Ponencias las somáticas y sí en las células hematopoyéticas de la médula ósea. En pacientes con LMA se han mostrado resultados prometedores de combinación de vacunas frente a WT1 y proteinasa-3 junto con imatinib. Además de de WT1, otros antígenos, como proteinasa 3, hTERT o PRAME, se han mostrado como una diana terapéutica de interés para el tratamiendo de la LMC. Por tanto, el tratamiento mediante vacunas de la LMC junto con ITC y/o IFN se postula como una posibilidad terapéutica para poder llevar a cabo la erradicación de la célula madre leucémica21. Checkpoint inhibitors Respecto a las posibilidades de tratamientos basados en inmunoterapia, en los últimos años se han unido al arsenal terapéutico para tumores sólidos fármacos capaces de inhibir moléculas coinhibidoras que expresan algunos tumores sólidos, como PD-1, PD-L1 o CTLA-4. En condiciones fisiológicas, el sistema inmune cuenta con mecanismos moleculares y celulares que mantienen la tolerancia y evitan el daño derivado de las respuestas inmunes efectoras. En el cáncer estos mecanismos actúan de manera concertada, contrarrestando la inmunidad antitumoral y permitiendo el crecimiento del tumor, y suponen uno de los principales inconvenientes para una inmunoterapia efectiva. El arsenal inmunosupresor del microambiente tumoral incluye diversos tipos celulares (por ejemplo, células T reguladoras o células supresores de estirpe mieloide), moléculas solubles (TGF-ß, IL-10, IL-3, SCF), moléculas supresoras celulares (arginasa, IDO) y un conjunto de receptores/ligandos coinhibidores que se expresan en las células efectoras residentes en el tumor (CTLA-4, PD-1, Tim-3, Lag-3 y BTLA). Estos últimos se denominan comúnmente “inmuno checkpoints”. Las estrategias terapéuticas dirigidas al bloqueo de estos “inmuno checkpoints” pueden restaurar la proliferación linfocitaria y sus funciones efectoras, superando la resistencia tumoral frente a la respuesta inmune. Las moléculas más estudiadas han sido los inhibidores de CTLA-4, una proteína expresada en la membrana de los linfocitos T que actúa como freno de activación de la célula T e inhibe la respuesta al reconocimiento de un antígeno mediante el TCR. Han sido desarrollados anticuerpos que bloquean CTL-4, resultando en una liberación de la respuesta inmune que logra una actividad antitumoral con resultados sorprendentes. Desafortunadamente, también se han visto asociados efectos secundarios en relación con daño tisular por autoinmunidad. Otra de la vía más prometedora es la de PD-1, que actúa en estados más tardíos de la respuesta inmune. Esta proteína es expresada en linfocitos T activados y en células NK y B activadas. Su función es limitar la actividad de las células T en tejidos durante un proceso inflamatorio y limitar la autoinmunidad. Se han descrito dos ligandos: PDL-1 y PDL-2, que se expresan en los tejidos (sanos y tumorales) como respuesta a señales inflamatorias. Las células tumorales sobreexpresan PDL-1 y PDL-2 de manera constitutiva a través de oncogenes, o inducidas por células reactivas antitumorales. De este modo se establece una retroalimentación negativa por la cual la unión de PD-1 con su ligando inhibe la respuesta inmunológica antitumoral22. En este caso, también han sido desarrollados anticuerpos dirigidos contra el receptor PD-1 y sus ligandos PDL-1 y PDL-2, que permitirían dar vía libre a la respuesta inmunológica iniciada por el reconocimiento de células aberrantes neoplásicas. Se ha visto una fuerte asociación del nivel de sobreexpresión de PDL-1 a la respuesta obtenida. Por otro lado, los efectos adversos autoinmunes parecen ser menos graves que los observados bloqueando CTLA4. El tratamiento con inhibidores de dichas moléculas coinhbitorias (anti-CTLA-4, PD-1 o PDL-1) en monoterapia o combinados con otros agentes antineoplásicos han supuesto una importante mejora del pronóstico de patologías como melanoma metastático, carcinoma renal, cáncer de próstata y, recientemente, cáncer no microcítico de pulmón, consolidándose de esta forma como tratamiento real y eficaz para una buena parte de los tumores sólidos23. Tras demostrar una sobreexpresión de algunos de estos marcadores en enfermedades oncohematológicas como síndromes linfoproliferativos o síndromes mielodisplásicos, el tratamiento con estas moléculas está siendo evaluado, con resultados preliminares muy satisfactorios. Con respecto a la LMC, la sobreexpresión de PD-1 ha sido ya demostrada en modelos de ratón, así como en pacientes afectos de LMC al compararse con sujetos sanos24. De igual forma, se ha demostrado cómo una mayor sobreexpresión de PD-1 podría estar relacionada con una peor evolución de la enfermedad4. Hoy en día está evaluándose en un ensayo clínico fase I la seguridad de la combinación de nivolumab (inhibidor de PD-1) junto con dasatinib en pacientes con LMC resistentes o intolerantes a ITC previos (NCT01592370). Conclusiones El pronóstico de la LMC ha mejorado drásticamente tras la llegada de los ITC. No obstante, aún continuamos viendo pacientes resistentes a ITC en los que la única posibilidad para evitar la progresión de la enfermedad sería el trasplante alogénico de médula ósea. Hemos revisado evidencias claras de cómo la LMC es una enfermedad claramente susceptible a inmunoterapia, si bien la mejor estrategia terapéutica fuera del trasplante alogénico (con la elevada morbimortalidad que I 113 I
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