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Edificio Tornavía Martín de Irigoyen 3100 (B1650HMK) San Martín, Buenos Aires, Argentina e-mail: [email protected] Web: www.unsamedita.unsam.edu.ar Colección Educación y Didáctica Serie Fichas de Aula Director: José Villella Corrección general y cuidado de la edición, a cargo de Javier Beramendi La maquetación y el armado del interior estuvieron a cargo de Eduardo Rosende El diseño de cubierta fue realizado por Ángel Vega El diseño del interior fue realizado por Gerardo Miño PF rimera-edición ebrero de 2015 ISBN: 978-84-15295-88-4 Tirada: 500 ejemplares IB mpreso en uenos Aires, Argentina Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Para una didáctica con perspectiva de género Ana María Bach (coordinadora) Autores Ana María Bach Mabel Alicia Campagnoli Graciela Tejero Coni Mónica da Cunha Brisa Varela Pablo Martín Vicari Índice Presentación por Ana María Bach.............................................................................. 11 Capítulo 1 Género, estereotipos y otras discriminaciones como puntos ciegos por Ana María Bach.............................................................................. 15 1.Feminismos...................................................................................16 2. Feminismos y democracias............................................................28 3.Patriarcado....................................................................................30 4.Género..........................................................................................39 5. Contribuciones de las teorías feministas al campo del conocimiento...........................................................................50 6. Actividades propuestas.................................................................54 Referencias bibliográficas....................................................................57 Capítulo 2 ¡Andá a lavar los platos! Androcentrismo y sexismo en el lenguaje por Mabel Alicia Campagnoli................................................................ 59 1.Introducción..................................................................................59 2. Concepciones del patriarcado........................................................60 3. Orden simbólico patriarcal y violencia moral..................................67 4. Manifestaciones de androcentrismo...............................................77 5. Manifestaciones de sexismo..........................................................84 6. Actividades propuestas.................................................................100 Referencias bibliográficas....................................................................104 Capítulo 3 Aspectos histórico-antropológicos de la sexualidad por Graciela Tejero Coni......................................................................... 107 1. Consideraciones teóricas y pedagogías de la sexualidad.................107 2. Antropología, Historia y Sexualidad...............................................111 3. Ruptura de modelos hegemónicos.................................................129 4. Estrategias pedagógicas.................................................................144 5. Actividades propuestas.................................................................146 Referencias bibliográficas....................................................................150 Capítulo 4 El currículum como Speculum por Mónica da Cunha............................................................................ 153 1. Los currículum y sus problemas.....................................................153 2. Silencio epistemológico, violencia epistémica: una lectura filosófica.....................................................................159 3. ¿Una didáctica excéntrica y (des)generada?....................................174 4. La crítica de Irigaray al modelo “monosexual”. Lo que se escucha cuando el silencio (epistemológico) habla......................................175 5. ¿Quién es esa mujer? La lectura butleriana y los peligros de los universales..........................................................................178 6. ¡Niñas, hagan (y sean) silencio!.....................................................185 7. Análisis del currículum de Filosofía y Psicología desde dentro........193 8. Actividades propuestas.................................................................199 Referencias bibliográficas....................................................................208 Capítulo 5 Agenda pendiente. Geografías de género: problemas y didáctica por Brisa Varela...................................................................................... 211 1. Pensar lo geográfico.......................................................................212 2. Feminismo y pensamiento geográfico............................................216 3. La geografía de género en las aulas................................................221 4. El género como construcción social: aportes para la formación de docentes...................................................................................223 5. Propuesta de Taller de actualización docente..................................225 6. Actividades propuestas.................................................................228 Referencias bibliográficas....................................................................232 Capítulo 6 De la monodia patriarcal a la polifónica de género. Nuevas perspectivas para la planificación didáctica en la enseñanza de la música por Pablo Martín Vicari.......................................................................... 235 1.Obertura.......................................................................................235 2. Impromptu pedagógico, la educación artística en clave feminista..........................................................................236 3. Los sonidos enmudecidos. La diferencia sexual en la historia de la música..................................................................................244 4. Contrapunto de sentidos: forma y contenido en el discurso musical...................................................................249 5. Debates filosóficos en torno a la musicología feminista contemporánea.............................................................................257 6. Música, educación e igualdad. Conclusiones programáticas...........262 7. Actividades propuestas.................................................................264 Referencias bibliográficas....................................................................268 Presentación Ana María Bach 1. ¿De qué se trata este libro? L a propuesta de este volumen es proveer de bases teóricas para implementar una didáctica con perspectiva de género. No se pretende ofrecer una nueva didáctica —estrategias, recursos y actividades para lograr un proceso de enseñanza y aprendizaje más efectivo—, sino cuestionar los lentes teóricos a través de los que leemos nuestro entorno y nuestro quehacer. Lo nuevo (aunque no tan nuevo), entonces, es el enfoque, capaz de visibilizar discriminaciones para con las mujeres, en particular, y para con otros grupos vulnerables, en general. Sabemos que las mujeres, la mitad de la humanidad, tradicionalmente no tuvieron la palabra en los ámbitos públicos; el sufragio femenino empezó a incorporarse recién a mediados del siglo pasado. Asimismo, paulatinamente y en forma lenta, fueron ganando espacios para educarse en todos los niveles de enseñanza. En este proceso jugaron un importante papel los movimientos de mujeres, en especial las feministas, que, a su vez, dieron lugar a que otros sujetos que tampoco eran tenidos en cuenta fueran visibilizados. Así, por ejemplo, las personas discapacitadas o con supuestas enfermedades, mantenidas fuera del sistema por no ser consideradas “normales”, fueron logrando atención a sus necesidades y pudieron ingresar al mundo activo. Nos centraremos en la educación. Se podría decir que las mujeres reciben la misma educación que los varones desde que se logró que hubiera escuelas mixtas, ya que en las segregadas los contenidos eran distintos, adaptados a lo propio de su condición.1 Pero no es así. Quienes ejercemos la docencia transmitimos, en muchos casos, los estereotipos y prejuicios de la sociedad en donde vivimos. De esta manera, sin ser conscientes aún establecemos 1 No olvidamos las diferencias entre las escuelas públicas y las de educación religiosa sobre todo en la formación del magisterio. Pero abriríamos mucho esta introducción si tratáramos el asunto. 11 en el alumnado diferencias entre femenino y masculino, sin darnos cuenta de que estas son construcciones sociales que nos han inculcado durante nuestra propia educación. Como afirma Marta Lamas: Una premisa de la acción antidiscriminatoria es reconocer que la cultura introduce el sexismo, o sea, la discriminación en función del sexo mediante el género. Al tomar como punto de referencia la anatomía de mujeres y de hombres, con sus funciones reproductivas evidentemente distintas, cada cultura establece un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que atribuyen características específicas a mujeres y a hombres. Esta construcción simbólica que en las ciencias sociales se denomina género, reglamenta y condiciona la conducta objetiva y subjetiva de las personas. O sea, mediante el proceso de constitución del género, la sociedad fabrica las ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres, de lo que se supone es “propio” de cada sexo (Lamas, 1995: 14). Un modelo superador de la escuela mixta es la escuela coeducadora, que todavía no existe pero que aspiramos a lograr. Es una escuela que parte de una base imprescindible en todo proceso de cambio: el reconocimiento, análisis y crítica de la realidad en los aspectos que se desean cambiar. En este caso el reconocimiento y análisis del sexismo escolar y cultural (…). El modelo de la escuela coeducadora es el de las oportunidades equitativas, según elecciones, cualidades, diferencias personales y no de género. Es un modelo mosaico, en el que cada pieza tiene su necesidad de reconocimiento, su espacio, su tratamiento. El objetivo es la equivalencia, la neutralización definitiva de la división sexual del trabajo: en el plano real, en el sentimental, en el simbólico. La orientación sería “a favor de los bagajes positivos, verdaderamente universalizados, para todos”. El método, el de la cooperación, negociación, intercambio.2 De lo que hablaremos es de educar con perspectiva de género y con conciencia de género. Esto significa incluir las experiencias de las mujeres, que tienen tanto valor como las de los varones. Pero para educar con perspectiva de género es necesario conocer el origen de las discriminaciones: las de las mujeres, en particular, y las de los grupos que son considerados “minoritarios”, en general. Por supuesto que no se trata de reemplazar el androcentrismo por un ginocentrismo, sino de tomar en cuenta la experiencia de las mujeres para una educación efectivamente igualitaria. 2 María Elena Simón Rodriguez (2001). “Coeducar chicos con chicas: el reverso de la escuela mixta”, en Nieves Blanco (coord.): Educar en femenino y masculino. Madrid, AKAL, p. 67. 12 Presentación 2. ¿Cómo está compuesto el libro? El origen de la obra fue una propuesta de José A. Villella, director de la colección en la que se incorpora este título, a quien agradezco profundamente por haberme puesto al tanto de la voluntad de continuar tratando el tema de género, que no es nuevo en el catálogo de las casas coeditoras. El desafío estaba planteado y, al instante, consideré que era trabajo para un equipo de docentes investigadores especialistas en el tema de género y, a la vez, en alguna didáctica especial. Esto era importante debido a la configuración de los capítulos, ya que estos debían ofrecer una primera parte dedicada a la exposición teórica, seguida de actividades sugeridas y recursos para ser utilizados por quienes enseñan. Los seis capítulos que resultaron son independientes, pero están relacionados. Independientes porque se refieren a temas curriculares distintos y cada uno desarrolla la parte teórica que le compete. Y relacionados porque se puede encontrar el asunto de la teoría de género tratado desde distintos puntos de vista complementarios, tal como sucede cuando se desarrolla el patriarcado en los capítulos primero y segundo. El primer capítulo, “Género, estereotipos y otras discriminaciones como puntos ciegos”, trata los tres puntos teóricos importantes: feminismo, patriarcado y género; desarrolla la genealogía de los tres ejes y presenta conceptos centrales, como androcentrismo y sexismo. Introduce la teoría feminista y los cambios que esta produjo en el campo del conocimiento y en la concepción de las/os sujetos tradicionales. “¡Andá a lavar los platos! Androcentrismo y sexismo en el lenguaje”, el segundo capítulo, tematiza, en primer lugar, el patriarcado en varias de sus dimensiones y complejidades, haciendo foco en el carácter violento de su estructura y en el aspecto invisible de dicha violencia. Luego, se aboca al lenguaje en su dimensión performativa y lo relaciona con la generación de violencia simbólica y la producción de subjetividades. Por último, describe el androcentrismo, el sexismo y sus efectos lingüísticos. El tercer capítulo, “Aspectos histórico-antropológicos de la sexualidad”, introduce conocimientos históricos y científicos acerca de la sexualidad, necesarios para la tarea docente, que tomaron especial importancia desde que se sancionó la legislación correspondiente a la Educación Sexual Integral (ESI/2006), a pesar de que la problemática de la enseñanza de la educación sexual se había presentado, con anterioridad, como un asunto que debía ser tratado. Por ello, este capítulo atiende a la deontología profesional del ejercicio de la docencia en todas sus áreas y niveles, al facilitar herramientas para el abordaje transversal de una temática que actualmente exige la ESI. Para una didáctica con perspectiva de género 13 El cuarto capítulo, “El currículum como Speculum”, aborda, en primer término, el significado de los currículum, tanto el implícito u oculto como el nulo, así como los espacios de lo no dicho. Luego, se dedica a analizar el silencio epistemológico que genera violencia epistémica, desde la perspectiva del feminismo de la diferencia de la filósofa y psicoanalista Luce Irigaray. De esta manera, se complementa la descripción de los feminismos realizada en el primer capítulo, en el que no se trata específicamente el feminismo de la diferencia. Posteriormente, el cuarto capítulo, habiendo analizado otras bases teóricas, ofrece un extenso examen de los programas de Psicología y Filosofía vigentes y se proponen actividades y recursos acordes con las teorías desarrolladas. En el quinto capítulo, “Agenda pendiente. Geografías de género, problemas y su didáctica”, se analiza la incorporación de la perspectiva de género en los estudios geográficos y la consideración de la Geografía como una ciencia que sale del grupo de las ciencias naturales para formar parte de las sociales. Tránsito que se inicia con el fin de la Segunda Guerra Mundial y se concreta a fines del siglo XX. Para dar cuenta de ello, se indaga en la recuperación de la experiencia femenina en diversas líneas interpretativas y analíticas geográficas, así como su actual estado en América Latina. Finalmente, se trata la importancia de introducir la perspectiva de género en la enseñanza de la Geografía, tanto en el espacio de la formación docente como en los distintos niveles del sistema educativo. Cierra esta obra el sexto capítulo, “De la monodia patriarcal a la polifónica de género. Nuevas perspectivas para la planificación didáctica en la enseñanza de la música”, que trata sobre la ausencia y el silencio de las mujeres en el arte de la música. Explica cómo en una asignatura considerada “de menor importancia” en el currículum también se pueden recuperar las voces silenciadas y cuáles son las investigaciones que en la actualidad llevan a considerar la perspectiva de género en las artes. En los distintos tipos de música también se pueden detectar, por ejemplo, problemáticas, como el sexismo, que si bien se presenta en el primer capítulo, recorre toda la obra. Las disciplinas tratadas son una muestra, a la vez, reducida y amplia. Reducida porque hay otros campos que son considerados desde una perspectiva de género y no se presentan aquí, pero amplia debido a la disimilitud de las temáticas curriculares que transita: Educación Sexual, Geografía, Música, Filosofía, Psicología y Lengua. Aclaramos que quienes escribimos no solo poseemos formaciones disímiles, sino distintas posiciones tanto teóricas como políticas. Cada uno/a es responsable de sus afirmaciones y lo que interesa es que se fomente la pluralidad de puntos de vista. 14 Presentación Capítulo 1 Género, estereotipos y otras discriminaciones como puntos ciegos Ana María Bach1 La gente está dispuesta a pensar en muchas cosas. Lo que las personas se niegan a hacer, o no se les permite hacer o se resisten a hacer, es cambiar su forma de pensar. (Andrea Dworkin, 1974, en Woman Hating)2 C uando manejamos un automóvil, los puntos ciegos son aquellas zonas que, a pesar de que utilicemos los retrovisores, tanto los laterales como el exterior, quedan fuera de nuestro campo visual. A la hora de manejar, es importante recordar su existencia, ya que, de lo contrario, podría suceder un accidente. Entonces, ¿a qué puntos ciegos nos referiremos en el capítulo? ¿Género, estereotipos y otras discriminaciones son puntos ciegos en lo que respecta a la didáctica? ¿En qué consiste una didáctica desde una perspectiva de género? Más aún, ¿en qué sentido hablamos de género y por qué? En una primera aproximación se anticipa que no se trata de género en cuanto categoría de la gramática ni de los tantos otros sentidos con que tradicionalmente se usa en español, sino de la construcción cultural que se realiza sobre los sexos, considerados desde el punto de vista biológico. ¿Qué es femenino y qué es masculino? Desde que nace una criatura se le asignan los colores correspondientes a sus genitales y se la viste primordialmente de rosa o de celeste (o sus variaciones) y no se van a cambiar esos colores de acuerdo con el sexo. A las nenas se les regalarán muñecas y a los nenes pelotas y la camiseta del cuadro de fútbol de su padre. Por supuesto que también habrá sonajeros, mordillos y otros accesorios y juguetes…, pero rosa o celeste básicamente. Y así comienza a integrarse al nuevo ser en la cultura (patriarcal). Así empiezan a jugar los estereotipos. Se sabe que la escuela, en cuanto institución social, puede actuar manteniendo el statu quo o promoviendo cambios. En estos 1 Profesora de Filosofía por el Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”, licenciada en Metodología de la Investigación por la Universidad de Belgrano y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. 2 Citado en MacKinnon, 2013. Traducción propia. 15 momentos es necesario que actúe como uno de los agentes transformadores de los estereotipos relacionados con los papeles aceptados sobre lo que se considera femenino y masculino. Pero para lograr este propósito es necesaria una docencia con perspectiva de género, que se remonte a los orígenes y revea las concepciones acerca del significado de género. Trazar una caracterización de género nos remite tanto al movimiento social y político del feminismo,3 un vocablo que tiene connotaciones negativas para muchas personas, como al concepto de patriarcado, una de sus hipótesis fundamentales. El capítulo está dedicado a proveer conocimientos básicos para avanzar en la propuesta de adoptar una perspectiva de género tanto en nuestras vidas como en nuestros quehaceres docentes y profesionales. Instalarnos en una perspectiva de género equivale a tomar una postura más inclusiva y permitir la entrada activa de las mujeres al conocimiento; permite escuchar a quienes están en la subalternidad, marginadas. Luego del desarrollo teórico, se adjuntan actividades para resolver en el ámbito escolar. 1. Feminismos Averiguar el porqué de la connotación negativa del feminismo me llevó a consultar las raíces etimológicas en el Diccionario de la Real Academia Española, donde es definido como una voz que proviene del latín: femĭna, que significa ‘mujer’, ‘hembra’, e –ismo, que proviene de -ismus y este, a su vez, del griego –ισμóς, que tiene dos acepciones: • Sufijo que forma sustantivos que suelen significar doctrinas, sistemas, escuelas o movimientos, por ejemplo, Socialismo, platonismo, impresionismo. • Sufijo que indica actitudes, como en egoísmo, individualismo, puritanismo. Y, volviendo al vocablo feminismo, da dos significaciones: 1. m. Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres. 2. m. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres. El Diccionario no justifica la connotación negativa, pero podemos suponer que se puede haber formado al tomar ismo en el sentido de actitud y 3 Aunque hablemos de feminismo en singular no tiene que llevar a pensar que es un movimiento homogéneo. En realidad, habría que referirse siempre a los feminismos. 16 Capítulo 1 considerar, erróneamente, que feminista es una persona que aborrece a los varones o que pretende ocupar su lugar. Para comprender en qué consiste el feminismo en sus múltiples facetas, las teórico-académicas u otras ligadas al compromiso de políticas públicas o de militancia activa, les proponemos un viaje hacia los comienzos de este movimiento heterogéneo. 1.1. Los comienzos Marc Bloch4 afirmó que “La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero no es, quizás, menos vano esforzarse por comprender el pasado si no se sabe nada del presente” (Bloch, 1967: 38). Muchos años atrás, cuando leí la obra de Bloch, y en especial la frase citada, comencé a analizar de distinta manera el presente. La interacción entre pasado y presente que señala hace que comprendamos mejor nuestra situación y que inevitablemente juzguemos el pasado mediante el prisma del presente. Es por eso que nos remontaremos a la época moderna para, en una tarea inevitable de poda, rescatar algunas raíces de la lucha de las mujeres por mejorar su situación. Aunque hubo antecedentes de mujeres que mostraron que no somos inferiores a los varones, tal como se creía y en algunos casos se sigue creyendo, se considera que esta reivindicación se inicia con la Ilustración y la Revolución francesa, que rápidamente mostró que su lema “Libertad, Igualdad, Fraternidad” no se aplicaba a todos los seres humanos, ya que para las mujeres y los miembros de algunas clases sociales este no regía. Dos posiciones antagónicas y emblemáticas con respecto a la posición de las mujeres en el siglo XVIII son las de Rousseau y Wollstonecraft. Jean Jacques Rousseau, uno de los defensores de la igualdad política y económica, considera que por el orden biológico la mujer es diferente al varón y tiene que recibir una educación que le permita atender mejor el espacio doméstico, hacerse cargo de “su destino”, las tareas reproductivas y agradar al varón ciudadano. De esta manera, excluye de lo político a las mujeres y refuerza la división de los ámbitos: público para los varones ciudadanos y privado para las mujeres, no ciudadanas. Mary Wollstonecraft, considerada como un símbolo del feminismo por su obra Vindicación de los derechos de la mujer, se declara contraria a la teoría de Rousseau y reconoce que la única diferencia de los sexos es la fuerza, pero no el intelecto o la virtud. Afirma Ciriza: 4 Marc Bloch nació en Lyon el 6 de julio de 1886, y murió por su patria, fusilado por los alemanes, el 16 de julio de 1944 en un campo de concentración al norte de Lyon. Su Introducción a la historia forma parte de sus manuscritos no concluidos. Ana María Bach 17 Una radical historización, unida a la idea de progreso, organiza la lógica argumentativa de Wollstonecraft y la impulsa a colocar la disputa en el terreno de lo público y la política, de las transformaciones sociales y la educación, de la universalidad de los principios de justicia que han de asegurar una distribución igualitaria de poder, oportunidades y educación. Si todos los seres humanos son iguales en cuanto a racionalidad y capacidades, no queda sino desear una educación igual para todos y todas, aún más, una educación que, al ser practicada en espacios compartidos, prepare a ambos sexos para la asunción de sus responsabilidades futuras (Ciriza, 2002). Las llamadas Primera Revolución Industrial, de fines del XVIII, y la Segunda Revolución Industrial, iniciada en la década de 1870, provocaron una clara aceleración del movimiento feminista en el último tercio del siglo XIX, producto de profundos cambios sociales, como el surgimiento del proletariado, el traslado de los campesinos y talleres familiares a las urbes y el trabajo de hombres, mujeres y niños en fábricas y minas con escasos salarios y largas jornadas de trabajo. A partir de aquellos momentos, en Europa Occidental y Norteamérica el feminismo luchó por la igualdad de la mujer y su liberación. El primer documento colectivo del feminismo norteamericano lo constituye la denominada Declaración de Seneca Falls, leída por Elizabeth Candy Staton y aprobada el 19 de julio de 1848 en una capilla metodista de esa localidad del estado de Nueva York. La importante participación femenina en movimientos humanitarios por la abolición de la esclavitud ayudó a la rápida concienciación de las mujeres. La analogía entre los esclavos sin derechos y las mujeres era evidente. Nacía así el movimiento sufragista, conocido también como parte de la primera ola del feminismo.5 Las condiciones sociales y culturales en EE. UU. fueron especialmente favorables para la extensión de los movimientos de las mujeres. Las prácticas religiosas protestantes que promovían la lectura e interpretación individual de los textos sagrados favorecieron el acceso de las mujeres a niveles básicos de alfabetización, lo que provocó que el analfabetismo femenino estuviera prácticamente erradicado a principios del siglo XIX. A diferencia de Europa, desde mediados del siglo XIX, se observa una amplia capa de mujeres educadas de sectores medios que se convirtieron en el núcleo impulsor del primer feminismo. 5 Suele utilizarse la metáfora de las olas para referirse a distintas etapas del feminismo y, aunque considero que no es totalmente pertinente, la utilizaré por la divulgación que alcanzó. No obstante, no hay unanimidad respecto de su uso. Para Amelia Valcárcel, por ejemplo, la primera ola del feminismo se corresponde con la que comienza durante la Ilustración; la segunda, con las sufragistas y la tercera, con la década de 1960 (Valcárcel, 2008). 18 Capítulo 1 La acción de las mujeres se incrementó cuando se produjeron las Guerras Mundiales. Tanto en la primera, que tuvo lugar entre 1914 y 1918, como en la segunda, desde 1939 hasta 1945, se necesitó de las mujeres para cubrir los puestos de trabajo que dejaban libres los varones al ir a luchar. Sin embargo, cuando finalizaron las guerras, fueron “devueltas” al ámbito doméstico con un discurso que reivindicaba su valor en el hogar, que luego fue llamado “la mística de la femineidad”. No obstante, el tomar conciencia de su valor social alentó sus demandas respecto del derecho de sufragio, derecho que, supuestamente, les serviría para lograr “igualdad” con los varones. En tanto, en el Reino Unido, a mediados del siglo XIX se observaba como el número de mujeres solteras mayores de 45 años había crecido entre las clases medias. La “carrera del matrimonio” dejaba de ser la única opción para las mujeres, incluso, como opción económica. El movimiento sufragista, que se consolidó a principios del siglo XX, se distinguió por la búsqueda de la igualdad jurídica, lucha que se entabló mediante la conquista del derecho al voto. Costó mucho conseguirlo y en los distintos países se obtuvo en épocas disímiles. Cuando el sufragio “universal” se hizo realidad, se consideró que el feminismo había terminado, pero había otros derechos que las mujeres no poseíamos, a la par que se mantuvieron la discriminación y la exclusión en muchos ámbitos, como los educativos y laborales. Así, a partir de la década de 1960 surge la llamada segunda ola del feminismo y se produce un corpus de teoría feminista que, geográficamente hablando, tuvo un gran impulso en los EE. UU. por ser un lugar de tránsito cultural. Recordemos que, durante la Segunda Guerra Mundial, importantes teóricos y teóricas se refugiaron en ese país y comenzó el influjo y la interpretación de las ideas europeas en las distintas universidades estadounidenses. Durante la llamada primera ola coexistieron distintas corrientes feministas, básicamente: la liberal, que consideraba que la igualdad era lo que había que lograr desde lo jurídico; la socialista y la marxista, que sostenían que la opresión de las mujeres está ligada al capitalismo como sistema que se beneficia materialmente de las mujeres. Estas ideas continuarán en la segunda ola, aunque complejizadas. 1.2. Panorama del feminismo teórico El estereotipo de feminidad que reinaba en EE. UU. fue descripto en 1963 por Betty Friedan en La mística de la feminidad, que resultó ser un éxito editorial. Friedan, que fue criticada por su adhesión al feminismo liberal, no solo se dedicó a la teoría, sino que en 1966 creó la National Organization for Women (NOW), de índole activista. Relata: Ana María Bach 19 … hay algo muy poderoso en la manera en que las mujeres de los EE. UU. están tratando de vivir su vida hoy en día. Al principio lo sentía como un punto de interrogación en mi propia vida como esposa y madre de tres criaturas, con cierto sentimiento de culpa, y por lo tanto con cierto desgano (…). Fue aquel punto de interrogación personal el que me condujo, en 1957, a pasar gran parte de mi tiempo elaborando un cuestionario pormenorizado para mis compañeras de college, quince años después de que nos graduáramos en Smith. Las respuestas que ofrecieron 200 mujeres a aquellas preguntas íntimas y abiertas me llevaron a pensar que lo que no encajaba no tenía que ver con los estudios, contrariamente a lo que entonces se creía. Los problemas que tenían, y el grado de satisfacción que sentían con su vida, y yo con la mía, así como la manera en que el hecho de estudiar había contribuido a ello, sencillamente no encajaban con la imagen de la mujer estadounidense moderna tal como se describía en las revistas femeninas, como se estudiaba y analizaba en las aulas y en las clínicas, tal como se la alababa y se la condenaba a través de una avalancha de palabras, desde las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Había una extraña discrepancia entre la realidad de nuestras vidas como mujeres y la imagen a la que estábamos tratando de amoldarnos, la imagen que yo di en llamar la mística de la feminidad. Me preguntaba si otras mujeres también experimentaban aquel desgarro esquizofrénico y lo que significaba (Friedan, 2009: 47). Paralelamente, otra corriente feminista se destacaba: la radical. En 1967, Kathie Sarachild, junto con otras teóricas y activistas como Carol Hanisch, comienza los grupos de autoconciencia, donde lo que interesa es crear teoría a partir de las experiencias de las mujeres. En la misma época, Kate Millet escribe su tesis doctoral Política sexual, que aún continúa vigente, y Shulamith Firestone, La dialéctica del sexo. Se considera que el feminismo radical es un movimiento antisistema. Afirman, además de la hipótesis del patriarcado, el lema de que lo personal es político, que hay relaciones de poder que estructuran la familia y la sexualidad, que las mujeres son iguales y no hay jerarquías, así como la idea de la hermandad de las mujeres. Por esos años el feminismo comienza a tener un lugar en la academia al dictarse el primer curso en la Cornell University e inaugurarse los primeros programas en San Diego State College y The State University of New York (SUNY) at Buffalo. Desde otras perspectivas, en Europa este tipo de feminismo se conoce como Feminismo de la diferencia, mientras que en EE. UU. toma el nombre de cultural. En general, acentúan una esencia femenina a partir de la biología 20 Capítulo 1 y proponen una contracultura femenina. Mujeres y varones tendrían formas distintas de pensar y actuar moralmente. En las décadas de 1980 y 1990 proliferaron en EE. UU. teorías feministas que efectuaron críticas superadoras. Así, en contra del feminismo blanco heterosexual de clase media,6 se alzó el Feminismo negro a partir de bell hooks en su obra Ain’t I A Woman, título que recuerda la afirmación en forma de pregunta que realizó Sojourner Truth, retomada en la obra de Patricia Hill Collins, entre muchas otras teóricas y activistas. Para bell hooks, las mujeres negras fueron silenciadas y en ese momento en que se luchaba por los derechos de las mujeres, ellas no podían unirse para luchar porque no veían que la “condición de ser mujer” (womanhood) fuera un importante aspecto de su identidad. Temían reconocer que el sexismo es tan opresivo como el racismo. Opina que las feministas blancas tienden a romantizar la experiencia de las mujeres negras más que a discutir el impacto negativo de la opresión. No hay otro grupo en los EE. UU. que tenga su identidad socializada por fuera de su existencia como las mujeres negras. No son reconocidas como un grupo aparte, ya que cuando se habla acerca del racismo se piensa en los varones negros y cuando se habla acerca de sexismo, se piensa en mujeres blancas. Así, está convencida de que las luchas por el fin del racismo y el fin del sexismo están entrelazadas en la medida en que raza y sexo son facetas inmutables de la identidad humana. Por otra parte, el lazo que se había formado entre las primeras sufragistas y abolicionistas, como Elizabeth Staton y los negros, se rompió porque las blancas que luchaban por el sufragio de los negros ignoraban a las mujeres negras y mantenían así el orden patriarcal (bell hooks, 1984). Por su parte, Patricia Hill Collins piensa que solo las mujeres negras pueden hablar de su opresión y teorizar sobre ella porque son las que la han experimentado. Hill Collins hace aportes relevantes. En primer lugar, procura un cambio fundamental de paradigma en cuanto a la manera en que se experimenta la opresión. Esto surge de considerar al eje de raza, clase y género como un sistema inextricable de opresión, en el que el pensamiento negro vuelve a conceptualizar las relaciones sociales como de dominación y resistencia. Además considera que ofrecer a los grupos subordinados nuevas 6 Se conoce como WASP (acrónimo en inglés de “blanco, anglosajón y protestante”: White, Anglo-Saxon and Protestant) a los colonizadores y sus descendientes. Son quienes detentan los privilegios y la hegemonía del país. Claro que, por ejemplo Betty Friedan, al ser judía, perteneciente a una minoría, no debería estar comprendida en la sigla, pero lo estuvo para quienes la criticaron. Ana María Bach 21 perspectivas acerca de sus propias experiencias los capacita para el ejercicio del poder (empowerment). En un trabajo de 1990, enfatiza el carácter múltiple y complejo de las diversas opresiones en contraste con los modelos aditivos de opresión que están firmemente enraizados en el pensamiento dicotómico androcéntrico occidental (mujer, lesbiana, aborigen…). Estas múltiples opresiones no afectan solo a las afronorteamericanas, sino que pueden ser padecidas por quienes son considerados o consideradas como otros u otras por la cultura occidental e incluso por las mujeres blancas de sectores medios. No hay que olvidar que un mismo grupo puede ser oprimido, por ejemplo las mujeres lesbianas de clase media, por su orientación sexual, pero, al mismo tiempo, sentirse privilegiadas frente a las mujeres de color (Hill Collins, 1990). Otro grupo que también critica al feminismo heterosexista de las blancas es el de las Mujeres de color, en el que actúan muchas chicanas, entre las que se destacan Gloria Anzaldúa, Cherrie Moraga, Chela Sandoval, y como siempre agregamos “muchas otras”. Se valen del lenguaje como herramienta de lucha y mezclan en su escritura diversos idiomas como el inglés, el español y palabras de dialectos propios, además de declarar varias de ellas su lesbianismo, lo que también las ha separado, inclusive y sobre todo, de sus familias. Comienzan a ser visibles otras formas de opresión como la orientación sexual, la edad, las discapacidades… Por otra parte, el Ecofeminismo, con una amplia difusión por parte de Vandana Shiva y María Mies, las teóricas más conocidas, representa una fusión entre los problemas ambientales y los feministas. Para Shiva, la marginación de las mujeres y la destrucción de la biodiversidad con fines puramente comerciales son características del patriarcado capitalista. Rescata el valor del conocimiento de la naturaleza que tienen las mujeres (Mies, 2002). Otro movimiento es el de las Postcolonialistas, que, en general, provienen de la India y se abocan a los problemas relativos a las colonias británicas recientemente liberadas. Algunas de sus representantes más conocidas e influyentes son Gayatri Chakravorty Spivak y Chandra Mohanty. Esta última aboga por un feminismo transnacional, un feminismo sin fronteras: [Ese feminismo] reconoce que no hay un único sentido de límite, que las líneas entre y a través de las naciones, las razas, las sexualidades, las religiones, las discapacidades son reales y que un feminismo sin fronteras debe prever cambio y justicia social que crucen esas líneas de demarcación y división. Deseo hablar de feminismo sin silencios ni exclusiones para dirigir la atención hacia la tensión entre la simultánea pluralidad y la estrechez de límites y el emanci- 22 Capítulo 1 pador potencial del cruce a través, con y al otro lado de esos límites en nuestras vidas diarias (Mohanty, 2004: 2). Por provenir de distintos grupos colonizadores, las ex colonias británicas tienen problemas distintos a los de otras colonias americanas. Surge, así, el Descolonialismo, basado en los estudios culturales y en los estudios postcoloniales, de Aníbal Quijano y Walter Mignolo, entre otros teóricos. En realidad, los estudios poscolonialistas en general buscan “descolonizar” el conocimiento. María Lugones es una de las teóricas que sustentan este movimiento. Otro ejemplo es Francesca Gargallo, filósofa italiana radicada en México, cuyo libro Feminismos desde Abya Yala, habla de feminismos indígenas, desde la experiencia que vivió al visitar 607 pueblos de Nuestra América. Esta corriente tiene como preocupación, entre otros temas, recuperar los saberes, los modos de vida y las tierras de los aborígenes. Respecto de un enfoque más etnográfico, podemos citar los trabajos de campo de Linda Tuhiwai Smith, de Nueva Zelanda, quien, habiendo estudiado en la academia dominante, escribió sobre la descolonización de las metodologías, mientras residía con grupos aborígenes. Las postestructuralistas Teresa de Lauretis y Judith Butler son muy estudiadas y han influido en otros movimientos. Estando en contra de cualquier esencialismo, emplearon en sus trabajos técnicas deconstructivas y psicoanalíticas. En la medida en que el postestructuralismo no ha perdido vigencia y está presente en el pensamiento de varias teóricas que viven en los EE. UU., estas fueron consideradas precursoras de la Teoría Queer. Sin embargo, no debemos dejar de mencionar, por lo menos, el trabajo influyente de algunas teóricas europeas, aunque somos concientes de que hay muchas que hemos dejado de lado en nuestro recorte. Las influencias de los escritos de Carla Lonzi y de la Librería de las mujeres de Milán, por citar solo algunas, son notables.7 En Francia, junto a la ya nombrada belga Luce Irigaray, debemos añadir a Françoise Heritier, François Collin (fundadora de la revista Cahiers du Grif) y Genevive Fraisse. En España se destacan Celia Amorós Puente, Josefina Birulés, Victoria Sendón, Amalia Varcárcel, entre las representantes de los distintos feminismos, fundamentalmente los de la igualdad y la diferencia. En Latinoamérica quizás hemos estado más en contacto con las teóricas citadas más que con el feminismo de Alemania, de los Países Bajos y otras partes de Europa. 7 La revista mexicana Debate Feminista dedicó el volumen 2 de 1990 al “Feminismo en Italia”. Sugiero su lectura para quienes se interesen por esta temática. Ana María Bach 23 Cabe señalar que todas las corrientes descriptas continúan existiendo y muchas de ellas son sincrónicas. Así el NOW liberal y las Redstockings radicales continúan en el activismo, aunque han ido variando sus agendas conforme a los tiempos. El NOW, que en sus comienzos no había querido luchar por el control de las mujeres sobre su propio cuerpo, lo que implica tratar el tema del aborto, incorporó este reclamo años más tarde, cuando quedó bien establecido que no se propiciaba el aborto, sino que exista la opción que tienen las mujeres de mayores recursos económicos y del que carecen otras, para acceder a dispositivos de prevención de embarazo e infecciones de transmisión sexual (ITS), además de la necesaria concientización de los varones en cuanto a su rol en las relaciones sexuales. El feminismo es un movimiento complejo que se ha desarrollado en diversos planos, fundamentalmente a partir de las praxis. A grandes rasgos, reconocemos feminismos teóricos, en general académicos; organizaciones activistas que luchan por sus demandas de variadas y creativas maneras, que acompañan a las mujeres que necesitan de ayuda, y que dependen de los gobiernos en el marco de las políticas públicas nacionales e internacionales (ver cuadro 1). Todos los feminismos son fundamentales y sus acciones son complementarias. Aunque es necesario acotar que por hablar de género o ser mujer no se es necesariamente feminista. Así como Simone de Beauvoir afirmó que no se nace mujer sino que se hace, marcando el componente 1848 1900 Afrodescendientes Mujeres de color WASP Declaración de Seneca Falls Sojourner Truth Influencia europea Simone de Beauvoir 1950 1960 Betty Friedan NOW New York Radical Women K. Millet K. Sarachild 1970 Colectiva Rio Combahee 1980 bellhooks Patricia Hill Collins 1990 Ch. T. Mohanty G. Ch. Spivak G. Anzaldúa M. Lugones D. Smith G. Lerner D. Haraway S. Harding T. de Laurentis J. Scott J. Butler 2000 Teoría Queer Cuadro 1. Genealogías. Fuente: Elaboración propia. 24 Capítulo 1 Fenomenología Psicoanálisis Postestructuralismo Teoría Crítica sociocultural del ser mujer, Chandra Mohanty aclaró que no se es feminista por ósmosis. En el cuadro 2 se busca sintetizar lo expuesto de forma abarcativa; no obstante, como en todo recorte teórico, no figuran efectivamente todas las teóricas; entre otras, se excluyeron las feministas posmodernas, de posiciones sumamente complejas como la de Donna Haraway. Lugar Feminismo Representantes Características Francia Precursora de la segunda ola, 1949 Simone de Beauvoir “La mujer no nace, llega a serlo”. EE. UU. Liberal, 1963 Betty Friedan NOW (activismo) Busca obtener la igualdad entre los sexos. La mística de la feminidad. Radical, 1966 Kate Sarachild Women´s Liberation Kate Millet Shulamith Firestone Gerda Lerner Adrienne Rich Gayle Rubin Grupos de autoconciencia. Teoría a partir de la praxis. El patriarcado como opresión sexual. Lo personal es político. Hay relaciones de poder que estructuran la familia y la sexualidad. Las mujeres son iguales y no hay jerarquías. La hermandad de las mujeres. Movimiento antisistema. Negro, 1980-1990 bell hooks (Ain´t I a woman) Crítica al feminismo blanco de clase media. Patricia Hill Collins Triple eje de opresión: raza, clase, género (interseccionalidad). Mujeres de color Gloria Anzaldúa Cherrie Moraga (chicanas) Crítica al feminismo blanco de clase media. Hacen teoría a partir de la literatura. Ecofeminismo Vandana Shiva (India) Las mujeres y la naturaleza están oprimidas. Las mujeres están ligadas a la naturaleza. Poscolonialistas Gayatri Chakravorty Spivak Chandra Mohanty (India) En su mayoría, provienen de colonias británicas recientemente liberadas. Posestructuralistas Teresa de Lauretis Judith Butler Utilizan la deconstrucción, diversos psicoanálisis y están en contra de cualquier esencialismo. Descolonialistas María Lugones Linda Tuhiwai Smith Ex colonias de América que buscan recuperar el saber de los pueblos aborígenes. Cultural Carol Gilligan Mary Daly Acentúan la diferencia a partir de la biología. Proponen una contracultura femenina. de la diferencia Luce Irigaray (1974) François Collin Francia Italia Librería de las mujeres de Milán Carla Lonzi España Fina Birulés (Barcelona) de la igualdad Celia Amoròs (Madrid) Proponen igualdad formal. Cuadro 2. Esquema de los feminismos. Fuente: Elaboración propia. Ana María Bach 25 1.3. La militancia feminista Es conveniente señalar que la lucha por los derechos de las mujeres se ha realizado a partir de diferentes y creativas iniciativas de distintos movimientos de mujeres. Sin ellos, los feminismos teóricos por sí solos no hubieran producido la asistencia a las mujeres ni escuchado sus voces. Los feminismos son múltiples y muchas veces difieren en sus puntos de vista sobre la lucha: un crudo ejemplo es el de la prostitución; ciertas agrupaciones exigen que sea considerada como un trabajo, mientras que muchas otras luchan por su abolición. Existen cruces entre las militancias sociales organizadas por temas comunes, así como en aquellas que se reúnen para realizar estudios teóricos por fuera de las instituciones. En América Latina, se hallan múltiples grupos de feministas diseminados por cada país, que se agrupan con la finalidad de encontrar soluciones a los problemas locales de sexismo, como el abuso o la violencia, además de discutir las problemáticas desde diversas fuentes. A veces, hacen conocer sus intervenciones a través de internet por medio de blogs o mediante la producción de publicaciones o programas radiales. En general, adoptan nombres precedidos por “Colectiva” y no cuentan con subsidios ni aportes más que los personales. En caso de estar formadas por académicas, pueden verse favorecidas por ayudas económicas a través de subsidios otorgados para la investigación y de la que sus acciones forman parten. No damos ejemplos porque sería una injusticia nombrar solo algunas de las agrupaciones de nuestro país, pues, estas actúan en cada rincón con tenacidad. 1.4. Feminismo y políticas públicas Otro punto altamente significativo en la historia del movimiento fue el reconocimiento del tema a nivel legal internacional. En 1946 se creó la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer para examinar la situación de la mujer y promover sus derechos. Tras treinta años de trabajo, el 18 de diciembre de 1979, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), que entró en vigor como tratado internacional el 3 de septiembre de 1981 tras su ratificación por 20 países. Al cumplirse los diez años de la convención, un centenar de naciones han declarado quedar obligadas por sus disposiciones. Desde 1975 hasta 1995, se llevaron a cabo cuatro conferencias mundiales en México, Copenhague, Nairobi y Pekín con el objetivo de elaborar planes y estrategias de acción en pos de los derechos de las mujeres. 26 Capítulo 1 Más concretamente en México, en 1975, tuvo lugar un diálogo mundial donde se propusieron tres objetivos que no solo aclararon la concepción de mujer, sino que introdujeron otros aspectos como: • La igualdad plena de género y la eliminación de la discriminación por motivos de género. • La integración y plena participación de la mujer en el desarrollo. • Una contribución cada vez mayor de la mujer al fortalecimiento de la paz mundial. Las conferencias mundiales continuaron a través de etapas de revisión y evaluación cada cinco años luego de la de Pekín, en esta se introdujo el término de género.8 Otro de los temas tratados fue la no inclusión de las mujeres dentro de los derechos humanos. “Los derechos humanos de las mujeres” fue una frase acuñado por Charlotte Bunch. Y Butler da cuenta de lo que ese término expresa: Dice que lo “humano” es contingente, que tuvo en el pasado y tiene en el presente que definir una población variable y restringida, que puede o no puede incluir a las mujeres. Dice que las mujeres tienen su propia serie de derechos humanos, que cuando pensamos en la humanidad de las mujeres lo “humano” es quizás diferente de lo que ha significado cuando ha funcionado como presumiblemente masculino (Butler, 2001b: 96). Debido a que el feminismo y los reclamos de derechos para las mujeres se internacionalizaron, podemos encontrar corrientes que pugnan por la igualdad de género en todos los rincones del mundo, sean indios, árabes, neozelandeses o pertenecientes a pueblos aborígenes. 1.5. Los Encuentros feministas En nuestra región la necesidad de estar en contacto con otras feministas hizo que en 1981, en Bogotá, tuviera lugar el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Desde entonces y sin interrupción, se ha repetido en diversas ciudades con una periodicidad de tres años. La complicada urdimbre de las distintas agendas de las feministas que trabajan en diversas instituciones, como la academia, los gobiernos, las ONG o el trabajo de aquellas que hacen sus prácticas en agrupaciones no institucionalizadas (lo que implica, como señaláramos antes, no contar 8 Aconsejamos buscar en internet el sitio de las conferencias para quienes deseen profundizar en sus programas. Ana María Bach 27 con subsidios ni ayudas económicas) hizo eclosión y se produjo una división entre las asistentes, que se llamaron “autónomas” en contra de las “institucionalizadas”. El poder recorre todos los ámbitos de la sociedad y las feministas no pueden quedar al margen… aunque lo reconozcan y lo critiquen. Lo importante es que, a pesar de las luchas internas, los encuentros continúan. 2. Feminismos y democracias Como los feminismos, las democracias modernas son también herederas de la Ilustración y de la Revolución francesa y, en la medida en que parten de una doctrina liberal, amparan la democracia en cuanto expresión política y el capitalismo como expresión económica. Se supone que, para lograr sus objetivos de igualdad, el feminismo debería desarrollarse en épocas de democracia, pero la situación ha cambiado mucho: el neoliberalismo y el capitalismo avanzado y global son cada vez más deshumanizantes. Se ha puesto el acento más en lo económico que en lo social, es por eso que para contrarrestar esta carencia en políticas sociales se ha investigado cómo debería ser la democracia con vistas a una democracia genérica, donde tengan real cabida las mujeres y se protejan los derechos de quienes componen la sociedad y que, hasta ahora, permanecen no representados. La llamada democracia radical, sugerida por algunos científicos sociales, ha tenido repercusión en la filosofía política feminista. Nancy Fraser, estadounidense de renombre en la materia, cita, en su obra Iustitia Interrupta, un informe de las Naciones Unidas de 1996, en el que observa que las desigualdades han aumentado radicalmente en todo el mundo, pues quienes están ubicados de manera que puedan prosperar en la economía de la información global, rápidamente dejan atrás a los muchos que no lo están. Prácticamente en todos los países del mundo, las desigualdades aumentan no solo en cuanto al ingreso y la riqueza, sino también en cuanto a las “capacidades”, medidas estas en términos de agua y aire descontaminados; educación, planificación y servicio de salud; trabajo remunerado y alimentación balanceada; ausencia de tortura y de delitos contra la libertad sexual (Fraser, 1997: 7). Según Fraser, para que haya justicia se requiere, a la vez, del reconocimiento y de la redistribución. Aunque el separar analíticamente las injusticias no equivale a afirmar que se puedan dar en forma separada. En la práctica ambas se entrecruzan y refuerzan mutuamente. Así, se deben diseñar políticas que presten atención a estas injusticias y traten de superarlas. 28 Capítulo 1 Adecuar el sistema democrático a las condiciones resultantes del capitalismo avanzado es una de las tareas a las que se abocaron muchos teóricos de la política, ya que las democracias actuales, que siguen modelos neoliberales, se han mostrado insuficientes respecto de la redistribución y en mayor medida cuando se trata del reconocimiento de las llamadas “minorías”. Considerando que la democracia es el mejor sistema de gobierno con el que contamos, si nos preguntamos cómo superar las insuficiencias señaladas, aparece como alternativa el radicalizarla. Pero distintas opciones fueron propuestas. Una versión de democracia radical es la que brindan Laclau y Mouffe, quienes analizan la historia de las propuestas democráticas, que se remonta a la revolución democrática nacida en los albores de la Revolución francesa. En un primer momento, la crítica democrática estuvo dirigida a la desigualdad política; luego le siguió un desplazamiento hacia la crítica de la desigualdad económica por parte de los socialismos, que Laclau y Mouffe ubican como interiores a la revolución democrática, para pasar a lo que se han denominado “nuevos movimientos sociales”, que comprenden luchas tan diversas como las ecológicas, las feministas, las de minorías étnicas, regionales o sexuales, entre otras, a través de las cuales se articula la conflictividad social característica de las sociedades industriales avanzadas. En la democracia radicalizada no tiene cabida el mito de la sociedad racional y transparente; tampoco se reconoce un único discurso, sino una polifonía de voces en la cual cada una construye su propia identidad discursiva. Esta es la razón por la que caracterizan a la democracia radical como pluralista (Laclau y Mouffe, 1987: 199-216). Al añadir esta característica al nombre de democracia radical, explicitan lo que es importante para Fraser: la polifonía, la multiplicidad de discursos y de voces acordes con las distintas posiciones de sujeto. Fraser aboga por la radicalización de la democracia en el marco del capitalismo como sistema económico global porque considera que la democracia norteamericana no es lo suficientemente igualitaria. En “Multiculturalismo, antiesencialismo y democracia radical”, la caracteriza como la concepción que sostiene que la democracia actual requiere tanto de la redistribución económica como del reconocimiento multicultural (Fraser, 1997). Afirma que en EE. UU. se enfrentan quienes sostienen un antiesencialismo, comprometido con la deconstrucción de las identidades de grupo, con los multiculturalistas, que aspiran al reconocimiento y reevaluación de las diferencias de grupo. La crítica que les hace es que ambos grupos olvidan que las diferencias culturales pueden elaborarse libremente y ser mediadas democráticamente solo sobre la base de la igualdad social. Para superar esta antinomia, propone Ana María Bach 29 redimensionar el viejo debate “igualdad contra diferencia”, al vincular las diferencias múltiples que se intersecan con la problemática de la igualdad social. Pero debemos tener en cuenta que la democracia radical, cuyos principios políticos y éticos son la igualdad y la libertad, es en sí misma imposible de realizar porque no podemos eliminar los antagonismos y agonismos entre grupos que luchan por sus respectivas reivindicaciones, así como tampoco debemos olvidar los mecanismos de poder que actúan en todas y cada una de las sociedades. No obstante, necesitamos de esta utopía en su carácter de ideal regulativo. 3.Patriarcado En el movimiento feminista se analiza el patriarcado como un principio que subyace en la opresión, subordinación y dominación de las mujeres. Una importante tarea en el feminismo teórico, que se lleva a cabo desde distintas disciplinas, como la Antropología, la Filosofía y la Sociología, es la de desenmascarar las tácticas de poder, explícitas e implícitas, en las sociedades patriarcales. Las hipótesis sobre el patriarcado subyacen prácticamente a todas las teorías feministas, aunque se las entienda en distintos sentidos y relaciones. Repasaremos a continuación un sentido ordinario de patriarcado, las teorías que lo vinculan con el capitalismo (teorías del sistema dual y del sistema unificado), la que afirma que es un sistema que atraviesa la historia y la propuesta de un patriarcado moderno. Luego veremos las dicotomías jerárquicas construidas en el patriarcado y las instituciones de la heterosexualidad obligatoria o heteronormatividad. 3.1. Las hipótesis del patriarcado en las teorías feministas Una rápida búsqueda en los diccionarios informa que el concepto de “patriarcado” alude a un “sistema político en que la autoridad es ejercida por un patriarca dentro de cada linaje” (Moliner, 1994: 670). En cuanto concepto sociológico, se lo define como “organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aún lejanos de un mismo linaje” (Real Academia Española, 2001). Las definiciones provistas, por ejemplo, por el Diccionario de la Real Academia Española tienden a trasmitir un sentido que supone que “patriarcado” designa un sistema ya superado, desde el momento en que les fueron concedidos los derechos civiles a las mujeres. Tal es el concepto que prima en la actualidad, en el conocimiento cotidiano. Pero las feministas arguyen que no en todas las sociedades las mujeres tienen derechos civiles; 30 Capítulo 1
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