Manifestaciones de la diversidad cultural, planificación de

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La formación en valores tiene su principal fundamento en la Declaración de los Derechos del Niño,
la cual establece que el mismo “…gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y
servicios (...), para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma
saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad...” (Principio 2).
También expresa que “... Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad
entre los pueblos, paz y fraternidad universal, con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y
aptitudes al servicio de sus semejantes.” (Principio 10).
Analizando el Programa de Educación Inicial y Primaria, se advierte un amplio consenso acerca de
la urgente necesidad de atender la formación y práctica en valores, como una de las formas de concreción
de estos principios fundamentales.
El aprendizaje desde los valores es, según Juan Samaniego, “... aquel que permite incorporar
prácticas y actitudes que den paso al cumplimiento de derechos y deberes de las personas.”
Desde esta perspectiva, los educadores somos responsables de propiciar la creación de espacios
formativos que estimulen el ejercicio de relaciones de convivencia armónica, basadas en el “respeto al
otro” y en la construcción colectiva de normas.
Jean Piaget describe el desarrollo moral infantil como el proceso por el cual el niño pasa
gradualmente de la conducta heterónoma (adopción de actitudes impuestas desde fuera y cumplimiento
de reglas preestablecidas por los adultos de referencia, sin construcción personal) a la conducta autónoma
(al desarrollar la capacidad de decidir, de escuchar al otro, de defender sus ideas y preferencias).
La Educación pensada desde la Ética debe basarse en esta concepción, por lo tanto, debemos
promover situaciones didácticas en las que el niño analice las conductas y relaciones a un nivel concreto,
reflexivo y discursivo.
Se trata de que nuestros alumnos comiencen a forjar el camino hacia la autonomía, hacia la
internalización de los valores experimentándolos en el aula, viviendo la participación democrática y libre;
libertad que solamente puede ser practicada cuando hay respeto, derechos y obligaciones, cuando las
normas
son
acordadas
y
comprendidas
por
toda
la
comunidad
educativa.
La formación de “futuros ciudadanos” es el objetivo más importante del Sistema Educativo y comienza en
el Nivel Inicial. Desde edades tempranas es fundamental planificar actividades que involucren la actitud
dialógica, que desarrollen la capacidad de escucha comprensiva y de intervención oportuna, abordando
contenidos que estimulen e inviten al desafío de pensar, experimentar, equivocarse, que provoquen el
“desequilibrio cognitivo” y que sean movilizantes desde lo emocional.
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Es importante en primer lugar explicitar lo que entendemos por cultura. Al respecto diremos que
cultura es el conjunto de todas las formas de vida y expresiones de una sociedad determinada. Como tal incluye
costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestirse, religión, rituales, normas
de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista podríamos decir que la cultura es toda
la información y habilidades que posee el ser humano. El concepto de cultura es fundamental para las
disciplinas que se encargan del estudio de la sociedad, en especial para la antropología y la sociología.
Cuando pretendemos abordar este concepto en clase podemos hacerlo dese varios lugares. En
esta oportunidad pensaremos acerca del mismo desde el lugar de las posibles propuestas didácticas que
contribuyan a que los alumnos se aproximen a la comprensión del concepto "cultura" y reconozcan la
existencia de identidades culturales diferentes, valorizándolas como las respuestas creativas que cada
grupo y comunidad construye a través de su historia frente a los desafíos que enfrentan sus integrantes.
Se pretende así que los alumnos se reconozcan a sí mismos y a los demás como el producto de
influencias culturales distintas pero, al mismo tiempo, como sujetos con idéntica dignidad y derechos.
En el trabajo de contenidos de este estilo la evaluación deberá ser siempre procesal o continua.
Veamos entonces algunos aspectos importantes a trabajar y para ello partiremos de un afianzamiento de
la convivencia en el plano de lo más inmediato del niño (el aula, la escuela, su comunidad), para luego
pasar a un contexto mucho más amplio (como puede ser la ciudad, el departamento, el país o el
continente).
Educar para la convivencia, educar en valores:
La educación para una convivencia armónica demanda, sin dudas, docentes comprometidos con
su práctica, con curiosidad, creatividad, con apertura para enriquecer su formación, con capacidad para
sensibilizarse y contener al otro.
Un docente promotor de la cultura colaborativa debe comprometerse desde la investigación –
acción, reflexionar y tener capacidad de vincularse desde el afecto sin perder de vista los límites.
La
educación
en
valores,
requiere
docentes
que
consideren la diversidad como oportunidad, que demuestren
capacidad de escuchar, de realizar transposiciones didácticas
adecuadas,
que
conduzcan
a
la
formación
de
sujetos
autónomos, capacitados para opinar y decidir.
Coincidimos con las apreciaciones del Prof. Mauricio
Langón, quien en su artículo “Filosofar en los Proyectos de
Centro”, considera que el fin por excelencia de la tarea educativa
“(...) es la pedagogía de la autonomía, la constitución de la autoridad pedagógica, la invitación al diálogo,
la comprensión, el respeto por las normas y la construcción de la ciudadanía desde la edad más temprana
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(...) para que nuestros niños sean en el futuro, sujetos de derechos, capaces de elegir, de tomar una
postura y comprometerse desde los valores.”
Trabajando la convivencia desde el entorno inmediato al niño:
Obviamente, no podemos enseñar valores si no los compartimos, por lo cual debemos generar un
ámbito de diálogo abierto (entre docentes y no docentes, padres, niños y demás actores de la comunidad
educativa), para que la Institución sea vivida como espacio de todos, resultando esencial su organización
participativa.
Sólo así es posible construir una propuesta interdisciplinaria, con un fundamento ético
consensuado y coherente que se oriente hacia el logro de los objetivos trazados.
“El hecho de percibirme en el mundo, con el mundo y con los otros, me pone en una
posición que no es la de quien nada tiene que ver con él. Al fin y al cabo, mi presencia en el
mundo no es la de quien se adapta a él, sino la de quien se inserta en él. Es la posición de
quien lucha para no ser tan sólo un objeto, sino un sujeto de la Historia”.
(Paulo Freire 1997:53)
La Escuela cumple un papel muy importante en la promoción de valores que están basados en la
dignidad y la naturaleza humana, en pos de construir una sociedad más justa y equitativa. Para ello debe
trabajar en la formación de actitudes que faciliten la convivencia y el bien de todos.
Las actitudes, los valores y las normas son aquellos contenidos que reflejan los ideales y las
aspiraciones a ser alcanzadas por el ser humano como integrante de la comunidad social a la que
pertenece. Este proyecto intenta impregnar desde primer año la importancia del trabajo colectivo, solidario
y responsable, en busca de una educación integral, apostando al desarrollo de la expresividad y la
creatividad.
Es importante fortalecer una Escuela donde
los
niños
comparten
experiencias
en
forma
armónica. Entendemos que reflexionar sobre
el
concepto de convivencia como objeto de enseñanza
nos conduce a pensar en la construcción de
ciudadanía, en entender a la educación con un
derecho humano generador de oportunidades y de
logros que hagan de cada sujeto un ser que
construye su identidad personal, e integrándose a la
sociedad.
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La escuela es un espacio educativo que congrega diferentes actores institucionales con roles
diferentes, los que se manifiestan en interacciones sociales en un tiempo y espacio.
Hablar de convivir implica manejar ciertos códigos de respeto, compromiso, cooperación, análisis
compartido de enfrentamiento de problemas y resolución de conflictos. Conviviendo es que la escuela va
cumpliendo con su rol de enseñar y formar para la vida y para el ejercicio responsable de la ciudadanía.
Una escuela considerada como organización inteligente - (Aguerrondo 2000)- que promueve el
desarrollo de las aptitudes, la formación de las competencias y sustenta los pilares de la educación.
Jacques Delors (UNESCO, 1996), plantea cuatro pilares básicos sobre los que se debe abordar la
tarea educativa en la sociedad contemporánea: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser,
aprender a vivir juntos
Aprender a vivir juntos:
Las sociedades actuales se caracterizan por la diversidad cultural –de ideas políticas, de visiones
del mundo y de creencias religiosa– y por las fuertes desigualdades económicas y sociales. La justicia, la
equidad y el pleno desarrollo de todos los ciudadanos se erigen como los grandes desafíos a conquistar
colectivamente. La convivencia armónica y en paz no es un producto natural del orden social:
necesariamente debe pensarse como un producto construido
culturalmente.
Históricamente, la escuela ha promovido experiencias
educativas que involucran el conjunto de la personalidad; en los
últimos años han crecido en importancia la educación en valores
y la denominada educación ética y ciudadana. La Unesco, en el
informe elaborado por Jacques Delors y denominado “La
educación encierra un tesoro”, ha planteado como uno de los
cuatro pilares de la educación el “aprender a vivir juntos”.
Aprender a vivir juntos consiste en aprender a conocerse a sí mismo (inteligencia
intrapersonal) y, simultáneamente, de desarrollar la comprensión del otro y la percepción de las formas
de interdependencia –realizar proyectos comunes y tratar los conflictos sin violencia–, respetando los
valores de pluralismo, comprensión mutua y paz (inteligencia interpersonal).
Las políticas educativas plantean actualmente la necesidad de otorgar protagonismo y dar
visibilidad a los niños y adolescentes, a partir de su reconocimiento como sujetos de derecho y sujetos de
palabra, con respeto y confianza en sus intereses, sin renunciar a las responsabilidades que le caben al
Estado y a los adultos frente a ellos. Este camino a recorrer debe reconocer las voces y aspiraciones,
las inquietudes y preocupaciones de las nuevas generaciones.
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Siempre estamos en el terreno de la convivencia en las prácticas educativas, en tanto estamos en
interrelación e interdependencia con otros. El desafío de la convivencia, será entonces, manejarse en una
doble tensión inevitable entre las posibilidades de encuentro y desencuentro con el otro, sus intereses,
necesidades, por sus formas de ver, pensar y pararse ante el mundo y nuestras formas, intereses,
necesidades, identidades. También debemos tener en cuenta el otro, el nosotros y lo institucional.
Desde este enfoque, el conflicto se vuelve parte del convivir y se constituye en oportunidad de
aprendizaje en términos de convivencia, aprendizajes sociales, tanto para los actores como las
organizaciones.
Propósitos institucionales más importantes a cumplir en un proyecto de convivencia:

Que se atiendan adecuadamente las diferencias de cada niño.

Que se fomente la formación de valores tales como: solidaridad, respeto, juicio crítico, justicia,
comunicación, responsabilidad, principios de tolerancia, cultivo de la no violencia,
no
discriminación, educación para la paz, apertura al cambio, respeto del medio ambiente, educación
para la salud, el amor, la familia.

Que se atiendan las necesidades lúdico-recreativas de los niños.

Que se utilicen las herramientas tecnológicas a favor de estos fines.

Ámbito de servicios:

Facilitar la participación del docente en actividades de formación permanente.

Brindar un servicio de Biblioteca para consultas a alumnos y ex alumnos.

Desarrollar una actividad de apoyo a Escuelas carenciadas a través de la entrega de abrigo para
sus alumnos u otras acciones.
Objetivos de una intervención en relación a un proyecto que promueva la convivencia
-Revalorizar la identidad institucional, el respeto, la tolerancia entre cada uno de ellos, apostando a la
calidad educativa , en un aprendizaje colectivo permanente, trabajando colaborativamente.
-Potenciar en cada niño el desarrollo de su autoestima, y afirmar la identidad individual y colectiva.
-Tender a un clima social abierto, basado en la toma de decisiones compartidas.
-Promover los valores como una conquista personal y de grupo.
-Favorecer la integración a grupos en forma cooperativa y solidaria.
-Estimular la capacidad de observación, investigación, reflexión y descubrimiento del entorno para el
desarrollo de su pensamiento crítico y creativo, a través de:
-Entablar la comunicación deseada con otras comunidades educativas.
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-Lograr que el producto final de un proyecto de convivencia sea de confección colectiva por nivel, con
exposición colectiva donde participen alumnos, docentes, familias, y vecinos.
Una propuesta didáctica para trabajar diversidad cultural y convivencia:
Como hemos visto es necesario que los alumnos comprendan e interpreten las otras culturas en los mismos
términos en que comprendemos e interpretamos la nuestra. En este marco es fundamental abordar la
diversidad, la disidencia, la interdependencia, sin caer en la tentación etnocéntrica, aunque resulta inevitable
en un principio, utilizando los códigos propios.
(Etnocentrismo significa que cada uno de nosotros tendemos a creer que lo que nuestra cultura nos ha enseñado como
formas correctas de pensar, sentir y comportarnos son las acertadas. Solemos creer que nuestro comportamiento
sexual representa a la normativa universalmente aceptada, por ser correcta, sana y verdadera y todo lo que se aleje de
esto nos resultará primitivo, aberrante y rechazado. Esta clase de etnocentrismo es contrario a una mirada abierta
desde la diversidad cultural).
El etnocentrismo es una actitud por la que se considera que la propia sociedad y la propia cultura son
superiores a otras. Suele suceder que las personas creemos que nuestra forma de ser y vivir es la
adecuada, la correcta. Esto no implica, sin embargo, que efectivamente sea así. Este tipo de etnocentrismo
se nos cuela cotidianamente: tendemos a mirar, distinguir y apreciar lo diferente, tratando de encasillarlo y
encuadrarlo en nuestros propios modelos de vida. Esta actitud, que tal vez no podamos evitar pero sí
controlar, limita en alguna medida nuestra capacidad de comprender. Reflexionar sobre estas actitudes
amplía nuestra posibilidad de entender la realidad y las personas en particular. Con esta propuesta se busca
superar aproximaciones incompletas, segmentadas y estereotipadas.
La diversidad cultural se manifiesta por la diversidad del
lenguaje, de las creencias religiosas, de las prácticas del
manejo de la tierra, en el arte, en la música, en la estructura
social, en la selección de los cultivos, en la dieta y en
todo número concebible de otros atributos de la sociedad
humana.
Otorgan sentido a la realidad: formas de ver, pensar e
interpretar el mundo, a partir de sus situaciones materiales
específicas por ejemplo, el diálogo dialéctico con el medio físico. Se trata de un todo integrado, cualquier
elemento de la cultura solo se entiende si lo situamos en su contexto, así el etnocentrismo tiende a valorar
otras culturas desde sus patrones culturales propios. Las culturas poseen diversos dispositivos de
adaptación, no se presentan nunca como algo estático, eterno e inmutable, sino en permanente proceso de
cambio (Sáez Ortega, P.). Se sugiere trabajar específicamente este aspecto en el aula a los efectos
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de observar claramente que cada cultura es distinta, ni superior ni inferior a las demás.
Posibles actividades que formarían parte de una secuencia didáctica sobre este tema:
Observar y analizar videos de diferentes comunidades con el propósito de reconocer distintas
manifestaciones de la diversidad cultural (en la lengua, en el arte, en las creencias, en las
costumbres). Portal Ceibal dispone de videos como: El orgullo de los Tzotziles y Creencias de los
Tzotziles.
Indagar ideas o conocimientos previos. Puede hacerse mediante una reflexión donde los niños
expliciten en qué se parece su vida a las de esas comunidades que observaron en los videos, en qué
se diferencia, qué les gusta de ellos, qué no les gusta y qué opinión les merece el modo de vida de
esas personas.
intercambio en torno a lo que respondió cada alumno individualmente. Se les planteará la siguiente
pregunta: ¿Podrían considerar a un niño de esta otra cultura como un "semejante"? ¿Por qué? Luego
se expondrán las conclusiones que haya alcanzado cada grupo, promoviéndose un debate en torno al
tema.
Analizar en forma conjunta el concepto "cultura". Será interesante llegar a que "cultura" es el
conjunto de conocimientos, creencias, arte, moral, costumbres y todos los hábitos que el hombre ha
adquirido como miembro de una sociedad.
Observar distintas fotografías a los efectos de establecer comparaciones entre manifestaciones
culturales uruguayas y de otras culturas. Puede pedirse a los alumnos que expliquen semejanzas y
diferencias
Procurar que los alumnos se reconozcan a sí mismos y a los demás como el producto de
influencias culturales distintas pero, al mismo tiempo, como sujetos con idéntica dignidad y
derechos. Por tal motivo se podría trabajar con la Declaración Universal de la Diversidad cultural de la
UNESCO.
Analizar distintos artículos de la Declaración de los Derechos Humanos ¿Qué derechos tienen en
común las personas de cualquier cultura? ¿Cuáles de ellos se cumplen para otras culturas y cuáles se
cumplen para nosotros?
Es la etapa de institucionalización donde será necesario precisar las nociones abordadas
y establecer relaciones entre estas, a los efectos de concluir conocimientos que circularon en el aula.
De esta manera, los alumnos tomarán conciencia de los conceptos aprendidos.
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Como se puede apreciar, esta secuencia de actividades constituye un disparador de la
problemática de la diversidad cultural. Se sugiere que la discusión no se limite a tratar solo un grupo
cultural (como los presentados en los videos citados), ya que no se trata de profundizar en el conocimiento
de un grupo cultural, sino en el conflicto ético y ciudadano que representa la diversidad cultural.
Evaluación.-
Es importante realizar una evaluación permanente
(Inicial o Diagnóstica, Formativa y Sumativa) de los procesos,
competencias,
habilidades
y
contenidos
(conceptuales,
procedimentales y actitudinales), a través de la observación
directa, el análisis de las producciones de los niños, las
entrevistas con los padres, encuestas y el aporte de otros técnicos
en los casos en que se considere pertinente.
Se promoverá a su vez, la evaluación colectiva y la autoevaluación, como instrumentos
privilegiados para lograr la consideración del error en su valor constructivo, ya que constituye un nuevo
punto de partida para generar nuevas hipótesis, contrastarlas empíricamente, concluir y abstraer.
A su vez, los resultados obtenidos de los cortes evaluativos, serán documentados e informados a
través del boletín de calificaciones, los registros acumulativos, las reuniones y entrevistas con los
responsables de cada niño y en cuanto al desempeño diario de los mismos, se procurará realizar la
corrección de los trabajos de clase y tareas domiciliarias a través de la combinación de las calificaciones
convencionales, combinadas con la formulación de juicios de valor.
Realizar un trabajo que propenda a una convivencia sana requiere del trabajo de todos los actores
y no solo de docentes como ya se ha visto en el desarrollo del tema.
En tanto propendamos a salir del etnocentrismo que nos caracteriza, visualizando y validando a
otras culturas, estaremos apuntando a la conformación de una sociedad más justa e igualitaria. Hacer esta
reflexión exige de laintervención de la educación necesariamente y de, en cierta medida, un romper con
aquello que tenemos naturalizado (desnaturalizar lo naturalizado).
Por otra parte, y viniendo más a nuestro contexto inmediato, el aprender a convivir se hace cada
vez más necesario. Nuestra sociedad tiende a ser cada vez más individualista en detrimento de lo
colectivo. La preocupación por estos aspectos hace que en nuestro nuevo programa escolar encontremos
muchos más contenidos referido a la cooperación y lo colectivo y eso también se refleja en las políticas
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educativas. Por ejemplo la ley de educación establece que se conformen consejos de participación para
optimizar la tarea de la escuela (donde convergen varios actores sociales y no solo docentes y alumnos).
Los centros que mejor hayan intervenido para reflexionar y optimizar sus procesos de convivencia
son los que más éxitos registrarán en este aspecto.
Í
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