DUELO EN EL CUIDADOR ABORDAJE TANATOLÓGICO El duelo es una reacción psicológica natural, una respuesta normal y esperable de adaptación que se produce ante la pérdida de un ser querido; puede manifestarse antes, durante y después del fallecimiento. Este proceso suele pasar por varias fases: } De impacto o estado de “shock”: se caracteriza por la aparición de sentimiento de perplejidad, aturdimiento, negación, llanto, suspiros e intensa desesperación entre otros. De preocupación: se caracteriza por rabia, tristeza, insomnio, agotamiento, culpabilidad, intensa añoranza, sueños y pensamientos sobre el difunto y pérdida de interés por lo que sucede en su entorno, entre otros. De resolución: en esta fase comienzan a remitir los aspectos más dolorosos; la persona en duelo puede empezar ya a recordar aspectos del pasado con una mezcla de tristeza y alegría por los buenos momentos vividos; tiene la sensación de “reincorporarse a la vida”. Generalmente, todas las personas pasan por las distintas fases del duelo, aunque cada persona lo manifestará de manera muy distinta. La intensidad y duración de este proceso, sobre todo en la fase inicial, dependerá de las circunstancias más o menos esperadas o inesperadas que provocaron el fallecimiento; si éste se produce sin aviso, el “estado de shock” y la incredulidad pueden durar mucho tiempo; si es algo que ya se esperaba desde hacía tiempo (duelo anticipatorio), gran parte del proceso de duelo ya se ha realizado cuando se produce el fallecimiento Y es aquí donde hablaremos de este duelo anticipado al momento de acompañar al enfermo Los duelos que vive el cuidador principal son múltiples: por un lado, está el duelo por la perdida de la relación que tenia con el enfermo, tal y como la tenía concebida. En ocasiones el cuidador buscará la relación con el enfermo tal como era antes de la enfermedad -como puede ocurrir en un caso de Alzheimer- y se frustrará al no encontrar la esencia de la persona que era. También se pierden las actividades que se hacían con esa persona. Por otro lado, está la pérdida de los planes que cada uno había hecho para su propia vida: Por ejemplo, una persona soñaba con jubilarse e irse a vivir al campo, pero de repente las cosas han cambiado y eso requiere adaptarse rápidamente a ellas, porque el cuidador vive muchos cambios en poco tiempo. Otro aspecto que representa una pérdida para el cuidador es la del tiempo para sí mismo. Ésta es una de las mayores paradojas que encierran los cuidados del cuidador, el desearía darle su tiempo completo pero cuando se dedica un poco de este tiempo para si mismo siente que es un tiempo que le roba al enfermo, dejando así una carga de culpa porque se siente responsable de cuidar y dedicarle su vida, en este proceso la codependencia hace que el cuidador se sienta responsable y pretenda ante su sacrificio darle a sentir al enfermo el amor que siente por el A veces, también se da la situación de que sea imposible seguir estos cuidados, porque no hay con quien dejar al enfermo. A menudo se culpabiliza al cuidador por no dedicarse más tiempo a sí mismo, por no sobrevivir a la situación de la mejor manera posible. Se juzga al cuidador como si fuera fácil serlo. No somos conscientes de la enorme complejidad que implica dedicarse a cuidar a alguien, porque no queda más remedio y esto no implica que no se ame al enfermo Durante el proceso de la enfermedad el cuidador se va adaptando a una nueva situación, adopta un nuevo rol dentro de su familia. Cuando el enfermo se encuentra en una fase moderada el cuidador inicia un proceso de pérdida, este se refleja especialmente en un progresivo aislamiento emocional que altera y transforma la relación entre ambos, debido a la culpa que ambos sienten por situaciones distintas, el enfermo por la culpa de ser cuidado y el cuidador por la culpa de no poder hacer mas por el enfermo El cuidador vive un duelo anticipatorio este puede aumentar o disminuir su intensidad cuando la muerte parece inminente. En algunos casos, sobre todo cuando la muerte esperada se demora, el duelo anticipatorio llega a extinguirse y el individuo expresa pocas manifestaciones agudas de duelo cuando el fallecimiento se produce. Esto no quiere decir que la perdida no duela, solo es un sentimiento que con el tiempo y el acompañamiento disminuye en emoción mas no en dolor. Algunos de los factores que pueden obstaculizar la tarea del duelo anticipatorio son: La no aceptación de la enfermedad ni de su avance La sobrecarga de situaciones al cuidador La carencia de recursos emocionales y económicos del cuidador al afrontar la enfermedad La incapacidad para pedir ayuda y compartir los cuidados El no saber poner límites ante el enfermo La falta de recursos de apoyo social Entre otros. Claves para ayudar a los cuidadores a afrontar sus duelos Pedir ayuda, de la forma que sea: porque somos seres sociales y no podemos con todo solos, por muy capaces y fuertes que seamos reconocer que se necesita ayuda siempre es un paso hacia adelante. Pedir ayuda no siempre implica recibirla: pero al menos nos quedará la sensación de que hemos hecho todo lo posible por nosotros mismos. Compartir es un modo de disminuir el dolor. Compartir implica ser escuchados y con frecuencia, ser comprendidos. Ser generosos y pacientes con nosotros mismos y nuestras propias reacciones, cuidarse a uno mismo permite seguir cuidando al familiar Caminar treinta minutos al día o hacer una actividad que te distraiga y acelere tu nivel de energía. Crear y mantener lazos con personas que pueden servir de apoyo, aunque no sean miembros de la familia Cuidar la alimentación, ya que ser cuidador requiere mucha energía Concentrarse en la respiración al menos unos minutos al día, ya que prestar atención al aquí y al ahora rebaja la ansiedad y protege frente al estrés. Expresarse ante todo aquel que quiera escuchar, o escribir, la catarsis siempre ayuda a disminuir los niveles de ansiedad y dolor. Recuerde que el duelo es una vivencia íntima, un proceso personal; no hay nada malo en sentir dolor, pena y tristeza, pero es importante que usted tenga en cuenta que cada persona debe seguir su propio ritmo, sin forzar el proceso ni las fases del mismo. La persona en duelo necesita espacio para expresar sus emociones; la compañía de familiares y amigos puede ayudarle a sobrellevar la pena pero también es importante disponer de tiempo para estar a solas. El llanto es una manera de expresar el dolor, llorar más, o menos, no significa que se sienta más, o menos, la pérdida. Hay personas que necesitan llorar como forma de desahogar y de expresar su pena; llorar es bueno pero no es la única manera de expresar el dolor o la pena.
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