Stand up meetingo cómo una reunión de trabajo puede durar 15

SÁBADO | 3
| Sábado 6 de julio de 2013
Matías Dutto (centro) encabeza la ágil reunión en Social Snack, una firma que diseña estrategias de comunicación
hernán zenteno
Vida profesional
Stand up meeting o cómo una reunión
de trabajo puede durar 15 minutos
Para evitar encuentros eternos e improductivos, las empresas con perfiles más innovadores
incorporan esta metodología que impulsa que todos los asistentes permanezcan de pie
Laura Reina
LA NACiON
Quince minutos, a la mañana, de parado, en el centro de la oficina y a la
vista de todos. Ese es uno de los secretos del éxito de Social Snack, empresa que produce y ejecuta campañas y estrategias de comunicación
para sus clientes en redes sociales.
Todos los días, Matías Dutto
–fundador y director creativo de la
compañía– encabeza la stand up
meeting, también llamada reunión
de sincronicidad, que se hace de parado, en el centro de la oficina y dura
15 minutos, como máximo. En ella
participan no más de 10 personas.
En esa reunión cada participante
debe contestar tres preguntas básicas: ¿Qué se hizo? ¿Qué voy a hacer
hoy? ¿Qué impedimentos puedo tener para cumplir con la tarea?
Lo que Dutto hace en Social Snack
es seguir los fundamentos de la metodología ágil, una herramienta que
decreta la muerte de las cada vez más
resistidas y criticadas reuniones de
trabajo tradicionales, que duran horas y que muchos ya empezaron a
considerar la forma más eficiente de
perder tiempo y dinero.
De hecho, las reuniones largas
forman parte de la larga lista de factores que más estresan a los empleados que trabajan en relación de dependencia. Según una reciente encuesta del Grupo RHUO (Recursos
Humanos Organizados), el 25% de
los empleados más jóvenes considera las reuniones extensas un factor
importante de estrés, debido al poco
tiempo que les queda después para
hacer su trabajo real.
Las metodologías ágiles se pusieron de moda hace pocos años, sobre todo en empresas creativas y de
tecnología, pero existen desde hace
bastante tiempo. Son la contracara
de las reuniones cascada, donde los
gerentes de cada área definen un
proyecto, lo bajan a sus colaboradores y a partir de ahí se van sucediendo tareas y etapas hasta el final
como un pasamanos de personas
sin conexión real entre sí.
Con la metodología basada en la
agilidad, en cambio, intervienen
todos los que tienen que ver con un
proyecto, sean jefes o empleados ra-
Claves de
la agilidad
Cuándo
Las reuniones se celebran
todos los días, por lo general durante la mañana. Duran entre 10 y 15 minutos,
como máximo
Cómo
Una de las claves de la metodología es celebrar las
reuniones con todos sus
asistentes parados porque
esto genera incomodidad
Dónde
Se realizan en medio de la
oficina, a la vista del resto
de los empleados y a puertas abiertas
sos. La participación de cada uno de
los involucrados es fundamental. Y
no se admite la mera asistencia o la
simple contemplación: todos deben
aportar algo.
Vuelta a lo simple
“Las metodologías ágiles se centran en potenciar las relaciones
interpersonales como clave para
el éxito de los proyectos –explica
Dutto desde su oficina en Palermo–. Es una metodología que tiene como prioridad la simplicidad.
Esto no significa hacer menos, sino centrarse en lo importante, en
lo genuino y en lo que brinda una
identidad al proyecto. Cada tarea
debe ser correcta, prioritaria y específica para el objetivo que se persigue. Esto permite que el proceso y
los resultados que se obtengan sean
constantes, pequeños, pero significativos y sean un logro compartido
por todo un equipo.”
En Mercado Libre, la metodología
ágil se empezó a aplicar hace cinco
años. Daniel Rabinovich, vicepresidente senior de Tecnología de la
empresa de e-commerce, no duda
en afirmar que hubo un antes y un
después del método ágil.
“Cuando empecé a trabajar sufría
mucho la vieja metodología. Un proyecto duraba más de seis meses, los
planes de negocios tenían 500 páginas –recuerda Rabinovich–. Hoy se
hace camino al andar. Tanto en el
armado de planes de negocios como
en los proyectos se trabaja en ciclos
cortos, pasos concretos y en la revaluación constante. La gran ventaja
que te da esta herramienta es el beneficio de poder cambiar de rumbo
temprano, con lo cual el costo de ese
cambio es mucho menor a cuando
ya recorriste un largo camino.”
Según Rabinovich, la metodología basada en la agilidad es una herramienta que puede aplicarse en
todas las empresas. “La diferencia
es que una empresa muy ortodoxa
puede sobrevivir con una metodología ortodoxa, pero una de tecnología, no. Se muere antes.”
Rubén Altman, director de Kinética Solutions, empresa que desarrolla soluciones de software para
sus clientes (son los responsables,
entre otros, del desarrollo del sitio
de pagos Dinero Mail), y que aplica
esta metodología desde que nació la
empresa, en 2008, es un poco más
cauto. “No en todos los proyectos
tiene sentido aplicar una metodología ágil. Creo que los factores de
éxito dependen del tipo de proyecto y del equipo que lo esté llevando
adelante. Una empresa puede usar
métodos ágiles para algunas áreas
y otras no. Sí se puede aplicar para
el desarrollo de nuevos productos,
pero para los procesos de administración tal vez no tiene mucho sentido”, opina.
Como en Social Snack, las stand
up meetings en Mercado Libre se celebran por la mañana, y por supuesto, de pie. El hecho de estar parados
no es un capricho ni un detalle de color. “El estar parado te genera cierta
incomodidad. Si vos estás parado y
ves que los demás están sentados, te
van a dar ganas de sentarte rápido. Y
es una manera de avisarle a los que
participan de la reunión que esto no
va a ser largo”, dice Rabinovich.
El reducido número de participantes tampoco es un detalle. “No
existen las reuniones donde van
30 personas a escuchar. El protocolo tradicional decía que si vas a
una reunión con tu jefe no podías
abrir la boca. Pero acá habla el que
sabe y sabe el que hace. Si alguien
no habla, no tiene sentido que esté
en la reunión”, dice Rabinovich que
aplica la regla de la pizza para determinar el número de participantes.
“Si no alcanzan las ocho porciones
de una pizza grande, no es que haya
poca pizza, sino que sobran personas.”
En Kinética Solutions, aunque
no hubo que readaptar metodologías, sí hubo que acostumbrar a la
gente al nuevo paradigma. Altman
relata cómo fue la implementación.
“Acostumbrarse a los métodos ági-
les puede implicar un cambio de
paradigma importante. En nuestro caso, como nacimos ya dentro
de este paradigma, el desafío fue
ir mejorando la implementación
de la metodología y conseguir que
toda la empresa la adopte como
propia.”
Para el director de Kinética Solutions las reuniones tradicionales no
son necesariamente una pérdida de
tiempo, pero hay factores que contribuyen a que sean vistas así: “Una
reunión es una pérdida de tiempo
si no tiene un objetivo claro, si la
reunión se desvía del objetivo o si
participa gente que no era necesaria –enumera–. Esto es lo que pasa
muy a menudo que hace que las reuniones sean vistas como pérdidas
de tiempo y efectivamente lo son”.
Por eso, para Altman, la metodología ágil tiene la ventaja de imponer
reglas claras. “Una práctica que se
aplica a las reuniones se llama timeboxing, que consiste en definir de
antemano el tiempo que va a durar
una reunión y cumplir con ello. Si la
reunión tiene un objetivo claro, los
participantes harán todo lo posible
por llegar al objetivo en el tiempo
estipulado. Si sobra tiempo o no alcanza, reverán los tiempos estipulados para ajustarlos a la necesidad
–afirma–. El objetivo es dedicarles a
las reuniones el tiempo justo y necesario.”
Reversiones
Hay muchas dinámicas y versiones de la metodología, aunque todas
siguen los lineamientos básicos de
reunirse a diario por no más de 15
minutos y de pie.
En Social Snack, a partir de la
metodología, hubo una vuelta al
trazo, a plasmar en un papel ideas
y dibujos, o cualquier cosa que dispare una idea. “Es una metodología
analógica más que digital –explica
Dutto–. Se utilizan scketches, muchos colores, pizarras que permiten
visualizaciones compartidas, salas
de scrumboards generalmente llena
de post-its que describen tareas, historias e ideas.”
En este sentido hay muchas dinámicas en metodología ágil y cada
empresa aplica la que más le cabe a
su cultura. Como se trata de una empresa creativa, las reuniones tienen
siempre un ingrediente lúdico. “Una
que nos encanta es que en un primer
paso del proyecto todo el equipo hace una lista de deseos llamada una
carta a Papá Noel, desde el lugar y el
rol que ocupan en el proyecto”, describe Dutto.
Según el director creativo de Social Snack, la metodología forma
parte de la cultura de su empresa.
“Es central en nuestra identidad
porque inyecta entusiasmo y permite a una generación de jóvenes
conectarse con logros instantáneos
–concluye–. Tal cual como en un videojuego, tiene mucha adrenalina.
Genera pequeñas victorias, es divertido y muy, muy productivo.”ß
escenas urbanas
Norberto Dorantes
Esquina emblemática de Diagonal Norte y Florida, viernes, a las 16
pequeños
grandes temas
Maritchu Seitún
¿Cómo hacer fuertes
a nuestros hijos?
E
l problema suele empezar así:
Juan busca alguien para molestar, le dice algo ofensivo a
José, pero él no le hace caso. Juan se
acerca entonces a Felipe, para hacer
lo mismo, y él responde un poco más
activamente: “Dejame tranquilo” o
“No te metas conmigo”, hasta que
Juan vuelve a retirarse para buscar
una nueva víctima. En este último
intento, Pedro lo sienta de una trompada.
Finalmente, Juan logra que Tomás
“pise el palito”: quizá Tomás se asuste
y se aleje, o llore, o vaya a contarle a
alguien, pero a Juan le queda claro
http://argentina.urbansketchers.org
que logró su objetivo. A partir de ese
momento, cuando esté aburrido, o se
sienta inseguro, o tenga la necesidad
de sentirse superior, o simplemente
quiera impactar, volverá a acercarse
a Tomás para agredirlo.
Podemos hacer fuertes a nuestros
hijos de modo que no tengan un cartel (invisible pero visible) en la espalda que dice “molestame”. Cuando los
chicos están conectados con lo que
sienten, especialmente con su “agresividad sana”, no son candidatos para el acoso o el maltrato. Así, saben
lo que los incomoda, o molesta, o no
les gusta, y actúan (a veces se defienden, otras ignoran o responden) según ese saber. Los adultos, especialmente las mujeres, no fuimos habilitados para conectarnos con ella;
escuchamos desde siempre frases
como: “No te enojes”, “Cómo te vas
a poner así por semejante pavada”,
“¿No ves que es chiquito?” Y enton-
ces hacemos lo mismo con nuestros
hijos, a quienes querríamos modelar para que fueran buenos, respetuosos, responsables, obedientes, considerados y amables. Nos
esforzamos para intentar que no
sientan enojo porque no queremos
que sufran, además no nos parece
válido porque no nos habilitaron a
nosotros a sentirlo de chicos. Y resulta que ese enojo, si lo sintieran,
los protegería y los ayudaría a defenderse… Para colmo el chiquito crece
y nos empieza a molestar que no se
defienda y cambiamos el discurso:
“Dale una buena trompada y no te
va a molestar más” o “No permitas
que te hagan eso”. Ellos no pueden
de un día para el otro cambiar y hacer aquello que nosotros hace poco
tiempo no aprobábamos.
Habilitemos en los chicos el derecho a la protesta: vale estar enojado
porque se acabaron sus copos predi-
lectos, o porque el hermanito le toca
sus cosas, o porque no es hijo único,
o no lo dejamos ver tele hasta tarde…
O sea: vale enojarse por muuuchos
temas, aunque no siempre se pueda
hacer o decir lo que a uno se le cruza
por la mente. El enojo es una emoción necesaria, señal de que algo nos
molesta: enseñemos a los chicos a
manejarlo y a encontrar vías adecuadas de descarga.
Demos permiso a los chicos a decir que no, incluso a nosotros: cuando puedan hacerlo en casa, podrán
hacerlo afuera. Además ayuda a
prevenir cualquier tipo de abuso,
porque un chico acostumbrado a
acatar siempre no puede decir que
no, ¡y hay que practicar el no!
Encontremos el espacio y el tiempo (salvo con los muy chiquitos o si
tenemos un hijo con problemas serios de impulsividad) para que los
hermanos resuelvan sus proble-
mas entre ellos. Siempre podremos
intervenir si la situación empieza a
salirse de cauce.
Colaboremos para que, a medida
que crecen, aprendan a mirar hacia
dentro y saber lo que les gusta o no
en lugar de mirar a mamá, a papá,
o a la maestra. Los chiquitos miran
afuera para saber si algo está bien o
mal, y de a poco van internalizando
esa función. Esto no resulta fácil en
los chicos más sensibles y tampoco
cuando los padres damos cátedra de
todo sin darles oportunidad de saber
lo que piensan o desean.
Y busquemos grupos alternativos
donde nuestros hijos puedan conocer a otros chicos y tener más opciones a la hora de elegir con quién
estar y jugar.ß
Psicóloga y psicoterapeuta, autora de
Capacitación emocional para la
familia (Grijalbo)