Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología Volumen 11, Nº 36, 2016, pp. 60-73 LOS LÍMITES DE LA RACIONALIDAD A PROPÓSITO DE LAS IDENTIDADES SEXUALES: EL CASO DE HERCULINE BARBIN* THE LIMITS OF RATIONALISM ABOUT OF GENDER IDENTITY: THE CASE OF HERCULINE BARBIN Juan Pablo Sánchez Domínguez** Universidad Autónoma del Carmen, Ciudad del Carmen, Campeche, México. Recibido mayo de 2016/Received May, 2016 Aceptado julio de 2016/Accepted July, 2016 RESUMEN El presente trabajo tiene como finalidad realizar una lectura de correlato, por un lado el análisis crítico desde el pensamiento de Michel Foucault acerca de la racionalidad científica sobre la heteronormalidad, por el otro, desde la perspectiva subjetiva se analiza el corpus ideológico sobre “el verdadero sexo” en el cual se asienta el abordaje de Herculine Barbin, un hermafrodita del siglo XIX que a la edad de 21 años es empujado a un proceso judicial para su reasignación sexual, estado civil y vestimenta, quien en este contexto decide escribir sus memorias donde relata detenidamente los conflictos vividos a lo largo de su existencia y qué tras el cambio de “identidad sexual” no puede soportar más, suicidándose 8 años más tarde. Palabras Clave: Intersexuales, psicoanálisis, Herculine Barbin, Michel Foucault, racionalidad científica. ABSTRACT This work is intended to provide a reading relating on one hand to the thought of Michel Foucault on scientific rationalism and heteronormativity, and on the other, to a subjective perspective, analyzing the ideological corpus on the “true sex”, as a basis for examining the case of Herculine Barbin, a 19th-century hermaphrodite who, at the age of 21, was pressured into a legal process to reassign her gender, civil status and clothing. In this context she decided to write her memoirs, describing in detail the conflicts she had experienced throughout her life. She was unable to come to terms with her change of “gender identity”, and committed suicide eight years later. Key Words: Intersex, psychoanalysis, Herculine Barbin, Michel Foucault, scientific rationalism. Introducción Michel Foucault, quizá uno de los pensadores más críticos de los últimos tiempos, dentro de sus obras el abordaje que realizó sobre la sexualidad en occidente fue contundente y prolifero. En este sentido, la influencia que ha tenido para autores más contemporáneos es de destacarse, de tal modo que su pensamiento ha dado lugar a una interesante literatura sobre los límites de la racionalidad científica en el abordaje de las identidades sexuales (González, 2009; Sánchez, 2015b). Bajo la hipótesis de que era necesario realizar una genealogía sobre los mecanismos encaminados a controlar el placer * Artículo resultado del proyecto: La racionalidad científica y sus efectos en los procesos de subjetivación de las identidades sexuales. El caso de Herculine Barbin. Registro COFINPO/UNACAR/ DACSA/2015/08 ** Doctor en Psicología, Centro de Estudios, Clínica e Investigación Psicológica (CECIP), Campeche, México. Profesor-investigador de laUniversidad Autónoma del Carmen, Carmen, Campeche, Mexico. [email protected] del cuerpo en occidente escribió, “La historia de la sexualidad” (Benente, 2014), en éste tenor la dirección de sus reflexiones fueron otorgándole una orientación precisa a saber, el problema de la normalización de las identidades sexuales bajo la racionalización de un sexo verdadero, en ésta construcción teórica identificó la inagotable resistencia de la subjetividad humana a estos efectos de poder disciplinario. Coincidiendo con Giraldo (2006), podemos sostener que en la obra de Foucault existe una clara evolución de su pensamiento en lo referente a la relación resistencia-poder de los discursos, sobre ésta tésis planteará que no se trata de un proceso excluyente, de tal modo que son coexistentes y en constante transformación, aunado a ello tampoco es posible negar la presencia de cierto grado de violencia ejercida de uno sobre otro, a fin de mantener un dominio y el establecimiento de mecanismos encargados para esto. Esta maquinaria de control constituye al mismo tiempo una serie de procedimientos tendientes a conjurar los poderes y peligros que produce (Foucault, 2009), generando a su vez una realidad del mundo organizada y distribuida a modo, y cuya función lógica consiste básicamente en dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad (Foucault, 2009, p. 14). Bajo estas coordenadas críticas señaladas, el pensador francés analizará por separado cada sistema discursivo tendiente a controlar los placeres del cuerpo, en este camino descubrirá que la subjetividad1 presenta matices de resistencia contra estos artefactos de saber y poder (Fernández, 2006). Esta cualidad se convertirá en elemento clave para el desarrollo de sus investigaciones al tiempo que le permitió el abordaje de algunos casos “infames” que despertaron aspectos singulares de su vida (Capurro, 2004). Estos casos que particularmente provocaron su interés exponen cada cual, los conflictos que conlleva para los sujetos la operación de ciertos mecanismos de control dirigidos a desvanecer las singularidades de cada sujeto. En otras palabras, estos casos extraños le permitieron a Foucault identificar en los sistemas discursivos de cada época, aquellos elementos destinados a establecer una racionalidad uniforme y rígida acerca de la compleja realidad humana. En lo general podemos establecer una síntesis sobre las líneas de trabajo en las que Foucault realizó sus más severas críticas: 1.- La discutible normalidad presente en la racionalidad del siglo XIX, que en occidente se ha convertido en el punto de llegada para crear un artefacto de control; 2.- La bio-naturalidad heterosexual, que se puede resumir con la creencia de un solo y verdadero sexo; 3.- La institucionalización de los sistemas normativos que bajo la lógica de la estandarización y clasificación positivista suprime los procesos subjetivos de la constitución humana, justificando con ello la exclusión de la singularidad de cada caso (Sánchez, 2015a). Uno de los grandes problemas que vemos aparecer en nuestra cultura a partir de lo señalado es la implementación de una concepción y tratamiento de la sexualidad atravesada por una racionalidad asentada en dos polos: normalidad-anormalidad (Foucault, 1994), y cuyos parámetros se constituyeron tomando como referencia la heterosexualidad matrimonial, procreativa y monogámica (Capurro, 2004). Siguiendo a Foucault, todo este artefacto de control sobre el cuerpo por la vía de esta construcción “dicotómica” estuvo fuertemente vinculado a la constitución de un saber sistemático sobre el cuerpo que se desarrolló durante los siglos XVII y XVIII respectivamente y que empezaron a presentar resultados durante el siglo XIX. La construcción de un saber sobre los cuerpos Para Foucault la construcción de un saber sistemático sobre los cuerpos estuvo orientado a resolver las dificultades y los límites entre lo “normal y lo patológico” entre lo “corregible e incorregible” de tal forma que con la llegada del renacimiento se iniciaron los experimentos con la finalidad de establecer un conocimiento concreto acerca de los cuerpos (Foucault, 1993; Álvarez & Pena, 2007; Sánchez, 2014). La consolidación de esta nueva realidad se dió más tarde, para fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX con ayuda de ciertas disciplinas “científico-positivistas” fue posible formular a “la mirada médica” como el mecanismo supremo para “saber” lo que hasta entonces se encontraba fuera del dominio científico de los cuerpos” (Foucault, 2001). Tenemos entonces que el cobijo que la disciplina médica brindó a otros campos del conocimiento fue fundamental para el tratamiento de un sinfín de problemáticas que hasta entonces no tenían explicación, esto favoreció considerablemente la exclusión de la subjetividad de los malestares humanos. Todo este artefacto de control que trajo para el siglo XIX efectos prácticos fue para Foucault el resultado sintético desarrollado en épocas anteriores, 62 Juan Pablo Sánchez Domínguez de tal manera que para establecer una explicación coherente decide entre 1974 y 1975 bajo la cátedra del Collége de France analizar cada uno de los discursos destinados a la estructuración de este nuevo saber, para ello identificará las figuras humanas que consideró dieron origen a un cuerpo ideológico cuya traducción la encontramos en nuestra época como la noción de sujeto patologizado. Como ya lo señalamos, fue durante el Renacimiento que se produjeron los primeros intentos de abordar metódicamente el cuerpo, sin embargo, es hasta el siglo XVII que vemos surgir la primera noción denominada “monstruo humano”, ésta figura aparecerá inevitablemente ligada a un doble registro de infracción, es decir, que en sí mismo representa lo que para la sociedad y la naturaleza atenta contra el “orden original”. El monstruo humano es aquel cuya malformación física atenta contra la sociedad y al mismo tiempo contra el curso natural del orden biológico, éste último argumento deja entrever al menos una contradicción inasimilable, por un lado, se piensa a la naturaleza biológica como el origen de todas las verdades humanas y por el otro, se presenta como aquellas “equivocaciones” imposibles de soportar socialmente, dicho de otra manera, se confía plenamente en la verdad omnipotente de la naturaleza, pero cuando ésta presenta sus inconsistencias no existen modos sociales para ser incluidas, logrando con ello que el llamado monstruo humano gravite paradójicamente entre dos fuerzas: lo prohibido y lo imposible. El tratamiento referido a estos cuerpos extraños también tendrán el carácter polarizado, en algunos casos será el repudio y en otros el cuidado exagerado. Visto de cualquier manera, no existe en este momento ningún discurso: jurídico, medico, social o religioso que traiga consigo respuestas respecto al monstruo humano, éste según sus circunstancias podrá vivir en sociedad sin la “aparente exclusión” que más tarde le traerán los mecanismos impuestos para su control. En suma, lo que se fijó alrededor del monstruo humano lo podemos estructurar mediante la siguiente racionalidad: su existencia y de ella su condición lo coloca automáticamente fuera de una ley natural-biológica y por ende, en los estatutos de una transgresión que atenta contra un pretendido orden natural (Foucault, 2011). De aquí en adelante el criterio de inteligibilidad sobre los cuerpos estará inevitablemente sometido a una lectura de correlato entre el sujeto y el supuesto orden que trastoca. Posteriormente y heredero de la inteligibilidad del monstruo humano veremos surgir una nueva figura durante el siglo XVIII con el nombre de “individuo a corregir” para Foucault el marco de inscripción será la familia y las instituciones con las que mantiene un lazo de colaboración y asistencia: escuela, iglesia, barrio, penitenciaría, etc., esta referencia resulta importante en la medida en que estas instancias sociales serán las que se conviertan en los agentes “fieles” que identifiquen a estos sujetos diferentes de tal manera que no se requerirán mecanismos sofisticados para hacerlos aparecer. Ésta será la razón por la cual su aparición por definición es más recurrente, se presenta a decir de Foucault, como paradójico: regular en su irregularidad. Como señalamos, la importancia que cobra la instancia familiar para el señalamiento de estos individuos será transcendental, provocando una formulación social que de pie al encausamiento de ciertos mecanismos de domesticación institucional que con el tiempo concluirá con la elaboración de una instrumentación diagnostica, que justifique de alguna manera su inevitable reclusión. Esta imposibilitad de inclusión social del individuo a corregir también se traduce como un impasse del discurso de la corregibilidad, por lo tanto, la incorregibilidad será el antecedente inmediato de lo que hoy se conoce como el “sujeto anormal”. En otras palabras, el sujeto anormal surge en occidente como resultado de la ejecución de un proyecto normativo fallido (Fortanet, 2015). A la postre el individuo a corregir inspiró el establecimiento de los primeros mecanismos encaminados a la rehabilitación de los cuerpos, es decir, toda una maquinaria de corrección social para aquellos que a pesar de todas las técnicas conocidas hasta el momento permanecían incorregibles (Foucault, 2011). Ésta condición de incorregibilidad dio paso a un criterio de inteligibilidad dogmatico que veremos materializarse en la nueva figura denominada “individuo onanista”, noción que se constituye bajo las experiencias sexuales autoeróticas del infante. Esta nueva racionalidad se sostiene en dos principios, el primero: una práctica recurrente, intrínseca en los niños y segundo: un ejercicio que se encuentra en el terreno de lo “secreto” es decir, que de ésta práctica casi nadie sabe, pero a su vez todo mundo asume que se ejerce (Foucault, 2011). En virtud de estos postulados la sexualidad se establece como Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 Los límites de la Racionalidad a propósito de las Identidades Sexuales: El caso de Herculine Barbin. la etiología polivalente de los males pertenecientes al cuerpo, con esto la sexualidad onanista se circunscribe como pieza última para que la “ciencia médica” se constituya como La maquinaria de verdad capaz de leer en el “cuerpo” los signos de anormalidad. Como resultado de este proceso se logra imponer al cuerpo el poder de normalización de la mano del campo médico. De lo anterior se pueden sustraer al menos dos racionalidades posibles que condujeron durante el siglo XIX a la construcción de un mecanismo de biopoder tendiente al abordaje de los malestares manifiestos en el cuerpo: en primer lugar, una ideología sobre la naturalidad de los cuerpos asentada sobre la tésis de que los cuerpos diferentes en sí mismos constituyen una transgresión; segunda, una ideología etiológica de la anormalidad basada en la práctica universal de la sexualidad onanista a su vez secreta y confusa, colocando todo lo relativo a ella inmediatamente como anómalo (Burgos, 2007). La lógica anterior y el nacimiento de una teoría biológica sobre la sexualidad forjaron el contexto idóneo para el establecimiento de una perspectiva sustancializada de las identidades sexuales postulando al mismo tiempo la negación de los procesos subjetivos implícitos en ella, teniendo como resultado final un verdadero sexo y este su correspondencia anatómica. Coincidiendo con Butler en 1999, tenemos que desde este momento histórico sólo se pensaran las identidades sexuales en dos polos posibles: femenino y masculino, dando lugar a una lectura rígida de los procesos subjetivos de sexualización, que se construyen de manera desigual y complejo tanto en hombres como en mujeres. Básicamente, la exigencia de un verdadero sexo y su correspondencia anatómica conducirán a Foucault por caminos insospechados, produciendo con ello las más severas críticas en torno a estas formulaciones discursivas, presentando estos discursos como mecanismos disciplinarios que conforman para él medios de control y modos de administrar el placer de los cuerpos en occidente, por tal motivo sostendrá que los resultados prácticos constituyen mecanismos sofisticados de excluir lo diferente. Durante sus investigaciones encontrará una serie de instrumentos médicos tendientes a eliminar todo rastro de discrepancia entre las identidades sexuales y su supuesta correspondencia anatómica. En el camino también se vió confrontado con casos únicos que mostraban los efectos devastadores de este nuevo sistema discursivo de exclusión, sujetos 63 extraños que de no ser por él habrían quedado sumidos en la sombra del olvido (Sánchez, 2013). Encontrar el verdadero sexo Como lo hemos venido señalando fundamentalmente para Foucault la racionalidad científica sobre los cuerpos durante el siglo XIX estuvo dirigida al establecimiento de un biopoder con efectos disciplinarios y normalizadores (Peidro, 2013), de tal modo que el imperativo que trazó los procedimientos para hacer desaparecer las diferencias que pudieran presentar los cuerpos fue la siguiente: A cada uno su identidad sexual primera, profunda, determinada y determinante; los elementos del otro sexo que pueden aparecer tienen que ser accidentales, superficiales o, incluso simplemente ilusorios (…) el médico tendrá que desnudar las anatomías equivocadas hasta encontrar detrás de los órganos el único sexo verdadero. (Foucault, 1985, p. 13) Este hallazgo foucaultiano cobra importancia en tanto qué, fue contexto para el surgimiento de una serie de de dificultades al momento de dar tratamiento a los supuestos “cuerpos dudosos”, finalmente distinguir para conocer fue la primera fórmula sobre estos sujetos (Capurro, 2004), dando inicio a una pericia médica dirigida a la observación detallada de los minúsculos tejidos internos, enfatizando con esto la verdad que se asoma sólo y mediante la “mirada”. En este orden, se trataba de interrogar los cuerpos que confrontaban con su “discordante anatomía” el verdadero sexo. En todo caso el saber médico procuró demostrar que mediante un examen exhaustivo se puede ver la fisiología que da lugar al otorgamiento del sexo verdadero (Foucault, 1985). El caso de los hermafroditas Dicho lo anterior, resulta apropiado pensar que eran básicamente los hermafroditas quienes se encontraban dentro de los cánones denominados “cuerpos extraños” de tal modo que, “remediar los vicios de esos cuerpos” estuvo en el núcleo del interés del saber médico. En este contexto y con el propósito de poner sobre la mesa los efectos prácticos que trajo esta forma de racionalizar científicamente a estos sujetos “diferentes”, proponemos abordar el caso de Herculine Barbin, un hermafrodita del siglo XIX desenterrado de los anales de la historia Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 64 Juan Pablo Sánchez Domínguez por Michel Foucault durante sus trabajos en el Collége de france. Se trata de un hermafrodita nacido en el apogeo de este saber sistematizado sobre los cuerpos anómalos, quien posterior a un procedimiento legal que derivó en su reasignación sexual decide redactar sus memorias, mediante las cuales –sin saberlo-, expone a detalle algunas consecuencias subjetivas, en el abordaje de las identidades sexuales por parte de los discursos encaminados a ejercer este nuevo mecanismo de control sobre los placeres del cuerpo. Sus memorias también reflejan en su conjunto las lecturas ideológicas asentadas en la creencia de un verdadero sexo y las dificultades que le deparó para la ciencia y la religión el abordaje de las identidades sexuales que no presentaban una supuesta correspondencia anatómica. Será el suicidio del hermafrodita 8 años después de su “reasignación sexual” y el tratamiento que la ciencia médica le otorga posteriormente a su cuerpo lo que llamará notablemente la atención de Michel Foucault. Éste al “exhumar” el caso en 1978 nos describe a detalle los exámenes minuciosos que post mortem se le realizaron a Herculine Barbin, con la finalidad de revelar el sexo oculto y verdadero que escondía detrás de su anatomía, como si se tratara de disipar cualquier duda posible que la decisión tomada mediante el proceso judicial pudiera haber dejado, a modo los encargados del caso revelan: La autopsia que se pudo llevar a cabo ha permitido rectificar el primer juicio emitido sobre su sexo durante la mayor parte de su vida, confirmando la exactitud del diagnostico que en última instancia le colocó en su verdadero lugar dentro de la sociedad. (Foucault, 1985, p. 141) Con lo anterior se puede notar el esfuerzo desmedido por hacer coincidir el dictamen judicial, se busca colocar en el órgano una verdad insoslayable que estaba por demás anticipada, a saber, que el hermafroditismo no es más que el velo de un verdadero sexo y que la ciencia médica estaba destinada a desenmascarar. Desde aquí vemos el lugar del hermafrodita como aquel sujeto que trastoca y contraria por el solo hecho de serlo el discurso de la heteronormalidad, logrando con ello movilizar el biopoder a fin de reforzar las razones fundamentales que sostienen sus mecanismos de regulación (Butler, 2004). Por ello había que “abrid el cadáver” para realizar la lectura minuciosa necesaria a fín de resolver todas las contradicciones que confrontan un posible desencuentro entre la anatomía y la identidad sexual, haciendo del discurso medico el legitimo interprete de los cuerpos. Una vez legitimada la medicina como un discurso de poder capaz de ser intérprete de los “cuerpos confusos” la jurisprudencia buscó su cobijo para la disipación de las imprecisiones de la naturaleza materializada en los hermafroditas, asegurando con ello el gobierno jurídico de estos cuerpos (Foa, 2013). Los efectos irreversibles de este propósito generaron en nuestro caso estragos indeterminados, es decir, que en este proceso no sólo quedaron delimitados sus placeres sexuales sino que además, se trastocaron sus posiciones políticas, económicas, religiosas. Se ejerció sobre Herculine Barbin un poder polivalente y devastador, sin que ningún sistema discursivo pudiera ante sus efectos responder, dejando un cuerpo sin lugar en este mundo, sin historia, sin futuro. Herculine Barbin, también llamada Alexina B.2 En un pequeño pueblo francés el día 8 de noviembre de 1838, nace una supuesta niña que recibe el nombre de Herculine Barbin. Su padre llamado Jean Barbin y su madre Adelaïde Destouches, ambos dos jóvenes de la localidad, el primero muere a los 29 años cuando Herculine tenía 7 años, entre ésta edad y hasta los 15, vivirá en un hospicio y un pensionado perteneciente a las Ursulinas, durante este tiempo será becada para asistir a clases. De los 15 años y hasta los 18 concluirá el primer modulo de sus estudios para posteriormente irse a vivir junto a su madre quien trabaja al servicio de la familia La Rochele. Los dos años siguientes Herculin estudiará magisterio en la Escuela Normal de Oléron, ya a la edad de 21 años ejercerá como maestra en un pensionado donde vivirá una experiencia amorosa con Sara, hija de la dueña de dicha institución. En el transcurso de ese mismo año será sometid@ a la reasignación de sexo y rectificación de su estado civil. De allí en adelante pasará a llamarse Abel, tres años más tarde y a propósito de los periplos que le depararon estos cambios decide redactar sus memorias, finalmente en febrero de 1868 cuando cuenta con 29 años decide suicidarse, dejando a lado de su cuerpo el manuscrito que hablaría de sus singulares vivencias. Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 Los límites de la Racionalidad a propósito de las Identidades Sexuales: El caso de Herculine Barbin. Sus memorias Como lo hemos anticipado, las memorias de Herculine fueron redactadas posteriormente a su reasignación sexual, en su conjunto describen su condición Hermafrodita, lo ocurrido desde su infancia, los cambios corporales que enfrentó durante su adolescencia, sus pasiones amorosas y por último, los conflictos subjetivos que experimentó durante y posterior al cambio de identidad sexual. Sus palabras conforman a detalle cada uno de los momentos más trascendentes de su vida. Una de las cosas que podemos notar con facilidad al momento en que Herculine Barbin establece los relatos de su vida es la indeterminación a ceñirse a una categoría de género exigida científica y socialmente llámese “femenino o masculino”, su escritura encierra ese no lugar, algunas veces se refiere a sí mismo como él y en otras tantas como ella, como si su identidad sexual estuviera en otro lado. Otra de las cosas que en sus memorias revela es su posición acrítica frente a cada uno de los discursos que lo condujeron al proceso legal de reasignación sexual, decide describir su vida sin denunciar a los involucrados, para Herculine Barbin todos los personajes implicados en su caso estaban situados en una posición “involuntaria” como si no pudiera hacer una lectura del interés jugado en cada sistema discursivo, los cuales mediante su proceder revelaban la clara tendencia al establecimiento de una lectura sobre los cuerpos diferentes por demás heteronormal. Otra de las cosas que nos muestra Herculine Barbin en sus memorias es la sensación de una exclusión permanente con respecto al mundo, como si su cuerpo no estuviera destinado a ningún lugar, nos describe una serie de transformaciones corporales y determinaciones subjetivas que no pudo sobrellevar sin demarcarse de su historicidad religiosa, que lo conducen cotidianamente por los caminos del sacrificio y abnegación sin presentar mayor objeción. Este contexto y a propósito de las circunstancias que le deparaba su cuerpo hermafrodita decide solicitar el apoyo de su guía espiritual, el cual y en correspondencia a su formación religiosa se ve imposibilitado a dar salida a estas confesiones. Este impasse del saber religioso posibilitó que los cuestionamientos dirigidos a su confidente fueran destinados a la ciencia médica, donde posteriormente dictaminarán sin el menor menoscabo que su cuerpo engendra “una terrible 65 imprecisión anatómica” (Foucault, 1985,83). Esta impresión diagnostica va a colocar a Herculine Barban casi de inmediato frente al saber del discurso jurídico el cual mediante un juicio de rectificación del estado civil, se ocupará de la “reparación del error” (Foucault, 1985, 91). Hasta este momento hemos mostrado a grosso modo la convergencia de tres sistemas discursivos sobre un mismo sujeto, hemos referido una lectura triangulada bajo una lógica y verdad confluyentes que condujeron a la construcción, operación y establecimiento de un saber sobre las identidades sexuales asentada sobre la racionalidad de un verdadero sexo y éste heteronormal. De igual manera vemos revelarse en el tratamiento del caso los artefactos destinados a la materialización, sistematización y ejecución de los mecanismos de control sobre los cuerpos hermafroditas. Por otro lado y como forma de continuar con nuestro análisis, presentaremos de aquí en adelante los argumentos sostenidos por los discursos antes señalados, en lo correspondiente al tratamiento del caso. Las experiencias de su vida Herculine Barbin, como lo señalamos, se propuso redactar sus memorias posteriormente al proceso judicial de reasignación sexual, en este contexto ha de expresar cada uno de los momentos de su vida más significativos, los periplos que le deparó un cuerpo diferente y una identidad sexual fuera de los cánones del “verdadero sexo”. A continuación presentaremos las experiencias que han de permitir reconocer los momentos más importantes a lo largo de su existencia. Serán sus padres en el bautismo los encargados de asignarle el nombre de Herculine. Proveniente de una familia modesta pasará los primeros años de su infancia en un hospicio a cargo de la iglesia. Durante su estancia en este instituto Herculine revela haber experimentado gratos momentos tiernos cada vez que alguna de las religiosas le brindaba las caricias más afectuosas, ante la madre Eleonora prodigará los siguientes enunciados: Nunca había visto grandeza tan majestuosa, ni una belleza tan expresiva tras el hábito religioso, su fisionomía más simpática, verla era amarla (…) la suavidad de la sonrisa de ángel me hacía sentir muy dichosa (…) con sólo una mirada me hacía acudir radiante a Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 66 Juan Pablo Sánchez Domínguez su encuentro de inmediato para recibir un beso, el cual devolvía sin dudar con un abrazo dotado de encanto que no se puede comparar con nada. (Foucault, 1985, p. 25) Estas palabras que refieren sus primeras experiencias tiernas hacia Eleonora no le han de deparar a esta edad el más mínimo conflicto identitario. Nos hace ver en sus memorias la ausencia de conflictos y cuestionamientos en lo referente a su posición sexual, se trata por un lado de una niña amada y al mismo tiempo enamorada. Posteriormente a estas vivencias infantiles, probablemente ya con la llegada de la pubertad la escritura de sus memorias se tornan fluidas y extensas; gran parte estará dedicada a describir sus encuentros apasionados con Lea, la hija de un consejero de la Corte Real, de igual modo veremos relatar las primeras manifestaciones corporales que harán que el encuentro con su cuerpo resulte por un lado, inquietante y confuso y por el otro satisfactorio al permitirle un acercamiento con Lea debido a los cuidados propios de sus malestares físicos, el amor con su amada lo resumirá de la siguiente forma: Le rodeaba de un culto ideal y apasionado a la vez. Era su esclava, su perro fiel y agradecido. Le amaba con el ardor que sabía poner en todas las cosas. Lloraba casi de alegría cuando veía dirigir hacia mí esas largas pestañas de dibujo perfecto, cuya expresión era dulce como una caricia (…) “Lea le decía yo entonces, ¡te quiero! Regularmente atravesaba con sigilo la escalera del dormitorio para llegar con ella y besarle repetidas veces. (Foucault, 1985, p. 28) Con la llegada de la primera comunión vendrá también la separación obligada de Lea, al respecto aparecerán diversos conflictos subjetivos, señalando que: “durante el último día un malestar extraño se apoderó de mí”, se trataba de los efectos propios de la despedida que había llegado. “Así se hizo añicos el primer afecto de mi vida” (Foucault, 1985), exclamará dos años más tarde de su partida, al tomar noticia de la muerte de su amada a causa de una tisis. Los cambios físicos prosiguieron hasta agravarse, al tener 17 años la ausencia de menstruación y la aparición de caracteres sexuales secundarios masculinos producían malestares físicos y confusiones tanto para ella como para la ciencia, de tal modo que el médico no podía dar explicación alguna, ni mucho menos abordar estos malestares mediante las técnicas propias de su oficio. Las observaciones eran lo suficientemente superficiales que condujo a la medicina a confiar en una mejora con el paso del tiempo. Ante estas aseveraciones Herculine Barbin identificará sin saberlo las dificultades intrínsecas del saber científico, juzgándolos de “ineficaces remedios” (Foucault, 1985, p. 36). Una vez pasada su adolescencia las experiencias hacia un despertar sexual no se hicieron esperar, sin embargo, como notamos con anterioridad los cambios acaecidos en su cuerpo no eran los mismos presentes en sus compañeras internas de la Escuela Normal Superior, lo cual le deparó cambios subjetivos notorios (Capurro, 2004), “el dolor y la vergüenza se apoderaba de mi como prohibiéndome la entrada a ese santuario de virginidad (…) ninguna palabra humana podría expresar lo que sentía” (Foucault, 1985). A esa edad que se desarrollan todos los encantos de la mujer, un ligero vello que se acrecentaba todos los días cubría mi labio superior y una parte de mis mejillas…evitaba cuidadosamente desnudar mis brazos (…) en cuanto a mi cintura era de una estreches ridícula. (Foucault, 1985, p. 42) Las discordancias en su cuerpo eran también las discrepancias en su despertar sexual, por un lado, amada por sus compañeras y por el otro sus respuestas temerosas y llenas de culpas. Su imaginación agitada a raíz de las sensaciones producto de sus encuentros sexuales se acompañaban de reproches como si se tratara de un crimen. En este contexto, todas estas dificultades que se le presentan al momento de tener que dar cuenta de un cuerpo erotizado hasta entonces casi desconocido, lo confrontan a su vez con una identidad sexual que no le pertenece y una subjetividad que no cesa de pronunciarse mediante malestares corporales. En este sentido nuestro caso puede ser colocado en los terrenos de lo paradigmático, Herculine es ese sujeto cuya identidad sexual no puede ser clasificada bajo la luz de un verdadero sexo y ni mucho menos bajo una correspondencia anatómica. A la edad de 19 años una vez conseguido su diploma en la Escuela Normal empezó a trabajar como institutriz-ayudante, allí encontró a Sara quien más tarde se convertirá en el gran amor de su vida. El amor que le profesaba era inconmensurable y las consecuencias de este amor serán determinantes Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 Los límites de la Racionalidad a propósito de las Identidades Sexuales: El caso de Herculine Barbin. en su vida. Sus encuentros serán descritos de la siguiente manera: Poco a poco me habitué a desnudarla, si se quitaba un solo broche sin mí, me ponía celosa (…) después de extenderle sobre la cama me arrojaba sobre ella, rosando mi frente sobre la suya, sus ojos se cerraban pronto bajo mis besos, yo la miraba amorosamente, no pudiendo decidirme a marcharme de allí (…) lo que sentía por Sara no era amistad, era verdadera pasión (…) hacia todo lo posible por desabotonar su ropa llevando mis labios inmediatamente a su cuello para posteriormente seguir sobre su pecho desnudo. (Foucault, 1985, pp. 63-64) Relata que después de estos encuentros apasionados aparecían sentimientos ambivalentes, por un lado, el amor indescriptible hacia su amada y por el otro una gran molestia al saber que ese cariño no le bastaba para hacer frente a la pasión que le desbordaba. Sin pensar lo que traería consigo, un día echó mano de las siguientes palabras “te amo como nunca he amado (…) Envidio la suerte de quien será tu marido” (Foucault, 1985, p. 66). Esta confesión estuvo inmediatamente acompañada por un apretón de manos por parte de Sara invitando con ello a un inmediato silencio, al tiempo que le otorgaba a esta declaración la dimensión de un secreto entre ambas, curiosamente estas confidencias tendientes a quedar “calladas” se contraponen a los sufrimientos físicos advenidos de pronto, como un afecto subjetivo que intenta por demás salir a la luz. La declaración de su amor por Sara permite por vez primera pasar al orden de lo público lo que a nivel privado le atormentaba. La respuesta de su amada solo provocó en Barbin un retorno al circuito del cual quería salir. Posteriormente a esta declaración amordazada, Herculine tratará de encontrar “respuesta” en los sistemas discursivos al cual pertenece, de aquí en adelante no habrá retorno para esta decisión, simplemente aparecerán como juegos de verdad aquello que a nivel de subjetividad no asume como suyo, a saber una identidad sexual diferente. Del discurso religioso Tal y como lo presentamos anteriormente, el propio Herculine Barbin confiesa profesar una obediencia profunda a sus principios religiosos, educad@ en espacios católicos desde su infancia. Bajo esta racionalidad no será raro descubrir que 67 cualquier decisión que emprenda estará mediada por esta forma de razón creyente, de tal manera que el discurso religioso resulte uno de los más influyentes en lo concerniente a su “sexualidad”. En una de sus experiencias que podemos calificar como la más transcendente de su vida, a saber, la confesión de su amor a Sara, cuya “perpetua intimidad” decide vivir en secreto, con el firme propósito de proteger a su amada de un posible repudio publicó, muy a pesar de los constantes sentimientos ambivalentes que le sobresaltaban. Por un lado, el profundo amor por Sara y por el otro la vergüenza3 de no poder sostener ante la sociedad su relación, dicho de otro modo, se trataba de un conflicto producto de la dificultad por sostener la elección amorosa resultado de su singular identidad sexual, la cual era diferente a la “otorgada” en el nacimiento. Esta situación que resultó para Herculine insostenible le condujo a tomar la decisión que hasta el momento había soportado, es decir “poner fín con un ‘género’ que no era el suyo” (Foucault, 1985, p. 67). Ante esta situación concluirá lo siguiente: “Si durante un tiempo más o menos largo había sostenido las apariencias, no podía ocultarlas a quien ocupaba aquí en la tierra el lugar de Dios” (Foucault, 1985). Ya había también con anterioridad pensado establecerse en el matrimonio con Sara y para ello la confesión clerical se hacía más imprescindible, entonces habría de emprender el largo camino de la “verdad”. En ese tiempo le solicitó a su religión representada por su guía espiritual respuestas ante aquello que de su sexualidad podemos decir, luchaba por no asumir. Al confesarse Herculine Barbin ha de recibir no sin un sarcasmo notable, violentas injurias y desprecios, “(…) No le inspire piedad, sino horror, un horror vengativo” (Foucault, 1985, p. 70), esta respuesta aparece aquí como la síntesis ideológica del clero que subsiste sobre la máxima "Dios los hizo hombre y mujer" expresión que coloca por anticipado una escucha sacerdotal cargada de prejuicios sobre la sexualidad y que viene a traducirse como la intolerancia a todo aquello que se encuentre fuera de la supuesta heteronormalidad, es decir, a los hermafroditas. Por otro lado, tempranamente esta respuesta dará aviso a Barbin sobre la incapacidad de su iglesia para afrontar una situación que no puede ser resuelta por sus mecanismos habituales, sin embargo, esta verdad insoslayable va a ser disipada de inmediato mediante la creencia de que Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 68 Juan Pablo Sánchez Domínguez su confesor no podría ser más que una excepción ante la fuente inagotable caritativa del clero. Pasado un tiempo le declarará de nueva cuenta a un sacerdote desconocido su íntimo secreto, notando que su revelación solo causó asombro y estupefacción, expresando: “había colocado mi destino en sus manos” (Foucault, 1985, p. 76), ésta expresión no deja de remitirnos al constante impasse subjetivo en el cual se ubica. Se trata de un recurrente juego de verdad que simplemente le permite bordear el saber de su singular identidad sexual sin asumirla por completo, en otras palabras, consiste en preguntarle al otro lo que a todas luces su sexualidad revela y que representa para Herculine toda la trama de sus periplos, a decir, cómo situarse con una identidad sexual subjetivamente determinada que contraria al mismo tiempo la codificación discursiva a la que pertenece. Para Herculine la respuesta sobrevenida después de esta nueva confesión será insospechada, el nuevo pedido de mantener en un silencio rotundo lo que tanto insiste en declarar no acusará recibo. No os diré lo que sabéis también como yo, es decir que podéis desde ahora adoptar en el mundo el titulo de hombre que os pertenece, seguramente podéis hacerlo, pero ¿cómo lo obtendréis? Tal vez a costa de grandes escándalos. No podéis sin embargo mantener nuestra situación actual, tan llena de peligros (…) Retiraos del mundo y entrad en religión; pero guardaos muy bien de repetir la confesión que me habéis hecho: un convento femenino nos os admitiría. Esta es la única solución que os propongo y, creedme, aceptadla. (Foucault, 1985, p. 77) Este consejo trae consigo la más temible y pesada materialidad del discurso religioso que como ya Foucault señala, invita a “callar” aquello que de la subjetividad procura inscribirse, tratando de colocar a Herculine Barbin en el mismo “corto circuito” del cual quiere salir por medio de su confesión. De igual modo, la respuesta otorgada por su confesor pondrá de manifiesto el lugar que asume el discurso religioso frente a esta verdad próxima sobre las identidades sexuales y contra la cual no hay que escatimar fuerzas para conservarlas en la sombra del secreto a precio de evitarle al clero la realidad insostenible de “un sexo verdadero”. En otras palabras, el discurso religioso sabe cómo no ir demasiado lejos, donde reconducir aquello que tiene las posibilidades de esclarecerse, como si tal propósito estuviera orientado a sostener verdades que no pueden ser soslayadas y que dentro de este sistema discursivo se han gestado bajo la operación de un cierto mecanismo de sumisión y exclusión (Foucault, 2009). Posteriormente Herculine revelará lo que en occidente se ha convertido en el instrumento de coerción más generalizado de la moral judeocristiana de la siguiente manera: No tenía ya ninguna relación con el cura (…) había montado un sistema de espionaje, el más doloroso de todos. La mayor parte de nuestras alumnas se confesaban con él. No contento con formularles una serie de preguntas personales, más o menos fuera de lugar para chicas tan jóvenes, se las ingeniaba para llevar una cuenta detallada de todas nuestras acciones. (Foucault, 1985, p. 80) Barbin permite entrever el despliegue de un discurso religioso que exacerba sin reserva alguna el componente sexual en los enunciados confesionales, es una mezcla que se sostiene no solo en declarar los actos contrarios a la ley de Dios4 sino de igual manera sobre el despliegue de un mecanismo que intenta convertir y contrarrestar lo inscrito en la subjetividad humana del deseo (Foucault, 2006) Con lo citado no solamente la confesión se confiere al examen de sí mismo a juicio de si mismo como lo imponía la contrarreforma del siglo XVII sino que en nuestro caso es un examen de sí desde los otros. Tiempo más tarde y ante las exigencias de su madre por una explicación apropiada a sus comportamientos decidió buscar respuesta en el Obispo, hombre que consideró era el más indicado para darle una respuesta a su “catástrofe” de vida (Foucault, 1985, p. 68), su confesión a decir de Herculine tomó el lugar de consuelo al tiempo que recibía la indulgencia, sin embargo no pretendía únicamente liberarse de su proceder pecaminoso, el encuentro con una respuesta se perfilaría aún pendiente: Mi pobre criatura…no sé todavía cómo va acabar todo esto ¿Me autorizáis a utilizar vuestros secretos? Porque, aunque sepa bien a qué atenerme respecto a vos, no puedo convertirme en juez de semejante materia. Hoy mismo veré al médico. Me pondré de Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 Los límites de la Racionalidad a propósito de las Identidades Sexuales: El caso de Herculine Barbin. acuerdo con él sobre la conducta a seguir (…). (Foucault, 1985, p. 90) Lo que aparece con cierta claridad para el Obispo, a decir la posición sexual que Barbin resiste en asumir y que lo coloca vacilante frente a su realidad subjetiva se desvanece ante la determinación de hacer pasar a manos de la ciencia la explicación que él no puede sostener. Por otro lado, mientras Herculine mantiene pendiente la responsabilidad subjetiva de su sexualidad los dolores corporales se acrecientan, por lo tanto la solicitud de Sara de ver a un médico resultó inevitable. Del saber de la ciencia médica La idea de “cuerpo deforme” estará asentada en términos de la ciencia médica bajo la siguiente tésis: a cada sujeto una identidad sexual determinada por su correspondiente anatomía. Por esto habría que encontrar en las entrañas del cuerpo el verdadero sexo que se esconde en el hermafroditismo. Ante la supremacía de la mirada médica y sosteniéndose de nuevo mediante el juego de verdad que le permitía mantener opaca su realidad sexual Herculine colocará a la ciencia en cuestionamientos, ante ello veremos aparecer las siguientes impresiones: De pie junto a mi cama, el médico me observa con una atención cargada de interés. Se le escapaban sordas exclamaciones del tipo: "¡Dios mío será posible!". Paseaba sus manos indecisas y temblorosas, hasta llegar al abdomen, sede de mi mal (…) era fácil percibir que sobrepasaba todas sus previsiones (Foucault, 1985, p. 82). En este punto vemos aparecer lo que para la ciencia médica será el límite de su saber sobre la subjetividad de los cuerpos. Sin embargo, el encuentro con éste caso extraño que interroga la heteronormalidad sexual tendría que ser considerado una equivocación. En este sentido se irán direccionando cada uno de los esfuerzos que permitan el establecimiento de los mecanismos necesarios tendientes a desaparecer cualquier contradicción sobre un sexo verdadero. El postulado que trajo consigo esta racionalidad será de lo más radical “los elementos del otro sexo que puedan aparecer tendrán que ser accidentales e incluso, ilusorios (Foucault, 1985, p.13). 69 La intolerancia hacia esta diferencia de los cuerpos que contraria la idea de un sexo “originario y natural” permitirá instituir a los órganos como destino. Sobre esta base la pericia médica constituirá el análisis minucioso de los tejidos como procedimiento de verdad, convirtiéndose con ello en el único discurso capaz de cuestionar y desnudar los cuerpos5 que desde su “apariencia” presenten una anatomía equivocada. Con todo lo anterior y después de haber sido advertido por el Obispo sobre el caso, así como de las consecuencias que traería para Herculine su argumento científico, el médico no tardo en calificar de “grave” la situación, con ello estaría sumamente justificado “saberlo todo” y ocupar el lugar de confesor de aquello que, contrariamente se había hasta ese momento empujado a callar. De este modo el saber médico será autorizado a escuchar aquello de lo cual se niega a ser hablado en circunstancias habituales. Paradójicamente el diagnostico médico tiene por objetivo global y aparente negar las sexualidades “equivocadas” mientras hace fluir el placer subjetivo implícito a nivel de la confesión. En mí no debéis ver solamente a un médico, sino también a un confesor (...) Tengo que responder de usted con total seguridad, primero ante Monseñor, y sin duda también ante la ley, que se remitirá a mi testimonio (…) Su madrina estuvo afortunada de llamaros Camille. Dadme la mano mademoiselle, espero que dentro de poco nos llamaremos de otra manera. (Foucault, 1985, p. 91) Los minuciosos detalles del examen llevaron a conclusiones a nuestro pensar ya “anunciadas” solo que ahora el discurso de la ciencia vendría a legitimar lo que Herculine no se atrevía a franquear por sí mismo. El punto más álgido de la problemática de nuestro caso se pone en marcha al tiempo de pretender pasar por la anatomía aquello que pertenece al orden de la subjetividad humana. Para la medicina se trataba de “reparar un error cometido en circunstancias que no eran las ordinarias” (Foucault, 1985, p. 91) una identidad sexual discordante de su respectiva anatomía vendría a ser el diagnostico final, “Para ello se debía proceder a la rectificación del estado civil” La reparación del error figura como la única salida para el caso, con ayuda de la justicia penal habría de llegar a esa fórmula insoslayable, Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 70 Juan Pablo Sánchez Domínguez contrariamente sigue sin asomarse la realidad sexual de Barbin, hasta este momento tanto la religión como la medicina han hecho lo propio para opacarla. La palabra de Herculine solo se hace escuchar a medias, su indeterminación a responder a su singular sexualidad no ha sido tajantemente determinante, so pena de ceder su “destino” a otro discurso y no al suyo. El sexo verdadero que para la ciencia había permanecido oculto y que tras el escrutinio minucioso se develó está conferido a devolverle a esta “pobre criatura” su verdadero sexo. Aunque el proceso jurídico tardó unos días la separación de Sara era inevitable: Llego el día (…) abandonaría el recinto de mis alegrías ocultas (…) ¡Pobre insensato! ¡Tenía el bienestar, la verdadera felicidad, e iba con el corazón alegre, a sacrificar todo aquello por una idea, por un miedo imbécil¡ ¡Oh, como lo he expiado! Además ¿por qué las quejas, los lamentos? He sufrido mi destino, he cumplido, con valor creo, los penosos deberes de mi situación. (Foucault, 1985, p. 98)6 Bajo estas palabras Barbin nos presenta sintéticamente el resultado afectivo que sobreviene de la coerción discursiva de una decisión que se acepta sin ser subjetivada, como vemos esta resolución que él mismo denota como insensata, apropósito del sacrificio que conlleva la renuncia de su relación apasionada con Sara. Se trata de una pasión que desde su infancia no dejó de causar estragos culposos como pago devenido a causa del desprecio de los principios morales y religiosos que le deparaba su identidad sexual y que para su ejercicio según los cánones discursivos de su época era necesario ocultar y purgar constantemente. Finalmente sus imperativos morales vendrán a ofrecerle el impasse a su posición sexuada por encima de su realidad subjetiva, “me tuve que ocupar de los tramites relativos a mi aparición en el mundo civil como sujeto del sexo masculino” (Foucault, 1985, p. 100). Ésta posición acrítica muestra los efectos sobre la singularidad resultado de la sujeción normativa presente en los mecanismos de poder sobre los cuerpos. Barbin “capta” en sus memorias estos efectos, se trataría de una subjetividad que desde afuera es aplastada y atrapada por el hecho de no poderse inscribir en la supuesta heteronormalidad (Sossa, 2011; Garrido, 2015). Del saber de la ciencia jurídica Como ya el propio Herculine lo ha señalado; todo había sido previsto para que la ciencia jurídica hiciera lo suyo, se preparó para darle seguimiento al caso un voluminoso informe, (…) obra maestra del estilo médico, destinado a promover ante los tribunales una demanda de rectificación (…) provisto de este documento partí (…) contando además de recomendaciones particulares para el presidente y el procurador imperial (…). (Foucault, 1985, p. 100) El presidente después de haberse puesto al corriente de los hechos y de realizarle algunas preguntas, informó que solamente era necesario entregar los documentos requeridos para realizar el proceso de la reasignación sexual, de tal manera que no sería necesario consultar a Herculine para ello, “se hará sin vos” (Foucault, 1985, p. 100) fueron estas las palabras el único eco que resonó ante la complejidad del caso. Esta lógica que vemos asomarse la planteamos como el núcleo mismo de la problemática jurídica frente al caso, se trasluce el límite de un saber que se pone en marcha sin sujeto. El acto de rectificación sexual que Herculine emprende y que “confesará” a cada discurso con la intención de encontrar la respuesta en donde no está, terminará por encontrar su equívoco singular. La jurisprudencia presenta mediante ésta “resolución” la capacidad para perder de vista la posibilidad de analizar, esclarecer y manejar con conocimiento de causa el entramado subjetivo que cada sujeto pone en marcha en los procedimientos legales que promueve (Legendre, 2004). En nuestro caso, bajo la lógica del eclipsamiento subjetivo presente en el proceso legal Barbin se somete de otro modo al juego de verdad que le autoriza el desencuentro con la identidad sexual que es incapaz de subjetivar. En la redacción de sus memorias podemos localizar lo que representó para Barbin ésta determinación judicial: Este resultado inevitable, y que yo había previsto, me aterraba ahora como una monstruosidad. En definitiva, yo lo había provocado y tenía que hacerlo, sin ninguna duda…la vía ya estaba abierta y yo estaba impulsada por la idea del deber que cumplir. (Foucault, 1985, p. 93) Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 Los límites de la Racionalidad a propósito de las Identidades Sexuales: El caso de Herculine Barbin. En estas palabras Herculine resume los efectos intrínsecos sobre la subjetividad presente en los discursos y que a modo de imperativos categóricos operan como mecanismos de control y coerción, permitiéndole conservar una posición acrítica cargada de cierta resignación culposa frente a su determinación subjetiva, en el contexto de su identidad sexual. La resolución jurídica “empuja” finalmente a Barbin al “deber de responder” a la ley divina y al supuesto orden natural de un verdadero sexo, permitiéndole convenientemente ceder ante su realidad subjetiva. El tribunal civil ordenó que fuera hecha la rectificación en el registro civil, en el sentido de que debía aparecer allí como perteneciente al sexo masculino, al tiempo que un nuevo nombre sustituía a los femeninos que recibí en mi nacimiento. (Foucault, 1985, p. 102) El resultado de esta operación jurídica y que anticipadamente Herculine había calificado como de una monstruosidad (Foucault, 1985, p. 92) cobrarán su verdadero efecto subjetivo con-posterioridad, la dimensión del acto se revela al instante en que la decisión jurídica no resuelve nada en lo relativo a su identidad sexual, el juego de verdad parece haber llegado a su fin, la reinscripción en los anales civiles no posibilitaran la asunción subjetiva de su singular identidad sexual, por el contrario, solo muestra transparentemente de nueva cuenta que esa verdad que no asume no deja de traerle estragos, Foucault lo sintetiza bastante bien al notar que las memorias no son más que expresiones sobrevenidas una vez establecida su nueva identidad, con cierto dejo de ironía expresará: Está claro que ella no habla desde el punto de vista de este sexo al fín encontrado. Quien habla, en definitiva, no es el hombre que intenta recordar la vida y las sensaciones de cuando no era todavía “él mismo” (…) cuando Alexina habla, no se encuentra lejos del suicidio. (Foucault, 1985, p. 17) 71 lo expresarán, aunque ahora como Alexina sigue sintiéndose sin un lugar en el mundo, éste mismo que no le permite transitar más que con un solo sexo. Tenemos finalmente que está reasignación sexual que no hace posible de ningún modo subjetivar su singular identidad sexual, traerá consigo expresamente soledad y aislamiento, la única salida que habrá de encontrar ante tales efectos será la muerte, la cual constituirá lo que denominó su liberación. Conclusiones A lo largo de nuestro trabajo referente al caso de Herculine Barbin, hemos analizado tres de los grandes discursos formalmente instituidos en su época y el modo en que cada cual da lugar a un planteamiento muy concreto y especifico sobre la sexualidad. El caso carecería de interés a no ser por lo que interroga y el modo en que estos cuestionamientos colocan a cada discurso que interroga en los límites de su accionar. El modo en que Herculine Barbin emprende el camino de sus interrogaciones alcanza aquí todo su peso bajo la lógica de un “juego de verdad” el cual consiste en preguntarle al otro aquello que solo él puede responder, por lo tanto sabe de manera anticipada que no habrá respuesta a aquello que subjetivamente no asume. La relación que Herculine establece con cada uno de los discursos mediante sus confesiones, revela el impasse de cada demanda, sin embargo la enorme capacidad de desarticular la identidad sexual de los procesos históricos y subjetivos por parte de la religión y la ciencia imposibilitan “escuchar” lo que no se dice. En sus memorias Barbin colocará sobre la mesa –sin saberlo- una serie de montajes normativos presentes en los sistemas discursivos de su época tendientes a establecer una verdad insoslayable sobre la heteronormalidad sexual y cómo estos al ser cuestionados ponen en marcha una serie de mecanismos de control que tienen como función conservar sus poderes y dominar todo acontecimiento aleatorio. Como ya lo señalamos, no encontrará en este pasaje legal el efecto que “espera” y sus memorias Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016 72 Juan Pablo Sánchez Domínguez Referencias Álvarez, J. & Peña J. (2007). Locuras que no lo parecen. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 27(100), 373-375. Giraldo, R. (2006). Poder y resistencia en Michel Foucault. Revista Tabula Rasa, 4, 103-122. Benente, M. (2014). Poder disciplinario y derecho en Michel Foucault. Notas críticas. Revista Estudios Socio-Jurídicos, 16(2), 213-242. Garrido, N. (2015). 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Volumen 11, Nº 36, 2016 Los límites de la Racionalidad a propósito de las Identidades Sexuales: El caso de Herculine Barbin. 73 Notas 1 No es posible deslindar las implicaciones subjetivas que llevaron a Foucault a dirigir su interés hacia la sexualidad, inclusive él mismo no dudará en señalar: “Mis escritos fueron mis problemas personales con la locura, la prisión y la sexualidad”. 2 Las referencias que de aquí en adelante se realizan sobre las memorias de Herculine Barbin fueron tomadas de la versión en español publicada en 1985, en Madrid por la editorial revolución. La primera versión fue publicada en Francia en 1978 por ediciones Gallimard. En 1980 se realizó una edición en idioma inglés para E.U por la editorial panteón books. 3 Expresa no poder sostener la cara ante la madre de Sara, mantener una actitud reservada ante sus alumnas. 4 Las cursivas son nuestras. 5 El establecimiento de este gobierno sobre los cuerpos por parte de la ciencia médica lo hemos analizado con anterioridad en el caso Pierre Riviére, un parricida del siglo XIX establecido por Foucault. Ver, Sánchez, 2015c. 6 Las cursivas son nuestras. Límite. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. Volumen 11, Nº 36, 2016
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