Fragmento de Clase 2 de la materia Investigación e incorporación

Texto complementario para el trabajo con el tema Nativos y Digitales: nuevas
miradas sobre una vieja metáfora.
Este texto presenta una selección de fragmentos extraídos de la Clase 2 de la materia
Investigación e incorporación de TIC en educación en la cultura digital, de nuestra
especialización, cuyas autoras son Julieta Montero y Silvina Cimolai.
Un tipo de expresión que se repite irreflexivamente (y que escuchamos en muchos
padres) es que «los chicos de ahora vienen con el mouse en la mano cuando nacen»
o«los chicos de ahora son rapidísimos». Dos expresiones que no resisten ningún
análisis sociológico ni médico serio. «Los chicos de ahora» nacen en un entorno
plagado de estímulos de consumo y atención, de pantallas que los convocan
como «protagonistas» y receptores privilegiados de la oferta. Entenderlo y conocerlo
es un primer paso para comenzar a desentrañar las lógicas que proponen.
Carolina Duek. Infancias entre pantallas. Las nuevas tecnologías y los
chicos.Buenos Aires. Capital Intelectual.2013. p. 98).
¿Existen los nativos digitales?
En el módulo Infancia, escuela primaria y TIC se define a la infancia como una
categoría históricamente construida, que ha sufrido importantes cambios en años
recientes: del sujeto dependiente y dócil de la modernidad, el niño de nuestros días ha
pasado a ser autónomo, demandante y superpoderoso. En sus clases, también se hace
referencia a cómo los niños son formados por las representaciones vigentes sobre la
infancia y se recuerda la función educativa de la publicidad a través de sujetos y/o
conductas estereotípicas.
Entre estos estereotipos encontramos el del nativo digital, una versión del niño
todopoderoso identificado con una relación con las tecnologías que se caracteriza como
intensa y natural. Como se ve en las imágenes que compartimos arriba, es un
estereotipo que no busca representar a una vasta diversidad de infancias, sino que casi
siempre se trata de chicos blancos y de clase media.
Aunque adoptado por la publicidad y las noticias, el origen de este concepto (que es
más bien una metáfora o una hipótesis) es académico. Acuñado por Marc Prensky en
1980, ha sido revisitado por el mismo autor en los años siguientes. Desde su
perspectiva, los nativos digitales son las nuevas generaciones de niños y jóvenes, que
procesan la información y se desenvuelven en la cultura digital de manera rápida,
confiada y natural, ya que son nacidos y criados en contextos de alta concentración
tecnológica. Su contracara son los llamados inmigrantes digitales, personas que
crecieron con la cultura letrada, quienes solo pueden operar como visitantes en el
nuevo mundo (Prensky, 2001). Para el autor, tal es el caso de los docentes, que
quedan enfrentados a sus estudiantes por una brecha generacional insalvable (porque
la fecha de nacimiento no se puede cambiar)
La categoría de nativos digitales busca comprender las nuevas infancias poniendo en
relación la brecha digital con las distancias generacionales. Pero además, la hipótesis
de los nativos digitales opera como organizadora de una serie de ideas sobre la
educación y la escuela que creemos pertinente abordar y discutir, tanto desde un
posicionamiento ideológico como desde los datos empíricos. Desde lo ideológico
porque, como plantean Dussel y Quevedo (2010), la noción de los nativos digitales
deposita en los más jóvenes el dinamismo y la iniciativa respecto a lo que sucede en
los nuevos medios; exculpando, de alguna forma, a los adultos de su responsabilidad
por generar otras cosas, más ricas y desafiantes. Desde los datos empíricos, en
cambio, la discusión es pertinente porque la comparación sistemática de los usos y
prácticas de consumo de las tecnologías digitales que hacen chicos/alumnos y
grandes/maestros permite poner en cuestión el escenario de brechas que la metáfora
supone.
Los problemas con la metáfora
Uno de los autores que retoma de forma crítica los conceptos que representan a niños
y jóvenes como expertos en el uso de los nuevos medios (como nativos digitales o
generación digital, entre otros), es Neil Selwyn. En un artículo publicado en el año
2009, el autor señala que estas nociones proliferaron, en los últimos 30 años, como un
modo simplificado de entender el cambio social basado en una visión esencialista de la
infancia y en un determinismo tecnológico excesivo. A partir de analizar
investigaciones propias y ajenas sobre los niños y las tecnologías, asegura que se trata
de un concepto impreciso y de sentido común que “tiende a la exageración y la
inconsistencia” (2009:8).
Selwyn señala que los usos más frecuentes que niños y jóvenes hacen de las
tecnologías digitales y en red son más rudimentarios y menos espectaculares de lo que
habitualmente se asume y que, en general, predominan las actividades pasivas,
solitarias y esporádicas: especialmente los videojuegos, los servicios de mensajería y
el consumo de contenidos tanto de los viejos medios (radio, música y televisión) como
de los nuevos (como videos amateurs en YouTube). También asegura que,
contrariamente a lo que sugieren las interpretaciones que estamos discutiendo, no
existe un vínculo único entre las nuevas generaciones y las tecnologías, sino que las
posibilidades de acceso y uso son diversas en distintos contextos sociales y culturales:
la condición social y de género, la geografía (urbano/rural, norte/sur) y las edades
configurarán experiencias diferentes de chicos y jóvenes con medios.
Pero además, para Selwyn (2009), el concepto de los nativos digitales encierra una
contradicción que tiene efectos políticos sobre la sociedad, en general, y la escuela, en
particular. Por un lado, se basa en una supuesta capacidad de las tecnologías de
empoderar a los niños y jóvenes al darles herramientas para posicionarse críticamente
frente al mundo y ejercer la propia agenda de manera autónoma y/o en colaboración
con otros. Esta visión celebratoria sobre los efectos de los medios convive con otra
preocupada por los riesgos del uso excesivo e irreflexivo de las tecnologías como
mediadoras de todas las actividades cotidianas. El autor señala que, desde ambas
posiciones, se construye una distancia conflictiva entre los adultos y los nuevas
generaciones en la que los saberes e instituciones del mundo como lo conocemos no se
ajustan a las necesidades futuras de niños y jóvenes. En este marco, donde la palabra
de los grandes y de la escuela estaría perdiendo valor, el mercado emerge como una
fuerza organizadora de la identidad y de la comunidad.
Es precisamente por las desigualdades en el uso y por la contradicción de intereses
que el rol de los adultos y de la escuela sigue siendo central en la mediación entre
chicos y tecnologías. Por ejemplo, para garantizar el acceso más o menos equitativo a
los recursos o para construir una visión crítica frente a la cultura digital y los recursos
disponibles. También para acompañar a niños y jóvenes para que ganen la
experiencia, confianza y motivación que les permita asumir el rol de creadores de
contenido. En síntesis, el trabajo de los adultos sería especialmente el de generar
contextos favorables para que todos los niños, niñas y jóvenes puedan apropiarse
significativamente de los recursos existentes (Selwyn, 2009).
Desde latitudes más cercanas, la especialista colombiana Rocío Rueda Ortiz y su
equipo (2004) coincide con Selwyn. Sostiene, a partir de una investigación sobre las
tecnologías en la escuela, que el vínculo con las tecnologías no es igual para todos los
niños y jóvenes y que es en función de esta diferencia que el rol de la escuela pública
sigue siendo fundamental. Según la autora, la función de la escuela no consiste
únicamente en distribuir las competencias técnicas que permitan participar en nuevos
entornos, sino en ofrecer experiencias que posibiliten la inclusión en la cultura de los
pares. Sucede que, aunque esta aparente cualidad tecnológica de las nuevas
generaciones despierta angustia e impotencia entre los docentes (que se sienten en
desventaja): para muchos jóvenes de sectores populares, la escuela es el único lugar
donde pueden acceder a estos nuevos dispositivos simbólicos de la cultura (Rueda
Ortiz y Quintana Ramírez, 2004:6).