“CÓMO PUEDE UN PADRE/PROFESOR DETECTAR UN ALUMNO

Síntomas de falta de atención
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No suele prestar atención a los detalles o comete errores por descuido
en las tareas escolares, laborales u otras actividades.
Suele tener problemas para mantener la atención en tareas o realizar
actividades.
No parece escuchar cuando se le habla directamente.
No suele seguir las instrucciones y no termina las tareas escolares,
domésticas o laborales (sin que sea debido a un comportamiento
oposicional ni a la incomprensión de las instrucciones).
Suele tener dificultades a la hora de organizar tareas y actividades.
Suele evitar, mostrar su desagrado o mostrarse reacio a emprender
tareas que exijan un esfuerzo mental prolongado (como los trabajos
escolares o los deberes)
Suele perder objetos necesarios para tareas o actividades (por ejemplo
juguetes, deberes escolares, lápices, libros o herramientas).
Se suele distraer con facilidad con estímulos externos.
Suele ser olvidadizo en las actividades cotidianas.
Síntomas de hiperactividad o
impulsividad
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Suele mover las manos o los pies o retorcerse cuando está
sentado.
Suele levantarse de la silla en el colegio o en otras situaciones
en las que se espera que permanezca sentado.
Suele corretear o trepar de forma excesiva en situaciones en las
que resulta inapropiado (en adolescentes o adultos este
comportamiento puede limitarse a sentimientos subjetivos de
desasosiego).
Suele tener dificultades a la hora de jugar o implicarse en
actividades de ocio con tranquilidad.
Suele estar siempre en movimiento o actuar como si tuviera un
motor.
Suele hablar en exceso.
Suele contestar antes de que se haya terminado de realizar la
pregunta.
Suele tener dificultades para esperar su turno.Suele ser
olvidadizo en las actividades cotidianas.
Suele interrumpir o molestar a los demás.
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Las conductas se detectan con claridad a partir
de los seis años, aunque en ocasiones antes de
esa edad y tienen que ser observadas en todos los
contextos en los que se mueve el niño: casa,
escuela, lugares de ocio… y durante más de seis
meses.
Estas demostraciones conductuales repercuten
negativamente en el desarrollo cognitivo, personal
y social e interfieren de forma significativa en los
aprendizajes escolares desde el primer momento,
así como en la integración y el equilibrio sociopersonal del individuo.
Debido a esto el ámbito escolar es un entorno
propicio para la manifestación de los síntomas
asociados al TDAH.
El problema del diagnóstico en menores de 6
años es que muchos de éstos presentan
conductas “típicas” de la hiperactividad o
de la inatención, pero no padecen el
transtorno, sino que son “normalmente
movidos” (o inatentos). Son cuatro las
cuestiones clave para llegar al diagnóstico:
la intensidad de los síntomas, lo “anormal” de
la conducta para la edad, las repercusiones
que dichos problemas tengan para el niño y
la ubicuidad de su presentación.
 La intensidad y la “anormalidad” suelen ir
parejas, y en muchas ocasiones lo “raro” es
lo intenso del problema (lo frecuente hasta el
extremo que se levanta de la silla, por
ejemplo) y no el propio síntoma (es normal
que los niños de 3 años levanten sin permiso,
pero no lo es tanto a los 10).
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0 a 2 años: generalmente tienen reacciones exageradas ante los
estímulos, muestran una actividad motora superior a la considerada
como normal para su desarrollo madurativo. Son fácilmente
irritables, tienen un sueño alterado, despiertan bruscamente y
sobresaltados.
2 a 4 años: el rasgo que más sobresale es la actividad motora
excesiva. No miden el peligro. Suelen sufrir muchos accidentes.
4 a 6 años: el niño se muestra inquieta, con frecuencia distraído, no
parece escuchar que le hablan. No son capaces de seguir
instrucciones, cumplir las reglas de los juegos o de respetar turnos.
Por estos motivos, suelen tener problemas con sus compañeros. Con
frecuencia terminan rechazados. A partir de esta edad se pueden
evidenciar los problemas de adaptación social.
7 a 12 años: se pueden evidenciar problemas de rendimiento
académico. Son incapaces de sostener la atención en las tareas
escolares y de estudio. Presentan mucha dificultad para
permanecer sentados durante varias horas. Persisten los problemas
de relación con sus compañeros y en general de adaptación.
Adolescencia: los jóvenes se vuelven más desafiantes y rebeldes.
Aumentan los problemas escolares con alto índice de abandono
escolar. Se incrementa el riesgo de problemas de adicciones o la
realización de conductas de riesgo.
Las repercusiones son básicas para el diagnóstico. Si un niño se
distrae con facilidad, pero sus despistes no afectan su ritmo de
aprendizaje u otro aspecto de su vida, es posible que sea un rasgo
de su “personalidad” y no un síntoma de TDAH. En este punto he
de hacer dos consideraciones: la primera es que lo que hoy no
genera problemas puede hacerlo en el futuro, a medida que la vida
le va exigiendo más (por ello en los casos de sospecha es
recomendable seguir supervisando cómo va, sin angustia pero sin
dejarlo de lado), y la segunda es que para llegar al diagnóstico se
necesitan muchos síntomas, no uno sólo (el TDAH lo definimos como
un patrón de comportamiento: un conjunto de conductas que se
repiten a lo largo de meses, estables y que a través de ellas
deducimos que existe un problema en la capacidad para controlar
los impulsos, el grado de movimiento o para mantener la atención).
 Finalmente es básico que este patrón se dé en varios ambientes. Un
niño “movido” en casa y “tranquilo” en el colegio, o al revés, no es
un niño “hiperactivo”. Una persona con TDAH tiene problemas
donde quiera que vaya (aunque en algunos sitios o momentos será
más capaz de controlarse, y por lo tanto la “intensidad” del síntoma
no será la misma en todas partes).
 Por tanto, sí, es posible realizar el diagnóstico de TDAH en menores
de 6 años, pero se ha de ser muy cauteloso para poner en contexto
(evolutivo) los síntomas detectados y no olvidar los puntos
señalados, que son los que transforman la inatención o la
hiperactividad en un Trastorno.
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Aunque no todos los niños con TDAH
cumplen todos los criterios diagnósticos de
trastorno de aprendizaje, la gran mayoría
tendrá dificultades académicas que serán
resultado de su distracción, impulsividad y
comportamiento inquieto. Entre el 19-26%
presentarán un trastorno de aprendizaje, es
decir, que su rendimiento en lectura,
cálculo o expresión escrita será inferior al
que se espera por edad, escolarización y
nivel de inteligencia.
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La primera sospecha de que un alumno pueda presentar
TDAH puede provenir de distintas fuentes: de la familia, del
pediatra, de un tutor o profesor o del propio orientador
educativo, ante la presencia de determinadas dificultades
en el alumno. En este contexto el docente es un observador
privilegiado del ámbito escolar y una figura clave en el
acceso a la información y a la observación de la realidad
cotidiana del alumno. En caso de que la demanda no
provenga de la familia se recomienda informarles del inicio
del proceso de valoración.
Ante esta demanda, en caso de que existan dificultades que
afecten al rendimiento académico del alumno, al
comportamiento o a su relación con los demás, el orientador
iniciará un proceso de valoración de necesidades que
permita determinar la existencia de síntomas de TDAH.
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1. La recogida inicial de datos puede incluir: la observación directa del
alumno, una entrevista con la familia, una entrevista con el profesorado,
y la utilización de cuestionarios y/o pruebas específicas con la finalidad
de valorar la existencia de indicadores de inatención y de problemas de
inquietud e impulsividad, en el ámbito familiar y en el escolar y que
repercutan de forma negativa en su desarrollo, siguiendo los criterios del
DSM-IV. En el supuesto de que la familia aporte un diagnóstico sanitario
de TDAH se continuará con la evaluación psicopedagógica en el
ámbito educativo.
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2. En caso de que esta valoración no confirme la existencia de síntomas
se le comunicará a la familia y se revisará la hipótesis diagnóstica.
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3. En caso de que esta valoración confirme la
existencia de indicadores suficientes de algún subtipo
de TDAH se dará a los padres la información obtenida y
se les indicará la necesidad de acudir a los servicios
sanitarios especializados para la realización de un
diagnóstico clínico. Para facilitar este paso se dará a
los padres una nota de derivación para el pediatra. Es
conveniente dar también a la familia una copia del
cuestionario específico aplicado para la detección
con la finalidad de agilizar el proceso diagnóstico. Si los
servicios sanitarios solicitaran (a través de la familia) la
cumplimentación de cuestionarios por parte del
profesorado, será el tutor o el profesor que más horas
pase con el alumno quien deba realizar esta tarea. Es
preferible que estos cuestionarios los rellene un solo
profesor.
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El procedimiento idóneo para establecer el
diagnóstico comprende:
Valoración psicológica para establecer
capacidades y limitaciones del niño.
Valoración médica para descartar o confirmar
enfermedades médicas que pudieran explicar los
síntomas que presenta el niño.
Valoración psicopedagógica para valorar la
presencia o no de fracaso escolar.
El Psicólogo y/o el médico especialista también
tendrán que valorar la presencia o no de otros
trastornos asociados.
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4. Una vez que la familia haya recibido el diagnóstico se le pedirá
que lo haga llegar al orientador para poder conocer las
conclusiones del mismo, así como el tratamiento indicado. Solo así
los docentes podrán realizar una labor educativa eficaz. Se
recabará su permiso para trasladar al profesorado la información
necesaria para que puedan cumplir con su función educativa. Es
necesario que el profesor/tutor y personal del centro que trabaja
con el alumno sean especialmente diligentes con la información
disponible y accedan solo a los datos estrictamente relevantes y
necesarios para el desempeño de sus funciones. Esta información
afecta a la intimidad del alumno y de su familia por lo que debe ser
tratada como información sensible y confidencial.
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5. El orientador completará la evaluación psicopedagógica del
alumno con aquellos datos que considere necesarios y que todavía
no haya explorado: inteligencia general, atención, estilo de
aprendizaje, funcionamiento ejecutivo, dificultades de aprendizaje,
nivel de competencia curricular, problemas de conducta. Cada
orientador elegirá aquellas pruebas y cuestionarios que mejor se
adapten a las características del alumno y de su momento
evolutivo.
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6. El proceso debe completarse con la elaboración de un Informe
Psicopedagógico, que incluirá como mínimo los siguientes
elementos: datos personales, datos de la evaluación
psicopedagógica con las técnicas empleadas y los resultados
obtenidos, necesidades específicas de apoyo educativo con
indicación del diagnóstico clínico y orientaciones para la
propuesta curricular. Este informe puede incluir otros datos como
historia educativa, nivel de competencia curricular, estilo de
aprendizaje, influencia del medio social o familiar u otros, a
criterio del orientador.
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7. Se trasladará a la familia toda la información relativa a la
evaluación psicopedagógica y se darán orientaciones para el
tratamiento de las dificultades en el ámbito familiar. Es importante
que la comunicación entre los profesores y la familia sea fluida y
que exista coordinación en las actuaciones en los dos ámbitos.
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8. El orientador junto con el tutor y el resto del equipo docente
establecerán las medidas curriculares y metodológicas
necesarias para la atención educativa del alumno. Así mismo se
establecerán los mecanismos de coordinación entre los distintos
profesionales educativos para que las actuaciones con el alumno
se desarrollen de forma coherente y sistemática.
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El centro deberá establecerlos
necesarios canales de coordinación
entre todos los profesores que dan clase
al alumno para unificarlas pautas
metodológicas, las técnicas de control
de conducta y otras técnicas más
específicas que se empleen para
mejorar los síntomas del trastorno y el
progreso académico.
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Se hace necesario tener citas regulares con la familia para el
intercambio de información tanto del comportamiento del
alumno en casa, como en el centro educativo. El contenido
de las entrevistas incluirá el comentario de las dificultades
encontradas y de los progresos en el plano académico,
social y emocional, poniendo cuidado en no resaltar
únicamente los aspectos negativos. Se intentará trabajar de
forma conjunta, con intervenciones comunes y objetivos
concretos y planificados que se revisarán periódicamente.
Si el mensaje que se trasmite a la familia es positivo,
centradoen las posibilidades de progreso y en los objetivos
más que en las dificultades, se facilita una actitud de
trabajo en común.
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Coordinación con el centro. La coordinación de la familia con el centro
es esencial para programar de forma conjunta las estrategias
educativas diseñadas para el alumno.
· Aprovechar las entrevistas para hablar de las dificultades encontradas, los
progresos y para establecer objetivos conjuntos y revisarlos
periódicamente. Centrarse en los aspectos comunes y en los acuerdos
y no en las desavenencias.
· Supervisar la agenda como medio para controlar deberes, exámenes,
trabajos, material, etc. y para comunicaciones puntuales con el
profesor evitando comentarios que evidencien desacuerdos entre
familia y escuela.
Control de la conducta. La utilización de estrategias comunes entre
la familia y la escuela multiplican la eficacia de las mismas.
· Hay que hablarles con claridad, de forma directa y mirándoles a los
ojos. Las instrucciones deben ser cortas y concretas, paso a paso y
asegurar que la han comprendido.
· Ser coherente en mantener las mismas expectativas en casa y en el
colegio: lo que el alumno es capaz de hacer en un ámbito, lo
puede conseguir en el otro.
· Reforzar las conductas positivas. Cuando el comportamiento es el
adecuado, hay que indicarlo y felicitarle por ello.
· Facilitar comentarios sobre su conducta que puedan ayudarle a
entender qué comportamientos son adecuados y cuáles no.
Ayudarle a pensar en voz alta sobre los acontecimientos de su vida,
sus emociones, sus planes.
· Establecer normas de disciplina explícitas, claras, comprensibles para
el hijo. Y deben ser consistentes, es decir, las estrategias y las
normas deben ser siempre las mismas al igual que las
consecuencias.
· Exponer claramente las consecuencias del mal comportamiento y ser
pertinente y coherente en su aplicación. Actuar de forma
inmediata
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Realización de tareas en casa. Siguiendo algunas pautas
sencillas, las familias pueden ayudar a que su hijo haga las tareas
en casa y realice los aprendizajes iniciados en el colegio.
· Gestión del tiempo de estudio: enseñarle a establecer unas rutinas
a la hora de los deberes, hacer descansos breves y frecuentes,
realizar lo más difícil al principio cuando la atención es mayor.
· Optimización del estudio: dividir las tareas en apartados más
pequeños. Durante el estudio hacer esquemas que resuman los
puntos más importantes y así desglosar la información en
apartados de menor tamaño.
· Organización del material: utilizar un lugar de estudio que sea
siempre el mismo y sin elementos que le puedan distraer.
Asegurarse de que prepara todo el material necesario para el día
siguiente. Puede utilizar una carpeta para guardar las tareas
terminadas y así no olvidar ninguna. Ayudarles a preparar la
mochila haciendo de ello una rutina y dando instrucciones claras.
Puede ser práctico vaciar la mochila al llegar a casa para
ordenar el material y asegurarse de no olvidar nada dentro.
· Refuerzo de la realización de tareas: establecer plazos realistas para
hacer los deberes y estudiar, de acuerdo con su hijo, y acordar
juntos las recompensas que conseguirá tras el trabajo bien hecho:
tiempo propio para ver la televisión o jugar, actividades con la
familia que le gusten, algún extra para el fin de semana…
Valorar positivamente sus esfuerzos y sus progresos, poniendo más
interés en la realización de sus trabajos que en los resultados
obtenidos.
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La familia no debe dudar en acudir a los
profesionales del centro educativo para
recibir orientación y asesoramiento
sobre las pautas educativas más
apropiadas para el entorno familiar.
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jemplo de Ficha Control de deberes y materiales de ”P”.
CONTROL DE “P”
PROFESOR ENCARGADO: “X”(PT)
Fecha: _______________
Ha traído los deberes hechos de casa
Ha traído el material necesario para hoy
8.45h Sí No
Lleva anotado los deberes para casa
Lleva todos los materiales necesarios para trabajar en casa
13.45h Sí Sí
Errores en lectura:
Omisiones: “Mi hermana tiene seis año_”
 Adiciones: “Las casa de mis tíos”
 Sustituciones: “Me acerqué al perro con
cierto tambor”(en lugar de temor)
 Dificultades ante grupos consonánticos:
tr/bl pr/br
 Comprensión lectora deficiente.
 Desmotivación ante la lectura y
rechazo: por fatiga, fracasos anteriores
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Errores en escritura:
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Uniones de letras: “Fui aver” (a ver)
Fragmentaciones: “Des pues”(después)
Adición de letras, sílabas y palabras: “Vol-e-veré”
Omisión de letras, sílabas y palabras: “Semana-s”
Sustitución de letras, sílabas y palabras:”Aguelos”
Caligrafía pobre y desorganizada. Saber a que se debe:
rapidez, descuido por impulsividad por despistes…
Mayor número de faltas de ortografía: por dificultad en
memorizar las normas ortográficas y dificultad
a la hora de automatizarlas.
Las letras suelen ser bastante irregulares, es decir, unas son más
grandes que otras.
Ni letras, ni márgenes ni páginas guardan ningún tipo de orden.
Los renglones ascienden u descienden.
Errores en cálculo:
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Pobre comprensión de los enunciados. Por lectura impulsiva o falta de atención.
Errores en las operaciones debido a la precipitación; no analizan los signos, pueden
cambiar el algoritmo de la suma por el de la resta o restar el número mayor del
menor sin considerar si se corresponde con el sustraendo.
Suma:
No la automatiza, no suman mentalmente
Colocan mal las cantidades
No comprenden el concepto de “llevar”
En cada columna ponen el resultado completo.
Resta:
Dificultad para asimilar la posición espacial (restan la mayor de la menor)
Cuando tienen que llevar no saben a donde (minuendo/ sustraendo)
Colocan mal las cantidades
Suelen empezar por la izquierda
Frecuentemente confunden los signos, y por tanto la operación.
Multiplicación:
Memorizar las tablas.
Cálculo mental
División:
Disposición espacial
No entienden porque tienen que trabajar solo con una cifra dejando otras para más
adelante en el dividendo.
No saben por donde empieza, si apartando unas hacia la derecha o a la izquierda.
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La impulsividad provoca la respuesta inmediata a los problemas antes
de haberlos leído y no aplican
una estrategia organizada para resolverlos.
Son lentos en dar respuestas y en realizar las tareas.
Hacen uso de la contabilidad tangible (dedos, marcas, dificultad para
estimar…)
Tiene dificultades con las secuencias (se pierde al contar, con tablas de
multiplicar, en los pasos de un proceso…)
Dificultades mnésicas
Hacen uso de la imitación y el aprendizaje de “memoria” en lugar de
comprender.
Tienen dificultades con la organización espacial.
Dificultad de abstracción de conceptos matemáticos: dificultades con
el lenguaje matemático (dificultades
para explicar procesos matemáticos, no formula preguntas, en
interpretación de enunciados, en
generalizar…)
Tachones y borrones en las operaciones.
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Acceso a la información:
Sugerir a los padres la conveniencia de
acceder a información actualizada y basada
en evidencia científica sobre TDAH. La
información veraz reduce la incertidumbre, el
miedo y ayuda a tomar decisiones acertadas.
Los orientadores pueden sugerir a los padres
títulos de libros y direcciones de páginas web
cuya información y contenido sean seguros.
Las asociaciones de padres de niños con
TDAH, generalmente, ofrecen un servicio
gratuito de información sobre el trastorno a las
familias
1. Flexibilizar la organización del centro:
 Se recomienda al centro escolar ser
flexible ante los requerimientos de estos
alumnos. La alteración que presentan
en las funciones ejecutivas implica que
tengan más dificultad en recuperar lo
aprendido anteriormente para aplicarlo
en el momento actual, lo que conlleva
que tengan mayor dificultad para:
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· Recordar con detalle lo que ha sucedido
o han aprendido.
 · Expresar lo que saben, de forma
estructurada y ordenada.
 · Detectar y reconducir los errores que
cometen en el momento de ejecución de
una tarea.
 · Aprender de los errores, de los castigos o
de los premios, anticipar sucesos y
consecuencias
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Modificar del calendario y horario de
exámenes.
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Adaptaciones en la estructura y
formato de los exámenes.
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Facilitar una copia de los exámenes a
los padres y/o profesores de repaso para
poder detectar sus errores y trabajar
reforzando donde más dificultad tienen.
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Estrategias de intervención: el profesor debe
cambiar el enfoque; en lugar de estar diciendo
constantemente al niño que se esté quieto, tiene
que buscar el modo de “legalizar” que se levante
cuando y con la frecuencia que el profesor desee.
Se trata de darle actividades que suponga para él
“un respiro motor” en el momento adecuado,
como ir a dar un recado, repartir material, etc.
Como este tipo de actividades gustan a todos los
niños y no podemos centralizarlas en el niño con
TDAH, sugerimos aumentar la frecuencia con la
que le demandamos que acuda a la mesa del
profesor. Dividir las fichas en ejercicios y
supervisarle más frecuentemente es una forma de
ayudar al niño a que se levante “legalmente”.
Estrategias: para trabajar con niños con TDAH es
especialmente importante utilizar todos los
recursos metodológicos de que dispongamos.
 Podemos apoyar las explicaciones con apoyos
visuales, cambiar la entonación, pregunta al niño
(con la intención de mantenerlo activo), cambiar
de actividad con mayor crecencia o pedirle que
participe activamente, por ejemplo, haciendo de
modelo, repartiendo material o explicando una
experiencia persona. A aquellos pequeños que
parezcan incapaces de mantenerse atentos en
actividades de grupo se les puede “neutralizar”
permitiendo que realicen una tarea autorizada en
paralelo y explicándoles el contenido de la
lección más tarde.
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GANANCIA DE TIEMPO LIBRE
MINUTOS
Realizar la tarea completa limpiamente5
Trabajar en silencio
3
Prestar atención durante las explicaciones3
Comportarse correctamente y respetar al compañero3
Entrar rápidamente después del recreo2
Mejorar la letra
2
Mejorar la lectura
2
Tener el cuaderno limpio y ordenado 2
Hacer los deberes diariamente
1
Permanecer en el sitio realizando la tarea1
Andar correctamente, sin carreras, por el colegio1
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Estrategias: éstas dependerán de lo que motivo esta conducta. Por lo
general el niño con TDAH no necesita una adaptación curricular significativa
sino metodológica. Puede realizar la misma cantidad de trabajo que los
demás, siempre y cuando se le ayuda a organizar su actividad en el tiempo
adecuado, se fragmente para adaptarla a su capacidad de atención
continua y se le reconozca el esfuerzo de concentración que está
realizando. Una estrategia muy simple es: dividir la tarea a realizar en partes
más pequeñas y pedir al niño que acuda a la mesa del profesor una vez
que haya realizado uno o dos ejercicios. Ello permite que el niño pueda
moverse “legalmente” cada vez que acuda a la mesa del profesor
mejorando la concentración después, recibir un poco de atención que le
sirve en cierto modo de reconocimiento al esfuerzo realizado y permite que
el profesor le pueda exigir un trabajo de mayor calidad.
Si un niño con TDAH realiza una ficha con 6 ejercicios durante una hora y
termina a tiempo, el profesor no puede cargar las tintas sobre la calidad del
trabajo puesto que para este niño mantenerse en la tarea y evitar los
distractores habituales de la clase supone ya un gran esfuerzo. Sin embargo,
si le exigimos que complete la misma tarea por parte y supervisamos cada
una de ellas, podemos exigir mayor calidad puesto que la fatiga no
interfiere del mismo modo. Romper una ficha completa una vez que la ha
terminado es un castigo desmedido para un niño con TDAH para quien
quizá sea esta la primera vez que consigue termina a tiempo. Pedirle que
borre un ejercicio por su mala letra o por las incorrecciones, es una
frustración asumible para el
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Trasto,
un campeón en la familia
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 Pincho
se va de vacaciones
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Luna
destaca en el colegio
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Fosforete,
un amigo muy especial
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