Cómo disminuir el Costo de los Medicamentos: El ejemplo de Sri Lanka * V. T. Herat Gunaratne ** Si bien es verdad que los medicamentos no bastan para prestar una atención médica adecuada, no es menos cierto que desempeñan un importante papel en la protección, el mantenimiento y la restauración de la salud. En los últimos años se ha registrado un considerable aumento del número de productos farmacéuticos lanzados al mercado, sin que el nivel de salud haya mejorado en la misma proporción. En nuestra época, el desarrollo de la industria farmacéutica ha dado lugar a la aparición de enormes sociedades multinacionales en el mundo occidental. Durante los últimos decenios esas sociedades han vendido sus productos en los países en desarrollo, sin prestar atención a las necesidades reales y a las prioridades de esos países en materia de salud. Cabe hacerse una idea de la índole y magnitud del problema examinando objetivamente unos cuantos hechos y cifras. En primer lugar es preciso tener en cuenta el papel que desempeña la promoción comercial de los medicamentos entre los médicos y el personal paramédico, deformando la demanda de productos farmacéuticos en los países en desarrollo. Mediante métodos tan eficaces como son los regalos, los libros y los viajes a congresos internacionales, e inclusive recurriendo a veces a la práctica desleal de la “comisión”, consistente en el pago a los médicos de un porcentaje del precio de los medicamentos recetados, algunas de las compañías multinacionales están explotando a los países en desarrollo. Mientras en Gran Bretaña existe un viajante de productos farmacéuticos por cada veinte médicos y otros miembros del personal de salud visitados, en un país en desarrollo como Tanzania se cuentan alrededor de 150 viajantes de productos farmacéuticos para un total de 600 médicos, o sea una proporción de 1 por 4. Según un informe recientemente preparado por un médico británico que ejerce en Dar es Salaam, se estima en * ** £1.070.000 anuales la suma que desembolsan las empresas comerciales en Tanzania para la promoción de medicamentos. Dicha cantidad supera en más de £100.000 el presupuesto total de la Facultad de Medicina. El valor total, en la venta al por menor, de todos los productos farmacéuticos que se vendieron en el mundo en 1977 asciende a US$75.000 millones. Para tener una idea de lo que representa esa cifra colosal, baste decir que con ella se podría comprar mucho más de la mitad de todo el arroz, el trigo y el maíz que se produjeron en el mundo en ese mismo año. Las diferencias que existen, en la demanda económica efectiva de fármacos, entre los países desarrollados y los países en desarrollo son pasmosas. Por ejemplo, la República Federal de Alemania gasta U$S53,40 por persona y por año, el Japón U$S38,50 y los Estados Unidos $35,10 en tanto que Nigeria gasta U$S1,20 por persona y por año, la India U$S0,75 y Sri Lanka U$S0,58. No obstante, son muchos los países donde el presupuesto farmacéutico sigue representando una proporción importante del total de los gastos de salud. En los países desarrollados, representa entre el 10 y el 30 % del costo total de la atención de salud. Pero, paradójicamente, en algunos países en desarrollo los porcentajes son mucho más elevados, y alcanzan del 30 al 50 % o más, debido sobre todo a que las actividades de promoción de ventas que efectúan los fabricantes crean una demanda que supera las necesidades reales. De hecho, el problema se agudiza considerablemente en los países en desarrollo a consecuencia, por un lado, del lanzamiento de programas a escala nacional para la erradicación o la lucha contra las enfermedades transmisibles y, por otro, de la aplicación de programas de atención primaria de salud que parten de cero y abarcan extensas zonas y poblaciones. Expresado en porcentajes Extraído de Foro Mundial de la Salud. V. (1 y 2) 137-141. 1980. Ex Director Regional de la OMS para Asia Sudoriental. Nueva Delhi. India. 2 de las sumas totales invertidas para la salud en varios países de la Región de Asia Sudoriental, el nivel de los gastos farmacéuticos presenta interesantes variaciones: es de 63,8 % en Bangladesh, de 44,3 % en el Nepal, de 30,5 % en Tailandia, de 24,5 % en Birmania y de 18,8 % en la India, mientras que en Sri Lanka asciende solamente al 7,5 %. El exiguo porcentaje de este último país se debe a la aplicación de una política racional de compra, producción, suministro y utilización de los productos farmacéuticos. A fines de los años cincuenta existía en Sri Lanka, al igual que en otros países, una asombrosa variedad de marcas comerciales de medicamentos, cuya venta era promovida por las empresas farmacéuticas mediante una enérgica campaña publicitaria. El Gobierno emprendió la difícil tarea de poner un poco de orden en el caos reinante y publicó el Ceylan Hospitals Formulary, pequeño libro rojo que se ha convertido en guía indispensable de los médicos en ejercicio. Al mismo tiempo con ello se inició el proceso de racionalización de compra y utilización de los medicamentos en Sri Lanka. Una de las maneras de reducir el presupuesto farmacéutico a la vez que se aumenta la cantidad de medicamentos útiles puestos a la disposición de la comunidad es la instauración de un buen sistema de compra en el mercado internacional. Un notable ejemplo de esto es la adquisición por parte de Sri Lanka de diazepam a un precio equivalente al 2 % de lo que anteriormente venía pagando por ese producto. De lo dicho se deduce, como es natural, la necesidad de sacar el mayor partido posible de los recursos disponibles. La industria farmacéutica de un país debe, por lo tanto, orientar su crecimiento teniendo en cuenta las necesidades y aspiraciones de amplios sectores de la población nacional. Los tónicos, que son en su totalidad o en gran parte preparaciones pasadas de moda a base de alcohol, tienen el único mérito de resultar agradables al paladar, pero aportan enormes beneficios para sus fabricantes. Las preparaciones de este tipo constituyen la mayor parte de los productos que fabrican y venden las empresas farmacéuticas de los países en desarrollo. Por consiguiente es esencial ejercer una vigilancia sobre la naturaleza, el género y la gama de los medicamentos fabricados, de modo que respondan a necesidades sociales auténticas y no a una demanda comercial artificialmente creada. Es preciso examinar a fondo las combinaciones irracionales y las dosificaciones excesivas de los preparados vitamínicos, así como las declaraciones publicitarias que a ellos se refieren. Los precios de los medicamentos se han convertido en una pesadilla para el hombre de la calle de los países un desarrollo. Cuando ha de comprar un fármaco, el enfermo no tiene la posibilidad de elegir el producto de acuerdo con sus recursos económicos, como sucede con otros artículos. No tiene más remedio que comprar los medicamentos recetados por el médico. Con frecuencia una intensa propaganda, respaldada por un ejército de vendedores, logra influir en lo que el médico receta. Además, en los países en CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 20 - ABRIL DE 1982 desarrollo amplios sectores de la población reciben la asistencia médica a través de instituciones gubernamentales o semigubernamentales. Si los precios de los medicamentos son elevados, esas instituciones, debido a lo limitado de sus presupuestos, sólo podrán adquirir cantidades necesariamente insuficientes. En su informe para el año 1976, la Empresa Farmacéutica Estatal (State Pharmaceutical Corporation) de Sri Lanka ha publicado interesantes datos sobre las economías de divisas —por encima de U$S112.000— realizadas en la compra de sólo diez medicamentos, gracias a la aplicación de una política adquisitiva a escala mundial en lugar de limitarse al mercado local, como venía haciéndose. Por su parte, el gobierno de la India ha logrado obtener, mediante un sistema de control de los precios, una disminución del costo de gran número de medicamentos, ahorrando de este modo a la comunidad más de 200 millones de rupias. La industria farmacéutica internacional está fuertemente dominada por cerca de un centenar de grandes empresas multinacionales que ejercen un monopolio sobre una serie de medicamentos a granel que se utilizan en las preparaciones. Incluso los países desarrollados se preocupan seriamente del costo excesivo de los medicamentos a que dan lugar los gastos excesivos en actividades de promoción, la proliferación de fármacos similares, los elevados precios de las sustancias de base y la importancia de ciertos gastos generales que se pueden evitar, tales como los originados por el empleo de embalajes atractivos pero inútilmente costosos. Es importante, por lo tanto, que las naciones del tercer mundo adopten una “política farmacéutica nacional” que permita un aprovisionamiento, en cantidades suficientes y a precios económicos, de medicamentos eficaces y esenciales. Sri Lanka ha introducido un sistema que garantiza la utilización racional y económica de los medicamentos, liberándose de este modo, sin inconvenientes mayores, del dominio ejercido por las empresas multinacionales. Al examinar el problema del costo y los precios de los medicamentos, puede ser interesante considerar la influencia de las marcas registradas en la práctica médica y en la determinación de los precios de los fármacos. La costumbre de vender los medicamentos bajo tales nombres comerciales en lugar de con nombres genéricos, deriva de múltiples y complejos aspectos de la industria farmacéutica, tales como las patentes, cierta irracional idea de la práctica médica, influencias corruptoras que afectan a la profesión médica, combinaciones insuficientemente fundadas de sustancias farmacéuticas, y el empleo abusivo de ingredientes en los cada vez más numerosos preparados compuestos. Resulta curioso observar cómo el estudiante de medicina, que ha aprendido a utilizar los fármacos con sus nombres genéricos, comienza a utilizar las denominaciones comerciales tan pronto empieza a ejercer su profesión. A menudo se tiene la impresión de que el médico receta una determinada marca de medicamento sin conocer con exactitud la Cómo disminuir el Costo de los Medicamentos: El ejemplo de Sri Lanka composición y las dosis de los ingredientes que entran en la fórmula del producto. La analogía fonética de muchas marcas de productos farmacéuticos puede dar lugar a confusiones: tal es el caso de Digenol y el Dianabol, el Codogen y el Codopen, etc. Con el fin de facilitar la normalización de la terminología, la OMS publica periódicamente una lista de denominaciones comunes, recomendando que las organizaciones nacionales las adopten para evitar confusiones en las recetas médicas. Se ha observado que en la mayoría de los países los productos de marca son mucho más caros que los vendidos con sus nombres genéricos. Una simple tableta de aspirina es invariablemente más barata que cualquiera de los numerosos productos de marca que contienen aspirina. A veces, curiosamente, diferentes empresas venden el mismo medicamento con nombres comerciales diferentes y con variaciones de precio que oscilan entre el 10 y el 100 por 100. En el caso de las preparaciones en las que entran varios ingredientes la situación es particularmente caótica. Con frecuencia se lanzan al mercado preparaciones innecesarias e ilógicas que engañan tanto al médico crédulo como al pobre paciente. De hecho, son los productos de ese tipo, lanzados con su nombre comercial mediante una publicidad llamativa, los que invaden la mayor parte del mercado multinacional o del sector organizado de la industria farmacéutica. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos de América ha nombrado una comisión compuesta de expertos del Consejo Nacional de Investigaciones y de la Academia Nacional de Ciencias para evaluar la eficacia de más de 3.000 preparaciones que se venden en los Estados Unidos. En su informe, la comisión ha señalado que un gran número de esos productos carecen de valor terapéutico demostrado, y ha pedido que varios sean retirados del mercado. Muchos países occidentales han abogado por la abolición de las marcas registradas. Es probable que esta medida por sí sola acarreará una disminución sustancial del precio de los medicamentos. En Sri Lanka, la mayoría de los medicamentos llevan nombres genéricos, y en unos cuantos el nombre comercial puede figurar en la etiqueta a condición de que el tamaño de los caracteres de imprenta no rebase la mitad de los del nombre genérico. Una de las razones más importantes que aducen los fabricantes en contra de la abolición de las marcas registradas es el temor de que disminuya la cantidad de los medicamentos. Pero el razonamiento resulta prácticamente insostenible si se ejerce una inspección eficaz de la calidad. Un problema íntimamente vinculado al anterior es el de los medicamentos nuevos. La mayoría de estos últimos se presentan al cuerpo médico con el nombre comercial mediante anuncios publicitarios insertados en revistas internacionales. Cuando estos medicamentos llegan por primera vez al mercado de un país en desarrollo, se suelen vender a un precio 3 excesivo e invariablemente se recetan con el nombre de su marca registrada. Por otra parte, casi todos los médicos ceden a la tentación de recetar medicamentos que estén “de moda” en lugar de otros más antiguos, de propiedades bien conocidas y que suelen costar poco. Sin embargo, la mayor parte de los nuevos fármacos no son auténticas “novedades”, sino el resultado de simples manipulaciones químicas de medicamentos ya conocidos y ampliamente utilizados. Las ventajas de tales fármacos con respecto a los medicamentos existentes son meramente marginales, pero se las exagera con el fin de aumentar las ventas y sacar partido de las debilidades humanas. La popularidad de tales medicamentos según se refleja en las recetas de los médicos, sigue una curva interesante. Se produce inicialmente una rápida subida, seguida de un brusco descenso y, después, de una lenta elevación hasta alcanzar un nivel estable. Este estado de cosas se manifiesta claramente en el caso de los medicamentos pertenecientes al grupo de los antiinflamatorios no esteroides. Existe una fuerte competencia entre las diversas empresas farmacéuticas por lanzar un antirreumático, atribuyendo a cada nuevo producto una eficacia exagerada, cuando, de hecho, ninguno de los medicamentos nuevos ha resultado realmente mejor que la vieja aspirina. La mayor parte de los fármacos nuevos están destinadas al tratamiento de la hipertensión, las diabetes, la aterosclerosis, la lipemia y la neurosis, pero existen relativamente pocos para el tratamiento de las enfermedades que causan estragos en los países tropicales. No hay ningún medicamento nuevo y eficaz para tratar la filariasis o la leishmaniasis. La rifampicina es muy activa y sin duda ha aportado una importante contribución al tratamiento de la tuberculosis y de la lepra, pero actualmente resulta tan costosa que su introducción apenas ha repercutido en los servicios de salud pública de los países en desarrollo. La mayoría de las grandes multinacionales gastan grandes cantidades de dinero en la investigación farmacéutica, pero las prioridades que se han fijado no corresponden en absoluto al tipo de enfermedades que asolan los países en desarrollo. Mientras que estos últimos siguen luchando contra las enfermedades infecciosas, la investigación practicada por los países occidentales se concentra principalmente en la quimioterapia contra el cáncer, en los trastornos derivados del exceso de prosperidad y en la geriatría. La investigación farmacéutica es hoy en día sumamente costosa. Ningún país en desarrollo puede aportar por sí solo los fondos necesarios para las investigaciones sobre las enfermedades tropicales. Debería ser posible sin embargo organizar, en el plano regional y bajo los auspicios de la Organización Mundial de la Salud, investigaciones en colaboración para preparar medicamentos nuevos, lo que permitiría poner en común los recursos disponibles y orientar los trabajos de investigación hacia los problemas verdaderamente prioritarios. 4 Los países en desarrollo están tomando también cada vez mayor conciencia de las dimensiones sociales del suministro de productos farmacéuticos. Adoptando métodos racionales de gestión, esos países pueden sacar mucho mayor partido de los recursos financieros, por lo general limitados, de que disponen sus servicios de salud, haciendo a la vez más asequibles a los pobres los medicamentos esenciales. Los países en desarrollo se han dado cuenta de que no es posible considerar los fármacos desde un punto de vista puramente científico o técnico, sino que es preciso situarlos en la más amplia perspectiva de las prioridades de salud, y tomar las medidas necesarias para poner la atención sanitaria al alcance de toda la población. Desde su creación, la OMS no ha dejado de interesarse por los productos farmacéuticos, reconociendo que desempeñan un papel fundamental tanto para la prevención y curación de las enfermedades como para el alivio de los sufrimientos. No obstante, justo es reconocer que, hasta la fecha reciente, la Organización se ha ocupado principalmente de los aspectos técnicos y científicos más usuales de esos productos, tales como la colaboración de especificaciones para la pureza y actividad de los fármacos, las normas y criterios para la inspección de la calidad de los medicamentos y de los productos biológicos, la adopción de criterios para comprobar la inocuidad y la eficacia de los medicamentos destinados al ser humano, etc. Algunas de sus publicaciones, tales como la Farmacopea Internacional y las Listas de Denominaciones Comunes Internacionales se han convertido en instrumentos de trabajo cotidiano. Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud se ha ocupado igualmente de los aspectos más generales de la política y de la gestión farmacéuticas en tanto que elementos esenciales de la planificación y de la programación nacional de salud. En 1975, la 28ª Asamblea Mundial de la Salud examinó un detallado informe del Director General en el que se analizaba el concepto de política farmacéutica no solamente en función de sus implicaciones para el sector de la salud, sino asimismo desde una perspectiva multisectorial teniendo debidamente en cuenta el papel que desempeñan la industria, el comercio y las finanzas. Desde entonces la OMS no ha cesado de intensificar sus esfuerzos en ese sentido, tanto en el plano mundial como en el regional. Así, en 1978, la 31ª Asamblea Mundial de la Salud eligió como tema de sus discusiones técnicas: “Criterios y prácticas nacionales en materia de productos medicinales y problemas internacionales conexos”. En el plano regional, los participantes de ocho de los diez países que forman la Región de Asia Sudoriental celebraron en marzo de 1978, en Colombo, un seminario interpaíses para deliberar acerca de la política y la gestión farmacéuticas. Una política farmacéutica, particularmente en los países en desarrollo, no puede ser completa si no tiene en cuenta la medicina tradicional. La mayor CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 20 - ABRIL DE 1982 parte de los remedios utilizados por esta última, sobre todo cuando ha alcanzado la categoría de un “sistema”, como sucede con las medicinas china, ayurvédica o unani (avicénica), gozan de gran aceptación entre los pacientes. Resultan muy útiles para el tratamiento de afecciones corrientes y no contagiosas, de los trastornos psicosomáticos y de ciertas enfermedades crónicas ante las cuales la medicina moderna se encuentra aún prácticamente impotente. Esos remedios, que se preparan sobre todo con plantas y gozan de la confianza de la gente, que los conoce desde muy antiguo, representan un importante recurso para la atención de salud, ya que suelen ser baratos y se fabrican con productos locales. Es preciso velar por la preservación del rico patrimonio cultural que constituye la medicina tradicional, y fomentar las investigaciones sobre las preparaciones tradicionales, utilizando métodos científicos válidos. Es tal la importancia que atribuyen a este asunto los países de la Región del Asia Sudoriental, que seleccionaron el tema titulado “La política farmacéutica, inclusive la medicina tradicional, en el contexto de la atención primaria de salud” para las discusiones técnicas de la 32ª reunión del Comité Regional de la OMS para Asia Sudoriental, que se celebró en Nueva Delhi en septiembre de 1979. Es preciso elaborar una política farmacéutica nacional en el marco de la política nacional de salud. En términos generales, esa política debería tener en cuenta varios factores: — Los medicamentos esenciales deben guardar relación con el cuadro general de la morbilidad; — esos medicamentos deben existir en cantidad suficiente para responder a las necesidades médicas de la población; — debe ejercerse una estricta vigilancia para garantizar la calidad de los fármacos e impedir las adulteraciones y otras prácticas fraudulentas; — conviene tender hacia la autorresponsabilidad en materia de producción de medicamentos, con el fin de depender en menor medida de las importaciones; — es preciso alentar las actividades de investigación y la preparación de medicamentos nuevos. Cada país debe establecer una lista de los productos farmacéuticos que su población necesita con carácter prioritario. La selección puede basarse en diversos criterios, entre ellos: — datos relativos a la morbilidad; — enfermedades importantes desde el punto de vista de la salud pública; — medicamentos en los que entra un solo ingrediente en lugar de una combinación de sustancias (si contienen combinaciones de diversas sustancias en proporciones fijas, la composición debe estar justificada por consideraciones farmacológicas y químicas); — medicamentos que ofrecen las mayores ventajas con el menor riesgo; Cómo disminuir el Costo de los Medicamentos: El ejemplo de Sri Lanka — medicamentos económicos, fáciles de fabricar en el país y no patentados. La mayoría de los países en desarrollo poseen su propio formulario nacional, pero es preciso revisarlo de manera que contenga una lista de los medicamentos más esenciales para su utilización en masa, por ejemplo, en el programa nacional de salud, y sobre todo para que puedan utilizarla los agentes de salud de la comunidad encargados de dispensar la atención primaria de salud. Esa lista puede limitarse a 20 ó 30 medicamentos. En una segunda lista, más completa, deberían incluirse los productos necesarios para el tratamiento de los pacientes enviados a los hospitales de distrito. Para uso de los establecimientos especializados y de confirmación de diagnóstico se establecería una tercera lista que abarque de 200 a 400 fármacos de eficacia comprobada, entre ellos todos los medicamentos esenciales. Un Comité de Expertos de la OMS ha hecho una selección de 177 medicamentos esenciales y 32 complementarios “para atender las necesidades de salud, teniendo en cuenta la situación de los países en desarrollo”. Ahora bien, se trata simplemente de una lista modelo que a veces habrá que adaptar a las necesidades de un país determinado. Es más, una lista como ésta no puede ser inmutable. Será necesario modificarla para ajustarla, por una parte, a las prioridades de salud y las consideraciones epidemiológicas, y, por otra, a la evolución de la tecnología farmacéutica. Naturalmente, la lista variará de un país a otro, en función de factores tales como la prevalencia de ciertas enfermedades, la infraestructura sanitaria, los recursos económicos y el grado de desarrollo de la industria farmacéutica. Tales son, pues, algunos de los problemas técnicos y administrativos más urgentes con que se enfrentan los Estados Miembros y la OMS. Ahora bien, si falta el imprescindible ingrediente de la voluntad política será imposible realizar verdaderos progresos como bien ha quedado demostrado en el caso de Sri Lanka. Ese es el sentido de la intervención del Dr. Halfdan Mahler, Director General de la OMS, ante la 32ª Asamblea Mundial de la Salud reunida en mayo de 1979. Pero no debemos engañarnos... Hay excesivos intereses creados para que una acción técnica sea por sí sola suficiente; ésta ha de ir acompañada de una acción política y económica para que los medicamentos estén disponibles a precios razonables, de una acción social que haga aceptable esa política para la profesión médica y el público en general, y de una acción administrativa que entrañe sistemas logísticos para hacer llegar oportunamente los medicamentos a quienes los necesiten. Las actividades de los países no alineados y la participación de otros 5 organismos de las Naciones Unidas, como la UNCTAD, el UNICEF, el PNUD y la ONUDI son, pues, especialmente apreciables en esta empresa común. Pero esas actividades han de considerarse sólo como el comienzo de lo que debe ser un mosaico de cooperación económica entre los países en desarrollo y entre éstos y los países desarrollados, con el pleno apoyo del sistema de las Naciones Unidas. Todo ello es indispensable para que los pueblos, sin excepción, dispongan realmente de los medicamentos esenciales que han de ayudarles a recobrar la salud. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Acción en pro de la salud. Discurso del Dr. H. Mahler, Director General de la Organización Mundial de la Salud, ante la 32ª Asamblea Mundial de la Salud. Ginebra, Organización Mundial de la Salud, 1979. Bibile Senara. State Pharmaceuticals Corporation of Sri Lanka. Informe preparado para la conferencia en la cumbre de los no alineados, agosto de 1976. 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