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Homilía y guión para la Santa Misa
28 durante el año
Ciclo A. Color:Verde
12 de octubre de 2014
Año XVIII - Nº 1044
Aportes para la homilía
Vayan y conviden a todos
al banquete de vida eterna
Is 25, 6-10a; Sal 22; Fil 4, 12-14. 19-20;
Mt 22, 1-14
Hoy se nos invita a ser llamadores
y convidadores del Padre, que quiere
que traigamos a su mesa a tantos hambrientos y sedientos de él, que corren
peligro de intoxicarse con viandas sin
sustancia o en mal estado, vinos agrios,
aguas contaminadas y fangosas. Dios es
amor y desde siempre viene preparando
ilusionado el banquete de la vida eterna,
y nos exhorta a rechazar las mundanas
exquisiteces que indigestan y matan, nos
llama a abrir nuestro apetito al sabor exquisito de las cosas de Dios, ahondando
en la oración y meditación, frecuentando
los Sacramentos, etc., pues sólo Dios
puede satisfacer plenamente nuestra
hambre y sed de verdad y justicia, de
amor y esperanza, de paz y felicidad y
hoy, ese Dios amor nos llama y envía a
cuantos buscan sin hallar lo que sacie esa
hambre, para que felizmente encuentren
en nuestras palabras y ejemplos aquello
que los orienten hacia las fuentes de la
salvación.
Lamentablemente hay muchos ciegos
o ingenuos voluntarios que confiadamente siguen lo que no es del evangelio y,
para peor, hacen callar a los que tratan
de abrirles los ojos y convencerlos de
sus errores, mentiras y maldades. Y esto
desde los antiguos profetas hasta Juan el
bautista, siguiendo por Jesús y sus apóstoles, los mártires de todos los tiempos,
calumniados y difamados, condenados y
asesinados impunemente, tal como Jesús
había advertido, la dolorosa pero gloriosa
historia de la Iglesia que no deja de llamar
a todos al banquete del cielo.
Y así, en medio de la ignorancia, la
incredulidad y la rebeldía reinantes, muchos se preguntan: pero, ¿será que hay
otra vida después de la muerte, por la
cual valga la pena preocuparse, si nadie
volvió a contar nada? Otros argumentan
que hay que tener fe, como encogiéndose de hombros y aduciendo que ¡nada
es seguro! Cuentan que la Virgen estaba
por lavar la Santa Síndone que hoy veneramos, entonces Juan exclamó: ¡No,
Madre, déjala, los hombres del futuro
necesitarán verla así para creer en Jesús! A lo que la Virgen contestó: Mira hijo,
para quien quiera creer, con mirar el sol
le basta. Pidamos humildemente, como
el papá del epiléptico: creo, Señor, pero
aumenta mi fe. Más de una vez Jesús
promete vida y resurrección eterna al
que cree en él y lo sigue fielmente. Pablo
asegura también que, así como el Padre
resucitó a su Hijo, también resucitará y
llevará con Jesús a quienes hayan vivido
(Continúa en la p. 4).
Aportes - 1
Guión para la Santa Misa
1) Introducción
Hermanos: ¡Cuánto anhelamos
vivir felices, en plenitud física
y espiritual, en salud y paz, en
justicia y amor fraterno! ¡Eso es
vida!, es tocar el cielo con las manos,
asistir al gran banquete de la vida, cuyo
anticipo palpitamos en cada misa, en
torno a Jesús, compartiendo nuestra
fe, en mutua caridad, confiados en sus
promesas.
Comencemos cantando…
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2) Saludo de bienvenida
Queridos hermanos: que la gracia
y la paz de Dios, nuestro Padre, y
de Jesucristo nuestro Señor, unidos en su Espíritu Santo, estén siempre
con todos ustedes.
Somos una familia de hermanos, congregados en torno a Jesús, esperando el
día cuando el Padre nos haga sentar en la
mesa del banquete de las bodas eternas,
cuando él sea todo en todos y nosotros,
todos uno eternamente en él. ¿Lo creemos firmemente así, estimulándonos a
remar contra la correntada que pretende
frenarnos y desviarnos? ¿Tratamos de
entusiasmar con palabras y ejemplos a
los que nos rodean?
3) Acto penitencial
Comencemos esta misa analizando nuestra actitud ante las
promesas de Dios. Digamos con
sinceridad:
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Perdona, Señor, nuestras dudas
y negligencias.
– Tú sabes, Señor, que nuestras ansias son tan grandes que la espera nos
impacienta, la poca fe pierde terreno
y lo gana la desesperanza, mientras
nos acechan las tentaciones.
Aportes - 2
– Sabemos que los bienes de este
mundo son limitados, caducos y nunca
nos llenan, pero nos quedamos en la
idea de poseer e idolatrar egoístamente los bienes.
– Tú aseguras que quien te sigue y
persevera con su cruz hasta el final
alcanza resurrección y vida eterna,
somos también conscientes de todo
esto y te pedimos perdón.
– Porque rezamos muy de memoria el
creo en la resurrección y la vida eterna, pero al momento de obrar como es
debido no tenemos escrúpulos en dar
mal ejemplo.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos dé la vida
eterna. Amén.
4) Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Is 25, 6-10a): Siglos antes de Jesús, el profeta Isaías
augura un mundo de felicidad y vida
plena y nos exhorta a alabar a Dios
por sus maravillas en bien de los hombres.
Salmo responsorial (Sal 22): El Salmo 22 proclama: ¡El Señor es mi Pastor!,
y lo bendice agradecido por sus cuidados
y providencia. ¡Lo importante es que seamos ovejas obedientes!
Respondemos: El Señor nos prepara
una mesa.
Segunda lectura (Fil 4, 12-14. 19-20):
Desde la cárcel de Roma, Pablo agradece
a los filipenses las atenciones recibidas,
aunque asegura estar acostumbrado a
todo, ¡y Cristo lo reconforta!
Evangelio (Mt 22, 1-14): La parábola
del banquete de bodas que, aunque algunos lo rechacen, Dios lo abre a quienes
ponen su buena voluntad y participan
digna y santamente dispuestos.

5) Oraciones de los fieles
Dios nos creó para vivir con él, en
plenitud de vida y felicidad. Pidámosle una fe firme y una esperanza perseverante, en el fiel cumplimiento
de sus palabras. Digámosle:

alza la copa de la salvación e invoca el
Nombre del Señor. Junto al pan y el vino
presentemos nuestro sincero empeño de
perseverar sobre las huellas de Jesús y
llegar bien dispuestos a la mesa eterna,
vestidos de su gracia y santidad…
Cantemos…
Danos cumplir tu voluntad con
fidelidad y coherencia.
7) Comunión
Llegamos, Señor, a tu mesa can4 Los cristianos somos en el muntando con una nostalgia muy hondo como el alma en el cuerpo, decía
da, anhelando el Paraíso y con la
san Anselmo. Que fieles a tus palabras
espera ilusionada en la promesa
vivamos dando testimonio de la vida
de
que
quien confía en el Señor no se
futura. Oremos...
verá defraudado. Esta comunión con el
4 Cuando el dolor nos oprima y la ilusión Cuerpo y la Sangre de Jesús es un antiya no brille, que tus promesas nos cipo de cuanto viviremos eternamente. En
alienten a seguirte con entusiasmo, esta espera, vayamos a unirnos a Jesús
ilusionados y por cuanto nos aguarda. eucaristía.
Oremos…
Cantemos…
4 Para que, quienes viven encandilados
por los bienes caducos de este mundo, 8) Despedida y bendición final
abran sus ojos a la maravillosa claridad
Dentro de un tiempo comprobaque se avizora al horizonte de nuestros
remos que la resurrección de la
días. Oremos…
carne y la vida eterna no eran
4 Para que jamás veamos la muerte poesía mística, sino juramento de un Dios
como el fin de todo, sino como la que no se queda en palabras.
puerta abierta a la vida verdadera, al
Ahora, más que creer, la cuestión es
banquete eterno con Dios y de toda la vivir preparados para cuando el Padre
humanidad junto a él. Oremos…
nos reciba sonriente: ¡Vengan a participar
4 Te pedimos para que nuestros difun- del gozo de su Señor!, y nos siente a su
tos, que ya llegaron a tu presencia, mesa vestidos con su gracia y santidad.
Y que hasta ese momento:
rueguen para que nosotros vivamos
anhelantes y esperanzados. Oremos…
El Señor nos bendiga y nos proteja,
tenga
piedad y nos muestre su rostro,
Señor, danos avanzar por este
mundo precario con tanta ilusión, nos mire siempre con amor y nos conque animemos a todos a prepa- ceda su paz. Que la bendición de Dios
todopoderoso, Padre, X Hijo y Espíritu
rarnos para tu banquete eterno. Amén.
Santo descienda y permanezca con todos
nosotros. Amén.
6) Presentación de las ofrendas
¿Cómo pagaré al Señor todo el
Encontrá en:
bien que me hace?, pregunta el
www.sanpablo.com.ar
Salmo. Y, ¿cómo le pagaremos el
Recursos para la catequesis,
banquete con que nos espera al
Librería virtual y mucho más...
fin de nuestros días? Así escuchamos:


Aportes - 3
(Viene de la p. 1).
como él y hayan perseverado con fe,
aguardado su manifestación al fin de
los tiempos.
Sucede que vivimos entre muchos
que no conocen al Señor y por eso también se resisten a creer en él. Felices
nosotros si leemos su palabra con avidez
y la estudiamos en profundidad porque,
entonces, nuestra vida tendrá ese aliciente que nos impulsará a dar nuevos
pasos adelante y, sobre todo, será un
poderoso atractivo, ese testimonio/
invitación al banquete del Señor, para
cuantos ven que vivimos convencidos y
entusiastas lo que sabemos y creemos,
y lo traducimos en esperanza activa, en
un amor a Dios, alegre y obediente, y
en una caridad fraterna por encima de
egoísmos y demás.
Seamos también conscientes de
que, si por desgracia arrastramos el
evangelio como una obligación y no con
la alegría ilusionada de quien descubrió
el más grande y rico tesoro, entonces,
ese testimonio/invitación no será tal,
carecerá de eficacia y hasta resultará
contraproducente, como cuando Mahatma Gandhi reprochaba: Me gusta el
evangelio pero no veo que lo cumplan.
Por el contrario, si nuestra vida cristiana
se concreta en obras de fe, esperanza y
caridad, atraerá a muchos que necesitan
comprobar que vale la pena ser cristiano, pues habrán encontrado verdadero
sentido y trascendencia a estos cuatro
días locos que vivimos, y que la vida
no termina en un cajón bajo tierra sino
que la muerte es como un trampolín
que eleva a alturas infinitas de vida y
felicidad, y también ellos darán gracias
a Dios porque, a través nuestro, pueden
sentirse ciudadanos del cielo y convidados al banquete eterno.
¡Señor Jesucristo!, asumiste y redimiste nuestra humanidad viciada de
pecado y ahora vives resucitado junto
al Padre, enseñándonos a apetecer tus
palabras de vida eterna como el más
provechoso alimento.
Te pedimos que nos ayudes a liberarnos de nuestras rebeldías y soberbias, a
superar los errores y mentiras, a dejar a
un lado los odios y egoísmos para“revestirnos del hombre nuevo”, bañarnos en tu
gracia y perfumarnos con el buen olor de
Cristo, y lucir el traje de fiesta apropiado
para ese festín eterno.
Danos fervor apostólico para no desanimarnos cuando alguno rechaza tu
invitación y nos miran y condenan como
fanáticos, manipuladores de conciencias,
quizá por ignorancia o porque se dejan
arrastrar por ideas que no son del evangelio, sin fuerzas para volver a la verdad
de tus caminos.Tú que vives y reinas por
los siglos. Amén.
La caridad es el traje de fiesta, porque
nuestro Redentor la revestía cuando
vino para unir a sí como esposa a su
Iglesia. Es el amor de Dios que movió al
Hijo a unir a sí a los elegidos.
San Gregorio Magno
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