Editado por Hermandades del Trabajo Nº 707 n NÚMERO EXTRAORDINARIO XXV ANIVERSARIO FALLECIMIENTO DE D. ABUNDIO ASÍ SE RESUME LA VIDA DE UN HOMBRE EXCEPCIONAL AL SERVICIO DE LA IGLESIA ESPAÑOLA, CUYA MEMORIA HONRAMOS EN ESTE NÚMERO EXTRAORDINARIO DE MAS D. Abundio, sacerdote. Todo lo demás es adjetivo. Es cierto que su sacerdocio estuvo volcado hacia el mundo del trabajo, por medio de su gran instrumento creado para este fin, las Hermandades del Trabajo. Se ha dicho que no se concibe la vida de D. Abundio, sin su gran obra, y es verdad. Pero incluso este hito que le vincula a los miles de hombres y mujeres que le conocieron y que reconocen que fue providencial en sus vidas, es una consecuencia de su gran vocación sacerdotal. D. ABUNDIO, SACERDOTE HERMANDADES EN INTERNET El Siervo de Dios podía haber sido un buen rector del Seminario de Madridfue profesor de Latín y Literatura -; un gran director de una “casa espiritual”, impartiendo los ejercicios de San Ignacio como él mismo pretendía, (Sigue en pág. 4) www.hermandadestrabajo.es 2 mas SEPTIEMBRE 2015 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio 25 años Por Miguel Parmantie Celebramos en este número de MAS los 25 años que D.Abundio retornó a la casa del padre. En memoria suya repetimos este entrañable texto, “Se agota una vida,” último capítulo de la biografía Abundio García Román de Alberto Linés, querido amigo de D. Abundio y nuestro. Alberto fue fundador y autor durante años de este LEGADO DE D.ABUNDIO. Multitudinario funeral de D. Abundio “En los dos o tres últimos días del Encuentro Hispanoamericano del 6 al 22 de octubre de 1989 don Abundio sintió que las fuerzas le faltaban. Se agotaba. Hasta entonces se había mantenido con un aparente vigor, sobre todo en sus intervenciones orales. Para la hoja “Ventanal” se le pidió un autógrafo, un mensaje de despedida. Estaba en la planta baja, junto a las escaleras; serían las nueve de la noche. ‘Ven conmigo arriba, voy a cenar y allí lo escribo.’ Le costó mucho subir las escaleras. Decía: ‘Las piernas no me sostienen’. En el pequeño cuartito que hay detrás de la barra del bar tomó una frugalísima cena y empezó con un pulso muy deteriorado a escribir. Volvió a empezar de nuevo y con mejor letra, casi la de siempre escribió ‘A todos los asistentes a nuestro Encuentro Hispanoamericano, mi felicitación y mi esperanza’. Fue posiblemente su último mensaje escrito. Asistió a los actos finales, se le notaba agotado. Transcurrió como una semana en la que aparentemente hacía una vida relativamente normal. Estaba animoso. Por aquellos días falleció un hermano de Monseñor Algora. Al domingo siguiente se celebró una Eucaristía en la parroquia de la Ventilla. Hacía bastante fresco, la iglesia estaba llena y allí estuvo don Abundio. Hizo un enorme esfuerzo por celebrar y la homilía le costó mucho, se le veía agotado, los asistentes al acto se percataban de su estado y pasaron mal rato. Se recluyó en su casa. Se encontraba mal aunque tranquilo; le costaba hablar, pero atendía a todos los que le visitaban…La homilía del 9 de noviembre fue la última de su vida y, cómo no, en una fiesta de la Virgen. Escribió Carmina Quiñones: ‘Al día siguiente preparamos la Misa y tuvo gran dificultad para leer. En la primera oración yo le leía las palabras y las repetía con dificultad. En el canon se atascó y le tuve que leer para que repitiera. La consagración fue bien, ayudándole a sujetar el cáliz y el copón. La oración final le dijimos que la inventara y así lo hizo. Pensaba mejor que leía y se expresaba’. Antonio Martín, que le acompañó muchos días, relata así: ‘Tengo la impresión de que sufrió mucho… Era delicado para todo, para guardar secreto, para todo tipo de aspecto de la convivencia. Me recordaba la cita evangélica de ‘si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos’. Al final de la vida nos mostramos como lo que somos, y don Abundio se hizo un niño en el sentido evangélico de la palabra, purificado de todo…’ ‘Cuando recibió la Unción de los Enfermos estaba muy mal. Llamamos a los sacerdotes y estuvieron todos…Después les dio las gracias y comentó que ‘todo muy bonito, pero tengo el alma fea…’ Tenía dificultad para enlazar las palabras y repetía. Empezó a decir ‘debilidad, debilidad, débil…’ Yo le dije, pensando que aludía a nuestra debilidad humana, ‘Padre, Dios nos quiere débiles’. Repuso con mucha energía, ¡Qué tontería! ¡Dios nos quiere de todas formas!.. Se le dijo que iría a verle don Agustín García Gasco. Dijo: traedme los pantalones y los zapatos. Le dije: ¿Por qué, Padre? Contestó: Porque soy yo quien tiene que ir al Obispo y no el Obispo a mí.’” Su muerte fue tranquila y serena. Carmina Quiñones relató así sus últimas horas: ‘...Estaba sentado; yo estaba a su derecha y le agarré la mano derecha. Dijo estas palabras: ‘¡Presencia, presencia en el mundo entero!’. Fueron sus últimas palabras. Respiraba fuertemente, levantó los ojos al cielo y me di cuenta que había muerto. Instintivamente, con la mano le cerré los ojos… Los últimos momentos de plena lucidez y tranquilidad fueron cuando al regreso de la Novena de las Estrellas conversó con algunos que acudían a verle y referirle el comienzo de dicha Novena. La noche anterior a su muerte, como si se presintiera le acompañaron varios antiguos militantes. A las muy pocas horas de fallecer Felipe Martín había obtenido el permiso para que los restos de don Abundio fueran enterrados en la capilla de Hermandades en la calle de Juan de Austria, lo que casi fue su domicilio habitual pasaba a ser su lugar de descanso.’ Don José María Javierre publicaba en el diario ‘YA’ una preciosa reseña de la muerte de don Abundio que la titulaba así: ‘¿Qué hacéis mirando al cielo?, moveos,’ en el que entre otras cosas decía: ‘…Fue hermoso, porque verán, mientras el albañil colocaba la losa, luego de rezar y cantar, ¿saben qué hicimos?, pues le dimos a don Abundio un aplauso, eso es, un aplauso. ¿Han visto ustedes aplaudir cuando dejamos un muerto en la sepultura? El aplauso fue para darle las gracias a don Abundio por los sudores suyos por la clase trabajadora, y al buen Dios también el aplauso por habernos mandado un tipo como don Abundio… Allí, en un rincón de su capilla rezaba él temprano para comenzar el día con buen pie, pero vean qué cosas, este hombre rezador luego se ponía a empujar a los suyos y quería verles trabajar activamente llevando adelante la obra en que andaban metidos, las Hermandades del Trabajo. Al Obispo, Monseñor Algora, a quien veíamos emocionado exactamente igual que un hijo si muere su padre, el Obispo recordó al final de las ceremonias una palabra divertida de don Abundio cuando comentaba la Ascensión del Señor: Los ángeles dijeron a los apóstoles, pasmados de cara a las nubes, que todo estaba cumplido y ellos a trabajar. Por lo visto don Abundio después de la oración, solía decir a los cuadros de Hermandades: ¿Qué hacéis mirando al cielo?, moveos…’ Los comentarios sobre su figura de las personas que más le trataron serían muy difíciles de sintetizar. Oímos palabras de ‘Irrepetible. Un padre cuando faltó mi padre. Entrañable con la familia’. ‘No sé decir nada, sólo pensar’. ‘Padre, maestro, sabía llevarte, algo excepcional’. Otra más explícita: ‘Era sobre todo un hombre de oración. Toda su vida proyectada a Dios. Tenía además una personalidad humana sumamente atrayente. Era audaz y prudente, austero, humilde, paciente, discreto… Nos transmitió su inquietud apostólica, su amor a la Iglesia y a la Jerarquía, su amor a María y su actitud de servicio a los trabajadores’. Y así otros muchos comentarios. Pero todos coincidían en que había sido una vida por el mundo del trabajo.” SEPTIEMBRE 2015 mas 3 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio “Por ser obra de Iglesia, somos evangelizadores” En este número especial como homenaje a Don Abundio, en el XXV aniversario de su fallecimiento, los presidentes nacionales queremos desearos un comienzo de curso con los ánimos renovados, después del verano en el que deseamos hayáis podido descansar, a pesar de los calores que hemos soportado. Con el siguiente documento de don Abundio, de plena actualidad para nosotros, siendo él entonces Delegado Nacional, queremos transmitiros los mismos deseos que él transmitió en el mensaje al Consejo de HHT Sevilla en el 1971, por considerarlo de interés para todos los centros. Sirva esta Carta-mensaje del fundador de Hermandades, para desearos a todos un buen comienzo de curso. Los presidentes Nacionales. Carta-mensaje a la Asamblea del Consejo de Sevilla, 4 de abril 1971 “-- Los seglares debéis enarbolar gallardamente la bandera de las reivindicaciones. -- Nuestros militantes han de tener hambre y sed de justicia social. -- No os pido solamente que seáis inquietos en lo social; más aún, seriamente comprometidos”: “…Sé que abrigais inquietudes renovadoras. Os felicito. Llevo ya algún tiempo pidiendo a todos los Consejos que inicien una campaña de renovación, tanto en los social como en lo apostólico, incluidas las estructuras orgánicas. …Esperamos, sin embargo de todas las Hermandades que, a través de sus asambleas diocesanas, vayan aportando iniciativas y experiencias que nos servirán de mucho para una renovación a nivel nacional. Tampoco puede ser tan caprichosa y anárquica esta renovación que niegue la historia y desmienta los principios básicos que nos definen. Carácter jerárquico A este respecto, os recuerdo unas ideas que desarrollé como apertura del Consejo Nacional celebrado el 24 de mayo del año pasado. ‘El que seamos obra apostólica’ --dije entonces – ‘aprobada y organizada, es decir, obra de Iglesia, condiciona considerablemente nuestra estructura, bien distinta de una asociación puramente civil. El ser obra de Iglesia lleva consigo el carácter jerárquico y evangelizador. Nuestro grado jerárquico, aunque no implica mandato, exige una dependencia, información y consulta institucionalizadas. Sin embargo, por ser jerárquicos, nos dispensamos de ciertas notas imprescindibles en toda asociación civil. · No somos estrictamente representativos. · No somos inexorablemente demócratas, aunque a ciertos niveles podamos admitirlo. · No somos rabiosamente temporalistas. · Tampoco somos seculares asépticos. · No exigimos opiniones políticas o sindicales concretas. Entre nosotros cada cual se busca las de su agrado. Pero, por ser obra de Iglesia, somos evangelizadores. Y, esto sí, que condiciona y define a nuestros militantes, que en consecuencia, han de ser: · Hombres y mujeres de vida interior. · Con hambre y sed de justicia social. · Juramentados en la fidelidad al Movimiento de las Hermandades del Trabajo. Desarrollando estos principios podemos sacar algunas conclusiones orientadoras para esta labor de renovación en lo que todos hemos de sentirnos comprometidos. Pueden ser éstas: 1. Mayor exigencia en nuestra renovación personal. Contraponer valientemente el clima de benevolencia y apertura a la hora de alistar socios y conceder beneficios con la línea de selección para elegir dirigentes. Proclamar muy alto que el dirigente deberá buscar más deberes que derechos. Los cargos entre nosotros suponen más cargas que recompensas. Las Hermandades del Trabajo han sido pensadas en beneficio y provecho de los más humildes afiliados. 2. Poner más garbo y entonación al tener que defender nuestro primordial fin constitucional: el encuentro con Cristo del mundo del trabajo. Hoy nos van ganando los temporalismos asépticos. Prevalece lo horizontal con merma del proselitismo apostólico. Nosotros, al mismo tiempo que el pan, queremos también abrirles los deseos de Dios. Me gusta que cantéis muy convencidos aquel salmo que dice: ‘Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles”. 3. Que el título de hermano cada vez nos comprometa más. Da vergüenza pensar que otros con el simple título de ‘compañero’ o ‘camarada’, sean capaces de hacer más por los demás que el que se siente hermano de todos en Jesucristo. Llora Dios en las vidas de muchos hermanos nuestros que padecen necesidad y sufren injusticias. Capacitémonos con la doctrina y enfervoricémonos con el amor para ennoblecer la lucha por los derechos de los más débiles. Que puedan confiar siempre en nosotros. No os pido solamente que seáis inquietos en lo social, más aún, seriamente comprometidos. Los cristianos seglares debéis enarbolar gallardamente la bandera de las reivindicaciones. 4. Elevemos a la categoría de la propia responsabilidad nuestro compromiso temporal. Dice así el artículo quinto de nuestro Decálogo: ‘Cultivará dentro de sí el militante de las Herman- dades del Trabajo un sincero sentido de libertad unido a la máxima responsabilidad personal en las cuestiones temporales, donde la jerarquía por naturaleza no tiene competencia’. El cristiano seglar tiene suficiente dignidad como para actuar sin comprometer a la Iglesia. Se ha de rechazar la tentación de convertir las Hermandades del Trabajo en comisiones sindicales o en grupos políticos. Las asociaciones apostólicas proporcionarán mística y alientos, pero nunca deben servir de sucedáneos. Hay frenos y cauces ya muy definidos y obligados a esta noble lucha social. Hasta ellos debéis llegar. 5. Comprometámonos a la corresponsabilidad dividiendo tareas y repartiendo funciones. Así haremos verdad una mayor participación de todos los afiliados. Nuestras entidades de base que son las Hermandades según profesión o empresa, cumplen la misión de repartir la responsabilidad. Reduciendo entidades y cargos disminuiríais también las posibilidades. Los filones se descubren abriendo canteras y los talentos ofreciendo oportunidades. Con una atención y cultivo constante por parte de los responsables se irán formando estos cuadros de comprometidos. 6. Se repite mucho hoy día que el pluralismo el fruto de una madurez humana. Acaso sea la Iglesia, como sociedad más perfecta, la que más propugna este espíritu de convivencia. Dentro de ella caben todos sus hijos, bien distintos por cierto. Y se complace como madre en cobijarlos a todos. De aquí lo difícil y peligroso que resultará siempre querer polarizar todas las fuerzas de una asociación apostólica en un mismo frente opcional. La verdad siendo una se muestra polifacética. Respetemos, en consecuencia, las distintas opciones temporales y daremos pruebas de una madurez humana. 7. Termino ya pidiéndoos fe, mucha fe en la obra de Hermandades. Os lo pido como se enuncia en el punto noveno de nuestros Decálogo del militante: “Compartirá la fe inquebrantable en la obra de Hermandades con las ansias de renovación”. Como veis esa fe debe hacerse compatible con la renovación. Más diría yo, la renovación es fruto y consecuencia de esa fe. Aprendamos de la Iglesia su capacidad de adaptación. Escrutemos los signos de los tiempos para poder descubrir en ellos la presencia de Dios. 8. A vosotros todos, los militantes de las Hermandades del Trabajo sevillanas, os brindo esta consigna: “Sed exigentes en vuestra formación, generosos en la entrega y muy esperanzados en vuestros deseos”. Gracias por haberme atendido y un abrazo para todos.” Abundio García Román Delegado eclesiástico nacional 4 mas SEPTIEMBRE 2015 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio Editorial D. Abundio, sacerdote (Viene de pág. 1) ntes de que Dios le “llamara” por lo apostólico-social; o incluso haber desarrollado una exitosa carrera eclesiástica, no olvidemos que fue el primer Asesor eclesiástico nombrado, cargo por el que no tuvo ninguna estima especial. Por tanto, podemos incluso concebir la vida de D. Abundio sin las Hermandades del Trabajo. Lo que no podemos es imaginar la vida del Siervo de Dios sin su vocación al sacerdocio y su acendrada espiritualidad. A Él tenía a la obediencia como una de las virtudes más difíciles de un espíritu religioso, algo que hoy choca mucho. Pues bien, fruto de esta obediencia fueron las Hermandades del Trabajo, cuyas vicisitudes se han publicado repetidamente en el MAS y que, de nuevo, ofrecemos a nuestros lectores. En este número, hay párrafos magníficos de las personas que más le conocieron y que explican tanto lo relativo a su persona como lo referente a las Hermandades. El Fundador se inspiró en las ACLI italianas y en los gremios medievales para crear, junto con cientos de militantes y decenas de sacerdotes, una organización novedosa en España, estructurada por profesiones y empresas, que otorgaba un papel clave a los seglares, anticipándose así al Vaticano II. Consideró el papel de la mujer en la asociación muy por delante de la legislación y costumbres de la época. Son innumerables los textos, discursos y homilías en los que habla de los derechos y de la responsabilidad de los laicos en su papel para recristianizar el mundo del trabajo, primero en España y después en Hispanoamérica. En algunas ocasiones, D. Abundio solía decir que él era el pasado pero nunca el futuro de las Hermandades. En algún momento nos tendremos que replantear la situación y los servicios que la institución debe desempeñar en el mundo de hoy, con todas nuestras carencias y dificultades, porque no cabe duda que si bien hoy no podemos desarrollar las grandes obras sociales de los años cincuenta y sesenta, no es menos cierto que la crisis económico-financiera brinda una oportunidad a todos las personas colaboradoras en Hermandades, de adaptar la asociación a los tiempos presentes. En definitiva, de ser el futuro de las Hermandades. No importa tanto, el que seamos menos o tengamos menos potencia económica, esto es circunstancial y contingente. Lo importante es saber comprender los problemas del mundo del trabajo, hoy, y saber encontrar los servicios que podemos prestarles. Hay que saber encontrar este equilibrio entre lo apostólico y lo social, legado imperecedero del Siervo de Dios que supo lograr una síntesis (los dos brazos de la cruz) entre la oración y la acción, lo espiritual y lo social. mas Editado por las Hermandades del Trabajo Director: Carlos Salcedo Peñalver Consejo de Redacción: María Luisa San Juan, María José Plaza, Miguel Ángel Calvo, Fernando García Adrianzén, Maruja Jiménez, Antonio Molina Schmid, Miguel Parmentie, Juan Rico. Redacción y Administración: C/ JUAN DE AUSTRIA, 6, BAJO B. 28010 MADRID. TELÉFONO. 91 445 03 93. Depósito Legal M- 13.409-58.Imprime: ROTOMADRID. Los trabajos firmados que se publiquen en MAS no reflejan necesariamente la opinión del CONSEJO NACIONAL DE LAS HERMANDADES DEL TRABAJO, sino, exclusivamente, las de los respectivos autores. En su recuerdo por Pedro Martín El pasado mes de Noviembre se cumplieron 25 años del fallecimiento de D. Abundio. (Nov. 1989). Buen momento para recordar su figura y a lo que nos obliga ese recuerdo. Mi visión sólo será una pequeña parte de su rica personalidad, que se completará con lo que aporten otras plumas. Como suele ocurrir casi siempre, uno no se da cuenta cabal de la categoría de la persona que tiene a su lado, hasta que alguien lo descubre o insinúa, y para entonces ya suele ser tarde. El aprecio y valoración de esa persona en su justa medida, vendrá después con el recuerdo de lo vivido con ella, pues suele ser el tiempo el que da la perspectiva exacta. Su trato afable y cordial inspiraba confianza al que le conocía por primera vez y era garantía de convivencia fácil con todos, aunque tuviera que ponerse a veces en su sitio. Estar a su lado, como que le ayudaba a uno a ser mejor y más generoso, y esto sin darte cuenta de ello e incluso sin que él hiciera nada especial por conseguirlo. Tenía muy claro cual debía ser la actuación del seglar en el mundo en general y en el mundo del trabajo en particular, a la vez que conocía muy bien el alma del trabajador y su capacidad de entrega y generosidad cuando se le presentaban metas nobles que merecieran la pena. Contribuyó, desde su parcela con los trabajadores, a impulsar generaciones de seglares dados al apostolado desde las más diversas asociaciones, como la cosa más normal del mundo. Claro que eran otros tiempos, distintos a los de hoy, aunque no exentos de dificultades, pero había que estar allí y hacer lo que se hizo. D. Abundio fue un hombre de su tiempo, que trató de mejorar el mundo cuanto pudo, y pudo mucho por cierto. Lo hizo básicamente desde Hermandades del Trabajo con sus muchas obras y servicios en beneficio de los trabajadores, contribuyendo a mejorar sus con- diciones de vida y a conseguir una mayor relación con Dios, su Creador, y con sus hermanos trabajadores viviendo la fraternidad. Consiguió rodearse de los mejores, ganarse su confianza y hacer equipo. Virtudes éstas que traen consigo el éxito, ya sea en las empresas económicas y sociales, o en las apostólicas. Era proverbial la confianza que depositaba en sus militantes y dirigentes. Se fiaba más de ellos que ellos mismos. Podríamos decir, aunque parezca exagerado que, D. Abundio forjó una generación de “santos seglares” de los llamados de baja intensidad, pero imprescindibles en la Iglesia y en el mundo. De esos que consiguen hacer del mundo un lugar más habitable, por su actitud de servicio a los demás y que D. Abundio marcó a fuego en sus almas. También fue un referente para los sacerdotes de su generación que le conocieron. La forma de vivir su vocación sacerdotal como servicio eminente a la comunidad, le llevó a redactar el “decálogo del sacerdote de las Hermandades del Trabajo” que, junto con su comentario y presentación, es una página brillante de finura espiritual y dotes de gobierno. De su sentir con la Iglesia, habría para escribir largo y tendido. La primera enseñanza que sobre ella repetía era: Madre y Maestra. A partir de ahí cualquier cosa podía venir bien. En boca de D. Abundio, la palabra Iglesia, resonaba como una palabra amable, y a sentirla como algo propio. A mí, aparte de haber gozado de su amistad que siempre agradezco al Señor, entre otras muchas cosas me llamaba la atención su forma de vida austera y sencilla, propia de quien está por encima de cualquier contingencia, y que le daba como un halo de distinción y elegancia espiritual. Son solo algunas resonancias que en mí suscitan su recuerdo. Otros habrán puesto su atención en otros aspectos de su rica personalidad y entre todos habremos pintado un cuadro más completo. SEPTIEMBRE 2015 mas 5 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio Sobre la causa de canonización de D. Abundio Por Mª Ángeles de Santiago, Postuladora Que llegue a ser verdad y pronto la profecía de que los trabajadores te traeremos un día a hombros, para que comience en el mundo tu Reino de justicia, de amor y de paz. (Abundio García Román) El proceso de canonización de Don Abundio, se inició teniendo como promotor de la causa al Movimiento de las Hermandades del Trabajo. En este año, en el que celebramos el 25 aniversario de su partida a la Casa del Padre, el proceso ha recibido un nuevo impulso al incorporarse como Parte Actora, la Fundación Abundio García Román y, lo que es especialmente significativo, la Diócesis de Madrid. Vaya desde estas líneas nuestro agradecimiento al Arzobispo, Don Carlos Osoro, quien en estos momentos, a tal efecto, realiza las gestiones oportunas ante la Congregación de las Causas de los Santos en Roma. En la actualidad se han dado ya, y se están dando, los siguientes pasos: y testimonios sobre el Siervo de Dios, iniciativa que mereció la aprobación expresa del Relator. El Summarium Testium (resumen de los testigos), o extracción de las virtudes heroicas recogidas en las declaraciones testificales, fue elaborado en su día por la postulación y aprobado, sin reparo alguno, por el Relator de la Causa, con quien, para continuar el trabajo de la Positio, insistiendo en el carisma sacerdotal, propio del Siervo de Dios, convinimos con aquél la intervención de algún sacerdote buen conocedor de la obra de Don Abundio. Por su parte, Don Joaquín Martín Abad, es el encargado de redactar la Biographia ex documentis (Biografía a partir de los documentos), persona especialmente idónea para ello por haber sido en su día el instructor de la causa en su fase diocesana. En consecuencia, del estudio y redacción de la Informatio (Información de las virtudes heroicas) se ha hecho cargo Don Juan Carlos Carvajal, Consiliario de las Hermandades del Trabajo de Madrid, que ya había publicado y recopilado textos, estudios sobre la figura de Don Abundio y su obra, Aprovechando la quietud del mes de agosto, ambos colaboradores han dado un serio impulso a su trabajo en estrecho contacto con la postulación. De la vigencia, espontaneidad y extensión de la fama de santidad de Don Abundio dan buena cuenta los favores recibidos por intercesión de dicho Siervo de Dios, que continuamente se comunican a la causa. D. Abundio, a los jóvenes Homilía de Abundio García Román dirigida a los jóvenes (años 40), en el Domingo IV Pentecostés (Tal como se denominaban los domingos del tiempo ordinario antes del Concilio). Manuscrito del Siervo de Dios (Archivos de la Fundación). La homilía parte del relato evangélico de la pesca milagrosa y la invitación a invitación a Pedro: Duc in altum (cf. Lc, 5, 1-11). El Siervo de Dios considera estas palabras como la invitación que Cristo hace a todo cristiano de avanzar en la santidad. Santidad que no es más que Cristo en nosotros. Cristo como nuestro ideal de vida. Hoy, último domingo del mes de junio, mes por excelencia del corazón de Jesús, es decir mes de la Persona de Jesús, porque el corazón no es más que el símbolo de la persona, quisiera yo hablaros de la influencia de esta persona, de la influencia de Jesús en nuestra vida espiritual. El Evangelio de hoy, claro está, no empece sino que ayuda a este mismo tema. Jesús adoctrinando al pueblo en la playa de Cafarnaún, desde una barca como púlpito y luego en invitación animosa y valiente que le dice a Pedro "Duc in altum". Entra mar adentro y ya en alta mar, la pesca milagrosa fruto de la obediencia. Tal cantidad de peces recogieron que las redes se rompían, y tuvieron que venir a ayudarles otros pescadores. Pedro estupefacto, se tira de rodillas en la barca, delante de Jesús diciendo "Apártate de mí, que soy un pobre pecador. Y Jesús que le promete, hacerle pescador de hombres. Duc in altum; Arriba, a la Perfección, a la San- tidad, ¿y quién nos lleva? Jesús. Suele acobardar el sólo pensamiento de la Santidad. La Santidad comprende muchas virtudes. Hay que ser humilde, hay que ser puro, hay que ser mortificado, hay que ser obediente. Y así cincuenta y seis virtudes. Son muchas virtudes y el hombre muy poca cosa para practicarlas. Y luego las devociones, las prácticas de piedad. ¿Pero ha de ser la vida espiritual una obra de marquetería de innumerables piezas? No la vida espiritual no es más que Cristo en nosotros, y Cristo que nos invita a seguirle, diciéndonos lo que San Wenceslao decía a su paje que se quejaba de no poderle seguir por la nieve: Pon tus pies en las huellas de los míos. No, ahora no hay ya cincuenta cosas que hacer, ni cinco, ni siquiera dos, no hay más que una: llegarse a Jesús. La piedad es unidad. "Ama dice San Agustín y haz lo que quieras. Vivimos en la edad de los comprimidos y de las esencias. La ciencia moderna ha encontrado (la) manera de encerrar en el pequeño volumen de un comprimido las más altas energías medicinales y nutritivas. Hecatombes de rosas vienen a encerrarse en un diminuto frasco, donde se contiene la esencia del Perfume. La devoción a Cristo es ese comprimido y esa esencia. Jesús lo resume todo. ¿Qué es la virtud? La imitación de Cristo. ¿Qué es el Evangelio? La vida, las palabras de Cristo. ¿Qué es la devoción al Corazón de Jesús? El amor de Cristo ¿Qué es el ministerio sacerdotal? Una delegación ejercida en nombre de Cristo. ¿Qué es la Santa Misa? El sacrificio de Cristo. ¿Qué es la Comunión? El Cuerpo de Cristo. ¿Qué es el Sagrario? Cristo entre nosotros. ¿Qué es el Cielo? Cristo poseído y gozado. San Pablo repite ciento sesenta y cuatro veces el nombre de Cristo y San Juan 24. Cristo, pues, ejerce en la vida espiritual el oficio de unificación. Pero además también el de atracción. Un método de ascetismo consiste en recomendarnos las virtudes como nociones abstractas. La humildad, la pureza, la mortificación, la obediencia. Así, estas abstracciones hacen poca mella en el corazón. Otro método, consiste en no hablar de la humildad, de la pureza, de la mortificación, de la obediencia sino en mostramos a Jesús humilde, a Jesús puro, etc. La virtud no es ya alguna cosa sino alguno, y todos sabemos la superioridad de alguno sobre alguna cosa. En adelante los dos a solas, Jesús uno, tu y yo; mano a mano, corazón a corazón La piedad consiste en estas relaciones delicadas de persona a persona. Terminaremos por prendamos del Hombre-Dios, de los encantos de Cristo. Luego, Cristo como Ideal. El ideal representa nuestras más elevadas aspiraciones. Y la virtud consiste en imprimirle en nuestras almas. El libro más hermoso escrito por mano del hombre tiene el significativo título de Imitación de Cristo. Como si dijéramos, imitar a Jesucristo, en eso está todo. Y no desconfiar nunca. La Santidad tiene estas dos facetas, o no pecar nunca o levantarse siempre después de haber pecado." 6 mas SEPTIEMBRE 2015 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio DE LA INQUIETUD A LA PAZ: EL PASO DEL DESIERTO Y LA PARADOJA DE LA FE Por José Sánchez Jiménez Mediados los años ochenta, en la Escuela Social Juan XXIII que las Hermandades del Trabajo habían formado, y en la que, entre otras tareas, dedicaban las tardes de los martes a la formación de afiliados y simpatizantes, tuve la suerte de dirigir un curso de “Historia Social Contemporánea”, centrado, en esta ocasión, en celebrar, desde la Historia y desde el recuerdo, los cincuenta años del inicio de la guerra civil española. A partir de un amplio esquema buscaba analizar, en primera instancia y para mejor comprensión de proceso, la II República Española y dar paso así a una mejor explicación de la tragedia del ’36. Asistía don Abundio como un alumno más; tomaba muchas notas; en alguna ocasión, pocas, preguntaba, o hacía un breve y siempre enjundioso comentario; y, casi siempre, a la hora del coloquio que seguía a la exposición primera, siempre hacía patente su devoción - sí , su devoción, consecuente con su fe - por la Doctrina Social Católica y la Doctrina Política Pontificia, que todavía entonces se distinguían, separaban y complementaban, en consonancia con aquel sublime esfuerzo y propósito de León XIII, a fines del siglo XIX, empeñado en el mejor acuerdo, diálogo y colaboración entre Estados y sociedades liberales y la Iglesia católica. dos a una apuesta socialdemócrata, se olvidaron las tristezas y se impusieron formas de hacer y de vivir que abocaron a una sociedad desigual, dividida y sumida en permanente “estado de riesgo”. Muy pronto, en coincidencia temporal con la caída del socialismo real y con las meteóricas actitudes globalizadoras, merma progresivamente el reconocido derecho al trabajo, suplido por contratos temporales y por otras “ocurrencias” de mal presagio; se recortan o suprimen derechos laborales y sociales con gran esfuerzo conquistados; se reducen drásticamente las clases medias; y la seguridad, en muchos sectores y ambientes, quedó reducida a mínimos. Aquel “presente” –el de los años ochenta-, en plena “luna de miel” con una vida en democracia no bien digerida por muchos, condicionaba de hecho cualquier intento de comprender y explicar el “pasado”, aparentemente muy lejano, el de guerra y posguerra, pero vivo en la memoria, y muy activo aún en la conducta de muchos de los asistentes usuales, siempre por encima de la treintena, a estos encuentros de los martes. Del desconcierto a la inquietud Precisamente entonces, en este curso 1985-86, y en un intento de conjugar “presente” y “pasado” y de rememorar cuanto las encíclicas pontificias referían sobre la realidad económica y social, por una parte, y a la mejor visión y orientación a favor del compromiso político del cristiano que se abría camino con unos sindicatos y en unos partidos políticos recientes en la nueva democracia, se comentaba, de entrada y habitualmente, la situación económica y sociopolítica española coetánea, y se cargaban tintas en aquella sangrante reconversión industrial que el primer gobierno socialista realizaba, de momento con muy escaso, es un decir, éxito. A la hora de exponer en estos encuentros la reacción de los católicos españoles y la división entre los mismos - acreditada desde hacía cien años, y, sobre todo, el desconcierto provocado con la caída de la dictadura de Primo de Rivera en 1930, y la instauración, un año más tarde, del régimen republicano -, la “división de opiniones” entre los participantes del curso resultó asegurada y, no siempre, bien comprendida; pero la reacción fue mayor, visiblemente manifiesta, cuando se trató de buscar y lograr cierto “equilibrio”, de forma estrictamente teórica, en la interpretación de la guerra y en las reacciones que la mezcla de recuerdos, rumores, experiencias familiares, etc., suscitaba o reverdecía. Las consecuencias, en estos primeros ochenta, fueron terribles; aunque relativamente pronto, con un gobierno y partido reconverti- Casi sin querer, afloraban allí posturas enfrentadas; había prisa en buscar y ratificar “culpables”, y hasta parecían aflorar heridas no suficientemente restañadas. Habían pasado ya diez años desde la muerte de Franco; pero el conflicto abierto, aún mayor tras el fracaso del ‘23F, hábilmente superado pese a los flecos que mantuvo, no había adormecido, ni mucho menos, conciencias, conductas y modos de revivir lo que pudo en algún momento parecer olvidado. Cuando se pretendió explicar la sorpresa generada por la instauración de la República, sus vaivenes a lo largo del quinquenio, el fraccionamiento, ahora mayor y manifiesto, Angel Herrera Oria en las filas de los católicos, por nostalgia ante la monarquía perdida, o por el recelo que generó, de inmediato, el triunfo republicano, con la quema de conventos e iglesias, las reticencias frente a la Reforma Agraria, o la aconfesionalidad que la nueva Constitución instauraba, los asesinatos en masa que se sucedieron desde la primavera del ’36, las responsabilidades de las llamadas “derechas” tanto en el conflicto armado como en sus largas y sangrantes consecuencias, etc., algunos llegaron, y en más de una ocasión, a abandonar la sala de reuniones con gestos no siempre amigables. Y ahí estuvo nuevamente don Abundio, que había padecido como nadie aquel sangriento proceso en propia carne, sugiriendo, y aconsejando, “saber escuchar”, poniendo una palabra siempre generosa y de paz; al tiempo que me animaba y sugería, de forma privada, seguir adelante; que expusiera los “hechos”, y que impulsara el diálogo. Era necesario volver sobre todo esto con una mezcla, consciente, de “inquietud” (hablaba él de examen de conciencia), y con una más que evidente dosis de “paz”. Hablar, y vivir, con “paz”; y pensar siempre, y sentir, que antes lo “pudimos”, y ahora lo “podemos”, hacer mejor. Fue su lema, su señal, su propósito de cordura y de vida. De aquí, el título de este recuerdo. ¿Por qué sucedió todo aquello que acabó dividiendo el pasado siglo en dos mitades tan críticas? ¿Cómo aplicaron la “lección” de esta horripilante experiencia los que “ganaron” frente a los que “perdieron”? ¿Se aprendió su significado, tal como pretendiera, entre otros, el cardenal I. Gomá, en su célebre pastoral Lecciones de la guerra, deberes de la paz; desautorizada por el nuevo Régimen, pese al esencial apoyo que el mismo cardenal había dado a su instauración? ¿Fracaso del “catolicismo social”? Se hallaba entonces relativamente reciente la publicación de un sugerente libro de D. Benavides, El fracaso social del catolicismo español. Arboleya Martínez 1870-1951; y pudimos comentar en más de una ocasión, aparte de sus logros, las reticencias, dificultades e incluso prohibiciones que a lo largo de los treinta primeros años del siglo experimentaron estos “apóstoles sociales” de gran generosidad y relativa eficacia en el desarrollo de sus proyectos, Volvía y reiteraba entonces D. Abundio – y esta consideración fue frecuente - al recuerdo de un librito, que había leído en los años treinta, y que le había generado una inquietud profunda: El Sermón perdido, Los católicos de “acción” bajo la dictadura española, escrito precisamente por el canónigo de la catedral de Oviedo, Maximiliano Arboleya Martínez, Sigue en pág.7 SEPTIEMBRE 2015 mas 7 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio Viene de pág. 6 una de las figuras más destacadas del catolicismo social en España, y uno de los más significativos defensores del sindicalismo católico “puro”, que le atrajo la furia y el desprestigio de los sectores católicos integristas dominantes. En 1930, y ya desde el título de su obra, aludía el canónigo Arboleya al profundo desasosiego que le seguía produciendo la miopía, cuando no la ceguera, de los católicos, distantes o ajenos a las enseñanzas de la tradición cristiana, pese al intento de renovarlas, ponerlas al día, desde el pontificado de León XIII, a partir de la Rerum Novarum, y con una acción social raquítica o ralentizada por la excesiva “prudencia” de la carne frente, o ante, las “imprudencias” del espíritu, a que con tanta frecuencia aludía Mons. Herrera Oria, otra de las personas por las que sentía especial predilección. Sintonizaba D. Abundio a la perfección con ambos, con el canónigo Arboleya y con el obispo de Málaga; y comentaba la necesidad de ponerse, mejor, estar siempre, en actitud de misión. Tras la guerra - y esta inquietud viene a explicarlo -, en medio de la represión, de la reconstrucción de lo destruido, del hambre, del racionamiento, del miedo, de la forzada emigración interior y del exilio, y como vía de colaboración a una “recristianización” de la sociedad, conforme al decir y sentir de la jerarquía eclesiástica, comenzó D. Abundio a arribar, a experimentar y vivir de forma directa e inmediata, en su querido Vallecas, junto a la miseria y el miedo referidos, el sentido antirreligioso de la clases trabajadoras, su más que dura animosidad hacia la Iglesia, así como su desconocimiento de la figura de Cristo, trabajador, hermano de los pobres de la tierra, de los marginados. Fue su más evidente constatación de que el Sermón perdido tenía sus razones, su peso, su urgencia en un cambio de óptica que hiciera ahora viable poner remedios ante tanto “tiempo perdido” y fomentar la prisa en recuperarlo. La “travesía del desierto” Porque, con la victoria de 1939, continuaba aquella “travesía del desierto” –era expresión suya- en la que comenzaron a acendrarse su sensibilidad y experiencia sociales, su virtud, su sentido de la obediencia, su capacidad de organización y de servicio y su vivencia paradójica de la fe. Pese a todo, y con ello no se olvidan las muchas oportunidades desperdiciadas y los excesivos desafueros provocados, en D. Abundio prendió y afloró la “lección”. Tal como conocemos todos, al hilo del renacer de las ricas aventuras apostólico-sociales en las que también jugaron con mayor fuerza los nacientes movimientos especializados de la Acción Católica, Hermandades se gesta, nace y crece en este clima de inquietud. Se cruzan aquí, y de forma persistente la mirada al cielo y la atracción por la tierra y sus hombres; tal como – y también era expresión suya - los dos brazos de la cruz testimonian: la oración y el compromiso; con los ojos en Dios, y la apuesta por los hombres. Con demasiada frecuencia se olvidó el “horizontal”; porque el “vertical”, sin el otro, podría llegar a ser alienante. Por eso, y sin dejar de mirar al cielo, se puso a “hacer”. La posguerra, es más que sabido, en general, despertó y aligeró inquietudes; y el propósito de conseguir, por fin, un “Estado católico” estuvo en los orígenes de aquel entramado sociopolítico en que jerarquía eclesiástica y aparato estatal actuaban y, a veces, sobre todo al principio, llegaban a confundirse. No obstante, entre las primeras y más significativas reticencias en esta relación a la vez fluida y reservada, sobresale -hay que reiterarlo-, en nombre de la lglesia, la postura del cardenal Gomá frente a la aventura “filonazi” de Serrano Suñer, en nombre de un Estado agradecido a los países del Eje, a la que sigue la primera reducción falangista en el aparato político; pero, con el nuevo arzobispo de Toledo, Pla i Deniel, ya en escena, y en el declive de la Guerra Mundial, el “sector” católico toma oficialmente cuerpo en la cúspide del Estado con la significativa presencia de los “propagandistas” y de su acervo de experiencias y compromisos desde que el P. Ángel Ayala y D. Ángel Herrera fundaran la ACNdeP en los primeros años del siglo. Se agiliza entonces, o se define y perfecciona todavía más, la política de “apoyos”; que sustantivamente era “oficial” desde que el Jefe del Estado proclamara, tras la constitución del Nuevo Estado, que la política social de su régimen había de partir y apoyarse en las enseñanzas de la Doctrina Social Católica y de Doctrina Política Pontificia. Ahora se estructura y encauza esta política de “apoyos” co- mo “normal”: y facilita una jugosa relación de obras conjuntas que fueron solemnemente proclamadas por el ya cardenal Pla i Deniel en un jugoso artículo de la revista Ecclesia al inicio de los años cincuenta. Se canta y recapitula aquí y ahora la magnífica alianza y la provechosa obra de la “restauración” católica. Su “desierto” fue superable desde la fe; y su inquietud derivó con los años en la paz que él mismo irradiaba y que se traducía en más y mejor armonía; con el propósito y el norte, inamovibles, de caminar hacia una Iglesia sencilla, desprendida, bien intencionada, social hasta lo inverosímil. Creía D. Abundio, desde su proD. Abundio no se hallaba, entretanto, en estos (altos) menesteres. funda fe -y este impulso puede y Vivía y extendía su inquietud. Ex- debe sobrevivir- en la Doctrina Social de la pandía y amIglesia; en pliaba su hasu fuerza cer; y trataba vindicativa de buscar fory en su pomas de hacerder de conlo crecer en revicción; y la alidad. Repeconsideratía, al recorba, en el endármelo pertorno de los sonalmente, el textos pongran apoyo tificios, no que le proporcomo una cionaban tan“moral soto el Patriarca, cial” al uso, Mons. Eijo Gapor otra ray, como su parte tan esobispo auxicasa aún, siliar, Mons. no como García Lahi“punto de guera; las difipartida” hacultades que Maximiliano Arboleya Martínez cia la infinidesde primera hora generaba su “quehacer” entre ta generosidad entre los hombres prohombres del régimen, disconfor- –“amaos como yo os he amado -, mes con esta inquietud tanto espi- pese a la fuerza combativa del egoritual como social que arreciaba en ísmo, del desinterés, del olvido e inlos primeros militantes; y acentua- cluso del refugio en una oración ba la generosidad fuerte y constan- desvinculada de los demás. te de los que se asomaban así, como El trabajo, la dignidad de las “discípulos de la Verdad”, a profesar y expandir “el sentido humano de personas, la familia, la educación, Cristo”; un Dios encarnado, que se la generosidad, el progreso… La veía, se palpaba y se escuchaba y carta Populorum progressio vino a comunicaba, como a cualquier otro ser nuevo acicate ante el trasvase hombre, en cuantos sufrían las pe- generoso de las Hermandades hanas, carencias e injusticias que ali- cia América; y, cuando, casi en vísperas de su muerte, entre nosotros mentaban la vida de los pobres. aventuraban nuevos tiempos, en La “incógnita de Dios” y la un mundo autosuficiente y confelicidad de la fe vencido de poder resolver por sí mismo sus problemas, su equiliY fue así, a partir de la propia, y brio, su moral e incluso su humasocialmente vivida, inquietud, como nismo, el “vacío” que habían de fue surgiendo y asentándose la paz; provocar, tras la caída del socialisque supo él, y quiso, difundir como mo real, tanto las repercusiones no “paradoja divina”: la “incógnita” de queridas de las nuevas tecnologías Dios, cuyos planes, a ojos vista, sue- como las contradicciones de la glolen ser desconcertantes: de la inme- balización que nos envuelve, oblidiatez de la muerte a que se vio abo- ga a mirar desde el “presente” este cado en plena guerra, a la inquietud fecundo “pasado” a favor de un social, siempre en connivencia per- “mañana” mejor. fecta con su obispo. Era algo más que “obediencia debida”; era la “seguriAprendió a superar las barreras de dad” de estar en el camino obligado, la lógica y supo arribar a la felicidad a pesar de las inseguridades en que de la fe. Aquí, sin lugar a dudas, residebió verse inmerso. “Prefiero – repe- de su fuerza, su actualidad, su capatía- equivocarme con mi obispo, a cidad de hacer futuro; naturalmente, acertar sin él”. si se desea y quiere de verdad. 8 mas SEPTIEMBRE 2015 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio ESPIRITUALIDAD DE LAS HERMANDADES DEL TRABAJO Por Juan Carlos Carvajal Todo Movimiento eclesial se sustenta sobre un Carisma. Ese Carisma es el que le identifica al interior de la comunión eclesial y sostiene su misión a lo largo del tiempo. El carisma, en cuanto don del Espíritu Santo, es “una gracia sobrenatural” indisponible para el hombre; no obstante, los agraciados por ese don deben desarrollar unas disposiciones para hacerse receptivos suyos. En concreto, Hermandades del Trabajo es depositaria del carisma de don Abundio a favor de la evangelización de los trabajadores y sus mundos; pero para que ese carisma siga vivo es preciso que sus miembros, en especial los militantes, se hagan receptores del mismo desarrollando una espiritualidad cristiana caracterizada por unas notas particulares. Estas notas las podemos reunir entorno a cinco dimensiones que, podríamos decir, definen la identidad y espiritualidad propia de nuestro movimiento. - Espiritualidad EUCARÍSTICA. El amor de Dios, nuestro Padre, se ha desentrañado en la entrega pascual de su Hijo Jesús. Esa entrega de amor se actualiza cada vez que la Iglesia celebra la Eucaristía. Los miembros de las Hermandades reconocemos la Eucaristía como el centro de nuestra vida cristiana. Cada vez que la celebramos, especialmente en el Cenáculo de nuestro Centro, no solo nos hacemos receptores del amor de Cristo, sino que nos comprometemos a ser instrumento suyo allí donde nos encontremos, en especial entre nuestros hermanos trabajadores. Consideramos que la celebración eucarística es la condición de posibilidad de que podamos vivir una vida eucarística, es decir, una vida de entrega al servicio del Reino de Dios. Texto de D. Abundio: Ya Jesús se va acercando a este pan. Jesús de pie tomó el pan, lo bendijo y se le acerco a su pecho y a sus labios y lo rompió. La fracción del pan es también muy simbólica y muy trascendental. Dios te tomó, te bendijo y te partió, es decir, ungió tu vida con el dolor, este es el rompimiento. La fracción del pan es muy simbólica y trascendental. “Vas a ser mío pero antes voy a romperte para que participes de mi Cruz y de mi sacrificio”. Dios se rompió en su acción mesiánica y Dios a aquellos a quienes quiere unir a su acción, les rompe. - Espiritualidad MARIANA-ECLESIAL: La Virgen María escucha, acoge, obedece y engendra la Palabra de Dios: Jesús. La Virgen es la imagen y modelo de la Iglesia. Todos los cristianos tienen a María como madre y referencia de su vida creyente. Los miembros de la Hermandades del Trabajo tenemos una especial devoción a la Santísima Virgen y, por lo mismo, vivimos con una especial intensidad nuestra pertenencia eclesial: nos reconocen hijos de la Iglesia y miembros activos de su misión evangelizadora. Para que esto sea real, queremos tener las mismas actitudes de María respecto a la Palabra y estar disponibles a la voluntad de Dios para servir su proyecto salvador allí donde nos encontremos. Texto de D. Abundio: ¡Qué os sintáis Iglesia! Miembros de una Iglesia total y que de miembro a miembro haya una corriente de simpatía y de amor, porque de otra manera se destruye la Iglesia. El alma de la Iglesia es el Espíritu Santo, Espíritu de amor del Padre y del Hijo. La Santísima Trinidad vive en la Iglesia y su aliento vital es el que la sostiene y eso es Iglesia, la actuación del Espíritu Santo en nosotros […] Jesús se marcha y nos envía su Espíritu. Pero allí en Pentecostés estaba también su Madre que vivió muchos años después que Jesús se marchó, porque hacia falta que una Madre acunara a aquella criatura recién nacida que era la Iglesia. También que en toda tu vida espiritual esté María presente. En tus fracasos, en tus pecados, en tus alegrías y crisis, mira la Estrella, llama a María, que ella sea la orientación y guía de toda tu vida. - Espiritualidad ENCARNADA: Al igual que el Hijo de Dios, por obediencia al Padre y por amor a los hombres, asumió en su Encarnación al ser humano en su totalidad; los miembros de las Hermandades tratamos de asumir las condiciones propias de nuestra vida, especialmente las que se refieren al trabajo. En nuestros ambientes buscamos vivir comprometidos con el Reino de Dios, tratando, con otros, de transformar nuestro mundo desde dentro. En este compromiso encarnatorio buscamos tener una especial cercanía con los más pobres y desfavorecidos. Consideramos la formación como un factor determinante para que esta encarnación sea eficaz; y la Doctrina Social de la Iglesia como una orientación fundamental de nuestro actuar. Texto de D. Abundio: El objetivo especial de la espiritualidad seglar es la consagración del mundo. El mundo ha de ser redimido por la acción personal del hombre. Esto exige un contacto directo y personal con él, un vivir inmenso en el mundo […] La espiritualidad seglar, sin perder su mordiente de renuncia, debe compaginarse siempre con el amplio marco de la convivencia humana y debe suspirar por un noble y ambicioso ideal de superación e influencia social. En resumen, el seglar debe exaltar, estimar y cultivar los valores, dotes y virtudes humanas para la conquista de puestos de responsabilidad. - Espiritualidad ORANTE: La vida del cristiano es una vida filial y, por tanto, una vida vivida en la presencia de Dios, su Padre. Los miembros de las Hermandades del trabajo, unidos a nuestro hermano Jesús, nos reconocemos con él y en él hijos de Dios y queremos vivir nuestra vida en un constante diálogo amoroso con quien sabemos que conduce y provee la historia. No hay acontecimiento en el que Dios no esté, no hay ningún encuentro en el que Él no provea para llevar su Reino adelante. Cada uno de esos acontecimientos y encuentros personales son la ocasión para que los militantes de las Hermandades elevemos nuestros ojos al cielo con la confianza de quienes todo lo esperamos de Él. En nuestra oración, hacemos presente las circunstancias y el destino de nuestros hermanos trabajadores. Texto de D. Abundio: Hagamos de la oración algo muy sencillo, muy espontáneo, nada artificial. Hay que buscar la sencillez, hay que buscar la piedad y la piedad no es más que unas relaciones entre padre e hijo. Hay que sentir a Dios como Padre y sentirnos nosotros como hijos, y vamos como hijos a consultar dudas, problemas, pedir remedios, ayuda, lo que sea […] la oración es la respiración del alma. Ahora bien, hemos de advertir que la oración, más que una de piedad, es una disposición interior. La oración, fundamentalmente, consiste en ponernos en contacto con Dios de donde surgirán afectos de alabanza, petición, acción de gracia, etc. Para orar, pues, no hacen falta fórmulas. El trabajo, las preocupaciones, la agitación de la vida, todo puede facilitar la elevación del corazón de Dios. - Espiritualidad FRATERNA: Por su entrega pascual, Cristo ha sembrado el germen de la fraternidad. Los cristianos, hermanos suyos, hacen de su vida un servicio de la fraternidad allí donde se encuentren. Los miembros de las Hermandades del Trabajo, hacemos de la fraternidad nuestro mayor distintivo. Esta es la razón por la que deseamos acoger y tratar como hermanos a todos aquellos que el Padre nos pone en nuestro camino. El anhelo de fraternidad nos impulsa a implicarnos con nuestros compañeros de trabajo, a compartir su dolor y sus alegrías, para que juntos hacer posible el reinado de la justicia social y que Jesús pueda convocar en torno suyo a los hermanos que el Padre le ha dado. Texto de D. Abundio: Estáis haciendo Hermandad. Por Dios, que nunca perdáis la autenticidad a que obliga esta nuestra vocación apostólica. “Hacer Hermandad” quiere decir practicar en grado heroico la virtud de la caridad fraterna. La caridad es paciente. Hay que aguantar mucho si queréis cumplir con el precepto de la caridad, hay que sufrir y aguantar mucho porque la caridad es paciente […] La caridad es benigna. La benignidad es una tiernísima solicitud para buscar siempre el bien de los demás. La caridad no es ambiciosa, nunca es ambiciosa, nunca busca nada para sí, nunca busca su bien y su provecho, busca el último lugar. SEPTIEMBRE 2015 mas 9 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio Jesús es la clave Por Juan Rico Cuando un ser humano asume la tarea de transmitir consistentemente a sus hermanos el mensaje de Jesús y respaldar ese mensaje con la calidad y autenticidad de una vida acorde con él, se le puede llamar maestro y testigo. El beato Monseñor Oscar Romero, dijo en su homilía del 10 de julio de 1997: “En el corazón de cada hombre hay como una pequeña celda íntima, donde Dios baja a platicar a solas con el hombre. Si cada hombre… entráramos en esta pequeña celda…y escucháramos la voz del Señor… cuánto podríamos hacer cada uno por mejorar el ambiente, la sociedad, la familia en que vivimos”. Los que han conocido y tratado a D. Abundio han quedado ensimismados por una vida sencilla, una personalidad recia que les encandilaba. Un hombre entregado en cuerpo y alma al trabajador sin escatimar su tiempo. Sin buscar su propio interés sino cumplir el proyecto que latía en su corazón con el empuje del espíritu del Señor. Había que llevarlo a cabo y se entregó en cuerpo y alma. Pero ¿dónde está la clave por la que podamos descubrir tanta entrega por los demás? Los que le conocieron, dicen que la sencillez de su persona se correspondía con la sobriedad que caracterizaba su manera de ser. Austero en el más amplio sentido de la palabra. Madrugaba mucho, y tras la oración… el desayuno. No sabemos cómo era y cuánto duraba esa oración. Lo cierto es que no dejaba pasar ocasión para hablar de la oración. Consciente de la responsabilidad de evangelizar a los trabajadores tenía que ayudarles a encontrar a Jesús. D. Abundio leía las obras de Santa Teresa. Admiraba su auténtico espíritu de oración: “No es otra cosa la oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. Y se sabe que el libro lo usó y consultó muchas veces. De ello dan testimonio las anotaciones, con bolígrafo, regalo de la Priora y Madres Carmelitas el día de su primera Misa. Un hombre que hace alusiones al tema de la oración en todas sus formas, pero en especial la de tipo personal, hace pensar lo mucho que la practicó. Hay que pensar que el principal punto de la oración era llegar al encuentro con Jesús. El sacerdocio le debió llevar a plantearse cómo y qué debía hacer para una fidelidad productiva. ¿Cuál fue el proyecto vital de Jesús, (el reino de Dios)? ¿En función de qué y quienes vivió (el Padre y los pobres)? Y la respuesta, a esos interrogantes, no fue otra que su propia vida entregada a los demás. Había elegido el seguimiento de Jesús. Y sabía que lo fundamental era la experien- cia personal del seguidor. Aquel que había bebido de la fuente de la vida debía comunicarlo. Del encuentro con Jesús le quedó la respuesta de Pedro: “Señor, tu sabes que te quiero” (J. 21, 15-18) Y la tomaría como lema para siempre en su vida.La experiencia del amor divino le invita a ofrecer gratis aquello que gratis había recibido. De la abundancia del corazón habla la lengua. Y la experiencia personal será la mejor pastoral, la mejor nueva evangelización. No le había dejado indiferente habiendo liberado un caudal sin fondo de energía y un desvivirse a favor de la vida de los pobres. Así, pues, no es de extrañar que lo que a él le había llenado, tuviera alguna tendencia a comunicarlo. Varias personas que aceptaron su dirección espiritual, y otras a través de tandas de ejercicios espirituales de las muchas que dirigió, siguieron los consejos evangélicos y perseveraron tras su profesión religiosa. Hay que destacar que era una persona de muy profunda vida interior, muy avezado en las profundidades de la oración y propaga su experiencia de Dios. “El fruto del silencio es oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.” (Madre Teresa de Calcuta). Del silencio nace todo lo demás. Don Abundio luchó y logró alcanzar un perfecto equilibrio entre oración y acción. Logró una perfecta síntesis entre estas dos formas de entender la vida. Supo ser el cristiano de una pieza que lo mismo dialoga con Dios que con el mundo. Y así quiso que fueran los militantes de Hermandades del Trabajo, un movimiento apostólico y social. Los militantes han de aplicarse a lo apostólico y social por igual. Los centenares de miles de afiliados era deseable que asumieran este postulado fundamental: apostólico y social, mitad y mitad. Por ello se crearon dentro de Hermandades varios niveles de entrega a la Obra. Si participa en alguna actividad específica accede a los Grupos de Acción. Los dirigentes de Hermandades debían aceptar algunos compromisos en materia de vida de oración, reuniones semanales y otros compromisos tes entregados. Se centró en ello y que en cada Hermandad hubiera un grupo de hombres y mujeres, verdaderamente entregados y dispuestos a la evangelización del mundo del trabajo. Confió en ellos como motor de la Hermandad. La actividad del fundador admiraba a todos. Y siempre la misma pregunta ¿cómo puede hacer tanto? Don Abundio no se cansaba de predicar, no solo con la palabra sino también con el ejemplo. La sencillez y transparencia, tan marcada en el carácter de don Abundio se percibía en Hermandades. Aborrecía la soberbia, la ambición, la prepotencia y admiraba la humildad. “Remedios contra este amor propio: Buscar a Dios en todo, con sinceridad, con franqueza, y si Dios es glorificado aunque tú fracases, bendito sea Dios. Bendito sea Dios aunque yo fracase y me humille, eso es actuar con pureza de intención, eso es buscar a Dios y condenar el amor propio…” Vemos, pues, cómo el fundador, poco a poco, va impregnando del perfume del evangelio a aquellos hombres deseosos de comprometerse en el proyecto. Presentaba el trabajo como medio de santificación personal. Dios le había colocado en ese escenario para ser la “levadura y luz del mundo”. Formaba a las personas en criterios cristianos y urgía la oración personal. Es decir, bajar a la profundidad de su intimidad más íntima, para reunirse con Dios. y que le iluminara la voluntad para decidir. Después, actuar bajo su responsabilidad. “La oración es cuestión de amistad….Lo original del cristiano está en la relación personal que el hombre entabla con Dios; es decir, en la aceptación y compromiso con la persona de Cristo-Jesús. Por eso la oración no es verdaderamente cristiana sino cuando se sale de ella decidido a vivir sinceramente como hijo de Dios, con Cristo-Jesús…Sigue siendo cierto que la esencia de la oración cristiana consiste en el encuentro personal con Cristo Jesús, pero no tanto con el Cristo histórico y personal que hoy vive en el cielo, sino con el Cristo total o místico que vive en el creyente. Una vez más hemos de pensar que la oración se explica a partir de la fe y que la fe no solo es referencia vertical hacia Dios, sino compromiso con la vida en nuestras relaciones humanas… La relación personal con Cristo no es solamente diálogo, es también unificación de sentimientos, de proyectos y de vida; en una palabra es compromiso y acción” (Mensaje 77, Una vida por el mundo del Trabajo – A. Linés, pp, 258-59) Pensaba don Abundio que lo más urgente era contar con cuadros de dirigentes o militan- Obviamente la clave de su entrega a los demás está en Jesús. Sin Él nada se puede hacer. 10 mas SEPTIEMBRE 2015 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio Entrevista a D. Abundio García Román con trozos de vida sencilla... mente A continuación reproducimos la transcripción de un coloquio-entrevista realizada al Siervo de Dios Abundio García Román el día en que se celebró el 40 Aniversario de la fundación de las Hermandades del Trabajo. Esta entrevista se conserva en los archivos de la Fundación en soporte fílmico. La transcripción conserva el estilo verbal; solo se han eliminado repeticiones y se ha puesto en orden algunas expresiones. Con esta publicación ponemos al alcance del gran público un documento que, sin ser inédito, era difícil acceder. Cipriano López: Hoy, 31 de Octubre de 1987, las Hermandades del Trabajo van a celebrar el 40 Aniversario de su fundación. Minutos antes de esta celebración, tenemos la oportunidad de entrevistar a D. Abundio García Román, fundador del Movimiento en España y en América. Nos encontramos en su despacho, en torno a su mesa camilla, cuatro militantes: Pilar Jáuregui, Carmina Quiñones, mi esposa, Cristina y un servidor, Cipriano López Lizarbe. Yo quisiera que esta entrevista fuera algo familiar; que los que aquí estamos, vayamos haciendo y desgranando algunas preguntas a D. Abundio, en este su cuartel general de trabajo. D. Abundio: Para mí, los 40 años de Hermandades sois vosotros, los militantes. Militantes de hoy, unos; militantes de ayer, otros; militantes de antes de ayer, otros. Aquí, son todos los que están, aunque no estén todos los que son. Carmina Quiñones: Padre, a mí se me ocurre preguntarle: ante esta escasez de militantes ¿qué método de los ya utilizados o si se le ocurre alguno nuevo, podríamos emplear para que se unieran a nosotros gente joven, nuevos militantes con savia nueva? D. Abundio: Esto hay que hacerlo partiendo de ellos. Que los mismos jóvenes, formados en el espíritu de las Hermandades en núcleos reducidos, sean los que después infundan, ellos mismos, ese espíritu, a su modo y estilo, a sus compañeros. La persona mayor no es tan propicia para convencer a un joven. Es mejor que sean ellos mismos, los que se comprometan con sus compañeros, los que les adoctrinen, también, los que les acompañen en la tarea apostólica. Claro está que se ha de partir de un grupo inicial, que ha de ser de personas más convencidas, con más experiencia, incluso guiado por personas mayores; pero esto en núcleos más reducidos. Pero después, la labor general ha de ser de ellos mismos. Siempre se dijo que los trabajadores tienen que ser evangelizados por los trabajadores, los intelectuales por intelectuales, los jóvenes por los jóvenes… Creo que este principio sigue siendo exacto hoy día. De momento, acaso, nos falta ese núcleo inicial de la juventud que después extienda su influencia en los numerosísimos jóvenes adscritos a Hermandades. Repito, es necesario fomentar ese número de comprometidos Cipriano: Bueno, yo siempre he mantenido la tesis de que las Hermandades del Trabajo las hicieron los jóvenes; porque hace 40 años, cuando comenzaron la Hermandades del trabajo, las mujeres y los hombres de entonces eran verdaderamente jóvenes. ¿Piensa usted que los jóvenes de esta generación pueden asumir la responsabilidad de una Obra Apostólica para Trabajadores? D. Abundio: Pues para eso hay que formarles, para que sean capaces de responder a la necesidad de extender el mensaje de Cristo entre los jóvenes… Es verdad que la Obra comenzó entre jóvenes. Los primeros ejercicios que yo di a los dirigentes, fueron siempre ejercicios para hombres solteros. Ahí están las fotos que lo acreditan. Eran todos jóvenes, hoy están casados todos. Lo mismo pasó con las chicas, la mayoría eran jóvenes. Después, sí, ellos mismos fueron a actuar sobre otros, un poco más distantes de la Obra y de su espíritu. Los primeros responsables fueron gentes convencidas, con una vida espiritual interior muy exigente. Después, ellos son los que han divulgado y han conquistado los ambientes más alejados Pilar Jáuregui: Padre usted sabe que los jóvenes de ahora están muy preocupados por su porvenir. Hoy es muy difícil situarse. Tienen que trabajar, tienen que estudiar muchísimo. Quizá este sea hoy el principal obstáculo. Porque cuando nos ven, cuando nos hablan, cuando nos preguntan, sienten entusiasmo por conocer nuestras vidas, y que nosotros les digamos como hicimos, lo que hicimos y como nos comprometimos. Entonces, esa preocupación por el apostolado la llevan dentro. Lo que pasa, quizá, es que no pueden comprometerse. ¿No será que los tiempos son muy difíciles? D. Abundio: Hay que aprender un poco de Jesucristo, que es un Maestro en todo. El escogió entre aquella muchedumbre enorme de gente que le seguía, solamente a doce. Después esos doce se fueron por el mundo entero a divulgar la doctrina. Los comienzos han de siempre así, en pequeños grupos de comprometidos, para poder exigirles más y comprometerles mejor. Después, ellos harán lo que hicieron los apóstoles, irán por ahí asumiendo el trabajo, predicando y convenciendo, no tanto nosotros desde aquí. Carmina: Padre, y en cuanto a la organización. Usted, ¿considera válida la de los comienzos: hermandades de profesión y empresa; que puedan agruparse los trabajadores en su centro de trabajo, formando una hermandad de empresa o de profesión, según el volumen de trabajadores de ese centro de trabajo? D. Abundio: Yo siempre he defendido que ese es nuestro carisma, porque hay otras organizaciones que no lo hacen de esta manera, reúnen a grupos de trabajadores, en general. Y hacen su labor, claro está. Nosotros nunca lo hicimos así. Lo hicimos siempre por parcelas de empresa y parcelas de profesión. Siempre se ha visto que los trabajadores han buscado esa cualificación profesional. Ellos quieren sentirse lo que son, y se unen más fácilmente a sus mismos compañeros de trabajo. Por eso, al inicio, fue tan fácil y que en poco tiempo creciera tanto el número de hermandades, porque se comenzó en el surco mismo de las empresas. (Sigue en pág. 11) SEPTIEMBRE 2015 mas 11 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio (Viene de pág. 10) Carmina: Don Abundio, a mí lo que más me gustaría es ver muchísima más gente joven en Hermandades, porque una de las cosas que más me preocupa es América, es decir, nuestras Hermandades en América. Me imagino que allí faltará mucha gente preparada, gente que vaya desde aquí a ayudar a germinar todo lo que en aquellas tierras se ha iniciado; pero ¡falta tanto…! D. Abundio: Se ha comenzado con una misión, una tarea, que en tiempos no supimos realizar, que es la de las casas de Hermandades por barrios. Entonces comenzamos, pero no acertamos…, por lo que fuera. Yo hoy lanzo el reto a nuestro Centro de Hermandades. Ya lo he lanzado varias veces a los jóvenes y también a los mayores: que cuiden mucho esas casas, y de ahí, en conexión con la central de Hermandades en Juan de Austria. En las barriadas si hay más gente joven. Madrid, está envejecido en el centro, pero está rejuvenecido en las periferias. Por eso hay que ir allí a buscarles. Yo creo que sí, que de esa manera nos podremos acercar a los jóvenes… Es más hasta tengo el sueño de que el año 92, quito centenario del descubrimiento de América, también nosotros podamos presentar nuestro continente, continente de gente joven de Hermandades, unidos, es verdad, unidos. El continente no disgrega, sino que une. A diferencia de los archipiélagos que disgregan. No es igual. Ya digo, este es el reto que yo he lanzado a nuestro Movimiento y que de momento creo que es acertado para trabajar. Dios quiera que el año del Descubrimiento descubramos esa nueva faceta nuestra, de ver qué es la conquista del descubrimiento de la juventud obrera y trabajadora. Pilar: También es verdad que, por ejemplo, los sábados, cuando nosotros volvemos de El Espinar, sobre las seis de la tarde, esta casa está llena de gente, hay muchos jóvenes. Unos están en la Central, trabajando o divirtiéndose; los otros, con los monitores, se están preparando para las colonias infantiles; y otros están en la Coordinadora de Juventud. Y todos están aquí trabajando. La casa vacía de mayores y los jóvenes están solos. Está toda la Casa llena de jóvenes. Lo que pasa es que les falta el compromiso. El querer comprometerse. D. Abundio: Falta el núcleo de contagio de jóvenes. Y en los últimos años, por desgracia, no han tenido consiliario. Porque, aunque el consiliario no es el principal factor, ni mucho menos, es imprescindible… Aunque el Concilio nos dice que los movimientos católicos son de seglares y tienen que ser “secularizados”, a los curas nos admiten como compañeros de viaje. Y, en efecto, sin ese cura de compañero de viaje no se puede caminar en el plano apostólico… Les ha faltado eso… Tenemos en perspectiva el nombramiento de un consiliario para la juventud de Hermandades. Creo que vamos a comenzar esta nueva era de conquista de la juventud Cipriano: Se ha tocado un tema que creo que es muy importante. Es el tema del compromiso. Hoy nadie se quiere afiliar a nada. No se afilian políticamente, tampoco se afilian sindicalmente…, hay pocos grupos de empresa, poca comunicación en la empresa. La sociedad se va haciendo más independiente. Ya ni se saluda uno con las personas de su propia casa al subir en el ascensor… D. Abundio, ¿cree usted que con esta sociedad se puede hacer un apostolado con los moldes y el espíritu con que se realizaba en los años anteriores o, por el contrario, hay que cambiar ese molde de apostolado? D. Abundio: Yo no me atrevería a repetir lo que hice hace 40 años, yendo a las empresas y reuniendo allí a los trabajadores. Primero porque no me admitirían… Por tanto, ese molde ha cambiado por necesidad. Pero hay otros moldes claro está, y esos moldes hay que desarrollarlos. Es verdad que el mundo de la increencia ha aumentado mucho y sobre todo en España. De una sociedad católica, cristiana, se ha pasado a una sociedad donde abundan los ateos y los agnósticos, la gente indiferente… Por eso hoy lo que se pretende es crear pequeños grupos, comunidades de base que sean como fragmento y levadura. No se puede hablar de multitudes. No es el momento. Hay que hablar de pequeñas comunidades de base que se hagan y, después, que fermente el todo. Aquí hay que pensar, como ha dicho Pilar, que hay muchos jóvenes. Aquí, a lo largo del día, pisan la casa de Hermandades, acaso, unos mil jóvenes. Entre deportes, clases de formación profesional, cultura y arte, muchos, muchos; pero comprometidos hay menos. Falta el núcleo inicial de ese compromiso, faltan los apóstoles de la juventud que han de ser ellos mismos. Cipriano: Visto el panorama, ¿quiere darnos una consigna para esos jóvenes que hoy no están en las Hermandades, esos que ni siquiera las conocen, esos que todavía no han tenido la fortuna de pasar una vez por Juan de Austria? D. Abundio: A esos hay que buscarles donde están, hay que ir por ellos y atraerles. Por la simpatía, por el cariño, con otro recursos y alicientes, pero atraerles. Hay que atraerles y una vez aquí dentro, en Casa, ya es mucho más fácil la conversión y el convencimiento. Hay que salir a la calle y pisarla para traer a esa juventud que está hoy en día tan alejada de la idea religiosa. Cipriano: ¿Considera que la idea religiosa está alejada en general de la sociedad española en estos momentos? D. Abundio: Se ha perdido, aunque no todo. Como sabemos, España tiene raíces católicas seculares, pero en fin, hoy día ha aumentado la increencia en España. Son datos científicos, completamente avalados. Por eso hace falta hacer mayores esfuerzos para que esos que se han ido y los otros que nunca fueron vayan viniendo. Contamos con la Gracia de Dios y la inspiración del Divino Espíritu. Al fin y al cabo es Él el que, como alma de la Iglesia, busca siempre el crecimiento de su obra. La Iglesia no es obra de hombres, es obra de Dios. Cristo vino a fundar su Iglesia. Cristo está comprometido con su Esposa que es la Iglesia. Hay que ser optimistas, pero bajo el prisma siempre del criterio sobrenatural. Carmina: Padre, yo me pregunto si es que no sabemos hacer atractivo la figura de Jesucristo en el mundo de hoy. Para nosotros tuvo un impacto tremendo esa figura: Camino, Verdad y Vida. La fuimos asimilando y la fuimos haciendo nuestra, y nos fuimos admirando y enamorando de todo lo que supone el mensaje de Jesucristo y su misma persona. Sin embargo, nosotros, hoy, por nuestra forma de comportarnos, de actuar en la sociedad, en la familia… ¿es qué no lo sabemos dejar traslucir?, ¿no sabemos presentarles la figura de Jesucristo? D. Abundio: Siempre se ha dicho que los dos medios apostólicos son la palabra y el testimonio. La palabra hay que encontrarla donde está, que es en el Evangelio. El que medite el Evangelio, termina enamorándose de Jesús. Y después rubricar todo eso con nuestro testimonio; que la gente al vernos se sienta atraídos por esa Verdad que profesamos. Pero nunca debemos olvidarnos de que la fuente está en el Evangelio. Hay que estudiar esa figura, hay que meditar esas verdades y hay que enamorarse de Jesús para después ir por ahí predicando como locos su mensaje. Los santos fueron siempre un poco locos, locos de su Evangelio. Si queréis un poco estrafalarios, pero siempre obsesionados con la predicación de la figura de Cristo. Cipriano: Bueno, verdaderamente, esta charla, que podríamos decir charla de café, aunque sin tazas sobre la mesa, ha durado muchas más horas. Aquí solo hemos hecho un pequeño montaje de unas cuantas ideas sobre la situación actual, la sociedad, las Hermandades y el futuro también de las Hermandades del Trabajo hacia América. 12 mas SEPTIEMBRE 2015 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio Testimonios D. Abundio García Román fue un hombre carismatico, que dejó impronta en muchísimas de las personas que trató durante su vida. La humildad, el cariño, la sabiduría y esa manera tan característica de llevar a Jesús a la primera línea, se ganaba la admiración y la lealtad de los que le conocían. Sacerdote en primer lugar, comprometido con el mundo del trabajo, íntegro y ejemplo de ese compromiso, se apoyaba y recomendaba la formación y la actualización para cada uno. Aquí puedes leer algunos testimonios, ejemplos de esa huella que dejaba impresa, para siempre, en las personas con quienes trataba. Tuvo siempre muy claros los fines de lo que acabó concretándose desde 1946 en las Hermandades del Trabajo: La evangelización del mundo del trabajo por su conocimiento de Cristo y su seguimiento. La concienciación de la comunidad cristiana sobre la dimensión social del evangelio. Y la transformación de la sociedad eliminando las desigualdades injustas por la acción del mundo del trabajo. ¿Cuál fue el perfil humano que don Abundio dio al militante-levadura de las Hermandades? Voy a correr el riesgo de describirlo: Hombre de acción, y en parecida medida de espiritualidad cristiana. En constante formación y actualización. Profesional modelo e íntegro. Comprometido cristiana y socialmente por la Iglesia y por los trabajadores. Por los avatares que le condujeron a la fundación de las Hermandades del Trabajo, supo don Abundio que su misión consistía en acompañar a los trabajadores, que se sentían desorientados y abandonados a merced de ideologías y praxis antihumanas. Así es que cuando el Movimiento por él fundado apuntó hacia América no se lo pensó dos veces y puso manos a la obra para que el carisma de las Hermandades tuviera “Don Abundio es- presencia física y expresión teológica en aquellas latitudes. Su deseo era proponer y facilitar, a los trabajadores de los timuló el ejercicio diferentes países de América, el encuentro liberador y salvador con Cristo trabajador –verdadero Dios y verdadero de las aptitudes y hombre pobre–, artífice de la vida buena y de la convivenvocaciones perso- cia fraterna. Le guiaba la convicción de que el anuncio que Hermandades hacía de la entrega y la expiación del trabanales: cada cual a jador de Nazaret, podía prender entre los trabajadores de la actividad que aquellas tierras hermanas. Desde sus comienzos, en Hermandades recayó en los seglares la responsabilidad de gobierno, gestión e iniciativa, mejor le va.” con su consiguiente libertad. El sacerdote tuvo, y tiene, coEste relato intrahistórico del proceso fundador de las mo misión la de animador y guía espiritual. Don Abundio Hermandades en América alentado por don Abundio, pone estimuló el ejercicio de las aptitudes y vocaciones personales: cada cual a de manifiesto los esfuerzos humanos –los económicos se dan por supuesla actividad que mejor le va. En esta línea son numerosos los casos de to– que supusieron la creación de los Centros de las Hermandades en los quienes fueron «rebajados» de actividades para seguir estudios adecuados diferente países. Ciertamente, no fue fácil proclamar y proponer un sentia su caso, incluso con apoyo económico de Hermandades; a veces en cendo trascendente en unos mundos tan diversos, aunque todos fueran de tros universitarios. trabajadores, pero el deseo de llevar el Reino de Dios y de acercar a Cristo (Alfredo Marugán) a esos hermanos era tan grande que todo esfuerzo se daba por bien empleado con tal de que se alentara la justicia social, prendiera la fraternidad En el II encuentro Hispano Americano celebrado en Madrid del 06 al 22 cristiana y se abriera el horizonte a la esperanza en la Vida que Dios quiede Octubre de 1989, Don Abundio se sentaba adelante en las primeras re dar a sus hijos. butacas del lado izquierdo del Auditórium y yo me sentaba en las butacas de la tercera fila del lado derecho. El día 16 de Octubre por la noche en mi Sin duda, aquí compromiso evangelizador y vida interior van de la habitación me quede viendo una película hasta muy tarde y dormí poco, mano. Sobre este aspecto don Abundio insistía mucho. El sabía, por proal día siguiente ingrese al auditórium y me ubique un poco atrás por tepia experiencia, que la misión sólo es vivida como tal cuando se recibe mor a quedarme dormido. A los pocos minutos ingresó Don Abundio y me una y otra vez de Dios en una conciencia abierta por una vida espiritual vio y se acercó a saludarme. Yo le dí el encuentro y se sentó a mi lado y intensa. Y a su vez, la misión depura al ser humano y su espiritualidad entablamos una conversación muy amena. Y cuando se iba a dar inicio a porque le hace trascenderse y le da una conciencia amorosa y digna, calas conferencias se dieron cuenta que Don Abundio no estaba presente y paz de percibir con más nitidez la realidad. No les cabe a los militantes se preocuparon mucho y comenzaron a buscarlo, hasta que lo ubicaron de Hermandades mayor sentido de la vida porque les proyecta a un fudesde el estrado y vinieron a llevarlo. Le dijeron “lo hemos estado buscanturo mejor. do, Ud. tiene que estar sentado adelante”. Él respondió “yo estoy bastan(Antonio Martín) te cómodo acá en compañía de Óscar”, “pero Ud. tiene que estar adelante, en su lugar de siempre, Ud. es el anfitrión”, le replicaron y él respondió “bueno vamos, pero tiene que haber un lugar para Óscar porque va conDesde mi perspectiva actual, veo a D. Abundio como un generador de migo”. “Sí hay lugar para él, no se preocupe”, le respondieron. Y yo me ideas, ayudado por personas emprendedoras que no se quedaron inmóvisenté a su lado. Me quedé muy sorprendido y emocionado de que en tan les ante la perspectiva del fracaso, sino que, con mayor o menor acierto, poco tiempo de conocerme me tomara un gran aprecio y mucho cariño. Esemprendieron las acciones que llevaron la alegría a cientos de personas en te acontecimiento creó una gran alboroto, pero al localizarlo todo se tranaquellos años. quilizó. Yo le tengo una gran admiración y respeto, lo tengo muy presente en las celebraciones de nuestros Cenáculos. Una de esas ideas, tras hacer viviendas, la cooperativa, la central del (Óscar A. Carrillo Benites) ahorro popular, las piscinas, fue la de crear unas residencias para que los hombres y mujeres trabajadoras pudieran descansar quince días. Fruto de Por otro lado, junto y a la vez que este Abundio incansable y activo, por ello surgieron las residencias de El Espinar, de Cambrils, de Málaga, de Chidecirlo de alguna manera, hay otra faceta suya todavía más acusada: Una piona, de Benicassim o de Palma de Mallorca. Pero la tarea quedaba inconvida consagrada, dada con total prioridad a la oración, a su vida interior. clusa, porque había cientos de niños y niñas, que por los trabajos de sus Un entusiasmado de su sacerdocio, convencido de que lo más importante padres no podían veranear y había que hacer algo. Con un grupo de chaque puede hacer un creyente es su oración, poniendo especial énfasis en vales que no llegaban al centenar y con unos seminaristas, se los llevaron el posesivo ‘su’. Un hombre que cada día profundizaba más en su fe en la a El Espinar en 1965. La experiencia fue tan buena, que repitieron al año esperanza y en la caridad, y que se sabía profundamente amado por Dios. siguiente en Chipiona. (Alberto Linés) (Fernando J. Cortiguera) SEPTIEMBRE 2015 mas 13 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio SOBRE EL NUEVO PAPEL INTERNACIONAL DEL SINDICALISMO Por Antonio Molina Schmid Pienso que los sindicatos deben dar respuestas nuevas, mucho más internacionales. Estoy convencido de que las movilizaciones sociales deben plantearse mucho más el contexto de la Unión Europea, que es donde ahora se marcan las pautas del Derecho Laboral. Frente a esto, me parece que el sindicalismo español y, en general, el que se sigue practicando en los Estados miembros de la UE sigue siendo muy "provinciano" y centrado en cosas tan concretísimas como el cobro de la paga extra completa de los funcionarios. Importante, pero muy lejos de influir para que el modelo de relaciones laborales europeo, en vez de favorecer a los ricos y poderosos, responda a las exigencias de la Doctrina Social de la Iglesia… Para Jürgen Habermas, la institucionalización jurídica de la negociación colectiva laboral, como diálogo social entre sindicatos y patronales, constituyó la base de la política reformista que posibilitó la pacificación socioestatal del conflicto de clases1. Se trata de una afirmación del conocido filósofo y sociólogo, que me parece muy impactante por lo que implica. Esta frase aparece citada en un libro sobre ética social titulado “Das Kapital”, que fue publicado, en el año 2008, por el Cardenal Reinhard Marx, Arzobispo de Munich y actual Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana. Además, Marx es uno de los ocho cardenales elegidos por el Papa Francisco para conformar el Consejo de Cardenales, que busca ayudarle en el gobierno de la Iglesia y reformar la Curia Romana. (El Cardenal Marx, jugando con la coincidencia de apellidos con Carlos Marx, el padre del Marxismo, tituló su libro igual que la más conocida obra de éste, para llevar a cabo un análisis crítico del Marxismo, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia. Entre otras cosas, el Cardenal Marx, a pesar de las similitudes que también constata, expone las diferencias irreconciliables entre Marxismo y Cristianismo.) Según yo entiendo la frase de Habermas, significa que, sin movimiento sindical, Europa no habría podido desarrollar el modelo de Economía Social de Mercado, que tanto bienestar social ha llegado a producir. A través del movimiento sindical que, según el citado libro del Cardenal Marx, pudo desarrollarse con tanta fuerza gracias a la Doctrina Social de la Iglesia, se dignificó el trabajo y nació la “burguesía del trabajo”. De este modo, se superó el modelo del otro Marx, Carlos Marx, que se basaba en un conflicto irreconciliable entre capital y trabajo, entre burguesía y proletariado. Pero ahora nos encontramos en una grave crisis del modelo de Economía Social de Mercado. El escandaloso desempleo y la creciente diferencia entre ricos y pobres, generadores de insatisfacción política y de violentas corrientes antisistema, nos dicen que las cosas no pueden seguir así. Siguiendo la línea de pensamiento que se recoge en el citado libro del Cardenal Marx, podemos constatar que nos encontraCardenal Reinhard Marx, Arzobispo de Munich mos en una nueva fase de los Estados individuales, como España, que es el la Historia, distinta de aquella previa a la consprincipal trabajo que siguen desarrollando los trucción del modelo de Economía Social de Mersindicatos europeos, sin dejar de tener su imcado. Por llamarla de alguna forma y citando en portancia, no tiene capacidad de generación de todo esto muy libremente al Cardenal Marx, pocambio. Y es que la competencia internacional, dríamos denominarla “Globalización Desregulaque es la que ha creado la globalización del cada”, régimen bajo cuyos males estamos sufrienpital, que no del trabajo, que suele ser local, es do la actual crisis económica. también la que ha producido, por un lado, un empeoramiento sustancial del bienestar de la Y es que, volviendo al Carlos Marx del Marclase asalariada en el mundo occidental y, por xismo, cuyo análisis de la realidad, según el Carotro lado, también un incremento de la diferendenal Marx, fue, en gran medida, visionario, el cia entre ricos y pobres, en los países desarrollarégimen capitalista posee un carácter internados, pero también en los países en vías de decional y la red del mercado mundial terminaría sarrollo. devorando a todos los pueblos. En este sentido, Carlos Marx pensaba que la burguesía arrastraPor todo lo dicho, es por lo que pienso que, en ría a todas las naciones, a la fuerza, a su “civilimi modesta opinión, para ser fieles al legado de zación”, hasta a las naciones más bárbaras, graD. Abundio, debemos reflexionar seriamente socias al rápido perfeccionamiento de los medios bre el papel del sindicalismo. Apoyar, en la mede producción y los infinitamente mejorados dida de nuestras posibilidades, la movilización medios de comunicación… social internacional, con fuerza y energía, pero sin renunciar al mensaje del Evangelio. En caso Consecuentemente, pienso que, en interés de contrario, si todo sigue igual y continúa el crecila paz en la tierra y de la Justicia Social, el sindimiento de la injusticia social, tendremos que tecalismo tiene ahora un nuevo desafío, como es mer que se termine buscando la solución a trala domesticación de la globalización económica. vés de la violencia. Y la violencia siempre es un Por tanto, entiendo que no es suficiente insistir gran fracaso, ya que siempre genera maldad y en planteamientos antiguos, sin buscar soluciosufrimiento. nes internacionales, sobre todo, en el seno de la Unión Europea. Me parece que el sindicalismo 1 “Die rechtliche Institutionalisierung der Tarifautosólo local o nacional ha dejado de tener sentido. nomie ist zur Grundlage einer reformistischen Politik La colectivización, como elemento clave del diágeworden, die eine sozialstaatliche Pazifisierung des logo social y de la negociación colectiva laboral, Klassenkonfliktes herbeigeführt hat.“ (Habermas debe plantearse en un plano internacional. Me 1981, Bd. 2, 510) parece que la mera reivindicación “local” ante Foto Wolfgang Roucka - Erzbischöfliches Ordinariat München Partimos de la base de que D. Abundio le daba una gran importancia al sindicalismo y de que las Hermandades deben ser fieles a su legado. Pero puede que ya no sea suficiente con un sindicalismo tal y como existía en el pasado. Puede que, en el nuevo contexto de la Unión Europea y de la Globalización, el sindicalismo deba cambiar. 14 mas SEPTIEMBRE 2015 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio Don Abundio en la memoria Por Carmen Arroyo Molina Entrevista realizada a Fray Carlos Romero, consiliario de Hermandades de Córdoba, con motivo de la publicación de un número extraordinario del periódico M.A.S. dedicado a don Abundio, en septiembre de 2015, al conmemorarse el XXV aniversario de su muerte. Don ABUNDIO fue ‘’un santo para el mundo del trabajo’’. “Como sacerdote, es ejemplar su preocupación por la evangelización de los hombres y mujeres del amplio mundo laboral. Vivió obsesionado por la promoción humana y la formación cristiana de los trabajadores. Con su austeridad y total entrega a los demás, fue un hombre de oración, con plena confianza en la providencia. Desde su humildad y autoridad moral, fue para quienes lo conocimos un Evangelio vivo’’. Así se expresa respecto al sacerdote, Abundio García Román, el fraile dominico, Carlos Romero, en la entrevista que concede al periódico MAS para dar testimonio del conocimiento personal, la admiración y la gratitud por la vida y apostolado del fundador de Hermandades del Trabajo con motivo del XXV aniversario de su fallecimiento. El padre Carlos Romero, consiliario de Hermandades de Córdoba desde su fundación, en 1956, es una de las personas vivas que puede aportar una experiencia más directa sobre la vida y obra de don Abundio García Román. El dominico fue un colaborador muy cercano y su primer sucesor como consiliario nacional. Este cargo lo ocupó durante 10 años, entre 1978 y 1988, coincidiendo con la última década de vida de don Abundio. Antes, con motivo de la fundación de Hermandades en Córdoba y de su posterior expansión en toda Andalucía, fray Carlos recibió su reconocimiento en una dedicatoria que plasmó en las siguientes palabras: ‘’A nuestro simpático Consiliario y Delegado Diocesano del Consejo de las Hermandades, para que siempre nos quiera y nos propague por tierras andaluzas’’. Asimismo, la confianza que don Abundio delegó en él dejando en sus manos la dirección espiritual de la organización nacional quedó reflejada en otras frases especialmente significativas que aparecen en la dedicatoria del libro ‘’Hermandades del Trabajo, camino y testimonio’’: Un hombre santo. Por motivos de fe y por fidelidad a un compromiso vital. Lo contrario a materialismo interesado. Era sencillo, humilde y una persona muy identificada con los pobres. Caritativo en los aspectos personales, pero justo en sentido solidario. Entendía la fe como acción constante y eficacia en la obra. Tenía un elevado afán por la Justicia, entendida como lucha por lograr una vida mejor para la gente. Y esa batalla tenía, y tiene, un especial significado porque la libró en una época en la que los obreros no tenían qué comer y contra un sistema laboral que no permitía una existencia digna. Su intensa y polifacética actividad pastoral siempre estuvo ligada a su profunda vocación social, que culminó con la fundación de su obra, Hermandades del Trabajo, a la que dedicó más de 40 años de su vida. - ¿A qué se refiere cuando habla usted de intensa y polifacética actividad pastoral, ligada a su vocación social? Cuando terminó la guerra, después de haber salvado la vida de manera “providencial”, aún como joven sacerdote, don Abundio volvió a su intensa actividad pastoral: reanudó las clases en el Seminario, la atención a varias comunidades religiosas y los ejercicios espirituales. También pasó muchas horas en el confesionario y dedicó mucho tiempo a la dirección espiritual de muchas personas, especialmente jóvenes. Los primeros años de la década de los cuarenta se decanta su verdadera vocación social: se inicia la Confederación de Trabajadores Cristianos (CCTC), que no llega a prosperar por la oposición de la Organización sindical del régimen político dominante. En 1944, fue nombrado Consiliario para la Acción Católica del Trabajo y asesor provincial eclesiástico de los sindicatos, desde la que promovió la “Voz de Cristo en la Empresa”. Y, aunque la animadversión que esto le granjeó por parte de las jerarquías sindicales le supuso un verdadero vía-crucis, es un enorme gozo espiritual releer los esquemas de sus charlas y homilías, simples frases, generalmente, escritas en papeles sueltos y a lápiz. Sus intervenciones ministeriales tuvieron gran prestigio por aquella época. El santo José María Escrivá también le requirió para impartir clases de latín y como confesor y director de retiros de jóvenes que se preparaban para el servicio sacerdotal en la Obra. ‘’A mi buen amigo, fray Carlos Romero, que nos vio nacer y por tantos caminos anduvimos juntos’’. - ¿Hermandades fue la gran obra de don Abundio? ‘’Sirvan estas líneas como obsequio de agradecimiento por toda tu labor entusiasta a favor de las hermandades. Siempre fuiste para nosotros esperanza de expansión y garantía de identidad’’. La década de los cuarenta culminó con la fundación de su gran obra: Hermandades del Trabajo, a las que dedicó más de cuarenta años de su vida. Sin duda, son su gran aportación a la Iglesia y al mundo del trabajo, donde dejó los mejores testimonios de su coraje emprendedor, de su ca- - ¿Quién fue para usted el padre Abundio? tegoría humana, de su incuestionable vocación sacerdotal y múltiples evidencias de su santidad, que espero sea pronto reconocida oficialmente. El decreto fundacional de las Hermandades se firmó el 16 de julio de 1947, como “instrumento primero de apostolado en el mundo del trabajo”. A ello se llegaba después de un sinfín de tentativas, reuniones, encuentros y desencuentros de los distintos grupos y cristianos, inquietos por el alejamiento de las grandes masas de trabajadores de Cristo y de la Iglesia. El tesón y clarividencia del ya maduro sacerdote Abundio García, fue encontrando poco a poco respaldo en la jerarquía eclesiástica. El obispo auxiliar, don Casimiro Morcillo, veía la urgencia de “algo nuevo” y el consiliario nacional de la Acción Católica, Monseñor Vizcarra, instaba a crear “algo distinto”, porque el movimiento masivo que se proyectaba no encajaba jurídicamente en ninguna de las organizaciones religiosas existentes. A don Abundio, que por entonces conseguía el título oficial de Graduado Social, y había demostrado ya sus capacidades organizativas, le encargaron “el molde”. Y desde los primeros pasos fue el “hombre de las Hermandades”. Con todo, durante toda su vida se resistió a aceptar el título de “fundador”. Usaba subterfugios, intentando ampliar la idea fundacional a un grupo de colaboradores seglares, e insistiendo en reducir su papel a mero ejecutor de las sugerencias jerárquicas, que él mismo reconocería después que no pasaron de “facilidades verbales”, dadas las contrariedades que fue encontrando desde el primer día en todos los sentidos. Podríamos decir que siempre se encontró aceptado en su persona y en su idea, pero no respaldado y apoyado. Pese a su constante actitud de sumisión y respeto a la jerarquía, que a veces le resultó excesivamente dura, repetía habitualmente: “Prefiero equivocarme con mi obispo que acertar solo” o “No se debe hacer nada sin el Obispo”. - Sin embargo, siempre defendió, frente a la jerarquía eclesial, la independencia y libertad de las Hermandades.... D. Abundio demostró siempre una clarísima actitud de pertenencia, en la libertad, dentro de la Iglesia. En su trascendental alocución de apertura de las primeras jornadas nacionales de estudio, celebradas en septiembre de 1965, así lo dejó patente: “pese a que por derecho no somos jerárquicos ...” “El Movimiento de las Hermandades del Trabajo, según su propia estructura, no es jerárquico, en el sentido estricto o directo, y esta condición peculiar favorece grandemente su mayor y mejor libertad de acción y desenvolvimien- SEPTIEMBRE 2015 mas 15 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio to en las tareas de orden temporal. Aceptamos la responsabilidad que esta mayor libertad nos impone”. - Hermandades está hecha a su imagen y semejanza ¿Tiene su impronta? Durante más de 40 años de dedicación, prácticamente en exclusiva, a su obra, la impronta de su forma de ser, su estilo de vida personal, su claridad de ideas e inquietud social, el amor por encima de todo a la Iglesia, a su sacerdocio y al mundo obrero se han ido reflejando de manera evidente en la ideología, la estructura orgánica, el fondo y las formas de evangelizar, aceptando, por supuesto, todas las evoluciones que han ido imponiendo los tiempos. ‘’UNOS POR OTROS Y DIOS POR TODOS’’ - Hermandades ¿rompía moldes en el seno de la Iglesia católica? Evidentemente, y el tiempo ha venido a demostrar que lo eran y lo tienen que seguir siendo, porque rompieron unos moldes jurídicos, que luego se han considerado inadecuados, por muchos otros movimientos eclesiales, pero, sobre todo, porque su proyección apostólica quería ir a toda la masa trabajadora, no a unas minorías de élite; no pretendía ser obrerista, sino abarcar a todos los trabajadores del amplio mundo laboral: rompía con la separación por sexos y edades: no se sectorizaba por ramas; y, sobre todo, porque ampliaba su misma finalidad, saliéndose del clásico objetivo espiritual, religioso o cultual, propio de las asociaciones existentes, para entrar de lleno en lo social como parte del mismo fin y elemento esencial de su afán evangelizador. Tanto es así que la ubicación de sus distintas Hermandades no se radicó en las estructuras parroquiales, sino en las empresas o sectores profesionales, como base de su afiliación y actividad apostólicosocial. Quiero pensar que nuestro fundador intuyó, ya en 1947, lo que años después se ha definido como la “misión total” de la Iglesia. En cualquier caso, fue un anticipo a la doctrina de la “Populorum Progressio” y al “aggiornamento” del Vaticano II. Una “obra” que surge del carisma personal de un sacerdote excepcional, rodeado de hombres y mujeres del mundo obrero. No inventada desde las altas instancias jerárquicas. Dejó siempre claro que no pretendía hacer un sindicato, ni una sociedad mercantil, ni una mutua de beneficencia. Por ello, situó en el frontis de todas sus obras y publicaciones el lema de los antiguos gremios medievales: “Unos por otros y Dios por todos.”. - ¿Cuál era el objetivo, la misión? El objetivo, la idea casi obsesiva del fundador, estuvo siempre meridianamente clara: “buscar el encuentro de los trabajadores con Cristo”. Por encargo reiterado de don Abundio, las Hermandades, desde sus comienzos, han entendido su “misión”, su “mandato”, como la “liberación total del trabajador mediante su conversión a Dios y al compromiso de fe en Cristo”. Pretendía que las masas trabajadoras salieran de la degradación moral, desterrando la entonces llamada “apostasía”. Y, además, la superación progresiva de toda lacra humana y de toda opresión e injusticia, a través del desarrollo integral de la persona. La recuperación de la propia dignidad era el objetivo final, que capacitará a cada persona para luchar por la continua reforma de todas las estructuras de pecado. ‘’Mirada, oración y acción’’ Este es mi programa: que mires lo que pasa en el mundo y te conmueva. Que te duela el mundo... Después, pedid mucho al Señor por lo que pasa en el mundo. Y, finalmente, ayudad cuanto podáis. Poned vuestras manos a disposición de alguna obra. Que siempre os encontréis comprometidos con el mundo. No basta la oración. Hay que pasar a la acción. Son tres pasos a dar. Mirada, oración y acción. Octubre, 1989.Encuentro Hispano-Americano - ¿Cuál era su método de trabajo? Para abrir una casa de Hermandades sólo necesitaba o exigía “un local, un sagrario y un grupo apostólico”. El grupo apostólico fue su verdadera niña mimada, lo que más cuidó, cultivó y trató siempre de promocionar, como motor de perseverancia de los militantes, verdadera fuerza de choque de toda la acción, el sostén de la estructura orgánica. “Una hermandad será lo que sea su grupo apostólico”, como eficiente núcleo incrustado en cada empresa y en cada tipo de profesión. Además, reclamaba “indispensablemente” de cada militante un compromiso temporal que justificara su pertenencia al grupo apostólico. En este sentido, son muy elocuentes sus palabras en las primeras jornadas nacionales de estudio, celebradas en 1965: “Porque tan sólo los que se comprometen podrán conseguir que el orden económico y político, la convivencia entre los hombres, la cultura, la ciencia, el deporte, etc., sean instrumentos de elevación espiritual y puedan servir al hombre para alcanzar el fin sobrenatural, que es la meta que trata de conseguir la evangelización”. “Hagámonos más sociales, para poder lograr también ser más apostólicos”. “Lleguemos a la puerta de la acción sindical, donde ya, como Hermandades no debemos penetrar. Pero no haremos poco llevando de la mano a nuestros afiliados hasta el mismo umbral del sindicato, para dar la batalla, con formación y estilo propio y poderla ganar”. Posteriormente, en 1988, en un encuentro de consiliarios en El Espinar, lo diría aún más claro: “Yo pediría a todo militante que volcase la presencia que le pide la jerarquía en los ámbitos siguientes: la empresa en que trabaja, la Hermandad donde milita, la barriada donde vive, el sindicato donde debe encuadrarse y la sociedad política donde se mueve”. - Y, por último, como resultado de esa acción ¿cuáles fueron sus obras sociales concretas? Siempre prefiero hablar de lo que somos que de lo que hacemos. Desde los comienzos, defendió que no podía haber una Hermandad o centro de Hermandades sin alguna obra social. “Lo que piden hoy la necesidad de la Iglesia, el ambiente social y el pueblo son obras, obras tangibles, obras visibles. La gente está aburrida de lo abstracto y platónico. Quieren realidades concretas. Si no hay hechos concretos, iniciativas útiles, obras conocidas, servicios estimados…, esa institución o centro está en vísperas de morir”. Editorial del MAS, enero 1963. Entregó siempre la responsabilidad de las grandes obras y servicios sociales que ofreció Hermandades a los seglares, en quienes confiaba plenamente. Respetó sus iniciativas y resoluciones, aún en los casos en que, posiblemente, él hubiera hecho las cosas de otra manera. En una actitud poco frecuente en los fundadores de organizaciones de la Iglesia, en vida y en pleno uso de todas sus facultades renunció a la consiliaría diocesana del centro de Madrid y poco después a la nacional, cediendo la designación de su sucesor a la libre elección de los miembros del Consejo Nacional, sin ingerencia alguna por su parte. En ambos casos fue tremendamente respetuoso con las personas designadas y sus decisiones, limitándose, en su humildad, a proponer que le aceptaran como simple capellán. Así fue cerca de una década. - ¿Qué representó don Abundio para las Hermandades de Córdoba? Don Abundio dio un apoyo incondicional a las Hermandades de Córdoba. Venía mucho, sobre todo en los momentos difíciles. Sin embargo, no estuvo en los momentos más brillantes, por ejemplo en la inauguración de las instalaciones deportivas del Fontanar. Pero si presidió la eucaristía en el entierro de Carmelita Romero, la presidenta inolvidable. Su humildad le impedía estar presente en los momentos en los que consideraba que su persona restaba protagonismo a otras que, en su opinión, merecían más el reconocimiento a una obra concreta. Precisamente, fue al terminar el entierro de Carmelita Romero cuando me insistió en que aceptara la Consiliaría Nacional, que se elegía por votación, pero de entre una terna de candidatos. Finalmente, resulté votado por unanimidad. D. Abundio García Román murió en Madrid el día 30 de noviembre de 1989. Sus últimas palabras fueron: ‘’Presencia, presencia en todo el mundo’’. 16 mas SEPTIEMBRE 2015 SEPTIEMBRE 2015 mas 16 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio “Teníamos que ir a América” Por María José Plaza América nos llamó y América nos ha encontrado. Sonaba allí un vacío donde encajó nuestro molde. Teníamos que ir D. Abundio García Román Este artículo quiere reflejar, de manera no exhaustiva, tanto los periplos de nuestro fundador en tierras americanas como en las inquietudes que le motivaron para emprender este lance. Para ello, hemos tenido presente la información enviadas por los distintos centros de América sobre sus inicios y los capítulos dedicados a Hermandades del Trabajo en América de los libros Camino y Testimonio (1987) y Abundio García Román, Una vida para el mundo del trabajo (1997), ambas obras editadas por Hermandades del Trabajo y lideradas por nuestro querido y recordado Alberto Linés (+), militante ejemplar, conocedor y protagonista del nacimiento y desarrollo de las Hermandades del Trabajo en América. Es innegable que no podemos resistirnos a animaros a leer la bibliografía consultada. Es maravilloso acercarnos a la historia de nuestro Movimiento, así como tener noticia de las personas que han hecho posible que las Hermandades del Trabajo sea un movimiento internacional. Muchas de ellas continúan fieles al carisma y constituyen una gran riqueza. Con el sincero y santo deseo de ganar para Cristo el mundo del trabajo, D. Abundio siguió una llamada de Dios, respondiendo a la inquietud del magisterio papal. Igualmente, los militantes que partieron de España, como los que se unieron en América (muchos de ellos siguen entre nosotros, son historia viva), dieron un ejemplo de abnegación y alegría. Su compromiso con la obra, sin duda, ha dado frutos y los sigue dando. Su recompensa será grande en el Reino de los Cielos. Desde aquí un sincero GRACIAS. La riqueza de la vida y el legado de don Abundio es tan grande (y admirable), la historia de Hermandades tan llena de ítems que debemos ceñirnos al periodo comprendido entre 1961 y 1965; tiempo donde comienza la “aventura americana”. En julio de 1961, toman un avión camino a América cuatro valientes: D. Abundio García Román, D. Julián Serrano, José María Vitoriano y Cipriano López Lizarbe. Dos sacerdotes y dos militantes. Durante tres meses visitaron distintas ciudades donde mantuvieron interesantes y fructíferas entrevistas con los obispos titulares y diferentes líderes sociales cristianos de estos países: Brasil (como anécdota allí se entrevistaron con D. Hélder Câmara), Paraguay, Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica y de Estados Unidos, peridad, sin exceptuar bien alguno y a lo largo de las diferentes épocas. De igual forma, recordando los inicios del pensamiento social cristiano, proclama una verdad que Don Abundio siempre tuvo presente: León XIII no vaciló en proclamar y defender abiertamente los sagrados derechos de los trabajadores. Washington y New York, allí, contactaron fundamentalmente con personas de procedencia puertorriqueña. A la vuelta, el propio D. Abundio, en el periódico MAS daba cuenta de las motivaciones del viaje: Creemos haber llegado en la hora oportuna. Nunca más tarde. Toda la conciencia social hispanoamericana estaba vibrante ante la amenaza comunista implacable y organizada. Se alzó también la voz del papa con la encíclica “Mater et Magistra”, que sonó a clarín de guerra en el campo social de la Iglesia. Efectivamente, en esta época, se palpaban las consecuencias de más de una década de la Guerra Fría en el orden mundial, América del Sur y Centroamérica no eran una excepción; no existiría una amenaza explícita de guerra o invasión, pero el imperialismo soviético y norteamericano pugnaban, con mayor o menor sutileza por ganar terreno e influencia mundial a la par que el desarrollo económico y el bienestar comenzaba a tomar cuerpo tras dos guerras mundiales. Don Abundio sabe que es voluntad de Dios que los trabajadores y el mundo del trabajo sean iluminados por la Doctrina Social de la Iglesia. No es en absoluto ingenuo con la ambición de las ideologías de corte marxista para adjudicarse la “liberación de la clase obrera”. La Encíclica Mater et Magistra sobre el reciente desarrollo de la cuestión social a la luz de la Doctrina Cristiana (1961) le reafirma y le anima. En este texto, San Juan XXIII afirmaba: La santa Iglesia, aunque tiene como misión principal santificar las almas y hacerlas partícipes de los bienes sobrenaturales, se preocupa, sin embargo, de las necesidades que la vida diaria plantea a los hombres, no sólo de las que afectan a su decoroso sustento, sino de las relativas a su interés y pros- En el citado artículo también da cuenta de la intensidad de todo lo vivido en aquellos meses. Queda patente que fueron a conocer la realidad, a aprender y a proponer. Este viaje se vivió como una gran oportunidad, de ahí, el entusiasmo y el esfuerzo por hablar con muchos, llegando a todas las realidades de la acción social eclesial a las que humanamente se pudo llegar. D. Abundio continuó con su estilo de trabajo siempre leal a la Jerarquía, la prioridad era hablar con los obispos locales. Al mismo tiempo, fue una ocasión única para conocer in situ la riqueza de la acción social de la Iglesia Latinoamericana liderada por obispos, sacerdotes o católicos comprometidos: Hay también obras que abren la confianza en nuestro favor. La Federación de Cooperativas de Crédito, hoy de vida pujante en Perú. (...) También admiramos en Buenos Aires la Casa de la Empleada (...). Los mismos Círculos Obreros del Brasil demuestran que la Iglesia hizo maravillas a través de ellos (...) También en la esfera sindical nos dice mucho la SETRAC de Bogotá, que tiene en sus manos la mayor central sindicalista y la Liga de Trabajadores Ejercitantes de Costa Rica (...). Hubo tiempo para tomaron conciencia de las diferencias de cada país, de sus puntos fuertes y de los ámbitos que había que reforzar así como del mayor o menor eco y presencia que la Iglesia tenía: Por último, D. Abundio, hombre organizado y altamente emprendedor, comparte con los lectores del MAS, cuáles son los planes de futuro: El plan lo tenemos ya trazado. A nuestro viaje de información y propaganda de las Hermandades del Trabajo por toda América, va a seguir ahora un cursillo de tres meses (marzo, abril y mayo) para dirigentes hispanoamericanos que nos enviarán los obispos de aquellas diócesis. Formados aquí junto al origen, y apercibidos de los problemas de allá por profesores especializados de aquellos mismos países, serán estos cursillistas los más idóneos y eficaces fundadores de las Hermandades del Trabajo en su propia tierra. Luego se ofrecerá, generosa, nues(Sigue en pág. 17) SEPTIEMBRE 2015 mas 17 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio DON ABUNDIO: SACERDOTE, PROFUNDAMENTE HUMANO Y ENTREGADO A LA VIDA DIVINA Por Josefina Yepes Con toda mi alma quiero dar testimonio de mi encuentro con una persona totalmente importante para mi vida. Inicié mi trabajo como docente y deseé estudios de ciencias religiosas para obtener mi título de licenciatura en educación y ciencias religiosas. Apenas estaba iniciándome en el campo laboral, cuando providencialmente en mi Arquidiócesis de Medellín - Colombia se estaba conmemorando el año de la "Gran misión" para todas las personas: laicos bautizados, comprometidos otros, estudiantes de diferentes carreras científicas y de servicio a la comunidad, de todas las universidades, seminaristas, religiosos y religiosas y sacerdotes, comprendiendo en esta cantidad de personas a todos los trabajadores de las múltiples empresas de mi ciudad, llamada la ciudad industrial de Colombia. Todo esto ocurrió entre los años 1961 y 1962. Años sobre todo el 1961, Reunión en el Centro de Hermandades de Medellín (Colombia) para que providencialmente eligiera Don Abundio para visitar los obispos de las diócesis de América latina, acompañado de un selecto grupo de lai- tía, no sólo con palabras, sino a través de todas sus actitudes durante el cos hombres y mujeres que le acompañaron en esta especialísima tarea. Yo, día a día. Fue -me atrevo a decir- hombre semejante a San Pablo, pleno de sólo iniciaba mi labor, por lo tanto carente absolutamente de recursos pa- felicidad en Dios y de sufrimientos porque también tuvo sus detractores, ra poder atender la invitación que hiciera este gran hombre, a los obispos, quienes no apoyaban sus excelsas virtudes y menos su sentido apostólico de enviar un grupo de laicos que desearan conocer el Movimiento Herman- dentro de la Iglesia a la cual amó tiernamente y sin concebir su razón de dades del Trabajo, durante tres meses en la ciudad de Madrid (España). Le- ser, existir y trabajar fuera de ella y de los representantes de Cristo. jos de mi pensamiento y gran deseo de aceptar dicha invitación. Dios proYo, Josefina Yepes Echeverri, nacida en un hogar totalmente sencillo y vidente, bendice a algunos laicos de esta ciudad, entre ellos estaba inesperadamente yo, que con ayudas, pude hacer el viaje. Sólo debíamos pagar el pobre, tuve la dicha de pertenecer al grupo de fundadores del Movimiento transporte aéreo porque Hermandades se encargaba de toda la formación en Medellín y con toda dignidad reconozco que me hice apóstol de Cristo en este querido Movimiento que me promovió en todas las instancias de la y manutención durante los meses de marzo, abril y mayo del año 1962. vida personal y lograr pertenecer al Movimiento hasta cuando ya mis fuerAhí tuve la experiencia de conocer a quien fuera el promotor de mi vo- zas y capacidades no me alcanzaban para un compromiso tan integral, cocación como laica comprometida con el mundo del trabajo. fue esta perso- mo tuve la gracia de ejercer. Acepto que no soy santa... pero que aprendí a na, Don Abundio García Román, gran hombre como sacerdote, íntegro y to- serlo mediante las enseñanzas y el carisma que me comunicó Don Abuntalmente entregado al mundo del trabajo en España, formando dirigentes dio. a quienes con dote especial, recibida del espíritu santo supo llenar a sus seMe quedo corta en palabras para comunicar su gran sensibilidad, apreguidores o mejor a sus dirigentes del amor a su vida sacerdotal y por lo tanto eucarística, de amor profundo hacia la Reina celestial Nuestra Seño- cio, apertura y comprensión con todos los que tuvimos la dicha de comparra de las Gracias, de amor y apoyo providente hacia los trabajadores, sobre tir con él. Fue realmente Cristo entre todos los que conformamos el Movitodo a quienes más lo necesitaban, porque su gran preocupación fue ganar miento. Y tuvimos la dicha de estar a su lado. Todo esto lo comunico con hombres y mujeres para Cristo, mediante una gran vivencia del Evangelio mucho amor y a este testimonio, quiero unir al equipo que conmigo fundamos el Movimiento en Medellín. en sus centros de trabajo y en sus familias. Sacerdote, profundamente humano y entregado a la vida divina. A su lado esto era lo que se respiraba, por ningún motivo, quienes participamos de este y otro encuentro realizado en nuestra ciudad en el año 1964, nos perdíamos sus reflexiones o mejor sus meditaciones de cada mañana: eran luz, fortaleza, amor y profunda vivencia del Evangelio, lo que nos transmi(Viene de pág. 16) tra colaboración como auxiliar de la obra hispanoamericana de las Hermandades del Trabajo. Tras los contactos establecidos, el Consejo Nacional de las Hermandades, se creó el Secretariado de Ultramar (antecesor del actual Servicio de Cooperación Internacional-SERCOIN) para coordinar todas las actividades con América. Tal y como estaba programado, se impartió un curso para dirigentes hispanoamericanos, que no estuvo exento de dificultades. Comenzó en marzo de 1962 y acudieron setenta y siete personas de catorce nacionalidades. La formación concebía tres Un profundo agradecimiento a todos los dirigentes y afiliados que me acompañaron durante el tiempo de permanencia en el Movimiento y pido muchas bendiciones al Señor y a Don Abundio para que continúe bendiciendo a los afiliados y dirigentes que continúen adelante con el Movimiento. grandes bloques: Bloque teórico: Contenidos sobre la Doctrina Social de la Iglesia y presentación del Ideario de las Hermandades. Bloque de experiencias prácticas con seminarios y trabajos de equipo y, por último, visitas a organizaciones apostólicas y actividades similares. nuevos caminos, confiamos llenarlos de nuestra ilusión y esfuerzo. Hubo más viajes, visitas, encuentros internacionales. Este es un relato de la semilla que plantó, abonó y regó nuestro fundador. A día de hoy, somos una gran familia que se une al deseo de Don Abundio: Cronología de constitución de los Centros de las Hermandades del Trabajo en América, por orden alfabético de países y ciudades. Colombia.- Barranquilla (1966). Bogotá (1963). Chocontá. Medellín (1962). Costa Rica.- San José de Costa Rica (1963). Chile.- Concepción (1994). Ecuador.- Quito (1967). Perú.- Callao (1997). Chimbote (1990). Lima (1966). San Ignacio y San Juan de Lurigancho. Con la ayuda de Dios que nos ha abierto estos (De D. Abundio en América) 18 mas SEPTIEMBRE 2015 SEPTIEMBRE 2015 mas 18 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio VIVENCIA DE D. ABUNDIO Y SUS HERMANDADES Por Francisco Alonso Soto mi opinión, porque fue el sacerdote que estuvo más cerca de D. Abundio, en todos los temas, (confío en no recibir enmiendas ni de más abajo de Despeñaperros, ni de más arriba, por respeto a la persona.) A falta de José Ramón, y con su vivencia presente, se me ha ocurrido la osadía de intenD. Abundio García Román y D. José Ramón Echave tarlo, pensando Recordar a D. Abundio me parecía un título en lo que él diría de su querido y admirado D. poco expresivo. Además, lo que yo quería deAbundio. Como si fuera otro encargo de los suyos, cir es que D. Abundio vive, sigue presente, es- a los que uno respondía con gusto y orgullo: otro tá “en la habitación de al lado”… Las persotrabajo. Otra “vivencia”. que aún no había nacido, andando los años, se encuentra con que había conocido a algunos de los pioneros del “Mayflower” de las Hermandades del Trabajo. No cito otros/otras, pero apunto que la gestación fue un proceso colectivo, aunque la fundación corresponde, en exclusiva, a D. Abundio. Evidentemente se trata de un ejercicio de “ciencia ficción”, pero esperemos que ayude el aforismo: “audaces fortuna juvat” (versión de “La Eneida” de Virgilio). Si no acertamos, aceptaremos, en este caso, todas las enmiendas, rectificaciones y correcciones, como hicimos cuando las “Cartas a Sabela”, hace casi 25 años (1992). 4) PERSECUCION POR LA JUSTICIA. D. Abundio sufrió persecución por razón de su fe y de ser sacerdote, en los años de la República, y llegó a estar condenado a muerte, en la guerra civil, pero salvó la vida de milagro. Luego padeció la incomprensión del franquismo y los Sindicatos Verticales que veían en él la competencia de un posible “sindicato cristiano”. Dentro de la Iglesia, fue criticado por los jóvenes que pedían una acción social más avanzada y progresista y por los más conservadores que no veían la necesidad de un apostolado obrero o social, pues el Estado social era suficiente. Pero D. Abundio fue siempre apoyado por la jerarquía. nas no mueren en la medida que dejan huella. D Abundio tendría que ser una vivencia o una referencia vital para los suyos, sus seguidores o los de sus Hermandades del Trabajo. Es lo mismo que hay que hacer con el Señor, su Señor, nuestro Señor. No “imitación de Cristo” que es imposible; ni un mimetismo que incluso podría ser idolatría. Se trata de tenerles a ambos como vivencia o referencia de vida cristiana, en nuestro quehacer diario. Eso es vivir con el Espíritu. Por ello, estoy por la “vivencia” de sus mensajes, más que por la memoria o la nostalgia de su figura. Mi gran amigo Pepe Sánchez me dijo una vez: “El cardenal Herrera Oria será recordado por lo que a él no le gustaría ser recordado. Digo yo: Dios quiera que D. Abundio no sea recordado por lo que no le gustaría.”. Admiro a Pepe Sánchez por sus escritos sobre dos personalidades que venero y de las que soy deudor: D. Ángel Herrera (me descubrió la Doctrina Social de la Iglesia, la de verdad) y D. Abundio García Román (me enseñó el compromiso con el mundo del trabajo). Pepe Sánchez ha escrito con el rigor de historiador social y de la Iglesia, y desde una perspectiva cristiana o sea social, que son una misma cosa. Lógico, pues, que haya sido invitado a escribir en el homenaje a D. Abundio. Un honor para mí ser su vecino de página. Para escribir por lo que a D. Abundio le gustaría ser recordado nadie mejor que José Ramón Echave, Consiliario Nacional de Hermandades por más de 20 años, hombre de confianza de D. Abundio, “un servidor incondicional” (escribió el Obispo Algora) “un hombre bueno, un sacerdote social” (tituló el que suscribe) y “Su entrega en cuerpo y alma a la Obra fundada por D. Abundio…” (decía la nota de José Lorenzo, inolvidable Director de MAS). Estos son algunos de sus méritos por los que digo lo que antecede, pero sobre todo, en Estas podrían ser las aportaciones por las que D. Abundio desearía ser recordado: 1) CONVERSIÓN A LO SOCIAL. El joven sacerdote Abundio García Román quedó sorprendido, en Vallecas, en Entrevías, por el sentido antirreligioso de la clase obrera hacia la Iglesia y el desconocimiento de la figura de Cristo, trabajador y hermano de los pobres de la tierra, de los marginados. Ese fue su “camino de Damasco” donde comienza su aproximación a la clase trabajadora y nace su idea de evangelizar. Para Tomás Malagón (teólogo de HOAC) fue la guerra civil. El seminarista descubrió hombres de buena voluntad, con ideales, en el otro bando. Lo asume y hace la síntesis… 2) GESTACION Y FUNDACIÓN DE HERMANDADES. D Abundio fue el Fundador de las Hermandades del Trabajo, desde luego, pero a partir de la Acción Católica, del pionero apostolado obrero femenino, de los Centros Obreros, de la acción sindical en empresas, y de unos jóvenes de Acción Católica reunidos con él, en la casa de ejercicios de Carabanchel, que piensan crear una Confederación de Trabajadores Cristianos. Allí estaban mi maestro Manuel Lizcano quién me presentaría, años más tarde, a Alfredo Marugán caballero y escudero de D. Abundio; Ceferino Maestú (fundador del sindicalismo independiente, años después); Alonso García brillante catedrático de Derecho del Trabajo (mi especialidad). Lo describe muy bien Alberto Linés, otro de los grandes de HHT. Uno, 3) HERMANDADES DEL TRABAJO, OBRA DE LA IGLESIA. Porque empezó en la Acción Católica, porque D. Abundio recibió el encargo del patriarca Eijo Garay de acercarse al mundo obrero, y porque él así lo quiso. Me habló el Padre Evaristo Felíu, predicador, también, en Carabanchel, de la reunión a tres: Escrivá, Abundio y él y de cómo ellos dos prefirieron adscribir sus obras a la Iglesia diocesana. Una Iglesia que es comunidad de los que siguen la causa de Cristo y atestiguan la esperanza para todos los hombres; Iglesia transitoria, en acto de servicio, consciente de su culpa… (Hans Küng: “Ser cristiano”). Iglesia a la que fue siempre fiel D. Abundio y que siempre le apoyó y le fue fiel. 5) COMPROMISO TEMPORAL: SINDICAL, SOCIAL y POLITICO. D. Abundio, como Herrera Oria, tenían clara la misión social de la Iglesia. Decía Herrera, ya en 1948, cuando no imaginaba llegar a Cardenal: ¿Misión de la Iglesia? 1ª formar la conciencia pública sobre los deberes sociales. 2ª formar hombres (y mujeres, añado) capacitados para acometer las reformas, como dicen los Papas, en “orden a la restauración social”. 3ª Los tiempos piden hombres de acción para aplicar los principios. En Hermandades, el Ideario y la Doctrina Social de la Iglesia. 6) ASOCIACION DE LAICOS, MUJERES Y HOMBRES, TRABAJADORES. D. Abundio quería trabajadores comprometidos con el mundo del trabajo, desde las perspectivas sindical, social, y política, para ejercer la solidaridad con la clase obrera y mejorar sus condiciones de trabajo y de vida, y ofrecerles el testimonio de vivencia del evangelio y de esperanza de liberación, en el Reino de Justicia y Paz, (no hay paz sin Justicia, dice el Papa Francisco). Mujeres y hombres, en igualdad, van a co-dirigir Hermandades. D. Abundio quiso que los sacerdotes fueran consiliarios, asesores, no gober(Sigue en pág. 19) SEPTIEMBRE 2015 mas 19 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio (Viene de pág. 18) nantes. Veinte años antes del Concilio Vaticano II apostó por el “pueblo de Dios”, primero, y por la igualdad de la mujer en la Iglesia. El lo tenía claro. 7) FORMACION RELIGIOSA Y SOCIAL, superior a la de los fieles cristianos. D. Abundio quiere que militantes, sobre todo, y afiliados a Hermandades tengan una formación de un nivel superior a la media de los cristianos y tanto en el plano religioso, para dar un testimonio documentado, como en el social y, sindical, para mostrar una conciencia de clase trabajadora que conoce su historia, su realidad como movimiento social, sus instrumentos, y las estrategias sindicales a desarrollar. No quiere la “fe del carbonero”; y desea que estudien la “lucha obrera”, aquella asignatura que los buenos padres Salesianos no pudieron enseñarle al hijo de Jacinto Martín y que le explica su padre (HOAC. Euramérica). D. Abundio lo intenta con una serie de cursos de formación, con los periódicos MAS y A HOMBROS, con la Escuela JUAN XXIII, (Para “Mater et Magistra” y “Pacem in terris”, claro…), pero con mayor y mejor voluntad que éxito, en ambos campos. Será recordado por lo que él quiso y organizó. 8) ORACION-ACCION. D. Abundio también lo tenía claro clarísimo y algunos lo repetimos de palabra y por escrito, incluso en cabecera de su texto: “¿Qué hacéis mirando al cielo? Moveos” (Pepe Sánchez). D. Abundio insistía en el suelo, más que en el cielo o sea: oración-acción: dar de comer, de beber, convenio colectivo, huelga, fondo de resistencia, colaboración con Caritas, ayuda a dependientes, curso para ayuda a …D Abundio estaba cerca de “creer es comprometerse” (González Ruiz); de “creer es crear lo que no vemos” (Unamuno, el de la “religión del trabajo” para construir el Reino); de profesar la religión verdadera “ético-profética” y denunciar “la aberración de la religiosidad ontológico-cultualista” (Diez Alegría). El problema está en el equilibrio entre las opciones: una espiritualidad profundamente religiosa y comprometida, y una religiosidad abstracta, ingenua, pietista y moralista que ha sido más fácilmente aceptada por los católicos. Es la tensión entre una utopía cristiana (formación, oración, acción) y la realidad mundana que lleva al fácil compromiso… 9) EL MILAGRO DE LAS OBRAS SOCIALES. D. Abundio hace dos milagros: el poner en marcha una serie increíble de obras sociales, tan necesarias, entonces: viviendas para trabajadores, residencias de vacaciones, escuelas profesionales, instalaciones deportivas para los jóvenes, cooperativa de consumidores, actividades culturales…y al tiempo, mejorar la calidad de vida de los trabajadores y sus familias. Un milagro económico para un milagro social. El primer problema es que las obras sociales, en ocasiones, hacen que el trabajador, con su bienestar, olvide la solidaridad obrera con los que no se han beneficiado de esas obras sociales. Igual que los trabajadores con trabajo y los propios sindicatos, a veces, no tienen en cuenta a los parados, accidentados jubilados…El segundo problema, que al no ser hoy tan necesarias las obras sociales y haber sido imposible mantener algunas obras y servicios se pierde un aliciente para la afiliación y el compromiso. El Evangelio del tercer domingo de Cuaresma cuenta algo parecido y la reacción de Jesús, que no se suele explicar, porque es difícil y “terrible”: “Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía, (milagros) pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque El sabía lo que hay dentro de cada hombre.” Esto le pasaba a Jesús, que venían por los milagros, y a D. Abundio, que venían por las obras sociales. Creyeron en D. Abundio, sí, pero lo que hay dentro de cada hombre... 10) ENCUENTROS HISPANOAMERICANOS DE HERMANDADES. Casi seguro que a D. Abundio le gustaría ser recordado como Fundador de las Hermandades del Trabajo en 7 paises de Hispanoamérica (vocación iberoamericana de todo español, de todo creyente con espíritu de misión, y que, a lo mejor, reforzó su amigo Manuel Lizcano) y promotor del desarrollo de estas Hermandades, y en especial de los encuentros fraternales que se celebraron. Eran las Cumbres Iberoamericanas de Hermandades a las que asistían representantes de: Méjico, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile y España con todos sus centros. Cumbres de movimientos eclesiales de 8 paises que intercambiaban experiencias y reflexiones sobre vivencias cristianas y trabajadoras. Manifestación de la catolicidad de Hermandades. (Kat-hólico, universal en sentido cualitativo, que viene de “holon” (González Faus) Para terminar el recuento, no quisiera dejar de citar que D. Abundio, venció la tentación de fundar un Sindicato Cristiano, cuando ya había libertad sindical y la Iglesia alemana viene a sugerirle y ofrecerle ayuda económica, incluso, para hacerlo. (Igual que la Fundación Ebert, de la socialdemocracia alemana, hizo con UGT). Pero D. Abundio acepta que el Concilio Vaticano II acabó con la “confesionalidad” y que cada cristiano se debería apuntar a los sindicatos existentes y llevar allí su testimonio y opinión. Como la Confederación Francesa de Trabajadores Cristianos que se convirtió en Confederación Francesa Democrática del Trabajo, para ser más cristiana. No muchos conocen el hecho, pero la sociedad, los trabajadores y sindicatos, y la propia Iglesia tendrían que estar reconocidos a la clarividencia de D. Abundio para no fundar. Hasta aquí la relación de las grandes aportaciones por las que creemos que D. Abundio le gustaría ser recordado, que nos han venido por la vivencia que de él tenemos y que supongo compartiremos muchos. Creo que José Ramón habría matizado o enmendado algunos puntos, habría suprimido “aristas”, porque era muy conciliador, y tal vez habría añadido, con su saber, algo que se me haya podido pasar. Le dije a la Presidenta Nacional de Hermandades, en el acto del día 12 de abril, en la iglesia de San Ignacio: creo que José Ramón se tomó muy en serio a D. Abundio y lo siguió con toda fidelidad y rigor extremo, sobre todo en lo social. Un acto emotivo dejar las cenizas de José Ramón en el columbario de la iglesia vasca: 1) una celebración inspirada de D. Pedro Olalde (“Fe y Justicia”) que hizo presente a José Ramón Echave desde el principio hasta el final. (D. Pedro es un eminente escritor: “Palabra interpelante”. (3 tomos/según ciclos);“Retorno a la casa del Padre”) 2) una ceremonia solemne, con la participación brillante del orfeón de Euskal Etxea. 3) una participación muy notable de la comunidad de Hermandades, en especial el grupo de matrimonios que él llevaba. Así se subrayaba la importancia de la persona, que deja huella y vivencia en la comunidad, y reposará en la iglesia de su tierra vasca. Quizás faltó que un militante aportara la vivencia viva de nuestro D. Abundio. Eché de menos a la persona que quiso y no pudo venir, y que en el tanatorio de Fuenterrabía, me dijo palabras inolvidables: “Cuánto le hicimos sufrir”... Igual que la persona que luchó, con éxito, por enterrar a D. Abundio en la capilla, y luchó, sin éxito, por llevar las cenizas de José Ramón a dónde quizás “deberían” estar. No llegué a ver dolor de corazón o una cierta tristeza, porque “los suyos no le recibieron”, aunque le acompañaron y agradecieran el “querer”, no deber, y voluntad de acertar con las cenizas. (“Inteligencia sentiente”, sentir e inteligir, que, dice Zubiri, incluye la “dýnamis” (potencia o facultad). Prólogo de Fuenterrabía, en 1980. Pero volvamos a D. Abundio para terminar con: LA SANTIDAD DE D. ABUNDIO. Todos los militantes y afiliados de Hermandades, todos los que le conocimos o las gentes de buena voluntad que le trataron, no tenemos duda de que era un SANTO, porque era bueno y ejemplar. Solo por la mitad de las aportaciones que hemos reseñado ya era más que suficiente para reconocer su santidad, sus servicios al “pueblo de Dios” y a la Iglesia. Esto es lo más importante. Lo otro es un reconocimiento oficial que requiere pasar muchos obstáculos burocráticos y, creo, que tener medios económicos suficientes. Y que se dé el momento propicio… El Papa Juan XXIII acaba de ser canonizado y parece que un poco a remolque de un “tirón”. Pero ni el gran Papa social, León XIII, ni el Papa social y “político”, Pío XI, ni el que hizo tanto por la paz y la Sociedad de Naciones, en la 1ª guerra mundial, Benedicto XV, ni son santos, “ni se les espera”. El Cardenal Herrera y D. Abundio, están en lista de espera y a la espera. Y, además, estamos en un momento en el que hay un aluvión de santos, por ciertas y diversas circunstancias… Se me ocurre recordar el caso reciente del sin duda santo, Pedro Fabro o mejor Pierre Favre, francés de Saboya que fue el “maestro de novi(Sigue en pág. 20) 20 mas SEPTIEMBRE 2015 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio HOY COMO AYER Por María Luisa San Juan Serrano El pasado mes de noviembre, se conmemoraba el XXV aniversario del fallecimiento de D. Abundio, fundador de las Hermandades del Trabajo. Desde entonces se han venido sucediendo diversos actos conmemorativos en todos los centros de España. Cada uno a su nivel ha celebrado y revivido la fundación y expansión de Hermandades por nuestro país. Siempre es bueno poner la mirada en los orígenes, esto ayuda a retomar la esencia de nuestro compromiso con el mundo del trabajo y a no perder de vista la propia referencia e identidad, esto es, nuestro propio carisma. Alberto Linés en su libro, “Abundio García Román, una vida para el mundo del trabajo”, nos hace un recorrido por España en la expansión nacional de las HHT. Después D. Abundio viajaría a varios países de América para fundarlas también allí. En expresión del Obispo Monseñor Eijo y Garay, en plena república los trabajadores no estaban dispuestos a escuchar a un obispo, ni a sacerdote o religioso alguno. “A los únicos que podían escuchar era a sus propios compañeros de trabajo”. Fue entonces cuando pensó en una asociación apostólica-social de trabajadores para trabajadores, de apóstoles en su propio ambiente, siendo D. Abundio el elegido para crear esta Obra. Se crea el Secretariado Social Diocesano, como órgano de coordinación de la estructura y D. Abundio desempeñó un papel importante, siendo designado Delegado Diocesano del Secretariado, donde el presidente fue José Ramón Otero. Unos meses después se crearían las Hermandades del Trabajo. Las Hermandades del Trabajo nacieron como instrumento primero de apostolado en el mundo del trabajo. Podían pertenecer a una hermandad todos los trabajadores de una misma actividad, cualquiera que fuera su sexo o categoría en la empresa, en cuanto a la edad, tenían que haber cumplido los 16 años. A D. Abundio le interesaban todos los trabajadores, por eso quiso estar lo mismo con los mineros de Asturias como con los trabajadores de los Astilleros de Cádiz, sin olvi- (Viene de pág. 19) cios” de Ignacio y de Javier, cofundador de la Compañía de Jesús y el importante teólogo de los primeros jesuitas. Lo hizo beato Pío IX en 1872 y el Papa Francisco que lógicamente, como jesuita, conoce bien el caso, le ha hecho justicia. No le ha hecho santo por “decreto ley”, pero casi. Ha ordenado: “extender su culto a toda la Iglesia”, lo que •“No podemos tolerar la explotación de los trabajadores por parte de las empresas, con salarios insuficientes y mínima participación en beneficios, causado todo ello o no por la autofinanciación” (Ideario, nº 25) dar otras profesiones y oficios, de ahí que se crearan centros de HHT en distintos puntos y diócesis de España. Las HHT aportaban, como sabemos, muchas cosas nuevas. Entre ellas, que tenían que ser mixtas: hombres y mujeres en las mismas estructuras de las Hermandades. Decía D. Abundio: “Si en el trabajo están juntos hombres y mujeres, también deben estarlo en las tareas de apostolado”, esto a pesar de la mentalidad de la época. También la igualdad entre hombres y mujeres y que los cargos dentro del Movimiento fueran mixtos. Los fines de la Obra se sintetizaban así: en el orden religioso, el encuentro de los trabajadores con Cristo, por la profesión valiente de su fe y por la elevación moral de sus costumbres. En el orden profesional y social, la elevación del trabajador, su formación profesional, y la asistencia y ayuda efectiva al ámbito familiar. Nuestro objetivo es la evangelización mediante el testimonio profético y la promoción integral de las personas y familias a través de la capacitación cultural y profesional y la creación de obras y servicios sociales. La concreción última del Ideario depende del análisis de la realidad social que vive cada Centro de Hermandades y de los recursos humanos y materiales de que se disponga en cada momento, lo importante es no perder el sentido de fraternidad y solidaridad que desde los primeros tiempos impulsó D. Abundio a los militantes y afiliados a las Hermandades, sin duda, con diferentes estilos de los de otros grupos. Cada Centro debe ser creativo en impulsar aquellas acciones que den respuesta a las necesidades del mundo del trabajo, sobre todo al más desfavorecido. La D.S.I. en Laborem exercens nos pone de manifiesto que “el trabajo constituye una dimensión fundamental en la existencia del hombre en la tierra”. Y que a pesar de los avances tecnológicos, el sujeto propio del trabajo sigue siendo el hombre. Termino esta reflexión con la Exhortación Evangelii Gaudium, del Papa Francisco, que nos invita a llevar los valores cristianos al mundo social, político y económico. Sobre la crisis del compromiso comunitario nos dice: “Sí al desafío de una espiritualidad misionera”; “No al pesimismo estéril”. Como reflexionamos en el Ideario de las HHT, nuestra forma de ser Iglesia es la de una comunidad de trabajadores cristianos comprometidos en la evangelización de nuestros hermanos trabajadores, de los que están cerca y de los que están lejos, de los que profesan nuestra propia fe y de los alejados: Salir a las periferias: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” •“Propugnamos una justa participación en la riqueza que producimos y afirmamos que defraudarnos en nuestros derechos sagrados es un delito contra la dignidad de la persona” (Ideario, nº 20) D. Abundio salio también a las periferias de aquel momento de la historia, nosotros debemos identificar las periferias hoy y no quedarnos en lo autorreferencial. equivale a la canonización, con fecha 17.12.de 2013. Favre era ya beato y D. Abundio, todavía no. y para los pobres”, como él quería; o una Iglesia en la que la mujer tenga el papel que le corresponde, como él ha afirmado, o que haga santas a las “hermandades”, de las que hablaba tanto al principio de su pontificado, como modelo de fraternidad cristiana, en la persona de D. Abundio GARCIA ROMAN fundador de las HERMANDADES DEL TRABAJO DE ESPAÑA Y DE HISPANOAMERICA. Y hablando del Papa Francisco o de Francisco, PAter et PAstor, quiera Dios, también, que se le recuerde por lo que le gustaría y no sólo por haber lavado los pies a los pobres, sino por haber lavado los pies a la Iglesia hasta hacer una “Iglesia pobre SEPTIEMBRE 2015 mas 21 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio LA ANTROPOLOGÍA DE SANTA TERESA DE JESÚS Por Luis Miguel Rodríguez Hevia En este año en el que se cumple el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús parece adecuado dedicar unas líneas a su obra literaria. Nos centraremos aquí en un tema filosófico de máximo interés: la antropología o idea del hombre que tenía la Santa, sirviéndonos para ello de un estudio de la profesora de teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile, doña Agustina Serrano Pérez, titulado Una propuesta de antropología teológica en el Castillo Interior de Santa Teresa, que publicó en 2011 la Diputación Provincial de Ávila. lidad de retomar el camino propuesto. Finalmente, Dios concede al hombre su plenificación como ser humano haciendo posible la unión con Él. Esta unión puede darse incluso en esta vida como un cierto anticipo de lo definitivo, mediante el proceso de unión mística en la morada más recóndita del alma, donde se experimentaría la visión intelectual de Dios que sugiere el «ya sí pero todavía no». Es destacable la importancia que da Santa Teresa al cuerpo como objeto de esta plenificación; y más en el contexto religioso de su tiempo de minusvaloración del cuerpo. El cuerpo también es salvable, lo atestigua así la Encarnación de Cristo. En esta visión religiosa, como dijimos anteriormente, existe latente una antropología concreta, algunas de cuyas notas podemos destacar: Las Moradas o Castillo Interior fue la última gran obra de Santa Teresa, para muchos su obra cumbre. En ella, se describe simbólicamente al hombre como dotado de un castillo interior (el alma) compuesto por diversas moradas, en la más íntima de las cuales, la séptima, habita el mismo Dios. El objeto de la obra es indicar la vía que conduce al hombre a En primer lugar, se trata de una través de esas moradas hasta alcanzar la antropología enormemente optiúltima, donde puede operarse la unión Santa Teresa de Jesús. Pintura al óleo de Alonso del Arco, siglo XVII. mista que valora sobremanera al mística con el Creador. La obra no es, coser humano: el hombre es una criamo vemos, específicamente antropológien relación con el hombre. Como punto de partura amada por Dios y destinada a la salvación; ca, sino religiosa, ya que se tematiza la relación tida diremos que la visión de Dios que tiene tan digno, que incluso merece ser morada de del hombre con Dios. Pero, según afirma la proSanta Teresa es más bien la de un Dios bondaDios. Es capaz de conocer el designio de su Salfesora Serrano, en ella podemos hallar una andoso, antes que justiciero. vador, relacionarse con Él y llegar a la unión intropología latente. En efecto, cada modo de vitelectual en este mundo. vir la religión inspira o deduce una determinaPues bien, en primer lugar, Dios crea al da visión del hombre. En el estudio citado se hombre por amor. Dios, de forma libre y gratuiPropiedad esencial del hombre es su liberexpone la antropología implícita en la religiosita, crea a un ser finito, y le dota de libertad —a tad, que lo asemeja a su Creador. El hombre dedad de Santa Teresa, mostrada por ella misma su imagen—, mediante la cual puede acceder a cide libremente si se hace partícipe en su proen su Castillo Interior. lo infinito, tanto en su ser como en su conocipia salvación y en el proyecto de Dios para el miento. Dios crea a una criatura que es capaz, mundo. Debe optar —está obligado a ello— En primer lugar, expliquemos lo que entennada menos, que de relacionarse con Él, y en la por seguir o no seguir la propuesta que Dios le demos por “antropología teológica”, mencionaque, dice Santa Teresa, se goza y habita en su hace. da en el título del estudio. Con esta expresión interior más íntimo. se pretende indicar que el hombre es visto o La clave del hombre es el amor. Por amor comprendido, no desde sí mismo, sino desde Tras crear al hombre, Dios le propone la sal- existe y es llevado a su perfección, y por amor Dios. El autoconocimiento del hombre, que tanvación. Podríamos decir que lo destina a ello. es compelido a relacionarse amorosamente con to recomienda la Santa (lo que se ha llamado el Una salvación, para Santa Teresa, cuyo sentido los demás. El amor de Dios desborda al indivisocratismo teresiano), sólo puede realizarse a es, más que liberación del pecado, capacitación duo y fundamenta el amor entre los hombres. través del conocimiento de Dios o, al menos, de para alcanzar la perfección propia, la plenificaEn este sentido, la antropología teresiana es la acción de Dios sobre el hombre: «Jamás nos ción humana, tomando como modelo el verdaunitaria e integradora, de Dios con la humaniacabamos de conocer si no procuramos conocer dero hombre: Jesucristo. En todo este proceso, dad y de la humanidad consigo misma. a Dios». Según ello, nos haremos una cabal idea están presentes, tanto la posibilidad ofrecida El paradigma del hombre es Jesucristo, que del ser del hombre si tomamos en consideragratuitamente por Dios, como la libertad del lleva ejemplarmente a término el destino plenición lo que Dios hace en relación con su criatuhombre, que debe elegir y decidirse a colaboficador que Dios le tiene reservado y lo muestra ra. Es de destacar lo diferente de este camino rar en esta salvación. La llamada a la salvación a toda la humanidad. del que parte del hombre mismo, su naturaleza, es universal, alcanza a todos, pero cada uno sus actos, rasgos, etc., como hacen en general debe aceptarla. Bien es verdad, que, según SanLa antropología teresiana, en suma, inspiratodas las antropologías mundanas. La ventaja ta Teresa, aunque el hombre peque, es decir, re- da sin duda en la propia experiencia mística de del punto de vista teresiano es la iluminación chace la propuesta divina de plenitud, no por la Santa, muestra a un hombre creado según un que proporciona la fe. eso deja Dios de habitar en su interior, ofretelos, una meta, cual es la perfección final en ciendo permanentemente el perdón y la posibi- Dios alcanzable a través de la historia. Así pues, nos preguntaremos qué hace Dios 22 mas SEPTIEMBRE 2015 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio D. Abundio en la II Asamblea Latinoamericana de las Hermandades del Trabajo MENSAJE DEL FUNDADOR (Perú, Lima 1972) Mis queridos asambleístas: - Integración de Cielo y Tierra, Habéis venido a Lima a celebrar la Segunda Asamblea Latinoamericana de las Hermandades del Trabajo. Habéis venido de Costa Rica, de Colombia, del Ecuador y de la propia España. Bienvenidos seáis todos. Los de San José de Costa Rica, los de Barranquilla, los de Medellín, los de Bogotá, los de Quito y los de Madrid que habéis tenido que saltar el Atlántico para encontrarnos y convivir unos días con nosotros. - Integración de Jerarquía y Pueblo de Dios, - Integración de individuos y comunidad. Sin que por estas crisis tengamos que condenar a la Iglesia. Son crisis que sufre el mundo y que a la Iglesia le vienen de fuera. Crisis que obligan a un reajuste de valores y a una coordinación de fuerzas. Bienvenidos seáis todos a esta hermosa ciudad de Lima que os acoge con entrañas de cordialidad y regocijo de hermanos. Nuestra alegría ahora aparte de la que supone la convivencia, es también la de poder comprobar la consolidación y expansión del Movimiento de las Hermandades del Trabajo entre nosotros. Obra esta la de las Hermandades del Trabajo que forjamos, seria tanto por su Ideario, como por su espiritualidad y temple apostólico. Serio y comprometido el Ideario al señalar objetivos y al abrir caminos. Se examinan en él, las necesidades más urgentes del mundo del trabajo y se apuntan categórica y comprometidamente los remedios más perentorios. Serias son también las Hermandades del Trabajo por su espiritualidad. Sabemos que Dios anda muy en medio de sus militantes y dirigentes que le buscan y le escuchan en la oración, se le acercan en la vida sacramental y sufren sus mismas ansias de liberación en favor de los pobres. Estos pasos no son de frivolidad, sino de honradez de vida, de testimonio ejemplar y de compromiso arriesgado en el mundo ambiente del trabajo. Serias y exigentes son también por el temple apostólico que piden y forjan en sus militantes. Hombres de libertad interior que luego se lanzan a una vida de amor y de lucha por sus hermanos trabajadores. Temple apostólico que tiene su fundamento en la caridad de Dios y su expresión más generosa en la promoción integral de sus hermanos. Temple apostólico que los sitúa en la vanguardia de los más comprometidos porque el apóstol cuando vive su fe, no tiene que envidiar estímulos y recompensas mejores. Dará mucho más de si invocando estos condicionamientos espirituales que cuando se apoye en razones concretas y humanas. El hombre que vive gallardamente su fe, ya esta tocando la línea del heroísmo. Pero además miramos con gran confianza la Obra de Hermandades, cuando contemplamos sus objetivos liberadores y sus proyectos culturales. La verdad os hará libres y esa es la libertad que engendra santos. Luego por el camino uniréis la firmeza y el arrojo a la humildad y al cariño. Y haréis florecer entre militantes y afiliados sobre todo, ese aire de familia que hace tan gozosa la Hermandad. Descubriréis así un estilo nuevo para vuestra reivindicación social, desterrando el odio y la desesperación, la intriga y la zancadilla. Pasó ya de moda la herencia marxista. Con demagogias hoy no se hace más que el ridículo. Tiene mucha mas fuerza la verdad seca y austera cuando reclama justicia y consideración para los hijos de Dios. Pero además de todo, la Iglesia os necesita a vosotros, Hermandades del Trabajo; necesita vuestros cuadros de dirigentes y militantes; necesita vuestras listas de afiliados pan contar con ellos en la implantación de la paz y la libertad de Cristo en el mundo del trabajo; necesita vuestro espíritu de generosidad y entrega, de equilibrio y de ardor para ganarse el mundo de los pobres y humildes. Hoy más que nunca, cuando la Iglesia sufre las mayores crisis de integración, que ha conocido su historia, debe salir el laico de su pasividad y lanzarse a la lucha por el triunfo del Reino de Cristo. El Vaticano II ha preparado este ambiente de disponibilidad de los seglares, haciéndoles conocer su participación en la misma misión de Cristo. Tres grandes crisis de integración son las que hoy sufre la Iglesia, por cuya solución deben trabajar los seglares: La Encarnación del Hijo de Dios nos habló de esa unión de Cielo y Tierra. Nuestro Emmanuel consiguió la síntesis más tierna y redentora. Que se hizo así con mucho amor y mucho arrojo. Dios se bajó tanto que se confundió con nosotros y nos levantó tanto que nos confundimos con Dios. Todas las fuerzas externas se equilibran en el centro. La solución está en sentirse hombre y Dios al mismo tiempo, hoy sobre todo en que tan dados somos a los radicalismos fáciles. La acción liberadora de Cristo terminó en la Ascensión. Los hijos de Dios han de sentirse llamados al Cielo. Otra crisis de la Iglesia es la integración de Jerarquía y Pueblo de Dios. Hoy sufrimos un antagonismo feroz y criminal entre estos dos elementos o sectores de la Iglesia, que alguien está muy empeñado en enfrentar y que por naturaleza se reclaman íntimamente. Sintámonos la Jerarquía parte de ese gran Pueblo de Dios, pero acepte también y de modo agradecido este mismo pueblo nuestro Magisterio, gobierno y función santificadora. “Quien a vosotros oye, a Mi me oye, quien a vosotros desprecia a Mi me desprecia”, dijo el Señor. Verted vosotros trabajadores militantes de las Hermandades en el ánimo de vuestros compañeros, sentimientos de confianza y fidelidad a la Iglesia, representada de modo auténtico y capital en su Jerarquía. Los enemigos de la Iglesia atacarán siempre a su cabeza, vosotros sus amigos debéis defenderla con sumisión y afecto. Finalmente, se considera otra crisis en la integración del individuo y la comunidad. Esto viene a condenar el egoísmo individualista y a fomentar el espíritu comunitario. De la unión nace la fuerza. Vuestros Grupos Apostólicos deben ser el argumento que demuestre esta verdad. La comunidad de fines y de medios y hasta de estilo, os dará un aire de familia que alegrará vuestra acción apostólica. El equipo enriquece la personali (Sigue pág. 23) SEPTIEMBRE 2015 mas 23 XXV Aniversario fallecimiento de D. Abundio (Viene pág. 22) dad y santifica a sus miembros porque alcanza la caridad, el Magisterio de toda actividad. Vuestra misma contextura orgánica es un fruto de cierta integración del individuo en la comunidad. La división de Hermandades por profesión o empresa facilitará el espíritu de integración en la comunidad natural del mismo trabajo. Dentro de este contexto integrador cobra el laico un papel de máxima responsabilidad. El seglar, antes pasivo de ordinario, ha encontrado en el Vaticano II su más elocuente apología. “Los fieles—se dice en la Constitución sobre 6 Iglesia, n. 37—incorporados a Cristo por el Bautismo, integrados en el Pueblo de Dios y hechos partícipes a su modo de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde”. En consecuencia, no son ámbitos distintos, los correspondientes a la Jerarquía y a los laicos, sino modos de actuar distintos, porque Pueblo de Dios somos todos. Esto mismo grava con indeclinable responsabilidad la formación de los laicos. Deben ser formados para ser reyes, profetas y sacerdotes. Como partícipes de la función real deben los laicos conducir y regir al Pueblo de Dios hacia la santidad que es la salvación, salvación temporal y trascendente a un tiempo, que obligará a solucionar los problemas temporales que afligen al hombre, obligando al militante a actuar con solidaridad, respeto, amor y espíritu de promoción. “Donde quiera que haya hombres—dice el Decreto sobre el apostolado de los seglares, n. 28— carentes de alimento, vestidos, vivienda, medicina, trabajo, instrucción, medios necesarios para llevar una vida verdaderamente humana, o afligidos por la desgracia o por la falta de salud, sufrimiento en el destierro o la cárcel, allí debe buscarlos y encontrarlos la caridad cristiana, consolarlos con diligente cuidado y ayudarlos con la prestación de auxilios. Esta obligación se impone ante todo a los hombres y a los pueblos que viven en la prosperidad”. Por su función profética debe el seglar profundizar en la Palabra de Dios y proyectarla sobre los acontecimientos de la vida. Proyección de la luz de la verdad divina sobre los acontecimientos de la vida cotidiana para hacer resaltar las injusticias y exigir la solución de las mismas. Los seglares participan también del sacerdocio de Cristo que les obliga a la santificación personal, a divulgar el mensaje divino a todos los hombres a través de su vocación apostólica, aunque ésta labor no les dé derecho a recoger los frutos que solo Dios distribuirá según su beneplácito, y como sacerdote a ofrecer a Dios también toda su vida con éxitos y fracasos, tribulaciones y alegrías, todo ello por ser nuestro es digno de un ofertorio divino. Como el sacerdote debe ser el “hombre de Dios” por antonomasia, también el laico debe sentir esta exigencia, buscando a Dios del que siempre debe sentirse hijo, obligado a unas relaciones piadosas que le constituirán en hombre de vida interior con proyección hacia el mundo exterior en el que debe instaurar el Reino de Dios. Esta proyección hacia el mundo exterior que debe orientarse a la instauración cristiana del orden temporal os obliga a los seglares, militantes sobre todo de los Movimientos Apostólicos y aquí concretamente de las Hermandades del Trabajo; os obliga a vosotros de modo especial a promover y facilitar ese movimiento de liberación con el que hemos de redimir espiritual y materialmente a todos los pobres y oprimidos. Os felicito por haber escogido él tema de la liberación del hombre latinoamericano para vuestra II Asamblea Americana. hombres, la libertad de los hijos de Dios, que efectivamente no estará perfecta hasta la consumación definitiva, tiene que reflejarse en las relaciones familiares, sociales, laborales y políticas, es decir, en todos los sectores de la vida. 5. Es verdad que esta libertad adquirida por Cristo no puede ser identificable con las libertades sociales o políticas, es por el contrario una libertad radical que llega a la médula interior del ser. El gran mérito de esta libertad es el sentirse libre, no el que me hagan libre, vivir sin estar determinado por nada ni por nadie. 6. Esta libertad que Cristo nos ha traído puede ser radicalmente renovadora y salvífica. Lo que verdaderamente salva al hombre y le pone en la posibilidad de existir libremente no son los recursos de su propia naturaleza, sino el descubrimiento del amor y de la inmortalidad como dimensiones últimas y valores supremos de de Cristo su existencia. El Congreso Eucarístico de Bogotá tuvo una hermosísima proyección apostólica en Medellín cuando la “La liberación Conferencia Episcopal Latinoamericana concretó en la libe- nos crea la posibilidad de ración del hombre todos sus vivir una vida fraterna, en 7. La libertad de la redención fervores eucarísticos. Sé que es distinta de las libertades ya venís trabajando un año el amor, la paz y la espesociales y políticas pero insesobre el tema de la liberación ranza.” parable de ellas. Los hombres con reuniones de estudio enal reconocer este patrimonio cuentros y estadísticas. Todo por la fe, nos situamos en la ello no puede menos de haceros llegar a concluposibilidad de desarrollar una existencia que siones concretas e inmediatas en las que cifréis lleve a la práctica esta liberación radical en los vuestros propósitos apostólicos. Aceptad, mis diversos órdenes de nuestra vida. La redenqueridos asambleístas, algunos principios oriención da la posibilidad y la obligación de ser litadores de vuestras resoluciones prácticas en orbres en todos los órdenes de la vida. den a esta liberación integral del hombre latinoamericano, que todos deseamos. 8. La opresión social, económica o política que hay en nuestro mundo está impuesta por Acaso hoy más que nunca sentimos los cristiahombres oprimidos, no liberados interiormennos la necesidad de mostrar la fecundidad de la te, que no han descubierto el valor supremo fe cristiana para los objetivos y tareas seculares de una vida sencilla y fraterna y tienen necedel hombre. En una palabra queremos demostrar sidad de someter por la fuerza a los demás en que la fe vale para algo. El Vaticano II sobre todo provecho propio. Prosperidad económica, poen la Constitución sobre la Iglesia en el mundo desder, honor, comodidad, estos son los ídolos. El cubre y defiende esta preocupación. que se deja dominar por ellos no es libre ni permite serlo a los demás. A ella la fe da sus respuestas categóricas. 9. Es utópico soñar con una sociedad humana 1. La primera es que la palabra “libertad” o “liverdaderamente fraterna. Como es utópico beración” en el lenguaje bíblico es casi un sipensar que vivimos en una sociedad cristiana. nónimo de salvación y constituye el objetivo Por eso los cristianos con la conciencia de que central de la redención de Jesucristo. estamos en una sociedad de hombres oprimidos y opresores, hemos de procurar ser hom2. Además Cristo nos ha liberado porque nos bres libres, con una libertad interior que se exha hecho capaces de vivir una vida rehecha prese en la libre y sincera aceptación de nuespor el amor y la esperanza, libres ya del temor tras obligaciones sociales y civiles, en el respea la muerte que nos ataba a las cosas de este to a la libertad de los demás y en la lucha conmundo, nos enfrentaba a unos contra otros y tra la opresión y las causas de la opresión que nos oponía a la voluntad creadora y glorificanson siempre hijas de la falta de verdadera lite de Dios. bertad. 3. Cristo ha cambiado la manera objetiva de ser hombre. Su liberación es una liberación real no solamente “religiosa” en un sentido restringido, entendida sólo como sobrenatural. La liberación de Cristo nos crea la posibilidad de vivir una vida fraterna, en el amor, la paz y la esperanza. 4. Esta libertad adquirida por Cristo, para los 10. La verdad nos hace libres, la santidad es la que nos hace gozar de esa verdadera libertad Toda escalada por conseguir la propia santidad y por hacerla posible a todos, será siempre la mejor campaña en favor de la libertad. Para terminar os deseo que mi bendición os alcance la gracia de Dios que haga fecundos vuestros trabajos. 24 mas SEPTIEMBRE 2015 Centros de Hermandades del Trabajo. ESPAÑA: Almadén, Almería, Ávila, Badajoz, Córdoba, Guadalajara, Jaén, Jerez de la Frontera, Logroño, Madrid, Puertollano, Sanlúcar de Barrameda, Segovia, Sevilla, Valencia, Zaragoza, así como las Hermandades en toda España de las Federaciones de la Seguridad Social y Ferroviarias. AMÉRICA: Chile (Concepción), Colombia (Barranquilla, Bogotá y Medellín), Costa Rica (San José), Ecuador (Quito), Perú (Callao, Chimbote, Lima, Ramón Castilla y San Ignacio). PEDRO BARRADO / DIRECTOR DE LA ESCUELA SAN JUAN XXIII DE LAS HERMANDADES DEL TRABAJO Estar en Hermandades o recuerdo exactamente cuándo empecé yo a colaborar en Hermandades, en lo que hoy es la Escuela Juan XXIII –que durante mucho tiempo fue simplemente los «Martes de Formación»–, pero debió de ser entre mediados y finales de los años ochenta del siglo pasado (¡cómo suena!). Alguna vez me han comentado que en ocasiones Don Abundio asistió a alguna de mis clases, sentado en la parte de atrás del aula y escuchando con atención. Yo lamento no atesorar ese precioso recuerdo, porque no siempre tiene uno la oportunidad de estar ante un auténtico santo, y menos aún de tener la oportunidad de ser escuchado por él. N Sí recuerdo con más claridad, en cambio, una llamada telefónica de Fidel Herráez, responsable de la escuela en aquel entonces, que se encontraba en su despacho de la Delegación de Enseñanza de la diócesis madrileña con Vicente Vindel, que era el consiliario de Hermandades del centro de Madrid. A Fidel le habían nombrado vicario general de la diócesis –eso fue en 1995– y, según me dijo aquella mañana, ambos habían pensado que yo podría ser su sucesor –aunque yo diría mejor «sucedáneo»– como director de la Escuela, dado que, a partir de ese momento, Fidel ya no podría ocuparse de ella como merecía. Y así fue cómo me convertí en el director de la Escuela Juan XXIII, un cargo que no solo no resulta oneroso, ya que cuento con la inestimable ayuda de los profesores que integran su claustro, con la de las personas que conforman el Departamento de Acción Apostólico-Social y, especialmente, con la del consiliario, sino que es un verdadero honor y privilegio. Compartir la tarde de los martes con las personas que acuden a la Escuela siempre ha sido una auténtica delicia. La relación ya se ha hecho tan cercana que es como estar con tu pro- pia familia. Así, todos nos condolemos cuando las noticias que vienen no son buenas y nos alegramos juntos cuando la ocasión lo merece. En ambos casos lo que sale del corazón es una oración que sube a la presencia de Dios como las volutas del incienso. De cara a eso que ahora está tan de moda como es la autoestima, las clases resultan una verdadera inyección de ese remedio indispensable para la vida humana. Pero lo que habitualmente se suele desconocer es que, para el profesor, la clase –con la intervención de la gente, sus preguntas y opiniones– es la ocasión privilegiada para el aprendizaje y la profundización. Es lo que viene a reflejar la conocida cita de Cicerón: D. Abundio fue alumno y profesor durante casi toda su vida «Si quieres aprender, enseña». bién es necesario tener convicciones claras y La intuición de Don Abundio a propósito de saber mostrarlas al que pida razón de ellas cola necesidad de formación de los miembros de mo razonables y profundamente humanizadoHermandades –para lo cual se crearon aquellos ras. iniciales «martes de formación»– sigue siendo vigente y de enorme actualidad. Hoy todos esEs probable que aquellos tiempos de los tamos preocupados por el futuro del cristianisgrandes números ya hayan pasado definitivamo o de la Iglesia (al menos en Occidente, y mente para nuestra Iglesia española, y por tanquizá especialmente en nuestro país), por la to también para Hermandades. transmisión de la fe, que parece haber sufrido una trágica ruptura en el seno familiar. Nadie Pero, ¿quién o qué nos impide seguir soñansabe cómo será la presencia cristiana dentro de do con pequeños grupos de hermanos –fraterunos pocos años, no ya en el mundo del trabajo nidades o hermandades–, alegres porque han –que tanto ha cambiado también–, sino en la recibido la magnífica noticia –la mejor que capropia sociedad en la que vivimos. Pero lo que bía esperar– de que Dios es amigo de los homsí debemos tener claro es que esa presencia ha bres, especialmente de los que peor lo pasan, de estar mediada por cristianos no solo comcomo quedó demostrado en la vida de Jesús? La prometidos, sino también formados. En alguna alegría del Evangelio –como dice el papa Franocasión he hablado de cristianos «ilustrados», cisco– ha de ser capaz de sobreponerse a la mees decir, cristianos que conozcan su fe, requisilancolía por tiempos pasados, que no necesariato esencial para poder vivirla. De hecho, en el mente fueron mejores, sino que simplemente mundo que nos ha tocado vivir parece que no los vivimos con menos años y más energías. Esbasta con ser buena persona, aunque eso sea toy convencido de que Don Abundio estaría de muy importante, incluso lo fundamental; tamacuerdo conmigo. FUNDACIÓN ABUNDIO GARCÍA ROMÁN S I QUIERES AYUDAR A LA FUNDACIÓN EN SUS OBJETIVOS Y EN EL PROCESO DE CANONIZACIÓN, INGRESA TUS APORTACIONES EN: Cuenta Corriente de La Caixa: 2100 2861 71 0210061853 Titular: Fundación Abundio García Román
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