Rariel19390025

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ARIEL
* n t X I.
San Jasé de Costa Rica,
Q u in c e n a r io
a n to lò g ic o
A rta s , C ia n c ia «
y
d o
La tra a
M l« c e là n a a a .
D ir e c to r : F R O Y L A N T U R C I 6 S .
Apartado 1 6 2 2 .
Am eric a
Centra!. W de
T eléfo no 2 1 3 8 .
enero de 19 3 9
N
úm ero
33.
SUMARIO;
UN
A
H
de Pedro-Emilio C ol).—XXIV, Evocando so/nbras ilus­
tres.—XXV. Hondos meditaciones.—XXVI, A rpías y
sirenas. —XXVU. t i sueño del cóndor, Lecofiíe de L is ­
ie . —XXVIII. Archivo Nacional de Historio del Ecua­
d o r.—XXIX. Prontuario del idioma, E. O /iv e r . — XXX.
Más oños, Eernánoez .M oreno.—-XXXI. Voces ami­
go s.—XXXII. Mundo Latino, Lo D ire c c ió n . —XXXIII.
Mi compañero, H e ¡a e n tla m . —XXXIV. Antropofagia,
H ip ó lito T a in e . —XXXV. Honduras Literaria y Artística,
M . M . —XXXVi. C arla del Dr. Federico C . C a n ales,—
XXXVII, Sección para los niños coslorricenses; La Ro­
so v el Anillo, W . M . 7"AacAera,K.-—XXXV111. La espo­
sa abandonado, Ate/ C fte n g . —XXXIX. Evocaciones de
la antigua Rom a.—XL. No perdamos el tiempo. — XLI.
Froylón Turcios ogradecc el envío de los siguientes li­
b ro s.—XL11. Los órabes en H onduras.—XLMI. To Helen, E d ga rdo Poe,--X IV . Agentes de A r i e l . —X IV .
Notas,
EG
T-
I, Bafceqofe sangriento, C a m ilo R o u s s e t.— Jl. 5v. f f h llt ¡fc iu k s . -MI. Elegió de la bella Elvira lrÜ d trd b M tjio . —tV • T rtsverdedes. - V. E.I ins­
idi t» el «He f lo religión, E n riq u e Jim énez. - V I .
Illíjlc« de W n is, T e ó c riio . —VII. Memorias, Notes
I^cRpM, E*odo de una esja de dulce, Remembran■ U rtiM Horlensia, Diez pesos plato por artículo,
fa jíti Turcios.—VIH. Símbolo de Honduras, M u n iio
jjffc.-'IX. iM nké, R afa el A ré v o lo M a rtín e z ,— X.
VioMaio fikwóBco, Edmon.J G o b fo í. —XI. Palabras
m M o.—XE). Bolívar, M oisés V in c e n z i. —XIH. Amor
i w d l t o i M i g t t l C añé . —XIV. Para la v id a .-X V .
frto de Salvodor Calderón Ram írez.—XVI. Pensodab profetico.—XVII. El lítulo de C é sa r.—XVIII. Mi
rn¡p(De¡Li-Cki-Kin) —XIX. Orgullo, R am aknshne. ~
EL Atención, f . Augusto B enedetti. —XXI. Lo queriètew hdore. /rán T o u rg u e n tff. —XXII. Ultimo visión
è Titfto Gídtíer, Edmundo G o n c o u rf.— XX111. C arla
ILOBSEQUIO S A N G R I E N T O
SYR1NX
UD
I-D
P an, el de los pies de ca b ra , h ijo d e F e b o ,
Ej parral Sebastiani logró hacer fracasar el vistiendo corto tra je de piel de p a n te ra ,
iQfK de tos ingleses sobre Constan ti nopla y coronada la frente con g u irn a ld a s d e pinos,
toca el rústico pífano sobre el m o n te Isveo.
d *Jttn Sdiffl le dijo:
—¿Qbí ts lo que quieres? Yo te concede- A su alrededor retozan c o rn u d o s sá tiro s, ve­
lludos silvanos, fau n o sd e p u n tia g u d a so reja s.
**lo que me pidas.
De pro n to ei dios apercibe en la fa ld a de
—Pido t su alteza ver el harem.
la m ontaña a S y rin x , la n in fa á re a d e q ü t
ofreció a D iana su v irg in id a d . C on tú n ic a
—Lo vefás.
Ciando terminó ]a visita, el sultán dijo al corta, levantada por encim a de sus rodillas,
deshoja un narciso a o rillas del a g u a , m ien ­
f*»a) Sebastiani:
tra s m urm ura palabras d esco n o cid as...
visto alguna mujer que te agrasd«?
El caprípede se lanza en su persecución
—respondió el general,— y designó una. y la ninfa escapa ligera, com o la c ierv a de
Eui bien— añadió el sultán.
A rtem isa, h asta las orillas arom osas del
Y por la.noche el general Sebastiani recibió L edón. P ero Pan corre m ás y lanza un g rito
■« plato de orfebrería la cabeza ensan- salvaje: / Detente/ ¡E s tu bota ¿nal higo m a ­
duro, lleno de m iel!
l«*üda de la mujer, con un mensaje conce­
¡Oh prodigio! L a blan ca form a se d e sv a ­
p t a «tos términos:
nece en débil vapor, y en su lu g a r se ag ita
“Como musulmán que soy no podía ofreun bosquecillo de cañas que se estrem ecen
con arm ónicos quejidos.
** 1 ** cristiano una mujer de mi religión;
E l dios corta siete tallo s d esiguales y
este presente estarás seguro de que la
Mbre la cual se detuvo tu mirada no se- form a la flauta de siete tu b o s . B ajo sus
labios las frágiles cañas p o r d o n d e pasó el
T» de nadie.”
alm a de S yrinx ex h alan u n can to d iv in o ...
C a t u ix e M en d e s .
C a m il o R o u s s e t .
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A R 1 KL
858
ELEGÍA A LA BELLA ELVIRA
INFANTE
H ija d e d o n J u a n M a n u e l I n f a n te , p o e t a y s o ld a d o
a )a m a n e r a a n tig u a , h e r m o s a y r a d a .
Elvira;
En el nombre de D ios que hiz o fo d a coso ,
y en el de Jesucristo, señor de los m artirios.
y en el de M aría Sania, sin mancha original,
yo digo que fuiste bella com o U rraca de C astillo,
yo afirmo que fuiste noble como Eugenia de M ontijo.
E n n in g u n a m anifestación de la vida h#.
m ana tien e tan to predom inio el instinto co­
mo en el a rte y la religión.
¿Quién, salvaje o culto, no ha sentido d
am or por lo bello, lo grande y lo divino’
E l esp íritu de la R eligión, en sus orígenes, era m ás p u ro porque s¡e alimentaba y
vivía d«l am or in stintivo y desinteresado
de las alm as que la propagaron.
Jesús se confundió con el Padre porque
supo tra n sp o rta rse en alas del instinto más
poderoso y sugestivo a u na región espirito»!
h a sta ahora in su perada.
Y
en cuanto al a rte, ¿no es en el laborato rio de lo subconsciente, de lo instintivo,
en donde el alm a vuela libremente y se
afirm an los sentidos y la inspiración se di­
viniza y crea la m aravilla del conjuoto armo­
n io so ... r
UN
A
H
Tus encantos corpóreos
hablaron de estatuarias inmortales;
realizaron los sueños de las pupilas p ardas;
proclamaron la magia sutil de (a m ateria
vejada y victoriosa.
EL I N S T I N T O E N EL ARTK Y
LA RELIG ION
Tu espíritu —eslá dicho en prosas paladinas— ,
reaccionó con la luz y con la som bra, con la vida
y con la muerte, de una manera extraña, única.
En el quicio, de pie, humana, suave, alegre,
recibías mensajes, más eras del misterio.
E n r i q u e J im é n e z .
5an José de Cosía Rica,
diciembre de 1938.
T-
En las salas, comidas de los años, algo lunaria,
repartiste los dones del peis de la gracia,
embriagando de glorío a quien quería gloria
y prometiendo amores a quien quería am ores
riunfales.
LA SU PLIC A DE DAFNIS
EG
D a alegría tu muerte. Tu aya. muda, seca,
te puso un traje blanco para fu sueño último.
Y en un acto sencillo, fragante de gardenias,
fuiste dad a, rendida, aérea, virginal,
a la divina Tierra.
UD
I-D
Elvira:
Con el abuelo nórdico he querido decir bellas p a la b ra s:
porque renuncio a todo Jo demás, junto a tu padre,
Don Juan Manuel Infante, poeta y soldado,
como en los tiempos de los divinos ángeles
y de los diablos feos, membranosos.
Medardo M
e jía
.
TRES VERDADES
— P u d ie ra hacerse un sím il e n tr e el e s­
c rito r y el lib rero , señ alan d o el p a ra le lo
con la p ráctica de dos F a c u lta d e s: la M e ­
d icin a y la F a rm a c ia .— Pedro de R é p id e .
— E l egoísm o y la m ala c ria n za s u e le n
te n e r p o r espejo u n a le tra in in te lig ib le .—
S a rm ien to .
— B 1 h a m b re m ira a la p u e rta d el h o m ­
b re laborioso, pero no se a tre v e a e n t r a r . —
F ra n kiin .
(Traducción del griego de Leconte de Lisie—Ver­
sión del francés de Germán Gómez de la Seros).
C abrero, ve al lu g ar donde crecen las
encinas, y allí encontrarás una estatuad*
h ig u era, con su corteza, esculpida reciente­
m ente, con tres piernas y sin orejas. U
circu n d a un recinto sagrado, y nn arroyo
inagotable, que se escapa de las rocas, !»•
ce v e rd ea r por todos lados los laureles
y los m irtos, y los cipreses olorosos.
U n a vid cargada de racimos 1* «xje*
con u n a guirnalda; los mirlos primaveral«
d ejan o ír allí los sones variados de sos vo­
ces y los ruiseñores responden con el dtu«
gorjeo de sus g arg an ta s. Siéntate *lu»
plica al encantador Príapo que deje y» «
a m a r a D afnis y dile que quiero sacrifican«
u n herm oso cabrito. Si rehúsa,^ obteoBM®
a D afnis, y le sacrificaré tres víctimas, n“
b ecerra, un cabrón velludo y un co
d estetado. ¡Pero m ejor será que el U'os
atienda!
,
^
T e o c r ito a f
(*) Poeta bucólico griego, hijo de
en 3 0 0 a. de J . C , Conservarse de el 30
E pigram as. Sus cuadros campestres y sus
de una gracia inimitables, siendo e»traor
mero de ediciones que se han hecho de su
f ]f
^
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MEMORIAS de FRO YLAN TURCIOS
P a l a b r a s inic iale s
UD
I-D
EG
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UN
A
H
Foé «n R om a—m ed itan d o u n a tard e sobre las ruinas del palacio de los C ésares—
hito verdad en m i e sp íritu la id ea de escribir estas M em orias.
¿Qtíéanalogía recó n d ita e n tre la vo lu n tad colectiva q u e prolonga en las edades
aspectos gráficos de la v id a g lo rio sa del m undo antiguo y mi ser arcano se estab le­
ad en aquella hora? ¿Pensé acaso en el anhelo —legítim o en su norm al in stin to — de salnffiioombre del total olvido? ¿De pro lo n g arlo , siquiera un siglo, en la m em oria de m is
¿ggpatriotas? N o podría decirlo: h ay en esto algo confuso y ab stracto que se resiste a
«n íntegra respuesta. Sólo sé que sobre aquellos escom bros— defendidos de la agresión de
|btiempos por la p e ren n e v ig ilan cia de la H isto ria— se hizo p len a certeza m i resof r jftn de grabar en un lib ro la h u ella de mí paso por la tie rra . D u ra n te diez m eses
trabajé en él dos h oras d iarias, y en la fecha en que le di té rm in o —colocando puntos
aspeosivos en el m inuto p re s e n te —volví a sentarm e sobre el trozo de colu m n a del
Palatino en que resu m iera m i deseo, quizá orgulloso de mi vo lu n tad persev eran te.
No conozco en C e n tro A m érica n in g ú n esfuerzo de este género, si se ex cep tú a
Lt vid*
Rubén D arío escrita por el m ism o, hecha a retazos y deficiente en datos
testaos—inferior a las tre s p áginas de su B enjam ín Jtaspes—y los dos novelescos
mMnenes en que E n riq u e G óm ez C arrillo recogió las em ociones de u n lu stro de
»regocijada vida bohem ia. N o cum plió su prom esa concreta en el títu lo , an u n cia d o r
iletreinta años de episodios lite ra rio s, am orosos y cóm ico-dram áticos; d eteniéndose prewwnente cuando su fam a de c ro n ista em pezaba a brillar en E u ro p a. H ay , sí, innume*
nbks bosquejos de m em orias, de personajes de la lite ra tu ra o de la política, pero fragnenttrios, ocasionales, de ciertas épocas o etapas; diarios íntim os, n arraciones de c arác­
ter epistolar, que abarcan lapsos m ás o m enos extensos. Pero n u n ca la o b ra com pleta
ts qne se recorre toda la p aráb o la que va de la cuna al sepulcro.
Site libro ha sido escrito p ara los hondurenos, y, por ex ten sió n , para los cen ­
troamericanos. C arecerá, p ro b ab lem ente, de interés para los ex tra n jero s; au n co n ten ien ­
te sensaciones e im ágenes de tan diversas com arcas del planeta.
Después de te rm in a r m is d os g ra n d es tom os de la H istoria de H onduras (m il
(«mientas páginas en 49 de tem as grav es y p ro lijo s), ni el m ás severo y e x ig en te de
m lectores—filósofo, filólogo o esteta —te n d rá derecho a calificarm e de frívolo o eg óla­
tra por haber escrito estas M em orias. F u e ra de que, en g ra n p arte , los sucesos en ellas
tgistiados son de positivo in te ré s histó rico , no deberá olvidarse mí c arre ra literaria y
m» campañas cívicas; que a c tu é en elevados cargos públicos d e n tro y fuera de mi p a ­
lia, que me pusieron en condiciones de analizar a fondo hechos im p o rtan tes, ig n ó ra­
lo« tan o todavía ajenos a la le tra de m olde; que he sido o soy am igo de los centrotaericanos más ilu stres de 1898 a la fecha, y de em inentes personalidades d e A m érica
r Europa, y de que se m e con sid era el h o n dureño que m ás rem otas tie rra s h a conocido.
Creo, pues, q u e n o fu ero n vanas y estériles las seiscientas h o ras que en la R om a
íterna dediqué a este volum en: h o ras m atin ales—de las seis a las ocho—en que m useos,
bibliotecas, exposiciones y tem plos no pueden visitarse; y que veré com pensada mi tafc^fledoeida po sterio rm en te a su s dos te rce ras partes—si el lecto r com prensivo juzga
l«e la mayoría de las rem in iscen cias y sucesos descritos son dignos de q u e se salven
tí inmediato olvido.
Establezco aquí un sencillo procedim iento justiciero de ap lauso o sanción p ara actos
b personas con quienes m e e n c o n tré en la ru ta recorrida, y que, de no fig u ra r en estas
•Jiñas, quedarían para siem pre inéditos. M uchos de n u estro s g ran d es hom bres aparecen
n í a exacta estatu ra m oral en an écd o tas o incidentes desconocidos o a n tes ap en a s d elin e a­
os.
B itas M em orias, escritas en térm inos claros y precisos, llevan en sí el perfecto
de Confesiones, es d ecir, de Verdades. Si en ellas hu b iera algo equívoco en
* hechos sería ú n icam en te por excepcional inconsistencia en las rem em branzas, jam ás
*
Propósito delib erad o de falsear u n a expresión o u n aco n tecim ien to . Q uien me
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A R i t
860
L
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EG
T-
UN
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H
conozca un poco sabe que la sin c e rid a d es mi suprem a característica y que despreci
m e n tira en cualquiera de sus fo rm as.
^
P u d iera decir que un se te n ta p o r c ie n to de las personas que desfilan por estelib
repo san en la tum ba (* ); y sie m p re q u e , d e sp u és del día en que em pecé a escribirlo tnw
n o tic ia de o tra desaparición, u n d o b le se n tim ie n to , de tristeza y contrariedad, turbaba mi
án im o , pensando que la f a lt a d a a c to re s o testig o s vivos, podría restarles fuerza a tnis
re la to s. A u n q u e, de una vez p o r to d a s , a este respecto ya he fijado mi síntesis: todo fe
q u e aq u í d ig o —con la salvedad ya e n u n c ia d a — es absolutam ente cierto; pero si alguien
n ieg a alg u n o o algunos de sus d e ta lle s , q u e d u d e o crea lo que se le antoje: que con ello
no a lte ra rá un ápice la sere n id a d d e m i alm a o de mi pensam iento.
C uan d o en las noches sin s u e ñ o p a sa n por mi m ente los años vividos me com­
plazco en ratificar que no hay en ello s n a d a q u e pueda avergonzarm e. E rrores y defectos
sí, en ab u n d an cia, como en to d o se r h u m a n o ; pero n in g ú n vicio, o delito de ninguna clase
E n m í vida de h o g ar, en m i v id a p ú b lic a y en mi acción literaria—lo digo sin va­
n id a d —no adm ito prim acía e n tre m is co n tem p o rán eo s hondurenos. Procuré siempre
e n altecer a m i país en to d a h o ra y lu g a r . F u i el ú n ico que \o defendió, con ardor, des­
p recian d o el peligro, cuan d o s u frió la a fre n ta d e la soldadesca yanqui. Mi nombre no
fig u ró en solicitudes de concesiones d e m in a s o de tie rras para forjar con ellas cadenas
de esclav itu d , vendiéndolas a la r a p a c id a d d e l e x tran je ro , ni me m anché nunca apro­
p ián d o m e d in ero s ajenos.
H ic e todo el bien q u e p u d e , tr a b a jé sin descanso desde mi adolescencia, y en la
su e rte p ró sp era o adversa cu id é s ie m p re d e m i in teg rid a d personal, puliéndola corno tina
jo y a . E n todas las o p o rtu n id ad es d e m o s tré m í valor, y si mis puños golpearon a mochos
cu an d o fu é n ecesario, nadie p o d rá d e c ir ja m á s q u e pus.o su m ano sobre m í.
Sólo en un p u n to e s e n c ia l—tendré la entereza v iril de confesarlo, ya que es­
tas M em orias tienen algo de p ostum o— m e sien to , con dolor, y, en cierta manera,
u n fracasado: en no haber sido P r e s id e n te d e H o n d u ra s. Poseyendo todas las aptitudes
p a ra el m ando, y ávido de h acer r e s o n a r en el m u n d o el nom bre de mi patria, tengo U
firm e c e rtid u m b re de que m i paso p o r el P o d e r P úblico habría dejado un recuerdo bri­
lla n te . Si cuan d o a los diecin u eve a ñ o s fu i M in istro de G obernación me hubiese propues­
to , de u n m odo tenaz y siste m ático e in v a ria b le , lle g a ra la Presidencia, tengo por se­
g u ro q u e lo habí ía logrado; p ero m i a b s o rb e n te pasión por las letras desvió mi destino
por ru ta s opuestas.
N o fué, en verdad, p ro p ia m e n te u n fracaso, porque nada intenté para llegar a la
m eta e n tre v ista ; pero aun así esto m e p ro d u c e u n a íntim a am argura, desolándome con
el im posible anhelo de volver a m i ju v e n tu d y rectificar el porvenir.
H o y , en el frío inviern o , sim b o lizo m i su prem o deseo en esta lum inosa expresión
d ’a n n u n z ia n a :
D adm e u n a m a n e ra noble de morir.
Que la B elleza e x tie n d a uno de sus velos
bajo m i ú ltim o p a so . E sto tan sólo
im p lo ro de m i D estino.
F
r o y l Xn
T
u r c io s .
Son José de Cosía Rica, I1’ de enero de 1 9 3 9 .
(*) G ran número de fantasmas de seres ha m ucho tiempo olvidados cobran por un instante A“**"
**
esfas páginas: salen del sepulcro al conjuro de mis recuerdos, y me imagino que en su mayoría ¿ g w e c in o t t
eMe llamamiento que ilumina las tinieblas de su eterno reposo.
.
Quizá mañana mi espíritu, liberado de *a m ateria, vibre con una emoción idéntica, cuando algún ignoto
evoque, en la música de una rima, mi som bra erran te en el m á i a llá .
ALCOHOL
¡K1 alcohol un alim ento! ¡Oh irris ió n s u ­
p rem a, in su lto a la conciencia h u m a n a ! ¡U n
a lim e n to e sta cosa que h iere la g a r g a n ta y
el v ie n tre , que paraliza m ú scu lo s y c e r e ­
b ro s, q u e em bru tece y hace loco, q u e m a ta
el cuerpo y el esp íritu creador de pensa­
m ien to s altos y de ideales generosos. Los
propagadores de esta opinión *nseas^
p o d rá n ser o creerse sabios, pero no son si
m alhechores públicos.
D r . F - E lo sc.
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ARI EL
M undo L a t in o ,
P&íís, noviembre de 1936.
F R O Y L A N TURC10S
UN
A
£} proceso político de las colonias que fueron
frfiyafia. está íntimamente unido al proceso
ggoeeotal. Los sedimentos espirituales son cogigtf. La materia humana es también una.
Mfbmo* (0fnar no importa cuál de las Repú.
yjag latinoamericanas, que todas se parecerían
0 jg procrso exterior e interno. La Repúbliaét Rondaras no escapa a la regla. Patria d?
Mmzin c$ políticamente unionista. Patria de
ftoyián Ttercios y de Rafael Heliodoro VajtTes eminentemente letrada y erudita. I sus
f/i¡í/n, sos minas, sus montañas, sus lagunas,
<u hombres de Estado, sus hombres de cien,
(ú, baten <k «ta República una de las mejor
organizada*, material e intelecrualmente babtado, de todo el continente. Los tesoros cofwúies parecen raiVes del irbol español tras­
plantado a América. Los montes y las universidades no forman sino una soía y fuerte perso­
nalidad, la vida es idílica y al mirm? tiempo
■adema, las é'ites no son superiores, pero tam_
pato aon inferiores a las élites europeas. Su
«pirita democrático, su substancia civilizada
Y m personalidad internacional guardan un
tq*3ibrio justo con el de sus hermanas mavo«t en tttritorio y en riqueza materia!. Hablar
Honduras y hablar de la cultura no es más
tratar de sinónimos, de materias que se
completan, de sujetos que se identifican.
Dentro de la política centroamericana, Hon­
d a s no es sino ta Suiza de América, armo,
■»»a y equilibrador^ entidad del Istmo. Mas lo
más interesa a nuestra revísta es su persona­
lidad intelectual y científica, su fuerza huma**.
riqueza material al servicio de la auto,
awníi centroamericana, sus paisajes y sus hom­
bres.
Repúblicas de Centro América t enen,
■o » ’o por la raza, no sólo por la lengua, no
»lo por Ja naturakzj, sino por Jj comunidad
■Bperativa de los intereses ístmicos, una misión
cotnpd.f en e[ futuro. Honduras, en esa
®tt»n tiene que ser una especie de fiel de ba­
to . Desde todos los puntos de! horizante
**■« cano s< le consiiera así. Mas lo que, al me*°apara nosotros, es más esencial y más típica,
** » farácrer folklórico, centroamericano, rre® °«>,o*ial v medio indio, un poco España v
***& Poco Honduras, mezcla d'z dos civi/iza*?®<t gíográficamente colocado en el mef acto de la América, constituye un cenfro,**f®r aun, un epicentro lleno de responsabili­
dades
Publicando estas fotografías de Honduras,
Mundo Latino no sólo se honra, no sólo tiene
la sensación de cumplir con uno de sus más
estrictos deberes, sino que se complace en reco­
ger una especie <h síntesis de su paisaje, aígo así
como un pequeño pero simbólico resumen d<
su fuerza decorativa natural, y una sustancia
moral a través de su historia y de su pensa­
miento.
H
SIMBPLO DE H O N D U R A S
86 1
sacuda a sus amigos en
el primer día de 1939.
ANANKE
UD
I-D
EG
T-
C uando llegué a la p arte en que el cam ino
se dividía «n dos, la som bra vino
a doblar el horro r de mi a fo n ía .
¡H ora de los destinos! C uando llegas
es in ú til luchar. Y yo sentía
que me solicitaban fuerzas ciegas.
Desde la cum bre en que disform e lava
escondía la frente d e gran ito ,
mi vida como un péndulo oscilaba
con la fatalidad de un está escrito.
Un paso más y definía
para m í la existencia y la agonía,
para mi la razón o el d e sa tin o ...
Yo di aquel paso y se cum plió el destino.
R
a k .V í i .
A
k
Í'V A l o M
a r t ín e z .
V O C A B U LA R IO FILOSOFICO
Pü?ttelistfio.— \ <
> M etafísica: especie de
Panteísm o en el cual la su b stancia del M u n ­
do es una V oluntad. D octrina q u e id e n ti­
fica el ser con la fuerza a im agen de la v o ­
luntad hum ana (S ch o p en h a u er) de tal m o­
do que el ser es esencialm ente un Querer
ser. 2í* Religiones: nom bre propuesto por
G u y au para la concepción, gen eralm en te
llam ada A nim ism o, según la cual todas las
potencias n a tu ra les son v o lu ntades.
P aradigm a.— Se llam an a m enudo asi los
tipos inm utables y perfectos d e los cuales
las cosas sensibles son, en el sistem a de
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H
g u a je escolástico, esta palabra no seempka
ap e n as de o tra m anera; pero, en la lengn»
v u lg a r, se ha em pleado para designar cm.
to s fenóm enos afectivos, y los psicólogos
h a n aceptado este nuevo sentido.—Más tar­
de, de restricción en restricción, acaba Des­
c a rte s por no denom inar propiamente pasio­
nes sino las inclinaciones, tales como la ad­
m iración, el amor y el odio el deseo, el temor,
e tc .— H oy se llam a pasión a un estado
especial y anorm al de la sensibilidad; se \t
co n sid era ordinariam ente caracterizado jor
la ruptura del equilibrio mental, y se jtizga
la ira como el tipo de todas las pasiones;
h a y que añ ad ir a ello, para respetar todo lo
posible el sentido usual de la palabra, los
e sta d o s que son la constitución de un equi­
lib rio m en tal nuevo y anormal: la avaricia
es el tip o de ellos.
UN
A
P la tó n , im itaciones im perfectas y tr a n s i­
to ria s.
P aradoja.'—O pinión co n traria a la v e ro ­
sim ilitu d o a lo que com únm ente se cree.
U n a o p in ió n paradójica no es n ec esa riam en ­
te u n a opinión falsa.
P a r a fa sia .—Confusión de origen c ere b ral
en la fa c u lta d del lenguaje, sin p a rá lisis de
los m ú scu lo s de la fonación.
P aralelism o.— D octrina relativa a la r e la ­
ción de lo* hechos psicológicos y d e los h e ­
ch o s fisiológicos nerviosos, d ia m e tra lm e n te
o p u esta a la que defiende A . F o u illé con el
n om b re de Psicología de las Id e a s-fu e rza s.
P aralogism o.— R azonam iento in c o rre c to .
L a conclusión de un paralogism o no es n e ­
ce sa ria m en te u n erro r, pues se pu ed e c o n ­
c lu ir lo v erdadero por m edio de un ra z o n a ­
m ien to falso. Se d istin g u e el p aralo g ism o
del sofism a, que no es un eng año in v o lu n ­
ta rio , sin o u n paralogism o h á b ilm en te p r e ­
se n ta d o 3' d estin ad o a causar ilu sió n , K a n t
llam a paralogism o trascendental a u n o d e los
p a ralo g ism o sd e la razón pura que c o n ciern e
a\ s u je to p en san te. C onsiste en co n clu ir de
la u n id a d del yo-sujeto, considerado com o
u n o con resp ecto a la m u ltitu d de su s m o ­
dificaciones o de sus objetos, a la u n id a d de
va-substancia, considerado como u no a b so ­
lu ta m e n te , es decir como sim ple.
P a rá m etro .—L ín ea invariable, q u e sirv e
p a ra c o n s tru ir todas las curvas de u n a m is­
m a fam ilia.
P araínnesia. — F alsa m em oria, fenóm eno
nu ev o p a ra el cual se hace, e rró n ea m en te,
el ju icio de an terio rid ad . L a p a ra m n esia
co n siste en creer que se reconoce lo q u e en
realid ad se ve p o r prim era vez.
P a resia .— P arálisis incom pleta.
Parestesia.— A lteración en las fu n cio n es
p e rc e p tiv a s de un s e n tid o .'
Parlam entarios (S ofism as).—B en th am lla­
m a así a cierto s sofismas que son de uso f re ­
c u e n te en los debates del P a rla m e n to ; son los
sofism as d e autoridad, de peligro, de d ila ­
ción y de confusión.
P arsim o n ia (L ey d e ) .— Según K a n t, es*
te p rin cip io : la naturaleza sigue e l cam ino
m ás corto, es una parte del principio d e la
fin alid ad de la natu raleza; es u n p rin c ip io
e n te ra m e n te subjetivo, que debe fo rm u la r­
se así: H a y que explicar las cosas por los
Procedimientos más simples. C abe re fe rirle
la m áx im a: E n iia non sunt praeter necessiiatem m ultiplicanda.
P a sió n .—O puesto a acción. L a pasió n es
u n a c ateg o ría de A ristóteles, y, en el le n ­
UD
I-D
EG
T-
E d m o n d G o b lo t .
ARIEL
desea a sus agentes y suscriptores
prosperidades y »en/uros en 1939«
P A L A B R A S CORDIALES
— E s esta la segunda vez que le escribo.
L a p rim e ra fué cuando, defendiendo la au­
to n o m ía de estos pueblos contra el impe­
ria lism o , usted fundó prim ero HispaM'
A m é ric a y después A rie l y Acción Cívica.
S i en aquella época le adm iré como hom­
b re trip le : poeta, antologista y patriota, hoy
le a d m iro como hom bre m últiple, como no
h a y do s en Am érica, que yo sepa.
S u preciosa revista, de la que soy fervien­
te le c to r y su scrito r desde el prim er nume­
ro , es b u e n aporte de c u ltu ra para los maes­
tr o s hon d u reñ o s. G racias a usted tenemos
la o p o rfu in id ad de saborear la literatura ex­
tr a n je r a .
C om o es natu ral, sus escritos de tra c ­
cio n e s y leyendas patrias nos gustan mo
c h o , sobre todo cuando escribe págioa
s o b re O lancho, la tie rra fecunda por exce­
le n c ia .
,
E n el últim o núm ero leimos ooo gtw
a d m ira c ió n su artículo Consagraciones u r­
día s. I , como todo lo que s u r g e de ese
c e re b ro privilegiado, tiene m ucha
•
H a c e poco alguien m urm uro por qoe
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H
tolado; el otro, ambición y odio; ambos co­
jidadad de O lanchito se ho m en ajeó a un
^n tro «»forzado ab rien d o el acto con el
nocían el orgullo de su grandeza, que es un
^ de la P atria
derecho de los genios, pero hacían diverso uso
gifá cosa de ocho d ías q u e desde la de las garantías que otorga a los guerreros:
H. R- N- de T egucígalpa se decía, poco
Napoleón tenía una soberbia sin freno; Bolí­
gis o menos, que eran e x p o n e n te s d e orvar sometía la testa de su orgullo al interés
rtBopara H onduras, F ro y lá n T u rcio s en
universal de los hombres.
ga José de Costa R ica, R afael H elio d o ro
La sangre que vertió Bonaparte sirvió para
V*Ife en México y José R . C astro en la
someter pueblos; la que derramó Simón Bo­
gitana. Me im aginaba en aquellos raosi ustedes estu v iesen aquí no se lívar, para libertar naciones.
pdría reconocer ta n h erm o sas verd des.
M o i s é s V i n c e s 7a .
Sinembargo, su nom bre, com o el de V alle
n están consagrados en el corazón de lo
tifias.
Le deseo de todo corazón m u ch a v e n ta ra ,
desde esta tierra calida de los la u re les v
Tegscigalp», Honda n i , t i
¡e los torzales, le tiendo esta m ano fran 1 y sincera.'—Ch sio Cárdalas
(C a rta
m iela« de Abogada y Notariado
t San Pedro Sula, H o n d u ra s, diciem bre
e 193®).
R epresentani« en el Exlerior:
—Sn bello A rie l es u n a v e rd a d e ra jo y a de
Nuevo York: 155 E. MMh Slreel.
nstración, g esto y e n tre te n im ie n to .— R o ­
Chicago: 1450 N. Dearborn Perkway.
ndo Lbfez h. (C arta de P u e rto C astilla
Nueva Orleans: 40 0 Intestate Bank Bldg
[ondnras, del 8 de d iciem bre de 1938).
filladeliia: 1007 Finance Building.
—Ariel es un co n ju n to e x q u isito de
«afijares para el esp íritu . A n to lo g ía v e rd a ­
dera que nos hace v a g a r p o r la h isto ria
AMOR AL M AESTRO
de los hombres y las cosas con p lacer in fi­
nito.—Si c$n buenas razones reco m ien d a de
LTna m añana vagábam os en el claustro
Amicis, en una de sus ob ras, la le c tu ra del
asom
brados de que h ubiese pasado un c u a r­
diccionario, porque in s tru y e y lleva de u n
fonto a otro del conocim iento, porque al to de h ora del m om ento infalible en que M r.
lido de la descripción de u n a p la n ta h e r­ Am edée Jacques se p resentaba. De pronto
un g rito p e n etran te h irió nu estro s oídos.
mosa encontramos un d escu b rim ien to g ra n ­
Conocí
la voz de E d u ard o F idanza, uno de
de, an hombre ejem plar, un té rm in o romfotico o ana g ran d e in q u ie tu d h u m an a, los discípulos más d istinguidos d e f colegio.
too mayores razones se debe re co m en d ar C orrí a la p o rtería y en co n tré a F idanza pá­
U lectora de la m uy fina A r i e l, rev ista lido, desencajado, repitiendo com o en un
sueño:
nos rem onta a los m ás deliciosos cam — ÍM. Jacques ha m uerto!
PW del saber con la m ás g ra ta em o ció n .—
L a im presión fué in d escriptible; se nos h i­
/m* de Dios Freer S . (C a rta de San José,
zo un nudo en la g a rg a n ta y nos m iram os
«ciembte de 1938).
unos a otros con los rostros blancos, lív i­
dos, como en el m om ento de u n a d esv en tu ­
ra terrible.
B O L IV A R
E l portero había recibido orden d e no d e ­
El « iy ° f capitán de ila tim a : por lo que jarnos salir; le echam os violentam ente a un
•***•► por lo qu« sintió y pudo realizar co- lado y m uchos, sin som brero, desolados, co­
hoj^fcnt; por el coraje de su pluma y el rrim os a casa de M . Jacques.
E staba tendido sobre su cam a, rígido v
’V* de ftt espada; por la amplitud continencon
la cabeza im pregnada de u n a m ajestad
^ de * alma. Genio guerrero como el de
indecible.
y, en panoramas más grandes, más
L a m uerte lo había so rp ren d id o al llegar a
mí* ásperos. Corazón mayor que ei
su casa después de u n a noche ag itad a. El
C®**®» «n la aspiración, en el ejercicio del rayo de la apoplejía lo derribó vestido, sizi
«a t \ redondel de Ja am istad, en la ter- darle tiem po para p ed ir ayuda. P endía su
**** A i anror. Bolívar era codo alma, apos­ m ano derecha fuera d e la cam a; uno por uno.
UD
I-D
EG
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UN
A
BUFETE DURON
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M
ig u e l
C a n í ;.
MUNDO LATINO
Publicación mensual.
J e f e s d e R e d a c c ió n ;
H
F , A u g u sto
CARTA
DE
de
B e n e t e t t i.
SALVADOR
C A LD E R O N RAMIREZ
T-
R- D ía*—A lejo
E d u a r d o A vilé» R a m ír e z .
EG
R edacción y A dm in istración:
, A ven u e G eorge— V .—P a rís.
P recio por ejem plar:
12
— M uéstrate h um ilde, pero nunca servil
— No seas lobo e n la vida, peto tampoco
oveja.
—N o te avergüences de haber ¡ocurrido
en un error; lo que debe afrentarte es caer
en él nuevam ente.
— Com padece al que no sabe conmoverse
desprecia a quien no sabe arrepentirse.
—S iente siem pre como joven y juzga en
toda ocasión como viejo.
— H ab itú ate a respetar a todo el mondo,
a no tem er a nadie ni a nada, excepto a tú
conciencia.
— L a vida es breve; procura dilatarla con
tu s obras.
— Si quieres ten er verdaderos amigos,
pruébales antes tu am istad.
— L a m ayor felicidad está en hacer di­
chosos a cuantos nos sea posible.
UN
A
por u n m ovim iento espontáneo, nos fu im o s
a rro d illa n d o y posando en ella los lab io s, c o ­
m o u n adiós suprem o a aquél a q u ien n a n e a
debíam os olvidar. Su esp íritu lib eral a b ie rto
a to d as las verdades de la ciencia, lib re de
preo cu p acio n es raq u íticas, h a ejercid o su i n ­
fluencia poderosa sobre el de todos su s d is ­
cípulos.
Le llevam os a pulso h asta la tu m b a y le ­
van tam o s en ella un m odesto m o n u m e n to
con n u estro s pobres recursos de e stu d ia n te s.
D uerm e el sueño eterno al abrigo de los á r ­
boles som bríos, no lejos del sitio d o n d e r e ­
posan m is m u erto s. Jam ás voy a su s tu m b a s
sin p asar por el sepulcro del m aestro y s a lu ­
d arle con el respeto p rofundo de los g r a n ­
des cariños.
25 franco*.
30 fran co s.
1 d ó lar.
UD
I-D
F r a n c ia ...................................
Resto de Iíu ro pa. .
A m é ric a .................................
PARA LA VID A
— U til es in stru irse , mas ed ucarse es u n
deber.
— C uan d o no estés con tu s ín tim o s, re fle ­
x io n a sobre las consecuencias de lo q u e v as
a decir.
—Sé parco en tu s prom esas, pero si p ro ­
m etes cu m p le siem pre tu palabra.
— N ada ta n fácil como obrar; nada ta n d i ­
fícil com o o b rar bien.
— C om pórtate siem pre de m odo q u e n u n ­
ca te falte el suprem o consuelo de t u p r o ­
pia estim ación.
. —D efiende siem pre todo lo que p u e d a s
d efender: acusa solam ente cuando a ella te
oblig u e el deber.
— C u a n d o el org u llo te lleve a m ira r con
desprecio al que sabe menos que tú , c u a n ­
do te m u estres altivo y satisfecho de tu c ie n ­
cia, p ien sa en lo q u e ignoras.
1# Av. N orte, N9 59,
San Salvador. 10 de diciembre de 1938.
A Froylán T urcios.
San José de Co*sta Rica.
Mi m uy querido e inolvidable Froylán:
H e estado recibiendo con regularidad los
n ú m ero s de A rie l. Cada vez que me llega
u n ejem plar no lo leo sino que lo devoro.
A dem ás de los ritm os melodiosos y de las
ondas de belleza y de esplendor que irra­
d ia n sus páginas, viénese a mi memoriasabré todo en esta época en que van a reven­
ta r los luceros de A' vías—la imagen del
queridísim o poeta, claro artista que anua
en arm oniosa conjunción, dentro de sus ex­
q u isita s m oradas interiores, las magias de
su num en y los bríos del gentleman inta­
ch ab le, sin miedo v sin tacha. Estas rafag as navideñas me hacen evocar los opa i
nos crepúsculos d e C o m a y a g ü e l a . . . cuan o
aq u el cordial grupo de am igos entretenían
l a pesadum bre de l a s horas h i l v a n a n d o s a
bro so s párrafos, y l e e s c u c h á b a m o s a
•
su b ray a n d o sus períodos c o n belleza» \e
d a d y fuerza esp iritu a le s... ¿Recuerda l
m i excelente y adm irado amigo, aque
paliques?
,
A liento la esperanza de que algún
rea n u d a rem o s esas charlas y con su usiñfl
d e suprem o colorista y con su armóM
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A R I B L
n t hará el relato de sus im presiones
1*HaLs T ornarem os a n u e stro s paseos alLSor de T egucigalpa y verem os cómo se
Í S a n «obre las tin ta s de la ta rd e , el Pi*\v0 Sipile y el B e rrin c h e ... destacados
«flft’milasro de coloraciones y m atices.
Le recuerda siem p re su am igo
865
lus u n a capilla en h o n o r del a rc á n g e l. Des
de entonces designóse la tu m b a del g ra n
em perador con el nom bre que h o y lleva.
I en seguida la conduje, com o V irg ilio a
D ante, a la s h ú m edas y ló b reg as estancias
que sirv iero a de cárcel a B eatriz C enci, a
B envenuto Cellini a G io rd an o B ru n o , a Petrucci, al cardenal C araffa, a C a g lio stro ...
S. C alderón R .
VI
Y
UD
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T-
UN
A
Un viejo milanés, c o m ercian te en seda
* piedra» apócrifas, q ue re c o rrió las regio
se$ hondurenas, ilu m in ó diez de m is no
dttt infantiles con fabulosos relatos del
Castillo de S a n t’A n g elo .
Enardecida mi fa n ta sía p o r aquellas reoefflbránzas de m atices lú g u b re s, busqué
ávidamente en h isto ria s y novelas todo lo
que se relacionaba con el v e tu sto edificio.
De manera que me en co n tré en él com o en
nn sitio fam iliar. I cu an d o un g u ía se me
acercó, le hice co m prender, con el c u a d e r­
no de planos y explicaciones, que n a d a p o ­
dría mostrarme que yo no conociese. Mas
bien le serví de g ra tu ito cicero n e a u n a lin ­
da andaluza, que prem ió m i e ru d ició n con
sos amables sonrisas. Lo q u e esencialm en­
te anhelaba ella saber era el m otivo que efec­
tuó el cambio de nom bre d e la T u m b a de
Adriano, y dónde se escondían las siniestras
tfgistulas en que gim iero n en las tin ie b las
tantas víctimas ilu stre s.— C u an d o la te r ri­
ble peste que azotó a R o m a en 590 estaba
en su mayor fu e rz a , ap areció S an M iguel
eo las alturas del M ausoleo de A driano,
con la espada en la d ie stra . A l envainarla
ce*6 la epidem ia. A brióse lu eg o en el tum u-
Días enteros he pasado en el in te rio r del
Coliseo, atraído u n a y cien veces p o r el
im án de su portentoso recu erd o .
S itio trágico, único en la H isto ria po r
sus siniestras hecatom bes, a u n me parece
asp irar en él, con el fu e rte h álito de las
feroces bestias, el acre olor d e la san g re
derram ada a to rren te s p o r el in fam e sadism o
de aquellos bandidos que d e sh o n ra ro n a la
hum anidad con sus h orrendos crím enes y
que aparecieron en los escenarios a n tig u o s
envueltos en sus p ú rp u ra s im p eriales.
R esuenan en m is oídos las p ala b ra s proféticas: M ientras subsista el Coliseo subsistirá
Roma; si el Coliseo cae, caerá R om a y cuando
caiga Rom a caerá el mundo.
N o por que los tiem pos h ay an cam biado,
perdiendo tal proverbio su ín te g ro valor,
dejan de im presionar esas voces ex alta d o ra s
de la o bra m ilenaria lev a n tad a p or g ig an te s.
Edificio de cu atro pisos, de form a elíptica,
contuvo sesenta m il esp ectadores. S u a ltu ra
de cin cu en ta m etros, su c irc u n fe re n c ia e x ­
te rio r de q u in ien to s v e in tic u a tro ; su co n s­
trucción de lad rillo revestida p o r fue^a con
trozos de tra v ertin o y por d e n tro con e s tu ­
cos y m árm oles. L a n a tu ra le z a, con sus
rayos y terrem otos, y los h o m bres con su
avidez insaciable de esplendores y m a g n i­
ficencias, d estruyeron el enorm e anfiteatro.
La belleza de su a rq u ite c tu ra, su s colum nas
jónicas, dóricas y co rin tias, su s arq u erías
espléndidas, sus estatu as, to d a su im ponente
grandeza fué dem olida para le v a n ta r p a la ­
cios como el de V enecia y el F a rn esio .
Tarde rosada de la vieja R o m a ... A sí co­
m ienza uno de mis poem as, escrito en la
más elevada g alería del fo rm id ab le m o n u ­
m ento. H a sido u no de m is p laceres esp i­
rituales contem plar desde esa c u m b re la
caída de las tardes ¡Q ué su n tu o so s c rep ú scu los de rosas fosforescentes, de m antones
de lapislázuli, de obscuros o ro s, de in d e c i­
sas esm eraldas! A un m ás in te n so s pór el
lu g ar desde donde se ad m ira n , po r ia
H
N O T A S SOBRE R O M A
A R I E L
Aparecerá cada q u in c e d ías en cua
dernos de 32 p á g in a s.
La seriede 3 n úm eros v a l e . . . . $ 1.50
0.60
Némero del d í a ........................
Número a tra s a d o ................- ■•
°-?0
En H o nduras y dem ás países de C en ­
tro América y en el e x te rio r la serie
de 3 núm eros vale tre in tic in c o ce n ta ­
vos oro o su eq u iv alen te en m oneda
nacional.
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F ROYLXX T U R C IÓ S .
(D el L i-C hi-K in).
X I I I al V illa . JC.
(Versión de Guillermo Valencia).
E o la P u erta O ccidental
de P ekín
hay púberes bayaderas
ondulantes y ligeras
como nubes de fulgor
prim averal.
M as desdeño sus quim eras
porque en su túnica blanca,
como de luz pudorosa,
y bajo su fino velo,
m i am iguita es m as graciosa.
UN
A
(Co?iti?iuará) .
M I A M IG A
H
im p o n d erab le h erm osura de la e te rn a c iu ­
d a d q u e d o ran con sus pálidas luces.
...H e ido a dos conciertos n o c tu rn o s en
el in te rio r del Coliseo. P roducen u n e fecto
in d escrip tib le; algo quim érico que no p u e d e
e x p re sa rse .
...O í so n a r las doce, inm óvil en el r e c in ­
to en q u e p erecieron centenares de c r is tia ­
n os e n tre las g a rra s de tig re s y le o n e s. L a
lu n a irra d ia b a en u n cielo lím pido y p r o f u n ­
d o . E s é ste u n o de los m ás e stu p e n d o s
esp ectácu lo s que un poeta puede a d m i­
r a r . E sta b a solo y como e m b riag ad o de
solem nes recuerdos y de so brehum ano s ile n ­
cio.
P E N S A M IE N T O PRO FETIC O
UD
I-D
EG
T-
E l ilu s tre T u cíd id es grabó en el b ro n c e
d e su H isto ria , con palabras a u ste ra s v
v ig o ro sas, este p ensam iento profètico d e la
a re n g a de P ericles por los m u e rto s d e la
g u e rra :
•
«La tu m b a de los grandes hom bres es el u n i
v erso e n te ro . N o se hace n o tar p o r in s c r ip ­
ciones escritas sobre colum nas com o en la s
s e p u ltu ra s p riv ad as, sino que, h a sta e n las
com arcas e x tra n je ra s , y sin necesidad d e r e ­
g lones conm em orativos, el recuerdo y el c u l­
to de los h om bres m agnánim os que m u rie ro n
p or la p a tria se conserva m ejor en el e s p ír itu
in m o rtal y sereno que en m o n u m en to s o r ­
g ullosos y perecederos.»
Ju n to a la P u e rta O riental
de P ekín,
sueñan niñas deslum brantes
y raras en sus prim ores:
(se parecen a las flores
de los tibores frag an tes).
Todos los textos de ARIEL han tido
escritos, seleccionados o extractados
por su Director.
E L T I T U L O DE C ESA R
E l p rim ero que llevó el sobrenom bre d e
César fu é un Ju lio , que lo recibió por h a b e r
sido sacado a luz abriendo (caedendo) el
v ie n tre de su m ad re m uerta (o p eració n c e ­
s á re a ). Q uedó com o sobrenom bre p ara t o ­
dos los in d iv id u o s de la fam ilia Ju lia , y
cu an d o C ayo Ju lio C ésar, el D ictador, a d o p ­
tó a su so b rin o (h ijo de una h ija d e su h e r ­
m an a J u l i a ) , C ayo O ctavio, lo llevó ta m b ié n
éste, llam án d o se C ésar O ctaviano, y d e s ­
p u és pasó a ser u n títu lo que se aplicó a t o ­
d os sus sucesores en el trono, h ac ién d o se
ín ó n im o d e l d e em perador.
M as desdeño yo su aroma,
porque en su túnica blanca
y bajo su fino velo,
huele m ejor mi palom a.
.
ORGULLO
A lg u n as personas están orgullosas de so
riq u e z a , fam a y posición social, pero estas
cosas son transitorias. N adie puede llevar­
la s consigo después de la m uerte. No es
b u e n o estar orgulloso por la riqueza. Podéis
d e c ir: yo soy rico\ pero hay otros que son
m illonarios,m ultim illonarios, etc« Al ano*
c h e cer, las luciérnagas creen que ellas están
ilu m in a n d o al m undo; pero en cuanto prin­
c ip ia n a b rillar las estrellas, su orgullo que­
d a vencido. Las estrellas creen, a so vez,
q u e ellas ilum inan a l m undo, pero en coan
to b rilla la lu s a , las estrellas quedan aver­
g on zad as. L a lu n a cree tam bién (jne «ua
ilu m in a todo, pero ¡ah! aparece la aurora y
el sol naciente an u la la luz de la lona,
las personas ricas pensaran estas
.
e sta ría n por más tiem po orgullo**8 de sus
qnezas.
R am akbishna .
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ARI EL
867
que formó parte Julio Verne.
X.
Lombroso, teniente médico en Calabria
I. Cuando preguntaron a Alejandro Magno en 1870, observó rara anomalía orgánica en el
(¿go batía adquirido tantos bienes, respon­
cráneo de un malhechor, teniendo la intuición
— según palabras de Ferri— de que el delito es
dió:
_$¿n descuidar nada.
producto patológico del cuerpo y de la ptiquis
0 , tkw ton dijo, al preguntarle cómo había
humana con la complicidad de las circunstan­
jjpA» tan grandes e importantes descubrí,
cias del ambiente, laborando de manera tal que
lio«»científicos siendo tan joven:
gozó la gloria de orientar la justicia penal ha_Sin dejar áe prestar atención.
cía la cura preservativa y severa del de4ito, ha­
¡O. Ponuin respondió, cuando le interrogacia la idea de sustituir los «presidios por colo­
tog róno pudo conseguir amular a los gran­
nias penitenciarias de selección, librando a Ja
des pintores italianos:
sociedad del sórdido, violento y bárbaro pro­
_Fijando mi atención en las cosas más niceder de vengarse en el delincuente.
aiv.
F . A gusto d e Be n e d e t t i. (* )
IV. Rosiní afirmaba que si podía componer
tía «remenees obras musicales lo debía a
tkmptt estaba pensando en su trabajo, aun­
(*) F. Agusto de Benedetti es poeta, novelista, peda­
que parecía que no pensaba en él,
gogo, moralista, miembro de lo Academia de Bellas
Artes de Venecia, prefesor de Literatura ifeliona en el
V. La atención hizo que un labrador, Pieel,
Real ConservolorìQ de Mùsica de Parm a. Fs autor de
observarle la huella que los platos de estaño
magníficos libros, entre ellos tio c ia ¡o mete, A fe c to ,
6 /ifan sobre el mantel, ideando los cilin­
A u to d id a c to , ya célebres en Europa.
dro* par» estampar las piezas de algodón, mo­
rir© de m gran fortuna.
VI. Los niños dej óptico Lippersbey pusie­
M ás de m il seiscientos ejem plares de
ron una knte cóncava sobre otra convexa, mi­
A
riel enviam os, cada m es, a los m e­
raron ti galio de la torre de Middleburgo y se
maravillaron al verlo aumentado. Su padre
jores periódicos y revistas del m undo,
prestó atención al hecho, fijó las lentes al ex­
a los gran d es poetas y escritores y a
traño dfc un tubo «... inventó el telescopio
las U niversidades y B ibliotecas N a ­
(Galana).
cionales de los países de E u ro p a,
VII. La atenta observación de un ciego hizo
A m érica, A sia, A frica y O eeanía:
<pe Haay fuese protector de tales desgraciados,
UD
I-D
EG
T-
UN
A
H
AT E N C IO N
lúdase el primer instiuto paia ellos, descu­
briese los métodos para enseñarles a distinguir
tai colores con ayuda d*l tacto, a leer, a escri­
LA Q U E R ID A E N C A N T A D O R A
to, métodos que perfeccionó Ponce de León,
uveator de Jos aplicados a los sordomudos.
Mi vida está saturadla de feminidad. No
VUI. Cuando tenía once anos Pascal vió
hay libro ni nada en el mundo que pueda
q*e «a invitado golpeaba un -píato de porcela­ ocupar el lugar de Ja mujer.,. ¿Cómo expresar
na C0n el cuchillo, produciendo ruido que cesa'
ésto? Encuentro que sólo el amor produce el
b tan pronto tocaba el plato con la mano,
gran espasmo en nuestro ser. Cuando yo era
ladagó la razón y, asociando hechos, advirtió
joven tuve una querida, una obrera de los al­
tutes fenómenos que compuso un tratado de
rededores de Petershurgo, a la cual conocí en
*fctka.
mis partidas de caza. Era encantaktora, muy
IX, Felice Nadar, precursor de los dirigibles,
bíinca,
con ojos rasgados, como es común en­
**0 confirmada su opinión cuando contaba notre nuestras mujeres. No quería aceptar nada
***** años. En 1860, al pasar un día en París
de mí. Sin embargo, un día me dijo:
i
o na casa en construcción, oyó que un
— Es preciso que me hagas un obsequio.
«fccía a un peón que estaba en «1 piso
— ¿Qué quieres?
que le echase una esponja. El mucha,
la cogió, la empapó en agua, y la lanzó,
— Tráeme de Petersburgo una pastilla de
ni manos del que la pedía. Esto fué ' jabón perf amado.
H o Nadar una revelación; en 1863 organizó
Le traje el jabón. Lo tomó, desapareció,
volvió de allí a poco con las mejillas sonro*** «ociedad de autolocomocióo aérea, de la
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A R I E L
sadas de em oción, y murmuró tendiéndome pus
manos, finamente olorosas:
— Estréchame las manos como estrechas en
los salones las manos de las damas de Petcrsburgo.
Me arrojé a sus pies... Y comprenderán us­
tedes fácilmente que no be tenido en m i vida
un instante que valga k> que aquél.
Iván T o u r g u e n e ff.
U L T I M A V IS IO N D E T E O F IL O
G AU T1E R
Gisela. Apercibo en an coche z Alejandro Da­
mas leyendo el elogio fúnebre que ha de pro­
nunciar.
El cementerio está lleno de modestos admi­
radores, de compañeros anónimos, de redacto,
res de periódicos, convoyando al periodista, no
al poeta, no al autor de Mstdemoitelít de M to.
pin. Por mí pare, me panece que mi cadáver
tendría horror a Hevar detrás de so ataúd tsu
turba de literatos, y yo solícito solamente en mí
entierro los tres hombres de talento y los seis
boteros convencidos que estuvieron en erde En­
rique Heine.
H
868
E dm undo G oncourt.
UD
I-D
EG
T-
UN
A
Ayer— 24 de octubre de 1872— comiendo con
la nariz hundida en un periódico— es para m í
el soio medio de comer cuando como solo— me
COMITE PRO LIBRO ESPAÑOL
ha impresionado, sin que nada pudiese hacerlo
Los que deseen contribuir oí sostenimiento de esle
presagiar, la noticia de la muerte de T eó filo
centro de culture, pueden enviar su donación de
Gautier.
libros a uno de sus miembros, Dr. Ernesto Huele
Esta mañana he ido a casa de N euilly, caJie
(1 0 0 2 W ebsler S f ., New Orleons, La—U. 5 . A.)
de Longcbamps.
Bergerar me hace entrar en la cámara m or­
tuoria. Su cabeza, de una palidez amarilla, se
C A R T A D E PEDRO— EMILIO
hunde en ilo negro de sus largos cabellos. T enía
sobre el pecho un rosario, cuyas cuentas blan­
COLL
cas, alrededor de una rosa qiue se m architaba,
Partís, 19 de noviembre de 1938se parecían al desgranamiento de una ram ita
de sinforina. Y el poeta tenía así la serenidad
M i excelente amigo Torcíos:
feroz de un bárbaro dormido en la nada. N a ­
Recibo aquí, y muy agradecido, su Aríe?, en
da allí me hablaba de un muerto moderno. R e­ cuyas alas ligeras y en la armonio#a compañía
cuerdos de figuras de piedra de la catedral! de
de U d. y otros espíneos dilectos, veo inscrito
Chanres, mezclados a reminiscencias de retra­ mi nombre al pie de leves fragmentos y con
tos de los tiempos merovingios, me asaltaban,
igual gratitud. Como a l amigo García Monge,
no sé por qué.
a quien le ruego saladar en mi nombre, <W*
La cámara misma, con el lecho de encina,
a usted el favor con que me han distinguido
la mancha roja del terciopelo de un libro de
en sus revistas literarias, que circulan poc nues­
misa, una ramita de boj en un tosco jarrontra América, llevando en sus paginas pensa­
cillo, me daban de pronto ía sensación de ser
mientos esenciales y sentimientos de ftaternidad.
introducido en un cufaicuíum del antiguo galo
Ello es que su Ariel, como el Repertorio Ame­
o en un grandioso y primitivo interior rom a­
ricano, con la obra que realizan, sitúan a Cos­
no.
ta Rica, noble patria de ustedes, en sitio emi­
Y
el dolor mudo de una hermana despeina­ nente entre nuestros países indo-españoles, a
da, con los cabellos color de ceniza, vuelta al
los que, por lo demás, >da claros ejemplo*
m uro con la desesperación apasionada y fu rio ­
verdadero republicanismo y de bien entendi­
sa de una Guanamata, aumentaban más la ilu ­
das libertades. E n Venezuela * 1* admira, as»
como a sus h ijo s dignos de ella, personalm ente
sión.
2
5 de octubre.— Voy para el entierro del pa­ no pierdo la esperanza de visitar aígúit día *
esa nación hermana, luego de regresar a i° 1
dre a la iglesia de Neuilly, donde hace meses
Caracas como tanto deseo.
asistía al matrimonio de la hija.
P o r el momento se halla aquí temporalmen­
El entierro es pomposo. Los clarines del
te a sus órdenes su viejo admirado* * invan»
ejército rinden los honores al oficial de la L e­
ble compañero en ierras y sueños,
gión de Honor. Las más conmovedoras voces
P e d r o - E m il io C o ix de Ja ópera cantan el Requiem del a u to r de
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ARI EL
so m bras
IL U S T R E S
H O N D A S M E D IT A C I O N E S
UN
A
l gmilia Zola era por naturaleza -un despfrr,THA*’ del dinero. Con la primera pieza de
tejan sÓMoí obtenida en su infancia compró
g#J bolja por diecinueve, en la qu-e metió el
0 dá» (fu le restaba.
U. Una célebre actriz del T eatro Francés le
¿jo a Alfredo de Musset:
—Señor Musset, me han contado que se en­
vásete nstcd de haberse acostado conmigo.
—Perdió»— respondió el poeta flemática■«te;—me be envanecido precisamente de lo
convino.
til. Un día, el manellUmo de Thiers— cuent» Goncoort.— discutiendo con el conde de Ar«¡m fot tal, que el conde no pudo contenerse
j 1» dijo:
—Pero oyéndole a usted hablar así se di­
ña qae tta el que había ganado la batalla de
Sedan.
Esto arrancó una lágrima a Thiers, que acu« al conde de complacerse en insultar a un
nocido. Después de esta escena fué imposible
iwnir aí conde v a Thiers.
IV. Una escaramuza entre Wagn-er y Rossíní
« casa de éste. Cuena madame Cherambaud.
—¿No comprende usted h armonía de] si­
lencio?—decía Wagner.
—Sí, sí'—contestó Rossini,— que tomó una
hoja de papel sobre la cual puso un calderón.
Wiguer no volvió,
V. Rodenbarh refiere haber asistido a un
trato entre Verlaine y el editor Vanier en que
«t* no quería darle veinticinco francos por Unas
poesías qne acababa de escribir y por las que
Verlaine le pedía treinta. Y terminó la escena
teniendo Verlaine su recibo en una mano y
no sedcámiólo hasta que tuvo en la otra un na.
poleóti y dos piezas de cien sueldos, exclaman­
do: “ jU n sucio Badinguet y dos piezas Sui­
zas!”
Y
como Rodenbach 1« felicitara por su vic­
toria
— ¡No, yo no podía ceder...! ¡Hubiera te­
nido una escena!
Hacía alusión al mal carácter de la mujer
con la cual vivía entonces.
H
evocando
869
UD
I-D
EG
T-
— El arte de la m edicina req u ie re tre s
térm inos: la enferm edad, el m édico y el
enferm o.— H ipócrates.
— E l pueblo que d escu id a la h ig ie n e en
la escuela su frirá g ra v ísim as y deplorables
con secuencias.— L n stig .
— El estóm ago es u n a bestia; p ro cu rad
que no se reb ele.— W agner.
— E l aire es p ara los pulm o n es lo que el
agua para la p iel.— HSber.
—Si echásem os todos los m edicam entos al
m ar g anaría m ucho la h u m a n id ad , ten ien d o
que com padecer a los inocentes pececillos.
— Los hom bres trab a jad o res gozan de
m ejor salud que los ociosos.— Cavalca.
— Los goces del odio, del predom inio y
de los sentidos se truecan poco a poco in ­
sensiblem ente en to rm e n to s.— R u sk in .
— E l trab ajo sólo a m ed ren ta a los e sp íri­
tu s débiles.— Louis.
—T rabajo in telec tu al es el que requiere
m ayor reg u larid ad y m éto d o .— G uyau.
— L a grandeza y decadencia de las n acio­
nes depende de su g rad o de c u ltu ra .—
Bacon.
— L a in ercia de la m ente es g a n g re n a
del cerebro y de la sociedad; si se g e n e ra ­
liza en gendra la tira n ía , la superstició n v
la idolatría, baldón p ara u n p aís. E l pueblo
que no piensa no m erece se r lib re .— M antegazza.
BANCO DE H O N D U R A S
T e g u c ig a lp a , H o n d u r a s , C . A Fundado «I 1o da octubr* da 1 6 8 9 .
Casa principal: T E G U C I G A L P A .
.Sucursal: S A N P E D R O S U L A .
Capital autorizado L 1.000.000.00.
Cíp/la!paga do y reservas L 1.300.000.00.
ít*ce toda clase de operaciones boticarios, (raslaT* 4
principales ploias de* Honduras y del exJe’■r; abre cuentas corrientes con garantía safisfacfodepósitos a la vis/a y a plazos; custodia
**■*«» y documentos públicos y se encarga de
cobros por cuenía ajena.
d e a h o rro a l 4 ^ a n u a l.
A R P IA S Y S I R E N A S
A r p ía s .— A ves fabulosas, con ro stro de
m ujer, que arreb atab an de las m esas los
m anjares o los ensu ciab an , com unicándoles
su hediondo olor. E ra n tre s: A elo, O cipete
y Celeno.
S irenas.— L as siren as, h ijas del río A que-
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A R I E L
870
A R C H IV O N A C IO N A L DE
H IS T O R IA DEL ECUADOR
Q uito, 18 de noviem bre de 1938.
S e ñ o r don F ro y lán T utcíos.
San José de Costa Rica.
D istinguido señor:
E l A rchivo N acional de H istoria ha re­
cibido el quincenario que U d. con tanto
acierto dirige.
L a brevedad de los estudios, la variedad
de los asuntos y la novedad de los datos li­
te rario s hacen de su publicación una mo­
d e rn a E nciclopedia de buen gusto y mejor
selección.
H e auspiciado siem pre el intercambio
c u ltu ra l como m edio de sentar las bases só­
lid as de una perdurable herm andad ameri­
cana.
De U d. m uy atento am igo y S. S.
H
loo y de la m usa C aliope, e ra n un o s m o n s­
tru o s m arinos, m ujeres en la p a rte su p e rio r
y aves en la in fe rio r, que h a b ita b a n e n tre
la isla de C aprea y la costa d e Ita lia , a tr a ­
y en d o a los n av eg an tes con su c a n to d u lc e
y arm onioso, a p re c ip ita rse en el m a r, d o n ­
d e se a h o g a b a n .— C u alq u iera de las n in fa s
m a rin a s con busto de m u je r y c u e rp o d e a v e ,
q u e ex trav iab an a los n a v e g a n te s a tr a y é n ­
d olo s con la d u lz u ra de su c a u to . A lg u n o s
a rtis ta s las rep resen tan , im p ro p ia m e n te ,
con m edio cuerpo de m u je r y el o tro m edio
d e pez.
UN
A
EL S U E Ñ O D EL C O N D O R
(Traducción de Leopoldo D íaz).
R a f a e l E . S il v a ,
Jete del Archivo Nacional de Historia.
UD
I-D
EG
T-
M ás allá de las ríg id as p e n d ie n te s,
m ás allá d e las ru d a s c o rd ille ra s,
m ás allá de las b ru m a s co n o cid as
por las ág u ila s n e g ra s .
M ás a lto q ue las cu m b res h o ra d a d a s
en espirales té tric a s
d o el flujo h ierve de las íg n eas lava«!,
con la flo tan te plum azón re v u e lta
el g ra n p ájaro lleno de so m b ría
ta c itu rn a indolencia*
el espacio infinito, el sol q u e m u e re ,
c o n sus ojos im pávidos c o n te m p la .
S o b re salvajes pam pas que se e x tie n d e n
d e los m o n tes al pie, la n o c h e ru e d a :
ad orm ece de Chile las ciu d ad es
y el Pacífico m ar y las rib eras
y el d iv in o h o rizo n te y el c a lla d o
c o n tin e n te , y por todo se p a se a .
D el lla n o a la colina y d esd e el v a lle
a la g a rg a n ta o cu lta en la la d e ra
crece, de cim a en cim a, el to rb e llin o
c o n so rd a agitación d e alta m a re a .
C om o u n espectro en el p eñ ó n e rg u id o
e n tr e vagos fulgores él esp era
s o b re la niev e que sa n g ra r p a re c e
a l m a r sin iestro q u e ten az le a c e c h a,
y el m ar sube por fin y le c irc u n d a ,
la C ru z A u stra l, en ta n to , c e n te lle a ,
d e l cielo en los abism os c o n ste la d o s.
D e d ic h a él g razn a, s u p lu m a je tie m b la ,
y e rg u e el cuello pelado y m u sc u lo so ,
a trá s la niev e de los A n d es q u e d a ,
con ronco g rito su b e ,
su b e ta n alto q u e n i el v ie n to e n c u e n tr a ,
y d is ta n te del m u n d o y de la v id a ,
d ista n te de la tie rra ,
d u é rm e se el cóndor en el a íre h e la d o
con su s alas inm óviles a b ie rta s .
LECONTE T>E X.ISTJ3.
Rubén R. BarritatM
AHfada y Ratafia.
Se hace cargo de asuntos civiles,
criminales, administrativos, y de
representaciones, registros de
marcas de fábrica y patentes
de invención. CartuJaeión.
Teléfono N o. 1 0 -9 4 .
Tegucigalpa. Honduras.
C entro América.
E X O D O DE U N A CAJA DE
DULCE
U no <fe los dulces más grato* con gat pe­
diera soñar «1 goarrmt de mejor jpwto e* «
p w j a W del Brasil. N o la é t módko pre­
cio que come el pueblo, sino h de la»
de los ticos y de los grandes bedeles.
La vúpera de salir de Río de Janeiro para
Portugal, me obsequió E lyáo de CarviR»
tres hermosas latas azules de superior <■
En M adrid regalé una a José Santo* O»"
cano, a quien le inspiró diez «H ÍIon«
que conservo en mi álbum; y en **ans_ i^ L
un amigo, el célebre profesor Carlos
destinando la última para b»
excursión de aqoei año a la <«** medHrrr»*"
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ARI EL
P R O N T U A R IO D EL ID IO M A
H
Ocultar, esconder.— Ocultamos lo que no
querem os que vean; escondemos aquello que
no querem os que se e n c u e n tre .
Opulencia, riqueza.—A q u é lla d en o ta 1
abundancia de bienes de u n m odo absoluto;
ésta, de u n a m an e ra relativ a.
Orgullo, vanidad, presunción.— E l orgu­
lloso hace un exagerado aprecio de sí m ism o,
el vanidoso no sabe q ué o ste n ta r q u e llam e
la atención o ex cite la envidia; el presum í
do se atribuye c a a lid ad es que no posee.
Ostracismo.— D estierro p o lítico al que r e ­
legaban Jos aten ien ses a aquellos hom bres
que por su talen to o v irtu d e s d isfru ta b a n en
sumo grado del au ra p o p u la r, llevados flel
tem or de que abusasen de ella co n v irtién d o ­
se en tiranos de su p a tria . N o era d e sh o n ­
roso, como algunos p ie n san , an tes bien h o ­
norífico, y lo sufriero n A rístid e s, T em ístocles, Cimón y T u cíd id es. L,a c au sa p o r la
cual se abolió el d e stie rro en A ten a s, p o r el
año 338, no fué o tra q u e el h aberlo d e sh o n ­
rado, condenando a él a H ip e rb o lo , sujeto
vil y despreciable.— L a p a la b ra ostracismo
viene de ostra, co n eh ita sobre la que escri­
bía cada v o tante el n om bre de la per o n a a
quien se tra ta b a de d e ste rra r.
Pacer, apacentar.— Apacentar es g u a rd a r
el rebaño; pacer, o p a sta r, es co m er pastos.
Lo prim ero toca al p asto r; lo ú ltim o es
propio de la grey.
Packá.— E n castellan o decim os bajá, no
pachá.
Pánica.—E s ad jetiv o con q u e se califica
el m iedo, te rro r o espanto e x ag era d o o q ue
carece de fu n d am en to real. U sase tam b ién
sustantivado. V iene d e P a n , dios m ito ló g i­
co que, acom pañando a Baco en su ex p e d i­
ción a la In d ia , co nsiguió in fu n d ir h o rrib le
espanto y coa ia sió a en el cam po enem igo,
colocando unos cu an to s h o m bres con espe­
cial encargo de d a r fu e rte s g rito s y aullidos
en un valle escabroso y lú g u b re , lleno de
rocas y cavernas I es fam a q u e de tal s u e r­
te am edrentaron a los indios, q u e se diero n
a la fuga sin co m batir siq u ie ra, creídos de
que se las habían con fan tasm as y seres so­
brenaturales.
P ara, p o r.—A u n q u e sin ó n im as estas p re ­
posiciones cu an d o se em plean e x p lica n d o la
razón o m otivo de a lg u n a cosa (v . g r..
“ Volví el ro stro para— o p o r— no ser cono­
cido” ) , existe, sin em bargo, e n tre u n a y
otra cierta diferen cia q u e conviene ha
cer notar. L a preposición p a ra explica
UD
I-D
EG
T-
UN
A
fitx w , * Italia, Alemania, Holanda y Bélj tn mi regreso a Honduras por los Esr¡^nt Uaidos, las Antillas y Panamá, al buscar
jifia objeto, veía azolear la caja metálica en
e) fondo de ano de mis baúles.
Llegado a Tegucigalpa, entre las innumera­
bles cosas raras que le traía a Lalira, puse en
m fluoot el exórico dulce.
_Femará parte del almuerzo del domingo
pfñrimo en que iremos a Suyapa— me «fijo.
Hice a U Virgen la promesa de una visita por
m feliz regreso.
Salimos—toda Ja familia— a las ocho de la
guíani, J, cerca de Los tres caminos, mi hersintióse atacada de un violento dolor en
ei estómago y tuvimos que bajarla de la muía
n qoe montaba. Transcurrida media bora rea»adamo* Ja marcha; pero, ya cerca de El T rapiche, se icpitió con mayor intensidad la dokacia» riéndonos obligados a conducirla a la
cm de las señoritas Zúñiga, que la atendieron
con afecto.
Tras «i» largo reposo su mal desapareció.
Dejpaés de un excelente aftmuerzo a que nos
isTituon, y de entregar «1 que llevábamos a
b Rrvidhmbne de la hacienda, regresamos en
la urde a 4a ciudad.
I no foé sino pasados muchos días que penuftw en «1 destino de aquella caja— única de
tan exquisito dulce que ha llegado a Hondumv—<Joe viajó conmigo desde el Brasil, por
Iferapa y Norte América, para desaparecer en
Ma cocina entre mucamos que no se pudieron
dar cuenta de su sabor refinado y delicioso,
871
F
r o y iA n
T u r c io s .
Diciembre de 1936.
M^PTOWBaiiii^wwtaiaiiaBaiigfiaiaiiMñiWfiaRj
REPERTORIO ñ m E R lC ñ H O 1
Semanario de Cultura H ispánica, fj
Director:
J. G a rc ía M ó n g e
C o r r e o ^ .-
Apartado letre X.
San J o s é .—C o sta R ica.
C entro A m érica.
Js
I
g
»
ü
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A R U L
VOCES AM/GAS
— A ritl es oasis reconfortante en medio 44
pésimo gusto que prevale« al presente y »
aplaude con frenesí una paradójica y difau t
teratura, bija del ambiente positivista y m*t*
riaUsta del siglo.— Que es sólida contribución ¿
empeño de los pocos
no escatiman esfaerzos por mantener vivo el amo* a los
4,
sabor clásico en moldes nuevos, armónicos y
proporcionados.
Eso es Ariel, a mí juzgar modesto. Leer Arirf
es orar en el Partenón. Es beber en la coadu
de Venus el agua límipida de una nueva Cae.
tallia. Es pasar ¡por entre pórticos de invino] dr
Paros a remólos donde arde renovada la ttamj
del antiguo culto a la belleza en sos forma»
verdaderas y eternas.
D ía con día se acrecienta mi satisfacción <k
contarme en el número de jos snscrjptore* <fe
su revista. Quiera Dios que no la veamos des.
aparecer nunca de nuestro medio, que mientra
ella exista, tendrá la verdadera cultura vn ma>
mantial en donde apagar su sed y el boto
gusto artístico un refugio seguro y acogedor.
— iR. Fonseca L. (Carta de San José, del 5 de
diciembre de 1938).
— Aprovebo esta oportunidad para hacerir
presente mis más sinceras felicitaciones por n
brillante labor cultural que hace en ese p»i»
y que mucho honra a nuestra patria.—Af.
A m tlcar Girón. (Carta de Tegucigílpa, <W
26 de noviembre de 1938
— Desde que usted regresó de so taiga jin
por el extranjero y reanudó en ex hermano
país su importante labor literaria con las nuevw
ediciones de Ariel, he estado impulsado a es­
cribidle para saludarlo y felicitarlo sinceramente
por su meritoria labor.— Salomon Sorto 2.
(C arta de La Esperanza. Honduras, del 24 át
noviembre de 1 9 3 8 ).
T-
UN
A
m ás d irectam en te la influencia, el m o tiv o de
la acción en el efecto; la p rep o sició n p o r,
al c o n tra rio , den o ta m ás bien la in te n c ió n o
el objeto con que se ejecuta la acció n . P o r
esto in clín ase el buen uso a la p rim e ra
c u a n d o se supone seg u rid ad , o no m era p o ­
sib ilid ad o p robabilidad, en la c o n se c u c ió n
del efecto, y a la seg u n d a en los d e m á s c a ­
sos. A sí direm os: “ Salí de casa Para i r al
te a tro ” ; “ Leo Por q u ita rm e el m al h u m o r ” ;
“ S algo al balcón p o r ver si pasa mi a m ig o ” ;
“ C om ed pa ra v iv ir.”
P ed ir con ju sticia ; p ed ir en ju s tic ia .— L o
p rim e ro es ten er razón p a ra p e d ir alg o ; lo
se g u n d o , acu d ir al juez con a lg u n a d e ­
m anda
P eligro, riesgo.— A quél se refiere a u n
m a l inm ediato y grave; éste a cosas d e p o ­
ca im p o rtan cia que no son ta n in m e d ia ta s.
P enetrar por en tra r. —E n su se n tid o n e u ­
tr o penetrar vale in tro d u c irse en a lg ú n sitio
con d ificultad y tam b ién hacerse s e n tir con
v io len cia v eficacia a lg u n a cosa. D íg ase
b ien : ‘ los bandidos penetraron e n su casa* ’,
p e ro no se diga “ E lisa penetró en su c u a rto
y se dejó caer en un d iv á n .”
H
872
EG
E . O l i v e R-
AGENCIA GEKHAl DI FVIlICACiOKIS
(L a casa del Buen Lector;
UD
I-D
Lo organización única en C o sta Rico q u e , p o r
m edio d e s ú s ) 0 6 A gencias y sub-A genciaa, d ise ­
m inados eis ti territorio de la R e p ú b lic a , es el
v erd ad ero vehículo de cultura.
Libros, Revistas, Periódicos, D iarios del ex­
tranjero, siempre novedades.
No hay pueblo grande si antes no ha hecho su
propia culfura.
A G E N C IA e m i t á L D E P U B L IC A C IO N E S .
(La cosa del Buen L ector).
Apartado 1348-San José, C. R . -T eléfono3234.
M U N D O L A T IN O
AÑOS
En el café me he visto fugazmente al espejo
Las cóncavas o jtrp s y la faz amarillo.
E slo ya no es cansancio, estoes estar viejo...
C a n ta en la porcelana, febril, Ja cucharilla.
¿ P o r dónde, arriges míos, cederá ef organismo?
¿S erá el mazazo sordo de muerte repentina,
o , som bra miserable, parodia de mí mismo,
c arg aré largos años la (orre de mi ruina?
F
ernández
M
oreno.
G ra tís im a sorpresa nos produjo el primer
n ú m e ro d e e sta su n tu o sa revista mensual
ilu s tr a d a q u e en P a rís dirigen brillantenen
te E d u a rd o A vilés R am írez y E. Díaz-Alejo.
P o d e m o s afirm ar, c o n toda verdad, Q®*
é s ta , en su fondo y en su forma, la ptw *
c a c ió n m ás b e l l a — incluyendo a M u***
A fa g a zin e, d e R u b én D arío que en na
le n g u a se h a ed itad o en F rancia.
A l in te ré s p a lp ita n te de los 1tex
a ú n a n la m agnífica expresión gráfica»
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ARI EL
MI COMPAÑERO
H O R TE N SIA
E l que m enos valía, e n tre los herm an o s
de N apoleón, fu é L u is ,— p a d re de N ap o ­
león I I I — a q uien el e m p erad o r, de m ala
g a n a , hizo re y d e H o lan d a .
E ra un hom bre envidioso y v u lg a r, de
voluble carácter, p esim ista, de poca salud,
siem pre hastiado y d esco n ten to . P o r razones
y conveniencias de fam ilia, N apoleón, sin
c o n su ltarle, le dió por esposa a la e n c a n ­
tad o ra H o rte n sia de B e a u h a rn a is,—h ija de
la em peratriz Jo sefin a,—que ap en as le conocía, y que desde el p rim er in sta n te sin tió por
él invencible anim adversión.
E n la joven vibraban u n a g ra n in telig en cia
y u n elevado e sp íritu . C om ponía rom anzas de
v erdadero m érito, d ib ujaba ad m irablem ente
y sus labores de a g u ja eran obras m aestras
de ex q u isitez incom parable.
E l rey L uis, ocioso en su palacio, in te ­
rru m p ía sus ejecuciones, g o lp eando ru d a ­
m ente las teclas con so s dedos; criticaba
con áspera to rpeza sus d ib ujos, rayándolos
con la p u n ta de su c o rtap lu m as, y cortaba
con unas tijeras su s preciosos bordados.
In n u m erab les veces arrojó por los balcones
los libros que H o rte n sia leía, y con su pe­
re n n e afán de m olestar y co n trad ecir,
expresaba g roseram ente su desacuerdo con
todo lo que com placía a la reina.
E sta llegó a odiarle, y de aquí sus infide­
lidades, que algunos histo riad o res en cierto
m odo a ten ú a n , olvidándose de que n in g ú n
adulterio podrá jam ás disculparse.
EG
T-
UN
A
Es nn perro negro, de la rg a s o rejas, que
ajf acompaña siem pre en m i m arch a e rra n ­
te
Cuando me siento a la o rilla del cam ino,
te echa a m is pies, y m e m ira .
—¿Hemos llegado?— p arece decirm e.
Y al ver que me lev an to y sigo p e re g ri­
nando, se levanta él tam b ién , de m ala gana,
y echa a andar, con la cabeza b a ja .
Y estoy seguro que piensa:
—¿Québuscará mi am igo? ¿Acaso no hay,
en todas p artes, un pedazo de pan y u n
rincón donde dorm ir?
R E M E M B R A N Z A D E LA R E IN A
H
getft elegancia arm oniosa de los grabados,
j papel insuperable, los c a ra c te re s claros y
«redosos.
Las ciento veinte pág in as de este esp lén d i­
do oómero co nstituyen u n e x q u isito placer
espiritual, y se llega a la ú ltim a con el vivo
deseo de recibir sin dem ora la edición próxi■a.
Abrigamos la c e rtid u m b re de q u e M undo
¡jfyto seré acogido con in te ré s y adm iración
a Europa y en A m érica, a lcan zan d o los
triunfos más com pletos y re so n a n te s.
873
H
eldenstam
.
UD
I-D
Emitiremos un breve ju icio sobre
los libros que nos rem itan sus au tores
olas casas ed i to n ales.
F
r o y i.á n
T l ’RCIOS.
Diciembre de 1958.
A N T R O P O F A G IA
Un día, al salir de u n a en fe rm e d ad , ante
tos moros de S a n Ju a n de A cre, R icardo
Corazón de León q uiere a todo tra n c e com er
carne de puerco.
No hay nin g ú n p uerco. S e da m u erte a
joven sarraceno, fresco y tie rn o . Se co­
cina y se sala. El rey lo com e y lo e n cu en tra
tony bueno; después q u ie re v er la cabeza
del animal. E l cocinero se la tra e tem blanRicardo se echa a re ír y dice que el
nercito no tiene ya n ad a q u e te m e r del
Wnibre y que tien e p ro v isio n es a su aleanH ip ó l it o T a i n e .
(Historia de lo Literatura inglesa).
H O N D U R A S L IT E R A R IA Y
A R T IST IC A
SIG LO X I X
José Cecilio del Valle.— A ntis que nada se
dedicó al periodismo. Desde El Am igo de la
Patria expuso Jas ideas democráticas y libera­
les de los políticos y los economistas france­
ses del siglo X V III. Pero también ¡escribió con
cuidado algunas páginas, como las que llevan
los tífiulos de El sabio, El campo y el Acta
de Independencia de Centro América.
Francisco Morazán.— Poco hemos conocu
do del héroe unionista. Pero se deja ver el
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A R I E L
T k n a Santa. En ellas se revela el bombn
culto y observador atento.
Adolfo Zúñiga.— Sus discursos académico,
ponen en relieve al escritor por una partí *
al orador por otra. Fundada la Universidad pe*
el Padre Reyes, su paipel consistió en combatir
la escolástica a nombre del positivismo.
Policarpo Bonilla.—-No fué buen escritor.
N o se cuidó de los medios expresivo«. Peto
nadie le aventajó en contenido político. Na.
die llegó a su comprensión del minuto binó,
rico «n que Je tocó escribir y actuar.
José M/nía Aguirce (efl Gaucho).—Mí»
que todo fué un periodista. Dominaba vario»
idiomas. Pero no sabemos si tuvo devoción
por las bellas letras.
Carlos F. Aloarado.— Vive en las letra»
hondurenas por su famoso .Bosquejo Histórico.
Se trata de un folleto. Y como tal su penamiento es esencialmente político.
Carlos Alberto Veles.— Vive aún. Es na
anciano de ochenta y tantos año«. Pero «n
ideas estéticas son del siglo X IX . Hace albi­
nos años publicó una recopilación con el ao»
bre tete Discursos, sitíenlos y poesías, to ia q n
palpita el romanticismo francés, se ve la in­
fluencia de los escritores españoles de la da»
d(e Zorrilla y más directamente la inspiraoóí
de José Joaquín Palma.
Manuel Molina V ijil.— Poeta romántico
ciento por ciento.
Róm ulo E. Durón.— Ha escrito en pcon j
en verso. Pero sus capacidades son P*w b
historia. Obras: una Relación historie« sofc»
la provincia de Tegucigalpa, un Bosquejo his­
tórico de Honduras, una breve biografía sota
el Padre Francisco Miarquíz, i^na btopifíí
sobre el Presidente Juan Nepomeceno Fernán­
dez Lindo y dos grandes volúmenes, ffo/xfor«
Literaria. Suponemos <jae sigwe pcodocuMO
con tesón y entusiasmo.
Miguel Angel Navarro.— Periodista WP®1
mer lugar. En todo momento swtuvo las
políticas <te Lastarria. Humanista
lugar. Y más de alguna vez esc«»» ***?
realmente castizas con alguna intencio»
tica.
. TwJetemías CUñeros.— En concepto «
cios y Molina fué un escritor vaíios
de sus prosas nos parecen basUnteJaC^ \ T
Pero no podemos decir 1° pfop*©
sos.
Es no
Esteban Guardiola.— Es
00 conoced*
, . &
UD
I-D
EG
T-
UN
A
fuego de su genio en sus proclamas, manifies­
tos, memorias, y en su testamento inm ortal.
Juan José Sakagún de la Santísima T rin i­
dad Reyes.— Fue todo. Conocemos su prosa
en las páginas feministas que escribió en favor
de la mujer hondurena con el pseudónim o de
Sofía Seyers. En verso sus famosas pastorelas
Olimpia, Nteoí, Rebeca, Zafira, Susana y otras
más que merecieron un serio estudio de Menéndíz y Pelayo. Escribió versos epigramáticos
para gentes de su tiempo. Y en el orden sa­
grado no debemos olvidar sus misas La Sabatiao y Parce mihi.
Ai arco Aurelio Soto.— D ejó algunas pági­
nas interesantes. Cu atadlo íué Presidente de
Honduras lo influyó mucho el zorrillísm o del
poeta cubano José Joaquín Palm a y cuando
vivió en Francia entró en las corrientes del m o .
dernismo, pues anduvo muy cerca de R oben
Darío.
Ramón Roso.— Miembro correspondiente de
la Real Academia Española. Fué el biógrafo
de José Cecilio del Valle* «I Padre Reyes y el
General Francisco Ferrera. Dejó otros trabajos
como el cuadro de costumbres M i maestra
Escolástica.
Alvaro Contreras.— Descolló en e1] periodis­
mo centroamericano. Pero sus dotes sobresa­
lientes se hallaron en la oratoria. T o d a v ía
vive su resonante discurso pronunciado en la
desvelización del monumento del General M orazán en San Salvador.
Céleo Arias.— Escritor .político. C eñido a
la dicción gramatical. M uy conocido es sn fo­
lleto titulado Mis ideas, en el que sienta las
ba9es del Partido Liberal de H onduras.
León Alvarado.— Se conocen algunas car­
tas suyas. B1 estilo es cortante y rápido. E l
concepto preciso.
D om ingo V átquez.— Andan en las revistas
literarias unas cartas que escribiera des*£e la
H
874
ELECTRA
TALLERES ELECTRO-MECANICOS.
Teléfono 1 7 - 5 9 .
ALBERTO EHRLER.
D irección: Tercera Avenida, a m edia cua*
dra del ex-cabildo de C o m ay ag ü ela, T e ­
gucigalpa, H on d u ras.
-astellana, sin trascendencia
za con descubrir el linaje de 1« p il a * »
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ARI EL
gtt goc* es <1 del filólogo. Los entendidos
plrn que «tas frases constituyen un elogio
el doctor Gu ardióla,
Antonio López Gutiérrez.— Escritor casti­
go. Más conocido en El Salvador con motivo
it IBJ artículos polémicos de ios años 15. 16
j 17, cuando <1 poder germánico pretendió hagt triza» 2 ía delicada Francia. López Gufáttz sostuvo entonces con brillantez la teá de la latinidad.
Timoteo Miralda.— Periodista con la obse0¿a de la frise bella y armoniosa. Su estilo
a florido. Timoteo Miralda, como e! Hitfgo Maochego, frecuen remen fe olvida e] fon­
do y se va en su andador Rocinante, sueltas
fa riendas, por los campos deliciosos de la
forma
iianoA ie Adalid y Gameto.— El músico
de Remembranzas hondurenas a veces escribe
es prosa: cuentos, impresionies. Sobre todo
bct resaltar su cultura enciclopédica. *
875
Sección para los niños costarricenses
LA ROSA Y EL A N IL L O
N « re l< B i n r i l l o i «
p a ra
niño*
{Continúa).
11
D e cómo el Rey Valeroso se quedó con
la corona y el Príncipe Giglio sin ella
UD
I-D
EG
T-
UN
A
H
Hora cosa de diez mil o veinte mil años que Paflogonia era una nación en la que sin duda no regían las acos­
tumbrados leyes de sucesión al trono, por uanto, ol
morir el Rey Savio quedó su hermano como regante v
tutor del heredero o sea del Príncipe Giglio, peto el
infiel regente, sin hacer el menor caso del (estamento
del Rey difunto, se proclamó soberano de Paflagomo
bajo el nombre de Valeroso XXIV, ordenando una e
pléndida ceremonia de coronación y que todos los nobles
del rejno le rindiesen acatamiento. Organizó en seguida
(oda clase de festejos; dio en Palacio suntuosos bailas
y distribuyó dinero y empleos lucrativos, con lo que la
nobleza vivía muy a gusto, sin preocuparse de quién era
M. M.
el Rey. En cuanto al pueblo, en aquellos tiempos, nada
Dkieabre de 1058.
le interesaba lo que sucedía o podía suceder en les al­
(Continuaré).
tas regiones.
El Principe Giglio, por su corla edad al morir su pa
0 No mencionamos a muchos oíros p o r olvida. dre, no se dió cuenta de la pérdida del mismo ni de la
Cando 6 algunos, que se hallan vivos, los situamos de su corona e imperio. Mientras tuvo abundancia de
juguetes y golosinas, cinco días de fiesta a la semana
(•d u g to X lX , queremos dar a entender que siguen
ladeado resonar las ideas de éste. V arios gozan de fama un caballo y una escopeta pera ir de caza tan pronto su
eeaSaeafaf, no son pocos los de renombre centroame- edad lo permitió, y, sobre fodo, la agradable compañ a
IKM6 t I» demás apenas pueden justificarse desde un de su elegante prima, hija única del Rey, vivía alegre y
satisfecho, sin envidiar pare nada el cetro y atavíos rea­
pmto ¿e vista puramente nocional. J osé Cecilio del Valle
■da del brazo con Sarmiento y Alberdi. Es un sociólogo. les de su tío, el trono incómodo y caliente de las cere­
ElPadreReyes de una partees reconocido como uno de los monias, ni la enorme y pesadísima corona que el Re
fmero* es el género de las Paaforeí&s. Pero de otra había de lucir lodo el santo día
£1 retrato del Rey V aleroso ha llegado hasta nos­
Jiifc decrece porque son excesivas sus imperfecciones,
jwaorida» atí por el ortodoxo Marcelino Menéndez y otros, y es seguro que al verlo pensareis como yo, que
Majo j por el heterodoxo R ubén D arío. Él pensamien­ muchas veces se sentiría faitgadísim o y hastiado de sus
topolítico de Policarpo Bonilla sigue palpitando con- terciopelos diamantes, armiños y hasta de su grandeza.
Resultaría muy poco distraído permanecer sentado en
tina
una sala tan rígido con (amaño ce(ro en la cabeza
No podía dudarse de que la Reina había sido hermo­
sa en su juventud, pues a pesar de haber engordado
CARTA DEL DR. FEDERICO C.
bastante, los rasgos de su fisonomía, como los muestra
su retratro, son todavía agraciados. Era amiga de la
CANALES
adulación, de la algazara, de jugar a las cartas y de
lucir costosos trajes.
Jefús de O toro, 27 de n o v iem b re de 1938.
¡Bah! No la censuremos por sus defectos que a la
postre no serán más grandes que los nuestros. Era bon­
IXm Froylán T n rcio s,
dadosa para su sobrino; y si sentía algún escrúpulo de
San José de Costa Rica.
conciencia por haber usurpado su marido la corona del
"®*tre poeta:
¡oven Príncipe, se consolaba pensando que el Rey, aun
Siempre he reconocido y ad m irado el e x ­ siendo un usurpador, era un hombre de los más respe­
c i t a gusto a rtístico y la b elleza lite ra ria tados, y que, a su muerte, Giglio sería elevado al Trono
reflejados en todas sus o b ras, lo m ism o que que compartiría con su prima, a la que tan tiernamente
j* »oble m isión de c u ltu ra h u m a n a que U d . amaba.
El Primer Ministro era G lum boso, viejo estadista que
■* venido realizan d o , a tra v é s de la s selectas con gran entusiasmo juró fidelidad al Rey V aleroso, co ­
rrespondiendo éste confiándole todos tos negocios del
de su revista A r ie l.
Deseándole desde ah o ra m u y feliz año reino. Valeroso no pedía más que abundancia de dine­
ro, abundancia de cacerías, de diversiones y la menor
° Bcvo. qctedo de U d . su m u y a te n to .servi- cantidad posible de preocupaciones. Mientras tuviera
y amigo.
todo esto, muy poco o nada le interesaba saber cómo lo
pasaba su pueblo. Emprendió algunas guerras y, nituF e d e r i c o C . C a n a i .e s .
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V alero so
el
V encedor,
V aleroso
el
G ra n d e ... etc
(Versión de Guillermo Volead#).
Suspira la joven
y abre la ventana;
ru e d an de sus ojos
fugitivas lágrim as
y los prados m ira
que orlan su m orada.
M uy cerca el arroyo
pétalos arrastra.
E lla, en otros días,
desde allí cantaba.
(C uando hay un tesoro
precisa su g u a rd a ).
Oye, amigo: el tuyo
lindas piernas manda*,
cuida de que un día
no em prendan la m archa.
UN
A
Pues haslo en aquellos épocas primitivas, los c o rtesa­
nos y los favorecidos.sabíon halagar a los reyes.
Esta real perqo tenía una sola hija', la Princesa An­
gélica, la cual, podéis estar seguros de ello, era una
criatura incomparable a juicio de los cortesanos, de sus
padres y de ella misma. Decían que sus cabellos eran
los más largos; sus ojos los más grandes; su cintura,
la más estrecha; sus pies, los más pequeños, y su cutis
el más delicado de todos las jóvenes de los dominios
paflagomonos. Sus tálenlos eran conocidos como supe­
riores a lodo ponderación, y los profesores solían humi­
llar o sus alumnos perezosos hablándoles del gran so
ber de lo Princesa Angélica Tocaba las más difíciles
piezas de música, o primera visto. 5 e sabía de memoria
lodo la Doctrina; los hechos históricos de Poflogonia y
de todos los países. Poseía el francés, inglés, e sp a ­
ñol, italiano, alemán, hebreo, griego, latín, c ap ad o ciano, samalrociano, egeano y crim—tortores; en una pa
lab ra, ero uns jo vencí la con todas las perfecciones. Te
nía por institutriz y doma de compañía a la severa C o n ­
desa GrulTonuff.
¿Habéis creído, al ver su imagen, que la G ruffanuff
descend a de n»ble linaje? ¿No parece decir su altivo
porte que la rama de sus ascendientes se pierde en los
tiem pos del Diluvio Bueno pues la infeliz no venía de
mejor cuno que muchas otras señoras que están p ago­
das de su condición y la gente sensata se reía de sus
absurdos pretensiones.
La verdad era que había estado al servicio de la
R eino—cuando ésta no era más que Prrnce a —y su m a­
rido a d aba de locoyo, pero cuando murió éste—o Qe's~
a p a re c ió , de cuyo extremo n
ocuparemos p ro n to —la
señora Gruffanuft se dedicó a halagar y adular a su
real 3 ñora, hasta convertirse en lo favorito de la R eina
(mujer de cortos alcances) Su Majestad le concedió un
lítulo
o nombró institutriz de lo Princesa
1 ah ra os diré alijo sobre la sabiduría v talentos de
la Prin esa, que la hacíon ton admirable En verdad
Angélica era inteligente, pero sumamente perezosa. D e ­
cían q
tocaba a prtmeco '¡isla; en efecto... una o dos
piececitas que había logrado aprender, pero iem pre di­
ciendo que era la Drimero vez que las veía R espondía
a medio docena de presuntas de la Doctrina, siem pre
que p an esoecial cuida o en preguntarle las mismos.
En cuento a idiomas ten'a un sinfín de profesores• pero
dudo que s piera mas allá de una cuantas p a la b ras de
cada lervjua, a pesar de o ¡npfcitarici*i que se d a b a .
S u s dibujos y bordados, realmente eran adm irables, pet o ¿quien se los ha ía
Esta pregunta me obliga a decir la verdod neta y po­
ro esto he de ir oigo !e|os v contaros, t_e por be. lo que
a mí ha llegado del H ada V eranegra.
LA ESPOSA ABAN D O NAD A
H
raímente, los periódicos paflagomonos anunciaban y re
lafaban prodigiosos vicloríos; se le erigieron estatuas en
(odas las ciudades del Imperio y sus retratos ap are cie ­
ron en escaparates y kioscos V alero so e l M a g n á n im o
Mei Cheng.
( I I siglo a. J. C. ).
UD
I-D
EG
T-
D IE Z PESOS POR ARTICULO
W.
M. T
hackeray
.
(C o n tin u a rá ).
Libros de cuentos para niños.
Para obsequios de Navidad y Año
Nuevo.
E u la Librería Ariel.
Frente a la capilla del Sem inario.
Debo dedicar en estas páginas nn cordial
recu erd o al excelente polaco Sergio Lusky,
qu e vivió en H onduras m uchos años con su
d istin g u id a esposa.
C uando manejó la em presa del Diario it
Honduras, abordóm e en la calle—siendo yo
m u y joven— para pedirm e que escribiera
alg u n o s artículos para su periódico, queme
serían inm ediatam ente pagados.
L e llevé cinco, uno cada semana, y por
ellos me entregó cincuenta pesos; y yo
h u b ie ra continuado indefinidam ente disfru­
ta n d o de aquel privilegio si un suceso
im p re v isto no obligara a Lusky a partir
p a ra California.
E n 1905, Juan Ram ón Molina Uegó ti
ex tre m o lím ite de su dolencia alcohólica.
Q uejábase" am argam ente de su absoltrt*
fa lta del d in ero preciso para atender a sus
necesidades más aprem iantes.
t
— E scrib e—le d ije - d ie z cortos editoriales
m e n su ales, sobre tem as de tu predilección*
p a ra mi diario E l Tiétupo, y te abonaré por
co d a u no de ellos lo que L usky me paí®«
diez pesos plata.
A sí lo hizo, hasta que un oportuno y W»*
ro so nom bram iento en la Escuela Mili
a p a rtó , por un lapso de severa ®lSC*£,í
d e lo s w h isk y s dobles y los guaros
te s.
F
r o y iA n
T u rc io s -
Diciembre de 1033.
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¿VOCACIONES DE LA A N T I G U A
RO M A
— El puente Fabricio era el que unía la mar­
gen izquierda del T íber con la isla formada
en el mismo, enfrente del monte Capitolino. la
cual estaba unida a Ja derecha por el puente
Cestio.
UD
I-D
EG
T-
UN
A
H
_ £ | Circo Máximo — simado entre los
gntts Avtntino y Palatino— era una espe­
te dt mentidero donde se reunían los d«socup fa y lo* charlatanes.
N O P E R D A M O S EL TIE M P O
_La* Ejquríús, llamadas así por «star si­
sadas al píe de) monte E«juilino, eran, antes
— Los m inutos, los cuartos de hora q u e
¿ hacer Mecenas sos jardines, uno de los hi­ casi todos pierden to n tam en te, so p re te x to
pos más infectos de Roma, así como después de que no vale la pena em prender algo,
ffooa ano de los más bellos.
sam an enorm e total al cabo de un a n o .—
—Lj c>Ue principal de Roma fué la V ía sa­ Payot.
co. ano de los pumos más concurridos. Iba
— Sólo hay u n a avaricia que honra: la
¿| Tille formado entre los montes Celio y Es- qne ah ó rra la s horas que escap an .— Casaubogatlino al Capitolino, y era la que seguían los n o .
— ¡Ojalá perezca al in sta n te si m e ad o r­
mofadores.
—Las huerto» de César estaban all sur del mezco en m uelle lecho acuciado por la pe­
cqxío comprendido entre el T íb er y el monte reza!— Goethe.
— C ada día me m u estro m ás avaro con el
Juúralo. Habían sido regalados a la ciudad
tiem po, me pido estrecha cuen ta del m odo
ftt Jolío César.
de em plearlo, reprochándom e el que p ie r­
—En el templo que dedicó Augusto en su
d o .—Federico de P rusia.
pilado a Apolo y a las musas se celebraban los
—E s fácil o rie n ta r el esp íritu en cinco o
cotánenes poéticos.
diez m inutos, leer aten tam e n te un párrafo,
—El Tíber Mamábase así porque en ía ma- a ñ a d ir tanas líneas a un escrito, co p iar un
y*r parte de su corso formaba el Hmití oriental trozo, o rdenar unas « o ta s.— Payot.
¿ la Etroria o Toscana.
—Las Saturnales — fiestas en honor de SaF R O Y L A N T U R C IO S AGRAD ECE
—
se celebraban todos los anos en Roma
M 17 al 20 de diciembre. Muchos romanos,
EL E N V IO D E LO S S IG U IE N T E S
tarmdo del desorden que durante ellas impeLIBRO S
nfa es la ciudad, iban a pasar aquellos días
ti el campo. El poeta Horacio solía retirarse
San Salvada' y tu s hombres. Volumen de
422 páginas, publicado por la Academia Sal­
* «na casita que poseía en la Sabinia.
vadoreña de la Historia. Imprenta Nacional.
San Salvador. 1938. Envío del Dr. Manuel
Castro Ramírez.
P ld »
Presencia, poesías de Germán Pardo García.
Editorial Cultura, México. 1938.
fanria -6old...
Constelación del sueño (Tercer volumen de
Cantos de la palabra iluminada). Para el gran
poeta amigo Froyíán T uroos, espíritu arielista consagrado en América, Etttella Genta.—
Libro de cuarenta poemas y 17 páginas de opu
niones sobre la obra de esta admirable poetisa,
todo precedido de un estudio de César Gongo,
ta. — Talleres Botella íí Cía. Montevideo,
1938.
Luis R. Flores, poeta herediano. In memoriam.— Publicación de la Asociación Ala, de
...y le darán cerveza,
Heredia, Costa Rica. Imprenta Lehmann. 1938.
El niño. (Notas de la cartera de un maes.
j y —ri* Ortega-San José, Costa Rica
tr o ) , por Alejandro Andrade Coeílo.— Iirpren-
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A R I E L
prenta Moderna, Méxíco-Tenochtitlán Edyía
deJ autor.
— El mismo caso, drama de Enrique Kit.
llán Ferrés (A la figura de renombre mundid
de Froylán Turcios, con m i devota y cotdid
admiración. — E. Avellán F.) Publicación dtj
Ateneo fcuatoriano; 1938.
— Le respuesta del otro mundo, sainete a .
raqueño, por Leopoldo Ayala Michelena. Edi­
torial Elite. Caracas, 1938. Envío de la Aso.
dación de Escritores Venezolanos.
— Función de la BiMíofeca en la Vida Con­
temporánea, por Lorenzo Rodríguez Fuentes.
Envío de la Universidad de La Habana.
— La balandra Isabel llegó en la tarde...
pot GuHlerrao Meneses.— Editorial Elite, Ciracas, 1938.— Envío de la Asociación de Eu
crííores Venezonlanos.
UN
A
ta Ecuador, 1938. Envío d«l autor.
Vocabulario de palabra*— modismos y refra­
nes ticos, por un salesiano.— 'Escuela T ipográ­
fica Salesiana de Cartago, 1938. Obsequio del
¿utor.
Los hijos del amor. (Comedia dramática
de costumbres en tres actos), por Juan de Dios
Moraga. Imp. y Encuadernación Roma. O ’
Higgins 1286. Valparaíso, 19 37. Envío del
autor.
Apuntes de Química. A puntes de Química
dei carbono y Prácticas de Laboratorio. Ensayo
sobre Botánica farmacéutica y médica.— Im ­
prenta Trejos Hermanos, San José.
Apuntaciones etnológicas sobre los indios
bribi, por H. Pittíer. — Im prenta Nacional
San José. 1938. Envío del Museo Nacional.
Memoria de la Labor de la M unicipalidad
de San José que fungió en el bienio 19 361938.— Imprenta Borrase Hermanos.
EÍ destino de la fuerza en América, por el
Licdo. Enrique Jiménez, ex-diplomático dom i­
nicano y delegado por la República D om inica­
na a la Conferencia Interamericana de C onsoli­
dación de !a Paz de Buenos Aires.— Editorial
Trejos Hermanos. San José de Costa Rica.—
E nvío Ííl autor.
Nacionalismo y americanismo musical, por
Ju an Pablo Muñoz Sanz y El N uevo Concepto
del Estado, por Pío Jaramtílo Al varado. (C on­
ferencias). Envíos dtfl Grupo América, Q uito,
Ecuador.
Discurso pronunciado por el doctor José
Santiago Rodríguez en la sesión solemne de U
Academia Colombiana de Historia, en la noche
de] 12 de octubre de 1938. Envío del autor.
Viento negro. Elegía paternal, p o r César
Branyas. Poema de un gran dolor, deja m u
impresión profunda. — U nión T ipográfica,
Guatemala, 1938. Envío del autor.
Cuenfos fereues, por Enrique Abal. E dicio­
nes Saeta, Buenos Aires, 1938. Obsequio del
autor.
Conferencias de H istoria habanera. E nvío
de la Biblioteca Municipal de La H abana..
— El culto y talentoso escritor Carlos J i fies­
ta nos ha favorecido con el envío de sus bellos
libros: Cromos (_Al gran Froylán Turerò*, con
la admiración y el cariño de Carlos J in e tta ) ,
Juan Rafal Mota, Juan Santamaría, Juan M o ­
ra Fernández, José Martí en Co sta Rica, M a­
nuel María Gutiérrez, Ornar Dengo, C laudio
G onzález Rucavado.
— Mirador, por José Montes de O ca. Im ­
H
878
COLECCIONES DE ARIEL
UD
I-D
EG
T-
p rim er año (24 n ú m ero s), empastadas,
véndense en la L ibrería A rie l, frente
a la capilla del S em inario.
Cada colección vale / 20.
L O S A R A B E S E N HONDURAS
— Los árabes de P alestina que residen en
H o n d u ra s son en realidad quienes contro­
lan el comercio al por m enor en nuestro país.
H om bres y m ujeres, todos ellos ocópanse
en com erciar aún en las más lejanas aldeas
y en las ciudades grandes tienen en sa po­
d e r en tre el 80 y el 90 por ciento de ]**
actividades m ercantiles, sobre todo tratán­
dose de los alm acenes m inoristas.
S eg ú n los últim os datos oficiales, lo*
ára b e s que viven en H onduras son 878,
y algunos otros centenares que también so®
árab es, pero que están inscritos como su
d ito s de protectorados ingleses o franc<s<*<
adem ás de otros centenares que y* •¿V*1
rie ro n la nacionalidad hondnrefla.
In d u stria s como la del tabaco, 1*
d ulces, la de la ropa hecha, la de
las y m uchas más, encuéntranse control#»*
p o r árabes. L a única fábrica de fósforos^
h a y en H o n d u ras pertenece a los árabe*-
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(* )
Sólo w#* vez te v‘* ^ acc mu<:^ 0 ^ m p o , y
«paree* qpe fue ayer...
J q ¡¿ medianoche de un plenilunio de ju ­
lio y el satélite seguía su camino en el firma-
Sthkpank M
T-
UN
A
{*) No ** un misterio que la Elena que sus¿ó d incienso divino del canto de amor dejaJo por Poe, t í una de Jas más brillantes poetiM de ^nérica, Mrs. SaraJi Helen Whitman,
attit» Aads poco, y con quien, e l poeta pensó
Cu rtir segundas nupcias en 1848. La primera
Kt que b víó, solitario y noctivago en una de
bt cafes de PtrovkJencia (Rhodie Island), antes
¿ entrar en su 'hotel, fue a través de la verja de
«a tismwso jardín; quedóse largo tiempo respi­
gado U beBeza de la dama f de la hora. Esta
notabÜÍMna mujer, autora <ie Horas de Vida y
Otros poemas y «Je Baladas Feéricas, era viuda;
f puáoufaumente encantadora, su primer nomfcre
virginal de Lopower o Lepoer la hacía <$e$dc ati*
te» pertenecer al viejo linaje normand oantaño y
¿ipues inglés, que dió sus antepasaos al poeta.
mentó como tu alma cuando se desprende de
tu oaeopo. Su sedosa gasa de argentina luz es­
parcía calma, languidez y sueño sobre ios cáli­
ces que embellecían el jardín. La brisa pasaba
como una mujer que camina de puntillas, ro­
zando apenas las flores, que exhalaban sus per­
fumadas almas bajo el desfallecimiento extáti­
co de esa lunación de amor.
I
las rosas, sobre sus tallos, sonreían moríbundas en aquel jardín que encantaban con *u
presencia.
Vestida de blanco, recostaba sobre violetas
pálidas, tú me apareciste. La luna se reflejaba
sobre los cálices y alumbraba también tu rostro, levantado dolorosamente hacia ella.
Aquella noche el destino y el dolor me de­
tuvieron a la puerta de tu jardín para que
respirase el aroma de las tosas dormidas. Nada
turbaba aquel silencio de medianoche; todo
dormía en este execrable planeta; todo, menos
tú y yo...
Me detuve a mirarte y todo desapareció.
¿Te acuerdas que el jardín estaba encantado?
La nacarada luz de la luna cesó de alum­
brarte. Los bancos de musgo, los caprichosos
senderos, íos árboles, el [perfume de las rosas;
todo se evaporizó en efluvio de brisa tropical.
Sólo tú quedaste, o más bien, sólo quedaron
tus miradas, irradiando tu alma en ellas.
Yo no veía más que t»s ojos y ellos eran
para mí el mundo. Sólo tus ojos seguí mirando
hasta que se ocultó el satélite.
¡Oh las vibraciones de aquellos cristalinos
asnos, los presagios de desgracias, las esperan­
zas sublimes! ¡Océano de silencioso orgullo y
de .ambición beroka! ¡Insondable abismo del
am or!
Ya Diana desapareció en eí occidente bajo
su manto de nubes. I tú, visión, te ocultas tras
los árboles, tras de una tumba. Sólo tos mira­
das quedaron-, no han querido desaparecer; y
presentes siempre, ellas me alumbraron aque­
lla noche hasta qae llegué a mi morada.
Después mis esperanzas han huido, pero tus
H
TO H E L E N
a ix a r m k
.
EG
—Mrs. Sara Helen W hitm an nunca amó a
Pae. Seducida, en su primer encuentro, por eí
guúo de! cantor “de Ulatume, le juró consagrarse
« ü m eotn s viviera; pero cobarde e indecisa
«te las calumnias y vulgares críticas que ase*
«¿«¿Mi ai inmenso poeta, campió su compromiso
UD
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matrimonia!.
& la última carta que escribió a Elena, en íos
®f*s postreros de su vida, se leen estas líneas:
¿Y me preguntáis por qué se me juzga tan
*d> per qué tengo enemigos? Si el conocimien­
to « e ta ú s de mi caráctet y de mi carrera no
°f w t* par» aclarar esa duda, pienso que no
corresponde sugeriros la respuesta. Basta dew que te tenido
audacia de conservarme poP*ra guardar mi independencia; que, sin em* 8°, f desde cierto punto de vista, he triunM> en la profesión literaria; que he sido un
Jático eacru|>ulo6amente probo y en ocasiones
"«ante duro; que en igual forma he atacado a
^ e®e» ocupaban las más altas esferas del P°"
0
deí prestigio, y que, Jo mismo en mis e$[ D r. E N R IQ U E A G U IL A R
mnsqoe en el trato social, nunca m t he veda[
ALFARO.
*><fc apresar directa o inditectameme, el absom én
me inspiran las pretensiones de
i
MédÍco~Clr«|flM.
*MgBc**ncia, de la arrogancia y de la imbecii Consultorio: detrás del Banco de Costa Rica,
Y
ws, qufc sabéis muy bien todo eso, ¿me
|
150 varas al oeste del Teatro Palace.
P^íuwiís, por qué tengo enemigos?”
I Atiende lodos los días de 11 • 12 y de 3 a 5 p. <n.
N
o t a de
F. T .
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¡jOSQocc c á u tia o o e o o o o o o o o Q o c o o o o w
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E d g a rd o P o e .
D anlí, don A lvaro M olina. — Olanchito, don
M auricio R a m íre z.— M aréala, doña Petr».
na de M elghem .—Catacamaa, coronel Ff.
liz M . R eyes.— Lim a N ueva, Profesor J
R am bn A g u ilx r .— Progreso, don Angel
Castillo.— Irio n a, don A gaión Ramírez.—
V illanueva, don Ism ael R a m íre z.'- San JnáB.
cito, don fosé Funes A rg eñ a l,— San Juan
d e Flores, don Horacio D ía z.—Trinidad,
(S a n ta B árb ara), D r. Leónidas FajardoA
C ham elecón, Profesor Atanasio Paredes
F .— Tocoa, general Ceferino Delgado.—Sab an ag ran d e , don Federico M edina.—San Lo­
ren z o , don Clemente M endoza. —Sigoatepeque, don Pedro Cubas Turcios.r—Santa Crur
d e Y ojoa, D r. f . Fernando López.—Pespi~
re , don Eduardo Pavón Ulloa.—Soledad
( E l P a ra íso ), don José M aría Espinoza.—
S a n F rancisco dp la Paz, don Romualdo El*
p id ió M ejía.—San E steban, don Isaac San­
ios Escoto.—San M anuel (C ortés), Profesor
Florencio Reyes.
H
miradas no. Me siguen, me guían en la existen cía. Son mis « c la v a s y yo soy su esclavo;
me dominan el alma y mi deber consiste en
ser dócil a su redentora luz, a su fluido de fue.
go purificador, a la santificación de su lu z
celestial. Llenan mi alma de belleza y la belle­
za es la esperanza; están más altas que *1 cielo
y basta «illas llegan mis fervorosas oraciones
durante mis veladas de silencio, durante mis
extraños insomnios.
...I las veo cintilar, semejantes a la estre­
lla dúplex» que nunca eclipsa el sol...
AGENTES DE ARIEL
COSTA RICA
E L S A L V A D O R Y NICARAGUA
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L edo. Carlos E . Silva, L im ó n .— D o n A l ­
fr e d o Chavarría A . , P u n ta re n a s.— D on C ar­
los V alerín S á en z, C a rta g o .— D on f u liá n
Z am ora Dobles, A la ju e la .— D on S ig ifr e d o
F ernández K , H e re d ia .— Profesor F r a n k lin
M onestel Vincenzi, T res R ío s.— D on M a n u e l
R o d ríg u e z Caracas, L ib eria.— D on S a lv a d o r
B a rrera , P a rrita .— Don Ernesto D u r á n , P u ris c a l.— D on Esmeraldo Salas Cabezas, A te ­
n a s .— Don M anuel López L u tz , A s e r r í.—
D on R a ú lM o n g e , D esam parados.— D on F e r ­
nando Pacheco, P alm ares.— P rofesor L u i s
Castro R o d ríg u e z, San C arlo s.— D oña L o lita de B orbón, C a ñ a s — Don M a n u e l G a rro
S , San Jo aq u ín de F lo re s.— Profesora E n r i ­
queta S erra n o , San M arcos de T a r r a z ú .—
D on A b el Campos, San Isid ro d e C o r o n a ­
d o .— D on Ricardo Valverde, T u r r ia lb a .—
Profesor A rsen tó Su&rez le g a , G re cia.
HONDURAS
A g e n te G eneral: Profesor Carlos A lb e rto
P ineda, San Pedro Sula.
T e g u c ig a lp a , doña De lia v. de B ecerra .—
Ju tic a lp a , doña Caya de C álix Canelas.— L a
C eiba, señorita A n to n ia A v ila .—P u e rto C o rté s , Profesor A r tu ro Enam orado C. — T e la ,
doctor E d g a rd o B ecerra.—A m ap ala, P ro fe ­
sor D ionisio H errera .—Y oro, don F rancisco
A bufete.— P u e rto Castilla, g en eral Rosendo
L ópez k .— S a n ta Rosa de C opán, don D o ­
m in g o Robles M ejía. —C holuteca, g e n e ra l
R ubén N ú ñ e z Rom ero.—N acaom e, don J u lio
César V ijil.— S an ta B árbara. P rofesor R a ­
f a e l B ardales B .— Y usearán, doña Celina de
B en ítez. — R o a tá n , coronel E n riq u e P e ñ a .—
L a E sp e ra n z a , Profesor Salomón Sorto Z .—
S a n Salvador, don Eloy Alfonso Nolasco.—
S a n ta A na, don Víctor M . Martínez .—San
M iguel, Ledo. José E strada.*-Santa Tecla,
D r . fesús E strada.— León, don José León
L e iv a .
EXTERIOR
N u ev a O rleans, D r. Ernesto Huele. Pa­
nam á, don M ario Preciado.—La Habana,
don H ugo Camejo Farfán.
N O T A S ______________ _____
A NUESTROS BUENOS
AGENTES HONDUREÑOS
C on el presente Ni* 33 se completan las pnm e ra s once series de A R I E L . Agradece­
rem o s m ucho a los pocos agentes de Hoo*
d u r a s que nada nos han remitido basta
la fecha, nos envíen juntos, y sin den»«,
lo s fondos que nos adeudan; y . a
q u e nos han h e c h o algún envío, cotnp la rem isión de los productos hasta
n ú m e ro 33. T enem os urgencia de eso»
ñ e ro s para el pago de las ediciones
re v is ta . V olvem os a indicarles que sise
d ific u lta la rem isión directa de los
lo s envíen al A gente G eneral,
n
C a rlo s A lberto P ineda, residente en
P e d ro Sula.
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