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Alberto Oliet Palá.- cap. 9- Noeconservadurismo (en: Fernando Vallespín. Historia de la
Teoría Política,vol.5)
El término aglutina, tendiendo a cierta confusión, a una multiplicidad de tendencias de
corte conservador.1 Aquí se entenderá como el conjunto teórico desarrollado por la
ciencia política americana durante los setenta ( Nisbet, Daniel Bell, Irving Kristol,
Seymur Martin Lipset, Novak, Samuel Huntington entre otros).2
Pese a la dispersión temática y ausencia de una sistematización teórica se pueden
señalar algunos aspectos básicos comunes. Generaliza cierta crítica de los “prejuicios
liberales” : frustración de las políticas igualitarias de comienzos de los ´60, burocratización
asistencial,
movilización
universitaria.
Cierto
impulso
reactivo
y
oportunista
identificado con una oposición “reflexiva” a la acción y la reforma social ( adhesión
pragmática a un status – quo determinado). De hecho el conservadurismo se ha ido
constituyendo como reacción frente a cada avance de la modernidad y su impulso
racionalizador (la reflexión conservadora aparece como sombra teórica de las inflexiones
del iluminismo racionalista).
A partir de la segunda posguerra en los EEUU se perciben tres orientaciones
conservadoras parcialmente coincidentes:
1. Liberales extremos o “libertarios”. Contrarios a la expansión estatal y propulsores
de la libertad económica y el individualismo (Ludwig Von Mises y Frederik Hayek). Se
enfrentaban al estado intervencionista y planificador del progreso
3
(son continuados
por Milton Friedman y la escuela de Chicago).
2. Tradicionalistas o “neoconservadores”. Denuncian la erosión de valores y la
emergencia de una sociedad de masas secular y desarraigada. Postulan el regreso a
los absolutos éticos y religiosos tradicionales socavados por el relativismo cultural de
la izquierda liberal (importan de Europa un tradicionalismo burkeano).
3. Anticomunismo militante. Denuncian el expansionismo soviético de posguerra (sus
ideólogos son ex radicales del New Deal). Enfatizaron la debilidad liberal frente a un
1
Por ejemplo el término refiere a opciones políticas como el reaganismo o el thatcherismo o incluso se
confunde con tendencias cercanas como el neoliberalismo. En el ambiente americano junto a la derecha
secular se comienza a señalar una nueva derecha político – religiosa. El concepto ya fue inaugurado en 1949
para designar al sector “tradicionalista” del conservadurismo americano.
2
Muchos de los autores encuadrados por sus oponentes bajo este rótulo lo negaron rotundamente. Sin
embargo un fondo teórico común los reconduce de manera obligada a un mismo campo intelectual.
3
El New Deal (1933 –1938) y bajo el patrocinio de T. Roosevelt, constituye el Estado de Bienestar o Welfare
State en cuyo seno se desarrolló una presión populista en la que se mezclaban keynesianismo, catolicismo
social, progresismo cultural y tecnocratismo que dio pie a una política social avanzada y antielitista.
1
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comunismo voraz e implacable (el “macarthysmo” fue su expresión política) –ver notas
de ParadisoEn su confluencia se yuxtaponían contradicciones y entendimientos. Las contradicciones
más agudas se daban entre los hipersecularizados libertarios frente al fondo religioso de
los neoconservadores y entre el “estado mínimo” perseguido por los primeros y las
exigencias de un “estado fuerte” como suponía el contexto de la Guerra Fría.
Lo cierto es que el nuevo conservadurismo no se vincula genéticamente con el viejo
conservadurismo sino que nace del mismo seno del liberalismo americano (como
una defección a todo lo largo del mismo).
Debido quizás a las mismas características de la historia americana, carente de impulsos
tradicionalistas propios, es que se entiende que el surgimiento del nuevo movimiento se
haya producido del seno mismo del liberalismo de izquierda cuando las circunstancias
socio – culturales aconsejaron un repliegue conservador ( la regresión fue de carácter
endógeno, una conversión del socialismo americano).4
Tomando nota de esta retracción liberal del neoconservadurismo se lo debe entender
como culminación de un proyecto que comenzó a conformarse a mediados de la
década de los 50. Específicamente en torno al debate del “fin de las ideologías” (un
verdadero hito en la construcción de este movimiento).
El fin de las ideologías
Pensadores como Daniel Bell, Seymour Martin Lipset y Raymond Aron en los ´70
perfilaron las tesis básicas sobre el fin de las ideologías (que paradójicamente despertó
un agudo debate ideológico), aunque ya en los ´50 y ´60 otros autores habían adelantado
los términos de esta teoría.
Cabe descartar las críticas estériles por no comprensivas de sus verdaderos argumentos
teóricos (reduccionismo intelectual).5
4
Aquí conviene no exagerar el alcance de los conceptos. Se debe contextualizar el significado del radicalismo
americano entre las décadas del 40 y del 60. La intelligentzia de izquierda americana en comparación con la
europea era tibia y escéptica respecto de las capacidades del socialismo para superar todas las contradicciones
del sistema. Y aún mas importante de señalar es el profundo anticomunismo que caracterizó a toda la
sociedad americana incluida su intelectualidad de izquierda.
5
Negar la presencia de corrientes de pensamiento sería tanto como entender posible la existencia social sin
una determinada estructura cultural. No se tratará entonces, como lo pretendería una interpretación vulgar de
estas tesis, de que en la sociedad hayan concluido las propuestas ideales y las normas éticas con pretensiones
universales frente al pragmatismo social. Esto significaría admitir que la sociedad podría existir
independientemente de una cultura que la estructurase, lo que claramente resulta un absurdo.
2
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En el conocido marco de la distinción weberiana de la ética de la convicción frente a la
ética de responsabilidad, las ideologías se configurarían como el estímulo a la acción
política informada por la ética de la convicción. La fusión de ética y política presente en el
desarrollo ideológico requiere la imposición revolucionaria, el combate político como
aniquilación redentora de toda cosmovisión social obsoleta (carácter mesiánico,
milenarista).
Este modo específico de integración de las creencias morales cognitivas sobre el hombre
y la sociedad es lo que estaría en decadencia. En el mundo y especialmente en los
EEUU a fines de los ´50 se asiste a un proceso de desilusión ideológica que se
expresa en una reducción de las tensiones políticas por la desaparición o
disminución de los conflictos ideológicos.
A la revisión de la teoría marxista se opone una teoría de la sociedad industrial de
carácter funcionalista (en términos de la economía y la tecnología). La ética de la
convicción es reemplazada por una ética de la responsabilidad.6
En este contexto se entiende que las grandes teorías emancipatorias habían perdido su
capacidad de movilización en los marcos del estado pluralista (se hace referencia no solo
a las corrientes revolucionarias de izquierda sino también a las reacciones de la derecha
contrarrevolucionaria). Se visualiza una creciente dispersión del poder entre los diversos
grupos sociales también en aumento en el marco de una creciente movilidad social.
(teorías pluralistas de la democracia)
Decadencia del pensamiento ideológico y agotamiento de las energías utópicas :
desilusión generalizada con respecto a las potencialidades del radicalismo político (
entre las clases obreras y especialmente entre los intelectuales)
Las causas de este declinar se reconocen múltiples pero como fundamental se señala la
pérdida de acritud del conflicto social durante la década del ´50 (la expansión productiva
sostenida y la intervención de la acción socializante del estado suavizaron las
desigualdades sociales). Los conflictos ideológicos fueron reemplazados por la
resolución técnica de los problemas económicos y sociales afianzándose un
proceso de autorrevisión ordenada que conlleva el abandono de la perspectiva
revolucionaria.
La ética de la convicción requiere del sujeto como “creyente” para quien cualquier medio resulta aceptable
al logro de su fin ideal. Persigue el “deber ser” como verdad absoluta y no contempla el compromiso. Su
participación en política se hace radical porque implica una fusión sin fisuras entre ética y política. Por el
contrario una acción con arreglo a una ética de la responsabilidad acepta y reclama el discenso y la
autolimitación toda vez que se renuncia a universales sobre cómo debe ordenarse la vida y busca entonces el
compromiso dentro de lo plural.
6
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El consenso democrático posible en la sociedad de la abundancia desplazó a la pasión
política y al mesianismo (la lucha de clases se convierte en un conflicto “cuasi –
democrático”).7
Si bien en occidente se denotaba cierta reconciliación interclasista que debilitó las
grandes síntesis ideológicas esto no impidió que en Asia y Africa emergieran conflictos
ideológicos fuertes, aunque por cierto con una orientación distinta ( ya no se expresaban
en términos de igualdad social y libertad como antes sino como función del desarrollo
económico y el nacionalismo).
Los movimientos de masas de fines de los ´60 pareció contestar la teoría que sin embargo
fue defendida afirmando que nunca se había negado la extinción de una tendencia
humana connatural como la ideológica (especialmente en sus agentes naturales como la
juventud y los intelectuales). En momentos de crisis la actitud ideológica tiende a
reaparecer.
El carácter transitorio del impulso ideológico de los ´60 y ´70 se puso de manifiesto
nuevamente, confirmando al parecer la teoría, cuando al finalizar los ´80 se vuelve a
hablar del “fin de la historia” (Fukuyama, 1989).
Pese a todo tratar el ideologismo como un imponderable puede ser en sí mismo una
actitud ideológica como expresión de una “falsa conciencia”.8 En este marco conceptual
se entiende en la sociedades capitalistas avanzadas el decaimiento de la conciencia
de clase (“verdadera”) y por tanto el de una perspectiva revolucionaria liberadora.
Las nuevas condiciones (consumo de masas, satisfacción demanda social vía
estado de bienestar, movilidad social ascendente y sostenida) propician una
política pragmática donde los viejos conflictos ideológicos se reducen a conflictos
de prioridad frente al “estado distribuidor”.
Lo dicho no obsta atender al carácter alienado del acontecer social en el capitalismo
avanzado. La ideología totalizante puede haber sido desplazada por una convergencia
entre realidad e ideología donde la realidad se convierte en su propia ideología y la
7
Como sostuviera Lipset, aún cuando las necesidades objetivas fueran satisfechas subsistirían las
desigualdades en torno a la distribución del status y el prestigio sentidas subjetivamente como situaciones de
despojo pero expresado ahora sin la carga ideológica y el simbolismo adyacente a una pretensión universalista
de cambio social.
8
Entendiendo ideología en sentido marxista como toda ideación o estado de conciencia que tiende a
perpetuar un status – quo. Una inversión ideal de la realidad donde se registran situaciones sociales de
privilegio que se pretende perpetuar en tanto se presentan como intereses generales lo que son intereses
particulares de una clase específica. Ideología sería pues “falsa conciencia” resultado de procesos sociales
objetivos.
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inducción del comportamiento social, mediado por los aparatos de la comunicación social
,se ha vuelto sumamente eficaz.
Lo que se encontraba tras la teoría del fin de las ideologías era una
autocomplacencia liberal con las virtudes del estado pluralista y socializante
mientras que el detonante del repliegue conservador (respecto del orden liberal de
los ´50) se encontró en las contradicciones sociales y las consecuencias culturales
experimentadas en los ´60 y los ´70:
1. Revuelta estudiantil en las universidades de los EEUU.
2. El irredentismo de los ghettos traducido en el movimiento por los derechos civiles y la
doctrina de desobediencia civil (Martin Luther King).
3. En política exterior: la derrota estadounidense en el sudeste asiático (Vietnam) y la
política de “detente” (Henry Kissinger) indujeron al convencimiento de la incapacidad
del estado americano para dotarse de legitimidad en el concierto internacional frente al
expansionismo soviético. Y no menos importante es la procedencia judía de muchos
intelectuales neoconservadores contrarios a la izquierda liberal crítica de la política del
Estado de Israel en Medio Oriente.
4. Las perturbaciones económicas de los ´70 que descubrieron las insuficiencias del
keynesianismo y la planificación macroeconómica dejando al estado sumido en la
incapacidad para asumir sus compromisos sociales.
5. Transformación cultural (hedonismo como presupuesto ideológico y reemplazo de los
valores tradicionales por un subjetivismo ilimitado).
Frente a las convulsiones de los ´60 los que habían suscripto las tesis básicas de la
teoría del fin de las ideologías reaccionaron abandonando las posiciones
socialdemócratas sobre las que habían constatado aquel retraimiento ideológico de
los ´50. Si antes el conflicto social fue tenido por superado en sus manifestaciones
extra institucionales ahora era temido y rechazado (renegando consecuentemente
de toda posición liberal socializante).
Ahora se hablará de la “ingobernabilidad de las democracias occidentales” y antes
que intentar satisfacer los requerimientos sociales se tratará de neutralizarlos. Moderar las
vías de expresión democrática antes que ampliar los derechos sociales. Los conflictos
sociales ya no podrán ser gestionados por el estado incapacitado y carente de legitimidad
(crítica del estado de bienestar o WE). Se renuncia al consenso generalizado en torno al
estado social.
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Se distinguen entonces dos etapas en la constitución del movimiento neoconservador:
1. La fácil gobernabilidad de los ´50 que no necesitó mas que de un tibio apoyo teórico
basado en la constatación de la crisis ideológica.
2. La difícil ingobernabilidad de los ´70 que exigió un fuerte activismo intelectual que
defina una terapia drástica (vuelta al mercado, disminución de los
niveles
democráticos de justificación del poder político, revitalización de factores pre –
políticos de disciplinación social: la religión, la familia).
El fin último será la recuperación de un capitalismo equilibrado y vigoroso. La retracción
liberal comenzada con la teoría del fin de las ideologías procuró la afirmación de las
sociedades capitalistas avanzadas poniendo en duda la estructura del estado social
reconstruyendo su legitimidad desde otras bases institucionales. El capitalismo en lo
fundamental estaba en orden sólo restaba descargarlo de la escoria de las expectativas
ajenas al mismo desarrolladas por el estado social.
Diagnóstico neoconservador de la crisis
El núcleo del problema es la “ingobernabilidad” 9a la que llega el sistema por :
1. Incapacidad estatal para responder eficazmente a la multiplicidad y entidad de las
demandas sociales generadas al amparo del WE.
2. Ilegitimidad del estado producto de aquella ineficacia. Las instituciones pierden
capacidad de dirección acorraladas en las actitudes de concertación que resuelven
sólo a medias los problemas que se le plantean.
3. Como fondo, crisis moral y espiritual (desaparecen valores tradicionales –de
explicación y disciplinarios- que servían de sustento al sistema político.
El compromiso que suponía el estado Social para la pacificación social implicaba una
creciente intervención estatal en el espontáneo desarrollo capitalista. En esta dinámica se
Tal diagnóstico fue formulado académicamente por primera vez en el informe “La crisis de la democracia”
en 1975. La obra a cargo de S. Huntington, M. Crozier y Wakanuti, fue encargada por la “Comisión
Trilateral”- EE.UU., Europa y Japón- preocupados por la creciente inestabilidad del orden político de los
estados democráticos. Su traducción en políticas concretas se corporizó en las administraciones de Ronald
Reagan en EEUU y Margaret Tahtcher en Gran Bretaña durante los ´80. Su idea básica fue mas mercado,
menos estado.
9
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llega a cotas protectoras “insalubres”: la extensiva y ambigua definición de los fines
públicos se enfrenta ineludiblemente con una dotación de recursos escasos. El resultado
es la crisis fiscal de un sistema económico estatal sobre cargado y con un aparato
burocrático sobredimensionado e ineficaz.
Lo grave es que el crecimiento del sector público se realiza a expensas del sector privado
comprometiendo finalmente las condiciones de revalorización del capital (la crisis de los
´70 fue su expresión cabal).
A medida que el sector público crece se hace costoso e ineficaz. La burocracia, adscripta
a la cobertura social, como contra – poder frente al propiamente gubernamental puede, en
términos del interés corporativo, autonomizarse y contribuir a reproducir los problemas
que debería resolver como medio de asegurar su necesariedad y garantizar así su propia
supervivencia .
La mecánica del WE contribuye al malestar social crónico respecto de la acción pública
toda vez que las expectativas que el mismo genera por definición resulta imposible de ser
satisfechas plenamente. La sobredimensión del paternalismo estatal conduce a un
individuo alienado que no vive “en el estado” sino “del estado”.
La
principal
preocupación
del
neoconservadurismo
angloamericano
es
precisamente este traslado de responsabilidades al estado: la idea de que la
existencia individual, la aspiración a una mejora vital deba necesariamente ser
alcanzada mediante la intervención estatal. Esto es una revolución de los derechos
en ascenso. Un “apetito irrestrictivo” concebido como derecho de los ciudadanos que se
traslada del ámbito económico al político.
Esta exigencia cada vez mas amplia de responsabilidades conduce a la parálisis del
estado incapaz de promover prioridades y satisfacer demandas. La ineficacia se traduce
en crisis de legitimidad que se extiende a todo el sistema.10
Incluso los partidos colaboran en esta disfunción legitimatoria. Los candidatos por defecto
u oportunismo suelen prometer lo que saben no van a cumplir contribuyendo en la
práctica a profundizar la desconfianza en el mecanismo representativo base de
la
legitimidad estatal.
10
Dadas las complejidades crecientes del funcionamiento de las sociedades avanzadas y la falta de
transparencia de la acción estatal, los mismo ciudadanos que demandan no alcanzan a comprender las
consecuencias secundarias derivadas de sus exigencias.
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La teoría de la crisis neoconservadora coincide con la idea de J. O´Connors (La crisis
fiscal del estado,1989): el estado capitalista contemporáneo debe cumplir dos funciones a
veces contradictorias,

De acumulación garantizando la reproducción de las condiciones de la acumulación
capitalista (que a su vez es la fuente, impuestos mediante, de su propia subsistencia).

La legitimación en tanto el poder político se asienta en un contexto democrático sobre
el consenso de las mayorías.
Aunque el proceso se retroalimenta el momento clave es la acumulación capitalista de
donde proviene el poder impositivo que facilitará la satisfacción de las demandas sociales
planteadas.
El resultado final es una creciente pérdida de capacidad de dirección por parte del estado
cada vez mas dependiente del apoyo de los sectores implicados en su política. Por otra
parte surgen representaciones directas de los intereses sociales por fuera de las
estructuras desprestigiadas de los partidos políticos articulando mas perfectamente las
demandas sociales dirigidas a un sector gubernamental, consecuentemente, cada vez
más debilitado en su capacidad de control de las mismas.
La cuestión que no plantean los neoconservadores es cuánta inestabilidad y
conflicto alcanzó a contener el WE . Mirando al futuro la cuestión radica en que la
desprotección social también es una generadora de conflicto e inestabilidad
política.
Para el neoconservadurismo la clave de la crisis radica antes que en factores
políticos o económicos, en una crisis de valores en el ámbito de la cultura. Son los
valores culturales los que determinan las situaciones de progreso o estancamiento
material. Son las deficiencias al nivel de la modernidad cultural las que generan los
déficits al nivel de la modernidad tecnoeconómica.
La expansión de la secularización de la sociedad implicó la ruptura de los vínculos y
valores tradicionales en retracción frente a un profundo hedonismo autocentrado en la
exclusiva satisfacción material sin límites. Permisividad y libertinismo se constituyen en
actitudes improductivas en tanto contrarias a los ideales protestantes de la gratificación
postergada. La subjetividad sin límites cuestiona las posibilidades de un control por
demás necesario para el funcionamiento del sistema.
Se reacciona contra el extremo individualismo crítico de la costumbre y el orden: sólo la
comprensión de la comunidad como categoría superadora del individualismo atomístico
permite pensar y practicar la organización social.
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El análisis neoconservador establece una identidad entre cambio valorativo y
expansión del WE. La mayor intervención ha debilitado la disciplina social propiciando
demandas sin límites e irresponsables. Ha contribuido al debilitamiento de instituciones
básicas para gestionar la tensión social (la familia, la religión). De esta forma sería el
mismo Estado quien genera por medio de funciones latentes aquello que explícitamente
se ocupa de resolver.
Preocupa finalmente el cambio en la concepción subjetiva del bienestar que ahora se
resuelve en aspiraciones “postmaterialistas” o “postadquisitivas” con lo que implican de
disfuncional a la reproducción del sistema económico social de las sociedades
industriales.11 Entienden que por vez primera en la historia se da una contradicción
fundamental entre la cultura con respecto a los valores de la civilización que la sustenta
(cuanto mas educada es una persona mas descontenta está respecto de la realidad y aún
más respecto de su idealidad). Se trataría de un criticismo a ultranza, nacido del espíritu
romántico en el siglo anterior y que progresó en un espíritu anti-burgués, propenso a la
rebeldía como expresión de cierta inseguridad de “status”. Esta actitud propia de la
izquierda intelectual (mas vinculada al iluminismo francés que al anglo-escocés) ha ido
ganando espacio en el seno del WE y de ahí se ha expandido a la sociedad
(especialmente a los sectores mas jóvenes de la misma reproduciendo el ideal de una
autorrealización ilimitada). Esta “nueva clase” ha creado y expandido una contracultura o
cultura adversaria.
Crítica de la perspectiva neoconservadora de la crisis
Adolece de una precariedad lógica confundiendo causa y efecto. En realidad su visión
implica una inversión idealizada de la realidad. No es la actuación de la intelectualidad de
izquierda la causa de la degradación espiritual. Esta procede antes bien, del mismo
desarrollo del capitalismo consumista que ha socavado la cosmovisión tradicional
puritana.
11
Sin embargo, estas preocupaciones no deberían revestir mayor importancia toda vez que el sistema
productivo capitalista ha dado pruebas efectivas de cómo puede englobar y digerir aún estilos de vida que
parecen contestarlo en toda la línea (vg. movimiento hippie, producción de alimentos orgánicos, turismo
social de riesgo, protección ambiental y calidad de vida ). Por otro lado, aún en el caso de orientaciones como
las descriptas, estas supondrían un mercado potencial de servicios inconmensurable (de hecho el sistema va
camino a revolverse predominantemente en el sector de los servicios dentro del cual las actividades dedicadas
al “empleo del ocio” son fundamentales).
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Una visión que se salva de esta crítica es la debida a Daniel Bell, “ Las contradicciones
culturales del capitalismo”, 1978:
es el mismo capitalismo el responsable de la
destrucción de los prerrequisitos culturales para su reproducción. Existe una disyunción
básica entre los valores que sustentan la estructura social, la política y la cultura.
En la sociedad post-industrial la cultura se muestra anti-institucional y antinómica mientras
la estructura social se expresa tecnocrática y economicista. El hedonismo del consumo
compulsivo materialista confronta irremediablemente la laboriosidad y el autocontrol
necesarios a la organización productiva capitalista.
El interés burgués buscó enmarcar el radicalismo individual en el exclusivo espacio
económico negando su expansión cultural: el individualismo experimental. (445-448)
El proceso a largo plazo de secularización de la sociedad moderna ha generado esta
contradicción entre el desarrollo del orden capitalista y su subversión moral (contradicción
ya expresada en la vieja antinomia liberación-represión.
La carencia de un sistema de creencias morales fuertes es la contradicción cultural de la
sociedad y la amenaza mas profunda a su supervivencia.
La crítica a las tesis de Bell fue realizada por J. Habermas:
Bell no alcanzaría a ver que la cultura moderna no se caracteriza menos por el proceso de
universalización
de la ley y la moralidad (extensión de los derechos civiles,
autodeterminación democrática) que por el proceso de autonomía del arte.
El autentico enemigo del capitalismo emergió en los ´60 y ´70 bajo este impulso moral de
exigencias de justicia e igualdad, herencias siempre polémicas del racionalismo, ilustrado
en la precariedad del Estado de Bienestar, entre la democracia y el capitalismo.
Terapia propuesta por el NC
1) eliminación de la sobrecarga de exigencias sociales sobre el estado a través de una
política económica orientada a la oferta (reactivar la acumulación capitalista privada) y
expansión del mercado libre como institución social central como el agente más eficaz
en la asignación de los recursos materiales y humanos. La restauración de los
mecanismos de competencia implicarán la recuperación del laissez-faire y la reprivatización de las empresas estatales. La desrregulación – desrreglamentación de
los mercados de bienes y servicios (incluido el mercado de trabajo). El recorte de las
prestaciones y seguros públicos. La reorientación de las exigencias individuales desde
el Estado hacia las relaciones de intercambio, monetarias y privadas. Se trata de
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revitalizar el capitalismo de libre empresa y el individualismo autoprotegido,
responsable e independiente. Así se “despolitiza” la problemática de la demanda
social y se “privatiza” la satisfacción de las necesidades sociales individuales,
rehabilitándose, al mismo tiempo, las instituciones tradicionales de contención social:
la familia, la iglesia).
La virtud del mercado radica en que dispersa la responsabilidad (Bell, 1987). En general
se apoya al mercado y la autorregulación en tanto, cuanto más lejos se encuentre el
Estado del proceso económico, mejor se situará frente a las demandas de legitimación
que amenazan al EB.12
2) Una rebaja de los costes de legitimidad del sistema político (moderación de la
democracia). Sin restringirla completamente pues se reconoce la convergencia entre
libertad de mercado y democracia. En el pluralismo liberal se reconoce su aporte a la
estabilidad social previendo instrumentos para la resolución pacífica de los conflictos.
Se prioriza una idea republicana de la democracia donde un buen nivel de igualdad y
prosperidad son importantes objetivos pero la libertad es la prioridad y el fin último del
gobierno político (457) Kristol hablará de volver a los “Padres fundadores”
reconociendo la importancia de los fines del autogobierno: estabilidad, justicia,
libertad. Se rechaza, entonces, toda idea vulgar y extensiva de democracia.
La propuesta teórica es generar una separación mayor entre las instancias decisorias
gubernamentales y las de formación de la voluntad política democrática (para autores
como Huntington-1975- es claro que existen muchas cuestiones para cuya resolución se
requiere una amplia cualificación técnica).
Los mecanismos del sistema de participación democrática sólo se deben poner en
funcionamiento sobre un “mix” limitado previamente, de cuestiones que técnicamente
sean viables (y sólo sobre ellas resultaría legítimo buscar el pronunciamiento de los
electores).
Sin embargo existen matices entre autores. Kristol y Bell se muestran mas “intervencionistas” sin dejar de
propender al mercado. Este querer combinar mercado y responsabilidad pública en lo social implica una
mejor comprensión que en otros autores NC, del carácter interdependiente de las relaciones Estado-sociedad.
Por otra parte los mercados sólo pueden funcionar en marcos institucionalizados políticamente, dentro de
determinados prerrequisitos y límites fijados por el estado.
12
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Se hacen necesarios entonces mecanismos de filtrado, como instancias de conocimiento
institucionalizadas, situados por encima de agentes mediadores (los partidos) y del
procedimiento de formación de la voluntad democrática (458)
Resulta básica la generación de una “nueva objetividad” por estructuras tecnocráticas o
tribunales constitucionales (con ello se desconocerían los acuerdos institucionales
generados en el desarrollo democrático del EB).
Otra alternativa sería el desarrollo de un neo-corporativismo en forma de acuerdos
(sistema de alianzas) construidos al margen del orden político institucional, vinculando al
Estado con los intereses sociales más caracterizados y superando los procedimientos
democráticos-representativos. (459-60)
Balance generaldel NC (461 y ss)
1.- Resulta una amalgama ecléctica de distintas procedencias.
2.- Su núcleo reside en la crítica cultural.
3.- Se insiste en la necesidad de una renovación espiritual-moral para recomponer una
sociedad desarticulada y un sistema económico debilitado.
4.- Su política cultural opera en dos direcciones:
a) dominar el espíritu intelectual (valores disolventes del modernismo cultural).13
b) Reavivar la cultura tradicional (eticidad convencional y estructuras mediadoras
tradicionales: familia-iglesia). La disolución de los espacios de lo religioso frente al
avance del racionalismo iluminista, que sin embargo no alcanzó la utopía original,
generó un vacío nihilista y escéptico donde sólo encontramos un relativismo
disolvente. Se necesita una respuesta religiosa que restaure la conciencia del
hombre y aporte a la estructuración social. En este contexto la familia es sede de la
virtud cívica evitando la conciencia del desarraigo del hombre moderno, su anomia.
Será la fortaleza emocional para preservar el sentido comunitario.. Servirá a la
recuperación de las responsabilidades morales y pedagógicas como generadoras
de la cohesión social.
13
Las premisas culturales que manejan los intelectuales, el individualismo extremo que lleva a la necesidad
expresiva de autorrealización, el utopismo y las pretensión moral universalista, aunque hayan perdido su
fuerza original resultan de todas formas perversas para el sistema y amenazan las bases motivacionales de la
sociedad del trabajo.
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Contradicciones básicas del NC
1. Mantenimiento de la producción tecno-económica, orientada funcionalmente a la vez
que un intento de recuperación de los valores tradicionales ya sacrificados por el
progreso del primer término (libre-mercado y espíritu individualista vis a vis terapia
moral-cultural y factores disciplinarios del orden social).
2. No existe acuerdo homogéneo sobre cuáles han de ser las tradiciones a rescatar y de
dónde poder extraer normas que reordenen la indisciplina social.
3. Los vínculos trascendentes y la perspectiva tradicionalista violentan el paradigma
liberal. La tensión entre el ethos liberal de la autoafirmación como voluntad humana no
limitada
se
vuelve
irresoluble
junto
a
una
contradictoria
autolimitación
y
autorrestricción de los propiosapetitos.
Balance final
El NC emerge como reflexión en busca de una solución a la falta de salud del sistema
social ante la percepción de que las pautas de funcionalidad sistémica del capitalismo no
están sirviendo a su reproducción sino incluso generando su propia disfuncionalidad (el
“hedonismo” de Bell).
La “regresión liberal” comenzó como una recuperación de valores conservadores en un
movimiento sincrético entre la acentuación del individualismo y la limitación del Estado y
la preocupación por la “amenaza del hombre sin amo” necesitado de normas que lo
disciplinen (integración de funcionalidad entre el sistema económico y el sistema culturalmoral).
Se propone recuperar el “espíritu capitalista” recuperando sus bases morales-espirituales
olvidadas (restablecer la legitimidad cultural del capitalismo). Reconstruir las estructuras
morales subyacentes que motivaron al trabajo y al ahorro (santificación protestante del
trabajo y ética de la gratificación postergada).
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