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xr
la hora presente, la c a l m a
V ® m u n dial, pro­
verbial sucesora de la tem ­
pestad en el adagio
castellano, está muy le­
jos de extender su m an­
to tibio sobre la faz de
la tie rra ato rm en tad a.
Voces discordantes se
oyen en la discusión,
subida de tono, con que
los vencedores in ten ­
tan. inútilm ente, llegar
a un acuerdo. Y en los
tím panos del ciudada­
no medio, esos gritos
no suenan a areópago
que discute unos des­
tinos, sino a patio de
Monipodio en el que se
disputa por el rep arto
de un botín. Lo malo
del caso es que los
aliados de ayer pueden
convertirse en enem i­
gos de hoy o de un
m añana inm ediato, tan
pronto como la discu­
sión degenere en re­
y erta, mom ento en el
cual el único horizonte
ORGANO DE LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS DE ESPAÑA EN EL EXILIO— Sec. de MEXICO, D. P.
de esta s generaciones
en desgracia, se rá una
“ Re*ñstrado como artículo de 2a. clase en la Administración de C o rre o s de la Oficina Central en México, D. F., el 3 de mayo de 1944”
sima ab ierta sobre el
escepticismo.
REDACCION Y ADMINISTRACION: TACUBA 15, Altos.
PORTE PAGADO.
¿Sobre quién c a rg a r
el fardo enojoso de la
lrtrector.
culpa? No direm os que
Administrador:
RAFA EL FERNANDEZ.
los E stados Unidos de
México, D. F-, 18 de Julio de 1948.
Red. Jefe:
N orteam érica conser­
JUAN M OLAS
LOTS ROCA DE ALBORNO:
ven la postura pudo­
rosa y caballeresca de
los tiem pos de Wilson,
cuando se re tira ro n al hogar p atrio
tras d e rra m a r su sangre en el Co­
mino de las D amas, p ara no enlo­
dar los lau reles limpios de la victuria. I’ero tam bién es evidente
que la Rusia de S talin. ha re s u lta ­
do un socio voraz en la em presa
de la liquidación de H itler.
lierlín es hoy un inm enso m agne­
to en el que cualquier boplo puede
provocar la chispa que inicie la
conflagración. Y en A lem ania, pese
» cuanto supongam os respecto a
tas intenciones m ás o menos ¡m.
b a lis ta s de la acción norteam erifna. no podemos olvjdar que a n te s
que en poner en manos del pueblo
liberal las riendas del poder, aún
controlado, los soviets pensaron evi
un G obierno pelele a cuyo fre n te ni
siquiera faltase el generalote p ru ­
siano dócil y decorativo, ex traíd o de
sus campos de prisioneros de gue­
rra, aunque sus antecedentes fu e ­
sen los de la m ás negra reacción.
Por ello, si el objetivo ruso fue
el dominio de la zona germ an a por
medios descalificados, seria in g e­
nuo negar a las potencias occiden­
tales el derecho de defender A le­
mania de la p resu n ta hegem onía
moscovita, aun a costa de decisio­
nes poco am istosas.
Lo que im porta, en el tr is te pro­
blema de las relaciones internacio­
nales, no es ya denunciar la s c a r­
ias m arcadas, sino m ás bien quien
fue el prim ero que las utilizó en
la partida. Señalado el fullero, ya
es difícil ju stific a r su actitu d . En
el caso soviético, ni aun som etién­
dolo a la m ás sofisticada d ialécti­
ca m arx ista .podríam os ac e p ta r el
que los rusos estén actuando en be­
neficio de los intereses de los trabaajdores del mundo, único p re te x ­
to que h aría aplicable el axiom a
jesuíta de que el fin justifica los
medios. La actual política in te rn a ­
cional de Moscú, seria ingenuo su­
poner que te n g a como objetivo la
revolución m undial, por la vía in­
termedia del paneslavism o. Con
Trotsky se rechazó como p ro g ra­
ma de acción inm ediata, pero sin
desecharla como ideal a re a liz a r
cuando l a ocasión fuese propicia,
tras el m ayor desarrollo in d u strial
y m ilitar de Rusia. Por si queda­
ba alguna duda, hoy —el caso de
Vugoeslavia lo d em u estra— la -in ­
surrección o el golpe de estado en
los países con clima propicio, se
realizan a beneficio exclusivo de la
mayor gloria del im perio soviético.
Y cuando del choque e n tre los in te ­
reses nacionales y los del im peria­
lismo ruso en expansión, su rg e la
rebeldía —no co n tra el principio
de em ancipación económica, sino
rentra el dohlegam iento de los de.
signios ex trañ o s —el papado rojo,
por conducto de su Colegio C arde­
nalicio, fulm ina la excomunión en
la forma dé las consabidas “ des­
viaciones n a c io n a lista s" .
Año-YNúm
. 38
Precio $ 1.0 0
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Socialismo y Cristianismo Social
¿W .W .W J'.V .W .V V .W .V .V u
A ñ o de 1889. Una huelga
de e x tra o rd in a ria
a m p litu d
había estallado en el puerto
de Londres. Después de varias
semanas de pugna la resisten­
cia de los huelguistas había
llegado a su lím ite y éstos h u ­
bieran tenido que renunciar a
sus justas pretensiones, si en
aquellos m om entos decisivos
no hubiera surgido un hom bre
generoso, el C ardenal- M on
ning, quien con la a u to rid a d
que le co nferían sus d ig n id a ­
des y sus años supo recordar
a la empresa sus deberes. El
octogenario purpurado, tro ­
cando m om entáneam ente su
apostolado religioso por un
apostolado social, habló con
ti energía, y en ta l fo rm a de­
fe n d ió la causa de los tra b a ­
jadores, que uno de los pre­
sentes le objetó: "P ero Emi­
nencia, esas doctrinas son pu ­
ro S ocialism o". M as el Carde­
nal, repitiendo la frase de
León X I II, respondió: " N o sé
si para vosotros será socialis­
mo; para mí es puro c ris tia ­
n is m o ".
El C ardenal M onning era
uno de los más destacados
m iem bros de ese m ovim iento
so cial-cristiano que dos años
más tarde, en 1891, iba a en­
c o n tra r su consagración en la
Encíclica "R e ru m N o va ru m ".
Tan notable prelado no era el
único que por aquellos años
enarbolaba la bandera de la
ju s tic ia social. Ya antes, en
1848, año de la publicación
del "M a n ifie s to C om un ista ",
el obispo alem án Von K a tte ler,
había pronunciado en M a g u n ­
cia dos hermosos y nobilísim os
discursos en defensa de los
derechos de los trabajadores
que le hicieron acreedor a que
más tarde León X III le lla m a ­
ra "n u e stro * ilustre predece­
s o r". Y en 1845, un francés,
el Obispo de Annecy, había
d irig id o al Rey de Cerdeña
una enérgica carta en la que
le denunciaba con una ta l cru ­
deza las explotaciones de que
eran víctim a s los trabajadores
que algunos de sus párrafos
parecen escritos por cu alqu ie ­
ra de los d octrina rio s del
m arxism o.
Así hablaban y actuaban
aquellos Jefes de la Iglesia a
cuyo alrededor se iba fo rm a n ­
do una corrien te de o pinió n
em inentem ente obrerista y de­
m ócrata p róxim a a a d q u irir
una fo rm a de d o ctrin a con la
apa rición de dos docum entos
notables, dos Encíclicas, La
Rerum N ovarum y la Q uadragesimo A n no , y p róxim a asi­
m ism o a d a r origen a esos
grupos social-cristianos que
ho ydía en colaboración estre­
cha con los partidos socialis­
tas llevan sobre sí el peso de
la gobernación de la m ayor
parte de los países del o cci­
dente europeo.
De a d m ira r es en qué fo rm a
estos selectos grupos católicos
recogen
los postulados de
aquel ilustre P ontífice, León
X I II, puestos al día por Pío X I,
y cómo esos hombres, en tenaz
lucha con los sectores in tra n ­
sigentes de la Iglesia, logran
desviar el C atoliscism o de las
para él peligrosas sendas de la
lucha de clases y p ro cla m ar
p rin cip io s que nosotros los so­
cia lista s no podemos por m e­
nos que a p la u d ir y a le n ta r.
Después de M a rx ,
pocos
hom bres han lanzado contra
el ca p ita lism o m oderno a ta ­
ques ta n sañudos como León
X III. Es re co n fo rta d o r leer en
su Encíclica que " la pro du c­
ción y el com ercio de todas las
cosas ,está casi todo en m a ­
nos de pocos, de ta l suerte que
unos cuantos hom bres opu le n ­
tos han puesto sobre la m u lti­
tu d inm ensa de los prole ta rio s
un yugo que d ifie re poco del
de la e s c la v itu d ". E iguales
sentim ientos de c o n fia n z a en
el fu tu ro nos dom in a n cu an ­
do hojeando la Encíclica de
Pío X I topam os con su a f ir ­
m ación de que " la cuestión
Por Julio C. M OR A N . w
,W
social no es un problem a de
caridad sino de ju s tic ia y que
ajm ás a qu ella debe servir pa ­
ra e n cu b rir las violaciones de
é sta".
Am bos Pontífices a dm iten
el derecho de propiedad, pero
dándole un c a rá cter social. Es
decir, que a la propiedad d iv i­
nizada por B a stiat oponen los
Sumos P ontífices el concepto
de la propiedad subordinada
al bien com ún; fre n te a la pro­
piedad in d iv id u a lis ta ante cu ­
yos actos el lib e ra lism o eco­
nóm ico de nuestros re p u b lica ­
nos sa c rific a el bienestar de
las clases populares, los SocialC ristianos han creado un con­
cepto del derecho de propie­
dad que más que un goce es
un deber. De aquí que la de­
m ocracia c ris tia n a haya te r­
m inado por lle g a r hasta el so­
cialism o a d m itie n d o las socia­
lizaciones en determ inadas
circunstancias. Pío X I lo e x­
presa claram e nte en los p á rra ­
fos de su Encíclica en que pre­
coniza la necesidad de una
legislación que reserve al Es­
tado o a la Sociedad aquellos
bienes que en manos de par­
tic u la re s c o n fe riría n a éstos
un poder económ ico que p u ­
diera d añ ar al Estado o al
bien com ún.
Con otras y m uy variadas
ideas de trascendencia seme­
jante podríam os c o n tin u a r si
fu era posible e ncuadrarlas en
los estrechos lím ites de un a r­
tíc u lo como este. Baste decir
que toda la d o c trin a social de
León X III y de Pío X I se pue­
de red ucir a esta idea básica
y fu n d a m e n ta l: "N e ce sid a d de
restablecer una norm al d is tri­
bución de la riqueza, encua­
drando el reparto de ésta en
la ju s tic ia social que prohibe
que una clase excluya a dtra
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A V .W
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de la p a rtic ip a c ió n en los be­
n e fic io s ".
Estos son los ideólogos del
social-cristianism o; estas son
sus ¡deas y posiciones. Y a
ellos es a los que el Socialis­
mo español se ha d irig id o ú l­
tim a m e n te pidiendo su ayuda,
su colaboración en la d ifíc il y
ruda tarea de derrocar la t i ­
ranía fra n q u is ta , esa tira n ía
que si es la negación del lib e ­
ralism o en lo p olítico , co nsti­
tuye igu alm en te la to ta l ne­
gación en lo social del espíri­
tu de las Encíclicas.
No es nuestro propósito
o c u lta r las grandes d ife re n ­
cias ideológicas que a los so­
cialista s m arxistas nos sepa­
ran de los social-cristianos. No
vamos a negar que si nosotros
perseguim os la desaparición
to ta l del sistema c a p ita lis ta ,
a ellos el sbasta con co rreg ir
c a te n u a r las in ju s tic ia s que
el ta l sistema encierra; su esp iritu a lis m o choca con nues­
tro m ate ria lism o . Pero el am or
a la lib e rta d que estos dem ó­
crata -cristia n o s profesan, sus
convicciones dem ocráticas y
sobre todo su sano c rite rio so­
cia l ,o rig in a n que un socialis­
ta pueda p acta r con ellos sin
repugnancia y sin tem or. No
hay ¡posibilidad alg un a de
e rra r si se a firm a gue los pun­
tos de co n ta cto def Socialismo
con el S ocial-C ristianism o son
in fin ita m e n te m ayores que los
que el Socialismo pudiera te ­
ner con los viejos partidos re­
publicanos, burgueses, in d iv i­
dualistas, anacrónicos, des­
provistos de todo contenido
social y cuya ideología queda
reducida a la adhesión ciega
a un sim ple arm azón p olítico
y a una paranoica fo b ia a n ti­
c le rica l m uy adecuada al ya
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JV U W
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W
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V V .V A V j
pasado siglo de las sociedades
carbonarias.
Acertadísim o, pues, que el
Partido Socialista Español ha­
ya puesto su m irada en estos
sectores cristianos. Ya hace
tiem po que los Socialistas eu­
ropeos lo han hecho. Pero cui­
dado con dejarse engañar por
espejismos. A l social-cristia­
nism o hay que buscarlo don­
de realm ente se halla. Los es­
pañoles fieles al espíritu de
las Encíclicas se encuentran,
en el in te rio r de España alre­
dedor de los Gim énez Fernán­
dez, y en el e x ilio dentro de
los lím ites de ese selectísimo
grupo de intelectuales que du­
rante la guerra sostuvieron !a
bandera de la paz c iv il. Pero
cuidém onos de ir a buscarlos
en aquellos grupos que ba;o
apariencias de cristianism o y
de liberalism o o culta n preten­
siones que más que regioralistas son separatistas y a los
que, precisam ente por lo que
en esto puedan tener de noci­
vos contra la p a tria , todo es­
pañol repudia.
De desear sería que este
llam am ien to que se ha hecho
a la dem ocracia cristia na al­
canzara más am plios límites
que los de una sim ple colabo­
ración a n ti-fra n q u is ta . Con­
tactos e influ en cias mutuos
podrían lleg ar a ser para am­
bos grupos a ltam en te saluda­
bles. Y si no que lo diga ese
Socialismo H um anista, hoy en
boga en todo el occidente de
Europa, que tiene a m i enten­
der todas las apariencias de
no ser o tra cosa que un resul­
tado de las influ en cias que en
el m ate ria lism o m arxista ha
venido ejerciendo en estos úl­
tim os años el espiritualism o
pro fun d o del social-cristianis­
mo del V ie jo C ontinente.
TCMAQ IIIUnJH CÇ La capacitación base del
ILIYInO JUVLmILl Ó futuro.
NT RE los re­
cortes que exis­
ten en mi ar­
chivo, me he
encontrad o unas notas
de la prensa
parisina de los
primeros meses del pasado año
1947 que dan cuenta de las de­
claraciones hechas por el hoy
Secretario de Relaciones Exte­
riores de los Estados Tnidos,
con ocasión de que se le entre­
gaba el nombramiento de doc­
tor “ honoris causa” de lina de
las universidades norteamerica­
nas. Su contenido, por ser espe­
cialmente destinado a las .ju­
ventudes de su país, nos invita
a su estudio y también a hilva­
nar unas líneas con nuestras
deducciones sobre el caso.
Permítaseme confesar en pri­
mer lugar, mis reducidos cono­
cimientos de la biografía del
que. siendo durante el reciente
conflicto bélico Jefe del Estado
Mayor del Ejército Norteame­
ricano, es, en la actualidad, su
Ministro de Negocios Extran­
jeros. Sabíamos de sus méritos
en el puesto militar desempeña­
do ; de su gran labor en la con­
secución del aplastamiento de
la potencialidad militar de Ita­
lia primero, y Alemania y Ja­
pón después; pero no hemos de
ocultar lo poco agradable que
1ué para nosotros su nombra­
miento para el cargo que ac­
tualmente desempeña. 'Posible­
mente que este disgusto por
nuestra parte sea una conse­
cuencia de la aversión que te­
nemos a ver a los educados en
la milicia intervenir en la vida
política de las naciones, espe­
cialmente si liemos de juzgar
por la Historia y con ella el re­
sultado que la intervención de
los milites en la política ha da­
do.
Es precisamente este estudio
cié la Historia, en el sentido que
sus enseñanzas se proyectan pa­
ra el futuro, lo que el General
Marshall ha recomendado a la
juventud de su país en el día del
aniversario de Jeorge Washing­
ton.
Y muy especialmente les ha
recomendado el estudio de esa
historia en la parte en que, a
seguido de la guerra 14/18, los
Estados Unidos se encerraron
])ura ignorar lo que sucedía en
el resto del Mundo, sin querer
ver que al final serían también
incluidos en el daño general.
Hoy, Macshall. pide a los jóve­
nes que estudien esto con todo
detenimiento y saquen sus en­
señanzas que tau necesarias son
para el salto de la economía de
guerra a la de la paz en que las
Naciones han de encauzarse pa­
ra conseguir una era de bienestai que procure aminorar en el
plazo más reducido posible los
estragos que la guerra causó.
Por Julio SEIZE
Invitándoles a una mirada
sobre el panorama de hambre
que ensombrece los Continentes
de Europa y Asia, les incita pa­
ra que con el deseo de laborar
por el bien del Estado ingresen
en uno de los partidos políticos
en los que, a modo de escuela,
se capacita a los hombres que
necesitan el municipio, la pro­
vincia o Estado, y la Nación,
para su gobernación.
No hemos de negar que estas
declaraciones nos han sorpren­
dido al ser pronunciadas por
quien de la carrera de las ar­
mas hizo su profesión, ni tam­
poco una relativa discrepancia
con sus enjuiciamientos en
cuanto a la labor de los Parti­
dos como escuela de educación
cívica y organismo creador de
los hombres del mañana.
Para mí, los Partidos son, si
se quiere, la Escuela Superior o
Universidad en plena práctica,
(Pasa a la Pág. 15)
TRIFO N GOM EZ
Semblanza de un correligionario y glosa de un discurso
PO R
Cuando las C ortes E spañolas
reuniéronse en México p a ra aprobas la constitución del Gobierno y,
con ella, la declaración m in isterial,
tratam os por p rim era vez a T ri­
tón Gómez, aunque fuera su p e rfi­
cialmente. H a sta entonces, allá, en
Vizcaya, conocíamosle a trav és de
referencias —e n tre Bilbao y M a­
drid había distancia trem enda, hoy
risible—, como destacado d irig en te
sindical. E ntrem ezcladas con- n o ti­
cias de sus actividades o b reras y
políticas, venían o tras, de e x tra c ­
ción infam e. Si el origen de ellas
era com unista, T rifón ap arecía
como tra id o r a la clase tra b a ja d o ­
ra; si de la prensa ultrarreaccio naria, unas veces como burlador
de los anhelos de aquélla y o tra s
como un peligro del orden público,
según conviniera al in stan te polí­
tico que se viviese. H abía que c re a r
un am biente de desconfianza en
las disciplinadas, fu erzas de la U .
G .T . —divide y vencerás—, y los
pescadores de una y o tra m árg e­
nes tendían sus redes con carn ad a
tan falaz. T rifón no podía se r ex­
cluido de la m iserable cantinela
que p resen tara a Labio Iglesias
trocando su abrigo de pieles por
gabán raído y cam biando de un co­
che de p rim era a otro de te rc e ra ,
en San M iguel de B asau ri (D os
Caminos), p a ra e n tra r en Bilbao
como d irigente pobre del p ro le ta ­
riado español. Pero T rifón no solo
ha padecido esas estupideces. Du­
rante su exilio ha sido blanco de
criminal injuria. E lem entos e x tra ­
viados es el generoso eufem ism o
que T rifón Gómez denom ina
a quienes, llenándose de fan g o la
boca, dijeron, siem pre ganados por
afanes de división, que si n u estro
compañero supervivió al exilio fue
porque sirvió a la G ESTA PO. Pol­
lo visto, quienes recibían auxilios
de Rusia, por entonces en am oro­
so abrazo con la A lem ania nazi,
p ara re b a sa r la charca de Vichy,
no podían ad m itir que la Interna-
adem ás, que el P a rtid o jam ás en­
a je n a rá su dignidad p a ra lle g a r a
una solución arm ónica de n u estro
problem a político. Según él, cuan­
do en E sp añ a comenzam os a lla ­
m ar líderes a los d irig e n te s; cuan­
do se in vitaba a p a sa r por encim a
de los líderes, si ello e ra preciso;
cuando, en sum a, el P artid o y la
Unión abandonaban la línea tr a d i­
cional, es cuando em pezam os a es­
c rib ir el d ra m a de E spaña. A es­
cribirlo de n u estro lado, claro es,
porque no fuim os po so tro s los ú n i­
cos au to res. El d ram a español lo
escribió E sp añ a en tera.
La personalidad de T rifón Gó­
mez no av a sa lla ; conmueve. Su p a ­
lab ra, de encendido te rv o r por la
causa tra b a ja d o ra , de e n trañ ab le
confianza en su conciencia, le lle­
va siem pre a E sp añ a. Dom ínale
el im perioso deseo del re g reso ;
pero le g an a m ás todavía el deber,
la obligación de re h a c e r la vida de
quienes la tienen deshecha en E s­
paña, en F ran cia, en A f r i c a ...
T rifón es hom bre político, socia­
lista ; pero creem os no equivocar­
nos al a firm a r que en él e stá m ás
fu erte m e n te a rra ig a d o el sen ti­
m iento sindical .H abla del P a rti­
do con e n trañ ab le afecto; de la
Unión G eneral de T rab ajad o res,
con unción. ¡C uántos como él, de
igual o in ferio r a ltu ra , en tr a b a ­
jo obscuro, incesante, hicieron lo
que fueron y serán el P artid o y la
Unión! T rifón es un obrero, un a u ­
todidacta. un hom bre que se ha fo r­
jado a sí mismo. E l P artid o es r i­
co en estos ejem plos. No es que
desdeñem os la in telectualidad. Nos
es valiosa, pero ta n sólo cuando
está acom pañada de la lealtad. Sin
é sta es perniciosa. Tam bién el
P a rtid o puede ofrecer ejem plos de
in telectu ales —con o sin intelig en ­
cia, pues los h ay que carecen de
ella— que in ten taro n , y alg u n as
veces consiguieron, u tiliz a r el P a r­
tido como tram p o lín p a ra s a tis fa ­
cer am biciones inconfesables. Pa-
cional del T ran sp o rte y o tras o r­
ganizaciones ay u d aran m oral y eco­
nómicamente a los s o c ia lis ta s ...
ra nosotros —p a ra quien esto es­
cribe— sólo hubo un in telectu al,
de p rim era fila, leai al P artido. El
sá tra p a lo dejó m o rir en C arm o­
n a ...
SINDICAL Y PO LITICO , MAS
QUE PO LITICO Y SIN D ICA L
A hora, con ocasión de su recien­
te viaje, hemos conocido de cerca
a Trifón Gómez. No exclusivam en­
te en la fra te rn a l cena con que le
despedimos. Cuando habla en la
esfera p a rtic u la r no se diferencia
substancialm ente de cuando lo h a ­
ce en público. Mide lo que va a
decir y lo dice con adem án repo­
sado, tranquilo, echando am bas
manos hacia adelante como si con
ellas tr a ta r a de a sir la im agen que
aspira a p lasm ar con la palabra.
Tiene fe, fe ciega, en la clase tr a ­
bajadora. Siem pre la tuvo. Y en
España, y en la seguridad de re ­
montar el actual am biente de in­
moralidad. Es convicción suya que
el ser socialista no está reñido con
el sentim iento de se r español y,
BUSCAMOS LA META Q U E NO
PUDO ALCANZAR EL
G OBIERNO
Y vayam os a la cena de despe­
dida. T rifón Gómez tra b a jó en el
Gobierno G iral sin desánim o, con
entusiasm o, p a ra v e r si sacaba
ad ela n te su declaración m in isterial
p rese n ta d a a n te las C ortes. A sí
nos lo confesó. D e s p u é s ..., des­
pués, n u estro com pañero, pugnó,
d entro del G abinete, p o r h acer
com prender a sus colegas la ne­
cesidad de re c tific a r una política
que sólo podía conducirnos al f r a ­
caso.
H ay un aspecto en la vida polí­
tica de la em igración sobre el que
no. conseguim os ponernos de acu er­
do. E x isten secto res, algunos de
.J U A N
DE
SESTA O *
blicanos nunca apreciarán bastan­
te el esfuerzo que el Partido So­
cialista hubo de realizar p a ra no
rom per con ellos. El, en lo p erso ­
nal, estando convencido, como P rie­
to. de que la nota tr ip a rtita y el
acuerdo posterior del Consejo de
Seguridad de la O .N .U ., tra z a ­
ban el camino a seg u ir; estando,
asim ism o, convencido, de que el
Gobierno constituía un obstáculo,
realizó mil esfuerzos, en el seno
de aquél, p ara inclinar a los repu­
blicanos en torno de esa fórm ula.
UNIDAD EN EL PARTIDO
SOCIALISTA
buena fe y otro s c o n ‘tem peram en­
to de M iura —los h ay que se p a ­
san la vida dando cornadas, en las
acepciones que vosotros g u stéis
eleg ir—, que estim an que nosotros,
los socialistas, som os los d e sc a rria ­
dos, y que la C aja de P an d o ra es­
tá en P arís, en el Gobierno ahora
presidido por A lbornoz. Sigam os
la oración de T rifó n p a ra v er qué
diferencias su b stan ciales existen
e n tre u n a y o tra conducta.
Si exam inam os lo que el Gobier­
no G iral p retendió y lo que p re te n ­
de el P artid o S ocialista, llégase a
la conclusión de que, en el fondo,
no hay diferencias. El Gobierno
esforzóse por conseguir el apoyo
de los p aíses que in te g ra n la O.
N . U . ¿ P a ra qué ? P a ra que nos
ayudasen a ech ar a F ranco y a
restab le cer en E sp añ a la legalidad
republicana; pero an te todo y so­
bre* todo p a ra ech ar a Franco, porqoe sin echar a F ran co es m ate­
rialm en te im posible en tro n izar en
E sp añ a régim en alguno que no sea
del a g rad o del caudillo. ¿Qué p re ­
tende el P artid o S o cialista? Con­
seg u ir el apoyo de los países de la
O . N .U . p a ra e x p u lsa r a Franco
y estab lecer —n o so tro s decimos
restab le cer porque confiam os en
el pueblo español— el régim en de
la p referen cia de los españoles.
¿ Dónde e stá la diferencia ? La di­
feren cia e stá en que el Gobierno,
por su composición, por la p reten ­
sión de s u s titu ir a F ranco con el
restablecim iento de la legalidad re ­
publicana, no m erece la confianza
de esos países. Cuando se co n stitu ­
yó el Gobierno h ab ía, en A m érica,
tre s o cu atro que le reconocieron ;
en E u ro p a, ninguno. Después de
cerca de dos años de actuación no
obtuvim os otros
reconocim ientos '
que los interesados, que han veni­
do a obstaculizar, m ás que a f a ­
cilita r, la resolución de n uestro
problem a.
NO N EC E SIT A M O S LECCIO NES
DE REPU B LICA N ISM O
E sto s resu ltad o s no b astaro n a
convencer a los republicanos de
aue se siguiera un camino errado.
Cuando el P artido Socialista rom ­
pió la coalición no lo hizo porque
no la deseara con todas las fu e r­
zas políticas y sindicales com pren­
didas en el ái-ea republicana; la
coalición rom pióse por el P artido,
cierto, pero no lo es menos que
ello fue debido a que esas fu erzas
políticas com prendidas en ei área
republicana —concretam ente las
representaciones de los partidos
llam ados históricos— obstinábanse
en continuar unas actividades que
sólo conducían a can sar a los paí­
ses de quienes dem andábam os ay u ­
da p a ra resolver el problem a es­
pañol y a fa c ilita r que F ranco pu­
diera re h ab ilitarse en el terreno
internacional.
¿Cómo enjuiciaron los republica­
nos n u e stra conducta? Diciendo
que los socialistas carecem os de fe
o, en o tra s palabras, que abando­
nam os la República. T rifón Gómez,
al rech azar tam añ a im putación,
a firm a la seguridad de que en to­
dos los hom bres del P artid o tr a ­
bajó predom inantem ente la idea
de eleg ir el camino que m ejor sir­
viera p ara in s ta u ra r la República.
P a ra nuestro com pañero, los repu­
Trifón Gómez estim a que no he­
mos perdido el tiempo, que el P a r­
tido no ha podido hacer o tra cosa
que lo hecho. Hoy día, su posición
apenas si encuentra resistencia en
ningún sector político y menos sin­
dical de la em igración y del inte­
rior de E spaña. N uestro com pañe­
ro estuvo, —y de ello no se a rre ­
piente; al contrario, m uéstrase sa­
tisfecho—, casi dos años m irando
a un lado y a otro, h asta desembo­
car en los acuerdos del últim o
Congreso. En la actualidad, el P a r­
tido e stá unido y en condiciones
de a fro n ta r los peligros que le ace­
chan: unos, prevenientes de la ig­
norancia; o t r o s ..., ya no por ig­
norancia. Nos dirigim os a todas
las fuerzas opositoi'as de Franco,
estuvieran o no com prendidas en
el área republeana. Mucho se ha
hablado de fracasos. Pero la úni­
ca verdad es que, desde el prim er
momento, si no contam os la adhe­
sión incondicional del nacionalis­
mo vasco y de E squerra de C ata­
luña, uno y o tra no se m ostraron
hostiles; í¡ue la C .N .T . está con
nosotros, y que son m uchas las
fu erzas republicanas que se han
puesto del lado de las actividades
del P artid o o que, cuando menos,
las siguen con atención e interés.
El P artido dirigióse tam bién a ios
monárquicos. “ Los m onárquicas
-ydice T rifón—, han oído. Y yo di­
ría a los republicanos: los m onár­
quicos han entendido; lástim a que
los republicanos no entiendan... ' ’
Pero la m ala fe y la inverecun­
dia, tr a ta n ahora de hacer carne
en T rifón Gómez. Ya no se habla
de nuestro fracaso. A hora se dice
que la solución puede no ser sa­
tisfacto ria. A ntes P rieto era p re­
sentado casi como un puntal de la
Monarquía. A hora no se desconfía
de P rieto; ahora se desconfía de
T rifón. E ste es hombre m as flexi­
ble y posiblem ente lleg ará donde
P rieto no quiera llegar: a servir
los intereses de la Monarquia. ‘ ‘ La
verdad, la única verdad, es que el
P artido Socialista, Prieto, T rifón
Gómez, todos, estam os decididos a
serv ir los inteVeses de E spaña, los
del Partido, los de la clase tra b a ­
jadora y los de la República, si
los republicanos abandonan una
actitu d suicida y se sum an a nos­
otros. . . “
(Pasa a la Pág. 4)
_
HACE D O C E
-L
1 3 de
j u l i o de
1 9 3 6 yo
estaba en
Bilbao.
H acia dos
días q u e
Indalecio Prieto, su h ija B lan­
ca, Bernardo Hoyos y yo ha ­
bíamos cruzado C a stilla , bajo
la canícula abrasadorc, en
busca de las brisas c a n tà b ri­
cs. Días trem endos los de aquel
verano en que las violencias
fa lan gista s, esm altadas de ase­
sinatos, presagiaban lo peor.
M e tocó v iv ir ín tim am ente
la am arga desesperación de
Prieto ante la ceguedad y sor­
dera de quienes regían la po­
lítica
republicana española.
Sus apelaciones angustiosas,
los clarinazos de su voz y de
su plum a — ¡aquel discurso
de lo . de mayo en Cuenca,
aquellos artículos diarios en
"E l L ib e ra l" de Bilbao y en
"In fo rm a c io n e s " de M a d rid !
— apenas si conseguían que
e n trea b riera n los ojos los pa ­
quiderm os políticos enferm os
de m iopía y de letargo, sin ca­
pacidad ni fuerzas para o tra
cosa que d o rm ir sobre unos
laureles no ganados, bajo los
cuales ardía la llam a de la
rebelión. Los g ritos de Prieto,
g rito s desgarrados de gran re­
p ub lica no y de gran español
que veía la sima en que iban
a hundirse el régim en político
y, lo que era más grave, la Pa­
tria , p erturb ab an la congestio­
nada siesta de los pobres d ia ­
blos desvanecidos de seguri­
dad. Y com o se sentían sin á n i­
mo para hacer la ronda detrás
de las centinelas — que tenían
los párpados de plomo— , bus­
caron la tra n q u ilid a d ind is­
pensable para seguir d u rm ie n ­
do en im béciles y m alignas
frases que no dejaron de a l­
canzar cie rto triste éxito. Fue­
ron los tiem pos de los "C u e n ­
tos de m ie d o ", de los "ru id o s
de rato ne s", de la "m e n o p a u ­
s ia " de Prieto, y aún, para
áquelíos que a la idiotez unían
la vileza, de "la s desvergonza­
das m aniobras de Prieto para
a lca n za r el Poder. . . "
t
A q ue l lunes estábanhos bajo
la angustia de un crim en fa ­
langista más: el teniente Cas­
tillo había sido traid oram e nte
a ba tido en las calles de M a ­
d rid por unos pistoleros fa la n ­
gistas. ¡A ún estaban frescas
las flo re s sobre la tum ba del
ca p itá n
Faraudo, asesinado
días antes con idéntica alevo­
sía!
A m edia m añana Ju liá n Zug a z a g o itia llam ó desde M a ­
d rid por1 te lé fo n o para ique se
com unicase a Prieto la n oticia:
Calvo Sotelo había sido m uer­
to d u ra n te la noche. Su cadá­
ver fue encontrado en el Ce­
m en terio, debajo de la mesa
en que yacía el cuerpo sin v i­
da, a ún c a lie n te , del teniente
PO R
C a s tillo . . . Creía Zuga que
los fascistas, cuya sublevación
estaba planeada desde larga
fecha, enco ntra ría n disculpa
en el acon tecim ien to para sal­
ta r a la calle. Pidió que Prieto
se trasladase urgentem ente a
M a d rid , pero que de nin gú n
modo h iciera el viaje por ca­
rretera.
Prieto se h allaba en Peder­
nales. A llí se le pasó el aviso.
En el acto decidió el viaje. In ­
te ntó to m a r en V ic to ria el rá ­
pido Irú n -M a d rid , pero, pre­
viendo que no lo a lca nza ría,
indicó que fuéram os a V ic to ­
ria, para u nirnos a él o para
seguir v ia je solos por ca rre te ­
ra, su h ija Concha y yo con
Bernardo Hoyos y el coche de
la escolta. A V ic to ria , en un
alarde de velocidad, le llevó
en su a u to m ó vil Eduardo Díaz
de Ju n g u itu , que se e nco ntra ­
ba ta m b ié n en Pedernales. De
la estación, el tren , que días
antes cam bió el h orario, ade­
lan tá n d o lo un cu arto de hora,
había huido ya. Nos juntam os
todos en V ic to ria , reducto
reaccionario que ardía en e fe r­
vescencia. En el Restaurante
del Frontón, donde com im os,
un grupo de jóvenes carlistas
d irig ía n con im p e rtin e n c ia so­
bre nosotros sus m iradas de
odio. El d ip u ta d o tra d ic io n a ­
lista señor O riol estaba en el
restaurante, o acaso fué al sa­
ber que estaba a llí Prieto. Le
acom pañaba un te nie nte coro­
nel de C ab allería , que luego
resultó ser el jefe de la suble­
vación en V ic to ria . Prieto y
O riol cam biaron breves p a la ­
bras. El representante de ultraderechas desahogó su fu ria
anunciando a Prieto que la
venganza no se haría espe­
ra r. . . En aquel a m b iente de
h ostilida d salim os de V ic to ria .
H icim os el via je por ca rre te ­
ra, contra la prudente adver­
tencia de Zuga. Nos dábam os
cuenta del riesgo, pero Prieto
tenía e x tra o rd in a ria prisa por
llegar a M a d rid . A la entrada
de Burgos detuvieron el coche
unos guardias de A sa lto, no
obstante que el a u to m ó vil o fi­
cial de la escolta a nunciaba
que quien iba delante gozaba
de la protección del G obier­
n o. . . A l reconocer a Prieto
a u to riza ro n el paso con unos
saludos tibios. A la salida de
la ca p ita l volvieron a p a ra r­
nos unas parejas de la G uar­
dia C ivil. A q u í no hubo salu­
dos. Largos cuchicheos nos in ­
fo rm a ba n de la p erplejidad en
que aquellos trico rn io s se de­
batían para a certar con su
"d e b e r". ¿Qué pasaba por
aquellas cabezas? Por fin ,
tras in q u ie ta n te espera en que
las pistolas esperaban a m a r­
tilla d a s y fu e ra de la fu nd a la
decisión de los civiles, fuim os
autorizados a seguir. Luego,
M a d rid , donde en las esferas
o ficia le s estaba ta n dorm ida
la in te lig e n cia que no habia,
por lo visto, a contecim iento
V IC T O R
A TIOS
SALAZAR.
capaz de despertarla. N i si­
q uiera el discurso de Goicoechea en el e n tie rro de Calvo
Sotelo; ni siquiera lo que se
d ijo en la reunión de la D ipu ­
tación
Perm anente
a quella
tarde.
Prieto era h um an ida d hecha
angustia.
A l día siguiente,
acom pañándole M an ue l A l­
bor y yo, fu é a ver al Presiden­
te del Consejo de M in istro s,
señor Casares Q uiroga. El Con­
sejo de M in is tro s se hallaba
reunido.
Prieto puso todo el
empeño de su convicción des­
esperada en convencer al Pre­
sidente de la urgencia de to ­
m ar medidas, de a rm a r en el
acto a las organizaciones po­
lítica s afectas al Gobierno, de
asegurar los m andos. . . C a­
sares Q uiroga, haciendo gala
de im pavidez,, no se dejó a fe c­
ta r. No pasaba nada. ¡Pero si
él tenía la p alabra de honor
de los generales c o n firm á n d o ­
le su lealtad a la R epública!
Todos los esfuerzos fueron
vanos y Prieto, a n iq u ila d o por
a qu ella to rp ísim a a c titu d , nun ­
cio de que la subversión a rm a ­
da en puertas nos h a lla ría
desapercibidos, se retiró.
Pocos m om entos después
tuvo Prieto la n o tic ia de que
la g u a rn ició n de A fric a esta­
ba sublevada. Encontró en el
hecho m otivos para regresar
de nuevo a la Presidencia del
Consejo de M in is tro s con sus
aprem ios. A ú n podían to m a r­
se m edidas salvadoras. . . El
im oávido gallego contestó des­
deñoso: "¿Pero cree usted que
van a v e n ir a hacernos la gue­
rra desde A fric a ? "
De nada
v a lió que Prieto le a d v irtie ra
que no era A fric a sólo, que la
sublevación tenía sus nidos en
M a d rid ta m b ién , en España
toda. Casares, como a rg um en ­
to de m ayor fuerza para no a r­
m ar a los republicanos, dió el
de que e llo m olestaría a los
generales aue habían com pro­
m etido su honor en perm ane­
cer fie le s al rég im e n. . .
M a lh u m o ra d o el Presidente
por las insistencias de Prieto,
a quien no cabía en la cabe­
za ta n ta s u p e rfic ia lid a d , d ijo ,
según supim os después, que
" s i Prieto volvía con sus re­
q u e rim ie ntos él d im itiría , por­
que así no se podía gober­
n a r. .
Y, sin duda espiando
el estupor que el suceso, por
él conocido desde hacia varias
horas, producía en sus com ­
pañeros de Consejo, cortó el
inocuo despacho de los m in is ­
tros, que resolvían asuntos ad­
m in is tra tiv o s de trá m ite , espe­
tándoles el n o tició n ; "¡ A b r e ­
vien ustedes, que está suble­
vada la g u a rn ició n de A f r i­
c a !"
Pocas horas después toda
España a rd ía . . .
-----------------A q uellos supuestos "c u e n ­
tos de m ie d o " fu eron luego
espantoso aquelarre; el "ru id o
de los ratones" dejó paso al
ruido más te m ib le de las des­
cargas de fu sile ría, de los ca­
ñonazos, de las bombas y de
los depósitos de m uniciones
que al e s ta lla r rom pieron
— ¡demasiado
ta rd e !—
los
tím panos más duros. La "m e ­
n opausia" no fue la de Prieto,
auien dió m ag nífico ejemplo
de serenidad, intelige ncia y
brío, sino la de aquellos pa­
quiderm os políticos c u y a s
glándulas resecas no habían
sum inistra do f u e r z a s para
más que para confeccionar o
rep etir unas frases tontas que
¡es dieran tra n q u ilid a d paro
seguir d urm ie nd o. . .
A hora Prieto, que no ha de­
jado de a c tu a r d uran te todos
estos años, en silencio y a g ri­
tos, con la plum a y con la pa­
labra, vuelve a subir los tonos
señalando el cam ino que pue­
de abrirnos con d ig nid ad las
puertas de la Patria... Muchos
han escuchado su voz y siguen
con entusiasm o su criterio;
pero la paquiderm ía político
rebulle desazonada y m iope, y
— ¿para seguir durm iendo?—ha inventado frases n u e v a s
algunas de ellas tan viles co-1'
mo bárbaras: el "entre gu ism o " de P rieto. . .
¿Hasta
cuándo?
é
*.
Semblanza de un correligionario...
(Viene de la Pág. 3)
A N U EN C IA DE LAS C A N C IL LE ­
RIA S A V U ESTR A PO SIC IO N
El penúltim o capítulo de esta
g lo sa corresponde a la situación
in ternacional. En esas e sfe ra s
—las de las can cillerías— n u e stra
posición halló eco. P rie to fu e reci­
bido, con todos los honores, don­
de no pudo p e n e tra r el G obierno y
donde tam poco pudo a b rirse paso
F ernando de los Ríos, p erso n ali­
dad noto riam en te internacional.
¿ P or qué ? Porque fo rm ab a p a rte
del Gobierno. Si P rie to h ubiera
pertenecido al G abinete, tam poco
h ab ría tenido acceso. El P artid o
pudo hacerse o ír en las cancille­
ría s n o rteam erican a, inglesa y
fran cesa. ¿Q ué se dijo en ellas?
Pues se dijo esto: que estab an de
acuerdo en absoluto con la posi­
ción del P a rtid o S ocialista y que
lo que hacía fa lta es que la s de­
m ás fu erzas o positoras a F ranco
re sp a ld a ra n n u e stra actitu d . ¿ E s­
tá claro ?
El P artid o S ocialista tiene una
posición que se v ería fu ertem en te
re fo rzad a si en torno a ella se
a g ru p a ra n las dem ás fu erzas opo­
sito ra s de F ranco. V isto el pano­
ram a internacional, a nadie se le
puede o c u rrir que los paises demó­
c ra ta s tra b a je n p o r ech ar a F ra n ­
co sin que nosotros hayam os fo r­
jado el in stru m en to capaz de
reem plazarle. Debemos o frecer la
seguridad de que E sp añ a no va a
seg u ir viviendo den tro de una lu­
cha e n tre dos m itades. Si alguien
cree que N o rteam érica o In g la te ­
r r a pueden d a r una orden p a ra que
F ranco caiga, e stá equivocado;
m ejor que se apee de la h ig u era
o que se quede en ella, si ese es
su gusto, pero sin m olestar a na­
die. H ay que d isg re g a r previam en­
te a las fu erzas que sostienen a
Franco. N osotros no somos aptos
p a ra esa labor. Cuando buscamos
la unión con elem entos del in terio r
es porque ellos sí pueden serlo.
E n el e x terio r, lo que nos toca h a­
cer, es p e rse v e ra r en n u estra con
ducta, p a ra que los países demó- ,
c ra ta s cum plan lo que han ofre
cido.
ESTAM OS LUCHANDO POR LA
R EPU B LIC A
T rifón no señaló plazos. Renun­
ció al ejem plo de alg u n a a lta in­
vestidura que, al despedirse aquí,
después de ráp id a visita, nos cita­
ra p a ra dentro de unos me$es, na­
da menos que en M adrid. Nos veía­
mos en trando precedidos de una
ch aranga. L a realidad es muy
o tra. H asta ahora sólo hemos con­
seguido colocar, como cabeza de
playa, en el Panteón E spañol, na­
da menos que toda una división.
N uestro com pañero, sin em bar­
go se siente m ás satisfecho que
nunca de las actividades desple­
gadas y de las esperanzas que esas
actividades pueden ofrecer. Desde
luego, adelantó una prom esa: no
nos detendrán las censuras acres
de unos y las indiferencias de otros
si podemos re a liz a r un excelente
servicio al país. Las negociaciones
van por buen cam ino; los negocia­
dores creen que podrán lleg ar a un
convenio dentro del m arco de los
acuerdos del Congreso de Toulou
se.
X X X
Y los acuerdos del Consejo de
Toulouse, decimos nosotros, son
dignos; podemos aceptarlos por
tales como s o c ia lis ta s ..., y como
españoles. La prenda republicana,
que nosoti’os no hemos repudiado,
sino abandonado tran sito riam en te,
la ve raíd a el mundo internacional,
aunque de cuando en vez se aven­
g a a d arla generoso zurcido. Que­
rem os una nueva, tam bién repu­
blicana. E n esa adquisición e sta­
mos em peñados y nadie nos dis­
tr a e rá de n u e stra ta re a , aunque
se nos m oteje de traid o res. E spa­
ña, en su día, d irá quiénes lo fue­
ron y quiénes no; acaso h aya un
tercer encasillado, el dedicado a
los e stú p id o s. . .
R E C U E R D O
ASTURIAS
A la espalda « i mar erizado
de cañones enemigos. La escua­
dra republicana, patrullaba el
trecho y las aguas azules del
Mediterráneo, pero el Cantábri­
co, bravio y verde, sentía herir
?us lomos por las proas de los
cruceros franquistas. Los n en ­
ies pueblecitos de la costa, se
estremecían bajo la artillería
facciosa desde el mar. Y los he­
roicos luchadores que ofrecían
sus pechos contra los mures de
los cuarteles sublevados, reci­
bían la lluvia de metralla que el
‘ 'Almirante Cervera” tocando
casi la costa, lanzaba sobre sus
cabezas en alivio de los rebeldes
sitiados en Zapadores y en Si­
mancas, dirigido por las emiso­
ras de estos.
Fresco y metralla del rumbo
Norte, en los calores de julio.
Por el Sur avanzaban las co­
lumnas de Castilla, contra la
Asturias indómita de siempre.
Hacia Oriente, los asturianos
defendían ya Irun, ccn Otero y
Dositeo, con San Martín y Ca­
sero, héroes en potencia muer­
tes después, por todas las pro­
vincias del Norte, en generosa
proyección de anhelos. Y del
Poniente montañoso y marino
que toca a Galicia, Coruña, Lu­
go, Orense y Pontevedra envia­
ban la inmensa legión de sus
tropas inagotables. Desde todas
las flechas de la rosa de los
vientos, hostiles horizontes sa­
cudían el heroísmo de Asturias,
aquel que más tarde cantara
Angel Lázaro, bardo gallego,
en el tono viril de su verso:
Una Provincia, una sola. . .
Una Provincia de España. . .
Y en casa, el caballo de Tro­
ya de Aranda, concentrado én
Oviedo, con les guardias civiles
de toda la región, el arsenal in­
agotable de la Fábrica de Ar­
mas y Gijón ardiendo en luchas
contra los regimientos suble­
vados.
Sólo la fe indomable en su
destino, el desprecio sereno y
abnegado por la vida ante el
ideal y sebre todo, la madurí­
sima formación política del so­
cialismo asturiano, fruto del es­
fuerzo prolongado de sus diri­
gentes, hicieron posible la ha aña homérica de Asturias en Ju­
lio.
Sobre las tumbas anónimas
de sus defensores, ondearon ya
en espíritu nuestras banderas
plo típico del dirigente asturia­
no de la cuenca minera. Bonifa­
cio Martín, de los precursores
del movimiento socialista, de la
vieja guardia de nuestro Parti­
do, cayó en octubre por lo mis­
mo que luchamos en julio.
En ellos, escogidos al azar, en
el calor de la improvisación,
queremos personificar a les mi­
les de socialistas caídos bajo el
cielo y sobre el suelo astures,
por la libertad y el pan de los
humildes, en este aniversario de
la gesta española, que alcanzó
en Asturias perfiles de epopeya.
El espejo
quebrado
COMO Q U IE N E S SOMOS
C U M P L IM O S P o r José D E LA R IB ER A .
en holocausto a los caídos. Para
ellos, la eterna recordación del
pensamiento liberal de nuestra
patria. Hoy queremos persona­
lizar en algunos de sus dirigen­
tes, muertos todos por la idea,
nuestro tributo de admiración
y de recuerdo.
Javier Bueno. .. el periodis­
ta vibrante y prístino, de prosa
con perfiles clásicos y alma de
caudillo medioeval. El que se
desprendiera por Asturias de la
plácida vida madrileña, para
prebar su temple toledano en
los martirios del 34 y los com­
bates del 36. Barba y sandalias
franciscanas, ‘‘Mono” azul como
sus ojos de bondad y colgante
en bandolera el fusil que aca­
llara su pluma. Graciano Antu­
fa, diputado minero, alma ab­
negada y bondadosa en su cor­
pachón gigante, siempre el pri­
mero en las luchas sociales. Per­
fecto González, callado, dedica­
do, creador y silencioso, ejem­
No es la p rim era vez —tam po­
co, seg u ram en te, s e rá la ú ltim a—
que los S ocialistas nos e n fre n ta ­
mos a situaciones altam en te difí­
ciles. P odríam os, de quererlo, geñ a la r decenas de ellas p a ra re fre s­
car la m ente de los desm em oria­
dos y la de los ig n o ran tes, que
de aquéllos y de ésto s e stá fo rm a ­
da la legión, m ás o menos e x tra n ­
je ra que, al presente, tr a ta de hun­
d ir su hacha en el robusto tronco
de n u estro P artid o . P o r lo que la
ad v ertencia pueda te n e r —p a ra
ellos, se entiende— de cortés cum ­
plim iento nos perm itim os reco rd ar­
les que la h e rra m ie n ta se les va a
m ellar en sus to rp es manos. E sto
en el m ejor de los casos, pues ta m ­
bién puede suceder, cosa ésta no
d esprovista de fundam ento, que se
les quiebre en sus to rp es movi­
m ientos y les h ie ra donde menos
puedan suponer, que a todo están
expuestos quienes esgrim en, con
m ás m aldad que to rp eza, la d elira ­
da arm a de dos filos. Nos re fe ri­
mos —nada nos cu esta hacer la
aclaración— a la doble cuchilla
que es por un lado la polémica y
por el o tro la acción. Todo esto
viene a cuento por la actitud di­
solvente que, dicho sea de paso,
EN
JULIO
encentram os lógica y ju stificad a
por p a rte de quienes la m antienen,
los com unistas españoles al servi­
cio de la política de Stalin, y por
la posición negativa en que se han
colocado los leg itim istas republi­
canos. Nos explicam os la actitud
de los com unistas y h asta donde
nes es posible la justificam os. Des­
pués de todo, ju sto es reconocer
que responden a una obligación
que v o lu n tariam ente se han im ­
puesto. Es la que consiste en se r­
vir los intereses que cum plen a
los m andatos que p arten del K rem ­
lin. De ahí nace n uestra repu g n an ­
cia a tr a ta r con seres ta n viles, y
n u e stra decisión inquebrantable de
com batirles —cosa no nueva por
cierto — en todos los terrenos. P a ­
ra lo que no encontram os ju s tifi­
cación ni explicación es p ara los
republicanos em peñados en m an­
te n e r una legitim idad inexistente
pese al ridículo empeño que ponen
en m antener en el exilio un Go­
bierno que no gobierna a nadie y
que no re p resen ta —evidente re a ­
lidad é sta — a nadie. Nos rem iti­
mos a los hechos, que son, m ás que
las palab ras, los que, en d efiniti­
va, cuentan. Y añadim os —no está
de m ás el hacerlo— que los rep u ­
blicanos que clam an por la leg iti­
midad y el Gobierno que dice en­
c a rn a rla son un estorbo en el ca­
mino que puede conducir a la so­
lución política del terrib le dram a
en que se desenvuelve E spaña ba­
jo la sa n g rien ta tira n ía fra n q u is­
ta . E sto rb o —lo direm os con toda
claridad p ara que la duda no sea
posible— que los Socialistas e sta ­
mos dispuestos a echar a un lado.
Desconocemos —queda reiterad a la
afirm ación— al Gobierno de la
República en el exilio. Los ataques
de que podamos ser objeto a v ir­
tud de n u estra afirm ación nos tie­
nen sin cuidado, sobre todo si pro­
ceden de los dim inutos sectores re ­
publicanos, paladines de la leg iti­
midad, m ás o menos auténticos.
Por el "m omento no nos interesa
polem izar en relación con este p a r­
ticu lar. En cuanto a autenticidad
R epublicana, los S ocialistas e sta ­
mos en condiciones de d a r leccio­
nes, en m anera alguna de recibir­
las de nadie. Nos respalda un pa­
sado y una conducta de más de
medio siglo de duración. N uestros
sentim ientos republicanos en nada
han variado. He aquí la razón fu n ­
dam en tal por la que no, tem em os a
ninguna prueba a que sea preciso
som eterse. Por o tras hemos p a sa ­
do y supim os cum plir en cada ca­
so como correspondía. Lo mismo
harem os en esta hora gravísim a
p a ra E spaña. Sabemos bien las
responsabilidades que contraem os.
Ni nos a su stan ni las rehusam os.
Las afro n tarem os, como hemos he­
cho en toda ocasión y momento,
sin titubeos. Que nadie espere des­
fallecim ientos de nu estra partes
que no han de producirse. El obje­
tiv o que nos hemos señalado está
claro. C onsiste en recuperar E spa­
ña p ara los españoles y hacer po­
sible la convivencia e n tre ellos,
d esterran d o de nu estra p atria, de
una- vez por todas, las luchas f r a ­
tricidas y los odios caínistas que la
han puesto al borde de su to tal ru i­
na m oral. De la económica no h a­
blam os porque ésta ya la ha con­
sum ado Franco. S alvar aquélla es
lo que, hoy por hoy, m ás nos u rg e
e im porta p ara que E spaña cuen­
te, como corresponde a su H isto ­
ria y a su cultura en el concierto
de los pueblos del mundo. A tentos
a e ste anhelo que es el de que por
encim a de todos los dem ás priva en
nuestros sentim ientos de Socialis­
ta s y en n uestra conciencia de es­
pañoles, seguirem os la ru ta que
nos hemos trazado. N u estra p ala­
bra está dada. Ella es la m ejor
g a ra n tía . Jam ás se nos ha podido
hacer por p arte de nadie ningún
reproche. Somos nosotros, en todo
caso, quienes podríam os, de que­
rerlo, form ularlos. Pero éste no es
nuestro propósito. En el servicio
que nuestro P artido está dispues­
to a p re s ta r a E spaña harem os co­
mo hicimos siem pre, cum plir como
quienes somos.
Convocatoria
El sábado, día 7 de
agosto, a las 7.30 de la
tarde, se celebrará Asam­
blea Ordinaria de esta .Ju­
ventud Socialista de Espa­
ña en el Exilio, Sección
México, con arreglo al si­
guiente
ORDEN DEL DIA:
l 9-— Lectura y aproba­
ción del Acta.
29— Lectura y aproba­
ción del Estado de ( 'lien­
tas.
3Ç— Altas y Bajas de
Afiliados.
4y— Gestión de la Jun­
ta Directiva.
59— Proposiciones de la
Junta Directiva.
6, ?-—Dimisión del Co­
mité.
7, J— Elección de Car­
gos.
8*?— P r e p o s i c i o ­
n e s de los Afiliados.
0Ç— Ruegos y Pregun­
tas.
Bu vista de la importan­
cia de ios asuntos que se
tratarán, rogamos a todos
los compañeros su asisten­
cia.
México, I). F., a 15 de
Julio de lí)48.— Félix Miguélez. Presidente ; Fer­
mín Zugazagoitia, Secre­
tario General.
D E L MOMENTO.
¡ ¡ E S T A
Convendrás, compañero lector, en que la facilita
que. le han hecho a “ Paco el del Pardo” sus amigos
norteamericanos, ha sido de las que dejan a uno per­
plejo por lo inesperada. Decididamente que para eso
no valía la pena estar dándoles toda clase de facili­
dades en el terreno comercial, ofrecimiento de bases
néreas para su tráfico civil, desplazamiento de dele­
gados bancarios y comerciales a New York, y toda
«*sa serie de coba fina que el falangismo español ha­
bía sacado del fondo de su arca para obsequiar a los
yankis.
Tan seguros se encontraban ya Franco y su co­
horte de que serían incluidos en el Plan Marshall,
que al conocer el acuerdo de la Cámara Estadouni­
dense por el que se le concedía el ingreso en dicho
P la n , li izo poco menos que recorrer a marchas forza­
das el camino de Puerta de Hierro al enviado especial
d e Mr. Truman quien, al parecer, había ido a visitarle
<£on el deseo de obtener de él una nueva traición
— ahora a su cohorte falangista— accediendo a dar
» España un régimen con unos átomos de pretendida
libertad.
N V E R DES...!!
Pero, hete aquí, (pie la mayoría de los países
europeos comprendidos en el Plan Marshall se es­
candalizan ante el hecho de tener que sentarse a la
misma mesa con quien de la traición hizo su lema y
escalera para la dictadura más oprobiosa que la his­
toria haya conocido, y ante el escándalo formado,
Mr. Taiman anuncia que se opondrá al acuerdo, y el
Senado Norteamericano lo echa por tierra. Y todo
esto en un plazo de tiempo tan reducido que no ha­
bían dado lugar ni a que los organismos oficiales or­
ganizaran las manifestaciones “ espontáneas” de jú­
bilo por la inclusión, ni a que el “ servicio de prensa”
pasara las correspondientes instrucciones a los pe­
riódicos para que suspendieran las alabanzas de
agradecimiento a los diputados norteamericanos por
sil generosidad hacia el “ caudillo”. Y así se dió el
caso de que cuando todo quedaba en agua de borra­
jas, los diarios madrileños se deshicieron en encomios
a tan generosos señores y aprovecharan de paso el
ambiente para meterse en forma despiadada para
quien como nuestro compañero Indalecio Prieto pe­
dia que España fuera incluida en el Plan Marshall,
Vida
y
obra
del
artesano
Pablo
Iglesias
_
_
_
Por JOSE RIAL.
.
El Partido
. . .D eciam os que el P artido So­
c ia lis ta Obrero Español es " lo Obra,»
in g e n te , de los que tr a b a ja n " . . . y
q u e "c o n tin u a b a la verdadera H is­
to r ia de España", que es, como la
de todos los países, la austera, del
fo n d o , anónim o e insobornable, del
a cervo n a cio n a l, que fo rm a n el es­
q u e le to del gran CUERPO H ISP A­
N IC O : de los que hacen en oposi­
c ió n a los que deshacen.
L a obra de Pablo Iglesias es eso:
U N A O R G A N IZ A C IO N D E M O ­
C R A T IC A F U N D A D A PARA LO­
G R A R , A TRAVES DE U N A EVO­
L U C IO N INCESANTE EN L A EDU­
C A C IO N DE LAS MASAS LABO ­
R IOSAS, L A T R A N S F O R M A C IO N
T O T A L DE LA V ID A ESPAÑOLA.
La p rá ctica del ta lle r, ja m a ra vi­
llosa s o lid a rid a d artesana, se hacía
o s í n o rm a p o lítica . Y como se a r­
m onizan voluntades y esfuerzos en
la obra m ecánica de cada día para
e l fin com ún de la jornada, así en
e l P a rtid o se d ifu n d ía en la prensa
y en el m itin , y en la te rtu lia , entre
ch arlas cordiales, el tem a p olítico
o social de cada instante. Y cuan­
do se elevaba a la A sam blea, ya
cada uno se había form ado, c la ra y
precisa, su "o p in ió n p e rs o n a l",
que se ve rtía en la urna con s u fvoto, tras de haber sido decantada
en esos alam b iqu es de las discusio­
nes apasionadas en las que cada
uno defendía su verdad, " la sa ya"...
Que, como todo lo que se hace a
la luz del día y se discute por y
ante la m u ltitu d sin consignas se­
cretas, sin m ónitas ni d iscip lin as
conventuales o carcelarias, sin re­
co no cim ien to ni a ca ta m ie n to a n in ­
gún género de jerarquías, es edu­
car en el más a lto sentido de la pa­
labra: educar p ra ctican do y fo r­
jando la vo lu n ta d y el cerebro de
cada hom bre, en esas discip lin as
que son, precisam ente, todo lo con­
tra rio de las otras férreas y to ta li­
tarias.
Y sólo en una cosa era Pablo
Iglesias, ta n fle x ib le , aceradam en­
te intra nsig en te: L A S A N T A IN ­
T R A N S IG E N C IA que se ha señala­
do en algunas ocasiones de su vida:
en el m a n te n im ie n to de todo eso...
Y así se fueron fo rm a n d o esos
grupos, esas masas, en las que ca­
da uno era sólo uno, pero nunca un
cero; porque cada socialista m an ­
tenía su personalidad en la colec­
tivid a d , y se destacaba de e lla en su
instante con su o p in ió n ; porque ca­
da uno defendía su verdad siempre
encam inada al bien com ún, que
"no era sólo el de su clase; que no
era el concepto, mezquino, del obre­
ro manual, o del sindicado; sino
que plasmaba la otra concepción,
infinitam ente más alta, del Hom­
bre — porque el Partido estaba sa­
turado de Humanismo— o del Es­
pañol . .
El español
O del e sp a ñ o l. . . en su lib ro so­
bre Iglesias, se leen estas palabras
de Ju liá n Z u g a za g o itia , uno de ios
grandes valores hispanos d e s tru i­
dos por Franco, que han dado a la
bandera del P artido la sangre ge­
nerosa que ha de te ñ irla el día de
su a lborada tr iu n fa l: Se decía que,
para significarse, los socialistas
violentaban su naturaleza de espa­
ñoles, negándose a reconocer la
belleza (?) de las corridas de toros,
y la chulapería castiza del pueblo
madrileño fomentada desde arriba
en lo que tenía de más bárbaro y
despreciable. Los socialistas lo que
se proponían era acabar con el cas­
ticismo mugriento y con la chula­
pería matonesca y tabernaria de
las clases populares. Y por diferen­
tes caminos hobían venido a coin­
cidir con otra suerte de españoles:
los que adquirían doctrina y con­
ducta en las charlas de Don Fran­
cisco Giner de los Ríos, partidario
también de una política de agua
corriente, jabón y estropajo, que
adecentase la vida española y, en
particular, la m ad rileñ a. . .
De
aquí que Iglesias pudiera repetir la
frase del gran pedagogo: "SI SE­
ÑOR: C A DA D IA M AS REBELDE
Y CON LA C A M IS A M AS L IM ­
P IA ". Y el mismo Pío Baroja, a pe­
sar de su odio anarquizante al or­
den socialista, hubo de exclamar
años después: "una de las cosas
más importantes que ha conseguido
el socialismo, en M adrid, ha sido
extirpar la chulapería del pobre".
O del Español, repetim os, que
conviene a h in c a r esta o tra m anera
de ser del español ahora, y en es­
tas y otras porciones expancidad
del solar hispano en las que aún se
m antiene la falsa estam pa de pan­
dereta del "c a s tic is m o ".
Pablo Iglesias, a través de la ex­
p eriencia, y tras los años mozos
siem pre exaltados, aun en los te m ­
peram entos más reflexivos, — el
e xplotado, el h uérfano, el artesa­
no, el hom bre— , fue sintiéndose,
ta m b ié n , el e s p a ñ o l. . . supo e sti­
m ar esta nueva categoría que en
nada dism inu ía ni coartaba las
o tra s . . . Que por algo su Obra se
llam a EL PA R TID O S O C IALISTA
OBRERO ESPAÑOI-----(P a s a a la pág. 13)
cuando España y no la pandilla que la desgobierna,
fuera la que aprovechara sus ventajas para salir de
la crisis en que el falangismo la tiene sumida.
Ante el fracaso sufrido, vino un aluvión de de­
claraciones de los personajes más prominentes del
régimen, dando a conocer a los cuatro vientos la se­
rie de cosas y proyectos — más de esto que de lo
otro— que el falangismo había dado a E s p a ñ a
quien se encontraba en condiciones de despreciar
ayudas extrahjeras que — decían ellos— al fin y al
t abo siempre sería a cambio de una serie de conce­
siones que eil fin de cuentas constituirían una hipo­
teca para la Nación. La campaña ha sido de tal in­
tensidad y sits crónicas en los periódicos extranjeros
han sido de tal profusión que suponemos que el fa­
moso “ fondo de reptiles de Gobernación” haya que­
dado exhausto al tener que corresponder con tanto
periodista de “ a tanto la línea”, pero cuya campaña
ha servido para que incluso los menos versados en
cuestiones de política hayan tenido que pensar en
que los falangistas se encontraban en la misma situa­
ción de la zoiTa de la fábula que al no poder alcanzar
las suculentas uvas que a sus ojos se ofrecían, hubo
de alejarse diciéndose plena de melancolía “ están
verdes. . .
No contentos con los argumentos expuestos en
profusión por los articulistas a sueldo, — más bien a
destajo— el Ministro de Industria y Comercio
— Suances— ha hecho unas declaraciones al corres­
ponsal de la I. N. S. en las que se contienen toda una
serie de razones en las que él se basa para mirar el
futuro de España, lleno de esperanza.
Prolijo sería, — y conste que no nos faltan datos
para ello— el refutar con plenitud de argumento»
exactos cada uno de los que como base de su esperan­
za ha expuesto el que tiene a su cargo el Ministerio
de la Calle Serrano en el desgobierno falangista.
Por hoy, nos limitaremos a comentar solamente el
que con el número dos se ha designado en las decla­
raciones al corresponsal aludido.
Se trata de LOS CIEN MILLONES DE DOLA­
RES QUE ESPERA RfeCTBIR DE LOS ESPAÑO­
LES Y PERSONAS AMtGAS RESIDENTES FUE­
RA DE ESPAÑA. De estós deseos falangistas ya te­
níamos noticias por la publicación que ha hecho la
prensa del Decreto por el chai se lanza este emprés­
tito, libre de impuestos y destinado a obtener divisas
dólares que, administrados por el Centro Oficial de
Contratación de Moneda, han de destinarse a acre­
centar las muy mermadas posibilidades adquisitivas
de que dispone el gobierno falangista.
Ignoramos la cantidad y calidad de los amigos
que los falangistas españoles poseen en el exterior,
pero dada la condición de su régimen nos aventura­
mos a creer, que, al disponer de dólares, se trata de
gentes perfectamente afincadas en el terreno de la
burguesía y por lo tanto muy difíciles de arrancar
en sus capitales en tanto no sean préstamos cou bue­
na garantía y crecido interés.
Pero en lo que sí estamos plenamente seguros de
su fracaso — aunque la prensa a sueldo no tarde mu­
cho tiempo en darnos a conocer el “ fantástico resul­
tado de la operación”— es en cuanto se refiere a los
españoles residentes fuera de España. Españoles fue­
ra de España, los hay de dos clases : los que por su
lucha por la libertad hubieron de abandonar el suelo
patrio, y los que por falta de medios con (pie ganarse
la vida en su país, hubieron de buscar extranjeras
tierras en las que por unos u otros medios pudieran
ganarse el pan. Entre los primeros, inútil decir que
el resultado ha de ser “ verdaderamente fantástico”.
De entre los residentes — gachupines como por aquí
los llaman— creemos que fieles a su falangismo lian
de preferir colocar su dinerito en dólares en España,
pero por medio de la bolsa negra de Tanger que, pa­
trocinada oficiosamente por los falangistas, se en­
carga de situar sus capitales con buenos cambios.
Y, lamentablemente para los Suances y demás
secuaces, veremos que su confianza se tom a en com­
pleto fracaso para tener que decir de nuevo la mis­
ma frase que cuando su fracaso anterior en el deseo
de adquirir dólares: “ ¡ESTAN V E R D E S ...!”.
LA CUESTION ESPAÑOLA
>
La guerra en­
tre árabes y ju­
díos que sin ser
guerra c i v i l ,
t i e n e tantos
puntos de con­
tacto c o ñ la
nuestra, ha postergado nuevamente a
segundo plano la “ cuestión española”.
Ultimamente las bambalinas del guiñol
internacional, se movieron al impulso
del remolino producido por las discu­
siones habidas entre las diferentes po­
tencias favorecidas por el Plan Mars­
hall. La negativa de que España fuese
una más a disfrutar de los sabrosos pro­
ductos de América, removió las aguas
de esa “ ciénaga” que ya es costumbre
denominar como la “ cuestión españo­
la”, más no llegaron ni a enturbiarse las
aguas, porque el sucio lodo de sus pro­
fundidades permaneció quieto, en repo­
so, impasible ; que no fue tanta la marej ida como para quebrantar su sedenta­
rio vivir y así, en cuanto las Naciones
que acudieron a la HORA DE LA RE­
BATIÑA quedaron ahitas, si no de vi­
vires, sí de promesas, dejaron tranqui­
las a España satisfechas todas ellas de
pxier contar con una parte más en el
reparto. Y la “ ciénaga” volvió a ser el
apacible remanso donde unos cisnes de
epopeya romántica pero inútil, siguen
languideciendo y entreteniendo sus
oc os en narrar a sus pequeños retoños
y hasta también a alguna ave pasajera
qve se acerca, las épocas pasadas de su
prosperidad y grandeza.
Dicen los británicos: “ España es ca­
beza de puente para los EE.UU.”. Pero
por su parte Inglaterra se cuida de que
no le falten productos esenciales piara
su bienestar y que sólo en España pue­
de encontrar. El precio que fija el abas­
tecedor es el de que la “ Home Fleet”
no remueva con sus hélices, la “ ciéna­
ga” de la “ cuestión española”.
Al transcurrir de los días, periódica­
mente, y cual válvula de escape de las
conciencias democráticas oprimidas por
el insaciable egoísmo, surge un vehe­
mente deseo de reintegración al orden
y a la justicia democrática : la libertad
de los pueblos, promesa que no pasa de
eso, de ser una promesa más y que cum­
ple su .misión de llevar la esperanza a
los que todavía creen que hay, fuera de
casa, quienes se interesen por cuanto
somos y representamos.
El mundo capitalista se defiende y
hay que confesar, a juzgar por los re­
sultados, que se defiende bien.
Nosotros, quiérase o no, eramos la
legalidad, legalidad tan inmaculada co­
mo la de ese ejemplo de solemne ritua­
lismo que es la Gran Bretaña y desde
luego mucho más diáfana que la de
cualquier otro país. Un servidor del Es­
tado a cuyo sistema de Gobierno había
jurado fidelidad y cuya misión era de­
fenderlo contra toda agresión exterior
o interior, faltando a su juramento e
incurriendo en delito perfectamente de­
finido y sancionado por los Códigos or­
dinarios, Códigos más viejos que el pro­
pio infractor, se alza en armas centra
los poderes constituidos y auxiliado por
los gobiernos de otras naciones, triunfa
y arrastra por los pueblos de España a
la legalidad, colgando a sus defensores
el sanbenito de la rebelión. Pero esas
leyes que sucumbieron al peso del es­
padón, defendían transitoriamente, un
estado de cosas perfectamente legal,
pero no grato a la plutocracia y al ca­
pitalismo internacional, quien presen­
ció complacido como los “ gangsters”,
vencían a los “ G-men” (por primera
vez Hollywood tolera el triunfo del cri­
men).
Si por un momento trocamos la ora­
ción por pasiva, siendo fuerzas de iz­
quierda las que acorralaran a una lega­
lidad protectora de intereses capitalis­
tas ¡ ah !, entonces sí, entonces sí hubié­
semos visto reproducirse otra Santa
Alianza con “ jeeps” y aviones cohete
para impedir el derrumbamiento de una
legalidad cuya caída, hubiera hecho me­
lla en la cadena forjada por la expan­
sión capitalista.
Tal fenómeno ocurre, no precisamen­
te porque haya dos legalidades, sería
absurdo ; la Ley es sólo una, hay diver­
sidad entre los que la acatan siempre
por dura que sea (dura lex sed lex) y
aquellos a quienes les duele que la lega­
lidad, en manos siempre de las clases
dominantes, pueda pasar alguna vez a
la dominada y para los que así piensan,
en cuanto esto ocurre, en cuanto la Ley
no es ejercitada por unos cuantos gene­
rales, otros tantos obispos y un puñado
de señorones, ya no es legalidad, es con­
vulsión, como ellos llaman a un cambio
de poderes, perfectamente legal y con­
secuencia directa del desarrollo de la
civilización.
Ellos tienen su legalidad propia, co­
mo tienen su pijama, legalidad para
andar por casa y se les hace feo que un
obrero use también pijama.
Por ello no es raro, que en ocasión en
que representando al Sindicato de
Obreros Portuarios, obtuve el procesa­
miento del Ingeniero Jefe de las Obras
del Puerto de Castellón, quien se dedi­
caba a construirse una hermosa Villa
en las Playas de Benicasim con los ma­
teriales que debiera emplear en las re­
feridas obras de carácter público, el
Presidente de la Audiencia, hombre ar­
caico y tan chapado a la antigua que
tan solo reconocía a Pessina como auto­
ridad en materia penal, me llamase pa­
Por J
CASTELLÓ
TARREGA
ra espetarme de buenas a primeras:
*‘Pero querido Castelló, cómo es posible
que se siente en el banquillo un Inge­
niero”. Así, por eso, porque ellos pre­
tendieron siempre y siguen pretendien­
do que la Ley es privativa de las clases
dominantes para sojuzgar mejor a las
dominadas. Por eso también, el delito
de rebelión en el que incurrieron Fran­
co y sus secuaces, se trueca en movi­
miento salvador y la defensa que nos­
otros hicimos de las Instituciones, cons­
tituye para todos ellos, para los “ pro­
pietarios” de la Ley, un crimen de lesa
patria que miles de españoles pagaron
con la vida, otros tantos miles llenan
todavía las cárceles del franquismo y
muchos miles más llevamos consumidos
ya cerca de diez años de forzoso exilio^
podiendo darnos por muy satisfechos
los que tras de peregrinar de la Ceca a
la Meca vinimos a dar en estas tierras
hospitalarias por tradición y nobles por
temperamento y en donde jamás llegó
a nuestros oídos aquella inquisidora de­
manda: “ Les papiers”.
REMEMORANDO
Por M A R IA TERESA.
Ju lio encierra en sus días una fecha
de recogim iento para los españoles. Los
que dispersos por el m undo, nos consu­
m im os de nostalgia por la p a tria lejana,
nos sentim os trasplantados en esta re­
m em branza del pasado, a lugares que­
ridos que guardan toda una época de
nuestra vida. Cada p ro vin cia, cada v illa
o pueblo de los que integ ra n nuestra na­
cion alida d , ocupan estos días el pensa­
m iento de sus hijos desperdigados por la
inm ensidad terráquea, prestos a conm e­
m orar un 18 de ju lio más. Los míos van
para A s tu ria s con sus verdes prados y
m inas penumbrosas. A llí en un rincón
de los valles m ineros, tra n s c u rrió m i
existencia en esas fases ta n interesan­
tes como son la niñez y la juventud. Y
en este reverdecer del recuerdo parece
que vuelvo a v iv ir aquellos instantes ton
plenos de estampas y detalles emotivos.
C ontem plo la Casa del Pueblo con sus
rojos la d rillo s y grandes ventanales pa­
reciendo c o n firm a r con su aspecto la le­
yenda que corría sobre su origen monás­
tico. En sus salones buscaba el m inero
descanso y expansión después de la d u ­
ra jornada. Jóvenes y viejos, aquéllos con
la vehem encia de la m ocedad y éstos
con la m adurez de la experiencia, discu­
tían y com entaban los acontecim ientos
siem pre en un am biente de cam arade­
ría y respeto. Unas veces era la suavidad
expresiva de H ig in io M oral la que d o m i­
naba, otras la voz explosiva de A velm o
“ P in tarrue qu es" o la estridente y ner­
viosa de Otero. Y así tarde a tarde, en
aquella convivencia d ia ria de apacible
bregar por el Socialismo, se iba fo rja n d o
nuestro espíritu y a d q uirie nd o más con­
sistencia nbestros sentim ientos.
Pero vino octubre de 1934 y en el tor-
b ellin o de sus violentas jornadas quedó
truncada aquella tra n q u ilid a d que me­
todizaba nuestras actividades. Conservo
ta l im presión de aquellos acontecim ien­
tos, que hoy, a pesar de haber tran scu ­
rrido ya 14 años, acuden a m i im a gin a ­
ción con p erfile s clarísim os y lucidez ex­
tra o rd in a ria . M a g n ífic o el tem ple de
nuestros luchadores en el fra g o r de la
lucha, pero grande y sublim e en los ins­
tantes de s u frir la represión cruenta y
dolorosa. La Casa del Pueblo, albergue
por tantos años de aquellas inquietudes
revolucionarias, se co nvirtió , como una
ironía del Destino, en escenario de la
crueldad fascista. A sturias toda su frió
entonces lo que pudiéram os denom inar
prólogo de la tragedia posterior. No vo l­
vió la tra n q u ilid a d a sus laboriosos cam ­
pos ni a sus ciudades alegres e ind ustrio ­
sas. Un m anto de desventura la cubre
desde entonces y en la pro fun d id ad de
su desgracia y la grandeza de su sacri­
fic io , se yergue a ltiv a y orgullosa del
heroísmo de sus hijos. j
18 de Julio, que presenciaste aquel
resurgir de un pueblo recién salido de
una prueba durísim a, ¡cómo se conm ue­
ve mi corazón al in flu jo de ’ tu recuerdo!
En las páginas de tu efem èride queda­
rán m arcados con sangre muchos nom ­
bres gloriosos, con esa g lo ria que da el
o fre n d a r generosamente la vida en aras
de un ideal puram ente sentido. De aque­
lla generación m ag nífica que com partió
conm igo la exaltación de los años mo­
zos, ya no queda casi nadie. Pero al re­
m em orar hoy los tiempos idos, todos ellos
adquieren vida en mi im aginación, re­
m oviendo mis emociones y haciéndom e
sentir de nuevo la satisfacción de aque­
llas tardes de mi p u e b lo m inero.
POR
F E L IX
M IG U E L E Z
'V V U V V W V W V W W W dV V ^JV .
POR
L U IS
ROCA
DE
ALBORNOZ
2W JW J
PO R M A N U E L ALBAR
La Posición del Partido
l· V A W
U V r V ^ V W
Estamos vi­
viendo días de
extraordi­
n a r i a impor­
tancia p a r a
nuestro Parti­
do y para Es­
paña. A h or a
más que
nunca hace faljta úna gran
Iserenidad para
enjuiciar con­
ductas, aquilatar principios y
observar posiciones. Los acuer­
dos del último . Congreso del
Partido Socialista Obrero Es­
pañol en Toulousse. han sido la
levadura que ha levantado del
sopor estúpido del “ callejón
sin salida”, la opinión política
de la emigración. La posición
AL TOM AR CONTACTO
MI PRIMER
ARTICÜIO
P o r E m iliano M ARCOS.
E n to d as las épocas de la h isto ­
ria , siem pre han tenido todos los
hum anos, m om entos ta n sublim es
en la- vida que es im posible d e ja r­
los olvidados al a zar. Si m irá se ­
mos a trá s , veríam os como cada
uno de nosotros recordaríam os esos
m om entos dignos de llam arse su ­
blim es, porque en ellos es cuando
se decide un algo.
U n ejem plo de ellos sin igual,
es el espontáneo y fervoroso g ri­
to de libertad que dieron todos los
jóvenes socialistas , de E sp añ a y
los que sin serlo, ya ten ían su ca­
m ino p reparado p a ra e n tra r en
ta n gran d e organización. ¿N o es
un m om ento sin p aran g ó n este de
n u e stra vida y de n u e stra E spaña
el le v an tarse a rep eler al tra id o r
F ranco en la fecha del 19 de julio
de 1936?
D udarlo sería d en ig ran te, pero
olvidarlo sería m ás d en ig ran te
aún. E s por esto que e n tre la emi­
g ració n , ya suena m uy poco esa
fech a ta n gloriosa que por sí sola
se b o rra ría , si no fu e ra que los jó ­
venes socialistas siem pre están
alim entando en esa fech a el re ­
cuerdo de la m ism a con nuevos h á ­
litos de nuevos corazones, socialis­
tas.
E stos m om entos sublim es de la
vida, no debemos olvidarlos nun­
ca porque son como o tros a n te rio ­
res los que m arcaron la p a u ta a
seg u ir de n u estra organización ju­
venil y por ser así deberíam os de
can ta rlo s como lo hicieron todos
los poetas del m undo, como Goethe
en la* Revolución fran cesa que di­
jo, cuando m archaba con los ejércitos m onárquicos en d e rro ta : “ EN
E S T E SITIO Y EN E STE DIA COM IENZA UNA N UEVA ERA EN
LA' H ISTO R IA DEL M UNDO*’.
Al igual que él, nosotros tam ­
bién celebram os la fecha del 19 de
julio de 1936, que m arca una nue
va e ra en n u e stra h isto ria, cuyo
final em pieza y a a vislum brarse.
Con el recuerdo de e sta fecha
qu aún p erdura, he decidido milita r en las fila s del SOCIALISMO
español, de tan recia solidez en la
dem ocracia univ ersal, p a ra p a te n ­
tiz a r mi adhesión con su p ro g ra ­
m a glorioso.
México, D. F-, julio 19 de 1948.
^ V in / V W
A V W
W
·W
U >J V l V V V lA W
tic* los Partidos Republicanos,
cerrados a cal y canto a una in­
transigencia republicana — que
hubiéramos de reputar acerta­
da si existiera el menor atisbo
de solución al problema espa­
ñol— ; la violencia clásica del
Partido Comunista y sus alia­
dos más o menos conscientes de
la España Combatiente, en ple­
no torneo de aplicación de ad­
jetivos malsonantes e injurio­
sos contra nuestros hombres re­
presentativos ; la nebulosa posi­
ción de los Partidos Monárqui­
cos empeñados en llevar las
aguas a su molino y reaecios a
toda concesión que signifique
compromiso público con las iz­
quierdas, constituyen una serie
de factores en el momento ac­
tual que se han de examinar
ton desapasionamiento y obje­
tividad tal que nos obliga a mi­
nucioso examen de conciencia
y a medir las palabras para que
éstas sean vínculo exacto de
nuestro pensamiento.
Nuestro Partido es a la hora
actual, según los intransigentes
dé izquierda, un Partido entreguista. ¿Entreguista de qué?
¿Qué tenemos nosotros que en­
tregar? ¿Serán acaso nuestros
principios de lucha por la
emancipación obrera? ¿Acaso
nunca, en ningún Partido So­
cialista del mundo se ha creído
que únicamente en régimen re­
publicano podemos desarrollar
nuestras actividades? ¿La Re­
pública, entonces, a la que di­
mos todo nuestro calor, nuestro
apoyo y nuestra sangre? ¿Aca­
so la guardamos en un arca se­
creta, cerrada con siete llaves
para poder entregarla? La ba­
se de la argumentación es total­
mente falsa, porque no hay tal
República como tampoco hay
tal monarquía. Lo único real,
lacerante, amargo, es que hay
una España franquista, enemi­
ga de la libertad y de la cierno^
cracia, concupiscente y aislada
— apartada del concierto de los
pueolos— ; una España que no
conoce sino las prisiones y la
persecución para cuantos pien­
san por cuenta propia, una Es­
paña hundida en la abyección
r ás monstruosa y camino in. defectible de una ruina tal que
suponga pesada hipoteca para
venideras generaciones. Con
esto es con lo que hay que aca­
bar, si podemos acabar. Y visto
está que ni los discursos más in­
flamados, ni galardones rim­
bombantes en torno a la nueva
Orden de Liberación de España,
genial creación del actual Go­
bierno del Sr. Albornoz, ni to­
das las idas y venidas de nuestros amigos los republicanos
conducen a nada positivo. Lo
triste es que ellos son los prime­
ros convencidos de su fracaso.
Es preciso pues ensayar una
nueva posibilidad. La convi­
vencia v el acuerdo de cuantos
A V V W
V V W
V M
V V ^ V % V J
quieren luchar con el franquis­
mo. ¿Podremos lograrla repi­
tiendo el cuento del portugués
del pozo? En política cuenta la
realidad. A ella debemos atener­
nos. Logremos primero consti­
tuir una garantía de que el fi­
nal de Franco no significará de
nuevo caos, guerra civil, odios
permanentes. Unicamente así
nos escucharán.
Lograr este acuerdo, serena­
mente meditado, no significa
fulminante eambio de poderes
en España. Franco se defende­
rá y habrá que ponerle el cas­
cabel al gato. Pero lograremos
hacer cada día más fuerte el
aislamiento que ha de ahogar­
lo, daremos las condiciones ne­
cesarias para que el régimen
franquista no pueda explotar
la miseria de España. Y la ayu­
da retórica, fría, indiferente de
las Naciones Unidas habrá de
cambiar por un apoyo efectivo,
positivo para la solución del
problema español.
En esta confianza y por esta
senda de amargura si queréis,
camina el Partido a la hora ac­
tual. Con el respaldo unánime
de todos sus afiliados — fuerza
mayoritaria en la emigración—
con el asenso consciente de
fuertes núcleos del sindicalis­
mo y el republicanismo espa­
ñol, con la simpatía de todo el
mundo democrático que desea
el buen logro de nuestras ges­
tiones. Y con la posible inteli­
gencia del sector monárquico y
las fuerzas de derecha que no
están directamente responsabi­
lizadas en la gestión funesta de
Franco.
Ni renunciamos a nuestro
republicanismo — en el caso
concreto de España el socialis­
mo organizado ha sido siempre
republicano— , ni somos parti­
darios de la Monarquía. Hay un
signo que a la hora actual debe
unir a todos los hombres de
buena voluntad, a todos los es­
pañoles sinceros, a todas las
conciencias honradas : el Antirranquismo.
Unir todas las fuerzas posioles en su contra, es la misión
del momento. Y para orgullo
nuestro y ejemplo de entereza
política es al Partido Socialis­
ta Obrero Español a quien cabe
el honor de iniciar esta nueva
sonda, única posible para lle­
varnos a buen fin.
Las seis letras sonoras del
nombre de España — como en
una ocasión decía I). Manuel
Ázaña— restallan en nuestra
alma y acogen a su vez las pa­
labras humanas y desapasio­
nadas del ilustre republicano:
“ Paz, Piedad, Perdón”.
La Infar i sin Castigo
.W JW W JW A V "
A pesar de las prue­
bas, muchas y te ­
rribles, que el so­
cialismo y la masa
obrera han tenido
que afrontar des­
de que en la con­
ciencia del prole­
tariado arraigó un
claro
sentimiento
de clase que plas­
mó en la creación
de la I Internacio­
nal, todavía la so­
lidaridad universal
de los trabajado­
res tiene más de
mito que de reali­
dad. Durante mu­
chos años los so­
cialistas estuvimos
alimentando la ilu­
sión de que esa
solidaridad era a l­
go efectivo y tan ­
gible. El desenga­
ño vino cuando, al
producirse la gue­
rra de 1914 y vo­
tar en los respectivos Parlamentos los créditos núUtare
rompió la unidad internacional del Socialismo. Yo no so
los que se sorprenden demasiado con ese fracaso. Proba
mente el hecho volverá a repetirse tantas veces como el c
bélico convoque al combate, independientemente de que
diputados socialistas voten o dejen de votar los presupui
de guerra. Y lo que ese fracaso demuestra, por otra portt
hasta qué punto la afirmación de que los trabajadores no
nen patria está lejos de ser axiomática. Todas las exhe
ciones pacifistas se esfuman ante la presencia de un ejéi
invasor, sin que, una vez lanzados a la pelea, sea fácil
minar cuál lo es y cuál deja de serlo o qué guerra es injusi
cuál no. El sentimiento beligerante no admite razones
único remedio que cabe contra la psicosis de la guerra,
hace al hombre lobo del hombre, es el de evitarlas todas,
eso no parece hacedero todavía, sin que al Socialismo le
pa en ello sino una culpa muy relativa, si es que le cabe <
na. Lo milagroso sería que el Socialismo pudiera impedí*
guerras en una sociedad dominada por un capitalismo qu
genera por su propia naturaleza
Pero si a la acción internacional sociolista y obrer
se le pueden reclamar imposibles, sí se le puede pedir
cumpla aquellos fines que constituyen su fundamento *
tán al alcance de sus recursos. Por ejemplo, una estr
unión en defensa de la democracia y de las libertades
cíales en todos los países, movilizando para ello todos loi
dios de coacción que la organización internacional, adi
a una tarea común y concreta, puede poner en juego.
que no estoy descubriendo nada nuevo. Pero sé también
esa poderosa palanca no ha sido utilizada hasta ahora o
sido con toles restricciones y temores que le quitaban
eficacia. La demostración más evidente y dolorosa es
España. ¿Qué es lo que la solidaridad internacional hizc
nosotros? Si se descuenta el esfuerzo, verdaderamente
nífico y sin parigual — a pesar de la vociferante propag
comunista— realizado por ambas Internacionales, la £
lista y la Sindical, para enviar a España víveres, medie
ropas, etc., en el orden político nada o casi nada. Se tol
farsa de la No Intervención y se asistió a nuestra derrote
una fría indiferencia apenas disimulada con unas cu
protestas de amistad que, desgraciadamente, no sirven
ganar batallas.
y V W
W
J V U V .V V V W
JV V M
W
A f lr t V V W
A r jV W
U V V W
Luego fue peor.
La solidaridad in­
ternacional no su­
po evitar, forzan­
do a los gobiernos
para que nos abrie
ran las puertas de
sus países respec­
tivos, hostilmente
cerradas, casi sin
excepción, el es­
pectáculo bochor­
noso de los cam­
pos de concentra­
ción, donde el he­
roísmo, después de
batirse casi iner­
me contra los ejérc i tos totalitarios,
hubo de batirse,
más i n d e f e nso
aún, contra el ejér­
cito de los piojos.
M a l tema para un
canto de Homero,
aunque muchos de
aquellos soldados
andrajosos no tu­
vieran nada que
envidiarle a Aquiles. *
’
¿Y ahora? Tres años hace que la democrocia, triunfanatravesó con su espada y le puso el pie encima al dragón
litario. Pero los republicanos españoles seguimos disperpor el mundo clamando por una justicia que nadie nos
En ocho o nueve países de Europa gobiernan, salas o en
ición, los socialistas. En los restantes, excepción hecha
aquellos que cayeron bajo la órbita siniestra del stalinisdonde la democracia ha sido ejecutada en garrote vil, a
jr costumbre de un buen comunista, hay gobiernos de mo­
as. ¿Por qué continúa Franco en el poder? Esa pregunta
ta, maltrecha, en la insensibilidad de un mundo sin alm a,
el socialismo internacional, la clase obrera organizada
ei^ obligados a darle respuesta con algo más que declam­
es platónicas, fugaces e inconsistentes como el viento.
« frota ya de nuestro particular interés de españoles, sino
interés vital del socialismo mismo, llamado a restablecer
ignidad moral, el respeto a la existencia humana, las ca­
rias espirituales que el socialismo simboliza hoy, como
día las simbolizó el cristianismo, y sin las cuales la vida
ce de sal. Y el interés del socialismo es, por definición,
ménico, como todos los grandes movimientos de la HistoLos victorias o las adversidades socialistas ti obreras de un
repercuten en todos los demás. La derrota de junio de
8 en París influyó desmoralizadoramente sobre el socia0 europeo; el aplastamiento de la Commune en maye de
1 fue una catástrofe para el proletariado internacional;
utal represión zarista de 1905 abatió el entusiasmo -revoonario del mundo entero; los triunfos del fascismo en Itaín Alemania, en Austria y en España estuvieron a punto
acabar por muchos años con el socialismo, la libertad y
emocrocia en toda Europa, y acaso en todo el mundo,
¿sito que se hubiera logrado, casi con obsoluta certeza,
paña no hubiera reencarnado, una vez más, la santo Io­
de Don Quijote. Y a la inversa: toda victoria liberal o
alista ha extendido su eco y sus efectos hocia los cuatro
ros cardinales. Repitamos nuestra pregunta: ¿Por qué, en­
es, España sigue siendo un islote totalitario en medio de
Europa demócrata y semisooalista? Esperemos que el sorno internacional, hoy en vigoroso proceso de recuperay crecimiento, nos dé contestación con sus obras, porque
Palabras no bastan para consolarnos de la agonía de los
i ni de la ausencia de los muertos, cuyo recuerdo se agoii la memoria y mueve el corazón en estos días en que se
píen doce años de la infam ia.
TIRIOS y TROYANOS
v Hay en la
/ t e r m i n o 1 oA g í a popular
jde México una
frase
gráfica,
icón la cual el
^ pueblo designa
/irónicam ente la
^
■ i m p o s i b i 1 id a d de la
elección: “ No hay más que dos
sopas y la de arroz. . . ya se
acabó”.
Graduadas las distancias y la
escasez de arroz, la única sopa
que el comunismo checo dejó a
elegir a los ciudadanos de los
antiguos reinos de Bohemia fue
la pocoagradable sopa de le­
trasde la candidatura única
pro-soviética. La nación que
diera al mundo el ejemplo mag­
nífico de tolerancia y conviven­
cia, acaba de apurar, tras la te­
rrible experiencia del terror
nazi, el cáliz de su amargura al
ver sus libertades pisoteadas
por la camarilla comunista de
turno, amparada en la sombra
amenazante del cercano oso
moscovita.
ral de Benes. Si su dolor ante
el abandono frente Hitler pri­
mero y frente a Stalin después,
por parte de las democracias, lo
pudo llevar a adoptar una polí­
tica ecléctica, que miraba a
Oriente aún sonriendo hacia
Occidente, su fina sensibilidad
liberal había de expresar con­
tundentemente su alergia a los
procedimientos sovietizantes. Y
así como dimitió ante la ver­
güenza de la invasión súdete
por los nazis, clara consecuen­
cia del Munich franco-inglés,
por segunda vez en su vida polí­
tica ha roto su investidura pre­
sidencial, ante el asalto bochor­
noso a la libertad eheea perpe­
trado por los secuaces moscovi­
tas y ante el abandono y la in­
defensión por parte de las de­
mocracias del mundo.
Desde su finca de Sezitnove
Usti, donde buscó retiro tras la
trágica muerte de Masarvk,
Eduardo Benes ha renunciado
a la presidencia de una Repú­
blica Checoeslovaca sobre la
que flota la sombra de Kremlin.
En el documento dirigido ai
primer ministro, refleja Benes
su amargura unto la desfacha­
El Gobierno de Elément Got- tez con que el equipo gobernan­
twald, sanedrín comunista im­ te se apropia de los resortes de
puesto a Benes por los Comités la nación y despoja de sus dere­
de acción el 24 de febrero, ago­ chos más elementales a los che­
tó la capacidad de sorpresa de cos: “ Para disfrutar honesta­
sus ciudadanos, al presentar a mente de la libertad; es nece­
su aprobación — después de su sario dejar gozar también de
imposición en el poder— una ella a los demás”. La alusión
lista única de candidatos a tiara y la protesta contundente,
ciuienes ungir. Por un lado la es el grito desgarrado de la conlista del gobierno; por el otro la c iencía liberal del mundo ante
Benes,
obligatoriedad de la asistencia el cinismo reinante.
a las urnas bajo penas severí- abanderado de unas divisiones
simas. Y enmedio, el voto blan­ voluntarias que dieron su san­
co, único recurso de expresar gre en los frentes de la primera
antirreglamentariamente la re­ guerra bajo la divisa generosa :
pulsa a la farsa, si bien a eosta “ Por nuestra libertal y por la
de caer bajo la asfixiante pre­ vuestra”, señalando al mundo
sión a que someten los comunis­ que al liberar Checoeslovaquia
buscaban la igualdad y el dere­
tas al adversario político.
cho de todos los pueblos del
Con el procedimiento y sus mundo, no ha podido sobrelle­
consecuencias, tan similar a las var la convivencia eon los ru­
últimas “ elecciones” franquis­ fianes y los tartufos de Oriente
tas. no podía estar conforme un o de Occidente. No puede dis­
demócrata de la contextura mo­ frutar honestamente de liber­
tad el partidismo checo, sin
dejar gozar de ella a sus mayo­
rías oprimidas. Y no hay teoría
oportunista que justifique ante
los hombres de buena fe, que se
exija por el comunismo una to­
lerancia en New York que se
niega en Praga. Como tampoco,
demócratas británicos o yankisr
podréis disfrutar honestamente
de vuestra libertad, cuando el
pueblo español, heroico, aban­
donado, va a cumplir doce años
que está luchando por gozar la
suya.
Entre los mismos políticos de
esta post-guerra, el grito des­
garrado de Benes'es una acusa­
ción ante la conciencia univer­
sal.
FABULAS DEL
ERRABUNDO
Por Tortiás M EABE.
F undador de las JJ.S S .
T R IB U N A L D IVINO
—¡Han muerto de frío, señor cu­
ra!
—¡ Pobrecitos!
—De frío, y yo creo que tam bién
de ham bre, yo creo que tam bién de
pena. Figúrese, señor cura, que se
les había m uerto el hijo, yo creo
que de eso mism o, de frío, de hum.
bre y de pena de ver a padre y m a­
dre tristes.
—¡Pobrecitos, pobrecitos!
—Y no eran malos, no, señor cu­
ra. Trabajaban cuando les daban
trabajo. Se querían; no podían es­
tar el uno sin el otro. ¡Dios, lo
que se querían! Pero vivían, ¿cómo
le diré?, vivían por lo civil, o ape­
gaos. o eso. Vamos, sin casarse
como Dios manda.
—; Horror!
—Y debían mucho. Y el amo ya
me había dicho que les echase. Y...
¡ay, señor cura, señor cura! ¡SI
usted supiera lo difícil que les es
ser buenos a los que viven en bu~
hardillas!.. .
Ya hemos llegado,
s e ñ o r ... Mírelos usted. ¡De frío,
de f r ío ! ... ¡Si le dan a uno envi­
dia viéndolos así, todavía abraza­
dos y todavía mirándose eon esos
o j o s ! ... A usted se le puede decir
todo, señor cura: mi marido nun­
ca me ha mirado así tan, ¿cómo
diré?, tan dentro. Malo no es, no;
yo soy la mala. Pero, a usted se le
puede decir todo: siempre está mi­
rando a la botella. Mi marido-créa­
me, no es como antes, y . . .
—Diga, portera: ¿no han reci­
bido los últimos sacramentos?
— ¿Cómo habían de recibirlos?
De haber sabido que estaban tan
mal, les hubiera mandado un poco
de pan, otro poco de carbón, lo que
una buenamente puede__ Y le hu­
biera avisado, señor cura. Aunque,
la verdad.. .
-¿ Q u é ?
—Yo
gión . . .
creo que
no tenían reli­
—¡Horror! ¡Horror!
— ¿Es que no les perdonará
Dios? ¡Dígame pronto que sí, se­
ñor cura! ¡Dígam elo pronto!
—Dura lex, sed lex. El tribunal
de Dios no perdona a los que mue­
ren en pecado mortal.
Por el Dr. JUAN MOLAS.
I
'A
·^ V
ElProblema Español
J V
A
V
.* A
E x i s t e un
grupo bastante
numeroso de re­
fugiados que se
han incorpora­
do al medio am­
biente — d i e z
pesan mu­
cho— u n o s
pretendiendo li­
brarse de ren­
dir cuentas y
otros por haber
conseguido un nivel de vida su­
perior al que hubiesen podido
soñar en situación ncrmal, mer­
ced a su esfuerzo en el comercio
los más, en la industria o en la
agricultura los menos, y exte­
riorizando lo que llevaban de
fenicios dentro de si mismos,
pero olvidándose todos de sus
antecedentes políticos, p a r a
convertirse en unos emigrados
que sólo piensan retornar algu­
na vez como turistas, en viaje
de placer o de curiosidad.
En contraposición a ese gru­
V
J V
,. V
^ A
%
^ · A
La democracia actual es bur­
guesa y vehículo apropiado
para llegar a la democracia so­
cialista. ¿Qué diferencia existe
entre estos dos conceptos ? Sin
adentrarnos en el fondo del
problema económico — base
.W
V
^ .V
^ ^ \^ %
po están los que siguen pensan­
do en volver, enfermos, si se
quiere, de nostalgia, con la ima­
ginación fija en la idea obsesio­
nante del retorno. Nostalgia y
obsesión que acompañó a mu­
chos hasta su tumba. Pero estos
grupos posiblemente no se po­
drían limitar de una manera
clara, clasificar a sus integran­
tes de un modo neto, ya que ha­
bría que considerar otros mu­
chos menos definidos, es decir,
aquellos que se dedican a estor­
bar toda posible solución encas­
tillados en unos cargos ridícu­
los, desde los cuales no cumplen
más misión que satisfacer su
vanidad y hundir en el ridicu­
le las instituciones que dicen
representar. Ante qué Tribunal
se podría defender la tesis de
ser los representantes del pue­
blo español actual? Si Franco
es un detentador asentado en
la tiranía y el crimen, si el pre­
tendiente es sólo un aspirante
a tal, si a los “ dieguistas” les
C o n ce p to s
L ejercicio
de la democra­
cia
evidencia
de modo con­
creto la dife­
rencia que exis­
te entre la con­
cepción burgue­
sa y la socialis­
ta. Y decimos
en la democracia, porque con­
sideramos como normas supe­
radas en los países de Occidente
las de los regímenes autorita­
rios o totalitarios en los cuales,
claro está, el ciudadano se en­
cuentra amordazado e incapaci­
tado para influir en los destinos
del Estado. Naturalmente la
opinión vale por igual en el ré­
gimen totalitario de Franco
como en el de Stalin. Ninguno
de los tipos de Estado, disfrá­
cese con la careta que quiera,
puede . constituir un modelo
susceptible de imitación'* o res­
peto por todo hombre progre­
sivo y liberal. Como corolario
de una lucha de siglos, como
resumen de. mi proceso históri­
co que ha costado mucha san­
gre y muchos sufrimientos, co­
mo garantía de que el progreso
humano no es palabra vana,
ante el hombre de hoy surge
este concepto de convivencia
civil que es la democroeia. Na­
da importa que existan países
donde se ignoran estas verda­
des.
V
^ ^ V
%
V
'. * A
ffJ V
S
^ V
A
V
J U W
^ ^ n A ^ ·J ^ V W
caducó por inanición y falta de
uso su representación, no queda
ctra solución que la consulta
electoral.
Pero debo de mencionar otro
núcleo de los que estando aquí,
no queremos resolver el pro­
blema pensando en lo que a ca­
da cual nos convenga, pues es­
to es secundario, sino que pen­
samos primordialmente en los
que están en España en las cár­
celes, en las montañas, pasan­
do hambre y miseria en la ciu­
dad y en el campo, con la an­
gustia de la persecución poli­
ciaca, durante tantos intermi­
nables años, por actividades
humanas y legítimas en todo el
mundo salvo en el “ imperio
franquista” y en algún otro
“ paraíso” terrestre de los que
por no existir para descanso
del “ alma inmortal” tanto
abundan para tortura del cuer­
po real y verdadero.
Para toda la clase trabajado­
d e
la
W
J V W
d W
Para vez la asamblea se
muestra superior al dirigente y
si alguna vez lo hace este tiene
autoridad para por su cuenta y
riesgo mediante el concurso de
los incondicionales crear una
nueva capillita. El concepto so­
cialista es distinto : la autoridad
viene aquí de la masa de los
afiliados, son éstos en sus Con­
gresos y Asambleas quienes de­
terminan las líneas generales
del Partido. Naturalmente te­
nemos nuestros dirigentes tam­
bién, porque la democracia es
depuración y cuando los hom­
bres no son capaces de interpre­
tar el sentir del Partido deben
ser apartados y cuando se iden­
tifican con él deben asumir los
cargos de dirección y respon­
sabilidad.
El socialista se debe al pue­
blo, nace de su seno, es carne
de su carne. El republicano
crea en su torno sus propias
responsabilidades y marca su
propia meta. Esta diferencia
planteada hoy ante el dolor de
España nos hace a unos ser
V V V S A J W
ra y liberal española, persegui­
da y arrojada, es para la que
hay que buscar la solución, j
los que estamos en condiciones
de hacerlo tenemos la obliga­
ción de dársela y con ella la li­
bertad, ¿qué importa que nos­
otros podamos retornar o no?
Eso es secundario, lo que impor­
ta es España y los españoles.
¿Cómo lograrlo? Tengo a la vis­
ta el último discurso pronun­
ciado por el Presidente del P.
S. O. E., magistral y documen­
tado, como todos los suyos, del
cual confío puedan llegar sufi­
cientes copias al interior.
También tengo presentes los
acuerdos del Congresos del P.
S. O. E. recientemente celebra­
do, en el que se ratifican los
acuerdos de la Asamblea de De­
legados de 1947, para que sin
merma de la dignidad se esta­
blezcan los contactos que sean
precisos. Pero no se me van de
la imaginación las cartas y los
informes del interior en donde
P o lít ic a
ca nos se forman generalmente
en torno a personas y no a
principios; su disciplina tiene
una flexibilidad tan extraordi­
naria que rara vez ofrecen la
homogeneidad necesaria para
constituir una gaiantía perma­
nente en la gobernación- del
país, su vida es efímera y cir­
cunstancial en la mayoría de
los casos. Partidos que se crean
por unas personas, se deshacen
a la menor desavenencia de los
dirigentes, vuelven a crearse
con nombre nuevo en razón de
momentos específicos.
fundamental de la diferencia—
aún en el ejercicio del Poder
en régimen burgués, existe no­
table distancia entre el concep­
to burgués y el socialista. Con­
cepto que a la hora actual esta­
mos viendo resaltado en torno
al problema español, visto ex­
clusivamente en el área nacio­
nal.
Los republicanos, atentos a
su intransigencia legitimista
sólo tienen un problema indivi­
dual de conciencia, que no los
obliga sino en la medida (pie
por si y ante si se consideren
afectados. Pueden permitirse el
lujo de desentenderse de las an­
gustias de España, del dolor de
España y con tal de no sufrir
en sus principios dejar que las
amarguras de nuestro país no
encuentren solución si no es
precisamente la que ellos sim­
bolizan. Los partidos repúbli­
A V ^ A IV J W
flexibles,
tes.
a otros intransigen­
REDACCION Y ADMI­
NISTRACION DE
RENOVACION
Director:
RAFAEL FERNANDEZ.
Red. Jefe:
LUIS ROCA DE ALBOR­
NOZ.
Administrador :
JUAN MOLAS.
Redactores :
FELIX MIGUELEZ, JU­
LIO CESAR MORAN,
FERMIN ZUGAZAGOITIA, VICTOR MORAN y
JOSE CASTELLÓ.
V V V ·^ U V W
W
l· V V W
^
se acusa de manera manifiesta
la terrible situación por la que
atraviesa la clase trabajadora
en general y el Partido Socialis
ta en particular.
Si transcurrido un plazo pru­
dencial, no se ha logrado el re­
sultado apetecido, habrá que
revisar lo realizado, no para
rectificar nada, sino para qui­
tar lo que estorbe, ampliando
la elasticidad de los límites to­
do lo que sea necesario; para
que el voto de confianza que se
señala en el apartado tercero,
no tenga límites.
La libertad de los que están
en la cárcel y la terminación de
la persecución militar y policia­
ca a los antifascistas es una
buena prenda. Las demás con ­
quistas a las que tiene derecho
la clase trabajadora, puede y
debe conseguirlas existiendo li­
bertad de asociación y expre­
sión. Todo se reduce a volver a
empezar ; pero una vez despier­
ta la conciencia del proletaria­
do, su poder numérico es aplas
tante, sin él no se podrá gober
nar.
En el documentado discurro
del Co. Prieto, hay cifras de
una elocuencia imposible de
destruir. El aumento de la cir­
culación fiduciaria hasta la ci­
fra de 28,000 millones, la eleva­
ción de la Deuda Pública a la
astronómica cifra de 50,000 mi­
llones, la disminución en un mi­
llón de hectáreas del área de
cultivo. La lectura de los gua­
rismos del presente presupues­
to con un predominio absoluto
de los Ministerios de Guerra,
Aviación, Marina y Goberna­
ción, son hechos todos ellos que
no podrán desvirtuar la propa­
ganda reaccionaria.
Nuestro país, cuyas épocas de
grandeza reflejan solamente la
grandeza de sus genios, ha vi­
vido durante toda la época de
su historia en que ha estado so­
metido a las Dinastías extranje­
ras de los Austrias y de los Borbones, sumido en la ignorancia,
en la miseria y en el fanatismo,
todo ello corregido y aumenta­
do durante la larga década del
imponderable,- inefable y casi
divino régimen grande y libre
que la convirtió en pequeña en­
cadenada.
De la situación en las centu­
rias pasadas y de la situación
actual, es responsable la clase
gobernante por su ineptitud,
por su torpeza, por su egoísmo
y la masa neutra por su desen­
tendimiento del problema polí­
tico. Pero en la hora presente, el
Pueblo Español al serle consul­
tada su opinión, abrirá los ojos,
y barriendo todo lo ancestral y
carcomido que desgobernó la
Naóión, se incorporará de un
salto al régimen de libertad de­
mocrática, que predomina en el
Mundo, y con ello el bienestar
social a que tiene derecho.
EL TRABAJO ESCLAVO
Del viejo Egipto a la nueva Rusia Soviética
PO R
Habría que remontarse en el
pasado a más de siete mil años,
hundirse en la penumbra fune­
raria del viejo Egipto, para en­
contrar un paralelo con el sis­
tema de trabajo de la actual
Rusia soviética, en la que cator­
ce millones de esclavos están
ti a bajando en unas condiciones,
que el más brutal de los siste­
mas de explotación conocidos
1:0 se hubiera determinado a
emplear.
Sólo la espantosa inquietud
de “ la vida después de la muer­
te” que atormentaba a la raza
egipcia, — hace siete mil años—
podría deshumanizar la vida
del hombre con la que las viejas
dinastías del Valle del Nilo,
pudieron construir esas obras
monstruosas, que todavía hoy,
son asombro del mundo. Los
templos de Luxor. las tumbas
del Valle de los Reyes, las de
Sakkara, las pirámides, el Hi­
pogeo de los Apis, entre otras,
es la demostración de que solo
un pueblo, una raza, pudiera
cejar fijado sobre la tierra un
sello más potente, ni hubiera
dejado una visión tan compac­
ta, tan maciza, tan opresiva y
V,«n aplastante y total como esas
instrucciones imponentes que
por sus ciclópeas proporciones,
parecen — según opina Maeterlineh— “ pertenecer a otro
planeta”.
Al contemplar esas obras
enormes, que representan un
fantástico derroche de energías,
fuerzas y materiales incalcula­
bles, se siente la opresión malé­
fica de esas construcciones co­
losales que nos imponen una to­
tal resignación y nos obligan a
renunciar a comprender el sa­
crificio humano que impuso la
acumulación de esas moles
opresoras.
En aquellos lejanos tiempos,
no se conocía el acero, no había
herramientas, no se podían per­
forar las montañas, para ex­
traer esos inmensos bloques de
granito que pesaban cientos de
toneladas y que se transporta­
ban desde las canteras de
Assouan a cuatrocientos kiló­
metros de distancia para la­
brarlos y elevarlos a fabulosas
alturas en que hoy podemos
contemplarlos. Hoy con todos
los progresos mecánicos de que
disponemos, sería un problema,
posiblemente insoluble para
nuestros técnicos, el poder rea­
lizar obras de esta naturaleza.
Sin embargo para partir esas
montañas de granito de Asso­
uan, el más duro que se conoce,
practicaban agujeros en la pie­
dra, introducían en ellos cuñas
de madera de sicomoro, las mo­
jaban y la dilatación de la ma­
dera rajaba la montaña. Milla­
res de esclavos arrastraban los
enormes monolitos hasta llevar­
los a su destino y los elevaban
sobre rampas hasta las alturas
inconmesurables, en que toda­
vía hoy, el turista puede con­
templarlos.
En la actualidad que disfru­
temos de tantos progi-esos me­
cánicos, no encontraríamos téc­
nicos capaces de concebir obras
semejantes, ni existe capacidad
económica suficiente para cu­
brir los gastos que esas obras
originarían. Sería preciso dis­
poner de millones de obreros,
de miles de técnicos, de maqui­
naria gigantesca, de medios de
transportes fabulosos muy su­
periores a todo lo conocido — el
canal de Panamá, por ejemplo,
es una obra infantil, comparada
con las que se realizaron en el
viejo Egipto— . Sin embargo
en aquellos lejanos tiempos
bastaban millones de esclavos,
material humano, fuerza de tra­
bajo, sin ningún valor econó­
mico para ejecutar esas obras
sólo comparables a la inmensi­
dad de la muerte a la que esta­
ban dedicadas.
En los sistemas de trabajo es­
clavo, hay gradaciones como en
todo. El esclavo, en América,
tenía un valor, como lo tenían
y lo tienen las bestias de tra­
bajo. Se compraban en el mer­
cado como las muías o los caba­
llos en las ferias de ganado. Su
conservación determinaba una
conservación de la riqueza a
veces hasta un aumento de esa
riqueza. Pero en el viejo Egip­
to, el esclavo — procedente de
la delincuencia del país o de los
vencidos en las guerras de con­
quista— no suponía un valor
de esta naturaleza, no tenía nin­
gún valor humano pues su ex­
tracción de procedencia era
inagotable. Solo así el viejo
Egipto, pudo mantener esa inconmesurable industria funera­
ria. deshumanizando a millones
de seres humanos.
*
Después de siete mil años, en­
contramos en la actualidad un
país que ha tenido la pretensión
do imponer al mundo “ una supercivilización”. cuyo sistema
de explotación del trabajo es
paralelo al que muy esquemá­
ticamente dejamos expuesto.
Este país es Rusia.
La “ Glonoye Upraole Lagercr’ es la “ Oficina de Campos
de Labor Penal” dependiente
de la M. K. U. D., departamento
del Ministerio del Interior equi­
valente en Rusia a lo «pie fue la
Gestapo en Alemania. Esta en­
tidad administra, dirige y con­
trola las cuarenta y seis colo­
nias penales de trabajo escla­
vo establecidas en Siberia y en
las que hay concentrados sobre
catorce millones de trabajadoíes de distintos países sin dis­
tinción de edad ni sexo, conde­
nados a trabajar hasta morir
por agotamiento, sin más remu­
neración que una comida insu­
ficiente. La mortalidad en es­
tos campos de trabajo excede
del doce por ciento. Bastarían
ocho años para que perecieran
totalmente, los catorce millones
de individuos que forman estas
colonias. Pero el régimen sovié­
tico no verá disminuido este
volumen de fuerza de trabajo
gratuita, pues la extracción hu­
mana de los nuevos países que
van cayendo dentro de la órbita
soviética, compensan ventajo­
samente las pérdidas normales
que el trabajo agotador, la in­
suficiencia de alimentación, la
falta de asistencia médica, y
por lo tanto la tuberculosis
pulmonar, el escorbuto y la di­
sentería, no puedeq. . qgotar el
contingente de las siempre nue­
vas remesas de trabajadores
esclavos que llegan sin cesar a
esos campos, procedentes de dis­
tintos países.
En estos campos hay concen­
trados, según los últimos datos
adquiridos a primeros del pre­
sente año, un millón seiscien­
tos mil polacos, dos millones de
japoneses, un millón quinien­
tos mil alemanes, dos millones
de rusos considerados como des­
ertores, cuatro millones de ru­
sos desafectos al stalinismo, y
millares de comunistas de dis­
tintos países que buscaron refu­
gio en la tierra de sus sueños.
Lituanos, estonianos, rumanos,
yugoeslavos, búlgaros, alema­
nes de la zona dominada en la
actualidad por las autoridades
soviéticas y grandes masas de
ciudadanos checoeslovacos, van
nutriendo la población penal
de estos campos de la “ G. U. L.
A. G.” . . . y españoles.
Esto permite a Rusia, al dis­
poner de estos millones de tra­
bajadores gratuitos explotar
negocios mineros, forestales,
agrícolas, industriales, y de
transportes en condiciones que
ningún otro país puede hacerlo.
Ningún país capitalista — y
Rusia lo es, aunque su capita­
lismo sea un capitalismo de Es­
tado, el más inhumano y brutal
sistema de explotación capita­
lista conocido— dispone de ca­
torce millones de trabajadores
gratuitos a los que no hay que
pagar más salario que una ali­
mentación insuficiente.
Los españoles internados en
los campos de la “ G. TT. L. A.
G /\ son aviadores y marinos
que les sorprendió el final de
1»; guerra civil de España en
Rusia adonde habían ido cum­
plimentando órdenes del fatí­
A L L iE R T O
dico Gobierno Negrín, de fac­
tura comunista y consagrado al
servicio incondicional de la Ru­
sia soviética. Estos compatrio­
tas, en su inmensa mayoría han
muerto en la espantosa odisea
que han sufrido en el paraíso
soviético, entre ellos el capitán
y el médico del transatlántico
“ San Agustín” que estaba en
Rusia en un llamado “ viaje co­
mercial”.
Estos españoles fueron encar­
celados en Moscú, después, fue­
ron enviados al Norte de Sibe­
ria, para trabajar en las obras
de construcción del ferrocarril
del Polo Norte. Durante la no­
che polar — nueve meses sin ver
el sol— y con temperaturas de
cincuenta y cinco y sesenta
grados bajo cero, estos españo­
M ANZANARES.
les vieron morir a gran parte de
sus hermanos, sin que nadie les
tendiera una mano. . .
En la actualidad quedan cin­
cuenta y ocho supervivientes,
cu el campo de Karaganda, co­
lonia de Sibirsqui, Kransnogarski y Lj-Sibirski, explotan­
do unas minas de carbón, de
hierro y otros metales, de conte­
nido tan pobre que sólo el tra­
bajo gratuito, y los transportes
a “ lomo de esclavos” — Porque
no hay otros en ciento cincuen­
ta y cinco kilómetros a la re­
donda— hacen no solamente
productivos, sino negocios fa­
bulosos para el régimen sovié­
tico que pretende con estos sis­
temas de trabajo inhumano y
brutal, redimir a los trabajado­
res del mundo entero.
M ientras el pobrecito S talin está que trin a, allá en su alcázar do­
rado, m irado en la luz y en la som bra por el ojo de Molotov, he vuelto a
re sp irar esta atm ósfera prim averal de Paris, gris y cobierta, con algún
ray ito de sol que m ás bien parece el ojo de Moscú colándose en tre las
nubes del “ b ro u illard ’’ artificial del im perialism o anglo-am ericano.
Convenientem ente atuendado, me presento en el despacho del P .C .E .
en la capital. Soy nada menos que un periodista frescam ente desem­
barcado de una “ dem ocracia nuev a” .
Me recibe Dolores, en su despacho. E stá provocadora; m ás que
provocadora, fresca como una lechuga otoñal — ¿verdad. M ije?—, se­
ductora y espiritual. D escubro detalles de refinam iento y elegancia.
Los jefes y jefas com unistas se rodean de un boato y un confort que
hace s a lta r la baba del encandilam iento al m ás sim ple de los refu g ia­
dos. P asio n aria se p re p a ra ; por algo la P auker es nada menos que
m inistra en Rum ania y la llam an allá la P asionaria rum ana. (¡E stán
“ a p añ ao s” los rum anos!) Una cierta tiran tez diplom ática se ha no­
tado en el K om inforn desde que la P auker se hace llam ar P auker P a­
sionaria, sin p a g arle los derechos de au to r y m odificar la Botánica
con una nueva alg a que flota sobre todos los líquidos, sean tra n sp a ­
rentes, negros o rojos.
M ientras espero, arrellanado en una esplendida butaca de piel
—aunque haya refugiado que no ten g a ni medias suelas—, la jefa se­
lecciona e n tre su colección de discos. U na g ra m o la muy bonita en Che­
coeslovaquia, está sobre un velador. Sobre una bandeja reposan sus
pancitas unos vasillos m,uy monos, rodeando como un coro de niños
—de esos que tan to am a n u estra D olores— a dos soberbias botellas:
anís del Mono y Viuda Cliquot. Creo que el momento es de descanso e
intim idad, y que algún “ fo x ” o “ bugui-buguP* va a alegrarnos la
tom a de contacto. (¡Q ué lejos está Dolores de pensar que allí está
nada menos que D iógenes!) Con gesto am able y frases untuosas y
suaves, me invita P asionaria. Saca de sus fundas tres o cuatro discos.
Pretendiendo ser agradable, y p ara darm e pote y dem o strar que yo
tam bién entiendo de estas cosas, la pregunto:
—Oiga usted, tovarichta Ib a rru ri: ¿le g usta la música sinfónica
0 la lig era?
—Sí —dice—, me g u sta tenia la música. P refiero los chotis a la s
m achichas; ahora que como nosotros hemos de esta r siem pre al día'
en estas cosas, estoy aprendiendo a bailar la “ ta r á n tu la ” y la “ ta-.
1a n te la ” de lo más castizam ente, para los bailes populares. Después
recibiré unas lecciones de “ rigodón” y “ cotillón” para las grandes
recepciones y por si consigo e n tra r en la C orte; y m ás tard e, aunque
ya tengo algunos años y estoy muy pesada (sobre todo en los m ítines),
me pondré al corriente de las altísim as danzas, el “ boogut-boogui” y
el “ plain et” , baile este últim o que después de hacerlo se tiene que
ir una a dorm ir. Es una danza acrobática que he creado yo mism a. La
música —me dice—, la música es todo. En n u estra p atria, la U nión
Soviética, la vida toda es música. G randes altavoces despiertan a las
ciudades, pueblos y aldeas; se tra b a ja con música en despachos y fá ­
bricas p ara estim ular a los obreros; se come música para d istraer las
id e a s. . . y el estóm ago.
Con ta n ta música y algunas copas del Mono me estoy irritando,
porque la interviú no llega nunca, y . . . casi me subo por las paredes.
¡U na m onada!
Por fin, e n tre afable y enervado, le digo:
—Ya sabes, cam arada, que deseo hacerte una interviú p ara los
innum erables adm iradores que tienes en mi p a í s ...
—Sí, sí, ya sé —me contesta—. ¿Y qué clase de interviú deseas?
¿ P a ra nuestros discípulos, para las jóvenes sin partido, para las obre­
ra s de choque o las am as de cría?
—P ues deseo una p ara n u estras H erm anas de la C a rid a d ...
—Muy bien, cam arada.
Y alargándom e uno de los discos enfundados, dice:
—Aquí e s t á . . .
D IOG ENES.
Por Vicente LACAMBRA.
Recordando y comparando
El 18 de Julio de 1936 queda g rabado en la
H isto ria de E spaña como u n a fecha trá g ic a
y luctuosa. En ese día la traició n a sestó p u ­
ñ a la d a traicio n era sobre el mismo corazón de
la p a tria , desencadenando la g u e rra civil, que
es, en tre todas las form as de g u erra, la m ás
abom inable, porque se d esarro lla e n tre h er­
m anos. Y tiene su principal d eterm in an te en
el odio, la m ás repulsiva de las pasiones y la
que excita las dem ás h a sta producir lo m ons­
truoso.
V eam os el c o n traste : En limpio juego demo­
crático habían ganado las izquierdas el gobier­
no del pueblo, instituyendo la R epública cin­
co años antes. Los privilegios, aunque excesi­
v am en te respetados, habían tenido a lg u n a li­
m itación en trib u to al derecho del pueblo. Y
fu e la R epública ta n generosa, ta n a leg re y
confiada, que los cantos de victo ria le b a sta ­
ro n p a ra ac a lla r los rencores que pudieran
e x is tir y envolverlo todo en el perdón y el ol­
vido, como cumple a los pueblos hidalgos. La
cu stodia respetuosa de la fam ilia real, venci­
d a y p risio n era en el Palacio de O riente, es
u n ejem plo de ciudadanía y de bondad m uy
difícil de igualar. La salida p resu ro sa d e l rey,
Sin que nadie le pusiera obstáculos, u n a de­
m o stració n de la generosidad republicana. Y
la a le g ría en los som blantes, sin que ni por
casualidad se oyeran en los labios p a la b ra s
de venganza y odio, un tim b re que da el tono
de un alto nivel cívico.
Y a poco, cuando se pensó en le v a n ta r a
E sp a ñ a de la postración a que la h ab ía con­
ducido la m onarquía, la m ás acen tu ad a deci­
sión del gobierno tuvo su exponente en la siem ­
b ra de escuelas y centros docentes, que se le­
v a n ta b a n con p risa y liberalidad h a s ta en las
a ld e a s, p a ra que a ningún español le fu e ra
n eg ad o el derecho a la enseñanza. M agnífi­
cos edificios, fo rja de m aestro s capaces p a ra
su elevada función y dignificados por conside­
raciones económ icas y de otro orden, que an ­
te s no conocieran. La E sp añ a republicana que­
ría a v a n z a r y ponerse a tono con los pueblos
m ás cultos. Por eso el E stado consideró el p re ­
su p u esto de instrucción pública como uno de
lo s m ás dignos de atención y lo dotó genero­
sam ente. E spaña estab a ya en m arch a hacia
un pro g reso acelerado.
P e r o . . . la tra y ecto ria iniciada ponía en pe­
lig ro m uchos intereses creados y, sobre todo,
a b ría el e sp íritu del pueblo español a h o ri­
zontes de vida realm en te digna y libre, lo que
exponía a grave riesgo los en raizados privile­
g ios de las casta s dom inantes, razó n p o r la
cual, pasados los prim eros m om entos de es­
tu p o r, que fueron fugaces g racias a la gene­
ro sid ad de la República, dem asiado confiada
con quienes no m erecían confianza, se confa­
b ularon en infam e contubernio p a ra a p u ñ a­
la r la a traició n ta n luego les fu e ra posible. Y
he aquí iniciado el m ovim iento fa sc ista , con­
tan d o con los apoyos tácito s o expresos de la
reacción, h a sta d a r en tie rra con un régim en
que h ab ía sido instaurado por la voluntad so­
b e ra n a del pueblo.
Y se im puso el franquism o con el apoyo des­
c a rad o de los regím enes to ta lita rio s de H itler
y M ussolini y los tácitos de la N o-Interven­
ción. Y a p a rtiitd e l aciago m om ento, el te r ro r
como norm a y el a sesin ato por medio, consti­
tuyen la función política que d e sa n g ra , envi­
lece y a rru in a a lfl< E sp a ñ a m á rtir.
¡Qué diferencia! L a República, al vencer, fu e
toda generosidad, toda hidalguía, to d a eleg a n ­
cia esp iritu a l sa tu ra d a de olvido y p erd ó n . Dijé ra se que ev itab a las b a ja s pasiones p a ra se r
a le g ría y am or. Ni u n a g o ta de sa n g re , ni u n a
ruin venganza, ni un g rito p asional acusando
el odio. L a voluntad del pueblo soberano e ra
de paz y sólo a n siab a ju stic ia benévola, tr a n ­
sigente, propiciando la convivencia. Se invo­
caban derechos, n a tu ra lm e n te , pero al a m p a ­
ro de la ley, que se h ab ía m ostrado rem isa en
oto rg arlo s.
Quizá en alg ú n a p a rta d o rincón se com etió
alg ú n desm án propiciado por la ig n o ran cia;
pero el tono g e n e ra l e ra elevado, digno, n o ta
de un pueblo en m adurez p a ra el ejercicio de
la dem ocracia.
Pero en 1934 y en 1936 después, la, traició n
a la voluntad del pueblo y la violencia p a ra
so sten erla, ex citaro n la s pasiones h a s ta el ro ­
jo vivo, y la indignación hizo su oficio, t r a ­
duciéndose en lucha fra tric id a .
La R epública fu e g en ero sa h a sta la candi­
¿R ecordáis aquel pobre infeliz que la ne­
cesidad le hizo co n v e rtirse en faq u ir, exhi­
biéndose, a tra p a d o a una ta b la —y no de
salvación— en un local de la calle San Ju a n
de L etrá n , cuyo fin fue trá g ic o ?
P ues e ste ya olvidado suceso, me ha su ­
gerido tem a p a ra h ilv an ar unas c u a rtilla s,
sacando a luz otro caso de faquirism o, que
si no tuvo fu n e sta s consecuencias, sí dejó
molido y m altrecho a quien, m ás que “ d e r­
vich e” , quiso ser zahori.
Seguro que los com pañeros lectores se
p re g u n ta rá n : “ ¿ P e ro qué relación tiene
esto con la conm em oración del 18 de Julio
de 1936? Al pobre gitan o , o le han reg alad o
un trico rn io o ha perdido el se so ” . Ni lo
uno ni lo otro.
Explicación m erece, p ara que los am igos
de consecuencia en consecuencia, convengan
conm igo en que hay relación e n tre un he­
cho y otro.
Si la traició n del felón F ranco y sus se­
cuaces no se produce, ¿hubiéram os conocilos artícu lo s de mi tocayo Rial —inventor
do ta n to m undo? ; ¿leeríam os con fruición
sus conferencias a la fa u n a m arin a, am en­
guando así su ab u rrid o vivir en los faro s—,
defendiendo a los is ra e lita s por no haberle
tocado en su e rte un cap itán H a g g ia t en el
d esierto .sahárico? ; ¿sab ríam o s la genial
fra se de la D olores: “ M ás vale m orir de
pie que vivir de ro d illa s” . . . o de los milloncetes recaudados p a ra los del in te rio r
con destino al e x terio r, ni que Jesu sin H er­
nández tira ría de la m an ta e incluso de la
sábana p a ra m o strarn o s la influencia de un
c a tre en el buró p o lítico ?; ¿nos aso m b ra­
ríam os a n te la p ropuesta de G alarza, en el
cónclave celebrado a cencerros sin badajo,
o rganizado por “ el S ublim ao” en P arís, de
que a los g u errillero s que luchan en el in te ­
rio r de E sp añ a —que no pertenecen a ese
camelo de “ E sp añ a co m b atien te” , pero que
com baten— se les h ag a un donativo de b a­
ra ja s de p o k e r ... m arcadas por él? N o;
ello sería ignorado. E sto y o tra s m uchas
cosas, ta le s como el que los “ g a ch u p in e s” ,
salvo ra r a s excepciones, son muy arrim adi-
dez, pretendiendo que su bondad sirv iera de
ejem plo a la m aldad del adversario, a lo que
el fran q u ism o respondió con una crueldad ta n
insólita, que no tiene ejem plo en la h istoria.
Y la fu en te de sa n g re a b ie rta entonces sobre
las venas del pueblo dem ocrático español, si­
gue fluyendo copiosam ente doce años después,
como si ese caudal de vidas hum anas no tu ­
viera n ingún valo r ni co n tara p a ra el derecho
de la existencia.
En buena ley, esto acred ita definitivam ente
a las dos E sp añ as, la una p a ra la adm iración;
la o tra p a ra la execración, no ob stan te lo cual,
la digna pereció a m ano aira d a y la o tra p e r­
siste con m ano a ira d a p a ra p e rp e tu a r los ase­
sin ato s, sin que el m undo lo tom e en cuenta
p a ra poner térm in o de una vez a ta n to crim en
y ta n ta b arb arie.
Pero lo que no tiene nom bre, es que ciertos
españoles vean eso con sim p atía y pretendan
que ese es el ¿rd en . Sólo d fav o r de un espíri­
tu deform ado puede su s te n ta rse ta l creencia,
que com p arten no pocos gachupines, incapaces
de com prender en qué consiste la dignidad del
hom bre y que la lib e rtad es necesaria p a ra vi­
v ir con dignidad.
tos a la cola y am an ta n to al feroz gallego,
sienten ta n g ra n ferv o r por E sp añ a, que a
ella iban a d e ja r p a rte de sus bienes en
prueba de sincero falangism o, trayéndose
el doble de lo que p o r t a r a n ... H a sta que
los calaron como a los melones y se acabó
el “ p atrió tic o ’ ’ cam balacheo.
Menos a ú n conoceríam os la h isto ria obje­
to de e sta s c u a rtilla s.
UN P A D R E DE LA PA TR IA ZAHORI
En m arch en eras tie rra s andaba un abogadete, m enguado en pleitos y cale tre pero
no en am biciones. El glorioso O ctubre de
les astu ria n o s, llevó h a sta allá a n uestro
hombre. T an re p le ta s andaban las cárceles,
ta n num erosos los com pañeros encausados,
que recayó sobre él num eroso quehacer.
Callam os si k>s defendidos corrieron la
su e rte de aquel ciudadano que, acusado de
un delito leve, por el que el fiscal pedía un
año de prisión, se buscó un togado ta n s a ­
piente, de elocuencia ta n convencedora, que
en el acto del juicio, tr a s oírle el asom brado
re p re se n ta n te del m inisterio público, modi­
ficó la petición de pena y donde aparecía
un a ñ o . . . pues colgó seis y un día al des­
dichado preso, condena de la que no le sa l­
vó ni la C aridad.
Lo cierto es que en las elecciones de F e­
brero de 1936 los m ineros —¡quié nonnato
e m p u jaría!— le elevaron a la categ o ría de
padre de la p a tria .
Pasó la g u e rra civil y vino el exilio. Y a
México.
D iversas actividades las suyas. Poco p rác­
tico en negocios, no sacó ¿i flote ninguno, ni
aun asociándose a uno de esos “ p ráctico s”
—¡y ta n to !— isra e lita s por mi am igo Rial
ta n “ g alim a tie sc a m en te” apoyados. Los
tejidos y confecciones se descosieron y
n u estro hom bre se quedó en pelota.
¿Qué h a cer? ¿R ecoger el A lcubilla?
¿E m p o llarse en leyes del pais? ¡N unca!
Dióse a m ed itar y se dijo: “ Si quien en
E spaña no oía la radio, por care­
cer de ap arato , hoy es radioloeuto r, ¿no podría yo dedicarm e a la
adivinación del pensam iento, cu­
ra r m ales por medio de pases m ag­
n é tic o s? ” ¡Hecho!
Un despacho en penum bras. P a­
redes donde aparece pintado todo
el mundo sideral, en el que un as­
trólogo, con m ágica v ara, señala
la situación de los planetas. Una
m esa; sobre ella una pecera sin
peces; una cala v era; dos b arajas:
un libro de signos cabalísticos.
T ra s la m esa, sentado, un hombre
con tu rb an te, barba postiza, y una
b ata sim ulando un albornoz.
Suena el tim bre. U na señora, co
mo de cincuenta años, penetra en
aquella logia de la adivinación y
del enredo. . .
En un dep artam en to donde ha
bita una acomodada fam ilia meji
cana. El señor pasea, en tanto
dice a la esposa:
—Tus ridículos celos convierten
esta casa en domicilio de Belcebú.
¿P ero de dónde sacas que yo ten
go una en treten id a?
—¡Sí que la tienes! ¡Lo sé todo!
—¡E sto es p ara volverse lor>.'
¿P ero qué sabes? Si has cometido
h asta la to n tería de suprimirme
como fru ta los mangos, por su¡w>ner me deleitan en recuerdo del
otro m ango. ¡A los tre in ta años de
m atrim onio, sin haber tenido el
m ás leve disgusto! ¡Me cisco en la
hipotenusa! ¡Y yo que tenía pen
sado ! . . .
U nas palab ras cariñosas y m ás
la prom esa de adquirirle un abrigo,
abren el pico a la dam a. R efiérele
al esposo todo, ¡todo!
—¡Ah, sí! ¡A hora vuelvo!
*
*
♦
Suena de nuevo el tim bre. E l
zahori se fro ta las m anos. A bre la
p uerta. Inicia una reverencia.
—Pase, señor, y expóngam e sus
cuitas.
— ¿M is cu itas? Después. A hora,
dígam e: ¿U sted es el faq u ir M a­
riano? ¿U sted el “ derviche” , el
adivino que lee en las ray as de la
mano el porvenir?
¿S í? ¡Pues
acierte lo que dice la m ía!
Y ¡zas!, de la prim er “ c h u le ta ”
salen disparadas las barbas del za­
hori. Ya em balado el iracundo vi­
sitan te, lanza a la cabeza del m a­
landrín la pecera y baila un jarab e
ta p a tío sobre el caído. La paliza es
trem ebunda. El padre de la p a tria ,
a ta ran tad o , sólo oye la risa irónica
del golpeador que, al m archar, co­
mo colofón al vapuleo, exclam a:
— ¿Conque adivino? ¡P ues adi­
vina quién te dió!
*
*
*
He ahí lo sucedido a un m iem bro
de la “ E spaña com batiente” , súb­
dito de “ el S ublim ao” y padre de
la p a tria , que se sintió faquir. F a l­
ta sólo que esa h ojita cervecera,
editada por los tan “ b rav o s” lu­
chadores, culpe tam bién a P rieto
del “ m eneo” y fracaso de este
original negocio ideado por el m archenero M arianito.
Y . . . ¡al árnica!
P E P E EL G ITA N O .
POR F E R M IN Z U G A Z A G O I T I A ,
NUESTRO LUTO
Reseña de la Asamblea
General
V ID A Y
El 15 ele mayo pasado tuvo lugar, según se anunció, la
Asamblea General Ordinaria de esta juventud Socialista, pre­
sidida por el compañero Julián Lara y actuando de Secretario
el compañero Elíseo Ruiz.
Una vez leída y aprobada el acta de la reunión anterior, se
aprobó también el ingreso de la compañera Alicia Ruiz Soliva.
sin que se hubiera registrado, durante el trimestre, ninguna
baja. Asimismo fueron aprobadas las cuentas rendidas por el
compañero Molás, Secretario Administrativo, a la vista del in­
forme proporcionado por la Comisión Revisora de Cuentas.
A continuación el compañero Secretario General hace una
amplia exposición de la gestión llevada a cabo por el Comité,
que es aprobada por la Asamblea una vez agotados los asuntos
de este parre del orden del día.
Entre los puntos más sobresalientes de dicha gestión mere­
cen ser indicados varios: el profuso envío de libros que editóla
Juventud Socialista conteniendo los discursos del compañero
Indalecio Prieto, labor en la que la Sección ha recibido una va­
liosa cooperación de la Agrupación de Cuba, mediante el com­
pañero Manuel del Llano, a quien se acordó ratificar el agrade­
cimiento que ya había sido expresado por el Comité, haciéndolo
extensivo de toda la Sección; y de la Juventud y Agrupación
de Venezuela, a quienes también se acordó escribir en semejante
sentido.
Respecto a este mismo punto, se dio cuenta de los envíos
despachados a Francia, a la Comisión Ejecutiva de la Federa­
ción de Juventudes Socialistas y al compañero Paulino Gómez
Beltrán, Presidente del Comité de Solidaridad Democrática
Española, envíos cuyo importe de venta será destinado como
donativo de esta Sección, en partes iguales, al fondo Pro-Soli­
daridad de la Comisión Ejecutiva y al de Solidaridad Democrá­
tica Española.
Los actos del 30 de abril y de Primero de Mayo en que par­
ticipó la Juventud; en la última de las cuales intervendría el
Cuadro Artístico “ García Lorca”, de cuya colaboración hubo de
prescindiese por cansas imprevistas. Y por último, la aparición
del número extraordinario del 'Primero de Mayo.
En el punto de proposiciones, el Comité presentó una en el
sentido de felicitar al compañero Indalecio Prieto por sus ma­
nifestaciones en el Congreso celebrado e.n La Haya, propuesta
que fue aceptada con expresiones de entusiasmo por los nume­
rosos concurrentes.
Habiéndose cumplido el orden del día señalado en la con­
vocatoria, se dió por terminada la Asamblea a las diez de la
noche.
A R T E S A N O ...
-
Estábamos en la oficina. Frente a nosotros te­
níamos la máquina de escribir. A un lado la carta
a traducir. Una llamada telefónica interrumpe la
ya monótona labor de todos los días y la hilación
de nuestro pensamiento. Contestamos:
— Bueno, ¿quién habla?
A su vez nos preguntan: ¿Zuga?
— Sí, al aparato.
— Soy Molás. Te llamo para darte una mala
noticia. Acaba de morir atropellado Loredo A pa­
ricio.
,
Aunque no había motivo para no creer lo que
se nos decía, no nos pareció verdad lo que oímos.
Todavía resonaba en nuestros oídos la voz de nues­
tro querido compañero: “ El siete de mayo iniciaré,
pues, la primera lectura".
Hacía cosa de tres semanas nos había envia­
do una carta bridándose a actuar como ponente en
una serie de lecturas, comentadas por él, sobre el
movimiento socialista internacional y, más concre­
tamente, sobre el francés, del cual había traído, de
su reciente viaje por Francia, buen acopio de obras
que se proponía traducir. Unas aparecerían edita­
das en libros; otras, extractadas, se publicarían, pe­
riódicamente, en las columnas de “ Renovación" y
"A delante".
Las conferencias se habían iniciado ya; íba­
mos por la segunda. . . pero el compañero Loredo
no pasaría de ella. Su encomiosa labor, que había
encontrado muy buena acogida entre los jóvenes
socialistas, se ha visto interrumpida por la apari­
ción de la M uerte, cuya guadaña, afiladísim a para
segar las vidas de hombres nobles y dedicados en
cuerpo y alma al bien de la Humanidad, se abstie­
ne de producir el más leve rasguño en las de aque­
llos que, cual hierba venenosa, contribuyen a au­
mentar el número de sus súbditos.
Si los socialistas españoles pudiéramos ver y
tocar nuestros corazones, podríamos afirm ar que
los galenos están equivocados; nuestro corazón no
es rojo, sino neqro; ni musculoso ni carnoso, sino
duro como el diamante: negro porque está cubier­
to por el sudario del luto, que no por el envileci­
miento; duro, de tanto comprimirse por el dolor,
pero recobraría su sensibilidad en cuanto preten­
diésemos cometer, desde la cumbre del poder y
—
-
mediante cualquier subterfugio como los que se
han realizado y realizan — para desdoro de ella—
actualmente en nuestra Patria, alguna injusticia o
aplicar la máxima pena, incluso a nuestro más en­
carnizado enemigo: ¡Tan elevado es nuestro senti­
miento humanitario!
*
*
La aparición de nuestro órgano juvenil socia­
lista en esta fecha obedece a la conmemoración
de la heroica gesta de nuestro pueblo al oponerse,
con frenesí de locura, al levantamiento de la clase
opresora. Conmemorémosla; sí, conmemorémosla,
pero con recogimiento y abstracción, pues en esa
fecha empezaron nuestros padecimientos físicos y
morales, sin que sepamos precisar cuáles son ma­
yores.
Conmemoremos, pues, aquella gesta y pense­
mos en los que cayeron durante la lucha; pensesernos en los compatriotas que se ofrecieron en ho­
locausto a las ¡deas democráticas; pensemos en los
que van quedando en extrañas tierras; y pensemos,
sobre todo, en aquellos que todavía padecen — ¡y
a pesar de ello luchan!— en la actual España que
es una inmensa prisión — inmensa y sin barrotes,
pero prisión al fin.
O BRA DEL
(Viene de la Pag. 6)
La mecánica del Partido:
cada uno UNO
Y ese Partido, fle x ib le y á gil co­
mo el español mismo, sabía ce ñir­
se a cada instante, pero sostenien­
do aquella "in tra n s ig e n c ia " de su
fu nd ad o r que consistía en el m an­
te n im ie n to fie l a los principios bá­
sicos. De abajo a a rriba llegaban a
los Congresos N acionales las esen­
cias de las doctrinas, y el C om ité
C entral sólo tenía que aplicarlas.
Las discusiones eran siempre abso­
lutam ente libres en las Asambleas,
y las luchas — ¿es que puede ha­
ber una Dem ocracia sin luchas?...—
vivas, ardientes, m antenían al Par­
tido, corno a todo cuerpo vivo, en
incesante controversia in te rio r; en
constante y fecunda renovación...
que vida es eso: lu ch a . . .
Los socialistas aprendíam os al
ingresar esta lección bien simple:
que todos éramos iguales y tenía­
mos los mismos derechos y debe­
res. Que como tales entes de razón
estábamos capacitados para usarla
incluso contra nuestros d irig e n te s.
Y que teníamos una personalidad
que no se m antenía de la c o le c tiv i­
dad, sino que se incorporaba a ella
para robustecerla.
Porque, ¿de qué nos habría ser­
vido llegar a la posesión del d om i­
nio y de la dirección de la vida eco­
nóm ica, si le sacrificábam os la v i­
da p olítica?. . . ¿Qué habría im por­
tado que el vientre hubiera estado
satisfecho si anulábam os todo lo
demás?. . . No; los socialistas no
éramos solamente vientre. Eramos
además músculos, cerebro, y sobre
todo, y adm itiendo el simbolism o,
corazón.
¡ C o ra z ó n !... Por eso, cuando
muere Pablo Iglesias, — en 9 de d i­
ciem bre de 1925— aquello no era
un duelo, con ser tan intenso; que
había m uerto el hom bre pero aque­
llo no era un entierro. Había m uer­
to el Abuelo pero aquello era la
apoteosis de una resurrección. . .
Que el ser descarne se iba a la tie ­
rra, pero su Obra sobrevivía. Y es­
ta Obra, que llenaba hasta desbor­
darse los calles del M a d rid de la
D ictadura, era la de su A rtesanía,
que iba sembrando a su paso, como
en toda la H istoria, las semillas
germ inales de aquel gran cora­
zó n. . .
Por William WHITE
y w j w A v u v w ^ v w '^ . · jw w f t w w w w v w w w w w w w w w w
LA CONDICION HUMANA EN LA U.R.S.S.
(E x tra c to )
R A CIO NA M IEN TO Y MERCADO L IB RE
H e anotado los precios en los comercios g ubernam en­
ta le s de Moscou y en los m ercados libres, públicos, no con­
tro lad o s. y ahora com prendo cómo comen e sta s gentes j
lo que com en. . .
E xisten v arias categorías de raciones que co rrespon­
den a las d iferen tes capas del régim en soviético de c astas. •
F¡ ejército rojo e stá muy bien alim entado, principalm en­
te en el fre n te . Los oficiales soviéticos tienen una rebaja
del 50% en los alm acenes “ com erciales’*. El K rem lin
c-.tá soberbiam ente alim entado por medio de su propio con.isario. Los e x tran jero s se n u tren casi ta n bien como los
bolcheviques de las cim as; tienen am plias raciones de c a r­
ne y de pan y pueden com prar todo lo que quieren. Los
escrito res, los actores, los can ta n tes, los m úsilos y otros
a rtis ta s , fig u ran tam bién en una cate g o ría especial de
lujo, ta n to p ara la alim entación, como p ara el vestido y
la habitación. Un tra b a ja d o r de p rim era clase, en Moscou,
t!tn e una ración de pan de 600 g ram os diarios, el de se­
g unda clase, 500; un em pleado de oficina, 400, y los no
p roductores (ancianos, niños, en ferm o s), 300.
La obrera de una fábrica de g u e rra , que so b rep asa
su ta re a m ínim a, puede obtener unos 1,000 rublos m en­
su ales, lo que equivale a 80. dólares, pero las can tid ad es
de m ercancías racionadas que puede co m prar son ta n es­
casos, que no puede g a sta r m ás de seis d ólares y medio al
m es en m ercancías racionadas. La cantidad de víveres r a ­
cionados que puede com prar en la tien d a que se le a sig n a
le proporciona las nueve décim as p a rte s de lo que le es
indispensable p ara m antenerse y poder tr a b a ja r . En cuan­
to a la o tra décim a p a rte o p a ra cualquier suplem ento que
desee com prar, tiene que ir a o tro s lu g ares, ta le s como el
m ercado libre, llam ado Rynok, al qu eols cam pesinos lle­
v a n sus productos p ara venderlos.
El cam pesino vive en un kolkhoz o en un sovkhoz, donde efectúa su p a rte de tra b a jo común. Los nueve
décim os de lo que la explotación ag rícola produce deben
se r vendidos al E stado, a los precios muy bajos del m er­
cado oficial. E l resto se d istrib u y e e n tre los cam pesinos,
que son libres de consum irlo o de llevarlo a la ciudad y
venderlo en el m ercado libre al precio que quieran.
E l Rynok de Moscou es un g ra n pabellón que se p a re ­
ce al m ercado ru ra l de una g ra n ciudad am ericana. T ra ­
duzco los precios en dólares p a ra ver lo que n u e stra obre­
ra ru sa de g u erra, que gana 20 dólares sem anales, puede
a d q u irir con su paga.
P o d rá com prar cuantos huevos desee al precio de
l3,20 dólares la docena. Probablem ente no podrá llev ar un
pan entero, pero podrá com prarlo al precio de 6 dólares
la libra. U n poco de carnero (quizá c a b ra ) que tenem os
a la v ista vale 13,34 dólares la lib ra ; raíces de rem olacha,
p a ra azu carar, 0,80 centavos la lib ra ; miel, a 15 dólares.
U na anciana que vende una cabeza de te rn e ra y los
c u a tro corvejones, pide 18 dólares por todo. Las p a ta ta s
e stá n a 1,05 dólares la libra.
La gente hace cola para co m prar leche a 2,65 dólares
el galón (1 litro 14). No se puede llev ar m ás que un vaso.
¿ E s tá controlada? Quién sabe. Casi todos los com prado­
re s llevan la ta s de conserva am erican as p ara llevar la
leche a su casa.
En el patio ex terio r una m uchacha ofrece m edias u sa­
b as y repasadas. Q uiere 6,25 dólares por el p a r de algo­
dón y 25 dólares por las de rayón. Un hom bre ofrece un
p a r de zapatos algo usados pero sólidos, por 1 000 rublos,
o sea el salario de u n mes de n u e stra o brera. Si quiere
co m p rar un p ar de zapatos de noche nuevos, le co starán
333,33 dólares (¡cu atro m eses de tra b a jo !)
P ero he aquí un a p are ja de m uchachas, a lta s, maci­
zas, fu ertes, que evidentem ente venden algo. Los labios
p in tad o s de rojo, zapatos rojos, cin tas ro ja s en los som ­
b rero s, cejas pintadas al negro de humo, hacen guiñadas
a los cam pesinos. N atu ralm en t eque la pro stitu ció n ha sido
abolida en la R usia Soviética: el teso ro m ás noble de la
m u jer no puede adquirirse con dinero. P ero ¿ te n d rá us­
ted , por casualidad, querido am igo un c u arto de leche, una
lib ra de puerco o un paquete de c ig arrillo s?
E L MERCADO NEGRO D EL G OBIERNO
P a ra c o n tra rre s ta r la tcsorización de los sa la rio s el
gobierno soviético reabrió en abril de 1944 los “ alm ace­
nes com erciales’’. En estos comercios se venden casi to ­
dos los víveres y vestidos de lujo que podáis d esear a p re­
cios casi iguales que los del m ercado libre y sin tik e ts de
racionam iento.
D irem os, en lenguaje am ericano, que el gobierno so­
viético tiene su propio m ercado negro del que hace un
m onopolio de E stado, a fin de p riv ar a los tra b a ja d o re s
calificados de sus salarios de g u e rra . Aquí se vende toci­
no a 24,57 dólares la libra (de 453 g ra m o s). Un pollo des­
plum ado vale 13,20 dólares la libra. Los trozos de carne
de vaca p a ra el cocido, a 13,62. Los huevos frescos a 1,25
la pieza. U na p in ta (57 c e n tilitro s) de crem a espesa vale
K dólares. El queso g ru y e re 20 d ó lares la lib ra.
En la calle se alinea una la rg a cola de tra b a ja d o re s
de g u e rra m al vestidos, ávidos de p a g a r tales precios. En
el in te rio r hay o tra la rg a cola d elan te de la caja. Se ne­
cesita casi todo el día p a ra poder e n tra r, co m p rar algo y
sa lir. P orqu eno hay m ás que 20 “ alm acenes co m erciales’ ’
en Moscou.
LOS SIN D ICA TO S
E ric Jo h n sto n p re g u n tó si podímos h a b la r con los je ­
fes del m ovim iento obrero soviético. Q uiere sab e r en qué
medida el m ovim iento obrero ruso es independiente.
H ablam os con algunos jefe s obreros, pero su v erdade­
ro je fe es un tipo muy eleg an te, de cu a re n ta y tre s años,
que se llam a K ouznetsov. P arece muy in telig en te. H a vi­
vido en A m érica y recibió en el In s titu to C arnegie de tec­
nología el diplom a de p erito en m etalu rg ia.
La organización in d u stria l ta l como nos la describe
e r g ran d es rasg o s, es como sig u e : todos les sindicatos so­
viéticos -q u e cu en tan con 23 m illones de afiliad o s— en­
vían delegados a un C ongreso gen eral de los sindicatos.
E ste C ongreso elige a 55 de su s m iem bros p ara fo rm ar
el organism o que llam an P lén u m ; los 55 eligen otro s 18
que co n stitu y en el Presiduem y los 18 han nom brado a
K ouznetsov secretario , lo que le convierte en el jefe de los
ti ab aja d o res.
La p reg u n tam o s si todos los obreros pertenecen al
sindicato y nos co n testa que por lo menos el 98 p o r 100.
L as cotizaciones son el 1 por 100 del salario sin derechos
de e n tra d a .
Le p reg u n tam o s si se tr a ta de un m ovim iento sindi­
cal com pletam ente independiente o si e stá dirigido por el
gobierno. N os a se g u ra que es com pletam ente independien­
te ; claro, a g re g a , que todos los elegidos por el Congreso,
tienen que e sp e ra r la aprobación del gobierno. Y nos d a ­
mos cuenta que esto lo considera como un d etalle sin im ­
p o rtan cia.
P reg u n tam o s asim ism o si todos son m iem bros del
P a rtid o C om unista. Sí. ¿Y los dem ás m iem bros de vuestro
C onsejo? Tam bién, así como los d irecto res de fáb ricas,
dado que de este modo el P a rtid o C om unista extiende su
iig id a disciplina sobre el m ovim iento obrero y sobre la
dirección de las fáb ricas.
P re g u n to ¿de qué discuten los sin d icato s?, ¿de las
condiciones del tra b a jo , de los seg u ro s sociales, de las v a ­
caciones, de los sa la rio s? Sí, me contesta, y en p a rtic u ­
la r de los salario s del tra b a jo a d estajo . Los com ités de
fáb rica discuten las ta r ifa s con la dirección. ¿Q ué ocu­
rre si no se ponen de acuerdo? Nos dice que se ponen
siem p re de acuerdo. En o tro caso, se puede a p e la r a n te el
P residium que puede llevar la cuestión a n te el Sub-Comisario que d irig e cada tr u s t en p a rtic u la r. Por lo que siem ­
p re se llega a un acuerdo.
¿S iem p re? ¿N unca hay h u elg as? Sí, dijo, en 1919
hubo una huelga en un a se rra d e ro que duró dos días. Y
en 1923 hubo o tra pequeña huelga en la R usia occidental.
No hubo m ás huelgas desde entonces y no puede h ab erlas
en el fu tu ro porque los obreros com prenden que tra b a ja n
unos p a ra otros.
—Si un obrero es despedido por una razón cualquiera,
¿p o d rá e n co n trar tra b a jo en o tra p a rte ? —Muy difícil,
mu y difícil, contestó K ounetzov. — ¿N o es eso lo que los
obreros en A m érica llam an lista s n e g ra s? —No, respon­
de, pero no sabe darnos la razón.
— ¿L a adhesión al sindicato es vo lu n taria u obligato­
ria ? —C om pletam ente v o lu n taria. — ¿Cómo se explica en­
tonces que todo el mundo esté sindicalizado? -—Porque es
una v e n ta ja sindicalizarse en todos los países, dice, y muy
p a rtic u la rm e n te en la Unión S oviética. Aquí un sindica­
do recibe m ayor indem nización que el no sindicado en caso
de enferm edad. Como ex iste una g rav e crisis de alojam ien­
to casi to d as las fáb ricas tien en su s casas p ropias que al­
quilan a los obreros. Los sindicados son p referid o s p a ra
ocu p arlas. El no sindicado no e n co n traría ni donde p a sa r
la noche, como tam poco tiene acceso a los centros de re ­
creo, donde se baila, se ve el cine y se oyen m ítines.
—Si un obrero no e stá co ntento con su tra b a jo , ¿p u e­
de dejarlo p ara buscar o tro ? —Puede hacer una petición,
d/ce K ouznetsov, pero quien decide es la dirección de la
fáb rica. El directo r e stá m ás capacitado p ara ju z g a r de
las cualidades del obrero que e ste mismo. — ¿Y co n tin u a­
rá n así las cosas después de la g u e rra ? — ¿ P o r qué no?
Todos debemos tr a b a ja r donde sea necesario p a ra que p ro ­
g rese la Unión Soviética.
T U G U R IO S Y M A N SIO N ES
John sto n , Joyce O ’H ara y yo volamos hacia S ibèria.
Van tam bién otros perio d istas e x tra n je ro s. Nos acompaha Zomenkov, re p re se n ta n te del M inisterio de Negocios
I x tra n je ro s; K irilov, n u estro guía oficia] y un personaje
^ W S A W W U W W /U V W V W W W ,'
al que llam am os “ N ick ” que, a lo que parece, no habla
el inglés, pero que siem pre ha form ado p a rte de nuestro
grupo, comiendo discretam en te en un extrem o de la mesa
n los banquetes, y viajando silenciosam ente. Los perio­
d istas lo han identificado como el hom bre de la N .K .V .D .
(G uepeou).
Llegam os a M agnitogorsk, el P ittsb u rg de la Unión
Soviética, con sus inm ensos alto s hornos.
Del aeródrom o vam os directam ente a la casa del di­
recto r de la fábrica donde pasam os la noche. P a ra llegar
atrav esam o s hileras de casuchas. horm igueantes de gen­
te-, sin p in ta r, peores que las de P ittsb u rg . La carretera
conduce a una colina desde la que se dom inan las casu
chas y los altos hornos y en la que se encuentran las casas
Ce los ad m inistradores. La g ran casa que nos aloja es nue
\a , la sala de babos confortable e stá en reparación como
casi todo en R usia.
D espués del desayuno bajam os a la fábrica. Encon­
tram o s muchos obreros en la c a rre te ra porque es la hora
ael cam bio de los relevos. De repente nu estro au to se echa
a un lado porque viene e n fren te una colum na de tra b a ja ­
dores, de a cuatro, encuadrada al fren te, re ta g u ard ia y
costados por soldados que llevan bayoneta calada. La co
lum na e stá form ada por m ujeres h arap ien tas, semi-descslzas que nos m iran de reojo.
En el ta lle r de arm am ento que visitam os donde tr a ­
b ajan m uchachas que to rn ean obuses no se ve ni una co­
rrea de transm isión. En cierto ta lle r se ha ideado un
su b stitu tiv o : cuando la operación se ha term inado, el obús
se eoloca sobre una larg a plancha inclinada, desde donde
i ueda h a sta la pieza vecina p ara su frir la operación si­
guiente. P ero la plancha es irre g u la r de modo que de vez
en cuando cae un obús. E n vez de a rre g la rla o tra mucha­
cha está allí p ara recoger los o buses y ponerlos en su
¿SON L IB R E S LAS E LE C C IO N E S?
H ablam os con el alcalde de Omsk. que e stá en el se­
gundo año de sus funciones. A ntes había sido director de
c u to estra d as, títu lo que nos ex tra ñ a , porque la Unión So­
viética tiene muy pocos autos, salvo los camiones de car­
ga y casi ninguna au to estrad a.
Le p reguntam os cómo ha sido elegido y nos inform a
con viveza que ha sido elegido por el pueblo.
¿P ero cómo?
¡A h. sí! H abía otro candidato miembro del P artido,
pero nuestro am igo fue el candinato oficial presentado por
la organización del P artido.
E ntonces le preguntam os si había alguna ciudad rusa
en la que e lalcalde no fuera miem bro del P artido. Re­
flexiono un m inuto. Luego dijo que no conocía ninguna
g ran ciudad donde esto hubiera ocurrido, pero que había
oído decir que en algunos pueblos se habían elegido alcal­
des que no pertenecían al P artido.
¿Qué libertad puede haber en una elección cuando un
solo p artid o controla la prensa y la radio? E stoy seguro
que resp etan las form as del escrutinio secreto y que cuen­
ta n exactam ente los sufragios. P ero si algún candidato
a ta c a ra vigorosam ente a su adversario com unista, corre­
ría el riesgo de ser detenido por la N .K .V .D . como c ri­
m inal político y conducido a las m inas de sal, en plena
cam paña e le c to ra l. . .
V isitam os luego u n a fábrica donde se construyen dia­
riam ente ocho tanques. E stá bien presentada y es, desde
todos los puntos de vista, muy superior a casi todo lo que
hem os visto h a sta ah o ra en Rusia.
Pero me ha sucedido algo m uy curioso. En Omsk hay
una corresponsal fem enina de la agencia T ass, muy a g ra ­
ciable y que rep o rtab a n u estro viaje, p ara la prensa local.
De unos veinticinco años, linda, b astan te am able y muy
in telig en te; hablábam os en alem án. En la fábrica me t r a ­
dujo lo que se decía, tintes que el in térp rete. Todo iba bien
h asta el mom ento en que la dejé un m inuto p ara h ab lar
con Eric. Al volverm e vi que Zemenkov, el delegado del
M inisterio de Negocios E x tra n je ro s y Nick, el de la N .
Iv .V .D . la habían cogido cada uno por un brazo y la em ­
pujaban hablándole coléricam ente.
Son ta n ta s las fa lta s que se pueden com eter en este
país, que no me ex trañ ó que ella hubiera podido com eter
alguna. Consideré esto como un asunto interno del P a r­
tido en el que ningún ex tran jero debe inm iscuirse por poco
tacto que tenga. Por el m om ento le soltaron los brazos.
D espués de d ejar p asar discretam ente unos in stan tes, me
volví hacia ella p ara reanudar la conversación en el pun­
to donde la habíam os dejado. Pero no quiso verm e ni oírm e.
D espués de varias te n ta tiv a s en vano, me dejé caer pre­
guntándole qué hubiera yo podido decir que la ofendiera.
1 i que los periodistas am ericanos se reían, porque habían
presenciado toda la escena. “ ¿ E s que creías que iban a
C ejarte hab lar con c u a lq u ie ra ? ”
T raducción de José LOREDO A PA RICIO .
Por Posa LUXEMBUPGO
Democracia y Dictadura
,t W W . W l · V W V U W A V .·
La U . R .S .S . , por su g ra n influencia en
la vida internacional, p lan tea a todos los
socialistas problem as esenciales. ¿ E l ré g i­
m en de Stalin es v erd ad eram en te socialista
o va, por lo m enos, cam ino del socialism o? O, al
contrario ¿los tem ores de R osa Luxem burgo sobre
las dificultades de una evolución hacia la dem ocra­
cia política y social, base indispensable del socialis
mo, están justificados ? El tex to que a continuación
publicamos e stá tom ado del folleto de R osa Luxem
burgo 4‘ La Revolución R usa ’ E ste estudio tiene
el m érito de fo rm u lar el problem a de la realización
del socialismo en térm inos positivos de lib ertad , y
el m érito aún m ayor de h a b er podido, desde 1918,
revelar o descubrir los escollos sobre los que se nundiría la p rim era g ran Revolución social de n u estra
época.
*
*
*
Con la disolución de la A sam blea C onstituyente
la cuestión no se ha resu elto . No hemos tenido en
cuenta la supresión de las principales g a ra n tía s de­
m ocráticas de una vida pública san a y de la activ i­
dad política de las m asas o b reras: lib ertad es de
prensa, de reunión y de asociación, com pletam ente
derechos, la argum entación de T ro tsk y sobre la len
suprim idas p ara todos los ad v ersario s del gobierno
de los soviets. P a ra ju s tific a r la supresión de estortitud de los cuerpos dem ocráticos nacidos de las elec
ciones e sm uy insuficiente. P o r el con trario , es un
hecho absolutam ente incontestable que sin una li­
bertad ilim itada de prensa, sin una lib ertad absoluta
de reunión y de asocación, la dominación de las g ra n ­
des m asas populares es inconcebible.
,¡e opresión de la clase tra b a ja d o ra ; el E stado soLenin dijo: el E stado bu rg u és es un in stru m en to
cialista es un instrum ento de opresión de la burguesión, algo así como el E stad o cap ita lista cabeza a b a ­
jo. E sta concepción sim plista olvida lo esencial, y es
que si la dominación de clase de la b u rg u esía no
necesitara una educación p olítica de las m asas popiilaes, po lo menos m ás a llá de unos lím ites b as­
tante cortos, p a ra la d ictad u ra p ro le ta ria , al con­
tra rio , es el elem ento v ita l, el a ire sin el que no
puede vivir.
“ G racias a la lucha a b ie rta y d irecta por el po­
d er las m asas laboriosas acum ulan en poco tiem po
una experiencia política considerable y ascienden
rápidam ente, en su evolución, de un grado a o tro ’ ’.
En esto T rotsky se re fu ta a sí mismo y re fu ta
tam bién a sus propios am igos. Ju sta m e n te porque
esto es verdad, al su p rim ir toda vida pública, h a n
obstruido ellos mism os la fu e n te de la experiencia
política y de los progresos de la evolución. ¿O hay
que a d m itir que la experiencia y el desarrollo eran
necesarios h a s ta la conquista del poder por los bol­
cheviques, y que a p a r tir de este in sta n te han alcan­
zado todo su apogeo por lo que se hicieron innece­
sario s? (D iscurso de Lenin ¡¡R usia e stá m ás que
m adura p a ra el com unism o!!)
En re a lid a d e s todo lo con trario . P recisam ente las
g igantescas ta re a s a las que los bolcheviques se so­
m etieron con valor y resolución necesitaban una
educación política m uy in ten sa de las m asas y una
acum ulación de experiencias que no son posibles sin
libertad política.
La libertad tan sólo p a ra los p a rtid a rio s del go­
bierno, p ara los m iem bros de un partid o , por num e­
rosos que sean sus afiliados, no es la libertad. La
libertad es siem pre la lib ertad del que piensa de otro
modo. No por fan atism o de la 44ju s tic ia ’ ’, sino p o r­
que todo lo que h ay de instru ctiv o , de saludable y de
purificador en la libertad política depende de esto
y pierde su eficacia cuando la “ lib e rta d ” se con­
vierte en privilegio.
*
*
*
La condición que supone tácita m e n te la teo ría de
la dictadura según Lenin y T ro tsk y , es que la tra n s ­
form ación socialista es algo p o r cuyo medio el p a r­
tido de la revolución tien e en el bolsilol una receta
p rep arad a p a ra a d m in istra rla con energía. P o r des­
dicha —o si se quiere, po r su e rte — no es asi. Lejos
de se r una sum a de prescripciones, p re p a ra d a s de
antem ano, que no hay m ás que aplicar, la re a liz a ­
ción p ráctica del socialism o como sistem a económi­
co, jurídico y social, es una cosa que sigue envuelta
en las brum as del porvenir. Lo que poseem os en
nuestros p ro g ram as no son m ás que algunos postes
indicadores que señalan la dirección g eneral que hay
que seguir, indicaciones que tienen adem ás casi siem ­
pre cará c te r negativo. Sabem os poco m ás o menos
lo que tenem os que su p rim ir a n te todo p a ra d e ja r la
vía libre a la economía so cialista. P or el contrario,
de qué clase serán las mil g ran d es y pequeñas me.
didas concretas con el fin de introducir los prin ci­
pios socialistas en la economía, en el derecho, en to ­
das las relaciones sociales, no h ay ningún p ro g ram a
de partido, ningún m anual del socialism o, que pueda
inform arnos. E sto no es u n a in ferioridad, sino p re ­
cisam ente una superioridad del socialismo cien tífi­
co sobre el socialism o utópico, porque el socialismo
no debe ni puede ser sino un producto histórico, que
n azca de la escuela de la experiencia, en la hora
de las realizaciones, de la m archa viviente de la h is­
to ria, la que al ig u al de la n a tu ra le z a org án ica, de
la que es una p a rte en fin de cuentas, tiene la bue­
na costum bre de c re a r siem pre, con una necesidad
social verd ad era, los medios de satisfa c e rla , con el
problem a su solución. Pero si es así, es claro que
el socialism o, p o r su propia esencia, no puede ser
concebido, prom ulgado por decreto. Supone toda una
serie de m edidas violentas, co n tra la propiedad, etc...
JiO n egativo, la destrucción, puede d ecretarse; lo po­
sitivo, la construcción, no. T ie rra s vírgenes. Proble­
m as p o r m illares. Sólo la experiencia es capaz de
a p o rta r los correctivos necesarios y a b rir caminos
nuevos. Sólo una vida intensa, absolutam ente libre,
adopta mil fo rm as e im provisaciones nuevas, recibe
una fu e rz a creadora, corrige sus propias fa lta s. Si
la vida pública de los E stad o s con libertad lim itada
es ta n pobre, ta n esquem ática, tan infecunda, es
p recisam en te porque al su p rim ir la dem ocracia, cie­
ga las fu en tes vivas de toda riqueza y de todo pro­
greso intelectuales. Y lo mismo o curre en el te rre ­
no político que en el económico y social. El pueblo
en tero debe a c tu a r; de otro modo el socialismo es
decretado, o torgado por una docena de in telectu a­
les reunidos en to rn o a un tap iz verde.
El control público es ab so lu tam en te necesario,
porque de otro modo no es posible el cambio de ex­
periencias m ás que en el círculo cerrado de los fu n ­
cionarios del nuevo gobierno. C orrupción inevitable
(se g ú n L enin). La p ráctica del socialism o exige to­
da una tran sfo rm ació n in telectu al en las m asas de­
g ra d a d a s p o r siglos de dom inación burg u esa. Ins­
tin to s sociales en vez de in stin to s egoístas, inicia­
tiv a de la s m asas en sustitución de la inercia, idea­
lism o que hace tr iu n fa r de todos los sufrim ientos,
etc... N adie lo sabe m ejor ni lo dice con m ás inercia
que Lenin. Pero se en g añ a por. com pleto en los m e­
dios: decretos, potencia d ic ta to ria l de los directores
de fáb ric a s, castigos draconianos, reinado del te ­
rro r, so- no tro s ta n to s medios que im piden el ren a­
cim iento. El xínico cam ino que a él conduce es la es­
cuela de la vida pública, la dem ocracia m ás am plia
e ilim itada, la opinión pública. Lo que ju stam en te
desmox-aliza es el terc-or.
*
*
*
¿S uprim ido esto, qué queda? Lenin y T ro tsk y han
puesto, en lu g a r de los cuerpos re p resen tativ o s que
surgiei-on de las elecciones, los soviets como única
rep resen tació n v erdadera de las m asas o b reras. P e­
ro si se sofoca la vida política en todo el país, es
fa ta l que la vida política en los soviets se paralice
tam bién. Sin elecciones g enerales, sin libexfad ilim i­
tad a de p ren sa y de reunión, sin lucha libre en tre
las opiniones, la vida muei-e en todas las institucio­
nes públicas, no es m ás que a p a re n te allí donde la
burocracia queda como único elem ento activo. Es
una ley a la que nada puede su stra e rse . La vida pú ­
blica e n tra poco a poco en sueños. U nas docenas de
jefes de enex-gía indom able y de un idealismo ilim i­
tado d irigen el gobierno, y de todo ellos, los que
gobiernan en realidad, son una docena de cabezas
em inentes, m ien tras que una selección de la clase
o brera es convocada de vez en cuando p a ra aplaudir
los discursos de los jefes y v o ta r por unanim idad
la$. resoluciones que les p resen tan . E s en consecuen­
cia un gobierno de cam arilla —u n a dictad u ra, es
verdad, pero no la del proletariad o , sino la de un
puñado de políticos, es decir u n a d ictad u ra en el sen­
tido b urgués, en el sentido de la dom inación ajcobina. E s m ás, sem ejan te estado de cosas provoca el
em brutecim iento de la vida pública: aten tad o s, fu ­
silam ientos de rehenes, etc...
. . . El e rro r fu n d am en tal de la teo ría LeninT ro tsk y es p recisam ente que, al igu al que K autsky,
oponen la dem ocracia a la d ictad u ra. “ D ictadura o
dem o cracia” , así p lan tean la cuestión los bolchevi­
ques y K autsky. E ste últim o se pronuncia, bien en-
M iV W iiW V V
TEMAS JUVENILES.
■
■
■
(Viene de la Pág. 2)
a las que se llega tras el paso
por los escalones inferiores o
prepara torios de la enseñanza
necesaria, ignoramos cómo se
pasan las cosas en este aspecto
de la vida norteamericana,
aunque por la división en varias
centrales sindicales de su prole­
tariado y la poca potencialidad
de los partidos marxistas allí
existentes, creemos que la invi­
tación del Oral. Marshall a la
juventud de su país, estuvo he­
cha en favor de dos partidos
turnantes: Republicano y De­
mócrata, ambos netamente bur­
gueses. Comprendemos y razo­
namos desde su situación, su po­
sición al servicio de unos inte­
reses de partido que, a nosotros
socialistas, nos tienen sin otro
cuidado que el de combatirles
como representantes de la bur­
guesía.
Pero como socialistas, nos in­
cumbe la obligación de orientar
ai proletariado hacia Partidos
que, impregnados en el verda­
dero Ynarxismo, mantienen el
ideal de verdadera redención de
lft clase trabajadora. Y también
como socialistas, hemos de de­
clarar nuestro asentimiento
— aún cuando un tanto condi­
cionado— a las declaraciones
de Marshall.
Como él creemos en la necesi­
dad de forjar los hombres del
mañana de los que tan necesita­
dos se encuentran las naciones;
y como él, consideramos que su
forja ha de efectuarse dentro
del marco de una disciplina y
programa político de un Parti­
do. Pero precisamente por la in­
tensa labor que al Partido le
compete, no podemos cargarle,
si no es en lo que pudiéramos
denominar aportación del pro­
fesorado, la tarea de educar
primariamente*en la esfera po­
lítica a los jóvenes. Para nos­
otros, las Secciones juveniles y
los Sindicatos, son los encarga­
dos de esta preparación de unos
hombres que, una vez debida­
mente capacitados por su paso
por tales escuelas, han de su­
perar sus conocimientos en las
filas del Partido con la fre­
cuente aportación de la prác­
tica.
La principal enseñanza (pie
para nosotros, socialistas, debe
contener esta llamada a la ju­
ventud por parte del ministro
americano, es ver el requeri­
miento de la burguesía a los
hombres para forjar hombres
que el día de mañana sean peo­
nes al servicio de sus Partidos
y en defensa de su clase. Como
socialistas, constituye un peli­
gro para nosotros. Peligro que
hemos de tratar de conjurar
aprestándonos con todo interés
y voluntad a adquirir una capa­
citación que nos permita pres­
tar grandes servicios a nuestro
Partido y por lo tanto a la causa
de las clases proletarias.
tendido, por la dem ocracia, inclu­
so por la dem ocracia burguesa,
puesto que la opone a la tra n sfo r­
mación socialista. L enin-Trotsky
se pronuncian al contrario por la
d ictadura de un puñado de perso­
nas, es decir, por la dictadura so­
bre el modelo burgués. Son los po­
los opuestos, alejados por igual de
la verdadera política socialista. El
p roletariado, una vez en el poder,
no puede siguiendo el buen con­
sejo de K autsky, ren u n ciar a la
transform ación socialista a pretex­
to de que “ el país no e stá m adu­
r o ” y enti-egarse únicam ente a la
dem ocracia, sin traicio n arse a sí
mismo y sin traicio n ar al mismo
tiem po a la Internacional y a la
revolución. Tiene el deber y la obli­
gación, precisam ente, de ponerse
inm ediatam ente, del modo m ás
enérgico, m ás inexorable, m ás bru­
tal, a ap licar las medidas socialis­
tas, y en consecuencia ejercer la
clase, no la dictadura de un clan
dictad u ra, pero una dictadura de
o de un partido. D ictadura de cla­
se, es decir, con am plia publicidad,
p articipación activa e iliim tada de
las clases populares en toda la ad­
m inistración de la sociedad.
ja r el socialismo y el m arxism o a
Ti-otsky y Lenin son la negación
un lado cuando nos estorban ?
viviente de esta cuestión. Nunca
hemos sido idólatras de la democxacia form al, lo cual quiere decir:
hemos diferenciado siem pre el
contenido social de la form a polí­
tica de la dem ocracia burguesa,
hemos puesto siem pre al descu­
bierto el duio núcleo de desigual­
dad y de servidum bre sociales que
se ocultan bajo la dulce cubierta
de la libertad y de la igualdad fo r­
m ales, no p a ra despreciarla, sino
p a ra in citar a la clase obrera que
no se contente con la dulce cásea-
*
»
44Como m arx istas nunca hemos
sido idó latras de la dem ocracia fo r­
m a l” , escribe T rotsky. Tampoco
los dem ás hemos sido idólatras de
la dem ocracia foim al. Pero tam po­
co somos idólatras del socialismo
y del m arxism o. ¿Se deduce de
esto que tenem os derecho a arro-
P or ANTDNIG GARCIA
S O
C
I A
L
I
S
M
O
Al hablar de
s o c i a l i s m o
LA E X P E R IE N C IA
DE LA J U V E N T U D
óvenes de diez y ocho, de vein te, de veinticinco años...
Mozos ganados a la causa socialista fogueados en O ctubre
y que ahora, en Julio, ponían sus pechos generosos p a ra
c o rta r el paso a la reacción. H om bres de la R epública que
no se ren d ían an te las fra se s de latiguillo ni la fraseo lo g ía an ti-clerical
de que se n u trió buena p a rte del republicanism o histórico de E sp a ñ a , sino
que ten ían conciencia plena de su destino. G eneración m ad u ra en plen a
m ocedad, gru p o s selectos, am biciosos de ju sticia social, in tré p id a s v an ­
g u a rd ia s del proletariado organizado, aleg ría y serieded, cam pechania y
re sp eto m utuo, juventud, juventud seren a y c o n s c ie n te ...
E sto s eran , ahora doce años, los núcleos m ás com pactos y p re p a ra ­
dos, m ás serios ^ o rg a n iz a d o s que a la hora de la im provisación su p iero n
d a r las p rim e ra s b a ta lla s al ene­
migo común. E ra n los G rupos se­
lectos de las Ju v en tu d es S ocialis­
ta s de Espanta.
En lo individual y en lo colecti­
vo, esto s jóvenes escribieron p á g i­
n as de gloria. M érito suyo la s p ri­
m eras M ilicias con sentido de la
Marx trazó una distinción
disciplina, m érito suyo las p rim e­
tajante entre su materialismo
ra s U nidades ,del E jérc ito R eg u lar.
Los jóvenes socialistas c o n stitu ían
dialéctico y el materialismo
g a ra n tía m áxim a a la h o ra de
francés del siglo XV111. Identi- la
la acción. S us cuadros sirvieron de
iicaba a éste con Ibrexplicación
arm azó n sobre el oue fu ero n c rea­
mecánica, a la que considera­ das las unidades del E jé rc ito P o­
p u lar. Sin e sta Ju v en tu d S ocialis­
b a como método adecuado en
ta —ín te g ra m e n te so cialista—, di­
las ciencias naturales como la
fícil h ubiera sido sa lv a r las im ­
física y la química, en las cua­ provisaciones, el desorden y el li­
les la materia de estudio no
b re albedrío de los “ in co n tro la­
d o s ” . Jóvenes de diez y ocho, de
plantea problemas de desarro­
v einte, de veinticinco añ o s, .. Co­
llo histórico. Como Hegel, creía
razones generosos, educados en la s
que la dialéctica era un méto­
C asas del Pueblo, cerebros inquie­
do m ás poderoso precisamen­
tos alim en tad o s en su a fán de sa ­
b e r p o r los viejos m aestro s socia­
te porque podía tratar de una
lista s, b razo s firm es y conciencias
materia que estaba en conti­
lim pias, d efen so ras de la R epúbli­
nuo proceso de evolución y
ca, honestos y d esin teresad o s,
poner de manifiesto la necesi­
l cuántos de vosotros p a g á ste is
dad que le es inherente. Ni en­ con la vida v u e stra le g ítim a am bi­
ción de un m undo m e jo r?
;.A
tonces ni más adelante creyó
cu án to s indocum entados y a rrib is ­
Marx de ningún modo que un
ta s sirvió v u estro sacrificio de
método de explicación tomado
tram p o lín sobre el que m o n ta r u n
d e las ciencias físicas pudiera
a p a ra to de au to -p ro p ag an d a en be­
tener ningún valor para los es­ neficio exclusivo de un se c to r a n ­
tudios sociales. Tenía una po­ te s ap en as conocido?
F u isteis traicio n ad o s, jóvenes de
bre opinión de las incursiones
diez y ocho, de v einte, de v e in ti­
hechas por los cultivadores de
cinco a ñ o s . . .
Y cuándo ate n to s
únicam en te a d e rro ta r a l enem igo
las ciencias naturales en los
común ru b ric á b a is v u e stra san a
cam pos de la historia y de la
am bición con le tra s de sa n g re de
economía, opinión que expre­
v u estro s propios cuerpos, los cu­
só de modo inequívoco en EL cos, los ag azap ad o s, ex p lo tab an
CAPITAL. Es verdad que com­ v u estro sacrificio, p a ra te je r una
com plicada red de in terese s en be­
paró su propia obra con la de
neficio del P a rtid o C om unista,
Darwin; presentaba una mor­
o
o
fología evolucionista de los
i a vida, g ra n m ae stra , nos va
m odos de producción y cam­
enseñando que no todo es claro,
bio, que es análoga en los es­ limpió, diáfano. Ya a n tes hubo una
fra se ofensiva d irig id a con toda
tudios sociales a la anatomía
intención c o n tra n o so tro s: “ La R e­
evolucionista en biología. Sin
pública p a ra los R ep u b lican o s’’ .
embargo, es enteramente cier­
Luego la especulación de n u estro
to que Marx creía que la doc­ sacrificio, de n u estro dolor, p a ra
cap italizarlo en beneficio aje n o .
trina de Darwin no daba sino
¿ H a sta cuándo? He aquí el dile­
un apoyo externo a la teoría
m a del joven de hoy. Y del m ad u ­
d e la lucha de clases. Lo que
ro. Las Ju v en tu d es se lo han p la n ­
le impresionó en la primera
teado seriam e n te, seren am en te.
P o r eso hoy m ás que nunca, como
lectura del ORIGEN DE LAS
afirm ación de n u estro modo de se r,
ESPECIES fue "el tosco método
los jóvenes decim os: somos socia­
inglés de desarrollo", única re­
lista s, obreros y españoles. D entro
acción posible de un hegeliade este denom inador volcam os
n u e stra pasión y nuestro e n tu sias­
no ante el método estrictamen­
mo. Y cuando a izquierda o a de­
te empírico de Darwin. El uso
recha, con dem agogia o con m ala
d e la palabra materialismo no
fe, se nos quierq h acer olvidar
im plicaba semejanza de m é­
n u e stra p ristin a lim pieza ideológica y n u e stra ejecu to ria m oral, nues­
todos entre las ciencias natu­
tr a ro tu n d a afirm ación su rg irá
rales y las sociales. La filoso­
como trib u to obligado a los caídos
fía de Marx no tenía en común
y a los preso s: Seguim os siendo,
con un libro como el SISTEMA
con m ás claridad que nunca, las
Ju v en tu d es Socialistas de E sp añ a.
DE LA NATURALEZA del b a ­
L a m ism a que en v u estro s tie m ­
rón d'Holbach nada sino el
pos sé cubi-ió de honor. Jóvenes de
aborrecimiento de la religión.
diez y ocho, de veinte, de vein ti­
Jeorge H. SABINE.
cinco a ñ o s .. .
LA
SAGRADA
FAMILIA
no podía por
menos- de iuiciar este asun­
to bajo una mi­
rada de tipo ge­
neral con que
conviene siem­
pre apreciar conceptos que ten el
fondo de nosotros mismos lle­
vamos y que vienen siendo, ca­
si siempre motivo de profundas
inquietudes que vamos resol­
viendo poco a poco, a medida
(pie entramos en sus detalles y
éstos uos sirven para formar un
conjunto de ideas, que tienen
entre ellas una relación íntima
y constante y nos conducen a
un fin determinado.
Quizás el primer pensamiento
(pie vibra en nosotros es un
aián de justicia que vemos man­
cillado hoy día dentro de los
medios de la misma vida, tanto
en la producción, la distribu­
ción y el consumo, faetores to­
dos de vital importancia que
llevan en sí todo un programa
completo de costumbres, ideas,
rea liza (‘iones y fines dentro de
la clase dominante y un espílitu enteramente contrario por
parte de la clase obrera que vese esclavizada en forma misera1 le y tien r*por tanto el derecho
d< lucha a que se obliga una si­
tuación de cosas que bien lejos
está de todo principio moral y
de toda justicia.
Nuestro fin, el de la clase
obrera, no lleva en sí el éxito
personal que desean muchas
gentes: hacer una fortuna, no
importando para esto que los
medios puestos en práctica va­
yan contra toda ley humana,
saltándose para ello incluso
principios
que
llamándose
arraigados en el corazón no van
más allá que a pisar un templo,
arrodillarse ante una imagen y
al salir, y reanudar otra vez la
explotación inicua ; acrecentar
la fortuna a costa de la miseria
del prójimo; adquirir una po­
sición social ; un nombre dentro
de la industria y la banca ; des­
pués, si es posible, un pergami­
no, mientras más amarillo me­
jor. y otorgar de vez en cuan­
do, un donativo “ generoso” a
un asilo, a un hospital, a una
escuela que dan por fin el títu­
lo de filántropo con el que se
pasa la vejez ; los hijos heredan
todo ello y al parecer aquel su­
jeto que todo en él había sido
de un espíritu miserable y mez­
quino, deja, al morir, una este­
la de blancura sin tacha y un
“ buen nombre” ; una lápida
muy bonita en la tumba.
Como contraste magnífico de
este modo de hacer dentro del
sistema burgués, la clase tra­
bajadora, los socialistas, tene­
mos otra forma, generosa y
amplia, de ver las cosas: el co­
lectivismo; el conjunto de es­
fuerzos llevado hacia un bien
común en el que deben estar re­
presentados todos los que co­
laboran en él.
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E S P A Ñ A ES
N U E S T R A S IN T E S IS
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A breve h isto ria de la II R epública E spañola, regis.
tr a dos fechas —símbolo que expresan, por la sim ple elov e n c ia de su existencia, todo el dram a profundo de £*p aña en las ú ltim as décadas.
L um inosa, serena, conciliadora, pura es la del 14 de A bril. Fecha de
p rim av era prom etedora en la N atu raleza y en los corazones, alborear
b rilla n te de un régim en de convivencia que los acontecim ientos hicieron
imposible.
A pasionada, violenta, severa es la del 18 de Julio. F echa del verano
hispano en que el sol de fuego seca los cam pos y que en los corazones
quem ó con fu ria tra n sito ria pero avasalladora, todo concepto de fra te r­
nidad, de piedad, de serena com prensión.
¿C uál de las dos fechas, vistas
tr a s la experiencia inm ediata de
los años vividos se nos m u estra
m ás española, m ás republicana?
H uyam os de definiciones absolu­
Charles Fourier C1772-1837)
ta s , categ óricas, definitivas. Y re ­
conozcamos en las dos una a firm a ­ lue hombre de imaginación
ción de lo español, una consecuen­ desbordante, optimismo sin li­
cia de. n u estro modo de ser. Con el mites y una presunción loca a
dolor de n u e stra tradición liberal,
las que aliaba un ingenio muy
h u m a n ista, universal Rotem os en
sa n g re el fracaso de las ideas ge­ agudo, dones de observación
nerosas del 14 de A bril y con la notables y una gran sinceri­
perspicacia del político y el sen ti­ dad.
do de realidad del hom bre público
com prendam os que el 18 de Julio
Dependiente de comercio en
es tam bién la expresión de esa
Lyon, le atrajeron desde luego
o tra p a rte de E sp añ a p a ra quien
h a b la r de progreso, ju sticia soeial. las cuestiones sociales a raíz
lib ertad y am or, es a m arg a m edi­ de laa crisis económicas que
cina si ello supone —aun en míni­ provocó en esta ciudad la mi­
mo g rad o — el fm de privilegios na de muchas pequeñas em­
y v en taja ' inm ediatas.
presas.
Si u sáram os de la dialéctica, po­
dríam os m uy bien a firm a r que el
Fourier expuso sus ideas en
14 de A bril es la tesis, el 18 de
Ju lio la a n tite sis y que am bas sólo su obra titulada "TEORIA DE
serán su p erad as cuando consiga­ LOS C U A T R O MOVIMIEN­
mos una síntesis .necesaria y d efi­ TOS", que apareció en 1808.
n itiv a : E spaña.
Es su obra principal. He aquí
E l tem a vivo del español —de lo las grandes líneas generales
español— e stá en pie, p ara que his­
to riad o re s y filósofos te ja n sobre" de su doctrina: Primero, los
el cañam azo de la P a tria las m ás instintos y pasiones humanas
ag u d as conclusiones o las más com­
son buenos todos, y si se les
plicadas consecuencias.
dejara la libertad de acción ne­
F o r coincidencia de la fecha, he
mos de lim itarnos ah o ra a d esta­
c a r la presencia del 18 de Julio. cesaria, conducirían a la dicha;
P o iq u e el 18 de Julio es ya H isto­ segundo, el comercio es perju­
ria , ta n to o m ás que el 14 de A bril,
y al h a b lar de República es dem a­ dicial moral y materialmente;
siado necio olvidarlo. Y algunos lo tercero, el matrimonio es una
hacen.
hipocresía, pues doquiera im­
La profundidad del 18 de Julio
abarcar ta n to al campo rebelde vo­ plica la esclavitud d e la mu­
ltio al leal, pero desde el ángulo jer; cuarto, la civilización, en
republicano —el n u e s tro — los
su etapa actual de la historia
acontecim ientos dan la tónica del de la Humanidad, comporta to­
estado de opinión ciudadana. El
ideal republicano alcanza aquí una da clase de males; pero crea
am p litu d a n tes insospechada y la las tuerzas necesarias para ele­
R epública ag lu tin a en torno a sus var a la Humanidad a la fase
p ostulados lo m ás sano y selecto de asociación y armonía, en la
del pueblo español. Aun muchos
de los descontentos por acción u cual encontrarán los instintos
omisión de la República, se sien­ humanos la libertad de acción
ten im pelidos a su defensa, defen­ necesaria, y crearán la rique­
sa —que no se olvide— tenía en za, la alegría y la paz.
ocasiones como precio la propia
vida.
Se presenta Fourier a sus
La República no es por tan to
—vivido el dram a español— una contemporáneos como el hom-,
sim ple enunciación de principios bre que por fin había penehapolíticos. N o es tam poco el p a tri­ do el secreto de la creación di­
monio exclusivo con tin te s m ás o vina y de la naturaleza. Lo
menos históricos de un d eterm in a­
do gru p o de señores. L a República que para el conocimiento del
—lo que realm ente fu e vivo y ca­ mundo material hicieron Cris­
paz en la R epública— lo que vibra tóbal Colón, Copérnico y New­
con p resencia y perm anencia en to ­ ton, lo había hecho él para el
das las evocaciones del 18 de J u ­ conocimiento de las leyes del
lio es el pueblo español. Todo el
pueblo español. Es decir, E spaña. desarrollo del mundo orgánico
H e aquí una vez m a s la síntesis y social. Por eso consideraba
que se im pone con fu erza i «des­ su "descubrimiento" m ás im­
tru ctib le sobre las m inúsculas dis­ portante que "todos los traba­
cusiones de bandería. E sp añ a p a ­
ra E spaña, o en o tras p alab ras, E s­ jos científicos desde la apari­
paña p a ra el Pueblo Español, p a ­ ción del género humano".
lab ras ta n sencillas han de h erira oídos poco flexibles por muy in­
MAX BEER.
tra n sig e n te s. Y la in transigencia
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