Opinión 11A EL DIARIO DE SONORA VIERNES 9 de Diciembre del 2016 Rafael Cardona Jorge Fernández El Cristalazo La verdad os hará libres Elecciones caras, inequitativas y restrictivas “ L as palabras papales de hace un par de días, en las cuales el venerable Francisco, pontífice de la cristiandad católica le metió dos zapes por minuto a la prensa de la desinformación, como releeremos más adelante, me hicieron recordar esta anécdota cierta o falsa pero al menos reveladora en los amplios terrenos del humor con una cierta base de realismo. Un compañero de este oficio se había quedado, como suele suceder con mucha frecuencia, sin empleo. Fue a ver al director de un diario de pelo mediano, como abundan, y le dijo de su necesidad de empleo. El director de la publicación le ofreció una columna. --¿Una columna? --Si, yo te dicto los nombres y tu nomás les pones las calumnias. “Pero si me he referido a las palabras papales justo es reproducirlas, pues ahora a Francisco, el jesuita (inventores estos, por cierto del concepto de “comunicación social”), nos dice lo siguiente: “…los peores pecados de los medios de comunicación son la calumnia, la difamación, pero sobre todo, la desinformación. “Francisco recibió hoy a los miembros de la Asociación de radios y televisiones de inspiración católica presentes en Italia y su discurso sirvió también para denunciar cómo a veces los medios tratan ciertos temas “sin el debido respeto por las personas y los valores”. “Sobre los principales y más graves pecados de los medios de comunicación, el Papa explicó que” la calumnia es pecado mortal, pero se puede llegar a conocer la verdad”, al igual que con la difamación, se puede finalmente decir que fue “una injusticia” y “pedir perdón por ello”. “El Papa argentino aseguró que el peor de todos es la desinformación, “el decir las cosas a medias”, lo que no permite a quien ve la televisión o oye la radio “hacerse un juicio de valor porque no tiene elementos, nadie se los ha dado”. “Jorge Bergoglio instó a las radios y a las televisiones a “transmitir a través del éter la voz que hable a los hombres y a las mujeres que busquen una palabra de esperanza para su vida”. Pero la calumnia punible ha dejado de existir al menos en México. No se si la Italia de Berlusconi también se haya disuelto en el amplio y sencillo terreno de la “falta administrativa” y no del delito. Pero allá, acá y en muchas partes, las mentiras de la prensa, son a veces hasta materia de premio. La prensa estadunidense, por ejemplo, tan cercana a las devociones de los mexicanos ad- miradores del New York Times o el Washington Post, por ejemplo, incurre en falsedades como catedrales. NO es posible olvidar los casos ejemplares de Janet Cook (WP) y Jason Blair (NYT) quienes sencillamente inventaron grandes reportajes con los cuales el sobrevaluado premio Pulitzer fue a caer sobre sus cabezas antes de saberse las verdades y escucharse una estruendosa rechifla contra los galardonados y el comité de premiación. Janet Cook inventó la historia de un niño drogadicto de ocho años o menos y Jason Blair sencillamente le metió literatura sistemáticamente a sus entregas, seguro de ser intocable pues una sanción en contra suya habría sido interpretada como un acoso étnico, pues como la señorita Cook, él es también un notable afroamericano bien educado. Pero quizá el señalamiento papal no esté del todo completo. Quizá el peor pecado de los medios sea el “sicariato”. Y eso consiste en algo muy sencillo: alguien “filtra” información perjudicial para otro y el periodista la convierte en “investigación periodística”. Un ejemplo de esto es la “Casa Blanca”. Parte venganza de Marcelo Ebrard contra Enrique Peña. --¿Quién escribe las columnas antes de quien las firma? A veces no se sabe: otras se conoce de sobra. Años y años hubo personajes como Francisco Galindo Ochoa o Fernando Gutiérrez Barrios quienes desde el poder y su periferia alimentaban las hogueras. Hoy hay de todo. Como en el poema de Borges, ¿cuál mano detrás del jugador mueve las piezas en este ajedrez de la política y el poder y los medios y las televisoras?, ¿quién consigue los videos, quién los edita, quién los difunde, quien acarrea las varas y los leños a la pira donde todos van a perecer, algún día como Savonarola o Juana de Arco. Y al mejor relacionado y patrocinado con los pirómanos se le otorgan grandes distinciones profesionales y gremiales. Corre ve y dile, les llamaría una señora pía. Chismosos, les diría alguien más; sicarios de la nota, podría agregar cualquiera. Y nadie les dirá nada. La cofradía inventó el ”secreto inviolable” de las fuentes de información. En otras palabras, el círculo intocable se cierra. Yo no digo quien me lo dijo y si me acosan por decirlo, denuncio el ataque a la libertad de expresión, a un tiempo garantía constitucional y Derecho Humano fundamental. Absoluta libertad de ejecución frente a un pelotón de fusilamiento ubicuo y relativamente barato. Pascal Beltrán México-Sovietitlán A buena parte de la izquierda mexicana le cuesta trabajo salirse de su cajón de razonamiento para analizar la realidad y actuar sobre ella. Sigue apegada a viejas ideas redistributivas del ingreso que han probado su ineficacia en muchos países del mundo, incluyendo el nuestro. Tomemos el caso de la Ciudad de México. Aquí la izquierda –o el PRD, para ser más específicos– ha gobernado por casi dos décadas. ¿Y qué ha pasado con la pobreza en la capital del país? Según dio a conocer el Coneval a mediados del año pasado, 28.4% de los habitantes de esta urbe si- gue siendo pobre. En esa ocasión, el PRD y el gobierno celebraron que el Coneval diera a conocer que la población en carencia haya disminuido en 0.5 puntos porcentuales entre 2012 y 2014, pero no queda claro si eso se debió a la aplicación de programas sociales o a la disminución de la población ocurrida ante el encarecimiento de la vivienda. Durante el mismo lapso, y según la misma fuente, el porcentaje de pobres en el estado de Querétaro disminuyó 2.7 puntos (de 36.9% a 34.2%). Y si ampliamos el plazo analizado, de 2010 a 2014, Querétaro redujo la pobreza 7.2 puntos, mientras que Para los amigos justicia y gracia, para los enemigos la justicia a secas”, decía Benito Juárez, quizás por eso las dos consejeras propuestas por el Partido Revolucionario Institucional y que son parte de la muy criticada comisión de Quejas del Instituto Nacional Electoral, Adriana Favela y Beatriz Galindo, fueron tan duras con Rafael Moreno Valle prohibiéndole hablar hasta de sus cualidades personales, sus logros de gobierno, sus aspiraciones y llegando, incluso, a ordenar retirar una entrevista concedida por Moreno Valle de una página de internet y han sido tan indulgentes con otros participantes. Todos los que de alguna forma son aspirantes al 2018 han dado multitud de entrevistas y ocupado espacios de radio y televisión para promocionarse, incluso, con recursos públicos claramente destinados a otro fin: los spots con cargo al erario que ha emitido Andrés Manuel López Obrador equivalen a 31 días ininterrumpidos y consecutivos de anuncios, sin, por ejemplo, la obligatoriedad que tuvieron todos los candidatos de todos los niveles de Morena de colocar en su publicidad electoral de este año, la imagen de Andrés Manuel en toda su publicidad o la innumerable cantidad de entrevistas y mítines donde el líder de Morena habla de sus legítimas aspiraciones para el 2018. Si en su caso hubiera justicia a secas tendría que tener fuertes sanciones por actos anticipados de campaña, pero con él hay justicia y gracia, incluso, indulgencias plenarias. Pero lo mismo sucede con todos los demás aspirantes aunque, salvo Ricardo Anaya, ningún otro puede acceder a spots de radio y televisión. Pero allí están desde Margarita Zavala hasta Ivonne Ortega, desde Mancera has- ta Castañeda o Ferriz, haciendo su lucha y hablando de sus aspiraciones. ¿Por qué el Instituto Nacional Electoral se ha ensañado con Moreno Valle? Las explicaciones son tan confusas como discrecionales las decisiones: la más extendida es que como él es funcionario público podría estar utilizando recursos públicos para ello. Lo dicen sin pruebas pero si fuera así todos los dirigentes partidarios (en este caso Anaya y López Obrador) usan recursos públicos con ese objetivo. Se dijo, también, que esas entrevistas podrían ser pagadas, sin mostrar una prueba de ello. Si fuera así ¿ninguno de los otros aspirantes sería sospechoso de lo mismo? Es una suma de barbaridades que demuestra, simplemente, que la actual ley electoral no sirve, resulta inequitativa y, precisamente, por eso es discrecional, no se aplica de acuerdo con lo que saben y tienen comprobado los consejeros, sino con lo que creen o piensan. Es el reino de la posverdad. Y toda esta discrecionalidad tiene origen en la reforma del 2007, que prohibió a los ciudadanos y organizaciones contratar publicidad, que le regaló a los partidos millones de pesos y de spots que fueron creciendo geométricamente año con año, y que terminó estableciendo regímenes diferenciados sobre quién puede acceder a publicidad y quién no: los presidentes de los partidos pueden hacerlo, los funcionarios quién sabe, los ciudadanos que no son una cosa ni otra, no pueden. Los criterios para televisión y radio son unos, para prensa escrita otros, para redes ninguno. Los partidos tienen derechos, los ciudadanos no. Con las reformas del 2007 un grupo de intelectuales y periodistas nos amparamos, precisamente, contra este despropósito. El tema llegó, luego de un largo recorrido legal, hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La solución es relativamente sencilla, pero afecta demasiados intereses. En principio, los partidos deben recibir mucho menos dinero: este 2017, sólo del ámbito federal, recibirán más de cuatro mil millones de pesos, más cientos de miles de spots gratuitos, prerrogativas de todo tipo, instalaciones y oficinas, recursos legislativos y estatales. Es una afrenta. Como en otros países los partidos deben recibir una cantidad mínima de recursos federales y nada más. Se deben financiar de sus militantes y de aportaciones privadas. ¿Que es inequitativo? Sí, la política lo es. Los partidos deben vivir de su trabajo, no del fisco. Deben tener una mínima cantidad de anuncios gratis para todos y el resto de la publicidad deben pagarla. Todo ciudadano u organización debe tener derecho a participar, opinar y pagar publicidad política: desde un sindicato hasta un empresario o un grupo de ciudadanos. Todos debemos tener el mismo derecho de expresar públicamente nuestras opiniones de la misma forma que todo político que aspire a un cargo está en su derecho a hacerlo. ¿Qué es lo que debe hacer, entonces, la autoridad? Cuidar que en eso no se utilicen recursos públicos, y que los recursos que lleguen a candidatos o partidos sean legítimos y transparentes, como en cualquier otra democracia. Hoy estamos en el peor de los mundos posibles: con una política electoral cara hasta la ofensa, alejada y prohibida para los ciudadanos, por ende inequitativa. Los partidos y los funcionarios electorales olvidan lo principal: ellos son un simple instrumento, no el fin de la democracia. Prueba pisa la Ciudad de México lo hizo en apenas 0.1 puntos porcentuales. Yo no sé si la izquierda mexicana no tiene la capacidad de pensar en formas distintas de reducir la brecha entre quienes tienen y quienes no. Quizá sí sepa que regalar dinero no es una solución para disminuir la pobreza, pero ha llegado a la conclusión de que es la mejor forma de mantener cautiva a su clientela electoral. Durante el mismo tiempo que el PRD ha gobernado a la capital del país, Querétaro ha tenido tres alternancias en la gubernatura. Y durante ese tiempo, ha tenido un crecimiento superior al del resto del país, incluyendo, por supuesto, la capital. Entre 2004 y 2013, el PIB queretano se incrementó a una tasa de 5.5 puntos, la mayor alza en el país. En cambio el crecimiento económico de la Ciudad de México en los años de gobiernos perredistas ha sido de la mitad del promedio nacional: 1.7% contra 3.2% entre 2000 y 2006. Ante estadísticas como ésas, sucesivos gobiernos capitalinos han magnificado sus logros y han buscado culpables para justificar sus fracasos. El principal de ellos ha sido el gobierno federal. Es cierto que en estas casi dos décadas, el jefe de Gobierno ha tenido que convivir con un Presidente de la República surgido de otro partido. Sin embargo, eso también le ha sucedido al gobernador en turno de Querétaro durante siete de los últimos 19 años. Año tras año, el jefe de Gobierno capitalino y los diputados federales del PRD han batallado para que aumente o al menos no disminuya la cantidad de recursos que la Federación entrega a la Ciudad de México. En el Presupuesto de Egre- sos del próximo año, la capital sufrió, como todas las entidades y la enorme mayoría de las dependencias federales, una merma en su erario. La solución que parece haberse encontrado en la capital está inspirada en ese mismo pensamiento redistributivo: la “captación de plusvalías”. Si su casa en la Ciudad de México aumenta de valor, estimado lector, no vaya usted a creer que es por factores económicos, porque la zona se puso de moda o porque usted y sus vecinos han hecho un esfuerzo por mantener en buenas condiciones la cuadra y sus viviendas. La izquierda perredista de la Ciudad de México ya decidió que eso sólo tiene que ver con las “acciones urbanísticas” y que cualquier plusvalía es parte de la “riqueza pública de la ciudad”. Como tal, la izquierda capitalina tratará de quitársela a usted mediante un impuesto o algún otro artilugio y dedicarla, supuestamente, a “sufragar equitativamente los costos del desarrollo urbano”. Lo que se intentó plasmar sin éxito en la Constitución local – un plan que fue abortado por la protesta en redes sociales– entró como bola baja en la nueva Ley de Vivienda. El perredismo capitalino quiere que creamos que el gobierno local –que, igual que sus antecesores, no ha podido con la pobreza y ni siquiera ha logrado resolver la carencia de agua potable en zonas de Iztapalapa– va a usar esa plusvalía robada a los capitalinos para equilibrar el desarrollo del entorno urbano. Son soluciones sacadas del cajón del estatismo ramplón. Es sovietismo tardío. Así no se combate la pobreza, sino atrayendo inversión y generando empleo bien remunerado.
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