ESCRIBEN: Janet Pinela, Norma Navarrete

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Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Un nadador
extraordinario
De lejos y a mi alrededor
Los bancos, los deudores y el remedio
Don Manuel
Sánchez Silva
Carlos Caco Ceballos Silva
VERANO 1996. No siendo egresado de
Oxford ni de Cambridge y siendo apenas mi escolaridad de sexto año, siento como una osadía
emitir mi opinión sobre asuntos económicos;
pero siendo ciudadano mexicano con todos los
derechos que me concede la Constitución de
mi país, por conducto de este sencillo artículo,
para darles mi opinión sobre los descabellados
programas que lo único que han servido es para
ahondar la brecha entre las mayorías y las minorías, es decir, apoyar al neoliberalismo en contra
del humanismo y apoyo a las clases necesitadas.
He sabido que el Gobierno Federal, por
instrucciones del único que manda en el país, el
señor doctor Ernesto Zedillo, ha entregado 84
mil millones de dólares a los bancos para apoyarlos y evitar su quiebra debido, principalmente,
al quebranto que han tenido con motivo de la
cartera vencida que se originó indudablemente
por la crisis general, producida por las medidas
tan erróneas y malos consejos en las finanzas
de períodos anteriores. Pues bien, si se trata
de ayudar a los bancos para evitar su quiebra y
que esto cause más desconcierto y nerviosismo,
considero que debería crearse un organismo
bancario, o bien el Banco de México para que
éste se dirigiera a cada una de las instituciones
bancarias, a fin de que éstas les indicaran los
deudores cuyos créditos deberían ser reestructurados. La reestructuración sería a base de un
nuevo crédito que les otorgaría el banco oficial,
el cual sería con las mismas garantías y a un
plazo razonable. El deudor que ya haya hecho los
movimientos conducentes recibiría un cheque
con los intereses normales, a nombre del banco
acreedor y así, en esta sencilla, práctica y justa
forma, el deudor le pagaría al banco acreedor.
Por lo consiguiente, al hacerlo de esta manera con todos, se terminaría para los bancos “la
cartera vencida” y los deudores serían hombres
libres de deudas que empezarían o continuarían
trabajando en un clima de tranquilidad, y así los
beneficios los recibirían las mayorías, al pagar
sus deudas atrasadas sin pagar intereses sobre
intereses y a un interés que sería el mismo que
concedió el gobierno americano por el préstamo de los 84 mil millones de dólares. Estoy
entendiendo que la anterior sugerencia es la
correcta, pues los bancos en “apuros” por “la
cartera vencida” se sanearían, El Barzón ya no
tendría razón de ser y los deudores disfrutarían
de tiempo, calma y experiencia para en un futuro
salir adelante.
Estoy consciente que la presente sugerencia
debe ser afinada y corregida por economistas
morales, justos, de buena fe; siendo así, los
resultados serían de todos buenos para la economía general, pues no hay que olvidar que
la agricultura y ganadería en nuestro país son
básicas en nuestro México, y si a esto se agrega
la preferencia absoluta de primero producir las
semillas en nuestro propio territorio, que importarlas como lo han hecho anteriormente, se
vería el gran beneficio para todos, ricos y pobres,
al realizarse esta sugerencia.
Los bancos fueron creados o nacieron lustros atrás, para que fueran instituciones que
ayudaran al pobre o al carente de recursos para
que emprendiera un negocio, creara empleos
y eso a su vez iniciaba la cadena de utilidades
que van desde abajo hacia arriba, y sobre todo
para que se acabaran los “agiotistas” que, con
sus intereses o porcentajes altos, hacían que
las personas emprendedoras dejaran en manos
de ellos la mayor parte de las utilidades. Por lo
consiguiente, al crearse los bancos empezaron
a trabajar bajo reglamentaciones y ordenanzas
más humanas, y en esa forma empezaron a florecer los negocios y las naciones cuyos bancos
eran más comprensivos y menos onerosos los
intereses, prosperaron rápidamente, como fue el
caso del Japón y de muchas naciones europeas,
lo mismo que los Estados Unidos.
Sería muy encomiable que el señor presidente Zedillo fuera más comprensivo, realista
y patriota, nombrando a un grupo de asesores
honorarios de reconocida moralidad y rectitud,
provenientes de diferentes estados y ocupaciones, para que sugieran, critiquen y asesoren las
medidas a tomar, pues no hay duda que mientras
más inteligente es un hombre, más necesita del
asesoramiento de otras personas, y yo pienso
que el señor Presidente es un hombre inteligente. El Consejo se compondría de un platanero de
Colima, un limonero de Michoacán, un cacaotero de Tabasco, un naranjero de Veracruz, un
cocotero de Guerrero, un industrial de Puebla y
otro de Monterrey; un ganadero de Tamaulipas
y otro de Chihuahua, un contador de Jalisco,
otro del DF y un tercero de Hidalgo; un maicero
de Nayarit, un cafetero de Chiapas, y dos o tres
economistas de sentido común, y siendo así, éstos de seguro le aconsejarán al señor Presidente
las medidas prudentes, prácticas y realistas que
necesita el país para ir saliendo de la crisis que
nos han dejado así todos los asesores presidenciales graduados en universidades extranjeras.
En la historia
del arte…
Ágora
Las uveras, obra de Eduardo Chicharro (1873-1949).
13 de junio
1888.- Nació Fernando Pessoa, uno de los mejores poetas y escritores de la lengua portuguesa y de la literatura europea. Tuvo una
vida discreta, centrada en el periodismo, la publicidad, el comercio y,
principalmente, la literatura, en la que se desdobló en varias personalidades conocidas como heterónimos. La figura enigmática en la que
se convirtió motiva gran parte de los estudios sobre su vida y su obra.
Habiendo vivido la mayor parte de su juventud en Sudáfrica, donde
estudió hasta el año 1905, la lengua inglesa tuvo gran importancia en
su vida, pues Pessoa traducía, trabajaba y pensaba en ese idioma. De
día, Pessoa se ganaba la vida como traductor. Por la noche, escribía
poesía: no escribía su propia poesía, sino la de diversos autores ficticios,
diferentes en estilo, modos y voz. Publicó bajo varios heterónimos, de
los cuales los más importantes son Alberto Caeiro, Álvaro de Campos,
Bernardo Soares y Ricardo Reis, e incluso publicó críticas contra sus
propias obras, firmadas por sus heterónimos.
VIÑETAS DE LA PROVINCIA
4
Domingo 12 de junio de 2016
2395
Mes Colimense del Teatro
El teatro no es un arte solitario, es un arte que se hace entre muchos
por medio del encuentro con el otro. Lo importante es el compartir
en un espíritu de comunión. Eso es el corazón, es la esencia.
Eric Jean
14 de junio
1858.- Nació el político y escritor mexicano Manuel José Othón,
en la ciudad de Aguascalientes. También poeta y dramaturgo que perteneció a los movimientos literarios del romanticismo y modernismo.
Es autor del poema Idilio salvaje, considerado uno de los poemas más
representativos de México.
1986.- Se cumplen 30 años de la muerte del escritor argentino
Jorge Luis Borges, uno de los autores más destacados de la literatura
del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universal, y que además
ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones,
trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.
17 de junio
1873.- Nació Eduardo Chicharro, uno de los más grandes pintores de su época, con una enorme facilidad para el dibujo y capacidad
para el color. Discípulo de Joaquín Sorolla y Manuel Domínguez en
la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, amplió
sus estudios en Roma con una pensión que obtuvo por oposición. En
1910 fundó la Asociación de Pintores y Escultores, siendo su primer
presidente. Esta asociación crearía en 1920 el Salón de Otoño, certamen
que se sigue celebrando en la actualidad.
* Empresario, historiador y narrador. †
Director General: Armando Martínez de la Rosa
(29 de enero de 1956)
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Coordinador: Julio César Zamora Velasco
Imágenes: Fotos de Archivo.
Correo: [email protected], [email protected]
Foto: Víctor Salazar
ESCRIBEN: Janet Pinela, Norma Navarrete, Alberto Llanes, Zeydel Bernal,
Leopoldo Barragán, César Vallejo, Javier Chávez y Carlos Caco Ceballos.
2
Ágora
Eric Jean en Colima
Entrevista y traducción: Janet Pinela
La nueva coproducción entre Cuatro
Milpas Teatro y Quebec, Más allá, se estrenó
en Colima en el marco del Mes Colimense
del Teatro, organizado por la Secretaría de
Cultura de Colima. Se trata de un espectáculo que cambia de manera constante en
cada representación, pues, además de las
actuaciones del colimense Christian Rangel
y la quebequense Anne-Catherine Lebeau,
el director Eric Jean dirige en vivo con un
novedoso método de creación que propicia
la interacción con el público de una manera
poco convencional. El texto fue creado con
el mismo método por Pascal Brullemans y
la iluminación está a cargo de César Fajardo.
Después del estreno se ha programado
una corta temporada en la que el público
interesado podrá apreciar este espectáculo
singular en la Sala Emilio Carballido, de
la Casa de la Cultura del Colima, del 13 al
17 de junio a las 20:30 horas, el sábado
18 a las 20:00 horas y el domingo 19 a las
19:00 horas. La entrada es libre sujeta a
disponibilidad.
ENTREVISTA
Janet Pinela (JP): ¿Por qué escogiste la
profesión de director de teatro?
Eric Jean (EJ): Yo estudié la carrera de
actor y me gustaba mucho actuar, pero no
podía soportar la idea de esperar a ser llamado. No me gustaba estar a la espera de
los proyectos, por eso viré mi profesión a
director de escena, porque así podía iniciar
mis propios proyectos. Además, mientras
dirijo la puesta en escena sigo siendo actor.
La manera en que trabajo, con las improvisaciones que dirijo, yo también entro al
juego junto con los actores.
JP: ¿Cuál es la diferencia entre ser un
actor y un director de escena?
EJ: Para mí no hay mucha diferencia,
sobre todo a nivel de la implicación del
imaginario. Yo trabajo haciendo la composición de un cuadro, como si tuviera unos
botes de pintura y construyera las imágenes,
pero también es como si en un momento
la pintura cobrara vida. En mi trabajo los
actores también pueden proponer cosas.
Como director soy la persona responsable
de crear los vínculos entre los actores, la
música y las imágenes.
JP: La música tiene un lugar muy importante en tu teatro. ¿Decides el tipo de músico
por intuición?
EJ: Sí, la utilización de la música es muy
intuitiva. La música es universal, aunque no
la comprendamos, aunque esté en otro idioma, la música nos toca de la misma forma,
no importa de qué país seamos. Para mí la
música nos pone en contacto con el imaginario, permite que salgamos de lo concreto,
de nuestro mundo cotidiano y nos ayuda a
dejar fluir nuestra fantasía, nuestra libertad
e imaginación. Yo veo a la música como un
personaje suplementario, como un actor
más, por eso siempre les pido a los actores
que trabajen junto con la música, como si
fuera un compañero con el que entablan
relación y diálogo.
JP: Has trabajado con actores mexicanos, particularmente de Cuatro Milpas, ¿en-
cuentras alguna diferencia en su manera de
actuar comparando con los quebequenses?
EJ: Sí existe diferencia en general, pero es
curioso, pues en el proyecto Más allá trabajo
con Christian Rangel, un mexicano que ha
pasado mucho tiempo en Quebec y que se ha
dejado permear por la cultura quebequense. Si hablo de la primera experiencia con
Cuerpos extraños, lo que me fascinó fue la
confianza que ofrecen, el abandono, el dejarse
ir de los actores de Cuatro Milpas. También
me encantó cómo se sumergen en el trabajo
de una manera muy emotiva, esa es la gran
diferencia: trabajan emotivamente, no de
manera cerebral.
JP: Hay muchos contrastes en las formas
de producción entre Quebec y Colima. ¿Hay
algo que te guste de nuestra manera de producir, especialmente si hablamos de que no
hay presupuesto?
EJ: Sí, hay poco dinero pero no es por eso
que vengo y participo. Es la tercera producción que hacemos aquí. A mí me hace mucho
bien venir a México, a Colima. Eso me permite
salir de mi mismo, de mis hábitos, de mi forma de hacer las cosas. Aquí encuentro mucha
libertad creativa y eso me da mucho gozo. No
hay dinero pero la gente con la que trabajo
es muy comprometida, están muy motivados.
Eso me ilumina, me prende. Es como cuando
doy clases en la escuela de teatro. Eso me da
cosas que no tienen límite, que no son ideas
preconcebidas, sin prejuicios. Eso encuentro
en el trabajo con los actores de Cuatro Milpas
y eso para mí es una gran fuerza.
JP: ¿Qué buscas cuando das clases a los
alumnos de la Escuela Nacional de Teatro
de Canadá?
EJ: Es difícil decirlo con precisión. Yo
busco estimular la creatividad de los acto-
Foto: Víctor Salazar
7
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
PLAZA CULTURAL DE
res. No me interesan los actores que sólo
son ejecutantes, esos que hacen sólo lo que
uno les dice. Creo que el imaginario no tiene
límite, uno puede imaginar, soñar tantas
cosas. Lo que me gusta más al trabajar con
los estudiantes es darles la confianza y hacer
que se abandonen al método de creación
ayudarlos a que su creatividad sea un poco
más vertiginosa.
JP: ¿Qué consejo les darías a los jóvenes
que quieren acercarse al teatro, que quieren
estudiarlo?
EJ: Les diría que deben amar lo que hacen realmente. Se debe amar, pues no es una
profesión fácil, es muy difícil. Existen muchos
caminos para convertirse en actor o artista.
Lo importante es crear su propio camino. Ser
fiel al objetivo una vez fijado. Les diría que no
hay que subestimar el imaginario de cada ser
humano y que deben permitir que se explaye.
JP: Ahora estás en un momento muy
importante de tu carrera, tienes una buena
posición en la escena de tu país. ¿Qué quieres
hacer ahora?
EJ: Pues estoy dejando mi empleo como
Director artístico del Théâtre de Quat´sous
de Montreal después de 12 años de estar
al frente. Lo dejo porque tengo deseos de
provocarme, tengo ganas de hacer más cosas
además de teatro o de combinarlo con otras
cosas. Exactamente como pasó con esta
experiencia en la obra Más allá. Me hice la
pregunta de cómo me gustaría hacerla y me
pareció que debería ser dentro de un museo
de arte contemporáneo; que comenzara como
una instalación y que cuando el público entrara, hubiera un personaje relacionándose
con una imagen o con un objeto.
Cuando trabajamos en un teatro, actuamos siguiendo un protocolo. El público se
Abismo
Xavier Paredes Magaña
Si el arte de la palabra es el silencio
No hablemos de fosas ni ejecuciones
Dejemos el escándalo a los políticos
Veamos desde lejos la humareda
Hay un lugar que a todos nos aguarda
El abismo de vivir sin decir nada
Luz
Alberto Ocón Ventura
Al salir de la huerta
guardo el crepúsculo en mis ojos
la tierra entre mis manos
y la esperanza en tu vientre
El libro de los oficios tristes
Javier Chávez
Por ser dueño de una voz con una musicalidad atenta a discernir en las minucias
de lo cotidiano el pulso invisible de la ciudad y sus trabajos, Miguel Maldonado fue
reconocido con el Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza 2016.
El poeta ganador, nacido en Puebla en 1975 y en cuya obra se cuentan La carne
propia y Ciudadela, afirmó que El libro de los oficios tristes, a la que le fue concedido este reconocimiento, está inspirada por los trabajos que llevó a cabo para
pagar sus estudios en Canadá y Kenia, lo cual lo puso a pensar en los oficios justos
y en los trabajos que parecen más importantes que otros y que son discriminados.
“Agradezco al jurado por considerar que este libro requería algo de atención y
las vivencias que me han marcado, comenzando por mi natal Puebla, donde fatigué
las calles y encontré guías espirituales y es mi botón de muestra este libro que reflexiona sobre una sociedad más justa, un modesto intento por construir un puente
comunicante”.
Por su parte, Miguel Limón, presidente de la Fundación para las Letras Mexicanas, señaló que este reconocimiento fortalece la carrera artística de un poeta de
gran valor, como Miguel Maldonado, cuyo talento creativo ha mostrado numerosos
pasajes e imágenes de gran riqueza.
Los miembros del jurado, Adolfo Castañón y Juan Villoro, coincidieron que la
obra de Maldonado es risueña, melancólica y al mismo tiempo muestra numerosos
niveles para compartir imágenes con el lector.
Adolfo Castañón dijo que El libro de los oficios fue seleccionado entre 37 participantes y es un álbum de estampas y viñetas que crea un universo que se inscribe en
una estirpe de grandes poetas y donde hay una belleza alcalina con poemas como El
globero, que lo conecta con el poeta que da nombre a este premio con obras como
Tigre que dedicó a su madre Ana María Icaza de Xirau.
El escritor Juan Villoro dijo que las cosas fugitivas y pequeñas que definen nuestra vida son parte de la obra de Miguel Maldonado, ocupándose de quienes venden
sus cabellos para crear pelucas, recogen la basura o se convierten en ayudantes de
ayudantes.
“Los trabajadores de Maldonado son los que piden algo de algo para ganarse
la vida, el lavaplatos, el ser anónimo que desaparece y cuyo esfuerzo es ignorado.
El autor promete no ocuparse de los patrones y sí de los que se rentan para probar
medicamentos o el que en una cocina de restaurante se alimenta de las sobras que
dejan las señoritas para no engordar. Es un libro para entender y premiar el rigor
de esos oficios que hacen que la vida siga gracias al empeño y el tornillo necesario”,
concluyó.
Pienso
no hay peor crisis que la del campo
sin semillas el terreno es inerte
Así este país
así mis amigos entre la aridez
así la gente inocente descontrolada
No seré
el pasajero solitario
en medio de todo este fogonazo
habrá una luz que me ilumine
A la sombra del volcán
Wilberto Palomares
Todos los caminos
llevan al volcán,
aún los devorados
por la alegre hierba.
Los de concreto moderno,
los de antigua piedra,
los de ancestral arena,
los que sólo recuerdan nuestros ancestros.
Pero nosotros somos hijos del volcán,
engendros de fuego,
bastardos de ceniza.
No necesitamos senderos,
no nos entendemos con los mapas,
nos guían las rocas
que la montaña vomita.
Siempre terminamos
durmiendo
bajo su sombra.
6
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Azul
Zeydel Bernal
¿Tienes una Jaula?
Me pregunta una vecina con un pájaro azul en mano.
Pienso para mis adentros:
Relatos de un nadador
“Sólo ésta del pecho, que guarda el corazón”.
Leopoldo Barragán Maldonado
Según Karl Jaspers, el mar es un símbolo
de trascendencia, podríamos decir que es un
elemento de lo que llama el envolvente; en
su sentido llano las aguas marinas nos atraen
con su embeleso. En mi infancia, cuando me
bañaba en la playa de Cuyutlán, observaba la
rítmica y violenta formación de la ola verde,
realmente me parecía gigantesca. Fueron
múltiples las ocasiones en que miraba cómo
los salvavidas de aquel lugar se sumergían
para librar la furia de la reventazón y luego
dejar entrever sus siluetas ascendiendo por
aquellas verdosas crestas para rescatar a más
de alguno arrastrado por las fuertes corrientes.
En el álbum de los recuerdos tengo presente la imagen de mi tío Rafael Vilchis, por
mucho tiempo jefe del comando submarino
de la Armada de México, allá en la base naval
de Acapulco, quien en cierta ocasión que nos
visitó y fuimos a Cuyutlán; mi tío muy campante ingresó al mar, cual delfín se sumergió
perdiéndolo de vista, de pronto, muy atrás
de donde se levantan las olas sólo se veía
un diminuto círculo negro, de inmediato se
escucharon los silbatazos de los salvavidas,
yo no sé si Rafael los escuchaba, lo que sí me
consta es que permaneció buen rato disfrutando la delicia del mar, haciendo alarde de
sus destrezas como ‘hombre rana’; al salir
causó buena impresión entre las personas
curiosas que se acercaron a él. Otro día de
tantos fuimos a las albercas de San Cayetano,
mi tío Rafael se daba el lujo de cruzarlas ida
y vuelta sumergido, demostrando su arduo
entrenamiento.
Recientemente platiqué con el señor
Manuel Mendoza Torres, hombre fascinado
por el deporte de la natación y el peligroso
atractivo del mar. Don Manuel es colimote de
nacimiento, vino al mundo el 1 de septiembre
de 1926. Cuenta que desde niño le gustó practicar el deporte de los tritones en las albercas
Colimán y San Cayetano, dice que él no fue
salvavidas pero que lo hacía por su gusto; es
cierto que los gustitos salen caros o de perdido
nos dan algún susto. Afirma Don Manuel:
“Varias veces me arrastró la corriente, pero
todo salió bien”.
Las rutinas en las prácticas de algún
deporte o pasatiempo no siempre son afortunadas, nadar en el mar tiene sus riesgos.
Recuerda que “en Pascuales me metí a nadar
y salí en el Real, me metía yo solo sin que nadie me dijera nada, yo ya sabía que era muy
peligroso; mi mamá me regañaba porque
me iba a Pascuales los domingos”. Cuyutlán
tiene su encanto, es una playa bonita pero
con marejadas y corrientes de respeto, dice
nuestro amigo Manuel, que un día andaba
muy adentro en el mar, por allá donde “veía
animales y hasta tiburones”, y que cuando
salió “la gente ya estaba rezando porque creían
que se había ahogado”.
En los tiempos juveniles de Don Manuel
le tocó convivir con algunas de las leyendas de
la natación colimense como Víctor Vázquez y
Francisco Vizcaíno. Nos platica que “había un
señor que fue bueno para la nadada, le decían
El Cirulí”, y respecto a Francisco Vizcaíno
opinó que “fue uno de los mejores salvavidas
que ha habido, era un deportista muy bueno,
a veces nos encontrábamos allá adentro, él
andaba por un lado y yo por otro”. Uno de
sus recuerdos más gratos es que “llegué a
sacar personas de la playa; los sacaba a como
diera lugar, hasta a puros aventones, porque
no es alberca, hay que luchar contra el agua,
a veces con los salvavidas y a veces solo; ahí
había unos muchachos que les gustaba, como
el Güero Madrid”.
La predilección de Don Manuel por Cuyutlán se debía a su trabajo en la cooperativa
de salineros, por eso “todas las temporadas
iba yo a Cuyutlán, allá trabajaba en las de
salinas, yo llevaba el control que se producía.
Yo trabaja con el señor Armando García de
la Cadena, yo llevaba el control de las ventas
de sal”. Dice un dicho que no hay rosas sin
espinas, y una de éstas es la plaga de moscos
que arremete a pico limpio desde el atardecer
hasta el amanecer, tanto Cuyutlán como San
Blas, Nayarit, son las megametrópolis de los
zancudos en el litoral del Pacífico mexicano,
y Don Manuel se daba su mañas para contrarrestar el sonoro ataque de estos insectos. Al
igual que muchos de los miles de visitantes
que acudimos fervorosamente a disfrutar de
los candentes rayos solares y las revueltas
aguas de la mágica playa cuyutlense, aquí
hasta los zancudos forman parte de ese encanto que envuelve a la playa más famosa de
nuestro bello estado de Colima.
3
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Piedra negra
sobre una piedra blanca
César Vallejo
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
sienta en la sala y es pasivo. Quisiera hacer teatro en otros contextos. También haré cine,
regreso a la escuela a estudiar realización cinematográfica. Trabajaré todavía más con el
cuerpo, en proyectos relacionados con la danza.
JP: Háblanos un poco de lo que esperas provocar en el público de Colima con esta nueva
producción de Más allá.
EJ: Quiero que vivan una experiencia diferente a las que hayan tenido antes en el teatro.
Quiero que tomen conciencia de la fragilidad de nuestro oficio. Nuestro trabajo es precario.
A veces descansa sobre circunstancias impalpables. A veces no importa si uno trabaja mucho
sobre un espectáculo, eso no garantiza que le guste al público. Para nosotros los artistas, el
trabajo nos exige que nos comprometamos y tomemos enormes riesgos. Eso es lo que quiero
compartir con el público y que tomen más conciencia de esa fragilidad.
JP: Esto es para un público acostumbrado a acudir al teatro. ¿Y para el espectador neófito?
EJ: Lo mismo, acercarlos a que sepan cómo se hace el teatro, cómo se inventa, cómo
creamos una escena, cómo se crean las relaciones entre artistas, entre personajes. De esto
hablo a todo el mundo, auque no tengan el hábito de ir al teatro. Yo creo que vamos a crear
pequeños momentos mágicos que van a tocar el alma del espectador aunque no sepa exactamente por qué. Los vamos a transportar, para hacerlos salir de su cotidiano. Les haremos
ver los aspectos de la vida de una manera diferente.
JP: ¿Cuál sería para ti un momento teatral perfecto?
EJ: Uno en el que haya comunión entre los artistas de la escena y los espectadores. Un
momentito donde todos hagan: ¡Ahh! Donde todos nos conmovamos, nos transportemos. Es
muy simple, pero ese es un momento perfecto.
JP: ¿Buscas la magia en tu teatro?
EJ: Sí, en todas sus formas, me interesa mucho.
JP: ¿Cuál es la esencia del teatro para ti?
EJ: Es la posibilidad de compartir, la comunión. El teatro no es un arte solitario, es un
arte que se hace entre muchos por medio del encuentro con el otro. El teatro nace siempre
del encuentro entre los artistas y los espectadores. Para mí, y eso es algo que les enseño
a mis actores, que uno tiene la responsabilidad de que el otro sea bueno y a partir de ese
momento comienza el trabajo. Lo importante es el compartir en un espíritu de comunión.
Eso es el corazón, es la esencia.
Más allá… de Pessoa, y París
En el marco del Mes Colimense del Teatro, en la presente edición
de Ágora damos continuidad a la colaboración teatral Colima-Quebec,
que se ha venido desarrollando y fortaleciendo desde hace trece años
a través de Cuatro Milpas Teatro. La nueva coproducción es la puesta
en escena Más allá, dirigida por el canadiense Eric Jean, quien a su
vez revela en entrevista con la también directora y actriz Janet Pinela,
su creatividad y forma de hacer teatro.
A propósito de que mañana se cumplen 128 años del nacimiento
del poeta Fernando Pessoa, el escritor Alberto Llanes diserta sobre las
40 presentaciones y la persona que encarna al personaje de la obra
Vengando a Pessoa, escrita por César Anguiano, dirigida y actuada por
Jaime Velasco, quien recientemente develó una placa conmemorativa
por este unipersonal.
Luego de echarnos un clavado entre la ola de verde, la de Cuyutlán, para conocer a sus tritones, vamos hasta al museo del Louvre y el
de Orsay que, aunque han vuelto a abrir sus puertas desde el pasado
miércoles, luego de las alarmantes inundaciones que provocaron las
lluvias que hicieron que el Sena alcanzara su mayor nivel en los últimos
30 años, aprovechamos para rememorar el poema “Piedra negra sobre
una piedra blanca”, del peruano César Vallejo con su inmortal frase:
moriré en París con aguacero.
La niña del anuncio espectacular
Norma Navarrete
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
La noche se asoma como niña traviesa a través del cielo.
Las estrellas despiertan y brillan como espejos en la distancia.
Una mujer vende rosas en un crucero, despeinada
y con manchas en la cara: a veinte, a veinte.
Los autos se detienen pero las rosas
con precio no son para su bolsillo.
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
Con la ropa salpicada de sudor, a la vendedora de rosas
no le sorprende el anuncio nocturno,
de la niña que vende celulares.
Quien parece al igual que la vendedora,
tener cansancio por el esfuerzo, de permanecer todo el día
saltando en la fotografía gigante que la exhibe.
Los autos pasan indolentes, no miran a la niña del anuncio.
Y la que ofrece rosas cierra su garganta.
Deja de pregonar sus flores con la tarde.
Las deposita en agua para que se refresquen y se marcha,
para volver con sus rosas al crucero en un día soleado.
Mañana, la niña del anuncio espectacular
que salta la cuerda en el aire,
venderá muchos celulares y el viento la despeinará casualmente.
Igual que los hombres que bajan su imagen
y colocan un nuevo anuncio cerca del cielo.
Foto: Víctor Salazar
4
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
Vengando a Pessoa
VIÑETAS DE LA PROVINCIA
Alberto Llanes
Un nadador extraordinario
Don Manuel Sánchez Silva
A fines de 1929 Eduardo Brun trajo, de un viaje a Francia,
una hermosa canoa canadiense.
Desde hacía muchos años, había estado alimentando la
ilusión de descender por el río Armería en uno de esos débiles y
manejables esquifes. Rafael Macedo fomentaba su entusiasmo
y ambos se soñaban héroes cinematográficos de Rose Mary,
una película de la época, truculenta y romántica a un tiempo
mismo, en que dos amigos bajaban la accidentada corriente
del Yukón, salvando los peligrosos rápidos en una de esas
embarcaciones esquimales, hechas de pieles de caribú.
La llegada de la canoa fue todo un acontecimiento, y se
fijó la fecha de un domingo para realizar la ansiada aventura.
Bajo el puente del ferrocarril, tendido sobre el Armería, los dos
amigos se embarcaron ante la vista de numerosos curiosos,
que divertidos presenciaron la extraña indumentaria escogida y que prestaba a los excursionistas un aspecto evocador
de Stanley Livingston, cuando exploraba la jungla africana:
casco de corcho, camisa de cuello abierto y mangas cortas,
calzón hasta las rodillas y zapatos de alpinista. Además del
bastimento, iban provistos de cantimploras con agua, rifles
22, cámaras fotográficas, prismáticos, altímetros y demás
artículos de nombre esdrújulo.
Unas cuantas horas después hicieron su arribo triunfal a la
boca de Pascuales, siendo recibidos entre aplausos y felicitaciones por la nutrida concurrencia que se había ido congregando
en este sitio, para esperar a los atrevidos navegantes.
Después de saborear largamente las mieles del halago,
nuestros envalentonados amigos resolvieron subrayar el éxito
de su aventura con una proeza más, llevada a cabo en presencia
de sus admiradoras, y volviendo a embarcarse en su gloriosa
canoa canadiense se hicieron a la mar... por las aguas del río,
con la mala suerte de que no les fue posible maniobrar con la
necesaria habilidad para soportar la furia de la “reventazón”
y una tremenda ola –la terrorífica “ola verde”– los tomó de
costado y los hizo puré.
Rafael Macedo, más afortunado, logró retornar a la playa,
revolcado y maltrecho, pero fuera de peligro, en tanto que
Eduardo fue arrastrado mar adentro. Cuando volvió a la superficie semiasfixiado, desorientado y espantado, vio a corta
distancia su canoa flotar quilla al aire. Nadó hacia ella como
pudo, izó su dolorida humanidad, aumentándose sus congojas al advertir que el flujo provocado por la desembocadura
del río lo iba alejando lenta, pero inexorablemente, de la ya
lejana costa...
En tanto, la muchedumbre se aglomeraba en la playa
preocupada por la suerte de Eduardo, a quien veían montado
en la canoa, cada vez a mayor distancia. De pronto, alguien
sugirió una idea salvadora:
–¡Que Pancho Vizcaíno lo saque!
Pancho Vizcaíno, un muchacho deportista que había consumado hazañas de natación verdaderamente asombrosas y
que dormía la siesta plácidamente, acurrucado en la tibia arena, fue interrumpido en su sueño, se impuso de lo que ocurría
y sin pérdida de tiempo se lanzó al agua. Con la destreza de
un cetáceo burló la espumeante acechanza de la reventazón
y nadó vigorosamente hacia el lugar donde Eduardo hacía ya
su examen de conciencia. Al verlo llegar, trató de abandonar
la canoa, pero Pancho se opuso:
–¡No te bajes!, voy a bucear para coger el cable y sacarte
con todo y canoa...
–¡No me importa la canoa! –protestó Eduardo, considerando que no valía la pena comprometer el salvamento, por
recuperar el artefacto.
–Voy a bajarme para que me saques a mí...
–¡Estate quieto! –le ordenó Pancho–, te saco montado en
la canoa... ¡o no te saco!
Se sumergió Pancho hasta hacerse de la punta del cable
que estaba atado a la proa de la embarcación; se lo amarró en
torno al pecho y empezó a nadar hacia la playa. Eduardo y los
numerosos espectadores no daban crédito a sus ojos, al mirar
cómo aquel remolcador humano nadaba contra la corriente del
río, salvaba la fatídica reventazón y llegaba hasta tierra firme,
tirando de una canoa con un hombre arriba...
Ese día, Pancho Vizcaíno prorrogó la letra de cambio de la
vida de Eduardo Brun, en el momento en que vencía...
Francisco Vizcaíno Fernández nació en Cuauhtémoc, en
1909. Hizo su primaria en Colima y desde muy niño acusó
extraordinarias facultades para la natación. En la huerta de Los
Fresnos aprendió a nadar y sus primeras pruebas de resistencia
las hizo en el “tanque de los caballos”, cuyo perímetro recorría
una y otra vez, con asombro de sus compañeros de diversión.
Nunca recibió instrucciones o consejos de nadie. Practicó
la brazada de pecho, o sea el sistema conocido por “brazo
partido”, y no tuvo ocasión de aprender el “crawl” australiano.
Su estilo de nadar le desarrolló admirablemente el tórax, al
grado de llegar a tener 6 pulgadas de expansión, superando
así a Lack Dempsey, el famoso campeón mundial de box, que
en sus mejores tiempos registraba 4 pulgadas de expansión.
Tenía 14 años de edad cuando, seguro de su resistencia,
Pancho se atrevió a permanecer cuatro y cinco horas nadando
en el mar.
En 1928 realizó una travesía en la que nadie creyó hasta
que fue un hecho. Nadó de Cuyutlán a Manzanillo, o sea una
distancia aproximada de 22 millas, equivalente a unos 40
kilómetros.
En 1940 ofreció exhibiciones en Long Beach, Okland y
Richmondo. Ya había estado en Norteamérica en 1923 y 1926,
llamando la atención como nadador de increíble resistencia,
pero fue hasta la tercera ocasión, en que la admiración que
provocaba culminó en el club atlético de los Ángeles, el que
5
Ágora
PLAZA CULTURAL DE
(29 de enero de 1956)
le propuso patrocinarlo para cruzar la ida y vuelta a El Canal
de la Mancha, pero Vizcaíno declinó la proposición, en virtud
de que para aceptarla hubiera sido necesario nacionalizarse
norteamericano y Pancho resolvió seguir siendo “de acá, de
este lado”.
En 1935, siendo presidente de la República el general Lázaro Cárdenas, Pancho le ofreció una exhibición en Manzanillo:
remolcó a nado la lancha “América”, con 20 personas a bordo,
cubriendo en doble sentido la distancia que mediaba entre el
muelle fiscal y la punta del rompeolas, o sea milla y media.
Ese recorrido fue hecho en condiciones desfavorables,
porque al estarse sujetando el cable del remolque, ya con medio cuerpo en el mar, Pancho pisó una concha de ostión que
le produjo una honda herida en la planta del pie, por la que
empezó a sangrar abundantemente, pero a pesar de que iba
debilitándose por momentos, dio cima a la esforzada empresa.
Al regresar al muelle, el señor Presidente obsequió al
maravilloso nadador un billete de $500 y le ofreció llevárselo
en el tren Olivo, a fin de que en la capital de la República se
le entrenara para mandarlo a Inglaterra, con el propósito
de que a nombre de México cruzara el Canal de la Mancha.
Por desgracia, la herida del pie le impidió la oportunidad de
consagrarse deportivamente.
La hazaña realizada en Manzanillo no tiene paralelo en
la historia de la natación mundial. Sin embargo, ya en otra
ocasión Pancho la había intentado con éxito, pues en 1919,
hallándose en Guaymas, remolcó una pesada panga en la que
iban cinco personas, a quienes paseó por el mar en un tramo
de media milla.
Como en la época en que Pancho destacó sus facultades
únicas el apoyo al deporte empezaba apenas en México, el
nadador colimense careció de estímulos y ayuda. La necesidad
de trabajar para sostenerse, los deberes familiares contraídos y
el paso de los años, fueron alejándolo de su afición favorita. En
la actualidad, convertido en un cumplido funcionario público,
envejece en medio de los suyos, en una vida de trabajo y de
orden. Pero al evocar los triunfos juveniles sin precedentes,
experimenta la nostalgia de aquella época juvenil, en que
justificadamente podemos decir del nado de resistencia lo
que Rafael Guerra, el torero non de España, refiriéndose a su
profesión: ¡En el mundo yo. Y después de yo, “naiden”!
* Periodista, escritor y fundador
de Diario de Colima.†
El cero a la izquierda de Lisboa representado por el cero a la izquierda de Colima.
Mano a mano.
Así dice la dramaturgia de mi amigo César Anguiano en su obra Vengando a Pessoa, que
llegó a las 40 representaciones. Yo le agregué el mano a mano que no viene en el original.
El actor, mi otro gran amigo y maestro, Jaime Velasco, cerró el pasado domingo con
develación de placa y enterró definitivamente al personaje que interpretó por ocho años,
dentro del marco del Mes Colimense del Teatro; iguales ambos, solteros forever, artistas
grandilocuentes por el arte mismo, e idénticos en problemas pero separados por la brecha
del tiempo, del espacio… reunidos por su amor al arte: uno escribiendo (Pessoa), el otro
actuándolo (Velasco).
Con esta función se cierra un ciclo en la vida de Jaime Velasco para dar parte a otro.
Pero siempre dentro del teatro, su pasión, su vida.
Pessoa le pesó en cuerpo, alma, mente y, me atrevería a decir, en espíritu; porque la
dramaturgia de César Anguiano le hace una muy fuerte crítica al poder, a los humanos
que parecemos mulas de carga, haciendo las mismas cosas siempre (como ese poema de
León Felipe que se llama Qué pena) a la sociedad que le pone trabas a la gente para salir
adelante, a todos nosotros que, no siendo felices, tampoco hacemos algo por mínimo que
sea para hacer feliz a alguien más, no.
Y el pobre de Pessoa viviendo por todos nosotros (frase de la dramaturgia de César
que noquea), así como el pobre de Velasco, ahora, en estos días, viviendo por todos los
colimenses, jalisquillos, defeños y…
En la introducción del Libro del desasosiego, escrita por Richard Zenith, por lo menos
la versión que yo tengo arranca con una frase que me retumbó y jamás podré olvidar:
“Fernando Pessoa, propiamente dicho, no existe”. Quien nos lo dijo fue Álvaro de
Campos, uno de los personajes inventados por Pessoa para ahorrarle el esfuerzo y la
molestia de vivir (2000, pág.13).
Y César Anguiano dice que el pobre de Pessoa, al no vivir su vida, al no existir como
escribe en su introducción Richard Zenith, tuvo entonces que colgar su vida, dejarla en
la habitación y, desde su buhardilla y arrinconado, alejado de todos, vivir por nosotros
que mostramos sumisión al jefe en nuestro trabajo, que tenemos que andar rindiéndole
pleitesía a quien ostenta el poder para que no nos corran, para ganar algo… un mendrugo
de pan, generalmente; eso lo hacen los animales y, ¿por qué no ser humanos por lo menos
un día, un único y mísero día y vivir, vivir, vivir…?
Tres ceros a la izquierda (Pessoa en Lisboa; Velasco en Colima; Anguiano en Ciudad
Guzmán… y me agrego yo también en Colima para sumar cuatro ceros a la izquierda),
40 presentaciones
Vengando a Pessoa
Escritor:
César Anguiano
Dirección y actuación:
Jaime Velasco
Musicalización:
Miguel Ángel Cuervo
El vengador de Pessoa: El actor Jaime Velasco.
ceros a la izquierda presos entre las redes de un delirio que nos empeñamos en llamar
arte, de un oficio que llamamos arte y que pocos valoran, más pocos lo sienten y muchos más pocos se atreven a hacerlo, amén de apoyos, de instituciones, de dádivas…
Pero bien lo dejó escrito Fernando Pessoa, y en la noche, última noche de representación de esta obra, quedó en claro. En el poema llamado Autopsicografía, Pessoa dice:
El poeta es un fingidor.
Finge completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.
Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.
Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.
El artista es un fingidor, como fingidor también fue el maestro Miguel Ángel Cuervo,
musicalizador de la puesta en escena; todavía le tocó al gran Cuervo, artista reservado,
olvidado, arrinconado como Pessoa, como Jaime, como muchos más. Miguel Ángel
Cuervo (qepd).
Estamos celebrando 40 representaciones y esto no se debería celebrar, deberían
haber sido 100 representaciones en mucho menos años, pero así es el teatro en Colima. En Colima esto es todo un éxito, un verdadero logro y a veces nada más Jaime es
capaz de hacerlo.
Tenía muchos años que no asistía, en mi estado donde pulula arte cada fin de semana, a un evento donde se develara una placa. Esa noche se celebró al arte, al teatro, a
la música, a la literatura; se le rindió pleitesía a lo único que nos hace verdaderamente
humanos, sí, el arte.
Enhorabuena por mis dos grandes amigos César Anguiano y Jaime Velasco, que,
amén de locuras, prejuicios, pleitos y apoyos, siempre están haciendo cada quien su
arte, porque el arte es pasión, es libertad, es, repito, y no lo digo yo, lo único que nos
hace verdaderamente humanos, lo que nos hace sentirnos vivos, ser y estar.
¡Aplausos!