Lección 6 para el 9 de mayo de 2015 Estuvieron involucradas en su nacimiento (María, Elisabet y Ana) ¿Qué papel desempeñaron las mujeres en la vida y ministerio de Jesús? Fueron valoradas por Jesús (la viuda de Naín) Sirvieron a Jesús en su ministerio y en su muerte (Marta, Juana, ... ) Agradecimiento (María Magdalena) Fe (la mujer que tocó el manto) Ejemplos de… Oración (la viuda que pidió justicia) Generosidad (la viuda y sus dos blancas) ¿Cómo expresó Elisabet la seguridad de que Jesús era el Mesías prometido? «y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lucas 1:42-43) El glorioso Magnificat de María (Lucas 1:46-55) predice cuatro revoluciones que Jesús produciría en la historia. 1. Revolución espiritual (v. 46-50) 2. Revolución moral (v. 51) 3. Revolución social (v. 51-54) 4. Revolución profética (v. 55) Ana, anciana profetisa, fue la primera mujer evangelista: «hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén» (Lucas 2:38) «Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores» (Lucas 7:13) «El que devolvió a la viuda su único hijo cuando era llevado a la sepultura se conmueve hoy ante la desgracia de la madre enlutada. El que derramó lágrimas de simpatía ante la tumba de Lázaro y devolvió a Marta y María su hermano sepultado; el que perdonó a María Magdalena; el que recordó a su madre mientras pendía de la cruz en su agonía; el que se apareció a las mujeres que lloraban y las hizo mensajeras suyas para difundir las primeras y gratas noticias de un Salvador resucitado, es hoy el mejor Amigo de la mujer y está dispuesto a ayudarle en todas las relaciones de la vida» E.G.W. (El hogar cristiano, pg. 183) «… María, que se llamaba Magdalena… Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes» (Lucas 8:2-3) Lucas menciona a las mujeres que, además de escuchar la predicación de Jesús, tenían una parte activa en su ministerio: servían a Jesús. Otras mujeres mencionadas por Lucas incluyen a María, madre de Jacobo (Lucas 24:10) y a Marta (Lucas 10:38-42). En cierta ocasión, Jesús tuvo que reprender a Marta para que ésta reorganizara sus prioridades. El servicio es muy importante, pero no debe excluir el aprendizaje «a los pies de Jesús». «Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume» (Lucas 7:37-38) El acto de derramar sobre Jesús un perfume tan caro (Marcos 14:5), era la expresión de un corazón agradecido por lo que Jesús había hecho en su vida. Mientras que para los hombres ella era solo una «mujer pecadora», para Jesús era la persona que le ungía para su sepultura (Marcos 14:8); la que lloraría su muerte (Juan 20:11) y proclamaría su resurrección (Juan 20:18). Aprendamos de María esta lección de agradecimiento al Salvador. «La muchedumbre que «Y él le dijo: Hija, tu fe te ha apretaba a Jesús no tenía salvado; ve en paz» (Lucas 8:48) una unión viviente con él mediante la fe genuina. Pero una pobre mujer que había estado sufriendo por muchos años y había gastado toda su sustancia en médicos que no la habían curado sino empeorado, pensó que si podía ponerse a su alcance, si sólo podía tocar el borde de su manto, se sanaría. Cristo comprendió todo lo que había en su corazón y se puso allí donde ella tendría la oportunidad que deseaba. El usaría de ese hecho para mostrar la diferencia entre el toque de fe genuina y el contacto casual de los que se apretujaban a su alrededor por mera curiosidad» E.G.W. (En los lugares celestiales, 11 de abril) No es un contacto casual con Jesús lo que nos salvará, sino la fe que le acepta a Él como Salvador personal. «sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia… ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?» (Lucas 18:5, 7) En esta parábola, Jesús presenta el caso de una viuda que pide insistentemente justicia. De ella aprendemos tres lecciones importantes sobre la oración: Orar siempre y nunca desmayar (1ª de Tesalonicenses 5:17) La oración cambia las cosas (Colosenses 4:3) La oración persistente es una fe que vence (Lucas 18:7) «Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos» (Lucas 21:2-3) Jesús contrastó vívidamente los motivos que impulsaban la generosidad de los fariseos ricos y la viuda «muy pobre». Mientras unos «devoran las casas de las viudas» (Lucas 20:47), la viuda ofrece su sustento a Dios. Lo que vale ante la vista del Creador, que todo lo ve, no es lo que damos sino por qué lo damos; no cuánto damos, sino cuál es la medida de nuestro sacrificio. «Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso. La pobre viuda dio lo que necesitaba para vivir al dar lo poco que dio. Se privó de alimento para entregar esas dos blancas a la causa que amaba. Y lo hizo con fe, creyendo que su Padre celestial no pasaría por alto su gran necesidad. Fue este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el elogio del Salvador» E.G.W. (El Deseado de todas las gentes, pg. 567)
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