ENES -UNAM POBREZA Y DESIGUALDAD Un análisis crítico desde la perspectiva de Género Dra. María Arcelia Gonzáles Butrón Profesora Investigadora FEVAQ – UMSNH Morelia, 06 de marzo de 2015 Introducción Género, Derechos Humanos y Desarrollo Dimensiones del Desarrollo Dimensión Ambiental Dimensión Cultural Dimensión Política Ser Humano Desarrollo DESARROLLO Dimensión Social Dimensión Económica Dimensión Espiritual Fuente: Elaboración propia. Se está ante una realidad basada en una dominación múltiple: Socio-Económica Explotación y exclusión. Política Opresión, cooptación, manipulación. Sociocultural Discriminación, segregación. Ambiental Depredación Esto impide el goce y protección de los DDHH de las mujeres Igualdad de género Derecho a la educación Derecho a la Salud Derechos sexuales y reproductivos Derecho a una vida libre de violencia Derecho al trabajo Derecho al desarrollo Derecho a la participación política Derecho a un medio ambiente sano Derecho a la información Para entender las condiciones actuales de la vida en América Latina, debemos reconocer y entender el impacto de las políticas de ajuste estructural (PAE) desde los ochenta 1. Políticas industriales y agrícolas orientadas hacia la competitividad externa 2. Políticas hacia el fomento mayor de la inversión extranjera. 3. Políticas de comercio exterior de impulso a las exportaciones y de reducción y/o de eliminación de aranceles. 4. Políticas de gasto e ingreso públicos que buscan reducir el déficit presupuestal. 5. Políticas de flexibilización laboral tendientes a permitir y promover reacomodos en las estructuras ocupacionales y salariales. 6. Políticas financieras tendientes a alcanzar un mayor grado de la apertura de los mercados financieros locales, mantener altos niveles de rentabilidad financiera al tiempo que se busca garantizar el máximo de disponibilidad de divisas. Consecuencias… Pobreza y distribución de la riqueza A cuarenta años del nuevo modelo económico con clara orientación hacia el mercado exterior y la priorización de políticas de estabilización, se han postergado los objetivos de desarrollo interno, cuyas consecuencias se evidencian en el estancamiento de la economía, el crecimiento de pobreza en términos absolutos profundización de la desigualdad social. y la La importancia de la conceptualización y de la medición de la pobreza Desde el enfoque del desarrollo humano, la pobreza, además de ser falta de ingresos o pobreza de ingresos, es pobreza humana. En ésta perspectiva, pobreza humana está asociada a la falta de posibilidades para desarrollar plenamente la capacidad de las personas y esto la diferencia de la pobreza de ingreso. La falta de capacidades necesarias para tener un nivel de vida digno, vivir una vida tolerable, implica llevar una vida saludable, creativa, con libertad política, derechos humanos, trabajo productivo y bien remunerado, participación en la vida comunitaria, entre otros. Siguiendo el conjunto de aportes, se sostiene que la pobreza es de naturaleza compleja, relacional y multidimensional. Las causas y características de la pobreza difieren de un país a otro y la interpretación de la naturaleza precisa de la pobreza depende de factores culturales, como los de género, raza y etnia, así como del contexto económico, social e histórico. (Arriagada, 2005: 2) La conceptualización y medición de la pobreza en México La Ley General de Desarrollo Social (LGDS) aprobada en enero de 2004 en México reconoce el carácter multidimensional de la pobreza y enfatiza el ejercicio de los derechos sociales. Los ordenamientos de la LGDS permiten identificar dos grandes enfoques que analizan el carácter multidimensional de la pobreza: el enfoque de bienestar y el enfoque de derechos. El primero circunscribe las aproximaciones de necesidades básicas insatisfechas, de activos, de capacidades, entre otras; el segundo está asociado a las existencia de garantías fundamentales inalienables, insustituibles e interdependientes, por lo que, desde esta perspectiva, la pobreza constituye en sí misma, una negación de los derechos humanos. En el marco de esta ley para el monitoreo y seguimiento de las políticas de desarrollo social se creó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). En la ley se mandata al CONEVAL la emisión de un conjunto de lineamientos y criterios para la definición y medición de la pobreza, en los cuales habrán de considerarse, al menos los ocho indicadores siguientes: Ingreso corriente per cápita Rezago educativo promedio en el hogar Acceso a los servicios de salud Acceso a la seguridad social Calidad y espacios de la vivienda Acceso a los servicios básicos en la vivienda Acceso a la alimentación Grado de cohesión social Accediendo a la página del Consejo, se puede recuperar una abundante información sobre diversos aspectos conceptuales y metodológicos, así como resultados de medición y recomendaciones para la política social. Recuperamos algunos de estos resultados para ilustrar la situación actual respecto de la pobreza en el país. Porcentaje de personas en pobreza por la dimensión de ingreso 1992-2012 Desde 2006 el porcentaje de personas en pobreza por dimensión de ingresos ha ido aumentando hasta llegar en 2012 al 19.7% en pobreza alimentaria; al 28% en pobreza de capacidades y; al 52.3% en pobreza patrimonial. Incidencia en los niveles de pobreza por ingresos y significancia estadística, 2006-2012 (personas) Evolución de la población con carencias. Estados Unidos Mexicanos, 1990-2012 (porcentaje de personas) En cuanto a la población con carencias hacia el 2012, destaca la falta de acceso a la seguridad social del 61.2% de personas; se han mantenido las carencias de servicios básicos a la vivienda, acceso a la alimentación y rezago educativo con 21.2%, 23.3% y 19.2% de personas respectivamente y han disminuido las carencias en acceso a los servicios de salud y calidad y espacios en la vivienda con 21.5% y 13.6% de personas respectivamente. Contribuciones que la perspectiva de género ha hecho al estudio de la pobreza La pobreza vista desde la perspectiva de género plantea que las mujeres son pobres por razones de discriminación de género y además por el carácter subordinado de la participación de las mujeres en la sociedad (Arriagada, 2005: 104). Las contribuciones de las mujeres al desarrollo social mediante su trabajo doméstico no son reconocidas por el sistema económico dominante: las mujeres que viven en pobreza destinan casi todo su tiempo a la realización de este trabajo como parte de su rol histórico en la reproducción y el trabajo no remunerado. El reconocimiento generalizado de lo que se denominó como feminización de la pobreza en los noventa condujo a estudios de género en diferentes contextos y situaciones para explicar las razones del crecimiento –en extensión e intensidad– de la pobreza en las mujeres y sus características particulares: económicas, en cuanto a la dificultad de acceder a trabajo y salario justo y suficiente; demográficas; familiares, ámbito en el que se les dota de más oportunidades a los hijos que a las hijas, y culturales, entre las más importantes. Muy pronto se descubrió que “la pobreza estaba condicionada por el género” (Gonzáles, 2001: 90-91). La pobreza es un fenómeno multidimensional: más allá de los cálculos monetarios y la “privación física”, comprende elementos no materiales relacionados con la “privación social”. Visibilización del rol productivo de las mujeres y de la desventaja sistemática que han padecido en relación con los hombres respecto de sus ingresos. Generación de información que documenta las disparidades entre géneros en términos de remuneraciones y los procesos que dan lugar a dichas disparidades (desigualdades en la alfabetización y educación, discriminación en los mercados laborales, las divisiones inequitativas por sexo del trabajo no remunerado dentro del hogar, y el bajo valor social y económico asignado al trabajo realizado por las mujeres). Señalamiento del vacío estadístico para identificar la situación de hombres y mujeres debido a la falta de información desagregada por sexo. Señalamiento de la necesidad de contar con indicadores que permitieran medir los cambios en la condición de las mujeres respecto de los hombres con el paso del tiempo. Reconocimiento de los conflictos e inequidades que se dan dentro de las tradicionalmente unidades habían domésticas sido (hogares conceptualizados entidades naturalmente altruistas e igualitarios). que como Demostración de que en los años críticos de la década de los ochenta y más adelante, las cargas de las deudas y las reformas neoliberales no se repartían equitativamente entre hombres y mujeres. Señalamiento de las desventajas que sufren las unidades domésticas encabezadas por mujeres en comparación con sus contrapartes encabezadas por hombres. El reconocimiento de que la pobreza no es un fenómeno estático, sino dinámico. Apuntar que la erradicación de la pobreza no responde a enfoques no participativos “de arriba hacia abajo”. A manera de síntesis, se pueden agrupar estas contribuciones en tres rubros: 1) La definición y conceptualización de la pobreza; 2) La medición de la pobreza, y 3) La comprensión de la distribución desigual de la pobreza. 4) Las causas últimas de la pobreza (aporte de la economía feminista latinoamericana) La desigualdad y su relación con la pobreza El concepto de desigualdad es el que más se ha confundido con pobreza, dada la estrecha interrelación que existe entre ellos. Según A. Sen, ninguno de los conceptos subsume al otro a pesar de estar muy relacionados. “Una transferencia de ingresos de una persona del grado superior de ingresos a una en el rango medio tiene que reducir la desigualdad ceteris paribus; pero puede dejar la percepción de la pobreza prácticamente intacta. Asimismo, una disminución generalizada del ingreso que no altere la medida de desigualdad escogida puede llevar a un brusco aumento del hambre, de la desnutrición y del sufrimiento es evidente...” (Sen, 1992: 311-313). Cuando se pretende evaluar la eficacia y eficiencia de una determinada política económica, es preciso tomar en cuenta que su impacto no puede ser igual si se aplica para “desiguales” y se utilizan herramientas empíricas que permiten acudir a juicios de valor para su cabal valoración. A. García Rocha incorpora estas y otras consideraciones en un estudio sobre la desigualdad económica en México (García, 1986). Para el caso mexicano, autores como Fernando Cortés, Rosa María Rubalcava, Ifigenia Martínez H. y Gerardo Fujii han realizado importantes aportes en la medición de la distribución del ingreso que es un indicador fundamental de la desigualdad. Para Pedro Vuscovik, la desigualdad se constituye en el principal factor determinante de la pobreza y la superación de ésta no depende sólo del crecimiento económico global, sino también de los términos de la distribución del ingreso y los cambios que ellos registren (1993: 25). La desigualdad en el mundo: la Copa de Champaña (Capalbo, 2007: 2-3) La Organización de las Naciones Unidas informa anualmente sobre la distribución mundial del ingreso que por su forma gráfica asemeja a una Copa de Champaña. La población mundial se representa verticalmente por un segmento, el cual se divide en cinco quintiles, en cinco partes del veinte por ciento, que para 2007 significaban más de mil trescientos millones cada una. En modo horizontal se lleva el porcentaje de la riqueza global que corresponde a cada quintil. Las cifras son impactantes: mientras que el quintil más “rico” dispone del 87% de las riquezas, ya el segundo desciende al 9%, y los tres siguientes se distribuyen un 4%, disponiendo el quintil más “pobre” de menos del 1%, o sea, unas cien veces menos que el más rico. Lo más alarmante es que año tras año, el quintil superior no hace sino aumentar su riqueza, es decir, la boca de la copa se ensancha, y los quintiles pobres deben restringirse cada vez más, a pesar de que todos los enfoques económicos y desarrollistas hegemónicos pregonaron por décadas el “derrame” del capital acumulado. Distribución del Ingreso global Si esto es alarmante, hay un dato que es verdaderamente atroz: según las Naciones Unidas, solo doscientas cincuenta personas, ya a inicios del milenio, los grandes magnates del planeta, concentraban tanta riqueza combinada como los cuarenta y cuatro países de menores recursos económicos, y como los dos mil quinientos millones de personas más pobres del mundo. Estos megamillonarios en la Copa de Champaña vienen a ser como la espuma de arriba que ensancha grotescamente la boca. Y para llevar al extremo nuestra indignación, agregan las Naciones Unidas que con sólo el 4 % de esas riquezas podrían resolverse todas las carencias en materia de alimentación, salud y educación. La Copa de Champagne y sus valores ponen en evidencia la inequidad debido a la persistencia de un modelo de desarrollo que favorece la concentración del capital y los beneficios y también explica el crecimiento de la pobreza. La desigualdad en México En nuestro país el Índice de Gini es una medida estadística para el análisis de la distribución del ingreso. Este índice toma valores de 0 a 1; mientras más alto sea (cercano a 1), mayor es la desigualdad que existe en la distribución del ingreso. En el año 2000, las cinco entidades federativas que muestran los menores coeficientes de Gini, es decir, con menor nivel de desigualdad, son los siguientes: Baja California (0.4463), Aguascalientes (0.4542), Coahuila (0.4646), Nuevo León (0.4690) y Durango (0.4782). Por el contrario, las cinco entidades federativas con mayor nivel de desigualdad son las siguientes: Yucatán (0.5896), Quintana Roo (0.5707), Oaxaca (0.5646), Morelos (0.5612) y Veracruz (0.5584). En cuanto a las razones de ingreso, éstas muestran las proporciones de ingreso que concentran el 10 y 5 por ciento más rico de la población y el 10 y 5 por ciento más pobre, respectivamente. Estas razones indican cuántas veces más es el ingreso de la población más rica con respecto a la más pobre. A nivel nacional, la razón de ingreso del 10 por ciento para el año 2000 fue de 42.3, es decir, que el ingreso promedio del 10 por ciento más rico de la población es 42.3 veces mayor al ingreso del 10 por ciento más pobre. De igual forma, la razón de ingreso del 5 por ciento para el año 2000 a nivel nacional fue de 83.2, lo que significa que, en promedio, el ingreso del 5 por ciento más rico de la población es 83.2 veces mayor al ingreso del 5 por ciento más pobre. Estos datos generales y todas sus expresiones, territoriales y de género, muestran la importancia de que para entender las razones y dimensiones reales de la pobreza tenemos que estudiar las razones y dimensiones de la riqueza y su distribución. Finalmente, recordemos que los retos conocidos como las Metas de Desarrollo del Milenio del 2000, particularmente el de abatir la pobreza a la mitad en el 2015, imponen un balance en nuestro país en el último tramo del camino; estamos ante esta exigencia y rendición de cuentas. También proponemos acoger las reflexiones y propuestas que se están haciendo desde: LA ECONOMÍA FEMINISTA PARA LA VIDA Y LA ECONOMÍA DEL CUIDADO ¡MUCHAS GRACIAS! Sigamos en comunicación: [email protected]
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