REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 20 de Marzo de 2016 Domingo de Ramos de la Pasión del Señor (Ciclo C) Lectura del santo Evangelio según San Lucas 19:28-40 En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: "Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", contestadle: "El Señor lo necesita". Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: "¿Por qué desatáis el borrico?" Ellos contestaron: "El Señor lo necesita." Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alaba¡ a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: "¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto." Comentario breve: Con el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor, los cristianos en todo el mundo llegan la meta de su jornada cuaresmal: nuestra participación en la Pascua de Jesús en quien Dios a cada uno nos ha profundamente amado con un corazón humano. Dos textos del evangelio son proclamados en este día: el primero, en la entrada de la Iglesia, es la lectura de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, y la segunda, una lectura interactiva del narrado completo de la Pasión de un evangelio involucrando a toda la comunidad. En el primer evangelio Jesús es bienvenido como el rey mesías, hijo de David, por exultantes residentes de Jerusalén. En la segunda lectura de la Pasión Jesús es burlado como el “rey de los judíos” por el gobernador romano Poncio Pilato y sus soldados. En coronando a Jesús con espinas y vistiéndolo con un manto de purpura y un cetro, Pilato intento a ridiculizar al pueblo judío y menoscabar sus esperanzas en un mesías. El rechazo y muerte de Jesús fue motivada en parte por el anti-Semitismo. Pilato hizo claro de que la lealtad del pueblo había de ser exclusivamente hacia el imperio; y, bajo amenazas de represarías romanas por sospecho de traición, algunos jefes del pueblo concedieron que era “mejor que un hombre muera a que una nación entera perezca.” Los cristianos hoy nuevamente saludan con ramas de palma y olivo a Jesús, dándole la bienvenida a nuestras comunidades, familias y vidas como nuestro verdadero rey y salvador. Los cristianos hoy recitan el narrado de la Pasión como una participación en el drama del intenso sufrimiento redentor de Jesús. Nos exultamos en el hecho de que la salvación divina toma lugar como un acto de sacrificio de amor incondicional e infinito. La Semana Santa (la Gran Semana), los días de alta santidad del calendario cristiano, invita a todo cristiano a renovar nuestras vidas en Cristo a través de reviviendo personalmente, en comunidad y litúrgicamente los eventos de la salvación: la Ultima Cena, el sufrimiento, crucifixión, muerte, sepulcro, y gloriosa resurrección del Señor. De su Pasión y de su don del Espíritu nace la Iglesia como pueblo redimido por Jesús y es llamada a ser su Cuerpo en el mundo, continuando y propagando el ministerio de Jesús de redención amorosa a todo la humanidad. El himno cristológico en la carta de Pablo a los Filipenses igualmente nos llama a exultarnos en el amor radical de Jesucristo quien, “existía en forma de Dios…se despojo a si mismo…hasta la muerte en una cruz.” Y la Eucaristía es el Sacramento perpetuo de su amor vivificante, anonadamiento y auto-donación; ella nos llama a ser eucarísticos en sirviendo con amor a nuestro prójimo. Cada faceta y evento de esta semana actúa como un prisma para la luz del amor divino, permitiéndonos a maravillarnos en cada de sus muchos aspectos, e inspirándonos a “tomar nuestra cruz” y seguir a Jesús, identificando con El quien se identifico tanto con nuestra propia desesperación, y transformando todo con su sacrificio. A través de ceremonias como la de las palmas y la recitación del narrado de la Pasión, el lavado de pies y procesión con el Santísimo Sacramento, el vía crucis y las dramatizaciones de la Pasión, el sermón de las ultimas siete palabras y veneración de la cruz, y hasta la celebración incomparable de la Vigilia Pascual, la Iglesia es renovada. Es nuestra Pascua: nuestro cruce de la esclavitud hacia la libertad, de la muerte a la vida. Es nuestra renovación de nuestra vida en la Nueva Alianza. Es la reafirmación de nuestra identidad como cristianos, como Iglesia, y de nuestra misión en y para el mundo. Especialmente este año nos unimos a los muchos cristianos en nuestro mundo, particularmente en Siria, Irak, Nigeria y Libia, quien diariamente son brutalmente crucificados. Ellos están cargando con las heridas de Jesucristo en sus vidas. Su amor y lealtad hacia Cristo crucificado tiene que conmovernos a responder concretamente y urgentemente en cualquieras formas podamos a aliviar su apuro desesperado mientras sus comunidades están siendo extinguidas. Nosotros – la Iglesia en América y en el mundo – tenemos que ser Simón Cirineo para nuestros hermanos y hermanas cristianos perseguidos; tenemos que ser la legendaria Verónica quien valientemente y desinteresadamente viene a su asistencia; tenemos que ser las mujeres de pie en solidaridad con ellos en su crucifixión, que no es nada mas que la crucifixión del Cuerpo de Jesucristo; tenemos que ser sus ángeles preparados a abrir sus sepulcros para ayudar a sus comunidades a resucitar de nuevo después de la larga noche de su enterramiento. ¡Te adoramos O Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz has redimido al mundo! La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: La Semana Santa es la renovación de nuestras vidas y misión en Cristo a través de nuestra participación en su Pasión. Le damos la bienvenida a nuestros hermanas y hermanos quienes han sido bautizados como nuevos miembros del Cuerpo de Cristo. Las liturgias de la Semana Santa nos inspira a “tomar nuestra cruz” y seguir a Jesucristo, y su gracia nos fortalece para seguirlo en el servicio amoroso a nuestro prójimo. Esta Semana Santa hemos de apresurarnos a ayudar a los cristianos perseguidas, sabiendo de que son el Cuerpo de Cristo crucificado hoy. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Qué puedo hacer para lograr que esta Semana Santa sea verdaderamente santa? ¿Cómo le lavo los pies a mi prójimo necesitado? ¿Que puedo hacer para motivar a mi parroquia a responder urgentemente a las necesidades de los cristianos perseguidos? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 595-635
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