REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 1 de Marzo de 2015 II Domingo de Cuaresma (Ciclo B) Lectura de santo Evangelio según San Marcos 9:2-10 En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Ellas.” Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: “Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.» De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.» Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos.” Comentario breve: En este segundo Domingo de Cuaresma la Iglesia se torna hacia el gran derramamiento del amor del Padre por la humanidad, la ofrenda de su Hijo en quien Dios nos ha amado infinitamente. La Cuaresma es una jornada hacia el Misterio Pascual del sufrimiento, muerte, y resurrección del Hijo de Dios. Textos claves del Antiguo Testamento nos ayudan ver este misterio como parte del plan eterno de Dios. En la primera lectura leemos sobre la devoción total de Abran: Abran tuvo que renunciar a su pasado y camino en fe hacia la tierra de promesa; ahora, en el monte de la tierra de Moría, esta dispuesto a renunciar a su futuro, poniendo su confianza en la fidelidad y amor de Dios. Pero era de ser un sacrificio del corazón, no de Isaac; y fue bendecido con un futuro de innumerables descendientes. Releído por cristianos a la luz de la auto-donación de Jesús, quien acepto muerte en cruz en obediencia a la voluntad providencial de Dios, el relato de Abram e Isaac anticipa “la muerte del fiel de Dios,” que es “el siervo de Dios y el hijo de su sierva”: el “ofrecerá un sacrificio a Dios,” y Dios “le desatara sus ataduras.” Pablo, alabando el amor infinito de Dios, expresa su confianza que Dios nos bendecirá, ya que nos ha bendecido de manera suprema, ofreciéndonos el “Don que contiene todo don,” su Hijo. Podemos poseer confianza total de que Dios no nos negara el bien nos beneficie: podemos confiar completamente en el amor supremo de Dios. También podemos darle el don total de nuestro amor a Dios, sin reserva. En la lectura del evangelio estamos de nuevo en un monte. Así como Abran llevo a Isaac a un monte para ofrecerlo a Dios, ahora – en un monte (lugar de revelación) – el Padre celestial revela la identidad mas profunda de Jesús a Pedro, Santiago y Juan: “Este es mi hijo amado.” Transfigurado delante de ellos, su vida divina es descubierta. Es Dios – no Abran, no el hombre – quien puede proveer la ofrenda que nos hace salvos, que reconcilia el mundo a Dios, y que le trae la vida verdadera al mundo. Dios tornara la crueldad humana deslazada contra Jesús y hará de la cruz el instrumento de la salvación del mundo: el amor derrocara el mal con el bien; la cruz será conquistada y transformada; el amor triunfara. Moisés (representando la Tora/la Ley) y Elías (representando los profetas de Israel), vivos con Dios, dan testimonio al salvador del cual las Escrituras anunciaban. La nube de la gloria divina, símbolo también del Espíritu de Dios, envuelven a los discípulos, a cuales se les instruye que “Escuchadle.” Han de escuchar a Jesús, quien es la plenitud de la revelación y amor del Padre. Y su experiencia la comprenderán ya cuando Jesús resucitara de entre los muertos, ya cuando el amor de Dios haya triunfado y sido revelado plenamente – un misterio todavía mas haya de su comprensión. Nosotros también hemos de dar testimonio del amor salvífico de Dios en nuestras vidas, tanto igual se somos transfigurados diariamente por su gracia, y esmerarnos por “escuchar a Jesús” amando a Dios con todo corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Descendemos el monte de este segundo Domingo de Cuaresma transfigurados para poder ser mas intrépidos discípulos y apóstoles de Jesucristo en nuestro mundo que esta tan profundamente desfigurado por el pecado y el mal. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: • • • Este segundo Domingo de Cuaresma somos llamados a reflexionar profundamente en el supremo significado de la cruz de Jesucristo. La ofrenda espiritual de Abran, el salmo que expresa devoción total, y la confianza de Pablo en el amor infinito de Dios, todos atestiguan al amor de Dios que nos viene en el don total y ofrenda de Jesucristo. La Transfiguración revela a los discípulos la gloria de Cristo y su identidad como el Hijo amado de Dios. Cuando su fe fuese probada ese primer Viernes Santo, la experiencia de los discípulos en el monte los ayudara a ser fuertes y no perder esperanza. La Transfiguración anticipa la Resurrección. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. • • • ¿Qué significa la cruz de Cristo para mi? ¿Cómo es Jesús la ofrenda total de Jesús la fuente de la salvación del mundo? ¿Como busco ser transfigurado esta Cuaresma, para así poder vivir mas auténticamente como hijo/hija de Dios? ¿Cómo puedo mas asiduamente ‘escuchar a Jesús’ y ayudar a transfigurar el mundo? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 554-56
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