PARÁSITOS DE LA PERDIZ ROJA: IMPLICACIONES PARA SU APORVECHAMIENTO CINEGÉTICO Y CONSERVACIÓN Diego Villanúa Inglada PARÁSITOS DE LA PERDIZ ROJA: IMPLICACIONES PARA SU APORVECHAMIENTO CINEGÉTICO Y CONSERVACIÓN. MEMORIA PRESENTADAS POR Diego Villanúa Inglada PARA OPTAR AL TÍTULO DE DOCTOR. VºBº DE LOS DIRECTORES DR. CHRISTIAN GORTÁZAR DRA. URSULA HÖFLE UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN EN RECURSOS CINEGÉTICOS (CSIC – UCLM – JCCM) DEPARTAMENTEO DE CIENCIA Y TECONOLOGÍA AGORFORESTAL Junio 2007 Para la realización de este trabajo se ha contado con la financiación del Convenio entre el Principado de Asturias y el CSIC AGRADECIMIENTOS No es fácil aceptar que tu hijo te llene la casa de egagrópilas, plumas, cangrejos, culebras, tortugas, ratoneros, lechuzas, picarazas, cardelinas..., que en lugar de jugar al fútbol como el resto de zagales se pegue el día subiendo a los árboles o con las redes japonesas de Paño, que te haga construir una pajarera y una balseta para las tortugas...en fin, no es fácil. A pesar de todo se le perdona porque, al fin y al cabo, a lo hijos hay que quererlos ¿no?. El límite llega cuando, después de haber acabado la carrera y haber conseguido trabajo de veterinario en una clínica de Huesca con horario de tienda y pijama verde, pilla el crío y se te marcha a Ciudad Real, de becario precario a estudiar las cagarrutas de las perdices..., eso es que no hay quien lo entienda. Pues no, ellos sí lo entendieron y lo respetaron, y es más, en lugar de darme una colleja para que se me fuesen los pájaros de la cabeza, me animaron a continuar por este camino tan raro pero tan bonito que he escogido. Por eso, por haber estado siempre ahí, dándome todo lo que tenían y más, incluidas muchas dosis de paciencia, y haberme permitido optar por esta vida, tengo que estar agradecido a mis padres. Gracias. Tres cuartos de lo mismo para el resto de mi sufrida familia, en especial a mi hermana Lidius, porque la dejé en Sangarrén siendo una crieta y cuando volví ya se me había convertido en una mujerona. Por esas horas que le correspondían a ella y que tuve que pasar en Zaragoza o en Ciudad Real, y que nunca me ha echado en cara, también gracias. También para Javier por aquello de “yaye vamo al pampo”, los primeros prismáticos y la primera guía. En fin, a todos. La verdad es que la familia no se elige y es una suerte que te toque una de la que te puedas sentir tan orgulloso. Gracias. En la facultad, hay mucha gente a la que agradecer muchas cosas, Lluís Luján me echó una importantísima primera mano para poder comenzar con esto del bicho de monte en la Alfranca y en la sala de necropias. La gente de AVAFES fue una segunda familia para mi, tantas cervezotas juntos, tantos cursos... y que decir de Javier Lucientes, cuanto frío anillando en el carrizal de Sangarrén, pobre buenazo que se dejó engañar por el que subscribe para que le dirigiese una tesina con “las mosquetas” de los Monegros. Sin su apoyo ni se me habría pasado por la cabeza llamar a las puertas de IREC, y esta Tesis nunca habría visto la luz. De la época del IREC, el primero debe estar Christian Gortázar; que se dejó engañar y dio una oportunidad al coletas de Avafes que había hecho la tesina con “papa Lucientes”. Es de agradecer la paciencia que ha demostrado tener conmigo todo este tiempo, y la confianza en que al final saldrían las cosas (yo dudé de mi capacidad en más de una ocasión). Más de lo mismo para Úrsula Höefle, la cual, a pesar de andar siempre corriendo de aquí para allá, supo sacar el tiempo necesario para enseñarme a ver algo más que tripas en la sala de necropsias, a ser “Eduardo manos-pipetas” y por hacer inteligible mi “inglés”. Con el resto del clan del submundo; Pela, Xuacu, Isabel, Chute, Paqui, Vane, Moni, Eli, Mariclón, Oscarín, Manolín y Pablo me une mucho más que una amistad, somos desde luego “hermanos de sangre” (y de bazos, de riñones, de garrapatas...). Fuera de coñas, viajaré a otras partes, conoceré mucha gente, pero veo difícil que en ningún sitio pueda llegar a sentir más “en casa” que con vosotros, gracias. De los primos de ecología y de genética mucho y bueno, muchos conteos de todo tipo de bicho viviente, muchos cafés en los que se aprendía más que en algunas charlas de catedráticos, muchas cañitas con tapa, esos marcapáginas finos de Rouconen, en fin, lo dicho, mucho y bueno. Y mención especial para el clan del micro pollo con Sarva Quillo Ariquitaung, Fabi el torero churriego, el Triquiñuelas terror de la noche culiparda y sobre todo Loren, que tanto ha aportado al desarrollo de esta tesis. Y si en Ciudad Real estuve bien, que no decir de Asturies. Cuanto que agradecer a Maria, Emilio, Pilar y Pepe, que me acogieron como a uno más de su familia y que mostraron paciencia infinita cada vez que, en lugar de cortarme la coleta por llenarles la cuadra de vísceras de corzo, jabalí, ciervo, zorro u otras lindezas, me esperaban con quesín de ese bueno de la peral, sidra abundante y “sarandonga” para arreglar el mundo. Gracias. Aunque me estoy alargando demasiado, no puedo dejar de nombrar a los compañeros de Navarra; Isabel, Jóse, Javi, Alex, Enrique y el resto de gente de Viveros, con los que continúo disfrutando de mi trabajo y de los que cada día aprendo algo y a Lorenzo Bintanel, que puso el toque artístico con los dibujos de esta tesis. Y por último, a Esther, porque me quiere mucho, por que la quiero más y porque ha sufrido como nadie la elaboración de esta tesis. Resulta difícil no mandar a paseo a un novio al que sólo ves dos días al mes durante 3 años y que además te regala fines de semana románticos necropsiando jabalíes en Riglos, corzos en el alto La Campa o perdices de Miguelturra, pero ella se mantuvo fiel a su ONG de “nadie sin novia” y me ha aguantado hasta hoy. Espero que lo siga haciendo por mucho tiempo y que yo sepa recompensarla por todo lo que me da. Gracias a todos. INDICE I. ESTRUCTURA DE LA TESIS…………………………………. 3 II. INTRODUCCIÓN GENERAL………………..……………….. 4 II.1. Descripción y distribución de la especie…………………………… 4 II.2. Importancia ecológica y socioeconómica…..………………........... 6 II.3. Tendencia de sus poblaciones……………………………………… 8 II.4. Factores implicados en la disminución de las poblaciones………10 II.5. El papel de las enfermedades………………..………………………11 II.6. Enfermedades y parásitos de la perdiz roja……………………….. 13 II.7. Las repoblaciones como herramienta de gestión………………..... 22 II.8. Bibliografía……………..………………………………………………. 27 III. OBJETIVOS……………………………………………………………… 38 IV. CAPITULO 1…………………………………………………………….. 41 Las repoblaciones con aves de granja como focos de introducción de nuevos parásitos en las poblaciones silvestres de perdiz roja. V. CAPITULO 2……………………………………………………………… 56 Variaciones en el resultado de los análisis coprológicos preventivos actuales en función del tipo de heces analizadas y de la hora de recogida de las mismas. VI. CAPITULO 3…………………………………………………………….. 77 Efectividad de los tratamientos antiparasitarios como método para prevenir la introducción de nematodos en el campo. 1 VII. CAPITULO 4……………………………………………...…………….. 86 Posible transmisión de nematodos propios perdices de granja a especies amenazadas. VIII. CAPITULO 5……………………………………………………...…….91 Factores limitantes de la abundancia estival de perdiz roja en Aragón. Posibles alternativas a las repoblaciones con aves de granja. IX. SÍNTESIS…...……………………………………………………….....… 114 X. CONCLUSIONES, PERSPECTIVAS Y REFLEXIONES….… 121 2 I. ESTRUCTURA DE LA TESIS La presente tesis doctoral está dividida en introducción, objetivos, una serie de capítulos (1-5) que constituyen el cuerpo de la tesis, una síntesis general y las conclusiones. Se incluyen además unas breves perspectivas y reflexiones al final del trabajo. En la introducción se revisan los antecedentes y el contexto del tema. A continuación se exponen los objetivos de la tesis, a desarrollar en los sucesivos capítulos. Cada uno de estos capítulos reproduce el texto íntegro, en inglés, de manuscritos enviados para su publicación en revistas científicas internacionales (indicándose si es un manuscrito enviado, aceptado o ya publicado y su referencia). Previamente a dicho texto en inglés, en cada capítulo se presenta un resumen en castellano. Finalmente, en la síntesis general, se discuten los resultados más relevantes de cada capítulo y se enuncian las principales conclusiones, perspectivas de trabajo y reflexiones que se extraen de la presente tesis. 3 II. INTRODUCCIÓN GENERAL II.1. Descripción y distribución de la especie La perdiz roja (Alectoris rufa) es una galliforme de entre 300 y 500 gramos, de aspecto compacto y hábitos gregarios fuera de la temporada de reproducción. Su coloración se compone de tonos castaños en el dorso, obispillo y pecho gris azulado, vientre canela y plumas costales con un característico diseño formado por una banda blanca, una negra y una marrón. La cara es de color blanco y está enmarcada por un collar negro que se inicia en el pico, atraviesa el ojo y se prolonga hasta la garganta formando un babero. La parte inferior de este collar se prolonga por el lateral del cuello y parte del pecho en forma de pequeñas listas negras no presentes en el resto de especies del género alectoris. Tanto el pico como la carúncula ocular y las patas son de un rojo vivo, que da nombre a la especie. La gran plasticidad ecológica que presenta la perdiz roja le ha permitido ocupar multitud de hábitats diferentes, desde el nivel del mar hasta los prados alpinos por encima de los 2.000 metros (Mullarney et al., 2001). No obstante, el hábitat ideal para la especie lo constituyen las llanuras cerealistas con alternancia de otros cultivos, como viñas u olivares, y campos en barbecho. Los paisajes mejores son aquellos en los que se haya mantenido la distribución en parcelas de pequeño tamaño y la conservación de márgenes de vegetación natural (Cheylan, 1976; Garcia et al., 1983; Lartiges y Mallet, 1983; Berger, 1984 y 1987; Gaudin y Ricci, 1987; Lucio y Purroy, 1987; Birkan, 1990; Lucio 1991; Reudet, 1992; Blanco-Aguiar et al., 2003). Estas peculiaridades se cumplen en grandes áreas de la zona centro-sur de la Península Ibérica, donde se alcanzan las mayores densidades para la especie (Blanco Aguiar et al., 2003). Dentro del género Alectoris se incluyen otras 6 especies más (A.magna, A. melanocephala, A.philbyi, A. graeca, A. chukar, y A. barbara) distribuidas a lo largo del paleártico occidental (Cramp y Simmons 1980, Figura 1). La distribución natural de la perdiz roja abarca la mayor parte de la Península Ibérica, sur de Francia y una pequeña franja del noroeste de Italia (Mullarney et 4 al., 2001). A esta distribución natural hay que añadir la población del sureste de Inglaterra, originada a partir de unas primeras sueltas de perdices francesas en 1.770 (Tapper, 1992) y mantenida, probablemente, gracias al continuo aporte de aves de granja (Tapper, 1999). Tradicionalmente se han diferenciado tres subespecies de perdiz roja: A. rufa rufa, A. r. hispanica y A. r. intercedens. La primera de ellas distribuida por el sur de Francia y norte de Italia, así como en las poblaciones introducidas del Reino Unido; la segunda, ocuparía la franja noroeste de la Península Ibérica, constituida por Cataluña, Aragón, Navarra, País Vasco, Cantabria, Asturias, Galicia, Castilla León y el norte de Extremadura; y la tercera y última subespecie, sería la presente en el resto del área de distribución (McGowan, 1994; Díaz et al. 1996). Figura 1. Distribución de las distintas especies del género Alectoris tomado de Cramp y Simmons (1980). 5 II.2. Importancia ecológica y socioeconómica. El mediano tamaño y la abundancia de esta especie, hacen que alrededor de 40 especies de predadores la incluyan en su dieta (Yanes et al., 1998), constituyendo, junto con el conejo de monte, la dieta de especies tan amenazadas como el águila imperial (Aquila adalberti) (Delibes e Hiraldo, 1981; Calderón, 1983). A este papel como presa de especies amenazadas hay que añadir el papel que desempeña la perdiz como “especie paraguas” para los ecosistemas agrícolas tradicionales, unos de los más amenazados en la actualidad (De la Concha et al., 2006), ya que algunas de las mejoras del hábitat realizadas por el colectivo de cazadores para la perdiz tienen un efecto muy positivo sobre otras especies vinculadas a este tipo hábitat tales como el sisón (Tetrax tetrax) o las poblaciones de aláudidos (De la Concha et al., 2006). No obstante, este efecto positivo sobre otras especies puede cambiar de sentido en aquellas zonas más intensamente manejadas ya que, dentro de las actuaciones efectuadas se incluyen en ocasiones el control ilegal de los depredadores o la suelta de perdices híbridas o portadoras de patógenos que podrían incorporarse al medio (Millán et al., 2004 a y b; Villanúa et al., 2007). Por último hay que considerar también la gran importancia que tiene por sí misma la conservación de la perdiz roja al tratarse de una de las especies más típicas y emblemáticas de los ambientes mediterráneos de la Península Ibérica, punto de origen de la especie y casi reducto exclusivo de sus poblaciones naturales (Cramp y Simmons, 1980). A este indudable valor ecológico y conservacionista hay que añadir la gran importancia económica y social que la caza de esta especie tiene en la Península Ibérica. Esta práctica constituye una de las actividades económicas más importantes en multitud de áreas rurales de nuestro país (APROCA, 1998; Lucio, 1998; Bernabeu, 2000) y tiene un arraigo cultural y social único (Delibes 1963 y 1988). A modo de ejemplo cabe señalar que en la provincia de Ciudad Real, se ha estimado que la caza de esta especie genera más de 200 millones de euros anuales (Otero, 1995), si bien estos grandes ingresos no siempre son declarados. 6 II.3. Tendencia de sus poblaciones. Las poblaciones de perdiz roja parecen estar sufriendo una marcada regresión en las últimas décadas (Cramp y Simmons, 1980). Este descenso ha sido registrado tanto en su área de distribución natural en Francia (ONC, 1986), Italia (Baratti et al., 2005) y Península Ibérica (Rueda et al., 1992; Borralho et al., 1998; Lucio, 1998; Blanco Aguiar et al., 2003), como en la población introducida en el Reino Unido (Aebischer y Potts, 1994). Esta tendencia, unida a su limitado área de distribución, ha hecho que la perdiz roja esté considerada actualmente como especie de estatus “Vulnerable” a nivel mundial (Aebischer y Potts, 1994) y haya sido declarada SPEC 2 por Birdlife International (Tucker y Heath, 1994). Centrándonos en los trabajos acerca de la evolución de sus poblaciones en la Península Ibérica, hay que hacer referencia al fuerte descenso registrado en Castilla y León (Lucio, 1998). Para un periodo de menos de 20 años, se calculó una disminución superior al 70 % en las tablas de caza, pasando de una media de 12 perdices capturadas por kilómetro cuadrado a finales de los 1970 a tan sólo 2 en los 1990 (Lucio, 1998). En el mismo sentido van los datos demográficos más recientes, obtenidos mediante los censos del programa SACRE, llevados a cabo por voluntarios de SEO/Birdlife en España. Estos datos sugieren una reducción demográfica del 20 % entre 1996 y 2001 (Blanco Aguiar et al., 2003; Figura 2). Paradójicamente, las estadísticas oficiales de caza sugieren una notable recuperación en las capturas a partir de mediados de los 90, que parecen tender a estabilizarse en torno a los 3.5 millones anuales (Baragaño y Otero 2001; Figura 2). No obstante, hay que tener en cuenta que anualmente se liberan al campo varios millones de perdices criadas en granja, de manera que esta aparente recuperación en las tablas de caza podría ser tan sólo el reflejo de tales sueltas. 7 Figura 2. Tendencias recientes en el número de perdices cazadas anualmente (Anuarios Nacionales les de Estadística Agraria) y de la abundancia primaveral de perdiz en los mismos años (resultados programa SACRE, Sociedad Española de Ornitología). 5 5 4,5 4 4 3,5 3,5 3 2,5 3 Capturas Perdices / UTM 10 Perdices cazadas (millones) 4,5 2,5 Abundancia 20 02 20 00 19 98 19 96 19 94 19 92 19 90 2 19 88 19 86 2 II.4. Factores implicados en la caída de las poblaciones. En una población natural, en la que no se llevasen a cabo sueltas de aves de granja, la abundancia de una población de perdices estaría condicionada por el aporte anual de nuevos individuos con la reproducción y la extracción de ejemplares con la depredación, las enfermedades o la actividad cinegética. Así pues, la disminución de las poblaciones de perdiz durante los últimos años debería estar motivada por la alteración de alguno de estos factores. II.4.1. Descenso de los parámetros reproductivos De lo descrito en el punto II se deduce el importante papel que la perdiz roja desempeña como presa en el ecosistema. Ello implica que, de manera natural, está sujeta a numerosas pérdidas de efectivos. Este hecho hace que el esfuerzo reproductivo sea especialmente importante en esta especie, ya que con él debe compensar las numerosas bajas naturales (Lebreton, 1982). Así pues, cualquier causa que pueda limitar la capacidad reproductora de una población de perdices puede desequilibrar de manera decisiva el sensible cociente producción / extracción. 8 Una de las causas de fallo reproductivo más frecuente en galliformes es la depredación tanto de huevos y pollos, como de adultos incubando (Rands, 1988; Yanes et al., 1998). La perdiz roja no es una excepción, tal y como confirman los trabajos de radio-seguimiento realizados en Francia por Ricci et al. (1990) y Leonanrd y Reitz (1998). En estos estudios se confirma un alto porcentaje de pérdida de nidadas (de un 61% y 59% respectivamente), debidas principalmente a la depredación (>90%). Esta alta tasa de depredación tiene mucho que ver con las preferencias de la especie a la hora de ubicar el nido. Así, la perdiz roja selecciona para nidificar linderos, setos o bordes de cultivo (Rands, 1986 a; Ricci et al., 1990) en lugar de las manchas más espesas de matorral, donde su vulnerabilidad frente a la predación podría ser menor (Carvalho y Borralho, 1998). Estas estructuras son peores a la hora de asegurar el éxito reproductivo por varios motivos; por una parte, se trata de estructuras lineales donde la tasa natural de depredación es mayor (Angelstam, 1986) y por otra, son formaciones susceptibles de ser modificadas a lo largo del año por las prácticas agrícolas (Duarte y Vargas, 2002). La estrecha relación existente entre productividad de la perdiz y agricultura es considerada por multitud de autores como uno de los puntos clave del descenso de las poblaciones (Potts 1980; Lartiges y Mallet, 1983; Rands, 1987; Pepin y Blayac, 1990; Nadal et al., 1996; Crick et al., 1994; Aebischer y Kavanagh, 1997; Lucio, 1998, Borralho et al., 2000; Gortázar et al., 2002a) ya que, durante los últimos años, se ha llevado a cabo una transformación radical de las prácticas agrícolas, coincidente en el tiempo con la caída de las poblaciones de perdiz. Las concentraciones parcelarias efectuadas en gran parte del territorio han simplificado enormemente el hábitat agrícola, implantando el monocultivo y reduciendo los márgenes necesarios para la ubicación de los nidos y para la protección necesaria frente a depredadores. Además, los recientes avances tecnológicos han permitido reducir el tiempo requerido para realizar las distintas labores, a la vez que se han desarrollado variedades de cultivo de ciclo más corto. Con estas modificaciones, el impacto sobre las especies ligadas al medio agrícola es mucho mayor, sobre todo durante la cosecha, ya que, en el momento en que ésta se lleva a cabo, muchas puestas están todavía sin eclosionar, lo que origina su pérdida por la acción directa de las labores agrícolas (Crick et al., 1994; Green 1995). 9 II.4.2. Incremento de la pérdida directa de ejemplares Pueden distinguirse tres causas por las cuales una población de perdices puede “perder ejemplares”: la depredación, la caza y las enfermedades. Dentro de la primera puede distinguirse entre la depredación sobre adultos y sobre pollos, que no se iguala hasta los 2-3 meses de edad (Hudson y Rands, 1988). En lo concerniente a factores que puedan afectar a la depredación sobre pollos, cabe el papel que juega la disponibilidad de insectos, base de su dieta en los primeros días de vida (Rueda et al., 1993). Teniendo esto en cuenta, es lógico pensar que a menor disponibilidad de insectos, mayor será el esfuerzo de búsqueda. Ello implicaría más desplazamientos y por lo tanto más probabilidades de ser detectado por los depredadores. Esta hipótesis es barajada por diversos autores que encuentran una relación significativa del descenso del éxito reproductivo de la aves ligadas al medio agrícola con el uso de insecticidas (Rands, 1986 b; Potts, 1986; Campbell et al., 1997; Brickle et al., 2000) o con aquellas variaciones climáticas capaces también de disminuir la disponibilidad puntual de insectos (Lucio, 1990). Transcurrida esta primera etapa, las distintas polladas de perdiz se agrupan formando bandos de mayor tamaño, que ofrecen una mayor probabilidad de supervivencia ante el frío y la lluvia, y aumentan la capacidad de vigilancia frente a depredadores (Putaala et al., 1995). A partir de este momento la depredación pierde protagonismo como causa de muerte de la perdiz, lugar que pasa a ocupar la caza (Duarte y Vargas, 2002). La caza, entendida como la extracción racional de los excedentes de unos recursos renovables que serían las poblaciones de fauna silvestre, no tendría por qué suponer un riesgo para la conservación de dichas especies, ya que, como se dice en su propia definición, sólo se extraerían los excedentes (Ley 4/1989, de 27 de marzo, de la Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres). Sin embargo, es conocido el caso de la paloma migratoria (Ectoistes migratorius), la cual, a pesar de ser considerada como el ave más abundante del mundo llegó a extinguirse en parte debido a su caza indiscriminada (Dorst, 1971). Así pues, parece evidente que la actividad 10 cinegética puede ser capaz de mermar las poblaciones de las especies cinegéticas si no se gestiona correctamente. En el caso de la perdiz roja, numerosos autores han considerado la sobreexplotación cinegética de la especie como uno de los principales responsables del descenso de las poblaciones (Potts, 1986; Pepin y Blavac, 1990; Lucio y Purroy, 1992; Borralho et al., 1997). Un ejemplo cercano es el de Portugal, donde, a raíz de la Revolución de los Claveles, la gran mayoría de la superficie del país se convirtió en terreno libre de caza. Esta situación produjo una clara sobrecaza de las poblaciones de esta especie, que la llevó a una situación crítica (Borralho et al., 1997). Desde 1988 una nueva ley promovió el establecimiento de cotos sociales o privados, así como incentivos para la gestión y mantenimiento de caza sostenible en estos acotados. Desde dicha fecha, se fueron estableciendo progresivamente los acotados, y en 1996 alrededor del 30 % de la superficie del país se encontraba ya dentro de esa figura (Borralho et al., 1997). Esta nueva situación legal probablemente ha permitido una recuperación parcial de las poblaciones portuguesas de perdiz en los últimos años (Borrahlo et al., 1997 y 2000). II.5.El papel de las enfermedades. Hasta hace pocos años no se había prestado demasiada atención al papel de las enfermedades en las especies silvestres. Sin embargo, éstas pueden suponer un importante problema para la conservación y gestión de la fauna. Basta con recordar el efecto que dos enfermedades víricas, la mixomatosis y la enfermedad vírica hemorrágica, han tenido sobre las poblaciones de conejo de la Península (Muñoz-Goyanes, 1960; Villafuerte et al., 1994); e, indirectamente, sobre las de sus depredadores (Moreno y Villafuerte, 1995; Villafuerte et al., 1998), para comprender que las enfermedades juegan un papel igual de relevante que la disponibilidad de refugio y alimento o la predación. En lo concerniente al papel de las enfermedades como limitantes de las poblaciones de aves, destacan los trabajos realizados con el nematodo parásito del ciego, Trichostrongylus tenuis, y el Lagópodo escocés (Lagopus lagopus scoticus). Ya en 1963, Jenkins y colaboradores encontraban que los lagópodos con mayor intensidad de infección por este parásito mostraban un 11 menor éxito reproductivo, aunque no llegaban a aclarar si el parásito era la causa de esta menor tasa reproductiva o si, por el contrario, el aumento de la intensidad de parasitación era tan sólo una consecuencia más de otro factor desconocido. Posteriormente, Potts y colaboradores (1984), profundizaron en el conocimiento de la relación existente entre T. tenuis y el Lagópodo escocés, llegando a la conclusión de que dicho nematodo estaba íntimamente relacionado con los ciclos de abundancia que mostraba esta tetraónida, aunque nuevamente, sin aclarar la causalidad. Potts y colaboradores hicieron hincapié en la necesidad de llevar a cabo trabajos de desparasitación experimental que permitiesen clarificar el posible papel del nematodo T. tenuis en la dinámica poblacional del lagópodo. Esta línea de trabajo fue la seguida por Hudson y colaboradores, los cuales consiguieron demostrar mediante desparasitaciones experimentales en el campo que las aves desparasitadas mostraban, por una parte, un mayor tamaño de puesta y un mayor número de pollos que alcanzaban la edad de 6 semanas (Hudson, 1986), y por otra, una menor detectabilidad de las hembras reproductoras por los depredadores terrestres (Hudson et al.,1992), lo cual permitía confirmar la influencia de este parásito en los ciclos de abundancia del lagópodo (Hudson et al., 1998)(ver figura 3). Figura 3. Ciclos de abundancia del Lagópodo escocés (Lagopus lagopus escoticus) causados por el nematodo Trichostrongylus tenuis. Modificado de Hudson et al., 1998. Lagópodos cazados 1500 1000 500 Zona control Zona tratada 0 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 12 Estos trabajos zanjaron la clásica discusión sobre las enfermedades como factor de mortalidad compensatorio (si no las hay, las aves morirán de otras causas) o aditivo (en ausencia de enfermedades habría más aves). El experimento puso de manifiesto la capacidad de un patógeno aparentemente inofensivo para mermar una población de aves mediante la reducción de su capacidad reproductiva y un aumento de la depredación de aves adultas. Pero existen también casos en los que la propia enfermedad es capaz de causar un número alto de bajas y suponer un factor limitante para la población. A modo de ejemplo cabe citar varios casos recientes y ocurridos en la Península Ibérica; el brote de Tricomoniasis (Trichomonas gallinae) descrito en paloma torcaz (Columba palumbus) en el sur de la península, en el cual se produjo la muerte de más de 2.000 aves (un 15% del total de la población) en apenas unos días (Höfle et al., 2004) o el de viruela aviar (Avipoxvirus) en una población de perdiz roja del sur de la Península Ibérica, donde encontraban más de un 40% de aves afectadas (Gortázar et al., 2002b; Buenestado et al., 2004). Queda patente el hecho de que las enfermedades son uno de los factores a tener en cuenta a la hora de analizar las causas de regresión de una especie. II.6.Enfermedades y parásitos de la perdiz A pesar de que las limitaciones logísticas y económicas dificultan el estudio en profundidad de muchas de las enfermedades que afectan a la perdiz, lo cual hace que la información publicada sea todavía escasa, a continuación se tratará de resumir las principales afecciones descritas en esta especie. II.6.1. Enfermedades de etiología vírica Dentro de las afecciones de etiología vírica descritas en la perdiz roja destaca sin duda el virus de la viruela aviar. Causado por un Avipoxvirus (familia Poxviridae), se presenta en dos formas clínicas; una forma cutánea, caracterizada por la aparición de nódulos proliferativos de aspecto verrugoso sobre la piel desprovista de plumas, y una forma diftérica, que consiste en la aparición de lesiones díftero-necróticas en la 13 mucosa de la boca y de las vías respiratorias y digestivas altas. La primera de estas presentaciones suele provocar escasas bajas, pero si se generaliza o deriva en la forma diftérica, puede dar lugar a una gran mortalidad. La transmisión puede ser directa, por contacto con descamaciones, secreciones o heces, a través del agua o por medio de dípteros, que pueden actuar como “vectores” mecánicos. La entrada del virus tiene lugar a través de pequeñas erosiones o heridas de la piel, mucosa oral o respiratoria donde se multiplica, dando origen a las lesiones características. Esta enfermedad ha sido descrito en Europa en numerosas especies de aves incluída la perdiz roja, para la que se han descrito casos en España con más de un 40% de aves afectadas (Gortázar et al., 2002b, Buenestado et al. 2004). Existen otras muchas afecciones víricas descritas en la perdiz roja tales como la enfermedad de New Castle, la enfermedad de Gumboro, la laringotraqueítis infecciosa, la bronquitis infecciosa o la enfermedad de West Nile, pero su frecuencia de presentación es mucho menor (ver Tabla 1). Tabla 1. Principales afecciones causadas por virus descritas en la perdiz roja (*Enfermedad de declaración obligatoria). Enfermedad Etiología Importancia Viruela aviar Avipoxvirus New Castle Paramyxovirus tipo 1 Gumboro Birnavirus Laringotraqueítis Herpesvirus alfa Cabeza Hinchada Pneumovirus Descrito en perdices silvestres en España. Altas mortalidades Descrito en perdices. EDO* Plan de erradicación. Altas mortalidades. EDO* Descrita en perdiz. EDO* Descrito en perdices silvestres en España. Bronquitis infecciosa Coronavirus Gripe aviar Virus Influenza West Nile Flavivirus Descrita en perdiz. EDO* Descrita en perdiz. EDO* Zoonosis altamente transmisible. Recientemente descrita en A. chuka.r Referencias Gortázar et al., 2002b Buenestado et al., 2004 Randi et al., 1985 OIE, 2007 Sacristán et al., 2005 OIE, 2007 OIE, 2007 Pizarro y Elices 1997 Cavanagh, 2005 OIE, 2007 Humberd et al., 2006 OIE, 2007 Hayes et al., 2005. OIE, 2007 CDC, 2007 14 II.6.2. Enfermedades de etiología bacteriana. Entre aquellas de etiología bacteriana, sobresaldría tanto por su frecuencia como por gravedad la colibacilosis. Esta enfermedad está producida por la enterobacteria Escherichia coli, presente de manera natural en el intestino de animales sanos, pero capaz de ocasionar graves mortalidades cuando prolifera en exceso o cuando aparecen cepas especialmente virulentas. Esta variable virulencia, así como las diferentes localizaciones de la bacteria van a condicionar la patogenia, síntomas o lesiones detectados. Los procesos que con mayor frecuencia van a afectar a las aves de cría o voladero cursan de la forma siguiente: Septicémica: Proceso rápido que conduce a la muerte del animal en un tiempo muy breve. Las lesiones más comunes se observan en el hígado con pequeños focos blanquecinos y músculos pectorales congestivos. Las canales están en buen estado de carnes lo que sugiere la rapidez del proceso. Digestiva: Se caracteriza por inapetencia, fiebre, plumas erizadas y abatimiento. Los animales presentan una diarrea intensa, blanquecina o negruzca, pastosa y mal oliente. Las lesiones se corresponden con una enteritis catarral aguda o hemorrágica, con presencia ocasional de depósitos de fibrina en hígado, sacos aéreos y pericardio. Coligranuloma: Proceso de evolución lenta que solo afecta a las aves, principalmente perdices y codornices. Clínicamente no se observa un cuadro evidente, salvo adelgazamiento progresivo, disminución del consumo de pienso, diarrea rebelde, y trastornos respiratorios que resultan en un goteo de bajas continuo. Todo ello lleva a que esta forma clínica sea un hallazgo de matadero o necropsia, en la que se observan nódulos blanco-amarillentos de tamaño variable (0,1-5 cm. de diámetro) que se disponen en cuentas de collar y tienen consistencia variable. Los coligranulomas se localizan en órganos como intestino, molleja, ciego, pulmones, hígado, etc. El contagio puede tener lugar a través del huevo, por vía respiratoria, por aguas o alimentos contaminados por lo que la higiene y desinfección es fundamental para evitar infecciones. 15 Esta afección es, sin lugar a dudas, la primera causa de bajas en las granjas de perdiz roja en España donde se controla mediante el uso, a menudo inadecuado, de antibióticos, lo cual da lugar a numerosas antibioresistencias que dificultan su control y que obligan en ocasiones a realizar el vacío sanitario de la explotación afectada. A nivel de campo, solamente aparecen casos en aves procedentes de sueltas para ojeos o caza intensiva, pero nunca en aves autóctonas. Aunque menos frecuentes, existen otras dos enfermedades descritas en la perdiz roja y que, por ser transmisibles al hombre, merecen ser consideradas. Una sería la Salmonelosis, causada por S. typhimurium, S. pullorum y S. gallinarum (Pennycot et al., 2002), especies todas transmisibles al hombre y que producen graves diarreas en perdices de granja. La otra zoonosis a tener en cuenta es la Tuberculosis aviar, producida por Mycobacterium avium y descrita en perdices silvestres del sur de la Península Ibérica (Millán et al., 2004c). Otras enfermedades bacterianas descritas en la perdiz roja son la pasterelosis, la clamidiosis, la micoplasmosis o el coriza contagioso pero su importancia en esta especie es mucho menor (ver Tabla 2). Tabla 2. Principales enfermedades causadas por bacterias descritas en la perdiz roja. (*Enfermedad de declaración obligatoria). Enfermedad Etiología Colibacilosis Escherichia coli. Salmonelosis Salmonella typhimurium, S. pullorum y S. gallinarum Mycobacterim avium Tuberculosis aviar Clostridiosis Clamidiosis Pasterelosis Micoplasmosis Importancia Frecuente en granjas. Resistencias. Referencias Revilla et al., 2006 Johnson et al., 2003 Sharma et al., 1980 Zoonosis. Frecuente en granja. Zoonosis. Millán et al (2004c) Descrita en perdices silvestres. Clostridium perfringens Zoonosis. Stuve et al. 1992 Descrita en galliformes silvestres. Chlamydia psittaci Zoonosis. Erbeck y Nunn 1999 Descrita en galliformes. OIE, 2007 EDO*. Pasteurella multocida tipo A, Descrita en perdices. Cucco et al., 2007 serotipos 3, 5 y 7 Frecuente en granja. Graves pérdidas. Mycoplasma gallisepticum, Descrita en perdices. Cookson and M. imitans, o M. synoviae EDO*. Shivaprasad 1994 OIE, 2007 16 II.6.3. Enfermedades de etiología parasitaria. Dentro de las enfermedes producidas por parásitos destacaría por su frecuencia de presentación la infección por cocciddios en aves de granja (APROCA, 2004; Revilla et al., 2006). Se han descrito numerosas especies de coccidio en la perdiz roja, todas ellas incluídas en el género Eimeria (Tabla 3). La forma de presentación son diarreas de gravedad variable que pueden originar graves pérdidas económicas (APROCA, 2004). La transmisión se lleva a cabo por ingesta de ooquistes esporulados con la comida o el agua (Melhorm, 1992) , motivo por el cual la presentación suele limitarse a las aves alojadas en los parques de vuelo, ya que los ejemplares reproductores se mantienen en jaulas elevadas que cortan los ciclos parasitarios. Actualmente, la mayoría de las granjas suministran de manera preventiva coccidostáticos rutinariamente en el pienso o el agua de bebida, lo cual consigue disminuir las pérdidas económicas pero supone un handicap cuando las aves son liberadas al campo, ya que con el cese de los tratamientos se produce un incremento de la excreción de ooquistes con el consiguiente riesgo tanto para las aves liberadas como para las silvestres de la zona en que se efectue la suelta (Villanúa et al., 2006). En el campo, las coccidiosis suelen aparecer con la llegada de las lluvias en el inicio del otoño, aunque tan sólo originan patología en aquellas fincas intensamente manejadas donde se produce un fuerte hacinamiento en torno a comederos y bebederos (datos propios). Otros protozoos que en ocasiones se identifican en la perdiz roja serían los flagelados del género Trichomonas, Histomona meleagridis y varias especies de hemoparásitos (Leukozytozoon sp., Haemoproteus sp.), aunque son mucho menos frecuentes. Tabla 3. Principales especies de coccidios descritos en la perdiz roja. Nematodo Referencias Eimeria sp. Hernandez-Rodriguez et al., 1974; Cordero del Campillo et al., 1994. Eimeria coturnicis Romero, 1974; Cordero del Campillo et al., 1994. Eimeria gonzalezi Lizano y Romero, 1972; Cordero del Campillo et al., 1994 . Eimeria kofoidi Lizano y Romero, 1972; Cordero del Campillo et al., 1994 Eimeria legionensis Cordero del Campillo y Pla, 1965; Hernandez-Rodriguez et al., 1974 Eimeria padulensis Romero, 1974; Romero y Lizano, 1974; Cordero del Campillo et al., 1994. Eimeria phasiani Romero, 1974; Cordero del Campillo et al., 1994. Eimeria procera Romero, 1974; Reina et al., 1992 ; Cordero del Campillo et al., 1994. 17 El grupo de los nematodos es para el cual se han descrito más especies parasitando a la perdiz (Tabla 4). La presencia de unas u otras está condicionada por el sexo o edad de las aves parasitadas (Millán et al., 2004d), diversos factores geográficos (Calvete et al., 2004), la densidad del perdices (Calvete et al., 2004) o por el hecho de que se trate de aves silvestres o criadas en granja (Millán et al., 2004 a y b). En las aves de granja, las especies detectadas acostumbran a ser aquellas de ciclos monoxenos (Millán et al 2004a) y dentro de estas, las diferentes especies del género Heterakis (principalmente H. gallinarum) y los capilaridos E. contortus y C. caudinflata, serían probablemente los más frecuentemente identificados (datos propios). Las parasitaciones por Heterakis no suelen mostrar clínica, a no ser que se acompañen de la infección por Histomona. Por el contrario C. caundinflata produce graves diarreas con importantes mortalidades y pérdidas económicas (APROCA, 2004). En las poblaciones silvestres, las especies presentes suelen ser de ciclos heteroxenos, es decir, que requieren un hospedador intermediario para completar sus ciclos (Millán et al., 2004a). Aunque, como ya se comentó anteriormente, la presencia de una u otra especie se ve influenciada por numerosos factores (Calvete et al., 2004; Millán et al., 2004d), Cheilospirura gruveli sería tal vez la más frecuente (ver referencias de tabla 2), aunque resulta difícil saber si ocasiona patología y la importancia de esta. 18 Tabla 4. Principales nematodosis descritas en el género Alectoris. (A. rufa=r, A. graeca= g , A. chukar=c, A. barbara=b) Nematodo Referencias Acuaria sp. Masala, 1986 Acuaria gruweli Tarazona et al., 1979 Acuaria harmulosa Belleau y Leonard, 1978 Acuaria spinosa Akhumyan y Khanbegyan, 1982 b r g g b Allopoda spp. Masala, 1986 Aonchoteca caudinflata Tarazona et al., 1979 ; Millán et al., 2004a ; Foronda et al., 2005 r r b r Ascardia sp. Calvete et al., 2004 Ascaridia comprar Gozdev, 1956 ; Millán et al., 2004a Ascaridia galli Tibbits y Babero, 1969 ; Reina et al., 1992 ; Millán et al., 2004a ; Foronda et al., 2005 g r c r r b r Aviosperpens mosgovoyi Cordero del Campillo et al., 1994 Baruscapillaria obsignata Foronda et al., 2005 Baylisascaris larvae Sass y Gorgacz, 1978 Capillaria spp. Govoni y Maestrini, 1979 ; Githkopoulos, 1984 ; Belleou y Leonard, 1991 ; Reina et al., 1992 b g r c g Capillaria anatis Calvete et al., 2003 r Capillaria caudinflata Calvete et al., 2004 r Capillaria contorta Githkopoulos, 1984 ; Reina et al., 1992 ; Pizarro et al., 2000 ; Calvete et al., 2003 Capillaria obsignata Varela, 1974 ; Masala, 1986 ; Reina et al., 1992 ; Calvete et al., 2004 c r r b r r r r c Capillaria phasianina Githkopoulos, 1984 Cheilospirura gruvelli Gozdev, 1956 ; Varela, 1974 ; Calvete et al., 2003 ; Calvete et al., 2004 ; Millán et al., 2004a g r Cheilospirura spinosa Koroglu y Tasan, 1996 Cyrnea eurycerca Gozdev, 1956 r r r g g r Cyrnea parroti Varela, 1974 Cyrnea seurati Millán et al., 2004a r Eucoleus contortus Millán et al., 2004a r Eucoleus annulatus Foronda et al., 2005 Eustrongyloides mergorum Cordero del Campillo et al., 1994 b r c Canguleterakis sp. Vasilev, 1992 Canguleterakis altaica Gozdev, 1956 ; Vasilev, 1992 g c c Canguleterakis macroura Vasilev, 1992 Canguleterakis tenuicaudata Tarazona et al., 1979 ; Belleau y Leonard, 1991 ;Vasilev, 1992 r g c c Heterakis sp. Vasilev, 1992 Heterakis dispar Heterakis tenuicauda Varela, 1974 ; Reina et al., 1992 ; Koroglu y Tasan, 1996 g r r b Gozdev, 1956 ; Varela, 1974 ; Tarazona et al., 1979 ; Masala et al., 1986 ; Belleau y g r g r Leonard, 1991 ; Reina et al., 1992 ; Koroglu y Tasan, 1996 ; Calvete et al., 2003 ; Calvete et r r b al., 2004 ; Millán et al., 2004a ; Foronda et al., 2005 r r r r Tarazona et al., 1979 ; Calvete et al., 2003 ; Calvete et al., 2004 ; Millán et al., 2004a Oxyspirura schulzi Gozdev, 1956 Oxyspirura rijikovi Borgarenko, 1970 Seudocyrnea colini Koroglu y Tasan, 1996 g Seudocyrnea eurycerca Koroglu y Tasan, 1996 g Heterakis gallinarum r r g g g c Streptocara crassicauda Vasilev, 1992 Strongylida sp. Reina et al., 1992 r g Subulura brumpti Gozdev, 1956 Subulura coturnicis Akhumyan y Khanbegyan, 1982 g g Subulura differens Koroglu y Tasan, 1996 Subulura suctoria Varela, 1974 ; Tarazona et al., 1979 Calvete et al., 2003 ; Calvete et al., 2004 Tetrameres sp. Calvete et al., 2003 Tetrameres timopheevoi Trichostrongylus tenuis r r r r r g Gozdev, 1956 r b r r Tarazona et al., 1979 ; Masala et al., 1986 ; Calvete et al., 2003 ; Calvete et al., 2004 ; Millán r et al., 2004a 19 r Con los cestodos sucede algo semejante a lo mencionado con los nematodos, y diversos factores condicionan la presencia de las diferentes especies (Calvete et al., 2004; Millán et al., 2004a, b y d). El número de especies descritas en la perdiz es bastante elevado (Tabla 5) y su presencia relativamente frecuente. Las especies más habitualtemente encontradas serían tal vez Raillietina (R.) tetragona y Rhabdometra nigropunctata en aves silvestres (Calvete et al., 2003; Millán et al., 2004a; datos propios) y Skryabinia bolivari en aves de granja (Millán et al., 2004a; datos propios). Aunque a menudo se encuentre aves parasitadas por estos vermes sin patología aparente, las cestodosis pueden ocasionar un alto número de bajas en aquellas granjas con higiene insuficiente o incluso en fincas en las que se den altas concentraciones de aves en torno a bebederos y comederos (Revilla et al., 2006). Tabla 5. Principales cestodosis descritas en el género Alectoris. (A. rufa=r, A. graeca= g, A. chukar=c, A. barbara=b) Cestodo Hymenolepis spp. Referencias r b g c Tarazona et al., 1979 ; Masala et al.,1986 ; Belleauy Léonard, 1991 ;Vasiliev, 1992 ; Cordero r r r del Campillo et al., 1994 ; Calvete et al., 2003 ; Calvete et al., 2004 ; Millán et al., r b 2004a ;Foronda et al., 2005 g g Gozdev, 1956 ; Belleau y Léonard, 1991 Hymenolepis carioca Masala et al., 1986 Hymenolepis graeca Mesocestoides sp. Johri, 1960 g r r r Gozdev, 1956 ; Varela, 1974 ; Tarazona et al., 1979 ; Calvete et al., 2004 ; Foronda et al., b 2005 r Millán et al., 2003b Metroliasthes sp. Masala et al., 1986 Metroliasthes lucida Belleau y Leonard, 1991 Choanotaenia infundibulum Lyruterina nigropunctata g g b g r Paradicranotaenia anormales Tarazona et al., 1979 Raillietina bolivari Calvete et al., 2003 Raillietina cesticillus Masala et al., 1986 ; Calvete et al., 2004 r b r g Raillietina circumvallata Gozdev, 1956 Raillietina echinobothrida Masala et al., 1986 ; Calvete et al., 2004 b r g Raillietina friedbergeri Akhumyan y Khanbegyan, 1982 Raillietina graeca Gozdev, 1956 g Raillietina korkei Gozdev, 1956 g Raillietina micracantha Tarazona et al., 1979 Raillietina skrjabini Akhumyan y Khanbegyan, 1982 r b r Tarazona et al., 1979 ; Masala et al.,1986 ; Cordero del Campillo et al., 1994 ; Koroglu y g r r r Tasan, 1996 ; Reina et al., 1999 ; Calvete et al., 2003 ; Calvete et al., 2004 ; Millán et al., r 2004a g Akhumyan y Khanbegyan, 1982 Raillietina (R.) tetragona Rhabdometra dogieli Rhabdometra nigropunctata r g r Tetrathyridium variable Calvete, et al., 2003 r r g López-Neyra, 1947; Varela, 1974 ; Tarazona et al., 1979 ; Akhumyan y Khanbegyan, 1982 ; r r r Illescas and Gómez, 1987 ; Cordero del Campillo et al., 1994 ; Calvete et al., 2004 ; Millán et r al., 2004a g Gozdev, 1956 Variolepis farciminosa Smith, 1986 Skryabinia bolivari g 20 Por último hay que mencionar al grupo de los trematodos, del cual se han descrito un menor número de especies parasitando a la perdiz (Tabla 6) pero que, en determinadas zonas, pueden ser unos de los helmintos más frecuentemente encontrados (Calvete et al., 2003). Tabla 6. Principales trematodosis descritas en el género Alectoris. (A. rufa=r, A. graeca= g , A. chukar=c, A. barbara=b) Trematodo Referencias Brachylaemus sp. Tarazona et al., 1979 ; Millán et al., 2004a r g r r Brachylaima fuscatus Gozdev, 1956 ; Perrucci et al., 1997 Conspicuum alectoris Varela, 1974 Corrigia corrigia Gozdec, 1956 Corrigia skrjabini Dicrocoelium petroni Akhumyan y Khanbegyan, 1982 r r r Cordero del Campillo et al., 1994 ; Calvete et al., 2003 ; Calvete et al., 2004 ; Millán et al., r 2004a c Vasilev, 1992 Hypoderaeum conoideum Vasilev, 1992 Postharmostomum gallinum Gozdev, 1956 g Tamerlania zarudnyi Gozdev, 1956 g Dicrocoelium sp. r g g c 21 II.7.Las repoblaciones como herramienta de gestión. A pesar de la caída de las poblaciones de perdiz roja, la presión cinegética que se ejerce sobre esta especie no ha descendido, sino que ha aumentado espectacularmente durante los años 60 y 70 y de manera más suave pero continua durante las últimas décadas (Vargas y Duarte, 2002). Además, el mercado cinegético actual, cada vez más orientado al consumidor urbano, necesita evitar la pérdida de clientela en años de poca producción natural de perdiz (Figura 4). Para satisfacer esta creciente demanda, que supera con mucho la capacidad de producción de las mermadas poblaciones naturales, muchos gestores o propietarios de terrenos cinegéticos han optado por la suelta de aves criadas de granja. Figura 4. Perdices cazadas por unidad de esfuerzo (100 cazadores y día) en el Coto Social de Azuara, Zaragoza. Promedios para las tres primeras jornadas de caza de cada año. Fuente: DGA. Estos resultados de caza se correlacionan con las precipitaciones en primavera (rs=0.64, n=10, p<0.05). En años con poca perdiz natural, el recurso a las sueltas de perdiz de granja es frecuente. Categorized Plot for Variable: PERDCAZA 110 PERDCAZA 90 70 50 30 10 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 ±1.96*Std. Err. ±1.00*Std. Err. Mean AÑO Este tipo de actuación se ha generalizado de tal manera que, a día de hoy, es difícil estimar el número de perdices de granja liberadas anualmente en nuestro país. Si hace pocos años se hablaba de cifras en torno a los 3 ó 4 millones de aves (Tejedor et al. 1999, Gortázar et al. 2000, Baragaño y Otero 22 2001, Millán et al 2003a), existen sospechas de que las cifras reales superen los 10 millones de ejemplares por año. Si tenemos en cuenta los datos de las estadísticas oficiales de caza que, como se comentó anteriormente, cifraban en torno a los 3,5 millones las perdices capturadas anualmente (Baragaño y Otero 2001), podemos darnos cuenta de la importancia alcanzada por las sueltas de aves de granja en la actualidad. II.6.1. Viabilidad de las repoblaciones En el uso de las perdices de granja cabe distinguir dos alternativas: (1) los refuerzos de poblaciones naturales para aumentar la población estable (“repoblaciones” o refuerzos poblacionales según la terminología de la UICN), y (2) las “sueltas” para caza inmediata o refuerzos de caza, típicos de los cotos comerciales o intensivos. Entre ambas cabe encontrar diversas situaciones intermedias, como por ejemplo el refuerzo de poblaciones naturales en las primeras jornadas a fin de aliviar la presión cinegética sobre las perdices salvajes, tal como ocurre en algunos cotos del Valle del Ebro, o la “repoblación” con perdices juveniles en verano para su adaptación al terreno de cara a los ojeos de otoño, manejo frecuente en Castilla – La Mancha. La viabilidad de las repoblaciones con aves de granja con fines cinegéticos es en general muy baja, y normalmente incapaz de recuperar las poblaciones silvestres (Hessler et al.,1970; Birkan, 1971; Leránoz y Castien, 1989; Dowell, 1992; Robertson, 1988; Brittas et al., 1992; Sodeikat et al., 1995; Capelo y Pereira, 1996; Gortázar et al., 2000; Millán et al., 2002; Pérez et al., 2004; Alonso et al., 2005). No obstante, la suelta masiva de perdices de granja, acompañada de un manejo intensivo del hábitat incluyendo el aprovisionamiento artificial con agua y alimento, y segruamente de un intenso control de la predación con sus consiguientes conflictos, puede dar lugar a poblaciones densas semi-naturales. Existen ejemplos de esta situación en diversos terrenos de Castilla – La Mancha. En la mayoría de los trabajos científicos en los que se ha evaluado la supervivencia y las causas de muerte de las aves liberadas se ha llegado a la conclusión de que el zorro es el principal responsable del fracaso de las mismas (Papeschi et al., 1993; Gortázar et al., 2000; Millán et al. 2003). 23 Múltiples factores, tales como la falta de comportamiento antipredatorio debido al crecimiento en cautividad (Csermely et al.,1983) o el efecto de los parásitos (Millán et al. 2002), favorecen el alto grado de predación por parte de este carnívoro. Por otra parte, una repoblación supone la presencia una alto número de presas débiles en un área relativamente pequeña, condiciones óptimas para que se dé el fenómeno conocido como “predación múltiple” ó “síndrome del gallinero” (Gortazar et al., 2000; Short et al. 2002)(ver Figura 5). Este fenómeno se define como la muerte de presas a un ritmo mucho mayor de lo que un carnívoro puede consumir en determinado momento (Kruuk, 1972), y es frecuente en carnívoros oportunistas como el zorro (Dowell, 1992). Figura 5. Ejemplo de predación múltiple en perdiz. Probabilidad media de supervivencia de las perdices de repoblación en función de la forma de suelta en Azuara, Zaragoza. Estimas de Kaplan-Meier. (Modificado de Gortázar et al. 2000) Además del efecto de los depredadores, las perdices criadas en granja presentan un menor desarrollo de su tracto digestivo y corazón (Millán et al., 2001), lo cual condicionaría notablemente tanto su capacidad para asimilar los recursos alimentarios presentes en el campo como su capacidad de vuelo y por lo tanto de huída. 24 Por último hay que tener en cuenta que las perdices en granja están expuestas a una serie de parásitos que, como se ha demostrado en trabajos previos, son diferentes a los presentes en las poblaciones naturales (Millán et al., 2003, 2004). La liberación al campo de estas aves supone, por una parte, el cese de los tratamientos sanitarios que controlaban a los patógenos propios de la granja, y por otra, la exposición a nuevos patógenos con los que no habrían tenido contacto previo. Si a esto añadimos la inmunodepresión causada por el estrés de la suelta, parece lógico pensar que la capacidad de respuesta de las aves de granja frente a las enfermedades va a ser muy baja, y que éste va a ser un factor muy importante a la hora de mermar la supervivencia de las aves liberadas (Villanúa et al., 2006). II.6.2. Las hibridaciones. A pesar de estar terminantemente prohibido por la ley, se han venido empleando para repoblar híbridos entre perdiz roja y perdiz chukar (Alectoris chukar), debido a su elevada productividad en cautividad (Padrós, 1991), y a que en su segunda generación son prácticamente indistinguibles por rasgos externos de la auténtica perdiz roja (Negro et al., 2001; Millán et al. 2001). Esta práctica se ha generalizado de tal manera que a día de hoy resulta difícil encontrar poblaciones silvestres puras y mucho menos granjas sin contaminación genética (Dávila, 2005) lo cual supone un grave problema para la conservación de la especie. II.6.3. Riesgos sanitarios asociados. Si, como se comentaba en el punto anterior, las diferencias existentes entre los parásitos propios de granja y los del campo pueden suponer un riesgo para la viabilidad de las repoblaciones, la liberación de aves parasitadas podría suponer un riesgo para las poblaciones silvestres. De hecho, la posible transmisión de enfermedades de los animales liberados a las poblaciones silvestres es uno de los puntos más importantes a la hora de valorar la idoneidad de un programa de repoblación (Viggers et al., 1993). Trabajos previos llevados a cabo por Millán y colaboradores (2004 a y b) mostraron 25 como la parasitofauna de las perdices de granja era totalmente diferente de la que aparecía en las poblaciones silvestres. Así, las aves de granja aparecían parasitadas por especies monoxenas, es decir, de ciclo directo; mientras que en las silvestres se identificaban parásitos heteroxenos, esto es, de ciclo indirecto. Estas diferencias se explicarían por el hecho de que, en las condiciones de granja, las perdices no tendrían acceso a los invertebrados necesarios para cerrar los ciclos de los parásitos heteroxenos. A la inversa, la menor agregación existente en el campo dificultaría la transmisión de las especies monoxenas. Teniendo en cuenta estas diferencias, Millán et al., (2004 a y b) sugerían el grave riesgo que la liberación de aves parasitadas al campo podría tener para las poblaciones silvestres, ya que estarían introduciendo nuevos patógenos con los que no habrían tenido contacto previo y para los cuales es de esperar que tuviesen una mayor susceptibilidad. Un ejemplo lo constituye el caso de las sueltas de faisán (Phasianus colchicus) y el descenso de las poblaciones naturales de perdiz pardilla (Perdix perdix) en el Reino Unido. Los estudios llevados a cabo por Tompkins et al. (1999, 2000, 2001) sugirieron que el nematodo intestinal Heterakis gallinarum tenía un efecto muy negativo sobre la condición física de la perdiz pardilla, mientras que resultaba prácticamente apatógeno para el faisán. Ello daría lugar a una competencia aparente entre el faisán y la perdiz pardilla, mediada por este parásito. Esta competencia mediada por un parásito podría ser parcialmente responsable del importante descenso sufrido por las poblaciones de pardilla del Reino Unido (Tompkins et al., 1999, 2000, 2001). Si se trasladan estas hipótesis a nuestro caso, la liberación masiva de perdices de granja podría, lejos de solucionar la caída de las poblaciones naturales de la especie, estar añadiendo un nuevo problema a su conservación. 26 II.8. Bibliografía 1. Aebisher, N. J. y Potts, G. R. (1994). Red–legged partridge. In: Tucker, G. M. y Heath, M. F., Birds in Europe. Their Conservation Status. Birdlife Conservation Series nº3, Birdlife International, Cambridge, UK. 2. 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OBJETIVOS La presente Tesis Doctoral ha sido concebida bajo un enfoque eminentemente práctico, tratando de responder a las dudas de carácter sanitario que se le plantearían a cualquier persona interesada en la conservación de la perdiz roja y que barajase la posibilidad de recurrir a las sueltas de aves de granja como herramienta para recuperar las poblaciones naturales. La primera pregunta sería probablemente la siguiente: ¿Qué riesgos sanitarios podría tener la liberación de las perdices criadas en cautividad? Dado que una tesis anterior demostró marcadas diferencias entre las parasitocenosis de las perdices de granja y las perdices natrales (Millán 2004 a y b), mediante el estudio parasitológico de las perdices cazadas en fincas con distintos modelos de gestión, se trata de constatar o desmentir la introducción de nuevos parásitos en el medio mediante las sueltas de perdiz de granja. Este objetivo se desarrolla en el capitulo 1. En caso de demostrase que realmente las aves liberadas pueden introducir nuevos parásitos en el campo, una de las posibles soluciones sería la de la de liberar aves que no estuviesen infectadas. Para ello deberíamos contar con un método seguro que nos permitiese identificar a las aves parasitadas, lo cual nos plantearía la siguiente pregunta: ¿Son los controles llevados a cabo actualmente en las granjas de perdiz roja suficientemente eficaces como para evitar esta introducción de parásitos? Para responder a esta pregunta se ha realizado una experiencia controlada donde se comparan los resultados de los análisis coprológicos realizados a las mismas aves a distintas horas del día y con distintos tipos de heces, con el fin de detectar los posibles fallos del método de control seguido en la actualidad. Este objetivo se desarrolla en el capitulo 2. Si los controles actuales fuesen insuficientes para garantizar que las aves liberadas no son portadoras de parásitos, el siguiente paso sería el de plantear el tratamiento de todas las aves antes de la suelta para así asegurar que lleguen al campo desparasitadas. Esta actuación plantearía la siguiente pregunta: ¿Son los tratamientos antiparasitarios actuales suficientemente eficaces como para evitar la introducción de parásitos en el campo a través de 38 sueltas de perdiz roja? Nuevamente se ha diseñado un experimento controlado con el que poder evaluar la efectividad del Albendazol, uno de los antihelmínticos más frecuentes en las granjas de perdiz, como tratamiento frente a Aonchoteca caudinflata y Heterakis gallinarum, dos de los nematodos más frecuentes en las perdices de granja pero generalmente ausentes en las poblaciones silvestres. Este objetivo se desarrolla en el capitulo 3. Como en numerosos acotados la perdiz roja cohabita con otras especies de aves, algunas de ellas en grave peligro de extinción, habría que plantearse analizar también el efecto que las suletas de pediz de granja podría tener sobre las mismas. Así pués, la pregunta que se nos plantearía sería la siguiente: ¿Podrían las sueltas de perdices tener consecuencias negativas sobre el estado sanitario de otras especies silvestres? Mediante el caso práctico de un sisón (Tetrax tetrax) capturado en una zona donde anualmente se liberan miles de perdices de granja, se trata de demostrar el riesgo que estas repoblaciones podrían tener para otras especies. Este objetivo se desarrolla en el capitulo 4. Por último, y tras haber obtenido unos resultados que desaconsejasen la repoblación con perdiz de granja, cabría preguntarse ¿Es posible recuperar la perdiz roja sin sueltas de granja? Para responder a esta cuestión se analizan los datos obtenidos en un seguimiento de las abundancias de perdiz en Aragón, tratando de identificar los factores que podrían estar causando el descenso de las poblaciones, con el fin de poder atajar el problema desde su inicio, sin tener que recurrir a la liberación de aves criadas en granja. Este objetivo se desarrolla en el capitulo 5. 39 Así pues, los objetivos de la presente tesis se podrían resumir en las siguientes preguntas: IV.1. ¿Son realmente las repoblaciones con aves de granja un foco de introducción de nuevos parásitos en las poblaciones silvestres de perdiz roja? IV.2. ¿Son los controles llevados a cabo actualmente en las granjas de perdiz roja suficientemente eficaces para evitar la introducción de parásitos? IV.3. ¿Son los tratamientos antiparasitarios actuales suficientemente eficaces en la perdiz roja como para evitar la introducción de parásitos en el campo? IV.4. ¿Podrían las sueltas de perdices tener consecuencias negativas sobre el estado sanitario de las especies amenazadas? IV.5. ¿Existen otras alternativas para recuperar la perdiz roja? 40 IV. CAPITULO 1 Las repoblaciones con aves de granja como fuentes de introducción de parásitos en las poblaciones silvestres de perdiz roja. Sanitary risks of red-legged partridge releases: introduction of parasites. European Journal of Wildlife Research. Villanúa, D., Pérez-Rodríguez, L., Casas, F., Alzaga, V., Acevedo, P. and Gortázar, C. (Aceptado). 41 IV. CAPITULO 1 Las repoblaciones con aves de granja como fuentes de introducción de parásitos en las poblaciones silvestres de perdiz roja. Sanitary risks of red-legged partridge releases: introduction of parasites. European Journal of Wildlife Research. Villanúa, D., Pérez-Rodríguez, L., Casas, F., Alzaga, V., Acevedo, P. and Gortázar, C. (Aceptado). RESUMEN Se ha estudiado la parasitofauna y la condición física de 99 perdices rojas (Alectoris rufa) cazadas en Ciudad Real (zona centro de España). Cuarenta y seis de ellas procedían de dos fincas de caza donde anualmente se lleva a cabo la suelta de un importante número de perdices de granja. Las cincuenta y tres restantes fueron muestreadas en fincas naturales en las que no se realizan repoblaciones con aves de granja y de localización próxima a las fincas con suelta. Se identificaron cuatro nematodos (Heterakis gallinarum, Aonchoteca caudinflata, Eucoleus contortus y Cheilospirura gruveli) y dos cestodos (Raillietina (R.) tetragona y Skryabinia bolivari). Las fincas con sueltas de perdiz de granja presentaron una mayor diversidad de especies de parásitos, con mayores prevalencias e intensidades de parasitación para todos los helmintos encontrados. Tres de estas especies son típicas de aves criadas en granja y dos de ellas, A. caundinflata y S. bolivari, fueron encontradas parasitando aves adultas, lo cual pone de manifiesto la introducción de estos helmintos en la población natural reproductora. Las aves muestreadas en las fincas naturales mostraron una condición física mejor que la de las de la zona con sueltas, pero esta relación aparentemente no estaba relacionada con la parasitación. Los resultados obtenidos sugieren que la suelta de aves de granja, práctica cada vez más común en los cotos de caza españoles, puede suponer un riesgo para la conservación de la poblaciones naturales, ya que se estarían introduciendo nuevos patógenos al medio. Sin embargo, los resultados sugieren también que, a día de hoy, el simple cese de las sueltas podría tal vez 42 resultar suficiente para evitar la incorporación permanente de dichos patógenos al medio. ABSTRACT We studied the helminth community and body condition of 99 hunter harvested red-legged partridges (Alectoris rufa) from Ciudad Real (Central Spain). Forty six were sampled in two game estates where an important number of farm-reared red-legged partridges are released yearly. The remaining 53 were obtained from natural wild populations adjacent to one of the estates with releases. Four nematode species (Heterakis gallinarum, Aonchoteca caudinflata, Eucoleus contortus and Cheilospirura gruveli) and two cestode species (Raillietina (R.) tetragona and Skryabinia bolivari) were identified. The managed areas showed higher parasite diversity, with higher prevalences and intensities for all helminths found. Three of these species were typical of farm-bred partridges and two of these, A. caundinflata and S. bolivari, were found parasitizing adult partridges. This suggests introduction of these helminths into the breeding population of managed states. The birds sampled in the nonmanaged estates showed a better body condition, but no relation with parasite infection was found. Our results suggest that the release of farm reared red-legged partridges, a strategy that is becoming a common practice in Spanish hunting areas, poses risk to wild populations because of introducing parasites. However, these results also suggest that simply stopping releases may be a good way to remove locally those parasites from populations. KEYWORDS: Alectoris rufa, condition, helminths, restocking, Spain INTRODUCTION The red-legged partridge (Alectoris rufa) is the most abundant game bird in the Iberian Peninsula, and its hunting is one of the most important economical and social activities in central Spain (Bernabeu 2000). During the last decades, natural populations of this game bird have declined in most of its distribution range (Aebischer and Potts 1994). In Spain, only declines have been 43 documented (Gortázar et al. 2002, and references therein). The strategy of many hunting estate managers to overcome this decline has been releasing farm reared birds. Previous studies evidenced differences between the parasites found in farmed and those found in wild red-legged partridges (e.g. Millán et al. 2004a). Regarding helminths, monoxenous species were more abundant in farms and heteroxenous parasites in natural populations (Millán et al. 2004b, 2004c). These differences can negatively affect autochthonous populations in the managed areas, due to the probably limited previous contact with these pathogens. In fact, potential disease transmission from released animals to wild populations is one of the most important points to be considered in restocking programs (Viggers et al. 1993). As an example, the annual release of farmed ring necked pheasants (Phasianus colchicus) in the United Kingdom is believed to maintain or even increase Heterakis gallinarum burdens in the wild pheasant population (Draycott et al. 2000), which in turn could be one of the factors involved in the grey partridge Perdix perdix decline (Tompkins et al. 2001). However, the survival of released red-legged partridges is low (see Birkan 1977; Capelo and Pereira 1996; Gortázar et al. 2000; Duarte and Vargas 2004), and this could be limiting pathogen transmission between farmed and wild birds. Thus, the aim of the present study was to confirm if parasites could be effectively introduced into the field by farm reared red-legged partridge releases. MATERIAL AND METHODS Study area The study was performed in four game estates, ranging from 1009 Ha. to 3145 Ha., located in Ciudad Real (Central Spain, 30T, X419903/Y 4313925). Habitat is characterized by undulated farmland of wheat and barley crops with olive trees and vineyard patches. Most cereals are cultured by a traditional twoyear rotation system. The red-legged partridge is the most important game species in these hunting areas, although other game species like the Iberian hare (Lepus granatensis) or the feral pigeon (Columba livia) are present. The red fox (Vulpes vulpes) is the most abundant predator, but feral cats (Felis catus) and dogs 44 (Canis familiaris), montagu´s harrier (Circus pygargus), marsh harrier (Circus aeruginosus), buzzards (Buteo buteo) and golden eagle (Aquila chrysaetos) can prey on red-legged partridges. Moreover, the study area holds important populations of several species of steppe birds, such as great bustard (Otis tarda), little bustard (Tetrax tetrax), pin-tailed sandgrouse (Pterocles orientalis), or stone curlew (Burhinus oedicnemus). Two of the sampled game estates followed an intensive management model with more than 2,000 farm reared partridges released yearly. The other two consisted of wild populations where no restocking with captive-bred game-birds was performed in the last ten years, and that were adjacent to one of the managed states. Study animals A total of 99 hunter-harvested red-legged partridges were sampled, 46 from the managed areas and 53 from the wild populations. All birds were weighed using a 1000 g Pesola® precision balance (±5 grams) and left tarsus length was measured using a caliper (±0.01 mm). All measures were taken by the same person (LPR). Sex and age were determined in the field according to the morphological description of Sáenz de Buruaga et al. (2001), but were confirmed by examination of the gonads and the bursa of Fabricius. We tried to obtain a sex- and age-ratio next to 50% in our sample. Partridge body condition was estimated using two different measurements: the pectoral muscle thickness (PMT), measured using a portable ultrasonic meter (Krautkramer USM 22 device) (Pérez-Rodríguez et al. 2006) and the residuals of the regression of the body mass on the cube of tarsus length (RBMTL)(Andersson 1992). Laboratory methods The digestive tract was opened longitudinally, and the content was collected for parasite isolation. The digestive tract was soaked overnight in water to allow the liberation of any parasite that could be attached to the mucosa. The liver was cut into 3 mm slices and put into water to allow the visual inspection for trematodes. The samples obtained were examined by means of a stereomicroscope and the detected worms were counted and stored in 70 % 45 ethanol before identification. The identification of the parasites was done according to López-Neyra (1947), Skryabin (1991) and Melhorn et al. (1992). Statistical analysis We used Mann-Whitney’s U test to evaluate the influence of management (natural versus restocking), sex and age on parasite diversity, parasite burdens, and body condition; and Chi2 tests to evaluate the influence of these factors on parasite prevalence. The possible relationship between the parasite burdens and body condition was tested with Spearman’s correlation test. RESULTS Four nematode species (Heterakis gallinarum, Aonchoteca caudinflata, Eucoleus contortus and Cheilospirura gruveli) and two cestode species (Raillietina (R.) tetragona and Skryabinia bolivari) were identified. No trematodes were detected. Heterakis gallinarum, Cheilospirura gruveli and Raillietina (R.) tetragona were found in both different management strategies. Aonchoteca caudinflata Eucoleus contortus and Skryabinia bolivari were only found in the managed areas. Helminth diversity was significantly higher in the managed areas (0.38±0.58 species per host) than in the natural ones (0.06±0.23)(Z=-3.53; p<0.001). In the case of parasites found in both management models, their prevalence was higher in the managed areas, but these differences reached the significance level only in the case of H. gallinarum (Table 1). Table 1. Helminth prevalences found in red-legged partridges from two different management models and significance level of the differences (Chi2 test). Wild (n=53) Managed (n=45) Mean p 3.77 % 17.39 % 5.01 <0.05 Aonchoteca caudinflata 0% 6.52 % 3.56 ns Eucoleus contortus 0% 2.17 % 1.16 ns Cheilospirura gruveli 1.89 % 10.87 % 3.49 ns Raillietina tetragona 3.77 % 6.66 % 0.42 ns 0% 4.44 % 2.4 ns Heterakis gallinarum Skryabinia bolivari 46 The intensities of these parasites followed the same trend, but in this case the significance level was reached by H. gallinarum and Ch. gruveli (Table 2). Table 2. Helminth burdens found in red-legged partridges from the two different management models and significance level of their differences by the Mann-Whiney U test. Wild (n=53) Managed (n=45) Mean min-max SD Mean Heterakis gallinarum 0.04 0-1 0,19 0.36 Aonchoteca caudinflata 0.00 0 0,00 Eucoleus contortus 0.00 0 Cheilospirura gruveli 0.13 Raillietina tetragona Skryabinia bolivari min-max SD F p 0-5 0.93 -1,22 <0.05 0.18 0-3 0.68 -1,89 ns 0,00 0.04 0-2 0.30 -1,08 ns 0-7 0,96 1.89 0-30 6.82 -2,17 <0.05 0.13 0-4 0,68 0.40 0-8 1.61 -0,67 ns 0.00 0 0,00 0.91 0-30 4.72 -1,54 ns No relationships were found between parasite burdens and the two body condition indexes pectoral muscle thickness, PMT, and regression residuals of the body mass on the cube of tarsus length, RBMTL (Spearman correlation tests, rs-0.31 - 0.28, p>0.05). PMT was higher in the wild populations (26.5±2.4 mm) than in the managed areas (24.3±3.1 mm)(Figure 1), but this difference was only significant in the case of juvenile males (Table 3). No differences were found in the RBMTL. Table 3. Mann-Whiney U test results for the body condition indexes (pectoral muscle thickness, PMT, and regression residuals of the body mass on the cube of tarsus length, RBMTL) found in the different age and sex groups in two different management models. RBMTL Males z p Adult Juvenile -0.71 0.10 ns -1.84 ns PMT Females z p 2.01 Males Females z p z p ns 1.60 ns 0.52 ns ns 2.40 < 0.05 1.65 < 0,1 47 Figure 1. Body condition in the two different management models measured with the regression residuals of the body mass on the cube of tarsus length (RBMTL) and the pectoral muscle thickness (PMT). 50 40 30 RBMTL 20 10 0 -10 -20 -30 29 28 27 PMT 26 25 24 23 Mean 22 ±SE 21 ±SD Wild Managed 48 DISCUSSION All parasite species found in our study have been previously described parasitizing the red-legged partridge (López-Neyra 1947; Carvalho-Varela and Ferradeira 1997; Cordero del Campillo and Rojo 1999; Calvete et al. 2003; Millán et al. 2004a, 2004b). The species richness detected in this study (6 species in the managed area and only 3 in the natural one) is lower than those reported in two previous largescale studies (13 different species by Calvete et al. 2003; or 14 different species by Millán et al. 2004a), but similar to the richness reported by Millán et al. (2004c) in a small study area in southern Spain (4 species). However, prevalences and abundances are markedly lower than those reported in these studies. Millán et al. (2004a, 2004b) found that the parasite community in wild populations of red-legged partridges was different from that of farm-bred birds. They suggested that new parasites could be introduced into the field with the release of farm-reared birds. Three species identified in our study, Heterakis gallinarum, Cheilospirura gruveli and Raillietina (R.) tetragona, are usually found in natural populations (López-Neyra 1947; Tarazona et al. 1979; Millán et al. 2004b, 2004c). However, the other three ones (Eucoleus contortus, Aonchoteca caundinflata and Skryabinia bolivari), are more usually found in farm-reared birds (see Millán et al. 2004a). These were found in our study parasitizing birds sampled in the managed areas only. Furthermore, two of these species were found in adult birds in our study. Partridges released for hunting are usually juveniles. Thus, the presence of these parasites in adult birds suggests: a) that there had been a transmission from farmed to wild birds; b) that we found birds released in the previous year that had kept the infection for a whole year; or c) that some adult birds were released. Releasing of farm-bred birds had occurred two months before the samples for this study were taken. This implies that the partridges parasitized by these helminths must be birds that survived in the field for two months, or even wild birds. Any of these hypotheses are consistent with the introduction of these parasites into the field through releases of their farm-bred hosts. The transmission of parasites from released partridges to wild birds could be facilitated by an increased parasite excretion after releasing, as experimentally 49 shown in the case of the pheasant (Villanúa et al. 2006a). This in turn could be due to the absence of antiparasite treatment and the stress immunodepression that follows releasing into an unknown habitat. The introduction of new pathogens into a wild population can be an important conservation problem because natural populations could have lower resistance to a pathogen to which they have had no previous contact (Newton 1998). In our study area, some endangered steppe birds share habitat with the red-legged partridge. So, the introduction of new non-specific parasites supposes an additional problem for their conservation (Villanúa et al. 2007a). The detection of higher parasite burdens in the managed areas in this study could be an indicator of the low effectiveness of the preventive measures to reduce parasites in the released animals. Current preventive measures applied prior to the release of farm-reared game birds (if they exist) are based on: i) a coprological analysis performed in faeces collected in the aviary soil, and ii) antiparasite treatment following the same protocol that is used in the case of poultry (Villanúa et al. 2007b). The first point of this protocol has the problem that there are a lot of factors such as host reproductive status (Ruíz de Ybañez et al. 2004), weather (Vicente et al. 2005), season (Kumba et al. 2003), random day-to-day variations (Giver et al. 2000), phase of the parasitic infection (Giver et al. 2000), or hour of sampling (Villanúa et al. 2006b), that can modify propagule excretion, and are not always considered. In addition, the effectiveness of antiparasite protocols in game species is insufficient to prevent introducing parasites into the field as recently shown in the case of Albendazole treatment against Aonchoteca caudinflata and H. gallinarum in red-legged partridges (Villanúa et al. 2007b). If the preventive protocols are not enough to eliminate the parasites from the released birds, the other option taken is antiparasite treatments administered in the field. Previous studies evaluated the effect of administering anthelminthic drugs in the field together with the supplementary food (Woodburn et al. 2002; Draycott and Sage 2005). These authors found that the birds given anthelmintic treatment and supplementary food had significantly lower worm burdens and increased their productivity. Nevertheless, some authors think that treatment of free-living birds is not practical (Cole 1999) and the pros and cons of the 50 administration of drugs to wild birds have to be considered carefully, taking ethical and public health concerns into account (Höfle et al. 2004). On the other hand, we must remark that the two sampled game states with wild partridges were adjacent to one of the managed states. Thus, our results indicate that wild partridge populations have lower parasite diversity, prevalence and burdens that adjacent populations where thousands of farm-bred partridges are released yearly, that is, that the transmission of parasites form farmed birds to wild birds is relatively limited to the hunting lands were releases are performed, but may not affect so much neighbour populations. This may be due to natural factors (poor dispersal ability of partridges in general, or of farmed birds in particular) or to management actions (maintenance of released partridges within the boundaries of game states by pursuing them, or intense hunting removing most released partridges before they may disperse). In any case, this result suggests that when releases are interrupted in a given hunting land, the problem of parasite transmission may be largely avoided. In fact, this may be the main reason explaining why when sampling wild and released populations in Spain we still find differences in parasite communities, albeit millions of partridges have been released during last decades all over Spain. As we have shown, lower body condition found in juvenile partridges from the managed areas was not apparently related with parasites. It can be explained by two different causes: a) a deficient muscle development caused by the farm-rearing (in case a significant part of the juvenile birds sampled in these areas were farm-reared partridges); or b) the effect of other pathogens such as bacteria or viruses, that may equally be introduced along with released birds. However, more specific studies are needed to test this hypothesis. In conclusion, the present study supports the initial hypothesis that hunting estates with partridge releases are introducing helminth parasites into the ecosystem. Thus, improved controls are necessary to prevent associated risks for sustainable game management and conservation. ACKNOWLEDGEMENTS The authors thank S. J. Luna, E. Biescas, M.P. Martín and E. Chico for their assistance in the field, and P. Talavera for help in the lab. This is a contribution to the joint project CSIC/Principado de Asturias, and to CYCIT projects MCYT51 REN200307851/GLO and CGL2004-02568/BOS. 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Avoiding bias in parasite excretion estimates: the effect of sampling time and type of faeces. Villanúa, D., Pérez-Rodríguez, L, Gortázar, C., Höfle, U. & Viñuela, J. (2006). Parasitology,133: 251-259 56 V. CAPITULO 2 Variaciones en el resultado de los análisis coprológicos preventivos actuales en función del tipo de heces analizadas y la hora de recogida de las mismas. Avoiding bias in parasite excretion estimates: the effect of sampling time and type of faeces. Villanúa, D., Pérez-Rodríguez, L, Gortázar, C., Höfle, U. & Viñuela, J. (2006). Parasitology,133: 251-259 RESUMEN El creciente interés de los ecólogos en las relaciones parásito-hospedador hace que hayan proliferado los estudios en los que se recurre a diferentes métodos con los que estimar el grado de parasitación. En el caso de los parásitos intestinales, el método más utilizado es la cuantificación de propágulos parasitarios en heces mediante técnicas coprológicas. Sin embargo, la excreción parasitaria puede verse influenciada por numeros factores tanto endógenos como exógenos. La identificación de estos factores es imprescindible para obtener resultados correctos. En el presente estudio, se ha analizado el efecto de la hora de recogida de las heces en el resultado del análisis coprológico cuantitativo para dos parásitos intestinales, Aonchoteca caudinflata y Eimeria sp., presentes en la perdiz roja (Alectoris rufa). Además, se evaluaron también las posibles diferencias existentes en el conteo de parásitos en heces corrientes y en heces procedentes de los ciegos. En Octubre de 2004, ocho perdices rojas fueron separadas durante un brote de capilariasis en una población de granja. Tras confirmar la infección por capilarias en todas las aves y por coccidios en seis de ellas, se inició un protocolo de recogida de heces de manera individual en cuatro momentos del día y durante un periodo de tiempo de varios días. Se pudo detectar una importante variación en los valores del análisis coprológico de ambos parásitos en función de la hora de recogida, con un claro y constante incremento de la excreción conforme avanzaba el día. El día de recogida influyó de manera significativa en los dos casos, así como su 57 interacción con el individuo en el caso de la excreción de capilaria. Además, los propágulos de capilaria fueron más abundantes en las heces de intestino, mientras que en el caso de los coccidios el patrón fue el opuesto, con mayor recuento de ooquistes en las heces de ciego. Nuestros resultados muestran que la hora del día en que se recoge la muestra de heces afecta drásticamente al resultado. De ahí que sea necesario estandarizar la hora de recogida de la muestra para evitar errores. De manera similar, en el caso de especies con ciegos muy desarrollados, se debe tener en cuenta el tipo de heces recogidas (a poder ser del tramo donde el parásito sea más abundante), con el fin de obtener los resultados correctos. Por último, en este trabajo se pone de manifiesto la necesidad de profundizar en el conocimiento acerca del sistema parástio-hospedador, con el objetivo de desarrollar un protocolo de muestras adecuado que permita obtener datos más fiables. ABSTRACT The interest of ecologists on host-parasite relationships has lead to an increasing number of studies involving indirect methods of parasite burden estimation. With regards to intestinal parasites, the most widely employed method is the quantification of parasite propagules in faeces. However, parasite excretion in faeces may be subjected to a certain degree of variation due to endogenous or exogenous factors. The identification of those influencing factors is required to obtain reliable results. In this paper we analyse the effect of the hour of the day at which samples are collected in propagule counts of two intestinal parasites infecting the redlegged partridge: the capillarid nematode Aonchoteca caudinflata and coccidia of the genus Eimeria. Also, we tests whether there are differences in propagule counts between caecal and intestinal faeces. In October 2004, eight red-legged partridges were isolated during an outbreak of capillariasis in a captive population. After confirming the capillarid infection in these eigth individuals and coccidian infection in six out of them, individual faecal samples were daily collected at four different hours during several days. 58 Hour of the day exerted a very strong effect in propagule counts, excretion of both types of parasites showing a clear and constant increase from dawn to dusk. Day of sampling affected significantly in both cases and interacted significantly with the individual in the case of capillarid eggs. Also, capillarid eggs were more abundant in intestinal than in caecal faeces, whereas the inverse pattern was found for coccidian oocysts. Our results show that hour of the day at which samples are collected can drastically affect parasite excretion estimates. Standardization of the hour of sample collection or statistical control of this variable is therefore recommendable to prevent this bias. Similarly, in the case of bird species with long caeca, consistent collection of one type of faeces (ideally that one where propagules are most abundant) may avoid important errors in parasite burden estimates. Finally, this study stresses the importance of gathering more information about the studied host-parasite system in order to develop adequate sampling methods leading to obtain more reliable data. KEYWORDS: Alectoris rufa, Aonchoteca caudinflata, Eimeria, nematoda, coccidia INTRODUCTION In the last two decades the interest of behavioral ecologists in the effect of parasites on host fitness has increased. Parasites may affect host body condition (Hall 1985; Gulland 1995; Delahay et al 1995), survival probabilities (Vorísek et al. 1998; Murray et al. 1997), some reproductive parameters (Newey &Thirgood 2004; Albon et al. 2002) or population dynamics (Holmes 1982; Hudson et al. 1998; Tompkins et al. 2001). Therefore, parasites seem to be an important factor in host life-history and may exert a strong selective force on host evolution (Clayton & Moore 1997). This relatively recent focus on host-parasite interaction has lead to an increasing number of ecological empirical studies in which parasite load is related to different measures of host fitness. It uses to be relatively easy to determine the prevalence and intensity of ectoparasite infection as they can be directly counted or estimated by exploring the skin, hair or feathers of the 59 individual. In contrast, determining the level of infection by endoparasites is more difficult, especially when the study requires the individual to remain in perfect conditions after sampling. Regarding intestinal endoparasites, the most common approach to solve this problem is to estimate prevalence and intensity of the infection by the analysis of faecal samples and the quantification of parasite propagules, typically eggs or larvae (Gordon & Whitlock 1939; Shaw & Moss 1989; Guyatt & Bundy 1993). However, propagule counts in faeces may be subjected to a great within-individual variation due to factors like host reproductive status (Ruiz de Ybañez et al. 2004), weather (Rickard & Zimmerman 1992; Vicente et al. 2005), season of the year (Shaw & Moss 1989; Theodoropoulos et al. 1998; Kumba et al. 2003), random day-to-day variations (Yu et al. 1998; Giver et al., 2000; Utzinger et al. 2001), phase of the parasitic infection (Giver et al. 2000; Cordero del Campillo et al. 1999) or hour of the day (Boughton 1933; Brawner & Hill 1999). For example, Brawner & Hill (1999) showed that a single factor such as hour of the day at which samples are collected can drastically alter the results of assessment of coccidian prevalence and individual parasite burden in the house finch (Carpodacus mexicanus). Therefore, accurate determination of the effect of these variables on propagule excretion is essential for a correct assessment of parasitic infection and for a successful testing of the hypothesis studied. Unfortunately, despite the remarked relevance of knowing the effects of these factors, no accurate information is available for host-parasite systems with little medical or veterinary importance, that are precisely the more studied by behavioural and evolutionary biologists. In this paper we analyse the day-to-day and daily variation in the excretion of parasite propagules in red-legged partridges (Alectoris rufa L.) naturally infected with two different intestinal parasites: coccidia of the genus Eimeria and the capillarid nematode Aonchoteca caudinflata. Eimeria coccidia exhibit both sexual and asexual phases in their life cycle. The asexual phase may occur in the intestinal epithelium or as a diffuse infection in several other organs. The sexual phase takes place only in the epithelium of the intestine or intestinal caeca (depending of the species) and results in the production of oocysts that are elimininated in the faeces of the host (Cordero del Campillo et al. 1999). A. caundinflata is an heteroxenous parasite of the small intestine of gallinaceus 60 and anatid birds (Anderson 2000). Female worms lay eggs that mature after ingestion by earthworms (Allobophora caliginosa, Eisenia foetida), the necessary intermediate hosts. In many avian taxa, like Galliforms and Anseriforms, intestinal caeca are specially elongated. In these species, caecal faeces represent a significant proportion of the total amount of faeces produced and can be easily distinguished from intestinal faeces by their appearance. In this paper we also analyse the differences in propagule content of both kinds of faeces in the redlegged partridge. We finally discuss the implications of our results in the design of and data analysis of empirical studies involving parasite estimation from faecal counts. MATERIAL AND METHODS Data collection took place during October 2004 in the experimental redlegged partridge farm of the IREC in Ciudad Real (Spain). During late summerautumn of that year there was an outbreak of capillariasis in one of the outdoor aviaries of the farm. As soon as the parasite was identified and before starting any medication, a sample of 15 birds of the affected aviary was isolated in individual outdoor elevated cages and individual samples of feces were collected. The coprological analysis showed that eight of the birds (six females and two males) were infected by capillarids and these were subsequently employed for the experiment. Also, six of them were infected by coccidia, allowing the combined analysis of the daily variation of excretion of both parasites in the same sample of birds. During the days 5th, 6th, 12th, 13th, 14th, 15th and 16th of October individual faecal samples were collected from all birds (except from one of them the day 14th due to an error of sampling) at 08:00, 12:00, 16:00 and 19: 30 hours. Faecal samples were obtained by placing a large piece of fresh paper on the ground just below each one of the cages slightly before the designated times The first droppings produced by each bird during the following 30 minutes were collected and stored in Eppendorf tubes. Most of the faeces obtained were intestinal faeces, which is the most common type of faeces produced by Galliforms. However, when caecal faeces where also found at sampling times, they were collected separately allowing a posterior comparison. Caecal faeces 61 can be easily and unambiguously distinguished from intestinal faeces by their colour (dark brown in the former, green-pale brown in the later), texture (soft and homogeneous in the former, granular in the later) and by the much more intense odour of caecal faeces. Quantitative analysis of the parasite propagules (oocysts in the case of coccidia, eggs in the case of capillarids) present in each faecal sample were carried out by flotation in a known volume of saturated SO4Zn solution and counting in MacMaster chambers (Melhorn et al. 1992). The concentration of oocysts and capillarid eggs was finally referred to the weight of the faecal sample analysed, obtaining the number of propagules per gram of faeces. It should be noted that no any capillarid nematode can be identified up to the species level just by observing its eggs. Therefore, at the end of the experiment birds were sacrificed as a part of another experiment and adult worms were identified according to Skryabin (1991), confirming the presence of Aonchoteca caudinflata. Statistical analysis We employed General Linear Mixed Models (GLMMs) for the analysis of the effect of sampling time on oocyst and capillarid egg counts. As parasite propagule counts were normally distributed after log10+1 transformation, we used normal distribution of errors and an identity link function (GLMMs macro of SAS, Littell et al. 1996). Capillarid eggs or coccidian oocysts (after the cited transformation) were introduced as dependent variables in the models. Day and hour of the day (nested in day) were introduced as categorical factors and the individual was considered in the model as a random variable. As day-to-day variations in propagule excretion may be caused by endogenous factors, the effect of this variable could differ for each bird. Therefore, the interaction between day and individual was also entered in the model as a fixed factor. Propagule excretion may vary in the time due to changes in the degree of infection of the individual. Therefore, to minimize the effect of this on our analysis of day-to-day variation we restricted our analysis to data from the five consecutive days (12 th to 16 th). However, as the analysis revealed an effect of the day in the models for capillarids and coccidia (see results) two further GLMMs were performed in 62 order to assess whether there was a common tendency during the five consecutive days previously analysed. In both models the number of propagules (either capillarid eggs or coccidian oocysts) per gram of faeces (after log10+1 transformation) excreted at 19: 30 hours of each day was entered as dependent variable whereas day -as a continuous variable- and the interaction between day and individual were entered as fixed factors. The individual was again entered as a random factor. To test for differences between caecal and intestinal faeces, propagule content of caecal and intestinal faecal samples collected at the same hour of the same day from each bird were compared by means of Wilcoxon Matched Pairs Tests (raw data were employed in this analysis because the larger number of zero values in this data set made impossible data normalization). RESULTS Effect of the time of the day and day-to-day variation on propagule excretion GLIMMs results for capillarid eggs and coccidian oocysts are shown in Table 1. In the case of capillarid egg excretion the hour of the day at which samples where collected was the most important factor, explaining the 42.17 % of the deviance of the model. Capillarid egg shedding followed the same temporal pattern in all birds, showing a clear and constant increase from dawn to dusk that was repeated during all the days of sampling (Fig. 1). In fact, the amount of capillarid eggs in faeces was on average 27.4±14.2 times higher in samples collected at 19: 30 than in those samples collected at 8:00 from the same birds. Day of sampling also exerted a significant effect (explaining a 7.6% of the deviance). As can be observed in Fig. 1, in some individuals (e.g. bird 54, bird 59) the line signalling the daily pattern for some days was almost five times higher than for other days, showing a strong day-to-day variation. In contrast, such day-to-day variation was minimal in other individuals (e.g. bird 61, bird 72). Consequently, the deviance explained in the final model was greater for the interaction between day and individual (27.5%) than for day as a single factor, suggesting that day-to day-variation in capillarid egg excretion followed a particular pattern for each bird. To assess whether such effect of the day of sampling indicated a common tendency during the five consecutive days of 63 study we analysed the amount of propagules shed only at the hour of maximal excretion (19: 30) entering day as a continuous variable (see Methods for details about the model). We found a common trend to increase during the five consecutive days of study (GLMM, parameter estimate=0.21, F1,33=30.1, p<0.001), although the interaction between day and individual was significant (GLMM, F1,33=29.3, p<0.001), indicating that not all individuals showed such trend. Regarding coccidian oocysts, the results were quite similar to those reported for capillarids (Table 1). Table 1. GLIMMs with normal error and identity link function for capillarid egg and coccidian oocysts excretion. Hour of the day (nested in day), day and individual*day interaction were included as categorical fixed factors. The model for capillarid eggs explained a 59.6 % of the original deviance, whereas the model for coccidia oocysts explained a 41.6%, without considering the deviance explained by the individual which was included as random term in both models (Z=6.96, p<0.001, and Z=0.38, p=0.35, respectively). Statistics for non significant variables correspond to the step at which they were rejected from the model. Dependent Variable Capillarid eggs Coccidian oocysts Fixed Factors Hour Day Individual*Day Hour Day Individual*Day F d.f. P % Deviance Explained 4.50 5.00 1.89 3.20 3.13 1.25 15,97 4,97 34,97 15,85 4,86 25,66 <0.001 <0.001 <0.01 <0.001 <0.05 0.230 42.17 7.65 27.5 41.6 8.35 64 Figure 1 Number of capillarid eggs per gram of faeces from eight red legged partridges collected at four different hours of the day and during five consecutive days. Dashed lines show daily patterns whereas solid lines indicate mean values. Error bars have been eliminated for clarity. Bird 54 Bird 62 15000 9000 10000 6000 5000 3000 0 0 8:00 12:00 16:00 8:00 19:30 Capillarid eggs per gram of faeces Bird 57 6000 10000 4000 5000 2000 0 0 12:00 16:00 8:00 19:30 27000 9000 18000 6000 9000 3000 0 0 12:00 19:30 12:00 16:00 19:30 Bird 71 Bird 59 8:00 16:00 Bird 69 15000 8:00 12:00 16:00 19:30 8:00 12:00 16:00 19:30 16:00 19:30 Bird 72 Bird 61 9000 2700 6000 1800 3000 900 0 0 8:00 12:00 16:00 19:30 8:00 12:00 Hour of sampling 65 Hour of the day was again the most important factor, explaining the 41.6% of variance of the final model, and showing the same pattern of increase described for capillarid eggs (Fig. 2). Figure 2 Number of coccidian oocysts per gram of faeces from six red legged partridges collected at four different hours of the day and during five consecutive days. Dashed lines show daily patterns whereas solid lines indicate mean values. Error bars have been eliminated for clarity. Bird 61 Bird 54 7500 Number of oocysts per gram of faeces 6000 4000 5000 2000 2500 0 0 8:00 12:00 16:00 8:00 19:30 Bird 57 30000 14000 20000 7000 10000 0 0 12:00 16:00 19:30 Bird 62 21000 8:00 12:00 16:00 8:00 19:30 12:00 16:00 19:30 16:00 19:30 Bird 71 Bird 59 12000 15000 8000 10000 4000 5000 0 0 8:00 12:00 16:00 19:30 8:00 12:00 Hour of sampling Day of sampling affected significantly, although in this case the interaction with the individual was not significant (Table 1). A further analysis revealed that coccidian oocysts shedding tended to increase across the five consecutive days entered in the analysis (GLMM, parameter estimate=0.22, F1,24=12.3, p<0.01). 66 Interaction between day and individual was not significant (F1,24=0.00, p=0.99), indicating that this pattern was common for all individuals infected with coccidia. Effect of type of feces on propagule counts Capillarid eggs were much more abundant in intestinal faeces compared to caecal faeces shed by the same individual at the same hour and day (Wilcoxon matched pairs test: Z=4.8, N=34, P<0.001, Fig. 3). In contrast, the pattern observed was totally opposed when the abundance of coccidian ococysts was analysed (Z=3.5, N=33, P<0.001, Fig. 3), the oocysts being more abundant in caecal than in intestinal faeces (matching by bird, hour and day in the analysis). Propagule counts of both types of faeces were not correlated in the case of capillarids (rS= 0.15 , N= 34, P=0.37), but this relationship was significant for coccidian oocysts (rS= 0.44 , N= 33, P<0.05). Figure 3. Mean number of oocysts and capillarid eggs in caecal (solid columns) and intestinal faeces (open columns). Bars indicate standard errors. Propagules per gram of faeces 6000 5000 4000 3000 2000 1000 0 capillarid eggs coccidian oocysts 67 DISCUSION Our results indicate that the hour of the day may exert a very strong effect on parasite propagule excretion. This point was confirmed in two different parasite species coming from two extremely different taxa (Nematoda and Protozoa) infecting the same bird host species (the red legged partridge). In both cases propagule shedding increased as the day progressed, reaching maximal values in the late afternoon. Scarce attention has been paid in the literature to the existence of this kind of consistent daily trends in parasite propagule excretion, especially for birds or host-parasite systems with little or no relevance in human health or economy. For example, Giver et. al. (2000) found no consistent pattern across individuals when comparing morning and afternoon egg counts in faeces of domestic pigs artificially infected with the trematode Schistosoma japonicum. In contrast, Boughton (1933) and Brawner & Hill (1999) described a diurnal periodicity in the eliminiation of oocysts of the genus Isospora in two avian passerine species (house sparrows and house finches, respectively) consistent with the pattern found in this study. However, the diurnal trend found for coccidia in our case does not seem to be as pronounced as that found by Brawner & Hill (1999). This may be due to intrinsic differences between host-parasite systems, or to the fact that the intensity of coccidian infection in our experimental birds was not as high as those studied by Brawner & Hill (1999). However, to the authors´ knowledge, this is the first report of the existence of a consistent within-day pattern of excretion in a nematode parasite of a bird species. Although the hour was by far the most influencing factor in both parasites, we also found an effect of the day of sampling. In particular, we found a tendency to increase parasite propagule excretion during the course of the study which was stronger for coccidian oocysts than for capillarid eggs. In our study, samples were collected during five consecutive days just to exclude the effect of any seasonal variation in propagule excretion as described in other studies (e.g.: Shaw & Moss 1998; Theodoropoulos et al. 1998; Vicente et al. 2005). It is widely known that propagule excretion varies throughout the course of a parasitic infection (Cordero del Campillo et al. 1999). Birds employed in this study were naturally infected during an outbreak of capillariasis that affected our captive population. As a result, birds may have been in different phases of the 68 parasitic infection when sampled, explaining why some birds showed a tendency to increase the amount of capillarid eggs excreted whereas others did not show this pattern. Unlike capillarids, infection by coccidia seemed to be more benign, as revealed by low number of oocysts counted and the absence of individuals showing clinical signs compatible with coccidiosis in the preceding and following months. Probably this difference in the type and degree of infection may explain the absence of interaction between day and individual in the case of coccidia, although it may not be coherent with the fact that an increasing between-day pattern was found in both parasites. One further possible explanation is that repeated sample collection (that required the investigator to go under the cages four times each day) may have stressed the individuals during the five days of study. It is known that physiological stress may lead to immunosuppression (Sapolsky 1992; Besedowsky & del Rey 1996), leading parasites to take advantage to the host and increase their reproductive rate and propagule production. This stress-induced effect on parasite propagule production may be relatively quick, even less than a week both for nematodes and coccidia, as reflected by a recent study in ring-necked pheasants (Phasianus colchicus)(Villanúa et al. 2006). Apart from the effect of time of sampling, we found important differences in propagule counts between types of faeces. In particular, capillarid eggs were much more abundant in intestinal faeces than in caecal faeces, whereas the pattern was the opposite for coccidian oocysts. This tendency was expected attending to the part of the intestinal tract where the adult reproductive forms of each parasite live. Adults of the capillarid Aonchoteca caudinflata live in the intestine and therefore females release the eggs in the intestinal content. In contrast, the oocysts found in our captive red-legged population belong to two different species, Eimeria tenella and Eimeria colchici, both with sexual phases that replicate in the epithelium of the caeca or in the caeca and final portion of the intestine (the latter)(Cordero del Campillo & Rojo 1999). As a result, the total number of oocysts counted (oocysts of both species are indistinguishable unless they are sporulated, which was not the case in our samples) was higher in caecal than in intestinal faeces. In the last years the interest of behavioural and evolutionary ecologists on parasites has increased due to their possible effects on host fitness and 69 evolution (Clayton & Moore 1997). Apart from ectoparasites, intestinal parasites are the most commonly studied ones as possible factors affecting several components of host fitness. Interestingly, both coccidia (Hillgarth 1990; Buchholz 1995; Vorísek et al. 1998) and nematodes (Hudson et al. 1998; Murray 2002; Newey & Thirgood 2004) are the most commonly endoparasite taxa employed in such ecological studies, and most of those surveys that do not involve culling the animal require indirect parasite load estimates based on counts of the number of propagules in faeces. In parasites from these two taxa we have found a marked diurnal periodicity in propagule excretion. However, despite that the hour of the day at which samples are collected may be of vital relevance, this variable is never controlled for in any study. The great magnitude of within individual variation in propagule excretion during the day may covey serious errors in non-invasive parasite load estimates. Experiments in captivity may easily control for this effect by sampling all the birds approximately at the same hour, preferentially in the late afternoon, when propagule shedding is maximal and therefore differences between individuals are maximised. However, such kind of data standardization is difficult in the wild. Moreover, most of wild birds are trapped in the morning hours, when propagule shedding is minimal, thus diminishing the power to detect differences in intensities of parasite excretion between individuals. As parasite estimates from birds sampled at morning and late afternoon hours may not be comparable, the best way to solve this problem in studies in wild is to control statistically for the hour of sampling in all the analysis by including it as a covariable. Either the methodological standardization or the statistical control of the effect of this variable may prevent from fatal errors and will lead to sounder results. Similarly, studies where faecal samples are collected from the environment instead of directly from the animal should take into account this source of variability. Collection of fresh drops exclusively and during the same hour of the day may be a good option, although the effect of weather in faecal drying time should be considered. Alternatively, sample collection from places where individuals are only during a determinate and known period of the day (roosts, for example) may allow to increase the reliability of the results obtained. With regards to the differences in parasite counts between types of faeces, the main implication of our findings is that researchers should pay attention to 70 the life cycle of the parasite to develop the most appropriate protocol for sample collection in species with long caeca like Galliforms or Anseriforms. In our particular case, we have shown that parasite counts coming from intestine or caeca are not comparable for this two parasite species. The ideal procedure should be to count each parasite only in that type of faeces where it is more abundant. However, caecal faeces are only a minor proportion of the total amount of faeces produced by the bird. Therefore, it is very difficult to have the opportunity to choose what type to collect, especially in the wild, and the researcher will have to be satisfied with the type of sample excreted by the bird when trapped (usually a intestinal drop). In our case, consistent collection of intestinal faeces is suitable for capillarids, but seems to be acceptable for coccidia too, as caecal and intestinal counts were correlated in the latter. Although in the two parasites studied here the hour of the day and the type of faeces were by far the most important factors affecting individual variation in propagule counts, other possible factors may also affect. As said above, we found an effect of the day of sampling that varied between individuals in the case of capillarids. Other authors have found a day-to-day variation in propagule counts that seems to be due to variations in propagule production by the parasite or to aggregation of the propagules in the feces, leading to sampling errors (e.g. Yu et al. 1998; Giver et al. 2000; Utzinger et al. 2001). Also, great differences in propagule excretion may occur along the course of infection (Giver et al. 2000; Cordero del Campillo et al. 1999). Moreover, in some parasite species, fecal propagule counts may not necessarily reflect the number of adult parasites present in the body of the individual (Welch et al. 1991). Density-dependent constraints may also alter the relationship between parasite burden and faecal counts (Anderson & Shad 1985; Tompkins & Hudson 1999). Hence, the use of propagule counts to indirectly estimate parasite burden should ideally be addressed in any host-parasite system before being employed. It is remarkable that we found identical diurnal trends in two extremely different taxa of parasites. Although previous studies in other coccidian species showed the same pattern (Boughton 1933; Brawner & Hill 1999), more research involving different parasite and host taxa is required to confirm whether such kind of diurnal variation is common across host-parasite systems. This study 71 remarks the point made by other authors (McLennan & Brooks 1991; Zuk 1992; Brawner & Hill 1999) about the necessity of gathering more information about the studied host-parasite system studied. A survey to identify the best method for assessing parasite prevalence and burdens is recommended as a previous step for any host-parasite study (e.g.: Seivwright et al. 2004; Brawner & Hill 1999). A better understanding of the dynamics of infection as regards for example fluctuations in propagule number within and between days or between types of feces may lead to obtain more reliable data and give the opportunity of a more throughout understanding. ACKNOWLEDGEMENTS We thank Elisa Pérez, Salvador Jesús Luna and Paqui Talavera for assistance during sample collection and analysis and Jesús Martínez-Padilla for statistical advice. Financial support was provided by the Research Project PAI02-006 of the Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha and by the agreement between CSIC and Principado de Asturias. Lorenzo PérezRodríguez was supported by a FPU grant from the Ministerio de Educación y Ciencia. REFERENCES 1. Albon, S.D., Stien, A., Irvine, R.J., Ropstad, R. & Halvorsen, O. (2002) The role of parasites in the dynamic of a reindeer population. Proceding of the Royal Society of London, Series B. Biological ciences, 269: 1625-1632. 2. Anderson, R. M. & Schad, G. A. 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RESUMEN La cría de la perdiz roja en granja lleva asociado a un alto grado de parasitación capaz de disminuir la productividad de la propia granja y la supervivencia de las aves una vez liberadas, además de suponer un riesgo para las poblaciones naturales. En el presente trabajo se ha evaluado la efectividad de albendazol (V.O. 20 mg/kg) en perdices de granja infectadas de manera natural con Aonchoteca caudinflata y Heterakis gallinarum. Las aves tratadas mostraron una clara mejora de su condición física y se redujo la excreción de propágulos parasitarios y el porcentaje de hembras grávidas de A. caudinflata, pero no se consiguieron eliminar los parásitos adultos. La efectividad encontrada fue de un 36,8 % en A. caudinflata y de un 17,1 % en H. gallinarum. Estos resultados indican que el tratamiento antihelmíntico usado habitualmente en las granjas de perdiz de nuestro país no es lo suficientemente efectivo como para evitar la introducción de nuevos parásitos en el campo a través de las sueltas de perdiz roja. ABSTRACT Game bird farming is associated with higher parasitation levels that diminish farm productivity, reduce survival after releasing, and may pose a health risk for natural populations. We evaluated the efficacy of albendazole (orally, 20 mg/kg) in farmed red-legged partridges naturally infected with Aonchoteca caudinflata and Heterakis gallinarum. 78 Treated birds improved their body condition, reduced nematode-egg deposition and the proportion of gravid A. caudinflata females, but not the worm burden. We found a 36.8% and a 17.1% of effectiveness on A. caudinflata and H. gallinarum, respectively. These results indicate that the anthelmintic treatment used normally in Spanish partridge farms is not effective enough to avoid the introduction of parasites into the field after release. KEYWORDS: Albenzadole, Game birds, Helminths, Treatment. INTRODUCTION The red-legged partridge Alectoris rufa is one of the most important game birds in Spain with more than 5 million individuals hunted yearly (Millán et al., 2004). Natural populations have declined considerably during the past decade, leading to an important increase in partridge releases to supplement stocks for shooting (Millán et al., 2003). The release of farmed animals can involve a risk for wild populations due to the possible introduction of new parasites into the field (Tompkins et al. 2002; Millán et al., 2004). This study evaluates the efficacy of albendazole, one of the most widely used anthelmintics in Spanish partridge farms (APROCA, 2004), to prevent the introduction into the field of two nematodes, Aonchoteca caudinflata (HolgerMadsen, 1954) and Heterakis gallinarum (Scrank, 1788), parasites that are exclusively found in farm-reared partridges, but not in wild ones (Millán et al., 2004). MATERIAL AND METHODS The study was carried out on 16 month old red-legged partridges during a natural capillarid outbreak in a partridge farm in Ciudad Real, central Spain. In September 2004, eight randomly selected birds coming from the infected outdoor pen were isolated in individual elevated wire-cages. 79 Faecal samples were obtained on day 0 at dusk (time of the day of maximal nematode egg excretion, Villanúa et al. in press) for a quantitative coprological analysis in MacMaster chambers as described by Melhorn et al. (1992), which confirmed the infection of all birds with capillarid nematodes (later identified as Aonchoteca caudinflata). Five randomly selected individuals were treated orally with 20 mg/kg of albendazole (Albendavet®, Divasa Farmavic, S.A.) on day 1 and day 15, according to the manufacturer´s instructions. The same volume of water was given as a control to the other three infected birds. Fifteen days after the second administration all birds were humanely sacrified and necropsied. The necropsy included a second coprological analysis and the examination of the digestive tract searching for parasites using a stereomicroscope. The efficacy (E) of albendazole treatment on worm burden was calculated as follows after Reina et al.(2000): E= Geometric mean of control animals-Geometric mean of treated animals x 100 Geometric mean of control animals The nematode sex-ratio (SR) and fertility (F) were calculated as follows after Kassai (1998): SR= Nº female nematodes Nº total nematodes F= Nº gravid females Nº total females Body condition of partridges was estimated using three different methods: an arbitrary score of the degree of fat deposition (1 to 5), the pectoral angle as a measure of the width of pectoral muscles after Millán et al. (2003), and the residuals of the regression of body weight on tarsus length after Andersson (1992). The effect of Albendazole treatment on propagule excretion, number of adult worms and partridge body condition was analysed by means of non-parametric statistics (Wilcoxon matched pairs tests and Mann-Whitney U tests), as recommended by Kassai (1998) for studies with natural infections. Differences in nematode sex ratio and fertility were analysed using Chi2 tests. 80 RESULTS All birds deposited eggs of capillarid nematodes immediately prior to the experiment. This deposition decreased significantly (-90.75%) after treatment in the medicated group (Wilcoxon test; Z=2.02; p<0.05) but not in control birds, where deposition was even higher (+ 80.67%) in the second analysis (Wilcoxon test; Z=1.6; p>0.05) (Figure 1). Figure 1. Deposition of Aonchoteca caudinflata eggs per gram of faeces before ( after ( ) and ) treatment with albendazole (Mean + SE). 9000 8000 7000 Propagule / g 6000 5000 4000 3000 2000 1000 0 Control Treatment After treatment, dosed birds showed higher values for fat index, pectoral angle and residual body weights than control birds (Figure 2). However, only the increase in relative body weight of the dosed group was significant when comparing pre and post treatment values (Wilcoxon test; Z=2.02; p<0.05). 81 Figure 2. Body condition of control and albrendazole treated red-legged partridges as reflected by three different methods: fat deposition index (in an arbitrary scale from 1 to 5), residuals of the regression of weight over tarsus length, and pectoral angle (expressed in degrees). Fat deposition index 5 4 3 Residual weight 60 30 0 -30 Pectoral angle (º) 17 16 15 14 M ean ± SE ±95%C .I. 13 Control Treated 82 Albendazole was shown to have a limited effect against adult Aonchoteca caudinflata with an effectiveness of 36.8%. Neither the reduction in the number of worms, nor the change in worm sex-ratios reached a 95% significancy level. However, the fertility of female A. caudinflata from treated partridges was significantly lower (51.0%) than in controls (67.7%) (Table 1). Heterakis gallinarum, not detected by coprological analysis, was found in the intestinal tract of all birds. No significant difference in worm burden was found between treated and control birds (Table 1) and no females were gravid. The effectiveness of the albendazole dose on Heterakis gallinarum was only 17.14%. Table 1. Efficacy of albendazole treatment on establishment of Heterakis gallinarum, worm numbers of Aonchoteca caudinflata, and on sex ratio and fertility of Aonchoteca caudinflata in red-legged partridges. Treated birds Control birds Mean SD Mean SD Heterakis gallinarum 5,8 6,6 7 Aonchoteca caudinflata 20.2 21,2 A. caudinflata sex ratio 0.42 A. caudinflata fertility 0.51 Statistical analysis Efficacy 7,8 Z=0.74; p>0.05 17,14% 32 20.4 Z=0.75; p>0.05 36,87% 0.20 0.43 0.01 X2=1,03; df=1; p >0.05 0.30 0.68 0.19 X2=5,43; df=1; p<0.05 Nematode Species DISCUSSION Despite a small sample size, the results show a limited effect of albendazole treatment on Aonchoteca caudinflata and Heterakis gallinarum infection, with an efficacy that is lower than that described for other benzimidazole anthelmintics in different galliforms. Fenbendazole for example, was 99.2% effective against Capillaria species when administered to chickens for 6 days in feed (Taylor et al., 1993). Kirsch (1983) reported that administration of 100 ppm of fenbendazole in feed to ring-necked pheasants Phasianus colchicus and grey partridges Perdix perdix, for four consecutive days, reduced the deposition of 83 Heterakis gallinarum and Capillaria obstignata eggs and the number of adult worms by more than 90%. In the present study, a similar reduction in Capillaria egg counts was obtained, but not in worm burden.This suggests that albendazole has some limitant effect on the reproduction of nematodes, but it does not eliminate the infection. This may be due to an insuffcient dosage. In the present study the dose administred was that recommended for chickens by the manufacturer, so future studies should confirm whether a dose increase would improve the efficacy of the treatment. In conclusion, the study shows that the treatment currently used by game bird farmers in Spain may help to improve body condition of farm-reared partridges, but is not enough to avoid the introduction of parasites into the field after release. Alternative drugs, higher doses, or other administration methods must be evaluated. This study also highlights that coprological analyses alone are not enough to ensure the absence of a given nematode species in farm-reared birds. Sanitary screenings of farm-reared birds should preferably include some complete necropsies, for example of casualties, rather than rely exclusively on non-invasive sampling. ACKNOWLEDGEMENTS This contributes to the agreement IREC - Principado de Asturias. We acknowledge Galiana facilities (FGUCLM) and thank E. Pérez and F. Talavera for their help. L. Pérez-Rodríguez has a FPU grant and O. Rodríguez a Torres Quevedo contract partly supported by MEC. Two referees improved the ms. REFERENCES 1. 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CAPITULO 4 Posible transmisión de nematodos propios de perdices de granja a especies amenazadas. First occurence of Eucoleus contortus in a little bustard Tetrax tetrax. A negative effect of red-legged partridge Alectoris rufa releases on steppe bird conservation?. Villanúa, D., Casas, F., Viñuela, J., Gortázar, C., García de la Morena, E.L. & Morales, M.B. (2007). Ibis, 149: 405-406 86 VII. CAPITULO 4 Posible transmisión de nematodos propios de perdices de granja a especies amenazadas. First occurence of Eucoleus contortus in a little bustard Tetrax tetrax. A negative effect of red-legged partridge Alectoris rufa releases on steppe bird conservation?. Villanúa, D., Casas, F., Viñuela, J., Gortázar, C., García de la Morena, E.L. & Morales, M.B. (2007). Ibis, 149: 405-406 RESUMEN Cinco adultos de Eucoleus contortus fueron encontrados en el buche de un macho de sisón, Tetrax tetrax, procedente de Ciudad Real (España, UTM 0421739 4311458). En la zona en la que se recogió el animal se llevan a cabo munerosas sueltas cinegéticas de perdiz roja (Alectoris rufa) criadas en granja. El nematodo Eucoleus contortus nunca había sido descrito en sisones ni avutardas (Otididae), pero es un parásito común en perdices de granja. Por ello, este hallazgo pone de manifiesto la importancia de realizar estudios parasicológicos comparativos en aquellas zonas sometidas a repoblaciones para la caza. ABSTRACT Five adult forms of Eucoleus contortus were found in the crop of a male little bustard, Tetrax tetrax, from Ciudad Real (Spain, UTM 0421739 4311458). This area is subject of many releases of farm bred red-legged partridges (Alectoris rufa) for hunting. Eucoleus contortus had never been reported in bustards (Otididae), but is a common parasite of farmed gamebirds. Hence, this finding highlights the interest of compared parasitological studies in areas managed for hunting. KEYWORDS: Eucoleus contortus; Game management; Tetrax tetrax; Partridge releases; Bird conservation 87 Little bustard (Tetrax tetrax), populations are rapidly declining in most European countries (BirdLife International 2004). The cereal steppes of central Spain are the most important wintering quarters for the little bustard, with more than 90% of the west European population (De Juana and Martínez 2001, García de la Morena et al. 2004). These steppe habitats are also important partridge hunting areas in Spain. During the last decades, natural populations of the red-legged partridge (Alectoris rufa), have declined considerably in their historical range and more than 4 million farm-reared partridges are released yearly in autumn to compensate this decline. This has already raisen concerns regarding the possible introduction of new parasites into natural populations (Millán et al. 2004a, 2004b). In winter 2005, 14 little bustards (5 males and 9 females) were captured with cannon nets in Miguelturra (Ciudad Real, Central Spain, UTM 0421739 4311458) for radio-tagging. The capture area was close (less than 5 km) to an important hunting estate where partridge releases are common (about 3000 partridges released yearly). One adult male died due to traumatism during the capture and was necropsied. In the parasitological examination, adult forms of a capillarid nematode were found in the crop. After further examination under a stereomicroscope, these were found to represent adults of Eucoleus contortus Creplin, 1839 (3 males, 2 gravid females) according to Anderson (2000). The body condition of the necropsied bird, estimated as the ratio of body weight on cube tarsus length (0,0018g/mm3), was lower than the ones found in other 15 adult males captured the same season (0,0025 ± 0,0004; mean ± standard desviation ). No E. contortus have been found in any of 4 little bustards, nor in any of 17 great bustards (Otis tarda), both species sampled in central Spain and necropsied in our laboratory. In contrast, E. contortus is present in 7.7% of the red-legged partridges from a neighboring hunting estate where releases of farm-bred gamebirds take place (the authors, in prep.). Like other monoxenous nematodes, Eucoleus contortus is almost exclusively found in farmed gamebirds (Millán et al. 2004b) and had, to the best 88 of our knowledge, never been found in members of the Otididae family (Cordero del Campillo et al. 1994). E. contortus can affect the host´s body condition (Bosch et al. 2000), and make their hosts more vulnerable to predation (Millán et al. 2002). Our results suggest that the release of farm reared gamebirds can eventually introduce new pathogens to wild populations of different species, many of which are of conservation concern, as it is the case in the little bustard . As hypothesized by Tompkins et al., (2001), if these parasites are able to find a new host, they can become an additional problem for its conservation. ACKNOWLEDGEMENTS This is a contribution to the agreement between IREC and Principado de Asturias and to the CICYT Project CGL2004-06147-C02/BOS. We wish to thank I. Hervás, R. Agudo, R. Mateo, M. Martínez and S. Luna for their assistance in the field. F. Casas has a JCCM grant and E. L. García de la Morena was funded by the Ministry of Education’s FPU Program. This experiment was made following European, National and University of Castilla – La Mancha Ethics Committee regulations. REFERENCES 1. Anderson, R.C. (2000). Nematode parasites of vertebrales: their development and transmission. CABI Publishing, Wallingford. 2. Birdlife International (2004). Birds in Europe II: Population Estimates, Trends and Conservation Status. BirdLife International, Cambridge. 3. Bosch, M., Torres, J. & Figuerola, J. (2000). A helminth community in breeding Yellow-legged Gulls (Larus cachinnans): pattern of association and its effect on host fitness. Canadian Journal of Zoology, 78: 777-786. 4. Cordero del Campillo, M., Castañón, L. & Reguera, A. (1994). Índicecatálogo de zooparásitos ibéricos. Universidad de León, León. 5. De Juana, E. & Martínez, C. (2001). European Union Species Action Plan For Little Bustard (Tetrax tetrax). In Schäffer, N & Gallo-Orsi, U. (eds.), European Union Action Plans for eight priority birds species. Office for Official Publications of the European Communities, Luxembourg (pp. 1-17). 89 6. García de la Morena, E.L., De Juana, E., Martínez, C., Morales, M.B. & Suárez, F. (2004). Sisón Común, Tetrax tetrax. In Madroño, A, González, C. & Atienza, J.C. (eds.), Libro Rojo de las Aves de España. Dirección General para la Biodiversidad-SEO/Birdlife. Madrid (pp. 202-207). 7. Millán, J., Gortázar, C., Tizzani, P. & Buenestado, F.J. (2002). Do helmints increase the vulnerability of released pheasants to fox predation?. Journal of Helminthology, 76: 225-229. 8. Millán, J., Gortázar, C., Martín-Mateo, M.P. & Villafuerte, R. (2004a). Comparative survey of the ectoparasite fauna of wild and farm-reared redlegged partridges (Alectoris rufa), with an ecological study in wild populations. Parasitology Research , 93(1): 605-611. 9. Millán, J., Gortázar, C. & Villafuerte, R. (2004b). A comparison of the helminth faunas of wild and farm-reared red-legged partridges. Journal of Wildlife Management 68(3): 701-707. 10. Tompkins, D.M., Greenman, J.V., Hudson, P.J. (2001). Differential impact of shared nematode parasite on two gamebird hosts: implications for apparent competition. Parasitology, 122: 187-193. 90 VIII. CAPITULO 5 Factores limitantes de la abundancia estival de perdiz roja en Aragón. Posibles alternativas a las repoblaciones con aves de granja. Factors affecting summer densities of the red-legged partridge (Alectoris rufa). Bird Study. Villanúa, D., Acevedo, P., Escudero, M.A., Marco, J. and Gortázar, C. (En evaluación). 91 VIII. CAPITULO 5 Factores limitantes de la abundancia estival de perdiz roja en Aragón. Posibles alternativas a las repoblaciones con aves de granja. Factors affecting summer densities of the red-legged partridge (Alectoris rufa). Ibis. Villanúa, D., Acevedo, P., Escudero, M.A., Marco, J. and Gortázar, C. (En evaluación). RESUMEN La perdiz roja (Alectoris rufa) es el ave de caza más importante en la Península Ibérica. A lo largo de los últimos años, el colectivo de cazadores ha percibido un descenso de sus poblaciones en la práctica totalidad de su área de distribución. Diversos factores, tales como la depredación, la presión cinegética, la meteorología o la alteración del hábitat han sido considerados habitualemente como posibles causas de este descenso. En el presente trabajo se ha estimado la densidad de perdices tras la reproducción (siguiendo el método de Kelker) en 36 acotados (con una media de 5 transectos por acotado repetidos anualmente) desde 1998 hasta 2004. Se ha testado el efecto de factores meteorológicos, de hábitat, de depredación (abundancia de carnívoros) y presión cinegética sobre las variaciones en la abundancia de perdiz roja. Los resultados obtenidos muestran que los factores meteorológicos son los más limitantes para esta especie. En concreto, la temperatura máxima y el número de días de lluvia fueron los parámetros más significativamente relacionados con la abundancia de perdices. Además de estos dos factores, varias características del hábitat mostraron una influencia significativa sobre las abundancias de perdiz. Así, las mayores abundancias se encontraron en los acotados con un alto grado de mosaico de cultivos, en parcelas irregulares y con alta cantidad de linderos. No se detectó relación entre la presión cinegética o la depredación y la abundancia de perdices en esa época del año. ABSTRACT The red-legged partridge (Alectoris rufa) is the most important game bird in the Iberian peninsula. During the last years, hunters perceive the decline of 92 partridge populations in practically all its distribution area. Factors such as predation, hunting pressure, meteorology, and habitat structure are known to affect game bird populations. We estimated postreproductive partridge densities following Kelker’s method in 36 hunting estates (an average of 5 transects per hunting estate). Transects were carried out yearly from 1998 to 2004, and the influence of different meteorological factors, habitat characteristics, predation (carnivore abundance) and hunting pressure was analysed. Our results suggest that meteorological conditions were the most important factor limiting partridge abundance, but also in determining inter-annual variations. Partridge densities were significantly limited by the maximum temperature and by the number of days of hail. Some habitat characteristics do benefit the partridge densities. The highest ones were found in areas with high patch density of irregular mosaic cultures. No apparent relationship between hunting pressure and predation and partridge abundance was observed. KEY WORDS: Agricultural landscape, Density, Game birds, Fox predation, Hunting, Meteorology. INTRODUCTION Red-legged partridge (Alectoris rufa) hunting is a important economic and social activity in the rural areas of the Iberian peninsula (Delibes 1988, Lucio 1998, Bernabeu 2000). In addition, this species is, along with the wild rabbit (Oryctolagus cuniculus), one of the most important preys for endangered Mediterranean predators such as the Iberian imperial eagle (Aquila adalberti) (Delibes & Hiraldo 1981, Calderón 1983). During the last years, populations of this game bird have declined seriously in almost all its distribution area (Cramp & Simons 1980, Potts 1980, Aebischer & Potts 1994, Baratti et al 2005), including the Iberian peninsula (Nadal et al. 1996, Borralho et al. 1998, Lucio 1998, Carvalho et al. 1998, Duarte 1998, Blanco Aguiar et al 2003, SEO/BirdLife 2004). The causes of this decline are not clear, but agriculture intensification (Potts 1980; Rands, 1987; Pepin y Blayac, 1990; Crick et al. 1994, Green 1995, Nadal et al., 1996; Aebischer y Kavanagh, 1997; Lucio, 1998; Gortázar et al., 2002), hunting pressure (Potts, 93 1986; Pepin y Blavac, 1990; Lucio y Purroy, 1992; Borralho et al 1997), predation (Ricci et al. 1990, Rands 1988, Yanes et al. 1998) or meteorological factors (Lucio 1990) are some of the most frequently suspected causes of this decline. There are many papers on the influence of habitat, climate, and predation on partridge densities in the Iberian peninsula. However, some of theme are short term surveys (Lucio 1990, Nadal et al. 1996, Borralho et al. 1998, Fortuna 2002), and others were focused on small study areas or on specific habitats (Lucio 1990; Nadal et al. 1996, Borralho et al. 1998, Fortuna 2002). Gortázar et al. (2002) gave the first large-scale data on summer red-legged partridge abundance, based on the data of the first year (1998) of regular partridge census in Aragón, north-eastern Spain. These authors suggested that the lower partridge densities found in Aragón, as compared to those in Central and Southern Spain, can be explained by climatic and habitat-related factors, but also by management differences. The aim of our present study is to evaluate how habitat, hunting pressure, fox predation and meteorology affect summer red-legged partridge densities during a 7-year series (from 1998 to 2004) in a wide range of habitats in northeastern Spain. MATERIAL AND METHODS Study area The study area (40º01'13''N to 42º23'27''N in latitude and from 03º53'22''W to 06º13'14''W in longitude) is located in the region of Aragón, north east of the Iberian peninsula (Figure 1). Aragón is an autonomous region of 47,669 km2. It includes the central part of the Spanish Pyrenean mountains (more than 3000 m a.s.l.), the southeastern part of the Iberian mountain chain and the Central Ebro Valley (less than 300 m a.s.l.). This gradient explains the presence of both big game species (includes Rupicapra pyrenaica, Capra pyrenaica, Sus scrofa, Cervus elaphus and Capreolus capreolus), and small game species (including Alectoris rufa, Lepus europaeus, L. granatensis and Oryctolagus cuniculus). 94 Figure 1. Aragón region boundaries and hunting estate boundaries are shown in black. The white circles show partridge transect locations (N=184). Relief of Aragón region and biogeographical areas are displayed (darkest greys showing higher altitudes). 95 Aragón has a diverse raptor and carnivore community, but the red fox is clearly the most important predator for small game species (e.g. Villafuerte et al. 1996, Gortázar 1997, Gortázar et al. 2000). The climate is Mediterranean, more continental as it gets away from the sea, with an Atlantic influence in the western Pyrenees. Wood and scrublands cover 13,518 km2. Fifty percent of the 1.2 million inhabitants concentrate in the largest city, Zaragoza. Rural abandonment has been especially severe during the industrial development of the sixties, allowing the natural vegetation to recover (Bielza de Ory 1993). Within this area, 5 biogeographical areas can be distinguished (Gortázar et al. 2002), see Figure 1: (1) the Pyrenees (yearly mean temperature (T) lower than 12ºC, annual rainfall (R) 800-1700 mm), (2) the Pyrenean foothills (T: 1214 ºC, R: 500-800 mm), (3) the Ebro depression (T: 13-15 ºC, R: 250-500 mm), (4) the northern Iberian mountains (T: 10-14 ºC, R: 400-700 mm) and (5) the southern Iberian mountains (T: 8-11 ºC, R: 400-800 mm). The last 4 areas are occupied by the red-legged partridge and were included in our research. Hunting in Aragón has not the commercial character typical from the south of Spain, and the main part of the 2,091 hunting estates present in the region are managed directly by the local associations. This social character makes game bird releases rare. For this reason, hunting estates included in our research have only natural populations of red-legged partridges, with no restocking with captive-bred game birds in the last ten years. Partridge densities Partridge densities (individuals/100 ha) were estimated in 36 different hunting estates throughout the study area (Figure 1) using the censuses included in the wildlife monitoring scheme (Aragón Government). Censuses were carried out in August and September because the aim of this monitoring plan is to know the hunting species abundance just before the hunting season, in October. In each hunting estate, 5 fixed transects were placed selecting open areas of high visibility. Transects were georeferenced (by means of GPS, Garmin eTrex Vista™) on the Forest Map of Aragón (vector map produced by Aragón Government, scaled 1: 50,000). The censuses were repeated during 7 consecutive years (from 1998 to 2004) for a total of 1,112 transects (552 96 km/year). As described Gortázar et al. (2002), each fixed transect was 3,000 m long and 100 m wide (30 ha), and was censused by 3 observers, thus the transect width for each observer was 34 m. The short distance between observers, and the selection of rather open habitats, should reduce the bias due to visibility (see Bibby et al. 1992), and made us confident of having little underestimation. We assumed that all birds within the transect width were detected. Censuses began shortly after dawn until 3 to 5 hours later and were done by foot. In order to reduce variability, only days without wind, rain or other unfavourable meteorological circumstances were selected. Partridge density for each transect was estimated with Kelker´s method (see Burnham et al. 1980), using the formula: D= n L·W ·10−6 where D is the partridge density per 100 ha, n is the number of partridges seen inside the 100 m counting strip, and L·W ·10−6 is the surface of the counting strip in 100 ha units (i.e. 3000·100·10-6= 0.3). Annual partridge density for each hunting estate was calculated as the average of partridge densities obtained in the fixed transects (generally 5 per hunting estate). Weather conditions Meteorological data were taken from 24 official meteorological stations of the National Institute of Meteorology located across the study area from 1998 to 2002. To select the most representative parameters, a preliminary correlation analysis was made with the different meteorological data. After this first selection, we used the following indicators: • Rainfall: winter rainfall accumulation, number of days of hail and number of days of storm from April to September, number of days with precipitation higher than 300 mm in the same period. • Temperature: average of the maximum temperatures per month, average of the minimum temperatures per month, number of days with maximum temperature higher than 25 ºC and number of days with minimum temperature lower than –5 ºC. These factors characterized meteorologically each hunting estate. 97 Vegetation and orography characteristics To characterize the vegetation and orography of each hunting estate (sampling area) we used Geographic Information Systems. We defined 10 different classes of vegetation (patch types) using the Forest Map of Aragón (scaled 1: 50,000): oak and pine woodlands, oak savannah habitats (“dehesas”), short scrub, tall scrub, cultures mosaic, sparse pines, cereal cultures, woody cultures, pastures, and others (vegetation classes that rarely occurred in the study area). We used the following indices: • Patch Density (PD): the total number of patches per unit area (number of patches/m2). We considered the number of patches of each vegetation class (vegetation-class level) and/or the total number of patches per sampling unit (landscape level) to calculate the PD index. • Average Size of Patches (ASP) of each vegetation class (m2). • Average Edge length of Patches (AEP) of each vegetation class (m). • Average Edge length per unit Area (AEA) of each vegetation class (m-1). The orography characteristics were obtained from a digital elevation model with a spatial resolution (pixel width) of 100 m (SRTM, European Environment Agency 2000). The average altitude and slope of each sampling unit were considered to evaluate the influence of the orography on red-legged partridge abundance. Fox population trends The red fox (Vulpes vulpes) is considered one of the most important partridge predators (e.g. Tapper et al. 1982, Calderón 1983). Hence, the fox population trend for each estate was included in the analysis. Red fox abundance was estimated using the spotlight counts also included in the wildlife monitoring scheme. These counts were carried out yearly in winter on fixed routes that cross open habitats far from forests or human-inhabited places. The same two rangers carried out all surveys of a given locality using a 4-wheel drive vehicle with a handheld 100-watt spotlight, which light was swept round in a semi-circle (Barnes & Tapper 1984) (see Williams et al 2007 for details). 98 From 1998 to 2004, each transect was censused an average of 8 times. Every fixed route was about 30 km long, and the average speed was 20 km/h. Data were converted into abundance per 100 km (100*KA) to get a relative abundance index. These values were also used to calculate a fox trend index (percentage of a common base value). This base value was the average of the different yearly abundances (see Crawford 1991 for a discussion on the calculation of indexes in monitoring schemes). Thus, the population trend indexes do reflect the % abundance in relation to the average for the whole 7year period, and are independent from the detectability. Hunting pressure The low human population density typical from the rural areas in Aragón and the social characteristics of hunting in this region, originates a lower hunting pressure as compared to other regions (Gortázar et al. 2002). In the present study, we use the number of hunters per hectar as an estimator of the hunting pressure in each hunting state. Statistical analysis Linear regression analyses were used to calculate partridge population trends. Moreover, we designed a 2 step procedure to assess the effect of the environmental variables on red-legged partridge density. First, the bivariate association between the hypothesized factors and partridge summer abundances were analysed by means of Spearman’s correlations. The variables which captured the effect of any set of highly correlated variables on the outcome were selected for inclusion in the models (to avoid multicollinearity). For categorical variables, Kruskall-Wallis analysis was used for simple assessment of associations. As second step, we conducted a generalized linear mixed model (GLIMMIX) and used partridge densities per 100 hectar as response variable (n=213). We considered a Poisson error distribution and a logarithmic link function (Wilson & Grenfell 1997). The models were reduced to their simplest form by eliminating in a backward stepwise procedure any explanatory variables that failed to explain significant variation in the response (Crawley 1993). We controlled for the hunting estate as random factor. 99 RESULTS Descriptive: partridges and foxes The red-legged partridge average densities expressed in number of partridges per 100 ha were the following (mean ± SE, n, minimum - maximum): 22.91 ± 3.24, n= 20, (12.13 – 74.49) in the Pyrenean foothills, 21.64 ± 2.02, n=37, (0.00 –49.29) in the Ebro depression, 16.75 ± 1.56, n=77, (0.00 – 58.75) in the northern Iberian chains, and 18.56 ± 1.78, n=79, (0.00 – 67.78) in the southern Iberian chains. No clear population trends have been observed for the study period at a regional scale (beta = -0.18, p>0.05). Among the biogeographical areas, partridge densities varied between years, as is shown in Figure 2, but it can be observed that only the Pyrenean foothills area showed a significant decreasing trend. Figure 2. Annual variation (1=1998, 2=1999, 3=2000, 4=2001, 5=2002, 6=2003, and 7=2004, in horizontal axis) in red-legged partridge summer densities for each biogeographical area. The B coefficients show the population trends for each area (+=p<0.05, and n.s.=p>0.05). 70 Partridges density per 100 ha 60 50 40 30 20 10 0 1 2 3 4 5 6 7 Pyrenean foothills B=-0.77 + 1 2 3 4 5 6 7 1 2 3 4 5 6 7 1 2 3 4 5 6 7 Ebro depression B=-0.01 n.s. N. Iberian chains B=-0.29 n.s. S. Iberian chains B=0.34 n.s. 100 The red fox trends, expressed in percentage of a common base value (above 100 the population increases, and below 100 the population decreases), were the following (mean ± SE, n, minimum - maximum): 100.44 ± 5.65, n= 16, (56.47 – 135.83) in the Pyrenean foothills, 101.72 ± 10.02, n=20, (21.13 – 196.18) in the Ebro depression, 95.99 ± 2.40, n=47, (56.67 – 143.45) in the northern Iberian chains, and 92.82 ± 3.44, n=52, (38.99 – 148.69) in the southern Iberian chains. None of these was significant. Multivariate analysis Twelve factors were selected after step 1. The selected factors were: year, number of days of hail –from April to September-, maximum monthly temperatures, number of days with temperature higher than 25 ºC, number of days with temperature lower than –5 ºC, tall scrub PD, mosaic cultures PD, pastures PD, cereal cultures ASP, woody cultures ASP, short scrub AEA, and fox population trend. The final model evidenced that red legged partridge summer density was positively associated with the patch density of cultures. It was negatively associated with the number of days of hail (from April to September), and with the average of maximum temperatures per month (see Table 1). It is remarkable that fox population trends were retained in the final model although no significant effect was evidenced. Table 1. Generalized linear models for red-legged partridge densities. The distribution error is the Poisson with a logarithmic link function. The model explained 60.18 % of the original deviance. The effects not included in the models with the lower AIC value are highlighted in bold. VARIABLES d.f. F p-value Estimate Number of days with hail (from April to September) 97.5 2.54 0.048 -0.0666 84 7.21 0.008 -0.0168 Cultures mosaic PD 17.8 5.20 0.035 530.2100 Fox trend 111 0.42 0.216 -0.0011 Maximum temperatures per month 101 DISCUSSION This paper presents an analysis of red-legged partridge population densities over seven years in many localities in north-eastern Spain, combined with a look at several factors that may affect these densities. Truly the only conclusive statement this study makes is that in the whole region of Aragón (about 10% of the Spanish mainland), partridge population densities are not significantly decreasing, which is a very considerable finding in itself. Partridge densities A wide range of red-legged partridge density values is described in the literature. The highest densities, over 400 partridges per 100 ha, were found in intensively managed hunting areas from south-central Spain (Nadal 1998). However, in some natural populations without this kind of management, partridge densities were around 50 to 100 partridges per 100 ha (e.g. in French scrublands, Pepin & Blayac 1990; and in Spanish olive groves, Duarte 1998). Our results showed much lower partridge densities, only similar to those obtained in released populations (Carvalho et al. 1998, Mereggi & Mazzoni della Stella 2004), and in areas with low partridge densities (e.g. in Portuguese agricultural lands, Borralho et al. 1996). The lower densities found in Aragón as compared to other areas were documented previously by Gortázar et al. (2002). We used the same fixed transects than the previous study. They attributed the low densities obtained to two possibilities, the use by different authors of a wide number of field methods to estimate partridge densities, and a true effect of environmental constraints. No clear population trends were observed for the study period at a regional scale. This is in contrast with the hunters’ perceptions and with previous authors (e.g. Carvalho et al. 1998). Among the biogeographical areas, partridge densities varied between years but clear population trends were not observed, and even a slight increase occurred in the southern Iberian chains. The lowest partridge densities were obtained in the Iberian chains, which showed the most stable population trends during the study period (see Figure 2). In the northern Iberian chains some areas have a well-preserved habitat and a favourable climate. In contrast, some of the higher zones in the south Iberian chains have a lack of cereal crops due to rural abandonment and most areas 102 are above 1,000 m a.s.l., with frequent frost that may limit the reproductive success of the partridges (Slagsvold & Grasaas 1979). The highest densities were obtained in the Pyrenean foothills and Ebro depression populations, the trend being slightly decreasing in the 7 studied years. These differences could be do to the intensification of agricultural practices in some areas of the depression (mainly in the 1980’s), while traditional agriculture still dominates in the mountain areas (Gortázar et al. 2002). Influence of meteorological factors Our results suggest that meteorological conditions are the main factors affecting the summer abundance of red-legged partridges, even over the habitat quality or predation. Most authors think that climatic conditions are key factors limiting the galliform densities (Slagsvold & Grasaas 1979, Hermes et al. 1983, Green 1984, Lucio 1990, Panek 1992, 2005), the weather conditions causing only annual fluctuations (Panek 2005). The latter author suggested that the weather conditions were an additional reason for the inter-annual density changes, and consequently partridge populations oscillated around their equilibrium level due to density-dependent parameters. We found that extreme temperatures and hail were negatively related with partridge densities. This can be explained in different ways: i) Decreasing the chick survival: chick survival is a fundamental factor in galliform population dynamics (Potts 1986), and the differences in this parameter may produce the year-to-year changes in population densities (Blank et al. 1967). Weather characteristics can influence the partridge chick, affecting the quality and availability of food to both chicks and adults. Some studies have shown that changes in temperature limit the number of chicks per pair in natural populations of grey partridge, Perdix perdix, (Panek 1992) and red-legged partridge (Lucio 1990). The influence of temperature on the number of chicks per pair was shown experimentally (Hermes et al. 1983). These authors found two explanations for this influence. First, excessively low temperatures in winter may motivate a decrease in insect abundance (Panek 1992) that is positively correlated with chick survival rates (Green 1984, Lucio 1991, Panek 1992). Second, the relationship found between maximum temperature and partridge 103 densities can be related with chick death-rate during the harvest period. High spring temperatures can bring forward the development of vegetation (Lucio 1990), but this is associated with bringing forward the harvest period. Hence, it can increase the chick death-rate by agricultural machinery (Ricci 1985, Lucio 1990, Nadal et al. 1996, Meriggi & Mazzoni della Stella 2004). Additionally, extremely high summer temperatures may increase the death of partridges due to miopathy-like syndromes, that are reported in other lowland partridge habitats in Spain (Höfle et al. 2004). ii) Decreasing the productivity: it is well known that the climate influences a bird’s fertility and productivity. Slagsvold & Grasaas (1979) working with capercaille (Tetrao urogallus) found a positive relationship between the early defrosting and autumnal densities. The food critical period can influence the nest size (Lack 1968). The percentage of successfully hatched eggs may also depend on factors such as temperature, storms, hail and rainfall (Green 1984). iii) Increasing the predation of adults: the activity of partridges decreases with low temperature and wet weather (Green 1984). This can make the birds more vulnerable to predators, and can cause a loss of condition, again increasing the vulnerability. Normally, these demographic parameters do control the partridge population dynamics. This is well known in grey partridge populations. The grey partridge decrease in Great Britain between the 1960s and the 1990s was a result of a decrease of both brood-production rate and chick survival rate (Potts 1986, Potts & Aebischer 1994). Nevertheless, the grey partridge decrease in France in 1990s was mainly an outcome of a decline in the survival rate of adults birds (Bro et al. 2000, Reitz 2000). The population decrease of grey partridges in Poland showed that it was connected with the drop of reproductive success, including both the brood-production rate and the chick-survival rate, as well as with the decline of the annual survival rate of adult birds (Panek 2005). 104 Habitat structure Our results showed that cultures in mosaic were the habitat type with most influence on red-legged partridge densities. This type of habitat is associated to traditional agriculture schemes. These traditional schemes were based on the distribution of cultures in small patches where the hedges were a key landscape structure feature. The development of agriculture was characterized by the increase of plot dimension, hedge destruction, monocultures and development of harvesting mechanization (Myers et al. 2000). Intensified agricultural practises and habitat changes are believed to be key factors in explaining the decline of many agricultural bird species (Chamberlain et al. 2000, Siriwardena et al. 2000). Fuller et al. (1995) argued that the decrease in area of semi-natural grasslands has reduced their capacity for farmland birds. Pärt & Söderström (1999) argued that the combined effects of good foraging habitat close to safe nesting sites are critical factors for breeding farmland birds. The negative effect of modern agriculture on partridge populations was suggested before by several authors (Ricci 1985, Lucio1991, Nadal et al. 1996, Fortuna 2002, Meriggi & Mazzoni della Stella 2004). The grouping of agricultural plots that has taken place during the last decades has already been indicated as a constraint for red-legged partridge density in the north-west of Spain (Lucio 1991). Hedge reduction also has a negative effect on partridge density in Spain (Fortuna 2002). Hedges are areas with high availability of food, nesting-sites, shade and cover. The last two characteristics can also be supplied by other types of vegetation, such as vineyards or olive trees (Borralho et al. 1998). In our study, vineyards and olive trees (noted woody cultures) were not related with the highest partridge densities. These habitat types give shade and protective cover and are rich in hedge-like microhabitats, but are intensively managed with agrochemicals and machinery. Hunting pressure The over hunting pressure are considered for a lot of authors one of the most important causes of of the Red-legged partridge decrease (Potts, 1986; Pepin y Blavac, 1990; Lucio y Purroy, 1992; Borralho et al., 1997). Our findings in this study are in contrast with this result, but is with the limited data on hunting 105 pressure available, the true effect of hunting on partridge populations may be hidden. In addition, hunting occurs in autumn and winter and censusing was done in late summer. If hunting is really less important than other factors, this also implies that hunting regulations alone (e.g. lowering the hunting quotas) may not significantly improve partridge densities in Aragón, in contrast with the case of the rabbit in the same area (Williams et al. 2007). Fox predation The red fox is the most abundant wild rabbit predator in Aragón (Gortázar 1997), and rabbit populations were decreasing in practically all its distribution area due to the additive effect of myxomatosis and RHD (e.g. Villafuerte et al. 1995, Gortázar 1997). Thus, one cause of the decline in the red legged partridge populations could have been the switch of rabbit hunters and predators towards alternative prey species following the decline in rabbit populations (Gortázar et al. 2002). A few studies have shown the red fox or generalist carnivores and raptors to be a significant cause of mortality in partridge populations (e.g. Tapper et al. 1996, Bro et al. 2001, Panek 2005). Through a predator control experiment, Tapper et al. (1996) showed that grey partridge population densities were reduced by the combined effects of predation by several farmland bird predators, including red fox. Panek (2005) suggested that to improve the situation of grey partridges, efforts should be focused on the reduction of predators, mainly red fox populations. Moreover, the environmental changes may have increased predator impact (Reynolds & Tapper 1996). Much to our surprise, fox predation effects were not clearly evidenced in our study. The first explanation for this apparent lack of relationship is that foxes were counted in transects that were close to, but not exactly at the partridge census transects. Moreover, no fox data were available for 12 of 36 sites. But it may also be explained by the low fox abundances according to our surveys and to similar data already reported from the region (Gortázar et al. 2000, 2002). From a regional perspective, our results did not show any correlation between partridge population densities and red fox population trends. While trends do not directly measure predation pressure, as was done in other studies, it would be expected that if fox predation was a main cause of partridge 106 death for a majority of the localities in our study then there would be a negative correlation between the two species’ population parameters. This finding agrees with similar results obtained in analysing fox and rabbit trends in Aragón (Williams et al. 2007). Conclusions We found that the meteorological circumstances were the most important factors that limited summer partridge densities. Hence, the climatic characteristics of a territory are, in our opinion, the main factor that determines their environmental potentiality as far as the red-legged partridge summer abundance is concerned. Within a given bioclimatic area, some habitat characteristics such as small plot size and high boundary proportion do also benefit the partridge densities. One of the main conservation challenges in Mediterranean areas is the loss of this habitat type caused by the intensification of agricultural practices. According to the premise that red-legged partridge exploitation should be sustainable, populations with low densities generate questions regarding the management of the hedges in the landscape, regeneration of agricultural mosaics to improve partridge densities. ACKNOWLEDGEMENTS Partridge censusing is part of the game management actions of Asesoría de Caza y Pesca, Dirección General de Medio Natural, Gobierno de Aragón. Special thanks to Emilio Escudero, Adela García and Gaspar León who coordinate the scheme. This work would never have been done without the enthusiastic collaborations of Aragón’s Game Rangers. Joaquín Vicente helped us with the statistical analysis. D Villanúa and P Acevedo were supported by the joint project CSIC/Principado de Asturias. REFERENCES 1. Aebischer, N. & Kavanagh, B. (1997). Grey partridge. In Hagemeijer, W.J.M., Balir, M.J. (eds.), The EBCC Atlas of European Breeding Birds, their Distribution and Abundance. T&AD Poyser, London, pp. 212-213. 107 2. Aebischer, N.J. & Potts, G.R. (1994). Red–legged partridge. In: Tucker, G. M. and Heath, M. F., Birds in Europe. Their Conservation Status. Birdlife Conservation Series nº3, Birdlife International, Cambridge, UK. 3. Baratti, M., Ammannati, M., Magnelli, C. & Dessi-Fulgheri, F. (2005). Introgression of chukar genes into a reintroduced red-legged partridge (Alectoris rufa) population in central Italy. 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En el marco de esta tesis se han desarrollado estudios observacionales, experimentos en perdices de granja, y se han tratado datos procedentes de un programa de monitorización. La combinación de estas tres fuentes de información ha permitido avanzar en el conocimiento práctico de cara a la gestión y conservación de la perdiz roja en España. La introducción de patógenos. (Capítulos 1 y 4) Uno de los resultados más relevantes de la presente tesis es sin duda el hallazgo en las fincas con suelta de tres especies de parásito (los nematodos Eucoleus contortus y Aonchoteca caundinflata y el cestodo Skyabinia bolivari), típicas de aves de granja y no descritas anteriormente en perdices silvestres (Millán et al., 2004). La presencia de estos parásitos en aves cazadas podría deberse en principio a dos situaciones; o bien que estuviesen parasitando aves de granja que portasen los parásitos antes de la suelta o que se tratase de aves silvestres que se hubiesen infectado con los parásitos traídos por las perdices liberadas. La distinción entre aves de granja y silvestres puede resultar, a pesar de las diferencias esplacnométricas existentes entre unas y otras (Millán et al 2001), sumamente difícil si las aves liberadas no van convenientemente anilladas. Por este motivo se hace necesario analizar las consecuencias que podría tener una y otra posibilidad. En caso de tratarse de aves de granja, estas llevarían en el campo más de dos meses en el momento de la toma de muestras, tiempo más que suficiente para transmitir los nuevos parásitos a sus congéneres silvestres. Esta transmisión se vería además favorecida por el incremento de la excreción de propágulos parasitarios que sigue a la suelta, motivado por el estrés que 114 supone para las aves la liberación a un medio desconocido y al cese de los tratamientos (Villanúa et al 2006). La otra posibilidad sería que se tratase de aves silvestres que se hubiesen infectado tras la llegada de los nuevos parásitos con la suelta de aves de granja. A favor de esta segunda hipótesis estaría el hecho de que menos de un 20 % de las perdices de granja liberadas sobreviven dos meses en el campo (Birkan, 1971; Capelo y Pereira, 1996; Gortázar et al., 2000), que la supervivencia se supone todavía menor en aves parasitadas por el nematodo Eucoleus contortus, ya que éste hace a las galliformes más detectables por el zorro (Millán et al 2002), y que dos de estos parásitos fueron encontrados en aves adultas, cuando las sueltas se llevan a cabo con individuos juveniles. Parece pues más probable que las aves infectadas por estos parásitos propios de granja fuesen aves silvestres a las que les hubiesen transmitido los patógenos las aves liberadas con fines cinegéticos. Este hecho tiene importancia, ya que precisamente Eucoleus es un parásito con importante efecto patógeno sobre su hospedador. Por otra parte, habiendo confirmado que las sueltas de perdiz de granja dan lugar a la introducción de helmintos, surge la duda sobre qué otros patógenos, por ejemplo virus o bacterias, estarán sido introducidos de la misma forma. Otra posible prueba de la introducción de parásitos sería el hallazgo del nematodo Eucoleus contortus parasitando un macho de sisón (Tetrax tetrax), procedente de una finca en la que se realizan sueltas de perdices con fines cinegéticos. Nunca antes se había detectado este parásito en esta especie ni a ninguna otra propia de los ambientes esteparios, mientras que resulta muy frecuente en perdices en cautividad y se ha encontrado en ejemplares de granja cazados en esta misma finca. Para comprender la magnitud del problema que podría suponer la introducción de nuevos patógenos en el campo se puede recurrir a los trabajos de Tompkins et al (1999, 2000, 2001) comentados en la introducción a esta tesis. Estos autores demuestran, basándose en estudios experimentales (Tompkins et al 1999 y 2001) y en modelos matemáticos (Tompkins et al 2000), que la introducción del nematodo Heterakis gallinarum con las sueltas de faisán vulgar con fines cinegéticos podrían haber causado el descenso sufrido por la perdiz pardilla en Inglaterra. 115 Trasladando este ejemplo al caso español, la suelta de perdices de granja, con la consiguiente exposición de las poblaciones naturales de perdiz (u otras aves como el sisón) a los nuevos parásitos introducidos, podría tener graves consecuencias desde e punto de vista de conservación de las mismas,. Como nota de esperanza cabe señalar el hecho de que el hallazgo de estos parásitos propios de granja se ha limitado a aquellas zonas en las que se realizan repoblaciones, no habiéndose encontrado nunca en fincas de perdiz salvaje limítrofes a dichas fincas con suelta. Parece pues que la capacidad de dispersión de estos patógenos en el campo está limitada a una superficie pequeña, lo que permitiría a cada gestor controlar la introducción de estos patógenos a sus poblaciones independientemente de lo que se haga en las fincas vecinas. Obviamente, este extremo no debe tomarse como excusa para relajar los controles sanitarios, y no tiene por qué ser extensivo a la eventual difusión de patógenos de etiología vírica o bacteriana. La insuficiente profilaxis actual. (Capítulos 2 y 3) La cría de perdices en cautividad se inició en nuestro país hace apenas 30 años (Millán et al., 2004) y su relevancia dentro del mundo veterinarioganadero es todavía poco importante, motivos por los cuales la investigación de las industrias farmacológicas en este campo ha sido muy escasa. Fuera de nuestras fronteras existe algún trabajo acerca de la efectividad de tratamientos antiparasitarios en aves cinegéticas de granja (Kirsch, 1983), pero se trata de experiencias con otras especies (faisán y perdiz pardilla) y son relativamente antiguas (casi 25 años). Este vacío de conocimientos científicos acerca de los tratamientos en perdiz roja ha forzado a los propietarios y veterinarios a copiar los protocolos de tratamiento de la industria avícola que, como se ha puesto de manifiesto en el capitulo 3 de la presente tesis, no tienen por qué ser los adecuados. Esta tesis ha contribuido a comprobar que el tratamiento con Albendazol, que habitualmente se usa para tratar las infecciones por nemátodos en las granjas de perdiz, puede disminuir la excreción de propágulos parasitarios, pero no es capaz de acabar con la infección. Desde un punto de vista de producción en granja tal vez pudiese ser suficiente, ya que este tratamiento 116 disminuirá los síntomas y minimizará las bajas, pero desde luego no basta cuando lo que se busca es conseguir aves con plenas garantías sanitarias de cara a su liberaración en el medio natural. La misma situación de falta de conocimientos específicos que hemos comentado para el caso de los tratamientos es la que nos encontramos al revisar los protocolos diagnósticos utilizados. Los resultados expuestos en el capítulo 2 ponen de manifiesto cómo factores tan simples como la hora de recogida de las muestras o el tipo de heces analizadas, son capaces de hacer que se diagnostique como sana a una perdiz intensamente parasitada. Mediante un experimento controlado, se pudo detectar un aumento muy significativo en la excreción de E. contortus y Eimeria sp. a lo largo del día, hasta el punto de que en las heces de aves que a las 8:00 de la mañana estaban libres de excreción, doce horas más tarde se cuantificaban más de 15.000 propágulos por gramo para el caso de Eucoleus contortus o 30.000 ooquistes por gramo para el caso de Eimeria sp. Una situación semejante sucedía al comparar los resultados de los análisis coprológicos realizados sobre heces corrientes o sobre heces de ciegos, con una ausencia casi total de propágulos de Eucoleus contortus en las de ciego y una presencia mucho menor de ooquistes de Eimeria sp. en las heces corrientes. Estos errores serán probablemente poco importantes en los sistemas de producción avícola industrial, donde las aves reproductoras están permanentemente alojadas en jaulas elevadas que cortan los ciclos parasitarios y los pollos van a matadero con apenas 2 meses de vida, pero en el caso de las perdices criadas en granja para su liberación en el campo el problema es muy grave, y debe ser por tanto enfocado desde un punto de vista totalmente diferente. En definitiva, teniendo en cuenta la insuficiente eficacia de los tratamientos actuales y la variable fiabilidad en la detección de las aves parasitadas, a día de hoy parece desaconsejable realizar repoblaciones con perdices de granja, al menos si lo que se busca es mejorar el estado de las poblaciones naturales. Existen otras alternativas. (Capitulo 5) El análisis de los datos de abundancia obtenidos dentro del plan de monitorización de Aragón ha puesto de manifiesto que las poblaciones de 117 perdiz de esta comunidad autónoma no están sufriendo el declive registrado (o percibido) en otras zonas. Esto tiene implicaciones en gestión cinegética, ya que implica que las poblaciones de perdiz pueden mantenerse (bien es cierto que a densidades modestas) en ausencia de sueltas masivas y permitiéndo una extracción cinegética aceptable. El análisis paralelo de las tendencias poblacionales de predadores, particularmente del zorro, sugiere además que las poblaciones vulpinas resultan igualmente estables, reduciendo así los argumentos a favor de un mayor control de este depredador. Así pues, parece lógico pensar que para conservar la perdiz roja en el centro y sur, se deberían tal vez imitar algunos aspectos del modelo de gestión de Aragón, donde la suelta de perdices es poco frecuente, el control de predadores es limitado, y la administración cuenta con un excelente esquema de monitorización de las poblaciones de especies cinegéticas. En este mismo estudio se ha podido comprobar que, si bien los factores climáticos son el principal factor limitante de las abundancias de perdiz, existen una serie de elementos del hábitat que son de vital importancia para el mantenimiento de las poblaciones de perdiz roja y que son susceptibles de ser fomentados. El más significativo resultó ser el parámetro que cuantificaba el mosaico de cultivos, de manera que las mayores abundancias de perdiz se encontraban en aquellas zonas en las que no se había perdido todavía la agricultura tradicional, con alternancia de cereales con otros cultivos como el olivo, la viña o los espárragos. A lo largo de los últimos años, este tipo de paisaje ha sido sustituído en gran parte de la Península Ibérica por los monicultivos de cereal derivados de concentraciones parcelarias y un mal enfoque de la Política Agraria Comunitaria (PAC)(Díaz et al. 2006). Parece lógico asumir pues que esta importante pérdida de calidad del hábitat sea una de las causas del declive de la perdiz roja, pero no lo es menos pensar que, si se consiguiese restaurar este paisaje, las poblaciones de perdiz podrían también recuperarse. A día de hoy nos encontramos en plena renovación de los Programas de Desarrollo Rural (PDR) debido a la aplicación del Reglamento (CE) nº 1698/2005 para el periodo 2007-2013, motivo por el cual es el momento idóneo para, a traves de subvenciones, tratar de recuperar este mosaico de cultivos y con el las aves 118 ligadas este medio, entre las que se encontraría la perdiz roja (De la Concha et al., 2006). Bibliografía 1. Birkan, M. (1990). La perdrix rouge. Brochures techniques O.N.C., Paris. 36 pp. 2. Capelo, M. y Castro Pereira, D. (1996). Sobrevivência e dispersão de perdizes (Alectoris rufa L.) largadas em duas operações de repovoamento cinegético. Revista Forestal, 9: 245- 253. 3. De la Concha, I., Hernández, C y Pinilla, J. (2006). Medidas beneficiosas para las aves financiables a traves del nuevo reglamento de desarrollo rural. Sugerencias para su diseño y aplicación en NATURA 2000. SEO/Birdlife. Madrid. España.196 pp. 4. Díaz, M., Baquero, R.A., Carricondo, A., Fernández, F., García, J. y Yela, J.L. (2006). Bases ecológicas para la definición de las prácticas agrarias compatibles con las Directivas de Aves y de Hábitats. Convenio Ministerio MEdio Ambiente-Universidad de Castilla la Mancha. Informe Inédito. 5. Gortázar, C., Villafuerte, R., y Martín, M. (2000) Success of traditional restocking of red-legged partridge for hunting purposes in areas of low density of northeast Spain Aragón. Zeitschrift für Jagdwissenschaft, 46: 2330. 6. Kirsch, R. (1983) Treatment of Nematodiasis in Poultry and Game birds with Febendazole. Avian Diseases, 28(2): 311-318. 7. Millán, J., Gortazar, C., and Villafuerte, R. (2001) Marked differences in the splanchnometry of farm-bred and wild red-legged partridges (Alectoris rufa L.). Poultry Science, 80: 972-976. 8. Millán, J., Gortázar, C., Tizzani, P. and Buenestado F.J. (2002) Do helmints increase the vulnerability of released pheasants to fox predation?. Journal of Helmintology, 76: 225-229. 119 9. Millán, J., Gortázar, C. & Villafuerte, R. (2004) A comparison of the helminth faunas of wild and farm-reared red-legged partridges. Journal of Wildlife Management, 68(3): 701-707 10. Tompkins, D.M., Dickson, G. y Hudson, P.J. (1999). Parasite-mediated competition between pheasant and grey partridge: a preliminary investigation. Oecologia, 119: 378-382 11. Tompkins, D.M., Greenman, J.V., Robertson, P.A. y Hudson, P.J. (2000). The role of shared parasites in the exclusion of wildlife host: Heterakis gallinarum in the ring-necked pheasant and the grey partridge. Journal of Animal Ecology, 69: 829-840. 12. Tompkins, D.M., Greenman, J.V. y Hudson P.J. (2001). Differential impact of shared nematode parasite on two gamebird host: implications for apparent competition. Parasitology, 122: 187-193. 13. Villanúa, D., Acevedo, P., Höfle, U., Rodríguez, O. & Gortázar, C. (2006). Changes in transmission stage excretion after pheasant release. Journal of Helminthology, 80: 1-7. 120 X. CONCLUSIONES, PERSPECTIVAS Y RELFLEXIONES Conclusiones 1. La liberación con fines cinegéticos de perdices criadas en granja supone la introducción de nuevos patógenos en el medio natural. Esto podría afectar negativamente a las poblaciones silvestres de perdiz roja, así como a otras aves que compartan su hábitat., No obstante, y al menos en lo que se refiere a helmintos como Eucoleus contortus, Aonchoteca caundinflata y Skryabinia bolivari, la capacidad de diseminación de estos patógenos en las poblaciones silvestres de perdiz roja parece limitada. 2. La excreción de propágulos parasitarios varía a lo largo del día y con el tipo de heces. En consecuencia, los protocolos actuales de detección de aves parasitadas y cuantificación de la excreción de parásitos, basados en exámenes coprológicos, no ofrecen suficientes garantías, hasta el punto de que aves altamente parasitadas pueden pasar por sanas. Tanto el tipo de excremento a muestrear como el horario de muestreo deberán estandarizarse. 3. El tratamiento con albendazol (a dosis de 20 mg/kg V.O.), habitualmente utilizado contra las infecciones por nemátodos en las granjas de perdiz roja, reduce significativamente la excreción de propágulos de los parásitos Aonchoteca caundinflata y Heterakis gallinarum. Sin embargo, el tratamiento no logra la eliminación completa de los helmintos adultos. Por consiguiente, este tratamiento resulta insuficiente para prevenir la eventual introducción de estos parásitos en el medio natural. 121 4. Las poblaciones de perdiz roja donde no se efectúan sueltas parecen no estar sufriendo el acusado descenso detectado en las zonas más manejadas. En estas poblaciones naturales, los principales factores limitantes de la abundancia estival de perdiz son la temperatura máxima mensual, el número de días de lluvia entre abril y septiembre y la abundancia de cultivos en mosaico. La abundancia de depredadores y la presión cinegética del año anterior parecen comparativamente menos relevantes. Perspectivas y reflexiones A lo largo del desarrollo de la presente tesis han ido surgiendo dudas y se han puesto de manifiesto vacíos de conocimiento que sería interesante abarcar en futuros trabajos. Por ello creemos acertado añadir la coletilla de “reflexiones”. • Mejora de los tratamientos profilácticos. A lo largo del desarrollo de la presente tesis se ha podido comprobar cómo existen numerosos trabajos científicos en los que se recurre a las desparasitaciones como parte del estudio, tratando de evaluar el efecto que la eliminación de los parásitos tendría sobre el éxito reproductor, la condición física o cualquier otro parámetro. Por contra, apenas hay unos pocos estudios en los que se evalúe la eficacia del fármaco utilizado o las posibles limitaciones de los métodos diagnósticos utilizados. Como ya hemos mencionado anteriormente, este vacío hace que los protocolos profilácticos utilizados en fauna silvestre sean inadecuados. Así pues, parece muy importante que una parte del esfuerzo investigador en fauna silvestre se centre en tratar de encontrar protocolos de tratamiento mejores a los actuales puesto que es poco 122 probable que la industria farmacológica lo haga, y la falta de estos protocolos puede suponer un grave problema de conservación. • Evaluación del papel de las repoblaciones como focos de introducción de otros patógenos, tales como bacterias o virus. Por motivos económicos y de tiempo, esta tesis tuvo que centrarse en el estudio de los parásitos, pero parece lógico pensar que otros agentes patógenos, como bacterias o virus, puedan estar siendo también introducidos en el campo con la suelta de aves de granja. Teniendo en cuenta que dentro de los agentes infecciosos que afectan a las perdices en granja se encuentran varias enfermedades de declaración obligatoria (Bronquitis infecciosa aviar, enfermedad de Gumboro, clamidiosis aviar, enfermedad de Marek, enfermedad de Newcastle, influenza aviar, laringotraqueítis infecciosa, micoplasmosis aviar, tifosis aviar…) para las cuales existe además plan de erradicación en España, parece lógico pensar que la importancia que tendría la introducción de estas en el campo sería grandísima. • Divulgación de los trabajos científicos entre los colectivos implicados. En muchos casos, cuando un gestor de caza se plantea soltar perdices de granja en la finca o coto que gestiona, lo hace porque piensa que es una buena actuación y que con esa suelta está contribuyendo a la conservación de la especie. Esa idea está, por desgracia, muy generalizada en el colectivo de gestores y cazadores, y no hay otra causa que la amplia publicidad que se le da dentro de la prensa del sector. Basta con ojear cualquier revista relacionada con la caza para comprobar cuan numerosos son los artículos en los que se alaban las extraordinarias tasas de supervivencia y capacidad de vuelo de las perdices de tal o cual criador. Sin embargo, apenas aparecen unos pocos artículos en los que se cuestione la idoneidad de estas actuaciones o en los que se analice científicamente la viabilidad de las sueltas. Por el contrario, cuando revisamos la bibliografía científica acerca del tema ocurre lo contrario; encontramos numerosos trabajos en los que se demuestra la escasa supervivencia de las aves criadas en granja y los graves riesgos que estas 123 actuaciones pueden suponer para las poblaciones naturales, pero no encontramos ni un solo trabajo en el que se demuestre lo contrario. Así pues, una de las primeras actuaciones que el colectivo científico debería llevar a cabo para conservar la perdiz roja sería divulgar sus trabajos en medios accesibles al colectivo de cazadores, que son quienes deciden sobre las sueltas en su acotado. • Evaluación de medidas de gestión alternativas a las sueltas. Se ha puesto de manifiesto el papel clave del modelo de agricultura tradicional con alternancia de cultivos sobre la abundancia de perdiz roja, pero todavía no existen trabajos en los que se actúe experimentalmente sobre los hábitats tratando de mejorar su potencialidad para la perdiz roja y otras especies ligadas a los medios agrarios. Resulta triste que, debido a este vacio de conocimiento científico, la administración apenas sepa qué medidas exigir para el cumplimiento de la “Directiva Aves” (79/409/CEE del Consejo, de 2 de abril de 1979) y a la “Directiva Hábitats” (92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992) requisito necesario para el cobro de las ayudas europeas. Así pues, sería muy necesario analizar científicamente la idoneidad de distintas actuaciones, tales como el mantenimiento de bandas sin cultivar, el uso de cultivos alternativos o la modificación de alguna práctica agrícola, de cara a tratar de incluirlas, bien dentro de las medidas obligatorias de “condicionalidad de la PAC” o bien dentro de las medidas opcionales y subvencionadas por el plan de desarrollo rural (PDR). 124
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