“¡Levántate y anda!” Fe y curación

Jonathan Gallagher
II Trimestre de 2016
El libro de Mateo
Lección 4
23 de abril de 2016
“¡Levántate y anda!”
Fe y curación
Dr. Jonathan Gallagher
Textos bíblicos:
Mateo 8; Levítico 13:44–50; Daniel 7:7, 8; Juan 10:10; Mateo 9:1–8; 1 Juan 1:9.
Citas
 Cristo no es solo el Salvador sino la salvación misma. Mateo Henry
 Ningún pecador alguna vez fue salvado por entregar su corazón a Dios. No somos
salvos por lo que nosotros entregamos, sino por lo que Dios nos da. A.W. Pink
Para debatir
¿De qué somos salvados, y para qué? ¿Cómo pueden hacer tanto daño los conceptos
errados sobre el significado de la salvación? ¿Qué salió mal en primer lugar y cómo lo
arregla Dios? ¿Por qué estamos tan preocupados por recibir un veredicto de “inocentes”? ¿Cómo podemos explicar mejor a otros que en el fondo la salvación es sanación?
Resumen bíblico
Mateo 8 contiene cuatro milagros de sanidad: el leproso, el siervo del centurión, la suegra de Pedro, y los endemoniados. Todos ellos eran personas marginadas, que seguramente desempeñaban un papel muy limitado en la sociedad. Sin embargo, Jesús tenía
tiempo para todos ellos. Este capítulo también registra algunas de las enseñanzas más
duras sobre las prioridades del evangelio y la experiencia donde Jesús calma la tempestad, donde Jesús cuestiona a sus discípulos por la poca fe que tenían.
Mateo 9 continúa con el tema de la verdad/sanación: el hombre paralítico, la mujer con el
flujo de sangre, y la hija muerta del líder de la sinagoga, así como el ciego, el mudo, y el
endemoniado. ¡Jesús señala que son los enfermos quienes necesitan un médico! (Mateo
9:12). Las regulaciones respecto a la piel y otras enfermedades se encuentran explícitas
en Levítico 13:44–50.
Jesús anuncia: “El ladrón solo viene a robar, a matar y destruir. Pero yo he venido para
que tengan vida, y vida abundante” (Juan 10:10; FBV). Jesús perdona y purifica, y esos
son los aspectos importantes del proceso de sanidad (1 Juan 1:9).
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Comentario
Cuando vamos al médico, buscamos ser salvados de nuestra enfermedad. No vamos
para pedirle perdón al doctor, sino que queremos ser sanados. Lo mismo ocurre en
nuestro estado de pecado. Aunque sin duda lamentamos nuestros actos, aunque dentro
de nosotros deseamos perdón, lo que Dios más quiere es intervenir como médico divino
y sanar nuestro pecado. Si entendemos que nuestra mayor necesidad es de sanidad,
nos concentraremos en ello. Pero seguimos olvidando que el pecado no es un concepto
objetivo, sino relacional, ¡o es en sí mismo la falta de una relación! Solo cuando entendamos qué fue lo que salió mal desde un principio entenderemos de qué se trata realmente la salvación de Dios y cómo actúa para traernos de regreso.
Esto es lo que Cristo vino a hacer. Vino a recuperar nuestra confianza para que por su
naturaleza gloriosa pudiera entonces sanarnos (y salvarnos).Esta naturaleza y deseo
está ilustrado en los muchos milagros de sanidad, restauración y curación que Jesús
realizó durante su ministerio, revelando a Dios como aquél que quiere sanarnos, no solo
físicamente sino espiritualmente también.
Comprender esto nos proporciona otro punto de vista a los milagros de Jesús que produjeron tanta oposición. En Mateo 9 (y los relatos paralelos de Marcos 2 y Lucas 5) trajeron
a un hombre paralítico a la presencia de Jesús. Jesús no dice: “Sé sano,” o “Levántate y
anda”. En lugar de ello él muestra el significado sanador de la salvación diciendo: “Tus
pecados están perdonados” (Mateo 9:2; FBV). La salvación es la sanación del daño que
hace el pecado. Pero los fariseos estaban furiosos, y ante esto respondieron: “¡Este
hombre dice blasfemias!” (Mateo 9:3; FBV).
Entonces Jesús resuelve la situación proporcionándoles la perspectiva correcta. La historia continúa diciendo: “Pero Jesús sabía lo que ellos estaban pensando. Entonces les
preguntó: “¿Por qué tienen pensamientos malvados en sus corazones? ¿Qué es más
fácil decir, ‘tus pecados están perdonados,’ o ‘levántate y camina’? Pero ahora, para
convencerlos de que el Hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados…” Dirigiéndose al hombre paralítico – “¡Levántate, toma tu estera y vete a casa!” (Mateo 9:4-6;
FBV)
¿Cómo restaura Dios esta relación que es vital para nuestra existencia continua? Al
demostrar que el Diablo y nuestros primeros padres estaban errados al rechazar a Dios,
pero más eficazmente por medio de la vida y muerte de Jesús, demostrándonos la verdad acerca de Dios. Una vez que Dios ha vuelto a ganar nuestra confianza, entonces sí
puede sanarnos. Es una intervención activa que restaura la imagen de Dios en nosotros.
¿Cómo lo logra? Pues bien, pensemos en cómo la perdimos. La imagen de Dios se
perdió al negar repetidas veces la verdad, al elegir acciones malvadas, al aceptar las
mentiras. Al reconocer que la verdad es verdad, al elegir lo correcto por encima de lo que
está equivocado, y al desarrollar diariamente esa relación con el que es la esencia del
Bien, volvemos a estar en conformidad con la realidad de Dios y somos sanados y renovados. ¡Las decisiones están en nuestro cerebro!
A veces las personas descartan esto como si se tratara de “meras ideas.” Y las ideas son
insubstanciales, son pensamientos que van y vienen. Pero las ideas tienen un gran poder: sanar y destruir. ¿Cuál fue el más grande pecado de Lucifer? Una actitud orgullosa.
Y el orgullo es una idea. Es la idea de que somos los mejores, los más importantes, y
que el universo gira a nuestro alrededor. Esta idea rechaza el valor de los demás, es
completamente egoísta e inevitablemente destructiva. De modo que una idea fue lo que
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arrastró al universo entero en todo este conflicto, esta guerra comenzó en el cielo. Y
también es una idea lo que puede traernos de regreso: la prueba de cómo es Dios realmente, quien es el que nos ama y nos trae de regreso a su amor. Esta es la salvación.
Comentarios de Elena G. de White
 “El paralítico encontró en Cristo curación para su alma y para su cuerpo. Necesitaba
la salud del alma antes de poder apreciar la salud del cuerpo... No podrán encontrar
alivio mientras no acudan al Médico del alma” [El ministerio de curación, p. 52].
 “Al levantar a esta alma caída, Jesús hizo un milagro mayor que al sanar la más
grave enfermedad física. Curó la enfermedad espiritual que es para muerte eterna”
[El ministerio de curación, p. 59].
 “Jesús sanaba el cuerpo tanto como el alma... una virtud —la fuerza sanadora del
amor— emanaba de él hacia los enfermos y angustiados” [El Deseado de todas las
gentes, p. 71].
 “De él fluía un caudal de poder curativo que sanaba de cuerpo, espíritu y alma a los
hombres” [El ministerio de curación, p. 11].
 “Las palabras de nuestro Salvador: ‘Venid a mí,... que yo os haré descansar” (Mateo
11:28), son una receta para curar las enfermedades físicas, mentales y espirituales”
[El ministerio de curación, p. 78].
 “Por la misma fe podemos recibir curación espiritual. El pecado nos separó de la vida
de Dios” [El Deseado de todas las gentes, p. 172].
Dr. Jonathan Gallagher
Traducción: Shelly Barrios De Ávila ©
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