PALABRAS QUE TOCAN: CUANDO UNO SE TRAGA LAS PALABRAS DE AMOR SALTAN LAS MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO Por: JUAN PABLO JARAMILLO RICO “El amor es la pasión que más da que hablar; pero… es imposible decir algo sensato sobre el amor” Luis Darío Salamone. El amor es vacío. Las palabras que tocan, es el tema que nos convoca a conversar hoy, la palabra es un elemento que está atravesado en la cultura, es la posibilidad de dar nombre a las cosas, pero también es lo que posibilita el encuentro y el desencuentro; como está señalado en el epígrafe, el amor es una de esas pasiones que más “palabras” nos arrancan, desde que estamos pequeños estamos escuchando hablar de amor; se nos presenta como un ideal, como algo que hay que sentir, o como un enigma que cada uno debe de intentar descifrar a lo largo de su vida en los múltiples encuentros y desencuentros que tenemos. Este título lo abordaremos desde diferentes lugares, haciendo el intento de poder decir algo sensato al respecto; los lugares a partir de los cuales se van a pensar las palabras de amor son: la literatura, la poesía, el cine y el psicoanálisis; además, de algunas aportaciones de la filosofía. El tema lo iré desarrollando a partir de cuatro aristas o ejes temáticos; el primero que propongo es el de la palabra como función creadora; luego me iré introduciendo en el amor y en las palabras de amor, el nacimiento de las mariposas en el estómago; posteriormente daré un salto a la función de la palabra en la sexualidad; también introduciré la función de la palabra en el desencuentro amoroso, la metamorfosis de las mariposas, y finalizaré con una pequeña propuesta. La palabra como función creadora Para comenzar a ilustrar el tema, empezaré por decir que la palabra tiene, como función principal, la de crear, la de dar vida, es así como las cosas existen en la medida en que son nombradas, y así mismo empieza La Biblia, en su primer libro, el libro del Génesis, la palabra de Dios cumple la función de ser vehículo por excelencia de La Creación. “Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra no tenía forma; las tinieblas cubrían el abismo. Y el soplo de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: - Que exista la luz. Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena; y Dios separó la luz de las tinieblas; llamó Dios a la luz: día, y a las tinieblas: noche.” 1 Vemos, entonces, acá, la referencia a la creación; es Dios quien a partir de sus palabras quien va creando el mundo y lo va nombrando, segunda función creadora de la palabra, la nominación. La palabra para el psicoanálisis hace patencia de los tres registros, contrario a lo que en general se cree que ella es solo simbólica, la palabra posee en si misma imaginario, simbólico y real. Lo Imaginario es del orden del sentido, que viene de sentir, incluye los sentimientos, cada una de las actitudes que tiene el alma de percibir impresiones de objetos. Lo Simbólico es del orden del significante. Y lo Real es del orden del discurso, que para Lacan es una forma de hacer lazo, donde el sujeto es hablado por el Otro. El lenguaje tiene una función imaginaria, es la que objetiva el mundo, ahí está la consistencia (en el amor por ejemplo) del lado imaginario. Así el lenguaje es básicamente simbólico pero tiene una función imaginaria, la realidad en sí misma es imaginaria. La palabra tiene una función distinta, esta tiene la particularidad en Lacan (1953), con dos acepciones en francés que parece que logran confundir: Mot y Parole, se refieren a aspectos distintos de la palabra. La palabra como real está del lado del Mot, del vocablo, allí esta articulado algo del lado de la libido, que para Lacan es la fuerza creadora. Parole, hace referencia a los significantes que ordenan el mundo. Esta situación se hace patente cuando hacemos el proceso de la creación literaria o cuando tenemos la noticia de la llegada de un niño al mundo. Cuando aparece en la mujer la noticia del embarazo, aparecen sensaciones y afectos que atraviesan esa noticia, y que se convertirán en determinantes para ese proceso de gestación; desde ese mismo momento aparecen palabras sobre ese ser que comienza a gestarse en el vientre de la madre; palabras dichas por la madre, por el padre y/o por la familia. Dentro de esas palabras está el deseo de los padres, el cual se manifiesta desde la elección de un nombre y la proyección de ideales. Acá el niño empieza a estar bañado por el lenguaje, proceso que continuará en el momento del nacimiento, cuando el niño haga su primer llamado al Otro a través de un grito y el Otro responda dándole un significado, es hambre, es frio, es sueño, es… Esta irrupción del lenguaje sobre el niño hace que empiece el proceso de creación de la realidad, una realidad subjetiva y psíquica, marcada por la manera como el niño atraviesa sus experiencias de vida; dentro de las cuales quedarán, como marcas, algunas palabras que le han sido dirigidas por el Otro (el padre, la madre, 1 Schökel, Luis Alonso. La Biblia de Nuestro Pueblo. Ediciones Mensajero S.A.U.: Bilbao. Sexta Edición. 2006. P. 72. un hermanito, la abuela, entre otros). Esto genera, además, un efecto de significación de la palabra, el niño comienza entonces a reconocer palabras y a asociarles un significado. En este encuentro el niño comienza a identificar la existencia del amor, del encuentro amoroso con la madre, el cual será su primer objeto de amor y que se convertirá en el referente de las elecciones amorosas a lo largo de vida; acá, entonces, el niño le dará un significado a esa palabra, aprenderá que es el amor, significación que complementará cuando se encuentre con su propia novela familiar; la serie de dramas, tragedias y comedias que se viven al interior de cada familia; entre estos dramas está el amor. Lacan en los Escritos I manifiesta sobre esto que “La experiencia psicoanalítica ha vuelto a encontrar en el hombre el imperativo del verbo como la ley que lo ha formado a su imagen. Maneja Ia función poética del lenguaje para dar a su deseo su mediación simbólica. Que os haga comprender por fin que es en el don de la palabra donde reside toda la realidad de sus efectos; pues es por la vía de ese don por donde toda realidad ha llegado al hombre y por su acto continuado como él la mantiene”2. No habla en este párrafo de la realidad subjetiva, de la realidad humana, que se construye con piezas sueltas de palabras, es esta, quizá, la única realidad que existe para el sujeto3 y que se pone en juego en el lenguaje y en el malentendido que le es inherente, tema del cual hablaré más tarde cuando aborde el desencuentro y sus palabras. Estas construcciones que se van haciendo desde la infancia de la propia realidad fijaran las posiciones que asumiremos en las relaciones con el otro, con el semejante, el que a la postre podría ser el objeto de amor si cumple con los “requisitos” que están grabados en el inconsciente y logra descifrar con sus palabras las claves de este amor. En un proceso especular se viene a introducir el lenguaje en el insfans. Teniendo en cuenta el deseo inconsciente de la madre, la forma en que ese pequeño empieza a subjetivar la palabra que le viene del Otro, dará el estatuto de marca significante (S1), que signa al sujeto en sus elecciones, o de letra como inscripción en su cuerpo, de allí la forma de elección sintomática o de goce en la relación a un objeto de amor o de deseo, pero sin dejar de lado también otras formas de relación como lo mortífero, el odio, el desecho, la degradación. También el amor hace estrago. El nacimiento de las mariposas: el amor y las palabras de amor “Hay personas que no habrían estado nunca enamoradas si no hubiesen oído nunca hablar del AMOR” La Rochefoucauld El título de este conversatorio nos presenta una brújula de trabajo, cuando uno se traga las palabras de amor saltan las mariposas en el estómago, esto tiene un 2 Lacan, Jacques. Escritos I. Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. Siglo XXI Editores: Buenos Aires. 2014. Pp. 308 – 309. 3 Jaramillo Rico, Juan Pablo. ¿Qué realidad construye el lenguaje? En: Informes Psicológicos, Revista de la facultad de psicología de la UPB. No. 5. P.89 sentido cuando se lee desde la perspectiva de la frase de La Rochefoucauld, pues el encuentro con el amor inicia a partir de esos significados que sobre el amor hemos construido en la cultura; por eso para contextualizar este asunto he elegido algunos significados que sobre el amor se han construido. Voy a empezar con la transmisión que sobre el amor se nos ha hecho desde la religión católica, esta definición está tomada de la primera Carta de San Pablo a los Corintios, el apóstol les escribe: “El amor es paciente, es servicial, [el amor] no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca interés, no se irrita… Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”4; estas palabras son la base de lo que hoy conocemos como la cuota de sufrimiento que debe haber en el amor. Por otro lado hay otras definiciones que me gustaría citar; esta, por ejemplo, la posición en la que hemos construido al amor como una forma de complemento entre el hombre y la mujer, en donde cado uno irá a completar aquello que suponemos que le falta al otro, y que este complemento será para toda la vida. Si partimos de esta base, podemos agarrar el principio del encuentro amoroso bajo el postulado de la fantasía del complemento, es así como “la demanda de amor apunta a recibir el complemento del Otro, lugar de la palabra y de la carencia”5, que se pone en juego en las palabras que continúan luego de la emergencia de la atracción. Así lo refleja el poema 5, del libro Veinte Poemas de Amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda, el cual les leeré a continuación: Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. 4 5 Schökel, Luis Alonso. Op. Cit. P. 2182. Salamone, Luis Darío. El amor es vacío. Grama Ediciones: Buenos Aires. 2010. P. 18. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para tus blancas manos, suaves como las uvas. Surge acá una pregunta que me gustaría hacerles a ustedes: ¿por dónde empieza el encuentro amoroso? La respuesta a la que he llegado desde mi travesía en el amor y en lo que cuentas las palabras de mis pacientes, es que ese encuentro empieza por la palabra; cado uno tiene la posibilidad de montar un cuento que le va a ofrecer al otro del amor; este cuento pone en juego al complemento. Para continuar profundizando me gustaría empezar a utilizar algunos ejemplos de las palabras de amor que se ponen en juego en el encuentro, empezaré por el ejemplo de Kafka, quien en dos momentos de su vida hace uso de las palabras de amor para “cazar” el amor de dos mujeres, “Kafka, enamorado autentico que sabe que el tejido del amor se hace con lenguaje, se mantiene a distancia de Felice (mujer que se encuentra en otra ciudad) y tiende hacia ella la red de sus palabras, atrapando en sus prodigiosa confección el amor de la joven”6. Otro ejemplo que tomaré se encuentra en la película Amigos (Intouchables), película del año 2011, que cuenta la relación de amistad que surgió entre un millonario que queda cuadripléjico luego de un accidente de parapente y su “enfermero”; en medio de esta trama, el millonario establece una relación a través de cartas con una mujer, en principio será una relación platónica, pero luego de un movimiento que hace el cuidador, el hombre se encuentra con la voz de esa mujer y se teje un amor… el resto de la trama, los invito a que se la vean. El último ejemplo que usaré para ilustrar el juego de las palabras en el amor, y el nacimiento de las mariposas en el estómago, lo he tomado de una película que 6 González Restrepo, Carlos Mario. El amor y la sexualidad en los tiempos de la ilusión virtual. En: Me conecto… luego existo. Compilación. Corporación Ser Especial: Medellín. 2011. P. 108. ilustra la vida de Cyrano de Bergerac, un poeta y dramaturgo francés; se trata de una escena particular, es la escena del balcón, la cual los invito a ver en este momento y que luego comentaré un poco. Vemos en al inicio de la escena a una mujer que se encuentra con un hombre apuesto, se evidencia en ella la decepción del encuentro, y aparece en él un pedido; “quisiera hablarte”, al cual ella responde: “no, habláis muy mal”; él insiste, pero ella cuestiona el amor; ella da la espalda; pero las palabras insisten en la voz del galán y logran atraer la atención de la Dama; pero hay un momento en que el galán es incapaz de sostener la impostura y Cyrano toma la palabra; en ese instante es solo un objeto el que inunda la escena, La Voz; la cual se cubre sobre la sombra de la noche para poder mover el amor de la mujer y hacer saltar las mariposas en ella. Al final, un beso. Eran otros los tiempos en los que las palabras de amor antecedían el encuentro, en ese sentido no se trata de invocar a la nostalgia del tiempo perdido como solución para el hoy; pero en otro momento la función de las palabras de amor, de la poesía robada a los poetas para conquistar el corazón de una mujer cumplía un cometido, otrora se seducía repitiendo de memoria la poesía de alguien, uno de los tantos poemas que se robaban era este: Mi táctica es mirarte aprender como sos quererte como sos mi táctica es hablarte y escucharte construir con palabras un puente indestructible mi táctica es quedarme en tu recuerdo no sé cómo ni sé con qué pretexto pero quedarme en vos mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos mi estrategia es en cambio más profunda y más simple mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites. Este poema se llama táctica y estrategia, es del escritor Mario Benedetti; en el de nuevo se pone en evidencia la función de la palabra para tejer el encuentro. Zygmunt Bauman en el Amor Líquido propone, respecto a esto, lo siguiente: “El habla está condicionada por el tiempo y nutrida por el… No sabe anticipadamente donde va a terminar. Depende de otros. De hecho, vive gracias a la vida del otro… En la conversación real algo ocurre… ese “otro” es siempre un alguien definido que no solo tiene oídos, como todo el mundo, sino también una boca. Y eso es exactamente lo que hace el amor: arranca a otro entre “todo el mundo”, y por medio de ese acto convierte al otro en “un alguien bien definido”, alguien con una boca a la que escuchar, alguien con quien conversar para que algo pueda ocurrir”7 Y eso es lo que hace juego en el amor, luego de que las mariposas han establecido su residencia en el estómago, aparece la necesidad de que se pongan más palabras en juego, se empiezan a formular preguntas sobre el amor; es, normalmente, de lado de lo femenino por donde empiezan a demandarse estas palabras; todo surge con una pregunta: ¿por qué me amas? Y a partir de allí un viento frio atraviesa la espalda del interlocutor al no saber que palabras poner en ese espacio vacío que deja el otro del amor; pues cada palabra que surja remitirá inmediatamente a otra pregunta, reproduciendo, casi en acto, el juego infantil de los por qué. Vislumbrando, entonces, la imposibilidad que hay de colmar al otro en su falta, en su vacío. Surge entonces, un desencuentro que amenaza a las mariposas, aparece el malentendido; la cuarta de las aristas que tocaré. No olvidemos que el amor y la palabra son funciones fundamentales de la sexualidad femenina, para lo masculino el encuentro es más de orden fálico. El amor es esencialmente una demanda de un sin límites, está más allá del tener .La definición lacaniana del amor nos dice que es dar lo que no se tiene. Para que haya amor debe haber una condición de castración, se trata del principio mismo del complejo de castración para tener el falo, para poder servirse de él, es preciso, justamente, no serlo. Pero el encuentro amoroso no solo se reduce a estos dos tiempos, hay otro momento que se pone a prueba en este encuentro, la sexualidad. La sexualidad y las palabras; el éxtasis de las mariposas: 7 Bauman, Zygmunt. Amor Líquido. Fondo de Cultura Económica: Buenos Aires. 2005. Pp. 37-38 El psicoanálisis plantea que “no hay relación sexual” en los seres humanos; este postulado hace referencia a la diferencia que hay entre el hombre y la mujer desde el punto de vista de la elección de objeto de amor; pero sobre todo en que nuestro encuentro sexual no está predeterminado desde los instintos, no hay un programa, un guión, que nos señale el camino a seguir. Para ilustrar esto volveré a La Biblia, al libro del Génesis, exactamente al momento en que Dios pone en la escena a Eva; Adán sólo tiene palabras para referirse a ella y al encuentro sexual, no hay nada más. “El hombre exclamó: - ¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque la han sacado del Hombre. Por eso el hombre abandona padre y madre, se junta a su mujer y se hacen una sola carne”.8 Y, de análoga manera, viven las parejas cuando el encuentro sexual aparece en la vida de la pareja; la primera vez que hombre y mujer se encuentran desnudos, aparece un no saber hacer, un desconocimiento; si esa escena la pusiéramos con un toro y una vaca en celo, con seguridad ninguno de los dos estaría pensando quién da el primer paso; el toro sabe lo que tiene que hacer y la vaca también; pero cuando se trata de los seres humanos, hablantes y parlantes, el asunto se vuelve un poco más complejo. En la sexualidad, la construcción de palabras también está en juego; Isabel Allende, en su libro Afrodita, expresa, a propósito, lo siguiente: “La única manera de que las mujeres escuchemos es si nos susurran al oído. El punto G está en la orejas; quien ande buscándolo más abajo pierde su tiempo y el nuestro”9. Hay aquí, una expresión del lugar de la palabra en la sexualidad, que cuando se pone en juego y resuena, las mariposas revolotean con más fuerza, encuentran su éxtasis, y se sirven de las palabras para hacer existir, aunque sea por un momento, el encuentro del amor entre un hombre y una mujer. Así mismo; durante el encuentro sexual, las palabras se hacen presentes; nombran el deseo, el placer, la erótica, el goce, el límite y, por último, el orgasmo; este encuentro íntimo se transforma en un lenguaje exclusivo de ese amor; un ejemplo de esto se encuentra en Rayuela, una novela de Julio Cortázar, en el capítulo 68; se los recomiendo. Acá no me quiero extender más, pues es una investigación que cada uno debe emprender en su propio encuentro sexual con el otro, con su pareja. La metamorfosis de las mariposas: El desencuentro en el amor: 8 9 Schökel, Luis Alonso. Op. Cit. P. 75. Allende, Isabel. Amor. Plaza y Janés: Bogotá. 2012. P. 145. Si bien al principio expusimos una función creadora de la palabra, también hay otra vertiente de la misma que ha sido expuesta por el psicoanálisis; se trata del malentendido estructural del lenguaje; el solo hecho de ser hablantes y estar vivos, implica que haya una brecha, una hendidura en las palabras. Un claro ejemplo está en el título de este conversatorio, pues se puede leer en dos sentidos, el primero de ellos fue expuesto en el momento en que se expuso las palabras de amor; pero también se puede interpretar en la vía de tragarse los sentimientos, de no hablar de lo que se siente. Esto es lo que sucede, la mayoría de las veces en el desencuentro amoroso, en lugar de palabras de amor, puede surgir el silencio como respuesta o la violencia de la palabra, manifestada en el grito, en la cantaleta o en insulto. Este apartado quisiera ilustrarlo con una obra de teatro escrita por Gabriel García Márquez, Diatriba de amor contra un hombre sentado; en este monólogo una mujer le reclama el incumplimiento sistemático que hizo de sus promesas de amor. A propósito quisiera citar un aparte del monólogo, se encuentra casi al final. “Si al menos te quedara el consuelo de haber terminado con una infamia histórica. Pero ni eso. El único esfuerzo que has hecho para acabar con esta fortuna es levantarte todos los días a las diez de la mañana. Pero tampoco de eso se habla, por supuesto. O-tro-te-ma-pro-hi-bi-do. ¿quién te entiende? Te pasas la vida sacándole el cuerpo a la realidad (lo imita), “olvídalo mi amor, no te maltrates el día”, “tómate tu agüita de boldo y sueña con los ángeles”. Y de pronto, ¡zas!”10 También aparece ilustrado en una queja constante en el consultorio por parte de los pacientes; ellos manifiestan: “es que ya no es lo mismo”, “las cosas han cambiado”, “antes me decía cosas bonitas” o “las mariposas se han muerto”. Este momento es el de la metamorfosis de las mariposas, el momento en donde las mariposas de amor se transforman en las mariposas del desamor; se encierran las palabras que molestan; los impasses, los malestares y las rabias alimentan a esta nueva especie de mariposas, y muchas veces se dejan crecer durante mucho tiempo. Alguna recomendación: A propósito de las palabras de amor, me gustaría decir que un amor se sostiene a partir de un salto, de atravesar ese momento en que elegimos a partir de nuestra novela familiar y le damos cabida a un nuevo amor; un amor loco, en el buen sentido de la palabra; un momento en el que podemos comenzar a inventarnos nuestra propia historia de amor, y, como dice Jacques-Alain Miller, “la vertiente más original 10 García Márquez, Gabriel. Diatriba de amor contra un hombre sentado. Arango Editores: Bogotá. 1994. P. 59. del amor… es que el amor es invención, es decir, elaboración de saber. Este es el papel de las palabra de amor, de las cartas de amor”11. Por eso el amor se habla, se cuenta con palabras. El amor construye desde el vacío a partir de las palabras que se pueden decir sobre él. 11 Miller, Jacques-Alain. Lógicas de la vida amorosa. Manantial: Buenos Aires. 2009. P. 1
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