32 WWW.ELECONOMISTA.NET Martes 7 de octubre de 2014 Le sigue Panamá, que logra un aproximado del 50 %. En tanto, el resto de Centroamérica no supera el 30 %, en cifras a 2010. Tras la complicada situación se encuentran las distorsiones en el mercado de trabajo, pues gran parte de la fuerza laboral se mueve en el sector informal. “Es un indicador que se aproxima bastante a la realidad y, en paralelo, uno encuentra tasas de formalidad bastante dispares: en Costa Rica y Panamá hay una tasa de formalidad del 80 %, 75 %, pero en El Salvador solo está el 45 % formal; mientras que en Honduras hay un 55 % de población excluida”, dice Apella. La diferencia entre afiliados y cotizantes puede llegar a ser considerable. Por ejemplo, René Novellino, director ejecutivo de la Asociación Salvadoreña de Administradoras de Fondos de Pensiones (ASAFONDOS), plantea que a abril de 2014, más de 2.5 millones de salvadoreños estaban afiliados al sistema de ahorro individual. A pesar de que los afiliados superan al 85 % de la PEA, los cotizantes activos apenas superaban los 650,000. En toda la vida del sistema, al menos 1.8 millones de salvadoreños cotizaron alguna vez al sistema. “Muchas veces se trata de jóvenes que sueñan con ingresar a la vida laboral y se afilian a una Administradora de Fondos de Pensiones (AFP), pero no logran conseguir un empleo formal”, reflexiona. Región afronta el dilema de la edad para jubilarse L a edad de jubilación es uno de los componentes que genera más temores en los debates sobre los sistemas de pensiones. Los distintos países de la región no coinciden plenamente en ese ajuste. En 2011, Guatemala elevó en dos años la edad mínima de jubilación para los afiliados al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) desde los 60 hasta los 62 años. En tanto, los hondureños lo hicieron este año con el INJUPEMP. La entidad de los empleados públicos, que permite el retiro a los 58 años, subirá a 65 años la edad mínima desde 2032. Nicaragua valoraba subir la edad para pensionarse, actualmente de 60 años, pero no la ha movido. El Salvador tampoco ha tocado el requisito, el cual es de 55 para las mujeres y 60 para los hombres. Un caso diferente es Costa Rica. Si bien la edad requerida es de 65 años, se permite la jubilación anticipada un mes antes de cumplir los 60 años. Esta ha sido criticada por la Caja del Seguro Social (CCSS) ya que, asegura, no está de acuerdo con las expectativas de vida del país, que es de 80 años. Hace una década, Panamá flexibilizó el tratamiento hacia las mujeres y les rebajó cinco años la edad exigida, a 57. Los hombres necesitan cumplir los 62. ¿Basta con subir la edad para dar el respiro a los sistemas? No funciona automáticamente. Las empresas tienden a contratar a personal joven y cesar a los de mayor edad, lo cual también dificulta sus aportes, recuerda Marielena García Maritano, de la panameña CASIP. En un diálogo que involucre a todos los sectores, la edad debe considerarse, dice María Elena Rivera, de FundaUngo, en El Salvador. Rivera recomienda un abordaje con perspectiva de equidad de género. Señala que hay una realidad preocupante: las mujeres ganan menos que los hombres, pero se jubilan antes, lo cual incide en menores montos de pensión. En tanto, Ignacio Apella, del Banco Mundial, recuerda que, en la práctica, los trabajadores atrasan su jubilación. En países como Argentina y Uruguay, lo hace 20 % por diversas razones. “En algunos casos pospone su retiro por preferencia: quiere permanecer activo por placer propio, pero en muchos otros casos es porque no tiene otras alternativas, no puede acceder a un beneficio, porque trabajó en el mercado informal”, recuerda. Un montaje multipilar La informalidad es el gran impedimento para lograr la cobertura, pero no solo se trata de diseñar el montaje, sino también de motivar a los trabajadores a ahorrar. Marvin Rodríguez, gerente de Popular Pensiones de Costa Rica, explica que el sistema costarricense contempla facilidades para los profesionales independientes. El sistema costarricense es de tipo mixto, pues se basa en cuatro pilares: la pensión contributiva básica o régimen básico; el régimen obligatorio de pensiones; el régimen voluntario de pensiones; y el régimen no contributivo, explica la Superintendencia de Pensiones (SUPEN). El régimen básico está conformado por el régimen de invalidez, vejez y muerte (RIVM) que administra la Caja Costarricense de Seguro Social. Cubre a la mayor cantidad de trabajadores del sector público y privado del país, con cerca de 1.5 millones de aportantes y más de 200,000 beneficiarios. Las contribuciones son “tripartitas” y suman 8 %: los trabajadores pagan un 2.67 % de su salario; el patrono aporta un 4.92 %; y el Estado, un 0.41 %. Aparte de la CCSS, existen otros fondos base como los del Banco Nacional, Instituto Costarricense de Elec- tricidad, Magisterio Nacional, Poder Judicial, Recope, Bomberos Permanentes, así como el de Vendedores de Lotería. Por su lado, el soporte del régimen de capitalización individual se financia con el aporte mensual de un 2.5 % del patrono y un 1 % del trabajador, así como con una redistribución de cargas sociales. Dichos recursos son administrados por seis Operadoras de Pensiones Complementarias (OPC). Estas también manejan el régimen voluntario. Los regímenes básicos cubren a un 69 % de la PEA, informa la SUPEN. Sin embargo, la tasa de reemplazo del pilar IVM ronda entre el 43 % y 52 % del último salario del trabajador. Por otro lado, el Estado obliga a los inscritos en el IVM a suscribirse a una OPC. Si no la escoge, entonces automáticamente se le dirige a Popular Pensiones. A todo esto se suman los planes voluntarios, al que pueden ingresar tanto los previamente inscritos en las OPC como los informales o profesionales independientes. Rodríguez destaca que, en el pilar voluntario, no hay mínimos para la contribución, ya que la pensión de- penderá del monto reunido. En contraste, los afiliados al IVM aportan un 8 % de la pensión, entre empleado y patrono —será 8.5 % desde 2015, pues sube en 0.5 % cada año—; mientras que para las OPC se le agrega un 4.25 % más, con lo cual llegan a un 12.75 % total. José Manuel Arias, gerente de BAC Pensiones de Costa Rica, apunta, por su lado, que el sistema complementario establecido a comienzos de 2000 todavía se encuentra en período de maduración. “Hay que hacer más promoción de la realidad de las pensiones en el sentido de que la gente ahorre de manera voluntaria y eso lo debe hacer una autoridad”, recomienda. El presidente costarricense, Luis Guillermo Solís, ha tomado como bandera la revisión del sistema de pensiones. Las alertas están encendidas tras una serie de estudios actuariales sobre la sostenibilidad. Las dudas se ciernen sobre el fondo del Poder Judicial. El supervisor estima que dicho fondo de pensiones cubre solamente el 48 % de las obligaciones adquiridas. La sostenibilidad de la CCSS también está cuestionada. Para obtener un panorama claro, la SUPEN y la CCSS encargaron una investigación actuarial independiente que estará lista en 2015 y determinará los cambios “para garantizar la sostenibilidad del régimen”, afirma Édgar Roble, titular de la SUPEN. “Hay que decirle al costarricense si alcanza o no alcanza porque al final tendrá que cubrirlo el Estado responsablemente”, apunta Rodríguez, de Popular Pensiones. Los costarricenses están en el camino de reformas, ya la Asamblea Legislativa conoce un proyecto de ley para reformar el fondo del Poder Judicial, con el cual reduciría ciertos beneficios. En cuanto al régimen complementario, se ha planteado limitar la inversión de las OPC en títulos gubernamentales a un 50 % máximo y, en contraste, subir el techo actual del 20 % para la inversión en títulos en el exterior. Rodríguez explica que se necesita abrir la inversión exterior para incrementar la rentabilidad. ¿Qué pasa con subir la edad del retiro? “Para el régimen del IVM, esto se determinará con el estudio actuarial”, apunta Robles. A pesar del panorama apretado, el superintendente resalta que el sistema está posibilitando pensiones más robustas gracias a su apuesta multipilar. “El principal aporte de Costa Rica para la región es ejemplificar que los sistemas de pensiones pueden sostenerse sobre diversos pilares, pero especialmente bajo el concepto de solidaridad”, reflexiona Robles. (Lea la segunda parte la próxima semana). •
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