xr la hora presente, la c a l m a V ® m u n dial, pro verbial sucesora de la tem pestad en el adagio castellano, está muy le jos de extender su m an to tibio sobre la faz de la tie rra ato rm en tad a. Voces discordantes se oyen en la discusión, subida de tono, con que los vencedores in ten tan. inútilm ente, llegar a un acuerdo. Y en los tím panos del ciudada no medio, esos gritos no suenan a areópago que discute unos des tinos, sino a patio de Monipodio en el que se disputa por el rep arto de un botín. Lo malo del caso es que los aliados de ayer pueden convertirse en enem i gos de hoy o de un m añana inm ediato, tan pronto como la discu sión degenere en re y erta, mom ento en el cual el único horizonte ORGANO DE LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS DE ESPAÑA EN EL EXILIO— Sec. de MEXICO, D. P. de esta s generaciones en desgracia, se rá una “ Re*ñstrado como artículo de 2a. clase en la Administración de C o rre o s de la Oficina Central en México, D. F., el 3 de mayo de 1944” sima ab ierta sobre el escepticismo. REDACCION Y ADMINISTRACION: TACUBA 15, Altos. PORTE PAGADO. ¿Sobre quién c a rg a r el fardo enojoso de la lrtrector. culpa? No direm os que Administrador: RAFA EL FERNANDEZ. los E stados Unidos de México, D. F-, 18 de Julio de 1948. Red. Jefe: N orteam érica conser JUAN M OLAS LOTS ROCA DE ALBORNO: ven la postura pudo rosa y caballeresca de los tiem pos de Wilson, cuando se re tira ro n al hogar p atrio tras d e rra m a r su sangre en el Co mino de las D amas, p ara no enlo dar los lau reles limpios de la victuria. I’ero tam bién es evidente que la Rusia de S talin. ha re s u lta do un socio voraz en la em presa de la liquidación de H itler. lierlín es hoy un inm enso m agne to en el que cualquier boplo puede provocar la chispa que inicie la conflagración. Y en A lem ania, pese » cuanto supongam os respecto a tas intenciones m ás o menos ¡m. b a lis ta s de la acción norteam erifna. no podemos olvjdar que a n te s que en poner en manos del pueblo liberal las riendas del poder, aún controlado, los soviets pensaron evi un G obierno pelele a cuyo fre n te ni siquiera faltase el generalote p ru siano dócil y decorativo, ex traíd o de sus campos de prisioneros de gue rra, aunque sus antecedentes fu e sen los de la m ás negra reacción. Por ello, si el objetivo ruso fue el dominio de la zona germ an a por medios descalificados, seria in g e nuo negar a las potencias occiden tales el derecho de defender A le mania de la p resu n ta hegem onía moscovita, aun a costa de decisio nes poco am istosas. Lo que im porta, en el tr is te pro blema de las relaciones internacio nales, no es ya denunciar la s c a r ias m arcadas, sino m ás bien quien fue el prim ero que las utilizó en la partida. Señalado el fullero, ya es difícil ju stific a r su actitu d . En el caso soviético, ni aun som etién dolo a la m ás sofisticada d ialécti ca m arx ista .podríam os ac e p ta r el que los rusos estén actuando en be neficio de los intereses de los trabaajdores del mundo, único p re te x to que h aría aplicable el axiom a jesuíta de que el fin justifica los medios. La actual política in te rn a cional de Moscú, seria ingenuo su poner que te n g a como objetivo la revolución m undial, por la vía in termedia del paneslavism o. Con Trotsky se rechazó como p ro g ra ma de acción inm ediata, pero sin desecharla como ideal a re a liz a r cuando l a ocasión fuese propicia, tras el m ayor desarrollo in d u strial y m ilitar de Rusia. Por si queda ba alguna duda, hoy —el caso de Vugoeslavia lo d em u estra— la -in surrección o el golpe de estado en los países con clima propicio, se realizan a beneficio exclusivo de la mayor gloria del im perio soviético. Y cuando del choque e n tre los in te reses nacionales y los del im peria lismo ruso en expansión, su rg e la rebeldía —no co n tra el principio de em ancipación económica, sino rentra el dohlegam iento de los de. signios ex trañ o s —el papado rojo, por conducto de su Colegio C arde nalicio, fulm ina la excomunión en la forma dé las consabidas “ des viaciones n a c io n a lista s" . Año-YNúm . 38 Precio $ 1.0 0 r.··% V A V .V .V /.V .V .V .V .V .V J·.·.V .V .·.V .V .V .V .V .·.V .·.l·.·J% V V rfV V W V ·/·.V JV W .\\·A W W .W .V .W .V .V .·.V .W A V M ·.V .V .V A V .·.·.V ^JV .V i Socialismo y Cristianismo Social ¿W .W .W J'.V .W .V V .W .V .V u A ñ o de 1889. Una huelga de e x tra o rd in a ria a m p litu d había estallado en el puerto de Londres. Después de varias semanas de pugna la resisten cia de los huelguistas había llegado a su lím ite y éstos h u bieran tenido que renunciar a sus justas pretensiones, si en aquellos m om entos decisivos no hubiera surgido un hom bre generoso, el C ardenal- M on ning, quien con la a u to rid a d que le co nferían sus d ig n id a des y sus años supo recordar a la empresa sus deberes. El octogenario purpurado, tro cando m om entáneam ente su apostolado religioso por un apostolado social, habló con ti energía, y en ta l fo rm a de fe n d ió la causa de los tra b a jadores, que uno de los pre sentes le objetó: "P ero Emi nencia, esas doctrinas son pu ro S ocialism o". M as el Carde nal, repitiendo la frase de León X I II, respondió: " N o sé si para vosotros será socialis mo; para mí es puro c ris tia n is m o ". El C ardenal M onning era uno de los más destacados m iem bros de ese m ovim iento so cial-cristiano que dos años más tarde, en 1891, iba a en c o n tra r su consagración en la Encíclica "R e ru m N o va ru m ". Tan notable prelado no era el único que por aquellos años enarbolaba la bandera de la ju s tic ia social. Ya antes, en 1848, año de la publicación del "M a n ifie s to C om un ista ", el obispo alem án Von K a tte ler, había pronunciado en M a g u n cia dos hermosos y nobilísim os discursos en defensa de los derechos de los trabajadores que le hicieron acreedor a que más tarde León X III le lla m a ra "n u e stro * ilustre predece s o r". Y en 1845, un francés, el Obispo de Annecy, había d irig id o al Rey de Cerdeña una enérgica carta en la que le denunciaba con una ta l cru deza las explotaciones de que eran víctim a s los trabajadores que algunos de sus párrafos parecen escritos por cu alqu ie ra de los d octrina rio s del m arxism o. Así hablaban y actuaban aquellos Jefes de la Iglesia a cuyo alrededor se iba fo rm a n do una corrien te de o pinió n em inentem ente obrerista y de m ócrata p róxim a a a d q u irir una fo rm a de d o ctrin a con la apa rición de dos docum entos notables, dos Encíclicas, La Rerum N ovarum y la Q uadragesimo A n no , y p róxim a asi m ism o a d a r origen a esos grupos social-cristianos que ho ydía en colaboración estre cha con los partidos socialis tas llevan sobre sí el peso de la gobernación de la m ayor parte de los países del o cci dente europeo. De a d m ira r es en qué fo rm a estos selectos grupos católicos recogen los postulados de aquel ilustre P ontífice, León X I II, puestos al día por Pío X I, y cómo esos hombres, en tenaz lucha con los sectores in tra n sigentes de la Iglesia, logran desviar el C atoliscism o de las para él peligrosas sendas de la lucha de clases y p ro cla m ar p rin cip io s que nosotros los so cia lista s no podemos por m e nos que a p la u d ir y a le n ta r. Después de M a rx , pocos hom bres han lanzado contra el ca p ita lism o m oderno a ta ques ta n sañudos como León X III. Es re co n fo rta d o r leer en su Encíclica que " la pro du c ción y el com ercio de todas las cosas ,está casi todo en m a nos de pocos, de ta l suerte que unos cuantos hom bres opu le n tos han puesto sobre la m u lti tu d inm ensa de los prole ta rio s un yugo que d ifie re poco del de la e s c la v itu d ". E iguales sentim ientos de c o n fia n z a en el fu tu ro nos dom in a n cu an do hojeando la Encíclica de Pío X I topam os con su a f ir m ación de que " la cuestión Por Julio C. M OR A N . w ,W social no es un problem a de caridad sino de ju s tic ia y que ajm ás a qu ella debe servir pa ra e n cu b rir las violaciones de é sta". Am bos Pontífices a dm iten el derecho de propiedad, pero dándole un c a rá cter social. Es decir, que a la propiedad d iv i nizada por B a stiat oponen los Sumos P ontífices el concepto de la propiedad subordinada al bien com ún; fre n te a la pro piedad in d iv id u a lis ta ante cu yos actos el lib e ra lism o eco nóm ico de nuestros re p u b lica nos sa c rific a el bienestar de las clases populares, los SocialC ristianos han creado un con cepto del derecho de propie dad que más que un goce es un deber. De aquí que la de m ocracia c ris tia n a haya te r m inado por lle g a r hasta el so cialism o a d m itie n d o las socia lizaciones en determ inadas circunstancias. Pío X I lo e x presa claram e nte en los p á rra fos de su Encíclica en que pre coniza la necesidad de una legislación que reserve al Es tado o a la Sociedad aquellos bienes que en manos de par tic u la re s c o n fe riría n a éstos un poder económ ico que p u diera d añ ar al Estado o al bien com ún. Con otras y m uy variadas ideas de trascendencia seme jante podríam os c o n tin u a r si fu era posible e ncuadrarlas en los estrechos lím ites de un a r tíc u lo como este. Baste decir que toda la d o c trin a social de León X III y de Pío X I se pue de red ucir a esta idea básica y fu n d a m e n ta l: "N e ce sid a d de restablecer una norm al d is tri bución de la riqueza, encua drando el reparto de ésta en la ju s tic ia social que prohibe que una clase excluya a dtra W ·^ y v W .W .·J W S iW k W A V .W i% de la p a rtic ip a c ió n en los be n e fic io s ". Estos son los ideólogos del social-cristianism o; estas son sus ¡deas y posiciones. Y a ellos es a los que el Socialis mo español se ha d irig id o ú l tim a m e n te pidiendo su ayuda, su colaboración en la d ifíc il y ruda tarea de derrocar la t i ranía fra n q u is ta , esa tira n ía que si es la negación del lib e ralism o en lo p olítico , co nsti tuye igu alm en te la to ta l ne gación en lo social del espíri tu de las Encíclicas. No es nuestro propósito o c u lta r las grandes d ife re n cias ideológicas que a los so cialista s m arxistas nos sepa ran de los social-cristianos. No vamos a negar que si nosotros perseguim os la desaparición to ta l del sistema c a p ita lis ta , a ellos el sbasta con co rreg ir c a te n u a r las in ju s tic ia s que el ta l sistema encierra; su esp iritu a lis m o choca con nues tro m ate ria lism o . Pero el am or a la lib e rta d que estos dem ó crata -cristia n o s profesan, sus convicciones dem ocráticas y sobre todo su sano c rite rio so cia l ,o rig in a n que un socialis ta pueda p acta r con ellos sin repugnancia y sin tem or. No hay ¡posibilidad alg un a de e rra r si se a firm a gue los pun tos de co n ta cto def Socialismo con el S ocial-C ristianism o son in fin ita m e n te m ayores que los que el Socialismo pudiera te ner con los viejos partidos re publicanos, burgueses, in d iv i dualistas, anacrónicos, des provistos de todo contenido social y cuya ideología queda reducida a la adhesión ciega a un sim ple arm azón p olítico y a una paranoica fo b ia a n ti c le rica l m uy adecuada al ya \ W JV U W W W W W V V .V A V j pasado siglo de las sociedades carbonarias. Acertadísim o, pues, que el Partido Socialista Español ha ya puesto su m irada en estos sectores cristianos. Ya hace tiem po que los Socialistas eu ropeos lo han hecho. Pero cui dado con dejarse engañar por espejismos. A l social-cristia nism o hay que buscarlo don de realm ente se halla. Los es pañoles fieles al espíritu de las Encíclicas se encuentran, en el in te rio r de España alre dedor de los Gim énez Fernán dez, y en el e x ilio dentro de los lím ites de ese selectísimo grupo de intelectuales que du rante la guerra sostuvieron !a bandera de la paz c iv il. Pero cuidém onos de ir a buscarlos en aquellos grupos que ba;o apariencias de cristianism o y de liberalism o o culta n preten siones que más que regioralistas son separatistas y a los que, precisam ente por lo que en esto puedan tener de noci vos contra la p a tria , todo es pañol repudia. De desear sería que este llam am ien to que se ha hecho a la dem ocracia cristia na al canzara más am plios límites que los de una sim ple colabo ración a n ti-fra n q u is ta . Con tactos e influ en cias mutuos podrían lleg ar a ser para am bos grupos a ltam en te saluda bles. Y si no que lo diga ese Socialismo H um anista, hoy en boga en todo el occidente de Europa, que tiene a m i enten der todas las apariencias de no ser o tra cosa que un resul tado de las influ en cias que en el m ate ria lism o m arxista ha venido ejerciendo en estos úl tim os años el espiritualism o pro fun d o del social-cristianis mo del V ie jo C ontinente. TCMAQ IIIUnJH CÇ La capacitación base del ILIYInO JUVLmILl Ó futuro. NT RE los re cortes que exis ten en mi ar chivo, me he encontrad o unas notas de la prensa parisina de los primeros meses del pasado año 1947 que dan cuenta de las de claraciones hechas por el hoy Secretario de Relaciones Exte riores de los Estados Tnidos, con ocasión de que se le entre gaba el nombramiento de doc tor “ honoris causa” de lina de las universidades norteamerica nas. Su contenido, por ser espe cialmente destinado a las .ju ventudes de su país, nos invita a su estudio y también a hilva nar unas líneas con nuestras deducciones sobre el caso. Permítaseme confesar en pri mer lugar, mis reducidos cono cimientos de la biografía del que. siendo durante el reciente conflicto bélico Jefe del Estado Mayor del Ejército Norteame ricano, es, en la actualidad, su Ministro de Negocios Extran jeros. Sabíamos de sus méritos en el puesto militar desempeña do ; de su gran labor en la con secución del aplastamiento de la potencialidad militar de Ita lia primero, y Alemania y Ja pón después; pero no hemos de ocultar lo poco agradable que 1ué para nosotros su nombra miento para el cargo que ac tualmente desempeña. 'Posible mente que este disgusto por nuestra parte sea una conse cuencia de la aversión que te nemos a ver a los educados en la milicia intervenir en la vida política de las naciones, espe cialmente si liemos de juzgar por la Historia y con ella el re sultado que la intervención de los milites en la política ha da do. Es precisamente este estudio cié la Historia, en el sentido que sus enseñanzas se proyectan pa ra el futuro, lo que el General Marshall ha recomendado a la juventud de su país en el día del aniversario de Jeorge Washing ton. Y muy especialmente les ha recomendado el estudio de esa historia en la parte en que, a seguido de la guerra 14/18, los Estados Unidos se encerraron ])ura ignorar lo que sucedía en el resto del Mundo, sin querer ver que al final serían también incluidos en el daño general. Hoy, Macshall. pide a los jóve nes que estudien esto con todo detenimiento y saquen sus en señanzas que tau necesarias son para el salto de la economía de guerra a la de la paz en que las Naciones han de encauzarse pa ra conseguir una era de bienestai que procure aminorar en el plazo más reducido posible los estragos que la guerra causó. Por Julio SEIZE Invitándoles a una mirada sobre el panorama de hambre que ensombrece los Continentes de Europa y Asia, les incita pa ra que con el deseo de laborar por el bien del Estado ingresen en uno de los partidos políticos en los que, a modo de escuela, se capacita a los hombres que necesitan el municipio, la pro vincia o Estado, y la Nación, para su gobernación. No hemos de negar que estas declaraciones nos han sorpren dido al ser pronunciadas por quien de la carrera de las ar mas hizo su profesión, ni tam poco una relativa discrepancia con sus enjuiciamientos en cuanto a la labor de los Parti dos como escuela de educación cívica y organismo creador de los hombres del mañana. Para mí, los Partidos son, si se quiere, la Escuela Superior o Universidad en plena práctica, (Pasa a la Pág. 15) TRIFO N GOM EZ Semblanza de un correligionario y glosa de un discurso PO R Cuando las C ortes E spañolas reuniéronse en México p a ra aprobas la constitución del Gobierno y, con ella, la declaración m in isterial, tratam os por p rim era vez a T ri tón Gómez, aunque fuera su p e rfi cialmente. H a sta entonces, allá, en Vizcaya, conocíamosle a trav és de referencias —e n tre Bilbao y M a drid había distancia trem enda, hoy risible—, como destacado d irig en te sindical. E ntrem ezcladas con- n o ti cias de sus actividades o b reras y políticas, venían o tras, de e x tra c ción infam e. Si el origen de ellas era com unista, T rifón ap arecía como tra id o r a la clase tra b a ja d o ra; si de la prensa ultrarreaccio naria, unas veces como burlador de los anhelos de aquélla y o tra s como un peligro del orden público, según conviniera al in stan te polí tico que se viviese. H abía que c re a r un am biente de desconfianza en las disciplinadas, fu erzas de la U . G .T . —divide y vencerás—, y los pescadores de una y o tra m árg e nes tendían sus redes con carn ad a tan falaz. T rifón no podía se r ex cluido de la m iserable cantinela que p resen tara a Labio Iglesias trocando su abrigo de pieles por gabán raído y cam biando de un co che de p rim era a otro de te rc e ra , en San M iguel de B asau ri (D os Caminos), p a ra e n tra r en Bilbao como d irigente pobre del p ro le ta riado español. Pero T rifón no solo ha padecido esas estupideces. Du rante su exilio ha sido blanco de criminal injuria. E lem entos e x tra viados es el generoso eufem ism o que T rifón Gómez denom ina a quienes, llenándose de fan g o la boca, dijeron, siem pre ganados por afanes de división, que si n u estro compañero supervivió al exilio fue porque sirvió a la G ESTA PO. Pol lo visto, quienes recibían auxilios de Rusia, por entonces en am oro so abrazo con la A lem ania nazi, p ara re b a sa r la charca de Vichy, no podían ad m itir que la Interna- adem ás, que el P a rtid o jam ás en a je n a rá su dignidad p a ra lle g a r a una solución arm ónica de n u estro problem a político. Según él, cuan do en E sp añ a comenzam os a lla m ar líderes a los d irig e n te s; cuan do se in vitaba a p a sa r por encim a de los líderes, si ello e ra preciso; cuando, en sum a, el P artid o y la Unión abandonaban la línea tr a d i cional, es cuando em pezam os a es c rib ir el d ra m a de E spaña. A es cribirlo de n u estro lado, claro es, porque no fuim os po so tro s los ú n i cos au to res. El d ram a español lo escribió E sp añ a en tera. La personalidad de T rifón Gó mez no av a sa lla ; conmueve. Su p a lab ra, de encendido te rv o r por la causa tra b a ja d o ra , de e n trañ ab le confianza en su conciencia, le lle va siem pre a E sp añ a. Dom ínale el im perioso deseo del re g reso ; pero le g an a m ás todavía el deber, la obligación de re h a c e r la vida de quienes la tienen deshecha en E s paña, en F ran cia, en A f r i c a ... T rifón es hom bre político, socia lista ; pero creem os no equivocar nos al a firm a r que en él e stá m ás fu erte m e n te a rra ig a d o el sen ti m iento sindical .H abla del P a rti do con e n trañ ab le afecto; de la Unión G eneral de T rab ajad o res, con unción. ¡C uántos como él, de igual o in ferio r a ltu ra , en tr a b a jo obscuro, incesante, hicieron lo que fueron y serán el P artid o y la Unión! T rifón es un obrero, un a u todidacta. un hom bre que se ha fo r jado a sí mismo. E l P artid o es r i co en estos ejem plos. No es que desdeñem os la in telectualidad. Nos es valiosa, pero ta n sólo cuando está acom pañada de la lealtad. Sin é sta es perniciosa. Tam bién el P a rtid o puede ofrecer ejem plos de in telectu ales —con o sin intelig en cia, pues los h ay que carecen de ella— que in ten taro n , y alg u n as veces consiguieron, u tiliz a r el P a r tido como tram p o lín p a ra s a tis fa cer am biciones inconfesables. Pa- cional del T ran sp o rte y o tras o r ganizaciones ay u d aran m oral y eco nómicamente a los s o c ia lis ta s ... ra nosotros —p a ra quien esto es cribe— sólo hubo un in telectu al, de p rim era fila, leai al P artido. El sá tra p a lo dejó m o rir en C arm o n a ... SINDICAL Y PO LITICO , MAS QUE PO LITICO Y SIN D ICA L A hora, con ocasión de su recien te viaje, hemos conocido de cerca a Trifón Gómez. No exclusivam en te en la fra te rn a l cena con que le despedimos. Cuando habla en la esfera p a rtic u la r no se diferencia substancialm ente de cuando lo h a ce en público. Mide lo que va a decir y lo dice con adem án repo sado, tranquilo, echando am bas manos hacia adelante como si con ellas tr a ta r a de a sir la im agen que aspira a p lasm ar con la palabra. Tiene fe, fe ciega, en la clase tr a bajadora. Siem pre la tuvo. Y en España, y en la seguridad de re montar el actual am biente de in moralidad. Es convicción suya que el ser socialista no está reñido con el sentim iento de se r español y, BUSCAMOS LA META Q U E NO PUDO ALCANZAR EL G OBIERNO Y vayam os a la cena de despe dida. T rifón Gómez tra b a jó en el Gobierno G iral sin desánim o, con entusiasm o, p a ra v e r si sacaba ad ela n te su declaración m in isterial p rese n ta d a a n te las C ortes. A sí nos lo confesó. D e s p u é s ..., des pués, n u estro com pañero, pugnó, d entro del G abinete, p o r h acer com prender a sus colegas la ne cesidad de re c tific a r una política que sólo podía conducirnos al f r a caso. H ay un aspecto en la vida polí tica de la em igración sobre el que no. conseguim os ponernos de acu er do. E x isten secto res, algunos de .J U A N DE SESTA O * blicanos nunca apreciarán bastan te el esfuerzo que el Partido So cialista hubo de realizar p a ra no rom per con ellos. El, en lo p erso nal, estando convencido, como P rie to. de que la nota tr ip a rtita y el acuerdo posterior del Consejo de Seguridad de la O .N .U ., tra z a ban el camino a seg u ir; estando, asim ism o, convencido, de que el Gobierno constituía un obstáculo, realizó mil esfuerzos, en el seno de aquél, p ara inclinar a los repu blicanos en torno de esa fórm ula. UNIDAD EN EL PARTIDO SOCIALISTA buena fe y otro s c o n ‘tem peram en to de M iura —los h ay que se p a san la vida dando cornadas, en las acepciones que vosotros g u stéis eleg ir—, que estim an que nosotros, los socialistas, som os los d e sc a rria dos, y que la C aja de P an d o ra es tá en P arís, en el Gobierno ahora presidido por A lbornoz. Sigam os la oración de T rifó n p a ra v er qué diferencias su b stan ciales existen e n tre u n a y o tra conducta. Si exam inam os lo que el Gobier no G iral p retendió y lo que p re te n de el P artid o S ocialista, llégase a la conclusión de que, en el fondo, no hay diferencias. El Gobierno esforzóse por conseguir el apoyo de los p aíses que in te g ra n la O. N . U . ¿ P a ra qué ? P a ra que nos ayudasen a ech ar a F ranco y a restab le cer en E sp añ a la legalidad republicana; pero an te todo y so bre* todo p a ra ech ar a Franco, porqoe sin echar a F ran co es m ate rialm en te im posible en tro n izar en E sp añ a régim en alguno que no sea del a g rad o del caudillo. ¿Qué p re tende el P artid o S o cialista? Con seg u ir el apoyo de los países de la O . N .U . p a ra e x p u lsa r a Franco y estab lecer —n o so tro s decimos restab le cer porque confiam os en el pueblo español— el régim en de la p referen cia de los españoles. ¿ Dónde e stá la diferencia ? La di feren cia e stá en que el Gobierno, por su composición, por la p reten sión de s u s titu ir a F ranco con el restablecim iento de la legalidad re publicana, no m erece la confianza de esos países. Cuando se co n stitu yó el Gobierno h ab ía, en A m érica, tre s o cu atro que le reconocieron ; en E u ro p a, ninguno. Después de cerca de dos años de actuación no obtuvim os otros reconocim ientos ' que los interesados, que han veni do a obstaculizar, m ás que a f a cilita r, la resolución de n uestro problem a. NO N EC E SIT A M O S LECCIO NES DE REPU B LICA N ISM O E sto s resu ltad o s no b astaro n a convencer a los republicanos de aue se siguiera un camino errado. Cuando el P artido Socialista rom pió la coalición no lo hizo porque no la deseara con todas las fu e r zas políticas y sindicales com pren didas en el ái-ea republicana; la coalición rom pióse por el P artido, cierto, pero no lo es menos que ello fue debido a que esas fu erzas políticas com prendidas en ei área republicana —concretam ente las representaciones de los partidos llam ados históricos— obstinábanse en continuar unas actividades que sólo conducían a can sar a los paí ses de quienes dem andábam os ay u da p a ra resolver el problem a es pañol y a fa c ilita r que F ranco pu diera re h ab ilitarse en el terreno internacional. ¿Cómo enjuiciaron los republica nos n u e stra conducta? Diciendo que los socialistas carecem os de fe o, en o tra s palabras, que abando nam os la República. T rifón Gómez, al rech azar tam añ a im putación, a firm a la seguridad de que en to dos los hom bres del P artid o tr a bajó predom inantem ente la idea de eleg ir el camino que m ejor sir viera p ara in s ta u ra r la República. P a ra nuestro com pañero, los repu Trifón Gómez estim a que no he mos perdido el tiempo, que el P a r tido no ha podido hacer o tra cosa que lo hecho. Hoy día, su posición apenas si encuentra resistencia en ningún sector político y menos sin dical de la em igración y del inte rior de E spaña. N uestro com pañe ro estuvo, —y de ello no se a rre piente; al contrario, m uéstrase sa tisfecho—, casi dos años m irando a un lado y a otro, h asta desembo car en los acuerdos del últim o Congreso. En la actualidad, el P a r tido e stá unido y en condiciones de a fro n ta r los peligros que le ace chan: unos, prevenientes de la ig norancia; o t r o s ..., ya no por ig norancia. Nos dirigim os a todas las fuerzas opositoi'as de Franco, estuvieran o no com prendidas en el área republeana. Mucho se ha hablado de fracasos. Pero la úni ca verdad es que, desde el prim er momento, si no contam os la adhe sión incondicional del nacionalis mo vasco y de E squerra de C ata luña, uno y o tra no se m ostraron hostiles; í¡ue la C .N .T . está con nosotros, y que son m uchas las fu erzas republicanas que se han puesto del lado de las actividades del P artid o o que, cuando menos, las siguen con atención e interés. El P artido dirigióse tam bién a ios monárquicos. “ Los m onárquicas -ydice T rifón—, han oído. Y yo di ría a los republicanos: los m onár quicos han entendido; lástim a que los republicanos no entiendan... ' ’ Pero la m ala fe y la inverecun dia, tr a ta n ahora de hacer carne en T rifón Gómez. Ya no se habla de nuestro fracaso. A hora se dice que la solución puede no ser sa tisfacto ria. A ntes P rieto era p re sentado casi como un puntal de la Monarquía. A hora no se desconfía de P rieto; ahora se desconfía de T rifón. E ste es hombre m as flexi ble y posiblem ente lleg ará donde P rieto no quiera llegar: a servir los intereses de la Monarquia. ‘ ‘ La verdad, la única verdad, es que el P artido Socialista, Prieto, T rifón Gómez, todos, estam os decididos a serv ir los inteVeses de E spaña, los del Partido, los de la clase tra b a jadora y los de la República, si los republicanos abandonan una actitu d suicida y se sum an a nos otros. . . “ (Pasa a la Pág. 4) _ HACE D O C E -L 1 3 de j u l i o de 1 9 3 6 yo estaba en Bilbao. H acia dos días q u e Indalecio Prieto, su h ija B lan ca, Bernardo Hoyos y yo ha bíamos cruzado C a stilla , bajo la canícula abrasadorc, en busca de las brisas c a n tà b ri cs. Días trem endos los de aquel verano en que las violencias fa lan gista s, esm altadas de ase sinatos, presagiaban lo peor. M e tocó v iv ir ín tim am ente la am arga desesperación de Prieto ante la ceguedad y sor dera de quienes regían la po lítica republicana española. Sus apelaciones angustiosas, los clarinazos de su voz y de su plum a — ¡aquel discurso de lo . de mayo en Cuenca, aquellos artículos diarios en "E l L ib e ra l" de Bilbao y en "In fo rm a c io n e s " de M a d rid ! — apenas si conseguían que e n trea b riera n los ojos los pa quiderm os políticos enferm os de m iopía y de letargo, sin ca pacidad ni fuerzas para o tra cosa que d o rm ir sobre unos laureles no ganados, bajo los cuales ardía la llam a de la rebelión. Los g ritos de Prieto, g rito s desgarrados de gran re p ub lica no y de gran español que veía la sima en que iban a hundirse el régim en político y, lo que era más grave, la Pa tria , p erturb ab an la congestio nada siesta de los pobres d ia blos desvanecidos de seguri dad. Y com o se sentían sin á n i mo para hacer la ronda detrás de las centinelas — que tenían los párpados de plomo— , bus caron la tra n q u ilid a d ind is pensable para seguir d u rm ie n do en im béciles y m alignas frases que no dejaron de a l canzar cie rto triste éxito. Fue ron los tiem pos de los "C u e n tos de m ie d o ", de los "ru id o s de rato ne s", de la "m e n o p a u s ia " de Prieto, y aún, para áquelíos que a la idiotez unían la vileza, de "la s desvergonza das m aniobras de Prieto para a lca n za r el Poder. . . " t A q ue l lunes estábanhos bajo la angustia de un crim en fa langista más: el teniente Cas tillo había sido traid oram e nte a ba tido en las calles de M a d rid por unos pistoleros fa la n gistas. ¡A ún estaban frescas las flo re s sobre la tum ba del ca p itá n Faraudo, asesinado días antes con idéntica alevo sía! A m edia m añana Ju liá n Zug a z a g o itia llam ó desde M a d rid por1 te lé fo n o para ique se com unicase a Prieto la n oticia: Calvo Sotelo había sido m uer to d u ra n te la noche. Su cadá ver fue encontrado en el Ce m en terio, debajo de la mesa en que yacía el cuerpo sin v i da, a ún c a lie n te , del teniente PO R C a s tillo . . . Creía Zuga que los fascistas, cuya sublevación estaba planeada desde larga fecha, enco ntra ría n disculpa en el acon tecim ien to para sal ta r a la calle. Pidió que Prieto se trasladase urgentem ente a M a d rid , pero que de nin gú n modo h iciera el viaje por ca rretera. Prieto se h allaba en Peder nales. A llí se le pasó el aviso. En el acto decidió el viaje. In te ntó to m a r en V ic to ria el rá pido Irú n -M a d rid , pero, pre viendo que no lo a lca nza ría, indicó que fuéram os a V ic to ria, para u nirnos a él o para seguir v ia je solos por ca rre te ra, su h ija Concha y yo con Bernardo Hoyos y el coche de la escolta. A V ic to ria , en un alarde de velocidad, le llevó en su a u to m ó vil Eduardo Díaz de Ju n g u itu , que se e nco ntra ba ta m b ié n en Pedernales. De la estación, el tren , que días antes cam bió el h orario, ade lan tá n d o lo un cu arto de hora, había huido ya. Nos juntam os todos en V ic to ria , reducto reaccionario que ardía en e fe r vescencia. En el Restaurante del Frontón, donde com im os, un grupo de jóvenes carlistas d irig ía n con im p e rtin e n c ia so bre nosotros sus m iradas de odio. El d ip u ta d o tra d ic io n a lista señor O riol estaba en el restaurante, o acaso fué al sa ber que estaba a llí Prieto. Le acom pañaba un te nie nte coro nel de C ab allería , que luego resultó ser el jefe de la suble vación en V ic to ria . Prieto y O riol cam biaron breves p a la bras. El representante de ultraderechas desahogó su fu ria anunciando a Prieto que la venganza no se haría espe ra r. . . En aquel a m b iente de h ostilida d salim os de V ic to ria . H icim os el via je por ca rre te ra, contra la prudente adver tencia de Zuga. Nos dábam os cuenta del riesgo, pero Prieto tenía e x tra o rd in a ria prisa por llegar a M a d rid . A la entrada de Burgos detuvieron el coche unos guardias de A sa lto, no obstante que el a u to m ó vil o fi cial de la escolta a nunciaba que quien iba delante gozaba de la protección del G obier n o. . . A l reconocer a Prieto a u to riza ro n el paso con unos saludos tibios. A la salida de la ca p ita l volvieron a p a ra r nos unas parejas de la G uar dia C ivil. A q u í no hubo salu dos. Largos cuchicheos nos in fo rm a ba n de la p erplejidad en que aquellos trico rn io s se de batían para a certar con su "d e b e r". ¿Qué pasaba por aquellas cabezas? Por fin , tras in q u ie ta n te espera en que las pistolas esperaban a m a r tilla d a s y fu e ra de la fu nd a la decisión de los civiles, fuim os autorizados a seguir. Luego, M a d rid , donde en las esferas o ficia le s estaba ta n dorm ida la in te lig e n cia que no habia, por lo visto, a contecim iento V IC T O R A TIOS SALAZAR. capaz de despertarla. N i si q uiera el discurso de Goicoechea en el e n tie rro de Calvo Sotelo; ni siquiera lo que se d ijo en la reunión de la D ipu tación Perm anente a quella tarde. Prieto era h um an ida d hecha angustia. A l día siguiente, acom pañándole M an ue l A l bor y yo, fu é a ver al Presiden te del Consejo de M in istro s, señor Casares Q uiroga. El Con sejo de M in is tro s se hallaba reunido. Prieto puso todo el empeño de su convicción des esperada en convencer al Pre sidente de la urgencia de to m ar medidas, de a rm a r en el acto a las organizaciones po lítica s afectas al Gobierno, de asegurar los m andos. . . C a sares Q uiroga, haciendo gala de im pavidez,, no se dejó a fe c ta r. No pasaba nada. ¡Pero si él tenía la p alabra de honor de los generales c o n firm á n d o le su lealtad a la R epública! Todos los esfuerzos fueron vanos y Prieto, a n iq u ila d o por a qu ella to rp ísim a a c titu d , nun cio de que la subversión a rm a da en puertas nos h a lla ría desapercibidos, se retiró. Pocos m om entos después tuvo Prieto la n o tic ia de que la g u a rn ició n de A fric a esta ba sublevada. Encontró en el hecho m otivos para regresar de nuevo a la Presidencia del Consejo de M in is tro s con sus aprem ios. A ú n podían to m a r se m edidas salvadoras. . . El im oávido gallego contestó des deñoso: "¿Pero cree usted que van a v e n ir a hacernos la gue rra desde A fric a ? " De nada v a lió que Prieto le a d v irtie ra que no era A fric a sólo, que la sublevación tenía sus nidos en M a d rid ta m b ién , en España toda. Casares, como a rg um en to de m ayor fuerza para no a r m ar a los republicanos, dió el de que e llo m olestaría a los generales aue habían com pro m etido su honor en perm ane cer fie le s al rég im e n. . . M a lh u m o ra d o el Presidente por las insistencias de Prieto, a quien no cabía en la cabe za ta n ta s u p e rfic ia lid a d , d ijo , según supim os después, que " s i Prieto volvía con sus re q u e rim ie ntos él d im itiría , por que así no se podía gober n a r. . Y, sin duda espiando el estupor que el suceso, por él conocido desde hacia varias horas, producía en sus com pañeros de Consejo, cortó el inocuo despacho de los m in is tros, que resolvían asuntos ad m in is tra tiv o s de trá m ite , espe tándoles el n o tició n ; "¡ A b r e vien ustedes, que está suble vada la g u a rn ició n de A f r i c a !" Pocas horas después toda España a rd ía . . . -----------------A q uellos supuestos "c u e n tos de m ie d o " fu eron luego espantoso aquelarre; el "ru id o de los ratones" dejó paso al ruido más te m ib le de las des cargas de fu sile ría, de los ca ñonazos, de las bombas y de los depósitos de m uniciones que al e s ta lla r rom pieron — ¡demasiado ta rd e !— los tím panos más duros. La "m e n opausia" no fue la de Prieto, auien dió m ag nífico ejemplo de serenidad, intelige ncia y brío, sino la de aquellos pa quiderm os políticos c u y a s glándulas resecas no habían sum inistra do f u e r z a s para más que para confeccionar o rep etir unas frases tontas que ¡es dieran tra n q u ilid a d paro seguir d urm ie nd o. . . A hora Prieto, que no ha de jado de a c tu a r d uran te todos estos años, en silencio y a g ri tos, con la plum a y con la pa labra, vuelve a subir los tonos señalando el cam ino que pue de abrirnos con d ig nid ad las puertas de la Patria... Muchos han escuchado su voz y siguen con entusiasm o su criterio; pero la paquiderm ía político rebulle desazonada y m iope, y — ¿para seguir durm iendo?—ha inventado frases n u e v a s algunas de ellas tan viles co-1' mo bárbaras: el "entre gu ism o " de P rieto. . . ¿Hasta cuándo? é *. Semblanza de un correligionario... (Viene de la Pág. 3) A N U EN C IA DE LAS C A N C IL LE RIA S A V U ESTR A PO SIC IO N El penúltim o capítulo de esta g lo sa corresponde a la situación in ternacional. En esas e sfe ra s —las de las can cillerías— n u e stra posición halló eco. P rie to fu e reci bido, con todos los honores, don de no pudo p e n e tra r el G obierno y donde tam poco pudo a b rirse paso F ernando de los Ríos, p erso n ali dad noto riam en te internacional. ¿ P or qué ? Porque fo rm ab a p a rte del Gobierno. Si P rie to h ubiera pertenecido al G abinete, tam poco h ab ría tenido acceso. El P artid o pudo hacerse o ír en las cancille ría s n o rteam erican a, inglesa y fran cesa. ¿Q ué se dijo en ellas? Pues se dijo esto: que estab an de acuerdo en absoluto con la posi ción del P a rtid o S ocialista y que lo que hacía fa lta es que la s de m ás fu erzas o positoras a F ranco re sp a ld a ra n n u e stra actitu d . ¿ E s tá claro ? El P artid o S ocialista tiene una posición que se v ería fu ertem en te re fo rzad a si en torno a ella se a g ru p a ra n las dem ás fu erzas opo sito ra s de F ranco. V isto el pano ram a internacional, a nadie se le puede o c u rrir que los paises demó c ra ta s tra b a je n p o r ech ar a F ra n co sin que nosotros hayam os fo r jado el in stru m en to capaz de reem plazarle. Debemos o frecer la seguridad de que E sp añ a no va a seg u ir viviendo den tro de una lu cha e n tre dos m itades. Si alguien cree que N o rteam érica o In g la te r r a pueden d a r una orden p a ra que F ranco caiga, e stá equivocado; m ejor que se apee de la h ig u era o que se quede en ella, si ese es su gusto, pero sin m olestar a na die. H ay que d isg re g a r previam en te a las fu erzas que sostienen a Franco. N osotros no somos aptos p a ra esa labor. Cuando buscamos la unión con elem entos del in terio r es porque ellos sí pueden serlo. E n el e x terio r, lo que nos toca h a cer, es p e rse v e ra r en n u estra con ducta, p a ra que los países demó- , c ra ta s cum plan lo que han ofre cido. ESTAM OS LUCHANDO POR LA R EPU B LIC A T rifón no señaló plazos. Renun ció al ejem plo de alg u n a a lta in vestidura que, al despedirse aquí, después de ráp id a visita, nos cita ra p a ra dentro de unos me$es, na da menos que en M adrid. Nos veía mos en trando precedidos de una ch aranga. L a realidad es muy o tra. H asta ahora sólo hemos con seguido colocar, como cabeza de playa, en el Panteón E spañol, na da menos que toda una división. N uestro com pañero, sin em bar go se siente m ás satisfecho que nunca de las actividades desple gadas y de las esperanzas que esas actividades pueden ofrecer. Desde luego, adelantó una prom esa: no nos detendrán las censuras acres de unos y las indiferencias de otros si podemos re a liz a r un excelente servicio al país. Las negociaciones van por buen cam ino; los negocia dores creen que podrán lleg ar a un convenio dentro del m arco de los acuerdos del Congreso de Toulou se. X X X Y los acuerdos del Consejo de Toulouse, decimos nosotros, son dignos; podemos aceptarlos por tales como s o c ia lis ta s ..., y como españoles. La prenda republicana, que nosoti’os no hemos repudiado, sino abandonado tran sito riam en te, la ve raíd a el mundo internacional, aunque de cuando en vez se aven g a a d arla generoso zurcido. Que rem os una nueva, tam bién repu blicana. E n esa adquisición e sta mos em peñados y nadie nos dis tr a e rá de n u e stra ta re a , aunque se nos m oteje de traid o res. E spa ña, en su día, d irá quiénes lo fue ron y quiénes no; acaso h aya un tercer encasillado, el dedicado a los e stú p id o s. . . R E C U E R D O ASTURIAS A la espalda « i mar erizado de cañones enemigos. La escua dra republicana, patrullaba el trecho y las aguas azules del Mediterráneo, pero el Cantábri co, bravio y verde, sentía herir ?us lomos por las proas de los cruceros franquistas. Los n en ies pueblecitos de la costa, se estremecían bajo la artillería facciosa desde el mar. Y los he roicos luchadores que ofrecían sus pechos contra los mures de los cuarteles sublevados, reci bían la lluvia de metralla que el ‘ 'Almirante Cervera” tocando casi la costa, lanzaba sobre sus cabezas en alivio de los rebeldes sitiados en Zapadores y en Si mancas, dirigido por las emiso ras de estos. Fresco y metralla del rumbo Norte, en los calores de julio. Por el Sur avanzaban las co lumnas de Castilla, contra la Asturias indómita de siempre. Hacia Oriente, los asturianos defendían ya Irun, ccn Otero y Dositeo, con San Martín y Ca sero, héroes en potencia muer tes después, por todas las pro vincias del Norte, en generosa proyección de anhelos. Y del Poniente montañoso y marino que toca a Galicia, Coruña, Lu go, Orense y Pontevedra envia ban la inmensa legión de sus tropas inagotables. Desde todas las flechas de la rosa de los vientos, hostiles horizontes sa cudían el heroísmo de Asturias, aquel que más tarde cantara Angel Lázaro, bardo gallego, en el tono viril de su verso: Una Provincia, una sola. . . Una Provincia de España. . . Y en casa, el caballo de Tro ya de Aranda, concentrado én Oviedo, con les guardias civiles de toda la región, el arsenal in agotable de la Fábrica de Ar mas y Gijón ardiendo en luchas contra los regimientos suble vados. Sólo la fe indomable en su destino, el desprecio sereno y abnegado por la vida ante el ideal y sebre todo, la madurí sima formación política del so cialismo asturiano, fruto del es fuerzo prolongado de sus diri gentes, hicieron posible la ha aña homérica de Asturias en Ju lio. Sobre las tumbas anónimas de sus defensores, ondearon ya en espíritu nuestras banderas plo típico del dirigente asturia no de la cuenca minera. Bonifa cio Martín, de los precursores del movimiento socialista, de la vieja guardia de nuestro Parti do, cayó en octubre por lo mis mo que luchamos en julio. En ellos, escogidos al azar, en el calor de la improvisación, queremos personificar a les mi les de socialistas caídos bajo el cielo y sobre el suelo astures, por la libertad y el pan de los humildes, en este aniversario de la gesta española, que alcanzó en Asturias perfiles de epopeya. El espejo quebrado COMO Q U IE N E S SOMOS C U M P L IM O S P o r José D E LA R IB ER A . en holocausto a los caídos. Para ellos, la eterna recordación del pensamiento liberal de nuestra patria. Hoy queremos persona lizar en algunos de sus dirigen tes, muertos todos por la idea, nuestro tributo de admiración y de recuerdo. Javier Bueno. .. el periodis ta vibrante y prístino, de prosa con perfiles clásicos y alma de caudillo medioeval. El que se desprendiera por Asturias de la plácida vida madrileña, para prebar su temple toledano en los martirios del 34 y los com bates del 36. Barba y sandalias franciscanas, ‘‘Mono” azul como sus ojos de bondad y colgante en bandolera el fusil que aca llara su pluma. Graciano Antu fa, diputado minero, alma ab negada y bondadosa en su cor pachón gigante, siempre el pri mero en las luchas sociales. Per fecto González, callado, dedica do, creador y silencioso, ejem No es la p rim era vez —tam po co, seg u ram en te, s e rá la ú ltim a— que los S ocialistas nos e n fre n ta mos a situaciones altam en te difí ciles. P odríam os, de quererlo, geñ a la r decenas de ellas p a ra re fre s car la m ente de los desm em oria dos y la de los ig n o ran tes, que de aquéllos y de ésto s e stá fo rm a da la legión, m ás o menos e x tra n je ra que, al presente, tr a ta de hun d ir su hacha en el robusto tronco de n u estro P artid o . P o r lo que la ad v ertencia pueda te n e r —p a ra ellos, se entiende— de cortés cum plim iento nos perm itim os reco rd ar les que la h e rra m ie n ta se les va a m ellar en sus to rp es manos. E sto en el m ejor de los casos, pues ta m bién puede suceder, cosa ésta no d esprovista de fundam ento, que se les quiebre en sus to rp es movi m ientos y les h ie ra donde menos puedan suponer, que a todo están expuestos quienes esgrim en, con m ás m aldad que to rp eza, la d elira da arm a de dos filos. Nos re fe ri mos —nada nos cu esta hacer la aclaración— a la doble cuchilla que es por un lado la polémica y por el o tro la acción. Todo esto viene a cuento por la actitud di solvente que, dicho sea de paso, EN JULIO encentram os lógica y ju stificad a por p a rte de quienes la m antienen, los com unistas españoles al servi cio de la política de Stalin, y por la posición negativa en que se han colocado los leg itim istas republi canos. Nos explicam os la actitud de los com unistas y h asta donde nes es posible la justificam os. Des pués de todo, ju sto es reconocer que responden a una obligación que v o lu n tariam ente se han im puesto. Es la que consiste en se r vir los intereses que cum plen a los m andatos que p arten del K rem lin. De ahí nace n uestra repu g n an cia a tr a ta r con seres ta n viles, y n u e stra decisión inquebrantable de com batirles —cosa no nueva por cierto — en todos los terrenos. P a ra lo que no encontram os ju s tifi cación ni explicación es p ara los republicanos em peñados en m an te n e r una legitim idad inexistente pese al ridículo empeño que ponen en m antener en el exilio un Go bierno que no gobierna a nadie y que no re p resen ta —evidente re a lidad é sta — a nadie. Nos rem iti mos a los hechos, que son, m ás que las palab ras, los que, en d efiniti va, cuentan. Y añadim os —no está de m ás el hacerlo— que los rep u blicanos que clam an por la leg iti midad y el Gobierno que dice en c a rn a rla son un estorbo en el ca mino que puede conducir a la so lución política del terrib le dram a en que se desenvuelve E spaña ba jo la sa n g rien ta tira n ía fra n q u is ta . E sto rb o —lo direm os con toda claridad p ara que la duda no sea posible— que los Socialistas e sta mos dispuestos a echar a un lado. Desconocemos —queda reiterad a la afirm ación— al Gobierno de la República en el exilio. Los ataques de que podamos ser objeto a v ir tud de n u estra afirm ación nos tie nen sin cuidado, sobre todo si pro ceden de los dim inutos sectores re publicanos, paladines de la leg iti midad, m ás o menos auténticos. Por el "m omento no nos interesa polem izar en relación con este p a r ticu lar. En cuanto a autenticidad R epublicana, los S ocialistas e sta mos en condiciones de d a r leccio nes, en m anera alguna de recibir las de nadie. Nos respalda un pa sado y una conducta de más de medio siglo de duración. N uestros sentim ientos republicanos en nada han variado. He aquí la razón fu n dam en tal por la que no, tem em os a ninguna prueba a que sea preciso som eterse. Por o tras hemos p a sa do y supim os cum plir en cada ca so como correspondía. Lo mismo harem os en esta hora gravísim a p a ra E spaña. Sabemos bien las responsabilidades que contraem os. Ni nos a su stan ni las rehusam os. Las afro n tarem os, como hemos he cho en toda ocasión y momento, sin titubeos. Que nadie espere des fallecim ientos de nu estra partes que no han de producirse. El obje tiv o que nos hemos señalado está claro. C onsiste en recuperar E spa ña p ara los españoles y hacer po sible la convivencia e n tre ellos, d esterran d o de nu estra p atria, de una- vez por todas, las luchas f r a tricidas y los odios caínistas que la han puesto al borde de su to tal ru i na m oral. De la económica no h a blam os porque ésta ya la ha con sum ado Franco. S alvar aquélla es lo que, hoy por hoy, m ás nos u rg e e im porta p ara que E spaña cuen te, como corresponde a su H isto ria y a su cultura en el concierto de los pueblos del mundo. A tentos a e ste anhelo que es el de que por encim a de todos los dem ás priva en nuestros sentim ientos de Socialis ta s y en n uestra conciencia de es pañoles, seguirem os la ru ta que nos hemos trazado. N u estra p ala bra está dada. Ella es la m ejor g a ra n tía . Jam ás se nos ha podido hacer por p arte de nadie ningún reproche. Somos nosotros, en todo caso, quienes podríam os, de que rerlo, form ularlos. Pero éste no es nuestro propósito. En el servicio que nuestro P artido está dispues to a p re s ta r a E spaña harem os co mo hicimos siem pre, cum plir como quienes somos. Convocatoria El sábado, día 7 de agosto, a las 7.30 de la tarde, se celebrará Asam blea Ordinaria de esta .Ju ventud Socialista de Espa ña en el Exilio, Sección México, con arreglo al si guiente ORDEN DEL DIA: l 9-— Lectura y aproba ción del Acta. 29— Lectura y aproba ción del Estado de ( 'lien tas. 3Ç— Altas y Bajas de Afiliados. 4y— Gestión de la Jun ta Directiva. 59— Proposiciones de la Junta Directiva. 6, ?-—Dimisión del Co mité. 7, J— Elección de Car gos. 8*?— P r e p o s i c i o n e s de los Afiliados. 0Ç— Ruegos y Pregun tas. Bu vista de la importan cia de ios asuntos que se tratarán, rogamos a todos los compañeros su asisten cia. México, I). F., a 15 de Julio de lí)48.— Félix Miguélez. Presidente ; Fer mín Zugazagoitia, Secre tario General. D E L MOMENTO. ¡ ¡ E S T A Convendrás, compañero lector, en que la facilita que. le han hecho a “ Paco el del Pardo” sus amigos norteamericanos, ha sido de las que dejan a uno per plejo por lo inesperada. Decididamente que para eso no valía la pena estar dándoles toda clase de facili dades en el terreno comercial, ofrecimiento de bases néreas para su tráfico civil, desplazamiento de dele gados bancarios y comerciales a New York, y toda «*sa serie de coba fina que el falangismo español ha bía sacado del fondo de su arca para obsequiar a los yankis. Tan seguros se encontraban ya Franco y su co horte de que serían incluidos en el Plan Marshall, que al conocer el acuerdo de la Cámara Estadouni dense por el que se le concedía el ingreso en dicho P la n , li izo poco menos que recorrer a marchas forza das el camino de Puerta de Hierro al enviado especial d e Mr. Truman quien, al parecer, había ido a visitarle <£on el deseo de obtener de él una nueva traición — ahora a su cohorte falangista— accediendo a dar » España un régimen con unos átomos de pretendida libertad. N V E R DES...!! Pero, hete aquí, (pie la mayoría de los países europeos comprendidos en el Plan Marshall se es candalizan ante el hecho de tener que sentarse a la misma mesa con quien de la traición hizo su lema y escalera para la dictadura más oprobiosa que la his toria haya conocido, y ante el escándalo formado, Mr. Taiman anuncia que se opondrá al acuerdo, y el Senado Norteamericano lo echa por tierra. Y todo esto en un plazo de tiempo tan reducido que no ha bían dado lugar ni a que los organismos oficiales or ganizaran las manifestaciones “ espontáneas” de jú bilo por la inclusión, ni a que el “ servicio de prensa” pasara las correspondientes instrucciones a los pe riódicos para que suspendieran las alabanzas de agradecimiento a los diputados norteamericanos por sil generosidad hacia el “ caudillo”. Y así se dió el caso de que cuando todo quedaba en agua de borra jas, los diarios madrileños se deshicieron en encomios a tan generosos señores y aprovecharan de paso el ambiente para meterse en forma despiadada para quien como nuestro compañero Indalecio Prieto pe dia que España fuera incluida en el Plan Marshall, Vida y obra del artesano Pablo Iglesias _ _ _ Por JOSE RIAL. . El Partido . . .D eciam os que el P artido So c ia lis ta Obrero Español es " lo Obra,» in g e n te , de los que tr a b a ja n " . . . y q u e "c o n tin u a b a la verdadera H is to r ia de España", que es, como la de todos los países, la austera, del fo n d o , anónim o e insobornable, del a cervo n a cio n a l, que fo rm a n el es q u e le to del gran CUERPO H ISP A N IC O : de los que hacen en oposi c ió n a los que deshacen. L a obra de Pablo Iglesias es eso: U N A O R G A N IZ A C IO N D E M O C R A T IC A F U N D A D A PARA LO G R A R , A TRAVES DE U N A EVO L U C IO N INCESANTE EN L A EDU C A C IO N DE LAS MASAS LABO R IOSAS, L A T R A N S F O R M A C IO N T O T A L DE LA V ID A ESPAÑOLA. La p rá ctica del ta lle r, ja m a ra vi llosa s o lid a rid a d artesana, se hacía o s í n o rm a p o lítica . Y como se a r m onizan voluntades y esfuerzos en la obra m ecánica de cada día para e l fin com ún de la jornada, así en e l P a rtid o se d ifu n d ía en la prensa y en el m itin , y en la te rtu lia , entre ch arlas cordiales, el tem a p olítico o social de cada instante. Y cuan do se elevaba a la A sam blea, ya cada uno se había form ado, c la ra y precisa, su "o p in ió n p e rs o n a l", que se ve rtía en la urna con s u fvoto, tras de haber sido decantada en esos alam b iqu es de las discusio nes apasionadas en las que cada uno defendía su verdad, " la sa ya"... Que, como todo lo que se hace a la luz del día y se discute por y ante la m u ltitu d sin consignas se cretas, sin m ónitas ni d iscip lin as conventuales o carcelarias, sin re co no cim ien to ni a ca ta m ie n to a n in gún género de jerarquías, es edu car en el más a lto sentido de la pa labra: educar p ra ctican do y fo r jando la vo lu n ta d y el cerebro de cada hom bre, en esas discip lin as que son, precisam ente, todo lo con tra rio de las otras férreas y to ta li tarias. Y sólo en una cosa era Pablo Iglesias, ta n fle x ib le , aceradam en te intra nsig en te: L A S A N T A IN T R A N S IG E N C IA que se ha señala do en algunas ocasiones de su vida: en el m a n te n im ie n to de todo eso... Y así se fueron fo rm a n d o esos grupos, esas masas, en las que ca da uno era sólo uno, pero nunca un cero; porque cada socialista m an tenía su personalidad en la colec tivid a d , y se destacaba de e lla en su instante con su o p in ió n ; porque ca da uno defendía su verdad siempre encam inada al bien com ún, que "no era sólo el de su clase; que no era el concepto, mezquino, del obre ro manual, o del sindicado; sino que plasmaba la otra concepción, infinitam ente más alta, del Hom bre — porque el Partido estaba sa turado de Humanismo— o del Es pañol . . El español O del e sp a ñ o l. . . en su lib ro so bre Iglesias, se leen estas palabras de Ju liá n Z u g a za g o itia , uno de ios grandes valores hispanos d e s tru i dos por Franco, que han dado a la bandera del P artido la sangre ge nerosa que ha de te ñ irla el día de su a lborada tr iu n fa l: Se decía que, para significarse, los socialistas violentaban su naturaleza de espa ñoles, negándose a reconocer la belleza (?) de las corridas de toros, y la chulapería castiza del pueblo madrileño fomentada desde arriba en lo que tenía de más bárbaro y despreciable. Los socialistas lo que se proponían era acabar con el cas ticismo mugriento y con la chula pería matonesca y tabernaria de las clases populares. Y por diferen tes caminos hobían venido a coin cidir con otra suerte de españoles: los que adquirían doctrina y con ducta en las charlas de Don Fran cisco Giner de los Ríos, partidario también de una política de agua corriente, jabón y estropajo, que adecentase la vida española y, en particular, la m ad rileñ a. . . De aquí que Iglesias pudiera repetir la frase del gran pedagogo: "SI SE ÑOR: C A DA D IA M AS REBELDE Y CON LA C A M IS A M AS L IM P IA ". Y el mismo Pío Baroja, a pe sar de su odio anarquizante al or den socialista, hubo de exclamar años después: "una de las cosas más importantes que ha conseguido el socialismo, en M adrid, ha sido extirpar la chulapería del pobre". O del Español, repetim os, que conviene a h in c a r esta o tra m anera de ser del español ahora, y en es tas y otras porciones expancidad del solar hispano en las que aún se m antiene la falsa estam pa de pan dereta del "c a s tic is m o ". Pablo Iglesias, a través de la ex p eriencia, y tras los años mozos siem pre exaltados, aun en los te m peram entos más reflexivos, — el e xplotado, el h uérfano, el artesa no, el hom bre— , fue sintiéndose, ta m b ié n , el e s p a ñ o l. . . supo e sti m ar esta nueva categoría que en nada dism inu ía ni coartaba las o tra s . . . Que por algo su Obra se llam a EL PA R TID O S O C IALISTA OBRERO ESPAÑOI-----(P a s a a la pág. 13) cuando España y no la pandilla que la desgobierna, fuera la que aprovechara sus ventajas para salir de la crisis en que el falangismo la tiene sumida. Ante el fracaso sufrido, vino un aluvión de de claraciones de los personajes más prominentes del régimen, dando a conocer a los cuatro vientos la se rie de cosas y proyectos — más de esto que de lo otro— que el falangismo había dado a E s p a ñ a quien se encontraba en condiciones de despreciar ayudas extrahjeras que — decían ellos— al fin y al t abo siempre sería a cambio de una serie de conce siones que eil fin de cuentas constituirían una hipo teca para la Nación. La campaña ha sido de tal in tensidad y sits crónicas en los periódicos extranjeros han sido de tal profusión que suponemos que el fa moso “ fondo de reptiles de Gobernación” haya que dado exhausto al tener que corresponder con tanto periodista de “ a tanto la línea”, pero cuya campaña ha servido para que incluso los menos versados en cuestiones de política hayan tenido que pensar en que los falangistas se encontraban en la misma situa ción de la zoiTa de la fábula que al no poder alcanzar las suculentas uvas que a sus ojos se ofrecían, hubo de alejarse diciéndose plena de melancolía “ están verdes. . . No contentos con los argumentos expuestos en profusión por los articulistas a sueldo, — más bien a destajo— el Ministro de Industria y Comercio — Suances— ha hecho unas declaraciones al corres ponsal de la I. N. S. en las que se contienen toda una serie de razones en las que él se basa para mirar el futuro de España, lleno de esperanza. Prolijo sería, — y conste que no nos faltan datos para ello— el refutar con plenitud de argumento» exactos cada uno de los que como base de su esperan za ha expuesto el que tiene a su cargo el Ministerio de la Calle Serrano en el desgobierno falangista. Por hoy, nos limitaremos a comentar solamente el que con el número dos se ha designado en las decla raciones al corresponsal aludido. Se trata de LOS CIEN MILLONES DE DOLA RES QUE ESPERA RfeCTBIR DE LOS ESPAÑO LES Y PERSONAS AMtGAS RESIDENTES FUE RA DE ESPAÑA. De estós deseos falangistas ya te níamos noticias por la publicación que ha hecho la prensa del Decreto por el chai se lanza este emprés tito, libre de impuestos y destinado a obtener divisas dólares que, administrados por el Centro Oficial de Contratación de Moneda, han de destinarse a acre centar las muy mermadas posibilidades adquisitivas de que dispone el gobierno falangista. Ignoramos la cantidad y calidad de los amigos que los falangistas españoles poseen en el exterior, pero dada la condición de su régimen nos aventura mos a creer, que, al disponer de dólares, se trata de gentes perfectamente afincadas en el terreno de la burguesía y por lo tanto muy difíciles de arrancar en sus capitales en tanto no sean préstamos cou bue na garantía y crecido interés. Pero en lo que sí estamos plenamente seguros de su fracaso — aunque la prensa a sueldo no tarde mu cho tiempo en darnos a conocer el “ fantástico resul tado de la operación”— es en cuanto se refiere a los españoles residentes fuera de España. Españoles fue ra de España, los hay de dos clases : los que por su lucha por la libertad hubieron de abandonar el suelo patrio, y los que por falta de medios con (pie ganarse la vida en su país, hubieron de buscar extranjeras tierras en las que por unos u otros medios pudieran ganarse el pan. Entre los primeros, inútil decir que el resultado ha de ser “ verdaderamente fantástico”. De entre los residentes — gachupines como por aquí los llaman— creemos que fieles a su falangismo lian de preferir colocar su dinerito en dólares en España, pero por medio de la bolsa negra de Tanger que, pa trocinada oficiosamente por los falangistas, se en carga de situar sus capitales con buenos cambios. Y, lamentablemente para los Suances y demás secuaces, veremos que su confianza se tom a en com pleto fracaso para tener que decir de nuevo la mis ma frase que cuando su fracaso anterior en el deseo de adquirir dólares: “ ¡ESTAN V E R D E S ...!”. LA CUESTION ESPAÑOLA > La guerra en tre árabes y ju díos que sin ser guerra c i v i l , t i e n e tantos puntos de con tacto c o ñ la nuestra, ha postergado nuevamente a segundo plano la “ cuestión española”. Ultimamente las bambalinas del guiñol internacional, se movieron al impulso del remolino producido por las discu siones habidas entre las diferentes po tencias favorecidas por el Plan Mars hall. La negativa de que España fuese una más a disfrutar de los sabrosos pro ductos de América, removió las aguas de esa “ ciénaga” que ya es costumbre denominar como la “ cuestión españo la”, más no llegaron ni a enturbiarse las aguas, porque el sucio lodo de sus pro fundidades permaneció quieto, en repo so, impasible ; que no fue tanta la marej ida como para quebrantar su sedenta rio vivir y así, en cuanto las Naciones que acudieron a la HORA DE LA RE BATIÑA quedaron ahitas, si no de vi vires, sí de promesas, dejaron tranqui las a España satisfechas todas ellas de pxier contar con una parte más en el reparto. Y la “ ciénaga” volvió a ser el apacible remanso donde unos cisnes de epopeya romántica pero inútil, siguen languideciendo y entreteniendo sus oc os en narrar a sus pequeños retoños y hasta también a alguna ave pasajera qve se acerca, las épocas pasadas de su prosperidad y grandeza. Dicen los británicos: “ España es ca beza de puente para los EE.UU.”. Pero por su parte Inglaterra se cuida de que no le falten productos esenciales piara su bienestar y que sólo en España pue de encontrar. El precio que fija el abas tecedor es el de que la “ Home Fleet” no remueva con sus hélices, la “ ciéna ga” de la “ cuestión española”. Al transcurrir de los días, periódica mente, y cual válvula de escape de las conciencias democráticas oprimidas por el insaciable egoísmo, surge un vehe mente deseo de reintegración al orden y a la justicia democrática : la libertad de los pueblos, promesa que no pasa de eso, de ser una promesa más y que cum ple su .misión de llevar la esperanza a los que todavía creen que hay, fuera de casa, quienes se interesen por cuanto somos y representamos. El mundo capitalista se defiende y hay que confesar, a juzgar por los re sultados, que se defiende bien. Nosotros, quiérase o no, eramos la legalidad, legalidad tan inmaculada co mo la de ese ejemplo de solemne ritua lismo que es la Gran Bretaña y desde luego mucho más diáfana que la de cualquier otro país. Un servidor del Es tado a cuyo sistema de Gobierno había jurado fidelidad y cuya misión era de fenderlo contra toda agresión exterior o interior, faltando a su juramento e incurriendo en delito perfectamente de finido y sancionado por los Códigos or dinarios, Códigos más viejos que el pro pio infractor, se alza en armas centra los poderes constituidos y auxiliado por los gobiernos de otras naciones, triunfa y arrastra por los pueblos de España a la legalidad, colgando a sus defensores el sanbenito de la rebelión. Pero esas leyes que sucumbieron al peso del es padón, defendían transitoriamente, un estado de cosas perfectamente legal, pero no grato a la plutocracia y al ca pitalismo internacional, quien presen ció complacido como los “ gangsters”, vencían a los “ G-men” (por primera vez Hollywood tolera el triunfo del cri men). Si por un momento trocamos la ora ción por pasiva, siendo fuerzas de iz quierda las que acorralaran a una lega lidad protectora de intereses capitalis tas ¡ ah !, entonces sí, entonces sí hubié semos visto reproducirse otra Santa Alianza con “ jeeps” y aviones cohete para impedir el derrumbamiento de una legalidad cuya caída, hubiera hecho me lla en la cadena forjada por la expan sión capitalista. Tal fenómeno ocurre, no precisamen te porque haya dos legalidades, sería absurdo ; la Ley es sólo una, hay diver sidad entre los que la acatan siempre por dura que sea (dura lex sed lex) y aquellos a quienes les duele que la lega lidad, en manos siempre de las clases dominantes, pueda pasar alguna vez a la dominada y para los que así piensan, en cuanto esto ocurre, en cuanto la Ley no es ejercitada por unos cuantos gene rales, otros tantos obispos y un puñado de señorones, ya no es legalidad, es con vulsión, como ellos llaman a un cambio de poderes, perfectamente legal y con secuencia directa del desarrollo de la civilización. Ellos tienen su legalidad propia, co mo tienen su pijama, legalidad para andar por casa y se les hace feo que un obrero use también pijama. Por ello no es raro, que en ocasión en que representando al Sindicato de Obreros Portuarios, obtuve el procesa miento del Ingeniero Jefe de las Obras del Puerto de Castellón, quien se dedi caba a construirse una hermosa Villa en las Playas de Benicasim con los ma teriales que debiera emplear en las re feridas obras de carácter público, el Presidente de la Audiencia, hombre ar caico y tan chapado a la antigua que tan solo reconocía a Pessina como auto ridad en materia penal, me llamase pa Por J CASTELLÓ TARREGA ra espetarme de buenas a primeras: *‘Pero querido Castelló, cómo es posible que se siente en el banquillo un Inge niero”. Así, por eso, porque ellos pre tendieron siempre y siguen pretendien do que la Ley es privativa de las clases dominantes para sojuzgar mejor a las dominadas. Por eso también, el delito de rebelión en el que incurrieron Fran co y sus secuaces, se trueca en movi miento salvador y la defensa que nos otros hicimos de las Instituciones, cons tituye para todos ellos, para los “ pro pietarios” de la Ley, un crimen de lesa patria que miles de españoles pagaron con la vida, otros tantos miles llenan todavía las cárceles del franquismo y muchos miles más llevamos consumidos ya cerca de diez años de forzoso exilio^ podiendo darnos por muy satisfechos los que tras de peregrinar de la Ceca a la Meca vinimos a dar en estas tierras hospitalarias por tradición y nobles por temperamento y en donde jamás llegó a nuestros oídos aquella inquisidora de manda: “ Les papiers”. REMEMORANDO Por M A R IA TERESA. Ju lio encierra en sus días una fecha de recogim iento para los españoles. Los que dispersos por el m undo, nos consu m im os de nostalgia por la p a tria lejana, nos sentim os trasplantados en esta re m em branza del pasado, a lugares que ridos que guardan toda una época de nuestra vida. Cada p ro vin cia, cada v illa o pueblo de los que integ ra n nuestra na cion alida d , ocupan estos días el pensa m iento de sus hijos desperdigados por la inm ensidad terráquea, prestos a conm e m orar un 18 de ju lio más. Los míos van para A s tu ria s con sus verdes prados y m inas penumbrosas. A llí en un rincón de los valles m ineros, tra n s c u rrió m i existencia en esas fases ta n interesan tes como son la niñez y la juventud. Y en este reverdecer del recuerdo parece que vuelvo a v iv ir aquellos instantes ton plenos de estampas y detalles emotivos. C ontem plo la Casa del Pueblo con sus rojos la d rillo s y grandes ventanales pa reciendo c o n firm a r con su aspecto la le yenda que corría sobre su origen monás tico. En sus salones buscaba el m inero descanso y expansión después de la d u ra jornada. Jóvenes y viejos, aquéllos con la vehem encia de la m ocedad y éstos con la m adurez de la experiencia, discu tían y com entaban los acontecim ientos siem pre en un am biente de cam arade ría y respeto. Unas veces era la suavidad expresiva de H ig in io M oral la que d o m i naba, otras la voz explosiva de A velm o “ P in tarrue qu es" o la estridente y ner viosa de Otero. Y así tarde a tarde, en aquella convivencia d ia ria de apacible bregar por el Socialismo, se iba fo rja n d o nuestro espíritu y a d q uirie nd o más con sistencia nbestros sentim ientos. Pero vino octubre de 1934 y en el tor- b ellin o de sus violentas jornadas quedó truncada aquella tra n q u ilid a d que me todizaba nuestras actividades. Conservo ta l im presión de aquellos acontecim ien tos, que hoy, a pesar de haber tran scu rrido ya 14 años, acuden a m i im a gin a ción con p erfile s clarísim os y lucidez ex tra o rd in a ria . M a g n ífic o el tem ple de nuestros luchadores en el fra g o r de la lucha, pero grande y sublim e en los ins tantes de s u frir la represión cruenta y dolorosa. La Casa del Pueblo, albergue por tantos años de aquellas inquietudes revolucionarias, se co nvirtió , como una ironía del Destino, en escenario de la crueldad fascista. A sturias toda su frió entonces lo que pudiéram os denom inar prólogo de la tragedia posterior. No vo l vió la tra n q u ilid a d a sus laboriosos cam pos ni a sus ciudades alegres e ind ustrio sas. Un m anto de desventura la cubre desde entonces y en la pro fun d id ad de su desgracia y la grandeza de su sacri fic io , se yergue a ltiv a y orgullosa del heroísmo de sus hijos. j 18 de Julio, que presenciaste aquel resurgir de un pueblo recién salido de una prueba durísim a, ¡cómo se conm ue ve mi corazón al in flu jo de ’ tu recuerdo! En las páginas de tu efem èride queda rán m arcados con sangre muchos nom bres gloriosos, con esa g lo ria que da el o fre n d a r generosamente la vida en aras de un ideal puram ente sentido. De aque lla generación m ag nífica que com partió conm igo la exaltación de los años mo zos, ya no queda casi nadie. Pero al re m em orar hoy los tiempos idos, todos ellos adquieren vida en mi im aginación, re m oviendo mis emociones y haciéndom e sentir de nuevo la satisfacción de aque llas tardes de mi p u e b lo m inero. POR F E L IX M IG U E L E Z 'V V U V V W V W V W W W dV V ^JV . POR L U IS ROCA DE ALBORNOZ 2W JW J PO R M A N U E L ALBAR La Posición del Partido l· V A W U V r V ^ V W Estamos vi viendo días de extraordi n a r i a impor tancia p a r a nuestro Parti do y para Es paña. A h or a más que nunca hace faljta úna gran Iserenidad para enjuiciar con ductas, aquilatar principios y observar posiciones. Los acuer dos del último . Congreso del Partido Socialista Obrero Es pañol en Toulousse. han sido la levadura que ha levantado del sopor estúpido del “ callejón sin salida”, la opinión política de la emigración. La posición AL TOM AR CONTACTO MI PRIMER ARTICÜIO P o r E m iliano M ARCOS. E n to d as las épocas de la h isto ria , siem pre han tenido todos los hum anos, m om entos ta n sublim es en la- vida que es im posible d e ja r los olvidados al a zar. Si m irá se mos a trá s , veríam os como cada uno de nosotros recordaríam os esos m om entos dignos de llam arse su blim es, porque en ellos es cuando se decide un algo. U n ejem plo de ellos sin igual, es el espontáneo y fervoroso g ri to de libertad que dieron todos los jóvenes socialistas , de E sp añ a y los que sin serlo, ya ten ían su ca m ino p reparado p a ra e n tra r en ta n gran d e organización. ¿N o es un m om ento sin p aran g ó n este de n u e stra vida y de n u e stra E spaña el le v an tarse a rep eler al tra id o r F ranco en la fecha del 19 de julio de 1936? D udarlo sería d en ig ran te, pero olvidarlo sería m ás d en ig ran te aún. E s por esto que e n tre la emi g ració n , ya suena m uy poco esa fech a ta n gloriosa que por sí sola se b o rra ría , si no fu e ra que los jó venes socialistas siem pre están alim entando en esa fech a el re cuerdo de la m ism a con nuevos h á litos de nuevos corazones, socialis tas. E stos m om entos sublim es de la vida, no debemos olvidarlos nun ca porque son como o tros a n te rio res los que m arcaron la p a u ta a seg u ir de n u estra organización ju venil y por ser así deberíam os de can ta rlo s como lo hicieron todos los poetas del m undo, como Goethe en la* Revolución fran cesa que di jo, cuando m archaba con los ejércitos m onárquicos en d e rro ta : “ EN E S T E SITIO Y EN E STE DIA COM IENZA UNA N UEVA ERA EN LA' H ISTO R IA DEL M UNDO*’. Al igual que él, nosotros tam bién celebram os la fecha del 19 de julio de 1936, que m arca una nue va e ra en n u e stra h isto ria, cuyo final em pieza y a a vislum brarse. Con el recuerdo de e sta fecha qu aún p erdura, he decidido milita r en las fila s del SOCIALISMO español, de tan recia solidez en la dem ocracia univ ersal, p a ra p a te n tiz a r mi adhesión con su p ro g ra m a glorioso. México, D. F-, julio 19 de 1948. ^ V in / V W A V W W ·W U >J V l V V V lA W tic* los Partidos Republicanos, cerrados a cal y canto a una in transigencia republicana — que hubiéramos de reputar acerta da si existiera el menor atisbo de solución al problema espa ñol— ; la violencia clásica del Partido Comunista y sus alia dos más o menos conscientes de la España Combatiente, en ple no torneo de aplicación de ad jetivos malsonantes e injurio sos contra nuestros hombres re presentativos ; la nebulosa posi ción de los Partidos Monárqui cos empeñados en llevar las aguas a su molino y reaecios a toda concesión que signifique compromiso público con las iz quierdas, constituyen una serie de factores en el momento ac tual que se han de examinar ton desapasionamiento y obje tividad tal que nos obliga a mi nucioso examen de conciencia y a medir las palabras para que éstas sean vínculo exacto de nuestro pensamiento. Nuestro Partido es a la hora actual, según los intransigentes dé izquierda, un Partido entreguista. ¿Entreguista de qué? ¿Qué tenemos nosotros que en tregar? ¿Serán acaso nuestros principios de lucha por la emancipación obrera? ¿Acaso nunca, en ningún Partido So cialista del mundo se ha creído que únicamente en régimen re publicano podemos desarrollar nuestras actividades? ¿La Re pública, entonces, a la que di mos todo nuestro calor, nuestro apoyo y nuestra sangre? ¿Aca so la guardamos en un arca se creta, cerrada con siete llaves para poder entregarla? La ba se de la argumentación es total mente falsa, porque no hay tal República como tampoco hay tal monarquía. Lo único real, lacerante, amargo, es que hay una España franquista, enemi ga de la libertad y de la cierno^ cracia, concupiscente y aislada — apartada del concierto de los pueolos— ; una España que no conoce sino las prisiones y la persecución para cuantos pien san por cuenta propia, una Es paña hundida en la abyección r ás monstruosa y camino in. defectible de una ruina tal que suponga pesada hipoteca para venideras generaciones. Con esto es con lo que hay que aca bar, si podemos acabar. Y visto está que ni los discursos más in flamados, ni galardones rim bombantes en torno a la nueva Orden de Liberación de España, genial creación del actual Go bierno del Sr. Albornoz, ni to das las idas y venidas de nuestros amigos los republicanos conducen a nada positivo. Lo triste es que ellos son los prime ros convencidos de su fracaso. Es preciso pues ensayar una nueva posibilidad. La convi vencia v el acuerdo de cuantos A V V W V V W V M V V ^ V % V J quieren luchar con el franquis mo. ¿Podremos lograrla repi tiendo el cuento del portugués del pozo? En política cuenta la realidad. A ella debemos atener nos. Logremos primero consti tuir una garantía de que el fi nal de Franco no significará de nuevo caos, guerra civil, odios permanentes. Unicamente así nos escucharán. Lograr este acuerdo, serena mente meditado, no significa fulminante eambio de poderes en España. Franco se defende rá y habrá que ponerle el cas cabel al gato. Pero lograremos hacer cada día más fuerte el aislamiento que ha de ahogar lo, daremos las condiciones ne cesarias para que el régimen franquista no pueda explotar la miseria de España. Y la ayu da retórica, fría, indiferente de las Naciones Unidas habrá de cambiar por un apoyo efectivo, positivo para la solución del problema español. En esta confianza y por esta senda de amargura si queréis, camina el Partido a la hora ac tual. Con el respaldo unánime de todos sus afiliados — fuerza mayoritaria en la emigración— con el asenso consciente de fuertes núcleos del sindicalis mo y el republicanismo espa ñol, con la simpatía de todo el mundo democrático que desea el buen logro de nuestras ges tiones. Y con la posible inteli gencia del sector monárquico y las fuerzas de derecha que no están directamente responsabi lizadas en la gestión funesta de Franco. Ni renunciamos a nuestro republicanismo — en el caso concreto de España el socialis mo organizado ha sido siempre republicano— , ni somos parti darios de la Monarquía. Hay un signo que a la hora actual debe unir a todos los hombres de buena voluntad, a todos los es pañoles sinceros, a todas las conciencias honradas : el Antirranquismo. Unir todas las fuerzas posioles en su contra, es la misión del momento. Y para orgullo nuestro y ejemplo de entereza política es al Partido Socialis ta Obrero Español a quien cabe el honor de iniciar esta nueva sonda, única posible para lle varnos a buen fin. Las seis letras sonoras del nombre de España — como en una ocasión decía I). Manuel Ázaña— restallan en nuestra alma y acogen a su vez las pa labras humanas y desapasio nadas del ilustre republicano: “ Paz, Piedad, Perdón”. La Infar i sin Castigo .W JW W JW A V " A pesar de las prue bas, muchas y te rribles, que el so cialismo y la masa obrera han tenido que afrontar des de que en la con ciencia del prole tariado arraigó un claro sentimiento de clase que plas mó en la creación de la I Internacio nal, todavía la so lidaridad universal de los trabajado res tiene más de mito que de reali dad. Durante mu chos años los so cialistas estuvimos alimentando la ilu sión de que esa solidaridad era a l go efectivo y tan gible. El desenga ño vino cuando, al producirse la gue rra de 1914 y vo tar en los respectivos Parlamentos los créditos núUtare rompió la unidad internacional del Socialismo. Yo no so los que se sorprenden demasiado con ese fracaso. Proba mente el hecho volverá a repetirse tantas veces como el c bélico convoque al combate, independientemente de que diputados socialistas voten o dejen de votar los presupui de guerra. Y lo que ese fracaso demuestra, por otra portt hasta qué punto la afirmación de que los trabajadores no nen patria está lejos de ser axiomática. Todas las exhe ciones pacifistas se esfuman ante la presencia de un ejéi invasor, sin que, una vez lanzados a la pelea, sea fácil minar cuál lo es y cuál deja de serlo o qué guerra es injusi cuál no. El sentimiento beligerante no admite razones único remedio que cabe contra la psicosis de la guerra, hace al hombre lobo del hombre, es el de evitarlas todas, eso no parece hacedero todavía, sin que al Socialismo le pa en ello sino una culpa muy relativa, si es que le cabe < na. Lo milagroso sería que el Socialismo pudiera impedí* guerras en una sociedad dominada por un capitalismo qu genera por su propia naturaleza Pero si a la acción internacional sociolista y obrer se le pueden reclamar imposibles, sí se le puede pedir cumpla aquellos fines que constituyen su fundamento * tán al alcance de sus recursos. Por ejemplo, una estr unión en defensa de la democracia y de las libertades cíales en todos los países, movilizando para ello todos loi dios de coacción que la organización internacional, adi a una tarea común y concreta, puede poner en juego. que no estoy descubriendo nada nuevo. Pero sé también esa poderosa palanca no ha sido utilizada hasta ahora o sido con toles restricciones y temores que le quitaban eficacia. La demostración más evidente y dolorosa es España. ¿Qué es lo que la solidaridad internacional hizc nosotros? Si se descuenta el esfuerzo, verdaderamente nífico y sin parigual — a pesar de la vociferante propag comunista— realizado por ambas Internacionales, la £ lista y la Sindical, para enviar a España víveres, medie ropas, etc., en el orden político nada o casi nada. Se tol farsa de la No Intervención y se asistió a nuestra derrote una fría indiferencia apenas disimulada con unas cu protestas de amistad que, desgraciadamente, no sirven ganar batallas. y V W W J V U V .V V V W JV V M W A f lr t V V W A r jV W U V V W Luego fue peor. La solidaridad in ternacional no su po evitar, forzan do a los gobiernos para que nos abrie ran las puertas de sus países respec tivos, hostilmente cerradas, casi sin excepción, el es pectáculo bochor noso de los cam pos de concentra ción, donde el he roísmo, después de batirse casi iner me contra los ejérc i tos totalitarios, hubo de batirse, más i n d e f e nso aún, contra el ejér cito de los piojos. M a l tema para un canto de Homero, aunque muchos de aquellos soldados andrajosos no tu vieran nada que envidiarle a Aquiles. * ’ ¿Y ahora? Tres años hace que la democrocia, triunfanatravesó con su espada y le puso el pie encima al dragón litario. Pero los republicanos españoles seguimos disperpor el mundo clamando por una justicia que nadie nos En ocho o nueve países de Europa gobiernan, salas o en ición, los socialistas. En los restantes, excepción hecha aquellos que cayeron bajo la órbita siniestra del stalinisdonde la democracia ha sido ejecutada en garrote vil, a jr costumbre de un buen comunista, hay gobiernos de mo as. ¿Por qué continúa Franco en el poder? Esa pregunta ta, maltrecha, en la insensibilidad de un mundo sin alm a, el socialismo internacional, la clase obrera organizada ei^ obligados a darle respuesta con algo más que declam es platónicas, fugaces e inconsistentes como el viento. « frota ya de nuestro particular interés de españoles, sino interés vital del socialismo mismo, llamado a restablecer ignidad moral, el respeto a la existencia humana, las ca rias espirituales que el socialismo simboliza hoy, como día las simbolizó el cristianismo, y sin las cuales la vida ce de sal. Y el interés del socialismo es, por definición, ménico, como todos los grandes movimientos de la HistoLos victorias o las adversidades socialistas ti obreras de un repercuten en todos los demás. La derrota de junio de 8 en París influyó desmoralizadoramente sobre el socia0 europeo; el aplastamiento de la Commune en maye de 1 fue una catástrofe para el proletariado internacional; utal represión zarista de 1905 abatió el entusiasmo -revoonario del mundo entero; los triunfos del fascismo en Itaín Alemania, en Austria y en España estuvieron a punto acabar por muchos años con el socialismo, la libertad y emocrocia en toda Europa, y acaso en todo el mundo, ¿sito que se hubiera logrado, casi con obsoluta certeza, paña no hubiera reencarnado, una vez más, la santo Io de Don Quijote. Y a la inversa: toda victoria liberal o alista ha extendido su eco y sus efectos hocia los cuatro ros cardinales. Repitamos nuestra pregunta: ¿Por qué, en es, España sigue siendo un islote totalitario en medio de Europa demócrata y semisooalista? Esperemos que el sorno internacional, hoy en vigoroso proceso de recuperay crecimiento, nos dé contestación con sus obras, porque Palabras no bastan para consolarnos de la agonía de los i ni de la ausencia de los muertos, cuyo recuerdo se agoii la memoria y mueve el corazón en estos días en que se píen doce años de la infam ia. TIRIOS y TROYANOS v Hay en la / t e r m i n o 1 oA g í a popular jde México una frase gráfica, icón la cual el ^ pueblo designa /irónicam ente la ^ ■ i m p o s i b i 1 id a d de la elección: “ No hay más que dos sopas y la de arroz. . . ya se acabó”. Graduadas las distancias y la escasez de arroz, la única sopa que el comunismo checo dejó a elegir a los ciudadanos de los antiguos reinos de Bohemia fue la pocoagradable sopa de le trasde la candidatura única pro-soviética. La nación que diera al mundo el ejemplo mag nífico de tolerancia y conviven cia, acaba de apurar, tras la te rrible experiencia del terror nazi, el cáliz de su amargura al ver sus libertades pisoteadas por la camarilla comunista de turno, amparada en la sombra amenazante del cercano oso moscovita. ral de Benes. Si su dolor ante el abandono frente Hitler pri mero y frente a Stalin después, por parte de las democracias, lo pudo llevar a adoptar una polí tica ecléctica, que miraba a Oriente aún sonriendo hacia Occidente, su fina sensibilidad liberal había de expresar con tundentemente su alergia a los procedimientos sovietizantes. Y así como dimitió ante la ver güenza de la invasión súdete por los nazis, clara consecuen cia del Munich franco-inglés, por segunda vez en su vida polí tica ha roto su investidura pre sidencial, ante el asalto bochor noso a la libertad eheea perpe trado por los secuaces moscovi tas y ante el abandono y la in defensión por parte de las de mocracias del mundo. Desde su finca de Sezitnove Usti, donde buscó retiro tras la trágica muerte de Masarvk, Eduardo Benes ha renunciado a la presidencia de una Repú blica Checoeslovaca sobre la que flota la sombra de Kremlin. En el documento dirigido ai primer ministro, refleja Benes su amargura unto la desfacha El Gobierno de Elément Got- tez con que el equipo gobernan twald, sanedrín comunista im te se apropia de los resortes de puesto a Benes por los Comités la nación y despoja de sus dere de acción el 24 de febrero, ago chos más elementales a los che tó la capacidad de sorpresa de cos: “ Para disfrutar honesta sus ciudadanos, al presentar a mente de la libertad; es nece su aprobación — después de su sario dejar gozar también de imposición en el poder— una ella a los demás”. La alusión lista única de candidatos a tiara y la protesta contundente, ciuienes ungir. Por un lado la es el grito desgarrado de la conlista del gobierno; por el otro la c iencía liberal del mundo ante Benes, obligatoriedad de la asistencia el cinismo reinante. a las urnas bajo penas severí- abanderado de unas divisiones simas. Y enmedio, el voto blan voluntarias que dieron su san co, único recurso de expresar gre en los frentes de la primera antirreglamentariamente la re guerra bajo la divisa generosa : pulsa a la farsa, si bien a eosta “ Por nuestra libertal y por la de caer bajo la asfixiante pre vuestra”, señalando al mundo sión a que someten los comunis que al liberar Checoeslovaquia buscaban la igualdad y el dere tas al adversario político. cho de todos los pueblos del Con el procedimiento y sus mundo, no ha podido sobrelle consecuencias, tan similar a las var la convivencia eon los ru últimas “ elecciones” franquis fianes y los tartufos de Oriente tas. no podía estar conforme un o de Occidente. No puede dis demócrata de la contextura mo frutar honestamente de liber tad el partidismo checo, sin dejar gozar de ella a sus mayo rías oprimidas. Y no hay teoría oportunista que justifique ante los hombres de buena fe, que se exija por el comunismo una to lerancia en New York que se niega en Praga. Como tampoco, demócratas británicos o yankisr podréis disfrutar honestamente de vuestra libertad, cuando el pueblo español, heroico, aban donado, va a cumplir doce años que está luchando por gozar la suya. Entre los mismos políticos de esta post-guerra, el grito des garrado de Benes'es una acusa ción ante la conciencia univer sal. FABULAS DEL ERRABUNDO Por Tortiás M EABE. F undador de las JJ.S S . T R IB U N A L D IVINO —¡Han muerto de frío, señor cu ra! —¡ Pobrecitos! —De frío, y yo creo que tam bién de ham bre, yo creo que tam bién de pena. Figúrese, señor cura, que se les había m uerto el hijo, yo creo que de eso mism o, de frío, de hum. bre y de pena de ver a padre y m a dre tristes. —¡Pobrecitos, pobrecitos! —Y no eran malos, no, señor cu ra. Trabajaban cuando les daban trabajo. Se querían; no podían es tar el uno sin el otro. ¡Dios, lo que se querían! Pero vivían, ¿cómo le diré?, vivían por lo civil, o ape gaos. o eso. Vamos, sin casarse como Dios manda. —; Horror! —Y debían mucho. Y el amo ya me había dicho que les echase. Y... ¡ay, señor cura, señor cura! ¡SI usted supiera lo difícil que les es ser buenos a los que viven en bu~ hardillas!.. . Ya hemos llegado, s e ñ o r ... Mírelos usted. ¡De frío, de f r ío ! ... ¡Si le dan a uno envi dia viéndolos así, todavía abraza dos y todavía mirándose eon esos o j o s ! ... A usted se le puede decir todo, señor cura: mi marido nun ca me ha mirado así tan, ¿cómo diré?, tan dentro. Malo no es, no; yo soy la mala. Pero, a usted se le puede decir todo: siempre está mi rando a la botella. Mi marido-créa me, no es como antes, y . . . —Diga, portera: ¿no han reci bido los últimos sacramentos? — ¿Cómo habían de recibirlos? De haber sabido que estaban tan mal, les hubiera mandado un poco de pan, otro poco de carbón, lo que una buenamente puede__ Y le hu biera avisado, señor cura. Aunque, la verdad.. . -¿ Q u é ? —Yo gión . . . creo que no tenían reli —¡Horror! ¡Horror! — ¿Es que no les perdonará Dios? ¡Dígame pronto que sí, se ñor cura! ¡Dígam elo pronto! —Dura lex, sed lex. El tribunal de Dios no perdona a los que mue ren en pecado mortal. Por el Dr. JUAN MOLAS. I 'A ·^ V ElProblema Español J V A V .* A E x i s t e un grupo bastante numeroso de re fugiados que se han incorpora do al medio am biente — d i e z pesan mu cho— u n o s pretendiendo li brarse de ren dir cuentas y otros por haber conseguido un nivel de vida su perior al que hubiesen podido soñar en situación ncrmal, mer ced a su esfuerzo en el comercio los más, en la industria o en la agricultura los menos, y exte riorizando lo que llevaban de fenicios dentro de si mismos, pero olvidándose todos de sus antecedentes políticos, p a r a convertirse en unos emigrados que sólo piensan retornar algu na vez como turistas, en viaje de placer o de curiosidad. En contraposición a ese gru V J V ,. V ^ A % ^ · A La democracia actual es bur guesa y vehículo apropiado para llegar a la democracia so cialista. ¿Qué diferencia existe entre estos dos conceptos ? Sin adentrarnos en el fondo del problema económico — base .W V ^ .V ^ ^ \^ % po están los que siguen pensan do en volver, enfermos, si se quiere, de nostalgia, con la ima ginación fija en la idea obsesio nante del retorno. Nostalgia y obsesión que acompañó a mu chos hasta su tumba. Pero estos grupos posiblemente no se po drían limitar de una manera clara, clasificar a sus integran tes de un modo neto, ya que ha bría que considerar otros mu chos menos definidos, es decir, aquellos que se dedican a estor bar toda posible solución encas tillados en unos cargos ridícu los, desde los cuales no cumplen más misión que satisfacer su vanidad y hundir en el ridicu le las instituciones que dicen representar. Ante qué Tribunal se podría defender la tesis de ser los representantes del pue blo español actual? Si Franco es un detentador asentado en la tiranía y el crimen, si el pre tendiente es sólo un aspirante a tal, si a los “ dieguistas” les C o n ce p to s L ejercicio de la democra cia evidencia de modo con creto la dife rencia que exis te entre la con cepción burgue sa y la socialis ta. Y decimos en la democracia, porque con sideramos como normas supe radas en los países de Occidente las de los regímenes autorita rios o totalitarios en los cuales, claro está, el ciudadano se en cuentra amordazado e incapaci tado para influir en los destinos del Estado. Naturalmente la opinión vale por igual en el ré gimen totalitario de Franco como en el de Stalin. Ninguno de los tipos de Estado, disfrá cese con la careta que quiera, puede . constituir un modelo susceptible de imitación'* o res peto por todo hombre progre sivo y liberal. Como corolario de una lucha de siglos, como resumen de. mi proceso históri co que ha costado mucha san gre y muchos sufrimientos, co mo garantía de que el progreso humano no es palabra vana, ante el hombre de hoy surge este concepto de convivencia civil que es la democroeia. Na da importa que existan países donde se ignoran estas verda des. V ^ ^ V % V '. * A ffJ V S ^ V A V J U W ^ ^ n A ^ ·J ^ V W caducó por inanición y falta de uso su representación, no queda ctra solución que la consulta electoral. Pero debo de mencionar otro núcleo de los que estando aquí, no queremos resolver el pro blema pensando en lo que a ca da cual nos convenga, pues es to es secundario, sino que pen samos primordialmente en los que están en España en las cár celes, en las montañas, pasan do hambre y miseria en la ciu dad y en el campo, con la an gustia de la persecución poli ciaca, durante tantos intermi nables años, por actividades humanas y legítimas en todo el mundo salvo en el “ imperio franquista” y en algún otro “ paraíso” terrestre de los que por no existir para descanso del “ alma inmortal” tanto abundan para tortura del cuer po real y verdadero. Para toda la clase trabajado d e la W J V W d W Para vez la asamblea se muestra superior al dirigente y si alguna vez lo hace este tiene autoridad para por su cuenta y riesgo mediante el concurso de los incondicionales crear una nueva capillita. El concepto so cialista es distinto : la autoridad viene aquí de la masa de los afiliados, son éstos en sus Con gresos y Asambleas quienes de terminan las líneas generales del Partido. Naturalmente te nemos nuestros dirigentes tam bién, porque la democracia es depuración y cuando los hom bres no son capaces de interpre tar el sentir del Partido deben ser apartados y cuando se iden tifican con él deben asumir los cargos de dirección y respon sabilidad. El socialista se debe al pue blo, nace de su seno, es carne de su carne. El republicano crea en su torno sus propias responsabilidades y marca su propia meta. Esta diferencia planteada hoy ante el dolor de España nos hace a unos ser V V V S A J W ra y liberal española, persegui da y arrojada, es para la que hay que buscar la solución, j los que estamos en condiciones de hacerlo tenemos la obliga ción de dársela y con ella la li bertad, ¿qué importa que nos otros podamos retornar o no? Eso es secundario, lo que impor ta es España y los españoles. ¿Cómo lograrlo? Tengo a la vis ta el último discurso pronun ciado por el Presidente del P. S. O. E., magistral y documen tado, como todos los suyos, del cual confío puedan llegar sufi cientes copias al interior. También tengo presentes los acuerdos del Congresos del P. S. O. E. recientemente celebra do, en el que se ratifican los acuerdos de la Asamblea de De legados de 1947, para que sin merma de la dignidad se esta blezcan los contactos que sean precisos. Pero no se me van de la imaginación las cartas y los informes del interior en donde P o lít ic a ca nos se forman generalmente en torno a personas y no a principios; su disciplina tiene una flexibilidad tan extraordi naria que rara vez ofrecen la homogeneidad necesaria para constituir una gaiantía perma nente en la gobernación- del país, su vida es efímera y cir cunstancial en la mayoría de los casos. Partidos que se crean por unas personas, se deshacen a la menor desavenencia de los dirigentes, vuelven a crearse con nombre nuevo en razón de momentos específicos. fundamental de la diferencia— aún en el ejercicio del Poder en régimen burgués, existe no table distancia entre el concep to burgués y el socialista. Con cepto que a la hora actual esta mos viendo resaltado en torno al problema español, visto ex clusivamente en el área nacio nal. Los republicanos, atentos a su intransigencia legitimista sólo tienen un problema indivi dual de conciencia, que no los obliga sino en la medida (pie por si y ante si se consideren afectados. Pueden permitirse el lujo de desentenderse de las an gustias de España, del dolor de España y con tal de no sufrir en sus principios dejar que las amarguras de nuestro país no encuentren solución si no es precisamente la que ellos sim bolizan. Los partidos repúbli A V ^ A IV J W flexibles, tes. a otros intransigen REDACCION Y ADMI NISTRACION DE RENOVACION Director: RAFAEL FERNANDEZ. Red. Jefe: LUIS ROCA DE ALBOR NOZ. Administrador : JUAN MOLAS. Redactores : FELIX MIGUELEZ, JU LIO CESAR MORAN, FERMIN ZUGAZAGOITIA, VICTOR MORAN y JOSE CASTELLÓ. V V V ·^ U V W W l· V V W ^ se acusa de manera manifiesta la terrible situación por la que atraviesa la clase trabajadora en general y el Partido Socialis ta en particular. Si transcurrido un plazo pru dencial, no se ha logrado el re sultado apetecido, habrá que revisar lo realizado, no para rectificar nada, sino para qui tar lo que estorbe, ampliando la elasticidad de los límites to do lo que sea necesario; para que el voto de confianza que se señala en el apartado tercero, no tenga límites. La libertad de los que están en la cárcel y la terminación de la persecución militar y policia ca a los antifascistas es una buena prenda. Las demás con quistas a las que tiene derecho la clase trabajadora, puede y debe conseguirlas existiendo li bertad de asociación y expre sión. Todo se reduce a volver a empezar ; pero una vez despier ta la conciencia del proletaria do, su poder numérico es aplas tante, sin él no se podrá gober nar. En el documentado discurro del Co. Prieto, hay cifras de una elocuencia imposible de destruir. El aumento de la cir culación fiduciaria hasta la ci fra de 28,000 millones, la eleva ción de la Deuda Pública a la astronómica cifra de 50,000 mi llones, la disminución en un mi llón de hectáreas del área de cultivo. La lectura de los gua rismos del presente presupues to con un predominio absoluto de los Ministerios de Guerra, Aviación, Marina y Goberna ción, son hechos todos ellos que no podrán desvirtuar la propa ganda reaccionaria. Nuestro país, cuyas épocas de grandeza reflejan solamente la grandeza de sus genios, ha vi vido durante toda la época de su historia en que ha estado so metido a las Dinastías extranje ras de los Austrias y de los Borbones, sumido en la ignorancia, en la miseria y en el fanatismo, todo ello corregido y aumenta do durante la larga década del imponderable,- inefable y casi divino régimen grande y libre que la convirtió en pequeña en cadenada. De la situación en las centu rias pasadas y de la situación actual, es responsable la clase gobernante por su ineptitud, por su torpeza, por su egoísmo y la masa neutra por su desen tendimiento del problema polí tico. Pero en la hora presente, el Pueblo Español al serle consul tada su opinión, abrirá los ojos, y barriendo todo lo ancestral y carcomido que desgobernó la Naóión, se incorporará de un salto al régimen de libertad de mocrática, que predomina en el Mundo, y con ello el bienestar social a que tiene derecho. EL TRABAJO ESCLAVO Del viejo Egipto a la nueva Rusia Soviética PO R Habría que remontarse en el pasado a más de siete mil años, hundirse en la penumbra fune raria del viejo Egipto, para en contrar un paralelo con el sis tema de trabajo de la actual Rusia soviética, en la que cator ce millones de esclavos están ti a bajando en unas condiciones, que el más brutal de los siste mas de explotación conocidos 1:0 se hubiera determinado a emplear. Sólo la espantosa inquietud de “ la vida después de la muer te” que atormentaba a la raza egipcia, — hace siete mil años— podría deshumanizar la vida del hombre con la que las viejas dinastías del Valle del Nilo, pudieron construir esas obras monstruosas, que todavía hoy, son asombro del mundo. Los templos de Luxor. las tumbas del Valle de los Reyes, las de Sakkara, las pirámides, el Hi pogeo de los Apis, entre otras, es la demostración de que solo un pueblo, una raza, pudiera cejar fijado sobre la tierra un sello más potente, ni hubiera dejado una visión tan compac ta, tan maciza, tan opresiva y V,«n aplastante y total como esas instrucciones imponentes que por sus ciclópeas proporciones, parecen — según opina Maeterlineh— “ pertenecer a otro planeta”. Al contemplar esas obras enormes, que representan un fantástico derroche de energías, fuerzas y materiales incalcula bles, se siente la opresión malé fica de esas construcciones co losales que nos imponen una to tal resignación y nos obligan a renunciar a comprender el sa crificio humano que impuso la acumulación de esas moles opresoras. En aquellos lejanos tiempos, no se conocía el acero, no había herramientas, no se podían per forar las montañas, para ex traer esos inmensos bloques de granito que pesaban cientos de toneladas y que se transporta ban desde las canteras de Assouan a cuatrocientos kiló metros de distancia para la brarlos y elevarlos a fabulosas alturas en que hoy podemos contemplarlos. Hoy con todos los progresos mecánicos de que disponemos, sería un problema, posiblemente insoluble para nuestros técnicos, el poder rea lizar obras de esta naturaleza. Sin embargo para partir esas montañas de granito de Asso uan, el más duro que se conoce, practicaban agujeros en la pie dra, introducían en ellos cuñas de madera de sicomoro, las mo jaban y la dilatación de la ma dera rajaba la montaña. Milla res de esclavos arrastraban los enormes monolitos hasta llevar los a su destino y los elevaban sobre rampas hasta las alturas inconmesurables, en que toda vía hoy, el turista puede con templarlos. En la actualidad que disfru temos de tantos progi-esos me cánicos, no encontraríamos téc nicos capaces de concebir obras semejantes, ni existe capacidad económica suficiente para cu brir los gastos que esas obras originarían. Sería preciso dis poner de millones de obreros, de miles de técnicos, de maqui naria gigantesca, de medios de transportes fabulosos muy su periores a todo lo conocido — el canal de Panamá, por ejemplo, es una obra infantil, comparada con las que se realizaron en el viejo Egipto— . Sin embargo en aquellos lejanos tiempos bastaban millones de esclavos, material humano, fuerza de tra bajo, sin ningún valor econó mico para ejecutar esas obras sólo comparables a la inmensi dad de la muerte a la que esta ban dedicadas. En los sistemas de trabajo es clavo, hay gradaciones como en todo. El esclavo, en América, tenía un valor, como lo tenían y lo tienen las bestias de tra bajo. Se compraban en el mer cado como las muías o los caba llos en las ferias de ganado. Su conservación determinaba una conservación de la riqueza a veces hasta un aumento de esa riqueza. Pero en el viejo Egip to, el esclavo — procedente de la delincuencia del país o de los vencidos en las guerras de con quista— no suponía un valor de esta naturaleza, no tenía nin gún valor humano pues su ex tracción de procedencia era inagotable. Solo así el viejo Egipto, pudo mantener esa inconmesurable industria funera ria. deshumanizando a millones de seres humanos. * Después de siete mil años, en contramos en la actualidad un país que ha tenido la pretensión do imponer al mundo “ una supercivilización”. cuyo sistema de explotación del trabajo es paralelo al que muy esquemá ticamente dejamos expuesto. Este país es Rusia. La “ Glonoye Upraole Lagercr’ es la “ Oficina de Campos de Labor Penal” dependiente de la M. K. U. D., departamento del Ministerio del Interior equi valente en Rusia a lo «pie fue la Gestapo en Alemania. Esta en tidad administra, dirige y con trola las cuarenta y seis colo nias penales de trabajo escla vo establecidas en Siberia y en las que hay concentrados sobre catorce millones de trabajadoíes de distintos países sin dis tinción de edad ni sexo, conde nados a trabajar hasta morir por agotamiento, sin más remu neración que una comida insu ficiente. La mortalidad en es tos campos de trabajo excede del doce por ciento. Bastarían ocho años para que perecieran totalmente, los catorce millones de individuos que forman estas colonias. Pero el régimen sovié tico no verá disminuido este volumen de fuerza de trabajo gratuita, pues la extracción hu mana de los nuevos países que van cayendo dentro de la órbita soviética, compensan ventajo samente las pérdidas normales que el trabajo agotador, la in suficiencia de alimentación, la falta de asistencia médica, y por lo tanto la tuberculosis pulmonar, el escorbuto y la di sentería, no puedeq. . qgotar el contingente de las siempre nue vas remesas de trabajadores esclavos que llegan sin cesar a esos campos, procedentes de dis tintos países. En estos campos hay concen trados, según los últimos datos adquiridos a primeros del pre sente año, un millón seiscien tos mil polacos, dos millones de japoneses, un millón quinien tos mil alemanes, dos millones de rusos considerados como des ertores, cuatro millones de ru sos desafectos al stalinismo, y millares de comunistas de dis tintos países que buscaron refu gio en la tierra de sus sueños. Lituanos, estonianos, rumanos, yugoeslavos, búlgaros, alema nes de la zona dominada en la actualidad por las autoridades soviéticas y grandes masas de ciudadanos checoeslovacos, van nutriendo la población penal de estos campos de la “ G. U. L. A. G.” . . . y españoles. Esto permite a Rusia, al dis poner de estos millones de tra bajadores gratuitos explotar negocios mineros, forestales, agrícolas, industriales, y de transportes en condiciones que ningún otro país puede hacerlo. Ningún país capitalista — y Rusia lo es, aunque su capita lismo sea un capitalismo de Es tado, el más inhumano y brutal sistema de explotación capita lista conocido— dispone de ca torce millones de trabajadores gratuitos a los que no hay que pagar más salario que una ali mentación insuficiente. Los españoles internados en los campos de la “ G. TT. L. A. G /\ son aviadores y marinos que les sorprendió el final de 1»; guerra civil de España en Rusia adonde habían ido cum plimentando órdenes del fatí A L L iE R T O dico Gobierno Negrín, de fac tura comunista y consagrado al servicio incondicional de la Ru sia soviética. Estos compatrio tas, en su inmensa mayoría han muerto en la espantosa odisea que han sufrido en el paraíso soviético, entre ellos el capitán y el médico del transatlántico “ San Agustín” que estaba en Rusia en un llamado “ viaje co mercial”. Estos españoles fueron encar celados en Moscú, después, fue ron enviados al Norte de Sibe ria, para trabajar en las obras de construcción del ferrocarril del Polo Norte. Durante la no che polar — nueve meses sin ver el sol— y con temperaturas de cincuenta y cinco y sesenta grados bajo cero, estos españo M ANZANARES. les vieron morir a gran parte de sus hermanos, sin que nadie les tendiera una mano. . . En la actualidad quedan cin cuenta y ocho supervivientes, cu el campo de Karaganda, co lonia de Sibirsqui, Kransnogarski y Lj-Sibirski, explotan do unas minas de carbón, de hierro y otros metales, de conte nido tan pobre que sólo el tra bajo gratuito, y los transportes a “ lomo de esclavos” — Porque no hay otros en ciento cincuen ta y cinco kilómetros a la re donda— hacen no solamente productivos, sino negocios fa bulosos para el régimen sovié tico que pretende con estos sis temas de trabajo inhumano y brutal, redimir a los trabajado res del mundo entero. M ientras el pobrecito S talin está que trin a, allá en su alcázar do rado, m irado en la luz y en la som bra por el ojo de Molotov, he vuelto a re sp irar esta atm ósfera prim averal de Paris, gris y cobierta, con algún ray ito de sol que m ás bien parece el ojo de Moscú colándose en tre las nubes del “ b ro u illard ’’ artificial del im perialism o anglo-am ericano. Convenientem ente atuendado, me presento en el despacho del P .C .E . en la capital. Soy nada menos que un periodista frescam ente desem barcado de una “ dem ocracia nuev a” . Me recibe Dolores, en su despacho. E stá provocadora; m ás que provocadora, fresca como una lechuga otoñal — ¿verdad. M ije?—, se ductora y espiritual. D escubro detalles de refinam iento y elegancia. Los jefes y jefas com unistas se rodean de un boato y un confort que hace s a lta r la baba del encandilam iento al m ás sim ple de los refu g ia dos. P asio n aria se p re p a ra ; por algo la P auker es nada menos que m inistra en Rum ania y la llam an allá la P asionaria rum ana. (¡E stán “ a p añ ao s” los rum anos!) Una cierta tiran tez diplom ática se ha no tado en el K om inforn desde que la P auker se hace llam ar P auker P a sionaria, sin p a g arle los derechos de au to r y m odificar la Botánica con una nueva alg a que flota sobre todos los líquidos, sean tra n sp a rentes, negros o rojos. M ientras espero, arrellanado en una esplendida butaca de piel —aunque haya refugiado que no ten g a ni medias suelas—, la jefa se lecciona e n tre su colección de discos. U na g ra m o la muy bonita en Che coeslovaquia, está sobre un velador. Sobre una bandeja reposan sus pancitas unos vasillos m,uy monos, rodeando como un coro de niños —de esos que tan to am a n u estra D olores— a dos soberbias botellas: anís del Mono y Viuda Cliquot. Creo que el momento es de descanso e intim idad, y que algún “ fo x ” o “ bugui-buguP* va a alegrarnos la tom a de contacto. (¡Q ué lejos está Dolores de pensar que allí está nada menos que D iógenes!) Con gesto am able y frases untuosas y suaves, me invita P asionaria. Saca de sus fundas tres o cuatro discos. Pretendiendo ser agradable, y p ara darm e pote y dem o strar que yo tam bién entiendo de estas cosas, la pregunto: —Oiga usted, tovarichta Ib a rru ri: ¿le g usta la música sinfónica 0 la lig era? —Sí —dice—, me g u sta tenia la música. P refiero los chotis a la s m achichas; ahora que como nosotros hemos de esta r siem pre al día' en estas cosas, estoy aprendiendo a bailar la “ ta r á n tu la ” y la “ ta-. 1a n te la ” de lo más castizam ente, para los bailes populares. Después recibiré unas lecciones de “ rigodón” y “ cotillón” para las grandes recepciones y por si consigo e n tra r en la C orte; y m ás tard e, aunque ya tengo algunos años y estoy muy pesada (sobre todo en los m ítines), me pondré al corriente de las altísim as danzas, el “ boogut-boogui” y el “ plain et” , baile este últim o que después de hacerlo se tiene que ir una a dorm ir. Es una danza acrobática que he creado yo mism a. La música —me dice—, la música es todo. En n u estra p atria, la U nión Soviética, la vida toda es música. G randes altavoces despiertan a las ciudades, pueblos y aldeas; se tra b a ja con música en despachos y fá bricas p ara estim ular a los obreros; se come música para d istraer las id e a s. . . y el estóm ago. Con ta n ta música y algunas copas del Mono me estoy irritando, porque la interviú no llega nunca, y . . . casi me subo por las paredes. ¡U na m onada! Por fin, e n tre afable y enervado, le digo: —Ya sabes, cam arada, que deseo hacerte una interviú p ara los innum erables adm iradores que tienes en mi p a í s ... —Sí, sí, ya sé —me contesta—. ¿Y qué clase de interviú deseas? ¿ P a ra nuestros discípulos, para las jóvenes sin partido, para las obre ra s de choque o las am as de cría? —P ues deseo una p ara n u estras H erm anas de la C a rid a d ... —Muy bien, cam arada. Y alargándom e uno de los discos enfundados, dice: —Aquí e s t á . . . D IOG ENES. Por Vicente LACAMBRA. Recordando y comparando El 18 de Julio de 1936 queda g rabado en la H isto ria de E spaña como u n a fecha trá g ic a y luctuosa. En ese día la traició n a sestó p u ñ a la d a traicio n era sobre el mismo corazón de la p a tria , desencadenando la g u e rra civil, que es, en tre todas las form as de g u erra, la m ás abom inable, porque se d esarro lla e n tre h er m anos. Y tiene su principal d eterm in an te en el odio, la m ás repulsiva de las pasiones y la que excita las dem ás h a sta producir lo m ons truoso. V eam os el c o n traste : En limpio juego demo crático habían ganado las izquierdas el gobier no del pueblo, instituyendo la R epública cin co años antes. Los privilegios, aunque excesi v am en te respetados, habían tenido a lg u n a li m itación en trib u to al derecho del pueblo. Y fu e la R epública ta n generosa, ta n a leg re y confiada, que los cantos de victo ria le b a sta ro n p a ra ac a lla r los rencores que pudieran e x is tir y envolverlo todo en el perdón y el ol vido, como cumple a los pueblos hidalgos. La cu stodia respetuosa de la fam ilia real, venci d a y p risio n era en el Palacio de O riente, es u n ejem plo de ciudadanía y de bondad m uy difícil de igualar. La salida p resu ro sa d e l rey, Sin que nadie le pusiera obstáculos, u n a de m o stració n de la generosidad republicana. Y la a le g ría en los som blantes, sin que ni por casualidad se oyeran en los labios p a la b ra s de venganza y odio, un tim b re que da el tono de un alto nivel cívico. Y a poco, cuando se pensó en le v a n ta r a E sp a ñ a de la postración a que la h ab ía con ducido la m onarquía, la m ás acen tu ad a deci sión del gobierno tuvo su exponente en la siem b ra de escuelas y centros docentes, que se le v a n ta b a n con p risa y liberalidad h a s ta en las a ld e a s, p a ra que a ningún español le fu e ra n eg ad o el derecho a la enseñanza. M agnífi cos edificios, fo rja de m aestro s capaces p a ra su elevada función y dignificados por conside raciones económ icas y de otro orden, que an te s no conocieran. La E sp añ a republicana que ría a v a n z a r y ponerse a tono con los pueblos m ás cultos. Por eso el E stado consideró el p re su p u esto de instrucción pública como uno de lo s m ás dignos de atención y lo dotó genero sam ente. E spaña estab a ya en m arch a hacia un pro g reso acelerado. P e r o . . . la tra y ecto ria iniciada ponía en pe lig ro m uchos intereses creados y, sobre todo, a b ría el e sp íritu del pueblo español a h o ri zontes de vida realm en te digna y libre, lo que exponía a grave riesgo los en raizados privile g ios de las casta s dom inantes, razó n p o r la cual, pasados los prim eros m om entos de es tu p o r, que fueron fugaces g racias a la gene ro sid ad de la República, dem asiado confiada con quienes no m erecían confianza, se confa b ularon en infam e contubernio p a ra a p u ñ a la r la a traició n ta n luego les fu e ra posible. Y he aquí iniciado el m ovim iento fa sc ista , con tan d o con los apoyos tácito s o expresos de la reacción, h a sta d a r en tie rra con un régim en que h ab ía sido instaurado por la voluntad so b e ra n a del pueblo. Y se im puso el franquism o con el apoyo des c a rad o de los regím enes to ta lita rio s de H itler y M ussolini y los tácitos de la N o-Interven ción. Y a p a rtiitd e l aciago m om ento, el te r ro r como norm a y el a sesin ato por medio, consti tuyen la función política que d e sa n g ra , envi lece y a rru in a a lfl< E sp a ñ a m á rtir. ¡Qué diferencia! L a República, al vencer, fu e toda generosidad, toda hidalguía, to d a eleg a n cia esp iritu a l sa tu ra d a de olvido y p erd ó n . Dijé ra se que ev itab a las b a ja s pasiones p a ra se r a le g ría y am or. Ni u n a g o ta de sa n g re , ni u n a ruin venganza, ni un g rito p asional acusando el odio. L a voluntad del pueblo soberano e ra de paz y sólo a n siab a ju stic ia benévola, tr a n sigente, propiciando la convivencia. Se invo caban derechos, n a tu ra lm e n te , pero al a m p a ro de la ley, que se h ab ía m ostrado rem isa en oto rg arlo s. Quizá en alg ú n a p a rta d o rincón se com etió alg ú n desm án propiciado por la ig n o ran cia; pero el tono g e n e ra l e ra elevado, digno, n o ta de un pueblo en m adurez p a ra el ejercicio de la dem ocracia. Pero en 1934 y en 1936 después, la, traició n a la voluntad del pueblo y la violencia p a ra so sten erla, ex citaro n la s pasiones h a s ta el ro jo vivo, y la indignación hizo su oficio, t r a duciéndose en lucha fra tric id a . La R epública fu e g en ero sa h a sta la candi ¿R ecordáis aquel pobre infeliz que la ne cesidad le hizo co n v e rtirse en faq u ir, exhi biéndose, a tra p a d o a una ta b la —y no de salvación— en un local de la calle San Ju a n de L etrá n , cuyo fin fue trá g ic o ? P ues e ste ya olvidado suceso, me ha su gerido tem a p a ra h ilv an ar unas c u a rtilla s, sacando a luz otro caso de faquirism o, que si no tuvo fu n e sta s consecuencias, sí dejó molido y m altrecho a quien, m ás que “ d e r vich e” , quiso ser zahori. Seguro que los com pañeros lectores se p re g u n ta rá n : “ ¿ P e ro qué relación tiene esto con la conm em oración del 18 de Julio de 1936? Al pobre gitan o , o le han reg alad o un trico rn io o ha perdido el se so ” . Ni lo uno ni lo otro. Explicación m erece, p ara que los am igos de consecuencia en consecuencia, convengan conm igo en que hay relación e n tre un he cho y otro. Si la traició n del felón F ranco y sus se cuaces no se produce, ¿hubiéram os conocilos artícu lo s de mi tocayo Rial —inventor do ta n to m undo? ; ¿leeríam os con fruición sus conferencias a la fa u n a m arin a, am en guando así su ab u rrid o vivir en los faro s—, defendiendo a los is ra e lita s por no haberle tocado en su e rte un cap itán H a g g ia t en el d esierto .sahárico? ; ¿sab ríam o s la genial fra se de la D olores: “ M ás vale m orir de pie que vivir de ro d illa s” . . . o de los milloncetes recaudados p a ra los del in te rio r con destino al e x terio r, ni que Jesu sin H er nández tira ría de la m an ta e incluso de la sábana p a ra m o strarn o s la influencia de un c a tre en el buró p o lítico ?; ¿nos aso m b ra ríam os a n te la p ropuesta de G alarza, en el cónclave celebrado a cencerros sin badajo, o rganizado por “ el S ublim ao” en P arís, de que a los g u errillero s que luchan en el in te rio r de E sp añ a —que no pertenecen a ese camelo de “ E sp añ a co m b atien te” , pero que com baten— se les h ag a un donativo de b a ra ja s de p o k e r ... m arcadas por él? N o; ello sería ignorado. E sto y o tra s m uchas cosas, ta le s como el que los “ g a ch u p in e s” , salvo ra r a s excepciones, son muy arrim adi- dez, pretendiendo que su bondad sirv iera de ejem plo a la m aldad del adversario, a lo que el fran q u ism o respondió con una crueldad ta n insólita, que no tiene ejem plo en la h istoria. Y la fu en te de sa n g re a b ie rta entonces sobre las venas del pueblo dem ocrático español, si gue fluyendo copiosam ente doce años después, como si ese caudal de vidas hum anas no tu viera n ingún valo r ni co n tara p a ra el derecho de la existencia. En buena ley, esto acred ita definitivam ente a las dos E sp añ as, la una p a ra la adm iración; la o tra p a ra la execración, no ob stan te lo cual, la digna pereció a m ano aira d a y la o tra p e r siste con m ano a ira d a p a ra p e rp e tu a r los ase sin ato s, sin que el m undo lo tom e en cuenta p a ra poner térm in o de una vez a ta n to crim en y ta n ta b arb arie. Pero lo que no tiene nom bre, es que ciertos españoles vean eso con sim p atía y pretendan que ese es el ¿rd en . Sólo d fav o r de un espíri tu deform ado puede su s te n ta rse ta l creencia, que com p arten no pocos gachupines, incapaces de com prender en qué consiste la dignidad del hom bre y que la lib e rtad es necesaria p a ra vi v ir con dignidad. tos a la cola y am an ta n to al feroz gallego, sienten ta n g ra n ferv o r por E sp añ a, que a ella iban a d e ja r p a rte de sus bienes en prueba de sincero falangism o, trayéndose el doble de lo que p o r t a r a n ... H a sta que los calaron como a los melones y se acabó el “ p atrió tic o ’ ’ cam balacheo. Menos a ú n conoceríam os la h isto ria obje to de e sta s c u a rtilla s. UN P A D R E DE LA PA TR IA ZAHORI En m arch en eras tie rra s andaba un abogadete, m enguado en pleitos y cale tre pero no en am biciones. El glorioso O ctubre de les astu ria n o s, llevó h a sta allá a n uestro hombre. T an re p le ta s andaban las cárceles, ta n num erosos los com pañeros encausados, que recayó sobre él num eroso quehacer. Callam os si k>s defendidos corrieron la su e rte de aquel ciudadano que, acusado de un delito leve, por el que el fiscal pedía un año de prisión, se buscó un togado ta n s a piente, de elocuencia ta n convencedora, que en el acto del juicio, tr a s oírle el asom brado re p re se n ta n te del m inisterio público, modi ficó la petición de pena y donde aparecía un a ñ o . . . pues colgó seis y un día al des dichado preso, condena de la que no le sa l vó ni la C aridad. Lo cierto es que en las elecciones de F e brero de 1936 los m ineros —¡quié nonnato e m p u jaría!— le elevaron a la categ o ría de padre de la p a tria . Pasó la g u e rra civil y vino el exilio. Y a México. D iversas actividades las suyas. Poco p rác tico en negocios, no sacó ¿i flote ninguno, ni aun asociándose a uno de esos “ p ráctico s” —¡y ta n to !— isra e lita s por mi am igo Rial ta n “ g alim a tie sc a m en te” apoyados. Los tejidos y confecciones se descosieron y n u estro hom bre se quedó en pelota. ¿Qué h a cer? ¿R ecoger el A lcubilla? ¿E m p o llarse en leyes del pais? ¡N unca! Dióse a m ed itar y se dijo: “ Si quien en E spaña no oía la radio, por care cer de ap arato , hoy es radioloeuto r, ¿no podría yo dedicarm e a la adivinación del pensam iento, cu ra r m ales por medio de pases m ag n é tic o s? ” ¡Hecho! Un despacho en penum bras. P a redes donde aparece pintado todo el mundo sideral, en el que un as trólogo, con m ágica v ara, señala la situación de los planetas. Una m esa; sobre ella una pecera sin peces; una cala v era; dos b arajas: un libro de signos cabalísticos. T ra s la m esa, sentado, un hombre con tu rb an te, barba postiza, y una b ata sim ulando un albornoz. Suena el tim bre. U na señora, co mo de cincuenta años, penetra en aquella logia de la adivinación y del enredo. . . En un dep artam en to donde ha bita una acomodada fam ilia meji cana. El señor pasea, en tanto dice a la esposa: —Tus ridículos celos convierten esta casa en domicilio de Belcebú. ¿P ero de dónde sacas que yo ten go una en treten id a? —¡Sí que la tienes! ¡Lo sé todo! —¡E sto es p ara volverse lor>.' ¿P ero qué sabes? Si has cometido h asta la to n tería de suprimirme como fru ta los mangos, por su¡w>ner me deleitan en recuerdo del otro m ango. ¡A los tre in ta años de m atrim onio, sin haber tenido el m ás leve disgusto! ¡Me cisco en la hipotenusa! ¡Y yo que tenía pen sado ! . . . U nas palab ras cariñosas y m ás la prom esa de adquirirle un abrigo, abren el pico a la dam a. R efiérele al esposo todo, ¡todo! —¡Ah, sí! ¡A hora vuelvo! * * ♦ Suena de nuevo el tim bre. E l zahori se fro ta las m anos. A bre la p uerta. Inicia una reverencia. —Pase, señor, y expóngam e sus cuitas. — ¿M is cu itas? Después. A hora, dígam e: ¿U sted es el faq u ir M a riano? ¿U sted el “ derviche” , el adivino que lee en las ray as de la mano el porvenir? ¿S í? ¡Pues acierte lo que dice la m ía! Y ¡zas!, de la prim er “ c h u le ta ” salen disparadas las barbas del za hori. Ya em balado el iracundo vi sitan te, lanza a la cabeza del m a landrín la pecera y baila un jarab e ta p a tío sobre el caído. La paliza es trem ebunda. El padre de la p a tria , a ta ran tad o , sólo oye la risa irónica del golpeador que, al m archar, co mo colofón al vapuleo, exclam a: — ¿Conque adivino? ¡P ues adi vina quién te dió! * * * He ahí lo sucedido a un m iem bro de la “ E spaña com batiente” , súb dito de “ el S ublim ao” y padre de la p a tria , que se sintió faquir. F a l ta sólo que esa h ojita cervecera, editada por los tan “ b rav o s” lu chadores, culpe tam bién a P rieto del “ m eneo” y fracaso de este original negocio ideado por el m archenero M arianito. Y . . . ¡al árnica! P E P E EL G ITA N O . POR F E R M IN Z U G A Z A G O I T I A , NUESTRO LUTO Reseña de la Asamblea General V ID A Y El 15 ele mayo pasado tuvo lugar, según se anunció, la Asamblea General Ordinaria de esta juventud Socialista, pre sidida por el compañero Julián Lara y actuando de Secretario el compañero Elíseo Ruiz. Una vez leída y aprobada el acta de la reunión anterior, se aprobó también el ingreso de la compañera Alicia Ruiz Soliva. sin que se hubiera registrado, durante el trimestre, ninguna baja. Asimismo fueron aprobadas las cuentas rendidas por el compañero Molás, Secretario Administrativo, a la vista del in forme proporcionado por la Comisión Revisora de Cuentas. A continuación el compañero Secretario General hace una amplia exposición de la gestión llevada a cabo por el Comité, que es aprobada por la Asamblea una vez agotados los asuntos de este parre del orden del día. Entre los puntos más sobresalientes de dicha gestión mere cen ser indicados varios: el profuso envío de libros que editóla Juventud Socialista conteniendo los discursos del compañero Indalecio Prieto, labor en la que la Sección ha recibido una va liosa cooperación de la Agrupación de Cuba, mediante el com pañero Manuel del Llano, a quien se acordó ratificar el agrade cimiento que ya había sido expresado por el Comité, haciéndolo extensivo de toda la Sección; y de la Juventud y Agrupación de Venezuela, a quienes también se acordó escribir en semejante sentido. Respecto a este mismo punto, se dio cuenta de los envíos despachados a Francia, a la Comisión Ejecutiva de la Federa ción de Juventudes Socialistas y al compañero Paulino Gómez Beltrán, Presidente del Comité de Solidaridad Democrática Española, envíos cuyo importe de venta será destinado como donativo de esta Sección, en partes iguales, al fondo Pro-Soli daridad de la Comisión Ejecutiva y al de Solidaridad Democrá tica Española. Los actos del 30 de abril y de Primero de Mayo en que par ticipó la Juventud; en la última de las cuales intervendría el Cuadro Artístico “ García Lorca”, de cuya colaboración hubo de prescindiese por cansas imprevistas. Y por último, la aparición del número extraordinario del 'Primero de Mayo. En el punto de proposiciones, el Comité presentó una en el sentido de felicitar al compañero Indalecio Prieto por sus ma nifestaciones en el Congreso celebrado e.n La Haya, propuesta que fue aceptada con expresiones de entusiasmo por los nume rosos concurrentes. Habiéndose cumplido el orden del día señalado en la con vocatoria, se dió por terminada la Asamblea a las diez de la noche. A R T E S A N O ... - Estábamos en la oficina. Frente a nosotros te níamos la máquina de escribir. A un lado la carta a traducir. Una llamada telefónica interrumpe la ya monótona labor de todos los días y la hilación de nuestro pensamiento. Contestamos: — Bueno, ¿quién habla? A su vez nos preguntan: ¿Zuga? — Sí, al aparato. — Soy Molás. Te llamo para darte una mala noticia. Acaba de morir atropellado Loredo A pa ricio. , Aunque no había motivo para no creer lo que se nos decía, no nos pareció verdad lo que oímos. Todavía resonaba en nuestros oídos la voz de nues tro querido compañero: “ El siete de mayo iniciaré, pues, la primera lectura". Hacía cosa de tres semanas nos había envia do una carta bridándose a actuar como ponente en una serie de lecturas, comentadas por él, sobre el movimiento socialista internacional y, más concre tamente, sobre el francés, del cual había traído, de su reciente viaje por Francia, buen acopio de obras que se proponía traducir. Unas aparecerían edita das en libros; otras, extractadas, se publicarían, pe riódicamente, en las columnas de “ Renovación" y "A delante". Las conferencias se habían iniciado ya; íba mos por la segunda. . . pero el compañero Loredo no pasaría de ella. Su encomiosa labor, que había encontrado muy buena acogida entre los jóvenes socialistas, se ha visto interrumpida por la apari ción de la M uerte, cuya guadaña, afiladísim a para segar las vidas de hombres nobles y dedicados en cuerpo y alma al bien de la Humanidad, se abstie ne de producir el más leve rasguño en las de aque llos que, cual hierba venenosa, contribuyen a au mentar el número de sus súbditos. Si los socialistas españoles pudiéramos ver y tocar nuestros corazones, podríamos afirm ar que los galenos están equivocados; nuestro corazón no es rojo, sino neqro; ni musculoso ni carnoso, sino duro como el diamante: negro porque está cubier to por el sudario del luto, que no por el envileci miento; duro, de tanto comprimirse por el dolor, pero recobraría su sensibilidad en cuanto preten diésemos cometer, desde la cumbre del poder y — - mediante cualquier subterfugio como los que se han realizado y realizan — para desdoro de ella— actualmente en nuestra Patria, alguna injusticia o aplicar la máxima pena, incluso a nuestro más en carnizado enemigo: ¡Tan elevado es nuestro senti miento humanitario! * * La aparición de nuestro órgano juvenil socia lista en esta fecha obedece a la conmemoración de la heroica gesta de nuestro pueblo al oponerse, con frenesí de locura, al levantamiento de la clase opresora. Conmemorémosla; sí, conmemorémosla, pero con recogimiento y abstracción, pues en esa fecha empezaron nuestros padecimientos físicos y morales, sin que sepamos precisar cuáles son ma yores. Conmemoremos, pues, aquella gesta y pense mos en los que cayeron durante la lucha; pensesernos en los compatriotas que se ofrecieron en ho locausto a las ¡deas democráticas; pensemos en los que van quedando en extrañas tierras; y pensemos, sobre todo, en aquellos que todavía padecen — ¡y a pesar de ello luchan!— en la actual España que es una inmensa prisión — inmensa y sin barrotes, pero prisión al fin. O BRA DEL (Viene de la Pag. 6) La mecánica del Partido: cada uno UNO Y ese Partido, fle x ib le y á gil co mo el español mismo, sabía ce ñir se a cada instante, pero sostenien do aquella "in tra n s ig e n c ia " de su fu nd ad o r que consistía en el m an te n im ie n to fie l a los principios bá sicos. De abajo a a rriba llegaban a los Congresos N acionales las esen cias de las doctrinas, y el C om ité C entral sólo tenía que aplicarlas. Las discusiones eran siempre abso lutam ente libres en las Asambleas, y las luchas — ¿es que puede ha ber una Dem ocracia sin luchas?...— vivas, ardientes, m antenían al Par tido, corno a todo cuerpo vivo, en incesante controversia in te rio r; en constante y fecunda renovación... que vida es eso: lu ch a . . . Los socialistas aprendíam os al ingresar esta lección bien simple: que todos éramos iguales y tenía mos los mismos derechos y debe res. Que como tales entes de razón estábamos capacitados para usarla incluso contra nuestros d irig e n te s. Y que teníamos una personalidad que no se m antenía de la c o le c tiv i dad, sino que se incorporaba a ella para robustecerla. Porque, ¿de qué nos habría ser vido llegar a la posesión del d om i nio y de la dirección de la vida eco nóm ica, si le sacrificábam os la v i da p olítica?. . . ¿Qué habría im por tado que el vientre hubiera estado satisfecho si anulábam os todo lo demás?. . . No; los socialistas no éramos solamente vientre. Eramos además músculos, cerebro, y sobre todo, y adm itiendo el simbolism o, corazón. ¡ C o ra z ó n !... Por eso, cuando muere Pablo Iglesias, — en 9 de d i ciem bre de 1925— aquello no era un duelo, con ser tan intenso; que había m uerto el hom bre pero aque llo no era un entierro. Había m uer to el Abuelo pero aquello era la apoteosis de una resurrección. . . Que el ser descarne se iba a la tie rra, pero su Obra sobrevivía. Y es ta Obra, que llenaba hasta desbor darse los calles del M a d rid de la D ictadura, era la de su A rtesanía, que iba sembrando a su paso, como en toda la H istoria, las semillas germ inales de aquel gran cora zó n. . . Por William WHITE y w j w A v u v w ^ v w '^ . · jw w f t w w w w v w w w w w w w w w w LA CONDICION HUMANA EN LA U.R.S.S. (E x tra c to ) R A CIO NA M IEN TO Y MERCADO L IB RE H e anotado los precios en los comercios g ubernam en ta le s de Moscou y en los m ercados libres, públicos, no con tro lad o s. y ahora com prendo cómo comen e sta s gentes j lo que com en. . . E xisten v arias categorías de raciones que co rrespon den a las d iferen tes capas del régim en soviético de c astas. • F¡ ejército rojo e stá muy bien alim entado, principalm en te en el fre n te . Los oficiales soviéticos tienen una rebaja del 50% en los alm acenes “ com erciales’*. El K rem lin c-.tá soberbiam ente alim entado por medio de su propio con.isario. Los e x tran jero s se n u tren casi ta n bien como los bolcheviques de las cim as; tienen am plias raciones de c a r ne y de pan y pueden com prar todo lo que quieren. Los escrito res, los actores, los can ta n tes, los m úsilos y otros a rtis ta s , fig u ran tam bién en una cate g o ría especial de lujo, ta n to p ara la alim entación, como p ara el vestido y la habitación. Un tra b a ja d o r de p rim era clase, en Moscou, t!tn e una ración de pan de 600 g ram os diarios, el de se g unda clase, 500; un em pleado de oficina, 400, y los no p roductores (ancianos, niños, en ferm o s), 300. La obrera de una fábrica de g u e rra , que so b rep asa su ta re a m ínim a, puede obtener unos 1,000 rublos m en su ales, lo que equivale a 80. dólares, pero las can tid ad es de m ercancías racionadas que puede co m prar son ta n es casos, que no puede g a sta r m ás de seis d ólares y medio al m es en m ercancías racionadas. La cantidad de víveres r a cionados que puede com prar en la tien d a que se le a sig n a le proporciona las nueve décim as p a rte s de lo que le es indispensable p ara m antenerse y poder tr a b a ja r . En cuan to a la o tra décim a p a rte o p a ra cualquier suplem ento que desee com prar, tiene que ir a o tro s lu g ares, ta le s como el m ercado libre, llam ado Rynok, al qu eols cam pesinos lle v a n sus productos p ara venderlos. El cam pesino vive en un kolkhoz o en un sovkhoz, donde efectúa su p a rte de tra b a jo común. Los nueve décim os de lo que la explotación ag rícola produce deben se r vendidos al E stado, a los precios muy bajos del m er cado oficial. E l resto se d istrib u y e e n tre los cam pesinos, que son libres de consum irlo o de llevarlo a la ciudad y venderlo en el m ercado libre al precio que quieran. E l Rynok de Moscou es un g ra n pabellón que se p a re ce al m ercado ru ra l de una g ra n ciudad am ericana. T ra duzco los precios en dólares p a ra ver lo que n u e stra obre ra ru sa de g u erra, que gana 20 dólares sem anales, puede a d q u irir con su paga. P o d rá com prar cuantos huevos desee al precio de l3,20 dólares la docena. Probablem ente no podrá llev ar un pan entero, pero podrá com prarlo al precio de 6 dólares la libra. U n poco de carnero (quizá c a b ra ) que tenem os a la v ista vale 13,34 dólares la lib ra ; raíces de rem olacha, p a ra azu carar, 0,80 centavos la lib ra ; miel, a 15 dólares. U na anciana que vende una cabeza de te rn e ra y los c u a tro corvejones, pide 18 dólares por todo. Las p a ta ta s e stá n a 1,05 dólares la libra. La gente hace cola para co m prar leche a 2,65 dólares el galón (1 litro 14). No se puede llev ar m ás que un vaso. ¿ E s tá controlada? Quién sabe. Casi todos los com prado re s llevan la ta s de conserva am erican as p ara llevar la leche a su casa. En el patio ex terio r una m uchacha ofrece m edias u sa b as y repasadas. Q uiere 6,25 dólares por el p a r de algo dón y 25 dólares por las de rayón. Un hom bre ofrece un p a r de zapatos algo usados pero sólidos, por 1 000 rublos, o sea el salario de u n mes de n u e stra o brera. Si quiere co m p rar un p ar de zapatos de noche nuevos, le co starán 333,33 dólares (¡cu atro m eses de tra b a jo !) P ero he aquí un a p are ja de m uchachas, a lta s, maci zas, fu ertes, que evidentem ente venden algo. Los labios p in tad o s de rojo, zapatos rojos, cin tas ro ja s en los som b rero s, cejas pintadas al negro de humo, hacen guiñadas a los cam pesinos. N atu ralm en t eque la pro stitu ció n ha sido abolida en la R usia Soviética: el teso ro m ás noble de la m u jer no puede adquirirse con dinero. P ero ¿ te n d rá us ted , por casualidad, querido am igo un c u arto de leche, una lib ra de puerco o un paquete de c ig arrillo s? E L MERCADO NEGRO D EL G OBIERNO P a ra c o n tra rre s ta r la tcsorización de los sa la rio s el gobierno soviético reabrió en abril de 1944 los “ alm ace nes com erciales’’. En estos comercios se venden casi to dos los víveres y vestidos de lujo que podáis d esear a p re cios casi iguales que los del m ercado libre y sin tik e ts de racionam iento. D irem os, en lenguaje am ericano, que el gobierno so viético tiene su propio m ercado negro del que hace un m onopolio de E stado, a fin de p riv ar a los tra b a ja d o re s calificados de sus salarios de g u e rra . Aquí se vende toci no a 24,57 dólares la libra (de 453 g ra m o s). Un pollo des plum ado vale 13,20 dólares la libra. Los trozos de carne de vaca p a ra el cocido, a 13,62. Los huevos frescos a 1,25 la pieza. U na p in ta (57 c e n tilitro s) de crem a espesa vale K dólares. El queso g ru y e re 20 d ó lares la lib ra. En la calle se alinea una la rg a cola de tra b a ja d o re s de g u e rra m al vestidos, ávidos de p a g a r tales precios. En el in te rio r hay o tra la rg a cola d elan te de la caja. Se ne cesita casi todo el día p a ra poder e n tra r, co m p rar algo y sa lir. P orqu eno hay m ás que 20 “ alm acenes co m erciales’ ’ en Moscou. LOS SIN D ICA TO S E ric Jo h n sto n p re g u n tó si podímos h a b la r con los je fes del m ovim iento obrero soviético. Q uiere sab e r en qué medida el m ovim iento obrero ruso es independiente. H ablam os con algunos jefe s obreros, pero su v erdade ro je fe es un tipo muy eleg an te, de cu a re n ta y tre s años, que se llam a K ouznetsov. P arece muy in telig en te. H a vi vido en A m érica y recibió en el In s titu to C arnegie de tec nología el diplom a de p erito en m etalu rg ia. La organización in d u stria l ta l como nos la describe e r g ran d es rasg o s, es como sig u e : todos les sindicatos so viéticos -q u e cu en tan con 23 m illones de afiliad o s— en vían delegados a un C ongreso gen eral de los sindicatos. E ste C ongreso elige a 55 de su s m iem bros p ara fo rm ar el organism o que llam an P lén u m ; los 55 eligen otro s 18 que co n stitu y en el Presiduem y los 18 han nom brado a K ouznetsov secretario , lo que le convierte en el jefe de los ti ab aja d o res. La p reg u n tam o s si todos los obreros pertenecen al sindicato y nos co n testa que por lo menos el 98 p o r 100. L as cotizaciones son el 1 por 100 del salario sin derechos de e n tra d a . Le p reg u n tam o s si se tr a ta de un m ovim iento sindi cal com pletam ente independiente o si e stá dirigido por el gobierno. N os a se g u ra que es com pletam ente independien te ; claro, a g re g a , que todos los elegidos por el Congreso, tienen que e sp e ra r la aprobación del gobierno. Y nos d a mos cuenta que esto lo considera como un d etalle sin im p o rtan cia. P reg u n tam o s asim ism o si todos son m iem bros del P a rtid o C om unista. Sí. ¿Y los dem ás m iem bros de vuestro C onsejo? Tam bién, así como los d irecto res de fáb ricas, dado que de este modo el P a rtid o C om unista extiende su iig id a disciplina sobre el m ovim iento obrero y sobre la dirección de las fáb ricas. P re g u n to ¿de qué discuten los sin d icato s?, ¿de las condiciones del tra b a jo , de los seg u ro s sociales, de las v a caciones, de los sa la rio s? Sí, me contesta, y en p a rtic u la r de los salario s del tra b a jo a d estajo . Los com ités de fáb rica discuten las ta r ifa s con la dirección. ¿Q ué ocu rre si no se ponen de acuerdo? Nos dice que se ponen siem p re de acuerdo. En o tro caso, se puede a p e la r a n te el P residium que puede llevar la cuestión a n te el Sub-Comisario que d irig e cada tr u s t en p a rtic u la r. Por lo que siem p re se llega a un acuerdo. ¿S iem p re? ¿N unca hay h u elg as? Sí, dijo, en 1919 hubo una huelga en un a se rra d e ro que duró dos días. Y en 1923 hubo o tra pequeña huelga en la R usia occidental. No hubo m ás huelgas desde entonces y no puede h ab erlas en el fu tu ro porque los obreros com prenden que tra b a ja n unos p a ra otros. —Si un obrero es despedido por una razón cualquiera, ¿p o d rá e n co n trar tra b a jo en o tra p a rte ? —Muy difícil, mu y difícil, contestó K ounetzov. — ¿N o es eso lo que los obreros en A m érica llam an lista s n e g ra s? —No, respon de, pero no sabe darnos la razón. — ¿L a adhesión al sindicato es vo lu n taria u obligato ria ? —C om pletam ente v o lu n taria. — ¿Cómo se explica en tonces que todo el mundo esté sindicalizado? -—Porque es una v e n ta ja sindicalizarse en todos los países, dice, y muy p a rtic u la rm e n te en la Unión S oviética. Aquí un sindica do recibe m ayor indem nización que el no sindicado en caso de enferm edad. Como ex iste una g rav e crisis de alojam ien to casi to d as las fáb ricas tien en su s casas p ropias que al quilan a los obreros. Los sindicados son p referid o s p a ra ocu p arlas. El no sindicado no e n co n traría ni donde p a sa r la noche, como tam poco tiene acceso a los centros de re creo, donde se baila, se ve el cine y se oyen m ítines. —Si un obrero no e stá co ntento con su tra b a jo , ¿p u e de dejarlo p ara buscar o tro ? —Puede hacer una petición, d/ce K ouznetsov, pero quien decide es la dirección de la fáb rica. El directo r e stá m ás capacitado p ara ju z g a r de las cualidades del obrero que e ste mismo. — ¿Y co n tin u a rá n así las cosas después de la g u e rra ? — ¿ P o r qué no? Todos debemos tr a b a ja r donde sea necesario p a ra que p ro g rese la Unión Soviética. T U G U R IO S Y M A N SIO N ES John sto n , Joyce O ’H ara y yo volamos hacia S ibèria. Van tam bién otros perio d istas e x tra n je ro s. Nos acompaha Zomenkov, re p re se n ta n te del M inisterio de Negocios I x tra n je ro s; K irilov, n u estro guía oficia] y un personaje ^ W S A W W U W W /U V W V W W W ,' al que llam am os “ N ick ” que, a lo que parece, no habla el inglés, pero que siem pre ha form ado p a rte de nuestro grupo, comiendo discretam en te en un extrem o de la mesa n los banquetes, y viajando silenciosam ente. Los perio d istas lo han identificado como el hom bre de la N .K .V .D . (G uepeou). Llegam os a M agnitogorsk, el P ittsb u rg de la Unión Soviética, con sus inm ensos alto s hornos. Del aeródrom o vam os directam ente a la casa del di recto r de la fábrica donde pasam os la noche. P a ra llegar atrav esam o s hileras de casuchas. horm igueantes de gen te-, sin p in ta r, peores que las de P ittsb u rg . La carretera conduce a una colina desde la que se dom inan las casu chas y los altos hornos y en la que se encuentran las casas Ce los ad m inistradores. La g ran casa que nos aloja es nue \a , la sala de babos confortable e stá en reparación como casi todo en R usia. D espués del desayuno bajam os a la fábrica. Encon tram o s muchos obreros en la c a rre te ra porque es la hora ael cam bio de los relevos. De repente nu estro au to se echa a un lado porque viene e n fren te una colum na de tra b a ja dores, de a cuatro, encuadrada al fren te, re ta g u ard ia y costados por soldados que llevan bayoneta calada. La co lum na e stá form ada por m ujeres h arap ien tas, semi-descslzas que nos m iran de reojo. En el ta lle r de arm am ento que visitam os donde tr a b ajan m uchachas que to rn ean obuses no se ve ni una co rrea de transm isión. En cierto ta lle r se ha ideado un su b stitu tiv o : cuando la operación se ha term inado, el obús se eoloca sobre una larg a plancha inclinada, desde donde i ueda h a sta la pieza vecina p ara su frir la operación si guiente. P ero la plancha es irre g u la r de modo que de vez en cuando cae un obús. E n vez de a rre g la rla o tra mucha cha está allí p ara recoger los o buses y ponerlos en su ¿SON L IB R E S LAS E LE C C IO N E S? H ablam os con el alcalde de Omsk. que e stá en el se gundo año de sus funciones. A ntes había sido director de c u to estra d as, títu lo que nos ex tra ñ a , porque la Unión So viética tiene muy pocos autos, salvo los camiones de car ga y casi ninguna au to estrad a. Le p reguntam os cómo ha sido elegido y nos inform a con viveza que ha sido elegido por el pueblo. ¿P ero cómo? ¡A h. sí! H abía otro candidato miembro del P artido, pero nuestro am igo fue el candinato oficial presentado por la organización del P artido. E ntonces le preguntam os si había alguna ciudad rusa en la que e lalcalde no fuera miem bro del P artido. Re flexiono un m inuto. Luego dijo que no conocía ninguna g ran ciudad donde esto hubiera ocurrido, pero que había oído decir que en algunos pueblos se habían elegido alcal des que no pertenecían al P artido. ¿Qué libertad puede haber en una elección cuando un solo p artid o controla la prensa y la radio? E stoy seguro que resp etan las form as del escrutinio secreto y que cuen ta n exactam ente los sufragios. P ero si algún candidato a ta c a ra vigorosam ente a su adversario com unista, corre ría el riesgo de ser detenido por la N .K .V .D . como c ri m inal político y conducido a las m inas de sal, en plena cam paña e le c to ra l. . . V isitam os luego u n a fábrica donde se construyen dia riam ente ocho tanques. E stá bien presentada y es, desde todos los puntos de vista, muy superior a casi todo lo que hem os visto h a sta ah o ra en Rusia. Pero me ha sucedido algo m uy curioso. En Omsk hay una corresponsal fem enina de la agencia T ass, muy a g ra ciable y que rep o rtab a n u estro viaje, p ara la prensa local. De unos veinticinco años, linda, b astan te am able y muy in telig en te; hablábam os en alem án. En la fábrica me t r a dujo lo que se decía, tintes que el in térp rete. Todo iba bien h asta el mom ento en que la dejé un m inuto p ara h ab lar con Eric. Al volverm e vi que Zemenkov, el delegado del M inisterio de Negocios E x tra n je ro s y Nick, el de la N . Iv .V .D . la habían cogido cada uno por un brazo y la em pujaban hablándole coléricam ente. Son ta n ta s las fa lta s que se pueden com eter en este país, que no me ex trañ ó que ella hubiera podido com eter alguna. Consideré esto como un asunto interno del P a r tido en el que ningún ex tran jero debe inm iscuirse por poco tacto que tenga. Por el m om ento le soltaron los brazos. D espués de d ejar p asar discretam ente unos in stan tes, me volví hacia ella p ara reanudar la conversación en el pun to donde la habíam os dejado. Pero no quiso verm e ni oírm e. D espués de varias te n ta tiv a s en vano, me dejé caer pre guntándole qué hubiera yo podido decir que la ofendiera. 1 i que los periodistas am ericanos se reían, porque habían presenciado toda la escena. “ ¿ E s que creías que iban a C ejarte hab lar con c u a lq u ie ra ? ” T raducción de José LOREDO A PA RICIO . Por Posa LUXEMBUPGO Democracia y Dictadura ,t W W . W l · V W V U W A V .· La U . R .S .S . , por su g ra n influencia en la vida internacional, p lan tea a todos los socialistas problem as esenciales. ¿ E l ré g i m en de Stalin es v erd ad eram en te socialista o va, por lo m enos, cam ino del socialism o? O, al contrario ¿los tem ores de R osa Luxem burgo sobre las dificultades de una evolución hacia la dem ocra cia política y social, base indispensable del socialis mo, están justificados ? El tex to que a continuación publicamos e stá tom ado del folleto de R osa Luxem burgo 4‘ La Revolución R usa ’ E ste estudio tiene el m érito de fo rm u lar el problem a de la realización del socialismo en térm inos positivos de lib ertad , y el m érito aún m ayor de h a b er podido, desde 1918, revelar o descubrir los escollos sobre los que se nundiría la p rim era g ran Revolución social de n u estra época. * * * Con la disolución de la A sam blea C onstituyente la cuestión no se ha resu elto . No hemos tenido en cuenta la supresión de las principales g a ra n tía s de m ocráticas de una vida pública san a y de la activ i dad política de las m asas o b reras: lib ertad es de prensa, de reunión y de asociación, com pletam ente derechos, la argum entación de T ro tsk y sobre la len suprim idas p ara todos los ad v ersario s del gobierno de los soviets. P a ra ju s tific a r la supresión de estortitud de los cuerpos dem ocráticos nacidos de las elec ciones e sm uy insuficiente. P o r el con trario , es un hecho absolutam ente incontestable que sin una li bertad ilim itada de prensa, sin una lib ertad absoluta de reunión y de asocación, la dominación de las g ra n des m asas populares es inconcebible. ,¡e opresión de la clase tra b a ja d o ra ; el E stado soLenin dijo: el E stado bu rg u és es un in stru m en to cialista es un instrum ento de opresión de la burguesión, algo así como el E stad o cap ita lista cabeza a b a jo. E sta concepción sim plista olvida lo esencial, y es que si la dominación de clase de la b u rg u esía no necesitara una educación p olítica de las m asas popiilaes, po lo menos m ás a llá de unos lím ites b as tante cortos, p a ra la d ictad u ra p ro le ta ria , al con tra rio , es el elem ento v ita l, el a ire sin el que no puede vivir. “ G racias a la lucha a b ie rta y d irecta por el po d er las m asas laboriosas acum ulan en poco tiem po una experiencia política considerable y ascienden rápidam ente, en su evolución, de un grado a o tro ’ ’. En esto T rotsky se re fu ta a sí mismo y re fu ta tam bién a sus propios am igos. Ju sta m e n te porque esto es verdad, al su p rim ir toda vida pública, h a n obstruido ellos mism os la fu e n te de la experiencia política y de los progresos de la evolución. ¿O hay que a d m itir que la experiencia y el desarrollo eran necesarios h a s ta la conquista del poder por los bol cheviques, y que a p a r tir de este in sta n te han alcan zado todo su apogeo por lo que se hicieron innece sario s? (D iscurso de Lenin ¡¡R usia e stá m ás que m adura p a ra el com unism o!!) En re a lid a d e s todo lo con trario . P recisam ente las g igantescas ta re a s a las que los bolcheviques se so m etieron con valor y resolución necesitaban una educación política m uy in ten sa de las m asas y una acum ulación de experiencias que no son posibles sin libertad política. La libertad tan sólo p a ra los p a rtid a rio s del go bierno, p ara los m iem bros de un partid o , por num e rosos que sean sus afiliados, no es la libertad. La libertad es siem pre la lib ertad del que piensa de otro modo. No por fan atism o de la 44ju s tic ia ’ ’, sino p o r que todo lo que h ay de instru ctiv o , de saludable y de purificador en la libertad política depende de esto y pierde su eficacia cuando la “ lib e rta d ” se con vierte en privilegio. * * * La condición que supone tácita m e n te la teo ría de la dictadura según Lenin y T ro tsk y , es que la tra n s form ación socialista es algo p o r cuyo medio el p a r tido de la revolución tien e en el bolsilol una receta p rep arad a p a ra a d m in istra rla con energía. P o r des dicha —o si se quiere, po r su e rte — no es asi. Lejos de se r una sum a de prescripciones, p re p a ra d a s de antem ano, que no hay m ás que aplicar, la re a liz a ción p ráctica del socialism o como sistem a económi co, jurídico y social, es una cosa que sigue envuelta en las brum as del porvenir. Lo que poseem os en nuestros p ro g ram as no son m ás que algunos postes indicadores que señalan la dirección g eneral que hay que seguir, indicaciones que tienen adem ás casi siem pre cará c te r negativo. Sabem os poco m ás o menos lo que tenem os que su p rim ir a n te todo p a ra d e ja r la vía libre a la economía so cialista. P or el contrario, de qué clase serán las mil g ran d es y pequeñas me. didas concretas con el fin de introducir los prin ci pios socialistas en la economía, en el derecho, en to das las relaciones sociales, no h ay ningún p ro g ram a de partido, ningún m anual del socialism o, que pueda inform arnos. E sto no es u n a in ferioridad, sino p re cisam ente una superioridad del socialismo cien tífi co sobre el socialism o utópico, porque el socialismo no debe ni puede ser sino un producto histórico, que n azca de la escuela de la experiencia, en la hora de las realizaciones, de la m archa viviente de la h is to ria, la que al ig u al de la n a tu ra le z a org án ica, de la que es una p a rte en fin de cuentas, tiene la bue na costum bre de c re a r siem pre, con una necesidad social verd ad era, los medios de satisfa c e rla , con el problem a su solución. Pero si es así, es claro que el socialism o, p o r su propia esencia, no puede ser concebido, prom ulgado por decreto. Supone toda una serie de m edidas violentas, co n tra la propiedad, etc... JiO n egativo, la destrucción, puede d ecretarse; lo po sitivo, la construcción, no. T ie rra s vírgenes. Proble m as p o r m illares. Sólo la experiencia es capaz de a p o rta r los correctivos necesarios y a b rir caminos nuevos. Sólo una vida intensa, absolutam ente libre, adopta mil fo rm as e im provisaciones nuevas, recibe una fu e rz a creadora, corrige sus propias fa lta s. Si la vida pública de los E stad o s con libertad lim itada es ta n pobre, ta n esquem ática, tan infecunda, es p recisam en te porque al su p rim ir la dem ocracia, cie ga las fu en tes vivas de toda riqueza y de todo pro greso intelectuales. Y lo mismo o curre en el te rre no político que en el económico y social. El pueblo en tero debe a c tu a r; de otro modo el socialismo es decretado, o torgado por una docena de in telectu a les reunidos en to rn o a un tap iz verde. El control público es ab so lu tam en te necesario, porque de otro modo no es posible el cambio de ex periencias m ás que en el círculo cerrado de los fu n cionarios del nuevo gobierno. C orrupción inevitable (se g ú n L enin). La p ráctica del socialism o exige to da una tran sfo rm ació n in telectu al en las m asas de g ra d a d a s p o r siglos de dom inación burg u esa. Ins tin to s sociales en vez de in stin to s egoístas, inicia tiv a de la s m asas en sustitución de la inercia, idea lism o que hace tr iu n fa r de todos los sufrim ientos, etc... N adie lo sabe m ejor ni lo dice con m ás inercia que Lenin. Pero se en g añ a por. com pleto en los m e dios: decretos, potencia d ic ta to ria l de los directores de fáb ric a s, castigos draconianos, reinado del te rro r, so- no tro s ta n to s medios que im piden el ren a cim iento. El xínico cam ino que a él conduce es la es cuela de la vida pública, la dem ocracia m ás am plia e ilim itada, la opinión pública. Lo que ju stam en te desmox-aliza es el terc-or. * * * ¿S uprim ido esto, qué queda? Lenin y T ro tsk y han puesto, en lu g a r de los cuerpos re p resen tativ o s que surgiei-on de las elecciones, los soviets como única rep resen tació n v erdadera de las m asas o b reras. P e ro si se sofoca la vida política en todo el país, es fa ta l que la vida política en los soviets se paralice tam bién. Sin elecciones g enerales, sin libexfad ilim i tad a de p ren sa y de reunión, sin lucha libre en tre las opiniones, la vida muei-e en todas las institucio nes públicas, no es m ás que a p a re n te allí donde la burocracia queda como único elem ento activo. Es una ley a la que nada puede su stra e rse . La vida pú blica e n tra poco a poco en sueños. U nas docenas de jefes de enex-gía indom able y de un idealismo ilim i tado d irigen el gobierno, y de todo ellos, los que gobiernan en realidad, son una docena de cabezas em inentes, m ien tras que una selección de la clase o brera es convocada de vez en cuando p a ra aplaudir los discursos de los jefes y v o ta r por unanim idad la$. resoluciones que les p resen tan . E s en consecuen cia un gobierno de cam arilla —u n a dictad u ra, es verdad, pero no la del proletariad o , sino la de un puñado de políticos, es decir u n a d ictad u ra en el sen tido b urgués, en el sentido de la dom inación ajcobina. E s m ás, sem ejan te estado de cosas provoca el em brutecim iento de la vida pública: aten tad o s, fu silam ientos de rehenes, etc... . . . El e rro r fu n d am en tal de la teo ría LeninT ro tsk y es p recisam ente que, al igu al que K autsky, oponen la dem ocracia a la d ictad u ra. “ D ictadura o dem o cracia” , así p lan tean la cuestión los bolchevi ques y K autsky. E ste últim o se pronuncia, bien en- M iV W iiW V V TEMAS JUVENILES. ■ ■ ■ (Viene de la Pág. 2) a las que se llega tras el paso por los escalones inferiores o prepara torios de la enseñanza necesaria, ignoramos cómo se pasan las cosas en este aspecto de la vida norteamericana, aunque por la división en varias centrales sindicales de su prole tariado y la poca potencialidad de los partidos marxistas allí existentes, creemos que la invi tación del Oral. Marshall a la juventud de su país, estuvo he cha en favor de dos partidos turnantes: Republicano y De mócrata, ambos netamente bur gueses. Comprendemos y razo namos desde su situación, su po sición al servicio de unos inte reses de partido que, a nosotros socialistas, nos tienen sin otro cuidado que el de combatirles como representantes de la bur guesía. Pero como socialistas, nos in cumbe la obligación de orientar ai proletariado hacia Partidos que, impregnados en el verda dero Ynarxismo, mantienen el ideal de verdadera redención de lft clase trabajadora. Y también como socialistas, hemos de de clarar nuestro asentimiento — aún cuando un tanto condi cionado— a las declaraciones de Marshall. Como él creemos en la necesi dad de forjar los hombres del mañana de los que tan necesita dos se encuentran las naciones; y como él, consideramos que su forja ha de efectuarse dentro del marco de una disciplina y programa político de un Parti do. Pero precisamente por la in tensa labor que al Partido le compete, no podemos cargarle, si no es en lo que pudiéramos denominar aportación del pro fesorado, la tarea de educar primariamente*en la esfera po lítica a los jóvenes. Para nos otros, las Secciones juveniles y los Sindicatos, son los encarga dos de esta preparación de unos hombres que, una vez debida mente capacitados por su paso por tales escuelas, han de su perar sus conocimientos en las filas del Partido con la fre cuente aportación de la prác tica. La principal enseñanza (pie para nosotros, socialistas, debe contener esta llamada a la ju ventud por parte del ministro americano, es ver el requeri miento de la burguesía a los hombres para forjar hombres que el día de mañana sean peo nes al servicio de sus Partidos y en defensa de su clase. Como socialistas, constituye un peli gro para nosotros. Peligro que hemos de tratar de conjurar aprestándonos con todo interés y voluntad a adquirir una capa citación que nos permita pres tar grandes servicios a nuestro Partido y por lo tanto a la causa de las clases proletarias. tendido, por la dem ocracia, inclu so por la dem ocracia burguesa, puesto que la opone a la tra n sfo r mación socialista. L enin-Trotsky se pronuncian al contrario por la d ictadura de un puñado de perso nas, es decir, por la dictadura so bre el modelo burgués. Son los po los opuestos, alejados por igual de la verdadera política socialista. El p roletariado, una vez en el poder, no puede siguiendo el buen con sejo de K autsky, ren u n ciar a la transform ación socialista a pretex to de que “ el país no e stá m adu r o ” y enti-egarse únicam ente a la dem ocracia, sin traicio n arse a sí mismo y sin traicio n ar al mismo tiem po a la Internacional y a la revolución. Tiene el deber y la obli gación, precisam ente, de ponerse inm ediatam ente, del modo m ás enérgico, m ás inexorable, m ás bru tal, a ap licar las medidas socialis tas, y en consecuencia ejercer la clase, no la dictadura de un clan dictad u ra, pero una dictadura de o de un partido. D ictadura de cla se, es decir, con am plia publicidad, p articipación activa e iliim tada de las clases populares en toda la ad m inistración de la sociedad. ja r el socialismo y el m arxism o a Ti-otsky y Lenin son la negación un lado cuando nos estorban ? viviente de esta cuestión. Nunca hemos sido idólatras de la democxacia form al, lo cual quiere decir: hemos diferenciado siem pre el contenido social de la form a polí tica de la dem ocracia burguesa, hemos puesto siem pre al descu bierto el duio núcleo de desigual dad y de servidum bre sociales que se ocultan bajo la dulce cubierta de la libertad y de la igualdad fo r m ales, no p a ra despreciarla, sino p a ra in citar a la clase obrera que no se contente con la dulce cásea- * » 44Como m arx istas nunca hemos sido idó latras de la dem ocracia fo r m a l” , escribe T rotsky. Tampoco los dem ás hemos sido idólatras de la dem ocracia foim al. Pero tam po co somos idólatras del socialismo y del m arxism o. ¿Se deduce de esto que tenem os derecho a arro- P or ANTDNIG GARCIA S O C I A L I S M O Al hablar de s o c i a l i s m o LA E X P E R IE N C IA DE LA J U V E N T U D óvenes de diez y ocho, de vein te, de veinticinco años... Mozos ganados a la causa socialista fogueados en O ctubre y que ahora, en Julio, ponían sus pechos generosos p a ra c o rta r el paso a la reacción. H om bres de la R epública que no se ren d ían an te las fra se s de latiguillo ni la fraseo lo g ía an ti-clerical de que se n u trió buena p a rte del republicanism o histórico de E sp a ñ a , sino que ten ían conciencia plena de su destino. G eneración m ad u ra en plen a m ocedad, gru p o s selectos, am biciosos de ju sticia social, in tré p id a s v an g u a rd ia s del proletariado organizado, aleg ría y serieded, cam pechania y re sp eto m utuo, juventud, juventud seren a y c o n s c ie n te ... E sto s eran , ahora doce años, los núcleos m ás com pactos y p re p a ra dos, m ás serios ^ o rg a n iz a d o s que a la hora de la im provisación su p iero n d a r las p rim e ra s b a ta lla s al ene migo común. E ra n los G rupos se lectos de las Ju v en tu d es S ocialis ta s de Espanta. En lo individual y en lo colecti vo, esto s jóvenes escribieron p á g i n as de gloria. M érito suyo la s p ri m eras M ilicias con sentido de la Marx trazó una distinción disciplina, m érito suyo las p rim e tajante entre su materialismo ra s U nidades ,del E jérc ito R eg u lar. Los jóvenes socialistas c o n stitu ían dialéctico y el materialismo g a ra n tía m áxim a a la h o ra de francés del siglo XV111. Identi- la la acción. S us cuadros sirvieron de iicaba a éste con Ibrexplicación arm azó n sobre el oue fu ero n c rea mecánica, a la que considera das las unidades del E jé rc ito P o p u lar. Sin e sta Ju v en tu d S ocialis b a como método adecuado en ta —ín te g ra m e n te so cialista—, di las ciencias naturales como la fícil h ubiera sido sa lv a r las im física y la química, en las cua provisaciones, el desorden y el li les la materia de estudio no b re albedrío de los “ in co n tro la d o s ” . Jóvenes de diez y ocho, de plantea problemas de desarro v einte, de veinticinco añ o s, .. Co llo histórico. Como Hegel, creía razones generosos, educados en la s que la dialéctica era un méto C asas del Pueblo, cerebros inquie do m ás poderoso precisamen tos alim en tad o s en su a fán de sa b e r p o r los viejos m aestro s socia te porque podía tratar de una lista s, b razo s firm es y conciencias materia que estaba en conti lim pias, d efen so ras de la R epúbli nuo proceso de evolución y ca, honestos y d esin teresad o s, poner de manifiesto la necesi l cuántos de vosotros p a g á ste is dad que le es inherente. Ni en con la vida v u e stra le g ítim a am bi ción de un m undo m e jo r? ;.A tonces ni más adelante creyó cu án to s indocum entados y a rrib is Marx de ningún modo que un ta s sirvió v u estro sacrificio de método de explicación tomado tram p o lín sobre el que m o n ta r u n d e las ciencias físicas pudiera a p a ra to de au to -p ro p ag an d a en be tener ningún valor para los es neficio exclusivo de un se c to r a n tudios sociales. Tenía una po te s ap en as conocido? F u isteis traicio n ad o s, jóvenes de bre opinión de las incursiones diez y ocho, de v einte, de v e in ti hechas por los cultivadores de cinco a ñ o s . . . Y cuándo ate n to s únicam en te a d e rro ta r a l enem igo las ciencias naturales en los común ru b ric á b a is v u e stra san a cam pos de la historia y de la am bición con le tra s de sa n g re de economía, opinión que expre v u estro s propios cuerpos, los cu só de modo inequívoco en EL cos, los ag azap ad o s, ex p lo tab an CAPITAL. Es verdad que com v u estro sacrificio, p a ra te je r una com plicada red de in terese s en be paró su propia obra con la de neficio del P a rtid o C om unista, Darwin; presentaba una mor o o fología evolucionista de los i a vida, g ra n m ae stra , nos va m odos de producción y cam enseñando que no todo es claro, bio, que es análoga en los es limpió, diáfano. Ya a n tes hubo una fra se ofensiva d irig id a con toda tudios sociales a la anatomía intención c o n tra n o so tro s: “ La R e evolucionista en biología. Sin pública p a ra los R ep u b lican o s’’ . embargo, es enteramente cier Luego la especulación de n u estro to que Marx creía que la doc sacrificio, de n u estro dolor, p a ra cap italizarlo en beneficio aje n o . trina de Darwin no daba sino ¿ H a sta cuándo? He aquí el dile un apoyo externo a la teoría m a del joven de hoy. Y del m ad u d e la lucha de clases. Lo que ro. Las Ju v en tu d es se lo han p la n le impresionó en la primera teado seriam e n te, seren am en te. P o r eso hoy m ás que nunca, como lectura del ORIGEN DE LAS afirm ación de n u estro modo de se r, ESPECIES fue "el tosco método los jóvenes decim os: somos socia inglés de desarrollo", única re lista s, obreros y españoles. D entro acción posible de un hegeliade este denom inador volcam os n u e stra pasión y nuestro e n tu sias no ante el método estrictamen mo. Y cuando a izquierda o a de te empírico de Darwin. El uso recha, con dem agogia o con m ala d e la palabra materialismo no fe, se nos quierq h acer olvidar im plicaba semejanza de m é n u e stra p ristin a lim pieza ideológica y n u e stra ejecu to ria m oral, nues todos entre las ciencias natu tr a ro tu n d a afirm ación su rg irá rales y las sociales. La filoso como trib u to obligado a los caídos fía de Marx no tenía en común y a los preso s: Seguim os siendo, con un libro como el SISTEMA con m ás claridad que nunca, las Ju v en tu d es Socialistas de E sp añ a. DE LA NATURALEZA del b a L a m ism a que en v u estro s tie m rón d'Holbach nada sino el pos sé cubi-ió de honor. Jóvenes de aborrecimiento de la religión. diez y ocho, de veinte, de vein ti Jeorge H. SABINE. cinco a ñ o s .. . LA SAGRADA FAMILIA no podía por menos- de iuiciar este asun to bajo una mi rada de tipo ge neral con que conviene siem pre apreciar conceptos que ten el fondo de nosotros mismos lle vamos y que vienen siendo, ca si siempre motivo de profundas inquietudes que vamos resol viendo poco a poco, a medida (pie entramos en sus detalles y éstos uos sirven para formar un conjunto de ideas, que tienen entre ellas una relación íntima y constante y nos conducen a un fin determinado. Quizás el primer pensamiento (pie vibra en nosotros es un aián de justicia que vemos man cillado hoy día dentro de los medios de la misma vida, tanto en la producción, la distribu ción y el consumo, faetores to dos de vital importancia que llevan en sí todo un programa completo de costumbres, ideas, rea liza (‘iones y fines dentro de la clase dominante y un espílitu enteramente contrario por parte de la clase obrera que vese esclavizada en forma misera1 le y tien r*por tanto el derecho d< lucha a que se obliga una si tuación de cosas que bien lejos está de todo principio moral y de toda justicia. Nuestro fin, el de la clase obrera, no lleva en sí el éxito personal que desean muchas gentes: hacer una fortuna, no importando para esto que los medios puestos en práctica va yan contra toda ley humana, saltándose para ello incluso principios que llamándose arraigados en el corazón no van más allá que a pisar un templo, arrodillarse ante una imagen y al salir, y reanudar otra vez la explotación inicua ; acrecentar la fortuna a costa de la miseria del prójimo; adquirir una po sición social ; un nombre dentro de la industria y la banca ; des pués, si es posible, un pergami no, mientras más amarillo me jor. y otorgar de vez en cuan do, un donativo “ generoso” a un asilo, a un hospital, a una escuela que dan por fin el títu lo de filántropo con el que se pasa la vejez ; los hijos heredan todo ello y al parecer aquel su jeto que todo en él había sido de un espíritu miserable y mez quino, deja, al morir, una este la de blancura sin tacha y un “ buen nombre” ; una lápida muy bonita en la tumba. Como contraste magnífico de este modo de hacer dentro del sistema burgués, la clase tra bajadora, los socialistas, tene mos otra forma, generosa y amplia, de ver las cosas: el co lectivismo; el conjunto de es fuerzos llevado hacia un bien común en el que deben estar re presentados todos los que co laboran en él. \ E S P A Ñ A ES N U E S T R A S IN T E S IS ¡♦Tj A breve h isto ria de la II R epública E spañola, regis. tr a dos fechas —símbolo que expresan, por la sim ple elov e n c ia de su existencia, todo el dram a profundo de £*p aña en las ú ltim as décadas. L um inosa, serena, conciliadora, pura es la del 14 de A bril. Fecha de p rim av era prom etedora en la N atu raleza y en los corazones, alborear b rilla n te de un régim en de convivencia que los acontecim ientos hicieron imposible. A pasionada, violenta, severa es la del 18 de Julio. F echa del verano hispano en que el sol de fuego seca los cam pos y que en los corazones quem ó con fu ria tra n sito ria pero avasalladora, todo concepto de fra te r nidad, de piedad, de serena com prensión. ¿C uál de las dos fechas, vistas tr a s la experiencia inm ediata de los años vividos se nos m u estra m ás española, m ás republicana? H uyam os de definiciones absolu Charles Fourier C1772-1837) ta s , categ óricas, definitivas. Y re conozcamos en las dos una a firm a lue hombre de imaginación ción de lo español, una consecuen desbordante, optimismo sin li cia de. n u estro modo de ser. Con el mites y una presunción loca a dolor de n u e stra tradición liberal, las que aliaba un ingenio muy h u m a n ista, universal Rotem os en sa n g re el fracaso de las ideas ge agudo, dones de observación nerosas del 14 de A bril y con la notables y una gran sinceri perspicacia del político y el sen ti dad. do de realidad del hom bre público com prendam os que el 18 de Julio Dependiente de comercio en es tam bién la expresión de esa Lyon, le atrajeron desde luego o tra p a rte de E sp añ a p a ra quien h a b la r de progreso, ju sticia soeial. las cuestiones sociales a raíz lib ertad y am or, es a m arg a m edi de laa crisis económicas que cina si ello supone —aun en míni provocó en esta ciudad la mi mo g rad o — el fm de privilegios na de muchas pequeñas em y v en taja ' inm ediatas. presas. Si u sáram os de la dialéctica, po dríam os m uy bien a firm a r que el Fourier expuso sus ideas en 14 de A bril es la tesis, el 18 de Ju lio la a n tite sis y que am bas sólo su obra titulada "TEORIA DE serán su p erad as cuando consiga LOS C U A T R O MOVIMIEN mos una síntesis .necesaria y d efi TOS", que apareció en 1808. n itiv a : E spaña. Es su obra principal. He aquí E l tem a vivo del español —de lo las grandes líneas generales español— e stá en pie, p ara que his to riad o re s y filósofos te ja n sobre" de su doctrina: Primero, los el cañam azo de la P a tria las m ás instintos y pasiones humanas ag u d as conclusiones o las más com son buenos todos, y si se les plicadas consecuencias. dejara la libertad de acción ne F o r coincidencia de la fecha, he mos de lim itarnos ah o ra a d esta c a r la presencia del 18 de Julio. cesaria, conducirían a la dicha; P o iq u e el 18 de Julio es ya H isto segundo, el comercio es perju ria , ta n to o m ás que el 14 de A bril, y al h a b lar de República es dem a dicial moral y materialmente; siado necio olvidarlo. Y algunos lo tercero, el matrimonio es una hacen. hipocresía, pues doquiera im La profundidad del 18 de Julio abarcar ta n to al campo rebelde vo plica la esclavitud d e la mu ltio al leal, pero desde el ángulo jer; cuarto, la civilización, en republicano —el n u e s tro — los su etapa actual de la historia acontecim ientos dan la tónica del de la Humanidad, comporta to estado de opinión ciudadana. El ideal republicano alcanza aquí una da clase de males; pero crea am p litu d a n tes insospechada y la las tuerzas necesarias para ele R epública ag lu tin a en torno a sus var a la Humanidad a la fase p ostulados lo m ás sano y selecto de asociación y armonía, en la del pueblo español. Aun muchos de los descontentos por acción u cual encontrarán los instintos omisión de la República, se sien humanos la libertad de acción ten im pelidos a su defensa, defen necesaria, y crearán la rique sa —que no se olvide— tenía en za, la alegría y la paz. ocasiones como precio la propia vida. Se presenta Fourier a sus La República no es por tan to —vivido el dram a español— una contemporáneos como el hom-, sim ple enunciación de principios bre que por fin había penehapolíticos. N o es tam poco el p a tri do el secreto de la creación di monio exclusivo con tin te s m ás o vina y de la naturaleza. Lo menos históricos de un d eterm in a do gru p o de señores. L a República que para el conocimiento del —lo que realm ente fu e vivo y ca mundo material hicieron Cris paz en la R epública— lo que vibra tóbal Colón, Copérnico y New con p resencia y perm anencia en to ton, lo había hecho él para el das las evocaciones del 18 de J u conocimiento de las leyes del lio es el pueblo español. Todo el pueblo español. Es decir, E spaña. desarrollo del mundo orgánico H e aquí una vez m a s la síntesis y social. Por eso consideraba que se im pone con fu erza i «des su "descubrimiento" m ás im tru ctib le sobre las m inúsculas dis portante que "todos los traba cusiones de bandería. E sp añ a p a ra E spaña, o en o tras p alab ras, E s jos científicos desde la apari paña p a ra el Pueblo Español, p a ción del género humano". lab ras ta n sencillas han de h erira oídos poco flexibles por muy in MAX BEER. tra n sig e n te s. Y la in transigencia ! k j» I l-fci J F□ U RIER
© Copyright 2024