LAS DIFERENCIAS ENTRE ESCRITURA Y HABLA Actualmente, la escritura y el habla se consideran como sistemas de expresión lingüística alternativos pero «iguales», y hay investigaciones en marcha para estudiar la naturaleza y el alcance de sus diferencias. El contraste más evidente es el de la forma física: el habla usa «materia fónica», normalmente en forma de movimientos de la presión del aire; la escritura utiliza «materia gráfica», especialmente en forma de marcas sobre una superficie. Pero las diferencias de estructura y función que derivan de esta observación básica tienen mucho más interés. Estas diferencias son mucho mayores de lo que se suele creer. El contraste es mayor cuando los textos escritos se comparan con una conversación informal, pero incluso en las situaciones de habla completamente formal y preparada, como cuando un profesor se dirige a una clase, la estructura del lenguaje que se habla guarda muy pocas semejanzas con el que se encuentra en la escritura. Es algo que se nota inmediatamente si un fragmento de habla se graba y luego se transcribe. También una persona que habla con fluidez produce expresiones que no resultan correctas si se las pone sobre papel. Las diferencias en la estructura y en el uso entre lenguaje hablado y escrito son inevitables, porque son el producto de unos tipos de situación comunicativa radicalmente distintos. El habla está ligada al tiempo, es dinámica, pasajera; forma parte de una interacción en la que, normalmente, los dos participantes están presentes, y el hablante tiene en mente a un oyente (o grupo de oyentes) específico. La escritura está ligada al espacio, es estática, permanente; es el resultado de una situación en la que, normalmente, el emisor está lejos del receptor y, a menudo, puede que ni siquiera sepa quién es el receptor (como en la mayoría de las obras literarias). Sólo ocasionalmente se puede pensar en la escritura (como una «interacción», igual que el habla (entre las excepciones están la correspondencia personal y, lo que es más importante, el campo, en expansión, de la interacción de base informática). Por lo tanto, no resulta sorprendente que en seguida surjan diferencias cuando las lenguas son escritas por primera vez, como se ha observado en el caso del vasco y del nuginiano. Puntos de oposición La permanencia de la escritura permite una lectura repetida y un análisis más detallado. Favorece el desarrollo de una organización cuidadosa y de expresiones más compactas, y estructuradas de forma más complicada. Las unidades del discurso, como oraciones y párrafos, quedan claramente identificadas mediante el uso de la composición tipográfica y la puntuación. En cambio, la espontaneidad y rapidez del habla minimizan la posibilidad de una compleja planificación previa, y favorecen unos rasgos que ayudan al hablante a «mantener un pensamiento coherente»: construcciones más sueltas, repeticiones, cambios, muletillas (como ya sabes, bueno, en fin), y la utilización de la entonación y de las pausas para dividir lo que se dice en fragmentos manejables. Normalmente, en una interacción escrita los participantes no pueden verse, y por lo tanto no pueden contar con el contexto para que les ayude a aclarar lo que quieren decir, como ocurre cuando se habla. Por consiguiente, la escritura evita las palabras en que el significado depende de la situación (las expresiones deícticas,1 como este, allí arriba). Los escritores también tienen 1 Deíctico (ica). Del griego δεικτικός y éste de δεῖξις f. Ling. Señalamiento que se realiza mediante ciertos elementos lingüísticos que muestran, como éste, ésa; que indican una persona, como yo, vosotros; o un lugar, como allí, arriba; o un tiempo, como ayer, ahora. El señalamiento puede referirse a otros elementos del discurso o presentes solo en la memoria. Invité a tus hermanos y a tus primos, pero estos no aceptaron. Aquellos días fueron magníficos. Información tomada del Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española [en línea] , 22ª edición, 2001, http://buscon.rae.es/ que prever los efectos del tiempo que transcurre entre la producción y la recepción y los problemas que supone el hecho de que su mensaje vaya a ser leído e interpretado por muchos receptores en situaciones distintas. A falta de reacciones inmediatas, posibles en la mayoría de las interacciones habladas, hay que intentar reducir al mínimo los efectos de la vaguedad y la ambigüedad. El lenguaje escrito presenta varios rasgos único, como la puntuación, las mayúsculas, la organización espacial, el color, y otros efectos gráficos. Hay pocos elementos en el habla que sean equivalentes, salvo los rasgos prosódicos ocasionales; el signos de interrogación, por ejemplo, podría expresarse mediante una entonación ascendente; los signos de exclamación o el subrayado podrían corresponder a un aumento de intensidad, y los paréntesis a una disminución del tempo, la intensidad y el tono. Pero la mayoría de los rasgos gráficos presentan un sistema de oposiciones que no tiene equivalente en la lengua hablada. Por consiguiente, existen muchos géneros de lenguaje escrito cuya estructura no se puede transmitir de ninguna manera leyéndolos en alto, como los horarios, los gráficos y las fórmulas complejas. También son importantes las diferencias gramaticales y léxicas. Algunas construcciones sólo se pueden encontrar en la escritura, como es el caso del tiempo pretérito indefinido en francés (el passé simple). Algunos elementos del vocabulario no son pronunciados nunca, o muy raramente, como muchos términos químicos polisilábicos, o los términos legales más oscuros. A la inversa, algunos elementos del vocabulario hablado normalmente no se escriben, como ciertas expresiones obscenas o de argot. El lenguaje escrito tiende a ser más formal que el lenguaje hablado, y es más propenso a constituir el modelo que la sociedad valora. Además tiene un prestigio especial, que deriva principalmente de su permanencia. Se suelen requerir formulaciones escritas, como los contratos, para que los acuerdos sean legalmente vinculantes, y las escrituras sagradas constituyen una parte importante de la identidad y de la autoridad de una tradición religiosa.2 2 CRYSTAL, D. Enciclopedia del lenguaje de la Universidad de Cambridge, (Edición española dirigida por Moreno, J. C.) Madrid, Taurus,1994.
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