EL INTERNISTA MEDICINA INTERNA PARA INTERNISTAS Tomo 1 Editores Manuel Ramiro H Alberto Lifshitz G José Halabe Cherem Alberto C Frati Munari Coeditores María Guadalupe Castro Martínez Ricardo Juárez Ocaña Alberto F. Rubio Guerra Olga Lidia Vera Lastra Asisclo de Jesús Villagómez Ortíz NOTA Debido a que la medicina es una ciencia en desarrollo constante, a medida que surjan nuevos conocimientos se requerirán cambios terapéuticos. Los autores y editores de esta obra se han esforzado para que los cuadros referentes a la dosificación medicamentosa sean precisos y coincidan con lo establecido en la fecha de publicación. Sin embargo, ante los posibles errores humanos y cambios en la medicina, ni los editores ni cualquier otra persona que haya participado en la elaboración de este libro garantizan que la información contenida en ella sea precisa o completa, tampoco son responsables de errores u omisiones, ni de los resultados que con dicha información se obtengan. Por lo tanto, convendría recurrir a otras fuentes de información, sobre todo, deberá consultarse la hoja informativa que se adjunta con cada medicamento. Lo anterior es particularmente importante con respecto a fármacos nuevos o de prescripción no frecuente. El Internista. Medicina Interna para Internistas Cuarta edición, 2013 Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin autorización escrita del editor. Derechos reservados © 2013 Manuel Ramiro H.-Edición y Farmacia José Martí 55, Col. Escandón, 11800 Miguel Hidalgo, Ciudad de México. www.nietoeditores.com.mx www.revistasmedicasmexicanas.com.mx ISBN: 978-607-7548-33-1 Coordinación editorial y corrección ortotipográfica: Arturo A. Peña Diseño y formación: Elidé Morales del Río Este libro se terminó de imprimir en agosto del 2013 en ARTGRAPH. Av. Peñuelas No. 15-D, Col. San Pedrito Peñuelas, C.P. 76148, Querétaro, Qro., México. Teléfono: (442) 220-8969. EL INTERNISTA MEDICINA INTERNA PARA INTERNISTAS Tomo 1 Contenido Sección I ................................................................................................ 1 Fundamentos de la práctica del internista Autor Alberto Lifshitz G. Sección II ............................................................................................... Diabetes mellitus Director de área Alberto C. Frati Munari 75 Sección I Fundamentos de la práctica del internista Autor Alberto Lifshitz G. 1. Relación médico-paciente 3 12. ¿Educación continua o desarrollo profesional continuo? 47 2. Cómo mejorar el cumplimiento de la terapia 11 13. La ética en la medicina por internet 48 3. Primum non nocere ¿primer principio de la ética médica? 13 4. La enfermedad crónica 18 14. Las nuevas responsabilidades de los médicos ante el movimiento emancipador de los pacientes 53 5. Medicina personalizada 20 15. Medicina defensiva 54 6. Medicina traslacional 22 16. ¿Padecimiento o enfermedad? 55 7. Errores médicos y seguridad de los pacientes 26 17. Un clínico en el siglo XXI 57 18. Arte y ciencia de la clínica 63 8. La pretendida supremacía de lo natural 32 9. El papel del paciente en la atención de las enfermedades 37 19. Consentimiento informado. Más que una autorización para la investigación 66 20. Las ciencias de la complejidad en la clínica 68 10. Cómo elegir un médico 41 11. Decisiones clínicas 43 21. La bioética en la práctica clínica: dilemas y conflictos cotidianos 69 Relación médico-paciente < 3 1. Relación médico-paciente Alberto Lifshitz A pesar de que la mayoría de las medidas terapéuticas eficaces no tienen más de unos 150 años la medicina ha pervivido por milenios. Las razones por las cuales la profesión médica ha alcanzado por lo menos 2 500 años de existencia no están entonces relacionadas con la efectividad de los remedios utilizados sino con cuestiones un tanto más mágicas e intangibles. Por un lado, el ubicuo efecto placebo que hizo pensar en la eficacia de ciertos tratamientos que finalmente se descartaron por inútiles, pero que indudablemente ayudó en la resolución de muchos padecimientos; y por otro, la tendencia natural de muchas enfermedades a curarse solas (vis medicatrix naturae), muchas veces a pesar del médico. Como quiera que se vea se tiene que reconocer que en estos logros ha tenido su crédito el valor de la relación médicopaciente, tanto en términos de su efecto placebo como de su capacidad para tranquilizar, alentar esperanza y favorecer la catarsis. La relación médico-paciente ha sido siempre el fundamento de la práctica clínica. Se sustenta en una serie de principios y valores que comparten ambos participantes, como son la confidencialidad, la veracidad, la fidelidad y la privacidad, y en las habilidades del médico para comunicarse con el paciente y para generarle confianza. Estos son atributos esenciales y, por ello, no tienen que ver con los cambios sociales o con los valores que prevalecen en un determinado momento histórico o en una comunidad específica; pero la evolución de la sociedad puede hacer surgir otros valores o poner en riesgo los fundamentales, por ello conviene examinar cómo se da la relación médico-paciente en el momento actual de las sociedades occidentales modernas, aceptando que se trata de sociedades en transición y que el futuro depende de cómo se resuelva esta transición. EL MODELO TRADICIONAL Por muchos años la relación médico-paciente ha sido claramente asimétrica con predominio de la imagen del médico, que ha llevado la voz cantante. El modelo guiado por el médico, llamado hipocrático, se sustenta en el principio de beneficencia y es ejercido a través de un paternalismo, a veces benevolente y otras autoritario. Se pondera la capacidad del paciente para obedecer las órdenes del médico (cumplimiento puntual de la terapia prescrita) como su cualidad más preciada; el enfermo deposita absolutamente su confianza en el médico en tanto que se limita a seguir obedientemente las instrucciones que éste le señale. El médico toma las decisiones en nombre del paciente y siempre por su bien, partiendo de la idea de que el enfermo no tiene capacidad de hacerlo, ya sea en razón de su falta de conocimientos médicos o de las limitaciones que le impone su enfermedad, especialmente lo primero. Este modelo exige un paciente pasivo, acrítico, sumiso y disciplinado, y un médico capaz de ejercer la autoridad, frecuentemente represivo, actuando en favor de los intereses del enfermo. De aquí viene la frase que sintetiza la relación médico-paciente en términos de “una confianza frente a una conciencia”. Al margen de la eficacia de este modelo, lo cierto es que el cambio social ha generado un nuevo tipo de paciente que, claramente, no asume ya el papel que se le asigna bajo esta visión, y tal vez también un nuevo tipo de médico. EL NUEVO PACIENTE Y LA REGULACIÓN SOCIAL DE LA PRÁCTICA Cada día resulta más claro que “los pacientes de hoy no son como los de antes”, aunque una proporción de la población siga teniendo comportamientos como los que exige el modelo paternalista. Dependiendo del cambio social han surgido conductas nuevas que no son ya compatibles con esa visión asimétrica de la relación médico-paciente. El paciente va adquiriendo cada vez más comportamientos de consumidor, de tal modo que selecciona entre varias ofertas, busca paquetes, acecha oportunidades, compara precios y servicios y elige según un mercado. Es verdad que el mercado de los servicios de salud es un mercado imperfecto y que La relación médico-paciente ha sido siempre el fundamento de la práctica clínica. El modelo guiado por el médico, llamado hipocrático, se sustenta en el principio de beneficencia y es ejercido a través de un paternalismo, a veces benevolente y otras autoritario. El paciente va adquiriendo cada vez más comportamientos de consumidor, de tal modo que selecciona entre varias ofertas, busca paquetes, acecha oportunidades, compara precios y servicios y elige según un mercado. 4 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Existe una creciente regulación social de la práctica médica en la que ya los médicos no pueden hacer, como antes, literalmente lo que quieran con sus pacientes. La visualización del paciente como objeto del trabajo médico, clínico o de investigación y docencia, constituye otro modelo contemporáneo que relega las cualidades del enfermo como persona. las opciones que seleccionan los pacientes no siempre son las más favorables en términos sanitarios, pues se dejan seducir por superficialidades, promociones engañosas e información tendenciosa, pero lo cierto es que esta visión está influyendo en las características de la relación con los médicos. Además, han surgido variedades de pacientes críticos, desconfiados y beligerantes, en respuesta seguramente a experiencias insatisfactorias, propias o de sus allegados. No es raro que hoy los pacientes soliciten una segunda opinión, o hasta una tercera, antes de tomar una decisión; que consulten en las bases de datos si lo que su médico les prescribió es o no correcto y que cuestionen cada una de las indicaciones. Más aún, que demanden legalmente cuando los resultados no les satisfacen, que se organicen para apoyar sus exigencias y que involucren a toda la sociedad en ello. Esto ha conducido a una creciente regulación social de la práctica médica en la que ya los médicos no pueden hacer, como antes, literalmente lo que quieran con sus pacientes. LOS NUEVOS MODELOS Congruente con la mercantilización de la sociedad se ha venido consolidando un modelo contractual de relación médico-paciente en el que, ya sea de manera explícita o implícita, cada uno tiene derechos y obligaciones, entre aquéllos el de reclamarle al otro sus fallas a éstas. Desde que el médico es identificado como “prestador de servicios” y el paciente como “usuario” se vislumbra una relación de este tipo que, si bien responde a las necesidades de un mercado, lo cierto es que vulnera los lazos afectivos que tradicionalmente han caracterizado a los vínculos entre médico y enfermo. Un modelo de asociación se ha convertido más en una aspiración que en una realidad. Este modelo reconoce la autonomía del paciente y su derecho a participar activamente en las decisiones que le conciernen, y se visualiza mejor a partir de que el paciente tiene un problema, lo plantea al médico y entre ambos buscan la mejor solución y la instrumentan. La visualización del paciente como objeto del trabajo médico, clínico o de investigación y docencia, constituye otro modelo contemporáneo que relega las cualidades del enfermo como persona. Esta visión está inspirada en el trabajo técnico y hay que reconocer que muchos médicos de hoy en día sólo conocen al paciente en un muy limitado aspecto, en el que se han vuelto expertos, pero frecuentemente olvidados de la faceta que tiene como persona. LA ELECCIÓN DEL MÉDICO POR EL PACIENTE Un saludable principio para lograr una buena comunicación en la relación médico-paciente es que éste pueda elegir a su médico y cambiarlo cuando no le satisfaga. El asunto no es tan sencillo, particularmente en las instituciones oficiales de salud en las que la organización de los servicios no facilita el ejercicio de este principio elemental. Por otro lado, las mismas imperfecciones del mercado de la salud hacen que los criterios para seleccionar al médico no siempre sean los más favorables a la propia salud pues la elección se puede centrar en la promoción que cada médico haga de sus supuestas cualidades, su prestancia o su permisibilidad de tal modo que no imponga sacrificios a los pacientes aún cuando estos sean indispensables para su manejo. Así, el paciente puede optar por un médico que no prohíba fumar, no intente incidir en otros malos hábitos y aliente prácticas cómodas pero inconvenientes para la salud. Ante la pregunta de un paciente sobre cómo elegir a su médico se pueden proponer los criterios que se muestran en el cuadro 1.1. Hasta muy recientemente se empieza a hablar de derechos de los médicos, tema que fue tabú durante mucho tiempo. EL MÉDICO COMO PERSONA Si bien es cierto que es el médico el que debe hacer los mayores esfuerzos para lograr una relación apropiada con sus pacientes se han tendido a dejar de lado sus necesidades como persona; hasta muy recientemente se empieza a hablar de derechos de los médicos, tema que fue tabú durante mucho tiempo. El médico vive, en mayor o menor medida, los sufrimientos del paciente, experimenta la angustia de la muerte y su amenaza, las ansiedades ante una posible demanda y mucho más. Gonzalo Castañeda dedicó un capítulo de su libro El arte de Relación médico-paciente < 5 Cuadro 1.1. Sugerencias para elegir médico •Certificado por el consejo correspondiente •Ni demasiado joven, ni demasiado viejo • De apariencia pulcra e higiénica •Con experiencia pública y privada •Con currículum académico: profesor, investigador, miembro de academias • Accesible por radiolocalizador, por teléfono, por cercanía del consultorio •Indicios de que no es un comerciante • Visión del paciente como un todo y no como una parte o suma de partes • Flexible y comprensivo pero firme en sus recomendaciones • Se muestra interesado en usted y no sólo en sus enfermedades • Preferiblemente recomendado por sus pacientes •No se anuncia excesivamente. No tiene la pared tapizada de diplomas • Sabe escuchar más que hablar •Explora más o menos completamente •Elabora historias clínicas y las escribe, en papel o en computadora • Se sabe dar a entender • Dedica suficiente tiempo a las recomendaciones •Explica lo que uno tiene, no sólo da órdenes •No rehúye las preguntas •No menosprecia al paciente considerando que no es capaz de entender •No solicita un exceso de estudios complementarios y, en todo caso, explica su utilidad •No prescribe más medicamentos que los indispensables y explica para qué sirven •Explica las medidas higiénicas y dietéticas hacer clientela, de 1933, al médico como persona, con una orientación más deontológica que analítica, recomendado reglas de actuación con el fin de lograr la confianza del paciente, aún a expensas de su propio bienestar. Se viene arrastrando la idea del apostolado que prácticamente le niega al médico la satisfacción de necesidades personales, si bien queda claro que la responsabilidad primaria es con el paciente. EL PACIENTE DIFÍCIL El adjetivo “difícil” refiere a lo que exige mucho trabajo y es complicado. Al calificar a un paciente el término puede también tener la acepción de descontentadizo. En todo caso, se trata de un paciente excepcional que exige del médico poner en práctica muchas habilidades que no suelen ser necesarias en sus acciones cotidianas. Un paciente puede resultar difícil porque su diagnóstico no es evidente, porque su terapia es laboriosa y compleja o bien porque sus características personales hacen que la relación que el médico quiere establecer con él se presente complicada o dificultosa. El diagnóstico suele ser difícil en enfermedades de baja prevalencia, y ello en relación con el grado de sospecha que el médico pueda tener; aún los casos que se expresan de manera típica o característica, en tanto que el médico no esté buscando la enfermedad en cuestión y no se la plantee entre los diagnósticos probables, resultará difícil de reconocer. Algo parecido ocurre cuando la enfermedad se presenta en una fase muy temprana de la historia natural, hoy en día un desideratum en la medida en que se trata de un diagnóstico precoz o temprano ya que aún no se manifiesta con los síntomas característicos aunque puede provocar daños orgánicos como sucede en la diabetes no diagnosticada. Una de las dificultades diagnósticas más frecuente se debe a que la enfermedad se manifiesta de manera atípica. La expresión clínica no sólo depende de la naturaleza de la enfermedad sino de su gravedad, la fase de la historia natural en la que se encuentre, la respuesta del paciente, su capacidad de percepción y muchos otros factores. Es común que se manifieste oligosintomática y cueste trabajo reconocerla o, por el contrario, sobresintomática por la adición de percepciones o quejas ajenas a la enfermedad pero propias del padecimiento. Una razón por la que suele dificultarse el diagnóstico es la asociación de dos o más enfermedades (comorbilidad) que, al menos en los adultos, es más la regla que la excepción. Por Un paciente puede resultar difícil porque su diagnóstico no es evidente, porque su terapia es laboriosa y compleja o bien porque sus características personales hacen que la relación que el médico quiere establecer con él se presente complicada o dificultosa. 6 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA ello, el clínico debe alertarse y reconocer las influencias recíprocas de una enfermedad sobre la otra, y que no son una simple suma algebraica de los signos de una y otra. También tiende a ser difícil identificar la causa cuando los síntomas son inespecíficos; de hecho, lo que suele orientar hacia un diagnóstico concreto es la presencia de síntomas específicos (ictericia, exantema característico, tumor, enrojecimiento localizado, etc.). Cuando el paciente sólo se queja de astenia, fatigabilidad, mareo, malestar general y otros síntomas igualmente inespecíficos, la lista de enfermedades a considerar en el diagnóstico diferencial tiende a ser muy grande y muy difícil de precisar cuál de ellas es la responsable. Una causa muy común de diagnóstico difícil son las deficiencias de información. En última instancia, es a partir de los datos de interrogatorio, exploración y estudios complementarios, los que se organizan para volverlos congruentes y lógicos, que se integran en síndromes o complejos sintomáticos, que se puede reconocer la enfermedad o enfermedades que subyacen en el cuadro nosográfico. Si el interrogatorio es insuficiente u obtiene datos falaces, si la exploración es incompleta o técnicamente mal realizada o se carece de los estudios complementarios necesarios, va a resultar difícil integrar un diagnóstico nosológico y actuar en consecuencia. El analfabetismo o la falta de cultura no son equivalentes a incompetencia y que los pacientes con estas características son perfectamente capaces de ejercer su autonomía. Durante mucho tiempo la tendencia era la de ocultar las malas noticias a los pacientes para evitar males mayores, atendiendo paternalistamente a los principios de no maleficencia y beneficencia, pero ya se ha reconocido explícitamente el derecho que tiene el paciente para conocer la verdad. LIMITACIONES DEL PACIENTE Hipoacusia, demencia, psicosis, afasia y otras deficiencias físicas constituyen dificultades para establecer una relación médico-paciente, la que frecuentemente tiene que ser indirecta, a través de los familiares, tal y como sucede con los niños pequeños. Por supuesto que la relación entre el médico y la familia no substituye a la relación médico-paciente y es claro que el médico tendría que hacer intentos por relacionarse con el enfermo a pesar de sus limitaciones; a pesar de ellas percibe el interés, la preocupación y el profesionalismo con que se le trata. En un grado menor que las dificultades que plantea la demencia del enfermo, el médico se enfrenta con personas restringidas en su capacidad intelectual por razones diversas. Obtener de ellos datos para integrar un diagnóstico y hacerse entender sobre las recomendaciones constituye una verdadera proeza, pero es una responsabilidad del clínico adaptarse a las circunstancias de su paciente. También suele ser difícil comunicarse con pacientes analfabetos o lejanos a una cultura moderna de la salud, que también requieren del clínico poner en juego todas sus habilidades. Conviene recordar que el analfabetismo o la falta de cultura no son equivalentes a incompetencia y que los pacientes con estas características son perfectamente capaces de ejercer su autonomía; lo que resulta difícil es proporcionarles información que puedan entender y asimilar. LAS MALAS NOTICIAS Los pacientes de mal pronóstico, a los que hay que comunicar malas noticias, tienden a ser evadidos por los médicos y la relación con ellos no se da en las mejores condiciones. Durante mucho tiempo la tendencia era la de ocultar las malas noticias a los pacientes para evitar males mayores, atendiendo paternalistamente a los principios de no maleficencia y beneficencia, pero ya se ha reconocido explícitamente el derecho que tiene el paciente para conocer la verdad y, en todo caso, esto es un requisito indispensable para ejercer la autonomía. Bajo esta perspectiva, hay dos tipos de pacientes: los evasivos que prefieren no saber y los autocontrolados que a veces exigen la información. Se requiere una preparación adecuada del enfermo y de la familia y, siempre, el apoyo de ésta última, de manera que la estrategia para revelar la verdad tendría que ser planeada con la familia. Aunque el paciente tiene derecho de conocer la verdad es prerrogativa del médico decidir el momento, la secuencia, la gradualidad y el ritmo para revelarla; en otras palabras, administrar esa verdad para producir el menor daño adicional posible. A mi juicio, no sólo no es conveniente evitar involucrarse sino que hay que tratar de hacerlo (sin sobreinvolucrarse) para poder comprender mejor al paciente y a la familia y para ayudarlo más efectivamente. Pero también hay que entender las fases de Kubler-Ross, en algunas de las cuales el médico puede ser el blanco de las agresiones del enfermo. Relación médico-paciente < 7 PECULIARIDADES CONDUCTUALES En este sentido hay una serie de prototipos que vuelven difícil la relación médico-paciente. El paciente contradictorio, el evasivo, el vago e impreciso, se adicionan al hostil, exigente y crítico. El desconfiado que percibe que el médico está experimentando con él, el que tiene expectativas irreales, el que habla otro idioma o pertenece a una subcultura que el médico no comprende. Un capítulo especial ameritan los simuladores y los histriónicos, y otro las enfermedades ficticias y facticias. Los pacientes angustiados, en razón de su enfermedad de fondo o presas de los diferentes síndromes psiquiátricos, apelan a la capacidad tranquilizadora del médico basada en su actitud. Completan la lista de pacientes difíciles los involucrados en delitos, como sucede con los relacionados de alguna manera con el narcotráfico. EL MÉDICO COMO PACIENTE La cultura y la actitud de los médicos los vuelven pacientes difíciles. Los hay indolentes o hipocondriacos, autosuficientes y demandantes. Un abordaje que puede ser útil es solicitarles que asuman su papel de enfermos en tanto que el clínico tiene que mantener su papel profesional. No se trata de negarle participación en las decisiones, por el contrario, de ofrecerle información objetiva que ayude a tomar mejor dichas decisiones. La cultura y la actitud de los médicos los vuelven pacientes difíciles. ALGUNOS LINEAMIENTOS PARA RELACIONARSE CON PACIENTES DIFÍCILES No se pueden proponer fórmulas para atender a los pacientes difíciles y cualquiera de ellas carecería de la suficiente especificidad para aplicarse a cada uno de los casos, pero se pueden hacer algunas recomendaciones generales y será la habilidad del médico la que permita adaptarlas a los pacientes individuales. Un primer lineamiento es el de explorar la expectativas durante la conversación inicial; a partir de ello se pueden adoptar dos estrategias, ya sea la de tratar de satisfacer esas expectativas o la de acotarlas con todo comedimiento. Lo que no puede perderse es el comportamiento profesional; el paciente, independientemente de sus características y expectativas tiene que ver en su interlocutor a un médico interesado por él, que no se impacienta ni se sulfura, que está haciendo esfuerzos por entenderlo y por adaptarse a las circunstancias, que no está aplicando juicios de valor a su conducta o a su visión y que se ubica perfectamente en su papel. Las alianzas con los familiares pueden ayudar a entender mejor las peculiaridades del caso y a encontrar la manera más eficiente de ayudar. INTERPOSICIONES La relación médico-paciente es interpersonal y la comunicación se da de manera verbal y no verbal. El lenguaje de los síntomas y signos tiene que ser leído por el clínico, interpretado y traducido en acciones y recomendaciones. Pero además, existe una relación afectiva, empática y cálida que, a más de su efecto terapéutico, contribuye a la eficacia de la comunicación. Cuando Laenec propuso la auscultación mediata, el contacto físico entre médico y paciente que exigía la auscultación inmediata dejó de ser indispensable. Este hecho se ha interpretado como heráldico de lo que sucedería en el futuro, cuando el artefacto (en este caso el estetoscopio de Laenec) se interpuso entre el enfermo y su médico. Trasponiendo este ejemplo, hoy en día la relación se ha modificado en muchos casos hacia una médico-máquina-paciente, médico-institución-paciente, médico-administración-paciente, médico-leyes o normas-paciente, etcétera. En otras palabras que la interposición de terceros se va convirtiendo en frecuente y se generan deformaciones; por ejemplo, en la relación médico-máquinapaciente se perciben dos vertientes adicionales: la relación médico-máquina en la que uno ve a los médicos enamorados de sus artefactos soslayando al paciente, y la relación máquinapaciente en la que se observa al paciente creyéndole más a la máquina que al médico. NECESIDADES, DEMANDAS Y EXPECTATIVAS En una visión reduccionista de la interacción entre médicos y pacientes se esperaría sólo que el médico obtenga información, la procese para integrar un diagnóstico, estime un pronóstico La relación médico-paciente es interpersonal y la comunicación se da de manera verbal y no verbal. 8 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA El enfermo espera un tratamiento eficaz, como sumario y conclusión de su interacción con el médico, pero frecuentemente también espera que lo comprendan, que se compadezcan de él, que se pongan en su lugar. El médico ya no sólo tiene que identificar el diagnóstico nosológico sino las expectativas del paciente y, si son excesivas, acotarlas. La de la salud es una industria económicamente productiva y rentable si se administra bajo las reglas empresariales, lo cual ha sido aprovechado por líderes financieros, frecuentemente excluyendo a los médicos. y elija una terapia. Visto de esta manera, el médico puede ser substituido por una computadora o un robot, en tanto que se le alimente con los datos necesarios. Sin embargo, está claro que aun en términos de eficiencia se requieren otras cosas. Ciertamente el enfermo espera un tratamiento eficaz, como sumario y conclusión de su interacción con el médico, pero frecuentemente también espera que lo comprendan, que se compadezcan de él, que se pongan en su lugar, que lo escuchen; desea saber qué es lo que le está ocurriendo, participar en su atención, comprender las implicaciones familiares y sociales de su enfermedad, cómo va a repercutir en su trabajo; desea tener una interpretación integral de su estado de salud y no sólo –en el mejor de los casos– el nombre de su enfermedad; le gustaría que consideraran su individualidad y que no le trataran como a uno más; que se tomen en cuenta sus diferencias intelectuales, económicas y culturales. Para Laín Entralgo la enfermedad genera en el paciente una serie de vivencias elementales: invalidez en tanto que se vuelve, temporal o definitivamente, incapaz de realizar sus actividades habituales; molestia, entendida como incomodidad o sufrimiento; amenaza, percibida como riesgo para la vida o la función; “succión por el cuerpo”, cuando toda la atención se centra en el sitio enfermo; soledad, independientemente de la compañía que tenga, dado que nadie comparte auténticamente sus vivencias; anomalía, dado que ha perdido la “normalidad” y recurso, considerando que puede hacer uso de su enfermedad para lograr algunos fines como ganancia secundaria. De acuerdo con todo esto, el médico ya no sólo tiene que identificar el diagnóstico nosológico sino las expectativas del paciente y, si son excesivas, acotarlas. En esta exploración tiene que formarse una idea de sus deseos, temores, preferencias, aprehensiones, valores y principios. Tiene que atender los síntomas yatrotrópicos (los que obligan al enfermo a buscar ayuda), pero también los no yatrotrópicos. Identificar no sólo la demanda del paciente sino su necesidad, lo cual frecuentemente exige de toda su habilidad. Y además, tiene que hacer un diagnóstico de las capacidades del paciente, a modo de involucrarlo en las decisiones y de confiar en su aptitud para contender con la enfermedad. Todas éstas son las responsabilidades del médico de hoy. Obviamente es más fácil atenerse al modelo reduccionista en el que la atención es un servicio técnico más y por eso hay mucha resistencia a abandonar ciertos patrones que caracterizaron a la medicina de antes. LAS NUEVAS FORMAS DE ORGANIZACIÓN DE LA ATENCIÓN MÉDICA Y LA MEDICINA COMO NEGOCIO Una característica más de los nuevos tiempos son los cambios en las relaciones entre financiadores, prestadores y usuarios de los servicios médicos. Entre los problemas más importantes hoy en día se encuentran el financiamiento de los servicios de salud, las estrategias para moderar los costos y la lucha por la eficiencia; pero también se ha hecho evidente que la de la salud es una industria económicamente productiva y rentable si se administra bajo las reglas empresariales, lo cual ha sido aprovechado por líderes financieros, frecuentemente excluyendo a los médicos. Una primera reacción se ha generado en contra de la terminología en que los médicos se niegan a ser denominados prestadores de servicios de salud y que a los pacientes se les designe como usuarios. No parece lo mismo una relación médico-paciente que una prestador-usuario. Al constituirse los terceros pagadores el énfasis se ha puesto en la contención de costos, si no es que en la rentabilidad. De esta manera algunos financiadores eligen a los médicos que acepten sus condiciones, tanto para limitar los estudios complementarios como para ejercer la función de cancerberos (gatekeeping) y evitar la referencia de enfermos. Con propósitos de planeación y supervisión se han creado protocolos que, si fuesen sólo guías para orientar a los médicos resultarían útiles, pero hay la pretensión de que se sigan al pie de la letra, que no se rebasen los costos previstos y que los médicos se conviertan en obedientes procesadores de algoritmos. Esta forma de pensar ha permeado seriamente en las organizaciones de atención médica y los profesionales han entrado en desconcierto porque ven amenazados principios y valores ancestrales. En el cuadro 1.2 puede verse el lamento escrito en internet por un médico anónimo. Relación médico-paciente Cuadro 1.2. I used to be a doctor I used to be a doctor, now I am a health care provider. I used to practice medicine, now I function under a managed care system. I used to have patients, now I have a consumer list. I used to diagnose, now I am approved for one consultation. I used to treat, now I wait for authorization to provide care. I used to have a successful people practice, now I have a paper failure. I used to spend time listening to my patients, now I spend time justifying myself to the authorities. I used to have feelings, now I have an attitude. Now I don’t know what I am. Yo era médico Yo era médico, ahora soy un proveedor de servicios de salud. Solía practicar medicina, ahora funciono en un sistema comercial de atención. Solía tener pacientes, ahora tengo una lista de consumidores o clientes. Solía realizar diagnósticos, ahora me aprueban otorgar consultas. Solía dar tratamientos, ahora tengo que esperar autorización para proveer la atención. Solía tener una práctica exitosa entre la gente, ahora tengo una insuficiencia de papel. Solía destinar el tiempo a escuchar a mis pacientes, ahora lo utilizo para justificarme ante las autoridades. Solía tener sentimientos, ahora tengo una actitud. Ahora ya no sé bien lo que soy. LA ENFERMEDAD CRÓNICA Como brazo eferente de la transición epidemiológica ha emergido un numeroso subconjunto de enfermos que, a diferencia de los que pueden recuperar su salud mediante las intervenciones apropiadas, tienen que convivir con su padecimiento lo que le resta de vida. La diferencia entre una enfermedad aguda y una crónica no es sólo la duración de los síntomas, ambas traen aparejados algunos atributos que las hacen distintas. La mayoría de los médicos hemos sido formados en el modelo de la enfermedad aguda, el que también se ubica predominantemente en las expectativas de la sociedad. Este modelo se resume en tres momentos: 1) un sujeto previamente sano pierde la salud de manera más o menos súbita y acude al médico; 2) éste interviene y 3) el paciente recupera la salud previa en un plazo relativamente breve. La intervención del médico es fundamental pues una prescripción oportuna o una maniobra terapéutica apropiada no sólo restituyen la salud perdida sino que evitan complicaciones y secuelas. El pensamiento médico se centra en tres elementos: cómo se llama la enfermedad (diagnóstico nosológico), qué probabilidades tiene de recuperarse (pronóstico) y qué se tiene que hacer para lograr la recuperación (tratamiento). En la enfermedad crónica la situación es diferente. La expectativa del paciente puede ser la de recuperarse con una receta o una intervención quirúrgica, igual que en la enfermedad aguda. La primera información que el médico proporciona tiene que acotar esta expectativa. Dado que el paciente tendrá que contender con su enfermedad durante el tiempo que le reste de vida tiene que estar preparado para enfrentar todas las eventualidades, seguir haciendo su vida aunque esté enfermo y tomar decisiones por sí mismo, incluyendo auténticas decisiones terapéuticas. Esto significa que la principal intervención del médico es la educativa, más que la prescriptiva; que el enfermo tiene que ser “habilitado” (del inglés empowerment) para manejarse autónomamente; que más que propiciar la dependencia del paciente con respecto del médico habría que favorecer su autonomía, y que el médico se convierte en asesor y educador pero ya no es el que toma todas las decisiones, aunque todas ellas fueran buscando el bien del enfermo. Habría que reconocer que los médicos actuales hemos mostrado algunas limitaciones para adaptarnos a este modelo. Los incentivos económicos en la práctica liberal comercial de la medicina son a favor de la dependencia, de tal modo que se cite al paciente con frecuencia para darle instrucciones que tiene que acatar. Por otro lado, no tenemos tiempo suficiente para < 9 10 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La enfermedad crónica impone una carga al sistema de salud, que tiene que encontrar estrategias imaginativas para resolverla. Las nuevas circunstancias obligan, más que nunca, a arraigarse en los valores y principios ancestrales de la profesión y a estar a la altura de sus aportaciones históricas. educar debidamente a nuestros pacientes y frecuentemente tampoco tenemos las habilidades pedagógicas para hacerlo. La fórmula de enviar al paciente a un curso (por ejemplo, clínica de diabetes) resuelve una parte del problema si es que en ese curso se tiene una adecuada estrategia educativa y si ésta se ejecuta apropiadamente. Sin embargo, la responsabilidad del médico tratante no se cancela con el envío del paciente al programa educativo pues buena parte de lo que el paciente requiere se resuelve sólo en intervenciones “cara a cara” con el médico, quien tendrá que resolver las necesidades educativas adicionales, contestar las dudas, avalar algunas de las decisiones tomadas por el paciente y retroalimentarlo. En el padecimiento agudo los enfermos ocupan un espacio temporal en el conjunto de pacientes con la misma enfermedad; una vez que se curan salen de este conjunto y, salvo situaciones extraordinarias, el tamaño de dicho grupo se mantiene. En la enfermedad crónica, en cambio, cada paciente que ingresa al conjunto (pool) permanece dentro de él, nunca sale, y el conjunto tiende a crecer, de tal manera que da la impresión de un comportamiento epidémico. Por eso se da la apariencia de que hay, hoy en día, una epidemia de diabetes, de hipertensión, de osteoporosis y de dislipidemias, porque aunque no hubiese un incremento de la incidencia de estos trastornos sí lo hay de la prevalencia por acumulación de casos. La enfermedad crónica significa también un mayor riesgo de comorbilidad. Cualquier enfermedad adicional que tenga un paciente con enfermedad crónica significa obviamente comorbilidad, al margen de que pueda haber, además, relaciones causales. Esto significa la necesidad de convertirse en experto en las influencias recíprocas de las enfermedades coexistentes, en interacciones entre diversos tratamientos y en jerarquización de los problemas de cada paciente. La enfermedad crónica impone una carga al sistema de salud, que tiene que encontrar estrategias imaginativas para resolverla. También por esta razón surgen las estrategias de autocuidado, automedicación, autoprescripción, asesoría telefónica, atención ambulatoria y grupos de autoayuda, entre otros, que los médicos deberemos propiciar, asesorar, patrocinar y no obstaculizar. EPÍLOGO El cambio social impone modalidades a la relación del médico con sus pacientes; los preceptos ingenuos de confianza a priori, concediendo de antemano que todos los médicos tienen los atributos de omnisapiencia y benevolencia se han enfrentado con realidades que no siempre dependen sólo de sus cualidades profesionales. Hoy el paciente ha adquirido conductas de consumidor, experto en sus enfermedades, vigilante crítico y participante activo; en tanto que muchos médicos se han convertido en prestadores de servicios, trabajadores de la salud y procesadores de instrucciones. Las nuevas circunstancias obligan, más que nunca, a arraigarse en los valores y principios ancestrales de la profesión y a estar a la altura de sus aportaciones históricas. LECTURAS RECOMENDADAS • • • Castañeda G. El arte de hacer clientela. Ed. JGH. México 1997 (edición facsimilar del original de 1933). Jinich H. El paciente y su médico. 2.ª edición. El Manual Moderno. México. 2002. Laín-Entralgo P. La relación médico-enfermo. Madrid: Alianza Editorial, 1983. Cómo mejorar el cumplimiento de la terapia < 11 2. Cómo mejorar el cumplimiento de la terapia Alberto Lifshitz Y vigilen también las fallas de los pacientes quienes frecuentemente mienten acerca de si tomaron lo que se les prescribió… Hipócrates Los incuestionables avances que se han tenido en los tratamientos farmacológicos de muchas enfermedades terminan siendo anulados con frecuencia por un motivo muy simple: muchos pacientes no siguen las prescripciones. Las razones para ello son muy diversas: se les olvida, no entendieron las instrucciones, no se convencieron, no nos ganamos su confianza, sufren efectos adversos que los obligan a suspender la terapia, no tienen acceso al medicamento por falta de recursos económicos o por otras causas; no valoran suficientemente el tratamiento, se sienten bien, consideran que ya es mucha medicina, temen efectos nocivos por acumulación, les parece que ya lo siguieron por un tiempo suficiente, reciben opiniones (profesionales o no) distintas, les incomoda el sabor, etcétera. Esta falta de cumplimiento por parte del paciente se manifestó dramáticamente a propósito de la tuberculosis, enfermedad en la que fue necesario recurrir a estrategias de supervisión muy estrecha para evitar los fracasos terapéuticos y las resistencias; pero se ha hecho más evidente en otras enfermedades crónicas, particularmente las que carecen de síntomas o estos son bien tolerados. Los médicos hemos pecado de ingenuos y hasta de irresponsables al suponer que otorgar la receta garantiza su cumplimiento; que nuestra responsabilidad cesa en ese momento y que a partir de allí la obligación corresponde al paciente o a su familia. Ni siquiera solemos tener suficiente conciencia del problema y de su magnitud. Por mucho tiempo la adherencia fue identificada con la sumisión; de hecho, se le denominaba “obediencia terapéutica”. El mejor paciente era el más dócil, el que menos cuestionaba las indicaciones y el que se disciplinaba de manera estricta, confiando ciegamente en su médico y sin atreverse a criticarlo o poner en duda sus órdenes. Pero a partir de los últimos decenios del siglo XX, con la jerarquización del principio de autonomía, se reconoció el derecho de los pacientes a participar activamente en las decisiones que les conciernen y hasta el de negarse a seguir las indicaciones de los médicos si no les parecían apropiadas, en oposición al paternalismo que dominó por siglos y que concedía autoridad absoluta a los médicos para decidir en favor de los pacientes, aunque estos no estuvieran totalmente de acuerdo. Bajo esta nueva concepción el término “obediencia” se abandonó y se substituyó por otros como “conformidad”, “adhesión”, “apego”, “adherencia” o “cumplimiento” terapéutico. En inglés se suele utilizar el término compliance que significa conformidad o acuerdo, y que no es estrictamente un sinónimo de adherencia, pues se suele traducir como aceptabilidad o tolerancia. Recientemente también en inglés se ha preferido el término adherence. La Organización Mundial de la Salud define a la adherencia como “el grado en que el comportamiento de una persona (ya sea tomar el medicamento, seguir un régimen alimenticio o establecer cambios en su modo de vida) se corresponde con las recomendaciones acordadas de un prestador de asistencia sanitaria”. Este escrito se limitará a la adherencia al tratamiento farmacológico, con la plena conciencia de que el cumplimiento es mucho más difícil de lograr para los tratamientos dietéticos y para las modificaciones en los estilos de vida, y se enfocará a lo que puede hacer un médico individual con su paciente; no tanto a las estrategias de salud pública que preocupan mucho a la OMS y a la Organización Panamericana de la Salud, en la medida en que se desperdician muchos recursos y no se logran los efectos esperados de los tratamientos. Los incuestionables avances que se han tenido en los tratamientos farmacológicos de muchas enfermedades terminan siendo anulados con frecuencia por un motivo muy simple: muchos pacientes no siguen las prescripciones. La Organización Mundial de la Salud define a la adherencia como “el grado en que el comportamiento de una persona (ya sea tomar el medicamento, seguir un régimen alimenticio o establecer cambios en su modo de vida) se corresponde con las recomendaciones acordadas de un prestador de asistencia sanitaria”. 12 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA En los países desarrollados apenas 50% de los pacientes con enfermedades crónicas alcanzan el cumplimiento de sus terapias mientras que en los países en desarrollo las cifras son mucho menores, de entre 12 y 37%. La magnitud del problema es suficientemente grande como para que la OMS lo considere una prioridad. En los países desarrollados apenas 50% de los pacientes con enfermedades crónicas alcanzan el cumplimiento de sus terapias mientras que en los países en desarrollo las cifras son mucho menores, de entre 12 y 37%. Desde luego que varían con la enfermedad, las condiciones socioeconómicas, la cultura y la educación; pero en general la falta de cumplimiento es el factor limitante más frecuente que impide alcanzar la efectividad terapéutica que sí se logra en los ensayos clínicos y no puede considerarse como una excepción pues ocurre en la mayoría de los casos. Hipertensión, diabetes, epilepsia, asma, cáncer, osteoporosis, sida y trasplantes son ejemplos dramáticos en los que la falta de adherencia conduce a desenlaces desafortunados. Cuando se trata de elegir candidatos, como sucede en los receptores de órganos, una variable ha sido la probabilidad estimada de que efectivamente cumplan con el tratamiento. Las consecuencias de una falta de adherencia son obvias, pero se destacan la falta de eficacia del tratamiento, el incremento en las complicaciones, la resistencia y el aumento de los costos. La información que los pacientes ofrecen a su médico acerca de si siguieron o no el tratamiento, y si lo hicieron tal y como estaba prescrito, no ha resultado confiable, ni siquiera cuando se ha obtenido a partir de un cuestionario estructurado. Se han tenido que idear procedimientos más complejos que no resultan prácticos en el encuentro individual entre médico y paciente, como son el recuento de las tabletas remanentes, la medición de niveles sanguíneos, la utilización de marcadores biológicos no tóxicos o los dispositivos electrónicos que registran cada momento en que se abre el envase. Toda esta sofisticación sólo habla de que, para estos propósitos, no puede confiarse en la palabra de los enfermos. Parece ser que algunos elementos clave para lograr mayor cumplimiento implican la comprensión plena de la terapia por parte del enfermo, su convicción sobre la importancia del apego, el que le asigne un valor a su tratamiento o a la recuperación de su salud, que se involucre afectivamente y se comprometa auténticamente. Partiendo de la idea de que el enfermo no es un obediente procesador de órdenes del médico, sino que siempre tiene algo que aportar en la relación terapéutica, el enfoque más pertinente se sustenta en mejorar la calidad de la relación interpersonal. En la medida en que el paciente cuente con información correcta, suficiente y comprensible, que jerarquice su propia salud, tenga confianza en el médico, en el medicamento y en el sistema de salud y cuente con una visión de futuro, se podrá lograr una mayor adherencia a las terapias. Las estrategias que se han propuesto para superar el problema abarcan cinco grupos: a)Educación del paciente, tanto en relación con su padecimiento y su terapéutica, como en el valor del apego. b)Efectos sobre el comportamiento, como ocurrió con los tratamientos de la tuberculosis. c)Recompensas, particularmente en los pacientes con mente sencilla, en los que funcionan mejor los incentivos, ya sea positivos o negativos. d)Apoyo social, especialmente por parte de la familia. e)Seguimiento, ya sea telefónico o presencial, personal o por intermediarios. El enfermo no es un obediente procesador de órdenes del médico, sino que siempre tiene algo que aportar en la relación terapéutica. En un intento de ubicar las estrategias en el terreno de un médico individual atendiendo a un paciente individual y tomando en cuenta las razones que más frecuentemente se invocan para la no adherencia se pueden hacer las siguientes recomendaciones: 1. La sola emisión de la receta, por más bien hecha que esté, no es, por supuesto, suficiente para garantizar la adherencia. 2. Anotar en la receta el tiempo que debe seguirse la prescripción, por ejemplo, “hasta nueva instrucción”, “de por vida”, “indefinidamente”. 3. Aunque se puede optar por utilizar incentivos (según las características del paciente), en general no sirven de mucho las amenazas, intimidaciones y mentiras. Lo más que se logra es que el paciente pierda la confianza o abandone al médico. Primum non nocere ¿primer principio de la ética médica? < 13 4.Explorar las aptitudes del paciente, tanto en términos de poder ejercer su autonomía como de poder contender con su enfermedad. 5. Explorar las expectativas del paciente. En caso de que sean razonables intentar cumplirlas; si son excesivas acotarlas desde el principio. 6. Tomarse el tiempo necesario para explicar con detalle la enfermedad y la terapia; constatar varias veces que el paciente haya comprendido. 7. Hacer partícipe al paciente de los planes terapéuticos. 8. Proporcionar la información por escrito. 9. Retroalimentar y reforzar, reconocer los esfuerzos y ponderarlos. 10. En igualdad de circunstancias, prescribir la marca menos costosa siempre y cuando se pueda garantizar el abasto y la calidad farmacéutica. 11. Usar el menor número de medicamentos posible, a la menor dosis posible y en el menor número de tomas posible.* 12. Relacionar las tomas del medicamento con las actividades cotidianas y no tanto con el horario, por ejemplo “al acostarse”, “después del desayuno”. 13. Explicar los posibles efectos adversos, su trascendencia y lo que hay que hacer en caso de que aparezcan. 14. Involucrar a la familia. 15. Mantener una comunicación frecuente con el paciente e investigar periódicamente el grado de cumplimiento. 16. En algunos casos puede ser útil firmar un convenio. 17. Investigar la posibilidad de una depresión asociada, en tanto que la falta de adherencia puede representar una conducta autodestructiva. 18. Sin descalificarlas a priori, advertir de las ventajas o inconvenientes de las medicinas alternativas que se suelen usar para el caso. *Aquí hay alguna contradicción porque, por ejemplo, las tomas semanales tienden a olvidarse más que las diarias y las tomas cada tercer día originan confusiones acerca de si hoy toca o no. Todo esto significa una inversión de tiempo del que a veces los médicos no disponemos, pero nuestra responsabilidad es con la salud del paciente y no la de cumplir nuestra tarea con el menor esfuerzo y al margen de los desenlaces. Los médicos somos más educadores que prescriptores. No basta reprender a los pacientes, culparlos, amenazarlos o intimidarlos; no basta informarles o recomendarles, hay que convencerlos; no basta ordenarles, hay que explorar sus posturas y tomar en cuenta sus puntos de vista. Lograr la adherencia es la verdadera meta de la prescripción. La adherencia es la verdadera meta de la prescripción. LECTURAS RECOMENDADAS • • Alonso MA, Álvarez J, Arroyo J y cols. Adherencia terapéutica: estrategias prácticas de mejora. Salud-Madrid 2006;13:31-8. Disponible en: http://www.infodoctor.org/notas/NF-2006-8 Lifshitz A. Importancia y complejidad de la adherencia terapéutica. Rev Med IMSS (Méx) 2007;45:309-310. 3. Primum non nocere ¿primer principio de la ética médica? Alberto Lifshitz INTRODUCCIÓN La traducción de la alocución latina primum non nocere, atribuida a Hipócrates, se suele traducir como “primero no hacer daño”, pero dado que “primero” tiene una connotación no 14 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA sólo de jerarquía sino también ordinal, se han propuesto otras formas con diferencias sutiles; entre ellas: “Sobre todo no hacer daño” “Ante todo no hacer daño” “Primero que nada no dañar” “Antes que nada no dañar” Se refiere, entonces, al deber de los médicos de no causar daño, deber que se ubica como prioridad en la jerarquización de obligaciones éticas, según se muestra, por ejemplo, en el libro de William Frankena, expresadas en orden de mayor a menor compromiso, en donde se ve que la promoción del bien tiene una prioridad bastante menor que la de evitar el daño: 1. La obligación de no producir daño o mal. 2. La obligación de prevenir el daño o el mal. 3. La obligación de remover o retirar lo que esté haciendo un daño o un mal. 4. La obligación de promover lo que hace bien. El daño involuntario puede significar una responsabilidad ética en tanto que, por ejemplo, participen la falta de previsión y los errores evitables; no se diga la negligencia, ignorancia o fraude. La potencialidad de hacer daño es inherente a la práctica médica. Se da por sentado que ningún médico tiene la intención de dañar. Más aún, el médico ha sido considerado ‘la segunda víctima’ en los daños yatrogénicos, no sólo por el riesgo que implica exponerse a demandas y reclamaciones sino porque tiene que enfrentar las culpas y remordimientos que un profesional responsable siente cuando percibe que perjudicó a su enfermo. Pero aún el daño involuntario puede significar una responsabilidad ética en tanto que, por ejemplo, participen la falta de previsión y los errores evitables; no se diga la negligencia, ignorancia o fraude. Colocar este compromiso ‘por sobre todo’, ‘antes que nada’ y ‘primero que nada’ hace énfasis en lo paradójico que resulta que una profesión que tiene el propósito de hacer el bien pueda resultar dañina, y que a veces resultaría preferible ni siquiera intentar hacer el bien si al hacerlo se pudiera generar daño. DOBLE EFECTO DE LAS ACCIONES MÉDICAS En su interpretación más radical el primum non nocere provocaría una parálisis operativa pues obligaría a evitar cualquier acción médica, dado que todas ellas suponen el riesgo de dañar. La potencialidad de hacer daño es inherente a la práctica médica. De hecho, cada una de las acciones del médico tiene un efecto bueno y un efecto malo: la extirpación de un tumor puede salvar la vida pero produce dolor y a veces discapacidad y mutilación; todos los medicamentos tienen efectos adversos además del efecto benéfico; administrar una inyección propicia, desde luego, el acceso del medicamento al sitio en el que debe actuar, pero produce al menos dolor y tiene el riesgo teórico de una lesión nerviosa o un absceso, etcétera. Esta duplicidad de efectos se regula éticamente bajo el llamado “principio del acto de doble efecto”. Este principio señala que es lícito realizar una acción de la que se siguen dos efectos, uno bueno y otro malo, siempre y cuando se satisfagan cuatro condiciones: 1. La acción en cuestión ha de ser buena o, al menos, no mala; es decir, indiferente o permitida. 2. No se desea el mal resultado; no entra en la intención del agente causar mal alguno. 3. El buen resultado no es consecuencia del mal, es decir, no se usa un mal como medio para obtener el fin (bueno), sino que aquél es un hecho colateral nada más. 4. Lo bueno tiene que ser proporcionado, es decir, en el resultado final el bien obtenido debe superar al mal accidental acumulado. Para ilustrar este principio se suele utilizar el ejemplo de una mujer embarazada con cáncer del cuello uterino en la que la única posibilidad de curación implicaría una extirpación de la matriz (histerectomía) que, necesariamente, provocaría la muerte del feto inviable. Primum non nocere ¿primer principio de la ética médica? < 15 Abstenerse de alguna acción terapéutica conduciría a la muerte de ambos, madre e hijo, en tanto que la histerectomía podría preservar la vida de la madre. Aplicando las reglas del “acto con doble efecto” la histerectomía es, en sí misma, buena en tanto que puede ser curativa del cáncer; la intención del actuante no es la de provocar la muerte del feto; el buen resultado no depende de que el feto muera y se podría juzgar que el resultado final es que el bien supera al mal, pues tendríamos una muerte en vez de dos. Históricamente, en uno de los extremos se encuentra la llamada “práctica heroica” en la que lo importante es salvar la vida sin importar que se cause sufrimiento o algún daño marginal. PRÁCTICA HEROICA VERSUS CURACIÓN NATURAL Los médicos nos ubicamos entre dos tendencias extremas a propósito de las intervenciones que pueden producir daño. Históricamente, en uno de los extremos se encuentra la llamada “práctica heroica” en la que lo importante es salvar la vida sin importar que se cause sufrimiento o algún daño marginal; en este extremo se ubican el encarnizamiento terapéutico y los llamados tratamientos extraordinarios, fútiles u optativos. En el otro extremo se ubican los partidarios de la “curación natural”, quienes intervienen lo menos posible para permitir actuar a las “fuerzas de la naturaleza” suponiendo que son benéficas (vis medicatrix naturae) y el nihilismo terapéutico. Los primeros tienden a producir daños por exceso (comisión) y los segundos por insuficiencia (omisión). La mayoría de los médicos nos encontramos lejos de estos extremos pero hay colegas y especialidades que se aproximan a uno de ellos; por ejemplo, la cirugía, los cuidados intensivos y las áreas intervencionistas de la cardiología o la imagenología tienden a la ‘práctica heroica’, y las especialidades más generalistas hacia la ‘curación natural’. En la organización actual de los servicios de salud también se identifican modelos que promueven en uno u otro sentido: hacia la yatrogenia por comisión los que incentivan la sobreutilización de servicios y los tratamientos innecesarios, y hacia la omisión los que niegan estudios o tratamientos necesarios con base en la falta de apoyo financiero o de las debidas autorizaciones por parte de los pagadores. EL PRINCIPIO DE NO MALEFICENCIA La obligación de no hacer daño se consagra en uno de los principios de la ética médica contemporánea, el llamado “principio de no maleficencia” que junto con los de respeto a la autonomía, beneficencia y justicia constituyen la tétrada en que se sustenta una ética de principios propuesta por Beauchamp y Childress, la que ha sido muy ampliamente difundida y que constituye la expresión más representativa de la ética médica norteamericana de hoy en día. El daño yatrogénico es bien reconocido como una de las causas de enfermedad o lesión. Si dentro de este daño potencial se consideran no sólo las consecuencias físicas sino también las psicológicas, morales, económicas y otras, se tiene que admitir que los médicos (o los sistemas médicos) nos encontramos entre los agentes etiológicos más frecuentes de daño a los pacientes. El Institute of Medicine de Estados Unidos publicó en 2000 un texto llamado “Errar es humano. Construyendo un sistema de salud más seguro” en el que estiman unas 98 000 muertes anuales por errores médicos, cifra que excede la de muertes por accidentes de vehículos automotores (43 458), cáncer de mama (42 297) o infecciones por VIH (15 516). Se estima que más de 13% de los ingresos a un hospital se deben a efectos adversos del diagnóstico o el tratamiento y que casi 70% de las complicaciones yatrogénicas son prevenibles. El calificativo de daño yatrogénico puede resultar injusto a partir de la idea de que muchas de las consecuencias nocivas de los actos médicos dependen más bien de las condiciones en que estos se efectúan; por ejemplo, sin los recursos necesarios o atendiendo a normas inconvenientes. Sharp y Faden han propuesto el término de daño comiogénico (del griego komein, misma raíz que en nosocomio o manicomio) para referirse a lo producido por médicos, enfermeras, técnicos, personal administrativo, personal de apoyo, farmacéuticos, productores de medicamentos o material de curación, administradores o políticos de la salud. Aceptar que la probabilidad de producir daño está implícita en las acciones de los médicos no significa dejar de reconocer que un alta proporción de estos daños son evitables, particularmente los que dependen de negligencia, imprevisión, errores, fraude o ignorancia injustificable. Ciertos daños yatrogénicos como la caída del cabello consecutiva a la quimio- El calificativo de daño yatrogénico puede resultar injusto a partir de la idea de que muchas de las consecuencias nocivas de los actos médicos dependen más bien de las condiciones en que estos se efectúan. 16 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA El daño yatrogénico se puede juzgar desde una perspectiva teleológica a partir de los resultados de una acción, o desde la perspectiva deontológica considerando sólo la acción misma, al margen de los resultados. La relativamente reciente e indudablemente creciente regulación social de la práctica médica, en la que los médicos somos vigilados por nuestros pacientes, la comunidad, los grupos organizados y nuestros propios colegas, ha reducido la excesiva libertad de que los médicos gozábamos. terapia del cáncer o los efectos del exceso de cortisona por el tratamiento de una enfermedad autoinmunitaria grave no sólo no son evitables sino que pueden justificarse en términos de los beneficios obtenidos; estos daños se suelen llamar predecibles, anticipados, justificados, conscientes, necesarios, inocentes, explicables o calculados. Una reacción alérgica a un medicamento, a pesar de que se hizo un interrogatorio al respecto y se tomaron las medidas para minimizarla, también puede resultar inevitable; este daño se conoce como aleatorio, impredecible o accidental. Pero, a partir de la experiencia en otros ámbitos se ha podido constituir el concepto de “accidente o error latente”, que es uno que está ‘en espera de ocurrir’ y que ha permitido una reducción significativa en la frecuencia de consecuencias indeseables, por ejemplo, en las empresas de aviación. EL DAÑO Y LAS TEORÍAS ÉTICAS El juicio a partir sólo de los daños sin considerar las circunstancias y el proceso, juicio en el que frecuentemente caen los pacientes, familiares, la sociedad, los medios de comunicación y muchas veces los abogados, deja de lado el análisis de que se hubieran cumplido estrictamente los estándares de la profesión y, a pesar de ello, ocurrió un desenlace desafortunado. El daño yatrogénico se puede juzgar desde una perspectiva teleológica a partir de los resultados de una acción, o desde la perspectiva deontológica considerando sólo la acción misma, al margen de los resultados. En otras palabras, en el primer caso la presencia de daño obliga a considerar que las acciones que lo precedieron no fueron éticamente correctas, independientemente de que se ajustaran o no a las reglas y preceptos que regulan tales acciones; en el segundo caso se juzga si las acciones se hicieron conforme a las reglas establecidas, independientemente de que el resultado no haya sido bueno. Lo peculiar de nuestra sociedad contemporánea es que estos dos tipos de teorías éticas coexisten, que a veces se aplican unas y a veces otras, lo que origina no pocas confusiones y contradicciones. Más que no hacer daño, el precepto primum non nocere considera una auténtica ponderación del cociente beneficio/daño, es decir, la decisión de que en algunos casos vale la pena correr el riesgo de producir un daño puesto que se obtendrá un beneficio considerable y, en todo caso, siempre intentando minimizar tanto el riesgo como la magnitud del daño mismo. Por supuesto que se abarca la obligación de no producir daño evitable como el dolor posoperatorio o el del paciente terminal, no generar angustia innecesaria, no crear en el paciente dependencias superfluas, no incrementar las culpas relacionadas con la enfermedad y prevenir los gastos evitables. El retorno a la idea de jerarquizar al paciente por encima de cualesquier otros intereses vuelve a hacer énfasis en evitarles daños o sufrimientos; en distintas épocas han competido con el paciente (como interés primario incuestionable de los médicos), los valores académicos, la preservación del buen nombre del facultativo o de la institución, la necesidad de conservar el empleo, el cumplimiento del protocolo de investigación, ya no se diga los valores económicos o promocionales. ALTERNATIVAS PARA REDUCIR EL DAÑO Admitiendo que el daño yatrogénico no es evitable en términos absolutos sí lo es en términos relativos y conviene analizar lo que se puede hacer para reducirlo al mínimo ineludible. La relativamente reciente e indudablemente creciente regulación social de la práctica médica, en la que los médicos somos vigilados por nuestros pacientes, la comunidad, los grupos organizados y nuestros propios colegas, ha reducido la excesiva libertad de que los médicos gozábamos para, literalmente, hacer lo que quisiéramos con nuestros enfermos; introduce una saludable supervisión que, si no llega a extremos ni se maneja visceralmente, puede contribuir a que pongamos más cuidado en nuestro trabajo. Considerando que los riesgos de errores o accidentes ocurren más frecuentemente cuando los médicos y el personal son inexpertos, cuando se trata de procedimientos nuevos, cuando los pacientes se encuentran en los extremos de la vida, se otorgan cuidados complejos o atención de urgencia y en los pacientes con estancia prolongada en el hospital, conviene considerar todas estas condiciones como de “accidente” o “error latente” y extremar las medidas precautorias. Primum non nocere ¿primer principio de la ética médica? < 17 Igual que los estudiantes no suelen denunciar a sus compañeros cuando copian en el examen porque jerarquizan el compañerismo por encima de la honestidad, los médicos no solemos denunciar los fraudes que se cometen contra la salud y contemporizamos con su existencia. Tal vez la consciencia de lo complejas que son las decisiones médicas nos limita para ser jueces de las acciones de otros y los ejemplos en los que algunos compañeros, por parecer salvadores, calientan la cabeza de los pacientes o sus familiares en contra de un colega, nos han vuelto prudentes. No obstante, debiéramos ser los primeros en denunciar prácticas fraudulentas de los charlatanes y encontrar algún sistema para combatirlas. Por otro lado, el mejor frente que se puede dar ante el “movimiento de emancipación de los pacientes” es arraigarse en los valores y principios de la profesión. El respeto a la autonomía del paciente, en la medida en que lo alienta a participar en las decisiones que le conciernen, también lo hacen corresponsable informado, de tal modo que difícilmente podrá sentirse engañado o defraudado. Incluso, se menciona que el término “consentimiento” ya ha sido superado en la medida en que el médico se va convirtiendo en un consejero y asesor, más que en un tutor paternalista. Debiera retomarse la educación ética y de valores, no tanto en forma de una asignatura curricular concreta sino en la creación de espacios para la reflexión cotidiana; a propósito de los casos de todos los días. La propuesta de la medicina basada en evidencias, que recomienda la mejor alternativa procedente de la investigación científica para la atención de los pacientes individuales seguramente reducirá los daños involuntarios que se inducen en los enfermos. En cuanto a la posibilidad de evitar los errores y accidentes se puede tomar ejemplo de las compañías de aviación, sistematizando los procesos a través de protocolos que consideren los errores latentes, los individuos de alto riesgo y las circunstancias. Otra propuesta, que también procede del ejemplo de las compañías de aviación, es la de sacar provecho de los errores; con este propósito se han diseñado, por ejemplo, actividades académicas que complementan las sesiones anatomoclínicas, pero que se centran en los errores de los médicos y en la seguridad de los pacientes, con una metodología cuidadosa y respetando la confidencialidad debida. Se ha considerado la conveniencia de separar los errores de las culpas, de instituir un sistema para reportar errores y accidentes, de diferenciar los errores de los “eventos adversos” y de catalogar los errores y accidentes según sean o no significativos. ALGUNAS PROPUESTAS AL ALCANCE DEL MÉDICO En resumen, más que dar preponderancia a la obligación de no hacer daño en términos absolutos o en sentido abstracto, hoy el precepto primum non noscere se puede concretar en las siguientes sugerencias para los médicos que, desde luego, no son exhaustivas: • • • • • • • • • • • • Refrendar el compromiso con el paciente antes que con nada ni nadie Sistematizar o protocolizar los procedimientos a manera de prever las contingencias y minimizar los riesgos Evitar a toda costa el sufrimiento innecesario Valorar siempre los beneficios en función del riesgo Evitar las acciones superfluas o excesivas Mantenerse permanentemente actualizado y apto para ofrecer siempre la mejor alternativa existente Minimizar la magnitud de los desenlaces dañinos inevitables Prescribir sólo lo indispensable Consultar las dosis e indicaciones de los medicamentos; no hay ningún desdoro en hacerlo frente al paciente Si hay una persona más apta que uno para realizar un procedimiento, referirle al enfermo o solicitarle asesoría y supervisión En igualdad de circunstancias, elegir la opción menos costosa Denunciar fraudes y charlatanes. Probablemente será necesario crear un sistema para ello, en donde se eluda el riesgo de canibalismo por razones de competencia comercial Debiera retomarse la educación ética y de valores, no tanto en forma de una asignatura curricular concreta sino en la creación de espacios para la reflexión cotidiana. Se ha considerado la conveniencia de separar los errores de las culpas, de instituir un sistema para reportar errores y accidentes. 18 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA • • • • Dedicar tiempo suficiente a las explicaciones Informar debidamente al paciente de los riesgos y de la necesidad de informar al médico sobre los eventos adversos y reportarse Considerar la autodeterminación del paciente apto y hacerlo participar en las decisiones que le conciernen Analizar los propios errores y sacar debido provecho de ellos corrigiendo los defectos y superando la ignorancia. Ello significa una práctica reflexiva y dialéctica, que eluda las rutinas Seguramente hay muchas recomendaciones más, pero todas se centran en el arraigo en valores y principios ancestrales de la profesión, en el cuidado y el esmero que se deben ponerse en el trabajo, en la sistematización de los procedimientos, la autocrítica honesta y el aprovechamiento de las estrategias que han resultado útiles en otros campos. Lo que tendría que prevenirse es producir daño innecesario, excesivo, desproporcionado o sin mayor beneficio. EPÍLOGO La jerarquía que se concede al primum non nocere como primer principio de ética médica tendría que ser reconsiderada, pues el daño está implícito en las acciones médicas y frecuentemente es inevitable. Lo que tendría que prevenirse es producir daño innecesario, excesivo, desproporcionado o sin mayor beneficio. LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • Guarner V. Nuevas tecnologías y nuevos daños iatrogénicos. Gac Med Méx. 1995;131:533-51. Kohn LT, Corrigan JM, Donaldson MS. To err is human. Building a safer health system. National Academy Press. Washington DC, EU. 2000. Lifshitz A. El significado actual de Primum non nocere. Medicina Interna de México 2003;19:36-40. Singh N, Brennan PJ, Bell M. Primum non nocere. Infection Control and Hospital Epidemiology 2008;29:S1. Smith CM. Origin and uses of Primum Non Nocere-above all do not harm. J Clin Pharmacol 2005;45:371-7. Wachter RM, Saint S, Markowitz AJ, Smith M. Learning from our mistakes: quality grand rounds, a new casebased series on medical errors and patient safety. Ann Intern Med 2002;136:850-2. 4. La enfermedad crónica Alberto Lifshitz Una diferenciación tradicional entre las enfermedades ha sido la de separarlas según su tiempo de evolución: agudas cuando duran un tiempo corto y crónicas cuando persisten por largo tiempo, muchas veces de por vida. Una diferenciación tradicional entre las enfermedades ha sido la de separarlas según su tiempo de evolución: agudas cuando duran un tiempo corto y crónicas cuando persisten por largo tiempo, muchas veces de por vida. El plazo preciso es menos trascendente que el hecho de que se delimiten en el tiempo. Algunas personas incluyen una variedad intermedia: la de las enfermedades subagudas. Ciertamente una enfermedad aguda puede convertirse en crónica y una crónica agudizarse, pero generalmente la naturaleza de la enfermedad es la que define su pertenencia a alguno de estos campos. Más aún, con la misma denominación, el calificativo de aguda o crónica confiere una naturaleza distinta; es muy diferente una pancreatitis aguda (una emergencia abdominal) de una pancreatitis crónica (un trastorno en la absorción de nutrimentos), y lo mismo se puede decir de la hepatitis, la prostatitis, la neumonitis y muchas otras. Pero la distinción trasciende una simple referencia al tiempo de evolución y empieza por su reversibilidad. Muchas de las enfermedades crónicas son, en sentido estricto, incurables, mientras que las agudas suelen ser curables y, en caso de no serlo, también se resuelven de manera rápida, aunque a veces con secuelas o con la muerte. Ejemplos de enfermedades crónicas son la diabetes, la hipertensión arterial, la osteoporosis, la enfermedad de Alzheimer La enfermedad crónica y la artrosis, todas ellas con potencial de mejorar mediante tratamiento pero, estrictamente, incurables. Una característica de las enfermedades crónicas es que el número de casos se va acumulando. A diferencia de la enfermedad aguda en la que los enfermos pertenecen sólo temporalmente al conjunto (pool) de pacientes y éste sólo crece de manera transitoria, en la enfermedad crónica, una vez que el paciente se incorpora al conjunto de enfermos ya la única manera de salir de él es con la muerte, de tal manera que este conjunto crece en la medida en que se logra que los pacientes sobrevivan; esta es una de las razones por las que parecen tener un comportamiento epidémico. Se habla de que vivimos una epidemia de enfermedades crónicas pero ello no se debe sólo a un aumento de nuevos casos (incidencia) sino a una acumulación de estos por falta de resolución. Estamos viviendo una época de enfermedades crónicas. Prácticamente en todas las familias hay un enfermo crónico y se requiere, tanto por parte de los médicos como de los pacientes y de la familia, que comprendan sus necesidades. La parte más importante tiene que ver con el papel del paciente. Mientras que en la enfermedad aguda el paciente se limita a obedecer las instrucciones del médico o a permitir que éste realice maniobras en su cuerpo, en la enfermedad crónica tanto la supervivencia como la calidad de vida dependen de la colaboración activa del paciente. Por ello, en términos de atención médica, los pacientes crónicos requieren, más que de prescripciones, de educación. Un paciente crónico tiene que aprender a convivir con su enfermedad puesto que lo va a acompañar toda la vida; tiene que saber tomar decisiones ante situaciones desconocidas, puesto que no puede contar con la asesoría permanente del médico; tiene que estar preparado para identificar los indicios de alarma y saber qué hacer en esos casos; tiene que conocer cuándo debe llamar al médico y cuándo acudir a un servicio de urgencias, porque su vida depende de que tenga esa capacidad. Ciertamente, en los pacientes con demencia (una de las enfermedades crónicas) no puede esperarse el ejercicio de estas capacidades pero en esos casos son los familiares los que tienen que estar educados. Todos estamos habituados al modelo de la enfermedad aguda, en el que el paciente tiene un problema de salud, acude con el médico, éste prescribe un tratamiento o le realiza alguna maniobra y la enfermedad desaparece. En la enfermedad crónica la participación directa del médico es menos importante, a menos que adopte el papel de educador, y el paciente no puede esperar que la enfermedad se resuelva a partir de una simple prescripción. Bajo el modelo de la enfermedad aguda, que no sólo domina las expectativas de los pacientes sino la educación de los médicos, el enfermo no es más que un dócil procesador de las órdenes del médico y generalmente no se le concede el derecho de ejercer su iniciativa o su libertad. En la enfermedad crónica las decisiones le pertenecen al paciente y el médico es más bien un asesor y un supervisor, pues obviamente no puede estar permanentemente junto al paciente para que éste le delegue cada resolución. Si en todas las circunstancias la salud es una responsabilidad colectiva que empieza por el individuo, en la enfermedad crónica la responsabilidad del enfermo es aún mayor. El modelo de la enfermedad crónica implica que el paciente convive con su enfermedad el resto de su vida, que tiene que saber contender con las eventualidades cotidianas, muchas veces inéditas. Hay que considerar que muchas veces el paciente comprende mejor su padecimiento que el médico, en tanto que lo vive en todo su dramatismo; hoy se habla de pacientes expertos. Muchos pacientes con infecciones por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH y sida) están más al día en las novedades relacionadas con la enfermedad que muchos médicos. En todo caso, siempre tienen algo que aportar en la planeación del manejo. Si el médico es un experto en enfermedades y tratamientos el paciente lo es en su propio padecimiento puesto que nadie lo conoce mejor que él. La terapéutica de la mayoría de las enfermedades crónicas no es curativa por ahora, y no aspira a serlo pronto. Sus propósitos pueden ser el control, la paliación, el manejo de los síntomas, la desaceleración, la prevención de complicaciones y secuelas y, en su caso, la rehabilitación. Los pacientes crónicos no pueden aislarse de la sociedad (como sí ocurre < 19 Mientras que en la enfermedad aguda el paciente se limita a obedecer las instrucciones del médico o a permitir que éste realice maniobras en su cuerpo, en la enfermedad crónica tanto la supervivencia como la calidad de vida dependen de la colaboración activa del paciente. El modelo de la enfermedad crónica implica que el paciente convive con su enfermedad el resto de su vida, que tiene que saber contender con las eventualidades cotidianas, muchas veces inéditas. 20 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Otra característica de las enfermedades crónicas es que casi siempre coexisten dos o más de ellas en un mismo enfermo. No se trata de transferir toda la responsabilidad al enfermo, pero sin ella es poco lo que pueden hacer los profesionales. temporalmente con los pacientes agudos); tienen que mantenerse trabajando y asumiendo sus papeles dentro de la familia, aún cuando estén enfermos. Otra característica de las enfermedades crónicas es que casi siempre coexisten dos o más de ellas en un mismo enfermo (lo que se conoce como comorbilidad). El paciente diabético con frecuencia es hipertenso y tiene alteraciones en las concentraciones de lípidos en la sangre; la artrosis y la osteoporosis tienden a ocurrir asociadas. Muchos pacientes con alguna de estas enfermedades tienen además alteraciones cardíacas. El manejo de las enfermedades coexistentes significa algo más que la suma aritmética del tratamiento de cada una de ellas pues ejercen influencias recíprocas y hay interacciones entre los medicamentos que se utilizan. Los pacientes no pueden fragmentarse y atenderse en pedazos pues el organismo reacciona integralmente; la diabetes no puede considerarse en forma independiente de la hipertensión o la obesidad pues están ocurriendo en un mismo individuo. La visión de la enfermedad aguda, que ha dominado la cultura médica por siglos, generó una excesiva dependencia de los pacientes hacia sus médicos y sus hospitales. Se crearon grandes nosocomios y muchas necesidades de salud se resolvían hospitalizando a los pacientes. La sociedad se medicalizó en el sentido de que la atención de todos los problemas de salud tenía que pasar por los médicos. Hoy se valora la atención ambulatoria y domiciliaria, mientras que el hospital se restringe a los casos que ameritan cuidados intensivos o cirugía compleja. El paciente se atiende en su medio familiar y laboral, vigila personalmente los indicios de la evolución de su enfermedad (mide su tensión arterial o su glucosa sanguínea), hace rectificaciones a su régimen, le informa al médico y éste valida o sanciona sus iniciativas. Enfermedad aguda y enfermedad crónica difieren en muchos sentidos; la participación del paciente es uno de los más conspicuos, de modo que se requiere de su compromiso, su habilitación, del ejercicio de su autonomía, su capacitación, el valor que le otorgue a su salud, su disciplina, la utilización de sus redes sociales, su visión de futuro para poder contender con su enfermedad y no sólo de la prescripción o manipulación que haga el médico que lo atiende. No se trata de transferir toda la responsabilidad al enfermo, pero sin ella es poco lo que pueden hacer los profesionales. LECTURAS RECOMENDADAS • • Lifshitz A. Las enfermedades crónicas. Medicina Interna de México 2002;18:202-3. Organización Panamericana de la Salud. Prevención y control de las enfermedades crónicas. OPS. 5. Medicina personalizada Alberto Lifshitz La literatura médica (y hasta la popular) se ha visto invadida en los últimos tiempos por la idea de una medicina personalizada, pero haciéndola equivalente a la farmacogenómica. Se la describe como la confección del tratamiento farmacológico de acuerdo con las características individuales de cada paciente, la selección de la terapia a la medida de cada persona; de tal modo que no todos los pacientes con una misma enfermedad se atienden igual sino que el tratamiento depende de las características individuales de cada caso. No se trata de crear medicamentos o dispositivos que sean únicos para un solo paciente sino de clasificar a los individuos en subpoblaciones que difieren en su susceptibilidad a una cierta enfermedad o en su respuesta a un tratamiento específico. Las intervenciones preventivas o terapéuticas se pueden entonces concentrar en aquellos que se beneficiarán de ellas, ahorrando gastos y efectos colaterales a los que no tienen posibilidades de que ello ocurra. Hoy, como nunca antes, se pueden identificar marcadores moleculares de la presencia o riesgo de una enfermedad, de susceptibilidad, de protección o de respuesta diferencial al tratamiento. Medicina personalizada La terapéutica hasta ahora ha sido genérica, aproximadamente la misma para quienes comparten una misma enfermedad; es la que se ha mostrado más útil para la más amplia proporción de la población, con base en las estadísticas que consideran promedios poblacionales y que soslayan las excepciones. Las terapias se comienzan a individualizar a partir, por supuesto, del diagnóstico preciso pero también al considerar las diferencias de edad, peso, superficie corporal, las funciones renal y hepática, la historia de alergias o la intolerancia a los medicamentos y otras circunstancias. Hoy se plantean variables adicionales que revolucionarán la terapéutica y que tienen, en efecto, que ver con la farmacogenómica. Los polimorfismos permiten predecir la respuesta terapéutica y la aparición de efectos adversos; ayudan a decidir el no administrar un cierto fármaco a un paciente porque le hará más daño que bien. En teoría permiten elegir el medicamento adecuado, a la dosis adecuada, con el fraccionamiento y distribución adecuados, por el tiempo idóneo en el paciente adecuado, lo que ha sido siempre el desideratum. La modalidad es aún incipiente pues, aunque se han descubierto una gran cantidad de marcadores genéticos, la validación clínica de dichos marcadores está ocurriendo a una velocidad más lenta pues enfrenta dificultades económicas, metodológicas y hasta regulatorias. Pero cabe, desde luego, vislumbrar la posibilidad ampliamente imaginada de un carnet personal que enliste las enfermedades para las que el individuo tiene mayor riesgo, aquellas contra las que está genéticamente protegido y, con bases farmacogenómicas, los medicamentos que pueden generarle reacciones adversas, aquellos que originarían respuestas favorables y los que no serían eficaces, además de otras características personales que definan su perfil. Pero esta identidad entre medicina personalizada y farmacogenómica queda un tanto corta y no le hace justicia a la práctica clínica tradicional, pues en una visión más amplia una medicina personalizada no sólo se refiere al uso de fármacos para prevenir o tratar enfermedades sino también a la consideración de la individualidad del paciente en todos los sentidos y no únicamente en el que se refiere a su respuesta potencial al tratamiento. Es verdad que el que cada paciente es un ser único e irrepetible ha sido frecuentemente dejado de lado en razón de encontrar respuestas que beneficien a un mayor número de enfermos. El concepto mismo de enfermedad (en el sentido nosológico) no resulta más que un artificio operativo y didáctico que busca las similitudes entre distintos enfermos pero soslaya las diferencias. La contrastación con el “padecimiento” ilustra las diferencias entre un constructo y el sufrimiento verdadero, entre lo que dicen los textos y lo que padecen los enfermos. El viejo aforismo de que “no hay enfermedades sino enfermos” ilustra el reconocimiento ancestral de que la visión nosológica es artificiosa, sin negarle su valor práctico. La salud pública, no obstante, tiene que centrarse en grandes conjuntos de individuos para los que se aspira a ofrecer una respuesta colectiva. El pensamiento clínico, si bien tiende a individualizar a los pacientes, no deja de tener como referentes los grupos de enfermos y suele contrastar las descripciones nosográficas con las características individuales de los dolientes, a veces menospreciando algunas diferencias que surgen en tal intento de analogía, pero hay que partir de la idea de que cualquier generalización tiene un componente mayor o menor de artificio. Antonio Machado decía: “por más vueltas que le doy no hallo manera de sumar individuos”. La individualización del paciente implica una consideración a sus diferencias, las que pueden ser de muchos tipos: intelectuales, culturales, económicas, de hábitos y costumbres, de creencias y prejuicios, temores, aprehensiones, expectativas, deseos y, por supuesto, diferencias biológicas. Eludir la consideración de estas diferencias no sólo significa una falta de respeto al paciente sino también un mayor riesgo de fracasos terapéuticos. El diagnóstico, por ejemplo, se ha centrado en el nombre de la enfermedad (diagnóstico nosológico), lo que resulta a todas luces insuficiente para las decisiones que le suceden. Si utilizamos como ejemplo la diabetes es obvio que no todos los diabéticos son iguales aunque compartan los criterios diagnósticos y la designación de la enfermedad que los ataca. La decisión terapéutica y el pronóstico apenas se pueden esbozar con el sólo enunciado de la diabetes pues simplemente se distingue la mellitus de la insípida, la tipo 1 de la tipo 2, la antigua de la reciente, la grave de la leve, la complicada de la que no lo es, la que tiene secuelas de la que < 21 La terapéutica hasta ahora ha sido genérica, aproximadamente la misma para quienes comparten una misma enfermedad. Los polimorfismos permiten predecir la respuesta terapéutica y la aparición de efectos adversos. La salud pública, no obstante, tiene que centrarse en grandes conjuntos de individuos para los que se aspira a ofrecer una respuesta colectiva. 22 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La variabilidad entre pacientes puede ser muy grande, al grado que algunos no tienen ninguna respuesta al medicamento o tienen reacciones adversas graves. carece de ellas, la del individuo competente de la del incompetente, la del comprometido de la del indolente, la del que tiene redes sociales de ayuda de la del que carece de ellas, la del pobre de la del rico, la del viejo de la del joven, la del analfabeta de la del ilustrado, la del asegurado de la de la población abierta, la del que tiene enfermedades asociadas de la del que carece de ellas, etcétera. En otras palabras, dos pacientes con la misma enfermedad pueden acaso compartir la lesión anatómica o el trastorno fisiopatológico; pero obviamente tendrán diferencias en la magnitud, la duración, los órganos involucrados, las enfermedades asociadas, el estado funcional previo, la edad e incluso la respuesta fisiológica. La variabilidad entre pacientes puede ser muy grande, al grado que algunos no tienen ninguna respuesta al medicamento o tienen reacciones adversas graves. Esto se puede deber a las condiciones en que en ese momento se encuentra el organismo; por ejemplo, por mala función renal o hepática, o a diferencias genéticas que imprimen su peculiaridad, no necesariamente en término de genes sino de unidades más simples como el polimorfismo de un solo nucleótido o SNP (single-nucleotide polymorphism). Personalizado es algo adaptado o preparado a las necesidades o deseos de la persona a la que se destina. Hoy se habla, por ejemplo, de documentos, utensilios, cosméticos, prendas, instrumentos y equipos personalizados. Una medicina personalizada es aquella dirigida a las características individuales del paciente, no sólo en términos del mejor fármaco para él sino de una serie de recomendaciones y consejos que se adaptan específicamente a sus necesidades. LECTURAS RECOMENDADAS • • Abrahams E, Ginsburg GS, Silver M. The personalized medicine coalition: goals and strategies. Am J Pharmacogenomics 2005;5:1-11. Salari K. The downing era of personalized medicine exposes a gap in medical education. Plos Medicine 2009;6:e1000138. 6. Medicina traslacional Alberto Lifshitz La generación del conocimiento no siempre considera su aplicación práctica, asumiendo que finalmente irá encontrando su utilidad para la sociedad de manera natural. La evolución de la ciencia, como la de muchas otras actividades humanas, tiende a la especialización. Ya no existe el científico universal que comprende cualquier rama de la ciencia, aún cuando todos los científicos comparten ciertos códigos metodológicos y de conocimiento esencial. Esta especialización ha permitido la división del trabajo, la profundización del conocimiento y la colaboración, pero también ha distanciado algunos campos de la ciencia aunque ha acercado a otros. Por otro lado, la generación del conocimiento no siempre considera su aplicación práctica, asumiendo que finalmente irá encontrando su utilidad para la sociedad de manera natural. Muchos científicos han defendido su libertad para investigar con independencia de si los resultados tendrán o no una utilidad inmediata, partiendo de la premisa de que no hay conocimiento inútil. En la medicina se ha manifestado en una separación entre las áreas clínica y básica, condición que se observa desde hace tiempo en los currículos universitarios (al menos en el modelo flexneriano) en los que parece haber dos carreras diferentes, la que se cursa en la primera mitad destinada a la ciencia básica y la de la segunda mitad relativa a las disciplinas clínicas. Los muchos intentos de integración no siempre han sido exitosos y no deja de ser una preocupación permanente para la planificación curricular y la formación de un médico científico. En muchas universidades los profesores de ciencias básicas ya no son médicos sino profesionales de otras áreas como biología o química. Algo similar ocurre en la investigación biomédica que Medicina traslacional progresivamente va siendo un campo de profesiones distintas de la medicina. En alguna época los clínicos desarrollaban investigación básica y todavía hay algunos ejemplos notables, pero lo cierto es que cada vez se separan más las dos actividades. Mientras la investigación básica se va alejando de la clínica la medicina clínica se va distanciando de la ciencia y corre el riesgo de convertirse en una disciplina empírica, que procede por déjà vu, que no reflexiona en lo subyacente ni se arriesga a hacer predicciones sustentadas científicamente o, lo que es más importante, escatima algunas soluciones que podrían salvar vidas o mejorar la salud. Entre lo más grave del distanciamiento entre la ciencia y la clínica es que ha surgido un problema de comunicación y un retraso de la adaptación del nuevo conocimiento a las circunstancias de la práctica. Este escrito pretende llamar la atención sobre esta nueva Babel y ofrecer algunos argumentos para, al menos, plantear el problema de una mejor manera. LOS FUNDAMENTOS DE LA MEDICINA CLÍNICA Si bien la medicina tiene un pie asentado en la ciencia biomédica, también es cierto que el otro se ubica en otras áreas como las humanidades y las ciencias sociales. Las decisiones clínicas no sólo toman en cuenta los resultados de la investigación sino cosas menos estructuradas como las expectativas, deseos, temores, aprehensiones y prejuicios de los pacientes, pericia del facultativo y circunstancias de la práctica. Esto quiere decir que existen limitaciones para trasladar sin adaptaciones los resultados de la ciencia al contexto de los pacientes. El movimiento de la medicina basada en evidencias, que originalmente aspiraba a que las decisiones clínicas tuvieran su fundamento principalmente en los resultados de la investigación científica (evidencias) tuvo que rectificar y proponer que estos resultados se consideraran en función de la experiencia del médico, su juicio clínico, las condiciones de los pacientes y las circunstancias del momento. Más aún, las evidencias tuvieron que ser clasificadas según fuesen o no aplicables a la atención de los pacientes (patient oriented evidence, POE y disease oriented evidence, DOE) y según tuvieran o no importancia para estos (patient oriented evidence than matters POEM). LOS MUNDOS DE LA CLÍNICA Y DE LA CIENCIA Existen diferencias filosóficas entre la práctica clínica y la investigación científica que conviene conocer para entender las dificultades de comunicación y traducción. Mientras que la investigación pretende develar los secretos de la naturaleza la práctica clínica aspira a ayudar a los pacientes, aunque a veces lo hace sin respetar completamente los resultados de la ciencia o sin poner estos a prueba. A los científicos les interesa conocer la verdad y a los clínicos propiciar la curación, la prevención o el alivio. Para los clínicos lo importante es reducir el daño; para los investigadores incrementar el acervo cognoscitivo de la humanidad. Para los clínicos las sentencias son más axiológicas que factuales, para los investigadores ocurre lo contrario. Por supuesto que no se trata de dos mundos totalmente diferentes. La ciencia ha aportado innumerables beneficios a la atención de los pacientes y la clínica ha sido la inspiración de muchos científicos: ambas disciplinas se retroalimentan y de ninguna manera se puede decir que a los investigadores no les interesan los pacientes ni a los clínicos el avance de la ciencia. La clínica es el espacio de aplicación de los conocimientos generados por la ciencia, en donde se ponen a prueba, de donde se retroalimenta la ciencia y en lo que se inspira para nuevos proyectos. Pero la clínica es también un espacio en el que se genera conocimiento, si bien esto no ha sido suficientemente aprovechado. Con todo esto se señala que la separación es artificiosa, que no es tan categórica como a veces parece, pero también se destaca la necesidad de mejorar la comunicación. LA INCOMUNICACIÓN Las dificultades de comunicación entre investigadores y clínicos comienzan por los códigos lingüísticos; los idiomas van distanciándose. Particularmente difícil para la comunicación ha sido el uso excesivo de siglas, abreviaturas y acrónimos que sorprenden a quienes no están en la convención si no se agrega un glosario. El texto de Medicina Interna de Harrison, por ejem- < 23 Entre lo más grave del distanciamiento entre la ciencia y la clínica es que ha surgido un problema de comunicación y un retraso de la adaptación del nuevo conocimiento a las circunstancias de la práctica. Si bien la medicina tiene un pie asentado en la ciencia biomédica, también es cierto que el otro se ubica en otras áreas como las humanidades y las ciencias sociales. No se trata de dos mundos totalmente diferentes. La ciencia ha aportado innumerables beneficios a la atención de los pacientes y la clínica ha sido la inspiración de muchos científicos: ambas disciplinas se retroalimentan. 24 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La ciencia tiende a ser reduccionista, la clínica pretende ser holística. La validez externa está relacionada con la aplicabilidad de los resultados de la ciencia, con su transferencia a condiciones diferentes de aquellas en las que se generaron. La investigación traslacional se refiere al vínculo que hay entre la investigación básica y el desarrollo tecnológico por un lado, y las aplicaciones clínicas por el otro. plo, dedica 44 páginas a renglón seguido para enlistar las 2112 siglas utilizadas en el texto, y por supuesto ya han surgido los diccionarios de acrónimos y abreviaturas. La interpretación de estas siglas por sentido común o por el contexto puede generar graves confusiones. Por ejemplo, la expresión HB se puede identificar como hemoglobina o como hepatitis B, pero también es una marca de transportes de carga, una cadena de televisión y hasta se utiliza para referirse a habitantes. Lo cierto es que los artículos científicos y los reportes clínicos están plagados de siglas; en el mejor de los casos, los primeros se acompañan de un glosario o del vocablo completo en los primeros renglones del texto, seguido de la abreviatura entre paréntesis para evitar repetir muchas veces la palabra, pero por lo menos vuelven difícil la lectura. Los niveles de abstracción de la ciencia y la clínica son obviamente diferentes. La clínica se refiere al individuo y acaso a un grupo limitado de ellos. La ciencia abarca diversos grados de lo molecular, celular, tisular, orgánico, sistemas de órganos y también grupos grandes de personas. La ciencia explora la profundidad, la clínica va un poco más hacia la extensión. Los métodos difieren, pues los clínicos emplean mucho la analogía, las conclusiones por exclusión, las pistas no suficientemente validadas, la identificación de patrones sin un análisis racional, las pruebas terapéuticas, estrategias que nunca serían avaladas por los científicos. La ciencia tiende a ser reduccionista, la clínica pretende ser holística. Incluso en términos de valores se percibe un distanciamiento. Las consideraciones mutuas van del menosprecio al deslumbramiento. Lo cierto es que, aún ubicados en un mismo espacio físico, no siempre ha sido fácil lograr una comunicación ni una comunidad de objetivos entre clínicos e investigadores. VALIDEZ EXTERNA Otra dificultad tiene que ver con la validez externa pues es evidente que las circunstancias de la investigación no son las mismas que las de la práctica clínica. La validez externa está relacionada con la aplicabilidad de los resultados de la ciencia, con su transferencia a condiciones diferentes de aquellas en las que se generaron. Responde a la pregunta sobre qué tan generalizables son los resultados y sobre la extensión a la cual los resultados de un estudio pueden ser aplicados más allá del propio estudio. Estos cuestionamientos sobre la validez externa no se relacionan sólo con la investigación biomédica básica, sino aún con la investigación clínica que parece estar más cercana a los clínicos. Las aportaciones de la investigación clínica a la atención de los enfermos han sido invaluables. No obstante, no siempre han logrado transferirse de manera sencilla, empezando por la cuestión de si los resultados obtenidos con grupos de enfermos se pueden aplicar al caso, único e irrepetible, que desafía al clínico en ese momento preciso. La pregunta tiene que ver con el concepto de padecimiento, entendido como lo que el paciente efectivamente tiene, independientemente de que no siempre corresponde a la enfermedad descrita en los textos o concebida como constructo operativo y didáctico. Por ejemplo, los criterios de inclusión y exclusión que se emplearon para desarrollar una investigación pueden dejar fuera al paciente de ese día y no sabemos si el conocimiento generado es aplicable al caso individual, ya sea porque está fuera del rango de edad en que se realizó el estudio, porque es un caso más o menos avanzado en la historia natural de la enfermedad en cuestión que los que se estudiaron en el ensayo, porque forma parte de otro grupo de edad u otro sexo, o bien porque tiene enfermedades asociadas que no hubiesen permitido considerarlo dentro del grupo experimental. INVESTIGACIÓN TRASLACIONAL Investigación translacional es un concepto que ha sido cuestionado en razón de que no se ajusta a los cánones del idioma español. Ha sido una interpretación libre del inglés translational research que podría referirse como traduccional, pero también puede hacer referencia no tanto a la traducción como al traslado, en cuyo caso podría llamarse traslativa o traslacional. Cualquiera que sea su nombre en español, la investigación traslacional se refiere al vínculo que hay entre la investigación básica y el desarrollo tecnológico por un lado, y las aplicaciones clínicas por el otro. Viene a cubrir este espacio vacío que la incomunicación ha generado Medicina traslacional y que, por ahora, no ha sido cubierto ni por los investigadores ni por los clínicos. No es un concepto nuevo pues se viene manejando desde hace más de cinco años. Se ha definido como la “rama de la investigación médica que intenta conectar más directamente la investigación básica con el cuidado de los pacientes” o la “transformación de lo que se obtiene en el laboratorio en nuevas maneras de diagnosticar y tratar a los enfermos”. En todo caso es un vínculo entre el laboratorio y la cama de hospital o el consultorio y se concreta en una interdependencia crítica entre medicina y ciencia. A partir de este concepto, se han derivado otros como la medicina traslacional que aspira a emplear en los pacientes los resultados de la ciencia y educación traslacional para referirse a aquella que verdaderamente vincula a las ciencias básicas con las disciplinas clínicas, lo cual ha sido una aspiración secular de las escuelas de medicina. Si se mantuviera la idea de que la medicina traslacional es la utilización de los conocimientos de la ciencia en la atención de los pacientes no sería diferente de la investigación aplicada. En realidad se trata de un puente en dos direcciones que se establece entre la ciencia y la clínica, pues si bien la ciencia aporta nuevo conocimiento para ayudar a los pacientes, la clínica ofrece un campo de aplicación, de puesta a prueba, de retroalimentación y de identificación de necesidades para la investigación, además de generar por sí misma conocimientos que se integran con los que cuentan los científicos. Tampoco se puede identificar como la medicina molecular o la medicina personalizada, aunque utiliza bastantes elementos de ambas. Tampoco se puede identificar sólo con la extrapolación a los humanos a partir de un organismo modelo, que sería una medicina comparada. En cierto modo, la medicina traslacional es una etapa evolutiva de la medicina basada en evidencias que aspira a ofrecer a cada paciente la mejor alternativa existente, suponiendo que ésta se encuentra en los resultados de la ciencia. Pero se trata también de acelerar la transición entre los conocimientos básicos y la práctica clínica. La idea ha prendido suficientemente como para que varias universidades hayan creado departamentos de medicina traslacional, existan institutos vinculados con este concepto, maestrías y doctorados que habilitan para el desarrollo de investigación traslacional. El asunto de la incomunicación se percibe como complejo pues muchas veces los clínicos ya no reconocen los términos y conceptos que maneja la ciencia básica y mucho menos perciben su aplicación en el cuidado de sus pacientes, y los investigadores básicos viven deslumbrados por sus propios descubrimientos alejados de las necesidades de los enfermos y los hospitales. Se ha propuesto la necesidad de formar “traductores” o trasladores que sirvan de vínculo entre ambas actividades, como una especialidad nueva y un personaje adicional en la organización de los servicios, de profesionalizar la interpretación de la ciencia de una manera aplicable. EPÍLOGO La medicina reconoce su vínculo con la ciencia, no sólo como una forma de conocer mejor los mecanismos subyacentes a la enfermedad sino como una aportación sólida a la atención de los enfermos. En muchos casos la ciencia ha avanzado siguiendo su propio desarrollo y ha dejado atrás a los pacientes, cicateando soluciones que urgen en el contexto práctico. El desarrollo de la genómica, la clonación, las técnicas de diagnóstico fino, los blancos terapéuticos, los biomarcadores, la biofarmacéutica, el desarrollo de nuevos fármacos, la posibilidad de una verdadera medicina personalizada son algunas aportaciones que comienzan a mostrar cómo la ciencia ayuda a los pacientes. No perdamos la oportunidad de hacer avanzar nuestra disciplina por razones de incomunicación, individualismo, soberbia o territorialismo. LECTURAS RECOMENDADAS • • Benítez-Bribiesca L. La medicina traduccional. Un reto para la medicina moderna. Acta Médica Grupo Ángeles 2006;4:133-7. Webb CP, Pass HI. Translation research: from accurate diagnosis to appropriate treatment. J Translational Medicine 2004;2:35. < 25 Se trata de un puente en dos direcciones que se establece entre la ciencia y la clínica, pues si bien la ciencia aporta nuevo conocimiento para ayudar a los pacientes, la clínica ofrece un campo de aplicación. La medicina reconoce su vínculo con la ciencia, no sólo como una forma de conocer mejor los mecanismos subyacentes a la enfermedad sino como una aportación sólida a la atención de los enfermos. 26 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA 7. Errores médicos y seguridad de los pacientes Alberto Lifshitz Quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda Fernando de Rojas Tanto mayor es el yerro cuanto mayor es el que yerra Fernando de Rojas Un error es tanto más peligroso cuanto mayor sea la cantidad de verdad que contenga Enrique Federico Amiel Muchos se equivocan por miedo a equivocarse Gotthold Ephraim Lessing La práctica de la medicina conlleva el riesgo de provocar daños, incluso en las mejores circunstancias y con los mayores cuidados. Por andar buscando obsesivamente la inocuidad absoluta lo que se ha logrado es impedir el logro de metas alcanzables de seguridad para los pacientes, en lo que se ha llamado “la paradoja de la seguridad”. INTRODUCCIÓN No existe paradoja más singular que la de los médicos provocando muerte o produciendo daños, considerando que su misión y su responsabilidad social es precisamente la contraria. No obstante, no cabe duda que los médicos podemos ser agentes etiológicos de enfermedad y muerte, aun reconociendo que lo hacemos de manera involuntaria. La práctica de la medicina conlleva el riesgo de provocar daños, incluso en las mejores circunstancias y con los mayores cuidados. La adopción literal del primum non nocere (primero no hacer daño), uno de los imperativos ancestrales, lleva tan sólo a una parálisis operativa pues admitiendo que la obligación primaria fuera no dañar se puede llegar al extremo de no actuar. Muchos médicos se han retirado de la profesión precisamente porque les intimida el riesgo de producir daños involuntarios (en los que el médico es la segunda víctima) y las consecuentes demandas y reclamaciones. Un cierto daño es el precio que se tiene que pagar por el intento de generar beneficios a los enfermos; el trueque razonable es el de producir mínimos daños a cambio de grandes beneficios. Considerar a la inocuidad como la cualidad suprema, por arriba incluso de la curación o la mejoría, ha propiciado que nos llenemos de remedios ciertamente inofensivos, pero también ineficaces. La frase “si no te hace bien, tampoco te hace mal” se ha convertido en una autorización tácita de utilizar tratamientos con valor dudoso, que sustentan hoy en día, por ejemplo, a las medicinas alternativas. La terapéutica científica propone que “si bien te puede generar algunas pequeñas molestias o daños, te va a causar grandes beneficios”, con lo cual se admite la posibilidad de dañar, pero se ofrece en cambio una alta probabilidad de propiciar mejoría. Más aún, por andar buscando obsesivamente la inocuidad absoluta lo que se ha logrado es impedir el logro de metas alcanzables de seguridad para los pacientes, en lo que se ha llamado “la paradoja de la seguridad” (the safety paradox). Pero aquí se hará referencia a los errores y no todos los daños producidos por los médicos son consecuencia de errores; los hay también por los inconvenientes inherentes a los procedimientos diagnósticos y terapéuticos y los hay accidentales. El error es acaso una acción equivocada atribuible a un mal juicio, ignorancia, inatención, negligencia o impericia. Se dice que, en la práctica médica, el error puede ocurrir en tres condiciones: por la realización de acciones innecesarias, por la ejecución inadecuada de maniobras útiles y necesarias o por la omisión de intervenciones benéficas, lo que se ha denominado sobreutilización, mala utilización y subutilización (overuse, misuse, underuse), entre los que se incluyen los errores de comisión y los de omisión. Se dice que son menos gravosas las complicaciones por el uso de anticoagulantes que las que ocurren por su falta de uso en casos en los que está justificado. Errores médicos y seguridad de los pacientes ERRAR ES HUMANO Aunque la sociedad exige de los médicos las cualidades de humanidad, compasión, empatía, solidaridad y otras, no suele concederles la condición de seres humanos si éstas implican imperfecciones. Aspira a que todos sean omnisapientes, benevolentes, dispuestos al apostolado y al sacrificio, mesurados y capaces de liberarse totalmente de los afectos y demás estorbos subjetivos. Lo que la sociedad no suele reconocer ni aceptar es que los médicos somos humanos y, por lo tanto, que tenemos sentimientos, intereses, actitudes, apreciaciones, valores, emociones, temores y deseos; somos capaces de sentir compasión, lástima, amor y odio; de ser sensibles, reactivos, afectivos y de experimentar ambiciones y pasiones. Que podemos ser presa, como cualquier persona, de distracciones y descuidos, que solemos trabajar cansados, que frecuentemente estamos abrumados por el trabajo y que sufrimos las influencias de nuestros deseos y temores. Por supuesto que sería deseable que las debilidades humanas no influyeran en el trabajo técnico del médico, como en cualquier otro. Una tendencia en la educación médica, por ejemplo, es la de orientar a los estudiantes a no involucrarse afectivamente en los problemas de sus pacientes para no perder objetividad en las decisiones y para no sufrir con ellos; sin embargo, esto no sólo es totalmente imposible sino que probablemente ni siquiera sea conveniente, pues el médico tiene que permanecer sensible a lo que afecta a sus enfermos. La práctica médica no puede concebirse como una actividad técnica en la que el paciente es sólo un objeto de trabajo. Involucrarse sin sobreinvolucrarse parece ser la fórmula, reconociendo la necesidad de tomar decisiones objetivas pero sin renunciar a considerar las subjetividades de médico y paciente. LA INCERTIDUMBRE EN LAS DECISIONES MÉDICAS Muchas personas tienen la idea de que con sólo ajustarse a ciertas reglas los errores no debieran ocurrir. Incluso, la visión a partir de las ciencias duras percibe pocas probabilidades de equívocos; muchos pacientes dedicados a la física o las matemáticas no pueden entender que las prescripciones no sean el resultado de ecuaciones y que la medicina no sea una ciencia exacta. En la práctica médica las decisiones se toman en condiciones de incertidumbre o, en el mejor de los casos, de riesgo. Reconocer la incertidumbre en las decisiones médicas no significa justificar los errores pero sí explicar que, aún en circunstancias favorables, a lo más que se puede aspirar es a una estimación probabilística de los desenlaces. Esta incertidumbre deriva de la gran cantidad de variables que participan en un cierto desenlace, muchas de las cuales se encuentran fuera del control de quien decide. Tanto el diagnóstico como el tratamiento se manejan en términos de probabilidades, y si bien seguir las reglas puede justificar la conducta de los médicos, de ninguna manera garantiza los resultados. Los errores pueden valorarse en términos del apego a las reglas (perspectiva deontológica) o de las consecuencias (perspectiva teleológica); en el primer caso se hace abstracción de los desenlaces y en el segundo del proceso. Probablemente ninguno de los dos hace justicia a la complejidad del problema pero se suele recomendar que el médico se comprometa ante el paciente sólo con el proceso y no con los resultados. El médico no puede garantizar resultados. EPIDEMIOLOGÍA DE LOS ERRORES MÉDICOS La verdadera incidencia de los errores médicos es muy difícil de conocer por varias razones. En primer lugar, hay una tendencia natural por parte de los médicos al ocultamiento, no sólo por el temor (cada día más vigente) a las demandas y reclamaciones, sino porque se requiere una cierta madurez para admitir, aún en la intimidad, los errores propios y más para sacar provecho de ellos. A pesar de que, en una encuesta realizada en Estados Unidos, 62 por ciento de los no médicos consideraron que los errores médicos debieran ser difundidos para que el público se alerte, 86% de los médicos consideraron que los errores se deben manejar de manera confidencial, no sólo por preservar el prestigio profesional sino por una razón más práctica que tiene que ver con el efecto terapéutico de la confianza en el médico. La revelación de los errores, por otro lado, puede aumentar las demandas y reclamaciones, que no siempre son de buena fe. < 27 La práctica médica no puede concebirse como una actividad técnica en la que el paciente es sólo un objeto de trabajo. En la práctica médica las decisiones se toman en condiciones de incertidumbre o, en el mejor de los casos, de riesgo. Los errores pueden valorarse en términos del apego a las reglas (perspectiva deontológica) o de las consecuencias (perspectiva teleológica). 28 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La necropsia fue por muchos años el procedimiento de elección para identificar los errores diagnósticos. Hay una tendencia clara en los medios de comunicación para magnificar los errores médicos. Una prueba de esta tendencia a ocultar los errores ha sido el fracaso de la farmacovigilancia en muchos países, incluyendo el nuestro. Cuando aparecen efectos adversos de algún medicamento, en lugar de que el paciente los reporte al médico y este a las instancias de farmacovigilancia, lo que ocurre es que el paciente cambia de médico y el primero nunca se entera de que hubo consecuencias inconvenientes de su prescripción original. En las auditorías cada quien se cuida de que no les encuentren “desviaciones” y, en la medida de lo posible, las enmascara; sobre todo porque suelen generar sanciones. Hay toda una cultura alrededor de conseguir que los errores pasen inadvertidos, y en la sátira popular se dice que los médicos enterramos nuestros errores. Otra dificultad metodológica tiene que ver con la definición operacional del error médico. Se pueden cometer muchos errores que, al no tener consecuencias, pasan inadvertidos; por otro lado, suele haber eventos adversos que no dependen de errores. Hay errores prevenibles y los hay accidentales. Algunos autores distinguen el lapsus y el desliz del error, considerando que éste tiene una cierta intencionalidad, aunque ambos generen desenlaces inesperados. Para ellos, oprimir un botón equivocado o no recordar momentáneamente algún dato es más un lapsus o un desliz que un error. En un afán de ser justos, los errores tendrían que vincularse efectivamente con los eventos adversos, analizarse las relaciones causales y no sólo las asociaciones, ponderando el qué tan prevenibles son y tomando en cuenta elementos tanto de estructura como de proceso y resultados, y no sólo el acatamiento estricto de las normas. Tampoco suelen existir en las unidades de atención médica sistemas de registro de los errores y, acaso, algunos comités hospitalarios participan en la búsqueda de algunos de ellos, procurando hacerlo de manera diplomática y discreta, casi nunca exhaustiva. Los comités de tejidos, los de mortalidad, los de calidad, pueden ser caminos para la identificación de errores, pero no suelen serlo para conocer su verdadera incidencia. La necropsia fue por muchos años el procedimiento de elección para identificar los errores diagnósticos. En una revisión sistemática recientemente publicada se encontró que entre 53 series de autopsias publicadas 42 revelaron errores calificados como mayores y 37 los llamados errores clase I, que son los considerados suficientemente serios como para haber afectado la evolución de los pacientes. Si bien se observó que la posibilidad de la necropsia para revelar diagnósticos importantes no sospechados ha disminuido con el tiempo, permanece suficientemente alta como para seguirse considerando una manera de identificar errores. Por otro lado, hay una tendencia clara en los medios de comunicación para magnificar los errores médicos, lo cual tampoco ayuda para este conocimiento. En nuestro país se empieza a tener un recuento de quejas, demandas y reclamaciones, pero tampoco se puede decir que éstas representen la verdadera incidencia de los errores médicos, pues dependen más de la disposición de los pacientes o sus familiares para denunciar que de la frecuencia con que ocurren los errores; y a veces los motivos de denuncia no son propiamente errores médicos. Muchas de las cifras que se han hecho públicas sobre la epidemiología de los errores médicos dependen de extrapolaciones o de estimaciones, y casi siempre se refieren a pacientes hospitalizados. Las más conspicuas han sido las publicadas por el Institute of Medicine de Estados Unidos, en el libro titulado To err is human. Building a better health system, que se fundamenta en un estudio de la Universidad de Harvard, y otro que se realizó en hospitales de Utah y Colorado, y que originó una gran cantidad de comentarios. El estudio de Harvard consistió en el análisis de más de 30 000 expedientes de hospitales no psiquiátricos en Nueva York, en los que se encontró una tasa de eventos adversos de 3.7%, un tercio aproximadamente de los cuales se atribuyeron a negligencia. A partir de estos estudios el Institute of Medicine concluyó que si lo mismo ocurría en todos los hospitales de la unión americana debía haber en todos los Estados Unidos de 44 000 a 98 000 muertes anuales por errores de los médicos, lo cual, aún considerando la cifra más baja, nos califica a los médicos como más letales que los accidentes automovilísticos, el cáncer de mama o el sida. Uno de los autores del estudio de Harvard, Lucien Leape, dice que el número de muertos por errores médicos equivale a que se estrellen tres aviones jumbo cada dos días y que mueran todos sus ocupantes. Estas noticias no pasarían inadvertidas para los periódicos, insinuando que los medios no le dan suficiente Errores médicos y seguridad de los pacientes importancia a las muertes yatrogénicas. Su concepto de error se basa en que son fallas, por razones prevenibles, ya sea para completar una acción planeada (errores de ejecución) o derivadas de utilizar un plan equivocado para lograr un objetivo (error de planeación). Estos números han sido muy cuestionados, máxime que otros estudios han mostrado discordancias y se han identificado errores metodológicos en los estudios que fundamentan las cifras del Institute of Medicine, particularmente porque son estudios retrospectivos y porque no ponderaron la probabilidad de muerte de los pacientes si no hubiesen ocurrido los errores médicos de referencia. Por otro lado, la comparación entre lo que son extrapolaciones y estudios directos han mostrado diferencias muy importantes que vuelven poco confiables a las primeras. Otros abordajes para aproximarse al conocimiento de la epidemiología de los errores médicos han sido las encuestas a los egresados de hospitalización y a los familiares de los pacientes, que suelen tener sesgos evidentes que dependen del desenlace que tuvieron sus padecimientos, al “hablar de la feria según les fue en ella”. Hoy en día el estudio de la epidemiología de los eventos adversos y de los errores, más que al propósito morboso de poner en evidencia a los médicos, se ha derivado hacia otros objetivos como el de valorar el impacto de los programas de reducción de riegos y estudiar los factores humanos y organizacionales. La metodología clásica de revisión de expedientes, los estudios transversales realizados en un cierto día y los prospectivos, en los que se colectan datos durante la estancia hospitalaria, permiten alcanzar distintos objetivos, y cada uno de ellos tiene ventajas y desventajas. El estudio retrospectivo permite estimar la tasa de eventos adversos mientras que el prospectivo es mejor para describir sus causas y consecuencias, y para evaluar los programas de reducción de riesgos. Como quiera que se vea, y aún considerando que las cifras más conservadoras sean exageradas, no cabe duda que existen consecuencias de errores médicos. Lo más importante es que por lo menos la mitad de ellos son prevenibles y que el asunto tiene un vínculo muy estrecho con la calidad de la atención médica. ERRORES EXCUSABLE E INEXCUSABLE Esta clasificación ha sido propuesta por la Comisión Nacional de Arbitraje Médico de México y se refiere a que son excusables aquellos errores “derivados de una equivocación en el juicio, es decir, los que se cometen con una lógica de pensamiento correctamente estructurada pero que parten de una interpretación inadecuada de los hechos”. La aplicación de estos adjetivos implica el conocer a fondo el proceso de atención médica y el razonamiento clínico, lo que difícilmente pueden lograr los legos, incluyendo a los abogados y a los pacientes. Esta categorización parece indispensable para calificar la mala práctica de la medicina, que se caracteriza precisamente por errores inexcusables. ENFOQUES PERSONAL Y SISTÉMICO El error humano puede ser enfocado de dos maneras: como un problema de las personas o como uno de los sistemas. El enfoque personal atribuye los errores a ciertos procesos mentales de los individuos tales como olvido, distracción, deficiente motivación, falta de cuidado, negligencia o imprudencia; este enfoque genera medidas educativas y disciplinarias, considera los errores como asuntos morales y asume que las cosas malas le ocurren a la gente mala en lo que se ha llamado la “hipótesis del mundo justo”. El enfoque sistémico, en cambio, considera que los seres humanos somos falibles y que los errores pueden ocurrir aún en los mejores individuos y que son consecuencias de las condiciones en que los individuos trabajan y no de la perversidad humana. Su frase es que “dado que no podemos cambiar la naturaleza humana, hay que cambiar las condiciones en que trabajan los humanos”. El enfoque personal ha prevalecido en muchas organizaciones dado que culpar a los individuos resulta más cómodo que enfocarse a las instituciones. En los errores de medicación, por ejemplo, ciertamente habría que mejorar las cualidades de la comunicación de la orden (se dice que la caligrafía ha matado más gente que las guerras), pero la cadena incluye la prescripción, el etiquetado, empacado, < 29 El estudio de la epidemiología de los eventos adversos y de los errores, más que al propósito morboso de poner en evidencia a los médicos, se ha derivado hacia otros objetivos como el de valorar el impacto de los programas de reducción de riegos y estudiar los factores humanos y organizacionales. Son excusables aquellos errores “derivados de una equivocación en el juicio, es decir, los que se cometen con una lógica de pensamiento correctamente estructurada pero que parten de una interpretación inadecuada de los hechos” El enfoque sistémico, en cambio, considera que los seres humanos somos falibles y que los errores pueden ocurrir aún en los mejores individuos y que son consecuencias de las condiciones en que los individuos trabajan. 30 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA nomenclatura, dispensación, distribución, administración, monitoreo, etc., en cada uno de los cuales puede haber errores que se expresen como eventos adversos e incluso como muertes. Los errores pueden ser latentes o activos. Éstos últimos dependen directamente del operador y sus efectos se observan de inmediato. Los errores latentes, en cambio, no dependen del operador, su efecto no se observa a simple vista e incluyen defectos de diseño, instalación, mantenimiento y otros. ERRORES ACTIVO Y LATENTE Aún admitiendo la alta frecuencia de errores médicos lo menos apropiado parece ser satanizar a los profesionales. La visión moderna de la causa del error médico considera la atención a la salud como un sistema altamente complejo, donde interactúan muchos elementos y factores y donde la responsabilidad no está en uno solo de ellos. Por lo tanto, el castigo de un solo individuo o su estigmatización no cambia los demás factores y la probabilidad de que el error vuelva a ocurrir sigue siendo alta. Los errores médicos suelen ser más consecuencia de las condiciones de trabajo que de una actitud deliberada y malintencionada por parte del médico. Algunos autores diferencian al error de la violación, en el sentido que el primero es una acción que se desvía no intencionalmente de un comportamiento esperado de acuerdo con algún tipo de estándar, mientras que la segunda es una desviación deliberada. Los errores pueden ser latentes o activos. Éstos últimos dependen directamente del operador y sus efectos se observan de inmediato. Los errores latentes, en cambio, no dependen del operador, su efecto no se observa a simple vista e incluyen defectos de diseño, instalación, mantenimiento y otros. Se puede considerar que es un error latente el que aún no ha ocurrido pero es sólo cuestión de tiempo el que aparezca. Por ejemplo, los factores de riesgo para los errores médicos se pueden considerar condiciones de error latente. Algunos de estos factores de riesgo se muestran en el cuadro 7.1. Cuadro 7.1. Variables relacionadas con mayor riesgo de errores médicos •Inexperiencia de los médicos o del personal (impericia) •Introducción de procedimientos nuevos • Pacientes en los extremos de la vida •Cuidados complejos • Atención de urgencia •Estancia prolongada •Insuficiencia de recursos • Procedimientos mal sistematizados • Desorden administrativo •Inadecuada relación médico-paciente • Relaciones interpersonales deficientes (médico-médico, médico-enfermera) • Presiones laborales, económicas, familiares y psicológicas de los médicos •Cansancio de los médicos La práctica contemporánea implica la introducción frecuente de nuevos procedimientos, como marca de progreso y, por tanto, la multiplicación de las oportunidades de error.. Si se analiza el contenido de dicho cuadro se puede ver que muchos de estos factores de riesgo tienen una alta frecuencia en las condiciones actuales de la práctica clínica. Por ejemplo, nuestro sistema de salud, con base en la necesidad de propiciar la formación médica, se sustenta precisamente en médicos inexpertos, que no siempre cuentan con la debida supervisión y asesoría. El primero que atiende a un paciente, aun grave o de urgencia, no es el más experto, sino el menos, porque así aprende. El experto suele participar en un segundo tiempo, a veces para corregir los errores que se cometieron en el primero. La práctica contemporánea implica la introducción frecuente de nuevos procedimientos, como marca de progreso y, por tanto, la multiplicación de las oportunidades de error. La tendencia demográfica y epidemiológica se orienta hacia que la mayor parte de los pacientes hoy en día pertenezcan a los extremos de la vida. La mayoría de los médicos tiene que atender varios trabajos, laborar en condiciones inapropiadas, tomar decisiones bajo incertidumbre, y todos los médicos responsables se agobian por la responsabilidad que implica su desempeño. Nuestro sistema funciona con base en médicos cansados. Las residencias están diseñadas para aprender a actuar en estas condiciones porque se asume que así tendrá que ser toda la vida profesional. Errores médicos y seguridad de los pacientes LA VIRTUD DEL ERROR Se puede admitir que si bien los errores concretos son evitables, el error en abstracto no lo es. En otras palabras, que podemos aplicar estrategias para reducir al mínimo los errores conocidos, pero seguiremos cometiendo otros. Más que en los errores mismos, habría que poner atención en la respuesta de quien los comete. Karl Popper (1902-1994), uno de los filósofos más importantes del siglo XX, decía que el error es la fuente de retroalimentación más rica y enriquecedora en la experiencia humana, y que debemos estar preparados para convertir los errores en oportunidades de avance y mejoría. Una persona y una sociedad maduras sacan provecho de sus errores, sin que ello signifique, por supuesto, ensalzarlos. En algunos hospitales académicos, las sesiones anatomoclínicas ya no son sólo una ostentación de las habilidades de los médicos para el razonamiento diagnóstico, ni una oportunidad de poner en evidencia a los clínicos por parte de los patólogos, sino un análisis juicioso de los errores cometidos y de las propuestas para evitarlos. ESTRATEGIAS PARA REDUCIR LOS ERRORES MÉDICOS (PARA MEJORAR LA SEGURIDAD DE LOS PACIENTES) Precisamente por la connotación negativa o vergonzante de los errores, y las dificultades para definirlos, se ha generado una tendencia a expresar las estrategias en términos más bien de cómo mejorar la seguridad de los pacientes. Las prácticas de seguridad se entienden como “un tipo de proceso o estructura cuya aplicación reduce la probabilidad de eventos adversos que resultan de exponerse a los sistemas de atención a la salud a lo largo de un rango de enfermedades y procedimientos”. Se han hecho muchas propuestas, pero Shojania y sus colaboradores, aplicando los preceptos de la medicina basada en evidencias, hicieron una revisión sistemática e identificaron 83 prácticas, no todas ellas evaluadas de manera científica aunque todas con un sustento lógico o una aplicación exitosa en otros ámbitos, particularmente en la industria. Hay propuestas que parecen muy atractivas, como evitar las órdenes verbales, limitar las horas de trabajo del personal o retirar el cloruro de potasio de las provisiones rutinarias, pero no han probado ser capaces de reducir los eventos adversos. Una estrategia importante parece ser la de crear una cultura del reporte, que permita reconocer las condiciones de error latente. Al margen de mejorar las habilidades de los individuos, la mayor parte de los enfoques se tendrán que dirigir a las organizaciones pues aún en el informe del Institute of Medicine se admite que la mayor parte de los errores fueron de los sistemas. Como en la práctica médica, el enfoque preventivo tendría que privilegiarse por sobre el correctivo, enfocándose en los errores latentes y contribuyendo a exonerar a los médicos a los que se ha culpado de las deficiencias en las organizaciones. EPÍLOGO La amplia difusión que han tenido en los últimos tiempos los eventos adversos que descubre la prensa sensacionalista tiende a hacer abstracción de las condiciones en que se lleva a cabo la atención médica y traduce un desconocimiento notable del proceso mismo. Más que la búsqueda de culpables (que en no pocas ocasiones han sido los propios pacientes) la visión sistémica orienta al análisis de los procesos y a su mejoramiento, a la implantación de los remedios antes de que ocurran los errores, a vincularse con las estrategias de calidad y a entender en toda su complejidad las interacciones entre los distintos elementos. Al fin y al cabo los errores en la medicina no son siempre errores de los médicos. LECTURAS RECOMENDADAS • • • • Brenan TA, Leape LL, Laird NM, et al. Incidence of adverse events and negligence in hospitalized patients: results of the Harvard Medical Practice Study I. N Engl J Med 1991;324:370-6. Brennan TA. The Institute of Medicine report on medical errors-Could it do harm? N Engl J Med 2000;342:112325. Carreras MA. El error humano, ese flagelo… En: http://www.monografías.com Chyka PA. How many deaths occur annually from adverse drug reactions in the United Status? Am J Med 2000;109:122-30. < 31 Una persona y una sociedad maduras sacan provecho de sus errores, sin que ello signifique, por supuesto, ensalzarlos. El enfoque preventivo tendría que privilegiarse por sobre el correctivo, enfocándose en los errores latentes. Los errores en la medicina no son siempre errores de los médicos. 32 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • Del Coso R. Popper. En: http://www.lceus.com Gawande AA, Thomas EJ, Zinder MJ, et al. The incidence and nature of surgical adverse events in Colorado and Utah in 1992. Surgery 1999;126:66-75. Gross R. Making medical decisions. An approach to clinical decision making for practicing physicians. American College of Physicians 1999. Hayward RA. Estimating hospital deahs due to errors. Preventability is in the eye of the reviewer. JAMA 2001;286;415-20. Hofer TP, Kerr EA, Hayward RA. What is an error? Effective Clinical Practice 2000;3:261-9. Kaushal R, Bates DW, Landrigan C, et al. Medication errors and adverse drug events in pediatric inpatients. JAMA 2001;285:2114-20. Kohn LT, Corrigan JM, Donaldson MS: Te err is human. Building a safer health system. Washington DC: National Academy Press, 2000. Leape LL, Brenan TA, Laird NM, et al. The nature of adverse events in hospitalized patients. Results of the Harvard Medical Practice StudyII. N Engl J Med 1991;324:377-84. Lee TH. A broader concept of medical errors. N Engl J Med 2002;347:1965-7. Mazor KM, Simon SR, Yood RA, et al. Health plan members’ views about disclosure of medical errors. Ann Intern Med 2004;140:409-18. McDonald CJ, Weiner M, Hui SL. Deaths due to medical errors are exaggerated in Institute of Medicine Report. JAMA 2000;284:93-4. Michel P, Quenon JL, De Sarasqueta AM, Scemama O. Comparison of three methods for estimating rates of adverse events and rates of prevenible adverse events in acute care hospitals. BMJ 2004;328:199-204. Ponce de León S, Viniegra L. La otra cara de la medicina. ¿Es todo responsabilidad del médico? En: Pérez Tamayo R (coordinador): Iatrogenia. El Colegio Nacional. México. 1994. Pág. 196-200. Reason J. Human error: models and management. BMJ 2000;320:768-70. Reason J. Safety paradoxes and safety culture. Injury culture and safety promotion. 200;7. Ruelas-Barajas E, Tena-Tamayo C, Sánchez-González J, Sarabia-González O y col. Eventos adversos identificables en las quejas médicas. Cirugía y Cirujanos 2008;76:153-60. Sanabria A. ¿Porqué ocurren los errores médicos? Tribuna Médica 2003;103(6). Sarabia O. Seguridad del paciente. En: http://amis.org. mx/informaWeb/ Shojania KG, Burton EC, McDonald KM, Goldman L. Change in rates of autopsy-detected diagnostic errors over time. JAMA 2003;289:2894-56. Shojania KJ, Duncan BW, McDonald KM, Wachter RM. Safe but sound. Patient safety meets evidence-based medicine. JAMA 2002;288:508-13. Sox HC, Blatt MA, Higgins MC, Marton KI: Medical decision making. Butterworth -Heinemann. Stoneham, MA. 1988. Pág. 27-64. Tena-Tamayo C, Juárez-Díaz González NL. Error y conflicto en el acto médico. Rev Med IMSS 2003;41:461-3. Varga AC. On being human. Paulist Press. N. York, 1978. Wachter RM, Shojania KG, Sanjaiy S, Marcowitz AJ, Smith M. Learning from our mistakes: Quality grand rounds, a new case based series on medical errors and patient safety. Ann Intern Med 2002;136:850-2. Weingart SN, Wilsn RM, Gibberd RW, Harrison B. Epidemiology of medical error. BMJ 2000;320:774-7. Wu AW. Handling hospital errors. Is disclosure the best defense? Ann Intern Med 1999;131:970-2. 8. La pretendida supremacía de lo natural Alberto Lifshitz El culto de lo natural ha relegado a lo que no lo es a la condición de pernicioso o dañino o, al menos, subordinado. INTRODUCCIÓN El culto de lo natural ha relegado a lo que no lo es a la condición de pernicioso o dañino o, al menos, subordinado. Llámese artificial, fabricado, químico o sintético, se presume que no tiene las ventajas de lo que produce la naturaleza. En términos de terapéutica, por ejemplo, se contrasta la que armoniza con las fuerzas naturales y la que las violenta. Algunas corrientes de la medicina natural ofrecen terapia con base en remedios herbolarios, prácticamente sin procesamiento industrial, alimentación casi siempre vegetariana, el empleo de elementos del ambiente como el agua, la miel y el polen o los productos del mar; su forma farmacéutica preferida es la infusión, de tal manera que suele curar con “tés”, complementados con dietas, La pretendida supremacía de lo natural ayunos, enemas y baños. En la cosmética también se publicita, como una cualidad inobjetable, el que su origen sea natural y el que no tenga aditivos químicos ni elementos de artificio, porque así la belleza se integra al medio ambiente y no se generan los efectos inconvenientes que producen los productos artificiales. Y todo esto ha convencido a muchas personas para buscar remedio a sus males o intentar alcanzar sus aspiraciones estéticas sin traspasar los límites de la naturaleza. Este movimiento coincide con el de reivindicación de la defensa del medio que ha arraigado fuertemente ya en las nuevas generaciones, de tal modo que se refuerza la ecuación maniquea de que lo natural es, por definición, bueno, mientras que lo artificial es malo, tanto en la terapéutica como en la cosmética. No sin ánimo peyorativo se habla de mantenimiento ‘artificial’ de la vida, inteligencia ‘artificial’ o creación ‘artificial’ de la vida, siempre supeditadas a lo natural y jerárquicamente subordinadas. Este escrito aspira a analizar los argumentos a favor de esta pretendida superioridad de lo natural, a identificar diferencias ontológicas entre lo natural y lo artificial, a cuestionar si hay una relación jerárquica entre ellas y a ubicar ambas vertientes como alternativas, todo ello en el contexto de la atención médica. DIFERENCIAS ENTRE LO NATURAL Y LO ARTIFICIAL Podría empezarse por decir que hay quien considera que este es un dilema falso y que las diferencias son, si se quiere, artificiales y no naturales. Sin embargo, hay toda una discusión histórica que podría enriquecer el análisis de las características de uno y otro a propósito de definir si hay o no ventajas prácticas para alguno de los enfoques. Para Platón todos los artefactos, incluyendo obras de arte, no son más que imitaciones de la naturaleza, de modo que lo artificial es aquello que parece ser natural pero que en realidad no lo es. Lo artificial es mera apariencia y esta es la acepción que se aplica, por ejemplo, a una vida artificial en un paciente terminal; es decir, no se trata de una verdadera vida sino de un simulacro, una apariencia de vida. Bajo esta perspectiva nadie duda de la jerarquía de lo natural sobre lo artificial dado que esto último es tan sólo aparente, substituto o imitación. Todavía más, para Platón, los artefactos no son sólo imitaciones sino copias de copias, dado que todas las cosas del mundo son imitaciones de sus respectivas ideas. Para Aristóteles, lo natural y lo artificial son dos esferas diferentes de la realidad, dos tipos diferentes de conocimiento. Los entes naturales tienen una forma primaria mientras que los artificiales tienen una forma secundaria que los humanos les imponen; lo natural tiene en sí mismo la fuente de su propia formación, mientras que en el caso de lo artificial la fuente es distinta y externa. Para Aristóteles lo artificial no es necesariamente una copia de lo natural, sino que puede ser una creación, algo inexistente previamente y que no forzosamente tiene su contraparte en la naturaleza. Lo artificial es lo producido por el hombre y la dicotomía se extiende hasta la línea divisoria entre lo espontáneo y lo intencional. Entre los filósofos de la Grecia antigua lo natural tenía un valor más elevado que lo artificial, dado que significaba algo orgánico, vivo, autónomo y espontáneo, en contraste con lo artificial que se identificaba con algo muerto, sin alma. En el medievo lo natural era la obra de Dios y lo artificial obra del hombre. Pero aún ésta cuenta con la mano evidente de Dios, creador de todo lo existente. Si el hombre es capaz de crear un artefacto es precisamente porque tiene la ayuda divina y ese artefacto es, en última instancia, un producto de la voluntad de Dios, el que ha usado al hombre sólo como instrumento para lograrlo; por ello, lo artificial se supedita a lo Natural (con N mayúscula). La intervención humana, como distintivo de lo artificial, no sólo se expresa en la creación de artefactos sino también en la modificación de la naturaleza con fines indagatorios o de perfeccionamiento. Es decir, es artificio tanto la tecnología como la experimentación, puesto que ambas son formas de cambiar el curso natural o espontáneo de las cosas. La tecnología es capaz de crear automóviles y la experimentación de mejorar los productos agrícolas, finalmente elementos naturales pero artificiosamente transformados. Descartes decía que en principio no hay ninguna diferencia entre los cuerpos naturales y los artificiales; acaso la distinción es cuantitativa por los tamaños y proporciones, las que son mayores en los objetos naturales. Leibniz vuelve a analizar el tema a propósito de las máqui- < 33 No sin ánimo peyorativo se habla de mantenimiento ‘artificial’ de la vida, inteligencia ‘artificial’ o creación ‘artificial’ de la vida, siempre supeditadas a lo natural y jerárquicamente subordinadas. Entre los filósofos de la Grecia antigua lo natural tenía un valor más elevado que lo artificial, dado que significaba algo orgánico, vivo, autónomo y espontáneo, en contraste con lo artificial que se identificaba con algo muerto, sin alma. En el medievo lo natural era la obra de Dios y lo artificial obra del hombre. 34 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Toda esta discusión sobre los límites entre lo natural y lo artificial ha tenido extensiones hacia otras dicotomías. La contrastación entre natural y lo artificial también se puede extender hacia la diferencia entre lo teórico y lo práctico, si se acepta que lo primero es lo natural y lo segundo lo artificial. La acepción más popular, sin embargo, considera que es natural lo que no ha sido procesado industrialmente y que se puede obtener directamente del ambiente. nas naturales y artificiales y concluye que la diferencia es cuestión de complejidad, mucho mayor en las máquinas naturales. Llama la atención que uno de los argumentos de los defensores de lo natural es su relativa simplicidad, lo que contrasta con los argumentos de Leibniz. Toda esta discusión sobre los límites entre lo natural y lo artificial ha tenido extensiones hacia otras dicotomías, por ejemplo, la de intervención y observación. En su concepción extrema, la naturaleza es sólo para ser observada dado que es perfecta, pues es la obra de Dios. Cualquier intervención que pretenda modificar la naturaleza es una blasfemia y, por lo tanto, lo artificial es impuro. Este punto de vista jerarquiza la contemplación y condena la intervención ¿Qué es más natural, intervenir o no, por ejemplo, para conservar las especies en vías de extinción? En la actitud de los médicos esta dicotomía ha tenido históricamente sus extremos: por un lado, los médicos conservadores que intervienen lo menos posible para dejar actuar a las fuerzas benéficas de la naturaleza y, en todo caso, cualquier tímida intervención no tiene más objeto que favorecer o conducir esas fuerzas. En el otro extremo están los partidarios de las maniobras heroicas, los que consideran que hay que luchar contra las fuerzas naturales, que son precisamente las que pueden conducir a los pacientes hacia la muerte o las complicaciones, médicos que se caracterizan por su intervencionismo. En el primer caso, las fuerzas naturales son curativas; en el segundo, por el contrario, son las que producen la enfermedad y sus consecuencias. No cabe duda que la mayoría de los cirujanos se encuentran cerca de este límite mientras que los internistas tienden a agruparse alrededor del otro, y muchos médicos en el centro. El intervencionismo ha adquirido carácter de especialidad entre los radiólogos y los cardiólogos, de tal modo que ya no se ponderan los profesionales de estas áreas que sean sólo contemplativos. La investigación también ha tomado camino en los dos sentidos: la llamada investigación observacional y la intervencionista, frecuentemente experimental o cuasi experimental. A diferencia de lo que ocurre en otras áreas, en la investigación se pondera mejor lo “artificial” en tanto que permite un mejor control de las variables y caracteriza a las ciencias “duras” y las experimentales, que suelen jerarquizarse por encima de las que no lo son. La contrastación entre natural y lo artificial también se puede extender hacia la diferencia entre lo teórico y lo práctico, si se acepta que lo primero es lo natural y lo segundo lo artificial, en tanto que es éste una consecuencia intencional de la acción humana que no se limita a dejar seguir el curso natural de los acontecimientos. Un derivado directo de este culto por lo natural son los llamados cultivos “orgánicos” en los que no se utilizan productos químicos industriales sino que simplemente se cuida que durante todo el proceso no participen elementos extraños y, acaso, fertilizantes naturales. Algo similar ocurre con lo “kosher” de las costumbres judías, en que para ser considerado como tal tienen que cumplirse una serie de requisitos, muchos de los cuales eluden la contaminación artificial. Pueden intentarse otras derivaciones del conflicto natural-artificial, como verdad-utilidad, episteme-techne, intelectual-pragmático, pero conviene detenerse aquí para no caer en un exceso mayor. La visión histórica tiende, pues, a preferir lo natural frente a lo artificial, lo cual está un tanto representado por la oposición entre la religión y la ciencia, la primera respetando a la naturaleza como la obra divina y la segunda transformándola como la obra humana. Las nuevas generaciones, sin embargo, han reconocido el valor de la ciencia y la tecnología, sin dejar de percibir que, como todo, puede llevar a consecuencias inconvenientes, y de la ambición del hombre por controlar la naturaleza. REMEDIOS NATURALES Y ARTIFICIALES El solo concepto de un remedio se sustenta en la idea de una cierta artificiosidad, dado que es una intervención voluntaria, planeada, con el fin de modificar la tendencia natural de la enfermedad. Bajo esta perspectiva casi toda la terapéutica es artificial. La acepción más popular, sin embargo, considera que es natural lo que no ha sido procesado industrialmente y que se puede obtener directamente del ambiente. No obstante, hay muchas dudas sobre los límites, pues por ejemplo, la infusión, que es el medio predilecto de administración de remedios naturales, ya implica un cierto procesamiento elemental. ¿Los medicamentos digitálicos son natu- La pretendida supremacía de lo natural rales o artificiales? Provienen de una planta (Digitalis lanata) que se somete a procesamiento industrial y genera un producto estandarizado que permite su dosificación precisa. Las hormonas esteroideas generadas a partir del barbasco, los antibióticos producidos por microorganismos micóticos son otros ejemplos en que los límites entre lo natural y lo fabricado no se muestran tan claros. En todo caso, toda la industria parte de materia prima de origen natural. Si lo natural fuese administrar terapéuticamente las plantas en su forma nativa, no cabe duda que lo artificial resulta más conveniente pues, por ejemplo, el uso que se dio en el pasado a las hojas de digital fue como veneno para cometer algunos crímenes. Los efectos de las plantas nativas son impredecibles en razón de la dificultad para administrar la dosis necesaria, dado que la concentración puede variar de un ejemplar a otro. La industrialización, más que limitar la utilidad del principio activo, lo purifica, gradúa, estandariza y descontamina, de tal modo que vuelve más predecible la acción farmacológica de las plantas. NATUROPATÍA Y FITOTERAPIA Aunque la exaltación del valor de lo natural se encuentra en varios tipos de práctica médica, tal vez la naturopatía y la fitoterapia sean las más características. El vocablo “naturismo”, en la actualidad generalmente asociado a las distintas tendencias ecologistas, suele emplearse con imprecisión, al grado que se identifica hasta con el nudismo. Se basa en la creencia de que es en el propio organismo humano donde únicamente reside la capacidad curativa contra las enfermedades. La denominación equívoca de “naturopatía” con que se conoce en algunos países (del latín natura, natural, y del griego patos, enfermedad) indica, además, que confía la curación de las enfermedades a medios y agentes naturales, con exclusión de medicamentos y procedimientos quirúrgicos. La medicina naturista o neohipocrática parece una propuesta muy deseable en las condiciones ambientales de la sociedad actual desde el momento en que hace énfasis en un modo de vida equilibrado, en el justo balance de la dieta y el ejercicio, en el uso beneficioso del agua, del aire y del sol, en el repudio de todo aquello que pudiera alterar, intoxicar o dañar el funcionamiento normal del organismo. En donde empieza a resultar inconveniente es cuando excluye tratamientos farmacológicos o quirúrgicos consagrados, que han probado científicamente su eficacia y cuando marginan al paciente de un eventual beneficio. Igualmente resultan inconvenientes muchas prácticas alternativas naturistas no profesionales sustentadas en dogmas sin fundamento, como no sean las propias creencias de quienes las ejercen o solicitan. La fitoterapia se sustenta en el herbalismo que se reconoce como el sistema curativo más universal y con más profundas raíces antropológicas. A pesar de que se han identificado tanto principios vegetales benéficos como dañinos, la visión prejuiciada sustentada en raíces ancestrales tiende a generar una confianza del público que sólo cree en los primeros. La reciente popularidad de los fitoestrógenos, derivados de la soya, en oposición a los estrógenos industrializados o sintéticos, es un ejemplo de que no es necesario demostrar eficacia para que el público demande un cierto remedio. LO NATURAL COMO INOCUO Uno de los argumentos más utilizados en favor de lo natural es que no hace daño, como sí lo hacen los productos industrializados. La naturaleza representa la fuerza vital, lo que anima a los vivientes, la creación suprema, de tal manera que el adjetivo “natural” se ha convertido en superlativo de lo sano, benéfico y recomendable y, por supuesto, inocuo. En oposición, lo que no es bueno es lo artificial, lo químico, lo sintético; si un medicamento o un alimento es producto de la química, si tiene aditivos artificiales resulta que no es bueno. Para los fanáticos de lo natural, el adjetivo más peyorativo es que algo contiene químicos. Al margen de la ignorancia que traduce el decir que algo no es químico, o que la química no es una ciencia natural, tal tendencia no resulta del todo favorable a la salud. Es verdad que muchos productos sintéticos pueden representar el riesgo de efectos colaterales, pero no lo es menos a partir de los productos naturales. En otras palabras, que lo natural no es, por supuesto, garantía de efectividad o inocuidad y que igual puede ser dañino lo totalmente natural. ¿No son, acaso, natu- < 35 La industrialización, más que limitar la utilidad del principio activo, lo purifica, gradúa, estandariza y descontamina. La medicina naturista o neohipocrática parece una propuesta muy deseable en las condiciones ambientales de la sociedad actual. Uno de los argumentos más utilizados en favor de lo natural es que no hace daño, como sí lo hacen los productos industrializados. Lo natural no es, por supuesto, garantía de efectividad o inocuidad. 36 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Las “medicinas naturales” han progresado porque prometen a sus clientes que no habrá químicos, que no tendrán efectos adversos y que no se trata de “toxinas o venenos”. Podría ser correcto clasificar los remedios en naturales y sintéticos, pero no lo es, desde luego, asociar esto con su capacidad de dañar o no. rales la marihuana, la hiedra venenosa, los hongos alucinógenos, el opio y otros productos no necesariamente benéficos? La toxicidad de algunos remedios herbolarios está perfectamente documentada, por ejemplo, el daño hepático producido por Dictamnus daycarpus, la Peonia sp o por el popular “gordolobo” (Verbascum thapsus). La fertilización in vitro y todas sus variantes, incluida la clonación, han sido condenadas por muchos críticos; sin embargo, la mayor parte de las objeciones no se refieren a los riesgos genéticos, sociales o psicológicos sino al hecho de que no es natural y, por lo tanto, significa la probabilidad de enfrentar consecuencias por atentar contra este orden. Ancestralmente ha existido un temor de forzar a la naturaleza, de generar efectos que reviertan sobre el ser humano. El ejemplo de lo que ha ocurrido con el desarrollo industrial cuando atenta contra los recursos naturales y que parece haber producido, en efecto, consecuencias que se pueden interpretar como la venganza de la naturaleza, no deja de intimidar. La autopoyesis, es decir, la generación de seres humanos por seres humanos, parece la mayor violación que podría hacerse a las leyes naturales y en ello se sustentan muchas de las argumentaciones contra las modernas técnicas de fertilización. Desde luego que tampoco se podría decir que lo natural es malo pues muchos medicamentos eficaces derivan de vegetales y las dietas con productos naturales han probado tener ventajas indiscutibles en ciertos casos, pero no es su carácter de natural lo que les confiere estas virtudes. Las “medicinas naturales” han progresado porque prometen a sus clientes que no habrá químicos, que no tendrán efectos adversos y que no se trata de “toxinas o venenos” como los tienen la mayor parte de los medicamentos industriales. Sus mejores argumentos son las incomodidades y molestias que experimentan los pacientes sometidos a quimioterapia del cáncer (obviamente uno de los tratamientos que generan más síntomas, por lo demás predecibles) y rescatan pacientes para su causa, muchas veces negándoles la oportunidad de una quimioterapia eficaz. La elección de la quimioterapia del cáncer como referencia es totalmente injusta porque no es representativa de los remedios industrializados, pues su fundamento es precisamente el de generar daño, el que se pretende sea específico para las células neoplásicas aunque no siempre se logra una toxicidad selectiva; en otras palabras, que los propulsores de los remedios naturales escogieron el menos tolerado de los remedios “artificiales” para contrastar las supuestas ventajas de su modalidad terapéutica. No podría diseñarse una ecuación que relacionara la inocuidad con la eficacia, pues de ese modo la mejor terapéutica sería la inerte, la que sustenta el dicho popular de que “si no hace bien, tampoco hace mal”. Si este fuera el sustento de la terapéutica tendríamos que olvidarnos de los remedios eficaces para buscar sólo los inocuos. Más bien un lema de la terapéutica moderna podría ser “si bien te puede producir pequeños daños, te producirá muchos beneficios”. EL DIFERENTE UNIVERSO DE LO NATURAL Y LO INOCUO Mientras que lo natural se refiere al origen de un determinado remedio, lo inocuo alude a su incapacidad para hacer daño; el primero se relaciona con su génesis o su causa, el segundo con la consecuencia o el efecto. Es un silogismo erróneo enlazar el origen con la capacidad o no de dañar. Podría ser correcto clasificar los remedios en naturales y sintéticos, pero no lo es, desde luego, asociar esto con su capacidad de dañar o no; sobre todo, es absolutamente incorrecto señalar que lo que es natural no daña por el sólo hecho de ser natural. Algo similar podría decirse de su efectividad terapéutica, propiedad que también corresponde a un campo diferente al del origen del remedio. Ni todo lo natural es inocuo ni todo lo artificial es dañino; ni todo lo natural es eficaz, ni todo lo artificial es ineficaz. Estas propiedades de producir o no daño y generar o no efectos benéficos no dependen de si un producto es natural o artificial. Si acaso hubiera que tomar partido los productos industrializados tienen la ventaja de que se ha resuelto la contaminación microbiana que a veces tienen los productos naturales, que se ha estandarizado el contenido de las formas farmacéuticas de modo que hay más seguridad para su administración; se han sometido a pruebas científicas para identificar la dosis apropiada, los efectos terapéuticos y una proporción grande de los efectos adversos los que, si se conocen con anticipación, se pueden acechar. El papel del paciente en la atención de las enfermedades Esto no está reñido con la idea de rendir culto a la naturaleza, de preservar el ambiente, de evitar los efectos adversos de los fármacos, de minimizar los daños ecológicos producidos por la terapéutica, de aprovechar las ventajas que ofrece lo natural y de restringir lo más posible el uso de medicamentos. En otras palabras, la pretendida supremacía de lo natural no parece más que uno de los mitos publicitarios que aprovechan el furor ecológico, las tradiciones ancestrales y la ingenuidad de las personas. Se apoya en la ventaja de que anunciándolo como natural no se está engañando a nadie y ni siquiera se suele señalar explícitamente la analogía entre natural y bueno sino que se saca provecho de un prejuicio del público. El movimiento de la medicina basada en evidencias pretende identificar lo que tiene cualidades de validez, confiabilidad, utilidad e importancia mediante la aplicación de los preceptos de la ciencia. Muchos remedios naturales seguramente saldrán airosos de esta evaluación crítica y otros no, pero tendrá que desterrarse la idea de agrupar todo lo natural en el compartimiento de lo benéfico, opuesto a lo artificial, y más bien ponderar las virtudes individuales de cada remedio al margen del casillero en el que se les coloque. En otras palabras: ofrecer a los pacientes lo mejor de los dos mundos. < 37 La pretendida supremacía de lo natural no parece más que uno de los mitos publicitarios que aprovechan el furor ecológico, las tradiciones ancestrales y la ingenuidad de las personas. LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • • Andorno R. Bioética y dignidad de la persona. Madrid: Editorial Tecnos 1998. Dahmanda S. Safety issues affecting. Disponible en: herbs.www/itmonline.org/arts/pas/htm Fehér M. Lo natural y lo artificial (un ensayo de clarificación conceptual). Teorema (Revista Internacional de Filosofía). 1998;18(3). Guerra F. Las medicinas marginales. Madrid: Alianza Editorial 1976. López-Pñeiro JM, Terrada ML. Sistemas médicos extraacadémicos. En: Introducción a la medicina. Barcelona: 2000. Editorial Crítica pp. 219-35. McCarthy M, Wilkinson ML. Recent advances. Hepatology. BMJ 1999;318:1256-9. Raymont P. Leibnitz’s distinction between natural and artificial machines. Paideia. Vickers A, Zollman C. Herbal medicine. BMJ 1999;319:1050-3. 9. El papel del paciente en la atención de las enfermedades Alberto Lifshitz La atención médica es un proceso complejo en el que participan muchos actores. Los papeles relativos del médico, el paciente, su familia, las instituciones de salud, la autoridad sanitaria, las organizaciones académicas, los grupos organizados de la sociedad civil, los empresarios de la salud y el público en general han variado con el tiempo. En un esquema tradicional los expertos generan los conocimientos y las recomendaciones, la autoridad los acota, el médico los prescribe y el paciente obedece, a veces con la ayuda de la familia y de la sociedad civil. En este patrón hemos vivido la mayoría de las personas, de modo que se suele ponderar la capacidad de cada modalidad de estos participantes para desempeñar el papel que les corresponde; en este esquema al paciente le ha correspondido tan sólo obedecer ciegamente las órdenes del médico. Sin embargo, hoy en día la situación ha cambiado y el paciente se ha hecho consciente de sus derechos, entre ellos el de participar en las decisiones que le conciernen directamente. Si a esto se agrega que el médico, con alguna frecuencia equivoca su trato, que la familia a veces no colabora, que algunos expertos se convierten en promotores comerciales y que la autoridad se excluye mientras que la sociedad vigila y protesta, se tiene que avizorar un nuevo papel del paciente en su propia atención. Habrá que decir que no se trata de un papel totalmente original sino de uno que, probablemente, le corresponde en justicia, aunque históricamente se le haya negado. Hoy en día la situación ha cambiado y el paciente se ha hecho consciente de sus derechos, entre ellos el de participar en las decisiones que le conciernen directamente. 38 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Una de las definiciones de apego señala que es “el grado en el cual la conducta personal coincide con las indicaciones del médico o del equipo de salud”. Una situación especial es la atención de emergencia. El médico debe actuar rápido y frecuentemente con información incompleta. El paciente es indudablemente el personaje más importante para el éxito terapéutico. Las instrucciones de los textos van dirigidas exclusivamente a los médicos y se da por descontado que el paciente va a seguir fielmente las prescripciones. Pero este tiene su propia opinión, matizada por sus creencias y valores, sus temores y suspicacias, su visión del futuro y del presente, sus compromisos y prejuicios y su libertad para elegir entre diferentes médicos, diferentes tratamientos y hasta diferentes desenlaces. Respetar la condición de persona de un paciente significa que el médico, si aspira a obtener de aquél un cumplimiento óptimo del tratamiento, logre no tanto que el paciente se discipline y acate órdenes sino que comprenda la terapia, que le convenza, le de valor, se involucre afectivamente y se comprometa con las instrucciones y sugerencias del médico. La denominación del seguimiento de las instrucciones del médico como “obediencia terapéutica” ha generado mucha controversia pues se identifican connotaciones coercitivas y paternalistas, y por ello se prefiere utilizar términos como cumplimiento, apego, conformidad y alianza terapéutica. Una de las definiciones de apego señala que es “el grado en el cual la conducta personal coincide con las indicaciones del médico o del equipo de salud”. Ciertamente este es un desiderátum, siempre y cuando las indicaciones sean las apropiadas no sólo con relación a la enfermedad sino con relación al paciente mismo, frecuentemente dejado de lado a favor de esquemas terapéuticos rígidos. Pero aún esta idea de apego ha sido seriamente criticada pues, además de que limita la libertad del paciente, no refleja las razones de su conducta. Para propósitos de investigación puede ser importante distinguir a los pacientes que no se apegan a lo prescrito de los que sí lo hacen, e incluso excluir del protocolo a los primeros, pero en el encuentro clínico puede ser más importante saber porqué lo han hecho y, desde luego, no se les puede relegar por ese hecho; diferenciar aquellos que ocasionalmente olvidaron alguna toma de los que siguen consistentemente la medicación pero en dosis reducida, los que la consumen esporádicamente, los que la condicionan a los síntomas y los que definitivamente la discontinuaron. En suma, en ejercicio de su autonomía y de su capacidad de autodeterminación, el paciente tiene el derecho de intervenir en las decisiones diagnósticas y terapéuticas, y también el de delegarlas confiadamente en su médico; y habrá quienes opten por una u otra modalidad. Cuando esto no se expresa abiertamente el médico debe tener la habilidad de discernir la preferencia del paciente y, en todos los casos, informarle debidamente. ¿Y si el paciente toma decisiones equivocadas? Bajo la perspectiva del médico se pueden considerar equivocadas algunas decisiones que no lo son bajo la del paciente. Hay pacientes que quieren que los operen aunque la indicación quirúrgica sea cuestionable, otros que se niegan a ser intervenidos cuando la indicación es clara o hasta urgente, otros que rechazan la hospitalización o que no aceptan que se les realicen ciertos procedimientos necesarios para su atención. Se ponen en oposición dos principios: el de beneficencia que conduce al médico a buscar siempre el bien del paciente (en términos de salud) y el de respeto a la autonomía que lo dirige a considerar al paciente como persona responsable de sus propias decisiones. Si se opta por el segundo principio (lo que hoy en día muchos autores tienden a colocar por encima del de beneficencia) se tiene que estar seguro de que el paciente tiene toda la información necesaria y de que la ha comprendido y asimilado. Se ha dicho que “ser libre significa tener la libertad de elegir erróneamente”. Por supuesto que los pacientes incompetentes no pueden ejercer su autonomía, de manera que una responsabilidad adicional del médico es la de identificar el grado de aptitud del enfermo. Son claros los ejemplos de ineptitud de los pacientes en coma o en estado vegetativo, de los niños muy pequeños y de los enfermos con demencia; pero no es tan obvio en los niños un poco mayores y en los sujetos con enfermedades mentales distintas a la demencia. En dichos casos se tiene que optar por decisores subrogados, uno de los cuales puede ser el médico, quien tendría que actuar a favor de los mejores intereses del paciente. Una situación especial es la atención de emergencia. El médico debe actuar rápido y frecuentemente con información incompleta; los titubeos pueden ser fatales. Ello no excluye la posibilidad de que el paciente participe, pero habitualmente esto no se logra con facilidad. El papel del paciente en la atención de las enfermedades En todo caso, el paciente debiera estar informado anticipadamente de las decisiones y, en la medida de lo posible, colaborar en su ejecución. Cuando la relación médico-paciente es de tipo contractual frecuentemente se escatima a los pacientes la oportunidad de decidir: “¡Si no está de acuerdo con lo que el médico ordena que firme su alta voluntaria!”. Esta manera de enfocar la práctica de la medicina no sólo vulnera las relaciones afectivas entre médico y paciente sino que lesiona la condición humana de éste último. En las enfermedades crónicas la participación del paciente es vital y el apego al tratamiento crítico. El ejemplo más ilustrativo fue la tuberculosis, en la que se tuvo que recurrir a la supervisión directa para asegurar que el paciente efectivamente tomaba sus medicamentos orales. La diabetes y la hipertensión arterial son los mejores ejemplos de hoy en día. No más de la mitad de los pacientes hipertensos cumple al pie de la letra con las indicaciones médicas y la proverbial falta de control de los pacientes diabéticos se relaciona casi siempre con un deficiente apego a la disciplina exigida. El apego se relaciona con varios factores además de la correcta información con que cuente el paciente, con la jerarquización que éste hace de la salud dentro de su escala de valores y con la simplificación del tratamiento. El cumplimiento es mayor cuando se usan menos tomas diarias del medicamento, cuando a estas tomas se las relaciona con las actividades cotidianas del paciente y cuando se emplea un menor número de medicamentos e instrucciones. También se vincula con la frecuencia de efectos colaterales y con la posibilidad de preverlos; con el costo de la medicación, las expectativas del paciente y la confianza que éste tenga en su médico o en el sistema de salud. La educación del paciente no sólo consiste en darle información sino también en recibirla de él; de aquí surge un diagnóstico de necesidades educativas que permita adaptar la instrucción. Considerar a priori que todos los pacientes con un mismo diagnóstico son iguales y que requieren los mismos contenidos, métodos y técnicas educativas ha generado muchos problemas de los que frecuentemente se culpa al propio enfermo. Por supuesto que la responsabilidad del enfermo no se puede soslayar. Sin su participación difícilmente se puede tener éxito en la terapia. En el fondo de una deficiente colaboración puede estar una actitud autodestructiva relacionada, por ejemplo, con depresión. En todo caso es también obligación del médico descubrirla. La participación del paciente es ciertamente vital para la atención de sus enfermedades y una habilidad fundamental que habría que exigirle al médico es la de lograr esta participación. El arte que se exige al clínico es distinguir el caso que amerita un abordaje paternalista del que requiere un enfoque que considere ante todo el respeto a la autonomía; pero en ambos casos bajo el supuesto básico de que trata a una persona y no a un obediente procesador de órdenes ni a un objeto de trabajo o de estudio. EL AUTOCUIDADO DE LA SALUD La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el recurso más importante de la atención médica es el autocuidado de la salud (self care). Este concepto incluye cuidados no medicamentosos, estilos de vida, apoyo social en la enfermedad, primeros auxilios en la vida diaria y el más polémico, la automedicación. El concepto de automedicación ha sido ampliamente debatido y tradicionalmente condenado como una práctica inconveniente por riesgosa. No obstante, es una realidad que no puede ser soslayada y en los últimos años se ha optado mejor por regularla y orientarla que por prohibirla. Su reconocimiento oficial es congruente con la idea de respeto a la autonomía y se ha expresado en la reclasificación de algunos medicamentos, considerados originalmente para venta con receta médica, para incluirlos en el grupo de venta libre (over the counter, OTC). Más aún, la automedicación libera los servicios médicos, frecuentemente sobrepasados por la demanda de pacientes con trastornos menores que pueden ser resueltos por ellos mismo. En muchos países, incluyendo México, la mayor parte de los medicamentos que requieren receta médica se expenden aún sin ella (excluyendo a los narcóticos, a los estupefacientes y a los psicotrópicos) de tal manera que los pacientes tienen acceso virtualmente a cualquiera sin necesidad de consultar con un médico. La postura < 39 En las enfermedades crónicas la participación del paciente es vital y el apego al tratamiento crítico. La responsabilidad del enfermo no se puede soslayar. Sin su participación difícilmente se puede tener éxito en la terapia. 40 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La postura de los organismos internacionales es la de identificar los productos que pueden ser objeto de automedicación e incluir en el envase las instrucciones precisas para su empleo seguro. de los organismos internacionales es la de identificar los productos que pueden ser objeto de automedicación e incluir en el envase las instrucciones precisas para su empleo seguro, condición que no suele acompañar a los medicamentos cuando se destinan a venderse sólo con receta del médico. Conviene distinguir la automedicación de la autoprescripción; la primer se refiere al uso de medicamentos sin haber recibido una prescripción médica y teóricamente se restringe a los medicamentos de libre acceso (OTC); la autoprescripción, en cambio, se relaciona con la elección por el propio paciente de medicamentos que de acuerdo con la ley sólo pueden adquirirse con receta médica. LA SOLICITUD DE ATENCIÓN Este es uno de los elementos principales de la educación para la salud: reconocer en qué momento es necesario acudir al médico. Aunque el elemento crítico para ello es el conocimiento médico que posea el paciente influyen mucho factores psicológicos como el temor o la inseguridad. Hay pacientes estoicos o hipocondríacos, responsables o indolentes. En todo caso, el momento de la historia natural de la enfermedad en el que se inicie la atención médica suele ser crucial en la resolución de muchas enfermedades, de las cuales la más ilustrativa es el cáncer. La solicitud de atención médica tiene que ver también con su accesibilidad, tanto en términos geográficos como administrativos y económicos. Los obstáculos que un paciente tiene que vencer para obtener una atención médica que le resulte satisfactoria son a veces excesivos. Muchas personas consultan más internet que al médico, se automedican y autoprescriben a partir de las sugerencias de la web. En un mundo de competencia, sin verdaderos límites a la promoción, las medicinas alternativas se han adueñado de una parte del mercado de la salud. EL ACCESO A LA INFORMACIÓN MÉDICA Por mucho tiempo la información médica estuvo restringida de tal manera que sólo los profesionales tenían acceso a ella. Este acceso diferenciado también ha dependido de los códigos lingüísticos pues los médicos solemos usar un lenguaje incomprensible a los profanos, a veces tan sólo como una manifestación más de nuestra inseguridad. Tan celosos hemos estado de esta jerga que nos cuesta trabajo comunicarnos con nuestros pacientes, una habilidad (la comunicación) que debiéramos dominar por ser fundamental para el trabajo clínico. Pues bien, el acceso a la información ha cambiado. Hoy en día está al alcance de quien posea una computadora con conexión a internet y ya no es excepcional que el paciente se presente ante el médico con la hoja impresa en la que se encuentra la prescripción que considera es adecuada para él y exigiendo que se utilice. Los pacientes con infecciones por VIH están mejor informados de los avances en el conocimiento de la enfermedad que muchos de sus médicos. Más aún, muchas personas consultan más internet que al médico, se automedican y autoprescriben a partir de las sugerencias de la web. El asunto no es trivial porque buena parte de la información así obtenida tiene sesgos comerciales no necesariamente científicos. Se intenta vender medicamentos o procedimientos y se utilizan argumentos que convencen a los consumidores pero frecuentemente sin que estos tengan información complementaria, de tal manera que lo que consumen es lo que mejor se publicita y no necesariamente lo que más conviene al paciente. Este nicho publicitario está ya siendo explotado por los productores y distribuidores de productos terapéuticos, de tal manera que influyen en la conducta del médico a través de la demanda o la presión de los pacientes. LA ELECCIÓN DE LA TERAPIA En un mundo de competencia, sin verdaderos límites a la promoción, las medicinas alternativas se han adueñado de una parte del mercado de la salud, sobre todo la que muestra insuficiencias de la medicina científica. Las medicinas paralelas (homeopatía, herbolaria, acupuntura, naturismo, iridología, etc.) suelen tener menos escrúpulos que la medicina científica para promoverse y explotan los grandes mitos de la medicina actual con el valor de lo natural, la supuesta atoxicidad de sus remedios, los riesgos de envenenamiento con los medicamentos industrializados, las dosis pequeñas y la sabiduría ancestral, aunque sea estática y obsoleta. Sin negar los éxitos terapéuticos que a veces logran, muchos de sus adeptos lo son porque encuentran en estas alternativas la calidez que a veces les escatima la medicina científica. Cómo elegir un médico < 41 Sin dejar de reconocer el derecho del paciente a elegir entre las distintas opciones, convendría romper el tabú que limita la difusión hacia el público de los conocimientos de la medicina científica y de los inconvenientes y ventajas de algunas medicinas alternativas, de tal manera que se tuvieran auténticas oportunidades de elección. EPÍLOGO Hoy en día se reconoce ampliamente la condición del paciente como persona humana, en contraste con lo que ocurrió en épocas no necesariamente muy antiguas. La salud es una responsabilidad colectiva pero que empieza en el propio individuo. Particularmente en las enfermedades crónicas se tiende a reconocer al médico más como un asesor, consejero e informador que como un decisor omnipotente, omnisapiente y benevolente. Las limitaciones que el paciente suele tener para participar en su atención derivan de su papel atávico y de su limitada información, situaciones que empiezan a cambiar. No cabe duda que la persona más importante para el éxito terapéutico o preventivo no es el médico sino el paciente. La salud es una responsabilidad colectiva pero que empieza en el propio individuo. 10. Cómo elegir un médico Alberto Lifshitz En una sociedad en la que el paciente adquiere cada vez más hábitos de consumidor las imperfecciones del mercado de la salud pueden favorecer una desviación no propicia a los mejores valores sanitarios; por ejemplo, que el paciente elija al médico más permisivo o tolerante (en términos coloquiales se diría “al más barco”) para no tener que enfrentar sacrificios o disciplinas nuevas. Tampoco es improbable que se elija al de mejor presentación, al más guapo y pulcro, al que ostenta más diplomas, al que se hace más propaganda, etcétera. Si se intentara orientar a un consumidor de la salud (es decir, a un paciente potencial o real) sobre las características que lo debieran ayudar a elegir a su médico, máxime que existe una política explícita de que los pacientes tendrán el derecho de hacerlo, se le podría sugerir poner atención a los siguientes atributos: 1. El médico debe estar certificado por el Consejo correspondiente. Ésta podría ser una de las características más relevantes. Si bien los Consejos de Especialidad aún tienen limitaciones para hacer una certificación inobjetable su función es garantizar a la sociedad que quienes están certificados han alcanzado los estándares técnicos y éticos que sus pares han propuesto. Si hubiese que ser sumario en las recomendaciones habría que seleccionar ésta como la más significativa. 2. Ni demasiado joven ni demasiado viejo. A riesgo de cometer una injusticia con ambos, el demasiado joven suele carecer de la mesura que a veces requieren las decisiones clínicas y el demasiado viejo puede no estar debidamente actualizado. Sin que deje de ser un prejuicio, tal vez el médico de edad madura pudiera estar en la cumbre de su eficiencia. 3. De apariencia pulcra e higiénica. El médico tiene que ser un modelo en muchos sentidos y la higiene es lo primero que debe ostentar. La imagen de muchos médicos de la televisión norteamericana y de muchos estudiantes de medicina de nuestro país, en los que la pulcritud no parece importante, no inspiran confianza aun cuando pudieran ser muy competentes. 4. Con experiencia en instituciones públicas y privadas. Esta es una combinación sana puesto que se trata de experiencias complementarias. En una sociedad en la que el paciente adquiere cada vez más hábitos de consumidor las imperfecciones del mercado de la salud pueden favorecer una desviación no propicia a los mejores valores sanitarios. El médico tiene que ser un modelo en muchos sentidos y la higiene es lo primero que debe ostentar. 42 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Una cualidad del médico es la de ver al enfermo como persona, no como una enfermedad o como un órgano averiado. El médico debe llevar registros escritos de sus pacientes y en la primera consulta debe recabar una historia clínica completa. El médico que culmina su consulta con una simple receta no suele ser el mejor. 5. Con currículum académico. Un profesor o investigador suele estar más comprometido con la verdad científica, tener un espíritu más inquisitivo y estar más actualizado. 6.Accesible. Este es un atributo importante. No se refiere sólo a que esté cerca del domicilio o del sitio de trabajo del paciente, sino que se le puede localizar en cualquier momento, por teléfono, por radiolocalizador o de alguna otra manera. 7. Algunos indicios de que no es un comerciante. Los médicos deben vivir de su trabajo pero su prioridad es el paciente; si el médico muestra que se preocupa más por el dinero que por el enfermo entonces no se trata del médico adecuado. 8. Visión del paciente como un todo y no como una parte o una suma de partes. Una cualidad del médico es la de ver al enfermo como persona, no como una enfermedad o como un órgano averiado. 9. Flexible y comprensivo pero firme en sus recomendaciones. 10. Se muestra interesado en usted y no sólo en sus enfermedades. 11. Preferiblemente, recomendado por sus pacientes. Dado que el mercado de la salud es bastante imperfecto y la satisfacción de los pacientes muchas veces depende de atributos no necesariamente relacionados con una mejor acción sanitaria, esta recomendación puede no ser totalmente válida. Sin embargo, la opinión de los pacientes que tuvieron buenos desenlaces con un cierto médico puede ser útil para elegirlo. 12. No se anuncia excesivamente. No tiene la pared tapizada de diplomas. Aunque finalmente es resultado de un prejuicio, no se suele ver bien que un médico se promueva publicitariamente; se interpreta como que su relativamente pobre calidad no le permite captar una clientela y tiene que recurrir a la mercadotecnia. Las paredes tapizadas de diplomas no significan nada, a menos que el paciente tenga la capacidad de discernir los valiosos; hoy en día, todo mundo puede fabricarse diplomas en una imprenta o en una computadora. 13. Sabe escuchar más que hablar. 14. Explora más o menos completamente. Independientemente del motivo de la consulta, el médico debe hacer una exploración más o menos completa y no limitarse al órgano aparentemente enfermo. 15. Elabora historias clínicas y las escribe, en papel o en computadora. No sólo por razones legales, sino por conveniencia personal y profesionalismo, el médico debe llevar registros escritos de sus pacientes y en la primera consulta debe recabar una historia clínica completa. 16. Se sabe dar a entender. Una habilidad fundamental del médico es su capacidad de comunicación la que, por desgracia, no todos los colegas cultivan. A muchos les resulta difícil bajarse del pedestal para ponerse a la altura del paciente, o bien no pueden abandonar la jerga médica porque lo perciben como un desdoro. Saber explicar en términos coloquiales, eludiendo la terminología técnica es una habilidad que conviene que posea el médico que uno necesita. 17. Dedica suficiente tiempo a las recomendaciones. El médico que culmina su consulta con una simple receta no suele ser el mejor. Más importante que la prescripción es, en muchos casos, la educación del paciente, la explicación de las medidas no farmacológicas y de los cuidados que hay que seguir. 18. Explica lo que uno tiene y no sólo da órdenes. El paciente frecuentemente necesita saber qué es lo que le pasa (no necesariamente el nombre de la enfermedad que lo acosa) y no sólo obedecer ciegamente las órdenes del médico. 19. No rehúye las preguntas. Muchos colegas se niegan a contestar las preguntas de los pacientes, asumiendo que éstos no están debidamente capacitados para entender las respuestas o porque temen ponerse en evidencia. Es muy deseable que el paciente haga preguntas, mientras más mejor, y el médico debe tener la paciencia y la habilidad para contestarlas a satisfacción de su interlocutor. 20. No menosprecia al paciente considerando que no es capaz de entender. 21. No solicita un exceso de estudios complementarios y, en todo caso, explica para qué son. Decisiones clínicas < 43 22. No prescribe más medicamentos que los indispensables y explica para qué sirven. Se parte de la idea de que los medicamentos son, más bien, un mal necesario, que muchos casos se pueden resolver sin ellos y que hay que aprender (tanto médicos como pacientes) que se puede culminar una consulta sin necesidad de una prescripción medicamentosa. Por otro lado, mantener como “secreto” la razón de usar un medicamento es cada vez menos factible, independientemente de que el paciente tiene todo el derecho a saber qué se le está prescribiendo, por qué, qué riesgos tiene y qué beneficios se esperan. 23. Explica las medidas higiénicas y dietéticas. Tan importantes o más que las medicamentosas. 24. No intenta crear dependencias hacia él por parte de los pacientes. Esto es particularmente válido a propósito de los pacientes crónicos en los que el médico debe preocuparse por volverlos independientes, capaces de tomar decisiones por sí mismos y convertirse más bien en un asesor y supervisor. 25. Sus colegas tienen buena opinión de él. Aunque aquí pueden participar sentimientos diversos, incluyendo la competencia, la envidia y el canibalismo, suele ser útil conocer la opinión que de nuestro médico tienen sus pares. 26. No miente. Este es un principio fundamental para que el paciente tenga confianza en su médico. 27. Muestra sensibilidad para tratar los asuntos delicados. En conclusión, quedan delineadas algunas de las cualidades que caracterizan a un buen médico bajo una perspectiva estrictamente personal pero que pueden guiar a los pacientes en su elección. 11. Decisiones clínicas Alberto Lifshitz INTRODUCCIÓN Si se pretendiera expresar de manera sumaria las cualidades de un buen médico probablemente no sería suficiente aludir a su erudición, su retórica, su currículum vitae y ni siquiera a su humanitarismo sino a su capacidad de tomar las decisiones apropiadas en el momento oportuno. El médico es, fundamentalmente, un tomador de decisiones. A pesar de ello, la enseñanza formal de la medicina ha puesto poca atención en una metodología para tomar decisiones, de manera que esta habilidad se va alcanzando a través de procesos informales en los que el médico, conforme adquiere experiencia, va ganando pericia, independientemente de que tenga advertencia del mecanismo por el cual alcanzó este aprendizaje y de la forma en que su mente discurre para tomar decisiones, muchas veces a través de ensayos y errores. Por supuesto que no todos los médicos con experiencia toman decisiones apropiadas en todos los casos, pues pueden caer en sesgos y vicios, sobre todo si carecen de una postura reflexiva y autocrítica. Esta deficiencia educativa ocurre a pesar de que existen por los menos dos cuerpos teóricos relacionados con las decisiones: la teoría de las decisiones, que señala los caminos para tomar buenas decisiones, y la teoría cognitiva que describe cómo es que tomamos en realidad las decisiones, con todos los sesgos que implica la práctica cotidiana. Las decisiones se pueden plantear en condiciones de certeza, cuando se sabe que cada acción conduce invariablemente a un desenlace específico; en condiciones de riesgo cuando cada curso de acción conduce a uno de un conjunto de desenlaces posibles que ocurrirían con una probabilidad conocida; o en condiciones de incertidumbre si cada opción tiene un conjun- El médico es, fundamentalmente, un tomador de decisiones. Las decisiones se pueden plantear en condiciones de certeza, de riesgo o de incertidumbre. 44 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Las decisiones clínicas tienen un componente técnico, un componente ético y un componente económico. Las decisiones médicas son ciertamente complejas, no sólo por las condiciones de incertidumbre sino por la gran cantidad de variables que se tienen que considerar. Las situaciones de decisión se han clasificado, en programables cuando ya hay suficiente experiencia a partir información adecuada y no programables, que sólo ocurren pocas veces y para las cuales no existe una información suficientemente estructurada. to de desenlaces posibles, pero las probabilidades de dichos desenlaces son desconocidas. Las decisiones clínicas frecuentemente se tienen que realizar en condiciones de incertidumbre, aunque la investigación clínica pretende convertirlas en decisiones en condiciones de riesgo. Las decisiones clínicas tienen un componente técnico, que abarca la obtención y el manejo de la información médica pertinente, un componente ético que se apoya en los principios de beneficencia y no maleficencia y en el respeto a la autodeterminación del paciente, y un componente económico relacionado con los costos de cada decisión y que no puede ser marginado. Muchas de las decisiones médicas se han podido estudiar con la metodología del análisis de decisiones en el que éstas se representan, esquemáticamente, en forma de árboles de decisión y se estiman probabilidades y utilidades. Si bien esta metodología ha favorecido la comunicación entre los médicos ofreciendo un vocabulario y una estructura para las controversias, se ha dicho que los médicos no conciben y solucionan los problemas clínicos “cultivando un árbol de decisiones en sus cabezas”. Las decisiones médicas son ciertamente complejas, no sólo por las condiciones de incertidumbre sino por la gran cantidad de variables que se tienen que considerar. Con la llamada “medicina basada en evidencias” se pretende haber resuelto el elemento técnico de las decisiones, pues se ofrece a cada paciente la mejor alternativa que haya surgido de la investigación. Sin embargo, en muchos campos, la evidencia no ha sido aún creada, en otros es relativamente inaccesible y, desde luego, no es la evidencia el único elemento de una decisión. Por ejemplo, se ha generado la evidencia de que el tratamiento intensivo con insulina en los pacientes con diabetes tipo 1 evita la neuropatía diabética. Esto obligaría a que todos los médicos prescribiéramos tratamiento intensivo a todos nuestros pacientes con diabetes dependiente de insulina. Sin embargo, no pueden dejar de tomarse en cuenta muchas otras variables como las circunstancias clínicas del caso (por ejemplo, la severidad y la comorbilidad) y las condiciones del paciente: por ejemplo sus deseos, aversiones y recursos, a más de los riesgos del tratamiento intensivo. El estudio en cuestión (DCCCT) se refiere a la diabetes tipo 1, lo que equivale a una minoría de los diabéticos, mientras que el UKPDS considera más o menos lo mismo para los diabéticos tipo 2. ELEMENTOS DE LAS DECISIONES En cada decisión se examina un conjunto de alternativas que tienen, a su vez, un conjunto de consecuencias o desenlaces. La elección de una de estas alternativas depende, por supuesto, de la estimación de sus consecuencias, tanto en términos probabilísticos como en los del valor que se le otorga. Por ejemplo, si se elige entre operar o esperar, las consecuencias pueden caer dentro de un rango que va desde que la enfermedad se autolimite a que se complique irreversible o gravemente. Para elegir entre las dos opciones se tienen que estimar las probabilidades de que ocurra cada una de las consecuencias previstas (qué tan probable es que se autolimite, qué tanto que siga igual y qué tanto que se complique); pero además, darle un valor afectivo a cada uno de estos desenlaces, que en este caso es muy sencillo pues cualquiera acepta que tiene mucho más valor el que la enfermedad se limite por sí sola en tanto que el menor valor lo tiene la complicación grave o irreversible. Hay, entonces, en cada decisión, elementos objetivos y subjetivos, ninguno de ellos más valioso que el otro. Sin embargo, también hay una gran cantidad de elementos incontrolados que, en teoría de decisiones, se denominan estados de la naturaleza. Estos se definen como “factores que afectan el logro de los objetivos identificados y que se encuentran fuera del control del individuo que decide”. Este último es conocido como decisor. Las situaciones de decisión se han clasificado, por una parte, en programables cuando ya hay suficiente experiencia a partir información adecuada y se han tenido que dar con una cierta repetición; en el otro extremo están las situaciones no programables, mal definidas, que sólo ocurren pocas veces y para las cuales no existe una información suficientemente estructurada para decidir. Con el reconocimiento a la autonomía de los pacientes su participación en las decisiones médicas es cada día mayor los médicos nos vemos obligados a proporcionar suficiente infor- Decisiones clínicas mación a los pacientes, plantearles las alternativas de decisión y, en la medida de lo posible, respetar lo que elija el paciente. Hay indicios de que las mentes expertas transitan por vías rápidas, menos parsimoniosas y más prácticas que el manejo lógico de la información, vías que se identifican con la heurística, que tienen que ver con la pericia, el ojo clínico y la intuición, y que aseguran una cierta funcionalidad a pesar de que la información sea incompleta. McDonald propone que, igual que los astrónomos asumen la presencia de materia negra porque la materia visible no es suficiente para explicar la conducta de las galaxias, la heurística explica cómo los médicos tomamos decisiones a pesar de que la evidencia disponible es insuficiente. HEURÍSTICA La palabra tiene varios significados. Proviene del griego eurisko que significa hallar o inventar y se identifica con el arte de la invención o con la búsqueda o investigación en documentos o fuentes históricas. La misma raíz griega tiene la palabra eureka (“lo he encontrado”) con que celebró Arquímedes su famoso insight. Sin embargo, el término ha evolucionado adquiriendo sutilezas dependientes de la disciplina en la que se utilice. En el terreno de la lógica la heurística es el método consistente en resolver un problema por ensayo y error, evaluando cada paso hasta llegar al resultado final. Una hipótesis heurística es una hipótesis de trabajo que permite actuar sin necesidad de someterla a prueba de hipótesis, es decir sin verificarla o refutarla. En el terreno educativo un método heurístico es aquel que se apoya en el principio de organizar el trabajo del alumno, de tal manera que éste descubra por su cuenta las leyes y los comportamientos de los procesos en vez de aprenderlos de segunda mano a través de la información suministrada por el profesor; equivale a “aprendizaje por descubrimiento”. La heurística a la que aquí haremos referencia ha sido más bien un producto de la inteligencia artificial que ha adoptado la psicología cognitiva; forma parte de los sistemas expertos hoy día llamados “sistemas de apoyo a las decisiones”. Estos sistemas pretenden ofrecer al clínico individual la experiencia de muchos expertos y utilizan como base la inferencia desde varias modalidades de análisis: algoritmos, sistemas estadísticos (teorema de Bayes), sistemas basados en reglas (heurística) y redes neurales. La heurística cognitiva se ha definido como el proceso mental utilizado para aprender, recuperar o entender el conocimiento. Conforma una serie de reglas prácticas, informales, que los expertos utilizan, sorteando pasos, y que se sistematizan en la inteligencia artificial. Son rutas cortas que eluden los cálculos de probabilidades, el razonamiento lógico, parsimonioso, en secuencia, y que derivan muchas veces de teorías personales, suposiciones, experiencias, tradiciones y creencias. Por este mismo hecho, las decisiones sustentadas en reglas heurísticas pueden resultar sesgadas. Un ejemplo de las rutas cortas para el diagnóstico lo constituye el llamado “reconocimiento de patrones” en el que de una manera más refleja que reflexiva los médicos identificamos, de golpe, que las características de un paciente se corresponden con las de cierta enfermedad, prácticamente sin hacer juicios analógicos, análisis de datos o agrupaciones. Expresado en forma de reglas, el sistema se mueve de la premisa a la conclusión con la fórmula “si... luego entonces...”. Por ejemplo: “si se trata de un paciente senil…, luego entonces excluya usted el diagnóstico de sarampión”. Esta regla no lleva ninguna argumentación lógica en su interior aunque se base, por supuesto, en información estadística y en inferencias lógicas. La regla heurística no expresa el silogismo sino tan sólo una premisa y su conclusión; evita tener que repensar completamente cada problema con el que uno se enfrenta. La relación entre este concepto de heurística y el descubrimiento se basa en que estas reglas empíricas son precisamente el resultado de un descubrimiento previo e ilustra que las decisiones pueden provenir de fuentes diferentes y no sólo de un proceso mental de razonamiento lógico. Las reglas heurísticas (o simplemente las heurísticas o los heurísticos) son guías fáciles de seguir para tomar decisiones; en realidad sobresimplifaciones. < 45 Hay indicios de que las mentes expertas transitan por vías rápidas, menos parsimoniosas y más prácticas que el manejo lógico de la información, vías que se identifican con la heurística, que tienen que ver con la pericia, el ojo clínico y la intuición. La heurística forma parte de los sistemas expertos hoy día llamados “sistemas de apoyo a las decisiones”. La regla heurística no expresa el silogismo sino tan sólo una premisa y su conclusión; evita tener que repensar completamente cada problema con el que uno se enfrenta. 46 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Los heurísticos más conocidos son el de disponibilidad, el de representatividad y el de anclaje y ajuste. Lo verdaderamente sabio no es seguir obedientemente las reglas ni hacerse esclavo de las prescripciones, sino apreciarlas en su verdadera dimensión, como guías y no como mandatos; como útiles en muchos casos, pero no en todos. No hay que olvidar que el médico, más que un procesador acrítico de algoritmos e instrucciones es quien los genera, los corrige, los propone, identifica sus limitaciones y sus valores y decide si los utiliza. Variedades de heurísticos Los heurísticos más conocidos son el de disponibilidad, el de representatividad y el de anclaje y ajuste. El de disponibilidad se relaciona con la facilidad con que un cierto desenlace aparece en la mente por el impacto que tuvo un episodio similar; la probabilidad de un suceso se juzga por la facilidad con que dicho suceso es recordado, lo cual no depende sólo de su frecuencia sino de la intensidad con la que se ha vivido algo similar, las consecuencias que tuvo para el médico o para el paciente, su rareza, etcétera. Este heurístico influye particularmente en el diagnóstico diferencial, pues a la mente acuden los diagnósticos que más han impresionado a los clínicos y no necesariamente los más frecuentes o los más probables. El impacto del suicidio de un paciente deprimido propicia que el médico sobrestime el riesgo en todos los pacientes deprimidos que atiende; la experiencia de algún error diagnóstico favorece que se exagere la búsqueda de la enfermedad en cuestión. El heurístico de representatividad se refiere a la semejanza con desenlaces previos; la probabilidad de un suceso se estima en virtud de qué tanto sus datos esenciales coinciden con los de la población en la que se origina. Un diagnóstico se suele realizar en razón de qué tanto se parece a las descripciones de la enfermedad en los libros, sin tomar en cuenta siempre la prevalencia o las claves que van precisamente contra de tal diagnóstico. El anclaje se refiere a las hipótesis tempranas que surgen a partir de las primeras impresiones y que se mantienen en la mente a pesar de que se van acumulando datos en contra mientras que el ajuste corresponde a las modificaciones que va sufriendo esta hipótesis hasta arribar a una conclusión final. Los clínicos tienen dificultades para liberarse del anclaje que los orienta a acomodar, a veces forzadamente, los datos subsecuentes para que armonicen con una hipótesis establecida muy tempranamente en el abordaje del caso. Riegelman advierte los riesgos de caer en sesgos, identificados como problemas predecibles, que ocurren en el proceso de decisión, e ilustra la relación entre la heurística útil que funciona bien en situaciones bastante simples y directas, de aquella que se intenta aplicar en situaciones más complejas; utiliza el símil de los ojos y la mente para estimar una distancia. Cuando se observan objetos a lo lejos el grado de claridad con que se perciben resulta una forma útil de estimar la distancia a la que se encuentran: mientras más claro se vea el objeto más cercana será su localización; es una regla que casi siempre funciona y que se podría expresar como instrucción. Sin embargo, confiarse a esta regla puede ser peligroso cuando la visibilidad es pobre; por ejemplo en la niebla o en la semioscuridad, en las que se puede hacer una estimación inadecuada de la distancia a la que se encuentra el objeto. Las rutas heurísticas explican las decisiones aparentemente intuitivas que realizan los expertos y permiten definir algunas reglas prácticas. La tradición ha expresado en forma de aforismo algunas de estas reglas con que se han orientado generaciones. Lo verdaderamente sabio no es seguir obedientemente las reglas ni hacerse esclavo de las prescripciones, sino apreciarlas en su verdadera dimensión, como guías y no como mandatos; como útiles en muchos casos, pero no en todos. El conocimiento de los heurísticos comunes permite también mantenerse alerta sobre los sesgos a los que pueden conducir puesto que no dejan de ser prejuicios. Aunque puede ser recomendable atender los heurísticos mejor sería atenerse al significado original del término, relacionado con la creatividad y la búsqueda más que con soluciones preformadas. Los caminos para las decisiones médicas se pueden estructurar esquemáticamente, sustentarse en el análisis minucioso de las alternativas, la estimación probabilística de los desenlaces, la asignación de valores a los resultados previstos, aunque también se pueden expresar en reglas sumarias capaces de guiar el pensamiento y la acción. Los heurísticos tienen su mayor valor en su facultad para entender el proceder del experto, conformar sistemas de apoyo a las decisiones, evocar reflexiones que se expresan aforísticamente pero no dejan de ser razonamientos incompletamente expresados, con demasiados implícitos y con el riesgo de sesgar prejuiciosamente el camino si se soslayan las peculiaridades del caso individual. No hay que olvidar que el médico, más que un procesador acrítico de algoritmos e instrucciones es quien los genera, los corrige, los propone, identifica sus limitaciones y sus valores y decide si los utiliza. ¿Educación continua o desarrollo profesional continuo? < 47 LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • • • • • • • • • • • • • De Gortari D. Diccionario de la Lógica. México. Plaza y Valdes, 1988. Fisher A, Fonteyn M. An exploration of an innovative methodological approach for examining nurses heuristic use in clinical practice. Scholarly Inquiring for Nursing Practice 1995;9:263-79. Ganzini L, Volicer L, Nelson WA, Fox E, Derse AR. Ten myths about decision making capacity. J Am Dir Assoc 2004;5:236-7. Lifshitz A. La decisión terapéutica. Rev Med IMSS (Mex) 1995;33:439-44. Luce RD, Raiffa H. Games and Decisions. Introducción and Critical Survey. New York: Dover Publications, 1989, p. 13. McDonald CJ. Medical Heuristics: The silent adjudicators of clinical practice. Ann Intern Med 1996;124:5662. Mishkoff HC. Understanding artificial intelligence. Fortworth TX. USA. Texas Instruments. pp.1-12;1-13. Morie H, Morine G. El descubrimiento: un desafío a los profesores. Madrid. Editorial Santillana, 1992. Moskowitz AJ, Kuipers Ri, Kassirer JP. Dealing with uncertainly, risks, and tradeoffs in clinical decisions. A Cognitive science approach. Ann Intern Med 1988;108:43549. Mowen JC. Judgment calls. Making good decisions difficult situations. New York. Estados Unidos. Simon & Shuster Publishers. 1993, p. 125. O´Neill ES. Heuristic reasoning in diagnostic judgment J. Prof. Nurs 1995;11:239-45. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. XXI Edición. Madrid: Editorial Espasa Calpe, 1992. Riegelman RK. Minimizing medical mistakes. The art of medical decision making. Bost, Mass. EstadosUnidos. Little, Brown and Company 1991. pp. 11-12. Robinson A, Thomson R. Variability in patient preferences for participating in medical decision making: implication for the use of decision support tools. Quality and Health Care 2001;10(Suppl 1):134-8. Sox HC, Blatt MA, Higgins MC, Marton K. Medical Decision Making. Stoneham MA, USA. Butterworths Editors. 1988. p. 37. The Diabetes Control and Complications Trial Research Group. The effect of intensive diabetes therapy on the development and progression of neuropathy. Ann Intern Med 1995;122:561-8. Tversky A, Kahneman D. Judgment under uncertainty: Heuristics and biases. En: Kahneman D, Slovic P, Tversky A. Judgment under uncertainty: Heuristics and biases. New York: Cambridge University Press, 1987. pp 3-20. White SC. Decisión-support systems in dentistry. J Dent Edu 1996;60:47-63. Whitney SN. A new model of medical decisions: exploring the limits of shared decision making. Med Decis Making 2003;23:275-80. 12. ¿Educación continua o desarrollo profesional continuo? Alberto Lifshitz El aprendizaje es un proceso inacabado e inacabable, incesante en el sentido de que hasta dormidos aprendemos, y que muchas veces transcurre de manera inadvertida en la vida cotidiana. Sin embargo, desde el punto de vista formal, la educación se ha dividido en etapas. Está muy claro que el periodo formativo, escolar, que culmina en que el alumno adquiere el perfil previsto, es apenas el logro de un mínimo de competencia para enfrentar las demandas de la vida profesional. La mayor parte del proceso que acaba convirtiéndonos en expertos transcurre después del egreso de la educación formal y está integrado con la práctica. Esta fase de la educación es, por lo menos, tan importante como la de la formación; ésta debe no sólo dotar al egresado de las habilidades básicas sino encender el motor para la fase subsecuente al proveerle de la metodología y la actitud para seguir aprendiendo. Si una escuela no genera estas cualidades en sus alumnos se puede decir que fracasó, aunque se hayan cumplido los requisitos de acreditación. Esta importantísima fase de la educación ha sido llamada de diversas maneras. La más común es la de educación continua, pero también se han empleado las de formación continua, educación continuada, educación permanente y otras. Si se atiende a la semántica, se El aprendizaje es un proceso inacabado e inacabable. La mayor parte del proceso que acaba convirtiéndonos en expertos transcurre después del egreso de la educación formal y está integrado con la práctica. 48 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La educación continua tradicional ha estado centrada en la escuela o sus equivalentes. El desarrollo profesional continuo se centra en el progreso personal, integra los métodos individuales y los colectivos, la responsabilidad institucional con la personal, los intereses propios con los de la organización, la autonomía con las necesidades de la sociedad. tiene que admitir que estas expresiones no son necesariamente sinónimas y que los adjetivos aluden a lo que no se interrumpe (las famosas “paradas continuas” de los transportes públicos implicarían que siempre están detenidos) o a su larga duración. En los últimos años ha surgido una expresión que, si bien no puede eludir las críticas lingüísticas, ha ido adquiriendo identidad en la medida en que trasciende a la educación. Se le ha llamado desarrollo profesional continuo. Habría que sancionar el calificativo de “continuo” como constante o perseverante, y lo profesional extenderlo también a los oficios que no se ejercen bajo una licenciatura. Lo más rescatable es el término de desarrollo porque se refiere al progreso, es decir a una de las consecuencias sociales más deseables de la educación y no a la simple consecución de diplomas o certificados. La educación continua tradicional ha estado centrada en la escuela o sus equivalentes, al grado que se le ha designado, un tanto despectivamente, como escolaridad perenne. Las personas no se salen del ámbito escolar, si bien éste se extiende a las sociedades científicas, a otras instituciones o a las computadoras. Se sustenta en programas formales tales como cursos, congresos, seminarios, paneles, simposios, conferencias, etcétera, expresados en forma de oferta, si no es que acompañados de incentivos perversos (acarreos, regalos, viajes, obsequios). Muchos se sienten estancados si no tienen acceso a estas actividades formales, sin considerar que la mayor parte de las veces no responden a sus verdaderas necesidades educativas. Lo cierto es que quien desarrolla un oficio o ejerce una profesión tiene la responsabilidad de mantenerse apto, de actualizar continuamente sus conocimientos, de adaptarse a las nuevas circunstancias, de incorporarse oportunamente a los avances científicos y tecnológicos, de anticiparse a lo que parece venir; en otras palabras, tiene la obligación de perfeccionarse en lo individual para contribuir al perfeccionamiento colectivo, y todo ello independientemente de que encuentre la oportunidad de hacerlo a través de eventos educativos formales. El desarrollo profesional continuo se centra en el progreso personal, integra los métodos individuales y los colectivos, la responsabilidad institucional con la personal, los intereses propios con los de la organización, la autonomía con las necesidades de la sociedad. Este progreso se expresa no sólo en la satisfacción de necesidades intelectuales y laborales sino en las oportunidades de avanzar socialmente. Se ha acostumbrado programar la educación continua con base en la oferta: quien tiene el conocimiento o la experiencia graciosamente lo ofrece a quienes carecen de él; cada quién decide si procura un acceso no siempre con base en una necesidad educativa sino en lo que se ofrezca en el momento. El desarrollo profesional continuo implica una identificación de las propias necesidades educativas y el esfuerzo por encontrar la mejor manera de resolverlas. Supone actividades de autoaprendizaje, de aprendizaje adulto (automotivado, autoiniciado, autoimplementado, autoevaluado); se complementa con aprendizaje entre pares (colegas que ayudan a resolver la necesidad educativa), aprendizaje asistido (mediante redes de asesoría o asesoría individual), aprendizaje por transmisión (cursos formales) y aprendizaje por investigación o descubrimiento (investigación documental, empírica). La diferencia está entre participar en una actividad de educación continua con la esperanza del diploma o los puntos curriculares o responsabilizarse del propio aprendizaje, valorarlo como fundamento de progreso, aplicarlo en el desempeño cotidiano y expresarlo como impacto social. 13. La ética en la medicina por internet Alberto Lifshitz INTRODUCCIÓN La intersección entre la ética y el uso del internet es un campo en construcción, sobre todo porque, como ha ocurrido en otros terrenos, el conocimiento y las capacidades para el manejo La ética en la medicina por internet de nuevas tecnologías o áreas de estudio evolucionan con más rapidez que las guías y principios para practicarlos éticamente. El internet se ha incorporado a la vida cotidiana de mucha gente; por ejemplo: el correo electrónico tiende a hacerse tan común como el teléfono. En sólo 4 años el correo electrónico alcanzó 50 millones de usuarios, lo que a la radio le costó 13 años. Hay más de 20 000 sitios dedicados a la medicina y al cuidado de la salud y se calcula que se trata de un mercado de unos 88.5 millones de personas con un ritmo de crecimiento que muy pocos negocios tienen hoy en día. Al ser un enorme mercado de productos y servicios los valores de la medicina (y en general los valores sociales) tienen que contender con los comerciales, los que se expresan a través de la publicidad y la venta en línea. Si uno no confunde a la ética con la ley, y si se la ubica en la conciencia de cada persona más que en reglas, acuerdos, convenciones, códigos o juramentos, la ética de la medicina por internet no tendría por qué ser diferente de la que participa en la práctica médica habitual. Pero se ha especulado que hoy podemos tener dos vidas: una offline y otra online y que los códigos de la primera no siempre los aplicamos en la segunda. Como quiera que se vea internet plantea peculiaridades que, en ausencia de regulaciones, merecen al menos reflexiones éticas; sugerir algunas de estas reflexiones es el propósito de este escrito. El tema está en expansión de tal manera que no hay el propósito de ser exhaustivo; acaso mostrar algunos de los nuevos dilemas y conflictos que esta tecnología ha traído a la práctica médica. ¿QUÉ ES LA MEDICINA POR INTERNET? Si se conceptualiza al internet tan sólo como una herramienta la “medicina por internet” abarca todas aquellas prácticas de médicos, pacientes, proveedores y usuarios de servicios de salud que utilizan la red para atender ese tipo de necesidades. En términos generales internet es una fuente de información (la más amplia que nunca ha existido) y un instrumento de comunicación; ambos, información y comunicación, elementos substanciales para la práctica actual de la medicina. De estas dos funciones derivan algunas adicionales como la consulta electrónica, la promoción de productos o servicios para la salud, la venta en línea, la interacción entre investigadores o médicos, la resolución de dudas, la telemedicina, la actualización médica, la educación a distancia, la capacitación, el registro de actividades, el reclutamiento de voluntarios para investigación, etcétera. ÉTICA DE LA MEDICINA POR INTERNET Este es un campo interdisciplinario emergente que considera las implicaciones del conocimiento médico utilizado vía internet e intenta determinar guías éticas bajo las cuales los participantes practiquen medicina o terapia en línea, conduzcan investigación en línea, participen en el comercio médico electrónico (e-comercio médico) y contribuyan a los sitios Web médicos. Hoy por hoy, la medicina por internet carece prácticamente de regulación: todos pueden subir o bajar información con tal que sepan cómo hacerlo técnicamente. Los cibernautas pueden obtener información falsa o cierta, promocional o científica, valiosa o superflua, dañina o benéfica y muchos de ellos no pueden distinguir entre unas y otras. Los médicos solemos tener una autorregulación ética, la cual es la base de la confianza que hemos logrado por parte de la población, pero no ocurre lo mismo con otros usuarios y proveedores de internet. De hecho, se han originado nuevos delitos y delincuentes (ciberdelincuentes), además de los fraudes con tarjetas de crédito en las compras electrónicas. Han surgido nuevos personajes como los hackers, crackers, los llamados escritores de virus y de gusanos (virus writer, worm writer), los e-papparazzi y e-stalkerazzi, los “rompedores de información en línea” (on line information brokers), los espías electrónicos, los charlatanes informáticos, los ciberplagiarios, los bromistas, el correo basura (spam), los supuestos premios y herencias para obtener información, etcétera. Todo esto propicia que a la información de internet se la califique de entrada como “no confiable”, mientras no se aclaren las fuentes y sus características éticas. Por otro lado la World Wide Web (o simplemente Web), un conjunto de protocolos que permite la consulta remota de hipertextos, ha adquirido la connotación de red, pero también < 49 Hay más de 20 000 sitios dedicados a la medicina y al cuidado de la salud y se calcula que se trata de un mercado de unos 88.5 millones de personas. En términos generales internet es una fuente de información (la más amplia que nunca ha existido) y un instrumento de comunicación. Los médicos solemos tener una autorregulación ética, la cual es la base de la confianza que hemos logrado por parte de la población, pero no ocurre lo mismo con otros usuarios y proveedores de internet. 50 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA El uso efectivo de internet para propósitos profesionales requiere un entendimiento de las mejores estrategias de búsqueda y de los métodos para lograr la transferencia segura de datos. En nuestro país la Secretaría de Gobernación ha planteado la necesidad de regular los contenidos de internet a corto plazo. Considerando que el internet se plantea como la nueva herramienta educativa el reto se define como el de lograr no sólo lectores críticos sino navegadores críticos, que sean capaces de aplicar criterios de selección. de telaraña o de trampa en la que quedan atrapados muchos usuarios que navegan en el ciberespacio y que acaban naufragando en él. Si en alguna época había limitaciones de acceso a la información hoy las hay por exceso de información (hiperproducción e hiperdispersión de la información en salud) lo cual significa que se requiere no sólo de la habilidad técnica para llegar a las fuentes sino la habilidad crítica para seleccionarlas, matizarlas y valorarlas. En todo caso, implica una nueva relación con la información que supone un cambio cultural al que se van subiendo ya las nuevas generaciones. Se ha definido un nuevo reto en la educación: capacitar a los sujetos como usuarios inteligentes de las tecnologías de la información y la comunicación. El uso efectivo de internet para propósitos profesionales requiere un entendimiento de las mejores estrategias de búsqueda y de los métodos para lograr la transferencia segura de datos. REGULACIÓN: LA LIBERTAD Y SUS LÍMITES Hay un viejo debate que se reproduce en la era de la informática, pero que no es exclusivo de ella, y tiene que ver con la libertad y sus fronteras. En un extremo se encuentran quienes consideran que no debe haber ninguna restricción a la libertad de expresión, que cada quien puede decir (o subir al internet) lo que quiera, y que el público sabrá seleccionar lo que le interese y lo que crea válido; en todo caso, que el mismo usuario asuma las consecuencias de equivocarse. En el otro extremo está la visión paternalista que considera que el público no está preparado para juzgar la calidad de la información y que ésta le puede incluso dañar. Este grupo propone reglas estrictas que pueden caer en el terreno de la censura. Hay una tendencia entre muchos usuarios del internet para considerar válido y confiable todo lo que aparece en la red (por el sólo hecho de estar en ella) y hasta presionan a los médicos para que actúen tal y como lo propone una determinada página. En nuestro país la Secretaría de Gobernación ha planteado la necesidad de regular los contenidos de internet a corto plazo dado que considera que existen páginas peligrosas que ponen en riesgo a sectores vulnerables. Es también el debate entre la autorregulación y la regulación forzada por la autoridad. El Medical Journal of Australia publicó recientemente un caso que ilustra los riesgos para la salud. Un hombre de 75 años decidió por su cuenta hacerse unos exámenes de laboratorio y al ver el resultado observó que tenía el antígeno prostático específico elevado en una sola determinación. Sin confirmar si tenía o no cáncer de próstata hizo una búsqueda en internet sobre la enfermedad y descubrió que el selenio puede jugar un papel en la prevención y el tratamiento. Asistió a dos droguerías para comprar una sal sódica de selenio en polvo y en tabletas. Tres y media horas después de ingerir 10 g (una dosis muy elevada) de la sal sódica tuvo dolor abdominal, hipotensión arterial, hipoperfusión tisular, intervalo QT prolongado, acidosis e hipocalemia. Fue transferido a una unidad de cuidados intensivos donde falleció a pesar de todas las medidas que se aplicaron en su manejo. Para evitar casos como éste se plantean dos estrategias: regular las páginas de internet o educar a la población, ambos extraordinariamente difíciles y laboriosos. Considerando que el internet se plantea como la nueva herramienta educativa el reto se define como el de lograr no sólo lectores críticos sino navegadores críticos, que sean capaces de aplicar criterios de selección y que no se dejen deslumbrar. La ética médica tradicionalmente se ha sustentado en la autorregulación; los propios médicos definen sus límites. Jerome P. Kassirer, un reconocido profesor de medicina, dice que “la base de la confianza del público en una profesión que se autorregula es la responsabilidad fundamental de esa profesión de preocuparse, primero y ante todo, por el bien público”. La profesión médica ha demostrado históricamente este compromiso, aunque lamentablemente no pueda decirse lo mismo de todos sus integrantes. Pero los demás participantes de la medicina por internet suelen tener valores diferentes y con frecuencia supeditan a ellos los valores sanitarios. E-MEDICINA A la medicina por internet se le suele identificar con la e-medicina (e-medicine o e-health) aunque estrictamente esta designación la rebasa. Se denomina así por “medicina electrónica” La ética en la medicina por internet pero ha habido editorialistas que aprovechan la denominación para referirse a otros significados de la “e”, incluyendo la ética. Abarca las interacciones electrónicas entre médico y paciente, la llamada “terapia en línea” que comprende a la psicoterapia, la investigación en línea y los sitios médicos y de salud. Los mayores retos de la medicina por internet tienen que ver con la confidencialidad y la privacidad pero también han surgido otros cuestionamientos sobre la relación médico-paciente a través del internet. La consulta electrónica va incrementando su frecuencia, al menos en la modalidad en la que el paciente pregunta y un experto contesta. Varias direcciones electrónicas ofrecen este servicio, frecuentemente sin costo para quien pregunta, pero con el riesgo de que se aproveche para promover productos y servicios o hasta para propaganda personal de los médicos que participan. La asesoría telefónica, anatematizada por mucho tiempo, ha sido reivindicada en el sentido de que permite mantener el contacto con el paciente, resolver sus dudas, hacer ajustes a la terapia y otras ventajas; por supuesto, el diagnóstico por teléfono tiene muchas limitaciones y riesgos. Algo parecido ocurre en la comunicación por correo electrónico que, sin duda, ofrece una posibilidad de complementar las interacciones personales entre médico y paciente, si bien en este caso ocurre de manera asincrónica. Los cuestionamientos surgen a partir de pacientes que no han sido vistos previamente por el médico, en términos de si existe o no una responsabilidad ética de éste con pacientes que no conoce, y si este tipo de consulta implica relaciones contractuales verdaderas; por ejemplo las obligaciones de los pacientes y el pago de honorarios. Por otro lado, prácticamente cualquiera con una cuenta y una máquina de acceso puede adoptar el papel que años antes sólo estaba reservado a profesionales y los pacientes pueden estar consultando a quien ni siquiera es médico, pues no se suelen constatar los créditos y credenciales. Igualmente habrá dificultades para juzgar si hay responsabilidad ante efectos adversos de un tratamiento recomendado por vía electrónica. La Asociación Americana de Médicos (American Medical Association, AMA) ha definido algunos lineamientos, tanto para la comunicación como para los aspectos médico-legales y administrativos, así como una serie de políticas para la comunicación por correo electrónico entre médicos y pacientes. Señala que el correo electrónico no debe utilizarse para establecer una relación médico-paciente sino, acaso, para complementar los encuentros personales; que en estos casos se mantienen las mismas responsabilidades éticas ante los pacientes que las que se tienen en otras circunstancias; que la información que se envíe debe llenar los estándares profesionales; que siempre se debe advertir a los usuarios acerca de las limitaciones y los riesgos que tiene la comunicación por correo electrónico. En la llamada “telemedicina” se plantean dilemas parecidos: si se tiene la obligación de contestar las consultas sin que medie un convenio, si causan honorarios, si existe responsabilidad compartida con los médicos tratantes y otras. LA PROPIEDAD DE LA INFORMACIÓN También ha resurgido el viejo debate sobre la propiedad de la información y el derecho a su comercialización. Hoy por hoy, la información es un bien enajenable y muchas empresas basan su desarrollo en la venta de información. Pero la información que beneficia al público puede ser percibida desde otro punto de vista. Bajo una perspectiva ética amplia la información que favorece el bienestar social debiera ser pública y de acceso libre. Si alguien descubriera hoy en día el tratamiento definitivo del cáncer y lo manejara como patente, como remedio secreto, sólo ofreciéndolo a quien lo pueda pagar, sería seguramente acusado de criminal. En este sentido, hay todo un movimiento identificado con el open access (acceso abierto) al que se han afiliado varias publicaciones periódicas, no sin controversia y oposición. La definición de los open access journals (OAJ) dice que son “las publicaciones periódicas que utilizan un modelo de financiamiento que no genera cargos por el acceso a los lectores o sus instituciones”. Se asume que los lectores tienen derecho de leer, “bajar”, copiar, distribuir, imprimir, investigar o enlazar los textos completos de estos artículos. < 51 Los mayores retos de la medicina por internet tienen que ver con la confidencialidad y la privacidad. El correo electrónico no debe utilizarse para establecer una relación médico-paciente sino, acaso, para complementar los encuentros personales. Bajo una perspectiva ética amplia la información que favorece el bienestar social debiera ser pública y de acceso libre. 52 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA CÓDIGO DE ÉTICA Se ha propuesto un código de ética para la e-medicina cuyos principios guía se muestran en el cuadro 13.1. La visión de la organización que ha emitido este código es la siguiente: El internet está cambiando la manera en que la gente recibe información sanitaria y el cuidado de la salud. Todos los que usen el internet para propósitos relacionados con la salud deben unirse para crear un ambiente de relaciones de confianza para asegurar una alta calidad en la información y los servicios, para proteger la privacidad e incrementar el valor del internet tanto para los consumidores como para los proveedores de información, productos o servicios para la salud. El propósito de este código es que la gente de todo el mundo pueda, confiadamente y sin riesgos, aprovechar plenamente los beneficios del internet para mejorar su salud. Cuadro 13.1. Principios que guían el código de ética en e-salud Candor: develar la información que, si es conocida por los consumidores, puede afectar su comprensión o utilización la del sitio, o la compra o el uso de un producto o servicio. Honestidad: manejarse con veracidad, sin engaño. Calidad: proveer información en salud que sea exacta, fácil de entender y actualizada; que permita a los usuarios hacerse sus propios juicios sobre tal información y sobre los productos y servicios publicados en el sitio. Consentimiento informado: respetar el derecho de los usuarios para determinar cuándo y cómo sus datos personales pueden ser recolectados, utilizados o compartidos. Privacidad: respetar la obligación de proteger la privacidad de los usuarios Profesionalismo en los cuidados sanitarios en línea: respeto a las obligaciones éticas fundamentales con pacientes y clientes. Informar y educar a los pacientes y clientes sobre las limitaciones de los cuidados en línea. Asociación responsable: asegurarse que las organizaciones y sitios a los que se afilia son confiables. Responsabilidad y obligación de rendir cuentas (accountability): ofrecer a los usuarios oportunidades significativas para retroalimentar al sitio. LAS COMUNIDADES VIRTUALES El internet ha contribuido a la formación de comunidades virtuales que pueden tener alguna influencia sobre la salud, por ejemplo en términos de grupos de autoayuda. Las comunidades virtuales se consideran “el ágora del siglo XXI” y seguramente darán mucho que hablar en los próximos años. Esto se inscribe perfectamente dentro de la ética médica al conceder la oportunidad de expresar las opiniones personales o grupales en pleno ejercicio de su autonomía. INEQUIDAD Aunque por el momento podría no parecer el tema más importante, desde el punto de vista ético, lo cierto es que la falta de acceso de muchas personas al internet impide por ahora utilizar esta vía para programas sanitarios de amplia difusión, y aunque la tendencia es a que se amplíe la base de usuarios lo cierto es que siempre habrá restricciones con bases económicas, educativas y culturales. El internet es una herramienta del siglo XXI para la práctica de una profesión milenaria. EPÍLOGO No cabe duda que el internet representa un cambio paradigmático no sólo en términos de la información en salud sino de la práctica misma de la medicina. La magnitud de su influencia todavía no ha sido medida pero ha sorprendido a la sociedad desarmada en cuanto a herramientas éticas para regularla. La organización social tendrá que avanzar en la búsqueda de mecanismos que moderen las ambiciones de quienes emplean esta herramienta y protejan a los usuarios de los riesgos para su salud; pero hoy en día estos mecanismos no existen. Para los médicos, los principios que guían su práctica desde hace siglos se aplican perfectamente a las nuevas condiciones, a pesar de que éstas representan la necesidad de contender con el exceso de información, atender requerimientos adicionales, complementar la visión tradicional de la relación con los pacientes, participar con otros colegas ubicados en lugares remotos, acechar la aparición de soluciones innovadoras, responder a nuevas demandas y difundir opiniones y sugerencias. El internet es una herramienta del siglo XXI para la práctica de una profesión milenaria. Las nuevas responsabilidades de los médicos ante el movimiento emancipador de los pacientes < 53 14. Las nuevas responsabilidades de los médicos ante el movimiento emancipador de los pacientes Alberto Lifshitz El cambio de siglo se ha caracterizado, entre otras cosas, por una creciente participación social en todos los ámbitos. Esto no sólo se ha expresado como fuerza política sino también como postura crítica y a veces hasta beligerante en torno a instituciones que habían sido intocables. La práctica médica enfrenta un nuevo tipo de sociedad y un nuevo tipo de paciente. Aunque un sector de ellos sigue prefiriendo el modelo paternalista, hipocrático, tradicional, en el que el médico es el único que toma las decisiones y dicta órdenes, en tanto que el papel del paciente es sólo el de obedecerlas, pues se pondera al cumplimiento de la terapia como la cualidad más preciada, muchos pacientes han adquirido conciencia de sus derechos, entre ellos el de participar en las decisiones médicas que les conciernen, el de negarse a seguir las instrucciones del médico si no les parecen convenientes, el de vigilar la actuación de los profesionales, organizarse, reclamar y demandar. Los pacientes han adoptado conductas de consumidor, crítico, vigilante y participante activo del proceso de atención, en lo que se ha llamado movimiento emancipador de los pacientes en contra de la yatrocracia. Los médicos tenemos que entender este cambio social, que no deriva precisamente de un acuerdo colectivo sino de una evolución, y tenemos que aprender a insertarnos con dignidad dentro de este nuevo marco, no tanto añorando los tiempos pasados como entendiendo mejor los actuales. Esto está ocurriendo también en un momento en que la transición ha generado una mayor proporción de pacientes crónicos, en los que la responsabilidad individual de los pacientes es más grande, en que la relación médico-paciente se encamina hacia una interacción más colegiada y en el que hacen su aparición creciente los terceros pagadores. Tenemos que entender que a las responsabilidades tradicionales vinculadas con el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento se agregan algunas nuevas, por lo menos las siguientes: • • • • • • • • • • Identificar con claridad las expectativas del paciente, para tener muy claro qué espera de nosotros. Si las expectativas son razonables habría que intentar satisfacerlas; si son excesivas, atendiendo con frecuencia a lo que han escuchado en los medios de comunicación, será necesario acotarlas desde el principio. Enfocar nuestra atención no sólo a las demandas sino también a las necesidades; esto equivale a hacer un diagnóstico de las necesidades de cada paciente, lo cual no es sencillo. Resolver no sólo lo yatrotrópico sino cuanto constituya una necesidad de salud del paciente. Identificar las necesidades educativas del paciente con relación a su padecimiento y establecer las estrategias para resolverlas. Incidir en la salud familiar a través de lo que se identifique en el paciente en cuestión. Evaluar la capacidad de cada paciente no sólo para entender sino también para contender con su enfermedad. En virtud de este diagnóstico se tendrán que decidir las encomiendas para que el paciente pueda ejercer su autonomía y para hacerse cargo del manejo de su enfermedad. Seleccionar el modelo de relación médico-paciente que conviene según el caso. Entender el más amplio contexto de la práctica profesional incluyendo los aspectos éticos, económicos, organizativos, políticos y sociales. Identificar y respetar los deseos, aprehensiones, temores, creencias y valores de los pacientes, su forma de entender la enfermedad; entender el modelo de saludenfermedad del paciente y trabajar con él en la consecución de los logros en salud. Utilizar las nuevas tecnologías a favor del paciente, con una visión crítica, sin deslumbramientos: consulta telefónica o electrónica, telemedicina, robótica. Perfeccionar las habilidades de comunicación con los pacientes. La práctica médica enfrenta un nuevo tipo de sociedad y un nuevo tipo de paciente. Los pacientes han adoptado conductas de consumidor, crítico, vigilante y participante activo del proceso de atención. A las responsabilidades tradicionales vinculadas con el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento se agregan algunas nuevas. 54 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • Andorno R. Bioética y dignidad de la persona. Madrid: Editorial Tecnos, 1998. Charlesworth M. La bioética en una sociedad liberal. Cambridge University Press. 1993. Gran Bretaña. Groopman J. Second opinions. Penguin Books, LTD. 2000. New York, USA. Napodano RJ. Values in medical practice. Human Sciences Press, Inc. 1986. New York, USA. Profesionalidad médica en el Nuevo milenio. Medicina Interna 2003;19:42-5. 15. Medicina defensiva Alberto Lifshitz En la medida en que el paciente participe en su atención las probabilidades de éxito terapéutico se incrementan. El paciente de hoy en día cuestiona a sus médicos, exige explicaciones, reclama y demanda, a veces penalmente. El pensamiento del médico no está tanto en la resolución de los problemas de los enfermos como en las estrategias para evitar ser procesado por mala práctica. Los cambios que ha experimentado la sociedad en los últimos años han desembocado en un papel diferente del paciente en cuanto a la atención de su salud. La tradición hipocrática, sustentada en el paternalismo, dejaba todas las decisiones en manos del médico el que, ciertamente buscando el beneficio del enfermo, dictaba órdenes que el paciente no tenía más remedio que obedecer, independientemente de que le parecieran o no razonables y de que tomaran en cuenta sus deseos y expectativas, sus recelos y temores. El lema de los médicos parecía ser: “todo por el paciente, pero sin el paciente”. Hoy en día la situación ha cambiado, al menos en un grupo significativo de pacientes, los que se han hecho conscientes de sus derechos, exigen intervenir en las decisiones que les conciernen y se han convertido en participantes activos del proceso de atención, ejercen su poder de consumidores y se niegan incluso a seguir las prescripciones del médico si no les parecen apropiadas. Lo cierto es que en la medida en que el paciente participe en su atención las probabilidades de éxito terapéutico se incrementan y que por muchos años se perdió esta oportunidad al comportarse como obedientes procesadores de órdenes. El asunto ha alcanzado niveles aún más críticos. El paciente de hoy en día cuestiona a sus médicos, exige explicaciones (a las que por supuesto tiene derecho), aporta su punto de vista, consulta otras opiniones, cuenta con textos para corroborar la pertinencia de la prescripción o lo consulta en internet y, en el extremo, se queja formalmente, reclama y demanda, a veces penalmente. Todo esto parece saludable en la medida en que se ejerce una regulación social de la práctica médica que no existía en el pasado, asumiendo que se actuaba de buena fe en todos los casos. Pero también se han propiciado algunas situaciones inconvenientes. Por una parte, ha despertado la codicia de ciertos gestores, frecuentemente abogados, que se ubican en las puertas de los hospitales y consultorios para convencer a los pacientes que demanden a sus médicos, no tanto para obtener mejores resultados en términos de salud sino para lograr beneficios económicos que compartirían por supuesto con sus gestores. Se aprovecha el sentimiento natural que se crea a partir de la enfermedad y la muerte para cebarlo en el médico, que representa a todo el sistema de salud y sus deficiencias, propiciando más venganza que justicia. Se va creando una cultura de la demanda que amenaza alcanzar los excesos que han ocurrido en Estados Unidos y que obligan a todos los médicos a contar con seguros de mala práctica, han encarecido la atención de la salud y sólo han beneficiado a los abogados y a las compañías de seguros. La otra consecuencia inconveniente es lo que se ha llamado “medicina defensiva”, que también ha alcanzado su cúspide en Estados Unidos. Ante la creciente amenaza, los médicos se protegen mediante acciones que les permitan enfrentar las demandas, independientemente de que estas acciones sean o no necesarias para la atención del paciente. El pensamiento del médico no está tanto en la resolución de los problemas de los enfermos como en las estrategias para evitar ser procesado por mala práctica. A todos los pacientes con dolor de cabeza (que son millones), por ejemplo, se les realizaría una tomografía o una resonancia magnética de ¿Padecimiento o enfermedad? < 55 cráneo, aunque claramente el dolor de cabeza parezca por tensión o por migraña, ambas situaciones que no se acompañan de anormalidades en esos estudios. La razón de efectuarlos es que en un futuro el paciente podría desarrollar, por ejemplo, un tumor cerebral y demandar al médico que no lo descubrió oportunamente a pesar de que se le consultó por dolor de cabeza. El médico, entonces, se defiende mostrando las pruebas documentales de que en el momento en que él lo atendió no había ningún tumor cerebral. La medicina defensiva es, entonces, la que emplea procedimientos que tienen como único fin evitar las demandas por mala práctica o enfrentarse a ellas. Esta forma de ejercer la medicina ocurre cada vez más frecuentemente y significa un claro dispendio de recursos. En razón de prepararse para enfrentar eventuales demandas y reclamaciones se propicia la participación de muchos especialistas, se efectúan estudios excesivos y hasta se realizan intervenciones quirúrgicas innecesarias; en resumen, se incrementan los costos de la atención médica y las molestias, incomodidades y riesgos para los pacientes, sin que exista un beneficio real para su salud. Entre las definiciones que se han propuesto para la medicina defensiva se encuentran las siguientes: • • Empleo de procedimientos diagnósticos o terapéuticos con el propósito explícito de evitar demandas. Cambios en la práctica del médico para defenderse de controversias y demandas por juicios en su ejercicio profesional. La interacción entre médicos y pacientes se ha sustentado históricamente en la confianza de los pacientes y en la capacidad de autorregulación de los médicos. Hoy las expectativas del público se han excedido y lo menos que se espera de los médicos es que sean infalibles, dado que su materia de trabajo es nada menos que la salud y la vida humanas. En esta época de desconfianzas mutuas el acto médico se identifica como un servicio técnico más, se tiende a convertir en un evento comercial o al menos contractual en que cada quien se cuida del otro, y se vulnera el carácter profundamente humano de esta entrañable relación. La interacción entre médicos y pacientes se ha sustentado históricamente en la confianza de los pacientes y en la capacidad de autorregulación de los médicos. LECTURAS RECOMENDADAS • • Paredes-Sierra R. Ética y medicina defensiva. En: Seminario: “EL ejercicio actual de la medicina”. Facultad de Medicina UNAM. 2003. Disponible en: http//www.facmed.unam.mx/eventos/seam Sánchez-González JM, Tena-Tamayo C, Mahuina E, Hernández-Gambioa LE, Rivera Cisneros AE. Medicina defensiva en México: una encuesta exploratoria para su caracterización. Cir Ciruj 2005;73:199-206. 16. ¿Padecimiento o enfermedad? Alberto Lifshitz Aunque con alguna frecuencia estos términos se emplean como intercambiables, conviene hacer algunas diferenciaciones. En inglés a veces se usa el término “illness” para referirse al padecimiento y “disease” para enfermedad. La distinción entre ambos términos no es sólo un asunto académico que obedece a un estéril prurito semántico, sino que puede ofrecer alguna ventaja práctica para médicos y pacientes. Un paciente es “padeciente” (quien padece) aunque también quien tiene paciencia. Hoy se considera paciente a toda aquella persona que entra en contacto con un sistema de salud, de modo que efectivamente habría pacientes sanos; más aún, la medicina moderna aspira a intervenir sobre ellos, antes de que se conviertan en pacientes enfermos. Aunque también se utilizan como intercambiables hay diferencias entre paciente y enfermo, si bien de naturaleza distinta a las que hay entre padecimiento y enfermedad. 56 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Para los clínicos la “enfermedad” es un artificio didáctico y operativo que sólo existe en los libros y que adquiere identidad a partir de esa descripción. “Padecimiento”, en cambio, es lo que el paciente efectivamente tiene. Puede estar formado por varias enfermedades simultáneas, por sólo un fragmento de la enfermedad o no corresponder a ninguna enfermedad conocida. Más que aspirar a encasillar a cada enfermo en el compartimento de la enfermedad que le corresponde, convendría hacer un esfuerzo por comprender lo que efectivamente le está ocurriendo. El término “enfermedad” tiene distintas connotaciones según el contexto en que se utilice. Para propósitos taxonómicos, la enfermedad es un término convencional, en el que un grupo de expertos se ponen de acuerdo sobre los criterios para designar un grupo de casos. Para los patólogos es un concepto biológico; para los fisiólogos la enfermedad es expresión de disfunciones. Para los sociólogos y los ecólogos es un asunto adaptativo. Bajo la perspectiva de la fisiopatología, la enfermedad es un concepto explicativo, para la historia natural el concepto de enfermedad es procesal, para los interesados en la supervivencia es un asunto pronóstico y para los terapeutas uno decisional. Para los clínicos la “enfermedad” es un artificio didáctico y operativo que sólo existe en los libros y que adquiere identidad a partir de esa descripción. Esto permite cuestionar las enfermedades bajo un punto de vista ontológico. Cuando habla de “neumonía” el texto explica sus causas (etiología), su sustrato anatómico (anatomía patológica), sus expresiones clínicas (sintomatología), sus riesgos (pronóstico) y su tratamiento (terapéutica). Este retrato sirve como marco de referencia para contrastarlo con el del caso del paciente concreto, el que se sospecha que tiene neumonía; pero en sentido estricto es tan sólo una abstracción, creada sumariamente a partir de la observación de muchos casos, identificando las semejanzas entre ellos y soslayando un tanto las diferencias. Pero es claro que no todas las neumonías son iguales, que una neumonía de parecidas magnitud y localización se expresa de manera distinta en diferentes sujetos y que la descripción de los libros puede diferir más o menos considerablemente de lo que ocurre en los enfermos. La expresión clínica de la enfermedad es una consecuencia ciertamente de las lesiones anatómicas, pero también de las respuestas a la agresión (físicas, psicológicas), las enfermedades asociadas, la reserva funcional del paciente, etcétera. “Padecimiento”, en cambio, es lo que el paciente efectivamente tiene. Puede estar formado por varias enfermedades simultáneas, por sólo un fragmento de la enfermedad o no corresponder a ninguna enfermedad conocida. El enunciado en la historia clínica como “padecimiento actual” es entonces correcto porque se trata de una relación de los síntomas y signos de ese paciente concreto y no “enfermedad actual” porque ello significaría ya haber hecho un diagnóstico nosológico. Éste último suele hacerse por analogía, en cuanto los síntomas y signos del paciente se asemejan a los descritos para la enfermedad. En otras palabras, el diagnóstico nosológico equivale a ponerle nombre de enfermedad al padecimiento. Tampoco cabrían expresiones tales como: “la neumonía es un padecimiento…” o “¿cuál es el padecimiento de este enfermo?” El viejo aforismo de que “no hay enfermedades sino enfermos” alude precisamente a esta confrontación entre enfermedad y padecimiento. El padecimiento forma parte del enfermo, incluye no sólo sus síntomas sino todos sus concomitantes, ya sean físicos, psicológicos o sociales, y es el objeto de estudio de los clínicos. La enfermedad es una entidad externa, que enmarca los sufrimientos del paciente y es el objeto de estudio de los científicos. Las diferencias entre enfermedad y padecimiento abarcan un espectro tan amplio que desconcierta al principiante, sobre todo cuando espera la presencia de un determinado signo que no aparece, o predice un determinado desenlace que nunca se da. Los clínicos observamos pacientes, cada uno diferente. Más que aspirar a encasillar a cada enfermo en el compartimento de la enfermedad que le corresponde, convendría hacer un esfuerzo por comprender lo que efectivamente le está ocurriendo; aprovechando, claro, el marco de referencia de las enfermedades descritas en los textos. Un clínico en el siglo XXI < 57 17. Un clínico en el siglo XXI Alberto Lifshitz No hay duda de que la práctica de la medicina ha cambiado y seguirá cambiando más en el futuro, con los avances de la medicina misma. Imposible ejercerla hoy como se hizo antes. Si los conocimientos cambian, si cambian las formas de aplicarlos, si la sociedad en que vivimos y sus exigencias cambian también, es natural y aun obligado que el ejercicio de la profesión esté acorde a las nuevas formas de vida. …el médico irá poniendo cada día más confianza en sus instrumentos e irá cayendo en un fetichismo lamentable, el fetichismo de los equipos técnicos. El entrenamiento técnico (que) interesa al médico más que su educación científica, el culto de la máquina más que el uso del cerebro. Ignacio Chávez INTRODUCCIÓN La imagen del clínico en la cabecera del enfermo, con expresión de preocupación mientras hace acopio de datos para devenirlos en información y finalmente en recomendaciones y pronósticos, refiere más a los dos siglos previos que al que apenas empieza. Sustentado en una habilidad personal que incluye la capacidad de recolectar indicios, agruparlos según sus relaciones, contrastarlos con las descripciones nosográficas clásicas; la aptitud para suscitar confianza y asumir las decisiones que le subroga el enfermo, de lograr que éste acate obedientemente las recomendaciones, ya sean expresadas como órdenes afectuosas o como mandatos autoritarios. Encumbrado en el pedestal de la yatrocracia, dueño de la vida y de la muerte, apenas un nivel debajo de lo santo y lo divino. Capaz de obsequiarse, ya sea en el interior de una oficina, de una alcoba personal, una sala familiar o de un área de hospital. Apenas falible pero sólo al verse rebasado por circunstancias imponderables. Sus sentidos acuciosamente entrenados para percibir lo que otros no pueden. Sus habilidades para convencer, consolar, someter. Consejero, confesor y guía, receptor de quejas y lamentos; sumiso escucha de plañidos y desahogos; recipiente de verborreas catárticas. Vigilante de la salud y de la enfermedad, acechando signos, ominosos y promisorios, observando efectos terapéuticos y colaterales; corrigiendo dosis y remedios. Manipulando los cuerpos. Respondiendo ante la familia y sus colegas. Avistando los avances y esperando la oportunidad de ponerlos al servicio de los pacientes. Ejerciendo una autoridad irrestricta y complaciéndose en el comprensivo perdón automático de sus fallas. Protagonista social encumbrado. Testigo de tragedias, atisbador de intimidades, indultador de escrúpulos, espía de pudores, depositario de secretos, confidencias y misterios. Tal imagen ha perdurado dos siglos, pero está dejando de ser vigente. Hoy se exige una nueva figura que, sin transigir de su empeño, encuentre su lugar dentro de una sociedad diferente. Este texto aspira a describir a este personaje e intenta delimitar un nuevo cuerpo de conocimientos, nuevas habilidades, destrezas y actitudes que correspondan si no a la modernidad, por lo menos a la contemporaneidad. LA MEDICINA ES UN UNIVERSO La medicina es una ciencia natural y social al mismo tiempo, con raíces biológicas, psicológicas y culturales. Es un servicio utilitario pero también una concepción filosófica; oficio esencial y ejercicio intelectual. Un producto de la inteligencia pero que frecuentemente se vale de la magia, la intuición y el azar. Tecnología pero también teoría. Auxilio humanitario, asunto heurístico, sistema, industria y negocio. Una habilidad, una pericia, una competencia, una cualidad, un don, un poder. Disciplina y cultura; dogma y acervo; conocimiento y trabajo. Un empleo, una capacidad, un ministerio, una ocupación, una obligación; carrera profesional y apostolado. Una función, un destino y una ciencia. La imagen del clínico en la cabecera del enfermo, con expresión de preocupación mientras hace acopio de datos para devenirlos en información y finalmente en recomendaciones y pronósticos, refiere más a los dos siglos previos que al que apenas empieza. La medicina es una ciencia natural y social al mismo tiempo, con raíces biológicas, psicológicas y culturales. 58 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La medicina da para casi todas las vocaciones, pero la actividad arquetípica es la del clínico. La clínica es la parte práctica de la medicina en su visión más tradicional. Por esta variedad de funciones, algunos egresados de las escuelas de medicina se dedican a la investigación, otros a la docencia, la salud pública, las diferentes formas de la industria de la salud, la administración o gerencia, las medicinas alternativas, la edición de textos médicos, etcétera. Hay médicos poetas, novelistas, directores de cine, productores de televisión; expertos en música y en historia, trabajadores de la industria farmacéutica, vendedores, taxistas, líderes sociales. La medicina da para casi todas las vocaciones, pero la actividad arquetípica es la del clínico, al grado que cuando simplemente se habla de un médico, sin definir otras características, se le suele identificar con el clínico. LA CLÍNICA El término tiene varios significados: por un lado, el sitio o edificio en el que se atienden los enfermos, y por otro el segmento del currículum médico que enfoca el contacto con los pacientes, una actividad educativa práctica (por ejemplo, clínica de tenis), un adjetivo (casi siempre superfluo) para calificar lo que pertenece a la parte práctica de la medicina (expediente clínico, análisis clínico, historia clínica, sábana clínica); el conjunto de manifestaciones de una enfermedad (la clínica de la neumonía), y otros. La etimología alude a la cama en la que se postra el enfermo, pero obviamente el concepto la trasciende. No se limita a lo que el médico realiza ante la cama del doliente pero sí se circunscribe a lo que tiene que ver con su atención directa. La clínica es la parte práctica de la medicina en su visión más tradicional. El doctor Ignacio Chávez identificaba a la clínica con la medicina misma: Clínica fue la medicina al nacer y clínica será siempre. De otro modo no sería medicina. Porque la medicina es eso, medicina clínica. Lo demás puede ser ciencia, pero sin clínica no es medicina. La consulta médica significa no sólo el deseo de acabar con la molestia orgánica, sino segar el temor escondido, la angustia inconfesable El médico contemporáneo enfrenta frecuentemente situaciones inéditas, acerca de las cuales carece de referentes y se puede sentir desarmado para tomar decisiones. LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA Al considerar el papel del clínico clásico en la época contemporánea conviene delinear algunas de las características de ésta, como las que se enlistan en el cuadro 17.1. Nunca en la historia el avance científico y tecnológico había sido tan vertiginoso, con un rapidísimo recambio de conocimientos. Si bien también el avance normativo y ético lleva una pendiente ascendente, ha sido insuficiente para regular plenamente la aplicación de los progresos científicos, de tal manera que la brecha entre ambas pendientes, la del avance científico y técnico y la del avance normativo y ético, se va ampliando. Esto significa que el médico contemporáneo enfrenta frecuentemente situaciones inéditas, acerca de las cuales carece de referentes y se puede sentir desarmado para tomar decisiones. Por otro lado, al ser tan corta la Cuadro 17.1. Características de la época contemporánea Desarrollo científico y tecnológico acelerado Recambio rápido de conocimientos La evidencia se jerarquiza por sobre la inferencia Aportaciones transdisciplinarias La revolución de la informática Una sociedad más participativa y exigente Desconfianza sistemática en la autoridad La revolución de la bioética Conciencia de los derechos de los pacientes Autocuidado de la salud Publicidad de medicamentos dirigida a los pacientes y al público El imperativo económico La importancia de los costos Las nuevas formas de organización de la atención médica La medicina ambulatoria y el ocaso del hospital La transición hacia la enfermedad crónica. Las epidemias modernas Las medicinas alternativas (o alternativas de la medicina) Certificación Un clínico en el siglo XXI vigencia del conocimiento, las verdades de hoy no son necesariamente las de mañana con lo que se exige no sólo actualización sino flexibilidad. La tecnología ha impuesto su marca en la medicina contemporánea. Nunca antes se había obtenido tal precisión y exactitud, ni se había logrado tal alcance en el diagnóstico y la terapéutica o se había tenido acceso a tantas soluciones reales para los problemas de los pacientes. Pero esto tiene sus sombras, por ejemplo, la atrofia de la clínica por desuso, la tecnificación del médico en el sentido de convertirlo en un manejador de artefactos, la dependencia excesiva de la tecnología al grado de esclavizarse de los aparatos y a los proveedores de consumibles, paralizarse cuando el equipo se descompone o se somete a mantenimiento y el aumento de los costos de la atención médica. Aunque el diagnóstico suele surgir a partir de la anamnesis y el examen físico, con el complemento de exámenes adicionales; desde la uroscopia y el examen visual del excremento que caracterizaron una época en que se planteó la posibilidad de conocer los males del paciente sin necesidad de examinarlo. La relación médico-paciente hoy se ha visto interferida por la interposición de la máquina y por la confianza excesiva en los recursos tecnológicos. El cambio demográfico traduce la mayor probabilidad de tener pacientes de mayor edad, en los que son comunes la comorbilidad, la polifarmacia, la acumulación de daños en individuos más desvalidos y con menor capacidad para enfrentar las agresiones del ambiente y de contender con sus males. El proceso de envejecimiento interactúa con los mecanismos de enfermedad e impone modalidades peculiares. El movimiento de la medicina basada en evidencias ha relegado a la intuición, la experiencia no sistematizada y hasta ciertas inferencias derivadas del conocimiento básico, y las ha supeditado a la comprobación empírica. Se abandona el dogma, repetido por maestros y textos durante años y reediciones; se relativizan las inducciones, deducciones y analogías, otorgando supremacía sólo a lo que ha sido probado y validado. Pero, además, con esta propuesta se tiende a reducir el tiempo que transcurre entre la generación del conocimiento y su aplicación que en otras épocas era excesivamente largo, a lo que puede atribuirse no pocas muertes y secuelas que pudieron haberse evitado en la medida en que ya existía el conocimiento para hacerlo. Muchos de los avances que hoy en día se aplican a la atención de los pacientes provienen de disciplinas ajenas a la medicina, de modo que se requiere acechar lo que esté ocurriendo en otros campos. La informática no sólo ha logrado imprimir una nueva dinámica a la atención de los enfermos sino que ha multiplicado las oportunidades de acceso a la información y ha vuelto innecesario o superfluo acumular los conocimientos médicos en la memoria. La sociedad se ha vuelto más participativa y exigente; desconfía de la autoridad y del médico que la representa. El público no sólo ha hecho conciencia de sus derechos sino que exige ejercerlos y hasta se ha vuelto beligerante y agresivo. El Dr. Bernard Lown, médico premio Nobel de la paz, lo expresa en su libro, The lost art of healing, de la siguiente manera: < 59 La relación médico-paciente hoy se ha visto interferida por la interposición de la máquina y por la confianza excesiva en los recursos tecnológicos. El movimiento de la medicina basada en evidencias ha relegado a la intuición, la experiencia no sistematizada y hasta ciertas inferencias derivadas del conocimiento básico, y las ha supeditado a la comprobación empírica. […] Difícilmente pasa un día sin un avance científico importante. Muchas de las enfermedades anteriormente fatales son ahora curables. La gente vive más tiempo y más saludablemente que nunca. Sin embargo, la insatisfacción de los pacientes con los médicos nunca ha sido más importante. Aún cuando los médicos cada vez son más capaces de curar las enfermedades y prolongar la vida, el público se ha vuelto suspicaz, desconfiado, receloso e, incluso, antagónico a la profesión… La profunda crisis de la medicina, según yo creo, está relacionada sólo parcialmente con los costos excesivos, ya que el problema trasciende lo económico. Desde mi punto de vista, la razón básica es que la medicina ha perdido su rumbo, si no es que su alma. Un pacto implícito entre médico y paciente, santificado por milenios, está rompiéndose […] Por otra parte, la misma Organización Mundial de la Salud ha señalado que el recurso más importante para la atención a la salud es el autocuidado, con lo cual se reconoce la crucial importancia de la educación para la salud y de la habilitación del paciente para preservar su salud y atender sus enfermedades, lo que supone un tipo de paciente diferente del obediente procesador de órdenes tradicional. También se va perfilando como propio de nuestra época que la publicidad de productos o servicios para la salud se puede dirigir específicamente a los pacientes, a modo que presionen La sociedad se ha vuelto más participativa y exigente; desconfía de la autoridad y del médico que la representa. 60 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Ya no se puede ejercer la medicina sin una conciencia de los costos, los cuales en otras épocas se valoraban como relativamente poco importantes. Hemos sido formados bajo el modelo de la enfermedad aguda y hoy tienden a dominar los pacientes con enfermedades crónicas. a los médicos para su prescripción. Aquel viejo anuncio que clasificaba cierta literatura como “exclusiva para médicos” ha pasado a la historia. El público de hoy tiene acceso a toda la información médica y la única barrera parece ser el léxico técnico que ya dominan muchos legos. Ya no se puede ejercer la medicina sin una conciencia de los costos, los cuales en otras épocas se valoraban como relativamente poco importantes. El acceso de muchos enfermos a la atención médica y la probabilidad de que se completen ciertas terapias están vinculados con los costos. Ante alternativas igualmente efectivas hoy se tiene que optar por la más económica. La organización de los servicios de salud también ha cambiado de manera sustancial. A los médicos nos ha costado trabajo insertarnos armónicamente en los nuevos esquemas y más bien tendemos a añorar los antiguos. Se percibe una muy clara tendencia hacia la medicina ambulatoria que para algunos presagia el ocaso del hospital; el clínico contemporáneo ha de ser más ambulatorio que hospitalario. A pesar de ello, su formación se sigue realizando primordialmente con pacientes hospitalizados. Hemos sido formados bajo el modelo de la enfermedad aguda y hoy tienden a dominar los pacientes con enfermedades crónicas. Cada vez está más claro que no es sólo la duración lo que distingue a los dos tipos de enfermedad, que la enfermedad crónica no puede verse como una aguda que se prolonga, sino que tiene sus peculiaridades; por ejemplo que la educación del paciente es más importante que la prescripción por el médico. Aunque siempre han existido medicinas alternativas (o alternativas de la medicina) la sociedad contemporánea ha manifestado cierta predilección por algunas de ellas, no necesariamente en relación con su efectividad sino con aspectos más intangibles como que atienden determinadas necesidades que han sido menospreciadas por muchos clínicos científicos. Nuestra época empieza a imponer la certificación de productos, infraestructura o servicios como una garantía de calidad para el público, situación que es también inédita en la historia de la clínica. EL MÉDICO COMO SER HUMANO Por mucho tiempo se le negaron al médico las prerrogativas que significan a un ser humano. Todo era sacrificio, apostolado, entrega y renuncia de sí mismo. Hablar de los derechos de los médicos era un tema tabú. Sólo recientemente se ha reconocido la condición humana del médico, lo que implica que tiene intereses, sentimientos, actitudes, apreciaciones, valores y emociones; que puede experimentar temores y deseos, compasión, lástima, amor y odio; que es también un ser sensible, reactivo, afectivo, con ambiciones y pasiones, condiciones todas que, ciertamente, pueden interferir con su desempeño profesional. Los diagnósticos surgen ahora de un análisis ponderado de las expresiones clínicas, vistas en conjunto, y ya nunca más de un solo signo o de indicios no validados. LO QUE LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA YA NO PERMITE Muchas cosas que caracterizaban a la práctica clínica del pasado resultan hoy por hoy obsoletas o inconvenientes. Por ejemplo, ya los médicos no se pueden mantener actualizados simplemente leyendo el principal Journal de su especialidad, ni es necesario mantener toda la información médica en la memoria puesto que no sólo sería imposible sino innecesario ante las facilidades de acceso a la información. Tampoco se pueden imponer conductas a los pacientes, en la medida en que éstos han hecho conciencia de sus derechos y son aptos para ejercer su autonomía. Las decisiones ya no se pueden basar en intuiciones sino que tienen que ser resultado de un proceso que pondera las alternativas y los desenlaces previstos. En otros tiempos las discusiones concluían cuando alguno de los expertos invocaba su experiencia como argumento, contra la cual no podían oponerse otro tipo de consideraciones. Los diagnósticos surgen ahora de un análisis ponderado de las expresiones clínicas, vistas en conjunto, y ya nunca más de un solo signo o de indicios no validados. No se puede ya más considerar a la comorbilidad como la suma aritmética de las enfermedades que la conforman ni a la polifarmacia como la suma de los efectos de los medicamentos; en ambos casos hay influencias recíprocas que modifican el resultado. Ya no es válido excluir a los pacientes de las Un clínico en el siglo XXI decisiones, no sólo por respetar su derecho a la autodeterminación sino porque al considerar su punto de vista se obtienen mejores resultados prácticos. Tampoco se puede mantener un lenguaje secreto ni limitar el acceso del público a la información técnica. Hoy estamos obligados a tomar en cuenta los aspectos subjetivos del paciente, como sus prejuicios y creencias, sus expectativas, valores y principios. Dado que los médicos actuales fuimos formados en el modelo de la enfermedad aguda tendemos a considerar a las enfermedades crónicas bajo esta óptica, asumiendo que son simplemente enfermedades agudas que se prolongaron; hay muchos argumentos para sustentar que la enfermedad aguda y la crónica no sólo difieren en el tiempo de evolución. Los costos habían venido siendo soslayados por los médicos; hoy no se puede ejercer la profesión eficientemente sin tomarlos en cuenta. A pesar del auge de las guías y algoritmos una característica de hoy es la necesidad de flexibilizar los esquemas para adaptarlos a los individuos. Los derechos de los médicos fueron considerados un tema tabú; hoy se habla con libertad de ellos y se admite que el médico es también un ser humano, con todas sus virtudes y todos sus defectos. Además del modelo tradicional de relación médico-paciente, inspirado en Hipócrates y sustentado en el paternalismo, han surgido otros como el contractual (usuario-prestador), el legalista (cliente-profesionista), el económico (consumidor-proveedor), el consensual (basado en acuerdos convencionales), el ingenieril (lego-científico) y el colegial, que es más bien una aspiración en tanto que considera que médico y paciente son colegas, el primero experto en enfermedades y tratamientos y el segundo experto en su padecimiento. Han surgido para el clínico contemporáneo nuevas responsabilidades. Ya no es sólo ofrecer un diagnóstico, un pronóstico y una terapia. Hoy hay que explorar las expectativas de los pacientes de modo que, si son razonables, ¿por qué no complacerlas? Y si son excesivas, acotarlas desde el principio. Hay que satisfacer no sólo las demandas sino las necesidades de los pacientes; esto significa que hay que incluir en las responsabilidades del médico el diagnóstico de tales necesidades, lo cual no es nada sencillo. El clínico contemporáneo no puede limitarse a resolver los problemas del paciente pues estos inciden sobre la familia y la sociedad; la atención de un diabético, por ejemplo, no puede soslayar las recomendaciones para evitar los malos hábitos en sus hijos. El profesional tiene que identificar qué tan apto es el paciente, no sólo para permitirle ejercer su autonomía sino para estimar su capacidad para contender con su enfermedad. Seleccionar el modelo de relación médico-paciente más apropiada para el caso, entender el más amplio contexto de la práctica profesional, conocer el modelo de salud-enfermedad del paciente y trabajar con él en la consecución de logros en salud, utilizar las nuevas tecnologías en favor del paciente y perfeccionar las habilidades de comunicación. LIMITACIONES DE LA CLÍNICA La clínica tradicional supone ciertas ventajas sobre las nuevas tecnologías, particularmente para satisfacer las necesidades afectivas de los pacientes, el respeto a la individualidad, flexibilidad, economía, calidez, trato personalizado y otras; sin embargo, hay que reconocer que tiene limitaciones obvias. Hay una participación excesiva de elementos subjetivos que suponen sesgos, su precisión y exactitud suelen ser restringidas, requiere de inversión excesiva de tiempo, es de difícil dominio y la mayor parte de los signos y maniobras que maneja han sido insuficientemente validados. LA CLÍNICA DEL SIGLO XXI En estas circunstancias se impone la necesidad de pensar en una nueva clínica, que preserve lo valioso, deseche lo obsoleto, valide lo impreciso e incorpore armónica y oportunamente los avances científicos y tecnológicos para ofrecer a cada paciente la mejor alternativa existente. Los contenidos no están aún definidos; aquí tan sólo se esbozan algunos. La clínica del siglo XXI se empezó a construir a principios del siglo XX con William Osler y han contribuido a su edificación diversos pensadores, entre ellos Jerome Kassirer, Archibald Cochrane, David Sacket y, sobre todo, Alvan Feinstein. Hoy se tiende a una medicina < 61 Además del modelo tradicional de relación médico-paciente, inspirado en Hipócrates y sustentado en el paternalismo, han surgido otros. Se impone la necesidad de pensar en una nueva clínica, que preserve lo valioso, deseche lo obsoleto, valide lo impreciso e incorpore armónica y oportunamente los avances científicos y tecnológicos para ofrecer a cada paciente la mejor alternativa existente. 62 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La nueva clínica supone un enfoque crítico ante la tecnología emergente, sin deslumbramientos ni subordinaciones; recuperar el papel central del paciente pues apenas estamos emergiendo de una época en la que el protagonista había sido el médico. más individualizada, personal, preventiva, predictiva y anticipatoria. La nueva clínica supone un enfoque crítico ante la tecnología emergente, sin deslumbramientos ni subordinaciones; recuperar el papel central del paciente pues apenas estamos emergiendo de una época en la que el protagonista había sido el médico; buscar exhaustivamente la mejor alternativa existente para cada caso; abandonar todo lo que no ha demostrado ser efectivo; modernizar el catálogo de signos y maniobras, desechando los ya obsoletos y reafirmando el uso de los validados; incorporar ciertos avances conceptuales tales como las ciencias de la complejidad para explicar fenómenos como la comorbilidad, la polifarmacia, la multicausalidad y la interacción entre los procesos de envejecimiento y de enfermedad; aprender a confrontar la incertidumbre; armonizar con las nuevas realidades sociales, elegir las estrategias más parsimoniosas que produzcan los mejores resultados y aplicar oportunamente los avances, tanto disciplinarios como transdisciplinarios. En el cuadro 17.2 se enlistan algunas diferencias entre el clínico clásico y el del siglo XXI. Cuadro 17.2. El clínico clásico y el del siglo XXI Clínico clásico Clínico del siglo XXI Carismático, suscita confianza, discreto, responsable, solidario, fiel Paternalista Respetuoso de la autonomía Intuitivo Racional Basado en su experiencia Basado en evidencias Soslayando costos Con conciencia de los costos Sustentado en su figura y su prestancia Sustentado en su competencia técnica Fundamentado en sus sentidos entrenados Fundamentado en indicios objetivos Aísla al paciente de la sociedad Vincula al paciente con la sociedad Ingenuo, confiado Escéptico Trabaja independiente Trabaja en equipo y en organizaciones Avocación aparente entre signos y enfermedades Elige terapias recomendadas Asociación estadística entre signos y enfermedades Elige terapias validadas Hace abstracción del contexto Se adapta al contexto EPÍLOGO La evolución de la medicina, en tanto ciencia y actividad práctica, ha conducido a circunstancias que han sido difíciles de aceptar por los clínicos. Por un lado, los avances científicos son demasiado rápidos para acecharlos y utilizarlos de inmediato; los desarrollos tecnológicos nos han deslumbrado y tendemos a rendirles culto y volvernos sus obedientes esclavos; por el otro, los cambios sociales han resultado demasiado drásticos, demasiado opuestos a una visión que data de al menos 2 500 años. En estas condiciones el clínico contemporáneo se debate entre la tradición y la modernidad, entre lo que aprendió en la escuela y lo que le enseña la vida, entre su propia necesidad y la de los pacientes, entre su enfoque y el de los enfermos y su familia, entre las recomendaciones frías y las necesidades afectivas de los pacientes. El cuerpo de conocimientos de la nueva clínica está aún por escribirse. Ésta es sólo una modesta llamada de atención. Arte y ciencia de la clínica < 63 18. Arte y ciencia de la clínica Alberto Lifshitz Originalmente identificada con la curación de las enfermedades, la medicina es hoy en día todo un universo: a la vez ciencia natural y ciencia social, con raíces biológicas, psicológicas y sociales; servicio utilitario e idea filosófica; oficio de interés público y ejercicio intelectual; centrada en el razonamiento pero que aprovecha la magia, la intuición y el azar; tecnología y teoría; auxilio humanitario; sistema, industria y negocio; habilidad, pericia, don, poder; disciplina y cultura; dogma y acervo; conocimiento y trabajo; empleo, capacidad, ministerio, ocupación, obligación; carrera profesional, apostolado, función, destino, ciencia y arte. La medicina de hoy acepta bajo su definición muchos calificativos y muchos oficios. La investigación de laboratorio, la historiografía, la sociología, la pedagogía, la salud pública, la administración, la mercadotecnia, la edición de textos y muchas otras actividades son ejercidas por médicos, sin salirse necesariamente de su profesión. Pero el prototipo sigue siendo el clínico que conserva la imagen tradicional de lo que la profesión ha sido durante milenios, imagen que sigue respondiendo a las expectativas de la sociedad. Los pacientes continúan necesitando quién se ocupe de ellos como seres individuales, quien les entienda y les ayude a superar sus problemas de salud. LOS LÍMITES DE LA CLÍNICA El término clínica tiene varias connotaciones. La etimología se refiere a la cama en la que están postrados los enfermos pero, aunque la clínica se originó ante la cama del enfermo, se ha extendido muy lejos de ella. El término aparece hasta la sexta edición del Diccionario de la Academia Española de la Lengua, en 1822, y se refiere tanto a la parte práctica de la medicina como a la pieza de los hospitales destinada a realizarla. El vocablo tiene dos funciones: como sustantivo se refiere a una parte de la medicina y a un local para ejercerla y, como adjetivo, a todo lo referente a la medicina práctica en su concepción más tradicional. Muchas expresiones que la contienen como adjetivo son gramaticalmente incorrectas, como análisis clínico, síntoma clínico o aspecto clínico porque cada una de ellas podría quedar desprovista del calificativo sin modificar con ello su sentido. La diversidad de actividades que desarrollan actualmente los médicos justifica la atribución del término clínicos para quienes se dedican a la atención de pacientes. En algunas culturas el adjetivo se limita a quienes no son cirujanos y se convierte en sinónimo de internista. Para propósitos de este texto, la palabra clínica se restringirá a una de sus funciones sustantivas: lo que la Academia de la Lengua define como “la parte práctica de la medicina” y que en una concepción más amplia y moderna se refiere al estudio ordenado y sistemático de las diversas manifestaciones de las enfermedades, sean reveladas éstas mediante el interrogatorio, el examen físico o los procedimientos auxiliares; todo ello con el propósito de precisar un diagnóstico, establecer un pronóstico y aplicar un tratamiento adecuado a un paciente individual. El oficio comprende la habilidad de entablar una relación afectiva con el enfermo, ganarse su confianza; lograr que proporcione información completa, fidedigna y relevante; descubrir los signos de enfermedad y apreciarlos en su magnitud e importancia; relacionar lógicamente los síntomas y signos; seleccionar e interpretar estudios complementarios sin perder de vista los conceptos de costo y beneficio; explicarse fisiopatológicamente lo que ocurre en el organismo enfermo; estimar las probabilidades de que el paciente supere la enfermedad y la necesidad de ayuda terapéutica; indicar el tratamiento, observar su efectividad y vigilar sus efectos adversos o complicaciones; limitar la aparición de secuelas y, en su caso, rehabilitar al paciente. Originalmente identificada con la curación de las enfermedades, la medicina es hoy en día todo un universo. El prototipo sigue siendo el clínico que conserva la imagen tradicional de lo que la profesión ha sido durante milenios. Para propósitos de este texto, la palabra clínica se restringirá a una de sus funciones sustantivas: lo que la Academia de la Lengua define como “la parte práctica de la medicina”. 64 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Todas las acciones médicas son preventivas en el sentido de que evitan males mayores (aunque ocasionalmente los producen) y el concepto actual de prevención se ubica mejor en lo que se ha llamado actitud anticipatoria. Las descripciones anteriores parecen excluir de la clínica a la medicina preventiva, pero esto no es real. Todas las acciones médicas son preventivas en el sentido de que evitan males mayores (aunque ocasionalmente los producen) y el concepto actual de prevención se ubica mejor en lo que se ha llamado actitud anticipatoria. Al margen de que la reparación del daño suele ser la demanda más frecuente, el clínico moderno acecha la presencia de factores de riesgo que presagien daño adicional, maneja terapéuticamente los riesgos, participa muy activamente en la educación de los pacientes y sus familiares, prescribe inmunizaciones, etcétera. Según lo expresó Dumás, a principios del siglo pasado, la extensión del dominio clínico consiste en “desentrañar el principio y la causa de una enfermedad a través de la confusión y la oscuridad de los síntomas; conocer su naturaleza, sus formas, sus complicaciones; distinguir al primer vistazo todos sus caracteres y diferencias; separar de ella, por medio de un análisis rápido y delicado, todo lo que le es extraño; prever los acontecimientos ventajosos y nocivos que deben sobrevenir durante el curso de su duración; gobernar los momentos favorables que la naturaleza suscita para operar en ella la solución; estimar las fuerzas de la vida y la agilidad de los órganos; aumentar o disminuir, de acuerdo con la necesidad, su energía; determinar con precisión cuándo es necesario actuar y cuándo conviene esperar; decidirse con seguridad entre varios métodos de tratamiento, los cuales ofrecen ventajas e inconvenientes; escoger aquel cuya aplicación parece permitir mayor celeridad, más concordancia, más certeza en el éxito; aprovechar la experiencia; percibir las ocasiones, combinar todas las posibilidades; calcular todos los azares; adueñarse de los enfermos y sus afecciones; aliviar sus penas; calmar sus inquietudes; adivinar sus necesidades; soportar sus caprichos; manejar su carácter y regir su voluntad...”. Cuando se habla del arte de la clínica suele aludirse a la habilidad que alcanzan algunos médicos después de años de experiencia, mediante un proceso relativamente inadvertido y desconocido que difícilmente se puede expresar en símbolos, estructuras o tácticas. EL ARTE DE LA CLÍNICA La palabra arte tiene muchas acepciones. Desde la que tiene que ver con la estética, la expresión de los sentimientos hasta simplemente la destreza para realizar alguna actividad o los secretos para sacarle provecho. Por ejemplo, de manera satírica, Tom Glass se refiere al arte de la medicina como las estrategias para violar todos los preceptos éticos de la práctica y orientarla a ganar dinero. Cuando se habla del arte de la clínica suele aludirse a la habilidad que alcanzan algunos médicos después de años de experiencia, mediante un proceso relativamente inadvertido y desconocido que difícilmente se puede expresar en símbolos, estructuras o tácticas. Tiene que ver con ciertas potencialidades, probablemente innatas, que se van perfeccionando con la exposición a muchos casos, al grado de alcanzar pericia al cabo de los años. Igual que la destreza en las bellas artes, sólo la práctica hace al maestro. Como lo señala Soriguer: “durante siglos, el ‘poder’ de la medicina se fundamentaba precisamente en ser depositaria de un conocimiento misterioso altamente apreciado (por necesario) por la sociedad. Este conocimiento estaba basado en la tradición y la experiencia. Muchos (médicos y pacientes) añoran la figura de aquel médico depositario de todos los conocimientos y sobre el que se descargaba ciegamente la responsabilidad de la enfermedad. No importaba demasiado cómo eran adquiridos los conocimientos, ni si la experiencia estaba fundamentada en un contexto verificable. La fama, que era el reconocimiento popular de la sabiduría, era también el único instrumento de validación de la competencia profesional”. En todo caso, la designación de la clínica como arte se basa en la idea de que no es reductible a los axiomas de la ciencia. Un arte nace del dominio de ciertas técnicas que, al menos superficialmente, desafían cualquier explicación, que no parece estar gobernado por reglas y se basa mucho en la intuición. Aunque no se puede negar el valor de la experiencia el concepto de la clínica como un arte tiene inconvenientes prácticos. En primer lugar, su imprecisión, es decir su ambigüedad; en segundo lugar, su falta de sistematización, lo que impide su enseñanza; la única respuesta a las necesidades de aprendizaje de un novato tendría que ser la de esperar a que pasen los años. Habría que reconocer, además, que la sola experiencia no es aprendizaje, sino que tiene que tener significado en la vida del sujeto, es decir, tiene que ser experiencia significativa, de modo que no todos alcanzan la condición de expertos por el solo hecho de haber ejercido muchos años. Aunque no se puede negar el valor de la experiencia el concepto de la clínica como un arte tiene inconvenientes prácticos. En primer lugar, su imprecisión, es decir su ambigüedad; en segundo lugar, su falta de sistematización, lo que impide su enseñanza. Arte y ciencia de la clínica Admitir que la clínica es un arte implica aceptar que no puede ser comprendida, estructurada, sistematizada; que el talento y la intuición son los ingredientes básicos; que se aprende más bien por ensayo y error, que su dominio está limitado a unas cuantas personas sobredotadas o privilegiadas. Negar que es un arte significa desconocer el valor de elementos subjetivos o desconocidos en la adquisición de la pericia. Por ello, cabe la postura ecléctica de admitir que la clínica es la mezcla de ciencia y arte, pero con el enfoque hacia los aspectos cognoscibles y hacia la búsqueda de los desconocidos, sin el desánimo que induciría el reconocimiento de que sólo algunos iluminados pueden dominarlo. LA CIENCIA DE LA CLÍNICA El concepto de la clínica como ciencia también admite varios enfoques, desde su ejercicio como actividad metódica y ordenada hasta su relación con la generación de conocimientos. Los límites de lo científico cada vez son más difusos. El que la clínica tiene sus reglas y su orden y que puede ser generadora de conocimientos casi no necesita argumentarse; sin embargo, los clínicos hemos sido acusados de empíricos y mágicos, que nuestros propósitos están bastante lejos de relacionarse con la búsqueda de la verdad sino tan sólo con la mejoría de los enfermos; que nuestras observaciones no son reproducibles ni verificables; que no controlamos las variables que participan en nuestras decisiones; que carecemos de disciplina para evaluar nuestros éxitos y nuestros fracasos; que nos hemos dejado engañar durante siglos por el ubicuo efecto placebo; que tenemos obvias limitaciones éticas y logísticas para llevar a cabo experimentos y que hemos contribuido bastante poco al progreso de la medicina. Por lo tanto, la actividad de los clínicos (se dice) no puede considerarse actividad científica. Para juzgar si la clínica es o no una ciencia conviene excluir el plano situacional, pues se corre el riesgo de considerar como esencial lo que es simplemente un vicio, de la misma manera que no sería sano juzgar lo que es la investigación científica a través de lo que realizan cotidianamente muchos investigadores. En el plano conceptual se pueden analizar algunas características de la clínica para controlarlas con las de cualquier ciencia. La primera se refiere a los propósitos de cada una; mientras que la clínica aspira a ayudar a los enfermos de ahora, independientemente de que sea posible ayudar a los del futuro, la ciencia busca la generación de conocimientos. No se podría admitir que uno de los requisitos para considerar que la clínica es una ciencia es que renunciara a todos sus fines altruistas y se enfocara a la búsqueda de la verdad, independientemente de que ésta presente o no una ventaja para el enfermo. Parece un precio demasiado alto para alcanzar un dudoso privilegio. En todo caso, la responsabilidad de atender pacientes constituye una valiosísima oportunidad para que, sin abdicar del principio de beneficencia, se avance en el encuentro de nuevas verdades. El empleo del método hipotético-deductivo propio de la ciencia no es ajeno a la actividad clínica. El proceso del diagnóstico avanza a través de la generación, refinamiento, refutación o confirmación de hipótesis. Una diferencia con el método que suelen utilizar los investigadores científicos es que, mientras estos ponen trampas a sus hipótesis de manera que sólo si logran rebasar estas maquinaciones se consideran válidas, los clínicos más bien buscamos argumentos que las fundamenten o las fortalezcan hasta que alcanzan un nivel crítico que permita las decisiones, independientemente que no alcancen la certeza de una verdad científica. En cuanto a que la clínica no puede realizar experimentos porque el clínico no está éticamente autorizado para ello y no tiene la posibilidad de asumir el control de todas las variables, habría que recordar la definición que da el propio Claude Bernard: “se da el nombre de experimentador al que emplea los procedimientos de investigación, simples o complejos, para hacer que los fenómenos naturales varíen o se modifiquen con un fin cualquiera y así hacerlos aparecer en circunstancias o condiciones en que no los presenta la naturaleza”. Esta definición puede aplicarse perfectamente al terapeuta que pretende modificar el fenómeno natural, en este caso el padecimiento. En la medida en que las acciones terapéuticas se ajusten a las reglas de la ciencia, el clínico puede realizar investigaciones sin tener que atentar contra los preceptos éticos. Más aún, cada caso individual puede ser manejado de acuerdo con el diseño experimental peculiar conocido como “ensayo clínico controlado de n = 1”. Esto quiere que durante una semana de práctica activa un clínico ocupado lleve a cabo más experimentos que < 65 Cabe la postura ecléctica de admitir que la clínica es la mezcla de ciencia y arte, pero con el enfoque hacia los aspectos cognoscibles y hacia la búsqueda de los desconocidos El empleo del método hipotéticodeductivo propio de la ciencia no es ajeno a la actividad clínica. El proceso del diagnóstico avanza a través de la generación, refinamiento, refutación o confirmación de hipótesis. En la medida en que las acciones terapéuticas se ajusten a las reglas de la ciencia, el clínico puede realizar investigaciones sin tener que atentar contra los preceptos éticos. 66 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La clínica es, esencialmente, una actividad cognitiva de solución de problemas y que, lejos de ser una cualidad misteriosa y restringida a los iniciados, es una habilidad susceptible de ser sistematizada. la mayoría de los científicos de laboratorio en un año. Ciertamente, no existe la disciplina de realizar las acciones terapéuticas bajo estas reglas de evidencia válida, análisis lógico y pruebas demostrables, pero la potencialidad de hacerlo no se contrapone con la esencia de la actividad clínica y la enriquece. También se ha objetado que la información clínica no tiene las características que debe tener un dato científico, es decir, que sea inequívoco, objetivo, cuantitativo, reproducible, mensurable, etc. La ciencia trabaja con datos “duros” y la clínica con datos “blandos” derivados frecuentemente de conversaciones o de exploraciones poco fidedignas. Sin embargo, la moderna epidemiología clínica ha aportado alternativas para la medición de los fenómenos clínicos y para su manejo técnico como datos científicos, de manera que este obstáculo ha sido salvado. En otras palabras, si bien el manejo cotidiano de los pacientes no siempre atiende a las características de una práctica científica, la medicina clínica tiene ciertamente las condiciones para constituirse en una verdadera ciencia. Como lo señala Feinstein, “la partícula básica que es un todo unitario en el terreno de la fisiología de órganos internos o de células; en bioquímica, una molécula; en filosofía, una idea; en semántica, una palabra. La partícula básica que es un todo unitario en el terreno de la medicina clínica en una persona enferma; las unidades básicas de observación son los signos, los síntomas y los atributos personales; las cantidades básicas de medida son palabras y, ocasionalmente, números; los métodos básicos son los del examen clínico, el razonamiento clínico y la terapéutica clínica; el propósito básico es prevenir la enfermedad que aún no haya ocurrido y, cuando ya existe, ‘curar ocasionalmente, aliviar frecuentemente, consolar siempre’”. Lo que no puede dejar de admitirse es que la clínica es, esencialmente, una actividad cognitiva de solución de problemas y que, lejos de ser una cualidad misteriosa y restringida a los iniciados, es una habilidad susceptible de ser sistematizada. LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • • • • Bernard C. Introducción al estudio de la medicina experimental, México: UNAM, 1960:136. Carrera OG. El barbarismo en medicina. México: UTHEA, 1960:49-53. Dumas CL. Eloge de Henri Fouquet, Montpellier 1807. Citado por Fouccault M: El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica. México: Siglo XXI Editores, 8ª. ed., p. 129. Evans DA. Issues of Cognitive Science in Medicine. En: Evans Da, Patel VL: Cognitive Science in Medicine. Cambridge, Massachusetts: MIT Press, 1989:3-19. Feinstein AR. Clinical Judgment. Malabar, Florida: Krieger Publishing Company, 1985. Glass T. The art of medicine. San Antonio, Tex.: Glass Publishing Co., 1990. Guyatt GH, Séller JL, Jaeschke R, Rosenbloom D, Adachi JD, Newhouse MT. The n-of-1 randomized controlled trial: clinical usefulness. Ann Intern Med 1990;112:293-299. Lifshitz A. Ad asum et ad valorem. Rev Med IMSS (Mex) 1990;28:1-3. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Editorial Espasa Calpe, 21 ed., 1992. Soriguer-Escofet FJC. ¿Es la clínica una ciencia? Madrid: Editorial Díaz de Santos, 1993:16-1B. 19. Consentimiento informado. Más que una autorización para la investigación Alberto Lifshitz Hay toda una serie de lineamientos acerca de los aspectos éticos y metodológicos del consentimiento informado y hoy es un requisito de todo protocolo de investigación que involucre seres humanos. Se ha dado una amplia difusión a la necesidad de que los sujetos de investigación estén perfectamente enterados de las características del proyecto en el que van a participar, y que en estas circunstancias firmen su anuencia. Hay toda una serie de lineamientos acerca de los aspectos éticos y metodológicos del consentimiento informado y hoy es un requisito de todo protocolo de investigación que involucre seres humanos como un reconocimiento a la autonomía de las Consentimiento informado. Más que una autorización para la investigación personas, la que se tiende a ubicar por encima aún del valor que tiene generar conocimiento nuevo. Más que un camino para que el investigador se proteja ante eventuales demandas y reclamaciones el consentimiento informado sirve para que el paciente se proteja de eventuales abusos o descuidos por parte de los investigadores, considerando que hay toda una historia negra al respecto. Pero los principios que guían el consentimiento informado obviamente no se limitan a la investigación, si bien no han sido debidamente formalizados en los terrenos de la atención médica y de la educación médica. En cirugía, por ejemplo, el asunto tiene una particular importancia considerando las difíciles decisiones que caracterizan su ejercicio. Más recientemente se empieza a hablar de consentimiento informado para la educación médica. La enseñanza clínica por ahora no puede prescindir de las prácticas en pacientes reales. Por más que se han buscado alternativas como maniquíes, pacientes estandarizados (actores profesionales que se contratan para hacer el papel de pacientes), simuladores electrónicos y hasta la habilitación de los compañeros estudiantes como pacientes estandarizados, lo cierto es que no se pueden sustituir totalmente a los pacientes verdaderos. Sin embargo, en muchos lugares ya los enfermos se niegan a ser atendidos por estudiantes, aún de posgrado y con cédula profesional, a lo cual tienen derecho. Desde siempre se ha planteado el conflicto de informarle al paciente que lo está viendo un estudiante, o hacer parecer a éste como un miembro más del equipo médico. Ambas conductas tienen ventajas prácticas y no constituyen verdaderos engaños, mientras el estudiante no se haga pasar por especialista o experto. Pero hoy en día se va extendiendo la necesidad también de un consentimiento informado en la educación médica, en el que, de la misma manera que ocurre con la investigación, se hace una amplia explicación a los pacientes, preferentemente por escrito, de la naturaleza del acto educativo y de la voluntariedad que tienen los pacientes de participar en él. Las experiencias iniciales muestran que los enfermos suelen colaborar, que entienden la importancia de la educación médica y de su participación en ella. En la atención médica la posición paternalista, unas veces autoritaria y otras benevolente, por fortuna va quedando en el pasado. La idea de que el médico toma las decisiones en bien del paciente pero sin la participación de éste va siendo substituida por el reconocimiento de los derechos del enfermo, entre ellos el de autodeterminación. El doctor Gawande, en un espléndido libro, describe de la siguiente manera la situación que prevalecía: “Hace poco más de una década, los médicos tomaban las decisiones y los pacientes hacían lo que se les decía. No se les consultaba sobre sus deseos y prioridades y se ocultaba información como algo rutinario, en ocasiones información crucial, como qué medicamentos tomaban, qué tratamientos recibían y cuál era el diagnóstico. Incluso se prohibía a los pacientes que miraran sus historiales médicos: no les pertenecían, decían los médicos. Eran considerados como niños: demasiado frágiles e ingenuos para poder soportar la verdad, por no hablar de la toma de decisiones. Y sufrían por ello. Les ponían aparatos, les daban medicamentos y les sometían a operaciones que no habían escogido. Y en cambio, no se sometían a tratamientos que quizá habrían preferido”. Los médicos tasaban sus decisiones con base en sus propios valores y no los de los pacientes; por ejemplo, decidían si un paciente debía o no someterse a vasectomía, no sólo en términos de que fuera apropiada desde el punto de vista médico, sino también desde el personal. Algunos médicos se negaban a esterilizar a los solteros, a los casados sin hijos o a los demasiado jóvenes, sin tomar en cuenta los deseos de los pacientes. Hoy se admite que los pacientes aptos participen en las decisiones que les conciernen y se otorga prioridad a esta participación aunque no siempre sea lo más favorable para la salud. El consentimiento informado, en estos casos, no es más que la formalización de esta participación. Antes de realizar un procedimiento clínico, diagnóstico o terapéutico, el paciente merece conocer la naturaleza del procedimiento, sus alcances, riesgos, inconvenientes y ventajas y expresar su anuencia. Más aún, el paciente, cada vez mejor informado, es capaz de hacer propuestas razonables en el terreno clínico, pues al fin y al cabo, él es el experto en su padecimiento, aunque el médico lo sea en las enfermedades. El consentimiento informado significa, en el ejercicio cotidiano de la clínica, un diálogo permanente entre médico y paciente, en el que el paciente sabe con precisión qué es lo que está ocurriendo y, hasta cierto punto, lo que discurre la mente del clí- < 67 Pero los principios que guían el consentimiento informado obviamente no se limitan a la investigación, si bien no han sido debidamente formalizados en los terrenos de la atención médica y de la educación médica. La idea de que el médico toma las decisiones en bien del paciente pero sin la participación de éste va siendo substituida por el reconocimiento de los derechos del enfermo, entre ellos el de autodeterminación. El paciente, cada vez mejor informado, es capaz de hacer propuestas razonables en el terreno clínico, pues al fin y al cabo, él es el experto en su padecimiento. 68 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Más que un consentimiento (que significa aceptación, anuencia) se tendría que ver como un acuerdo acerca de las mejores alternativas para resolver los problemas del paciente. El consentimiento informado puede ser visto desde una óptica más profunda como la máxima expresión de una relación médicopaciente comprensiva y completa. nico. Más que verlo como la formalización escrita de una autorización para realizar determinados procedimientos se tendría que entender como el resultado de una amplia comunicación entre paciente y médico, con un constante intercambio de información. Acaso, los formularios escritos pueden servir de base para una discusión y un análisis por parte de ambos, más que para probar que en su momento se obtuvo la autorización correspondiente. De hecho, más que un consentimiento (que significa aceptación, anuencia) se tendría que ver como un acuerdo acerca de las mejores alternativas para resolver los problemas del paciente. Por supuesto que la autonomía tiene limitaciones e inconvenientes. Las condiciones para ejercerla están muy claras: el paciente debe ser apto, poseer la información suficiente y estar libre de coacción. En la sociedad mexicana hay una larga tradición paternalista y de resignación ante la enfermedad, de tal modo que una proporción de los pacientes se niegan a ejercer su autonomía y prefieren ponerse irrestrictamente en manos de sus médicos, si no es que optan por decisiones colegiadas después de consultar al cónyuge o a otros familiares. Por otro lado, los pacientes, ciertamente, pueden tomar decisiones equivocadas y esto crea un verdadero dilema en los médicos que perciben el conflicto entre la beneficencia y la autonomía. En todo caso, lo importante es propiciar el diálogo, ampliar la información, escuchar los argumentos y no dejar de lado los deseos, temores, aprehensiones, creencias y valores de los enfermos. El consentimiento informado puede ser visto como un requisito burocrático de moda, la expresión de un ordenamiento legal o reglamentario o una protección para ambos, médico y paciente; pero se puede también visualizar desde una óptica más profunda como la máxima expresión de una relación médico-paciente comprensiva y completa, una declaración de respeto irrestricto a la autonomía, una oportunidad de ofrecer información completa y un compromiso para alcanzar los mejores desenlaces para los enfermos de acuerdo con la particular visión de ellos mismos. 20. Las ciencias de la complejidad en la clínica Alberto Lifshitz Hoy está claro que la práctica médica no es tan simple: el diagnóstico nosológico no es más que un artificio, operativo y didáctico; todas las enfermedades son multicausales y cada decisión terapéutica tiene una variedad de alternativas y combinaciones. La historia del pensamiento médico ha mostrado una intención a favor de la simplificación y el reduccionismo. Para entender los fenómenos se ha recurrido a la artificiosidad de aislarlos de su contexto y buscar los caminos más directos que permitan comprender las interrelaciones. En algún tiempo, especialmente durante el auge de la microbiología, se pensó que la medicina era una disciplina de tres columnas: una que señalaba el nombre de la enfermedad (diagnóstico nosológico), otra que refería al agente etiológico (casi siempre un microbio) y la última que recomendaba el medicamento que destruía al microbio. Hoy está claro que la práctica médica no es tan simple: el diagnóstico nosológico no es más que un artificio, operativo y didáctico; todas las enfermedades son multicausales y cada decisión terapéutica tiene una variedad de alternativas y combinaciones. El paradigma prevaleciente no parece apropiado para explicar muchos fenómenos de la clínica, de la dinámica de las enfermedades, de los desenlaces terapéuticos, de la fisiopatología, de las interacciones durante la comorbilidad, de la evolución de los pacientes. Conviene pues explorar otras alternativas y, sobre todo, intentar aplicar lo que se ha avanzado en la comprensión del mundo complejo, al que ciertamente pertenecen las enfermedades, los enfermos, la sociedad, los medicamentos, la fisiología, la fisiopatología y la farmacología. Por el momento, la aplicación de las ciencias de la complejidad a la clínica requiere de cierta experiencia en los fenómenos de salud y enfermedad, haber reflexionado sobre sus misterios, abandonar el dogma y la tradición que parece tener explicación para todo, cuestionar lo establecido y estar abierto a alternativas ciertamente iconoclastas. La bioética en la práctica clínica: ilemas y conflictos cotidianos Por ahora parece éste un espacio de reflexión sustentada en enfoques modernos y verdaderamente innovadores. Si nos ubicamos en el estudio clínico de los enfermos, cualquier persona que haya tenido un mínimo de exposición a pacientes se percata que cuanto expresan se parece poco a lo que describen los textos (“los pacientes no leen los libros”), que prácticamente ninguno de ellos reproduce la enfermedad prevista, que acaso se manifiesta con fragmentos de diferentes enfermedades pero cada uno de ellos atípico, que cada expresión patogénica tiene influencia sobre las otras y, al final, se produce una entidad única, irreconocible, que da apoyo al viejo aforismo de que “no hay enfermedades sino enfermos”. La comorbilidad, la polifarmacia, las influencias externas, la combinación con procesos de envejecimiento o de maduración, exigen efectivamente una nueva visión. La primera frustración del estudiante de medicina es que los padecimientos no son iguales que las enfermedades. Ya no se diga lo que ocurre en el terreno epidemiológico en el que el modelo prevalente ha resultado insuficiente, y, en parte por ello, los logros en salud pública han sido insuficientes o podrían ser mayores. Tan sólo la multicausalidad, bien reconocida desde hace tiempo, requiere una visión diferente, tanto de la patogenia como de la prevención. La era de los estilos de vida ya no se adapta al modelo lineal, por ejemplo, de los postulados de Koch o de la teoría microbiana de las enfermedades. La especialización sustentada en el reduccionismo ha llegado a su límite conceptual, sobre todo si excluye la transdisciplina, se aferra a fronteras perfectamente definidas, menosprecia cuanto está fuera de ella y, acaso, se vislumbra como territorio y poder, exclusiva y excluyente. Parece indispensable que se abra un espacio para la complejidad, que se creen expertos en las relaciones de la medicina con la complejidad, el caos, la no linealidad, la teoría de redes, los modelos estocásticos, la confrontación con la incertidumbre, los modelos abiertos e inestables; superar el pensamiento simple, lineal, que espera efectos predeterminados, lo determinista, reduccionista, incapaz de comprender los desenlaces inesperados, ordenados, estables, disciplinados y obedientes. < 69 La primera frustración del estudiante de medicina es que los padecimientos no son iguales que las enfermedades. Parece indispensable que se abra un espacio para la complejidad, que se creen expertos en las relaciones de la medicina con la complejidad, el caos, la no linealidad, la teoría de redes, los modelos estocásticos, la confrontación con la incertidumbre. LECTURAS RECOMENDADAS • • Ruelas E, Cocho G, Villegas M. Complejidad, sistemas de salud y calidad. Disponible en: http://coevolución. net/index.php/component/content/article 183-complejidad-y-salud Ruelas E, Mansilla R, Rosado J. Las ciencias de la complejidad y la innovación médica. Ensayos y modelos. Secretaría de Salud. México. 2006. 21. La bioética en la práctica clínica: dilemas y conflictos cotidianos Alberto Lifshitz No es saber, saber hacer discursos sutiles, vanos, que el saber consiste sólo en elegir lo más sano Sor Juana Inés de la Cruz El médico clínico es, fundamentalmente, un tomador de decisiones y su calidad profesional se puede estimar en función de su capacidad de elegir buenas opciones en el momento oportuno. Las decisiones tienen, al menos, una dimensión técnica y otra ética, si bien ésta última se suele soslayar o asumir de manera automática, sin la reflexión correspondiente; y es que no se han creado los debidos espacios para meditar sobre los componentes éticos de las decisiones cotidianas, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, con los elementos técnicos del diagnóstico y el tratamiento. Las decisiones tienen, al menos, una dimensión técnica y otra ética, si bien ésta última se suele soslayar o asumir de manera automática, sin la reflexión correspondiente. 70 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA La velocidad del avance científico y tecnológico no ha corrido paralela con el avance normativo y ético, de tal modo que los médicos contemporáneos frecuentemente enfrentamos situaciones inéditas. El médico enfrenta la necesidad de hacer reflexiones éticas desde su etapa formativa. La ética clínica contemporánea no consiste tan sólo en respetar los códigos, reglas, juramentos y declaraciones convencionales. La ética médica ha sufrido una profunda transformación en las últimas décadas en respuesta a las nuevas condiciones sociales; pero sobre todo como consecuencia del movimiento de la bioética que ha propiciado que el cuerpo de conocimientos de la ética clínica se someta a una revisión completa mediante el cuestionamiento, la disquisición filosófica y la investigación. La velocidad del avance científico y tecnológico no ha corrido paralela con el avance normativo y ético, de tal modo que los médicos contemporáneos frecuentemente enfrentamos situaciones inéditas, que no tienen precedentes escritos o convenidos, y ello ha planteado la necesidad de una ética que sea racional y lógica, flexible, prospectiva, transparente y secular. Las aspiraciones de la sociedad de hoy en día no siempre corresponden con los valores ancestrales de la profesión médica y, por ejemplo, se incentiva más el empleo excesivo de los recursos tecnológicos que la dedicación al cuidado de los pacientes. La actividad clínica cotidiana enfrenta al médico a conflictos y dilemas éticos inesperados. Para propósitos de este escrito se considera dilema cuando las proposiciones entre las que hay que elegir tienen un valor similar y competitivo, mientras que en un conflicto las proposiciones tienen valores diferentes, una relacionada con el interés primario y la otra con el secundario. Estos dilemas y conflictos se plantean durante toda la vida profesional del médico y aún antes. ALGUNOS CONFLICTOS DEL ESTUDIANTE DE MEDICINA El médico enfrenta la necesidad de hacer reflexiones éticas desde su etapa formativa, si bien tampoco aquí se han creado los espacios para su análisis. El cuadro 21.1 muestra algunas de las preguntas que podrían hacerse los estudiantes de medicina relacionadas con conflictos éticos. Por ejemplo, revelar al paciente la condición de estudiante tiene el valor incuestionable de la honestidad y la desventaja práctica de que el paciente no va a depositar su confianza en quien reconoce como un aprendiz. Se corre el riesgo de que el paciente se niegue, con todo derecho, a ser atendido por un estudiante y en muchos países la enseñanza de la medicina ha tenido que recurrir a pacientes estandarizados, simuladores y maniquíes, en virtud de la negativa de los enfermos a participar en la formación de los futuros médicos. La buena disposición de los alumnos para colaborar en la atención médica los lleva a veces a cometer errores o indiscreciones cuando ofrecen información al paciente o a sus familiares, máxime cuando ésta no coincide con la que proporciona el médico tratante. La prudencia y las normas de las unidades de atención médica aconsejan que sea sólo el médico responsable del caso el que informe al paciente o a la familia, para evitar interpretaciones que pudieran parecer contradictorias. Por fortuna cada vez se tiene más conciencia de respetar al paciente como persona y hoy en día no sólo se les explican los procedimientos a los que van a ser sometidos sino que se les Cuadro 21.1. Algunos conflictos éticos del estudiante de medicina • • • • • • • • • • • • • ¿Revelar a los pacientes la condición de estudiante? ¿Proporcionar por su cuenta información al paciente o a los familiares? ¿Intentar un procedimiento para el que no se siente suficientemente capaz? ¿Realizar procedimientos innecesarios sólo para practicar? ¿Realizar maniobras en los cadáveres sin autorización? ¿Ejecutar una orden del profesor o del adscrito con la que no se está de acuerdo? ¿Abandonar al paciente terminal por atender a uno recuperable? ¿Cómo proceder si el paciente se niega a ser atendido por un estudiante? ¿Solicitar autorización a los pacientes para realizar procedimientos o para consultar su expediente? ¿Qué hacer si no se entiende la explicación del profesor o la del libro, si no se escucha lo que se supone se debe oír en la auscultación? ¿Confesar la ignorancia? ¿Cómo proceder cuando un compañero está copiando en el examen o haciendo algún otro tipo de fraude? ¿Qué hacer si uno averigua que el compañero inventó los datos del expediente? ¿Qué hacer si uno atestigua que el compañero trató inadecuadamente a un paciente? La bioética en la práctica clínica: ilemas y conflictos cotidianos pide su autorización. En lo que continúa debatiéndose es en la necesidad de solicitar la autorización del paciente para que los estudiantes consulten su expediente. Existe la idea (errónea) de que el contenido del expediente le pertenece al hospital, cuando en realidad éste es sólo un custodio de la información que proporcionó el enfermo, confiado en que se manejaría de manera confidencial; la información le pertenece al paciente y el hospital sólo es propietario acaso del papel en el que está escrita. Esto implica que los estudiantes de medicina, efectivamente, tendrían que recabar la autorización del paciente para consultar los datos consignados en el expediente clínico. Uno de los conflictos más comunes es el que tiene que ver con la realización de procedimientos en los pacientes por parte de los estudiantes. Es verdad que antes de intentarlos los alumnos tienen que demostrar que conocen a fondo la teoría, la técnica y las complicaciones y riesgos, que deben ser supervisados por un experto y, siempre que sea posible, tener una práctica análoga previa. No obstante, tarde o temprano, el estudiante tiene que enfrentar la realización del procedimiento en un paciente real; ello plantea el conflicto entre el derecho que tiene el paciente a que sea el experto quien lo realice y la necesidad de los estudiantes de aprender a hacerlo. En la organización de los servicios clínicos se identifica una jerarquía que casi no permite disensión. Los antecedentes castrenses de muchos servicios hospitalarios se muestran en el comportamiento de los médicos de distintas categorías. Esto ha propiciado que la mayor virtud sea la obediencia y que cuando un subordinado no esté de acuerdo con alguna decisión deba acatarla sin discusión. Pero, considerando que nadie es infalible, se convierte en una responsabilidad ética expresar el desacuerdo, aunque las actitudes de los adscritos y jefes de servicio no sean propicias para ello. Se entiende, desde luego, que en situaciones de urgencia se debe acatar la disposición del responsable del caso pero, fuera de ello, la discusión y la argumentación puede ser saludable, tanto para el progreso profesional personal de los involucrados pero, sobre todo, para el paciente. La búsqueda de la eficiencia suele propiciar que se abandone al enfermo terminal por atender a los recuperables, considerando que el tiempo del médico es un recurso finito que se tiene que racionar. Sin embargo, si se parte del principio de la obligación de atender las necesidades de cada paciente, las del terminal son, acaso, que se le acompañe, que se le permita la presencia de sus familiares o la entrada del notario. En ningún caso se justifica el abandono. Todos hemos aprendido en los cadáveres; una de sus aportaciones ha sido la de ayudar a formar a los médicos. Pero ello no implica que no sea necesario hacerlo con respeto y recabando las autorizaciones correspondientes. El aprendizaje de la medicina supone no sólo la adquisición de conocimientos sino, particularmente, de habilidades, destrezas y actitudes. La identificación de los sonidos auscultatorios, por ejemplo, exige dominar las técnicas de abstracción, es decir, borrar de la percepción todos los ruidos adicionales y concentrarse en lo que se pretende oír. Esta capacidad suele ser difícil de adquirir y mientras el alumno no la adquiera no va a poder alcanzar las habilidades auscultatorias requeridas. Es común, sin embargo, que al principio no se perciba lo que el maestro describe; esto obliga a confesarlo y a perseverar en la práctica. En otras palabras, habría que cultivar la honestidad intelectual de reconocer que aún no se ha aprendido, independientemente de que, bajo nuestros sistemas educativos, ello suele ameritar una sanción académica. El fraude en los exámenes es casi una institución. La habilidad para copiar es un timbre de orgullo, sin reflexionar que los logros sustentados en una conducta fraudulenta no sólo carecen de valor y legitimidad sino que son el principio para una vida profesional corrupta. Sin embargo, cuando se ha interrogado a los alumnos si denunciarían a un compañero que está copiando en los exámenes, casi invariablemente contestan que no, porque jerarquizan el compañerismo por encima de la honestidad, o simplemente porque no quieren enfrentar represalias posteriores por parte del grupo. Algo similar ocurre con los estudiantes que presencian el maltrato a un paciente, la invención de los datos de una historia clínica (por ejemplo, el examen rectal o vaginal omitidos) o algunas otras conductas que se valoran como éticamente incorrectas. < 71 Existe la idea (errónea) de que el contenido del expediente le pertenece al hospital, cuando en realidad éste es sólo un custodio de la información que proporcionó el enfermo. El aprendizaje de la medicina supone no sólo la adquisición de conocimientos sino, particularmente, de habilidades, destrezas y actitudes. 72 < FUNDAMENTOS DE LA PRÁCTICA DEL INTERNISTA Se percibe una necesidad de propiciar los espacios para el análisis conjunto de las situaciones cotidianas de la práctica clínica y docente relacionadas con la ética. La obligación moral de todo médico es compartir sus experiencias; tendría que descalificarse el comportamiento de explotar los remedios secretos y de evitar que otros aprendan para eludir la competencia. Hoy por hoy, la mayor parte de la educación continua de los médicos es financiada por la industria farmacéutica, casi siempre en defensa de sus propios intereses. En una encuesta que se hizo a estudiantes de medicina de Philadelphia 89% aceptó haber actuado no éticamente (de acuerdo con sus propios criterios de lo que esto significara) y 61% aceptaron haber presenciado conductas no éticas. En todo caso, y considerando que en el aprendizaje de la ética parece más importante el currículum oculto que el explícito, se percibe una necesidad de propiciar los espacios para el análisis conjunto de las situaciones cotidianas de la práctica clínica y docente relacionadas con la ética, y no sólo de perfeccionar los cursos doctrinarios de ética o bioética. LA ÉTICA Y EL DOCENTE Los escenarios de la atención médica son también escenarios educativos en los que el novato está constantemente aprendiendo del experto. No se puede eludir la responsabilidad de servir de modelo y ejemplo y se tiene que reconocer que los expertos tienen una influencia fundamental en la formación técnica y ética de los novatos. La obligación moral de todo médico es compartir sus experiencias; tendría que descalificarse el comportamiento de explotar los remedios secretos y de evitar que otros aprendan para eludir la competencia. El maestro adquiere también un compromiso con el conocimiento. La conducta de algunos profesores que por mantener un prestigio no aceptan que no lo saben todo, que contestan con ligereza las preguntas de los alumnos o que inventan las respuestas tiene una gran trascendencia en el sentido de que se perpetúan las mentiras porque están avaladas por la autoridad del maestro, pero también en la formación moral de los alumnos cuando descubren la incongruencia. El respeto a la dignidad del alumno ha sido muy vulnerado históricamente: se le imponen contenidos que no van de acuerdo con sus intereses y motivaciones; se le asignan tareas que no corresponden con lo comprometido en el programa; se le exhibe cuando comete alguna falta; se divulgan sus calificaciones sin su consentimiento, etcétera. Ciertamente, el maestro tiene un compromiso con la institución educativa al respetar sus políticas y reglamentos, y con la sociedad al no permitir que egrese quien no ha probado contar con las habilidades correspondientes, pero el primer compromiso es con el alumno al propiciar su aprendizaje sin marginarlo si se rezaga. EL MÉDICO Y LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA Este es un tema que amerita una revisión mucho más amplia y profunda que la que aquí se podrá hacer. Buena parte de los conflictos cotidianos de la práctica clínica tienen que ver con esta relación. Hoy por hoy, la mayor parte de la educación continua de los médicos es financiada por la industria farmacéutica, casi siempre en defensa de sus propios intereses; de tal modo que se convierte, más que en una actualización, en una modificación de la conducta prescriptiva. Las estrategias publicitarias en favor de sus productos comprenden una amplísima gama de alternativas, casi todas ellas ideadas con un conocimiento muy preciso de las motivaciones, aficiones y debilidades de los médicos, quienes frecuentemente encuentran argumentos académicos o profesionales para justificar sus caídas ante tal seducción. Pero lo cierto es que la medicina y la industria farmacéutica tienen valores diferentes, como se puede ver en el cuadro 21.2, y que el médico tendría que anteponer los propios. Cuadro 21.2. Los valores de la industria farmacéutica y los de la medicina Industria Medicina Innovación Salud y bienestar Propiedad intelectual Avance científico El mercado Reducción de riesgos Superar a los competidores Valores académicos Eficiencia El medicamento como mercancía El medicamento como vehículo de salud La bioética en la práctica clínica: ilemas y conflictos cotidianos INTERESES EN CONFLICTO El conflicto de intereses se define como el conjunto de condiciones en que el juicio profesional concerniente a un interés primario tiende a ser indebidamente influido por un interés secundario. El interés primario se relaciona con el deber profesional, con la responsabilidad social y con el compromiso laboral; de manera que el interés primario de los médicos tendría que ser la salud y el bienestar de los pacientes, como el de los investigadores sería la verdad científica y el de los maestros el aprendizaje de los alumnos. Los intereses secundarios, por su parte, no son necesariamente ilegítimos y pueden ser incluso necesarios o deseables; el problema es su peso relativo en las decisiones o el que aparentan tener. Estos intereses secundarios, finalmente valores como los primarios, pueden ser de naturaleza financiera, personal o familiar, política, religiosa o académica. El énfasis en lo financiero no significa necesariamente que sea más importante o pernicioso que otros, sino que es más objetivo e intercambiable; el dinero es más fácil de regular por reglas imparciales y más útil para más propósitos. El médico contemporáneo enfrenta cotidianamente la necesidad de elegir entre el paciente y muchos otros valores teóricamente supeditados. Los que laboran en una institución eligen entre las lealtades a la empresa y la que deben al paciente. Hoy en día este conflicto se plantea muy claro en México: el desabasto y las deficientes condiciones laborales limitan una atención óptima al paciente y el médico frecuentemente tiene que dar la cara en defensa de la institución. Otras lealtades como la que sienten hacia el gremio, la ciencia y la educación también compiten con la responsabilidad primaria. ALGUNOS DILEMAS Uno que se plantea muy claro en la práctica diaria es el que opone a la libertad reproductiva con los riesgos de la sobrepoblación. Las políticas sanitarias y demográficas imponen a los médicos obligaciones que atentan marginalmente contra la libertad de los pacientes para procrear. La coexistencia, en una misma sociedad, de teorías éticas teleológicos y deontológicas propicia que se perciban contradicciones en la conducta personal de muchos médicos. A la idea incuestionable de que antes que nada está el paciente, se oponen la selección utilitarista de los pacientes para tener acceso a los recursos escasos o costosos, según su utilidad social o algunos otros criterios; de que la asistencia a actividades académicas justifica abandonar transitoriamente a los enfermos en otras manos porque supone la posibilidad de mejorar y extender la capacidad benefactora a un mayor número de pacientes; de que los estudiantes tienen que tener oportunidades de experiencias significativas en la atención directa de los pacientes y de que la generación de conocimientos resulta muy importante para ofrecer mejores alternativas a los pacientes del futuro, justificando de esta manera los pequeños sacrificios que se imponen a los pacientes y en favor de la educación y la investigación. Las ideas de “calidad de vida” compiten con las del carácter sagrado de la vida al jerarquizar unas vidas sobre otras y hasta al definir un dintel a partir del cual una vida se considera como tal. El concepto de futilidad, tan debatido, se plantea con frecuencia para moderar los ánimos de quienes perseveran en las medidas extraordinarias. Los límites de la vida sólo se han definido por consenso en su extremo final pero difícilmente se alcanzará tal consenso para su principio; esto modula muchas de las acciones de los médicos de hoy en día. La preponderancia de la autonomía sobre la beneficencia o viceversa supone una postura en la que médicos y pacientes titubeamos. En conclusión, la práctica clínica cotidiana es una fuente inagotable de reflexiones éticas en la medida en que tomamos conciencia de ello. Se puede transcurrir en una práctica rutinaria siguiendo obedientemente las reglas, normas, guías y algoritmos, evitando el conflicto, como lo hacen muchos colegas que temen criticar o evaluar su propia actuación, pero tenemos la gran oportunidad de perfeccionar nuestra práctica a partir de una actitud dialéctica que someta a cuestionamiento tanto el conocimiento establecido como el desempeño personal. < 73 El interés primario se relaciona con el deber profesional, con la responsabilidad social y con el compromiso laboral; de manera que el interés primario de los médicos tendría que ser la salud y el bienestar de los pacientes, como el de los investigadores sería la verdad científica y el de los maestros el aprendizaje de los alumnos. La coexistencia, en una misma sociedad, de teorías éticas teleológicos y deontológicas propicia que se perciban contradicciones en la conducta personal de muchos médicos. Tenemos la gran oportunidad de perfeccionar nuestra práctica a partir de una actitud dialéctica que someta a cuestionamiento tanto el conocimiento establecido como el desempeño personal. Sección II Diabetes mellitus Director de área Alberto C. Frati Munari 22. 23. 24. 25. 26. 27. Clasificación y criterios para el diagnóstico de la diabetes mellitus y de otros trastornos afines 77 Joel Rodríguez Saldaña, Alberto C. Frati Munari, Alberto F. Rubio Guerra Fisiopatología 86 Joel Rodríguez Saldaña, Alberto C. Frati Munari, Alberto F. Rubio Guerra Principios del tratamiento 97 Juan Díaz Salazar, Alberto C. Frati Munari, Alberto F. Rubio Guerra Complicaciones agudas 113 Juan Díaz Salazar, Alberto C. Frati Munari Infecciones y diabetes mellitus 119 Everardo Martínez Valdés, Alberto C. Frati Munari Complicaciones macrovasculares 121 Juan Díaz Salazar, Alberto C. Frati Munari, Alberto F. Rubio Guerra 28. Complicaciones crónicas 131 Alberto C. Frati Munari, Everardo Martínez Valdés, Juan Díaz Salazar, Alberto F. Rubio Guerra 29. Retinopatía diabética 139 Joel Rodríguez Saldaña, Alberto C. Frati Munari, Everardo Martínez Valdés 30. Nefropatía diabética 144 Joel Rodríguez Saldaña, Alberto C. Frati Munari 31. Neuropatía diabética 154 Alberto C. Frati Munari, Everardo Martínez Valdés, Joel Rodríguez Saldaña 32. Pie diabético 161 Everardo Martínez Valdés, Alberto C. Frati Munari 33. Diabetes y embarazo 163 Everardo Martínez Valdés, Alberto C. Frati Munari 34. Disfunción eréctil 166 Alberto C. Frati Munari, Everardo Martínez Valdés, Juan Díaz Salazar Clasificación y criterios para el diagnóstico de la diabetes mellitus y de otros trastornos afines < 77 22. Clasificación y criterios para el diagnóstico de la diabetes mellitus y de otros trastornos afines Joel Rodríguez Saldaña, Alberto C. Frati Munari, Alberto F. Rubio Guerra DEFINICIÓN La diabetes mellitus comprende un conjunto de enfermedades metabólicas caracterizadas por hiperglucemia secundaria a una deficiente secreción de insulina o a la acción de la insulina en el organismo. La hiperglucemia crónica puede ocasionar trastornos funcionales y estructurales en la macro y microcirculación del organismo, sobre todo en los ojos, el corazón, los riñones y los nervios periféricos. DATOS EPIDEMIOLÓGICOS La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas más frecuentes. En Estados Unidos la incidencia anual es de 20 casos nuevos de diabetes tipo 1 y de 200 casos nuevos de diabetes tipo 2 por cada 100 000 habitantes. En México, la incidencia de diabetes tipo 1 es notablemente menor: 0.4 en hombres y 0.7 en mujeres; la incidencia de diabetes tipo 2 se desconoce, pero quizá sea superior a la estadounidense. Por ejemplo, al examinar 661 000 derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en el noreste de la Ciudad de México en 1998, se encontró una incidencia de 139/100 000 habitantes mayores de 24 años. Es probable que la incidencia vaya en aumento ya que en los últimos decenios la frecuencia de diabetes ha aumentado en todo el mundo. En el caso del IMSS, la cantidad de consultas por esta causa aumentó 340% en un decenio (de 1980 a 1990), lo que representa un incremento cinco veces mayor que el crecimiento de la población adscrita a esa institución. La prevalencia mundial de diabetes de cualquier tipo es alrededor de 5%, ligeramente mayor en el sexo femenino que en el masculino (1.2:1); aumenta con la edad; es más elevada en algunos países y en el mismo país puede variar según el área geográfica o los grupos étnicos. Por ejemplo, en Estados Unidos se calcula que en 2002 la prevalencia en adultos fue de 8.7%, con claras diferencias étnicas: 5% en hombres caucásicos, 8.5% en personas de raza negra, 14% en los de ascendencia mexicana y 40% en los indios pima. En México, la prevalencia de diabetes se ha incrementado en los últimos 20 años: en 1988 era de 8.7% y, a partir de ese año, se han publicado los resultados de otras encuestas que demuestran aumento sostenido: a)Los resultados de la Encuesta Nacional de Enfermedades Crónicas (ENEC), aplicada en 1992 y 1993 a 15 474 personas de 20 a 69 años de edad, revelaron una prevalencia de 6.7% que, al ser recalculada con base en los criterios de diagnóstico actuales ascendió a 8.4%. Dos terceras partes de los encuestados (66.6%) sabían que eran diabéticos y 33.3% lo ignoraban. La prevalencia fue ligeramente superior en los estados del norte del país y menor en el centro; incluso, también fue mayor en personas con sobrepeso u obesidad: los individuos con índice de masa corporal < 25 tuvieron prevalencia de 3.8% en tanto que 12.1% de las personas con índice de masa corporal > 35 presentaron la enfermedad. La prevalencia también aumentó con la edad: de 0.6% en menores de 25 años, 7% en el grupo de 40 a 44 años y 19% en sujetos de 60 a 64 años, a 22% en individuos de 64 a 69 años. La ENEC demostró que el riesgo de padecer diabetes mellitus varía según la edad: 6.7% en el grupo de 20 a 69 años, 13.8% en el de 40 a 69 años y 17.9% en el grupo de 50 a 69 años. b)La encuesta Nacional de Salud 2000 (ENSA 2000) en la que se investigó la prevalencia de diabetes por glucemia capilar en 42 886 personas mayores de 20 años, encues- La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas más frecuentes. En México, la incidencia de diabetes tipo 1 es notablemente menor: 0.4 en hombres y 0.7 en mujeres; la incidencia de diabetes tipo 2 se desconoce, pero quizá sea superior a la estadounidense. En México, la prevalencia de diabetes se ha incrementado en los últimos 20 años: en 1988 era de 8.7% y, a partir de ese año, se han publicado los resultados de otras encuestas que demuestran aumento sostenido. 78 < Diabetes mellitus Los estudios de prevalencia de diabetes mellitus en México permiten observar un aumento progresivo de casos, desde 2% en el decenio de 1960 hasta la cifra actual, siete veces mayor. Las consecuencias económicas de la diabetes son extraordinarias y abarcan tres grupos: costos directos, costos indirectos e intangibles. Las causas más frecuentes de defunción en personas con diabetes son las enfermedades cardiovasculares con riesgo dos a cuatro veces mayor que el de la población general. tadas al azar en todas las regiones del país, reportó una prevalencia de 8.18% ajustada por edad. c)Al analizar la epidemiología de la diabetes en el continente americano a través de una revisión de estudios publicados en MEDLINE y BIREME, Barceló y sus colaboradores calcularon que la prevalencia ajustada de diabetes en personas de 35 a 64 años, en México, era de 11.9% en hombres y de 17.9% en mujeres; esto representa una prevalencia global de 14.9%, la segunda más elevada en América después de Jamaica. d)Recientemente, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), encontró una prevalencia de 14.42% de sujetos con diabetes en México; un hallazgo de la encuesta es que casi la mitad de ellos lo desconocía. En conclusión, utilizando diferentes metodologías los estudios de prevalencia de diabetes mellitus en México permiten observar un aumento progresivo de casos, desde 2% en el decenio de 1960 hasta la cifra actual, siete veces mayor. El aumento en la prevalencia de diabetes puede atribuirse a varios factores: 1) mayores expectativas de vida; 2) alta predisposición genética; 3) incremento de la población urbana y disminución de la rural; 4) cambios en la cantidad y proporción de nutrimentos; 5) aumento del sedentarismo y reducción de la actividad física y el ejercicio. Las encuestas también han demostrado una asociación constante de la diabetes tipo 2 con otros factores de riesgo cardiovascular como hipertensión arterial, dislipidemia, obesidad e infarto del miocardio. En la última década estos trastornos se han incorporado a los criterios de diagnóstico del síndrome metabólico. En contraste, en algunas poblaciones de Japón y otros países asiáticos la prevalencia de diabetes es notablemente menor (2-3%). Esto está quizá relacionad con la alimentación y el estilo de vida pues grupos poblacionales con la misma herencia tienen baja frecuencia de diabetes en su país de origen, pero muy alta al cambiar a otra área geográfica. Las consecuencias económicas de la diabetes son extraordinarias y abarcan tres grupos: costos directos (los que se derivan de la atención médica de la enfermedad y sus complicaciones), costos indirectos (los que la persona, las instituciones de salud y la sociedad deben destinar para la atención de la diabetes y para cubrir otros aspectos como transporte, incapacidades y pensiones) e intangibles (las consecuencias, para el paciente, para su familia y para la sociedad, derivadas de la incapacidad temporal o permanente y los años perdidos de vida). La mortalidad directa o indirecta por diabetes es muy elevada; en México, la tasa anual de mortalidad por esta causa aumentó de 3/100 000 habitantes en 1950 a 8 en 1960, 18 en 1970, 21 en 1980, 32 en 1990 y desde el año 2000 representa la primera o segunda causa de mortalidad general, con un crecimiento sostenido de 1% en el porcentaje de defunciones por esta enfermedad: de 10, 11 y 12%, en 2000, 2001 y 2002 respectivamente. De hecho, el riesgo de fallecer por cualquier causa en personas con diabetes es ~1.4 comparado con el de la población general (40% de incremento en el riesgo de muerte). Las causas más frecuentes de defunción en personas con diabetes son las enfermedades cardiovasculares con riesgo dos a cuatro veces mayor que el de la población general. Estudios recientes han demostrado que el riesgo de infarto del miocardio en diabéticos sin cardiopatía previa es tan alto como en personas sin diabetes con infarto previo. El riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares aumenta en forma progresiva y es particularmente elevado en personas con hiperglucemia posprandial. CRITERIOS DE DiagnÓstico PARA diabetes mellitus y PARA OTRAS categorÍas DE INTOLERANCIA A LA GLUCOSA El diagnóstico de diabetes mellitus se establece con cualquiera de los siguientes criterios: • Síntomas característicos (cuadro 22.1) acompañados de glucemia casual igual o mayor de 200 mg/dL (cuadro 22.2). • Glucemia en ayunas igual o mayor de 126 mg/dL en más de una ocasión, con ocho o más horas de ayuno. • Glucemia posprandial igual o mayor de 200 mg/dL a las 2 horas, durante una curva de tolerancia a la glucosa realizada después de administrar una carga de 75 gramos de glucosa disuelta en agua (cuadro 22.2). Clasificación y criterios para el diagnóstico de la diabetes mellitus y de otros trastornos afines < 79 Cuadro 22.1. Manifestaciones clínicas iniciales de la diabetes mellitus Polifagia Polidipsia Poliuria Pérdida rápida de peso Astenia Tendencia al sueño Visión borrosa Cetoacidosis: hiperpnea, deshidratación grave, aliento cetósico, coma Sequedad de mucosas, deshidratación Balanitis diabética Vaginitis por Candida albicans Neuropatía Impotencia Claudicación intermitente Cuadro 22.2. Interpretación de las cifras de glucosa sérica Tolerancia a la glucosa Normal Glucemia en ayunas anormal Intolerancia a la glucosa Diabetes mellitus En ayunas 60 a 90 minutos 120 minutos Casual 70-99 (3.88-5.5) 100-125 (5.5-6.9) < 200 (11.1) < 140 (7.7) < 140 (7.7) ≥ 126 (7.0) ≥ 200 (11.1) 140 a 199 (7.7-11.0) ≥ 200 (11.1) Cifras expresadas en mg/100 mL; cifras entre paréntesis en mmol/L. El método estandarizado para realizar la prueba de tolerancia a la glucosa consiste en administrar por vía oral una dosis de 75 g de glucosa disuelta en agua, en un término de cinco a 10 minutos y en condiciones estables (cuadro 22.3) evitando además el consumo de fármacos o sustancias capaces de aumentar o disminuir las cifras de glucosa (cuadro 22.4). En el caso de la diabetes gestacional diversas organizaciones, como La Asociación Americana de Diabetes y la Secretaría de Salud de México, recomiendan utilizar los criterios de Carpenter y Coustan, administrando una carga de 100 g de glucosa y con interpretación de resultados hasta tres horas después; o después de administrar una carga de 75 g, con interpretación hasta dos horas (cuadro 22.5). El método estandarizado para realizar la prueba de tolerancia a la glucosa consiste en administrar por vía oral una dosis de 75 g de glucosa disuelta en agua, en un término de cinco a 10 minutos. Cuadro 22.3. Recomendaciones para realizar la prueba de tolerancia a la glucosa Condiciones previas Sin tratamiento con fármacos que puedan aumentar o disminuir la glucemia (véase cuadro 22.4). Sin estrés agudo por causas físicas o emocionales. Sin reducir el consumo de calorías (consumo de carbohidratos >150 g/día). Sin haber fumado marihuana ni haber consumido alcohol. Actividad física normal (la inactividad puede alterar los resultados). Horario y ayuno En la mañana, después de 10 a 16 horas de ayuno. Se permite la ingestión libre de agua. Dosis 75 g de glucosa en 250 a 300 mL de agua, ingerida en 5 a 10 minutos (en niños, de 1.75 g/kg de peso corporal). Condiciones durante la prueba En reposo, sentado, sin fumar y en ayuno total. Mediciones Sangre venosa o capilar, plasma o suero. A los 0 y a los 120 minutos (optativos 60 y 90 min). En embarazadas hasta 180 minutos después. 80 < Diabetes mellitus Cuadro 22.4. Fármacos que pueden modificar la glucemia y la tolerancia a la glucosa Hiperglucemiantes Ácido nalidíxico Ácido nicotínico Adrenalina (epinefrina) Diazóxido Difenilhidantoína Diuréticos Acetazolamida Ácido etacrínico Furosemida Tiazidas Estrógenos Fenfluramina Fenotiazinas Glucagón Glucocorticoides Heparina Hormonas tiroideas Indometacina Interferón alfa Morfina Naproxeno Nitrofurantoína Pentamidina Propranolol Reserpina Tricíclicos Hipoglucemiantes Ácido acetilsalicílico Anfetaminas Ciproheptadina Clofibrato Haloperidol Hormonas tiroideas Inhibidores de la monoaminooxidasa Oxitetraciclina Cuadro 22.5. Criterios de diagnóstico para la diabetes gestacional Con carga de 100 g de glucosa por vía oral En ayunas Una hora Dos horas Tres horas Valores de glucosa sérica > 95 mg/100 mL (5.2 mmol/L) > 180 mg/100 mL (10.0 mmol/L) > 155 mg/100 mL (8.6 mmol/l) > 140 mg/100 mL (7.7 mmol/L) Con carga de 75 g de glucosa por vía oral En ayunas Una hora Dos horas Valores de glucosa sérica > 95 mg/100 mL (5.2 mmol/L) > 180 mg/100 mL (10.0 mmol/L) > 155 mg/100 mL (8.6 mmol/L) Las categorías relacionadas con la diabetes mellitus son la alteración de la glucemia en ayunas, la intolerancia a la glucosa y la diabetes gestacional. Se consideran clases de riesgo estadístico la anormalidad previa de la tolerancia a la glucosa y la anormalidad potencial de la tolerancia a la glucosa. Las alteraciones de la glucemia en ayuno y de la tolerancia a la glucosa se caracterizan por cifras de glucosa mayores que las normales pero menores a las que se utilizan para establecer el diagnóstico de diabetes mellitus. Alteraciones de la glucemia en ayuno y de la tolerancia a la glucosa Las alteraciones de la glucemia en ayuno y de la tolerancia a la glucosa se caracterizan por cifras de glucosa mayores que las normales pero menores a las que se utilizan para establecer el diagnóstico de diabetes mellitus (cuadro 22.2). La existencia de esta categoría diagnóstica se justifica porque, a pesar de que la mayoría de los pacientes (~75%) no desarrollan diabetes a largo plazo, estudios epidemiológicos recientes han demostrado que las personas con glucemia en ayuno anormal (110-125 mg/100 mL), y sobre todo con intolerancia a la glucosa (140-199 mg/100 mL), tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones macrovasculares como enfermedades coronaria y vascular cerebral que las personas con tolerancia normal a la glucosa. Además de que alrededor de 25% de los individuos en esta categoría terminan desarrollando diabetes mellitus a largo plazo. Las alteraciones en la tolerancia a la glucosa en ayuno y posprandial forman parte del síndrome de resistencia a la insulina y se han integrado a los criterios de diagnóstico del síndrome metabólico (cuadro 22.6). Clasificación y criterios para el diagnóstico de la diabetes mellitus y de otros trastornos afines < 81 Cuadro 22.6. Características del síndrome de resistencia a la insulina (síndrome X) • Alteración de la tolerancia a la glucosa o hiperglucemia •Hiperinsulinemia • Menor sensibilidad a la acción hipoglucemiante de la insulina exógena • Hipertensión arterial •Obesidad •Hipertrigliceridemia • Disminución de los valores séricos de colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) •Hiperuricemia La glucemia alterada en ayuno tiene menor sensibilidad para diagnosticar anormalidad que la glucemia posprandial de dos horas en la prueba de tolerancia a la glucosa oral; por lo tanto, la prevalencia de intolerancia a la glucosa posprandial es mayor que la de glucemia en ayunas anormal. Al correlacionar las cifras obtenidas en la prueba de tolerancia a la glucosa en la población general se ha encontrado que la cantidad de factores de riesgo cardiovascular es progresivamente menor en este orden: diabetes > glucemia en ayuno anormal + intolerancia posprandial a la glucosa > intolerancia posprandial a la glucosa aislada > glucemia en ayuno anormal aislada > glucemia normal. Por lo tanto, la glucemia en ayuno es insuficiente para identificar personas en alto riesgo. Diabetes gestacional La diabetes gestacional se define como cualquier grado de intolerancia a la glucosa que aparece de novo, o que se diagnostica durante el embarazo, aunque no se descarta que hubiera existido desde antes de la gestación. Tratando de hacer una distinción, algunos autores utilizan el término diabetes pregestacional para describir a las mujeres con diabetes (tipo 1 o tipo 2) diagnosticada antes del embarazo. El diagnóstico se basa en la búsqueda de factores de riesgo en la primera consulta prenatal (obesidad, diabetes gestacional en embarazos previos, antecedentes familiares de diabetes) y en una prueba de tolerancia a la glucosa de escrutinio, entre la semana 24 y 28 de gestación (cuadro 22.5). La diabetes gestacional es importante por los riesgos perinatales y obstétricos que ocasiona para el producto: se ha demostrado que la presencia de glucemia en ayuno mayor de 105 mg/100 mL se asocia con un aumento en el riesgo de mortalidad intrauterina en las últimas 4 a 8 semanas de gestación, y que a mayores cifras de glucemia se incrementa también el riesgo de macrosomía, hipoglucemia neonatal, ictericia, policitemia e hipocalcemia. La diabetes gestacional aumenta el riesgo de enfermedad hipertensiva durante el embarazo y la incidencia de diabetes tipo 2 en el futuro. Finalmente, los hijos de mujeres con diabetes gestacional tienen mayor riesgo de desarrollar obesidad, intolerancia a la glucosa y diabetes en la adolescencia y en la edad adulta. DETECCIÓN DE LA DIABETES TIPO 2 Justificación El aumento en la incidencia, en la prevalencia y en las consecuencias de la diabetes en términos de morbilidad y mortalidad, han obligado a establecer estrategias para su detección. En el caso de la diabetes tipo 1 la detección no se recomienda en vista de su aparición aguda, de que no existe una estandarización para interpretar las pruebas inmunológicas en la práctica clínica y de que la incidencia de este tipo de diabetes es muy baja, particularmente en México. Por el contrario, la detección de personas con diabetes tipo 2 sí está plenamente justificada desde la perspectiva de que representa la mayoría de los casos de diabetes en nuestro país. En el decenio de 1960 Frame postuló criterios para justificar la detección de enfermedades en la población general. Recientemente, la Asociación Americana de Diabetes publicó una revisión técnica de dichos criterios para analizar los principios de la detección (cuadro 22.7): Aunque la detección de personas con diabetes tipo 2 se justifica a partir de los postulados 1 a 4 no se han publicado estudios que demuestren que los programas de detección hayan La glucemia alterada en ayuno tiene menor sensibilidad para diagnosticar anormalidad que la glucemia posprandial de dos horas en la prueba de tolerancia a la glucosa oral. La diabetes gestacional se define como cualquier grado de intolerancia a la glucosa que aparece de novo, o que se diagnostica durante el embarazo. La detección de personas con diabetes tipo 2 sí está plenamente justificada desde la perspectiva de que representa la mayoría de los casos de diabetes en nuestro país. 82 < Diabetes mellitus Cuadro 22.7. Postulados de Frame para la detección de enfermedades • • • • La enfermedad debe ser frecuente y representar un problema de salud. Debe conocerse la historia natural de la enfermedad para poder modificarla. Debe existir un periodo preclínico para que ocurra la detección. La prueba de detección debe ser accesible, aceptable para la población y tener sensibilidad elevada. •El tratamiento en la fase preclínica debe dar mejores resultados que cuando han aparecido los síntomas. • Los costos de la detección y del manejo en la etapa preclínica deben ser razonables y debe contarse con los recursos necesarios para tratar a todos los pacientes recién diagnosticados. • La detección debe ser un proceso sistemático y continuo y no un esfuerzo aislado. Modificado de American Diabetes Association 2004;27:S11-S14. reducido la morbilidad ni la mortalidad por diabetes en ninguna parte del mundo, pero sí se ha demostrado que consumen recursos que dejan de utilizarse en el manejo de pacientes ya diagnosticados. Por si fuera poco, la detección se realiza a menudo en la persona inadecuada por diversos motivos: 1) ya había sido diagnosticada previamente; 2) no tiene acceso a servicios de salud; 3) no reside en el lugar en el que se realizó la detección; 4) no existen recursos para el seguimiento y manejo de la persona detectada. Por tal motivo, varias asociaciones internacionales de diabetes han advertido sobre los riesgos de la detección abierta y han propuesto criterios de selección. En el cuadro 22.8 se resumen los factores de riesgo para la diabetes mellitus tipo 2: La clasificación de la diabetes mellitus y categorías afines, aceptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por la Asociación Americana de Diabetes (ADA), se incluye en el cuadro 22. 9. Los dos tipos más frecuentes de diabetes mellitus primaria son la diabetes mellitus tipo 1 (antes denominada diabetes insulinodependiente) y la tipo 2 (antes denominada diabetes no insulinodependiente) que representan la gran mayoría de los casos (cerca de 98%). Los otros tipos de diabetes se deben a enfermedades que afectan al páncreas y lo destruyen parcial o totalmente; o bien a otras alteraciones de las células beta pancreáticas, la insulina, los recepCuadro 22.8. Factores de riesgo para la diabetes mellitus tipo 2 •Edad mayor de 45 años • Sobrepeso: índice de masa corporal ≥ 25 kg/m2 • Antecedentes familiares de diabetes en primer grado •Sedentarismo • Pertenecer a un grupo étnico con alta prevalencia • Alteración previa de la tolerancia a la glucosa en ayunas o posprandial • Antecedente de diabetes gestacional o productos macrosómicos • Hipertensión arterial •Dislipidemia • Síndrome de ovarios poliquísticos • Antecedentes de complicaciones cardiovasculares Cuadro 22.9. Clasificación de la diabetes mellitus y categorías afines del metabolismo normal de la glucosa Diabetes mellitus tipo 1 Diabetes mellitus tipo 2 Diabetes gestacional Alteración de la glucemia en ayuno Alteración de la tolerancia a la glucosa Diabetes mellitus de otros tipos Defectos genéticos de las células beta Defectos genéticos de la insulina o de sus receptores Por enfermedades pancreáticas Por fármacos o sustancias químicas Por infecciones Otras formas inmunológicas Concomitante a síndromes genéticos Clasificación y criterios para el diagnóstico de la diabetes mellitus y de otros trastornos afines tores celulares de la insulina o diversos factores que contrarrestan la acción de la insulina. Las características distintivas de los dos tipos más comunes de diabetes se resumen en el cuadro 22.10. Los aspectos clínicos que ayudan a distinguir los dos tipos de diabetes mellitus incluyen edad de inicio, forma de presentación clínica y la necesidad de recibir insulina exógena para sobrevivir. La diabetes tipo 1 suele manifestarse inicialmente con la aparición súbita de poliuria, polidipsia y cetoacidosis, los afectados deben recibir insulina durante el resto de la vida. La mayoría de los casos de diabetes tipo 2 suelen diagnosticarse en personas mayores de 30 años de edad; sin embargo, en la última década se ha reducido la edad de diagnóstico al demostrarse la presencia de este tipo de diabetes en adolescentes. Las situaciones clínicas en las que se diagnostica la diabetes tipo 2 aparecen en el cuadro 22.11 y deben resaltarse los siguientes aspectos: 1) aunque la detección (el diagnóstico en el periodo asintomático de la enfermedad) representa la situación idónea para reducir las consecuencias de la diabetes un alto porcentaje de los pacientes sigue diagnosticándose por los síntomas de la hiperglucemia; 2) el síntoma más frecuentemente ocasionado por la hiperglucemia es el cansancio, que en muchas ocasiones pasa desapercibido por los pacientes y por el médico tratante; 3) las infecciones de vías urinarias y la vulvovaginitis repetidas o de difícil control deben despertar sospechas hacia el diagnóstico de diabetes; 4) la diabetes se diagnostica con frecuencia durante la evaluación inicial de pacientes con enfermedad coronaria, enfermedad vascular cerebral o enfermedad arterial periférica; 5) frecuentemente el diagnóstico inicial de diabetes lo realizan oftalmólogos y nefrólogos al atender pacientes con complicaciones oftalmológicas (catarata, retinopatía diabética o glaucoma), o con insuficiencia renal avanzada. La persistencia de estas situaciones clínicas demuestra que el diagnóstico es tardío en muchos pacientes y se siguen reduciendo los beneficios demostrados de los recursos actuales para el control de la glucemia, en los factores de riesgo cardiovascular y en las complicaciones macro y microvasculares. Diagnóstico diferencial: diabetes tipo 1 o diabetes tipo 2 En ocasiones resulta difícil establecer el diagnóstico de diabetes tipo 1 o tipo 2. En personas con diabetes tipo 1, por ejemplo, se ha descrito un periodo de “luna de miel” en el que la glucemia puede mantenerse dentro de los límites normales sin requerir la aplicación de insulina Cuadro 22.10. Características de los dos tipos principales de diabetes mellitus primaria Edad de principio (años) Constitución Antecedentes familiares Genes Herencia Principio Anticuerpos antiislotes Anticuerpos antiinsulina Anticuerpos antiGAD Histología del páncreas Fisiopatología Insulina sérica Glucagón Complicación aguda Insulinoterapia Sulfonilureas Biguanidas Complicaciones tardías tipo 1 tipo 2 < 30 Normal Autoinmunidad HLA Permisiva Súbito Presentes Positivos Positivos Insulitis Deficiencia de insulina Disminuida o ausente Alto, suprimible con insulina Cetoacidosis Respuesta Sin respuesta Sin respuesta Muy frecuentes > 30 Obeso Obesidad, DMNID, síndrome X No HLA poligénica Influencia intensa Insidioso Ausentes Negativos Negativos Normal o amilina Resistencia a la insulina Normal o alta Alto, resistente Coma hiperosmolar Respuesta Respuesta Respuesta Frecuentes GAD: descarboxilasa del ácido glutámico. HLA: antígeno de leucocitos humanos. DMNID: diabetes mellitus no insulinodependiente. < 83 Los aspectos clínicos que ayudan a distinguir los dos tipos de diabetes mellitus incluyen edad de inicio, forma de presentación clínica y la necesidad de recibir insulina exógena para sobrevivir. 84 < Diabetes mellitus Cuadro 22.11. Formas clínicas de aparición o diagnóstico de diabetes tipo 2. •Detección • Síntomas de hiperglucemia: astenia, adinamia, poliuria, polidipsia, pérdida de peso. •Infecciones repetidas o de difícil control, principalmente de vías urinarias y ginecológicas. •En el estudio de un paciente con complicaciones cardiovasculares. •En el estudio de un paciente con complicaciones microvasculares. La aparición de cetoacidosis diabética como episodio inicial y la presencia de cetonuria o cetonemia representan la forma clínica tradicional de manifestación de la diabetes tipo 1. Diversas enfermedades pancreáticas causan destrucción de las células beta e hipoinsulinemia; las más comunes son la pancreatitis crónica alcohólica, la pancreatitis crónica por otras causas, la hemocromatosis y otras más. Otro grupo de causas de diabetes secundaria incluye los trastornos endocrinos asociados con aumento en la acción de hormonas contrarreguladoras como síndrome de Cushing, glucagonoma, feocromocitoma y somatostatinoma. exógena, con dosis bajas o con una sola dosis. Como ya se comentó, en los últimos años se ha demostrado un aumento en la aparición de casos de diabetes tipo 2 en adultos jóvenes y sobre todo en adolescentes, atribuida principalmente al aumento en la obesidad en este grupo. En la mayoría de los casos, aunque no en todos, las características clínicas, la respuesta al tratamiento y algunas pruebas diagnósticas ayudan a establecer el diagnóstico diferencial del tipo de diabetes. En cualquier situación, el aspecto más importante del manejo consiste en alcanzar las metas del control de la diabetes en el menor tiempo posible, para evitar que el interés por establecer el tipo de diabetes se convierta en una prioridad. La aparición de cetoacidosis diabética como episodio inicial y la presencia de cetonuria o cetonemia representan la forma clínica tradicional de manifestación de la diabetes tipo 1. En cambio, la mayoría de los pacientes con diabetes tipo 2 son diagnosticados entre la cuarta y sexta décadas de la vida, en las situaciones clínicas descritas y sobre todo por síntomas de hiperglucemia. En la actualidad la necesidad de aplicar insulina para alcanzar las metas del tratamiento ha dejado de ser un aspecto para establecer el tipo de diabetes en vista de que la falla de las células beta para producir insulina al cabo de los años puede obligar a la aplicación exógena de insulina hasta en 50% de los pacientes con diabetes tipo 2 después de 10 años de habérseles diagnosticado. También se ha demostrado la existencia de un subgrupo de pacientes delgados con diabetes tipo 2 que requieren insulina en forma temprana para alcanzar las metas del control debido a hiperglucemia elevada poco tiempo después del diagnóstico. En caso de duda puede recurrirse a la medición de las concentraciones de insulina y péptido C o la medición de anticuerpos contra las células de los islotes. OTROS TIPOS DE DIABETES MELLITUS Otras modalidades, que se resumen en el cuadro 22.12, representan entre 2 y 3% de los casos de diabetes mellitus. Se trasmiten por herencia autosómica dominante (diabetes en tres generaciones, diabetes en un progenitor, relación ≥ 1:1 entre afectados y no afectados). Un grupo de pacientes que pertenece a familias en las que niños, jóvenes y adultos tienen diabetes similar a la de tipo 2 se clasifican clínicamente como MODY (Maturity Onset Diabetes in Youngs; diabetes de inicio de la madurez en jóvenes). Ahora se sabe que hay diferentes defectos genéticos que afectan a las células beta (cuando menos se han descrito tres) cuya característica es el deterioro de la secreción de insulina y no la resistencia a ella; muchos de estos pacientes requieren tratamiento con insulina. Diversas enfermedades pancreáticas causan destrucción de las células beta e hipoinsulinemia; las más comunes son la pancreatitis crónica alcohólica, la pancreatitis crónica por otras causas, la hemocromatosis y otras más. Se han descrito algunas alteraciones de los receptores celulares de insulina en la pancreatitis pero, al parecer, son secundarias y se corrigen con la aplicación de insulina. La diabetes mellitus relacionada con la desnutrición es más frecuente en algunos países del Caribe y en África; también se conoce como diabetes tropical. Se presenta en dos formas: la fibrocalculosa, caracterizada por cálculos en el conducto pancreático, fibrosis pancreática y disminución de la secreción de insulina; al parecer se produce por la acción de glucósidos cianógenos de la tapioca y se trata con insulina. La otra forma se relaciona con desnutrición proteínica prolongada, disminución de la masa muscular y resistencia a la insulina. Otro grupo de causas de diabetes secundaria incluye los trastornos endocrinos asociados con aumento en la acción de hormonas contrarreguladoras como síndrome de Cushing, glucagonoma, feocromocitoma y somatostatinoma. También se han descrito fármacos o sustancias Clasificación y criterios para el diagnóstico de la diabetes mellitus y de otros trastornos afines Cuadro 22.12. Otros tipos de diabetes mellitus Defectos genéticos de la función celular Cromosoma 20, HNF-4 (MODY 1) ADN mitocondrial Cromosoma 7, glucocinasa (MODY 2)Insulinas mutantes Cromosoma 12, HNF-1 (MODY 3) Hiperproinsulinemia Otros Defectos genéticos de la acción de la insulina. Resistencia a la insulina tipo A LeprechaunismoDiabetes lipoatrófica Síndrome de Rabson-MendenhallOtros Enfermedades del páncreas exocrino PancreatitisFibrosis quística Pancreatopatía fibrocalculosa NeoplasiaHemocromatosis Otros Traumatismo/pancreatectomía Endocrinopatías AcromegaliaFeocromocitoma Aldosteronoma Síndrome de CushingHipertiroidismo Otros GlucagonomaSomatostatinoma Inducida por fármacos o compuestos químicos PentamidinaDiazóxido Dilantín Ácido nicotínico Agonistas adrenérgicos Interferón alfa GlucocorticoidesTiazídicos Otros Hormona tiroidea Infecciones Rubéola congénitaCitomegalovirusOtras Formas raras de diabetes con participación inmunitaria Síndrome del “hombre rígido” Otros Anticuerpo antirreceptor de insulina Otros síndromes genéticos que se acompañan por diabetes Síndrome de DownCorea de Huntington Síndrome de Klinefelter Síndrome de Laurence-Moon-Biedl Síndrome de Wolfram Porfiria Ataxia de Friedreich Distrofia miotónica Síndrome de Prader-Willi Otros HNF: factor nuclear de hepatocitos. químicas capaces de producir hiperglucemia, aunque estos suelen provocar alteraciones de la tolerancia a la glucosa, más que diabetes mellitus. Una excepción es el tratamiento prolongado con dosis altas de glucocorticoides, que se asocia con hiperglucemia elevada. También se han descrito casos raros de producción de insulina anómala (alteración de la secuencia de aminoácidos) con poca actividad biológica, acompañados de concentraciones muy elevadas de insulina y péptido C y respuesta normal a la aplicación de insulina exógena. También son raros los casos de hiperproinsulinemia familiar, cuyo defecto consiste en la rotura de la molécula de proinsulina para separar el péptido C de la insulina (la proinsulina es 10 veces menos potente que la insulina). Finalmente, se han descrito anomalías de los receptores de insulina por la presencia de anticuerpos contra dichos receptores o asociados con lipodistrofia congénita, con virilización y acantosis nigricans o sin éstas, así como varios síndromes genéticos que se acompañan de hiperglucemia o de intolerancia a la glucosa. < 85 86 < Diabetes mellitus LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • • • • American Diabetes Association. Diagnosis and Classification of Diabetes Mellitus. Diabetes Care 2004;27(suppl 1):S5-S14. American Diabetes Association. Gestational Diabetes Mellitus. Diabetes Care 2004;27(supl 1):S88-S93. American Diabetes Association. Screening for Type 2 Diabetes. Diabetes Care 2004;27(supl 1):S11-S14. American Diabetes Association. Position statement. Implications of the United Kingdom Prospective Study. Diabetes Care 1999;22 (suppl 1):S27. Barceló A, Rajpathak S. Incidence and prevalence of diabetes mellitus in the Americas. Rev Panam Salud Publica 2001;10:300-308. Encuesta Nacional de Enfermedades Crónicas. México. Secretaría de Salud, Dirección General de Epidemiología, 1993. Escobedo J. Frecuencia de la diabetes mellitus: morbilidad y mortalidad. En: Ariza CR, Frati AC (ed). Diabetes mellitus. Temas de Medicina Interna 1993;1(4):643-54. O’Sullivan JB, Maham CM. Criteria for the oral glucose tolerance test in pregnancy. Diabetes 1964;13:278. The Expert Committee on the Diagnosis and Classification of Diabetes Mellitus. Follow-up report on the diagnosis and classification of diabetes mellitus. Diabetes Care 2003;26:3160-67. Villalpando S, Rojas R, Shamah-Levy T, Ávila MA, Gaona B, De la Cruz V, Rebollar R, Hernández L. Prevalence and distribution of type 2 Diabetes mellitus in Mexican adult population. A probabilistic survey. Salud Publica Mex 2010;52(suppl 1):S19-S26. 23. Fisiopatología Joel Rodríguez Saldaña, Alberto C. Frati Munari, Alberto F. Rubio Guerra La característica principal de la diabetes tipo 1 es la deficiencia en la producción de insulina por las células beta de los islotes de Langerhans. Como resultado, hay una necesidad absoluta de insulina exógena para evitar la cetoacidosis y la muerte. Introducción La característica principal de la diabetes tipo 1 es la deficiencia en la producción de insulina por las células beta de los islotes de Langerhans. Como resultado, hay una necesidad absoluta de insulina exógena para evitar la cetoacidosis y la muerte. La diabetes tipo 1 puede iniciar a cualquier edad su frecuencia es mayor antes de los 30 años. La mayoría de los casos se diagnostican entre los 10 y los 14 años; sin embargo, estudios recientes apoyan un modelo distinto en el que la enfermedad se puede diagnosticar a cualquier edad. Es muy importante reconocer que la diabetes tipo 1 no se limita a la población pediátrica y que puede aparecer en adultos; históricamente se consideró una enfermedad de niños y adultos jóvenes y se le denominaba “diabetes juvenil”. Sin embargo, en algunos países como Japón la mayoría de los casos de diabetes tipo 1 se diagnostican en la edad adulta; se ha demostrado que de 5 a 30% de los pacientes inicialmente diagnosticados como portadores de diabetes tipo 2 tienen diabetes tipo 1 por presentar autoanticuerpos contra las células de los islotes, principalmente GADA. Estos pacientes se caracterizan por ser de difícil control y lenta evolución; este tipo de diabetes se designa en la actualidad como diabetes latente autoinmunitaria del adulto (LADA) y se calcula que puede representar hasta 50% de los casos de diabetes tipo 1. En conclusión, parte de la heterogeneidad de la diabetes tipo 2 se puede atribuir a errores en la clasificación; esto es importante porque hay un subgrupo de pacientes delgados que se clasifican como con diabetes tipo 2 (por no presentar cetoacidosis) que desarrollan hiperglucemia muy elevada al poco tiempo de haber sido diagnosticados y por ello deben recibir tratamiento con insulina para alcanzar las metas de control. La tasa de diabetes tipo 1 en México es una de las más bajas del mundo; esto puede atribuirse a los siguientes factores: 1) se han realizado muy pocos estudios para establecer su prevalencia; 2) tampoco se ha investigado la presencia de autoanticuerpos contra los islotes de las células beta en adultos. Para confirmar o descartar casos de diabetes tipo 1 se podría empezar en este grupo. Fisiopatología La diabetes tipo 2 es una enfermedad multifactorial compuesta en un extremo por subtipos relacionados con factores ambientales y, en el otro, por subtipos con fondo genético. En la mayoría de los pacientes con diabetes tipo 2 es posible alcanzar las metas de control con un plan de nutrición, actividad física y ejercicio al inicio de la enfermedad; los antidiabéticos orales solos o combinados también son eficaces para llegar a las metas de control glucémico. Esto ha motivado que el tratamiento de la diabetes tipo 2 se base en etapas de manejo no farmacológico o con fármacos orales, y que la aplicación de insulina se inicie años después del diagnóstico. Los pacientes con diabetes tipo 2 siguen produciendo insulina durante toda la vida, lo que explica que desarrollen hiperglucemia sin cetoacidosis. La diabetes tipo 2 es la categoría clínica más frecuente de esta enfermedad en el mundo y representa más de 90% de los pacientes en México; su prevalencia aumenta con la edad, el sobrepeso y la obesidad. La influencia de estos dos factores, y quizá también de los cambios en los estilos de vida, ha contribuido a que la diabetes se haya convertido en un problema de salud mundial. Diabetes tipo 1 La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmunitaria crónica que ocurre como resultado de interacciones complejas de factores genéticos y ambientales. Este tipo de diabetes se caracteriza por la destrucción selectiva de las células b en los islotes de Langerhans por mecanismos inmunológicos. Los estudios realizados en niños desde el nacimiento, para medir la presencia de autoanticuerpos contra las células b, indican que la aparición de estos marcadores representa un factor de riesgo para la aparición de diabetes tipo 1. Aunque no se han esclarecido por completo los mecanismos responsables se considera que la enfermedad se desarrolla a partir de un estado de predisposición genética seguido por trastornos de las inmunidades humoral y celular. En los últimos años ha habido adelantos en la investigación de la patogenia y en el desarrollo de recursos para el tratamiento. Los principales factores patogénicos son los genéticos y los ambientales (cuadro 23.1). La predisposición genética comenzó a estudiarse al observar que la frecuencia familiar de diabetes tipo 1 es mayor que la esperada al azar en familiares consanguíneos: de 1 a 15% comparada con 0.12% entre la población general. Resultados semejantes se han obtenido al medir la expresión de autoanticuerpos en contra de células de los islotes pancreáticos en pacientes con diabetes tipo 1 que fueron vigilados desde el nacimiento hasta la aparición de la enfermedad. A pesar de las diferencias geográficas en las poblaciones estudiadas la concordancia de los resultados es muy elevada: la presencia de autoanticuerpos es de aproximadamente 50% < 87 La diabetes tipo 2 es una enfermedad multifactorial compuesta en un extremo por subtipos relacionados con factores ambientales y, en el otro, por subtipos con fondo genético. La predisposición genética comenzó a estudiarse al observar que la frecuencia familiar de diabetes tipo 1 es mayor que la esperada al azar en familiares consanguíneos: de 1 a 15% comparada con 0.12% entre la población general. Cuadro 23.1. Factores patogénicos de la diabetes mellitus tipo 1 Fenómeno Hechos que lo apoyan Predisposición genética Riesgo aumentado en hermanos con HLA idénticos. Vinculación con HLA B8, B15, DR3, DR4, DQw8. Reacción negativa con HLA Dqw7, DQB asp B57 y DR2/DR2. Factor desencadenante (¿virus?) Variación estacional de DM1; vinculación epidemiológica con parotiditis, hepatitis, rubéola congénita, mononucleosis infecciosa, virus Coxsackie B4, citomegalovirus. DM1 experimental por virus de encefalomiocarditis. Insulitis Autoinmunidad Infiltración linfocítica de los islotes pancreáticos en DM1 reciente y en diabetes experimental. Asociación con endocrinopatías autoinmunitarias y otras enfermedades autoinmunitarias. Anticuerpos contra las células de los islotes en DM1 de reciente aparición. Anticuerpos en hermanos con DM1 que después desarrollan la enfermedad. Linfocitos T citotóxicos y asesinos en islotes de DM1 reciente. Modelos animales de DM1 autoinmunitaria. Pérdida progresiva de las células beta en gemelos homocigotos que después desarrollan DM1. Disminución de 50% de la masa pancreática por pérdida selectiva de las células beta en necropsia de enfermos con DM1. Disminución grave de la secreción de insulina con cualquier estímulo. Destrucción de células beta Diabetes insulinopriva DM1: diabetes mellitus tipo 1. HLA: antígeno de leucocitos humanos. 88 < Diabetes mellitus En la actualidad se considera que la diabetes tipo 1 es una enfermedad mediada por células T. Además de predisposición o susceptibilidad en la diabetes tipo 1 también se han identificado genes protectores, a diferencia de otras enfermedades autoinmunitarias. en gemelos monocigotos y de 5% en familiares consanguíneos. En condiciones normales los anticuerpos transplacentarios desaparecen entre los 6 y los 9 meses de edad, aunque un pequeño grupo de pacientes los sigue presentando hasta la edad de un año. Se ha demostrado la presencia de autoanticuerpos contra las células de los islotes desde los primeros meses de vida, aunque el porcentaje principal se desarrolla entre los 9 meses y los 3 años de edad. Los primeros autoanticuerpos que se detectan son los autoanticuerpos contra (o anti) insulina (IAA), seguidos por los antidescarboxilasa del ácido glutámico (GADA). Cuando la enfermedad se manifiesta clínicamente la mayoría de los pacientes presenta múltiples anticuerpos contra las células de los islotes; éstos suelen persistir, aunque en algunos los títulos decaen. Sin embargo, la participación de autoanticuerpos en la patogenia de la diabetes tipo 1 no se ha esclarecido; de hecho, recientemente se publicó el caso de un paciente con diabetes tipo 1 y agammaglobulinemia ligada al cromosoma X, lo que indica que la presencia de autoanticuerpos no es indispensable para la aparición de la diabetes tipo 1. En contraste, desde hace años se ha demostrado un infiltrado de mononucleares con predominio de células CD8+ en los islotes pancreáticos de niños que fallecieron por cetoacidosis diabética. Por lo tanto, en la actualidad se considera que la diabetes tipo 1 es una enfermedad mediada por células T; el examen del infiltrado inflamatorio de macrófagos muestra que la destrucción de las células b es causada por apoptosis mediada por Fas, una mutación de un receptor celular programado para inducir la muerte celular mediada por linfocitos T. Se ha identificado a Fas en las células b de los islotes y el ligando Fas se ha encontrado en los macrófagos del infiltrado; estas observaciones indican que la apoptosis selectiva es el resultado de la interacción entre Fas expresado por las células b y el ligando presente en los macrófagos. El examen de muestras de páncreas obtenidas en pacientes con diabetes tipo 1 de reciente inicio ha demostrado disminución variable en la cantidad de células b, aunque sólo la mitad presenta infiltrado inflamatorio. En las muestras que sí lo presentan se ha identificado un predominio de linfocitos T CD8, además de CD4, linfocitos B y macrófagos. También se ha encontrado aumento en la expresión de moléculas de clase I del sistema mayor de histocompatibilidad. Factores genéticos Hasta la fecha no es posible clasificar la diabetes tipo 1 con base en un modelo de herencia dominante, recesiva o intermedia. No obstante, se han identificado alelos o variantes genéticas que confieren susceptibilidad o protección contra la enfermedad. La diabetes tipo 1 es una enfermedad heterogénea y poligénica en la que se han descrito alrededor de 20 loci, en el complejo principal de histocompatibilidad, que confieren susceptibilidad. El estudio genómico ha permitido identificar alrededor de 18 loci probablemente relacionados con la predisposición a desarrollar diabetes tipo 1, aunque sólo hay pruebas inequívocas con los genes del sistema mayor de histocompatibilidad. Hasta la fecha se han identificado dos regiones cromosómicas asociadas con la diabetes tipo 1: la región relacionada con el sistema HLA en el cromosoma 6p21 (IDDM1) representa 45% de la susceptibilidad a la enfermedad. Este haplotipo es importante por la asociación de HLA-DR3 y HLA-DR4 con el riesgo de diabetes tipo 1 y otras enfermedades autoinmunitarias y con la susceptibilidad adicional asociada con los haplotipos DQa y DQb. Más de 90% de los pacientes que desarrollan diabetes tipo 1 presentan los haplotipos DR3, DQ2 o DR4, DQ8, que además se correlacionan con la edad de aparición: la frecuencia de heterocigotos para los haplotipos DR3-DR4 es de 50% en los niños que desarrollan diabetes tipo 1 antes de los 5 años de edad, de 20 a 30% en adultos con esta enfermedad y de 2.4% en la población de Estados Unidos. La otra región cromosómica de susceptibilidad a la diabetes tipo 1 es la región del gen de la insulina 11p15 (IDDM2); no está asociada con el sistema HLA y representa 10% de la agregación genética para desarrollar diabetes tipo 1. Este locus es un polimorfismo de una cantidad variable de repeticiones de nucleótidos en tándem (VNTR) 5’ del gen de la insulina y se ha demostrado que las variaciones en su longitud se asocian con un aumento en el riesgo de diabetes tipo 1. Además de predisposición o susceptibilidad en la diabetes tipo 1 también se han identificado genes protectores, a diferencia de otras enfermedades autoinmunitarias. Por ejemplo, Fisiopatología se ha observado que los polimorfismos de aminoácidos en la posición 57 de la cadena HLADQb de las moléculas clase II del sistema HLA intervienen en la interacción entre las moléculas clase II, los antígenos peptídicos y el receptor de las células T, lo que puede influir en el grado de especificidad de la respuesta inmunitaria hacia antígenos propios y extraños. Por otra parte, se ha encontrado que el alelo HLA-DQB1*0602 es poco frecuente en personas con diabetes tipo 1, lo que indica que pudiera tener un papel protector, y también se ha encontrado que 20% de la población de Europa y Estados Unidos es portadora del haplotipo protector HLA-DR2. En cambio, la cantidad de loci independientes al sistema mayor de histocompatibilidad que se han descrito en la diabetes tipo 1 es reducida, incluyendo p5.5 en el cromosoma 11, que confiere susceptibilidad, y q33 en el cromosoma 2. Por lo que respecta al gen VNTR se ha observado que la forma de mayor longitud (clase III, ≥ 100 repeticiones) confiere protección contra la diabetes tipo 1. < 89 Aunque es indudable la participación de la herencia, la frecuencia de diabetes tipo 1 en familiares de primer grado de individuos afectados es de apenas 5 a 10% (mayor que la esperada por azar pero menor que la de una enfermedad hereditaria). Factores ambientales Aunque es indudable la participación de la herencia, la frecuencia de diabetes tipo 1 en familiares de primer grado de individuos afectados es de apenas 5 a 10% (mayor que la esperada por azar pero menor que la de una enfermedad hereditaria). Por tal motivo, se ha postulado la participación de factores externos o ambientales por varios motivos: 1) los casos de diabetes tipo 1 suelen agruparse por estaciones del año; 2) la incidencia cada vez es mayor. Aunque no se han confirmado asociaciones concluyentes, los factores ambientales investigados se han clasificado en tres grupos: 1) infecciones virales, incluyendo Coxsackie y citomegalovirus; 2) alimentos, particularmente la introducción de leche de vaca o sus derivados, o cereales y productos de gluten a edad temprana; 3) toxinas como los derivados de nitrosaminas. La semejanza antigénica entre un agente patógeno externo como un virus y un antígeno presente en condiciones normales en el organismo pudiera intervenir en la patogenia de la diabetes tipo 1 y se denomina “mimetismo molecular”. Por ejemplo, se han descrito semejanzas entre el péptido PEVKEK de la proteína P2-C del virus Coxsackie B y el antígeno GAD65 de las células de los islotes, lo que puede ocasionar activación de las células T y destrucción de las células que expresen el antígeno GAD65. En la actualidad se considera que los factores ambientales modifican la patogenia de la enfermedad en lugar de desencadenarla y, por comparación, se ha observado que la exposición a múltiples infecciones en los primeros años de vida reduce el riesgo de diabetes tipo 1 (hipótesis de “la higiene”). En conclusión, las pruebas obtenidas en estudios experimentales y en la clínica muestran que la patogenia de la diabetes tipo 1 es una combinación de trastornos hereditarios de regulación en la respuesta inmunitaria, que confieren predisposición genética junto con defectos de las células b, debidos en parte a factores ambientales (sanitarios, infecciosos, nutrimentales y tóxicos) que representan los objetivos potenciales para pronosticar y prevenir la enfermedad. La historia natural de la diabetes tipo 1 se ha dividido en las siguientes etapas: 1) predisposición genética; 2) lesión de las células beta o “insulitis”; 3) prediabetes tipo 1, y 4) periodo clínico. Historia natural de la diabetes tipo 1 La historia natural de la diabetes tipo 1 se ha dividido en las siguientes etapas: 1) predisposición genética; 2) lesión de las células beta o “insulitis”; 3) prediabetes tipo 1, y 4) periodo clínico. En este último la enfermedad suele manifestarse en forma repentina con síntomas de hiperglucemia como polidipsia, poliuria, polifagia y pérdida de peso; pocos días o semanas después se agrega la cetoacidosis. En algunos pacientes la enfermedad se manifiesta con cetoacidosis diabética de rápida evolución. Después del primer episodio la mayoría de los pacientes presenta disminución en las cifras de glucosa, una vez que la aplicación de insulina elimina los efectos tóxicos de la hiperglucemia crónica sobre las células b y mejora la captación de glucosa. El control de factores desencadenantes, como las infecciones, también contribuye a restaurar las cifras normales de glucosa. Este periodo de remisión clínica espontánea antiguamente denominado de “luna de miel” se define como el período en que se puede lograr el control de la glucemia con una dosis de insulina menor, de 0.5 U/kg/día, o por una concentración de hemoglobina glucosilada menor de 8.0%. Se ha demostrado que la duración del período de remisión espontánea depende de la magnitud de la destrucción de células b, y que éste a su vez se relaciona con la edad de inicio, aunque la duración máxima en todos los grupos de Se ha demostrado que la duración del período de remisión espontánea depende de la magnitud de la destrucción de células b, y que éste a su vez se relaciona con la edad de inicio. 90 < Diabetes mellitus edad es de 2 a 4 meses después del diagnóstico. Los pacientes diagnosticados a menor edad o con mayor concentración de anticuerpos contra las células de los islotes producen menores cantidades de insulina por sufrir mayor destrucción celular. En estudios post mortem se ha demostrado que los niños a los que se les diagnostica la enfermedad antes de los 7 años de edad conservan alrededor de 5% de la reserva de los islotes de Langerhans en tanto que los que la inician después de los 17 tienen una reserva de 20%. Posteriormente se reinician los síntomas que remiten sólo con la administración de insulina exógena; los más frecuentes son poliuria y polidipsia mientras que sólo 7.2% de los pacientes presenta trastornos de la alerta. En una revisión reciente se encontró que la glucemia promedio es de 407.9 mg/dL, el pH promedio es de 7.35 y la mediana del exceso de base es de -5 mmol/L. Una vez más se ha demostrado que los pacientes más jóvenes tienen síntomas de menor duración y mayor riesgo de cetoacidosis. Después de una noche de ayuno, la mayor parte de la captación de glucosa ocurre en tejidos independientes de la acción de la insulina, sobre todo el sistema nervioso (50%) y los órganos esplácnicos (25%), mientras que el resto de la glucosa (25%) la captan los tejidos dependientes de la acción de la insulina, principalmente el músculo. Diabetes tipo 2 Conceptos generales sobre homeostasis de la glucosa Después de una noche de ayuno, la mayor parte de la captación de glucosa ocurre en tejidos independientes de la acción de la insulina, sobre todo el sistema nervioso (50%) y los órganos esplácnicos (25%), mientras que el resto de la glucosa (25%) la captan los tejidos dependientes de la acción de la insulina, principalmente el músculo. El consumo basal de glucosa es de aproximadamente 2 mg/kg/min y está muy correlacionado con la producción hepática de glucosa. Este equilibrio entre la captación y el consumo de glucosa se altera después de las comidas; en ese momento la homeostasis de la glucosa depende de que ocurran tres procesos en forma coordinada: 1) secreción de insulina; 2) captación de la glucosa en los tejidos periféricos (85% en los músculos, 4-5% en el tejido adiposo) y en tejidos esplácnicos (hígado e intestinos); 3) supresión de la producción hepática de glucosa, que representa 85% de la síntesis endógena (el 15% restante se produce en el riñón). Aunque la captación de glucosa por el tejido adiposo es mínima es muy importante para mantener la homeostasis de la glucosa ya que coordina la liberación de ácidos grasos libres, a partir de triglicéridos, y produce citocinas que regulan la sensibilidad a la insulina en el hígado y los músculos (cuadro 23.2). Cuadro 23.2. Factores que mantienen la homeostasis de la glucosa 1. Activación de incretinas (GLP-1, GIP) 2. Secreción de insulina 3.Captación de glucosa por los tejidos sensibles a la acción de la insulina • Periférica (en el músculo, 80-85%) •Esplácnica (hepática e intestinal) •En los adipocitos (en mucho menor proporción, 4-5%) 4.Inhibición de la gluconeogénesis hepática por la acción de la insulina • Disminución de la síntesis de ácidos grasos libres • Disminución en la síntesis del glucagón En condiciones normales la secreción de insulina se produce en un patrón bifásico: la primera fase dura 10 minutos y depende de la liberación rápida de insulina almacenada; la segunda fase persiste mientras se mantenga elevada la concentración de glucosa y se origina del almacenamiento de insulina y de su síntesis. Secreción normal de insulina En condiciones normales la secreción de insulina se produce en un patrón bifásico: la primera fase dura 10 minutos y depende de la liberación rápida de insulina almacenada; la segunda fase persiste mientras se mantenga elevada la concentración de glucosa y se origina del almacenamiento de insulina y de su síntesis. La mayor parte de la insulina sintetizada en las células b se almacena en vesículas para estar disponible, y la glucosa es el estímulo principal para su liberación: la entrada de glucosa a las células b estimula la producción de trifosfato de adenosina (ATP), lo que a su vez produce cierre de los canales de potasio dependientes de ATP, despolarización de la membrana celular, apertura de los canales de calcio y secreción de la insulina. La insulina interviene en la homeostasis de la glucosa al unirse y activar los receptores de glucosa presentes en la membrana de las células sensibles a la acción de esta hormona; al Fisiopatología unirse, la insulina genera múltiples señales necesarias para la captación y metabolismo de la glucosa. En el hígado, por ejemplo, la secreción de insulina inhibe la producción hepática de glucosa en la fase posprandial al inhibir la gluconeogénesis y estimular la captación de glucosa, así como la síntesis de glucógeno. En la producción hepática de glucosa influyen tanto el glucagón que la estimula, como los ácidos grasos libres circulantes provenientes de la lipólisis que fomentan la gluconeogénesis. En condiciones normales la insulina inhibe eficazmente la lipólisis y la liberación de glucagón, pero en la diabetes tipo 2 la inhibición es defectuosa. En los músculos y el tejido adiposo la insulina estimula la expresión de proteínas transportadoras de glucosa (GLUT4) en la superficie celular, para aumentar la captación posprandial de glucosa. Posteriormente, una hexocinasa específica en el músculo metaboliza la glucosa para convertirla en glucosa 6-fosfato. En conclusión, los trastornos en: 1) la producción de insulina; 2) la captación de glucosa (principalmente en músculos e hígado) y 3) la producción hepática de glucosa, producirán intolerancia a la glucosa y posteriormente hiperglucemia franca. La diabetes tipo 2 se caracteriza por la coexistencia de dos trastornos: insuficiencia de la secreción de insulina por las células b del páncreas y resistencia a la insulina. Estos dos trastornos alteran los tres mecanismos que mantienen la homeostasis de la glucosa, aunque el nivel de deterioro en cada uno de ellos es individual y depende de factores hereditarios y ambientales. En conclusión, la hiperglucemia de la diabetes tipo 2 se explica por una disminución combinada de la acción y la secreción de insulina. La primera prueba clara de que la administración de insulina no lograba reducir los niveles de glucemia en un grupo de pacientes diabéticos en la misma magnitud que en otros fue publicada por Himsworth, que en 1936 clasificó a la diabetes no insulinodepediente en dos grupos: “sensible a la insulina” e “insensible a la insulina” con base en la capacidad de metabolizar una carga de glucosa con la administración de insulina exógena. Posteriormente se comprobó que la resistencia relativa a la acción de la insulina es una característica de este tipo de diabetes. Los sitios en los que la resistencia es más notable son el músculo y el hígado. En el músculo la resistencia a la insulina se manifiesta por un menor consumo de glucosa, mientras que en los hepatocitos la incapacidad de la insulina para controlar la síntesis de glucosa aumenta la glucogenólisis y la gluconeogénesis. En ambos casos la consecuencia es hiperglucemia (cuadro 23.3). < 91 La diabetes tipo 2 se caracteriza por la coexistencia de dos trastornos: insuficiencia de la secreción de insulina por las células b del páncreas y resistencia a la insulina. En el músculo la resistencia a la insulina se manifiesta por un menor consumo de glucosa, mientras que en los hepatocitos la incapacidad de la insulina para controlar la síntesis de glucosa aumenta la glucogenólisis y la gluconeogénesis. Cuadro 23.3. Factores que predisponen a la diabetes mellitus tipo 2 • Diabetes mellitus tipo 2 en algún familiar de primer grado • Bajo peso al nacer • Obesidad o sobrepeso •Exceso de alimentos energéticos (grasas, azúcares) • Alimentación con alto índice glucémico y baja en fibras •Sedentarismo Trastornos en la Secreción de Insulina Todos los pacientes con diabetes tipo 2 presentan algún grado de deficiencia en la secreción de insulina. Aunque en etapas iniciales la diabetes tipo 2 se caracteriza por resistencia a la insulina, la tolerancia a la glucosa se mantiene normal por un aumento compensador en la secreción de insulina: hay un ajuste en la secreción de insulina para compensar la resistencia a la insulina y mantener cifras normales de glucosa. Por tal motivo, la concentración basal de insulina en pacientes con diabetes tipo 2 es normal o está aumentada; al aumentar la glucemia en ayunas también se incrementa la concentración plasmática de insulina hasta duplicarse, en respuesta al deterioro progresivo en la homeostasis de la glucosa. Sin embargo, se ha demostrado que hay deterioro en la función de las células b desde la etapa de intolerancia a la glucosa, y que los pacientes con glucemia en ayunas de 120 a 140 mg/dL han perdido 50% de la función de las células b. Aunque en etapas iniciales la diabetes tipo 2 se caracteriza por resistencia a la insulina, la tolerancia a la glucosa se mantiene normal por un aumento compensador en la secreción de insulina. 92 < Diabetes mellitus Los trastornos en la secreción de insulina en pacientes con diabetes tipo 2 incluyen disminución o ausencia de la primera fase de secreción de insulina, retardo en la respuesta secretora al consumo de alimentos, trastornos en la secreción pulsátil de insulina, variaciones en la secreción de insulina durante el día y secreción desproporcionada de péptido C en relación con la secreción de insulina. La glucotoxicidad es una entidad clínica bien definida y consiste en que cualquier aumento en la glucemia en pacientes con disminución en el volumen de células b, puede ocasionar trastornos notables en la secreción de insulina en el tejido pancreático remanente. También se ha descrito que cuando la glucemia en ayunas supera los 140 mg/dL la secreción de insulina no puede seguir aumentando en la misma proporción y comienza a bajar; la consecuencia de este descenso es el aumento progresivo en la glucemia en ayunas. A pesar de esto, se ha demostrado que la secreción de insulina en pacientes con glucemia en ayunas entre 150 y 200 mg/dL es similar en cantidad a la producida por una persona normoglucémica. Cuando la glucemia en ayunas rebasa los 200 mg/dL la secreción de insulina se reduce drásticamente en relación con la glucemia, aunque el paciente persiste en hiperinsulinemia en ayunas y disminución en la secreción posprandial de insulina. Los trastornos en la secreción de insulina en pacientes con diabetes tipo 2 incluyen disminución o ausencia de la primera fase de secreción de insulina, retardo en la respuesta secretora al consumo de alimentos, trastornos en la secreción pulsátil de insulina, variaciones en la secreción de insulina durante el día y secreción desproporcionada de péptido C en relación con la secreción de insulina. Al estudiar las características morfológicas y funcionales de las mitocondrias en preparaciones de islotes de Langerhans obtenidas de pacientes con diabetes tipo 2 y controles sin diabetes se ha encontrado que, aunque la cantidad de mitocondrias es semejante en los dos grupos, el volumen de las mismas fue significativamente mayor en las células b de los pacientes con diabetes. Desde el punto de vista funcional la insuficiencia en la secreción de insulina se asocia con concentraciones más bajas de ATP, una relación ATP/ADP disminuida e hiperpolarización de la membrana mitocondrial. También se demostró un aumento en la expresión de la proteína desacopladora 2 (UCP-2), recientemente descrita. UCP-2 es un modulador negativo de la secreción de insulina; se ha demostrado que su regulación se incrementa en condiciones de glucotoxicidad y lipotoxicidad y que el aumento en su actividad se asocia con una reducción en la secreción de insulina. Otros trastornos de la función mitocondrial incluyen aumento del complejo I y V de la cadena respiratoria y concentraciones elevadas de nitrotirosina. Causas de trastornos en la secreción de insulina Alteraciones en el volumen de células b El volumen de células b está controlado por cuatro mecanismos independientes: 1) mitosis de células b existentes; 2) tamaño de las células b; 3) neogénesis a partir de células epiteliales pancreáticas; 4) apoptosis de células b. En condiciones normales, alrededor de 0.5% de las células b sufren apoptosis en los adultos, lo que se compensa principalmente por mitosis y después por neogénesis; esto permite que haya un equilibrio entre el aporte de insulina y las demandas metabólicas. Pruebas recientes apoyan el concepto de que la apoptosis de células b es un factor importante en la disminución del volumen de los islotes y en la patogenia de la diabetes tipo 2, y que entre los mecanismos que aumentan esta apoptosis se encuentra la inhibición del sustrato 2 del receptor de insulina (IRS-2). Otros factores relacionados incluyen el estrés del retículo endoplásmico, la hiperglucemia crónica, el estrés oxidativo y la actividad de citocinas. El aumento en la apoptosis lo exacerba la formación de depósitos de amiloide en los islotes; en fases avanzadas, la disminución crítica en el volumen de células b obliga a la aplicación de insulina exógena. Glucotoxicidad La hiperglucemia por sí sola es capaz de producir trastornos en la secreción de insulina que disminuyen al corregirla. Se ha demostrado que un período de hiperglucemia puede reducir la respuesta insulínica temprana (primera fase) a la carga de glucosa aunque se mantenga la respuesta a la arginina, como ocurre en la diabetes tipo 2. La glucotoxicidad es una entidad clínica bien definida y consiste en que cualquier aumento en la glucemia en pacientes con disminución en el volumen de células b, puede ocasionar trastornos notables en la secreción de insulina en el tejido pancreático remanente. La glucotoxicidad contribuye a incrementar la resistencia a la insulina y los defectos en la secreción de insulina, los cuales se corrigen al reducir las cifras de glucosa. La prueba experimental más sólida se logró al reducir artificialmente la glucemia con floridzina, una sustancia que produce glucosuria acentuada. Fisiopatología Lipotoxicidad La lipotoxicidad es otra causa de disfunción de las células b. En condiciones normales agudas la exposición de las células b a concentraciones fisiológicas de ácidos grasos libres estimula la secreción de insulina; éstos son transformados en derivados grasos de acil-CoA y sucesivamente en ácido fosfatídico y diacilglicerol dentro de las células b. Estos compuestos activan isoformas específicas de proteína cinasa C que estimulan la secreción de insulina. Por el contrario, la exposición crónica a concentraciones elevadas de acil-CoA inhibe la producción de insulina a través del ciclo de Randle. El aumento en la concentración de acil-CoA dentro de las células b estimula también la síntesis de óxido nítrico, lo que a su vez incrementa la producción de citocinas con capacidad inflamatoria, incluyendo interleucina-1 y factor de necrosis tumoral, que aumentan el deterioro en la función y la apoptosis de las células b. Defectos en la función o en la síntesis de incretinas Se ha demostrado que el consumo de glucosa por vía oral estimula la secreción de insulina con mucho mayor intensidad que por vía intravenosa; se calcula que representa de 50 a 70% de la respuesta insulínica a la glucosa y depende del eje enteroinsular, representado por dos hormonas intestinales que estimulan la secreción de insulina o incretinas: el péptido-1 parecido a glucagón (GLP-1) y el polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP). Estas dos hormonas son liberadas por células endocrinas localizadas en el duodeno y en el yeyuno en respuesta a la presencia de carbohidratos dentro del intestino. Su importancia en la secreción de insulina se ha demostrado en forma clínica y experimental; también se ha observado que GLP-1 aumenta el volumen de los islotes de Langerhans, incrementando la proliferación y reduciendo la apoptosis de células b en vivo (este efecto es modulado por proteína cinasa B). En pacientes con diabetes tipo 2 se ha observado que la acción de las incretinas está muy deteriorada o no existe; en la actualidad se considera que éste podría ser uno de los mecanismos principales de los defectos en la secreción de insulina que caracterizan la diabetes tipo 2. Al estudiar los mecanismos responsables del deterioro en la actividad de las incretinas se encontró que la secreción de GIP es normal, mientras que la de GLP-1 es afectada; también se ha demostrado que el efecto de GIP tiene un fondo genético, en tanto que la acción de GLP-1 puede conservarse; de hecho, la administración intravenosa de GLP-1 normaliza la glucemia en ayunas y posprandial. Estas observaciones han abierto un nuevo y prometedor campo en el tratamiento de la diabetes tipo 2; en la actualidad están en desarrollo o en proceso de investigación varios análogos de GLP- 1 para uso clínico. Resistencia a la Insulina El primer trastorno en la homeostasis de la glucosa en personas con diabetes tipo 2 es el deterioro en la sensibilidad a la insulina. Estudios longitudinales, en poblaciones de alto riesgo y en modelos experimentales han demostrado que la hiperinsulinemia en ayunas y posprandial precede la aparición de intolerancia a la glucosa y diabetes tipo 2; se ha observado que esto se asocia con un estado de resistencia a la insulina. La resistencia a la insulina es la disminución en la capacidad de la insulina para ejercer su acción biológica a diferentes concentraciones de glucosa. A menos que las personas con resistencia a la insulina produzcan grandes cantidades de insulina para compensar los trastornos que la ocasionan, se producirá hiperglucemia y diabetes. Los defectos relacionados con resistencia a la insulina incluyen menor expresión de receptores de insulina en la superficie de las células sensibles a la acción de esta hormona, trastornos en las vías de señalización que deben activarse después de que la insulina se une a sus receptores y anomalías en las vías normales que responden a la acción de la insulina, como el transporte de glucosa y la síntesis de glucógeno. Las mutaciones en los genes que codifican al receptor de insulina representan la causa de resistencia a la insulina en raros casos. A pesar de que la resistencia a la insulina es un factor de riesgo muy importante para la aparición de diabetes tipo 2 se ha demostrado que la mayoría de los pacientes que desarrollan este trastorno no terminan padeciendo diabetes tipo 2. Por ejemplo, la secreción basal y < 93 La lipotoxicidad es otra causa de disfunción de las células b. El primer trastorno en la homeostasis de la glucosa en personas con diabetes tipo 2 es el deterioro en la sensibilidad a la insulina. A pesar de que la resistencia a la insulina es un factor de riesgo muy importante para la aparición de diabetes tipo 2 se ha demostrado que la mayoría de los pacientes que desarrollan este trastorno no terminan padeciendo diabetes tipo 2. 94 < Diabetes mellitus La resistencia a la acción de la insulina sobre la captación de glucosa es un fenómeno frecuente y tiene un papel crucial en la patogenia de varias enfermedades: interviene en el deterioro de la acción de las células β manifestado por hiperglucemia. Diversos estudios epidemiológicos han demostrado la asociación entre el sobrepeso, la obesidad y la prevalencia de diabetes tipo 2. La asociación entre obesidad y diabetes tipo 2 se ha investigado desde hace muchos años y en la actualidad se ha demostrado que el tejido adiposo no sólo es un reservorio donde se acumula el exceso de nutrimentos sino un órgano activo y dinámico que produce varias citocinas y péptidos derivados del tejido adiposo. total de insulina es 2 a 4 veces mayor en personas obesas que en controles; algunos de estos pacientes producen hasta 5-8 veces más insulina que las personas no obesas, lo que corresponde a 500 unidades de insulina en 24 horas; la cinética de la respuesta secretora de insulina durante las comidas en estos pacientes es normal. Por lo tanto, para que las cifras de glucemia en ayunas alcancen los criterios diagnósticos de diabetes (≥ 126 mg/dL) es indispensable que ocurran trastornos en la función de las células b. La incapacidad de las células b para seguir hipersecretando insulina es responsable de la transición, de resistencia a la insulina e hiperinsulinismo compensador con normoglucemia, a resistencia a la insulina con hiperinsulinismo no compensador e intolerancia a la glucosa para terminar en resistencia a la insulina con hiperinsulinismo e hiperglucemia. Causas de resistencia a la insulina La resistencia a la acción de la insulina sobre la captación de glucosa es un fenómeno frecuente y tiene un papel decisivo en la patogenia de varias enfermedades: interviene en el deterioro de la acción de las células b manifestado por hiperglucemia y también en la patogenia de las enfermedades cardiovasculares en personas que logran mantener la homeostasis de la glucosa compensando con hiperinsulinemia el fenómeno de resistencia a la insulina. En la década de 1960, diversos estudios epidemiológicos demostraron la asociación entre las concentraciones de insulina y el riesgo de complicaciones cardiovasculares, incluyendo la mortalidad, en personas sin diabetes. A partir de la década de 1970 Reaven y sus colaboradores demostraron que la resistencia a la insulina es una característica en personas con intolerancia a la glucosa o con diabetes tipo 2, pero que también se asocia con los factores de riesgo cardiovascular, tradicionales (dislipidemia caracterizada por aumento de lipoproteínas de muy baja densidad y disminución de HDL, obesidad, hipertensión arterial) y recientes (microalbuminuria, disfunción endotelial). Reaven denominó síndrome X a este conjunto de variables asociadas con la resistencia a la insulina; estas observaciones fueron documentadas por otros investigadores, lo que dio origen al concepto de síndrome metabólico. Obesidad y diabetes tipo 2 La obesidad es el factor adquirido más involucrado en el aumento mundial en la prevalencia de diabetes tipo 2. Diversos estudios epidemiológicos han demostrado la asociación entre el sobrepeso, la obesidad y la prevalencia de diabetes tipo 2 en diferentes poblaciones; por ejemplo, al comparar la prevalencia de diabetes tipo 2 en los indios pima de Arizona (Estados Unidos), más obesos y sedentarios, con los indios pima de Sonora (México), más delgados y activos, se han demostrado diferencias notables: en los primeros la prevalencia es de 37% en mujeres y de 54% en hombres, mientras que en los de Sonora la prevalencia fue de 11 y 6%, respectivamente. Los resultados de este estudio indican que a pesar de tener la misma predisposición genética las diferencias en el estilo de vida son decisivas como factores predisponentes o protectores contra el desarrollo de obesidad, otros factores de riesgo cardiovascular o diabetes tipo 2. La asociación entre obesidad y diabetes tipo 2 se ha investigado desde hace muchos años y en la actualidad se ha demostrado que el tejido adiposo no sólo es un reservorio donde se acumula el exceso de nutrimentos sino un órgano activo y dinámico que produce varias citocinas y péptidos derivados del tejido adiposo (FDP por sus siglas en inglés). Anteriormente se consideraba que la función del tejido adiposo consistía en almacenar energía y liberar ácidos grasos para satisfacer las necesidades del organismo. A partir del descubrimiento de la leptina este concepto se ha modificado drásticamente: esta hormona importante para el balance energético se produce principalmente en el tejido adiposo blanco, lo que le confiere una función endocrina. Posteriormente se demostró que los adipocitos producen diversas proteínas con funciones sistémicas importantísimas como angiotensinógeno, adipsina (proteína estimuladora de la acilación), adiponectina (proteína fijadora de retinol), factor de necrosis tumoral a, interleucina 6, PAI-1 y factores tisulares. Algunas de estas proteínas son citocinas con actividad inflamatoria, otras intervienen en el metabolismo de los lípidos y otras participan en la coagulación (PAI-1) o en el sistema del complemento. Las acciones Fisiopatología de estas proteínas pueden ser autocrinas, paracrinas, o bien ocurrir a distancia. Las pruebas actuales comprenden los siguientes aspectos definidos en el cuadro 23.4). En conclusión, no sólo se ha empezado a esclarecer la asociación entre la obesidad abdominal y otros componentes del síndrome metabólico, incluyendo la intolerancia a la glucosa y la diabetes tipo 2. También se ha establecido la relación entre el estado inflamatorio que caracteriza la obesidad con la resistencia a la insulina, la disfunción endotelial y el inicio de la aterosclerosis en personas obesas o con diabetes tipo 2. Se ha comenzado a tener pruebas acerca de los beneficios de la reducción ponderal para disminuir la sensibilidad a la insulina. Específicamente, se ha demostrado que la neutralización del factor de necrosis tumoral aumenta la actividad de la tirosina cinasa en el receptor de insulina, que las concentraciones de interleucina 6 se reducen en mujeres obesas con diabetes y sin diabetes al lograr una reducción de 3 kg a base de dieta. La acción de algunos fármacos que se utilizan como antidiabéticos orales como las tiazolidinedionas puede depender, en parte, de su capacidad para neutralizar la actividad de las citocinas proinflamatorias al regular el metabolismo del tejido adiposo. < 95 También se ha establecido la relación entre el estado inflamatorio que caracteriza la obesidad con la resistencia a la insulina, la disfunción endotelial y el inicio de la aterosclerosis, en personas obesas o con diabetes tipo 2. Factores genéticos Aunque es posible que existan mutaciones genéticas aisladas capaces de causar diabetes tipo 2 al afectar las células beta o la acción de la insulina (cuadro 23.5), la forma clínica más frecuente de diabetes tipo 2 es un trastorno heterogéneo ocasionado por la combinación de falla de las células b y resistencia a la insulina. A partir de la década de 1970 se realizaron estudios Cuadro 23.4. Obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular: secuencia etiopatogénica Trastornos en la producción de citocinas (adipocinas) Hiperleptinemia, ↑ producción de IL-6, ↑ expresión de factor de necrosis tumoral, ↑ síntesis de inhibidor del activador de plasminógeno tisular ↓ síntesis de adiponectina Aumento en la cantidad y en el volumen de los adipocitos ↑ Expresión del marcador de macrófagos F4/80 → acumulación de macrófagos en el tejido adiposo Trastornos en la actividad metabólica de los adipocitos ↑Secreción de ácidos grasos libres → lipotoxicidad, dislipidemia, esteatosis ↑ síntesis de resistina → resistencia a la insulina Estado proinflamatorio sistémico ↑Estrés oxidativo, ↓ síntesis de metalotioneína → progresión de la aterosclerosis, ↑ producción de resistina por macrófagos Disfunción endotelial Progresión de la aterosclerosis Aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares Cuadro 23.5. Causas monogénicas de diabetes tipo 2 1. Falla de las células beta MODY Gen afectado tipo 1 HNF-4ª tipo 2 Glucocinasa tipo 3 HNF-1ª tipo 4 IPF-1 tipo 5 HNF-1b 2. Mutaciones de los genes de la insulina Mutaciones de genes aislados; defectos en la estructura de la insulina y en su acción en tejidos sensibles 3. Mutaciones de los receptores de la insulina (se han descrito más de 50) incluyendo: Gargolismo Síndrome de Rabson-Mendenhall Síndrome de resistencia a la insulina tipo A 4. Lipodistrofia Mutaciones en la proteína seipina y en el gen LMNA (codificador de lamininas A y C) 96 < Diabetes mellitus La concordancia de diabetes tipo 2 en gemelos homocigotos es mayor de 80% en algunos estudios, y aunque menor, sigue siendo elevada en gemelos dicigotos. Los principales factores que producen la diabetes tipo 2 son genéticos, aunque no se han esclarecido los genes exactos y los factores ambientales contribuyen a la aparición de la enfermedad y sus complicaciones. Los pacientes con diabetes tipo 2 y sus familiares directos tienen menor sensibilidad a la insulina (50%) y síntesis reducida de glucógeno (50-70% menor). en animales que demostraron la participación de factores genéticos en la respuesta de las células b a la resistencia a la insulina y al desarrollo de diabetes, como las mutaciones en el gen de obesidad ob en ratones. Las pruebas en humanos también abundan: en primer lugar, los estudios epidemiológicos demuestran que aunque la prevalencia de diabetes se ha incrementado en todo el mundo, el aumento ha crecido a ritmo más acelerado en algunas poblaciones, como los indios pima, los nauru en polinesia y las personas con ascendencia mexicana que residen en Estados Unidos. Por otra parte, la concordancia de diabetes tipo 2 en gemelos homocigotos es mayor de 80% en algunos estudios, y aunque menor, sigue siendo elevada en gemelos dicigotos. En familiares consanguíneos, la concordancia es de la mitad, aunque el antecedente de diabetes tipo 2 en familiares consanguíneos duplica el riesgo de diabetes tipo 2 comparado con la población general; y los hijos de padre y madre diabéticos tienen un riesgo de 80%. Se ha observado que en los pacientes con diabetes tipo 2 iniciada antes de los 25 años la enfermedad se transmite de manera autosómica dominante; a diferencia de los pacientes obesos estas personas son delgadas y presentan defectos en la secreción de insulina con sensibilidad normal. En diferentes partes del mundo se han descrito pacientes, con diabetes tipo 2 caracterizada por deficiencia primaria en la secreción de insulina, en los que la hiperinsulinemia tardía es una consecuencia de la hiperglucemia. Sin embargo, la mayoría de los casos de diabetes tipo 2 no presentan un patrón de herencia mendeliana simple, por lo que se considera una enfermedad genéticamente compleja. Los principales factores que producen la diabetes tipo 2 son genéticos, aunque no se han esclarecido los genes exactos y los factores ambientales contribuyen a la aparición de la enfermedad y sus complicaciones. La gran variación en la incidencia y prevalencia de diabetes tipo 2 en diferentes grupos étnicos expuestos a condiciones ambientales semejantes también apoya la importancia de la predisposición genética y se han utilizado varios métodos para estudiarla, incluyendo búsqueda de polimorfismos cercanos o localizados en genes importantes para el metabolismo de la glucosa, como el de glucógeno sintetasa, una variante del gen del receptor de glucagón y el gen del sustrato 1 del receptor de insulina (IRS-1). En algunos pacientes con diabetes tipo 2 se han encontrado alteraciones en los genes de la insulina, los receptores de insulina, la glucocinasa, los transportadores de insulina (glut 3, glut 4) y la activación de la sintetasa de glucógeno, pero ninguna es muy frecuente. Las mutaciones descritas en el cuadro 23.5 producen diabetes en un pequeño porcentaje de la población y a menudo ocurren por herencia autosómica o por herencia de dos genes mutantes de ambos padres. En años recientes se han identificado cinco genes asociados con el subtipo glucocinasa, dominante en la tipo diabetes MODY, y cuatro factores de transcripción fundamentales en el desarrollo del páncreas endocrino o en la expresión de los genes del metabolismo de la glucosa. Además, los estudios de barrido genético realizados en familias con alta prevalencia de diabetes han mostrado loci de susceptibilidad en los cromosomas 1q, 2p, 2q, en donde se logró clonar el gen calpain 10, 3q y 20. CORRELACIÓN ENTRE LOS ASPECTOS HEREDITARIOS Y LOS TRASTORNOS EN LA HOMEOSTASIS DE LA GLUCOSA Al investigar la transmisión hereditaria de los dos trastornos principales del metabolismo de la glucosa que caracterizan a la diabetes tipo 2: resistencia a la insulina y falla en la capacidad secretora de las células b, se confirmaron estos hallazgos en los descendientes: estas personas tienen resistencia a la insulina durante muchos años, que se hereda de manera autosómica, lo que apoya el concepto de que un solo gen pudiera estar involucrado. El estudio de los pacientes con diabetes tipo 2 y resistencia a la insulina ha demostrado trastornos en la captación de glucosa por el músculo y en la síntesis de glucógeno. Los pacientes con diabetes tipo 2 y sus familiares directos tienen menor sensibilidad a la insulina (50%) y síntesis reducida de glucógeno (50-70% menor) y se ha comprobado que los hijos de los pacientes con diabetes tipo 2 que presentan deficiencia en la secreción de insulina (manifestados por trastornos en la respuesta rápida) heredan estos mismos defectos, mientras que los descendientes de pacientes Principios de tratamiento < 97 con diabetes tipo 2 en los que predomina la resistencia a la insulina también heredan el trastorno específico de sus padres. LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • • • • • • Aladi W, Hamdy O. Adipokines, inflammation, and the endothelium in diabetes. Curr Diab Rep 2003;3:293-98. Anello M, Lupi R, Spampinato D, Piro S, Masini M, Boggi U, et al. Functional and morphological alterations of mitochondria in pancreatic beta cells from type 2 diabetic patients. Diabetologia 2005 Online first Atkinson MA, Eisenbarth GS. Type 1 diabetes: new perspectives on disease patogenesis and treatment. Lancet 2001;358:221-29. De Fronzo RA. Pathogenesis of type 2 diabetes mellitus. Med Clin NA 2004;88:787-835. Ferroni P, Basili S, Falco A, Davi G. Inflammation, insulin resistance, and obesity. Curr Atheroscler Rep 2004;6:424-31. Ingawa A, Hanafusa T, Miyagawa JI, Matsuzawa Y. A novel subtype of Type 1 diabetes mellitus characterized by a rapid onset and an absence of diabetes-related antibodies. N Engl J Med 2000;342:301-7. Lebovitz HE: The relationship of obesity to the metabolic syndrome. Int J Clin Pract 2003;134(suppl):18-27. Pietropaolo M, Le Roith D. Pathogenesis of Diabetes: Our Current Understanding. Clinical Cornerstone 2001;4:1-16. Rhodes CJ. Type 2 Diabetes – a Matter of b-Cell Life and Death? Science 2005;307:380-384. Rudin E, Barzilai N. Inflammatory peptides derived from adipose tissue. Immun Ageing 2005;21:1. Sjoholm A, Nystrom T. Endothelial inflammation in insulin resistance. Lancet 2005;365:610-12. Trayhurn P, Beattie JH. Physiological role of adipose tissue: white adipose tissue as an endocrine and secretory organ. Proc Nutr Soc 2001;60:329-39. 24. Principios del tratamiento Juan Díaz Salazar, Alberto C. Frati Munari, Alberto F. Rubio Guerra La prevalencia de la diabetes tipo 2 se ha incrementado en forma explosiva en comparación con el lento incremento de la diabetes tipo 1. Los cambios en el estilo de vida (inactividad física, sobrepeso-obesidad) y la mayor expectativa de vida son algunos de los factores responsables de este incremento. El tratamiento ideal de un paciente con diabetes debe asegurar lo siguiente: • Eliminación de los síntomas atribuibles a la diabetes • Prevención de complicaciones agudas • Prevención de enfermedades microvasculares y neuropáticas • Reducción del riesgo de enfermedad macrovascular • Aumento de la expectativa de vida Considerando que no se alcanza aún el manejo ideal, el estudio Steno 2 donde se empleó un tratamiento intensivo para el control de la glucosa, de la presión arterial, de los lípidos y del estado procoagulante, reportó grandes reducciones tanto en las complicaciones microvasculares (~60%) como en las macrovasculares (53% en reducción del riesgo). Este estudio nos indica que estamos más cerca del tratamiento ideal. La American Diabetes Association sugiere las siguientes concentraciones plasmáticas (cuadro 24.1) como un parámetro de buen control glucémico y de lípidos pues han demostrado disminuir en forma significativa el riesgo de enfermedades micro y macrovasculares. Cada paciente debe tener una evaluación individualizada para definir un adecuado control glucémico y un programa individual de tratamiento que se inicia con modificaciones del estilo de vida y, cuando sea necesario para alcanzar la meta del control glucémico, adicionar hipoglucemiantes orales, insulina o un tratamiento combinado. Los ajustes en el tratamiento farmacológico se deben realizar de acuerdo con las concentraciones plasmáticas de hemoglobina glucosilada (HbA1c). El tratamiento ideal de un paciente con diabetes debe asegurar lo siguiente: • Eliminación de los síntomas atribuibles a la diabetes • Prevención de complicaciones agudas • Prevención de enfermedades microvasculares y neuropáticas • Reducción del riesgo de enfermedad macrovascular • Aumento de la expectativa de vida 98 < Diabetes mellitus Los estudios como el DCCT (Diabetes Control and Complications Trial), y el UKPDS (United Kingdom Prospective Diabetes Study) en los que se han comparado los dos tipos de tratamiento, uno convencional y otro estricto (con pacientes con diabetes tipos 1 y 2, respectivamente) los resultados han mostrado que los pacientes que se encuentran en tratamiento estricto tienen una disminución de las complicaciones microvasculares. Un estudio reciente publicado en 2004 en el Annals of Internal Medicine reportó una relación entre hemoglobina glucosilada y enfermedad cardiovascular, y entre hemoglobina glucosilada y todas las causas de muerte en pacientes con diabetes. Los pacientes con hemoglobina glucosilada de menos de 5% tuvieron la tasa más baja de enfermedad cardiovascular y de mortalidad. Se asoció un incremento de 1% en la hemoglobina glucosilada, en pacientes diabéticos del sexo masculino, con un riesgo relativo de muerte por cualquier causa de 1.24 (IC 95%, 1.14-1.34; p < 0.001) y en mujeres a un riesgo relativo de 1.28 (IC 95%, 1.06-1.32; p < 0.001). Cuando se inician los tratamientos farmacológico y no farmacológico es importante que el paciente comprenda el plan terapéutico y conozca el objetivo del control metabólico mencionado en el cuadro 24.1. De acuerdo con este plan se deben realizar ajustes periódicos hasta alcanzar el control individualizado. Cuadro 24.1. Recomendaciones de control para adultos con diabetes Control glucémico Hemoglobina glucosilada < 7%* Glucosa plasmática preprandial 90 a 130 mg/dL Glucosa plasmática posprandial < 180 mg/dL** Presión arterial < 130/80 Lípidos*** Colesterol LDL < 100 mg/dL opcional < 70 mg/dL Triglicéridos < 150 mg/dL Colesterol HDL > 40 mg/dL hombres y > 50 mg/dL mujeres *Los límites para personas sin diabetes es de 4.0 a 6.0%. **Dos horas después de iniciada la alimentación. ***Las guías del NCEP/ATPIII sugieren que en los pacientes con triglicéridos > 200 mg/dL se debe utilizar el colesterol no HDL (colesterol total – colesterol HDL), la meta es < 130 mg/dL. Los pacientes con deficiencia absoluta de insulina (diabetes tipo 1 o remoción quirúrgica del páncreas) deben recibir como tratamiento principal un reemplazo con insulina exógena. Si con las medidas no farmacológicas no se alcanzan las metas esperadas se inicia el tratamiento farmacológico. El tratamiento de la diabetes tipo 2 se debe enfocar a corregir los defectos metabólicos que han desencadenado la diabetes, como son: • Disminución de la secreción pancreática de insulina • Resistencia a la acción de la insulina • Sobreproducción de glucosa hepática Los pacientes con deficiencia absoluta de insulina (diabetes tipo 1 o remoción quirúrgica del páncreas) deben recibir como tratamiento principal un reemplazo con insulina exógena. Ninguno de los hipoglucemiantes orales actuales puede disminuir la hiperglucemia en ausencia de la insulina endógena. Para establecer un método racional de tratamiento es muy importante saber cuál es la causa principal o predominante. Pacientes en quienes predomina la insulinodeficiencia deben recibir un tratamiento de reemplazo con insulina como terapia principal, aún los pacientes con diabetes tipo 2. Pacientes en quienes la hiperglucemia se origina por un desequilibrio entre la función secretora de insulina y la sensibilidad periférica a la insulina un método no farmacológico sería tratar de disminuir los requerimientos de insulina (dieta) o incrementar la eficacia de la insulina (ejercicio y pérdida de peso). Si con las medidas no farmacológicas no se alcanzan las metas esperadas se inicia el tratamiento farmacológico. Principios de tratamiento < 99 Tratamiento Nutricional La terapia de nutrición médica es un componente integral del manejo de la diabetes y de la autoeducación de la diabetes. Históricamente, las recomendaciones de nutrición en diabetes y sus complicaciones se basaron en el conocimiento científico, la experiencia clínica y el consenso de los expertos; sin embargo, muchas veces fue difícil discernir el nivel de pruebas empleado para construir estas recomendaciones. La ADA (American Diabetes Association) clasificó estas recomendaciones de acuerdo con el nivel de evidencia y son éstas las que empleamos en este texto. Objetivos Los objetivos de la terapia de nutrición médica que se deben aplicar a todas las personas con diabetes son los siguientes: • Alcanzar y mantener las respuestas metabólicas óptimas incluyendo: - Concentraciones de glucosa en sangre dentro del intervalo normal o tan cerca de lo normal y tan seguro como sea posible para prevenir o reducir el riesgo de complicaciones. - Un perfil de lípidos y de lipoproteínas que reduzca el riesgo de enfermedad macrovascular. - Un nivel de presión arterial que reduzca el riesgo de enfermedad vascular. • Prevenir y tratar las complicaciones crónicas de la diabetes. Modificar el consumo de nutrientes y el estilo de vida, apropiado para la prevención y tratamiento de la obesidad, dislipidemia, enfermedad cardiovascular, hipertensión y nefropatía. • Mejorar la salud a través de alimentos saludables y actividad física. • Abordar las necesidades nutricionales individuales que tomen en consideración las preferencias personales, culturales y el estilo de vida; respetando los deseos individuales y la voluntad al cambio. Componentes de la Nutrición Carbohidratos (45 a 65% del total de las calorías) Cuando nos referimos a los carbohidratos comunes de los alimentos se prefieren los siguientes términos: azúcares, almidón y fibra. Los términos como azúcares simples, carbohidratos complejos y carbohidratos de rápida acción no están bien definidos y deben evitarse. Los estudios en sujetos sanos y los que están en riesgo de diabetes tipo 2 apoyan la importancia de incluir alimentos que contengan carbohidratos, sobre todo de granos enteros, frutas, vegetales y leche baja en grasas en la dieta de personas con diabetes. Recomendaciones Datos • Deben incluirse en una dieta saludable alimentos que contengan carbohidratos de granos enteros, frutas, vegetales, y leche baja en grasas. • Con respecto a los efectos glucémicos de los carbohidratos, la cantidad total de carbohidratos en los alimentos es más importante que la fuente o el tipo. • Como la sacarosa no aumenta la glucemia en un grado mayor que las cantidades isocalóricas del almidón no es necesario eliminarla, ni los alimentos que la contienen, en las personas con diabetes; sin embargo, es preferible sustituirla por otras fuentes de carbohidratos; si se agrega debe cubrirse con insulina u otro medicamento para reducir la glucosa. • Los edulcorantes no nutritivos son seguros cuando se consumen dentro de los niveles de consumo diario aceptable establecidos por la FDA. • Los pacientes que reciben terapia intensiva con insulina deben ajustar sus dosis de insulina antes de las comidas de acuerdo con el contenido de carbohidratos de los alimentos. • Aunque el uso de alimentos con bajo índice glucémico puede reducir la hiperglucemia posprandial no hay bastantes pruebas de un beneficio a largo plazo para re- Con respecto a los efectos glucémicos de los carbohidratos, la cantidad total de carbohidratos en los alimentos es más importante que la fuente o el tipo. Los edulcorantes no nutritivos son seguros. 100 < Diabetes mellitus • • Los carbohidratos y la grasa monoinsaturada, juntos, deben suministrar 60 a 70% del consumo diario de energía. En pacientes con diabetes, no hay prueba que sugiera que la ingestión normal de proteínas (15 al 20% de la energía total diaria) deba modificarse si la función renal es normal. comendar el uso de dietas de bajo índice glucémico como estrategia primaria en la planeación alimenticia. Como para toda persona, se debe promover el consumo de la fibra en la dieta; sin embargo, no hay razón para recomendar que las personas con diabetes consuman una mayor cantidad de fibra. Los individuos que reciben insulina diaria en dosis fija deben tratar de ser consistentes en la ingestión de carbohidratos día a día. Consenso de expertos • Los carbohidratos y la grasa monoinsaturada, juntos, deben suministrar 60 a 70% del consumo diario de energía. Sin embargo, se deben tener en cuenta el perfil metabólico y la necesidad de pérdida de peso cuando se determina el contenido de grasa monoinsaturada de la dieta. • La sacarosa y los alimentos que contienen sacarosa deben consumirse en el contexto de una dieta saludable. Proteínas (15 a 20% de la ingestión promedio diaria de energía) Recomendaciones Datos • En personas con diabetes tipo 2 controlada la proteína ingerida no aumenta las concentraciones de glucosa en plasma. La proteína es un estimulante tan potente de la secreción de insulina como los carbohidratos. • Para las personas con diabetes, sobre todo aquellas que no tengan un control óptimo de la glucosa, los requisitos proteínicos pueden ser mayores que la tolerancia dietética recomendada, pero no mayores que el consumo normal. Consenso de expertos • En pacientes con diabetes, no hay prueba que sugiera que la ingestión normal de proteínas (15 al 20% de la energía total diaria) deba modificarse si la función renal es normal. • Se desconocen los efectos a largo plazo de las dietas altas en proteínas y bajas en carbohidratos. Aunque tales dietas pueden producir pérdida de peso a corto plazo y mejor nivel de glucemia, no se ha establecido que la pérdida de peso se mantenga a largo plazo. También es preocupante el efecto a largo plazo de tales dietas sobre el colesterol LDL plasmático. Grasas Se recomienda menos de 30% de la ingestión promedio diaria de energía. Menos de 10% de la ingestión de energía debe provenir de grasas saturadas. Recomendaciones Datos • Menos de 10% de la ingestión de energía debe provenir de grasas saturadas. Algunos pacientes (colesterol LDL ≥ 100 mg/dL) pueden beneficiarse usando < 7% de grasas saturadas en su ingestión de energía. • La ingestión de colesterol en la dieta debe ser < 300 mg/día. Algunos pacientes (colesterol LDL > 100 mg/dL) pueden beneficiarse de la disminución del colesterol de la dieta a < 200 mg/día. • Para disminuir el colesterol LDL se puede reducir la energía proveniente de la grasa saturada (si se quiere perder peso) o puede reemplazarse por carbohidratos o por grasas monoinsaturadas cuando perder peso no sea una meta. • Se debe minimizar la ingestión de ácidos grasos trans insaturados. • Cuando las dietas reducidas en grasas se mantienen a largo plazo contribuyen a una pérdida modesta de peso y a una mejoría en la dislipidemia. • Se recomiendan de dos a tres porciones de pescado a la semana. Principios de tratamiento Nivel C • La ingestión de grasa poliinsaturada debe equivaler a aproximadamente 10% de la ingestión de calorías. Ejercicio Físico Antes de incrementar los hábitos de actividad física o de iniciar cualquier programa de ejercicio, los pacientes con diabetes mellitus deben someterse a una detallada evaluación médica con auxiliares de diagnóstico adecuados. Este examen debe ser cuidadosamente realizado para detectar posibles complicaciones macro y microvasculares que podrían agravarse por ejercicio físico inadecuado. < 101 La ingestión de grasa poliinsaturada debe equivaler a aproximadamente 10% de la ingestión de calorías. Ejercicio en personas sin diabetes Durante la actividad física el consumo de oxígeno del organismo puede aumentar hasta 20 veces, aunque pueden producirse aumentos mayores en los músculos que intervienen en el ejercicio. Para abastecerse de la energía necesaria en estas circunstancias el músculo esquelético utiliza, a ritmo creciente, sus propias reservas de glucógeno y triglicéridos, así como ácidos grasos libres producidos por la degradación de los triglicéridos del tejido adiposo y de la glucosa liberada por el hígado. Para mantener la función del sistema nervioso central las concentraciones de glucosa en la sangre se mantienen notablemente constantes durante la actividad física. Rara vez se presenta hipoglucemia durante el ejercicio en sujetos no diabéticos. Los ajustes metabólicos que mantienen la normoglucemia durante la actividad física están, en su mayoría, regulados hormonalmente. Ejercicio en pacientes con diabetes La disminución de la insulina plasmática y la presencia del glucagón son los factores que inducen el aumento rápido de la producción hepática de glucosa durante la actividad física y el ejercicio prolongado; los aumentos de glucagón plasmático y de catecolaminas juegan un papel fundamental. Estas adaptaciones hormonales se pierden esencialmente en los pacientes insulinodeficientes con diabetes tipo 1. En consecuencia, cuando estos pacientes tienen una cantidad demasiado pequeña de insulina circulante, debido a un tratamiento inadecuado, la liberación durante el ejercicio de las hormonas que contrarrestan la insulina puede incrementar las concentraciones ya de por si altas de glucosa y de cuerpos cetónicos, e incluso precipitar una cetoacidosis diabética. Por el contrario, las concentraciones altas de insulina debidas a la administración exógena pueden atenuar o incluso impedir la mayor movilización de glucosa y otros sustratos inducida por la actividad física y precipitar la hipoglucemia. Algo parecido puede ocurrir en pacientes con diabetes tipo 2 tratados con insulina o sulfonilurea; sin embargo, en estos pacientes la hipoglucemia suele ser un problema menor durante la práctica de ejercicio. Lo cierto es que en los pacientes con diabetes tipo 2 el ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina y contribuye a reducir las concentraciones de glucosa. Los beneficios de la actividad física en los pacientes con diabetes tipo 2 son sustanciales; estudios recientes refuerzan la importancia de los programas de ejercicio a largo plazo para el tratamiento y prevención de esta anormalidad metabólica común y de sus complicaciones. Entre sus efectos metabólicos específicos cabe resaltar los siguientes: Control glucémico Varios estudios clínicos llevados a largo plazo han demostrado el efecto beneficioso de una actividad física regular sobre el metabolismo de los carbohidratos y la sensibilidad a la insulina. Se han reportado disminuciones de la hemoglobina glucosilada de 10 a 20% por debajo de los valores iniciales. Prevención de la enfermedad cardiovascular En los pacientes con diabetes tipo 2, particularmente cuando concurren hipertensión arterial, hiperinsulinemia, obesidad central y la superposición de alteraciones metabólicas como hi- Los beneficios de la actividad física en los pacientes con diabetes tipo 2 son sustanciales; estudios recientes refuerzan la importancia de los programas de ejercicio a largo plazo 102 < Diabetes mellitus Parece ser que muchos de los efectos benéficos del ejercicio sobre el riesgo cardiovascular se relacionan con una mejor sensibilidad a la insulina. pertrigliceridemia, concentraciones bajas de colesterol HDL y elevadas de colesterol LDL y ácidos grasos libres, la mejoría se asocia con la disminución de las concentraciones plasmáticas de insulina y parece ser que muchos de los efectos benéficos del ejercicio sobre el riesgo cardiovascular se relacionan con una mejor sensibilidad a la insulina. Hiperlipidemia Está demostrado de manera contundente que el ejercicio regular disminuye las concentraciones de colesterol VLDL pero no las del colesterol LDL; en contraste, aún no se demuestra la elevación del colesterol HDL debido, quizá, a las modestas intensidades de la actividad física aplicada. Hipertensión arterial Los efectos de la actividad física sobre la reducción de la presión arterial han quedado demostrados de forma más consistente en pacientes hiperinsulinémicos. Se tienen muchos datos que sugieren que el ejercicio puede favorecer la pérdida de peso (y el mantenimiento del peso idóneo) conjuntamente con una dieta de contenido calórico adecuado. El principal efecto in vivo de la sulfonilurea es el incremento de la sensibilidad de las células beta a la glucosa aunque no incrementa la síntesis de insulina. Fibrinólisis Varios estudios demostraron que existe una asociación entre el ejercicio aeróbico y la fibrinólisis. Sin embargo, todavía no existe un claro consenso sobre si la actividad física mejora la actividad fibrinolítica. Obesidad Se tienen muchos datos que sugieren que el ejercicio puede favorecer la pérdida de peso (y el mantenimiento del peso idóneo) conjuntamente con una dieta de contenido calórico adecuado. Hay pocos estudios que se refieran específicamente a este tema en la diabetes tipo 2 y muchos de los datos disponibles están distorsionados por el consumo de dietas poco comunes y otras intervenciones en los hábitos de conducta. Prevención de la diabetes tipo 2 Existen ya tres estudios publicados que documentan que la diabetes puede ser retardada o prevenida con la modificación de los hábitos (pérdida de peso, actividad física moderada y regular). Se recomienda que todos los pacientes con diabetes practiquen un mínimo de 60 minutos de ejercicio moderado la mayor parte de los días de la semana. Para pacientes con diabetes tipo 1 la prioridad debe ser el ajuste del régimen terapéutico para permitir una participación segura en todos los tipos de actividad física de acuerdo con sus deseos y metas. Hipoglucemiantes Orales Sulfonilurea Se ha utilizado por más de 50 años en el manejo de la hiperglucemia en pacientes con diabetes tipo 2. Mecanismo de acción El principal efecto in vivo de la sulfonilurea es el incremento de la sensibilidad de las células beta a la glucosa aunque no incrementa la síntesis de insulina. A continuación se detalla su mecanismo de acción: 1. Se une a los receptores de membrana de las células beta. 2. Cierra los canales de potasio ATP sensibles impidiendo la salida de potasio de la célula beta (célula despolarizada). 3. Se abren los canales de calcio permitiendo la entrada de calcio a la célula beta; el incremento de calcio intracelular causa la migración de los gránulos de insulina a la pared y su secreción. 4. La sulfonilurea también puede inhibir la secreción de glucagón. 5. La potencia de las diferentes sulfonilureas depende de la afinidad de unión a su receptor de membrana. A consecuencia de sus múltiples acciones las sulfonilureas causan mejora en varias vías metabólicas en pacientes con diabetes tipo 2: Principios de tratamiento Disminución de la sobreproducción hepática de glucosa. Incremento de la secreción de insulina mediada por los alimentos. Reversión parcial del defecto posreceptor para la insulina, tanto en tejido muscular como en tejido adiposo. Todas las sulfonilureas se metabolizan en el hígado a diferentes porcentajes y dan lugar a metabolitos activos e inactivos. La elección de la sulfonilurea debe basarse en las siguientes características: 1. Potencia intrínseca para la secreción de insulina 2. Rapidez de su inicio de acción 3. Duración de su acción 4. Metabolismo y excreción 5. Efectos secundarios Las sulfonilureas de segunda generación son más potentes que las de primera generación. La potencia intrínseca de cada medicamento es importante para determinar la dosis efectiva. La respuesta clínica de las diferentes sulfonilureas para el control de la hiperglucemia es similar a excepción de la tolbutamida, que es la menos efectiva. La diabetes tipo 2 se caracteriza tanto por el retardo como por la disminución de la secreción de insulina estimulada por los alimentos. El retardo en la secreción de insulina contribuye a la hiperglucemia posprandial. La rapidez de inicio de acción de la sulfonilurea no contribuye a disminuir la hiperglucemia posprandial; para ello se indican las meglitinidas (repaglinida). El cuadro 24.2 resume las características de las sulfonilureas. Para obtener mejores resultados se deben administrar entre 20 y 30 minutos antes de los alimentos; por ejemplo tolbutamida antes del desayuno, comida y cena y los de segunda generación antes del desayuno y cena o sólo una vez al día, pero no tres veces al día. La mayoría de los pacientes alcanza el máximo beneficio del control glucémico con la mitad o dos terceras partes de la dosis máxima recomendada por los productores. Cuando se administra la dosis máxima es menos efectiva que las dosis moderadas. Esto puede ser el resultado de la desensibilización o de la regulación a la baja (down regulation) del receptor de la sulfonilurea. < 103 • • • La rapidez de inicio de acción de la sulfonilurea no contribuye a disminuir la hiperglucemia posprandial; para ello se indican las meglitinidas. Cuadro 24.2. Características de las sulfonilureas Medicamento Rango de dosis (mg/día) Concentración máxima (h) Vida media (h) Metabolitos Excreción 500 – 3 000 100 – 500 3–4 2–4 4.5 – 6.5 36 Inactivos Activos Renal 100% Renal 95% 1.25 – 20 2~4 10 Inactivos y débilmente activos Renal 50%, heces 50% Glibenclamida micronizada 1.5 – 12 2–3 ~4 Renal 50%, heces 50% Glipizida Glipizida GITS 2.5 – 40 5 - 20 1–3 Constante después de varios días 2–4 ----- Inactivos y débilmente activos Inactivos Inactivos 1–8 2-3 9 Renal 60%, heces 40% 40 – 320 30 - 120 0–8 0–6 6 – 15 16 Inactivos y débilmente activos Inactivos Inactivos Primera generación Tolbutamida Clorpropamida Segunda generación Glibenclamida Glimepirida Gliclazida Gliclazida de liberación prolongada Renal 80%, heces 20% Renal 80%, heces 20% Renal 65%, heces 35% Renal 65%, heces 35% 104 < Diabetes mellitus Se espera que con cualquier sulfonilurea disminuyan la glucosa de ayuno entre 60 y 70 mg/dL y la hemoglobina glucosilada entre 1 y 2%. La metformina disminuye la resistencia a la insulina sin estimular su secreción. A los pacientes con diabetes tipo 2 con glucemia > 300 mg/dL, además de la dieta, se les debe agregar un tratamiento con insulina exógena; estos pacientes no alcanzan un control glucémico con hipoglucemiantes orales debido a la glucotoxicidad y a la deficiencia severa de insulina. En los pacientes con diabetes tipo 2 en tratamiento con dosis bajas de insulina exógena, que lleguen a una concentración de glucosa < 130 mg/dL, se puede valorar la posibilidad de cambiar el tratamiento a la vía oral. Se espera que con cualquier sulfonilurea disminuyan la glucosa de ayuno entre 60 y 70 mg/dL y la hemoglobina glucosilada entre 1 y 2%. Al igual que con cualquier otro tratamiento farmacológico, en pacientes con diabetes tipo 2, las disminuciones de las cifras de glucosa son mayores cuando mayor es el descontrol y menores cuanto menor es el descontrol. Aproximadamente una tercera parte de los pacientes alcanzan un control glucémico con dieta y sulfonilureas. La hipoglucemia es la principal complicación del empleo de las sulfonilureas, y las contraindicaciones son las siguientes: • Diabetes tipo 1 •Embarazo • Cirugía mayor • Infección aguda • Reacción alérgica a las sulfonilureas • Predisposición de hipoglucemia severa • Enfermedad hepática • Insuficiencia renal crónica Metformina Esta biguanida se introdujo en 1957 como medicamento antihiperglucemiante pero la FDA la aprobó en Estados Unidos hasta 1995 para su uso en los pacientes con diabetes mellitus tipo 2. La metformina se ha prescrito en nuestro país desde fines de la década de 1950. Durante todo este tiempo ha demostrado ser un medicamento seguro y efectivo en el manejo de los pacientes con diabetes tipo 2. Mecanismo de acción • La metformina inhibe la gluconeogénesis hepática potenciando, sobre todo, la acción de la insulina; su efecto sobre la glucogenólisis media por la disminución del efecto del glucagón e impidiendo la acción de la glucosa–6–fosfatasa hepática. • Incrementa la captación de glucosa en el tejido muscular. • Disminuye la oxidación de ácidos grasos libres (efecto no dependiente de insulina) y disminuye la hipertrigliceridemia. A través de este mecanismo disminuye el aporte de nutrientes para la gluconeogénesis hepática mejorando el ciclo ácido graso–glucosa. • Retarda la absorción de glucosa intestinal. Efectos terapéuticos • La metformina disminuye la resistencia a la insulina sin estimular su secreción. • Disminuye principalmente la hiperglucemia de ayuno (también posprandial) en diabetes tipo 2. • Como monoterapia no produce hipoglucemia. • Para su acción antihiperglucémica requiere insulina circulante. • En pacientes con sobrepeso u obesidad promueve una modesta pérdida de peso. • La metformina a menudo mejora el perfil de los lípidos. • Puede incrementar la fibrinólisis, disminuye la agregación plaquetaria y el PAI–1. • Reduce la esteatosis hepática. • Es útil en el tratamiento del síndrome de ovarios poliquísticos. En México contamos con dos formulaciones de metformina, una estándar (concentración plasmática máxima de 0.9 a 2.6 h) y otra de liberación prolongada (concentración plasmática máxima de 4 a 8 horas). Los efectos terapéuticos son esencialmente los mismos para ambas Principios de tratamiento presentaciones pero la formulación de liberación prolongada tiene una absorción intestinal más lenta y se puede administrar una sola vez al día. La metformina está indicada en pacientes con diabetes tipo 2 que presentan sobrepeso u obesidad, se puede administrar como monoterapia o en combinación con otros medicamentos hipoglucemiantes. Está indicada desde los 10 años de edad y también en pacientes geriátricos pero en estos se requiere monitoreo frecuente de la función renal. Con la presentación estándar el tratamiento se inicia con una tableta de 500 o de 850 mg con un alimento; se puede aumentar la dosis cada 4 a 15 días, agregando una tableta con otro alimento, hasta llegar a una dosis máxima de 2 550 mg al día. En la presentación de liberación prolongada (500 y 750 mg) se indica una sola toma con la cena y, ocasionalmente, dos (una adicional con el desayuno). El tratamiento con metformina produce una reducción promedio de la glucosa plasmática de 55 mg/dL y de hemoglobina glucosilada de 1.5%. A mayor hiperglucemia inicial mayor disminución de la glucosa. < 105 La metformina está indicada en pacientes con diabetes tipo 2 que presentan sobrepeso u obesidad, se puede administrar como monoterapia o en combinación con otros medicamentos hipoglucemiantes. Efectos colaterales Molestias abdominales, náuseas, anorexia y sabor metálico son frecuentes durante el inicio del tratamiento; por eso se recomienda iniciar con dosis mínimas e ir aumentando en la forma descrita. La acidosis láctica es un suceso adverso serio, con una incidencia de ~0.03 casos/1 000 pacientes tratados al año, y una mortalidad de ~50%. La disminución de la función renal favorece esta complicación. Contraindicaciones En pacientes con disminución de la función renal: en hombres con creatinina de ≥ 1.5 mg/dL y en mujeres de ≥ 1.4 mg/dL; o con depuración de creatinina < 60 mL/min. En los pacientes tratados con metformina se recomienda realizar una evaluación de la función renal una vez al año. El tratamiento con metformina produce una reducción promedio de la glucosa plasmática de 55 mg/dL y de hemoglobina glucosilada de 1.5%. Inhibidores de alfa glucosidasas La digestión y rápida absorción de los carbohidratos contribuyen a la hiperglucemia posprandial, cuya importancia en el desarrollo de las complicaciones micro y macrovasculares ha cobrado gran interés. Los carbohidratos de absorción lenta con dietas altas en fibra disminuyen la elevación posprandial de la glucosa y las concentraciones de insulina; pero la mayoría de los pacientes no lleva a cabo estas indicaciones por tiempo prolongado. Los inhibidores de alfa glucosidasas se desarrollaron para retardar la digestión de los carbohidratos complejos y para inhibir la elevación de la glucosa posprandial. Mecanismo de acción Inhiben en forma competitiva el complejo enzimático alfa glucosidasa, que se localiza en el borde de cepillo del enterocito, que se requiere para hidrolizar los oligosacáridos y polisacáridos en monosacáridos. Los carbohidratos que no se absorben en el intestino delgado incrementan los carbohidratos fermentables en el colon, lo que da como resultado síntomas gastrointestinales (flatulencia y diarrea). Uso clínico Se han desarrollado tres inhibidores de alfa glucosidasa: acarbosa, miglitol y voglibosa, cuyos perfiles farmacológicos son similares. Por su mecanismo de acción se deben tomar dentro de los primeros 15 minutos después de cada alimento. Se recomienda empezar con dosis pequeñas (25 a 50 mg una vez al día, durante una semana) e ir incrementando la dosis para poder minimizar los efectos adversos gastrointestinales. Algunos estudios refieren que el máximo beneficio se obtiene con dosis de 50 mg tres veces al día. Se recomienda en los siguientes casos como tratamiento inicial: 1. Pacientes con glucosa plasmática de ayuno normal e hiperglucemia posprandial. 2. Pacientes con diabetes tipo 2 y moderada hiperglucemia (< 180 mg/dL). Los inhibidores de alfa glucosidasas se desarrollaron para retardar la digestión de los carbohidratos complejos y para inhibir la elevación de la glucosa posprandial. 106 < Diabetes mellitus En estudios clínicos controlados los inhibidores de alfa glucosidasas reportaron disminución de la hiperglucemia posprandial de aproximadamente 50 mg/dL y disminución de la hemoglobina glucosilada de 0.9%. Las tiazolidinedionas mantienen la grasa en el tejido adiposo, aumentan el peso corporal y el tejido adiposo subcutáneo. Las meglitinidas estimulan la secreción de las células beta pancreáticas, de la misma manera que las sulfonilureas, pero requieren la glucosa como estímulo concomitante. Por lo tanto, incrementan la primera fase de secreción de la insulina mediada por los alimentos. 1. Pacientes con diabetes tipo 2 para quienes están contraindicados otros hipoglucemiantes. 2. En tratamiento combinado. En estudios clínicos controlados los inhibidores de alfa glucosidasas reportaron disminución de la hiperglucemia posprandial de aproximadamente 50 mg/dL y disminución de la hemoglobina glucosilada de 0.9%. Tiazolidinedionas Las tiazolidinedionas mejoran la sensibilidad a la acción de la insulina pues son ligandos selectivos del factor de transcripción nuclear del receptor activado del proliferador de peroxisomas (peroxisome proliferator-activated receptors PPAR). Las tiazolidinedionas son los primeros medicamentos dirigidos contra la resistencia a la insulina en pacientes con diabetes tipo 2. Se conocen hasta el momento tres PPAR: •PPARa: se encuentra principalmente en hígado, corazón y músculo, así como en la pared vascular. Los fibratos, tales como el fenofibrato, bezafibrato, ciprofibrato y gemfibrozil actúan como agonistas totales o parciales de esta familia. En general, la activación del PPARa aumenta la oxidación de los ácidos grasos libres; además, tiene efectos antiinflamatorios. Estos agonistas previenen o retardan la aterosclerosis. •PPARd: se encuentra a altas concentraciones en piel, sistema nervioso central y tejido adiposo; estos tejidos son responsables de la cicatrización y mielinización, respectivamente. •PPARg: abunda en el tejido adiposo pero también se encuentra en las células β pancreáticas, en el endotelio vascular y los macrófagos. Incrementan la captación de glucosa en los tejidos insulinosensibles dando como resultado una disminución de la concentración plasmática de glucosa, tanto de ayuno como posprandial, así como de las concentraciones de ácidos grasos libres y triglicéridos hepáticos. Las tiazolidinedionas incrementan las concentraciones circulantes de adiponectina y ésta a su vez incrementa la sensibilidad a la insulina. Mecanismo de acción Las tiazolidinedionas mantienen la grasa en el tejido adiposo, aumentan el peso corporal y el tejido adiposo subcutáneo. En el tejido muscular incrementan la sensibilidad a la insulina y no producen cambios intramiocelulares de los lípidos. Las tiazolidinedionas reducen la grasa hepática e incrementan la sensibilidad a la insulina. Disminuyen la secreción de insulina como efecto indirecto de la mejoría de la sensibilidad a estas hormonas. Incrementan la adiponectina, reducen los ácidos grasos libres, la glucosa y disminuyen o no producen cambios en los triglicéridos. Al igual que con el colesterol LDL incrementan el colesterol HDL, disminuyen los marcadores de inflamación como interleucina 6, proteína C reactiva, excreción de endotelina urinaria y el inhibidor del activador del plasminógeno tipo 1. La rosiglitazona y la pioglitazona son los dos medicamentos disponibles en nuestro país; en el cuadro 24.3 se resume su eficacia clínica. Además del incremento de la sensibilidad de la insulina en los tejidos periféricos por los PPARa, los agonistas PPARd disminuyen los lípidos y tienen un efecto cardioprotector, por lo que actualmente se encuentran en investigación ocho agonistas de PPAR. Meglitinidas Las meglitinidas estimulan la secreción de las células beta pancreáticas, de la misma manera que las sulfonilureas, pero requieren la glucosa como estímulo concomitante. Por lo tanto, incrementan la primera fase de secreción de la insulina mediada por los alimentos (cuadro 24.4). Principios de tratamiento < 107 Cuadro 24.3. Efectos comparativos de dosis máximas de rosiglitazona (8 mg) y pioglitazona (30 a 45 mg) en el control glucémico según los cambios de la hemoglobina glucosilada (comparadas contra placebo y grupo control) Tipo de tratamiento Estudio Cantidad de pacientes (n) Duración del estudio (semanas) Disminución HbA1c (%) Ganancia de peso (kg) Aronoff y colaboradores Scherbaum y Göke Rosenblatt y colaboradores 155 162 197 26 semanas 26 semanas 23 semanas 1.6 0.7 1.4 4.1 1.9 3.2 Einhorn y colaboradores Kipnes y colaboradores Resenstock y colaboradores 328 376 358 16 16 16 0.8 1.3 1.0 2.3 3.7 3.7 Lebovitz y colaboradores 327 26 1.5 4.5 Fonseca y colaboradores Gómez Pérez y colaboradores Vongthavaravat Raskin y colaboradores 223 70 348 207 26 26 26 26 1.2 1.5 1.2 1.3 3.1 3.3 -----4.4 Pioglitazona Monoterapia Combinado Metformina Sulfonilurea Insulina Rosiglitazona Monoterapia Combinado Metformina Sulfonilurea Insulina Cuadro 24.4. Características de las meglitinidas Medicamento Repaglinida Nateglinida Rango de dosis (mg) Concentración máxima (horas) Vida media (horas) Metabolitos Excreción 0.5 – 4 con cada alimento 60 – 120 con cada alimento 1 1.8 1 1.4 Inactivos Activos Heces Renal 80%, heces 10% Repaglinida Es una secretagoga de insulina, estructuralmente diferente a las sulfonilureas, con absorción intestinal rápida y duración de acción de 4 horas; se indica 15 minutos antes de cada alimento. Reduce tanto la glucosa de ayuno como la posprandial. Disminuye la glucosa de ayuno igual que una sulfonilurea y la hemoglobina glucosilada en ~1.5%. Nateglinida Es una secretagoga de insulina derivada de la fenilalanina, se absorbe intestinalmente en forma acelerada. Produce una rápida y corta liberación de insulina; así, su efecto es casi exclusivo sobre la disminución de la glucosa posprandial ya que la disminución de la glucosa de ayuno es de sólo ~20 mg/dL y la de hemoglobina glucosilada ~0.8%. INCRETINAS La inhibición de la enzima dipeptidil peptidasa 4 (DPP-4) evita la inactivación del péptido similar al glucagón-1 (glucagon-like peptide-1, GLP-1) que, al aumentar sus concentraciones circulantes, estimula la secreción de insulina e inhibe la secreción de glucagón; esto finalmente repercute en la reducción de la glucemia y en un mejor control metabólico del paciente diabético. En nuestro país existen dos inhibidores de esta enzima: sitagliptina y vildagliptina. Ambos fármacos han mostrado su utilidad para el control del paciente con diabetes tipo 2 en la modalidad de monoterapia o en combinaciones con sulfonilureas, biguanidas, tiazolidinedionas e incluso con insulina. 108 < Diabetes mellitus La sitagliptina se administra en una dosis inicial de 100 mg una vez al día mientras que vildagliptina se dosifica en 50 mg dos veces al día. Los estudios realizados muestran que la exenatida es eficaz en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 pues mejora el control glucémico en pacientes que no responden adecuadamente a dosis máximas de hipoglucemiantes. Los análogos de acción ultrarrápida se administran inmediatamente antes de los alimentos o durante ellos; disminuyen la glucemia posprandial. La sitagliptina se administra en una dosis inicial de 100 mg una vez al día mientras que vildagliptina se dosifica en 50 mg dos veces al día, ambos fármacos son seguros y bien tolerados, su perfil de efectos adversos es similar al placebo. Se ha reportado hipoglucemia en 3% de los casos y existen reportes de un discreto aumento en la incidencia de pancreatitis aguda; esto último se encuentra aún en estudio pero debe tenerse en cuenta. También se ha descrito disminución de peso con su uso y, en ratas, aumento de la masa de células β; estas serían ventajas adicionales con su uso pero se requieren más estudios para establecer la utilidad de estos hechos. La exenatida es un péptido de 30 aminoácidos que comparte la mayoría de los efectos glucorregulatorios del GLP-1 pero no es degradado por la enzima dipeptidil peptidasa IV, lo que alarga notablemente su vida media; se administra por vía subcutánea en el abdomen 15 minutos antes de comer dos veces al día a dosis de 5 a 10 μg. Se está ensayando una variante de la exenatida para uso una vez a la semana en dosis de 0.8 a 2 mg y los resultados en estudios fase 2 son alentadores, con mejores resultados en cuanto a niveles de HBA1C que con la formulación de 2 aplicaciones diarias. Los estudios realizados muestran que la exenatida es eficaz en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 pues mejora el control glucémico en pacientes que no responden adecuadamente a dosis máximas de hipoglucemiantes, así como en aquellos con combinaciones de fármacos a dosis máxima; debe considerarse actualmente como una opción para agregarse (en vez de insulina) a aquellos pacientes mal controlados con la terapia oral combinada. Su uso se acompaña de pérdida de peso. El efecto secundario más común es la náusea (en 39% de los casos a dosis de 5 μg, 48% a 10 μg), así como hipoglucemia, la que sucede con mayor frecuencia que con el uso de insulina. Insulina El tratamiento con insulina es una necesidad médica para todos los pacientes con diabetes tipo 1 y para muchos pacientes con diabetes tipo 2 que no pueden alcanzar sus objetivos glucémicos con tratamiento oral. En el cuadro 24.5 se enumeran las indicaciones del tratamiento con insulina. Existen cinco preparaciones de insulina: acción ultrarrápida, rápida, intermedia, prolongada y mezclas (cuadro 24.6). Los análogos de insulina son modificaciones en las cadenas de la insulina para disminuir o incrementar el tiempo de acción. La figura 24.1 ilustra los cambios de aminoácidos entre los análogos. Los análogos de acción ultrarrápida se administran inmediatamente antes de los alimentos o durante ellos; disminuyen la glucemia posprandial. En México contamos con dos análogos de acción ultrarrápida (insulinas lispro y aspart) y uno de acción prolongada (glargina). Insulina lispro En la cadena beta de la insulina se invierten los aminoácidos: en lugar de la prolina (aminoácido 28) se inserta la lisina, y en lugar de la lisina (aminoácido 29) se inserta la prolina. Cuadro 24.5. Indicaciones del tratamiento con insulina Diabetes mellitus tipo 1 Diabetes mellitus tipo 2 con hiperglucemia a pesar de dosis máximas de hipoglucemiantes orales Cetoacidosis diabética Estado hiperosmolar Acidosis láctica Diabetes y embarazo Pacientes con hiperglucemia sintomática severa Estrés agudo (traumatismo, infección, intervención quirúrgica) Insuficiencia hepática Alergia a los hipoglucemiantes orales Diabetes gestacional Diabetes tipo 2 con buen control pero bajo peso Principios de tratamiento < 109 Cuadro 24.6. Preparaciones de insulina Tipo de insulina Inicio de acción Acción máxima Duración efectiva de acción 5 a 15 minutos 5 a 15 minutos. 5 a 15 minutos 30 a 90 minutos 30 a 90 minutos 30 a 90 minutos 4 a 6 horas 4 a 6 horas 3 a 5 horas 30 a 60 minutos 2 a 3 horas 8 a 10 horas 2 a 4 horas 2 a 4 horas 4 a 10 horas 4 a 12 horas 12 a 18 horas 12 a 20 horas 6 a 10 horas 2 a 4 horas 2 a 4 horas 10 a 16 horas Sin pico 6 a 14 horas 18 a 24 horas 20 a 24 horas 16 a 20 horas 30 a 60 minutos 5 a 15 minutos 5 a 15 minutos 30 a 60 minutos Dual Dual Dual Dual 10 a 16 horas 10 a 16 horas 10 a 16 horas 10 a 16 horas Análogos de acción ultrarrápida Lispro Aspart Glulisina Acción rápida Regular (cristalina) Acción intermedia NPH Lenta (suspensión en cinc) Acción prolongada Ultralenta (suspensión en cinc) Glargina (análogo) Detemir (análogo) Mezclas 70% NPH + 30% R 75% NPH + 25% lispro 70% NPH + 30% aspart 50% NPH + 50% R NPH: neutral protamine Hagedorn. Insulina aspart También en la cadena beta se sustituye la prolina (aminoácido 28) por el ácido aspártico, disminuyendo la habilidad de la insulina para formar hexámeros. Los análogos lispro y aspart tienen propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas similares. En general, estos análogos alcanzan una concentración máxima en la mitad de tiempo que la insulina regular; además de presentar el doble en concentración que ésta. El empleo de estos análogos da una menor variabilidad de su absorción en el sitio de inyección y posiblemente menos variabilidad entre pacientes e incluso en el mismo paciente. Ambos análogos de insulina (lispro y aspart) son superiores a la insulina regular en el control de la glucosa posprandial. Con el uso de la insulina lispro se reporta una reducción de 25% de hipoglucemia severa en comparación con la insulina regular. Contamos con dos insulinas premezcladas que contienen análogos de acción rápida: la insulina lispro protamina y la insulina protamina aspart. El argumento del empleo de estas mezclas es contar con insulina basal y prandial. La primera de estas mezclas contiene 25% de lispro y la segunda 30% de aspart; la protamina de estas dos preparaciones es idéntica a la de la insulina isófana (neutral protamine Hagedorn, NPH). Algunos estudios han demostrado que una premezcla 70/30 causa una disminución de la glucosa posprandial pero sin cambios en la hemoglobina glucosilada. Es difícil recomendar estas preparaciones pues proveen poca flexibilidad, particularmente en pacientes con gran deficiencia de insulina (diabetes tipo 1 y tipo 2) dado que no hay suficiente insulina exógena para cubrir las necesidades posprandiales. Insulina glargina En la insulina glargina, en la cadena alfa, a la asparagina (aminoácido 21) la sustituye la glicina; además, se agregan dos argininas. En el aminoácido terminal de la cadena beta tiene un pH ácido y cinc adicionado, lo que hace más estable su estructura como hexámero; por ello se absorbe con mas lentitud y uniformidad. Se han llevado a cabo muchos estudios en los que se compara la insulina glargina con la NPH; son estudios de tipo abierto ya que la glargina es una Ambos análogos de insulina (lispro y aspart) son superiores a la insulina regular en el control de la glucosa posprandial. 110 < Diabetes mellitus Figura 24.1 Alteraciones de los aminoácidos en las insulinas lispro, aspart y glargina Insulina lispro S Cadena A 1 6 S 20 11 7 S Cadena B 1 S S 6 S 11 7 Lys 19 Pro 30 Inversión Insulina aspart S Cadena A 1 6 S 20 11 7 S Cadena B 1 S S 6 S 11 7 Asp 19 30 Sustitución por aspártico Insulina glargina S Cadena A 1 6 7 Gly S Sustitución de la asparaginosa por glicina 20 11 S Cadena B 1 S S 6 7 S 11 19 30 Adición de 2 argininas No han encontrado diferencias en el mejoramiento del control glucémico con glargina; sin embargo, sí se ha reportado una disminución de la hipoglucemia nocturna con la insulina glarglina en comparación con la NPH. Con base en la evolución natural de la diabetes tipo 2 muchos pacientes requerirán tratamiento con insulina en algún momento. Arg Arg suspensión transparente y la NPH lechosa pero, en general, no han encontrado diferencias en el mejoramiento del control glucémico con glargina; sin embargo, sí se ha reportado una disminución de la hipoglucemia nocturna con la insulina glarglina en comparación con la NPH. Diabetes tipo 1 Todos los pacientes con este tipo de diabetes deben empezar con insulina exógena con un mínimo de tres aplicaciones al día. Por ejemplo, antes del desayuno 70/30 (o 75/25), antes de la comida solo R (o ultrarrápida) y antes de la cena 70/30 (o 75/25), asumiendo que en nuestro país la cena se realiza entre las 20 y las 22 horas. Diabetes tipo 2 Con base en la evolución natural de la diabetes tipo 2 muchos pacientes requerirán tratamiento con insulina en algún momento. La principal explicación propuesta es el agotamiento de las células beta, que produce insulinopenia endógena relativa y lleva a una pérdida progresiva de la hiperinsulinemia compensadora que se requiere para alcanzar y mantener un grado suficiente de control de la glucemia. En personas esbeltas con diabetes tipo 2 el defecto predominante es un trastorno de la secreción de insulina y la resistencia a ella tiende a ser menos intensa que en las personas obesas. Por otro lado, la resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia son las anomalías clásicas de las personas obesas con diabetes tipo 2. En esta forma de diabetes la secreción de insulina Principios de tratamiento suele ser excesiva en comparación con el estado no diabético, pero aún insuficiente para contrarrestar la resistencia a la insulina. Es importante comprender y apreciar estas diferencias fundamentales cuando se considera la insulinoterapia en la diabetes tipo 2. El perfil clásico de la glucemia en el paciente con diabetes tipo 2 consiste en hiperglucemia de ayuno, a la que se agrega la hiperglucemia posprandial. Es claro que la tasa basal de producción hepática de glucosa es la determinante principal de la concentración de glucosa plasmática de ayuno. La hiperglucemia posprandial está determinada en gran parte por la utilización periférica de glucosa (primera fase de secreción de insulina) y la intensidad de la resistencia a la insulina. En la diabetes tipo 2 la secreción hepática de glucosa es más sensible a la supresión con insulina que la estimulación de su captación, que suele requerir concentraciones altas de insulina. Cuando se pretende alcanzar la euglucemia, en un paciente diabético obeso, es importante recordar que la insulina exógena tiene su efecto principal en la supresión de la producción hepática de glucosa, más que de estimular la captación periférica de ésta. Debido a que el grado de insulinemia periférica se ha vinculado con aumento de peso, hipoglucemia y tal vez una mayor incidencia de eventos cardiovasculares, durante el control metabólico estricto debe considerarse el uso de sólo la cantidad de insulina exógena necesaria para suprimir la secreción de glucosa hepática y alcanzar una concentración normal de glucosa en ayuno. El cuadro 24.1 muestra las recomendaciones de control glucémico; si el paciente no alcanza estas metas con los tratamientos descritos se debe considerar un tratamiento con insulina. De acuerdo con la concentración de glucosa en ayuno podemos dividir en cuatro estadios la severidad de la hiperglucemia: Diabetes tipo 2 leve: glucosa plasmática de ayuno < 126 mg/dL; raramente se emplea insulina en este estadio. Diabetes tipo 2 moderada: cuando la glucosa plasmática en ayuno está entre 126 y 200 mg/dL se recomienda una sola aplicación de insulina de acción intermedia (NPH/lenta) o prolongada (glargina) sin suspender el hipoglucemiante oral; dosis 0.3 a 0.4 UI/kg/día o 10 UI por vía subcutánea, al momento de acostarse, con ajustes cada semana. Si la glucosa en ayuno está dentro de las recomendaciones se mantiene la misma dosis, si está por debajo de las metas disminuir 2 de 4 UI de acuerdo con el nivel de la hipoglucemia; si la glucosa está por arriba de las recomendaciones por cada elevación de 20 mg/dL se debe incrementar 1 UI sc, por ejemplo glucosa de ayuno de 170 mg/dL, aumentar 2 UI de la dosis basal. Diabetes tipo 2 severa: cuando la glucosa plasmática en ayuno es de 200 a 250 mg/dL: se indica una mezcla de insulinas 70/30 o 75/25, a dosis de 0.5 a 1.2 UI/kg/día con los ajustes de dosis ya mencionados. Diabetes tipo 2 muy severa: cuando la glucosa plasmática de ayuno es de 250 a 300 mg/dL los pacientes se tratan con dos o más dosis de insulina como los pacientes con diabetes tipo 1. Consideraciones para el uso específico de combinaciones Los resultados de estudios clínicos controlados recientes, multicéntricos, han demostrado que el tratamiento para los pacientes con diabetes tipo 2, basado en cambios en el estilo de vida y monoterapia, no es suficiente para alcanzar el control metabólico. Una estrategia para tratar de alcanzar estas metas es la combinación de agentes orales con diferentes mecanismos de acción, el uso de hipoglucemiantes orales con insulina o un régimen con insulina. Ya se han estudiado suficientemente (y validado sus efectos) las combinaciones de hipoglucemiantes que incrementan la secreción de insulina, por ejemplo sulfonilureas, repaglinida, o nateglinida con hipoglucemiantes que disminuyen los requerimientos de insulina como metformina, acarbosa y tiazolidinedionas. Sulfonilureas + metformina Esta combinación es la más estudiada (doble efecto: incremento de la secreción de insulina y disminución de la producción de glucosa hepática) y es también la más empleada en nuestro país; incluso se cuenta con medicamentos con la mezcla preparada en diferentes dosis. Se debe pensar en esta mezcla para pacientes con sobrepeso/obesidad, glucosa en ayunas > 200 mg/dL y dislipidemia secundaria. < 111 Cuando la glucosa plasmática en ayuno está entre 126 y 200 mg/dL se recomienda una sola aplicación de insulina de acción intermedia (NPH/lenta) o prolongada (glargina) sin suspender el hipoglucemiante oral. Cuando la glucosa plasmática en ayuno es de 200 a 250 mg/ dL se indica una mezcla de insulinas 70/30 o 75/25, a dosis de 0.5 a 1.2 UI/kg/día. Cuando la glucosa plasmática en ayuno es de 250 a 300 mg/dL los pacientes se tratan con dos o más dosis de insulina como los pacientes con diabetes tipo 1. Ya se han estudiado suficientemente (y validado sus efectos) las combinaciones de hipoglucemiantes que incrementan la secreción de insulina, por ejemplo sulfonilureas, repaglinida, o nateglinida con hipoglucemiantes que disminuyen los requerimientos de insulina como metformina, acarbosa y tiazolidinedionas. 112 < Diabetes mellitus Sulfonilurea + acarbosa Esta combinación puede utilizarse en casos de glucemia posprandial alta, a sabiendas que tiene una actividad limitada sobre la glucemia de ayuno y que los efectos gastrointestinales pueden dificultar su utilización en la práctica clínica. Sulfonilurea + tiazolidinediona Se debe pensar en esta combinación en casos donde haya una marcada resistencia a la insulina y una glucosa de ayunas > 200 mg/dL. Las contraindicaciones para utilizar esta combinación son: enfermedad hepática preexistente o alteración de las pruebas de función hepática, insuficiencia cardíaca congestiva, edema periférico o ambos. Sulfonilurea + meglitinidas Esta combinación carece de justificación dado que los mecanismos de acción son similares: secretagogas en los mismos receptores. En todo caso, lo justificado sería el cambio de una sulfonilurea por una meglitinida. Metformina + tiazolidinediona Esta combinación de medicamentos tiene la ventaja de no asociarse con hipoglucemia, mejora la sensibilidad de la insulina por diferentes mecanismos y en diferentes órganos (metformina en el hígado y tiazolidinediona en el músculo). Metformina + meglitinidas Esta combinación puede ser útil en pacientes con horario variable de alimentación ya que las meglitinidas tienen un periodo muy corto de acción y se utilizan principalmente en casos de hiperglucemia posprandial. Metformina + acarbosa Esta combinación pudiera ser efectiva en pacientes con hiperglucemia posprandial; sin embargo, ya que ambos medicamentos tienen efectos gastrointestinales estos pudieran potenciarse. Hay en la actualidad otras combinaciones con el mismo efecto terapéutico sin dichos efectos adversos colaterales. Tiazolidinediona + acarbosa No existe ningún estudio que evalúe la ventaja de esta combinación de medicamentos. No está indicada esta terapia combinada. Tiazolidinedionas + meglitinidas Hasta la fecha se han llevado a cabo dos estudios: uno que utiliza la combinación de rosiglitazona (8 mg/día) + repaglinida (2 mg/día) que demostró una reducción de 1.5% en la hemoglobina glucosilada y otro donde se utilizó pioglitazona (30 mg/día) + repaglinida (2 mg/día) con una disminución, también de la hemoglobina glucosilada, de 2.2%. Lecturas Recomendadas • • • • • • Ahrén B. Use of DPP-4 inhibitors in type 2 diabetes: focus on sitagliptina. Diabetes, Metabolic Syndrome and Obesity: Targets and Therapy 2010;3:31-41. Diabetes Prevention Program Research Group. Reduction in the incidence of type 2 diabetes with lifestyle intervention of metformin. N Engl J Med 2002;346:393-403. Gaede P, Vedel P, Larsen N, Jensen GV, Parving HH, Pedersen O. Multifactorial Intervention and Cardiovascular Disease in Patients with Type 2 Diabetes. N Engl J Med 2003;348:383-93. Hirsch IB. Insulin Analogues. N Engl J Med 2005;352:174-83. 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El pronóstico de estas dos afecciones empeora sustancialmente en las edades extremas y en presencia de coma e hipotensión. Causas y patogenia Un cuadro infeccioso es el factor desencadenante más común de la cetoacidosis diabética y del estado hiperglucémico hiperosmolar. Los medicamentos que afectan el metabolismo de los carbohidratos, como los corticosteroides, las tiazidas y los agentes simpaticomiméticos (por ejemplo dobutamina y terbutalina) pueden precipitar el desarrollo del estado hiperglucémico hiperosmolar y la cetoacidosis diabética. El mecanismo básico subyacente de ambos trastornos es la reducción de la acción efectiva de la insulina circulante, junto con una elevación concomitante de las hormonas contrarreguladoras. Estas alteraciones dan lugar a un aumento de la producción de glucosa tanto renal como hepática y a una disminución de la utilización de la glucosa en los tejidos periféricos, lo que da como resultado hiperglucemia y cambios paralelos en la osmolaridad del espacio extracelular. En la cetoacidosis diabética estas alteraciones producen la liberación de ácidos grasos libres del tejido adiposo a la circulación y oxidación desmedida de ácidos grasos hepáticos a cuerpos cetónicos (b-hidroxibutirato y acetoacetato) con cetonemia y acidosis metabólica como resultado. Por lo que respecta a el estado hiperglucémico hiperosmolar no se produce cetogénesis ya que la insulina circulante, aunque insuficiente, inhibe la lipólisis y la subsiguiente cetogénesis. Diagnóstico El cuadro clínico del estado hiperglucémico hiperosmolar evoluciona en varios días o semanas mientras que la evolución de la cetoacidosis diabética es mucho más breve. Tanto en la cetoacidosis diabética como en el estado hiperglucémico hiperosmolar los pacientes tienen una historia de poliuria, polidipsia, polifagia, pérdida de peso, vómitos, dolor abdominal (sólo en la cetoacidosis), deshidratación, debilidad, pérdida de la capacidad sensorial y, finalmente, coma. Los signos físicos pueden incluir disminución de la turgencia cutánea, respiración de La cetoacidosis y la hiperglucemia hiperosmolar son las dos complicaciones metabólicas agudas más graves de la diabetes, incluso cuando se tratan adecuadamente. El cuadro clínico del estado hiperglucémico hiperosmolar evoluciona en varios días o semanas mientras que la evolución de la cetoacidosis diabética es mucho más breve. 114 < Diabetes mellitus Kussmaul (en la cetoacidosis), taquicardia, hipotensión (indica un 10% de deshidratación), alteraciones del estado mental, choque y finalmente coma (más frecuente en el estado hiperosmolar). El cuadro 25.1 resume los datos de laboratorio de la cetoacidosis diabética y del estado hiperglucémico hiperosmolar. Cuadro 25.1. Criterios para el diagnóstico de la cetoacidosis diabética y del estado hiperglucémico hiperosmolar Cetoacidosis diabética Glucosa plasmática (mg/dL) pH arterial Bicarbonato sérico (mEq/L) Cetonuria* Cetonemia* Osmolaridad sérica efectiva (mOsm/kg)** Brecha aniónica *** Alteración sensorial u obnubilación mental Estado hiperglucémico hiperosmolar Leve Moderada Grave > 250 7.25 – 7.30 15 – 18 Positivo Positivo Variable > 10 Alerta > 250 7.00 – 7.24 10 a 15 Positivo Positivo Variable > 12 Alerta/somnolencia > 250 < 7.00 < 10 Positivo Positivo Variable > 12 Estupor/coma > 600 > 7.30 > 15 Huellas Huellas > 320 Variable Estupor/coma *Método de reacción de nitroprusiato; **cálculo: 2 [Na+ medido (mEq/L)] + glucosa (mg/dL)/18; ***cálculo: (Na+) – Cl- + (HC03-) mEq/L. El tratamiento con líquidos está destinado a incrementar los volúmenes intra y extravascular y a restaurar la perfusión renal. En ausencia de afectación cardíaca se infundirá solución fisiológica isotónica (NaCl 0.9%) a una velocidad de 15 a 20 mL/kg de peso corporal por hora. La concentración de sodio sérico generalmente disminuye por el flujo osmótico de agua del espacio intracelular al extracelular en presencia de hiperglucemia y, con menos frecuencia, la concentración de sodio sérico puede disminuir falsamente por una hipertrigliceridemia. La concentración de potasio sérico puede aumentar por un desplazamiento extracelular de potasio producido por deficiencia de insulina. Los pacientes con una concentración baja o baja-normal de potasio sérico, al ser ingresados tienen deficiencia de potasio corporal total y necesitan un control cardíaco riguroso y un reemplazo de potasio más cuidadoso, dado que el tratamiento reduce el potasio aún más y puede provocar trastornos del ritmo cardíaco. La mayoría de los pacientes con cetoacidosis puede presentar elevación de amilasa pero esto puede deberse a fuentes no pancreáticas como la glándula parótida. La determinación de lipasa sérica puede ser útil en el diagnóstico diferencial de pancreatitis. Tratamiento El tratamiento exitoso de la cetoacidosis y del estado hiperosmolar requiere la corrección de la deshidratación, la hiperglucemia y los desequilibrios de electrólitos; así como la identificación de las causas desencadenantes. Líquidos El tratamiento con líquidos está destinado a incrementar los volúmenes intra y extravascular y a restaurar la perfusión renal. En ausencia de afectación cardíaca se infundirá solución fisiológica isotónica (NaCl 0.9%) a una velocidad de 15 a 20 mL/kg de peso corporal por hora (de 1 a 1.5 litros en un adulto promedio). Una vez que se compruebe la función renal se agregarán a la infusión de 20 a 30 mEq/L de potasio hasta que el paciente se estabilice y tolere los suplementos orales. El buen progreso con el reemplazo de líquidos se juzgará por el control hemodinámico (mejoría de la presión arterial), la determinación del balance de entrada y eliminación de líquidos y por el examen clínico. El reemplazo de líquidos deberá corregir el déficit calculado en las primeras 24 horas. Cuando la glucosa se encuentre en 250 mg/dL se cambiará la solución fisiológica por solución de glucosa 5% con solución salina 0.45% a una velocidad de 150 a 250 mL por hora con dosis de insulina horaria. Complicaciones agudas Insulina Una vez que se haya excluido la hipopotasemia (K < 3.3 mEq/L) deberá administrarse un bolo de insulina rápida por vía intravenosa a razón de 0.15 U/kg de peso corporal, seguido de una infusión de 0.1 U/kg por hora o en bolo intravenoso de 5 a 7 U por hora. Esta dosis de insulina generalmente reduce la concentración plasmática de glucosa a una velocidad de 50 a 75 mg/dL por hora. Cuando la glucosa plasmática alcance los 250 mg/dL o los 300 mg/dL en el estado hiperosmolar podrá reducirse la velocidad de infusión de insulina a 0.05 – 0.1 U/kg de peso corporal por hora y añadirse glucosa 5% en los líquidos intravenosos. En general, la cetonemia tarda más que la hiperglucemia en desaparecer. Durante el tratamiento el hidroxibutirato se convierte en ácido acetoacético, lo que puede hacer pensar al clínico que la cetosis ha empeorado. Por ello, la evaluación de las concentraciones de acetonas séricas o urinarias, por el método del nitroprusiato, no deberán utilizarse como indicador de respuesta al tratamiento. Cada dos a cuatro horas se deben medir electrólitos séricos, glucosa, nitrógeno ureico, creatinina, osmolaridad, pH venoso y la brecha aniónica. Criterios de resolución de la cetoacidosis: Glucosa plasmática < 200 mg/dL Bicarbonato sérico ≥ 8 mEq/L pH venoso > 7.3 Una vez resuelta la cetoacidosis, si aún no se indica la vía oral, se debe continuar con la insulina por vía intravenosa, con el reemplazo de líquidos y completar con insulina rápida subcutánea cada 4 horas según sea necesario; por ejemplo, 5 U por cada aumento de 50 mg/ dL por encima de los 150 mg/dL hasta un máximo de 20 U para la glucosa de ≥ 300 mg/dL. Cuando se inicia la vía oral se comienza el programa de insulina en dosis múltiples, ya sea combinando insulina de acción rápida o ultra rápida con intermedia o lenta según se requiera para controlar la glucosa. Se debe continuar la infusión de insulina durante una a dos horas después de haber comenzado el régimen mixto para garantizar concentraciones suficientes de insulina plasmática; en otras palabras, se deben superponer el tratamiento de insulina intravenosa y el inicio del régimen de insulina subcutánea. < 115 Una vez que se haya excluido la hipopotasemia (K < 3.3 mEq/L) deberá administrarse un bolo de insulina rápida por vía intravenosa a razón de 0.15 U/kg de peso corporal, seguido de una infusión de 0.1 U/kg por hora o en bolo intravenoso de 5 a 7 U por hora. Para prevenir la hipopotasemia se inicia la reposición de potasio luego que las concentraciones séricas caigan por debajo de 5.5 mEq/L, asumiendo que hay una diuresis adecuada. Potasio Para prevenir la hipopotasemia se inicia la reposición de potasio luego que las concentraciones séricas caigan por debajo de 5.5 mEq/L, asumiendo que hay una diuresis adecuada. Por lo general, 20 a 30 mEq de potasio en cada litro de líquido de infusión son suficientes para mantener una concentración de potasio sérico dentro del rango normal. Bicarbonato El uso del bicarbonato en la cetoacidosis continúa siendo polémico. Con un pH > 7.0 el restablecimiento de la actividad de la insulina bloquea la lipólisis y resuelve la cetoacidosis sin tener que añadir bicarbonato. Ningún estudio aleatorizado y prospectivo ha podido demostrar que el tratamiento con bicarbonato, en pacientes con cetoacidosis con un pH entre 6.9 y 7.1, haya producido cambios benéficos o deletéreos en la morbilidad o en la mortalidad. Dado que la acidosis grave puede dar lugar a miles de efectos vasculares adversos parece prudente que los pacientes adultos con un pH < 6.9 reciban 100 mmol de bicarbonato de sodio en 400 mL de agua esterilizada administrados a una velocidad de 200 mL/h. En el caso de pacientes con pH entre 6.9 y 7.0 se diluirán 50 mmol de bicarbonato de sodio en 200 mL de agua y se inyectarán a una velocidad de 200 mL/h. Si el pH es > 7.0 no se necesitará bicarbonato. Acidosis Láctica La acidosis láctica es la forma más común de acidosis metabólica en pacientes hospitalizados. Sin relación con la causa, la acumulación de ácido láctico indica una mayor producción que consumo de ácido láctico. Con un pH > 7.0 el restablecimiento de la actividad de la insulina bloquea la lipólisis y resuelve la cetoacidosis sin tener que añadir bicarbonato. 116 < Diabetes mellitus La acidosis tipo A se asocia con trastornos en los cuales hay una reducción de la liberación de oxígeno (hipoxia tisular). Clasificación La verdadera acidosis láctica se caracteriza por incremento de lactato sérico (> 5.0 mEq/L) asociado con descompensación hemodinámica y metabólica; regularmente se acompaña de un pH sanguíneo < 7.35. La acidosis láctica se clasifica en dos categorías: Tipo A. La acidosis tipo A se asocia con trastornos en los cuales hay una reducción de la liberación de oxígeno (hipoxia tisular); es el tipo más común y ocurre cuando la cantidad de oxígeno es inadecuada para cumplir con las demandas metabólicas de los tejidos, resultando en una hipoxemia y glucólisis anaeróbica. Tipo B. En la acidosis tipo B no hay evidencia clínica de reducción de la liberación de oxígeno a los tejidos; este tipo se subdivide además en tres subgrupos (cuadro 25.2). Cuadro 25.2 Algunas causas de acidosis láctica tipo A (prueba clínica de aporte inadecuado de O2) Choque (séptico, cardiogénico e hipovolémico) Anemia o hipoxemia severa Post bypass cardiopulmonar Envenenamiento por CO2 tipo B (sin evidencia clínica de aporte inadecuado de O2) B1 Asociado con enfermedad subyacente B2 Debido a medicamentos o toxinas B3 Debido a defectos congénitos en la gluconeogénesis u oxidación de piruvato Diabetes mellitus Hepatopatía Neoplasias Sepsis Sida Biguanidas Etanol/metanol Paracetamol Salicilatos Nitroprusiato Inhibidores de la transcriptasa reversa de nucleósido Deficiencia de: Glucosa-6-fosfatasa Piruvato carboxilasa Fructosa-1,6-difosfatasa Piruvato dehidrogenasa Fosforilación oxidativa La metformina se relaciona con acidosis láctica en ~0.03 casos/por cada 1 000 pacientes tratados al año. El empleo de bicarbonato es controvertido y se encuentra bajo intensa investigación pues se requieren grandes cantidades y esto puede provocar efectos indeseables. Diabetes mellitus El metabolismo del lactato es anormal en la diabetes. La acidosis láctica se presenta muy rara vez en pacientes con diabetes. Cuando ocurre es el resultado de un aporte inadecuado de oxígeno o hipoxia, disfunción miocárdica o sepsis. Por ello, cuando la acidosis láctica se presenta en pacientes con diabetes, se debe buscar la causa subyacente. Biguanidas La metformina se relaciona con acidosis láctica en ~0.03 casos/por cada 1 000 pacientes tratados al año. Los casos reportados ocurrieron en pacientes con insuficiencia renal u otra enfermedad asociada con mala perfusión renal o de los tejidos e hipoxia. Dichas condiciones incluyen insuficiencia cardíaca congestiva, EPOC y edad avanzada (más de 80 años). El mecanismo por el cual la metformina se asocia con la acidosis láctica no es claro aún. Tratamiento La piedra angular es el tratamiento de la enfermedad subyacente, de los factores predisponentes y la corrección de la hipoxia tisular. El empleo de bicarbonato es controvertido y se encuentra bajo intensa investigación pues se requieren grandes cantidades y esto puede provocar efectos indeseables. Debido a los efectos adversos potenciales por el empleo de bicarbonato se ha empleado, en estudios de investigación con animales de laboratorio, una combinación de Na2CO3 con NaHCO3; se trata de un amortiguador igual que el bicarbonato pero que no produce CO2. El tratamiento de la acidosis láctica provocado por la metformina es la hemo- Complicaciones agudas < 117 diálisis. Finalmente el dicloroacetato, en estudios clínicos controlados, no ha demostrado beneficio al compararlo con el tratamiento convencional y este medicamento no se recomienda para el tratamiento de la acidosis láctica. Hipoglucemia y alteraciones de la glucoRregulación El control estricto de la glucosa a largo plazo está relacionado con una disminución de las complicaciones micro y macrovasculares. Sin embargo, la hipoglucemia yatrogénica es el factor limitante más importante en el control estricto de la glucosa en los pacientes con diabetes. La glucosa es el principal sustrato energético del sistema nervioso central que demanda un aporte de 1 a 1.2 mg/kg/min. El sistema nervioso central no puede sintetizar glucosa o almacenarla más de unos cuantos minutos como glucógeno; por ello, la dependencia del sistema nervioso central de la alimentación continua de glucosa desde la circulación es crítica. Si no fuera por los efectos potencialmente devastadores de la hipoglucemia en el sistema nervioso central el control de la glucosa sería bastante menos estricto. Pero los efectos de la hipoglucemia en el sistema nervioso central son reales; el control de la glucosa en la diabetes es sumamente complejo y, en general, parcialmente exitoso. Frecuencia En los pacientes con diabetes tipo 1, en quienes se intenta mantener un control estricto de la glucosa, se presenta un número incalculable de episodios asintomáticos de hipoglucemia; en 10% de dichos episodios las concentraciones de glucosa plasmática se encuentran por debajo de 50 mg/dL. Estos pacientes presentan un promedio de dos episodios de hipoglucemia sintomática (miles de episodios durante su vida) por semana y un episodio de hipoglucemia severa al año. Probablemente entre 2 y 4% de los pacientes fallece durante un episodio de hipoglucemia. Aunque es difícil evaluar en proporciones absolutas la frecuencia de la hipoglucemia yatrogénica es sustancialmente más baja en pacientes con diabetes tipo 2 que en pacientes con diabetes tipo 1. Así, la frecuencia de hipoglucemia severa en pacientes con diabetes tipo 2 es aproximadamente 10% de la frecuencia entre los pacientes con diabetes tipo 1, ambos en tratamiento intensivo con insulina. En el estudio UKPDS (United Kingdom Prospective Diabetes Study) en seis años de seguimiento de pacientes con diabetes tipo 2 aquellos que presentaron hipoglucemia eran tratados: 2.4% con metformina, 3.3% con sulfonilureas y 11.2% con insulina; en tanto que 65% de los pacientes con diabetes tipo 1 tuvieron hipoglucemia en el estudio DCCT (Diabetes Control and Complications Trial) con seguimiento de 6.5 años. A pesar de que los episodios de hipoglucemia son mucho menos frecuentes en pacientes con diabetes tipo 2, en comparación con los que tienen diabetes tipo 1, el cuadro clínico de hipoglucemia es similar en ambos tipos de diabetes. No se cuenta con estimaciones confiables de mortalidad a causa de hipoglucemia severa en pacientes con diabetes tipo 2. Manifestaciones clínicas Es muy difícil depender de la sola presencia de los síntomas propios de la hipoglucemia para corroborar el diagnóstico. Los síntomas que suelen atribuirse a la hipoglucemia no son específicos y apenas guardan relación con las concentraciones de glucosa plasmática. Los síntomas de la disminución de la glucosa en sangre pueden subdividirse en dos grupos: síntomas adrenérgicos y neuroglucopénicos: Adrenérgicos Neuroglucopénicos PalpitacionesCefalalgia Diaforesis Debilidad Ansiedad Fatiga Hambre Confusión IrritabilidadAmnesia Palidez Visión borrosa Náusea Déficit neurológico focal Angina de pecho Convulsiones y coma La dependencia del sistema nervioso central de la alimentación continua de glucosa desde la circulación es crítica. Aunque es difícil evaluar en proporciones absolutas la frecuencia de la hipoglucemia yatrogénica es sustancialmente más baja en pacientes con diabetes tipo 2 que en pacientes con diabetes tipo 1. Los síntomas que suelen atribuirse a la hipoglucemia no son específicos y apenas guardan relación con las concentraciones de glucosa plasmática. 118 < Diabetes mellitus Diagnóstico La certificación de la hipoglucemia bioquímica es indispensable debido a que el cuadro clínico no es diagnóstico. De hecho, un episodio hipoglucémico se documenta de acuerdo con la tríada de Whipple: • Síntomas compatibles con hipoglucemia • Demostración de cifras bajas de glucosa plasmática • Desaparición de los síntomas después de la normalización de la glucosa plasmática Glucorregulación fisiológica Umbral glucémico. La disminución de la concentración plasmática de glucosa lleva a la siguiente cascada de efectos: 1. Disminución de la secreción de insulina (primer mecanismo contra la hipoglucemia) con cifras de glucosa de ayuno de entre ~72 y 108 mg/dL. Esto favorece el incremento de la producción de glucosa hepática y disminuye la utilización de glucosa por los tejidos periféricos. 2. Incremento de la secreción de glucagón (y epinefrina a los pocos minutos), entre otras respuestas neuroendocrinas, con un umbral glucémico de entre ~65 y 70 mg/ dL. Estimulan la glucogenólisis hepática y favorecen la gluconeogénesis hepática; como resultado se incrementa la concentración de glucosa. 3. Síntomas adrenérgicos y neuroglucopénicos; alteraciones cognitivas con un umbral de glucosa de entre ~50 y 55 mg/dL. A mayor tiempo con diabetes mayor frecuencia de hipoglucemia yatrogénica; esto es dependiente de una mayor deficiencia en el control de la secreción de insulina. La hipoglucemia yatrogénica es el resultado de una interrelación entre el exceso de insulina y las alteraciones de la glucorregulación. Glucorregulación En pacientes con diabetes tipo 1 cuando la glucosa disminuye la concentración de insulina no disminuye, dichas concentraciones de insulina no son reguladas y son simplemente resultado de una absorción pasiva de la insulina y de la farmacocinética de la insulina administrada. A medida que disminuye más la glucosa el glucagón no se incrementa. Además, la secreción de epinefrina está atenuada y sólo responde a umbrales más bajos de glucosa. De esta manera los tres mecanismos de defensa contra la hipoglucemia están perdidos en pacientes con diabetes tipo 1. En pacientes con diabetes tipo 2, de reciente diagnóstico, los mecanismos de glucorregulación se han encontrado intactos; esto explica la baja frecuencia de hipoglucemia. A mayor tiempo con diabetes mayor frecuencia de hipoglucemia yatrogénica; esto es dependiente de una mayor deficiencia en el control de la secreción de insulina. Así, se puede esperar en los pacientes diabéticos tipo 2 de larga evolución pérdida de la glucorregulación igual a la de los pacientes con diabetes tipo 1. Factores de riesgo para la hipoglucemia en diabetes El exceso relativo o absoluto de insulina, ya sea endógena o exógena, es el único determinante de riesgo; por ejemplo: 1. Dosis excesivas de insulina (dosis incorrecta de insulina o secretagogo). 2. Disminución del aporte exógeno de glucosa (no tomar un alimento). 3. Disminución de la producción endógena de glucosa (ingesta de alcohol). 4. Incremento de la utilización de glucosa (durante el ejercicio). 5. Incremento de la sensibilidad a la insulina (después del ejercicio, pérdida de peso, mejor control glucémico). 6. Disminución de la depuración de insulina (disminución de la función renal). La hipoglucemia yatrogénica es el resultado de una interrelación entre el exceso de insulina y las alteraciones de la glucorregulación. En otras palabras, aunque el exceso de insulina puede causar hipoglucemia, la integridad fisiológica de los mecanismos contrarreguladores impide una caída de las concentraciones de glucosa. Infecciones y diabetes mellitus Tratamiento Los episodios asintomáticos de hipoglucemia detectados por el automonitoreo, y muchos de los episodios sintomáticos, se pueden tratar eficazmente por la ingestión de una tableta de glucosa, un vaso con jugo o leche o una comida. La respuesta a la glucosa oral es transitoria, regularmente menos de 2 horas, por lo que después de estas medidas se recomienda tomar una comida. Se requiere el tratamiento parenteral cuando el paciente es incapaz de tomar algo por vía oral; se recomienda la glucosa endovenosa pero no el glucagón en pacientes con diabetes tipo 2 ya que estimula la secreción de insulina igual que la glucogenólisis. Lecturas Recomendadas • • • • • • • • < 119 Se requiere el tratamiento parenteral cuando el paciente es incapaz de tomar algo por vía oral; se recomienda la glucosa endovenosa pero no el glucagón en pacientes con diabetes tipo 2 ya que estimula la secreción de insulina igual que la glucogenólisis. ADA. Hyperglycemic Crisis in Diabetes. Diabetes Care 2004;27(Suppl 1):S94–S102. Creer PE, Davis SN, Shamoon HD. Hypoglycemia in Diabetes. Diabetes Care 2003;26:1902-12. DeFronzo RA, Matsuda M, Barreto E. Diabetic ketoacidosis: a combined metabolic-nephrologic approach to therapy. Diabetes Rev 1994;2:209-38. Ennis ED, Stahl EJVB, Kreisberg RA. The hyperosmolar hyperglycemic syndrome. Diabetes Rev 1994;2:115-126. Lobmann R, Lehnert H. Hypoglykämie, Klassifikation, Therapie und vermeidbare Fehler. Internist 2003;44:1275-81. Malone Ml, Gennis V, Goodwin JS. Characteristics of diabetic ketoacidosis in older versus younger adults. J Am Geriatr Soc 1992;40:1100-104. Polonsky WH, Anderson BJ, Lohrer PA, Aponte JE, Jacobson AM, Cole CF. Insulin omission in women with IDDM. Diabetes Care 1994;17:1178-185. Viallon A, Zeni F, Lafond P, et al. Does bicarbonate therapy improve the management of severe diabetic ketoacidosis?. Crit Care Med 1999;27:2690-93. 26. Infecciones y diabetes mellitus Everardo Martínez Valdés, Alberto C. Frati Munari INTRODUCCIÓN Los procesos infecciosos son una de las causas más frecuentes de descontrol metabólico agudo en el paciente diabético dado que precipitan la cetoacidosis diabética y el estado hiperosmolar; son una de las principales causas de ausencia laboral y de muerte. Una tercera parte de las muertes en la población diabética es atribuible a infecciones y en algunas poblaciones representan la principal causa de muerte. La mortalidad aumenta cuando la infección coexiste con otras afecciones, principalmente con la enfermedad cardiovascular y con la insuficiencia cardíaca, en los países desarrollados, y con insuficiencia renal en los países en vías de desarrollo. Los pacientes diabéticos tienen una susceptibilidad aumentada a padecer infecciones debido a defectos en la función inmunitaria, mayores sustratos para el crecimiento de hongos y bacterias, insuficiencia vascular relacionada con microangiopatía, aterosclerosis y neuropatía sensorial. La función de los neutrófilos se deteriora por disminución en la adherencia a los microorganismos, así como la quimiotaxis y la fagocitosis, lo que disminuye la destrucción intracelular de los organismos. Estos defectos son exacerbados por los períodos de un pobre control glucémico, lo que predispone a infecciones bacterianas. Durante los períodos de euglucemia la fagocitosis mejora sustancialmente. Las alteraciones de los mecanismos de defensa que se presentan en el cuadro 26.1 explican la susceptibilidad aumentada para presentar infecciones entre los pacientes diabéticos. En el cuadro 26.2 se resumen los tipos de infección, los microorganismos causales más comunes, las complicaciones y algunas guías terapéuticas. Los pacientes diabéticos tienen una susceptibilidad aumentada a padecer infecciones debido a defectos en la función inmunitaria, mayores sustratos para el crecimiento de hongos y bacterias, insuficiencia vascular relacionada con microangiopatía, aterosclerosis y neuropatía sensorial. 120 < Diabetes mellitus Cuadro 26.1. Alteraciones de los mecanismos de defensa contra infecciones en pacientes con diabetes mellitus Tipo de alteraciónCausa Disminución de la fagocitosis Hiperglucemia, cetoacidosis Decremento de la inmunidad mediada por Hiperglucemia linfocitos T Isquemia Microangiopatía Trastornos en el flujo de secreciones y Neuropatía autonómica líquidos corporales (retención urinaria, proliferación bacteriana intestinal, regurgitación de alimentos) Traumatismos frecuentes e indolorosNeuropatía sensorial Disminución de IgA secretora en el urotelio Se desconoce Cuadro 26.2. Alteraciones de los mecanismos de defensa contra infecciones en pacientes con diabetes mellitus Infección Microorganismos Complicaciones Tratamiento a. Úlceras cutáneas y celulitis Staphylococcus aureus, Streptococcus fragilis, E. coli, Proteus y otras enterobacterias Osteomielitis, gangrena Betalactámicos aminoglucósidos y fluoroquinolonas (según el germen patógeno) b. Gangrena y fascitis necrosante Streptococcus A y B, E. coli, especies de Pseudomonas y Proteus, Clostridium Necrosis extensa, hepatitis reactiva, insuficiencia orgánica múltiple Fasciotomía, penicilina + amikacina + metronidazol y otros según el microorganismo c. Abscesos de cara y cuello Streptococcus, Bacteroides, anaerobios Mionecrosis, osteomielitis Desbridamiento, penicilina + amikacina + metronidazol II. Mucormicosis rinocerebral Hongos mucorales del género Rhizopus Parálisis de nervios oculomotores, absceso cerebral, trombosis de seno cavernoso, trombosis carotídea Amfotericina B, desbridamiento III. Otitis externa maligna Pseudomonas aeruginosa Osteomielitis temporal, meningitis, absceso epidural, afección de pares V, VII y VIII Desbridamiento, aminoglucósido + cefalosporina de tercera generación u otro antibiótico específico a. Cistitis y pielonefritis E. coli, Proteus Pionefrosis, absceso renal, necrosis papilar, septicemia Fluoroquinolonas, trimetoprima con sulfametoxazol, aminoglucósido. Tratamiento de vejiga neurógena b. Absceso perinefrítico Staphylococcus, E. coli Septicemia, empiema Drenaje y antimicrobianos V. Colecistitis enfisematosa E. coli, Pseudomonas, Streptococcus Perforación vesicular, conlangitis, septicemia Colecistectomía urgente; cefalosporinas de tercera generación + aminoglucósidos + metronidazol VI. Candidosis (piel y vagina) Candida albicans Infección polimicrobiana Ketoconazol, itraconazol, fluconazol I. Tejidos blandos IV. Infecciones de vías urinarias Complicaciones macrovasculares < 121 Un aspecto importante de varias de estas infecciones es que propician descontrol diabético grave que dificulta decidir el momento de la cirugía; por otra parte, si no reciben tratamiento quirúrgico (por ejemplo: abscesos, fascitis, colecistitis aguda, mucormicosis) nunca se logra controlar la diabetes. En estos casos el tratamiento médico y quirúrgico debe ser simultáneo. Las tuberculosis, dermatofitosis y onicomicosis también son comunes en diabéticos, tienden a presentar recurrencias y requieren tratamientos más prolongados. LECTURAS RECOMENDADAS • • • Cruz-Carranza G, Fuentes Allen JL. Diabetes e infección. En: Ariza CR, Frati AC (ed). Diabetes mellitus. Temas de Medicina Interna 1993;1:949-970. Kanuck DM, Zgonis T, Jolly GP. Necrotizing fasciitis in a patient with type 2 diabetes mellitus. J Am Podiatr Med Assoc 2006;96(1):67-72. Zargar AH, Wani AI, Masoodi SR, Laway BA y Bashir MI. Mortality in diabetes mellitus-data from a developing region of the world. Diabetes Res Clin Pract 1999;(43):67-74. 27. Complicaciones macrovasculares Juan Díaz Salazar, Alberto C. Frati Munari, Alberto F. Rubio Guerra INTRODUCCIÓN Está demostrado que los factores de riesgo cardiovascular (por ejemplo, hipertensión arterial, dislipidemia, obesidad y resistencia a la insulina) se presentan en pacientes con diabetes; pero al igual que en la población sin diabetes estos factores de riesgo predicen en forma independiente el riesgo cardiovascular: a mayor número de factores mayor riesgo de mortalidad cardiovascular. Al momento del diagnóstico aproximadamente 50% de los pacientes con diabetes tiene hipertensión. De acuerdo con la ENSA 2000 la prevalencia nacional de hipertensión en México es de 30.05%; en los pacientes con diabetes se incrementa a 46.2% y más de 30% tienen hipercolesterolemia. Las últimas décadas han sido testigo de una sustancial disminución en la mortalidad por enfermedad arterial coronaria entre la población general; lamentablemente, esto no es válido para los pacientes con diabetes mellitus. Una comparación de los datos de 1982 a 1984, con los datos de 1971 a 1975 del National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) reveló que la mortalidad por enfermedad arterial coronaria había disminuido en 36 y 27% (en personas sin diabetes), hombres y mujeres, respectivamente. Sin embargo, la disminución de la mortalidad cardiovascular en pacientes masculinos con diabetes no fue muy grande y en las mujeres con diabetes en lugar de disminuir se incrementó. Todas las pruebas indican que estamos en medio de una epidemia mundial de diabetes tipo 2, además del incremento en la frecuencia de la enfermedad entre los niños y los adolescentes. En algunas partes del mundo es más frecuente la diabetes tipo 2 que la diabetes tipo 1 en este grupo de edades. De acuerdo con la Organización Mundial de Salud en el 2000 hubo 177 millones de pacientes con diabetes en el mundo y se espera que para el 2030 la población con diabetes se incrementé a 366 millones; más de 100% de incremento en sólo 30 años. En México la prevalencia de la diabetes mellitus es de 10.8% con variaciones que van desde 5.6% en el estado de Guanajuato hasta 16.1% en el estado de Veracruz (datos ENSA 2000). Ya en 2002 se informaba de la diabetes mellitus como la primera causa de muerte en México con Al momento del diagnóstico aproximadamente 50% de los pacientes con diabetes tiene hipertensión. De acuerdo con la ENSA 2000 la prevalencia nacional de hipertensión en México es de 30.05%; en los pacientes con diabetes se incrementa a 46.2% y más de 30% tienen hipercolesterolemia. 122 < Diabetes mellitus Las enfermedades macrovasculares como la enfermedad arterial coronaria, la enfermedad vascular cerebral y la enfermedad vascular periférica son responsables de cerca de 80% de la mortalidad de pacientes con diabetes tipo 2. Además, 75% de todas las hospitalizaciones por diabetes tipo 2 se deben a un hecho cardiovascular. 54 828 defunciones (12%) relegando a las enfermedades isquémicas del corazón a un segundo lugar con 48 285 defunciones (10.5%). Las enfermedades macrovasculares como la enfermedad arterial coronaria, la enfermedad vascular cerebral y la enfermedad vascular periférica son responsables de cerca de 80% de la mortalidad de pacientes con diabetes tipo 2. Además, 75% de todas las hospitalizaciones por diabetes tipo 2 se deben a un hecho cardiovascular. Es importante recordar que los pacientes con diabetes tipo 2 de reciente diagnóstico han permanecido asintomáticos durante años; por consiguiente, no debe sorprendernos que una tercera parte de los pacientes con diabetes ya cursen con una enfermedad cardiovascular al momento del diagnóstico. El análisis epidemiológico Framingham Heart Study reveló el impacto de la diabetes en los sucesos cardiovasculares (grupo de estudio de 35 a 65 años de edad). Ese estudio, con 30 años de seguimiento, demostró el incremento en la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares (enfermedad arterial coronaria, insuficiencia cardíaca, claudicación intermitente y enfermedad vascular cerebral) en pacientes con diabetes comparados con personas sin diabetes. Dicho incremento se presentó en los dos sexos pero fue mayor en mujeres con diabetes que sin diabetes. El estudio de Krolewski del Centro de Diabetes Joslin (figura 27.1) reportó que la incidencia de la mortalidad cardiovascular es dos veces mayor en hombres, y de cuatro a cinco veces mayor en mujeres con diabetes en comparación con personas sin diabetes. Figura 27.1. Mortalidad cardiovascular en pacientes con diabetes tipo 2 vs no diabéticos Tasa de mortalidad por 1,000 Hombres 60 50 Mujeres 60 Diabetes Sin diabetes 50 40 40 30 30 20 20 10 10 0 0 0-3 4-7 8-11 12-15 16-19 20-23 0-3 4-7 8-11 12-15 16-19 20-23 Años de seguimiento Fuente: Krolewski AS, et al. Am J Med 1991;90(Suppl. 2A):56S-61S. El estudio Intervención de Múltiples Factores de Riesgo demostró que el riesgo de mortalidad cardiovascular en pacientes con diabetes fue siete veces mayor para pacientes con uno, dos o tres de los siguientes factores de riesgo: colesterol total > 200 mg/dL, tabaquismo y presión arterial sistólica > 120 mm Hg. El estudio Intervención de Múltiples Factores de Riesgo (Multiple Risk Factor Intervention Trial, MRFIT), que incluyó a más de 350 000 hombres de los que más de 5 000 eran pacientes diabéticos, demostró que el riesgo de mortalidad cardiovascular en pacientes con diabetes fue siete veces mayor para pacientes con uno, dos o tres de los siguientes factores de riesgo: colesterol total > 200 mg/dL, tabaquismo y presión arterial sistólica > 120 mm Hg. Estos hallazgos sugieren la necesidad de una atención pormenorizada a dichos factores entre la población diabética pues su vasculatura al parecer es más susceptible a los efectos nocivos del colesterol alto, la presión arterial alta y el tabaquismo. De la misma manera, el UKPDS (United Kingdom Prospective Diabetes Study) demostró que los pacientes con una presión arterial media de 144/82 mm Hg, comparada contra otra de 154/87 mm Hg, resultaron más beneficiados en los parámetros cardiovasculares analizados. Complicaciones macrovasculares En pacientes con diabetes tipo 1 se ha evaluado el riesgo de enfermedad cardiovascular en grupos de pocos pacientes. En el estudio de Framingham la mortalidad acumulada por enfermedad vascular coronaria, a los 55 años de edad, fue aproximadamente cuatro veces mayor que la de la población sin diabetes. Al igual que con los pacientes diabéticos tipo 2, los pacientes con diabetes tipo 1 empiezan a presentar muertes relacionadas con la enfermedad arterial coronaria a partir de la cuarta década de la vida y con un incremento significativo (en ambos grupos de diabetes) durante los 20 años subsecuentes. La mortalidad cardiovascular se incrementa hasta 15 veces más en pacientes con diabetes tipo 1 y nefropatía diabética comparada con la de pacientes sin proteinuria. La proteinuria persistente es un fuerte predictor del desarrollo de enfermedad cardiovascular y es también un marcador de daño vascular generalizado. Haffner y sus colaboradores compararon la incidencia de infartos agudos de miocardio en dos grupos de pacientes: con diabetes y sin diabetes. Después de un seguimiento de siete años los pacientes sin diabetes tuvieron una tasa de infarto agudo de miocardio de alrededor de 3.5% mientras que en los pacientes diabéticos el riesgo de presentar el primer infarto fue de 20%, igual que el grupo de pacientes sin diabetes que ya había tenido un infarto anteriormente (figura 27.2). Figura 27.2. Incidencia de infarto de miocardio en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 No diabéticos Diabéticos tipo 2 Sin infarto previo Con infarto previo Fuente: Haffner SMS, et al. N Engl J Med 1998;339:229-34. Este estudio también demostró que, entre los pacientes con diabetes tipo 2 con infarto agudo de miocardio previo, el riesgo de tener un segundo infarto en los siguientes siete años era de 45%. Los resultados de este estudio sirvieron como guía para reconocer a la diabetes como un factor de riesgo cardiovascular importante, lo que implicó que los pacientes con diabetes tipo 2 fueran considerados con el mismo riesgo elevado de un suceso cardiovascular que las personas sin diabetes que ya padecieron un evento cardiovascular. En el 2001 el Panel de Tratamiento en adultos (ATP III) del National Cholesterol Education Program (NCEP) < 123 La proteinuria persistente es un fuerte predictor del desarrollo de enfermedad cardiovascular y es también un marcador de daño vascular generalizado. 124 < Diabetes mellitus Los factores que contribuyen al incremento del riesgo de enfermedad cardiovascular en pacientes con diabetes tipo 2 están relacionados con el curso acelerado de la aterosclerosis y con una marcada aterogénesis. consideró a la diabetes tipo 2 como un equivalente de riesgo de enfermedad coronaria. El riesgo a 10 años, de una enfermedad coronaria en pacientes con diabetes tipo 2, es de 20%. Los factores que contribuyen al incremento del riesgo de enfermedad cardiovascular en pacientes con diabetes tipo 2 están relacionados con el curso acelerado de la aterosclerosis y con una marcada aterogénesis. Uno de esos factores es la dislipidemia, que consiste en la elevación de los niveles de triglicéridos, disminución del colesterol HDL e incremento del colesterol LDL. A esta tríada se le reconoce como la dislipidemia más aterogénica. La hiperglucemia da como resultado incremento del estrés oxidativo, disfunción endotelial y anormalidades hematológicas que conducen a un estado procoagulante; otros factores son la hipertensión y la propia resistencia a la insulina (cuadro 27.1). Cuadro 27.1. Factores que aceleran la aterogénesis en la diabetes tipo 2 El diagnóstico del síndrome metabólico se establece a partir de la presencia de tres de los cinco componentes anteriormente mencionados. El síndrome metabólico suele preceder al desarrollo de la diabetes mellitus y es también un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. Dislipidemia en diabetes • Incremento de lipoproteínas ricas en triglicéridos • Disminución del colesterol HDL • Incremento del colesterol LDL denso y pequeño Hiperglucemia • Glucooxidación, vía del sorbitol-mioinositol • Activación de diacilglicerol-PKC Hipertensión arterial Estrés oxidativo Alteraciones hemorreológicas • Incremento de la agregación plaquetaria • Aumento del fibrinógeno • Disminución de la fibrinólisis • Aumento de PAI-1 Disfunción endotelial Resistencia a la insulina El síndrome metabólico es un diagnóstico en constante evolución. Gerald Reaven, en 1988, acuñó el término “síndrome X” para describir un agrupamiento de anormalidades que incluía intolerancia a la glucosa, hiperinsulinemia, elevación de los triglicéridos, disminución del colesterol HDL e hipertensión arterial. Como ya se describió antes, cada una de estas alteraciones se considera factor de riesgo para la enfermedad coronaria. Actualmente, el síndrome X se conoce como síndrome metabólico y sus componentes se enumeran en la figura 27.3 de acuerdo con el NCEP-ATP III. Las guías del ATP III recomiendan examinar cinco parámetros clínicos: obesidad abdominal (definida como circunferencia abdominal, en mujeres, > 88 cm y en hombres > 102 cm), triglicéridos por encima de 150 mg/dL, disminución del colesterol HDL (< 40 mg/dL en hombres y < 50 mg/dL en mujeres), presión arterial igual o mayor a 130/85 mm Hg, así como glucosa en ayuno igual o mayor a 110 mg/dL. La American Diabetes Association ha redefinido como 99 mg/dL de glucosa al nivel plasmático normal y es a partir de los 100 mg/dL que se considera como intolerancia a la glucosa de ayuno. El diagnóstico del síndrome metabólico se establece a partir de la presencia de tres de los cinco componentes anteriormente mencionados. De acuerdo con los criterios del ATP III se reporta que, en la población mexicana, hay una prevalencia de síndrome metabólico de 26.6%. La población estudiada fue de 2 158 hombres y mujeres con edades de 20 a 69 años. El síndrome metabólico suele preceder al desarrollo de la diabetes mellitus y es también un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. En el estudio de San Antonio, donde se incluyeron pacientes mexicanoestadounidenses con un periodo de seguimiento de ocho años, los individuos que desarrollaron diabetes fueron los que tenían mayor adiposidad abdominal, elevación de triglicéridos, disminución del colesterol HDL, presión arterial alta, Complicaciones macrovasculares < 125 Figura 27.3. Diagnóstico del síndrome metabólico ATP III1 TG >150 mg/dL Cintura H >102 cm M >88 cm Síndrome metabólico necesita 3 de 5 C -HDL <40 mg/dL <50 mg/dL TA 130/85 mmHg Con estos criterios, la prevalencia de síndrome metabólico en México es del 26.6% 2 Glucosa de ayuno ≥ 110 mg/dL ≥ 100 mg/dL ADA 3 1.Expert Panel on Detection, Evaluation and Treatment of High Blood Cholesterol in Adults. JAMA 2001;285:2486-97. 2.Aguilar Salinas y col. Analysis of the Agreement Between the World Health Organization Criteria and the National Cholesterol Education Program-III. Definition of the Metabolic Syndrome. Diabetes Care 2003;26(5):1635. 3.Standards of Medical Care in Diabetes. American Diabetes Association. 2005;28(Suppl. 1):S4-S36. concentraciones plasmáticas de insulina en ayunas dos veces más altas al valor normal y glucosa en ayunas al inicio del estudio también significativamente más alta. En el estudio de las enfermeras (Nurses Health Study), un análisis prospectivo de 20 años, se demostró que el riesgo de enfermedad cardiovascular ocurrió antes del diagnóstico clínico de la diabetes tipo 2 (figura 27.4). En la figura 27.4 se muestra cómo las mujeres que no desarrollaron diabetes durante el estudio fueron designadas como con riesgo de desarrollo de enfermedad cardíaca 1. En las que desarrollaron diabetes en el transcurso del estudio, el riesgo relativo para el desarrollo de enfermedad cardíaca fue de 3.5 a 4; entre las diagnosticadas como diabéticas antes del inicio del estudio el riesgo relativo de enfermedad cardíaca fue de 5. La prevalencia de dislipidemia es mayor entre los pacientes con diabetes, sobre todo en mujeres. Un segundo análisis NHANES (National Health and Nutrition Examination Survey II) reveló que las mujeres con diabetes tenían el doble de prevalencia de anormalidades de lípidos en comparación con las mujeres sin diabetes. Además, una proporción significativamente elevada, tanto de hombres como de mujeres con diabetes, tuvo concentraciones plasmáticas disminuidas del colesterol HDL y valores más altos de triglicéridos que los individuos sin diabetes. Dislipidemia Los pacientes con diabetes tipo 2 tienen una elevada prevalencia de anormalidades de los lípidos que contribuyen a las altas tasas de enfermedad cardiovascular. Pacientes con diabetes tipo 1 y descontrol metabólico también pueden padecer trastornos de los lípidos pero dichas alteraciones son mucho menos comunes y probablemente sean producto de una deficiente acción de la insulina. El objetivo en el manejo de los lípidos es disminuir el colesterol LDL (< 100 mg/dL), elevar el colesterol HDL (> 40 mg/dL) y disminuir los triglicéridos (< 150 mg/dL); alcanzando estas metas se disminuye la morbilidad y mortalidad cardiovascular. En la figura 27.5 se ilustran los resultados de diversos estudios en cuanto a la correlación entre las concentraciones plasmáticas de colesterol LDL y la tasa de mortalidad cardiovascular: a mayor disminución de La prevalencia de dislipidemia es mayor entre los pacientes con diabetes, sobre todo en mujeres. Los pacientes con diabetes tipo 2 tienen una elevada prevalencia de anormalidades de los lípidos que contribuyen a las altas tasas de enfermedad cardiovascular. El objetivo en el manejo de los lípidos es disminuir el colesterol LDL (< 100 mg/dL), elevar el colesterol HDL (> 40 mg/dL) y disminuir los triglicéridos (< 150 mg/dL) < Diabetes mellitus Figura 27.4. Riesgo relativo de enfermedad cardiovascular antes del diagnóstico de diabetes mellitus tipo 2. Estudio de Salud de las Enfermeras, 20 años de seguimiento 6 5 4 3 2 1 0 Sin diabetes Antes del diagnóstico de diabetes Después del diagnóstico de diabetes Diabéticas desde el inicio Fuente: Hu FB, et al. Diabetes Care 2002;25:1129-34. Figura 27.5. Los eventos cardiovasculares están estrechamente relacionados con los niveles de colesterol LDL 30% 25% Eventos cardiovasculares (%) 126 ECV + Revascularización + AVC (HPS = sólo ECV) Formas llenas = tratamiento médico Formas huecas = placebo Prevención secundaria LRC 20% 4S 15% 10% PROVE IT HPS2 5% CARE LIPID AFCAPS Prevención primaria HHS WOACOPS 0% 40 60 80 100 120 140 160 180 200 Concentración media del nivel de colesterol LDL (mg/dL) 1.Ballantyne CM. Low-density lipoproteins and risk for coronary artery disease. Am J Cardiol 1998;82:3Q12Q. 2.Heart Protection Study Collaborative Group. Lancet 2002:360:7-22. Complicaciones macrovasculares la concentración de colesterol LDL mayor disminución de la mortalidad cardiovascular. Los cambios en el estilo de vida, incluyendo un programa de nutrición, aumento de la actividad física, la pérdida de peso y no fumar, ayudan a que algunos pacientes alcancen esos objetivos. El control glucémico también puede beneficiar en la modificación de las concentraciones de lípidos, especialmente en pacientes con concentraciones elevadas de triglicéridos. En diabéticos con enfermedad cardiovascular y colesterol LDL > 100 mg/dL el tratamiento farmacológico debe iniciarse al mismo tiempo que las modificaciones en el estilo de vida. La prioridad en el tratamiento farmacológico es disminuir la concentración de colesterol LDL a < 100 mg/dL o reducirlo de 30 a 40% independiente de su concentración inicial. Las estatinas son el tratamiento de elección. Otros medicamentos que también disminuyen las concentraciones de colesterol LDL son: el ácido nicotínico, la ezetimiba, secuestradores de ácidos biliares y fenofibrato. En el 2004 la FDA (Food and Drug Administration) de Estados Unidos y la Secretaria de Salud (SSA) de México aprobaron la combinación fija en una sola tableta de simvastatina + ezetimiba para un tratamiento con acción dual: la simvastatina disminuye la producción hepática del colesterol y la ezetimiba disminuye la absorción intestinal del colesterol (tanto el proveniente de la dieta como del que secreta el hígado) lo que lo que proporciona una mayor potencia hipolipemiante que la que resulta del empleo de una estatina como monoterapia. El Heart Protection Study, que reclutó pacientes diabéticos mayores de 40 años de edad con colesterol total > 135 mg/dL y a quienes se trató con simvastatina (40 mg al día), reportó disminuciones de ~30% del colesterol LDL y de ~25% de un primer suceso cardiovascular. Estos resultados fueron independientes de la concentración basal de colesterol LDL, de enfermedad vascular preexistente, tipo o duración de la diabetes y control o descontrol glucémico. De igual manera, en el Collaborative Atorvastatin Diabetes Study (CARDS) pacientes con diabetes tipo 2 tratados con atorvastatina (10 mg al día) tuvieron reducciones significativas en cuanto a los eventos cardiovasculares. Estudios clínicos recientes, en pacientes de alto riesgo como aquellos con síndrome coronario agudo o eventos cardiovasculares previos, han demostrado que un tratamiento con dosis altas de estatinas, para alcanzar una concentración de colesterol LDL < 70 mg/dL, conllevan una disminución significativa de nuevos eventos cardiovasculares. El riesgo de eventos adversos al utilizar dosis altas de estatinas es significativamente mayor que los beneficios y para disminuirlos se recomienda un tratamiento combinado (por ejemplo estatina + ezetimiba). Con esta combinación se pueden alcanzar valores de colesterol LDL < 70 mg/dL, meta recomendada en pacientes diabéticos con muy alto riesgo o en pacientes diabéticos con enfermedad cardiovascular manifiesta. < 127 En diabéticos con enfermedad cardiovascular y colesterol LDL > 100 mg/dL el tratamiento farmacológico debe iniciarse al mismo tiempo que las modificaciones en el estilo de vida. Estudios clínicos recientes, en pacientes de alto riesgo como aquellos con síndrome coronario agudo o eventos cardiovasculares previos, han demostrado que un tratamiento con dosis altas de estatinas, para alcanzar una concentración de colesterol LDL < 70 mg/dL, conllevan una disminución significativa de nuevos eventos cardiovasculares. Recomendaciones de la American Diabetes Association (ADA) 2010 Escrutinio En los pacientes diabéticos adultos se debe realizar un perfil de lípidos por lo menos una vez al año pero con mayor frecuencia si se requiere llegar a las metas. En diabéticos de riesgo bajo: colesterol LDL < 100 mg/dL, colesterol HDL > 50 mg/dL y triglicéridos < 150 mg/dL el perfil de lípidos debe evaluarse cada dos años (nivel de evidencia E). Tratamiento, recomendaciones y metas (ADA, 2010) Las modificaciones del estilo de vida deben enfocarse en una reducción en la ingesta de grasas saturadas y colesterol, así como en la pérdida de peso (si es necesario). El incremento de la actividad física ha provocado un mejor perfil de lípidos (nivel de evidencia A) entre los pacientes diabéticos. En diabéticos mayores de 40 años de edad con concentración de colesterol LDL mayor de 135 mg/dL, sin enfermedad cardiovascular manifiesta, se recomienda tratamiento con estatinas para disminuir entre 30 y 40% la concentración basal (independientemente de su valor) del colesterol LDL. La meta primaria es lograr una concentración del colesterol LDL < 100 mg/dL (nivel de evidencia A). En los pacientes diabéticos adultos se debe realizar un perfil de lípidos por lo menos una vez al año. 128 < Diabetes mellitus Los pacientes diabéticos con enfermedad cardiovascular tienen riesgo muy alto de padecer eventos vasculares futuros y deben ser tratados con estatina. En diabéticos menores de 40 años de edad, sin enfermedad cardiovascular patente pero con riesgo incrementado (debido a otros factores de riesgo cardiovascular o diabetes de larga evolución), que no alcanzan las metas de lípidos con el solo cambio en el estilo de vida, se debe agregar un tratamiento farmacológico a fin de lograr una concentración de colesterol LDL < 100 mg/dL. Estudios clínicos aleatorizados y controlados han demostrado que al disminuir la presión arterial (130/80 mm Hg) disminuyen también la tasa de eventos cardiovasculares y las nefropatías. Los pacientes diabéticos con enfermedad cardiovascular tienen riesgo muy alto de padecer eventos vasculares futuros y deben ser tratados con estatina (nivel de evidencia A). En los pacientes diabéticos con concentraciones elevadas de triglicéridos, disminución del colesterol HDL y valores de colesterol LDL cercanos a los normales, el tratamiento con fibratos disminuye los triglicéridos e incrementa el colesterol HDL; esto conlleva a la disminución de nuevos eventos cardiovasculares en pacientes diabéticos con enfermedad cardiovascular (nivel de evidencia A). En pacientes diabéticos con enfermedad cardiovascular evidente la meta es alcanzar una concentración de colesterol LDL < 70 mg/dL: una opción terapéutica consiste en administrar dosis altas de estatinas (nivel de evidencia B). En diabéticos menores de 40 años de edad, sin enfermedad cardiovascular patente pero con riesgo incrementado (debido a otros factores de riesgo cardiovascular o diabetes de larga evolución), que no alcanzan las metas de lípidos con el solo cambio en el estilo de vida, se debe agregar un tratamiento farmacológico a fin de lograr una concentración de colesterol LDL < 100 mg/dL (nivel de evidencia C). La meta para los triglicéridos es de < 150 mg/dL y para el colesterol HDL > 40 mg/dL; en las mujeres la meta para el colesterol HDL es > 50 mg/dL (nivel de evidencia C). Puede requerirse el tratamiento combinado de estatinas con otro hipolipemiante (fibratos, niciacina, ezetimiba) para alcanzar las metas, pero hasta ahora no existen estudios para este tipo de tratamiento (nivel de evidencia E). Los pacientes diabéticos con antecedente de enfermedad coronaria o mayores de 40 años de edad que tengan al menos un factor de riesgo cardiovascular agregado, deben recibir tratamiento con estatinas sin importar sus concentraciones de colesterol (nivel de evidencia A). El tratamiento con estatinas está contraindicado en mujeres embarazadas (nivel de evidencia E). Hipertensión La hipertensión arterial (≥ 140/90 mm Hg) es un factor mayor de riesgo cardiovascular y de complicaciones microvasculares como la retinopatía y la nefropatía que afectan a la mayoría de los pacientes diabéticos según tipo de diabetes, edad, obesidad y etnia. En pacientes con diabetes tipo 1 la hipertensión es muchas veces el resultado de la nefropatía. En pacientes con diabetes tipo 2 la hipertensión puede ser parte del síndrome metabólico (obesidad, hipertensión y dislipidemia) incrementado la mortalidad cardiovascular. Estudios clínicos aleatorizados y controlados han demostrado que al disminuir la presión arterial (130/80 mm Hg) disminuyen también la tasa de eventos cardiovasculares y las nefropatías. A pesar de que no hay estudios clínicos controlados con dieta y ejercicio para el tratamiento de la hipertensión en pacientes con diabetes, en personas sin diabetes y con hipertensión las siguientes recomendaciones han demostrado disminuir la presión arterial: reducción de la ingesta de sodio (2 300 mg al día) y de peso (cuando es necesario); incremento del consumo de frutas, vegetales y productos lácteos con bajo contenido de grasa; evitar el consumo excesivo de alcohol e incrementar la actividad física (60 minutos de marcha al día). Estas recomendaciones no farmacológicas pueden también afectar positivamente al control de la glucosa y de los lípidos. Sus efectos sobre futuros eventos cardiovasculares no han sido evaluados hasta el momento. El tratamiento farmacológico con inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA), antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA-II), b bloqueadores, diuréticos y los bloqueadores de los canales de calcio, ha demostrado disminuir los sucesos cardiovasculares. Varios estudios han expuesto que los IECA pueden ser mejores para reducir los eventos cardiovasculares comparados con los calcioantagonistas del tipo dihidropiridina. Análogamente, en los pacientes con nefropatía emplear ARA-II es mejor, para reducir los sucesos cardiovasculares, que usar calcioantagonistas del tipo dihidropiridina. El reciente estudio INVEST (Internacional Verapamil Study), en el que participaron más de 22 000 pacientes con enfermedad arterial coronaria e hipertensión, demostró disminución similar de Complicaciones macrovasculares < 129 la mortalidad cardiovascular entre el calcioantagonista verapamilo y un β bloqueador. Estos resultados también fueron similares en el subgrupo de pacientes con diabetes. El estudio LIFE (Cardiovascular morbility and mortality in patients with diabetes in the Losartan Intervention For Endpoint reduction in hypertension study), demostró que losartán (un ARA-II) fue superior a atenolol, en la disminución de los sucesos cardiovasculares, en pacientes diabéticos con hipertensión arterial e hipertrofia ventricular izquierda. Finalmente, en el estudio ALLHAT (Antihypertensive and Lipid Lowering Treatment to Prevent Heart Attack Trial) no se encontraron diferencias entre los tratamientos antihipertensivos con clortalidona, amlodipina y lisinoprilo. Recomendaciones de la American Diabetes Association (ADA, 2010) Pruebas de detección y diagnóstico La presión arterial se debe medir en cada consulta. A los pacientes con presión arterial sistólica de ≥ 130 mm Hg o presión arterial diastólica ≥ 80 mm Hg se les deberá medir la presión una segunda ocasión (nivel de evidencia C). Meta Se debe procurar mantener cifras de presión arterial menores a 130/80 mm Hg. Tratamiento Los pacientes con hipertensión (presión arterial ≥ 140/90 mm Hg) deben recibir tratamiento farmacológico y hacer cambios en su estilo de vida (nivel de evidencia A). El tratamiento farmacológico inicial consiste en algún medicamento que haya demostrado reducir los eventos cardiovasculares en pacientes con diabetes (IECA, ARA-II, β bloqueador, diurético o calcioantagonista) (nivel de evidencia A). Si bien no hay comparaciones directas entre IECA y ARA-II hay suficientes estudios clínicos para respaldar las siguientes afirmaciones: • En pacientes con diabetes tipo 1, hipertensión y algún grado de albuminuria, el tratamiento con IECA ha demostrado retardar la progresión de la nefropatía (nivel de evidencia A). • En pacientes con diabetes tipo 2, hipertensión y microalbuminuria (< 30 mg/día) el tratamiento con IECA o ARA-II ha mostrado retardar la progresión a macroalbuminuria (nivel de evidencia A). • En pacientes con diabetes tipo 2, hipertensión, macroalbuminuria (> 300 mg/día) e insuficiencia renal, el tratamiento de elección es un ARA-II ya que retarda la progresión de la nefropatía (nivel de evidencia A). • Se recomienda un tratamiento con dos o más medicamentos a dosis apropiadas para alcanzar la meta de tratamiento (nivel de evidencia B). • A los pacientes con presión arterial sistólica entre 130 y 139 mm Hg o diastólica entre 80 y 89 mm Hg se les debe tratar durante tres meses con cambios en el estilo de vida; si no se alcanzan los objetivos se les administrará también un tratamiento farmacológico con medicamentos para bloquear el sistema renina–angiotensina (nivel de evidencia E). • Todos los pacientes con diabetes e hipertensión deben ser tratados con un IECA o un ARA-II (si no se tolera alguna clase se puede sustituir). Si se requiere alcanzar la meta se puede agregar un diurético (nivel de evidencia E). • Si se utilizan IECA, ARA-II o diuréticos se deben vigilar la función renal y las concentraciones de potasio sérico (nivel de evidencia E). • La meta en las mujeres embarazadas es de 110-129/65-79 mm Hg a fin de minimizar las alteraciones en el crecimiento fetal. Los IECA y los ARA-II están contraindicados durante el embarazo. Los antihipertensivos indicados durante el embarazo son: metildopa, labetalol, diltiazem, clonidina y prazocina (nivel de evidencia E). • En pacientes mayores de 65 años de edad la disminución de la presión arterial debe ser gradual para evitar complicaciones (nivel de evidencia E). Se debe procurar mantener cifras de presión arterial menores a 130/80 mm Hg. Los pacientes con hipertensión (presión arterial ≥ 140/90 mm Hg) deben recibir tratamiento farmacológico y hacer cambios en su estilo de vida. A los pacientes con presión arterial sistólica entre 130 y 139 mm Hg o diastólica entre 80 y 89 mm Hg se les debe tratar durante tres meses con cambios en el estilo de vida; si no se alcanzan los objetivos se les administrará también un tratamiento farmacológico con medicamentos para bloquear el sistema renina–angiotensina. 130 < Diabetes mellitus El tratamiento con ácido acetilsalicílico (75 a 162 mg/día) es apropiado como estrategia de prevención secundaria en pacientes diabéticos con antecedentes de infarto agudo de miocardio, derivación vascular, enfermedad vascular cerebral, ataque isquémico transitorio, enfermedad vascular periférica, claudicación o angina. El tratamiento con ácido acetilsalicílico no es recomendable para pacientes menores de 21 años de edad por el aumento de riesgo de padecer síndrome de Reye. • Deben realizarse determinaciones de la presión arterial ortostática cuando esté clínicamente indicado (nivel de evidencia E). Tratamiento con antiagregantes plaquetarios Recomendaciones de la American Diabetes Association (ADA, 2010) El tratamiento con ácido acetilsalicílico (75 a 162 mg/día) es apropiado como estrategia de prevención secundaria en pacientes diabéticos con antecedentes de infarto agudo de miocardio, derivación vascular, enfermedad vascular cerebral, ataque isquémico transitorio, enfermedad vascular periférica, claudicación o angina (nivel de evidencia A). También es adecuado el tratamiento con ácido acetilsalicílico (75 a 162 mg/día) como estrategia de prevención primaria en pacientes diabéticos tipo 2 con un alto riesgo cardiovascular, incluyendo a mayores de 40 años de edad o a quienes tienen factores de riesgo adicionales (historia familiar de enfermedad cardiovascular, hipertensión, tabaquismo, dislipidemia o albuminuria) (nivel de evidencia A). Es conveniente el tratamiento con ácido acetilsalicílico (75 a 162 mg/día) como estrategia de prevención primaria en pacientes diabéticos tipo 1 con alto riesgo cardiovascular, incluyendo a los mayores de 40 años de edad o a quienes tienen factores de riesgo adicionales (historia familiar de enfermedad cardiovascular, hipertensión, tabaquismo, dislipidemia o albuminuria) (nivel de evidencia C). Otro tipo de tratamiento antiagregante plaquetario es una alternativa razonable para pacientes con riesgo alto y para quienes tienen alergia al ácido acetilsalicílico, tendencia de sangrado, sangrado gastrointestinal reciente o enfermedad hepática clínica (nivel de prueba E). El tratamiento con ácido acetilsalicílico no es recomendable para pacientes menores de 21 años de edad por el aumento de riesgo de padecer síndrome de Reye. No se ha estudiado a la población menor de 30 años (nivel de prueba E). Por lo menos una vez al año se debe realizar una evaluación de los factores de riesgo cardiovascular. Estos factores de riesgo incluyen dislipidemia, hipertensión, tabaquismo, historia familiar de enfermedad coronaria prematura y micro o macroalbuminuria. Cualquier factor de riesgo debe ser tratado al momento de ser detectado de acuerdo con los lineamientos de los párrafos anteriores. Lecturas Recomendadas • • • • • • • • • Adler AI, Stratton IM, Neil HA, et al. Association of systolic blood pressure with macrovascular and microvascular complications of type 2 diabetes (UKPDS 36): prospective observational study. BMJ 2002;321:412-19. Aguilar Salinas CA, Rojas R, Gomez Perez FJ et al. Analisis of the Agreement Between the World Health Organization Criteria and the National Cholesterol Education program III Definition of the Metabolic Syndrome. Diabetes Care 2003;26:1635. Alberti G, Zimmet P, Shaw J, Bloomgarden Z, Kaufman F, Silink M. Consensus Workshop Group. Type 2 diabetes in the young: the evolving epidemic: the international Diabetes Federation consensus workshop. Diabetes Care 2004;27:1798-811. ALLHAT Officers and Coordinators for the ALLHAT Collaborative research Group: Major outcomes in highrisk hypertensive patients randomized to angiotensin-converting enzyme inhibitor or calcium channel blocker vs diuretic: The Antihypertensive and Lipid – Lowering Treatment to Prevent Heart Attack Trial (ALLHAT). JAMA 2002;288:2981-97. Ford ES, Giles WH, Dietz WH. Prevalence of the metabolic syndrome among US adults: findings from the third National Health and Nutrition Examination Survey. JAMA 2002;287:356-59. Gu K, Cowie CC, Harris MI. Diabetes and decline in heart disease mortality in US adults. JAMA 1999;281:129197. Heart Outcomes Prevention Evaluation Study Investigators: Effects of ramipril on cardiovascular and microvascular outcomes in people with diabetes mellitus: results of the HOPE study and MICRO-HOPE substudy. Lancet 2000;355:253-59. Heart Protection Study Collaborative Group: MRC/BHF Heart Protection Study of cholesterol –lowering with simvastatin in 5963 people with diabetes a randomized placebo-controlled trial. Lancet 2003;361:2005-16 Lewington S, Clarke R, Qizilbash N, Peto R, Collins R. Age – specific relevance of usual blood pressure to vascular mortality: a meta – analysis of individual data for one millon adults in 61 prospective studies. Lancet 2002;360:1903-13. Complicaciones crónicas • • • < 131 Pepine CJ, Handberg EM, Cooper-DeHoff RM, et al. A calcium antagonist vs a non calcium antagonist hypertension treatment strategy for patients with coronary artery disease: the International Verapamil Trandolapril Study (INVEST): a randomized controlled trial. JAMA 2003;290:2805-16. Standards of Medical Care in Diabetes. American Diabetes Association. Diabetes Care 2010;33(supp 1):S10S61. Wild S, Roglic G, Green A, Sicree R, King H. Global prevalence of diabetes: estimates for the year 2000 and projections for 2030. Diabetes Care 2004;24:1047-53. 28. Complicaciones crónicas Alberto C. Frati Munari, Everardo Martínez Valdés, Juan Díaz Salazar, Alberto F. Rubio Guerra IMPORTANCIA Y CLASIFICACIÓN Algunos autores prefieren llamar a las complicaciones crónicas complicaciones tardías debido a que son más frecuentes en la diabetes mellitus de larga evolución, aunque también pueden aparecer poco tiempo después del diagnóstico de diabetes. Son de evolución muy prolongada, suelen ser progresivas o permanecer estacionarias pero no son reversibles, salvo raras excepciones. Su importancia reside en que provocan la mayor parte de los casos de muerte prematura, ceguera, insuficiencia renal, amputaciones y deterioro de la calidad de vida del diabético. Por sus características clínicas, histopatológicas y de la patogenia, se pueden dividir en macroangiopáticas, microangiopáticas y metabólicas (cuadro 28.1), aunque en último término todas son generadas por alteraciones metabólicas. En la actualidad hay pruebas suficientes de que las complicaciones crónicas se deben principalmente a la hiperglucemia prolongada o repetida. La relación causal se apoya en los argumentos siguientes: 1.Las complicaciones crónicas ocurren en cualquier tipo de diabetes mellitus, incluyendo la secundaria. 2.Ausencia de complicaciones crónicas en el momento del diagnóstico en la diabetes mellitus tipo 1. Baja frecuencia de éstas en el momento del diagnóstico en la diabetes mellitus tipo 2 (cuyo inicio es menos definido que el de la tipo 1 y se estima que empieza entre cinco y siete años antes del diagnóstico). Algunos autores prefieren llamar a las complicaciones crónicas complicaciones tardías debido a que son más frecuentes en la diabetes mellitus de larga evolución. En la actualidad hay pruebas suficientes de que las complicaciones crónicas se deben principalmente a la hiperglucemia prolongada o repetida. Cuadro 28.1. Complicaciones crónicas de la diabetes mellitus I. Metabólicas III. Macroangiopatía NeuropatíaCoronaria CatarataCerebral LipoatrofiaDe miembros inferiores Contracturas tendinosas Queiroartropatía IV. Mixtas Escleredema diabéticoCardiopatía diabética Pie diabético II. MicroangiopatíaDermopatía diabética RetinopatíaNecrobiosis lipídica NefropatíaGlaucoma neovascular Glaucoma neovascular Otras Las complicaciones crónicas ocurren en cualquier tipo de diabetes mellitus. 132 < Diabetes mellitus Las células afectadas en las complicaciones crónicas típicas de la diabetes mellitus (endotelio vascular, pericitos retinianos, mesangio glomerular, neuronas, células de Schwan), a diferencia de las demás células del organismo, no regulan eficientemente la entrada de glucosa y permiten que las altas concentraciones en el líquido intersticial pasen libremente al interior de la célula en forma independiente de la insulina, lo que conduce a altas concentraciones de glucosa intracelular. 3. Relación entre la duración de la diabetes mellitus y la frecuencia de las complicaciones crónicas (a mayor duración, mayor frecuencia). 4. Relación directa entre la hiperglucemia (hemoglobina glucosilada alta) y la frecuencia de complicaciones crónicas. 5.Disminución del riesgo de complicaciones crónicas microangiopáticas, metabólicas y macroangiopáticas, con control estricto de la glucemia (terapia intensiva con insulina), en comparación con el control menos estricto (terapia convencional con insulina) (Diabetes Control and Complication Trial, DCCT). 6. Disminución del riesgo y de la progresión de complicaciones en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 mejor controlados con respecto a los peor controlados (United Kingdom Prospective Diabetes Study, UKPDS). 7.Alivio de las complicaciones crónicas de la diabetes mellitus después del trasplante pancreático. ALTERACIONES METABÓLICAS Y MECANISMOS DE DAÑO TISULAR Las células afectadas en las complicaciones crónicas típicas de la diabetes mellitus (endotelio vascular, pericitos retinianos, mesangio glomerular, neuronas, células de Schwan), a diferencia de las demás células del organismo, no regulan eficientemente la entrada de glucosa y permiten que las altas concentraciones en el líquido intersticial pasen libremente al interior de la célula en forma independiente de la insulina, lo que conduce a altas concentraciones de glucosa intracelular. Ésta exacerba varias vías metabólicas que producen daño celular: • Vía de los polioles • Glucosilación de proteínas • Vía de la hexosamina • Activación de la proteína-cinasa C (PKC) • Sobreproducción de superóxido El aumento de la concentración de glucosa origina su mayor transformación a sorbitol. La glucosilación no enzimática es la unión de la glucosa con las proteínas en una reacción no mediada por enzimas. Depende de la concentración de glucosa en el medio y de la duración de la exposición. Activación de la vía de los polioles El aumento de la concentración de glucosa origina su mayor transformación a sorbitol (un poliol) por acción de la enzima aldosa reductasa mientras que la transformación de sorbitol a fructosa por la enzima sorbitol deshidrogenasa es más lenta provocando la acumulación del sorbitol. El incremento de estas sustancias aumenta la osmolaridad y el edema celular. Además, por mecanismos diversos, la acumulación de sorbitol hace que disminuya el inositol celular y sus derivados, los fosfoinosítidos que intervienen en la actividad de diversas enzimas, entre ellas proteína-cinasa C y Na+/K+ATPasa. La reducción de actividad de esta última enzima hace que aumenten el sodio intracelular y el edema. Esta secuencia se ha invocado para explicar los trastornos axónicos y la desmielinización segmentaria de la neuropatía diabética. Además, en el proceso se reduce fosfato de dinucleótido de nicotinamida y adenina (NADPH), disminuye la disponibilidad de glutatión reducido (GSH) y aumenta el estrés oxidativo. Con inhibidores de aldosa reductasa se han logrado prevenir las cataratas y la neuropatía en perros diabéticos. Glucosilación de proteínas La glucosilación no enzimática es la unión de la glucosa con las proteínas en una reacción no mediada por enzimas. Depende de la concentración de glucosa en el medio y de la duración de la exposición de la proteína a la concentración alta de glucosa. Otros azúcares pueden unirse a las proteínas en forma aún más rápida, como las pentosas y la fructosa. La glucosa en su forma abierta (piranosa) se une en forma reversible a un grupo amino terminal de un aminoácido (con frecuencia lisina o valina) formando una aldimina (o base de Schiff); con el paso del tiempo (dos a tres semanas) una doble ligadura de la aldimina cambia espontáneamente de sitio, del carbono 1 al 2 (redisposición de Amadori) y se convierte en cetoamina, que es más estable. La cetoamina aún es reversible pero en forma más lenta. Complicaciones crónicas < 133 Ejemplos de estos compuestos son la hemoglobina glucosilada (HbA1c) y la fructosamina. Las cetoaminas se fragmentan en forma espontánea y se convierten en desoxiglucosonas con radicales carbonilos. Estos se unen entre sí o con grupos amino de otros aminoácidos formando compuestos aromáticos con enlaces cruzados, la mayor parte fluorescentes, que se denominan productos finales de glucosilación avanzada (PFGA o AGE). Estas reacciones son irreversibles; los compuestos que se forman son diferentes según las proteínas que se hayan glucosilado. La vida de estos compuestos depende del recambio normal de cada proteína; también pueden fragmentarse en compuestos más pequeños que son eliminados por fagocitosis u otras vías mal conocidas. La formación y la eliminación de los productos de la glucosilación se resumen en el cuadro 28.2. Cuadro 28.2. Glucosilación de proteínas FormaciónEliminación GlucosaGlucólisis Glucosa + NH2... = aldimina Reacción reversible a glucosa + NH2 Aldimina Reacción reversible a aldimina; oxidación (redisposición de Amadori) = cetoamina. en carboximetil lisina y ácido eritrónico (se eliminan en orina); recambio normal Cetoaminas (fragmentación) = metabolismo hepático de 3-desoxifructosa desoxiglucosonas (dicarbonilos) eliminación urinaria Desoxiglucosonas + desoxiglucosonas eliminación por recambio normal o NH2... = PFGA Fragmentación espontánea y fagocitosis; complejos inmunitarios y depósito; fagocitosis NH2...: proteínas; PFGA: productos finales de la glucosilación avanzada. Además, hay pruebas de autooxidación de la glucosa con formación de peróxidos, hidroxilos y grupos carbonilo que pueden reaccionar con las desoxiglucosonas. En el cuadro 28.3 se enumeran diversas consecuencias de la glucosilación. La glucosilación intracelular de proteínas se ha estudiado en las células endoteliales. En éstas los precursores de los productos finales de glucosilación avanzada alteran proteínas que intervienen en la transcripción genética, se difunden a través de la membrana celular, modifican la matriz extracelular, causan disfunción celular y alteran proteínas circulantes (como hemoglobina y albúmina), se unen a receptores celulares de los PFGA desencadenando proteínas inflamatorias y factores de crecimiento que originan patología vascular. En múltiples experimentos en animales la inhibición de los PFGA previene los daños estructurales de la retinopatía diabética. Para evitar la glucosilación de proteínas la disminución de la glucemia es esencial pues no sólo reduce la velocidad de glucosilación sino que permite que las aldiminas se conviertan de nuevo en glucosa más proteínas. El clorhidrato de aminoguanidina inhibe las uniones cruzadas y la formación de PFGA in vitro e in vivo; es el medicamento más potente para evitar PFGA pero no es de uso clínico. Varias vitaminas disminuyen la glucosilación y pueden emplearse libremente aunque su eficacia terapéutica es incierta (cuadro 28.4). Incremento de hexosamina La mayor parte de la glucosa intracelular se transforma en glucosa-6-fosfato y fructosa6-fosfato; de ahí al resto de la glucólisis; pero si hay exceso de fructosa-6-fosfato una proporción mayor que la normal se transforma en glucosamina-6-fosfato (por acción de la enzima glucosamina-fructosa-6-P-amidotransferasa [GFAT]) y ésta en uridin difosfato (UDP) N-acetilglucosamina, que originan alteraciones en la transcripción y expresión de genes. Se ha demostrado la activación de esta vía por hiperglucemia en células glomerulares y en cultivo de células endoteliales; causa incremento del factor de transformación de crecimiento (TGF-β1) y del inhibidor de activador de plasminógeno (PAI-1) además de participar en la disfunción de cardiomiocitos. Para evitar la glucosilación de proteínas la disminución de la glucemia es esencial pues no sólo reduce la velocidad de glucosilación sino que permite que las aldiminas se conviertan de nuevo en glucosa más proteínas. Si hay exceso de fructosa6-fosfato una proporción mayor que la normal se transforma en glucosamina-6-fosfato (por acción de la enzima glucosaminafructosa-6-P-amidotransferasa [GFAT]) y ésta en uridin difosfato (UDP) N-acetilglucosamina. 134 < Diabetes mellitus Cuadro 28.3. Posibles consecuencias de la glucosilación de proteínas Proteína glucosilada Trastorno Antitrombina IIIHipercoagulabilidad Hemoglobina (HbA1c) Aumento de la afinidad por el oxígeno (hipoxia tisular) LDLMenor captación hepática (hiperbetalipoproteinemia, hipercolesterolemia); autoanticuerpos contra LDL; aumento de la captación por macrófagos (aterosclerosis) HDL (Apo A1) Menor reconocimiento por los fibroblastos (menor transporte inverso de colesterol) (aterosclerosis) InmunoglobulinasMenor inmunorreactividad AlbúminaExtravasación; unión alterada a fármacos Membranas celulares Mayor rigidez de eritrocitos, leucocitos y células endoteliales (?); menor producción de óxido nitroso por el endotelio Tubulina Transporte axonal de proteínas alterado MielinaDesmielinización segmentaria (?) Membrana basal (colágena) Permeabilidad vascular alterada (?) tipo IV, laminina, heparansulfato, proteoglucanos Depósito de PFGA circulantesEngrosamiento de la membrana basal (material PAS + subendotelial) en retina, glomérulo, mesangio y músculo liso Unión de PFGA a macrófagos Liberación de factor de necrosis tumoral y otras monocinas PFGA: productos finales de la glucosilación avanzada; HDL: lipoproteínas de alta densidad; LDL: lipoproteínas de baja densidad. Cuadro 28.4. Medidas terapéuticas utilizadas en la glucosilación de proteínas TratamientoMecanismo Disminución de la glucemia Prevención; reacción reversible de aldimina a glucosa y proteína Aminoguanidina, diaminoguanidinaInhibición de enlaces cruzados (interacción con grupos carbonilo) y de formación de PFGA Piridoxal Previene la formación de bases de Schiff Ascorbato y semidehidroascorbato Reductores, disminuyen la unión glucosa-proteína Vitamina E Antioxidante, evita la autooxidación de la glucosa con formación de grupos carbonilo Complicaciones crónicas Activación de la proteína-cinasa C (PKC) El aumento de fructosa-6-fosfato también origina mayor concentración de gliceraldehído-6-P y la transformación de éste a diacilglicerol, que es un cofactor de las PKC-β y α que causan diversos trastornos. Cuadro 28.5. La inhibición experimental de la PKC previene cambios tempranos de retinopatía y nefropatía diabéticas. Cuadro 28.5. Consecuencias de la activación de la proteincinasa C por hiperglucemia < 135 El aumento de fructosa-6-fosfato también origina mayor concentración de gliceraldehído-6-P y la transformación de éste a diacilglicerol, que es un cofactor de las PKC-β y α que causan diversos trastornos. MecanismoAlteración Oxidasas de NAD(P)H ROS VEGFAngiogénesis y permeabilidad vascular NO sintetasaFlujo sanguíneo Endotelina-1Flujo sanguíneo PAI-1Trombosis TGF-β Colágena y fibronectina, y oclusión capilar NAD: nicotinadenina dinucleótido; VEGF: factor de crecimiento de endotelio capilar; NO: óxido nítrico; PAI-1: inhibidor de activador del plasminógeno 1; TGF-β: factor de transformación de crecimiento β; ROS: especies reactivas de oxígeno. Sobreproducción de superóxido Existen muchas pruebas experimentales que demuestran que el exceso de glucosa en las mitocondrias promueve mayor actividad de la cadena oxidativa con mayor donación de electrones y formación de superóxido (O2-). La presencia de especies reactivas de oxígeno (ROS) en el núcleo lesiona el ADN pero también activa una enzima nuclear para reparar el daño: la poli [ADP-ribosa] polimerasa (PARP); la activación de esta enzima inhibe la gliceraldehído 3-Pdeshidrogenasa (GAPDH), lo que detiene en cierto grado el flujo de metabolitos en forma inversa (gliceraldehído-3-P, fructosa 6-P y glucosa 6-P) favoreciendo su acumulación y la activación de las cuatro vías patogénicas mencionadas (figura 28.1) En las células endoteliales, al evitarse la acumulación de superóxido, ya sea frenando la cadena oxidativa o con manganeso superóxido dismutasa (MnSOD), se previene cada uno de los pasos mencionados y también la activación de las cuatro vías patogénicas. Varios autores han creído ver en esto el camino unificador en la patogénesis de las complicaciones crónicas de la diabetes. El ácido alfa-lipoico (ácido tióctico) y la benfotiamina son antioxidantes que se han empleado con éxito en neuropatía diabética. Otros medicamentos con algunos efectos antioxidantes son la vitamina E, las tiazolidinedionas, las estatinas, los inhibidores de la ECA y los antagonistas de la angiotensina. MICROANGIOPATÍA La microangiopatía implica alteraciones estructurales y funcionales de capilares y de vasos pequeños (cuadro 28.6); la alteración fundamental es el engrosamiento de las membranas basales aunque no es específica de la diabetes mellitus (ya que ocurre también con la edad), pero en los diabéticos ocurre más temprano y en mayor magnitud. Aparece en cualquier tipo de diabetes pero no se ha observado en la diabetes tipo 1 de menos de dos años de evolución. Se encuentra también en gemelos homocigotos de pacientes con diabetes mellitus y en 28% de los “prediabéticos” tipo 2. La frecuencia y la magnitud de la microangiopatía se relacionan con la duración de la diabetes y con la edad de los pacientes. De modo experimental y en la clínica las lesiones microangiopáticas se pueden prevenir o detener con un control estricto de la glucemia y con trasplante de páncreas, medidas con las que pueden involucionar las lesiones iniciales. En las células endoteliales, al evitarse la acumulación de superóxido, ya sea frenando la cadena oxidativa o con manganeso superóxido dismutasa (MnSOD), se previene cada uno de los pasos mencionados y también la activación de las cuatro vías patogénicas. Varios autores han creído ver en esto el camino unificador en la patogénesis de las complicaciones crónicas de la diabetes. La frecuencia y la magnitud de la microangiopatía se relacionan con la duración de la diabetes y con la edad de los pacientes. De modo experimental y en la clínica las lesiones microangiopáticas se pueden prevenir o detener con un control estricto de la glucemia y con trasplante de páncreas. 136 < Diabetes mellitus Figura 28.1. Activación de las vías causantes de daño celular inducido por hiperglucemia y su relación con estrés oxidativo Hiperglucemia Mitocondria NAD + NADP + NADPH Glucosa intracelular Peroxinitritos Sorbital deshidrogenasa Glucosa 6-P gin NO Fructosa Sorbital Aldolasarreductasa Gliceraldehído 6-P NADH Fructosa 6-P glu UDP-NAc Glucosamina Glucosamina 6-P GFAT O2 NAD + Daño ADN Gliceraldehído 6-P a-glicerol-P DHAP Diacilglicerol GFAT NAD + PARP NADPH GAPDH Metilglioxal AGEs NADH NO = Óxido nítrico DHAP = Dihidroxiacetonasfosfato 1,3 Difosfoglicerato Cuadro 28.6. Alteraciones microvasculares en la diabetes mellitus EstructuralesFuncionales Engrosamiento de la membrana basal Aumento de la permeabilidad vascular Engrosamiento endotelial Trastornos de la microcirculación Pérdida de pericitos (regulación, disminución del flujo) Dilataciones vasculares (microaneurismas)Isquemia e infarto Trombosis y oclusión Fibrosis vascular Neoformación vascular (retina, iris) Al parecer, el sulfato de heparano también tiene propiedades reguladoras en el crecimiento de los pericitos y de las células mesangiales además de poseer actividad antitrombogénica. En el engrosamiento de las membranas capilares basales influyen alteraciones de la síntesis de proteoglucanos, aumento de hidroxilisina y de los PFGA con defectos en la colágena tipo IV y disminución del sulfato de heparano (que son los constituyentes principales de la membrana basal además de laminina y fibronectina). La disminución de sulfato de heparano, que tal vez se deba a déficit en la sulfatación, provoca aumento de la permeabilidad de las proteínas con carga negativa; la pérdida progresiva de selectividad para el paso de proteínas aniónicas permite su filtración a través del endotelio capilar. Esto se ha demostrado en la retina con extravasación de fluoresceína, en el riñón con albuminuria y en el territorio esplácnico y otros tejidos blandos mediante demostración de edema y secuestro de albúmina. Al parecer, el sulfato de heparano también tiene propiedades reguladoras en el crecimiento de los pericitos y de las células mesangiales además de poseer actividad antitrombogénica. Complicaciones crónicas La disminución de esta sustancia favorece la pérdida de pericitos en la retina, la proliferación del mesangio glomerular y los microtrombos. La pérdida de pericitos que sostienen a las células endoteliales permite la dilatación capilar (microaneurismas) y el crecimiento desorganizado de capilares (neovascularización); además, en la retina se produce un factor soluble que induce la proliferación vascular. La estrechez de la luz vascular y los trombos provocan isquemia y microinfartos. Las vías patogénicas que explican estos cambios están ligadas a la hiperglucemia. Además, la hipertensión arterial participa agravando las manifestaciones microangiopáticas. MACROANGIOPATÍA La macroangiopatía es aterosclerosis y no es exclusiva de la diabetes. Las razones por las que todos los autores la incluyen entre las complicaciones crónicas de la diabetes mellitus son: 1.La aterosclerosis es más temprana e intensa en los pacientes con diabetes que en la población no diabética. El promedio anual de secuelas cardiovasculares se incrementa por lo menos al doble entre los diabéticos. 2.Las consecuencias de la aterosclerosis (infarto de miocardio, enfermedad cerebrovascular) son la primera causa de muerte (~80%) en la diabetes mellitus. La probabilidad de morir de cardiopatía coronaria en el varón diabético es dos veces mayor que en los no diabéticos; en las mujeres diabéticas es cuatro veces más frecuente. 3.La aterosclerosis influye de manera decisiva en otras complicaciones de la diabetes: pie diabético, cardiopatía diabética, nefropatía. Las causas de aterosclerosis acelerada en la diabetes mellitus son diversas: alta frecuencia de hipertensión arterial, trastornos de los lípidos sanguíneos, alteraciones sutiles de la coagulación (adhesividad plaquetaria y fibrinógeno aumentados, fibrinólisis disminuida) y coexistencia frecuente de otros factores de riesgo (obesidad, sedentarismo). Aunque la relación de la aterosclerosis con la hiperglucemia (hemoglobina glucosilada) no es tan evidente como en el resto de complicaciones se ha demostrado una relación directa con la glucemia posprandial. También se ha reconocido como un factor de riesgo la hiperlipidemia posprandial; ambas inducen, independientemente, estrés oxidativo. La disfunción endotelial es uno de los marcadores más tempranos de enfermedad cardiovascular. < 137 La aterosclerosis es más temprana e intensa en los pacientes con diabetes que en la población no diabética. El promedio anual de secuelas cardiovasculares se incrementa por lo menos al doble entre los diabéticos. Aunque la relación de la aterosclerosis con la hiperglucemia (hemoglobina glucosilada) no es tan evidente como en el resto de complicaciones se ha demostrado una relación directa con la glucemia posprandial. Hipertensión arterial La hipertensión arterial forma parte del síndrome de resistencia a la insulina que suele preceder al desarrollo de la diabetes tipo 2. Puede ser secundaria a hiperinsulinemia crónica, aunque hay controversia al respecto. En el desarrollo ulterior de la diabetes el daño renal también puede causar hipertensión arterial. El tratamiento de la hipertensión arterial en los diabéticos debe ser vigoroso pues, además de las lesiones ateroscleróticas, empeora la evolución de las retinopatía y nefropatía diabéticas. El tratamiento inicial puede incluir un inhibidor del eje renina angiotensina o un antagonista del calcio. También pueden administrarse bloqueadores adrenérgicos alfa si no hay neuropatía (la posibilidad de hipotensión ortostática es mayor en presencia de neuropatía). El tratamiento con antihipertensivos, especialmente los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA), aún en normotensos, puede contribuir en la prevención de diversas complicaciones crónicas. En cualquier caso deben tomarse en cuenta los efectos secundarios de los antihipertensivos (cuadro 28.7). Trastornos de los lípidos En los trastornos lipídicos las concentraciones séricas de los triglicéridos y de las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) por lo general están incrementadas y las lipoproteínas de alta densidad (HDL) disminuidas. Estos cambios son más frecuentes entre quienes padecen diabetes que en la población general. En México se ha encontrado hipertrigliceridemia en 40 a 61% de los diabéticos tipo 2 y en 12 a 38% de los tipo 1; hipoalfalipoproteinemia (disminución de HDL) en 22 a 52% de los tipo 2 y en 17 a 18% de los tipo 1, e hipercolesterolemia en El tratamiento de la hipertensión arterial en los diabéticos debe ser vigoroso pues, además de las lesiones ateroscleróticas, empeora la evolución de las retinopatía y nefropatía diabéticas. 138 < Diabetes mellitus Cuadro 28.7. Efectos secundarios más comunes de los antihipertensivos en pacientes con diabetes mellitus Medicamentos Efectos adversos Inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA) Tos, hiperpotasemia; no indicados en pacientes urémicos (aumento de compuestos azoados y de potasio sérico) Antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA-II) Bloqueadores de los canales del calcio Aumento de azoados y potasio sérico en urémicos Edema; algunos pueden aumentar la proteinuria de la nefropatía diabética Diuréticos Hipopotasemia, arritmias cardíacas, hiperglucemia, hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia, impotencia; mejor indicados a dosis bajas en combinación con inhibidores de la ECA o ARA-II Diuréticos ahorradores de potasio Bloqueadores α-adrenérgicos Bloqueadores β-adrenérgicos Hiperpotasemia, impotencia, ginecomastia Hipotensión ortostática Hipoglucemia inadvertida, demora en la recuperación de la hipoglucemia; aumento de la glucemia, hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia, impotencia; mejor indicados a dosis baja en combinación con inhibidores de la ECA; exacerbación de la insuficiencia cardíaca Hipotensión ortostática, impotencia, depresión Inhibidores simpáticos alfa-metildopa, hidralazina Inhibidores directos de renina El control adecuado de la diabetes mellitus disminuye las alteraciones de los lípidos. Las características de la dieta son fundamentales para este fin. Si los trastornos de los lípidos persisten están indicados los hipolipemiantes. Aumento de azoados y potasio sérico en urémicos 24 a 38% de los tipo 2 y en 23 a 36% de los tipo 1. Dichas alteraciones se deben a una combinación de factores: disminución de actividad de la lipoproteinlipasa, aumento de producción de triglicéridos y disminución de la captación hepática de lipoproteínas de baja densidad (LDL). La disminución de HDL no se explica fácilmente pero su origen podría deberse a la mayor demanda de ésteres de colesterol de las HDL para intercambiarse a VLDL, que están aumentadas, lo que explica la relación inversa entre triglicéridos y HDL. Además, en la diabetes mellitus se ha observado aumento de la glucosilación y de la oxidación de LDL, lo que favorece su fagocitosis e incorporación a las células espumosas que inician la placa ateromatosa. También se ha observado incremento de la lipoproteína a, que estructuralmente compite con el plasminógeno y puede interferir con la fibrinólisis. El control adecuado de la diabetes mellitus disminuye las alteraciones de los lípidos. Las características de la dieta son fundamentales para este fin. Si los trastornos de los lípidos persisten están indicados los hipolipemiantes. Alteraciones de la coagulación Son trastornos de pequeña magnitud y sin traducción clínica clara pero que, en conjunto, favorecen la formación de trombos (cuadro 28.8). Cuadro 28.8. Alteraciones que promueven la coagulación en la diabetes mellitus Aumento de la adhesividad plaquetaria Aumento de tromboxanos Aumento de factor VII Aumento de factor X Aumento de fibrinógeno Aumento del inhibidor-1 de la activación del plasminógeno Aumento de lipoproteína-a plasminógeno Disminución de vasodilatadores (prostaciclina, óxido nitroso) Aumento de vasoconstrictores (endotelina I) LECTURAS RECOMENDADAS • Brownlee M. The pathobiology on diabetic complications. A unifying mechanism. Diabetes 2005;54:1615-25. • Ceriello A. Postprandial hyperglycemia and diabetes complications: is it time to treat? Diabetes 2005;54:1-7. Retinopatía diabética • • • • • • < 139 DCCT Research Group. The effect of intensive treatment of diabetes on the development and progression of long-term complications in insulin-dependent diabetes mellitus. N Engl J Med 1993;329:977-81. Gómez Pérez FJ. Relación entre glucosilación de las proteínas y las complicaciones tardías de la diabetes mellitus. En: Ariza CR, Frati AC. (ed). Diabetes mellitus. Temas de Medicina Interna 1993;1(4):709-14 Lerman Garber I. Fisiopatología y tratamiento de las dislipidemias en la diabetes mellitus. Rev Endoc Nutr 1994;1:110-12 Posadas RC, Lerman GI. Epidemiología de los trastornos en el metabolismo de los lípidos del paciente con diabetes mellitus. Rev Endoc Nutr 1993;1:63-68. Ríos Torres JM. Control glucémico y complicaciones microvasculares en la diabetes mellitus. En: Ariza CR, Frati AC. (ed). Diabetes mellitus. Temas de Medicina Interna 1993;1(4):959-74. Schultz JJ, Harris AK, Rychly DI y Erguí A. Oxidative stress and use of antioxidants in diabetes: linking basic science to clinical practice. Cardiovascular Diab 2005;4:5-16. 29. Retinopatía diabética Joel Rodríguez Saldaña, Alberto C. Frati Munari, Everardo Martínez Valdés INTRODUCCIÓN La retinopatía diabética es la complicación oftalmológica más grave de la diabetes. Aunque los adelantos en el tratamiento han reducido considerablemente el riesgo de ceguera por esta complicación el aumento mundial en la frecuencia de diabetes, las deficiencias en el manejo ambulatorio de la enfermedad y, en consecuencia, la incapacidad para trasladar la prueba obtenida en los estudios clínicos a la práctica cotidiana, así como la falta de acceso a tratamiento oftalmológico para la mayoría de las personas con diabetes en el mundo, han incrementado la importancia de la retinopatía diabética como causa de ceguera. Además de la retinopatía en los últimos años se ha reconocido la importancia del edema macular como causa de ceguera en personas con diabetes. EPIDEMIOLOGÍA La prevalencia de diabetes tipo 2 ha alcanzado proporciones epidémicas en muchos países, incluyendo México, y la retinopatía proliferativa se ha convertido en la causa principal de ceguera en personas con diabetes, sobre todo en el grupo de 20 a 74 años de edad; representa, además, 12% de los casos nuevos de ceguera en Estados Unidos. En el caso de la diabetes tipo 2 el riesgo de retinopatía diabética es elevadísimo y se calcula que después de 15 años con la enfermedad 75% de los pacientes con este tipo de diabetes habrá desarrollado algún grado de retinopatía. En personas con diabetes tipo 1 la incidencia acumulada de deterioro visual y ceguera es de 12.7 y 2.4%, respectivamente. El edema macular es una manifestación frecuente de la retinopatía diabética y una causa importante de ceguera en pacientes con diabetes tipo 2; en Estados Unidos se calcula que 10% de las personas con diabetes tipo 2 desarrollará edema macular clínicamente importante al cabo de 10 años. La retinopatía diabética, el edema macular y el glaucoma relacionado con la diabetes elevan los costos directos e indirectos del tratamiento de la diabetes y son una La retinopatía diabética es la complicación oftalmológica más grave de la diabetes. La prevalencia de diabetes tipo 2 ha alcanzado proporciones epidémicas en muchos países, incluyendo México, y la retinopatía proliferativa se ha convertido en la causa principal de ceguera en personas con diabetes. 140 < Diabetes mellitus causa importante de discapacidad; alteran la calidad de vida y tienen consecuencias que no se pueden calcular solamente en términos económicos para la persona, para su familia y para la sociedad. Se ha demostrado que hay tres factores que contribuyen al desarrollo de retinopatía diabética: 1) hiperglucemia crónica, 2) dislipidemia y 3) hipertensión arterial. PATOGENIA Se ha demostrado que hay tres factores que contribuyen al desarrollo de retinopatía diabética: 1) hiperglucemia crónica, 2) dislipidemia y 3) hipertensión arterial. Desde las primeras etapas de la diabetes, la hiperglucemia es responsable de muchas de las alteraciones funcionales que ocurren en la circulación retiniana, como trastornos del riego sanguíneo, aumento en la adhesión de leucocitos y macrófagos a la microcirculación y cierre de capilares que ocasionan zonas de hipoxia. La función de las neuronas retinianas también es anormal. Diversos mecanismos intervienen en el desarrollo y progresión de la retinopatía diabética, aunque ninguno de ellos es definitivo ni ha originado aplicaciones eficaces para el tratamiento (cuadro 29.1). Cuadro 29.1. Mecanismos fisiopatológicos de la retinopatía diabética MecanismoAlteración fisiopatológica Aldosa reductasa Aumento en la producción de sorbitol; lesión osmótica Inflamación Aumento en la adherencia de leucocitos al endotelio capilar; disminución del riego sanguíneo e hipoxia; rotura de la barrera hematorretiniana, incremento del edema macular Proteína cinasa C Mayor actividad de VEFG y de sus efectos en cascada, después de unirse a su receptor celular Radicales libres de oxígenoEstrés oxidativo: lesiones en los sistemas enzimáticos y en otros componentes celulares Glucosilación no enzimática de proteínasInactivación de sistemas enzimáticos; trastornos de proteínas estructurales Aumento en la síntesis de NO sintetasa Síntesis de radicales libres; mayor actividad de VEFG Trastornos en la expresión genética Causada por la hiperglucemia. Trastornos crónicos o definitivos en vías decisivas para la comunicación celular Apoptosis de pericitos y células endoteliales Disminución del riego sanguíneo retiniano, trastornos funcionales e hipoxia VEFG Aumento de la hipoxia retiniana; rotura de la barrera hematorretiniana, incremento del edema macular; proliferación de células de los capilares retinianos; neovascularización PEDFNeovascularización por liberación de proteínas en la retina Hormona de crecimiento, IGF-1 Potenciación de los efectos inducidos por VEGF VEFG: factor de crecimiento vascular endotelial; PEDF: factor derivado del epitelio pigmentario. La lesión fundamental de la retinopatía diabética es la microangiopatía, que ocasiona oclusión vascular e hipoxia. La lesión fundamental de la retinopatía diabética es la microangiopatía, que ocasiona oclusión vascular e hipoxia; para esto contribuyen la acumulación de sorbitol en los pericitos que provoca edema y la pérdida de éstos. La pérdida selectiva de pericitos en los capilares retinianos es una lesión característica en la etapa temprana de la retinopatía diabética; en condiciones normales los pericitos desempeñan una función contráctil que contribuye a controlar el riego capilar. La disminución de pericitos se acompaña de pérdida de células endoteliales capilares; se considera que ambos fenómenos son ocasionados por apoptosis y se favorecen la producción de microaneurismas, pequeños abombamientos en los capilares retinianos y hemorragias intrarretinianas puntiformes. Estas lesiones se observan en casi todas las personas con diabetes tipo 1 de 20 años de duración y en casi 80% de las personas con diabetes tipo dos 20 años después del diagnóstico. La hipoxia origina que la retina produzca un factor angiogénico o de neovascularización que induce comunicaciones arteriovenosas y proliferación Retinopatía diabética vascular en la retina y el iris (en este último, la proliferación vascular oblitera el ángulo de la cámara anterior y produce glaucoma neovascular). La progresión de la retinopatía se caracteriza por aumento en la cantidad y la extensión de las hemorragias intrarretinianas, acompañado por exudados cotonosos; estos cambios ocurren a consecuencia de isquemia regional de la microcirculación retiniana. Las neuronas de la retina tienen requerimientos metabólicos elevados y es probable que la hipoxia secundaria a la muerte de los capilares retinianos estimule el aumento en la síntesis de moléculas que favorecen la rotura de la barrera hematorretiniana y la proliferación vascular, incluyendo el factor de crecimiento vascular endotelial y el factor derivado del epitelio pigmentario. FACTOR DE CRECIMIENTO VASCULAR ENDOTELIAL El aumento en la síntesis del factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF) se ha convertido en uno de los principales temas de investigación en la patogenia de la retinopatía diabética. Proviene de una familia de péptidos sintetizados a partir de un solo gen; las isoformas del factor de crecimiento vascular endotelial tienen selectividad para inducir mitosis de células endoteliales y aumentan la permeabilidad a través de la barrera hemovascular. En el epitelio de la retina la secreción del factor de crecimiento vascular endotelial se produce en la superficie basal; se ha demostrado que en condiciones normales el factor de crecimiento vascular endotelial produce la formación de orificios en cultivos de capilares endoteliales que aumentan la permeabilidad vascular. Como ya se comentó, la hipoxia incrementa la síntesis del factor de crecimiento vascular endotelial, que es el principal estímulo para la neovascularización retiniana, y antecede a la pérdida de pericitos y células endoteliales. De hecho, se ha demostrado el aumento en la síntesis del factor de crecimiento vascular endotelial en personas sin signos oftalmoscópicos de retinopatía, lo que confirma la hipótesis de que la retinopatía diabética se inicia como una enfermedad de las neuronas y luego deriva hacia la circulación retiniana. FACTOR DERIVADO DEL EPITELIO PIGMENTARIO Esta molécula estimula la diferenciación de células primitivas para convertirlas en estructuras de tipo neuronal, además de inhibir la neovascularización; se ha demostrado que la administración del factor derivado del epitelio pigmentario (PEDF) inhibe la neovascularización retiniana en modelos experimentales de retinopatía. En conclusión, hay una relación inversa entre la actividad de PEDF y la síntesis del factor de crecimiento vascular endotelial, con la aparición y progresión de la retinopatía diabética: aumento en la concentración del factor de crecimiento vascular endotelial y disminución del factor derivado del epitelio pigmentario en pacientes con retinopatía proliferativa. La síntesis y secreción de estos dos factores es crucial para la función y estructura normales de la circulación retiniana y de la coroides; los trastornos en la secreción de estas moléculas alteran la arquitectura neuronal de la retina y representan uno de los mecanismos principales de la retinopatía diabética. Al efectuar el examen oftalmológico las venas retinianas muestran dilataciones, tortuosidades e irregularidades en el calibre; las arterias retinianas se observan pálidas al examen oftalmoscópico y con ausencia de riego en la angiografía por fluoresceína. La retinopatía proliferativa consiste en la neoformación de vasos a partir de la circulación retiniana, que de no ser tratada tiene un pronóstico grave para la vista. Los vasos de neoformación se extienden hasta el vítreo donde sufren rotura y hemorragias que producen pérdida aguda de la vista y desprendimientos retinianos por tracción debida a la formación de tejido fibroso. En etapas tardías también pueden formarse nuevos vasos en el estroma del iris que pueden extenderse a las estructuras de la cámara anterior del ojo produciendo glaucoma neovascular por obstrucción del humor acuoso a la circulación. Se calcula que hasta 50% de los pacientes con diabetes tipo 1 y 10% de los casos con diabetes tipo 2 de 15 años de evolución presentan retinopatía proliferativa. El daño y la proliferación fibrovascular pueden causar hemorragias retinianas y, por tracción, originan hemorragias prerretinianas o en el vítreo y desprendimiento de retina. Estas alteraciones histopatológicas coexisten con las manifestaciones clínicas (cuadro 29.2). < 141 La progresión de la retinopatía se caracteriza por aumento en la cantidad y la extensión de las hemorragias intrarretinianas. La hipoxia incrementa la síntesis del factor de crecimiento vascular endotelial, que es el principal estímulo para la neovascularización retiniana. Al efectuar el examen oftalmológico las venas retinianas muestran dilataciones, tortuosidades e irregularidades en el calibre; las arterias retinianas se observan pálidas al examen oftalmoscópico y con ausencia de riego en la angiografía por fluoresceína. 142 < Diabetes mellitus Cuadro 29.2. Manifestaciones clínicas de la retinopatía diabética y su base fisiopatológica Examen del fondo de ojoAlteración fisiopatológica Escape de fluoresceína Aumento de la permeabilidad capilar Dilatación venosa Aumento del flujo sanguíneo, disminución de pericitos Microaneurismas Dilatación sacular de capilares, pérdida de pericitos Hemorragias en flama Hemorragias intrarretinianas superficiales Hemorragias puntiformes Hemorragias intrarretinianas profundas Edema macularEscape de líquido (edema) en la fóvea o alrededor de la fóvea (< 0.5 mm de la fóvea) Exudados duros (amarillentos) dos Acumulación extracelular de líquido, proteínas y lípi- Exudados blandos (algodonosos)Infarto isquémico en la capa de fibras nerviosas Venas en rosario Hipoxia difusa de la retina con zonas de retracción Oclusión arterialOclusión arterial Anormalidades microvascularesCapilares dilatados y tortuosos, y telangiectasias intrarretinianas (IRMA) capilares por corto circuito arteriovenoso Proliferación vascular Proliferación neovascular en el disco óptico o en la retina; con el tiempo crece un tejido fibroso o fibrovascular Hemorragia vítrea Tejido fibrovascular que tracciona y estira los vasos neoformados, rompiéndolos y provocando hemorragias prerretinianas o intravitrales Desprendimiento de retina Tracción de la retina por contracción del vítreo al desarrollarse fibrosis poshemorrágica MANIFESTACIONES CLÍNICAS La retinopatía diabética puede cursar asintomática durante mucho tiempo por lo que es importante la revisión periódica del fondo del ojo con dilatación pupilar, de preferencia por un oftalmólogo. Puede aparecer deterioro visual por varias causas, no siempre por retinopatía (cuadro 29.3). CLASIFICACIÓN De acuerdo con las características del fondo de ojo pueden identificarse retinopatía diabética proliferativa y no proliferativa (cuadro 29.4). Un estudio multicéntrico a largo plazo con gran número de pacientes hizo notar que el ácido acetilsalicílico no detiene su evolución, aunque tampoco favorece las hemorragias oculares. TRATAMIENTO En la actualidad hay pruebas sobre la eficacia de los métodos utilizados para prevenir y tratar la retinopatía diabética (cuadro 29.5). Algunos investigadores han encontrado que los antiagregantes plaquetarios (ácido acetilsalicílico, dipiridamol, ticlopidina) pueden ser útiles para disminuir la progresión de la retinopatía; sin embargo, un estudio multicéntrico a largo plazo con gran número de pacientes hizo notar que el ácido acetilsalicílico no detiene su evolución, aunque tampoco favorece las hemorragias oculares. Retinopatía diabética < 143 Cuadro 29.3. Causas de trastornos de la visión en los pacientes diabéticos Visión borrosa Visión doble Escotomas (manchas flotantes) Dolor ocular Hiperglucemia Disminución rápida de la hiperglucemia (cambios osmóticos del cristalino) Cataratas Edema macular Hemorragia vítrea Desprendimiento de retina Glaucoma agudo Neuropatía diabética Hemorragia vítrea Desprendimiento de retina Abrasiones corneales Iritis Glaucoma agudo neovascular o de ángulo agudo Cuadro 29.4. Escala internacional de la retinopatía diabética (RD) NivelSignos al examen oftalmológico Sin retinopatía Sin alteraciones oftalmológicas RD leve no proliferativa Microaneurismas RD moderada no proliferativa Otros signos además de microaneurismas, pero no severa RD no proliferativa severa sin signos de RDP, pero con: • Más de 20 hemorragias intrarretinianas en cada cuadrante • Dilataciones venosas en dos o más cuadrantes • Anormalidades intrarretinianas microvasculares en uno o más cuadrantes RD proliferativa Uno o más de los siguientes: • Neovascularización • Hemorragia del vítreo o prerretiniana Cuadro 29.5. Métodos utilizados en la prevención y tratamiento de la retinopatía diabética • Control de la glucemia • Control de la presión arterial • Hipofisectomía quirúrgica o por radiación, en desuso • Fotocoagulación por láser • Vitrectomía en caso de hemorragia persistente del vítreo o desprendimiento de retina El único tratamiento útil es la fotocoagulación con rayo láser que se utiliza para detener la neovascularización antes de que las hemorragias repetidas causen daños irreparables que afecten gravemente la visión. Se emplea en el edema macular (previene la pérdida de visión en ~50%) y en las retinopatías preproliferativa y proliferativa. También se usa para tratar el glaucoma neovascular pues reduce la producción del factor angiogénico con resultados clínicos satisfactorios. La vitrectomía es eficaz en casos de hemorragia vítrea para separar el humor vítreo sanguinolento y las bandas de tejido fibroso que provocan el desprendimiento de la retina. El diagnóstico temprano de las situaciones de riesgo puede prevenir la pérdida de la visión. En un estudio de tratamiento temprano de la retinopatía diabética se definieron tres indicaciones para referencia inmediata al oftalmólogo: a) hemorragia prerretiniana o en el vítreo; b) neovascularización de más de la tercera parte del disco óptico, y c) edema macular. El riesgo grave de pérdida de la visión, en cualquiera de estos casos, es de ~50% en dos años si no se trata con fotocoagulación (cuadro 29.6). 144 < Diabetes mellitus Cuadro 29.6. Situaciones en las que los diabéticos deben enviarse con el oftalmólogo Alto riesgo (referencia inmediata) • Hemorragia vítrea o prerretiniana • Neovascularización del disco óptico • Edema de la mácula Con síntomas • Pérdida súbita de la visión de uno o ambos ojos • Visión borrosa por más de dos días no relacionada con fluctuaciones de la glucemia • Escotomas, “telarañas” o luces brillantes en el campo visual (sugieren hemorragias prerretinianas vítreas) Asintomáticos • Retinopatía preproliferativa o proliferativa • Exudados duros perimaculares • Embarazo • Pubertad • Examen anual La retinopatía evoluciona más lentamente y con menos complicaciones en los pacientes con hipertensión controlada que en los hipertensos mal controlados. Es importante el tratamiento enérgico de la hipertensión arterial ya que la retinopatía evoluciona más lentamente y con menos complicaciones en los pacientes con hipertensión controlada que en los hipertensos mal controlados. Debe informarse al paciente con diabetes la posibilidad de que padezca retinopatía, así como de los factores que la empeoran y que deben evitarse (tabaquismo, hipertensión arterial, etcétera); asimismo, se le debe informar que en caso de retinopatía diabética proliferativa se deberá evitar el ejercicio isométrico (por ejemplo el levantamiento de pesas) porque aumenta la posibilidad de hemorragias graves y que deberá ser evaluado por un oftalmólogo periódicamente. LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • Ciula TA, Amador AG, Zinman B. Diabetic Retinopathy and Diabetic Macular Edema. Pathophysiology, screening, and novel therapies. Diabetes Care 2003;26:2653-2664. DCCT Research Group. The effect of intensive treatment of diabetes on the development and progression of long-term complications in insulin-dependent diabetes mellitus. N Engl J Med 1993;329:977-982. ETDRS Research Group. Effect of aspirin treatment on diabetic retinopathy. ETDRS report number 8. Ophthalmology 1991;98:757-763, ETDRS Research Group. Fundus photographic risk factors for progression of retinopathy. ETDRS report number 12. Ophthalmology 1991;98:823-830. Frank RN. Diabetic Retinopathy. N Engl J Med 2004;350:48-58. Service FJ, O’Brien PC. The relation of glycaemia to the risk of development and progression of retinopathy in the Diabetic Control and Complications Trial. Diabetologia 2001;44:1215-1220. Sheetz MJ, King GL. Molecular Understanding of Hyperglycemia’s Adverse Effects for Diabetic Complications. JAMA 2002;288:2579-2588. 30. Nefropatía diabética Joel Rodríguez Saldaña, Alberto C. Frati Munari Introducción En los últimos años han ocurrido grandes adelantos en el conocimiento de la patogenia, prevención y tratamiento de la nefropatía diabética. Esto ha permitido esclarecer los mecanismos celulares y moleculares y mejorar la eficacia del control glucémico y del tratamiento antihi- Nefropatía diabética pertensivo para modificar la historia natural de esta complicación. Ha quedado demostrada la asociación entre la nefropatía diabética y el riesgo de complicaciones cardiovasculares y, en vista de que éstas representan la causa principal de morbilidad y mortalidad en este tipo de pacientes, las recomendaciones clínicas actuales hacen énfasis en la importancia de vigilar y controlar los factores de riesgo cardiovascular en personas con nefropatía diabética. Antecedentes La insuficiencia renal es una de las complicaciones crónicas más graves de la diabetes; en etapas avanzadas genera costos directos e indirectos muy altos tanto para el paciente como para los sistemas de salud de todo el mundo. Ocurre con mayor frecuencia en pacientes con diabetes mellitus tipo 1, aunque el número de casos es mayor en personas con diabetes tipo 2 dado que son muchos más los enfermos con este tipo de diabetes. También se ha encontrado que el riesgo de nefropatía diabética se incrementa con el tiempo de evolución, en pacientes con descontrol metabólico crónico, con antecedentes familiares de nefropatía diabética o de hipertensión arterial, antecedentes personales de retinopatía diabética, dislipidemia, infección urinaria recurrente e hipertensión arterial. En años recientes se ha demostrado la eficacia del control glucémico sobre la incidencia y progresión de la nefropatía diabética, la importancia del control de la presión arterial en el desarrollo de esta complicación y para la reducción de la mortalidad cardiovascular. En etapas iniciales la nefropatía diabética se caracteriza por hiperfiltración glomerular y aumento persistente en la excreción urinaria de albúmina en pequeñas cantidades (microalbuminuria) en determinaciones consecutivas. Si no se interviene la excreción de albúmina aumenta en cantidad para convertirse en proteinuria franca; la velocidad de filtración glomerular se normaliza y comienza a descender, al mismo tiempo que se incrementa la presión arterial. En etapas avanzadas la excreción de proteínas puede normalizarse o disminuir; hay descenso progresivo de la filtración glomerular, retención de azoados y aparición de los síntomas y signos de la insuficiencia renal terminal. El estudio de la historia natural de la nefropatía diabética ha demostrado que en la mayoría de los casos hay un período de varios años en los que es posible modificar la evolución del daño renal y reducir la incidencia de nefropatía diabética. Por tal motivo, la detección y el manejo de la nefropatía diabética incipiente a través de la medición de microalbuminuria forma parte de las guías clínicas para el manejo de las diabetes tipos 1 y 2. Patogenia En la patogenia de la nefropatía diabética interactúan factores metabólicos, hemodinámicos, hormonales y vías de comunicación intracelular (cuadro 30.1). El principal factor es el efecto de la hiperglucemia crónica sobre diferentes vías funcionales, estructurales y de señalización celular. La hiperglucemia se ha relacionado con cuatro trastornos principales: 1) activación de la vía de los polioles; 2) formación de productos de glucosilación avanzada; 3) aumento del estrés oxidativo y 4) activación de vías de señalización celular, incluyendo la de la proteínacinasa C. Estas alteraciones producen defectos en la permeabilidad endotelial, favorecen el reclutamiento y adhesión de moléculas, aumentan la síntesis de citocinas como TGF-β y PDGF y la formación de depósitos y síntesis de células mesangiales. Los factores hemodinámicos también tienen una participación importante: en la fase inicial de la nefropatía diabética se ha demostrado aumento de la presión intraglomerular por pérdida de la autorregulación en la presión de la arteriola eferente, por hiperfiltración glomerular y por variaciones en la presión arterial sistémica asociadas con microalbuminuria. Tampoco es posible descartar el componente genético en vista de que no todos los pacientes con diabetes desarrollan nefropatía o retinopatía diabética a pesar de encontrarse en descontrol glucémico u otros factores de riesgo para desarrollarla. Además, se ha demostrado asociación familiar en la aparición de nefropatía diabética, de otras formas de microangiopatía como la retinopatía diabética y de hipertensión arterial y complicaciones cardiovasculares. También se ha demostrado una asociación entre el síndrome de resistencia a la insulina con microalbuminuria. Se ha propuesto que la combinación de resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia < 145 Ha quedado demostrada la asociación entre la nefropatía diabética y el riesgo de complicaciones cardiovasculares. En años recientes se ha demostrado la eficacia del control glucémico sobre la incidencia y progresión de la nefropatía diabética, la importancia del control de la presión arterial en el desarrollo de esta complicación y para la reducción de la mortalidad cardiovascular. La hiperglucemia se ha relacionado con cuatro trastornos principales: 1) activación de la vía de los polioles; 2) formación de productos de glucosilación avanzada; 3) aumento del estrés oxidativo y 4) activación de vías de señalización celular, incluyendo la de la proteína-cinasa C. 146 < Diabetes mellitus Cuadro 30.1. Mecanismos asociados con el desarrollo y progresión de la nefropatía diabética y su manejo Mecanismo Tratamiento Metabólico Hiperglucemia Insulina* Polioles Inhibidores de aldosa reductasa** Hemodinámico y hormonal Hipertensión arterial sistémica* Antihipertensivos* (incluir diurético) Aumento de la presión intraglomerular Inhibidores de la ECA*, restricción de proteínas* a 0.8 g/kg/día Aumento de hormonas vasoactivas: angiotensina II y endotelinas Inhibidores de la ECA*, bloqueadores de receptores de angiotensina II** *Demostrado clínicamente. **Demostrado experimentalmente, y en la actividad en evaluación clínica. altera directa o indirectamente la hemodinámica renal, estimula la hiperplasia mesangial y produce hipertrofia renal e hipertensión arterial. Historia Natural de la Nefropatía Diabética La historia natural de la nefropatía diabética se describió inicialmente en personas con diabetes tipo 1; posteriormente se ha observado que aunque hay diferencias en incidencia, en el tiempo de evolución y en la asociación con el grado de control glucémico, el curso clínico de la nefropatía diabética en personas con diabetes tipo 2 es semejante. Se han descrito cinco etapas en la historia natural de la nefropatía diabética (cuadro 30.2): Etapa 1. Hipertrofia e hiperfunción renal Se caracteriza por aumento en el volumen renal, acompañado de hiperfiltración manifestada por un incremento en la velocidad de filtración glomerular. Se ha descrito en 30-40% de los pacientes al momento del diagnóstico y puede ser reversible con el control de la glucemia. Etapa 2. De transición con normoalbuminuria Esta etapa ocurre en un término de 3 a 5 años del diagnóstico y puede durar varios años. Se calcula que hasta 50% de los pacientes con diabetes mellitus tipo 1 o 90% de los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 permanecen en esta etapa durante toda la vida. Algunos pacientes pueden presentar microalbuminuria reversible en situaciones de estrés, descontrol metabólico o al realizar ejercicio extenuante. Se calcula que la transición a la etapa 3 es de 2 a 4% por año. La etapa de la nefropatía diabética incipiente se inicia aproximadamente 15 años después del diagnóstico; se caracteriza por microalbuminuria constante y creciente. La etapa de proteinuria y nefropatía diabética franca se inicia cinco años después de la etapa de microalbuminuria y se caracteriza por proteinuria, hipertensión arterial, descenso de la filtración glomerular y aumento de creatinina sérica. Etapa 3. Nefropatía diabética incipiente La etapa de la nefropatía diabética incipiente se inicia aproximadamente 15 años después del diagnóstico; se caracteriza por microalbuminuria constante y creciente; está demostrada la eficacia del tratamiento antihipertensivo para prevenir o retardar su aparición y el paso a la etapa de proteinuria franca. Etapa 4. Proteinuria y nefropatía diabética franca La etapa de proteinuria y nefropatía diabética franca se inicia cinco años después de la etapa de microalbuminuria y se caracteriza por proteinuria, hipertensión arterial, descenso de la filtración glomerular y aumento de creatinina sérica. Aun en esta etapa se ha demostrado que la administración de inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) o antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA-II) puede retardar el paso a la etapa de insuficiencia renal avanzada. A menudo es posible disminuir o suspender el uso de antidiabéticos orales o insulina. Nefropatía diabética < 147 Cuadro 30.2. Historia natural de la nefropatía diabética Cronología Cambios y lesiones estructurales Velocidad de filtración glomerular 1. Hipertrofia e hiperfunción renal Prevalencia variable en el momento del diagnóstico (tipo 1 o tipo 2). Reversible con buen control metabólico Aumento del tamaño glomerular Aumenta de 20-50% Puede estar presente, pero es reversible Normal Sí Normotenso en esta etapa 2. Normoalbuminuria en µg/min Casi todos los pacientes tienen normoalbuminuria en los primeros cinco años Engrosamiento de la membrana basal después de dos años Aumenta de 20-50% Normal por definición o anormal Normal Descenso de la hiperfiltración Puede haber descenso en la fracción de filtración y en la excreción de albúmina 3. Etapa de transición nefropatía diabética incipiente Prevalencia variable; 35% después de 6-20 años con diabetes Mayor engrosamiento de la membrana basal y expansión mesangial, sobre todo de la matriz Mayor que lo normal; comienza a descender con la aparición de proteinuria 20-200 µg/min. Aumento del 20%/ año, de origen glomerular Aumento incipiente 3 mmHg/ año si no se trata Probablemente, aumento de HbA1c. Microalbuminuria estabilizada, reversible o ambas, fracción glomerular estable 4. Proteinuria, nefropatía diabética franca 35% después de 1020 años con diabetes Alteraciones notables Desciende 10 mL/ min/año Proteinuria Elevada No reversible Retardo en la progresión reducida; se recomienda tratamiento. Meta: 135/85 mmHg 5. Insuficiencia renal terminal Después de 25-30 años o más Fibrosis glomerular <10 mL/ min Puede disminuir Elevada si no se trata Irreversible. Reproducible en el trasplante renal No Excreción de albúmina Presión arterial Etapa 5. Insuficiencia renal avanzada La última etapa ocurre alrededor de cinco años después de la etapa previa y en ella se observan las manifestaciones características de la insuficiencia renal, entre ellas el síndrome urémico. Esta etapa se caracteriza por una filtración glomerular menor de 10 mL/min o con filtración glomerular mayor pero con síntomas de uremia. Es imposible lograr revertir los trastornos funcionales o estructurales con el control glucémico o de la presión arterial por lo No progresa con control estricto de la glucemia Reversible con tratamiento antihipertensivo Disminuye la microalbuminuria; es probable prevenir el descenso en la fracción glomerular 148 < Diabetes mellitus Es muy importante que en la evaluación inicial (y una vez al año) se investigue la microalbuminuria en todos los pacientes con diabetes tipos 1 y 2. Está plenamente demostrado que el control de la glucemia, manifestado por el descenso en la hemoglobina glucosilada menor a 7%, disminuye significativamente el riesgo de aparición o progresión de los trastornos funcionales y estructurales de la nefropatía diabética en pacientes con diabetes tipos 1 o 2. que es necesario recurrir al tratamiento sustitutivo de la función renal con diálisis (hemodiálisis o diálisis peritoneal) o trasplante renal. Microalbuminuria y Nefropatía Diabética Es muy importante que en la evaluación inicial (y una vez al año) se investigue la microalbuminuria en todos los pacientes con diabetes tipos 1 y 2. Hay varios métodos cuantitativos como el radioinmunoanálisis y semicuantitativos como la medición por tiras reactivas (Micral Test II, Roche Diagnósticos). En muestras matutinas, la microalbuminuria se define con los siguientes puntos de corte: 20-200 μg/min/1.73 m2 o > 30-300/mg/24 horas (cuadro 30.3); también se utiliza la relación albúmina/creatinina y el criterio diagnóstico se establece cuando la relación es mayor de 30300 mg/g, respectivamente. Estos puntos de corte son importantes para establecer el grado de deterioro de la función renal y también se correlacionan con otros aspectos clínicos y bioquímicos en la historia natural de la diabetes tipo 2 (cuadro 30.4). Aunque se recomienda que el diagnóstico concluyente de microalbuminuria se realice con mediciones en orina de 24 horas se ha demostrado correlación con la primera muestra de orina de la mañana, por lo que ésta se puede utilizar como alternativa. La excreción urinaria de albúmina varía durante el día y de un día a otro, por ello deben realizarse dos a tres determinaciones seguidas antes de establecer el diagnóstico (figura 30.1). También es importante descartar otras causas de proteína en la orina que pueden producir falsos positivos incluyendo infecciones de vías urinarias, tuberculosis o candidiasis vesical, descontrol metabólico agudo, fiebre, ejercicio extenuante e insuficiencia cardíaca. Control de la Glucemia Está plenamente demostrado que el control de la glucemia, manifestado por el descenso en la hemoglobina glucosilada menor a 7%, disminuye significativamente el riesgo de aparición o progresión de los trastornos funcionales y estructurales de la nefropatía diabética en pacientes con diabetes tipos 1 o 2. En el caso de la diabetes tipo 1 los resultados del Diabetes Control and Cuadro 30.3. Criterios diagnósticos de proteinuria y albuminuria Variable y método de recolección de orina Valores normales Microalbuminuria Macroalbuminuria o proteinuria franca Proteínas Orina de 24 horas <300 mg/día No corresponde >300 mg/día Una muestra o medición con tira reactiva <30 mg/dL No corresponde >30mg/dL Relación albúminacreatinina en muestra de orina* <200 mg/g No corresponde >200 mg/dL Albúmina Orina de 24 horas <30 mg/día 30-300 mg/día >300 mg/día Una muestra o medición con tira reactiva específica <30 mg/dL >30 mg/dL No corresponde Relación albúminacreatinina en muestra de orina* <17 mg/g (hombres) <25 mg/g (mujeres) 17-250 mg/g (hombres) 25-355 mg/g (mujeres) >250 mg/g (hombres) >355 mg/dL (mujeres) *Se solicita al paciente una muestra de orina al azar, para medir de manera independiente albúmina y creatinina urinarias. Nefropatía diabética Cuadro 30.4. Correlación entre los puntos de corte de albuminuria y las manifestaciones clínicas de la nefropatía diabética Etapa Microalbuminuria Proteinuria franca Punto de corte y método de medición de albuminuria 20-199 mg/min Características clínicas o bioquímicas Aumento de las cifras tensionales, hipotensión arterial nocturna 30-299 mg/24 horas Dislipidemia aterogénica: aumento de LDL, hipertrigliceridemia 30-299 mg/g Mayor frecuencia de los componentes del síndrome metabólico Disfunción endotelial Asociación con complicaciones macrovasculares (enfermedad coronaria) y microvasculares (retinopatía diabética) Aumento de la mortalidad cardiovascular Filtración glomerular estable ≥200 mg/min Hipertensión arterial ≥300 mg/24 h Dislipidemia aterogénica: aumento de LDL, hipertrigliceridemia >300 mg/g Disminución progresiva de la filtración glomerular Figura 30.1. Algoritmo para la detección de microalbuminuria Detección de microalbuminuria No ¿Positiva? Sí ¿Alguna enfermedad o situación capaz de producir un resultado falso positivo? Sí No Tratar o esperar hasta que se resuelva. ¿Microalbuminuria positiva al repetir el examen? No Sí Repetir el examen de microalbuminuria en dos ocasiones en término de tres a seis meses No Repetir en un año ¿Dos de tres resultados positivos? Sí Microalbuminuria confirmada. Inicie tratamiento con IECA o ARA II < 149 150 < Diabetes mellitus Complications Trial (DCCT) demostraron que el tratamiento intensivo redujo la hemoglobina glucosilada en 2% y la incidencia de microalbuminuria en 39%; 7 a 8 años después del estudio los pacientes asignados al grupo de control glucémico estricto seguían con disminución de 40% en la incidencia de microalbuminuria e hipertensión arterial. Por lo que respecta a la diabetes tipo 2 el Implications of the United Kingdom Prospective Diabetes Study (UKPDS) encontró disminución de 30% en el riesgo de microalbuminuria en el grupo sometido a control glucémico estricto, resultados semejantes a los observados en el estudio Kumamoto. En el UKPDS se demostró que el control estricto de la presión arterial con diuréticos y atenolol o captopril redujo el riesgo de progresión de la enfermedad renal. Resultados semejantes han ocurrido con el uso de inhibidores de la ECA. Tratamiento antihipertensivo Después de la hiperglucemia crónica, la hipertensión arterial es el principal factor de riesgo para el desarrollo de nefropatía diabética y de todas las medidas para retardar su evolución la más eficaz es el control de las cifras tensionales. Está demostrado que la aparición de microalbuminuria se correlaciona con el ascenso en las cifras tensionales. Mogensen y sus colaboradores fueron los primeros en establecer que el tratamiento antihipertensivo reduce la excreción urinaria de albúmina y la filtración glomerular de 1.2 a 0.5 mL/min/mes en pacientes con diabetes tipo 1 y nefropatía; estos resultados fueron confirmados en años recientes. Desde los esquemas más antiguos se observaron beneficios: la combinación de metoprolol, hidralacina y diuréticos redujo el deterioro en la función renal en pacientes con diabetes tipo 1: se confirmó descenso en la presión arterial media junto con un retardo en el deterioro de la filtración glomerular, que siguió disminuyendo en los años siguientes al estudio hasta 0.10 mL/min/mes, mientras que la excreción urinaria de albúmina se redujo a la mitad. En el UKPDS se demostró que el control estricto de la presión arterial con diuréticos y atenolol o captopril redujo el riesgo de progresión de la enfermedad renal. Resultados semejantes han ocurrido con el uso de inhibidores de la ECA: la combinación de captopril y diuréticos produjo un descenso significativo comparado con el grupo control: 0.48 vs. 0.83 mL/ min/mes al cabo de 18 meses. Sin embargo se ha observado que, a pesar de tener efectos parecidos sobre las cifras tensionales, los esquemas a base de inhibidores de la ECA tienen mayor efecto sobre la excreción de microalbuminuria y en la velocidad de filtración glomerular. Las ventajas de los inhibidores de la ECA residen en su capacidad para reducir la presión intraglomerular por un efecto vasodilatador sobre las arteriolas eferentes; además de las ventajas observadas sobre la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de las lipoproteínas. También se ha demostrado que la angiotensina II ejerce otros efectos en los riñones independientes de su acción sobre la circulación renal. El uso de inhibidores de la ECA aumenta la selectividad de la barrera glomerular en pacientes con microalbuminuria y albuminuria franca. En condiciones normales los poros de la membrana glomerular son uniformes, con un diámetro ~~55 Å y están cubiertos por glucoproteínas con carga aniónica. Las cargas negativas impiden el paso de proteínas aniónicas, como la albúmina, a través de la membrana basal glomerular, que por ser más pequeñas (radio calculado de 36 Å) podrían atravesarla. Se ha demostrado la pérdida de cargas negativas en la membrana basal glomerular y en la selectividad de carga en estos pacientes, aunque el tamaño de los poros glomerulares no se modifica. También se ha observado que la infusión de angiotensina II altera la selectividad de la barrera glomerular e incrementa el paso de albúmina, lo que justifica el efecto de los inhibidores de la ECA y de los ARA-II para reducir la albuminuria al corregir la selectividad de cargas inducida por la angiotensina II; ello explica sus efectos renoprotectores. Las pruebas de su eficacia en pacientes con diabetes tipo 1 están documentadas por los resultados del Grupo de Estudio Cooperativo en el que el uso de captopril en una primera etapa, y de ramipril en la segunda, demostró un efecto renoprotector en pacientes con proteinuria franca. También se han demostrado beneficios con el uso de inhibidores de la ECA en pacientes con diabetes tipo 1 y microalbuminuria. Se han publicado informes sobre los efectos protectores de estos fármacos en la estructura renal y en la velocidad de filtración glomerular. Los primeros estudios para investigar los beneficios del uso de inhibidores de la ECA en pacientes con diabetes tipo 2 se realizaron hace más de 10 años, con pequeños grupos de pacientes, y fueron de corta duración. A pesar de esto reforzaron la importancia del bloqueo del sistema renina-angiotensina sobre otras intervenciones farmacológicas. Nefropatía diabética Aunque se demostró que los inhibidores de la ECA son más eficaces que otros antihipertensivos para modificar la presión arterial sistémica y reducir el daño en órganos blanco, incluyendo el glomerular, también producen efectos negativos que reducen el apego, como tos y edema angioneurótico. Recientemente se ha comprobado que el uso de ARA-II tiene acción inhibidora más directa que los inhibidores de la ECA. Al no interferir con los procesos metabólicos del sistema renina-angiotensina estas diferencias se reflejan en la tolerabilidad a este grupo de fármacos. Su seguridad y eficacia han motivado que se les haya evaluado para tratar la hipertensión arterial y la proteinuria en niños pues no tienen mayor frecuencia de efectos secundarios comparados con placebo. En años recientes se han acumulado pruebas que demuestran la eficacia de los ARA-II para reducir la excreción urinaria de albúmina en pacientes con diabetes tipo 2, hipertensión arterial y microalbuminuria. Dos de los estudios incluyeron pacientes con proteinuria e insuficiencia renal establecida: el estudio RENAAL con losartán y el estudio IRMA 2 con irbesartán, mientras que el estudio IDNT, también con irbesartán, incluyó pacientes con filtración glomerular normal y microalbuminuria. En el estudio RENAAL se reclutaron 1 513 pacientes con nefropatía diabética definida como aumento de la relación albúmina/creatinina urinaria y por creatinina sérica entre 1.3 y 3.0 mg/dL, para comparar con placebo a losartán en dosis de 50 a 100 mg/día en pacientes que, además, recibían tratamiento convencional con otros antihipertensivos (excepto inhibidores de la ECA). Al cabo de 3.4 años se encontró que en 327 pacientes en los grupos tratados con losartán se duplicaron las cifras de creatinina, insuficiencia renal avanzada o fallecieron, comparados con 359 pacientes en el grupo placebo (p = 0.02). En el estudio IRMA 2 se reclutaron 590 pacientes con hipertensión arterial y microalbuminuria, fueron asignados en forma aleatoria para recibir placebo, irbesartán (150 mg/día) o irbesartán 300 mg/día. Al cabo de dos años los resultados mostraron diferencias significativas: 14.9% de los pacientes del grupo placebo desarrollaron nefropatía diabética, 9.7% de los pacientes en el grupo con 150 mg de irbesartán y 5.2% de los que recibieron 300 mg diarios. También se observaron diferencias significativas en la presión sistólica de los tres grupos aunque en un análisis reciente, de los resultados del estudio IRMA2, se demostró que el efecto renoprotector de irbesartán es independiente de la acción sobre las cifras tensionales. En el Irbesartan Diabetic Nephropathy Trial (IDNT) se comparó el uso de irbesartán o calcioantagonistas para reducir la incidencia de nefropatía diabética y de complicaciones cardiovasculares (enfermedad coronaria, vascular cerebral o arterial periférica). Se incluyeron 1 715 pacientes de 30 a 75 años de edad con diabetes tipo 2 y nefropatía diabética definida por una excreción de albúmina ≥ 900 mg/24 horas, así como creatinina sérica de 1.0-3.0 mg/ dL en mujeres o de 1.2-3.0 mg/dL en hombres. Se formaron tres grupos para recibir irbesartán en dosis progresiva de 75 a 300 mg/día, amlodipina en una dosis ascendente de 2.5 a 10 mg diarios o placebo. El estudio tuvo un seguimiento de 2.6 años y se encontraron diferencias significativas en las cifras tensionales en los tres grupos, aunque la progresión de la nefropatía fue significativamente menor en el grupo de pacientes tratados con irbesartán comparados con los pacientes que recibieron placebo (20% menor con irbesartán) (p = 0.003) o tratados con amlodipina (23% menor con irbesartán) (p = < 0.001). Los resultados de estos estudios han contribuido a elaborar guías para el manejo de la nefropatía diabética en la etapa de microalbuminuria (figura 30.2) y a establecer las siguientes conclusiones: • El control de la presión arterial retarda la evolución de la nefropatía diabética. La prueba actual ha demostrado que el tratamiento antihipertensivo impide la progresión hacia la etapa de proteinuria franca, lo que justifica la vigilancia y control estricto en pacientes con diabetes tipos 1 y 2. Está demostrado el papel nocivo de la hipertensión arterial en los pacientes con diabetes; esto justifica que, a partir del Sexto Informe del Comité Conjunto para el Diagnóstico y Tratamiento de la Hipertensión Arterial (JNC 6), las cifras tensionales recomendadas para iniciar el tratamiento farmacológico en personas con diabetes sean las mismas que se establecen en pacientes con daño en órganos blanco o con complicaciones cardiovasculares. Estas recomendaciones se han mantenido en el séptimo informe (JNC 7). < 151 Aunque se demostró que los inhibidores de la ECA son más eficaces que otros antihipertensivos para modificar la presión arterial sistémica y reducir el daño en órganos blanco, incluyendo el glomerular, también producen efectos negativos que reducen el apego, como tos y edema angioneurótico. El control de la presión arterial retarda la evolución de la nefropatía diabética. 152 < Diabetes mellitus Figura 30.2. Guía de manejo del paciente con microalbuminuria No ¿Control glucémico adecuado? Sí Monitoreo y control glucémico Microalbuminuria persistente Revisión y manejo de factores de riesgo Inicie inhibidor de la ECA ¿Efectos adversos o embarazo? Sí Suspender IECA; usar diurético; administrar otro antihipertensivo (o combinación de hipotensores) No Control de TA (ajustar dosis del antihipertensivo actual o añadir otro); usar diurético No TA <130/85 mmHg; de 5-30% en microalbuminuria-MA/año Sí Repetir relación A/C en orina cada 3 a 6 meses Revisión y manejo de factores de riesgo. Cambio de dieta Metas: Fracción glomerular normal; MA en descenso; TA < 120-130 / 85 mmHg El antihipertensivo ideal debe ser metabólicamente neutro, no debe ocultar los síntomas de la hipoglucemia, no debe producir efectos secundarios pero sí debe ser capaz de conservar la función renal. • • El antihipertensivo ideal debe ser metabólicamente neutro, no debe ocultar los síntomas de la hipoglucemia, no debe producir efectos secundarios pero sí debe ser capaz de conservar la función renal. El control de la hipertensión arterial debe reducir la mortalidad por nefropatía diabética en las etapas 2 a 4. Estrategias para el Manejo de la Nefropatía Diabética El tratamiento de la nefropatía diabética debe tomar en cuenta el tipo de diabetes, el grado de control glucémico y su tratamiento, la etapa clínica de la enfermedad renal y otros factores de riesgo cardiovascular, entre ellos hipertensión arterial, dislipidemia, tabaquismo y obesidad (cuadro 30.5). Los principios generales de manejo incluyen: • Control de la glucemia: hemoglobina glucosilada (HbA1C) ≤ 7.5%; en insuficiencia renal avanzada 7.6-8.0%. • Intervenciones no farmacológicas: importancia del ejercicio y del plan de nutrición; reducir el consumo de proteínas a 0.8 g/kg/día y el consumo de sodio a 4 gramos diarios de sal. También es importante bajar de peso y dejar de fumar por el aumento agregado de riesgo cardiovascular. Nefropatía diabética < 153 Cuadro 30.5. Manejo de la nefropatía diabética en sus diferentes etapas Control eficaz de otros factores de riesgo cardiovascular en todas las etapas Etapa inicial (excreción normal de albúmina: <30 mg/24 horas) • Control de la glucemia en niveles óptimos (HbA1c <7%) • Presión arterial dentro de las metas: <130/80 mmHg • Vigilar la excreción urinaria de albúmina Nefropatía diabética incipiente (microalbuminuria: 30-300 mg/24 h o 20-200 mcg/min) • Control de la glucemia en niveles óptimos (HbA1c <7%) • Presión arterial dentro de las metas: <125/75 mmHg • Controlar la excreción urinaria de albúmina, independientemente de las cifras tensionales. • Inhibición de angiotensina Nefropatía diabética franca (excreción de albúmina >300 mg) • Control de la glucemia en niveles óptimos (HbA1c <7%) • Presión arterial dentro de las metas: <125/75 mmHg • Controlar la excreción urinaria de proteínas • Inhibición de angiotensina, independientemente de las cifras tensionales • Evitar la desnutrición • Restricción moderada de proteínas en pacientes seleccionados • Valoración por un nefrólogo Nefropatía con insuficiencia renal • Control de la glucemia en niveles óptimos; evitar episodios de hipoglucemia • Presión arterial dentro de las metas: <125/75 mmHg • Inhibición de angiotensina • Vigilar la hiperpotasemia • Evitar la desnutrición; valorar la restricción de proteínas y de fosfatos • Valoración por un nefrólogo Insuficiencia renal terminal • Además de lo anterior • Tratamiento sustitutivo: diálisis, o trasplante renal o renal-pancreático • Tratamiento farmacológico: como ya se indicó la meta del control de la presión arterial pretende detener el descenso en la filtración glomerular, además de los beneficios agregados de los inhibidores de la ECA y los ARA II. Tratamiento sustitutivo en LA Etapa 5 En etapas avanzadas el tratamiento de la nefropatía diabética consiste en la sustitución de la función renal. En pacientes con nefropatía diabética se debe realizar diálisis temprana cuando la depuración de creatinina se encuentra entre 10-15 mL/min o de 15-20 mL/min cuando hay síntomas de uremia. La diálisis temprana en pacientes diabéticos se justifica en vista de que la función renal se deteriora rápidamente, la hipertensión arterial se hace difícil de controlar y la uremia no tratada se asocia con mayor deterioro visual. En la actualidad la hemodiálisis es la modalidad de sustitución más utilizada en la mayor parte de los países. En Estados Unidos, por ejemplo, 80% de los pacientes con nefropatía diabética se encuentra en hemodiálisis y 20% en diálisis peritoneal continua ambulatoria (DPCA). La supervivencia de los pacientes con nefropatía diabética en hemodiálisis es inferior a la de las personas con nefropatía por otras causas, aunque suele ser mayor a la de los pacientes tratados con DPCA. En México, aproximadamente 90% de los pacientes con nefropatía diabética avanzada se encuentran en diálisis peritoneal ya sea intermitente o DPCA; su supervivencia es mucho menor a la de los pacientes sin diabetes. Comparado con la diálisis, el trasplante renal en cualquiera de sus modalidades aumenta la supervivencia en pacientes con diabetes; en Estados Unidos 22% de los pacientes con diabetes han recibido trasplante renal y el éxito es similar al que se observa en pacientes con nefropatía no diabética. Prevención de la Nefropatía Diabética El aumento en la expectativa de vida en personas con diabetes se asocia con el hecho de evitar el riesgo de desarrollar insuficiencia renal crónica. Es importante implementar y desarrollar En pacientes con nefropatía diabética se debe realizar diálisis temprana cuando la depuración de creatinina se encuentra entre 10-15 mL/min o de 15-20 mL/min cuando hay síntomas de uremia. 154 < Diabetes mellitus La microalbuminuria no es sólo un factor de riesgo de nefropatía diabética, también es un indicador de daño endotelial y de riesgo cardiovascular en todos los territorios. programas encaminados a la detección temprana del daño renal. La microalbuminuria no es sólo un factor de riesgo de nefropatía diabética, también es un indicador de daño endotelial y de riesgo cardiovascular en todos los territorios. La medición de microalbuminuria es indispensable en la valoración anual de todas las personas con diabetes. El tratamiento debe iniciarse al confirmar el diagnóstico de microalbuminuria y los fármacos de elección son los inhibidores de la ECA o los bloqueadores de los receptores de angiotensina. Es muy importante establecer el avance de la enfermedad para precisar el tratamiento y establecer el pronóstico, esto último encaminado no sólo a conocer las posibilidades de supervivencia y riesgo de complicaciones sino para preparar las condiciones del tratamiento sustitutivo de la función renal en caso necesario. LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • • • • • • American Diabetes Association. Nepropathy in Diabetes. Diabetes Care 2004;27:S79-S83. Brenner BM, Cooper ME, de Zeeuw D, Keane WF, Mitch WE, Parving H-H, et al: Effects of Losartan on renal and cardiovascular outcomes in patients with Type 2 Diabetes and nephropathy. N Engl J Med 2001;345:86169. Chobanian AV, Bakris GL, Black HR, Cushman WC, Green LA, Izzo JL Jr, et al: The Seventh Report of the Joint Committee on Prevention, Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure: the JNC 7 report. JAMA 2003;289:2560-72. Gaede P, Vedel P, Larsen N, Jensen GVH, Parving H-H, Pedersen O: Multifactorial Intervention and Cardiovascular Disease in Patients with Type 2 Diabetes. N Engl J Med 2003;348:383-93. Gross JL, de Azevedo MJ, Silveiro SP, et al. Diabetic Nephropathy: Diagnosis, Prevention, and Treatment. Diabetes Care 2005;28:176-88. Lewis EJ, Hunsicker LG, Clarke WR, et al. Renoprotective effect of the angiotensin receptor antagonist irbesartan in patients with nephropathy due to Type 2 Diabetes. N Engl J Med 2001;345:851-60. Mogensen CE, Cooper ME: Diabetic renal disease: from recent studies to improved clinical practice. Diabetic Med 2004;21:4-17. Parving H-H, Lehnert H, Bröchner-Mortensen J, Gomis R, Andersen S, Arner P: The effect of Irbesartan on the development of diabetic nephropathy in patients with type 2 diabetes. N Engl J Med 2001;345:870-78. Remuzzi G, Schiepatti A, Ruggeneti P: Nephropathy in patients with Type 2 Diabetes. N Engl J Med 2002;346:1145-51. Shichiri M, Kishikawa H, Ohkubo Y, Wake N: Long-term results of the Kumamoto study on optimal diabetes control in type 2 diabetic patients. Diabetes Care 2000;23(Supl 2):B21-B29. Wilson JL, Root HF, Marble A: Diabetic Nephropathy. A clinical syndrome. N Engl J Med 1951;245:513-17. Writing Team for The Diabetes Control and Complications Trial /Epidemiology of Diabetes Interventions and Complications Research Group: Sustained effect of intensive treatment of type 1 diabetes mellitus on development and progression of diabetic nephropathy: the Epidemiology of Diabetes Interventions and Complications (EDIC) study. JAMA 2003;290:2159-67. 31. Neuropatía diabética Alberto C. Frati Munari, Everardo Martínez Valdés, Joel Rodríguez Saldaña La neuropatía diabética es la afección de los nervios craneales, periféricos o autonómicos como consecuencia de la diabetes mellitus. DEFINICIÓN La neuropatía diabética es la afección de los nervios craneales, periféricos o autonómicos como consecuencia de la diabetes mellitus. DATOS EPIDEMIOLÓGICOS La neuropatía diabética es común. En México aproximadamente 60% de los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 tienen alguna forma de neuropatía diabética cuya frecuencia depende de la duración de la diabetes: en individuos con diabetes tipo 2 de reciente diagnóstico < 10% Neuropatía diabética < 155 tiene neuropatía; la prevalencia aumenta de manera progresiva y después de 15 años de evolución casi todos tienen datos clínicos y objetivos de neuropatía. En el cuadro 31.1 se señalan otros factores que pueden predisponer a la neuropatía diabética. Cuadro 31.1. Factores predisponentes de neuropatía diabética EdadTabaquismo Hiperlipidemia Diabetes prolongada Hipertensión arterial HLA-DR3 Talla altaInsuficiencia renal HLA-DR4 ObesidadDiálisis peritoneal Alcoholismo AlbuminuriaHemodiálisis Hiperinsulinemia La neuropatía diabética es la complicación crónica de la diabetes que más afecta la calidad de vida; es un factor importante en el desarrollo del pie diabético y su presencia es uno de los datos predictivos más concluyentes de amputación. Además, la presencia de neuropatía autonómica aumenta la mortalidad y favorece arritmias cardiacas y muerte súbita. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Y CLASIFICACIÓN Este trastorno tiene varias formas de presentación clínica (cuadro 31.2) y es probable que su patogenia también sea diversa (cuadro 31.3). Existen múltiples clasificaciones de la neuropatía diabética, aunque la más lógica sería la que tome en cuenta el mecanismo de producción del daño nervioso. El defecto de una clasificación patogénica radica en que la identificación se hace con bases clínicas y no con procedimientos que demuestren el mecanismo. Además, aun en la polineuropatía es discutible la exclusión de la isquemia como mecanismo; y en la amiotrofia diabética, a pesar de afectarse varios nervios motores proximales de los miembros, el mecanismo más importante parece ser la isquemia. Por estos motivos se prefiere la clasificación clínica (cuadro 31.4). La polineuropatía sensitivomotora es la neuropatía diabética típica y, por mucho, la más frecuente. Por lo general coexiste con algún dato de neuropatía autonómica, aunque pueden Cuadro 31.2. Formas clínicas de neuropatía diabética Polineuropatía simétrica distalNeuropatía autonómica Caquexia diabética neuropática Plexopatía Polineuropatía aguda relacionada Radiculopatía con hiperglucemia Mononeuropatía Polirradiculopatía inflamatoria Mononeuropatía múltiple Polineuropatía asimétrica proximal Neuropatía de pares craneales (amiotrofia diabética) Cuadro 31.3. Clasificación de la neuropatía diabética según el mecanismo patógeno principal Mecanismo patógeno Metabólico Características clínicas Isquémico Mononeuropatía: aparición súbita; remisión espontánea Compresivo Mononeuropatía: aparición lenta, progresiva; curación con intervención quirúrgica Polineuropatía: aparición insidiosa; evolución progresiva La neuropatía diabética es la complicación crónica de la diabetes que más afecta la calidad de vida; es un factor importante en el desarrollo del pie diabético. La polineuropatía sensitivomotora es la neuropatía diabética típica y, por mucho, la más frecuente. 156 < Diabetes mellitus Cuadro 31.4. Clasificación clínica de la neuropatía diabética Polineuropatía SensitivomotoraCaquexia diabética neuropática Autonómica Neuropatía focal Mononeuropatía de pares craneales Mononeuropatía de nervios periféricos Radiculopatía toracolumbar Plexopatía Amiotrofia diabética Síndromes por atrapamiento Síndrome del túnel del carpo (mediano)Compresión del nervio cubital Síndrome del túnel del tarso (peroneo)Compresión del nervio femorocutáneo El cuadro clínico de la polineuropatía sensitivomotora distal y simétrica se caracteriza por parestesias, alodinia (dolor con estímulos no nocivos como el roce de la ropa de cama), dolor o hipoestesia con distribución en guante y calcetín; suele iniciar en los pies y sube conforme avanza la neuropatía. La forma más común de neuropatía diabética es la polineuropatía. Para llevar a cabo el diagnóstico de neuropatía diabética se requieren:1) Datos clínicos. 2) Comprobación con un método objetivo y 3) Exclusión de otras causas. estar separadas. A esta polineuropatía se le ha llamado también neuropatía diabética difusa pues se supone que, en mayor o menor grado, casi todos los nervios se ven afectados. El cuadro clínico de la polineuropatía sensitivomotora distal y simétrica se caracteriza por parestesias, alodinia (dolor con estímulos no nocivos como el roce de la ropa de cama), dolor o hipoestesia con distribución en guante y calcetín; suele iniciar en los pies y sube conforme avanza la neuropatía. Cuando ocurre debilidad muscular tiene la misma distribución. La sensibilidad vibratoria explorada con un diapasón en la articulación interfalángica del primer ortejo se altera tempranamente. También puede observarse disminución de la sensibilidad al tacto, hiperalgesia distal e hiporreflexia tendinosa, primero en los tendones de Aquiles y después en los rotulianos. La polineuropatía puede conducir a diversas alteraciones en los pies debidas a: 1) insensibilidad propioceptiva (causa neuroartropatía); 2) insensibilidad dolorosa y térmica (quemaduras y lesiones traumáticas); 3) debilidad de los músculos interóseos (caída del arco transverso y úlceras plantares) y 4) falta de estímulo simpático (causa vasodilatación, resequedad y fisuras cutáneas, así como resorción ósea de metatarsianos o tarsianos). La neuropatía autonómica puede manifestarse en varias formas, según los órganos afectados (cuadro 31.5); además, puede no haber síntomas adrenérgicos de hipoglucemia, con lo que el paciente no se percata de ella hasta que aparecen datos de neuroglucopenia. La caquexia diabética neuropática se caracteriza por inicio rápido de polineuropatía difusa aguda y gran pérdida de peso, de resolución espontánea en dos o tres años. Las mononeuropatías focales son mucho menos frecuentes. Las más comunes son las parálisis de los nervios craneales III y VI y las radiculopatías toracolumbares (o mononeuropatía intercostal). La amiotrofia diabética afecta a hombres de edad avanzada causando dolor, debilidad y atrofia de los músculos proximales de las extremidades inferiores unilateral o asimétrica bilateral. No tiene tratamiento específico pero se recupera en meses o años. Se incluyen los síndromes por atrapamiento porque son más frecuentes en los diabéticos, lo que sugiere una mayor sensibilidad de los nervios diabéticos al trauma o a la compresión. La forma más común de neuropatía diabética es la polineuropatía (cuadro 31.6). DIAGNÓSTICO Para llevar a cabo el diagnóstico de neuropatía diabética se requieren:1) Datos clínicos. 2) Comprobación con un método objetivo y 3) Exclusión de otras causas. Los hallazgos más frecuentes a la exploración son: sensibilidad vibratoria disminuida, hiperalgesia “en calcetín” e hiporreflexia aquílea. Se han propuesto diversos esquemas para el diagnóstico clínico (uno abreviado que toma poco tiempo y es eficaz se ilustra en el cuadro 31.7. Los datos clínicos pueden ser tan intensos, típicos y objetivos que no se necesita comprobación con un método de gabinete, al menos en la práctica clínica. Neuropatía diabética < 157 Cuadro 31.5. Manifestaciones de neuropatía diabética autonómica Pupilares Miosis, mala adaptación a la oscuridad Cardiovasculares Taquicardia en reposo, frecuencia cardiaca fija, intolerancia al esfuerzo, hipotensión arterial postural, síncope, muerte súbita Gastrointestinales Disfagia, gastroparesia (plenitud gástrica, vómito), estreñimiento, diarrea (por proliferación bacteriana), incontinencia fecal Urinarias Vejiga neurogénica, retención urinaria, incontinencia urinaria Genitales Impotencia, eyaculación retrógrada, sequedad vaginal Sudomotoras Sudación gustativa (diaforesis de la mitad superior del cuerpo durante la comida), anhidrosis distal (piel seca y escamosa de los pies, fisuras), anhidrosis en parches Percepción de hipoglucemia Disminuida (por reacción adrenérgica a la glucemia disminuida) Cuadro 31.6. Diagnóstico clínico abreviado de neuropatía diabética (Michigan Score modificado) 1. Polineuropatía sensorimotora 2. Neuropatía autonómica cardiovascular 3. Impotencia 4. Neuropatía autonómica del tubo digestivo (estreñimiento con episodios de diarrea) 5. Radiculopatía (mononeuropatía) intercostal 6. Mononeuropatía de pares craneales (III, VI y VII) 7. Neuropatías por atrapamiento 8. Otras: caquexia diabética neuropática, amiotrofia diabética, plexopatías Cuadro 31.7. Diagnóstico clínico abreviado de neuropatía diabética (Michigan Score modificado) 1. Interrogatorio: dolor, parestesias, hipoestesias 2. Inspección de los pies: piel reseca, fisuras, temperatura, callosidades, ulceraciones 3. Sensibilidad: al dolor y al tacto con aguja y algodón 4. Reflejos tendinosos: aquíleos y rotulianos 5. Sensibilidad vibratoria: con diapasón vibratorio sobre la articulación interfalángica del dedo gordo A veces en clínica (pero siempre en protocolos de investigación) se deben aplicar métodos que comprueben el diagnóstico y permitan un seguimiento mensurable de la evolución (cuadro 31.8). Aunque se han diseñado procedimientos que miden la pupila y su respuesta a la luz (pupilómetros), así como formas para medir la sudoración y su respuesta a la nicotina u otros estímulos, los métodos diagnósticos de uso clínico comprenden neuropatía autonómica cardiovascular, gastrointestinal y genitourinaria, que son las más relevantes por sus manifestaciones. La neuropatía autonómica cardiovascular es la que el internista puede demostrar con mayor facilidad, ya que sólo se requiere de un electrocardiógrafo. La base de las pruebas es la ausencia de taquicardia o bradicardia como respuesta (mediada por el vago o el simpático) a diversos estímulos (cuadro 31.9). También se ha utilizado monitoreo electrocardiográfico continuo que muestra menor variación de la frecuencia cardíaca que en individuos sanos. La neuropatía autonómica cardiovascular es la que el internista puede demostrar con mayor facilidad, ya que sólo se requiere de un electrocardiógrafo. 158 < Diabetes mellitus Cuadro 31.8. Métodos objetivos de diagnóstico para polineuropatía diabética sensorimotora Umbrales de sensibilidad: Vibratoria • Térmica • Dolorosa • Táctil Velocidad de conducción nerviosa y electromiográfica Potenciales evocados Cuadro 31.9. Métodos diagnósticos más utilizados en la neuropatía diabética autonómica cardiaca MétodoCriterio diagnóstico Frecuencia cardiaca en reposo >100/min Variación de R-R con la respiración R-R mayor/R-R menor <1.2 Variación de R-R con maniobra de Valsalva R-R mayor/R-R menor <1.2 Variación de R-R al ponerse de pie R-R latido 30/R-R latido 15 >1 Reflejo de inmersión facial Disminución de la frecuencia cardiaca a los 10 s <10% Presión arterial al ponerse de pie Disminución de PA >30/15 mmHg (sístole/diástole) en los primeros 30 segundos R-R: intervalo entre dos latidos ventriculares en el electrocardiograma. Dos o más pruebas positivas se consideran diagnósticas. La neuropatía esofagogastrointestinal puede demostrarse con diversos estudios según el segmento afectado (cuadro 31.10); el más sencillo es la medición del vaciamiento gástrico mediante radioisótopos incorporados a un alimento. La vejiga neurogénica puede demostrarse con facilidad pero la impotencia (además de valorar la inervación) requiere que se investiguen y descarten trastornos vasculares y psicógenos (cuadro 31.11). TRATAMIENTO Está dirigido a dos aspectos: a aliviar los síntomas y a disminuir (o al menos detener) el daño a los nervios. El dolor disminuye poco con analgésicos comunes (antiinflamatorios no esteroideos); en cambio, responde aceptablemente a los anticonvulsivos moduladores del ácido γ-aminobutírico (GABA) y del glutamato. Alivio de los síntomas El dolor disminuye poco con analgésicos comunes (antiinflamatorios no esteroideos); en cambio, responde aceptablemente a los anticonvulsivos moduladores del ácido γ-aminobutírico (GABA) y del glutamato. Pueden añadirse antidepresivos tricíclicos o fenotiacínicos para obtener mejor resultado. La neuroestimulación transcutánea (TENS) se ha utilizado para el dolor incoercible con resultados irregulares. Cuadro 31.12. Inhibición del daño a los nervios La única terapia indiscutible es el control de la glucemia. Se ha demostrado que, a largo plazo, los pacientes que están bien controlados (HbA1c ~7%) permanecen con velocidad de conducción nerviosa cercana a la normal durante mucho tiempo y no desarrollan neuropatía clínica (o ésta aparece muchos años después). En los individuos con control menos eficaz (HbA1c ~9%) la velocidad de conducción nerviosa se deteriora lentamente y en una tercera parte de los Neuropatía diabética < 159 Cuadro 31.10. Métodos diagnósticos más utilizados en la neuropatía esofagogastrointestinal • Manometría esofágica • Estudio radiográfico de la deglución • Radiografía simple de abdomen • Medición radioisotópica del vaciamiento gástrico • Radiografías del tránsito intestinal • Colon por enema • Manometría colónica • Electromiografía del esfínter anal Cuadro 31.11. Métodos diagnósticos más utilizados en la neuropatía autonómica urogenital Vejiga neurogénica Medición de orina vesical posmicción (urografía excretora, cistograma) Medición de orina vesical posmicción (ultrasonografía) Urodinamia Impotencia Potenciales evocados genitosensoriales Electromiografía (pudendos) Reflejo bulbocavernoso Eyaculación retrógrada Cuantificación del volumen eyaculado (eyaculación escasa) Examen general de orina poscoito (espermatozoides en orina) Cuadro 31.12. Terapéutica de la neuropatía diabética dolorosa MedicamentoDosis Pregabalina 75 a 300 mg/12 h Gabapentina 300 a 900 mg/6 a 8 h Topiramato 25 a 200 mg/12 a 24 h Oxcarbazepina 150 a 900 mg/24 h Lamotrigina 25 a 200 mg/12 a 24 h Ácido valproico 200 a 500 mg/12 a 24 h Carbamazepina 200 a 400 mg/8 h Ácido tióctico 600 mg/24 h Amitriptilina 25 a 50 mg/24 h Imipramina 25 a 75 mg/8 a 24 h Perfenacina 2 a 8 mg/8 a 24 h Venlafaxina 2 a 8 mg/8 a 24 h Ouloxetina 60 mg/12 a 24 h Difenilhidantoína100 mg/8 h Capsaicina de aplicación localCada 8 a 24 h NeuroestimulaciónContinua casos aparece neuropatía en los primeros ocho años. El Diabetes Control and Complication Trial demostró sin lugar a dudas que el control estricto reduce en 60% el riesgo de presentar neuropatía diabética en cinco años. Además, las observaciones en los pacientes con curación de la diabetes mellitus tipo 1 (por trasplante pancreático) muestran mejoría clínica y electrofisiológica de una neuropatía preexistente. El Diabetes Control and Complication Trial demostró sin lugar a dudas que el control estricto reduce en 60% el riesgo de presentar neuropatía diabética en cinco años. 160 < Diabetes mellitus El medicamento que ha obtenido resultados clínicos más consistentes es el ácido lipoico (tióctico) ya sea sólo o combinado con benfotiamina. Sin embargo, ni siquiera el trasplante pancreático logra corregir la neuropatía en algunos sujetos y el control estricto tampoco previene en todos los casos la aparición de la neuropatía diabética. Por tal motivo se hicieron investigaciones con medicamentos que interfieren con los posibles mecanismos patogénicos implicados (cuadro 31.13) aunque pocos alcanzaron la etapa de uso clínico. El medicamento que más se investigó fue el tolrestato (un inhibidor de la aldosa reductasa con un sólido apoyo experimental) pero debido a su escasa utilidad clínica y a sus efectos adversos se retiró del uso clínico. El medicamento que ha obtenido resultados clínicos más consistentes es el ácido lipoico (tióctico) ya sea sólo o combinado con benfotiamina. Las neuropatías focales sólo requieren tratamiento sintomático ya que suelen recuperarse espontáneamente. En la mayor parte de casos de neuropatía por atrapamiento se necesita liberación quirúrgica. Cuadro 31.13. Tratamiento “de fondo” de la neuropatía diabética Tratamiento Alteración que suprime Datos que apoyan su uso InsulinaHiperglucemiaExperimentales, clínicos, electrofisiológicos Trasplante de páncreas Hiperglucemia, hiperglucagonemiaExperimentales, clínicos, electrofisiológicos Ácido tióctico (ácido alfa lipoico)Estrés oxidativoExperimentales, clínicos, electrofisiológicos Benfotiamina (vitamina B1 Estrés oxidativoExperimentales, clínicos, electrofisiológicos liposoluble) Inhibidores de aldosa reductasaExceso de sorbitol intracelularExperimentales, clínicos, electrofisiológicos e histopatológicos Gangliósidos Deficiencia de factores neurotróficosExperimentales, clínicos, electrofisiológicos Acido γ-linolénico Desequilibrio de prostaglandinasClínicos, electrofisiológicos AminoguanidinaGlucosilación de proteínasExperimentales VasodilatadoresIsquemiaElectrofisiológicos Mioinositol Deficiencia de mioinositol intracelularExperimentales (sólo preventivo) AntihipertensivosIsquemia nerviosaExperimentales, electrofisiológicos LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • • • Aguilar Rebolledo F. Neuropatia diabética. 2ª ed. México: DEM,2003. Frati AC, Ariza CR. Inhibidores de aldosa reductasa. Experiencia clínica en neuropatía diabética. Rev Méd IMSS 1994;32:223. Frati AC, Moreno FJ, Vargas R, Ariza CR, Alfaro A. Prevalencia de neuropatía en diabetes mellitus tipo II en México. Rev Méd IMSS 1994;32:327. Frati AC, Vargas R, Moreno FJ, Ariza CR, Alfaro A. Umbral de sensibilidad vibratoria en diabetes mellitus no dependiente de insulina. Rev Méd IMSS 1993;31:165. Gries FA, Cameron NE, Low PA, Ziegler D. Textbook of diabetic neurophaty. New York: Thieme, 2003. Griesing T, Freeman R, Rosenstock J, Sharman U, et al. Efficacy, safety and tolerability of pregabalin treatment for diabetic peripheral neurophaty: findings from 6 randomized control trials. Diabetología 2005;48(suppl 1):A351. Sherinyenko AA, Sherinyenko LM. Effects of treatment with alpha-lipoic acid and benfotiamine in type 1 diabetic patients with peripheral neurophaty. Diabetología 2005; 48(suppl 1):A352. Vinik A. Use of antiepileptic drugs in the treatment of chronic painful diabetic neuropathy. J Clin Endoc Metab 2005;90:4936-45. Ziegler D. Polineuropathy in the diabetic patient-update on pathogenesis and management. Nephrol Dial Transplant 2004;19:2170-75. Pie diabético < 161 32. Pie diabético Everardo Martínez Valdés, Alberto C. Frati Munari INTRODUCCIÓN Las alteraciones de los pies en la diabetes las padecen entre 12 y 25% de los pacientes durante su vida. Representan 25% de los ingresos hospitalarios y hasta 90% de las amputaciones no traumáticas a escala mundial generando altos costos económicos para los pacientes, sus familias y para la sociedad. Se acostumbra llamar pie diabético a la presencia de infección, úlceras y necrosis en los pies de pacientes con diabetes mellitus. El pie diabético se debe a la combinación de neuropatía, isquemia (macro y microangiopatía) e infección. Frecuentemente es consecuencia de traumatismos que inician la secuencia de ulceración, infección, gangrena y amputación. PATOGENIA El pie diabético se debe a la combinación de neuropatía, isquemia (macro y microangiopatía) e infección. Frecuentemente es consecuencia de traumatismos que inician la secuencia de ulceración, infección, gangrena y amputación. La neuropatía sensitivomotora y autonómica, al parecer, es el factor sine qua non del pie diabético; a menudo el suceso primario es resultado del pie insensible por neuropatía. El padecimiento que con mayor frecuencia requiere amputación es la aterosclerosis obliterante de los miembros inferiores; hay factores de riesgo que promueven un estado de aterosclerosis acelerada en pacientes amputados (cuadro 32.1). La microangiopatía representa otro factor importante para la prevalencia del pie diabético por disminución del flujo capilar en los dedos de los pies (muchas veces asociada con la disfunción nerviosa) ya que promueve su presentación y dificulta su curación. Cuadro 32.1. Factores predictivos de amputación de los pies en pacientes con diabetes mellitus Control metabólico inadecuado (incremento de la glucemia y de la hemoglobina glucosilada) Síntomas y signos de arteriopatía periférica preexistente Signos de neuropatía periférica Presión arterial sistólica aumentada Síntomas de enfermedad coronaria Larga duración de la diabetes Relación elevada de colesterol total-colesterol HDL En los casos en que predomina la neuropatía el pie se halla insensible, caliente, seco y con úlcera en la planta. Cuando domina la isquemia, el pie duele, está frío, pálido y húmedo, con llenado capilar lento y úlceras en la punta de los dedos o en el borde del pie. Fuente: Pyorala K. Amputations-risk factors analysis. 15th IDF Congress, 1994. Datos obtenidos de la observación de 1,044 pacientes con diabetes mellitus tipo 2 durante más de siete años. FISIOPATOLOGÍA Y MANIFESTACIONES CLÍNICAS La combinación de los diversos mecanismos patogénicos causa las alteraciones observadas en el pie diabético (cuadro 32.2). En los casos en que predomina la neuropatía el pie se halla insensible, caliente, seco y con úlcera en la planta. Cuando domina la isquemia, el pie duele, está frío, pálido y húmedo, con llenado capilar lento y úlceras en la punta de los dedos o en el borde del pie. Esta información puede ser útil para orientar en la terapia aunque por lo regular hay datos mixtos. TRATAMIENTO La prevención primaria es la parte más importante en el manejo del pie diabético; debe promoverse el autocuidado (cuadro 32.3) y reforzarse siempre tanto al paciente como a sus familiares. La búsqueda intencionada de las alteraciones en los pies del diabético permiten el La prevención primaria es la parte más importante en el manejo del pie diabético; debe promoverse el autocuidado. 162 < Diabetes mellitus Cuadro 32.2. Fisiopatología y manifestaciones clínicas del pie diabético Alteración Síntomas y signos Consecuencias Neuropatía sensorial Disminución de la Traumatismos fáciles (incluyendo las uñas), sensibilidadartropatía neuropática Motora Debilidad de los Caída del arco plantar transverso, músculos interóseos dedos en garra, pie cavo, apoyo anormal, úlcera plantar. Fisuras cutáneas, resorción ósea Autonómica Sudoración escasa, pie caliente y seco, caída de vello Fisuras cutáneas, resorción ósea MacroangiopatíaClaudicación intermitente, Isquemia, úlceras distales en los pie frío, dolor que se alivia dedos o bordes de los pies al colgar el pie, ausencia Gangrena seca de pulsos pedios y tibiales posteriores, palidez al levantar el pie y rubor al bajarlo, llenado capilar lento (>3 s) Microangiopatía Zonas enrojecidas o Isquemia cianóticas Cuadro 32.3. Cuidado de los pies en los diabéticos Inspección Diaria, en busca de cortaduras, callosidades, abrasiones, enrojecimientos, trastornos ungueales y periungueales Aseo Lavado regular con agua tibia y jabón suave; evitar el agua muy caliente, el remojo excesivo y las soluciones químicas fuertes; uso regular de cremas humectantes Cuidado de las uñasCortarlas en forma recta, paralela al borde del dedo, para evitar que se encajen, redondeando las aristas con una lima; tratar la onicomicosis y las infecciones periungueales Cuidados al caminarEvitar hacerlo descalzo, así como la exposición al frío y calor intensos, los calcetines y zapatos apretados, y los zapatos duros (atención al calzado nuevo) o con suela muy blanda Es importante el tratamiento de la neuropatía, la isquemia (vasodilatadores, pentoxifilina, antiagregantes plaquetarios e hipolipemiantes, según el caso), la dermatofitosis y la onicomicosis, así como de las infecciones en fisuras, úlceras y periungueales. tratamiento temprano y oportuno que puede evitar la amputación. Es importante que el médico explore los pies en cada visita y busque signos de neuropatía, isquemia, fisuras cutáneas, infecciones, trastornos de la uñas y marcas de traumatismo. Es importante el tratamiento de la neuropatía, la isquemia (vasodilatadores, pentoxifilina, antiagregantes plaquetarios e hipolipemiantes, según el caso), la dermatofitosis y la onicomicosis, así como de las infecciones en fisuras, úlceras y periungueales. Las úlceras infectadas, que suelen ser polimicrobianas, requieren antibióticos intravenosos y con frecuencia desbridamiento quirúrgico. La hospitalización y el tratamiento quirúrgico dependen de la gravedad de las lesiones para lo cual la escala de Wagner (cuadro 32.4) es una herramienta útil. Es importante la evaluación vascular cuidadosa, incluyendo Doppler o angiografía a partir del grado 3 de la escala, ya que puede ayudar a decidir por cirugía vascular o amputación. Diabetes y embarazo < 163 Cuadro 32.4. Clasificación de Wagner de las lesiones del pie diabético Grado Características Observaciones y tratamiento 0 Neuropatía y alteración músculo esquelética Profilaxia, zapatos cómodos, de suela elástica gruesa y plantillas suaves 1 Úlcera superficial, sin infección Limpieza de la úlcera, reconocer el factor predisponente y evitarlo 2 Úlcera profunda con signos de infección Cultivos, antibióticos, desbridamiento 3 Úlcera profunda, absceso, osteomielitis Hospitalización, desbridamiento quirúrgico amplio con extirpación del hueso si fuera necesario; ¿intervención quirúrgica vascular? 4 Gangrena limitada Hospitalización, desbridamiento quirúrgico amplio con extirpación del hueso si fuera necesario; valorar la amputación de acuerdo con la enfermedad vascular 5 Gangrena de todo el pie Amputación de acuerdo con la enfermedad vascular Otras terapias incluyen el uso de células madre derivadas de médula ósea, ropa holgada, equivalentes biotecnológicos de piel y terapia con factores de crecimiento. El tratamiento con oxígeno hiperbárico reduce el riesgo de amputaciones mayores pero no el tiempo de curación de la úlcera o el índice de amputaciones menores. LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • • Cavanagh PR, Lipsky BA, Bradbury AW y Botek G. Treatment for diabetic foot ulcers. Lancet 2005;366:17251735. Frykberg RG. An evidence-based approach to diabetic foot infections. Am J Surg 2003;186(5A):44S-54S. Greenman RL, Panasyuk S, Wang X, Lions TE et al. Early changes in the skin microcirculation and muscle metabolism of the diabetic foot. Lancet 2005; 366:1711-1717. Jeffcoate W y Hardin KG. Diabetic foot ulcers. Lancet 2003;361:1545-1551. Jorneskog G, Brismar K, Fagrell B. Functional microangiopathy in diabetic foot. 15th IDF Congress 1994:66(abst). McNeely MJ, Boyko EJ, Ahroni JH, et al. The independent contributions of diabetic neuropathy and vasculopathy in foot ulceration. Diabetes Care 1995;18:216. Pyörala K. Amputation-risk factor analysis. 15th IDF Congress 1994:65(abst). Ramiro M, Juárez-Ocaña R. Pie diabético. En: Ariza CR, Frati AC (ed). Diabetes mellitus. Temas de Medicina Interna 1993;1:827-834. 33. Diabetes y embarazo Everardo Martínez Valdés, Alberto C. Frati Munari IMPORTANCIA Y DATOS EPIDEMIOLÓGICOS La diabetes durante el embarazo aumenta la morbilidad y la mortalidad tanto materna como fetal. Se considera que entre 3 y 5% de las mujeres embarazadas tienen diabetes mellitus. De dichos casos 12% presenta diabetes mellitus previa al embarazo (diabetes pregestacional) mientras que a 88% la diabetes se le diagnostica durante el embarazo (gestacional). En México 90% de las diabetes pregestacionales son del tipo 2 y 10% del tipo 1. La diabetes durante el embarazo aumenta la morbilidad y la mortalidad tanto materna como fetal. 164 < Diabetes mellitus La importancia de la revisión y estudio de la diabetes en el embarazo radica en que las complicaciones que acompañan a la embarazada diabética (cuadro 33.1) pueden prevenirse con el control estricto de la glucemia durante el embarazo; además, a la diabetes durante el embarazo le sigue una mayor incidencia (en los hijos) de obesidad y diabetes tipo 2 que la que se esperaría a causa de la herencia. Cuadro 33.1. Complicaciones perinatales y durante el embarazo de la diabetes Maternas Del feto Primer trimestre (diabetes pregestacional) • Abortos espontáneos • Malformaciones congénitas • Cetoacidosis* • Hipoglucemia** Complicaciones neonatales • Macrosomía • Bajo peso • Nacimiento pretérmino • Malformaciones congénitas • Síndrome de insuficiencia respiratoria del recién nacido • Hipoglucemia • Ictericia neonatal • Policitemia • Hipocalcemia Segundo y tercer trimestres (diabetes pregestacional y gestacional) • Cetoacidosis* • Hipoglucemia** • Albuminuria y síndrome nefrótico*** • Hipertensión inducida por el embarazo (hipertensión asociada con el embarazo) • Preeclampsia • Polihidramnios • Macrosomía • Aborto • Producto pretérmino • Cesárea *Pacientes con diabetes tipo 1. **Terapia intensiva con insulina. ***Pacientes con diabetes pregestacional con microalbuminuria-albuminuria. La diabetes mellitus gestacional es la presentación o primera detección de cualquier intolerancia a la glucosa durante el embarazo. Durante el embarazo se observan algunos cambios importantes en el metabolismo normal de la glucosa. El más importante es el desarrollo de resistencia debida a la reducción en la sensibilidad a la insulina en el músculo esquelético. DIABETES GESTACIONAL La diabetes mellitus gestacional es la presentación o primera detección de cualquier intolerancia a la glucosa durante el embarazo. La definición incluye a las pacientes diabéticas tipo 2 diagnosticadas como portadoras de diabetes gestacional durante el inicio de su embarazo a y las que se detectan durante el tercer trimestre del embarazo por curva de tolerancia oral a la glucosa. Los principales factores de riesgo para desarrollar diabetes gestacional son: obesidad, grupo étnico, historia familiar o parientes de primer grado con diabetes, edad mayor de 25 años, antecedente de productos macrosómicos y diabetes gestacional previa. Patogenia Durante el embarazo se observan algunos cambios importantes en el metabolismo normal de la glucosa. El más importante es el desarrollo de resistencia debida a la reducción en la sensibilidad a la insulina en el músculo esquelético (de aproximadamente 50%) en el tercer trimestre del embarazo atribuible a factores humorales maternos y placentarios (cuadro 33.2). La causa de los trastornos en el feto al parecer no es única. De hecho, la hiperglucemia y la hiperinsulinemia son las condicionantes principales de la macrosomía, pero aparentemente concurren muchas alteraciones metabólicas dependientes de la hiperglucemia (cuadro 33.3). Diagnóstico Es recomendable la investigación diagnóstica en todas las embarazadas con factores de riesgo (cuadro 33.4) desde la primera visita. El National Diabetes Data Group (NDDG) de Estados Unidos recomienda el escrutinio para mujeres con bajos factores de riesgo para diabetes ges- Diabetes y embarazo < 165 Cuadro 33.2. Factores diabetógenos durante la gestación Mayor ingestión de alimentos Disminución de la secreción de insulina (relativo a la ingestión) Aumento de la degradación de insulina Aumento del glucagón Aumento de lactógeno placentario Aumento de cortisol Aumento de estrógenos y progesterona Resistencia periférica a la insulina Cuadro 33.3. Causas de trastornos fetales en la diabetes mellitus materna Aumento de la glucosa Aumento de la producción de Incremento de cuerpos cetónicos matriz extracelular Aumento de la insulina Disminución de prostaglandinas Suero de madre diabética (PGE2) (sustancias desconocidas) Aumento de radicales libres Disminución del mioinositol celularIncremento de la peroxidación de lípidos Reducción de fosfoinosítidos celulares Aumento del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) Cuadro 33.4. Factores de riesgo de diabetes mellitus gestacional Diabetes mellitus en rama materna Macrosomía previa ObesidadPolihidramnios previo Edad >25 años Diabetes mellitus gestacional previa GlucosuriaAbortos previos Glucemia al azar >120 mg/100 mL (6.7 mmol/L) tacional entre las semanas 24 y 28 de la gestación; la prueba consiste en la administración de 50 g de dextrosa oral a cualquier hora del día para medir la glucosa en sangre una hora después; si ésta es > 140 mg/100 mL (7.8 mmol/L) se indica una prueba de tolerancia a la glucosa; en caso contrario se considera normal. Para la prueba de tolerancia, el NDDG utiliza una carga de 100 g de dextrosa en una prueba de tres horas. La Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Diabetes, en cambio, sugieren una prueba con 75 g de dextrosa oral y medición de la glucemia a las dos horas, como en cualquier mujer adulta sin embarazo; la prueba también se interpreta como si no hubiera gestación. La diferencia está en que tanto la categoría de alteración de tolerancia a la glucosa como la de diabetes mellitus se consideran como diabetes gestacional. El método sugerido por la OMS y la Federación Internacional de Diabetes detecta en mayor proporción intolerancia oral a la glucosa mientras que el recomendado por el National Diabetes Data Group detecta más casos de diabetes gestacional. Otras pruebas de escrutinio están en ensayo; la medición de los triglicéridos (> 137 mg/dL) correlaciona con un riesgo 3 a 4 veces mayor de presentar diabetes gestacional. El diagnóstico de diabetes gestacional no es definitivo. Una vez terminada la gestación las pacientes deben reclasificarse. Posteriormente, si la tolerancia a la glucosa fuera normal estaría en la categoría de anormalidad previa de tolerancia a la glucosa; en caso contrario quedaría como alteración de la tolerancia a la glucosa o como diabetes mellitus. Alrededor de 60% de las pacientes con diabetes gestacional desarrollan diabetes tipo 2 después de varios años. Tratamiento El objetivo terapéutico consiste en obtener glucemia en ayunas < 100 mg/100 mL y posprandial < 140 mg/100 mL. Se debe insistir en una dieta adecuada (~30 kcal/kg de peso), completa y balanceada, así como hacer lo posible por evitar un aumento excesivo de peso (objetivo: El escrutinio para mujeres con bajos factores de riesgo para diabetes gestacional entre las semanas 24 y 28 de la gestación; la prueba consiste en la administración de 50 g de dextrosa oral a cualquier hora del día para medir la glucosa en sangre una hora después; si ésta es > 140 mg/100 mL (7.8 mmol/L) se indica una prueba de tolerancia a la glucosa. El objetivo terapéutico consiste en obtener glucemia en ayunas < 100 mg/100 mL y posprandial < 140 mg/100 mL. Se debe insistir en una dieta adecuada (~30 kcal/kg de peso), completa y balanceada. 166 < Diabetes mellitus Si la dieta es insuficiente para conseguir la meta terapéutica debe utilizarse insulina. < 9 kg de aumento en toda la gestación). Si la dieta es insuficiente para conseguir la meta terapéutica debe utilizarse insulina. No se recomiendan los hipoglucemiantes orales pues con ellos no se logra un control estricto ni se reducen las complicaciones. LECTURAS RECOMENDADAS • • • • • • • Galerneau F, Inzucchi SE. Diabetes mellitus in pregnancy. Obstet Gynecol Clin N Am 2004;31:907-33. Griffith J, Conway DL. Care of diabetes in pregnancy. Obstet Gynecol Clin N Am 2004;31:243-56. Meltzer SJ, Snyder J, Mor thnic pregnant women in Montreal using a randomized trial of a 75 vs 100 mg glucose load. Diabetología 2005;48(suppl 1):A23. Pettitt DJ, Bennet PH, Hanson RI, Narayan KMV, Knowler WC. Comparison of World Health Organization and National Diabetes Data Group procedures to detect abnormalities of glucose tolerance during pregnancy. Diabetes Care 1994;17:1264. Tamez-Pérez HE, Vazquez-Lara J. Diabetes and pregnancy. Arch Med Research 2005;36:291-99. Tomas G, Kerényi Z. Screening for gestational diabetes: epidemiological questions, problems, debate on methodologies and WHO/IDF recommendations. IDF Bulletin 1995;40:14. Zárate A. Diabetes y embarazo. En: Ariza CR, Frati AC (ed). Diabetes mellitus. Temas de Medicina Interna 1993;1(4):943-47. 34. Disfunción eréctil Alberto C. Frati Munari, Everardo Martínez Valdés, Juan Díaz Salazar La prevalencia de la disfunción eréctil se incrementa con la edad, tanto en la población general como en los individuos con diabetes mellitus; en los diabéticos es más frecuente e inicia más temprano (5 a 10 años antes) que en los no diabéticos. La erección inicia y se mantiene por el aumento del flujo arterial, la relajación activa del músculo liso de los sinusoides de los cuerpos peneanos mediada por óxido nítrico y aumento de la resistencia venosa. INTRODUCCIÓN La disfunción eréctil o impotencia se define como la imposibilidad para mantener la erección del pene con suficiente rigidez para llevar a cabo el coito. La prevalencia de la disfunción eréctil se incrementa con la edad, tanto en la población general como en los individuos con diabetes mellitus; en los diabéticos es más frecuente e inicia más temprano (5 a 10 años antes) que en los no diabéticos. La disfunción eréctil es dos veces más frecuente en los individuos con síndrome metabólico, aun sin diabetes, que los individuos sin este síndrome. Aproximadamente 5% de los sujetos con diabetes, menores de 25 años de edad, tienen disfunción eréctil, ~50% los 50 años de edad y ~75 % después de los 60. Su prevalencia es mayor en los diabéticos de larga duración que en los de corta duración y es mayor en los peor controlados que en los mejor controlados. La importancia de la impotencia es doble: por un lado afecta negativamente la calidad de vida; por otro, puede considerarse como un marcador de enfermedad cardiovascular ya que se ha observado una relación estadística directa entre la disfunción eréctil y la cardiopatía isquémica. Fisiopatología La erección inicia por el deseo sexual que depende de factores psicológicos, hormonales y físicos. La erección del pene depende del funcionamiento normal de los nervios somáticos y autonómicos, de la musculatura lisa y estriada de los cuerpos cavernosos y piso pélvico, así como del flujo sanguíneo de las arterias pudendas. La erección inicia y se mantiene por el aumento del flujo arterial, la relajación activa del músculo liso de los sinusoides de los cuerpos peneanos mediada por óxido nítrico y aumento de la resistencia venosa. La contracción de los músculos bulbocavernosos e isquiocavernosos acentúa la rigidez. Los transmisores químicos involucrados son principalmente el óxido nítrico, el péptido intestinal vasoactivo, la acetilcolina y las prostaglandinas. Disfunción eréctil El óxido nítrico es el vasodilatador más potente, que se sintetiza a partir de la L-arginina por la óxido nítrico sintetasa endotelial; causa relajación del músculo liso vascular del pene a través del aumento de GMPc intracelular, lo que permite que los sinusoides cavernosos se llenen de sangre y se produzca y mantenga la erección. La fosfodiesterasa-5 es la encargada de degradar el GMPc intracelular. Las circunstancias que afecten en cualquier paso al mecanismo de erección del pene pueden causar disfunción eréctil: alteraciones psicológicas (principalmente depresión y ansiedad), hipogonadismo, neuropatía autonómica que afecta la respuesta neurovascular, reducción del flujo sanguíneo por ateroesclerosis y la disfunción endotelial típica de la diabetes que reduce la producción de óxido nítrico en los cuerpos cavernosos. Todos estos factores son más frecuentes en los individuos con diabetes mellitus. La neuropatía diabética es uno de los aspectos determinantes: cerca de 100% de los pacientes con neuropatía diabética clínica tiene disfunción eréctil. Además, existen factores exógenos como ciertos medicamentos empleados frecuentemente en los enfermos con diabetes mellitus. Los factores fisiopatológicos que influyen en la disfunción eréctil de los diabéticos se señalan en el cuadro 34.1. < 167 Las circunstancias que afecten en cualquier paso al mecanismo de erección del pene pueden causar disfunción eréctil. Cuadro 34.1. Factores fisiopatológicos de la disfunción eréctil en la diabetes mellitus • Disfunción endotelial por la hiperglucemia, que origina disminución del óxido nítrico en las células endoteliales sinusoidales y déficit de vasodilatación • Dislipidemia, que origina disfunción endotelial y aterosclerosis • Macro y microangiopatía, que reducen el flujo sanguíneo hacia el pene • Neuropatía diabética, que reduce la liberación de acetilcolina, la producción de ON sintetasa y la liberación de ON en el músculo liso cavernoso • Neuropatía diabética, que interfiere con la trasmisión del estímulo nervioso desde la médula espinal hasta los músculos bulbocavernosos e isquiocavernosos • Productos avanzados de la glucosilación que aumentan las especies reactivas de oxígeno y reducen la producción de ON • Glucosilación de fibras elásticas por hiperglucemia y por la edad, que dificulta la relajación de los cuerpos cavernosos • Hipogonadismo hipogonadotrófico • Múltiples medicamentos Diagnóstico y tratamiento En la evaluación diagnóstica de la disfunción eréctil deben considerarse los factores que pueden contribuir en mayor o menor grado y que requieren estrategias particulares de tratamiento (cuadro 34.2). Mientras mayor sea el número de factores involucrados (cuadro 34.2) la disfunción eréctil será más frecuente y más severa. En todos los casos de impotencia debe considerarse la posibilidad de que ésta sea psicogénica; y aunque la valoración de esta causa no siempre es sencilla hay dos aspectos que pueden ayudar a comprobarla o descartarla: erección matutina espontánea, intensa y prolongada y relaciones coitales satisfactorias en circunstancias especiales (como podría ser con otra pareja); ambas circunstancias obligan a descartar las causas fisiológicas. La administración de inhibidores de la fosfodiesterasa-5 fue la primera forma de terapia por vía oral y resultó muy útil en casi todos los casos. Pero el porcentaje de respuesta (~70%) es menor y se requieren dosis más altas en pacientes diabéticos que entre la población no diabética de edad similar. Por lo tanto, la tentación de administrar estos medicamentos sin mayor investigación diagnóstica no es conveniente ya que podría lograrse una respuesta adicional con el tratamiento apropiado. Aunque puede investigarse la disfunción endotelial con pruebas laboriosas, como la de arginina, se ha observado una correlación positiva entre la disfunción eréctil con cifras elevadas de hemoglobina glucosilada, con la concentración sanguínea de la proteína C reactiva ultrasensible (hsPCR) y con la enfermedad cardiovascular aterosclerosa, de modo que la pre- En todos los casos de impotencia debe considerarse la posibilidad de que ésta sea psicogénica. 168 < Diabetes mellitus Cuadro 34.2. Evaluación diagnóstica y terapéutica de la disfunción eréctil en la diabetes mellitus Aspecto diagnóstico Característica Estrategia terapéutica Control metabólico Hiperglucemia Sobrepeso u obesidad Vida sedentaria Dislipidemia Obtener HbA1c < 7% Pérdida de peso Actividad física programada Normolipemiantes (estatinas) Toxicomanías Alcohol >2 copas al día Tabaco Marihuana y otras Abstinencia o menos de dos copas al día Dejar de fumar Tratamiento especializado Medicación concomitante Antihipertensivos: β bloqueadores Considerar cambio a IECA, ARA II, calcioantagonistas Considerar cambio a furosemida o bumetanida Considerar suspensión o mianserina Tiazidas Antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la recaptura de serotonina Tranquilizantes: fenotiacinas, butirofenonas Hormonales: antiandrógenos, agonistas y antagonistas de la hormona liberadora de gonadotropinas, estrógenos Otros: cimetidina, metoclopramida, domperidona Fibratos Considerar benzodiacepinas Considerar cambio terapéutico Considerar inhibidores de la bomba de protones Estatinas Estado hormonal Medir LH, FSH, prolactina y testosterona Testosterona, si se confirma hipogonadismo Neuropatía autonómica Valorar la neuropatía periférica y autonómica en otros territorios, estudios neurofisiológicos de raíces sacras y nervios pudendos Control estricto de la glucemia, ácido lipoico, benfotiamina Enfermedad vascular Valorar la aortoesclerosis abdominal, medición del flujo sanguíneo del pene con Doppler, angiografía pudenda y cavernosa Valorar la cirugía vascular según el sitio de obstrucción arterial. Pentoxifilina. Antiagregantes plaquetarios Disfunción endotelial Medición de la proteína C reactiva de alta sensibilidad, valorar la macro y microangiopatía en otros territorios Inhibidores de fosfodiesterasa 5: sildenafil, vardenafil, tadalafil sencia de éstos o de pruebas de microangiopatía en otros territorios debe hacer suponer que existe disfunción endotelial importante. Algunos medicamentos, al menos teóricamente, pueden disminuir la disfunción eréctil: inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, bloqueadores de receptores de angiotensina II, inhibidores de la hidroximetilglutaril coenzima A reductasa (estatinas) y las tiazolidinedionas (glitazonas). El tratamiento con alprostadil (prostaglandina relacionada a la E1), con propiedades vasodilatadoras por bloqueo α adrenérgico ya sea en inyección intrauretral o intracavernosa, consigue la erección en entre 70 y 90% de los pacientes, respectivamente. No obstante, los pacientes discontinúan el tratamiento con frecuencia por dolor o pérdida de efecto o de interés. Las bombas de vacío y las ligaduras en la base del pene funcionan en ~75% de los casos, independientemente de la causa de la disfunción, pero su utilización ha decrecido. Las prótesis cavernosas obtienen ~85% de éxito pero, dado que implican un procedimiento quirúrgico y por la frecuencia de infección, ya casi no se usan. Lecturas recomendadas • • • Esposito K, Giugliano F, Martedí E, et al. High Proportions of erectile dysfunction in men with the metabolic syndrome. Diabetes Care 2005;28:1201-203. Penson DF, Latini DM, Lubeck DP, Wallace KL, Henning JM, Lue TF. Do impotent men with diabetes have more severe erectile dysfunction and worse quality of life than in the general population of impotent patients? Diabetes Care 2003;26:1093-99. Theti TK, Asafu-Adjaye NO, Fonseca VA. Erectile dysfunction. Clinical Diabetes 2005;23:105-13.
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