ser capaz de imponerme ante él. Parecía sencillo en teoría, él sólo era un mocoso debilucho con rasgos absolutamente femeninos, pero en la práctica… siempre desaparecía después de
decir algo que me cabreaba y me dejaba con la palabra en la boca (o simplemente nada acudía a mi mente para poder regañarle como era debido). Se podía decir que actuaba impunemente la mayor parte del tiempo.
- Debería haber tenido hermanos que le enseñaran educación.
- ¿Tú crees que sus padres querrían tener otro como él?
No se me había ocurrido esa posibilidad hasta que salió de la boca de Jonghyun. Me quedé observando a Taemin, chapoteando alegremente en el agua mientras provocaba tsunamis devastadores a sus barquitos con sus movimientos, y por
primera vez sentí una cierta empatía con él.
- Debe de sentirse muy solo.
- ¡Voy a invitarle a jugar!
Key todavía era un niñato que se divertía corriendo por el campo y tratando de subir a los árboles, mientras Jonghyun y yo experimentábamos una absurda y complicada edad del pavo que trajo de cabeza a los abuelos aquel verano.
22
Taemin aceptó enseguida la invitación de Key y ambos empezaron a idear fantasías basadas en los superhéroes de los cómics de mi primo. No pude evitar reirme al comprobar que incluso Taemin, a su edad, era mejor que Key escalando
árboles. Aunque se podría decir que hasta una piedra tendría más éxito que él en esa hazaña.
- Tienes que conseguir que el abuelo te deje ir.
Dejé de mirar a Taemin colgado de las ramas, imitando el sonido de un mono.
- Lo veo difícil.
- Vamos, él también fue joven.
- No creo que lo recuerde.
- Será una fiesta genial, estará todo el mundo.
- Además, si voy, me tengo que llevar a ese.- Señalé a Key, resbalando una y otra vez por el tronco del árbol, tratando de alcanzar la rama más baja.
- Pues te lo llevas.
- ¡Es un crío! ¿Cómo me lo voy a llevar a ningún lado?
- ¡Vamos! ¡Tiene casi nuestra edad!
- Mentalmente no pasa de 5.
- No exageres.
- No le he visto una sola revista en todo el curso. ¡Sólo estudia! Y ni siquiera saca buenas notas.
- Bueno, cada uno lleva su sexualidad a su manera. Quizá es del tipo tímido.
La frase de Jonghyun me sonó extraña. ¿La sexualidad de Kibum era diferente a la nuestra? ¿Cómo podía saber él eso?¿Es que ellos hablaban de esas cosas? ¿Y por qué conmigo no?
Para mi simplemente era un bicho raro.
- Si vamos a la fiesta, tendré que pedirle al abuelo que nos recoja.
- Yo conseguiré que alguien nos traiga de vuelta. Puede que Onew.
- ¿Hay una fiesta? - Key se había dado finalmente por vencido y se sentó a nuestro lado, interesado.
- Puede.- Puse las manos detrás de la cabeza.
- ¡Key hyung, miraaaaa! - Taemin se balanceaba colgado boca abajo de una rama, sólo sujetándose con las piernas.
- ¡Jesús! - Exclamó Jonghyun, sentándose para mirarle mejor-. ¿Y no se cae?
Pero Kibum parecía totalmente desinteresado por el don equilibrista del niño de los Lee.
- Mola. ¿Qué día es? ¿Me da tiempo a comprarme algo? No me he traído nada nuevo porque pensaba que estaríamos todo el día tirados en el campo…
La forma en la que se miraba sus uñas al hablar me hizo gracia y mi risa afloró sin ningún tipo de pudor, consiguiendo por su parte una patada y un bufido.
- Yo también quiero ir.
Mi risa cesó en el momento en que Taemin se sentó frente a nosotros, sonriente, y con bastante seguridad en que conseguiría su propósito.
- Es una fiesta de mayores.- Rápidamente traté de dejarle claro que su presencia no era bienvenida.
- Tú no eres tan mayor.
- Más que tú, sí.
- ¿Y qué tiene de especial esa fiesta de mayores para que yo no pueda ir?
- Cosas que los niños no entienden.
- Yo sí que lo entiendo.
- Ah, pues genial, explícanos de qué va, entonces.
Arrugó un poco la frente y apretó sus labios.
- Ya me aburrí de hablar contigo. De todos modos esa fiesta va a ser un rollo.
Se levantó, ofuscado, y recogió sus juguetitos del suelo.
“Sólo te interesa ir porque quieres ver tetas”.
Esa recriminación me golpeó el cerebro sin que ni siquiera yo la pensara. Le miré durante un segundo y vi sus ojos enrojecerse de furia, un momento antes de que se fuera de allí.
- ¿Habéis visto eso? - Jonghyun y Key me miraban, sorprendidos por mi tono susurrante, intentando (inútilmente) que ÉL no me escuchara-. Sus ojos.
- ¿Qué le pasa a sus ojos? - Key recogía sus cómics para marcharse a casa.
- Estaban… rojos…
- Le habrás cabreado.
Key no parecía asustado al pensar que los ojos de Taemin se inyectaran en sangre en cuestión de segundos, pero a mi me intranquilizaba. ¿Había sido eso una reacción física a mi rechazo? Al fin y al cabo, sólo le había prohibido venir con
nosotros a una fiesta. ¿Qué tal lejos podía llegar cuando se enfadaba DE VERDAD?
- Vamos a intentar convencer al abuelo.- Jonghyun tomó la iniciativa, levantándose y poniéndose la ropa.
- Suerte.- Se rió mi primo, adelantándonos.
Me quedé un buen rato solo, en el campo, pensando detalladamente en aquello. En la fuerza que tenían los pensamientos y las acciones de Taemin. Y en lo débil que nos veíamos cualquiera de nosotros a su lado. Lo que Jonghyun y mi
primo nunca supieron y lo que realmente me producía un cierto desasosiego, era que parecía que Taemin tenía la habilidad de hacerme saber lo que estaba pensando. En ocasiones, en forma de gritos, pero se encargaba de obligarme a
escucharlo. Aunque no podía entender cómo lo conseguía, él simplemente atravesaba mi cerebro como si fuera una gominola y se instalaba allí a curiosearlo todo en el momento preciso, normalmente cuando estaba enfadado conmigo. Era
como si su venganza por ignorarle tuviera expresión por medio de las recriminaciones mentales. Sonaban tan altas como si me las estuviera gritando al oído, a pesar de que sus labios no se movían lo más mínimo. Y aún había algo peor que
eso, mucho más incómodo e indeseable : esa facilidad incomprensible con la que adivinaba mis pensamientos. Por aquel entonces yo no podía saber si era mi imaginación, un sentido de la suspicacia muy agudo, o simplemente, que el niño
de los Lee me estaba, directamente, leyendo la mente. Y eso no me gustaba en absoluto. Porque a veces ni yo mismo quería saber lo que estaba pensando.
23
El segundo verano protagonizado por las revistas porno de Minho y Jonghyun fue definitivamente más agotador que el anterior. Por si sus aburridas conversaciones acerca de mujeres desnudas y el tacto (hipotético) de unos bien tersos
pechos (operados) no fuera suficiente, además se dedicaban a comentar los posters centrales de las revistas cuando estábamos los tres tumbados en la hierba, o resguardados en el granero, en la oscuridad húmeda de las noches de
Boseong. Las noches de revistas porno eran las peores. Yo me iba a la cama y les dejaba solos con sus “muñequitas hinchables”, imaginando que en el mismo momento en que ponía un pie fuera de allí, ellos se dedicaban a cascársela
competitivamente. No era algo tan impensable de Jonghyun, que ya me había demostrado no tener ningún tipo de reparos en compartir su sexualidad, pero Minho nunca habría hecho algo así en mi presencia. Era demasiado “perfecto”.
Una noche dejé mi sudadera olvidada a propósito y volví allí a los 10 minutos de haberme marchado. Lo que creía que encontraría no tenía nada que ver con lo que vi. Ellos dos riéndose mientras comparaban fotografías de las revistas, o
incluso rompían algunas páginas y las intercambiaban.
- Olvidé esto.
Recogí mi ropa y me fui, suponiendo que había sido una simple casualidad. Que Jonghyun no se comportaba así sólo conmigo. Que lo que ocurría por las noches en el granero, cuando nos quedábamos a solas porque Minho se aburría de
tanto oir hablar de poesía y escritores suicidas, no era una excepción. Pero la verdad es que nunca vi que tuviera un acercamiento similar a ese con mi primo. Y en cierto modo, eso me aliviaba.
Porque cuando Minho se marchaba, las conversaciones se ponían demasiado profundas. Hablábamos del amor a primera vista, del amor inmortal, del amor prohibido y del amor platónico. Pero cuando el tema del amor carnal aparecía, las
palabras se quedaban cortas. Normalmente era Jonghyun quien daba el primer paso, y yo sólo esperaba (a menudo, con impaciencia) a que acariciara mi mejilla con su pulgar y susurrara algo irrelevante del estilo “esta tarde has nadado muy
bien” o “estuviste a punto de conseguir subir al árbol por fin” que yo siempre respondía con una sonrisa. Y en ese punto de debilidad, él estrellaba sus labios húmedos contra los míos y la noche mejoraba por momentos. El maestro Kim
adoraba enseñármelo todo, ya fuera nadar, escalar árboles, huir de las abejas de la manera correcta, e incluso besar. Tampoco había tenido miramientos a la hora de enseñarme a masturbarme. Y tras aquella primera vez el verano anterior,
había tenido todo un año para entrenar en solitario.
Aquel día no se molestó en buscar una excusa.
- Te estás poniendo muy moreno.
Y el dedo tocó mi piel con suavidad, anticipando lo que ambos ya sabíamos que pasaría a continuación.
- ¿En serio?
Mi cara se transformó en pánico y mis manos trataron de ocultarla.
- ¿Qué haces? - Jonghyun intentaba apartarlas pero no lo conseguía porque mi vergüenza era superior a su fuerza.
- ¡No me mires!
- Venga ya, Bummie… - Luché con todas mis fuerzas, pero definitivamente me di por vencido cuando sentí sus labios sobre los míos, sólo un segundo, lo suficiente como para que mi fuerza se anulara por completo-. Tu piel sigue siendo
hermosa.
Cuando abrí los ojos y le vi sonriendo, quise pegarle. Le empujé y me fui de allí inmediatamente. No quería que mi piel “siguiera siendo” nada, sólo que lo fuera y ya. Y él parecía que no era capaz de entenderlo.
Desde el día siguiente nunca volví al lago sin un enorme sombrero de paja y un bote de protección solar extra (viendo que la que me aplicaba antes de salir de casa no era suficiente). Jonghyun y Minho se burlaron toda la tarde, pero Taemin
me imitó al poco tiempo.
- Las pieles pálidas son las más bonitas.- Había añadido, cuando todos nos habíamos quedado absortos mirándole con su nueva indumentaria-. Eso dice mamá.
Y nos quedamos jugando bajo el árbol mientras ellos dos se bañaban.
A veces se nos unían algunos chicos del pueblo. Jay y Max hacían aburridas competiciones con mi primo y Jonghyun trataba de impresionar a las chicas lanzándose desde los árboles hacia el río, o simplemente quitándose la camiseta. No
eran pocos los suspiros que arrancaba cuando se desnudaba.
- Estúpido exhibicionista.
- ¿Por qué Jonghyun hyung piensa tanto en tetas?- Preguntó de repente Taemin.
Le miré horrorizado, pero por suerte estábamos lo suficientemente alejados de los demás como para que alguien le hubiera escuchado.
- Porque es un salido de mierda.- Contesté, asqueado.
- ¿Qué es un salido, hyung?
- Alguien que sólo piensa en cosas sucias.
Taemin me había mirado, ladeando la cabeza, intentando encajar esa nueva información en algún rincón de su cerebro.
- ¿Qué cosas sucias? Algo como… ¿un perrito que no se ha bañado en un mes?
Era demasiado inocente para tener 12 años.
- Chicas desnudas, Tae. Tocarlas y besarlas y esas cosas.
Abrió los ojos, algo impactado, para relajarlos al poco rato.
- Tocar y besar.
- Exacto.
- Entonces… ¿tú también eres un salido?
- ¿Qué?
- Tú piensas esas cosas también.
- ¿Pero qué…?
- Sólo que no piensas en chicas.
- Maldito…- Le quité el sombrero y le pegué en la cabeza con él-. ¿Qué te he dicho acerca de leerme la mente?
24
Agachó la cabeza y enredó sus dedos en la hierba, cortándola poco a poco.
- Lo siento, hyung… pero es que piensas muy fuerte…
Que el niño de los Lee tuviera el don de leer la mente a los demás no fue algo verdaderamente sorprendente. Después de las cosas que habíamos presenciado, sólo era “algo más”, un extra, como cuando te compras un coche y en el
concesionario te informan de que puedes incluir un montón de cosas carísimas que no tienes ni idea de cómo funcionan pero aún así las aceptas porque crees que el conjunto se vería mejor con eso. Pues igual.
- ¿Una calada? - Jonghyun siempre me invitaba a probar un cigarro cuando había mucha gente delante, aunque luego admitiera que el sabor era repugnante.
Rehusé su invitación y me fui a bañar, mientras él se aventuraba en el universo de la tos, seguido por Minho. Jay y Max, al contrario que ellos, eran ya unos expertos en el tema, y fumaban como auténticos profesionales.
- ¡Eh, Key! - Jay me observaba desde la orilla, con los brazos cruzados-. ¿Cuándo aprendiste a nadar tan bien?
Miré a Jonghyun, que mantenía la vista fija en su cigarrillo a punto de acabarse.
- ¡Me apunté a cursos de natación en Seúl!
- ¿Cómo? ¿En la ciudad también nadáis?
Se echó a reir y yo sólo le ignoré. No iba a explicarle que Jonghyun había estado ocupado todo el verano anterior enseñándome a flotar, y que en esas semanas habíamos alcanzado ya la técnica de avanzar bajo el agua. Ya casi podía
incluso bucear. Pero me daba bastante angustia meter la cabeza debajo del agua. Supongo que fue el resultado de aquel ahogamiento frustrado por Taemin.
Tampoco iba a explicarle cómo Jonghyun aprovechaba esos momentos didácticos para acariciarme, para bajarme el bañador disimuladamente (en ocasiones no tan disimuladamente) y afirmar lo bien que “estaba creciendo” a su juicio. Jay no
tenía que saber eso. Ni Minho. Ni los abuelos. Ni nadie. Y empezaba a conocer el motivo.
- Está bien lo que nosotros creemos que está bien.- Fue la simple explicación que me dio aquella noche, en el granero, después de que Minho se hubiera ido a la cama.
- Pero siempre estás hablando de chicas. ¿Por qué no las besas a ellas?
Me despeinó con una mano y repitió el beso corto del que acababa de zafarme.
- Porque tú eres más adorable.
- Minah no te quita los ojos de encima. Y Jay dice que le gustas.
- Las chicas son complicadas.
Cruzó las piernas y puso las manos bajo su cabeza, mirando al cielo a través de la claraboya.
- ¿Quieres decir que yo no lo soy?
- Lo eres, pero de otra manera. Además, a ti ya te conozco.
- Bastante.
- Desde que naciste.
Me tocó la punta de nariz, sonriente, contagiándome ese breve momento de ternura.
- ¿Era una molestia cuando era un bebé? Minho dice que lloraba mucho.
- Eras una auténtica pesadilla.
- ¿Cómo me soportábais?
- A veces te atábamos un lazo rojo en la cabeza y parecía que te gustaba porque dejabas de llorar.
- Eso no es cierto.
- Sí que lo es, pregúntale a Minho. Creo que incluso tiene una foto.
- Mientes.
- Para nada.
- Idiota.
Rodé un poco lejos de él.
- Jay te mira mucho.
Aquella afirmación tan seria no me la esperaba.
- ¿Qué?
- ¿Se te ha insinuado?
- ¡Qué dices! No hace otra cosa más que burlarse de mi, menudo imbécil.
- Creo que le gustas.
- Venga ya, Jjong, me ha puteado desde que tengo uso de razón.
- Pues yo creo que le gustas.
- ¿Ah sí? Pues yo creo que tú le gustas a Minah.
Me senté sobre la paja, observando su reacción. El muy maldito sólo mantenía una sonrisa ladeada, mirando el techo como si no estuviéramos hablando de nada importante.
- Quizá consiga ligármela en la fiesta.
- ¿La besarás? - Mis ojos parpadeaban nerviosos.
- Supongo.
Trató de encender un cigarrillo pero le di un manotazo en la mano, haciendo que perdiera su mechero en medio de la paja.
- ¿Eres tonto? ¿Es que quieres prenderle fuego a este lugar?
Me fui del granero y decidí que ya era lo bastante tarde como para acostarme. Pero cientos de imágenes que desearía no haber imaginado no paraban de agolparse en mi cerebro. Y no, no quería por nada del mundo que Jonghyun besara a
esa niña. No era una cuestión de celos, ni de propiedad… era algo puramente higiénico. Si la besaba a ella esa noche, no permitiría que me besara a mi después.
25
- ¿Pero qué demonios…?
Kibum se había salido con la suya. Una vez más. Como el abuelo se había negado a llevarle al pueblo para comprar ropa “decente” para la fiesta, había optado por customizar la que ya tenía. Y el resultado era… demoledor. Había cortado las
mangas de una camiseta blanca hasta dejar unos enormes agujeros laterales que dejaban a la vista sus costillas, y unos viejos jeans se habían convertido en unos shorts llenos de rasgaduras e hilos colgando por encima de sus rodillas.
- Qué... moderno.- Balbuceó Jonghyun, a mi lado. Le pegué un codazo y salimos de allí antes siquiera de que mi primo bajara las escaleras. Me iba a dar la noche, lo sabía.
Hasta ese día nunca supe nada acerca de la relación de Onew, el tutor de Taemin, con Jonghyun, ni por qué se había ofrecido a transportarnos si apenas nos conocíamos. Pero resultó que habían montado una especie de tienda clandestina
de alcohol en la que ambos sacaban beneficios. Onew ya era mayor de edad y se encargaba de comprar las latas de cerveza que Jonghyun vendía a precios escandalosos a los jóvenes menores del pueblo. A cambio de conseguirle la
clientela, Onew era su chófer.
- Pero nada de responsabilidades si alguno de ellos entra en coma etílico.- Había advertido en el coche, justo antes de arrancarlo.
- Si se emborrachan, no es asunto nuestro.
Parecían un par de mafiosos urdiendo planes maquiavélicos mientras Kibum y yo sólo rezábamos porque al menos fuera un conductor responsable y no acabáramos involucrados en algún tipo de accidente.
Cuando llegamos a la fiesta, ayudamos a descargar algunas cajas de latas y se formó rápidamente una cola que empezaba en el maletero del coche de Onew. En apenas 15 minutos habían vendido casi todo el alcohol y habían conseguido el
doble del dinero que habían invertido. Estaban eufóricos.
- ¿Un trago? - Onew me ofreció una lata de cerveza.
- No, gracias. El abuelo huele el alcohol a un kilómetro de distancia. No quiero tener que limpiar estiércol todo el día de mañana.
- Ah, el abuelo Choi sigue siendo un refunfuñón.
- Demasiado.
Jonghyun entró en la fiesta sintiéndose el maldito anfitrión y todo el mundo empezó a corear su nombre como si fuese algo así como el capitán de un equipo de fútbol y acabara de marcar el gol de la victoria. Bueno, les había llevado la
felicidad a la gran mayoría de ellos, podía entenderlo.
- Taemin pasa mucho tiempo con vosotros, ¿no es así?
La voz profunda de Onew nunca me sonó agradable o simpática.
- ¿Eh?
- Lee Taemin. Ese pequeño champiñón venenoso.
¿Alguien más lo había notado?
- Es una lapa.
Se echó a reir, pasando uno de sus brazos sobre mi hombro.
- Debes tener cuidado con él.
No, por favor, más historias de terror sobre el niño de los Lee no, por favor…
- Es inofensivo. Sólo es un niño pequeño.
Onew me miró fijamente durante un largo rato (o así me lo pareció a mi) hasta que finalmente levantó su lata y brindó en el aire.
- ¡Tienes toda la razón! - Bebió prácticamente todo el contenido de una sentada y me apuntó con el dedo-. Pero mantente alejado de él.
Sólo entonces me di cuenta de que no se trataba de una advertencia, sino de una amenaza. Onew, por algún motivo que yo no era capaz de comprender, no quería que estuviera cerca de Taemin.
- A lo mejor le gusta.- Opinó Kibum cuando se lo conté. Sí, estaba algo asustado y necesitaba compartirlo, aunque fuera con el inútil de mi primo y su obsesión por las comedias románticas americanas.
- Todo se reduce a eso en tu mente enferma.
Le dejé a un lado para unirme a Jonghyun, quien al menos parecía bastante entretenido bailando aquí y allá con algunas chicas. Llegó a restregarse al menos con 4 diferentes (que yo pudiera ver desde la distancia, porque mi vergüenza ajena
se negó a acercarme más y que me relacionaran con él) pero todas ellas acabaron huyendo de su acoso. Y nunca entendí cómo un poco de alcohol podía hacerte pasar de ser el Líder de una fiesta a un simple bufón.
Kibum se reía viéndole tontear con las chicas, e incluso se juntó con alguna de ellas para reirse todavía más a gusto.
- Qué buen amigo.
- Hey, Minho.- Jay y Max no tardaron en aparecer, en medio de la multitud-. ¿Al final le has traído? No sabía que eras su niñera.
Kibum bufó y se fue a ver cómo terminaba la sesión especial de “el arte de ligar” por Kim Jonghyun.
- Déjale respirar, ¿sí? - Me reí, golpeándole el hombro de broma-. Al menos no se vistió de rosa. Y ni siquiera ha bebido alcohol.
- Quizá debería hacerlo y así no sería tan marica.
No sé por qué la primera vez que alguien que no fuéramos Jonghyun o yo se refirió a Kibum como “marica” me hizo tanto daño. Quizá fue por empatía por aquel pequeño ser ruidoso que había crecido a mi lado y me pedía continuamente que
le ayudara con sus deberes. O tal vez, simplemente, me dolió que lo dijera de esa manera tan despectiva. Como si pudiera haber algo en Kibum que estuviera mal, cosa que nunca pensé realmente en serio, y no podía permitir que alguien
soltara algo así de la nada.
26
- ¿Qué has dicho?
- ¿Qué he dicho de qué?
- Que qué has dicho de Kibum.- Podía notar la vena de mi frente palpitando fuerte.
- Venga ya, Minho. Todos sabemos que tu primo es una niña.
- Mi primo no es una niña.
- Pero si…
- Es tan hombre como tú y como yo.
Vale que le gustaba ir a la moda y los cómics de super héroes, y podía imaginar que no por las historias, sino por aquellas ropas apretadas que marcaban -casi transparentaban- sus musculosas anatomías; ya sabía que su sexualidad era rara,
ambigua, o incluso cabía la posibilidad de que ni siquiera la conociera. Pero desde luego, no iba a permitir que nadie le llamara marica de verdad. Aunque fuera uno de mis amigos.
- Venga ya, Minho.- Reía Max, algo tocado por las cervezas que llevaba encima-. Tu primo es una nena y está ansioso por que se la metan.- Señaló su ubicación con el dedo índice, que yo seguí con los ojos hasta encontrar a mi primo
cruzado de brazos y negando con la cabeza divertido, viendo cómo Jonghyun intentaba seguir el ritmo de la música, sin demasiada suerte-. Y Jonghyun es su siguiente víctima.
Creo que esa frase fue la que creó el cortocircuito en mi cerebro. ¿Estaba suponiendo que Kibum era de esa clase de tipos? Podía apostar mi paga semanal durante todo un año a que mi primo era tan virgen como Pororo y que ni siquiera
tenía ni idea de cómo usar eso de ahí abajo.
Mis puños hablaron antes que mi boca y fueron a parar a la sonriente cara de Max, concretamente a uno de sus pómulos altivos, y su expresión se tornó desconcertada en cuestión de segundos. Sólo los brazos fuertes de Jay lograron que
dejara de zarandearle, tarde para salvar su camiseta, medio rota por mis tirones.
- ¿De qué vas? - Jay me empujó con fuerza, haciéndome tropezar con mis propios pies.
Los ojos censores de Onew, anclado en la puerta de la entrada de la casa, eran como el jurado de un concurso de talentos que cree que deberías volver por donde has venido o, simplemente, dedicarte a otra cosa.
- No sabía que podías pelear, Choi.- Dijo en un tono totalmente calmado, contrastando con el caos que se había armado con la pelea.
- ¿Eres idiota? - Max se tocaba el pómulo con la mano, intentando averiguar si sangraba por algún lado.
- ¿Qué pasa? - Kibum me tiró del brazo, asustado-. Nunca te he visto pegarle a nadie, Minho.
- Vámonos de aquí, esta fiesta es una mierda.
Kibum debió de advertir el peligro en la forma en la que contesté, porque la palabra “mierda” no solía estar en mi registro diario. Al día siguiente, en la iglesia, ya pediría perdón por mis pecados y probablemente me tocarían 3 ó 4
padrenuestros. No era para tanto. Salvaguardar la reputación de mi primo era lo único que me importaba esa noche. Y no sabía que aquello se iba a convertir para mi en un trabajo a tiempo completo. ¿Por qué narices no podía ser un niño
normal y corriente?
27
Onew nos llevó a casa sanos y salvos, a pesar de que yo no confiaba en esa posibilidad en absoluto. No después de ver cómo Jonghyun y él ingerían más alcohol del que cabía en sus estómagos. Sí, reconozco que fue una irresponsabilidad
por nuestra parte subirnos en el coche de alguien que había bebido tanto, pero tras meditarlo adecuadamente, preferimos arriesgar nuestras vidas en el asfalto a tener que llamar al abuelo y explicarle la situación, lo cual supondría que nunca
más nos dejaría volver a salir.
- ¿Y ahora qué hacemos con este? - Señalé el cuerpo semi-inconsciente de Jonghyun, tumbado en el asiento trasero del coche.
- Su padre le matará.- Se rió Minho, dándole pequeñas patadas en los zapatos, infructuosamente.
- ¿¡Por qué coño ha bebido tanto!?
- Esa boca…
Me había pasado la noche viendo cómo Jonghyun jugaba estúpidas competiciones sobre quién bebía más latas de cerveza en el menor tiempo posible, pasando por debajo de un limbo repleto de botellas, y apostando su propia ropa en un
strip-poker del que tampoco había salido muy bien parado.
- Al menos conserva la ropa interior.- Onew le tiró encima su ropa, recién recuperada, y Minho y yo le vestimos como pudimos.
- ¿Le vamos a llevar así? - Yo realmente estaba preocupado. Si le castigaban, no volveríamos a verle en todo el verano. Y eso sí que no podía permitirlo.
- ¿Qué otra cosa podemos hacer?
- ¿Nos vamos? - Insistía Onew, dando vueltas alrededor del coche.
- ¡Estamos pensando! - Grité, estresado.
- Podemos llevarlo a casa y que pase allí la noche.
- No hemos pedido permiso.
- Podemos decir que le sentó mal la cena.
- Esa excusa no es creíble, Minho.
- ¿Qué otra cosa se te ocurre?
Mi mente no estaba acostumbrada a trabajar con semejante presión. Había mentido a mi madre varias veces para ir al centro comercial y jugar en los recreativos, pero eso no suponía regresar a casa a cuatro patas o apestando a cerveza.
Finalmente Onew nos dejó en la granja y Minho decidió que lo mejor era dejar a Jonghyun en el granero y levantarnos a primera hora de la mañana para despertarle y mandarle a su casa.
- ¿Y si el abuelo se levanta antes?
- Entonces habremos tenido muy mala suerte.
- Menudo plan de mierda.
- Esa boca…
- Tendrá frío.- Me agaché para mirar de cerca cómo se encogía sobre si mismo-. Podríamos traerle una manta.
- Voy a buscarla.
Era la primera vez que Minho y yo nos convertíamos en un equipo, al menos desde que podía recordar. Supongo que queríamos demasiado a Jonghyun como para dejar que algo malo le pasara, aunque fuera un simple resfriado.
- Bummie, bonito.
Me reí por su forma de arrastrar las palabras y le palmeé el pecho.
- Minho traerá una manta, duerme.
- Duerme conmigo.
Elevó un brazo, encerrándome en él para atraerme hacia su cuerpo, haciéndome caer de golpe contra él.
- Dueleeeeee…
- Dame un beso, Bummie.
Di gracias al cielo de que Minho no hubiera escuchado eso.
- Deja de decir tonterías y duérmete.
- No son tonterías, quiero un beso.
- Habérselo pedido a todas esas zorras con las que has estado bailando durante toda la noche.
Sus ojos se abrieron al oirme hablar de esa forma (hasta yo me sorprendí).
- ¿Qué estáis haciendo?
Minho se quedó parado en la puerta del granero con la manta en las manos. Me levanté a buscarla y la desplegué para tapar a nuestro amigo.
- Está muy borracho.
- No me digas.
- Bummie… quédate conmigo un ratito…
- Aún encima se ha puesto cariñoso.- Minho se deshacía en carcajadas mientras yo no podía estar más colorado. Además tenía pánico de que se le escapara alguna estupidez.
- Ya estás tapado. Buenas noches.
- Esssspera.
Me agarró por la muñeca con bastante fuerza para su estado.
- Jjong, tengo sueño, quiero dormir.
- Cuéntame una historia.
- Madre mía.- Minho cogió su chaqueta del suelo-. Buena suerte, yo me voy a la cama.
Y me dejó a solas con Jonghyun.
Al principio parecía que iba a dormirse rápidamente, pero esa ilusión duró apenas unos minutos. Yo tenía algo de frío debido al rocío de la noche y empezaba a notar que mi cuerpo temblaba.
- Ven aquí.
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Me arrastró a su lado y me cubrió torpemente con la manta.
- ¿Por qué no te duermes y así me puedo ir a la cama?
- ¿Te irías a dormir a tu suave colchón dejándome a mi aquí tirado?
- Has tenido suerte de que no te lleváramos a tu casa.
- Cierto.
Se rió bastante alto, con lo que no tuve más remedio que taparle la boca.
- Vas a tener que estar calladito o nos descubrirán.
Asintió despacio, tratando de entender lo que le decía.
- Vale.
- Perrito bueno.- Le acaricié la coronilla como solía hacer con Coco y él se acurrucó contra mi cuello.
- ¿Me darás ese beso?
- Jjong, duérmete de una vez.
- No puedo dormir contigo al lado.
Eso era nuevo. Durante años habíamos hecho acampadas nocturnas tanto en su casa como en la de los abuelos y nunca había supuesto ningún problema. Claro que en esa época no existían las dichosas revistas ni esa maldita obsesión de
Jonghyun por tocarme. Justo como estaba haciendo en ese momento.
- ¿No has tenido suficiente en la fiesta?
Le agarré la mano para detenerle, justo cuando ya empezaba a introducirla bajo mis pantalones. No se movió, sólo me miró, algo perplejo.
- ¿Estás celoso?
Dios, sí, lo estaba. A horrores.
- Para nada.
- Eso no tiene nada que ver con esto.
- ¿Ah no?
Nunca conseguí entender por qué no.
- Esto…- rebuscó algo en sus bolsillos hasta que dio con ello-... esto es para ti.
Una pequeña cajita negra fue levantada en el aire, como un trofeo.
- ¿Qué es?
- Ábrela.
Tomé la cajita y la abrí, algo emocionado, era la primera vez en su vida que Jonghyun me regalaba algo.
- Mi cumpleaños no es hasta el mes que viene.
- Por eso nunca tengo la oportunidad de regalarte nada.
Era una pulsera plateada. Bastante simple, no tenía ninguna inscripción ni era el último modelo de ninguna marca conocida. Sólo una sencilla pulsera de plata.
- Es preciosa, Jjong.- En realidad no lo era. Pero me lo parecía. Porque me la había dado él.
- Ya sé que no tengo gusto para estas cosas… - Me ayudó a ponérmela, aunque la escena era bastante cómica. Él y su pulso etílico y yo y mis temblores nerviosos-. ¿Tienes frío?
- No.
- Entonces, ¿por qué tiemblas?
- No lo sé.
- ¿Tienes miedo?
- No. ¿De qué iba a tenerlo?
- De las historias de lobos que siempre cuenta el abuelo.
- Estoy contigo. ¿De qué iba a tener miedo?
Sabía que nunca podría pasarme nada malo estando a su lado.
Aquella noche Jonghyun y yo volvimos a tocarnos. Pero fue un poco diferente a las demás ocasiones, porque entonces ambos sentíamos que queríamos hacerlo. Pero no por un placer individual, sino que queríamos hacerlo el uno con el otro.
Tras un año de entrenamiento conmigo mismo ya tenía una ligera idea de lo que me gustaba. Y Jonghyun, que siempre fue mucho más espabilado que yo para esas cosas, parecía captar cada movimiento y cada suspiro con una precisión
milimétrica.
La manta y la hierba seca fueron nuestro colchón. Nos besábamos con unas ganas desconocidas para mi hasta ese momento, mientras él me inmovilizaba con cada una nueva caricia.
- Te quiero, Bummie.
Por si alguna vez había tenido dudas acerca de ello, esa noche se disiparon por completo. Kim Jonghyun, el mismo que se había reído de mi cuando había estado a punto de ahogarme en el lago; el que me llamaba “niña” y me ignoraba a la
hora de hacer equipos para jugar a lo que fuera... me quería. Y nada podía estar mal en eso.
Hasta que al día siguiente el abuelo nos despertó pinchándonos con el rastrillo. Afortunadamente habíamos tenido la precaución de abrocharnos los pantalones, pero la imagen de nosotros dos en el suelo del granero, durmiendo con la ropa
que habíamos llevado a la fiesta, y esa peste a alcohol… no era demasiado agradable a sus ojos.
- Buenos días, princesas.
Jonghyun se puso en pie de un salto y yo me restregué los ojos con pereza, todavía adormilado.
- Buenos días, abuelo.
- Parece que alguien tiene ganas de limpiar el establo hoy.
Ninguna excusa sirvió. El granero entero apestaba a alcohol y el abuelo no hizo preguntas porque no quería escuchar las respuestas. Sólo nos tuvo durante todo el día limpiando los establos a cambio de no explicarle a los padres de
Jonghyun lo que había pasado.
Como Minho se había largado en el mejor momento a su habitación, se libró de todo eso. Nunca tuvo que limpiar los establos. Y tampoco supo lo que había pasado entre Jonghyun y yo. Una semana más tarde volveríamos a Seúl y yo tendría
que inventarme todo tipo de cosas para explicarle a mi primo por qué ese año las lágrimas fluían con tanta fuerza mientras íbamos camino del aeropuerto. Y por qué el abrazo de despedida con Jonghyun había sido tan dramático.
29
Esa mañana fui bendecido, pude notarlo. Cuando me levanté para ir a la iglesia, Jonghyun y Key estaban limpiando el establo y supuse que mi abuelo se habría enterado de lo que había pasado la noche anterior. Pero, ¿qué tenía que ver
Kibum con la borrachera de nuestro amigo?
Como fuera, ellos se libraron del sermón del padre Kwon y yo tuve que aguantarlo completo. A la salida del recinto sagrado también tuve que permanecer tieso como un palo mientras mis abuelos hablaban con los padres de Dasom, una niña
que para ser de pueblo era bastante pija y siempre iba impecablemente vestida y complementada con un montón de accesorios cursis. La había visto alguna vez babeando con los abdominales de Jonghyun en el lago. Se podía decir que toda
esa apariencia sacra era una fachada absurda.
Por la tarde Kibum seguía ejecutando las tareas que el abuelo le había encomendado, y lo más extraño era que ni siquiera le oía quejarse por eso. Definitivamente, mi primo pequeño nunca dejaría de sorprenderme.
Así las cosas, y con Jonghyun probablemente castigado por sus padres, me fui solo al lago. La tarde era tranquila, apenas unas cuantas chicharras emitían ese ruido cansado y constante, rompiendo la calma absoluta. Y el calor… era
insoportable.
- Hola.- Me senté al lado del niño de los Lee, que como siempre, estaba en el embarcadero, jugando con sus barquitos.
Se giró a mirarme con una sonrisa, y sus ojos parecieron brillar encantados.
- Minho oppa.
Suspiré. No tenía ganas de seguir peleando.
- ¿Qué haces?
- Cosas.
Tiró un nuevo barquito al agua que creó un pequeño oleaje e hizo zozobrar a los demás, nada grave.
- Tienes muchos barcos.
- Papá los construye.
- ¿No trabaja tu padre?
- Sí, pero por las noches construye barcos para mi.- Su sonrisa emocionada me dio algo de envidia. No recordaba cuándo mi padre había tenido tiempo para mi.
- Se le da bien.
- Es el mejor.- Levantó uno de ellos, pintado en un color aguamarina brillante y que tenía un extraño dibujo en la proa-. ¿Ves esto? Es un diamante.
- A ver.- Me acerqué a mirarlo detenidamente y en efecto, ese dibujo era como un diamante blanco con un brillo falso enfatizado por varias rayas alrededor.
- Es increíble.
- Lo pinté yo.
Y dejó el barquito en el agua, junto a los demás.
- Parece que ese barco es tu favorito.
- Lo es.
- Aha.
Y ahí murió nuestro tema de conversación. No era que tuviera demasiadas ganas de hablar con él, sólo le acompañaba porque estaba aburrido. Además, apenas nos conocíamos, y por lo poco que había visto, no teníamos nada en común. Él
era más bien del estilo de mi primo.
- ¿Hoy no viene Key hyung?
¿Por qué a él sí le llamaba “hyung” y a mi no?
- Está castigado.
Ala, ya no es más tu héroe.
- ¿Castigado?
- Castigado.
- Oh… entiendo…- Miró al lago, pensativo-. ¿Hizo algo malo?
Me encogí de hombros.
- Siempre hace cosas.
Su expresión era de total incomprensión, pero yo no podía explicarme, ni quería contarle a un niño de 12 años lo que un montón de adolescentes estúpidos habían estado haciendo la pasada noche.
- Key hyung es muy bueno conmigo. No me imagino qué tipo de cosas habrá podido hacer para que su abuelo le castigue.
- Key no siempre es bueno.- De hecho, la mayor parte del tiempo era como un grano en el culo.
- Juega conmigo y me regala cosas.
Esa información era nueva.
- ¿Qué cosas?
- Muñequitos. Mira.- Metió la mano en el bolsillo que su peto vaquero tenía en medio del pecho y extrajo un muñeco ataviado con un extraño traje morado.
- ¿Eso qué es?
- Ultraman. Es el superhéroe más valiente de todos.
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Lo elevó en el aire con la mano y empezó a simular que volaba sobre los barcos.
- A mi más bien me parece GAYMAN.
Taemin me echó una mirada de reproche y volvió a guardar el muñeco en el bolsillo. Carraspeó fuerte, imagino que esperando a que yo continuara hablando, cosa que no fue así. De modo que pasados algunos minutos en los que ambos
mirábamos la quietud de sus barquitos flotantes, él se decidió a hablar.
- Hoy no ha venido nadie al lago.- Susurró, tranquilo, sumergiendo sus pies.
- Ayer bebieron mucho y están con resaca.
- ¿Resaca?
- Es lo que te pasa cuando bebes más alcohol de la cuenta.
Su risa se escapó entre sus dedos.
- Les está bien empleado. Por andar jugando a cosas de mayores.
Me reí también. Qué razón tenía.
Aquella risa era de algún modo algo hipnótica y relajante, había conseguido que todas las historias antes escuchadas o memorizadas, fueran borradas de un plumazo. Me sentía extrañamente tranquilo. Contento. No había pasado nada, pero
estaba contento. Me tumbé en la madera del embarcadero, mirando al cielo. El día era increíble. El sol centelleaba como una chimenea y el sudor no paraba de emanar por los poros de mi piel. Pero aún así no me sentía agobiado. Podía notar
la cercanía de la frescura del lago, y para que fuera más real descolgué mis piernas un poco para acariciar el agua con los dedos de mis pies.
- Qué gusto…
Noté que Taemin se movía a mi lado, y me inquietó un poco verle tumbarse justo en perpendicular a mi. Su cabeza estaba junto a mi hombro y miraba al cielo, buscando quizá el motivo de mi concentración allá arriba.
- ¿Sabes una cosa, oppa?
Y dale…
- Qué.
- He aprendido a hacer algo nuevo.
- ¿Ah sí? ¿Qué cosa?
Pensaba que iba a enseñarme una nueva forma de escalar los árboles. Taemin siempre había sido como un mono salvaje que aprendía a base de golpes a sobrevivir en la jungla. Subía y caía y volvía a subir y se descolgaba de las ramas,
boca abajo, para alguna que otra vez volver a caer de cabeza. Pero nunca se lastimaba.
- No puedes decirle a nadie que lo hago, ¿entendido?
Asentí, divertido. Y creí que como mucho empezaría a recitar alguno de los poemas de Key, o una de esas canciones hip hop que tanto le gustaban a mi primo, y que me ponían enfermo por sus excesivas letras en inglés.
Pero lo que vi fue otra cosa. Y fue algo que hizo que empezara a preguntarme hasta dónde el niño de los Lee podía controlar su poder. Si era capaz de aprender continuamente, cuál sería el límite. Si provenía de su propia voluntad, qué
querría hacer con él. Y si le resultaba tan divertido exhibirlo, hasta qué punto esa exhibición sería solamente un juego.
Tan sólo unos días después volvimos a Seúl. Jonghyun, por primera vez desde que podía recordar, se levantó muy temprano para venir a despedirnos.
- El verano que viene será todavía mejor.- Sonreía forzadamente, con las manos en las caderas, exhibiendo sus músculos, ya bastante desarrollados para su edad.
- Espero que haya más chicas guapas.
- Seguro.
Nos abrazamos, prometimos escribirnos (cosa que nunca hicimos) y me subí al coche. Vi que Key le abrazó durante un largo rato, se susurraron cosas que no pude escuchar, y se unió a mi en el asiento delantero.
- ¿Estás bien? - Pregunté, cuando vi que se limpiaba las lágrimas con la manga de su chaqueta.
Asintió rápidamente y forzó una sonrisa bastante parecida a la que Jonghyun me había regalado hacía un momento.
- Me da pena dejar a la abuela.
- Qué raro. Antes odiabas venir a la granja.
- Bueno, este verano ha estado bastante bien.
- ¿Sólo “bastante bien”? - Le empujé con el codo-. Has hecho cosas que en Seúl tu madre no te dejaría hacer ni de coña. Como ir a fiestas de mayores.
- Tampoco fue tan genial.
- Estoy de acuerdo.
Suspiré y me apoyé en el respaldo del asiento. No, las fiestas de mayores no eran tan geniales si eras pequeño. Pero ya creceríamos.
31
El año siguiente fue un caos. Al poco tiempo de empezar el curso, mis padres decidieron separarse. No era algo inesperado, ya que había crecido viéndoles discutir o ignorarse profundamente. Tampoco yo había sido nunca su prioridad, y de
hecho muchas veces había pensado que mi concepción había tenido el único objetivo de reforzar los débiles lazos de su matrimonio. Sobraba decir que no había funcionado.
Durante todos aquellos años en los que apenas había podido reconocer a mi padre como el cabeza de familia debido a sus continuas ausencias, nunca me había percatado de la realidad. Él trabajaba mucho para que no nos faltara de nada.
Nunca le exigió a mamá que trabajara porque él quería que se encargara de mi. Pero mamá no se encargaba de mi. Salía con sus amigas a comprar, y a veces tardaba mucho y no compraba cosas. En mi mente adolescente no podía atar
cabos, ni pensar en la vida de mi madre como la de una mujer joven y guapa, después de todo, era mi madre, y no podía compararla con nadie que conociera o de quien hubiera oído hablar. Por eso cuando papá se sentó a la mesa para
hablar conmigo, aquello me pilló totalmente desprevenido.
- Tu madre se ha enamorado de otra persona.
Nunca creí que mi madre pudiera sentir algo parecido a eso por alguien que yo no sabía quién podía ser. ¿Amor? Ella estaba casada con mi padre y eso era todo lo que se suponía que debía querer en la vida. ¿Alguien más? ¿Quién?
¿Cuándo y dónde le había conocido? ¿Y por qué ese tipo era más importante que su familia?
- Y ahora, ¿qué va a pasar?
Papá cogió mis manos y las apretó fuerte. Sus ojos brillaban, y aunque nunca le había visto llorar, era evidente que lo había hecho. La expresión de su cara era muy similar a la de mi primo cuando hacía pucheros. Supongo que la genética no
es una ciencia inútil, después de todo.
- A partir de ahora, seremos tú y yo.- Mi cara reflejó mi pánico interior inmediatamente. ¿El hombre al que prácticamente no había visto la cara en los últimos 17 años iba a ocuparse de mi en exclusiva? Nada bueno podía venir.
- Tú no sabes cocinar.- Fue lo primero que pude decir entre el desastre de palabras que bailoteaban en mi cerebro.
- Aprenderé.- Dijo, con una sonrisa.
- ¿Cuándo? Nunca estás en casa.
Nunca olvidaré la forma en la que apretó todavía con más fuerza mis manos y me miró con decisión.
- Las cosas van a cambiar a partir de ahora, Minho. Mucho.
- Yo no quiero que las cosas cambien, están bien como están.
- Cada uno tiene que buscar la felicidad en donde cree que la encontrará.
Bufé, frustrado, porque era incapaz de comprender cómo podía rendirse tan fácilmente. Por un momento pensé que su cobardía o incluso su personalidad intolerante habían sido los culpables de que mi familia se hubiera ido a la mierda.
Durante años había odiado también al abuelo porque consideraba que el gen Choi era demasiado para cualquiera. La abuela siempre me había parecido una pobre mártir sumisa que aguantaba lo que fuera por amor a su marido. Y como
pude comprobar un poco más adelante, ese gen no afectaba solamente a los hombres. Mi tía era bastante parecida.
Mi padre iba a esforzarse en que las cosas fueran a mejor. Iba a trabajar menos para pasar más tiempo conmigo. Claro que las clases no era que me dejaran demasiado tiempo libre. Para recuperar el tiempo perdido, me aseguró que ese
verano iríamos de vacaciones a Japón, como siempre había querido, porque él decía que me merecía un premio por haber sido “todo un hombrecito” en medio de nuestro apocalipsis familiar.
- ¿No iré a la granja del abuelo?
- Este año no. Serán vacaciones familiares, -de nuestra nueva familia-, ¿no decías que odiabas la granja?
En cierto modo, sí. Pero me había acostumbrado a las tardes en el lago, las noches frescas tirados en la hierba húmeda… y a Jonghyun. Nunca había tenido a un amigo como Jonghyun en Seúl.
Hubo un fin de semana aquel mes en el que Key se quedó en casa a dormir. Le explicamos nuestros planes y, aunque envidió mucho nuestro viaje, él seguía prefiriendo ir a visitar a los abuelos.
32
- Al final te va a gustar limpiar estiércol.- Bromeé-. ¿Estás seguro de que quieres ir solo?
- Claro. Está Jonghyun. Y Taemin.
- ¿Taemin? - Preguntó mi padre, curioso.
Key y yo nos miramos asustados, nadie sabía que éramos amigos del temible “niño de los Lee” y mi padre no debía enterarse.
- Un chico del pueblo.- Mentí, rápidamente-. Un amigo que tiene Key.
Key asintió, nervioso. Su capacidad de mentira era inversamente proporcional a la mía. Suerte que papá no le conocía tan bien como yo.
- ¿Eres tonto? Por poco nos descubren.- Le recriminé en cuanto entramos a mi cuarto-. Si se enteran de que hablamos con él, no nos dejarán solos nunca.
- Tampoco es que tú seas muy amigo suyo.
- Da igual, no quiero que sepan nada.
Key dejó su mochila en mi cama y me agarró de la camiseta, bajando el volumen de su voz.
- Ayer hablé con Jjong.
- ¿Qué? ¿Os llamáis?
- Siempre.
- ¿Cómo?
- Desde que éramos niños. Al menos una vez a la semana.
- ¿Y por qué yo no sabía nada de eso?
- Yo qué sé. Es tu amigo también, ¿no hablas con él por teléfono?
- Jamás. Ni siquiera sé el teléfono de su casa.
- Qué desastre.
Éramos amigos de verano, nadie llama en invierno a casa de sus amigos de verano.
- ¿Y qué te contó? ¿Algo sobre la cosecha? ¿Vacas pariendo o cosas por el estilo?
- Es sobre Taemin.
Mi respiración se aceleró involuntariamente cuando escuché su nombre.
- ¿Le ha pasado algo?
- Hubo un accidente en su casa.
- ¿Qué clase de accidente?
Me obligó a sentarme en la cama, y se colocó a mi lado. No era difícil notar mis temblores, aunque estuvieras fuera de mi cuerpo.
- Un incendio. Sus padres han muerto.
No pude decir nada. Ni siquiera se me ocurrió pensar en si Taemin lo habría visto, si habría visto cómo su padre, que le construía sus barquitos de colorines, moría carbonizado mientras él, impotente, lloraba en una esquina, salvándose de
puro milagro. ¿Él estaba bien? Tampoco pregunté. No sabía si quería saber cómo estaba. ¿Y si estaba mal? ¿Y si su piel blanquecina se había chamuscado y los consejos sobre protección solar de su madre ya no le servirían nunca? Tal
vez… tal vez su cara estaba desfigurada y su pelo ya no existía. Y ya no era ese precioso niño pelirrojo con cara de ángel pero que escondía un terrible demonio en su interior.
- Tae…
Tuve miedo de mis propios pensamientos y mis ojos empezaron a moverse, nerviosos, en todas las direcciones.
- Minho, reacciona.
No podía escuchar a mi primo porque la idea de que todo eso hubiera pasado de verdad me estaba superando. Pero lejos de lo que Key podía suponer, no era tristeza lo que me envolvía, sino intranquilidad. Y un poco de miedo. No, bastante
miedo. Porque hasta ese momento, no había pensado en lo que podía suponer lo que aquella tarde, en mi última semana de vacaciones, Lee Taemin me había mostrado como un espectáculo de circo.
- Fíjate bien.- Había dicho, colocando uno de sus barquitos en el agua, y sacando los demás-. Quita los pies de ahí.
Le miré ofendido. Un niño de 12 años no iba a decirme en dónde podía meter o no mis pies.
- Hace calor, no voy a quitarlos.
- Es por tu bien, oppa.
Le ignoré y me acomodé a su lado, sentado en el embarcadero.
- A ver esa cosa que dices que es tan impresionante.
Clavó sus ojos en el barquito, apenas pintado de color negro, a brochazos muy poco uniformes, que tenía una vela blanca con una calavera pirata mal pintada en el centro.
- ¡Moriréis todos, malditos! ¡Arrodillaos y temblad!
Imitó la voz de un pirata malvado mientras yo le observaba atónito. Sólo era un crío. No sabía por qué estaba perdiendo el tiempo con él en aquel sitio.
Pero entonces sucedió. Primero fue un poco de humo, pero antes de que terminara de hablar…
- ¿Qué demonios…?
Saltó una chispa. No sé de dónde salió ni cómo llegó allí. Ni si Taemin tenía cerillas escondidas y estaba realizando un mal truco no apto para cerebros despistados, o realmente aquello había sido provocado por él. Saqué mis piernas del
agua como por acto reflejo y las abracé protectoramente. Apenas en cuestión de segundos, la vela del barco ardía. Se quemó completamente antes de que pasara el primer minuto, debido a su reducido tamaño. Y lo siguiente fue el barco.
Como era de madera, ardió sin dificultad hasta que entró en contacto con el agua, y se fue apagando lentamente para quedar reducido a una pequeña base con cenizas flotando encima.
Taemin me miró con una sonrisa enorme en el rostro. En su frente tenía una vena marcada fuertemente en color azul, y mis ojos no podían apartarse de ella. Más tarde, cuando traté de procesar todo lo que había sucedido, llegué a la
conclusión de que había sido producto del enorme esfuerzo que habría supuesto poner en marcha ese “poder”.
- Es la primera vez que quemo algo hasta el final. ¿Te gusta, oppa?
No pude contestar a su pregunta por más que sus ojos emocionados se me clavaran como estacas. ¿Cómo podía gustarme algo tan destructivo que podía activarse con el mero deseo de acabar con algo? Si con sólo un pestañeo sutil había
conseguido eso, ¿qué más podría conseguir con una concentración mayor?
33
- Tae… Taemin… - Me puse de pie y esperé a que me siguiera-. Esto que haces… No se lo puedes enseñar a la gente.
Su cara se entristeció y sus ojos dejaron de brillar.
- Pero… es bonito.
- Puede que para ti sea bonito, pero otras personas pueden asustarse. Y las personas asustadas cometen estupideces, ¿entiendes?
- ¿Tú te has asustado?
Claro que me había asustado. El maldito niño acababa de incendiar uno de sus “tesoritos flotantes” delante de mis ojos. Estaba totalmente acojonado. Pero no de él, sino de aquella enorme fuerza interior que poseía y que, a la vista estaba,
era demasiado destructiva.
- Sé que no usarás eso para hacer cosas malas.- Dudé un momento, pero finalmente le acaricié el pelo, de la misma manera en que acariciaba la coronilla de Coco cuando le hacía entender que había sido un buen perro por traerme un palo
de vuelta-. Pero no debes usarlo. Puede ser peligroso para ti. Podrías quemarte.
- Lo tengo controlado.- Se cruzó de brazos, seguro de sí mismo-. Es pan comido.
- Aún así. Prométeme que no lo usarás más.
- Pero…
- Prométemelo.
Mi cara debió de ser bastante convincente porque bajó la cabeza y, apenas en un susurro, aseguró que nunca volvería a incendiar nada. Y creí que le había convencido de que así lo hiciera. Hasta que pasó lo de sus padres. En ese momento,
ya no sabía qué pensar del increíble y posiblemente incontrolable poder del niño de los Lee.
34
No podría precisar con exactitud qué fue lo que desató todo aquel cúmulo de acontecimientos, pero para resumir aquel año bastaría con decir que los adultos se volvieron locos. Si en otoño los padres de Minho se separaron, cuando estaba
por terminar la primavera le siguieron los míos. Mi primo solía decir que los Choi eran incapaces de convivir con nadie pero en mi caso el que tomó la decisión fue un Kim. Mi padre nunca tuvo lo que quería. Ni conmigo ni con mamá. Así que
cuando llegó la crisis de los 50 se deshizo de nosotros. Se fue de la ciudad y sólo apareció justo antes de que terminara el curso para ofrecerme un viaje a Londres ese verano para que aprendiera inglés como debía. Ya me había costado lo
mío sacar el curso limpio en el instituto, de modo que la idea de pasarme todo el verano estudiando no era precisamente atractiva. Aunque fuera en Europa. Quería pasarme aquellos dos meses en el campo, ayudando al abuelo en las labores
de la granja, que ya no me parecían ni tan aburridas ni tan pesadas, sino también relajantes; y a la abuela a preparar la comida y aquellos deliciosos pasteles que comíamos a la hora de la merienda. Quería nadar en el lago y ver las estrellas
tumbado en la hierba. Quería leer cómics con Taemin. Pero sobre todo quería ver a Jonghyun. Abrazarle y besarle y decirle lo mucho que le había echado de menos durante aquel año.
Pero papá tenía sus propios planes y no podía interferir en ellos.
Ya va siendo hora de que te hagas un hombre de provecho.
- Pero yo quiero ir con los abuelos.
-
Recuerdo cómo se acercó a mi, con pasos agresivos e intimidantes, y me agarró de los hombros.
- Tú no eres un Choi, Kibum. Esa panda de analfabetos que no saben hacer nada más que criar cerdos y cosechar té no van a aportarte nada en la vida. Nada que pueda ser de utilidad para ti.
Esa panda de analfabetos me querían más que él. Que su hijo el indeseado.
- Si no querías a mamá no debiste haberte casado con ella.
Creo que esa fue la primera vez que mi padre me pegó una bofetada.
- No te entrometas en las cosas de los mayores. Tú no entenderías esto porque sólo eres un mocoso. Si tu madre no te hubiera mimado tanto no serías tan incapaz de valerte por ti mismo. Cuando seas un adulto, ya me lo agradecerás.
¿Agradecer el qué? ¿Que me enviara a Europa, lejos de él, en lugar de dedicarme algo de tiempo? ¿Que me privara de lo único que me hacía feliz, de lo único que me animaba a salir airoso de mis estudios? Hasta ese momento, mi única
motivación académica era la recompensa de los veranos en Boseong. Si esa recompensa era eliminada, no pensaba esforzarme por nada nunca más en mi vida.
Mamá lloró al teléfono con la abuela. Luego ella pidió hablar conmigo y me dijo que tenía que obedecer a papá y ser bueno con ellos porque eran los que estaban al mando, ya llegaría mi turno para decidir acerca de mi mismo. Todas aquellas
estupideces no iban conmigo, pero para no hacerla sufrir más, le prometí que no daría problemas.
La conversación con Jonghyun no fue tan pacífica.
Ese tipo está loco, ¿vas a hacerle caso?
- No tengo otra opción, Jjong.
- ¡Claro que tienes otra opción! ¡Escápate!
- No voy a escaparme porque en primer lugar, no sé cómo voy a comprar un billete de avión si no tengo dinero.
- ¡Yo te lo presto!
- ¡Soy menor de edad! Enviarían a la policía a buscarme.
-
De acuerdo, en mi mente todo era muy dramático y peliculero.
- No puedes no venir, Key, lo prometiste.
- Ya sé que lo prometí, pero no es mi decisión. No puedo hacer nada.
- Creía que este verano sería genial. Que lo pasaríamos como nunca. Y sin embargo… mira… Primero Minho y ahora tú. El año que viene tendréis otro problema y nunca más volveréis. Y yo me quedaré aquí esperando eternamente por algo
que no pasará.
Si yo había ostentado el título de Reina del Drama hasta ese momento, Jonghyun me lo arrebató de un plumazo.
- Jjong, yo no te pido que esperes. Nunca lo he hecho.
Un corto silencio precedió a lo que interpreté como un ruidito que su garganta hacía al tragar saliva cuando estaba seca.
- ¿De qué estás hablando?
Era el tema que no habíamos tocado durante un año. Fuera de los “te extraño” o “quiero besarte” o la cantidad de planes que habíamos hecho para nuestra primera cita de aquel verano…
- No es como si estuviéramos saliendo y tú no pudieras estar con nadie más.
- No quiero estar con nadie más.
- Sólo lo digo.
- ¿Es que tú quieres estar con alguien más?
¿Era una broma? Aquel año me había pasado todo el curso garabateando cursiladas en mis cuadernos. Diseñando nuestro propio logo como pareja. Imaginándonos recitando poemas, e incluso haciendo algunas selecciones de mis favoritos
para recitárselos cuando estuviéramos a solas. Nadie más. Ni siquiera nada más ocupaba mi mente. Fue como una inercia : beso -> obsesión inmediata.
- Yo no quiero salir con nadie, Jjong, pero no es justo que me esperes si no me vas a ver en dos años. Sería un egoísta si te pidiera algo así.
- ¿No estarás diciendo todo esto porque quieres dejar las puertas abiertas a tener un romance europeo?
- Debes de estar bromeando. Ni siquiera hablo inglés correctamente.
- Bummie, tienes que venir. No puedes no hacerlo. Si me quieres, tienes que convencer a tu padre.
¿Convencerle de qué? Si ya había formalizado mi matrícula en aquella academia antes incluso de comunicármelo.
- Lo siento, Jjong. No es lo que quiero, pero es lo que tengo que hacer.
Esa fue la última vez que la maldita obediencia confucianista arruinó mi vida. Pero la arruinó de un modo irremediable. Porque cuando mis intenciones marcaban claramente mi camino rumbo a Boseong, Jonghyun ya no pensaba en mi; sus
ojos habían cambiado el motivo de su idolatría. Y no fue fácil afrontar eso. Probablemente fue la realidad más dura que nunca había tenido que aceptar. Que mi primer y único amor había dejado de quererme.
El verano en Londres no fue realmente horrible. Como las clases eran sólo por las mañanas, me busqué un trabajo como camarero para conseguir algo de dinero : no iba a quedarme de brazos cruzados todo ese tiempo y soportar las
decisiones unilaterales de mi padre nunca más. Quería inscribirme en un curso de diseño en otoño y sabía que no iba a apoyarme, pero tampoco me importaba. Yo podía valerme por mi mismo, y aunque no fue fácil, el esfuerzo mereció la
pena. Porque conseguí mucha experiencia, ahorré lo suficiente para pagar la matrícula, y conocí a Amber.
Los padres de Amber eran coreanos, pero ella había vivido toda su vida en Londres y hablaba los dos idiomas con total normalidad. Tener un pequeño apoyo (y una traductora simultánea en el trabajo) fue lo que me impidió rendirme la
primera semana.
- Al menos eres bonito.
Era la frase que más escuchaba los primeros días. Porque aunque ella era la encargada del bar irlandés donde trabajaba, era amable y comprensiva, y muy capaz de ver mis lágrimas antes de que yo siquiera notara que estaban empezando a
acumularse. Mis pucheros la derretían y cuando veía que algo era demasiado difícil para mi, me cambiaba la tarea. Como también observó que algunos clientes se tomaban demasiadas confianzas conmigo, luego de advertirme que tuviera
cuidado, decidió que me quedara al otro lado de la barra. Para mi fue infinitamente mejor no tener que hacer equilibrios con las bandejas y esquivar a aquella panda de manos largas.
Amber fue mi amiga ese verano, en sustitución de Jonghyun. Aunque por supuesto, no completamente. Escuchó mis historias de Boseong, incluida la de aquella vez que casi me ahogué en el lago, los castigos del abuelo y las tardes en la
cocina. Como era una chica de ciudad, todo aquello le parecía curioso y divertido, de modo que la invité a pasar el siguiente verano allí conmigo. Claro que nunca creí que fuera a aceptar.
35
El primer año sin mamá en casa fue bastante caótico, de la misma forma en que lo había sido su marcha. Pero no fue tan malo. Nunca había pensado que papá fuera capaz de hacerse cargo de todo (excepto de la limpieza, para eso tuvo que
contratar a alguien) y además tuviera ganas o al menos la intención de preocuparse por mis estudios o por mi vida en general. Las vacaciones en Japón fueron geniales, fuimos a un montón de sitios divertidos y comimos comida deliciosa. En
realidad me habría gustado que el verano siguiente papá hubiera decidido que nos fuéramos a Las Vegas o algo similar, pero no fue así.
- Este año yo también tomaré unas pequeñas vacaciones. Iremos a visitar a tus abuelos.
No recordaba la última vez que habíamos ido juntos a Boseong. Tal vez era un renacuajo, o un bebé, no lo sabía, pero mis veranos en la granja siempre habían estado acompañados de mi primo y mis abuelos. Nadie más.
Después del viaje a Japón no creía que pudiera volver a disfrutar en un entorno tan tranquilo y rural, pero enseguida recordé las tardes en el lago, el pueblo y las chicas. Ya tenía carnet de conducir y estaba seguro de que el abuelo me dejaría
su vieja Chevrolet para poder salir a divertirme. Probablemente allí sería más libre que en Seúl.
- ¿En serio vas a volver?
Pero Kibum tenía sus propios planes.
- Claro, como cada verano. Pensaba que tú te morías de ganas de ir para jugar con Taemin.
- Me he apuntado a un curso de patronaje. Ya que en septiembre empiezo diseño, quiero tener una cierta base.
- ¿Clases en verano? ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi primo?
- Hay que luchar por los sueños, Choi.
Kibum había vuelto de Londres bastante apático. Apenas nos habíamos visto aquel curso. Él se había concentrado en acabar el instituto para hacer callar así a su padre, y se negó en rotundo a matricularse en Dirección de Empresas, que era
lo que sus padres habían decidido para él antes incluso de que naciera. Dijo que iba a ser diseñador y que nadie se lo impediría. No pensé que mi tío fuera a retirarle su apoyo, después de todo era su hijo, pero Kibum había sido listo y había
estado ganando dinero a sus espaldas. Y así fue como mi primo pequeño se independizó de sus padres mientras yo me iba con el mío de vacaciones a Boseong.
- ¡Cariño!
La abuela me abrazó con fuerza en cuanto puse los pies fuera de la camioneta.
- ¡Coco!- El perro vino corriendo, meneando el rabo, para recibirnos, y rápidamente se me subió encima-. ¡Dios, está enorme!
- ¡Hijo!
Mi padre también fue extrangulado por su abrazo mientras yo trataba de liberarme de Coco, que me olisqueaba desesperadamente.
- Cuánto extrañaba este lugar.- Papá miraba a su alrededor como si fuera la primera vez que lo veía.
- Este lugar también te extrañaba a ti.
Era raro ver a mi padre desenvolverse con tanta naturalidad en un sitio en el que para mi era difícil relacionarlo con él, pero en seguida comprobé que los Choi tenemos esa especie de apego irremediable a nuestras raíces. Y vayamos a
donde vayamos, no podemos deshacernos de ellas.
- ¿Tu primo no va a venir?
Lo más raro de todo fue que esa pregunta saliera de boca del abuelo.
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- Tiene clases este verano.
- ¿Ha suspendido?
- No, se ha matriculado en una de esas mariconadas…
- ¡Minho!
La advertencia de papá me hizo recordar dónde estaba. En casa solíamos ser más distendidos con el lenguaje, pero con los abuelos las cosas eran ligeramente distintas.
- Perdón…
- Parece que al final está haciendo algo bueno con su vida.- La abuela sonreía con orgullo mientras servía la cena. Aunque se notaba que estaba algo decepcionada por no poder verle-. Me llamó la semana pasada. Parecía feliz.
- Es un chico espabilado.- Dijo mi padre, sorprendiéndome. Nunca había oído algo así de él-. Aunque ha desobedecido a sus padres y mi cuñado no está muy contento.
- Sus padres son unos completos inútiles.- Sentenció ella, dejando el trapo sobre el fregadero en un movimiento brusco-. Mi hija sobre todo. Nunca ha sabido educarle ni entenderle. Es un milagro que haya salido tan bueno.
Me atraganté con el agua al escuchar eso. ¿Kibum bueno? Se había puesto a trabajar a espaldas de sus padres y se había negado a heredar el negocio familiar. Estaba diciendo cosas sobre alquilarse un apartamento cerca de la Escuela de
Diseño y mi abuela creía que todo aquello estaba bien.
- Él sabrá cómo encaminar su vida mejor que sus padres. Es mucho más inteligente.
Oir al abuelo decir aquello me dejó en shock. Siempre había pensado que él no aceptaba la personalidad afeminada de Kibum, y que por ese motivo le obligaba a trabajar más duro que a nadie en la granja. Pero al parecer también en eso
estaba equivocado.
Al día siguiente volví al lago. Todo estaba en calma y a pesar del agobiante calor, no había nadie por allí bañándose o buscando la sombra. Me entretuve un rato enviando mensajes a mis amigos de Seúl y haciendo algunas fotos con mi
cámara nueva. Papá estuvo de acuerdo en que estudiara fotografía si además me matriculaba en una carrera “seria” y así lo hice. Estudiaría también Psicología y durante unos cuantos años tendría que olvidarme de mi vida social porque
tendría clases cada día a todas horas. Sonaba como una locura.
- Oppa.
El susurro cerca de mi oído me estremeció, pero giré la cabeza a ambos lados y no pude ver nada.
- ¿Quién…?
- ¿Eso es un teléfono móvil?
La ingenuidad de aquella frase unida al tono infantil utilizado, no dejaba lugar a dudas. Y si quedaba alguna, quedó inmediatamente disipada cuando una cabellera roja bastante larga, se descolgó de una rama.
- Lee Taemin.- Sonreí. Aquella carita regordeta se había afinado bastante y ahora apenas unos ligeros pómulos se acentuaban debido a la postura, colocado boca abajo, siendo sostenido únicamente por sus piernas.
- Oppa me recuerda.
- Oppa va a darte una paliza como sigas llamándole así.
Su risa precedió a una voltereta peligrosa que le hizo descender de un salto del árbol. Por un momento temí que fuera a aterrizar de cabeza, pero parecía que lo tenía todo bastante controlado.
- Oppa sigue siendo un gruñón.- Se sentó, cruzando las piernas, enfrente de mi. Su pelo se alborotaba sobre su cara.
- Deberías cortarte el pelo.- Lo separé para mirarle a los ojos-. Te tropezarás con un montón de cosas si no ves.
- Eso no es un problema.
Lo peinó con sus manos y se lo recogió en una coleta graciosa que le daba un cierto aire femenino.
- Pareces una niña.
- ¿En serio?
Sus ojos brillaron emocionados al escucharlo, aunque nunca pretendí que sonara como un cumplido.
- Pero sabes que eres un niño, ¿verdad?
Cruzó los brazos, ofendido.
- Claro que lo sé.
Miré sus brazos delgados, totalmente desprovistos de músculos, pero que empezaban a formarse de una cierta forma (levemente) masculina.
- Has crecido. Incluso tu voz es algo grave.
- Tengo 14 ya.
El enojo pareció esfumarse cuando me vio dispuesto a mantener una conversación agradable.
- A ver que te vea de pie. ¿Cuánto mides?
- No lo sé.- Dijo, mientras se levantaba. Le imité y comparé nuestras alturas. Aún le sacaba una cabeza.
- Estás bastante alto.
- Y tú.- Miraba hacia arriba para hablarme, lo cual me pareció ciertamente tierno. Aunque raro. Como todo en él-. ¿Cuánto mides ahora, oppa?
- 1,83.
- Wow, eso es mucho. Podrías ser modelo si quisieras.
No pude evitar reirme con esa afirmación tan exagerada.
- No tengo intención de ser eso.
- Seguro que sería divertido.
- Lo dudo.
- ¿Vas a empezar la universidad este año, oppa?
Definitivamente, ninguna amenaza haría efecto en ese pequeño.
Suspiré.
- Sí, este año.
- Qué suerte…
- ¿Estás estudiando mucho?
Sabía que no iba a la escuela, pero ya que había sacado el tema, algo tenía que preguntar.
- Bastante.- Susurró, mirando al suelo-. Onew hyung me enseña muchas cosas y dice que se me da muy bien la química. Pero no es divertida. Me gusta más la literatura. A veces escribo cosas, ¿sabes?
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- Seguro que son cosas cursis.- Me reí, despeinándolo.
Pero no se enfadó. Sus mejillas se tiñeron de rojo y dio un paso hacia atrás. ¿Qué le estaba pasando?
- No hagas eso.
- ¿El qué?
- Tocarme.
No creí que aquel simple gesto fraternal pudiera hacerle sentir incómodo.
- Lo siento, no quise molestarte.
- No es eso.- Negó con la cabeza, moviendo la coleta hacia los lados suavemente-. No quiero hacerte daño.
De pronto la imagen de la vela de su barquito ardiendo, dos años atrás, apareció en mi retina. Seguida de ella, la voz de Kibum explicándome el incendio en la casa de los Lee. Pero por más que rebuscaba en mi interior, nunca encontré el
miedo.
- Lamento mucho lo que le pasó a tus padres, Taemin.
Levantó la cabeza y pude ver sus ojos húmedos, pero contenidos.
- No viniste.
No. Estaba demasiado asustado.
- Tenía exámenes.
- Es mentira.
Un ligero calor invadió mis mejillas. ¿Me estaba sonrojando por haber sido descubierto? ¿O lo provocaba él?
- No sé qué hay que hacer en casos como ese. No soy bueno con las palabras en general.
Asintió, y supuse que al menos eso sí había sonado convincente.
- Me habría gustado que hubieras venido.
- Seúl está muy lejos, ¿lo sabías?
- No está en la luna.
No, no estaba en la luna. Pero yo a veces me sentía así de lejos.
- Me enteré que vives con tus tíos ahora.
- Y con mi primo Kai.
- Seguro que es divertido.
- Me tienen miedo.
Lo cual era perfectamente lógico.
- No creo que tu familia tenga miedo de ti.
- No hace falta que te esfuerces tanto en ser amable.
De acuerdo, no sabía qué palabras usar con un niño que había perdido a sus padres y que además era prácticamente acusado de haber sido el causante.
- Yo solía pensar que mi padre no me quería, pero resultó que no es así.
- Es diferente.
- No es tan diferente.
- Tu familia no piensa que has matado a nadie.
Ok, era muy diferente.
- Ellos no pueden pensar eso de ti.
- ¿Tú lo piensas?
- N… no.
- Sigues mintiendo.
- ¡No miento! Sólo… tengo dudas.
- ¿Crees que sería capaz de hacer algo así?
- No, no lo creo, pero también pienso que hay cosas que se te pueden escapar de las manos. Porque aún eres pequeño y no puedes… controlarlo todo.
- Eso pensaron ellos. Por eso me llevaron a aquel lugar.
- ¿Qué lugar?
La explicación de Taemin sobre su estancia en aquel hospital psiquiátrico los meses posteriores a la muerte de sus padres fue sobrecogedora. Tal vez yo no era bueno con las palabras, pero a él le sobraba fluidez. Mi corazón parecía
contraerse imaginándole pasando las horas mirando por la ventana, privado de libertad, de su familia, de alguien que sintiera un mínimo de apego hacia él. Siendo rodeado por decenas de personas que sólo sentían… miedo.
Casi pude escucharle pedirme un abrazo, pero no lo hizo. Al menos no con la boca. De cualquier forma, le abracé. No supe por qué había salido de esa manera tan impulsiva y poco cuidadosa, como una especie de sentimiento de protección
recién nacido, pero casi podía oír crujir sus huesos entre mis brazos.
- Me haces daño, oppa.
Me separé de golpe, avergonzado por aquel estúpido momento posesivo, y me rasqué la cabeza.
- Creo que no soy capaz de controlar mi fuerza.
- No importa. Me gusta.
Se puso de puntillas y me rodeó el cuello con sus brazos, acurrucando su cabeza entre mi cuello y mi hombro, buscando un refugio en mi. Le acaricié el pelo despacio y la sensación de calor volvió. Fue ahí cuando supe que no había crecido
espontáneamente en mi interior, sino que él la había provocado.
“Nunca he tenido miedo de ti”. Se quedó atrapado en mis labios apretados. Pero no fue necesario que saliera de allí.
“Lo sé”.
Su respuesta se escuchó perfectamente.
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En mi cabeza.
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No fue fácil, ni entonces ni nunca, enfrentarme a mis padres. Salirme con la mía significaba quedarme sin respaldo económico, y muy posiblemente también emocional. Sabía que papá no me apoyaría, y tenía mis dudas acerca de la reacción
de mamá, que resultó ser algo más comprensiva. Me dijo que me daría un año para cumplir mi sueño, y si pasado ese año no lo había conseguido, renunciaría a él y haría lo que debía hacer. Fue la primera vez que mentí en una promesa.
Porque tenía muy claro que no iba a acatar sus deseos jamás.
Me apunté a un curso de patronaje durante las dos primeras semanas del verano. Aprendí mucho y fue la mejor motivación para centrarme en mi futuro. No más matemáticas ni biología. Ya sólo haría lo que realmente quería hacer. La
universidad no me interesaba ni estaba en mis planes.
Pero el curso acabó y quedaban todas las vacaciones por delante mientras yo suspiraba, tumbado en el sofá del salón, mientras esperaba a que el tiempo pasara lo más rápidamente posible.
- ¿Vas a estar ahí tirado todo el verano? - Mamá me lanzó un par de calcetines usados-. Al menos podrías recoger tu cuarto.
- No tengo ganas.
- Bueno, puedes hacerlo más tarde. Será por tiempo…- Volví a suspirar-. ¿Es que tus amigos no salen de casa?
- Todos se han marchado y no vuelven hasta septiembre.
- Entiendo.
Mamá no quería ni siquiera mencionar la posibilidad de que me fuera a Boseong. Desde el divorcio, cada vez que hablaba por teléfono con la abuela, discutían, y eso había vuelto la relación entre ellas bastante tensa. Al parecer, la abuela no
entendía por qué mamá había sido tan estricta con papá ni por qué papá parecía estar sólo interesado en el trabajo. Mamá nunca le explicó lo muy interesado que papá estaba en su secretaria. Porque sabía que la abuela le echaría en cara lo
desatendido que le había tenido todos esos años mientras se preocupaba horrores por inculcarme sus propias fobias.
- Voy a la piscina.
- Ok. Pero ten cuidado. No olvides…
- La protección solar, la gorra, la botella de agua y las gafas de sol, lo sé.
Era “la lista de la supervivencia” según ella.
Así mis primeros días de verano transcurrieron con absoluto sopor hasta que una tarde recibí una llamada inesperada.
- Quiero que me enseñes Boseong.
Era Amber. Y se convirtió en mi excusa perfecta para volver a la granja.
- Ni pienses que voy a pagarte el billete de avión para que vayas.
- No te preocupes, ya lo he comprado por internet.
- ¿Cómo dices?
- No tienes que preocuparte, no voy a suponerte una carga.
- A mi madre le daría un ataque si…
- ¿Estás diciendo que no quieres ir a encontrarte con tu príncipe azul?
Colgué el teléfono totalmente emocionado y me puse a hacer la maleta lanzando prendas por todos lados como un loco, sin ni siquiera fijarme en lo que metía en su interior. Vería a Jonghyun. Y Amber entendería por qué me gustaba tanto. Y
todo sería perfecto.
- Tu padre se va a enfadar.- Mamá me observaba seria, con los brazos cruzados, en la puerta de mi habitación.
- Papá no vive aquí y no tiene derecho a opinar sobre mi vida.
- Pero aún eres menor de edad.
- Por poco tiempo. Y cuando cumpla los 18, no tendrá que volver a preocuparse por mi.
Cerré la maleta y traté de imaginar mentalmente cómo sería todo una vez que volviera a pisar el suelo de Boseong. Lo que no sabía era que mi imaginación podía llegar a desviarse tantísimo de la realidad.
- Maldita sea, cuántas moscas…
Bajé del taxi intentando espantarlas con las manos.
- ¿A qué huele? - Amber movía su nariz por todos lados, intentando identificar algún olor.
- A mierda. No te esfuerces tanto.
Se echó a reír mientras yo me cubría los ojos con las gafas de sol. Ya casi había olvidado aquel calor asfixiante.
- ¡No me jodas!
El grito de Minho fue seguido del regaño de la abuela, al que nadie prestó atención porque él seguía corriendo hacia mi para abrazarme.
- ¿Qué haces aquí, maldito?
Me refregaba la espalda con un énfasis nada habitual en él.
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan cariñoso?
Se separó y me despeinó con una mano.
- ¿Qué te has hecho en el pelo?
- Se llama tinte.- Rodé los ojos. ¿En serio tenía que explicarle eso también?
- Al abuelo le va a dar algo.
- No me digas.
- ¿Y quién es tu amigo? - Señaló a Amber, que abrió los ojos un poco ofendida.
Vale, su aspecto no era precisamente el de una chica. Llevaba el pelo corto, teñido de rubio pollo, unas bermudas hawaianas que le llegaban a la rodilla y una camiseta sin mangas floja que apenas dejaba entrever su silueta.
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- Amber.- Extendió la mano, agarrando con decisión la de Minho, que se movió del sitio por la fuerza del apretón.
- ¿Amber?
- Soy una chica.
- ¿Una qué…?
- Es de Londres, idiota.- Le separé de un empujón y me apoyé en el hombro de Amber-. Sus padres son coreanos, pero ella ha vivido siempre en el Reino Unido.
- Woah… debe de gustarte mucho el fútbol.
Choi Minho y su obsesión por todos y cada uno de los deportes existentes.
- De hecho, me gusta bastante.
- ¿Cuál es tu equipo favorito?
- ¿Tengo que responder a eso?
Ambos hicieron una especie de coreografía ritual típica de los seguidores de no sé qué equipo y se abrazaron emocionados por haberse encontrado en la vida.
“Adiós, Amber” pensé, algo decepcionado. A partir de ahí, sería la mejor amiga de Minho y yo no existiría.
- ¡Mi niño bonito!
La abuela me dio un abrazo tan fuerte que pensé que me rompería.
- Abuela, he traído unas telas increíbles, te haré un vestido.
- Déjate de tonterías, yo sólo quiero verte la cara.- Me agarró de las mejillas y me inspeccionó cuidadosamente-. Estás muy delgado, ¿no estarás haciendo dieta?
- Claro que no, abuela.- No lo admitía delante de mi madre, que era quien me compraba la comida, mucho menos delante de ella.
- ¿Qué es eso que llevas en la cabeza?
El silencio cayó como una losa sobre nosotros cuando la pregunta del abuelo sonó más fuerte que las conversaciones emocionadas de nosotros cuatro.
- Hola abuelo.
- Nunca dejarás de ser un bicho raro. Y parece que te gusta, y todo.
- De hecho, me gusta bastante.
- Ven aquí, pequeño cabezota.
Me acerqué, algo asustado de su posible reacción, y casi pierdo el equilibrio cuando sus brazos me envolvieron en un abrazo cálido y protector. Me dio un beso en el pelo y me lo peinó, haciendo una mueca desagradable.
- No es tan feo.- Intenté convencerle.
- Estás ridículo.
Me dio una palmada en el culo, justo como cuando éramos pequeños y quería que le hiciéramos caso, y entramos en la casa.
- Creo que me voy a la ducha, huelo fatal.
- No eres tú, es este lugar.- Se burló Minho, cargando nuestras maletas con entusiasmo.
Amber en seguida mostró interés en las labores de la granja, parecía un niño en un zoológico aprendiendo los nombres de los animales más exóticos del mundo, de modo que el abuelo se ofreció a darle un tour guiado por los establos y el
granero. Minho me observaba con una sonrisa estúpida en la cara mientras deshacía el equipaje.
- ¿Y a ti qué te pasa?
- ¿Cuánto tiempo piensas quedarte?
- ¿Por?
- Has traído mucha ropa.
- Ya me conoces. Soy un tipo previsor.
- Ya veo.
Le empujé un poco para que me hiciera más espacio en la cama, necesitaba extender algunas prendas para que no se arrugaran.
- ¿Por qué tienes esa cara de imbécil?
- Tengo un cotilleo.
- Jesús, has debido de estar muy aburrido todo este tiempo sin mi.
- No tienes ni idea. Pero este cotilleo es del tipo que te gustan.
- ¿Qué cotilleo es ese?
- No es qué sino de quién.
- Seguro que es una tontería de alguien a quien ni siquiera conozco.
Negó con la cabeza, balanceando las piernas en el borde de la cama, como si el muy bobo no llegara al suelo.
- Jonghyun tiene novia.
Creo que los zapatos que llevaba en la mano cayeron dramáticamente al suelo, porque sentí una especie de shock que duró sólo unos milisegundos, y fui despertado por el ruido que hicieron al caer.
- ¿Cómo dices?
- Hace poco empezó a salir con una chica del pueblo. Ya sabes, una de esas chicas guapas y pijas. Se ve que sus padres quieren que se casen y esas cosas.
- ¿Cómo va a casarse si tiene 18 años? Es ridículo.- Traté de disimular mi frustración ordenando violentamente mi ropa interior.
- Bueno, supongo que para tener hijos pronto y hacerse cargo de la granja de sus padres.
¿Hijos? ¿Matrimonio? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué me había perdido en todo aquel tiempo?
Me senté en la cama vacía de Minho, mirando mi pulsera de plata. ¿Es que aquello sólo había significado algo para mi? No podía pensar con claridad.
- Qué idiota.- Murmuré, acariciándola.
- ¿Esto qué es? - Levantó mi muñeca para mirarla de cerca-. ¿Estás saliendo con alguien?
- ¿Qué?
- No será con Amber, ¿eh pillín? Y por eso la has traído de vacaciones.
- No digas tonterías.- Me levanté de un impulso, con algo de tensión acumulada-. Estoy soltero.
- Pues yo creo que tengo una oportunidad con Minah.
- Creí que no te gustaba.
- Me hace gracia que nuestros nombres se parezcan tanto.
- Menuda estupidez.- Se rió, dándome la razón-. Taemin también se parece.
- ¿A qué?
Le tiré una camiseta a la cara, para que reaccionara.
- A nada.- La recogió y la colocó en el lote de ropa que tenía a su lado-. ¿Le has visto?
- Sí.
- ¿Lo sabe alguien?
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- Por supuesto que no.- Bajó la voz-. El abuelo está obsesionado con que está involucrado en la muerte de sus padres.
- Pobre niño. ¿Cómo está?
- No sé. Supongo que bien. Ha crecido mucho y parece… algo diferente. Pero diría que está bien.
- Espero que hayas sido un buen amigo con él.
- No somos amigos, Kibum.
- ¡Claro que lo somos, me salvó la vida!
- A ti, pero a mi no.
- Ash, maldito. Eres insoportable.
- Además, él ya tiene a Onew hyung, que está siempre pegado a su culo.
Una sonrisa se colocó irremediablemente en mi cara al oír aquello. Primero, porque si Onew estaba con Taemin, al menos tendría a alguien a su lado que le protegería de lo que fuera. Y segundo, porque esas palabras me llevaron a pensar
que Minho tal vez pudiera estar algo celoso de que fuera así. Aunque no lo admitiría porque posiblemente todavía no se había dado cuenta de lo que sentía por el niño de los Lee.
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Desde que llegué a Boseong, me di cuenta de la cantidad de cosas que habían cambiado en mi ausencia. Jonghyun fue el primero. Aunque su altura se había mantenido inalterable desde los 14, su cuerpo se desarrolló de una forma
impresionante. El trabajo en el campo de sol a sol había bronceado su piel y fortalecido sus músculos de una forma tan espectacular que durante los primeros días me daba vergüenza quitarme la camiseta a su lado. Las chicas del pueblo
tampoco ignoraban su aspecto y se arremolinaban a su alrededor ofreciéndole bebidas, comida e incluso sus números de teléfono.
Pero cuando llegué yo, con mi estatura y mis modales de ciudad, supongo que el ansia por carne fresca de aquellas pequeñas víboras les hizo desviar su atención hacia mi. Jonghyun incluso llegó a reconocer que era un alivio el poder nadar
en el lago sin decenas de ojos clavadas en su fuerte espalda.
Minah era la única chica que me hacía algo de gracia. Era guapa, discreta y su aspecto era bastante inocente. Llevaba siempre vaporosos vestidos de flores que se estrechaban ligeramente en su cintura, nada que ver con las faldas
exageradamente cortas o los escotes evidentemente pronunciados de las demás. Era natural y divertida, como una niña pequeña, pero con la diferencia de que ya tenía 17 años y, aunque muy a su manera, también coqueteaba.
- Oppa, ¿te gusta? - Me enseñaba su nuevo sombrero con los ojos muy abiertos, esperando mi aceptación.
- Te queda muy bien. Pero sería raro que algo no te quedara bien.- Le gustaban los cumplidos.
- ¡Eres tan mono!
Se agarraba a mi brazo y yo me reía, encantado por su atención.
Pero a veces el niño de los Lee aparecía por ahí y los ánimos de las personas congregadas en cualquier lugar, cambiaban visiblemente.
- Ten cuidado con ese crío.- Dijo Dasom, una tarde, mientras Taemin se acercaba a nosotros-. Es muy peligroso.
Lo bueno de las apariciones de Taemin era que las chicas desaparecían y el ambiente se relajaba notablemente. Lo malo, era que las chicas desaparecían.
- ¿Ya tienes una novia, oppa?
Siempre necesitaba saberlo todo de mi.
- No tengo ninguna novia, no.
- Dasom noona te toca mucho.
- Es la novia de Jonghyun.
- Pues entonces no debería tocarte tanto.
- Ella no me toca.
- ¡Claro que te toca, lo he visto!
Sus orejas enrojecían, coléricas, cuando se enfadaba de esa manera.
- ¿Y se puede saber por qué te pones así?
Entonces cerraba la boca y daba amplias zancadas hasta el árbol, se subía, y dejaba de dirigirme la palabra durante buena parte de la tarde.
- ¡Eres un idiota, Choi!
Y Jonghyun se burlaba de su actitud de niña, hacía bromas sobre mi futuro “esposo ultra celoso” que no me dejaría ni respirar, y finalmente Taemin bajaba del árbol para aclarar que no pensaba casarse con un cerdo salido como yo.
- Pero bueno, ¿y eso a qué viene? ¡Yo no soy ningún salido!
- ¡Sí que lo eres! Key hyung me lo explicó.
Nunca supe qué era lo que Kibum le había explicado a aquel pequeño gruñón, pero fuera lo que fuera, apuesto a que no nos diferenciaba demasiado.
- No deberías escuchar a mi primo, es un rarito.
- Al menos él piensa siempre en la misma persona, no como tú.
Aquello nos descolocó. ¿A Kibum le gustaba alguien? ¿Y hasta qué punto Taemin tenía información?
- ¿Quién le gusta? - Le interrogó Jonghyun, agarrándole por los hombros-. Vamos, dínoslo.
- Si me compráis un helado, os lo digo.
Pero nunca lo hacía. Ni con helados, golosinas o cómics. Siempre se guardaba la información. No soltaba absolutamente nada.
- Ya lo averiguaremos nosotros.- Yo estaba muy seguro de mi mismo.
- Venga ya, Taeminie, siempre te estoy comprando cosas.- Pero Jonghyun no se rendía.
- Le prometí que no se lo diría a nadie.
- Ash… aún encima traman complots a nuestras espaldas… panda de desagradecidos…
- Dasom noona no me gusta.- Dijo de pronto-. Es muy falsa y creo que le gustan otros tipos.
- No deberías decir esas cosas sin fundamento, Taemin.- Le regañé.
- Es la peor novia que podrías haber conseguido.
Sacaba la lengua y se volvía a subir al árbol, para no tener que enfrentarse a la ira de Jonghyun.
A veces Onew venía a buscarle, y casi arrastrándole, le obligaba a volver a casa para continuar sus intensas sesiones de estudio. Estábamos seguros de que ser profesor de alguien así no debía de ser nada fácil.
Pero cuando Kibum llegó las cosas se relajaron bastante. O quizá debería decir que explosionaron. Aún no habíamos llegado al lago, cuando el grito de Taemin les sobresaltó a todos.
- ¡Hyung! - Corría hacia nosotros con los brazos abiertos, anticipando el abrazo que casi les tira al suelo-. ¡Has vuelto!
- Aigo… Mi bebé bonito…
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Le acariciaba el pelo mientras yo suspiraba, algo asqueado por aquella escena pseudo maternal.
- Bummie…
Jonghyun no se movió de su sitio, fui yo quien se acercó a él y le di un pequeño empujón.
- Ve hacia él, si lo estás deseando.
Caminó casi como un robot, con la boca abierta sin que nada saliera por ella, mientras mi primo se separaba de Taemin para mirarle bien. De hecho diría que le miró MUY BIEN. Le inspeccionó detalladamente mientras se acercaba y
ensanchó su sonrisa hasta el punto en que sus pómulos elevados parecía que se iban a salir de su cara.
- Jjong.
Jonghyun le abrazó tan fuerte que creí que acabaría con él.
- Malditos moñas.
- ¿Qué te has hecho en el pelo? - Le cogió un mechón y lo observó con cuidado.
- El rubio es muy popular en Seúl estos días.
- Hyung, ¿eres popular?
- Algo.
- Maldito egocéntrico.- Me reí, mirándoles-. Tenías que llegar por sorpresa y hacer tu entrada triunfal, ¿verdad?
- Ya me conoces.
Kibum sonrió, orgulloso, y se peinó con las manos.
- ¿Es tu novia, hyung?
Taemin parecía que era el único que se había dado cuenta de que Amber era, efectivamente, una chica.
- No, es mi amiga de Londres.
- ¡De Londres! - Exclamaron, entusiasmados.
- La he invitado a pasar las vacaciones con nosotras y la abuela está encantada de tener una chica por aquí, para variar.
- ¿Es una chica? - Jonghyun forzó la vista y movió su nariz, como si la estuviera olfateando.
- Jesús, Jjong, ¿no lo ves?
Amber pareció menos ofendida por Jonghyun que cuando yo la conocí, estaba entrando de lleno en el choque cultural oriente/occidente.
- Eres muy bonita.- No supimos por qué Taemin dijo eso, pero la agarró de la mano y empezó a moverla de adelante a atrás, como columpiándola-. Sería genial que fueras la novia de Key hyung.
- ¿¡Por qué dices esas tonterías!? - Mi primo le golpeó en la cabeza, avergonzado, mientras Amber se reía, sin entender lo que estaba pasando.
- ¿Qué? Es más bonita que todas esas estúpidas.
Señaló al grupito de chicas que se sentaban en la orilla del lago, concentradas en sus conversaciones y en mantener sus peinados perfectos.
- Taemin no es muy sociable.- Le defendió Kibum, cosa totalmente innecesaria, teniendo en cuenta lo grosero que acababa de ser.
- No merece la pena socializar con esas.
- ¡Ya está bien, Taemin!- Decidí intervenir para aligerar un poco el ambiente-. No juzgues a la gente sin conocerla.
Taemin no pudo disimular su sorpresa ante mi advertencia, pero aún así caminó hasta mi y continuó :
- Minah noona finge ser más inocente de lo que en realidad es, Hyuna noona no soporta a sus amigas, y Dasom noona lleva relleno en el bikini.
En ese punto, fue Jonghyun el más sorprendido.
- No digas cosas sin saber.
- ¡Eso es todo falso! - Señaló a la chica y justo antes de que volviéramos la cabeza al objeto de su ira, el grito de Dasom nos sobresaltó.
- ¡Maldita sea!
Quisimos acercarnos, pero ella lo impidió con una mano, mientras con la otra se agarraba la parte de arriba de su bikini, que se había desatado inesperadamente, dejando casi al descubierto… nada. Porque un par de objetos mullidos de color
carne cayeron al suelo y no tuvo tiempo de recuperarlos antes de que estallaran las risas.
- ¿Cómo…?
Amber no pudo terminar su pregunta, pero tampoco nadie iba a contestársela. Taemin cruzó sus brazos, orgulloso de su hazaña, y yo le agarré del cuello de la camiseta.
- Camina.
Para sacarlo de allí cuanto antes.
- ¡Ese niño es el demonio! - Gritaba Dasom, mientras Jonghyun trataba de ayudarla a cubrirse.
Nos sentamos en el embarcadero, lejos de la furia de la chica, y Key suspiró :
- Creí que Jjong tenía mejor gusto.
- A Jonghyun le gusta cualquier cosa que tenga tetas.
- ¡Pero si no tiene! - Insistió Taemin.
- ¡Basta!
Pero la risa espontánea y contagiosa de Amber no logró mantener la calma allí. Y en cierto modo, lo que había pasado había sido bastante divertido. Excepto para Dasom.
A media tarde, Kibum y Amber volvieron a la granja a descansar y Jonghyun y las chicas se fueron de compras al pueblo, de modo que me quedé a solas con Taemin en el embarcadero. Él parecía conforme con el silencio que se había
instalado entre nosotros. Yo no hablaba porque seguía enfadado por lo que había hecho, y él porque no entendía mi actitud. No era que la chica me importara algo, sólo que no me parecía buena idea que alguien más presenciara sus…
pequeños milagros.
- ¿Por qué me regañaste? - Preguntó de pronto, acabando con la tranquilidad.
- No debiste haber hecho eso. Asustaste a las chicas.
- Ellas siempre se meten conmigo.
- Haciendo ese tipo de cosas no van a dejar de hacerlo.
- Por lo menos ya saben que se las puedo devolver.
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- No es nada inteligente eso que has hecho, Tae.
- ¿Y tú por qué la defiendes? ¡Es una idiota que ni siquiera quiere a hyung!
- No puedes saber eso…
- ¡Claro que lo sé! ¡A esa estúpida le gustas tú pero como no estás en todo el año, se tiene que conformar con él!
Aquello fue realmente inesperado.
- ¿Has leído su mente? - Agachó su cabeza-. Te dije que no hicieras esas cosas.
- No es que haya mucho que leer…
- No puedes meterte dentro de las personas así. No es justo para ellas.
- Sólo me preocupaba por hyung…
- Seguro.
- ¡Es cierto! ¿Qué tipo de chica sale con el mejor amigo del chico que le gusta?
- Aún así no es asunto tuyo.
Metió sus pies en el agua, haciendo círculos con ellos.
- ¿Qué pasa si un día le deja a él y va a por ti? Te pelearías con hyung.
- Nunca pelearía con Jonghyun por una chica.
Sentí sus ojos clavados en mi, pero los míos estaban concentrados en aquellos movimientos suaves.
- ¿Y por un chico?
Cuando quise devolverle la mirada, ya no estaba. Él mismo se habría arrepentido de su pregunta absurda y se había marchado. ¿Es que él pensaba que a mi me gustaban los chicos? Era ridículo.
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Volver a Boseong fue raro. Pero enterarme de que Jonghyun tenía novia, fue una auténtica pesadilla. Por suerte, Amber me animó diciendo que aquello no tenía futuro, que a Dasom no la miraba de la misma forma que a mi, que ella entendía
el lenguaje corporal de las personas. Pero eso no me convenció. Porque al final yo había vuelto a la granja solo, y no había habido ni una sola intención por su parte de encontrarnos en el granero por la noche, como solíamos hacer tiempo
atrás. No iba a haber conversaciones profundas ni poemas recitados en francés. Mi primera noche, al menos, se redujo a recoger los platos después de cenar y a ayudar a la abuela a preparar la habitación de Amber.
- ¿Dices entonces que no sois novios?
Amber se rió y yo sólo bufé, desesperado.
- No, abuela, somos amigos. Nos conocimos en Londres.
- Pues es una chica muy guapa.
- No hace falta que mientas, abuela.- Amber se apoyó en su hombro, en un gesto en absoluto femenino, como toda ella-. Tengo espejos en casa.
- Si te dejaras el pelo largo…- Empezó a intentar acomodarle el flequillo-... y te pusieras un vestido…
- Entonces no sería yo.
La abuela dejó de intentar cambiar su peinado y bajó los brazos, rindiéndose.
- Olvídalo, abuela.- Me acerqué a ella y la abracé por la espalda-. Amber y yo no somos muy convencionales. Quizá por eso nos llevamos tan bien.
- Haríais una bonita pareja.
- Tu nieto es un encanto.- Amber le tomó las manos, mirándola a los ojos con sinceridad-. Y saldría con él si me gustaran…
- Somos demasiado jóvenes para comprometernos con nadie.- La interrumpí. La abuela no necesitaba saber que a Amber le gustaban las chicas. Ni siquiera era capaz de decirle que a mi mismo no me gustaban.
El gesto de mi amiga fue suficiente entre nosotros para que dejáramos el tema, y cuando nos quedamos a solas (no más de 5 minutos, porque Minho vino a molestar demasiado pronto) pudimos tener un poco más de intimidad.
- Creo que tu abuela se asustó un poco con mi aspecto.
- No creas. Está curada de espanto conmigo.
Reí, acomodando la manta sobre su cama.
- Ella sabe que eres gay.
Y yo sabía que lo sabía.
- Es la única persona en el mundo que siempre me ha querido tal y como soy.
- Eso no es cierto.- Me tiró un cojín a la cara-. Desagradecido.
En cuestión de segundos empezó una guerra de almohadas a la que Minho se unió, porque no pudo reprimir su espíritu competitivo al escucharnos. Cuando Amber y yo formamos coalición en su contra, no tuvo más remedio que retirarse.
- Ok, ok, vosotros ganáis.- Se levantó del suelo con las manos levantadas-. Sois demasiado bestias.
Amber y yo reímos satisfechos y sudorosos.
- Eres demasiado nenaza.
Minho nunca antes había oído algo así salir de los labios de una chica y se quedó perplejo.
- Vamos a dormir, ya es tarde. Y estamos molestando a la señorita.
No supe si lo dijo para molestarla pero Amber le agarró por el cuello y le amenazó.
- Señorita, mi trasero.
Tuve que tirar del brazo de mi primo para liberarle, mientras ella se reía, orgullosa de su hazaña.
- Esa tipa está loca.
- No la provoques.
Me quité la camiseta para ponerme el pijama y Minho no pudo evitar sorprenderse al ver que no abandonaba la habitación para cambiarme, como de costumbre.
- ¿Has estado haciendo ejercicio?
- Algo.
Al deshacerme de mis pantalones, sus sospechas parecieron confirmarse.
- “Algo” no, a juzgar por tus músculos.
- No es para tanto, y sólo es algo de ski acuático. Nada excesivo. No es que quiera muscularme ni nada de eso.
- Estás más fuerte.
- Digamos, que puedo darte una patada en el culo cuando quiera.
- Perdona, bonito, pero me parece que para eso tendrías que recurrir a la ayuda de tu amiguita.
No podía negarlo. Amber era más fuerte que nosotros dos juntos.
- Ella me da miedo.- Mentí, abrazándome a él.
- Quita…
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Me apartó para meterse en su cama.
- ¿No tienes la sensación de que en dos años las cosas han cambiado mucho aquí?
Incluso el papel pintado de las paredes era diferente.
- Mmmmm… no. En el campo no pasa el tiempo. Todo está como… congelado.
- Taemin, por ejemplo. Está muy alto y ya no parece un niño.
- Pero lo sigue siendo.
- Ya es un adolescente, Minho.
- Pues se sigue comportando como un mocoso.
- Toc, toc.- Mi tío asomó la cabeza por la puerta entreabierta-. ¿No podéis dormir?
- Estábamos hablando.- Explicó Minho, sentándose en el colchón.
- Ah… confidencias de primos.
- ¿Estás feliz de haber venido, papá?
Él asintió, con una sonrisa, y nos dejó solos.
- ¿Cuánto hace que tu padre no venía a Boseong?
- Creo que desde que éramos críos.
- ¿Cómo puede pasar tanto tiempo sin ver a sus padres?
Se encogió de hombros.
- ¿Tú podrías?
- Por supuesto.- Contesté enseguida-. Mis padres son insoportables. No preguntes como si no los conocieras. De quien no podría alejarme es de los abuelos. Son demasiado buenos. - Puede que mi tío fuera el único miembro de la segunda
generación Choi con algo de sentido común. Mi madre no sabía lo que era eso.
Minho se rió y volvió a acostarse.
- Al final voy a pensar que tienes síndrome de Estocolmo.
Minho no lo entendía, el abuelo tampoco, pero yo menos aún. Ese aferramiento a aquel lugar, era casi como una enfermedad que no era capaz de esquivar. De modo que al día siguiente, sin que nadie llamara a la puerta de la habitación, y
antes incluso de que el gallo nos diera los buenos días cantando como si fuera el único ser sobre la tierra, yo ya estaba en el corral dándoles de comer a las gallinas. Apenas eran las 6, pero no podía dormir. Necesitaba mantenerme ocupado.
El abuelo llegó un poco más tarde y aunque se sorprendió de verme allí, no lo demostró demasiado, sólo criticó mi forma de alimentar a los cerdos y enumeró la cantidad de cosas que había por hacer.
- Manos a la obra, señor.- Fingí un saludo militar, haciéndole reir, y me fui al granero. No entendía por qué, pero a pesar del calor sofocante, estaba lleno de energía.
- Sí que has madrugado.
Jonghyun entró allí con una caldereta enorme de aluminio, llena de leche.
- Hay mucho que hacer.
- Ya me lo imagino.
- ¿Qué haces aquí?
- Mis padres le mandan leche a tus abuelos cada día. Para que no tengan que comprarla. Ya sabes, esas cosas de la vecindad.
- Seh…
Los padres de Jonghyun y la familia Choi siempre habían sido como una piña. Ellos trabajaban juntos el campo y eso provocó que nosotros también creciéramos juntos y heredáramos ese cariño por nuestras familias.
- ¿Hoy iréis al lago?
- Supongo.
- Bien.
- Ayer había mucha gente.
No pude evitar pensar que volvería a ver a Dasom allí. Y no estaba seguro de poder con algo así.
- Supongo que Taeminie también irá.
- Tranquilo, le advertiré que se abstenga de hacer cosas.
- Mejor. Dasom se asustó mucho ayer.
- Lógico.
¿Desde cuándo el bienestar de esa chica era más importante que todo lo demás? Incluso más que presenciar los poderes de Taemin, que para nosotros siempre había resultado muy emocionante y cada día nos moríamos de ganas de
averiguar qué cosas nuevas había aprendido.
- ¿Estás enfadado?
- ¿Yo?
- Porque no te conté nada sobre ella…
- Ah… eso… No, no estoy enfadado.- Recogí los cubos vacíos y los apilé, haciendo un ruido ensordecedor, quizá para tapar el ruido, más ensordecedor aún, el de mis pensamientos-. Dasom es muy guapa y parece muy simpática.
- ¿Y ahora por qué no me dices lo que de verdad piensas?
- ¡Lo acabo de hacer!
- Pues no me lo creo.
- Pues deberías creerlo. Ella me parece totalmente tu tipo. Hacéis una pareja perfecta.
¿Por qué salía toda esa mierda de mi boca?
- Ella no es mi tipo para nada.
Pateó una piedrecilla que había en mitad del camino de tierra, fastidiado.
No tuve que preguntar nada. Minho ya me había explicado con todo lujo de detalles los deseos de la familia Kim de que Jonghyun se hiciera cargo de la granja cuanto antes, se casara y formara su propia familia. Aunque él no estuviera por la
labor de hacer nada de eso.
- Me alegro de que tu vida vaya tan bien.
Mientras la mía se hundía miserablemente en el abismo de la soledad más profunda.
- ¿Quieres que nos veamos esta noche?
- ¿Eh?
- Podríamos quedar para… dar una vuelta en coche y... hablar.
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HABLAR. Me encantaba HABLAR con Jonghyun.
- ¿Con Minho?
- O solos.
- ¿Solos?
- Bueno… ya sabes…- Balanceó la caldereta de la leche-. Como en los viejos tiempos.
Como en los viejos tiempos. Cuando él me metía mano y yo le besaba hasta que me quedaba sin respiración.
- Igual los tiempos han cambiado un poco.
- Pero las ganas no.
Sabía perfectamente que Jonghyun no tenía el mismo don que el niño de los Lee, pero en ocasiones me producía una inquietud tremenda el hecho de que siempre supiera exactamente lo que yo estaba pensando. No era telepatía. Era otra
cosa.
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Aquel verano en la granja fue algo así como un apocalipsis hormonal. Por un lado, nos estábamos haciendo mayores y empezábamos a mostrar interés en las chicas ya no para burlarnos de ellas o lucir nuestros cuerpos atléticos en su
presencia. Queríamos tener sexo. Mucho y con muchas. Como fuera. Y la parte positiva era que Jonghyun y yo ya éramos mayores de edad y teníamos carnet de conducir, por lo que los viajes al pueblo ya no dependían de nadie más que de
nosotros y nuestra capacidad para exprimir a nuestros padres para que nos dieran dinero para el combustible. La parte negativa era que mi padre, el abuelo, y Kibum limitaban todas mis salidas. Mi padre porque tenía miedo de que me pasara
algo en el camino, se me atravesara cualquier animal salvaje o pinchara una rueda, y no fuera capaz de encontrar el camino de vuelta; el abuelo porque no le hacía gracia que nadie condujera su vieja Chevrolet, ni aunque fuera yo, era como
una especie de padre protector enfermo por su coche y ni siquiera podíamos averiguar dónde guardaba las llaves porque las escondía como si se tratara de un gran tesoro. Tuvo que mediar la abuela para convencerle de que no podía
quedarme todo el verano en la granja sin relacionarme con más personas de mi edad.
Kibum era un tema aparte. Él nunca quería salir de noche, sólo quería ir al pueblo para hacer compras y más compras, nunca entendí para qué, ya que la ropa y los accesorios de las tiendas le parecían tan “pasados de moda”. Y como si
quería que me dejaran la camioneta tenía que llevarme a mi primo, tuvimos que hacer cientos de negociaciones para que todo el mundo estuviera contento. O al menos, para que yo tuviera un poco de libertad.
- ¿No hay sitios para divertirse por aquí?
Por suerte Amber se parecía más a mi en eso.
- Creo que hay una cervecería. Y un club de billar.
- Oh… el billar es genial.
- No vas a beber cerveza.- Papá siempre escuchaba lo que no debía escuchar.
- Papá, ¡ya soy mayor de edad!
- El abuelo te está dejando conducir la Chevrolet porque confía en ti. Si estás pensando en emborracharte, ya te puedes olvidar de conducir.
- Sólo es una cerveza, papá.
- Y después otra, y otra… No me vengas con tonterías, yo también fui joven.
- ¡Está bien, no beberé!
Mientras yo me peleaba con toda mi familia con la única finalidad de entretenerme un poco antes de que empezaran las clases y me tuviera que olvidar de mi vida social durante meses, Kibum se ganaba el título al “nieto del año” ayudando al
abuelo en las tareas de la granja (que ya le encantaban y ni siquiera se molestaba en esconderlo), a la abuela en la cocina y la limpieza, y a papá a hacerme la vida imposible. ¿Es que no podía ser feliz sin fastidiar?
Aquella tarde, en el lago, se hablaba de una fiesta. Kibum y yo no estábamos demasiado animados a ir porque todavía recordábamos la última a la que habíamos asistido, aquella en la que tuvimos que arrastrar a Jonghyun al granero y
dejarle dormir la mona allí para que sus padres no le descubrieran.
- ¡Era un niñato! No controlaba.- Se defendía nuestro amigo, intentando convencernos.
- No pienso volver a llevarte como un saco de patatas.- Me negué-. Ahora estás más gordo.
- Tengo más músculo, querrás decir.- Y exhibía sus bíceps sin vergüenza.
- Yo no pienso llevarme más escobazos.- Me ayudó mi primo-. El abuelo se cabreó mucho y me tuvo todo el día limpiando. Me dolía todo el cuerpo.
- Tuvo que ser divertido.- Se reía Amber-. La resaca seguro que también lo fue.
- No me lo recuerdes.
- ¿Hay una fiesta? - La melena roja de Taemin cayó delante de mis ojos, mientras él colgaba boca abajo del árbol, como siempre.
- ¿No sabes estar cabeza arriba? - Le tiré de un mechón, haciendo que se quejara.
- ¡Eh!
- ¿Sabes que si estás tanto tiempo boca abajo la sangre se queda toda en la cabeza y te puede dar un ataque al corazón?
- ¿En serio?
Pareció asustarse mucho porque inmediatamente se descolgó de la rama y bajó, haciendo una pirueta que deslumbró a Amber.
- Woah, eso ha sido increíble.
- Es un niño-mono. Se dedica a eso.
Taemin me empujó con un pie, ofendido, pero de cualquier manera se sentó con nosotros.
- ¿Puedo ir esta vez? Me portaré bien.- Y juntó las palmas de sus manos en un gesto suplicante.
- Oh sí.- Fingí-. Podrías desabrochar los sostenes de todas las chicas de la fiesta a la vez. Sería como muy épico.
- O los vestidos.- Se rió Jonghyun, mientras Amber nos miraba a todos sin entender nada.
- Idiotas.
- Eres demasiado pequeño, Taeminie.- Explicó Key, calmado-. Y de todos modos yo no voy a ir, o sea que podemos hacer algo juntos.
- Tengo 14, no soy tan pequeño.
- Tus tíos no te dejarán salir por la noche.
- Ellos no me prohíben nada.- Susurró, mientras centraba su atención en un trozo de hierba enredado en sus dedos.
- ¿Por qué no vienes tú? - Jonghyun señaló a mi primo, exigiéndole una respuesta.
- No me interesa ver cómo os emborracháis y os ponéis a hacer el ridículo para intentar impresionar a cualquier chica.
Me eché a reir. En Seúl, las pocas veces que habíamos salido juntos habían terminado conmigo en el lavabo echando todo el alcohol anteriormente ingerido o siendo golpeado por algún novio celoso por haber intentado ligarme a su chica,
que en principio me había parecido que estaba sola. Sí, si había una definición de patetismo en la diversión nocturna ésa era Choi Minho.
- Me gustaría mucho ir.
- Cuando seas mayor.- Le “consoló” Jonghyun.
- ¡Siempre igual! Cuando yo sea mayor, vosotros ya no tendréis dientes.
Se levantó y se sentó en el embarcadero, lejos de nosotros. Por un momento pensé que iba a dejarnos desdentados a todos porque no iba a ser capaz de controlar su furia, pero no fue así.
- Creo que somos demasiado crueles con él.- Dijo Kibum, levantándose para ir a tranquilizarle-. Es pequeño pero… está muy solo.
Esa fue la segunda vez que me hice consciente de ello. Y siempre, cómo no, gracias a mi primo.
Nos pasamos la tarde haciendo carreras acuáticas, saltando de árbol en árbol y corriendo por el campo intentando demostrar quién era el más rápido. Yo había dado por hecho que Jonghyun nos daría a todos una paliza, pero no contaba con
que Taemin, el niño-mono criado en la naturaleza, fuera más ágil que cualquiera de nosotros. Apenas dábamos la salida, él ya había recorrido prácticamente un cuarto de la distancia total. Era asombrosamente veloz. Amber también nos
sorprendió, ya que a pesar de ser una chica, y de ciudad, estaba en muy buena forma. Tuve que boicotearla un par de veces para que no me adelantara.
- ¡Choi, tramposo!
Pero la muy maldita consiguió ganar algunas de las competiciones apenas sin esfuerzo.
- Esa chica es salvaje.- Apuntó Jonghyun, casi sin aliento.
- No entiendo cómo lo hace.
- Nenazas.- Pasó por nuestro lado, mirándonos con prepotencia y nos echó la lengua, para después tirarse al lago y poder refrescarse después de la carrera.
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Jonghyun la siguió y yo me fui al embarcadero a sentarme con mi primo y Taemin, que hablaban de cosas que no me interesaban en absoluto, hasta que Amber llamó a Kibum para iniciar una competición acuática. Como yo estaba fuera de
juego, se apuntó en seguida.
- ¡Sin mi cerca, al menos tendrás alguna posibilidad! - Le grité, mientras se alejaba.
- ¡Sí! ¡A lo mejor ahora tenemos un poco de competición deportiva!
Le escuché susurrar “tramposo de mierda” y me reí, orgulloso de mi mismo.
Taemin y yo éramos los únicos en el embarcadero cuando el sol empezó a ocultarse y la temperatura por fin daba un respiro.
- ¿Puede ser este verano el más caliente de la historia?
Taemin se encogió de hombros.
- Es como todos.
- Debe de ser que ya había olvidado lo asfixiante que es aquí.
- Eres un exagerado.
¿Lo era?
- Siempre hace mucho calor. Especialmente si estás cerca.
Taemin giró rápidamente su cabeza a donde yo estaba tumbado para mirarme con los ojos muy abiertos.
- ¿Tú también lo notas?
- ¿El qué?
- El calor.
- Claro, es verano.
- Digo, entre nosotros.
- ¡Estamos a más de 30 grados, es normal!
- No es eso.
Dibujaba grandes círculos en el agua con sus pies.
- ¿Dónde están tus barquitos?
Le imité y me senté a su lado, sumergiendo la mitad de mis piernas, que colgaban desde la pasarela.
- Se quemaron.
- Vaya, ¿lo hiciste tú?
Se encogió un poco sobre sí mismo.
- En el incendio.
- Oh…
¿Qué palabras usar en el momento en el que estaba a punto de ponerse a llorar recordando a sus padres muertos?
- No hace falta que digas nada.
Por suerte era capaz de entender mi frustración.
- Debiste de haber estado muy asustado.
- Mucho.
Sus ojos, ya humedecidos, se clavaron en los míos.
- Ojalá hubiéramos estado aquí. Te habríamos… no sé… defendido de que la gente pensara lo que no era.
- No puedes convencer a todo un pueblo de que no soy un niño maldito. Siempre lo han pensado y siempre será así.
- Es demasiado absurdo todo eso.
- En realidad no lo es. He hecho cosas muy malas.
- Porque no controlabas tu poder, pero ahora las cosas han cambiado, ¿no?
Volvió a encogerse de hombros.
- Creo que siempre lo he controlado. Sólo que no sabía hasta dónde podía llegar con él.
- ¿Y lo sabes ahora?
- Tengo una ligera idea.
Eso me produjo demasiada curiosidad como para resistirme.
- Me gustaría verlo.
Su expresión se volvió algo seria y reticente.
- A lo mejor te arrepientes.
Sonreí, con seguridad.
- No tengo miedo.
Subí la piernas y me senté de frente, esperando.
- ¿Qué esperas que haga?
- No sé… levitar o… moverme. Seguro que eres capaz de hacerme llegar a lo alto de ese árbol.- Señalé uno de los que estaban más cerca.
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- Supongo que sí.
Se colocó en la misma postura que yo, parpadeando nerviosamente.
- ¿Qué harás?
Sonrió, torciendo ligeramente la cabeza a un lado, pero nada pasó. El silencio reinaba en el lugar, mientras una brisa suave acariciaba su pelo rojizo, más brillante que nunca a pesar de la escasa visibilidad provocada por la cercana noche.
Sus labios se movieron pero no escuché lo que dijo. Sólo sentí que me acercaba a él, le separaba el pelo de la cara y colocaba mi mano en su mejilla. Él cerró los ojos despacio, dejando que su rostro se acunara en mi palma, sintiéndose
confortado.
Cuando besé a Lee Taemin no supe si lo había hecho yo o él. No tenía en absoluto esas intenciones, pero ahí estaba, sujetando sus mejillas pequeñas con mis manos grandes mientras nuestros labios se unían y se mantenían quietos,
pegados entre sí, durante una cantidad de tiempo indescifrable.
Al separarme, sus ojos continuaban cerrados, y los míos trataban de ubicarse en todo aquel torbellino de sensaciones. Acababa de besarle. Era un chico y le había besado. Acababa de besar a un chico. No, a un niño. Y no había querido
hacerlo. Pero de todas maneras lo había hecho. ¿Cómo era posible?
Los ojos de Taemin se abrieron más de lo normal, y ya no pude ver nada más que eso. Un iris completamente gris, resplandeciente en la oscuridad de la noche (¿cuándo había anochecido?) me atravesaba por completo. ¿Por qué sus ojos de
repente se habían vuelto grises?
- No es necesario que te asustes.- Susurró.
Pero yo no había dicho nada. Puede que no hubiera pensado ni siquiera en lo extraño que era que sus ojos hubieran cambiado de color. Sólo le miraba, perplejo, tratando de entender por qué le había besado.
- ¿Lo has hecho tú?
- ¿El qué?
Todo. Todo lo había hecho él.
El calor, el beso, el color de sus ojos… la incertidumbre que crecía por momentos dentro de mi…
Sin embargo, no sólo no sentía miedo, sino que había algo dentro de mi que me impedía alejarme de él. Aunque lo estuviera provocando él mismo, y aunque supiera que no iba a pasar nada bueno.
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Quería salir con Jonghyun. Quería salir del entorno de vigilancia constante de la granja y tener al menos un minuto a solas con él para besarle. Pero entonces recordaba que tenía novia y que era ridículo intentar recuperar algo que ya ni
siquiera estaba en sus pensamientos. Y ni siquiera podía lamentarme porque Minho no sabía nada de ello y aunque Amber sí sabía, no era capaz de conseguir ni un minuto de tranquilidad en una casa llena de gente. Y quería llorar. Porque
no había pensado que las cosas fueran a terminar así. Con la novia perfecta que sus padres querían. E incluso cuando aquel día del granero insinuó (o yo creí entender) que quería pasar la noche conmigo, no tuve más remedio que ignorar su
petición (o lo que creía que era una petición) y quedarme en mi cuarto cuando mi corazón, mi mente y mis ganas estaban en el granero.
- ¿Te pasa algo? Estás muy callado.- Minho se dignó a recoger la mesa ese día, mientras yo lavaba los platos.
- Tengo sueño.- Era mentira, pero sí creíble, porque nos habíamos levantado a las 5 de la mañana para ir a pescar con Jonghyun y Amber.
- Estaba bueno el pescado.
- Nunca había comido algo que yo mismo había cazado.
- Pescado, Kibum.- Me corrigió, pasándome un brazo sobre los hombros-. Ya eres un hombre 100% de campo.
- ¿Y tú también?
- Por supuesto.
- ¿Vamos a ir hoy a la fiesta? - Nos interrumpió Amber, sentándose en el mármol.
- ¿Fiesta? - Como en la maldita casa no había intimidad, fue imposible que el padre de Minho no se enterara-. ¿Vais a una fiesta?
- En realidad aún no hemos pedido permiso.- Expliqué, ganándome un empujón de Minho, que me desplazó varios centímetros con su cadera.
- Va a ir todo el mundo.- Minho se acercó a él y empezó a hablarle en un tono suplicante nauseabundo-. Habrá chicas guapas y esas cosas, papá, ¿no me dejarás ir?
- Sabes que no me gusta que conduzcas de noche y en este lugar. El terreno es peligroso y no conoces el camino, podría pasarte algo y no me lo perdonaría.
- ¿Qué podría pasar? ¡Voy con ellos! - Se las apañó para rodear con un brazo a Amber y con otro a mi-. Para que aprendan que el campo también tiene sus encantos, que no sólo en la ciudad uno puede divertirse.
- ¡Bien dicho! - Animó la abuela, entrando en la cocina-. Déjales ir, hombre, llevan todas las vacaciones aquí metidos.
- Pero madre, mi hijo es un irresponsable, estoy seguro de que si le dejo ir, beberá o llegará tarde o le hará algo a la camioneta… y padre se enfadará.
- Menuda confianza.- Susurró Minho, decepcionado, para agregar-. ¡Nunca he tenido ningún accidente en Seúl y el tráfico es un millón de veces peor allá!
- Pero en Seúl no hay ciervos.- Apunté.
- ¡Tú no me ayudes!
De poco sirvió mi oposición o la de mi tío cuando el abuelo, sorprendiéndonos a todos los presentes, levantó las llaves de su Chevrolet y dijo, en un tono prácticamente fúnebre :
- Ya va siendo hora de que Minho encuentre una novia también. Y si no va a ninguna fiesta, eso no ocurrirá.
¿Minho... novia? Me dieron ganas de retorcerme de la risa allí mismo, pero el codazo de mi primo frenó mi estallido, que nadie más percibió.
Ya subidos en el coche, toqueteó la radio para cambiar la emisora a algo más moderno o, en su defecto, más decente de lo que siempre se escuchaba en el coche cuando el abuelo conducía.
- Si el abuelo supiera todo lo que haces en Seúl, a buenas horas te iba a dejar su coche.
- Cállate.- Arrancó el motor.
- No pienso sujetarte el pelo mientras vomitas.
- ¿Acaso mi pelo es tan largo como para que tengas que sujetarlo? - Le dio un golpe al volante-. Además, le prometí a papá que no bebería alcohol.
- Y seguro que lo cumples.
- ¡Por supuesto que lo cumpliré! No voy a joderme el verano encerrado en la granja.
Tampoco era como si fuera una tortura. Siempre había cosas que hacer.
- La abuela dijo que esperaba que fuera capaz de encontrar un pretendiente interesante.- Dijo Amber, mirando fijamente a la carretera. A continuación me miró a mi, y ambos nos echamos a reir.
- Aunque lo encontraras… ¿para qué querrías una relación con alguien que vive tan lejos? - Minho seguía conduciendo atentamente, pero nos miraba de reojo.
- Mi madre me mataría si saliera con un coreano.
- ¿Por qué?
- Se ha occidentalizado demasiado.
- Qué tontería.
- Madre mía, ni siquiera sabe que no me gustan los chicos.
Dejé de mirar la carretera para fijar mis ojos en Minho, que dio un ligero volantazo, impresionado por las palabras de Amber.
- ¿Quieres decir… que te gustan las chicas?
- No, le gustan los erizos.- Me burlé, haciéndola reir.
- Ahora lo entiendo todo.
- ¿El qué?
- El que seáis tan amiguitos. Sois unos raros los dos.
Amber y yo nos volvimos a mirar, en absoluto ofendidos, y sonreimos. En realidad era genial conocer a alguien que se parecía tanto a mi, porque en cierto modo hacía que me sintiera menos… único.
Llegamos al club de billar donde se organizaba la fiesta y Minho aparcó en la acera opuesta. Dijo que porque no se fiaba de que algún borracho saliera a vomitar sobre el capó, pero yo sabía que en realidad le daba vergüenza aparecer con
aquel trasto viejo, sobre todo si lo aparcaba al lado de la reluciente camioneta negra de Jonghyun, que ya estaba allí, con su dueño apoyado en ella mientras apuraba un cigarrillo.
Cuando llegamos a donde estaba, Minho le arrebató el cigarro de la boca y le dio un par de caladas.
- ¡Oye!
- ¿Qué? Llevo todo el verano sin fumar porque no me dejan ni a sol ni a sombra.
Jonghyun metió la mano en el bolsillo de sus jeans y sacó un paquete entero. Lo alargó hacia mi.
- ¿Tú también quieres?
- No, por Dios, qué asco.
Amber imitó mi gesto y esperamos a que terminaran de fumar para entrar en el local. Aunque no entendí esa consideración cuando allí dentro había tanto humo que apenas podías distinguir nada.
Al entrar pude fijarme en los jeans apretados de Jonghyun de nuevo, que se marcaban escandalosamente en su trasero, y me odié mucho por haberlo mirado de una forma tan descarada porque hasta Amber lo notó.
- Te lo estás comiendo con los ojos.
Le señalé los jeans, desesperado, para que entendiera que aquello no era algo que uno podía obviar. Ese trasero duro y bien formado, esos brazos descubiertos en una camiseta blanca sin mangas… tan fina que hasta sus pectorales se
marcaban a la perfección.
- Puedo ver sus pezones desde aquí.- Le susurré, tapándole los ojos-. ¿Por qué tiene que vestir así?
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Los agujeros laterales eran tan enormes que al menor movimiento dejaban a la vista carne y más carne.
- Es un poco exhibicionista.
No es que fuera algo nuevo, pero definitivamente no podía soportar ver aquello.
- Key, ¿cerveza?
Salí de mi ensimismamiento cuando me chilló, desde la barra, y todo el mundo me miró. Rápidamente me acerqué, para no ser el centro de atención durante más rato.
- Un té, por favor.
- Vamos, Bummie, aquí no venden té.
- Y menos de noche.- Dijo Minho, acercándome su botellín de cerveza-. Pide otra cosa.
- Entonces no quiero nada.- Me giré hasta ver un pequeño trozo de suelo despejado en el medio del club-. ¿Eso es la pista de baile? Es enana.
- Aquí los hombres no bailan, querido.- Jonghyun me rodeó por la cintura-. Beben.
- Yo no bebo alcohol. Es malo para la piel.
- ¿Cómo dices?
- Que se le estropea su carita de muñequita.- Se rió Minho, cogiéndome por la barbilla y zarandeándome un poco fuerte.
- ¡Suéltame!
Cuando me libré de sus burlas y me reuní de nuevo con Amber, ya habían llegado Jay y Max. Pidieron una ronda de cervezas más, pero me fijé en que Minho bebía un refresco de cola.
- Al menos el conductor parece que va a cumplir su promesa.
Las palabras de Amber me tranquilizaron un poco, ya que nosotros dos no podíamos conducir. Yo porque era menor de edad y ella porque su carnet de conducir no era válido en Corea.
- No sé… yo aún me estoy arrepintiendo de haber venido.
- Intenta divertirte.- Movió su cadera para golpear la mía.
- Tienes razón, bailemos.- La agarré de la mano para arrastrarla al centro del local, en aquella especie de mini pista.
- ¿Qué dices? ¡Pero si nadie está bailando!
Se negó a moverse durante las dos primeras canciones, pero la tercera la habíamos bailado tantas veces juntos el verano anterior en Londres, que no se pudo resistir. Minho y Jonghyun nos miraban desde la barra, señalándonos y
avergonzándose de nosotros, pero nos daba exactamente igual. Hasta que apareció ella. Bueno, todas ellas. Dasom, Hyuna y Minah. Llegaron y el ambiente de repente se volvió pesado.
- Tengo calor, vamos fuera.
- Vale.
- ¡Hey, bailarinas! - Jay nos placó justo cuando íbamos a abandonar la pista.
- Vamos a tomar el aire.
- ¿No queréis unos chupitos de tequila? - Nos enseñó los 3 pequeños vasos que llevaba en la mano-. Los he pedido para todos.
- No bebemos alcohol.
- ¿En serio? ¿Por qué?
- Porque no.- Tiré de Amber, pero volvió a interponerse en mi camino.
- Tu chica se lo estaba pasando bien.
- No soy su chica.- Corrigió Amber, rápidamente.
- No lo es.
- Mierda.- Miró a la barra, en donde Max le estaba mirando expectante, y levantó el pulgar, para a continuación bajarlo, haciendo que Max se partiera de la risa-. Acabo de perder una apuesta.
- Pues qué bien.
De nuevo íbamos a movernos pero su mano se aferró a mi brazo con fuerza.
- Puede que tu primo no conozca tus inclinaciones, pero todos los demás sí.
No me gustó su tono ni la forma de dirigirse a mi cuando ni siquiera éramos amigos.
- Si vas a soltarme el mismo sermón que mi abuelo, ya te lo puedes ahorrar. Estoy preparado para arder en el infierno irremediablemente.
- Y yo iré con él.- Amber tiró de mi mano con fuerza, liberándome de él, y nos fuimos a pedir un poco de agua a la barra, ya que en la salida estaba Jay y no nos apetecía volver a enfrentarle, pero había tanta gente que ni siquiera podíamos
ver a la camarera.
- Eso ha estado bien.
- Mucho.
Sonreíamos, encantados, y aún saltando de la emoción con las canciones que iban sonando.
- Mierda, me muero de sed y aquí es imposible conseguir nada.
- Jonghyun está cerca de la camarera, ¿se lo pedimos a él?
Asentí, y a pesar de que no me apetecía acercarme, de todos modos lo hice. Estaban situados en una esquina bastante accesible, aunque con unas cuantas personas en medio. Soltó la cintura de Dasom en cuanto nos pusimos en su campo
de visión, y le susurró algo en el oído. Mis entrañas ardían.
- ¿Puedes pedirnos un refresco? - Le grité, cuando ya no pude acercarme más a él, debido a la muchedumbre.
- ¿Refresco?
- ¡Dos, por favor!
Hizo un gesto afirmativo con la cabeza y se dio la vuelta para pedir. Respiramos tranquilos al suponer que pronto saciaríamos nuestra sed, pero en lugar de eso, Jonghyun se acercó con un par de vasos enormes llenos de un líquido oscuro.
- ¿Qué es esto? - Desconfió Amber.
Le di un trago enorme hasta que me di cuenta de que ardía demasiado para ser un refresco.
- ¡Esto no es cola!
- Aprende a divertirte un poco, enano.- Me despeinó con una mano y se reunió con Dasom.
- Pero… ¡pero si ya soy más alto que tú!
- Qué cabrón.- Miré el contenido de mi vaso cuando escuché a Amber-. Es vodka negro.
- ¿En serio?
- Lo teníamos en el pub, ¿lo recuerdas?
- Lo recuerdo.
- Bah, olvídate de él y vamos a bailar.
- ¡Pero tengo sed!
- ¡Pues bebe!
Alzó su vaso y lo chocó con el mío, fingiendo un brindis. Bebimos de ellos, nos estremecimos un poco y volvimos a la pista de baile. Minho apareció más tarde, de la mano de Minah, y se nos unieron. Jay trajo chupitos para todos y esa vez no
nos negamos a probarlos sólo porque nuestras papilas gustativas ya no distinguían prácticamente nada.
- Ar...de… - Echaba la lengua de fuera mientras Amber se reía.
- ¿Ya bebes alcohol? - Jay se colaba entre la gente para traer una nueva ronda.
- ¿Cómo los consigues tan rápido?
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- Cada uno tiene sus métodos.
- La camarera babea por él.- Explicó Max, cogiendo su chupito.
- Desesperadas…
Brindé con él antes de beber el último chupito de la noche. El que no debí haber dejado que entrara en mi cuerpo.
- Oh.
- ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? - Amber debió de ver mi cara, y si era la mitad de terrorífica de como se sentía mi estómago, tenía que dar miedo-. ¿Vas a vomitar?
- No… no… Creo que… estoy algo mareado…
- Key, ¿estás bien? - Mi espalda chocó contra el brazo de Jay, que me sujetó por los hombros al ver que me tambaleaba un poco.
- El alcohol es malo.- Dije, muy cerca de su oreja.
Me observaba con un gesto divertido, mientras apenas podía ver nada a mi alrededor.
- ¿Quieres que vayamos al lavabo?
Negué con la cabeza y señalé la puerta del club.
- Aire.
Me pareció totalmente normal que Jay, alguien que me había hecho la vida imposible durante todas mis vacaciones en Boseong desde que tenía uso de razón, de repente se estuviera preocupando por mi. No me di cuenta entonces de que el
alcohol había nublado mi percepción de la realidad.
- ¿Sabes que todos te miraron cuando entraste? - Me apoyó en la pared de al lado de la puerta.
- ¿Eh?
- Esos pantalones… - Rozó uno de sus dedos sobre la tela de mis shorts blancos-... no dejan mucho a la imaginación.
- Es que en este pueblo hace un calor terrible.- Balbuceé.
- Sobre todo, si estás cerca.
Una mueca de asco se colocó en mi cara.
- ¿Qué?
- Me provocas, Key, provocas a todo el mundo con tu forma de ser y de vestir. Ni tus propios amigos pueden mantener las manos alejadas de ti.
- ¿Qué coño dices? - Le empujé levemente, sólo para apartarlo un poco, pero no lo conseguí, porque mi fuerza era nula y la suya… bueno, igual que siempre. Era un toro salvaje.
- ¿Crees que no sé que te estás tirando a Jonghyun? ¿Crees que no lo sabe todo el mundo? - Parpadeé, perplejo. ¿Qué estaba pasando? - Sois tan evidentes que todavía no entiendo por qué Dasom se la sigue chupando.- No, eso no era
verdad. No podía serlo-. Aunque entiendo que él no pueda resistirse a tus encantos porque eres… realmente irresistible, Key.
Cuando sus manos se deslizaron a mi cinturón, mi rodilla se levantó en un acto reflejo, y aunque no supe muy bien cómo lo hice, logré dejarle tendido en el suelo.
- No vuelvas a tocarme.- Le advertí, agarrándome a la pared, todavía algo mareado.
Un montón de pasos apresurados me hicieron recuperar mis sentidos durante un momento.
- ¿Qué ha pasado? - Jonghyun respiraba agitadamente. Al ver a Jay en el suelo, su rostro se llenó de preocupación-. Bummie, ¿te ha hecho algo? - Mis ojos se llenaron de lágrimas, no sé por qué. O bueno, no lo supe entonces-. Contéstame,
¿qué te ha hecho?
No llegó a acercarse del todo a mi cuando vi aparecer a Minho y a Amber, seguidos por las chicas. Mis párpados se cerraron despacio un par de veces. A la tercera, los brazos fuertes de Jonghyun me sostuvieron para evitar la caída.
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Ir a una fiesta en Boseong y que la tragedia se cebara con nosotros ya se había convertido en una costumbre. Si la última vez había sido Jonghyun el protagonista del caos, en esa ocasión le tocó a mi primo. No esperábamos que Kibum, el
abstemio, el chico obsesionado con la perfección de su piel, el que nunca perdía el control de nada, tuviera que ser arrastrado hasta la parte trasera de la camioneta, semi inconsciente, después de haber sido rescatado por Jonghyun de las
garras de Jay, a quien considerábamos nuestro amigo hasta ese momento, en el que yacía tendido en el suelo, en posición fetal, lloriqueando por el golpe.
Antes de que todo eso sucediera, Jonghyun y yo habíamos estado divirtiéndonos un poco. Él con Dasom y yo con Minah. Ambas chicas parecían muy interesadas por la vida en la ciudad y no dejaban de hacer preguntas y de imaginar la
cantidad de tiendas de moda y cosmética que visitarían cuando fueran a Seúl, algo que para ellas era algo así como un objetivo vital. Jonghyun y yo nos mirábamos, aburridos, deseando que la música estuviera un poco más alta para dejar de
escucharlas. Las chicas eran realmente exasperantes.
- ¿Dónde está Key? - Preguntó Jonghyun, buscando a su alrededor-. Hace rato que no le veo.
- Estará con Amber.
- No, Amber está allá.- Efectivamente, Amber bailaba con Hyuna, riéndose y haciendo obscenas coreografías mientras nadie les sacaba el ojo de encima.
- Pues ni idea.
- Estaba bebiendo vodka antes.
- ¿Mi primo? Imposible.
Pero Jonghyun, aunque no me quería dar todos los detalles, sabía lo que decía, y no hizo más preguntas. Dejó la barra y fue directo a los lavabos.
- Choi.
Onew se hizo presente a través de una palmadita en mi espalda.
- Hola.
- ¿Qué tal las vacaciones? - De alguna manera, su mano se apretaba en mi hombro.
- Bien, como siempre.
- Taemin me ha dicho que pasáis mucho tiempo juntos.
Me separé como medio metro de él, para dejar de sentir su contacto.
- Él siempre viene a donde estamos. No es como si le invitáramos.
- Para él sois sus amigos. Y quiere estar con vosotros. Sobre todo con Key, dice que le cuida mucho.
- Ellos dos son uña y carne. Pregúntale a Key si quieres saber.
- No quiero hablar con Key.
- ¿Entonces?
- Te lo dije una vez.- Acortó de nuevo la distancia entre nosotros-. No te acerques a Taemin.
- Quizá deberías decirle a Taemin que no se acerque a nosotros.
- Él no entiende ese tipo de cosas.
- ¿Y yo debería entenderlas? No sé por qué insistes tanto en algo que ni siquiera está en mi mano.
Onew dio una calada a su cigarro (momento en el que me di cuenta de que estaba fumando) y expulsó el aire cuidadosamente, entrecerrando sus ya de por sí pequeños ojos.
- Las cosas que dicen del niño de los Lee… - Me miró fijamente-. Son todas ciertas.
¿Por qué me estaba diciendo eso? ¿No se suponía que era su amigo, su tutor?
- No te creo. Pero aunque así fuera, eso no me asustaría.
- ¿Crees que estás a salvo sólo porque él te quiere?
- Taemin no haría daño a nadie. Es sólo un niño.
- Precisamente porque te quiere debes tener especial cuidado. Porque no sabe cómo poner límites a sus propios sentimientos.
- ¿De qué hablas?
- Digamos que… su forma de querer es un poco dolorosa.
Giró su muñeca y me mostró una cicatriz rosada, evidentemente antigua, que la rodeaba.
- ¿Qué es eso?
- Mantente alejado.
El grupo de gente que salió en tumulto del local para presenciar la escenita de mi primo y Jay, me impidió pedirle más explicaciones a Onew. Ya no estaba en mi campo de visión. Y al escuchar los gritos de Jonghyun, imaginé que algo poco
agradable estaba sucediendo fuera.
- Como le hayas hecho algo, te juro que te mataré.
Cuando llegué, Jonghyun tenía a Key en sus brazos, cargado como si fuera una princesa, lo cual me hizo reir, pero al ver su actitud y escuchar su amenaza, aquello dejó de ser divertido.
- ¿Qué está pasando?
- Maldito hijo de puta…- Jay se retorcía de dolor en el suelo, mientras Max intentaba ayudarle a levantarse.
- Key le ha pegado.
- ¿Key? - Me reí-. ¿Mi primo Key? - Reí con más fuerza-. Key es incapaz de matar a una mosca.
Pero la mirada feroz de Jay me hizo darme cuenta de que incluso yo estaba equivocado con él. Que podía que no fuera tan nenaza y debilucho como siempre había creído. Que a la hora de salvaguardar su integridad, quizá fuera una especie
de superhéroe.
- Oppa, ¿vamos a bailar? - Minah tiraba de mi hacia dentro del club.
- Lo siento, pero tengo que comprobar que Key está bien.
Cuando llegué a la camioneta, todas mis esperanzas de continuar con la fiesta se desvanecieron. Jonghyun intentaba despertar a mi primo, que cabeceaba en el respaldo del asiento trasero.
- Mierda, Minho, tenemos que llevarle a casa.
Inmediatamente me puse a la defensiva.
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- ¿Estás loco? Mi padre nos castigará si llego con él en ese estado.
- Bueno, no tenemos más opciones. No creo que se le vaya a pasar en unas horas, y aquí no le podemos tener así.
- ¡Otro chupito! - Balbuceó Key, levantando los brazos, emocionado.
- ¡De morfina! - Le chilló Jonghyun, colocándoselos de nuevo sobre el asiento.
- Joder, Jjong, estaba a punto de enrollarme con Minah.
Jonghyun suspiró, desesperado, y se pasó la mano por la cara.
- Yo tampoco he tenido una buena noche.
- Ya lo he visto. Dasom es un poco… fría, ¿no?
- Es algo complicado.
- ¿Por qué?
- ¡Porque lo es!
Conocía a Jonghyun lo suficiente como para saber cuándo era el momento de dejar de hacer preguntas. Odiaba el tema, era tan evidente como la borrachera de Key.
- ¿Qué vamos a hacer con él? - Me senté en la acera.
- Darle una vuelta en el coche y que le dé el aire.
- Si vomita en la Chevrolet del abuelo, ya nos podemos despedir de volver a usarla.
- ¿Pues entonces qué sugieres tú?
- ¡No lo sé! No es que sea un experto en el tema. Siempre me toca cargar con las borracheras de otros aquí.
- Agua fría en la nuca.- Opinó Amber, que se sentó a mi lado y me dio un golpecito en la rodilla, en señal de apoyo.
- ¿Eso funciona?
- Llevo años trabajando en pubs, y viendo borrachos. Eso le espabilará seguro. Al menos podrá llegar a casa.
- ¿Tú no estabas con él? - La interrogó Jonghyun-. ¿Por qué le dejaste beber?
- Eh, que yo he bebido lo mismo y estoy bien.
- Pero Key no bebe nunca.- Expliqué, más tranquilo que mi amigo-. Y parece que no tiene una gran tolerancia al alcohol.
- Sí, eso parece.- Se burló Amber, señalando el coche.
- Entonces, ¿qué? ¿Le llevamos al lavabo?
- Ahí no nos dejarán entrar de nuevo, y menos si le llevamos en brazos.- Amber miró alrededor-. Busquemos alguna fuente.
- En la plaza del ayuntamiento hay una.
El conocimiento del lugar fue un punto para Jonghyun en aquel momento de indecisión, y arrastramos a Key hasta allí, no más de un par de calles. Le sentamos en el borde de la fuente y Amber se encargó de mojarle la nuca, mientras él se
estremecía.
- ¿No se resfriará?
- ¿Qué prefieres, un resfriado o un castigo?
- Resfriado, resfriado.
Sobre todo, porque no iba a ser yo el enfermo.
Pasados unos minutos Key volvió en sí tras un par de estornudos y ya era capaz de mantenerse sentado sin ayuda.
- ¿D… dónde estamos?
- Vámonos a casa.- Jonghyun se levantó, algo enfadado.
- Pero… ¿y la fiesta?
- La fiesta se acabó por hoy. Vamos.
Nadie protestó porque después de lo que acababa de pasar, en realidad a nadie le apetecía divertirse. No después de habernos peleado con Jay, haber dejado a las chicas plantadas, y haber conseguido que nos pusieran en la lista negra del
club de billar del pueblo.
- Sólo espero que el abuelo no se entere de todo esto.- Susurré, mientras encendía el motor.
- Esto es un pueblo, Minho.- Dijo Jonghyun, mientras abrochaba el cinturón de seguridad de Key-. Apuesto a que ya lo sabe.
El camino hacia la granja fue silencioso. Sobre todo después de que Jonghyun confesara que él había sido el primero en ofrecer alcohol a mi primo. Le habría golpeado si no hubiera tenido el volante entre mis manos. No nos apetecía ni
escuchar música, ni mucho menos hablar. Por el retrovisor podía ver a Key dormido, con la cabeza apoyada en el hombro de Jonghyun, que bufaba molesto, con el brazo por fuera de la ventanilla.
- Borra esa expresión de tu cara.- Le ordené-. La última vez él hizo esto por ti.
Su rostro se transformó en algo que no pude describir, pero no volvió a quejarse por nada más, excepto cuando bajamos del coche, en la granja, y Key se tambaleaba, intentando sujetarse a algo.
- ¡Eoooo! - Amber impidió que tropezara consigo mismo.
- Tú.- Señalé a Jonghyun, que hacía el amago de marcharse-. Tú le has emborrachado, hazte responsable de él.
- ¿Yo? - Se señaló, abriendo los ojos sorprendido por la acusación.
- Tú le diste el vodka, tú te encargarás de que se le pase antes de que ponga un sólo pie en la casa.
- ¿Y qué quieres que haga?
Señalé el granero y caminé con decisión hasta allí, ayudándole a acomodarle allí. Key se acurrucó sobre una vieja manta que el abuelo usaba con los caballos, sobre un montón de hierba seca.
- Mañana nos odiará por esto.- Se rió.
- No haber bebido.
- Ah… Choi, el chico perfecto que nunca hace nada malo...
- Buenas noches, Jjong.
Amber tapó a Key con su chaqueta y me siguió adentro. Ya refrescaba.
- ¿Está bien dejarle solo ahí fuera?
- Está con Jjong, tranquila.
Papá aún seguía despierto, viendo una película antigua en el comedor. Me senté a su lado. Estaba mentalmente agotado. ¿Por qué las fiestas siempre resultaban así?
- Has fumado.
- Qué va.
- Minho…
- Todo el mundo fumaba, es imposible que no se me haya pegado el olor a la ropa.
Suspiró, dándose por vencido.
- ¿Habéis tenido algún problema con el coche?
- Ninguno. Ese trasto va como la seda.
- Bien. ¿Dónde está tu primo?
- Se quedó un rato fuera con Jjong.
- ¿Es que Jonghyun ha vuelto a beber?
Me arrepentía de haberle contado aquello, pero al menos me sirvió como excusa.
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- Sólo un poco. Y ya sabes cómo es Key, no piensa dejarle solo.
- Ese chico va por mal camino. Ahora dice que quiere ir a la universidad.
- ¿Jjong?
- Sus padres están desesperados porque quieren que herede la granja y empiece a desempeñar las funciones que le corresponden. Pero él sólo piensa en estudiar.
- Sólo tiene 18 años, papá.
- Se ha criado en el campo, está sobradamente preparado.
Pensé en ello durante un instante. Si alguien tenía perfil de granjero entre todos nosotros, ese era Jonghyun. Sus brazos musculosos siendo habitualmente exhibidos por un peto vaquero sin camiseta, su fuerza descomunal y su conocimiento
perfecto de la naturaleza le posicionaban como el mejor candidato posible.
- Si me hicieras algo como eso, creo que te odiaría.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque está claro que él quiere otra cosa.
- Bueno, en cuanto se case, sus ideas cambiarán.
Lo que menos podía imaginarme en el mundo era a Jonghyun casado con Dasom, la chica más aburrida del planeta.
- Qué rollo.
Pateé una de mis zapatillas.
- Los señores Kim también me han dicho que últimamente pasáis mucho tiempo con el niño de los Lee.
Mierda.
- A veces le vemos en el lago.
- El abuelo ya te ha explicado muchas veces que ese niño es peligroso, ¿no?
- Exagera.
- Minho, - puso su mano en mi pierna, lo cual cuando se trataba de mi padre, sólo podía significar una cosa : “hazme caso”-, no voy a decir todas esas cosas que dice la gente del pueblo acerca de que es algo así como el enviado del diablo o
un maldito… pero por favor, no dejes que se acerque a ti, no sabes la cantidad de cosas que es capaz de hacer.
¿Quemar la vela de sus barquitos de madera? ¿Su casa entera, padres incluidos?
¿Salvar la vida de Key?
¿Obligarme a besarle, aprovechando un momento de confusión, también creado por él?
- No es malo.
- Es peligroso. Mucho. Mató a sus padres.
- Eso no es cierto.
- Sí que lo es.- Movió su mano en mi pierna, masajeándola-. Le tuvieron un año encerrado pero no consiguieron que demostrara ni uno sólo de sus poderes. Fue capaz de ocultárselos a los médicos durante un año entero.- No iba a preguntar,
sabía de sobras lo que había sufrido Taemin durante aquellos días.- Estuvo ingresado en un hospital psiquiátrico y todavía no ha dejado de ser sospechoso. Porque no se ha descubierto todavía cómo murieron los señores Lee.
Imaginarme al pequeño Taemin, con tan sólo 13 años, encerrado en un sitio desconocido, completamente sólo y tras haber perdido a sus padres… me dolía. Que nadie fuera capaz de acercarse a él por miedo a resultar herido en todo ese
tiempo, me producía náuseas. Y que todo el mundo siguiera hablando de él como si le conociera, cuando yo era el uno de los pocos privilegiados que podía saber hasta qué punto Lee Taemin era un ángel enviado, me repugnaba.
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Debía de llevar un buen rato allí fuera, porque mis brazos estaban fríos y me dolía un poco el cuello, por la postura incómoda que había adoptado sobre la paja. Traté de estirarme un poco pero mis piernas se encontraron con un obstáculo. Al
girarme, despacio, comprobé que Jonghyun dormía a mi lado, sin más abrigo que su camiseta sin mangas y sus vaqueros.
- Jjong…
Le zarandeé un poco, para que se despertara.
- Qué… ¿qué pasa?
Se sentó a mi lado y se estremeció por el frío.
- ¿Por qué estamos aquí?
Se rascó la cabeza y sopló su flequillo.
- Si hubieras entrado así en casa, habrías muerto.
Me miré la ropa. ¿Qué tenía de malo mi aspecto?
- No entiendo.
- Kibum, bebiste mucho en la fiesta. ¿Por qué lo hiciste?
- Oh…
La chaqueta de Amber abandonó mis hombros y traté de hacer despertar mis piernas, algo entumecidas por la postura, con unos golpecitos con los puños.
- Jay se comportó como un idiota.
¿Jay?
Oh cielos.
Jay.
Una patada.
Sangre en el suelo.
- ¿Le pegué?
- Tan fuerte que ni siquiera lo puedo creer.
- Debe de estar muy cabreado.
- Más cabreado deberías de estar tú cuando lo hiciste.
El ejercicio de memoria funcionó perfectamente. Lo veía totalmente claro.
- Intentó meterme mano.- Pestañeé, todavía un poco confuso.
- ¿Qué?
- Me estaba desabrochando el pantalón, por eso le pegué.
- ¿¡Que te…!? ¡¡ash!!
Se levantó del suelo y se puso a dar vueltas por el granero, pateando todo lo que encontraba en su camino.
- Pero al final no pasó nada.
- ¿¡Que no pasó nada!? ¿Cómo puedes contarme eso AHORA?
- Bueno, en la fiesta estabas con Dasom, no iba a interrumpirte por eso.
- ¡Y que haya sido Jay! O sea, se supone que era nuestro amigo…
- El vuestro. Porque a mi siempre me ha hecho la vida imposible.
- ¡Y ahora entiendo por qué!
Parecía que Jonghyun tenía una capacidad mayor que la mía para unir cabos porque yo seguía sin entender nada.
- ¿Por qué?
- ¡Porque le gustas, Key, maldita sea! ¡Ese hijo de puta te quiere hacer cosas que sólo por pensarlas ya debería haber sido castrado!
- Estás sobrereaccionando.- Me levanté, sacudiendo la paja de mi ropa-. La cosa no pasó a mayores, estábamos algo bebidos y no sabíamos lo que hacíamos, eso es todo.
- No estoy de acuerdo en eso, él era perfectamente consciente.
- Bah, qué más da. Lo importante es que no creo que vuelva a molestarme nunca más.- Reí, poniendo mis brazos en jarra-. Nunca creí que fuera tan frágil ese grandullón.
- Ni yo que tú fueras capaz de noquear a alguien así.- Susurró-. ¿Dónde has aprendido a golpear de esa manera? Nunca antes habías hecho nada parecido.
- Me apunté a un curso de autodefensa en Seúl. Ya sabes, los niños del instituto eran unos auténticos cabrones.
Movió la cabeza a los dos lados, incapaz de asimilar todo aquello.
- Has cambiado mucho en estos años.
- Fue una cuestión de supervivencia.
- No lo dudo.
Volví a sentarme, aún duraba el mareo.
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- Se burlaban de mi ropa, de mis gafas, de mi pelo… de la forma en la que ordenaba mis cuadernos, o incluso de mis notas, fueran buenas o malas. Y lo peor llegaba en la clase de gimnasia. Nadie quería hacer los ejercicios conmigo porque
pensaban que quedaríamos en último lugar por tener que cargar con un inútil como yo.
- Qué idiotas.- Se sentó junto a mi, imitando mi postura, abrazando sus rodillas.
- A veces me esperaban a la salida de clase, y tiraban mis libros a la basura. Otras veces tenía más suerte y sólo me empujaban. Un par de veces me pegaron de verdad y me hicieron sangrar. Al principio mentía a mamá diciendo que me lo
había hecho jugando. Pero hubo un día en el que ya no pude más y me rebelé. Ese día me rompieron las costillas.- En mi cara se formó una mueca amarga-. No podía mentirle al doctor cuando me llevaron al hospital, se dio cuenta enseguida.
Jonghyun apretaba los puños con fuerza, podía ver sus nudillos tensos y blancos a pesar de la escasa iluminación del granero.
- Minho debíó de haber hecho algo.
- Ni siquiera íbamos a la misma escuela.
- Aún así.
- Ese día en el hospital, un enfermero me dio la tarjeta de una academia de artes marciales. Al principio no me interesaba, no creía que tuviera nada que ver conmigo, pero poco a poco fui aprendiendo, sobre todo, a no dejar que nadie me
humillara.
- Pobre Bummie. Ojalá hubiera estado ahí.
- Ojalá.
- ¿Por qué lo hacían?
- ¿Eh?
- ¿Por qué eran tan crueles contigo?
Me encogí de hombros.
- ¿Porque era diferente? ¿Por qué los niños hacen cosas como esas? Nunca me han gustado los deportes ni llevar lo que todo el mundo lleva. No me gusta tener amigos por conveniencia ni tratar de ser mejor que nadie. Y eso me convierte
automáticamente en un marginado. Porque no encajo en el mundo.- Jonghyun elevó su rostro hasta encontrar mi mirada-. Por eso tú, Minho y Taemin sois tan importantes. Y Amber también, aunque viva tan lejos. Porque siempre me habéis
aceptado tal y como soy. Vale que de pequeños os reíais de mi pero… siempre me defendísteis. Y me hacéis sentir seguro.
- Bummie.
- Qué.
- Tengo ganas de llorar.
Sus ojos húmedos eran suficiente anticipación, en realidad no necesitaba decirlo.
- Llorón.
- No sabía que habías pasado por todo eso.
- Minho tampoco lo sabe.-Me estiré en el montón de paja, sobre la manta en la que había estado durmiendo-. ¿Esta manta es de los caballos? Qué mierda…
- Nunca más dejaré que te hagan daño.- Jonghyun se inclinó sobre mi y me acarició una mejilla, mientras surcos húmedos bajaban por su rostro, descompuesto.
- Ahora sé defenderme.- Dije, orgulloso.
- No tienes que defenderte. Yo lo haré.
- No puedo depender de otras personas para siempre.
- Puedes depender de mi.
- Tú sólo estás 3 meses al año en mi vida.
- Las cosas pueden cambiar.
- ¿Cómo? Ahora tienes que cuidar a tu novia. No puedes cuidar de mi también.
- Eres la única persona a la que quiero cuidar.
Eso sí que era una sorpresa. ¿Yo estaba por encima de Dasom en la jerarquía de prioridades de Kim Jonghyun?
- Debo de estar todavía borracho porque interpreto tonterías en tus palabras.
- No son tonterías. Es lo que estoy diciendo.
- Ok. Entonces deja de decir tonterías.
Le sonreí y se contagió de mi gesto. Se acercó despacio, apartó el flequillo de mi frente y la besó. Después besó mi mejilla y rozó su nariz con la mía. Noté un escalofrío cuando su aliento estaba cerca de mis labios.
- Bum…
- No lo hagas.
Pero no me escuchó. O si lo hizo, no me obedeció. Me besó, o mejor dicho, nos besamos, sin que nos importara nada más. Ni la manta con olor a caballo, ni la paja clavándose en la espalda, ni que el abuelo pudiera llegar de repente y
encontrarnos… ni las novias que nadie pudiera tener.
- Siempre has sido el primero en todo, para mi.- Susurró, mientras sus manos dulces, aunque fuertes, me acariciaban los brazos-. Quiero que lo sigas siendo.
- Ahora ya no somos niños experimentando, Jjong.
- Nunca he experimentado contigo.
- No mientas. Este sitio es testigo de todas esas cosas.- Le golpeé el hombro, suavemente, dejando escapar una risa ligera.
- “Esas cosas” no fueron experimentos, Bummie.
¿Y qué habían sido, entonces? ¿Estaba intentando decirme que sentía algo por mi? ¿Que todos aquellos años de besos y caricias furtivas en el granero, no eran sólo para pasar el rato? ¿Había algo REAL entre nosotros y no había estado en
mi mente durante todo ese tiempo?
- Entonces, ¿qué?
Pero la filosofía de Jonghyun de “no todo hay que expresarlo con palabras” entró de nuevo en acción y dejó de hablar. Introdujo su mano bajo mi camiseta y la levantó, repartiendo besos por mi pecho y mi abdomen.
Me costaba entender qué era lo que estaba pasando. Aquella noche le había visto muy acaramelado con Dasom. No les había visto besarse pero obviamente eran una pareja pública, se notaba ese halo de “somos perfectos el uno para el otro”
a su alrededor y ambos despertaban envidias juntos. Ella era guapa y Jonghyun estaba increíblemente bueno. ¿Por qué entonces lo tenía comiéndome el cuello en ese preciso instante? ¿Por qué era YO y no ELLA?
La curiosidad me mataba, pero sus manos eran más rápidas que mi cerebro y pronto me quitó la camiseta y se deshizo de la suya. Cuando se tumbó sobre mi y noté sus pezones erectos rozándome, tuve que contenerme para no gemir.
- ¿Quieres que sigamos? - Susurró en mi oído mientras se restregaba contra mis pantalones, matándome de impaciencia. Asentí, algo inseguro, porque en realidad no sabía a qué se refería-. Una vez que empiece, no voy a detenerme.Tragué saliva. ¿Acaso estaba hablando de… tener sexo? - Llevo mucho tiempo esperando esto, Bummie.- Sus dedos desabrocharon los botones de mi pantalón en un segundo-. No sabes cuánto deseo hacerte mío de una vez por todas.
Ahí se equivocó estrepitosamente.
Porque ya lo era.
Era completa y absolutamente suyo.
Siempre lo había sido.
Agarré la cintura de sus pantalones y le moví hacia mi, mientras mi mano se colaba en el interior de sus boxers, sintiendo la calidez y dureza de su miembro, que palpitaba todavía más emocionado que nosotros.
- Quiero esto.
Mi expresión seria casi le hizo sonrojarse, porque no se esperaba, imagino, que mostrara tanta seguridad en algo que se suponía que debía darme miedo o provocarme millones de dudas. Mi primera vez.
No tuve tiempo de prepararme, ni física ni mentalmente para perder mi virginidad. Pero eso no era importante. Porque sabía que todo iría bien. Él se encargaría de borrar el dolor con sus labios, de aumentar el placer con sus manos, y de
hacerme sentir seguro con sus palabras dulces.
59
- Te amo, Bummie. Más que a nada.
Cuando entró en mi sentí una quemazón terrible, un dolor agudo y profundo, que tardó un buen rato en convertirse en algo agradable. Jonghyun se movía despacio, por temor a lastimarme, y acompañaba sus vaivenes de besos suaves, de
susurros delicados.
Y el dolor dejó de ser importante cuando ambos nos acostumbramos al movimiento, y los gemidos ya no se quedaban aprisionados en la garganta. Quería más, más dentro de mi que nunca. Quería a Jonghyun siendo parte de mi.
Cuando ambos nos corrimos, exhaustos, y nos quedamos inmóviles, mirándonos, no pudimos evitar reirnos ante lo que acababa de pasar.
- ¿Y ahora que se supone que somos? Porque lo de “amigos” es demasiado extraño ya.
- Qué más da.
A mi me importaba.
Salió de mi interior y se acostó a mi lado, rodeándome con un brazo por debajo de la nuca en un gesto protector que me encantó, y me apoyé en su pecho sudado y moreno. Era el lugar perfecto para vivir.
- No quiero volver a Seúl.- Me acarició el pelo y suspiró. Insistí- : ¿Me has oído?
- Te he oído.
- ¿Y no dices nada?
- ¿Qué quieres que diga?
Me incorporé para mirarle a la cara.
- Que no me vaya, por ejemplo.
- Eso no va a pasar.
- Tú qué sabes…
Me contemplaba, extrañado, intentando averiguar en qué momento me había vuelto completamente loco.
- Te morirías del aburrimiento en la primera semana sin centros comerciales.
- No voy a volver, Jjong.
- No sabes lo que dices.
- Engañé a mi madre. No tengo billete de vuelta a Seúl.
Rápidamente se sentó y abrió los ojos, intentando que así la información fluyera de manera más clara.
- ¿Qué estás diciendo?
- Que me quedo a vivir en Boseong. Nadie va a convencerme de lo contrario.
- ¡Mierda, Bummie!
- ¡Mierda, Jjong! - Le empujé, con algo menos de fuerza de la que quería, aún estaba algo desorientado por lo que acababa de ocurrir-. ¡Se supone que deberías estar celebrándolo! ¿No quieres estar conmigo?
- ¡Claro que quiero!
- Entonces, ¿por qué te cabreas?
Jonghyun cruzó los brazos y me observó atentamente.
- Porque el mes que viene empiezo la universidad en Seúl.
60
No sé en qué momento Kibum entró en la habitación, estaba profundamente dormido y él, por una vez en su puñetera vida, había sido muy sigiloso. A la mañana siguiente no se levantó temprano, de modo que no esperé por él y bajé a
desayunar, cuando los mayores ya estaban terminando.
- Buenos días.
La abuela me sirvió el zumo y llenó mi plato.
- Menudas horas. ¿Te divertiste en la fiesta? ¿Y Kibum? ¿Se divirtió él?
Si ser acosado por un amigo hasta el punto de tener que darle una patada en los huevos significaba que se había divertido, oh sí, se lo había pasado en grande.
- No estuvo mal.
- Esto no es Seúl, Minho.- Indicó papá, ayudando al abuelo a llenar de leña el trastero junto a la cocina-. Aquí la gente no se divierte de la misma manera.
“Te equivocas” fue lo que pensé en decir, pero me lo tragué junto con mis tostadas.
- Veo que la Chevrolet está en buenas condiciones.- Apuntó el abuelo, dándome una palmadita en la espalda.
- Ya te dije que soy un conductor responsable, pero nunca me crees.
- Claro que te creo.
- Por eso has ido a revisarla en cuanto te has levantado.
La abuela ya se había empezado a reir y yo sólo aumentaba mi cabreo cuando mi primo entró en la cocina, con el pelo revuelto, completamente pálido y arrastrando los pies, todavía en pijama.
- ¡Omo! - Exclamó la abuela al verlo-. Parece un fantasma.
- Más bien un zombie.- Se rió Amber, que la ayudaba a preparar el desayuno.
- Café… - Balbuceó Key, sentándose con dificultad en su silla.
- ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? - Mi padre le tomaba la temperatura en la frente.
- Este pequeño bribón tiene resaca.- Dijo el abuelo en un tono de voz grave, haciendo que Key se tapara los oídos.
- Auch…
- ¿Es eso cierto? ¿Bebisteis anoche? - Mi padre me miró, decepcionado.
Amber se tensó y esquivó la pregunta rebuscando algo inexistente en la nevera.
- ¡A mi no me metas!
- Choi Minho…
- Él no fue. Fui yo.
Kibum miraba fijamente su taza de café humeante mientras la abuela trataba de enderezar sus cabellos dorados.
- Maldita sea, Kibum, ¡eres menor de edad!
Papá se levantó de la mesa y empezó a dar vueltas por la cocina como un loco.
- No pasó nada, papá.
- ¡Pero podría haber pasado! ¿Y qué iba a contarle a tu madre, eh? ¡Soy responsable tuyo este verano!
- Nadie te ha pedido que te responsabilices de mi.
- ¡Kim Kibum! - El abuelo dio un golpe en la mesa, asustándonos a todos, sobre todo a mi primo, que se protegió los oídos con las manos-. ¡No te atrevas a faltarle al respeto a tu tío!
Key se encogió un poco, se mantuvo un rato mirando la madera de la mesa, incapaz de moverse, mientras la abuela trataba de calmar la tensión obligándonos a todos a probar sus galletas.
- No voy a volver a Seúl.- Dijo, de pronto.
Mi padre dejó de comer y suspiró.
- ¿Qué estás diciendo ahora?
- Que me quiero quedar aquí.
Papá se echó las manos a la cabeza y se recostó en el respaldo de la silla, intentando recuperar el ritmo de su respiración.
El abuelo le observó fijamente, con una mirada que daba miedo, casi estaba atravesándole, pero mi primo no la esquivó, se mantuvo firme y serio esperando sus palabras.
- ¿Te has propuesto matar a tu madre de un disgusto?
- Cariño…
- Déjame.- La abuela se colocó detrás de Key y se apoyó en sus hombros-. ¿Has pensado al menos una sola vez en tu vida en alguien más que en ti mismo?
Key bajó la cabeza y sus hombros empezaron a agitarse en señal de que estaba sollozando. Genial, lo que faltaba.
- Key, aquí internet es una mierda.- Bromeé, tratando de suavizar el ambiente-. Y ni siquiera hay un Starbucks.
- No m...me importa.- Efectivamente, sus palabras sonaban torpes envueltas en sus lágrimas ya evidentes.
- Eso dices ahora, pero dentro de un par de meses, cuando ya ni siquiera haya sol, y no puedas salir de casa, y todo esté oscuro y no tengas nada para divertirte, ni puedas ir a bañarte al lago…
- Voy a quedarme aquí, Minho.
Se levantó de la mesa con mucha seguridad en si mismo, a pesar de que su cara entera estaba mojada, y sus manos eran incapaces de secar aquel apocalipsis.
- Cielo, no estás en tus cinco sentidos, ¿qué pasó anoche? - La abuela seguía agarrada a él.
61
Kibum negó con la cabeza.
- ¿Qué pasa con la universidad? ¿Es que no piensas en tu futuro nunca? - Papá estaba más cabreado de lo que lo estaría mi tía si estuviera presenciando aquello.
- No voy a ir a la universidad. Y mamá ya sabe eso.
- Jesús…- El abuelo se levantó también, arrastrando los pies hasta el fogón, y cogió un cigarro y se lo colocó en la boca, encendiéndolo con una parsimonia envidiable-. Dime por favor qué hemos hecho mal para que seas así.
- No habéis hecho nada malo. Al contrario. La abuela y tú, Minho… Este lugar… Es lo único bueno que tengo en mi vida.
- ¿Me estás diciendo que mi hija es una mala madre?
- Tu hija es una madre obsesionada con su hijo, pero que no es capaz de entender sus necesidades ni sus deseos. Sólo quiere convertirme en lo que ella no fue capaz de ser.
- No te permito…
- En Seúl no tengo nada.- Le miró, con las lágrimas cayendo a raudales por sus mejillas-. No tengo amigos, ni una familia normal, no hay nada que me haga querer permanecer allí por más tiempo.
- ¿Y qué crees que vas a hacer aquí con tu vida? ¿Limpiar el granero y peinar a los caballos durante todo el resto de tu vida? ¿Es esa tu idea de futuro?
- Yeobo…- La abuela interrumpió la discusión, tomando las manos de mi primo con suavidad, y secando sus lágrimas con su pañuelo-. Kibum… Este no es tu sitio, aquí no hay nada que puedas hacer, eres un chico de ciudad, tienes que
labrar tu futuro allí.
- ¿Es que no lo entiendes? - Se soltó, dando un paso atrás-. ¡En Seúl no tengo ninguna clase de futuro! ¡Si vuelvo allí, lo más probable es que termine suicidándome!
- ¡Kim Kibum!
Tras el grito del abuelo, Key salió corriendo, tal y como estaba, de la casa, ignorando las súplicas de la abuela y el intento de mi padre por detenerle. Corrí tras él hasta que se internó en el bosque, tropezando con las raíces de los árboles a
causa de sus zapatillas, maldiciendo a las ramas que le obstaculizaban el camino.
- ¡Para, joder!
Miró hacia atrás al escucharme, pero siguió corriendo, ya a menor velocidad.
- ¡Déjame en paz!
- ¡Key, para!
Por suerte, yo siempre he sido mejor atleta que él y en unos cuantos pasos apurados, me puse a su altura y lo agarré de la camiseta de su pijama. Como no se detuvo, se pudo escuchar el sonido de la tela al rasgarse.
- ¡Hijo de puta, me la has roto!
- ¡Porque no te estabas quieto!
- ¡Cabrón!
Intentó golpearme, pero le inmovilicé aferrando sus muñecas.
- ¿Se puede saber qué está pasando contigo?
- ¡No me voy a ir, Minho! ¡Si es necesario, viviré en el bosque! ¡O en la casa del lago!
- ¿¡Es que te has vuelto loco!?
- ¡No viviré en Seúl, no lo haré!
Forcejeó conmigo un rato más, pero acabó asumiendo que no le liberaría y desistió. Suspiró y se dejó caer en el suelo de tierra, arrastrándome con él.
- ¿Vas a decirme lo que pasa o no?
Se secó la cara torpemente, hipando mientras intentaba tranquilizarse, sin demasiado éxito.
- No quiero vivir con mamá nunca más.
Conque era eso.
- Hablas de ella como si fuera una bruja. Si no la conociera, estaría realmente asustado.
- Sé que cree que hace todas esas cosas por mi bien, pero me está jodiendo la vida.
- Exageras.
- No voy a volver, Minho.
Nunca hasta ese preciso momento había visto a Kibum estar tan seguro de algo.
- ¿Y de qué piensas vivir? Los abuelos están mayores como para estar gastando dinero en tus caprichos, y no son precisamente ricos.
- No necesito que me mantenga nadie. Tengo dinero ahorrado y buscaré un trabajo. Ayudaré en la granja y cuidaré de ellos cuando estén enfermos.
- Key, eso no tiene ni pies ni cabeza.
- ¡Lo haré de todos modos!
Como parecía que mis palabras no ayudaban demasiado, simplemente le convencí para que volviéramos a casa y conversáramos adecuadamente con los adultos. Pero al rato Amber y yo decidimos que sobrábamos y salimos a dar de comer
a los caballos. En serio que aquello iba a estropearme el verano.
Por la tarde fui al lago, como siempre, aunque Key prefirió quedarse en su cuarto, durmiendo, no quería tener que dar explicaciones sobre su aspecto (la cosa que más me impactó entonces fue que no se duchara en todo el día). Pero yo sí fui
a bañarme y a tostarme un rato al sol con Jonghyun, que jugaba con Taemin al fútbol cuando yo llegué.
- ¡Eso es una falta! - Grité al ver cómo Taemin tiraba de la camiseta de Jonghyun para librarse de su ataque.
- ¡Es que es un abusón!
- ¡Pues no juegues y dedícate a animar! - Me burlé. Taemin era un clon de Kibum para los deportes. A pesar de su agilidad y destreza para trepar a los árboles, era incapaz de coordinar decentemente sus pies o manos cuando había pelotas
de por medio. Por no decir que su físico, escasamente desarrollado, le hacía parecer un monigote a nuestro lado, que peleábamos con uñas y dientes por marcar un gol, aunque para conseguirlo tuviéramos que empujar o tirar al suelo a
cualquiera.
- ¿Qué pasa con Key? ¿No viene? - Se interesó Jonghyun, frenando la pelota con el pie.
- No se encontraba muy bien y se quedó en la cama.
- Oh… ¿qué le pasa?
- Nada, que se nos ha vuelto rebelde.
Le robé el balón e inicié una nueva partida, esta vez haciendo equipo con Taemin para que aprendiera algo de un profesional como yo.
- ¡Esto no es fácil! - Suspiró, tirándose sobre la hierba, cansado.
- Te dije que te dedicaras a animar.
- No soy una niña.
- También hay animadores chicos.- Se burló Jonghyun.
Taemin le lanzó una mirada amenazante.
- Cállate.
- Uy, ¿y eso?
- Eres idiota.
Jonghyun y yo nos miramos, con un gesto divertido, al escuchar cómo el pequeño Taeminie le había insultado.
- ¿A qué viene eso?
- Lo sabes muy bien.
62
- Pues yo no tengo ni idea.- Interrumpí-. ¿Alguno me lo va a explicar?
- No sé de qué habla, Minho, en serio.
- Eres un cerdo.
- ¿Pero qué…
- Ya, Taeminie, detente.
Taemin se tiró al agua para evitar nuestros reproches y yo me eché a reir.
- ¿Qué le pasa contigo?
- ¡Y yo qué sé!
Le observé nadando con furia, golpeando el agua con sus puños.
- Jesús, está mal de la cabeza.
Jonghyun se levantó y le dio una patada a la pelota, haciendo que llegara a mis pies.
- Voy a ver cómo está Key.
- Estará dormido, probablemente.
- Bueno, voy a asegurarme de que no se está muriendo. Si no voy, mañana me lo echará en cara.
- Lo puedes jurar.
Si algo teníamos muy claro de la personalidad de Kibum, es que le encantaba que nos preocupáramos por él. Y eso se unía a que a Jonghyun le encantaba preocuparse por todo el mundo.
- ¿Ya se ha ido hyung?
Taemin escurría su pelo con las manos, de rodillas junto a mi.
- Has sido muy maleducado antes, Taeminie. No deberías haberle insultado de esa manera.
- Se lo merece.- Fruncía el ceño con tanta fuerza que no podía evitar reirme.
- ¿Qué diablos te pasa?
Movió la cabeza en sentido negativo y tras dudar un poco, se tumbó a mi lado, sobre la hierba.
- Hoy no me gusta Jonghyun hyung.
Me tumbé de lado para observarlo.
- ¿Es que ayer te gustaba?
Hizo lo mismo que yo y nos quedamos cara a cara.
- No me gustan las cosas que piensa.
- Entonces no leas su mente.
- Ojalá pudiera.- Hizo una mueca con la boca-. Odio que sea tan estúpido.
- Hey.- Le di un golpecito con mi dedo índice en la frente-. No hables así de mi amigo.
Intentó morder mi dedo, pero mis reflejos fueron más rápidos y se acabaron colando por debajo de su camiseta blanca con rayas azules marineras, para iniciar un ataque sin tregua.
- ¡Cosquillas nooooooo!
- Así aprenderás a no meterte con tus hyungs.
- ¡Para, oppa, paraaaaaa!
Se retorcía como una anguila debajo de mi mientras yo trataba de inmovilizarle, cosa bastante difícil.
- ¡Lee Taemin!
Ambos nos separamos como si hubiéramos recibido una descarga eléctrica y recompusimos nuestras ropas y nuestro pelo mientras Onew caminaba hacia nosotros.
- Hyung, me has asustado.
- Hoy no has hecho tu tarea de matemáticas.
- La iba a hacer después...
- Pues después es ahora.- Le agarró del brazo y le levantó en un sólo movimiento.
- Pero hyung…
- Camina.
Taemin agachó la cabeza y empezó a caminar rumbo a su casa.
- Qué bestia.- Susurré.
- Y tú.- Me señaló, con la expresión rígida y su cuerpo notablemente tenso-. Te dije que no te acercaras.
- Yo no…
- Y no hace falta que inventes nada porque lo he visto con mis propios ojos. No vas a jugar con Taemin.
- Nadie juega con nadie.
- Él no es una de tus amiguitas.
- Nadie ha dicho nada de eso.
- Deja de tratarle así.
No conseguí entender eso último, y empezó a andar, sin ni siquiera despedirse.
- Así… ¿cómo? - Le chillé, pero no me contestó.
Pero Taemin se giró, se detuvo durante un momento y me miró con los ojos enrojecidos, como aquella otra vez.
“Mañana volveré. Aunque tenga que matar a hyung”.
Lo escuché tan claro en mi cabeza que sentí un escalofrío.
63
Después de la discusión con mi familia, no me apetecía socializar con nadie. Dar más explicaciones para intentar que alguien consiguiera comprenderme… no era una cosa que se podía hacer así como así en la familia Choi. Mi decisión de
permanecer en Boseong no había sido algo impulsivo e irracional, sino algo que había planeado durante todo el año. Cuando me había apuntado a aquel curso intensivo de verano fue con la intención de tener una base decente para empezar
a estudiar lo que de verdad quería. En Boseong, en el centro del pueblo, había una escuela de diseño en la que ya me había encargado de formalizar la matrícula por internet. No quería quedarme sin plaza. Aunque tampoco creía que
demasiada gente estuviera interesada en eso.
- Cariño.- La abuela llamó a la puerta, que permanecía cerrada desde la hora del desayuno-. ¿No vas a comer nada?
- No tengo hambre.
Susurros al otro lado de la puerta.
- ¿Si alguien te trajera la comida a tu cuarto... te la comerías?
- No.
- Menudo derroche.
Me senté en la cama de golpe al escuchar la voz de Jonghyun, que sonaba seria y algo enfadada.
- ¿Jjong?
- Voy a entrar aunque no quieras.
“Mierda”.
Lo único que pude hacer fue taparme con la sábana para que, al abrir la puerta, Jonghyun y mi abuela no me encontraran prácticamente desnudo.
- ¿No te has duchado? - Preguntó la abuela, dejando la bandeja de comida sobre la mesita de noche-. Hace demasiado calor, deberías lavarte un poco-. Decía eso mientras abría las ventanas y descorría las cortinas para que la habitación se
llenara de luz.
- Estaba durmiendo.- Mentí.
- No es normal dormir todo el día. Haz algo con tu vida.
La abuela se marchó, y hasta ese momento Jonghyun había estado quieto en el umbral, escuchando sus reproches con una expresión divertida, hasta podía asegurar que estaba aguantando la risa.
- ¿Y tú de qué te ríes?
- No puedo creer que estés haciendo esto.
- Si vienes a echarme la bronca tú también, no es necesario. Minho ya dijo todo lo que había que decir. Y mi tío. Y el abuelo también.
Me acosté y le di la espalda, subiendo la sábana hasta mis hombros. Escuché cómo la puerta se cerraba y di por hecho que Jonghyun se había ido, pero al notar su peso en el colchón y la caricia en mi pelo, me tensé.
- ¿Por qué habéis discutido?
- Porque no me entienden.
- Eso no es algo nuevo, como para que ahora te ofenda. En realidad entenderte no es algo muy fácil.
- No necesito que me psicoanalices, gracias.
Se echó a reir y me giré bruscamente, levantando los brazos para pegarle con los puños cerrados, pero me detuvo, agarrándome por los antebrazos.
- Eh… calma, fiera…
- ¿Por qué todos tenéis que burlaros? ¡Como si mis decisiones fueran lo más absurdo del planeta!
- ¿Estás desnudo?
- ¿Eh?
Nos miramos un momento. Era cierto que yo sólo llevaba puesta la ropa interior, la única forma de dormir durante el día en las tardes calurosas de aquel lugar.
Sus manos aflojaron su fuerza y aproveché para cubrirme de nuevo.
- ¿Estabas haciendo cosas sucias? - Se burló, haciendo una mueca pervertida.
- No seas imbécil, no estaba haciendo nada.
- Seguro…
- ¿Por qué no te marchas? Me estás poniendo enfermo.
En realidad no quería que se fuera, pero mi nivel de tolerancia ese día estaba bajo cero. Volví a darle la espalda y me encogí un poco. Pero lejos de amedrentarle, escuché como se quitaba las zapatillas y se acostaba a mi lado, pasando su
brazo por encima de mi cintura.
- ¿Qué es esa tontería de que no vas a volver a Seúl?
- Ya te lo dije.
- Estabas borracho, y obviamente no te creí.
- Tú no lo estabas, ¿debo suponer que tú sí que vas a ir a la universidad?
Suspiró en mi oreja, provocándome un escalofrío.
- Tengo que dejar Boseong o mis padres me obligarán a casarme.
Me di media vuelta en un salto y abrí los ojos, asustado.
- ¿Con Dasom? - Asintió, con tristeza-. Qué egoístas de mierda.
- Quizá el egoísta soy yo, al no hacer nada más que pensar en mi mismo.
- ¡Tienes que pensar en ti mismo! ¿Quién lo haría por ti?
- Pero tengo que obedecer a mis padres.
- ¡Estamos en el siglo XXI, Jjong! Uno puede escoger su camino.
Sus ojos se entornaron con su sonrisa suave y me acarició la mejilla.
64
- Eso he hecho. No voy a casarme.
Me pareció la decisión más inteligente del mundo y sentí el impulso de abrazarle con fuerza, pero no estaba seguro de qué papel estaba jugando yo en ese momento.
- Tienes que buscar tu felicidad, Jjong.
- No tengo que buscar nada, porque sé exactamente dónde está.
Juntó sus labios con los míos durante un segundo para después mirarme con los ojos muy abiertos.
- Pero te vas a ir. Y yo... me voy a quedar.
- Mmmmm… cierto...
Levantó un brazo para que me acurrucara en su pecho y obedecí como un cachorrillo bien adiestrado.
- ¿Qué pasa con Dasom? - Dibujaba círculos en su camiseta sin mangas mientras intentaba parecer menos enfadado y más meloso de lo que en realidad deseaba-. ¿Has hablado con ella?
- Olvídate de eso, es historia.
Quise gritar de emoción, pero antes de pecar de confiado, y teniendo en cuenta la ambigüedad de sus palabras, necesitaba asegurarme.
- ¿Ella piensa que seguís saliendo?
- Claro que no, Bummie.- Metió la mano por debajo de la sábana y la levantó para curiosear-. ¿Sólo llevas eso?
- ¡Deja de mirar, cerdo!
Le golpeé en la cabeza para que dejara de fisgar pero eso tampoco funcionaba, sobre todo porque cuando noté sus dedos en la goma de mi bóxer, inconscientemente me arqueé hacia él. Era increíble que mi cuerpo entero se hubiera
convertido en un imán del suyo sin que yo pudiera hacer nada para impedirlo.
- Dices que no pero tu cuerpo dice que sí.
Fantástico. Ni siquiera resultaba convincente.
- No vamos a tener sexo en la casa de mis abuelos.- Susurré, agarrándole la mano, que quería entrar debajo de la tela, también.
- No me digas.- Susurró también-. Eso suena como si nunca lo hubiéramos hecho.
El granero contaba como “casa de mis abuelos” evidentemente.
Mierda y más mierda.
- Al menos estaban todos dormidos. Pero ahora cualquiera puede entrar de repente y…
- ¿Pillarnos?
La idea le pareció sublime, estaba claro. Sus pensamientos eran tan transparentes como la sábana que me cubría. Rápidamente su mano se adentró en mi ropa interior y me derretí al contacto. Toda la tensión acumulada del día se
desvaneció junto con mi cuerpo, que quedó tumbado de espaldas, totalmente indefenso, mientras Jonghyun me besaba el cuello.
- Nos van a descubrir…- Musité, apenas sin fuerzas.
- Mmmm....
Notaba como succionaba mi piel con fuerza, pero lejos de hacerme sentir dolor, mis músculos se contraían de placer. Quería que me mordiera con fuerza, y captó mi deseo en cuanto le agarré la nuca y le presioné contra mi. Nos
devorábamos con ganas, sin apenas cruzar un par de palabras, no hacían falta, y ninguno quería pronunciarlas. Porque después de aquello era posible que no volviéramos a estar juntos en mucho tiempo.
Jonghyun introdujo su cabeza bajo la sábana y separó un poco la tela de mi ropa interior para empezar a masturbarme. Al principio iba despacio, desesperándome, pero cuando se me escapó el primer gemido, que traté de amortiguar con mi
mano, aceleró.
- Jjong, deprisa.
Ya no lo quería deprisa porque tuviera miedo de que la abuela llegara de repente con el postre y nos encontrara de semejante manera, sino porque de verdad lo quería deprisa.
Sentí algo frío y húmedo acariciar la punta de mi pene y levanté la sábana, muerto de curiosidad, para ver cómo la lengua de Jonghyun se deslizaba arriba y abajo, mojándolo todo, y a continuación su boca me engullía por completo. Mi
cabeza se enterró en la almohada y mis manos arañaron su espalda cuando su dedo índice empezó a acompañar a su boca en las embestidas.
En realidad fue algo rápido, no creo que pasaran más de dos minutos, pero para mi se estaba haciendo interminable. Ya tenía dos dedos en mi interior y yo movía mis caderas a su ritmo, cuando no pude más y exploté. Y aunque intenté avisar
a Jonghyun de que se detuviera, ni fui capaz ni él estaba dispuesto a hacerlo. Las primeras gotas fueron directas a su garganta, y las demás acabaron en la palma de su mano, que terminó el trabajo.
Asomó la cabeza por debajo de la sábana con una cara de satisfacción tremenda.
- Eres delicioso.
Al ver su cara brillante por mis fluidos, tuve que sonrojarme a la fuerza.
- Eres tan descarado.
Se rió sin vergüenza y se limpió la boca con el dorso de la mano, mientras se miraba la otra y yo trataba de hacer un recuento mental de todo lo que tenía que meter en la lavadora antes de que la abuela lo descubriera.
- No te tapes.- Bajaba la sábana a la altura de mi cintura, y yo volvía a subirla hasta mi cuello.
- Ve al baño a limpiarte, anda.
Se recostó sobre mi y me besó abriendo mucho la boca, dándome a probar con su lengua mi propio sabor, algo que, en contra de mis ideas preconcebidas, no me desagradó.
- Ahora vuelvo.
Cuando se puso de pie fui yo quien estalló a reir.
- Será mejor que no salgas con eso así.
65
Señalé sus pantalones y él inmediatamente trató de acomodarlos de modo que su evidente erección pudiera disimularse entre los pliegues de las finas bermudas.
- Joder.- Se sentó de nuevo en la cama-. Está claro que no puedo salir de aquí en estas condiciones.
Así que de repente el más avergonzado de los dos era él, que tenía la palma de su mano llena de esperma, la otra había estado dentro de mi, y sus pantalones indicaban que la cosa no parecía que fuera a detenerse ahí.
- Minho debe de estar a punto de llegar.- Dije, mirando el reloj de pared de la habitación.
- Genial, genial.- Miraba a todos lados intentando buscar una salida inteligente a todo aquello.
- ¿Has visto a Taeminie hoy? ¿Qué habéis hecho?
- Sobre eso…
- Qué.
- ¿Le has contado a Taemin algo de lo que pasó anoche?
- Por supuesto que no, él es un niño. ¿Cómo puedes preguntarme eso? ¿Crees que voy aireando mis intimidades así como así? Además ni siquiera le he visto.
- Bueno, él y tú sois bastante cercanos.
- ¿Cómo iba a contarle semejante cosa? No quiero ser el responsable de sus traumas.
- Pues hoy estaba bastante rarito.
- Él no sabe nada de lo nuestro, Jjong.
“Lo nuestro”. Nadie sabía nada de “lo nuestro”. Ni siquiera nosotros.
- ¡Voy a entrar aunque te la estés cascando!
El grito de Minho proveniente del pasillo nos puso en alerta. Jonghyun levantó la sábana y se limpió las manos por debajo, para después atrapar un cojín al vuelo, que colocó estratégicamente sobre su entrepierna, y se sentó a los pies de la
cama. Yo me había vuelto a tapar pero cuando lo hice vi todas las manchas húmedas en la sábana y pensé que no era una buena idea confirmar las sospechas de mi primo, así que me coloqué encima de ella y rápidamente me puse la
camiseta rota del pijama, lo único que me dio tiempo a cubrir antes de que Minho entrara.
- Qué susto, joder. Podrías haber llamado.
- Te grité desde la entrada, ¿qué más quieres?
Saludó a Jonghyun con un movimiento de cabeza y fue al armario a sacar ropa.
- ¿Te vas a duchar?
- Sí. Y tú también deberías. Esta habitación apesta a… - Olisqueó el ambiente, mientras Jonghyun y yo nos mirábamos, aterrorizados-. A alcohol.
- Tienes razón.- Contesté rápido-. Iré ahora mismo.
- Bien. Y discúlpate con los abuelos.- Bajé la cabeza, eso sí que no me apetecía en absoluto-. Y esa marca, será mejor que la ocultes de su vista. Ya hiciste demasiadas cosas negligentes anoche.
Cuando salió de la habitación, Jonghyun me miró el cuello con pánico y yo cogí un espejo de mano que tenía sobre la mesita para comprobar las palabras de Minho.
- Perfecto. Ahora tengo la marca de la casa.
Jonghyun se rascó la cabeza con culpabilidad pero en realidad no podía regañarle. Él había hecho exactamente lo que yo quería. Como hacía siempre. Excepto cuando decidió marcharse a vivir tan lejos y volver a crear un enorme abismo
entre los dos.
66
Aquella última tarde en el lago antes de volver a Seúl, fue la más triste que recuerdo. Jonghyun trataba de hacer las paces con Kibum, era obvio que desde la escena en el club de billar algo andaba regular entre ellos. Apenas se dirigían la
palabra, e incluso evitaban estar el uno al lado del otro. Era muy incómodo para todos, especialmente para mi, que parecía que siempre tenía que estar eligiendo entre uno de los dos.
Con ese ambiente tan extraño, Amber y yo nos dedicamos a lanzar piedras al lago, rebotando el mayor número de veces sin hundirse en el agua, una competición que siempre nos había entretenido a Jonghyun y a mi desde pequeños, sólo
que ese día estuve a punto de perder estrepitosamente porque ella era demasiado buena. Y perder ante una chica no era algo que podía permitirme, sobre todo porque Amber era una chica de ciudad. Mi ego iba a ser pisoteado vilmente y no
iba a poder recuperarlo más.
Pero entonces apareció él.
- Oppa.
Amber saltó de la emoción y corrió a abrazarle. ¿Por qué inspiraba tanta ternura a tanta gente cuando en realidad debería inspirarles miedo?
- ¿Quieres jugar a rebotar las piedras?
- ¡Claro!
Se agachó a buscar la piedra perfecta, mientras yo le miraba con aburrimiento : ¿para qué alargar la agonía de la derrota? Amber me patearía el trasero en tal sólo un suspiro. Aunque pensándolo bien, cabía la posibilidad de que si Taemin
participaba, las cosas no estuvieran acabadas para mi.
Escarbó un poco en la tierra de la orilla y finalmente escogió una piedra pequeñita y blanca, la sopló para quitarle la tierra y apuntó hacia el agua.
Se hundió totalmente en el lanzamiento.
- Qué malo.- Me burlé, provocando que Amber me empujara.
- ¡Es su primera vez! Un poco de comprensión.
Taemin me miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
- Debes de sentirte muy superior en este momento, ¿no, oppa?
- Ya te he dicho un millón de veces que dejes de llamarme así.
- No pienso hacerlo.
Me estaba desesperando.
- Ok, hagamos una cosa. Si consigues rebotar la piedra más veces que yo, te permito que me sigas llamando así.
- Eso no es justo.- Protestó Amber-. Él no sabe jugar.
- Le daré tres intentos.
- ¡Vale! - Levantó su pulgar, con una sonrisa ilusionada ocupando casi todo su rostro y se agachó a recoger más piedrecitas.
No sé por qué inicié aquello, sobre todo cuando era tan evidente que él no tenía ninguna posibilidad para ganarme. Pero estaba ya bastante harto de que todo el mundo se burlara de nuestra extraña relación, provocado por su desprecio hacia
las fórmulas de respeto a los mayores.
Cuando ya estábamos preparados, Jonghyun y Key se acercaron a curiosear, y les nombré jueces del concurso.
- Bueno, mejor sólo Jjong, Key es demasiado parcial.
- ¡Oye!
- Tiene razón.
- ¡Tú calla!
- Venga, empezamos.- Amber levantó su brazo y gritó-. ¡Concursante número 1, Choi Minho, lanzamiento de piedra rebotante número 1!
Nos reímos por su increíble capacidad de improvisación (sobre todo porque el idioma coreano sonaba demasiado extraño con su acento inglés) y lancé mi piedra. Dios tres botes sobre el agua y se hundió.
- Ha sido flojo.
Pero Taemin aplaudía emocionado tras haber presenciado aquello, lo que me hizo sentir algo orgulloso. Por supuesto, no lo demostré.
- ¡Concursante número 2, Lee Taemin, lanzamiento de piedra rebotante número 1!
Taemin asintió.
- ¡Mh!
Con su gemido de terrible esfuerzo lanzó su pequeña piedrecita, que cayó apenas un par de metros más allá de sus pies, ni siquiera dentro del agua.
- ¿Pero qué mierda…?
No lograba entender cómo alguien que se había criado en el campo podía ser tan torpe para ese tipo de cosas.
- Vas a tener que mejorar un poco, ¿no? - Le animó Amber-. Pero no te preocupes, todavía tienes dos oportunidades.
- Pero nunca lo he hecho antes.
- Tienes una oportunidad más para entrenar.- Expliqué-. Si ganas la tercera, no protestaré.
El segundo intento fue un poco mejor. Al menos llegó al agua. Pero no rebotó en absoluto. Yo me agarraba la barriga de la risa, sobre todo al comparar mi increíble lanzamiento, que había provocado 5 rebotes en el agua.
67
- No es justo, ¡él lo hace muy bien!
- No haber participado.- Le saqué la lengua. Él abrió los ojos y se sonrojó. No entendí qué le pasaba pero eso no me desconcentró. O eso pensaba porque, en el último tiro, mi piedra sólo rebotó una vez.
- ¿Qué pasa, Choi? ¿Has perdido tu fuelle? - Se carcajeaba Amber.
- Aún así lo he hecho mejor que el peque.
- No soy ningún peque.- Taemin se colocó delante de mi, en la línea de lanzamiento, y me dio una última mirada de rencor antes de enfocar su vista en el lago-. Oppa.
Y se hizo el silencio. Estiró su brazo hacia atrás, fijando con los ojos el objetivo, y lanzó la piedra con una ligereza extraordinaria que provocó que rebotara una vez, y otra, y otra, y otra… así un total de 10 veces hasta donde mis ojos
alcanzaron. Sencillamente increíble.
- ¡Ueeeeeeeee! - Key chillaba como una animadora histérica, mientras Amber y Jonghyun le felicitaban por su recién descubierto talento.
- Eso no vale.- Me quejé-. Has usado tu poder.
- ¿Eh? - Amber me observaba atentamente, esperando a que le diera una explicación detallada de lo que acababa de decir.
- Y tú estabas dispuesto a ganar a alguien que nunca ha jugado a esto. Estamos en paz.
- ¿Cómo va a ser comparable?
- Parece que has perdido, op-pa.- Lo dijo despacio, estirando sus labios como si fueran el pico de un pato, hipnotizándome. ¿Por qué no podía dejar de mirarlos?
Key abrazó a Taemin en modo de felicitación, mientras Jonghyun me consolaba, con palmaditas en la espalda.
- No puedes luchar contra eso, Minho.
- ¿Eh? ¿El qué? - ¿Había sido tan obvio?
- Contra el niño de los Lee.
No, no podía. Pero tampoco quería.
Ese día Taemin ganó el derecho a llamarme “oppa” para siempre, aunque fuera con trampas. Pero como yo no había jugado del todo limpio, intentando aprovecharme de que él no conocía las técnicas adecuadas, no podía ni siquiera
protestar por eso. Suspiré y asumí que nunca sería un “hyung” ejemplar para él. Aunque tampoco lo pretendía.
Más tarde a alguien se le ocurrió hacer carreras de natación y de nuevo empezaron los problemas.
- Oppa, ¿me llevas en brazos? - Levantó las manos intentando alcanzar mi cuello, como si fuera un bebé esperando que su madre lo cargara.
- ¿Es que no puedes nadar tú solo? - Me alejé un poco de la zona en la que él se mantenía a flote.
- Quiero que me lleves.- De nuevo ese puchero mortal que no me dejaba pensar.
- ¿Le pasa algo malo a tus piernas o a tus brazos?
- Ya, sólo hazlo.- Intervino Key, empujándome con el hombro en su dirección-. Él te ganó hoy, al menos merece eso.
- ¡Él ya ganó algo antes! ¿Por qué tengo que cargarlo? Es capaz de nadar mejor que yo.
- Eres tan gruñón…
Pero Taemin no esperó ni a que me lo pensara y se subió a mi espalda. Podía sentir el cosquilleo de su melena mojada sobre mi hombro.
- ¡Arre, caballo!
- ¿Pero qué haces?
- ¡Hacia allá, hacia allá! - Señalaba los árboles, más allá del embarcadero.
- No voy a llevarte.
Pegó su pecho a mi espalda, provocándome una sensación cálida y eléctrica, y me susurró al oído.
- Sí que lo harás.
Y sin ni siquiera esforzarse para convencerme, ahí estaba yo, nadando con Taemin a cuestas, rumbo a los árboles, en la otra orilla del lago. Nos alejábamos de los demás, que competían sobre quién aguantaba más tiempo debajo del agua,
como cuando éramos pequeños, salvo por la diferencia de que ahora Key también participaba.
- Aquí no hay nada.- Dejé de nadar y miré alrededor-. No sé para qué tanta insistencia.
Taemin se bajó de mi espalda y nadó hasta ponerse frente a mi.
- Es bonito.
- Es igual que allí.
- No, no es igual.
- Hay hierba, y árboles, y muchos insectos que pican. Es lo mismo.
- Aquí estamos solos.
Me sorprendió su franqueza y su forma de manipularme hasta conseguir llevarme a donde él quería desde un principio, pero antes de que pudiera decir nada, se hundió bajo el agua para esquivar mi mirada y tratar de ocultar su sonrojo.
Buceó rodeándome, dándome pequeños toques con sus dedos en la piel de mi cintura, haciendo que me retorciera intentando detenerle. Cuando intentó un nuevo ataque, le agarré la mano y le obligué a subir a la superficie.
- ¿Qué crees que haces?
- Cosquillas.
Detuve un nuevo intento y le alejé con mis manos.
- Aguantas mucho tiempo debajo del agua.
- Bastante.
- Veamos quién gana.
Le empujé hacia abajo, con mis manos sobre su cabeza, y los dos nos sumergimos, retándonos con la mirada, ambos dispuestos a ganar.
Cuando el agua ya no estaba tan revuelta y el fondo del lago se aclaró, pude ver cómo cruzaba sus brazos, completamente tranquilo, debajo del agua, con los ojos fijos en mi. Ni siquiera un rastro de preocupación cuando yo ya casi empezaba
a desesperarme y no creía que lleváramos allí abajo más de 10 segundos. También ahí iba a usar su poder para vencerme, lo presentía.
Y yo ya había perdido un juego antes.
Y le había llevado en mi espalda, cuando ni siquiera quería hacerlo.
Así que decidí jugar sucio yo también.
Le agarré por la cintura, atrayéndole a mi, y le besé. Pero no fue un beso como aquel otro que me pilló totalmente desprevenido. Entre otras cosas, porque nadie me obligó a hacerlo esta vez. Mi boca se abrió despacio, para compartir el
escaso aire que me quedaba con él, y la suya me recibió dulcemente, llenando mis pulmones y calmando mi ansiedad de subir a la superficie en busca de un poco de oxígeno de supervivencia. Fue entonces cuando noté ese pequeño toque
tímido de su lengua en la mía y no dudé en mover la mía hasta enredarlas, y a pesar de su inexperiencia, no notaba su nerviosismo ni sus ganas de que terminara.
Así que continué.
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Cuando mis manos bajaban a su trasero para pegarle más a mi cuerpo, la necesidad de aire empezó a hacerse algo urgente, y no sólo para mi, pude ver en sus ojos una expresión angustiosa y me separé rápido, subiendo a la superficie, para
sorprenderme de que él no estuviera a mi lado. ¿Dónde se había metido? Busqué desesperado, girando sobre mi mismo, pero él no estaba allí. ¿Seguía bajo el agua?
Tomé una bocanada de aire y volví a sumergirme. Bajo el agua encontré sus ojos brillantes y su sonrisa satisfecha, con los brazos cruzados y fingiendo estar sentado, esperando. Ese maldito podía vivir sin aire para siempre. No estaba en
absoluto preocupado por ello. Y probablemente me había engañado para que creyera que no aguantaba más y que así yo subiera y perdiera de nuevo la competición.
Me hizo un gesto con el dedo y me acerqué a él. Señaló sus labios y capté el mensaje enseguida. Le di un beso rápido y lo agarré de la mano para volver a la superficie.
Sus brazos se mantenían enredados alrededor de mi cuello, inmovilizándome, mientras yo me preguntaba cómo era posible para él, con lo enclenque que era, conseguir anular mi consciencia.
- ¿Por qué subimos? Allá abajo se estaba bien.
Porque tenía miedo de volverme completamente loco por él. Por sus ojos de repente grises y cautivadores que parecían capaces de desnudar todos mis secretos, sus labios rojos que me llamaban a gritos, embrujándome, y sus dedos
delicados, entrelazados con los míos, transmitiéndome de nuevo ese calor que siempre estaba presente cuando le tenía al lado.
No podía permitirme un poco más de su oxígeno, sobre todo cuando no iba a volver a verle en una buena temporada.
69
De todas las despedidas dramáticas que había protagonizado a lo largo de toda mi vida, ninguna se pudo comparar a la de aquel verano. Y ni siquiera fue algo decente, ya se convirtió en un asunto muy peligroso el intentar quedar con
Jonghyun a solas y poder hablar con tranquilidad sobre lo que fuera. Desde la noche de la fiesta, Minho me seguía a todos lados, no sabía si para protegerme o porque sospechaba algo. Así pues, la última noche de Jonghyun en el pueblo no
la pasé abrazado a él ni besándonos en el granero, sino en la feria del pueblo, en donde se celebraba el final del verano con un espectáculo de fuegos artificiales.
Nos apoyamos en un muro, cerca de la típica caseta de tiro en la que regalaban horribles peluches gigantes, y algunos se sentaron en él, mientras los menos ágiles nos quedamos abajo. Hyuna, la amiga de Dasom y Minah, pero mucho
menos engreída e insoportable que ellas, se había unido a nosotros, ya que ella y Amber habían congeniado bastante bien, y no paraban de hacer chistes randoms que sólo las divertían a ellas. Minho y Jonghyun competían para comprobar
cuál de los dos era capaz de tirar al otro del muro (qué raro) y yo me apoyé, simplemente, esperando a que el cielo se iluminara.
Apenas empezó el estruendo apareció Minah, que vestía un precioso vestido rojo y un lazo en el pelo que resaltaba su belleza. Miré a mi primo, que se veía totalmente idiotizado por ella, y me reí, por su expresión absurda y su nula capacidad
para disimular.
- ¿De qué te ríes? - Jonghyun se arrastró por el muro hasta colocarse detrás de mi, rodeándome la cintura con sus piernas.
- De Minho. Es muy descarado. Le sacaría una foto si no fuera a morir mañana por eso.
- ¿Crees que le gusta ella? - Les observó durante un rato, mientras descansaba sus brazos sobre mis hombros, y su barbilla sobre mi cabeza.
- Sólo hay que ver cómo la mira.
- ¿Cómo la mira?
“Como yo te miro a ti”.
- Como si fuera idiota.
Jonghyun se rió en mi oreja, estremeciéndome. ¿En serio no iba a escuchar su risa durante tanto tiempo?
- Es capaz de enamorarse ahora que acaba el verano.
- ¿Vas a venir en Chuseok? - Le interrumpí. Necesitaba saberlo, lo necesitaba de verdad. Esperar un mes no era tan malo como esperar un año.
- Claro que sí.- Con sus piernas me atrajo a él y bajó sus brazos para rodear mi pecho con ellos-. Nunca te he visto en hanbok. Seguro que estás bonito.
La oscuridad de la noche fue mi aliado para tapar mi sonrojo, aunque los fuegos artificiales lo iluminaban vergonzosamente todo. Pero él no dijo nada al respecto.
- Va a ser raro estar aquí sin ti.- No era capaz de decir algo como “te voy a echar de menos” sin romper a llorar.
- Para mi va a ser raro estar en Seúl. Seguro que todo el mundo se ríe de mi porque no sé comportarme como un chico de ciudad.
- Encajarás.
- ¿Tú crees?
- Es imposible que no tengas amigos. Nunca cierras el pico.
- ¿Y qué va a ser de ti?
- Pues… supongo que me adaptaré.
Suspiró, y noté la pesadez de su cabeza ahora en mi hombro derecho, oculto a los demás por mi propia cabeza.
- Te quiero.
Aprovechó que el cielo se llenaba completamente de luces para besarme sin prisa, prácticamente inmóvil para que nadie pudiera vernos, pero profundo. Tanto que creí que rompería a llorar y no podría explicarlo delante de mis amigos. Pero
cuando el cielo se apagó, y un último mordisco en mi labio me indicó que había llegado el final, las lágrimas hicieron su aparición.
Jonghyun ya había vuelto a su posición original pero Amber me vio secarme los ojos y se acercó a mi, preocupada.
- ¿Qué te pasa, Key?
Negué con la cabeza y traté de regular mi respiración.
- Nada. Sólo me da pena que el verano se acabe.
- Y a mi.
- ¿Volverás el año que viene?
- No sé, es complicado.- Se encogió de hombros, mientras miraba a los demás, aplaudiendo con la mirada en el cielo-. Pero sería muy genial.
Despedirme de Jonghyun delante del granero no fue nuestra mejor decisión. Minho y el abuelo le recogerían por la mañana para ir juntos al aeropuerto, pero yo no le vería hasta Chuseok, como mínimo, y tenía derecho a una despedida
decente, pero con mi primo al lado eso era prácticamente imposible. Sólo hablaban de sus planes en la universidad y de las fiestas a las que irían… y mi corazón se encogía imaginando a Jonghyun rodeado de tanta gente que yo no conocería
y que probablemente intentaría acercarse a él con dudosas intenciones. Después de todo, él era increíblemente atractivo y poco común para los estándares de la ciudad. Resaltaría entre la multitud sin lugar a dudas.
- ¡Oppa!
Al escuchar el grito de Taemin al otro lado de la valla, Minho se tensó.
- Este niño está loco. ¡Chtss!
Le hizo un gesto para que se callara y fue a reunirse con él antes de que el abuelo saliera a comprobar quién era el que estaba chillando a esas horas.
Cuando me quedé a solas con Jonghyun mi cuerpo entero temblaba como una hoja. Aún así, torpemente, me desabroché la pulsera de mi muñeca y se la puse en la palma de la mano.
- ¿Esto qué significa? - La miraba fijamente, casi como esperando una explicación terriblemente indeseada.
- No voy a hacer que me prometas cosas. No sería justo.
- ¿Qué quieres decir?
- Vas a empezar una nueva vida, algo que siempre has deseado, muy muy lejos y muy muy diferente de la que has tenido hasta ahora. No quiero ser un lastre en ella. Tienes que ser lo que quieras ser, y hacer lo que quieras hacer.
- Todas esas cosas no te excluyen a ti.
- No voy a tener una relación a distancia, Jjong. Ni contigo ni con nadie.- Supe que le dolió esa frase por el modo en que su frente se arrugó-. No es justo para ninguno de los dos.
- ¿No será que estás pensando en alguien en concreto?
- En absoluto.- Me apresuré a contestar, porque la sinceridad salió de mis labios como una bala, y ojalá no hubiera sido así-. Es porque quiero que vivas libre de ataduras y limitaciones, que disfrutes al máximo y seas feliz…
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Me interrumpió abrazándome con fuerza, destensando los músculos de mi espalda, y acariciando mi pelo.
- No seré feliz de otra manera que no sea contigo, Key.
No sabía por qué estaba intentando alejarle cuando mi corazón tenía muy claro que quería tenerle a mi lado para siempre. Pero nuestras vidas estaban cambiando, era tan palpable como que esa sería la última vez que estaría en sus brazos
en mucho tiempo.
- ¿Qué hacéis, moñas?
Minho ya había vuelto y nos separamos de golpe, antes de que las lágrimas de ninguno de los dos aparecieran. Por suerte mi capacidad de reacción era superior a la de Jonghyun.
- Tú lo vas a tener todo el año contigo, pero yo no le veré hasta Chuseok, tengo derecho a despedirme de él como Dios manda.
- No, si yo no digo nada. Sólo que sois unos moñas.
Jonghyun se rió, nervioso, y esa fue la última imagen que tuve de aquel verano. Al día siguiente mi tío y ellos se marcharon de vuelta a Seúl y yo tuve que dar muchas explicaciones telefónicas a mi madre, que pasó desde el cabreo a la
histeria, anclándose en el odio por Boseong, y culminando en amenazas de desheredarme.
- Tampoco es que tengas mucho dinero.
Eso sólo me costó más amenazas y más advertencias de lo que me esperaba si volvía a poner un pie en su casa. SU casa. Que ya no era mía. No es que tuviera pensado volver, pero esa actitud por su parte me sorprendió. ¿Podía alguien
pasar de la dependencia absoluta al rencor más profundo con una sola llamada telefónica?
Por suerte la abuela dedicó unos cuantos días a tranquilizarla y finalmente entró en razón. No aprobaba mi decisión y cada vez que hablábamos trataba de convencerme de que me estaba equivocando, pero acabó entendiendo que aquello no
era el fin del mundo ni de mi vida.
A los pocos días empezaron las clases en la Escuela de Diseño y empecé a trabajar por las tardes en una tienda de ropa del pueblo. El abuelo no estaba de acuerdo con eso, no quería que perdiera la concentración en mis estudios, pero en
seguida se dio cuenta de que podía compaginarlo sin demasiado esfuerzo. Nunca antes había ido a clases con tanta emoción e interés, y supongo que no le pasó inadvertido.
La abuela me preparaba comida a media noche cuando me desvelaba estudiando o preparando trabajos para la escuela, y siempre me contaba cosas de cuando mi madre era una pésima estudiante y prácticamente se pasaba el día
durmiendo sobre sus libros. Era bastante divertido imaginarlo.
Después del primer mes trabajando me compré un teléfono móvil nuevo. Jonghyun y Minho ya tenían el último modelo de smartphone del mercado y yo a duras penas conseguí encontrar uno, que por supuesto me costó carísimo, y sólo podía
usar en el pueblo porque en la granja no tenía cobertura. Tuve un par de videoconferencias con Jonghyun en el descanso del trabajo y me dejaron bastante hecho polvo. Verle virtualmente era doloroso.
El abuelo me llevaba y me traía al pueblo cada día para que no llegara tarde a clase, puesto que el sistema de transporte público era inexistente.
- El mes que viene cumples 18, deberías sacarte el carnet de conducir.
Aquella mañana lo que me despertó no fue el café, sino aquella frase.
- ¿Tú crees?
- Así tendrás más independencia y no tendré que llevarte a todos lados como si fueras un crío.
- Claro.
- ¿Crees que podrás hacerlo? ¿Aprobar?
El abuelo siempre había pensado que nunca haría nada con mi vida debido a mi innata estupidez.
- Por supuesto.
- Bien, iré a pagar la matrícula de la autoescuela.
Pensaba que se trataba de una broma, pero esa misma mañana, él me apuntó a clases de conducir y mis sábados por la mañana se ocuparon con eso.
- Si sigues con este ritmo, acabarás colapsando.- Repetía mi abuela cuando me veía salir por la puerta con una tostada en la boca.
Pero yo le lanzaba un beso y sonreía, porque nunca me había sentido más enérgico y contento. Porque las clases me gustaban, tenía muchas compañeras divertidas (casi todas chicas) y fue bastante tranquilizador conocer de antemano a
una de ellas, Hyuna, que no sabía que tenía las mismas inquietudes que yo y descubrirlo fue una agradable sorpresa. También solía venir con nosotros Ren, un chico japonés que vivía desde hacía poco en el pueblo y tenía algunas
dificultades con el idioma, por lo que nosotros nos encargábamos de traducirle lo que no conseguía entender.
- Vamos a la cafetería.- Suplicó Hyuna, mientras yo recogía los libros y los guardaba en mi mochila.
- No puedo, trabajo.
- Pues cuando salgas.
- Mi abuelo viene a recogerme.
- Qué aburrido.- Bufó-. ¿Esto va a ser siempre así? ¿Nunca vamos a ir a ninguna fiesta?
- ¿Fiesta? - Fue lo único que Ren captó.
- No, no, no-hay-fiesta.- Vocalicé exageradamente para que pudiera entenderme.
- Oh…- Se desilusionó.
- Como tienes novio, ¿vas a estar yendo todo el rato de casa a la escuela, y de la escuela al trabajo, cada día?
- No es por eso.
- ¿Novio? - Palabras sueltas que Ren conseguía pillar en medio de nuestra conversación.
- Sí, no-vio.
- A saber si tu novio de la ciudad está pensando en ti tanto como tú en él.
Hyuna no sabía de quién hablaba, porque nunca le expliqué quién era él. Pero yo sabía perfectamente quién era Kim Jonghyun y hasta qué punto él podía serme fiel de corazón. Lo demás, en realidad, no me importaba demasiado. No
entendía en qué momento mi mundo había empezado a girar a su alrededor; si estaba enamorado, obsesionado, o sólo disfrutando de mi recién descubierta sexualidad. Quizá ni siquiera estábamos hechos el uno para el otro. No sabía nada.
Sólo sabía que no me gustaba la idea de que nadie se le acercara o le mirara con los mismos ojos que yo, pero no podía evitar eso, menos aún estando tan lejos. Pero aún así confiaba en él. En sus mensajes de “buenos días” o “buenas
noches”, en sus mails desesperados por acelerar el paso del tiempo, en sus fotos tristes de los días de lluvia… Y sobre todo cada vez que le escuchaba decirme, a través del teléfono, lo mucho que me quería y todo el tiempo que estaba
dispuesto a esperar por mi. Aunque fuera a volverse loco.
Sin embargo el que se volvió loco casi fui yo cuando le vi aparecer en Chuseok con el pelo bicolor, visiblemente más delgado, y con aquellos pantalones ajustados de cuero. Había cambiado. Y no sabía si estaba preparado para eso.
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Volver a Seúl aquel año fue raro. Debería haber sido divertido y emocionante por tener a Jonghyun conmigo en la ciudad, como siempre habíamos soñado desde pequeños, pero parecía que a los dos nos habían absorbido toda la energía.
Durante los primeros días le ayudé con la mudanza, estuvimos casi una semana desempaquetando sus cosas, hasta el punto en que pensé que acabaría viviendo con él en su pequeño apartamento, pero cuando llegó el fin de semana ya todo
estaba colocado en su lugar y pudimos salir a beber. El problema fue que como estábamos tan deprimidos, aquello más que una salida de amigos parecía un funeral. Nunca me había costado tanto adaptarme a la vida real después de las
vacaciones, supongo que por el hecho de haberme llevado a una parte de mis vacaciones conmigo (a Jonghyun) no podía acabar de desconectar de Boseong.
- No tienes pinta de profesor.
Jonghyun se echó a reír antes de beber un trago de su jarra de cerveza.
- No empieces a hablar igual que mis padres.
- Es en serio, ¿cómo un alumno va a tomarte en serio? Yo no lo haría.
- Me gustan los niños. Creo que lo haré bien.
- No eres la persona más paciente del mundo, Jjong, al cabo de una semana querrás suicidarte.
- Me encanta que me apoyes en todo lo que hago.
- ¡No es que no te apoye! Es sólo que no te veo como… profesor de nada.
- Ni yo a ti como psicólogo. Toda tu vida obsesionado con la ciencia para esto.
- Bueno, la Psicología también es una ciencia.
- Tu madre se moriría de ganas de que fueras doctor.
- Mi madre se largó hace mucho, me da igual lo que quisiera.
No solía hablar de mamá muy a menudo, y menos con Jonghyun, que ni siquiera sabía los detalles de la separación de mis padres.
- Seguro que le sigue importando.
- Si fuera así, me llamaría de vez en cuando para preguntarme cómo me va. Ah, olvídalo, es una egoísta. ¿Qué pasó con Dasom?
- ¿Eh?
- Tenía entendido que tus padres estaban preparando la boda, prácticamente.
- Sí, a veces los padres se nos escapan de control…
- ¿No se enfadó ella porque te vinieras a Seúl?
- Si lo hizo, no lo sé. Yo ya no tengo nada que ver con Dasom.- Bebió un nuevo trago de su jarra, con un gesto despreocupado.
- ¡Omo!, ¿habéis roto?
- Soy demasiado joven para el matrimonio. Y esa chica es aburrida a morir.
- Yo siempre pensé que Hyuna era más tu tipo.
- ¿Tú crees?
- Sí, ya sabes : más directa, descarada y divertida. Dasom es como la hija del predicador.
- En realidad a Dasom siempre le has gustado tú.
Aquello me pilló por sorpresa.
- ¿Qué dices?
- No es que no lo supiera. Pero ya sabes que Taemin se entera de todo porque…
- Porque se mete en la cabeza de los demás sin su permiso.
- Él lo vio claramente.
- Pudo haberse equivocado.
- Lo dudo.
- Da igual, Dasom tampoco es mi tipo.
- Ya me di cuenta. El día de los fuegos artificiales estabas con Minah, ¿no?
- Y tú te la ligaste antes que yo, ¿verdad?
- Eso fue el año pasado, no fue nada. Sólo salimos un par de veces.
- ¿Es que vas haciendo el control de calidad de las chicas del pueblo?
- No creas todo lo que escuchas.
Tampoco yo podía explicarle a Jonghyun todo lo que había pasado aquella noche, después de que volviéramos a casa tras el espectáculo pirotécnico. Porque se habría reído de mi ineptitud y habría iniciado extraños rumores (que
seguramente expandiría mi primo) y aquello no me convenía. Minah me lo había dejado claro, en el mismo momento en que me acerqué para besarla.
- No te acerques.- Pestañeé, asombrado por la prohibición repentina, cuando se había pasado todo el verano coqueteando conmigo en el lago.
- Pero…
- Ese niño… da miedo…
No me di cuenta en seguida de a qué se refería, estaba demasiado impactado por su rechazo, pero cuando escuché a Taemin llamarme del otro lado de la valla, una hora después, lo comprendí todo.
- ¡Oppa!
Casi quise matarle.
- Si no te callas, el abuelo saldrá y te pateará el trasero.
Su expresión cambió a una seria de pronto.
- Oh… entiendo…
- ¿Se puede saber qué haces aquí? - Le cogí del brazo y le hice caminar unos cuantos metros, lejos de la escasa luz exterior de la granja.
- Venía a despedirme.- Se tropezó consigo mismo, tratando de seguir mis pasos mientras le arrastraba-. ¡Para, para!
Le solté.
- Este tipo de imprudencias no te convienen, Taemin. Ya sabes que mi familia es un tanto… reservada.
- ¡Sólo quería decirte adiós!
- ¡Pues muy bien! ¡ADIÓS!
Levanté mis manos, mostrándole las palmas, en señal de despedida, pero cuando di un paso hacia atrás para irme, rápidamente se abrazó a mi cintura.
- ¡Oppa, te voy a echar de menos!
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Se agarraba con tanta fuerza que casi podía decir que me costaba respirar. Porque era por el abrazo, claro.
- Esto no puede estar pasando.
- Este verano ha sido el mejor de mi vida, ¡el mejor!
También el mío, pero no sabía si era mejor decirlo o callarlo.
- Tus tíos se van a preocupar si no te encuentran en casa a estas horas.
- ¿Mis tíos?
Le separé, agarrándole con los hombros.
- No puedes escapar de casa así como así, se preocuparán.
- No me he escapado.
- Lo que sea, no vuelvas a andar solo por ahí en la noche. Podría pasarte algo malo. Hay lobos merodeando por esa zona de allá.- Señalé la zona más alta de las montañas-. El abuelo dice que es peligroso.
- Nadie conoce este sitio mejor que yo.- Dijo con prepotencia-. Y los lobos no me asustan.
Cierto, alguien capaz de conseguir doblegar la voluntad de una persona, ¿qué tipo de cosas increíbles podría hacer con un animal?
- No puedo estar preocupándome por ti siempre.
- No te he pedido que lo hagas.
- ¡Entonces no hagas que me preocupe!
- ¿Te preocupas?
No sé cómo conseguía darle vuelta a todo lo que decía para acabar poniéndome en situaciones comprometidas.
- ¡Mierda! Ya sabes lo que quiero decir.
- No sé.
- ¡Ash!
Me volvía loco. Tergiversaba mis palabras y mi mente a su antojo y me dejaba indefenso.
Como esa forma de mirarme, con los ojos brillantes bien abiertos, justo antes de susurrar algo comprometedor.
- Oppa, me gustan tus besos.
¿Era necesario hablar de eso?
- Taeminie…
- ¡Los besos submarinos son los mejores! - Exclamó, levantando sus pulgares.
No, por Dios, no podía estar pensando en eso… Se me erizaba el vello de la nuca con sólo recordarlo, y no creía que aquello fuera bueno.
- Sólo era un juego.
- ¿Un juego?
- Sí, ya sabes, una broma.
Inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado.
- Entonces, ¿a ti no te gustó?
- No es eso.
- ¿Te gustó? - Volvió a ponerla recta.
- No era un beso-beso.
- ¿Qué era, pues?
- Mmmmm… - “piensa, iimbécil”-... una prueba.
- Una prueba, ¿de qué?
- De supervivencia.
- Oh.
- Y gané yo, por supuesto.
Arrugó su frente e hizo un puchero gracioso con sus labios. No estaba resultando.
- No estás diciendo la verdad. No me gusta.
Y como siempre, olvidaba que él sabía perfectamente lo que pasaba por mi cabeza en todo momento.
- Deberías aprender a no interpretar libremente los pensamientos de los demás.
Me observaba con una expresión de incomprensión bastante profunda.
- ¿No eres mi novio ahora?
Lo que me faltaba.
- Taemin, tienes 14 años.
- Casi 15.
- Tienes que conocer a una chica bonita…
- ¡No me gustan las chicas, me gustas tú!
Mierda.
¿Cómo se suponía que iba a reaccionar a eso?
- Yo soy un chico. Y los chicos salen con chicas.
- Algunos chicos salen con otros chicos.
- Pero eso no está bien.
- ¿Por qué no?
- Porque no.
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Eso era. Con argumentos sólidos.
- ¿Porque lo dice La Biblia? - Se burló, dejando escapar el aire en un gesto airado.
- Por ejemplo.
- La Biblia entera puede arder en el infierno porque no tiene ni puta idea de nada.
- ¡Lee Taemin! - Le chillé, hinchando mi pecho inconscientemente.
- ¿¡Qué!?
- ¡No blasfemes!
- ¡No lo hago! Sólo digo que no todas las respuestas a todo están ahí escritas. Si no, ¿cómo se explica lo mío?
¿Como un error? ¿Como un ángel caído? ¿Uno de los jinetes del Apocalipsis o directamente la Bestia?
- Quizá no lo explique todo, pero deberías leerla más a menudo.
- ¿Y también ir a misa, como hace la gente del pueblo?
- Por ejemplo.
- Si yo fuera a ese lugar, saldrían corriendo de la iglesia como si estuviera en llamas.- Explicó, mirándose las uñas.
- Si no actuaras de esa manera, a lo mejor la gente no te tendría tanto miedo.
- Tú no me tienes miedo.
- Yo no soy “la gente”.
- “La gente” no me importa.
- Pues debería.
- No sé por qué. A “la gente” yo tampoco le importo.
No podía discutir eso tampoco. Era una verdad tan aplastante como cruel.
- Deja de ser tan dramático y vete a casa.
Dio un paso hacia mi y juntó sus manos, rogando.
- ¿Me escribirás?
¿Cartas de amor? No, gracias.
- Yo no hago esas cosas.
- Oh… ¿Me llamarás, entonces?
- No me gusta hablar por teléfono.
- Ya. ¿Vendrás en Chuseok?
- Supongo…
- ¿Podremos vernos, aunque sea un ratito?
- Estaré con mi familia.
- ¡Vendré a verte!
Eso sí que no.
- Taemin, tú deberías pasarlo con tu familia también.
Se colgó a mi cuello, obligándome a inclinarme hacia adelante y haciendo que olvidara el tema de las celebraciones familiares.
- ¡Un último beso!
Mi cuello hizo el esfuerzo de echarse hacia atrás, incluso con él colgando.
- No, vete a casa.
- No me iré sin un beso.
El muy maldito podía manipular incluso de forma tradicional. Eso ya era demasiado.
- Esas cosas no se exigen, se ganan.
- Oh... entiendo… ¿y cómo puedo ganarme un beso?
- Lo tendrás que averiguar.
Le desenganché y se quedó quieto, mirando cómo me alejaba.
- ¡Choi Minho, besas muy bien pero mientes muy mal!
Podría haberle matado, lo juro. Pero si lo hacía, no podría volver a probar sus labios, algo que moría por volver a experimentar, pero que por nada del mundo iba a admitir. Lo que sí me podía admitir a mi mismo era que había huído
conscientemente de sus ojos multicolores, porque había llegado a entender que cuando se ponían grises era porque la lujuria les invadía. Y no podía imaginar lo que llegaría a suceder si me dejaba llevar por la lujuria del niño de los Lee.
- ¿Qué es eso? - Señalé la pulsera de plata que Jonghyun miraba fijamente, colgando entre sus dedos-. Oh, deben de estar de moda, mi primo tiene una muy parecida.
- ¿Eh?
- ¿Vas a dársela a alguien?
- Quizá.
Se acabó su cerveza antes de que yo empezara la mía. Jonghyun era mucho mejor bebedor que yo. Y sabía mantener su vida privada a salvo de todo el mundo. Incluso de su mejor amigo.
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Los días previos a Chuseok estaba prácticamente histérico. Entre las clases y el trabajo apenas había tenido tiempo para hacer nada, incluso sólo había podido estar con Taemin los fines de semana y él no paraba de recriminarme que ahora
que yo tenía amigos nuevos, ya no le necesitaba a él.
- No seas absurdo, tú eres el mejor de todos.- Le decía a menudo, abrazándole.
- ¿Va a venir también oppa?
En realidad toda su obsesión en estar conmigo era para sonsacarme información sobre Minho.
- Tanto alardeas de que es tu novio, ¿y ni siquiera sabes eso?
- ¡No es cierto! ¡Minho no es mi novio! Todavía.
- Cuánta seguridad en ti mismo.
Y le ayudaba a aplicarse una mascarilla en el cabello o le regalaba una camiseta que había visto en la tienda en la que trabajaba y estaba segurísimo de que le sentaría genial. No solía equivocarme.
- Si oppa me ve con esto puesto, se enamorará de mi al instante.
- Apuesto a que sí.
Nunca les dije a los abuelos con quién me iba al lago cuando ya no hacía calor para bañarnos en él. No mencionaba al niño de los Lee en casa porque sabía lo que eso significaba para ellos, a pesar de que estaba seguro de que ellos no
tenían ni idea de quién era Taemin.
- No estarás saliendo con alguien y nos lo estás ocultando…
- Claro que no.
La abuela siempre intentaba escarbar en mis secretos, y tenía la convicción de que ella sabía mucho más de mi de lo que yo creía. Sobre todo por la forma en la que reaccionó cuando Jonghyun apareció en la granja el día de Chuseok.
Ella estaba tendiendo la ropa fuera de casa cuando le vi aparecer con ese aspecto extraño. El hanbok azul degradado y su pelo degradado también, con las raíces rubias y las puntas algo más oscuras, con un flequillo de medio lado que
tapaba un poco su cara. ¿Podía una persona cambiar tanto en tan sólo un mes?
- Hola.- Saludé, desde la puerta, sentía que mis pies no se iban a mover de ahí.
- Tenía que ser rosa.- Sonrió, mirando mi hanbok.
- Ya me conoces.
- Aigo…- La abuela se acercó a recolocarme el lazo de la parte superior-... iré a por la cámara para sacaros una foto, estáis tan guapos… ¿Dónde está tu primo?
- Se estaba peleando con su hanbok.
- Jesús…
- Abuela, sácanos una foto con mi móvil.- Jonghyun le extendió su teléfono y posamos, algo cohibidos.
- Un poco más naturales, niños, que parecéis desconocidos.
Jonghyun me agarró por la cintura con una mano y una risita nerviosa se me escapó justo antes de que la abuela brincara por la emoción de haber conseguido sacar una foto decente con uno de “esos trastos” como ella los llamaba. Genial,
podía apostar a que mi cara había salido desastrosa.
- ¡No has avisado!
- ¿Así está bien?
Minho llegó con su hanbok color crema y vino, dando grandes zancadas para evitar los roces de la tela de aquellos pantalones tan holgados.
- Qué estilo…
- ¿Salimos esta noche? - Me susurró Jonghyun al oído, justo antes de que Minho se nos acercara.
- ¿Estás loco? Hoy toca cena familiar. Y a ti también.
- Después de eso.
- No me van a dejar salir.
- Invéntate algo.
Acto seguido, hizo una reverencia exagerada a Minho y empezaron a criticarse mutuamente.
¿Salir solos? ¿Con Minho cerca? Era imposible. Por mucho que mi imaginación intentara elaborar un plan lo suficientemente creíble, dudaba que mi familia me diera permiso para pasar la noche por ahí en Chuseok. Y aunque así fuera, ¿no
iba a resultar altamente sospechoso si salía con Jonghyun sin ni siquiera invitar a Minho? Todo era demasiado raro y eso implicaba que tendría que dar muchas explicaciones y hacer algo que odiaba profundamente : mentir.
Mentir.
Yo.
“Suerte, Kibum”.
La comida se alargó hasta la cena y parecía que tendríamos que subir rodando a nuestras habitaciones. La abuela y yo nos habíamos pasado casi toda la mañana cocinando, además del día anterior, en el que nos habíamos dedicado a los
postres. Todo el conjunto había sido como una pequeña gran obra de arte que nos habíamos comido en un santiamén. Eso era lo que más me enfurecía.
Por suerte, y aunque el abuelo renegó cuanto pudo, Minho y su padre se ofrecieron voluntarios para lavar los platos y dejarnos descansar de tanto trabajo. Rápidamente subí a mi habitación a comprobar la pantalla de mi nuevo móvil, que
Minho me había comprado en Seúl por encargo mío y leí el mensaje de Jonghyun, enviado una hora antes. Le respondí y bajé las escaleras rápidamente.
- ¿A dónde vas con tanta prisa? - Me interrogó el abuelo, que estaba sentado en el porche, fumando.
- He quedado con unos amigos.
- ¿Hoy?
- Para felicitarnos y eso.
- Espero que no estés pensando en salir a divertirte por ahí en Chuseok.
- Claro que no. De todos modos, no hay nada abierto.
- Entonces diles que vengan.
- Ya he quedado en otro lugar, ¡lo siento!
Agarrando los pantalones para no arrastrarlos por la tierra, empecé a correr en dirección a la casa de Jonghyun, no sin antes escuchar a mi abuelo gritar que hiciera el favor de volver a casa antes de que se hiciera de noche.
75
La carrera fue agotadora y en varias ocasiones sentí que mi corazón se me saldría por la boca con tanto sobreesfuerzo, pero no podía caminar despacio, estaba desesperado por verle. Me urgía.
En la casa de los señores Kim se habían reunido todos los familiares de aquí y de allá y aquello parecía la celebración del fin del mundo o algo así. Aunque viviera lo suficiente, nunca llegaría a conocer a toda la familia de Jonghyun.
- Kibum, ¿cómo estás? - Su madre siempre había sido amable conmigo de esa forma en que suele ser amable la gente de la aldea : para extraerte información-. Tu abuela me contó que ahora vives con ellos, ¿tuviste problemas en Seúl?
Escuché que tu madre no puede hacerse cargo de ti, se quedó en la ruina tras el divorcio, ¿no?
Toda aquella sarta de mentiras saliendo de una sola boca me dejaron en shock. ¿Ese tipo de cosas se decían de mi? Porque obviamente sabía que mi abuela no había expandido ese tipo de rumores, más que nada, porque involucraban la
vida de su propia hija.
- Mamá, deja de decir tonterías.- Jonghyun se acercó a nosotros, arrastrando a uno de sus pequeños primos consigo-. Kibum está estudiando diseño en la Escuela Superior del pueblo, es muy bueno.
- ¿Diseño? ¿No es eso algo que estudian las chicas? ¿No debería estar estudiando Derecho o Medicina?
- No me gustan esas cosas.
La señora Kim me miró con desprecio, pero su hijo le dio en un beso en la mejilla a modo de despedida.
- Cuando Kibum sea un diseñador famoso, te morirás por tener uno de sus vestidos.
Le entregó al niño y traspasó el umbral de la puerta de su casa.
- ¿A dónde se supone que vas en Chuseok?
- A casa de los Choi. En seguida vuelvo.
- Recuerda que más tarde vendrán los señores Kim, ¡tienes que estar!
Me empujó para que saliéramos de allí cuanto antes y nos dirigimos a nuestro destino : el embarcadero del lago. Las tardes eran algo más frescas que en verano, pero aún se estaba relativamente bien.
- Yo también mentí en casa.
- Seguro que no se ha notado nada.
Jonghyun sabía perfectamente que el poder de la actuación no era una de mis mejores cualidades.
- Habría sido raro si decía que iba a tu casa.
- Yo lo he dicho.
- No sé, creo que no me salió.
- Habría resultado más creíble que cualquier otra cosa que te hayas inventado.
- Pues sí.
Encogió las piernas y se colocó frente a mi, agarrándome de las manos, acariciando el dorso, suavemente.
- No entiendo por qué tenemos que mentir para vernos. Siempre hemos sido como hermanos.
Salvo por el pequeño detalle de que hacía unos cuantos años que no nos comportábamos como si lo fuéramos.
- Tu madre debe de tener miedo de que te contagie mis gustos estrafalarios.
- No creo que haya nada más estrafalario para ella que su único hijo se vaya a Seúl a estudiar para ser maestro.
- Menuda decepción.
- Una más.
Suspiró, mirando cómo sus dedos juguetones se colaban entre los míos.
- Hay mucha gente en tu casa hoy.
- Y aún falta más. Los padres de Dasom vendrán más tarde.
- ¿Por qué?
- Intercambio de regalos de Chuseok, ya sabes.
- ¿Es que vas a casarte con ella?
Sus ojos se clavaron en los míos con una expresión seria.
- Por supuesto que no, ¿qué te hace pensar eso?
- Que parece que tu familia no lo sabe.
- Lo saben perfectamente, pero ya conoces a la gente de aquí con el tema de las apariencias.
- O sea, que vas a estar aparentando que seguís juntos hasta que… no sé… nazca vuestro primer hijo.
Una pequeña risa brotó de su garganta de golpe, haciéndole moverse un poco.
- Nunca creí que vería al gran Kim Kibum celoso.
- No estoy celoso.
- ¡Claro que lo estás!
- Sólo estoy analizando la situación objetivamente.
- Sí, claro.- Sonrió de medio lado-. Pensaba que querías dejarme libre como el viento pero en realidad no quieres que esté con nadie más, ¿por qué eres tan contradictorio?
Ni yo mismo lo sabía.
En Seúl él tenía su vida, y yo no podía verla. No era que no me importara, pero de alguna forma, me sentía tranquilo porque estaba lejos. Pero una vez de vuelta en casa, las cosas se volvían reales y tangibles, y odiaba de verdad que a ojos
de todo el mundo Kim Jonghyun fuera el perfecto modelo de chico casadero.
- No es eso. Es que no quiero que estés con ella.
- Yo no quiero estar con ella, ya lo sabes.
- De todas las personas… ella fue la elegida para ti…
- Me da igual, yo no la elegí a ella, sino a ti.
Su expresión divertida cambió a una más seria después de dejarse en evidencia con ese comentario.
- No vamos a vernos en muchos meses.
- Dijiste que vendrías en Navidad, ¿ya has cambiado de opinión?
- ¿Aún quieres que vaya?
- Claro. ¿Con quién más podría celebrar ese día?
- No sé, en Seúl hay muchas chicas bonitas.
- No tantas.- Se acercó y me abrazó con fuerza, enterrando mi cabeza en su pecho-. Tu pelo ya no está tan rubio.
- Ahora te lo he contagiado.
- Eso parece.
- ¿Sabes que pareces muy gay con ese peinado?
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- No es verdad.- Me picó en la cintura con un dedo-. Soy muy macho.
- Se te ve, se te ve.
- Oye, ¿es que voy a tener que demostrártelo de nuevo?
Quería haber dicho que sí. Pero no como un susurro, sino como algo más directo y sugerente, porque si había pasado el último mes demasiado ansioso por una caricia suya, no podía ni imaginar lo que sería de mi durante todos los meses
que faltaban para el verano. ¿Cuándo había llegado a necesitarle de esa manera?
- Estáis muy ridículos, hyungs.
La voz de Taemin nos hizo separarnos, casi como si nos hubiera electrocutado. De hecho, pude notar una pequeña descarga en mi brazo. ¿Lo había hecho él?
- ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás con tu familia? - Jonghyun se levantó, sacudiéndose los pantalones.
- ¿Debería ponerme un hanbok como los vuestros?
- Es lo que se hace, ¿por qué no lo llevas?
Se encogió de hombros. Simple.
- No me gustan las tradiciones absurdas.
- Hay que dar gracias, Taemin.- Me levanté, para no ser el único en el suelo.
- ¿Por qué?
- Pues por todo lo que tenemos.
Nos miró a ambos alternadamente, y finalmente dijo :
- Yo no tengo nada.
La forma en la que lo dijo me puso triste. No era que no conociera a rasgos generales su vida lo suficiente como para sentir una cierta empatía, pero nunca habíamos hablado sobre lo que les había pasado a sus padres, ni sobre sus
sentimientos al respecto y por primera vez parecía que lo estaba haciendo. Pero no se veía deprimido. Yo parecía mucho más afectado, en realidad.
- Deberías ponerte un hanbok.- Jonghyun le rodeó con un brazo-. Dile a tu tía que te compre uno llamativo y rosa como el de Key.
- Ellos no celebran nada tampoco.
- Pues qué raro.
- Yo me voy, o si no mi abuelo me matará.
- ¡Espera! - Jonghyun me agarró por el brazo, se lo pensó un poco, y finalmente le habló a Taemin-. ¿Qué es eso de arriba?
- ¿El qué?
Y mientras Taemin miraba al cielo buscando lo que Jonghyun parecía que le quería enseñar, él me dio un beso rápido en los labios, y abrió mi mano para colocar algo en ella.
- Ni se te ocurra devolvérmela nunca más.
- Hyung, yo no veo nada.
- Oh…- Trató de disimular, aunque sus dotes de actuación no eran mucho mejores que las mías-. Creo que me he equivocado.
- ¿Qué viste?
- No sé.
- Estás mintiendo.
Maldito Taemin y maldita inutilidad para ocultarle cosas.
- Está oscureciendo, vámonos.
- ¿Oppa ha venido? - Insistió Taemin, cuando ya nos íbamos.
- Sí.
Una sonrisa de oreja a oreja se instaló en su cara.
- ¿Le dirás que venga a verme mañana?
- Creo que se va temprano.
- Da igual, madrugaré.
Juntaba sus manos, suplicante.
- Se lo diré, pero no sé si vendrá. Es un idiota.
Su emoción era inversamente proporcional a mi realismo. Minho no movería un dedo para verle, y era algo que todos teníamos muy claro. No podía entender de dónde salía toda su esperanza, y en cierto modo, le envidiaba, aunque supiera
de antemano que sus ilusiones acabarían siendo defraudadas por mi primo.
Jonghyun me acompañó a casa y en el trayecto tuvimos tiempo de besarnos de nuevo, y de que él me abrochara en la muñeca la pulsera que me había devuelto minutos antes. Una que ya conocía, porque ya había estado en mi muñeca con
anterioridad.
- No te olvides de que sigues siendo mío.
Como si algo así pudiera olvidarse.
Me apoyó en un árbol a unos metros de la granja y me besó. Podría haber alcanzado la gloria si los gritos del padre de Minho, brindando con el abuelo en el porche, no me hubieran alertado.
- Mierda, tengo que entrar.
Pero Jonghyun no parecía dispuesto a dejarme marchar así como así, y pegaba su cuerpo al mío para inmovilizarme.
- Te he echado demasiado de menos.
- Y yo a ti, pero más me echarás de menos si me matan.- Me escurrí entre sus brazos y traté de aumentar la distancia, pero él me seguía-. ¡Quieto ahí!
- No seas así, Bummie.
- ¿Mañana vendrás temprano?
- Claro, tenemos que coger el avión de las 9.
- Vale, pues nos vemos en el granero a las 6.
- ¿Qué? ¿Pero y qué pasa con esta noche?
- El abuelo no me deja salir de noche.
- ¡Pero si todo el mundo sale!
- Yo no soy todo el mundo, según él.
- Pfff…
- Mañana por la mañana.- Le susurré.
Le di un beso rápido, que le hizo sonreir como un niño, y corrí hacia la casa.
Minho estaba tumbado leyendo cuando yo entré en la habitación.
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- ¿Dónde estabas?
- Con unos amigos.
Empecé a desvestirme, algo que se convertía casi en un ritual con tanta tela resbaladiza.
- ¿Por qué no me invitaste?
- Estabas ocupando haciendo de ama de casa.- Le lancé el fajín rosa a la cara, que me devolvió, enfadado.
- No será que has ido a ver a tu novio…
Me giré de golpe.
- ¿Qué novio?¿Qué dices?
- La pulsera.
Miré mi brazo desnudo y cómo la pulsera plateada brillaba sobre la muñeca.
- ¿Qué pasa con ella?
- Pensaba que se la habías devuelto a esa persona. ¿Es que estáis saliendo de nuevo?
Miré largamente el trozo de metal, ideando la respuesta correcta.
- Podría decirse que sí.
- ¿Y cuándo me lo vas a presentar?
- Ya veremos.- Recogí toda la ropa y me puse el pijama-. Por cierto, Lee Taemin te espera mañana por la mañana en el embarcadero.
- ¿Qué? - Cerró el libro y se sentó en la cama-. ¿A mi? ¿Para qué?
- Tú sabrás.
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No podía creer que Taemin me hubiera citado en Chuseok, ¿es que creía que formaba parte, de alguna manera, de su extraña familia? No podía levantarme temprano el mismo día que nos íbamos de vuelta a Seúl y desaparecer de casa para
ir a verle, era ridículo. Ni siquiera tenía nada que hablar con él. Pero Key había insistido en que si no iba, era un egoísta de mierda y acabó haciéndome sentir mal. Aunque en realidad no tenía ningunas ganas de ir. ¿Qué era tan importante si
nosotros nunca hacíamos nada a solas?
Cuando llegué al lago, aún a pesar de la densa niebla pude divisar su delgada silueta mirando el agua. Jugaba con la punta de sus tenis en la madera, pateando cosas invisibles, lo que a mi parecer le hacía ver nervioso.
- ¿A qué viene tanto misterio?
Al escucharme se giró, y vi que agitaba sus brazos mientras me iba acercando.
- ¡Oppa, has venido!
- En unas horas tengo que estar volando a Seúl, ¿no podías decírmelo ayer, fuera lo que fuera?
Cuando me acerqué, pude ver perfectamente su ceño fruncido y su puchero enfadado.
- ¿Ibas a irte sin ni siquiera verme?
- No sé por qué tendríamos que vernos, la verdad.
- Somos amigos…
- Y ya hemos estado juntos todo el verano, no sé qué más quieres.
- ¿Es que no me has echado de menos?
Quizá exagere si digo que me pareció percibir que su voz temblaba cuando me hizo esa pregunta.
- ¡No me ha dado tiempo! Apenas han empezado las clases y ya es Chuseok.
- Quería verte con el hanbok puesto…
- Todos los hanboks son igual de horteras.
- Seguro que estabas guapo.
- No lo estaba.
Fijó su mirada en las tablas de madera del suelo y volvió a iniciar el jueguecito de patearlas.
- Es genial que Key-hyung se haya quedado aquí, me siento menos solo con él cerca.
- Mi primo es un irresponsable. No entiendo en qué estaba pensando ni qué es lo que quiere hacer con su vida, la verdad.
- ¿Tú nunca te lo has planteado?
- ¿El qué? ¿Quedarme en Boseong? Debes de estar de broma. Aquí no hay nada que pueda interesarme.
Sus mejillas se enrojecieron al momento, pero no por vergüenza, sino porque su cólera estaba aumentando por momentos.
- Pensaba que te lo pasabas bien en las vacaciones. Te gusta estar con chicas y divertirte. Incluso estuviste con Minah en los fuegos artificiales.
- ¿Cómo lo sabes?
- Esto es un pueblo, Minho, aquí se sabe todo.
¿Minho? ¿Desde cuándo yo era “Minho” para él?
- Efectivamente. Todo. Incluso si amenazas a alguien.
- ¿Eh?
- Le dijiste a Minah que se mantuviera alejada de mi, ¿por qué hiciste eso?
Al sentirse descubierto, en cierto modo, desprotegido, dio un paso hacia atrás.
- Ella… ella no es buena para ti.
- ¿Tú qué sabrás lo que es bueno para mi? No eres más que un niño.
- ¡No soy un niño! - Una ligera, pero caliente brisa, me acarició el rostro-. ¡Y sé distinguir a una mala persona desde lejos!
- Dudo que Minah sea una mala persona. Al igual que Dasom, y aún así hiciste aquella cosa con su bikini…
- ¡Ellas sólo juegan con vosotros! Sólo les interesa el dinero de vuestras familias.
- Ni que fuéramos ricos…
- Jonghyun-hyung escapó a tiempo, pero tú habrías caído en sus garras si yo no hubiera intervenido.
- Deja de ser tan dramático, lo único que hiciste fue joderme la noche.
Levantó la cabeza, y en sus ojos pude apreciar un brillo casi ardiente. Caminó hacia mi con decisión.
- Ella no te merece y lo mejor que te puede pasar es que no se te acerque.
- Quizá el que debería mantenerse lejos eres tú.
- ¿Qué?
- Todo el mundo dice que eres peligroso. Pero por alguna razón yo no termino de convencerme. ¿Por qué soy así? No lo sé, supongo que necesito pruebas que me demuestren que los demás no tienen razón.
- Los demás tienen razón.
Una nueva brisa de aire, esa vez más violenta, me golpeó la cara, casi ahogándome por la fuerza del impacto. En la escasa visibilidad de la niebla apenas podía ver sus ojos enrojecidos y su cara de odio.
- ¿Esto lo estás haciendo tú?
Dio un paso hacia mi, pateando con fuerza la madera, que tembló bajo mis pies.
- ¿Tú qué crees?
- Basta.
El calor seguía sacudiendo mi rostro, impasible.
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- Tú y yo tenemos un nexo mucho más profundo del que puedas tener con ninguna de esas estúpidas.
Me llevé las manos a la cabeza, en un gesto inconsciente de desesperación.
- ¡Eres un niño!
- ¿Y qué? - Un nuevo golpe sobre la madera me hizo tambalearme.
- ¡Que no me gustan los niños!
¿Era normal poder escuchar su respiración tal y como si fuera la mía propia? Su pecho subía y bajaba violentamente mientras su piel se volvía más y más carmesí.
- ¡Me besaste!
- ¡Tú hiciste eso! - Me defendí-. ¡Me obligaste!
- ¡No te obligué a hacer nada que no quisieras!
- ¡Claro que lo hiciste! ¡Puedes hacer esas cosas!
- ¡No puedo!
- ¿Entonces por qué coño lo hice?
Una ráfaga de aire todavía más caliente que las anteriores me empujaba lejos del embarcadero mientras sus pies parecían pegados al suelo, en absoluto afectados por esa especie de tornado que salía de su cuerpo.
- ¡Porque querías!
Trataba de mantenerme de pie, a duras penas, mientras la fuerza del viento me desestabilizaba, casi tirándome de espaldas.
- ¡Choi Minho, ven aquí inmediatamente!
La voz de papá hizo que todo se detuviera de repente. El aire cesó, pude abrir los ojos con tranquilidad y miré al embarcadero, pero Taemin ya no estaba allí.
- Papá…
- ¿Qué demonios haces? - Al llegar a mi lado, me agarró del brazo, zarandeándome-. ¿Qué haces hablando con el niño de los Lee?
- Sólo…
- ¡No te acerques a él!. ¿Me oyes? ¡Podría matarte!
- Papá, él sólo es un mocoso…
Un golpe de aire, ya más templado, me empujó contra mi padre, que se aferró a mi para protegerme.
- Vámonos de aquí. O perderemos el avión.
Mientras nos alejábamos ya no pude ver ni rastro de Taemin en aquel lugar. No acababa de entender por qué estaba tan enfadado, y por qué, si éramos amigos, como él decía, parecía que quería hacerme daño, usando sus poderes, por
primera vez, en mi contra.
- Te lo he dicho cientos de veces.- Me advirtió el abuelo, con severidad, tras escuchar el relato parcial de mi padre, que en realidad no había visto casi nada-. Ese niño es un enviado del diablo. Mató a sus padres y no se detendrá. Deberíamos
haberle echado del pueblo hace mucho tiempo, pero nadie se atreve a acercarse a él.
- Él ha hecho cosas horribles, Minho. Aunque parezca débil, no lo es en absoluto.
No hacía falta que me explicaran eso. Ya lo había sentido en mi propia piel.
- Tenemos que protegernos de él, Minho.- El abuelo hablaba con tanta seriedad que casi me asustaba, porque él se veía asustado, y eso no era habitual es su siempre impertérrita expresión-. Su familia y la nuestra no pueden estar en
contacto.
- ¿Por qué no?
- Él te hará daño. De nuevo.
“¿De nuevo?” ¿A qué se refería el abuelo?
- Cariño, anda, ve arriba a buscar tus cosas.- Interrumpió la abuela-. Jonghyun está en el coche esperando por ti.
Dejé de darle vueltas a toda esa información y fui a por mi maleta. Ya en el coche, de camino al aeropuerto, no podía dejar de pensar en las palabras de Taemin. Yo no había querido besarle, no tenía ni la más mínima intención de hacerlo,
pero sin embargo, lo había hecho. Y repetí. Varias veces. ¿Es que su poder llegaba incluso al punto de hacer cambiar mis sentimientos?
- ¿En qué piensas? - Me preguntó Jonghyun, viendo cómo yo jugaba con mis dedos, intranquilo.
- En que realmente no quiero volver.
- ¿A Boseong?
Vi que el abuelo me miró a través del retrovisor delantero.
- Siempre me voy con una sensación extraña. Como si estuviera perdiendo algo.- Inconscientemente, me llevé una mano al pecho-. No me gusta.
- Supongo que pertenecemos a este lugar.
- Pues tú te has marchado de aquí muy fácilmente.
- Pero no veo la hora de volver.
No entendía cómo Jonghyun, después de haber probado las comodidades y los lujos de la ciudad, seguía anclado de forma tan absorbente a aquel sitio. Ya no éramos unos adolescentes ingenuos que se divertían nadando en el lago o
compitiendo por tonterías, sin embargo, allí parecía que el tiempo no pasaba de la misma manera. Y eso era, en cierto modo, adictivo.
- Las chicas de la ciudad son más calientes.- Bromeé.
- Las chicas de la ciudad no me interesan.- Suspiró.
Sólo entonces percibí un ligero toque de melancolía en sus palabras. ¿Es que Jonghyun estaba dejando a alguien atrás en Boseong? Él mismo me había dicho que había roto con Dasom, y no se me ocurría nadie más que pudiera estar en su
mente. ¿Es que me estaba ocultando algo?
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Era demasiado temprano incluso para los animales de la granja. El único ser vivo despierto a esa hora era yo, escabulléndome de mi habitación para llegar cuanto antes al granero, aunque suponía que Jonghyun no sería tan madrugador
como yo.
Me equivoqué.
Bajé las escaleras despacio, no quería que la vieja madera me delatara cuando había sido tan cuidadoso vistiéndome y peinándome en la oscuridad para no despertar a nadie. Abrí la puerta con mucho cuidado, deteniéndome cuando las
bisagras chirriaron y aprovechando el escaso hueco para colarme. Casi corrí al granero porque el frío fuera era bastante importante. ¿Por qué no había en Boseong una estación de transición entre el calor insoportable y el frío mortal?
Me estremecí al entrar y traté de hacerme entrar en calor refregando mis manos por mis brazos, aún por encima de la ropa.
- Tú y tus ideas.- Jonghyun se quitó la cazadora y la puso sobre mis hombros-. ¿Por qué vienes tan desabrigado?
- No sabía que hacía tanto frío.
- Vas a tener que usar ropa muy gruesa aquí.- Sus manos reemplazaron las mías, masajeando mis brazos-. Aquí el invierno no es una broma.
- Eso dice abuela.
- Hazle caso. Siempre abrígate el doble de lo que crees que necesitarás.
Asentí, algo asustado. Confiaba de verdad en que mi cuerpo soportaría mejor las bajas temperaturas que las altas, o no aguantaría mucho tiempo allí.
- Seguro que la abuela se pasará el invierno haciéndome jerseys horteras.
- Póntelos.
- ¡Póntelos tú!
- Idiota.- Me rodeó la cintura con sus brazos y pegó su mejilla a la mía-. No entiendo por qué tienes que estar aquí cuando yo estoy allí.
- Lo mismo podría decir yo.- Yo subí mis brazos hasta su cuello y coloqué mi cabeza en su hombro-. Estaré muy aburrido.
- Pero ahora tienes amigos aquí.
- Pero no sois vosotros.
- Minho y tú no os lleváis tan bien.
- Pero es buena compañía. A veces.
- Voy a terminar pensando que tienes Síndrome de Estocolmo.
Me reí y le peiné un mechón rebelde junto a la oreja.
- Estudia mucho y conviértete en un buen maestro, Jonghyun.
Giró despacio su rostro y me sonrió dulcemente antes de unir nuestros labios en un cálido beso que elevó definitivamente la temperatura de mi cuerpo. Podía sentir el tacto de sus dedos bajo la goma del pantalón, rozando la piel de mi cintura,
provocándome una tranquilidad impresionante. No sabía por qué conseguía eso en mi.
- Mierda.
Se separó bruscamente, dando un paso hacia atrás, soltándome, y dejándome vacío.
- ¿Qué pasa?
- Creo que la abuela nos ha visto.
- ¿¡Qué dices!?
Empecé a mirar a todos lados pero no vi ni el más mínimo rastro de ella por allí.
- Estaba junto a la puerta y creo que lo ha visto todo.- Se echó una mano a la boca, envuelto en pánico.
Me asomé a la puerta del granero y no se oía absolutamente nada aparte de mi respiración entrecortada.
- No hay nadie.
Aún así decidimos no arriesgar más (y hacía demasiado frío como para quedarnos ahí). Entramos en casa y empecé a preparar el desayuno, mientras Jonghyun, abrazado a mi por la espalda, me susurraba :
- Ojalá me prepararas el desayuno cada día.
Y yo me sonrojaba y las cosas se escurrían de mis manos porque sí.
- Antes no éramos tan cursis.
- Siempre fuimos cursis.
- Ahora más.
- Eso es porque las cosas han cambiado un poquito.
Eso era lo que más miedo me daba. Las cosas cambiaban, sí, pero ¿hacia qué dirección? Eso que estaba pasando entre nosotros… ¿acabaría con nuestra amistad para siempre?
- No quiero perderte.- Dije, en un tono algo dramático.
- Eh.- Jonghyun me dio la vuelta, para que le mirara-. Eso no va a pasar.
- Siempre has sido mi mejor amigo. Y después de esto…
- Lo seguiré siendo.
Imposible. Yo no quería a Jonghyun como amigo. A menos, no sólo como eso.
- Pero yo con mis amigos no hago las cosas que hago contigo.
- Eso espero.
Le empujé un poco, odiándole por burlarse de mi en un momento así.
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- Contigo las cosas siempre han sido muy diferentes.
- Salgamos.
Me agarró de la mano, levantándola delante de nuestros ojos.
- Hace frío fuera.
- Digo que salgamos juntos.
- ¿Qué?
- Que seamos una pareja.
- Pero…
- ¿Qué hacéis? - La abuela entró en la cocina y se quedó mirando fijamente nuestras manos, entrelazadas, como en mitad de una escena ñoña de una película romántica absurda, lo que en realidad era-. Parecéis tontos.
Nos soltamos como si nuestras manos de repente quemaran (cosa que casi era así) y volví a mis tareas en la cocina mientras Jonghyun ponía la mesa.
- Buenos días, abuela.
- ¿Se puede saber qué hacéis levantados tan temprano?
- Tenía miedo de quedarme dormido y perder el avión.
- Qué exagerado. Y Kibum…
- ¡Las tortitas ya están! - La interrumpí. Yo no tenía la misma capacidad de improvisación que Jonghyun y no podía mentir a nadie. Pero a la abuela menos.
- Qué escandalosos…- Minho bajó en pijama, rascándose la cabeza y bostezando-. Huele bien.
- Siéntate y come.- Ordené, empezando a echar de menos su cara, que no vería en unos cuantos meses, lo cual era algo a lo que no estaba para nada acostumbrado.
- Ah… qué suerte que no voy a tener que aguantarte hasta el verano que viene… - La abuela pasó por detrás de él y le soltó una colleja-. ¿Qué? Tú no sabes bien lo que es tener a Kim Kibum los 365 días del año.
- Ni que me vieras cada día, bestia.- Gruñí.
- Basta. Sentaos a la mesa. Llamaré a tu padre.
Nos sentamos enfrente de Minho pero apenas pude comer nada porque Jonghyun continuaba mirándome con nerviosismo.
- Está bien.- Solté, sin más, haciéndole sonreir en respuesta.
- ¿El qué, está bien? - Murmuró mi primo, con la boca llena.
- Las tortitas, han quedado buenas.- Mastiqué un trozo rápidamente, antes de que la mano de Jonghyun en mi muslo me quitara totalmente el apetito.
- Perfecto.- Le miramos, en silencio, y él simplemente se llevó un trozo de comida a la boca-. Te ha quedado perfecto.
Quería estallar en carcajadas en ese mismo instante. Acababa de aceptar su proposición para ser una… ¿pareja? y aunque no sabía cómo podría acabar aquello… me gustaba.
- Cuídate mucho.- Susurré en su oreja cuando nos abrazamos antes de que subiera al coche.
- Tú también.- Me dio un beso en la mejilla-. No me engañes con nadie.
- Serás…
- Te quiero.- Un nuevo beso en la coronilla y esa frase me dejaron sin palabras. Tampoco podía moverme-. Nos vemos en Navidad.
Dos meses más y parecía una auténtica eternidad. ¿Cómo habíamos provocado una situación como esa?
Vi el coche alejarse y casi podía sentir cómo una parte de mi viajaba en aquel maletero, apretujado y casi sin respiración. Así fue como sentí que me quedaba.
Suspiré y me abracé de nuevo, intentando hacerme entrar en calor.
- Vamos adentro, o te enfermarás.- Obedecí a la abuela y volví a la cocina, a terminar de recoger los restos del desayuno-. Vuelve a la cama, es temprano.
Negué con la cabeza.
- No tengo sueño, te ayudaré.
Me quedé mirando el vaso de zumo de naranja que había utilizado Jonghyun y casi me dieron ganas de llevármelo a mi habitación y crearle un altar en la mesita de noche. Me entristecía el simple hecho de pensar en lavarlo y eliminar todo
rastro de sus labios.
- ¿Me lo vas a contar o no?
- ¿Eh?
Vi que la abuela se apoyaba en el mármol, justo a mi lado, y encendía un cigarro. Nunca la había visto fumar.
- Digo, que si vas a contarme de una vez qué es lo que está pasando entre tú y Kim Jonghyun.
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El frío llegó antes de lo normal aquel invierno. O al menos yo lo sentía de un modo más intenso que nunca. No entendía qué era lo que estaba pasando conmigo, pero mi cuerpo parecía aletargado y perezoso, le costaba acostumbrarse al
cambio de temperatura y de situación. Jonghyun estaba en Seúl y nos veíamos casi a diario; mi primo estaba en Boseong, y aunque al principio no creí que eso pudiera suponer un problema, en seguida me di cuenta de que los fines de
semana sin Kibum rogándome que le acompañara de compras eran un poco más aburridos. Jonghyun era más pacífico y se ajustaba a mis planes sin rechistar. Y no era que eso no me gustara, sino que no estaba acostumbrado a la
tranquilidad en la ciudad, sino a las peleas y a las pataletas de mi primo.
Por otro lado estaba el problema con Taemin. Todo el misterio que mi familia parecía querer ocultar a su alrededor, cuando él no había hecho nunca nada que pudiera hacernos pensar que era peligroso para nosotros. Podía aceptar que no
era tranquilizante saber que podía quemar cosas con tan sólo pensarlo, o levantar en el aire cualquier objeto, o persona, pero nunca pude creer las palabras del abuelo cuando me dijo que el niño de los Lee me haría daño. De nuevo.
“Oppa es malo. No te hablaré más”.
“La próxima vez que vengas de vacaciones, yo no estaré y llorarás”.
“Sé que me echas de menos, oppa”.
Esa clase de pensamientos me taladraban la mente a diario. Y como no los pensaba yo (y de eso estaba completamente seguro) no había otra conclusión posible : Taemin los estaba enviando para hacerme sentir culpable. Pero, ¿su poder
tenía aquel alcance espacial? Nunca hasta entonces me había manipulado de semejante manera, ¿por qué lo hacía?
“Estoy estudiando, déjame en paz”.
Se lo enviaba con todas mis fuerzas y era libre durante al menos un par de horas, al cabo de las cuales, volvía a atacar con un cambio de estrategia.
“De todos modos, no vas a aprobar ese examen…”
Llegué a dudar acerca de su capacidad de vaticinio. Sería provechoso saber de antemano qué exámenes iba a probar y cuáles no, para no perder el tiempo inútilmente.
A veces pensaba que no se trataba de él, que era mi subconsciente el que pretendía darme lecciones, y que no estaba pasando nada extrasensorial en mi vida.
Pero entonces su voz aparecía de la nada, diciéndome que me abrigara bien o que cogiera un paraguas, porque había visto en la televisión que el clima era inestable y no quería que me resfriara. Definitivamente, mi subconsciente no se
preocupaba de mi de esa manera.
- ¡Me voy a volver loco! - Casi me estaba arrancando los pelos de la cabeza si no hubiera aparecido Jonghyun en mi habitación, con una expresión divertida en la cara.
- ¿Tan difícil es eso? - Señaló mi libro de neurobiología.
Pestañeé rápido, intentando regresar a la realidad en la que las personas se comunican hablando, no pensando, y suspiré, cansado, al recibir la palmadita en la espalda de mi amigo.
- Un poco.
- ¿Un descanso?
- ¿Qué planeas?
Vi cómo se sentaba en mi cama y revolvía los cómics que había esparcidos por todos lados.
- Un café. Por Dios, tu cuarto está hecho un desastre.
- Lo sé. Y mi cabeza más.
- ¿Ocurre algo?
- Vamos a beber, lo necesito.
- Creí que mañana tenías un examen.
- Y así es. Pero necesito despejarme.
Le hice un gesto para que me acompañara y me detuvo justo antes de atravesar el umbral de la puerta.
- ¿Vas a recriminarme mañana que no te haya convencido para quedarte estudiando?
- No tengo problemas con el examen. Necesito salir.
Fue un alivio inmediato el llenar mi mente de alcohol lo suficiente como para dejar de recibir huéspedes indeseados.
- Se te olvidará todo lo que has aprendido.- Jonghyun golpeó mi frente con su dedo, ligeramente-. Nunca te había visto beber antes de un examen.
- Estoy saturado.- Terminé la cerveza y me apoyé en la barra, en la que ambos estábamos sentados-. Oye, Jjong, de todas las cosas raras que le has visto hacer al niño de los Lee… ¿alguna vez has sentido algo así como… si te estuviera
hablando con la mente?
- ¿Qué dices? - Parecía divertirse con mi cara de preocupación-. ¿Se te está yendo la olla de tanto estudiar?
- Lo digo en serio.
- ¿Hablas de telepatía? ¿Tú, que estudias esa mierda de neurobiología?¿Eso existe en realidad? ¿Está demostrado?
- No sé si está demostrado o no, pero Taemin puede hacerlo.
- ¿Estás seguro? Yo nunca he notado nada de eso.
- Es muy raro, pero parece que se ha acomodado en mi cerebro y lo ha amueblado porque piensa quedarse a vivir ahí durante mucho tiempo.
- Pero que…
Se empezó a reir ya sin disimulo y me dieron ganas de golpearle. Pero en realidad no podía culparle, era demasiado irreal como para tomárselo en serio.
- Me alegra que me apoyes de esa manera… cabrón.
- Espera, Minho…- Trataba de agarrarme de un brazo mientras yo avanzaba hacia la mesa de Sooyoung y sus amigas-... espera, hombre…
- Deja de burlarte.- Conseguí soltarme y busqué un sitio para mi en uno de aquellos cómodos sofás.
Sooyoung era una chica de mi clase que solía salir a beber por los mismos sitios que yo. Era alta, guapa y delgada y desde luego no pasaba desapercibida, ni siquiera entre su grupo de amigas. Presenté a Jonghyun y en seguida noté que
Sunny se interesaba en conocerle, porque no paraba de hacerle preguntas.
- Tu amigo parece simpático.- Dijo Sooyoung, con ese guiño coqueto que solía emplear conmigo-. A Sunny parece que le ha caído bien.
- Es un buen tipo.
- ¿Deberíamos juntarlos? - Les mira, haciendo una fotografía mental de la escena, y la imito.
83
- ¿Deberíamos?
Justo en ese momento, entre el bullicio de la gente del bar y los susurros de Sooyoung en mi oreja, pude escuchar, y aún no entiendo muy bien cómo pude hacerlo de modo tan nítido, las palabras de mi amigo :
- Estoy saliendo con alguien.
¿Se lo estaba diciendo a esa desconocida antes que a mi?
La noche en el bar resultó menos divertida de lo que esperaba y volvimos a casa temprano. Me moría de ganas por atosigar a Jonghyun a preguntas para que me contara algo sobre esa chica misteriosa con la que salía, pero le conocía
demasiado bien como para saber que si no me lo había mencionado antes, sus razones tendría para ello.
“Deberías estar estudiando”. Sonó con mi voz, que opacó a la de Taemin.
Esa noche no dormí.
Dos meses más tarde, ya terminados los exámenes, Kibum me llamó para decirme que pasaría unos días con nosotros en Navidad. Me sorprendió bastante aquella decisión repentina, pero supuse que buscaba obtener regalos que en el
pueblo no estaban a su alcance. Él solía ser así.
Jonghyun se alegró un poco más que yo de que mi primo viniera y rápidamente acordamos ir a buscarle al aeropuerto juntos. Verle aparecer por la pasarela provisional fue casi como sentir el calor del sol en mitad de aquel invierno tan frío.
Traía una sonrisa enorme y brillante entre todos aquellos kilos de ropa de abrigo.
- Ven aquí, muñeco de nieve.- Le abracé y él me devolvió el abrazo con fuerza, meciéndome un poco entre sus brazos. ¿Estaba más fuerte?
- Estúpida rana, no pensé que podría llegar a extrañarte tanto.
- No finjas, sólo vienes a por tus regalos caros.
- Y el tuyo espero que sea el más caro de todos.
- Maldito materialista…
- Ya está bien, me toca.- Jonghyun me apartó, literalmente, y abrazó a mi primo con una efusividad exagerada, dándole un beso en la coronilla que mi primo respondió con un empujón.
- ¿Qué haces?
Ambos me miraron y Jonghyun se rió, algo nervioso por nuestra reacción.
- ¿Qué? Le echaba de menos también…
- Eres un moñas.
Les obligué a subir a mi coche y fuimos a casa de la tía, que nos atiborró a comida y a dulces y después empezamos a planear los pocos días que Kibum pasaría en Seúl.
- En Navidad ya tengo planes.- Dijo Jonghyun, con toda la tranquilidad del mundo.
- ¿Con quién? - Le interrogué.
- Con alguien.- Sonrió en modo “no pienso decirte nada más” y quise matarle por idiota.
- ¿Cita romántica de Navidad?
- Tal vez.
- Yo me quedo con mamá. Se lo prometí.- Explicó Kibum, algo apenado-. Pero podemos vernos al día siguiente.
- ¿Me vais a dejar solo en Navidad?
- Búscate una novia.- Jonghyun me tiró un cojín del sofá a la cara-. ¿O qué pasa con Sooyoung?
- Con Sooyoung no pasa nada.
- Te vi con ella, parecéis muy acaramelados.
- Tú qué sabrás.
- Digo lo que veo.
- Uhhh… ¿tienes novia, Minho? - Lo que faltaba, que Kibum entrara al trapo.
- Yo qué voy a tener…
- Tiene una novia muy guapa.
- Por lo menos no voy espantando chicas diciendo que salgo con alguien.
Ambos me miraron como si acabara de decir una estupidez.
- ¿De dónde has sacado eso?
- Te oí con Sunny. ¿Es que has hecho un voto de castidad?
- Ash… - Se revolvió el pelo, algo cabreado-. Está bien, salgo con alguien, ¿ok? Y tengo una cita con esa persona en Navidad y pienso aprovecharla a tope. ¡Déjame en paz!
Ese tono desesperado me recordó a Taemin y no pude evitar reirme. Acababa de descubrirse por sí mismo. Qué tonto.
Así las cosas, no parecía que fueran a ser unas vacaciones geniales a pesar de tener a mi primo en Seúl. Todo el mundo estaba haciendo planes por su cuenta y yo me iba a quedar solo en Navidad. Incluso Jonghyun, con el poco tiempo que
llevaba en la ciudad, ya tenía a alguien especial con quien pasar el día. En cambio yo...
- ¿No sales hoy? - Papá se puso delante de la televisión para que detuviera el juego.
- Todo el mundo ha quedado.
- Búscate una novia.- Se rió. ¿Él también?
- No quiero una.
- Pues ya va siendo hora de que empieces a salir con chicas. Vamos, creo yo.
- No estoy interesado.- Intenté esquivar su cuerpo y continuar mi partida pero apagó la tele-. ¡Eh! ¡No he guardado la partida!
- Levántate y haz algo con tu vida, es Navidad, por Dios.
Suspiré y solté el mando, rindiéndome. Sabía que papá podía ser muy insistente cuando se lo proponía y ni siquiera intenté llevarle la contraria.
- Está bien, voy a casa de la tía.
- Me parece perfecto.- Cruzó los brazos con expresión triunfal, mientras me veía cambiarme de ropa para salir.
Hacía un frío de mil demonios. Incluso me sorprendió que la nieve no hiciera su blanca presencia en un día como aquel, en el que el aire frío cortaba la cara. Caminé durante un rato hasta la casa de mi primo y respiré aliviado cuando ya me
encontraba ante la puerta de su piso.
- Qué calentito…- Llamé al timbre y mi tía abrió rápidamente.
- ¡Hola cariño! - Me abrazó y me empujó hacia dentro, al parecer más contenta de verme que yo de verla a ella-. ¿Qué haces aquí?
- Hace mucho frío ahí fuera.
- No sé cómo tu padre no te ha traído en coche.
- Quiere que me haga un hombre.- Me burlé, quitándome el abrigo mientras caminaba hacia la habitación de Kibum-. Key no está durmiendo, ¿verdad?
- ¡Omo! Key salió hace media hora.
Me paré justo antes de entrar en su cuarto.
- ¿A dónde ha ido?
- A tu casa.
- ¿Qué?
- Dijo que habíais quedado. Por eso me ha sorprendido verte.
No entendía nada. Se suponía que Kibum iba a pasar el día con su madre, pero al llegar a su casa, él había salido a verme a mi. Era todo demasiado absurdo. O no. Fue bastante rápido llegar a la conclusión en mi mente. Si mi primo había
ocultado a su madre que tenía una cita, yo no podía descubrirle o le iría muy mal.
84
- Oh… sí… habíamos quedado pero… pensé que igual no le apetecía moverse de casa y vine yo.- Me miraba extrañada, aquello no era habitual en nosotros-. Le llamaré para decirle que voy para allá.- Cogí el teléfono y marqué su número-.
Adiós, tía.
Salí de su casa y me encaminé hacia la mía, en donde estaba seguro que Kibum no se encontraba.
- Hola, Minho.
- Hey, ¿dónde estás?
- ¿Qué? En casa de mi madre, ya te dije que pasaría el día con ella.
- Ah…
Me estaba mintiendo. Por primera vez en mi vida mi primo me mentía y no podía entender la razón para ello.
- ¿Quieres algo?
- No, sólo pensé que igual te apetecía que fuera a jugar un rato a la consola contigo.
- Eh… estamos viendo clásicos de Navidad, hoy no hay videojuegos, mamá los ha prohibido.- Aunque eso sí era bastante típico de mi tía.
- Ok… Me quedaré en casa, entonces.
Llamé a Jonghyun para averiguar si ya se había terminado su cita y podíamos salir a tomar unas cervezas, pero no contestó al teléfono.
“Puede que le haya ido muy bien” pensé, con una sonrisa, orgulloso de mi amigo y sus dotes de seducción.
“Ojalá estuvieras aquí” me impactó como un rayo en la frente. Tuve que parar de caminar para sujetarme la cabeza con las manos y mitigar el dolor. Era casi como una parálisis.
“Sal de mi mente” era todo lo que podía pensar mientras intentaba recorrer el camino de vuelta a casa, tambaleándome por aquella presencia constante en mi interior, que parecía arruinar toda mi energía.
85
No pude mentir a la abuela cuando era más que obvio que había visto con sus propios ojos aquel beso. Aprovechando que el abuelo había llevado a Jonghyun, Minho y mi tío al aeropuerto, preparó dos tazas de té y me obligó a sentarme para
darle una explicación convincente de lo que acababa de suceder.
- Si es la primera vez que lo hacéis, no diré nada.- Yo me mantenía en silencio, observando el contenido de mi taza, apenas atreviéndome a respirar. Si los pensamientos no fluían, ¿cómo iban a hacerlo las palabras?- Pero si ya lleváis un
tiempo con esto, voy a tener que pedirte que lo detengas ahora mismo.
Tragué saliva con dificultad, mi garganta se estaba secando y el té no iba a ser capaz de entrar en el estómago sin salir inmediatamente.
- Él está en Seúl, ¿qué voy a detener?
- Las llamaditas a las tantas. ¿Te crees que soy tonta?
La forma en la que lo dijo me sorprendió porque ella nunca censuraba nada de lo que yo hacía. O no lo hizo hasta ese momento.
- Abuela…
- Él anuló su boda, no se habla de otra cosa en el pueblo. ¿Vas a decirme que tú no has tenido nada que ver en ello?
- Claro que no.
¿Yo tenía algo que ver?
- ¿En qué momento pensásteis, si es que lo habéis hecho, que algo de esto era una buena idea?
- Lo dices como si fuera una aberración.
- ¡Y en nuestra propia casa! Por Dios, Kibum, ¿es que no nos tienes nada de respeto a tu abuelo y a mi?
- ¡Sólo nos hemos besado! - Me levanté, empujando un poco la mesa y consiguiendo que el té se derramara un poco-. No veo en dónde está el drama.
El drama estaba en que le estaba mintiendo y muy probablemente ella lo sabía.
- Desde que eras muy pequeño acepté que no eras como la mayoría de los niños.- Recogió su taza vacía y la colocó en el fregadero-. Sabía que la vida para ti no sería fácil, y que tendrías que lidiar con muchas cosas. Que mucha gente se
decepcionaría de ti, pero nunca pensé que yo también lo haría.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar eso. ¿Mi abuela se sentía decepcionada porque yo me había enamorado de alguien que no debía? ¿Eso tenía algún sentido?
- Kim Jonghyun me besó cuando tenía 9 años.- Dije, seco, a pesar de toda la humedad que se acumulaba en mis ojos-. Cuando yo ni siquiera sabía lo que eran los besos. Ha estado manteniéndome a su lado durante todo este tiempo, sin que
ninguno de los dos nos diéramos realmente cuenta de lo que sentíamos. Era un juego. Una cosa divertida que se volvió demasiado necesaria. Algo que supongo que tenía que suceder porque era algo así como nuestro destino. Y yo no lo
inicié. Pero si me preguntaras si me arrepiento, te diría que no. Porque creo que él me ha convertido en la clase de persona que soy ahora. Él fue el amigo que se preocupó por mi cuando ninguno más lo hizo. El que me enseñaba a pelear
para intentar defenderme de los matones que me acosaban en el colegio, aunque nunca lo supo. El único que entendía que la poesía era hermosa y no tenía por qué avergonzarme de leer. El que se quedaba toda la noche conmigo en el
granero cuando yo no podía dormir o tenía miedo de los lobos. Ha sido un ángel de la guarda y un alma gemela que he tenido lejos de mi durante mucho tiempo, y que parece que va a seguir lejos bastante tiempo más. Pero sé que
acabaremos estando juntos. Y cuando eso suceda, nada ni nadie conseguirá que nos separemos.- Una lágrima cayó, haciendo que mi voz temblara, mientras la abuela permanecía en silencio, mirando al suelo-. No estoy siendo un rebelde, ni
me gustaría que pensárais que no os respeto. Sé que el abuelo dirá que La Biblia prohíbe cosas como esta, que es lo que yo soy. Pero aunque no termine de gustaros del todo… tengo la misma sangre que vosotros.
- Por supuesto que tienes la misma sangre. Eres un Choi.- Levantó la vista y me miró con cierta dureza.
- En realidad soy un Kim, y sé que al abuelo le disgusta eso. Pero siempre he sentido que este era mi verdadero hogar. Porque nadie más que vosotros me habéis hecho sentir que era importante. Cuando el abuelo me obligaba a limpiar el
granero, o a dar de comer a las gallinas… sentía que si no lo hacía, todo iría mal en la granja y me gustaba tener esa responsabilidad. Sentía que confiaba en mi, en que lo haría bien. Aunque en realidad sólo me estuviera castigando.
La abuela relajó un poco su expresión, mirándome con algo de tristeza.
- Él no te castigaba, Kibum, sólo intentaba que te hicieras fuerte. Eras como una pequeña niña delicada y no sabíamos cómo convertirte en un hombre.
- Kim Jonghyun me ha convertido en un hombre, abuela.- Dio un paso adelante, ofendida, y por un momento pensé que me abofetearía-. No sólo en ese sentido. Y si no estás de acuerdo en todo esto, respeto tu decisión. Me iré al pueblo y no
os avergonzaré más.
- ¿Cómo vas a independizarte? Si eres un niño. ¿Y qué es eso de que nos avergüenzas? Nunca he dicho eso. Sólo quiero que pienses bien las cosas que haces.
- No necesito pensar para darme cuenta de lo feliz que soy ahora, abuela.- Una sonrisa idiota afloró, tímidamente-. Estoy haciendo lo que quiero, me siento bien, tengo amigos que se preocupan por mi y por una vez en mi vida pienso en el
futuro de forma optimista. Sé que este es mi sitio y quiero quedarme aquí. Pero si el abuelo y tú no lo aprobáis, me buscaré otro lugar para vivir.
- No digas tonterías, nunca te echaría de mi casa. Eres mi nieto y mi responsabilidad hasta el día de mi muerte.- Me agarró por el hombro-. Pero escúchame bien : no se te ocurra decirle nada de esto a tu abuelo, le daría un ataque.
- Tarde o temprano se va a acabar enterando.
- Los Kim son amigos nuestros desde hace más de 30 años, ¿crees que podríamos mirarles a la cara si descubren que tú estás en medio del desastre en el que está involucrado su familia ahora mismo?
- Jonghyun no quería casarse con Dasom, fue culpa de sus padres por comprometerle sin tener en cuenta su opinión.
- Él debería haber mostrado algo de respeto hacia ellos y no armar este escándalo.
- Está persiguiendo su sueño, y eso es lo que realmente importa. Y si fueran unos buenos padres le apoyarían en eso también. ¡Por Dios, abuela, Jjong lleva ejerciendo de granjero desde que nació! No ha parado de trabajar ni un sólo día del
año, todavía no entiendo cómo pudo aprobar el instituto. ¿No crees que ya va siendo hora de que haga lo que él quiere? Ha estado sometido a su familia toda su vida.
- Son su familia.
- ¡Pero es su vida! Y estamos en el siglo XXI, joder.
Por la expresión de su rostro, deduje que no le gustó mi forma de expresarme y se giró hacia el fregadero, dispuesta a lavar los cacharros del desayuno.
- Esto sigue siendo un pueblo, y las cosas funcionan diferente aquí. Si estáis pensando en seguir adelante con esto, más os vale que lo llevéis discretamente.
¿Discretamente? Mi corazón no era nada discreto, al igual que tampoco lo eran los continuos mensajes de Jonghyun.
“Ya te echo de menos”.
Y durante la hora de comer, y mientras estudiaba, o veía la tele con los abuelos. Mi teléfono móvil estaba continuamente recibiendo amor. Así cuando llegó la Navidad no pudieron hacer nada para detenerme en mi idea de ir 4 días a Seúl para
“ver a mi madre”. El abuelo se alegró de que recordara que tenía una, pero la abuela conocía perfectamente mis intenciones y no le agradó la idea. En el mismo aeropuerto me advirtió que tuviera mucho cuidado con lo que hacía, que
cualquiera de mis actos podrían tener consecuencias inesperadas.
Y vaya si tenía razón.
Minho también estaba allí cuando llegué. Y aunque me habría encantado saltar sobre Jonghyun y engancharme a su cuello, me tuve que contener. Por suerte llevábamos demasiados días preparando nuestra cita de Navidad, y no dejaríamos
que nada nos la estropeara.
- ¿No habremos sido muy evidentes? - Preguntó Jonghyun, algo preocupado, cuando nos sentamos en el restaurante para empezar a comer.
- Bueno, lo mío ha resultado creíble, al menos…
- Al final voy a tener que conseguir una novia ficticia o acabará sospechando.
- Inténtalo.- Le mostré mi tenedor y rápidamente negó con la cabeza.
86
Hacía demasiado tiempo que no comía en un restaurante italiano, en Boseong no había ninguno y aquel era mi favorito sobre todos. Alargamos el postre hasta que prácticamente nos echaron del lugar. Las horas se pasaban rápidas y lentas
cuando estábamos juntos, supongo que era normal querer exprimirlas al máximo.
Del restaurante fuimos al piso de Jonghyun. No era muy grande pero sí mucho mejor de lo que esperaba. No estaba muy decorado pero era bastante acogedor.
- No te emociones, ya estaba amueblado cuando llegué, yo no tuve nada que ver.
- No lo dudaba.
- Mejor.
Saqué de mi mochila un paquete con un papel de regalo morado y se lo puse en las manos.
- Feliz Navidad.
- Oh… ¿en serio me has comprado algo? - Lo palpó con las manos, apretándolo-. Es blando.
- ¡Ábrelo ya!
Al deshacerse del envoltorio pudo desenrollar la bufanda con rayas grises y negras que contenía.
- Woah… es muy suave.
- La he hecho yo.
Abrió los ojos, incrédulo.
- ¿Sabes hacer punto?
- Abuela me enseñó.
- Woah…-Se la enrolló alrededor del cuello y fingió tener escalofríos-. Se siente tan calentita…
- Así cuando no esté, será como si te estuviera abrazando.
Ladeó su cabeza en un gesto tierno que me hizo reir. Era tan mono…
- Yo también tengo algo.- Caminó hasta la mesa del comedor, en donde había una bolsa blanca con una crucecita verde, típica de las farmacias, y extrajo una caja de su interior. Una caja multicolor-. 48 unidades.- Levantó sus cejas un par de
veces y me eché a reir.
Vale que una caja de preservativos no era el mejor regalo de Navidad que había imaginado, pero era justo lo que quería.
Le abracé y desenrollé la bufanda de su cuello, subiendo su jersey con ella y encontrándome de pleno con su piel dorada y tersa, vibrante en su pecho acelerado.
- Siempre aciertas con mi regalo, Santa.
Besé su clavícula y en respuesta me agarró del cinturón para conducirme derecho a la habitación. No hubo preliminares porque no pudimos. El envoltorio voló y ni siquiera tuve tiempo de preguntarme en qué momento Jonghyun había
aprendido a ponerse un condón a esa velocidad. Nunca hasta ese momento nos habíamos preocupado de protegernos.
Antes de que alguna idea llegara a mi cerebro, ya estaba tumbado con su cuerpo aprisionándome y haciéndose espacio en mi interior. Y dolió bastante. Porque el alcohol no estaba presente como la primera vez, y la tensión no desapareció a
pesar del deseo. Ambos fuimos rápidos e incompatibles, incapaces de sincronizarnos porque la espera había multiplicado mucho nuestras expectativas. Nos reimos de aquel desastre y poco a poco empezamos una sesión de besos tranquilos,
cariñosos, que iniciaron una nueva ronda, esta vez más equilibrada.
- Creí que iba a explotar si no nos veíamos pronto.- Susurró en mi oído, mientras sus manos me acariciaban despacio-. ¿Cómo lo haremos durante los próximos 4 años?
- Cibersexo.- Me burlé-. He estado pensando en mejorar la velocidad del internet de mi teléfono.
- Suenas desesperado.
- Mírame.- Señalé mi nueva erección-. ¿Crees que no lo estoy?
La acarició con las yemas de sus dedos y se rió.
- Minho ha estado presentándome chicas.
Le miré, súbitamente enfurecido.
- ¿Tengo que matar a alguien?
- Todas creen que tengo novia.- Su expresión risueña se volvió seria al notar mi evidente enfado-. ¡No he hecho nada, te lo juro!
- Mejor para vosotros dos.- Agarré su miembro con decisión y empecé a masturbarle.
- No hables así cuando tienes eso en tus manos, ¿quieres? Me das pánico.
- Es lo que pretendo.
Me coloqué encima de él y abrí mis piernas para conseguir que se introdujera un poco en mi interior, sólo un poco, mientras me movía suavemente, tentándolo. A los pocos segundos, sus manos en mi cintura habían modificado el ritmo
considerablemente. Y lo siguiente fue de nuevo una locura. Porque estar juntos nunca había sido normal ni cuerdo. Desde los territorios apaches en el tejado de la granja cuando apenas levantábamos un palmo del suelo, hasta las embestidas
salvajes y descontroladas que convertían el amor en algo mucho más tangible y auténtico que la mayoría de las cosas que había experimentado durante todos los días de mi vida.
- ¿Tu madre no sospechará si vuelves tan tarde?
- Le dije que dormiría con Minho.
- Eres un niño malo.
- Quién fue a hablar…
- ¿Sabes? Creo que hace años que no dormimos juntos.
- Es cierto.
- Sólo que antes dormíamos vestidos.
Le pegué en el brazo.
- Idiota.
- Han cambiado un poco las cosas.
- Sólo un poco.- Sonreí, cerrando los ojos, adormecido.
- Deberíamos decirle algo a Minho.
- ¿Algo de qué?
- De… esto.
- No lo entendería.
- Lo sé, pero no me gusta mentirle. Es mi mejor amigo.
- Si mi tío se entera, se lo dirá al abuelo, y entonces se montará un escándalo de proporciones dantescas.
Jonghyun para entonces no tenía ni idea de que la abuela sabía algo, y no quería decírselo para evitar que se preocupara y se sintiera inútil, estando tan lejos.
- Aún así creo que deberíamos contárselo.
Yo no estaba tan seguro. O mejor dicho, estaba muy seguro de que eso no era una buena idea. Y la realidad, una vez más, me dio la razón.
87
Cuando el dolor de cabeza se suavizó, decidí ir a ver a Jonghyun. Necesitaba buscar algo de sentido a lo que había hecho Key el día anterior y, ya que ellos se entendían tan bien, pensé que quizá él tuviera alguna idea de por qué mi primo
me había mentido e involucrado en sus hazañas de forma indirecta.
Llamé al timbre algo insistentemente al notar que no me abriría deprisa, pero cuando lo hizo parecía tan desubicado que no pude evitar reirme de su aspecto.
- No me digas que estabas durmiendo, son las 4 de la tarde, Jesús.
Entré y me quité el abrigo, mientras veía que Jonghyun caminaba prácticamente desnudo, descalzo, sólo con unos pantalones de pijama.
- Pues sí, estaba durmiendo.- Murmuró casi sin vocalizar y sin enfocarme, con el pelo alborotado y los ojos prácticamente cerrados.
- ¿Quién fue la afortunada? - Husmeé en la caja de preservativos abierta sobre la mesa del comedor, con un montón de unidades desparramadas alrededor, y envoltorios vacíos-. Una noche épica, ¿eh? - Las pruebas corroboraban las prisas.
Abrió los ojos definitivamente y empezó a recogerlo todo de forma apresurada en un pequeña bolsita de plástico blanca, mientras yo le miraba todavía esperando una respuesta.
- ¿Cómo es que viniste sin avisar?
- No sabía que estabas durmiendo. Pensaba en ir al centro a comprar algo.
- ¿Qué quieres comprar?
- No sé, ropa.
- Para eso es mejor Kibum que yo. Yo no tengo ni idea.
- Ya lo sé, pero el muy desgraciado no me coge el teléfono.
Soltó la bolsa y me miró, incrédulo.
- ¿Y eso por qué?
- Desde la mentira de ayer no he vuelto a saber nada de él.
- ¿Qué mentira?
- El muy maldito me dijo que se quedaba en su casa con su madre pero fui a verle y no estaba allí.
- A lo mejor salió un momento…
- A su madre le dijo que se quedaba a dormir en mi casa.
- Oh…
- Nos mintió a ambos seguramente para ir a la casa de una tercera persona.
Jonghyun se rascó la cabeza, negando.
- ¿Tú crees?
- Es más que evidente.
- Puede que le estemos malinterpretando…
Suspiré, cansado de toda aquella mierda.
- ¿Crees que Kibum tiene algo en Seúl y no nos lo ha contado?
Mi amigo me observaba perplejo.
- ¿Qué dices? ¿Algo cómo qué?
- No sé, un amante casado o algo así.
Jonghyun se echó a reir.
- ¿Crees que tu primo es tan idiota?
- Ya nada podría sorprenderme.
- Creo que ves demasiadas películas.
- Nunca me había mentido hasta ahora. Y eso me hace sospechar.
- Tendría sus motivos.
- ¿Qué motivos va a tener? ¡Nos lo contamos todo!
- Deja de darle vueltas.- Cogió una toalla y me pegó con ella-. Voy a ducharme y salimos.
Le seguí hasta su habitación, en donde iba escogiendo su ropa antes de meterse en el cuarto de baño.
- Si Key está mintiendo es porque tiene algo que ocultar.
- ¡A lo mejor le da vergüenza! - Me gritó desde la ducha.
- Mi primo no sabe lo que es eso…- Sonreí, sentándome en la cama de Jonghyun a esperarle.
Sin conseguir ninguna información sobre mi primo, me dediqué a inspeccionar el lugar en busca de algún rastro que me pudiera dar la más mínima pista de lo que se traía entre manos mi amigo con aquel ligue desconocido, pero no encontré
nada, salvo más preservativos y ropa por todos lados. Aquel piso era un completo desastre.
- ¡Ya casi estoy!
Me reí, orgulloso de la virilidad de Jonghyun, aunque no supe por qué. Quizá porque había tenido demasiadas dudas acerca de él durante toda mi vida y de repente me sentía un poco estúpido por haber desconfiado de sus inclinaciones en
alguna ocasión.
- ¡Te lo pasaste bien anoche! - Le grité, mientras mis ojos seguían fijos en los plásticos de colores que decoraban la estancia-. Al menos podrías haberlo recogido, cerdo.- Murmuré.
- ¡No estuvo mal! - Gritó, en respuesta.
Pero su teléfono móvil vibró (al parecer, estaba en silencio en la mesita de noche) y se me ocurrió la maravillosa idea de fisgonear si era aquella chica la que estaba llamando, o quizá mi primo estuviera dando señales de vida. Al cogerlo entre
mis manos, y ver la pantalla iluminada, la vibración me produjo casi una descarga que recorrió mi cuerpo de pies a cabeza.
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- ¿Qué…?
- Deja de cotillear.- Jonghyun me lo quitó de las manos, consultó la llamada entrante y se lo guardó en el bolsillo trasero de su pantalón, dándome la espalda.
- ¿No vas a contestar?
- Estoy ocupado.
Se terminó de vestir en los minutos en los que continué en shock sin ser capaz de producir ningún sonido. Jonghyun ya estaba totalmente vestido y listo para salir cuando las palabras salieron por fin de mi boca.
- ¿Se puede saber por qué tienes una foto de mi primo y tú besáandoos?
La foto del contacto de su agenda decía “Mi Bummie”. No era ningún secreto que siempre le llamaba así, por eso no había lugar a dudas de que se trataba del mismísimo Kim Kibum el que aparecía en aquella foto de contacto con los labios
estirados dramáticamente hacia los de Jonghyun.
- No es Kibum, lo has mirado mal.
Me levanté la cama, acercándome a él.
- Lo leí perfectamente. Y vi la foto con total claridad.
- No tienes ni idea de…
- ¿Por qué mientes, Jonghyun?
Detuvo mi mano justo antes de que se introdujera en el interior de su bolsillo trasero, dispuesto a contestar las insistentes llamadas de mi primo.
- No miento.
Su voz sonaba acusadoramente temblorosa. Incluyo yo pude notarlo en él.
- Entonces, ¿por qué no contestas las llamadas de Key?
- No es él quien llama.
- Claro que es él, lo acabo de ver.
¿De qué iba todo eso? ¿Es que pretendía tomarme el pelo?
- Te confundes.
Llegados a ese punto, casi quería ahogarle con mis propias manos.
- Mierda, Jjong, dime ahora mismo qué es lo que está pasando porque creo que voy a volverme loco y no quiero extraer conclusiones precipitadas.
Ante su silencio no tuve más remedio que empujarle contra la pared y extraer el teléfono del bolsillo de su pantalón para contestar la llamada. No movió ni un dedo.
- Amor…
- Hola Key.
Pude escuchar su respingo de sorpresa al identificar mi voz.
- Minho…
- Por fin consigo hablar contigo.
- He estado teniendo problemas de cobertura...
- ¡Y una mierda!
Jonghyun cerró los ojos al oír mi grito y Kibum sólo bajó el volumen de su voz.
- Lo siento, Minho.
- Ven inmediatamente a casa de Jonghyun. Necesito escuchar unas cuantas explicaciones antes de cometer un asesinato.- Colgué la llamada mientras mi mejor amigo seguía petrificado, pegado a la pared, incapaz de articular ningún sonido.
Suspiré pesadamente y empecé a navegar por el menú del teléfono, accediendo al último mensaje recibido, que eran unos enlaces a unas webs acompañados de un “diviértete” y un emoji haciendo un guiño. Mi curiosidad me condujo a clickar
en los enlaces y mi mandíbula casi se desencajó-. ¿Compartes porno con mi primo?
Jonghyun despertó de su trance y me quitó el teléfono de las manos.
- No sé de qué te sorprendes, si contigo también lo hago.
- Pero yo te paso vídeos de tías, no esto.- Señalé su móvil como si se tratara de un objeto maldito, con todos esos tipos de enormes miembros exhibiendo sus cuerpos trabajados y sudorosos.
- A cada uno le gusta lo que le gusta.
Mi cerebro trataba de trabajar coherentemente, pero no lo conseguía.
- Dime la verdad, Jjong, ¿Kibum está intentando seducirte? Porque si te está molestando, sólo dímelo y hablaré con él. Sé que puede llegar a resultar un poco cargante, y bueno… debes entender que él es menor que nosotros y tiene las
hormonas revolucionadas… Supongo que no se da cuenta de que sus actos pueden ser malinterpretados...
- Key no me acosa.- Me cortó, con toda la tranquilidad que fue capaz de reunir.
- No hace falta que le defiendas, conozco perfectamente su personalidad, y sé que puede llegar a ser muy insistente.
- No le estoy defendiendo, Minho.
- A lo mejor cree que tú también eres rarito o que puede volverte como él o quién sabe qué anda pensando…
- Minho.- Me agarró por los hombros y me miró fijamente, con los ojos algo enrojecidos-. ¡Dios!, me duele la cabeza.- Se llevó una mano a la sien y suspiró, cerrando los ojos, antes de volver a hablar-. Minho, escucha : Kibum no me está
acosando, y yo no estoy tratando de defenderle. No quiere volverme como él porque ya soy como él.
- ¿Qué coño dices? Si anoche…
- Estoy saliendo con tu primo.
Esa frase cayó como una losa sobre mi cabeza y no conseguí decir nada durante un buen rato. Mis neuronas no hacían más que dar vueltas a los últimos acontecimientos. Los recuerdos de nuestras anuales vacaciones en Boseong iban y
venían tratando de ubicar el momento exacto en el que las cosas habían cambiado tanto que Jonghyun había despertado sentimientos hacia Kibum al margen de los fraternales. Pero no fui capaz de concluir nada.
- ¡Sois casi hermanos, joder!
Le empujé, provocando que se golpeara contra la pared.
- No lo somos, ni tú y yo tampoco.
- Siempre hemos sido como hermanos. ¡Los tres! No me vengas con gilipolleces.
Bajó la cabeza, imagino que estaba demasiado avergonzado como para mirarme a los ojos.
- No pretendía… Mierda, no quería que esto pasara así.
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- ¿Desde cuándo?
- ¿Eh?
- No sé si quiero saber desde cuándo me ocultáis esto, pero al menos necesito saber en qué momento descubriste que te gustaba mi primo, porque recuerdo perfectamente que de pequeños solíamos burlarnos de él. Tú también lo hacías.
- No lo sé… Supongo que fue algo que sucedió, sin más.
- No me jodas, Jjong, has tenido novias. ¡No me lo creo! O te gustan las chicas, o te gustan los chicos. No puede gustarte… no sé… ¡todo…!
- Nunca sentí algo como esto con ellas. Y Kibum siempre ha sido tan delicado que… de alguna manera… era como una chica.
- ¡Pero no lo es, maldita sea!
- ¡Para mi sí! ¡No veo ninguna diferencia entre él y una chica!
- ¡Pues entonces estás muy ciego!
- ¿Qué tiene de malo que me guste un chico que parece una chica? ¡Cualquiera podría confundirse!
- Él no parece una chica, Jjong, ¡tiene pene, joder! ¿Cómo vas a tener sexo con un hombre? - Señalé la mesita de noche, en donde los paquetes vacíos de preservativos parecían un cartel luminoso gigante-. Puedo entender que te guste
Kibum de alguna forma… extraña… que le quieras porque… hemos crecido juntos y… quizás confundas tus sentimientos... pero no me digas que estáis saliendo cuando anoche te acostaste con una chica, como podemos observar.- Me reí,
girando a mi alrededor, en medio de aquel caos-. Y fue bastante salvaje.
Jonghyun me miró fijamente a los ojos y simplemente susurró :
- No me acosté con ninguna chica anoche, Minho.
Y la realidad me golpeó con un bate de béisbol cuando el timbre sonó, justo en el momento en el que ataba los cabos sueltos que durante los últimos minutos no había sido capaz de atar.
Kibum desaparecido. Jonghyun ocupado. Montones de pruebas a mi alrededor. Condones. Muchos condones. Una foto. Un mensaje.
“Amor…”
Kibum le había llamado “amor” a Jonghyun.
Pero seguía sin poder creerlo.
¿Jonghyun, mi mejor amigo, mi casi hermano, la única persona en el mundo a la que era capaz de confiarle absolutamente todo… estaba teniendo sexo con mi primo?
90
Aquellas Navidades en Seúl no fueron las más blancas y felices, pese a que yo pretendía que así fuera. Mamá se había esforzado mucho por cocinar comida rica y apenas discutimos en esos días que pasamos juntos. Casi empezaba a
pensar que la iba a extrañar cuando me fuera… pero pronto empezó a intentar controlarme en modo maníaco, y cuando sugirió que dejara las clases de diseño y que volviera a casa para intentar encaminar mi futuro, recuperé la consciencia.
Sabía que me quería, siempre me había querido, sólo que tenía una forma un tanto obsesiva de preocuparse por mi, y eso obviamente mermaba mi libertad. Quería tenerme a su lado a cualquier precio… Aún si ese precio era la felicidad de
su hijo. Casi me sentí asfixiado.
Mis citas furtivas con Jonghyun lo cambiaron todo. No es que pasáramos demasiado tiempo a solas, pero definitivamente, esas horas cundían mucho. El día de Navidad pudimos comer juntos en un bonito restaurante y luego pasamos el resto
del día en su apartamento. Vimos películas, cocinamos juntos, nos abrazamos interminablemente… y mucho más. Sentía que más que nunca le pertenecía, y aunque apenas lo habíamos puesto en palabras, él me pertenecía a mi.
Despertarme a su lado fue lo mejor, aunque apenas desayuné tuve que volver a mi casa para que mamá no se desesperara demasiado y no le diera por llamar a casa de Minho, mi coartada, que por cierto no sabía nada de mi paradero.
Caí de mi nube en el momento en que llamé a Jonghyun porque sí, ya le extrañaba (y apenas hacía unas horas que nos habíamos despedido) y mi primo respondió al teléfono. Por su tono me temí lo peor, y me pasé todo el camino hacia allí
ideando la excusa perfecta, elaborando minuciosos argumentos que le hicieran entender… por qué Jonghyun y yo le habíamos ocultado todo aquello. Conocía a Minho y sabía que “traicionado” era algo así como una broma en comparación a
cómo debía de sentirse en ese momento.
Me sorprendió que fuera él quien me abriera la puerta en el piso de Jonghyun, porque cuando me saludó, sus ojos parecían salírsele de las órbitas.
- ¡Bienvenido, Kim Kibum! - Me abrazó tan fuerte que mi espalda crujió, pero apenas balbuceé un “suéltame” que no escuchó (o no quiso escuchar) mientras mi vista se fijaba en Jonghyun, que me miraba con una expresión lastimera.
- Estaba haciendo la cena con mamá y se preocupó bastante de que haya salido a estas horas…
- Qué cosas tiene mi tía… - Me separó un poco, mirándome de arriba a abajo-. Qué raro verte en chándal.
- Gritabas tanto que salí con lo que llevaba puesto.
- ¿Te asusté?
- Un... poco.
Sonrió de una forma un tanto maquiavélica, parecía feliz con eso.
- Pues no sé por qué te asustas. ¿Tienes motivos?
- Voy por algo de beber.- Jonghyun se fue a la cocina, haciéndome sentir algo débil ante mi primo.
- ¿Has estado bebiendo, Minho? - Me quité el abrigo para dejarlo en el sofá.
- No, ¿y tú? - Negué con la cabeza-. ¿Qué has estado haciendo?
- ¿Cómo dices?
- Si vas a usarme de coartada, al menos deberías decírmelo, ¿no crees?
- No sé de qué…
- Ya no digo que me cuentes con quién te vas a ver… o qué mierda de marca de lubricante usaréis…- Empezó a caminar en círculos por el salón cuando Jonghyun apareció y me puso en las manos un botellín de cerveza.
- Bebe.
- Yo no bebo.
- ¡Bebe! - Ordenó Minho, y le obedecí al instante, estremeciéndome por el contacto con el amargo líquido. Su expresión daba miedo.- Me da exactamente igual lo que hagas con tu vida sexual, nunca me he entrometido y lo sabes, pero…
¿Jonghyun? - Le señaló, fuera de sí, mientras él agarraba su botella de cerveza con ambas manos, tembloroso-. De todas las personas sobre la faz de la tierra… ¿tenía que ser él? ¿Nuestro hermano?
Aquello ya había alcanzado el nivel de incesto para él, por lo que podíamos observar.
- No somos hermanos, Minho.
- ¡Es casi como si lo fuéramos! Hemos crecido juntos, hemos… ¡mierda! - chocó con la mesa de centro y le dio una patada, desplazándola sobre sus ruedas- ¡nos hemos bañado juntos en el lago! ¡Desnudos! Y hemos… hemos… ¡compartido
porno! ¡No me digas que ahora le gustan los hombres!
- Estás diciendo… - Murmuró Jonghyun, dejando su botella sobre la barra de la cocina-... ¿que lo que más te preocupa de todo esto es que yo sea gay?
Creo que Minho no se daba ni cuenta de lo que más le molestaba hasta que Jonghyun lo puso en palabras. Suspiró hondo y se derrumbó sobre el sofá, mirándome con odio, mientras yo trataba de calmarme acabando mi cerveza. Su
respiración se hizo algo más relajada cuando yo traía una segunda cerveza y le ofrecí otra a él, que me arrebató de las manos con brusquedad.
- ¿Desde cuándo os acostáis?
Bajé la cabeza, ¿en serio tenía que responder a eso?
- Eso no importa, Minho.- Habló Jonghyun, sentándose sobre la mesa de ruedas, enfrente de mi primo-. No se trata de cuándo ni de cómo. Yo siempre he querido a Kibum.
- Y yo a ti, y no dejo que me untes de lubricante.- Dijo, mirando al suelo con el ceño fruncido.
- Si tuviera que elegir un día, no podría hacerlo. No puedo decidir el momento en el que las cosas cambiaron porque no fue así. Sabes que siempre han sido así. Siempre he querido protegerle, y siempre sentí que debía hacerlo.
- Porque era una niña.
- Ya empezamos…- Bufé, cansado de aquello.
- No se trata de que me gusten los hombres, Minho. Se trata de que me gusta Kibum.
Me sonrojé al instante, mientras Minho le miraba, atónito.
- Kibum es un hombre.
- Pero es el único que me ha gustado. Nunca he pensado en ningún otro hombre así. Él es especial, ya sabes, nunca le he visto en realidad de la misma manera en que te veo a ti. O a Jay o a Max… Él siempre ha sido diferente para mi.
Cuando era pequeño solía pensar que era una niña, y que tenía que cuidar de ella, porque llevaba esas camisetas rosas y tenía esas muñecas con trenzas…
- ¡Mamá me las regaló! - Protesté.
- Las peinabas tan bien…- Sonrió, haciéndome estremecer con aquel gesto tan auténtico-. Nunca fuiste como nosotros y nunca te vi como a los demás. O de lo contrario no habría pasado lo que pasó en el granero.
- ¿¡Qué coño pasó en el granero!?
“Mierda Jonghyun, cállate”.
- Yo pensaba que también hacías esas cosas con Minho.
- No las hacía con nadie más que contigo.
- ¿¡Qué cosas!? - Minho empezaba a desesperarse y yo terminé mi segunda cerveza para no tener que dar explicaciones.
- Le enseñé cosas de las que no me siento especialmente orgulloso. Porque como su hyung debería haberle protegido. Y siento que de alguna manera abusé de su confianza.
- Eso no fue así.- Me coloqué detrás de él, de pie, y le apreté el hombro-. Nunca sentí que estuvieras abusando de nada. Siempre me hiciste sentir bien. Aunque no comprendí el motivo hasta hace poco.
- ¡Genial! - Minho se recostó en el respaldo del sofá-. Habéis estado teniendo encuentros ilícitos desde pequeños y yo me tengo que enterar ahora.
- ¡No seas carca! - Le lancé un cojín a la cara que ni siquiera tuvo la intención de esquivar-. Tu primo y tu mejor amigo tienen sexo, ¿vale? Acéptalo y sigue con tu vida. No vamos a contagiártelo.
Sonrió sarcásticamente y me lanzó el cojín con fuerza, haciendo que me tambaleara un poco. Si Jonghyun no me hubiera sujetado, habría acabado en el suelo.
- ¡Qué tiernos! - Se burló al ver cómo me abrazaba.
- Vete al infierno, Minho.- Jonghyun se levantó y examinó mi cara-. ¿Estás bien?
Asentí, tranquilizándole.
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- Verás cuando se enteren los abuelos.
- Abuela ya lo sabe.
Jonghyun elevó sus cejas, impactado.
- ¿Lo sabe?
- No lo entiende ni lo acepta, pero… al menos no quiere quemarme en la hoguera.
- Si abuelo se entera… te echará de la granja.- Dijo Minho, bajito.
- Ya lo sé.- Le miré, con las lágrimas empezando a acumularse en mis ojos-. Por eso te pido que por favor no le digas nada.
- ¿Es que crees que vas a poder ocultar esto por mucho tiempo?
- Lo haré.
- Seguro que os pone cachondos tener una relación clandestina, malditos pervertidos.
Jonghyun se lanzó sobre él y empezaron una pelea ficticia en la que acabaron rodando por el suelo, a cojinazo limpio, mientras yo les observaba con los brazos cruzados.
- ¡Retira eso!
- ¡No lo haré! ¡Sois unos salidos de mierda! ¡Tienes la casa llena de condones! ¿Es que estáis enfermos?
Jonghyun le pegó de nuevo con el cojín.
- ¡Tienes envidia porque sigues siendo virgen! ¿No te da vergüenza?
- ¡Al menos no me acuesto con los primos de mis amigos!
- ¡Quizá deberías probarlo!
Y una nueva ronda de golpes llegó hasta que Jonghyun se sentó sobre la cintura de Minho y empezó a hacerle cosquillas.
- ¡No estarás intentando seducirme a mi ahora, ¿no? pedazo de cabrón!
Jonghyun rió y se levantó del suelo. Suspiró, cansado, y fingió darle una patada en el costado, de la que Minho se defendió rápidamente, sin acabar de recibirla.
- No eres mi tipo.
Jonghyun me abrazó de la cintura, dio un sorbo a mi tercera cerveza y me besó. Casi podía oír a Minho arder mientras nos miraba, pero yo ya estaba algo ausente por el escaso alcohol que había ingerido y no me opuse. Jonghyun se recreó
en el beso abriendo su boca e introduciendo la lengua en la mía descaradamente.
- ¡Dios, qué asco!
La risa nos hizo separarnos, a la vez que el cojín lanzado por Minho desde el suelo, que nos miraba con una expresión extrañada y divertida a la vez.
- Admite que soy el mejor candidato como futuro marido de Kibum. Si no fuera por mi, a saber qué imbécil se habría acercado a nuestro Bummie.
Le empujé, enfadado.
- ¿Insinúas que soy incapaz de encontrar a un buen hombre por mi mismo?
- ¿Quieres que te recuerde lo de Jay?
- ¿Qué? ¡Pero si él ni siquiera me gustaba! ¡Él intentó violarme! - Le empujé más fuerte-. ¡Idiota!
Y me fui a la cocina, azotando la puerta al entrar.
- Enhorabuena, Casanova.- Escuché reir a Minho-. Más te vale que te disculpes con él, le conozco y es capaz de volverse a Boseong sin decirte ni adiós. Y luego tendré que aguantarte el resto del año lloriqueando porque Kibum te dejó.
- Yo no lloriqueo.
- Mírate, si estás a punto de hacerlo.- Se rió más alto y escuché la puerta-. Discúlpate con él y reconciliaos de la mejor manera que conocéis.
- ¡Serás…!
Intuí que Minho había esquivado un nuevo cojinazo antes de marcharse y Jonghyun entró en la cocina en silencio, abrazándome por detrás mientras trataba de ordenar los cacharros en el fregadero.
- No sabes cuánto te odio en estos momentos, Kim Jonghyun.
- Lo dudo.- Colocó su barbilla en mi hombro y me besó el cuello. ¿En qué momento yo me había vuelto tan alto?
- No sé cómo has podido decir eso.
- Celos.- Sentí la ligera brisa de su risa en mi oreja-. No tienes ni idea de lo celoso que estuve cuando pasó aquello. Creí que él iba a tocarte antes que yo, y casi me morí de celos.
Sonreí, mientras sus brazos me encerraban aún más fuerte. Nunca hasta ese momento creí de verdad que Jonghyun pudiera llegar a ser tan posesivo conmigo. Pero no me asusté por ello, porque yo tenía más que claro que era de su
propiedad. Y cuando al despedirnos aquel invierno me entregó las llaves de su camioneta, asegurando que yo era quien mejor podía cuidar de ella en su ausencia, me di cuenta de que él también era mío, y ya no podíamos distinguir con
claridad en qué punto empezaba y acababa cada uno de nosotros.
Aunque la primera vez que llevé su preciosa camioneta nueva a clase, la reacción de mis amigos fue bastante espectacular.
- ¿No es ese el coche de Kim Jonghyun? - Preguntó Hyuna, curioseando alrededor, mientras yo bajaba-. ¿Qué haces conduciéndolo tú?
- Me pidió que se lo cuidara.- Dije, simple, asegurándome de que lo cerraba correctamente.
Lo miré una vez más antes de entrar en el aula. Sí, iba a cuidar de ese coche con mi vida.
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Descubrir que mi primo y mi mejor amigo estaban teniendo un… ¿romance?... fue bastante extraño, creo que el shock me duró unos cuantos días. Para cuando reaccioné a lo que había descubierto, Kibum ya había vuelto a Boseong y no
pude seguir recriminándole nada. Al menos a la cara. Porque durante unas cuantas semanas le atosigué a mensajes llamándole “pervertido” y “roba-amigos” entre otras cosas menos agradables todavía. Pero al cabo de un mes más o menos
no me quedó otro remedio que aceptar que me gustaba ver a Jonghyun con aquella sonrisa de felicidad cada vez que hablaba de él y me contaba sus planes de futuro juntos. Seguía sin entender del todo cómo podía ser que el obseso de los
pechos grandes había acabado enamorándose de una cosa plana y sin gracia como mi primo, pero si reflexionaba muy profundamente llegaba rápido a la conclusión de que siempre le había querido. Y entonces me odiaba a mi mismo por no
haber sido capaz de verlo a tiempo, de no haber amenazado convenientemente a Jonghyun en plan hermano mayor de Kibum, y de no haberles dejado claro cómo se tenían que comportar en la granja para no despertar sospechas. Porque
claro que las despertaron. Más que eso.
El curso no transcurrió todo lo deprisa que me habría gustado. Me sentía algo solo sin Kibum, que solía venir a mi casa varias veces por semana porque nunca encontraba tiempo para estudiar. En cambio Jonghyun era tan condenadamente
responsable que sólo abandonaba su aislamiento para ir a clases o hacer exámenes, y ni siquiera salíamos a beber cada fin de semana. Él era un ermitaño sin ganas de fiesta y yo sólo quería desahogarme de toda la presión de mis estudios.
En mi intento por liberarme un poco, salí un par de veces con Yuri, una compañera de clase que parecía más que interesada en mi, pero no funcionó. Era increíblemente sexy y siempre se mostró muy dispuesta a todo lo que tenía que ofrecer,
pero desde el primer momento sus besos no me hacían sentir nada.
Fue entonces cuando me empecé a plantear que me gustaban demasiado los besos de Taemin, en comparación con los de cualquier otra persona. Esa forma torpe e ingenua de corresponder a mi intrusión, a mi brutalidad. El modo en que
posaba su mano suave sobre mi cara. El simple hecho de sentirme obligado a rozar sus labios, más allá de mis propios deseos, porque él tenía la capacidad de doblegar mi voluntad de aquella manera... Y me odié por pensar en todas esas
cosas cuando debería estar disfrutando de las hermosas y sinuosas curvas de las mujeres de mi edad, en lugar de en el insulso cuerpecito de un niño de 14 años (casi 15).
“Acúerdate de felicitar a Taemin” fue el mensaje que recibí el día de su cumpleaños. Kibum no estaba dispuesto a que se me olvidara aquella fecha. Yo ni siquiera sabía cuándo era, y habría seguido en mi ignorancia de no ser por sus
insistentes recordatorios.
Durante todo el día miré la inerte pantalla de mi teléfono con un montón de dudas revoloteando por mi cabeza. No era bueno. No podía hacerlo. No DEBÍA hacerlo. Pero quería. Quería llamarle y burlarme de él llamándole “peque” o
regañándole por seguir llamándome “oppa” todavía a esa edad. Kibum se había encargado de adjuntar al mensaje el número de teléfono de la casa de Taemin, a donde nunca había llamado porque no tenía motivos para hacerlo. ¿Querer
escuchar su voz era suficiente motivo?
Definitivamente, yo no era como Jonghyun. Yo no estaba tratando de comenzar una relación, ni una aventura, ni un juego, con un adolescente. Con un chico. No pretendía ahondar en el caos que había dentro de mi cabeza y abrir una puerta
que quizá nunca podría ser cerrada de nuevo. Y yo la quería cerrada. Como fuera.
- Por mucho que lo mires, no sonará.- Se burló mi padre cuando me vio sentado en mi escritorio, con la vista completamente fija en mi teléfono.
- No estoy esperando a que suene.
- ¿Ah no? - Se sentó en mi cama, con una sonrisa en sus labios. Estaba disfrutando con eso-. Pues parece que estás muy ansioso por recibir una llamada.
- Nadie llama a nadie ahora que se pueden enviar mensajes.- Solté el teléfono sobre la mesa y me recosté en el respaldo de mi silla.
- ¿Estás esperando un mensaje, entonces?
- Noooop.
Cruzó los brazos y las piernas a la vez y me miró fijamente.
- ¿Te estás haciendo de rogar con alguna chica?
- Claro que no, papá.
- Eso no funciona. Y además puede que se canse de esperar por ti.
- No me estoy haciendo de rogar.
- ¿Entonces por qué no la llamas?
- Porque no quiero que se ilusione.
Su sonrisa se amplió y yo me di cuenta de que mi boca acababa de jugarme una mala pasada.
- O sea que sí que hay una chica.
Bufé, cansado, y cerré los ojos. No iba a contarle nada de eso a mi padre. Después de todo, ni siquiera había algo que contar.
- No estoy interesado en una relación. No se me dan bien esas cosas.
- ¿Acaso has salido con alguien ya?
- No… pero… sé que no me gustaría. No me gusta tener que estar pendiente de otra persona.
- Pero ya lo estás. Mírate hace tan sólo un momento.
- ¡No es lo mismo! Yo no quiero tener que idear citas de Navidad o de San Valentín, ni tener que comprar regalos por el Día Blanco… ni llamar o enviar mensajes cursis en su cumpleaños o en nuestro aniversario. Yo no soy así.
- Puede que a ella tampoco le gusten las cosas cursis.
- Le gustan, créeme.
Cuando soltó una pequeña carcajada volví a maldecirme por haber hablado tan rápidamente.
- ¿Quién es? ¿La conozco? Por lo desanimado que te veo desde que volvimos de Boseong, yo diría que esa chica se quedó allá.
- Venga ya, papá, ¿desanimado? Lo que estoy es aburrido y agobiado con las clases. Los profesores nos explotan y nos ponen montones de trabajos y exámenes.
- Eso nunca ha sido un gran problema para ti.
- Además Bummie no está para sacarme de mis casillas, y pelearme con él me relajaba mucho.
- Bueno, a cambio tienes a Jonghyun, él siempre ha sido algo así como tu alma gemela, ¿no?
- Tks…
- ¿Qué pasa? ¿Os habéis peleado?
Si querer asesinarlo cruelmente significaba que nos habíamos peleado… pues sí.
- Jjong no sale prácticamente de casa. Ha debido de hacer un voto de castidad o algo así.
- ¿En serio?
- O mejor dicho : de fidelidad.
- ¿Kim Jonghyun tiene novia?
Fuera como fuera, tenía que dejar esa conversación antes de que fuera demasiado tarde.
- Me pregunto qué clase de chica querría salir con un tipo como ese.- Me reí.
- Bueno, tengo entendido que Kim Dasom es la candidata perfecta para ser su esposa. Es una chica muy bonita.
- Es una sosa.
- Lo importante es que le guste a él, y no a ti, Minho.
- A Jonghyun no le gusta esa sosa. Y dudo que tenga la intención de casarse con ella.- Una imagen apocalíptica de mi primo prendiéndole fuego a su vestido de novia me provocó un ataque de risa incontenible.
- ¿De qué te ríes?
- Kim Dasom no es el tipo de persona de la que Jonghyun se enamoraría.
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- ¿Y qué tipo de persona sería, entonces?
Otro Kim. Kim Kibum.
- Los Kim tienden a juntarse entre ellos. Son como una enfermedad contagiosa.
Pude ver cómo sus ojos se abrían, interesados.
- ¿Kim Hyuna? No creí que Jonghyun tuviera un gusto tan… exótico. Esa chica es muy sexy.
- ¡Papá, podría ser tu hija!
- ¡Sigue siendo sexy!
- ¡Ahhh, no quiero oirlo! - Me tapé los oídos y empecé a balbucear mientras le veía intentar dar una explicación a lo que acababa de confesar-. ¡No creí que te gustaran tan jóvenes!
Se levantó de la cama, agarró mis brazos y me dijo seriamente :
- Sea quien sea esa chica, llámala. Deja de hacerte el valiente.
Iba a salir de mi habitación cuando le detuve :
- Y si esa persona… ¿no fuera para nada conveniente?
Se giró.
- ¿Cómo podría no serlo?
Suspiré.
- Puede que no sea para nada lo que quería ni lo que me gustaba. De hecho probablemente ni siquiera esté sintiendo nada de lo que creo que estoy sintiendo. Sólo… que esa persona no se va de mi cabeza. No es que piense en… esa
persona todo el día ni nada… es que… sencillamente, cuando no estoy pensando en nada, su cara aparece. Y entonces empiezo a pensar en que no debería pensar en… esa persona pero… - Suspiré otra vez-. Mierda, la echo mucho de
menos.
Papá me miró algo preocupado antes de preguntar :
- Esa persona… no será Kim Jonghyun…
- ¡Papá!
Prácticamente le eché de mi cuarto tras aquella insinuación. Ni siquiera podía entender cómo Kibum podía sentir algo más que un cariño de amigo por Jonghyun, ¿cómo iba a sentirlo yo? Éramos prácticamente como hermanos.
Después de cerrar la puerta y asegurarme un par de veces de que papá seguía en el salón viendo la tele y no estaba pendiente de mi, me decidí a llamar por teléfono. Todo habría sido más fácil si Taemin tuviera un maldito teléfono móvil
como todo el mundo en el siglo XXI. No lo pensé más y marqué el número que ya había memorizado de tantas veces que había leído el mensaje de mi primo.
Un tono.
Dos.
Tres.
Creo que esperé un par de tonos más (apenas los oí mientras mi boca maldecía y alejaba el aparato de mi oreja) y finalmente colgué el teléfono.
¿Qué diablos hacía Taemin fuera de casa a esas horas? Eran más de las diez de la noche y en Boseong no sólo estaría oscuro sino que además el frío en el exterior sería insoportable. ¿Y si se enfermaba? Con lo desastre que era,
seguramente no se habría abrigado adecuadamente y se pasaría días enteros metido en la cama con una fiebre altísima y delirando. ¿Sus poderes serían más difíciles de controlar si caía enfermo?
Una nueva ola de preocupación me invadió, imaginando fuego devorando la habitación de Taemin mientras él era incapaz de levantarse de la cama debido a la fiebre. No podía permitir que eso sucediera así como así, de modo que volví a
llamar, angustiado y sin ningún tipo de esperanza en una respuesta por su parte.
- ¿Hola?
Mierda.
- ¿Ta… Taemin?
Más mierda.
- ¡Oppa!
Tomé aire, no quería volver a tartamudear, él sonaba perfectamente bien. Sin fiebre. Sin fuego. A salvo.
- Felicidades, Taeminie.
- ¡Oppa! - Escuché su armoniosa risa y casi sentí su aliento envolviéndola, rozando mi cuello. Casi como si estuviera abrazándome, ¿eso era posible?-. ¡Feliz San Valentín a ti también!
¿San Valentín?
Miré el calendario sobre el escritorio, acercándolo más para observar los detalles de corazoncitos rosas alrededor del día señalado. ¿Quién había coloreado eso?
Taemin empezó a relatar un montón de aventuras acerca del bosque, el lago y varios animales salvajes que estaba tratando de amaestrar.
- ¿Estás estudiando bien? - Le interrumpí-. No puedes olvidarte de hacer las tareas o Onew hyung se enfadará.
- Onew hyung es un pesado.- Su felicidad pareció desvanecerse-. Siempre me enseña matemáticas y las odio.
- Tienes que aprender o nunca serás tan listo como los demás niños de tu edad.
- Nunca seré como los demás niños de mi edad.
Nadie sabía aquello mejor que yo.
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- ¿Has tenido pastel?
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Por tu cumpleaños.
- Idiota… mi cumpleaños es en julio.
¿¡Qué!?
- ¿En julio? Pero si nunca lo hemos celebrado.
- No me interesa mi cumpleaños mucho.
- ¿Y eso?
- No sé.
Casi quise matar a Kibum. ¿En serio me había hecho creer que era el cumpleaños de Taemin sólo para que le llamara en el “Día de los Enamorados”?
“Me las pagarás, marica”. Fue el mensaje que salió directo de mi teléfono móvil al suyo, mientras continuaba escuchando las historias interminables de Taemin, que acabaron cuando mi padre me amenazó con cortar la línea telefónica si no
dejaba de hablar con esa tal Kim, que en realidad era un tal Lee.
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Cuando prometí cuidar de la camioneta de Jonghyun como si mi vida dependiera de ello, no conté con que a veces, por mucho que sobreprotejas una cosa, hay ciertas circunstancias que se escapan de tu control. Que un maldito borracho
decidiera colisionar conmigo cuando yo estaba tranquilamente parado en un semáforo en rojo a las 8 de la mañana era la prueba factible de que por mucho que te esfuerces, siempre hay alguien dispuesto a joderte el día.
- ¡Hostia puta!
Y el coche.
Tras el shock inicial del golpe, que casi me desnuca, y después de comprobar que no estaba herido en ninguna parte, salí corriendo del coche para evaluar los daños.
- ¿Ca… passssao…?
El hombre borracho trataba de abrir la puerta de su coche, pero no lo lograba debido al estado en el que se encontraba.
- ¡Serás maldito! ¡El coche de mi nov…! ¡Ah, mierda!
El parachoques trasero descolgado, el maletero abollado y parte del lateral lleno de ralladuras.
- Esso… con pulimento se arregla… - Murmuraba desde el interior de su destartalado coche.
- “Con pulimento”, dice… ¡Deme inmediatamente los datos de su seguro o llamaré a la policía!
Le amenacé con el puño hasta que le hice bajar, a trompicones, y entregarme los papeles.
Me quería morir. Acababa de destrozar el coche de Jonghyun. No había sido culpa mía, pero ese era el resultado.
Esa mañana no pude ir a clases porque tuve que arreglar mucho papeleo entre el seguro, el taller y que el abuelo viniera a buscarme, ya que me acababa de quedar sin medio de transporte.
- Pero estás bien, ¿no?
- Sí, no te preocupes. Debería haber llamado a la policía y denunciar a ese maldito borracho.
- El señor Kang es un buen hombre. Sólo está pasando una mala época.
- Abuelo, podría haber matado a una persona. ¿Y si en lugar de chocar conmigo, hubiera atropellado a alguien?
- No tiene sentido hablar de cosas que no han pasado.
- Ha sido una imprudencia muy grande. Debería estar en la cárcel.- Seguí gruñendo, cruzado de brazos.
El abuelo negaba con la cabeza, lamentando la vida de aquel “pobre hombre” al que su mujer había abandonado para escaparse con su mejor amigo, dejándole al cargo de sus tres hijos, el mayor de los cuales ni siquiera había empezado el
instituto.
- Ha tenido mala suerte.
- No me extraña que su mujer se haya largado, si es tan idiota.
La conversación se acabó porque el abuelo ya no podía seguir defendiendo su conducta, y le dolía demasiado lo que había pasado con uno de los amigos de su hijo.
- Yo pagaré el arreglo del coche de Jonghyun.
- ¿Qué?
- Si su compañía de seguros se hiciera cargo, probablemente él tendría que pagar una gran cantidad. Y no se lo puede permitir.
- ¿Y por qué ibas a pagarlo tú, que no tienes nada que ver con sus errores?
- Porque ese hombre era amigo de tu tío, y ya que nadie quiere tomar la responsabilidad, yo lo haré. Del mismo modo en que si hubiera sido un hijo mío.
Malditos Choi y su sentido de la responsabilidad.
Salí de la camioneta del abuelo dando un portazo y subí a mi habitación, enfadado y frustrado. Solté la mochila y cogí el teléfono, con las manos aún temblorosas por la rabia.
- Hola, amor.
Jonghyun siempre sonaba tan relajado…
Que no pude evitarlo y me eché a llorar.
- Lo siento, Jjong… te he fallado…
- ¡Omo! ¡Bummie! ¿Qué pasa?
- Me pediste que cuidara de él y no pude…
- ¿De qué hablas? ¿Por qué lloras? Me estás asustando.
- Tu coche…
- ¿Qué pasa con mi coche?
- Tuve un accidente con tu coche, Jjong.
Mis sollozos aumentaron de intensidad y pude escuchar un respingo de preocupación al otro lado de la línea.
- Bummie, escucha. Escúchame.- Respiró hondo y me di cuenta de que estaba intentando tranquilizarse-. ¿Tú estás bien? ¿Dónde estás herido? ¿Has ido al hospital a que te revisen?
Me miré los brazos, las piernas, y me levanté de la cama para inspeccionarme en el espejo con detenimiento.
- No estoy herido.
- ¿Seguro? ¿No te duele la cabeza?
- Un poco, pero es de llorar.
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Su carcajada fue in crescendo cuando respondí de esa forma tan infantil. Tardó bastante en reponerse.
- Cariño, me alegro mucho de que te importe tanto mi coche pero… no ha pasado nada grave si tú estás bien.
- Pero estará casi un mes en el taller porque está todo abollado y rallado… Encima el abuelo dice que va a pagar la reparación porque no quiere denunciar a ese borracho que es amigo de mi tío…
- De ninguna manera, el abuelo no va a pagar la factura de mi coche.
- Pero ya sabes cómo es, no dejará que ese tipo vaya a la cárcel.
- Bueno, ya lo arreglaremos, no te preocupes de nada, hablaré con el señor Song, lo has llevado a su taller, ¿verdad?
- ¿Acaso hay otro en este pueblucho?
- Le llamaré y lo arreglaré, no sufras.
- Pero Jjong… ¡me pediste que lo cuidara!
Una nueva catarata de lágrimas se inició, mientras él se reía ahogadamente y la abuela entraba a mi habitación, consternada.
- Kibum, ¿qué ocurre?
- ¡La ca… camioneta…!
- ¡Cielo santo!, ¿estás así por eso?
- Es que… es que le prometí a Jonghyun que la cuidaría….
- Cariño, deja de llorar, ¿sí? - Susurró Jonghyun, con voz tranquilizadora-. Tú me importas más que cualquier camioneta último modelo.
- Pero… pero tenía todo el equipamiento deportivo…
- Lo que realmente me asustaría sería que te pasara algo a ti. Lo demás no me importa nada, Bummie.
- Jjong…
- Baja a cenar.- Nos cortó la abuela-. Y lávate la cara antes, estás montando un drama.
Unos cuantos hipidos terminaron con mi llanto mientras Jonghyun trataba de tranquilizarme, algo que nunca sabía por qué, era capaz de lograr en tiempo récord.
- Ojalá estuvieras aquí.
- No hay ningún sitio en donde me gustaría más estar.
Suspiré.
- Perdón por haberte asustado tanto.
- Te quiero. Y gracias por cuidar tanto de mi camioneta. Pero no vuelvas a llorar por una tontería como esa.
Mientras la camioneta de Jonghyun era reparada, tuve que hacer mis viajes al pueblo en la vieja Chevrolet del abuelo. Yo no le tenía tanto apego como Minho y además la calefacción funcionaba cuando quería. No quería ni imaginar cómo
sería conducirla en verano, ya que no tenía aire acondicionado, por lo que rogaba al cielo para que el inútil del señor Song reparara la otra antes de que llegara el calor.
Una semana después, aún me duraba el cabreo por el accidente cuando escuché a dos señoras hablar, mientras yo colocaba las etiquetas con los precios en la ropa de nueva temporada. Cuando escuché el nombre de Jonghyun salir de sus
labios, me acerqué discretamente para enterarme de qué era lo que tenía a aquellas dos cotillas tan alteradas.
- ¿Te lo puedes creer? El muy indecente anuló su compromiso sin darle ninguna explicación a la hija de los Kim.
- La chica debe de estar destrozada.
- Más que eso, he oído que se va del pueblo la semana que viene.
- No me extraña, ¿quién querría continuar aquí, sabiendo que todo el mundo te mira con lástima?
- La señora Kim está terriblemente avergonzada de su hijo. Me dijeron que ni siquiera sabe nada de él. No se han visto en Fin de Año ni planea viajar a Seúl. Las malas lenguas dicen que le van a desheredar.
¿Qué mierda…?
- Jonghyun siempre ha sido un chico muy responsable, aunque un tanto impulsivo, pero nunca pensé que les llevaría la contraria a sus padres. Si él no se quiere hacer cargo de la granja de los Kim, ¿quién lo hará?
- He oído que están en conversaciones con su sobrino.
- ¿Jaejoong? Ese chico ni siquiera es de su sangre, ¿no es adoptado?
- Por lo que tengo entendido, es su única opción. Además de que el chico realmente respeta a la familia, no como Jonghyun.
- Ah, ese niño consentido… la señora Kim debió haberme hecho caso cuando le dije hace 18 años que era una mala idea tener sólo un hijo. Ahora, ¿qué va a pasar?
- Es muy mala suerte tener sólo un hijo y que sea un completo desagradecido.
En ese punto de su conversación, podía notar mi propia sangre arder en mis venas.
- Seguramente tendrá alguna amiguita en Seúl y ha corrido tras ella. Ya sabes que las chicas de ciudad no buscan compromisos serios…
- Qué sinvergüenza, irse así como así después de quitarle el honor a la niña Dasom.
- ¿Qué coño…? - Antes de darme cuenta de que lo había dicho en voz alta, las dos señoras me miraban con una expresión sorprendida.
- ¿Qué te pasa, cielo?
- ¡Ustedes no conocen a Jonghyun! ¡No tienen derecho a hablar de él sin saber nada de su vida! - Casi no me di cuenta de que mis ojos se estaban aguando y de que estaba gritando demasiado.
Una de las señoras dejó el vestido que tenía en la mano de nuevo sobre la percha y me observó fijamente.
- ¿Tú no eres el nieto de los Choi?
- ¡Jonghyun es mi mejor amigo y él no se ha aprovechado de nadie! ¡Simplemente no está dispuesto a casarse con alguien a quien no ama!
- Él tiene que aceptar a la mujer que sus padres han elegido para él.- Dijo la otra señora, completamente tranquila.
- ¿Quién dice eso? ¿Es que a nadie le importa su felicidad?
- Debe cumplir con su deber.
- ¡Maldita sea, estamos en el siglo XXI!
Las dos viejas abrieron mucho sus ojos cuando me escucharon maldecir, y dejaron de hablar cuando unos pasos lentos se detuvieron detrás de mi.
- ¿Qué está pasando aquí?
Estaba perdido. Mis rodillas temblaron al escuchar su voz en mi espalda.
- Señor Jung, su empleado nos está faltando al respeto.
Yunho se puso en medio y me miró.
- ¿Es eso cierto, Kibum?
Bajé la cabeza, avergonzado, nunca antes me había mirado de esa manera y en ese instante sentí que acababa de perder mi primer empleo por indisciplina.
- Se ha puesto como un loco a gritarnos.
- Vaya forma de atender a los clientes.
- Kibum, -Yunho me agarró por los hombros y me obligó a mirarle-, ve al almacén a ayudar a descargar la nueva mercancía, ¿sí? No me fío de que esos inútiles no tiren nada.
Asentí, confuso, y le obedecí. Estuve un rato acomodando cajas de ropa en el almacén, creo que pasaría una media hora, hasta que Yunho por fin llegó y se unió a mi cuando ya prácticamente estaba todo hecho.
- Jefe, lo siento mucho… - No tenía valor para mirarle por lo avergonzado que estaba por mi actitud tan poco profesional-... pero ellas ofendieron a Jonghyun y él… él es mi mejor amigo…- Casi podía volver a sentir mis lágrimas acumulándose
cuando él rió ligeramente.
97
- Esas arpías… no tienen nada mejor que hacer que hablar de la vida de los demás.- Le miré, confuso, mientras se encendía un cigarrillo y descansaba sobre un montón de cajas-. Conozco bien a la familia Kim, y sé que Jonghyun es un gran
chico. Sus padres están siendo egoístas y anticuados, pero sé que Jaejoong tomará cartas en el asunto.
- ¿Le conoces bien?
- Más que bien.- Sonrió.
- Tengo entendido que los padres de Jonghyun nunca le aceptaron por ser adoptado. De hecho, yo no le conozco, sólo de verlo en la iglesia, y Jonghyun no tiene relación con él.
- Nadie aceptó a Jaejoong cuando sus padres le trajeron al pueblo, y siempre ha vivido algo… distanciado del mundo.
- Pobre chico.
- Lo bueno es que encontró a alguien que estaba en la misma situación y eso hizo que se sintiera menos solo.
Noté que la cara se me iluminaba, de repente sentí alegría al saber eso.
- ¿Ah sí? ¿Quién?
- Yo.
Parpadeé repetidas veces para procesarlo correctamente.
- ¿Tú?
- Yo también fui adoptado y consecuentemente excluido.- Tiró el cigarro fuera del almacén y estiró los brazos hacia el techo-. Pero me alegro mucho de que así fuera porque así tuve la suerte de conocerle.
- Jo, ahora yo también quiero conocer a Jaejoong…
Se rió con fuerza y se acercó a mi para revolverme el pelo. Protesté, mientras él me dirigía una sonrisa enorme.
- Le conocerás bien.
- ¿Me lo presentarás?
- No creo que sea necesario. Acabaremos siendo familia.
- ¿Cómo?
- Tengo intención de casarme con Jaejoong el año que viene.- La respiración se me cortó, y mi cara empezó a arder con tantas emociones encontradas. ¿Yunho era gay? ¿Iba a casarse con el primo de Jonghyun? ¿Y todo el mundo aprobaba
eso? - Así que seremos parientes-. Todavía estaba intentando asimilar toda esa información cuando soltó, totalmente tranquilo-. Porque tú vas a casarte con Jonghyun, ¿verdad?
Tragué saliva. ¿Casarme? ¿De qué diablos estaba hablando? Por otro lado, ¿cómo se había dado cuenta Yunho de que entre Jonghyun y yo había algo? Si incluso él, que nunca nos había visto juntos, lo había notado, puede que estuviera
resultando demasiado evidente a la vista de todo el mundo. Me puse a temblar.
98
Después de los primeros exámenes llegaron las vacaciones de invierno. Realmente estaba aburrido en Seúl durante los primeros días y mi desesperación llegó a extremo cuando Jonghyun me comunicó sus intenciones de pasar ese mes libre
en Boseong. ¿Qué iba a hacer yo durante todo ese tiempo solo en la ciudad? Todo el mundo había hecho planes para viajar fuera del país o buscaron trabajos para ganar algo de dinero antes de que las clases empezaran de nuevo. No tenía
intenciones de trabajar, pero tampoco quería quedarme en casa todo el santo día y esperar a que papá viniera del trabajo como si fuera una simple ama de casa.
- ¿Por qué no vas a la granja con Jonghyun?
La sugerencia de papá fue justo lo que mi mente estaba intentando ordenar.
- Si no puedo ir a nadar al lago y no hay feria ni nada… va a ser un completo aburrimiento estar allí. En invierno no hay nada que hacer en Boseong.
- Pero estará Kibum, ¿no decías que le echabas de menos? Y también está esa chica.
Esa chica. Esa chica que no apartaba de mi cabeza y que tenía por nombre Lee Taemin.
Su nombre y sus ojos tornados grises era algo que no podía alejar de mi pensamiento por más que lo intentara. Y por mucho luchara por librarme de esa sensación, era inútil. Me sentía incapaz de tomar una decisión porque no sabía si era
preferible echarle de menos y conservar una cierta cordura o verle de nuevo y necesariamente tener que decirle que se mantuviera alejado antes de volverme completamente loco.
Además estaba el hecho de que había dejado de hablarme. Era muy posible que estuviera realmente enfadado conmigo. No había vuelto a escuchar su voz en mi mente desde que le había llamado por San Valentín, y le había dicho
claramente que necesitaba tener el cerebro despejado para estudiar. Se mostró fastidiado, pero lo entendió y no volvió a molestarme. Tuve que reconocer, muy a mi pesar, que cuando llegó la época de exámenes fue un poco triste no tener su
“oppa, fighting! ¡eres el mejor!” justo antes de empezarlos. Las notas no mejoraron tampoco aún a pesar de no tenerle como distracción.
- Si fuera a Boseong…- interrumpí la tranquilidad de mi padre, que miraba la televisión algo adormecido-... ¿sería un mal hijo por dejarte solo?
- Claro que no, Minho. Todos los chicos se van de viaje en vacaciones, no sé por qué no has ido con ellos.
Porque no quería provocarle más gastos de los que ya tenía. Y porque en realidad no había muchos sitios en los que quisiera estar. Salvo en uno.
- Creo que me gustaría ir a visitar a los abuelos.
- Pues no se hable más, mañana compramos el billete.
De pronto mi corazón se llenó de calor. Me sentía extraño, pero en cierta manera, era como si estuviera volviendo a mi hogar. Y era bastante ridículo, pero muy real. Se sentía muy real en mi pecho.
Kibum se alegró mucho de verme cuando llegué a la granja. Se me colgó encima, cocinó para mi y se comportó como una cotorra explicándome todas las anécdotas insustanciales de sus clases y su trabajo mientras yo sólo miraba fijamente
su aspecto. Había cambiado mucho. Ya no llevaba el pelo rubio, sino de un castaño bastante discreto, y su ropa no era escandalosa ni iba a la última moda. Vestía con colores bastante neutros y con camisas de cuadros al más puro estilo
leñador, pero se veía bien. Incluso había ganado un par de kilos y no parecía en absoluto molesto con ello. Estaba radiante. Era feliz. Y eso se me hacía bastante difícil de digerir porque mi primo nunca había estado realmente feliz con nada.
La parte negativa fue que justo la semana en la que llegué yo, el abuelo cayó enfermo. Empezó siendo una simple gripe, pero como buen hombre de campo que era, acostumbrado a levantarse a las 6 de la mañana y trabajar todo el día a la
intemperie, no hizo caso a las súplicas de la abuela para que descansara, y una semana después se había complicado tanto que tenía una seria bronquitis. El doctor le prohibió moverse de la cama, pero como él era tozudo y aún así se
empeñaba en trabajar, tuvo que ser convencido de que bajara el ritmo cuando la fiebre subió tanto que casi se desmaya en el granero. Suerte que Jonghyun estaba allí ese día y pudimos llevarlo a la cama entre los dos. Pero la abuela y
Kibum se pusieron en modo autoritario y cuando yo ya me imaginaba teniendo que atarlo a la cama para que se mantuviera quieto, ellos simplemente dejaron salir todo su victimismo maternal.
- No estoy dispuesta a permitir que me dejes viuda todavía.- Se quejó la abuela, mientras acomodaba las almohadas bajo su cabeza-. O sea que te vas a quedar aquí quietecito o sabe Dios que llamaré al veterinario para que te ponga un
tranquilizante.
Jonghyun y yo nos reíamos mientras el pobre hombre alucinaba del repentino ataque de ira de su mujer.
- Es un testarudo.- La apoyó mi primo, colocando el bol de sopa de pollo en la mesita de noche y acercándola a él-. La próxima vez que te vea de pie en esas condiciones, yo mismo te inyectaré un sedante de esos que usas para los caballos.
- Key, ya basta.- Se metió Jonghyun, intentando calmarlo-. El abuelo está enfermo y no hacéis más que amenazarle. Ya se ha dado cuenta de su error, vamos a dejar que descanse, ¿sí?- Le guiñó un ojo al abuelo y salieron de la habitación.
Yo me senté en la cama, a su lado, intentando recordar si alguna vez había visto el mínimo signo de debilidad en él, pero no lo conseguí.
- Nunca te había visto enfermo.- Susurré.
- Es la primera vez en los 70 años que tengo de vida en la que me obligan a guardar reposo. ¿Qué esperan que haga todo este tiempo?
- Descansar y recuperarte.
- Maldita sea, Minho, hay mucho trabajo en la granja.
- Pero hay mucha gente, también. Está Kibum, y ahora también Jonghyun y yo.
- No vais a pasar vuestras vacaciones trabajando, no lo permitiré.
- Tampoco es que tengamos nada mejor que hacer. Y Jonghyun es el mejor granjero del pueblo, ya lo sabes. Tomará el mando.
- Eso es imposible. Kibum ya lo hizo. Y no dejará que nadie más tome decisiones. Ni siquiera tu abuela.
- ¿Kibum?
- No sé cómo lo hace, pero tu primo es un chico muy organizado y trabajador. No se olvida ni de un sólo detalle. Está pendiente de todo. A veces no le deja ni hacer la comida a la abuela.
- Qué mínimo que se gane su sustento.- Me reí.
- Hablo en serio, Minho.- Mi abuelo parecía tan sorprendido diciéndolo como yo escuchándolo-. Kibum ha cambiado mucho, no esperaba que se fuera a comportar de este modo.
Pude ver en sus ojos un atisbo de… ¿orgullo? Me sentí celoso, pero a la vez contento por mi primo, quien había sido castigado durante prácticamente toda su infancia limpiando los establos.
- Supongo que todo aquel estiércol que le hiciste limpiar cuando era pequeño, acabó afectándole al cerebro.
Ambos nos reímos, aunque cuando el abuelo empezó a toser me levanté de su lado y traté de calmarlo dándole un poco de agua.
- Deja de molestarle.- Mi primo entró en la habitación y me apartó de la cama. Le ayudó a sentarse y masajeó su espalda con fuerza para detener la tos y a continuación se sentó a su lado, con el tazón de sopa en las manos-. Ahora vas a
comer y después a descansar. Nada de charlas ni risas. A dormir.- Me echó una mirada amenazante y asentí, viendo que el abuelo también le miraba con algo de temor. Él simplemente empezó a llenar la cuchara y a darle de comer como si
fuera un niño pequeño.
Al día siguiente, después de comer, ya no me podía estar quieto. Estaba tan ansioso que tenía que salir de casa como fuera y encontrar una buena excusa para ir a verle. Jonghyun había venido a ayudar con las tareas de la granja cuando se
dio cuenta de que faltaba pienso para los animales, y yo me ofrecí inmediatamente como voluntario para ir a comprarlo. Cogí la Chevrolet del abuelo y me encaminé, pero no al pueblo, sino a la casa de los Lee.
La verja de la entrada estaba abierta, supuse que porque en realidad Taemin no necesitaba de ninguna verja que le protegiera de nada. Eché un vistazo alrededor de la casa, sin prisa, sólo observando lo descuidado que estaba el jardín y el
aspecto casi ruinoso del porche. ¿Es que los señores Lee no se preocupaban del mantenimiento de su casa? ¿Cómo podían permitir que su hijo y su sobrino crecieran en ese ambiente tan desastroso?
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Miré a través de las limpias ventanas y comprobé que el interior de la casa contrastaba bastante con el exterior. Las estancias recogidas, luminosas y sin apenas decoración, se veían limpias y cuidadas. Y un delicioso olor a tarta de manzana
me invadió. La señora Lee debía de estar horneándola en ese momento. Me pregunté si les gustaría recibir visitas. Nunca había visto a nadie acercarse a su casa y no sabía si alguien más pisaba aquel lugar aparte de Onew, el tutor de
Taemin.
- Hola.- Llamé, seco, y pude escuchar el tintineo de algunos cacharros en la cocina, y unos pasos rápidos que se acercaron a la puerta de entrada.
Onew apareció ante mi, con un delantal naranja y unas manoplas de cocina en las manos.
- ¿Qué haces aquí?
Di un paso atrás, como siempre que le veía. Irradiaba esa especie de odio amenazante contra el que no se podía hacer otra cosa más que retroceder.
- He venido a saludar a los… señores Lee.
Frunció el ceño y me miró con una expresión confusa.
- ¿Me estás vacilando?
- No, para nada.
Se quitó las manoplas y se acercó a mi, pegándome con ellas en el pecho, haciéndome dar un respingo, porque no me lo esperaba.
- ¿A qué señores Lee estás buscando, específicamente?
- A los tíos de Taemin. Y a Kai.
Su rostro cambió de confusión a perplejidad.
- ¿Y por qué tendrían que estar ellos en la casa de Taemin?
- Vive con ellos, ¿no es así?
- No.- ¿Cómo que no? - El único que vive aquí es Taemin.
Se me escapó una risa suave, supongo que por la incredulidad.
- ¿Taemin vive aquí solo? ¿Cómo va a vivir solo un niño de 14 años?
- Sus tíos no quisieron hacerse cargo.
- ¿Cómo dices?
Suspiró y se pasó las manos por el pelo.
- ¡Mierda, el pastel!
Corrió a la cocina para sacar el pastel del horno y yo le seguí, como un robot, sin acabar de entender nada de lo que me estaba contando.
- Taemin me dijo que vivía con sus tíos desde que sus padres… desde lo de sus padres.
Miré al suelo.
- Eso fue el primer mes. Luego le ingresaron. Y para cuando le dieron el alta, ellos ya habían abandonado Corea.
- ¿Qué?
¿Habían dejado a su sobrino huérfano, solo en el país?
- Como yo era su tutor desde pequeño, sus tíos me pidieron que me encargara de él en su lugar.
Mi cuerpo temblaba por la desestabilización que estaba sintiendo en mi interior.
- ¿Tú… tú vives con él aquí?
- No, yo sólo le ayudo con sus estudios. Y a que la casa esté en orden.
Levanté de nuevo la mirada y examiné la cocina detalladamente, mientras él desmoldaba el pastel con todo el cuidado del mundo y lo colocaba en una fuente de porcelana blanca. Definitivamente, la casa estaba demasiado recogida como
para ser obra únicamente de Taemin.
- ¿Por qué me mintió?
Onew soltó las manoplas sobre el mármol y puso sus manos en la cintura.
- Tal vez no confía en ti.
Seguro.
- Claro que confía en mi.
- ¿Acaso estuviste a su lado cuando lo necesitó?
Su pregunta sonó tan agresiva como pretendió y se mantuvo a la espera de mi respuesta.
- Yo también pasé por una época complicada.
- Oh sí, tus padres se separaron, menudo drama.
Me dio la espalda y continuó con sus labores, lavando el molde del pastel y limpiando el mármol cuidadosamente.
- ¿Por qué te preocupas tanto por él?
La idea de que estuviera pasando algo más entre ellos dos, algo de lo que yo me estaba perdiendo, me empezó a carcomer.
100
- ¿Quién lo haría, si no soy yo?
- Yo.
Se rió sonoramente, antes de girarse de nuevo y caminar despacio hasta mi. Esa vez no retrocedí y me mantuve quieto, esperándole.
- ¿Cuántos meses al año?
No podía discutir eso. Yo tenía mi vida en Seúl, con mi padre, mi carrera y mi futuro. Boseong significaba mi paraíso de vacaciones llenas de estiércol y madrugones indeseados. No, definitivamente, no quería quedarme allí para siempre.
- De todos modos… no creo que Taemin necesite que se encarguen de él… - Pasé un dedo por la mesa de la cocina, comprobando que, efectivamente, no tenía ni una mota de polvo, y me miré la yema-. Sabe cuidarse bien.
- Tú qué sabrás… - Colocó la fuente de porcelana cerca de la ventana para que el pastel se enfriara y se quitó el delantal-. Eres tan estúpido que ni siquiera recuerdas por qué tienes que mantenerte alejado de él.
Me senté en una de las sillas y crucé las piernas, despreocupado.
- He decidido que voy a esperar a que llegue. Necesito hablar con él.
- ¿De qué?
- Cosas nuestras.
- No creo que Taemin y tú tengáis “cosas vuestras”.
- Te equivocas.
Movió la cabeza hacia los lados, exasperado, y respiró profundamente.
- Te lo digo por tu bien, Minho. Nada bueno va a pasarte si te sigues acercando. Y no lo digo por mi.
- Taemin no me haría daño.
- No le conoces.
- Le conozco mejor que tú.
Se echó a reir de nuevo, pero paró en seco cuando llegó a mi lado y me agarró del brazo derecho, observándome con detenimiento antes de hacer un movimiento brusco y retorcerlo con fuerza, haciéndome soltar un gemido de dolor.
- Entonces creo que deberías recordar esto.
¿Qué se supone que tenía que recordar?
- ¡Suéltame, imbécil, duele!
- Aquella vez también gritaste como una nena.- Se burló-. Sólo que nadie acudió en tu ayuda porque todos le tenían demasiado miedo.
¿De qué mierda estaba hablando?
- ¡Maldito seas, Onew, suéltame de una vez o no responderé de mis actos cuando lo logre por mi mismo!
Soltó mi brazo de golpe, incrustando una sonrisa ladeada en su cara, y sentándose enfrente de mi.
- No tengo tanta fuerza como él. No creo que pudiera romperte el brazo como él lo hizo.
¿Romperme… el brazo?
- No sé de qué coño me estás hablando, pero tienes mucha imaginación.- Murmuré, mientras me sobaba el brazo, algo rojo por la presión que sus manos habían ejercido sobre él.
- Y tú muy mala memoria.- Le miré a los ojos, pero la confusión seguía invadiendo los míos, hasta que soltó- : ni siquiera recuerdas lo que mi hermano te hizo.
No pude reaccionar a sus palabras porque un susurro llegó tras mi espalda.
- Hyung…
Onew se levantó de la silla, sorprendido, y yo le imité, porque pude percibir el miedo en su boca temblorosa.
- Ta… Taemin.
Sólo escuché el sollozo y la puerta azotarse cuando se cerró detrás de él. Había salido corriendo.
101
El principio de las vacaciones de invierno no fue como esperaba. Cuando Jonghyun me confirmó que vendría a pasarlas conmigo apenas podía pensar con claridad de tantos planes que se me habían ocurrido. Incluso ideé una escapada
romántica a Daegu de un par de días, me informé sobre dónde alojarnos, qué ruta era la más adecuada y hasta tuve tiempo de elaborar algunas excusas (mentiras) lo suficientemente creíbles para que los abuelos me dieran permiso para
marcharme. Pero todo eso se truncó cuando el abuelo se enfermó. Porque a pesar de que me moría de ganas de pasar tiempo a solas con Jonghyun, nada parecía importante en comparación con su salud. No quería que nada malo le pasara.
Si ya mi núcleo familiar estaba bastante roto, no podía permitir que se siguiera rompiendo siendo un simple testigo ocular. Así que la abuela y yo tomamos las riendas de la granja justo antes de que Minho y Jonghyun aparecieran por allí.
Minho estuvo casi todo el primer día sintiéndose un inútil, yendo de aquí para allá cumpliendo órdenes, todavía en shock por el estado en el que se encontraba el abuelo. Jonghyun, en cambio, ejerciendo una vez más de granjero último
modelo, rápidamente priorizó las tareas externas de la casa y empezó a hacer listas con las cosas que se necesitaban, preguntando a la abuela cuando tenía alguna duda, y opinando sobre cómo hacer esto o lo otro con mayor productividad.
Al fin y al cabo él había sido especialmente entrenado para eso.
Cuando nos encontramos en el aeropuerto apenas pudimos reprimirnos en aquel abrazo exageradamente posesivo, y Jonghyun me besó el cuello, oculto entre mi bufanda, para no dar un espectáculo en mitad de la terminal.
- Hey, hey, estáis en público.- Minho me agarró del brazo y me separó de Jonghyun-. Yo también me alegro de verte, Kibum.
- Bobo.- Me agarré a su cuello y di un salto para enrollar mis piernas en su cintura, sólo para molestarle-. Te echaba de menos. El abuelo empieza a tratarme como a ti y me asusta.
- Idiota.- Empujó mis piernas y deshizo el abrazo para que me soltara-. Ahora tienes que cuidar de ellos, ¿entendido?
- ¡Eso hago!
Aunque no parecía que lo hiciera muy bien porque apenas un par de días después de su llegada, el abuelo empeoró de su gripe y acabó en la cama. Minho no dijo nada, pero supe por su forma de dirigirse a mi, que me culpaba por no
haberme encargado debidamente de los abuelos, que ya eran bastante mayores como para tener que estar cuidando de un post-adolescente.
- Debí haberle prohibido que se sobreesforzara tanto.- Susurré, apilando la leña al lado de la cocina.
- No es como si te fuera a escuchar.- Dijo Jonghyun, que se afanaba en cerrar todas las ventanas-. Ya sabes que siempre hace lo que quiere.
- Aún así debí haber insistido.
- No te culpes, él ya es mayorcito como para saber que tiene que tomárselo con calma.
- Pero no lo va a hacer. Porque es demasiado testarudo.
- ¿A quién me recuerda?
Me giré para deleitarme con su expresión sonriente.
- Extrañaba eso.
- ¿El qué?
- Tu cara.
Porque decir que extrañaba su sonrisa sería demasiado simple. Extrañaba su forma de hablarme, dulce, cuando lo necesitaba, y arisca, cuando me había excedido en mis palabras, porque nunca se equivocaba al tratarme. Su risa explosiva,
sus brazos protectores, y sus ojos escaneantes que me analizaban de arriba a abajo, justo como estaba haciendo en ese momento.
- Estás bonito.
- Para de hacer eso.- Susurré, dándole un codazo cuando ya estaba lo suficientemente cerca de mi.
- ¿Qué hago?
- Mirarme como si fueras a comerme.
- Lo haría, pero hay demasiados testigos.
- Eres endemoniadamente descarado.
- Me provocas.
- Seguro.- Me separé un paso de él para analizar mi atuendo-. No sé si te provoca más el pantalón desgastado, la camisa de franela vieja de Minho o el olor a caballo.
Ensanchó su sonrisa y trazó un círculo en el aire con un dedo, delante de mi.
- Todo ello.
Le lancé un trapo de cocina a la cara justo cuando la abuela entraba en la cocina.
- ¿Está la cena preparada?
- Sí, abuela.- Me di prisa en remover el estofado, que a pesar de la distracción de Jonghyun no se había quemado.
- Yo me voy ya, es tarde y parece que va a nevar.- Jonghyun se puso su abrigo y abrió la puerta-. Hay suficiente leña para toda la semana, abuela, no tenéis por qué salir a cortar más. Y Minho y Kibum se pueden encargar de los animales.
Quédate en casa y cuida del abuelo. No te enfermes tú también.
- Gracias, hijo.- Vi que la abuela le colocaba la capucha del abrigo-. Deberías quedarte a cenar, no te vayas con el estómago vacío.
- Si hago eso, después me dará demasiada pereza coger el coche para volver a casa y acabaré viviendo aquí.
- Como siempre.- Me burlé.
- Ten cuidado por el camino, está demasiado oscuro.
- No te preocupes, me lo conozco perfectamente.- Le dio un fuerte abrazo y un beso, algo más tímido de lo habitual en él, y abrió la puerta-. Ah, abuela.- Ella volvió la vista hacia él-. Gracias por cuidar de Kibum.
Cerró la puerta al salir, antes de que ninguno de los dos pudiéramos decir nada al respecto. La abuela me miró en silencio, esperando a que hablara, pero no tenía ni idea de qué se suponía que tenía que decir.
- No me mires así, no sé por qué ha dicho eso.
Minho bajó las escaleras ruidosamente y llegó a la cocina como un huracán.
- ¡Qué bien huele! ¿Qué tenemos aquí? - Removió la cuchara de madera en la olla para comprobar el contenido-. Vaya, Key, se te da bien la cocina.
- Deja de armar tanto escándalo.- Le regañé-. ¿El abuelo duerme?
- Como un bebé.- Sonrió, después de probar la salsa-. Y la fiebre ha bajado.
- Menos mal.- Suspiró la abuela-. Voy a asegurarme de que no está demasiado tapado.
Subió a la habitación y yo empecé a servir los platos mientras Minho colocaba la mesa.
- Jjong y tú deberíais cortaros un poco más.- Me susurró cuando nos reunimos ante la comida.
- ¿Qué dices? Ni siquiera nos hemos besado.
- Casi os metéis mano en pleno aeropuerto.
- ¡Serás exagerado!
- Deberías esforzaros un poco más o el abuelo acabará enterándose.
- Si tú mantienes tu bocaza callada, no pasará nada.
- Seguro…
La abuela bajó poco después y cenamos prácticamente en silencio. Estábamos exhaustos, algo desanimados y un poco adormecidos por el calor de la chimenea.
102
- Voy a echar un poco más de leña.- Me levanté y avivé el fuego-. Espero que sea suficiente para esta noche. Creo que Jjong tiene razón y va a nevar.
- ¡Genial! - Exclamó Minho-. Podremos jugar en la nieve.
- Nos quedaremos incomunicados.- Dije, con algo de preocupación, acabando con su emoción al instante-. Menos mal que esta tarde hemos traído comida del pueblo.
- Hacéis una buena pareja.- Murmuró la abuela, mientras lavaba los cacharros, haciendo que Minho y yo fijáramos la mirada en ella-. Es decir, un buen equipo. Os coordináis bastante bien.
- Es fácil cuando Jonghyun siempre sabe lo que hay que hacer. Él es quien tiene todo el mérito.- Mis mejillas se calentaron y no fue provocado por la proximidad al fuego.
- Sus padres hicieron un buen trabajo con él.
- Es un cowboy.- Rió Minho, recogiendo el resto de la mesa-. Nunca creí que se adaptaría a la vida de la ciudad.
- ¿Cómo le va por allá? - Se interesó la abuela.
- Estudia mucho y cuesta sacarle de casa para otra cosa que no sea hacer exámenes. Es asquerosamente responsable.
- Pensaba que se dejaría impresionar por las chicas de Seúl.- Cerró el grifo del agua y se secó las manos mientras yo apretaba los puños, notando cómo un sentimiento de rabia me invadía. ¿Lo estaba haciendo a propósito? - Las chicas de la
ciudad son muy diferentes a las chicas del campo.
- A Jonghyun no le interesa ninguna chica.- Minho se recostó sobre una de las mecedoras que había frente a la chimenea. Yo seguía con los pies clavados en el suelo y los nudillos blancos-. Él ya tiene lo que quiere.
Nadie habló más del tema y al cabo de un buen rato recuperé la movilidad, sólo para amenazar a Minho con que le cosería la boca si volvía a mencionar algo como aquello y largarme a mi cuarto antes de que se acabara de quemar el último
tronco que calentaba la casa. Tampoco supe qué era lo que Minho había estado haciendo esa tarde ni por qué había vuelto a casa con aquella expresión tan acongojada, pero casi estaba seguro de que tenía que ver con el niño de los Lee.
Aquella tarde Jonghyun y yo habíamos ido a hacer algunas compras al pueblo. Él, como buen chico granjero, sabía que lo peor del invierno se acercaba y teníamos que estar preparados. Llenamos la camioneta de comida para personas y
animales, algunos medicamentos de emergencia (al margen de los que necesitaría el abuelo para bajar la fiebre) y paramos a tomar un café en el centro comercial.
- ¿Cómo llevas la vida aquí? - Cogió entre sus manos uno de mis dedos, que descansaba sobre la madera de la mesa-. ¿Es duro?
- No tanto. Me siento útil y hago muchas cosas.
- No te exijas demasiado. No eres un robot.
- Soy fuerte, no me enfermo casi nunca.
- Lo sé, pero cuídate un poco, ya que yo no puedo hacerlo.
- No te preocupes tanto.- Acaricié el dorso de su mano con mi pulgar-. Odio que tengamos que escaparnos para vernos.
- En Seúl es más fácil, ¿no?
Asentí, algo deprimido.
- ¿Sabes? Había planeado un fin de semana romántico antes de que el abuelo se enfermara.
- ¿Ah sí? ¿con quién?
Le di una patada por debajo de la mesa.
- Iba a inventarme un viaje con amigos para que los abuelos no sospecharan.- Clavé la vista en mis manos, que se movían nerviosas-. Sólo quería pasar un tiempo a solas contigo, como en Navidad. Pero aquí las cosas son algo más difíciles.
- No importa.- Levantó mi rostro colocando su mano bajo mi mentón-. Sólo con ver tu cara ya me siento feliz.
No necesitaba una confirmación porque notaba mis orejas arder. Debía de estar como un auténtico tomate.
- Deja de montar una escena.- Le quité la mano y la apretujé entre las mías-. Si me haces llorar en público, juro que te castraré.
- No lo dudo.- Cruzó los brazos sobre la mesa y se acercó un poco más-. Venga, cuéntame, ¿qué es eso de que ahora eres amigo de Hyuna?
Sonreí aliviado por el cambio de tema.
- Pues resulta que es más agradable que su amiguita Dasom.- Fingió un escalofrío al escuchar su nombre-. De hecho, no la soporta. Y además, me comentó algo que sí que me dejó de piedra.
- ¿El qué?
- Le gusta Amber.
- ¿Qué? ¿En serio?
- El día aquel de la fiesta estuvieron bailando un buen rato, y se ve que surgió algo, pero yo no me enteré porque estaba medio borracho.
- Sí, lo recuerdo.
- Amber me dijo que le había parecido muy sexy y tal, pero no pensé que fuera mutuo.
- Entonces hay que conseguir que Amber venga de vacaciones este verano.
- En eso estoy.- Di un sorbo a mi café, orgulloso de mi mismo.
- Tu cabeza nunca para, ¿eh?
- Nunca.
- ¿Cuándo vas a enseñarme alguno de tus diseños? Me muero de ganas de verlos.
Abrí los ojos, incrédulo.
- Nunca creí que te interesara la moda.
- Me interesa todo lo que te interese a ti. Quiero ir a la tienda donde trabajas, también. Y conocer a tu jefe.
De pronto el recuerdo de mi mismo gritando a aquellas clientas que habían estado cotilleando acerca de la boda cancelada por Jonghyun y el escándalo organizado en su familia por su culpa, me golpeó de lleno.
- También está Ren.- Desvié su atención inmediatamente.
- El chico japonés.
- Es un encanto. Aunque a veces cuesta comunicarse con él.
- Puedo imaginarlo.
- Jjong…
Mi boca había censurado el tema, pero desafortunadamente mi cerebro lo seguía teniendo vigente.
- Dime.
- Por aquí las cosas son algo complicadas…
- ¿Ha ocurrido algo? ¿Jay ha vuelto a molestarte?
- No, él ni siquiera está por el pueblo, creo que se fue al ejército.
- Mejor para él.
- Es sobre ti…
- ¿Qué pasa conmigo?
- Es por la boda.- Le miré fijamente, tratando se sonar sereno-. La gente dice cosas desagradables de ti por haber cancelado tu compromiso con Dasom.
Suspiró pesadamente y se terminó el café antes de decir :
- Yo no quise casarme con ella en primer lugar, o sea que yo no he cancelado nada. Fue cosa de mis padres.
- Ya lo sé. Pero la gente dice eso. Y que te fuiste a Seúl persiguiendo a una fulana.
- Si supieran que la fulana sigue en Boseong…
- ¡Serás…!
Le pegué fuerte en la cabeza, tanto que la palma de mi mano dolió. Ya estaba estirando la otra mano hacia él cuando me detuvo, agarrándome de las muñecas.
- No me importa nada de lo que digan de mi o de ti o de los dos.- Se incorporó de la silla y me miró muy de cerca, intimidándome, porque nunca antes habíamos estado tan cerca públicamente-. Te quiero y voy a permanecer a tu lado pase lo
que pase.
Tragué saliva, conteniendo la tensión, justo antes de que estrellara sus labios contra los míos y me besara con ganas, posesivamente, por un corto tiempo, suficiente para levantar algunos susurros a mi alrededor. Iba a tener problemas y lo
sabía. Pero no me importaba tampoco.
- ¿Es una promesa?
- Lo es.
103
Sólo cuando vi a Onew salir corriendo de la cocina pude moverme. ¿Acababa de decirme que Taemin y él eran hermanos? ¿Cómo podía ser que hubiera ocultado aquella información durante tantos años? ¿Y por qué había dejado que su
hermano pequeño siguiera viviendo solo, durmiendo solo, y sufriendo el rechazo de la gente todo ese tiempo?
- ¡Mierda!
Tiró el trapo al suelo y empezó a correr. Como por acto reflejo, hice lo mismo, mientras seguía sus pasos a toda prisa.
- ¿A dónde ha ido? - Le pregunté, mientras ambos seguíamos corriendo.
- ¡Sé lo mismo que tú, Choi!
Se internó en el bosque, y yo tras él, pero no veíamos el menor rastro de Taemin. Mi inexperiencia en el entorno tampoco era de gran ayuda, porque no tenía ni idea de a dónde dirigirme, y mis pies se movían torpemente entre la maleza. No
solía adentrarme demasiado en esa zona, fuera de la tranquilidad del lago y el embarcadero.
- ¿Por qué mierda le has ocultado que sois hermanos?
- ¡No es asunto tuyo!
- ¿Cómo no lo va a ser, si estoy corriendo como un desgraciado contigo?
- ¡No tienes por qué hacerlo! ¡Vete a casa, Choi!
Dejé de preguntar y seguí corriendo en silencio, salvo por los jadeos propios del esfuerzo y de la frustración.
- Quizá sería buena idea dividirnos.- Dije cuando llegamos a un sendero que se dividía-. Así tendremos el doble de posibilidades.
- Me parece bien. Dame un grito si le encuentras.
En cuanto giró a la izquierda me di la vuelta y cambié de dirección. El único lugar en el que se me ocurría que podía estar era el embarcadero. Ese sitio bonito y apacible en el que solía jugar con sus barquitos cuando era más pequeño.
Mi idea me demostró que no era totalmente descabellada cuando llegué al lago y le encontré, sentado, mirando al agua, y abrazado a sus piernas, hecho un ovillo.
- Taeminie.
Ni siquiera me miró a los ojos.
- Déjame sólo, oppa.
- No pienso hacerlo, nos has hecho preocuparnos.- Me senté a su lado, provocando que se moviera ligeramente a un lado, separándose de mi-. Al menos podías haber dejado que Onew se explicara.
- ¿Qué tiene que explicar? ¿El por qué dejó que creyera durante toda mi vida que era hijo único? ¿O por qué no vino a buscarme cuando papá y mamá murieron?
No podía culparle por estar enfadado, yo prácticamente me sentía igual.
- Tal vez él también ha estado sufriendo.
- ¿Los señores Lee que yo he conocido no son sus padres? ¿Quiénes son entonces? - Cuando sus ojos se encontraron con los míos, pude darme cuenta de que estaba llorando.
- No lo sé, Taemin, no sé más que tú.
Sus labios temblaban, y no era difícil imaginar que sumado al difícil momento que estaba viviendo, el frío le estaba consumiendo, pues apenas había salido vestido con un jersey de lana.
- ¿Por qué me abandonó, oppa?
Sus sollozos se volvieron más fuertes, y su pecho subía y bajaba con velocidad, mientras trataba de secar sus lágrimas, inútilmente, con las mangas del jersey. En un acto reflejo, le agarré de su estrecha cintura y le acerqué a mi pecho,
cubriéndolo con mi abrigo.
- Te vas a enfermar. No deberías salir tan ligero.
- Oppa, él me dejó solo.
Sus hipidos me provocaban un serio malestar. Se movía tanto que casi ardía. No, realmente ardía dentro. Él estaba encendiendo algo.
- Tienes que calmarte.- Le acaricié el pelo, intentando tranquilizarle.
- No… no puedo hacerlo.
Noté que sus labios ardían cuando rozaron mi cuello, justo después de que sus brazos rodearan mi cintura.
- Quema.
- Lo sé.- Escondió su cabeza entre mi ropa, pero aún podía notar su aliento cálido en mi oreja.
- Sé que puedes controlarlo.
Sus manos apretaron fuerte encima de mis costillas, haciendo que soltara un leve quejido de dolor, pero no fue nada comparado con el calor que empezó a invadirme desde los pies.
- Esta vez no.
Una violenta ráfaga de aire caliente me empujó justo en el momento en el que sus brazos me abandonaron y estuve a punto de caerme hacia atrás.
- ¡Te dije que no te acercaras! - Onew fue quien detuvo mi caída y me ayudó a levantarme, mientras los dos tratábamos de mantener el equilibrio.
- ¡Estaba llorando, maldita sea!
- ¡Cuando llora es todavía más peligroso!
- ¿Qué dices?
Taemin nos observaba en silencio, sin ni siquiera pestañear, a unos metros de distancia, con su cabello rojizo brillando casi como una hoguera.
104
- Cállate, hyung.- Ordenó, seco.
- ¿Por qué dices que es todavía más peligroso? - Insistí.
- Porque no puede controlar sus emociones. Y eso se traduce en que tampoco puede controlar su poder.
- ¡He dicho que te calles! - El grito vino acompañado de una nueva ráfaga, esta vez más fuerte que la anterior y cualquiera que hubiera sentido a su lado. Onew y yo caímos al agua helada del lago y tardamos lo que nos pareció una eternidad
en orientarnos en mitad de todo aquel caos y llegar de nuevo al embarcadero. Realmente habíamos sido arrojados muy lejos.
- ¿Dónde está? - Intenté buscarle entre la bruma que se había formado por el contraste del clima frío y el calor que emanaba de su cuerpo.
- No le encontraremos hoy.- Dijo saliendo tan tranquilo, ayudándome, y tratando de escurrir el agua de su cazadora.
- No podemos dejarle solo, podría hacer una locura.
- No podemos acercarnos más. Nos hará daño de nuevo.
En ese punto ya podía notar mi propia desesperación.
- ¿¡Por qué siempre dices eso!? ¿¡Qué fue lo que nos hizo!?
Remangó una manga de su cazadora y volvió a enseñarme la cicatriz de su muñeca.
- Cuando él apenas era un bebé… - Hablaba mirando la herida, acariciándola con el pulgar-. Se enfadó porque le quité su osito de peluche. Fue una tontería, sólo me molestaba que mamá le hiciera más caso que a mi… Ese día fue cuando
descubrimos su poder.- Volvió a taparse y suspiró con cansancio-. Papá pensó que, mientras averiguábamos lo que le pasaba, era mejor que yo no estuviera cerca de él, por si volvía a suceder algo como eso, y me dejó temporalmente en
casa de unos amigos. Tardaron meses en conocer el problema, y durante todo ese tiempo yo me adapté a mi nueva familia. Allí no tenía competencia por ser el centro de atención porque mis nuevos padres no tenían más hijos que yo. Y
nadie iba a poder herirme allí.
Casi pude entender lo que debía de haber sufrido durante toda su infancia, lejos de su verdadera familia. Pero sin duda alguna, Taemin había sufrido más.
- ¿Qué fue lo que le diagnosticaron?
- Telequinesis, piroquinesis, telepatía… creo que ni ellos mismos conocían todas sus capacidades. No siempre se las mostraba. Es muy caprichoso en eso.
- ¿Él aún puede hacer más cosas?
Se encogió de hombros.
- Con los años he ido descubriendo más y más. Pero no puedo saberlo todo porque no pasamos tanto tiempo juntos. Realmente desconozco a dónde es capaz de llegar.
Me estremecí. Un poco por el frío y otro poco por la nueva información.
- ¿Qué me hizo a mi?
Por fin me atreví a preguntarlo.
- Era el primer día de colegio. Yo no estaba delante, pero por lo que contaron, él se enfadó porque en la hora del recreo tú le dijiste algo que no le gustó.
- Creo que te equivocas, hyung, yo nunca he estudiado en el colegio de Boseong.
- Seguramente no lo recuerdes, eras muy pequeño.
- Siempre he vivido en Seúl.
- Eso fue después del incidente. Tus padres decidieron que estarías más seguro lejos de él.
- ¿Vivíamos aquí?
Asintió, refregando sus brazos para entrar en calor.
- Quizá deberías preguntarles los detalles a tu familia. Lo sabrán mejor que yo.
Cuando llegué a la granja oculté como pude mi ropa mojada y me fui a atender al abuelo, mientras en mi mente cientos de imágenes confusas se sucedían. ¿Quién iba a explicarme todo aquello si en casa de los abuelos no se podía
pronunciar el nombre del niño de los Lee en voz alta?
Jonghyun y Key entraron al rato, cargados de bolsas cuyo contenido todo el mundo empezó a colocar en su respectivo lugar, pero yo seguía desconectado en ese momento, todo era increíblemente inexplicable para mi y necesitaba
respuestas.
- ¿Qué te pasa? Estás alelado.- Me empujó Key cuando ya llevaba un buen rato con la bolsa de pan de molde en mis manos, intentando buscarle sitio.
- Nada.
- ¿Has dormido?
- Algo, en el avión.
- Ve a descansar, anda. Te llamaremos para cenar.
Prácticamente me empujó a mi habitación, y me tumbé en la cama, intentando organizar mis pensamientos, sin demasiado éxito.
¿Qué venganza habría tomado Taemin contra mi porque me había metido con él cuando apenas éramos unos niños? ¿Qué cosa tan extremadamente grave me había hecho, que había conseguido alejar a mi familia de aquel lugar durante
tanto tiempo?
La única cosa que se me ocurrió para aclarar mis dudas fue llamar a papá.
- ¡Hijo! ¡no puedo creer que ya me estés echando de menos!
- No tanto.- Me reí, al notarlo tan alegre al otro lado del teléfono.
- ¿Cómo está el abuelo? ¿Está descansando?
- Tiene muchas enfermeras que cuidan de él. Está demasiado bien.- Bromeé.
- Me alegro, estaba preocupándome de verdad. No recuerdo haberle visto enfermo en mi vida.
- Ni yo…- Suspiré-. Oye, papá, tengo que preguntarte una cosa.
- ¿Qué cosa?
- Es sobre el niño de los Lee.
- ¿Qué…? - Escuché unos siseos y unos ruidos secos y pude imaginar que papá estaba tapando el micrófono del teléfono para que no pudiera escucharle maldecir. Al cabo de un rato carraspeó y trató de fingir que su voz no se había alterado
en absoluto-. Sabes que en esta familia no se habla de ese niño. Deja el tema de una vez.
- Papá, sé que ese niño me hizo algo cuando era pequeño. Pero por más que trato de recordarlo, no soy capaz. Y si no me lo cuentas tú, voy a acabar averiguándolo por mi propia cuenta del mismo modo en que averigüé que Onew es el hijo
mayor de los señores Lee.
Un silencio incómodo se colocó en medio de la conversación, en la que ya sólo podía escuchar el sonido de la respiración de papá.
- Tardaste mucho en recuperar la normalidad después de aquello, Minho, no sé por qué te empeñas en recordar el pasado.
- ¡Porque es mi puta vida y quiero saber lo que me pasó!
El grito casi salió acompañado de un par de lágrimas de rabia que estaba acumulando en mis ojos, pero pude contenerlas, no sin esfuerzo.
- Está bien.- Se rindió.
- Por favor.- Susurré-. Quiero la verdad.
- Algo pasó en el colegio. Nunca supimos el qué. Sólo que ese niño… Taemin… hizo algo con sus ojos…
La escena llegó a mi mente a la misma velocidad que las palabras de mi padre. Taemin mirándome con odio, con sus ojos enrojecidos, combinando con el color de su pelo, que volaba hacia atrás provocado por el viento que nos envolvía. Su
dedo apuntándome y dolor. Mi brazo dolía. Apenas podía pensar porque dolía como si me fuera a morir. Y él sonreía mientras eso estaba pasando.
- Él nunca me haría daño.- Dije de forma automática.
105
- ¿Cómo puedes llegar a esa conclusión después de lo que te acabo de contar?
- Porque le conozco.
Le conocía tan bien, tan dentro, tan inexplicablemente dentro, que aunque acabara de recordar que me había roto el brazo cuando tan sólo tenía 3 años, aunque aquella misma tarde me hubiera arrojado al agua congelada del lago en mitad
de un tornado de aire caliente, que casi quemaba… no tenía miedo. Porque si él iba a lastimarme en algún momento, yo ya estaba preparado para sufrir.
106
- ¡Minho, acércame la escalera!
El grito de Jonghyun a las 7 de la mañana funcionó como un despertador para mi. ¿Qué era todo ese ruido y a esas horas? Salí de la cama todavía algo adormilado y bajé a la cocina. La abuela ya estaba preparando el desayuno.
- Buenos días, cariño.
- Buenos días.- Murmuré, restregándome los ojos, para mirar bien a través de la ventana, con los primeros rayos de sol del día, cómo Minho y Jonghyun colocaban la escalera pegada a la fachada de la casa y cómo Jonghyun subía por ella-.
¿Se puede saber qué están haciendo esos dos tan temprano?
- Pues por lo que sé… tu primo no podía dormir. Y en cuanto a Jonghyun… ha empezado a decir que el tejado necesita algunas reparaciones y no nos ha dejado oponernos a ello. Cuando tu abuelo se entere de que está haciendo su trabajo,
se pondrá hecho una fiera.
Al salir al porche no pude evitar estremecerme por el frío, se pegaba en el rostro de forma dolorosa, y yo no llevaba puesto nada más que el pijama. Traté de darme calor abrazándome a mi mismo, pero no funcionó.
- ¿Qué haces aquí fuera así? - Me señaló Minho, mientras con la otra mano sujetaba la escalera por la que había subido Jonghyun.
- Me habéis despertado, animales. ¿Qué hacéis vosotros armando todo este alboroto a estas horas?
- No tenía sueño.- Se encogió de hombros.
- Al menos cuatro.- Jonghyun se acercó al borde del tejado y saludó con la mano-. ¡Buenos días, cariño!
- ¡Chtsss! - Mis manos se afanaron por silenciar su grito desde abajo-. ¡Cállate!
- Te has puesto rojo.- Se burló Minho.
- Tú cállate también.
- Cuatro tejas, Minho.- Prosiguió él, como si nada-. Además hay algunas zonas que necesitan un poco más de aislamiento. Creo que se acerca una tormenta de nieve.- Miró al cielo, con los brazos anclados en su cintura-. Será mejor que
reparemos eso antes de que llegue la noche.
Un nuevo escalofrío me recorrió. Estaba completamente helado.
- Hace mucho frío aquí fuera, ¿tienes que hacer esto ahora?
- Podría ser peligroso que esto se quede así si hace mucho viento. Algunas tejas podrían caer y tejar el tejado descubierto, produciendo goteras o filtraciones que provocaran daños irreparables en la estructura.
Pestañeé, incrédulo. ¿Él sabía tanto de esas cosas?
- ¿En qué hemos estado perdiendo el tiempo todos estos años? - Me susurró Minho, que estaba tan alucinado como yo.
- Tú no lo sé, pero yo estaba limpiando estiércol.
Volví al interior de la casa y ayudé a la abuela en las tareas en la cocina, encendí el fuego y me di un baño caliente antes de enfundarme en un montón de capas de ropa. Luego ayudé a asear al abuelo, que ya se movía un poco más e incluso
era capaz de sentarse él solo en la cama. Por suerte, la fiebre ya había desaparecido, pero aún se mantenía algo débil.
- ¿Qué está haciendo el chico de los Kim en mi tejado? - Preguntó, cuando entré con la bandeja del desayuno en su habitación.
- Dice que hay un problema con algunas tejas.
- Sí, tenía que haberlas cambiado este verano.- Movió la cabeza hacia los lados-. Pero estuve arreglando los establos y tuve que pintar la verja…
- Lo bueno de que lo hagan ellos, es que no tendrás que hacerlo tú.- Sonreí, sentándome a su lado para acomodar la bandeja en su regazo.
- Jonghyun pasa mucho tiempo en nuestra casa.- Dejó de mirarme mientras agarraba el tazón de caldo caliente.
- En la suya las cosas deben de ser muy aburridas.
- Debería estar en casa de los Kim cuidando de su futura esposa, y no aquí ocupándose de la granja.
Estuve a punto de derramar el zumo de naranja de lo mucho que me temblaban las manos mientras explicaba todo aquello con total normalidad.
- Jonghyun no se va a casar. Y está aquí porque él quiere. Nadie le obliga.
- Aún así creo que debería estar ayudando al menos a sus padres. No tienen más hijos que a él y parece que no le importe.
- Ellos no han sido precisamente unos padres amorosos y comprensivos. Sólo reciben lo que han sembrado.
- No deberías hablar así de los señores Kim, son personas muy trabajadoras.
- Que alguna vez olvidaron que tenían un hijo y sólo se centraron en criar a un granjero.
Me levanté, molesto, y sacudí mis pantalones.
- Está bien que seáis tan amigos los tres, pero en algún momento vais a tener que encaminar vuestras vidas, y Jonghyun tendrá que hacerse cargo de la granja de sus padres tarde o temprano.
- Quizá sus padres deberían preguntarle antes qué es lo que quiere hacer con su vida.
- ¿Y qué es lo que quiere? ¿De verdad va a quedarse a vivir en Seúl?
Eso era lo que más me asustaba a mi. La idea de que Jonghyun encontrara Seúl mucho más atractivo que Boseong, y que no quisiera volver nunca. No había tenido una relación a distancia antes, y no quería tenerla tampoco.
- Voy a ayudar a la abuela.
Cuando bajé a la cocina, el padre Kwon estaba entrando, imagino que hipnotizado por el olor del estofado.
- Buenos días, Kibum.
- Buenos días, padre.
- ¿Cómo está tu abuelo?
- Mucho mejor, gracias, ¿quiere una taza de té?
- Me encantaría.
Se quitó el abrigo y se sentó a la mesa con toda la tranquilidad del mundo, mientras le servía.
- Aquí tiene.
- Hace días que no te veo en la iglesia.
Se avecinaba un sermón gratuito y personalizado sólo para mi. Podía sentirlo.
- He estado muy ocupado con los estudios. Además ahora que el abuelo está enfermo, necesita mi ayuda para todo.
- Tu abuela sigue yendo todos los domingos. Me dijo que estaba algo preocupada por ti.
- ¿Por… mi?
- Tiene miedo de que hayas perdido el camino.
107
No era posible que la abuela le hubiera explicado nada de mi vida al cura de pueblo, ¿no?
- ¿Qué camino?
- El camino de la fé.
- Yo no he perdido la fé, padre.- Si es que la había tenido alguna vez-. A veces cuando me quemo mientras remuevo la leña en la chimenea, grito y pronuncio el nombre de Dios.- Bromeé.
- Kibum, ¿qué estás diciendo? - La abuela apareció y borró de un plumazo la sonrisa sarcástica de mi rostro. Pero la expresión de sorpresa del padre no cambió-. Discúlpate ahora mismo.
- Lo siento.- Dije automáticamente, sin sentirlo en absoluto-. ¿Ha venido a visitar a mi abuelo?
- Sí, ya que no puede venir a misa, he decidido venir a leerle unos pasajes de la Biblia.
Seguro que era precisamente lo que necesitaba.
- Le acompaño.- Le apuró la abuela, haciendo que se bebiera el té de un sólo trago. Ella estaba más incómoda que yo con su presencia. Supuse que porque yo estaba allí también.
Mientras ellos subían, yo salí de nuevo a comprobar cómo iban aquellos dos en la reparación del tejado. Y así me pasé la mayor parte del día, viéndoles subir y bajar y dando golpes por todos lados.
Empezaba a anochecer cuando terminaron de recogerlo todo y Jonghyun observaba su obra completa desde la entrada del granero.
- Ha quedado bien.- No apartaba la mirada del tejado, recorriéndolo una y otra vez con sus ojos, mientras sus brazos cruzados parecían afianzar su idea de que era un auténtico maestro.
- Sabes mucho de estas cosas.- Suspiré, amontonando el último montón de paja-. No sé cómo no te aburres en la ciudad.
- Me aburro.- Se rió-. Pero tengo tanto que estudiar, que se me pasa.
Minho se reunió con nosotros y nos ayudó a cerrar los portones y a meter a los animales en el establo.
- Ya se siente la tormenta.- Murmuró Jonghyun, mirando al cielo.
- Coco está nervioso, o sea que debe de ser verdad.- Vi que el perro se movía de un lado a otro, ladrando a ninguna parte, y metiéndose una y otra vez entre nuestras piernas.
- Menudo guardián.- Se burló Minho.
- Sólo está asustado.- Me agaché para acariciarlo y él se acurrucó en mis brazos.
- Asegúrate de que hay suficiente leña dentro de la casa.- Ordenó Jonghyun a mi primo-. Yo me aseguraré de que todos los animales tienen comida. Quizá mañana no podamos salir.
- ¿Vamos a quedar incomunicados por la nieve? - Pregunté, atemorizado.
- Seguramente.- Me abracé a Coco, sin saber muy bien qué más hacer-. No te preocupes.- Sonrió, acariciándome el pelo-. Estoy aquí contigo.- Eso, en cierto modo, me tranquilizó.
Apenas terminamos las tareas ya pudimos ver caer los primeros copos, y a los pocos minutos una ventisca bastante fuerte les acompañó. Entramos inmediatamente en casa, no sin antes asegurar bien todas las ventanas.
- ¿Qué hace aquí dentro? - La abuela señaló a Coco, que temblaba a mi lado, cerca de la chimenea.
- Fuera hace frío y tiene miedo.
- Los demás animales también tienen frío y no por eso ves la casa llena de caballos y cerdos.- Continuó calentando la comida, mientras yo acariciaba el pelo suave de Coco.
- Está limpito, ayer lo bañé.
- Ese perro no ha estado limpio desde que nació. Siempre se revuelca por todos lados.
No quise escucharla más y di de comer a Coco, acomodándole en una manta cerca de la chimenea.
- ¡Auch! - El quejido de Jonghyun al agacharse para ponerse las botas clavó nuestros ojos en él.
- ¿Qué te pasa? - Pregunté, preocupado.
- Nada… supongo que me sobreesforcé hoy.- Sobó la parte baja de su espalda, mientras su rostro aguantaba una mueca de dolor.
- Si es que sois unos brutos…
Fui al lavabo a buscar el ungüento que el abuelo usaba para los dolores de espalda y le obligué a tumbarse boca abajo en el banco de la cocina.
- No me pasa nada, sólo estoy algo desentrenado…
- Cállate.
Destapé el bote (que olía a demonios) y tras convencerle de que debía quitarse el jersey, empecé a darle friegas en la parte que él había indicado que tenía adolorida. No pensé en ningún momento que aquello pudiera incomodar a alguien,
puesto que siempre había sido el encargado de curar sus heridas cuando éramos pequeños. Pero la abuela estudiaba todos y cada uno de mis movimientos, aún sin mirarnos directamente.
- ¿Ahora también eres enfermera? - Se burló Minho, guiñándole un ojo a Jonghyun, que se reía como un idiota.
- Como si no llevara años ejerciendo.- Suspiré.
- Eres una enfermera muy sexy.- Dijo Jonghyun, dándose la vuelta-. Al menos eso intuyo, debajo de todas esas capas de ropa.
- Quédate quieto.- Insistí, devolviéndole a su posición original.
Tras unos minutos más extendiendo aquel potingue, ya no se quejaba del dolor, a pesar de que la zona se había enrojecido considerablemente.
- Creo que me dormiré si sigues haciendo eso.
- Podrías dormirte hasta de pie.-Me fui a recoger el ungüento y cuando volví a la cocina él ya estaba vistiéndose para marcharse-. ¿A dónde crees que vas?
- A mi casa.
- Estás loco si crees que voy a dejar que conduzcas con esta ventisca.
La abuela y Minho se me quedaron mirando, atónitos.
- Mi casa no está tan lejos.
- Me da igual, dormirás aquí.- Iba a subir las escaleras cuando lo pensé mejor y me dirigí a la abuela-. No hay problema con eso, ¿no? Ha estado trabajando todo el día en la casa y ahora está lesionado, lo mínimo que deberíamos hacer es
dejar que duerma aquí.
La abuela asintió lentamente, imagino que algo sorprendida por mi seguridad.
- Buscaré un futón.- Abandonó la cocina y yo la seguí, arrebatándole el futón de las manos en cuanto lo encontró-. ¿A dónde lo llevas? - Preguntó cuando me vio entrar con él en mi habitación.
- A mi cuarto.
- No creo que eso sea conveniente.
- ¿Cómo?
Desde que vivía allí con los abuelos, había transformado aquella pequeña salita de estar de la planta superior en una habitación individual, de modo que no tendría que compartirla con Minho nunca más cuando él viniera de vacaciones.
- Creo que Jonghyun debería dormir con Minho.
- ¿Qué diferencia hay? Hemos dormido juntos desde pequeños.
La abuela no respondió a mi pregunta, sólo se quedó parada en el marco de la puerta.
- Dormirá con Minho.
- ¿Pero qué…?
Antes de que hubiera terminado de quejarme, la abuela ya no estaba allí. Arrastrando pesadamente los pies, llevé el futón a la habitación de Minho y lo coloqué perpendicular a su cama.
108
- ¿Vamos a dormir separados? - Jonghyun frunció el ceño, en broma, cuando vio todo organizado en la habitación de mi primo.
- Órdenes de abuela.
- Ya imagino.- Se rascó la cabeza, algo confuso-. No creo que sea una buena idea que me quede a dormir aquí, Bummie.
Suspiré, algo frustrado.
- Era muy buena idea en mi cabeza. Hasta que llegó la Santa Inquisición.- Reímos, resignados, y le di las últimas indicaciones-. He dejado toallas limpias en el lavabo, imagino que querrás darte un baño caliente.
- Me encantaría, la verdad.
- Los abuelos se acuestan temprano, o sea que procura no hacer mucho ruido, no tardarán en dormirse.
- Claro.
- Si necesitas algo, estaré allí.- Señalé la puerta de mi habitación-. Me llevaré a Coco conmigo, pero eso abuela no lo sabe. Me mataría.
- Creo que necesitaré una cosa.
- ¿El qué?
Rodeó mi cintura con un brazo y me acercó a su cuerpo en un movimiento rápido que no pude esquivar.
- A ti en la bañera.
- ¡Idiota! - Le separé a base de puñetazos en el pecho, que él soportaba estoicamente, a pesar de estar ligeramente dolorido.
- ¿Y a vosotros dos qué os pasa?
Minho entró en el dormitorio cuando Jonghyun me había agarrado de las muñecas y estaba intentando detenerme, aunque yo había comenzado a usar las piernas.
- Nada.- Dijimos a la vez.
- Pues entonces, se acabó el hacer manitas. A tu cuarto.
Y así fue como fui expulsado del paraíso antes siquiera de entrar en él. Soportar la imagen mental de Jonghyun desnudo en la bañera, a tan sólo unos metros de mi, fue bastante complicado. Tanto que no conseguía dormirme, mientras Coco
se había desplomado, exhausto, a mi lado, y dormía plácidamente.
Cuando ya pensaba que lo único que iba a conseguir acariciar aquella noche sería el pelaje de mi perro, la puerta de mi habitación se abrió despacio, chirriando escandalosamente, incapaz de guardarme el secreto.
- Estas bisagras necesitan algo de aceite.- Las manos morenas de Jonghyun se afirmaban a la puerta, abriéndola y cerrándola repetidamente para conseguir averiguar qué punto era el que estaba desengrasado.
- ¿Has venido aquí a estas horas para seguir haciendo bricolaje? - Me senté en la cama, desperezándome, porque la postura que me había mantenido inmóvil, por miedo a despertar a Coco, ya me había dejado algo contraído.
- En realidad no.
Se acercó a la cama intentando no hacer ruido, pero la madera también crujía bajo sus pies. Me reí bajito, para no despertar a nadie, hasta que llegó a la cama y se metió bajo las sábanas.
- ¿Qué crees que estás haciendo?
- Vine a dormir con mi novio.
- ¿Qué dices? ¡No seas estúpido! - Intenté empujarlo fuera, pero no funcionó. Menos cuando mis manos palparon su piel y en mitad de la oscuridad nocturna me hice consciente de que no llevaba camiseta-. ¿Por qué estás medio desnudo?
- Ya sabes que duermo con poca ropa.
- Mierda, Jjong, si te encuentran aquí…
- Eso no pasará.- Colocó su dedo índice sobre mis labios-. Sólo quise venir a darte las buenas noches. Te extrañaba demasiado y no he podido besarte en todo el día.- Noté mi cara arder de anticipación.- Me moría de ganas.
No me opuse a su beso ni a que su cuerpo empujara al mío hasta quedar totalmente tumbados en la cama, con apenas espacio para movernos porque Coco ocupaba una plaza él solo.
Rodeé sus caderas con una de mis piernas, pero él soltó un quejido bajito.
- No tenías que haber arreglado el tejado tú solo. Debiste pedirle a Minho que te ayudara. Yo también podría haber hecho algo.
- Si me hubiérais ayudado, ahora seríamos tres los lesionados.
- Qué poca confianza.
- ¿Qué puedo decir? A ti se te dan mejor otro tipo de trabajos.- Sonrió, coqueto, besando mi oreja.
- ¿Qué trabajos?
- Ya sabes…- Introdujo su mano por debajo de la camisa de mi pijama-... los trabajos manuales…
Dejé que sus manos se adentraran en mi pijama y las mías también exploraron dentro de la poca ropa que él llevaba. Durante un buen rato, nos dejamos llevar sin ni siquiera recordar en dónde estábamos y por qué no deberíamos estar
haciendo eso.
- ¿Qué coño...?
La luz de mi cuarto se encendió y rápidamente nos separamos, provocando que Jonghyun rebotara en el colchón y se cayera de la cama, despertando a Coco, que empezó a ladrar.
- Mierda, mierda.- Intenté callarlo, pero no funcionó hasta que vio que quien estaba en el suelo era su viejo amigo.
Minho cerró la puerta para evitar que el escándalo despertara a los abuelos.
- Tenéis suerte de que los abuelos tienen el sueño pesado o estaríais muertos.- Jonghyun se levantó, con algo de esfuerzo, y recompuso sus pantalones, que dejaban en evidencia lo bien que nos lo estábamos pasando-. ¿En qué estábais
pensando?
- En que llevamos mucho tiempo sin vernos.- Me quejé, bufando, volviendo a colocar mi pijama en su sitio.
- Pues iros a un jodido hotel, pero no se os ocurra volver a hacer algo así aquí.
Agachamos la cabeza, avergonzados, mientras Coco bostezaba y volvía a quedarse dormido.
- Lo siento, Minho, ha sido culpa mía.- Dijo Jonghyun, para arreglar la situación-. Quería darle las buenas noches a Kibum.
- ¿Y lo has hecho?
- ¿Eh?
- Pregunto si le has dado las buenas noches.
- En eso estaba…
- Vale, pues termina y vámonos a dormir.
Minho se giró, dándonos la espalda, y nos miramos, sin saber muy bien qué hacer.
Jonghyun se movió hasta la cama y me besó de nuevo, agarrando mi cara entre sus manos, abriendo su boca e introduciendo su lengua en la mía. Mi cuerpo entero ardía de deseo sólo por ese beso.
- Buenas noches, Bummie.- No le dejé separarse y me aferré a su cuello, profundizando todavía más el beso, sin contener un pequeño jadeo cuando la cosa se puso demasiado intensa.
- Se acabó.- Minho avanzó hacia la cama y agarró a Jonghyun de un brazo-. Ya habéis tenido suficiente por hoy. Ahora todo el mundo a dormir.
Apagó la luz y se fueron. Yo me quedé sentado en la cama, respirando acaloradamente, sin tener muy claro cómo iba a reponerme después de aquello. Ya estaba planeando la forma de escabullirme hasta la habitación de mi primo y arrastrar
a Jonghyun hasta el granero, por mucha ventisca que nos lo impidiera, cuando escuché a la abuela preguntar qué estaba pasando. Minho le dio una breve explicación sobre lo mucho que a Coco le asustaban las tormentas, y la abuela
simplemente dijo :
- Ese perro, además de sucio, siempre ha sido un cobarde.
109
Después de la ventisca que, tal y como predijo Jonghyun, nos mantuvo incomunicados durante un par de días, pudimos volver a la normalidad. Al menos, lo que se podía considerar normal teniendo en cuenta que estuvimos horas trabajando
con las palas para quitar la nieve del camino y poder llegar al menos a los establos y al granero, para poder verificar que los animales estaban en perfectas condiciones. El que menos había sufrido había sido definitivamente Coco, a quien mi
primo se había esmerado en convertir en un perro de interior. Ya que había probado lo calentito que se dormía al lado de la chimenea, no quería volver a estar sin ella.
Tampoco fue muy normal tener a Jonghyun en casa de los abuelos todo el tiempo. Pero tuve que admitir que gracias a él sobrevivimos mientras el abuelo estuvo enfermo. Trabajó en la granja como si fuera suya, imagino que para impresionar
a la abuela y que dejara de echarles miraditas. Porque cada vez que nos juntábamos para comer, la tensión se podía cortar con un cuchillo.
Al tercer día el abuelo se levantó por fin. Tuvimos que pelear con él para que se estuviera quieto porque, una vez recuperadas las fuerzas, se moría de ganas de volver al trabajo. Así que le dejamos echar un vistazo fuera, y en seguida le
volvimos a encerrar. Lo cual no fue fácil porque protestaba todo el tiempo.
- Vosotros lo que queréis es matarme.- Se quejaba, siendo tapado con una mantita en el sillón, junto a la chimenea, por Kibum-. Me moriré si me quedo aquí metido para siempre.
- Nadie quiere matarte. Sólo intentamos que te recuperes del todo antes de que empieces a hacer burradas, como siempre.
- Esas burradas, como dices, resultan que son mi vida. ¿Qué voy a hacer si no hago eso?
- Descansar y ayudar a la abuela en casa.
- Pero si yo no sé hacer nada de eso. Esas cosas son cosas de mujeres.
Kibum bufó y se dio por vencido durante un rato. Durante todo el día estuvimos intentando retenerle en casa pero al atardecer se nos escabulló y tuvimos que ir a buscarlo para recordarle, una vez más, que no debía sobreesforzarse.
- ¿A dónde vas? - Me preguntó mi primo cuando vio que me ponía el abrigo y me enroscaba la bufanda que la abuela había tejido para mi.
- Salgo un momento.
- La cena ya casi está lista.
- Sólo es un momento.
- Seguro. No irás a encontrarte con Max o algo por el estilo.
- Claro que no.
- Ni con una de esas chicas estiradas.
- Que no…
- ¿Entonces?
Me acerqué a donde estaba, evitando la mirada de la abuela y le susurré al oído :
- Tengo que ver a Taemin.
Sus ojos dijeron lo que su boca calló, y sin más explicaciones, salí de allí.
La casa de los Lee estaba aparentemente vacía. No se oía ningún ruido dentro y no tuve tanta suerte para entrar como la vez anterior. Estaba completamente cerrada y no había timbre. Llamé a la puerta y esperé un buen rato. Pero no obtuve
respuesta. Pensé en ir al lago pero hacía demasiado frío como para que él estuviera allí sentado tranquilamente. El aire tampoco era una broma.
Me senté en el porche, tal vez había salido a comprar comida, o a pasear, o a ver a alguien… Eso último lo deseché inmediatamente porque después de lo que había pasado con Onew, dudaba mucho que fuera a buscarle. Entonces una
nueva idea me invadió : la de que Onew era la única persona capaz de acercarse a él en todo el pueblo, durante años había permanecido a su lado, cuidándole en la distancia, y ahora que no estaba, Taemin se quedaba solo de nuevo.
Imaginarle llevando todo el peso de una casa a sus espaldas, sus escuálidas espaldas de semi-adolescente, me entristecía. Que no tuviera nadie a quien darle las buenas noches, o alguien con quien comentar las noticias del día durante el
desayuno, o con quien pelear en una guerra de almohadas antes de dormir.... Esas cosas que a mi me hacían felices cuando estaba con Kibum y Jonghyun… él no las tenía. Él sólo tenía una enorme casa a punto de desmoronarse y un
hermano cuya existencia había desconocido hasta hacía poco tiempo.
Imaginé todo eso en mi propia piel y mis brazos pudieron notar la sensación fría de la soledad que él debía de estar sintiendo. Antes de que pudiera hacer algo por evitarlo, las lágrimas empezaron a caer. Y ni siquiera me molesté en
detenerlas.
- Oppa…
Hasta que le oí.
Me giré y vi su melena roja asomando tímidamente por la puerta. Sus ojos entrecerrados y su cara pálida y aparentemente cansada.
- ¿Estás bien? - Me limpié las lágrimas antes de que pudiera verlas y me levanté de las escaleras, acercándome a él-. He estado preocupado.
Bajó la mirada al suelo y su pelo ocultó su rostro.
- Perdón por lo que hice.- No dije nada, sólo miraba cómo sus hombros se hundían más y más-. No pretendía hacerte año.
- Ya lo sé.
Mi mano viajó hasta su cabeza y la acarició. Una ligera brisa la recibió con calidez.
- Nunca se me había ido de las manos desde…- Se tapó la boca y dio un paso hacia atrás, algo que aproveché para hacerme un hueco entre él y la puerta y así entrar en su casa.
- Hace frío fuera, ¿sabes? - Cerré la puerta y me di cuenta de que dentro la temperatura no era especialmente confortable-. ¿Tienes la chimenea apagada?
- He estado durmiendo mucho.- Se rascó el pelo, enredándolo completamente en sus dedos-. Necesitaba.... calmarme.- Asentí, podía entender eso-. Necesitaba alejar el calor y el fuego.
Eso también podía entenderlo.
- Sé que lo de Onew ha sido una sorpresa, pero, ¡eh!, ahora tienes un hermano, eso es genial.
Su expresión no mostraba demasiado entusiasmo a mi apreciación.
- No quiero hablar de Onew hyung.
Caminó hasta la cocina y le seguí. Allí calentó agua para hacer té y yo me quedé detrás de él todo el tiempo, caminando incómodamente a un lado y otro de la estancia, sintiendo que molestaba en todos los rincones donde acababa.
- Quiero ayudarte, Taemin.- Apagó la tetera y sirvió el agua en las tazas, colocando cuidadosamente las bolsitas de té en su interior-. Pero no sé cómo.
110
- Este té lo recolectaban mis padres, ¿sabes? - Se giró y colocó las tazas sobre la mesa, invitándome a sentarme con él-. En enero era el Festival del Té. Hacían adornos bonitos y bailaban y cantaban.- Se quedó hipnotizado mirando el líquido
caliente antes de beber el primer sorbo-. Es como un tesoro para mi.
Llevé mis labios a la taza para probarlo. Efectivamente, era un té muy diferente a todos lo que había probado antes.
- Es excelente.
Su sonrisa apareció por primera vez en mucho tiempo. Sus ojos estuvieron a punto de iluminarse pero recordó algo.
- Onew hyung no te mintió. Te lastimé mucho cuando éramos pequeños. Así que deberías hacerle caso y alejarte de mi.
Dejé la taza en la mesa cuando noté un pequeño temblor en mis manos.
- ¿Qué fue lo que me hiciste?
- Estaba asustado.- Se levantó de la silla y me dio la espalda, supuse que no era agradable para él recordar aquello-. No podía controlarme todavía, era muy pequeño, y estaba asustado. Y enfadado. Tú me dijiste todas esas cosas…
- ¿Qué cosas?
Volvió a enfrentarme y en sus ojos ya no había ningún tipo de luz amigable. Sólo furia. Estaban ligeramente enrojecidos simplemente con recordarlo.
- Dijiste que era una niña.
- ¿Qué?
- Y que como era una niña, tenía que llamarte “oppa”.
Mi boca se abrió justo antes de que una carcajada saliera.
- ¿Me estás diciendo… que me rompiste el brazo… porque te obligué a llamarme “oppa”?
Pateó el suelo.
- ¡Estaba enfadado! Tus amigos se reían y tú no parabas de presumir porque me ganaste aquella canica azul… Dijiste que si ganabas tendría que llamarte “oppa” para toda la vida. ¡Y sé que hiciste trampa! Jonghyun te ayudó a golpearla.
- ¿Y por qué a él no le hiciste nada?
- Porque él tenía miedo.
Nunca se me había ocurrido hasta ese momento que mi exceso de atrevimiento con Taemin pudiera tener tan nefastas consecuencias.
- De modo que me diste una lección por valiente.- Moví mi brazo, girándolo una y otra vez, intentando que algún tipo de sensación llegara a mi.- ¿Cómo puede ser que no recuerde nada de eso?
- Creo que lo llaman amnesia post-traumática.- Explicó, mirándose las uñas con superioridad-. Yo también la tuve cuando lo del incendio.
Un pequeño suspiro de frustración se escapó.
- Me gustaría poder recordar algo de eso. Lo único que recuerdo es el dolor en el brazo. Y tu mirada de odio. Y me ha costado quince años recordarlo. Creo que mis padres se esforzaron en que olvidara todo lo que sucedió.
- Te llevaron a Seúl.
Se había calmado. En sus gestos pude percibir que estaba algo avergonzado y que quería disculparse pero no encontraba la forma.
- No tienes que hacerlo.
- ¿El qué?
- Disculparte.
- ¿Eh?
Di unos cuantos pasos hacia él y puse mis manos en sus hombros, que parecían gelatina.
- No es culpa tuya. Nada lo fue. Sólo es algo que no puedes evitar.- Le sonreí, intentando tranquilizarle, aunque noté que su cuerpo temblaba ligeramente-. Y no voy a tener miedo nunca. Te lo prometo.
- Pero…-Me interrumpió-. Puede que un día te haga daño de verdad...
- Dudo mucho que eso suceda.- Bajé mis manos hasta su cintura y presioné mi frente contra la suya, sin dejar de mantener una pequeña distancia entre nuestras caras-. No voy a dejar que estés solo nunca más.
- ¿Vas a venirte a vivir a Boseong? - Levantó su cabeza, separándose.
- No puedo dejar mi carrera. Tengo que ser un hombre de provecho.
- No creo que te vayas a ganar la vida como psicólogo.
Yo tampoco lo creía.
- Si serás…
Esquivó mi pellizco en sus mofletes pero no mi mano sujetando su barbilla.
- Quiero que me cuides, oppa.
Lo dijo tan bajito que apenas pude distinguir si lo había dicho con su boca o con su mente.
Sus brazos se enroscaron alrededor de mi cuello como unos minutos antes lo había hecho mi bufanda. Su piel estaba caliente, a pesar de que sólo llevaba un fino jersey color beige con un escote pronunciado que mostraba la delicada curva
de su clavícula, y sus mejillas enrojecieron cuando mis dedos se movieron despacio hasta la piel de sus caderas, que habían quedado expuestas al levantar sus brazos hacia mi. Ardía casi tanto como yo por dentro.
- Sé que me has hecho algo pero no me importa. No puedo dejar de pensar en ti.- No sé por qué tuve que confesar aquello, pero no me lo pude guardar.
Se rió, travieso.
- ¿Crees que lo he hecho yo?
- ¿Quién sino? - Se encogió de hombros y sus ojos lanzaron un destello justo antes de volverse grises. Pude verlo con total claridad-. Tus ojos.
- Mis ojos, ¿qué?
- Son preciosos.
No era mi intención ni pensé en ningún momento que fuera una buena idea, pero mi cuerpo se movió solo y le acorralé justo a la puerta de la despensa, rozando nuestros labios en un gesto demasiado íntimo como para llevar tanto tiempo sin
hacerlo.
- Si me besas, no sé lo que va a pasar.- Murmuró sobre mi boca.
- Yo sí sé lo que va a pasar.
Que se volvería irrefrenable, como de hecho así sucedió.
111
De alguna manera, aquellos breves días en los que Minho y Jonghyun estuvieron de vacaciones en Boseong, parecía que los fenómenos celestiales se sucedían de forma incontrolable. Como yo siempre he sido un hombre de ciencia, nunca
he dado importancia a las casualidades ni he pensado que las cosas ocurran por algún motivo concreto, sino que, simplemente, se dan. Pero la verdad es que, en aquella ocasión, todo parecía estar encajando en el universo para encender
algún interruptor escondido en alguna parte de mi cuerpo.
Esa mañana Minho estaba notablemente eufórico y no se estuvo quieto ni un momento mientras la abuela nos preparaba el desayuno. El abuelo ya había salido a dar de comer a los animales y yo me preparaba para ir a clase, ya que mis
vacaciones no eran tan extensas como las de la universidad de los chicos.
- ¿Quieres que hagamos algo esta noche, cuando salga del trabajo? - Pregunté, mientras él continuaba ensimismado mirando el cielo.
- Esta noche es el eclipse, ¿no?
- ¿Hay un eclipse hoy?
- Me lo dijo Taemin.
- Cierto, ayer le viste, ¿no?
Asintió enérgicamente y me sonrió, estirando sus brazos con pereza.
- Hoy parece que va a hacer un buen día.
- ¿Cómo está Taemin?
- ¿Eh?
- Pregunto que cómo está. Como parece que eres el único que lo ve…
- Quizá deberías visitarle más a menudo.
- ¿Visitarle? Yo nunca voy a su casa, normalmente nos vemos en el lago.- Abrí la puerta de la camioneta para dejar mi mochila-. Hace un par de semanas que no le veo, no tengo mucho tiempo.
- Deberías preocuparte más por él, Key, Está solo.
- Tengo muchas cosas que hacer, ¿sabes? Tengo un trabajo a media jornada por las tardes.
- El fin de semana no trabajas.
- ¡Y tengo mucho que estudiar!
- Ah, olvídalo, últimamente parece que sólo tienes tiempo para andar besuqueándote con Jjong.
- ¡Qué mierda…!
Detuve el puñetazo justo delante de su nariz cuando vi la sombra del abuelo acercarse a nosotros. No podía haberlo oído, ¿verdad?
Vi a Minho tragar saliva con dificultad y ninguno de los dos se atrevió a decir ni palabra hasta que el abuelo dejó la pala apoyada en una de las columnas del porche de entrada a la casa.
- ¿No vas tarde?
En acto reflejo, miré mi reloj y maldije para mis adentros.
- ¡Nos vemos en la comida! - Le di un beso al abuelo y me subí al coche. Era consciente de que me había vuelto demasiado meloso con él en los últimos días pero la idea de perderle había pasado furtivamente por mi cabeza cuando se
enfermó y me había asustado tanto que de ninguna de las maneras estaba dispuesto a permitir que mi abuelo se muriera algún día sin saber lo mucho que me preocupaba por él.
Mis amigos no dejaron de burlarse de mi en toda la mañana porque sabían que mi novio había venido de Seúl para pasar las vacaciones conmigo y argumentaban que mi cara de bobo había empeorado desde que estaba por allí.
- Seguro que estáis todos el día metiéndoos mano.- Hyuna me tiró una de sus patatas fritas a la cara-. Ni siquiera puedes borrar esa sonrisa estúpida de tu cara.
- ¿Qué puedo hacer? Estoy enamorado.- Ni siquiera podía entender el enamoramiento como algo real pero fluía de mi boca con esa facilidad. Porque en ningún sitio salvo con ellos podía hablar de mi relación con Jonghyun, aunque ellos no
supieran de quién se trataba.
Ren me observaba, algo confundido, pero claramente entendiendo alguna de mis palabras.
- ¿Vas a presentárnoslo algún día? - Insistió ella.
- ¿Eh?
- ¡A tu novio!
- Novio…- Repitió Ren.
- Sí, el-novio-de-Key.- Vocalizó exageradamente.
- Yo también quiero.- Pestañeé. Era la primera vez que escuchaba a Ren decir algo como aquello. Ni siquiera pensé que estuviera interesado en los chicos, a pesar de que su aspecto femenino y su indumentaria colorida y provocadora decían
bastante sobre él-. Quiero un novio.
- Mírale, y parecía tonto.- Se rió Hyuna, volviendo a su comida.
- ¿Hay alguien que te guste, Ren? - Me interesé. Pero como parecía que no entendía bien mi pregunta, volví a probar-. ¿Un novio? ¿Qué novio?
- Profesor Kang.- Señaló a la entrada de la cafetería, en donde algunos de los profesores más jóvenes de la escuela se reunían para tomar el café a media mañana.
Hyuna se atragantó con las patatas y en cuestión de segundos tuvimos a media cafetería escrutándonos en silencio.
- Bebe agua.- Le pasé mi botellín e intenté bajar el volumen para no dar más la nota-. ¿Te gusta el profesor Kang? - Pregunté, totalmente fuera de mi. Ren asintió, emocionado, sin quitarle los ojos de encima-. ¡Es viejo!
Hizo un puchero con los labios, más ofendido que triste por mi frase, pero después levantó uno de sus brazos y se remangó el jersey, intentando mostrar unos músculos inexistentes.
- Tápate, por Dios.- Se rió Hyuna, que continuaba tosiendo.
- Es…- Apretó el puño pero ninguna forma apareció en sus bíceps, de modo que con la otra mano simuló que sus músculos crecían, haciéndonos reir a los dos-. Es… sexy.
Hyuna y yo, que hasta ese momento no nos habíamos planteado que tuviéramos un profesor en la escuela de esas características (yo por mi ceguera provocada por Jonghyun y Hyuna básicamente porque no estaba interesada en los
hombres) nos giramos a analizarle y, efectivamente, los bíceps del profesor Kang, marcados en aquel jersey apretado que llevaba, eran bastante espectaculares, y por lo que pudimos comprobar, las demás profesoras también se habían dado
cuenta. Se peleaban entre ellas para invitarle a desayunar, lo que le avergonzaba bastante, a juzgar por la forma en la que intentaba alejarse de la barra de la cafetería.
Ren se levantó de su silla y caminó hacia él con seguridad.
- ¿Qué está haciendo? - Hyuna parecía tan nerviosa como yo.
- No se va a declarar a un profesor, ¿verdad?
- Tengo miedo.
Sin embargo, ambos pudimos observar con claridad cómo la expresión del profesor Kang se transformaba a una mucho más suave y relajada cuando vio a Ren frente a él, hurgando en el bolsillo delantero de su sudadera, para a continuación
sacar un pequeño bollo de crema envuelto en un plástico.
- Esto.- Se lo tendió, con una reverencia exagerada-. ¿Te gusta? - Apenas levantó la cabeza un centímetro de su inclinación para comprobar su respuesta, que vino precedida de una tierna sonrisa.
112
- ¿Es para mi, Ren?
- Sí. Para ti.
Empujó el bollo hasta chocarlo contra su pecho, no dejándole otra opción al profesor que agarrarlo, y cuando lo hubo hecho, soltó una ligera risa.
- Gracias.- Y a continuación le revolvió el pelo con la mano-. Eres muy amable-. Hasta ese momento no nos habíamos dado cuenta de que el profesor Kang le hablaba muy despacio a Ren, supusimos que era más consciente que todos los
demás de que ese chiquillo tenía serios problemas de integración a causa de su desconocimiento del idioma.
Ren dio un saltito emocionado y nos miró, sonriente, mostrando sus mejillas totalmente enrojecidas, antes de abandonar la cafetería.
- Maldito Casanova.- Me burlé. Pero el profesor Kang tenía la mirada perdida en la puerta por la que nuestro amigo había desaparecido. Quizá no fuera tan descabellado que Ren estuviera sintiendo algo por él y que él… bueno… se estuviera
planteando corresponderle. Después de todo, nadie era un niño de 12 años ahí.
- Tendremos que acosarle a preguntas, vamos.
Hyuna me arrastró de vuelta a clase, donde tratamos por todos los medios de sonsacarle algo, pero nuestro esfuerzo fue inútil porque no conseguimos que dijera nada. Estaba demasiado avergonzado por lo que acababa de pasar como para
seguir hablando de ello.
A las ocho de la tarde Jonghyun fue a recogerme a la tienda. Llegó cuando ya estábamos a punto de salir, y saludó con una formal cortesía a Yunho.
- ¡Madre mía, Jonghyun, cómo has crecido desde la última vez que te vi!
La boca de Jonghyun se abrió en silencio.
- Él conoce a tu primo Jaejoong.- Introduje, sin profundizar demasiado en la información.
- ¿Ah sí?
- ¿Quieres un café, Jonghyun? - Invitó, cortésmente-. A Kibum y a mi nos gusta mucho tomar café. Creo que somos raros. En una región como esta, especializada en té, debemos ser algo así como herejes.
Reí ante su apreciación, pero Jonghyun permanecía serio.
- Íbamos a salir…
- Serán cinco minutos, siéntate.- Ocupamos una pequeña mesa en el fondo de la tienda, junto a la ventana, y Yunho sirvió los cafés-. Es agradable conocerte en persona, de cerca, quiero decir.
- Lo siento, pero yo no me acuerdo de ti.- Admitió, avergonzado.
- Te he visto en la iglesia con tus padres. Yo iba con tu primo.
- Oh… es que Jaejoong y yo no tenemos mucha relación…
- Lo sé. Es una lástima porque creo que os llevaríais bien.
- Estoy seguro de eso.- Me metí-. Parece un chico encantador.
- Lo es.- Dio un sorbo a su café y sus ojos se entornaron antes de decir-. Sé que las cosas en tu familia son algo… difíciles.- Carraspeé, no quería que en un santiamén quedara en evidencia todo lo que le había contado-. El caso es que nos
gustaría que vinieras a la boda, independientemente de lo que opinen tus padres.
Jonghyun soltó la taza sobre el platito, que a punto estuvo de romperse, y me miró, sobresaltado.
- ¿Qué boda?
Le acaricié el brazo, tranquilizándole.
- La de Yunho con tu primo Jaejoong.
Su cabeza giró inmediatamente para mirar a los ojos a mi jefe.
- ¿Vas a casarte con Jaejoong?
- Así es.
- ¿Y sus padres lo han aceptado?
- Y tus abuelos también.
- Entiendo.- Dudó un segundo, pero después añadió-. ¿Y por qué a mi me han tocado los padres intolerantes? - Yunho se encogió de hombros, divertido-. ¿Os casaréis en Boseong?
- No, en Seúl, haremos una ceremonia civil sencilla.
- Oh… ¿Dejarás el pueblo?
- Seguramente.
- Ya… Supongo que Bummie tendrá que buscarse otro trabajo.
Le di un codazo para callar su impertinencia pero Yunho sólo se rió.
- Para el año que viene pueda que Kibum esté interesado en administrar la tienda él mismo.
Me sorprendí al escuchar aquello, totalmente inesperado para mi porque él nunca me había comentado nada acerca de sus planes de dejar el negocio, y parecía estar muy seguro de que yo accedería a sucederle en el cargo. Ni siquiera era
mayor de edad todavía.
- ¿Lo estás pensando? - Cuando Jonghyun apagó el motor, me di cuenta de que habíamos permanecido en silencio desde que habíamos salido de la tienda.
- ¿El qué?
- Llevar el negocio de Yunho.
- No me lo había planteado, la verdad. No sé por qué lo dijo.
- Debe de pensar que eres muy bueno en eso.
- Supongo. Pero nunca lo ha mencionado.
- No querrá que te lo creas demasiado.- Recosté mi cabeza en el asiento, pero en seguida escuché la puerta del conductor abrirse-. Vamos.- Y la mano de Jonghyun extendida hacia mi, invitándome a acompañarle afuera, en mitad del bosque.
No entendía qué hacíamos allí pero igualmente le seguí.
Nos subimos a la parte trasera de la camioneta, en donde ese día Jonghyun había instalado un amplio colchón que ocupaba toda la superficie, descapotada.
- ¿Qué pretendes? - Solté su mano, desconfiado, cuando le vi saltar sobre él.
- ¿No te has enterado de que hoy hay un eclipse de luna?
- Minho no ha dejado de hablar de ello durante todo el día, como para no saberlo.
- Ven.- Tiró de mi hasta que me acosté a su lado.
- No podemos mirarlo fijamente o nos quedaremos ciegos.- Rebuscó en su mochila y extrajo unas fundas de plástico que albergaban unas gafas de sol-. Has pensado en todo, ¿eh?
Nos colocamos las gafas y me acurruqué contra su hombro mientras su brazo me rodeaba por completo.
- Así que mi primo es gay.- Sentí su pecho moverse rápidamente debido a su risa-. Y va a casarse con tu jefe.
- Es un pueblo pequeño.
- Y yo ni siquiera puedo decirles a mis padres que salimos juntos.
- No importa. Mi familia tampoco lo sabe.
- Bueno, lo saben Minho y la abuela.
- Y nadie más.
- No hace falta que nos precipitemos todavía. Me quedan 3 años de carrera en Seúl.
- Lo sé.
- ¡Mira! -Señaló al cielo-. Parece que está empezando.
Efectivamente, la luna empezó a colorearse de rojo y bastaron tan sólo unos segundos para que fuera cubierta por completo.
113
- No se ve nada.- Susurré, con el corazón desbocado. Hacía demasiado tiempo que no sentía a Jonghyun tan cerca.
- Ni nadie nos puede ver.
Sentí sus dedos bajo mi barbilla, incitándola a levantarse hacia él, y nos besamos despacio, deleitándonos con el sabor de nuestras bocas, casi desconocidas por la distancia que las había mantenido separadas, unido a la represión que
sufríamos en la granja con tantos ojos observándonos.
- No me juzgues por esto.- Dije, casi jadeando, y moviéndome por encima de él.
- No veo nada, ¿qué estás haciendo?
Me senté sobre su cintura y me quité la ropa. Hacía un frío de mil demonios pero yo ardía. No podía aguantar ni un segundo más. Por suerte, con Jonghyun no siempre eran necesarias las palabras (mucho menos en ese tipo de situaciones) y
cuando uno de sus dedos confirmó, al rozar uno de mis pezones, que no llevaba puesto nada encima, no tardó en igualar su condición y en iniciar una ronda de besos más apasionados y anhelantes.
Se introdujo en mi sin dificultad y yo le recibí con un fuerte gemido de deseo, me moví al ritmo de sus embestidas, marcando uno nuevo, circular, lento, que le desesperaba, pero que necesitaba para alargar ese momento que no quería que
acabara.
- Maldita sea, Bummie, ¿cómo puedes moverte así?
No tenía una respuesta para eso, salvo las ganas que llevaba tiempo acumulando, de que me hiciera el amor. Y si los fenómenos celestiales se seguían sucediendo sobre nuestras cabezas, íbamos a permanecer juntos mientras todo aquello
estuviera pasando.
114
Había estado toda la noche despierto. Sin embargo, no me sentía cansado en absoluto. Al levantarme y escuchar la noticia del eclipse, me sentí emocionado de poder ser testigo de algo como aquello. Que estuviera sucediendo justo en ese
momento y que justo en ese lugar fuera desde donde mejor se podría ver. Era como… una señal. De que allí era donde debía estar.
- Minho, ¿vas a estar todo el día sin hacer nada?
La abuela me regañaba porque no hacía más que mirar al cielo, en espera de que algo sucediera. Aún sabiendo que era un eclipse lunar, no podía dejar de mirarlo con anticipación aunque fueran las tres de la tarde.
- ¿Crees que se quedará todo oscuro? - Ella sólo me observaba con incomprensión-. Cuando el eclipse. ¿No podremos ver nada?
- Pero hijo, ¿qué clase de cosas hacéis en la ciudad, que nunca has visto un eclipse?
- Somos jóvenes.- Protestó Key, cogiendo sus cosas para marcharse de nuevo-. Y no es algo que pase cada día, abuela.
- ¿Te vas a trabajar? - Pregunté, aunque en realidad no me interesaba demasiado.
- Sí, algunos hacemos cosas provechosas con nuestras vidas, en lugar de quedarnos absortos mirando la nada.
- Estoy de vacaciones.- Bostecé, apoyando mi barbilla en mis manos, encima de la mesa-. Tengo que descansar de mis estudios.
- Seguro...- Se dirigió a la puerta-. No me esperéis, Jonghyun viene a buscarme al trabajo, seguramente cenaremos por ahí.
- ¿No cenas en casa? - Ninguno de nosotros nos dimos cuenta de que el abuelo había entrado, y nos pusimos tensos al momento. Incluso yo adopté una postura rígida en el banco de la cocina.
- No, iremos al centro comercial, supongo. ¡Me voy, que llego tarde!
El muy cobarde había huído antes de que el abuelo refunfuñara como lo hizo una vez que había desaparecido de ahí.
- Este chico no para en casa. Un día le va a dar algo.
Se acercó a la chimenea y colocó la leña en el estante de madera de al lado, mientras Coco olisqueaba a su alrededor. Ya se había acostumbrado a acurrucarse al calor del fuego y no se alejaba demasiado de aquella zona a menos que la
abuela lo amenazara.
- A lo mejor yo tampoco ceno en casa.
Ambos me miraron con incomprensión.
- ¿Vas con tu primo?
- O quizá con alguna amiga del pueblo.- Mentí conscientemente.
- Oh… eso está muy bien.
- ¿Tienes una novia, Minho? - La abuela se limpió las manos en un trapo de cocina, dispuesta a escuchar toda la explicación.
- Nada de eso. Sólo es… alguien.
Me levanté de la mesa, dispuesto a atrincherarme en mi cuarto y no tener que soportar más preguntas, pero el abuelo me siguió con parsimonia, algo preocupado.
- Minho, una cosa. ¿Podrías hacerme un favor?
- Claro, abuelo, eso ni se pregunta.
- Necesito que vigiles a Kibum, tiene unos amigos muy raros en la escuela y no quiero que le aparten del camino.
- ¿Del camino? ¿Qué camino?
- El camino del Señor, por supuesto.
- Ah…
Allá iba esa mierda de nuevo.
- Ya sé que Kibum siempre ha sido un poco... diferente, pero ahora está bastante centrado, no me gustaría que se desconcentrara.
“Centrado” era algo que podía definir perfectamente a mi primo en aquella época. Porque tenía muy claro lo que quería y a quién. Pero eso no se lo podía explicar al abuelo.
Como tampoco podía explicarle a él, ni a mi mismo, lo que había pasado la tarde anterior en la casa de los Lee.
La forma en la que había acorralado a Taemin y le había besado, mientras sus ojos permanecían abiertos de par en par y su boca apenas era capaz de corresponderme. Tuve incluso la leve sensación de que le estaba forzando y me detuve
durante un momento, que fue cuando soltó un pequeño suspiro de incredulidad y pestañeó repetidas veces.
- Oppa…
- Mierda, Taemin, lo siento…
Empecé a dar vueltas por la cocina, intentando pensar en qué forma iba a enmendar lo que acababa de hacer, pero no se me ocurría nada porque mi mente era un completo caos en esos momentos.
- Minho…
Las manos suaves y blancas de Taemin se entrelazaron sobre mi abdomen cuando se acercó lo suficiente para sentir su pecho plano apoyarse en mi espalda, y su mejilla casi llegando a mi nuca.
- ¿Cuándo creciste tanto, Taeminie?
- No sé.
Le encaré, a pesar de que no sabía qué era lo que se suponía que tenía que hacer o decir. Había crecido, sí, y bastante. Nadie le había ayudado pero se estaba convirtiendo en un hombrecito, a pesar de sus cortos 14 años. Y sus mejillas
ardían, podía notar el calor incluso a esa distancia. Me acerqué un poco más, abriendo mecánicamente los brazos para situarle en medio de ellos, y rocé mis labios sobre ellas. Ardían. Mucho. Debía de estar realmente avergonzado.
- ¿Tienes vergüenza? - Me reí, consiguiendo a cambio que asintiera-. ¿Por qué?
- Es raro.
- ¿No te gustó? - Chasqueé la lengua-. Ya sé que no tenía que haberlo hecho, soy un idiota.
- No es eso, oppa… - Restregó su mejilla contra la mía, como un gatito cachorro demostrando cariño a su dueño-. No sé si debería entregarme a ti y si sufriré si lo hago.
Mis brazos se desanclaron de su cintura y me alejé de nuevo.
- ¿De qué hablas? ¡No vas a entregarte a mi de ninguna manera! - Por Dios, era sólo un niño.
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- ¿No es lo que quieres?
Maravilloso. Sencillamente genial. Lee Taemin pensaba que todo lo que yo buscaba en él era llevármelo a la cama. ¿Qué iba a hacer al respecto? O mejor dicho, ¿qué era lo que estaba buscando en él? Si es que buscaba algo. Nunca había
sentido algo como aquello por nadie y no quería tampoco dejarme llevar hasta ese extremo. Pero como normalmente sucedía cuando estaba con él, no era capaz de controlar nada.
La noche del eclipse volví a su casa. Seguía solo, ya que Onew no había vuelto a aparecerse por allí y no podía ni siquiera mencionarlo sin que Taemin empezara, literalmente, a arder.
- Huele bien.- Admití cuando vi que traía un plato de la cocina. Lo colocó en la mesa y se sentó como un indio frente a mi-. ¿Tortitas para la cena?
- Mi casa, mis normas.
Y yo no iba a discutirlo, desde luego. Estaba buenas, a pesar de que se había emocionado tanto con el sirope de chocolate, que aquello era casi intragable.
- ¿Saldremos a ver el eclipse? - Pregunté, cuando terminamos de cenar. No entendía por qué me sentía así de ilusionado con algo que era tan desconocido para mi hasta entonces.
- No hace falta. Mi habitación tiene una claraboya en el techo, podemos verlo desde ahí.
- Perfecto, así no pasaremos frío.
En efecto, frío no pasamos. Lo verdaderamente preocupante era el calor que me invadió cuando me vi tumbado en la cama de Taemin, ambos boca arriba mirando el cielo, y sentí la caricia de sus pies descalzos sobre mis calcetines.
- ¿Tienes frío, oppa?
- No, estoy bien.
- Si tienes frío dímelo, puedo prestarte una manta.
- No hace falta, gracias.
Volvimos a acomodarnos y no pasó mucho tiempo antes de que empezara a angustiarme con el calor. Taemin se había deshecho de su jersey y tenía una simple camiseta blanca sin mangas que dejaba al descubierto la piel de su clavícula y
sus brazos. Tuve que hacer un esfuerzo extra para no perder la compostura. Me quité la sudadera argumentando que aquella casa era una auténtica sauna. Pero la chimenea estaba apagada. Así que no tardé en darme cuenta de que el que
emanaba ese calor era, como siempre, él.
- Oppa, ¡mira!
Su dedo se puso en mi campo de visión para avisarme de que el eclipse había comenzado. El cielo se tiñó de rojo y no me pudo importar menos. Mi mano se aferró al dedo de Taemin y me lo llevé a los labios. Con él los delineé, despacio y
con los ojos cerrados, mientras oía cómo su respiración se aceleraba.
- Taemin…
- ¡Te lo estás perdiendo, Minho! - Se soltó de mi mano y se sentó en la cama para prestar más atención. Durante unos segundos volví mi mirada al cielo, ya casi completamente negro, apenas se veía un pequeño trocito de la luna, que parecía
que se estaba escondiendo de nosotros, juzgándonos.
- Es bonito.- Me senté a su lado. Miré su perfil, atónito y con la boca abierta, mirando hacia arriba, y me quedé embelesado por su belleza. Nunca hasta entonces había recorrido cada milímetro de su cara con mis ojos de aquella manera. Su
nariz pequeña y erguida, sus labios abultados y brillantes, y sus pómulos levemente marcados debido a su delgadez, bastante coloreados-. Muy bonito.- Acaricié la línea de su mandíbula con mi pulgar, aquella zona también me gustaba-. Casi
tanto como tú.
¿Qué estaba diciendo? ¿Por qué esas cosas salían de mi boca así?
Se giró y pude ver sus ojos tornarse grises, aunque la experiencia me enseñó que no había nada que temer cuando eso pasaba.
- ¿Soy bonito?
Afirmé con la cabeza, sonriendo.
- Lo eres.
- ¿Más que cualquier chica?
- No lo sé, no las conozco a todas.
- Mmmm… ¿pero a ti te parezco más bonito que ellas?
- Podría ser.
- ¿Estás enamorado de mi, Minho?
Aquella pregunta repentina me sorprendió.
- ¿Qué dices? Menuda tontería.
Me moví en el colchón para poner algo de distancia entre nosotros.
- Ayer me besaste y hoy dices cursiladas. ¿Qué voy a pensar?
- No hay nada que pensar.
- ¿No estás intentando que me entregue a ti?
- Otra vez con eso, ¡que no!
Me levanté de la cama, ofuscado, y respirando acaloradamente.
- Creí que era eso.
- Taemin, escúchame bien, eres muy pequeño para tener sexo.- Sus ojos permanecían totalmente desencajados ante mi actitud-. Sé que estás solo y no tienes a nadie que te explique sobre eso pero… ¡no puedes hacerlo! ¡De ninguna
manera! ¡Nadie puede tocarte! ¿me estás escuchando? - Asintió tímidamente-. Y si alguien te propone algo, me lo tienes que decir, ¿está claro?
- Algo… ¿como qué?
- Como besos o caricias o cosas de esas.
- ¿Cómo lo que me haces tú?
Mierda, era jodidamente lo mismo.
- Pero soy yo, y está bien que yo lo haga.
- ¿Por qué?
No podía sentirme más pervertido en ese momento.
- Porque… porque yo te respeto.- Ahí encontré una buena razón-. Porque no te obligaría a hacer cosas y porque… porque sí.
- ¿Porque me quieres?
- No me dicho eso.
- Pero lo estás pensando.
Suspiré, rindiéndome una vez más.
- Te dije que no lo hicieras.
- ¡Pero hace tiempo que no leo tu mente! Ahora te dejo estudiar tranquilo.
- Sí, y eso está bien. Es lo que hay que hacer.
- Pero te echo mucho de menos.
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Me enternecí con su expresión triste y volví a sentarme a su lado.
- Creo que yo también te he echado de menos. Pero no me había dado cuenta.
- Es bueno si lo sabes ahora.
- Supongo que sí.
Aunque me sentía más perdido que nunca.
- Entonces… ¿después del beso… ya me he entregado a ti? - Insistió.
- Pero…
- ¿Ahora somos novios?
- ¿Qué?
- ¿Ahora soy tuyo y tú eres mío?
- ¿A eso te referías con “entregarte”?
Cuando respondió afirmativamente no pude evitar soltar una enorme carcajada. Le había soltado el sermón del siglo y él sólo quería aclarar nuestra situación.
- ¿Vamos a besarnos hoy también?
Pude percibir la expectación en su pregunta por la forma en la que sus dedos se enredaban en la colcha.
- ¿Te gustaría?
Se tocó las mejillas, comprobando que ardían tanto como parecía.
- Creo que sí.
Se rió, algo incómodo.
- Estás ardiendo.
Se tensó.
- ¿Lo notas?
- Sí, incluso desde donde estoy.
- Eso no puede ser nada bueno.
- Yo creo que sí.
Alargué mi mano hasta su nuca y le acerqué a mi boca, clavando mis ojos en sus labios, que se abrían y cerraban sin saber muy bien qué hacer a continuación.
- No quiero hacerte daño, oppa.
El tacto de sus labios calientes no me desagradó. Era extraño, sí, y quizá si no hubiera deseado tanto besarle, podría haber pensado que podía ser peligroso quemarse con el calor que irradiaba todo el cuerpo de Taemin, pero no tuve tiempo
de pensar. Necesitaba sentirle de verdad. Y aunque no dejaba de pensar en que era un chico, no, un niño, y que aquello no estaba bien, ni para él ni para mi, y que probablemente era la peor idea que había tenido en mi vida, y que iría directo
al infierno como siempre decía el abuelo… le besé. Le besé con tantas ganas que se cayó de espaldas en el colchón y aún allí seguí besándole. Y cuando aquella brisa caliente empezó a envolverme, sabía que provenía de él, porque ya me
había acariciado antes. Y aunque mi pelo se enredara entre sus dedos, y mis manos se quemaran al entrar en contacto con la piel ardiente de sus brazos, no podía dejar de besarle. Porque resultó que el fenómeno Lee Taemin era más
poderoso que cualquier eclipse.
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Antes de que me diera tiempo a pestañear, Minho y Jonghyun habían vuelto a Seúl y mi rutina diaria volvía a estar basada en estudiar y trabajar, aparte de ayudar a los abuelos en la granja para aligerar la carga que para ellos suponía atender
a todos esos animales. Era cansado pero en realidad estar ocupado en todas esas cosas distraía mi mente hasta que llegara el verano, porque faltaban bastantes meses para que mis mejores amigos regresaran a Boseong y necesitaba
conseguir que el tiempo pasara más deprisa.
Una tarde especialmente fría, cuando apenas quedaban unos minutos para cerrar la tienda, Taemin apareció de pronto, sonriente y visiblemente emocionado, como si estar allí fuera algo habitual para ambos. Rápidamente le conduje a la
trastienda.
- ¿Qué demonios haces aquí? ¿Alguien te ha visto entrar?
Me miraba con una expresión algo aturdida, incapaz de interpretar mis palabras.
- Hyung, no me ha visto nadie, vengo solo.
- Sabes que la gente del pueblo tiende a ser muy… prudente cuando estás cerca.- Eché un vistazo al interior de la tienda, que continuaba vacía-. Si te ven entrar aquí, los clientes dejarán de venir.
- Ya.
Sólo cuando escuché su tono de voz triste me di cuenta de lo cruel que había sido con mi sinceridad tan apabullante.
- Oye, Taemin, lo siento.- Me agaché frente a él, que permanecía sentado en uno de los taburetes cerca de la zona de almacenamiento-. Pero la gente por aquí es muy idiota y ya sabes que no se les puede sacar de sus creencias o de sus…
supersticiones.
- No es culpa tuya, hyung, lo entiendo.
- ¿Quieres un café? - Corté inmediatamente el tema para tratar de aliviar la tensión del ambiente. Esa tensión que yo mismo me había ocupado de provocar. Estaba siendo un amigo pésimo.
- No, gracias. Sólo quería charlar un rato.
- Oh… entiendo. Pero ahora estoy trabajando. Y es algo… complicado...
- Pero no hay clientes, hyung.
- También es verdad.
- ¿Podemos hablar un rato, entonces?
- Supongo que sí.
Me senté a su lado y le ofrecí una de mis chocolatinas de emergencia, esas que siempre guardaba en el bolsillo de mi sudadera para cuando un ataque de nostalgia me hacía desear algo rematadamente dulce.
- Creo que por fin Minho oppa es mi novio.
Casi escupí el trozo de chocolatina al escuchar su declaración.
- ¿Qué estás diciendo?
- Aún no lo hemos oficializado del todo porque creo que hay un pequeño problema de comunicación entre nosotros.
- ¿Qué tipo de problema?
- El otro día cuando mirábamos el eclipse en mi habitación…
- ¿Minho estuvo en tu casa? - Le interrumpí, sin dejar de sorprenderme de que mi primo no me hubiera mencionado nada al respecto.
- Vimos el eclipse y él me besó y luego…
- ¿¡Te besó!? - No me di cuenta de en qué momento me había puesto en pie y mi chocolatina ya no me importaba en absoluto-. Espera, ¿estás diciendo que Choi Minho, el coleccionista de revistas “Playboy”, te ha besado a ti?
Asintió, con su sonrisa todavía más enorme.
- Él cree que soy muy bonito.
Dejé escapar un suspiro de frustración justo antes de dejarme caer en mi silla de nuevo.
- Eres muy bonito, Taeminie.- Le sonreí, algo extrañado todavía por su relato, pero dejándome contagiar por su alegría-. Aunque no entiendo muy bien por qué Minho se guarda todas esas cosas para sí mismo.- Mil ideas se agolpaban dentro
de mi cuanto más lo pensaba-. Creo que le mataré si te hace daño. No me importa que seamos familia.
- No me da miedo que oppa me haga daño. Más bien me da miedo hacerle daño yo a él.
- Pero eso no pasará, porque tú le quieres mucho.
- Sí. Es sólo que a veces… cuando estoy con él… no puedo controlarme.
- No puedes controlar, ¿el qué?
- El calor.
Mis ojos se abrieron, impactados, pero no quise aventurarme a malinterpretarle.
- ¿Quieres decir que… le… deseas…?
- ¿Qué?
- ¿A qué te refieres con el calor?
- Al… fuego. A la forma en la que el fuego aparece en mi cuerpo cuando está cerca. Todo yo siento el calor, y recientemente he descubierto que él también lo siente.- Me miró, serio-. Contigo no ocurre, ¿verdad? - Negué con la cabeza-. Es
por eso que tengo miedo. Si sólo ocurre con él es porque hay algo descontrolado cuando estamos juntos.
- Entiendo.
Aunque en realidad no podía hacerlo.
Apenas unos instantes después de que nos quedáramos en silencio, Yunho apareció y se sorprendió de vernos allí sentados, con la hora de cierre ya pasada y yo sin ninguna intención de moverme de allí.
- ¿Te encuentras bien?
Su voz profunda me hizo levantarme de inmediato y arrastrar conmigo a Taemin.
- ¡Lo siento!, ¡ya se iba! - Intenté movernos hacia la tienda, pero él no parecía en absoluto molesto con su presencia.
- Tú eres Lee Taemin, ¿no es cierto? - Ambos nos quedamos petrificados en nuestro sitio, sin poder continuar con la huída-. Toma un café con nosotros.
Taemin se giró a mirarle y con una rápida reverencia, rechazó la invitación.
- Gracias, señor Jung, pero no puedo tomar café.
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- Anda, ¿y por qué no?
- Me… descontrola un poco.
- ¡Mejor que no lo tome! - Me apresuré a ayudarle-. Es muy hiperactivo.
- Eso he oído.
- Tengo que irme, pero gracias por la invitación.- Sonrió, en una faceta extraordinariamente amable que no le conocía, claro, porque nunca le había visto relacionarse con nadie al margen de nosotros-. Espero que Jaejoong y tú seáis muy
felices.
Salió de la tienda ante nuestras miradas de asombro. A pesar de su edad, parecía entender bastante bien que Yunho le trataba de forma diferente; no era del tipo de hombre que se dejaba amedrentar por las habladurías de la gente. No le
había importado tener al temible niño de los Lee en su negocio, y además el chico le había felicitado por su inminente boda, de la que la mayoría del pueblo se había escandalizado.
- ¿Cómo ha sabido lo de tu boda? - Pregunté, extrañado-. Yo no se lo he dicho.
Se encogió de hombros, mostrando una sonrisa relajada.
- Supongo que es verdad lo de que puede leer la mente.
No dije nada al respecto. Yo sabía de primera mano que su afición por leer el pensamiento ajeno no se limitaba sólo a las personas cercanas; él podía hacerlo sobre cualquiera y sin ningún esfuerzo. Aunque esa persona ni siquiera le gustara.
- Hablaré con él para que no venga más a la tienda.- Empecé a recoger mis cosas para poder colocar de una vez por todas el cartel de “cerrado” en el local-. Sé que no es bueno que él ronde por aquí, la gente se asustará y no querrán
comprar más.
- ¿Él es tu amigo? - Afirmé, bajando el rostro, porque admitir que Taemin era amigo mío era algo que nunca se podía admitir con valentía ante cualquiera sin recibir su censura inmediata-. Entonces no le aísles. Estoy seguro de que ya ha
sufrido lo suficiente.
No mencionó nada más acerca de él y yo no volví a sacar el tema. Al día siguiente me dio una bolsa con varias prendas de la temporada pasada que aseguró que era una verdadera lástima que hubieran sido olvidadas en el almacén en lugar
de ser útiles para alguien como Taemin. Nunca hasta ese momento se me había ocurrido que Taemin pudiera tener algún tipo de necesidad que no fuera cubierta por alguien, porque al fin y al cabo se suponía que su familia (quienquiera que
fuera) se ocuparía de él. Pero el gesto de Yunho me hizo abrir los ojos a la realidad y me prometí a mi mismo que desde ese momento me preocuparía más por él. Aún si eso suponía tener que mentirle a los abuelos. De modo que a partir de
ese día empecé a ver a Taemin con regularidad en las inmediaciones de la tienda de Yunho. Sin embargo, todavía no me sentía lo suficientemente seguro como para acercarme hasta su casa. No quería saber, realmente, si aquel niño tenía
más carencias que las puramente afectivas.
En cuanto a lo que se suponía que tenía con Minho… tendría que averiguarlo de primera mano. Aunque tuviera que esperar unos pocos meses.
Cuando llegó el verano siguiente, a Jonghyun le empezó a rondar por la cabeza la idea de comprarse una casa cerca de la granja de los abuelos, a mitad de camino de la casa de sus padres, y decidió que compaginaría sus estudios con un
trabajo a media jornada, ya que no quería seguir viviendo del dinero de sus padres. El Seúl había estado haciendo trabajos esporádicos como camarero y en Boseong logró bastante éxito ayudando en las tareas del campo a algunos de sus
vecinos. Era un granjero tremendamente popular.
- ¿Por qué yo he terminado pero tú sigues aquí? - Aquella tarde llegó a la granja temprano y se acercó a donde yo estaba, sudando a mares terminando de amontonar el heno en el granero, y donde el calor era, como siempre, infernal-. Pronto
se hará de noche, deja eso para mañana o no podrás ni moverte.
Cuando la distancia entre nosotros se redujo me fijé en la bandeja que traía. La limonada de la abuela centelleaba con la luz del sol reflejada sobre el cristal impoluto de la jarra.
- Dios, sí, me muero de sed.
Apenas sirvió un vaso y ya me lo había bebido entero. El segundo ya lo pude saborear un poco más a fondo.
- La he ayudado. Se podría decir que esta es una limonada estilo Kim Jonghyun.
- Se nota la diferencia.- Bromeé.
- ¿Ah sí? ¿En qué?
- En que no has colado las semillas.- Capturé una de la punta de mi lengua con los dedos y se la mostré.
- Así es el estilo Kim Jonghyun.
- Sin preparación.
- Totalmente.
Reímos con el significado oculto de mis palabras y Jonghyun suspiró, mirando el contenido de la jarra.
- Sigue estando deliciosa, tranquilo.- Aseguré.
- Lo sé. La he probado.
- Ha debido de ser genial verte en la cocina. Me habría gustado estar presente.
- Fue un desastre.
- ¿Cuánto de desastre?
- Rompí la jarra de porcelana de la abuela.
La acidez del limón me hizo cosquillas en la garganta e impidió que me riera como el momento merecía.
- ¿La de su ajuar?
- Esa misma.
- Debe de estar furiosa.
- Lo disimuló bastante bien, pero creo que me odia.
- No me extraña. Quiere a su ajuar más que a cualquier otra cosa en el mundo.
- Soy un bestia.- Se lamentó, volviendo a mirar su obra de arte plateada-. No gano muchos puntos con ella, ¿eh? Lo tengo crudo.
- Un poco.- Le devolví el vaso, y él colocó la bandeja en uno de los montones de heno-. Estás sudando.- Apartó el mechón de pelo que tenía pegado a la frente y me lo colocó detrás de la oreja-. Tienes el pelo algo largo, es un poco nuevo
para mi.
- No he tenido tiempo de ir a la peluquería.
A mi me sorprendió tanto decirlo como a él escucharlo.
- De todos modos, te sienta bien.
- ¿Eso crees?
Su sonrisa tierna me derretía, casi tanto como el calor de aquel día.
- Kibum, deja eso de una vez.- El abuelo entró en el granero, seguido de Coco, y yo di un paso atrás, poniendo un poco de espacio entre Jonghyun y yo.
- Ya estaba terminando.
- No pasa nada, no es importante.- Me dio una palmada en el hombro-. Ve a ducharte, estás a punto de deshidratarte.
Jonghyun tenía algo que ver en eso, porque siempre que le veía acababa babeando. Y era imposible que la gente alrededor no se diera cuenta de ello.
- ¿Te quedas a cenar?
Ya era una tradición que Jonghyun hiciera todas las comidas del día en casa de los abuelos. Y por nuestro bien no quise ni mencionarle que se quedara a dormir, no quería ser demasiado evidente ni tener que luchar por contenerme de saltar
sobre él. Tenerle cerca, durante las noches, era especialmente duro. Sobre todo por esa especie de tradición que se instaló, de improviso, en la granja aquel verano.
Después de la cena, Jonghyun ayudaba al abuelo a meter a los animales en el establo mientras yo, como de costumbre, recogía la cocina con la abuela. Se había vuelto como un ritual. Finalmente nos quedábamos hablando todos juntos en el
porche y cuando ya a alguien se le empezaban a cerrar los ojos (generalmente a mi, porque mi ritmo diario era devastador) él se despedía y se iba a dormir a casa de sus padres.
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Nunca hicimos una escena en presencia de los abuelos. Ni miradas cómplices, ni sonrisitas, ni indirectas de ningún tipo, que dejaran en evidencia lo mucho que nos atraíamos o el deseo que conteníamos de salir corriendo de allí para pasar
un momento a solas, lejos de las miradas reprobatorias de la abuela y del miedo a ser descubiertos por el abuelo. A veces nos bastaba con estar juntos. Porque yo me había acostumbrado, desde pequeño, a tener a Jonghyun cerca por
temporadas, y aunque cuando la necesidad física hizo su aparición las cosas se volvieron algo más difíciles, pudimos sobrellevar el tener que fingir una relación completamente normal delante de todo el mundo.
Nadie sospechaba nada.
O eso pensábamos.
Porque esa noche, justo después de que Jonghyun desapareciera por el camino y de que la abuela hubiera entrado en casa, el abuelo dio una calada a su cigarro y suspiró, algo resignado :
- Kibum.
- Qué.
- Dime, ¿Kim Jonghyun tiene la intención de casarse contigo?
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Tardé unas cuantas semanas en acabar de asimilar todo lo que me estaba pasando. Las vacaciones terminaron antes de que pudiera darme cuenta y no pude evitar arrepentirme de no haber pasado más tiempo junto a él. Había intentado
luchar contra aquello durante bastante tiempo, porque no era capaz de entender mis propios sentimientos. Al principio pensaba que se trataba de curiosidad; porque siempre había querido saber hasta dónde llegaban los poderes de Taemin, y
eso provocaba que no dejara de acercarme. Un tiempo después pensé que él me estaba manipulando, que de alguna manera, utilizando su “don”, me estaba obligando, empujando, a hacer lo que él quería, y no dudo de que lo hubiera hecho
en alguna ocasión, como el día en que nos besamos por primera vez. Pero aquella vez bajo el agua, en el lago, y esa otra la noche del eclipse… definitivamente yo no había sido forzado a nada.
Siempre me habían gustado las chicas. En el instituto tuve algunas novias y en la universidad tuve unas cuantas aventuras pasajeras, pero nunca sentí interés alguno en formalizar absolutamente nada. Siempre me creí incapaz de
mantenerme fiel a alguien porque no quería complicaciones, ni límites en mi vida. Desde que mamá se había ido de casa había dejado de dar explicaciones a las mujeres, y no estaba dispuesto a hacer excepciones.
Pero las cosas no estaban saliendo de acuerdo a mis planes. En primer lugar, porque estaba cayendo en algo que no se suponía que fuera correcto. Nadie en mi familia podía saber que estaba “jugueteando” con el niño de los Lee, aunque
eso no fuera exactamente lo que estaba haciendo. Pero tampoco podía fingir que no estaba sucediendo nada. Así, la tarde anterior a que volviera a Seúl a reanudar las clases, tomé una decisión.
La casa de los otros señores Lee era bastante grande y moderna. Se notaba que no pasaban por penurias económicas y que habían vivido bastante bien. Los coches brillantes aparcados frente al porche corroboraban mi teoría.
Onew debía de ser muy feliz en ese hogar sin complicaciones. Lejos del infierno del fuego y de los objetos que se movían por sí solos.
Me saludó desde el columpio doble que ocupaba la parte izquierda del porche, haciéndome preguntarme si acaso él también tenía una temperatura corporal elevada, para soportar aquel clima como si nada. Dejó su libro en el columpio y se
puso de pie cuando subí las escaleras.
- Pensaba que mis ojos me engañaban, ¿qué haces aquí?
- He venido a verte.
- Qué milagro, Choi Minho haciendo visitas de cortesía. Nunca antes habías venido a mi casa.
- No es que seamos amigos, ni nada de eso.
- Exacto.
- Pero teniendo en cuenta las circunstancias… imagino que deberíamos tratar de llevarnos bien.
- ¿Y cuáles son las circunstancias?
Miré a mi alrededor, ¿en verdad íbamos a tener esa conversación ahí fuera, con el aire helado paralizando mi mandíbula?
- ¿Podemos ir a un sitio menos… congelado?
- Oh, sí, claro.
Volvió a coger su libro y me condujo al interior de la casa.
- ¿No tenías frío?
- En realidad no. Los Lee tenemos una temperatura corporal alta.- BINGO-. Es bueno porque no necesito mucha ropa de abrigo. Y ahorramos en calefacción.
Puede que ellos estuvieran la mar de a gusto en ese témpano de hielo pero yo estaba a punto de morir de hipotermia.
- ¡Choi Minho, qué alegría verte! ¡Cómo has crecido!
La señora Lee parecía emocionada de recibir una visita, a pesar de que yo apenas la conocía de vista. Sabía (o creía) que era la madre de Onew porque iban juntos a la iglesia y los abuelos siempre se paraban a hablar con ella, pero yo no
tenía la más mínima relación con ella o su marido. Ni siquiera sabía exactamente quiénes eran en esos momentos, ya que era obvio que no eran los padres biológicos de Onew, algo que siempre había dado por sentado.
- Estaremos en mi cuarto.
Onew no aceptó su invitación de prepararnos la merienda y subimos a su habitación. Una vez allí, cerró la puerta y me invitó a sentarme en el cómodo sillón junto al escritorio mientras él lo hacía en la cama.
- ¿Quién es ella? ¿Quiénes son los señores Lee?
- Son mis padres.
- Quiero decir, ¿quiénes son en verdad?
- Unos amigos de mis padres que me adoptaron cuando Taemin era pequeño.
- ¿Por qué también se apellidan Lee?
Se encogió de hombros, riendo.
- No sé, chico, es un apellido muy común.
Le quitó importancia mientras yo seguía examinando la estancia.
- Parece que se lo han montado bien los “otros señores Lee”.- Era evidente que a Onew no le había faltado de nada en la vida. No se me escaparon los detalles como el ordenador nuevo, impoluto, varias videoconsolas, muebles de alto
standing e incluso una mini nevera.
- Ellos no podían tener hijos y trabajaban duro, así que pudieron hacer mucho dinero. Yo fui un regalo para ellos, ya sabes.- Jugueteó con un trofeo que adornaba la mesita de noche.
- Una bendición.- Dije con ironía.
Él me lanzó una mirada feroz.
- Yo no tuve la culpa de la decisión que mis otros padres tomaron por mi cuando era un niño.
- No estoy diciendo eso.
- Tus ojos me lo dicen.
- Ahora resulta que me conoces.- Bufé.
- No fue fácil para mi separarme de mis padres. Que tuvieran que venir a visitarme a escondidas, o desear que alguna vez estuvieran en alguno de mis cumpleaños.- Su expresión ya no parecía tan prepotente y sarcástica como de costumbre,
se había vuelto triste-. Hasta que tuve una cierta edad y Taemin empezó a aprender a controlar sus poderes, no pude ni acercarme a su casa. Tuvieron que convertirme en su tutor para tener una excusa lo suficientemente consistente como
para que pudiera permanecer a su lado sin levantar demasiadas sospechas.
- ¿Y a tus otros padres eso no les importó?
Movió la cabeza hacia los lados, negando.
- Son demasiado generosos.- Dejó el trofeo de nuevo en su sitio-. Les debo todo.
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- Supongo que para ti tampoco ha sido muy fácil.
- Cuando papá y mamá murieron… no supe qué hacer.- Su tono se volvió lúgubre, y mis ojos se clavaron en los suyos, que empezaban a aguarse con su explicación-. Pensé en mandarlo todo a la mierda. Incluso se me pasó por la cabeza
acabar con él.- No podía decir cuál de nosotros tenía más rabia reflejada en su rostro en ese momento-. Después de todo, siempre había sido “un maldito” para la gente de Boseong. Así todos estaríamos tranquilos.
- ¿Qué te lo impidió?
Suspiró, tumbándose sobre la cama, derrotado.
- Saber que se había quedado completamente solo.
Asentí, entendiendo perfectamente esa sensación.
- Yo fui un mierda también. No vine cuando eso pasó y debería haberlo hecho. Le dejé solo y le defraudé. Bueno, he estado haciéndolo toda la vida.
- Lo mismo que yo.
Me reí, algo incómodo.
- Quizá deberíamos habernos hecho amigos hace tiempo.
- Quizá.
Guardamos silencio durante un rato bastante largo, pero no se sintió especialmente extraño. Ambos nos sentíamos un poco perdidos.
- Hyung…
Creo que era la primera vez en mi vida que le llamaba así.
- ¿Sí?
- Quiero proteger a Taemin.
Se incorporó de la cama, apoyándose en sus codos, y separó el flequillo de su frente con un soplido.
- ¿Cómo piensas hacer eso?
- Mañana vuelvo a Seúl, empiezan las clases y tengo que estar allí. Pero necesito saber que Taemin estará bien. Vas a tener que encargarte en mi lugar.
- Él no quiere ni verme, ya viste lo que pasó la última vez.
- Ahora ya no está enfadado. Y no puede seguir estando solo. Alguien tiene que encargarse de él. Ni siquiera sé si tiene dinero para comprar comida.
- No te preocupes por eso, mis padres se encargaron de dejarlo todo muy bien atado, no le falta de nada.
- Salvo lo más importante.
Chasqueó la lengua, contrariado.
- ¿Cómo voy a enfrentarme a él ahora que él sabe que le abandoné?
- Entenderá tus razones. Y tener un hermano ahora es mejor que no tenerlo nunca. Ojalá yo hubiera tenido uno.
- Tienes a Kibum, que es casi como un hermano. Y a Jonghyun.
- No me menciones a esos dos, que me tienen contento.
- ¿Os habéis peleado?
- No.- Me levanté, dispuesto a marcharme-. Es una larga historia.- Alargué una mano hacia él-. Prométeme que te ocuparás de él.
Sonrió y me estrechó la mano con fuerza.
- Es mi hermano, ¿qué podría hacer si no?
La despedida de Onew fue bastante tosca y fría, al fin y al cabo apenas teníamos algo de relación. Pero con su hermano pequeño las cosas siempre eran muy diferentes.
- No entiendo por qué tienes que volver a Seúl.- Murmuraba mientras yo terminaba de activar la tarjeta del teléfono móvil.
- Ya lo sabes, tengo que estudiar.
- Siempre estás estudiando. Te volverás loco de no despegar los ojos de los libros.
- Es posible.
- ¿Qué haré yo hasta que llegue el verano?
- Escúchame bien.- Le puse el teléfono en las manos y lo levanté a la altura de su cara-. Vamos a estar en contacto a través de esto, ¿vale?
- Yo no necesito un teléfono.
- Pero yo necesito que lo tengas.
- ¿Para qué?
- Para asegurarme de que estás bien en todo momento.
- ¿Qué posibilidades hay de que no lo esté?
- Me da igual, no quiero saberlo. Sólo quiero que te mantengas conectado a esto y te asegures de que siempre tienes suficiente batería. ¿Entendido?
- Entendido.
- Y si en algún momento te sientes solo, o triste o… te apetece hablar con alguien… puedes enviarme un mensaje.
- Pero ya hablo contigo siempre que quiero.
- No vas a seguir metiéndote en mi cabeza.
- ¿Por qué no? ¡Es divertido!
- Es agotador y no me deja concentrarme en los exámenes. O sea que a partir de ahora estaremos en contacto como la gente normal.
Inspeccionó el aparato con bastante curiosidad. Aquel teléfono era lo más moderno que había podido encontrar en el centro comercial del pueblo, nada especialmente moderno pero que cubría perfectamente las necesidades básicas.
- ¿A cualquier hora?
- Cuando sea. Y yo te llamaré siempre que pueda.
- Wow… eso es casi como si fuéramos novios.
- ¿Qué dices?
- Tengo un teléfono sólo para llamarte a ti.
- Tienes un teléfono para llamar en general, no sólo a mi.- Corregí, algo ruborizado.
- Oh… ¿Podré llamar a Key hyung también?
- Sí, he incluido su número en la agenda, luego te explico cómo funciona todo.
- Parece muy complicado.
- No lo es, tranquilo. Y tú eres un niño muy listo.- Le despeiné un poco.
Sonrió de un modo tierno que se me contagió.
- ¿Con esto se puede jugar a juegos?
- Sí, ya verás cómo es divertido.
- Ya estoy deseando aprender todo.
- Taemin, necesito que me prometas una cosa.- Le interrumpí, mientras él seguía trasteando en la pantalla-. Prométeme que dejarás que Onew siga siendo tu tutor.
Su sonrisa se desvaneció totalmente.
- No quiero volver a verle. Es un mentiroso.
- Se preocupa mucho por ti. Igual que yo.
- Él ha estado alejándome de la gente desde que recuerdo.
- Porque no quería que te hicieran daño.
- Di mejor que no quería que le hiciera daño a nadie.
- Como sea, él se preocupa y le he pedido que te cuide por mi.
122
Me pegó un golpecito en el pecho, enfadado.
- ¿Por qué pides esas cosas por ti mismo? ¿Es que mi opinión no es importante?
- Sí que lo es, pero ya que eres menor de edad, tengo que asegurarme de que vas a estar bien.
- Hasta ahora no te ha importado eso. ¿Por qué de repente te importa?
- Porque no quiero que te pase nada malo.
- Entonces llévame a Seúl y ocúpate tú mismo.
- Sabes que no puedo hacer eso.
- ¿Por qué no?
- Porque no. ¿Qué le iba a contar a mi padre?
Desvió su mirada y se fue andando a la cocina a preparar la cena. Le seguí, con pasos lentos, como si quisiera que el tiempo pasara más despacio y no tuviera que dejarle allí solo durante todos aquellos meses.
- No necesito que nadie me cuide, en realidad.
- Ya lo sé.- Me senté en el mármol mientras veía cómo se desenvolvía entre fogones, y no lo hacía nada mal-. Pero necesito estar seguro.
Se colocó entre mis piernas, hipnotizándome hasta que pude percibir cómo sus ojos cambiaban de color a aquel gris tan característico que significaba que estaba a punto de perder el control.
- Te voy a extrañar.- Sus manos pasearon sobre mis piernas hasta rodear mi cintura-. Y tú a mi también.
- Basta.
Sabía que estaba leyendo mi mente en ese momento.
- No es como si pudiera evitarlo.
- Tendrás que aprender a hacerlo.
- Si estuviera en mi mano controlarlo, mis padres aún estarían vivos.
Una mueca de disgusto me hizo pensar que iba a ponerse intratable, y decidí aligerar el ambiente.
- Me gusta tu pelo.- Acaricié un mechón entre mis dedos, entre los que se deslizó suavemente-. ¿Serías capaz de dejártelo largo? Así parecerías una chica.
- ¿Por qué querría parecer una chica?
- Así no tendría que dar tantas explicaciones.
- ¿Qué quieres decir?
- Nada.- Me bajé del mármol y olisqueé lo que estaba cocinando-. Huele bien.
Captó mis intenciones de abandonar el tema y terminó de preparar la cena. Sabía que iba a extrañarme, y que habría momentos complicados, pero también sabía que él continuaba dentro de mi, así que no fue difícil transmitirle lo que estaba
pensando : “no te preocupes, yo te protegeré pase lo que pase”.
Sonrió y sentí el calor. Una vez más.
123
Aquella pregunta del abuelo me dejó fuera de combate. Hasta ese momento, realmente tenía la convicción de que Jonghyun y yo estábamos siendo “discretos” y que era prácticamente imposible que nadie descubriera lo que había entre
nosotros. Obviamente con su pregunta tuve que replantearme mi capacidad de disimulo y tratar de buscar una explicación lo suficientemente convincente.
- ¿Vas a responderme?
Estaba claro que mi silencio mientras buscaba algo de vida en mi cerebro, no ayudó.
- No sé qué tengo que responder a esa tontería.
- ¡Kim Kibum!
Vale, quizá faltarle el respeto al abuelo no fuera la mejor manera de arreglar el asunto.
- Es que… quiero decir que… no sé a qué viene eso que has dicho.- Me levanté de las escaleras del porche y empecé a amontonar los platos de fruta que habíamos estado comiendo bajo la luz de la luna.
- Viene a que Kim Jonghyun pasa más tiempo en nuestra casa que en la suya. Trabaja más horas en mi granja que en la de sus padres y no entiendo el motivo.
- Bueno… sus padres son más jóvenes que vosotros, supongo que lo hace por ayudar.
- Nadie le ha pedido su ayuda.
- Supongo que es lo suficientemente generoso como para notar que la necesitamos.
- Kibum.- El abuelo mantenía un tono áspero conmigo, y sus ojos me debilitaban-. Si según tú, él no tiene la mínima intención de casarse contigo, te exijo que le pidas que deje de venir a trabajar aquí. La gente podría malinterpretar las cosas y
bastante está sufriendo su familia con todo eso de su compromiso cancelado.
Apenas pude moverme mientras la verdadera razón de aquella conversación emergía.
- ¿Te preocupa tanto lo que la gente del pueblo diga de nosotros?
Encendió un cigarrillo y dejó que el humo escapara lentamente de su boca.
- No quiero que te veas involucrado en los escándalos de su familia.
- A él no le preocupa que sus padres le deshereden. De hecho creo que ya están en proceso de hacerlo.
- Pues debería importarte. Si de verdad le quieres.
Estuve a punto de romper toda la porcelana debido a los temblores que recorrían todo mi cuerpo con cada frase suya.
- Me importa lo que le pase, pero no voy a apoyar nunca la forma que tienen sus padres de intentar controlarle. Él merece ser feliz. Y si no quiere casarse con Dasom, yo no puedo hacer nada al respecto.
- Entonces… ¿estás diciendo que tú no tuviste nada que ver en que esa boda se cancelara?
No, otra vez no.
- Jonghyun no tomó en cuenta mi opinión cuando hizo eso.
- ¿Cuál era tu opinión?
- ¿La mía?
- Sí, ¿tú querías que se casara con esa chica o no?
Suspiré. No iba a engañar a nadie con una respuesta falsa, y mucho menos podía esperar que una mentira relacionada con Jonghyun pudiera salir de mis labios tranquilamente.
- No.
- Ahá.
- Nunca quise que se casara con Dasom.
- ¿Y por qué no?
- Porque ella no le merece.
- ¿Y a ti sí? - Cruzó sus piernas, manteniéndose firme, y yo noté que mis ganas de llorar estaban demasiado a flor de piel, pero no podía dejar que mis lágrimas salieran tan fácilmente. Me senté de nuevo en las escaleras, dándole la espalda-.
Kim Jonghyun viene cada día a las 7 de la mañana y hace todo el trabajo que deberías hacer tú.- Sí, era innegable que desde que Jonghyun había vuelto, yo sólo me encargaba de ayudar a la abuela en la cocina o de tareas menores en los
establos-. Te cuida como si fueras una delicada señorita que no puede ensuciar sus manos en las labores de la granja.
- Hablas como si yo no hiciera nada aquí.
- ¡Me refiero a la forma en la que él se comporta contigo! - Su grito me sobresaltó, tanto que estuve a punto de caerme de las escaleras, y me giré a mirarle, aterrorizado-. ¡Quiero saber por qué ese chico siempre te está merodeando y
preocupándose tanto por ti cuando ambos sois hombres!
Me callé ante tanta evidencia golpeándome en la cara. La abuela salió al porche al escuchar el tono en el que el abuelo me había hablado y sugirió que continuáramos la conversación dentro de casa si no queríamos molestar a los vecinos,
algo casi completamente imposible teniendo en cuenta que la casa más cercana a la nuestra era aquella ruinosa que Jonghyun se empeñaba en comprar y estaba abandonada hacía bastantes años.
La abuela nos sirvió un té y dijo, simplemente :
- Kibum, habla con la verdad. Tu abuelo no es tonto.
Y si hasta ese momento podría haberme sentido protegido por mi abuela, todo se desvaneció cuando sentí que me dejaba totalmente desamparado en esa ocasión.
El abuelo bebió un largo sorbo de su taza y luego dio un fuerte suspiro. Supuse que trataba de relajarse. Yo aún no había sido capaz de pestañear.
- Dime. Por favor. Explica qué es lo que tenéis Kim Jonghyun y tú.
- Na… nadie ha hablado de casarse… nosotros…
- ¿Me vas a decir que estáis jugando? - El puñetazo que dio en la mesa no sirvió para tranquilizarme- ¿Que no tenéis nada serio y que simplemente os estáis divirtiendo? ¿Y que por esos juegos ese chico se pasa los días en nuestra casa?
- No… no estamos jugando…
- Entonces explícame de una vez por todas qué es lo que está pasando aquí.
Cuando la primera lágrima cayó sobre el dorso de una de mis manos fue cuando me di cuenta de que estaba llorando. Estaba tan anonadado que sentía incluso mi cara completamente anestesiada y no era capaz de notar algo como
humedad sobre ella.
- No sé en qué momento él comenzó a gustarme.- Mantenía mi mirada fija en mis manos mientras oía su respiración fuerte, enfrente de mi-. Tampoco creo que me haya dado cuenta de cuándo supe que me gustaban los hombres. Supongo
que toda mi vida fue así, porque nunca sentí nada por ninguna chica.
- No puedo decir que eso me sorprenda, te conozco.
124
- Sé que siempre te he decepcionado porque no soy como Minho. Sé que de pequeño era un enclenque y no sabía hacer nada por mi mismo, por eso tú intentabas convertirme en alguien más valiente. Fuiste mucho más paciente que papá,
que sólo se desesperaba porque era incapaz de hacer una simple prueba de gimnasia y porque mis actividades extraescolares nunca incluían el fútbol. Mamá fue más comprensiva, imagino que porque nunca pensó que llegaría a salir con
alguien, ella me sigue viendo como si fuera un niño pequeño.
Me detuve ahí, imaginando la futura conversación que mi abuelo tendría con ella y mis labios se sellaron.
- Nunca me he sentido decepcionado por ti, Kibum.- Él rompió el silencio-. Es cierto que de pequeño eras algo diferente a los demás niños. Veía a tu primo y a Jonghyun hacer auténticas barbaridades y tú eras como la dulce princesita incapaz
de ensuciar su ropita nueva.
- Lo era.- Me reí.
- Pero nunca me decepcionaste, hijo.- Me atreví a enfrentar sus ojos, y en ese momento vi que la abuela le agarraba del brazo, intentando calmarle-. Hasta ahora.- Borré mi sonrisa de golpe-. Creí que serías capaz de venir a mi y explicarme
que te has enamorado del chico de los Kim, del hijo de nuestros mejores amigos, y no tendría que esperar a que las habladurías de medio pueblo me hagan partícipe de la noticia. O que yo mismo os encuentre en el granero…- mi corazón se
paralizó-... haciendo manitas… - Me estaba mareando. Dios, ¿qué había visto? - No creí que estuviéramos en ese punto de falta de confianza.
Hice un repaso mental de todos los momentos comprometidos que Jonghyun y yo habíamos tenido en el granero de la granja. Estaba perdido.
- Quizá deberíamos traer a Jonghyun para que dé la cara ante nosotros.- Sugirió la abuela.
- ¡No! - Me levanté de la mesa, asustándolos-. ¡Yo soy el culpable, por favor, no le digáis nada a él, me moriría de la vergüenza y no quiero que él también se sienta incómodo!
- En ese caso, será mejor que le expliques por qué no debería seguir viniendo a trabajar aquí cada día.
Mis ojos eran incapaces de recuperar una expresión normal ante tal arrebato de intolerancia.
- ¡Él no ha hecho nada malo! ¡Nos ayudó a todos cuando estabas enfermo! ¡No ha hecho nada más que ser generoso con nosotros! ¿Cómo puedes ser tan desagradecido?
- ¡Kibum! - Me reprendió la abuela.
- Quizá su excesiva amabilidad tenía motivos ocultos que ahora están apareciendo ante nosotros.
- ¡Él no tiene motivos ocultos!
- Si él no quiere casarse contigo, dime qué motivos tiene para estar todo el santo día pegado a ti.
¿Que me quería? ¿Que se había vuelto tan adicto a mi como yo a él? ¿Que nuestras experiencias sexuales, desde niños, nos habían marcado un camino que, aún sin nosotros saberlo, nos había conducido a querer estar juntos y que no
había nada que pudiéramos hacer al respecto?
- Le diré que no venga más. Pero por favor tú no le digas nada de esto. - Me fui a mi habitación, pero antes de cerrar la puerta escuché un nuevo grito del abuelo.
- ¡Y que alguien me explique en dónde demonios se ha metido Minho!
- Yeobo…
Nunca antes había oído al abuelo maldecir, y eso me asustó bastante.
Horas más tarde, Minho llamó a mi puerta y entró sigilosamente en mi habitación.
- ¿Qué le pasa al abuelo? Está como loco, me ha sometido a un tercer grado.
- ¿Dónde estabas? - Pregunté mientras mantenía la vista clavada en el techo de mi cuarto, tumbado como estaba sobre mi cama.
- Con Taemin.
- Ah.
Era la oportunidad perfecta para sonsacarle información sobre lo que Taemin me había contado, pero no me apetecía. Estaba exhausto mentalmente.
- ¿Habéis discutido?
- Sabe lo de Jonghyun.
Se sentó a mi lado.
- ¿El qué, sabe?
- Que estamos juntos, que nos besamos, que tenemos sexo… no lo sé. Todo, supongo.
- Mierda.
- Exacto.
- ¿Te ha echado?
- Aún no. Supongo que está considerándolo.
- Será mejor que Jonghyun no aparezca por aquí en unos días.
- ¿Podrías decirle eso? - Rodé hasta quedar boca abajo, rozando mi hombro con su pierna, mirándole suplicante-. No quiero tener que decírselo yo.
- ¿Y por qué debería meterme en esto?
- Porque necesitarás a alguien que haga lo mismo por ti más adelante.
- ¿De qué estás hablando?
No le di más explicaciones ni mencioné nada acerca de lo que sabía, no creía que fuera el mejor momento. Él prometió hablar con Jonghyun y yo sólo pude apagar el teléfono para evitar tener que contarle todo lo que había pasado. No
necesitaba ponerme todavía más nervioso, al menos esa noche.
Al día siguiente me marché temprano en la camioneta de Jonghyun. Tenía que ir al pueblo a comprar algunos materiales para el nuevo curso y me dirigí a la librería central.
- Kim.
Miré a mi izquierda al escuchar la voz de mi profesor de patronaje.
- Profesor Nam.
- Qué casualidad.
- Sí.
- Pensaba que al finalizar el curso te irías de vacaciones a la playa o fuera del país, como casi todos tus compañeros.
- No puedo, tengo trabajo.
- Ah cierto, trabajas en la tienda del señor Jung.- Asentí-. Eres un chico muy responsable.
- Quiero independizarme pronto.- Dije, rápido.
No era algo que hubiera pensado demasiado, pero en las últimas horas la idea se había impuesto en mi cabeza como una obsesión.
- Oh… ¿tienes algún problema en casa?
- Alguno…- Murmuré, comparando un par de cajas de lápices-. Sólo… ya sabe…
- ¿Qué? - Se situó delante de mi, sobresaltándome.
- Sólo… eso.- Dejé los lápices en su sitio y agarré mi cesta con los artículos que iba a comprar-. Ya lo tengo todo, creo.
- Tu trabajo de fin de curso fue impresionante.
Le miré una vez hube depositado la cesta sobre la cinta de la caja.
- ¿Lo fue?
- Tienes mucho talento, Kim. Todos los profesores hablamos de ello. Quizá deberías solicitar una beca para estudiar en el extranjero. Podría ser algo grande.
- En el extranjero…
- Imagina.
Sus codos se reposaron en la parte de acero inoxidable de la caja y me observaba fijamente.
125
- No soy tan bueno.
- Todavía no. Pero en un año más podrías serlo. Piénsalo.
- Creo que me está sobrevalorando.- Reí-. Y no suelo ser demasiado constante, ¿sabe?
- Tus notas son las mejores del colegio.
- Pero eso es porque no es tan difícil. Tendría que ver cómo me fue en el instituto.- Sólo recordar los castigos de mamá cada vez que acababa el semestre, me daban ganas de pegarme un tiro-. Fui un completo desastre y una ruina
económica para mis padres. Nunca he conocido a nadie con tantos profesores particulares como yo tuve.
Pagué y recogí toda mi compra en mi bolsa.
- Es bueno que por fin hayas encontrado algo en lo que centrar tu energía.
No sabía por qué pero sus halagos me hipnotizaban, de modo que esperé a que terminara de pagar su compra y salimos juntos al aparcamiento.
- La verdad es que me gusta mucho esto.
- Tienes verdadero talento para el diseño, Kim. Eres realmente increíble.
Su mano en mi hombro me produjo un escalofrío, ¿en realidad el profesor Nam y yo éramos tan cercanos?
- ¡Kim Kibum!
Di un respingo al escuchar mi nombre y me giré para ver a Jonghyun acercarse a grandes zancadas hacia mi.
- Jjong… ¿por qué gri…
- ¿Me vas a explicar por qué anoche tenías el teléfono apagado? - Miré a los lados, muerto de la vergüenza, mientras decenas de miradas nos estudiaban, incluída la de mi profesor-. ¿Sobre todo después de lo que Minho me dijo?
- Bueno, tengo que irme.- El profesor Nam se despidió con la mano mientras subía a su coche-. ¡Nos vemos en septiembre!
Arrancó y salió de allí pero Jonghyun seguía mirando cómo se alejaba.
- Estoy aquí.- Traté de llamar su atención.
- Espera, estoy memorizando su matrícula.
- ¿Qué?
- Ya.- Volvió a centrarse en mi.
- ¿Por qué estabas memorizando su matrícula?
- ¿Quién es ese tipo y por qué te estaba tocando?
- Mierda.
Le agarré del brazo y lo obligué a entrar en la camioneta para irnos de allí lo antes posible y dejar de dar el espectáculo.
- Ayer Minho me dice que no vuelva a la granja y cuando te llamo para que me expliques qué coño ha pasado, descubro que tu teléfono no está operativo. Hoy tampoco lo enciendes y cuando te encuentro, después de preguntarle a tu primo
dónde carajo estabas, me encuentro con que estás con un tipo que además tiene las manos largas.
- No estaba con ningún tipo, es mi profesor y sólo nos encontramos en la librería.
- Pues no se veía como un profesor. Sino como un acosador.
- Tu imaginación no tiene límites, Kim Jonghyun.
Me reí pero él cada vez parecía más cabreado.
- ¿Vas a romper conmigo? ¿Es eso? ¿Y ni siquiera puedes enfrentarme?
Ambos fuimos violentamente empujados hacia adelante cuando mi pie tocó el freno accidentalmente. Mis labios temblaban y no era capaz de articular nada con sentido.
- Jjong…
Ya podía notar la humedad en mis ojos y eso me enfurecía. ¿Es que no podía mantener una conversación normal sin que las lágrimas hicieran su aparición?
- Está bien, cálmate.- Vi sus manos en el volante, sobre las mías, tratando de enderezar el coche, que casi rozaba la línea divisoria de la carretera-. No puedes conducir en este estado, aparca ahí.- Me señaló el arcén de la carretera y como
pude detuve el vehículo. Di un gran suspiro y sus manos abandonaron el volante para acariciar mi cara-. Mírame.- No podía decir que nunca antes me hubiera visto llorar, así que con él nunca he tenido que ocultar mis sentimientos. De hecho,
aunque hubiera querido hacerlo, él habría descubierto la verdad-. ¿Qué ha pasado?
- El abuelo…
- ¿Qué pasa con él? ¿Está otra vez enfermo?- Negué con la cabeza-. ¿Le ha pasado algo malo al abuelo? - Volví a negar-. ¿Entonces?
- El abuelo sabe lo nuestro.
Sus manos se deslizaron desde mi cara hasta mi cuello, posándose sobre mis hombros, desde donde sus pulgares acariciaban mi clavícula.
- ¿Nos ha visto? - Asentí-. ¿Qué ha visto?
- No lo sé. Pero ha empezado a desvariar y a decir cosas sobre casarnos. Y luego le tuve que decir que no vamos a casarnos y entonces se cabreó más y dijo que si no vamos a casarnos, que mejor no vayas por ahí porque no quiere que
estés jugando conmigo, pero yo le dije que nadie está jugando con nadie pero él no entiende nada…
- Bájate del coche.
- ¿Qué?
- Que te bajes.
Él se bajó también y ocupó el asiento del conductor, haciendo que por inercia yo ocupara el de acompañante.
- ¿A dónde vamos? - Pregunté cuando hubo encendido de nuevo el motor.
- A tu casa.
- ¿Para qué? ¡No! - Intenté poner mis manos en el volante para detenerle.
- Estate quieto si no quieres que tengamos un accidente.
Su voz seria me hizo darme cuenta de lo imprudente que había sido y me mantuve inmóvil en mi sitio.
- No vayas a la granja, por favor, no quiero que haya malos entendidos.
- No va a haber malos entendidos, Bummie.
- Pero, ¿cómo que no? Pensarán que los estamos desafiando.
- No estoy desafiando a nadie. Voy a ver a tu abuelo y le voy a decir que me voy a casar contigo.
Mi mandíbula cayó como un bloque de hormigón.
- ¿Qué… qué estás diciendo justo ahora?
- Que en primer lugar iré a tu casa a pedir tu mano y más tarde iremos a hablar con mis padres para explicarles la situación.
- ¿Qué… qué situación?
- Que cuando termine la carrera, tú y yo nos vamos a casar y si quieren desheredarme, pueden empezar a organizar todo el papeleo, porque no me importa en absoluto.
¿Casarnos? ¿En qué momento de nuestra relación las cosas se encaminaron hacia el matrimonio cuando ni siquiera habíamos hablado de ello? ¿Él realmente tenía esa intención desde hacía tiempo o sólo fue producto de la rabia del
momento, como una crisis de ansiedad? Mi inseguridad crecía con cada metro que avanzábamos en mitad de la carretera.
126
- No entiendo nada de lo que estás diciendo, Kim Jonghyun.
- ¿Por qué te crees que estoy trabajando tan duro? - Sonrió-. Quiero que los abuelos me acepten. Quiero comprar esa casa al lado de su granja y que te vengas a vivir conmigo allí. Así podremos seguir cuidando de ellos.
- ¿Quieres comprar esa casa por… nosotros?
- Sois mi familia más que mi propia familia. Y voy a tomar la responsabilidad de cuidar de vosotros.
- No hace falta que…
- Ya sé que no te he comprado un anillo porque así no es como se supone que tendría que hacer las cosas…- Se rascó la cabeza, algo dubitativo-. Pero la idea general es esa : vamos a esperar a que me gradúe, y entonces formalizaremos
esto. ¿Te parece bien?
- ¿Preguntas si me parece bien tu idea o debo responder a una propuesta de matrimonio?
- Ahm… ¡ambos!
- Creo que me estoy mareando.
Jonghyun detuvo el coche enseguida y me bajé para vomitar. Todo me daba vueltas.
Sí, era una escena perfecta. Acababan de pedirme matrimonio y mi respuesta estaba siendo echar la bilis en mitad de una carretera sin asfaltar a más de 40ºC de temperatura.
127
Los meses que precedieron a las vacaciones de verano no fueron tranquilos ni pasaron todo lo rápido que me habría gustado. Taemin casi cumplió su promesa a la totalidad y no se metió en mi cabeza demasiado, permitiéndome estudiar con
bastante normalidad. Excepto los días en los que se aburría. Esos eran los peores.
“Onew hyung sigue poniéndome demasiados problemas de matemáticas y no lo soporto más. Creo que enfermaré”.
Entonces tenía que llamarle y tratar de ayudarle a concentrarse en los números, cosa que realmente le fastidiaba porque le desesperaba no dar con la solución. Taemin desesperado era bastante irritante.
- Oppa, esto no se me da bien, debería abandonarlo para siempre.- Casi podía imaginar su puchero al otro lado de la línea, cuando era inmediatamente transformado por una idea alegre y enérgica-. ¡Podría dedicarme a la literatura, como
Jonghyun hyung! Leer me gusta mucho. Y no es tan odioso como los malditos números.
- No maldigas…
- Es que son muy malditos, oppa. No los entiendo y nunca tiene sentido, los coloque como los coloque.
- Dios…- Suspiré, cansado-. No puedo creer que Onew te ayude sin recibir dinero a cambio. Tienes que ser una completa pesadilla como alumno.
- ¡El es mi hermano mayor! Debería tener todavía más paciencia.
- A mi me parece un santo.
Me tumbé en la cama mientras me explicaba cómo había pasado el día. Después de muchas irrelevancias, por fin empezó a contar cosas realmente interesantes.
- Onew hyung ha dicho que a partir de ahora vendrá más seguido.
- ¿Ah sí? ¿Y eso te gusta?
- Mmmmm… creo que sí. Será interesante tener a alguien en casa de vez en cuando.
- No le hagas la vida imposible, ¿eh? No trates de alejarlo con ya-sabes-qué.
- ¡No lo haré, oppa! ¿Qué clase de hermano crees que soy? Seré bueno, ya lo verás.
- Eso espero.
- Ha dicho que se quedaría los fines de semana y que haremos cosas divertidas.
- ¿Ah sí? ¿como qué?
- Dijo que iríamos a pescar. Y puede que salgamos al centro comercial.
Eso me preocupó un poco. No podía imaginar al “niño de los Lee” en mitad del centro comercial, causando el caos mientras la gente trataba de salir de allí lo antes posible por miedo a ser atacados irrefrenablemente por él.
- ¿Eso no es peligroso?
- Iremos a otro centro comercial, no al del pueblo. Hyung dice que tenemos que ir a ver una película muy buena.
- Sí que hacéis planes tu hyung y tú.
- Él dice que tenemos que recuperar el tiempo perdido.
- Me parece muy buena idea.
- Dice que la semana que viene me llevará a conocer a sus padres.
Tampoco podía evitar un sentimiento de angustia imaginándome esa situación.
- ¿Estás seguro de que quieres hacer eso?
- No sé… no creo que sea malo.
- ¿Serás capaz de mantenerte… calmado?
- Lo… intentaré…
Ambos sabíamos que intentarlo no era suficiente cuando se trataba de él. Porque simplemente al pensar mínimamente en algo que le irritaba, ya tenía efectos devastadores.
- Vas a tener que practicar mucho antes de ir a conocerlos. No puedes causarles una mala impresión o asustarles. Ellos cuidaron de tu hyung mucho.
- Ya lo sé. No pensaba hacerles nada malo.
No es que creyera que él pudiera hacer nada malo conscientemente. Pero su subconsciente todavía era algo a tener en cuenta.
- Espero que no te hayas cortado el pelo.- Cambié de tema para mejorar un poco su humor.
- ¡Te dije que no lo haría!
- Así me gusta. Si lo has hecho, me enfadaré mucho.
- ¡Te he mandado muchas fotos y has podido comprobarlo! ¿A qué viene esto?
- A que tengo ganas de tocar tu pelo rojo.
Su risita tímida me enterneció.
- ¿Me darás un beso cuando me veas? - Susurró, imagino que muerto de la vergüenza.
- No lo sé, depende de cómo te portes.
- ¿Tengo que portarme bien?
- Al menos en el mes que falta para que llegue ahí.
- ¿Y qué cosas debo hacer para ser bueno, según tú?
- Estudiar mucho y resolver los problemas de matemáticas.
- ¡Odio las malditas matemáticas!
- Taemin....
No fue fácil convencerle de que tenía que cumplir con sus obligaciones escolares, pero todavía fue peor esperar todos esos días para tenerle enfrente. Nunca había estado tan ansioso respondiendo las preguntas de los exámenes ni haciendo
la maleta. Tanto, que hasta papá se preocupó.
- ¿Va todo bien?
- Claro.- No cabía ni un alfiler y yo seguía intentando meter una colección completa de cómics del Capitán América.
- Hijo, eso no va a caber. ¿No sería mejor que lo dejaras en casa?
- ¡Los tengo que llevar! - Me quejé, ofuscado-. Se los quiero regalar a… una persona…
- Uh… seguimos con eso…
Tenía que evitar un interrogatorio con dramáticos resultados de nuevo. Así que le di los cómics para que los metiera en su maleta y seguí intentando recolocar mi ropa en la mía para averiguar si había algún rincón disponible para meter más
cd’s.
No recuerdo cómo escapé de los abrazos y las preguntas agobiantes de mi primo y los abuelos cuando llegué a Boseong, pero esa misma noche, después de cenar, utilicé la excusa de acompañar a Jonghyun a su casa para pasar a ver a
Taemin. Mi mejor amigo vivía prácticamente en casa de los abuelos, y aunque a papá le pareció muy extraño yo ya lo veía como algo normal, teniendo en cuenta el invierno que habíamos pasado allí encerrados cuidando del abuelo.
- ¿Crees en serio que alguien se ha tragado eso de que querías acompañarme?
- Camina.- No le dije nada más hasta que ya estábamos bastante alejados de la granja.
128
- ¿Me vas a decir qué es lo que realmente te ocurre?
Me detuve en seco y le agarré por los hombros.
- Escúchame bien, Jjong, más te vale que no dejes embarazado a Key porque te juro que…
- ¿De qué estás hablando?
- Ya que los demás parece que están conformes con vuestra relación, alguien tiene que advertirte de que no la cagues.
- ¿Que están conformes? ¿Te han dicho eso?
- Es evidente, ¿no? Te pasas el día en casa de mis abuelos y a nadie le parece raro.
- ¡Prácticamente vivo ahí desde que nací!
- ¡Pero ahora más! Y estás todo el rato lanzándole miraditas a mi primo, ¡es tan descarado!
Se rascó la barbilla, dubitativo.
- Pues hasta ahora nadie ha mencionado nada.
- Seguro que les da vergüenza sacar el tema.- Reanudé la marcha y no tardó en seguirme-. Y tú deberías haberles mostrado tus respetos.
- ¿Piensas que debería pedir permiso a tu familia para salir con Key?
- ¡Claro que deberías! Ellos son muy tradicionales, ya lo sabes.
- Por eso mismo no me parece una buena idea. No creo que acepten nuestra relación.
- ¿Entonces dices que vais a estar saliendo a escondidas de todos para siempre?
- ¡Tks! Aún no lo hemos pensado demasiado, ¿vale? ¿A qué viene todo esto?
- A que será mejor que cuides bien de Key si quieres demostrarle algo a mi familia.
Jonghyun permaneció en silencio prácticamente hasta que llegamos a su casa. Antes de despedirse, me preguntó :
- Tú no crees que esté jugando con Bummie, ¿verdad?
- No lo sé. ¿Lo haces?
- Quiero a Kibum. No estoy jugando.
- Entonces espero que le quieras correctamente. Y que toméis precauciones.
Jonghyun no se lo pensó antes de pegarme una colleja.
- ¿Crees que somos imbéciles?
Tampoco sé por qué me puse tan protector con mi primo ese día. Desde que solté mis maletas sobre mi cama sentía un ambiente muy poco habitual en la granja. Jonghyun se paseaba por todos lados como si realmente viviera allí,
olisqueando como un perro la comida de la abuela y evitando que el abuelo hiciera ningún sobreesfuerzo. ¿Estaba intentando ganar puntos con ellos?
No era que me molestara que estuviera esforzándose tanto, sólo se me hacía antinatural tenerle allí en medio, trabajando como uno más de la familia, haciéndose el chico responsable, en lugar de venir a buscarnos para dar una vuelta en su
impresionante camioneta, que ya más bien parecía propiedad de Key.
- ¿Cómo has podido dejar que le ponga esas alfombrillas rosas a tu coche?
Se encogió de hombros y nos echamos a reir por la ocurrencia. De verdad Kibum era una persona poco común.
- ¿A dónde vas a ir realmente?
- ¿Eh?
- Admite que me has utilizado para escapar de casa. ¿A quién vas a ver?
Sonreí.
- ¿Me mantendrás el secreto?
- Soy una tumba.- Acercó su oreja a mi boca, cómplice.
- Me muero de ganas de besar a Taemin.
Juro que su rostro empalideció hasta quedarse del color de la luna, que iluminaba la noche. No esperé más preguntas ni su opinión al respecto, la cual no parecía que fuera a salir muy pronto de su boca. Se había quedado en shock, y eso me
sirvió para huir sin tener que dar explicaciones.
Taemin tarareaba una canción mientras cocinaba algo que olía realmente bien. Entré sigilosamente, observando su desparpajo entre las ollas, era totalmente adorable verlo hablarle a la comida y sonreir cuando algo cambiaba de color.
- Si sabes sólo la mitad de rico que pareces, ¡no me quedaré soltero!
Casi dejé escapar la risa al escucharle observar con detenimiento el salmón que se estaba calentando en el horno.
- Si sigues dejando la puerta abierta, morirás soltero.
Sus ojos se abrieron por la sorpresa y rápidamente se irguió para mirarme.
- ¡Oppa!
Su cabello brillante recogido en una coleta alta, que se movía traviesa con sus gestos, me pareció lo más adorable del mundo.
- ¿Me has echado de menos?
- ¡Mucho!
Se quitó rápidamente el delantal y corrió hacia mi, no dejándome tiempo ni para dar un paso, ya que en seguida me aprisionó entre sus brazos.
- ¿Has crecido?
Asintió, emocionado y apretándome todavía más. Me gustaba notar su coronilla haciendo cosquillas en mi nariz.
- He sido bastante bueno, oppa.
- ¿Seguro? - Le levanté el rostro sujetándole por la barbilla-. ¿No hiciste cosas malas?
- Te lo prometo.
- Entonces te mereces esto.
No me importaba si se había portado bien con su hermano, si había hecho los deberes o si ya era capaz de cenar comida decente y no simplemente dulces. Porque lo que realmente me importaba era besarle. Recrearme en esos labios
abultados e inocentes que durante los meses que habíamos permanecido separados se habían vuelto todavía más apetecibles, y parecían haber aprendido a corresponderme de una manera más apasionada.
- ¡Oh, mierda!
129
Su coleta se movió ante mis ojos hipnotizándome, mientras él corría a abrir la puerta del horno.
- ¿Se ha quemado?
- Por suerte, no.
Sacó la bandeja y colocó la guarnición perfectamente alrededor del pescado, mirándolo con orgullo. Sacó su teléfono móvil del bolsillo y le sacó una foto, tecleando algo a continuación.
- ¿Qué haces tan entretenido?
- Subo la foto a un foro de cocina.- Le miré algo atónito-. Soy bastante popular en internet, ¿sabes?
Y ahí me sentí completamente estúpido por haberle dado alas a ese diablillo regalándole el teléfono.
- Acabo de llegar y me dejas a un lado para subir una foto de un pescado en un foro de marujas.
- ¡No son marujas! - Protestó, soltando el teléfono sobre la mesa-. Bueno, la mayoría sí.
- Deja eso y ven aquí.
No se quejó más y caminó despacio hacia mi, algo confundido.
- ¿Estás enfadado?
Negué con la cabeza, dejando que una sonrisa débil asomara. Algunos mechones rebeldes se habían escapado de la coleta por mi ataque inicial y sus labios estaban enrojecidos y brillantes. Era la cosa más tentadora que había tenido
delante en mi vida.
Cuando llegó hasta mi, no dudé en quitarle la goma de pelo y dejarme impresionar por el color ardiente de su cabello. Movía la cabeza hacia los lados para que la melena se meneara con cadencia, demostrando a mis ojos lo larga y bien
cuidada que estaba.
Y en ese momento supe que el horno, el cabello o los poderes de Taemin no eran los que provocaban lo que estaba sintiendo, sino que venía de mi interior. Tenía fuego. Ardía de deseo por ese niño, el terrible niño de los Lee.
130
El camino hacia la granja nunca me había parecido tan largo como aquel día. Pensaba que me había shockeado tanto la proposición de Jonghyun que no había sabido reaccionar como una persona normal sino como un poseído cual la niña
del exorcista. Pero era otra cosa. Algo no andaba realmente bien en mi.
- Ya casi estamos.
Jonghyun trataba de tranquilizarme mientras me acariciaba la mano, que reposaba lánguida sobre mi pierna.
- No me encuentro bien.
- Ya lo veo.- Aún con la otra mano sobre el volante, llevó su mano libre a mi cabeza-. Parece que tienes fiebre.
- Yo nunca tengo fiebre.- Susurré, entrecerrando los ojos. El sol de la tarde molestaba mucho y en el coche no era capaz de esquivar su impacto sobre mi cara.
Frunció el ceño, algo contrariado, y en apenas cinco minutos ya había aparcado enfrente del porche de los abuelos. Se bajó del coche mientras yo intentaba abrir mi puerta, pero mis manos habían perdido parte de su fuerza debido a mi
condición y no pude salir sino hasta que Jonghyun vino a buscarme.
- ¿Puedes andar?
- Claro.- Susurré.
Pero ponerme de pie fue casi tan difícil como intentar abrir la puerta del coche. Mis rodillas temblaban y mis pies parecían inestables en el suelo.
- Ven aquí.
Todavía recuerdo la expresión de la abuela, que permanecía en el porche cosiendo algo, sentada en su mecedora, cuando vio que yo era cargado estilo princesa por Kim Jonghyun.
- ¿Qué diablos…? - Ella misma se golpeó en la boca después de haber dicho eso-. ¿Qué le pasa a mi Bummie? - Soltó lo que estaba haciendo y entró detrás de nosotros.
- No sé si se ha mareado en el coche o está enfermo, pero ha vomitado.
- Si es que conducís como locos…
- Él no ha sido, abuela.- Murmuré, intentando agarrarme al cuello de Jonghyun, sin mucho éxito.
Subimos hasta mi habitación, y cuando estuve tumbado sobre la cama vi que el abuelo y Minho también estaban ahí, y ni siquiera les había notado.
- ¿Ha ocurrido algo? - El abuelo nos miraba con una expresión enfadada, como si hubiéramos hecho algo malo.
- Sólo me encuentro algo raro.
- Tiene fiebre.- Explicó Jonghyun, mientras me ayudaba a quitarme los tenis-. La verdad es que se veía bien, pero de repente vomitó.- Resumió, rápido, acomodando la almohada debajo de mi cabeza-. ¿Mejor?
- Tengo frío.- Susurré, sintiendo cómo los temblores me recorrían por completo-. Tráeme otra manta.
- Estamos a 40 grados.- Vi a Minho mirándome preocupado-. ¿Cómo vas a tener frío?
- Tiene fiebre.- Diagnosticó la abuela, tocándome la frente-. Ya te dije que te estabas sobreesforzando.- Me dio un pequeño golpecito en el hombro, arrancándome un quejido-. Te dije que colapsarías si seguías con ese ritmo.
- Sólo ha sido un momento…- Pero no pude acabar la frase porque nuevas náuseas me invadieron y me levanté, a trompicones, para ir al baño. Minho y Jonghyun me siguieron para sostenerme, mientras los abuelos se coordinaban para
llamar al doctor.
- Como lo hayas dejado embarazado… - Amenazó mi primo, mientras yo vaciaba mi estómago.
- ¡Pero qué dices!
- Minho, cállate.- Murmuré, a duras penas-. Jjong, ayúdame.
Jonghyun me ayudó a levantarme y a lavarme los dientes. A paso de tortuga me sostuvo hasta que llegué a la cama.
- Aquí tienes la manta.- Me tapó con ella-. ¿Mejor?
Negué con la cabeza. Seguía teniendo frío.
Buscó por los cajones un pijama de invierno y rápidamente lo trajo consigo. Me destapó de nuevo y me quitó la camiseta.
- Hey hey hey… ¿qué estáis haciendo? - Minho se dio la vuelta, incómodo, mientras Jonghyun no paraba de bufar por su reacción-. Esto no es apto para menores.
- Ni que fueras un menor.- Protestó Jonghyun, mientras terminaba de ponerme el pijama-. Te prepararé algo rico. Creo que tienes algún tipo de virus estomacal.
- ¿Ahora eres médico? - Se burló mi primo, antes de recibir otra mirada de odio por mi parte.
El diagnóstico inicial de Jonghyun no fue del todo desacertado. El doctor dijo que tenía una gastroenteritis aguda y que debía permanecer en la cama uno o dos días, comiendo una dieta blanda y tomando suero de limón para no
deshidratarme.
La abuela se santiguó, reconfortada porque no era nada excesivamente grave, y Minho tuvo que aceptar que nadie iba a tener ningún bebé. Su imaginación no tenía límites.
Esa tarde Jonghyun no se separó de mi lado, tapándome y dándome la medicina, mientras me miraba con una expresión apesadumbrada.
- No hace falta que me mires de esa forma.- Era realmente desagradable-. No me voy a morir.
Sonrió, ladeando su cabeza en un gesto tierno.
- Ya sé que soy demasiado protector contigo, pero me asusté.
- No hace falta que te asustes, dentro de dos días estaré perfectamente.
- Y por los próximos dos días…- Acercó su rostro al mío, intimidándome; no iba a besarme en la casa de los abuelos, ¿verdad?-... no voy a separarme de ti.- Me tocó la punta de la nariz con su dedo índice y se levantó-. Voy a prepararte algo
bueno para cenar.
El chef Kim no tenía nada mejor que hacer que experimentar nuevos retos culinarios conmigo. No era precisamente un experto en la cocina, pero no se podía negar que le echaba ganas. Siempre que estaba interesado.
- Toma, para que te entretengas.- Minho me lanzó unos cuantos cómics del Capitán América.
- Wow, sí que debo de estar grave para que me estés regalando esto…- Los hojeé, curioso.
- Sólo te los presto. Se los voy a regalar a alguien más.
No hizo falta preguntarle para quién eran los cómics porque su cara lo decía todo.
131
- Así que estáis en ese punto, ¿eh?
- ¿Qué punto? ¿De qué hablas?
- De nada.- Eché los cómics a un lado de la cama y me senté, apoyándome en el cabecero-. ¿Sabes si la comida tardará mucho? Estoy hambriento.
- Tu marido ha hecho un desastre allá abajo. Me sorprende que todavía no haya salido ardiendo la casa.
Se fue de allí y sentí mis mejillas arder, pero no debido a la fiebre, sino a lo que había dicho Minho. “Mi marido”. Realmente eso sonaba extraño y algo… aterrador.
- ¡La comida está lista! - Jonghyun apareció con una bandeja y la colocó en mi regazo, con las patitas a ambos lados de mis piernas-. ¿Qué haces sentado? Tienes que descansar.
- Te estaba esperando.
- Ah… eso es bueno. Quiere decir que tienes hambre.- Sonreí en respuesta.
Presentó la comida, describiéndola con emoción cuando sólo era una simple sopa de arroz con pollo hervido.
- ¿Lo has hecho tú solo?
- Con la supervisión de la abuela. Tranquilo, no te matará.
Suspiré, cansado, dispuesto a empezar a comer. No lo conseguí porque inmediatamente él cogió la cuchara y comenzó a alimentarme.
- Puedo hacerlo solo.
- No te conviene cansarte.
Negociar con él nunca había sido fácil y estaba demasiado cansado como para protestar. Sólo quería terminar la cena cuanto antes y echarme a dormir. Comí casi la mitad del cuenco de sopa que me había preparado, no me cabía nada más.
Incluso tragar líquidos era una tarea complicada en mi estado. Me tomé la medicina y volví a acostarme, siendo arropado con cuidado y recibiendo un beso en la frente y un bonito susurro de “ponte bueno pronto, Bummie”.
Bajo los efectos de la fiebre las cortinas de mi habitación parecían moverse con violencia, y escuchaba golpes sordos en mis oídos. Durante la noche pude notar que varias personas entraban a comprobar cómo seguía, pero no podía abrir los
ojos. Mi cuerpo pesaba tanto que no podía controlarlo.
Cuando mis ojos se abrieron por fin, la sorpresa de encontrarme sus ojos de cachorro atentos a cada uno de mis pestañeos me hizo despertarme de golpe.
- ¿Qué haces aquí?
- Quería ver cómo estabas antes de irme a trabajar.
- Estoy horrible.- Me tapé hasta la nariz, avergonzado por el aspecto que imaginaba que debía de tener-. Y he sudado mucho, huelo mal.
- Ven, te ayudaré.
Tampoco pude protestar cuando Jonghyun decidió meterme en la bañera y ayudarme a bañarme. No hizo ningún movimiento sospechoso ni tentador, a pesar de que me encontraba completamente desnudo. Sólo me pasó la esponja con
suavidad por el cuerpo, porque sabía que me dolía incluso el más ligero contacto. Lavó mi pelo masajeando despacio la cabeza, sin parar de comentar lo bien que olía mi champú.
Cuando terminó, me cubrió con una gran toalla y me secó el cuerpo con cuidado, poniéndome un pijama limpio y secando despacio mi pelo.
- Me mareo.
- Es porque estás débil y deshidratado.- Se aferró a mi cintura para estabilizarme y me condujo de nuevo a la cama.
- Nunca me había encontrado tan mal en mi vida.
- Te creo. Te ves fatal.
- Por eso no me he mirado al espejo.- Reí-. No quiero asustarme.
- Estás pálido.- Me acarició la mejilla, suavemente-. Pero sigues siendo bonito.
- No mientas.
- Por Dios, ¿qué hacéis despiertos a esta hora? - La abuela apareció en la habitación, todavía con su camisón puesto y el pelo enmarañado-. Apenas son las 7.
- Vine para bañar a Bummie.- Cogió su mochila y se dispuso a marcharse-. Preparé más comida anoche. Creo que podría convertirme en chef finalmente.
- Me da miedo que cocines sin supervisión.
- ¡No te voy a envenenar! - Me guiñó un ojo-. Vendré a verte al mediodía.
La abuela y yo nos quedamos un momento en silencio mientras él desaparecía.
- ¿Qué es eso de que te has bañado con Kim Jonghyun?
Respiré hondo. ¿En serio tenía que explicar incluso eso?
- No me he bañado con él. Él me ayudó porque yo sólo no podía.
- Podría haberlo hecho Minho, no tienes por qué exponerte a situaciones comprometidas con nadie.
- ¡Es Jjong! No es como si fuera nadie.
- Buenos días.- El abuelo apareció también en mi cuarto, supongo que atraído por nuestras voces-. ¿Cómo te sientes hoy, hijo?
- Como si me hubieran dado una paliza.
- Descansa.- Me tocó la frente con la mano, parecía que todo el mundo era capaz de diagnosticarme de ese modo-. La fiebre ha bajado pero sigues estando muy pálido. Que no se te ocurra levantarte de la cama.
- Aunque quisiera, no podría hacerlo.
- Tienes que comer. Aún si no te apetece. Y beber eso que te ha dado el doctor.
- Eso hago.
Asintió, echando un vistazo a mi alrededor, hasta que soltó :
- Cuando Jonghyun vuelva, dile que necesito hablar con él.
- ¿De qué?
- Cosas nuestras.
Se fue, dejándome con las palabras en la boca. ¿Qué cosas tenía que hablar el abuelo con Jonghyun? ¿De verdad iba a prohibirle que volviera a casa o estaba preparando algo peor?
Sentí miedo al pensar que podrían alejarle de mi. Me gustaban sus cuidados y sus atenciones, y no sólo cuando estaba enfermo. Me gustaba que Jonghyun estuviera siempre pendiente de mi.
132
Todo lo que estaba sucediendo en la granja me estaba sobrepasando. Por un lado, el abuelo estaba tremendamente preocupado por Kibum. A pesar de que siempre le había visto como a un niño demasiado débil, de repente parecía que no
estaba preparado para verle convaleciente. En realidad yo tampoco recordaba haber visto a mi primo enfermo, mi tía solía atiborrarlo a vitaminas porque aseguraba que tenía las defensas muy bajas.
Reconozco que al principio yo también me preocupé un poco. Traté de quitarle importancia para que no se notara lo asustado que estuve cuando vi a Jonghyun entrando en casa con Kibum en sus brazos. Fue cuando empecé a hablar de
embarazos y tonterías. Aunque no era ninguna exageración suponer algo como eso, teniendo en cuenta que aquellos dos se habían convertido en un par de animales en celo. Si los abuelos hubieran visto la escena de aquella Navidad en el
apartamento de Jonghyun, con las decenas de preservativos regadas por todos lados, seguramente su visión de ambos sería radicalmente diferente. Por no decir que habrían enviado a Kibum directamente al ejército o a un convento.
En su segundo día de convalecencia, mi primo ya se había convertido en una pesadilla. Los abuelos no paraban de llevarle comida y de asegurarse cada hora de que la fiebre no subía, de que tomaba la medicación y de que no se levantaba
de la cama. A mi, por supuesto, me encomendaron la labor de entretenerle mientras Jonghyun estaba trabajando. Por suerte, el instinto protector de mi amigo le obligaba a venir a visitarlo cada pocas horas, dejándome tiempo para respirar
fuera de aquel cuarto con aquella elevadísima temperatura, ya que Kibum seguía teniendo frío.
Aún así, los momentos que pasábamos a solas era desesperantes.
- Choi, tráeme otro vaso de suero.
- Voy.
Y cuando se lo llevaba, se acordaba de que quería algo más.
- Tengo hambre, ¿no ha hecho abuela un pastel de manzana?
- Sí, está enfriándose.
- ¿Me podrías subir un trozo? Es que lo huelo desde aquí.
- Sabes que no puedes comer nada tan sólido, mañana si estás bien lo podrás probar.
- ¡Pero yo lo quiero hoy!
- Pues hoy es imposible.
- Eres un idiota, ¿sabes? Me moriré de inanición y la culpa te acompañará durante el resto de tus días.
- Sí, sí, sí…
Le dejé hablando solo mientras entraba a mi habitación y encendía la consola.
- ¡Se supone que tienes que cuidarme! - Escuché desde la otra habitación.
- ¡Y tú se supone que estás enfermo! - Y añadí, más bajito- : y parece que te hubieras convertido en un príncipe inútil.
- ¡Te he oído!
- ¡Lo dudo!
- ¡Tú sí que eres inútil!
- Pues sí que me ha oído.
- ¡Ven aquí, maldito descerebrado!
Cerré la puerta y me quedé un rato tras ella, esperando a que mi primo hiciera algún movimiento, pero eso no sucedió. En cambio, el silencio reinaba en la casa, porque los abuelos habían ido al pueblo a comprar comida. Así que cogí el
teléfono y le llamé.
- ¡Oppa!
- Hola.
- Te echaba de menos.- Sonreí, por su ternura.
- No me lo creo.
- ¿Por qué no ha ido Key hyung a trabajar hoy? - Ok, sus momentos tiernos eran breves.
- ¿Has ido a la tienda? - Me acomodé en el sillón.
- Sí, Yunho hyung es muy amable conmigo, y hoy también estaba su prometido, Jaejoong hyung.
- Oh… no sé quiénes son.
- Jaejoong hyung es el primo de Jonghyun hyung.
- Ah… ese…
- Me invitaron a tomar el té. Son buenas personas.
- Espera, ¿has dicho “prometido”?
- Sí.
- ¿El primo de Jonghyun se va a casar con otro hombre?
- Sí.
- Eso es raro.
- No sé por qué.
- Ah… lo que sea… - Intenté cambiar de tema pero había sufrido algún tipo de cortocircuito cerebral y no funcionó.
- ¿Qué le pasa a Key hyung?
- Tiene un virus en la tripa.
- ¿En serio?
- El doctor ya vino y le dio medicación, pero sigue teniendo fiebre y está insoportable.
- ¡Eso también lo he oído! - Chilló de nuevo el susodicho.
- Mierda.
- Oppa, yo puedo curarle. ¿Puedo ir?
Tragué saliva, algo nervioso.
- ¿Qué dices?
- Puedo averiguar qué le pasa y hacer que se ponga bueno. Como aquella vez en el lago.
- Pero… pero esa vez era diferente…
- ¿Por qué?
- ¡Pues porque sí!
- Puedo hacer que el mal se vaya. En serio que puedo.
Me agobiaba la idea de que Taemin entrara en casa, que algún vecino cercano lo viera y se lo contara a los abuelos, o incluso que ellos llegaran antes de que se hubiera marchado; pero el estado irritable de Kibum era mucho peor que todo lo
que pudiera pasarme a mi por dejar entrar en la granja al niño de los Lee.
Así que unos minutos después estábamos los dos caminando, algo temerosos, hacia su habitación.
- ¡Cielo santo, Taeminie! ¿Qué haces aquí?
- Vine a verte, hyung.
Kibum se apoyó en sus codos para sentarse en la cama, con bastante dificultad debido a que las fuerzas le fallaban.
- No deberías estar aquí.- Me miró, con los ojos abiertos del pánico-. No debería estar aquí.
- Ya lo sé, pero insistió, y vino por una buena razón.
- ¿Qué?
133
- Vine a curarte, hyung.
Taemin se sentó junto a él y le puso la mano sobre la coronilla.
- Si los abuelos llegan…
- Tienes fiebre. No mucha, pero sí un poco.
- Menudo descubrimiento.- Se cruzó de brazos, dejando salir un suspiro agotado.
A continuación, puso la mano sobre su vientre y permanecimos callados mientras parecía que estuviera escuchando algo.
- ¿Ocurre algo? - Pregunté, algo preocupado, al mirar su expresión seria.
- Tenías razón, oppa.- Se giró un poco para mirarme a los ojos-. Es un bebé.
- ¿¡¿Qué?!? - El grito de Kibum nos sobresaltó a ambos-. ¿Se puede saber qué coño estás diciendo, pequeño diablillo?
Taemin no se pudo escapar de las garras de Kibum, que le pellizcaron los mofletes hasta dejarlos colorados.
- Sólo era una broma, hyung, qué humor.- Murmuraba mientras trataba de calmar el dolor de su piel.
- Vete a casa antes de que suceda una desgracia, anda.
Negó con la cabeza, recuperando la sonrisa.
- Eso que tienes ahí dentro no es bueno.- Sus palabras nos dejaron en silencio, nos temimos lo peor-. Hay que sacarlo.
Nadie se opuso cuando colocó sus manos sobre la barriga de mi primo. Un fuerte calor nos envolvió a todos, y ya era bastante la temperatura ambiental aquel día, pero el calor que salía de él era diferente. Era un calor agradable y protector,
del que no te salía alejarte. Y la luz apareció de nuevo ante nosotros. Entre la palma de sus manos y la piel desnuda de Kibum, ya que Taemin había subido la camiseta de su pijama, un halo ovalado de luz blanca apareció, y pude ver sus
ojos oscurecerse de una forma totalmente nueva para mi. Estaba altamente concentrado, podía notarlo por el color enrojecido de sus orejas y sus mejillas.
- ¿Qué demonios le estás haciendo? - El grito de Jonghyun al entrar en el cuarto no desconcentró a Taemin de su tarea ni un segundo. Yo le agarré de los hombros para que no interfiriera.
- Espera.
- ¡Lee Taemin, suéltale ahora mismo!
- Chtss… - Le inmovilicé a mi lado mientras nada se oía sobre la cama.
Kibum se retorció un poco sobre las sábanas, con una mueca de dolor en el rostro.
- ¡Le estás haciendo daño! - Gritó Jonghyun de nuevo.
- No.
- ¡Le estás matando, para!
- ¡No!
- Mierda, Taemin, ¿qué está pasando? - Pregunté, asustado.
- ¡Auch! - El quejido de mi primo nos alertó a todos. Taemin separó sus manos de él, haciendo que la luz se desvaneciera al momento, y el calor empezó a desaparecer gradualmente.
Le observábamos completamente quietos, esperando a que nos informara sobre su condición, pero antes de que alguno pudiera formular una sola pregunta, Kibum se levantó y se fue directo al baño a vomitar.
- ¿Qué le has hecho, maldito? - Jonghyun corrió tras él y justo en ese momento empecé a plantearme si había sido una buena idea o no haberle llevado hasta ahí.
- Él ya está bien, oppa.- Se peinó sus largos cabellos detrás de la oreja-. El mal se ha ido.
- ¿Estás… seguro?
Asintió, sonriendo, mientras Kibum volvía a la habitación.
- Me siento mejor ahora.- Dio una bocanada de aire y extendió los brazos hacia arriba-. Mucho mejor. Gracias, Taeminie.
- ¿No estarás delirando por la fiebre? - Jonghyun volvía de nuevo a su papel de novio exageradamente protector que tanto me molestaba.
- Estoy bien, y quiero una ducha.
- Te ayudaré.
- No necesito ayuda, estoy bien, en serio.
- No me fío, te acompañaré por si acaso.
- Menuda excusa para meterle mano.- Protesté, con la mirada atenta de Taemin puesta sobre mi espalda.
La puerta del baño se cerró y nos dejaron al margen. Menudo par.
- Oppa, debería irme.
- Espera.- No sabía por qué pero no quería que se marchara tan pronto. Era la primera vez desde que le conocía que había entrado en casa y de alguna manera quería que conociera un poco más de mi-. Tengo algo para ti.
- ¿Qué es?
- Vamos.
Fue un impulso agarrarle de la mano pero no lo fue llevarlo a mi habitación. No pensaba con claridad aunque en realidad todo pasó por mi mente en un segundo como algo perfectamente calculado. Le quería allí a toda costa.
- Wow, cuántos cómics.- De hecho, mi mesita de noche parecía una biblioteca caótica.
- Esto.- Cogí un pack que había preparado meticulosamente con un lazo de ratán-. Quiero que los tengas.
- Oh… ¿es un regalo?
- Sí, como no te di nada por tu cumpleaños, quería que al menos tuvieras algo que para mi significa mucho.
- “El capitán América”.- Leyó-. ¿Es bueno?
- Es un super héroe.
- Ah… entiendo.
- Seguro que te sientes identificado.- Le revolví el pelo, mientras él intentaba atrapar mis manos para que dejara de hacerlo.
- Eres un pesado, oppa.
- ¿Los leerás?
Asintió, emocionado, apretándolos contra su pecho.
- ¡Todos!
- Pero poco a poco, ¿eh? No olvides que tienes que estudiar.
- ¡Las malditas matemáticas!
Me reí, relajado y satisfecho de que mi regalo le hubiera causado tanta ilusión, y me acerqué un poco más a él, había estado luchando por mantener la distancia durante un poco más pero llegados a ese punto en que nos encontrábamos
solos, no pude contenerme.
- Lo que has hecho hace un momento ha sido increíble.- Le quité los cómics de las manos, tirándolos sobre la cama-. Gracias por curar a Key.- Le rodeé la cintura.
- Key es muy bueno y me quiere mucho.- Trató de rehuir mi mirada pero le sostuve la barbilla.
- ¿Te da vergüenza mirarme?
- Sí…- Sus mejilla se tiñeron de nuevo y me pareció el gesto más encantador del mundo.
- Anda, eso es nuevo. ¿Y por qué?
- Porque no me gusta lo que estás pensando.
Mi boca se cerró en una “o” cuando me hice plenamente consciente de que mis pensamientos estaban dominando la escena por completo. Más que mis pensamientos, mis deseos. Yo no quería hacerle daño a Taemin, por supuesto, pero
tampoco podía no hacer absolutamente nada cuando mis manos actuaban por cuenta propia. Su cintura las atraía como a un imán, y parecían pesar toneladas cuando trataba de apartarlas.
134
- No puedo evitarlo.
- Ya lo sé.
- Quiero tocarte.
Bajó la cabeza, y no supe cómo interpretar aquello. No sabía si se estaba decepcionando de mi o por el contrario, me estaba invitando a continuar. Pero cualquiera que fuera mi reacción, sabía que lo iba a estropear todo.
Lo que no sabía era que sería él quien, en un rápido e inesperado movimiento, me rodearía el cuello con sus brazos y me besaría, algo torpemente al principio, debido a la colisión repentina de nuestros labios, y más lentamente después,
profundizando el beso hasta que nuestras lenguas se encontraron.
Mis manos viajaron un poco más abajo, rozando la tela fina de sus shorts, y por instinto apreté suavemente la piel de sus nalgas, que parecía deshacerse entre mis dedos. La prenda veraniega no ayudó nada a que la sensación fuera menos
real. Estaba acariciando su pequeño trasero y mi autocontrol se iría al traste. Noté que no fui el único en estar siendo superado por aquella situación, porque los botones de sus shorts rozaron los de mi pantalón de forma brusca, en busca de
un contacto más directo. De modo que apreté todavía más sus nalgas contra mi cuerpo y rozamos nuestros pantalones descaradamente, algo que me provocó una repentina erección que sabía de antemano que no iba a poder obviar en
absoluto.
El gemido que se escapó de los labios de Taemin estuvo a punto de desatarlo todo de una vez por todas cuando un ruido sordo en el piso inferior nos alertó. La puerta había sido cerrada. Los abuelos estaban en casa.
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- Jjong, para, esto no es una buena idea.
Nunca antes de mis labios había salido una frase tan falsa como aquella. En realidad no quería que se detuviera, pero estaba seguro de que no tendría un feliz desenlace.
- Estamos solos, relájate…
De acuerdo, estábamos solos en el cuarto de baño. Minho y Taemin estarían en su propio mundo y no iban a entrar a interrumpirnos, pero aún así yo no me sentía lo suficientemente tranquilo.
- Los abuelos pueden llegar en cualquier momento.
- También pueden tardar mucho.
- No tardarán sabiendo que tú estás aquí, como cada día.
Su sonrisa traviesa dejó en evidencia que le daba exactamente igual quién fuera a aparecer en ese momento, pues sus manos estaban concentradas en deshacerse de toda la ropa que había entre nosotros.
- Nadie tiene por qué enterarse.
No sé en qué momento me pareció un buen argumento. Supongo que fue cuando mi piel, caliente por aquellos días de fiebre, rozó la suya, que estaba caliente por las altas temperaturas veraniegas. Pero ese roce me hizo perder la razón por
completo. Qué importaba que eso estuviera mal si tenía entre mis brazos al increíble Kim Jonghyun.
- Que sea rápido.- Supliqué, ya más deseoso de empezar que de detenerle. Hasta a mi me sonó como un jadeo lastimero.
Sin apenas tiempo para reaccionar fui conducido hasta la bañera, y Jonghyun abrió el grifo del agua mientras yo admiraba su cuerpo embobado. Siempre me asombraba el hecho de que sus músculos no parecían tener un límite en su
crecimiento. Era una especie de escultura humana de piel morena y contorneada y yo no podía evitar relamerme mientras le observaba, a pesar de que intentaba por todos los medios que no se me notara demasiado lo mucho que le deseaba.
Creo que no fue hasta aquel verano cuando me di cuenta de la suerte que tenía de que alguien como él se hubiera fijado en mi. Cuando empecé a imaginar su vida en Seúl, rodeado de chicas universitarias perfectas mientras mi espejo me
devolvía a la realidad apabullante de que era un chico y poco podía ofrecerle más que una relación clandestina y disimulada ante los ojos de los demás.
- ¿En dónde está tu mente ahora mismo?
Noté que me quitaba la botella de gel de las manos y sólo entonces me fijé en que había desperdigado producto por toda la bañera al no darme cuenta de cuándo la esponja ya tenía suficiente.
- Estaba pensando.
- ¿En qué? - Preguntó mientras comenzaba a restregar la esponja despacio por mi espalda, obligándome a darme la vuelta.
- En que seguro que en tu universidad hay muchas chicas impresionantes.
- ¿Eh? ¿Es que Minho te ha contado algo?
- ¿Algo? ¿De qué?
- No sé, de chicas.
- ¿Es que debería haberlo hecho?
- Como parece que te interesa el tema…
- Me interesa saber si esas chicas… ya sabes… si alguna de ellas… podría ser un problema para… lo nuestro, ya sabes… Bueno, eso.
Escuché una risita en mi oreja y a continuación noté los brazos de Jonghyun rodear mi cintura con suavidad.
- ¿Estás preocupado o… celoso?
- No estoy celoso. Sólo… quiero saber.
- ¿Quieres saber si te he engañado?
- No sé si se podría considerar un engaño si estuvieras con otra persona.
- ¿Es que tú has estado con alguien más? - Asomó la cabeza por encima de mi hombro.
- ¿¡Qué dices!? ¡Claro que no! ¿Con quién iba a estar si sólo trabajo y estudio!
- No sé. Dices que no es infidelidad eso, y no sé qué pensar al respecto.
- ¡Hablábamos de ti, no de mi!
- Tú sacaste el tema.
- Porque pienso que en el campus seguramente hay muchas personas interesantes y…
- Nadie me interesa más que tú, Bummie, o sea que no digas tonterías.
Volvió a colocarse detrás de mi mientras deslizaba la esponja por toda mi espalda y yo me sentía estúpido por haber dejado tan en evidencia mis inseguridades.
- Entendería si algún día conocieras a alguien que te gustara más que yo, no tengo nada especial y además soy un chico y…
- Cállate ya. - Me giró y me miró con los ojos muy abiertos-. Creo que la fiebre te ha fundido algunas neuronas o sea que no voy a tener en cuenta todo lo que has dicho en los últimos minutos.- Empezó a masajear mi cabello con el champú,
intentando que no se me colara nada de espuma en los ojos-. O voy a empezar a creer que realmente no te has tomado en serio mi proposición.
La proposición.
Eso que había sucedido antes de que yo hubiera caído en ese estado de semi inconsciencia y que todavía no tenía una respuesta.
- ¿Debería responder a eso?
- Ahora no.
Me condujo hasta el chorro de agua para aclarar los restos de champú y antes de que pudiera abrir los ojos sin peligro, sus labios ya estaban devorando los míos con absoluta pasión. No puedo decir que me resistiera o que pensara un sólo
instante en detenerle. Porque todos aquellos días de cuidados intensivos mirando sus camisetas sudadas pegadas a su cuerpo habían sido una verdadera tortura para mi. Y no poder tener ni un minuto a solas porque los abuelos siempre
rondaban mi habitación había sido todavía más frustrante. Me moría de ganas por besarle y justo en ese momento me estaba desquitando bien a gusto.
Cerré el grifo mientras inmovilizaba a Jonghyun contra la pared, sorprendiéndole por mi iniciativa.
- No me juzgues, estoy cachondo.
No pudo contener la risa al oirme, pero vio que me movía con torpeza y trató de sostenerme.
- Bummie, ten cuidado, has estado muy enfermo.
136
- Quédate quieto.
Reconozco que fue vergonzoso el modo descarado en el que me restregué contra él pero estaba tan necesitado de contacto que su cuerpo me llamaba de una manera totalmente irracional. Tanto, que por un momento olvidé en dónde estaba
y apoyé una de mis piernas sobre la bañera para facilitar el acceso al miembro palpitante de Jonghyun, que agarré con mis manos con la total intención de introducírmelo cuanto antes.
Hasta que escuché el ruido.
- ¿Qué ha sido eso?
Me quedé inmóvil hasta que escuché a la abuela llamar a Minho y el pánico recorrió todo mi cuerpo.
- ¡Mierda, los abuelos! - Ambos nos miramos aterrorizados, pero una segunda advertencia llegó de pronto a mi cabeza-. ¡Taemin!
No sé ni cómo conseguimos salir de la bañera tan rápido (teniendo en cuenta mi debilidad corporal) ni cómo Jonghyun consiguió secarnos a ambos tan eficazmente. Yo salía en albornoz del cuarto de baño y él con su ropa seca pero el pelo
sospechosamente mojado, dispuestos a avisar a Taemin de que se ocultara como pudiera, cuando el abuelo entró en mi cuarto para comprobar cómo me encontraba y arrugó su frente, enfadado, al encontrarse con aquella escena tan
reveladora.
Noté el nerviosismo de Jonghyun mientras yo intentaba recuperar el aliento para explicar :
- Jjong me ha ayudado a ducharme, estaba muy sudado.
Asintió, algo dubitativo, para a continuación señalarle con autoridad.
- Tengo que hablar contigo, baja un momento a la cocina y tomamos un té.
Ahí fue cuando mis piernas empezaron a temblar. Jonghyun le siguió escaleras abajo y yo tuve que vestirme a la velocidad del rayo porque me daba mucho miedo la idea de dejarles solos en la cocina y que empezaran a hablar de cosas para
las que yo no estaba preparado.
Cuando me ofrecí a servir el té, el abuelo vio claras mis intenciones de no abandonar la estancia y simplemente me echó una miradita para que me mantuviera al margen de la conversación.
- He oído que estás interesado en comprar la casa del Señor Kang.
Jonghyun se sorprendió al escuchar esa frase, puesto que no se esperaba que la reunión tuviera esa introducción, y me miró fugazmente mientras colocaba las tazas en la mesa y me sentaba junto a la puerta de la cocina para acariciar a un
adormilado Coco.
- Sí, creo que podría hacer algo bueno con ella. Y la finca es grande y creo que podría sacarle un buen partido.
- La tierra no está cuidada en absoluto, ese hombre siempre ha sido un completo desastre. Y la casa no se encuentra en mejores condiciones.- El tono agresivo del abuelo me obligó a dirigir mi atención hacia ellos. En seguida captó mi
expresión rabiosa y añadió - : Por eso mismo creo que podría conseguirte un precio mucho mejor.
- ¿En serio? - Preguntó Jonghyun, entrelazando sus dedos, emocionado-. La verdad es que el precio que pide es bastante alto, pero creo que teniendo en cuenta la cantidad de hectáreas…
- Tonterías. El terreno es bueno pero la casa necesita muchas reformas. Mañana me reuniré con él y le exigiré que te ajuste el precio. Al fin y al cabo, me debe la reparación de tu camioneta.
- No debiste pagar eso, ya te lo dije.
- El señor Kang era un buen amigo de mi hijo, no voy a dejarle a su suerte, bastante mal le ha tratado ya la vida. Lo único que quiere es largarse de aquí y empezar una nueva vida con sus hijos.
- Entonces… no puedo pedirle que rebaje el precio de venta. Necesitará el dinero para comprarse una casa nueva.
- Se irá a vivir a una casa herencia de su familia, no te preocupes por eso. Sólo tiene que aprender a administrarse un poco. Hazme caso, negociaré con él y conseguiré una buena compra.
- Gracias, abuelo.- Juraría que estaba a punto de levantarse y abrazarle, pero se contuvo al ver que el abuelo bebía su té como si no acabara de quitarle un enorme peso de encima.
- ¿Cuánto tiempo más vas a estar estudiando en Seúl? - Preguntó, de repente.
- 3 años más para terminar la carrera.
- ¿Cuáles son tus intenciones?
- ¿Eh?
En ese momento, mis manos ya habían empezado a sudar y Coco se había despertado a causa de mis torpes caricias.
- ¿Qué es lo que piensas hacer cuando termines la carrera?
Juro que sentí cómo mi corazón se paralizaba.
- Pues… volver aquí y conseguir un puesto de profesor en la escuela del pueblo.
El abuelo asintió, conforme, y yo recordé lo que era respirar.
- Tienes mucha confianza.
- Es lo que quiero hacer.
- Ya veo.- Bebió otro poco de su té y continuó-. Para cuando eso ocurra, ya habrás reformado la casa completamente como para poder vivir en ella.
- Eso espero, aunque no sé de dónde sacaré tanto dinero. Iré poco a poco.- Se rascó la cabeza algo incómodo, mientras yo le hacía gestos para que no hiciera ese tipo de comentarios, pero no me vio.
- ¿Tus padres no van ayudarte?
- ¿Mis padres?
- Se supone que deberían comprarte tu primera casa, eres su único hijo y sé perfectamente que eso no les supondría un gran desembolso.
- También soy su único hijo, el que no obedece sus normas.
El abuelo suspiró, algo apesadumbrado.
- Cometiste un gran error al no casarte con la chica de los Kim.
Mi sangre ardía, casi podía notarla ebullir en mis venas.
- No pienso casarme con cualquier persona. Sobre todo cuando ya tengo alguien a quien amo.
Mis mejillas empezaron a arder y tenía ganas de salir corriendo de allí, pero estaba seguro de que si me movía, acabaría rodando por el suelo.
- La gente dice que van a desheredarte. Pero tú no pareces muy preocupado por ello.
Tragué saliva.
- No lo estoy.
- No sé si eres un valiente o… un inconsciente. Pero creo que no tienes ni idea de lo que es intentar construir una vida cuando tienes todo en contra.
- Ya sé que será difícil. Pero voy a trabajar duro.
- También supongo que entiendes que la persona con la que te vayas a casar necesitará que le ofrezcas una cierta seguridad. Y en tu posición…
- ¡Abuelo! - Protesté, lo que provocó que Coco levantara sus orejas, atento.
- No estamos hablando contigo, Kibum.- Y me mantuvo al margen de su conversación.
- He ahorrado mucho en mi vida porque llevo trabajando desde que tengo uso de razón. El dinero no es un problema y tampoco soy un inútil. En Seúl también trabajo y allí los sueldos son más razonables, incluso en trabajos de media jornada.
- Vaya, no te estás quieto.- Ahí pareció impresionado.
- ¿Qué hay para cenar? - Gritó Minho, bajando las escaleras, con el pelo totalmente alborotado y una expresión atolondrada en la cara.
137
- ¡Ven aquí! - Le chillé para que me acompañara al porche y no se inmiscuyera en lo que estaba pasando en la cocina.
- Mis intenciones son serias, abuelo.- Me frené en seco justo delante de la puerta cuando lo escuché-. Nunca hago las cosas sin pensar, aunque lo parezca.
- Eso es bueno.- Comentó él, tranquilamente, mientras yo seguía sin poder moverme-. Espero que dentro de 3 años vengas a explicarme todas esas cosas.- Jonghyun se calló, intentando buscar una interpretación a sus palabras-. Si es que
todavía estás interesado.
¿Estaba hablando de mi? ¿De nosotros?
- Dentro de 3 años voy a estar muy interesado, abuelo.
Parecía que Jonghyun le había entendido algo mejor que yo.
- Bien.- Se levantó de la mesa y recogió las tazas vacías-. Para entonces, escucharé lo que tengas que decir al respecto. Por ahora, dedícate a estudiar y a ganar dinero.
- Lo haré.
- Mañana iremos juntos a ver al señor Kang y compraremos esa casa.
- ¿Cómo que “compraremos”? - Intervine.
- Si sus padres no se hacen cargo, alguien tendrá que servirle de aval, ¿no? Si yo no le ayudo, no le quedará nada de dinero para las reformas. Y Dios sabe que no son pocas.
- ¿Qué…?
Jonghyun no terminó la pregunta porque mi reacción le dejó mudo. Corrí a abrazar al abuelo, con lágrimas en los ojos, que no supo ni cómo responder a eso, salvo con una leve palmadita en mi hombro.
- Tú también tienes que trabajar duro, pero no tanto como para volver a enfermarte, ¿me oyes?
Asentí, todavía conmocionado.
- Gracias.
- No sé por qué, no he hecho nada por ti.- Me alejó un tanto bruscamente, y señaló a Minho, que no entendía nada de lo que estaba pasando-. En cuanto a ti, espero que también espabiles y dejes de darle tantos quebraderos de cabeza a tu
padre. Si te gusta esa chica, compórtate como un hombre y preséntate a sus padres. Y busca un empleo si quieres hacer algo de provecho con tu vida.
Jonghyun y yo nos miramos, sintiéndonos fuera de lugar. ¿Minho tenía a alguien en mente y no nos lo había contado? ¿Salía con una chica? Entonces… ¿qué pintaba el niño de los Lee en su vida?
138
Todo fue demasiado rápido como para poder actuar de una forma lógica y coherente. Los ojos de Taemin, abiertos como platos, y sus labios boqueando en busca de alguna idea, algún movimiento, lo que fuera, que nos hiciera reaccionar,
pero era inútil. Mis manos se quedaron ancladas a su pequeño trasero y las suyas seguían rodeando mi cuello como si no estuviéramos a punto de ser atrapados en algo realmente peligroso para todos.
- Tienes que irte.- No sé cómo conseguí armar una frase con algo de sentido, pero inmediatamente empezamos a movernos
- No puedo salir por la puerta, me verán.
- No, no puedes.
Di un paso hacia atrás, intentando que al poner un poco de espacio entre nosotros, mi cabeza pudiera pensar con claridad.
- ¿Debería saltar por aquí?
Asomó la cabeza por la ventana y examinó cuidadosamente la altura.
- Te matarás si lo haces.- Yo ya empezaba a caminar en círculos, incapaz de dar con una solución razonable.
- No lo creo, he saltado de árboles más altos.
- No permitiré que saltes por la ventana de mi casa.
- ¡Minho, baja a ayudar al abuelo!
El grito de la abuela nos paralizó a ambos.
- Mierda.
- Creo que no tengo opción.- Colocó su pierna al altura del marco de la ventana y flexionó las rodillas.
- Taemin, si te pasa algo, no podré perdonármelo nunca.
- No pasará nada, tranquilo.
Se aferró con las manos a los lados de la ventana y me miró con una sonrisa divertida.
- ¿Se puede saber de qué te ríes en un momento como este?
- Me parece divertido. Huir para que no me encuentren en tu cuarto. Es como… en las películas.
- Divertidísimo.- Esa vez fui yo quien miró hacia abajo para calcular las posibilidades que teníamos-. Olvida eso de saltar, no va a funcionar, lo mejor será que esperemos y…
Antes de que terminara de urdir un nuevo y absurdo plan, Taemin me había dado un rápido beso en los labios y había saltado por la ventana. Cuando conseguí recuperarme del impacto de ambas cosas, temeroso, me asomé para confirmar
que no se había hecho daño.
Él se limpió restos de hierbas que tenía pegadas a sus pantalones y levantó el pulgar, orgulloso, para demostrarme que estaba perfectamente. Por desgracia, Coco estaba corriendo por la parte trasera de la casa y al verlo fue directamente
hacia él pensando que se trataba de un intruso. Taemin se rascó la cabeza, dudando sobre si usar sus poderes en ese momento o no (o eso se me ocurrió a mi) y decidió echar a correr lejos de la granja.
- ¿Qué haces ahí parado? - La irrupción de mi abuela en la habitación me asustó-. Tu abuelo necesita ayuda.
- Oh… de acuerdo.
- ¿Y qué miras ahí abajo? - Se puso a mi lado en la ventana, pero para entonces Taemin ya se había marchado y no quedaba prueba alguna de que alguien hubiera estado allí-. Ese perro es medio tonto.- Suspiró, exasperada, al ver a Coco
ladrando desde la valla-. Tiene miedo hasta de su propia sombra.
- Normal, lo ha amaestrado Kibum.- Me burlé, más para seguirle la corriente que otra cosa, porque mi cerebro había sufrido demasiado ese día, y no daba para más.
- Venga, ven a ayudarnos a la cocina.
- Ya voy.
Al intentar moverme de la ventana me di cuenta de que no estaba en situación de exponerme ante mis abuelos. Mis pantalones estaban más apretados de lo normal. Y algo allí abajo dolía como la muerte.
- ¿Vienes o no? - Insistió la abuela, ya algo molesta por mi actitud.
- Dame 5 minutos, voy a cambiarme.
- ¿Qué?
- ¡5 minutos!
Corrí al cuarto de baño y sólo allí me sentí a salvo de su mirada inquisidora. Hice un repaso mental de todo lo que había ocurrido en los últimos minutos y no era capaz de entenderme a mi mismo. Era evidente que Taemin despertaba en mi
cosas que desconocía hasta ese momento. Que cuando estaba con él parecía que no era capaz de pensar con normalidad y que ni siquiera podía darme cuenta de que formaba parte del planeta. Porque no veía más allá de sus ojos. Esos
ojos que se ponían grises cuando le besaba con aquella intensidad que nos convertía de alguna manera en una sola persona, un ente sin capacidad de decisión. O al menos, de una decisión sensata. Porque mis manos habían actuado por su
cuenta aquella tarde y no pude controlarlas, ni controlarme yo, sólo quería más y más. Quería conocer mi propio límite, hasta dónde estaba dispuesto a llegar dejándome guiar por mis impulsos. Y por otro lado, también quería averiguar hasta
dónde me permitiría llegar Taemin. Creía que me detendría, que se sentiría demasiado abrumado por mi deseo y me echaría a un lado, o usaría su poder para lastimarme y darme una buena lección por abusar de un niño como él. Pero en
ningún momento durante aquella sesión de desenfreno sentí ni un ápice de desaprobación en él, más bien todo lo contrario : sus besos subían de intensidad cuando mi lengua exploraba su boca y su cuerpo respondía a mis caricias con un
calor asfixiante. Incluso creí haber notado cómo uno de sus dedos se introducía, curioso, por debajo de mi camiseta. Sin embargo, todo se había desatado de una manera tan caótica que no había sido capaz de asumir todo en su plenitud.
Y en ese momento, solo en el cuarto de baño, sólo podía mirar el bulto exagerado que mis pantalones marcaban como resultado de aquel arranque de pasión. Nunca antes había sentido algo tan potente y desesperado en mi interior; nunca
había deseado de esa manera que todo lo que llevaba tiempo guardando saliera por fin en busca de aire puro. ¿Cómo había conseguido un simple niño elevar mis anhelos hasta ese punto? ¿Por qué empezaba a parecerme una completa
tontería toda mi colección de películas y revistas, que sólo servían para una paja rápida, apenas decente? ¿Cómo iba a poder seguir con mi vida como si nada hubiera pasado cuando estaba siendo apabullantemente evidente que alguien de
mi mismo sexo había despertado en mi algo totalmente incontenible y doloroso, que sólo podría calmarse consiguiendo hacerle mío de una buena vez?
“Es un niño, sólo un niño” era lo que mi mente trataba de repetir incansablemente para alejar todos esos pensamientos egoístas. No podía hacerle eso a Taemin. Él siempre había sido inocente y puro, más preocupado por los animales del
bosque que por lavar su propia ropa. No podía abusar de él de esa manera, o hacerle creer que aquello estaba bien cuando obviamente no era así. Porque él era menor de edad y yo podría cometer algo todavía más ilegal que lo que acababa
de pasar. Sin olvidar que, si alguien se enteraba de aquello, ambos tendríamos serios problemas.
Lo siguiente sobre lo que reflexioné fue sobre mi estado. Si él había logrado encenderme hasta ese punto con apenas unos besos, no podía ni pensar en lo que sucedería si dábamos un paso más allá. Si mi cuerpo reaccionaba tan
incontrolablemente a él, estaba en una posición preocupante. Él podría hacer de mi lo que quisiera, incluso algo malo, si se diera la ocasión. Sabía que nunca había tenido intención alguna de herirme, pero ¿y si yo me sobrepasase, fuera de
mi, y él simplemente se defendiera? ¿Podría hacerme daño en un caso como ese?
Nunca, nunca, tuve miedo del niño de los Lee. Pero ese día empecé a temerme a mi mismo.
Cuando conseguí calmarme, después de lavarme la cara y hacer unos ejercicios de respiración, bajé a la cocina a ayudar al abuelo, pero él y Jonghyun parecían estar inmersos en una conversación super importante, y permanecí al margen,
mientras observaba la rigidez cadavérica de Kibum, que a pesar de no estar involucrado en aquello, se notaba tenso y preocupado.
- ¿Pasa algo? - Pregunté, bajito.
Me hizo callar de un codazo y me senté a su lado, jugando con Coco mientras aquellos dos seguían hablando sobre la casa de no sé qué vecino.
139
- ¿Cómo se ha ido Taemin? - Me preguntó en el mismo tono en el que yo le había hablado.
Dejé escapar una risa suave.
- Saltó por la ventana.
- ¿Qué? - Su mirada de odio me produjo auténtico terror.
- Fue idea suya, que conste. Intenté hacerle cambiar de opinión pero no funcionó.
- Típico de ti. Todo el mundo sacrificándose para salvarte el culo.
Entonces todos los pensamientos agobiantes que me habían retenido en el lavabo sólo unos momentos antes, volvieron de golpe.
- No se hizo daño. Es un niño-mono.
- Tú sí que eres un niño-mono.- Empezó a pegarme en los brazos, mientras yo trataba de defenderme, bastante inútilmente porque parecía que aquel ataque no se iba a detener nunca.
- Vosotros dos, ¿qué se supone que estáis haciendo?
La voz grave del abuelo nos congeló y dejamos de pelearnos.
- Ha empezado él.- Acusé, señalando a mi primo.
- Kibum se está recuperando de la fiebre, deberías ser algo más considerado con él.
La sonrisa triunfal de Key me produjo náuseas, en serio quería continuar aquella pelea sin testigos, para hacerle desaparecer esa mueca horripilante de su rostro.
- No parecía muy enfermo mientras me pegaba.
- Se acabó, vete a cerrar los establos. Y tú, - arrastró a Kibum hasta el interior de la casa, pues ambos estábamos en el porche-, vuelve a la cama y descansa lo que queda del día, mañana volverás a la vida normal.
- Te acompaño.- Sugirió Jonghyun, agarrándole por el brazo.
- No hace falta, está perfectamente.- El abuelo separó el contacto, haciéndome reir, mientras aquellos dos me miraban enfadados-. Mañana iremos a firmar el contrato de venta de la casa, será mejor que estés preparado, porque la
negociación será difícil-. Jonghyun asintió, intentando parecer seguro de sí mismo-. Nos veremos allí. Ahora vete a casa.
Nadie pudo oponerse a las órdenes del abuelo. Su autoridad en la granja era indiscutible y ya había permitido demasiadas cosas en los últimos meses. Yo casi podía asegurar que estaba al tanto de la relación de mi primo y mi mejor amigo,
pero no parecía muy contento con la idea, puesto que no apartó su mirada penetrante de ambos, impidiendo un sólo momento de intimidad en el que pudieran despedirse como una pareja normal, hasta el día siguiente. Jonghyun miró al suelo,
tartamudeó una frase de respetuosa despedida, y se marchó. Kibum subió a su cuarto y yo fui a realizar las tareas que me había asignado el abuelo. Cuando terminé, ya había oscurecido. Cenamos y nos fuimos a la cama temprano. Apenas
había apagado la luz cuando mi primo apareció por la puerta.
- ¿Podemos hablar un minuto?
- Pero bajito, los abuelos ya duermen.
Se sentó a mi lado, en la cama, y suspiró, algo cansado.
- Esta tarde no fue una idea muy brillante traer a Taeminie a casa.
- Pues te recuerdo que esa idea te curó la gastroenteritis.
- Y por ello te lo agradezco, pero fue muy arriesgado. ¿Qué habría pasado si los abuelos se hubieran enterado de que estuvo aquí? O peor aún, ¿y si se lo encuentran?
- Nada de eso ocurrió, o sea que no tiene sentido mencionar cosas que no pasaron.
- Pareces muy relajado a pesar de que todos sufrimos un momento de pánico cuando los abuelos llegaron.
- Es normal que tuvieras pánico de ser descubierto haciendo guarradas con Jonghyun en el baño, ¿en qué pensábais?
- Pues… probablemente en lo mismo que tú y Taeminie.- Carraspeé, preparando una respuesta convincente incluso para mi-. ¿Qué estuvisteis haciendo en tu cuarto todo ese tiempo?
- Le di los cómics del Capitán América.- Bravo, Minho.
- ¿Los cómics que tengo en mi habitación? - Con una expresión de burla en su cara, se cruzó de brazos.
- Otros que tengo además de esos.
- No te creo, Minho.- Negó con la cabeza-. Pero no pienses ni un momento que no averiguaré lo que estuviste haciendo con Taemin. Y como sea algo de lo que me estoy imaginando, te vas a enterar.
- No sé qué cosas extrañas estarás pensando, pero no hicimos nada raro.
- No, claro que no.- Se levantó de la cama, ya sin esconder la risa-. Sé lo que vi en tu cara cuando bajaste a la cocina, o sea que a mi no me engañas.
¿Qué había visto en mi cara? ¿Qué era lo que tenía escrito en ella, tan evidente para todos, al parecer, menos para mi? ¿Que todo aquel juego infantil de arrebatarle a Taemin su primer beso se me había ido de las manos y ya ni siquiera yo
era capaz de dominarlo?
140
Salí de nuevo al porche, girando la cabeza a ambos lados para asegurarme de que el abuelo no aparecía por alguno de los caminos de acceso a la granja, pero seguía sin llegar. Había salido hacía ya algo más de una hora y todavía no había
ni rastro de él ni de Jonghyun.
- No van a volver antes sólo porque les estés esperando tan ansiosamente.- La abuela, que barría hojas secas del porche, me pasó la escoba por encima de los pies para que me apartara.
- Tengo que irme a trabajar y esos dos no dan señales de vida.- Estiré mi cuello otra vez, inútilmente-. Creo que me va a dar un infarto.- Me llevé una mano al pecho, angustiado.
- Lo dudo mucho, hijo.- Terminó de empujarme al interior de la casa y cerró la puerta de la cocina-. Tu abuelo sabe lo que hace, o sea que deja de preocuparte.
Me rendí cuando sus palabras me parecieron más coherentes que mis miedos y fui a buscar la mochila para ir a la tienda. A pesar de que Yunho me había aconsejado que me quedara un día más en la cama, necesitaba volver a la vida real y
abandonar el silencioso aburrimiento de los días anteriores.
- Dile a Jjong que me llame en cuanto llegue.- La avisé, dispuesto a irme a trabajar, cuando la puerta de la cocina se abrió y me quedé inmóvil mirando a las dos figuras que entraban-. Por Dios, Jjong, casi me da algo, ¿por qué habéis tardado
tanto? ¿Qué demonios hacíais?
La abuela lanzó un gruñido ante mi maldición, y recompuse mi postura al momento.
- El señor Kang es un hueso duro de roer.- Explicó el abuelo, encendiendo un cigarrillo-. No ha sido un negociador fácil.
Sus palabras no concordaban con la sonrisa que Jonghyun exhibía.
- ¿Entonces? - Les miraba a los dos, alternadamente, desesperado por información-. ¿Alguien podría hacerme un resumen rápido de lo que ha pasado?
- Hemos conseguido que bajara el precio casi hasta la mitad.- Jonghyun se remangó las mangas de su camiseta mientras hablaba-. Y está de acuerdo en firmar la venta esta misma semana.
- ¿De verdad? - Me agarré las manos, emocionado.
- Probablemente este fin de semana ya podamos… ya pueda dormir allí. O sea, empezar las reformas.
A nadie le pasó desapercibida su idea inicial; incluso sentí el calor subir a mis mejillas violentamente y mis pies empezaron a moverme con nerviosismo por toda la cocina.
- Tengo que irme. Luego hablamos.
Salí de casa evitando todas las miradas y me fui a trabajar. Quizá allí, concentrado en decorar el nuevo escaparate, podría olvidar el mal rato que acababa de pasar. Y así fue, porque cuando nos sentamos a tomar el café a media tarde,
Yunho me contó algo que no esperaba escuchar en mi vida.
- El niño de los Lee estuvo aquí ayer. Taemin, ¿no?
- ¿Y qué hacía aquí? Sabía perfectamente que yo estaba en casa, en la cama. De hecho, vino a verme.
- Fue un poco extraño, la verdad.
- No le darías café, ¿verdad?
- No, tranquilo, sólo comió algunos dulces.
- Bien. Aunque no entiendo por qué vino a tu tienda, ¿se compró algo de ropa?
- En realidad vino a charlar un rato.
Dejé mi taza sobre el platito de porcelana.
- ¿Contigo?
- Así es.
- ¿De qué?
- De… algunas cosas que le preocupaban, supongo.
- Oh…
Me sentía un muy mal amigo siempre que acababa hablando de Taemin con Yunho. Porque siempre quedaba en evidencia lo poco que hablábamos de cosas importantes y lo mucho que necesitaba ese niño alguien en quien confiar. Aunque,
bien pensado, para esto tenía a Minho, ¿no?
- Creo que Taemin está algo… desorientado.
No había duda acerca de eso. Sabía que Onew lo estaba haciendo bien : le daba clases, pasaba el fin de semana entero en su casa y hasta habían salido al cine en una ocasión. Se podía decir que no estaba completamente solo, como años
atrás. Pero seguramente seguía necesitando alguien que le diera las buenas noches o le abrazara cuando echaba de menos a sus padres. Me sentí un auténtico egoísta por no tener una relación algo más estrecha con él, por el hecho de que
nuestras reuniones se redujeran a hablar de cómics o de los chismorreos del pueblo.
- Creo que debería estar más pendiente de él. Está creciendo muy rápido y me imagino que tendrá la cabeza hecha un lío. Yo a su edad todavía no sabía lo que quería hacer con mi vida y me imagino que él también se sentirá algo… perdido.
Yunho asintió, complacido por mis palabras.
- Es bueno que él tenga un amigo como tú.
- Ojalá pueda ser alguien que merezca un amigo como él. Ya ha salvado mi vida dos veces.- Una sonrisa melancólica se dibujó en mi rostro cuando lo dije. Yunho me miró atentamente, pero no dijo nada-. Quizá debería compensarle un poco.
Terminó su café y recogió las tazas, llevándolas al pequeño fregadero que había en la parte trasera de la tienda. Se puso a fregarlas mientras yo las secaba con cuidado con un trapo de algodón.
- Vino conmigo porque tenía algunas dudas y necesitaba que se las aclarara.
- ¿Dudas? ¿Sobre qué?
- Sexo.
Tuve suerte de que sus reflejos fueran mejores que los míos y cogió la taza antes de que llegara al suelo.
- ¿S… sexo?
Él parecía divertido con el tema, mientras que a mi me temblaba todo el cuerpo. ¿Taemin hablaba de sexo con un desconocido y yo ni siquiera estaba al día sobre su relación con Minho? ¿En qué punto ellos habían llegado tan lejos? ¿Y por
qué mi primo no me contaba nada acerca de eso?
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- No puedo creer que te sorprendas, él ya casi tiene 16 años, es normal que ese tema le preocupe.
- Su… supongo que siempre le he visto demasiado… inocente… como para pensar que esté interesado en… esas cosas…
Taemin era la cosa más inocente del mundo. ¿Un duende de Santa Claus? Sí, más o menos en ese nivel. No podía estar tramando cosas tan mundanas como acostarse con un hombre adulto. Porque obviamente estaba hablando de tener
relaciones con Minho.
- Sigue siendo un adolescente. Aunque sea inocente, también tendrá sus necesidades. Seguro que tú a su edad ya habías experimentado unas cuantas cosas…
Cuando tenía 13 años, Jonghyun y yo ya hacíamos expediciones al granero para tocarnos a escondidas, así que yo no era el más indicado para hablar de precocidades. Aunque quizá mi ingenuidad no era comparable a la de Taemin porque
yo a su edad ya había visto alguna vez las revistas que mi primo coleccionaba, y alguien más me abrió los ojos a mi propia sexualidad. Y había sido alguien mayor que yo, justo como le estaba pasando a él.
- ¿Y… qué le dijiste?
- Simplemente le aconsejé que no hiciera nada que no quisiera hacer.
- ¡Vaya mierda de consejo! - Grité, fuera de mi, hasta que él se giró a mirarme, pues nunca le había hablado con esa falta de respeto. Al fin y al cabo, él era mi jefe-. Quiero decir que… si él no sabe nada de nada, necesitará que le expliquen
las cosas con todo lujo de detalles. Y quizá todos esos detalles le resulten algo… abrumadores....
- El primer paso ya está dado.- Cerró el grifo y me arrebató el trapo para secarse las manos-. Ha sido totalmente natural para él aceptar que le gustan los chicos. O bueno, que al menos un chico le gusta.
- Creo que le ha gustado toda la vida.
- ¿Le conoces?
Asentí, aunque no sabía si debía compartir esa información.
- Y tengo miedo de que él no se lo esté tomando con la misma seriedad.
- Es algo mayor que Taemin, ¿no?
- Lo es.
- ¿Crees que se está… aprovechando de él, de alguna forma?
- No lo sé. No pienso que sea un mal tipo pero… a lo mejor no sabe que le puede hacer daño en algún sentido. Taemin es un niño muy especial y… necesita a alguien capaz de entender eso.
- Estoy de acuerdo contigo. Por eso deberías hablar con Minho.- Desde luego, Yunho era bastante bueno atando cabos-. Sé que Taemin no le lastimaría a propósito, pero será mejor no imaginar qué clase de cosas podría hacer por despecho.
Un Taemin cabreado con el mundo no era algo que ni yo ni nadie quisiera presenciar. Y por el bien de mi primo, más le valía tratarlo debidamente y no colocarlo en esa posición.
Esa tarde fue algo extraña, no podía concentrarme en el trabajo después de la conversación con Yunho, y cuando dio la hora de cerrar me di cuenta de que no había sido nada productivo. Cuando Jonghyun llegó para recogerme, sabía que
había otro asunto importante aquel día, y que me atañía a mi directamente, aunque no lograba asimilar el porqué. La casa.
Le abracé, rompiendo con la frustración de no haberlo podido hacer aquel mediodía en presencia de los abuelos, y me recreé en sus brazos fuertes que me rodeaban con cariño.
- ¡Estoy tan contento por ti! Al fin tienes la casa que querías.
- Deberías estar contento también por ti.
Me acurruqué en su pecho sin prestar atención a lo que decía, puesto que yo no había hecho nada para conseguir aquella casa, y no podía considerarla mía de ninguna forma.
- ¿Cuándo tendremos una cita?
Le miré a los ojos, ilusionado.
- ¿Qué te apetece?
- Podríamos ir a cenar o… a dar un paseo romántico.
- ¿Hoy? ¿Has avisado a los abuelos?
¿Cómo podía decirle que me importaba un comino cualquier cosa que no fuera estar con él a solas y terminar de una buena vez lo que habíamos empezado el día anterior en la bañera? No quería sonar tan desesperado en voz alta como lo
parecía en mi mente.
- ¿Mañana? - Supongo que el gesto de súplica que tenía en la cara le pareció tan patético como a mi porque se echó a reir.
Me deshice de sus brazos y cerré la puerta.
- ¿Ha pasado algo? - Colocó su brazo sobre mis hombros cuando terminé de bajar la persiana de la tienda.
- No, ¿por?
- Estás algo… ansioso. ¿Tienes algo que decirme?
- No.
Me subí al coche tratando de parecer tranquilo, pero no me salió muy bien. Estaba realmente a punto de sufrir un colapso nervioso. Y lo peor era que no sabía por qué.
- ¿Seguro que todo está bien?
Intentaba controlar el rictus de mi rostro pero era incapaz de relajarme y actuar con normalidad.
- Me he enterado de que Taemin y Minho van a tener o están teniendo sexo.
- ¿¡¿Qué?!?
Jonghyun dio un volantazo que casi nos saca de la carretera cuando se giró a mirarme, totalmente contrariado por aquella información.
- ¡Maldita sea, Jjong, ten más cuidado!
- Sí, tienes razón.- Respiró profundamente y tragó saliva, algo descolocado todavía-. Pero… joder… ¿Minho es gay? ¿Con toda la mierda que nos echó cuando se enteró de lo nuestro?
- No lo sé, Jjong, no entiendo lo que está pasando entre ellos porque él no me cuenta nada, pero Taemin me contó que se besaron y… bueno… pensé que había sido una tontería. Pero ahora… no sé qué pensar… Porque, ya sabes… Taemin
tiene ese poder… y… tengo miedo de lo que le pueda pasar a Minho. Al mismo tiempo, pienso que Taemin es un niño y… bueno… Minho no tiene derecho a robarle esas cosas…- Jonghyun se removió en su asiento, inquieto-. ¿Qué pasa?
- Pues… que yo hice eso contigo.
- ¡Eso es diferente!
- ¿Por qué?
- Porque yo quería hacer esas cosas.
- Quizá él también quiere.
- Es un niño, ¿qué va a querer?
- Bueno, tú a su edad…
- ¡Vamos a dejar eso! ¿sí?
- Bummie.- El coche se detuvo a un lado de la carretera y Jonghyun puso su mano sobre la mía, que apretaba con fuerza el asa de la mochila, en el suelo-. ¿Es por eso que estás así de tenso?
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque estás pensando en… ¿lo nuestro?
- No veo por qué tendría que tensarme eso.
- Quizá porque… últimamente te he estado presionando un poco. Con lo de casarnos y… la casa…
No comprendía lo que estaba diciendo pero sentía que mi corazón galopaba como esquizofrénico en mi pecho.
- Tal vez…- Mi mandíbula dolía de tanto apretar los dientes-... a lo mejor todavía estoy algo enfermo…
142
Se aseguró de que no tenía fiebre colocando su mano sobre mi frente una vez más, y sonrió, aliviado.
- Todo está bien por aquí.
Traté de respirar a un ritmo normal, pero parecía que no era del todo posible, Estaba a punto de sufrir una crisis de ansiedad, reconocía los síntomas porque estaba familiarizado con ellos, desde aquella época en la que mis padres discutían
día y noche.
- Entonces… ¿por qué me siento así?
Su cara adoptó una expresión preocupada que no me gustó. No quería asustarle.
- ¿Cómo te sientes?
- Es como… si no pudiera esperar para… -No iba a decirlo, no quería hacerlo, pero parecía que no iba a entenderlo si no lo explicaba con detalles-. ¡Joder, Jjong, necesito sexo!
La incredulidad apareció en su rostro un par de segundos antes que la carcajada.
- ¿Todo esto es porque quieres follar?
- Mierda, sabía que no tenía que haberlo dicho.- Me bajé del coche y me puse a caminar. Sabía que no iba a llegar a casa a pie pero necesitaba salir de aquel espacio agobiante.
- Espera, Bummie, ¡espera!
Me siguió durante unos metros, hasta que alcanzó mi mochila y tiró de ella para impedirme seguir caminando.
- Suéltame, por favor.
- ¿Por qué eres tan tímido?
Tiró un poco más de ella y me acercó a él, abrazándome por la espalda.
- Déjame ir.
- Sabes que no vas a llegar a casa por ahí.
- Por Dios, Jjong, suéltame, ¿sí?
Me apretó todavía más fuerte.
- Hace tan sólo un minuto estabas pidiendo algo muy diferente. ¿Me vas a explicar qué es lo que está pasando por aquí dentro? - Me dio un beso en la parte posterior de mi cabeza.
- Creo… que no puedo respirar…
Tal vez no era la desesperación por sexo lo que me tenía tan ansioso durante los últimos días, sino tener a Jonghyun constantemente pegado a mi, sus planes, sus acciones, sus ideas claras, y sobre todo, sus proposiciones. No.
Definitivamente no estaba preparado para tanto. Pero, ¿cómo iba a decirle todo eso sin herirle?
143
Papá llegó a Boseong una semana después de mi. Él sólo estaría unos días de vacaciones porque el trabajo no le permitía escaparse demasiado tiempo. Por suerte, su maleta llena de cómics me la había traído yo y no tuve que sufrir
esperando su llegada. Apilé el montón en una caja para llevársela a Taemin en cuanto pudiera escaparme un rato de la granja, en la que parecía que sólo se hablaba de la casa que Jonghyun se acababa de comprar y en cómo la iban a
reformar, a decorar, y todas esas moñadas típicas de aquel par. Aunque a decir verdad, el abuelo parecía más emocionado que Kibum con todos esos planes, porque pasara lo que pasara, lo que más le gustaba en el mundo era tener todo el
día ocupado, aunque ni siquiera fuera en algo que le beneficiara a él.
Compartir cuarto con papá no era tan divertido como compartirlo con mi primo en el pasado, aunque en aquella época me molestara profundamente. Porque papá se acostaba temprano y hacía preguntas constantes acerca de dónde había
estado, con quién, y cuándo pensaba presentarle a esa persona que me hacía trasnochar tanto, y que parecía que no quería salir a la luz del día.
- ¿Es que acaso es un vampiro? - Se burlaba constantemente-. Quizá tiene algún tipo de fotosensibilidad.
- No es ningún vampiro.
- ¿Y por qué no salís de día a hacer cosas como las parejas normales? Yo qué sé, ir al cine o al centro comercial…
¿Cómo iba a explicarle a mi padre que no era posible hacer esas cosas comunes con el niño de los Lee? ¿Que si me atrevía a salir a la calle con él, ambos correríamos peligro? Probablemente, si alguien nos veía juntos se lo contaría a los
abuelos. Ellos pondrían el grito en el cielo y llamarían a papá. Entonces papá me soltaría un sermón y finalmente me prohibirían volver a la granja. Eso era básicamente todo lo que sucedería y en el orden exacto.
Y luego estaba el otro tema. Todavía no había encontrado la forma de explicarle a papá que quien me gustaba de verdad no era una chica, sino un chico. Ciertamente, apenas yo mismo podía entenderlo, menos aún me imaginaba
explicándoselo a alguien más. Quizá sería buena idea hablar con Kibum. Pero eso implicaba tener que confesar lo que estaba sintiendo y eso era lo último que quería hacer.
Así que, falto de más opciones, me decidí a hablar con mi mejor amigo. Él no me juzgaría. Podría ser que se burlara, que no contuviera su enorme bocaza delante de mi familia, pero al menos no me miraría con esa odiosa cara de “lo sabía”.
Cogí la caja de cómics, pues mi idea era ir más tarde a casa de Taemin, y bajé las escaleras hasta la cocina.
- Volveré tarde, no me esperéis para cenar.
Papá levantó la vista del libro que estaba leyendo y sonrió :
- ¿Es eso un regalo para tu novia?
- Voy a ver a Jonghyun.- Levanté la caja, dándole a entender que el regalo era para él.
- Ah…
- Creo que cenaré con él.
No tuve que dar demasiadas explicaciones porque como Kibum siempre cenaba con él supuse que esa noche también, así que no era inconcebible que yo me uniera a ellos.
La casa que Jonghyun se había comprado estaba escandalosamente cerca de la de los abuelos. Casi podría jurar que lo había hecho a propósito. Podía ver todas las ventanas desde nuestro porche, e incluso si se le ocurría criar animales, su
gallo me despertaría antes que el de mis abuelos.
- El señor Choi nos honra con su presencia.- Bromeó, bajándose de la escalera desde la que estaba abriendo un enorme agujero en la pared.
- ¿Qué diablos haces con este calor?
Se limpió el sudor de la cara con su camiseta y dio un trago a una botella de agua helada que tenía sobre una destartalada mesa.
- Voy a cambiar la instalación eléctrica. Creo que voy a poner aire acondicionado en todas las habitaciones.
Solté la caja en el suelo y le agarré por los hombros.
- Si lo haces, me vengo a vivir contigo.
- Ni de coña.- Me soltó y se rió-. Es mi nidito de amor con Bummie.
- ¿Ha venido ya a conocer vuestro “nidito de amor” tu Bummie?
- Todavía no, ya sabes, está ocupado con el trabajo.
Conocía a mi primo como la palma de mi mano y sabía hasta qué punto se emocionaba con las cosas que le ilusionaban de verdad y cómo era capaz de multiplicar las horas del día para hacer todas las cosas que planificaba. Y sabía que no
estaba sintiendo nada de eso con aquella casa, que en realidad, era de Jonghyun.
- ¿No crees que estás yendo… como muy rápido?
- ¿A qué te refieres?
- A esto.- Señalé a mi alrededor, donde sábanas blancas ocultaban probablemente viejos muebles polvorientos-. Aún te quedan tres años más en Seúl y… ¿vas a pasarte todos esos veranos trabajando en esto?
- Es mi idea, sí.- Se sentó en un sofá oculto por una de esas sábanas y le acompañé-. Para cuando terminen esos tres años, sólo tener que amueblar y pintar. Seguro que será la parte favorita de Bummie.
- ¿Vais a vivir juntos de verdad?
- Bueno, primero espero que los abuelos me den permiso para casarnos.
- Kibum tiene padres, ¿sabes?
- Cierto, ¿debería presentarme ante ellos?
- Será mejor que no lo hagas.
Se quedó un rato pensativo, mientras aproveché para seguir preguntando.
- Kibum no ha estado presumiendo de ningún anillo, es un poco raro.
- Todavía no hay anillo.
- ¿Y eso?
- Bueno, digamos que… la proposición no salió como lo planeaba… y no me dio tiempo a comprarlo.
- Apuesto a que por eso está tan reticente.
- ¿Eh? ¿De qué hablas?
- No sé, lo veo algo… arisco últimamente. Como un gato cabreado.
- Esperando para saltar. Yo también lo he notado, ¿a qué crees que es debido?
- Ojalá lo supiera, pero el universo Kibum es complicado de entender. Debiste haber elegido una mujer. Son más llevaderas.
Subió su pierna al sofá y me empujó hasta el suelo con ella.
- No hables así de mi futuro esposo.- Rió y bebió otro trago de agua-. Además, creo que tu elección no ha sido mucho más acertada que la mía.- Levantó las cejas, cómplice.
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Aquello me pilló desprevenido. No era que no fuera capaz de suponer que mi primo le soltaría toda la mierda que tenía en su cabeza, pero no pensé que Jonghyun le creyera sin más, sin haber visto ni haberle confirmado nada.
- ¿Qué sabes? - Fui directo al grano.
- Sé lo que hay que saber.- Se cruzó de brazos-. Tú y el esquizofrénico niño de los Lee estáis haciendo guarradas.
Me levanté del suelo, me sacudí el polvo y le señalé, enfadado :
- En primer lugar, Taemin no es ningún esquizofrénico. No hables como si no le conocieras, y menos después de lo que hizo por tu novio.
Suspiró, resignado.
- Entonces, ¿estáis haciendo guarradas?
- ¡Claro que no!
Lo había querido. Y tanto que lo había querido. Si los abuelos no hubieran interrumpido aquel momento, Dios sabe que no me habría detenido por nada del mundo.
- O sea, que es mentira que estáis juntos.
¿Estábamos juntos? ¿De qué manera?
- No estamos juntos.
- Ni os habéis besado ni nada.
Besos.
Bueno, besos sí que había habido.
- Sólo algunos besos.
- Algunos.
- Pocos, en realidad.
Muchos, en realidad.
- Pensaba que te iban las mujeres.
- ¡Me van las mujeres!
- ¿Entonces?
- No sé…- Mierda, me estaba poniendo nervioso, y la cabeza empezaba a picarme mucho, estaba intranquilo-. No es como si hubiera planeado algo de esto…
- No me digas.
- ¡Joder, Jjong, tú deberías entenderme mejor que nadie, llevas un montón de años enamorado de Kibum!
- No es que no te entienda, es que me estás hablando de amor cuando tú mismo acabas de decir que no estáis juntos. ¿En qué quedamos?
Justo ahí estaba el problema principal. ¿Amor? ¿Era eso lo que sentía? Estaba casi convencido de que no era así. Sólo estaba pasando… algo. Necesitaba reconocer que tenía una relación… especial... con Taemin, primero ante mi mismo, y
después ya lo haría ante los demás. Y no sabía cuál de las dos cosas me asustaba más.
- ¿Cómo voy a tener una relación con alguien a quien veo sólo en vacaciones? Eso no va a funcionar.
- A Key y a mi nos funciona.
- Es distinto.
- ¿Por qué?
- Porque… toda tu familia no le tiene pánico.
- Bueno, probablemente le odien cuando les diga que estoy con él.
- Pero lo acabarán aceptando y podréis seguir con vuestros planes. Tu familia y la mía son casi de la misma sangre. ¿Qué futuro tengo yo con Taemin, si no hay nadie en todo el maldito pueblo que piense algo bueno de él?
Asintió lentamente, como si antes de mis palabras no hubiera sido capaz de llegar a esa conclusión por sí solo.
- Vas a tener que dar muchas explicaciones.
- Mira, no voy a pensar en el futuro, sólo voy a disfrutar el momento.- Cogí la caja de nuevo y me dispuse a marcharme.
- ¿No quieres ver la casa?
- Cuando esté un poco más presentable ya me la enseñarás.
- Pensaba hacer una fiesta de inauguración este fin de semana, creo que a Bummie le hará ilusión.
- Puede.
- Oye, Choi.
- Dime.
- Si no vais en serio, no deberías tener sexo con Taemin, sólo es un niño.
- ¡Maldita sea, Jjong, no tenemos sexo!
- Pues él parece muy interesado en el tema.
- ¿Qué coño dices?
- Nada, nada.- Volvió a subirse a la escalera y siguió agujereando su pared roñosa.
¿Qué sabía él que yo no? Caminé pensando en ello hacia la casa de Taemin, que se balanceaba despacio en el columpio del porche cuando yo llegué con mi caja.
- ¿Los has traído?
- Todos.
Rápidamente me la arrebató y empezó a hojear ejemplares, mientras yo le observaba enternecido al verle tan contento con algo tan simple.
- Key hyung dijo que eran geniales.
- Lo son.
- ¿Y son todos para mi de verdad?
- Todos.
- ¿Por qué?
- Porque cuando tenía tu edad era lo que yo leía. Y fue divertido. Y tú mereces divertirte también.
- ¡Gracias, oppa! - Se abrazó a mi cintura con fuerza, provocando que el olor a frutas de su champú invadiera mis fosas nasales-. Siempre haces cosas bonitas por mi.
- Creo que es lo justo, después de lo mal que te traté durante mucho tiempo.
- No me importa, porque sabía que al final serías mío.
Se acurrucó en mi pecho, mimoso, y durante unos pocos segundos disfruté del contacto, pero lo rompí separándole.
- Pero no somos novios, ¿eh?
Su sonrisa se transformó en un puchero y sus ojos se volvieron algo más claros.
- ¿Cómo que no?
- Yo vivo en Seúl y… tú aquí…
- ¡Llévame contigo, entonces!
- Yo vivo con mi padre, Taemin, eso es totalmente imposible.
- Pues… trabajaré para que podamos alquilar un sitio para vivir.
- No es tan fácil hacer eso en Seúl. Sobre todo tú, que no tienes estudios reglados y… bueno, no sería fácil para ti encontrar una forma de ganarte la vida.
- Entonces iré a la universidad.
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- ¿Cómo vas a ir a la universidad si odias las matemáticas y no has hecho ni el examen de acceso?
- Puedo prepararme para hacerlo.
- ¿Crees que puedes conseguir el nivel? Si Jinki si esfuerza tanto para que hagas la tarea y siempre te estás escapando.
- ¡Soy listo, y puedo aprobar!
- No digo que no lo seas, sólo que ese examen es difícil.
- ¡Aprobaré ese maldito acceso a la universidad y te sentirás orgulloso de mi!
Volvió a meter los cómicos en la caja y entró en su casa, cerrando la puerta y dejándome solo en el porche.
- ¡Pero no te enfades! ¡Sólo lo decía!
En realidad, ¿por qué lo decía? ¿Por qué me esforzaba tanto en mantenerle alejado de mi cuando en verdad quería tenerle a mi lado siempre? ¿Por qué me costaba tanto admitir que sí teníamos “algo” mucho más fuerte y sobrenatural que
una “relación”? ¿A quién trataba de engañar, si era tan obvio que yo le pertenecía de la misma manera en la que él siempre estaba dentro de mi?
“Si no eres nada mío, sal de mi jardín ahora mismo”.
Su advertencia no funcionó porque sabía que no era eso lo que realmente quería.
“No me iré a ninguna parte sin mi beso de buenas noches”.
A los pocos minutos, la puerta se abrió de nuevo y su cabecita asomó tímidamente a través de ella.
- Eres un manipulador.
Lancé una de mis sonrisas matadoras irresistibles y rápidamente vino a abrazarme.
- No podías contenerte.
- Idiota.
Hundió su nariz en mi cuello y besé su oreja, deleitándome con el tacto de su mejilla suave.
- ¿Se puede saber por qué todo el mundo va diciendo por ahí que estamos teniendo sexo?
Se alejó de mi y su cuerpo se tensó.
- ¡No lo sé! - Se cubrió las orejas con ambas manos-. ¡Yo no sé nada!
Pero el color rojo de su cara y sus ojos llorosos eran una evidencia aplastante.
- ¿Qué estás planeando, pequeño?
Intenté despegar sus manos pero fue imposible.
- ¡No te escucho, no te escucho!
Corrió al interior de su casa y le esperé un rato más afuera, mientras me reía imaginando a Taemin teniendo una conversación tan íntima con alguien más. Inimaginable. Él no podía pensar en esas cosas. Era demasiado inocente. Y yo no
podía corromperle con mis sombríos pensamientos. ¿Por qué no podía dejar de pensar en tocarle? La idea de su piel entre mis dedos me extasiaba. Quizá porque era más suyo de lo que creía.
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La semana transcurrió con bastante tranquilidad porque Jonghyun y yo apenas nos vimos. Él estaba inmerso en las reformas de la casa y yo tenía que trabajar, de modo que la única hora del día en que teníamos tiempo para vernos las caras
era en la cena. Seguía viniendo cada día a casa de los abuelos y ya era lo normal esperarle para empezar a comer. La diferencia era que ya no había miraditas juguetonas entre nosotros, porque se pasaba la noche hablando con el abuelo y
pidiendo su opinión para modificar esto y aquello. Yo estaba prácticamente siendo excluido de su vida.
Y después, cuando ya todos se iban a costar, teníamos nuestro pequeño momento. Si Minho captaba enseguida la indirecta, nos dejaba a solas en el porche y nos besábamos durante un rato, o simplemente masajeaba los hombros de
Jonghyun, que casi se quedaba dormido en mis brazos.
- Deberías tomártelo con más calma.- Le susurré, haciendo que diera un pequeño saltito. Efectivamente, se estaba durmiendo.
- Sólo quiero acabar la parte eléctrica este verano.
- No puedes hacerlo tú todo, acabarás lastimándote.
- ¿Acaso entiendes algo de reformas?
- ¿Yo? - Me señalé a mi mismo, horrorizado, y provocándole la risa.
- Este fin de semana quiero hacer una fiesta de inauguración.
- ¿En la casa? ¿Pero no estaba medio en ruinas?
- Si no has ido a verla, ¿cómo puedes juzgarla?
- Sé lo que decís de ella.
- Deberías venir a ver cómo la estoy dejando. Soy un manitas.
- Eso lo no dudo.- Me senté en su regazo, capturando sus manos para que dejaran en paz mi escueta camiseta blanca-. ¿Crees que es una buena idea hacer una fiesta con la casa en esas condiciones?
- Sólo unos cuantos amigos. Puedes invitar a tus compañeros de clase, si quieres.
- No sé…
- Venga, di que sí…- Movió sus piernas, haciendo un puchero que fue interrumpido por el carraspeo del abuelo, en la puerta.
Me levanté como un resorte mientras Jonghyun movía sus manos nervioso, sin saber qué hacer con ellas.
- Es algo tarde para que estéis aquí afuera, ¿no?
Asentí rápidamente y solté :
- Buenas noches, Jjong.
No esperé ni su respuesta, ni mucho menos su beso (sobre todo delante del abuelo) y me fui a acostar. Realmente toda aquella situación nos estaba volviendo algo… despegados. Incluso sentía que los escasos momentos íntimos que tenía
con Jonghyun se habían convertido en algo desapasionado. Pero no le di mucha importancia.
Hasta aquel día.
El sábado por la tarde varios coches aparcados delante de la casa de Jonghyun indicaban que yo no era el primero en llegar a la fiesta.
- La música es buena.- Sonrió Hyuna, bailando a saltitos cuando bajó del coche.
Ren sólo caminaba en silencio, con los ojos bien abiertos, sin perderse detalle.
- ¿No vas muy maquillado? - Le pregunté, enfocado en el eyeliner negro que rodeaba sus ojos.
- No.- Se encogió de hombros, como si llevara aquel aspecto desde que se levantaba de la cama.
- Déjale, se está expresando.- Le defendió Hyuna.
- ¡Bummie! - Jonghyun sorteó a un par de tipos bebiendo cerca de la entrada y me abrazó con efusividad-. ¡Pensaba que no vendrías! ¿Cómo puedes ser el último si eres el que más cerca vive?
- Estaba haciendo cosas.
- Ay, mi chico ocupado.- Me pellizcó las mejillas y acto seguido me besó sin pudor alguno, recreándose en azotar mi lengua y separándose a continuación con un ruido muy sonoro. Mi cara entera ardía de la vergüenza-. A ti no te conozco.Señaló a Ren, para luego mirarme de nuevo, esperando una presentación formal.
- Oh… él es Ren…
- Hola, soy Jonghyun.- Le extendió la mano, que Ren estrechó al momento, conmocionado-. Eres muy bonito.
- Gracias.- Le sonrió.
- Hola Hyuna, gracias por venir.- También estrechó la mano de mi amiga, que todavía no podía hablar por el shock recibido-. Las bebidas están por allá.- Señaló lo que parecía ser la cocina-. Voy a enseñaros esto.
Empezó a caminar y le seguimos como autómatas hasta las escaleras, en donde Hyuna aprovechó la estrechez del camino para ponerse a mi lado.
- ¿Kim Jonghyun?
- ¿Qué?
- ¿Tu novio de la ciudad es Kim Jonghyun?
- Ahm…
- ¿Cuándo pensabas decírmelo?
- Es… es un poco complicado.
Me dio una colleja, algo enfadada por haberle ocultado aquella información, y Jonghyun se giró al escuchar el golpe.
- ¿Todo bien por allá abajo?
- Perfecto.- Murmuré, lanzándole a Hyuna una mirada de advertencia para que se estuviera quieta.
La casa era bastante amplia. En el piso superior, donde estábamos, había tres habitaciones muy grandes, y en el medio del pasillo un baño completo, algo antiguo, pero que funcionaba perfectamente. Las habitaciones estaban vacías, con la
pintura casi totalmente desconchada en las paredes y los techos, excepto una, que estaba completamente pintada de un color blanco impoluto y las paredes estaban lisas y perfectamente renovadas. En una esquina junto a la ventana, en el
suelo, yacía un enorme colchón de matrimonio todavía con el plástico puesto.
- ¿Te gusta? - Me rodeó la cintura por detrás, observando que mi atención estaba puesta sobre el único objeto en la sala.
- Te gusta la decoración minimalista, ¿eh? - Bromeé.
- Soy un desastre para decorar, ya me conoces. Sólo compré las cosas indispensables y que no era probable que tú tiraras después.
- ¿Eh? - Me di la vuelta para recibir una explicación acerca de eso. Fue ahí cuando descubrí que Hyuna y Ren ya no nos acompañaban.
- Imagina que lleno la casa de muebles horribles y luego tú los odias y me tengo que gastar el dinero dos veces. Sería muy estúpido, ¿verdad?
- Verdad.
- Incluso compré sábanas, mira.
Me soltó y abrió una bolsa que había sobre el colchón, extendiendo una espantosa tela de color salmón y esperando un veredicto.
- Dios, Jonghyun, es horrible.
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Se rascó la cabeza, riendo algo avergonzado por su torpeza.
- Ya sé… pero… bueno… había que comprar algunas sábanas…
- No compres solo nada más.
- Buena idea.
Soltó la tela y la bolsa y me acompañó escaleras abajo, en donde me mostró el gran salón, en el que Minho conversaba alegremente con Hyuna, y Ren trataba de entender lo que le decían un grupo de chicas amigas de Jonghyun.
- ¿Qué es eso de allí? - Le conduje a una pequeña habitación a un lateral de la casa.
- Había pensado en convertirla en tu estudio.- Colocó su brazo en mi hombro, satisfecho-. Las vistas son geniales y puedes parar de trabajar e ir a prepararte un té siempre que quieras, la cocina está justo al lado.
- ¿Un… estudio… para mi?
- Para que hagas tus diseños y esas cosas.
Era bonito, no se podía discutir, porque desde allí no se veía el camino al pueblo, sólo la vasta extensión de los campos de té de las fincas colindantes.
- Enséñame más.
Pronto aquellas paredes empezaron a despertar mi curiosidad. La cocina también tenía unas dimensiones considerables. Una mesa improvisada hecha con caballetes y una madera sujetaban vasos y platos de plástico, además de algunas
bolsas de snacks.
- Este trasto me lo regaló el señor Kang.- Abrió la puerta de la nevera, mostrando el contenido : decenas de botellas de alcohol y refrescos. Nada comestible a excepción de algunas frutas-. Estaba demasiado oxidada para moverla. Estará
bien mientras no me pongo a fondo con las reformas aquí.
Cuando me enseñó el baño de la planta baja, algo más reducido que el de arriba, ya había empezado a sentirme como un potencial comprador a merced de un vendedor inmobiliario usando todos los trucos posibles para conseguir la comisión.
- ¿Qué decías? - Volví a la realidad cuando sus dedos se chasquearon delante de mis ojos.
- Pregunto que qué te parece la casa.
- Está bien.
- ¿Sólo bien? Kibum, es más grande que la de los abuelos, y cuando la tengamos reformada va a ser alucinante vivir aquí.
Esa obsesión suya de mantener el plural en todas las frases que implicaban aquella vivienda, me regresó a la realidad y ya no me parecía todo tan grande y espacioso. Casi empezaba a asfixiarme.
- ¡Eh, Jonghyun! ¿Empezamos la ronda de mojitos? - Un chico alto, de piel blanca y aspecto algo desaliñado se nos unió cuando volvíamos al salón, en el que aparte de mucha gente, sólo había un par de mesas de jardín viejas repletas de
vasos vacíos y un sofá cubierto con una sábana en el que Ren seguía siendo acosado por el mismo grupo de chicas-. ¿Quién es este bomboncito? - Me inspeccionó de arriba a abajo y antes de que ninguno de los dos pudiéramos responder,
cayó en la cuenta-. Espera, eres el nieto de los Choi, madre mía, cómo has cambiado.
Yo no conocía de nada a aquel chico pero él parecía conocerme a mi muy bien.
- Es mi chico.- Jonghyun me agarró por la cintura, aproximándome a su cuerpo, mientras el tipo nos miraba, sorprendido-. Él es Lee Jonghyun.
- ¿Jonghyun?
- Efectivamente, princesa.- Agarró mi mano e hizo el amago de besarla pero mi Jonghyun le pegó un pequeño golpe en ella para que la retirara-. Los dos Jonghyun implacables contra el mundo.
Como no entendía nada de lo que decía, mi Jonghyun agregó :
- Él y yo solíamos salir a beber cuando éramos adolescentes.
- ¿Ah sí?
- No pensarías que me iba a quedar todo el invierno encerrado en casa, ¿no?
- No, claro. Qué tontería.
Si era así, ¿por qué nunca había visto a ese chico antes?
- Jonghyun se va a Japón todos los veranos, por eso no le conocías.
- Creo que tu pequeñín está celoso.- Se burló Lee Jonghyun, consiguiendo que en mi cara se instalara una mueca de disgusto.
- Por supuesto que no.- Me deshice del agarre de Jonghyun-. Voy a beber algo, estoy seco.
Utilicé eso como excusa cuando la conversación con aquel desconocido se estaba poniendo demasiado desagradable. ¿Por qué Jonghyun no le decía que se callara? Menudo estúpido.
- Kibum ¿qué tal?
La voz de Lee Jinki provenía de la puerta. ¿Jonghyun le había invitado también a él? ¿Es que acaso eran amigos?
- ¡Key hyung!
Estuve a punto de hacer añicos el vaso que llevaba cuando vi a Lee Taemin apareciendo de la mano de su hermano en medio de toda aquella gente. Podría decir que incluso la música dejó de sonar en el mismo instante en que pusieron los
pies dentro de la casa.
Mi cara de pánico sólo fue superada por la de Minho, que corrió hacia la entrada.
- ¿Qué hacéis aquí?
- ¡Por fin! - Jonghyun vino a recibirlos, abrazándolos con efusividad, mientras un círculo se vaciaba a nuestro alrededor-. ¿Qué queréis tomar?
- Ahm… no sé… ¿cerveza? - Dudó Onew.
- ¡Claro!
- Tu casa es enorme, hyung, y muy bonita.- Taemin inspeccionaba los altos techos boquiabierto, mientras Minho era incapaz de detener sus ojos en un punto fijo.
- ¿Qué… ? Mierda… ¿cómo es que habéis venido?
- No seas idiota, Minho, porque les he invitado.- Rodeó a cada uno de los hermanos Lee por los hombros y caminó con ellos hacia la cocina, para buscar algo de beber para ellos. Les acompañamos en medio del silencio que envolvía el salón.
Mientras Jonghyun buscaba las bebidas, Minho se desesperaba caminando de un lado a otro de la cocina, y yo admiraba lo bien que le quedaba a Taemin la ropa que Yunho le había regalado.
- Pareces hasta mayor.- Le coloqué el pelo detrás de las orejas y sonreí, orgulloso-. Te has convertido en un jovencito muy guapo.
- ¿Tú crees?
- ¿Te has vuelto loco? - Estalló Minho, haciendo que todos le miráramos-. La casa se vaciará en cuestión de segundos cuando todo el mundo vea que él está aquí.
Incluso yo me sentí mal por Taemin al escuchar eso.
- ¿Sabes qué, Minho? Me importa una mierda.- Le entregó una lata de refresco a Taemin-. ¿Este te gusta? - Taemin asintió, tímido-. Hace tiempo que dejó de importarme lo que piensen los demás. Y tú deberías hacer lo mismo.
- Hyung me va a enseñar literatura.- Explicó Taemin, contento-. Seré su primer alumno oficial.
¿Cuándo había pasado eso?
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- No lo vas a tener fácil, pequeño-. Le señaló con su botella de cerveza.
- Y como Onew hyung me seguirá torturando con las matemáticas…me pondré a la altura para pasar el examen de selectividad.
- Este niño está loco.- Bufó Minho, con la cara desencajada-. ¿Ahora va a ir a la universidad?
- ¿Y por qué no? - Me apoyé en la mesa en donde estaba ubicado Taemin-. Es un niño listo, puede hacerlo, estoy seguro.- Añadí-. Yo puedo ayudarte con el inglés. Era lo único que aprobaba en el instituto…
- ¡Genial!
Minho se tuvo que callar cuando se dio cuenta de que nadie apoyaba su cobarde posición. Y nuestras sospechas sobre lo que estaba pasando fuera de la cocina se confirmaron cuando regresamos al salón y allí sólo quedaban Hyuna, Ren y
el tal Lee Jonghyun sentados en el sofá.
- Menudo fiestón, ¿eh?
Al menos el tipo tenía algo de gracia.
El resto de la tarde, y ya entrada la noche, lo pasamos explicando historias absurdas del pueblo que hicieron reir a Minho y a Jonghyun, ya que no entendían que durante su ausencia los cotilleos sentimentales se multiplicaran a semejante
velocidad.
Cuando se hizo tarde, Minho se ofreció a acompañar a los hermanos Lee a casa, algo bastante absurdo, ya que Jinki era mayor que él, pero nadie dijo nada porque todos habíamos sido testigos de cómo mi primo se había estado
preocupando de que Taemin comiera y bebiera de todo lo que servíamos. Lee Jonghyun llevó a Hyuna y a Ren y yo me quedé a ayudar a Jonghyun a recoger aquel desastre.
- Voy a darme una ducha, estoy destrozado.
Subió las escaleras y yo terminé de organizar la basura, estaba casi seguro de que al día siguiente todos tendríamos dolor de barriga por todos aquellos snacks tan poco saludables.
Jonghyun tardaba en bajar y fui a buscarle. El olor a jabón flotaba por el pasillo, convirtiendo el lugar en algo fresco y agradable, cosa que en realidad no era. Igual de agradable que fue, a pesar de lo cutre que podría parecer a primera vista,
verle recostado en aquel colchón, con aquellas sábanas pasadas de moda, y un par de velas como única iluminación, colocadas en el suelo.
- ¿Esta es tu idea de cómo seducir a Kim Kibum? - Me reí, haciendo que frunciera el ceño.
- Pensé que con poca luz, no volverías a pensar en el color de las sábanas.
Volví a reirme, odiando mi exceso de sinceridad anterior y él deslizó la sábana por su cuerpo hasta dejar a la vista su cintura desnuda. La sonrisa se me borró del rostro de un plumazo.
- Te… tengo que irme a casa.
¿A quién pretendía engañar?
- Yo te llevaré más tarde. No te preocupes.
Deslizó la sábana todavía más y mis rodillas temblaron. No llevaba ni una pieza de ropa encima.
- El abuelo me regañará si Minho llega antes que yo.
- Minho no va a llegar antes que tú.
Cierto. Posiblemente Minho estaría ya en una fase más avanzada que nosotros en esos momentos.
- Esto no es una buena idea.
Mientras lo decía, mis pies me conducían hasta aquel colchón en el suelo. Me quité la camiseta y los pantalones sin ninguna prisa y me acosté a su lado, dejándome hipnotizar por el olor a frutas de aquel jabón.
- Te he echado de menos, Bummie.
Se inclinó hacia mi y me besó con lentitud, arrastrándome hacia abajo en el colchón, colocándome cerca de sus caderas.
- Lo siento, Jjong.- Le acaricié el pelo, conteniendo mis lágrimas de culpabilidad. Él era siempre tan dulce conmigo y yo… en cambio… era un ogro-. Estos días he estado muy extraño.
- Ese virus fue como una posesión, ¿fui el único que lo noté? Y hoy no deberías haber bebido alcohol.- Me acarició el vientre-. ¿Todo está bien?
- Todo está bien.- Le rodeé el cuello con mis brazos-. Eres muy valiente, ¿lo sabes?
- ¿Yo?
- Te compraste esta casa a pesar de que tus padres no te apoyaron, te fuiste a vivir a Seúl y hoy has invitado a tu fiesta al niño de los Lee. Debes haberte vuelto completamente loco o eres la persona más valiente del mundo.
Una sonrisa de satisfacción adornó su rostro cansado.
- Sólo hago lo que quiero hacer. Y te quiero a ti. Aunque te hagas el difícil.
No podía decir que me estaba haciendo el difícil cuando mi ropa interior desapareció con aquella facilidad. Se deslizó dentro de mi sin esfuerzo alguno, llevaba días esperando por eso, casi podía decir que estaba tan impaciente que no podía
pensar en nada más. Sus dientes se aferraban a mi cuello, marcando el camino para que su boca succionara pequeños trozos de piel. Sus embestidas fueron lentas pero profundas, arrancándome gemidos desesperados, que más tarde me
hicieron sentir vergüenza, y sobre todo agradecido de que la casa estuviera tan alejada de las demás de la aldea. Aunque casi podía asegurar que mis abuelos habían oído cómo me corría en los brazos de Jonghyun. Él apoyó su frente en la
mía y me besó la nariz, aún con la respiración agitada.
- Deberíamos usar protección más a menudo.- Mi cerebro a veces trabajaba a ritmo propio.
- Qué romántico eres, Bummie.
Salió de mi interior y se tumbó a mi lado, aprisionándome con su brazo sobre mi cintura.
- No es ninguna tontería.
- Lo sé, la próxima vez nos cuidaremos. De todos modos, no es como si estuviéramos follando con nadie más.
- Ya.
- Pues eso.- Bostezó exageradamente y dejó escapar un suspiro de comodidad.
- ¿Vas a dormirte? Tienes que acompañarme a casa.
- Cinco minutos.
- Sabes que dentro de cinco minutos me pedirás cinco minutos más y luego serán veinte… Jjong, nos conocemos.
- Cinco minutos…
Ya casi podía oirle roncar pero no me importó. Aquella sensación caliente continuaba dentro de mi y no quería ir a ninguna parte.
- Jjong.
- ¿Mmmm? - Murmuró, medio dormido.
- Te amo.
149
Como respuesta recibí un abrazo que me apretujó a su cuerpo y antes de que nos diéramos cuenta, ambos nos habíamos quedado completamente dormidos. Poco o nada nos importó que fuéramos a tener problemas porque los abuelos no
iban a dejar pasar que llegara a casa un domingo a las 8 de la mañana y con el cuello lleno de marcas.
150
Mientras caminaba con Taemin hacia su casa, acompañados de Onew, me preguntaba por qué me había empeñado tanto en ir con ellos. Había estado a punto de arrepentirme, pero me pareció algo absurdo, puesto que ya me había ofrecido,
y simplemente seguí adelante. Los hermanos Lee parecía que habían afianzado su relación y jugaban a darse pequeños empujones mientras competían a ver quién avanzaba más dando pasos lo más pequeños posible. Claro que combatir la
fuerza (o el poder) de Taemin no era una lucha justa. Me reí cuando adelanté a un Onew sentado en el suelo, a punto de aplastar una boñiga de caballo tras haber sido empujado violentamente por su hermanito pequeño.
- Eres tan patético, hyung…- Me burlé.
Taemin miró hacia atrás, desafiándome, y me quedé quieto en mi sitio.
- No estarás pensando en que no puedo contigo, ¿verdad, oppa?
Tragué saliva. No tenía duda alguna de que Taemin podría conmigo y con quien fuera.
- ¿Ahora quién es el patético? - Onew me empujó en broma, adelantándome a mi esa vez.
Cuando me aseguré de que Taemin no tenía la intención de hacerme nada, me uní a ellos, y en mitad del camino empezó a obsesionarme la idea de que la presencia de Onew me iba a amargar el momento que llevaba esperando todo el día
para estar solas con Taemin. Durante la fiesta de Jonghyun, y con toda esa gente huyendo y mirándole como a un monstruo, apenas le dirigí la palabra y me sentía un poco más por ello. Tenía que disculparme con él o… algo.
- Hyung, no hace falta que acompañes a Taemin hasta su casa, yo lo haré.- Propuse al reconocer la valla perfecta de los Lee, sus padres adoptivos.
- Paso los fines de semana con él, ¿no lo sabías? Y los domingos comemos en casa con mis padres.
Obviamente Taemin no me había dado la información completa acerca de su nueva vida familiar. No pude fingir que aquello no me importaba. Por un lado porque me sentía algo excluído de su vida, y por otro porque se me acababa de frustrar
mi plan para tener un rato de intimidad con él. Por qué necesitábamos un rato de intimidad era otro asunto que me mantenía la cabeza dando vueltas y no sabía muy bien cómo atajarlo.
- Mamá dijo que haría pastel de zanahoria mañana. Sabe que te gusta mucho.
- ¡Genial!
Era yo el que estaba sobrando ahí. Así que sólo me quedaba despedirme y marcharme de vuelta a la granja.
- Bueno, como ya está tu hyung aquí, no necesitas que te acompañe más, entonces.
Ya casi estábamos entrando en el estrecho camino que llevaba hacia su jardín.
- ¿No vas a entrar un rato? - Su expresión desilusionada me hizo dudar, pero no podía ignorar que Onew seguía estando allí y se iba a quedar a dormir con él.
- Es algo tarde, y mañana el abuelo nos levantará temprano…
- Oye, Minho…- Onew empujó a Taemin hacia el porche y me susurró- : no sabía que Jonghyun y Kibum… ya sabes…
- Qué.
- Tienen una… relación.
- Ah sí, hace tiempo.
- ¿Tus abuelos lo saben?
- Sí.
- ¿En serio? - Sus ojos se abrieron como platos y me reí ante su cara de incredulidad-. ¿Y no se lo prohibieron?
- No conozco todos los detalles, pero parece que están… más o menos de acuerdo.
- Entiendo. Hoy Jonghyun no paraba de explicar que aquella habitación sería el estudio de “su Bummie” - hizo comillas con sus manos mientras exageraba su tono- y todos estábamos alucinando…
- Sí, más que una fiesta de inauguración de una casa, parecía una fiesta de compromiso.
- Sí…
- ¡Pues yo creo que hacen una pareja muy bonita!
Taemin, por supuesto, lo había oído absolutamente todo. Nos indicó que nos sentáramos con él en el columpio del porche aunque él eligió la barandilla.
- Te vas a caer.- Le advertí.
- Jonghyun hyung antes no me gustaba.
- ¿Y eso por qué? - Se interesó Onew.
- Porque sólo pensaba en te… - hizo la forma con sus manos sobre su propio pecho y se corrigió a si mismo-... ¡en chicas! Y luego pensaba en otras cosas desagradables.
- No está bien que le leyeras la mente.- Me reí, viéndome a mi mismo en perspectiva, diciéndole exactamente esas mismas palabras.
- No podía evitarlo, ¡pensaba muy alto! Y cuando pensaba en Key hyung, me enfadaba.
- ¿Por qué te enfadaba?
“Onew, cállate”.
- ¡Porque pensaba cosas asquerosas!
Mierda.
- ¿Asquerosas?
- Bueno, cosas… que a mi no me gustaban.
¿Por qué me estaba mirando a mi en ese momento? Quería cavar un hoyo en la tierra y enterrarme vivo para evitar esa mirada.
- Si dejaras de meterte en la cabeza de las personas, eso no te pasaría.- Me quejé, haciendo que agachara la cabeza, algo arrepentido.
- Es divertido.- No muy arrepentido-. Pero sé que está mal.
- Confiésalo.- Soltó de repente Onew.
- ¿El qué?
- Si tú pudieras leer la mente de los demás, ¿no lo harías? Evitarías malos ratos con las chicas, porque sabiendo de antemano que no les interesas, ya no te acercarías a ellas.
- ¿Cuántas chicas te han rechazado, hyung? - Preguntó interesado Taemin.
- ¡Cállate! - Le lanzó un cojín y casi le tiró al suelo.
- Dios, no me digas que eres un rechazado.
- Tampoco lo he intentado en serio.- Se defendió, mientras nosotros nos reíamos.
- Yeri es bonita.- Concluyó Taemin, sentándose en sus piernas-. Estoy seguro de que si la invitas a salir te dirá que sí.
- ¿Tú crees?
Asintió tan enérgicamente que Onew se levantó rápidamente del columpio, tirando a Taemin contra mi y se excusó con rapidez :
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- Voy a hacer una cosa, ahora vuelvo.
Taemin se limpiaba las lágrimas de la risa y yo le despeiné el pelo, retándole.
- ¿Por qué le dices mentiras a tu hyung?
- ¿Qué mentiras? - Asomó sus ojos entre sus mechones pelirrojos revueltos.
- Eso que le has dicho de Yeri. Ha sido cruel, ¿lo sabías?
- Al menos la llamará.- Se sentó en su parte del columpio y se peinó con las manos-. Y así nos deja un rato solos.- Me guiñó un ojo, echándome la lengua de forma traviesa.
- No lo hagas.- Detuve sus manos cuando iban a sujetar aquella larga melena en una coleta-. Me gusta suelto.
Sonrió y me miró, contento.
- Ya lo sé. Quería que lo dijeras.
- Manipulador…
Alargó su cuello un poco y me dio un beso rápido, examinando a su alrededor, asegurándose de que Onew todavía no volvía.
- Ha estado bien conocer a tanta gente hoy.
- No sé en qué estaba pensando Jonghyun al llevarte allí. Y Onew tampoco tiene perdón.
- Pero ha sido divertido. Los amigos de Key hyung son agradables.
- Pudo haber sido una tragedia. ¿Qué habría pasado si algo se hubiese descontrolado y alguien hubiese salido herido?
- Puedo controlarme, oppa.
- No siempre.
- Nadie me puso a prueba, no pasó nada. Sólo pasamos un buen rato.
- Pero podía haber pasado.
- Todo está bieeeeeeen…
- No lo entiendes.- Acaricié su pelo, obligándole a mantener sus ojos fijos en los míos-. No quiero exponerte. Porque no quiero que te pase nada malo.
- ¿Qué iba a pasarme? Eres tonto.
Me quitó la mano de su cabeza, sonrojado, y miró hacia un lado, hipnotizado por unas luces rojas y azules.
- ¿Qué es eso? - Pregunté, intentando enfocar la vista en medio de la oscuridad.
- Creo que es la policía.- Dijo, tan tranquilo.
- ¿¡Qué!?
Me dirigí al camino de inmediato, cuando un par de agentes salieron del coche patrulla. Al menos podía reconocer al agente Eric, el mismo que un montón de veces nos amenazó con llevarnos al calabozo a Jonghyun y a mi cuando éramos
pequeños porque no parábamos de poner petardos en las papeleras del pueblo.
- Buenas noches.
- Buenas…
Taemin se acercó despacio, medio oculto detrás de mi, provocando que el otro agente le controlara visualmente, por miedo a que alguno de sus movimientos se le escaparan.
- Tengo entendido que hubo un altercado esta noche en la antigua casa del señor Kang. Ahora propiedad de… qué casualidad… Kim Jonghyun.
- No ha habido ningún altercado.
- No es la información que tengo.- Extrajo una libretita de su bolsillo y empezó a contar en voz baja-. Hasta diez personas han venido a comisaría para denunciar que… ese pequeño…- señaló a Taemin, que se aferró a mi camiseta, asustado... ha estado merodeando el lugar.
- No estaba merodeando ningún sitio. Jonghyun hizo una fiesta y le invitó.
- ¿Saben tus abuelos que el niño de los Lee es amigo tuyo?
Estaba perdido.
- ¿Qué ocurre? - Onew vino corriendo, supongo que alarmado por las luces.
- Tengo diez denuncias diciendo que Lee Taemin irrumpió en la fiesta de Kim Jonghyun y puso a todo el mundo en peligro.
- ¡Venga ya, eso no es cierto! - Exclamé, exasperado.
Onew me sujetó del brazo.
- No ha pasado nada, agente. Jonghyun es nuestro amigo de la infancia y nos invitó a su casa. Si toda esa gente salió huyendo será porque no son tan amigos suyos como él creía.
- ¿Se puede saber quién eres tú?
Sacó su bolígrafo para, supuestamente, apuntar su nombre en su libretita.
- Lee Jinki. El hermano mayor de Taemin. Y su tutor legal.
El rostro de Eric se congeló, al igual que el del otro agente, que por fin dejó de examinar meticulosamente los movimientos de Taemin.
- No sabía que Taemin tenía un hermano.
- Pues ya lo sabes.
- En ese caso…- cerró su libretita y se inclinó un poco hacia adelante-... confío en que mantendrás a tu hermano a salvo en casa. Y así la gente no estará nerviosa y no tendré que trabajar horas extras los fines de semana.
- Mi hermano no es sospechoso de nada, o sea que no tiene arresto domiciliario, que yo sepa.
- Estas hierbas están muy altas…- Eric simuló no haberle oído- Deberíais cortarlas un poco o tendréis un alto riesgo de incendio por aquí.
No quise interpretar sus palabras como una amenaza pero creo que en efecto lo fueron.
- De nuestra casa nos ocupamos nosotros.- Sentenció Onew, dándome envidia por su capacidad de respuesta, mientras yo me mantenía inmóvil, sujetando la mano de Taemin, que no sabía ni cómo había llegado hasta la mía.
- Bien, entonces, cuidadla bien. Y no os metáis en líos.
Indicó con la cabeza al otro policía que se metiera en el coche y arrancaron el motor. Hasta que nos los perdimos de vista, no pudimos respirar.
- Mañana cortaremos la hierba del jardín.- Dijo de pronto Onew.
- Yo os ayudaré.- Por fin había salido algo inteligente de mi.
- No hace falta, Minho, estás en una situación comprometida sólo por haber venido aquí.
- Chorradas. Taemin y yo somos amigos desde pequeños.
Los dedos de Taemin se escurrieron de mi mano y él se alejó un paso de mi.
- Esos hombre malos…
No había duda de que él sabía mejor que nosotros lo que habían querido decir porque él tenía la capacidad de, directamente, verlo.
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Sus ojos se pusieron anormalmente brillantes, incluso podía ver el color rojo rodear su iris en mitad de la noche. Se iba a descontrolar.
- Tranquilo.- Le abracé fuertemente, casi con desesperación. No quería presenciar un ataque de ira de nuevo, no sabía por dónde iba a venir ni hasta dónde llegaría su radio de acción-. Ellos no van a hacer nada y tú no te vas a quedar solo.
De pronto me sentí como si yo también estuviera experimentado un poder. Estaba sintiendo su miedo, sus temblores, y su tristeza, en mi propio cuerpo. ¿Cómo era posible?
- No va a pasar nada.- Onew le acarició la espalda-. Estoy aquí contigo. Hablaré con papá para que ponga a esos idiotas en su lugar.
Por segunda vez en la noche, me alegré de que Onew estuviera allí, y que tuviera más autoridad que yo.
- Lo siento, oppa.- Sabía que se refería a que había estado muy al límite, pero su hermano no lo había percibido. Porque no había presenciado tantas veces como yo sus arranques y todavía no podía presentirlos.
- No has hecho nada malo.- Le acaricié la cabeza con cuidado, notando sus respingos en mi hombro.
- Va, venga, Choi, dale un beso de buenas noches y vete a casa. No sea que esos dos capullos le digan a tu abuelo algo de lo que ha pasado hoy.
Nos quedamos en silencio varios minutos, viéndole entrar en la casa, yo esperando a que Taemin dejara de temblar y él escondiendo su rostro avergonzado en mi hombro.
- ¿Cómo lo ha sabido? - Preguntó.
Me encogí de hombros y no respondí. Sólo le sujeté la barbilla y le besé. Realmente no era tan extraño que Onew o cualquier persona sobre la faz de la tierra notara lo que había entre nosotros. Era tan evidente como un letrero de neón.
- Tengo que irme, pero mañana volveré.
Él asintió y yo le sonreí, intentando infundarle algo de valor. Le di un nuevo beso, esa vez en la mejilla, y me marché a casa. Durante el camino sólo podía pensar en lo injustos que habían sido aquellos dos agentes creyendo todas esas
mentiras y acusando a personas inocentes de cosas que no podían demostrar. Pateé varias piedras y maldije todo lo alto que pude, pero cuando me di cuenta de que eso no liberaba mi tensión, dejé de hacerlo.
En la granja la luz de la cocina todavía estaba encendida, por lo que supuse que Kibum habría vuelto y estaba comiendo algo antes de acostarse. Pero para mi sorpresa, era el abuelo, que fumaba sentado frente a la puerta, acompañado de
un somnoliento Coco.
- ¿De dónde vienes a estas horas?
- De casa de Jonghyun.
Qué mentira tan absurda, cuando él podía ver perfectamente las luces de su casa apagadas, al igual que yo, desde donde estábamos.
- ¿Y se puede saber dónde está tu primo?
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Sabía desde el principio que no era una buena idea darle aquellos cinco minutos a Jonghyun. Cuando la cegadora luz del sol me dio en la cara, aparte de maldecir el hecho de que todavía no hubiera cortinas instaladas en aquella casa, la
realidad me golpeó como un mazo.
- ¡Mierda!
De un salto me levanté del colchón, provocando que Jonghyun se incorporara, totalmente desubicado, mirando a su alrededor.
- ¿Qué ha pasado? ¿Algún bicho?
- ¿Es que hay bichos en esta casa? - Me cubrí con mi ropa, examinando la habitación con miedo.
- Eh… no…
Siempre he reconocido una mentira de Kim Jonghyun a kilómetros.
Decidí no pensar más en ello y espabilarme para vestirme, mientras él me miraba como si fuera un fantasma.
- ¡Son las 8, Jjong, las 8! El abuelo va a matarme. Y después te matará a ti.
- Exagerado… - Se pasó una mano por la cara y terminó de desperezarse-. Qué bien he dormido.
- Eso eso, ¡tú sigue durmiendo mientras yo pienso en cómo escapar de una muerte segura!
Me vestí lo más rápidamente que pude.
- Te llevaré, deja que me vista.
- No hace falta, ya es de día. Puedo ir solo.
- ¿Es de día?
Me estaba poniendo enfermo que tardara tanto tiempo en reaccionar mientras mi corazón estaba a punto de salirse por mi boca.
- Si el abuelo te ve en estos momentos, mucho me temo que sacará la escopeta.
- ¿Por qué?
Definitivamente, su cerebro no estaba funcionando correctamente todavía.
- Olvídalo.- Me arrodillé en el colchón y le di un beso en los labios-. Me voy ya. Te quiero.
Él todavía trataba de procesar lo que estaba ocurriendo cuando yo ya corría como un poseído en dirección a la granja. Nunca un camino tan corto se me había hecho tan largo.
Lo primero que vi al llegar fue a Minho llevando a los establos el pienso para los animales, lo que me confirmó que ya todos se habían percatado de mi ausencia : si mi primo estaba despierto y trabajando, podía apostar a que los abuelos
también.
- Qué bien que nos honra con su presencia, alteza.- La voz dura del abuelo parecía traspasar los muros de aquella casa y llegó a mis oídos antes de que traspasara la puerta.
- Me quedé ayudando a Jjong a recoger y luego… bueno… se hizo tarde y nos paramos a descansar y… bueno… nos dormimos…
- ¡Kim Kibum, deja de excusarte y siéntate ahí!
Señaló el banco de la cocina y me senté, tembloroso, mirándole con los ojos muy abiertos.
- Lo siento, abuelo, no pretendía llegar tan tarde.
- ¿Me vas a explicar lo que has estado haciendo en casa de Kim Jonghyun hasta estas horas de la mañana?
Sí, seguro.
Podía explicarlo con todo lujo de detalles y después recoger mis restos calcinados repartidos por toda la cocina.
- Nosotros…
- No, déjalo, no necesito explicaciones sobre lo que mis ojos pueden ver perfectamente.
- ¿Eh?
- ¿Es que no tienes ni un ápice de amor propio?
¿De qué estaba hablando?
- No te entiendo.
- Has pasado la noche fuera, en la casa de un chico, con el que tienes un tipo de relación que sabes que desapruebo, y llegas con esas marcas… Por Dios, Kibum, ¿es que no te importa lo que piense tu familia, o la gente del pueblo, cuando
te vea?
“Una relación que desapruebo” era lo único que se escuchaba claramente en mi interior. ¿Todo había sido un sueño? ¿El abuelo no quería que yo estuviera con Jonghyun?
- Pero Jjong y yo…
- ¡Jjong y tú, nada! Ayudé a ese chico a comprarse esa casa porque en verdad pensaba que iba a convertirla en vuestro futuro hogar, pero ninguno de los dos, por lo que veo, tiene intenciones serias en todo esto. Sólo pensáis en divertiros,
como si lo demás no fuera importante.
De pronto aquello me sonó como la estupidez más obvia.
- Tengo 19 años, abuelo, ¿qué esperas que haga?
Se inclinó hacia atrás, sorprendido por mi pregunta, pero no titubeó.
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- Que trabajes y que estudies. Que encamines tu vida, y si es posible, que te cases. Como ya me he dado cuenta de que no va a ser posible que lo hagas con una mujer, al menos comprenderé que te cases con un hombre hecho y derecho. Y
no creas que ha sido fácil para mi aceptar eso tampoco, Dios sabe que la iglesia lo prohíbe, y aún así estaba dispuesto a apoyarte.
- Yo no quiero casarme aún. Soy muy joven.
- ¿Entonces qué estás haciendo con Kim Jonghyun?
“Lo mismo que cuando tenía 13 años”, fuera lo que fuera eso.
- Jjong y yo tenemos una relación seria, ya lo sabes.
- ¿Y por qué no ha venido a pedir tu mano si es tan seria?
- Porque… bueno… - ¿Cómo iba a decirle que iba a hacerlo cuando yo me enfermé y, simplemente, había pasado el momento?- porque no se ha dado el caso… pero… él tiene intenciones de casarse conmigo. Me lo ha dicho.
Cruzó los brazos y me miró con un gesto de desaprobación.
- Pues lo siento pero creo que no deberías confiar tanto en su palabra. ¿Qué clase de hombre le pide matrimonio a una persona sin mostrar sus respetos a su familia?
- Cielos, abuelo, ya sabes cómo es Jonghyun. A veces le cuesta entender las formalidades, pero es bueno y siempre me ha tratado correctamente. Ya sé que no es perfecto pero le quiero, joder.
Ni siquiera sé por qué me salió de un modo tan abrupto, y él se sorprendió por mi vocabulario, pero sabía que si rectificaba mis palabras, continuaría dándole la razón, de modo que no lo hice.
- Está bien, voy a darle el resto del verano para que haga lo que tiene que hacer. En cuanto a ti… - Me señaló, recuperando la furia inicial-... más te vale que no vuelvas a llegar a casa en esas condiciones, porque te juro que no sé lo que haré
contigo.- Minho entró en la cocina, asustado por los gritos, y se retiró a un rincón desde el que podía intercambiar miradas conmigo sin que el abuelo le viera-. Como tú bien dices, tienes 19 años, y lo que menos le conviene a un chico soltero
de 19 años es tener que cargar con el hijo de alguien que no quiere tomar sus responsabilidades.
Los ojos de Minho se abrieron como platos y yo negué rápidamente, desechando en su mente la idea.
- Nadie está embarazado aquí. Estoy en mitad del curso de diseño, además me gusta mi trabajo en la tienda, no soy tan idiota como para quedarme embarazado y cargarme mi futuro de esa manera.
- Más te vale que lo que dices sea cierto, porque entonces sí que me vas a escuchar.- Miró al techo y soltó un suspiro agotado-. Dios sabe que te he aceptado todos estos años, Kibum. Siempre he sabido que no me lo pondrías fácil, que
tendría que luchar para tratar de devolverte al camino del Señor, pero… nunca pensé que nos faltarías al respeto a tu abuela y a mi de esta manera.
- Abuelo, tranquilízate.- Intervino Minho, agarrándole del brazo. Ahí fue cuando el abuelo percibió su presencia-. Kibum no ha hecho nada malo. Estuvimos todos en casa de Jjong, y él se quedó un rato más para ayudarle a recoger el desastre.
Quizá luego estaban muy cansados y se quedaron dormidos, no tiene nada de malo, han estado durmiendo juntos desde pequeños y nunca ha pasado nada.- Le sonrió-. Jjong es casi como su hermano.
Hermanos.
No, ni de coña.
Nunca había pensado en Jonghyun como en un hermano. Ni como en un primo. Quizá cuando era muy pequeño, cuando me sentía solo en Seúl, indefenso ante el ataque indiscriminado de mis compañeros del colegio, deseé que fuéramos
familia. Que pudiera defenderme y alejar a todos aquellos matones; jugar dobles en los juegos de mi consola, y que se comiera la zanahoria de los estofados de mamá sin que ella se diera cuenta. Todo eso quise.
Pero cuando aquellas cosas empezaron a pasar entre nosotros en el granero… definitivamente me alegré de que no tuviéramos la misma sangre.
- Jjong no es mi hermano ni nunca lo será.- Me levanté del banco de la cocina, desconociendo el motivo de mi enfado, incluso sorprendiendo a Minho con mi actitud-. Tampoco tengo la intención de que lo sea porque no es eso lo que quiero
de él.
- Kim Kibum…
- Dijísteis que me aceptábais y por eso me quedé con vosotros. Hasta ahora no os he fallado. Con mi trabajo os he devuelto con creces la confianza que depositásteis en mi a pesar de que siempre he sido una decepción para toda la familia.
No voy a casarme con una mujer, porque no me gustan las mujeres en absoluto. Me casaré con Jonghyun si todavía me acepta. Y si no es así, me quedaré soltero, no me importa tampoco. Sólo quiero tener una vida que me haga feliz, y no
creo que con ello esté haciendo daño a nadie. Mucho menos a mi familia, a la que cuido y por la que me preocupo tanto.
El abuelo se dio media vuelta y se encaminó hacia las escaleras.
- Ve a ducharte y cámbiate de ropa. Vamos a ir a la iglesia hoy.
¿Qué estaba diciendo?
Minho tuvo miedo de que la obligación le incluyera también a él, como cuando éramos pequeños.
- Pero tenemos mucho que hacer…
- No te he mencionado a ti, que yo sepa.- Minho me miró, consolándome silenciosamente-. Y por lo que más quieras, espero que tengas suficiente maquillaje para cubrir la aberración que tienes en el cuello.
Los colores subieron a mi cara cuando llegué al baño y confirmé sus palabras. Más tarde tendría que hablar con Jonghyun y su nueva faceta vampírica.
- Me muero.- Murmuré, inmóvil ante el espejo-. ¿Cómo puedes ser tan estúpido? - Me pegué en la cabeza, odiándome por haberme dejado llevar de aquella manera. Pero mierda, no me arrepentía de nada de lo que había pasado.
Unos minutos más tarde, ya en la camioneta, confiaba en que al abuelo se le hubiera pasado una parte del enfado, pero no fue así.
- Debes de estar muy orgulloso de ti mismo, teniendo en cuenta la sonrisa de satisfacción que llevas.
Cambié mi mueca a una algo más apesadumbrada, obviamente fingida, porque en mi mente todavía permanecía la imagen de hacía un momento, cuando en la ducha había notado cómo por mis piernas se escurrían restos del esperma de
Jonghyun, que permanecía dentro de mi hasta ese momento. Y de cómo en mitad de aquella noche, él se había despertado, se había acercado cuidadosamente a mi y me había vuelto a penetrar, provocando que me despertara yo también,
de la forma más maravillosa posible, y nos habíamos pasado horas haciendo el amor. Por eso aquella mañana nos había costado tanto levantarnos, apenas habíamos dormido unas pocas horas y a ratos, hipnotizados como estábamos en el
cuerpo del otro. Claro que todo eso no se lo podía explicar al abuelo. Y que en mi interior continuara habiendo evidencias de todo aquello, que me mantuvieran flotando en mi propio deseo de repetir, que era la auténtica explicación para mi
sonrisa de satisfacción.... tampoco era algo que podía contarle.
Al llegar a la iglesia, los abuelos se dirigieron a los bancos centrales, acomodándose diez minutos antes de que la eucaristía comenzara. Sus rituales no cambiaban con el paso de los años. Suspiré, resignado, cuando el padre Kwon empezó
su sermón sobre las plagas del Apocalipsis. ¿Era necesario escuchar todo eso antes de comer?
Mi mente desconectó en seguida de todo aquello, y se recreó en las decoraciones de la iglesia, demasiado excesivas para un lugar tan pequeño y apartado del mundo. Como siempre. Pero mis ojos se detuvieron en los bancos laterales, en
donde localicé a Hyuna, recatadamente vestida (algo fuera de lo común, ya que sus escotes generosos y sus minifaldas eran archi conocidos en el pueblo) y guiñándome un ojo. No había duda de que ella también había sido arrastrada hasta
allí.
- Kibum, arrodíllate.- Ordenó la abuela en una parte del sermón, y obedecí, agradeciendo no haberme puesto shorts ese día, porque a pesar del calor que estaba soportando, al menos no me clavaría las maderas de los bancos.
Fue casi hora de tortura que soporté estoicamente porque sabía que no era el mejor momento para enfrentarme al abuelo. Minho había sido más listo que yo y no había sido arrastrado con nosotros. La próxima vez tendría que preguntarle
acerca de sus métodos de convicción.
- ¡Bum! - Hyuna me rodeó los hombros con su brazo, aprovechando que sus zapatos de tacón la elevaban hasta mi altura-. ¿También castigado?
- ¿Cómo lo sabes? - Sonreí, fastidiado.
- La corbata te hace parecer tan hetero…
Jugueteó con ella intentando ahorcarme.
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- Suelta. Me muero de calor.- Ya salíamos del edificio, ante un sol aplastante, como cada día de todos los veranos en Boseong. Me quité la chaqueta y desabroché los primeros botones de la camisa, aflojando la corbata-. ¿Qué tendrá que ver
Dios con vestirse de manga larga a 40 ºC?
- Dios no quiere ver nuestras hermosas pieles, hechas para el pecado.- Rió en mi oído, contagiándome con su descaro.
- Parece que mis abuelos tampoco.
- Mis padres también me han obligado.- Se abanicaba con exageración-. Esta tela es odiosa.
- Se me acaba de ocurrir una idea, ¿qué opinas acerca de diseñar una colección específica para ir a misa? ¿Tendría éxito?
- Jesús, estás enfermo, debe de ser el sol.- Me tocó la frente, dramatizando.
Por suerte nuestras familias estaban hablando con el padre Kwon y no percibieron nuestras quejas por haber sido arrastrados hasta allí. Aunque no creo que al abuelo le pasara inadvertida mi cara de disgusto durante toda la mañana.
- ¿Ese no es el profesor Nam? - Creí divisarlo yendo hacia su coche.
- Sí, viene cada domingo.
- No lo sabía. Espera, ¿tú vienes cada domingo?
- Qué remedio, es la única forma que tengo para que no me obliguen a casarme con algún desgraciado. Mis padres necesitan pensar que soy una buena chica.
Tuvimos que hacer un verdadero esfuerzo para no morir de la risa en la puerta de la iglesia. Eso y que mi abuela se acercaba a nosotros cogida del brazo del sacerdote.
- Qué alegría verte por aquí, Kibum.
- Hace un día precioso.- Comenté, aunque en realidad me sentía como un pollo asado.
- Un día perfecto.- Me cogió del brazo, soltando a mi abuela y conduciéndome al interior de la iglesia de nuevo.
- ¿Ocurre algo?
- Tu abuela me ha dicho que necesitabas confesarte.
- ¿¡Qué!? - Frené en seco, cuando me di cuenta de que estábamos llegando al confesionario.
- Dime, Kibum, ¿has pecado?
“¿Por dónde empiezo?”
156
Aquella mañana me levanté más temprano de lo habitual. Sabía que los abuelos irían a la iglesia, como cada domingo, y mi plan era ir a casa de los Lee en cuanto ellos salieran, para que no me hicieran preguntas, y volver antes de que
regresaran. Lo que no me esperaba era que después de que mi primo llegara de su apasionada noche con Jonghyun, le obligaran a ir con ellos. Aún no logro entender cómo conseguí librarme yo, pero me alegré infinitamente de estar
recogiendo estiércol y no escuchando las historias aburridas del padre Kwon.
Una vez que tuve repartida la comida de los animales, salí corriendo hasta la casa de Taemin. Apenas eran las 9 de la mañana y el calor ya era insufrible. Y Lee Jinki ya estaba cortando el césped.
- ¡Hey, Choi! - Saludó, limpiándose el sudor de la frente-. ¡Has venido!
- Me comprometí con vosotros.
- Papá también ha venido a ayudar. Ven.
Soltó el cortacésped de cualquier manera y me condujo al interior de la casa, en donde el señor Lee estaba intentando ayudar a Taemin a pegar una extraña maqueta hecha de pequeños trocitos de madera.
- ¡Oppa!
- ¿Qué hacéis?
- ¡Es un aeropuerto!
La verdad es que aquello no se parecía a nada que yo conociera, pero por alguna extraña razón Taemin estaba emocionado trabajando en aquello.
- Papá, él es Choi Minho, es amigo de Taemin.
- Hola Minho.
El señor Lee parecía un hombre normal. Teniendo en cuenta que había criado como si fuera suyo al hijo de sus amigos, y que el motivo para aquello hubiera sido que su hermano pequeño tenía poderes que podían herir a cualquiera.
- Encantado, señor Lee.
Sé que fue estúpido, pero hice una reverencia exagerada porque sentí como si me estuviera postulando para algo importante.
- ¿Eres el nieto de los Choi? ¿La granja Choi? ¿Tu abuelo tiene esa Chevrolet azul clásica?
- Sí, efectivamente.
- Oh… esa camioneta es fantástica… - Soltó el bote de pegamento mientras Taemin le miraba absorto, contagiado por las palabras de admiración que salían por su boca.
- Cuando tienes que conducirla en pleno agosto, sin aire acondicionado, le aseguro que no es tan fantástica.
- Apuesto a que sí. Debería ponerla en manos de unos restauradores profesionales y exhibirla como una antigüedad.
- A mi sólo me parece un trasto viejo.
Se limpió las manos en un trapo que tenían en la mesa.
- Minho ha venido a ayudarnos a cortar el césped.- Explicó Onew, bebiendo de su botella de agua.
- ¿En serio?
Asentí enérgicamente y él respondió con una sonrisa amable.
- ¡Iré a buscarte un sombrero!
Taemin subió las escaleras, momento que el señor Lee aprovechó para acercarse un poco.
- Entiendo que conoces perfectamente a Taemin, que no hay nada que no hayas… visto.
- Ni sentido.- Añadió Onew.
- Taemin no me da miedo, si es eso lo que le preocupa.
Me palmeó el hombro, relajándome.
- Es imposible que dé miedo a alguien. Es encantador. Sólo… no le cabrees.
- Porque entonces te obligará a comprar muchas chocolatinas.- Onew habló de nuevo por experiencia propia.
- No tiendo a cabrearle, la verdad. Aunque él es muy susceptible y a veces se cabrea solo.
- ¡Aquí está!
Taemin apareció con un viejo sombrero de paja y me lo colocó en la cabeza.
- ¿Qué haces? - Me revolví para quitármelo, pero él lo apretó con sus manos.
- Si no te lo pones, te quemarás.
Sus ojos me observaban muy fijamente y no me atreví a discutir, porque parecía muy seguro con su actitud. Sólo suspiré y asumí que aquel día él elegiría mi outfit.
Más tarde descubriría que su idea me había salvado de una insolación asegurada, porque el sol brillaba con una fuerza infernal aquella mañana de domingo en la que cuatro pseudo granjeros trabajaban con ahínco intentando rebajar el nivel
de las hierbas de aquel jardín. Afortunadamente no éramos tan inútiles y antes del mediodía nuestro trabajo en equipo había dado resultados y ya estábamos ocultos del sol en el porche, hidratándonos con un poco de limonada de la señora
Lee, mirando orgullosos el aspecto de la finca.
- No ha estado mal, ¿eh? - Dijo orgulloso el señor Lee.
- Me duele todo el cuerpo.- Se quejó Onew, acostándose en el columpio del porche.
- Ha sido duro, la verdad.
- Quizá deberíamos cortarlo más a menudo para que no crezca tanto.
Taemin habló con toda la coherencia del mundo ante nuestros ojos.
- Es mucho campo.- Contesté, observando detalladamente a mi alrededor-. Deberías plantar algo.
- ¿Cómo qué?
- No sé… verduras o algo.
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- Podría plantar zanahorias.- Dijo, de pronto, muy serio-. Y así podré tener un conejito, ¡siempre he querido tener un conejito!
Nuestra expresión de incredulidad fue inmediata.
- Si apenas sabes cuidar de ti mismo.- Se burló Onew-. Te olvidarías de darle de comer.
- ¡No es cierto! ¡Le daría de comer todos los días!
- Bueno, primero lo primero.- Les calmó el señor Lee-. Intentemos lo que dice Minho. Mañana podemos ir al pueblo y comprar algunas semillas. Si conseguimos que salga alguna zanahoria, compraremos un conejo.
- ¡Sí!
No conseguía entender el empeño de Taemin por tener una mascota, cuando nunca le había visto mostrar demasiado interés por los animales, excepto por hacer levitar a Coco para asustarlo. Era más cruel que cariñoso con ellos. No podía
sentir nada más que lástima por aquel conejito que quería con tantas ganas.
- Pobre bicho.- Me susurró Onew, a lo que yo asentí dándole la razón-. Seguro que lo pierde.
- ¡Te he oído! - Gritó desde dentro de la cocina, a donde había ido a parar siguiendo al señor Lee-. ¡Y no lo voy a perder!
- Minho, ¿por qué no vienes a comer a casa hoy? - Sugirió de pronto el señor Lee-. Mi mujer está preparando un estofado buenísimo.
- Ah… gracias por la invitación, pero mis abuelos me esperan para comer. De hecho, ni siquiera saben que he salido y… bueno… quizá debería irme ya.
- ¡Oppa, espera! - Taemin salió corriendo, con el pelo pegado en la frente por el sudor-. ¡Te acompañaré!
- No hace falta, Taemin, no vivo tan lejos.
- ¡Pero quiero!
Onew le empujó suavemente hasta mi y me hizo una señal con la cabeza para que no discutiera con él.
- Está bien, pero sólo medio camino, no quiero que te pase algo malo en el bosque.
- ¿Qué podría pasarme? Soy un niño-mono.- Me recordó.
Me despedí cortésmente del señor Lee y empezamos a caminar en silencio, buscando con desesperación la sombra de los árboles.
- Tenías razón, el sombrero me ha salvado.
- Te lo dijeeeee.
Canturreaba saltando por encima de las raíces de árboles caídos, jugueteando por aquí y por allá, entretenido por un camino que era capaz de hacer con los ojos cerrados. Obviamente, yo era el único a punto de morir de calor allí, él estaba
totalmente acostumbrado a esas temperaturas.
- Ve más despacio, apenas voy arrastrándome.- Protesté, haciéndome un poco la víctima para que se apiadara de mi.
- Eres muy débil, oppa.- De un salto se agarró a una rama de un árbol algo más bajo que los demás-. ¿No eras tú el que me iba a proteger?
- ¡Hace demasiado calor!
- ¡Qué niña eres, Minho!
Cuando le escuché llamarme por mi nombre no pude evitar estremecerme un poco. Quizá fuera por el calor acumulado por el esfuerzo de aquella mañana, pero se sintió extraño. Nunca antes había oído mi nombre en sus labios, al menos que
pudiera recordar, salvo quizás en mitad de algún beso. Pero lo había dicho con un pequeño rastro de desprecio a mi debilidad.
- Te voy a dar yo a ti niña, ¡ven aquí!
Me hizo correr casi la mitad del trayecto a la granja, hasta que ambos decidimos que estábamos lo suficientemente cerca y no podíamos arriesgarnos a que algún vecino le viera por allí o todos tendríamos problemas.
- Me gustaría poder acompañarte algún día hasta tu casa y poder jugar con Coco.
- Coco y tú sois enemigos desde que tenías 6 años. Puede que incluso desde antes.
- Él ya no recordará nada.
- Te sorprenderías, es muy rencoroso y no le gustó la experiencia de volar. Se ha vuelto muy cobarde por eso.
Se rió, travieso, y dejó de caminar para no abandonar por completo el bosque, en donde nos manteníamos algo ocultos por los árboles.
- Me gustaría no tener que esconderme de nadie.
¿Por qué tenía que hacerme eso? Para mi tampoco resultaba fácil evitarle en público, cuando mis manos picaban por aferrarse a las suyas, o cuando me moría de ganas de acariciarle el pelo o… besarle.
- Taemin.
- ¿Mmm?
Cuando se giró, le besé. No pretendía hacerlo, me sentía demasiado sudado y mareado por el calor, olía mal y estaba sucio. Pero realmente quería besarle y, de alguna manera que no fuera con palabras, que siempre se me han dado regular,
demostrarle que estaba a su lado.
- Tengo que irme, esta noche iré a verte.
Intenté despedirme, porque ya veía a la camioneta del abuelo entrar en el caminito hacia la granja, pero Taemin se agarró fuerte a mi cuello.
- Cuando apruebe el examen de acceso, iré a Seúl y no tendremos que escondernos más.
- ¿Qué?
- Es mi sueño. Voy a ir a Seúl a estudiar.
- ¿Y dónde piensas vivir?
- En una residencia de estudiantes, como hace mucha gente.
- Adaptarse a la ciudad no es fácil. A Jonghyun le ha costado lo suyo, ¿qué vas a hacer tú, cuando no conoces a nadie allí?
- Te conozco a ti.
Claro, a mi. Pero mi padre también le conocía a él y no dejaría que nos viéramos ni en Seúl, ni en Boseong ni en ningún otro lugar del mundo.
- Tú concéntrate en estudiar.- Insistí-. Luego ya veremos.
- Aprobaré.- Sonrió, ilusionado-. Y el año que viene a estas alturas, estaré viajando a la ciudad.
Era evidente que se iba a esforzar mucho en aquellos meses para demostrarme que me equivocaba, pero yo en realidad no confiaba en que alguien como él, que apenas había recibido formación académica, pudiera llegar muy lejos. Fui un
estúpido al pensar que las habilidades del niño de los Lee se limitaban a quemar o hacer volar cosas.
- Y sé bueno.- Le pellizqué un moflete, provocando que se quejara-. Para que oppa se sienta orgulloso.
Oppa en verdad lo que quería era perderse con él entre la maleza y dejarse llevar por sus instintos, pero tal y como había resultado la aventura sexual de Kibum la noche anterior, no quise arriesgarme a ser castigado de forma similar.
- ¿Por qué Key hyung ha ido a la iglesia con tus abuelos hoy?
- Porque ellos creen que hizo algo malo.
- ¿Qué hizo? ¡No, espera, no me lo digas, ya lo sé!
La suerte de que estuviera en mi cabeza la mayor parte del tiempo era que no tenía que perder el tiempo explicándole muchas cosas.
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- Así que hoy ha sido castigado por pervertido.
- Entonces tú deberías ser quemado en la hoguera.- Me rodeó la cintura-. Porque tú piensas cosas muy sucias. Más que Jonghyun.
- ¿Sabes que está muy mal que siempre estés leyendo la mente de los demás? No sé ni cuántas veces te lo habré dicho. Debería tatuártelo en algún lado.- Curioseé por debajo de su camiseta, echando un vistazo a través de aquel escote en
pico.
- Es divertido saber las cosas que piensas… pero no haces.
- Sería bueno que me dejaras tener algo de intimidad, ¿no crees?
- Y tú deberías dejar de pensar tanto, y hacer algo.
- ¿Cómo qué?
Ocultó su rostro en mi pecho, ruborizado.
- No soy un niño, aunque lo creas.
- Eres un niño-mono.
Me golpeó en el abdomen y dio un paso atrás.
- En lugar de cohibirte tanto, a lo mejor deberías empezar a dejarte llevar.- No pude evitar mi expresión de asombro cuando le escuché hablar con semejante seguridad-. Yo quiero algunas cosas, también.
Como estaba demasiado absorto por su sinceridad, no me di cuenta de cuándo se había ido, ni de la cantidad de tiempo que llevaba solo, apenas respirando a medio gas. ¿Taemin acababa de insinuar lo que yo creía?
- ¿Qué haces aquí parado como un idiota?
Kibum me empujó por la espalda y perdí levemente el equilibrio.
- Estaba…
- Tenemos que preparar la comida.
- ¿Nosotros?
- Qué remedio.
Supuse que una parte de su castigo también me incluía a mi por cómplice.
“Maldita sea”.
- ¿En serio has ido así a la iglesia?
- Así… ¿cómo?
- Con esas marcas.
Toqué su cuello, causando que él rápidamente me alejara las manos de él, y subiera corriendo a su cuarto a poner más maquillaje sobre su piel y conseguir ocultar la evidencia : que él se lo pasaba tan bien con Jonghyun como yo me lo
quería pasar con Taemin. Y que además, visto lo visto, y recién terminando de asimilar sus últimas palabras, quizá estuviera muy próximo a experimentar.
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Supuse que para el padre Kwon acompañar a gente hacia el confesionario era la cosa más normal del mundo. Pero para mi era la primera vez haciendo eso y no tenía nada claro cómo se suponía que tenía que comportarme. Me indicó que
me arrodillara en una especie de banco, que casi rozaba el suelo, y él se metió en el pequeño cubículo de madera, abriendo la ventanita desde el interior, dejándome verle sólo a medias, entre una delgada tabla llena de agujeritos.
- ¿Vas a empezar o no?
Yo seguía mirando a mi alrededor, intentando ubicarme en ese preciso instante y en ese preciso lugar.
- ¿Cómo?
- Tienes que empezar tú.
- ¿Yo?
- ¡Claro! ¿Es que nunca te has confesado?
Puede que una vez cuando era muy pequeño y lo único que había hecho había sido desobedecer a papá. Eso me había costado unos cuantos Padrenuestros. No podía ni imaginar lo que me iba a costar todos aquellos años de maldiciones
acumuladas.
- Hace algún tiempo…
- Está bien, tienes que decir “Ave María Purísima”.
- Oh… cierto. Pues… Ave María Purísima.
- Sin pecado concebida.
Asentí. Ah… se suponía que aquello iba así… ¿Qué me tocaría decir ahora?
- Ehm…
- Ahora se supone que tienes que empezar a hablar de tus pecados, Kibum.
- ¿Mis pecados?
- “Perdóneme Padre, porque he pecado”.
- ¿Usted también?
- ¡Cielo Santo, Kibum! ¿Tan alejado estás de Nuestro Señor que ni siquiera conoces algo tan básico?
- ¿Cómo?
- A ver, calménonos.
Le escuché respirar hondo. Yo no estaba nervioso, así que no entendía por qué tenía que calmarme.
- Yo estoy calmado, Padre.
- Bien, yo no. En primer lugar, debes explicarme si has estado teniendo pensamientos impuros.
- ¿Cómo de impuros?
- Pues… si has estado pensando en hacer cosas que no están bien.
- Creo que la mayor parte del tiempo soy alguien bastante decente y honrado, Padre. Bueno, quizá a veces desee pegarle a algún gilipollas pero…
- ¡No digas esas palabras!
- Perdón.
- Seguramente, debido a tu edad, tendrás algunas necesidades… como hombre, que te gustaría satisfacer.
No iba a soltarme toda aquella mierda sólo por unos cuantos chupetones, ¿verdad?
- Bueno, no creo que al Señor le importe demasiado lo que hago con mis necesidades, ¿no?
- Claro que le importa, hijo, piensa que él quiere que todos seamos personas virtuosas.
- La virtud no tiene por qué estar reñida con las necesidades físicas, ¿qué tendrá que ver una cosa con la otra?
- Hijo, ¿no lo entiendes? No está bien que tengas ese tipo de… encuentros carnales… fuera del sacramento del matrimonio.
O sea que todo se resumía en eso.
- No, si al final voy a tener que casarme con él para que el mundo me perdone.
- ¿¡¿Él?!?
- No voy a pedir perdón por tener relaciones sexuales con mi novio, menuda idiotez.
Ya me estaba levantando del banco, cuando su voz inquieta me detuvo :
- ¡Kim Kibum, arrodíllate ahora mismo y pide perdón!
- ¿Está de broma? No pienso hacerlo, yo a usted o a su Dios no les he faltado en nada.
Pude ver la puerta de aquel pequeño confesionario casi golpeando mi nariz cuando él la azotó para salir de su interior, profundamente contrariado.
- ¡Siempre…! - Bajó el tono cuando notó las miradas de los feligreses sobre nosotros y me agarró del brazo, ocultándose conmigo detrás de aquel maldito cubículo-. Siempre has hecho lo que te ha dado la gana porque… Dios me perdone…
tus padres no han sabido educarte adecuadamente.
- ¿Ahora mis padres también son pecadores?
- Bueno, he oído que están divorciados, o sea que es evidente que faltaron al sagrado sacramento del matrimonio.
- Si no lo hubieran hecho, habrían cometido un pecado peor : el asesinato.- Sus ojos se abrieron, escandalizados-. Porque no se soportaban, y vivir en medio de sus discusiones era una auténtica pesadilla.
- Tu madre debería haber sido más comprensiva, y tu padre más atento.
- Ellos no se querían, ni siquiera sé por qué se casaron.
- ¡Ellos se casaron en esta misma iglesia! - El color de su cara empezaba a tornarse algo rojo y pensé que acabaría metido en serios problemas-. No pudieron haber fingido algo como eso.
- Dudo que supieran lo que estaban haciendo, eran demasiado jóvenes. Debieron haber conocido a más personas antes de cometer semejante estupidez.
De repente esa afirmación se me hizo demasiado cercana a mi situación actual. Yo no había estado con nadie más que con Jonghyun desde que tenía uso de razón. Nunca me planteé si me gustaba alguien más porque en seguida él me
convirtió en algo de su propiedad, aunque no sabía muy bien cómo lo había hecho. No había tenido otra opción. Y no era que estuviera en desacuerdo con aquella relación, sabía que le quería, de eso no tenía ni la menor duda, pero nunca
tuve que elegirle porque él me eligió a mi primero y no tuve tiempo de pensar con claridad en nada.
- Aparte está el otro asunto…- Bajó todavía más el volumen.
- ¿Qué asunto?
- Tu abuela dice que tienes unos gustos un tanto… desviados. Y acabas de decir que tienes un “novio”...
“No, esa mierda no”.
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- No creo que pueda tener esta conversación con usted, Padre.
Intenté escabullirme, pero el agarre en mi brazo se hizo más fuerte.
- Que todas esas cosas las estés haciendo fuera del matrimonio ya demuestra lo falto de moralidad que estás… pero que aún encima sea con un hombre…
Le miré fijamente, Siempre, desde que era bien pequeño, había pensado que el Padre Kwon era como una versión ultra-beata de mi mismo. Sus gestos amanerados, sus expresiones risueñas y su dramatización excesiva cuando daba los
sermones le habían convertido, en mi mente, en la perfecta Drag Queen. Era un chico joven, no tendría más de 30 años, y no era lógico que tuviera esa mente tan cerrada. Aunque claro, viviendo en Boseong no sabía por qué me extrañaba
aquello.
- ¿Qué tiene de malo que me guste un hombre?
Él bufó, todavía más irritado, y tensó sus brazos a lo largo de su sotana.
- La Biblia dice que…
- En esa época las cosas eran muy diferentes a como lo son ahora. ¿Acaso no serán también los teléfonos móviles un pecado? Ya que la Biblia no dice que sean algo bueno.
- Kim Kibum, no te permito que te burles de…
- No se preocupe, no tiene que gastar sus energías intentando convencerme de nada porque no tengo la intención de volver a la iglesia. Esta vez lo hice por mis abuelos, porque se enfadaron mucho, y con razón, porque hice algo indebido. Si
tengo que disculparme con alguien, es con ellos. Con usted no tengo nada de qué hablar.
- Tu abuela se enfadará contigo cuando le explique…
- No creo que quiera explicarle esta conversación a mi abuela, y soportarme aquí todos los domingos, ¿me equivoco? - Tragó saliva, dudando-. Creo que es mejor para los dos que cada uno siga su camino. Yo no vengo aquí a hacerle el día
más duro de la cuenta… y usted olvida que soy un “pecador”.- Lo resalté haciendo comillas con mis manos.
- Será mejor que te vayas.- Suspiró, cansado, y mirando al suelo-. Estás tan alejado de la Fé cristiana, que lo mejor que puedes hacer es mantenerte alejado de aquí.
- Eso mismo estaba pensando yo. Estupendo. Que tenga un buen día, Padre.
Exageré una reverencia cuando vi que mi abuela no me quitaba el ojo de encima desde la puerta, y fui a reunirme con ella.
- ¿Ya te confesó el Padre Kwon?
- Sí, abuela.- Respondí rápido.
- Supongo que ahora sabrás distinguir lo que está bien y lo que está mal.
Sabía distinguir entre una base de maquillaje de cobertura media o alta, y la capacidad que ambas tenían para ocultar las marcas que mi apasionado novio me había dejado como resultado de nuestra última noche de pasión.
- No volveré a llegar tan tarde, lo siento, abuela.
La abracé con fuerza, viendo cómo el abuelo asentía, cerca de nosotros.
- Sé más prudente de ahora en adelante.
- Lo prometo.
Me separé con una enorme sonrisa cuando en mi campo de visión aparecieron los señores Kim, los padres de Jonghyun, que saludaron a mis abuelos e inmediatamente empezaron a hablar de sus cosechas. La madre de Jonghyun elogió mi
ropa, mi peinado y mi forma de cuidar de mis abuelos. Ella siempre solía hacer ese tipo de comentarios delante de ellos, haciéndoles ver que yo no era tan molesto a sus ojos como parecía, aunque le costaba horrores aceptarme, como a casi
todos los adultos del pueblo.
- Al menos vienes a la iglesia, porque mi hijo anda últimamente de un renegado… ¿A qué ha venido esa tontería de comprarse esa casucha? Con nuestro apoyo podría haber comprado un buen terreno y construirse su propia casa, y no
gastarse todos sus ahorros en reformas inútiles.
Aquella casa era el sueño de Jonghyun. Puede que no fuera una mansión de ensueño, pero era grande y espaciosa, tenía una finca impresionante y estaba tan cerca de la granja de mis abuelos que casi era bochornoso.
- Está trabajando muy duro en esa casa. Se le ve muy contento.- Comenté, algo bajito.
- Realmente sólo le faltaba instalarse con vosotros para ya definitivamente ser adoptado como uno de los nietos Choi.- Dijo, molesta.
- Jonghyun es un buen chico.- Interrumpió el abuelo, uniéndose a la conversación-. Nos ha ayudado mucho en estos tiempos difíciles y le estamos agradecidos por ello.
Mi cara reflejó el estupor que me estaba invadiendo.
- Es un maldito egoísta que sólo piensa en si mismo. Exactamente igual que su primo.
Que mencionara a Jaejoong de aquella manera me dolió, porque aunque no le conocía profundamente, Yunho me hablaba tanto de él que casi era como si hubiéramos crecido juntos. Jaejoong no era ningún egoísta, sólo un milagro para unos
padres que lo querían y apoyaban, y una locura de amor para su prometido.
- Jaejoong hyung es muy agradable.
La madre de Jonghyun me observó, consternada.
- Mi hermana se ha vuelto loca al permitir que ese chico desagradecido se case con Jung Yunho, no sé en qué demonios estaba pensando.
- ¿Jaejoong se va a casar? - Se interesó mi abuela.
- La semana que viene.- Añadí. Aunque quizá no era el mejor momento para comentar que Jonghyun y yo íbamos a asistir a esa boda, como pareja.
- A dónde vamos a llegar…
Desconecté de la conversación porque realmente empezaba a dolerme el estómago. Era una sensación ardiente y punzante que no me dejaba casi ni respirar. Si la madre de Jonghyun opinaba de esa manera, veía muy poco probable que
aceptara nada que tuviera que ver con nosotros dos. Desconozco por qué hasta ese momento no había pensado demasiado a fondo en la posibilidad de que nuestras familias lo aceptaran, quizá porque en mi caso había sido algo paulatino y
natural y no hubo demasiadas discusiones, aunque sí algunas palabras feas. ¿Qué posibilidades había de hablar con los padres de Jonghyun acerca de nosotros? Quizá las mismas de que le ayudaran a independizarse como lo estaba
haciendo : ninguna en absoluto.
- Voy a ir encendiendo el coche.- Me despedí, sin ninguna cortesía.
- Oh… muy bien cariño. Me alegra verte bien, hace mucho que no venías por la iglesia.
Ni pensaba volver a pisarla muy pronto. Salvo que mi abuelo volviera a castigarme.
De vuelta a la granja fui yo quien condujo la camioneta del abuelo. Quería llegar lo antes posible para quitarme aquella ropa agobiante, ponerme mis shorts y refrescarme en el lago para alejar el calor de mi cuerpo, causado por las elevadas
temperaturas y por el encuentro con la madre de Jonghyun.
- ¿Minho ha salido? - Preguntó la abuela, cuando no le vio en casa ni en el granero.
- A lo mejor ha ido al pueblo.
- ¿Andando? Seguro…
El abuelo fue el último en bajar de la camioneta y echó un vistazo a nuestro alrededor, fijando su atención en el final del camino de acceso a la granja, justo donde empezaba el bosque.
- Creo que está ahí.- Señaló con el dedo en aquella dirección-. Y si mis ojos no me engañan, que Dios nos proteja, porque creo que quien está con él es el niño de los Lee.
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Kibum me arrastró hasta la granja mientras yo seguía estando en una especie de shock y era incapaz de reaccionar a las últimas palabras de Taemin. ¿Es que él quería de mi lo que yo estaba pensando o lo estaba interpretando todo mal? No
podía estar tan remotamente equivocado cuando había percibido ese fuego en sus ojos cuando lo decía.
Habría mantenido mi estado de inconsciencia mucho más tiempo de no haber sido por la interrupción del abuelo.
- ¿Qué estabas haciendo en el bosque?
- ¿Eh? ¿Quién? ¿Yo?
- Creí que ibas a quedarte en casa. Había cosas que hacer.
- Ahm… sí… estaba… haciendo… una cosa.
Nunca se me ha dado bien mentir. Mentir al abuelo era todavía más complicado porque él era capaz de atravesar mi cerebro con sus ojos y mirar directamente dentro de él y comprobar si lo que estaba diciendo era verdad. Era
agotadoramente inútil tratar de ocultarle algo.
- ¿No fuiste con Lee Jinki? - Preguntó Kibum, de repente, abriendo una luz de esperanza para mi.
- ¿Jinki?
- Me dijiste ayer algo sobre jugar a la consola o no sé qué, ¿no íbais a intercambiar unos juegos?
Cualquier persona que presenciara esa escena llegaría rápidamente a la conclusión de que aquello se lo estaba inventando sobre la marcha. Con el abuelo era todavía más difícil que funcionara.
- ¿No estabas justo allá fuera con el niño de los Lee?
- Ahm.. sí…
Vi a Kibum taparse la cara con las manos de la desesperación y salir de la cocina, dejándome a mi suerte.
- ¿Qué hacías con él?
- Hablábamos.
- ¿Y se puede saber qué tienes tú que hablar con ese niño?
- Bueno… cosas… no sé…
- Sabes mejor que nadie que es peligroso, que es una maldición para esta familia, y te empeñas en dejarle acercarse a esta casa.
- No se ha acercado, estábamos en el bosque.
- Pero muy cerca de aquí.
- No es para tanto, abuelo, de verdad, no pasa nada.
- Que de pequeños jugárais con él porque no érais conscientes de su maldad, lo entiendo. Pero ahora ya todos tenéis la edad suficiente como para elegir más sabiamente a vuestros amigos. Confío en que sabrás mantenerle alejado.
Estaba harto de aquella mierda. De que no pudiera ir a ver a Taemin sin usar una mentira, o de ocultar que él era quien me enviaba los mensajes de texto que me hacían sonreir, o quien había heredado mi colección de cómics del Capitán
América.
- Taemin es mi amigo.- En realidad esa palabra se quedaba corta para todo lo que era para mi, pero entrar en detalles habría sido demasiado complicado. De hecho, hasta para mi lo era-. Cuando éramos pequeños cometió un error, pero
también yo lo hice, y eso quedó en el pasado. Ahora es un adolescente, es bueno, y nunca me haría daño.
- Sabes perfectamente que su don no es de este mundo.
- Lo sé mejor que nadie, abuelo. Pero no me asusta. Porque le conozco demasiado bien.
- Ese tipo de personas no hacen lo que uno espera que hagan, Minho. Aunque creas que él es tu amigo, probablemente sólo te está embaucando.
- ¡Sólo es un niño, joder! - El abuelo retrocedió un par de pasos cuando mi grito salió con semejante efusividad-. ¡Y sus padres murieron y se quedó completamente solo! ¡Y la gente de este maldito lugar no hace más que excluirle y tratarle
como si tuviera la peste!
Terminé la frase sin esperar respuesta alguna y me fui de allí, ante la mirada atónita de mis abuelos, que no entendían mi repentino cambio de actitud, sobre todo teniendo en cuenta que había vuelto del bosque tan sonriente.
Mi primo me llamó para que fuera a su habitación cuando llegué al piso de arriba.
- ¿Te has vuelto loco? - Cerró la puerta con cuidado, asegurándose de que los abuelos continuaban abajo-. ¿Cómo se te ocurre decirles todas esas cosas sobre Taemin?
- Estoy harto, Key. No quiero seguir fingiendo. Él no ha hecho nada y no veo por qué tengo que inventarme excusas cada vez que voy a ir a verle. Tú no tienes que mentir para ver a Jjong.
- Bueno, probablemente a partir de ahora tenga que hacerlo…
Se sentó en la cama, apesadumbrado, y yo me senté a su lado, pasándole un brazo por los hombros.
- Eres muy descarado, ¿lo sabías? ¿Cómo puedes pasar la noche con él y aparecer en casa, de buena mañana, en ese estado? - Volví a tocar su cuello, provocándole.
- Ya sé que soy idiota, no necesito que me lo recuerdes.
- ¿En qué estábais pensando exactamente?
- Pues realmente creo que no pensábamos demasiado.- No pudo (ni quiso) contener una risita malévola-. Todos bebimos un poco más de la cuenta. Y llevábamos días… bueno… raros…
- ¿Estáis en crisis o algo así?
- No lo sé. Es algo extraño.
- No me irás a decir ahora que vas a cortar con Jjong, ¿verdad? Con lo que me ha costado asumir que os estábais acostando…
- ¡Cállate! - Me puso la mano en la boca para que dejara de hablar-. No voy a cortar con Jjong, ni tenemos ninguna crisis.
Moví los labios, obligándole a destapar mi boca.
- ¿Entonces por qué estás así de… inseguro?
- Porque hoy he pensado en una cosa… y ojalá no hubiera pensado en ella.
- ¿Qué cosa?
- Que nunca ha habido nadie en mi vida, aparte de Jonghyun.
- ¿Quieres decir que… en Seúl no tuviste ningún noviete?
- Ni siquiera me gustó nadie nunca.
- No te creo, eso es imposible.
- ¡En serio! Nunca había pensado demasiado en si me gustaban las chicas o los chicos. No llegué a interesarme por nadie nunca hasta que…
- Te enamoraste de Jjong.
- ¿Enamorarme? No creo que fuera así.
- ¿Entonces cómo fue?
- Sólo… empezamos a experimentar…
- ¡Corten! - Me levanté de la cama, asustado por empezar a escuchar cosas que no quería escuchar-. No quiero saber nada más. Vuestra intimidad es sólo cosa vuestra.
- No pensaba darte detalles, imbécil.
- Mejor.
- Ahora, dime, ¿en qué punto de… experimentación os encontráis exactamente Taemin y tú?
Ya no iba a mentir más. No podía ni me quedaban fuerzas. No iba a inventar algo super elaborado ni carente de sentido porque si yo mismo era incapaz de creérmelo, mucho menos lo haría él.
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- Quiero hacerlo y él también quiere hacerlo pero no tengo ni idea de cómo dar el primer paso para planteárselo sin quedar como un pervertido.
Pestañeó varias veces, impactado, sin conseguir moverse ni un milímetro de su posición. Pensé que iba a empezar a pegarme en cualquier momento, pero no fue así.
- Bueno… supongo que… Taemin ya está en esa edad… - ¿En qué edad? - Y tú eres mayor que él, con lo que todavía te sentirás más ansioso…- “Ansioso” era algo ridículo en comparación a cómo me sentía realmente-. Pero creo que si vais
a dar ese paso, ambos tenéis que estar preparados. No va a ser fácil para él… y tú deberías ser muy gentil y delicado, para que sea una buena experiencia.
No era capaz de asimilar que mi primo estuviera dándome ESA CHARLA.
- Ok, basta.- Levanté mis brazos, deteniéndole-. No voy a escuchar nada más sobre esto. No quiero tus consejos ni tu opinión. Sólo te lo he dicho porque has preguntado.
- Pues yo creo que necesitas mucha ayuda.
- Pues yo creo que no tienes ni idea.
- Como quieras.- Se tumbó en la cama, ignorándome-. Pero luego no vengas a mi llorando por ayuda cuando la cagues irremediablemente.
¿Por qué iba a cagarla? ¿De qué manera podía fastidiar toda mi historia con Taemin? Eso era completamente imposible porque ambos deseábamos lo mismo. Lo único que faltaba era hacerlo real.
Me costó idear una buena excusa para salir aquella tarde entre semana, que era de los pocos días en los que tenía la seguridad de que Taemin estaba solo en casa. Juré y perjuré que iba a ayudar a Jonghyun con la pintura de las
habitaciones y le llamé para que me cubriera las espaldas.
- Qué pillín, usándome de coartada para hacer de chico malo por ahí, ¿eh?
Tuve que soportar sus burlas pero no tuve más remedio que hacerlo. A media tarde, cuando ya empezaba a ponerse el sol, me fui a la casa de Taemin. Él se mecía suavemente en el columpio de su porche, leyendo un libro muy interesado,
cuando me vio entrar en el jardín.
- ¡Oppa!
Soltó el libro en el asiento del columpio y sus mejillas se elevaron al sonreirme.
- Hola bonito.- Dije, despacio, cuando llegué hasta él-. ¿Qué hacías? - Le coloqué algunos mechones de pelo que se habían escapado de su coleta.
- Estudiaba un libro que me dejó Jonghyun hyung. La literatura es complicada.
- Te dije que no sería fácil, ¿no me creíste?
- Claro que sí, sólo que cuando lo ves en persona, te haces más a la idea.- Abrió los ojos enfatizando sus palabras, mientras acariciaba la portada del libro-. ¿Te quedas a cenar?
- Había pensado… en algo más.
- ¿El qué, oppa?
Deslicé mi mano desde su oreja (donde había peinado su cabello) hasta su barbilla, delineando la marcada línea de su mandíbula. Era tan delicioso sin ni siquiera probarlo que no podía esperar para tenerlo en mi boca.
Con el dedo pulgar empujé suavemente su labio inferior hacia abajo, provocando en su rostro un cambio de expresión inmediato. Estaba esperando pacientemente a que hiciera un movimiento más. Y aunque se demoró más de lo que ambos
realmente queríamos, llegó.
Me acerqué despacio y saboreé sus labios sin prisa, para a continuación invitarle a abrirlos y a perderse en mi boca como yo en la suya, a lo que no opuso la más mínima resistencia. No dudé en aferrarme a su cadera con posesión, y sentí
una de sus manos perderse en mi pelo, acariciándolo con mucha parsimonia.
- ¿Vas a confiar en mi? - Pregunté, manteniendo mi frente pegada a la suya.
Asintió, relamiendo en sus labios los restos de mi saliva, derritiéndome con ese simple gesto. Ya con mis dos manos en sus caderas le levanté apenas sin esfuerzo, ya que era muy ligero para ser un chico de casi 16 años, y le senté en mi
regazo, colocando sus piernas alrededor de mi cintura. No pareció captar que las cosas se estaban poniendo peligrosas porque continuó besándome de la misma manera, mientras que mis intenciones iban un poco más allá.
Rápidamente convertí los besos en algo mucho más demandante y agresivo, y escuché un leve quejido cuando mis dientes no pudieron evitar morder un trocito de sus carnosos y enrojecidos labios. Se me estaba yendo de las manos y lo
sabía. Cuando mis manos se posaron en su pequeño trasero lo confirmé : no había vuelta atrás. Le atraje más hacia mi cuerpo y el calor se convirtió en algo insoportable. Mi entrepierna estaba empezando a mostrar demasiado interés en
aquella fricción y ya no podía disimular el bulto que se clavaba en su cuerpo delgado.
- Oppa…- Fue un gemido perfectamente claro que mis oídos recibieron como una bendición, justo con el contacto de mis dedos por debajo de su escueto short. El tacto de su piel en mis yemas me estremeció, a pesar del calor asfixiante que
nos envolvía.
- ¿Quieres esto, verdad? - Pregunté, aunque no sé por qué, ya que conocía perfectamente su respuesta. O eso creía.
- ¿El qué?
Se levantó un poco entre mis piernas, quedando de rodillas en el columpio, y peinándome con sus manos.
- Esto. Quieres… ya sabes… llegar hasta el final.
- ¿Qué final?
No, no iba a tener que explicarle eso, ¿verdad?
- Lo que dijiste el otro día. Eso de que… querías… otras cosas…
- Sí.
- Pues eso.
- Entonces… ¿ahora vas a darme… esas cosas?
- Justo en este preciso instante.
Su sonrisa se amplió y sus ojos brillaron como nunca antes había visto.
- ¡Yo también te quiero, oppa! ¡Y sí, quiero que seamos novios!
¿Qué demonios estaba diciendo ese chiquillo? ¿Es que se estaba refiriendo a eso cuando hablaba de que quería “otras cosas” de mi? ¿Una relación “formal” a distancia? Eso no me podía estar pasando a mi. No en ese momento.
- Estábamos hablando de sexo.- Traté de reconducir el momento.
- ¿Cuándo?
- El otro día, en el bosque.
- No.
No funcionó.
Nunca entendí por qué Lee Taemin no fue capaz de leer mi mente en ese momento para darse cuenta de la frustración enorme que me acababa de provocar. Tampoco sé por qué no le pareció extraña mi respuesta o si simplemente no me
estaba escuchando. Posiblemente incluso estuviera jugando conmigo para demostrarme que él no era alguien a quien podía tener de forma “temporal” cada vez que me apeteciera. Sí, conociéndole, probablemente esa era la opción más
probable.
Sin embargo, todas esas cosas vinieron a mi cabeza varias horas después, porque entonces lo que más me preocupaba era que tenía una erección tremenda en mis pantalones que no tenía demasiadas perspectivas de ser calmada de forma
exitosa para mi.
163
Después del domingo de iglesia y esclavitud en la granja a modo de castigo, la semana volvió a empezar y con ella mi rutina de trabajo en la tienda, que durante mis vacaciones era a tiempo completo, para liberar a Yunho un poco de cara a
su inminente boda.
- No puedo creer que Jaejoong haya cambiado las flores sin consultármelo.- Además, estaba bastante estresado con los detalles-. ¡Habíamos dicho rosas blancas! ¿Te lo puedes creer? De repente todo está lleno de tulipanes.
- ¿No me dijiste que era su flor favorita?
- ¿Amarillos? ¿En una boda? ¡Es una locura!
Daba vueltas por el almacén echándose las manos a la cabeza mientras yo le observaba algo preocupado, porque aún teníamos que hacer el pedido de ropa mensual y él estaba, literalmente, desquiciado.
- Jefe, escucha, haremos una cosa.- Le agarré por los hombros, cosa algo difícil porque era bastante más alto que yo-. ¿Por qué no te tomas el resto del día libre, te vas a la ciudad y te das una buena sesión de masaje relajante?
- ¡Relajarme! ¡Sí, claro! - Rodó los ojos-. Con todo lo que tengo que hacer…
- Hazme caso.- Le conduje hasta el interior de la tienda y le obligué a sentarse en el rincón en donde habitualmente tomábamos el té-. Respira hondo y tómate esto.- Le acerqué una taza con una infusión caliente.
- ¿Qué es esto?
- Algo para que te tranquilices un poco, estás muy nervioso.
- ¿Cómo no voy a estarlo? - Se levantó y empezó a caminar de nuevo por todo el sitio, mientras yo suspiraba-. Jaejoong no para de hacer cambios sin decirme nada y ahora dice que no sabe si van a tener los trajes listos porque también
modificó los colores de los accesorios.
Realmente Jaejoong jugaba muy en serio con su salud mental.
- Con lo de los trajes no te preocupes, yo te echaré una mano. Dame su teléfono y le ayudaré con los retoques, ¿de acuerdo?
Me miró, boquiabierto.
- Eres capaz de mantener la calma en cualquier tipo de situación, ¿no?
- No tanto, pero puedo pensar con bastante claridad.
Excepto cuando estaba con Jonghyun. Todavía me golpeaba a mi mismo por haberme dejado llevar de aquella manera en su casa, permitiendo que me marcara y olvidando algo tan importante como la protección.
- Aquí está su número.- Me extendió un pequeño papel y grabé el número en mi teléfono móvil-. Y por favor, convéncelo de que deje de volverme loco o te juro que no me presento a la ceremonia.
Con algo de esfuerzo, conseguí que se sentara y aceptara la bebida relajante, y yo me fui al almacén para ultimar con Jaejoong, vía telefónica, los detalles de los trajes.
- Se está preocupando por nada.- Él parecía bastante más relajado y seguro de sí mismo que el hombre que había dejado maldiciendo en la tienda-. Lo del cambio de flores ha sido por consejo del florista. En esta época del año, y con este
calor, lo que mejor aguanta son los tulipanes. No sé a qué viene tanto alboroto si ni siquiera es un fanático de las plantas.
- Creo que está algo… superado…- Balbuceé.
- “Algo”...
- A decir verdad, no sé cómo tú estás tan tranquilo a menos de una semana de la boda, yo estaría subiéndome por las paredes.
La risa que se escuchó al otro lado de la línea me resultó algo tétrica.
- No estoy nada tranquilo, querido. Sólo hasta arriba de valium.
Genial. Yunho estaba a punto de destrozar su propia tienda y Jaejoong iba drogado hasta las cejas. ¿Tan complicado era casarse?
Pero cuando pensaba que soportar los nervios pre-boda de los novios era lo más complicado a lo que iba a enfrentarme aquella semana, estaba muy equivocado. La abuela entró a mi cuarto para cotillear mi trabajo con los bajos del pantalón
de mi traje, un precioso conjunto de color verde botella que Yunho se había empeñado en regalarme de nuestra colección de primavera y que insistía en que me quedaba perfecto. La verdad es que era maravilloso, y no podía evitar tratarlo
con sumo cuidado, porque nunca había tenido una prenda de vestir tan cara como aquella.
- ¿Y ese traje? ¿Se lo arreglas a alguien?
- Es mío.- Me concentré en las medidas y pasé la aguja con cuidado por la tela antes de proceder a cortar.
- ¿Te lo has comprado para ir a la iglesia?
Sí, claro.
- No voy a volver a la iglesia. He hablado con el padre Kwon y está de acuerdo en eso.
- Pero…
- Y el traje es para la boda de Kim Jaejoong, que es este sábado, y a la que estoy invitado.
Juro que en mi interior no pensaba sonar tan antipático y desconsiderado con mi abuela, pero estaba demasiado saturado de tanto comentario en contra de los Kim y seguía algo molesto por el castigo del día anterior. Después de todo, ya no
era un niño. Aunque justo en ese momento me estuviera comportando como uno.
- Tu abuelo no permitirá que vayas a esa boda. Sabes que los señores Kim desaprueban esa relación.
- ¿Qué señores Kim? - La miré, desafiante.
- Los padres de Jonghyun, por supuesto. Los de Jaejoong parece que no están en su sano juicio.
- ¿Estás diciendo que sus padres están locos por permitirle que se case con el hombre que ama? ¿Es que debería amarlo en secreto o fingir que no siente nada por él y casarse con cualquier chica del pueblo? ¿Eso es lo que quieres también
para mi? ¿Es lo que queréis el abuelo y tú que haga con mi vida?
- Nadie está hablando de ti ahora mismo, y baja la voz.- Se adentró por completo en mi habitación y cerró la puerta-. Hablo de que lo que haga esa familia no es cosa nuestra, y no deberías entrometerte.
- No me estoy entrometiendo en nada, sólo soy un invitado.
- ¿Quién te ha invitado? ¿Kim Jonghyun o Jung Yunho?
- Jung Yunho, quien resulta que es mi jefe y una excelente persona.
- Entonces no vas a ir a la boda como pareja de Jonghyun.
Por fin había salido a relucir lo que realmente le molestaba.
- Sí voy a ir como pareja de Jonghyun porque resulta que Jonghyun es mi pareja.
- Basta, Kibum.
- ¿Es que tampoco se puede hablar de eso en esta casa? No se puede hablar de la boda de Kim Jaejoong, ni del niño de los Lee, ni ahora tampoco de Jonghyun, quien prácticamente ha crecido en esta casa como uno más de la familia.
- Hasta que abusó de nuestra confianza.
164
Dejé mi tarea para mirarla a los ojos y tratar de entender algo de lo que estaba pasando por su cabeza.
- ¿Es que crees que él se ha aprovechado de mi de alguna manera?
- Bueno, es evidente que él tiene mucha más experiencia y es mayor que tú. Y tú siempre has sido muy inocente.
- Las cosas no son para nada como crees que son. Pero no es algo que pueda cambiar.- Volví a coger la aguja con cuidado-. Los auténticos monstruos aquí son los señores Kim, esos padres que dan la espalda a su único hijo sólo porque no
están de acuerdo en las decisiones que toma para su vida. Son unos egoístas de mierda.
- ¡Kibum!
- Lo siento.- Dije, tranquilamente, aunque sin sentirlo en absoluto-. Pero aunque ellos o vosotros no estéis de acuerdo, voy a ir a esa boda.
Cuando llegó el sábado intenté levantarme muy temprano para acabar con algunas tareas de la granja antes de marcharme, para que luego no pudieran reprocharme que me había ido de fiesta sin atender a mis obligaciones.
Después me duché y me vestí, acomodé mi cabello de lado, porque sabía que era el peinado que más le gustaba a Jonghyun y bajé las escaleras, siendo totalmente escaneado por los abuelos y Minho, que estaban en la cocina tomando el té.
- Wow, Key, estás… reluciente.- Sonrió mi primo, levantando las cejas-. ¿No había un traje más llamativo?
- Me lo regaló Yunho. Y la verdad es que me parece sensacional.- Examiné las mangas de mi chaqueta, era sencillamente magnífico.
El sonido de un claxon me indicó que Jonghyun había llegado y salí a toda prisa. Él bajaba de su camioneta con una expresión de incredulidad muy divertida.
- ¡Maldita sea, Bummie, estás impresionante!
Detuve su abrazo porque sabía que unos cuantos pares de ojos estaban puestos en nosotros en ese momento.
- Vámonos ya.
Levantó una ceja, preocupado.
- ¿Pasa algo?
- Sólo no quiero llegar tarde.
Subí a la camioneta y él me siguió, algo dudoso.
- Quería saludar a los abuelos.
- No están de humor.
Arrancó sin decir nada más, y hasta que estuvimos lo suficientemente alejados de la granja no volvió a hablar.
- ¿Habéis discutido?
- No.- Suspiré, apoyando mi cabeza en el asiento-. No quieren que vaya a la boda y me he cabreado yo. Son unos intolerantes.
Su mano acarició mi pelo con suavidad y sonrió de una forma demasiado tierna.
- Les diré que insistí en llevarte.
- Será peor para ti.
- Lo dudo. No creo que sea peor que los chupetones.
- ¡Idiota! - Le pegué en el brazo y de repente toda la preocupación desapareció porque, efectivamente, iba a ir a esa boda, y del brazo de la persona que más quería. Era algo así como… una presentación en sociedad de nuestra relación. Lo
que me tenía algo nervioso.
A pesar de que la idea inicial de los novios había sido casarse en Japón, finalmente habían decidido quedarse y celebrarlo con toda la gente que querían. El lugar elegido para la ceremonia era un precioso jardín a las afueras del pueblo y
había muy pocos invitados, algo así como medio centenar de personas, y la mayoría de ellos eran amigos de la pareja.
- Esos son mis tíos, ven, te los presentaré.
Nos acercamos a los padres de Jaejoong, que se veían sonrientes y felices saludando a todo el mundo y Jonghyun me presentó como su novio, consiguiendo que me sonrojara hasta las orejas.
- ¿No eres el nieto de los Choi? - Preguntó su tía, estudiando mis facciones con detenimiento. Asentí, algo tímido, pues no quería meter a mis abuelos en más habladurías-. Ah, esos ancianos son maravillosos. He oído que ahora vives con
ellos, ¿te has adaptado bien a la vida en el campo?
- Más o menos…-Susurré.
- Kibum estudia diseño y trabaja con Yunho en la tienda.- Añadió rápidamente Jonghyun, a modo de tarjeta de presentación.
- Vaya, qué chico tan completo.
No podía sudar más. Entre el calor, el traje y la vergüenza que estaba pasando, creía que iba a desmayarme en cualquier momento.
- La ceremonia va a empezar.
Jonghyun me agarró de la mano y me condujo a nuestros asientos. Estuve prácticamente absorto mientras decían sus votos matrimoniales, se veían tan radiantes y orgullosos que sentí envidia de que pudieran demostrar su amor de aquella
manera y delante de todos sus seres queridos. Los tulipanes amarillos resultaron ser una elección muy acertada, ya que destacaban entre las vaporosas telas blancas que decoraban el cenador ubicado en medio del jardín.
- Siento haber cambiado las rosas por los tulipanes.- Concluyó Jaejoong, haciendo que a todos se nos escapara la risa-. Pero en algún lugar escuché que son una forma de decirle a alguien que le cuidarás para siempre y eso es exactamente
lo que voy a hacer contigo, Jung Yunho.
Yunho no esperó a la bendición del maestro de ceremonias y besó apasionadamente a su ya marido, arrancando aplausos y gritos de júbilo. Todos nos levantamos de nuestros asientos e incluso tuvimos que secarnos las lágrimas de emoción.
- Ha sido precioso.- Comenté, mientras esperábamos a que los recién casados abandonaran el lugar y nos dirigieran al banquete-. Jaejoong es un genio.
- Es un Kim.- Sonrió Jonghyun.
- ¿Sabes una cosa?
- Qué.
Le miré de arriba a abajo con descaro.
- Con ese esmoquin estás muy comestible.
- ¿Pero qué…? ¡Cállate! - Me tapó la boca y me empujó hacia la zona de las mesas.
Después de una copiosa comida, y muy a mi pesar porque si ya mi traje era lo suficientemente llamativo lo que menos me apetecía era ponerme en el centro de la pista de baile, Jonghyun me arrastró a ella animado por la música. Los amigos
de la pareja eran de Seúl, por lo que en seguida encontré tema de conversación con alguno de ellos. Especialmente con Park Yoochun, que iba algo pasado de copas y no se cortaba con ninguno de sus comentarios.
- Este pueblo es como el infierno.- Rió, pasando uno de sus brazos sobre mis hombros-. Recuerdo que cuando era pequeño me obligaban a venir cada verano. ¡Jesús, qué tortura! Cuando cumplí la mayoría de edad, juré no volver. Ah… pero
esta belleza… - Señaló a su amigo Jaejoong, que sonreía algo embobado-... va y se casa con ese capullo.- Le tocó a Yunho, que le miraba con las manos en las caderas, ofendido-. Y no me malinterpretes, sé que le va a hacer feliz, pero… yo
creo que soy mejor partido.
- Cierra el pico si no quieres que te lo cierre yo.- Amenazó Yunho.
165
Yoochun fingió que cerraba una cremallera en su boca y continuó su discurso.
- Y lo peor es la obsesión por la religión que tiene la gente aquí, qué enfermos.
- Odio ir a la iglesia.- Solté por fin.
- Ah… los discursos del padre Kwon...
- La semana pasada me peleé con él.- Dije con toda la calma del mundo, antes de dar un trago a mi bebida.
- ¿Te tiró los trastos?
- ¿Qué dices? ¡No!
- Solía ser bastante enamoradizo hace algún tiempo.
- ¿El padre Kwon?
- Antes no era padre. Sólo un chico con las hormonas revolucionadas.- Mi expresión atolondrada dio pie a que siguiera relatando-. Se me declaró en una ocasión, pero yo no estaba interesado en esa época. Por lo que he visto, ahora que lleva
sotana tiene un poco de morbo…
Aquel tipo era incorregible, definitivamente. Pero descubrir que el padre Kwon, quien me había juzgado tan severamente la semana anterior, tenía exactamente las mismas inclinaciones que yo, me dejó sin palabras.
- Qué… cabrón…- O casi.
- Entonces, dime.- Me susurró algo cerca del oído-. ¿Estás saliendo con el primo de Jaejoong?
¿Eso significaba que tenía algún tipo de interés en mi? Se relamió los labios mientras yo le miraba aturdido.
- Se acabó el tiempo.- Jonghyun se acercó a mi y retiró el brazo de Yoochun de mis hombros-. El tiempo de flirtear con los novios de los demás.- Me agarró por la cintura y me separó del grupo en el que estábamos para buscar un pequeño
espacio en la pista para nosotros dos.
En ese momento estaba sonando una canción lenta y nuestros pies empezaron a moverse de forma errática.
- Esta es… la primera vez que bailamos juntos… - Murmuré.
- De esta manera, sí.
Afirmó sus manos en mi cintura y yo le rodeé el cuello con mis brazos.
- Es… raro estar así… delante del todo el mundo.
- Es bastante genial, ¿no?’
Asentí, aunque no podía dejar de sentirme incómodo y observado, aunque no fuera así.
- Mañana a los abuelos les dirán que bailé contigo de esta manera. Y tendremos problemas.
- Entonces… ya que vamos a tener problemas, vamos a divertirnos.
Se acercó a mi rostro despacio, como dándome tiempo suficiente a reaccionar, pero no pude hacerlo. Su boca me invadió antes de que pudiera detenerle y mi cuerpo tampoco estaba por la labor. Chupó mis labios con cuidado antes de
separarse, con su mirada clavada en la mía.
- Kim Jonghyun… estás completamente loco.
- ¿Ahora lo notas? - Sonrió, de lado.
Apenas escuché los grititos a nuestro alrededor, aunque él parecía muy consciente de ellos, ya que hizo una reverencia en agradecimiento a nuestro público. Yo sólo me quería morir.
- Ten, esto es para ti.- Jaejoong puso en mis manos su ramo de flores y me dio un cálido abrazo-. Gracias por ayudarme con los trajes. Me habría dado un ataque si no hubiera sido por ti.
Miré las flores embobado.
- Sabes lo que eso significa, ¿no? - Bromeó Yunho, agarrando posesivamente a su esposo-. Significa que eres el siguiente.
El siguiente, ¿para qué?
Jonghyun volvió a aferrarse a mi y me besó la coronilla.
- ¿Te gustaría algo como esto?
- ¿El qué?
- Nuestra boda. ¿Querrías toda esa cosa de las flores… y bueno… los votos… ya sabes… eso?
- Pues… no sé…
- Ya tendremos tiempo de pensarlo.- Olisqueó el ramo entre mis manos-. Ahora mismo lo único que tengo en la cabeza es llevarte a mi casa y quitarte ese precioso traje que lleva todo el día marcando tu trasero.- Sentí un ligero roce en una de
mis nalgas y desperté de mi ensoñación.
- Vas a conseguir que mis abuelos me echen de casa.
- Al menos que sea por un buen motivo.
Volvió a besarme, esta vez sin titubeos, y los gritos de celebración de los invitados no se hicieron esperar. No me opuse y entré en su juego, porque realmente era divertido y liberador poder ser nosotros mismos sin ningún tipo de remilgo, y
sin miedo a ser juzgados por nadie. Al menos por un día.
166
A veces sentía envidia de la capacidad de Taemin para leer las mentes de los demás. Porque por mucho que me esforzara, yo era incapaz de saber lo que él estaba pensando. Tanto me costaba entenderle, que había estado a punto de hacer
algo completamente absurdo con él, sin ni siquiera considerar su voluntad. Así que durante el resto del verano me concentré en divertirme en el lago y ayudar a Jonghyun con las reformas en su casa. Al menos con él las cosas eran mucho
más simples. Y mantener mi cuerpo ocupado era la mejor forma de olvidar mis abominables instintos carnales.
Estaba jodido.
- ¿No crees que este color es demasiado? - Pregunté, dudoso, pestañeando con fuerza, porque el fucsia de aquellas paredes estaba empezando a marearme.
- A Bummie le gustará.
- No veo a Key trabajando en este sitio con este color tan… cargante.- Di un paso hacia atrás y, efectivamente, mareaba.
- Pintaremos esa pared de negro.- Señaló la pared contraria a la que yo estaba pintando-. Y se morirá de la felicidad.
- No estoy muy seguro.
- Tú pinta.
Él era el dueño de la casa, al fin y al cabo. Si aquello se convertía en la mazmorra de los horrores, me daba exactamente igual.
Al mediodía hicimos un pequeño descanso para comer, Kibum se había encargado de enviarnos un montón de comida (que nunca entendía en qué momento preparaba) ya que Jonghyun todavía no tenía la cocina terminada.
- Creí que iba a morirme de hambre.
- Mi Bummie es el mejor cocinero.- Dijo, orgulloso, mientras se metía un trozo de kimbap en la boca-. Voy a ser un esposo feliz.
- Eres muy optimista.- Reí, después de tragar lo que estaba masticando-. Pensando que los abuelos dejarán que os caséis.
- Le secuestraré si hace falta. Huiremos.
- ¿A dónde? Tu casa está justo al lado de la granja.
Se rascó la cabeza, inseguro, y siguió comiendo.
- Le dejaré embarazado.
Me atraganté con la comida y empecé a toser como un loco. Me acercó el agua con calma y me dio unos pequeños golpecitos en la espalda.
- ¿¡Estás loco!? ¡Los abuelos te matarían! ¡OS matarían!
- Pero no tendrían más remedio que aceptar el matrimonio.
- ¡Dios, Jjong, no sabes lo que dices! ¿Un hijo a nuestra edad?
- ¿Por qué no?
- Madre mía, ¿sabe mi primo algo acerca de tu sensacional plan?
- Todavía no lo hemos comentado.
- Creo que será mejor que te guardes esas ideas en lo más hondo de tu cerebro y no las dejes ver la luz nunca.
- Hablas como si eso nunca fuera a pasar. Tarde o temprano, tendremos familia.
- ¡Ni siquiera os habéis comprometido aún!
- Bueno, por lo que a mi respecta…
- Key no tiene ningún anillo. Y no le veo muy por la labor de preparar una boda en corto tiempo. Está muy centrado en sus estudios y creo que por primera vez en su vida empieza a preocuparse por su futuro.
- Y dentro de su futuro, querido amigo, estoy yo.- Se señaló, orgulloso, con los palillos.
- Te veo muy seguro.
- Lo estoy. Mi Bummie es lo mejor que me ha pasado y no le voy a dejar escapar.
Ver a Jonghyun tan decidido y dispuesto a luchar contra todo me hizo sentir un completo cobarde. Ni siquiera era capaz de admitir en voz alta lo que estaba sintiendo por Taemin (desde hacía bastante tiempo) y mucho menos demostrarlo en
frente de los demás. Siempre que íbamos al lago, por las tardes, jugábamos y hacíamos competiciones como cuando éramos críos, pero nunca hubo ni un sólo acercamiento sospechoso entre nosotros estando Jonghyun o Key delante. Entre
otras cosas, porque a Taemin le daba una vergüenza terrible que alguien nos viera en actitud demasiado cariñosa, se ponía totalmente rojo sólo si mencionaba lo bien que le quedaba la camiseta ese día, o si elogiaba su cada vez más fuerte
anatomía. Era difícil para mi soportar verle nadar, libre de ropa a excepción de su infantil bañador de patitos, haciéndome consciente de que ya no era más un niño pequeño, aunque él no lo demostrara. Su voz ya no era tan aguda y su
espalda se estaba volviendo más ancha y robusta, aunque todavía ese dulce cabello rojizo le acariciara los hombros de esa forma tan etérea. Era como un ángel. Salvo que todos sabíamos que su naturaleza era más bien la opuesta.
- Taemin me gusta.
Jonghyun dejó de masticar durante un momento, con los ojos totalmente clavados en los míos.
- Aha.
Pero no parecía realmente sorprendido.
- Me gusta como… hombre.
- No se puede decir que Taemin sea un hombre precisamente.- Bromeó.
- ¡Eso es lo que me confunde! - Solté mis palillos en el suelo, en donde estábamos comiendo, y me pasé las manos por el pelo, lleno de polvo-. ¡Que todavía es un niño y no entiendo qué es lo que me atrae tanto! ¿Es que soy un pederasta?
¿¡Lo soy!?
Jonghyun se recolocó en su sitio y respiró con calma.
- No creo que seas un pederasta, pero desde luego, no tiene mucho sentido que te sientas atraído por él, no me parece alguien especialmente sensual.
- ¡Tú ya manoseabas a Key cuando él sólo tenía 13 años!
- No tienes ni idea cómo se contoneaba Key con esa edad. Era terriblemente sexy.
Resoplé, contrariado.
- ¿Cómo va a ser sexy un niño de 13 años? ¿Me estás vacilando?
- Pues no sé, pero sí que puede. Recuerdo aquel verano en el lago como una tortura. No sabía ni cómo ocultar mi empalmada.
Le tiré mi sudadera a la cabeza, negándome a escuchar nada más al respecto.
- No seas tan condenadamente gráfico, por favor.
- Sólo te pongo un ejemplo.
- No te lo he pedido.
- ¡Es para que no te sientas mal!
- ¡Lo único que consigues, es que piense que tú también eres un pederasta!
167
Se echó a reir con fuerza, contagiándome al momento y haciéndome sentir mucho más relajado, como siempre solía ocurrir cuando estábamos juntos. Él siempre aportaba esa visión tranquilizante y sosegadora cuando era necesario. Y no
podía dejar de sentirlo extraño, viniendo de una persona que de niño era incapaz de mantenerse quieto en el mismo lugar por más de un minuto.
- Entonces dices que te estás planteando tener sexo con Taemin.
- ¡No! - Chillé, algo ofendido-. Digo que quiero hacerlo, que algo en mi interior no es capaz de pensar en otra cosa, pero no voy a aprovecharme de él. ¡No voy a hacerlo!
- Vale, cálmate, sólo pensé que esa era la conclusión.
- No, Jjong, la conclusión es que me gusta un chico y no sé cómo manejar eso porque nunca antes me había pasado. Además, el que mi cuerpo reaccione de forma tan exagerada cuando está delante… me preocupa mucho. ¿Y si estoy
enfermo?
- Un chico, una chica, ¡qué más da! Las hormonas mandan.
- No me vayas a decir que es normal, Jjong, no lo es. Lo normal es que me gusten las chicas con enormes pechos y que le dé uso a todas esas revistas que guardo debajo de mi cama. ¡Pero ya no me interesa ni eso!
- ¿Qué quieres que te diga? A mi tampoco.
- ¡Pero tú tuviste novia! Hiciste algunas cosas también.
- No hice “esas cosas”.- Remarcó.
- ¿Ah no?
- Nunca me sentí atraído por Dasom de esa forma.
- Pues no entiendo nada, porque yo sí me he sentido atraído por chicas.
- Cambiaste de gustos.
- ¿Pero cuándo? ¿Cómo fue que no me di cuenta?
Se encogió de hombros, con una expresión divertida en el rostro.
- Quizá fue siempre así pero no lo notaste.
- Aún recuerdo mi reacción cuando os descubrí a vosotros… O sea que esa opción está totalmente descartada.
- A lo mejor… es Taemin quien lo hace.
- ¿El qué?
- Provocarte ese… deseo.
Me quedé en blanco. ¿Tenía sentido eso?
- ¿Por qué iba él a hacerme sentir… deseo… si luego no tiene intención de acostarse conmigo?
- Porque… ¿le gusta jugar?
Hasta ese momento no había ni siquiera considerado una posibilidad como aquella. ¿Podía ser cruel hasta ese punto? ¡No! No. Ni de broma.
Pero como no las tenía todas conmigo, esa misma tarde me decidí a ponerle a prueba. Como Jonghyun seguía trabajando en casa y Key en la tienda, aproveché que los abuelos dormían la siesta para ir más temprano de lo habitual al lago.
Sabía que Taemin prácticamente vivía allí en verano, y que le encontraría inmediatamente.
No me equivocaba. Cuando llegué, él ya estaba sumergido en el agua, con los brazos apoyados en el embarcadero, su lugar favorito. Su pelo refulgía al sol como una hoguera en mitad del lago. Parecía muy tranquilo a pesar de que el calor a
esas horas del día era insoportable. Él estaba feliz dejando que las gotas de agua resbalaran por su espalda mientras dormitaba sobre sus brazos. Literalmente, babeé con la escena.
Me acerqué despacio para no despertarlo y no pude reprimir una sonrisa al detectar las arrugas sobre su nariz, provocadas por ese puchero de molestia debido al ataque indiscriminado de los rayos de sol sobre su cara.
Al acercarme a observarlo mejor su expresión se relajó, porque mi cuerpo le proporcionó una sombra muy agradable.
- Sabía que eras tú.- Sonrió, sin abrir los ojos.
- Es peligroso que te duermas en el agua.- Me senté en el embarcadero, quitándome los tenis y metiendo los pies en el lago.
- No estaba dormido.
- No lo parecía.
- No podría flotar si estuviera dormido.
- No lo intentes.
Su sonrisa se ensanchó y por fin abrió los párpados con pesadez.
- Se está muy bien aquí.
- Hace un calor horrible.
- En el agua se está fresquito.
- ¿Mucho?
Asintió con impaciencia, mientras no dejaba de vigilar todos mis movimientos. Reconozco que me quité la camiseta con una expresión demasiado traviesa, pero tenía que corresponder a sus expectativas como fuera.
- ¿Has estado trabajando con Jonghyun hyung?
- Sí. Me explota.
- ¿Y cómo es que has venido tan temprano? ¿Y por qué los demás no vienen?
Me sumergí despacio, ya que el contraste de temperatura era importante y no quería sufrir un colapso delante de Taemin por una imprudencia.
- Quería estar a solas contigo.
Aproveché que seguía agarrado al embarcadero para ubicarme detrás de él y abrazarle, mientras apoyaba mi cabeza en su hombro suave.
- ¿Qué haces, oppa? - Susurró-. Es vergonzoso.
- Nadie nos está viendo.
Se le escapó una risita adorable que se extinguió cuando mis labios se aproximaron a su cuello. Le noté tenso, pero no se opuso a que mi boca chupara su piel con una parsimonia desesperante (al menos para mi) ni cuando mi lengua fue
dejando un rastro de saliva hasta su oreja, en donde terminó el recorrido.
- Sé que no estás muy seguro acerca de esto…- Mis dedos no dudaron en deshacer el lazo de la cintura de su bañador-. Pero realmente necesito hacerlo.
Un calor repentino entró en mi cuerpo, empezando por las manos, y me detuve inmediatamente. ¿No estaba de acuerdo?
- Oppa… - Su voz temblorosa no consiguió hacerme sentir culpable, y no sé por qué. Imagino que estaba demasiado decidido a continuar.
- Te prometo que no te haré daño.- Hundí mi nariz en su peli-. Déjame hacerte el amor, Taeminie.
El calor se expandió por mis pulmones, haciendo que casi fuera imposible respirar, mientras él se giraba para encararme.
- Oppa, no es eso lo que me preocupa.- Sus mejillas encendidas brillaban casi tanto como su pelo.
- ¿Es porque es tu primera vez?
Negó, agachando la cabeza.
- No quiero lastimarte.
168
Me pareció tan absurdo que él pensara que podría hacerlo, y no al revés, que sólo le quité importancia.
- Sólo relájate y verás que no hay nada que temer.
Pero un calor ardiente continuaba emanando de su cuerpo, y aumentó cuando me deshice de su bañador, sin que él moviera un sólo músculo.
- Esto va a peor…
- No va a pasar nada…
Le acaricié el cabello despacio, y no dudé en quitarme la ropa yo también. Realmente estaba demasiado cegado por el deseo y no era capaz de ver las señales de advertencia.
Le abracé por la cintura y le acerqué más a mi cuerpo. Sus piernas flotaban bajo el agua y con una de mis manos las coloqué alrededor de mi. Apreté su trasero con ganas cuando se colgó de mi cuello e inicié un beso profundo mientras sus
piernas temblorosas acariciaban mi piel. Me sentía en la gloria.
- Acércate un poco más.- Le atraje todavía más, empezando a notar cierta rigidez en su cuerpo, con la que era evidente que se sentía incómodo.
- Vamos a tener problemas si…- No pudo terminar de hablar porque mis manos estaban acariciando sus nalgas desnudas intentando memorizar el camino y eso le desarmaba.
- Todo irá bien.- Intenté tranquilizarle, aunque sabía que no estaba funcionando.
- Oppa.
- Sólo un poco.- Aún no entendía cómo había conseguido que se desprendiera de su bañador, cómo había llegado tan lejos en tan poco tiempo, pero no iba a desperdiciar esa oportunidad.
Asintió, con las mejillas cada vez más enrojecidas, no sé si por el sol, el calor o el momento, pero no pensé demasiado en ello. Simplemente dirigí mi miembro a su entrada intentando no ser demasiado brusco porque realmente contenerme de
no cometer una aberración estaba siendo muy duro.
- Auch.
Protestó en mi oído cuando hice la primera (y única) intromisión.
- No te muevas. Sólo meteré la punta.- Intentaba convencerme a mi mismo de que no iba a seguir adelante-. Tengo que… dios… tengo que hacerlo… o me volveré loco…
Reconozco que no estaba siendo en absoluto delicado, pero no fui capaz. Tan sólo introduciendo una pequeñísima parte de mi, y sentía que iba a explotar en cualquier momento. No podía moverme, entrar más profundamente, o al menos
intentar una pequeña embestida. Sólo me quedé quieto, explorando ese interior tan apretado y ardiente que me estaba quitando la respiración.
- Oppa, esto no es bueno.
Quizá intentó avisarme pero no entendí sus palabras en ese momento, porque sólo podía pensar en la sensación deliciosa y abrasadora de su energía fluyendo a través de mi cuerpo.
- Quédate… quieto…
Sus brazos me apretaron más y soltó un gemido extraño, lo que provocó que le mirara y me quedara absorto en sus ojos, que se habían iluminado de una forma inusual. Estaban completamente azules, pero había fuego en ellos. Un fuego que
parecía que no iba a poder ser aplacado con facilidad.
- Te dije que no era bueno.
Un latigazo de dolor me recorrió, extrangulando mi erección en su interior, y pude sentir perfectamente que empezaba a quemarme por dentro. Y aún así no fui capaz ni de pestañear porque la sensación era demasiado narcótica.
- ¿Todo esto... lo haces tú? - Gemí en respuesta, intentando ordenar las palabras en mi cabeza, pero sintiéndome desfallecer poco a poco entre sus brazos.
- Lo siento, Minho...
Fue como una electrocución.
169
La expresión de felicidad suprema en mi rostro apenas duró unas horas, lo que tardaron en llegar a la granja los cotilleos sobre lo que había pasado en la boda de Jaejoong y Yunho. Bueno, tampoco podía ocultar el enorme ramo de flores con
el que aparecí esa noche, y que fue el centro de todas las miradas, al igual que lo había sido anteriormente durante la celebración.
- ¿Y eso? - Preguntó Minho, con un gesto burlón.
- Me lo dio el novio.- Me encogí de hombros, observando detalladamente cada una de las flores.
- Oh…. vaya… ¿significa eso que tú serás el próximo?
Volví a encoger los hombros, algo inseguro al respecto, ya que en realidad Jonghyun y yo no habíamos hablado de ese tema en profundidad, y no creía que él se lo tomara tan en serio como todos pensaban.
- Me parece que tenéis muchos pajaritos en la cabeza vosotros dos.- La abuela me miró de arriba a abajo. Realmente mi aspecto era bastante desaliñado; la corbata desatada, la camisa medio abierta y la chaqueta en la mano-. ¿Has bebido?
- Sólo un poco.
- ¿Has conducido?
- No, Jjong me ha traído.- Puso una expresión de molestia y la detuve antes de que dijera nada-. Él no bebió nada de alcohol en todo el día.
- Al menos por una vez tenéis algo de sentido común. Vete a la cama, es tarde.- Señaló a Minho con un dedo-. Y tú también, ¿qué andabas haciendo allá fuera hasta tan tarde?
- Ejercicio.- Contestó rápidamente. Era una suerte que la abuela no estuviera familiarizada con las mentiras de mi primo, porque esa noche, al menos, se salvó.
Ya quedaba poco tiempo para que las clases empezaran y Yunho me había dejado al cargo de la tienda mientras duraba su luna de miel con Jaejoong. Se habían ido un mes a Australia y yo me tuve que ocupar de los pedidos, de pelearme
con los proveedores cuando se retrasaban en las entregas de mercancía, y de aguantar a todas esas viejas cotillas que venían a pasar la tarde con sus amigas igualmente cotillas. Alguna de ellas, me gustaría haber sabido cuál, fue la que
llevó el chisme a la granja sobre el “espectáculo vergonzoso” que Jonghyun y yo habíamos dado en la boda de Kim Jaejoong. Sabía que pasaría, pero en mi ingenuidad, pensé que sería capaz de detenerlo antes de que se convirtiera en,
directamente, un coito post-ceremonia nupcial en mitad de la pista de baile.
Desde el día en que aparecí con aquellos chupetones en el cuello, Jonghyun se había acostumbrado a dejarme en la puerta de la valla de la granja, ya no se atrevía a aparcar delante del porche, como siempre había hecho, por expresa
petición mía. El ambiente estaba caldeado, y aunque a mi me dolía, ya que él siempre había formado parte de la familia, decidí que era mejor no provocar la ira de mis abuelos.
- Mañana te recogeré a las 7.
Habíamos planeado pasar el día entero juntos. Era domingo, y el lunes él y Minho volverían a Seúl para formalizar las matrículas del nuevo curso. Otra vez separados.
- Prepararé cosas ricas.
- No lo dudo.
Al día siguiente, tal y como habíamos acordado, salimos temprano y Jonghyun me enseñó un precioso parque natural lleno de animales, con un bonito merendero, en el que muchas familias habían ido a pasar el día. El ambiente era tranquilo
y agradable, y era genial no tener que preocuparnos porque alguien del pueblo nos viera, ya que habíamos conducido dos horas sólo para tener un poco de intimidad lejos de los cuchicheos de las ancianas aburridas. Fue como tener una cita,
algo a lo que no estábamos acostumbrados.
Después de comer hicimos un poco de senderismo por uno de los itinerarios para principiantes, porque como yo suelo estar bastante desentrenado en deportes y el calor me afecta demasiado, no quise arriesgarme a sufrir y tener que
pasarme después una semana apenas sin poder moverme.
Decidimos no demorar demasiado el regreso porque al día siguiente yo les llevaría a él y a Minho al aeropuerto muy temprano.
No sabía que no estaba preparado para la despedida hasta que apagó el motor, delante de la valla de la granja, y soltó un suspiro. Aún no había abierto la boca cuando mis lágrimas ya estaban resbalando por mis mejillas como locas.
- Qué idiota soy…- Me reí, intentando que los mocos no las acompañaran.
- Mi Bummie bonito.- Me dio un beso en la cabeza y me apretó las mejillas con dulzura-. En Navidad vendrás a verme, y hablaremos cada día por teléfono.
- Y tendremos cibersexo.- Intenté quitarle drama al momento, pero no surtió efecto porque seguía llorando, y lo peor es que empezaba a contagiar a Jonghyun.
- Ten paciencia, cariño.- Me abrazó con mucha fuerza, casi con desesperación-. Ya falta menos para que podamos estar juntos definitivamente.
Él era, desde luego, bastante más optimista que yo.
- Espero que seas bueno en Seúl.- Murmuré, mirando a mis rodillas.
- ¿Todos los años voy a tener que soportar esto? ¿En serio? ¿Cuándo te he engañado?
- Sólo lo menciono por si acaso.
- Mi tontito…
Me dio un beso en el cuello y no pude evitar estremecerme con el contacto. Pero pensar que no volvería a sentir sus labios en meses no me dejaba disfrutar del momento.
- ¿Vais a estar toda la noche montando escenitas aquí? - El abuelo tampoco.
- Oh… - Nos separamos inmediatamente y Jonghyun se bajó del coche, haciendo una sucesión de reverencias rápidas que no entendí muy bien a qué venían-. Abuelo, disculpa. Sólo nos despedíamos.
- Ya lo he visto, ya.- Coco meneaba el rabo a su lado, impaciente porque le metieran en casa-. Anda, acompáñanos a cenar esta noche.
Ambos abrimos los ojos estupefactos. Después de semanas, estaba siendo invitado a la granja, eso era demasiado extraño, y a mi al menos me produjo un poco de miedo.
- Jjong madruga mañana.- Le excusé.
- No es tan tarde. Vamos.
No dijo nada más y nosotros no pusimos ni una sola excusa. Caminamos detrás de él y disfrutamos de la comida más silenciosa que jamás había presenciado, interrumpida a veces por mi primo, que intentaba aligerar el ambiente, cosa que
no logró.
Cuando ya habíamos terminado de cenar y Jonghyun de alabar la comida de la abuela, llegó el tradicional momento de sentarse en el porche a esperar que anocheciera. Las conversaciones que años atrás nos mantenían despiertos hasta la
madrugada eran ahora sustituidas por un silencio incómodo, que nadie se atrevía a romper. Jonghyun y yo, sentados uno a cada lado de la escalera del porche, nos dirigíamos miradas de incomprensión. Estábamos esperando el sermón del
siglo, y por lo que fuera, éste no llegaba.
- Me voy a dormir.- Minho se levantó de su silla, aburrido, y me puso una mano en el hombro-. Mañana a las 5, no te duermas.
- No lo haré.
- Vale.- Dio media vuelta y entró en casa-. Buenas noches.
Respondimos al unísono antes de que el silencio volviera a ser el protagonista. No sabía qué era lo que se suponía que debíamos hacer y ya estaba empezando a sufrir de verdad, cuando el abuelo carraspeó.
170
- Bueno, Jonghyun. El verano ha terminado por fin.
Mis rodillas temblaron.
- Sí.- Le miró, algo dubitativo-. Ha pasado rápido.
- He estado esperando pacientemente a que tomaras una decisión al respecto, pero no veo ningún avance en ese sentido.
No, mierda, no podía ser lo que yo estaba pensando.
- ¿Perdón?
- Te di de plazo hasta el final del verano. Y todo sigue igual.
- ¿Cómo?
En ese momento quería cavar un hoyo en medio del jardín y enterrarme vivo.
- Le dije a Kibum…
- ¡Él no sabe nada!, ¿vale? - Me levanté, de golpe, asustándolos-. ¡No le dije nada! Me parecía tan absurdo presionarle con algo así que no se lo dije. ¡Lo siento! Él no ha sido quien os ha decepcionado, sino yo.
Jonghyun me miraba todo el rato como si estuviera viendo una aparición.
- ¿De qué estáis hablando?
- ¡De una estupidez!
- Kibum dijo que tenías intención de casarte con él. Pero a día de hoy no he visto en ti ni la más mínima señal de que ese sea tu deseo.
Jonghyun se quedó en blanco. No era capaz ni de respirar, podía escucharle tragar saliva desde donde estaba.
Suspiré, agobiado, porque no me parecía justo que le recriminaran algo que desconocía totalmente. Por mi culpa.
- Abuelo, por favor, basta, la culpa es mía, yo fui quien…
- En realidad…- Jonghyun también se puso en pie y se situó a mi lado, cogiéndome la mano-. Sí es verdad que quiero casarme con Kibum.
La abuela, que recién salía de la cocina (o mejor dicho, salió expresamente al escuchar aquella frase), se sentó al lado del abuelo a escuchar lo que Jonghyun tenía que decir.
- Jjong no hace falta…
- Sí que hace falta. De hecho…- Metió su mano en el bolsillo de su chaqueta, que reposaba en las escaleras, y sacó de su interior una pequeña cajita negra. La abuela dejó escapar un pequeño jadeo de sorpresa, pero yo aún no había
reaccionado-. Como mañana vuelvo a Seúl, me pareció que antes de irme tenía que hacer una cosa. A decir verdad, es una cosa que debía haber hecho hace mucho tiempo pero no sabía muy bien cómo afrontarlo.- Dio un pequeño tirón a mi
mano para que le mirara, pues aún continuaba en shock-. Bummie, el otro día en la boda de Jaejoong me di cuenta de que yo también quería todo eso. No hablo de las flores, ni de la barra libre…- Nos reímos-. Hablo del compromiso. Quiero
comprometerme contigo. Porque eres lo único que sé a ciencia cierta que quiero en el mundo.
Mi boca se movía sin emitir ningún sonido. No ayudó el hecho de que abriera la cajita y me mostrara su contenido : un precioso anillo de oro blanco con unas pequeñas incrustaciones brillantes.
- Entonces, ¿esto va en serio? - Preguntó el abuelo, aún con su voz grave, sin aparente emoción.
Jonghyun subió las escaleras del porche y se arrodilló delante de mis abuelos, llegando con su frente al suelo, y suplicó :
- Por favor, dejad que Kibum se case conmigo. Prometo que le haré el hombre más feliz del mundo. Le cuidaré y le protegeré para siempre. No tendréis que preocuparos por nada porque tomaré toda la responsabilidad por él.
- Jjong…
Él se volvió a mirarme, por fin había hablado después de tanto tiempo mudo.
- ¿Te casarás conmigo, Bummie?
La cabeza de Minho apareció por la puerta, levantando las cejas en un gesto divertido, a la espera de mi respuesta.
- Cla… claro que sí.- Miré al suelo totalmente abochornado, mientras Jonghyun olvidaba sus impolutos modales y corría hacia mi, para abrazarme y colocarme el anillo en el dedo. Minho también se unió al abrazo y se pusieron a saltar de
emoción a mi lado.
- Si es así…- El abuelo se levantó de su silla y se acercó a nosotros a paso lento, aumentando la tensión por momentos-... Si vas a casarte con mi nieto, vas a tener que cumplir una serie de condiciones.
- ¿Condiciones? - Pregunté, horrorizado.
- En primer lugar : no más escapaditas como la del otro día. Kibum tiene una reputación que mantener y no pasará ni una sola noche más fuera de casa.- Bufé, hastiado-. En segundo lugar : ni siquiera pienses que viviréis juntos antes del
matrimonio. Que no sé qué clase de matrimonio será, ya que el señor no permite… - Se interrumpió a si mismo-. En fin, que cada uno en su casa.
- Y Dios en la de todos.- Bromeé, llevándome una mirada de reproche suya.
- Y en tercer lugar : espero que públicamente os comportéis como es debido, y no tenga que volver a escuchar comentarios sobre vosotros dos
Me quería morir. De verdad que quería.
- No volveremos a hacerlo.- Jonghyun bajó la cabeza, sumiso-. Supongo que nos dejamos llevar porque era la boda de mi primo y estábamos muy felices por él…
- ¡No hicimos nada malo! - Protesté-. Son esas viejas amargadas sin vida propia.
- Kibum, basta.- Me sermoneó la abuela, también acercándose-. El decoro es el decoro. Y debísteis comportaros correctamente ese día. Y no avergonzarnos de esa manera.
- Lo siento.- Susurré, algo triste porque no podía entender cómo aquel día habíamos podido hacer algo malo cuando nos sentíamos tan bien.
- Esta noche puedes dormir en su casa.- Finalizó el abuelo. Todos le miramos asombrados, yo incluso pensé que se estaba riendo de nosotros-. Será la última vez antes del matrimonio que lo permita, y sólo porque mañana Jonghyun vuelve a
la ciudad. Espero que os paséis la noche hablando sobre la ceremonia y mañana por la mañana me confirméis la fecha para que empecemos a prepararlo todo.
¿Qué? ¿Ahora el abuelo era un experto en planear bodas?
- Vale.- A Jonghyun le pareció una idea estupenda porque en ese momento ya no estaba pensando con la cabeza.
- Y mañana hablarás con tu madre de esto.- Me señaló.
¿Mi madre? ¿Tenía que pedirle permiso a mi madre, la que no se interesaba por mi vida desde hacía meses?
- Lo haremos, lo prometo.- Se apresuró Jonghyun-. Gracias por aceptarlo. Vuestra bendición significa mucho para nosotros-. Inmediatamente le abrazó, después abrazó a la abuela, y dio un paso atrás con humildad-. Gracias, abuelos.
Tiré de él para irnos de allí cuanto antes. Nunca había pasado tanta vergüenza en mi vida.
Llegamos deprisa a la casa de Jonghyun, y no tardamos en llegar a la habitación. Ya tenía mejor pinta, puesto que había comprado una enorme cama con cabecero de forja y un par de mesitas bastante decentes.
- Esto me gusta.- Acaricié la forja fría, admirando el acabado de alta calidad-. Le da un aire rústico a la habitación.
- Si te digo la verdad…- Me rodeó por la cintura-... Lo compré porque pensé que atarte a él sería divertido.
- Imbécil.- Me removí en sus brazos de forma traviesa, ya que no tenía intenciones de separarme de él-. Me gusta esto.- Levanté mi mano derecha, mirando el anillo con detenimiento.
- ¿No vas a cambiarlo? ¿En serio te gusta?
- Claro que me gusta, es precioso. No entiendo cuándo empezaste a tener buen gusto.
171
- Me alegro, entonces.
- Pero… debiste avisarme. Ahora no tengo ningún regalo para ti.
Sonrió con maldad.
- Puedes dármelo ahí mismo. - Dijo, fijando la vista en la cama.
- Estás enfermo.
- Soy un hombre necesitado que se va a pasar cuatro meses sin ver a su novio, ¡necesito llevarme un buen recuerdo!
Estallé en carcajadas justo antes de que me hiciera un placaje que no pude esquivar y me tirara en el colchón, con él encima. Nos besamos entre risas, despojándonos poco a poco de la ropa, eufóricos y ansiosos a la vez.
- ¿Sabes que lo que has hecho hoy es una locura? - Reí, mientras intentaba deshacerse de mis pantalones.
- ¿Sabes que gracias a eso estamos aquí ahora mismo? - Terminó de desnudarme y se sentó en mi cintura, orgulloso-. ¿O es que no te convence la idea del matrimonio?
Pues la verdad era que no es que no me convenciese la idea, es que me parecía irreal. Poco o nada relacionada conmigo, que no creía demasiado en ese tipo de convencionalismos.
- Yo quiero estar contigo.- Dije, incorporándome un poco y cogiendo su rostro con mis manos-. La forma es lo que menos me importa.
Le besé con renovado deseo y correspondió de la misma manera, moviéndose sobre mi y dejándome tumbado en el colchón. No íbamos a dormir esa noche. Íbamos a aprovechar el tiempo hasta el último segundo.
172
Todo había pasado bastante rápido. Estaba tan concentrado en todas las sensaciones que me envolvían y no era capaz de describir, que no pude reaccionar a tiempo cuando empecé a notar que las energías me fallaban. Un cosquilleo
electrizante entró en mi cuerpo de golpe y me paralizó, mientras lo único que era capaz de distinguir eran los ojos turquesas de Taemin. ¿Por qué tenían ese color?
- Lo siento, Minho…
Y todo se difuminó en cuestión de segundos. Podía escuchar su respiración agitada en mi oreja, y los latidos irrefrenables de su corazón, en cambio los míos se ralentizaban, relajados, porque mi cuerpo me estaba abandonando, podía notarlo
a pesar de la confusión.
La hierba rasposa y el sol quemando mi piel me devolvieron a mis sentidos cuando ya debía de llevar un buen rato fuera del agua, aunque no supe cómo había salido de allí. Sólo que Taemin me miraba con preocupación, y los ojos bañados
en lágrimas.
- Tae…- Intenté acercar una mano a su rostro compungido, pero se alejó rápidamente.
- ¡No me toques!
Su cara estaba enrojecida, brillante y sudorosa, y ni siquiera me parecía tan extraño. Le observaba con una sonrisa estúpida, porque lo que acababa de experimentar había sido demasiado increíble como para captar su enfado, o su temor en
ese momento.
- Ven aquí.
Negó con la cabeza y se levantó de mi lado. Fue cuando caí en la cuenta de que estaba completamente desnudo y sentí un poco de vergüenza, siendo atacado por un repentino ataque de risa, apurado en cubrirme con las manos.
- Creo que hemos perdido tu bañador.- Dijo Taemin, con los ojos fijos en el lago.
¿Y por qué el suyo seguía en su cuerpo? Podía recordar perfectamente cómo se lo había quitado.
- Tendrás que buscarlo mejor, entonces.- Bromeé, echando un vistazo a nuestro alrededor para intentar asegurarme de que nadie más que nosotros estaba presenciando aquello.
- No sé dónde está, oppa.
- Lo encontraré.
Después de todo, era más digno estar desnudo sumergido en el agua que a plena luz del sol. Tardé un poco en descubrir que mi bañador estaba secándose sobre la madera del embarcadero. Suspiré, aliviado de que no hubiera desaparecido
completamente, o no sabría cómo habría regresado a casa, y fui a recuperarlo.
Mientras me lo ponía de nuevo, no podía borrar la sonrisa de mi cara, estaba absolutamente extasiado, y apenas había comenzado a hacer nada. En mi cerebro se revolvía la idea de lo que sucedería si continuaba sólo un poco más, una idea
que me tenía totalmente absorbido.
- ¡No podemos hacer esto! - Chilló Taemin, desde la orilla-. ¡Es malo!
No era capaz de tomarme en serio absolutamente nada. Así que me reí.
- No es malo, Taeminie, es muy bueno.
Dio un paso hacia atrás cuando vio que estaba por salir del agua.
- Te acabaré lastimando y eso no puede pasar.
- Sé que nunca me harías daño, o sea que eso no me preocupa para nada.
Avancé hacia él, que continuaba retrocediendo.
- No te acerques más, por favor, Minho.
Ladeé mi cabeza, concentrado en sus ojos asustados, y en la forma en la que se dirigía a mi.
- ¿Ya no soy “oppa”?
- ¡Por favor, no vuelvas a tocarme!
Aquello sí que me descolocó. ¿Es que a él no le había gustado tanto como a mi? Vale, admitía que estar a punto de perder la consciencia no era mi idea de una relación sexual satisfactoria, pero exceptuando aquel pequeño incidente, no
podía esperar para seguir adelante y experimentar nuevas sensaciones con él.
- ¿No te ha gustado?
- ¿¡No lo entiendes!? - Se apartó más del lago cuando por fin estuve fuera del agua y me detuve porque temía que fuera a salir corriendo en cualquier momento-. ¡Si seguimos adelante, acabaré matándote!
Y huyó. Mis neuronas no terminaban de procesar sus palabras cuando ya estaba solo en el lago, y una brisa de aire caliente bochornosa me golpeó el cuerpo. No había que ser un genio para saber que eso lo había provocado él, ya era capaz
de detectar sus efectos sobre mi con mucha facilidad.
Y ni siquiera en ese momento pensé que Taemin fuera capaz de hacerme nada malo. Sabía que no podía controlar todas sus emociones, y todo aquello era demasiado nuevo para él. Quizá necesitara un poco más de tiempo para… adaptarse.
Lo que no se me ocurrió era que eso provocaría que el verano llegara a su fin sin que pudiera ponerle un sólo dedo más encima. Creía que me daría al menos un buen recuerdo de despedida la última noche pero no fue así. Vimos películas
hasta tarde en el sofá y cuando traté de acercarme un poco, simplemente se levantó.
- No vas a huir eternamente de mi, ¿verdad?
- Necesito tiempo.- Contestó, con frialdad, mirando al suelo-. Tengo que… acostumbrarme a… estas… sensaciones… O no podré controlarme. Y no quiero hacerte daño.
Era real. Eso era tan fuerte y poderoso en su interior que no quería liberarlo porque podría acabar mal para mi. Pero no podía conformarme y aceptar que aquello era todo lo que iba a obtener de él durante muchos, muchos meses.
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- ¿Al menos puedo darte un beso?
Me miró con ojos traviesos.
- Tú no quieres darme un beso.
- ¿Cómo dices?
- ¿Por qué siempre se te olvida que puedo leerte la mente?
Me rasqué la cabeza, algo abochornado por haber sido tan evidente ahí.
- Da igual lo que piense. Pienso muchas cosas. Algunas son tan aberrantes que si las vieras, probablemente no me dejarías volver a entrar en tu casa.
- Las he visto.
Vaya. Y aún así estaba allí.
- ¿Y no te asustan?
- Me asusta que las pongas en práctica. Porque no sé cómo mi cuerpo reaccionará a ellas.
Sus manos temblaban y sus mejillas rosas me resultaban adorables.
- Te prometo que nunca voy a volver a hacer nada que no quieras hacer tú, ¿vale? - Le cogí una de las manos, intentando calmarle-. Te dejaré tiempo para que tu cuerpo se prepare y puedas controlarlo.
- Es que yo sí que quería.- Apartó la mirada de mi, mordiéndose el labio, avergonzado.
- ¿Cómo?
- Por eso perdí el control. Porque quiero hacer cosas. Mucho.
Aquel puchero enternecedor unido a su confesión me atravesó el corazón en un segundo. Dejé de sentirme como un pederasta y le abracé con cuidado, intentando que dejara de temblar.
- Yo también quiero mucho, y me alegro de que ambos pensemos igual. Pero, ¿sabes qué? No hay por qué apresurarse tanto. Tenemos todo el tiempo del mundo.
Enroscó sus brazos en mi cuello y fue él quien inició aquel último beso apasionado y demandante. Podría haberle tirado en el sofá en ese mismo instante y atragantarme con mis últimas palabras, pero me contuve y simplemente me dejé llevar
por ese beso, que me estaba entregando mucho más de lo que parecía.
Apenas unas horas después, ya en el avión de vuelta a Seúl, sólo podía abofetearme mentalmente por haber sido tan estúpido como para dejar pasar una oportunidad como aquella. Iba a pasar prácticamente un año sin verle y ni siquiera
había conseguido nada más que un buen beso y… una electrocución.
- ¡Eh! - Jonghyun puso una mano en mi pierna para calmar la pataleta que estaba teniendo, destrozando la alfombrilla del avión-. ¿Quieres parar?
- ¡Es que soy muy estúpido, Jjong, mucho!
Me ofreció un trago de su copa y me lo bebí de golpe, necesitaba calmarme.
- ¿Se puede saber qué ha pasado?
Tomé aire, porque realmente no me apetecía contarle a mi mejor amigo que había intentando tener sexo con mi novio y éste había intentado asesinarme.
- Espera, ¡él no es mi novio!
- ¿Cómo dices?
¿O sí lo era? Le había dicho que sí, ¿no? Lo éramos, después de todo.
- Jjong, creo que la he cagado.
- Lo suponía por tu ataque de histeria.- Pidió un par de copas más a la azafata y nos recostamos un poco en nuestros asientos-. ¿Qué has hecho?
- Intenté forzar a Taemin. Creo.
- ¿Qué?
- O sea… no es que él no quisiera, pero… no así, como lo estaba haciendo…
- Minho, por Dios, ¿qué has hecho?
- En verdad casi nada, pero lo suficiente como para descubrir algo.
- ¿El qué?
- Que no voy a poder tener sexo con Taemin hasta que él no sea capaz de controlar su cuerpo.
- ¿Qué quieres decir?
- Me electrocutó en el lago.
Escupió su bebida contra el asiento delantero y tuvo un ataque de tos que intenté calmar, dándole golpecitos en la espalda.
- ¿En serio has dicho lo que creo que has dicho?
- Fue un accidente.
- ¿¡Un accidente!? ¿¡Estás loco!? ¡Pudo haberte matado!
- La culpa fue mía, Jjong, porque intenté avanzar demasiado deprisa.
- Minho, - me agarró por los hombros, mirándome seriamente- todos queremos a Taemin, es nuestra mascota desde pequeños, pero no puedes pretender tener una relación normal con alguien como él. ¿Cómo crees que va a acabar eso?
No lo sabía. Y no se podía decir que estuviera asustado tampoco. No quería un novio. Menos aún, un novio a distancia. Pero la idea de no volver a tenerle entre mis brazos me asfixiaba todavía más que mi pánico al compromiso.
- No sé lo que quiero.
Quizá no era un mal momento para volver a casa. Intentar olvidar aquel verano, aquellas sensaciones nuevas, y aquel creciente deseo, y reencontrarme con la vida real. Lejos de Boseong, todo parecía siempre mucho más de verdad.
- Dijiste que te gustaba, ¿ya no es así?
No, no era así.
Le quería. Le deseaba. Me sentía capaz de luchar contra lo que fuera con tal de conseguir hacerle mío. Pero no podía permitir que ese sentimiento egoísta dominara mi cuerpo y mi mente.
- Creo que me he comportado como un cerdo. Y si me odia, no podría reprochárselo.
- No creo que te odie, él te adora desde que era un crío.
Me había adorado tanto que se había empeñado en creer que yo era una buena persona. Y nada más lejos de la realidad. Yo sólo era un post- adolescente cargado de hormonas que no le dejaban distinguir con claridad entre un deseo de
posesión carnal y algo a lo que el cursi de mi primo solía llamar AMOR.
Necesitaba pensar con coherencia, centrarme en mi carrera, alejar de mi mente todas aquellas fantasías sobre el descubrimiento de un placer más allá de lo tangible.
174
Necesitaba hacer a un lado todo lo referente al niño de los Lee.
175
El segundo curso (y el último para nosotros en la Escuela de Diseño) se presentaba como una versión aún más estresante y agotadora que el primero, por lo que desde el primer día supimos que no lo íbamos a tener nada fácil. Iba a ser
extremadamente duro.
- Pero, ¿qué se han creído? ¿Que no tenemos vida o qué? - Se quejaba Hyuna, como siempre, la portavoz de nuestros pensamientos.
Ren le dio un codazo para que se callara porque justo por nuestro lado pasaba Kang Dongho, uno de nuestros profesores favoritos, además de su amor platónico.
- Buenos días, profesor Kang.- Canturreamos a la vez los dos, a lo que él correspondió con una sonrisa.
- ¿Puede ser que se haya puesto más cachas este verano? - Observó Hyuna, relamiéndose.
- No puede estar más cachas.
Ren era el único que no comentaba el panorama, demasiado absorto en los bíceps del profesor, asomando por su camiseta sin mangas.
- Tiene estilo, desde luego.- Comenté, también hipnotizado ante la visión.
Estuvimos tanto rato viéndole caminar parsimonioso por el pasillo que estuvimos a punto de llegar tarde a la primera clase. Por suerte, el timbre nos alertó y huimos despavoridos a nuestros sitios.
La última clase de la mañana estaba al cargo del profesor Nam, y como siempre era Proyectos de Diseño de Moda y el trabajo a realizar era anual, es decir, teníamos todo un año para diseñar una pieza. La sorpresa fue que el diseño elegido
por el profesor era nada menos que un vestido de novia.
- Pfff, qué aburrido.- Protestó Hyuna, una vez más.
- Qué típico. Los vestidos de novia son tan poco inspiradores…
- ¿Es un trabajo individual o grupal? - Preguntó Ren, sorprendiéndonos a todos al levantar efusivamente su mano.
- Es individual. Ya que de ello depende vuestra nota final. Tendréis que esforzaros mucho para conseguir el premio.
- ¿Hay un premio? - Hyuna ya no parecía tan disgustada.
- Es una sorpresa que sólo desvelaré a final de curso.
- Ohhh…- Exclamamos, intrigados.
Para cuando la clase terminó, ya estábamos todos dejando volar nuestra imaginación intentando rebuscar en nuestros cerebros la idea más original para conseguir el primer puesto en esa especie de concurso que el profesor Nam había
organizado.
- Kibum, ven un momento.- Me llamó justo cuando estaba a punto de salir, siguiendo a mis compañeros y me acerqué a su mesa-. ¿Qué piensas acerca del diseño? ¿Tienes alguna idea?
Por un momento creí que me estaba tendiendo una trampa.
- Ehm… en realidad todavía estoy un poco confuso al respecto, ¿un vestido de novia no es como demasiado? O sea… a mi me gustaría diseñar algo fabuloso que… al menos pudiera ponerme yo.
Debí de poner una expresión muy divertida porque se echó a reir inmediatamente, recostándose en su silla, y sin importarle nada que yo estuviera delante. ¿Se reía de mi?
- Me parece una buena observación.- Se limpió las lágrimas, cómicamente, y respiró profundamente, imagino que conteniendo un nuevo ataque de risa-. Quizá tu mente deba trabajar en esa dirección.
- ¿Cómo dices?
Corrigió su postura, apoyando sus brazos en la mesa, tal y como hacía durante las clases y me miró ya con un poco más de seriedad.
- Si los vestidos no son tu punto fuerte… haz algo diferente.
- Pero el proyecto es un vestido.
- Las normas están para romperlas.
¿Me estaba poniendo a prueba? Su forma de retarme me inquietaba.
- Si presento un proyecto diferente, me suspenderás.
- Depende de qué tan diferente sea tu proyecto.
Estaba en la cuerda floja y lo sabía. Si diseñaba el maldito vestido, me aburriría hasta el fin de los tiempos y acabaría haciendo algo que no me gustaría para nada; si en cambio decidía innovar… cabía la posibilidad de que traspasara la línea
y perdiera mi titulación.
- ¿Tengo alguna opción? - Soplé, algo desanimado.
El profesor se levantó de la silla y puso sus manos en mis hombros en un gesto demasiado afectuoso para la pobre relación que teníamos.
- Kibum, hablaba en serio cuando te dije aquello.- ¿A qué se refería? - Tu potencial es enorme, cualquiera es capaz de ver la pasión que pones en cada uno de tus diseños; por simple que sea el ejercicio, nunca me defraudas.- En ese punto
mi cara entera ardía de la vergüenza. Fue ahí cuando recordé sus palabras meses atrás, en aquella papelería en la que nos habíamos encontrado por casualidad-. Sé que harás un buen trabajo y voy a apoyarte sea lo que sea lo que hagas.
Eso me dio una confianza repentina.
- ¿Quiere eso decir que tengo más posibilidades de ganar el premio que el resto de mis compañeros?
Negó con la cabeza, retomando su expresión risueña.
- Quiere decir que tengo unas expectativas demasiado altas con respecto a ti y vas a tener que trabajar muy duro para poder cumplirlas.
Así fue como de la emoción inicial pasé a la desmotivación total en apenas unos minutos. Cuando les expliqué a mis amigos mi conversación con el profesor Nam, Ren simplemente me palmeó la espalda en muestra de apoyo. Pero Hyuna no
se calló, iba en contra de su religión o algo así.
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- Te está dando una clara ventaja al permitirte tantas licencias.
- ¿No has oído todo lo que acabo de contaros? ¿Qué ventaja se supone que voy a tener si está esperando a que le sorprenda? ¿¡Cómo le voy a sorprender con un vestido de novia!? ¡Como no sea negro!
Al ver sus ojos abrirse ante mis palabras, sentí que acababa de tirar a la basura la primera gran idea que tenía desde que nos habían encargado el proyecto.
- Rosa.- Dijo Ren, apuntando algo en su pequeña libreta. A continuación nos apuntó con su bolígrafo-. Que nadie me lo quite.
Su mirada gélida era demasiado aterradora como para llevarle la contraria.
La tarde fue bastante tranquila en el trabajo, así que estuve rebuscando en internet algunas imágenes de las últimas pasarelas de moda. No tardé demasiado en saturarme con tanto encaje y velos imposibles. Realmente odiaba ese concepto
virginal y recargado.
- ¿Debería estar extra-motivado con el tema de las bodas? - Miré mi anillo, quedando momentáneamente cegado por el brillo de las piedrecitas. ¿Serían diamantes? No creía que Jonghyun pudiera permitirse diamantes, pero tampoco me
importaba. Era un anillo hermoso, fuese lo que fuese.
- ¿Deberías? - Se entrometió Yunho, asomando la cabeza por encima de mi hombro-. ¿Estás cogiendo ideas para la boda?
Cerré rápidamente las ventanas de navegación, abochornado por haber sido descubierto haciendo aquello en horas de trabajo.
- Es para un trabajo de clase.
- Sí, claro.
- ¡En serio! El profesor quiere que como proyecto de final de curso diseñemos un vestido de novia. Pero realmente odio los vestidos de novia.
- ¿Y eso?
- No sé. Me parecen todos iguales.
- Pues yo estuve a punto de permitir a Jaejoong casarse vestido con uno.
- Estás de broma.
Sus carcajadas inundaron el local completamente. Era real.
- Por un momento pensamos en tener una boda tradicional y engañar al padre Kwon, pero sabíamos que tarde o temprano reconocería su nombre y se liaría. Pese a todo, reconozco que mi Jaejoong-ah está hermoso vestido de mujer.
Era mucho más de lo que quería saber.
- Habría sido muy épico, pero también os habríais tenido que marchar del pueblo.
- Cierto.
Cerré el portátil.
- Tengo tiempo para pensar en ello. Ya se me ocurrirá algo.
- Seguro que haces algo genial.- Me despeinó un poco-. En cuanto a tu boda… ¿ya sabéis cómo y cuándo lo vais a hacer?
- No hemos pensado mucho en ello. Aún falta bastante.
- Ah, ¿ya tenéis una fecha?
- Sí, será en dos años más.
Todavía me estremecía al recordar el momento en que, a las 5 de la madrugada, justo antes de partir camino del aeropuerto, el abuelo había insistido en que quería fijar el día lo antes posible, para quedarse tranquilo. Por suerte para mi,
Jonghyun lo tenía todo perfectamente planificado y todo el mundo pareció conforme con esperar ese tiempo.
- Nos dará tiempo a terminar las reformas. Creo que este mes podremos empezar con la cocina.
Entonces él había empezado a hablar en plural cuando mencionaba la casa de Jonghyun, y a llamarle cada día para preguntar si ya tenía encargado tal o cual material, y mi escaso tiempo libre entre el trabajo y los estudios se dedicaba
totalmente a elegir colores para el papel pintado que Jonghyun quería para nuestra habitación, los muebles del salón, el tipo de carpintería para los muebles de la cocina… Me sentía como una ama de casa sin tiempo para estar en su…
casa…
Esa era otra. Yo no podía considerar mía la casa de Jonghyun de ninguna de las maneras. No la había comprado yo, en realidad no había invertido ni un sólo won en ella, y tampoco había tomado la decisión de comprarla porque no tenía la
más mínima intención de abandonar la granja. Pero Jonghyun solía tomar ese tipo de decisiones por su cuenta. Como siempre.
- Supongo que es por las reformas.- Analizó Yunho, rompiendo el silencio que se había instalado incómodamente en la tienda.
- Es por su carrera. No se licenciará hasta dentro de dos años.
- Ah… Supongo que volverá a Boseong para ejercer de profesor aquí.
- Es su sueño.
- ¿Y el tuyo?
- ¿Eh?
- ¿Cuál es tu sueño? Imagino que ser un gran diseñador y conseguir que tus creaciones aparezcan en las grandes pasarelas de todo el mundo.
Realmente eso no entraba en la categoría de sueño para mi. Era ciencia ficción.
- No creo que esté tan capacitado.- Bajé la cabeza y me puse a doblar algunas camisetas para guardarlas en las estanterías-. Creo que me sentiré satisfecho si puedo diseñar ropa que a la gente le guste y después, no sé, venderla en tu
tienda.
Se cruzó de brazos, fijando su mirada en mis movimientos.
- No deberías soñar tan bajo. Creo que tienes mucho talento. Incluso tus profesores te lo dicen.
- Sólo el profesor Nam dice esas cosas. Ni un sólo profesor me ha animado a nada en toda mi vida. Siempre he sido un desastre en los estudios.
- Bueno… tal vez ese profesor ha visto en ti algo que los demás no pueden ver.
Me reí.
- Y tanto. Creo que quiere llevarme a la cama.
Su incredulidad momentánea fue sustituída por una sonrisa traviesa, deseosa de más información.
- ¿Cómo es eso de que quiere llevarte a la cama? ¿Te está acosando o algo así? ¿La cosa es seria?
Me encogí de hombros. Lo pensé un momento. ¿Era algo así de importante?
- No ha iniciado ningún movimiento. Creo. Pero me parece que tiene intenciones ocultas. O si no, no me adularía como lo hace. No creo que se trate de algún tipo de… admiración hacia mi potencial. Creo que quiere algo más.
- Entonces quizá deberías dejarle clara tu situación para evitar momentos incómodos para los dos.
- ¿Mi situación?
- Que estás comprometido.
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Lo dijo tan serio que no pude evitar reirme.
- No creo que sea necesario entrar en ese tipo de detalles con un profesor.
- Cuando parece que ese profesor está traspasando la línea, a lo mejor sí que lo es.
- No ha hecho nada. Sólo es amable conmigo. No puedo denunciarle por ser amable.- Bromeé.
- Mientras puedas controlarlo, está bien.
Claro que estaba bien. No había intentado violarme, maldita sea, sólo me había dicho que tenía altas expectativas con mi diseño. Yo también las tenía, al fin y al cabo.
- Él no necesita saber nada de mi vida.
- ¿Lo sabe Jonghyun?
- ¿El qué?
- Lo que piensas sobre las intenciones de tu profesor.
Por supuesto que Jonghyun no sabía nada. Le conocía perfectamente y sabía cómo se pondría si le explicaba algún mínimo detalle de alguien a quien ya había juzgado con anterioridad.
- Es un lobo con piel de cordero. No te fíes de él.
Habían sido sus palabras exactas después de su primer encuentro. Y él no era de los que cambian de opinión con facilidad.
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Podría haber presagiado que mi cerebro me fuera a jugar una mala pasada, pero no a ese nivel. Por algún motivo, la descarga eléctrica que Taemin me había producido en el lago había tenido más efectos secundarios de los que había
notado en un principio. No sólo me había quedado en shock, alucinado por la sensación, totalmente nueva para mi, sino que me había provocado unas intensas ganas de volver a experimentar algo como aquello. Era irracional, incluso
masoquista, ya que estaba prácticamente seguro de que no podía ser bueno para mi, pero necesitaba repetirlo. De hecho, la idea se había convertido en una especie de obsesión malsana de la que no podía huir. Por suerte, cuando el deseo
empezó a crecer en mi, muchas horas de insomnio después, ya estaba lo bastante lejos de él como para sentirme “a salvo” de morir electrocutado voluntariamente. ¿Qué me estaba pasando?
Las clases empezaron pronto y a la fuerza tuve que empezar a concentrarme en los trabajos, exámenes, y horarios imposibles. No tenía tiempo físico para pensar en nada más que en eso durante el día. Por las noches, mi mente también
trabajaba como una loca. Porque aunque probé distintas técnicas de relajación, no conseguí alejar esos pensamientos de mi ni una sola vez. Me sentía ansioso y desesperado, pero no podía cambiar mi situación. Sólo tratar de adaptarme a
ella lo mejor posible.
- ¿Tú te has mirado al espejo estos días? - Jonghyun estaba lleno de energía, bebiendo su batido proteínico durante la hora del almuerzo, mientras yo apenas había podido tragar un maldito café de la máquina de la cafetería de la facultad.
- Creo que estoy enfermo.
Sin dudarlo ni un segundo, alargó su mano hasta mi frente y negó con la cabeza, bastante seguro de sí mismo.
- No tienes fiebre. Algo te habrá sentado mal.
“Lee Taemin me ha sentado mal” no era una afirmación que podía hacer en voz alta.
- ¿Cómo puedes conservar toda esa energía? Pensaba que mi primo te dejaba exhausto.- Bromeé.
Me echó una miradita recelosa.
- ¿Estás celoso?
- ¿Yo? ¿De ti? ¡No me jodas!
- ¿Estás celoso de que yo pueda acostarme con mi novio sin que él intente matarme? ¿Es eso?
- No cantes victoria, Kibum no es una princesa, tampoco.
- Mira, en eso te voy a dar la razón.
Una risa apenas audible se escapó de mis labios antes de que sintiera una ardiente punzada en el estómago.
- ¡Mierda!
Me agarré la tripa con ambas manos, aquello había sido bastante doloroso. ¿Cabía la posibilidad de que tuviera algo grave?
- No te estás alimentando correctamente. Y el café laxante de la cafetería no ayuda. Come bien, Minho.
- No puedo comer nada. Me da asco todo.
Los ojos se Jonghyun se abrieron de la sorpresa, y soltó su batido en un gesto dramático sobre la mesa.
- No me irás a decir que estás embarazado.
Alguien jadeó al pasar por nuestro lado y observé a Sooyoung, aquella chica con la que había estado saliendo durante un tiempo en el primer curso en la universidad.
- Deja de decir gilipolleces.
Cuando se dio cuenta de que no había sido discreto en absoluto con su comentario, bajó el volumen.
- ¿Debería llevarte al hospital?
- No me pasa nada, haz el favor de no exagerar. Eres tan Key cuando haces eso…
- Es contagioso.
- Eso de salir juntos te va a pasar factura. No olvides mis palabras.- Le advertí, en tono muy serio, mientras él aguantaba la risa, mirando mi dedo índice levantado delante de su cara.
- Al menos no me provoca náuseas.- Un nuevo calambre abdominal me encogió en mi asiento-. Esta tarde vamos al médico y no vamos a discutir sobre esto.
Jonghyun era una especie de versión masculina del moñas de mi primo. No demasiado masculino, pero algo. Con él al menos sabía que no tenía posibilidades de discutir, porque en una pelea física, ambos podríamos salir seriamente heridos.
Contradecir a Jonghyun era como firmar una sentencia de muerte. Con Kibum al menos funcionaba el chantaje.
Después de las clases fui arrastrado al hospital y tuve que escuchar a un doctor maldecir acerca de la presión que sufríamos los estudiantes universitarios y la cantidad de problemas que la vida académica nos provocaba, entre otras cosas,
en nuestra vida privada. Él mismo se lamentó de lo poco que veía a su hijo mayor, que se pasaba las horas encerrado en la biblioteca del campus. Por mi mente pasó la idea de que quizá su hijo usaba esa excusa con su padre para ocultar
sus resacas tras las escandalosas fiestas a las que asistía. Y estuve a punto de reirme. Pero justo en ese momento estaba soltando su diagnóstico.
- Presentas un cuadro de estrés bastante importante. Si no cuidas un poco más tu alimentación, podría desencadenar en una úlcera. Ahora mismo tienes una inflamación bastante severa en el estómago, se llama gastritis. Te voy a dar una
dieta estricta para que sigas durante los próximos días y nos veremos dentro de una semana para evaluar tu condición.
Yo no me sentía en absoluto estresado. Inquieto, tal vez. Agobiado ante los meses de estudio que me quedaban por delante, por supuesto. Pero no era nada con lo que no hubiera tenido que lidiar antes. Estaba casi programado para eso.
- No estoy estresado. Sólo me duele aquí.- Me abracé el estómago con fuerza, justo en el momento en el que un nuevo calambre me atacaba.
El doctor se levantó de su silla e hizo un gesto a Jonghyun para que me ayudara a tumbarme en la camilla. Tras examinarme larga y meticulosamente, fue a buscar una jeringuilla.
- Esto te mantendrá relajado y podrás dormir esta noche.- Le miré, extrañado. ¿Cómo sabía que no dormía? - ¿Cuántas noches llevas sin dormir?
Mis ojos viajaron hasta Jonghyun, que ni siquiera intentó disimular que aquello le había sorprendido.
- Una o dos semanas.
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- Dios mío.
Acercó una pequeña linterna a mis ojos y los examinó cuidadosamente, provocando un dolor agudo en mis párpados al sujetarlos con tanta dedicación.
- ¿No duermes? - Preguntó Jonghyun, preocupado.
- No.
Pero a mi no me parecía tan extraordinario. Mi cuerpo estaba respondiendo de una forma extraña a un acontecimiento excepcional, casi cercano a la muerte. Era normal que sintiera que algunas cosas estuvieran… cambiando… ¿no?
- Me gustaría tenerle en vigilancia esta noche.
La preocupación del doctor inquietó a Jonghyun, yo sólo podía pensar en mi padre.
- No quiero que mi padre se entere de que estoy en el hospital. Se va a preocupar.
- Bueno, eres mayor de edad, no estoy obligado a informar a tu familia. Pero deberías tener a alguien contigo.
- Yo me quedaré.- Contestó rápidamente mi amigo.
- Lo que faltaba.- Bufé-. Los dos despiertos toda la puta noche.
La falta de descanso había hecho que mis modales prácticamente se extinguieran.
- Niño, tú esta noche vas a dormir como un angelito.- El doctor clavó la aguja en mi brazo antes siquiera de que me diera tiempo a ver que se acercaba a mi. Mis sentidos, definitivamente, estaban empezando a fallarme.
- Avisaré a Bummie.
Intenté advertirle que no asustara a mi primo inútilmente, que eso sólo complicaría aún más las cosas porque tendría que atender decenas de llamadas maternales por su parte, interrogándome sobre todos mis síntomas, ofreciéndome
remedios caseros y explicándome todos los casos de similares características de los que había oído hablar a lo largo de toda su vida. La reina del drama era lo que más se ajustaba a la realidad diaria de Kim Kibum.
Reconocí que haber ido al hospital ese día no había sido una mala idea, después de todo. Cuando me llevaron a la unidad de Observación ya estaba bastante mareado, tanto que Jonghyun tuvo que empujarme en una silla de ruedas porque
mis piernas ya no me respondían adecuadamente. Apenas me tumbé y los párpados ya pesaban como dos losas.
- Dile a Taeminie…
“Que le quiero”.
No sé por qué eso fue lo último que pensé antes de caer profundamente dormido. No hubo sueños raros ni pesadillas aquella noche. Todo eso era lo que me habría provocado un cierto recelo a dormir en los últimos días. Pero esa noche sólo
dormí, muy placenteramente, durante más horas de lo que acostumbraba.
Hasta bien llegado el mediodía no desperté. Jonghyun continuaba allí, leyendo con aburrimiento una revista mientras se restregaba los ojos. Podía apostar a que él sí que había estado despierto toda la noche. Levanté una mano con languidez
para que se diera cuenta de que ya estaba despierto, y él sonrió, acercándose a la cama.
- Pensaba que ibas a convertirte en la Bella Durmiente y que iba a tener que despertarte con un beso.
- Si me has estado haciendo guarradas mientras dormía, puedes despedirte de tu amiguito.
Señalé a su entrepierna y él dio un paso hacia atrás.
- Ayer hablé con Kibum. Le hice prometer que no te llamaría.
- Sabes que lo hará igualmente.
- Me lo prometió.
- Parece mentira que no le conozcas.
- También le hice prometer que no le diría nada a los abuelos.
- Eso lo veo todavía menos probable.
Me reí un poco y la máquina que tenía a mi lado emitió un pitido molesto.
- Controlan tu oxígeno con eso.- Me explicó Jonghyun-. Si te ríes, sonará.
- Oh…
Jonghyun se movió algo nervioso alrededor de mi cama.
- Esta mañana Bummie ha vuelto a llamarme.
- Necesitará informes cada media hora. Él es así.
- No fue por eso.
- ¿Entonces?
- Estuvimos hablando de la Navidad. De cuando venga a Seúl a pasar la Navidad conmigo.
- Cosas moñas.
- Hay algo más.
- ¿Qué más?
- Me dijo que, aunque todavía no sabe cómo lo va a hacer, piensa traer a Taemin con él.
Pensé que el efecto de las drogas suministradas por el buen doctor habían hecho estragos en mis oídos. La posibilidad de acortar distancias nuevamente con Taemin, antes de que mi cuerpo y mi mente estuvieran preparados para ello, me
estremeció. Tanto, que la máquina volvió a pitar y un dolor punzante se instaló, una vez más, en la boca de mi estómago. Quizá no conscientemente, pero estaba seguro de que el niño de los Lee me estaba matando.
180
Sabía que las cosas no iban a ser fáciles en la granja desde el momento en el que a Jonghyun se le había ocurrido esa absurda idea de casarnos. No era que no estuviera de acuerdo, y entendí que había sido una salida rápida para poder
estar juntos sin que los abuelos pusieran el grito en el cielo, pero seguía pensando que nos estábamos precipitando. Y a pesar de que ellos y Yunho estaban muy emocionados con la idea, mis amigos no lo recibieron de la misma manera.
- ¿No eres muy joven para casarte? - Sobre todo Hyuna, que era una fóbica de los compromisos-. Es decir, apenas estás despegando en la vida. Es como… no sé… frenar tu evolución natural.
- ¿Qué dices de evolución natural? La mayoría de la gente de este pueblo ya tiene un marido asignado antes de alcanzar la mayoría de edad.
- Por eso yo pienso largarme de aquí en cuanto el curso termine.- Sentenció, mirándose las uñas con arrogancia.
- ¿A dónde irás?
- A Londres.
Lo dijo como si tal cosa, pero la conocía lo suficiente como para anticipar lo que había detrás de ese plan.
- ¿Irás a ver a Amber?
Asintió y yo hice un ruidito histérico agitando las manos.
- Me gusta el anillo.- Ren sujetó mi mano derecha y se dedicó a estudiar la brillante joya-. Me gustaría que el profesor Kang me regalara uno así.
- Sabes que eso no va a ocurrir, ¿verdad? - Hyuna trató de bajarle de su nube.
Ren simplemente se encogió de hombros.
- Nunca se sabe.
Y sonrió.
Como era tan introvertido y a veces le costaba tanto expresarse adecuadamente en nuestro idioma, simplemente lo dejamos pasar. Pero su expresión de felicidad parecía ocultar más de lo que creíamos.
- Nunca creí que Jonghyun bateara en nuestra liga.- Comentó Hyuna, empezando a comer su almuerzo por fin.
- Él me enseñó a batear, después de todo.
- ¡Cerdo! - Me lanzó un trozo de servilleta de papel.
- Sólo lo he dicho porque parecías interesada en los detalles.
- Pues no lo estoy.
Reímos, despreocupados, y levanté de nuevo mi mano para observar con atención el anillo.
- De verdad que es bonito.
- Mucho.- Insistió Ren, imaginándolo en su dedo-. ¿Me lo puedo probar? - Mierda.
Me lo quité y dejé que se lo colocara cuidadosamente en su dedo anular. Aunque sus dedos eran algo más finos que los míos le quedaba bastante bien, y parecía realmente embelesado con su brillo.
- ¡Ya! Devuélvemelo.- Por un momento tuve miedo de que saliera corriendo con él.
Se agitó en su sitio, asustado, y se lo quitó inmediatamente.
- ¿No se supone que da mala suerte prestarle tu anillo de compromiso a otra persona? - Se inmiscuyó Hyuna, una vez más.
- Menuda tontería.
- “Si el anillo se va de tu dedo, esa persona también se irá”, ¿no es eso lo que dicen?
- No he oído nada igual en toda mi vida. Y de todos modos no tiene nada que ver con nosotros. Jonghyun y yo nos casaremos cuando él se licencie.
Mi mano alzada seguía luciendo el anillo con orgullo hasta que fue sujetada por otra.
- ¿Estás comprometido?
De todas las escenas vergonzosas que uno puede llegar a imaginarse a lo largo de su vida, nunca esperé que el profesor Nam hubiera estado escuchando nuestra animada conversación. Fui muy iluso, sí, porque ni siquiera habíamos puesto
demasiado cuidado en utilizar un volumen adecuado para la ocasión.
- S… sí…
Bajé la mano, soltándome de golpe, y ocultándola bajo la mesa.
- Vaya, felicidades.
- G… gracias.- Agaché la cabeza para evitar sus ojos escrutinadores.
- Nunca había tenido a un alumno casado en mi clase.
- Bueno… aún no estamos casados… sólo… comprometidos…
- Debe de ser muy emocionante.
¿Lo era?
- Estoy muy ilusionado.
- Qué bien. Espero que eso no te desconcentre de las clases. Es más, seguro que tu vestido de novia será más especial porque estarás pensando en el que usarás tú mismo.
La verdad era que no había considerado esa posibilidad hasta ese justo instante.
- No es que yo entienda mucho de trajes nupciales…
- Apuesto a que te volverás un experto en el tema.
- Yo no estoy tan seguro.
181
- Yo sí. De hecho, la semana que viene espero que empecéis a mostrarme vuestros primeros bocetos.
Abrimos nuestras bocas mudas al momento, pero eso no nos libró de sus intenciones. Realmente íbamos a tener que trabajar en serio en aquel proyecto, y no íbamos a poder dormirnos en el camino porque el profesor Nam se iba a encargar
de mantener la presión hasta el final.
Aquella tarde, Jaejoong se pasó por la tienda y le hablé del famoso diseño. Como era de esperar, en seguida se ofreció a ayudarme y empezó a bombardearme con cientos de ideas geniales que no sabía cómo acabaría poniendo en práctica.
Por increíble que pareciera, ya que yo era el que se iba a convertir en diseñador, él era capaz de visualizar cualquier cosa sólo con un par de detalles sueltos con mucha más facilidad que yo.
Antes de abandonar la tienda, me dio unos cuantos consejos sobre anticonceptivos, le dio un beso a su esposo y dejó completamente desordenada la caja que acabábamos de recibir con la mercancía de la colección de invierno.
- ¿Por qué ha dicho todo eso? - Tardé en reaccionar, pero lo hice.
Yunho se echó a reir.
- Supongo que ha visto a muchos de sus amigos quedarse embarazados muy jóvenes y no quiere que te pase lo mismo a ti.
- Ha sido… muy explícito.
- Bueno, lo ha hecho por tu bien, no se lo tengas muy en cuenta, no suele medir sus palabras con absolutamente nadie. Por supuesto, tú eres dueño de tu vida, y lo que te digan los demás, incluido él, no debería importante tanto.
Yunho siempre me había parecido un hombre coherente y sereno, así que seguí su consejo. Sin embargo, al salir de trabajar no pude evitar llamar a Jaejoong y pedirle que me trajera de Seúl unas cuantas cajas de aquello para quedarme
algo más tranquilo.
Lo que no esperaba era que la abuela fuera a entrar en mi habitación, semanas después, mientras yo me cambiaba de ropa, y vería aquella cosa pegada en mi brazo.
- ¿Qué tienes ahí? ¿Estás herido? - Ya dirigía sus manos hacia el plástico, cuando se las agarré para detenerla.
- Estoy bien, no te preocupes.
- Pero, ¿qué te ha pasado? ¿Ha sido en la tienda? Ya te he dicho que no te pagan tanto como para que te pongas a descargar camiones con el señor Jung.
- No me ha pasado nada, abuela, no es una herida. Es un parche anticonceptivo.
- ¿Un qué?
Creo que nunca me hice consciente de lo retrógrada que era la mente de mis abuelos hasta ese momento. Y eso que habíamos vivido ya bastantes momentos incómodos.
- Es por seguridad.
- Seguridad, ¿de qué? - Seguía sin entender nada.
- Pues… como las píldoras anticonceptivas, pero va pegado a la piel.
Terminé de vestirme y al sacar la cabeza por el cuello de la camiseta del pijama me topé con sus ojos acusadores.
- ¿Y por qué necesitas anticonceptivos? - No creía, por nada del mundo, que la abuela pudiera ser tan inocente acerca de eso-. ¿Estás teniendo relaciones?
Me dieron ganas de gritarle un enorme “¿TÚ QUE CREES?” y recordarle con explicaciones gráficas el día en que llegué a casa con todas aquellas marcas por mi cuerpo.
- ¿Lo estás preguntando porque no lo sabes o porque te niegas a asumirlo?
Vale, reconozco que fui demasiado directo ahí.
- ¡Cielo santo, Kibum! ¿De verdad aprecias tan poco tu vida? ¿Vas a seguir haciendo lo que te dé la gana todo el tiempo?
- No es como si fuera algo malo lo que hago, abuela.
- ¿No te preocupa lo que piense la gente del pueblo? - Hizo una pausa, analizó su propia pregunta, y continuó-. ¿Pero qué digo? Está claro que no. Dejó de preocuparte el día en que hiciste aquel espectáculo en la boda de Kim Jaejoong.
Y ahí iba de nuevo.
- Sólo me estoy cuidando. No estoy haciendo nada malo con esto. De hecho, estoy pensando en mi futuro.
Soltó un quejido y optó por dejarme solo. No me comprendía, no se esforzaba demasiado en hacerlo, pero al menos no me censuraba absolutamente todo lo que hacía. Supongo que en el fondo confiaba un poco en que sabía cuidarme bien.
La siguiente bofetada llegó cuando mi madre llamó, alarmada, porque el abuelo le había anticipado que yo tenía algo importante que hablar con ella. Me temblaron las piernas cuando me interrogó sobre el motivo.
- No es nada, mamá, sólo… unas intenciones que tengo de cara al futuro.
El abuelo me miraba, fumando con tranquilidad sentado junto a la chimenea, instándome a dar todas las explicaciones que creía que tenía que dar.
- Tu abuelo dijo que se trata de un asunto serio. ¿No estarás pensando en dejar los estudios otra vez?
- No, mamá, tranquila, estoy muy contento con las clases y este año conseguiré el título. Todo va bien, no te preocupes por eso.
- ¿Entonces?
Tragué saliva, alargando un poco el silencio al otro lado de la línea, pero no encontré una frase mejor.
- Kim Jonghyun me ha pedido matrimonio.
Una especie de quejido lastimero sonó en el auricular. Me propuse no decir nada más hasta que ella se recuperara del impacto, lo que tardó un poco en suceder.
- Y… ¿tú qué le has dicho?
- He aceptado, mamá.
Eso último le costó mucho más asimilarlo, y estuvo maldiciendo algunas cosas en voz endemoniadamente baja.
- ¿Cómo es que Kim Jonghyun de repente está interesado en ti?
- Bueno… no es que haya sido de repente, mamá.- Me obligaba a repetir constantemente “mamá” para que no se le olvidara el vínculo que nos unía y se pusiera a decir incongruencias-. Hace algún tiempo que estamos… juntos.
- ¿Cuánto tiempo?
- Alguno…
- Te he preguntado que cuánto tiempo, Kibum.
- Unos… dos años.- Al menos ahí había empezado a ser algo formal.
- ¿Me estás diciendo que llevas dos años saliendo con Jonghyun y me tengo que enterar ahora que te vas a casar con él?
- Fue apresurado para mi también, mamá. No tenía esas intenciones tampoco.
- Si no querías casarte, ¿para qué le dijiste que sí, entonces?
Buena pregunta. ¿Porque le quería? ¿Porque imaginarme la vida entera a su lado era fácil, ya que habíamos estado juntos lo que ya llevábamos vivido ambos?
182
- Me regaló un anillo.- Fue lo único que acerté a decir y en el momento en el que salió de mi boca, supe que me había equivocado al elegir mis palabras.
- O sea, que te vas a casar con él porque te ha regalado un anillo.
Lo estaba haciendo ver como una cosa totalmente extraña y alejada de nuestra realidad. Yo amaba a Jonghyun, estaba muy seguro de eso, y él estaba completamente enamorado de mi también. No había ninguna razón para no casarnos,
porque es lo que se espera en una situación como esa ¿no?
183
Después de haber pasado la noche en el hospital, me sentía mucho mejor. Los calambres abdominales y el dolor de cabeza habían remitido; por contra, la sedación me hacía sentir muy mareado y tuve que hacer auténticos esfuerzos para
que mi padre no notara nada raro en mi forma de actuar. Fingí tener una resaca horrible y él solamente me dio una palmadita en la espalda y me advirtió que no volviera a ser tan irresponsable bebiendo. Simplemente le prometí que le haría
caso y me fui a la cama.
Jonghyun vino a verme al día siguiente para asegurarse de que no me iba a morir, a la vez que se esforzó por intentar convencerme de que el hecho de que Lee Taemin viniera a Seúl a pasar las navidades con nosotros era una buena idea.
- En primer lugar, ¿cómo vamos a ocultarle a los abuelos eso? Se van a dar cuenta.
- Bummie ha dicho que Yunho se ha ofrecido a llevarles al aeropuerto, o sea que nadie más se va a enterar.
- ¿Y Onew está de acuerdo?
- Por lo que sé, estaba algo preocupado porque Taemin saliera del pueblo, pero al verle tan emocionado, se convenció de que era lo mejor para él.
- ¿Cómo va a ser lo mejor para él? Nunca ha estado fuera de Boseong, no conoce nada más allá de ese mundo salvaje en el que la única diversión a su alcance es subirse a los árboles.
- Precisamente. Es una buena oportunidad para que experimente algo más. ¿No crees?
Lo que no creía era que mi mejor amigo estuviera tan seguro de que aquello estaba bien.
- Puede ser peligroso. Para él y para todos nosotros. ¿Qué pasará si se pone nervioso en el avión? Kibum nunca ha vivido en primera persona las cosas que yo he vivido.
- Se conocen desde pequeños, no pasará nada.
- Cuando se pone nervioso, no puede controlarse. Hace cosas sin querer, y podría hacer daño a Kibum. ¡Dios, no me lo perdonaría si le pasara algo a mi primo por mi culpa!
Llegados a ese punto, Jonghyun me agarró por los hombros y trató de tranquilizarme, mirándome con una enorme sonrisa.
- No va a pasarles nada. Y pasaremos una romántica Navidad con nuestros novios.
- ¡Chtss! - Cerré la puerta, a pesar de que sabía que mi padre se concentraba tanto viendo el fútbol que no había terremoto capaz de hacerle apartar su atención de la televisión-. Y no somos novios.
- ¿Cómo que no?
- ¡Pues que no!
- Entonces, ¿qué sois?
Se supone que exactamente eso.
- Bueno… creo que es un punto complicado.
- Nada de complicado.- Se rió, tirándose sobre la cama con total comodidad-. Él está enamorado de ti prácticamente desde que existe.
No podía alejar de mi mente el recuerdo de un pequeño Taemin de 6 años agarrado de mi brazo y gritando “oppa, cásate conmigo” mientras yo intentaba despegarle con un matamoscas.
- Está obsesionado conmigo, querrás decir.
- Como sea, él ha visto una buena oportunidad contigo, por algo será.
- Supongo que su madre le leyó demasiados cuentos de princesas cuando era pequeño.
- Tampoco le hacías ascos la última vez que os vi.
Un súbito calor se apoderó de mis mejillas y ni siquiera tuve tiempo de reaccionar.
- ¡Qué dices! ¡Tú no has visto nada!
Su carcajada fue tan sonora que me sentí como un estúpido por haber caído en su trampa.
- Vale, reconozco que no he visto ninguna escena subidita de tono, aunque tus relatos me producen escalofríos.- Fingió estremecerse, retorciéndose como una serpiente sobre la cama-. Pero las miraditas que os echábais aquel día en la fiesta
de mi casa… lo decían todo.
- No sé de qué estás hablando, Jjong.
- Todo el mundo se dio cuenta de eso, Minho. Menos tú, que estabas tan embobado que no sabías ni lo que estaba pasando a tu alrededor.
Si hacía un ejercicio de memoria muy exhaustivo, realmente seguía siendo incapaz de encontrar nada extraño en mi comportamiento aquella noche. Sólo había estado bebiendo con unos cuantos amigos, que habían quedado reducidos a un
pequeño número cuando el niño de los Lee había aparecido en el lugar.
- No pasó nada raro esa noche. Sólo hablamos y nos integramos con el grupo.
Su sonrisilla no se quitaba de su rostro y me estaba enfureciendo por momentos. Si de algo estaba seguro, era de que Taemin y yo no éramos nada evidentes de cara a los demás. Ni siquiera nos sentábamos cerca el uno del otro. Yo,
básicamente, porque no podía soportar el calor que emanaba de su cuerpo.
- Di lo que quieras, pero a mi no me engañas.
Se levantó de la cama y cogió su chaqueta, dispuesto a irse.
- Me gustaría poder decir lo mismo de ti y de mi primo. Sois un par de animales en celo. Aún no entiendo cómo los abuelos no os han pillado nunca.
- Si te soy sincero, una vez estuvimos a punto.
Se puso la chaqueta con total parsimonia, como si lo que acabara de decir no fuera en absoluto trascendental.
- No tenéis respeto por nada.
- Te equivocas. Tenemos respeto por una cosa.
- ¿Qué cosa?
- Nuestros huevos.
Escuché su risa estrangulada a través del pasillo mientras caminaba hacia la salida, al igual que mi padre, que por fin regresó al mundo real.
- ¿Qué le pasaba a Jonghyun? Estaba como enloquecido.
Fingí no darle demasiada importancia porque no quería ser descubierto una vez más, ante mi incapacidad de inventar nada con la suficiente coherencia.
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- Creo que se volvió loco cuando pensó que casarse con Kibum era una buena idea.
Me fui a la cocina para prepararme un sandwich y él me siguió, aparentemente interesado.
- Tu abuelo estaba bastante preocupado por eso.
- Ya no lo está. Siempre ha visto a Jonghyun como a uno de sus nietos, y de alguna manera, para él suple el puesto que Kibum nunca ocupó del todo.
- ¿Qué puesto?
- El de el heredero de la granja de los Choi.
- Pensaba que ese puesto te lo había reservado a ti desde pequeño.
Negué con la cabeza, sonriendo.
- El abuelo es un hombre inteligente y sabe perfectamente que su mejor baza es Kibum; que yo soy un chico de ciudad y que no voy a acabar mis días en Boseong.
- ¿Cómo supo entonces que tu primo sí lo haría?
Se sentó a la mesa conmigo, mientras atendía a mi explicación.
- Parece mentira que yo conozca a tu padre mejor que tú.
- Bueno, has pasado más veranos allí que yo en los últimos tiempos.
- Eso es verdad.
- Entonces, dime, ¿por qué pensó que Kibum sí sería un buen heredero?
- Es muy ridículo.- La risa apenas era capaz de ocultarse entre mis labios-. Pero cuando Kibum se portaba mal de pequeño, el abuelo siempre le castigaba obligándole a limpiar el granero o los establos. Al principio se quejaba y maldecía
pero… con el paso del tiempo él mismo empezó a levantarse temprano y a hacer todas esas cosas sin que nadie se lo ordenara. Yo seguía durmiendo, o nadando en el lago, o leyendo cómics… - No iba a mencionar las revistas porno de
ninguna de las maneras-.... pero él trabajaba de sol a sol cuando nadie le decía que lo hiciera. Fue como si…
- Lo llevara en la sangre.
- Exacto.
- Tu tía se moriría si escuchara tu teoría.
- Mi tía no conoce a su propio hijo y tampoco tiene intención de conocerle.
- Y tu tío se avergonzaría de que un Kim se dedique a las labores del campo.
- Mi tío es tan repugnante y egoísta como mi madre.
El tema murió cuando mencioné a “la innombrable”. No solíamos hablar de mamá porque mamá había desaparecido casi por completo de nuestras vidas. Una llamada por mi cumpleaños, una transferencia bancaria mensual para demostrar
que seguía ocupándose de mi (económicamente) y supongo que algo de ADN era lo único que nos mantenía unidos.
- Entonces parece que tu primo se casará.- Al cabo de un buen rato, retomó el tema inicial.
- Desde luego, si tiene que casarse, mejor que sea con Jonghyun, si no, ya me dirás con quién.
- Bueno, Kibum es un chico muy guapo y trabajador. Apuesto a que podría encontrar a alguien sin problemas.
- Pues parece que le resultó más fácil encontrar a nuestro mejor amigo.
Se dejó caer en el respaldo de la silla.
- Suena romántico, ¿no? Una especie de amor de toda la vida.
¿Cómo lo que sentía Taemin por mi?
- Menuda chorrada.
- No seas sarcástico. Es bonito imaginar cómo un amor se fue fraguando poco a poco entre dos personas que convivían juntas durante unos cuantos meses al año durante toda su vida. ¿Cuándo crees que se dieron cuenta de que estaban
enamorados?
“¿Cuando empezaron a meterse mano en el granero mientras todos pensábamos que estaban recitando poesía francesa?” fue la respuesta que se atragantó en mi boca.
- Las hormonas.
Fue lo que de verdad salió de ella.
- No creo que sea algo simplemente hormonal. Ellos se adoran. ¡Jonghyun ha comprado una casa! Eso no puede ser algo hormonal.
Que Jonghyun fuera tan idiota como para gastar todos sus ahorros en aquella casucha demostraba lo falto de coherencia que te dejan las hormonas cuando en lo único que puedes pensar es en meterla.
- Cuando les vea en el altar, me creeré que esos dos tienen algún tipo de futuro.
Mi padre rodeó la mesa y puso su mano en mi hombro.
- No deberías ser tan escéptico, Minho. Tal vez algún día encuentres a una persona que te haga feliz de esa manera. Y entonces todas tus teorías se irán a la mierda.
Todo el mundo parecía un experto en el amor excepto yo. Incluso el reciente optimismo de mi padre me asustaba. ¿Habría él conocido a alguien especial que de repente estaba trastocando su mundo?
Le di vueltas a eso aquella noche. Y las siguientes. Y no paré de darle vueltas hasta que llegó diciembre. Y aunque no tenía un plan establecido, y no sabía cómo iba a ocultar algo tan inminente (y peligroso para mi) ya estaba demasiado
impaciente porque llegara la Navidad.
Jonghyun y yo ya estábamos en el aeropuerto una hora antes de que el avión llegara. Él estaba tan ansioso como un cachorro esperando a que le tiraran la pelota para ponerse a jugar. Él y su enorme ramo de flores que contrastaban
vergonzosamente con lo que yo llevaba en las manos : absolutamente nada.
- No me digas que no le has traído ningún regalo a Taeminie.
- ¿Por qué iba a hacerlo? Aún no es Navidad.
- Tampoco es que le hayas comprado ningún regalo de Navidad.
- Tengo tiempo.
- Eres un desastre. Toma.- Me entregó su ramo de flores y se peinó con las manos-. Ten algo de decencia.
¿Qué clase de regalo era ése para un hombre? Un hombre que en realidad no lo era, y que las únicas flores que había visto crecían salvajemente en los enormes campos de Boseong. No estaban envueltas en un plástico transparente y con
un lazo rojo.
- No voy a regalarle esta mierda…
- Cállate, ahí vienen.
Me hizo a un lado para tener espacio suficiente para comerse a besos a Kibum, mientras yo observaba petrificado a Taemin. Caminaba despacio, con una expresión temerosa, supongo que algo sobrepasado por verse rodeado de tanta gente.
Llevaba el cabello recogido en una coleta alta, y su ropa le hacía parecer muy diferente. Extraño. Unos jeans negros ajustados, una sencilla cazadora de cuero abierta que dejaba ver un mullido jersey de lana blanco que hacía resaltar su piel
brillante, ya menos tostada por el sol debido a la llegada del invierno. Parecía un ángel. Un ángel de cabello maliciosamente rojizo.
- ¿Son para mi?
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Balbuceé un “sí” muy bajo antes de aplastar aquel exagerado ramo contra su pecho para deshacerme de una vez de aquel incómodo momento. Pero apenas le di tiempo a que sus manos lo atraparan torpemente porque en cuanto las mías
quedaron liberadas ataqué directamente a sus labios.
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Nadie estaba seguro de que aquello fuera una buena idea. Es más, si en algo coincidíamos todos era en que era la peor idea que había surgido de mi cerebro. Pero de algún modo, sentía que debía ayudar a Taemin a resolver su situación
con Minho. Si eran novios o no, si eran capaces de tener la misma intimidad que cualquier otra pareja… necesitaban aclararse en un ambiente propicio para ello, en donde el niño de los Lee no fuera cruelmente escrutado por todo el mundo en
cuanto pisara la calle.
- Hyung, ¿crees que Minho tiene tantas ganas de verme como yo de verle a él?
Sus dedos tamborileaban en el reposabrazos del asiento, al compás de sus piernas.
- Por supuesto que sí.- Ladeó su cabeza, algo inseguro, y en ese momento recordé que era capaz de leerme la mente, así que apuré una nueva respuesta-. Y aunque no fuera así, no podrá resistirse en cuanto te vea con ese look tan cañero.
Sus mejillas se pronunciaron con su sonrisa.
- Estoy muy guapo, ¿verdad?
- Espectacular.
- Tenemos que ir más veces a comprar ropa. Yo soy un desastre para estas cosas. No sé qué es lo que se supone que tengo que ponerme.
- No te preocupes, a partir de ahora seré tu asesor personal.
- ¡Genial!
- ¿Estás algo más tranquilo? - Puse mi mano sobre la suya.
Asintió con mucha energía.
- Sobre todo porque sé que Minho ya se encuentra mejor. Cuando estuvo en el hospital, me asusté mucho.
- Si, yo también. Ese estúpido no sabe cuidar de sí mismo.
- Fue culpa mía.
Su explicación murió ahí, mientras hundía su cuello en su jersey nuevo, intentando desaparecer, al menos de mi vista, algo bastante complicado porque estábamos sentados el uno al lado del otro en el avión y no había escapatoria para
ninguno de los dos.
No fue un viaje muy largo, pero sí me lo pareció debido al repentino mutismo de Taemin. Cuando bajamos del aparato y caminamos por toda la pasarela hasta la puerta de llegadas, ya se le había pasado. Sus ojos iban y venían
impresionados por las luces, la cantidad de gente y el ruido ensordecedor de la megafonía, anunciando nuevos vuelos.
- No te alejes mucho, esto es muy grande y nos podemos perder. Sólo me faltaría eso.
No tuve que repetirlo porque en seguida se dio cuenta de que aquel lugar era demasiado inmenso y tenía olores demasiado extraños como para ser capaz de encontrarme entre toda la multitud.
Ya desde las puertas abiertas distinguí a los chicos y tiré de Taemin para que apurara el paso. No se quejó y simplemente me siguió fielmente hasta que solté mi maleta con total despreocupación para abrazar a Jonghyun.
- Mi Bummie bonito.- Antes de que pudiera contestarle, ya me había acorralado y tenía la boca demasiado ocupada como para saludar.
En medio de aquel huracán de besos pude acertar a ver cómo Minho literalmente aplastaba un ramo de flores enorme contra Taemin.
- Gracias por las flores, son preciosas.- Le susurré a Jonghyun, más que seguro de que aquel regalo era, en realidad, para mi.
- ¿Cómo lo has sabido?
- Os conozco demasiado bien.
Y aún así no fui capaz de vaticinar lo que iba a suceder inmediatamente después. Taemin apenas tuvo tiempo de sujetar el ramo porque Minho se había abalanzado sobre él como un animal y le estaba besando de una forma exageradamente
salvaje.
- ¡Por fin! - Exclamó Jonghyun, que contuvo el aplauso porque le agarré de las manos, bastante espectáculo estaban montando esos dos sin la necesidad de más público.
- No estáis solos, ¿sabéis? - Tiré de la mano de Taemin hasta atraerlo a mi lado.
- ¿Pero qué dices? - Se quejó Minho, limpiando disimuladamente sus labios-. Acabas de hacer exactamente lo mismo.
- No tiene ni punto de comparación.
La mano de Taemin ardía. Y por lo que me había estado contando los días previos al viaje, eso sólo podía significar una cosa, y no era buena para ninguno de los dos.
- Vámonos a casa antes de que nos echen por escándalo público a los cuatro.
Jonghyun se ocupó de mi maleta, mientras que un titubeante Minho agarraba la de Taemin, que seguía enganchado a mi.
- Te quedarás en el apartamento de Jonghyun. No es muy grande, pero al menos no tendremos que dar explicaciones a nadie.
- ¿Tú también dormirás allí?
- Imposible. Mi madre se ha puesto en modo histérica desde que le he dicho que nos vamos a casar, y se niega a que tengamos relaciones prematrimoniales.
Minho soltó una carcajada que detuve con un golpe de mi bolsa de mano en su cabeza.
- Pues entonces tendré que hablar con mi suegra.- La seguridad de Jonghyun en todas las situaciones era realmente admirable-. Porque sintiéndolo mucho, te voy a secuestrar.
No creí que lo dijera de verdad hasta que llegamos al apartamento y antes siquiera de cerrar la puerta ya había soltado la maleta y su abrigo y me estaba arrastrando hasta la habitación.
- ¡Jjong, tienes invitados!
- ¡Minho, enséñale la ciudad a Taemin! ¡No es necesario que os déis prisa!
- Pero…
Tampoco pude opinar porque ya estábamos prácticamente en la cama para cuando la puerta del piso se cerró. Aunque sonara muy surrealista era cierto : Jonghyun acababa de deshacerse de su invitado.
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- Qué obedientes.- Se rió, mientras se deshacía de su jersey.
- Eres muy grosero, ¡les has echado!
- Nah, sólo les he invitado a dar un paseo.
- No mientas, les has echado descaradamente.
- Cariño…- Me agarró por la trebilla del pantalón para moverme hacia él.-. Llevo meses sin verte y estaba al borde de la desesperación. Lo siento si he perdido los modales, pero te necesito de una forma que no te puedes imaginar.
Yo también le necesitaba, maldita sea, quería abrazarle, besarle, tocarle y dejarme llevar hasta olvidar hasta mi propio nombre, pero no por ello iba a olvidarme de que había más personas a mi alrededor.
- Sigo pensando que eres un maleducado.- Cuando esa frase llegó a sus oídos ya sólo le quedaba la ropa interior-. Maldita sea, ¡ni siquiera me estás escuchando!
- Después te escucharé todo lo que quieras.- Me empujó suavemente hasta que mis piernas chocaron con el borde de la cama y me obligaron a sentarme en ella.
- Ni siquiera has dicho nada de mi pelo.
El mes anterior había decidido volver al color rubio, y aunque el abuelo había puesto el grito en el cielo al verme, finalmente había empezado a burlarse de mi diciendo que parecía un pollito, e incluso eso me había parecido la cosa más tierna
del mundo.
- Tu pelo está precioso.- Se sentó sobre mis piernas, acariciándome algunos mechones-. Todo tú estás precioso. Pero eso ya lo sabes, ¿tengo que decirlo?
- Pues no estaría mal que lo hicieras.- Comenté, en un puchero infantil.
- Mírame.- Levantó mi mandíbula hasta que nuestros ojos se encontraron-. Eres lo más precioso del mundo para mi, ya lo sabes, no es necesario que te lo recuerde porque siempre lo has sido.
- ¿Por qué? - Solté, de pronto.
- ¿Por qué qué?
- Me pregunto por qué me elegiste a mi sobre todos los demás. Por qué no a Minho o… a Taemin. O incluso Dasom.
- ¿Qué estás diciendo? - Su mirada reflejaba tal confusión que por un momento me desconcentré de lo que intentaba decir.
Suspiré pesadamente, provocando que alejara sus manos de mi, aunque seguía sentado en mis piernas, sólo que sin moverse en absoluto.
- Digo que… cuando empezamos todo esto… ¿en realidad qué era lo que buscabas? Es decir… no teníamos experiencia y tampoco sabíamos nada acerca de nada y sólo… jugábamos…
- Ya te he dicho antes que nunca he jugado contigo.
- Pero las cosas que hacíamos en el granero...
- No tienes ni idea de la cantidad de veces que me contuve porque eras demasiado pequeño y sabía que no estabas preparado.
- No creo que te contuvieras mucho, la verdad. Yo tenía 13 cuando…
- Mucho antes de eso yo ya me pasaba el verano dándome duchas frías. ¿Por qué te crees que aguantaba tanto tiempo en el lago? Era la única forma de alejar todos esos… deseos…
- Maldito caliente.- Le pegué un pequeño cachete en el culo y se quejó-. ¿Por eso empezó todo esto? ¿Porque querías sexo?
- No.- Me agarró la cara con las manos y juntó nuestras frentes-. Porque quería sexo contigo.
- ¿Y por qué conmigo? - Susurré.
- Porque nunca me he imaginado con otra persona que no fueras tú.
Creí que eso había sido una explicación más que convincente y no ahondé más en el tema. No podía discutir que Jonghyun se sentía muy seguro de sus sentimientos, de lo que le había motivado a llegar a donde estábamos, por confuso que
pudiera parecernos a los demás.
- Ojalá yo tuviera las cosas tan claras.
Supe que había errado la frase en el momento en el que las suaves caricias se detuvieron.
- ¿Qué quieres decir?
Que todo era demasiado sobrecogedor. Que no podía respirar pensando en las reformas de la casa; en el vestido de novia que se suponía que tenía que diseñar como proyecto de final de curso (y odiaba); que el abuelo no paraba de hacer
planes sobre cómo explotaríamos la granja una vez que ya tuviéramos acondicionado el huerto...
- Que a veces vamos tan rápido que… me mareo un poco.
Y aunque me esperaba al menos un ápice de incomprensión por su parte, no fue así. Sonrió y me besó con dulzura.
- Tienes razón. A veces sólo pienso en mi.
- ¿Sólo a veces?
- Está bien, te dejaré elegir a ti esta vez. ¿Qué es lo que quieres hacer?
Esperó por mi respuesta. Pero por más que intentara concentrarme en algo distinto, la visión de su pecho subiendo y bajando al ritmo de su respiración no era algo que pudiera ignorar completamente.
- Quiero que me desnudes.
En realidad quería hablar. Quería hacerle entender que toda esa locura de la boda nos estaba desorientando de lo que de verdad queríamos hacer con nuestras vidas. Que aún nos quedaban demasiadas cosas por vivir como para
encerrarnos en un compromiso temprano, pero mi boca nunca ha obedecido a mi cerebro cuando la ropa escasea.
- ¿Y yo soy el caliente?
Sólo tuvo que inclinarse un poco para derrumbarme sobre la cama, él encima de mi, y empezar a deshacerse de mi ropa. No se anduvo con remilgos ni yo traté de ralentizarlo, porque mis gemidos eran algo evidentes en ese punto.
Definitivamente, mi cuerpo tampoco obedecía a mi cerebro.
La ropa voló en todas las direcciones mientras su cuerpo ardiente se movía sobre el mío, que apenas se acostumbraba a la temperatura del cuarto.
- Espera…
Detuve sus manos cuando vi el paquetito que intentaba abrir.
- No me digas que ahora no quieres.
Estoy seguro de que no se dio cuenta de lo lastimero que había sonado hasta que me empecé a reir.
- No es eso, tonto.
Le enseñe mi brazo pero no pareció entender de qué se trataba.
- ¿Te has hecho daño? - Lo agarró y empezó a inspeccionarlo con detenimiento-. ¿Fue en la granja?
- No es una herida. Es un parche anticonceptivo.
- ¿Un qué?
- Así no tendremos que seguir utilizando esto.
Lancé lejos el paquetito plateado que sus dedos todavía sostenían y le hice rodar hasta quedar sentado sobre su pelvis.
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- Eso sí que no me lo esperaba.
- Tu Bummie es un chico muy moderno.
- No lo dudaba.- Colocó sus manos en mis caderas y no necesité más motivaciones porque mi cuerpo obraba por sí mismo.
Me deslicé un poco hacia abajo, me deshice de sus bóxers, y agarré su dolorosamente erguido miembro para empezar a lamerlo sin contemplaciones. Jonghyun soltó un gemido de sorpresa y puedo decir que incluso de incomodidad, porque
durante unos minutos no supo cómo reaccionar al placer que le estaba proporcionando. No dudé en introducirlo en mi boca cuando su cuerpo empezó a retorcerse en busca de un contacto más profundo, pero fue un momento bastante breve,
porque enseguida se giró debajo de mi para alcanzar mi ya goteante miembro. Esa vez fui yo el sorprendido porque no esperaba ser correspondido de aquella manera. Su lengua jugaba con mi glande de una forma enloquecedoramente
magistral. Tanto, que perdí la noción de mis propios actos, incapaz de contenerme. Empecé a chupar con fuerza, abriendo las piernas y facilitándole el camino a sus dedos, que entraban sin timidez en mi trasero, instándome a moverme al
ritmo que marcaban sus embestidas. Estaba completamente fuera de control, y no era capaz de ejecutar con firmeza nada de lo que me proponía, derritiéndome entre sus manos y su boca.
Caí exhausto de cara al colchón antes de que me penetrara, algo que para mi tardó un siglo en ocurrir. No podía pensar con claridad en lo que quería ni en cómo lo quería, sólo estaba siendo devastado a base de montones de besos regados
por mi espalda, a los que siguió la húmeda lengua que se detuvo justo en el lugar adecuado para que todo explotara.
- Jjong…
Di el pistoletazo de salida con aquella súplica y él no dudó en complacerme inmediatamente. Me sentí inhumano, irrefrenable, insaciable… y no conseguía entender cómo había llegado a ese punto de desesperación por un maldito polvo. ¿Es
que Jonghyun me había convertido en algo como eso? ¿Tan poco importaba ya lo demás, que en lo único en lo que podía pensar era en que siguiera embistiéndome de aquella manera?
Pasaron horas antes de que pudiera recuperarme de aquello. Mi cuerpo escocía y no podía recordar un centímetro de mi piel que no tuviera una senda marca roja acusadora. Sabía que no iba a poder ocultar todo aquello a mi madre, pero
tampoco me importaba realmente, porque lo único que mi mente no paraba de intentar procesar era que no había escuchado ni dicho ni un sólo “te quiero” durante toda aquella interminable tarde.
¿Jonghyun y yo realmente nos queríamos? ¿En algún momento había habido algo más que sexo y palabras entre nosotros? Sus intenciones de casarse conmigo, ¿en realidad no eran una forma de asegurar que tendría sexo cuando llegara a
casa después de un largo duro de trabajo? ¿Iba a tener que esperarle siempre como una buena ama de casa, despreocupadamente acostada sobre la cama matrimonial, a que él me tomara entre sus brazos sin ni siquiera preguntarme si me
apetecía? ¿Cuándo pasó que habíamos dejado de recitar poesía y sólo hablábamos de profilácticos y lubricante? Empezaba a temerme que lo único que nos mantenía unidos era un deseo carnal muy profundo, que nada tenía que ver con lo
que los dos pensábamos que era el verdadero amor.
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Nunca pensé que mi cuerpo se descontrolaría de semejante manera. Ni siquiera podía pensar con un mínimo de coherencia, y lo peor fue que para cuando me di cuenta de lo que había hecho ya era demasiado tarde. Ya íbamos camino al
apartamento de Jonghyun y Taemin continuaba sentado a mi lado, con la vista al frente, completamente rígido y evitando mirarme. Supe que me había excedido porque Jonghyun no paraba de imitarme, burlándose de mi, y aprovechando
para manosear a mi primo, que le golpeaba insistentemente para que mantuviera la compostura, ya que íbamos en el metro hacia su barrio.
Taemin, sin embargo, permanecía en silencio, aparentemente incómodo y obviamente distante. Por un momento pensé que todo aquello le parecía demasiado impresionante y se había quedado sin palabras, pero nada más lejos de la verdad.
Para sorpresa de todos (incluído el propio Key) al llegar al apartamento, Jonghyun prácticamente nos echó de allí. Sin el “prácticamente”. De alguna forma me alivió que nos mantuvieran al margen de sus perversiones, porque no quería que
Taemin también presenciara sus arrebatos, yo ya había tenido suficiente de eso por los dos. Por otro lado, me moría de ganas de estar a solas con él en un sitio lo suficientemente íntimo como para poder… imitarles…
- Seúl es muy grande.- Dijo, por fin, y no fue hasta ahí que me di cuenta de que estaba deambulando por la calle con él a unos metros de distancia.
- ¿Por qué te separas tanto? Te vas a perder.
Tiré de él hasta acercarle un poco más y él se removió algo inquieto.
- Hay mucha gente, también.- Echó un vistazo a su alrededor y señaló a algunas parejas que paseaban cogidos de la mano-. ¿Por qué llevan camisetas a juego? - En concreto se sorprendió al ver a un chico y una chica que llevaban unas
ridículas camisetas de color negro con un huevo frito estampado en medio.
- Es ropa de pareja.
- ¿Qué? - Se giró a mirarme con sus ojos interrogantes-. ¿Eso existe?
- Es muy popular.
- ¿No es un poco ridículo? ¿Por qué lo llevan?
- Para que todo el mundo sepa que son pareja.
- Qué absurdo. ¿Es tan importante eso?
- Bueno… para algunas personas sí.
Yo quería caminar con él de la mano en ese momento. Y si pensaban que éramos pareja, o amantes, o que Taemin era mi hermanito pequeño, me daba igual. Sólo quería pasear agarrados como todas aquellas personas. Pero él parecía
empeñado en mantener una distancia artificial entre nosotros.
- También hay muchas tiendas de cosmética.- Analizaba cada escaparate y todos los neones que aparecían ante nuestros ojos.
- Bastantes.
- Y anuncios de clínicas de cirugía.- Señaló algunos carteles junto a las entradas del metro.
- También es popular eso por aquí.
- La gente de Seúl no sabe en qué gastarse su dinero.- Sentenció, al fin.
Puede que tuviera razón. Para sus ojos infantiles, con el único objetivo de subirse cada día a un árbol más alto que el anterior, todas esas formas compulsivas de gastar dinero no eran más que una nimiedad.
- ¿Quieres un chocolate caliente?
Me había costado un esfuerzo sobrehumano, pero había conseguido una sonrisa auténtica de sus labios. Casi me lancé sobre él para capturarla de lo emocionado que me sentí al verla, pero traté de comportarme, ya que él parecía tan
desubicado.
Le llevé a una bonita cafetería algo apartada de la calle principal, mucho menos concurrida que la mayoría, con un ambiente agradable en el que podíamos hablar sin tener que levantar demasiado la voz. De hecho, estaba tan vacía que
prácticamente teníamos que hablar en susurros para no enturbiar aquella paz.
- Key hyung me ha ayudado a matricularme.- Soltó de repente, tras dar un largo sorbo a su chocolate y mancharse la comisura de los labios.
- ¿Eh? - Estaba demasiado hipnotizado por esa mancha como para prestarle atención.
- Me he matriculado para hacer el examen de admisión a la universidad en junio.
Fue como una bofetada que me ayudó a despertar.
- ¿Universidad?
- Sí, ya sabes. Ese lugar al que todo el mundo va.
- Pero eres muy joven aún.
- Onew hyung dice que estoy preparado de sobras. Y he estudiado mucho con los libros que Jonghyun hyung me prestó. Creo que puedo hacerlo bien.
¿Cómo podía él mismo evaluarse de esa manera si jamás había tenido un sólo compañero de clase con quien compararse?
- Estás muy seguro de ti mismo.
- He trabajado duro. Y en los meses que faltan, trabajaré todavía más duro.
- Entonces es en serio.
- ¿Eh?
- Digo, que te lo estás tomando en serio.
- Pues claro. Todo el mundo se lo toma en serio excepto tú, oppa.
Por el rabillo del ojo vi que un par de chicas en la mesa de al lado nos miraban con atención, sobre todo después de oir a Taemin llamarme de aquella manera.
- No es que no me lo tome en serio, es que quiero que estés seguro de lo que haces, y que te prepares como es debido. No es fácil para alguien que ha estudiado de forma tradicional, cuanto más para alguien como tú.
- Ya sé que será duro, pero puedo hacerlo. Quiero conseguir mi sueño.
- ¿Y tu sueño es…?
- Es un secreto.- Sonrió, travieso, y bebió otro largo trago de su chocolate-. En Seúl no hace tanto frío como en Boseong-. Se remangó las mangas de su jersey blanco.
- Me gusta tu estilo urbano.- Le eché un vistazo descarado, consiguiendo que se molestara un poco porque se removió en la silla-. ¿Puedo adivinar quién ha sido tu estilista?
- Seguro.
- Key.
Asintió, riéndose.
- Me llevó a un millón de tiendas, pensé que no acabaríamos nunca. ¿Siempre es así?
- Siempre.
Después de eso estuvimos bastante callados, simplemente comentando la decoración de la cafetería e intentando que las chicas de al lado alejaran su atención de nosotros, algo que no fue nada fácil porque parecían muy interesadas en
nuestra conversación.
190
- ¿Por qué nos miran tanto? - Preguntó Taemin, de pronto, irritado.
- Imagino que estarán preguntándose si somos novios.
- ¿Ellas piensan eso?
- Seguramente. Estamos aquí solos, susurrándonos, y yo no soy capaz de apartar mis ojos de ti. Es perfectamente normal que piensen que hay algo interesante aquí.
Se escurrió en su silla, avergonzado.
- Eres tan malo, ¿por qué dices esas cosas? - En ese punto sus mejillas y sus orejas estaban incandescentes. El calor era palpable incluso a esa distancia.
- Te estás poniendo rojo.
- No necesito que me lo recuerdes, gracias.
Se puso de pie en un rápido movimiento, sorprendiéndome.
- ¿Qué haces?
- ¿Nos vamos ya? Estoy cansado.
Consulté el reloj y concluí que aquellos dos pervertidos ya habrían tenido suficiente tiempo a solas.
- Sí, vámonos. Más tarde el clima será más frío y no vas muy abrigado.
Aunque no había mostrado la más mínima señal de estar pasando frío. Luego recordé la sensación caliente que siempre le envolvía y acababa envolviéndome con él. Su cuerpo era incapaz de sentir frío en cualquier circunstancia, y no
conseguía grabármelo en la cabeza.
- ¿Iremos andando?
- ¿Prefieres ir en metro?
- Me gusta andar.
Se puso en marcha muy decidido hasta que le detuve y le giré.
- Por ahí no es.
¿En qué momento pensó que podría orientarse en un lugar como aquel cuando no lo había pisado nunca en su vida?
- Oppa.- Dijo cuando ya nos habíamos encaminado en la dirección correcta.
- Dime.
- La ciudad es muy diferente al pueblo.
- Claro.
- ¿Por qué nunca has tenido una novia en la ciudad?
Una risa escapó de mis labios con aquella pregunta, pero él permanecía serio, así que me repuse, no quería que pensara que me estaba burlando de él.
- ¿Quién dice que no he tenido novias?
- ¿Las has tenido? - Su boca se abrió en una “O” muy graciosa, casi congelada.
- Soy un tipo atractivo y popular, por supuesto, he tenido unas cuantas historias.
- No lo sabía…
- Tampoco fue nada importante.
- ¿Y otros novios también?
Casi me dolió que me preguntara aquello, y no sabía por qué.
- No me gustan los chicos.
- Oh…
Ambos mirábamos al frente, esquivando nuestros ojos, aunque no tuviera sentido alguno hacerlo.
- Tú eres diferente.- Dije, intentando salvar la situación, pero ya estaba demasiado abocada al desastre y no funcionó.
Caminamos un par de calles más hasta que de repente, él se detuvo y dijo algo muy bajito, pero que no necesité que fuera amplificado para escucharlo con total claridad.
- No podemos estar juntos.
Fue casi como escuchar una música extraña y desagradable proveniente de un coche que se acabara de parar bajo la ventana de mi habitación.
- ¿Qué?
Me sentía como flotando. Como en un sueño confuso en el que no podía entender lo que estaba pasando.
- Nosotros. Esto. Ser novios. No puede ser.
Le miré totalmente perplejo. No estaba entendiendo nada.
- ¿Es una broma? ¿Me estás vacilando?
- No.
Miró al suelo y al ver que sus párpados se movían con rapidez me di cuenta de que estaba verdaderamente nervioso. Él no se ponía nervioso al mentir, lo hacía con demasiada naturalidad.
- ¿A qué te refieres exactamente?
Hizo un esfuerzo por no levantar la voz, hasta yo pude notarlo, y suspiró profundamente, intentando contenerse.
- Te cuesta entender las cosas. No eres tan listo, después de todo.
- Me cuesta entender las cosas que no tienen sentido.
- Sentido.- Hizo una mueca desagradable.
- ¿Qué está pasando por esa cabecita? - Acerqué mi mano a su pelo para despeinarlo pero la detuvo en el aire antes de que se posara en su coronilla.
- No me toques.
¿Qué estaba ocurriendo? El mismo que hacía unos meses apenas podía mantenerse unos centímetros separado de mi, ahora no quería que yo me acercara ni un poco.
191
- Estás muy rarito, ¿qué te pasa?
- No quiero volver a hacerte daño. Así que será mejor que no estemos tan cerca.
No pude contener la sonrisa porque el sólo recuerdo de aquella sensación me provocaba demasiadas cosas en mi interior.
- ¿Cómo puedes decir eso? - Muy a su pesar, di un par de pasos hacia él y cuando estuve lo suficientemente cerca de su oído, susurré-. Fue lo más increíble que he sentido en mi vida y me muero de ganas por repetirlo.
Antes de que volviera a alzar la mano hacia él, ya se había retirado otro par de pasos.
- Va a ser muy malo para ti y no quiero eso. Así que mejor aléjate.
- ¿Pero qué estás diciendo? Creía que llevabas toda la vida esperando a que esto pasara.
Movió la cabeza a los lados, intentando deshacerse de esos pensamientos románticos, imagino.
- No sabía que iba a pasar esto. Que iba a superarme. Y que no iba a poder controlarlo, como aquella vez.
- ¿Cuándo?
- Cuando mis padres murieron.
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- Me encanta.- Los ojos de Jonghyun se iluminaron al terminar de abrir el paquete y observar con detalle el jersey de la nueva colección de Moschino.
- Es muy exclusivo, sólo hay unos pocos iguales.
- Woah… mi novio es rico… - Hizo un aegyo extraño y suspiró-. Pero la verdad es que me gustó más la bufanda que me hiciste la otra vez.
Casi me sentí ofendido.
- ¿Cómo vas a comparar esto con aquel intento lleno de nudos? Me sentí como un auténtico estúpido regalándote eso.
- Fue el regalo más perfecto del mundo, ¿y sabes por qué? Porque tú lo tejiste para mi. Y me ha estado manteniendo calentito desde entonces.
No había ninguna duda de que en realidad a Jonghyun los regalos caros le daban igual. Me golpeé mentalmente por haberme gastado medio salario del mes en aquella prenda que se pondría probablemente para tumbarse en el sofá a ver la
televisión.
- No he tenido mucho tiempo libre para tejer. Entre las clases, el trabajo y las reformas… siento que los días tienen demasiadas pocas horas. Creo que estoy a punto del colapso.- Fingí un sollozo, llevándome las manos a las sienes.
- Despreocúpate de la casa, no hay prisa en que esté terminada. La cocina y el dormitorio están listos, lo demás puede esperar.
- Me gustaría tener un baño antes de que vuelvas a Boseong. Y ahora sólo hay agujeros por todos lados.
- Faltan meses para eso, no pasa nada si lo tengo que terminar en verano, tú sólo no te agobies, ¿vale? Lo de la casa es cosa mía, no tienes por qué estar vigilando todo.
¿Era cosa suya? Bueno, técnicamente lo era, pero… pensaba que era algo así como un proyecto de futuro que nos involucraba a ambos.
- El abuelo parece tener el doble de energía ahora. No sé cómo puede levantarse cada día, atender la granja y además encargarse de que los carpinteros hagan su trabajo. También ha estado ayudando a los albañiles con la instalación de las
tuberías, está loco.
- Sí, me llama cada día para remitirme el informe.
Tomó su copa de vino y bebió un sorbo, después de que sus dientes chocaran con el cristal al exponer su sonrisa.
- Es como si fuera su propia casa, ¡se ha obsesionado! Ahora me da miedo que se le meta en la cabeza reformar la granja y tenga que revivir toda esta pesadilla de nuevo.
Estuvo a punto de escupir la bebida al escuchar mis quejas, pero aguantó estoicamente y me acarició la mano, tras dejar la copa en la mesa.
- No te preocupes por nada, ¿vale? Todo irá bien. No hay prisa.
¿Entonces yo por qué sentía que sí la había?
- En serio que necesito un descanso.- Cogí mi copa y la vacié de un sólo golpe.
- Eh… tranquilo, no quiero que te emborraches en mitad de nuestra cita de Navidad.- Me quitó la botella de vino, que ya amenazaba con volver a llenar mi copa, y vertió sólo un poco de líquido para llenar una cuarta parte de ella.
Miré a nuestro alrededor y por primera vez pareció que me daba cuenta de que estábamos en un restaurante lleno de parejitas y decoración hortera.
- ¿Es Navidad o San Valentín?
- Chtss… te van a oir y nos van a escupir en el postre.
Me reí por su apreciación y me bebí el poco vino que tenía.
- El profesor Nam me está volviendo loco. Creo que si no fuera porque este es mi último año y quiero mi título, ya habría mandado todo a la mierda.
- ¿No dijiste que eras su alumno favorito? ¿Y que tenías más opciones de ganar el concurso?
- Eso era al principio. Ha desechado todos mis diseños. Que si muy pomposo, que si demasiado recatado, que si no parece un vestido de novia… ¡se debe de pensar que puedo leer su estúpida mente de dictador!
- Bueno, quizá te está sobreexigiendo porque sabe que puede extraer algo bueno de ti.
Me encantaría haberle dicho qué era lo que yo creía que el profesor Nam quería extraer de mi. Pero no quería arruinar la noche.
- Creo que más bien quiere destrozar mis ilusiones como diseñador.
- Qué mal profesor es si esas son sus intenciones.
- No tengo nada claro, la verdad. A veces parece que me odia profundamente.
- Eso es imposible, Bummie, ¿quién podría odiarte? - Me colocó un mechón de pelo que me caía sobre la frente-. Dejemos de hablar de ese idiota.- Estuve muy de acuerdo-. Me gusta tu pelo rubio de nuevo.
- Pensé que te burlarías.
- Nada de eso, estás hermoso.
Rehuí la mirada, su exceso de sinceridad me incomodaba a veces.
- Además, en el trabajo también hay mucho agobio.
- Anda, ¿y eso?
- Desde que Yunho volvió de la luna de miel está como en babia, y toda la responsabilidad de la tienda recae sobre mi. A veces ya ni sé quién es el jefe. ¡No se entera de nada!
Pateé el suelo con furia, moviendo un poco la mesa, y Jonghyun rápidamente me cogió las manos.
- Está bien, mírame Bummie.- Le obedecí, algo aturdido por su reacción-. Vas a tranquilizarte ahora mismo, ¿de acuerdo?
Asentí, aunque no muy convencido.
- Estoy muy… estresado, Jjong…- Susurré, casi notando las lágrimas amontonarse en mis ojos.
- Respira hondo, conmigo.- Cerró los ojos y le imité. Ambos respiramos unas cuantas veces a un ritmo muy lento hasta que una de sus manos me soltó-. Ya puedes abrir los ojos.
Cuando lo hice vi delante de mi una pequeña cajita roja.
- Jjong… te dije que no me regalaras nada, tienes que ahorrar…
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- Cállate y ábrelo.
Apoyó los codos en la mesa, mientras no perdía detalle de mi forma delicada de abrir la cajita. En su interior, un lazo de terciopelo negro con un colgante en forma de corazón, pequeño pero macizo, de plata.
- Soy un idiota.- Murmuré, mientras lo deslizaba entre los dedos.
- ¿Por qué dices eso?
- Salta a la vista que no sé hacer regalos románticos.
- Ya aprenderás.
Se levantó para ayudarme a ponerme el collar, derritiéndome al notar sus dedos trabajar con habilidad sobre el cierre.
- Es muy bonito, Jjong.
- Tú lo eres más.
Se agachó a besarme la mejilla y sentí que mi rostro entero se encendía de la vergüenza, ya que no solíamos comportarnos así en público. Sin embargo, nadie en el lugar pareció percatarse, ya que todos estaban inmersos en sus propias
citas.
- Estás ardiendo.- Se burló antes de sentarse de nuevo en su sitio.
- No sé por qué será.
Me abaniqué con las manos, provocándole la risa.
- Está bien, cuéntame cosas de tus amigos. ¿Cómo está el pequeño mudo? - Siempre llamaba así a Ren.
- No es mudo, es que le cuesta entender el coreano.
- ¡Eso! Era japonés, ¿no?
- Ha mejorado mucho en el idioma, la verdad.
- Menos mal, porque si no, ya me dirás cómo va a aprobar el curso.
- Creo que tiene alguna especie de… aventura con uno de los profesores.- Expliqué, limpiándome con la suave servilleta de tela roja.
- ¿Qué dices? ¿Esa mosquita muerta?
- Ren no es ninguna mosquita muerta, sólo algo tímido. Pero seguro de si mismo.
- Bueno, ya me lo imagino, si ha conseguido enrollarse con un profesor. ¿Os lo ha contado?
- De momento sólo sabemos que le gusta. Y que el profesor Kang le trata diferente a los demás. Y Ren le regala chocolatinas, y realmente se comportan como una pareja, con todas esas miraditas y sonrisitas… dan hasta vergüenza de lo
obvios que son.
- Qué tiernos.
- No debería tener esa clase de actitud con un profesor.
- Supongo que el amor no tiene edad. Y si ellos están bien así… en fin… son mayorcitos los dos.
- Tampoco estoy seguro de que se trate de amor.
- ¿Quieres decir que simplemente tienen sexo? Esto se pone interesante… - Sonrió de medio lado, curioso.
- No sé nada porque Ren no suelta prenda. Pero sé que tienen algo, tenga el nombre que tenga eso.
- Ah… en mi universidad es todo tan aburrido.- Protestó, poniendo las manos detrás de su cabeza-. Sólo estudiamos, hacemos exámenes y trabajos, y bebemos café como poseídos para conseguir mantenernos despiertos en las clases sin
apenas dormir por las noches. ¿Quién tiene tiempo para líos amorosos?
- Es bueno que hayas conseguido pareja fuera de Seúl, por lo visto aquí no es fácil.
Abandonó su expresión relajada y me observó con una cierta tensión en el rostro.
- ¿Qué quieres decir?
- Que es más fácil tener un novio a distancia que no te molesta a la hora de estudiar, ni tienes que hacer malabarismos para compaginar las citas y los exámenes.
- Las relaciones a distancia son una mierda.- Dijo, totalmente serio, acercándose un poco más a mi y bajando el volumen de su voz-. ¿Tienes idea de lo solo que me siento aquí? - Podía hacerme una ligera idea de eso-. A veces hasta me
siento patético por masturbarme cuando en realidad quiero correr hasta a ti y hacerte el amor hasta la madrugada.
No fue el mejor momento para probar la copa de agua porque me atraganté con ella y empecé a toser con nerviosismo. Jonghyun se levantó y corrió a darme golpecitos en la espalda hasta que se me pasó. En ese punto ya no era sólo mi
cara : mi cuerpo entero ardía.
- Dices… mierda….- mi voz sonaba ronca por el reciente ataque de tos-... dices esas cosas como si no fueran nada… ¿quieres… acaso quieres matarme, Kim Jonghyun?
Levantó su brazo para pedir la cuenta.
- Vamos a casa. El vino me está haciendo hablar demasiado.
Su sonrisa era realmente brillante. Creo que me perdí durante bastantes minutos en ella y en la imagen mental de mi novio masturbándose pensando en mi, porque no me di cuenta en qué momento habíamos llegado a su apartamento.
Taemin estaba sentado tranquilamente en el sofá, mirando la televisión, pero con la mirada perdida.
- ¿Todo va bien? - Pregunté.
Asintió, nada convencido.
- ¿Dónde está tu cita de Navidad? - Bromeó Jonghyun.
Él simplemente se encogió de hombros.
- Ah… seguro que estará buscándole un regalo. El muy idiota seguro que ha esperado al último momento y ahora no encuentra nada lo suficientemente decente. Qué típico.
Taemin se levantó hasta la mesa de centro, cogió un vaso de refresco, ya vacío, y caminó hasta la cocina. Justo antes de entrar, se giró para decirnos :
- Minho y yo hemos roto.
Jonghyun y yo permanecimos en silencio mientras le vimos desaparecer tras la puerta. ¿Cómo que habían roto? ¿Tenía eso algún sentido? ¿Es que acaso mi primo se había vuelto completamente loco y había decidido por su cuenta acabar
con todo? Era imposible, a juzgar por su recibimiento en el aeropuerto, que él no sintiera nada por Taemin o que estuviera dispuesto a dejarlo pasar. Tenía que ser algo más.
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No lograba entender cómo Taemin podía seguir caminando tan tranquilo (o al menos aparentemente) después de todo lo que acababa de decir. Estaba tomando aquella decisión unilateralmente y lo que era peor, basándose en algo que ni
siquiera era capaz de explicarme con claridad. ¿Qué tenía que ver la muerte de sus padres con nuestra relación? ¿Y por qué era tan malditamente peligroso estar juntos? Ya había superado lo de aceptar mis sentimientos, y no había sido
nada fácil. ¿El siguiente paso era aceptar una ruptura? ¿Podía llamarse “ruptura” a eso que estaba pasando?
- Espera, yo no sé lo que pasó con tus padres, pero eso no tiene nada que ver con nosotros.
- Sí que tiene que ver.
Caminaba mirando al suelo, con la mirada muy fija en sus zapatos, que le debían de encantar porque no apartaba su atención de ellos.
- Eso fue un accidente, mala suerte, cosas que pasan a veces.
- Fue culpa mía.
- No lo fue, sólo… las cosas se dieron así.
- Quemé la casa, Minho, y casi me quemo a mi también.
Dejé de andar de forma inconsciente, porque no podía imaginar aquel infierno y al pequeño Taemin en medio de aquello sin saber muy bien hacia dónde dirigirse ni a quién pedir ayuda.
- Eso pasó hace mucho.- Intenté mantener la calma, aunque no se me estaba dando muy bien-. Ahora has crecido y has aprendido a controlar muy bien tu poder. Ya no es como antes.
- ¿Cómo puedes decir eso una y otra vez cuando estuve a punto de electrocutarte en el lago?
- Esa vez… me lo merecía.
- No es cierto.
- Estaba intentando obligarte a hacer algo que no querías y te pusiste nervioso. Es lo más normal del mundo que intentaras defenderte.
- ¿Matándote?
- Bueno, asustándome.
- No entiendes nada.- Bufó, mirando hacia arriba-. Yo no quería defenderme porque quería aquello tanto como tú.
Mentiría si dijera que esperaba una confesión así.
- Entonces seguramente lo que ocurrió fue que te pusiste nervioso.
- No me puse TAN nervioso. No fue eso.
- ¿Y qué fue?
- Que no soy capaz de manejar ese tipo de emociones. Ira, alegría, placer… a esos extremos… es peligroso.
- Si eso fuera así, habrías colapsado con la muerte de tus padres, ¿o acaso la tristeza no te provoca lo mismo?
Negó con la cabeza, con una mueca de cansancio.
- Hay sentimientos que, por su intensidad, encienden una mecha dentro de mi. No sé por qué es así pero así funciona. Estar solo me ayuda a apagar esa mecha. Por eso lo mejor para ti es que te mantengas lejos. Porque no va a terminar
bien para ti.
Ni siquiera pareció afectado por lo que acababa de decirme y se puso a caminar de nuevo, en dirección al apartamento de Jonghyun, mientras yo trataba de buscar sentido a toda esa información en mi mente.
- Si fuera un poco más despacio… ¿podrías replantearte todo esto? Es decir… - Casi no me di cuenta de que le estaba siguiendo a pasos rápidos -... Yo fui el que apresuré las cosas y te dejé sin capacidad de reacción. Sé que no estaba
pensando con claridad pero surgió así, debería haber sido más responsable, y créeme que me arrepiento - aunque quisiera repetirlo- porque si hubiera sabido que iba a ocasionar todo esto, no lo habría hecho.- Él parecía no escucharme, o
peor aún, no querer hacerlo, porque seguía su camino sin dudar mientras yo me estaba deshaciendo en disculpas (o lo intentaba)-. ¿Estás enfadado? - Le agarré por el brazo, y ahí sí que no tuvo más remedio que detenerse-. No quiero
acabar con esto. Sea lo que sea. Estoy bien con lo que tenemos. Y sé que tú también lo estás porque cuando estamos juntos… nosotros.... Pffff... - Dejé escapar un soplido exagerado que le hizo sonreir.
- A mi también me gusta todo esto, Minho.- Definitivamente, había dejado de ser su “oppa”-. Pero me obliga a hacer cosas malas que en realidad no quiero hacer. Y no voy a volver a pasar por eso de nuevo…- Se calló durante un momento,
justo cuando la voz había empezado a temblarle. Cogió aire y continuó-. No puedo volver a destruir a alguien a quien quiero tanto.
- ¿Dices entonces que no vas a volver a querer a nadie nunca más? ¿Porque tienes miedo?
- Digo que no voy a involucrarme en nada más hasta que consiga controlarme.
- ¿Y qué pasa si yo no quiero que te controles?
- Que serías estúpido.
- Entonces debo de ser muy estúpido.
No podía acordarme ni remotamente de lo que era el pudor porque estaba desesperado. Le encerré en mis brazos y comencé un beso largo y profundo que sabía que iba a tener efectos devastadores en los dos. Y no sólo porque estábamos
en mitad de la calle y la gente nos estaba mirando y cuchicheando a nuestro alrededor, sino porque cuanto más me acercaba, más dentro de mi sentía el calor que, de alguna manera, parecía que estaba abandonando su cuerpo para alojarse
en el mío.
Un empujón nada oportuno nos obligó a separarnos y Taemin giró la cabeza para encontrar al culpable, sin éxito.
- ¿Quién demonios…?
- No importa, vamos a casa.- Tiré de él con fuerza porque parecía anclado al suelo y retomamos nuestra dirección inicial.
- Minho, en serio, no estaba hablando por hablar.
- Ya lo sé, pero deja de pensar en esas cosas y muévete. Parece que va a empezar a nevar y todavía no te he dado tu regalo.
- No hace falta que te esfuerces, ya sé que no me has comprado nada.
- ¿Eh?
Se rió cuando me sentí descubierto de la manera más tonta.
- También sé que las flores que llevaste al aeropuerto eran para Key hyung, pero eran tan bonitas que las acepté.
- Me siento idiota cuando me esfuerzo tanto para nada.
- No sé por qué sigues olvidando que siempre sé lo que piensas. A veces parece como si no me conocieras.
Puede que fuera así. Puede que estuviera intentando convencerme a mi mismo de que el niño de los Lee ya no era más el monstruo al que todo el mundo temía sino el chiquillo audaz que me provocaba cosas increíbles. Aunque también
fueran peligrosas.
- Estos meses sin ti han sido algo complicados.- Dije de pronto, balanceando nuestras manos entrelazadas, muy a su pesar-. Nunca he sido del tipo dependiente, ni he creído en esa mierda de las relaciones a distancia. Tampoco es eso lo que
tenemos, porque siempre estás dentro de mi cabeza, o sea que no es como si tuviera tiempo de extrañarte.
- Soy omnipresente.- Se burló.
- Pero este tiempo, desde que volví de Boseong, no me he estado sintiendo nada bien. Al principio pensaba que estaba enfermo, que tenía algo grave o incurable. O que simplemente me estaba muriendo, sin saber el motivo. Tardé bastante
en darme cuenta de que el problema eres tú.
- ¿Yo?
- De alguna manera que no puedo alcanzar a comprender, y si se lo explicara a los médicos probablemente me enviarían a revisar el cerebro, creo que no puedo, físicamente, vivir lejos de ti.
Pude notar cómo tragaba saliva, a pesar de que íbamos en movimiento, porque fue un gesto muy particular. No solía sentirse inseguro conmigo.
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- Sólo crees que no puedes, pero sí que puedes. Lo has hecho hasta ahora. Es más, ni siquiera querías besarme el último verano, que yo pueda recordar. Y estuviste mucho tiempo sin contestar mis llamadas.
- No voy a negar que traté de resistirme a esto lo más que pude. Pero no salió del todo bien.
En esa ocasión fue él quien balanceó nuestras manos bien alto, riéndose.
- ¡Soy irresistible!
Me contagié con su risa infantil y simplemente le seguí la corriente.
- Podría decirse que sí.
El ambiente fue bastante agradable durante el resto del trayecto. Tanto, que casi olvidé el inicio de nuestra seria conversación, y me dejé llevar por la emoción de pasear por la ciudad de la mano de Taemin. Me sentía tan libre y relajado… que
cuando llegamos al apartamento, la realidad me golpeó como una maza.
- Sé que podemos ser amigos porque siempre lo hemos sido y nadie ha salido herido nunca, salvo alguna vez que me provocaste demasiado y sólo me defendí.- Explicó, mientras se quitaba su cazadora y remangaba su jersey-. Pero si
mantenemos la distancia adecuada, podremos hacerlo, será como si nunca hubiera pasado nada y no volveré a hacerte daño. En realidad, si lo piensas, es lo mejor.
¿Lo mejor? ¿Es que estaba hablando de cambiarle las ruedas al coche o de nosotros?
- Yo no quiero mantener una “distancia adecuada” contigo. No quiero que seamos amigos tampoco. Quiero tener citas, y que nos besemos, y que cuando llegue el momento en el que los dos lo deseemos de verdad, vayamos un paso más allá.
Su cuerpo se estremeció entero, incluso vi cómo la piel de sus brazos se erizaba y sus pies le hicieron retroceder levemente.
- No me obligues a matarte.
Como un gato.
Acorralado y asustadizo, pero dispuesto a pelear contra quien enturbie su tranquilidad.
Y ni siquiera entonces tuve miedo. Porque sabía que esa advertencia era más para él que para mi.
El viaje a Seúl de Kibum y Taemin terminó de forma inesperada para todos. Mi primo parecía estar muy irascible y Taemin se había colocado en aquella posición inamovible del “seamos amigos” provocando que no pudiera discutir más sobre
ello porque sólo conseguía que se alejara más y más.
Pero no estaba dispuesto a rendirme. En unos meses sería de nuevo verano y volvería a Boseong, y sería muy difícil que me ignorara allí, cuando no había muchas más cosas que hacer ni muchas más personas con las que estar. Así que me
relajé bastante pensando que tenía mucho tiempo para recuperar lo que habíamos tenido, aunque no tuviera un nombre establecido.
Lo que no pude prever, ni yo ni nadie, era que la segunda separación, por ese año, del niño de los Lee, me iba a provocar una caída en picado. Empezó con una ligera fiebre, se complicó con una erupción corporal algo preocupante, y derivó
en contracciones espantosas en la boca del estómago. Mucho más duro que los calambres que había tenido aquella vez que Jonghyun me había llevado al hospital.
Las noches sin dormir no eran lo peor. Lo peor era tener que intentar hacer una vida normal cuando sientes que tu cuerpo no responde a ninguno de los estímulos que intentas enviarle. No reaccionaba ante nada ni ante nadie. Iba
prácticamente como un zombie desde que me levantaba para ir a clases hasta que me acostaba, sin haber conseguido leer más de media página del libro del que se suponía iban a examinarme la semana siguiente.
No estaba funcionando. No podía seguir con mi vida como si nada hubiera pasado porque era como si me hubieran arrebatado el aire para respirar. Traté de convencerme de que era algo psicológico y compré algunas pastillas para dormir.
Entonces las pesadillas se convirtieron en mi peor enemigo. Todas las noches soñaba que me ahogaba en el lago de Boseong, o que flotaba por encima de la granja de los abuelos, y de repente caía al suelo violentamente, aplastando con mi
caída al pobre Coco…
Empecé a ir a terapia porque papá se empeñó. El terapeuta creía que tenía un desorden alimenticio porque apenas era capaz de comer medio tazón de arroz al día. Por supuesto, no podía hablarle del niño de los Lee. Porque no me creería o
porque hablaría con papá para conseguir alejarle todavía más de mi, que era exactamente lo opuesto a lo que yo quería. Así que me apunté a uno de esos programas para superar la anorexia y no tuve que darle explicaciones sobre mis
sentimientos por Taemin.
No sabía qué estaba pasando, o más bien, cuánto tiempo resistiría en aquella situación, aunque podía intuir que no mucho. Necesitaba aprobar ese año pero apenas podía concentrarme en una página, ¿cómo iba a estudiar un libro entero?
El empujón llegó una noche en la que no podía dormir. No había tomado las pastillas porque no quería acabar despertándome sobresaltado y cubierto de sudor por un mal sueño. Así que simplemente yacía tendido en la cama, boca abajo,
balbuceando cosas sin sentido. Hasta que una voz llegó a mi cabeza, muy nítida e inconfundible.
“Tienes que ponerte bien, oppa”.
Levanté la cabeza de golpe, confuso acerca del origen de la voz. Quería creer que de verdad él estaba ahí y todo iba a estar bien. Que me curaría con sus manos mágicas, al igual que en otras ocasiones había hecho con Kibum, y podría
volver a tener una vida normal.
Pero mi cabeza volvió a caer sobre la almohada cuando fui consciente de que no había nadie más en la habitación.
“Sin ti no puedo”.
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Permanecíamos en silencio. Yo mirando por la ventanilla (fue una suerte que a Taemin le diera tanto miedo volar como para escoger voluntariamente el asiento del pasillo) y él concentrado en uno de los libros de historia de Jonghyun. Se
había tomado realmente en serio eso de ir a la universidad y parecía que iba a hacerlo a lo grande.
- ¿Estás seguro de que quieres vivir en Seúl? Adaptarse no será fácil.
Apartó la vista del libro un momento y me miró algo serio.
- Tampoco fue fácil para ti adaptarte a Boseong, y lo hiciste.
- Creo que es un poco diferente.
- Todo saldrá bien, hyung, no tienes de qué preocuparte.
- ¿Cómo no voy a preocuparme si se supone que todo iba bien y de repente Minho y tú habéis roto? Cuando apenas acabáis de empezar a salir. ¿No era lo que siempre habías querido? ¿A qué viene todo esto?
Volvió a esconderse detrás del libro.
- Es difícil de explicar, hyung. Pero lo he hecho por su bien.
- Qué raritos sois los dos…
Acabé dando por infructuosa mi búsqueda de información porque ninguno de los dos quería hablar de ello. Ni mi primo, que de repente estaba pálido y extrañamente callado, ni Taemin, que no apartaba su atención de los malditos libros.
Yunho fue a recogernos al aeropuerto de nuevo y dejamos a Taemin en casa para que los abuelos no sospecharan nada. Cuando íbamos camino de la granja, empezamos a comentar nuestras citas navideñas, lo cursis que eran Jonghyun y
Jaejoong y lo duro que era poner cara de satisfacción cuando en realidad quieres que te trague la tierra.
- ¿Por qué serán así? - Protestó Yunho.
- Supongo que una parte de la pareja tiene que ser la romántica y la otra la miserable.
- ¿Somos miserables?
- Lo somos.
- Voy a tener que esforzarme más o Jaejoong se acabará cansando de mi.
- No creo que eso suceda, la verdad.
- Nunca se sabe. Por si acaso, creo que me voy a poner las pilas.
- Mmmmm, ¿debería hacer lo mismo?
- Tal vez.- Ya estábamos entrando en el camino hacia la granja cuando se acordó de algo-. Por cierto, el día de Navidad tuve una visita inesperada en la tienda.
- ¿Ah sí? ¿Un antiguo novio? - Me burlé.
- No. Tu profesor.
- ¿Quién?
- Nam Woohyun, creo que dijo.
- ¿Por qué el profesor Nam fue a la tienda?
- Pues supongo que para verte.
- ¿A mi? ¿En Navidad? Eso no tiene sentido.
- Llevaba una caja.
- Una caja, ¿de qué?
- No sé, estaba envuelta en papel de regalo, pero había algo ahí. ¿Tan cercanos sois?
- Pssss, para nada.
- Pues pareció bastante decepcionado cuando le dije que habías ido a Seúl a pasar la Navidad.
- ¿Le dijiste algo de Jonghyun?
- No. ¿Debería haberlo hecho?
Tal vez sí. O tal vez no. No estaba seguro de querer que mi profesor supiera algo acerca de él. Más de lo que ya había averiguado por su propia cuenta. O de que habíamos pasado la Navidad juntos o que estábamos reformando una casa
para irnos a vivir a ella en un plazo máximo de dos años. ¿Por qué iba a querer alguien más, aparte de nosotros, saber todas esas cosas? Además, ya había visto el anillo, podía imaginarse todo lo demás.
- Creo que le gusta martirizarme.- Bufé, agotado mentalmente sólo de pensar en todo el trabajo extra que nos había mandado para las vacaciones de invierno-. A lo mejor quería darme más tarea, ¡maldito explotador!
- ¿No es ese el profesor que me dijiste que estaba algo… interesado en ti?
- No sé si está interesado en mi, pero que me hace la vida imposible, te lo puedo asegurar.
- Incluso sabe dónde trabajas.
- ¿Me vas a decir que eso te sorprende? En este pueblo todo el mundo sabe todo sobre todo el mundo. Nadie tiene una vida lo suficientemente amena como para conformarse con ella.
- Ten cuidado.- Frenó cuando llegamos a la valla, Coco danzando de aquí a allá al otro lado, esperando emocionado a que me bajara del coche-. Si sus intenciones son las que parecen, no tiene pinta de que se vaya a detener por nada.
- Lo tengo controlado, no te preocupes.- Me bajé, cogí mi maleta y cerré la puerta-. Gracias por hacernos el favor a Taemin y a mi. No sabía a quién recurrir.
- No te preocupes. Seguro que mereció la pena.
Yo no estaba tan seguro de eso. Taemin y Minho no habían tenido una hermosa cita de Navidad y Jonghyun y yo habíamos hablado más sobre las reformas de la casa que sobre nosotros, nuestra boda (que seguía totalmente sin planificar) o
la fiesta de compromiso que el abuelo se había empeñado en que teníamos que celebrar ese mismo verano. ¿Las relaciones en realidad eran así?
Durante aquellos días en Seúl, mamá había tratado por todos los medios de interpretar su papel de madre preocupada a la perfección, aunque no le salía del todo bien. A pesar de que ya mucho antes de mi adolescencia había aceptado (o
asumido) mis inclinaciones sexuales, seguía manteniendo una serie de tabúes extraños a los que no sabía cómo enfrentarme.
- Es bueno que Jjong haya comprado esa casa.- Sirvió la sopa ante nuestra atenta mirada, yo más incómodo que él, que sólo sonreía avergonzado-. Fue una idea excelente, y además cerca de la granja.
- Cuando vi el cartel de “en venta” pensé que era algo así como una señal.
- Tal vez lo fuera.
Estaban en su propio micromundo.
- Lamento mucho no haber venido a pedirte la mano de Kibum personalmente. Las circunstancias… fueron algo.... extremas…
- Básicamente, el abuelo le obligó a pedirme matrimonio.- Dije, en un tono seco, antes de llevarme una cucharada de sopa a la boca.
- ¡No fue así! - Protestó-. Yo ya te había pedido que te casaras conmigo, pero entonces te pusiste a vomitar…
- ¿A vomitar? - Se escandalizó mamá.
- Soy muy psicosomático, qué le voy a hacer.
- ¿¡No estarás embarazado!? - La mesa se movió ligeramente de su sitio cuando ella se levantó de la silla con brusquedad.
- ¿¡Pero qué dices!?
- ¡Has dicho que vomitaste!
- ¡Porque Jjong iba muy deprisa con el coche y me mareé!
Aunque realmente no lo recordaba así.
- ¡Tú! - Le señaló, furiosa-. ¿¡Qué clase de esposo protector vas a ser tú si vas a esa velocidad con el coche llevando dentro a mi hijo embarazado!?
- ¿Qué?
- ¡Que no estoy embarazado!
- ¿Entonces por qué vomitaste?
197
“Porque cuando Jonghyun me pidió matrimonio se me revolvió el estómago de la impresión” era la respuesta correcta, pero no la adecuada.
- Nadie está embarazado aquí, ¿vale? - Me remangué el jersey ante la atenta mirada de los dos y le mostré a mi madre el parche de mi brazo-. Anticonceptivos. Lo más seguro del mundo. ¿Satisfecha?
Volví a sentarme y ella pestañeó, confusa, durante unos segundos, antes de volver a su posición.
- ¿Significa esto… - Su voz apenas salía en un susurro-... que estáis teniendo relaciones?
“Mierda no, otra vez no”.
- Mamá, somos mayorcitos. Sabemos lo que hacemos, no tienes que preocuparte por nada, ¿de acuerdo?
- No deberíais… antes del matrimonio…
- Ni siquiera somos una pareja normal, mamá, deja esos convencionalismos que no llevan a ninguna parte.
- No estamos jugando, vamos en serio, señora Kim.- Le aseguró Jonghyun.
- Choi.
- ¿Cómo?
- Voy a recuperar mi apellido de soltera, no quiero saber nada más de ese bastardo.
Y justo ahí murió el tema de las relaciones prematrimoniales prohibidas y empezó el de por qué mi padre era el peor hombre que existía sobre la faz de la tierra. En cierto modo, casi me alegré.
Esa noche, después de cenar, mamá se fue pronto a dormir y Jonghyun y yo nos quedamos a solas en el salón, viendo películas navideñas horribles y comiendo palomitas.
- Pensaba que tu madre sabía que no eras virgen.- Se burló Jonghyun, hablando lo más bajito que sabía-. Creo que le hemos provocado un trauma.
- Mamá estaba segura de que yo moriría siendo virgen, o sea que su opinión no es muy respetable.
- ¿Por qué es así? Mi padre cuando tenía 15 me regaló una caja de condones para que no fuera por ahí embarazando chicas.
- Sí que tenía expectativas sobre ti.
- En el pueblo los padres son así con los chicos. Aunque luego les obliguen a ir a la iglesia todos los domingos.
- O sea que os meten en la cabeza muchas ideas sobre la castidad pero al mismo tiempo os empujan al libertinaje.
- Dicho así suena terriblemente hipócrita.
- Es terriblemente hipócrita.
- Quizá son esas cosas que se hacen en los pueblos por costumbre.
- Es tan cavernícola.- Estiré mis pies sobre sus piernas-. Por cierto, aún no hemos hablado con tus padres sobre… ya sabes… el compromiso.
- Lo sé.- Me acarició el empeine, dando un suave masaje sobre los gruesos calcetines de lana-. He estado retrasándolo lo máximo que he podido, lo reconozco. No quiero más discusiones, desde lo de la boda de Jaejoong apenas me hablan.
No tengo ni idea de cómo enfocar esto.
- Quizá deberíamos darles un poco más de tiempo. A todos.
- ¿A quiénes?
- Bueno, no es una noticia fácil de digerir. A lo mejor les parece algo repentino…
- Todo el mundo lo sabe excepto mis padres. No hay nada de repentino. Además, con lo cotillas que son en el pueblo, seguramente alguien ya les habrá ido con la noticia.
- El abuelo dice que si no lo hacemos nosotros, él irá a casa de tus padres a mostrar sus respetos.
- El abuelo está loco.
- Pero es el único que piensa con coherencia aquí.
- ¿Por qué dices eso?
- ¿Que por qué? Porque no estamos haciendo absolutamente nada para planear la boda. Ni siquiera te he comprado un regalo de compromiso, ¿no debería hacerlo?
- No quiero ningún regalo.
- Pero es lo que se hace, tú me regalaste el anillo.- Levanté la mano, luciendo la hermosa alianza de oro-. Debería haberte regalado otro.
- Ya usaré un anillo cuando nos casemos.- Dio un pequeño mordisco en mi dedo gordo y me hizo reir-. Estamos muy solos aquí, ¿no?
- Kim Jonghyun, ni se te ocurra que vamos a hacer algo en la casa de mi madre.
Elevó las cejas en un gesto travieso y tiró de mi desde mis tobillos.
- Algo seguro que sí que haremos.
Aunque sólo fueran unos cuantos besos y algunas caricias discretas, esa noche me fui a la cama calentito (y también algo frustrado). Definitivamente, ya tenía edad suficiente como para tener derecho a esa clase de intimidad sin reglas de
ningún tipo. Pero seguía viviendo con mi madre, o con mis abuelos, y no tenía más remedio que aguantarme. O esperar al verano, o a las vacaciones de invierno, ese tiempo maravilloso en el que Jonghyun y yo nos saltábamos todas las
normas.
Todavía estaba en babia, reposando mi mejilla contra mi mano sobre la mesita del té cuando la campanilla de la puerta de la entrada delató al recién llegado.
- Bienvenido.- Me levanté inmediatamente para saludar al cliente, pero sentí que empezaba a moverme con una repentina lentitud al reconocerle.
- Hola Kibum.
Era el profesor Nam.
- Qué sorpresa verle por aquí.
- Pensaba que no estarías, tu jefe me dijo que habías viajado a Seúl.
- Sí, estuve con mi madre.
Su expresión cambió a una divertida.
- Debes de extrañar mucho eso, ¿no? La ciudad y tus amigos.
¿Mis amigos? Hasta a mi me sonaba ridículo.
- Este es mi sitio.- Y no iba a explicarle por qué.
- Yo sólo pasaba por aquí…- Dio una pequeña vuelta por la tienda, mirando con bastante poca atención los estantes llenos de camisetas y jerseys-. Me habían dicho que teníais un buen género en esta tienda.
- El mejor. Lo importamos de Estados Unidos.
- Vaya…
Pero no se veía realmente interesado en nada.
- ¿Está buscando algo en concreto?
- Aún no lo sé.
Se plantó delante de mi, con los brazos cruzados y me obligué a romper el incómodo momento.
- Puede mirar el catálogo.- Se lo ofrecí, con la idea de que se marchara de allí lo antes posible, me estaba poniendo nervioso y necesitaba que Yunho me salvara de esa situación, pero recordar que había ido al banco escasos minutos antes
no me ayudó a tranquilizarme.
- Buena idea, lo haré.
Cogió el catálogo y lo enrolló debajo de su brazo.
- Nos vemos mañana en clase. Gracias por venir.
Hice una reverencia rápida y me di la vuelta, esperando a que pillara la indirecta y abandonara el lugar. Mis dientes casi rechinaban de la presión que mi mandíbula estaba ejerciendo sobre ellos.
198
- Hasta mañana.
Escuchar de nuevo la campanilla de la puerta me devolvió la respiración. ¿Por qué me sentía tan urgido y nervioso cuando le tenía cerca? Era como si algo dentro de mi me estuviera advirtiendo a gritos que le mantuviera lejos, pero
desconocía el motivo por el cual no terminaba de hacer caso a esa advertencia.
199
Ese día desperté cansado, muy cansado, como la mayoría de los días desde Navidad. Simplemente abrir los párpados era un trabajo tan pesado como doloroso cuando en realidad lo único que quería (y lo único que me pedía mi cuerpo) era
dormir. Papá se empeñó en llevarme a clase, para que no tuviera que coger el metro y mucho menos caminar hasta la facultad. Había adelgazado algunos kilos y mi aspecto se parecía bastante al de un muerto viviente, salvo por el pequeño
detalle de que no parecía demasiado vivo.
Las clases pasaban lentas, los trabajos eran agotadores y lo peor de todo eran los exámenes. Había llegado a preguntarme si uno podría morir de tanto estudiar o si llegaría en mis cabales al último año de carrera. Aquello se estaba haciendo
muy cuesta arriba.
Después estaba el asunto de que Taemin no respondía a mis llamadas, ni a mis mensajes, y había dejado de hablarme mentalmente desde aquella vez en la que se había preocupado tanto por mi. Ni una sola mención. Ni un cosquilleo. Nada.
Su mente no estaba en la mía.
Kibum, en cambio, había adoptado el papel de madre y me llamaba cada día para asegurarse de que comía bien y de que no faltaba a ninguna clase. ¿Quién quería comer? Apenas me sentía con fuerzas para levantarme de la cama. ¿Comer?
Debía de ser una broma.
Jonghyun, por su parte, además de visitarme muy a menudo, buscaba mi consejo para planificar su fiesta de compromiso con mi primo, algo de lo que no me apetecía hablar realmente. Ellos estaban a un paso de que todo el mundo aceptara
su relación… y yo a un paso de volverme completamente loco.
- Hijo, ¿no vas a cenar?
El tono de lástima que mi padre empleaba conmigo podía percibirse a kilómetros. Su aspecto también había empeorado notablemente, y no podía evitar sentirme culpable por preocuparle tanto. Estaba desesperado por ayudarme, por
conseguir devolverme a mi antiguo estado, lo que no sabía es que no estaba en su mano que el antiguo Minho volviera. Tampoco yo podía hacer gran cosa. Ni las vitaminas, ni las sesiones de terapia, ni todas las pruebas que me hicieron
esclarecieron algo acerca de mi estado. Porque nadie era capaz de diagnosticar un mal de amores sin que una sonrisita socarrona atravesara su cara.
Sólo Bora, mi psicóloga, se atrevió a formular la pregunta, en la sesión número 4, cuando todavía no había conseguido sonsacarme nada más que un educado “buenas tardes” o monosílabos desganados.
- Entonces, dime, Minho, ¿has estado viendo a alguien o… estás interesado en alguna persona…?
Como mis ojos la escrutaban constantemente, no se atrevía a lanzar sus impresiones de forma desairada, sólo me tanteaba poco a poco.
- Alguien.
Mi boca fue más rápida que mi cerebro, que no tenía la más mínima intención de darle ningún tipo de información a aquella mujer, demasiado joven para tratar a sus pacientes con la seguridad que se supone debería aparentar. Por otro lado,
no podía evitar sentirme absurdo por estar visitando a una psicóloga cuando se suponía que yo iba a acabar ejerciendo la misma profesión. ¿No sería más sencillo que yo me tratara a mi mismo? ¿Tenía eso algún sentido?
- ¿Me estás escuchando, Minho?
Siempre repetía mi nombre cuando se dirigía a mi, estaba seguro de que para no olvidar que estaba con el paciente de las cuatro, Choi Minho, anorexia nerviosa de origen desconocido (al menos para ella).
Y no, no la estaba escuchando porque seguía regañando mentalmente a mi boca por haber sido demasiado rápida.
- ¿Disculpe?
- Te estaba preguntando si has tenido alguna relación sentimental o… sexual… - Increíble, una psicóloga que se sonrojaba al preguntarle intimidades a un paciente. ¿No era eso lo que se suponía que tenía que hacer? - Alguien que por algún
motivo… te haya hecho daño… de alguna forma.
200
- Daño.- Repetí, desgraciadamente, en voz alta.
Me miró con los ojos muy abiertos, como si ella misma fuese incapaz de creer que hubiera dado en el clavo.
- ¿Alguien te ha hecho daño?
Apreté los labios para impedir decir nada más. De verdad que no me apetecía hablar de eso. Mi mente había hablado de ello demasiado. No quería que mis labios también lo hicieran. Y menos con ella.
- No.- Dije, tratando de mostrarme sereno.
- Estabas saliendo con alguien cuando algo sucedió, ¿no es cierto?
Su discreta curiosidad casi me daba pena. Por un momento, aunque fue muy breve, pensé que quizá, tras cuatro sesiones, el dinero de papá y su acumulada frustración ante sus nulos avances conmigo, se merecía un poco de sinceridad.
- Él piensa que es mejor que no estemos juntos.
La miré a los ojos sin titubear y pude percibir su creciente nerviosismo al recibir información tan inesperada como esa. Tragó saliva con dificultad y buscó en su enciclopedia cerebral las palabras más diplomáticas que fue capaz de encontrar.
- Bien. Está… está bien. Ya sé un poquito más de ti.- Intentó que la sonrisa saliera lo más natural posible, pero falló-. Entiendo que esa persona… ese chico… - se detuvo un momento- porque es un chico, ¿no?
¿Acaso tenía pinta de querer una relación con un hombre de mediana edad?
- Nadie ha abusado de mi.
Mi suspicacia en ese punto podría tildarse de “deformación profesional”.
- No quería insinuar eso.- Levantó las manos en gesto defensivo. Tarde, porque ya la había calado.
- No tengo ninguna relación inmoral con nadie. Nadie está casado. No hay incesto. Ni abuso de poder de ningún tipo. Sólo estoy enamorado de un chico que tiene motivos más que suficientes para pensar que si seguimos juntos, acabaré
muerto. Lo que no sabe, es que separados, moriré también.
- ¿Pero qué…?
- Disculpe, no quiero entretenerla más. Dudo que pueda ayudarme, de la misma forma en que dudo que pueda seguir confiándole mis secretos. No tiene la formación necesaria para enfrentarse a algo como esto. Y aunque la tuviera, estoy
seguro de que le vendría demasiado grande.- Un creciente puchero consiguió conmoverme (aunque fuera mínimamente)-. Lo siento si he sido demasiado brusco, pero no quiero seguir perdiendo el tiempo, ni haciéndoselo perder a usted, ni
malgastar el dinero de mi padre. No está preparada para esto.
Ni siquiera susurró una palabra de despedida, a pesar de que no me marché de allí con demasiada prisa. Papá me esperaba fuera, como siempre, y cuando llegué a la sala de espera simplemente se puso en pie y nos dirigimos al
aparcamiento.
- Empieza a hacer algo de calor ya.
Solía hablar sobre el tiempo cuando en realidad se moría de ganas de preguntarme cómo había ido la sesión y qué le había dicho a Bora. Cosa que nunca pasaba. Claro que yo tampoco le habría respondido.
- Podríamos ir a por un helado.
El gesto de sorpresa en su rostro fue casi gracioso.
- ¡Claro que podríamos! ¿De qué sabor te apetece?
- Me da igual.
- Puedes escoger el sitio, sé que tienes tus heladerías favoritas.
- Cualquiera está bien.
Caminamos con decisión hasta la primera heladería que encontramos y allí pedimos dos enormes helados de chocolate.
- Está bien pasear con esta temperatura, ¿verdad?
Papá empezaba a mostrarse optimista, pero yo había abierto aquella maldita puerta gracias a Bora y sentía que no podía volver a cerrarla.
- Papá, tengo que contarte algo.
Podría decirse que pude leer todo lo que estaba pasando por su cabeza en ese instante : drogas, acoso, novias embarazadas, fracaso escolar… Lo leí con tanta facilidad que me pareció curioso que no se esforzara ni un poco en esconderlo
de mi.
- ¿Qué ocurre, hijo? - Formuló la pregunta con su mano en mi hombro, intentando demostrarme que, pasara lo que pasara, me apoyaría.
Le señalé un banco vacío del parque al que habíamos llegado andando, y nos sentamos.
- Antes de que digas algo, quiero que escuches muy bien lo que tengo que decirte. Sé que no lo entenderás y que tratarás de quitarme esa idea de la cabeza, pero no voy a hacerte caso. No va a funcionar. O sea que sólo escucha.
- Hijo, me estás asustando.
- Lo sé.- Su cerebro era un hervidero en ese punto-. No te preocupes : no tomo drogas, ni he embarazado a nadie, y creo que seré capaz de acabar el curso.
Suspiró algo aliviado, aunque todavía angustiado. Yo ni siquiera me sorprendí de aquella creciente facilidad en adivinar los pensamientos ajenos que me estaba invadiendo inesperadamente.
- Entonces, ¿qué es lo que te ocurre, Minho?
Apreté fuerte la servilleta que tenía entre las manos.
- Tengo una conexión… muy fuerte... - extrasensorial -... con alguien. Y estar alejado de esa persona me está matando.
Su boca se curvó en una sonrisa casi podría decir que orgullosa.
- ¡Pero eso es algo muy bueno! Estar enamorado es una experiencia maravillosa.
- Papá, no es así de fácil.
- Bueno, entiendo que a tu edad quieras tener más intimidad, o más cosas a tu alcance de las que puedes tener…
- No se trata de eso, papá.
- ¿Cómo de lejos está esa chica? ¿Es del pueblo? ¿Es una relación a distancia lo que tenéis?
Respiré hondo y no dudé, aunque no pude mirarle a los ojos cuando lo dije.
201
- No es una chica.
El silencio que siguió a aquella confesión fue bastante demoledor. Un carraspeo lo interrumpió al cabo de unos minutos y pude ver que intentaba acomodarse en su posición, intentando mantener la normalidad, sin éxito.
- O sea, que… que te gusta… que sales… vamos, que es un chico.
Asentí con exagerada lentitud, porque en realidad sentía que me iba a estallar la cabeza de la presión.
- Siento no habértelo explicado antes, pero… es muy… complicado.
- Bueno…- Me interrumpió, quitándose la chaqueta porque el momento le había subido la temperatura-... tu primo va a casarse con Jonghyun, ya no es como la cosa más extraña que haya pasado en esta familia…
- Papá.
- Dime, hijo.
- Es el niño de los Lee.
- ¿Qué?
- Me está matando.
- ¿Cómo dices?
- Si no vuelvo a ver pronto a Taemin, creo que voy a morir en serio.
Intentó balbucear algo, en vano, y terminó por cerrar la boca. Volví mi vista al suelo y me encogí un poco en el asiento. Hacía frío. Al menos yo lo sentía así.
202
El estrés se mantuvo presente en mi vida hasta la última semana de clases. Los exámenes habían sido demoledores, por no hablar del maldito proyecto final del profesor Nam, que me había dejado como recuerdo unas hermosas ojeras
prácticamente imposibles de ocultar.
- Vas a ganar.- Dijo Hyuna en tono neutral, como si fuera algo que todo el mundo sabía-. Tienes que ganar.
- Eres el mejor, hyung.- La apoyó Ren, mientras admiraba mis dibujos, esperando a que el profesor llegara a mi sitio para evaluarlo.
- Sólo quiero que esta tortura acabe de una vez por todas o creo que acabaré volviéndome loco.- Le veía ir y venir entre las mesas, analizando (y criticando) los puntos fuertes y débiles de cada diseño-. Por Dios, que no llegue nunca.
Pero sabía que era imposible. Aquella clase no era tan grande, después de todo.
- Bueno, bueno, Kibum, por fin el esperado momento ha llegado.- Aparté la mirada de los papeles para no coincidir con sus ojos penetrantes, y me dispuse a esperar-. Es un traje rosa.- Su voz sonó tan decepcionada que estuve a punto de
sentirme un completo inútil-. Espera, es un traje que se convierte en vestido.- Cuando los cuchicheos de los demás compañeros empezaron a hacerse más audibles, mi seguridad aumentó-. ¿Podrías explicarnos esto? ¿Cómo funciona
exactamente?
Me acerqué a la pizarra y dibujé una silueta de género inconcreto, sobre la que añadí varias capas de tela. La primera, era un traje con cremalleras a ambos lados del pantalón, que al bajarlas se convertían en una falda de tul increíblemente
pomposa. La chaqueta, reversible, se convertía en un ajustado corsé para nada discreto, como el resto del diseño, que se ajustaba con unas tiras que anteriormente habían formado parte de la corbata. Imaginar el coste de ese diseño tan
complejo me producía risa, pero el auditorio se mostraba de lo más impresionado.
- Novia y novio en un sólo traje.- Expliqué-. Para que puedas casarte contigo mismo.
No sé por qué dije eso último, pero la clase estalló en carcajadas y los aplausos siguieron a las risas. El profesor Nam acercó un sobre cerrado hasta mi y lo colocó en mis manos con sumo cuidado. Por un momento consideré la opción de que
contuviera una figurita hortera de porcelana, pero era evidentemente ligero.
- Enhorabuena, Kibum.
Había ganado. No sabía exactamente el qué, pero había ganado.
Y debía darle las gracias a la abuela, que cansada de verme trabajar hasta las tantas en el diseño, una noche tuvo la idea más brillante de su vida.
- Haz algo que se convierta en otra cosa. Como en los programas de televisión.
Aunque su idea estuviera más dirigida hacia una conversión en mariposa (alas incluidas) que en una novia de sexualidad ambigua.
- Gracias.- Murmuré, anticipando la cara que la abuela pondría cuando le explicara que ese premio era en un 50% de su propiedad.
- París es la mejor de las escuelas, tienes que aprovechar esta oportunidad al máximo.
¿París? ¿Qué estaba diciendo? ¿Ese era el premio?
- ¿El premio es… un viaje a París? - Pregunté, atemorizado, mientras los demás suspiraban de frustración.
- Es una estancia completa de un año, para que estudies en una de las más prestigiosas escuelas de diseño del mundo.
- Pero… pero yo no quiero ir a París.
- Claro que quieres, ¿cómo no vas a querer?
La exagerada emoción del profesor Nam era diametralmente opuesta a mi sensación de acorralamiento. ¿Qué pintaba yo en París? ¿Y todo un año? Eso era una auténtica locura.
- Tengo… tengo que pensarlo.
- ¿Qué tienes que pensar? ¿Estás loco? - Chilló Hyuna desde su pupitre.
- Bueno, bueno, dejadle en paz.- Pacificó, con su habitual mueca sonriente-. Piénsalo bien, ¿vale? - Me aconsejó en un gesto amigable-. Es una oportunidad de oro, pero sólo puedes hacerlo si estás completamente seguro de que quieres
hacerlo. Ya sabes, dejarlo todo.
“Dejarlo todo” era una expresión que se me hacía demasiado familiar. Ya había dejado todo una vez cuando abandoné Seúl, con un futuro incierto y sólo con un sueño, que en ese momento estaba realizando, pero a una escala mucho mayor
de lo que podía haber imaginado.
El abuelo también recibió la noticia con algo de desasosiego.
- ¿Francia? ¿Por qué tienes que ir a Francia?
- No he dicho que vaya a ir, sólo que me ha tocado un premio.
- Pero aceptar ese premio supone que aceptas el viaje.
- No lo he aceptado todavía, tengo tiempo para pensarlo.
- ¿Hasta cuándo?
- Hasta el mes que viene.
- ¿Qué ha dicho Jonghyun de todo esto?
- ¿Eh?
- Imagino que no estará de acuerdo en que abandones el país durante tanto tiempo. ¡Jesús, Kibum, os casáis el año que viene! ¿De verdad vas a hacer esto?
No lo sabía. No sabía si iba a hacer esto o aquello. Pero si de algo estaba seguro era de que “aquello” lo había conseguido por mis propios medios, con esfuerzo y dedicación, mientras que “esto” me había caído del cielo, sin ni siquiera rezar
por él.
No le conté a Jonghyun nada acerca del premio, salvo que me lo había llevado yo. Consideré que decírselo en persona y analizar los pros y los contras de aceptarlo podríamos hacerlo entre los dos. Sabía que era un asunto mío, era mi futuro
profesional lo que estaba en juego, aunque obviamente la decisión también le afectaba a él.
Dejé el sobre en el escritorio de mi cuarto y empecé a pensar acerca de si a partir de ese momento, todas las decisiones de mi vida tendría que tomarlas previo permiso de mi futuro esposo. Desde luego, al abuelo lo que más le había ofendido
de todo el asunto de París era que fuera a interferir con el asunto de la boda. Asuntos, ambos, que habían llegado a mi sin salir a buscarlos.
El día antes de que Jonghyun volviera de Seúl fue la fiesta de graduación. Usé el traje azul marino que Jonghyun se había empeñado en comprarme durante mis vacaciones de invierno en la ciudad y de alguna manera me sentía orgulloso de
llevar algo que él había elegido para mi porque, según sus palabras : “el azul te hace parecer un ángel”.
Hyuna fue mucho menos conservadora y optó por un vestido rojo que se ajustaba a sus impresionantes curvas y no dejaba a nadie indiferente. Ren, por su parte, llevaba un discreto traje gris bastante similar al que llevaba el profesor Kang,
algo que no pasó inadvertido para nosostros.
203
- ¿Habéis comprado trajes de parejas? - Se burló Hyuna, aunque todos habíamos pensado en esa posibilidad.
- Estaban en oferta. Dos por el precio de uno.- Le siguió el juego.
- ¿Cuándo vais a admitir de una maldita vez lo que tenéis entre manos?
Ren alzó los hombros, haciéndose el desentendido (cosa que se le daba bastante bien, porque solía entender apenas una cuarta parte de lo que hablábamos) y fue a llevarle un vaso de ponche de huevo a su profesor favorito.
- La verdad es que hacen buena pareja.- Admití, sin despegar los ojos de ellos.
- No me digas que estás planteándote cambiar a Jonghyun por un profe.
- ¿Qué dices, loca?
- Sólo lo que veo.
- Pues deberías ponerte gafas.
- Yo creo que tú las necesitas más que yo.
Con un golpe de cadera me empujó hacia la derecha. Fue un movimiento leve, pero suficiente para que chocara con alguien más. La última persona con la que querría haber chocado.
- Kibum.
- Profesor.
- Qué decepción, pensaba que te presentarías con el vestido que diseñaste.- Bromeó.
- Tendría que trabajar como 40 años en la tienda de Yunho para hacer realidad ese diseño.
- No tenía pinta de ser barato.
La música nos eclipsó cuando empezó a atronar y la gente no tardó en salir a bailar y a saltar a la pista.
- Wow, está fuerte.- Me quejé, tapándome un oído.
- ¿Vamos fuera?
Acepté, en principio para deshacerme de aquel alboroto. En realidad creo que esa no fue la razón. Pero no lo averigüé en seguida.
- Aire…- Me senté en uno de los muros que había a ambos lados de las escaleras de la escuela, a horcajadas.
- No te he visto beber en la fiesta.
- No bebo alcohol.- Y menos después de mis experiencias adolescentes en Boseong.
- Chico responsable.
- Bastante.
- No eres como la mayoría, ¿eh?
- Nunca.- Me reí. Aunque en mi mente el no ser como la mayoría había sido siempre más un insulto que un halago.
- Espero que aceptes ese viaje porque de verdad pienso que eres alguien especial, Kibum.
- Si le digo la verdad, profesor, no me veo a mi mismo en Europa, un año entero, completamente solo.
- Entiendo que la idea te asuste, pero no es algo que debas rechazar a la ligera. Piénsalo un poco más.
Asentí. Tenía razón, había que pensarlo un poco.
- ¿Por qué fue a la tienda de Yunho aquel día? - ¿Por qué tuvo que salir aquella pregunta de mi boca?
- Iba a comprar algo.
- No compró nada.
- Tenía la intención.
- Sólo la intención.
- Supongo.
- ¿Y esa otra vez? ¿Cuando yo estaba en Seúl? ¿Para qué fue?
Se sentó en el muro con cuidado, guardando una cierta distancia, aunque no mucha.
- ¿Por qué lo quieres saber?
- Me da curiosidad.
No podía callarme, no podía.
- Respóndeme tú a algo. ¿Por qué has salido conmigo de la fiesta?
“Porque quería estar contigo” fue algo tan honesto que salió de tan adentro que me asustó.
- Hacía calor.- Fue una mentira tan grande que ni siquiera había sonado convincente.
- ¿No hay otros motivos además?
- No.- Ambos supimos que esa había sido una nueva mentira.
- Es curiosa esa habilidad tuya de decir una cosa y pensar exactamente lo contrario. ¿No es agotador?
“Como no tienes idea”.
- Me gustaría conocer al nuevo alumno al que torturará en el próximo curso, ya que yo no estaré en su clase.
Ladeó ligeramente la cabeza, mirándome con una sonrisa tierna.
- ¿Estás celoso?
- ¿¡Qué!?
- ¿Estás celoso porque alguien más va a sustituirte?
- Menuda gilipollez.
Rápidamente cubrí mi boca con mis manos, al hacerme consciente de que acababa de hablarle de un modo incorrecto a un profesor, pero él no estaba molesto. Más allá de eso, se acercó un poco más a mi, y apartó mis manos,
sosteniéndolas entre nosotros.
- Eso no va a pasar.
Fue como un sueño. Como una escena que ves desde lejos y no tienes tiempo para actuar sobre ella porque estás demasiado enajenado y tu cuerpo no responde a los estímulos terrestres. Como un acto reflejo que no consigues explicar pero
te deja completamente satisfecho, de una forma desconocida.
El profesor Nam me estaba besando. Y yo no me aparté. Ni siquiera me sorprendí. Porque me gustaba. Y porque también lo quería. Quería probar esos labios desde la primera vez que había visto cómo se los humedecía, en clase, después
de dar una larga explicación sobre algo, como un tic. Había deseado perderme en su boca durante dos años, entre todos esos trabajos interminables y esos exámenes crueles que siempre aprobaba con la máxima nota, deseoso de
complacerle en todo lo que me pidiera. Y en ese momento, perdido en aquel beso, no podía pensar en nada más que en esa sensación de triunfo por haber alcanzado mi objetivo tras todo aquel esfuerzo. ¿El premio o el beso? ¿Cuál de las
dos cosas era la que me había propuesto conseguir desde un principio?
Un ligero mordisco en mi labio inferior me produjo un extraño calambre que hizo que pegara un saltito en el muro, separándome de él.
- Mierda.
204
Y sólo cuando me llevé la mano a la boca, de nuevo, pude sentir la alianza de oro acariciar mis labios, intentando recordarme que en sólo unas horas más, Jonghyun estaría de vuelta.
205
Tenía miedo y ningún pudor en reconocerlo. Había llegado a tal extremo que casi me parecía un milagro despertar cada día. Poco a poco las fuerzas me estaban abandonando y me sentía incapaz de ponerle remedio a esa situación. Todos
aquellos años como deportista se convertían en una inutilidad si mi propio cuerpo se había empeñado en autodestruirse.
Y papá estaba todavía más asustado.
Todavía no habían empezado los exámenes cuando decidió que teníamos que viajar urgentemente a Boseong. Allí la primavera era prácticamente inexistente y el frío y mi falta de masa muscular no ayudaron cuando entré en contacto con el
clima devastador del pueblo.
- ¡Por Dios santo, hijo! - Exclamó el abuelo cuando me vio bajar del taxi, ayudado por mi padre, porque apenas era capaz de mantenerme en pie-. ¿Cómo ha podido llegar a este estado?
Vi a la abuela santiguarse desde la puerta de la casa, después de secarse las manos en su delantal viejo, y nos condujo a la habitación donde solía dormir todos los veranos. Me acosté en la cama, agotado por el viaje.
- Tenemos que ir a buscarle.- Escuché la voz de papá, jadeante por el esfuerzo de haberme prácticamente arrastrado hasta el piso superior de la casa.
- No creo que sea una buena idea.- Desde donde estaba podía notar el temblor en la voz de la abuela.
- Peor es no hacer nada, ¿no crees?
Incluso yo, en mi situación de semi inconsciencia, captaba la desesperación en sus palabras.
- Él no irá a ningún sitio con vosotros.- Murmuré, pero lo suficientemente alto como para que me escucharan.
Papá se sentó a un lado de la cama y me tocó la frente, comprobando mi temperatura por cuarta vez en aquella noche.
- ¿Por qué piensas eso?
Tragué saliva, con bastante esfuerzo porque mi garganta estaba totalmente seca.
- Él… tiene miedo de los desconocidos.
- Increíble… - El abuelo se apoyó en el marco de la puerta, enfadado-. ¿Entonces qué vamos a hacer?
- Kibum…- Balbuceé, antes de caer en un profundo sueño-... Kibum… Kibum le traerá…
Todo sucedió de manera rápida y lenta mientras era incapaz de averiguar dónde me encontraba exactamente. Lo único que escuchaba era mi propia respiración, constante y relajada, mientras escenas inconexas se agolpaban en mi cerebro :
Coco corriendo detrás de una enorme mariposa blanca; el agua fría del lago congelándome las piernas, provocándome calambres en los pies; Jonghyun tirándose en bomba desde el embarcadero, donde unos ojos completamente rojos no
dejaban de mirarme; el examen de neurobiología, todo en blanco, porque no podía recordar la respuesta a ninguna de las preguntas, mientras todos mis compañeros se levantaban y entregaban sus pruebas con normalidad; mis manos
aprisionando mi cabeza porque el dolor era tan insoportable que no podía dormir, sólo gritar para aliviarlo; y de nuevo unos ojos rojos que se volvían grises y apaciguaban el dolor, lentamente, mientras unos labios carnosos se movían para
hablarme, pero no podía escuchar lo que decían…
Hasta que algo sonó justo en mi oído, despertándome de golpe, rompiendo aquella especie de pesadilla dolorosa.
- Minho… - La cara preocupada de mi primo apareció en mi campo de visión-. Estabas soñando.- Me limpió la cara con un trapo húmedo-. ¿Estás mejor ahora?
Asentí, algo confuso. No sentía que hubiera sido realmente un sueño, sino una especie de repaso mental a unos cuantos momentos de mi vida, así que detuve sus manos, y le miré fijamente.
- ¿Le has encontrado?
Asintió.
Se levantó despacio de la cama, soltando un suspiro de agotamiento, momento en el que me fijé que dentro de la habitación estaba mi familia, junto a la ventana, guardando una notable separación de la puerta, desde donde unos ojos tristes
me observaban con timidez.
Levanté el brazo para indicarle que se acercara pero él no movió ni un dedo. Oí susurros desde el otro lado de la estancia, pero nada con claridad. Kibum se acercó a él y le puso una mano en el hombro.
- Adelante.
Pero él continuó quieto. Sus mejillas inusualmente pálidas.
- No creo que pueda ayudarle.
Sí que pude escuchar un gemido ahogado de mi padre, mientras mi brazo caía de nuevo en el colchón.
- Si tú no puedes, ¿quién podría?
- Yo… no…
Mis ojos se cerraban lentamente, pero entre mis párpados pude ver su silueta cayendo de rodillas justo donde se encontraba, y a mi primo agachándose para recogerle, mientras papá venía corriendo hasta mi cama.
- ¡Maldita sea, dijiste que él le curaría!
- ¡Él lo hizo conmigo! - Los sollozos de Kibum eran tan desesperados como los de mi padre-. ¡Ayúdame, por favor! ¡No sé qué es lo que ocurre con Taemin, está inconsciente!
- ¡Él hizo que Minho enfermara, no voy a ayudarle!
- ¡Por Dios, tío, es un niño!
Pasos apresurados y ruidos desconcertantes se sucedieron a mi alrededor mientras mis ojos no eran capaces de abrirse de nuevo.
- ¡No lo pongas ahí, ahí no!
- ¡No voy a dejarle en el suelo!
Un peso a mi lado que me movió levemente, y un olor familiar que llegó como una brisa fresca.
- Taeminie…
Mi suspiro aliviado detuvo los ruidos y movimientos. Una mano fría acarició la mía despacio.
- Oppa…
Mis pómulos forzaron una sonrisa que me dolió, porque mi piel se sentía tan seca como mi garganta.
- ¡Jesús! - Exclamó la abuela, aunque no supe el motivo.
- ¿¡Qué diablos es eso!? - La voz del abuelo sonaba asustada, y noté que se acercaban.
- ¿Qué le está haciendo? - Mi padre estaba al borde del llanto, algo que no había presenciado desde que él y mamá se habían divorciado-. ¡Dile que pare!
- ¿Cómo voy a hacerlo? ¡Ni siquiera sé lo que está pasando! - Kibum gritaba más que los demás, intentando alejarles de la cama-. ¡No os acerquéis!
- ¿Cómo quieres que me quede de brazos cruzados viendo como ese monstruo mata a mi hijo?
- ¡Él nunca le haría nada malo a Minho, nunca! ¡Yo le conozco! ¡Jonghyun me contó lo que hizo conmigo! ¡Él me salvó!
- ¿De qué te salvó exactamente? ¿Cuándo pasó eso?
- Una vez en el lago… ese día yo iba a morir… - La mano fría de Taemin dejó de moverse y mis ojos adquirieron renovadas fuerzas para abrirse y contemplar la escena-. ¡Y él me salvó! - Mi primo lloriqueaba intentando bloquear el acceso a
donde nosotros estábamos-. Cuando me enfermé esa otra vez, ¡también me salvó! ¡Él no es ningún monstruo, es un ángel!
Me incorporé despacio, esforzándome en enfocar la vista.
- ¡Hijo!
Miré a mi derecha y vi el cuerpo de Taemin tendido a mi lado, irradiando una tenue luz azul que me impedía ver con claridad su cara.
- ¿Qué le habéis hecho? - Pregunté, susurrando, no quería debilitarle más.
- Se desmayó, Minho, no sé qué le pasa.- Kibum se acercó rápido, sin tocarle, pero recorriéndolo con la mirada de arriba a abajo-. Es la primera vez que le veo débil o enfermo, ¿qué está pasando?
- Taemin…- Vencí el desconcierto de verle rodeado por esa extraña luz y le toqué la mejilla, fría como su mano, totalmente carente de brillo.
- ¿Está… está muerto? - Balbuceó mi primo, atreviéndose a acercarse un poco más.
- ¡No le toques! - Gritó papá, asustado porque la luz parecía volverse algo intensa.
- Taemin, despierta, estoy aquí, contigo.
La luz dejó de sentirse fría y se volvió amarilla, casi cegadora, pero aún a riesgo de perder la vista para siempre, me acerqué un poco más.
- ¡Aléjate de él! ¡Va a matarte!
- Taeminie…- Le susurré al oído-. Si tú estás a mi lado, todo va a estar bien.
206
Un pequeño jadeo escapó de sus labios y aquella luz cegadora e invasiva volvió a su interior a través de su boca. Una violenta convulsión le despertó, como si un desfibrilador hubiera enviado una fuerte corriente eléctrica a su cuerpo, y abrió
los ojos con una expresión aterrorizada.
- Oppa…
- Todo está bien, no te preocupes, estoy aquí.
Sus pupilas dilatadas se fijaron en las mías.
- Te he visto morir, oppa.
Sonreí, despreocupado, mientras la abuela murmuraba una oración.
- No me he muerto, estoy perfectamente, ¿no me ves?
Me echó un vistazo, no muy rápido, más bien examinando con total curiosidad mi cuerpo.
- Pero yo te vi morir. Y me estaba muriendo contigo.
Kibum soltó un nuevo sollozo pero yo no me sentía en absoluto asustado, el temor había pasado por fin.
- Pues que sea la última vez que te mueres por mi.
Me sentía incapaz de dejar de sonreir y de acariciarle, porque la suavidad de su piel, aún a cierta distancia, me daba nuevas energías para mantenerle a mi lado.
207
No recordaba haber conducido tan deprisa nunca en mi vida. Si hubiera estado en Seúl, y no en Boseong, probablemente me habrían puesto un par de multas y me habría llevado una buena reprimenda. Por no mencionar que conducía la
camioneta de Jonghyun, lo que podría significar una tercera multa, porque a aquella velocidad era fácil pensar que el coche que llevaba era robado.
Estaba en shock.
Conducía completamente cegado.
En primer lugar, porque había besado a Nam Woohyun (o más bien, me había dejado besar por él; aunque técnicamente fuera distinto, la realidad era la misma : nos habíamos besado) y aunque me había estado tirando del pelo de la rabia
que me había provocado demostrar mi debilidad ante él, pronto aquel tema pasó a ser una insignificante anécdota.
Recibí una angustiosa llamada de mi tío en la que, de forma bastante caótica, me pedía que fuera a buscar a Taemin porque algo realmente malo estaba pasando con Minho. Yo ni siquiera tenía la menor idea de que ellos venían a pasar unos
días al pueblo, pero teniendo en cuenta la delicada salud de mi primo, el pánico llegó en seguida.
Conduje de la misma forma inconsciente hasta la casa de los Lee y llamé al timbre como un poseído, a pesar de que era algo más de medianoche.
Taemin no estaba en absoluto asustado por aquella interrupción nocturna, a pesar de que me abrió la puerta en pijama y con aspecto somnoliento.
- ¿Qué pasa, hyung? - Preguntó, frotando sus ojos con el puño, como un bebé.
- ¡Deprisa, tienes que venir a la granja, a Minho le pasa algo malo!
De pronto se puso rígido y sus ojos empezaron a moverse, nerviosos, a ambos lados. Los cerró fuerte, apretándolos exageradamente, mientras se frotaba las sienes.
- No le escucho…
Murmuraba, mientras yo me deshacía de la impaciencia.
- ¡No importa, vámonos!
Le agarré de la mano y le saqué de su casa. Ni siquiera se me ocurrió cerrar la puerta porque en esos momentos cada segundo contaba demasiado.
- No puedo percibirle, hyung, no puedo entrar en su mente. Eso no puede ser bueno…
- Ya sé que no es bueno, mi tío está aterrorizado y ahora yo también.
- No puedo ir allí.- Se detuvo de pronto, casi provocando que me cayera al suelo al frenar de golpe mi carrera, quedando con ello mi brazo en tensión y notando un calambre tremendamente doloroso deslizarse a lo largo de mis músculos.
- ¿¡Estás loco!? ¡Puede que muera, si no vas!
- Si voy, será todavía peor.
- ¡Eso es imposible! - Tiré de su mano, en vano, no se movió ni un milímetro, ¿de dónde sacaba toda esa fuerza? Apenas parpadeaba-. ¡Muévete, maldita sea!
Una sacudida de aire caliente me echó hacia atrás violentamente. Tal vez hubieran sido tan sólo un par de pasos, pero fue lo suficientemente fuerte para que me alejara de él. Me asusté, como un idiota, y me sobé las manos para eliminar esa
desagradable sensación por un momento, mientras le miraba con incomprensión.
- Estar juntos será peor.
- ¿Peor? - Por desgracia, mi boca no había captado lo mal que me podía ir si contradecía la voluntad del niño de los Lee-. ¡Minho se está muriendo, Taemin! ¡Y tú eres el único que puede salvarle!
Mis lágrimas, para nada tímidas, le hicieron reaccionar. Aún titubeó un poco antes de moverse, y tuve que secarme los ojos un par de veces, sin intención de irme de allí sin él, para que accediera a acompañarme.
Esos últimos minutos campo a través fueron lo peor. Conducía a velocidad de autopista con la escasa visibilidad de la zona (no, las farolas no existen en este tipo de lugares) y con las dificultades de ese camino abrupto y desconocido para mi,
ya que nunca había hecho en coche aquel trayecto, y mucho menos en medio de un ataque de histeria.
- ¿Qué ha sido ese ruido?
- Puede que me haya cargado el cárter, ¿se llama así? Esa pieza que hay en los bajos del coche.
- Espero que no sea una pieza importante.
- Yo también lo espero.
No me preocupé del cárter, ni del pitido que emitía el cuadro de mandos informándome de que el nivel de aceite estaba demasiado bajo, (probablemente había golpeado o roto alguna parte importante que ya tendría tiempo para analizar) ni
siquiera de cerrar la puerta o apagar el motor cuando llegamos a casa.
Lo único que me hizo entrar en razón fue ver a Taemin desmayándose.
- ¡Jesús bendito! - La abuela no paraba de llorar y todo era un caos mientras el abuelo y mi tío trataban de despertar a Minho.
Coloqué a Taemin a su lado en la cama, pese a las reticencias de toda mi familia, y entonces aquella luz azul apareció, enmudeciéndonos, para acabar cambiando de color.
Nunca dudé que el niño de los Lee era incapaz de hacer daño a ninguno de nosotros, mucho menos a mi primo. Y sobre todo, de lo que nunca tuve dudas era de que haría lo que fuera, incluso arriesgar su propia vida, para salvarle.
- Minho… - Cuando vi que se incorporaba y le susurraba cosas a Taemin, que le miraba completamente asombrado, supe que lo peor había pasado-. Minho, ¿te encuentras bien?
Me miró, sonriente todavía, envuelto en un pequeño halo de color amarillo que salía de Taemin.
- Perfectamente.
La abuela empezó a rezar, de rodillas; el abuelo dudaba acerca de seguir manteniendo la distancia o no, y mi tío vino a comprobar con sus propias manos que la fiebre de su hijo había bajado.
- Todo parece en orden.- Le agarró por los hombros-. Ya no estás transpirando y tu piel vuelve a tener un color normal.- Le cogió las manos-. Ya no tiemblas.
208
- Dije que estoy bien.
- Es increíble… - Susurró, angustiado, pero eso no opacó su felicidad. Le abrazó, desesperado, y se echó a llorar.
- Taemin…- Le ayudé a incorporarse, parecía muy debilitado-... ¿cómo estás? ¿Puedo hacer algo por ti?
Sus párpados se movieron con lentitud, permaneciendo entreabiertos para enfocarme.
- Llama a Onew hyung.
Cumplí sus órdenes y Onew no tardó en venir a recogerlo, asustado por el resumen de los hechos que le había dado por teléfono.
- Mañana iré a verlo, cuídale mucho, debe de estar agotado.
Así debía de ser porque le tuvo que llevar en brazos hasta el coche, a pesar de la insistencia de Minho de que lo dejara pasar la noche en nuestra casa. Ni a los abuelos ni a mi tío les pareció una buena idea y tuvo que desistir. Tampoco le
permitieron ir a la casa de los Lee a cuidarle, ya que no confiaban en que aquella recuperación milagrosa fuese permanente.
Cuando me fui a la cama estaba destrozado. Me dolía todo el cuerpo debido a la tensión que había soportado en una sola noche, y un dolor de cabeza palpitante no me dejaba conciliar el sueño. Era de madrugada cuando me tomé un
analgésico y finalmente conseguí dormirme.
No supe cuánto tiempo había conseguido descansar, sólo que un susurro suave me despertó en mitad de mi sueño.
- Buenos días, bonito.
Estaba demasiado aturdido como para entender a la primera lo que estaba pasando, pero unas manos sujetaron mi rostro con cuidado para que consiguiera regresar a la realidad.
- Jjong.
- Hola, cariño.
Su hermosa sonrisa fue como un rayo de luz cálido que me envolvió de pronto, despertándome completamente.
- ¡Jjong!
Rápidamente coloqué mis brazos alrededor de su cuello, en un gesto que ya se había convertido en una costumbre para nosotros, y le arrastré conmigo.
- Cuidado…
- Chicos, esas manos… - La abuela nos advirtió desde el umbral de la puerta de mi habitación y Jonghyun se levantó de un salto.
- Perdón.
- El desayuno está listo.
Sólo añadió eso y se fue, dejándonos totalmente avergonzados.
- ¿Estás loco? - Jonghyun me pegó con la almohada mientras yo me reía, a pesar del regaño que acabábamos de recibir.
- Ayer… fue complicado…
Me revolví el pelo, intentando borrar de mi mente la sensación que me había dejado en la piel la experiencia extrasensorial que habíamos presenciado la noche anterior.
- El abuelo me lo ha contado. ¿Por qué no me llamaste? Habría adelantado mi vuelo.
- El único que podía hacer algo era Taemin.
- Lo sé, pero me habría gustado haber estado aquí. Seguro que te asustaste mucho.
Me agarró la mano sutilmente pero yo me aferré a ella con fuerza.
- Me entró el pánico.
- Yo creo que habría entrado en pánico también.
- No de la misma forma.- Hice un puchero-. Creo que he roto el cárter de tu coche.
- ¿Cómo?
- Dios, Jjong…- Me senté en la cama, echándome las manos a la cara-. Conduje como un loco, creo que cometí media docena de imprudencias en menos de quince minutos, pero joder, creía que Minho moriría.
- Fuiste muy valiente.- Tomó mis manos y me miró con dulzura, ¿cómo lo hacía? De repente ya no tenía ganas de llorar, a pesar de que ya notaba mis ojos húmedos.
- Fui un imprudente. Podía haber muerto, o haber provocado un accidente… no sé, podría…
- No pasó nada de eso, y Minho está bien. De hecho, estaba jugando con Coco en el porche cuando he llegado.
- Pero tu coche…
- Bueno, si lo examinamos detalladamente, no es la primera vez que estás envuelto en algún tipo de incidente con mi coche…
- ¡Pero la otra vez no fue culpa mía! - Salté de la frustración, moviendo el colchón, y con ello, desestabilizándole.
- Lo pillo, lo pillo.- Se defendió, levantando las palmas de sus manos hacia mi-. No voy a evaluar más tu manera de conducir, pero quizá sería buena idea incluirte en mi seguro de accidente, por si las moscas.
- ¡Oye!
Detuvo mi golpe, que iba directo a su cara, agarrando mis muñecas y se acercó peligrosamente a mi. Tan sólo cerré los ojos a la espera del contacto, que no se produjo.
- ¿Qué te ha pasado aquí?
- ¿Eh?
- Aquí.
Acercó su pulgar a mi labio inferior y lo rozó despacio, produciéndome un leve pinchazo.
- Auch…
- Tienes una herida.
- ¿Una herida?
- Justo en el labio.
Se acercó para examinarla con cuidado y en ese momento un bloque enorme, enorme, cargado con toneladas de culpabilidad, cayó sobre mis hombros.
Sí, tenía una herida en el labio. Y no había sido producida por una mordida involuntaria. Al menos, no mía. Mi profesor me la había hecho después de que yo no detuviera sus intenciones a pesar de que los dos sabíamos que yo estaba
comprometido. Y mi novio estaba precisamente ahí delante, esperando una explicación que no llegaba. Porque tampoco los pensamientos fluían con normalidad en mi cerebro.
- Jjong… tengo que contarte algo.
Ladeó su cabeza, sin abandonar su expresión risueña, aumentando el peso sobre mis hombros unos cuantos kilos.
¿Iba a explicarle un cuento de hadas, una historia de ciencia ficción? ¿O quizá lo justo sería contar todo tal cual había ocurrido, incluyendo la terrible verdad acerca de lo mucho que yo deseaba ese beso, tan inadecuado, tan prohibido y tan
traidor?
209
Ni una palabra había salido de mi boca cuando las lágrimas ya estaban resbalando por mis mejillas, impidiéndome expresarme con claridad, y Jonghyun ya me tenía entre sus brazos, enormemente preocupado y acariciándome la cabeza
despacio.
- Chtssss… no pasa nada. Nada es tan grave como para que te pongas así de llorón.
¿Cómo iba a decirle que sí lo era? Que era tan terriblemente grave que cabía la enorme posibilidad de que nos separara irremediablemente.
210
Estaba en pie antes siquiera de que un sólo rayo de sol hiciera acto de presencia. Me sentía nervioso, pero no era algo desagradable, sino emocionante, ese hormigueo que me recorría el cuerpo y me impedía estarme quieto.
Fui a dar de comer a los animales y me duché, para tratar de despejarme, pues continuaba algo aturdido por lo que había ocurrido la noche anterior. No dejaba de repetirme que todo había salido bien, que podía estar tranquilo; el niño de los
Lee me había salvado de una muerte inminente, tal como lo había hecho con Kibum años atrás, y no podía dejar de dar gracias por ello. Sin embargo, en esa ocasión la consecuencia de haberme salvado era que él se encontraba sin energía.
¿Podría estar perdiendo su poder por mi culpa? ¿Tan enorme había sido su esfuerzo por curarme?
- ¿Se puede saber qué diablos haces tan temprano? - Me regañó mi padre en cuanto me vio ponerme los zapatos, dispuesto a irme.
- Voy a ver a Taemin.
- No, no, no…- Se interpuso en mi camino, bloqueándome la puerta-. No vas a ir a ese lugar.
- ¿Cómo que no?
- Ese niño es peligroso, y con lo que vimos ayer no estás en posición de defenderle.
- ¿Peligroso? Papá, tú mismo viste con tus propios ojos lo que él hizo por mi, ¿cómo puedes seguir pensando de esa manera?
- Hijo, las cosas que hace ese niño… dan mucho miedo. Creo que me habría dado un infarto si mi corazón hubiera estado latiendo en ese momento.
La reina del drama que de vez en cuando poseía el cuerpo de mi padre era algo digno de ver.
- Taemin se arriesgó mucho por mi, y ahora está débil. Tengo que ir a verle.
- No digas tonterías…
- Voy a ir, me dejes o no.
- Ni siquiera entiendo nada sobre esa extraña relación que os une… ¡puede que esté haciendo todo esto deliberadamente!
Me acerqué a él con decisión, y le aparté de la puerta con un gesto suave.
- No le conoces.
Y salí al porche sin querer escuchar ni una sola palabra más. Pero su mano retuvo mi brazo en el mismo momento en el que echaba a andar.
- En ese caso, si insistes tanto en ir, te acompañaré. No dejaré que vayas a casa de los Lee tú solo.
Eso era más que suficiente. Yo lo único que quería era asegurarme de que Taemin estaba bien, y si para ello tenía que llevarme a mi padre como escolta, no tenía más remedio que hacerlo.
Nos subimos en la camioneta del abuelo y durante el trayecto papá se ocupó de enumerar la cantidad de barbaridades que había oído durante toda su vida acerca del terrible niño de los Lee. Algunas era verdad, otras exageraciones, y otras,
directamente, invenciones.
- Taemin ha cambiado mucho en estos años. Conoce mejor su poder y sería incapaz de hacerle daño a nadie.
- ¿Y cómo es eso de que le conoces tan bien, si se puede saber?
Suspiré, frustrado, antes de responder.
- Ha estado con nosotros cada verano desde que tenía seis años.
- ¿Qué? - Apartó rápidamente la vista del camino para mirarme, incrédulo, aunque le obligué a continuar atento.
- Nunca hemos dejado de ser amigos. Al principio era divertido porque hacía volar a Kibum y a Jonghyun y se llevaban unos sustos muy buenos…
- Pero… ¿pero tú te escuchas?
- Era como un juego. Sabíamos que él podía hacer cosas que otros niños no podían, ni siquiera nosotros, pero no nos daba miedo, porque nunca nos lastimó. De hecho, cuando Kibum casi se ahogó en el lago, él le salvó. Eso fue lo más
sorprendente que habíamos visto. Bueno… hasta ese momento.
- ¿Y se puede saber por qué nunca nos contásteis nada de lo que le pasó a tu primo?
- Porque sabíamos que os enfadaríais y nos prohibiríais volver a jugar con Taemin si sabíais que le veíamos a escondidas. Y seguramente mi tía no dejaría que Kibum volviera a pasar el verano en Boseong.
- Quizá no hubiera sido tan mala idea, después de todo. ¿Cómo demonios habéis llegado a este punto? ¿Por qué ese niño y tú estáis tan conectados? ¿Por qué es tan importante para ti?
Me encogí de hombros. En realidad yo también me preguntaba eso.
- Él empezó a leer mentes. No sé cuándo descubrió que podía hacerlo, pero para él era algo absolutamente sencillo.
- ¡Jesús!
- Yo le dije que no estaba bien, pero… supongo que era algo que entonces no podía controlar al cien por cien, y siguió perfeccionándolo… de alguna manera. Porque con el tiempo ni siquiera necesitaba tenerme cerca para saber lo que yo
estaba pensando. De hecho, aprendió a meterse en mi cabeza.
- ¿Cómo? ¿Qué estás diciendo?
- Hablábamos sin hablar. Él sólo entraba y me deseaba suerte en los exámenes, o me insultaba por no haberle llamado en toda la semana.- Solté una risita absurda, recordando con nostalgia aquellos momentos celosos-. A veces sólo
susurraba cosas que no entendía pero que me ayudaban a dormir mejor.
- ¡Dios mío, estabas poseído por él!
Le miré, estupefacto por lo que acababa de decir, aferrando con fuerza el volante mientras se veía a si mismo corriendo hacia la casa de los Lee con una antorcha en las manos, dispuesto a no dejar en pie ni un sólo tablón de aquel lugar.
- Ni se te ocurra hacer nada de lo que estás pensando ahora mismo.
Cerró la boca, mientras sus ojos se abrían exageradamente, y puso el freno de mano. Ahí fue cuando me di cuenta de que estaba temblando. Sus dedos se movían intranquilos hacia la llave de contacto, dudando acerca de realizar el
siguiente paso. Apagó el motor.
- Hemos llegado.
- Quédate aquí.- Ordené.
Y aunque al principio parecía que no iba a protestar, se puso en marcha en cuanto me vio salir del coche.
- Estás soñando si piensas que voy a dejar que vayas solo.
Aquello me cabreaba, pero no podía hacer nada al respecto, él estaba empeñado en no despegarse de mi.
- Está bien, pero no digas nada más.
211
La puerta chirrió un poco al abrirse y Onew apareció en el porche, sorprendido por la inesperada visita.
- Minho…
- ¡Hyung! - Me acerqué a él a pasos rápidos-. Estaba tan preocupado… ¿Cómo está Taemin?
- Él… él está bien…- No le quitaba la vista de encima a mi padre-. Sólo necesita…. descansar un poco. Ayer.... se esforzó demasiado.
- Fue culpa mía, hyung…
- No es lo que él me ha contado.
- ¿Eh?
- Está en su habitación. Se alegrará de verte. Sube, ya sabes dónde está.
No esperé que mi padre asumiera que yo ya había estado allí antes, y en el cuarto de Taemin, y corrí escaleras arriba. Un delicado perfume a jazmín salía de la habitación, y no tardé en encontrar una pequeña vela en el tocador que había
junto a la ventana.
- Oppa.
Estaba sentado en la cama, apoyado en el cabecero, con el pelo recogido en una graciosa coletita alta, y un libro entre las manos.
- No me digas que estás estudiando.
- No puedo perder tiempo de estudio, ya sabes que en junio voy a hacer ese examen.
Sonreí, satisfecho por verle tan centrado y aparentemente tranquilo, y me senté a su lado, mirándole de frente.
- Me alegro de que estés mejor. Ayer me asusté un poco.
Cerró el libro y lo apoyó en su regazo.
- Hay cosas de mi que no son… agradables de ver…
Bajó la cabeza, avergonzado.
- ¿Pero qué dices? Todas aquellas luces… esa sensación… cómo entraste en mi… ¡fue genial!
Unos pasos rápidos se hicieron presentes en el cuarto y ambos miramos a la puerta para ver aparecer a mi padre.
- Buenos días, señor Choi.- Intentó levantarse de la cama para realizar la correspondiente reverencia, pero resultaba bastante evidente que su cuerpo no respondía órdenes así de sencillas.
- No te esfuerces.- Le ayudé a colocarse de nuevo en su postura original-. Sigues débil, y no te conviene moverte.
- Sólo iba a saludar a tu padre.
- Él ya se da por saludado sin que te levantes, ¿a que sí?
Papá tardó algunos segundos en comprender la pregunta, y su cabeza se movió titubeante de modo afirmativo, aunque no del todo seguro.
- No quiero parecer un maleducado…
- No eres ningún maleducado y papá ya sabe eso, o sea que no pienses tonterías. Mira.- Le acerqué la bolsa de papel que traía-. Te traje el desayuno.
Sus ojos se iluminaron cuando vio el nombre de la pastelería del pueblo estampado en la bolsa.
- ¿Pastelitos?
Extraje una caja con un surtido de pequeños pasteles y un batido de plátano. Había obligado a papá a hacer una parada técnica antes de venir, tenía que asegurarme de que Taemin recuperaba sus fuerzas (aunque fuese a base de dulces).
- Señor Choi…- Onew habló desde el pasillo-... ¿por qué no me acompaña y tomamos un café?
Mi padre estaba algo espeso aquel día, por lo que tampoco reaccionó inmediatamente a su invitación, pero muy a su pesar, y después de echar una ojeada por la habitación, intentando asegurarse de que iba a estar bien, decidió aceptarla.
- Tu padre me tiene miedo.- Dijo Taemin, tras darle un primer sorbo al batido.
- No es el único.
- ¿Tú?
- Ah ah.- Negué, divertido-. Los abuelos. Bueno, y tal vez si dijera que todo el pueblo, tampoco estaría mintiendo.
- No entiendo por qué te hace gracia que todo el mundo me tenga miedo.
Me reí una vez más, acercando uno de los pasteles a su boca.
- Si te vieran ahora mismo nadie pensaría que eres alguien de quien hay que escapar.
Mordió el pastel y soltó un ruidito de emoción.
- ¡Está muy bueno, oppa! Tienes que probarlo.
- Pero son para ti…
- ¡Pruébalo!
Prácticamente me ahogó con el pastel, que estaba delicioso, aunque no tanto como su expresión. Sus dedos continuaban en mi boca, inmóviles, a pesar de que ya había engullido el pastel.
- Ven.
Le agarré por la cintura para atraerle a mi y le abracé con cuidado, parecía que iba a romperse.
- Estoy bien, oppa, sólo un poco cansado. Pero no tienes que preocuparte.
- Sé que hay algo más que no me quieres contar. Ha pasado algo.- Le susurré al oído-. No le he dicho nada a nadie porque no quiero asustarles pero… lo de ayer… sé que fue algo diferente… Sé que te ha afectado tanto como a mi.
- Supongo que me puse al límite.
Apoyó su cabeza en mi hombro, agotado, y se abrazó a mi cuello.
- Tú estás débil y yo más fuerte que nunca. Es como si… tu energía estuviera ahora dentro de mi.
- Yo también siento eso.
- Hay algo más.- Me separé un poco para mirarle a la cara-. Ahora puedo leer la mente de mi padre.
- ¿En serio? - Se separó del todo, llevándose una mano a la boca.
- ¿Podría leer la mente de más personas? Es decir, si lo intento.
- No lo sé. Es probable que puedas. Porque… yo ya no puedo hacerlo.
212
En ese punto fui yo quien se quedó sin habla. Había muchas posibilidades de que el niño de los Lee, tras salvarme de una muerte segura, me hubiera traspasado sus poderes. O al menos, uno de ellos. El problema era que yo no tenía ni la
más mínima idea de qué hacer con eso.
213
Me habría gustado que mi cuerpo fuera capaz de obedecer a mi cerebro en esos momentos, pero no fue así. Mi estado de nerviosismo me impidió relatar a Jonghyun lo que había ocurrido la noche anterior y la abuela nos había llamado
demasiadas veces a desayunar como para continuar ignorándola.
El abuelo servía el té cuando bajé, ya duchado, y me senté al lado de Jonghyun, que pelaba algo de fruta y la colocaba cuidadosamente en mi plato. ¿Siempre era así de protector?
- ¿Minho está bien? - Pregunté, cuando el café ya había despertado a mis neuronas y yo ya me sentía un poco más relajado.
- Salió temprano con su padre.- Me explicó la abuela-. No sé a dónde iban pero parece que se encontraba perfectamente. Dios santo, ha sido un milagro.- Se santiguó antes de sentarse a la mesa con nosotros-. ¿Por qué tienes esa cara? No
me digas que ahora te has enfermado tú.
Su mano voló hacia mi frente para comprobar mi temperatura.
- Estoy bien, tranquila. Sólo fue una noche movidita, eso es todo.
- ¿Qué tal el baile?
La pregunta de Jonghyun instauró en la cocina un silencio tremendamente incómodo, porque había allí tres personas que estaban esperando una respuesta por mi parte, que no llegaba.
- Es cierto, con todo lo de Minho, no te pregunté nada.- La abuela se unió a la curiosidad de mi novio-. Supongo que no sería tan divertido como esperabas, ya que volviste tan temprano.
- ¿La música era un asco? - Volvió a interrogar Jonghyun.
- No tanto.- Susurré.
- Ah, seguro que ese amigo japonés tuyo se emborrachó y te amargó la noche.
- ¿Tienes un amigo japonés?
Si había algo que al abuelo le agradara menos que los “raritos” eran los japoneses. No necesitaba saber que uno de mis mejores amigos era un japonés homosexual que probablemente estaba teniendo un lío con uno de los profesores de la
escuela.
- Nadie se emborrachó.- Dije con toda la seriedad que fui capaz de reunir-. Fue un baile normal y corriente y no pasó nada especial. No hay nada que contar.
Di el tema por zanjado de una manera tan brusca que no resultó en absoluto creíble. Hasta yo era capaz de oler mi propia mentira.
- Esta tarde los carpinteros irán a instalar los muebles de la cocina.- A mi abuelo el tema del baile le daba exactamente igual, él sólo estaba preocupado por el proyecto que tenía entre manos, como siempre, a medias con Jonghyun.
- ¿Tan pronto? Eso es genial.
- Tuve que ponerme un poco pesado para que cumplieran los plazos, ya sabes cómo son estos profesionales independientes…
- Entonces deberíamos ir a limpiar la cocina a fondo.- Me puse de pie rápidamente, casi sin tocar la fruta-. Para que cuando lleguen, esté todo a punto. ¿Vamos?
Jonghyun parpadeó, algo confuso, y la abuela tiró de mi camiseta para que volviera a mi sitio.
- Termínate el desayuno antes.
- ¡Pero hay mucho que hacer!
- No podrás hacer nada ni estás desfallecido. ¡Y mira qué cara! Apuesto que estuviste perdiendo el tiempo en internet toda la noche.
Lo que estaba claro era que si quería salir de allí lo antes posible y sin tener que dar explicaciones a nadie sobre lo que me había mantenido en vela la noche anterior, tenía que comerme todo el desayuno. Así que a pesar de que cada trozo
me producía unas náuseas tremendas (no se puede tragar sin antes escupir), obedecí para poder liberarme del interrogatorio.
Poco después ya estábamos en casa de Jonghyun, él se había empeñado en cargarme al estilo novia para entrar, pero como me puse a patalear como un loco, me dejó en el sofá del salón para admirar la nueva decoración.
- ¿Has hecho esto tú solo? - Daba vueltas alrededor del sofá para mirar de cerca, y tocar con cuidado la elegante lámpara de pie, la mesita de centro, la biblioteca y las dos butacas que habían conseguido que por fin aquella estancia no
tuviera ese molesto eco por la falta de mobiliario-. Has debido de gastar mucho dinero aquí.
- No creas, lo conseguí todo en un rastro. Fue una ganga, en verdad.
- ¿También tu estudio?
El color llamativo de aquella pared fucsia le condujo al interior, en donde husmeó en cada rincón, deteniéndose a mirar todas las fotos que había colgado en el corcho sobre el escritorio, mi portátil sobre la mesa, mis libros y cuadernos
pulcramente ordenados.
- He estado viniendo todos los días. Había mucho por hacer.
- ¿Has estado estudiando aquí?
En su mano traía una cinta que sabía perfectamente que yo usaba para sostener mi pelo, que ya entraba en mis ojos de lo largo que estaba, en mis largas sesiones de estudio previas a los exámenes. En la cinta yo mismo había escrito
“fighting, Kibum!” y la usaba para darme ánimos.
- La luz es mejor aquí que en la granja. Y además internet funciona mejor.
Se apoyó en el umbral de la puerta y levantó una ceja.
- ¿Has estado viniendo para poder ver porno en alta definición?
- Idiota.
Le lancé un cojín a la cara que a punto estuvo de tirarle al suelo, pero finalmente vino a sentarse a mi lado. Yo seguía con las piernas encogidas en el sofá, sin saber muy bien cómo empezar aquella conversación que me estaba provocando
un agujero en las entrañas.
- ¿Por qué tienes esa cara, eh? - Me tocó la punta de la nariz con un dedo-. A la abuela la podrás engañar, pero a mi no. ¿Qué pasó ayer en el baile que te tiene de tan mal humor?
- No estoy de mal humor.
- Sí lo estás, mira esto.- Con su dedo ahora tocó mi frente-. Está arrugado aquí. Hay algo que te está preocupando.
Aparté su mano de una forma un tanto brusca, algo más de lo que pretendía, pero no quería continuar bajo su microscopio.
- A veces odio que me conozcas tan bien. Es desesperante.
- No lo dices en serio.- Se acurrucó junto a mi y colocó su cabeza en mi hombro-. Te encanta.
214
- Tengo que contarte una cosa.
- Ah, cierto, eso que intentabas explicarme antes…
Se acomodó frente a mi y le imité. Ambos cara a cara con las piernas flexionadas, en el sofá de aquel salón recién decorado (por mi) para aquel futuro proyecto que sería nuestra casa.
- No voy a tratar de excusarme ni de buscarle un sentido, porque no lo tiene. Tampoco te voy a mentir porque no te lo mereces. Pero no puedo no contártelo porque creo que es… que fue… algo importante… algo… que no debió pasar.
- Bummie…
Mi voz en ese punto ya había vuelto a mostrarse inestable.
- Ayer en el baile, que era un completo aburrimiento, pasó algo.
- Bebiste.
- ¡No bebí, maldita sea, Jjong! ¡No bebí nada porque ya no me atrevo a acercarme al alcohol gracias a ti!
Se le escapó una risita que en seguida amortiguó porque vio que no le estaba acompañando.
- ¿Entonces?
- Es algo… - Las palabras se perdieron en mi boca porque era incapaz de ordenarlas, así que opté por ir directo al grano con la información justa y necesaria para ponerle en alerta-. El profesor Nam.
- ¿Qué pasa con ese explotador? ¿Te dijo algo malo de tu proyecto? ¿Debería ir a hablar con él y decirle cuántas noches te has quedado trabajando para su estúpida asignatura mientras él…
- Él me besó.
Se interrumpió a si mismo para asegurarse de que había escuchado correctamente.
- ¿Q.. qué?
- En realidad debería decir que… nos besamos.
- ¡Ese cabrón no tenía buenas intenciones desde el principio! - Se levantó del sofá y empezó a caminar de un lado al otro, transpirando violentamente-. Deberíamos ir a hablar con el director de la escuela y explicarle eso, porque es un caso
muy claro de abuso de poder…
- No hay abuso de poder, Jjong.
- ¿Cómo que no? ¡Él se aprovechó de ti!
- Nadie se aprovechó de nadie. Él me besó y yo le correspondí.
Juraría que en ese instante Jonghyun había dejado de respirar. Su pecho ya no se movía a aquella velocidad y él se había quedado parado, mirándome.
- ¿Qué... estás… diciendo, Kibum?
- Digo que no le separé. Ni le dije que se detuviera. No hice nada.
- Pero eso fue porque estabas en shock, cariño.- Se sentó de nuevo frente a mi y me agarró las manos-. No supiste reaccionar porque no te lo esperabas.
- Sí me lo esperaba, Jjong. Y sí reaccioné porque dejé que él me hiciera esto.
Señalé mi labio herido y él lo observó durante unos segundos, justo antes de volver a levantarse, dando un golpe con la mano en el asiento.
- ¡Te ha hecho daño! ¡El muy cabrón se ha aprovechado de ti y te ha herido! ¡Vamos a denunciarle y te juro que…!
- ¡Basta, Jjong!
Yo también me levanté, porque parecía que desde allá abajo mi voz no estaba llegando con claridad a sus oídos. O quizá tenía que explicarme mejor.
- No entiendo por qué le defiendes.
- Porque él no hizo nada malo. En todo caso, lo hice yo, que estoy comprometido contigo, y no sólo dejé que me besara, sino que provoqué que lo hiciera.
Dio un paso hacia atrás, intentando estabilizarse apoyándose en algo, sin éxito.
- ¿Cómo que lo provocaste?
- No sé cómo lo hice…- Mis ojos ya no me dejaban enfocar con claridad-. Pero mentiría si dijera que no estaba deseando que pasara, Jjong. Quería que el profesor Nam me besara prácticamente desde el primer día de clase del año pasado.
- ¡Mierda, Kibum! Todos hemos tenido fantasías con nuestros profesores, y eso no significa…
- La diferencia aquí es que no era una fantasía, Jjong. Yo entré en el juego porque siempre hacía las tareas más deprisa que nadie, me he destrozado los ojos trabajando por las noches para impresionarle con todo lo que nos pedía que
hiciéramos.
- Pero eso es porque eres muy exigente contigo mismo, no tiene nada que ver con…
- ¡Jjong, quería besarle! ¿está bien? ¡Quería saber lo que se sentía al besar a una persona diferente al menos una sola vez! ¡Porque nunca en mi vida he besado a nadie más que a ti!
Su boca permanecía abierta, sin articular un sólo sonido, mientras mis gritos empezaban a derivar en sollozos. Me detuve cuando me di cuenta de que mi explicación empezaba a sonar a discurso de recriminación, y desde luego no podía
echar nada en cara a Jonghyun, quien se había preocupado tanto por mi desde que era pequeño.
El timbre sonó en el peor momento y llegaron los carpinteros. Subí a la habitación principal para evitar que me vieran en aquel estado y Jonghyun les dio las instrucciones para que empezaran el trabajo.
Al cabo de un rato escuché sus pasos en la escalera y le vi caminar hasta llegar frente a la cama, mientras yo sujetaba mi cabeza, que dolía tanto como si fuera a estallar.
- La semana que viene es la fiesta de compromiso.- Soltó, sin más, como si tuviera algo de sentido mencionarlo.
- Lo sé. El abuelo ha estado hablando de eso sin parar.
- Vamos a cancelarlo.
- ¿Qué?
Me sequé los ojos y conseguí enfocar su silueta medianamente.
- Desde luego, no creo que sea el mejor momento para celebrar nada, si estás teniendo sentimientos por alguien más.
- Pero…
- Tampoco voy a culparte, porque bueno, quizá yo también tenga algo de culpa en todo esto. Yo fui quien te empujé una y otra vez a esta relación desde que apenas eras un niño. No tenía derecho y aún así yo…
Su voz también se quebró y las toneladas de peso de mis hombros prácticamente me aplastaron el alma hasta los pies.
- No estoy teniendo sentimientos por Nam Woohyun, Jjong. No quiero nada con él ni con nadie más que contigo.
- ¿Entonces? ¿Por qué lo hiciste?
- No lo sé. ¿Me asusté? - Ni yo mismo lo sabía-. Tú me has enseñado todo acerca del amor, de los besos, del sexo, de las relaciones… No sé, quizá pensé que me estaba perdiendo algo más.
- Eso es ridículo.
- Totalmente. Pero lo he descubierto hoy.
Avanzó, inestable, y se sentó en la cama, con la vista clavada en el suelo.
- Estoy temblando ahora mismo, ¿sabes?
No era necesaria la observación, se notaba a la legua.
Le abracé por detrás, apoyando mi barbilla en su hombro.
215
- ¿Por qué tiemblas?
- Porque tengo miedo.
- ¿De qué?
- De perderte.
- Eso no va a pasar.
- No es como si pudiéramos seguir adelante con todo, como si no hubiera pasado nada. Es decir, no voy a poner el grito en el cielo por un beso, eso es agua pasada. Pero el hecho de que tengas dudas… eso me aterra, Bummie.- ¿Qué podía
decir? A mi también me aterraba pero no podía hacer nada al respecto-. No quiero que sientas que te estás perdiendo cosas por mi culpa.
- Jjong, eso no es así…
- Vamos a cancelar esto.- Salió de sus labios con desgana, como si su cerebro estuviera tan agotado que sólo pudiera usar eso para liberarse.
- ¿El qué?
- El compromiso, la boda.
- Pero Jjong…
- En realidad ya sé que nunca has estado interesado en esto. Ni siquiera tenemos una habitación decente todavía.- Miró a nuestro alrededor, en aquella habitación semi vacía-. Te he ido dirigiendo durante toda tu vida y eso ha sido muy injusto
por mi parte. No es que no lo supiera, pero de verdad pensaba que acabarías emocionándote en algún momento.
Si no era emoción lo que me había hecho decorar media casa en sólo unas semanas, no sabía qué podía ser.
- Sé que no he estado muy implicado en las reformas, pero es que odio el polvo y el ruido. En cambio la decoración creo que es mi fuerte, y estoy seguro de que puedo hacer algo bueno aquí.
- No hace falta que te esfuerces. Ya no tiene sentido. Vamos a pensar bien las cosas y vamos a hablar con sinceridad, ¿de acuerdo?
Asentí, y él se levantó para cerrar la puerta, suspiró con pesadez, y se dejó caer de nuevo sobre el colchón.
- ¿Qué quieres hacer? - Insistí nervioso.
- ¿Me amas?
Ni siquiera me miró cuando hizo la pregunta, pero mis ojos expresaron lo ofendido que me sentí al oirla.
- ¡Jjong, claro que sí!
- Creo que deberías pensar un poco más tu respuesta.
- ¿Es que ahora vas a cuestionarme? Te he dicho la verdad, ¿qué más quieres?
- ¿Aún quieres casarte conmigo?
- ¿Q… qué…? C… claro…
- Quizá eso también deberías pensarlo.
- ¿Pero qué dices?
Me miró directamente y a los ojos y soltó lo que su cabeza estaba tramando.
- Vamos a hablar con el abuelo y le vamos a decir que no habrá fiesta de compromiso. No le vamos a explicar el motivo y simplemente diremos que tenemos mucho que hacer y no podemos estar perdiendo el tiempo en eso.
- Pero las invitaciones ya se enviaron…
- Entonces tendremos que llamar a cada uno de los invitados y explicar la situación.
Aquello iba a ser una vergüenza suprema para toda la familia Choi.
- Por Dios, Jjong, eso es una locura.
- No me importa en absoluto lo que piense nadie, no me importó cuando me compré esta casa, ni cuando rompí mi compromiso con Dasom, ni cuando mis padres decidieron desheredarme. No me va a importar ahora no celebrar una estúpida
fiesta para la que no tengo ánimos.- Me acarició la mejilla con suavidad-. No te sientas culpable, Bummie, no has hecho nada malo.
- ¿Cómo que no? - Las lágrimas volvían a amontonarse en mis ojos-. La he fastidiado tanto que ahora no vamos a casarnos.
- Nadie ha dicho que no vayamos a casarnos.- Me tomó la cara con ambas manos-. Sólo vamos a tomarnos esto con un poco de calma, ¿sí? - Mis hipidos no me dejaban casi escuchar sus susurros-. Vamos a pensar en ello. En si queremos
pasar el resto de nuestras vidas juntos.
- ¿Cómo no iba a querer? Yo no me imagino viviendo sin ti a mi lado.
- Eso es porque nunca hemos estado separados de verdad. Porque nos llamamos, hacemos videoconferencias, vienes a verme, yo vengo a verte… Quizá deberíamos tomarnos un tiempo... sin vernos, para descubrir si somos tan
imprescindibles el uno para el otro como creemos.
- Pero Jjong…
- Vamos a darnos un año entero.
- ¿Cómo?
- Cuando el verano termine volveré a Seúl. Es mi último año en la universidad y al terminar volveré a Boseong para buscar una plaza de profesor en la escuela del pueblo. Si para ese entonces tú estás realmente seguro de que me amas, nos
casaremos el verano que viene. Si en cambio te has dado cuenta de que puedes vivir sin mi, me haré a un lado y dejaré que seas feliz del modo en que elijas.
¿Iba a aceptar eso? ¿Un año separados, un año entero, para luego decidir qué hacer?
- ¿Vas a estar esperando a que yo decida sobre esto? ¿Y qué hay de ti?
- Yo no tengo nada que decidir. Lo tengo perfectamente claro. Sé que te amo y que quiero estar contigo, pero también sé que no voy a obligarte a estar conmigo si no lo sientes de la misma manera.
- ¡Pero ya dije que te amo!
Intenté abrazarle pero se separó.
- Vamos a intentar mantener las distancias durante este tiempo, será mejor para los dos.
¿Qué demonios estaba diciendo?
- Pero… ¿y cómo se supone que tengo que tratarte?
- Como si fuéramos amigos.
Amigos.
Kim Jonghyun estaba muy lejos de mi concepto real de la amistad. Le había visto demasiadas veces desnudo; habíamos hecho demasiadas veces el amor y, maldita sea, me volvía demasiado loco como para aceptar tener una simple amistad
con él. Para conseguir llegar a eso tendría que volver al pasado, a mis 9 años, e impedir que me robara mi primer beso.
216
Todavía no conseguía reaccionar a lo que Taemin acababa de decir. ¿Cómo era posible que de repente estuviera perdiendo parte de su poder? ¿Tenía yo algo que ver con eso? ¿Era… reversible? De no ser así, ¿podría tener efectos nocivos
sobre mi? Había mil y una dudas en mi cabeza pero si de algo estaba seguro era de que no estaba preparado para afrontar una cosa así.
- ¿Cómo ha podido pasar esto? ¿Se supone que ahora tengo… tus poderes?
- No lo sé.- Se rascó la cabeza, inseguro-. Puede que los estemos compartiendo. Aún puedo mover objetos.
Para demostrarlo, atrajo a su regazo un diccionario de inglés que reposaba en el escritorio. Lo seguí con la mirada, alucinado, aunque no más que otras veces. Me imaginé que incluso a lo increíble se acostumbra uno.
- ¿Entonces qué es lo que nos está pasando?
- No sé más que tú, oppa.
- ¿Pero por qué ahora? O sea, de repente todo es un caos, no entiendo nada.
Paseaba desesperado por la habitación, tratando de encontrar una respuesta, mientras él me observaba con una calma desesperante.
- Fue aquella vez en el lago.
- ¿Qué?
Soltó un pequeño suspiro y se tumbó en la cama, boca arriba, mirando al techo.
- Aquella vez que hicimos… aquello.
- ¿Qué aquello?
“Cuando me la metiste sin avisar”.
Fue tan repentino escuchar eso en mi mente que mis ojos se abrieron, impresionados. Había sonado demasiado alto.
- Ya sabes…
- Lo he oído perfectamente, no tienes que darme más explicaciones.
Me miró un segundo, supongo que entendió que le había “escuchado” y volvió a centrar su atención en el techo.
- No es tan guay, ¿eh? Cuando no puedes controlar todo lo que oyes.
Gruñí algo molesto, dirigiéndome de nuevo a la cama.
Al notar mi peso sobre el colchón se movió a un lado, dejando libre un espacio que no utilicé, porque me tumbé sobre él, sin rozarle, apoyándome en mis brazos.
- ¿Qué es lo que me has hecho y por qué?
Vi cómo tragaba saliva, probablemente intimidado por mi agresiva pregunta, pero necesitaba información.
- No lo sé, oppa, te lo juro. No he hecho nada malo. Yo sólo… yo sólo tenía miedo de hacerte daño y… creí que lo mejor era alejarme, pero… por algún motivo… mi cuerpo no soporta estar separado de ti.
El final de su frase sonó notoriamente más bajito que el resto de su explicación y mis ojos viajaron hasta la mesita de noche, en la que sin demasiado esfuerzo (porque no estaban escondidos) detecté varios frascos de medicamentos y
vitaminas a medio terminar.
- ¿Te estás medicando?
Fruncí el ceño de un modo tan preocupado que se sonrojó.
- El señor Lee dice que estoy muy delgado.- Rió, algo tímido-. Y que tengo que muscularme un poco…
- Ahí hay demasiada medicina, Taemin.
- Es para cuando no puedo dormir, o cuando me duele la cabeza.- Hizo una mueca mientras yo sentía una especie de “déjà vu” de lo que me estaba contando-. A veces estoy tan cansado que apenas puedo caminar hasta el lavabo. Pero
luego, al día siguiente, estoy otra vez como siempre, sólo que un poco más débil. Es eso que llaman… “la anestesia del dolor”, ¿no?
Todo eso me resultaba terroríficamente familiar.
- ¿Y no te ha pasado que hay días en los que tienes un hambre atroz pero la comida no se quiere quedar en tu estómago?
Se echó a reir, rodando por la cama, mientras yo le observaba con curiosidad.
- ¡Onew hyung me obligó a hacerme un test de embarazo por eso!
No entendía por qué él estaba desparramado en un ataque de risa mientras mi cara parecía un témpano de hielo. ¿Acaso aquello era remotamente gracioso?
- Pues no le veo la gracia, la verdad. ¿Es que Onew hyung piensa que soy un pervertido?
Su sonrisa se agrandó, haciéndole ver casi como un personaje de anime.
- Él sabe sobre lo del lago.
- ¿Y cómo lo ha sabido?
217
- Bueno… - Empezó a juguetear con sus dedos-... yo se lo conté…
- ¿Por qué hiciste eso? - Estaba enloqueciendo por momentos-. ¡Dios, ahora no podré mirarle a la cara nunca más!
No sé de dónde rescaté un cojín, pero me tapé el rostro con él, completamente avergonzado.
- ¿No crees que estás exagerando un poquito?
- ¡Me quiero morir! - Ahogaba mi voz en la tela mullida.
- Actúas como una niña.
El cojín de mis manos fue a parar directamente a su cabeza, haciéndole chillar como un histérico.
- ¿Quién es la niña ahora?
Evidentemente, no controlamos el alcance de nuestra batalla, y justo cuando yo ya estaba sentado sobre su cintura y plumas empezaban a volar entre nosotros como producto de tanto golpe de cojín, algo nos detuvo. Miré por encima de mi
hombro y tuve el tiempo justo de escupir una de las plumas y sujetar las muñecas de Taemin para que detuviera su ataque.
- ¿Se puede saber qué está pasando?
- ¡Nada! - Contestamos a la vez, rápidamente corrigiendo nuestras posturas hacia algo un poco menos… obvio.
- Minho, prepárate que nos vamos.
- Pero si acabamos de llegar…
- He dicho que nos vamos.
¿Cuántos años tenía yo de repente? ¿Ocho?
- Taemin no se ha terminado aún el desayuno, y estábamos hablando de algo importante.
- Ya lo hablaréis en otro momento, vamos. Tenemos que ir a visitar al doctor, ayer me dijo que... quería verte.
Mi cara se contrajo al notar un pequeño titubeo en sus palabras.
- ¿Por qué no me dices la verdad?
“Me da miedo hablar con esta criatura delante, no me fío de lo que pueda hacer”.
Quise contestarle inmediatamente que se equivocaba, pero en el fondo lo que más me dolía era que pensara así de Taemin, que se mantenía sentado sobre el colchón, quietecito, con una pluma graciosamente colocada encima de su cabeza.
- Le prometí a tu abuela que la llevaría al mercado temprano.
“Por favor, por favor, vámonos”.
Su pánico era tan real como mi incomprensión.
Me giré hacia la cama y quité despacio la pluma traviesa del pelo de Taemin y le hice cosquillas con ella en la nariz. Se rascó como un gatito, en un gesto absolutamente enternecedor que me conmovió.
- Come todo lo que te he traído. Después te llamaré para asegurarme de que estás bien.
Asintió con fuerza, con una renovada vitalidad que me dejó algo más tranquilo.
- No te preocupes tanto, sólo me sobreesforcé un poquito.- Ladeó su cabeza, juro que estaba a punto de derretirme ante sus gestos infantiles.
- No lo hagas más.
Sacó la lengua, burlándose de mi y por fin una sonrisa de tranquilidad afloró en mis labios. Un pensamiento acudió a mi cabeza y rápidamente la puerta de la habitación se cerró. Me acerqué definitivamente a Taemin, seguro de que
estábamos completamente solos, y me atreví a besarle. No fue un movimiento tímido, pero tampoco especialmente atrevido, sólo un roce lento que se tornó algo intenso cuando atrapé sus labios entre mis dientes, deseoso de no detenerme.
No iba a provocar nada, después de la anécdota del lago, no estaba del todo seguro de lo lejos que podíamos ir en nuestra relación sin acabar sufriendo un terrible accidente eléctrico.
- Oppa…- Susurró cuando mis labios acariciaron su mejilla, buscando algún tipo de contacto aún mientras él hablaba.
- Dime.
- Lo que dije sobre estar separados… quizá no fue una buena idea.
- No lo fue.
- Creía que era lo mejor, en serio, si no, no lo habría propuesto. Pero desde que te marchaste todo ha ido de mal en peor.
- Para mi ha sido así también.
- ¿Y qué vamos a hacer?
Sus ojos se veían todavía más desesperados que su voz. Me senté a su lado y entrelacé nuestras manos.
- Debería llevarte conmigo a Seúl.
Su boca se abrió en una “O” gigantesca.
- No podemos hacer eso, ¿qué pasaría con tu padre?
- Es mi decisión.
- Eso no está bien, no es la solución para esto…
- ¿Y cuál es la solución? Dime.
- No lo sé, pero esa seguro que no.
- Voy a llevarte a Seúl aunque sea a rastras.
Una repentina imagen de Taemin aferrado a su cama mientras yo tiraba de sus pies acudió a su mente, y yo la recogí como si fuera un capítulo inédito de mi anime favorito.
- No lo hagas.
- ¿El qué?
- Leerme.
- Tú lo hacías todo el tiempo.
- No es divertido al revés.
- No me digas…
- Tampoco deberías haber hecho eso.
- ¿El qué?
- Lo que has hecho.
- ¿Qué he hecho?
- Lo de la puerta.
- ¿Qué quieres decir?
Nuestras miradas se clavaron en el pomo de la puerta, que giraba violentamente a ambos lados, pero parecía atascado, porque quienes se encontraban fuera no conseguían liberar el cierre. La voz de mi padre y de Onew al otro lado de la
madera sonaban demasiado lejanas como para que llegaran a preocuparme.
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- Lo has hecho tú.
Entonces me di cuenta de que no lo solamente lo había pensado, sino que lo había hecho. Un deseo de dimensiones estratosféricas había salido de mis manos en forma de onda expansiva invisible y había construido una muralla a mi
alrededor porque no quería que nadie me molestara en ese preciso momento. Quería darle un beso, sin interrupciones, al niño de los Lee.
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Supe, desde el momento en que Jonghyun lo mencionó, que aquello de ser “amigos” no iba a funcionar para mi. En primer lugar, porque aunque lo intentara, no era capaz de recordar si alguna vez nos habíamos dado los buenos días sin
besos en los labios. Tampoco me venía a la cabeza ninguna imagen de nosotros dos en el granero jugando a algo aparte de a meternos mano. Si quería llegar a conectar en serio con la época en la que nosotros todavía no habíamos sido
poseídos por los torbellinos hormonales propios de la pre-adolescencia, tenía que retroceder mucho en el tiempo. Y para ese entonces, lo único que hacíamos era jugar a indios y vaqueros sobre el tejado de la granja, o él y mi primo se reían
de mis nulas aptitudes en la natación. No podía retomar una relación de amistad basada en los juegos infantiles con una persona que ya estaba en plena veintena. Y tampoco me apetecía.
Al día siguiente de nuestra charla me sentía como si hubiera estado toda la noche peleando contra dragones y titanes, mi cuerpo entero pesaba todavía más que cuando la sombra de la culpabilidad planeaba sobre mi cabeza por haber
besado al profesor Nam. Fue tan poco el alivio que sentí después de contarle la verdad a Jonghyun, que no dejaba de cuestionarme si había sido lo correcto. No podía engañarle, eso era obvio, pero… ¿alejarme de él? Ni siquiera podía
pensarlo sin echarme a llorar.
No sé cómo me las arreglé para conseguir escabullirme hasta el lago sin apenas haber ayudado en las tareas de casa. Me sumergí en el agua con la esperanza de que el agua fría me espabilara un poco, pero eso tampoco funcionó. Mi
cuerpo entero temblaba y no veía la forma de tranquilizarme. Y menos aún cuando al cabo de un rato mi primo y Jonghyun aparecieron en el mismo lugar.
- Conque aquí estabas.- Protestó Minho, quitándose la camiseta para bañarse-. Gracias por dejarme la limpieza de los establos para mi solito.
Mi cuerpo abandonó los temblores, casi no podía respirar.
- Hoy hace un calor horrible.
La indiferencia de Jonghyun hacia mi me resultó tan extraña como forzada, se estaba obligando a sí mismo a no mirarme, cosa que le agradecí porque de inmediato pude sentir cómo ardían mis mejillas, y no por la exposición al sol, sino por lo
incómodo que me sentía sin poder hablar con él con normalidad.
- No busques excusas para quitarte la ropa.
Mi primo bromeó cuando vio a Jonghyun quedarse sólo con un pequeño y ajustado bañador puesto, pero él no contestó, se metió en el lago y se puso a nadar hacia el embarcadero, en dirección contraria a donde yo me encontraba.
- Menos mal que somos amigos.- Susurré, entristecido.
El resto de la mañana no fue mucho más agradable. Estuve mucho rato tumbado al sol, esperando a que me integraran en sus conversaciones, pero no hacían nada más que comentar partidos de fútbol y ni una sola vez me preguntaron si me
apetecía hacer una carrera, nuestro juego favorito cuando nadábamos.
La primera vez que Minho se dirigió a mi, yo ya estaba a punto de quedarme dormido.
- Key, ¿te has puesto protección solar?
- ¿Q… qué? - Balbuceé, algo desorientado.
- Estás un poco rojo, ¿te has echado crema?
Intenté recordar lo que había hecho aquella mañana, pero aparte de levantarme con un terrible dolor de estómago, nada vino a mi mente. Sólo me había despertado y había caminado, casi como un sonámbulo, hasta allí.
- Creo que no.
- Eso sí que es raro. Kibum olvidando sus potingues. ¿Es que estás enfermo o algo?
Suspiré, sin ganas realmente de explicar el motivo de mi apático estado de ánimo.
- Esta tarde podríamos ir a beber cerveza al pueblo.- Escuché decir a Jonghyun, bastante animado.
- ¿En serio? - Minho parecía todavía más asombrado que yo-. Hace mucho que no salimos, ¿quién eres tú y qué has hecho con mi mejor amigo?
- Será divertido.
- Pero… - Vi que Minho sí recordaba que yo estaba allí porque sus ojos me escudriñaron con algo de duda-... Key no bebe alcohol.
- No creo que a él le apetezca venir.
Genial. Ahora me estaban excluyendo de sus planes. ¿Así iba a ser nuestra relación de ahora en adelante? ¿Sólo “amigos” que se evitan o se desinvitan? Eso sonaba mucho peor que ser simples conocidos; éramos como… dos personas que
no se quieren ver nunca y no soportan ni siquiera compartir el mismo espacio físico.
Mi primo fue más hábil de lo que esperábamos y nos miró con atención a cada uno de nosotros.
- ¿Os habéis peleado?
Me incorporé rápidamente para ver a Jonghyun lanzarme una mirada de advertencia para que me mantuviera en silencio antes de hablar por su propia cuenta.
- No digas tonterías.
Minho siguió esperando a que abriera la boca y como no lo hice, se esforzó en analizar cada uno de mis prácticamente imperceptibles movimientos de cejas para conseguir averiguar lo que estaba pasando.
- Normalmente a estas alturas ya os estaríais metiendo mano por algún rincón, o al menos os habríais dado un beso de buenos días. Salvo que me haya perdido algo, creo que os estáis evitando.- Jonghyun se concentró en la hierba
aplastada por sus piernas y yo conseguí relajar por fin mi expresión-. ¿Es que ahora no os habláis?
Que no nos hablábamos no era exacto.
Que no sabíamos cómo dirigirnos el uno al otro era más cercano a la verdad.
- Kibum y yo…- Jonghyun arrancó con más valentía de la que tuvo después para continuar con la explicación-... nos estamos dando un tiempo.
Menudo eufemismo.
220
- ¿Un tiempo? - Minho nos miraba a ambos con una confusión creciente-. ¿Un tiempo para qué?
- Él no está preparado todavía para… bueno, para casarse. Necesita pensarlo un poco.
- ¿Qué mierdas estás diciendo?
Minho ya estaba de pie y caminaba hacia mi totalmente cabreado. Por instinto, me encogí sobre mi mismo y abracé mis rodillas.
- ¿Qué vas a hacer? - Jonghyun se levantó tras él para detenerle, parecía que venía a mi con intención de golpearme.
- Quiero… no, necesito una explicación de lo que ha pasado porque después de la que habéis liado, no puedo creer que ahora al señorito le estén entrando dudas.
- Espera…
Al menos fue capaz de sujetarle por un brazo cuando se encontraban a medio metro de mi.
- ¿Quién es el profesor Nam y qué tiene él que ver en todo esto?
Pestañeé, confuso, y Jonghyun y yo nos miramos, asegurándonos el uno al otro telepáticamente que ninguno de los dos le había contado nada.
- ¿Cómo sabes eso? - Pregunté, atemorizado.
- Eso no importa. ¿Está relacionado con vuestra ruptura?
- No hemos roto…
Aquellas palabras me hicieron respirar, al menos durante unos cuantos segundos.
- ¿Entonces por qué os estáis evitando?
- Vamos a cancelar la fiesta de compromiso.- Fue el final de la explicación, y supongo que a Minho le sonó tan incoherente como a mi.
- ¿Cancelarla? - El gesto acusador de su rostro hizo que Jonghyun se apartara un poco y soltara su brazo-. ¿Después de todo el lío que montásteis para que la familia aceptara lo vuestro… ahora simplemente vais a cancelarlo todo? ¿Sabes
lo que supuso para el abuelo asumir que su nieto no iba a seguir “el camino del Señor”? ¿Tienes la más remota idea de lo mucho que me contuve para no asesinar a mi mejor amigo cuando descubrí que se estaba acostando con mi primo
pequeño? - Ambos agachamos la cabeza, aunque yo no conseguía entender por qué teníamos que sentirnos culpables por todo aquello-. ¿Ahora me estáis diciendo que no os queréis casar? ¿Es que no teníais una relación, como todos
pensábamos? ¿Sólo… sólo era sexo?
Algunas horas después pude entender que hubiera extraído esa conclusión, a la vista de los acontecimientos, pero justo en ese momento lo único que pude hacer fue golpearle y salir corriendo hacia la granja. En ningún momento iba a admitir
que mi relación con Jonghyun era superficial porque todos nuestros encuentros habían estado (al menos casi siempre) rodeados de multitud de muestras de amor y respeto, cariño y complicidad, algo que no ocurre en las relaciones
esporádicas o en las que no hay involucrados sentimientos. Jonghyun y yo no habíamos tenido una “aventura”. Pero estábamos cancelando nuestro compromiso. Y nada tenía sentido.
Ya duchado y con el albornoz puesto, llevaba media hora sentado en la cama intentando recomponer las últimas horas de mi vida para encontrar algo de coherencia a lo que estaba sucediendo. No solía cerrar la puerta de mi cuarto, por lo
que no fue extraño ver entrar a Jonghyun allí. Acercó una silla y se sentó enfrente de mi, dejando escapar el aire con pesadez.
- ¿Estás bien? - Negué con la cabeza. En realidad sentía que me había quedado mudo. Sabía que en cuanto pronunciara una simple letra, me echaría a llorar como un bebé y todo el mundo en casa descubriría lo que estaba pasando : que el
infiel de Kibum había arruinado su propia boda-. Esto es algo difícil.- Se rascó la cabeza-. No es que pensara que fuera a ser fácil, pero es… simplemente…- Un sollozo se me escapó sin que me diera tiempo a detenerlo, y tapé mi boca
rápidamente para que no le siguieran más. Él sujetó mis muñecas y luego mi rostro, sin liberarme, consciente de lo que pasaría si lo hacía-. No sé cómo ser tu amigo.
- Yo... tampoco.- Murmuré entre mis dedos, de forma entrecortada porque no me llegaba el aire de forma normal.
Me soltó y se recolocó en la silla, carraspeando para darse algo de fuerza.
- He estado hablando con Minho, y creo que tiene razón en algo.- Perfecto, ahora sólo faltaba que él le diera la razón a las absurdas ideas de mi primo, fruto de su profundo desconocimiento acerca de nuestra relación-. Deberíamos seguir
adelante con la fiesta.
- ¿Q… qué? - Bajé mis manos y clavé mi mirada en la suya.
- Sería demasiado raro anularlo todo y dentro de un año casarnos, ¿no? - Sonrió, algo inseguro-. Quizá celebrar una fiesta de compromiso y dentro de un año separarnos… sería algo más normal.
¿Separarnos?
- ¿Con qué cara vamos a mirar a los invitados, Jjong? No podemos hacer eso.
- El abuelo está muy ilusionado.- Veía como restregaba sus manos con nerviosismo, no estaba seguro de lo que estaba diciendo y yo conocía demasiado bien su lenguaje corporal-. Y las invitaciones están enviadas ya, lo único que podemos
hacer es asistir.
¿Dar una fiesta de compromiso y en la misma fiesta explicar a todo el mundo que nos íbamos a tomar un tiempo? Estaba empezando a hiperventilar.
- Es una locura… Jjong,... no podemos… - Me abrí un poco el albornoz, empezaba a acalorarme por la tensión-. Se van a dar cuenta, no sabemos mentir, y menos delante del abuelo… Dios… si se entera…
- No se puede hacer otra cosa.
Se levantó de la silla y me dio algunas instrucciones para conservar la calma en medio de todo aquel caos. Que no hablara demasiado, que dejara que pasaran los días, y antes de que me diera cuenta, la fiesta y todo aquel sinsentido habría
terminado. Sólo tendría que poner buena cara y dar las gracias a la gente por asistir.
- Es tan hipócrita.
Jonghyun iba a responder algo pero al ver que yo seguía abriendo el albornoz, agobiado, echó un vistazo curioso al trozo de piel expuesta.
- ¿Te has quemado?
- ¿Eh?
Se acercó y descubrió mis hombros, produciéndome un ligero escalofrío.
- ¡Jesús, Kibum, estás muy rojo!
- ¿Qué?
- ¡No te has puesto crema y has estado expuesto al sol demasiado tiempo! - Fue al baño y trajo con él un gel de aloe vera que rápidamente esparció por mis hombros y mi espalda, ignorando mis protestas sobre la situación comprometida en
la que nos encontraríamos si alguien de mi familia llegara a entrar en ese momento-. Sabes que tienes la piel delicada y no te cuidas, ¿qué pasa por tu cabeza, eh?
Mis escasas fuerzas se fueron al traste cuando sentí sus gentiles manos acariciar mi nuca, tratando de no dañarme más. No quería llorar pero no podía impedirlo.
- No quiero ser tu amigo.- Salió tan quejica como infantil, y Jonghyun detuvo la aplicación del gel cuando lo escuchó-. Es raro y no me sale natural. Eso es porque no debemos ser amigos. No estamos hechos para eso.- Levanté la mirada y vi
que sonreía un poco, enternecido, supongo, por el puchero en mis labios.
- No me mires así.
- ¡Lo digo en serio!
- ¿Crees que para mi es fácil? ¿Crees que no quería saltar sobre ti cuando te vi tumbado sobre la hierba?
Me contagié por su sonrisa cuando su expresión desesperada me trajo el convencimiento de que él sentía exactamente lo mismo que yo.
- Ni siquiera me miraste.
- ¡Me estaba costando un mundo no acercarme a ti! ¡Tenía que fingir que no estabas!
- Eso es tan infantil…
- ¿Sabes qué? Tienes razón : no podemos ser amigos. No se nos da bien.
Al menos estábamos de acuerdo en eso. Vi una tenue luz de esperanza.
221
- Quizá haya que buscar otro camino.
- Deberíamos dejar de vernos.- Eso fue lo único que mi mente no había planeado en todo aquel arrebato de confusión-. Está claro que vernos no nos hace bien porque no sabemos cómo tratarnos. Tampoco quiero que estés incómodo con tu
propio primo, o sea que es mejor que tampoco le vea a él.
¿Dejar de vernos? ¿Cómo iba a ser eso posible si su casa estaba tan cerca de la mía que, si me esforzaba mucho, era capaz de verle dormir desde la ventana de mi habitación? (No es que lo hubiera hecho).
- Eres su mejor amigo, no sería justo que por mi culpa…
- No es culpa tuya, ya te lo he dicho.
- Lo que sea, no me parece una buena idea.
- Yo creo que es la mejor.- Se giró y caminó hacia la ventana-. Mi casa está realmente cerca-. Por un momento temí que se diera cuenta de lo bien que se veía el dormitorio desde aquel punto, no quería que se le ocurriera pensar que me
había pasado noches enteras viéndole dormir. Lo cual era totalmente cierto-. No tienes que seguir yendo por obligación, yo me encargaré del resto, ya casi no falta nada de la cocina.- Estiró los brazos por encima de su cabeza, volviendo a
mirarme mientras se desperezaba-. Estoy hecho polvo-. Pero mis ojos no se despegaban de la piel que había quedado a la vista en su cintura. Dios, le deseaba tanto…
- Jjong…
- La semana que viene volveré a Seúl.- Ambos habíamos comenzado a hablar a la vez y se detuvo cuando escuchó mi susurro-. ¿Qué pasa?
- ¿A Seúl?
- Me ofrecieron un trabajo de verano en una academia y en principio no me interesó pero ahora… lo veo de otra manera. Estoy algo corto de efectivo y me iría bien tener algo de ingresos extra.
Nunca me había preguntado si Jonghyun tenía mucho, poco, o ningún dinero, porque nunca me había preocupado tanto de él como en ese instante.
- Yo puedo ayudar con las reformas, estoy ahorrando mucho ahora.
- No hace falta. Ahorra para cuando vayas a París.
¿Qué sabía él de París y cómo se había enterado?
- ¿Quién te lo ha dicho?
- Cualquiera antes que tú.
Caminó con pasos lentos hacia la puerta, haciendo todo todavía mucho más dramático.
- Todavía no está nada decidido.
- ¿En serio? Serías muy estúpido si dejas pasar una oportunidad como esa.
¿Él me quería en París? ¿De verdad necesitaba todos esos kilómetros en medio de nosotros?
- No se me ha perdido nada en Europa. Y tengo mucho trabajo en la tienda ahora mismo. Sabrás que tu primo Jaejoong está embarazado.
Una enorme y real sonrisa se instaló en su cara.
- ¿En serio? Eso es genial. Yunho debe de estar como loco de alegría.
- Y comprándole todos sus caprichos.- Añadí, compartiendo un poco su ánimo. No dijimos nada más al respecto y Jonghyun se encaminó de nuevo hacia la salida-. ¿Cómo supo Minho lo del profesor Nam?
Se detuvo unos segundos, sin mirarme, antes de contestar.
- No tengo ni la menor idea.
Nadie aparte de nosotros dos sabía lo que había desencadenado toda aquella sucesión de acontecimientos, así que, ¿cómo se había enterado mi primo, y por qué me miraba de aquella manera tan acusadora, si nadie le había contado nada?
222
El viaje de vuelta a la granja estuvo acompañado por un incómodo silencio del que en realidad ni papá ni yo queríamos deshacernos. Él estaba todavía asustado por lo que había ocurrido con la puerta, lo notaba porque estaba fumando,
cuando yo creía que hacía años que lo había dejado. Hacía frío, y llevaba la ventanilla del coche bajada para hacer salir el humo.
Yo no quería empezar una conversación con el objetivo de convencerle de que nos teníamos que llevar a Taemin a Seúl sí o sí porque la vida de ambos peligraba si nos separábamos. A él le iba a importar muy poco lo que le pasara al niño de
los Lee. Pero yo no podía quedarme tranquilo. No si yo era el culpable de que las cosas hubieran llegado a ese punto.
- ¿Estás enfadado? - Pregunté, cuando me atreví a hablar, con el motor ya apagado.
- ¿Enfadado?
- No has dicho nada en todo el camino.
- Bueno, tú tampoco.
Se bajó de la camioneta y le seguí.
- Porque estabas fumando y me pareció raro. ¿Te encuentras bien?
- Bien… - Soltó una nada sutil risa irónica y meneó la cabeza-. ¿Cómo voy a estar bien con lo que he visto en los últimos dos días?
- Bueno… entiendo que no ha sido algo normal para ti, que nunca has visto la clase de cosas que él puede hacer…
- Minho, estoy acojonado.- Puso su mano en mi hombro y dejó escapar una nueva risa, ahora nerviosa, que le hacía temblar el labio-. Ese niño puede acabar con todos nosotros sin ni siquiera pestañear.
¿Lee Taemin? ¿El bufón niño-mono que vivía colgado de los árboles? Definitivamente, no hablábamos de la misma persona.
- Él no está planeando acabar con toda la humanidad, por si es eso lo que está pasando por tu cabeza.
Apretó su mano con fuerza sobre uno de mis tendones cercanos al cuello, produciéndome un dolor bastante agudo que me hizo chillar débilmente.
- Quizá no quiera acabar con la humanidad, pero sí con esta familia. ¿No viste lo que hizo con la puerta? Podría haberme golpeado con ella, ¡Jesús, creí que iba a astillarse en mis narices!
¿En realidad pensaba en serio que Taemin quería hacerle daño?
- No fue él.- Dije, simple.
- ¿Qué?
- La puerta. No fue él quien lo hizo.
- No me irás a decir que Lee Jinki…
- Fui yo.
Una repentina mudez le invadió por un momento, y se quedó parado en el sitio, con la mirada congelada clavada en la mía.
- ¿Qué estás diciendo?
- Yo cerré la puerta. No me di cuenta. No sé cómo lo hice. Sólo deseé que pasara y pasó.
- Minho, no intentes defenderle porque…
- No le estoy defendiendo ni estoy mintiendo. Te digo que yo hice eso. Ahora puedo hacer muchas cosas, papá.
Dio un paso hacia atrás, porque mi voz estaba sonando mucho más segura de lo habitual, imagino que por causa de ese engrandecimiento ocasional de mi ego, al saberse capaz de habilidades tan increíbles.
- ¿Qué… clase de cosas?
Lo pensé brevemente. Exceptuando lo que ya sabía (porque lo acababa de hacer) o lo que había pasado esa misma mañana con papá… no tenía demasiada idea.
- Son cosas muy especiales.
- No lo dudo.- Dijo bajito, como si estuviera esperando una mejor explicación. Claro que la estaba esperando.
- Puedo entrar en la cabeza de las personas.
Fue muy leve, casi imperceptible, pero pude ver cómo su nuez subía y bajaba con una lentitud pasmosa, cuando tragó saliva.
- ¿A qué te refieres con “entrar en la cabeza”? ¿Puedes… saber lo que piensan?
- Mmmm… más bien… escucharlo.
Se tocó la frente, secándose el sudor que había empezado a brotar en ella, y no hacía calor.
- ¿Desde cuándo… te pasa eso?
En sus ojos percibí el pánico a que se lo hubiera estado ocultando durante más tiempo del que creía.
- Antes me sentía mal. Cuando estaba en Seúl… realmente estaba enfermo.
- Lo sé, hijo, me tenías muy preocupado.- Su rostro se suavizó al tocar el tema.
- No entiendo qué fue exactamente lo que me pasó, pero sé que estaba relacionado con Taemin.
- ¿Él te hizo eso por algún motivo?
Negué rotundamente.
- Él no hizo nada. Sólo pasó algo que… de alguna manera que no puedo explicar… nos unió.
No es que no pudiera explicarlo, es que no quería hacerlo. ¿Cómo iba a entender papá que había intentado tener sexo con un chico? Lo de que me hubiera prácticamente electrocutado por intentarlo era sólo una anécdota.
- ¿Cómo que os unió? ¿Es que hubo algún accidente? ¿Como aquella vez con Kibum?
- No, no.- La cosa se estaba complicando por momentos-. No fue nada como eso, sólo que… bueno… fue algo extraño.
223
No sé qué estaría expresando mi cara mientras trataba de ocultar lo que mi boca estaba a punto de escupir por sí misma. No, no quería explicarle a papá lo que le había hecho a Taemin. Y mucho menos las ganas que tenía de volver a
hacerlo. Pero él me miraba con un gesto entre divertido y desconfiado, supongo que imaginando por dónde iban los tiros.
- Puedo entender algunas cosas.- Dijo, aunque no se lo creía ni él-. Cuando me dijiste que te gustaba, me dio miedo pero pensé que a lo mejor, tal vez, durante todos estos años nos habíamos estado equivocando terriblemente con él…
- Y así es.
- No puedo pensar así después de lo que he visto, Minho.
- ¡Él me salvó!
- ¡Primero hizo que te enfermaras!
- ¡No fue culpa suya, sino mía!
- ¿Cómo iba a ser culpa tuya?
- ¡Porque intenté aprovecharme de él!
El abuelo salía al porche cuando el eco de mi frase me golpeó en la nuca de vuelta. Había sido demasiado escandaloso. Y sincero.
- ¿Qué dices? - Gritó desde la puerta, intentando unirse a nuestra conversación (que en realidad ya era más una discusión).
Papá me agarró del brazo y me movió para que entráramos en casa. El frío era bastante notable aún, y estaba bastante nublado, probablemente llovería.
- No se te ocurra mencionar nada de esto delante del abuelo.- Me advirtió, justo antes de llegar hasta donde él se encontraba.
- ¿Dónde estábais?
Agaché la cabeza, incapaz de encontrar una mentira lo suficientemente convincente.
- Fuimos a ver al doctor.- Mi padre siempre ha tenido mejor capacidad de improvisación que yo.
- Oh… ¿y qué fue lo que dijo?
Nos miramos, sintiéndonos atrapados, pero nuevamente papá tomó la iniciativa, pegándome un golpe en la espalda que me movió del lugar.
- ¡Que Minho está como un roble!
Ese golpe vino a mi cuerpo con doble intencionalidad, pero en realidad nadie más que yo lo notó.
- Pues venga, lavaos las manos que vamos a comer.- Ordenó la abuela, echándonos a todos de la cocina.
Cuando íbamos subiendo las escaleras, papá me susurró :
- Ya terminaremos esta conversación más adelante.
- Se va a venir a Seúl con nosotros.
- ¿Qué?
- Que me lo llevo.
- Pero… ¿¡pero tú te has vuelto loco!? - Entramos a trompicones en el cuarto de baño y allí pude ver cómo su desesperación iba creciendo poco a poco-. ¿Dónde va a vivir? Porque no estarás pensando en traerlo a casa. ¡Dios, sólo me faltaba
eso!
- Entonces tendré que buscarme un sitio nuevo.
Puso las manos en su cintura, respirando profundamente.
- ¿A dónde vas a ir, si apenas te queda un mes para los exámenes finales? ¿Vas a tirar por la borda todo el año?
- No me importa.
- No me lo creo. Siempre has sido responsable en tus estudios. No me creo que ahora te dé todo igual sólo porque ese niño…
- Taemin.
- Ese niño… te ha… hechizado... o algo.
- Él no me ha hechizado.
- ¿Cómo estás tan seguro? ¡Él puede hacer una cosa así sin apenas esfuerzo! ¡Mira lo que les hizo a sus padres!
De nuevo la sombra de la sospecha recaía sobre él y me dolía terriblemente no poder hacer nada para demostrarle al mundo entero su inocencia.
“A ti también te matará” fue lo que escuché justo cuando su boca se cerró por fin. Lo que no se atrevía a decir pero de lo que estaba plenamente convencido.
La abuela nos llamó una vez más para que bajáramos a comer y dejamos aquello en el aire. Sabía que me quedaban horas de gritos y amenazas de todo tipo, pero tenía que hacerlo. Si Taemin y yo nos separábamos, uno de los dos, o
incluso ambos, estaríamos en peligro.
Durante la comida, los abuelos estuvieron mencionando algunos sermones del padre Kwon de las últimas semanas, mientras mi primo y yo comíamos con desánimo. Kibum estaba especialmente apático y no sabía qué podía tenerle de ese
modo, ya que sus clases ya habían terminado, y con ellas, sus pesadillas con su proyecto final, del que todos estábamos al tanto.
La respuesta la escuché en su cabeza cuando estábamos en el lago, y Jonghyun y él se estaban comportando como auténticos imbéciles.
“No me gusta el profesor Nam, ¡no me gusta!”.
¿Y entonces por qué lo chillaba de ese modo? ¿Es que estaba tratando de autoconvencerse?
Nunca me había planteado que a mi primo pudiera gustarle alguien más que Jonghyun. Aunque no entendía qué podía verle a mi mejor amigo, como siempre habían estado juntos era como… imposible imaginarle interesado en alguien más.
Cuando Jonghyun y yo nos quedamos a solas y él me explicó lo que había pasado, me enfurecí como no podía recordar. Quise molerle a golpes por estúpido, por haberse dejado enredar en las fantasías del caprichoso de mi primo, pero algo
me detuvo : a pesar de la tranquilidad con la que Jonghyun me estaba explicando los hechos, por dentro no se sentía para nada tranquilo. Lloraba. No salían lágrimas de sus ojos. Pero lloraba. Podía escucharlo a pesar de que no lo veía.
Estaba siendo tan apabullante que estuve a punto de echarme a llorar con él. Pero entonces descubriría que le había estado leyendo la mente y se enfadaría. Y mi amigo enfadado era igual a golpes difíciles de esquivar. Y mi cuerpo ya había
sufrido suficiente.
Le amaba.
Amaba a Kibum más de lo que era capaz de expresar con palabras. Y yo lo pude leer en su cabeza, sintiendo cómo la angustia se apoderaba de mi, por hacerme consciente de un sentimiento tan grande… y que no era mío.
En ese punto pude entender un poco mejor lo complicado que es escuchar algo que no quieres escuchar, pero no poder hacer nada para impedirlo.
Esa noche, cuando me acosté, llegué a la conclusión de que tenía que pelear duro (incluso con mi padre) para lograr mi propósito de llevarme a Taemin a la ciudad. Sí, tal vez ni siquiera él quisiera venir conmigo, pero tenía que mantenerle a
mi lado, al menos hasta el final del curso, para asegurarme mi propia salud.
Además había otra cosa.
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Necesitaba que él me enseñara a usar sus poderes, que ahora parecía que se habían hospedado en mi cuerpo.
225
Aquella mañana no estaba pensando con claridad. Las ideas se sucedían de manera poco clara en mi cabeza y no era capaz de organizarlas. Pero mi impulso fue más fuerte que mi raciocinio y cogí el coche. Conduje a través de la ciudad,
como hacía habitualmente en mi camino a clase y analicé (sólo durante un par de segundos) la posibilidad de que en realidad todo el recinto estuviera cerrado y finalmente tuviera que volver a casa de la misma manera : sintiéndome vacío y
con ese terrible dolor estomacal que parecía que no iba a abandonarme nunca.
Para mi sorpresa, el edificio estaba abierto y había bastante movimiento en su interior. Los alumnos novatos deambulaban desorientados por los pasillos, mientras los más veteranos formalizaban sus matrículas en administración. Sentí una
ligera nostalgia recorrerme al pensar que ya no volvería a divertirme tanto durante el almuerzo con Hyuna, que había ido a pasar las vacaciones con Amber, ni con Ren, que había mencionado sutilmente un viaje a Japón, sin entrar en más
detalles.
Mi vida como adolescente era historia, y aunque tenía la sensación de haber vivido en una especie de sueño durante mucho tiempo, pronto me di cuenta de que el sueño apenas estaba comenzando. Mis pies se movían con lentitud,
intentando memorizar cada rincón de aquel lugar, como si nunca fuera a volver a pisarlo (algo verdaderamente estúpido, ya que sabía que tendría que volver al mes siguiente para recoger mi título).
Llegué a la parte este del edificio, en donde se concentraban los despachos de los profesores, y no pude evitar apretar el papel entre mis manos, sudorosas. Estaba nervioso. Por un momento se me ocurrió que tal vez no hubiera nadie allí y
no podría llevar a cabo mi cometido, pero de nuevo la realidad me golpeó cuando llamé suavemente a la puerta y su voz me invitó a pasar.
- Buenos días, profesor.
Incliné la cabeza, pero más que por educación, para poder evitar sus ojos.
- Menuda sorpresa, Kim Kibum.
Incluso sin mirarle a la cara podía captar el sarcasmo en su voz.
- Creo que aún estoy dentro del plazo, ¿no?
Tuve que controlar mucho mi pulso para que no fuera demasiado evidente que el papel bailaba en mis manos con inseguridad. Me deshice de él, soltándolo encima de su escritorio.
- ¿De qué se trata? - Se recolocó las gafas y tomó el papel, sin necesitar leer nada más que el título, impreso en grandes letras, que ya conocía bien-. No lo has rellenado.
- No voy a ir.
Sus ojos se alejaron de la solicitud, centrándose en los míos, que ahora sí le miraban fijamente.
- ¿Cómo que no vas a ir?
- No estoy interesado en este viaje.
- No es un viaje, Kibum, es tu futuro.- Dejó el papel sobre la mesa y se quitó las gafas, poniéndose de pie para enfrentarme-. Si yo a tu edad hubiera tenido esta oportunidad, no la habría rechazado, ¿sabes lo importante que es esa academia?
- Bien, si tanto le gusta esa academia, puede ir usted, ya tiene la beca, puede concedérsela a sí mismo y pasar un año entero en París.
Mi tono burlón le irritó, y yo en verdad no sé por qué salió de esa manera de mis labios.
- ¡Maldita sea, Kibum! ¿Es que crees que las becas se dan aleatoriamente a cualquier estudiante estúpido sólo porque sí? ¿Tienes idea de lo que tuve que hacer para conseguirla? - Negué con la cabeza-. ¡Pues mucho! Hice muchas cosas
sólo para que consiguieras hacer realidad tu sueño.
- Pero ese no es mi sueño.
- ¿Cómo que no? Todos los estudiantes de diseño quieren ir a estudiar a París.
- Yo no.
Su cara se transformaba en desesperación conforme avanzaba nuestra conversación, permaneciendo yo totalmente inamovible en mi posición.
Vi cómo encendía un cigarrillo y expulsaba el humo con rabia contenida, y aunque por un momento pensé en recordarle que las reglas del centro no permitían a nadie fumar en su interior, no consideré que esas palabras fueran adecuadas
precisamente cuando estábamos teniendo aquella…. discusión.
- Entonces, dime, ¿qué es lo que quieres?
La pregunta me sorprendió un poco, no sé si porque no conocía la respuesta o porque…
- Me lo pregunta como si estuviera en su mano hacer realidad alguno de mis sueños.
- Tal vez sea así.
No se movió de donde estaba, y casi lo agradecí porque estaba a punto de salir corriendo de aquel sitio.
- Ren hizo un muy buen trabajo y creo que él aprovecharía esa beca mucho mejor que yo. Él sí es una persona innovadora y original.
- Tú creaste un prodigio del diseño.- Apagó el cigarro, algo más calmado, y puso las manos sobre la mesa-. Aún no entiendo cómo tu mente pudo imaginar eso, ¿no entiendes lo que significa?
- Que soy muy enrevesado.
- Que tienes un talento increíble. Y si no lo estimulas adecuadamente, puede que termines perdiéndolo.
Escuchar algo sobre estimular cosas no era algo para lo que estaba preparado.
- Tampoco estoy seguro de tener tanto talento. Me duele mucho la cabeza cuando algo no sale como planeo.- Me reí, rascándome la cabeza, es un gesto tonto.
Él sonrió algo entristecido, y agarró de nuevo el papel.
- ¿Estás seguro acerca de esto?
Asentí enérgicamente.
- Mi sitio está aquí.
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Suspiró, resignado, y murmuró.
- Espero que no te arrepientas.
- No lo haré. Gracias por la oportunidad.
Abrí la puerta para marcharme, pero su voz, ligeramente más alta, me detuvo :
- ¿Es por él?
- ¿Qué?
Me giré, y vi que había vuelto a sentarse detrás de su escritorio.
- Te pregunto si te quedas en Boseong a causa de tu... prometido.
No dudé en mi respuesta, ni siquiera me avergonzó admitirlo.
- Le quiero.
Movió su cabeza de forma afirmativa, aunque lentamente.
- Te va a pesar.
- ¿Eh?
- La decisión que has tomado. Acabarás lamentándote.
- Puede. Pero no me importa realmente.
Agarré el pomo de la puerta con firmeza.
- Sobre lo que pasó la noche del baile…
Mis piernas temblaron y me hicieron consciente de cómo mi seguridad estaba a punto de abandonarme.
- No tenía que haber pasado.- Le interrumpí.
- No me gustaría que pienses que… de alguna manera… quise aprovecharme de ti.
- No lo pienso. Nadie me obligó a nada.
- No suelo tener ese tipo de… comportamiento… y menos con mis alumnos. Pero siempre he sentido que contigo…
- Lo sé.
- ¿Lo sabes? - Me miró, aturdido, y mi voz dejó de sonar confiada.
- Mentiría si dijera que no sentí lo mismo.- Que la clase se iluminaba cuando él aparecía por las mañanas; que escucharle hablar con tanta pasión sobre su profesión me daba envidia; que sus labios se habían convertido en una obsesión para
mi desde la primera vez que me fijé en cómo los humedecía, de una forma distraídamente sexy-. Pero me di cuenta de algo. Pensaba que la inercia me había conducido a un compromiso prematuro, a uno para el que no estaba preparado
porque ni siquiera había tenido demasiadas opciones cuando de repente ya tenía un novio.- Me reí, recordando la estúpida manera en la que había aceptado salir con Jonghyun, mientras desayunábamos en casa, con Minho delante, ajeno a
todo-. Y ahora no… no me puedo imaginar mi vida sin él.
- Porque te has vuelto dependiente. Después de tanto tiempo. Estás cometiendo un terrible error, Kibum.
- A lo mejor sí. A lo mejor no.
- Y cuando te des cuenta de eso, ya será demasiado tarde.
Me encogí de hombros. ¿Y qué, si me equivocaba? Yo no había vivido mi vida al lado de nadie más que de Jonghyun y tampoco quería hacerlo. Me gustaba su protección, sus caricias, y todas las locuras que siempre acababa haciendo para
complacerme. Nadie me había dado tanto como él y ya era hora de que empezara a devolverle un poquito de todo eso.
- Voy a seguir mi sueño.
Fue extrañamente revelador que tuviera que besar al profesor Nam para darme cuenta de que mi sueño en realidad era… hacer feliz a Jonghyun.
Conduje de nuevo hacia la granja, ya mucho más aliviado y sin esa sensación pesada sobre mis hombros. Las palabras retumbaban en mi cabeza como si estuvieran golpeándome con fuerza, hasta el punto en el que me planteé si en realidad
era idiota.
Al llegar a casa, Minho y Jonghyun estaban trabajando en el granero y mi cara resplandeció de felicidad al encontrar una imagen conocida, para variar. Caminé con algo de prisa hacia ellos, con el corazón galopando en mi pecho. Mi primo
descansó su brazo en la pala cuando me vio aparecer.
- Por fin el príncipe nos honra con su presencia.
- Cállate.- Le advertí, señalándole con el dedo, mientras seguía caminando hacia Jonghyun, que sólo tuvo tiempo de girarse y yo ya le había envuelto en mis brazos-. Te quiero.
No pudo ni pestañear para cerciorarse de que lo que estaba pasando era real porque ya le estaba besando.
- ¡Eh!
Levanté una mano para silenciar a Minho, que protestaba en mitad de la escena. Jonghyun no se movía, sólo era incapaz de cerrar sus ojos.
- Vosotros dos.- La voz del abuelo nos hizo pegar un brinco de sorpresa, y nos separamos rápidamente-. ¿No os podéis estar quietos?
Mi cara entera ardía de la vergüenza, pero Jonghyun no dijo nada, no reaccionaba.
- Es que mañana es la fiesta de compromiso y están emocionados.- Apuntó Minho, intentando defendernos, de alguna manera.
Jonghyun y yo nos miramos brevemente. Íbamos a seguir con aquello, ¿no? Aunque ninguno de los dos estuviéramos muy seguros de a dónde iría a parar. Había unas cuantas cosas claras, otras no tanto, pero yo por fin había encontrado
una pequeña luz al final del enorme túnel de mis dudas : iba a perseguir mi sueño, aunque tuviera que correr una maratón infernal.
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- No se trata de esa mierda, Minho, no es eso.- Jonghyun apiló fácilmente una gran cantidad de paja en el rincón mientras yo a duras penas manejaba mi propia pala-. Ha sido culpa mía. Totalmente.
- ¿Cómo puedes decir eso cuando él fue quien besó a alguien más?
Sí, seguíamos discutiendo sobre lo mismo y yo todavía no lograba entender por qué él se mostraba tan comprensivo al respecto.
- Yo debería haber sido mucho menos impulsivo. No le di opción.
- Pero, ¿de qué hablas? Tú no hiciste nada malo.
- Vamos, Minho, le estuve persiguiendo desde que sólo era un niño.
- Yo no lo recuerdo así.
- Tú no estabas por las noches con nosotros en el granero…
- Basta.
Levanté la pala justo delante de mi cara para que dejara de relatar todas sus intimidades, que yo no quería escuchar. Si ellos habían estado haciendo esas cosas, de verdad que no quería saberlo.
“Kibum es demasiado caliente”.
Grité, soltando la pala, para taparme los oídos y no permitir que ni uno sólo más de sus pensamientos entrara en mi cabeza.
- ¿Qué te pasa?
- ¡Cállate, deja de pensar guarradas!
Me movía en círculos por el granero y no dejé de hacerlo hasta que le vi de nuevo concentrado trabajando, y nada más llegó a mi, por suerte. Suspiré, aliviado, y cuando me di cuenta de que ahí se iba a morir el tema, mi primo llegó y empezó
aquella escena bochornosa. A pesar de que ellos supuestamente estaban en una especie de “descanso” de su relación, parecía que los dos sabían muy bien lo que querían, y poco o nada les importaba que yo estuviera delante. Claro que
cuando el abuelo les sermoneó, ya no fue lo mismo.
- No puedes hacer eso aquí.- Susurró Jonghyun, mirando al suelo. Creo que nunca había visto a mi amigo tan colorado como en ese momento-. Es vergonzoso que el abuelo nos vea.
- Lo siento, de verdad no pude contenerme.- Kibum respiraba agitado, no sé si por el beso y por la rapidez con la que se había acercado a nosotros.
- Id a traumatizar personas a otra parte. Malditos salidos…
Le entregué la pala a mi primo y di por finalizadas mis tareas en la granja por aquel día. Tenía que ir a ver a Taemin, a pesar de que una nueva discusión con papá, a la que esa vez se unió el abuelo, intentó quitarme la idea de la cabeza.
- Yo también voy.- Me apoyó Kibum, entrando en la conversación.
- Pero qué…
- Tengo que llevarle la invitación.- Le miramos, confundidos por el cambio de tema-. Para la fiesta, quiero que venga mañana. Y debería haberle invitado antes, soy un desconsiderado. Suerte que le he traído un traje de la tienda que estoy
seguro…
Se fue hablando solo mientras nosotros permanecíamos absortos observando su figura moverse por la cocina como si nada de lo que acababa de decir tuviera la menor importancia.
- ¿Es que pensáis llevaros a ese niño a la fiesta de compromiso de tu primo? - Fue papá el que puso en palabras lo que todos pensaban, por una vez, adelantándose al abuelo.
- No es mi decisión, sino la suya.
- Debéis de estar locos, todos. ¿Se puede saber qué diablos tenéis en la cabeza? Todo el pueblo va a estar ahí, ¿de verdad os parece oportuno invitar a alguien así?
- No creo que a Key le importe mucho la gente del pueblo. Él sólo quiere allí a sus amigos, y a su familia. Los demás no son realmente importantes.
- Jesús…- Murmuró el abuelo, sentándose a la mesa-. ¿Qué está pasando con nuestros chicos, que de repente todos parecen tan amigos de ese demonio?
No iba a entrar de nuevo en la discusión sobre la verdadera naturaleza de Taemin, estaba cansado de dar explicaciones a más personas de las que estaban dispuestas a entenderlas. Así que no argumenté nada más y salí de allí sin ni
siquiera haber comido.
Taemin y Onew estaban capturando algunos lanzamientos con una pelota de béisbol en el jardín cuando llegué allí. Mi sonrisa se ensanchó cuando vi que Taemin parecía estar en tan buena forma. Milagrosamente, se había recuperado en un
tiempo récord, y esa era la mejor de las noticias. Nunca hasta entonces le había visto enfermo y aquello me había desmontado completamente.
- Hola.- Saludé, enseñando los sobres que traía.
Los dos hermanos me miraron con extrañeza, pero al abrirlos se despejaron las dudas.
- ¿Key hyung nos está invitando a su compromiso?
Asentí, contento.
- Pero… es mañana… - Bufó Onew-. ¿No es algo… desconsiderado?
- Mucho. Pero creo que “desconsiderado” es el adjetivo que mejor describe a mi primo.
- ¡Qué ilusión! - Taemin suspiró y se pegó la pequeña cartulina al pecho-. Nunca he ido a algo como esto.
- Yo tampoco. Seguro que va a ser un rollo.- Pateé la bolsa que llevaba en las manos, movimiento que me hizo darme cuenta que debía entregarla a su destinatario-. Ah, por cierto, te envía esto.
Taemin cogió la bolsa emocionado, dio un gritito de felicidad y entró rápidamente en su casa para probárselo.
- ¿Lo habéis pensado detenidamente? - Preguntó de pronto Onew, cuando nos quedamos a solas. Su vista clavada en la invitación, con una mueca de fastidio.
- Kibum no suele pensar nada detenidamente. De hecho, simplemente que piense, ya me parece incluso fuera de su rutina.
- Es un poco extraño… ir a algo como eso… Es decir, me parece bien que se casen, o sea, me da igual… Pero, ¿tienen que celebrarlo?
- Son unos clásicos, ya sabes.- Me senté en la hierba, despreocupado-. Y Jonghyun necesita un papel para meterle mano legalmente.
Onew no pareció captar mi broma (que para mi, más que una broma era una verdad aplastante) y se sentó a mi lado, soltando la pelota.
- Habrá mucha gente allí.
- Seguramente.
- Minho, no podemos dejar que Taemin vaya a ese sitio.- Su tono se había ido oscureciendo con el pasar de los minutos y ya había adoptado un semblante dramático que me dejó un poco descolocado-. Si ellos le incitan… o le provocan de
alguna manera… estoy seguro…
- No pasará nada. Ya es mayorcito y sabe cómo comportarse.
- Claro, él nunca se pone nervioso ni se cabrea…- Se burló, tumbándose con los brazos detrás de la cabeza.
- Yo estaré allí para asegurarme de que no pase nada.
- Ni que tú pudieras contenerle.
228
Bueno, quizá antes no podía, pero en ese momento, en el que muy probablemente estábamos compartiendo sus poderes, cabía la posibilidad de que pudiera hacer algo para evitar una muy probable tragedia.
- No es tan fuerte.- Concluí, tratando de quitarle importancia al asunto.
- No, claro.- Se rió.
Sólo un instante después Taemin apareció con aquel traje gris perla tan bonito y nos quedamos boquiabiertos al darnos cuenta, como por primera vez, de lo mucho que había crecido. Casi parecía un modelo. Un modelo demasiado delgado y
pálido, con rasgos excesivamente femeninos, pero un modelo, al fin y al cabo.
- Estás guapo.- Confesó Onew, todavía impresionado-. Key sabe elegir ropa.
- Es básicamente a lo que se ha dedicado toda su vida.
- ¿En serio? Qué aburrimiento.
- ¿Me queda bien? - Insistió Taemin, dando una vuelta en el porche para que pudiéramos admirarlo. Dios, ese pantalón se ajustaba demasiado.
- Te veo babear.- Onew me dio un codazo y traté de recuperarme, con no demasiado éxito-. Guarda el traje si no quieres estropearlo para mañana.
- Tienes razón. Voy a cuidarlo o a hyung le dará algo.
Su risa fue lo último que escuchamos antes de que volviera a entrar en casa.
- Eres tan evidente… - Onew se levantó, se sacudió la hierba de su ropa y recogió la pelota del suelo.
- No es como si estuviera intentando no serlo.
- Ya, ya.
Me dio la mano para ayudarme a levantarme y se fue a la cocina a terminar de preparar la comida. Parecía que estaba ejerciendo de enfermero a la perfección.
Mientras tanto fui a la habitación de Taemin, que continuaba con el traje puesto, mirándose coquetamente en el espejo.
“Pues me hace un buen culo”.
No pude contener la risa y fui descubierto más deprisa de lo que me habría gustado.
- ¿Qué haces ahí quieto, espiando?
- Sí que te hace un buen culo, sí.
Sus mejillas se ruborizaron al momento y me lanzó la americana, que era lo único que ya se había sacado.
- ¡Eres un tonto, Choi Minho!
- Al menos no voy por ahí enseñando mis encantos.
Se sintió tan ofendido que se dio la vuelta y apoyó la espalda en la pared.
- ¡No me mires el culo!
- ¡No lo estaba haciendo!
- ¡No mientas, te estoy viendo!
- A ver, si quería mirártelo, ya lo hice antes, abajo, ahora sólo estoy comprobando que la tela efectivamente te queda bien.
- ¡Fuera de mi habitación!
Empezaba a temer que Onew acabara alarmándose por los gritos y me prohibiera el acceso al cuarto de Taemin, de modo que tuve que cambiar mi estrategia.
- Vale, vale, no estoy intentando nada. Sólo vine a hablar contigo.
- Seguro… - Se deslizó por la pared, desconfiado, hasta encontrar una bata que se colocó por encima.
- ¡En serio!
- Entonces deja que me cambie y hablaremos.
Tuve que aceptar sus condiciones porque me temía que si no lo hacía, acabaríamos alertando a medio pueblo. Salí de la habitación y esperé pacientemente a que terminara de cambiarse. ¿Cuánto podía tardar una persona en ponerse un
simple conjunto de jeans y camiseta?
- Es un presumido.
- No lo soy.
La puerta se abrió justo cuando ya empezaba a desesperarme, y al entrar de nuevo vi que había colocado el traje muy delicadamente sobre la cama.
- Será mejor que no lo ensucies.
- No voy a ensuciarlo, oppa.
Mi corazón de verdad que volvió a latir con normalidad cuando escuchó aquella palabra salir de sus labios.
- Me alegra comprobar que estás bien.
- Como una rosa.- Pestañeó, divertido.
- Ya lo veo.
- ¿Te quedarás a comer?
- No puedo. Bueno, en realidad no he dicho nada en casa y… sólo me fui de allí…
- ¿Has discutido con tu padre?
“Durante los últimos días no he hecho otra cosa”.
Esperé a su respuesta, que no llegó, y sólo me miraba con expectación.
- ¿No puedes hacerlo, todavía?
- ¿El qué?
“Leer mi mente”.
- Ya sabes.
- Ya sé, ¿qué?
“Mierda, no finjas si no es cierto”.
- Taemin, esto no es un juego.
- No sé de qué me estás hablando. ¿Es sobre sexo? Suelo pillarlo tarde cuando me sueltas esas indirectas.
- No me mientas.
229
- ¿Crees que estoy en situación de hacerlo? Soy tan transparente como el cristal.
Al menos, se veía así de delicado.
- ¿Todavía no has recuperado tus poderes? - Pregunté, bruscamente, asustado.
- ¿Eh?
- ¿Soy el único que los tiene ahora?
Sus ojos no cambiaron de color a pesar de que su cara sí. Estaba todavía más pálido que antes, y no porque estuviera anormalmente cansado, sino porque parecía aterrorizado ante la idea de que ahora yo poseyera un don para el que no
había sido entrenado, y él, en cambio, había sido despojado de él; la única cosa que le había protegido durante toda su vida.
230
No estaba seguro de cómo iba a resultar todo aquel desastre. Me había pasado toda la mañana y parte de la tarde ayudando en la decoración del salón que el abuelo había alquilado para la ocasión y todavía sentía que aquello no tenía nada
que ver conmigo. No era un sitio muy grande ni lujoso, ya que en el pueblo no existía algo así, sino un restaurante sencillo pero que había sido adornado con unas telas blancas de raso que le daban un aspecto totalmente diferente. Centros
de rosas blancas colocadas encima de las mesas (de las pocas mesas) que destacaban entre las hojas verdes pulcramente intercaladas. Era tan de ensueño que no parecía real.
“¿Me estoy casando?” era la pregunta que revoloteaba una y otra vez por mi cabeza al mirar a mi alrededor. Parecía totalmente una boda. Excepto porque eso era algo imposible tal y como estaban las cosas.
Jonghyun vino sólo un momento, a mediodía, para echar un vistazo a lo que habíamos montado y no actuar completamente sorprendido horas después.
- ¿Es un poco exagerado o es mi impresión? - Pregunté, algo nervioso.
Sus ojos recorrieron rápidamente la sala.
- Es exagerado.
Suspiré, atormentado.
- Lo sabía. Le dije al abuelo que podíamos hacerlo perfectamente en el jardín, pero se puso tan pesado y la abuela empezó a comprar todas esas flores…
- Está bien, tranquilo.
- ¿Eh?
- Estas cosas son siempre así de… recargadas. Es normal.
- Pero esto es cosa nuestra, o sea que lo podemos hacer como queramos. De hecho, si no te gusta, podemos quitar aquello de allí y eso otro…
- Key, está bien, no te preocupes. No cambies nada.
Parecía que yo estaba mucho más preocupado en que todo eso le agradara a él de lo que él mismo lo estaba.
- Si me hubieras dado alguna idea… tal vez podríamos haber hecho las cosas de otra manera…
Bajé la cabeza, apesadumbrado, mientras mis pies no eran capaz de mantenerse quietos en un mismo lugar.
- Está como tiene que estar. - Consultó su reloj-. ¿Nos vemos aquí a las nueve?
Levanté la cabeza de nuevo.
- ¿No vamos a venir juntos?
- Bueno… pensaba que…
- Los trajes están en casa. Quiero decir, en tu casa.- Inmediatamente me corregí-. La idea era cambiarnos allí y venir juntos. Lo organicé así con el abuelo.
Se quedó un momento en silencio, observándome, procesando mis palabras, hasta que finalmente pareció estar de acuerdo.
- Como quieras. Yo tengo que terminar unas cosas en la cocina, o sea que estaré allí. Cuando acabes aquí, ven.
No esperó una respuesta afirmativa, yo sólo estaba allí de pie, tembloroso, intentando que nuestra conversación fluyera lo más naturalmente posible… pero no era así. Y si yo me sentía tenso, no podía ni imaginar cómo se sentiría él.
Ya había empezado a anochecer cuando llegué a la casa de Jonghyun. Él había estado terminando de colocar los últimos electrodomésticos de la cocina. ¡Cielos, por fin parecía una casa de verdad! Una casa perfectamente preparada para
ser estrenada.
Subí las escaleras para darme una ducha rápida pero mis pasos se detuvieron en la puerta del cuarto de baño cuando mis ojos detectaron a Jonghyun en la ducha, y la imagen de su cuerpo musculoso y moreno al otro lado de la mampara de
cristal encendieron mi deseo de una forma incontrolable. ¿Cuánto tiempo hacía que no teníamos un momento de intimidad como aquel?
Meses.
Tantos meses que mis manos empezaron a moverse sin mi permiso y me deshice de toda mi ropa, que ya empezaba a estar sudada porque había empezado a hiperventilar, y entré en la bañera sin ni siquiera avisar de que estaba allí.
Jonghyun se sobresaltó cuando le rodeé por la espalda, provocando un contacto directo de mi ya muy evidente erección en su trasero.
- Hueles bien.- De todas las cosas en el mundo que podría haber dicho, sólo salió eso de mi boca. Instintos primarios.
- ¿Qué estás haciendo? - Susurró, apretando mis manos.
- Te echo de menos.
Me moví un poco más hacia él, para que notara que no sólo yo, sino que también mi cuerpo le había extrañado como no tenía idea, pero él dio un paso hacia adelante y se deshizo de mi abrazo. Cerró el grifo y salió de la bañera, dejándome
aturdido.
- Esto no va a funcionar si te comportas de esta manera.
A pesar de que mi cuerpo estaba parcialmente mojado, el calor no se iba, y no me dejaba pensar lo suficiente como para moverme de mi posición.
- ¿Eh?
Se cubrió con una toalla y suspiró.
- Si vamos a ser amigos, no puedes hacer eso.
231
¿Amigos? ¿De qué estaba hablando?
- Pero… esta noche es nuestra fiesta de compromiso.
- Un compromiso falso, como ya sabes. Y después de eso, cancelaremos la boda tal y como acordamos.
Mis piernas me sacaron a duras penas de allí y le seguí a tientas hasta el dormitorio.
- ¿Vamos… vamos a cancelar la boda?
- Eso fue lo que dijimos.- Escogió sin demasiado problema la ropa interior y se volvió a mirarme-. ¿Qué haces desnudo? - Me miré, como si me acabara de revelar algo inusitado-. Te vas a resfriar.
- Jjong…
- ¿Qué ocurre?
- Deberías ponerte los grises, el pantalón es claro y se van a transparentar.
Miró sus boxers negros y luego sonrió.
- Tienes razón. Qué haría sin ti…
Escogió una muda nueva, mientras yo continuaba completamente quieto, viendo cómo se movía por la habitación.
- No quiero cancelar la boda.
- Ya hemos hablado de esto, vístete y vámonos, no tenemos mucho tiempo.
Parecía tan imperturbable que las ganas de llorar me estaban provocando un nudo en la garganta que no me dejaba ni tragar saliva. ¿Es que le daba exactamente igual lo que pasara con nosotros?
Mi cerebro estaba en un caos tan absoluto que no sé cómo fui capaz de vestirme apropiadamente y salir de allí. El trayecto fue silencioso, mis manos continuaban temblando y Jonghyun cambiaba la emisora de radio incansablemente.
Tampoco protesté porque en verdad no me apetecía escuchar música. Y mucho menos me apetecía ir a una fiesta en la que no había nada que celebrar.
Llegamos un poco antes de las nueve y Jonghyun tomó mi brazo con delicadeza.
- ¿Eh? - Mientras yo seguía sin reaccionar.
- Sería raro si no entráramos agarrados, ¿no crees?
¿Había pensado incluso en eso?
Caminé por inercia a su lado, mientras él aparentaba toda la seguridad del mundo. El salón ya albergaba a todos los invitados para cuando nosotros llegamos. Los abuelos, mamá (que había llegado esa tarde y ni siquiera nos habíamos visto
aún), mi tío y Minho en la mesa más grande. A un lado, en otra mesa, Taemin, Onew, Jaejoong y Yunho. Al otro lado, una mesa prácticamente vacía, con un cartel que decía “familia Kim”. Allí sólo estaban sentados los padres de Jaejoong.
- ¿Tus padres no van a venir? - Pregunté, bajito.
- Sería raro que se presentaran, ¿no?
- Pero yo envié la invitación.
- Y la recibieron, cariño.
Su sonrisa no se esfumó ni cuando se dio cuenta de cómo me había llamado, sólo dejó de hablar y caminó hacia el centro de la sala hacia nuestra mesa, que tenía un centro lleno de corazones que incluía las iniciales de nuestros nombres.
Eso tenía que haber sido obra de alguien más, porque yo no lo había hecho. Y no conocía a nadie lo suficientemente romántico como para idear eso, salvo el hombre al que iba agarrado.
Miré a Jonghyun, que saludaba a algunos vecinos que se sentaban en las mesas más alejadas, y me pregunté internamente cuándo había tenido el tiempo y la idea necesarios para decorar nuestra mesa de aquella manera, pero mis labios no
se movieron. Seguía temblando.
Cuando por fin nos sentamos, el abuelo tomó la palabra.
- En fin, mi nieto siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, o sea que… aquí estamos…- Dios mío, ¿ese iba a ser su discurso?-. Tampoco es como si se le pudiera llevar la contraria, porque es tan malditamente tozudo como su abuelo.- La
gente se echó a reir y él carraspeó, intentando recuperar el hilo-. Quiero decir que… bueno… su abuela y yo hemos intentado hacer lo mejor para reconducir su vida pero… hija, lo siento, no sé qué hicimos mal.
Mamá sonrió, quitándole importancia.
- Era un caso perdido.
Las risas inundaron el salón de nuevo y yo sentía que me estaba perdiendo algo. ¿Por qué les hacía gracia todo aquello? Yo me quería morir.
- El abuelo debería tener un programa de televisión.- Comentó Jonghyun, uniéndose al estado de ánimo general.
- En fin, que aunque supongo que esta no es la vida que imaginé que mis nietos llevarían… - No se me escapó que sus ojos habían viajado hacia mi primo-... Tengo que reconocer que Kibum no podría haber encontrado a nadie mejor que a
Jonghyun.- Levantó su copa-. Hijo, siempre has sido como un nieto para mi, y aunque me costó un poco entender lo vuestro, me alegro de que te conviertas en parte de esta familia, como siempre has sido. En realidad Kibum es el verdadero
afortunado de que le hayas elegido.
Mi abuelo estaba agradeciéndole públicamente a Jonghyun que se casara con el desastre de su nieto, y aún así mis lágrimas empezaron a caer sin darme ninguna posibilidad de detenerlas. El pañuelo de Jonghyun voló hacia mi mano un
instante antes de que él se levantara para corresponder al brindis del abuelo.
- Gracias, abuelo, por tu bendición. ¡Ha costado mucho tenerla! - Las risas afloraron de nuevo pero yo seguía llorando. Sólo cuando la mano de Jonghyun me arrebató su propio pañuelo me di cuenta de que no era el único que lo hacía-. La
familia Choi siempre ha sido mi familia, desde que puedo recordar. Y como quería formar parte de ella de verdad elegí a Kibum, porque Minho tiene un carácter imposible.
- ¡Tu madre! - Gritó Minho, ganándose una reprimenda de todos los mayores de su mesa.
- Sé que no hice las cosas adecuadamente y lo siento mucho por ello. Abuela, sé que a ti también te hice sufrir y te pido perdón.- La abuela respondió a su reverencia-. Tampoco a mi suegra le pedí la mano de Kibum como debería, pero no
sabíamos lo que estábamos haciendo.- Un repentino silencio llenó la sala, nadie se rió más, lo cual sólo hizo que fuera más audible mi manera de sollozar, ya con mocos e hipo. Me temí que Jonghyun fuera a soltarlo todo en ese momento-.
Pero aquí estamos.- Me miró, y yo reconozco que tuve cierta dificultad para mirarle porque mis ojos estaban totalmente empañados-. Tengo que casarme con él porque si no, ¿quién va a hablar en su nombre cuando ocurra esto? - Me señaló,
y por fin las risas volvieron, contagiándome un poco, y borrando toda aquella angustia parcialmente-. Vas a tener que entrenar duro este año porque yo no quiero tener que hablar de nuevo en nuestra boda. Llegará un momento en el que tú
también tengas que decir algo.
- ¡Cállate de una vez y dale un beso! - Esa vez fue Yunho el que interrumpió, e inmediatamente Jaejoong le dio un codazo.
- Tranquilo, primo. Yo no tengo tanta prisa como tú.- Respondió, sobándose la barriga en referencia a su esposo, que se moría de la vergüenza.
- ¡No mientas! - Gritó de nuevo Minho, mientras yo me contenía para no saltarle a la yugular. ¿Qué se suponía que estaba haciendo?
- Creo que el abuelo me mataría si lo hiciera.- Se rió Jonghyun, rascando su sien e inclinando levemente su cabeza-. De cualquier forma, gracias a todos por venir, me siento muy feliz de que haya venido todo el mundo que realmente quería
celebrar esto con nosotros. ¡Gracias!
Levantó su copa y la gente aplaudió y brindó con él. La música empezó a sonar y él se sentó a mi lado, dejando escapar un bufido de fastidio, su cara brillando por el sudor. Yo seguía impactado por su capacidad de improvisación, teniendo en
cuenta las circunstancias.
- Lo has hecho bien.- Susurré, intentando calmarme de una vez por todas.
- Espero que no hubieras preparado un gran discurso, porque lo acabo de mandar todo a la mierda.
- Está bien.
No iba a decirle que me había pasado las últimas horas escribiendo páginas y páginas de cosas de las que ya ni me acordaba porque las había escrito de forma casi automática y arrugando las hojas y provocando manchas de tinta por todos
lados cuando las lágrimas caían sobre el papel.
232
Cogió la cartulina sobre nuestros platos y empezó a leer el menú.
- Lo elegiste tú, ¿cierto?
- La abuela me ayudó.
- Todo tiene muy buena pinta.
- Jjong.
- Dime.
- Te quiero.
Sus ojos abandonaron la lectura para posarse en los míos de una forma inquietante.
- ¡Felicidades!
Algunas personas empezaron a venir a saludar a la mesa y mi pseudo confesión se quedó ahí. Antes de que llegaran los postres, Minho ya había abandonado su mesa para unirse a los hermanos Lee, que permanecían algo separados de los
demás, siendo observados recelo. Sólo Yunho y Jaejoong consiguieron eliminar el aislamiento de su alrededor antes de que mi primo tomara cartas en el asunto.
Cuando llegó la hora de bailar, fui yo quien invitó a Taemin a levantarse de su sitio, le arrastré conmigo y dejé que se soltara un poco.
- Tu fiesta es genial, hyung.
- ¿Lo es? - Yo tenía mis dudas. Una fiesta de compromiso en la que los novios apenas se dirigen la palabra no era el sueño de mi vida, la verdad.
- No sabía que Jonghyun hyung era así de romántico.
“Desde que recitaba poesía francesa en el granero” pensé para mis adentros, seguro de que él me escucharía.
- No te emociones, ese gen no ha sido transferido a mi primo.- Señalé a Minho, que compartía una copa con Onew cerca de donde estábamos nosotros-. Es un cavernícola.
Se rió, dándome la razón por la evidencia.
- Gracias por invitarme. ¿Vas a tener problemas por eso? - Hizo un puchero con su boca que me enterneció.
- Ni hablar. Eres mi hermano, también.
Le abracé y él me correspondió, dando un saltito que me movió del sitio.
- Espero casarme con oppa algún día también.
Quizá unos cuantos años antes me habría reído de sus palabras, pero en ese momento si había alguien con madera de novio allí mismo ese era mi primo. No le quitaba el ojo de encima al pequeño Taemin, y yo sabía que el traje que yo le
había regalado tenía mucho que ver en aquello.
- A Minho le gustas mucho.- Le susurré-. Más de lo que él mismo piensa.
Nos reímos mientras él nos miraba con resentimiento.
- Ojalá algún día me quiera la mitad de lo que Jonghyun hyung te quiere a ti.
No respondí y busqué a mi prometido con la mirada hasta encontrarlo en nuestra mesa, mirándome fijamente y con el semblante bastante serio. Aquello sólo estaba resultando real para mi, si nos ateníamos a nuestra conducta.
Dejé a Taemin en manos de mi primo y me acerqué a la mesa.
- ¿Quieres irte?
- ¿Eh? - Soltó la cucharilla dentro de la taza.
- Digo, que si no estás cómodo, puedes irte.
- Creo que sería algo… extraño… que me fuera solo.
- Podemos irnos los dos, si quieres.
- Puedo aguantar un rato más.
“Aguantar” tampoco era algo que hubiera querido escuchar esa noche.
Me senté a su lado y nos mantuvimos callados un buen rato, mientras alguna gente bailaba, otra reía, y los más jóvenes pedían más alcohol.
Al cabo de media hora, mis ojos empezaban a cerrarse y estuve a punto de caerme de la silla, haciendo que Jonghyun se burlara de mi falta de equilibrio.
- He trabajado mucho hoy, ¿sabes? - Protesté.
- Está bien.- Levantó sus manos, defendiéndose-. Vámonos de una vez.
Fueron las palabras mágicas para que el sueño se esfumara. Me levanté como un resorte y caminé detrás de él, que educadamente fue a despedirse de todo el mundo, y yo simplemente asentía a todo lo que él decía, sin apenas escuchar las
palabras del abuelo hasta que por fin, ya sentado en el coche, las asumí.
- ¿Ha dicho que puedo dormir esta noche contigo?
La risa se le escapó.
- Y que te cubrirá para que tu madre y la abuela no sospechen nada.
Me mantenía en un estado tal de estupefacción que no conseguía entender por qué a él le parecía todo tan gracioso.
- ¿Y lo vamos a hacer?
- ¿El qué?
- Dormir juntos.
- Bueno, ya que nos ha dado permiso, sería raro no hacerlo, ¿no crees?
Muy raro.
Como todo en esa noche.
Llegamos a casa con el mismo ánimo silencioso, sólo roto por nuestros pasos lentos y por el ruido en la cocina cuando Jonghyun fue a buscar un vaso de agua. Yo estaba de pie en medio del dormitorio sin saber muy bien hacia dónde
moverme.
233
- Ni siquiera sé cuál es mi lado en la cama.
Jonghyun lanzó su chaqueta hacia un sillón.
- Puedes escoger, a mi me da igual.- Y desabrochó algunos botones de su camisa, dejando a la vista su bronceada clavícula, presidida por aquel lunar que me gustaba tanto.
- ¿En serio vamos a dormir juntos?
Soltó el vaso en la mesita de noche.
- ¿No quieres?
¿Que si quería?
Me picaba el cuerpo entero de las ganas que tenía de deshacerme de toda mi ropa.
- Sí que quiero.
- Entonces, ¿qué haces todavía así? Si te estabas durmiendo en la mesa hace un rato.
Me dio un leve empujón y comencé a desvestirme. Él no se anduvo con remilgos y rápidamente se quedó en boxers y se acostó, tapándose con la fina colcha morada que yo había comprado.
Sentía sus ojos en mi espalda cuando ya no me quedaba nada más que la ropa interior, pero no me atrevía a enfrentarle.
- Lo que dije antes iba en serio.
- Aha.
- Lo de que te quiero.
- Sé a qué te refieres.
- Y quiero seguir adelante con esto.
Mi mano derecha acarició el parche anticonceptivo del brazo izquierdo, despegándolo suavemente de la piel.
- ¿Qué demonios haces?
Me metí en la cama con él, ya sin temor a mirarle a los ojos.
- No tengo más miedo, Jjong.
Le empujé despacio hasta que conseguí que comprendiera que quería tumbarle en el colchón, y no protestó, aunque no salía de su asombro.
- Mierda, Kibum, si te dejo embarazado, el abuelo me perseguirá por medio mundo para castrarme.
Supe en cuanto lo dijo, que mi trabajo estaba hecho : era incapaz de negarse al contacto de mis caderas sobre su cuerpo, que se movían necesitadas, mientras nuestros miembros se encontraban, tanto o más desesperados que nosotros.
No derramé más lágrimas aquella noche, ni tuve que rogar por unas cuantas caricias porque las manos se movían sin nuestro consentimiento por nuestros cuerpos. En cuanto Jonghyun entró en mi, me di cuenta de que me estaba entregando
a él completamente, por primera vez en mi vida, aunque no fuera virgen, aunque ya lo hubiéramos hecho decenas de veces, y aunque no tuviera ni idea de lo que iba a pasar al día siguiente.
- Jjong…
Sus labios delineaban mi cuello con parsimonia, mientras yo no podía evitar que mi cuerpo se arqueara en busca de un contacto todavía más profundo, que llegó en un punto muy concreto.
- Bummie…
Cuando escuché eso, reparé en que al fin y al cabo, no todo estaba perdido. Tenía plena convicción de que Kim Jonghyun seguía enamorado de mi.
234
En el preciso momento en el que los hermanos Lee hicieron su entrada en el salón, una especie de nube negra pareció situarse justo encima de sus cabezas. Los cuchicheos de la gente iban y venían como una serpiente venenosa
retorciéndose en plena preparación de su ataque fulminante. Se quedaron junto a la puerta, sin saber muy bien hacia dónde dirigirse, porque nadie les había explicado la ubicación de las mesas (una vez más, gracias, Kibum, por ser tan
desconsiderado con tus invitados) y pude notar el nerviosismo de Taemin, asediado por decenas de ojos que no se apartaban de él.
- Mierda.- Gruñí, algo enfadado por la reacción de todo el mundo-. Ahora vuelvo.- Le susurré a papá. Ni hice caso de su advertencia de que me quedara quieto, él menos que nadie quería una escena extrasensorial con todos esos testigos por
medio.
Pude oir el suspiro de Onew cuando llegué a su lado, haciendo una reverencia exagerada para que todos vieran que yo respetaba a la familia Lee tanto o más que los novios, quienes habían tenido la osadía de invitarles. Onew me devolvió la
reverencia y empujó a su hermano a que le imitara, si bien su espalda estaba lo suficientemente rígida como para conseguirlo a duras penas.
- Esto no ha sido una buena idea.- Dijo bajito Onew mientras nuestras caras se encontraron en mitad del ángulo recto que formaron nuestros cuerpos-. La gente está asustada.
- Tienen curiosidad, eso es todo.
- Quieren matarme, oppa.
Probablemente Taemin lo había dicho como una simple suposición, pero yo, que entonces tenía los oídos un poco más “despiertos” que los suyos, sabía que aquello tenía mucho de verdad.
- Nadie va a haceros nada a ninguno de los dos.
Tomé a cada hermano Lee por una mano y todos nos incorporamos.
- Si aparecen con estacas, salto por la ventana.- Dijo Onew, con los dientes apretados y sin apenas mover sus labios.
- No seas dramático, nada de eso va a pasar.
- Oppa…
La mano de Taemin apretó la mía, con miedo, a lo que yo contesté con un intento algo fallido de sonrisa.
- Yo estoy aquí, tranquilo. Te estaré vigilando toda la noche.
Su expresión pareció relajarse un poco con mi aparente seguridad. Por dentro, era un manojo de nervios. Me parecía perfecto que Kibum hubiera invitado a nuestro amigo de la infancia a un evento tan importante de su vida pero… ¿de verdad
tenía que estar medio pueblo congregado allí mismo?
- ¿Dónde nos sentamos?
Onew se movía intranquilo, cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a otra.
- ¿Tienes que ir al baño?
- Quiero que dejen de mirarnos.
Eso no era así de fácil.
Mientras les conducía hasta su mesa, en la que Jaejoong y Yunho ya estaban perfectamente acomodados, escuché cómo algunas sillas se arrastraban a nuestro paso. Varias personas estaban haciendo una especie de caminito a nuestro
alrededor, imagino que para que nada de la maligna esencia del niño de los Lee se escapara en su dirección.
- Hola Taemin.- Yunho se levantó a saludar, alargando su mano-. Sabía que ese traje te quedaría como un guante.
Él acarició el cuello de la americana con cuidado.
- Es realmente elegante. Es como si no fuera yo.
- Pareces un pequeño hombrecillo.- Comentó Jaejoong, sonriente ante la vista-. Tienes un cuerpo fantástico, ¿nunca has pensado en ser modelo?
- ¿Modelo?
- Las pasarelas arderían a su paso.- Bromeó Onew, tomando asiento.
- Muy bueno, hyung.
- Jaejoong conoce varias agencias en Seúl.- Continuó Yunho-. Él mismo desfiló en incontables ocasiones cuando era más joven.
- Ah… eso me hace sentir muy viejo, no hables así.
- Lo siento, cariño.
¿En serio esos dos estaban metiendo a Taemin esas ideas extrañas en la cabeza? Él era demasiado joven para pensar en todas esas tonterías. Primero tenía que hacer el examen de acceso a la universidad, y más tarde ya hablaríamos de
pasarelas y chorradas como esa.
- Has debido de tener una vida muy genial.- Taemin sentó al lado de Jaejoong en espera de que éste empezara a narrar sus aventuras.
Eso no tardó en ocurrir.
Aventuras de trapitos. Perfecto.
Cuando por fin los novios llegaron, mi nerviosismo llegó con ellos. Al parecer yo era el único del lugar (aparte de ellos mismos) que conocía el verdadero significado de aquella fiesta y lo que pasaría después. Había estado intentando
comprender la situación durante la noche anterior, hablando con mi primo sobre la barbaridad que yo creía que estaban cometiendo. No pude echarle nada en cara porque percibía su sufrimiento. Él estaba destrozado también, y al verlo llorar
supe que él tampoco quería que aquello acabara. A su manera, supuse que también amaba a Jonghyun.
Y estaban allí de pie, en medio de todo el mundo, predicando su amor a los cuatro vientos, mientras su cara hinchada y pálida parecía pasar desapercibida para todos.
- ¿Tu primo no estará embarazado? - Preguntó papá, bajito, intentando que su hermana no le escuchara.
Bueno, quizá no pasó tan desapercibido el estado en el que se encontraba.
235
- ¿Qué dices? No.
- Está como más gordito, mira su cara. Tampoco se ha levantado de la silla en todo el rato. Deben de ser las náuseas.
Mi padre también tenía ese gen del drama que todo miembro de la familia Choi debía tener.
- Kibum no está embarazado.
- ¿Cómo lo sabes? ¿Te lo ha dicho? Puede que lo niegue para proteger a Jonghyun, tu abuelo le matará en cuanto se entere.
¿Cómo iba a decirle que Kibum estaba hinchado porque se había pasado toda la noche llorando por tener que asistir a una fiesta de compromiso que no terminaría en una boda, sino en una ruptura inminente? Tenía que mantener mi boca
cerrada, pero mi padre no me lo estaba poniendo fácil.
Entonces lo vi claro. Más claro que el agua y pasó fugaz por mi subconsciente. Delante de mi había una enorme sopera de porcelana blanca, todavía vacía porque el banquete no había comenzado, y un instinto malsano se hizo
escandalosamente presente antes de que pudiera evaluar con inteligencia las consecuencias de mis actos.
- Mierda.
Salió de mis labios como un silbido, apenas un segundo antes de que la sopera se estrellara contra el suelo y se rompiera en muchos pedazos, causando que todos los que estaban en nuestra mesa, dirigieran sus miradas al lugar en donde
yacían los trozos.
- ¿Qué ha sido eso? - Preguntó mi tía, asomándose por el borde de la mesa-. ¿Se cayó sola?
Inmediatamente todos los ojos de los invitados a la fiesta volaron hasta la mesa en donde los hermanos Lee estaban sentados. Los míos en concreto se encontraron con los de Taemin, que permanecían muy abiertos, mirándome a mi.
“Lo he hecho yo, ¿lo has visto? Ni siquiera tuve que pensarlo, sólo desear que sucediera”.
No obtuve respuesta alguna por su parte, pero mientras todos se movían intranquilos imaginando la de cosas terribles que podrían sobrevenirles durante el resto de la noche, papá me agarró por los hombros, agitándome.
- ¿Has sido tú, Minho? ¡Contéstame! ¿Tú hiciste que se rompiera?
¿Cómo iba a ocultarlo cuando era tan evidente? ¿Cómo, además, explicarle que lo había hecho para que dejara de centrar su atención en el decaído aspecto de Kibum?
- Ese maldito niño… sabía que nos traería problemas…
El abuelo se estaba levantando de la mesa y por un momento temí que fuera a decirle algo a Taemin, o a pedirle que se fuera, y no podía permitir que hiciera todo eso.
- ¡Fui yo! - Me apresuré, haciendo que se quedara quieto en donde estaba-. La golpeé sin querer, soy un torpe…
De nuevo busqué a Taemin con la mirada y vi que se había escurrido en su silla tanto que parecía haber rejuvenecido unos seis o siete años. Se veía realmente pequeño e indefenso bajo la cruel mirada acusadora de todos quienes estaban
allí.
“Bravo, Choi, la has liado”.
Yunho y Onew trataban de alegrar el ambiente con algunos chistes bastante groseros que hacían enrojecer a Jaejoong; desde donde estaba podía ver el mal rato que estaba pasando escuchándolos, pero Taemin seguía pareciendo diminuto,
porque sus movimientos, el más mínimo de ellos, como su manía de soplar su flequillo, estaban siendo escrutados minuciosamente cada segundo. Se sentía terriblemente expuesto. Y yo tenía la culpa.
“Me quiero ir”.
Lo escuché perfectamente en su cabeza, y sus labios formaron un puchero que me estaba produciendo unos terribles latigazos de dolor en el pecho. ¿Qué me ocurría? ¿Por qué su dolor se convertía también en mi dolor? ¿Y su miedo en mi
miedo?
“Tengo que sacarle de aquí” fue el siguiente pensamiento que se instaló en mi cabeza. Me habría gustado que él pudiera leerme de la misma manera en que yo le leía a él y así poder tranquilizarle, pero sus ojos parpadeaban cada vez con
más rapidez. Estaba asustado.
En un par de ocasiones vi que Kibum me miraba interrogante, como temiendo que algo horrible fuera a suceder en mitad de la cena. Él desconocía lo que de verdad estaba pasando con los poderes de Taemin y no quería que aquella
celebración se convirtiera en un completo desastre (que ya lo era).
- ¿A dónde vas? - Preguntó papá cuando vio que me levantaba de la mesa.
- Voy a comer el postre con mis amigos.
No esperé su aprobación, que sabía que no tendría, y me cambié de sitio, provocando más miradas y cuchicheos, pero no me importaron.
- ¿Qué haces aquí? - Susurró Taemin, todavía hundido en su silla-. Vete, nos están mirando.
- Todo irá bien, tranquilo.
Le acaricié el pelo, ganándome una sonrisa tímida de agradecimiento, casi se derretía bajo mi toque. Yunho incluso lanzó un “uuuhhhh” que nos avergonzó. Moví mi mano hasta la mano temblorosa de Taemin y entrelacé nuestros dedos. Me
estaba evadiendo tanto que a punto estuve de perderme del todo y lanzarme hacia sus labios, sin pensar en que no estábamos solos.
- Cuidado, Minho.
La advertencia de Onew llegaba tarde. El abuelo estaba de pie frente a mi, recibiendo en un primer plano majestuoso cómo mi mano acariciaba la mano del niño de los Lee y mi nariz casi rozaba su mejilla. No podía inventar nada cuando
estaba claro lo que estaba sucediendo.
Así que hice lo único que podía hacer : apagué las luces.
236
Estaba amaneciendo cuando sus labios recorriendo mi espalda, y el cosquilleo que eso me produjo, me despertaron. Nada en mi cuerpo reaccionó a eso salvo la enorme sonrisa que se dibujó en mi cara al recibir semejante regalo matutino.
Me sentía como en un sueño.
- Buenos días, amor.- Mi voz sonaba tan ronca que me arrepentí de haber hablado, en esos momento había demostrado ser la cosa menos sexy sobre el universo.
- ¿Estás despierto? - Noté que se removía en la cama para levantarse y vestirse-. Vas a tener que llegar temprano a casa si no quieres que te descubran.
Me daba exactamente igual que me descubrieran. Después de todo, íbamos a casarnos, ¿no? Nadie creería hoy en día que una pareja se dirija al matrimonio sin haberse conocido, al menos un poquito, íntimamente.
- Voy a seguir durmiendo.- Bostecé, acurrucándome de nuevo en mi posición-. Y tú deberías hacer lo mismo. Qué prisa hay…
- Tengo que coger un avión.
Tardé un par de segundos en entender lo que acababa de decir, y cuando por fin reaccioné, ya estaba completamente vestido y llenando su maleta de ropa de forma desordenada.
- Pero, ¿a dónde vas? Si acabas de llegar.
Continuó con su tarea, a pesar de haberme escuchado perfectamente.
- Esto ha sido una mala idea. Muy mala.
- ¿Qué?
Estaba aturdido, sentado allí como un idiota, mirando cómo se iba sin ser capaz de mover ni un sólo dedo para detenerle.
- Lo de la fiesta de compromiso, ha sido una estupidez, mira a qué nos ha conducido. Esto no tenía que haber pasado.- Señalaba el suelo alrededor de él, en el que se encontraban esparcidas nuestras ropas-. Se supone que nos íbamos a dar
un tiempo, no que íbamos a terminar en la cama.
Tampoco había puesto ninguna resistencia cuando le había atacado, unas horas atrás.
- Esas cosas se dan a veces…
- No entre amigos. Los amigos no hacen eso, y yo no quiero hacer eso. Quiero mantener mi puta palabra.
Empezaba a hablar a un ritmo difícil seguir (sobre todo para mi cerebro adormilado) y yo permanecía en un estado de éxtasis que me impedía contestar de la misma manera.
- No es necesario que seas así de caballero siempre.- Se detuvo un momento, esperando una mejor explicación, que tardó algo en llegar, mientras intentaba ordenar mi pelo-. Después de lo que pasó anoche no se puede decir que seamos
amigos, Jjong, eso no tiene ningún sentido.
- Pero dijimos eso porque…
- Porque cometí un error y pensé demasiado en algunas cosas que no debería haber pensado. Pero todo eso pasó y no importa ya. Ahora lo importante es que…
- Yo nunca te pedí permiso para que dejáramos de ser amigos.
- ¿Qué?
Soltó una camiseta encima de la pila de ropa que ya tenía guardada y suspiró, se veía tan abatido que yo no sabía cómo reaccionar.
237
- No te pedí permiso para nada. Sólo pensaba en mi. Nunca se me ocurrió que a lo mejor tú querías otras cosas, o te gustaba alguien en la ciudad, o si realmente te sentías atraído por los hombres o las mujeres. Debería haber preguntado esa
clase de cosas.
Le miraba con incredulidad mientras parecía él estar dispuesto a hacer una recopilación de todos los supuestos errores de su vida (y conmigo).
- Yo no pensaba en lo que quería, no lo he hecho nunca.- No me avergonzaba admitir que era así de despreocupado-. Y no me gustaba nadie cuando vivía en Seúl porque no tuve tiempo para sentir algo como eso.- Sus brazos cayeron a
ambos lados de su cuerpo, y se arrastró a si mismo hasta sentarse junto a mi-. No me planteé que me gustaran las chicas porque nunca me atrajeron. Me gustaban los superhéroes con mallas apretadas.
- Recuerdo eso.- Se echó a reir.
- Y puedo incluso reconocer en este momento, oh, no sabes cuánto te odio, Kim Jonghyun por tener que admitir algo así, que cuando te quitabas la camiseta en el lago, babeaba como una animadora.
Me miró de reojo, de forma pícara.
- ¿Era incluso así de sexy?
- Todavía lo eres. ¡Qué digo! ¡Ahora eres más sexy que nunca! - Me abracé a su cintura, de un modo tan posesivo que me sorprendí a mi mismo, no me reconocía-. Y estoy celoso de que todas esas mujeres de tu universidad te miren de la
misma manera en que te miraba yo.
Su risa iba creciendo conforme iban sucediéndose mis confesiones.
- Nadie me mira de esa manera, Bummie, no soy del tipo de nadie, incluso soy más bajito que tú, ¿quién iba a fijarse en mi teniendo a Minho al lado todo el tiempo?
- ¿Quién se fijaría en Minho estando tú?
Apoyé mi cabeza en su hombro y besé su cuello, aunque bastante sutilmente.
- Estás ciego.
- Ah… ya sabes lo que dicen… el amor es ciego.
- ¿Es algo así para ti? ¿De verdad?
- ¿El qué?
- ¿Es amor para ti?
- Mmmmm… - Mi mejilla reposaba satisfecha en su espalda, y también ahí notaba que me estaba sonrojando-... Es difícil saberlo, nunca me había enamorado antes.
- ¿Lo ves?
- ¿Acaso tú te enamoraste muchas veces en tu vida?
- No responderé a menos que sea en presencia de mi abogado.
- ¡Ash! ¡Maldito!
Esquivó mi golpe con la almohada y se levantó de allí, asustado de mi reacción.
- ¡Si no quieres saber, no preguntes!
- ¡No pensaba que la respuesta iba a ser esa! ¿Quién fue, ah? ¿Dasom acaso? Qué patético.
- Me llevaré el secreto a la tumba.
Esquivó mi lanzamiento y me echó la lengua.
- ¡Algún día te lo sacaré, Kim Jonghyun! Y ese día más vale que estés preparado.
- Ni aunque me tortures.- Mi mueca asqueada y mi cruce de brazos bastó para que dejara de reirse y miró su reloj-. Es tarde, tengo que irme.
Y volvió a meter más y más ropa en su maleta.
- No entiendo por qué sigues con eso. Míranos.
Echó un vistazo a su cuerpo, completamente vestido, y luego al mío, completamente desnudo.
- ¿Somos las etapas de la evolución del ser humano?
- Idiota.
- Estás demasiado desnudo, Kibum, no creo que sea adecuado para ti.
- ¿Tienes miedo de no poder controlarte?
- Algo así.
- Bien.
Aparté la sábana, que hasta entonces cubría la mitad inferior de mi cuerpo, y me apoyé en el cabecero de la cama.
- ¡Por Dios Santo! ¿Es que pretendes que pierda el avión? ¿Es eso?
- Tú no te vas a ninguna parte.
- Dijimos que íbamos a…
- A la mierda lo que dijimos, ven aquí ahora mismo y quítate toda esa ropa que llevas encima.
Se pasó la mano por la cara, cansado, y se acercó despacio, tomando mis manos y hablando con toda la serenidad que fue capaz de reunir.
- Vamos a pensar bien las cosas, ¿sí? Has renunciado a una beca muy importante quién sabe por qué, pero yo no necesito que me demuestres nada como eso. Ve a París, aprende mucho y conviértete en alguien de quien pueda sentirme
orgulloso.
- Pero yo no quiero ir a París.
- Eso dices ahora porque tienes miedo. Los cambios asustan mucho, ¿crees que me adapté a la ciudad tan fácilmente? Sólo Dios sabe cuántas veces quise volver a Boseong.
- No tengo miedo, Jjong, es que no quiero ir.
- Escúchame.- Me tomó la cabeza con las manos como si yo fuera un niño muy pequeño e incapaz de comprender bien las cosas-. Tienes que ir. Tienes que deslumbrar a mucha gente para que todos conozcan a la clase del hombre del que
me enamo… - Se calló en ese punto, trató de forzar una nueva sonrisa, pero eso no funcionó-. Me sentiré muy decepcionado si no vas sólo por tratar de enmendar un error del que el único culpable fui yo.
- Eso no es así…
- Te he dicho que me escuches.- Me puso un dedo sobre los labios-. Acepta la beca. Trabaja duro este año y piensa mucho en lo que quieres hacer. Te prometo que no interferiré en nada ni trataré de convencerte para que vuelvas a mi. Sólo
haz eso, ¿sí?
- ¿Cómo voy a…
- Analiza cuidadosamente tu vida, y cuando llegues al punto en el que puedas saber a ciencia cierta si me quieres o no en ella… nos sentaremos a hablar.
- Pero Jjjong…
- Yo te quiero mucho, Bummie, como nunca pensé que podría llegar a quererte porque siempre me he dejado llevar contigo. En ocasiones he llegado a asustarme de las cosas que he llegado a imaginar sobre nosotros.
- ¿Qué… cosas?
- Ya sabes… - Apartó sus manos de mi-. La casa, una familia, un perro… esas cosas de los finales felices de las películas.
- ¿Nosotros no podemos tener un final feliz de esos?
- Me temo que no tuvimos un inicio de cuento de hadas tampoco. Por mi culpa.
- ¿Qué más da cómo empezamos? Lo importante es dónde estamos ahora.
- Tienes razón. Y dime.- Me miró tan fijamente que me produjo escalofríos-. ¿Dónde estamos?
La respuesta a eso no era sencilla. Estábamos en medio de una ruptura tras una fiesta de compromiso falsa para celebrar una futura e incierta boda. Con un billete de avión en una mano y una beca para estudiar durante un año en el
extranjero en la otra. ¿Había algo de amor en todo eso?
- No quiero que rompamos.
- ¿Y qué hacemos, entonces?
- Te demostraré lo que siento. Aunque tenga que sudar sangre, te aseguro que te lo demostraré.
- No tienes que demostrarme nada.
- No debí haber besado a Nam, me odio terriblemente por eso, pero ya no lo puedo cambiar. Te aseguro que si pudiera volver el tiempo atrás, jamás lo habría hecho. No sabiendo que me iba a sentir tan remotamente jodido…
- Pues yo creo que fue algo bueno. Nos situó justo aquí.
- No fue bueno, y desde entonces no paro de pensar en que si tú hubieras hecho algo como eso, creo que te habría decapitado, como mínimo. Sé que siempre hemos hablado vagamente sobre la fidelidad, pero de verdad que mi sangre
hierve al pensar en todas esas estúpidas…
- Eh… alto… - Levantó sus manos, defendiéndose de mi ataque indiscriminado-. No hay ninguna estúpida. No veo a nadie, apenas salgo de casa. Sólo voy a clase y al supermercado, si no me crees, puedes preguntarle a tu primo.
238
No hacía falta. Minho ya se había quejado infinitas veces de la decepción que suponía tener a su mejor amigo en Seúl y no conseguir sacarlo de casa ni para tomar unas cervezas.
- Un día aparecerá alguien… que te gustará más que yo.
- Dudo mucho que exista una persona capaz de eclipsar todo esto.- Hizo un enorme cuadrado con sus dedos, enfocando mi cuerpo a modo de cámara.
Me tapé rápidamente al hacerme consciente de que estábamos teniendo esa conversación conmigo en ese estado.
- Si esa persona aparece…- Le señalé con el dedo, amenazante-. Iré a Seúl a tirarle de los pelos y arrastrarla hasta lo más alto de la torre de Namsan para que admire sus hermosas vistas por última vez.
Elevó sus cejas, impresionado.
- ¿Eres capaz de algo como eso? No me lo imagino.
- No me pongas a prueba.
Cerró finalmente su gran maleta llena de ropa mal organizada y respiró hondo.
- Nadie va a perseguirme ni yo voy a enamorarme de nadie más. O sea que deja de planear asesinatos y hazme caso.
Siempre he pensado que cuando uno hace una promesa a la persona que ama, mantendrá esa promesa hasta el final, incluso aunque dude un poco en el camino. También tenía muy asumido que Jonghyun era el más leal de nosotros tres,
manteniendo firme sus intenciones en todas las situaciones que se pudieran presentar. Él era de la clase de personas que nunca se desviaría de su camino, pasara lo que pasara.
Hasta que pasó.
Mientras yo me esforzaba por diseñar la decoración para el cuarto infantil más hermoso que pudiera existir sobre la faz de la tierra, en Boseong, justo en el lugar en el que quería estar, al margen de las pasarelas y las escuelas de diseño
internacional, apareció Krystal.
239
Antes de pensar correctamente en lo que estaba haciendo, ya tenía la mano de Taemin apretada dentro de la mía y había tirado de él hasta ponerle de pie.
- Vamos.
Con ese simple susurro, no necesitó una explicación detallada de lo que pretendía, y simplemente se dejó llevar. Yo, mientras tanto, me movía tan deprisa que sentía su cuerpo casi volando detrás de mi. Sus pies apenas tocaban el suelo.
- ¿A dónde vamos?
- No sé. Camina.
- Pero no podemos irnos de la fiesta así…
- Los novios ya se marcharon, así que se puede decir que la fiesta ya acabó.
- Si nos vamos, la gente va a estar comentando esto durante mucho tiempo…
Me detuve. Tenía mucha razón, pero ¿qué más podía hacer?
- Si nos quedamos, ellos van a estar observándote toda la noche.
Se encogió de hombros, como si aquello no fuera algo realmente importante.
- Estoy acostumbrado.
- ¡Pues yo no, maldita sea!
Agité nuestras manos unidas, enfadado, y bufando, pero aún intentando conservar algo de calma.
- Siempre me han mirado, siempre me mirarán. Yo soy esa persona a la que todo el mundo tiene miedo. Eso no cambiará porque tú me cojas de la mano.
De nuevo tenía razón. Tanta, que me sentí absolutamente estúpido por necesitar de su ayuda para darme cuenta.
- Ellos tienen que entender…
- Han tenido mucho tiempo para aceptarme, y nunca lo han hecho.
- ¡Porque no te conocen!
- No es que quieran conocerme tampoco.
- ¡Eso es tan injusto!
- Muchas cosas lo son.
Miró al suelo y se quedó un buen rato en silencio, mientras yo no dejaba de jugar con sus dedos, nervioso y sin saber muy bien qué más hacer.
Hasta que lo vi tan claro como el agua.
- Todo va a cambiar cuando te vengas a Seúl conmigo.
Levantó la cabeza, con los ojos abiertos como platos, y pestañeó repetidas veces para asegurarse de que estaba bien despierto.
- ¿A Seúl?
- Tienes que hacer tu examen de ingreso, ¿no?
- Pero… Jonghyun hyung me ofreció quedarme en su casa esos días…
- Y si apruebas el examen y entras en la universidad, ¿qué harás? ¿Dónde vivirás?
- No sé… supongo que usaré el dinero que mis padres me dejaron y me iré a vivir a una residencia de estudiantes, como hace la gente que viene de fuera.
¿Sus padres tenían dinero? No era algo en lo que pudiera pensar con facilidad. Pese a que sabía que Onew le ayudaba a mantener la casa, no se me había ocurrido que, efectivamente, alguien tendría que encargarse de que a él no le faltara
lo básico para sobrevivir. ¿Podía incluso permitirse ir a la universidad?
- ¿Tienes… tanto dinero?
Una sonrisa floreció en su rostro de manera inmediata.
- Mis padres eran muy ahorradores. Ellos trabajaron mucho y consiguieron cosas geniales. Mis tíos han estado administrando mi herencia todos estos años, y cuando sea mayor de edad, lo haré yo.
- Toda esta información es muy nueva para mi.
- Nunca has preguntado.
- No es como que me guste hablar de dinero. Suponía que vivías con lo justo. No quería preguntar, la verdad.
- Podías haberlo hecho. No me habría molestado.
- No quería meterme en donde no me llaman. Y también me daba un poco de miedo averiguar algo horrible.
- ¿Cómo qué?
- Como que… no tuvieras suficiente para alimentarte adecuadamente.- Se rió, juguetón, pero a mi no me hacía ni pizca de gracia-. ¿Qué? Estás muy delgado, muchas veces pensé que no tenías ni para comer.
- Siempre he comido muy bien.- Se acarició la tripa, orgulloso-. No te tienes que preocupar tanto.
Pero aún así lo hacía.
Que aprobara el examen, se matriculara en una universidad de Seúl y viviera rodeado de extraños todo el tiempo… me ponía nervioso.
- ¿Cómo vas a vivir en una residencia con un montón de gente? Descubrirán tus poderes y puede que eso te ponga en peligro. No puedes exponerte a algo como eso.
- Bueno… realmente en estos momentos no es que tenga muchos poderes…- Se rascó la cabeza de un modo tierno.
- Pero eso es algo temporal.
- ¿Lo es?
En realidad yo no tenía ni la menor idea de cuánto tiempo me iban a durar a mi, y cuánto tiempo más tardarían en volver a él.
- No se van a quedar conmigo para siempre.- Me reí, algo dudoso-. No nací con ello, o sea que me imagino que tal y como llegó… se irá.
240
- ¿Y si no es así?
¿Cómo? ¿Quedarme para siempre con la facultad para leer los pensamientos de los demás? Eso terminaría conmigo.
- Entonces tendrás que enseñarme cómo has hecho durante todos estos años para no volverte loco por estar leyendo la mente a todas las personas con las que te encontrabas.
Suspiró y miró al cielo nocturno con total tranquilidad.
- ¿Quién dice que no estoy loco?
Sacudí una vez más su mano con la mía.
- Yo te veo muy cuerdo. Más que la mayoría de las personas que estaban ahí dentro.
- Oh, por cierto, ¿cuándo piensas volver a encender las luces?
- No sé cómo hacerlo.- Contesté, totalmente desinteresado.
- Ahora mismo estará reinando el pánico allí.
- Seguramente.
- Ve y arréglalo.
- Sólo si vienes conmigo.
- Está bien, vamos.
- Me refiero a Seúl.
- ¿Eh?
- Quiero que vengas conmigo a Seúl.
- Oh.
Sus dedos se convirtieron en gelatina entre los míos.
- No llegaré a los exámenes finales si no estás a mi lado. Y no quiero ni imaginar que a ti te pase algo parecido, así que te quiero bien cerca para tenerte vigilado.
- Pero ahora ambos estamos bien.
- Porque estamos juntos. Pero quién sabe lo que pasará si nos separamos de nuevo. No estoy dispuesto a arriesgar nuestras vidas.
- Antes nos separábamos todos los veranos y no pasaba nada.
No podía discutir una verdad tan evidente.
- Pero desde aquella vez en el lago… las cosas han cambiado ligeramente.
- Mmmm… tal vez deberíamos alcanzar de nuevo ese punto para volver a la normalidad.
- ¿Cómo?
- Tal vez… haya que intentar de nuevo eso…
- ¿Estás diciendo… que quieres tener sexo conmigo?
Levantó las manos a la altura de sus hombros, protegiéndose.
- ¡Yo no he dicho eso! Sólo pienso que a lo mejor eso… bueno… es una forma de que las cosas se… ordenen… Ya sabes, volviendo al punto donde todo enloqueció.
- No conocía esta faceta tuya, aunque tengo que decir que me encanta.
- ¡No te estoy pidiendo sexo!
- No es lo que parece.
- Ash… siempre entiendes lo que quieres…
- Yo estoy dispuesto a ayudar, ¿eh?
Me empujó levemente cuando vio que me acercaba con una sonrisa maliciosa.
- Tenemos que averiguar la forma de que recupere mis poderes.
- Pero todavía conservas alguno, ¿no? Cuando pasó aquello recuerdo que moviste aquel diccionario delante de mis ojos.
- Yo no lo hice. Pensaba que sí, pero luego me di cuenta de que no. No se movió nada más por más que lo intenté.
- ¿No fuiste tú? Entonces me mentiste. ¿Sospechabas que no podías hacerlo?
- No quería que te preocuparas más.
- ¡Ahora sí que me estoy preocupando! Porque yo tampoco moví el puto diccionario.
- Puede que sí lo hicieras pero aún no sabías que lo podías hacer.
- Pude cerrar la puerta sólo con desearlo, pero no deseé que el diccionario volara hasta ti.
- Entonces, si yo no lo moví ni tú tampoco, ¿quién lo hizo?
- Yo.
Ambos giramos en dirección a la puerta del salón en donde una figura apenas distinguible en la completa oscuridad que nos envolvía caminaba hacia nosotros.
Instintivamente, bloqueé el acceso de esa persona a Taemin, poniendo mi cuerpo en medio.
- ¿Hyung?
- Yo lo hice.
La cara redonda y seria de Onew fue bañada por algunos rayos de luna exclusivamente para que descubriéramos quién nos estaba hablando.
- ¿Tú?
- No quería que nadie supiera que habías perdido tus poderes. Eso es más peligroso para ti que tenerlos.
- Pero… - Una ligera brisa me despeinó-. ¿Eso quiere decir… que tú también los tienes?
Colocó sus manos en sus caderas y respiró hondo, con una sonrisa triunfal en su cara.
- Herencia familiar.
241
Tras ver cómo Jonghyun atravesaba la puerta del dormitorio, se podría decir que me quedé en shock durante largos minutos porque el sol empezó a molestarme en los ojos antes de que me diera cuenta de que ya era de día.
Una alarma interior me impulsó a levantarme y huir de ahí lo antes posible si no quería ser severamente sermoneado. Me vestí, arreglé a duras penas la cama y salí corriendo de allí, aún con el corazón latiendo a cien por hora.
En la granja sólo el abuelo estaba ya levantado, y se dirigía al granero seguido de un muy despierto Coco, que en cuanto me vio, olvidó su interés en el pienso de los demás animales y vino a subírseme a las piernas, su forma de saludo
habitual.
- Creí que serías algo más prudente con la hora de llegada…
No podía discutirlo, el abuelo me había ayudado a que pudiera pasar la noche con Jonghyun y no se me había ocurrido volver a una hora decente, claro que no, tenía que llegar bien de día y hacer una entrada triunfal en casa.
- Me quedé dormido.
Era tan falso como mi cara de disculpa.
- Al menos abróchate la camisa correctamente.
No me hizo falta comprobar el estado de mi traje porque teniendo en cuenta la velocidad a la que me había puesto todo eso encima, lo raro era que no hubiera acabado con la camisa en los pies.
- ¿No hay nadie despierto aún?
Negó con la cabeza, acariciando la cabeza de Coco, que husmeaba dentro de su caldero lleno de pienso.
- Sólo este bribón, que no se puede estar quieto ni cinco minutos.
Me reí, mientras veía cómo el perro iba de él a mi, y de nosotros a perseguir insectos o escuchar ruidos que sólo él podía percibir.
- Gracias por cubrirme anoche.
- De nada.
Cogió un enorme montón de paja para apilarla en una esquina del granero y yo me adelanté, quitándole la pala de las manos.
- No hagas todo solo.
- Y tú no te pongas con estas cosas llevando ese carísimo traje encima.
- Tampoco es tan caro.- Le sonreí, coqueto.
- No mientas, tu madre me dijo lo que había costado.
Panda de entrometidos…
- Yunho se puso muy pesado y no pude discutir.- Me rendí.
- No creo que tuviera que esforzarse mucho en convencerte.
- Nop.- Dejé la pala a un lado y me sacudí el traje.
- Ve a bañarte, anda.
- ¿Por qué lo hiciste?
- ¿El qué?
- Dejar que pasara la noche con Jonghyun.
Soltó el caldero en el suelo y se sentó sobre un pequeño taburete de madera.
- Parecías algo desanimado ayer.- Le miré algo asombrado-. En la fiesta, parecías… triste. Y pensé que quizá todo eso de tener que esperar un año entero para casaros no es fácil para vosotros… así que bueno… yo también viví tiempos
difíciles con tu abuela, a ella no la dejaban salir y teníamos que encontrarnos a escondidas…
Las historias de juventud del abuelo siempre eran divertidas. Él no solía contar mucho de aquellos tiempos, sólo una o dos veces al año tenía la suerte de escuchar uno de esos grandes relatos, y había que poner atención para no perder
detalle, porque todas aquellas experiencias conformaban la personalidad de ese gran hombre.
- Eras un chico malo.- Me burlé.
- Ve a cambiarte antes de que tu madre te encuentre hecho un desastre, anda.
No fue fácil encubrir mi apasionada noche. Tuve que ducharme, vestirme y quitar todo resto de paja de mi traje tratando de no despertar a nadie. Y lo más difícil fue intentar parecer fresco y feliz cuando en realidad estaba muerto de sueño y
de tristeza porque Jonghyun se había ido y no sabía cuándo nos volveríamos a ver ni en qué circunstancias.
- Mira qué carita de felicidad.
La voz de mi madre a mis espaldas me asustó, y dejé caer el bote de crema hidratante que sostenía entre mis manos, muy torpemente, mientras me decidía a aplicarme un poco.
- Me has asustado.
- Estás en una nube, conozco esa sensación.- Entró en mi habitación haciendo aspavientos. Si no conociera a mi madre, habría dicho que estaba borracha.
- ¿Qué te pasa?
- ¿Qué me va a pasar, hijo? Que estoy muy feliz por ti.
- ¿Feliz?
- Nunca creí que mi hijo se casaría, y me parece muy buena idea que sea con Jonghyun, después de todo, sois prácticamente hermanos.
- ¡No somos hermanos! - Protesté, harto de que siempre todo el mundo se refiriera a nosotros de esa forma.
- Bueno, cariño, ya lo sé, me refiero a que os habéis criado juntos y os conocéis muy bien.
No tan bien, después de todo. Yo hasta aquel día no tenía ni idea de que Jonghyun podía hacerme daño, dejándome solo mientras estaba casi suplicando que se quedara a mi lado.
242
- Mamá, estoy cansado, así que…
- Te estás cuidando, ¿verdad? ¿Estás usando anticonceptivos?
Por mi cerebro pasó levemente la imagen de mis dedos arrancando el parche de mi brazo, apenas unas horas antes, mientras Jonghyun me miraba completamente aterrado y yo en realidad no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. ¿Qué
pretendía, convertirme en padre a los veinte años? Eso era una completa irresponsabilidad.
- No quiero tener esta conversación contigo.- Me encerré en el cuarto de baño, incapaz de mirarla a la cara.
- ¡Oh! - Exclamó, ofendida-. ¿Y si no es conmigo, con quién la vas a tener?
“Con nadie, porque esto es sólo asunto mío y de mi prometido” era lo que me habría encantado chillarle aún a metros de distancia, pero me contuve porque estaba demasiado cansado como para empezar una pelea con mi madre. Una más.
No quería pensar en lo que podía pasar después de haber sido tan estúpido como para descuidar algo tan importante, pero sabía que había actuado por desesperación, y lo hecho, hecho estaba. Al menos, viéndole la parte positiva a todo
aquel asunto, no tendría que lidiar con miradas acusadoras ni juicios públicos, porque todo el mundo en el pueblo ya sabía que iba a casarme con Kim Jonghyun, así que una tripa inflada no iba a suponer el fin del mundo.
La realidad me golpeó con su maza cuando, semanas más tarde, confirmé que mi fantasía sobre mi posible embarazo sólo había sido una fugaz ilusión.
Miraba el test sobre el lavabo, releyendo una y otra vez las instrucciones de uso y dudando acerca de mi habilidad en ese tipo de trances y de la fiabilidad de esos aparatitos. Cuando con el segundo test obtuve el mismo resultado, asumí que
había imaginado más cosas de las que de verdad estaban pasando en mi cuerpo. Probablemente el efecto de los parches anticonceptivos habrían durado un poco más de lo que yo creía.
No pude evitar sentirme triste. Porque algo en mi interior se revolvía al pensar que quizá acababa de perder mi última oportunidad para retener a Jonghyun a mi lado.
- ¿Ya estás planeando tener un bebé? - Curioseó Yunho cuando esa tarde me vio tan concentrado con mi portátil. En la pantalla, varias imágenes de cuartitos infantiles de colores muy llamativos-. El rojo me encanta, pero creo que a Jaejoong
le gustaría más el rosa.
- ¿Es una niña? - Para estar en ese estado de semi inconsciencia, seguía atando cabos con asombrosa facilidad.
- Sí. Estamos felices.
- Te creo.
Suspiré. Aquellas imágenes irreales se volvieron todavía más surrealistas bajo el manto de la evidencia. Nadie más aparte de mi jefe iba a tener un bebé allí. Aún así, y sin perder del todo la esperanza de conseguir que Jonghyun volviera a mi,
se me ocurrió una gran idea. O eso parecía en un principio, porque después un montón de dudas llegaron poco a poco y me fueron hundiendo todavía más en la inseguridad.
- ¿Qué estás pensando? Tu cara asusta.
- Voy a diseñar un cuarto para bebés.
- ¿Para mi?
Negué con la cabeza, eufórico.
- Voy a traer a Jjong de vuelta.
En los siguientes días traté de contactar con él para conseguir algunas ideas acerca de sus colores favoritos, o los juguetes que más le gustaban en su infancia… estaba convencido de que si le interrogaba sutilmente, él no descubriría en qué
estaba inmerso.
Pero no contestó mis llamadas. Tampoco mis mensajes, y el operador de telefonía me informó de que me había bloqueado. Había cortado toda conexión conmigo, como me había prometido. Al principio me entró el pánico, pero luego empecé
a llenarme de optimismo y a pensar que cuanto más imposible se pusiera el objetivo, más duro trabajaría para llegar a él. No tendría sus opiniones durante el proyecto, pero estaba seguro de que cuando viera el resultado, se quedaría
totalmente encandilado.
Una tarde en la que Minho llamó para charlar un rato, no pude evitar preguntarle acerca de Jonghyun, necesitaba saber cómo se encontraba, si estaba estudiando mucho para graduarse y si comía adecuadamente.
- Sabes que no voy a contarte nada, así que no insistas más.
- ¡Sólo quiero saber si está bien!
- ¿Por qué no iba a estarlo? ¿Es que crees que morirá sin ti?
- No me hagas pensar eso, por favor.
- Está perfectamente.
- ¿Y por qué demonios no responde a mis llamadas una sola vez?
- ¡Mierda, Key, no seas acosador! Si no te llama, será por algo. ¿No dijísteis que os darías espacio?
- ¡Pero si estamos separados por un montón de kilómetros! ¿Qué más espacio quiere?
- Déjale respirar un poco, ¿de acuerdo?
- Ash, ¡vale! ¡No le llamaré más!
- Bien.
- ¡Pero no soy ningún acosador!
- No, claro.
Pero me carcomía la curiosidad.
- El otro día vi que tenía una foto de perfil con una chica en su Line.
- ¿Ah sí? No me fijé.
- Morena, cabello largo, buen cuerpo…
- Ah… vale, ya sé.
- ¿Quién es?
- ¿No decías que no eras un acosador?
- ¿Quién es ella, Minho?
- Supongo que hablas de Krystal.
- ¿Krystal? No me suena que Jjjong me la haya nombrado nunca.
- Es nueva en la facultad. Está en primer curso. Jjong es su mentor.
- Su mentor, ¿de qué?
- ¡Ash, ya sabes! Le ayuda con la bibliografía y le da clases de apoyo.
- ¿Hace esas cosas con ella? ¿Y se puede saber por qué tienen una foto juntos?
- Pues no sé, supongo que se la sacaron un día y les pareció graciosa…
- A mi no me parece graciosa.
- Sólo salen de vez en cuando, nadie está haciendo nada malo.
Que “de vez en cuando” mi prometido saliera con alguien que yo no conocía y que, a juzgar por la enorme sonrisa de la foto, le hacía ver tan alegre y divertido, ya me parecía lo bastante malo. Estaba a punto de perderle y mi cabeza era un
caos tan absoluto que no sabía por dónde empezar a impedirlo.
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- ¿Cómo que “herencia familiar”?
Fui el primero en reaccionar, mientras Taemin le miraba completamente atónito, sin terminar de entender lo que acababa de decir.
Onew miró al suelo y se rascó la cabeza en un gesto que le delataba como avergonzado pero yo estaba demasiado furioso como para aceptar eso.
- Ya sabes…
- No, espera.- Le detuve antes de que iniciara su explicación porque no estaba seguro de querer escuchar nada-. ¿Cómo es posible que siempre esté descubriendo cosas nuevas de ti, cuando te conozco de toda la vida?
- ¿Me conoces? - Sonrió, alzando las cejas, algo prepotente-. Lo único que sabías de mi era que cuidaba de Taemin y que le ayudaba a estudiar.
- Nunca te he visto hacer nada especial, la gente del pueblo no te teme, y llevas una vida normal. Si tienes el mismo poder que Taemin, no puedo creerlo.
- No es el mismo poder, en realidad. El mío es más fuerte.
Una ráfaga ligera de aire caliente me acarició el rostro. Sabía que Taemin estaba poniéndose nervioso, y le cogí de la mano.
- No pasa nada.- Pero su respiración se había vuelto rápida y gotas de sudor corrían por sus sienes, mientras intentaba controlarse.
- ¿Por qué… nunca te descubrieron? - Preguntó, con los dientes apretados y sin apenas mover los labios, preso de la rabia.
- Me cuidé muy bien de que nadie me viera nunca usarlo.
- No es posible que un bebé pueda controlar eso.
- Yo no he dicho que haya nacido con ello.
Nuestras bocas permanecían temblorosas, y nuestros ojos abiertos de par en par, incapaces de afrontar esa nueva realidad.
- ¿Cómo lo obtuviste? - Me salió inmediato. Si yo lo había obtenido de una manera tan peculiar, no quería ni pensar cómo había podido llegar a parar a sus manos. La sola idea de que hubiera estado con Taemin de alguna manera… poco
fraternal… hizo que me invadiera la ira.
- El día que Taemin nació.
Taemin y yo nos observábamos, intentando buscarle un sentido a todo aquello, inútilmente.
- ¿Qué pasó ese día?
- Mamá hablaba a menudo de un eclipse. En realidad no sé si eso tuvo que ver o no. Pero cuando naciste, las cosas cambiaron bastante en casa.- Caminó hasta nosotros y miró a los ojos a su hermano, intentando que no perdiera la
confianza en él-. En el mismo momento en que uno de tus diminutos deditos entró en contacto con mi mano… - Extendió su palma, mostrándonosla, vacía-... sentí una enorme descarga eléctrica. No lo entendí en ese momento, porque eso
sólo me había pasado antes con electrodomésticos, o cuando intentaba desmontar algún juguete.- Se rió-. Con seis años era verdaderamente curioso.
- ¿Él te traspasó su poder? - Insistí-. ¿Se quedó contigo?
- Al principio me di cuenta de que los adultos hablaban sin mover la boca. Era un poco desconcertante pero después se volvió divertido. Porque era gracioso que papá le dijera a mamá que un vestido le quedaba estupendo cuando en verdad
lo odiaba.
- Así que te dedicaste a escuchar los pensamientos de tus padres.
Negó con la cabeza, apretando en un puño la palma antes extendida ante nosotros.
- La primera vez que Taemin quemó un osito de peluche, me pareció la cosa más asombrosa del mundo.- Me estremecí al imaginarlo-. Pero mamá se asustó. Se asustó tanto que por poco quema la casa entera intentando apagar las llamas
de aquel muñeco. Pero me culpó a mi, ya que el bebé no podía haber hecho eso con sus propias manos, y me castigó. No se esperaba que mientras estaba encerrado en mi cuarto, Taemin iba a destruir toda la vajilla de porcelana de la
cocina sólo porque se aburría estando solo.
Podía sentir el calor de Taemin saliendo de su cuerpo, casi humeaba.
- ¿Te creyeron, entonces?
- Hubo un pequeño caos. Que si Taemin tenía algo malo dentro, que era peligroso, que… podía matarnos a todos…
- Era un bebé.
- Un bebé que acababa de quemar su osito de peluche.- Cambió su expresión a una algo más sombría-. Esa noche no pude evitar sentirme celoso. Él podía hacer cosas increíbles y ni siquiera gateaba. Era como un superhéroe para mi. Ya
era el centro de atención desde su nacimiento, y entonces ya no se hablaba de otra cosa en casa. Deseé algo malo, muy malo.
Sentí que Taemin se estremecía, mientras su mano ardía en la mía.
- ¿Qué le hiciste?
- En realidad no lo supe muy bien, porque no entendía lo que pasaba. Apenas tenía seis años. Pero quise que desapareciera y le arrojé lejos, hasta la otra punta de la casa. Y ni siquiera le toqué. No le hice daño, pero lloró mucho. Sólo era un
niño celoso de su hermano pequeño.- Sonrió, intentando quitarle importancia.
- Querías matarle.
- No, nunca. Sólo… bueno… quería que se acordaran de que yo seguía ahí. Aunque no salió muy bien porque ellos pensaron que lo había hecho él.- Puso una mueca de disgusto-. Con el paso de los días me di cuenta de que papá y mamá
no adoraban a Taemin por su poder, como yo pensaba. sino que le temían. Entonces decidí que, cualquiera que fuera el mío, tenía que ocultarlo de ellos.
- ¿Podías controlarlo, a pesar de ser tan pequeño?
- Ni siquiera fui consciente de todo lo que podía hacer hasta mucho tiempo después. Y para entonces, ya no vivía con ellos.
- Intentaron protegerte de tu hermano, pero podía hacer lo mismo que él. O peor.
- Yo podía controlarlo, no como él.
- Porque lo recibiste cuando ya sabías qué cosas estaban bien y cuáles no. Un bebé no puede distinguir eso.
- Nunca nadie me vio utilizarlo. Y si alguna vez ocurrió, por error, dieron por hecho que había sido él.
De repente en mi cerebro se empezaron a agolpar las ideas, desordenadamente.
- El incendio…
- ¿Mh?
- Tú tuviste algo que ver con el incendio.
- Ahí te equivocas. Ni siquiera vivía con mis padres cuando eso ocurrió. Además, ya te dije que puedo controlarlo perfectamente. No se me habría ido de las manos como le pasó a él.
- Discutí con mamá.- Susurró Taemin, dejándonos en silencio-. Ella quería que fuéramos a Seúl para que me internaran en un centro. Papá intentó convencerme de que era lo mejor para mi, que aprendería técnicas de relajación y podría
llevar una vida normal. Normal.- Hizo especial hincapié en esa palabra, melancólico-. Nunca he sabido lo que es eso.
- ¿Qué pasó ese día? - En realidad no quería saberlo, no quería confirmar lo que todo el mundo sabía : que el niño de los Lee había matado a sus propios padres.
- La discusión fue muy fuerte. Yo quería quedarme en Boseong y seguir con las clases con hyung, y pasando el tiempo en el lago en verano, con todos vosotros. No quería ser un extraño en una ciudad en la que acabaría siendo igualmente
aislado. Me gusta estar aquí.
- ¡Pero si todo el mundo te tiene miedo! ¡Debiste haberte marchado! - Grité, ya sin poder reprimir mi enfado.
- Creía que era más seguro que me quedara en casa. Pero ellos no estaban de acuerdo. Y grité y lloré mucho.
Onew colocó su mano en su hombro, y por la expresión de su cara supe que se había sorprendido ante la temperatura que su cuerpo había alcanzado.
- Cálmate.
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- No quería hacerles daño, pero necesitaba que supieran que no estaba de acuerdo con sus planes. Que no quería eso que ellos querían para mi. Y no me detuve. No pude. Porque mis manos también ardían.- Se las miraba, temblorosas,
como si estuviera reviviendo aquella pesadilla-. Eran como bolas de fuego saliendo en todas direcciones. Ni siquiera sabía lo que estaba pasando porque no había deseado eso. Fue la primera vez que me descontrolé del todo. Ni siquiera
recuerdo cómo salí intacto, sin un sólo rasguño, ese día.
- Nuestra capacidad de curación no es algo normal.- Explicó su hermano-. Supongo que somos… más fuertes que el resto.
- Pero ellos murieron.- Terminó Taemin, bajando de nuevo el tono de su voz-. Y no sólo no pude evitarlo sino que fue culpa mía.
- No pediste nacer con ese don.- Cogí su mano más fuerte, con mis dos manos-. Y has hecho lo que has podido con él hasta ahora. No importa lo que pasó, por horrible que fuera, porque eso te ha enseñado a manejarlo. Y ahora puedes
hacer lo que quieras con él. Y estoy seguro de que sólo serán cosas buenas.
- Hyung podía haberme ayudado.- Soltó de pronto, sorprendiéndonos a los dos-. Si tú podías controlarlo, deberías haberme enseñado a hacerlo.- Sus ojos se encendieron con un tenue brillo.
- Era demasiado complicado todo.
- Tú vivías con tu nueva familia, y me dejaste abandonado a mi suerte.
- Eso no es justo, Taemin, no fue idea mía.
- Pero no volviste. Sólo para fingir preocuparte por mis estudios, y por eso te dejaron ser mi tutor.
- No estaba fingiendo, ¡quería ayudarte! Aunque no sabía cómo.
- ¡Tenías que haberme enseñado a controlar esta maldición!
Sus palabras, ya pronunciadas en un tono de voz mucho más seguro y fuerte, vinieron acompañadas de una nueva brisa de aire brisa de aire caliente que se sentía pesada.
- Taemin, tranquilo.
Su mano se soltó de las mías y avanzó un paso hacia su hermano.
- ¡Eras el único que podías ayudarme y no lo hiciste! ¿Estás bien con eso? ¿Viviste feliz viendo cómo yo destruía todo a mi alrededor? ¿Tuviste una buena vida?
Un gran golpe de aire atacó a Onew, empujándolo unos metros lejos de nosotros.
- ¡Quería ayudarte, pero no sabía cómo hacerlo sin desvelar la verdad!
Taemin dio un nuevo paso, haciendo temblar el suelo, de tierra, algo que yo no alcanzaba a comprender, pero no podía obviar porque incluso yo me había movido del sitio.
- ¿Eso era lo importante? ¿Protegerte a ti mismo?
- ¡No quería ser como tú! - De repente, los ojos de Onew también se encendieron. Pero su brillo no era tan sutil, sino poderoso y rojizo, muy similar al que había visto varias veces en su hermano pequeño, pero en su cara, con esos párpados
rasgados y esos pómulos marcados, lo hacía ver terrorífico.
- Pues lo siento mucho, hermano, pero me parece que finalmente somos iguales.
Intenté detener a Taemin, pero su cuerpo quemaba tanto que mis dedos se soltaron con el contacto, al notar el calor abrasador en las yemas.
- ¡Tenéis que parar!
A los laterales del cuerpo de Onew se estaban formando un par de alargadas columnas de humo, y él permanecía quieto, con los puños apretados y la mirada desafiante en su hermano pequeño.
Taemin, mientras tanto, tenía ese remolino en su espalda, ese golpe de aire almacenado con odio, que no parecía estar dispuesto a amainar.
- Cielo santo, ¿qué está pasando? - Escuché la voz de papá pero no era capaz de verle, entre tanto humo y polvo volando.
- ¡Maldita sea, parad!
Ellos continuaban mirándose con rabia contenida, que sabía que no tardaría en ser expulsada cual cascada infernal.
- ¡Minho, sal de ahí!
El grito del abuelo también me llegó algo distorsionado, pero su voz era inconfundible.
Creo que fue por miedo a que todo el mundo viera lo que había estado esperando a ver durante toda su vida, confirmando las leyendas que tantos años nos habían mantenido en vilo a todos los habitantes de la aldea : al niño de los Lee en
plena acción.
- ¡Parad!
Mis manos se impulsaron hacia adelante y un extraño calor me recorrió los brazos hasta ellas. Apenas en un segundo, esa fuerza invisible voló fuera de mi hasta llegar en medio de los dos hermanos, clavándose en la tierra y provocando, con
su onda expansiva, que ambos cayeran hacia atrás, indefensos, mientras la atmósfera recobraba la normalidad.
Cuando la nube de polvo se disipó, pude ver con claridad que todos los invitados de la fiesta de compromiso de mi primo estaban allí fuera, mirándonos completamente alucinados, en silencio, mientras mi cuerpo intentaba recobrar la
respiración.
Me sentía mareado, parecía que en cualquier momento iba a desmayarme y no podía dar ni un sólo paso porque estaba tan débil que a duras penas me podía mantener en pie.
Pronto descubrí que, al margen de aquel tremendo esfuerzo físico, lo que me tenía al borde del colapso era que me acababa de sentir terriblemente expuesto. Así que por primera vez en mi vida entendí cómo se había estado sintiendo el niño
de los Lee desde el día en que nació.
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Ya habían pasado algunos días desde la fiesta de compromiso, y yo continuaba absorto en mis planes de decoración durante mis horas de trabajo, cosa que a mi jefe realmente no le importaba demasiado porque apenas entraba ningún
cliente en la tienda.
- ¿Estamos atravesando una nueva crisis económica y no me he enterado? - Pregunté, mirando la puerta, mientras servía el té.
Yunho me observaba con tranquilidad mientras hojeaba un catálogo de juguetes.
- ¿Por?
- Apenas ha entrado nadie en toda la semana, ¿es que a la gente se le han pasado las ganas de comprar?
- Quizá nos hemos desfasado.
Miré a nuestro alrededor. Imposible. Teníamos una colección muy diversa y de múltiples marcas, con amplia variedad de tejidos, colores y estilos. Todo lo que se suponía que todo el mundo quería llevar puesto en ese momento.
- ¿Habrán abierto alguna tienda nueva en el pueblo y no lo sabemos?
- ¿Crees que no nos enteraríamos?
Estaba en lo cierto. Si una simple fiesta de la cosecha era suficiente como para poner a cuatro patas a todos los habitantes de Boseong, la apertura de un nuevo lugar de encuentro para todas aquellas urracas habría sido como una especie de
despedida de soltera, de la que te enteras a pesar de no haber sido invitado.
- El público aquí no es muy fiel.
- Quizá deberías hacer un poco de fanservice.
- Sí, claro. ¿Por qué no viene Jaejoong unos días? Todo el mundo se muere por tocarle la barriguita, creo que atraería muchos clientes.
- No creo que Jaejoong sea la solución.
Se levantó de la mesa y colocó su mano en mi hombro, mientras yo suspiraba, apesadumbrado.
- ¿Entonces?
- Imagino que tras lo que pasó en la fiesta, nadie quiere estar muy cerca de ningún Choi.
Caminó hasta el mostrador con tranquilidad, mientras yo analizaba cuidadosamente sus palabras.
- ¿Lo que pasó… ?
Yunho no tenía ganas de relatar todo lo que había ocurrido aquella noche. Principalmente, porque lo que él había presenciado había sido una pequeñísima parte, y había sido todo tan confuso que no podía reunir todas las piezas como para
construir la verdad de los hechos.
Pero como pudo, me explicó que hubo un apagón. Que el niño de los Lee había desaparecido misteriosamente del salón en donde se celebraba el banquete, y finalmente todos habían visto cómo Minho lanzaba fuego con sus manos.
- Fue increíble. Creí que Jaejoong se pondría de parto en ese mismo momento. Estábamos totalmente paralizados.
- Jefe, con el debido respeto… - Aclaré mi voz para que no se notara demasiado que intentaba contener la risa-. ¿Me estás diciendo que mi primo tiene poderes?
Pero él me conocía demasiado bien y su semblante se ensombreció ante mi incredulidad.
- Sé lo que vi. Muchas personas más lo vieron.
- Seguramente fue Taemin quien lo hizo. Que no le veas ni mover un dedo no significa que no esté haciendo nada. Llevo observándole desde que éramos niños y te aseguro que sabe disimular muy bien.
- No fue Taemin. Minho lanzó una bola de fuego tan enorme que estuvo a punto de provocar un seísmo en el pueblo. La tierra tembló. Varias copas cayeron de las mesas. Se formó una brecha en el suelo. Incluso hubo una pequeña onda
expansiva que llegó hasta nosotros.
- Si hubiera habido algo como un terremoto en el pueblo, ¿no crees que lo habría notado?
- Depende de lo que estuvieras haciendo justo cuando eso pasó.
Me ruboricé. Era tan escandalosamente evidente lo que había estado haciendo aquella noche, en la que no había dormido en la granja, que no hacía falta explicarle a nadie que habría sido totalmente incapaz de percibir un apocalipsis
completo.
- Yunho, eso que estás diciendo es algo m