Lección 8 para el 23 de mayo de 2015 «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19:10) La oveja perdida A BUSCAR La moneda perdida El hijo perdido Oportunidades perdidas A SALVAR Oportunidades aprovechadas El rico y Lázaro Bartimeo Zaqueo «¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?» (Lucas 15:4) Aunque la oveja es consciente de que se ha perdido, es incapaz de salvarse a sí misma. ¿A quién representa esta oveja? La oveja representa a aquellos que comprenden que están separados de Dios, pero que no saben cómo encontrarlo. Necesitan que el Pastor vaya en su búsqueda y le enseñe el camino de la Salvación. Nosotros somos los instrumentos en las manos de Dios para hallar a estas personas y llevarlas a los brazos de Jesús. «¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?» (Lucas 15:8) La mujer sabe que ha perdido una moneda, pero la moneda no sabe que se ha perdido. ¿A quién representa esta moneda? Representa a aquellos que están perdidos en sus pecados, pero no comprenden su condición. Están apartados de Dios, pero no lo saben. Jesús se preocupa aún por los que son indiferentes a su amor. Él quiere que estas personas sean buscadas diligentemente, que se les enseñe su condición, y que puedan comprenderla y buscar la Salvación. La parábola del hijo «pródigo» de Lucas 15:11-32 nos cuenta la historia de un padre [Dios] y de sus hijos perdidos. Uno de ellos huyó del padre; el otro, no lo conocía aunque vivía con él. EL HIJO MENOR EL PADRE EL HIJO MAYOR LA HUIDA (v. 11-12) Sin percibir la protección amorosa que la Ley de Dios nos otorga (con sus límites y restricciones), quiso vivir una vida de «libertad», sin restricciones, lejos del amor de Dios. EL CHASCO (v. 13-16) LA REFLEXIÓN (v. 17) Entregado al EL REGRESO libertinaje, vivió la ilusión de los Viviendo con Dios lo tenía (v. 18-20pp) placeres del pecado… hasta que recogió su amarga cosecha. todo; ahora no tenía nada. El Espíritu Santo no aprovecha nuestra perplejidad para echarnos en cara nuestros errores, sino para hacernos reflexionar sobre nuestras decisiones e invitarnos a volver a los brazos de un Dios amante. Confía en el amor y el perdón de «mi» padre. Confiesa su pecado. Reconoce su indignidad de ser perdonado (arrepentimiento sincero). Manifiesta su deseo de volver a vivir con Dios y lo hace efectivo. EL HIJO MENOR EL PADRE EL HIJO MAYOR LA ESPERA (v. 20-21) EL REGOCIJO (v. 22-24) La espera comenzó cuando el hijo salió de casa. Ninguna Cada alma que regresa es imagen capta mejor el una fiesta para Dios y sus carácter de Dios que la del ángeles. Cada padre que espera el regreso arrepentimiento llena el de su hijo. Cielo de gozo. EL HIJO MENOR EL PADRE EL HIJO MAYOR ESTAR PERDIDO Y NO SABERLO (v. 25-32) ¿Puedes vivir con Dios, pero tenerlo alejado de tu corazón? ¿Puedes confiar tanto en tu propia justicia que no reconozcas el amor y la justicia de Dios hacia ti y hacia los demás? ¿Puedes odiar tanto al pecador que no desees que Dios le perdone? ¿Puedes entrar en la casa de Dios y, humildemente, unirte a la fiesta de regocijo por el pecador que vuelve? Ven, te estamos esperando. Recibió bienes Se olvidó de Dios Fue sepultado Selló su destino para condenación Recibió males Confió en Dios «Sus obras con ellos siguen» (Ap. 14:13) Selló su destino para salvación E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, pg. 204) «En la parábola del hombre rico y Lázaro, Cristo muestra que los hombres deciden su destino eterno en esta vida. La gracia de Dios se ofrece a cada alma durante este tiempo de prueba. Pero si los hombres malgastan sus oportunidades en la complacencia propia, pierden la vida eterna. No se les concederá ningún tiempo de gracia complementario. Por su propia elección han constituido una gran sima entre ellos y su Dios» «Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!» (Lucas 18:38) A las puertas de Jericó, un mendigo ciego pedía limosna para su sostén físico. Pero su alma anhelaba el sostén espiritual que solamente el Mesías, el Hijo de David, podría darle. Cuando supo que Jesús pasaba cerca de él, no permitió que nadie acallase su voz. Solicitó vehemente una audiencia personal con su Salvador. «Todos los que sienten su necesidad de Cristo, como el ciego Bartimeo, y quieren manifestar el fervor y la determinación suyas, recibirán como él la bendición que anhelan» E.G.W. (Hijos e hijas de Dios, 29 de abril) «Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado» (Lucas 19:8) Al igual que el caso de Bartimeo, el caso de Zaqueo ilustra la forma en que Jesús «vino a buscar y salvar lo que se había perdido». «Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham» (Lucas 19:9) «¿Sois en verdad maestros que enseñan los caminos de Dios? Si sois maestros convertidos podréis conquistar, no arrear; atraer, no ahuyentar a las almas por las cuales Cristo murió. Cuidaréis y velaréis por las ovejas y los corderitos del redil de Cristo. Si se extravían, no los dejaréis perecer, sino que saldréis a buscar y salvar lo que se ha perdido. Todo el cielo estará pronto para ayudaros en esta buena obra. Los ángeles os secundarán en vuestro esfuerzo de hallar la llave del corazón del más incorregible y desobediente. Recibiréis gracia especial, y fuerza por medio de Cristo, el cual puede proveeros de su plenitud inconmensurable. Se os hará aptos para ser colaboradores de Dios, uno con Cristo en vuestro esfuerzo para salvar a los perdidos, y el resultado de vuestro trabajo de amor será visto no sólo en el tiempo presente, sino durante la eternidad» E.G.W. (Consejos sobre la obra de la escuela sabática, pg. 196)
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