Alguien tiene alguna propuesta?

Número 145 de abril de 2016
Notas del mes
El hundimiento moral de Europa
Por Joaquim Sempere
¿Alguien tiene alguna propuesta?
Por Joan Busca
Del pensamiento único a la autoridad competente
Por Albert Recio Andreu
Por una Iniciativa Legislativa Popular para pedir el cierre
ordenado y urgente de las centrales atómicas en España
Por Miguel Muñiz
Cambiar el país
Por Juan-Ramón Capella
¿Cuidan los hombres de sus mayores?
Por José Ángel Lozoya Gómez
El precariado, ¿clase social o división ficticia de la clase
trabajadora?
Por Vidal Aragonés
Ensayo
Cambio climático y salud humana
Pablo Massachs
Documentos
Europa: diagnóstico y posición ante el proyecto de integración
europeo
Julio Anguita y otros
El extremista discreto
Hoy quizá no, mañana sí
El Lobo Feroz
¿Rajola antisemita?
Brutus Xiruquerus
La Biblioteca de Babel
Paris-Austerlitz
Rafael Chirbes
1
Librarse del €uro
Ramon Franquesa (ed.)
En la pantalla
Trumbo: La lista negra de Hollywood
Jay Roach
De otras fuentes
Una agenda para Europa: la lucha por la solución de la deuda y
el euro
Francisco Louçã
Estado de alarma climática: se han superado los +2 ºC
Ferran Puig Vilar
La hecatombe nuclear de Fukushima no ha cesado
Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal
Escenas de la lucha de clases en Francia
Rafael Poch
Argelia y la ideología sudista en Francia
Rafael Poch
Autopistas llega al Síndic de Greuges
M. Eugenia Ibáñez
Paco el cura
Agustín Moreno
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El hundimiento moral de Europa
Joaquim Sempere
En el último derbi futbolístico celebrado en Barcelona en 2015 entre el Barça y
el RCD Espanyol, en el campo de este último club se desplegó una enorme
pancarta que decía: “Shakira es de todos”. Automáticamente acudió a mi
mente estupefacta la imagen de algún soldado, en alguna de las múltiples
guerras del ancho mundo, violando a una mujer, con una cola de otros
soldados esperando impacientes, con la bragueta abierta, su turno en la
fiesta. No sé qué imaginaban los energúmenos que sostenían la pancarta,
pero no sería algo demasiado alejado de una escena así.
El suceso es alarmante. Lo que seguramente empezó como una broma zafia y
obscena entre colegas hinchas, se convirtió en la expresión de un sentimiento
ampliamente compartido, sin el menor asomo de pudor ni vergüenza, en un
campo de fútbol y ante las cámaras de televisión.
Nuestra sociedad promete el cielo, pero no proporciona más que el infierno o
un triste purgatorio. Estimula aspiraciones desbocadas, y así desemboca en
resentimiento, envidia y odio. Lo que no encuentra salida real se traduce en
ansia imaginaria y agresividad desviada. Y como, además, la mujer es vista
como un objeto, algo que se posee y de lo que se goza, la salida –en este
caso— es una manifestación vomitiva de machismo. El esposo de Shakira,
Piqué, es un chaval como cualquiera de esos energúmenos, cercano a ellos;
pero un chaval que posee millones y posee una mujer atractiva. Por eso es la
diana del resentimiento, y su mujer el objeto del deseo.
Poco después, una hinchada de otro equipo jaleaba desde las gradas a un
jugador con problemas con su pareja a la que los hinchas no dudaban de
calificar de “puta” a voz en grito. No siempre los deportes masculinos de
competición son semillero de conductas agresivamente machistas. Pero hay
casos de clubes de barrio donde se cuelan como entrenadores verdaderos
fascistas, que azuzan a sus pupilos y se llenan la boca de insultos; son
auténticas escuelas de agresividad verbal y física ya desde la adolescencia.
Una vez interiorizada la cultura masculina de la agresividad, sólo hay un paso
para que se convierta en violencia machista. Afortunadamente, hay
reacciones a ello. En L’Hospitalet de Llobregat surgió en 2015 un movimiento
de entrenadores dispuestos a combatir estas prácticas y a educar a sus
muchachos en el respeto deportivo al adversario y en el fair play, calificando
los resultados de las competiciones no sólo por los goles marcados sino
también por la dignidad de las conductas. Este movimiento ha tenido un éxito
fulminante y se ha extendido por numerosos centros deportivos del área
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metropolitana barcelonesa.
El campo de los deportes tiene una virtualidad educativa enorme en materia
de comportamiento, tal vez más que la propia escuela, porque los
adolescentes se implican en el deporte. Pero lo ocurrido en el campo del
Espanyol tiene seguramente raíces más hondas que una simple carencia
educativa. Nietzsche ya advirtió a finales del siglo XIX que, debajo de la fina
capa de ilustración racionalista de la que una parte de Europa estaba
orgullosa, latían pasiones poderosas y desordenadas. La violencia bélica y
política que se desencadenó en la primera mitad del siglo XX le dio la razón.
La civilización se reveló una delgada membrana que apenas podía contener
las fuerzas caóticas que hervían bajo la superficie. ¿Estamos hoy ante los
mismos peligros?
Unos meses han pasado, y hemos asistido en Madrid a humillaciones por
hinchas del PSV Eindhoven (¡otra vez el fútbol como contexto!) contra jóvenes
rumanas que mendigaban; en Barcelona a chacotas contra un indigente
tullido por partidarios del Arsenal; en Roma hemos visto a un turista orinando
sobre una mujer que pedía limosna. La crueldad se ceba desinhibidamente
contra los pobres y los extranjeros de países “atrasados”. Hordas de machos
omega, orgullosos de su piel blanca y su superioridad económica, manifiestan
su miseria moral despreciando a personas pobres, excluidas y humilladas,
especialmente si son mujeres y de piel morena. Algo huele a podrido en
Europa. Las imágenes de los fugitivos de Siria, Afganistán y otros lugares a
quienes Europa cierra la puerta en las narices son la expresión más grave,
patética y cruel de una mentalidad atroz, del hundimiento moral de una
Europa en caída libre como referente para el resto del mundo, y encaminada
hacia destinos inquietantes. El escritor y periodista alemán Carl Amery
publicó en 1998 un libro titulado Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI?, cuyo
subtítulo remacha su intención: Hitler como precursor. Démonos por
advertidos.
Europa –y el hombre blanco en su conjunto— tiene un lúgubre balance
histórico de violencia y desprecio hacia el resto del mundo, desde la conquista
de América y la destrucción de África hasta las humillaciones de Abu Ghraib y
Guantánamo. Violencia y desprecio cobardes, ahora también, contra los
pobres y desahuciados. ¿Hasta qué simas nos hundiremos? ¿Seremos capaces
alguna vez de pasar página? ¿Seguiremos proyectando nuestros
resentimientos y miedos contra los más débiles e indefensos? ¿Cómo haremos
para enfriar la olla hirviendo de las malas pasiones que florecen con la crisis?
30/3/2016
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¿Alguien tiene alguna propuesta?
Comentarios prepolíticos: 32
Joan Busca
La política en España es como un tiovivo. Figuras que van dando vueltas
alrededor de un eje, esperando que llegue la hora en que termina la sesión. A
ello contribuyen los grandes medios promoviendo una información donde se
escamotea el contenido. Todo se resume en cotilleo político y en un discurso
repetitivo sobre si habrá o no pacto, sobre la necesidad de contar con un
gobierno estable. El para qué, el qué propuestas se hacen, el cómo afrontar
los problemas del país y de la sociedad, no importa. Sólo la forma. Hay en ello
sin duda muchos intereses en juego. Lo que pretenden las élites dominantes
es que todo siga más o menos igual, y lo único que hace falta es alguien que
administre la política de siempre. Para este fin, un gobierno PSOE-Ciudadanos
estaría bien. En lo fundamental, sus presupuestos económicos y sus prácticas
respetan las políticas neoliberales al uso; en aspectos políticos y de libertades
son más modernos que el PP, y coinciden casi de lleno en el tema de la unidad
nacional. Un gobierno de este tipo permitiría además limpiar la imagen
corrupta que ha dejado el Gobierno de Rajoy y sus sucursales regionales. El
problema es que este Gobierno no suma. Y el PP no está dispuesto a aceptar
ser marginado por las buenas, y por ello el discurso de la unidad es una forma
de ablandar a Podemos. Y también por ello se llenan páginas para explicar
cualquier crisis, debate o tropezón de esta formación. Forma parte de la
política de rendición. Hasta aquí todo previsible y poco que discutir.
El problema está en otra parte. Está en qué hacer para que las cosas cambien.
Y aunque el cambio no sea muy potente, que al menos sirva para empezar a
virar muchas de las malas direcciones de nuestra vida social. Y, en este
sentido, hay dos tareas básicas por hacer. Una de discurso y otra de
organización. Y en las dos hay debilidades.
Tiene razón Podemos en plantear un gobierno de izquierdas e incluir la
cuestión del referéndum catalán. Pero al centrar su requisitoria al PSOE en
términos de cargos y reparto de poder ha perdido gran parte de su fuerza y ha
abierto la puerta a que el debate de fondo se reduzca al circo de quién pacta
con quién. La izquierda sólo puede ganar espacio en base a plantear denuncia
y alternativa. A discutir de ideas y proyectos. En los dos grandes temas (el
debate de la política económica y los derechos sociales y en el de la cuestión
nacional) las cosas son difíciles. En el primero porque, a pesar de que los
damnificados por el sistema son millones de personas, el peso de la cultura
neoliberal es tan grande, la densidad de los intereses en pro del statu quo tan
potente y el marco institucional tan cerrado, que resulta dificultoso abrir una
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vía de escape sólida (aunque el caso portugués indica que alguna posibilidad
hay de no quedar atrapados como en Grecia).
En el tema del nacionalismo periférico, la cuestión está enconada por el
predominio de aspectos emocionales y estereotipos varios que dificultan las
salidas. Hay que tener un discurso claro, pedagógico, y de largo plazo para
generar cambios. Quizás los dirigentes de Podemos han tomado la idea
gramsciana de hegemonía, pero me temo que no han entendido muy bien la
analogía de guerra de trincheras del mismo pensador, que entendió la
complejidad de las sociedades capitalistas desarrolladas, en las que era
imposible cambiar las cosas por el simple método del golpe afortunado. La
hegemonía del capital se construye en muchos espacios y con mecanismos
diferentes, a menudo sin discursos explícitos y muchas veces con coartadas
técnicas. Cuando más se reduce el debate mayores posibilidades de salir
derrotados, o de quedar marginados como intransigentes sin razón. Algo en la
que tenemos mucha experiencia acumulada.
En el plano organizativo la cuestión es aún más urgente. Por razones
estratégicas y coyunturales. Estas últimas son obvias si al final se van a
repetir las elecciones. En las anteriores ya asistimos al penoso desencuentro
entre Podemos e Izquierda Unida. Vistos los resultados, y el rendimiento
electoral de aquella separación, unos dirigentes sensatos sin duda volverían a
plantear los contactos. Y si no lo hacen, las bases sociales que les votamos y
les damos apoyo deberíamos movilizarnos para que ello ocurra. Es evidente
que existen diferencias de muchos tipos entre ambas formaciones, la mayor
posiblemente sea la generacional (que implica una trayectoria personal y
colectiva diversa), pero si los dirigentes de la izquierda son tan insensatos que
no consiguen compromisos para trabajar juntos, difícilmente pueden resultar
creíbles para dirigir un Estado.
En el otro plano está la cuestión de cómo construir un proyecto sólido que se
sostenga en el largo plazo. Izquierda Unida hace tiempo que es un proyecto
encallado. Por méritos propios y por circunstancias ajenas. Podemos ha tenido
la oportunidad y el acierto de capitalizar la movilización que estalló el 15-M.
Pero su éxito electoral no se traduce en un proyecto organizativo sólido ni
solvente. Demasiado personalismo, demasiada poca reflexión organizativa. Y,
también vale anotarlo, algún grupúsculo infiltrado pensando que ahora tiene
un buen caladero. Las debilidades de Podemos son extensibles a sus
organizaciones afines. En especial la catalana, que es la que más conozco. Se
trata de organizaciones que han basado su impulso más en un grupo de
amigos en torno a una o alguna figura carismática que no un proyecto
pensado con amplia base. Los éxitos electorales han reforzado la
autoconfianza de este grupo, pero pueden ser también base de problemas.
Los líos internos de Podemos son un aviso.
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Existe una larga experiencia de fracasos cuando todo el juego organizativo se
basa en la simple confianza y en las relaciones personales. Y es una vía
inadecuada cuando lo que se pretende es crear un reagrupamiento de gente
de procedencia diversa. Una diversidad que no sólo es de cultura política, sino
también de extracción social. La mayoría de activistas que conozco del núcleo
de Podemos o de Barcelona en Comú es gente de clase media, universitaria, y
con nula presencia en los ambientes de clase obrera tradicional. La vieja
izquierda tiene más implantación social en estos sectores, aunque
curiosamente ha sido la irrupción de estas nuevas formaciones la que ha
permitido un salto electoral impresionante en los barrios de clase obrera. Algo
que indica que hay una necesidad mutua de entendimiento y trabajo en
común.
Acabo por el título. Hay muchas ideas flotando en el ambiente (a veces tantas
que impiden discriminarlas adecuadamente). Pero sigo pensando que falta un
discurso político más claro frente al juego de los pactos, y sobre todo falta una
propuesta creativa, generosa e inclusiva sobre cómo construir una formación
de izquierdas capaz de actuar en la arena política en favor de una nueva
hegemonía social. Los millones de parados y trabajadores pobres, la crisis
ambiental, el deterioro democrático o la economía especulativa siguen
exigiendo que trabajemos en serio y en colectivo para cambiar las cosas.
3/2016
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Del pensamiento único a la autoridad competente
Cuaderno de incertidumbre: 8
Albert Recio Andreu
Cuando triunfó el neoliberalismo se impuso el pensamiento único. O al menos
esto es lo percibía cualquiera que se atreviera a opinar en contra de las
medidas neoliberales. Keynes y los keynesianos habían pasado al mismo
desván de los trastos inútiles al que anteriormente habían sido condenados
otros pensadores heréticos, como Marx y los marxistas, Veblen,
Georgescu-Roegen y muchos otros. Los teóricos neoliberales estaban tan
eufóricos que llegaron a aventurar que, con sus políticas, los ciclos
económicos habían casi desaparecido (habían conseguido convertir el cáncer
en una especie de constipado). Por ejemplo, Ben Bernanke (el considerado
mejor especialista neoclásico en la Crisis del 29, por eso fue elegido para
pilotar la Reserva Federal) escribía en 2004 que «uno de los aspectos más
llamativos del paisaje económico de los últimos veinte años, más o menos, ha
sido el declive sustancial de la volatilidad macroeconómica», y lo achacaba a
«la mejora de la política monetaria».
Después vino la crisis. Y resultó obvio que el descontrol del sistema financiero
tenía una buena parte de culpa en el desastre. Un descontrol propiciado por
las desregulaciones auspiciadas por los economistas neoliberales. Las
pretensiones neoliberales de una economía de mercado autorregulada,
tendente persistentemente al equilibrio, generadoras de bienestar
generalizado, quedaron rotas a los ojos de todo el mundo. El Rey estaba
desnudo. Pero, como ocurre en el cuento de Andersen, casi nadie se atrevió a
anunciarlo. Y los que lo hicieron eran sólo los resentidos heréticos a los que
casi no se presta atención. Ésta es sin duda una de las razones por las que la
crisis, en lugar de abrir paso a una transformación social profunda, se ha
convertido en muchos sitios en un redoblamiento de la pesadilla neoliberal.
Que no haya habido un cambio radical no quiere decir que no hayan pasado
cosas. Aunque el panorama es muy desigual, en bastantes lugares han
florecido fuerzas de izquierda que llevan en su programa propuestas
rupturistas respecto a las políticas neoliberales. No sólo en el Sur de Europa,
golpeado por las políticas de austeridad, sino también en el núcleo duro del
mundo liberal, como muestran los casos de Jeremy Corbyn en Reino Unido o
de Bernard Sanders en los EEUU. Se trata de propuestas antiausteridad
fundamentadas en ideas keynesianas, no de ruptura anticapitalista. Y ante la
aparición de estas propuestas, y a pesar del evidente fracaso de las políticas
neoliberales, el pensamiento único ha reaparecido como argumento
autoritario. En la prensa seria de estos países han salido en tromba los
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grandes comentaristas (incluido el liberal Paul Krugman) desprestigiando las
propuestas de izquierdas por falta de fundamentación técnica. En todos lados
el argumento es parecido; las propuestas alternativas se despachan con el
argumento que un número indeterminado de premios Nobel desaconsejan
estas medidas (esta misma semana pudo verse en directo en el debate de la
Sexta noche, en el que el representante de Ciudadanos justificaba la bondad
del contrato único en que tres premios Nobel lo avalaban). Es decir, que estar
contra las políticas neoliberales es cosa de palurdos o gente mal informada.
No es un argumento despreciable ni fácil de soslayar. En el ideario colectivo
se ha instalado una cultura de la jerarquía en la que premios como el Nobel o
los Oscar juegan un papel importante. Y, en el caso de la economía, el
entramado académico neoliberal es tan denso que poca gente cuestiona el
escoramiento intelectual de los premiados. Ello a pesar de que muchos de los
premiados han elaborado teorías insostenibles (bien desmontadas en el libro
de Steve Keen, “La economía desenmascarada”) y varios de ellos son padres
intelectuales de fracasos estrepitosos. Así, la quiebra del Long Term Capital
(propiciado por los premios Nobel Robert C. Merton y Myron C.Scholes), el
fracaso de la dolarización argentina (entre cuyos padres intelectuales estaba
el también Nobel Edward C.Prescott), o la escuela de las “expectativas
racionales”, en la que se ha basado toda la macroeconomía que ha conducido
a la crisis y que cuenta con varios Nobel (como Robert Lucas o Thomas
Sargent). Aunque hay excepciones honrosas, obtener el premio Nobel de
Economía es más un producto de la distribución de poder en la academia
(francamente controlada por el pensamiento neoliberal) que por los méritos
de cada cual. (Curiosamente, los premios más críticos suelen concederse en
años en los que se ha hecho evidente el fracaso de las corrientes
hegemónicas, como ocurrió tras la quiebra del LTC o tras el estallido de la
crisis).
Tampoco el argumento de las evidencias expertas suele ser muy sólido, pues
se basa fundamentalmente en los trabajos que elaboran las grandes
instituciones como el FMI o la OCDE, cuyos modelos están basados en estas
teorías fallidas y que a menudo son cuestionados cuando se revisan con
detalle. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, con el trabajo de Reinhart y
Rogoff sobre la deuda pública (uno de los más utilizados para justificar las
políticas de austeridad), cuando un doctorando de la Universidad de
Massachussets-Armhest (uno de los pocos focos de pensamiento crítico en
EEUU) demostró que había graves errores en los datos utilizados. O con el
sincero reconocimiento por parte de Olivier Blanchard, ex-economista jefe del
FMI, que admitió que las estimaciones del multiplicador del gasto público (del
efecto que tiene el gasto público sobre la actividad económica global) habían
sido claramente subestimadas. Lo que quería decir en la práctica que, con una
estimación más precisa, se evidenciaba que una expansión del gasto pública
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era más efectiva de lo que propugnan los grandes expertos y, al contrario, un
recorte del gasto tenía efectos más devastadores.
Cuando se despachan las propuestas de izquierdas con argumentos de
autoridad lo que se pretende es bloquear el debate, impedirlo, y encima
acusar al otro de insolvente. No existe una respuesta sencilla a este tipo de
maniobras. Sobre todo porque los que profieren estos ataques cuentan con
una cobertura mediática que no tenemos sus oponentes. Y, a menudo, el
espacio en el que se producen los debates mediáticos se convierte en una
trampa.
Romper con este cerco exige en primer lugar elaborar bien las propias
propuestas, tener argumentos sólidos y consistentes. Requiere un buen
análisis crítico de los argumentos contrarios, la única vía para desmontarlos a
conciencia. Requiere también modestia para conocer los puntos negros del
propio discurso. Y exige por tanto llevar a cabo una actividad que se mueve
en múltiples planos. El de la organización y movilización de base es sin duda
fundamental. Pero ésta debe estar reforzada por un trabajo en el plano
intelectual, en los espacios en los que se producen o se legitiman las ideas.
Una tarea que exige unas condiciones de libertad en el debate intelectual que
a menudo ha faltado en una izquierda más proclive a poner etiquetas que a
propiciar una autorreflexión permanente sobre sus prácticas y sus proyectos.
Las nuevas izquierdas emergentes ya están siendo zarandeadas por las
nuevas oleadas de autoritarismo intelectual neoliberal. Necesitan dotarse de
buenos apoyos intelectuales y ello sólo será posible si entienden que este
campo exige procesos y fórmulas organizativas diferentes de los de la
movilización política. Es parte del proceso de creación de densidad social
frente al aislamiento y la individualización.
3/2016
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Por una Iniciativa Legislativa Popular para pedir el cierre ordenado y
urgente de las centrales atómicas en España
Miguel Muñiz
En memoria de Berta Cáceres (4 de marzo de 1973-3 de marzo de 2016), asesinada por su
defensa del medio ambiente frente a la insaciable codicia de las grandes empresas
energéticas y el gobierno cómplice. Sólo se la podía proteger otorgándole unos premios
internacionales que no sirvieron para salvar la vida a 4 activistas de su grupo asesinados
antes que ella, ni a ella misma.
El 11 de marzo, con motivo de los cinco años de catástrofe continuada en
Japón, aparecieron algunos comentarios críticos con la energía atómica en
varios medios de información. El tópico del declive de la energía nuclear, que
llevará de forma natural al apagado de los reactores reverdeció por un día.
Pero una cosa son comentarios de un día (o de dos, si consideramos que en
abril se recordará que Belarus y Ucrania llevan treinta años sufriendo bajo
Chernóbil), y otra muy distinta la dura realidad de los 363 días restantes.
Esa dura realidad ofrece evidencias palpables de la triple complicidad entre la
industria atómica y sus seguidores, los gobiernos de turno, y el llamado
organismo regulador (el Consejo de Seguridad Nuclear, o CSN) para que las
centrales puedan alargar su funcionamiento a sesenta años. Las
consecuencias ambientales y sociales de ese funcionamiento no son algo que
preocupe especialmente a las tres partes mencionadas.
La dura realidad es que entre el próximo año 2020 y el 2021, seis de los siete
reactores atómicos que operan en España (Almaraz 1, Almaraz 2, Vandellós 2,
Cofrents, Ascó 1 y Ascó 2) deberán obtener la autorización del gobierno por
diez años más, lo que significará, si la consiguen, que funcionarán entre 42 y
49 años, según casos.
Y eso si no se establece un nuevo calendario de revisión a partir de la petición
de Endesa e Iberdrola de que el permiso para Garoña sea de 17 años, lo que
es más que probable. Si ese precedente de 17 años (¿o por qué no 20?) para
Garoña se generaliza nos encontraremos con unas autorizaciones que podrían
llegar hasta el 2037 o el 2038. Y conviene no olvidar que Iberdrola y Endesa
son propietarias, al 100% o mayoritarias, de los siete reactores atómicos en
funcionamiento.
En la dura realidad cotidiana, tenemos también que cuatro partidos políticos
han mencionado en sus promesas electorales, en términos bastante vagos, la
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necesidad de limitar el funcionamiento atómico (Podemos, Izquierda Unida,
PSOE y Ciudadanos). Y que sabemos que una cosa es lo que los partidos dicen
antes de llegar al gobierno, otra la que dicen cuando acaban de llegar al
gobierno, y una tercera cosa, muy diferente, lo que hacen cuando están
gobernando. Podemos remitirnos como ejemplo a Garoña, a lo que dijo el
presidente Zapatero, a la promesa de cerrarla en 2009, y a lo que pasó en su
gobierno.
La misma dura realidad que demuestra que la industria nuclear y sus
partidarios abandonarán la política de pasar desapercibidos, y gozar del
silencio informativo sobre sus actividades, y organizarán una campaña
mediática (y de movilizaciones) para defender sus intereses en cuanto se
intente pasar del simple discurso crítico contra las nucleares a las actuaciones
legislativas. Lo hicieron entre 2006 y 2009 por Garoña, y lo harán cada vez
que se sientan amenazados.
Pues creer que basta un acuerdo de gobierno, de uno o de varios partidos,
para no renovar el permiso de funcionamiento de seis de los siete reactores
atómicos que tenemos en España entre 2020 y 2021, es algo peor que tener
fe, es una irresponsabilidad. Y a diferencia de la fe, que es algo personal, la
irresponsabilidad tiene consecuencias sociales y ecológicas.
Limitarse a enunciar un discurso que pida el cierre de las centrales atómicas
es limitarse a marcar perfil político; puede servir para obtener algunos votos o
algunas afiliaciones, pero a efectos de avanzar realmente hacia un calendario
de cierre su eficacia es menos que nula. Es necesario un movimiento social
que reivindique el cierre urgente y ordenado de todos los reactores que
funcionan en España para que los que mandan se lo tomen en serio.
Y para que se dé un movimiento social se necesitan 4 cosas: una base
ciudadana de apoyo, unas organizaciones cívicas dispuestas a dinamizarlo,
unos partidos políticos dispuestos a implicarse, y un recurso legal que permita
concretar la reivindicación, difundirla, y hacerla llegar a los destinatarios.
Analicemos cada uno de estos cuatro factores.
• La base social de apoyo existe. Desde que en 2011 se hizo la última
encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre la energía atómica
(que mostró un 60% de rechazo) no se ha vuelto a realizar otra, lo que ya de
por si es significativo. Tan sólo se han publicado encuestas poco fiables de
organismos como el Foro Atómico Español; encuestas realizadas por
consultoras privadas, que no hacían públicos los datos de base y formulaban
preguntas a gusto del cliente.
• En una época marcada por la catástrofe de Fukushima, la consigna impuesta
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por la industria es de silencio nuclear. Y es también la prueba de que el
rechazo a la energía atómica tiene un arraigo social transversal. La consigna
de silencio cambiaría si se detectase una opinión pública favorable, como
pasó entre 2001 y 2011 con el llamado renacimiento nuclear.
• Existen organizaciones cívicas contrarias a la energía atómica con recursos
y estructura para dinamizar ese movimiento social. Las organizaciones
ecologistas más consolidadas son de ámbito estatal, y pueden actuar como
punto de encuentro y coordinación de muchas personas que apoyarían dicho
movimiento con su trabajo voluntario. Esas organizaciones tienen además una
responsabilidad: que el rechazo pasivo a la energía atómica detectado en
parte importante de la sociedad se traduzca en movilización activa. Impedir
que una barbaridad ecológica y social como son los 60 años de
funcionamiento atómico se lleve a la práctica es un imperativo ético.
• Y existen cuatro partidos políticos que se han manifestado críticos con la
energía atómica y están respaldados por millones de votantes. Un movimiento
social que reivindique un calendario de cierre ordenado y urgente ayudaría, y
mucho, a que la vaguedad actual del discurso político sobre la energía
atómica se plasmase en una propuesta concreta, generando, además, un sano
debate político.
Pero no basta con impulsar cualquier tipo de movimiento social. El
destinatario de dicho movimiento debe ser el poder legislativo; se debe
apoyar en un mensaje nítido, en las ventajas ambientales y sociales que
llevaría aparejado el cierre nuclear; se debe formular una demanda concreta
que denuncie la verdadera faceta política de la aparente rutina técnica de
renovación de los permisos de funcionamiento, que es la amenaza más
inmediata que enfrentamos y, sobre todo, debe buscar diálogo, implicación y
complicidades entre representantes políticos, ONG, movimientos sociales y
todos los sectores que apoyen el calendario ordenado y urgente de cierre de
las centrales atómicas.
El ámbito legal de decisión en el caso de las centrales atómicas es el Estado.
Por ello, el recurso más eficaz y directo para incidir es desplegar una Iniciativa
Legislativa Popular (ILP), que, forzosamente, ha de ser de ámbito estatal que
es donde están las competencias.
Ya entre 1990 y 1991 se realizó una ILP estatal sobre energía nuclear. Fracasó
en conseguir las 500.000 firmas necesarias (por un escaso margen de unas
40.000) porque el estallido de la primera guerra de Irak (el 16 de enero de
1991) llevó a muchas de las personas que apoyaban la campaña de la ILP a
abandonarla para atender la urgencia que implicaba detener la guerra para
salvar las vidas de los civiles afectados. La situación actual es totalmente
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distinta.
Se puede argumentar que una ILP no ofrece garantías de cumplimiento, que el
texto presentado (si se consiguen las firmas) puede ser modificado a criterio
de los partidos políticos con representación parlamentaria. Y es verdad. Lo
demuestran los casos de las ILP presentadas en Cataluña sobre residuos y
organismos modificados genéticamente, que tenían un respaldo social muy
superior al número de firmas necesario para tramitarlas y que fueron
completamente alteradas en el trámite parlamentario.
Pero el valor de una ILP no radica sólo en su eficacia legislativa, sino en su
potencial de movilización social.
Porque, entre otras cosas, una ILP supone un considerable respaldo ciudadano
a la actividad de unas ONG ecologistas y unos partidos que en la cuestión
atómica se verán obligados a dialogar con un poder muy superior: las
empresas eléctricas, respaldadas por los correspondientes bancos, una parte
importante de los medios informativos, parte de las fuerzas políticas, y la
larga nómina de personas a sueldo de la industria nuclear. Por todo esto, al
margen de las dificultades y limitaciones que una ILP conlleva, su realización
otorga un plus social de legitimidad a la hora de tratar con los que mandan.
Una ILP es la forma más eficaz de romper el pacto de silencio atómico de los
363 días de cada año.
En 2020, dentro de escasamente tres años, afrontaremos una decisión política
que supondrá un mínimo de 10 años más de contaminación radiactiva,
impactos sobre el medio ambiente y la salud de las personas, y amenaza
continuada de un accidente irreversible. Todo eso justifica sobradamente
abandonar las pautas de respuesta habituales.
Y es que el tiempo corre ya en nuestra contra.
Notas
Las/los lectores/lectoras que necesiten justificación de las afirmaciones de este artículo con
datos y cifras pueden obtenerlos en los análisis desarrollados en
http://www.sirenovablesnuclearno.org/nuclear/nuclearcatalunya/nucleararticles.html.
Sobre las limitaciones de la ILP es interesante el artículo:
http://www.publico.es/espana/ilp-pasado-filtro-mas-30.html.
14
[Miguel Muñiz es miembro Tanquem les Nuclears-100% EER, y
mantiene
la
página
de
divulgación
energética
http://www.sirenovablesnuclearno.org/]
15/3/2016
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Cambiar el país
Juan-Ramón Capella
No queremos sólo un cambio de gobierno. Queremos cambiar el país.
Queremos que la sociedad española deje atrás sus lacras y compongamos una
sociedad donde se pueda vivir sin angustia y sin sentir vergüenza ajena.
Los cambios de gobierno nunca, hasta ahora, han favorecido a los de abajo.
Siempre dejan a esta sociedad, a este país, igual en el mejor de los casos, y
casi siempre peor. Queremos un país distinto. Los apaños desde arriba no
valen la pena.
Queremos un país en que se imponga la solidaridad. Eso significa un
país sin fraude fiscal, un país donde defraudar a Hacienda resulte catastrófico
para el que lo haga o lo intente —sea una persona física, una sociedad, un
fondo de inversión o quien sea—. Un país donde salga carísimo —resulte
irracional— defraudar tanto en términos dinerarios como en términos de la
vida personal (donde se acaben las amnistías fiscales encubiertas a lo
Montoro y los apaños con la fiscalía). Un país donde la fiscalidad sea
acentuadamente progresiva, y donde pague muchísimo más todo el que tenga
o gane mucho más que la mayoría. Un país sin listillos incluso del pequeño
fraude. Porque es necesario un gran esfuerzo de recaudación fiscal para que
sea posible instrumentar políticas de solidaridad y políticas de transformación
del aparato productivo.
Solidaridad, ante todo, con las personas a las que ni los empresarios ni el
Estado son capaces de proporcionar empleo. Parados, subempleados. El
conjunto del producto social que no haya de ser reinvertido ha de ser
distribuido a través de los salarios y también a través de los subsidios para
quienes no cuenten con un salario o éste o sus ingresos sean de risa.
Y solidaridad con las personas dependientes, implantando progresivamente
sistemas de atención social para quienes la necesiten, teniendo en cuenta
además que se convertirán en dependientes cada vez más personas en su
ancianidad.
Queremos un país con menos desigualdad. Hay que ir cerrando el abanico de
las rentas y el abanico de los salarios. Esos sueldos anuales millonarios a
directivos son antisociales injustos y desmoralizadores para la sociedad.
Queremos un país sin corrupción pública ni privada. Queremos un país
donde los corruptos y los corruptores sean expropiados y enviados a campos
16
de trabajo, o a la cárcel si no tienen condiciones para trabajar.
Queremos un país donde las empresas inviertan, y donde también lo
haga el Estado. Hay que invertir en ramas tales como la agricultura, la
ganadería y la pesca industriales y modernas; en la industria médica y
farmacéutica; en las energías renovables; en canales de comercialización
interior y exterior que no expolien a los productores; en aplicaciones
tecnológicas e informáticas. Hay que invertir en educación e investigación
No queremos el país de camareros y camareras al que nos aboca el cuasi
monocultivo del turismo. No podemos ser sólo eso.
Queremos un país con verdadera democracia.
Verdadera democracia significa dos grandes cosas. Una, por supuesto, es un
sistema político que no esté trucado por unas normas electorales y
parlamentarias que hoy lo hacen hermético a las demandas sociales. Hay que
cambiar profundamente el sistema político para sajar sus tumores
antidemocráticos. Para que sea capaz de resolver los problemas del país en
vez de enquistarlos.
Pero también hay que conseguir, para que en nuestra sociedad haya
verdadera democracia, que las relaciones entre las personas dejen de
regirse por el principio autoritario de la estratificación social y se conviertan
en relaciones verdaderamente funcionales. Una sociedad donde se rechacen
los símbolos de estatus, donde quien tenga la responsabilidad de ordenar
sepa dar siempre las razones de sus órdenes, donde las personas no sean
subalternas sino que realicen si acaso funciones subalternas. Donde el hijo del
diputado pueda ser fontanero y el hijo del fontanero diputado, por poner unos
ejemplos; una sociedad donde hayamos enterrado el ordeno y mando y la
prepotencia de la España negra.
Hemos de cuidar y proteger la democracia en el seno de la sociedad, porque
esta crisis empuja a algunos jóvenes y no tan jóvenes a convertirse en
fascistas peligrosos.
Queremos un país que se haya aclarado con eso de la austeridad. Ahora
Varufakis y otros nos inducen a rechazar la austeridad, y eso está bien,
porque aluden a la austeridad que quiere imponernos el gobierno
sempiternamente derechista de la Unión Europea, que en vez de programas
sociales quiere beneficios para los ricos. Rechazaremos siempre ese tipo de
imposiciones y ese tipo de austeridad.
Pero queremos una sociedad no consumista y en este sentido austera.
17
Donde todo el mundo tenga garantizadas la satisfacción de sus necesidades
básicas:
comida,
vestido,
alimentación,
calefacción,
medicina
y
medicamentos, instrucción, educación para sus hijos y cosas semejantes. Eso
son necesidades básicas, aunque elásticas. Pero al lado de ellas hay gente
que tiene necesidades "antisociales". Son antisociales las necesidades que
nunca pueden tener todos, que no pueden ser satisfechas, hipotéticamente,
para todos. Así, son antisociales los campos de golf, los yates y los amarres
portuarios, los viajes a países distantes, los automóviles de lujo, ciertos
tratamientos paramédicos y tantos bienes que la propaganda consumista ha
llegado a introducir en los hábitos de las personas infectadas de
aburguesamiento, cuyas artificiosas necesidades les parecen "naturales".
La austeridad no depredadora es un principio cultural que ha de ser legado a
todos los hijos. Hemos de emplear el ingenio para reciclar de verdad
—empezando por las fábricas—, para reducir y reparar los costes ecológicos
de la producción.
Queremos un país educado, con formación, para todas las capas sociales.
Es preciso mantener un gran debate entre las personas que trabajan en la
educación para elaborar una propuesta de contenidos, métodos de
aprendizaje y fundamentos del trabajo docente e investigador a todos los
niveles. Una propuesta que ofrecer a la colectividad, para que ésta quede
informada y pueda decidir una reforma educativa estable, que no sea
tributaria, como hasta ahora, de las conveniencias de las formaciones
políticas. Es preciso implicar a todos los educadores y educandos en esta
tarea de renovación. Y hay que invertir —ya se ha dicho— en educación y en
verdadera investigación.
Queremos un país consciente de su potencialidad cultural. La
literatura, la pintura y el cine españoles son ejemplares en todo el mundo.
Nuestro pasado histórico, al margen de sus grandes lacras —la Inquisición, el
sojuzgamiento de los indígenas americanos— supo proyectarse en todo el
Mediterráneo por obra principalmente de la Corona de Aragón pero también
por la de la monarquía hispánica. Y la lengua castellana de España es una de
las más hablados del mundo. Toda Europa está pendiente de España para sus
relaciones con Latinoamérica. La renovación educativa ha de imponer el
retorno de tantos investigadores expulsados del país por la crisis, cuya
formación
cofinanció
el
erario
público,
gentes
sacrificadas
antieconómicamente por los gobiernos de la derecha; y la renovación
educativa y cultural ha de significar el despliegue del talento de un país
dotado de tradiciones, de raíces culturales variadas y ricas.
Queremos desprendernos de esta Unión Europea derechista, interventora,
vergonzosamente antidemocrática, insolidaria. Desprendernos de una UE que
18
ha limitado aspectos de nuestra producción en beneficio de los países más
ricos. Queremos un espacio económico europeo de circulación de personas y
mercancías. Pero queremos recuperar la soberanía que unos sucios gobiernos
del país han enajenado gratuitamente al gran capital a través del gobierno
europeo.
Hemos de tenerlo muy claro. No queremos un simple cambio de gobierno:
queremos cambiar el país, proyectar un país nuevo y materializarlo, para lo
que las victorias políticas nos vendrían muy bien. Pero no vayamos a empezar
la casa por el tejado si no podemos llegar al tejado. Empecemos por la planta
baja: por los ayuntamientos, por las asociaciones locales, por los movimientos
que consiguen cambiar las cosas. Y necesitamos eso que se llama 'cuadros':
personas que hayan adquirido alguna experiencia y que ya hayan tenido
disponibilidad para el trabajo social. Necesitamos cuadros para poder eliminar
en los ayuntamientos primero y más arriba después los obstáculos que se
oponen al cambio del país.
Necesitamos que cada uno vea qué puede aportar. Concretarlo y medir la
disponibilidad de tiempo. Eso es aprender a ser un activista responsable.
Aprender también a escuchar, y a formarse. Hay que ser coherente con el país
que se proyecta. Actuar ya como ciudadano de ese país, y no como habitante
del país injusto y desigual que tenemos ahora.
28/3/2016
19
¿Cuidan los hombres de sus mayores?
José Ángel Lozoya Gómez
Todas las personas queremos llegar a viejas sin envejecer, aunque con los
años suelen llegar los primeros achaques, y antes o después la necesidad de
ayuda para un número creciente de actividades. Todas podemos acabar
necesitando ayuda hasta para lavarnos, controlar las necesidades o utilizar el
servicio. En estos casos suele ser la familia la que se encarga del cuidado y
casi siempre lo asume una mujer sin que medie ningún acuerdo explícito
previo, por lo que los cuidados siguen estando en manos de la comunidad y
no del sistema formal de salud.
El impacto sobre la salud de las personas cuidadoras es muy grande. Su vida
puede llegar a girar en torno a un ser querido cada vez más dependiente, se
sienten atrapadas y con sentimiento de culpa, van perdiendo las amistades,
apenas salen con sus parejas y necesitan descansar. Los recursos económicos
son clave para satisfacer muchas de las necesidades de las personas
dependientes y de sus cuidadoras; permiten contratar ayuda, conciliar los
cuidados con la vida laboral y social, reducir la conflictividad familiar y
atenuar la desigualdad entre hombres y mujeres. Pero la mayoría de las
personas que precisan cuidados no aportan ayuda económica, y si la prestan
no suele cubrir lo que se gasta en sus cuidados. Para colmo, los recortes de
ayuda a la dependencia de los últimos años han sobrecargado a las familias
en general y a las mujeres en particular.
Dada la influencia del género en la distribución de las actividades públicas y
privadas, productivas y reproductivas, el hombre sigue muy vinculado al
ámbito productivo y sigue muy extendida la idea de que las mujeres son las
proveedoras naturales del cuidado. La idea misma de la discapacidad está
condicionada por el género. Vemos a muchos hombres mayores que enviudan
y son incapaces de hacer las tareas domésticas que hacían sus esposas;
aunque no tienen ninguna discapacidad física es evidente que tienen una
discapacidad de origen social que se puede atender con cursos de formación
para que aprendan a cuidar o cuidarse. La mayoría de los varones están
acostumbrados a que primero los cuidara su madre y más tarde su pareja,
dedicándoles tiempo, cariño, respeto y apoyo. No necesitaron aprender a
cuidarse ni a cuidar de otras personas, lo que ayuda a explicar que solo un
15% de quienes consideramos responsables del cuidado de una persona
mayor dependiente sean hombres.
Los hombres se ven menos presionados que las mujeres para asumir esta
responsabilidad, sobre todo menos que las hijas solteras y las viudas, que son
20
las quienes más sufren el mandato del "deber de…". De hecho, aunque la
mayoría de las y los cuidadores de mayores creen que hombres y mujeres
pueden cuidar por igual, si les preguntamos quién prefieren que les cuide en
su vejez son cinco veces más quienes prefieren que lo haga una hija a que sea
un hijo. La evolución que hemos vivido en los modelos de familia y en el rol
social de las mujeres no se ha visto correspondida con un incremento
equivalente de la implicación de los hombres en lo doméstico, agudizando la
crisis del sistema informal de cuidados y las desigualdades entre los sexos.
Aun así el número de cuidadores aumenta lentamente, sobre todo entre
quienes tienen una red familiar reducida, los casados, los parados, los
pensionistas y los jubilados. Aunque sigue habiendo diferencias, hay cosas
que ellos no saben hacer y acostumbran a recibir más apoyo de otras mujeres
de la familia; también suelen delegar, más que ellas, algunos cuidados
personales como el lavado o el cambiado de pañal.
Lo principal es la experiencia personal de cuidar y ser cuidado, pero esta
actividad humana, tan importante, puede ser tan satisfactoria como dura. El
cuidado de los mayores puede ocupar muchos años, las grandes
dependencias suponen una dedicación de unas once horas diarias, y es
preciso corregir los desequilibrios entre hombres y mujeres. La experiencia del
cuidado tiene un gran potencial transformador que posibilita una redefinición
de roles de género. Quienes se implican en la crianza y en lo doméstico
aprenden a cuidar, a cuidarse y a ponerse en el lugar del otro para satisfacer
sus necesidades, lo que propicia que tengan mejor disposición a cuidar de sus
mayores.
El cuidado a los mayores es un reflejo de las prioridades de una sociedad y de
sus desigualdades y necesitamos revalorizar el derecho a cuidar a los seres
queridos anteponiendo las necesidades humanas a las del mercado, un
cambio con profundas implicaciones éticas que requiere igualar las
oportunidades en el mercado de trabajo que penalizan a las mujeres, políticas
públicas adecuadas y medidas educativas y de sensibilización social. Aunque
la cobertura pública del cuidado fuera universal, la familia seguiría siendo la
principal cuidadora, pero hemos de lograr que cuidar y dejarse cuidar sea una
decisión libre en un reparto equitativo. Hacen falta políticas públicas a medio
y largo plazo; también más recursos y mejor coordinados, que promuevan la
independencia de las personas dependientes y alivien la carga de quienes las
cuidan.
No obstante, la participación creciente de los varones en el cuidado cuestiona
las atribuciones de género; invierten en él cantidades similares de tiempo y
muestran que las diferencias en cuanto al tipo de tareas de cuidado o de
responsabilidad sobre la persona atendida son menores de las que cabría
21
suponer. Es decir, que cuidan o pueden cuidar cuando han de hacerlo. La
población va a seguir envejeciendo, y para incrementar la implicación de los
varones hemos de combatir las expectativas no escritas sobre quién debe
cuidar, admitiendo que los hombres aprendemos a hacer todo lo que nos
interesa.
Sevilla, marzo 2016
[José Ángel Lozoya Gómez es miembro del Foro y de la Red de
hombres por la igualdad]
18/3/2016
22
El precariado, ¿clase social o división ficticia de la clase
trabajadora?
Vidal Aragonés
Recientemente La Directa y Crític publicaban muy buenas entrevistas (otra
cosa son las respuestas...) con Guy Standing, autor, entre otros, de El
precario. Una nueva clase social. Más allá de algunas de las perlas
reaccionarias que nos regala el economista británico ("debemos aceptar la
flexibilidad, no podemos volver atrás, cuando había trabajos estables
vitalicios"), la centralidad de su discurso se sitúa en dibujar una nueva clase
social, "el precariado": de la misma manera le atribuye a esta supuesta nueva
clase un carácter revolucionario e identifica la clase trabajadora como
sinónimo de estabilidad laboral. Diferentes sectores progresistas e incluso
anticapitalistas han abrazado el referido concepto en los últimos años. No
pretendemos negar el crecimiento de una realidad precaria y su devenir
mayoritario en toda una generación ni realizar fetiche de un determinado
estrato de la clase obrera y su correspondiente glorificación. El objeto de las
cuatro ideas que desarrollamos a continuación es discutir al economista
británico su formulación de precariado y el carácter revolucionario de éste, así
como su descripción de lo que ha sido y es la clase trabajadora.
Una aproximación al concepto de clase social
Para definir qué es una clase social, sería interesante acercarnos a los
estudios de Lenin, Marx, Poulantzas y Luckács entre otros. Nos vamos a
quedar con la definición de “clase” de este último por ser el que seguramente
estudió más el concepto: "una totalidad concreta activa o práctica dentro de
un proceso histórico total dialéctico". Su concepción de la clase rechaza el
grupo por niveles económicos y lo sitúa al conjunto de actividades de una
serie de gente que forma parte de la totalidad. Para Luckács las clases son
una realidad diferente a las de sus propios componentes que se manifiesta en
un determinado momento y en un lugar concreto. Asimismo considera que las
clases son realidades activas (si no, no son clases) en un proceso histórico
total dialéctico como fuerza social histórica, como motor de la historia.
Más allá de definiciones es más práctico analizar otra serie de elementos que
nos acerquen a la significación de clase social. Nos encontramos ante fuerzas
sociales, no grupos ni estadísticas. No se pueden limitar a nivel económico
sino a sus causas y efectos en la sociedad. Las clases no son grupos
profesionales o económicos pero quedan determinadas por el modo de
producción. También dependen de la lucha de clases y la combinación de ésta
con los modos de producción nos permitirá identificarlas. Así, la clase
23
trabajadora se caracteriza por la necesidad de vender su fuerza de trabajo y
por no poseer los medios de producción. Dicho esto, es necesario diferenciar
distintas capas dentro de la clase trabajadora, así como distintos bloques
históricos de los que puede formar parte.
La clase trabajadora no puede identificarse con hombre, autóctono, obrero
fabril, con afiliación sindical y militancia de izquierdas. No se puede analizar a
la clase trabajadora sin los cambios y modificaciones que la han transformado
y la continúan transformando; no podemos identificar clase trabajadora con
pobreza y duras condiciones de trabajo y tampoco (como defiende Standing)
con estabilidad laboral y económica.
¿Qué es el precariado en la definición de Standing?
En los textos de Standing es difícil encontrar una definición cerrada del
precariado: lo que leemos es una serie de generalidades de las que se puede
inferir el concepto.
En primer lugar, debemos criticar la visión y construcción que hace el
británico de la clase trabajadora (“Para el viejo proletariado, la norma era el
trabajo estable. Y más importante que esta temporalidad es que no tienen una
identidad profesional”), ya que nunca han abundado puestos de trabajo
estables, buenas condiciones laborales, alta sindicación y transmisión de los
puestos de trabajo de padres a hijos. Las condiciones que acabamos de
mencionar serían relativas a la aristocracia obrera, estrato de la clase
trabajadora existente en un determinado momento histórico, y tan sólo en
algunas zonas del planeta. Pero esta realidad representa un porcentaje muy
minoritario, nada que ver con la realidad del conjunto de la clase.
El economista británico incluye en la definición de precariado: "La primera
clase de la historia que tiene un nivel educativo más elevado que el que
requiere el trabajo remunerado que se le ofrece", cuando, curiosamente, esto
en Europa occidental ya hace tres décadas que sucede entre los hijos y las
hijas de la clase trabajadora. Lo que sí llama la atención es que Standing lo
denuncie cuando también lo está sufriendo la pequeña burguesía y no solo
sectores de la clase trabajadora. Cuando la mayoría del precariado es
indudablemente clase trabajadora, nos da la sensación de que sólo persigue
hacer desaparecer el referencial de esta clase y enfrentar a sus componentes
entre ellos haciéndoles pertenecer a una nueva realidad que les diferencia
entre sí.
El segundo elemento determinante de la definición de Standing “es que tiene
diferentes relaciones de distribución, es decir, que tiene que depender, casi
completamente, de los salarios monetarios. No tiene acceso a ningún capital,
24
como sí tienen otros grupos, no tiene acceso a beneficios ajenos al salario,
que podrían modificar su trabajo. No tiene pensiones, no tiene vacaciones
pagadas, no tiene sanidad pagada”. Evidentemente la falta de acceso al
capital y el vivir de vender la fuerza de trabajo es una de las esencias de clase
trabajadora pero curiosamente, en la actualidad, algunos de esos autónomos
a los que Standing define como precariado sí tienen acceso al capital y
contratan a su vez a otros. Por lo que respecta a las vacaciones, la sanidad o
las pensiones, es algo que en algunos Estados todavía se mantiene como
titularidad incluso de los más precarios y en otros nunca lo ha sido, ni tan
siquiera entre sectores de autónomos o de clase trabajadora. No es algo, por
tanto, que sea determinante de precariedad.
La tercera cuestión que utiliza Standing es ésta: “esta es la primera vez en la
Historia en que una clase social emergente se encuentra en proceso de perder
derechos que han sido adquiridos por ciudadanos del pasado. Es una
transformación extraordinaria. Están perdiendo todas las formas de derechos:
civiles, culturales, económicos, sociales y políticos. Esto no tiene
precedentes”. En primer lugar se trata de un visión muy eurocéntrica, ya que,
por poner dos ejemplos, en América del Sur (Bolivia, Ecuador, República
Bolivariana de Venezuela) y en China se han adquirido derechos en los últimos
15 años, si bien en el resto del mundo no ha sido esta la tendencia. Del mismo
modo, en la historia ha habido otros momentos que el surgimiento de la clase
trabajadora no se ha construido sobre la obtención de derechos sino sobre la
pérdida de los mismos. Seguramente la expulsión de zonas rurales del
pequeño campesinado y su traslado a las grandes ciudades respondió a esta
realidad.
Precariado, ¿clase o proceso basculante?
También nos dice Standing: "Una de las cuestiones es que, si formas parte del
precariado, no tienes una identidad ocupacional, una narrativa ocupacional";
"Caracteriza la falta de apoyo comunitario o de prestaciones estatales";
"Empleo inestable", "El precariado se sitúa por debajo de la clase obrera". En
el precariado podemos encontrar desde médicos hasta inmigrantes sin
permiso de trabajo; debemos entenderlo como un colectivo caracterizado por
la inestabilidad laboral y por la falta de prestaciones del Estado, según este
autor.
Así pues, la del precariado es una expresión interclasista que pone en el
mismo saco al becario ("falso becario") de origen pequeñoburgués que se está
formando como adjunto de dirección y a la limpiadora a tiempo parcial. O lo
que es lo mismo: el Jefe y la explotada en la misma clase, “dos clases en una”
porque este precariado está formado tanto por sectores proletarios como
pequeñobuergueses. En cuanto al primero, participan los sectores más
25
explotados y con menos derechos de la clase trabajadora; el
pequeñoburguesesdo responde a una proletarización de determinadas
profesiones y a un carácter temporal de un tránsito en la construcción de una
carrera profesional, todo ello según el economista británico.
Sin embargo, si analizamos esta realidad con más profundidad y recorrido,
veremos que finalmente el segundo grupo pasará a formar parte de la clase
trabajadora o de la pequeña burguesía pero, de momento, se encuentra en un
simple tránsito en el que coincide con ciertos sectores obreros por la falta de
estabilidad pero no por el entorno social, la realidad familiar y/o la relación
que mantiene con los medios de producción. El autodefinido precariado no es
una clase, ni siquiera una capa dentro de una clase. Mezclar en una sola y
pretendida nueva clase dos sectores separados social y económicamente
como son la pequeña burguesía y el proletariado constituye un error
escolástico. Dividir como dos clases que son fracciones de la clase
trabajadora, aristocracia obrera y el resto, es simplemente perverso.
El precariado no es más que una expresión de un tipo de organización del
trabajo natural del capitalismo que se ha ido ampliando a sectores
profesionales (la falta de reconocimiento de relación laboral, la temporalidad,
los bajos salarios... es la base del sistema). Curiosamente, además, son las
estrategias que el economista británico recomendaba a los sindicatos las que
acercan a Europa Occidental a este escenario de precariedad generalizada.
¿Precariado, clase revolucionaria, o entre el progresismo y la
reacción?
La situación transitoria y basculante de buena parte de lo que se denomina
precariado, así como su propia naturaleza de inestabilidad, es lo que priva a
este grupo social de un carácter revolucionario. Otra cosa es que estos
sectores, en momentos de polarización social, unan sus luchas a las del
conjunto de los trabajadores y trabajadoras en un destino común. En cualquier
caso, debemos recordar que, históricamente, la pequeña burguesía nunca ha
tenido una posición política autónoma y siempre se ha movido entre la
derecha y la izquierda. Es esto lo que hace más necesaria una intervención
política para conseguir que quienes están sufriendo condiciones de vida de
precariedad vean que sus intereses son comunes a los de la clase trabajadora.
En caso contrario, unos sectores se orientará a la izquierda y otros al
populismo liberal o a la extrema derecha, nada que ver con una clase
revolucionaria.
Acabando y para resumir, podríamos afirmar que lo que Standing llama nueva
clase es tan solo un grupo social fruto de un determinado proceso histórico en
el que convergen tres aspectos clave: un bajo nivel de conciencia de la clase
26
trabajadora, una merma en las condiciones materiales de la pequeña
burguesía y una organización del trabajo post-fordista.
[Vidal Aragonés es profesor de Derecho del Trabajo de la UAB y
abogado laboralista del Col·lectiu Ronda]
31/1/2016
27
Ensayo
Pablo Massachs
Cambio climático y salud humana
Y con un profundo compromiso con el presente y el futuro, decidimos construir una nueva
forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el
buen vivir, el sumak kawsay.
Constitución de la República del Ecuador, aprobada en 2008
La naturaleza islandesa es la base de la vida del país […] El uso de recursos naturales se
gestionará para minimizar su agotamiento a largo plazo respetando los derechos de la
naturaleza y de futuras generaciones.
Constitución de Islandia, aprobada en 2012
En una ocasión la indignada precoz Mafalda se quejó de que “lo urgente no
deja tiempo para lo importante”. Si nos fijamos en lo que preocupa a la
sociedad española [1], de inmediato comprobamos que el cambio climático
no figura entre las preocupaciones más nombradas por los ciudadanos, es
decir, las preocupaciones urgentes. De hecho, ni siquiera existe una categoría
específica para el CIS, sino que éste se ubica en el cajón desastre que son los
“problemas medioambientales”. No es de extrañar, por tanto que en las
eternas campañas electorales el calentamiento global no aparezca en la
agenda mediática, y apenas en los programas políticos. No parece ir
desencaminada la afirmación de que el medio ambiente es una preocupación
de segundo orden, también entre los partidos de izquierdas. Importante en
teoría, sí, pero de esas que se van dejan para cuando todo lo demás esté
resuelto.
Los obstáculos de la mente
A años luz de la inmediatez de la batalla política, la ciencia viene advirtiendo
desde hace décadas de la gravedad del problema, de la urgencia de las
medidas a tomar, de lo insostenible del modelo energético y económico del
que somos dependientes. Una explicación para este choque de prioridades,
entre el la inmediatez y el largo plazo, la describe con sencillez y maestría
Daniel Kahneman en su libro Pensar rápido, pensar despacio [2]. El autor se
basa en sus investigaciones durante lustros para arrojar algo de luz sobre éste
28
y otros comportamientos irracionales del ser humano. Este atípico premio
Nobel en Economía —psicólogo de formación— describe las dos formas
diferenciadas en que la mente crea el pensamiento. Define el Sistema 1 como
aquél que funciona de forma rápida, automática, emocional y subconsciente,
y Sistema 2 al que opera pausadamente, acumulando información con
esfuerzo y lógica. Sin duda la comunidad científica nos advierte del peligro del
cambio climático desde su Sistema 2, tras acumular evidencias de forma
lógica y contrastada, y a nosotros nos corresponde utilizar el nuestro propio
“pensamiento lento” para asimilar la información, entender el problema y sus
consecuencias. Sin embargo, los desvelos de los ciudadanos de los países
industrializados van por otro camino, están más apegadas al hoy y al futuro
inmediato: paro, economía, corrupción, etc. e incluso a temas de moda que
aparecen y desaparecen de las respuestas en poco tiempo.
Salud y cambio climático: problemas entrecruzados
En contraste con los problemas medioambientales, la sanidad es un asunto
que está presente tanto en la agenda política, como en las preocupaciones de
los encuestados y las conversaciones del día a día. Un problema de salud no
resuelto (ya sea propio o de un ser cercano) nos afecta en lo más íntimo, nos
trastoca las emociones y puede llegar a ser el monologuista de nuestro
Sistema 1, el inmediato y emocional. Por otro lado la salud, cuyo sustento
institucional es la sanidad pública, también nos influye de una forma racional
y a largo plazo. El Sistema 2 de Kahneman se activa: pagamos nuestros
impuestos —o seguros privados— para disfrutar de mejores servicios
sanitarios en el futuro, dedicamos sumas importantes de I+D a la sanidad,
tratamos de fomentar hábitos que no comprometan nuestra salud…
En los últimos años la ciencia ha venido prestando atención creciente a los
problemas de salud humana creados o acrecentados por el cambio climático
[3]. Se trata de una disciplina multidisciplinar en la que participan desde
médicos, hasta meteorólogos o biólogos. Por desgracia en este caso el
laboratorio es el planeta Tierra y las cobayas somos los seres humanos.
Algunas de estas consecuencias para la salud son fáciles de imaginar,
intuitivas. Pongamos por caso la ola de calor que dejó miles de muertos en
Europa durante el verano de 2003. Sin ser profesionales de la salud, podemos
suponer que muchos de los afectados sufrieron deshidratación, o figurarnos
cómo afectaron las altas temperaturas durante días a las personas con
problemas cardiovasculares o respiratorios. Sin embargo, el calor extremo es
solo la punta del iceberg del calentamiento global. Existe un sinfín de
impactos negativos sobre los ecosistemas que van a redundar en nuestra
salud de forma directa o indirecta. Conviene en este caso recordar a Jorge
Riechmann [4]: somos interdependientes y —por mucho que nos cueste
29
interiorizarlo en las sociedades industriales— también ecodependientes.
Mirando más allá de las olas de calor, desde hace poco tiempo hemos tenido
constancia del virus del zika, que entre otras parece que puede provocar
microcefalia entre los recién nacidos [5]. El transmisor en última instancia de
este virus es el mosquito aedes aegypti, el mismo vector responsable de la
transmisión de enfermedades como el dengue o el chikungunya. Este
mosquito se adapta muy bien a los aumentos de temperatura y humedad, y
ya se ha detectado en zonas donde hasta hace poco su presencia era
impensable [6]. Todo esto quizá nos sigue sonando ajeno, a “problemas de
países pobres”. Pero precisamente estas investigaciones advierten de que los
problemas sanitarios que creíamos propios del sur pueden estar
expandiéndose varios paralelos más al norte con la ayuda de las temperaturas
crecientes. El cambio climático es el catalizador de un problema sanitario, y
esto se repetirá en el futuro con más frecuencia.
Lamentablemente los problemas de salud relacionados con el calentamiento
global no se acaban aquí, sino que tendrán su impacto relacionado con
plagas, migraciones masivas o la calidad del agua. Nuevamente nos vienen a
la cabeza asociaciones con países pobres, la amenaza quizá nos sigue
pareciendo lejana. Pero la dependencia de los ecosistemas no es algo que
únicamente concierne a los “países pobres” como Ecuador, o a pequeñas islas
apenas pobladas como Islandia, que tienen la humildad de reconocer su
ecodependencia en sus respectivas Cartas Magnas. Pensemos en la
investigación farmacéutica. Según un estudio publicado en 2012 [7], los
principios activos de la mayoría de medicamentos (entorno al 70% de los
autorizados por la FDA estadounidense entre 1981 y 2010) no tienen un
origen plenamente sintético, sino que dependen de alguna u otra forma de la
naturaleza. Incluso en lo que respecta al cáncer, menos del 25% de las
moléculas tenían un origen totalmente sintético. Estos hechos van en contra
de lo que mucha gente cree y nos deberían hacer reflexionar. El cambio
climático y otras agresiones del ser humano a los ecosistemas están
acabando con la biodiversidad, y ésta es la que sustenta en buena medida los
avances farmacológicos, que son consumidos en mucha mayor medida en los
países ricos. Biodiversidad decreciente es igual a peores medicamentos y peor
salud.
Apelar a las emociones desde la razón
El cruce entre calentamiento global y salud seguirá sobresaltándonos cada
cierto tiempo, y quizá en algún momento pase a ser un problema de moda
que quita el sueño a una parte notable de la sociedad. Sin embargo, de poco
servirá abrir unos pocos telediarios si no se lleva a cabo un trabajo constante
y sistemático desde la ciencia y desde el activismo: es necesario seguir
30
investigando sobre las implicaciones sobre la salud humana que tiene el
cambio climático, tanto de forma directa como indirecta; y también es
necesario que las conclusiones de la ciencia sean utilizadas por los activistas y
personas comprometidas como un arma para llamar la atención sobre lo que
está en juego. La presión social es condición sine qua non para la acción
política.
La ciencia nos dice que es necesario poner el problema del cambio climático
en la primera línea de las preocupaciones. Para ello será útil apelar a razones
que nos afectan en lo más íntimo, como la salud, para que nuestro
“pensamiento rápido” despierte y convierta el calentamiento global en lo que
es: un asunto importante que requiere medidas urgentes.
Notas
[1] Según el Barómetro de Enero de 2016 desarrollado por el CIS. Datos de este estudio
disponibles en
http://www.cis.es/cis/opencms/-Archivos/Marginales/3120_3139/3124/Es3124mar.pdf. Datos
sobre otros Barómetros disponibles en
http://www.cis.es/cis/opencm/ES/11_barometros/index.jsp.
[2] Daniel Kahneman, Pensar rápido, pensar despacio, Debate, 2012. ISBN 9788483068618.
[3] Un par de botones de muestra: la Harvard School of Public Health impartió un curso online
gratuito titulado “Human Health and Global Environmental Change”en la plataforma edX en el
que da buena cuenta de las nuevas nuevas investigaciones en este campo. Por otro lado, y de
forma mucho más resumida, es interesante la lectura del artículo “The coming health crisis”
(Samuel S. Myers y Aaron Bernstein, “The coming health crisis”, The Scientist, enero de 2011,
disponible en
http://www.the-scientist.com/?articles.view/articleNo/30826/title/The-Coming-Health-Crisis/)
en el que se resumen buena parte de los efectos indirectos del cambio climático sobre la
salud.
[4] Jorge Riechmann, Interdependientes y Ecodependientes, Proteus Editorial, 2012. ISBN
9788415549413.
[5] VV.AA., “Zika Virus Associated with Microcephaly”, The New England Journal of Medicine,
marzo de 2016.
[6] VV.AA., “The Dengue Virus Mosquito Vector Aedes aegypti at High Elevation in México”,
The American Journal of Tropical Medicine and Hygiene, abril de 2012.
[7] David J. Newman y Gordon M. Cragg, “Natural Products As Sources of New Drugs over the
30 Years from 1981 to 2010”, Journal of Natural Products, 2012.
31
30/3/2016
32
Documentos
Julio Anguita y otros
Europa: diagnóstico y posición ante el proyecto de integración
europeo
Ante el actual modelo de integración definido en la Europa del euro
Cualquier proyecto de transformación social, e incluso cualquier alternativa
política progresista, ha de partir del hecho del gran fracaso histórico de la
Unión Europea, cuyo núcleo fundamental está constituido por la unión
monetaria surgida de Maastricht y los Tratados y pactos de estabilidad
posteriores.
No hay que recurrir a la tragedia humanitaria de los refugiados para
comprender la catástrofe que ha sobrevenido. Con independencia de si nos
encontramos ante un gran fraude político promovido por las oligarquías
europeas o de un desastre derivado de la degeneración de las intenciones de
los impulsores de la integración europea, el caso es que todas las ilusiones
que pudieron suscitarse sobre un espacio de paz, justicia, solidaridad,
cooperación libertad y democracia están hoy enterradas y en su lugar la
desolación y una gran decepción recorren al continente europeo.
Frente al avance del bienestar general pronosticado, una profunda crisis
económica y social se extiende por amplios territorios y países de la unión.
Frente a la aspiración de eliminar las desigualdades, en todos los países se
han agravado hasta extremos inadmisibles las diferencias sociales y las
discrepancias entre las economías. La mejora del estado del bienestar ha
desaparecido del frontispicio de la Unión para promulgarnos el tenebroso
"abandonad toda esperanza".
Frente al impulso de la democracia, todos los gobiernos están sometidos a los
designios de los poderes económicos y las directrices de las instituciones
europeas sin control democrático alguno. El debate y la confrontación
ideológica han dado paso a situaciones en las que sólo se admiten diferencias
mínimas sobre el rigor de la austeridad y la magnitud de los ajustes sociales.
Las libertades asimismo y la solidaridad sufren los embates de los gobiernos
dedicados a aplacar las luchas sociales y la desesperación en que están
atrapados capas sociales cada vez más amplias.
El objetivo irrenunciable de la paz ha sido descartado y Europa está hoy
comprometida en conflictos armados, arrastrada por las ilusiones imperialistas
de algunos de sus países y la subordinación irresponsable a los diseños
geopolíticos de Estados Unidos, cuyos intereses no responden a los valores y
33
necesidades de los pueblos europeos. Incluso sin perder la perspectiva de los
acontecimientos bélicos que jalonaron el siglo pasado la historia europea no
hay exageración alguna en valorar la situación europea como
extremadamente grave, preñada de incógnitas, tensiones, conflictos y
rémoras que no pueden encontrar solución en el ambiguo entramado político
e institucional en el que ha quedado el proyecto de la integración europea,
paralizado, desgarrado, sin norte y sin poder dominar las contradicciones de
sus carencias y su concepción neoliberal de la convivencia social.
En estas condiciones, si no hay una determinación política clara sobre lo que
hacer para remediar los estragos y superar las secuelas de la crisis europea y
cómo afrontar el futuro para evitar marchar junto al precipicio, todos los
debates, propuestas, proyectos y alternativas se convierten en ficciones
políticamente inútiles. Son ejercicios patéticos e impotentes que eluden la
realidad, postergan la hora de la verdad y ocasionan profundas frustraciones
susceptibles de alimentar salidas falsas y desconcierto general en la lucha
de los oprimidos por su emancipación.
El caso de Grecia ha existido y está demasiado reciente como para que pueda
ser obviado y se siga queriendo hacer políticas avanzadas socialmente, o
defender programas para recuperar los derechos sociales, sin tener en cuenta
la realidad y la crudeza de las exigencias de los poderes económicos. En
definitiva, no habrá cambio social sin derribar el muro de las imposiciones de
la Troika.
Día tras día se formulan respuestas a los problemas económicos y sociales
que implican mayores gastos públicos, y no digamos si se pretenden políticas
keynesianas alternativas a la austeridad y los ajustes presupuestarios como
necesidad imperiosa para remediar el desempleo masivo. Sin embargo, la
burocracia europea no deja de recordar que están pendientes recortes del
gasto público para siquiera intentar cumplir los objetivos comprometidos con
Bruselas del déficit público. No es legítimo elucubrar en el vacío en favor de
las capas sociales débiles y marginadas, como si la mejor voluntad política
pudiera exonerar de atenerse a la realidad.
No cabe descartar un agravamiento de la crisis europea por los múltiples
desgarros potenciales que sufre la Unión europea, entre otras la sobre
anunciada crisis financiera o el abandono del Reino Unido, el llamado “Brexit”,
que pondría fin definitivamente a las magras expectativas de una solución a la
crisis. Incluso sin nuevos acontecimientos que ensombrezcan el actual
panorama hay que constatar que la crisis económica no está superada y que
los sufrimientos y la degradación de las condiciones de vida de una gran parte
de la población son el pronóstico más certero y probable. La lucha legítima
34
contra esta evolución es consustancial con las aspiraciones de la izquierda,
pero los buenos sentimientos, la exaltación de nuestros valores son inútiles si
no se comprende la realidad política sobre la que hay que actuar
De manera positiva hay que afirmar que los problemas económicos y sociales
de la sociedad española sólo pueden ser afrontados y tener solución si se
admite que el necesario recuperar la soberanía popular y, en consecuencia,
romper con el yugo de la unión monetaria, los requerimientos de las
instituciones europeas y los pactos por la austeridad.
La necesidad de revisar en profundidad las relaciones y vínculos con la Unión
europea es inexorable para cualquier fuerza política de la izquierda que
pretenda realmente cambiar la sociedad. No es posible levantar ninguna
política seria y responsable que no contemple poner fin a las ataduras con la
unión monetaria, que significan sencillamente que nuestra sociedad ha
perdido todos los resortes e instrumentos para afrontar los agobiantes
problemas acumulados. Se ha avanzado en un proceso ciego de cesión de la
soberanía mientras que ninguna instancia supranacional ha asumido las
funciones históricas de los estados para redistribuir solidariamente la riqueza,
garantizar el empleo, amortiguar los ciclos económicos y procurar unos
niveles de bienestar e igualdad mínimos.
Este es el marco general del problema, pero hay que acabar concluyendo que
la necesidad a la que nos referimos tiene una urgencia que no se puede
despreciar. Son ya muchos años de crisis, de paro desolador, del retroceso en
los derechos laborales, de sobreexplotación de los trabajadores, de
degradación de los servicios públicos, de falta de desprotección de capas
sociales muy amplias, con los parados particularmente agraviados, con las
amenazas sobre las pensiones....
En fin, se ha generado una situación intolerable, irracional e injusta en tantos
sentidos que una mínima política consecuente de lucha contra un estado de
cosas tan insostenible como lacerante exige ya recuperar la soberanía
económica y monetaria, derogar el art. 135 de la constitución y la ley orgánica
de estabilidad presupuestaria que lo implementa, y romper el pacto fiscal, a
través de un proceso movilizador de empoderamiento de la ciudadanía.
Hay que impedir, sin más dilación, que los poderes económicos y la burocracia
europea, en nombre de una Unión europea fracasada y descompuesta, siga
aplastando y atormentando a los pueblos del estado español.
Julio Anguita, Asamblea local de IU de Ciudad Rodrigo, Salamanca, Castilla
Leon. Albert Escofet, miembro del Consell Nacional de EUiA Catalunya. Javier
Bernad, miembro del Consell Nacional de EUiA Catalunya. Manuel Colomer
35
Lluch, EUPV. Pedro Montes, IU de Madrid. Gumer Pardo i Peiro, Col. Paiporta
EUPV, miembro del CPF de IIU. Clara Rivas, Miembro del Consell Nacional de
EUiA Catalunya. Diosdado Toledano, miembro de la Comisión Nacional de EUiA
Catalunya y de la Presidencia Federal de IU. Santiago Fernández Vecilla,
afiliado a la Asamblea de IU de Zamora, Federación de IU de Castilla y León.
Ramón Franquesa, miembro de la Comisión Nacional de EUiA Catalunya.
Margarita Gonzalez-Jubete, Izquierda Unida Extremadura, miembro de la
Presidencia Federal de IU.
28/3/2016
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El extremista discreto
El Lobo Feroz
Hoy quizá no, mañana sí
El objetivo, claro es, se cifra en la unidad de la izquierda. Hay que dar pasos
hacia la unidad de la izquierda, como es natural. Lo malo es que el camino
hacia esa unidad la entorpecen hoy muchas cosas. Hay que hablar de esas
cosas, y de lo que se puede hacer para no quedar liados en la inmovilidad. Y
para no liarse a trompazos.
Lo primero que hay que saber es que los —ejem— profesionales de la política,
también los nuestros, aquellos en los que más confiamos, son como son, y son
incorregibles. Eso es algo que no se puede evitar. Tienen egos personales a
los que sacrifican ciertos giros políticos. Suelen ser ambiciosos, y no sólo lo
son para su opción política. Llevan anteojeras al tener los ojos puestos en los
objetivos inmediatos. Tienen filias y fobias, pero en eso son cambiantes según
conviene. Además suelen ser rencorosos, y revestir con corazas ideológicas,
llamadas aquí razones, esos rencores. Para qué nos vamos a engañar. Pocos
consiguen elevarse por encima de estas miserias, y los que lo consiguen no
siempre consiguen volver a poner los pies en el suelo. (De todos modos, creo
sinceramente que en general "los nuestros" son mejores que los otros. Eso es
fácil, me diréis: entre los otros hay muchos mangantes. Pues me corrijo: los
"nuestros" son mejores que el sector no choricero de los otros.)
Por tanto hay que suponer que contra la unidad de la izquierda militan
muchas circunstancias: algunas, de tipo material
—por ejemplo, el
endeudamiento de IU: ¿quién quiere aliarse con un pobretón cargado de
deudas, aunque tenga el más prestigioso pedigree?—; otras (circunstancias
contrarias) de tipo ideológico-político: diferentes maneras de haber llegado a
las posiciones de izquierda, diferentes culturas políticas. Rupturas en la
tradición. Otras dificultades son de tipo organizativo: las pulgas políticas
pretenden a veces pesar tanto como los elefantes; y están también los
rencores, que de todo hay en la viña de los señoritos de la izquierda...
¿Qué principios se pueden adoptar para lidiar con todo eso? El primer deber
de todo activista, de todo grupo, es no hacer de perro del hortelano, ese que
ni come ni deja comer. Hay que dejar de gruñir a todas las novedades, ante
cada paso táctico. Saber dejar hacer salvo que uno tenga algo mejor que
hacer.
También se debe saber estar en minoría: la minoría de hoy, si tiene razón,
será mayoría mañana, y si mañana deja de tener razón volverá a ser minoría.
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La costumbre de las minorías, en la izquierda, consiste en romper, en irse,
para comprender luego que se han bajado del tren para nada y tener que
buscarse otro vehículo que vaya en la misma dirección. El cajón de la historia
de la izquierda está lleno de minorías en fuga.
La mejor manera de proceder a unificar es hacer política por abajo, ser
condicionantes para la política por arriba, que es por donde se agudizan las
divisiones. La política por abajo no consiste sólo en mareas y manifestaciones:
está también lo que se puede hacer en la enseñanza, la creación de círculos
de discusión (no sólo de política), la organización de fiestas y encuentros
lúdico-políticos o lúdico-lúdicos, la creación de centros de anudamiento de
intereses (blogs, chats y tertulias, más compensadoras subjetivamente que
los chats); la ejemplificación de prácticas alternativas en el plano cívico,
ecológico... Vivir de otra manera, no como la derecha, y criticar las
depredadoras prácticas de vida de la derecha. Dar la tabarra a los medios de
masas reaccionarios y mixtificadores (¿Habéis visto la bilis anti-Podemos y
anti-IU que segrega el diario El País? Parece el diario del Banco de Santander,
para qué nos vamos a engañar).
Hay que conservar la vista puesta en la unidad, en la unificación, en la
coincidencia. Lo que hoy puede no ser posible hay que hacerlo posible
mañana, y si hoy no es posible todo, no abandonar lo que sí lo es.
El Lobo Feroz se disculpa por ser tan superdiscreto que
hasta parece un extremista conservador. Pero en realidad ¿somos
progresistas? ¿Acaso no tratamos de salvar lo que la derecha pisotea? ¿De
conservar
el
planeta?
¿Conservadores?
¿Izquierda
conservadora
anticapitalista? Somos la izquierda, sí, pero vale la pena aclararse acerca de
qué clase de izquierda queremos ser.
28/3/2016
Brutus Xiruquerus
¿Rajola antisemita?
38
Realmente había pasado una mala noche. Como mucho, había dormido dos o
tres horas. Las enfermedades de mis padres, las malas notas de mi hijo o los
problemas del trabajo, entre otros pensamientos obsesivos que no me daban
tregua, me habían impedido pegar ojo. Hacia las cinco de la madrugada decidí
leer un rato, a ver si así cogía el sueño. Agarré el periódico del día anterior y
me dispuse a ojear sus páginas de opinión. Empecé a leer una columna de P.
Rajola titulada “El cielo del mal”. A los cinco segundos ya daba la primera
cabezada. Sin embargo, me volví a despertar muy poco después —o eso creí
recordar más tarde— porque en el duermevela me había parecido leer algo
insólito en un escrito de la Rajola: nada más y nada menos que una afirmación
nítidamente judeófoba. Decía la eximia todóloga:
«No es la primera vez que hago esta advertencia, pero tampoco sobra
repetirla: no caigamos en el error de creer que el judaísmo es estúpido. Detrás
de cada acto de violencia hay mucha inteligencia estratégica. Y no me refiero
a la ejecución de los asesinatos selectivos, que pueden bascular entre una
gran organización y una simple improvisación, siguiendo el manual que
plantea una guerra a la medida de cada cuál. Aquello escrito por uno de sus
ideólogos de cabecera: “Si eres débil, escupe o insulta, que noten tu odio; si
tienes un cuchillo y agallas, úsalo; si tienes una pistola, dispara; si tienes un
kaláshnikov, haz una matanza”. Una guerra santa de prêt-à-porter…”».
Francamente, la cosa se ponía interesante viniendo de la Rajola. Un poco más
adelante se explayaba:
«Por supuesto, aunque parezca surrealista, aspiran [los sionistas] a la creación
de un reino judío universal y esa idea se cuaja con libros, mitos y citas de la
Torah, y por tanto no es un relato infantil, sino una estructura ideológica
consistente y bien trabada en el universo simbólico del judaísmo militante».
¡Pero que le había pasado a la Rajola!, ¡se había hecho un lío con las
pastillas!, ¡se había vendido al oro de Qatar, como el Barça!, ¡menuda tanda
de despropósitos! Y la cosa iba a más:
«(…) se ha creado una auténtica subcultura judía al amparo de nuestra
pasividad, y esa subcultura, alimentada por rabinos y líderes políticos, ha
tejido la espesa red de complicidades que explica las decenas de jóvenes
judíos dispuestos a matar, o el hecho de que el agente judío de París estuviera
viviendo en el mismo barrio donde nació, después de perpetrar una matanza.
No se trata sólo de los judíos sionistas, porque detrás de cada uno de ellos hay
muchos círculos humanos que los preparan y los protegen. Y en la lejanía,
muchos países amigos y aliados que financian la ideología. Y si no
combatimos esa superestructura del mal, el combate a ras de tierra sólo
traerá frustración y fracaso».
39
¡Oh cielos!, ¡Rajola había desenterrado, en pleno siglo XXI, el mito del complot
judío universal! ¡Sólo le faltaba citar Los protocolos de los sabios de Sión!
Prácticamente en estado de shock, pensé que debía leer algo más light para
calmar mi espíritu y poder volver al regazo de morfeo. Opté por una
apasionante tribuna de Josep Miró i Ardèvol sobre la virtudes de la familia
cristiana. Eso era otra cosa. A la tercera línea, ya estaba completamente
grogui.
A la mañana siguiente, de todas formas, me desperté alterado. ¿Había leído
bien?, ¿Rajola antisemita?. Busqué el periódico y después de tomarme un par
de cafés bien cargados volví a leer la columna de marras. Enseguida me di
cuenta de mi error: entre el sueño y la vigilia, mi subconsciente me había
jugado la mala pasada de sustituir sistemáticamente yihadismo o islamismo
por sionismo o judaísmo. Rajola no era antisemita, ¡qué descanso!
30/3/2016
40
La Biblioteca de Babel
Rafael Chirbes
Paris-Austerlitz
Anagrama, Barcelona, 2015, 160 pags.
No es, posiblemente, su mejor obra. Pero merece ser leída.
El que ha sido el mejor analista literario de nuestra historia reciente parece
despedirse con una obra que cierra el círculo que inició con Mimoun. Como
aquélla, es curiosamente la novela donde la vivencia personal domina sobre la
reflexión histórica. Y donde se pone de manifiesto la calidad de su obra, en la
que las tramas personales tienen su autonomía pero el contexto está
presente. Este es el caso de Paris-Austerlitz, una historia de amor entre dos
hombres de distinta posición social ‒un obrero metalúrgico francés adulto y
un joven artista español de clase alta, de paso por París‒. Amor, clase social,
sida y diferencias generacionales construyen un relato corto pero intenso. Con
ello se cierra la obra de un autor de lectura obligada para construir una
memoria crítica de nuestro país y, a la vez, gozar con una buena escritura.
A.R.A
4/2016
Ramon Franquesa (ed.)
Librarse del €uro
Icària, Barcelona, 2016, 318 pags.
41
El debate sobre el futuro de la zona euro ha
tarde en España. Por de pronto ha llegado mal, en tanto que tuvo que superar
el filtro del tremendismo político de muchos opinionistas para ser analizado
con más rigor en la prensa (máxime después de los hechos de Grecia del
verano pasado); pero sobre todo ha llegado tarde, puesto que en el último año
la opinión pública de los diferentes países europeos se ha dado cuenta de que,
más allá de la innegable crisis de la moneda única, asistimos a una crisis más
global de la Unión Europea, incapaz de gestionar seriamente la cuestión de los
refugiados de Oriente Medio e insegura ante un posible “Brexit”. Conviene,
pues, discutir de forma razonada acerca del futuro del euro y de la UE a través
de las novedades editoriales que sobre el tema van apareciendo en las
librerías; una de ellas es Librarse del €uro, un libro que recoge las ideas
aportadas en el “Encuentro de movimientos emancipatorios de los pueblos del
sur de Europa” de octubre de 2015, organizado por la Plataforma Salir del
Euro y en el que se discutió del pasado y presente de la UE, de los planes
técnicos para salir del euro y de los escenarios políticos que se nos presentan
a raíz de la crisis del proyecto comunitario. En conjunto, se trata de un libro
estimulante en el que el lector encontrará datos y claves interpretativas para
avanzar en la comprensión de este asunto.
G. P.
27/3/2016
42
llegado
En la pantalla
Jay Roach
Trumbo: La lista negra de Hollywood
Estados Unidos, 2016
Una película muy adecuada para un tiempo en que se ha vuelto cotidiano el
miedo y el retroceso en los derechos y libertades. Trumbo: La lista negra de
Hollywood narra el drama personal y colectivo de una generación de cineastas
que vivió bajo la época del macarthismo (1950-1956). La película es
recomendable verla junto al testimonial documental de Peter Askin (EEUU,
2007): Trumbo y la lista negra que está basado en las cartas del propio
Trumbo.
A pesar de que pocos años antes la alianza EEUU-URSS había derrotado al
nazismo en Europa, la nueva geopolítica volvía enemigos en el nuevo tablero
del mundo a los antiguos aliados, se daban los primeros pasos de la Guerra
Fría. Y de la Guerra Fría Cultural, el conservadurismo más radical buscaba
también su enemigo en el interior del país: así como durante la Segunda
Guerra Mundial los estadounidenses de origen japonés habían sido
considerados enemigos y recluidos en los campos de concentración, ahora en
la posguerra se reeditó la figura del enemigo. El macarthismo persiguió a los
ciudadanos que se mostraban críticos con las políticas de su gobierno, así un
liberal progresista o un comunista era acusado de antiamericano, sospechoso
de ser espía de la URSS, es decir enemigo.
El senador McCarthy desencadenó una auténtica “caza de brujas” contra los
sectores progresistas estadounidenses, con la elaboración de “listas negras”
que implicaba la pérdida de empleo inmediata, una persecución por razón de
43
ideas políticas en la nación de la democracia y la libertad. A través de la
presidencia de la Subcomisión Permanente de Investigaciones del Senado y
de la promoción del Comité de Actividades Antiestadounidenses, se persiguió
por su forma de pensar a funcionarios estatales, periodistas, intelectuales
como Paul Sweezy, cineastas como Charles Chaplin…
El macarthismo acusó de antiamericanos a los llamados “Diez de Hollywood”:
Alvah Bessie, Herbert Biberman, Lester Cole, Edward Dmytryk, Ring Lardner
Jr., John Howard Lawson, Albert Maltz, Samuel Ornitz, Adrian Scott y Dalton
Trumbo. Estas acusaciones contaron con el apoyo de actores como el
entonces presidente del sindicato y futuro presidente de EE.UU. Ronald
Reagan, o como Gary Cooper o Robert Taylor que se dedicaron a delatar y
acusar a sus compañeros. Por otro lado, los acusados fueron apoyados por el
Comité de la Primera Enmienda, formado entre otros por Kirk Douglas,
Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Gregory Peck, Katherine Hepburn, Burt
Lancaster, Gene Kelly, John Huston, entre otros.
La persecución fue ampliándose y mucha gente perdió sus trabajos, llegó a
vivir situaciones económicas muy difíciles, rupturas familiares, suicidios y
muertes prematuras. La muerte laboral, la muerte del ciudadano. La película
muestra muy bien este sufrimiento en la figura de uno de los mejores
guionistas de la época, Dalton Trumbo. Una de las historias de vida que a
pesar de las desgracias que tuvo que enfrentar tiene un mejor final. Gracias al
apoyo que recibió de Kirk Douglas en Espartaco y de Otto Preminger en
Éxodo, que se enfrentaron a la prohibición de dar trabajo a los incluidos en la
lista negra, el nombre de Dalton Trumbo volvió a aparecer en los títulos de
crédito. Muchos otros quedaron en el camino.
No podemos olvidar las enseñanzas de la historia a riesgo de repetir los
errores eternamente, sobre todo que ahora en España incluso la sátira
titiritera ha llegado a ser sospechosa. La película nos debe recordar que la
ciudadanía debe estar alerta en la defensa de sus derechos y libertades, pues
las políticas más reaccionarias aprovechan el miedo para coger a la
ciudadanía desprevenida ofreciendo orden a cambio de deteriorar la
democracia, empezando por degradar al propio ciudadano, cautivo y
desarmado…
Trumbo, 2015, Estados Unidos, 124 min.
Estreno en España: 22 de abril de 2016
Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=FwF1Ib6vXqI
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Joan Lara Amat y León
30/3/2016
45
De otras fuentes
Francisco Louçã
Una agenda para Europa: la lucha por la solución de la deuda y el
euro
En este breve texto reflexiono sobre el contexto internacional y la crisis
europea a partir de la experiencia de Portugal bajo la Troika y el cambio
político que ha sucedido desde entonces. La primera parte presenta un mapa
para 2016, la segunda trata de Europa, de la lucha por la reestructuración de
la deuda y la cuestión de la salida del euro.
1. Un prolongado estancamiento que alimenta crisis sucesivas.
1. La economía mundial está estancada. El sistema internacional está en
mutación y crisis. En mutación, porque surgen nuevos centros de
rentabilización del capital y por tanto del poder político, en el que es la
economía china la más pujante y la brasileña la que experimenta una caída
más acentuada. En crisis, porque este mediocre crecimiento mantiene una
elevada tasa de desempleo en los países más desarrollados y porque la
dificultad de recuperación de la tasa de acumulación precipita medidas de
austeridad y de modificación del reparto de la renta entre capital y trabajo,
con efectos socialmente regresivos y económicamente recesivos. A
consecuencia de un debilitamiento o perturbación de regímenes políticos,
como se muestra en la inestabilidad en Francia, en el referendo del Reino
Unido, por el impasse gubernamental en España y por la emergencia de
populismos xenófobos, por ejemplo en Hungría o Polonia, pero también en
Bélgica o en Holanda. Finalmente, el centro del imperio, Washington, es un
poder decadente, con una hegemonía en descomposición y en tanto que tal
es, si cabe, más peligrosa.
2. EE UU representa un tercio de la economía planetaria. En lo político, son
más que eso. En la demografía y la geografía, mucho menos. En la moneda,
son todavía casi todo. En la tecnología militar, son todos iguales. Este poder
monumental, que dominó el siglo XX y que ahora se degrada lentamente en el
siglo XXI, es una de las mayores amenazas a la estabilidad mundial. Por tres
razones: su acción exterior acentúa conflictos, su política es peligrosa, y su
economía es extractiva y por tanto decadente.
3. La política exterior fue el principal activo para la elección de Obama.
Prometía descompresión (fin de Guantánamo) y multilateralismo (una forma
mínima de incluir aliados). Pero ni uno ni otro. En todos esos terrenos de
intervención se retiró. En Europa, condicionó a Alemania a un conflicto en el
46
este, en Ucrania, tratando de situar la frontera de la OTAN al borde de Rusia.
Mientras tanto, los tres pilares de su relación en Oriente Medio sufrieron
perturbaciones graves o riesgos crecientes: en Egipto, con un levantamiento
popular y después con un golpe militar, en Israel y Arabia Saudí, ambos
arriesgando una carta suicida con la complacencia o el apoyo al Daesh. La
política exterior de EE UU fracasó porque en los dos casos permitió el
resurgimiento de Rusia como potencia militar y el mismo Irán como fuerza
regional.
4. El mayor problema, sin embargo, es que para EE UU, desde su posición
privilegiada, la política exterior está determinada por la política interior (en
Europa es al contrario). Esta se impone por la deriva a la derecha del sistema
político norteamericano, con la emergencia de populismos aislacionistas en
los dos grandes partidos, moviéndose así desde un imponente liderazgo
imperial hacia un gobierno reacio, con acciones disciplinarias brutales e
inconexas que inflaman el mundo. Por otra parte, EE UU ya no dispone del
control en tanto que potencia territorial. La derrota de Vietnam parece haber
clausurado una época. Ataque y retirada, se ha convertido en la moneda de
EE UU, por lo que la política interna se hace volátil en sus acciones exteriores.
Se trata de un militarismo dron. La tecnología permite guerras aéreas, con el
efecto inmediato de amplificar el conflicto y facilitar las condiciones para la
globalización del terror, desde Afganistán a Iraq, Libia o Siria.
5. Debido a que la política interior está cerrada sobre sí misma, ya no puede
liderar el mundo: Obama no puede aceptar un tratado sobre el cambio
climático por la simple evidencia de que sería rechazado por la Cámara de
Representantes o por el Senado, comenzando por su propio partido, y se vería
forzado a buscar salidas jurídicas de compromiso débil. Vale decir, si la
política exterior está determinada por la interior, también se abdica de
proponer una dirección externa, aun cuando se sepa necesaria. El mundo está
dominado por un Estado que no puede liderar las decisiones internacionales.
“EE UU seguirá beneficiándose de la globalización, situándose en una posición
privilegiada y cómoda al ser el primer líder hegemónico que importa capital
en vez de exportarlo, haciendo de esta anomalía una de sus formas de
dominación.”
6. La economía extractiva está en la raíz de esta contradicción en la política
interna. El privilegio soberano del dólar ha sido relativizado por la existencia
de una cesta de monedas de referencia para la creación de reserva para el
comercio, si bien ninguna puede aún disputar el papel supremo que EE UU
preserva para garantizar la acumulación. Solo el yuan tiene el apoyo de un
Estado que puede aspirar a tal papel, pero China no tiene aún un mercado
financiero suficientemente potente para absorber los productos de ahorro y
dirigir los fondos financieros que son el nervio de la acumulación del capital.
47
Así, todavía lo que EE UU decide condiciona la globalización.
7. EE UU se beneficia y seguirá beneficiándose de la globalización, situándose
en una posición privilegiada y cómoda al ser el primer líder hegemónico que
importa capital en vez de exportarlo, haciendo de esta anomalía una de sus
formas de dominación. Es algo inédito en la historia. Esta ingeniería de poder
exige al dólar ser referencia (sin ser la moneda de reserva internacional
privilegiada) y requiere un control de las principales fuerzas productivas (sin
ser ya EE UU el motor productivo de mercancías ni posiblemente de
conocimientos), de los recursos naturales (si bien el polvorín de Oriente Medio
amenaza esta garantía), de la capacidad innovadora (cuando se ha abierto
espacio para otras potencias con el cambio de patrón energético y de nuevos
bienes esenciales, como en la medicina) e inclusive del control del ahorro y la
inversión (si bien China tendrá pronto recursos suficientes para superar a EE
UU). Es decir, la razón de su fuerza de hoy es la causa de su fragilidad
mañana, en tanto que esta ventaja es pasajera
8.
Algunos
economistas
norteamericanos,
alarmados
por
estas
vulnerabilidades, lanzaron hace dos años un debate sobre el “estancamiento
secular”, recuperando un término empleado en 1939 por un presidente de la
Asociación Americana de Economistas, Alvin Hansen, diez años después del
inicio de la crisis de 1929, para describir el estancamiento demográfico, el
déficit de demanda y, en consecuencia, una perspectiva de degradación de la
inversión con la consiguiente reducción de crecimiento potencial. Siguiendo
esta analogía, estaríamos ahora, ya bien iniciado el siglo XXI, en un nuevo
estancamiento secular por motivos semejantes a los de la Gran Depresión.
9. Los números parecen confirmar este temor. El FMI revisó a finales del año
pasado sus previsiones para 2020, anticipando un PIB para China menor en un
14% al de ahora, así como de Europa y de EE UU también de un 6% menos, en
comparación con su previsión anterior. Un estudio previo del National Bureau
of Economic Research, un instituto de investigación de Cambridge, en
Massachusetts, ya registraba este pesimismo, agravado desde entonces,
afirmando que la producción potencial de las principales economías del
mundo a causa del crash de las subprime en las recesiones de 2008-2009
sería del orden del 9% o, como resumía la revista The Economist (14 de junio
de 2014), sería como si de repente “toda la economía alemana se hubiese
evaporado”.
10. Por lo tanto, la economía extractiva, en la que la renta financiera parasita
el sistema: una banca en la sombra que absorbe los ahorros, un sistema
político que impone la austeridad sobre los trabajadores, bancos centrales que
garantizan la socialización de pérdidas a la banca, un capitalismo voraz que
mercantiliza los servicios sociales y que, sobre todo, ambiciona privatizar la
48
seguridad social. Ideológicamente, la academia, las instituciones y los líderes
norteamericanos dirigen este proceso. Políticamente, es multipolar,
destacando la fuerza creciente de Merkel en la Unión Europea.
Estratégicamente, nadie sabe de verdad qué será porque las finanzas de la
más poderosa de las economías, situviese corazón, tendría motivos que la
razón no conoce. Sin conocerlos, no sabemos nada. El futuro ya no es lo que
era.
11. Europa está presa en este torbellino. Vive un proceso implacable: su líder,
Merkel, se aprovecha ahora de las señales de desintegración europea, porque
ésta le proporciona las mejores condiciones de atracción de capital, con
emisiones de títulos a intereses negativos, en condiciones ventajosas para su
hegemonía electoral; en contrapartida, la espiral de deuda en los países
periféricos o la austeridad en el resto conducen, por las reglas del euro, a
procesos imparables de devaluación interna o, dicho de otro modo, a un
aumento de la explotación absoluta y a una transferencia de plusvalía de las
economías nacionales para los capitalistas rentistas internacionales. En
consecuencia, los regímenes políticos de Grecia, Portugal, España, Italia,
Francia pierden su capacidad de cohesión, o sus principales partidos se
desgastan o se escinden, con posibles cambios electorales bruscos,
favoreciendo en ciertos casos a fuerzas antisistémicas que representan la
revuelta de los trabajadores o en otros casos a fuerzas populistas que
procuran condicionar a la población con políticas xenófobas.
2. Europa y Portugal en la deuda y el euro
12. El problema portugués, como el de otros países en la UE, es en primer
lugar un problema democrático porque es social. Una respuesta inmediata a
este problema es una lucha democrática contra el chantaje de la deuda y la
austeridad que de ella resulta, con efectos sociales que destruyen Portugal.
Ese es el problema de los problemas.
13. Si no se vence a la deuda, Portugal y otros países en la misma situación
vivirán un periodo de desintegración social, impulsada por la transferencia de
las rentas financieras garantizadas sobre los impuestos presentes y futuros,
acentuando así el proyecto liberal de imposición de pérdidas crecientes del
trabajo para el capital, y el vaciado del espacio de disputa de la hegemonía y
de la deliberación del país. Es decir, o la izquierda dirige la contestación de la
Nación y moviliza a las clases populares, o el populismo ocupará su espacio.
14. Fue en respuesta al problema de la deuda como se organizaron los
grandescambios en la movilización social y en la percepción de la opinión
49
pública portuguesa en los últimos años (las manifestaciones del “Que se Lixe
a Troika”, o el Manifiesto de los 74 sobre la deuda), y es uno de los elementos
para comprender el cambio producido en las elecciones de octubre de 2015,
en las que fue el Bloco de Esquerda el partido que tuvo un mayor aumento
electoral.
15. Ninguno de esos cambios hubiera sido posible con otra plataforma política
que no estuviese centrada en el rechazo al chantaje de la deuda. He de
recordar que en el programa del Bloco se incluía no solo una propuesta
concreta sobre la deuda sino también una declaración explícita que afirmaba
que, si las negociaciones con los acreedores y las instituciones europeas no
permitían una solución, la salida del euro sería la alternativa resultante.
16 Para formar una mayoría de izquierda contra la deuda, es decir, un
gobierno que rechace la austeridad y doblegue la deuda en nombre de los
salarios, los servicios públicos y la inversión, es precisa una alianza. Un
gobierno de izquierda contra la Troika surgirá de esta alianza. Para trabajar
para ese gobierno, es preciso vencer a la derecha, movilizar a los
trabajadores, ganar la hegemonía sobre el centro y presentar al pueblo una
solución viable que cambie el panorama político. Para transformar ese mapa,
es necesario concentrar fuerza donde los partidos se deben entender y
comprometer: el rechazo a la deuda.
17. Como la estrategia de Syriza en Grecia demostró, la lucha por el
gobiernode izquierda ha de contar con una bandera, el rechazo a la deuda.
Como la experiencia griega reflejó, la derecha y el centro radical usarán el
miedo a la salida del euro como argumento político principal porque es ese
miedo el que puede hacer bascular las elecciones. Como la experiencia de
Syriza mostró, solo avanzará el gobierno si actúa con rigor táctico, con
claridad propositiva, con una alianza y concentrándose en el argumento
decisivo: la deuda. Como el tercer rescate ha evidenciado, para tener fuerza
para negociar es preciso disponer de un plan B concreto y viable. Tal y como
se ha ejemplificado en Grecia, solo hay un plan B que respalde la
reestructuración de la deuda, y ese es el de la salida del euro.
18. Hay un inmenso trabajo por hacer para acercar posiciones y articular
propuestas. La izquierda, en el pasado, apenas ha abordado esta tarea. Debe
realizarse a nivel europeo lo más deprisa y más intensamente posible. Solo así
puede hacerse para caminar por la ruptura con la deuda y la austeridad. Ese
camino es viable y es posible construir esa alianza.
19. La exuberante propuesta de Plan A (federalista, para resolver las
dificultades de los estados periféricos aceptando un aumento del poder de
Berlín) se ha desvanecido del debate político portugués. Esa propuesta tenía
50
como presupuesto que una mejor solución para Portugal y para Europa
consistía en una constitución de un Estado europeo, bajo la forma federal. Es
decir, que Portugal debiera ser una provincia de ese Estado, evidentemente
liderado por el gobierno alemán. Esa solución no es ni buena ni regular: sería
un retroceso histórico del cual Portugal solo se recuperaría con un conflicto de
alta intensidad por su independencia. Menos mal.
20. La propuesta federalista sigue siendo una farsa porque ni una duplicación
del presupuesto al 2%, por ejemplo, ni la misma gestión de una moneda única
exigen necesariamente el gobierno europeo de un Estado europeo. Exige
ciertamente reglas comunes y cooperación reforzada, y por tanto una
autoridad soberana hegemónica. En este sentido, la propuesta federalista
pretende someter a la izquierda a la aceleración del proyecto autoritario de la
burguesía europea. La izquierda que se opone al federalismo, porque sea
europeísta, ni puede ni debe desistir de la lucha a escala europea. Ni puede
esperar que las fuerzas del centralismo federalista se iluminen de sensatez,
cuando van en contra de sus intereses sociales. La izquierda no puede ser un
federalismo cordial contra un federalismo feroz. Tiene que vencer las formas
del federalismo que destruyen la democracia.
21. La experiencia del chantaje y de la violencia de las autoridades europeas
para doblegar al gobierno griego prueba que una decisión que afronta un
conflicto serásiempre política y fruto de una relación de fuerzas, local y
europea. Pero la experiencia griega muestra también que todo el discurso
sobre la “otra Europa” es frágil y en sí mismo vacío. Apelar a la alteridad
cuando las fuerzas dominantes europeas están aplicando austeridad y el
enrocamiento de las instituciones europeas para reforzar la economía
extractiva y su austeridad, equivale simplemente a un ejercicio de distracción.
Se trata de una izquierda desorientada durante demasiado tiempo con
promesas europeas. Es preciso que abandone el discurso de la “otra Europa”
y que se centre en
medidas concretas para vencer la institucionalidad realmente existente.
22. Para conseguir una nueva relación de fuerzas europeas es preciso que
gobiernos de izquierda sean elegidos en las urnas, siendo fieles a los
trabajadores que los mandatan. Para conseguir un gobierno de la izquierda es
necesario saber hacia dónde se va y dónde se debe concentrar la presión,
porque este camino exige clarificar alternativas para cambiar partidos y
políticas. Toda la presión debe centrarse en la exigencia a los partidos de que
presenten un plan para anular la deuda, por vía de la negociación europea o,
si fuera necesario, de la imposición unilateral de la moratoria y de la
anulación, lo que puede conducir a una salida del euro. Solo se quedará un
gobierno de izquierda que altere radicalmente la relación de fuerzas, y para
51
eso será determinante la movilización popular.
23. El gobierno de izquierda no será constituido por el centro ni por una nueva
conformación de fuerzas políticas de centro. El sentido de una política de
izquierda se basa en esta convicción: para vencer es preciso querer ganar y
saber ganar, es necesario rechazar las rentas financieras que estrangula los
salarios, pensiones y servicios públicos. El gobierno de izquierda requiere que
la izquierda tenga una política de izquierda. El problema democrático de
Portugal es el chantaje del capital financiero y es a este capital financiero al
que debe hacer frente el gobierno de izquierda.
24. No hay austeridad inteligente. Ni media austeridad que valga. Un gobierno
nuevo que acepte el chantaje financiero creará más austeridad y más
destrucción porque cada día la imposición de las reglas del Pacto
Presupuestario será peor: como ya ha quedado claro, su solución para el
incendio de la austeridad consiste en soplar las brasas de la lumbre. O, como
diría alguien con autoridad y experiencia de negociación con la Troika, cuando
estamos en el agujero la Comisión Europea y el BCE exigen que continuemos
cavando.
25. La amable hipótesis del alivio de las condiciones del chantaje financiero
para reforzar a Merkel, o de una recuperación europea gracias al Plan Draghi o
el Plan Juncker, no son más que una ingenuidad. Una conformación política del
gobierno alemán, con la alianza de Merkel con el partido socialdemócrata, o
SPD, demuestra cómo el sistema de dominación se protege. El presidentedel
Eurogrupo, que es el ministro de finanzas holandés, es la viva prueba de cómo
estos socialdemócratas liberales asumen el papel de caballería prusiana de
Merkel. Un nuevo gobierno en Portugal no puede contar con las facilidades de
las instituciones europeas, tiene que contar con su pueblo y con sus aliados
de las izquierdas populares en Europa.
26. El gobierno de izquierda debe presentar un compromiso categórico de
iniciar negociaciones para repudiar la deuda desde el primer día. Si una
propuesta de cancelación de la deuda no fuera aceptada por las autoridades
europeas, la mejor respuesta sería la imposición unilateral de una moratoria
del pago de la deuda, y una negociación con los diversos acreedores de un
intercambio de deuda por títulos de un valor inferior y vinculado a
crecimientos futuros, y el control de capitales.
27. El gobierno de izquierda precisa tener fuerza suficiente para imponer una
revolución fiscal, creando los medios para una reorganización del sistema
productivo, incluyendo la reindustrialización para el empleo, la sustitución de
importaciones, la reconversión energética y ambiental y una inversión
centrada en esta línea. Una vez más, esa política económica ataca al capital
52
financiero.
28. En este contexto, el gobierno de izquierda debe estar preparado para todo
el conflicto, incluyendo la presión que fuerce una salida del euro. En
Dividadura [La dictadura de la deuda; 2012], con Mariana Mortágua,
escribimos que, políticamente, solo sería aceptable la salida del euro para la
población “cuando rigurosamente no exista ninguna otra alternativa, cuando
se agoten todas las alternativas, cuando la supervivencia lo exija. Solo hay
una condición en la que la salida del euro puede volverse necesaria para el
pueblo portugués, y esa situación no puede ser descartada: si, debido a un
colapso de las instituciones y reglas europeas, la independencia de Portugal
se viese cuestionada, no habría otra solución que no fuese la de abandonar la
Unión Europea y, en consecuencia, el euro, para recuperar la capacidad de
decisión. Y, sin embargo, es necesario que la mayoría de la población se
comprometa a esta respuesta, de modo que siga la fuerza de los movimientos
populares y la defensa de los intereses del trabajo”. Mantengo este punto de
vista.
29. No creo que se facilite la salida del euro. Ni se deben esperar
gentilezasque amparen tal salida de Portugal. No debemos aguardar a que el
gobierno alemán autorice un préstamo incondicional que promoviese así la
política de un gobierno de izquierda que tuviese que salir del euro. Incluso si
el gobierno alemán pretendiese imponer esa salida, como Schauble intentó en
Grecia, no es probable financiación alguna, sino que más bien se procuraría
hacer de tal opción un mal ejemplo. La hipótesis de un acuerdo de caballeros
parece políticamente inviable. No cabe la caballerosidad en el liderazgo
europeo, sino intereses sociales sumamente autoritarios.
30. Una salida del euro conducida bajo las órdenes de Merkel o de un
gobierno de derecha significaría una lucha de clases sin cuartel contra los
trabajadores, para transformar y acelerar el proceso de acumulación de
capital en beneficio exclusivo de una parte de la oligarquía. Y no daría
ninguna garantía de anulación de la deuda; por el contrario, en tal caso, esta
opción podría ser una forma de acentuar la transferencia de los ingresos del
trabajo hacia el capital a través de una austeridad que acelere un violento
ajuste. La izquierda que se confunde con esta hipótesis no merecerá
sobrevivir políticamente, porque caería del lado de la austeridad y del
salvajismo. Quien defiende la salida del euro sin la anulación de la deuda no
conseguirá resolver el problema democrático de Portugal.
31. En el combate contra la deuda, si el gobierno de izquierda fuera forzado a
salir del euro tiene que tener de su lado al pueblo, movilizado para rechazar la
amenaza de Merkel y del capital financiero, y estar dispuesto a alzarse por la
democracia. Los efectos de una salida del euro son profundos y solo puede
53
justificarse por una emergencia nacional, administrada por un gobierno que
cree una gran movilización social. Esa cuestión política será siempre
fundamental, dada la presión y las dificultades que implicará la gestión de
este proceso. Solo el poder democrático del pueblo asegura una fuerza para
adoptar las decisiones necesarias en este contexto. Quien ignora esa
amenaza y riesgos de alta intensidad no está preparado para luchar por el
poder.
32. La salida del euro, cuyas dificultades políticas hemos señalado, es sin
embargo la única alternativa cuando no se logra la reestructuración de la
deuda en las negociaciones. En este caso, es la única manera de imponer. Por
dos razones: primero, porque la salida del euro restaura una moneda nacional,
y por lo tanto permite imponer la conversión de todas las deudas públicas en
euros a la nueva moneda, sujetas a la legislación nacional, devaluando así
esta deuda; en segundo lugar, permite el control del capital y la gestión de
una política de devaluación, las dos medidas que favorecen la creación de la
inversión y la reactivación de la demanda y el empleo.
33. Entonces, quien quiera preparar una política de izquierda frente a estos
riesgos debe presentar una propuesta nada condescendiente, teniendo en
cuenta todos los escenarios y mejores alternativas a cada problema,
incluyendo la salida del euro para depreciar el nuevo escudo. El estudio sobre
la forma de controlar los efectos negativos a corto y medio plazode una
posible salida del euro ha de considerar necesariamente lo siguiente:
a) Portugal corre el riesgo de que la nueva moneda, el escudo, sea durante
algunos meses meramente escritural, arriesgándose a hacer sus
transacciones internas en moneda extranjera. Su circulación tenderá a
disminuir y depende de un Banco Central Europeo con el que el país puede
entrar en conflicto, por lo que será necesario contar a corto plazo con una
emisión de billetes provisional.
b) Los depositantes se sentirán amenazados y perjudicados y
reaccionaránbuscando retirar sus depósitos en euros de los bancos. Se
deberán tomar medidas para dar confianza en el sistema bancario,
necesariamente bajo control público.
c) El impacto inmediato del aumento de los precios de importación después
de la devaluación del escudo solo será compensado en la balanza comercial
más tarde por un aumento en las exportaciones, que dependen de la
demanda, habiendo de contarse con un plan de contingencia para la energía,
el transporte y las medicinas.
d) Los tipos de interés tienden a subir, con efectos en la distribución del
54
ingreso nacional en detrimento de los deudores, mientras que la inflación
crecerá, que también tiene efectos redistributivos en detrimento de los
salarios y las pensiones, por lo que habrá que tomar medidas fiscales
compensatorias para los sectores populares.
e) La redefinición legal del valor de la deuda interna, en defensa de los
deudores, y los efectos de esta redefinición en los balances de los bancos,
suponiendo su resolución sistémica (que sería ya necesaria con la
reestructuración de la deuda pública).
f) El estudio de las formas de redistribución social de los beneficios que la
devaluación concedería al sector exportador.
g) La readecuación institucional, incluyendo el funcionamiento del Banco de
Portugal y el banco público, CGD, así como la administración del sistema
financiero, lo que implica tener lista una nueva ley para la banca nacional y
los procesos de intervención apropiados.
34. Este estudio incluiría también las condiciones políticas europeas para
ladecisión de un gobierno de izquierda:
a) Comprobar que hay una mayoría necesaria para tomar la decisión
eventualde la salida del euro, valorando el poder del presidente y la necesidad
deuna mayoría parlamentaria que a la larga pueda superar su veto.
b) Definir el nuevo modelo de cambio en un contexto de conflicto con las
autoridades europeas y de su posible hostilidad a la inclusión de Portugal en
el sistema europeo de países fuera del euro.
c) Considerar que el Estado puede reclamar legalmente el poder soberano de
redenominar su deuda en moneda local, pero que las empresas endeudadas
en el exterior no tienen ese poder legal y, por lo tanto, se verán perjudicados
sus balances.
d) Redefinir las relaciones con la Unión Europea, en particular, para permitir
políticas que protejan la industrialización, la creación de empleo y la
renacionalización de bienes comunes estratégicos claves para la gestión
presupuestaria.
35. Hay respuestas, por difíciles que sean, a todas estas amenazas y
problemas. Ninguna de estas respuestas es un eslogan. Un lema es inútil y no
sustituye la preparación detallada de la alternativa a los problemas
económicos y sociales. El lema es una bandera. Es legítimo jugar a la política
con una bandera. Si bien una bandera no hace un gobierno. No podemos
55
renunciar a la creación de un gobierno de izquierda para buscar respuestas al
problema democrático
de Portugal, que es la deuda. Una estrategia ganadora depende de un trabajo
minucioso de preparación de las respuestas que dé cuenta de las dificultades
para llevarlas a cabo.
36. El realismo es una condición de la inteligencia. Todas las respuestas
realistas exigen una política económica como la que Portugal necesita: control
del crédito, intervención pública del sistema financiero, movilización de
recursos fiscales, estrategia para el empleo. No es realista aceptar el chantaje
de la deuda ni lo es oponerse a él con soluciones que no hacen pie.
37. Mi conclusión es la siguiente: la agenda que creará una mayoría de
izquierdas es la lucha contra la deuda. Un gobierno de izquierdas sólo puede
ganar si forma una alianza y esta alianza requiere claridad respecto a la
cancelación de la deuda. Este gobierno debe estar preparado para rechazar
toda la presión del capital financiero y adoptar todas las medidas necesarias
en este sentido, incluyendo la salida del euro si esa es la única solución que
queda. Esta preparación requiere de trabajo detallado y cuidadoso, juntando a
los y las mejores economistas de izquierdas. Este trabajo está por hacer. Y es
mejor empezar ahora.
38. El actual gobierno en Portugal, que resulta de una derrota electoral de la
derecha, no es un gobierno de izquierda con el compromiso de reestructurar
la deuda. Es un gobierno de un partido de centro, el PS, con apoyos
condicionados de la izquierda, en el contexto de compromisos para la
recuperación de salarios y pensiones, para dar fin al proceso de
privatizaciones y para negar la subida de impuestos directos e indirectos
sobre el empleo. Estos compromisos permiten el alivio social, una
recuperación de la demanda, y por lo tanto de las condiciones de vida de la
mayoría de la población, y han recibido el apoyo de amplios sectores
populares. En el caso de la decisión de 3 mil millones de inyección en la
recuperación de un pequeño banco que iba a ser vendido al Santander (150
millones), los partidos de izquierda se opusieron a la decisión del gobierno y
votaron en contra de su ley, con una corrección del Presupuesto 2015. La
relación entre los diferentes partidos será así siempre y depende de
decisiones concretas, queda por ver que estas decisiones se confronten con la
posición de la Comisión, lo cual es importante en la definición de los
Presupuestos del Estado para 2016 y años posteriores.
[Traducción de Daniel Albarracín]
[Fuente: Viento Sur]
56
15/2/2016
Ferran Puig Vilar
Estado de alarma climática: se han superado los +2 ºC
Nunca hubiera querido publicar este post. Nunca había pensado que, de tener
que hacerlo, iría a ocurrir tan temprano. Lo que está ocurriendo es realmente
extraordinario.
Antes que nada, una cierta “buena” noticia. En los dos últimos años las
emisiones no han aumentado. Algunos creen que las emisiones han llegado al
máximo, que estamos superando el “pico de emisiones”. Es posible que
estemos entrando en terreno desconocido: ni un solo economista había
previsto esta situación en los escenarios de futuro que el IPCC les solicitó en
su día. Tranquilos por ahí, las emisiones, o sea el crecimiento económico, no
cesarían de aumentar… decían. O decían que una cosa no tiene que ver con la
otra.
Ahora las malas noticias. La concentración de CO2 en la atmósfera ha
experimentado el mayor aumento nunca registrado: de +3,76 ppm, de febrero
2016 a febrero 2015. En este punto hay que ir con cuidado de no confundir
flujos con acumulaciones, y creer que una reducción de las emisiones equivale
a menor forzamiento climático. No es así. Lo que fuerza el clima es la
concentración, no las emisiones. Y es lógico que la concentración atmosférica
de CO2 siga aumentando al nivel de emisiones actual. Por mucho que
57
disminuyan las emisiones la concentración seguirá aumentando, salvo que
fueran tan ínfimas que la biosfera y los océanos pudieran absorberlas todas
ellas.
Pero ¿por qué ha aumentado tanto la concentración? ¿Cómo es posible que
ambas cosas —detención del crecimiento de emisiones, y récord en aumento
de la concentración— sean ciertas simultáneamente? Pues el problema real es
que, con emisiones constantes, o incluso disminuyendo en 2015, la
concentración haya aumentado como nunca. Esto nos sugiere la presencia de
alguna otra fuente de GHG vertiendo a la atmósfera, además de nosotros.
¿Cuál puede ser?
¡La propia Tierra! Si amigos, la realimentación positiva es esto. Ya no
podemos evitar que la Tierra emita, y que esas emisiones propias sean ahora
ya superiores a su propia capacidad de absorción por parte de la biosfera. Lo
normal, lo que estabilizaba el clima, era esta autorregulación que se ha
perdido, al parecer.
¿Tiene dudas? Pues esta semana ha sido publicado en Nature, y firmado por
23 autores, todos ellos los mejores especialistas mundiales en el ciclo del
carbono, un paper con el título: “The terrestrial biosphere as a net source of
greenhouse gases to the atmosphere”. De confirmarse esta tendencia, todo
apunta a que habríamos perdido ya el control de la situación —si es que
alguna vez lo tuvimos. Runaway climate change, le llaman.
Además el hielo del Ártico ha alcanzado su mínimo invernal desde que se
mide. Claro, se han registrado temperaturas hasta 16ºC superiores a lo
habitual. El nivel del mar está aumentando por encima de lo previsto en los
peores escenarios. Son ya +3,2 mm/año en lo que va de década, y
aumentando. En la década anterior fueron +2 mm/año.
Espeluznante dato de temperatura de febrero
Todos estos datos palidecen frente al dato de temperatura de febrero que
ayer publicó la NASA. La temperatura media de la Tierra del mes de febrero
fue superior en+1,35 ºC a su referencia, que es parte de la segunda mitad del
siglo XX. De febrero a enero ha habido un salto de nada menos que +0,21 ºC.
Por cierto que de octubre de 2015 a septiembre de 2015 ya hubo un salto de
0,24 ºC, pero todos esperábamos que fuera pasajero, un outlier. Por el
contrario, ha ocurrido otra vez. O sea casi medio grado en seis meses. Lo que
hasta ahora requería entre dos y tres décadas: lo nunca visto.
La peor de todas las noticias es que hemos alcanzado virtualmente los +2 ºC.
58
En rigor, estamos a más de +1,95 ºC. Pues para convertir el dato mensual a la
referencia de 1880, que es el año en que la NASA comenzó a registrar la
temperatura mundial, hay que añadir +0,6 ºC. Y algo más, que nadie sabe
exactamente muy bien cuánto, para referirnos a la era preindustrial
(entendida previa a 1750, al iniciarse las emisiones fósiles fuertes en UK). A
todos los efectos, hemos superado técnicamente los temidos +2 ºC. Si es por
primera vez, o es para siempre, está todavía por ver.
Si todo esto a alguien le sugiere que lo que se vivió en Paris hace solo unas
semanas fue una auténtica farsa y un magnífico paripé es que se acaba de
dar cuenta de cuán mal equipados estamos para lidiar con la que se nos viene
encima. Vendrá bien también para darse cuenta de cómo uno es abducido por
los medios de comunicación al uso si se ha quedado con la imagen general
que de la conferencia de París se ha hecho llegar al público: ha habido
acuerdo. Todo bajo control. Mientras tanto, procuren apagar las luces que no
usen, así ayudarán a salvar el planeta. Pero no dejen de crecer, ahora
pintando en verde. Y, al cabo de dos meses de nada, +2 ºC.
¿Pero en qué mundo vivimos?
¿Y subiendo?
¿Podría la temperatura disminuir en el futuro, siquiera levemente, o como
mínimo cesar de aumentar? Si, esto podría ocurrir a partir de 2017, o incuso a
finales de 2016, al cesar el fenómeno de la corriente oceánica del Pacífico Sur
El Niño. También podría disminuir el mes que viene. Puede ser, pero nadie lo
sabe.
Niños de la intensidad de éste no hay muchos, y se asegura que el cambio
climático los potencia. En el Niño fuerte anterior la temperatura no había
alcanzado, ni de lejos, niveles como los actuales. De hecho, en febrero de
1998, el máximo anterior con un Niño de intensidad similar, la temperatura
fue 0,846 ºC inferior. Desde luego, el efecto invernadero aumentado se hace
sentir. Pero en marzo de 1998 había disminuido más de 0,3 ºC respecto al
pico del mes anterior, y esto podría volver a ocurrir.
O no. Porque si la Tierra ya emite por su cuenta, si el Ártico está ya tan
recalentado que las emisiones de metano están fuera de toda medida, si la
situación actual es tal que ya hemos superado los tipping points más
peligrosos, entonces…
Entonces estar en este punto es realmente desconcertante, y profundamente
59
perturbador. El sistema climático podría estar muy bien ya en overdrive,
runaway, abrupt climate change. Nadie puede asegurar que no es así, y la
evidencia que vamos teniendo hasta ahora va mucho más en esta dirección
que en la de la moderación. Allá quien quiera moderarse para mantener la
estética.
Al mismo tiempo, por lo menos a día de hoy, es también arriesgado proclamar
con seguridad suficiente que el ritmo actual de calentamiento vaya a
proseguir, pues reaccionar a los datos mes a mes, incluso año a año, siempre
constituye una cierta osadía.
O tal vez sea el vértigo interior lo que me hace detenerme aquí.
[Fuente: Usted no se lo cree]
13/3/2016
Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal
La hecatombe nuclear de Fukushima no ha cesado
Para manipular los residuos nucleares hemos construido un palacio para el olvido. Lo que
quedará después de nuestra civilización será, pues, olvido y silencio. Y un veneno escondido
en las profundidades de una catedral excavada donde nunca podrá entrar la luz.
Henning Mankell (2015)
Uno de los autores de esta nota, Eduard Rodríguez Farré, comentó pocas
horas después del desastre atómico de 2011 que estábamos ante un
Chernóbil a cámara lenta. No erró. Un Chernóbil que está lejos de hacer
cesado.
Como se recuerda, como debemos seguir recordando, la central nuclear de
Fukushima Daiichi resultó fuertemente dañada por un tsunami el 11 de marzo
de 2011. La planta, a unos 270 km al noreste de Tokio, contaba con seis
reactores, operaba desde 1971 y tenía permiso para seguir activa hasta 2021.
La multinacional TEPCO (Tokyo Electric Power Company) es la propietaria, el
mayor donante de dinero al Partido Liberal Democrático. El Premio Nobel de
Física Carlo Rubbia señaló, muy acertadamente en nuestra opinión, que
60
Fukushima fue una enorme sorpresa para muchos porque puso de manifiesto
lo poco que tenían que ver las previsiones con los hechos. Fue una lección y
es muy peligroso, advirtió, no aprender de las lecciones.
Después de lo ocurrido, fuimos conociendo nudos oscuros de aquel nuclear
poliedro. Por ejemplo, que los responsables de TEPCO tuvieron sobre su mesa
un informe interno de 2008, que ignoraron por “poco realista”, que alertaba
del riesgo de que un tsunami de más de 15,5 metros de altura golpeara la
central. Se recomendaba la construcción de un muro defensivo de las
instalaciones, se consideraba insuficiente el dique de diez metros de altura
que resguardaba Fukushima. No hicieron caso. La obra era muy costosa y el
escenario señalado muy improbable. Los beneficios, siempre, en el puesto de
mando.
Algunas declaraciones generan escalofríos (y vómitos). Las de Paddy Reagan
por ejemplo, un profesor de física nuclear de la Universidad de Surrey,
realizadas después de lo sucedido: "Hemos tenido un terremoto del fin del
mundo en un país con 55 centrales nucleares y todos ellas se han cerrado
perfectamente, a pesar de que tres han tenido problemas desde entonces.
Fue un gran terremoto, una prueba de la capacidad de resistencia y robustez
de las plantas nucleares que han resistido los efectos muy bien". No fue el
único “científico-experto-responsable” que abonó esa senda de hybris, de
soberbia inadmisible, irresponsable e irracionalista. En España, “insignes”
representantes de la apuesta atómica se manifestaron también en términos
muy similares. La fusión del reactor de Fukushima no representaba ningún
problema. Sirvió, sigue sirviendo para algunos, como un verdadero ejemplo de
la seguridad, eficiencia y durabilidad de la energía nuclear. ¡Adelante, siempre
adelante! ¡El progreso exige algunas víctimas colaterales! ¡La barbarie es la
forma que otorgamos a nuestra supuesta civilización!
Desde lo sucedido —y también antes de ello, son atributos muy generalizados
en la industria nuclear—, el ocultamiento de datos, la desinformación, la
manipulación de las consciencias, la publicidad engañosa, el incumplimiento
de la seguridad de los trabajadores y la ciudadanía y la prioridad absoluta de
los intereses de las corporaciones propietarias (TEPCO en el caso que
comentamos) han marcado el desarrollo de los acontecimientos. Algunos
ejemplos para situarnos y corroborar esto que acabamos de apuntar:
Frente a las informaciones del complejo político-industrial electronuclear
(japonés y mundial) afirmando que no hay riesgos para la salud humana y
ambiental a causa de la radiactividad de Fukushima, existen —si bien
escasos— estudios publicados en las revistas científicas más rigurosas
mostrando todo lo contrario. Ya en 2012 se estableció que los atunes
migradores del Pacífico transportan en su organismo radionúclidos de
61
Fukushima —Cesio-137 en especial— desde Japón a California (PNAS, vol.
109). El impacto sobre la salud pública, todavía negado por múltiples
instancias de “seguridad nuclear”, sigue desarrollándose inexorablemente
según las previsiones que la ciencia radiobiológica y la experiencia de
accidentes previos permite establecer.
Así, el primer efecto esperable, debido a la liberación de iodo-131, es el
incremento de cáncer de tiroides en niños y jóvenes a partir del 3º-4º año del
accidente. Y en efecto, el primer estudio epidemiológico publicado constata
esa realidad. Tsuda y col. (Epidemiology 2015) han estudiado la prevalencia
de cáncer de tiroides en 298.577 sujetos menores de 19 años del área de
Fukushima entre 2011 y 2014 y han encontrado un incremento de treinta
—¡¡30!!— veces, variable según la subárea, respecto a la prevalencia
esperable según las tasas del resto de Japón durante ese periodo. Los 110
casos diagnosticados a fines de 2014 se siguen incrementando, pues no toda
la población del área ha sido cribada. En los próximos años otros efectos son
esperables.
Del mismo modo, numerosos expertos han alertado sobre una posible oleada
de depresiones en cadena entre los afectados por el desastre de Fukushima.
La información no ha recibido ninguna atención mediática. Solo en esa
provincia nipona se han registrado unos 1.500 suicidios desde abril del 2011.
Igualmente, las madres de Fukushima se oponen al uso de productos de
Fukushima en los almuerzos escolares por temor a descubrir, diez años
después pongamos por caso, que los niños comieron alimentos contaminados
Las víctimas, las personas afectadas, han estado publicando sus lesiones:
caída de pelo y uñas, sangrado de nariz y otros síntomas propios de la
exposición a la radiación. Nadie les ha hecho caso. Incluso Katsutaka Idogawa,
ex alcalde de Futaba (prefectura de Fukushima), ha reconocido que también
él ha sufrido ataques de sangrado por la nariz repetidas veces.
En un radio de 20 km alrededor de la central se encuentran “puntos calientes”
donde la radioactividad de los sedimentos marinos alcanza los 5.000
bequerels por kilo (Bq/kg) y en algunos peces se encuentran niveles de
contaminación muy superiores a los límites tolerados de 100 Bq/kg,
especialmente los que habitan en el fondo del océano (peces planos, congrios,
bacalaos, rayas).
Unos 128.000 demandantes, que han solicitado que sea la comunidad mundial
la que se haga cargo de Fukushima, han sido ignorados por las Naciones
Unidas.
62
Más de 6.000 obreros se renuevan permanentemente (los niveles de radiación
obligan al recambio de equipos) en una gigantesca empresa de
desmantelamiento que no concluirá antes de treinta o cuarenta años. Sólo de
las muertes de trabajadores que fallecieron en el trabajo se ha informado
públicamente. Algunos de ellos han muerto repentinamente, fuera del trabajo,
durante el descanso o durante el fin de semana. No cuentan, no se incluyen
en las estadísticas. Nadia habla de ellos.
Titulares periodísticos anuncian lo contrario de lo que relata el contenido del
artículo. Así: “La radiación de Fukushima no tuvo impacto en la salud pública”.
Sin embargo, el contenido explica que ”el informe muestra un marcado
incremento de las patologías psiquiátricas a raíz del accidente, así como un
notable aumento de otras enfermedades entre las personas que se vieron
obligadas a abandonar sus hogares tras decretarse la orden de evacuación en
las proximidades de la planta”
Los alimentos y piensos procedentes de la prefectura de Fukushima hacen
frente a requisitos menos exigentes para ser importados desde la Unión
Europea (UE). El Comité Permanente de Vegetales, Animales, Alimentos y
Piensos de la UE revisó las condiciones especiales impuestas a las
importaciones de alimentos y piensos desde Japón a raíz del incidente nuclear.
A pesar de lo indicado (hay más, mucho más), a pesar de lo sucedo el 11 de
marzo de 2011, el pasado 11 de agosto de 2015 entró en funcionamiento la
Central Nuclear de Sendai, finalizando el período de un Japón sin nucleares. La
irresponsabilidad, el riesgo fáustico es manifiesto. Hybris es el nombre de
nuestros clásicos para designar la soberbia.
En Arenas movedizas, el malogrado Henning Mankell reflexionaba por el
legado que nuestra generación dejará para el futuro. ¿Toneladas y toneladas
de residuos radiactivos de larga vida media esparcidos en cuevas-catedrales
de difícil acceso, todas ellas ubicadas en el denominado, en el mal llamado
“mundo desarrollado”? ¿Instalaciones atómicas dañadas e incontroladas como
representaciones de nuestra civilización-barbarie? ¿Desolación, sufrimiento,
incertidumbre? ¿Beneficios millonarios a costa de lo que sea y siempre que
sea? ¿No hay alternativa cuando sabemos, cuando todos dabemos que sí que
hay alternativas? ¿Era eso, sigue siendo eso?
¿O es otra cosa y debe ser otra cosa?
PS. Sobre el cáncer de tiroides conviene recordar lo siguiente (ERF y SLA,
Ciencia en el ágora, Barcelona, El Viejo Topo, 2011, capítulo VI):
63
“[…] Porque de entrada el impacto a la exposición radiactiva emanada de la
central más fuerte es el yodo-131 que se inhala y se acumula en el tiroides…
El tiroides se puede saturar de yodo, un elemento indispensable para la
fisiología de esta glándula. El tiroides tiene una capacidad de absorción
limitada. Si lo saturas con yodo normal, mediante el aporte con pastillas de
yoduro potásico, al llegar más yodo, el peligroso, el radiactivo, no se
incorporará al tiroides o se incorporará en mucha menor medida. Así se
procedió no solo en Chernóbil sino en otros accidentes más locales que han
ocurrido, incluyendo las pruebas nucleares. Si no se opera así se incorpora el
yodo-131 e irradia el órgano durante el tiempo que permanece en él. En los
cinco años siguientes aumenta la tasa de cánceres de tiroides que se
multiplica incluso por un factor de 10 o más. El riesgo de padecer cáncer de
tiroides es mucho mayor aún en adolescentes y en niños”.
Igualmente, en el caso de otros elementos:
“Este radioelemento [plutonio] proviene de los reactores y de las piscinas de
residuos. Hay que tener en cuenta especialmente el reactor que funcionaba
con MOX, el cual como ya hemos comentado antes tiene más plutonio que los
otros. Todo esto va a originar distintos modos de afectación a medio plazo.
También va a pasar a las cadenas alimenticias… El cesio-137 se acumula en el
músculo, el estroncio-90 en los huesos, el plutonio inhalado va al pulmón, se
acumula en ganglios linfáticos y también en los huesos… Pueden aparecer a
relativamente corto plazo —menos de 5 años—, aparte del cáncer del tiroides
por el yodo-131 ya comentado, leucemias. Además a medio-largo plazo
también el incremento de riesgo de padecer cánceres en distintos tejidos
(hueso, pulmón, hígado)”.
Lo señalado no es inexorable, por supuesto. Son efectos probabilísticos, no
determinísticos. Pero la dosis alta que sufrieron y están sufriendo los
trabajadores son efectos determinísticos.
[Fuente: Rebelión]
11/3/2016
Rafael Poch
Escenas de la lucha de clases en Francia
Empujones a la entrada e insultos en la sala. Señoras bien vestidas y
enjoyadas, comportándose como verdaderas verduleras y hombres
encorbatados llamando “zorra” a la gaditana alcaldesa de la ciudad, Anne
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Hidalgo, afortunadamente ausente. Lo nunca visto en el elegante distrito XVI
de París. Era la “reunión informativa”, organizada por el Ayuntamiento de
París para los vecinos del distrito en el aula magna de la Universidad París
Dauphine, que linda con el Bois de Boulogne. ¿Motivo de la bronca?: el
ayuntamiento ha tenido la audacia de colocar en un barrio rico un centro
provisional de acogida para 200 sin techo, pobres, vagabundos y demás. La
decisión rompe un tabú: los pobres sin techo deben estar con sus parientes
con techo, es decir en los distritos modestos del norte y el este de la ciudad.
Nada de mezclas. El distrito XVI, 150.000 habitantes, una de las densidades
de población más bajas de París, solo tiene 18 de las 10.000 plazas de acogida
para los sin techo que hay en toda la ciudad, que rebosa gente durmiendo por
las calles. El popular distrito XX tiene más de mil plazas. La idea de Hidalgo es
repartir un poco la solidaridad, pero el alcalde de barrio, Claude Goasguen, del
partido de Sarkozy, dice que lo que quieren es “castigar a los burgueses”.
“Este centro de acogida hará bajar el precio de mi piso”, se queja un
ciudadano. “Esta gente no tiene medios y robará”, augura una señora.
Jóvenes, abuelos y sindicatos
Eso sucedía el lunes, y ante lo crispado del ambiente el Presidente de la
Universidad, Laurent Batsch, decidió dar por concluida la “reunión
informativa” a los quince minutos de su inicio.
El jueves los estudiantes y bachilleres volvían a salir a la calle. Ya lo hicieron
el día 9, sumándose en gran número a los sindicatos para protestar contra el
proyecto de ley laboral del gobierno, que recorta un poco más el derecho
laboral. Varios centenares de miles de estudiantes, trabajadores, parados y
jubilados en toda Francia.Tras tantos años de recortes moderados, el bien
afilado cuchillo neoliberal francés que corta muy fino, tocó nervio y el país
despertó: “Hasta aquí podíamos llegar”, se leyó en un manifiesto de
socialistas y compañeros de viaje de Hollande y Valls. El gobierno no se
esperaba que el pueblo desenterrara su hacha de guerra, y asistió incrédulo a
una reacción que en pocos días unificó a todos los sindicatos en una
convocatoria de huelga general para el 31 de marzo pidiendo la retirada del
proyecto de ley involucionista. Inmediatamente se borraron dos o tres
aspectos enojosos del texto. Con eso se ha conseguido que algunos
sindicatos, la mansa CFDT y otros, vuelvan al redil, sin embargo los otros
mantienen la convocatoria de huelga, lo que a 14 meses de las presidenciales
pinta muy mal para el Elíseo.
Soñando con un cambio
Como en toda Europa, la involución social francesa data de 30 años. Algunos
fechan su inicio en 1983, cuando Mitterrand cambió su programa común de
65
izquierdas por la desregularización neoliberal. El caso es que hace mucho
tiempo que la vida social se degrada en Francia. Como en todas partes, la
teología dominante afirma que el problema de la economía francesa tiene que
ver con el exceso de Estado y de gasto social. El bombardeo mediático de
esta idea, así como la escuela que ha creado a lo largo de toda una
generación, son considerables, pero ya en 2005, con el referéndum contra la
Constitución Europea, los franceses dijeron no, por más que su voluntad fuera
olímpicamente ignorada. En todo caso, muchos sueñan ahora con un
despertar. Con la idea de un vaso colmado, cuya última gota —el proyecto de
ley laboral— comienza a desbordar para dar lugar a una de esas erupciones
sociales francesas. Frédéric Lordon, el principal panfletista de moda de la
izquierda de la izquierda local, repite estos días en sus intervenciones que si
Francia peta se llevará por delante las instituciones existentes. Yannis
Varufakis apunta, y tiene razón, que sin una Francia rebelde y despierta, no
habrá cambio en Europa. La huelga general del día 31 deberá dar la medida
de todo eso. La juventud ha estado más bien ausente de las discretas
movilizaciones sociales francesas, pero el día 9 algo se movió. Llama en
especial la atención la ausencia del sujeto, precario y marginado de las
banlieues. Sin que ese sujeto aparezca en la calle, el cambio se quedará en
sueño.
[Fuente: Diario de París-LaVanguardia]
19/3/2016
Rafael Poch
Argelia y la ideología sudista en Francia
Sobre el contexto en el que la islamofobia francesa se ha hecho
ideología dominante
¿Por qué en Francia es particularmente profunda la brecha con los emigrantes
musulmanes y sus descendientes? Algunos responden poniendo el acento en
los “problemas del Islam” y se internan en el discurso del “conflicto de
civilizaciones”. Otros dicen que el problema no es la religión sino
precisamente la crisis de lo religioso. Otros, en fin, enfatizan los aspectos
sociales y generacionales de marginación y radicalización de las banlieues, de
la disolución de la República tras varias décadas de neoliberalismo y
darwinismo social —los disturbios de 2005 fueron un aviso no atendido,
dicen—.
El historiador francés Benjamin Stora (Constantine, 1950) no solo subraya la
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importancia que tiene en esa brecha la guerra de Argelia (1954-1962, cuyo fin
se conmemoró el día 19), sino que apunta que aquel conflicto y su borrada
memoria, aun por cicatrizar, alimentan en Francia una “ideología sudista” (en
analogía con el sudismo de los confederados de EE.UU.), de la que se nutre el
ultraderechista y pujante Frente Nacional.
El esquema colonial trasladado a la metrópoli
Si España tiene las cunetas de su guerra civil por desenterrar, Francia aún
tiene la guerra de Argelia encerrada en el armario. El mismo concepto de
“guerra de Argelia” no fue oficialmente reconocido aquí hasta 1999 por un
voto de la Asamblea Nacional. Durante casi medio siglo aquella guerra, con
sus centenares de miles de muertos indígenas, sus 1,7 millones de soldados
movilizados (24.000 de ellos muertos y 60.000 heridos), no fue más que una
“operación de mantenimiento del orden”, explica Stora en la sede del
magnífico Museo de la Emigración de París, que dirige desde 2014. La película
de 1966 La batalla de Argel, del italiano Gillo Pontecorvo, estuvo prohibida en
Francia hasta 1971 y hasta 2004 en las televisiones. Aquel conflicto tiene un
enorme presente biográfico en la Francia de hoy.
Un millón de pieds-noirs y sus hijos, un millón y medio de soldados que
combatieron o simplemente vivieron en Argelia hasta dos o tres años, un
millón de emigrados argelinos y sus hijos y nietos, varias decenas de miles
de harkis (argelinos colaboracionistas con el poder colonial), enumera Stora:
“En total cerca de 5 millones de personas tienen memoria directa de aquello
en la Francia de hoy”, dice. Ninguna sociedad europea recibió como Francia
tanta población de las zonas que colonizó y concentra hoy tal colisión de
memorias entre colonizados y colonizadores. El peso de esa colisión ayuda a
comprender la reticencia francesa a aceptar nuevos contingentes de
refugiados.
Pero la guerra de Argelia no solo fue el conflicto entre el nacionalismo argelino
y el colonialismo francés, sino que contiene, “una especie de guerra de
secesión estrictamente francesa entre un Norte que quería sacarse de encima
el fardo colonial y orientarse hacia la integración europea, y un Sur inmerso
en el pasado colonial con sus personajes sumergidos en un universo de
segregación”, apunta Stora, nacido en Argelia en el seno de una familia judía.
Rehabilitación del sudismo en nombre de la concordia
La “insurgencia sudista” de los partidarios de la Argelia francesa, opuestos a
abandonar aquella colonia tan especial —por su cercanía a la Francia
metropolitana de la que formaba parte como departamento y por su gran
población francesa presente en ella— incluyó una rebelión militar golpista en
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toda regla contra el gobierno del General de Gaulle, así como una larga y
nutrida serie de atentados terroristas. Tanto los crímenes de aquella guerra,
como aquel golpismo y terrorismo fueron barridos debajo de la alfombra y
objeto de hasta seis leyes de amnistía y gracia entre 1962 y 1982, cuando
generales, oficiales y funcionarios condenados o sancionados por haber
participado en la subversión contra la República, fueron rehabilitados y
reintegrados en el ejército y la administración por el gobierno socialista de
François Mitterrand.
Tras su llegada a la metrópoli, muchos franceses europeos de Argelia
reprodujeron en la Francia de hoy el esquema de la sociedad colonial: una
jerarquización social y comunitaria cuya base no era ciudadana sino étnica.
Aquella sociedad se dividía en musulmanes, judíos y cristianos. Ahora se
invoca la pertenencia a una religión como barrera a la integración en Francia,
y se crea así, “una fuerte caja de resonancia para los eslóganes de exclusión
de la extrema derecha”, explica el historiador. Esta ideología sudista, fue
indirectamente rehabilitada por las amnistías en nombre de la concordia
nacional. El efecto práctico de aquella concordia fue que de alguna forma la
visión racista/comunitarista hacia los emigrantes argelinos fue rehabilitada y
se fortaleció.
En los años setenta hubo 70 asesinatos de argelinos en atentados en París,
Marsella y Lyon. Entre 1981 y 1988, el Frente Nacional pasó de obtener el
0,8% de los votos al 14,4%.
Confrontación entre franceses
“La presencia de los emigrantes argelinos recordaba la última guerra librada y
perdida por Francia que creó una herida que no se ha cerrado”, dice Stora. En
mayo de 1991 una lista establecida por el Mouvement contre le racisme et
pour l’amitié entre les peuples (Mrap) estimaba en 250 el número de
extranjeros o jóvenes de origen extranjero asesinados en diez años, casi todos
ellos magrebíes. Ese mismo año, el ministro del interior, Philippe Marchand,
reveló que las violencias racistas entre 1987 y 1990 habían tenido en un 70%
como objetivo a personas de origen magrebí. Es así como, “parece que la
guerra de Argelia continúa en cierta forma hoy a través de la lucha contra el
Islam”, dice el historiador, que acaba de reeditar en Francia su libro, Las
memorias peligrosas, de la Argelia colonial a la Francia de hoy.
Podría decirse que la guerra de Argelia continua hoy en territorio
metropolitano. El propio fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen,
abundó en esta idea cuando, en 1992, proclamaba en Niza que, “la lucha por
la Argelia francesa preparó el combate por la Francia francesa”, una Francia
desdibujada por la “invasión” de la emigración, dice.
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El 19 de marzo la conmemoración de los acuerdos de Evian como “jornada
nacional de recuerdo” de las víctimas de la guerra de Argelia”, decidida en
2012 por el Parlamento, ha sido criticada por Nicolas Sarkozy que lanza así
guiños al sudismo francés sobre el que surfea el Frente Nacional. La propuesta
de Hollande de retirar la nacionalidad a binacionales condenados por
terrorismo (la mayoría de los binacionales franceses son magrebíes) es
igualmente un guiño a esa ideología, una nueva muestra de cómo en toda
Europa las ideas de extrema derecha se van posicionando en el espacio de
centro.
Originalmente el Frente Nacional se basa en dos herencias fundacionales; la
del régimen colaboracionista de Vichy y la de Argelia. “Excluyendo de la
escena a Jean-Marie Le Pen, su hija, Marine Le Pen, está borrando la herencia
antisemita de Vichy para concentrarse en la herencia de la Argelia francesa y
orientar al partido a un combate más directo centrado en la cuestión del Islam
en Francia”, explica Stora.
De parte argelina hay una memoria generacional de terrible violencia que se
remonta a las barbaridades, saqueos y desposesiones coloniales francesas del
XIX. Stora se pregunta cuándo comenzó la guerra de Argelia. Oficialmente el 1
de noviembre de 1954, cuando se cometieron treinta atentados contra
comisarías, cuarteles y símbolos de la presencia colonial francesa en diversos
lugares del territorio argelino, pero en la memoria de los colonizados la
violencia comienza en el mismo inicio de la empresa colonial, en 1830. Esa
memoria continua a través de los actuales abuelos que vivieron, al principio
sin mujeres e hijos, en los guetos para emigrantes de las ciudades francesas
de los años sesenta en medio de las sangrientas rivalidades entre
nacionalistas argelinos (hay 5000 muertos y 12000 heridos entre los argelinos
emigrados en Francia en los ajustes de cuentas entre el MNA y el FLN, desde
1956 a 1962), pasando por los relatos de la violencia de la posguerra mundial
y la guerra anticolonial. Todo eso llega hasta la actual generación, “que ve
rotos los sueños de prosperidad de sus padres y sufre la estigmatización”.
“Como en Estados Unidos con la población negra, el problema de los
inmigrantes en Francia se desplaza desde su componente político sudista
hacia un acento social”, dice Stora. “Es mucho más que un problema con los
norteafricanos, hay la sensación de que la Francia generosa y acogedora se
reduce, se encoge”. “Se ha llegado a una confrontación entre franceses muy
desgraciada”, constata.
Sembrando guerra civil
El gobierno francés acaba de lanzar en televisión una impactante serie de
anuncios contra la islamofobia, el antisemitismo y el racismo. Pero de las tres
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lacras, solo una de ellas, la islamofobia es ideología dominante en la Francia
de hoy.
Un libro antijudío como La France juive (1886) del antisemita Edouard
Drumont, sería impensable en la Francia de hoy. En aquella época, en los
alrededores del caso Dreyfus, Francia era un océano judeófobo. Decir que
todos los judíos eran traidoresera algo natural y aceptado, con diversos
matices, por el grueso de la opinión pública. Hoy ocurre algo semejante con la
islamofobia.
Libros islamófobos como la novela Sumisión de Michel Houellebecq, o el
ensayo El suicido francés, de Éric Zemmour conocen el mismo éxito que La
France juive a finales del XIX. El desprecio y la falta de respeto hacia la
creencia de una minoría religiosa —que en Francia es una minoría de pobres y
ex colonizados— es moneda corriente. En los medios de comunicación y entre
los políticos, la relación entre Islam, musulmanes y yihadismo es una deriva
considerada normal. Entre los que el sociólogo Pierre Bourdieu llamaba “fast
thinkers” (en analogía con el fast food), es decir los comunicadores que copan
los medios de comunicación, la hostilidad hacia el Islam es algo que se da por
supuesto. El sello de Argelia está también ahí presente: el propio Houellebecq,
como Zemmour, Bernard-Henry Lévy y muchos otros conocidos por su
hostilidad al Islam y omnipresentes en los medios de comunicación, nacieron
en Argelia o son de familia pied-noir.
Esta estigmatización del Islam siembra guerra civil en Francia, precisamente
porque es percibida como ideología dominante, cosa que no ocurre ni con el
antisemitismo ni con el racismo en general. La radicalización de un sector
minoritario de jóvenes hacia el yihadismo es seguramente inseparable de la
normalización y banalización de la ideología sudista en Francia.
[Fuente: Diario de París-La Vanguardia]
29/3/2016
M. Eugenia Ibáñez
Autopistas llega al Síndic de Greuges
El nuevo de sistema de pago de las autopistas de Abertis ha llegado al Síndic
de Greuges. Usuarios molestos por las incomodidades del cambio han
trasladado al Defensor del Pueblo de Catalunya copia de la reclamación
tramitada con hartas dificultades en el peaje de Mollet. En este escrito,
además de detallar los inconvenientes que los cambios han supuesto, los
70
clientes de Autopistas se lamentan de la inhibición de la Administración a la
hora de proteger sus derechos.
El conflicto se originó el pasado 1 de enero, a raíz de la modificación anual de
tarifas que en algunos tramos supuso la rebaja de un céntimo.
Simultáneamente, quizá para compensar tan cuantioso descuento, la empresa
concesionaria suprimió la mitad de las cabinas de pago manual y forzó un
sistema de peaje que ha supuesto inconvenientes graves para los usuarios
que así se resumen en la denuncia tramitada ante el Síndic:
Colas ante las cabinas de pago con un tiempo de espera superior a lo
habitual antes del cambio de sistema.
Maniobras de los coches que cambian de cabina para evitar atascos.
Operaciones complicadas ante las máquinas: la recogida de monedas,
un sistema dificultosa que suele acabar con las monedas en el suelo.
Las máquinas no aceptan monedas de uno y dos céntimos, pero sin
embargo sí las devuelven como cambio.
Sistema incómodo que dirige al usuario hacia el pago con tarjeta de
crédito.
Menosprecio al usuario, porque el nuevo sistema ha empeorado el
servicio y permitirá a la empresa aumentar los beneficios.
La supresión de las cabinas de pago manual implicará la reducción de
personal, fijo o eventual.
Es inaceptable que la Administración no haya actuado en defensa de
los derechos del usuario y haya permitido decisiones abusivas.
La Administración, de cuya pasividad se lamenta el reclamante, no parece
estar muy dispuesta a intervenir en un caso en el que figura implicada Abertis,
primera operadora mundial de autopistas por kilómetros gestionados y cuyo
accionista principal es La Caixa. Esa Administración no actuó en su momento
cuando debía controlar si los cambios introducidos en un sistema de peaje
mejoraban o no la calidad del servicio y tampoco ha reaccionado cuando el
Síndic de Greuges recabó información para resolver la queja recibida. Con
fecha 22 de febrero, el Síndic comunicó al firmante de esa reclamación que,
superado el plazo legal sin haber recibido respuesta alguna, se tramitaba de
nuevo la petición de información con el sello de urgencia, recordando a la
Administración su deber de facilitarla.
Las exigencias de la Administración, la que sea a la que se haya dirigido el
Síndic, parecen ser directamente proporcionales a la cotización en Bolsa de
reclamante y reclamado. Es muy probable que las ganancias de Abertis en el
2015 ronden en torno a los 1.935 millones de euros, tres veces superiores a
las obtenidas el año anterior. Así que debe parecer ridículo reclamar a ese
potente grupo del Ibex35 que sus maquinitas no devuelven monedas de uno y
71
dos euros, que se hayan suprimido unas cuantas cabinas de pago manual,
suprimido una treintena de puestos de trabajos eventuales o fijos, y que haya
empeorado un servicio adjudicado por concesión cuya calidad es evidente que
nadie controla. Ni la Administración, la que sea, ni Abertis están para esas
nimiedades.
4/2016
Agustín Moreno
Paco el cura
Ha muerto Francisco García Salve, más conocido como Paco el Cura en la
historia del movimiento obrero español de finales del franquismo. En sus 85
años de intensa vida le dio tiempo a hacer muchas cosas, siempre con pasión,
criterio y valentía. Hijo de una familia humilde pudo estudiar gracias al
seminario, como tantos campesinos inteligentes en aquellos años. Estudió con
beca en los jesuitas en Deusto. Ya como sacerdote denunció el poder de los
Ybarra en Bilbao durante una homilía y éstos amenazaron con quitar la
subvención a la universidad si no le sacaban de la ciudad. La Compañía le
quitó de en medio y le mandó a París una temporada.
Su conciencia de la injusticia surgió de las diferencias sociales que vivió en el
propio seminario y de ver la represión que ejercía la dictadura en el País
Vasco. Contaba que llegó a ser detenido por el comisario Melitón Manzanas,
tras una misa dedicada a un obrero muerto por la policía. Por su incomodidad
para la Compañía de Jesús, le relegaron a escribir, sin darle otras
responsabilidades.
Acabó discrepando con Arrupe y se vino a Madrid en 1967, a una chabola en
Villaamil y comenzó a trabajar como obrero en la construcción. La figura de
los curas obreros tuvo gran importancia en aquellos años. Intentaban ser
coherentes con la iglesia de los pobres y con el Concilio Vaticano II. Fueron
una china en el zapato de la dictadura, a la que dio tantos quebraderos de
cabeza como a la jerarquía eclesiástica. Los curas detenidos por actividades
antifranquistas iban a una prisión especial, la concordataria de Zamora, donde
coincidió con más curas obreros como Mariano Gamo y otros sacerdotes
vascos.
Paco cambió el púlpito por el bidón de obra para bien de los trabajadores de la
construcción madrileña. En esta etapa formó parte de aquel póker de ases
dirigentes junto a Macario Barja, Arcadio González y Tranquilino
Sánchez. Muy arropados por los veteranos, veníamos después los jóvenes
para poner en pie de lucha las obras y en jaque al sindicato vertical:Javier
García, Pepe Torres, Josu Larrañaga, el Asturias, el Pelos y tantos otros.
72
Me alegro de haber compartido militancia -y oficio de ferralla- con Paco en los
años setenta.
Tenía una fuerte presencia y un verbo encendido, lo que unido a su
singularidad le hizo muy popular. Se hizo más conocido por ser uno de los diez
dirigentes de CCOO del proceso 1001 (1972): le pedían 19 años de cárcel.
Sufrió casi 6 años, entre Zamora y Carabanchel. Era un indomable que
realizaba huelgas de hambre, lo que le costó estar en celdas de castigo.
Muchos tenemos grabada la imagen de Paco de pie, dirigiendo la palabra a
cientos de personas que le rodeaban, en el Primero de Mayo legal de 1976, en
el Pinar de la Siete Hermanas de la Casa de Campo. Aquel año dejó el celibato
y se unió con su compañera, Isabel, con la que tuvo dos hijos.
Con la conquista de la libertad sindical y la transformación de CCOO de
movimiento a sindicato, formó parte de la primera ejecutiva confederal de
CCOO. Fue secretario de Finanzas del sindicato, responsabilidad para la que
no estaba especialmente dotado, más allá de su gran honradez. El dinero le
quemaba y Paco era un hombre de acción y no acababa de encontrar su
acomodo en la burocracia del sindicato organizado. Perteneció al PCE y a su
Comité Central, acabó discrepando con Carrillo y fue expulsado en 1981. Era
un hombre con criterio, de los que no se callaban y no pagó servidumbres a
nadie.
Dejó la dirección de CC.OO y se recicló como abogado laboralista en el
sindicato para seguir defendiendo a los trabajadores de la construcción. Fue
su última etapa laboral, hasta los 72 años. Tras enviudar y jubilarse, Paco se
refugió en un retiro voluntario, muy descreído con la espuma de la política.
Era difícil verle y, más aún, convencerle de que participase en algún acto. Con
motivo de la presentación del libro Curas obreros, 45 años de testimonios
(1963-2008) en el Ateneo de Madrid en 2009, a la que fui invitado, no
pudieron localizarle. Corrieron bulos de que estaba en el campo como un
anacoreta. Cualquier excusa fue buena para vivir discretamente su retiro.
Lo cierto es que siguió viviendo en su barriada de Villamil, en el Barrio del
Pilar, lúcido de cabeza, desencantado, pero con la serenidad que le daba
escribir y disfrutar de su familia. Fue prolífico escritor: había publicado
decenas de libros de todo tipo, desde ensayos a novelas o libros de yoga,
siendo uno de los primeros introductores de esta disciplina en España.
Yo le recuerdo como un hombre valiente, lleno de energía y comprometido
con las buenas causas hasta las últimas consecuencias. Ayer por la tarde
noche, cuando fui a despedirle y dar el pésame a sus hijos, estaba
acompañado de un pequeño grupo de familiares. Él que tanto dio por los
demás se ha ido como le hubiera gustado, discreto y digno. Sea para ti la
73
tierra leve, compañero.
[Fuente: Cuarto Poder]
6/3/2016
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