“Adriano en Siria”, el arte bien servido Autor: Gonzalo Alonso+ Fecha: enero 27, 2015 En: Crítica Ciclo Universo Barroco “Adriano en Siria”, el arte bien servido “Adriano en Siria” de Veracini. S.Pria, V.Geneaux, R.Invernizzi, K.Hammarström, L.Cirillo, U.Guagliardo. Europa Galante. Fabio Biondi, director. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de enero. Madrid se ha convertido, junto a Munich, en una de las referencias en la programación del barroco, en buena parte gracias a Antonio Moral, ya cuando su etapa en el Teatro Real o ahora en el CNDM. Hace unos días se escuchaba “Niobe, Regina di Tebe” de Agostino Steffani, nada menos que con Philippe Jaroussky y meses antes era Joyce DiDonato quien encarnaba a la Alcina de Haendel. Ahora le llega turno a una partitura y un compositor que rivalizaron con Haendel en Londres. Tras tres siglos de olvido fue rescatada en el ciclo de Opera Rara de Cracovia a iniciativa de Fabio Biondi con su Europa Galante. Valencia y Madrid la han escuchado esta semana en lo que es realmente su estreno en España y la grabación acaba de ponerse a la venta con el mismo reparto de estos conciertos salvo el cambio de Ann Hallenberg por Vivica Genaux. Curiosamente es numeroso el catálogo de obras sobre el mismo argumento e incluso título. Francesco Maria Veracini (16901768) fue un compositor apreciado en su tiempo con un largo número de óperas en su haber. La presente, estrenada en el Teatro de la Nobleza londinense en 1735, ha pasado por una reelaboración que afecta fundamentalmente a los recitativos. Es obra típica para ser ofrecida en concierto, pero precisa un reparto de altura para llegar al público en condiciones parecidas a las de su estreno. En éste compitieron –y nunca mejor dicho- nada menos que Senesino en el papel del emperador Adriano y Farinelli en el de Farnaspe, los dos grandes castrati de la época, y junto a ellos también la Cuzzoni. Las tesituras cambian con Biondi, siendo todos los papeles interpretados por mujeres excepto el del rey Osroa. Ello en principio podía alertar sobre una poco deseable uniformidad en los colores del canto, lo que afortunadamente no ha sucedido. La lectura de Biondi resultó irreprochable, pero aún mayor atractivo si cabe rodeó al plantel de solistas. Entre ellos hubo una clara gran triunfadora, la mezzo Vivica Genaux, muy justamente aplaudida en sus numerosas arias y muy especialmente en la que cierra el acto II “Amor, Dover, rispetto” y en “Son sventurato”, verdaderas pruebas de fuego para coloratura y expresividad. Sonia Prina volvió a dejar su sello de calidad como contralto en páginas de carácter tan diverso como “Va, superbo” o “La ragion gli affetti”. Prácticamente al mismo alto nivel la soprano Roberta Invernissi, como Emirena, de notable volumen y entrega. Concierto de esos que quisiéramos escuchar a diario. Gonzalo Alonso
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