Correspondencia en el territorio posterior de la arteria cerebral media izquierda, por lo que se decide realizar una panangiografía cerebral con intención de recanalizar el vaso ocluido. En la arteriografía se objetiva una oclusión de la arteria carótida interna izquierda en su ori gen, estenosis grave de la arteria carótida ca vernosa derecha con oclusión de la carótida ter minal ipsilateral y estenosis de la arteria carótida externa derecha en su origen; es por esta razón que la irrigación cerebral depende exclusiva mente del territorio posterior. Sin embargo, la arteria basilar muestra estenosis múltiples y di lataciones arrosariadas, con una compensación por parte del hemisferio izquierdo muy irregu lar. Existen, además, múltiples FAV durales des de ambas arterias meníngeas medias, conexio nes entre las ramas de las arterias maxilares internas con las arterias oftálmicas y una FAV dural tentorial, todo ello en un intento de com pensación por vía dural-pial retrógrada que re sulta insuficiente. Ante los hallazgos angiográfi cos, se desestima la posibilidad terapéutica. La enfermedad de moyamoya es una arteriopa tía idiopática progresiva que puede presentar se en la infancia (comienzo precoz) o bien en la edad adulta (comienzo tardío). Los síntomas iniciales en los niños son habitualmente isqué micos, mientras que la hemorragia intracraneal también es una forma de presentación frecuen te en la edad adulta [4]. El pronóstico en la ar teriopatía idiopática progresiva de la infancia depende de la rapidez y extensión de las oclu siones vasculares, así como del desarrollo de la circulación colateral eficaz. El ‘patrón moyamoya’ es un patrón angio gráfico, no una enfermedad específica, y puede ser tanto adquirido como hereditario. Cualquier oclusión de las arterias carótidas internas su praclinoideas de desarrollo lento puede de sarrollar hipertrofia de las arterias colaterales basales. La presencia de vasos tipo moyamoya se ha descrito en varias enfermedades, desde la arteriopatía idiopática progresiva de la infancia y la neurofibromatosis, hasta la ateroesclerosis y la radioterapia [5]. Hay una asociación relati vamente frecuente entre la enfermedad de mo yamoya y otras anomalías arteriales, como los aneurismas, las MAV, la ectasia o la fenestra ción de las arterias cerebrales y la enfermedad cardíaca congénita [6,7]. Diversos artículos [8-10] han descrito casos de MAV asociadas a varios grados de enferme 318 dad vascular oclusiva. Dichos autores barajan la hipótesis de que la isquemia y el infarto in ducen la liberación de factores angiogénicos, lo que puede desempeñar un papel relevante en la patogénesis de las FAV durales. Estudios previos han demostrado que los niveles de FCFb [2] y FCEV [3] están elevados en la duramadre de los pacientes con enfermedad de moyamo ya. Tanto el FCFb como el FCEV se elevan en las FAV durales [11] y se cree que están implicados en su patogenia. Sin embargo, no se ha podido demostrar esta teoría, por lo que también po dría tratarse de una coincidencia extraordina riamente rara entre dos fenómenos infrecuen tes independientes. En los dos casos que presentamos hay un hallazgo común: la coexistencia de enfermedad vasooclusiva y FAV dural. Como ya plantean Ki llory et al [1], existen tres explicaciones posibles para este hallazgo: que la fístula sea la causante del patrón moyamoya, que el patrón moyamo ya condicione la aparición de la fístula, o que ambas entidades sean independientes. Ninguna de estas posibilidades se ha demostrado. 4. Al Badri MM, Deleu D, Ruiz-Miyares F, D’Souza A, Mesraoua B, Salim K, et al. Hemorragia talámica en una paciente con la enfermedad de moyamoya. Rev Neurol 2008; 47: 446-7. 5. Bitzer M, Topka H. Progressive cerebral occlusive disease after radiation therapy. Stroke 1995; 26: 131-6. 6. Vörös E, Kiss M, Hankó J, Nagy E. Moyamoya with arterial anomalies: relevance to pathogenesis. Neuroradiology 1997; 39: 852-6. 7. Lutterman J, Scott M, Nass R, Geva T. Moyamoya syndrome associated with congenital heart disease. Pediatrics 1998; 101: 57-60. 8. Mawad ME, Hilal SK, Michesen WJ, Stein B, Ganti SR. Occlusive vascular disease associated with cerebral arteriovenous malformations. Radiology 1984; 153: 401-8. 9. O’Shaughnessy BA, DiPatri AJ Jr, Parkinson RJ, Batjer HH. Development of a de novo cerebral arteriovenous malformation in a child with sickle cell disease and moyamoya arteriopathy. Case report. J Neurosurg 2005; 102 (Suppl 2): S238-43. 10. Schmit BP, Burrows PE, Kuban K, Goumnerova L, Scott RM. Acquired cerebral arteriovenous malformation in a child with moyamoya disease. Case report. J Neurosurg 1996; 84: 677-80. 11. Uranishi R, Nakase H, Sakaki T. Expression of angiogenic growth factors in dural arteriovenous fistula. J Neurosurg 1999; 91: 781-6. En conclusión, presentamos dos casos que de muestran la asociación simultánea entre la en fermedad de moyamoya unilateral y la FAV du ral ipsilateral. Publicaciones previas han descrito la frecuente asociación entre la enfermedad de moyamoya y las MAV, y se ha especulado sobre su posible relación causal. Investigaciones re cientes han demostrado que ambas patologías se asocian a la elevación de factores angiogéni cos durales, lo que podría suponer un mecanis mo de la isquemia vasooclusiva para contribuir a la formación de FAV durales. Esta coinciden cia extremadamente rara podría tener una re lación fisiopatológica subyacente. Mielitis transversa aguda: tratamiento del dolor Bibliografía 1. Killory BD, Gonzalez LF, Wait SD, Ponce FA, Alburquerque FC, Spetzler RF. Simultaneous unilateral moyamoya disease and ipsilateral dural arteriovenous fistula: case report. Neurosurgery 2008; 62: E1375-6. 2. Hoshimaru M, Takahasi JA, Kikuchi H, Nagata I, Hatanaka M. Possible roles of basic fibroblast growth factor in the pathogenesis of moyamoya disease: a immunohistochemical study. J Neurosurg 1991; 75: 267-70. 3. Sakamoto S, Kiura Y, Yamasaki F, Shibukawa M, Ohba S, Shrestha P, et al. Expression of vascular endothelial growth factor in dura mater of patients with moyamoya disease. Neurosurg Rev 2008; 31: 77-81. Vicente L. Villanueva-Pérez a, Juan M. AsensioSamper a, Gustavo Fabregat-Cid a, Carmen Monserrat-Ripoll b, José A. de Andrés-Ibáñez a Servicio de Anestesia, Reanimación y Unidad del Dolor. Consorcio Hospital General Universitario de Valencia. Valencia. b Servicio de Anestesiología. Hospital General de Elche. Elche, Alicante, España. a Correspondencia: Dr. Vicente L. Villanueva Pérez. Unidad del Dolor. Consorcio Hospital General Universitario de Valencia. Avda. Tres Cruces, 2. E-46014 Valencia. E-mail: [email protected] Aceptado tras revisión externa: 27.11.09 Cómo citar este artículo: Villanueva-Pérez VL, AsensioSamper JM, Fabregat-Cid G, Monserrat-Ripoll C, De Andrés-Ibáñez JA. Mielitis transversa aguda: tratamiento del dolor. Rev Neurol 2010; 50: 318-9. © 2010 Revista de Neurología Aunque la mielitis transversa no es una pato logía frecuente, sí es tremendamente agresiva en los casos con secuelas, lo que implica un co nocimiento adecuado del proceso para su diag nóstico precoz y actuación inmediata. Aportamos al reciente artículo de GómezArgüelles et al [1] nuestra experiencia con una paciente afectada por esta patología en el tra tamiento del dolor como secuela de su proceso. www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 50 (5) Correspondencia Mujer de 63 años de edad, diagnosticada en 1987 de mielitis transversa y atrofia medular D7 a D10, de probable origen infeccioso, y que fue atendida en varios centros. Recibió tratamiento por vía oral con amitriptilina, clonacepam, baclo feno y estimulación nerviosa eléctrica transcutá nea, sin alivio sintomático adecuado. En 1997 se visita en nuestra unidad. Presen ta dolor urente infralesional de D7, con predo minio en hemicuerpo derecho, de carácter opre sivo y urente; en el tercio distal de los miembros inferiores, de carácter continuo. Asocia mioclo nía en el miembro inferior izquierdo aislada y ocasional sin objetivarse espasticidad. Presenta paraplejía y vejiga neurógena que requiere son daje vesical permanente. Se indica tratamiento con administración in tratecal de perfusión de fármacos y se realiza una dosis de prueba con morfina intratecal (0,2 mg), con muy mala tolerancia y sin alivio de los sínto mas. En diciembre de 1997 se inician dosis de prueba con tramadol en dosis ascendentes (2550-75 mg), que no resultan efectivas. En enero de 1998 se realiza una prueba medular con me peridina (25-35-35 mg), con mejoría de los sín tomas tras la tercera dosis. En marzo de 1998 se implanta un reservorio medular (modelo Syn chromed ®, Medtronic Neurological, Minneapo lis, MN) y se inicia perfusión de meperidina en dosis de 20 mg/día con tratamiento asociado de paracetamol, carbamacepina y amitriptilina. Me jora de forma completa su mioclonía y el dolor de forma muy satisfactoria, sin presencia de efec tos secundarios. Fue intervenida en tres ocasio nes por desplazamiento del catéter, y en todas ellas se reimplantó el catéter sin incidencias. www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 50 (5) Hasta mayo de 1990 se consigue el control de los síntomas, pero aumenta el dolor, por lo que se decide combinar clonidina con meperi dina, con mejoría clínica, y se reducen las dosis de carbamacepina, aunque presenta dolor los tres días siguientes a la administración de la clonidina. Se asocia terapia oral con paraceta mol, amitriptilina, dosis bajas de carbamacepi na, topiramato y pregabalina. Durante seis años ha precisado incrementos en las dosis mediante la reducción de los tiempos de rellenado, por lo que se decide incluirla en el protocolo de ziconotide, iniciado en septiembre de 2007. Para ello se implantó una bomba de infusión (modelo Synchromed II ®, Medtronic Neurological, Minneapolis, MN), con una dosis diaria de 2,4 mg/día, con aumentos semanales cada 2-3 semanas hasta conseguir el control de los síntomas. En la actualidad sigue con ajustes progresivos de la medicación para el control del dolor, con una dosis estable de 4,4 mg/día. El ziconotide es un nuevo analgésico no opioide utilizado en general como alternativa válida en aquellos pacientes que requieren analgesia in tratecal [2] con intolerancia o refractariedad a otros tratamientos, como analgésicos sistémi cos, terapias coadyuvantes o la morfina intra tecal [3], aunque recientemente se ha incluido como primera línea de tratamiento junto con morfina o hidromorfona [4]. Este fármaco es el primer bloqueante neural específico que actúa sobre el canal de calcio, bloqueando los canales tipo N del calcio voltajedependiente [2,4,5]. En general, es un fármaco bien tolerado sal vo algunas consideraciones que hay que tener en cuenta: antecedente de hipersensibilidad a éste; antecedente de depresión mayor o riesgo de suicidio, confusión, somnolencia y otras reac ciones neurológicas adversas, o bien un incre mento de la creatinfosfocinasa. En este último supuesto deben monitorizarse los niveles de creatincinasa en pacientes con síntomas suge rentes de miopatía, como debilidad muscular, mialgia o calambres musculares [6]. Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5. 6. ómez-Argüelles JM, Sánchez-Solla A, López-Dolado G E, Díez-De La Lastra E, Florensa J. Mielitis transversa aguda: revisión clínica y algoritmo de actuación diagnóstica. Rev Neurol 2009; 49: 533-40. Wermeling D, Drass M, Ellis D, Mayo M, McGuire D, O’Connell D, et al. Pharmacokinetics and pharmacodynamics of intrathecal ziconotide in chronic pain patients. J Clin Pharmacol 2003; 43: 624-36. Food & Drugs Administration, Prialt label NDA no. 021060. URL: http://www.fda.gov/cder/foi/label/ 2004/021060lbl.pdf. [04.11.2009]. Deer T, Krames ES, Hassenbrusch SJ, Burton A, Caraway D, Dupen S, et al. Conferencia de Consenso sobre Polianalgesia 2007: recomendaciones para el tratamiento del dolor por administración intratecal (intraespinal) de fármacos: informe de un panel interdisciplinar de expertos. Neuromodulation 2007; 10: 300-28. Valía-Vera JC, Villanueva-Pérez VL, Asensio-Samper JM, López-Alarcón MD, De Andrés-Ibáñez JA. Ziconotide: una alternativa innovadora en el dolor crónico neuropático intenso. Rev Neurol 2007; 45: 665-9. Ellis D, Dissanayake S, McGuire D, Charapata SG, Staats PS, Wallace MS, et al. Continuous intrathecal infusion of ziconotide for treatment of chronic malignant and nonmalignant pain over 12 months: a prospective, open-label study. Neuromodulation 2008; 11: 40-9. 319
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