8 Ágora PLAZA CULTURAL DE Un nadador extraordinario De lejos y a mi alrededor Los bancos, los deudores y el remedio Don Manuel Sánchez Silva Carlos Caco Ceballos Silva VERANO 1996. No siendo egresado de Oxford ni de Cambridge y siendo apenas mi escolaridad de sexto año, siento como una osadía emitir mi opinión sobre asuntos económicos; pero siendo ciudadano mexicano con todos los derechos que me concede la Constitución de mi país, por conducto de este sencillo artículo, para darles mi opinión sobre los descabellados programas que lo único que han servido es para ahondar la brecha entre las mayorías y las minorías, es decir, apoyar al neoliberalismo en contra del humanismo y apoyo a las clases necesitadas. He sabido que el Gobierno Federal, por instrucciones del único que manda en el país, el señor doctor Ernesto Zedillo, ha entregado 84 mil millones de dólares a los bancos para apoyarlos y evitar su quiebra debido, principalmente, al quebranto que han tenido con motivo de la cartera vencida que se originó indudablemente por la crisis general, producida por las medidas tan erróneas y malos consejos en las finanzas de períodos anteriores. Pues bien, si se trata de ayudar a los bancos para evitar su quiebra y que esto cause más desconcierto y nerviosismo, considero que debería crearse un organismo bancario, o bien el Banco de México para que éste se dirigiera a cada una de las instituciones bancarias, a fin de que éstas les indicaran los deudores cuyos créditos deberían ser reestructurados. La reestructuración sería a base de un nuevo crédito que les otorgaría el banco oficial, el cual sería con las mismas garantías y a un plazo razonable. El deudor que ya haya hecho los movimientos conducentes recibiría un cheque con los intereses normales, a nombre del banco acreedor y así, en esta sencilla, práctica y justa forma, el deudor le pagaría al banco acreedor. Por lo consiguiente, al hacerlo de esta manera con todos, se terminaría para los bancos “la cartera vencida” y los deudores serían hombres libres de deudas que empezarían o continuarían trabajando en un clima de tranquilidad, y así los beneficios los recibirían las mayorías, al pagar sus deudas atrasadas sin pagar intereses sobre intereses y a un interés que sería el mismo que concedió el gobierno americano por el préstamo de los 84 mil millones de dólares. Estoy entendiendo que la anterior sugerencia es la correcta, pues los bancos en “apuros” por “la cartera vencida” se sanearían, El Barzón ya no tendría razón de ser y los deudores disfrutarían de tiempo, calma y experiencia para en un futuro salir adelante. Estoy consciente que la presente sugerencia debe ser afinada y corregida por economistas morales, justos, de buena fe; siendo así, los resultados serían de todos buenos para la economía general, pues no hay que olvidar que la agricultura y ganadería en nuestro país son básicas en nuestro México, y si a esto se agrega la preferencia absoluta de primero producir las semillas en nuestro propio territorio, que importarlas como lo han hecho anteriormente, se vería el gran beneficio para todos, ricos y pobres, al realizarse esta sugerencia. Los bancos fueron creados o nacieron lustros atrás, para que fueran instituciones que ayudaran al pobre o al carente de recursos para que emprendiera un negocio, creara empleos y eso a su vez iniciaba la cadena de utilidades que van desde abajo hacia arriba, y sobre todo para que se acabaran los “agiotistas” que, con sus intereses o porcentajes altos, hacían que las personas emprendedoras dejaran en manos de ellos la mayor parte de las utilidades. Por lo consiguiente, al crearse los bancos empezaron a trabajar bajo reglamentaciones y ordenanzas más humanas, y en esa forma empezaron a florecer los negocios y las naciones cuyos bancos eran más comprensivos y menos onerosos los intereses, prosperaron rápidamente, como fue el caso del Japón y de muchas naciones europeas, lo mismo que los Estados Unidos. Sería muy encomiable que el señor presidente Zedillo fuera más comprensivo, realista y patriota, nombrando a un grupo de asesores honorarios de reconocida moralidad y rectitud, provenientes de diferentes estados y ocupaciones, para que sugieran, critiquen y asesoren las medidas a tomar, pues no hay duda que mientras más inteligente es un hombre, más necesita del asesoramiento de otras personas, y yo pienso que el señor Presidente es un hombre inteligente. El Consejo se compondría de un platanero de Colima, un limonero de Michoacán, un cacaotero de Tabasco, un naranjero de Veracruz, un cocotero de Guerrero, un industrial de Puebla y otro de Monterrey; un ganadero de Tamaulipas y otro de Chihuahua, un contador de Jalisco, otro del DF y un tercero de Hidalgo; un maicero de Nayarit, un cafetero de Chiapas, y dos o tres economistas de sentido común, y siendo así, éstos de seguro le aconsejarán al señor Presidente las medidas prudentes, prácticas y realistas que necesita el país para ir saliendo de la crisis que nos han dejado así todos los asesores presidenciales graduados en universidades extranjeras. En la historia del arte… Ágora Las uveras, obra de Eduardo Chicharro (1873-1949). 13 de junio 1888.- Nació Fernando Pessoa, uno de los mejores poetas y escritores de la lengua portuguesa y de la literatura europea. Tuvo una vida discreta, centrada en el periodismo, la publicidad, el comercio y, principalmente, la literatura, en la que se desdobló en varias personalidades conocidas como heterónimos. La figura enigmática en la que se convirtió motiva gran parte de los estudios sobre su vida y su obra. Habiendo vivido la mayor parte de su juventud en Sudáfrica, donde estudió hasta el año 1905, la lengua inglesa tuvo gran importancia en su vida, pues Pessoa traducía, trabajaba y pensaba en ese idioma. De día, Pessoa se ganaba la vida como traductor. Por la noche, escribía poesía: no escribía su propia poesía, sino la de diversos autores ficticios, diferentes en estilo, modos y voz. Publicó bajo varios heterónimos, de los cuales los más importantes son Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, Bernardo Soares y Ricardo Reis, e incluso publicó críticas contra sus propias obras, firmadas por sus heterónimos. VIÑETAS DE LA PROVINCIA 4 Domingo 12 de junio de 2016 2395 Mes Colimense del Teatro El teatro no es un arte solitario, es un arte que se hace entre muchos por medio del encuentro con el otro. Lo importante es el compartir en un espíritu de comunión. Eso es el corazón, es la esencia. Eric Jean 14 de junio 1858.- Nació el político y escritor mexicano Manuel José Othón, en la ciudad de Aguascalientes. También poeta y dramaturgo que perteneció a los movimientos literarios del romanticismo y modernismo. Es autor del poema Idilio salvaje, considerado uno de los poemas más representativos de México. 1986.- Se cumplen 30 años de la muerte del escritor argentino Jorge Luis Borges, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universal, y que además ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo. 17 de junio 1873.- Nació Eduardo Chicharro, uno de los más grandes pintores de su época, con una enorme facilidad para el dibujo y capacidad para el color. Discípulo de Joaquín Sorolla y Manuel Domínguez en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, amplió sus estudios en Roma con una pensión que obtuvo por oposición. En 1910 fundó la Asociación de Pintores y Escultores, siendo su primer presidente. Esta asociación crearía en 1920 el Salón de Otoño, certamen que se sigue celebrando en la actualidad. * Empresario, historiador y narrador. † Director General: Armando Martínez de la Rosa (29 de enero de 1956) Ágora PLAZA CULTURAL DE Coordinador: Julio César Zamora Velasco Imágenes: Fotos de Archivo. Correo: [email protected], [email protected] Foto: Víctor Salazar ESCRIBEN: Janet Pinela, Norma Navarrete, Alberto Llanes, Zeydel Bernal, Leopoldo Barragán, César Vallejo, Javier Chávez y Carlos Caco Ceballos. 2 Ágora Eric Jean en Colima Entrevista y traducción: Janet Pinela La nueva coproducción entre Cuatro Milpas Teatro y Quebec, Más allá, se estrenó en Colima en el marco del Mes Colimense del Teatro, organizado por la Secretaría de Cultura de Colima. Se trata de un espectáculo que cambia de manera constante en cada representación, pues, además de las actuaciones del colimense Christian Rangel y la quebequense Anne-Catherine Lebeau, el director Eric Jean dirige en vivo con un novedoso método de creación que propicia la interacción con el público de una manera poco convencional. El texto fue creado con el mismo método por Pascal Brullemans y la iluminación está a cargo de César Fajardo. Después del estreno se ha programado una corta temporada en la que el público interesado podrá apreciar este espectáculo singular en la Sala Emilio Carballido, de la Casa de la Cultura del Colima, del 13 al 17 de junio a las 20:30 horas, el sábado 18 a las 20:00 horas y el domingo 19 a las 19:00 horas. La entrada es libre sujeta a disponibilidad. ENTREVISTA Janet Pinela (JP): ¿Por qué escogiste la profesión de director de teatro? Eric Jean (EJ): Yo estudié la carrera de actor y me gustaba mucho actuar, pero no podía soportar la idea de esperar a ser llamado. No me gustaba estar a la espera de los proyectos, por eso viré mi profesión a director de escena, porque así podía iniciar mis propios proyectos. Además, mientras dirijo la puesta en escena sigo siendo actor. La manera en que trabajo, con las improvisaciones que dirijo, yo también entro al juego junto con los actores. JP: ¿Cuál es la diferencia entre ser un actor y un director de escena? EJ: Para mí no hay mucha diferencia, sobre todo a nivel de la implicación del imaginario. Yo trabajo haciendo la composición de un cuadro, como si tuviera unos botes de pintura y construyera las imágenes, pero también es como si en un momento la pintura cobrara vida. En mi trabajo los actores también pueden proponer cosas. Como director soy la persona responsable de crear los vínculos entre los actores, la música y las imágenes. JP: La música tiene un lugar muy importante en tu teatro. ¿Decides el tipo de músico por intuición? EJ: Sí, la utilización de la música es muy intuitiva. La música es universal, aunque no la comprendamos, aunque esté en otro idioma, la música nos toca de la misma forma, no importa de qué país seamos. Para mí la música nos pone en contacto con el imaginario, permite que salgamos de lo concreto, de nuestro mundo cotidiano y nos ayuda a dejar fluir nuestra fantasía, nuestra libertad e imaginación. Yo veo a la música como un personaje suplementario, como un actor más, por eso siempre les pido a los actores que trabajen junto con la música, como si fuera un compañero con el que entablan relación y diálogo. JP: Has trabajado con actores mexicanos, particularmente de Cuatro Milpas, ¿en- cuentras alguna diferencia en su manera de actuar comparando con los quebequenses? EJ: Sí existe diferencia en general, pero es curioso, pues en el proyecto Más allá trabajo con Christian Rangel, un mexicano que ha pasado mucho tiempo en Quebec y que se ha dejado permear por la cultura quebequense. Si hablo de la primera experiencia con Cuerpos extraños, lo que me fascinó fue la confianza que ofrecen, el abandono, el dejarse ir de los actores de Cuatro Milpas. También me encantó cómo se sumergen en el trabajo de una manera muy emotiva, esa es la gran diferencia: trabajan emotivamente, no de manera cerebral. JP: Hay muchos contrastes en las formas de producción entre Quebec y Colima. ¿Hay algo que te guste de nuestra manera de producir, especialmente si hablamos de que no hay presupuesto? EJ: Sí, hay poco dinero pero no es por eso que vengo y participo. Es la tercera producción que hacemos aquí. A mí me hace mucho bien venir a México, a Colima. Eso me permite salir de mi mismo, de mis hábitos, de mi forma de hacer las cosas. Aquí encuentro mucha libertad creativa y eso me da mucho gozo. No hay dinero pero la gente con la que trabajo es muy comprometida, están muy motivados. Eso me ilumina, me prende. Es como cuando doy clases en la escuela de teatro. Eso me da cosas que no tienen límite, que no son ideas preconcebidas, sin prejuicios. Eso encuentro en el trabajo con los actores de Cuatro Milpas y eso para mí es una gran fuerza. JP: ¿Qué buscas cuando das clases a los alumnos de la Escuela Nacional de Teatro de Canadá? EJ: Es difícil decirlo con precisión. Yo busco estimular la creatividad de los acto- Foto: Víctor Salazar 7 Ágora PLAZA CULTURAL DE PLAZA CULTURAL DE res. No me interesan los actores que sólo son ejecutantes, esos que hacen sólo lo que uno les dice. Creo que el imaginario no tiene límite, uno puede imaginar, soñar tantas cosas. Lo que me gusta más al trabajar con los estudiantes es darles la confianza y hacer que se abandonen al método de creación ayudarlos a que su creatividad sea un poco más vertiginosa. JP: ¿Qué consejo les darías a los jóvenes que quieren acercarse al teatro, que quieren estudiarlo? EJ: Les diría que deben amar lo que hacen realmente. Se debe amar, pues no es una profesión fácil, es muy difícil. Existen muchos caminos para convertirse en actor o artista. Lo importante es crear su propio camino. Ser fiel al objetivo una vez fijado. Les diría que no hay que subestimar el imaginario de cada ser humano y que deben permitir que se explaye. JP: Ahora estás en un momento muy importante de tu carrera, tienes una buena posición en la escena de tu país. ¿Qué quieres hacer ahora? EJ: Pues estoy dejando mi empleo como Director artístico del Théâtre de Quat´sous de Montreal después de 12 años de estar al frente. Lo dejo porque tengo deseos de provocarme, tengo ganas de hacer más cosas además de teatro o de combinarlo con otras cosas. Exactamente como pasó con esta experiencia en la obra Más allá. Me hice la pregunta de cómo me gustaría hacerla y me pareció que debería ser dentro de un museo de arte contemporáneo; que comenzara como una instalación y que cuando el público entrara, hubiera un personaje relacionándose con una imagen o con un objeto. Cuando trabajamos en un teatro, actuamos siguiendo un protocolo. El público se Abismo Xavier Paredes Magaña Si el arte de la palabra es el silencio No hablemos de fosas ni ejecuciones Dejemos el escándalo a los políticos Veamos desde lejos la humareda Hay un lugar que a todos nos aguarda El abismo de vivir sin decir nada Luz Alberto Ocón Ventura Al salir de la huerta guardo el crepúsculo en mis ojos la tierra entre mis manos y la esperanza en tu vientre El libro de los oficios tristes Javier Chávez Por ser dueño de una voz con una musicalidad atenta a discernir en las minucias de lo cotidiano el pulso invisible de la ciudad y sus trabajos, Miguel Maldonado fue reconocido con el Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza 2016. El poeta ganador, nacido en Puebla en 1975 y en cuya obra se cuentan La carne propia y Ciudadela, afirmó que El libro de los oficios tristes, a la que le fue concedido este reconocimiento, está inspirada por los trabajos que llevó a cabo para pagar sus estudios en Canadá y Kenia, lo cual lo puso a pensar en los oficios justos y en los trabajos que parecen más importantes que otros y que son discriminados. “Agradezco al jurado por considerar que este libro requería algo de atención y las vivencias que me han marcado, comenzando por mi natal Puebla, donde fatigué las calles y encontré guías espirituales y es mi botón de muestra este libro que reflexiona sobre una sociedad más justa, un modesto intento por construir un puente comunicante”. Por su parte, Miguel Limón, presidente de la Fundación para las Letras Mexicanas, señaló que este reconocimiento fortalece la carrera artística de un poeta de gran valor, como Miguel Maldonado, cuyo talento creativo ha mostrado numerosos pasajes e imágenes de gran riqueza. Los miembros del jurado, Adolfo Castañón y Juan Villoro, coincidieron que la obra de Maldonado es risueña, melancólica y al mismo tiempo muestra numerosos niveles para compartir imágenes con el lector. Adolfo Castañón dijo que El libro de los oficios fue seleccionado entre 37 participantes y es un álbum de estampas y viñetas que crea un universo que se inscribe en una estirpe de grandes poetas y donde hay una belleza alcalina con poemas como El globero, que lo conecta con el poeta que da nombre a este premio con obras como Tigre que dedicó a su madre Ana María Icaza de Xirau. El escritor Juan Villoro dijo que las cosas fugitivas y pequeñas que definen nuestra vida son parte de la obra de Miguel Maldonado, ocupándose de quienes venden sus cabellos para crear pelucas, recogen la basura o se convierten en ayudantes de ayudantes. “Los trabajadores de Maldonado son los que piden algo de algo para ganarse la vida, el lavaplatos, el ser anónimo que desaparece y cuyo esfuerzo es ignorado. El autor promete no ocuparse de los patrones y sí de los que se rentan para probar medicamentos o el que en una cocina de restaurante se alimenta de las sobras que dejan las señoritas para no engordar. Es un libro para entender y premiar el rigor de esos oficios que hacen que la vida siga gracias al empeño y el tornillo necesario”, concluyó. Pienso no hay peor crisis que la del campo sin semillas el terreno es inerte Así este país así mis amigos entre la aridez así la gente inocente descontrolada No seré el pasajero solitario en medio de todo este fogonazo habrá una luz que me ilumine A la sombra del volcán Wilberto Palomares Todos los caminos llevan al volcán, aún los devorados por la alegre hierba. Los de concreto moderno, los de antigua piedra, los de ancestral arena, los que sólo recuerdan nuestros ancestros. Pero nosotros somos hijos del volcán, engendros de fuego, bastardos de ceniza. No necesitamos senderos, no nos entendemos con los mapas, nos guían las rocas que la montaña vomita. Siempre terminamos durmiendo bajo su sombra. 6 Ágora PLAZA CULTURAL DE Azul Zeydel Bernal ¿Tienes una Jaula? Me pregunta una vecina con un pájaro azul en mano. Pienso para mis adentros: Relatos de un nadador “Sólo ésta del pecho, que guarda el corazón”. Leopoldo Barragán Maldonado Según Karl Jaspers, el mar es un símbolo de trascendencia, podríamos decir que es un elemento de lo que llama el envolvente; en su sentido llano las aguas marinas nos atraen con su embeleso. En mi infancia, cuando me bañaba en la playa de Cuyutlán, observaba la rítmica y violenta formación de la ola verde, realmente me parecía gigantesca. Fueron múltiples las ocasiones en que miraba cómo los salvavidas de aquel lugar se sumergían para librar la furia de la reventazón y luego dejar entrever sus siluetas ascendiendo por aquellas verdosas crestas para rescatar a más de alguno arrastrado por las fuertes corrientes. En el álbum de los recuerdos tengo presente la imagen de mi tío Rafael Vilchis, por mucho tiempo jefe del comando submarino de la Armada de México, allá en la base naval de Acapulco, quien en cierta ocasión que nos visitó y fuimos a Cuyutlán; mi tío muy campante ingresó al mar, cual delfín se sumergió perdiéndolo de vista, de pronto, muy atrás de donde se levantan las olas sólo se veía un diminuto círculo negro, de inmediato se escucharon los silbatazos de los salvavidas, yo no sé si Rafael los escuchaba, lo que sí me consta es que permaneció buen rato disfrutando la delicia del mar, haciendo alarde de sus destrezas como ‘hombre rana’; al salir causó buena impresión entre las personas curiosas que se acercaron a él. Otro día de tantos fuimos a las albercas de San Cayetano, mi tío Rafael se daba el lujo de cruzarlas ida y vuelta sumergido, demostrando su arduo entrenamiento. Recientemente platiqué con el señor Manuel Mendoza Torres, hombre fascinado por el deporte de la natación y el peligroso atractivo del mar. Don Manuel es colimote de nacimiento, vino al mundo el 1 de septiembre de 1926. Cuenta que desde niño le gustó practicar el deporte de los tritones en las albercas Colimán y San Cayetano, dice que él no fue salvavidas pero que lo hacía por su gusto; es cierto que los gustitos salen caros o de perdido nos dan algún susto. Afirma Don Manuel: “Varias veces me arrastró la corriente, pero todo salió bien”. Las rutinas en las prácticas de algún deporte o pasatiempo no siempre son afortunadas, nadar en el mar tiene sus riesgos. Recuerda que “en Pascuales me metí a nadar y salí en el Real, me metía yo solo sin que nadie me dijera nada, yo ya sabía que era muy peligroso; mi mamá me regañaba porque me iba a Pascuales los domingos”. Cuyutlán tiene su encanto, es una playa bonita pero con marejadas y corrientes de respeto, dice nuestro amigo Manuel, que un día andaba muy adentro en el mar, por allá donde “veía animales y hasta tiburones”, y que cuando salió “la gente ya estaba rezando porque creían que se había ahogado”. En los tiempos juveniles de Don Manuel le tocó convivir con algunas de las leyendas de la natación colimense como Víctor Vázquez y Francisco Vizcaíno. Nos platica que “había un señor que fue bueno para la nadada, le decían El Cirulí”, y respecto a Francisco Vizcaíno opinó que “fue uno de los mejores salvavidas que ha habido, era un deportista muy bueno, a veces nos encontrábamos allá adentro, él andaba por un lado y yo por otro”. Uno de sus recuerdos más gratos es que “llegué a sacar personas de la playa; los sacaba a como diera lugar, hasta a puros aventones, porque no es alberca, hay que luchar contra el agua, a veces con los salvavidas y a veces solo; ahí había unos muchachos que les gustaba, como el Güero Madrid”. La predilección de Don Manuel por Cuyutlán se debía a su trabajo en la cooperativa de salineros, por eso “todas las temporadas iba yo a Cuyutlán, allá trabajaba en las de salinas, yo llevaba el control que se producía. Yo trabaja con el señor Armando García de la Cadena, yo llevaba el control de las ventas de sal”. Dice un dicho que no hay rosas sin espinas, y una de éstas es la plaga de moscos que arremete a pico limpio desde el atardecer hasta el amanecer, tanto Cuyutlán como San Blas, Nayarit, son las megametrópolis de los zancudos en el litoral del Pacífico mexicano, y Don Manuel se daba su mañas para contrarrestar el sonoro ataque de estos insectos. Al igual que muchos de los miles de visitantes que acudimos fervorosamente a disfrutar de los candentes rayos solares y las revueltas aguas de la mágica playa cuyutlense, aquí hasta los zancudos forman parte de ese encanto que envuelve a la playa más famosa de nuestro bello estado de Colima. 3 Ágora PLAZA CULTURAL DE Piedra negra sobre una piedra blanca César Vallejo Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París y no me corro tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. Jueves será, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los húmeros me he puesto a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo. sienta en la sala y es pasivo. Quisiera hacer teatro en otros contextos. También haré cine, regreso a la escuela a estudiar realización cinematográfica. Trabajaré todavía más con el cuerpo, en proyectos relacionados con la danza. JP: Háblanos un poco de lo que esperas provocar en el público de Colima con esta nueva producción de Más allá. EJ: Quiero que vivan una experiencia diferente a las que hayan tenido antes en el teatro. Quiero que tomen conciencia de la fragilidad de nuestro oficio. Nuestro trabajo es precario. A veces descansa sobre circunstancias impalpables. A veces no importa si uno trabaja mucho sobre un espectáculo, eso no garantiza que le guste al público. Para nosotros los artistas, el trabajo nos exige que nos comprometamos y tomemos enormes riesgos. Eso es lo que quiero compartir con el público y que tomen más conciencia de esa fragilidad. JP: Esto es para un público acostumbrado a acudir al teatro. ¿Y para el espectador neófito? EJ: Lo mismo, acercarlos a que sepan cómo se hace el teatro, cómo se inventa, cómo creamos una escena, cómo se crean las relaciones entre artistas, entre personajes. De esto hablo a todo el mundo, auque no tengan el hábito de ir al teatro. Yo creo que vamos a crear pequeños momentos mágicos que van a tocar el alma del espectador aunque no sepa exactamente por qué. Los vamos a transportar, para hacerlos salir de su cotidiano. Les haremos ver los aspectos de la vida de una manera diferente. JP: ¿Cuál sería para ti un momento teatral perfecto? EJ: Uno en el que haya comunión entre los artistas de la escena y los espectadores. Un momentito donde todos hagan: ¡Ahh! Donde todos nos conmovamos, nos transportemos. Es muy simple, pero ese es un momento perfecto. JP: ¿Buscas la magia en tu teatro? EJ: Sí, en todas sus formas, me interesa mucho. JP: ¿Cuál es la esencia del teatro para ti? EJ: Es la posibilidad de compartir, la comunión. El teatro no es un arte solitario, es un arte que se hace entre muchos por medio del encuentro con el otro. El teatro nace siempre del encuentro entre los artistas y los espectadores. Para mí, y eso es algo que les enseño a mis actores, que uno tiene la responsabilidad de que el otro sea bueno y a partir de ese momento comienza el trabajo. Lo importante es el compartir en un espíritu de comunión. Eso es el corazón, es la esencia. Más allá… de Pessoa, y París En el marco del Mes Colimense del Teatro, en la presente edición de Ágora damos continuidad a la colaboración teatral Colima-Quebec, que se ha venido desarrollando y fortaleciendo desde hace trece años a través de Cuatro Milpas Teatro. La nueva coproducción es la puesta en escena Más allá, dirigida por el canadiense Eric Jean, quien a su vez revela en entrevista con la también directora y actriz Janet Pinela, su creatividad y forma de hacer teatro. A propósito de que mañana se cumplen 128 años del nacimiento del poeta Fernando Pessoa, el escritor Alberto Llanes diserta sobre las 40 presentaciones y la persona que encarna al personaje de la obra Vengando a Pessoa, escrita por César Anguiano, dirigida y actuada por Jaime Velasco, quien recientemente develó una placa conmemorativa por este unipersonal. Luego de echarnos un clavado entre la ola de verde, la de Cuyutlán, para conocer a sus tritones, vamos hasta al museo del Louvre y el de Orsay que, aunque han vuelto a abrir sus puertas desde el pasado miércoles, luego de las alarmantes inundaciones que provocaron las lluvias que hicieron que el Sena alcanzara su mayor nivel en los últimos 30 años, aprovechamos para rememorar el poema “Piedra negra sobre una piedra blanca”, del peruano César Vallejo con su inmortal frase: moriré en París con aguacero. La niña del anuncio espectacular Norma Navarrete César Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que él les haga nada; le daban duro con un palo y duro La noche se asoma como niña traviesa a través del cielo. Las estrellas despiertan y brillan como espejos en la distancia. Una mujer vende rosas en un crucero, despeinada y con manchas en la cara: a veinte, a veinte. Los autos se detienen pero las rosas con precio no son para su bolsillo. también con una soga; son testigos los días jueves y los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos... Con la ropa salpicada de sudor, a la vendedora de rosas no le sorprende el anuncio nocturno, de la niña que vende celulares. Quien parece al igual que la vendedora, tener cansancio por el esfuerzo, de permanecer todo el día saltando en la fotografía gigante que la exhibe. Los autos pasan indolentes, no miran a la niña del anuncio. Y la que ofrece rosas cierra su garganta. Deja de pregonar sus flores con la tarde. Las deposita en agua para que se refresquen y se marcha, para volver con sus rosas al crucero en un día soleado. Mañana, la niña del anuncio espectacular que salta la cuerda en el aire, venderá muchos celulares y el viento la despeinará casualmente. Igual que los hombres que bajan su imagen y colocan un nuevo anuncio cerca del cielo. Foto: Víctor Salazar 4 Ágora PLAZA CULTURAL DE Vengando a Pessoa VIÑETAS DE LA PROVINCIA Alberto Llanes Un nadador extraordinario Don Manuel Sánchez Silva A fines de 1929 Eduardo Brun trajo, de un viaje a Francia, una hermosa canoa canadiense. Desde hacía muchos años, había estado alimentando la ilusión de descender por el río Armería en uno de esos débiles y manejables esquifes. Rafael Macedo fomentaba su entusiasmo y ambos se soñaban héroes cinematográficos de Rose Mary, una película de la época, truculenta y romántica a un tiempo mismo, en que dos amigos bajaban la accidentada corriente del Yukón, salvando los peligrosos rápidos en una de esas embarcaciones esquimales, hechas de pieles de caribú. La llegada de la canoa fue todo un acontecimiento, y se fijó la fecha de un domingo para realizar la ansiada aventura. Bajo el puente del ferrocarril, tendido sobre el Armería, los dos amigos se embarcaron ante la vista de numerosos curiosos, que divertidos presenciaron la extraña indumentaria escogida y que prestaba a los excursionistas un aspecto evocador de Stanley Livingston, cuando exploraba la jungla africana: casco de corcho, camisa de cuello abierto y mangas cortas, calzón hasta las rodillas y zapatos de alpinista. Además del bastimento, iban provistos de cantimploras con agua, rifles 22, cámaras fotográficas, prismáticos, altímetros y demás artículos de nombre esdrújulo. Unas cuantas horas después hicieron su arribo triunfal a la boca de Pascuales, siendo recibidos entre aplausos y felicitaciones por la nutrida concurrencia que se había ido congregando en este sitio, para esperar a los atrevidos navegantes. Después de saborear largamente las mieles del halago, nuestros envalentonados amigos resolvieron subrayar el éxito de su aventura con una proeza más, llevada a cabo en presencia de sus admiradoras, y volviendo a embarcarse en su gloriosa canoa canadiense se hicieron a la mar... por las aguas del río, con la mala suerte de que no les fue posible maniobrar con la necesaria habilidad para soportar la furia de la “reventazón” y una tremenda ola –la terrorífica “ola verde”– los tomó de costado y los hizo puré. Rafael Macedo, más afortunado, logró retornar a la playa, revolcado y maltrecho, pero fuera de peligro, en tanto que Eduardo fue arrastrado mar adentro. Cuando volvió a la superficie semiasfixiado, desorientado y espantado, vio a corta distancia su canoa flotar quilla al aire. Nadó hacia ella como pudo, izó su dolorida humanidad, aumentándose sus congojas al advertir que el flujo provocado por la desembocadura del río lo iba alejando lenta, pero inexorablemente, de la ya lejana costa... En tanto, la muchedumbre se aglomeraba en la playa preocupada por la suerte de Eduardo, a quien veían montado en la canoa, cada vez a mayor distancia. De pronto, alguien sugirió una idea salvadora: –¡Que Pancho Vizcaíno lo saque! Pancho Vizcaíno, un muchacho deportista que había consumado hazañas de natación verdaderamente asombrosas y que dormía la siesta plácidamente, acurrucado en la tibia arena, fue interrumpido en su sueño, se impuso de lo que ocurría y sin pérdida de tiempo se lanzó al agua. Con la destreza de un cetáceo burló la espumeante acechanza de la reventazón y nadó vigorosamente hacia el lugar donde Eduardo hacía ya su examen de conciencia. Al verlo llegar, trató de abandonar la canoa, pero Pancho se opuso: –¡No te bajes!, voy a bucear para coger el cable y sacarte con todo y canoa... –¡No me importa la canoa! –protestó Eduardo, considerando que no valía la pena comprometer el salvamento, por recuperar el artefacto. –Voy a bajarme para que me saques a mí... –¡Estate quieto! –le ordenó Pancho–, te saco montado en la canoa... ¡o no te saco! Se sumergió Pancho hasta hacerse de la punta del cable que estaba atado a la proa de la embarcación; se lo amarró en torno al pecho y empezó a nadar hacia la playa. Eduardo y los numerosos espectadores no daban crédito a sus ojos, al mirar cómo aquel remolcador humano nadaba contra la corriente del río, salvaba la fatídica reventazón y llegaba hasta tierra firme, tirando de una canoa con un hombre arriba... Ese día, Pancho Vizcaíno prorrogó la letra de cambio de la vida de Eduardo Brun, en el momento en que vencía... Francisco Vizcaíno Fernández nació en Cuauhtémoc, en 1909. Hizo su primaria en Colima y desde muy niño acusó extraordinarias facultades para la natación. En la huerta de Los Fresnos aprendió a nadar y sus primeras pruebas de resistencia las hizo en el “tanque de los caballos”, cuyo perímetro recorría una y otra vez, con asombro de sus compañeros de diversión. Nunca recibió instrucciones o consejos de nadie. Practicó la brazada de pecho, o sea el sistema conocido por “brazo partido”, y no tuvo ocasión de aprender el “crawl” australiano. Su estilo de nadar le desarrolló admirablemente el tórax, al grado de llegar a tener 6 pulgadas de expansión, superando así a Lack Dempsey, el famoso campeón mundial de box, que en sus mejores tiempos registraba 4 pulgadas de expansión. Tenía 14 años de edad cuando, seguro de su resistencia, Pancho se atrevió a permanecer cuatro y cinco horas nadando en el mar. En 1928 realizó una travesía en la que nadie creyó hasta que fue un hecho. Nadó de Cuyutlán a Manzanillo, o sea una distancia aproximada de 22 millas, equivalente a unos 40 kilómetros. En 1940 ofreció exhibiciones en Long Beach, Okland y Richmondo. Ya había estado en Norteamérica en 1923 y 1926, llamando la atención como nadador de increíble resistencia, pero fue hasta la tercera ocasión, en que la admiración que provocaba culminó en el club atlético de los Ángeles, el que 5 Ágora PLAZA CULTURAL DE (29 de enero de 1956) le propuso patrocinarlo para cruzar la ida y vuelta a El Canal de la Mancha, pero Vizcaíno declinó la proposición, en virtud de que para aceptarla hubiera sido necesario nacionalizarse norteamericano y Pancho resolvió seguir siendo “de acá, de este lado”. En 1935, siendo presidente de la República el general Lázaro Cárdenas, Pancho le ofreció una exhibición en Manzanillo: remolcó a nado la lancha “América”, con 20 personas a bordo, cubriendo en doble sentido la distancia que mediaba entre el muelle fiscal y la punta del rompeolas, o sea milla y media. Ese recorrido fue hecho en condiciones desfavorables, porque al estarse sujetando el cable del remolque, ya con medio cuerpo en el mar, Pancho pisó una concha de ostión que le produjo una honda herida en la planta del pie, por la que empezó a sangrar abundantemente, pero a pesar de que iba debilitándose por momentos, dio cima a la esforzada empresa. Al regresar al muelle, el señor Presidente obsequió al maravilloso nadador un billete de $500 y le ofreció llevárselo en el tren Olivo, a fin de que en la capital de la República se le entrenara para mandarlo a Inglaterra, con el propósito de que a nombre de México cruzara el Canal de la Mancha. Por desgracia, la herida del pie le impidió la oportunidad de consagrarse deportivamente. La hazaña realizada en Manzanillo no tiene paralelo en la historia de la natación mundial. Sin embargo, ya en otra ocasión Pancho la había intentado con éxito, pues en 1919, hallándose en Guaymas, remolcó una pesada panga en la que iban cinco personas, a quienes paseó por el mar en un tramo de media milla. Como en la época en que Pancho destacó sus facultades únicas el apoyo al deporte empezaba apenas en México, el nadador colimense careció de estímulos y ayuda. La necesidad de trabajar para sostenerse, los deberes familiares contraídos y el paso de los años, fueron alejándolo de su afición favorita. En la actualidad, convertido en un cumplido funcionario público, envejece en medio de los suyos, en una vida de trabajo y de orden. Pero al evocar los triunfos juveniles sin precedentes, experimenta la nostalgia de aquella época juvenil, en que justificadamente podemos decir del nado de resistencia lo que Rafael Guerra, el torero non de España, refiriéndose a su profesión: ¡En el mundo yo. Y después de yo, “naiden”! * Periodista, escritor y fundador de Diario de Colima.† El cero a la izquierda de Lisboa representado por el cero a la izquierda de Colima. Mano a mano. Así dice la dramaturgia de mi amigo César Anguiano en su obra Vengando a Pessoa, que llegó a las 40 representaciones. Yo le agregué el mano a mano que no viene en el original. El actor, mi otro gran amigo y maestro, Jaime Velasco, cerró el pasado domingo con develación de placa y enterró definitivamente al personaje que interpretó por ocho años, dentro del marco del Mes Colimense del Teatro; iguales ambos, solteros forever, artistas grandilocuentes por el arte mismo, e idénticos en problemas pero separados por la brecha del tiempo, del espacio… reunidos por su amor al arte: uno escribiendo (Pessoa), el otro actuándolo (Velasco). Con esta función se cierra un ciclo en la vida de Jaime Velasco para dar parte a otro. Pero siempre dentro del teatro, su pasión, su vida. Pessoa le pesó en cuerpo, alma, mente y, me atrevería a decir, en espíritu; porque la dramaturgia de César Anguiano le hace una muy fuerte crítica al poder, a los humanos que parecemos mulas de carga, haciendo las mismas cosas siempre (como ese poema de León Felipe que se llama Qué pena) a la sociedad que le pone trabas a la gente para salir adelante, a todos nosotros que, no siendo felices, tampoco hacemos algo por mínimo que sea para hacer feliz a alguien más, no. Y el pobre de Pessoa viviendo por todos nosotros (frase de la dramaturgia de César que noquea), así como el pobre de Velasco, ahora, en estos días, viviendo por todos los colimenses, jalisquillos, defeños y… En la introducción del Libro del desasosiego, escrita por Richard Zenith, por lo menos la versión que yo tengo arranca con una frase que me retumbó y jamás podré olvidar: “Fernando Pessoa, propiamente dicho, no existe”. Quien nos lo dijo fue Álvaro de Campos, uno de los personajes inventados por Pessoa para ahorrarle el esfuerzo y la molestia de vivir (2000, pág.13). Y César Anguiano dice que el pobre de Pessoa, al no vivir su vida, al no existir como escribe en su introducción Richard Zenith, tuvo entonces que colgar su vida, dejarla en la habitación y, desde su buhardilla y arrinconado, alejado de todos, vivir por nosotros que mostramos sumisión al jefe en nuestro trabajo, que tenemos que andar rindiéndole pleitesía a quien ostenta el poder para que no nos corran, para ganar algo… un mendrugo de pan, generalmente; eso lo hacen los animales y, ¿por qué no ser humanos por lo menos un día, un único y mísero día y vivir, vivir, vivir…? Tres ceros a la izquierda (Pessoa en Lisboa; Velasco en Colima; Anguiano en Ciudad Guzmán… y me agrego yo también en Colima para sumar cuatro ceros a la izquierda), 40 presentaciones Vengando a Pessoa Escritor: César Anguiano Dirección y actuación: Jaime Velasco Musicalización: Miguel Ángel Cuervo El vengador de Pessoa: El actor Jaime Velasco. ceros a la izquierda presos entre las redes de un delirio que nos empeñamos en llamar arte, de un oficio que llamamos arte y que pocos valoran, más pocos lo sienten y muchos más pocos se atreven a hacerlo, amén de apoyos, de instituciones, de dádivas… Pero bien lo dejó escrito Fernando Pessoa, y en la noche, última noche de representación de esta obra, quedó en claro. En el poema llamado Autopsicografía, Pessoa dice: El poeta es un fingidor. Finge completamente Que hasta finge que es dolor El dolor que de veras siente. Y quienes leen lo que escribe, Sienten, en el dolor leído, No los dos que el poeta vive Sino aquél que no han tenido. Y así va por su camino, Distrayendo a la razón, Ese tren sin real destino Que se llama corazón. El artista es un fingidor, como fingidor también fue el maestro Miguel Ángel Cuervo, musicalizador de la puesta en escena; todavía le tocó al gran Cuervo, artista reservado, olvidado, arrinconado como Pessoa, como Jaime, como muchos más. Miguel Ángel Cuervo (qepd). Estamos celebrando 40 representaciones y esto no se debería celebrar, deberían haber sido 100 representaciones en mucho menos años, pero así es el teatro en Colima. En Colima esto es todo un éxito, un verdadero logro y a veces nada más Jaime es capaz de hacerlo. Tenía muchos años que no asistía, en mi estado donde pulula arte cada fin de semana, a un evento donde se develara una placa. Esa noche se celebró al arte, al teatro, a la música, a la literatura; se le rindió pleitesía a lo único que nos hace verdaderamente humanos, sí, el arte. Enhorabuena por mis dos grandes amigos César Anguiano y Jaime Velasco, que, amén de locuras, prejuicios, pleitos y apoyos, siempre están haciendo cada quien su arte, porque el arte es pasión, es libertad, es, repito, y no lo digo yo, lo único que nos hace verdaderamente humanos, lo que nos hace sentirnos vivos, ser y estar. ¡Aplausos!
© Copyright 2024