Diálogo latinoamericano : Apertura argentina / Alejandro Auat ... [et al.] ; compilado por Enrique Del Percio. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Editorial Octubre ; Ciudad Autónoma de Buenos Aires : DAR-Desarrollo Argentino ; Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo. Centro de Innovación para los Trabajadores, 2015. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-3957-05-5 1. América Latina. 2. Filosofía Política. I. Auat, Alejandro II. Del Percio, Enrique, comp. CDD 320.01 DAR Desarrollo Argentino Equipo de estudios Diálogo Latinoamericano Director: Cristian Breitenstein Coordinador: Enrique Del Percio Autores y autoras agradecen la colaboración de los miembros de la Fundación DAR, quienes quedan liberados de toda responsabilidad por el contenido de los trabajos acá publicados. Índice Presentación ...................................................................................... 5. I LAS IDEAS Y LOS CONCEPTOS - Pensar desde América Latina: desafíos y resignificaciones Alejandro Auat .................................................................................... 9. - Bailando en los abismos. Pueblo y fraternidad ante la crisis de las ideologías tradicionales Enrique Del Percio ............................................................................. 26. - Derecho y Globalización. Elementos para una teoría jurídica situada Carlos María Cárcova ........................................................................ 53. - Consideraciones sobre ley y justicia desde Nuestra América: La amistad política en Martín Fierro Rebeca Canclini ................................................................................. 62. - Aportes para un enfoque geocultural en américa José Tasat .......................................................................................... 72. - Arte Latinoamericano Contemporáneo:Estética - ética - política Ma. Eugenia Luases García .............................................................. 84. - El pueblo como construcción geocultural en Günter Rodolfo Kusch Dra. Ana María Zagari ........................................................................ 91. - Sobre la discriminación biopolítica y la perspectiva latinoamericana Miguel Santagada .............................................................................. 106. II HISTORIA Y MEMORIA - Unidad Latinoamericana y Continentalismo: para una teoría del gobierno y una filosofía política de la Patria Grande Roy Williams ....................................................................................... - América en el universalismo político y jurídico de Francisco de Vitoria Humberto Podetti .............................................................................. - Cuando la necesidad se hizo virtud: la idea de unión latinoamericana a mediados del siglo XIX Clara Alicia Jalif de Bertranou ......................................................... - Fraternidad: de principio político ocultado a eje político descolonial Domingo Ighina .................................................................................. 117. 140. 150. 174. 3. - El aporte de la Teología Pastoral a Latinoamérica Néstor Díaz ........................................................................................ 186. - El Movimiento de los Trabajadores en la Argentina y en América Latina Carlos “Pancho” Gaitán ..................................................................... 198. - Una introducción al sistema mundo del siglo xxi Miguel Angel Barrios ......................................................................... 208. III LAS PROPUESTAS - Los Canales del Diálogo Latinoamericano Victorio Taccetti ................................................................................. - La convergencia Sur-Sur para la Universidad en América Latina. Hacia una nueva Reforma Universitaria Norberto Fernández Lamarra .......................................................... - Ciencia autónoma y tecnología conveniente en América Latina Javier Flax .......................................................................................... - Ha llegado la hora de elaborar una doctrina de la integración sudamericana Mario Bertellotti ................................................................................ - Ciudadanía y migraciones en la construcción del Estado suramericano Humberto Podetti .............................................................................. - ¿Insatisfechos o víctimas en América Latina? Arq. Juan Pablo Scaglia. Colaboración: Arq. Verónica C. Gallardo ... - Estado, seguridad pública e inteligencia: algunos desafíos para la Argentina. Pablo Bulcourf y Nelson Cardozo ..................................................... 234. 241. 260. 282. 304. 324. 337. 4. Presentación Para dialogar es preciso saber escuchar: el diálogo es opuesto al monólogo. Para dialogar también es necesario tener algo que decir: el diálogo es opuesto a la aceptación pasiva de una verdad impuesta. Si obediencia significa ob-audire, oír a quien está delante sin replicar, el diálogo es desobediente. El diálogo es incómodo: es más fácil sentir-se dueño de una verdad absoluta y, desde esa postura, cuando las cosas salen mal, culpar a la realidad por no haber sido capaz de amoldarse a esa verdad. También es más fácil acatar sumisamente ideas ajenas y, sin discernimiento alguno, asumirlas como propias para actuar y pensar con-forme a sus dictados. La necesidad de escuchar al otro y de compartir cosas que se piensan es la que ha impulsado a un grupo de profesionales, artistas, docentes, gentes que procuran unir la reflexión y la acción, a dialogar periódicamente para aprender en común en el marco de la Fundación DAR. Este libro procura reflejar la dinámica de esos diálogos. El lector encontrará aquí desarrollos teóricos, estudios sobre pensadores de Nuestra América y propuestas para la acción que distan de ser uniformes, pero — precisamente por esa falta de uniformidad— se cen mutuamente. No es la esfera perfecta sino el poliedro multifacético —como diría Francisco— la figura que mejor puede simbolizar esta obra. Claro que siempre se dialoga desde algún lugar, no como querría el intelectual aislado en su torre de marfil o el cientificista ascéptico, ese que comienza sus textos diciendo: “El presente artículo tiene por objetivo...” porque realmente cree que un artículo tiene objetivos, pues ignora que los que tenemos objetivos somos los seres humanos de carne y hueso, individual o colectivamente. Pero eso lo hace sentirse lejos de la molesta e incómoda realidad: mira a la sociedad como si no fuera parte de ella, como si la observara a través del microscopio. O más aún: como si no fuera parte de este mundo, como si su ojo fuera el ojo de algún dios eterno e inmutable. Siempre se piensa, se escucha y se dice situadamente, desde algún lugar. No es lo mismo pensar, escuchar o decir 5. desde Londres que desde Lanús. Esta conciencia es lo que hace que los miembros del grupo de reflexión que inspiró este libro asumamos este diálogo como un Diálogo Latinoamericano. Somos latinoamericanos que hemos crecido y que pensamos y actuamos en Argentina. Un país cuya clase dirigente pretendió y pretende justificar su repugnancia por nuestra condición con la nostalgia del imaginario paraíso de la cultura europea. Su ciudad capital, su “cabeza de Goliat” tiene un Barrio Norte, una zona Oeste, un Sur... y un Centro. Su Este está en Europa. Allí están su Oriente y su orientación, de espaldas a su pueblo y a doce mil años de historia. Siempre echando mano a categorías europeas para explicar el mundo y su propia realidad, ayer tildó de bárbaros a quienes supieron interpretar las más profundas aspiraciones de las grandes mayorías: Artigas, Dorrego y hasta el propio San Martín fueron algunas de sus víctimas más notorias. Hoy los estigmatiza con el “insulto” de populistas. Supuesta y presuntuosa elite que le da la espalda a ese pueblo y el pueblo le da la espalda a ella: al no poder entender a ese pueblo, sus exponentes más caracterizados prefieren decir que el pueblo no existe, que “pueblo” es una palabra vacía de sentido. Con el tiempo fueron ajustando su terminología. Dejaron lo de “bárbaros” y trajeron de la Grecia clásica el término “demagogia” para tratar de descalificar así a quienes hicieran mención a esa realidad, pero cuando esa palabra pasó a ser políticamente incorrecta la reemplazaron con el uso peyorativo del concepto de “populismo”. Es curioso, pero los mismos que evitan hablar de “pueblo” por considerarlo un concepto equívoco, imposible de definir, no trepidan en emplear una palabra que sirve para designar tanto a los partidos y movimientos xenófobos y ultraderechistas europeos como a los movimientos policlasistas y multiétnicos latinoamericanos. Es también curioso que no suelan calificar de populistas a los gobiernos de Margaret Thatcher o de Ronald Reagan a pesar de que les caben los atributos que ameritan ese mote. Haciéndonos cargo de esta negación de lo popular y de lo latinoamericano por parte de ese segmento no poco relevante de nuestra intelectualidad, es que proponemos que este primer libro de nuestro grupo sea una “apertura argentina” que asuma su situacionalidad en plenitud. Obviamente, no estamos proponiendo rechazar toda idea o propuesta originada en Europa o Estados Unidos. Lo que proponemos es un diálogo con esas tradiciones de pensamiento, así como con las surgidas en otras latitudes: desconocer la riqueza de la sabiduría bantú, china o árabe es 6. una ignorancia imperdonable, no por una irrelevante exigencia de erudición, sino por negar la posibilidad de encontrar nuevas alternativas a los grandes problemas que nos afectan hoy como humanidad. Como decíamos, dialogar es escuchar y también tener algo para decir: nuestro decir se nutre de siglos de historia, de conflictos y armonías, de grandezas y horrores. Somos la resultante de la sedimentación de la sabiduría de los primeros pobladores de nuestras tierras, que a su vez dialogaron con la cultura andina y tupí guaraní. Lo queramos o no, somos también fruto de la herencia colonial ibérica -de la España de Pizarro pero también de Montesinos y Bartolomé de las Casas- y del aporte del África negra, así como de las tradiciones que trajeron y traen consigo migrantes de todos los continentes. El olvido de esta herencia lleva a forzar la realidad para hacerla entrar en categorías eficaces para otras latitudes pero totalmente inservibles para la nuestra. El problema es que las categorías analíticas son siempre -se tenga o no conciencia de ello- presupuestos para la acción. Como decía Jauretche, en lugar de hacer un traje a medida se procura amoldar el cuerpo al traje ya confeccionado, y si el cuerpo no se adecua, pues la culpa es del cuerpo. Eso da lugar a dos actitudes sólo en apariencia contrapuestas: por derecha, al “disciplinamiento” por la fuerza física o simbólica, y por izquierda, a la crítica de esa realidad que se resiste a ser encasillada, actitud tan frecuente en esos intelectuales que confunden el pensamiento crítico con la crítica de todo pensamiento realista. Soberbios ignorantes henchidos de erudición que con irónico desdén se burlan de los que saben que es posible actuar juntos para afrontar y, así, transformar esa realidad. Militantes de la nada que de tanto estar de vuelta de todo ya no son capaces de ir a ninguna parte. Claro que el pensamiento crítico es importante, pero no suficiente. Hace falta un pensamiento audaz, que nos permita pensar no solamente para, sino sobre todo desde Nuestra América. Esperamos que el lector comparta con nosotros la alegre y apasionada experiencia de trabajar juntos para que nuestra Patria Grande contribuya a la construcción de un mundo con más voces para dialogar, con más ideas para decir y escuchar, con más propuestas para que cada cual pueda vivir una vida que merezca ser vivida. Cristian Breitensetin Enrique Del Percio 7. I LAS IDEAS Y LOS CONCEPTOS Pensar desde América Latina: desafíos y resignificaciones Alejandro Auat1 La apuesta de este capítulo es pensar desde más que sobre nuestra América. Esto es lo que una ya importante tradición de la filosofía latinoamericana ha llamado el pensar situado. ¿En qué consiste la situacionalidad del pensar? Vengo sosteniendo, en continuidad con esa tradición, que la situacionalidad del pensar no consiste meramente en la obvia alusión a las circunstancias que imprimen un sesgo particular a cada pensamiento, sino en la asunción crítica, hermenéutica y axiológica del punto de vista desde donde se habla y piensa, de tal manera que el compromiso político resulta un componente ineludible del pensamiento más serio. Un compromiso que condiciona la direccionalidad de nuestras búsquedas y respuestas teóricas, pero también la rigurosidad de las mismas. I) En primer lugar, trataré de agregar algunas precisiones a lo ya dicho en otros textos sobre la situacionalidad. El acento recaerá fundamentalmente en el carácter disposicional de la categoría de “situación”, en tanto modo de posicionarse y ordenar los desafíos que se le presentan a la filosofía política. II) Se propone a continuación la consideración de dos tipos de desafíos: (a) el debate sobre los fines o proyectos de sociedad, entendidos de manera no escindida de sus mediaciones institucionales y estratégicas, por un lado; y (b) la explicitación de tensiones creativas y tensiones paralizantes en la situación actual. III) Luego, algunas proposiciones sobre la necesaria re-significación del Estado, el Derecho y la Democracia en los actuales procesos políticos latinoamericanos, y en el marco de políticas públicas emancipatorias de los últimos años. 1 Doctor en Filosofía. Director de la Licenciatura en Filosofía de la Universidad Nacional de Santiago del Estero. Profesor de Filosofía Política (UNSE). Autor de Hacia una filosofía política situada (Walthuter, Bs. As. 2011) entre otros textos. 9. IV) Finalmente, concluiremos en la necesidad del compromiso político como componente ineludible de la situacionalidad para que el pensamiento sea no sólo crítico sino también audaz. I) La situación A lo ya dicho en otro lado2, quisiera agregar ahora algunas precisiones sobre este concepto3. La “situación” fue pensada por los medievales como un predicamento o accidente de la sustancia corpórea, en cuanto que las partes de esta se hallan “dispuestas de cierta manera”. Con esto retomaban la caracterización de las categorías aristotélicas como aquella determinación universal o modalidad en la que un ente existe o es objeto de atribución. La situación fue incluida sólo en una de las listas de las categorías que hace el Estagirita, y que abandona luego en otros escritos. Los medievales, sin embargo, continuaron hablando de las diez categorías mencionadas inicialmente por Aristóteles, incluyendo el situs como una de ellas. El situs no debe ser confundido con el locus: el primero se refiere al segundo como el contenido al continente. Tomás de Aquino dice que el situs es “el orden de las partes en el lugar”, y destaca que es precisamente el ‘orden’ o ‘disposición’ lo que situs añade a ubi (que es la relación de una cosa con el lugar). El situs indica una posición, una postura, una dispositio, que puede ser permanente (habitus) o inestable (la movilidad que deriva de la naturaleza misma de una determinación que es, de suyo, inestable). Esta caracterización de esa modalidad de hablar sobre la realidad (praedicamentum) abona nuestra posición de pensar la situacionalidad del pensar como un compromiso político. El acento recae sobre la disposición, sobre un modo de posicionarse. Análogamente, la situacionalidad del pensar es una toma de posición que se asume ante un horizonte de desafíos: es elegir el punto desde donde se mira, el topos o locus de nuestro discurso, y especificarlo axiológicamente con las opciones valorativas que disciernen las alternativas en juego. La explicitación de ese punto de vista hermenéutico y axiológico forma parte de la rigurosidad del pensar, tanto por la honestidad intelectual como por las exigencias epistémicas de respetar modos y caminos de la disciplina que se ejercita, aún para dejarlos indisciplinariamente de lado4. 2 Auat, Alejandro, Hacia una filosofía política situada, Buenos, Aires, Walthuter, 2011. 3 El Léxico técnico de Filosofía Medieval preparado por Silvia Magnavacca nos servirá de guía. 4 Cf. Del Percio Enrique, “Aportes a una teoría de la indisciplina. Notas sobre política y epistemología”, conferencia en el Instituto de la Espacialidad Humana de la Fac. de Arquitectura de la UBA, octubre de 2010. 10. Esta disposición se hace habitus cuando el compromiso es sostenido en el tiempo. El compromiso recae sobre los valores y los fines: lo que es inalterable es la direccionalidad, no los medios o los caminos. Claro que hablamos de una “inalterabilidad” de fines y de valores, a su vez interpretados y elegidos no de manera individual, sino en procesos comunitarios de autoidentificación, cristalizados en logros históricos irrenunciables y traducidos en banderas o consignas que se convierten en criterios sedimentados en la experiencia sapiencial de los pueblos5. No se trata de esencias inmodificables por cierto. Pero forman parte del plano más profundo y estable de la acción humana. El habitus ocupa un plano intermedio entre ese compromiso u opción ética fundamental y los planos más superficiales de las mediaciones estratégicas de nuestras decisiones coyunturales. II) Desafíos a) De fines y mediaciones Pues bien, creo que una tarea de la filosofía política situada aquí y ahora pasa por la explicitación argumentada, crítica y creativamente, de esos planos más profundos de las convicciones y compromisos fundamentales que se hacen hábitos al ser sostenidos en el tiempo. Se trata de explicitar la “direccionalidad” de las estrategias y acciones políticas. Creo que es tiempo de devolver a la política el lenguaje de los fines y los valores, no en abstracto, sino articulados con las mediaciones institucionales y estratégicas6. Allí es donde se juega más claramente el compromiso político que define nuestra situacionalidad, esto es, la respuesta a la pregunta “de qué lado estamos”. Al respecto me pareció muy estimulante la introducción de la cuestión de si es necesaria o no la extracción de oro para vivir o para vivir bien, en un artículo de Diego Tatián sobre la pregunta por el socialismo, pregunta posibilitada según Tatián por la coyuntura que lleva el nombre de “kirchnerismo”7. Cuestión que va un poco más allá de la pregunta por el modelo de extracción minera y el cuidado de la naturaleza, una de las tensiones creativas de los procesos políticos revolucionarios en nuestra 5 Cf. Auat, Alejandro, “¿Democracia deliberativa o democracia de liberación?” en Hacia una filosofía política situada, op. cit., pp. 147-155. 6 En esa línea Höffe sostiene que “en los procesos de decisión pública deben ser incluidas expresamente cuestiones vinculadas con los fines y la orientación normativa”. Cf. Höffe, Ottfried, Estrategias de lo humano, Buenos Aires, Alfa Argentina, 1979. Versión de Ernesto Garzón Valdés. 7 Tatián, Diego, “El kirchnerismo y la cuestión socialista” en Página 12, sección El País, martes 31/01/2012. 11. América actual. Ahí tenemos la experiencia de Ecuador y de Bolivia como guías en decisiones políticas que mantienen la tensión entre la producción industrialista que genera recursos para el “sumaj kawsay” o el “sumaj qamaña” y ese mismo “vivir bien” solidario que es a la vez prolongación de la humanidad en la naturaleza y naturalización de la humanidad8. En este punto se vuelve importante distinguir entre los diferentes momentos en los que se estructura la acción humana, al menos en sociedades complejas postradicionales: no es lo mismo que la extracción de minerales o el cultivo de soja estén en el nivel de la doctrina que en el nivel del modelo o de un programa. Según Risco, la doctrina puede ser entendida como la instancia bisagra entre el plano teórico y el plano práctico, en la que se establece una priorización de valores y de fines que dan un perfil determinado al bien común que se busca realizar. Si la doctrina es un programa abstracto de acción, el modelo es un programa concreto de acción. Puede ser entendido como “una estructura normativa mediatizadora que establece la escala operacional de discernimiento para optar entre los fines intermedios más conducentes a la obtención de un fin último”9. El modelo se proyecta hacia la acción a través de planes –que lo circunscriben a una escala de eficiencia y factibilidad–, programas –que lo circunscriben a una escala de urgencias en el tiempo– y proyectos –que lo concretizan en áreas, sectores y núcleos problemáticos–, fijando metas y tareas. Es muy importante para el debate y la superación de la tensión mencionada que se pueda identificar el sentido y la función de los términos en cuestión. Creo que el sumaj kawsay o el socialismo pertenecen al nivel de los fines y valores priorizados en ese saber reunificador que hemos llamado con Risco “doctrina”, mientras que el extractivismo denunciado en muchos procesos económicos en marcha puede ser ubicado en el nivel de un programa o proyecto. Ahora bien, el desafío para una filosofía política no consiste sólo en discernir su ubicación en los diferentes planos de análisis de la acción, sino fundamentalmente en debatir la articulación y la coherencia entre medios y fines, entre proyectos y modelos, entre modelos y doctrinas. El debate en la Argentina en torno a la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central puede ser un ejemplo de lo que estamos diciendo: en el nivel de las mediaciones institucionales y reglamentarias se pone en juego la finalidad última a la que sirve esa institución. 8 García Linera, Álvaro, Las tensiones creativas de la revolución, Vicepresidencia del Estado, Bolivia. 9 Risco Fernández, Gaspar, Cultura y región, IIJM-UNT, Tucumán, 1991, pp. 73-81. 12. En ese sentido, la pregunta por la posibilidad del socialismo apunta no sólo a imaginar un horizonte poscapitalista como direccionalidad de nuestro compromiso político, sino también a las mediaciones institucionales y estratégicas que hagan factible ese horizonte. Muchas preguntas se abren para una filosofía política situada: teniendo en cuenta las precisiones de Dussel en este tema10, ¿deberemos imaginar un horizonte posmoderno o transmoderno? ¿Poscapitalista o transcapitalista? La superación del capitalismo y de la modernidad. ¿Implica un cambio total de instrumentos civilizatorios y mediaciones culturales? ¿No habrá que revisar la vieja oposición entre reforma y revolución? También podemos preguntarnos ¿hasta qué punto la factibilidad afecta la normatividad moral de la deseabilidad de un horizonte socialista? ¿Cómo evaluar la factibilidad de políticas socializantes? ¿En función de su accesibilidad solamente o también habrá que incluir su estabilidad en el mediano y largo plazo? Al respecto, Enrique Dussel ha incluido al principio de factibilidad en el mismo nivel e igual importancia que los principios material y formal en cuanto marco normativo de lo político11. Y Pablo Gilabert ha puesto de manifiesto la importancia de un punto de vista transicional asumido por los agentes políticos en el proceso de cambiar las características centrales del entorno institucional y cultural en el que actúan, a partir de la visión de trayectorias de reformas que imponen obligaciones dinámicas12. Creo que todos estos aportes (Risco, Dussel y Gilabert) abren fecundas líneas de exploración en torno a fines y mediaciones de la política que hacemos aquí, donde nos preocupa más para qué y cómo podemos, antes que cómo defenderse de un poder enajenado a través de un pacto. Esto es, a diferencia de la experiencia europea-moderna que condujo a la necesidad de ponerle límites al ejercicio crecientemente absoluto de un poder sentido como ajeno a la voluntad individual, la experiencia histórica latinoamericana orienta nuestras preguntas hacia la búsqueda de mediaciones apropiadas para ampliar la capacidad de poder de los desposeídos13. 10 Dussel Enrique, “Sistema-mundo y transmodernidad” en Hacia una filosofía política crítica, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2001. 11 Dussel Enrique, Política de la Liberación II: Arquitectónica. Madrid, Trotta, 2009, § 24 , pp. 379-380. 12 Cf. Gilabert, Pablo, “Debate: Feasibility and Socialism” en The Journal of Political Philosophy, Vol. 19, Nº 1, 2011, pp. 52-63. 13 No obstante, ambas líneas tienen que ser integradas dialécticamente en la reflexión política, pues no podemos desperdiciar ninguna experiencia histórica de los pueblos en el proceso contingente de la humanización. Cf. Auat, Alejandro, “Crítica de las razones filosóficas del garantismo” en Hacia una filosofía política crítica, op. cit. pp. 59ss. 13. b) Tensiones creativas y tensiones paralizantes 1. Esta última observación destaca otro punto en tensión en la filosofía política situada: el punto de vista del actor versus el punto de vista del espectador. Hemos señalado ya esta tensión fructífera entre lo que parecen ser dos funciones del juicio en el pensamiento de Hannah Arendt14. La facultad de juzgar políticamente, de darse cuenta de lo que está en juego y orientar la acción en consecuencia, requiere tanto los momentos del compromiso participante como los del distanciamiento reflexivo. Muchas de nuestras discusiones parecen transitar la confusión entre estos dos puntos de vista. La filosofía política tiene que hacer lugar a sus dimensiones creativa y normativa, además de la, al parecer, más incuestionable dimensión crítica. La acción política emancipadora se desarrolla hoy en otros escenarios, aún insuficientemente pensados. Hay también una filosofía política que debe acompañar las experiencias de decisión y gestión que muchos militantes llevan a cabo en ámbitos menos tranquilos que las academias. Casi toda América Latina es un gran laboratorio de experiencias novedosas en cuanto a la redefinición del Estado. Hace unos años, en la inauguración del VI Foro Internacional de Filosofía en Venezuela, Álvaro García Linera ensayaba una autocrítica de los paradigmas dominantes en la izquierda de los años sesenta y setenta, y desde su experiencia actual como Vicepresidente de Bolivia convocaba a pensar el Estado como una máquina complicada, relacional, objeto de luchas y correlación de fuerzas, parte integrante de la sociedad en tanto instancia decisoria, legitimadora de creencias y de normas, creadora de hegemonías. No alcanza con la dimensión crítica de la filosofía: se nos pide hoy un pensamiento audaz, creativo15. 2. Nos encontramos hoy ante otro Estado, con políticas públicas con sentido integrador, inclusivo, emancipador. Políticas implementadas desde la firme voluntad gobernante que supo interpretar demandas y climas sociales para arriesgarse en la confrontación con poderes fácticos sin contar con una previa construcción de poder social. A esta especie de decisionismo que obtiene resultados en tiempos cortos se le contrapone un participacionismo que denuncia la falta de sustento consensual suficiente para sostener en tiempos largos un proyecto emancipador. Si bien es una dicotomía recurrente en la reflexión y praxis política en general, entre nosotros ha tomado perfiles propios dadas las características de 14 Cf. Auat, Alejandro, “La teoría del juicio en H. Arendt” en Hacia una filosofía política situada, op. cit., pp. 211 y ss. 15 Cf. Del Percio, Enrique, “El pensamiento audaz como etapa superior del pensamiento crítico” en Política o destino. Buenos Aires, Sudamericana/COPPAL, 2009, pp. 13 y ss. 14. los eventos históricos producidos desde 2001-2003 y el contenido de las decisiones tomadas desde entonces16. Tan impensable como la irrupción de esos liderazgos es la transformación operada por la Argentina en el marco de una no menos sorprendente recuperación de proyectos populares en Nuestra América. Sin idealizar procesos complejos en los que los liderazgos juegan un rol fundamental, no se puede ignorar el diferente grado de desarrollo de los movimientos políticos y sociales que sostienen estos procesos en, por ejemplo, Bolivia o Brasil, respecto de la debilidad de esa base en el caso argentino después de la larga noche de la dictadura y del pensamiento único neoliberal. 3. Pero nos encontramos aquí con otra tensión: esas políticas de expansión de derechos y de igualación, importantes pero aún insuficientes, se sostienen en un andamiaje electoral oportunista y no convencido de esas mismas políticas que, sin embargo, hace posible. El pensamiento y la acción política deben ajustar permanentemente la pupila a las variaciones de escala para discernir lo que está en juego: si en los planos más generales prima una orientación emancipadora, es difícil ver ese sentido en los planos más particulares. Las batallas contra los poderes fácticos de alcance nacional parecen relegar las definiciones ante esos mismos poderes fácticos a nivel provincial o municipal, cuando no se los tiene incluso como aliados o socios en la acumulación que se necesita para librar aquéllas. García Linera hablaba de la tensión entre el “núcleo duro” del bloque social en el poder y la necesidad de ampliar ese núcleo incorporando otras clases sociales flexibilizando y concediendo, sin fórmulas precisas. En nuestro país esa tensión es vivida dramáticamente por muchos militantes sobre todo en lugares en los que la deglución de batracios amenaza con indigestión permanente. ¿Cuál es la escala que debe primar en nuestra mirada? ¿Hasta cuándo? La noción de “escalas” –y la variación de escalas– espaciales y temporales, tomadas de la cartografía, de la óptica y de la historiografía17 , pueden ser recursos útiles en el juicio pero no eximen del peso que conlleva la carga de las decisiones militantes. 16 Ver el más que interesante debate entre Javier Flax y Marcos Novaro sobre las características del decisionismo en Menem y Kirchner, en los números 2 y 3 de Diálogo Político, publicación trimestral de la Konrad-Adenauer-Stiftung A.C., Año XXVIII, junio y noviembre 2011. Disponible en http:// www.kas.de/argentinien/es/publications/. 17 Cf. Ricoeur, Paul, La memoria, la historia, el olvido, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000. También Santos postula la necesidad de una “ecología de las trans-escalas” en Santos, Boaventura de Sousa, Conocer desde el Sur. Para una cultura política emancipatoria, Lima, PEDTG-Fondo editorial Fac. Cs. Sociales UNMSM, 2006. Por su parte, Fraser usa la imagen de la escala cartográfica para referirse a la problemática del “enmarque” de la justicia en un contexto global post-westfaliano, en Fraser, Nancy, Escalas de justicia, Barcelona, Herder, 2008. 15. 4. Peso que se agrava con otra tensión peculiar que viene desde el fondo de nuestra historia y atraviesa los contextos escalonados distorsionando los procedimientos de enfoque, no siempre en el mismo sentido por donde corren las ideologías. Me refiero a la tensión entre el cinismo hipercrítico porteño y el escepticismo conformista provinciano. No hablo de sujetos sociales diferenciados sino de actitudes o talantes18 que han cristalizado en esas formas del “porteño” soberbio, quejoso y ombligocéntrico, por un lado, y el “provinciano” sumiso, quedado y resignado, por el otro. Creo que las diversas formas de esta tensión alguna huella dejan en nuestra praxis y en nuestra reflexión políticas. Ya el sanjuanino Sarmiento había desafiado: “soy porteño en las provincias y provinciano en Buenos Aires”, aunque no quedara muy en firme la segunda parte de su bravuconada dialéctica. Recurrente dicotomía en el santiagueño Bernardo Canal Feijóo, quien intentó pensar “qué era, cómo funcionaba realmente, esa cosa que las filosofías de la historia argentina llaman ‘el interior’, y que ellas se representan como una especie de ente global amorfo, oscuro, opuesto al otro ente claro, formal y específico –Buenos Aires–, en cierta consabida dialéctica de la existencia nacional”19. Canal aclara, en su intento de sociología mediterránea argentina, que “no quería contestar, con una hiperestimación mediterránea, la subestimación porteña de ese interior”, ya que la cifra del problema estaba, para él, en la estructura real de un país en el que “ni la cabeza ni el cuerpo se piensan recíprocamente: el cuerpo, sin duda porque cree que tiene una cabeza que piensa por él; y la cabeza, porque no sabe que tiene cuerpo” (p. 87). Canal Feijóo denuncia un problema constitucional y apunta a una solución por un “reacomodo bien arquitecturado ‘de’ la cosa ‘para’ el hombre”. Pero no deja de señalar aquí y allá la dimensión moral o cultural del problema. Dice que “el problema es de visión orgánica y estructural, de cultura política, moral, económica, etcétera, y desemboca en el de la formación de una conciencia general en el que el todo se valorice por la parte y la parte por el todo” (p. 64). Aquí es donde quiero cifrar la tensión, más paralizante que creativa, entre lo porteño y lo provinciano. Mucho de la falta de conciencia integral puede deberse a que Buenos Aires es la parte que se piensa como todo: un problema vecinal es allí un problema nacional. Y los porteños son 18 Diccionario RAE: modo o manera de ejecutar algo; semblante o disposición personal; estado o calidad de algo; voluntad, deseo, gusto. 19 Canal Feijóo, Bernardo, “De la estructura mediterránea” en Ensayos sobre cultura y territorio, Buenos Aires, UNQ/Prometeo, 2010, p. 43. Re-edición de la obra de 1948 De la estructura mediterránea argentina. 16. “los argentinos” sin más. ¿Es este el nudo de la tensión? ¿La hipóstasis de una particularidad erigida como universalidad? Sospecho entonces que la discusión de esta “demasía” es crucial para una filosofía política situada, empeñada en comprender la universalidad de otra manera. Como nos ha enseñado Mario Casalla, la vocación de totalidad de un proyecto cultural va acompañada de una vocación de trascendencia: no se trata pues, de una totalización imperial que subsume las otras partes, o de una totalización abstracta que desconoce a las otras partes, sino de un movimiento de totalización de la complejidad de cada parte que se reconoce como tal, y al hacerlo, va más allá de sí al encuentro y confrontación con la alteridad, superando su propia y auténtica parcialidad. La universalidad situada es el resultado de una construcción trabajosa a partir de singularidades que, reconociéndose como tales, se totalizan y trascienden hacia la alteridad que la reclama. Mientras que la universalidad abstracta ha expulsado “lo otro” (o lo ha reducido a sí misma), la universalidad situada recoge y realiza a lo individual e histórico20. Pero además de la particularidad hipostasiada en universal, he señalado un cierto cinismo21 en lo porteño contrapuesto a un escepticismo22 en lo provinciano. Si este duda del Otro y suspende la acción en la desconfianza, aquél utiliza al Otro negándolo en la práctica e hiperactúa en el descaro23. Es oportuno recordar aquí que en su debate con Apel, Dussel observaba que mientras el oponente de la Ética del Discurso es el escéptico –al que puede mostrarse la autocontradicción performativa en la que cae–, el de la Ética de la Liberación es el cínico –”que funda la ‘moral’ del sistema vigente sobre la fuerza irracional del Poder y que administra la Totalidad con razón estratégica”–24. Pero en la tensión que postulamos ahora no se trata de figuras retóricas para el análisis discursivo sino de modos ético-políticos de situarse ante el otro, como disposiciones o habitudes que estructuran la intersubjetividad en un talante identitario. Ninguno de los dos talantes sirve a una política emancipadora. No se trata por eso de una tensión creativa sino paralizante: pues no son dos 20 Cf. entre otros textos, Casalla, Mario, “Sentido y vigencia actual de la filosofía de la liberación en América Latina” en Revista de filosofía latinoamericana y Cs. Sociales, Buenos Aires, 1989, Nº 14, pp. 68-81. 21 Diccionario RAE: “desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”. 22 Diccionario RAE: “desconfianza u duda de la verdad o eficacia de algo”. 23 Diccionario RAE: “desvergüenza, atrevimiento, insolencia, falta de respeto”. 24 Dussel, Enrique, “Del escéptico al cínico” en Apel, K.O. y Dussel, E., Ética del Discurso y Ética de la Liberación, Madrid, Trotta, 2004, pp. 171 y ss. 17. polos opuestos que se estimulen en la confrontación, reforzando algún aporte positivo de su identidad, sino dos posicionamientos negativos que conspiran contra la construcción de una intersubjetividad política plural y articulada con la suficiente capacidad para constituirse en bloque social hegemónico. Quizás una forma de superar esta tensión paralizante sería impulsar algún tipo de talante entusiasta: una actitud que se empeñe con vehemencia y pasión en el compromiso, sin amedrentarse frente a los obstáculos, porque lo inspira el saberse portador de una fuerza superior, que no es la propia sino de la de los valores y fines asumidos, descubiertos intersubjetiva e históricamente pero trascendentes a la historia. Como quien lleva un dios dentro25. III) Resignificaciones Las proposiciones para el debate que voy a enunciar se plantean el marco de las políticas públicas desarrolladas por el Estado nacional en los últimos 10 años, y que pueden ser calificadas como “emancipatorias”, en tanto promueven la inclusión, la igualdad y la autonomía, en un proceso latinoamericano de afirmación de la soberanía popular. Esas políticas públicas resignifican la noción de Estado y de Derecho, y ponen un nuevo foco a la actividad política, como militancia cualitativa en el espacio público y compromiso político en una gestión responsable. Resignificación de prácticas que no está exenta de las tensiones que señalamos en el apartado anterior. a. El Estado no es hoy entre nosotros una amenaza a la cual hay que poner límites sino una condición de posibilidad del ejercicio efectivo de los derechos26. b. Hay que revisar la historia de constitución del Estado a la luz de las transformaciones que experimenta América Latina en los últimos años. No comprarnos la historia y la experiencia moderna europea. Un caso típico es la definición de Estado como “el componente político de la dominación en una sociedad territorialmente delimitada”27, con lo cual se reduce lo político al Estado y se lo ubica fuera de nosotros en una relación asimétrica (dominación), en la que las posibilidades de acción se reducen a la resistencia o al enfrentamiento para ponerle límites. Es la típica mirada liberal, entre otras, que ve al Estado como amenaza a 25 Entusiasmo: ενθουσιασμός, ‘en-theos’ o ‘en-thous’, “que lleva un dios dentro”. 26 Rinesi, Eduardo, Exposición en la XI Cumbre de Rectores de América Latina y el Caribe, Santiago del Estero, mayo de 2013. 27 O'Donnell, Guillermo, Apuntes para una teoría del Estado, en http://www.top.org.ar. 18. nuestra libertad y a nuestros proyectos, por lo que cuanto menor sea la interferencia de ese ente ajeno, mejor. Pero esa mirada surge de la experiencia moderna europea, en la que la burguesía naciente conquistaba sus derechos a fuerza de limitar los de la nobleza y las monarquías absolutas. Sujetos de derecho que las teorías políticas liberales no tuvieron dificultad en conceptualizar como sujetos políticos, mientras trasladaban a los Estados modernos los rasgos del absolutismo monárquico contra el cual se configuró aquel sujeto28. Cuando los liberales hablan del Estado parece que hablan del Rey. Lamentablemente esta mirada no es ajena a las corrientes principales de la ciencia política ni a ciertas izquierdas o progresismos modernizantes, sin advertir que se están comprando la historia y la experiencia moderno-europea que está a la base de esa teorización29. Y el punto de inflexión de ciertos progresismos de clase media cultural es precisamente el Estado: cómo se posicionan frente al Estado. Acostumbrados a verlo con desconfianza o temor, les cuesta descubrir otra faceta: un Estado posibilitador de la efectividad de los derechos y la igualación, aún en medio de sus contradicciones o claroscuros. c. Hay que conceder que esta mirada asociada a las experiencias de dominación ha permitido el importante desarrollo de las teorías críticas, que nos han ayudado a denunciar y desenmascarar los dispositivos de dominación, que aún persisten y que siempre están. Por lo que esta perspectiva crítica nunca debe ser abandonada. d. Pero si la experiencia europeo-moderna llevó a la necesidad de acentuar los límites que había que poner al ejercicio crecientemente absoluto del poder, la experiencia latinoamericana nos lleva a acentuar la necesidad de dotarnos de mediaciones apropiadas para ampliar la capacidad de poder de los desposeídos. e. Creemos que, ante las experiencias políticas que se desarrollan entre nosotros desde hace diez años al menos, es necesario inventar (en el sentido originario de invenire: hallar) un pensamiento audaz como etapa superior del pensamiento crítico30. En esa dirección apenas tenemos algunas señas o indicios, en un camino ya abierto por pensadores que acompañan estas experiencias históricas, no como vanguardias intelec28 Cf. De Zan, Julio, Libertad, poder y discurso, eds. Almagesto/Fundación Ross, Bs.As./Rosario 1993. Pp. 64ss. 29 Cf. HÖFFE Otfried, Justicia Política, Barceloa, Paidós, 2003. (Versión de C. Innerarity y J.C. Velasco), p. 57: “La absolutización de una experiencia fundamental a costa de [la] otra y la consiguiente separación de los conceptos ‘derecho y Estado’ y ‘justicia’ supone tanto un error científico-filosófico con consecuencias prácticas como un prejuicio político”. 30 Cf. Del Percio, Enrique, Política o destino, op. cit., pp. 13 y ss. 19. tuales, sino como retaguardias de las marchas iniciadas por los pueblos y sus dirigentes en busca de la realización de las utopías de esperanza y buen vivir. La acción política emancipadora se desarrolla hoy en otros escenarios, aún insuficientemente pensados. Hay una filosofía política que debe acompañar las experiencias de decisión y gestión que muchos militantes llevan a cabo en ámbitos menos tranquilos que las academias. f. Decíamos antes que no alcanza con la dimensión crítica de nuestros posicionamientos teórico-prácticos: se nos pide hoy un pensamiento audaz, creativo. Las vanguardias intelectuales tienden a ser puristas. Y hay que aceptar que los procesos populares no son puros. Pero han demostrado ser mucho más audaces y realistas para la transformación que las más esclarecidas de las vanguardias progresistas, paralizadas por el pesimismo de la inteligencia y el recelo frente al Estado y su evolución como Estado de Derecho. g. El Estado de Derecho es una conquista política de la que no se puede retroceder, pero necesita ser superada por el Estado Democrático de Justicia. h. Necesitamos redefinir ambos: hay que entender el Estado de Derecho no sólo como el imperio de la ley y las instituciones formales sino como la primacía del postulado de justicia por sobre las formulaciones legales. Lo que lleva a entender las instituciones democráticas como atravesadas por conflictos de interpretaciones en torno a la concreción de la justicia. Interpretación que incluye el momento de aplicación31, de re-creación de las normas a partir de los casos concretos y de la evaluación de sus efectos o consecuencias, en el marco de una comprensión como práctica social hermenéutica32. Las formas institucionales y de la ley pueden ser instrumentos de la justicia o instrumentos de los privilegios: esa es una ambigüedad que se dirime en las prácticas y en vistas de sus efectos en la realidad (Dworkin). Creemos que no hay interpretación correcta de las normas y los procedimientos formales en forma aislada: el criterio hermenéutico de la integridad que postula Dworkin para el derecho, hay que entenderlo no sólo respecto de la congruencia con el conjunto del sistema normativo sino también respecto de la coherencia con todo el sistema democrático y el perfil del bien común que se va determinando a partir de las elecciones mayoritarias. El derecho superaría así su función de control de los procesos políticos y sociales en favor de 31 Gadamer,Hans-Georg, Verdad y método, Salamanca, Sígueme, 1977 (trad. Aparicia y Agapito), pp. 378 y ss. 32 Cf. Viola, Francesco y Zaccaria, Giuseppe, Derecho e interpretación, Madrid, Dykinson, 2007 (trad. G.Robles Morchón), pp. 418 y ss. 20. una función más amplia como lo es el concretar normativamente las decisiones democráticas. Aquí también lo creativo debe superar lo crítico y plasmarse en lo normativo, no como elementos que se sustituyan unos a otros sino como momentos dialécticos que se integran unos con otros. i. Las formas sin el contenido son vacías, el contenido sin las formas puede ser arbitrario. A su vez, contenido y formas, si no son factibles son ilusorios. Tal es la sinergia de principios materiales, formales y factibles33 que exige una concepción de un Estado Democrático de Justicia. ¿Cómo discernir los tiempos y espacios para la acentuación de uno u otro principio? Una vez más: no se trata de interpretaciones teóricas, sino de decisiones prácticas. Es la praxis el lugar desde donde se comprende y se interpreta. No cualquier praxis, sino una praxis emancipatoria: la que se orienta en términos de ideales de autonomía, igualdad y solidaridad34 (o inclusión), y se reconocen a la luz de la experiencia histórica de los pueblos y de las conquistas políticas traducidas en derechos fundamentales, incorporados o no a las constituciones35. j. El Estado democrático supone la activación de declaraciones de igualdad y la centralidad de la política. La igualdad no es un dato natural, es un invento de la imaginación que pudo no haber tenido lugar. Es un principio, un postulado, una declaración, que es capaz de producir efectos en los vínculos, las instituciones, la educación, la economía o el derecho. Declarar que “los hombres son iguales por naturaleza” es un desafío a los órdenes jerárquicos en los que se decanta la historia de las relaciones humanas. Es una declaración de igualdad lo que activa el movimiento de la democracia por la ampliación de derechos y el reconocimiento de los que quedan fuera de la ley y las instituciones. Quienes se resisten a ello porque ven amenazado un orden de desigualdades que los beneficia, argumentan pobremente: “aún no es el momento” (voto femenino), “hay otros temas prioritarios” (voto juvenil), y la prioridad se tornará en retórica de la “concordia” y paz social. Pero la igualdad constituye el núcleo mismo de la democracia, desde sus orígenes. Frente a la riqueza de unos pocos (oligoi) o la excelencia de los mejores (aristoi), el demos exhibe como único título de su participación en la comunidad la libertad (que les fuera concedida a artesanos o tenderos a quienes las leyes declararon libres de deuda -Solón), 33 Cf. Dussel, Enrique, Política de Liberación. II: Arquitectónica, op. cit. 34 Cf. Gilabert, Pablo, “Política dominatoria y emancipatoria. Reflexiones situacionales sobre acción política y violencia” en Schuster, F. et al., Tomar la palabra, Buenos Aires, Prometeo, 2005, pp. 129-150. 35 Cf.Auat, Alejandro, Hacia una filosofía política situada, op.cit., p. 155. 21. único título compartido por todos, el que los hacía iguales a todos. De modo que el aporte del demos a la mezcla de criterios que debía configurar el bien común (Aristóteles) es la declaración de que ellos aportan el único título común a toda la comunidad, por el que todos eran entonces iguales. En verdad, por las resistencias que provoca, lo que aporta la declaración de igualdad es un litigio: el litigio por la igualdad implicada en el título de libertad asignado al pueblo. Lejos estamos aquí de la jerárquica comprensión liberal de estas dos cualidades, la libertad por sobre la igualdad. De lo que se trata es de establecer un principio de igual participación, que no sean los criterios restrictivos de la riqueza que define a la oligarquía o la de la excelencia de la “gente de bien”, desde donde sólo puede establecerse una “igualdad desigual”, pues no todos cuentan con esos títulos. La libertad es el único título que permitía al pueblo, “los que no cuentan en la cuenta” de las riquezas o de las virtudes, identificarse con la totalidad de la comunidad. Es a partir del reconocimiento de la existencia de esa parte “de los que no cuentan, o no tienen parte” es cuando la comunidad existe como comunidad política. Pues la política existe cuando el orden natural de la dominación es interrumpido por la declaración de igualdad de quienes sólo tienen como principio identificador la libertad. Interrumpir el orden policial de la dominación es instaurar la política como litigio por la igualdad. Institución litigiosa porque es resistida. Son los antiguos quienes vieron claramente en el principio de la política la lucha de los pobres y los ricos (pues oligarquía y aristocracia en definitiva son el “partido de los ricos”). El partido de los pobres encarna la política misma como institución de la igualdad, mientras que el partido de los ricos no encarna otra cosa que la antipolítica36. De allí que la oposición a las políticas de inclusión o de ampliación de derechos sólo conduce a la antipolítica, escondida tras la defensa del “pellejo vacío de las instituciones republicanas” (H. González) o de las denuncias de corrupción que no tienen más objetivo y criterio que el rating de un show mediático. “En este sentido, democracia es una forma de sociedad que activa declaraciones de igualdad, y un régimen político que concreta esas declaraciones en instituciones sensibles a la novedad humana –que de otro modo permanecería clandestina, despolitizada y violenta”–37. 36 Cf. Ranciére, Jacques, El desacuerdo. Política y filosofía, Buenos Aires, NUeva Visión, 2010 (trad. H. Pons). 37 Cf. Tatián, Diego, Lo impropio, Buenos Aires, Excursiones, 2012, p. 8. 22. k. La política se desarrolla hoy en favor de la concreción de las condiciones de igualdad, en la militancia cualitativa en el espacio público y en la gestión responsable de las políticas públicas desde el Estado. El espacio público y el Estado son los campos en los que se desarrolla la política hoy. Ambos son campos de lucha y enfrentamientos, fundamentalmente entre el poder político y los poderes salvajes38. El poder político no sólo es el que se asienta en la soberanía popular sino el que tiene como fin los intereses públicos, el bien común; los poderes salvajes son los que se sitúan más allá del Estado de Derecho, instrumentalizándolo en función de sus intereses particulares. El Estado es una red compleja de relaciones, no un actor homogéneo. En él también hay una lucha por hacer prevalecer el punto de vista de los intereses generales por sobre los privilegios. El desafío de cada funcionario militante pasa por imprimir esa direccionalidad a las decisiones y controlar diligentemente la eficacia en la concreción de las políticas públicas que sigan esa orientación. La gestión responsable es el compromiso político exigible a cada funcionario investido de la representatividad del proyecto popular. Responsabilidad política que se exige a todo funcionario público, desde los niveles más altos a los más bajos de la administración, pero también en cualquiera de las instituciones estatales en los que se va descentralizando el poder político. Ministros, secretarios, empleados; camaristas, jueces, fiscales, defensores, secretarios, empleados; legisladores, asesores, secretarios, empleados. Todos están investidos del carácter público de la responsabilidad, por su naturaleza representativa y por la institucionalidad de su función. Todos obtienen su legitimidad en última instancia del poder político, no de los poderes fácticos. Aunque sus funciones repartan esa única fuente de legitimidad en dimensiones que se juzgan con criterios diferenciados, según sea la instancia del Estado en la que lleven a cabo sus actividades: así, por ejemplo, la legitimidad de imparcialidad para quienes tengan que exhibir claramente la orientación pública o universal de sus decisiones; la legitimidad de reflexividad para quienes tengan que instaurar mecanismos correctivos y compensadores de las exclusiones inevitables del enfoque generalista, multiplicando los enfoques parciales y pluralizando los sujetos de la democracia; la legitimidad de proximidad, por la que el funcionario toma posición, interactúa directamente con los ciudadanos e interviene activamente en los problemas concretos, demostrando presencia, atención, empatía39. 38 Cf. Ferrajoli, Luigi, El garantismo y la filosofía del derecho, Universidad Bogotá Externado de Colombia, 2000 (trad. Pisarello/Estrada/Díaz Martín), pp. 120 y ss. 39 Cf. Rosanvallon, Pierre, La legitimidad democrática, Buenos Aires, Manantial, 2009 (trad. H. Cardoso). 23. En esa compleja red de relaciones y luchas, debemos distinguir las instituciones del conflicto y las instituciones del consenso, o mejor, los momentos del reconocimiento de la legitimidad del conflicto, y los de la legitimidad de la aspiración al consenso. No avanzamos si no prestamos atención a la tensión permanente entre un principio realista de decisión (regla de mayorías) y un principio más exigente de justificación (unanimidad, interés general). Esto es, la aplicación de la regla de mayorías para resolver los conflictos no nos exime del esfuerzo de una justificación de carácter universal, en la que se explicitan los fines últimos que dan sentido a las decisiones y a las políticas públicas, en el horizonte de un consenso razonable. El espacio público es hoy como nunca un espacio de construcción de poder político y de confrontación entre los criterios de lo público y común y los criterios de lo privado y particular. Sólo que esta confrontación de miradas no siempre es evidente y explícita: el desafío de una militancia ciudadana es el de sacar a luz lo implícito en los rumores y humores que recorren el aire de este espacio, configurado por la fuerte presencia de los Medios de Comunicación como actores políticos ocultos tras la fachada de la objetividad y la neutralidad. Sacar a luz lo implícito en las miradas sesgadas, en los enfoques parcializados, en los slogans repetidos como chicanas en falsos debates. Y lo implícito es el poder que está en juego en cada posición: la pregunta clave es ¿de qué lado estamos? ¿Del poder político –basado en la suma de voluntades orientadas por el interés general–, o de los poderes salvajes –basados en la posesión de medios, el desprecio por las reglas comunes y orientados por intereses particulares–? Hoy el espacio público está empobrecido por la distorsión de la información y el ocultamiento de los intereses en juego. No hay debate argumentativo posible desde el amarillismo informativo y el lenguaje cloacal, que ni respeta interlocutores ni entra de buena fe al diálogo. En ese terreno perdemos todos, pierde la democracia. El desafío de la militancia consiste en recuperar las condiciones para la confrontación argumentativa de razones. Por eso es una militancia cualitativa, que no se reduce a las actividades de la solidaridad social o al armado de la maquinaria electoral, sin desmedro de la importancia de estos dos aspectos. 24. IV) Compromiso político Estos desafíos y esas re-significaciones son los que descubre una mirada comprometida con determinados procesos políticos que estamos viviendo actualmente. Serían distintos desde otro compromiso. Incluso los matices entre miradas desde las mismas opciones fundamentales pueden ser entendidos de una manera más tolerante al considerar las escalas en juego, la mayor o menor cercanía con la acción o con la toma de decisiones, las urgencias o los sosiegos, el talante cínico o escéptico, el talante entusiasta. La situacionalidad del pensar se manifiesta fundamentalmente en ese compromiso, siempre presente, no siempre explicitado. Creo que su explicitación hace a la rigurosidad del pensar, pues permite la evaluación crítica del punto de vista asumido así como su tematización y proyección audaz. El punto de vista no es más que la vista desde un punto. Un punto que no es sólo espacial sino también axiológico. Un punto de vista que es punto de llegada y de partida de la praxis. Es que el pensar situado es un momento teórico de un proceso vital: entre una praxis que se evalúa críticamente y una praxis que se proyecta audazmente, el pensar político no puede desentenderse teóricamente del compromiso que lo hace posible. Con este doble carácter, hermenéutico-axiológico, recuperamos la noción clásica de las raíces cordiales de la visión: el ojo ve donde el corazón quiere... y donde los pies pisan. 25. Bailando en los abismos Pueblo y fraternidad ante la crisis de las ideologías tradicionales Enrique Del Percio40 I El escenario contemporáneo Los cambios socioeconómicos Los cambios en las tecnologías informático-comunicacionales y la expansión del crédito para consumo a partir de los años 70 del siglo pasado (fenómenos autónomos pero no independientes) produjeron fuertes mutaciones. Como característica sociológica saliente, se evidencia el reemplazo de una estratificación social donde lo que marca la ubicación en la pirámide social es el dinero acumulado (cuenta bancaria) por otra donde lo importante es el consumo (tarjeta de crédito). Estas formas de estratificación conviven entre sí y, a su vez, conviven con las formas tradicionales en las que la pertenencia a un estrato u otro no está dado por el dinero sino por el nacimiento (natus: la “naturaleza” decide qué lugar se ocupa en la sociedad) como el color de la piel o el apellido. Estas mutaciones se advierten principalmente en las grandes ciudades, que son las que imponen las pautas culturales e impactan en tres ámbitos específicos. 1) Ámbito laboral Una generación atrás, si una persona de mediana edad en busca de empleo mostraba en su hoja de vida que había trabajado en tres empresas distintas no iba a ser bien visto. Por el contrario, hoy no sería favorecido por haberse desempeñado siempre en la misma empresa. Ya nadie trabaja toda su vida en el mismo lugar y, si alguien lo hace, sus compañeros cambian, por lo que no se pueden establecer vínculos duraderos en el ámbito laboral. 40 Doctor en Filosofía Jurídica, especialista en Sociología de las Instituciones y abogado. Profesor de sociología jurídica y de la dominación (UBA). Director del Doctorado en Filosofía (USAL - Área San Miguel). Codirector del Programa Internacional de Estudios sobre Democracia, Sociedad y Nuevas Economías (UBA) y coordinador del Doctorado en Educación Superior (UNTREF). 26. 2) Ámbito de residencia Esto conlleva la necesidad de trasladarse de un lugar a otro en busca tanto de cercanía con el lugar de trabajo como de vivir en un barrio acorde al nuevo estatus (superior o inferior) adquirido, tornando imposible conocer a los vecinos y, por ende, ocurre lo mismo que en el caso anterior: no se pueden establecer vínculos duraderos de vecindad. 3) Ámbito doméstico La alta productividad obtenida gracias al empleo de las nuevas tecnologías y de la mayor capacitación de los trabajadores requiere de un mayor consumo de productos con alto valor agregado. Una familia con diez hijos difícilmente pueda cambiar de auto todos los años o salir a cenar afuera dos veces a la semana. Es preciso, por tanto, que la mujer salga de casa y vaya a trabajar. De ese modo, no solamente tendrá menos hijos (que ya no son necesarios ni para morir en la guerra ni para mantener bajos los salarios industriales) sino que además sumará otro ingreso a la economía familiar. El ideal propuesto por el sistema productivo serán los DINKs: Double Income No Kids. Si la mujer madre de diez hijos era maltratada por su esposo, no tenía más remedio que soportar el maltrato. Del mismo modo, tampoco el marido tenía ocasión de encontrar otra mujer salvo en el prostíbulo, pero difícilmente dejase a su esposa para irse con la trabajadora sexual. El mercado matrimonial era mucho más restringido: usualmente la mujer una vez que se comprometía (y lo hacían a edad temprana) con un hombre debía casarse con él y, por tanto, desaparecía del mercado. Por eso, el hombre casado tampoco tenía ocasión de conocer mujeres: no las había en la fábrica, ni en la oficina, ni en la calle. El matrimonio era indisoluble. Hoy, en cambio, hombres y mujeres pueden encontrar en cualquier lugar la persona con la que comenzar una nueva relación. Incluso, como el sistema alienta el hecho de no tener hijos (No Kids) el sexo reproductivo deja de ser el ideal y otras variantes como la masturbación, la homosexualidad, el lesbianismo o el sexo anal pasan a ser prácticas aceptadas, por lo que probablemente el hombre o la mujer descubra una nueva orientación o preferencia sexual, ampliando así más aún el espacio de oferta y demanda. Obviamente esto tiene mayor vigencia en las clases medias y altas que en los estratos menos favorecidos, pues en estos como el varón no tiene mayores posibilidades de realización profesional, no quiere una mujer que esté “por arriba” suyo en la escala social. Por lo tanto, en esos sectores se sigue viendo a la mujer como Madre. Resultado: en los kioskos, las revistas más baratas ofrecen mujeres más 27. pechugonas (tetas=maternidad) y en las más caras tienden a aparecer de espaldas y a tener las piernas más largas (piernas=dinamismo=nuevas formas de relación laboral). La minifalda y las calzas ajustadas reemplazan al escote. Las consecuencias sociopolíticas a) La cultura de la imagen Cuando la gente trabaja toda la vida en el mismo lugar y vive siempre en el mismo barrio, conoce a sus compañeros y vecinos. Por lo tanto, puede hablar de temas importantes. Si hoy uno entra a la oficina con mala cara, lo más probable es que nadie lo note. Y si alguien lo nota y pregunta por qué está así, uno no va a contarle lo que le pasa; se limitará a decir que no durmió bien o que comió algo pesado anoche. En cambio, si uno conoce al otro desde hace años, va a contarle lo que le pasa. Va a hablar de cosas importantes. Y las cosas importantes no se refieren sólo a las personales, sino también a las que nos afectan colectivamente: se hablará de política, de filosofía (aunque no se lean a los filósofos: en el cafetín de Buenos Aires yo aprendí filosofía...), se analizará de otro modo lo que pasa en el trabajo, además obviamente de hablar de fútbol y otros temas. Por eso, los programas con entrevistas o con políticos tenían un rating altísimo hace apenas treinta años. En cambio, cuando uno no conoce al otro solamente habla de banalidades. Como cuando nos invitan a un cocktail a las siete de la tarde. Resultado: la sociedad se vuelve banal. No es la televisión chatarra la responsable de la banalización de los argentinos. Si a los argentinos les interesaran estos temas que estamos comentando, los canales con más audiencia estaría entrevistando a Doberti o a Scannone en horario central. La política necesariamente se hace trivial. Los candidatos hablan de cualquier cosa menos de política. Concomitantemente, al no conocer nada de la trayectoria ni de los orígenes del otro, nos quedamos con lo que el otro muestra, con su imagen como única referencia. El otro ya no muestra lo que supuestamente “es” (rey, noble o campesino: fetichización de la posición social) ni lo que tiene (fetichización de la mercancía) sino que el otro es lo que muestra, aunque el auto sea alquilado y no haya pagado más que la primera cuota de la indumentaria que lleva puesta. La distinción aristotélica entre valor de uso y valor de cambio, agudamente retomada por Marx para señalar la primacía del valor de cambio en la sociedad capitalista de acumulación, se tranforma en la reversibilidad de ambos valores: las zapatillas de moda deben su valor de uso a su valor de cambio. No compramos ese calzado deportivo porque sea de buena calidad, sino porque es caro. 28. El otro es lo que muestra y lo que muestra es lo que consume. Pero también se muestra para ser consumido. Esto vale tanto para la chica que se muestra como un pedazo de carne intervenido con botox y siliconas, como para el juez que está haciendo su doctorado en derecho no porque tenga algo genuino que aportar a la ciencia jurídica, sino para mostrarse como doctor para ascender en su carrera, aunque no le interese en lo más mínimo ni el doctorado ni su tarea judicial. 2) El desinterés por la política Al no conversar con los demás de temas que afecten la vida en común, no hay un ámbito donde generar debates que permitan el desarrollo de una ideología coherente. En otro contexto, un par de generaciones atrás, el trabajador peronista y el comunista discutían en la fábrica y antes de llegar a casa, una o dos veces por semana pasaban por la Unidad Básica o por el Comité donde nutrían sus argumentos para continuar el debate. Otro día iban al café donde continuaban discutiendo con sus amigos y vecinos. Eso permitía que cada uno se forme un cuerpo coherente de ideas en áreas tan distintas como la política internacional, la educación, la política salarial, el divorcio o la seguridad pública. En nuestro tiempo no han desaparecido las ideologías, pero sí la coherencia interna que estas tenían en los siglos XIX y XX: hoy uno puede estar manifestando a favor de la libertad de cultivar marihuana junto a la misma persona que mañana puede estar en la vereda de enfrente al discutir sobre la propiedad estatal o privada de la empresa petrolera. Esto ha llevado a muchos a pensar erróneamente que los movimientos sociales, al defender intereses puntuales, reemplazan a los partidos políticos como principales actores del espacio público en regímenes democráticos. No los han reemplazado ni nada hace prever que los reemplacen en breve, pero es evidente que en todos los países democráticos ha mermado la participación de las personas en la vida partidaria. Otra causa no menor del desinterés por la política está dado por la falta de incentivos para la acción colectiva. En un contexto de fragmentación como el que hemos descripto, donde consumir es el principal mandato social, es obvio que cuando uno tiene un poco de tiempo libre, en lugar de preocuparse por informarse acerca de la trayectoria o la propuesta de los distintos candidatos, prefiera destinar ese tiempo a actividades que generan una recompensa mayor: ya sea navegar por internet, jugar a la play station o mirar una telenovela o un partido de fútbol. Total –piensa el individuo aislado– mi voto es intrascendente y, además, todos los políticos son más o menos iguales. 29. Pero ese individuo siente una cierta culpa por no hacer nada por cambiar la realidad hasta el punto de incumplir mínimos deberes sociales como pagar los impuestos, mas como se cree una buena persona, encuentra inmejorable excusa en la corrupción de los políticos para seguir aislándose. ¡Para qué voy a pagar impuestos si después se los roba el ministro! ¡Para qué voy a militar en un partido si me van a usar los dirigentes deshonestos! La única información que le interesa es la que le permite confirmar la belleza de su alma por contraste con la inmundicia de los políticos. Por su parte, los medios de comunicación le darán lo que él quiere recibir: puras noticias negativas. Es fácil ver el centimetraje o los minutos de aire que se destinan a denuncias de corrupción frente a lo que se destina a mostrar las propuestas programáticas de los distintos candidatos. El escándalo tiene más rating que el debate serio y el diálogo constructivo. Eso genera una espiral en virtud de la cual muchas personas realmente decentes se retraen de participar activamente en política, dejando el campo a otros que no tienen una fuerte pasión por el bien común. Esto último no es del todo nuevo. Ya en los años veinte del siglo pasado lúcidos pensadores como Pareto, Michel o Mosca habían explicado los problemas de la democracia... y llegó el fascismo como respuesta. Lo que es nuevo es que al haber descubierto que no hay un padre fuera de casa ya no hay lugar para un Mussolini. Desaparecieron los fundamentos de las ideologías tradicionales de matriz europea y por eso la vieja Europa –y su retoño norteamericano– perdió la brújula. 3) De Edipo a Narciso Cuando el sistema requería familias numerosas, el varón era el proveedor del sustento. Por tanto, su poder en el ámbito doméstico era indiscutido. Él decidía lo que se podía y se debía hacer y lo que no. El chico crecía con esa figura paterna y cuando salía de su casa seguía necesitando que alguien le diga qué hacer, como la maestra al frente del aula. Y cuando crecía, lo buscaba en el gobernante, ya sea dictatorial (Videla, Pinochet, Stalin o Mussolini, para el caso es lo mismo) o democrático (Nasser, De Gaulle, Perón). En cambio hoy la vida de los progenitores gira en torno a los hijos (uno o dos, como mucho tres): el sábado a la mañana hay que llevar a Jorgito a judo, a la tarde al cumple de su compañerito de colegio y el domingo al cine. En la semana lo más importante son los deberes de Jorgito, se come lo que al nene le gusta. Si los progenitores viven juntos, puede ser que Jorgito vea cómo discuten papá y mamá para decidir qué programa ver en la televisión o dónde ir de vacaciones: desaparece la autoridad 30. despótica del padre-varón. Y si están separados, seguramente Jorgito manejará el control remoto de la tele e irá a pasar unos días de vacaciones con uno de los papás y otros con otro... donde él decida. Cuando ese chico sale de su casa, no va a estar buscando ningún padre: se busca a sí mismo, se saca una selfie y la sube a las redes sociales. Este chico descubrió que fuera de casa no hay padre ni madre. No es poco. Pero tampoco es suficiente. Se autoconvocará con sus congéneres en Plaza Tahrir para decirle a Mubarak que no es el padre de Egipto... pero después no sabe qué hacer y hoy tiene gobernando a un general cuyo nombre no conoce. Se juntará en Puerta del Sol para protestar indignado contra Zapatero y los políticos, dejando que el PP llegue al gobierno. Lo mismo ocurre en San Pablo donde contribuye a debilitar a Dilma o en Nueva York complicando a Obama. Estamos frente a la primera generación de hijos de los nacidos en los setenta, cuando todos estos cambios comenzaron. La presencia de un padre fuerte y su correlato social: las ideologías tradicionales, establecían claramente lo que está bien y lo que está mal. Generaban estructuras dicotómicas que anulaban la percepción de la complejidad de la vida individual y de la existencia en común. Los chicos miraban programas donde esa dualidad era manifiesta: “Tom y Jerry”, “El Coyote y el Correcaminos”; los adolescentes no le iban en zaga: “Chips Patrulla Motorizada” o “Starsky y Hutch” son buenos ejemplos. Hoy ya alcanzan la edad de votar jóvenes que en su infancia veían programas de la complejidad de “Pokemon” o “Bob Esponja” y de adolescentes CSI o “La ley y el orden”. En este contexto de fragmentación individual y social el mundo contemporáneo debe afrontar desafíos tales como el desempleo (especialmente juvenil), persistencia de la pobreza extrema e incremento de la inseguridad en vastas regiones de Nuestra América, hambre y violencia en África, anarquía y guerras intestinas en Irak, Libia, Siria o Afganistán y las consecuentes migraciones masivas, por nombrar sólo algunos. Resumiendo: los cambios en los ámbitos laboral, residencial y doméstico dan la sensación de que todo lo sólido se desvanece en el aire. En términos filosóficos, asistimos al final del paradigma de la sustancia (lo que está debajo –sub stare– y a la vez sostiene) y su correlato moderno: el sujeto individual o colectivo. Por eso es que un andamiaje conceptual como el europeo, que lleva dos mil quinientos años pensando en términos de sustancia y cinco siglos pensando en términos de sujeto, hoy está a la deriva. Y como la función de la filosofía es la de proveer conceptos para pensar la realidad, cuando esos conceptos no aparecen se hace 31. difícil pensar los nuevos tiempos. Pero si miramos otras construcciones conceptuales, como las llevadas a cabo por las filosofías andina, tupí guaraní o bantú, podemos alarmarnos menos y proponer más y mejor. II) Las respuestas desde la filosofía En efecto, nuevas realidades requieren nuevos esquemas de interpretación y análisis. No se trata de recomenzar de cero, nada empieza de la nada y por tanto no hay teorías elaboradas en el vacío. Se trata más bien de poner en palabras tendencias que operan en la sociedad y de aplicar ideas y categorías a veces olvidados y otras veces nunca escuchadas por no haber sido elaboradas en los centros de decisión mundial. Se trata de pensar más desde la retaguardia que de ser parte de una vanguardia esclarecida. Con este diagnóstico y estas premisas, analizaremos brevemente algunos encuadres teóricos que buscan dar cuenta de estas realidades, conforme al siguiente esquema, que, como todo esquema, no da cuenta de la riquísima panoplia de ideas existente. La intención es brindar un mapa de las posturas más difundidas para luego desarrollar una propuesta alternativa. Concepciones de la sociedad Las concepciones dominantes en los siglos XIX y XX a) El individualismo. Aquellos que tienden a privilegiar la libertad por sobre la igualdad suelen entender la sociedad como una mera yuxtaposición de individuos: lo que importa es cada individuo y cada familia, pero la sociedad como tal no existe sino como resultado de la interacción entre los individuos. Así lo han sostenido políticos como Margaret Thatcher o Ronald Reagan y teóricos como Frederick Hayek, Ayn Rand o Robert Nozick, así como numerosos dirigentes, académicos y comunicadores sociales de Latinoamérica. Si la sociedad no existe, tampoco puede existir algo así como la justicia social. Como no hay sociedad, la justicia social es una fata morgana, fuegos artificiales usados por los políticos pícaros para engañar a los votantes, o argumentos de gente bien intencionada pero que nada entiende de las leyes de la economía. b) El colectivismo. La sociedad es un organismo viviente (el volk o la Santa Madre Rusia) y los individuos son parte de sus órganos. Es el punto de contacto entre el extremo de los cultores de una sociedad 32. fuertemente jerarquizada y estratificada con los partidarios de un hiperintervencionismo estatal en toda la economía para garantizar la plena igualdad de todos los ciudadanos. Para estos, el individuo sólo cuenta en tanto que es una parte de una totalidad superior. Los ejemplos más claros los encontramos en los comunismos realmente existentes en la ex Unión Soviética, la Rumania de Ceaucescu, la China de Mao o la Camboya de Pol Pot. Obviamente –por si algún despistado creyera que hace falta aclararlo– no estamos refiriéndonos ni a Marx ni a las experiencias latinoamericanas, sino a los sistemas que en nombre de la igualdad anularon hasta casi extinguir la autonomía del individuo. Unos y otros discuten sobre cuál es el verdadero sujeto de la historia: si es el individuo o si es la colectividad. Esta oposición entre individualismo y colectivismo se nos presenta como un estorbo que nos impediría captar a la Sociedad o al Individuo como es en sí: su verdadera esencia siempre se nos escaparía. No es posible encontrar la síntesis superadora de este antagonismo. En cambio, si olvidamos la obsesión del pensamiento occidental por encontrar en todo y por encontrarle a todo la esencia, la sustancia, y nos ubicamos más cerca de otras tradiciones filosóficas para las que la relación es previa a la sustancia, podremos, al menos, explorar algunas alternativas a los problemas que para las concepciones expuestas no solamente son irresolubles, sino directamente inabordables. Pero no nos adelantemos. Ante la disolución de la sustancia/sujeto que hemos mencionado, estas posturas se quedan sin fundamentos firmes dando lugar al cuadro de situación que explica Carlos Cárcova en su aporte a este libro, al que remito al lector del presente capítulo. c) Sociedad e individuo como relación. Sobre esta concepción baso la idea de erigir a la fraternidad como eje de una reflexión filosófico política, no como un modo de superación de la antinomia sociedad/individuo, sino como una explicitación de esa tensión permanente. Las dos posturas anteriores parten de una visión esencialista, pero si pensamos que la relación no es una categoría de “segundo nivel” frente a la sustancia, sino que, por el contrario, como bien entiende por ejemplo la filosofía andina (el bosque no es un conjunto de árboles, sino que el árbol existe porque es parte de un ecosistema cuya “esencia” se deriva de la relación entre las partes) o la teología trinitaria cristiana (la esencia de Dios no es originaria sino que se deriva de la relación entre las tres personas divinas), la relación va a ser entendida como una categoría fundante de la realidad. 33. A partir de allí podemos pensar que el individuo existe en tanto que es en relación con los demás y con el cosmos, y que, por ende, también la sociedad existe en tanto que es la articulación de esas relaciones. Creo que esta concepción nos permite buscar la justicia social (aun sabiendo que su concreción plena es una utopía) sin por eso anular al individuo y sus derechos fundamentales, asumiendo que las relaciones constitutivas del individuo y la sociedad no son necesaria ni naturalmente armónicas sino que implican la existencia de expectativas e intereses diversos y muchas veces contrapuestos. Conviene hacer algunas precisiones en torno al tipo de relaciones que conforman una sociedad, distinguiendo entre cuatro tipos de relación: hacia, con, frente a y entre. Para los medievales, pensar en términos de relación implicaba pensar hacia. La episteme medieval, como aquellas catedrales góticas en las que todo se ordena desde abajo hacia arriba, se caracteriza por pensar que todas las cosas se relacionan, pues en definitiva todo se ordena a Dios, causa primera en el orden del ser y última en el orden de los fines. Tanto en el mundo físico como en la comunidad lo inferior se ordena a lo superior. Así, “naturalmente” los estamentos más bajos se relacionan con el inmediato superior hasta llegar a la cúspide, sin importar a estos efectos que en esta se encuentre al Papa o al Emperador. Además de esta relación vertical, tenemos las relaciones horizontales. En primer término, encontramos la relación con: vivimos con los otros. El problema es que si nos limitamos a estas dos relaciones, nada nos impide pensar a la sociedad al modo totalitario. En efecto, para los totalitarismos, la relación hacia está dada por el dedo del líder que señala hacia dónde ir y la relación con es la que conforma al pueblo. Todos marchando al unísono, unos con otros, desfilando incluso a veces sin ir hacia ninguna parte, pero siempre con los demás. Cuando las cosas o las personas se ordenan hacia o se vinculan con otras, la relación puede seguir siendo pensada como una categoría derivada, pues en definitiva son los sujetos/sustancias los que se relacionan. Pero si incluimos las relaciones frente a frente, hacemos referencia al diálogo y al conflicto; asimismo, las relaciones entre nos hablan de la apertura a los demás como constitutivas de nuestra identidad. Somos un entramado de relaciones. Es a partir de las relaciones entre las personas en la familia, en el barrio, en el trabajo o dónde sea, así como entre las personas y el resto de la naturaleza, que –a lo largo del tiempo– se va conformando el individuo, la sociedad y el resto del ecosistema. América Latina está llena 34. de ejemplos de dirigentes iluminados (y generalmente iluministas) que “tienen claro hacia dónde ir”, pero olvidan la forja de la historia, de las generaciones que, desde los primeros pobladores de nuestras tierras hasta hoy, han ido conformando una trama infinita de relaciones “entre”. Por cierto, las relaciones “entre” no niegan a las relaciones “con”, pero son constitutivamente más importantes. De la suma de relaciones “entre” y relaciones “con” a lo largo del tiempo, se va conformando eso que podemos denominar “pueblo” como categoría histórico-cultural, no como categoría política. Cuando una parte de ese pueblo asume la hegemonía y establece un tipo de relación “hacia”, recién entonces el pueblo deviene categoría política. Pensar al pueblo como categoría primariamente política (y no en forma derivada) conlleva el riesgo de olvidar que el pueblo es relación y, por ende, se lo sustancializa, con todas las consecuencias nefastas que esto implica: el “pueblo” como útero (madre) que contiene a los elegidos y niega a “los otros”; el “pueblo” que es tal porque es hijo de un líder/ padre que dicta la ley, depositario del poder y del saber. En cambio, la noción de fraternidad nos muestra que no hay padre ni madre, que primero están las relaciones de horizontalidad con sus cargas de conflictos y armonías; y si llega a haber un liderazgo, el líder será tal mientras tenga en cuenta ese tipo de vínculos (el “mandar obedeciendo” de varios pueblos originarios de América) a la inversa del líder/padre que es tal haga lo que haga: el padre, como el Rey, el Duce o el Führer son los que, supuestamente, dan identidad y forma al “pueblo”. En esos casos, la relación, además de ser prioritariamente entendida como “hacia” se limita a una relación dual: el líder y la masa de los dirigidos. En cambio, al hablar de fraternidad surge el tercero, que imposibilita legitimar ese tipo de liderazgos. En un sentido similar a la diferencia que establecen autores como Chantall Mouffe entre la política y lo político, podemos decir que el pueblo en tanto entramado de relaciones entre y relaciones con, constituye la abismal dimensión de lo político, mientras que la relación hacia establece el nexo entre lo político y las políticas. Pero antes de adentrarnos en esta difícil distinción veamos otra derivación de la fraternidad como categoría analítica. La fraternidad y la resignificación de la libertad, la igualdad y la justicia Rómulo y Remo, Caín y Abel, Jacob y Esaú, Tupí y Guaraní: en todas las latitudes encontramos mitos de origen que nos refieren peleas entre 35. hermanos, que a veces llegan incluso al fratricidio. La experiencia cotidiana de cualquier padre de dos o más hijos confirma que los hermanos se pelean. Sin embargo, en contra de toda evidencia, las madres insisten en decirle a sus hijos que no deben pelearse sino que deben quererse como hermanos. Asimismo, cuando dos amigos quieren indicar que su amistad es muy fuerte, dicen que son como hermanos41. Ocurre que la hermandad o fraternidad puede entenderse en dos sentidos distintos: o bien como aquello que efectivamente es o como aquello que querríamos que fuese. En el primer caso, la lucha entre hermanos nos pone frente a un dato de la realidad: las relaciones horizontales estimulan el conflicto. En el segundo caso, estamos frente a un anhelo: si pudiésemos evitar el conflicto todos seríamos más felices. Si extrapolamos el concepto de fraternidad del ámbito doméstico al terreno político, cuando hablamos de fraternidad universal podemos hacer referencia o bien a: a) la condición originaria de la sociedad: no hay padre ni madre, por tanto el conflicto está siempre ahí, en forma manifiesta o latente; o bien: b) podemos referirnos a un ideal, a un fin inalcanzable pero que nos atrae como un imán: una sociedad armónica en cuyo seno cada cual pueda desplegar libremente todas sus potencialidades. En este sentido, la fraternidad es bifronte como Jano: con una de sus caras mira esperanzado hacia el futuro que deberíamos construir, y con la otra mira alerta el pasado en el que hemos ido construyendo este presente. Una cara dicta un mandato; la otra describe un dato. Paradójicamente, la cara realista nos da el dato (“dado”) de que nada está dado de antemano y que por lo tanto todo es cuestión de construcciones, las que nunca son definitivas sino que son el dinámico resultado de luchas y de consensos, de diálogos e imposiciones. Toda extrapolación de lo privado a lo público tiene sus riesgos e inconvenientes, lo que ha llevado a muchos a desechar este concepto como categoría política útil. Sin embargo, la riqueza que podemos extraer de él es tan grande que bien vale la pena correr ese riesgo aunque, claro está, con las debidas prevenciones. La primera de ellas ya la explicitamos: en la familia, los padres establecen la verticalidad que tiende a disolver el conflicto. En cambio, en el ámbito público no hay ni hubo nunca padre ni madre: no hay persona ni grupo que pueda detentar “naturalmente” la función paterna de establecer la ley, ni hay una sociedad-útero en cuyo seno 41 Para un análisis detallado de las implicancias de la fraternidad, cfr.Del Percio, E. Ineludible fraternidad. Conflicto, poder y deseo. Buenos Aires, CICCUS, 2014. 36. maternal todo antagonismo se disuelve. La fraternidad universal nos advierte que la vida en común es una construcción que depende de nosotros, una realidad originaria e ideal a alcanzar: en la tensión entre estos dos extremos se juega la existencia colectiva, existencia que no deja lugar a ingenuidades o banalizaciones. No hay un padre que imponga su ley, sino que la vida en común es una construcción colectiva. Tampoco hay una madre útero que nos contenga armónicamente a todos en su seno. No somos almas bellas capaces de vivir en un mundo sin conflictos una vez que hayamos acabado con “aquellos”, los hijos de mala madre, que nos lo impiden. No tenemos más remedio que hacernos cargo de nuestra situación. Esto es lo que molesta de la fraternidad y por eso se tiende a relegarla frente a principios “fuertes” como la libertad, la igualdad o la justicia. El problema es que esos principios nos hablan de un deber ser, mientras que la fraternidad nos obliga a confrontarnos con lo que es, con lo que somos. Esto por derecha molesta a quienes pretenden que las sociedades se encuentran “naturalmente” estratificadas y por izquierda a las vanguardias iluminadas que tratan a los subalternizados como a niños a los que hay que explicarles que están sometidos y cómo tienen que hacer para emanciparse. Y también molesta a quienes prefieren ignorar su responsabilidad esperando “que alguien haga algo”. La fraternidad nos pone de cara ante el hecho de que siempre y necesariamente somos responsables, esto es: debemos dar respuesta. Si hubiese un padre, cuando llaman a nuestra puerta él se encargaría de responder. Pero no hay padre, por lo que aún nuestro silencio, nuestro quedarnos callados, es también una respuesta, aunque poco eficaz, pues no se puede vivir siempre callado en casa por miedo al que llama. Los excluidos del festín por la aplicación de las políticas neoliberales llaman a la puerta de los satisfechos. Estos podrán encerrarse en sus barrios privados y elevar muros en torno a las autopistas que los lleven al centro. Pero los pobres, los indígenas, los afrodescendientes, los marginados de toda laya siguen llamando a la puerta. Desde esta perspectiva, la fraternidad nos lleva a repensar a la sociedad y, por ende, a resignificar a la libertad, la igualdad y la justicia. El problema del tercero. Para aproximarnos a la cuestión pensemos al modo en que Aristóteles lo hizo con respecto a las formas de gobierno comparando las formas puras con las viciosas o impuras. Veamos, pues, cuáles serían los vicios o formas impuras de los tres principios: el de la libertad sería el egoísmo (no se sale del yo, la primera persona); el de la 37. igualdad sería la envidia (aparece el tú, la segunda persona: envidio lo que tú tienes) y el de la hermandad, los celos: se busca la eliminación del hermano para gozar en exclusiva del amor de los progenitores o de los favores del primo o el amigo que vino a la casa: aparece el tercero. El tercero es el indeterminado y, en cierto sentido, indeterminable, que nos permite salir de la encerrona de la falsa alteridad del dual: entre un yo y un tú en diálogo, lo único que hay es un constante intercambio de roles: el yo cuando deja de hablar pasa a ser tú y el tú habla en tanto que yo. Es la tercera persona, el él o ella, quien permite la auténtica apertura a la alteridad. Filósofos como Martin Buber señalan certeramente el problema de la filosofía europea moderna centrada en el yo y advierten la prelación del tú como constitutivo del yo. Desde el inicio mismo de nuestra existencia nos constituye como sujetos el sabernos reconocidos por un tú en el calor del regazo o la expresión de la mirada de ese otro que damos en llamar madre. Pero si nos quedamos en esto corremos el riesgo de entender al tú como un alter ego, como un otro yo del cual, a su vez, yo soy su otro yo. Idolatría recíproca, mutuo espejo, egoísmo de a dos, son algunos de los vicios hacia los que fácilmente puede desplazarse la relación dual y en los cuales la alteridad desaparece. El cierre sobre sí mismo, ya sea como mero yo o como parte del dual ego-alter ego, es uno de los puntos más endebles de la teoría política y social moderna y contemporánea. Es la apertura al tercero, al otro en tanto que otro y no como un otro que es tan sólo un tú, lo que permite una dinámica política realista. Más aún: es lo que permite la existencia de las instituciones. En la relación yo-tú, la justicia no pasa de ser una demanda ética cuya plasmación está sujeta, en última instancia, a la buena voluntad de las partes. En cambio, con la entrada en escena del tercero se pueden generar los canales adecuados para tornar efectivamente exigible la demanda de justicia. No se trata solamente de exigirla al tú ni de ser buena persona y proponerse uno mismo ser justo, sino que hay una instancia ante la cual plantear la cuestión, como explica Alejandro Auat42. Del mismo modo, como sugerimos más arriba, en la relación dual entre dirigentes que actúan siguiendo los dictados o deseos de sus dirigidos, al aparecer el tercero, aquellos que no están dentro del sector hegemónico pero que no pueden (de hecho) ni deben (éticamente) ser eliminados, imponen la necesidad de que los que deciden lo hagan dentro de un marco normativo que, sin impedir cambios ni transformaciones, respeten las garantías básicas o lo que en términos generales podemos 42 Cfr. Auat, A., Hacia una filosofía política situada, Buenos Aires, Waldhuter, 2011, p. 198. 38. denominar los derechos humanos de las minorías, no como concesión graciosa sino como obligación institucional. Ahora bien: cada vicio asume y subsume al anterior: el envidioso es un egoísta que no quiere que nadie tenga más de lo que él tiene; el celoso envidia el amor que supuestamente recibe su hermano en mayor medida. Pero la envidia del hermano celoso se diferencia de otras formas de envidia, así como el egoísmo del que envidia se diferencia de otras formas de egoísmo. Es decir que los celos asumen pero resignifican a la envidia y al egoísmo. Del mismo modo, la fraternidad asume a la libertad y a la igualdad, pero las resignifica. La libertad deviene liberación. El tercero nos impide pensar a la acción política (praxis) como el carpintero que puede hacer la mesa tal cual como la pensó (poiesis), pues este actúa o solo (primera persona) o con un tú (segunda persona) que puede ser su empleado o su cliente. Tal como enseñaba Aristóteles, a la política conviene pensarla como el abogado que no puede prometerle a su cliente un resultado exacto en un plazo determinado, pues depende de un tercero, el juez. Así, la política deviene experimental. Se diseña una estrategia, pero se debe estar siempre dispuesto a modificarla en función de las circunstancias. Por lo tanto, no se puede pensar a la libertad como una situación fija, sino como un proceso. Dado que la fraternidad es universal (nos guste o no, no hay padre que dicte la ley ni madre que nos contenga armónicamente en su útero, sino que estamos todos en un plano de horizontalidad) es imposible limitar el contenido de la libertad a su aspecto negativo, como plantean Berlin y sus seguidores. Durante el apartheid los blancos vivían con el temor constante de un ataque de sus propios servidores: ignoraban que los negros son sus hermanos y eso les impedía ser libres, aun en el sentido más restringido del concepto. Por eso es que desde una perspectiva fraterna no cabe tampoco limitar el concepto de derechos humanos al mero resguardo de las libertades negativas. La historia del pensamiento occidental muestra una clara preocupación por defender las libertades individuales ante los poderes, en especial religiosos y políticos (no tanto frente a los económicos) llegando a concebir implícitamente al poder como lo opuesto a la libertad. En cambio, desde la perspectiva que enunciamos acá, el poder es lo contrario a la impotencia y la libertad es fruto de un proceso de construcción de poder (especialmente frente a los poderes económicos) y no un estado o situación fija: por lo tanto, vista desde el prisma de la fraternidad, la libertad deviene liberación. 39. En otros términos, si olvidamos nuestra condición ineludiblemente fraternal podemos pensar que nuestra libertad es algo dado vaya a saber por quién y desde cuándo, cuyo límite llega hasta donde comienza la libertad de los demás. En ese caso, para ser plenamente libre debería ser yo el único habitante del planeta siendo los demás el límite, el estorbo al pleno y absoluto ejercicio de mi libertad. Pero con la fraternidad advertimos que eso no es así, sino que la historia muestra que la libertad y las libertades se conquistan y se mantienen luchando junto a otros. No se trata de un atributo sustancial sino de un proceso colectivo. No sólo la historia, sino que también la etimología viene en abono de esta concepción de la libertad, pues tanto la raíz leuth o leudh –de la que provienen en griego eleutheria y en latín libertas– como el radical sánscrito frya –del que derivan el inglés freedom y el alemán Freiheit– remiten, de hecho, a algo relacionado con un crecimiento, una apertura, un florecimiento, lo que se evidencia especialmente en el castellano leudar, leudante, levadura. Como señala Espósito “si se toma en consideración, además, la doble cadena semántica que allí se origina, esto es, la del amor (Lieben, lief, love, así como, de distinta manera, libet y libido) y la de la amistad (friend, Freund), puede derivarse no sólo una confirmación de esta primigenia connotación afirmativa, sino también un particular valor comunitario: el concepto de libertad, en su núcleo germinal, alude a un poder conector que crece y se desarrolla según su propia ley interna, una expansión o un despliegue, que aúna a sus miembros en una dimensión compartida”43. No se trata de encontrar una supuesta “esencia” de la libertad en su origen etimológico; después de Nietszche y, sobre todo, de Foucault, bien alertas estamos todos como para caer en ese error. Muy por el contrario, lo que interesa señalar es que no existe dicha esencia, sino que la definición de la libertad, como ocurre con todo concepto político, es una construcción resultado de un juego de poder, y que si ese juego lo jugamos asumiendo nuestra condición fraterna, vamos a dejar que salgan a la superficie elementos con una gran fuerza tanto heurística como performativa. La igualdad entendida como justicia social. Del mismo modo, la igualdad también pasa a asumirse como un proceso de búsqueda de la justicia social, la cual también asume nuevas dimensiones. En efecto, la fraternidad nos dice que nunca se alcanza un estado armónico y definitivo, sino que el conflicto siempre está presente, aunque sea en 43 Espósito, Roberto. Bíos, Biopolítica y filosofía, Buenos Aires, Amorrortu, 2006. 40. estado latente. Y también nos habla de la primacía de la relación sobre la sustancia. a) Justicia distributiva. Las socialdemocracias de mediados del siglo XX y el discurso más extendido dentro de los organismos internacionales privilegia indicadores tales como el coeficiente de Gini u otros similares para “medir” la justicia social. Sin embargo, hoy queda claro que no basta con esto; no cabe reducir la justicia social a una mera igualdad o equidad en la distribución de la riqueza o de los ingresos. Sin duda que ese es un componente necesario e indispensable, pero no es suficiente. Se hacen evidentes otras dos dimensiones de la justicia social. b) El reconocimiento. El homosexual, el indígena, el negro, la lesbiana, el judío pueden llegar a tener tanto dinero como el varón blanco heterosexual, pero si por su condición étnica, religiosa o preferencia sexual no son reconocidos sus derechos de jure o de facto, son víctimas de una injusticia. Esto ha sido suficientemente tratado por la teoría y la filosofía política, en especial gracias a los aportes de los estudios de género y culturales, por lo que no lo vamos a desarrollar acá. c) Justicia contributiva. El profesor universitario, el ejecutivo, el funcionario público retirado que recibe una buena jubilación y a quien todos los años se le hace un homenaje, no padece injusticias de las dos dimensiones anteriores. Tampoco las padece el trabajador desempleado que percibe un buen subsidio o la mujer del empresario que “vive para su familia”. Pero ellos saben que pueden aportar mucho más a una sociedad que no les da la oportunidad de hacerlo. Esta es la dimensión que los medievales llamaban la “justicia general” y que la modernidad olvidó por considerar al individuo como una sustancia en lugar de asumir que la persona se hace en su relación consigo misma, con los demás y con el resto de la naturaleza. Nos referimos acá a la dimensión de la justicia social consistente en garantizar a cada uno el derecho a realizarse plenamente a través de su aporte a la realización de los demás. La ciencia y la filosofía modernas tienen una notoria incapacidad para advertir esta dimensión constitutiva del ser humano, por eso tienden a reducir la necesidad de hacer algo por los demás a la dimensión anterior (búsqueda de reconocimiento) o a una forma de narcisismo. Sin embargo, esto no es así: todos conocemos gente que dedica su tiempo libre a colaborar como voluntario sin que nadie lo sepa. Alguien que teje abrigos para donar a una ONG sin que nadie sepa su nombre, el que aporta dinero en secreto. Pero más allá de esos casos evidentes, ¿acaso el médico que salva una vida, no se siente pleno por el mero hecho de haber salvado esa vida? ¿Acaso es el reconocimiento o la autocontem41. plación narcicística lo que lo impulsa? Entiendo que no hace falta continuar fundamentando esta dimensión de la justicia como una dimensión independiente, pues el lector seguramente habrá experimentado alguna vez en su vida que al dar podemos ser más felices que al recibir. En síntesis: si nos quedamos con la concepción hegemónica de la libertad en el pensamiento moderno occidental, podemos entender al poder como su opuesto. En cambio, si pensamos en términos de liberación, el poder es un instrumento necesario para transformar la realidad. Asimismo, la clásica tensión entre libertad e igualdad se diluye, pues la liberación es el camino hacia la consecución de la justicia social. Pensar desde las víctimas La fraternidad universal nos plantea que no solamente somos hermanos con los que actualmente están vivos, sino con los que aún no han nacido (sustentabilidad) y con los que ya no están. El olvido de esto nos puede hacer creer, por ejemplo, que los negros o los indígenas en América tienen mayores dificultades de acceso a los bienes sociales por simple mala fortuna y no como consecuencia de más de cinco siglos de dominación blanca. Por otra parte, si no pensamos desde las víctimas –desde Remo y desde Caín– con los DDHH puede acontecer lo mismo que con el cosmopolitismo. Surge en la Grecia clásica como un límite al poder del gobierno local pero –como explica el filósofo griego contemporáneo Costas Douzinas– es tomado por el poder imperial para legitimar su propia dominación. Así, en nombre de los DDHH se puede hoy legitimar la tortura o la invasión a otros países. Por eso, es necesario detenernos un poco en este tema. Cabe aclarar que no me refiero a este modo de pensar como si fuese un imperativo ético, ni mucho menos como una propuesta sentimental o romántica, sino como un principio epistémico. El olvido de este principio nos lleva a confundir los saberes hegemónicos con la verdad. Tomemos como ejemplo a Weber: nadie puede dudar de que fue uno de los más grandes sociólogos de la historia. No obstante, sus estudios sobre el origen del capitalismo omiten nada menos que la importancia del oro, la plata, el tabaco, el azúcar, el café o el algodón que Europa obtuvo de América. Si hubiese pensado desde las víctimas, desde los márgenes, sus investigaciones hubiesen resultado mucho más ricas y precisas. Recordando a Benjamin, se trata de pasar la mano “a contrapelo de la historia”, aunque la mano nos quede ensangrentada, pues el cuero de la historia no se deja peinar fácilmente cuando uno no sigue la inclinación 42. impuesta por los vencedores. El pensar desde las víctimas pone al resguardo el carácter universal de la fraternidad al distinguirlo de la falsa universalidad imperial: una universalidad derivada de una particularidad exitosa que niega las otras particularidades. Y las niega condenando al olvido el sufrimiento de los otros. Pero la fraternidad nos advierte que toda universalidad auténtica es una universalidad situada. El Universo no es el Cosmos. En lugar de pensar al propio particular como universal y desde ahí interpretar los otros particulares, pareciera más conveniente ir en busca del universal a partir del reconocimiento de las diferencias propias de cada particular. Una universalidad entendida como resultado, como llegada, en lugar de punto de partida. Una universalidad “desromanizada”: el universo romano tiene mucho que ver con el kosmos griego, pero no es lo mismo. El kosmos hace referencia a la armonía, pero no a un centro. En cambio, el universus romano lo unus (Roma caput mundi) enfrentado (against) cara a cara –versus– con todo lo demás. Es una concepción imperial que dice respetar la diversidad, los dioses y los aspectos folclórico-culturales de los vencidos en tanto y en cuanto estos tributen al centro. En definitiva, todos los caminos conducen a Roma. Ni tolerancia ni perspectivismo. Pero no tiene por qué ser este el único modo de concebir la universalidad, como una mera tolerancia hacia la diferencia que no molesta y se la puede incorporar como adorno de lo propio sin cambio alguno en las relaciones de dominación. La fraternidad nos dice sino que corresponde pensar la universalidad a partir de la diferencia. El uno no tiene por qué ser la sede imperial, el uno puede ser uno mismo versus todo lo demás, de lo cual uno también forma parte, pero sin perder su propia identidad, sino conformando su identidad en la relación con “todo lo demás”. Somos, porque somos en relación. Vale aclarar que el universal situado no es sinónimo de perspectivismo. La perspectiva implica ver una parte de la realidad: aquella parte que se ofrece a la vista del observador. En cambio, la situacionalidad implica una pretensión de asumir la totalidad sin olvidar que nunca dejará de ser solamente una pretensión. Pero no una totalidad que es producto de la universalización de un particular (el varón europeo conquistador, que eleva a rango de validez universal su particular cosmovisión), sino una totalidad que asume la diversidad y que conlleva en sí una apertura al otro y a lo otro; a los demás seres humanos y al resto del cosmos. Una totalidad sin ilusión de completud, con faltas imposibles de suturar, que surge de un anhelo de ir más allá del propio campo de observación. 43. Ahora bien: lo que no puedo ver lo puedo conocer parcialmente si soy capaz de escuchar a aquel que sí lo está viendo desde su perspectiva particular. En esa escucha siempre va a haber faltas, en parte por la incompletud del lenguaje, en parte por las fallas en la traducción, en parte por los errores y distorsiones en la observación del que me habla y en parte –y sobre todo– por ese carácter inasible que en última instancia tiene toda porción de la realidad. Escuchar no es observar: la observación conlleva algo de dominio; la escucha en cambio exige al oyente una actitud de apertura, no de penetración. La situacionalidad nos previene del caracter falocéntrico de la razón occidental. Esto nos permite también superar las paradojas del perspectivismo derivadas del hecho de que el observador no puede observarse a sí mismo. El otro sí puede observarnos y describir lo que ve de nosotros. De hecho, en buena medida somos resultado de la mirada de los otros. Pensar lo universal asumiendo nuestra situacionalidad es útil para recordar que no somos una sustancia autosuficiente, sino que desde que nacemos nuestra autopercepción se encuentra determinada –o al menos fuertemente condicionada– por esa mirada. Esto que vale para el individuo vale también para la sociedad. La situacionalidad nos habla también de nuestra sensibilidad y de nuestra corporalidad, pues nuestra mente no habita en la pura universalidad, sino que es a partir de nuestro cuerpo situado en el tiempo y en el espacio que somos capaces de pensar: somos cuerpo, alma y espíritu con memoria y con proyección, pero situados necesariamente en un aquí y ahora. Por cierto, hablar de universal situado en el marco de nuestro concepto de fraternidad implica hablar de una tarea de liberación epistémica. La concepción hegemónica de universalidad no es esta. Estamos hablando del resultado de una construcción hegemónica y de resistencias contrahegemónicas. Estamos hablando de conflicto. Por ello, conviene finalizar esta exposición haciendo referencia al conflicto y al modo de entender esta construcción. El conflicto: negarlo, exacerbarlo o asumirlo Por cierto, si olvidamos la dimensión conflictiva de la fraternidad, podemos caer fácilmente en esas posturas ingenuas que plantean que “todo conflicto puede canalizarse si las partes defienden con inteligencia su propio interés”. Ello sería posible si las partes fuesen capaces de defender sus intereses con inteligencia, pero –como muestra tanto la historia como la experiencia cotidiana– el conflicto tiende a nublar la in44. teligencia, la que no pocas veces cede su lugar a las pasiones más destructivas. No obstante, no es este el principal obstáculo a la canalización del conflicto. En efecto, podría existir un tercero imparcial que conserve la razón y de algún modo imponga a las partes una solución beneficiosa para todos. El problema mayor radica en que nadie conoce realmente su propio interés. Abundan los cuentos y mitos que relatan la desgracia que acontece a quienes ven su deseo cumplido. Ocurre que aquello que nosotros creemos que es “nuestro propio interés” difícilmente sea tal. Por lo general, es el interés de los sectores hegemónicos de la sociedad. Con notable capacidad didáctica, Slavoj Zizek explica este complejo asunto a través de un cuento. Había una vez un empleado bancario afeitándose en el baño de su casa, mientras pensaba cómo reunir el dinero para adquirir ese automóvil que tanto anhelaban él y su mujer, cuando ve reflejarse a un genio en el espejo. Nuestro amigo queda estupefacto. El genio le dice que viene a cumplir su deseo: le dejará el automóvil en la puerta de su casa y, con el dinero ahorrado, podrá hacer un viaje o lo que quiera. El empleado –con mezcla de temor, ansiedad y alegría– le pregunta qué le va a pedir a cambio: “Nada –responde el genio– tan sólo que llames por teléfono a tu cuñado para avisarle que no se mueva, que voy para allá a dejarle la Ferrari que él quiere. Si no lo llamas, se irá antes de que yo llegue y no podré cumplir con ninguno de ambos deseos”. Como ya adivinó el lector, el hombre prefiere quedarse sin su carro de clase media antes que ver a su cuñado en una Ferrari. El personaje estaba seguro de que quería ese automóvil; sin embargo, lo que en realidad quería era despertar la envidia de su cuñado, pero él no tenía idea de este deseo profundo. Más aún, es probable que lo hubiese negado sinceramente si alguien se lo hubiera sugerido antes del episodio del genio. No es verdad que “dialogando la gente se entiende y puede llegar a acuerdos satisfactorios para todas las partes”. Pues para que ello fuera posible, se requeriría que todos: a) sepan realmente qué quieren; b) sepan expresar efectivamente eso que quieren y c) que los otros puedan entender esa demanda cabalmente. El olvido de estos requisitos –y sus dificultades de índole psicológico– lleva a reducir la problemática del conflicto político, social y económico a una mera cuestión de debate, donde se trataría de acordar sobre proposiciones y definiciones para llegar a acuerdos y consensos. Lamentablemente , las cosas son bastante más complejas, por lo que no tenemos más remedio que terminar este texto adentrándonos en terrenos de gran dificultad teórica. La gran trampa del neoliberalismo como ideología hegemónica del capitalismo de consumo –a diferencia 45. del liberalismo tradicional propio del capitalismo de acumulación– consiste en hacernos creer que lo que queremos es el auto nuevo. Frente a esto, radicalizar la democracia no significa votar constantemente cada ley o suprimir a los partidos políticos para que “la gente decida”. De lo que se trata es de construir una nueva hegemonía que haga posible la producción y reproducción de la vida44 que permita que todos los que vivimos en este planeta podamos gozar de una vida buena, construyendo nuestro propio destino. Cabe pues finalizar este texto analizando las diferentes concepciones del conflicto en función de las tres concepciones de la sociedad a las que hemos hecho referencia. Así, se puede entender al conflicto: 1) como mera oposición de fuerzas, 2) como contradicción dialéctica o 3) como antagonismo. 1) Conflicto como oposición de fuerzas Por lo general, quienes privilegian al individuo sobre la sociedad tienden a pensar al conflicto como oposición de intereses entre individuos, grupos o sectores sociales. En principio, dirán, si cada uno defiende con inteligencia su propio interés, todo conflicto puede ser resuelto o, al menos, canalizado adecuadamente. Esto es posible porque en la realidad –dicen– no existe la contradicción. No es correcto emplear el término “contradicción” cuando estamos hablando de cosas reales, sino que sólo tiene sentido en el terreno de la lógica: como sabemos, la contradicción lógica se formula como “A no es -A”. Si afirmo una proposición y otra que la niega, no estoy afirmando nada. Si digo que en este momento este vaso se mueve y que este vaso no se mueve, no estoy diciendo nada con respecto a lo que efectivamente acontece. Por lo tanto, en rigor, solo puedo incurrir en una contradicción al nivel conceptual. La proposición es el único terreno en el que una contradicción puede emerger. Pero también puedo afirmar que Jorge está haciendo presión sobre el vaso hacia un lado y Pedro está aplicando una presión equivalente en sentido contrario y que, por lo tanto, el vaso no se mueve. En este segundo caso no estamos frente a una contradicción, sino a una oposición real. La fuerza que Jorge aplica sobre el vaso tiene tanta positividad como la que aplica Pedro, por lo que no puede ser entendida en términos de una contradicción lógica. Por eso, analizando la cuestión, Kant concluye que las contradicciones sólo pueden tener lugar entre proposiciones, pero 44 Cfr. Contreras Nátera, M. A., Otro modo del ser o más allá del euroccidentalismo, Caracas, CELARG, 2014. 46. no entre las cosas. Entre estas, como entre las personas, sólo cabe la oposición mas no la contradicción. El problema de pensar el conflicto de este modo es que no tiene en cuenta tres aspectos claves: 1) Nadie tiene en claro qué es lo que quiere. 2) Nadie puede expresar lo que realmente quiere. 3) Nadie puede entender exactamente lo que el otro demanda. Los cuentos y mitos de distintas culturas nos brindan numerosos ejemplos de estas tres imposibilidades. Los dioses le conceden a uno su deseo de vivir eternamente pero luego envejece, sus fuerzas merman, se torna cada vez más decrépito e inútil, mas debe seguir soportando por siempre el cumplimiento de su anhelo. Otro pide la perpetua juventud mas al tener que sobrellevar una y otra vez la muerte de sus amores, sus hijos, su amistades, deja de amar, de sentir cualquier afecto para no tener que sufrir. Pero claro, sin amor la juventud eterna se transforma en un tormento insoportable. Este problema se agudiza cuando nos referimos no ya a los deseos individuales sino a las demandas colectivas: allí interviene el tercero indeterminado, por lo que aún suponiendo que a través de un profundo conocimiento de sí algunos supiesen qué es realmente lo que desean y a través de un diálogo claro y sincero el otro pudiese entender y satisfacer esa demanda, siempre aparecerán otros afectados directa o indirectamente por esa decisión. 2) Conflicto como contradicción dialéctica En definitiva, para el liberalismo el conflicto social puede ser analogado a una negociación por un auto usado: el comprador procurará obtener el menor precio y el vendedor el máximo posible. Después de realizar distintas ofertas ambos llegarán a un acuerdo. Dado lo insostenible de esta analogía –tanto por las razones teóricas que hemos visto como por lo que la experiencia política cotidiana nos muestra– cierto pensamiento marxista pretendidamente ortodoxo procura explicar el conflicto saliendo de la órbita de las aspiraciones personales y colocándolo en el ámbito de las contradicciones estructurales. Para estos hay contradicción en la vida real, pero no es una contradicción simple, sino dialéctica. Desde esta perspectiva se interpreta toda la realidad social –y por ende el campo de las políticas públicas– a partir de la idea de que “la historia universal es la historia de la lucha de clases”. Pero nos enfrentamos con un problema: ni hay algo así como “la historia universal”, ni es verdad que siempre y necesariamente el conflicto sea una lucha de clases. La noción decimonónica de “historia universal” es la versión secularizada 47. de la historia de salvación. No hay un sentido de la historia. Las historias de los pueblos son múltiples y bastante caóticas. Además, tampoco es la lucha de clases lo que encontramos moviendo a la historia: a veces las luchas son de otra índole y muchas veces la historia se escribe también con acuerdos, consensos y armonías. Que el conflicto esté siempre presente en modo actual o en estado de latencia, no significa que sólo el conflicto imponga su lógica al devenir de las sociedades. Creo que conviene leer la célebre frase de Marx más como una provocación que como un dogma. Como señala Laclau, “una filosofía idealista como la de Hegel, que reducía la realidad al concepto, podía de algún modo hablar de contradicciones en el mundo real”45. Ahora bien, ¿puede una filosofía de cuño marxista y, por ende, materialista seguir el camino propuesto por Hegel? Laclau es tajante en su respuesta: “Cuando los marxistas hablan de contradicciones sociales incurren en una lamentable confusión”. Pues bien, si el conflicto no puede analizarse en términos de contradicción dialéctica, podemos afirmar lisa y llanamente que Marx y los marxistas están errados. Entonces adheriremos con toda tranquilidad a la primera postura y afirmaremos que no hay contradicciones, sino oposiciones reales. Pero lamentablemente la complejidad de la política no nos permite quedarnos con esta respuesta simple. La noción de oposición nos pone ante la imagen de fuerzas u objetos (y por analogía, de personas o grupos) plenamente constituidos que se enfrentan entre sí, pero en la lucha política lo que muchas veces acontece es, por un lado, que es precisamente esa lucha la que va constituyendo al sujeto o al grupo y, por otro, que lo que busca es la eliminación o negación del enemigo. Además, hay una mala noticia para los que defienden esta posición, creyendo con ingenuo optimismo que –repito– todo conflicto puede resolverse o encauzarse si las partes defienden con inteligencia su propio interés. Por un lado, es muy difícil conservar la inteligencia en un conflicto, por varias razones que no vamos a exponer acá. Pero más difícil aún es conocer cuál es el propio interés. Muchas veces, lo que creemos que es nuestro propio interés no es sino lo que nos sugiere nuestra falsa conciencia, producto de una imposición hegemónica. Agreguemos que, además de los problemas teóricos inherentes a cada una de las dos posturas estudiadas, hay un inconveniente que afecta a las dos por igual: el olvido del tercero. Ciertamente, cuando el con45 Laclau, E., "Antagonismo, subjetividad y política" en Revista Debates y Combates, Año 2, Nº 3, Buenos Aires, 2012. 48. flicto se radicaliza se tiende a subsumir en una lógica binaria: o se está con un bando o se está con el otro. Es la lógica excluyente del amigo/ enemigo que define la política, es decir, que le pone fin: es la guerra, y en la guerra no hay neutrales. Pero sin embargo aun en la guerra hay un tercero: los pueblos y los gobiernos de los países que no intervienen. Por eso las partes contendientes procuran mostrar una superioridad moral relativa en lo que se transforma en una batalla por imponer la hegemonía comunicacional. Es decir, aun en el límite está el tercero. Todo esto nos lleva a introducir la noción de hegemonía en el análisis del conflicto, noción que tomamos de Gramsci a quien vamos a leer desde Laclau y en diálogo con Lacan. 3) Conflicto como antagonismo Si el conflicto no es una oposición de objetos o fuerzas como en la oposición real, ni de conceptos como en la contradicción dialéctica, ¿cómo abordar su comprensión? Retomemos a Kant quien en sus reflexiones en torno a la posibilidad de los números negativos en referencia a Leibniz, sostiene que estos números no existen en la realidad, sino que lo que se da es una oposición de fuerzas contrarias. Por ejemplo, un barco viaja a diez nudos hacia el oeste impulsado por los vientos hasta que un viento contrario lo ralentiza y pasa a navegar a seis nudos. En este caso, no hubo una contradicción lógica ni un número negativo, sino una oposición real entre dos fuerzas enfrentadas. Muchos pensadores y políticos liberales tienden a ver el conflicto político del mismo modo: mera oposición de fuerzas. Pero Kant da otro ejemplo que nos va a ser de mayor utilidad: una madre espartana se llena de alegría al recibir la noticia de que Esparta ganó una batalla, pero al caer el sol se entera de que en esa batalla murió su hijo. Según Kant, acá también hay dos fuerzas positivas encontradas, como en el caso del barco y los vientos. Sin embargo podemos ver esto de otra manera: la noción de “batalla ganada” es una construcción discursiva, pues hay una distancia entre el hecho de que unas personas se maten entre sí y la conceptualización que se hace de esa sumatoria de golpes, muertes y heridas a la que damos el nombre de batalla. Si esto no queda claro, va a ser más evidente si tomamos la segunda parte del ejemplo: cuando una madre está frente al cadáver de su hijo, lo real es que está frente a un cuerpo muerto, y que la distancia, la diferencia que hay entre eso que es un cuerpo muerto y la noción de “cadáver de su hijo” es la construcción discursiva: la noción de hijo, de un ser especialmente amado, con una historia, con la misma sangre, todo eso no es lo 49. que está ahí. Sin embargo, sólo una psicótica podría estar frente al cadáver de su hijo sin verlo como otra cosa más que como un cuerpo muerto. Obviamente no se trata de condenar todo empleo de la categoría de “contradicción dialéctica”, sino de advertir sobre un uso impropio –y muy frecuente– de esta categoría, que omite el factor discursivo en la construcción de eso que entendemos por realidad asimilándolo a lo real. En esa distancia, en ese hiato, en esa diferencia-diferimiento46 que se da entre lo real (el cuerpo muerto) y la realidad (el cadáver del hijo) es donde se desarrolla la política. La construcción hegemónica del discurso es decisiva: la madre espartana odiará con más fuerzas al enemigo de la patria y asumirá la muerte de su hijo como un sacrificio necesario; pero una madre posmoderna odiará a su gobierno por haber hecho la guerra y sentirá esa muerte como absurda y sin sentido. Retomemos entonces la distinción entre lo político y la política: lo político es el ámbito de lo real, conformado por la suma de las relaciones entre, frente a frente y con los otros a lo largo de la historia que van conformando el subsuelo o, quizá sería mejor decir, el abismo sobre el cual nos movemos y que hoy, además, está atravesado por la lógica del capital que tiende a homogeneizar a todas las sociedades. La política es, en cambio, el producto de las relaciones hacia. Sigamos utilizando el mismo ejemplo: los gobernantes espartanos que toman la decisión de declarar la guerra están aplicando una política que puede ser implementada porque el sustrato dado por lo político lo permite. En cambio, en los Estados Unidos de hoy basta con que aparezca un solo infante muerto en combate por la pantalla de televisión para que la abrumadora mayoría se oponga a esa aventura bélica. Hegemonía y fraternidad: radicalizar la democracia La fraternidad universal nos dice que no hay un padre dador de sentido, sino que el sentido es el resultado de los conflictos, las luchas y los acuerdos entre hermanos, o sea, es el resultado de una construcción hegemónica, no de un fundamento preexistente. El fundamento de la sociedad como tal no radica en nada estable; no es una “sustancia”, sino que está constituido por el entramado relacional que es, obviamente, dinámico y contingente. En esa dinámica algunos sectores imponen su concepción de la realidad como “la” realidad o, al menos, como la concepción correcta y verdadera. De esto hablamos cuando hablamos de hegemonía. 46 Al igual que Laclau, estoy girando en torno a la diferencia ontológica de Heidegger, a la différance derridiana y a la distinción entre lo real y lo simbólico en Lacan, pero como no hago un uso estricto de ninguna de estas nociones, no cabe citar expresamente a ninguno de estos tres autores. 50. A veces el término “hegemonía” causa reparos, pues se lo ve como una imposición negatoria de la libertad o de la solidaridad; sin embargo, en la concepción que acá estamos proponiendo, esto no tiene por qué ser así, sino que se puede pensar en que el ideal de la construcción de una sociedad solidaria y respetuosa de la libertad hegemonice el campo de lo político. De hecho, siempre y necesariamente hay una comprensión de la realidad que es producto de la asunción por parte del común de la visión o conciencia del mundo correspondiente a una parte de la colectividad. Sin eso, la vida social sería imposible. A esto hacemos referencia al proponer radicalizar la democracia: no a la posible existencia de una democracia perfecta, “pura”, sino a la generación de los medios para evidenciar la índole de esas construcciones hegemónicas aceptando la existencia de antagonismos inevitables y aceptando también la posible construcción de consensos, asumiendo que unos y otros son necesariamente contingentes y provisorios. El problema no radica en construir una imposible sociedad sin hegemonía. Eso equivaldría a una sociedad psicótica. Se trata, en cambio, de que cada miembro de la sociedad tenga en claro que ninguna conducta y ninguna institución es “natural”. Ni la política, ni la economía, ni la sexualidad, ni las igualdades o desigualdades de ninguna índole son dadas por la naturaleza. Nada está establecido de una vez y para siempre. Y que el terreno de lo político no siempre se puede cimentar sobre el diálogo –diálogo que en cambio es siempre recomendable en el ámbito de la política– sino que se funda sin fundamento sobre la decisión: por ejemplo, si alguien sostiene que los judíos son unos usureros que quieren dominar el mundo y por lo tanto hay que eliminarlos, no se trata de dialogar en búsqueda de la verdad, estableciendo si es cierto o no que sean así, sino que se trata de una decisión fundamental: aunque eso fuera cierto, de ningún modo justificaría matar a nadie. Y eso va más allá de cualquier línea argumental. Es una decisión fundamental que cabe adoptar en función del tipo de sociedad que queremos ser y construir. A partir de allí, después podremos discutir si esa proposición es verdadera o falsa. Se trata, en definitiva, de construir una nueva hegemonía que articule las demandas de las víctimas de las injusticias locales y globales. Claro que, en la práctica, esta articulación no es tarea sencilla. Flora Tristán, esa genial e incansable intelectual y luchadora, experimentó en carne propia estas dificultades. Cuando comenzó su prédica a favor de la emancipación de los trabajadores, en plena revolución industrial, se topó con la resistencia de estos a aceptar que no podían liberarse plena51. mente si no se liberaba también a la mujer de su situación subalterna. A su vez, cuando en sus viajes motivados por la extrema necesidad suya y de sus hijos descubre los horrores de la esclavitud de negros e indígenas, debe enfrentar la negativa de los trabajadores franceses y sus mujeres a asumir que su lucha no puede ignorar el sufrimiento de aquellos. Con la claridad y sencillez de su estilo, va a decir al recordar su primer contacto con la esclavitud en los trópicos: “no sabía aún que todos los seres humanos somos hermanos”. Esta dificultad para articular las demandas de justicia de los distintos grupos subalternizados es lo que siempre, a lo largo de la historia, ha permitido y permite que puedan consolidarse estructuras de dominación en las que una minoría usufructúe el resultado del esfuerzo de toda la comunidad. En un contexto global, esto explica por qué el uno por ciento de la población mundial tiene tanta riqueza acumulada como el noventa y nueve restante47. Es una situación con la que nadie está conforme, pero sin embargo el sistema financiero mantiene el poder suficiente como para que los poderes políticos no puedan revertirla. La tarea no es sencilla, pero es ineludible si pretendemos vivir en un mundo mejor. Juega a favor esa misteriosa energía que los pueblos y los individuos han evidenciado en su afán de ser libres y felices. La incapacidad de las democracias liberales para atender a estas demandas quebrando las construcciones hegemónicas imperantes no es signo del agotamiento de la democracia en sí misma, sino de su carácter restringido a aspectos formales y procedimentales. Obviamente hay que preservar estos aspectos, pero no alcanza con ellos. Tampoco se trata de que se vote por más temas o con mayor frecuencia. No es una cuestión de reformas electorales ni de falsas dicotomías como “democracia formal vs. democracia real” o “democracia directa vs. democracia representativa”, sino de generar los medios para que todos podamos ser artífices de nuestro destino y no instrumento de la ambición de nadie. Se trata, en definitiva, de extender, profundizar y radicalizar la democracia, de modo que la hegemonía no se decline en términos de dominación sino de liberación. 47 OXFAM, Working for the fews. Political capture and economic inequality, accesible en www.oxfam.org. 52. Derecho y globalización Elementos para una teoría jurídica situada Carlos María Cárcova48 Durante buena parte del siglo XX, la teoría jurídica estuvo dominada por dos paradigmas tradicionales, el jusnaturalismo y el juspositivismo, con acentuado predominio de este último que, de la mano de un autor tan fundamental como Hans Kelsen primero y luego de Herbert G.Hart o Alf Ross, había ocupado un espacio canónico. Esto es, había conseguido establecer el “canon” de cientificidad naturalmente adecuado a sus principios y presupuestos epistémicos y metódicos. Ser un buen jurista, pues, consistía en ocuparse de las normas y de su posible organización sistemática y abordar, entonces, como cuestiones principales, los problemas de consistencia lógica del sistema, de decibilidad y de completitud. Se ignoraba de ese modo que, en el juego del derecho, creación humana, había –como en toda creación humana– algo más: estrategias, poder, legitimación, reparto, intereses en pugna, interpretaciones, operadores jurídicos, ideologías, representaciones sociales, valores confrontados. Sin embargo, para las concepciones hasta entonces dominantes, estos asuntos no eran materia pertinente del estudio de los juristas, pues estos debían atender las problemáticas de la validez y no de la facticidad. Y estos dos mundos, el de la validez (deber ser) y el de la facticidad (ser) no resultaban conmensurables. Pero, a principios de los setenta, el “malestar en la teoría” se hizo progresivamente más intenso y comenzaron a surgir otros modelos explicativos, otras visiones del derecho, que marcharon a la procura de rearticular lo jurídico con lo ético, con lo político, con lo económico, con lo social. Me refiero a las tesis de los comunitaristas como Sandel, Taylor, Walzer, Buchanan; me refiero a la crítica dworkiana al positivis48 Profesor emérito de Filosofía del Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Director del Instituto de Estudios Juridicos Ambrosio Gioja (UBA), Coordinador de la. Carrera de Derecho de la Universidad Nacional de Avellaneda. 53. mo; me refiero al neocontractualismo de Rawls; a la teoría de la acción comunicativa de Habermas; al deconstructivismo de Derrida, a la idea de “campo de saber” y “campo de poder” de Bourdieu; a la teoría de los sistemas autopoiéticos de Luhmann; y, por cierto también, a las distintas manifestaciones de la Crítica Jurídica y al Movimiento del Derecho Alternativo y del Pluralismo Jurídico. Estos últimos, dispuestos a explorar y explicar las dimensiones antropológicas, sociológicas y políticas de la legalidad y a transformar esta última de discurso legitimatorio en discurso emancipatorio. Lo originario, la compleja estructura socio política existente en Nuestra América antes del “descubrimiento”, fue arrasado de la mano de una conquista que se propuso destruir toda cultura preexistente, a sangre y fuego. Por sobre los templos incaicos, aztecas o mayas o de culturas aun anteriores, que mostraban cuan sofisticadas arquitecturas correspondían a las peculiaridades de sociedades evolucionadas aunque diversas de las europeas, se construyeron fuertes e iglesias, para hacerlas desaparecer soterrándolas; se persiguieron las convicciones religiosas preexistentes y se sometió a los indígenas a formas humillantes y crueles de vasallaje y esclavitud. Se destruyeron los conocimientos médicos y las prácticas jurídicas y se intentó hacer desaparecer todo rastro civilizatorio preexistente. Pero ese esfuerzo que puso a la conquista de América en la agenda de los acontecimientos más repudiados de la historia de la humanidad, fracasó. Los templos enterrados reaparecen, día a día, como por ejemplo el que se encuentran debajo de la Catedral del Distrito Federal, en México. En el Museo Larco Herrera de Lima, hay esqueletos que muestran que los Incas operaban el cerebro humano y que esas intervenciones eran exitosas según lo demuestran las callosidades de los huesos perforados, que acreditan prolongadas sobrevidas. Son innumerables las denuncias existentes, tratadas en Naciones Unidas, acerca de la existencia de multinacionales de la medicina que roban a través de supuestas ONG, el conocimiento todavía virtual que poseen muchas comunidades indígenas sobre técnicas de herboristeria y afines con el fin de enfrentar cuestiones de salud para las cuales la medicina occidental aún no ha encontrado soluciones. Por otra parte, cada vez más se impone en nuestro continente el reconocimiento y la virtualidad de formas alternativas de resolución de conflictos que implican el reconocimiento por parte de los derechos estatales de prácticas jurídicas originarias. Lo consagró la OIT en primer término, y luego Colombia, Bolivia y muchos otros países. La Argentina hizo su aporte con la elaboración legal del llamado error de prohibición 54. invencible, que funciona como excusa absolutoria eficiente, cuando el origen de una conducta transgresiva resulta ser la consecuencia de una discrepancia intercultural. Son miles los estudiosos y profesionales de distintas ramas del saber que han trabajado y lo siguen haciendo en pos de estas conquistas éticamente reivindicatorias. Lo cierto es que, desde la época que evoco hasta el presente, han transcurridos largos treinta años y podríamos decir que, como estas corrientes lo afirmaban tempranamente, sólo desde una teoría jurídica multi y transdisciplinaria puede intentarse hoy dar respuesta a los desafíos de la sociedad compleja del siglo XXI. Repasemos algunos otros de esos desafíos. Resulta un lugar común de la teoría política y la investigación historiográfica de las últimas épocas hacer referencia a los procesos de aceleración del tiempo histórico. El pasado ya no se cuenta en décadas sino en años. Los seres humanos nacidos en la primera mitad del siglo XX hemos sido testigos de transformaciones tan profundas y vertiginosas que, se afirma, ellas son comparables con el conjunto de las acaecidas en el transcurso entero de la historia del hombre en la Tierra. Es probable que se trate de una cierta exageración. Sin embargo, no cabe duda de que en pocos años se han reconfigurado a escalas inimaginables los horizontes de sentido de naturaleza científica, tecnológica, cultural y civilizatoria. El fenómeno de la globalización –término huidizo y multívoco– ha implicado, según palabras de Anthony Giddens, una radical transformación de las nociones conocidas de espacio y tiempo. Por una parte, porque la revolución tecnoinfomática ha permitido un incremento exponencial de los flujos comunicacionales, conectando a los hombres entre sí a escala planetaria, en tiempo presente (in real time). Tal circunstancia ha producido impactos significativos en diversos planos: económicos y tecnológicos, claro está, pero también políticos y éticos. Zygmun Baumann, uno de los más prestigiosos sociólogos de la actualidad, sostiene que el problema moral pasó a ser global. Se dice que el holocausto –afirma Baumann– concierne a tres categorías de personas: las víctimas, los victimarios y los testigos. Y bien, en el mundo de hoy, todos somos testigos porque todos somos espectadores. Sabemos, en el tiempo propio del acontecimiento, lo ocurrido en los más alejados rincones del mundo. Conocemos, observamos, el universo entero. Y precisamente por ello, adquirimos algún tipo de responsabilidad respecto del destino del hombre y de la raza humana. Se trata de la globalización de la responsabilidad. 55. Por otro lado, el mundo conocido se ha reconfigurado también como resultado de las facilidades del transporte internacional y de las grandes migraciones. En virtud de razones políticas, raciales, religiosas, económicas; por hambrunas, desastres ecológicos o guerras cruentas y salvajes, millares y millares de seres humanos han migrado de una región a otra, de un país a otro, de un continente a otro49. Desde luego, nuevas y problemáticas dimensiones culturales, políticas y jurídicas son puestas en juego por este fenómeno. Los valores, prácticas, costumbres y representaciones del mundo de los que son portadores los contingentes de migrantes no se compatibilizan fácilmente con los que son propios de las sociedades receptoras. Estas últimas instrumentan políticas ad hoc, prohibiendo a veces, regulando otras el acceso y permanencia de extranjeros y con ello administrando un complejo sistema de inclusión /exclusión social, en el que, naturalmente, predomina este último extremo. ¿Cómo encarar este problema de las sociedades multiculturales o interculturales como prefiere denominarlas García Canclini, como lo son, hoy por hoy, todas las grandes megalópolis, incluidas las de nuestro continente centro y sudamericano? Algunos, como el otrora progresista Ralph Dharendörf, proponen como solución los ghettos de la posmodernidad; otros, como Habermas, privilegian el diálogo tolerante y racional. Pero en este último caso, la pregunta que complica es: ¿hay un único criterio de racionalidad o lo que llamamos racional depende de ciertas representaciones culturales? Por ejemplo, la racionalidad del Norte rico es simétrica respecto de la racionalidad de una periferia miserable, hambreada y olvidada? Una de las corrientes más actuales de las ciencias sociales, los denominados “estudios culturales”, denuncia precisamente la actitud de las teorías tradicionales que no han hecho más que “naturalizar” y con ello transformar en universal lo que resulta ser sólo un particularismo hegemónico, por lo general asociado a una visión eurocéntrica del mundo. Estos estudios destacan que los textos son fenómenos sociales y por ello contextuales e históricos, creados y leídos (es decir, interpretados) en un cierto tiempo y lugar. La construcción del sentido no es monopolizable, y la realidad social se constituye como múltiple y diversa. Cada expresión de esa realidad resulta, entonces, igualmente necesaria para entender la interacción humana. 49 En un reciente ensayo periodístico, Héctor Pavón se ocupa del fenómeno de las migraciones a escala internacional y sostiene que en el siglo XX la cantidad de migrantes pasó de 33 a 191 millones de personas, según datos de la ONU. La socióloga Saskia Sassen, de la Univ. de Chicago, trata la cuestión en un libro reciente titulado Territorio, autoridad, derecho. La globalización entre otras consecuencias ha implicado una crisis de ciudadanía. 56. He aquí algunos, entre otros tantos, de los desafíos de un mundo en transformación constante. La llamada globalización aparece así como un proceso complejo y contradictorio en cuyo seno operan polaridades ineludibles: universalismo/particularismo; global/local; complejidad sistémica/acción de individuos o grupos. Es en este contexto en donde también deben ser pensadas y reconocidas nuevas subjetividades. Cambios en la organización de los modelos productivos (del fordismo al just in time); crisis de la representación política como consecuencia de la brecha cada vez más profunda entre representantes y representados. La corrupción como factor estructural de la política. Desilusión y retracción permanente de la participación popular, en un escenario comunicativo mundial en el que se intenta legitimar la tortura o el crimen como modo de luchar contra otro crimen, el del terrorismo internacional. Esto es una especie de dialéctica del exterminio entre facciones que, sin embargo, afecta al conjunto de la humanidad sin discriminación y sin atenuantes, aunque se tienda con frecuencia el manto hipócrita de los llamados “daños colaterales”, que por ser tales se presentan como menos deletéreos. En verdad, no importan las víctimas. Ni quiénes, ni cuántas son. No hay distinción entre civiles y combatientes, entre hombres y mujeres, entre adultos y niños. El sentido de la acción sólo se cuantifica en términos de eficacia. De eficacia letal, por supuesto. Pero, mientras estos horrores acontecen, no es menos cierto que la humanidad lucha por consolidar y ampliar valores civilizatorios y no siempre fracasa en esa tarea, vg. el ambicioso programa de internacionalización de los derechos fundamentales, no ya como declaraciones más o menos vacuas, sino como progresivo avance de naturaleza institucional para la creación de una jurisdicción internacional, capaz de juzgar y castigar los crímenes de lesa humanidad. Todo lo cual vuelve a situarnos en la paradojalidad de nuestro tiempo. Estas circunstancias incrementan la reflexividad social, es decir, coaccionan a la sociedad a mirarse a sí misma y, en esa instancia, a desechar la concepción ideológica que la mostraba como un proceso “natural”. Lo social es entendido ahora como construcción humana, contingente y azarosa y la llamada “realidad”, como algo más que pura materialidad externa. La realidad es también sentido, símbolo, significación. Este plus de materialidad, este agregado de sentido, es construcción (es decir artificio, artefacto). Construcción, humana, social, histórica, positiva e intersubjetiva. El conocimiento deja de ser entendido ya, al menos 57. para una importante corriente epistemológica denominada “constructivismo”, como una representación mental de la realidad y la conciencia como un “espejo de la naturaleza”. Dado que toda realidad no inefable es “realidad comunicada”, es preciso entender que lo que está afuera de la conciencia de los sujetos, es algo más que pura externalidad, es también comunicación, esto es construcción de sentido. Lo que está “afuera”, lo “real”, adquiere esa condición, en un proceso de intercambio comunicativo que lo constituye como real, porque resulta mediado por palabras, por significaciones, por historias previas, por símbolos, por valoraciones, por acuerdos, por precomprensiones del mundo. Permítaseme un ejemplo que quizá resulte ilustrativo. A orillas del Río Paraná, en la ciudad de Rosario, Pcia. de Santa Fe, en la Argentina, se levanta un enorme monumento a la bandera. Se construyó en ese lugar porque, según cuenta la historia, el Gral. Belgrano, creador de la enseña patria, hizo jurar a sus soldados lealtad a la misma, aproximadamente en esa zona. Y bien, ese monumento es, mirado en su pura materialidad, una combinación de piedra, metal y paño. Pero nadie mira, y consiguientemente nadie ve, su pura materialidad. Aprecia en cambio su valor simbólico, es decir, el conjunto de sentidos asociados indiscerniblemente a su materialidad substante. La realidad del monumento no es la de la piedra, el metal y el paño, sino la de su carácter representativo en el imaginario social. Pero ese carácter proviene de una construcción de sentido de naturaleza comunicativa, en el marco de una interacción social con contexto y con historia. Es claro que las representaciones humanas significativas pueden estar “cargadas”, como los dados del cubilete. Cargadas de contextualidad y hegemonía. Por ello, las ciencias sociales deben reformular una nueva teoría del imaginario, con los aportes de las nuevas ciencias y con una nueva concepción de lo subjetivo, que advierta que no existen ya las estructuras fijas de antaño; que al lado de los sujetos individuales se hallan los sujetos colectivos, los grupos de interés, los nuevos movimientos sociales. Y que estas identidades de nuevo tipo conviven en permanente rearticulación (la posmodernidad líquida de Baumann), han perdido fijeza y perdurabilidad. La teoría social y también la teoría jurídica se encuentran, en consecuencia, demandadas a ofrecer criterios hermenéuticos que permitan a los agentes identificar su propia posición en la realidad, tal como afirma, con acierto, Federico Schuster. La subjetividad resulta así, a un tiempo, exacerbada y amenazada, porque las tradiciones y rutinas han perdido eficacia para explicar los procesos en términos de causalidades lógicas. Ello reclama, en conse58. cuencia, más decisiones, que a su vez exigen mayor conocimiento y mejor comprensión. Como señala el autor antes mencionado, varias consecuencias se siguen de lo anterior: a) necesitamos más autoconocimiento (reflexividad) para la acción; b) se genera un aumento de la complejidad social y en consecuencia mayor incertidumbre y aumento del riesgo; c) se hipertrofia el peso de la subjetividad, pues la vida se centra en dimensiones no estructuradas; d) se politiza el mundo social, pues la tradición es reemplazada por la decisión (en general provista por los gobernantes y los sujetos con poder). Pero en un entorno planetario como el descripto, la mayor complejidad implica, ya hemos visto, paradojalidad: el poder se fracciona y atomiza, provocando cíclicas reorganizaciones basadas en acuerdos que no alcanzan perdurabilidad suficiente y, por ello, no ofrecen otra garantía que la de sus inestables y circunstanciales equilibrios. Las hegemonias se despliegan en permanente cuestionamiento por parte de los grupos y sectores más débiles que, por ser tales, intentan justificar su apelación a políticas de terror indiscriminado cuando la confrontación es militar o a acuerdos de nuevo tipo con potencias emergentes en el plano económico, como China, India, Brasil. De modo que la globalización implica también localización, pues los agentes siguen siendo locales, aunque actúen globalmente. Existen, pues, pluralidad de cruces subjetivos en el contexto global; el orden y el desorden conviven en un nuevo escenario marcado por una presencia hegemónica cuestionada por conflictos multifocalizados. No han desaparecido las ideologías sino los “universales”: clase, nación, sistema económico, sustituidos por una multiplicidad de interacciones históricas tendientes a construir nuevas hegemonías. En el mundo complejo del nuevo milenio, la acción humana es relevante en términos de construcción e incertidumbre. Es decir, en términos de política. De política jurídica también. El jurista de hoy debe seguir conociendo los Códigos naturalmente, pero también debe asomarse a la experiencia de la vida. Se lo reclaman el conocimiento transdisciplinar (o, como prefiere decir Enrique Del Percio, “indisciplinar”) destinado a enfrentar nuevos interrogantes: los de la bioética, la biotecnología, la biodiversidad, la globalización. Estamos constreñidos a construir intercepciones cognitivas con otros discursos del conocimiento en general y del conocimiento social en particular. Con la medicina y la biología y con la antropología, la psicología y el psicoanálisis, la sociología y la economía, los estudios culturales y la semiología. 59. Han cambiado los paradigmas inventados por la Modernidad: i) El conocimiento ya no se concibe como proceso continuo y acumulativo de develamiento de lo natural. Al contrario, hoy se privilegian las rupturas epistemológicas, las revoluciones científicas y las refutaciones. ii) No hemos conseguido la progresiva uniformidad del mundo sobre la base de la expansión constante de la economía y la cultura de occidente. Al contrario, hoy presenciamos una crisis de los modelos universalistas, la progresiva fragmentación social y el aumento de la marginalidad y la aculturación. iii) la idea del sujeto autoconsciente constructor racional guiado por el interés económico apenas es un dato hipotético y contrafáctico de una teoría social que se piensa como un juego. Al contrario, hoy se sostiene que no es el sujeto el que construye a la sociedad sino esta la que construye al sujeto, haciendo de él un “sujeto sujetado”, para usar una categoría cara al análisis lacaniano: sujetado por su socialización, por sus pulsiones, por sus agonías. Y a su lado, miríadas de nuevas subjetividades: género, etnicidad, opción sexual, religión, ideología, etcétera. En otros términos, la comunicación y la interculturalidad proyectan en el espejo en que debemos mirarnos la imagen de lo diverso y ello produce un impacto dilemático: ¿El derecho a la igualdad, que tanto hemos defendido, comprende también el derecho a la diferencia? Frente a la diferencia: ¿imposición o diálogo multicultural? ¿Un solo derecho o pluralidad de derechos? ¿Derecho como conjunto de normas o como práctica social discursiva? Estos interrogantes finales, que podrían multiplicarse en progresión geométrica, muestran a la teoría y a la dogmática jurídica enfrentando nuevos interrogantes, otras demandas preñadas de historicidad, pero también de responsabilidad ética. A partir de la modernidad, la regla de juego básica de organización del orden social pasó a ser el derecho. En consecuencia, el conocimiento del derecho, cada vez más opaco, más problemático y complejo, atribuye a quienes de él disponen, los juristas, los hombres de leyes, un poder diferenciado respecto de los legos, de aquellos que actúan las reglas como imposición, como costumbre, como hábito. Sin comprender sino vaga y genéricamente, en el mejor de los casos, el sentido de los actos que realizan y que tanta trascendencia poseen para el curso ordinario de sus propias existencias. El saber de los juristas otorga poder, poder social. Un poder ligado a la comprensión general de las reglas de juego que organizan los fenómenos que acontecen en el vasto escenario de la interacción social. Pero el poder, como sostienen desde Foucault hasta Luhmann, no puede homologarse con la violencia. 60. No hay poder sin legitimidad, sin consenso, sin acuerdos. Por ello, el saber de los juristas, que tan alto grado de significación asume en nuestros días, confronta opciones de naturaleza ética: o se compromete con los poderes fácticos que están amenazando la supervivencia misma del género humano o con el proyecto de una sociedad más justa y más humana. Nadie ha expresado, para mi gusto, con mayor elocuencia esta idea que un notable científico y pensador chileno. Me refiero a Humberto Maturana y a un párrafo de uno de sus libros de sugerente título, La realidad: objetiva o construida. Dice allí: “El principio constitutivo de la célula en su calidad de infraelemento de los organismos se mantiene en todos los niveles de complejidad que tengan que ver con lo vivo: células, organismos, sistema nervioso, comunicación, lenguaje, conciencia, sociedad. Es decir, no hay discontinuidad entre lo humano, lo social y sus raíces biológicas”. Este principio –señalo– es contrario a los que se derivan de Darwin, pues no otorga preferencia al más apto. Agrega el autor: “El amor o, si se prefiere, la aceptación del otro junto a uno en la convivencia, es el fundamento biológico del fenómeno social; sin amor, sin aceptación del otro junto a uno no hay socialización y sin socialización no hay humanidad. Cualquier cosa que destruya o limite la aceptación del otro junto a uno, desde la competencia hasta la posesión de la verdad, pasando por la certidumbre ideológica, destruye o limita la posibilidad de que se dé el fenómeno social, por lo tanto, lo humano. Porque destruye el proceso biológico que lo genera”50. En conclusión, nos cabe a los hombres de derecho una singular responsabilidad, pues algunas de las respuestas que seamos capaces de imaginar hoy, prefigurarán el mundo por venir, en el que habitarán las nuevas generaciones. He aquí el sentido de nuestra tarea. Si fuéramos capaces de entender los cambios y las transformaciones epocales, para ponerlos al servicio de la emancipación humana, por modesto que haya sido nuestro aporte, habríamos cumplido con la responsabilidad moral que nos impone nuestra condición de juristas. O quizás, más simple y modestamente, nuestra mera condición de seres humanos. 50 Maturana, H., La realidad: objetiva o construida, Tomo I, Barcelona, Anthropos et al., 1995, pp. XII y ss. 61. Consideraciones sobre ley y justicia desde Nuestra América: la amistad política en Martín Fierro Rebeca Canclini51 El lazo político establece obligaciones entre las partes que han sido abordadas por el pensamiento sobre lo político a partir de distintas imágenes articuladas en metáforas, analogías y ejemplos. Intuiciones provenientes del ámbito familiar, pastoril, orgánico, naval, por nombrar sólo algunos, fundamentan distintas visiones sobre lo político y sobre las relaciones inherentes a esta esfera. Los ejemplos, por otra parte, suelen provenir de relatos históricos y literarios y pueden ser entendidos de dos maneras: como caso de una norma general o como particular que permite el acceso al universal sin perder su carácter de situado. Este escrito está pensado como una indagación sobre algunos rasgos de la forma de entender las obligaciones políticas en el pensamiento lationamericano a partir de un ejemplo literario: El gaucho Martín Fierro y La vuelta de Martín Fierro. No se trata de una exégesis del texto sino de recuperar un arquetipo heroico52 de nuestra cultura que es un plebeyo, un paria y un despreciado, y mostrar algunos aspectos relativos a su concepción de la ley y, consecuentemente, de la obligación política. El relato se sitúa en la pampa argentina entre la cuarta y sexta década el siglo XIX en el marco de la modernización del Estado. Fierro es un gaucho matrero que perdió todos sus bienes injustamente, después de servir en la frontera se convierte en un desertor y un prófugo a quien se lo busca por dos homicidios. Después de su encuentro con Cruz, parte al desierto del que regresará años más tarde para encontrarse con lo que queda de su familia, de la familia de Cruz y de una de sus víctimas. Entre las características de este personaje se destaca el coraje, el sentido del 51 Doctora en Filosofía (UNS). Profesora de Filosofía Política y de Filosofía de la Historia en la UNS y de Introducción al Conocimiento Científico en la USAL (Área Bahía Blanca). 52 Ver Astrada, Carlos, El mito gaucho, Buenos Aires, Ediciones del Sur, 1948, p. 24. 62. honor, su espíritu piadoso relacionado con cierto sentido de justicia y una profunda valorización de la amistad. Sobre la ley y la justicia La posición de Fierro sobre la relación entre ley y justicia es tematizada de diversas maneras: mostrando leyes injustas (I, estr. 52), refiriéndose a la arbitrariedad de los funcionarios (I, estr. 58) y mostrando la imposibilidad de que sus derechos (vigentes) sean respetados (I, estr. 110). Uno de los puntos centrales del relato está en evidenciar la relación entre la codicia de ciertos sectores sociales y las leyes vigentes, o sea, en mostrar que la injusticia se comete cumpliendo la ley53. Lo esencial está en que en muchos de los casos mencionados no hay infracción de la ley sino una acción racional con arreglo a la codicia que se torna amenazadora cuando la ley se cumple. En La vuelta de Martín Fierro, se presenta la payada entre el Moreno y Fierro en la que se tematiza el significado de la ley (II, estr. 1089 y ss.). El Moreno, hermano del asesinado por Fierro, afirma: 1091 … La ley se hace para todos, mas sólo al pobre le rige. 1092 La ley es tela de araña, en mi inorancia lo esplico. No la tema el hombre rico, nunca la tema el que mande, pues la ruempe el bicho grande y sólo enrieda a los chicos. 1093 Es la ley como la lluvia, nunca puede ser pareja. El que la aguanta se queja, pero el asunto es sencillo, la ley es como el cuchillo: no ofiende a quien lo maneja. 53 Hinkelammert, Franz, La maldición que pesa sobre la ley: Las raíces del pensamiento crítico de Pablo de Tarso, San José de Costa Rica, Colección Universitaria, 2010, p. 75. 63. 1094 Le suelen llamar “espada” y el nombre le viene bien. Los que la gobiernan ven adonde han de dar el tajo. Le cái al que se halla abajo y corta, sin ver a quién. Se dice que la justicia es ley universal y, por tanto, debería aplicarse a todos de la misma manera. Sin embargo, es dolorosamente experimentada y se observa sólo negativamente para los pobres. La desigualdad frente a la ley es tematizada mediante los símiles populares de la lluvia y el cuchillo y, también, mediante las imágenes de la telaraña y la espada. El Moreno encuentra en el gobierno al instrumento decisivo de la ejecución de la ley. La polarización entre la ley y la justicia nos retrotrae a una unidad resquebrajada que permite situar la ley en el encuentro con el otro. Se trata de una instancia no estatal de lo político que se vincula con lo ético pero no de manera abstracta. Frente al otro concreto y situado, el criterio ético de justicia no admite su instrumentalización. Dicho de otra manera, la justicia no opera desde el cumplimiento de la ley sino que es sensible a la presencia del otro que no debe ser destruido por el cumplimiento de la ley. Sin esta preferencia por plebeyos y parias, el cumplimiento de la ley desemboca en la injusticia54. Sobre la obligación política La tradición moderna de pensamiento sobre lo político ha entendido la obligación política en términos de la relación de los individuos frente a la ley. Esta concepción nació como un posicionamiento crítico a quienes entendían que era una situación de nacimiento la que determinaba la pertenencia a un estamento y, con este, se contaba con ciertos privilegios. Los nacientes Estados modernos hicieron de la igualdad ante la ley una de sus banderas, bajo el supuesto de que las leyes emanan de la voluntad popular que es una. Así, esta noción de pueblo (populus) no admite la diferencia en su seno. Desde esta perspectiva, se puede sacralizar el ordenamiento legal vigente (dura lex sed lex) sin brindar un criterio que permita evaluar la justicia de estas leyes. Sin embargo, los 54 Hinkelammert, op. cit., p. 100. 64. problemas relativos a la organización política de los Estados modernos y a teorías republicanas no populares, han mostrado que este supuesto también es inadecuado. El pensamiento latinoamericano, cuya modernidad está signada por la conquista, es capaz de una doble crítica. Por un lado, entiende al pueblo como plural, como reunión de pueblos formados por los plebeyos (plebs), los errantes y parias de la tierra. Por otro, entiende la necesidad de una base ética de justicia que permita evaluar los ordenamientos legales. Esto es, acepta que los sistemas legales tienen cierto dinamismo, pero se trata de un dinamismo con base popular (plebs) y no enmarcado en las democracias de mercado o en las formas totalitarias de gobierno. Retomando el hilo conductor del trabajo, encontraremos algunos de estos rasgos en la narración de Martín Fierro. Tematizaremos, en este caso, la escena en la que se encuentran por primera vez Fierro y Cruz como forma arquetípica a partir de la cual se pueden rastrear algunas características de una forma propiamente latinoamericana de concebir los orígenes del vínculo político y, particularmente, de la obligación política. Al igual que Fierro, Cruz era un gaucho y, como tal, un paria. Había logrado ingresar a la policía rural como sargento y así llega a integrar la partida que sale a apresar a Martín Fierro. A partir de la estrofa 255, se encuentra a Fierro rodeado por la policía, sin posibilidades de huir o ganar en el enfrentamiento, decide no entregarse y pelear valerosamente. Fierro pelea en vano, sin esperanza de ganar o de fugarse. Sorpresivamente, Cruz arroja su quepís y empieza a pelear junto a Fierro contra los soldados de su propia partida. Momento ético Si aceptamos que el quién de una persona, su singularidad se conoce a través de sus acciones55, esta es la acción que define al personaje de Cruz. Evidentemente, no se trató de una acción planificada por él ni determinada por causas externas. Simplemente, ante determinada situación, eligió la compañía y la amistad de Fierro. En el texto de Hernández, Cruz relata su acción: 55 Arendt, Hannah, La condición humana, Madrid, Paidós, 1993, p. 203. 65. 253 Ansí estuve en la partida pero qué había de mandar! Anoche al irlo a tomar vide güeña coyontura, y a mí no me gusta andar con la lata a la cintura. Algunos han visto en este acto una tendencia del gaucho por la violencia, sin embargo, la acción puede retrotraerse a una larga tradición que indica que la alternativa de la muerte no es lo peor que puede sufrir una persona. Fierro no busca la muerte pero la prefiere a una vida sin libertad. Así, de acuerdo al relato, lleva adelante una lucha por propia dignidad. El sargento se conmueve por el coraje con que el desertor, como los héroes, expone su vida; pero, también, por la cobardía de quienes van a hacer cumplir la ley. La acción de Cruz puede situarse en un horizonte ético. Según sus propias palabras: 291 … Sin ser un alma bendita me duelo del mal ajeno: … No lo conmueve, todavía, el dolor del amigo sino el dolor del otro concreto y presente. Fierro estaba fuera del orden, en la exterioridad de la totalidad política que se estaba estableciendo y se pretendía imponer como única y legítima. Por eso, la acción nos remite al momento ético del encuentro con el prójimo que se revela en la proximidad y trasciende el orden ontológico para el que la amistad es impensable sin enemistad. La experiencia del enemigo se da, en este caso, por fuera de la totalidad. Desde la antigüedad, según Arendt, habría dos líneas para concebir lo político. La primera, que vincula las esferas ética y política, apunta a la formulación de un modelo de buen gobierno teniendo como guía la noción de justicia. La segunda concibe la política como un sistema de administración del poder y tiene en cuenta, sobre todo, el criterio de la eficacia. Dentro de esta segunda corriente, por ejemplo, encontramos el supuesto hobbesiano de un hombre libre por naturaleza que se encuentra ante la necesidad de vivir con otros. Ante este primer encuentro con otro hombre, 66. se torna necesario el establecimiento de un pacto entre ambos o que el más fuerte termine por vencer al más débil. Si el que salió al encuentro es suficientemente débil, no se pacta con él, se lo incluye como la parte dominada de la relación. Si es suficientemente fuerte, efectuar un pacto resulta más eficaz. En este caso, el otro es integrado a un nosotros y la totalidad que se instaura se presenta como el único horizonte posible para pensar. Por eso, el pacto reúne a las individualidades en un nosotros que incluye al débil dominado y, a la vez, excluye al exterior que permanece como otro. El nosotros se funda sobre una igualdad natural de nacimiento sobre la que la totalidad instaura la igualdad formal ante la ley; de acuerdo a la igualdad de nacimiento todos somos igualmente capaces de matar y, de la misma manera, estamos inclinados a temer a la muerte violenta. Así, no hay nada inmoral en que el fuerte domine o mate al débil, el resultado solamente indica su mayor fuerza y, por ende, su derecho natural a hacerlo. Cruz, como sargento de policía, había sido integrado al nosotros pero, a su vez, sentía la presión del dominio que se ejercía sobre él. A pesar de ser parte del pacto, pudo traspasar la totalidad de su propio horizonte y, en el mismo acto, presentarse como crítico y, en última instancia, como traidor. Desde el punto de vista del orden de esa totalidad su acción es totalmente incomprensible, porque no se ajusta al supuesto antropológico que indica que las pasiones que nos impulsan indefectiblemente al dominio son naturales, que no son vicios sino el motor de la vida en sociedad. El haber abandonado su papel dentro del orden impuesto convierte a Cruz en alguien peor que el malevo que perseguía porque tiene la potencia de desestabilizar al sistema desde dentro. El orden impone que el otro no sea respetado como otro, sino como alguien que puede pactar o a quién se debe vencer. Su exterioridad no puede ni debe ser respetada, quien lo haga traiciona el pacto. Con esto se muestra que cuando se concibe lo político como administración, el vínculo esencial es el de la enemistad, la hostilidad está en el fundamento. La enemistad de origen funda la amistad del nosotros. Por eso, la obligación política está ligada a la necesidad de mantener la vida y consiste en el cumplimiento de las leyes del orden. Ante Fierro, Cruz puede cumplir con la ley que lo había incluido en la partida policial y le garantizaba la continuidad de su vida. Pero decide abrirse a la exterioridad social y política propia del despojado, del paria. Lo sorprendente, en cualquier caso, es que perteneciendo él mismo al sistema, se haya identificado con Fierro, que era el otro. No es de extrañar que la lectura de Borges se haya centrado en el misterio de este personaje. Borges apunta a desentrañar la identifica67. ción del sargento con el desertor. Sin embargo, hay cierta tensión entre la identificación propiciada por el paralelismo entre sus historias de asesinatos, huidas y resistencias y la identificación ética que se da ante el paria. Recordemos que Borges comienza la historia con una referencia a la primera carta de Pablo de Tarso a los corintios: “Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles” (I Corintios 9:22). Borges nos advierte que la aventura que va a contar consta en un libro que es “capaz de casi inagotables repeticiones, versiones, perversiones”. Aquí, se presenta una comparación entre Cruz y Pablo, los perseguidores que encuentran su propio rostro en el rostro del perseguido. Borges nos dice que Cruz “comprendió que un destino no es mejor que otro,[…] comprendió que el otro era él” (Borges, p. 1996: 86). Se trata de una relación ética con el desposeído, pero conduce tanto a la crítica política que exige la superación del orden dado, como a una nueva amistad por fuera del nosotros del orden impuesto. Momento político Dussel muestra que las categorías fundacionales de una política crítica son dos, el orden establecido y la exterioridad. Gran parte de la tradición de pensamiento político ha acentuado el valor de la obediencia al orden establecido sin recuperar la problematización que el otro, exterior al nosotros, nos impone. Se trata de una obligación fundada en el orden vigente que no da cuenta de lo que quedó fuera del ordenamiento. Una filosofía política crítica toma el tema de la obligación política ante la ley aunque plantea la cuestión de la justicia del orden instaurado por esa misma ley. Dijimos que la instauración del nosotros marca el surgimiento de la relación amigo/enemigo. Contra la tradición griega, los modernos han sostenido que el fundamento está en la enemistad, no en la amistad que, en cualquier caso, ha sido restringida al ámbito privado. Sin embargo, tampoco los griegos concibieron la amistad con el otro, el bárbaro. Aristóteles, por ejemplo, plantea que la razón de ser de la coexistencia en la ciudad es la vida buena, la búsqueda de una vida virtuosa. Destaca que la vida perfecta y autosuficiente es el fin de la ciudad, y su posibilidad estriba en la amistad que une a los ciudadanos. La existencia de la ciudad no se funda en la necesidad de ayuda recíproca para mantener la vida; se trata de la formación de una comunidad y de los vínculos humanos que en ella se establecen. Pero la amistad se da siempre entre conciudadanos, esto es, dentro del nosotros incluido en el pacto. 68. En este sentido, la acción de Cruz nos permite una apertura a otra forma de entender lo político que admite la posibilidad de la amistad no sólo dentro del nosotros sino también con el excluido. Su acción nos muestra que, para el pensamiento Latinoamericano, antes del ordenamiento jurídico no está la guerra de todos contra todos sino la experiencia de la amistad; el encuentro entre Fierro y Cruz marca el nacimiento de una amistad, forma arquetípica de los lazos políticos libres y plurales. Hernández y Borges rescatan las palabras con las que Cruz comienza a luchar junto a Fierro: “Cruz arrojó por tierra el quepís, gritó que no iba a consentir el delito de que se matara a un valiente y se puso a pelear contra los soldados, junto al desertor Martín Fierro”. En el texto de Hernández leemos: 280 Tal vez en el corazón lo tocó un santo bendito a un gaucho, que pegó el grito y dijo: “Cruz no consiente que se cometa el delito de matar ansí un valiente!” Ambos autores recuperan la caracterización que hace Cruz del enfrentamiento como delito. O sea, se interpreta la acción como suplantación de una legalidad por otra. A la formalidad de la ley positiva, la acción de Cruz le presenta una categoría material que pretende plantear lo político desde un lazo afectivo; no remite a la parte formal de lo político sino a su aspecto material. Así, la decisión de Cruz indica que la unidad de la comunidad no se alcanza solamente mediante acuerdos basados en razones, sino también por la amistad que une a los ciudadanos en un todo político. Tanto el momento ético como el político pregonan que no hay que cumplir la ley que excluye y domina. Es un saber práctico básico de nuestros pueblos latinoamericanos que ha sido vivido con anterioridad a sus intentos de formulación teórica. La resistencia a la injusticia del orden se funda en el supuesto de que para tener los derechos propios de la inserción en el nosotros, se requiere un reconocimiento previo que se expresa en un lazo que va más allá de la ley. Se trata de un consenso crítico de la comunidad de los oprimidos y excluidos, la plebs que alcanza el consensus populi. La plebe que finalmente se constituye como pueblo. 69. Consideraciones finales No deja de ser curioso que suelen recordarse más los consejos de Vizcacha que los ejemplos de Fierro y Cruz. En cualquier caso, estas líneas han intentado mostrar el horizonte utópico del pensamiento latinoamericano presente como una intuición en la narración de Fierro. La escena del encuentro entre Fierro y Cruz revela la posibilidad política de la amistad con el enemigo, esto es, trasciende el momento ético para integrarlo en una fundación del vínculo político. Nuestra tradición latinoamericana ha sido sensible a la afirmación de alteridad que eventualmente se expresa como resistencia mucho antes de que la tradición de pensamiento latinoamericano se consolidara. Es fundamental recordar que esta fundación desde la categoría material de la amistad con el otro también supone una legalidad. Por eso, quienes contraponen el sometimiento a regulaciones y leyes del mundo europeo al supuesto paraíso de la incertidumbre de nuestros países, reproducen el prejuicio que indica que América es naturaleza, no historia. Se trata de una mirada que ya no puede reconocer lo político fuera de relaciones de dominio. La historia de Borges resalta en dos ocasiones el carácter no político de Cruz. Afirma, en primer lugar, que estando cerca de Buenos Aires, Cruz “comprendió (más allá de las palabras y aun del entendimiento) que nada tenía que ver con él la ciudad”. Más adelante dice: “comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro gregario”. Esta lectura solamente es posible bajo el supuesto de la falta de legalidad de las relaciones humanas no mediadas por las leyes positivas. Por otro lado, al reducir el vínculo político a la obediencia a leyes formales, no se ve el contenido político en el momento material de la amistad. Esta interpretación borgeana, sin embargo, tiene el mérito de señalar la paradoja inherente a la ciudad. Su fundación marca un nosotros que excluye a los otros, es un lugar al que Cruz nunca entró, con el que no tenía nada que ver. Cuando conoce su destino y lo elige parte al desierto, pero no como un lobo solitario. Borges califica al perro de gregario, como si el lobo no fuera, también, un animal gregario. La diferencia fundamental entre el lobo y el perro consiste en que el primero no fue domesticado; la mayor dignidad del lobo radica en que no sacrifica su libertad. Y, sin embargo, establece lazos que tienen fuerza legal, que lo comprometen con el otro. El encuentro entre Cruz y Fierro presenta la intuición de la posibilidad de una comunidad basada en la justicia. Una comunidad cuyo ordenamiento jurídico reconozca los derechos del paria (estr. 1182), permita que “venga algún criollo/ en esta tierra a mandar” (estr. 358) y, en palabras de Fierro: 70. 1184 Mas Dios ha de permitir que esto llegue a mejorar… Pero se ha de recordar, para hacer bien el trabajo, que el fuego, pa’ calentar, debe ir siempre por abajo. 71. Aportes para un enfoque geocultural en América José Tasat56 Un silencio vacío ronda en nuestro saber, lo prueba el hecho que en nuestro mundo moderno, no obstante el saber acumulado, no sabemos. Lo señala el exceso de teoría, la abundancia de soluciones y la violencia desatada. Todo esto es el símbolo de la silenciosa mudez de nuestro saber culto que ha perdido el contacto con su contenido. Es que nuestro silencio no es el silencio del pueblo. Detrás del silencio popular y de su decir cualquier cosa hay una verdad que rigüe su combinatoria y que nosotros perdimos. Rodolfo Kusch Aproximaciones a pensar “Pensar es olvidar diferencia, es generalizar, abstraer”, afirma Jorge Luis Borges, en “Funes el memorioso”57. Si seguimos la lógica de su afirmación, pensar es recordar semejanza. El estudio de la cultura tiende a sistematizar, registrar y evaluar las acciones, los sujetos y las cosas, en su flujo permanente, entre el dominio del gusto y las identidades locales, que significan la vida. Propongo pensar las raíces culturales de América desde un abordaje geocultural, aportando a la gestión cultural, desde las acciones, las cosas y los sujetos culturales, relacionando la identidad, el territorio, el símbolo y la comunidad. Se trata de pensar en y desde América, en tanto el pensamiento desarraigado de nuestra tierra y des-gravitado de nuestro horizonte cultural, fundamentó la implementación de políticas culturales que tomaron como referencia una noción de cultura y de sujeto cultural formulada en otros contextos: europeos o norteamericano y, por tanto, desconectada 56 Lic. en psicología, UBA. Candidato a Doctor en Educación, UNTREF/UNLA. Coordinador de los libros El hedor de América: Reflexiones interdisciplinaria a 50 años de la América Profunda de Rodolfo Kusch y de Pensar América: Pensadores americanos en dialogo - UNTREF-UFBA. 57 Jorge Luis Borges, Ficciones, 1994. 72. de los problemas, particularidades y tensiones propias del territorio y los mundos que constituyen la América Profunda. Esto ha sido posible en el acaecer de aquello que Quijano58 denomina “colonialidad del saber”, práctica impulsada por la ciencia moderna y su imperio epistemológico, es decir, su autoreferencia como única forma de acceso al conocimiento riguroso y, por tanto, la postulación de sus resultados como los únicos válidos: “La producción científica se considera, así, detentora de una verdad que abre las puertas para la comprensión real de los fenómenos sociales, por medio de procedimientos universalizables, abstractos y sistemáticos. Esta pretensión universal de la ciencia moderna esconde algo importante: su localización. Esto quiere decir que la ‘historia’ del conocimiento está marcada geo-históricamente, geo-políticamente y geo-culturalmente; tiene valor, color y lugar ‘de origen’”59. “La geografía comprende las rugosidades reales, como los accidentes de la tierra. Pero ese lado apunta a un modo de ser-ahí, al ‘para vivir’, o sea al hábitat, al molde simbólico en el cual se instala el ser”60, afirma R. Kusch. Así, el territorio se torna “hábitat”. “El territorio son formas, pero el territorio usado son objetos y acciones, sinónimo de espacio humano, espacio habitado”, para Milton Santos, del nordeste brasileño, quien dedicó una parte importante de su obra a analizar la sociedad, su cultura, política y economía, a partir del territorio y del espacio geográfico. Aportes geoculturales del pensamiento de Rodolfo Kusch y Milton Santos61 Creemos que existen las causas, el por qué en nuestra forma de pensar, es extraño que no existan, sólo nosotros sabemos ver el efecto, consecuencia de una causa, todo pensamiento que no dependa de un proceso de validación, no entra en nuestra lógica occidental. Occidente ante todo está desesperado para que a cualquier acción poner un código. Se apelan a la epistemología de la certeza, sin duda y no cambiante, configurando una estabilidad de un sistema hegemónico, donde el antagonismo no se tiene en cuenta, donde parece que todos somos iguales 58 Quijano, A., “El regreso del futuro y las cuestiones de conocimiento”En Castro-Gómez, S.; Schiwy, F.; Walsh, C., Indisciplinar las ciencias sociales: geopolíticas del conocimiento y colonialidad del poder. Perspectivas desde lo andino, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, Ediciones Abya-Yala, 2002. 59 Walsh, C. “Geopolíticas del conocimiento, interculturalidad y descolonialización” En Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 6, Nº 60, marzo del 2004. 60 Kusch, R. Geocultura del hombre americano. Obras completas, Rosario, Editorial Ross, 2000. 61 La cultura y las politicas culturales, desde un horizonte pluridisciplinar en america profunda aportes geoculturales, de Cora Paulizzi, Fayga Moreira, Juan Brizuela y José A. Tasat, Indicadores Culturales EDUNTREF, 2012. 73. y que todos podemos progresar, sin considerar que somos diferentes y el que mueve la historia es el conflicto, reflejado en lo implícito de las cosas, de las palabras, armados en los discursos e imaginarios sociales. Esto traen Rodolfo Kusch y Milton Santos como algo diferente, la búsqueda de supuestos axiológicos, la búsqueda de los supuestos de valores que están atrás de las cosas, en el fondo del pensamiento hegemónico de occidente. Para ser alguien, en la lógica de la ciudad, siempre tratamos de ser alguien, porque es la gran ilusión en la cual vivimos, el ser alguien es lo que nos separa de no ser nada, y el ser alguien no es otra cosa que en el ámbito de la cultura, creernos esa posibilidad de ese discurso. Donde lo profundo de un relato de creencias americanas convive, ese ser alguien con creencias americanas en los pueblos andinos, guaraníes, afrodescendientes, que simbolizan la vida para el mero estar para ser parte de la cosmología en comunidad. Mientras occidente lo que más teme es la pérdida del sentido de la acción, por eso se refugia en el proceso de validación, el pensamiento americano se sostiene en un principio irreductible de la evidencia. Dos relatos sostenidos axiológicamente, totalmente opuestos, conviven en un tiempo y en un espacio, uno conlleva la esperanza de otro horizonte humano, superpuesto, entre la tierra y el cielo, entre lo divino y lo profano, donde juega la pulcritud, el hedor, la ira, la fe, la astucia o la razón universal a los lazos de la vida. Y el otro relato hegemónico de occidente, solo encausado en la mercantilización de la vida. Donde estamos parados, esto aportaron, el sentido, ya no la causa del pensamiento americano, que está en la ciudad, en el campo, en el pueblo andino, en la selva amazónica, en la cultura afrodescendiente, en la vida. Lo profundo de conmemorar a Kusch y Santos62 no es por lo que hicieron, sino por lo que se puede generar desde su umbral aportado al pensamiento americano, una metodología que cambio la contemplación por la escucha, donde la palabra del otro recobra sentido en lo colectivo, cuestionando, interpelando a todo el mundo académico y de la vida, vislumbrando sentido en la sabiduría para el mero estar, la vida nomás. Esto es lo que aportan Kusch y Santos, todos sus trabajos tienen que ver con el ámbito de la cultura. Donde el registro de la cartografía, como sistema de información, no es sólo el lugar simbólico de un lenguaje artístico, o un lugar de eventos, si no que esconden y 62 Santos. M. “O retorno do território” en OSAL - Observatório Social de América Latina, Año 6, Nº16, (jun, 2005). Buenos Aires, CLACSO, 2005. 74. conllevan lo implícito de los niveles “simbólico”, “fáctico”, “histórico” y de “gestación simbólica”. En este sentido, a nivel metodológico se da, según Kusch, la “unidad geocultural”, comprendida como unidades estructurales que apelmazan lo geográfico y lo cultural constituyendo una totalidad difícil de penetrar, a no ser que la misma unidad proporcione los medios para hacerlo. En tanto,“la geografía hace al hábitat, y este existencialmente al domicilio. La geografía comprende las rugosidades reales, como los accidentes de la tierra. Pero ese lado apunta a un modo de ser-ahí, al ‘para vivir’, o sea al hábitat, al molde simbólico en el cual se instala el ser”63. Así y aquí es posible ensayar un pensamiento geocultural, entre el suelo y el cielo, en el molde de mundos advenidos habitables, en torno de los cuales resulta posible la territorialidad del ser, el pensar, el saber y el hacer de los sujetos culturales. Acorde al camino recorrido, se considera que el sujeto pensante dispuesto, en los campos disciplinares del saber, también está siendo64 un sujeto cultural. Siguiendo a Kusch, el “sujeto cultural” logra conciliar, de un modo abierto y espiralado, el suelo y el símbolo, podríamos agregar “en” el territorio, a través de la decisión cultural, que implica el encuentro con eso que nos hace “comunes”, y remite al simple hecho de estar vivos. En este sentido, “para comprender una cultura es necesario el sujeto que ve el sentido, como también el que lo crea”65. Así, parafraseando a Kusch, “pensar remite a pesar” lo que nos ocurre, podría decirse, no como algo externo que está “ahí” (fuera de mí), sino aquí, “pa’ adentro”. Ante todo, porque nadie puede pensar más allá de sus propias vivencias, dolencias, ausencias, silencios, tragedias y sonrisas. La idea de “colonialidad del saber” y de “geopolítica del conocimiento” señalan que nos orientamos por un conjunto de categorías de pensamiento concebidas en un contexto sociocultural diferente del nuestro. Conocimientos, estos, que no son deslocalizados, desincorporados, como quieren su pretendida universalidad y abstracción, sino tan particulares como los demás, lo que lleva a una necesidad de mirar-nos, de re-tornar hacia nuestras propias epistemes, y construir otras a partir de ellas. 63 Kusch, Tomo III, op. cit., p. 257. 64 La fórmula del estar-siendo implica la paradoja de lo humano mismo, donde el obrar apunta al “es”, pero dentro de lo que ya está dado, en lo impensable del estar. De ahí lo gerundio del es, la dinámica de la esencialidad de lo humano, se debe a la paradoja misma, según la cual no hay determinación posible, sino la circularidad de una reiteración de lo impensable que adopta muchos modos de ser” (Kusch, Tomo III, op. cit.). 65 Kusch, Tomo III, op. cit., pp. 72-73. 75. Por tanto, en América se trata de organizar un trayecto que va desde el cosmos, como organizador del caos original, a fin de que el hombre pueda vivir y no, parafraseando a Kusch, “dejarse ilusionar con la civilización ficticia”, sino por el contrario, reconocer su realidad viviente, desplegar, en lo demoníaco y vegetal sus posibilidades, no vergonzantes, ni del hedor ni del diablo y, poder construir así, una América madura, la que brota desde la barbarie, y no contra la barbarie. En el continente mestizo, como dice Kusch, entre la tensión de lo sagrado y lo profano, donde Occidente se refugia en la ciencia, el indígena, el campesino, el afrodescentiente, en América, se refugia en otro saber-sabiduría, en el umbral del hedor y la distancia amurallada de la pulcritud, mientras Occidente se amparó en la culpa como organizador de la fe, América antepone la conjura como posibilidad del estar siendo66. Pues, la geocultura concilia, de un modo mandálico, espiralado y abierto, al sujeto, el suelo, el símbolo y el territorio para poder, desde enfoques pluridisciplinares y pluriculturales, intentar crear el mundo de vuelta, cada vez. Esto implica poner en juego un pensamiento vivo, emotivo, gravitado y profundo. Estudios culturales en la América Profunda: una forma de abordarlo El campo de la cultura, a diferencia de otros campos, como el educativo o el de las políticas sociales, es un campo en construcción. Este campo que empieza a constituirse en políticas culturales es un campo que todavía no tiene al día de hoy, una sistematización, registro, planificación, evaluación de todas sus actividades de políticas culturales. Tomo un texto de Gustavo González Gazqués67 que hace una interpretación de Kusch, del libro Geocultura del hombre americano. Es la comunidad la que da sentido a esa relación, del sujeto artista gestor cultural con el hecho, con el objeto, con el producto; ahí está el autor y la obra. El autor y la obra, según Charles Taylor68, tiene que ver con el malestar en nuestra época, pero hay artistas que son brillantes pero a la vez son en relación con todo, con una época que genera toda esa posibilidad de hacer síntesis de lo que se siente; si la ciencia tramita a través de funciones y describe, predice, el arte trabaja sobre los afectos y en eso que afecta, persiste y eso es lo que visualiza el arte como algo nuevo, puede ver otro escenario. Si estamos debajo de un gran paraguas en una época, y sobre 66 Ver: Kusch, R. Obras Completas, Tomo I La seducción de la barbarie, op. cit. 67 Cultura y sujeto cultural en el pensamiento de Rodolfo Kusch y Gustavo González Gazqués, Kusch y el Pensar desde América, Editorial Garcia Cambeiro. 68 Fuentes del Yo, Editorial Paidós. 76. esos conceptos nos manejamos, la ciencia trabaja sobre esos conceptos como dados, ciertos. Lo bueno que tiene la ciencia es que constantemente se contradice y avanza sobre otros nuevos, pero el arte visualiza mas allá de ese paraguas, rompe la tela que lo cubre y visualiza lo que se viene, porque capta el sentido común de lo colectivo, y esa obra ya no es del autor ya es la obra de la comunidad. Ahí aparece esta posibilidad donde el gestor cultural lo que hace es unir: une el símbolo que se arma en una obra, es un hecho cultural, en un evento, en un espectáculo, es un museo, lo une en relación a la comunidad para compartir, ¿pero lo hace por sí mismo?, ¿él interpreta? No, es parte de ese silencio o código compartido para tramitarlo de otra manera; siempre las cosas están ahí adelante de nuestros ojos, el tema es animarnos a tomar la fe de creencias necesarias para asumirlas y hacer con ello otra cosa, y de eso se trata ser gestor cultural. Siempre partimos de un suelo, el arraigo a un lugar. El suelo no tiene que ver con la tierra especifica, sino con lo simbólico que nos convoca. La historia se da por generaciones, decía un gran historiador, porque son las generaciones las que comparten cierto códigos comunes de su infancia o de su juventud, y eso que nos comparte como suelo son esos vientos que nos hacen ser parte de una comunidad, ciudadano de una historia y eso es lo que visualiza una comunidad como proyecto, la ilusión, eso es lo tópico, de donde partimos. Toda decisión es una decisión cultural porque involucra al otro, involucra una estrategia de vida. Una estrategia de vida es generar posibilidades de contacto de ilusiones compartidas para visualizar horizontes y este es un proyecto compartido, siempre se da en el marco de lo colectivo. Kusch dice algo tan simple como, “detrás de todo yo, está un nosotros”, y es cierto, porque en todos los yo que somos nosotros aparece toda esa lógica de la humanidad, aparece la cultura como un evento fundamental, como el motor que cambia la esencia de lo cotidiano, que tramita el sufrimiento, que permite la alegría, que permite la expresión, que hace con ello algo distinto. Visualizar las cosas como algo de lo dado es el hastío de la nada; ahora, visualizar a partir de lo dado y crear con ello otro sentido, esa es la función de un gestor cultural, es no sólo visualizar el trabajo con el artista, no sólo trabajar con la comunidad, no sólo trabajar con el producto, no sólo trabajar con el proceso, sino es hilvanar todo eso en algo diferente; que en estas latitudes, tiene que ver con lo americano, y en América todo es contradictorio, todo es dual, y si es dual, contradictorio, y habitamos constantemente esta tensión entre lo moderno y lo colonial. 77. Esta época lo que permitió fue vislumbrar América de otra manera. En América tenemos sentidos diferentes: el sol si bien sale de la misma manera en todo el mundo, sale distinto en América; porque en América conlleva en sí una sabiduría de lo incierto, en América gira de una manera distinta su saber popular, sus pueblos originarios, sus campesinos, sus afrodescendiente, lo que se niega, lo que se niega que siempre palpita, lo que está presente, su cultura, su cultura hegemónica y antagónica, que van a estar presentes porque laten en forma conjunta, si hay algo que es hegemónico y antagónico, después posiblemente lo antagónico se vuelve hegemónico y va a ver otra cosa antagónica, pero esa dualidad siempre está presente. Si bien la lógica actual es la lógica de la razón, el pensamiento en América se da por la lógica de la intuición, es la intuición que da conocimiento, todo lo que nos enseñan tiene que ver con un conocimiento cristalizado, fuerte, duro, “se conoce para vivir y no por el puro hecho de conocer”69; y el conocimiento es aquello que nos ayuda a vivir, es la vida lo que se antepone ante todo y la vida es la cultura. “No estamos en el mejor de los mundos posibles, estamos en América, entre polos opuestos, adentro y afuera de nosotros mismos”, afirma R. Kusch. En este sentido, podríamos decir que la historia de América es, primordialmente, la historia de su dualidad. Una dualidad que se inaugura con la espada de la conquista y que se va madurando al calor de las sucesivas colonizaciones. La historia de América se dibuja como el itinerario conflictivo de dos proyectos que en su despliegue van tejiendo la gruesa trama de nuestra cultura. En último término, la dualidad representa “modos de situarse” en el continente. Al respecto, Kusch observa que en América existe en un extremo una cultura que ha logrado habitar el mundo y domiciliarse en él, recortando un centro desde el cual se expande naturalmente, mientras que en el otro extremo hay un mundo que carece de centro, por ser ajeno a estas tierras, “y ante el fracaso de su arraigo ha preferido la violencia para imponer sus criterios”. El primero se comprende como un modo “centrífugo” de instalarse culturalmente –es el de la América Precolombina que se expande también en algunas formas del mestizaje–. El segundo invoca ese incesante movimiento “centrípeto” en busca de un centro estable que, como dice Kusch, termina imponiéndolo- este el de la América de la Conquista y de las sucesivas colonizaciones. Desde la historia intelectual –historia culta– la dualidad fue vista como la oposición “civilización-barbarie” y retraducida como oposición 69 Kusch, Rodolfo, “La negación en el pensamiento popular“ Obras Completas. Editorial Ross 78. entre “lo racional y lo irracional”, “lo moderno y lo primitivo”, “la libertad y la naturaleza”. En este sentido, la metáfora de la dualidad tuvo una interpretación unívoca desde la “civilización” y operó ideológicamente al señalar dos modos posibles de transitar América: uno por “arriba” –lo superior–, y otro por “abajo”–lo inferior–. Como observa Kusch, “América toda está estructurada sobre este criterio de los superior y útil, por una parte, y lo inferior e inútil por la otra”. Esto significa que por detrás de ambos vectores culturales se ha alentado una diferencia “cualitativa” entre lo que se juzga “deseable” para América –su “progresismo civilizatorio”– y lo “indeseable” –“su primitivismo bárbaro"–. La diferencia sobrelleva un mensaje axiológico que predetermina categorialmente “lo americano”: existe por una parte una “racionalidad conquistadora y fundante”, mientras que por otra, una “irracionalidad demoníaca y arcaizante” que es preciso contener. Como apunta Kusch con insistencia, la dualidad histórica se escenifica en la cotidianeidad del latinoamericano, que vive tanto la seducción de un mundo urbano poblado de “objetos” y sutilmente ordenado por el rigor del “consumo”, como también la “presión” de un mundo periférico sembrado de indigencia, dioses, y rituales que se confunden con la tierra y la prehistoria de América. La “seducción” invita a recorrer un “itinerario exterior” por el que se trata de ser alguien mediante una libertad sin sujeto, aunque rodeada de objetos. Es la tentación de ser alguien en el límite que ofrece la “moralidad ciudadana”, donde se es libre sólo para escoger un “producto”, un “objeto”, pero en medio de una indigencia que siempre “presiona” y “amenaza” con la fuerza de lo “bárbaro” (la villa miseria, la marginalidad) y la imprevisibilidad de lo “arcaico” (lo místico, las ritualidades, lo religioso-popular). Y esta “presión”, según Kusch, está nomás. Es el reenvío a la cotidianeidad ciudadana de todo un trasfondo simbólico que sintetiza lo endógeno de América. Kusch observa en el modelo de sociedad de consumo, como último eslabón de la racionalidad contractualista de Occidente, el espacio contemporáneo donde se resuelve el drama entre el ser alguien y el estar siendo que motiva un miedo a ser nosotros mismos y pensar en lo propio. "En nuestro continente –dice Kusch– por un lado están los estratos profundos de América, con su raíz mesiánica y su ira divina a flor de piel, y por el otro, los progresistas occidentalizados de una antigua experiencia del ser humano. Uno está comprometido con el hedor y lleva encima el miedo al exterminio, y el otro, en cambio, es triunfante y pulcro y apunta a un triunfo ilimitado, aunque imposible”. 79. El hedor es todo lo que está más allá de nuestra cómoda y populosa ciudad natal, que si bien tiene la data de lo original, sin embargo se ha sabido mantener a través de las variadas formas del mestizaje americano, constituyendo una tradición que Kusch llama “pensamiento indígena y popular”. La “pulcritud” tiene que ver con el “caparazón de progresismo de nuestro ciudadano americano” que monta su vida sobre la exterioridad de las cosas y persigue un individualismo posesivo y excluyente. La “pulcritud” se corresponde con aquel pensamiento que Kusch abrevia como occidental. Hedor y pulcritud son dos modos de encontrarse en América. El primero representa la manera mítica y religiosa de instalarse en la tierra, donde el hombre habita su paisaje y comparte con la naturaleza y sus dioses un espacio comunitario estructurado simbólicamente. Esta es la América profunda. El segundo expresa la manera excluyentemente racional como se sitúa la civilización donde, por el contrario, el hombre construye y recorta su paisaje con centro en la urbe y estructura conceptualmente la contractualidad de su espacio social. Esta es, por oposición, la América de superficie. Así como el pensar culto históricamente exigió la exclusión, en nombre de su racionalidad, de todo pensar bárbaro, la pulcritud exige también, por definición, remediar todo hedor posible. Aun así, como señala Kusch, la pulcritud de América no ha podido despegarse de su antagonista, ya que ha encontrado en el conflicto mismo la única posibilidad de su afirmación como proyecto. El hedor entra como categoría en todos nuestros juicios sobre América, de tal modo que siempre vemos a América con un rostro sucio que debe ser lavado para afirmar nuestra convicción y nuestra seguridad. El método de la cartografía geocultural: la obtención simbólica del sentido compartido comunitario La cultura “objetiva”, está conformada por un espacio que va desde las más elementales artesanías hasta las construcciones arquitectónicas, o los más complejos productos intelectuales, cognitivos y tecnológicos. La totalidad de una cultura es concebida a partir de un amplio conjunto de “objetos” o “productos”, cuya implícita heterogeneidad permite juzgarlos como “culturales”. Para Kusch, esta concepción opera reductivamente sobre la complejidad de la cultura, ya que la agota en el plano de su mera objetualidad. En contraposición con el anterior, el estudio radica en el “sujeto”. En este sentido, el “productor” o “constructor” cultural constituye la dimensión básica desde la cual se lee la complejidad de 80. la cultura. Así, al situarse el eje en el “productor”, adquiere relevancia, entre otros aspectos, su datación cronológica, donde se resuelven los “hitos” temporales de una comunidad de “productores”. Sin embargo, este “sujeto” termina convirtiéndose en un “objeto”, “la cultura se desplaza en un ámbito de cualidades, y no de cantidades”, afirma Kusch. “Además, no se detiene en “cosas “, sino en ritos. Es sobre todo funcional, recién después institucional”. Cuando Kusch revaloriza la idea de cultura como totalidad “supra individual”, no está simplemente reconociendo que la cultura comporta una experiencia colectiva, lo que sería obvio afirmar, sino denunciando que mas allá de la individualidad del productor o la individualidad del producto hay una contextualidad que se plasma en la creación cultural. Tanto el sentido subjetivo del autor que crea su obra, así como el sentido objetivo de esta, pero muy especialmente los sentidos contextuales que “operan”, son los que hacen que ese autor y esa obra pertenezcan a una totalidad orgánica, es decir, pertenezcan definitivamente a una cultura. La creación no acontece en el vacío, ni se reduce al plano motivacional del sujeto. Cada creación cultural es un síntoma de una “presión” simbólica que contextualiza al autor y su obra. Por eso Kusch puede afirmar que “la cultura no vale porque la crean los individuos o porque haya obras, sino porque la absorbe la comunidad, en tanto esta ve en aquella un especial significación”. En la cultural, la creación cultural, tiene los siguientes niveles: “simbólico”, “factico”, “histórico” y de “gestación simbólica”. Para Kusch, queda claro, la cultura popular en América no realiza su “experiencia” cristalizando sus objetos, sus instituciones y su organizaciones, en un empeño por sustancializar su “práctica” y así modelar “su ser”, sino más bien ritualizando sus aspiraciones. El rito, precisamente es esa “puesta en juego” de un gesto, una costumbre o un discurso, que se ensaya desde la tangibilidad del presente, y que por lo tanto lo resignifica, según las circunstancias y los sujetos implicados en cada momento. El rito conjuga los tres vectores de la cultura, es un acontecimiento en el que “opera” la creatividad, con sujetos y objetos concretos, pero cuya “funcionalidad” tiene el cometido de vehiculizar “sentidos”, no “cosas”. En los tres órdenes simbólicos del mito: creación, caída, redención. En este sentido, el símbolo cultural “es un complejo en cierto modo cosificado –dice Kusch– que participa de la cosa y de todo lo que no es cosa, llevando una respuesta profana que hace a la existencia del sujeto”. El límite del símbolo configura el “modo” como se instala una comunidad en su “suelo” y lo “habita”. El horizonte simbólico de un pueblo 81. es aquello que opera por detrás de todo acontecimiento o hecho cultural imprimiéndole un sentido que lo refiere a una totalidad. Se denomina “horizonte” porque constituye el límite extremo que preside el espacio de sentidos de una cultura y, como tal, sirve de orientación a toda decisión. El horizonte simbólico tiene un valor “paradigmático”, en tanto reúne las aspiraciones y valoraciones compartidas por una comunidad, y a la vez “organiza” una totalidad o “mundo” desde el cual un grupo madura su “pensamiento” y habita su suelo. En suma, la posibilidad de habitar un mundo y existir comunitariamente está contenida en el horizonte simbólico. Si como dice Kusch, “la cultura es una estrategia para vivir en un lugar y en un tiempo”, “entonces el horizonte simbólico es la posibilidad de esa estrategia”. El suelo es, para Kusch, como un “fundamento”. Es el punto de gravedad que rige toda circunstancia en la que se está. El “suelo” es también el “lugar” donde se siembra. Es la matriz generadora de todo cultivo, el medio propio de las raíces. En el suelo se resuelven las condiciones de todo arraigo. El “suelo” simboliza la dimensión tópica de una experiencia, el “lugar” donde “acontece” lo humano, en medio de un paisaje, de un tiempo, de símbolos y, principalmente, en medio de “lo absoluto” que “presiona”. El horizonte simbólico y el suelo son las dos dimensiones que estructuran un espacio cuyo eje es el sujeto cultural. El suelo –molde simbólico que hace posible la instalación de una vida– es el desde dónde, irreductible, de una comunidad. Sin ello no hay arraigo, a la vez que sin arraigo no hay reclamo por lo propio. Es así que cuando se pierde el suelo también se pierde el fundamento que da gravidez al existir. El horizonte simbólico, como margen de sentido que reúne lo sagrado y lo profano, lo pensable y lo impensable, lo misterioso y lo develado, es el adónde de un pueblo. Sin horizonte simbólico no hay proyecto, como sin proyecto no hay sentido para una vida. En síntesis, si no hay un horizonte simbólico, ni un suelo, entonces no hay nada por qué decidirse. Es decir, no hay un sujeto cultural, sólo el sentido simbólico compartido, entre el relato de la modernidad y la colonialidad, conviven en la comunidad americana, en forma dual. Aplicabilidad de la cartografía geocultural La cartografía geocultural no es un solo dato referencial en un mapa cultural, es un análisis situacional de la cultural, de una localidad, donde los puntos referenciales no conllevan sólo el lugar o el lenguaje artístico que se desarrolla en ese lugar; no es una cartografía de las cosas, si no 82. que presenta la dimensión visible y oculta de la dualidad que convive en América. Pensar es olvidar diferencia o recordar semejanza, quizás eso hace la cartografía de la percepción cultural, que denominamos cartografía geocultural, recordar nuestra posición identitaria y olvidar diferencias que nos alejan de la autenticidad americana. 83. A Arte latinoamericano contemporáneo: estética - ética - política María Eugenia Luases García70 Un creador no es más que un gestor de sentido dentro de un horizonte simbólico local, en una dimensión que afecta a todos, o sea que es popular en tanto corresponde al requerimiento implícito de todos los habitantes. (…) La gestión aparece cuando se toma en cuenta el problema existencial que subyace a la cultura. Rodolfo Kusch La presente reflexión es abordada desde la concepción antropológica, que entiende al hombre como una unidad dinámica en la que se entrelazan el pensar, el sentir y el hacer. Su vínculo con la realidad está, necesariamente, mediatizado por los símbolos que ha creado71. El arte, como una esfera, entre otras, de este Universo simbólico, de la cultura, constituye una “estrategia para vivir”, para “domiciliarse en el mundo”72. Busca dar respuesta a interrogantes existenciales, que le suscita la contingencia misma de la vida. Constituye una praxis, un proceso ontocreador73. La obra de arte crea una realidad simbólica, transformadora de la realidad humano-social, pero a la vez es gestora del sujeto estético que la produce, ya sea en el rol de artista o de público, lo determina como ser, lo crea, lo trae a la existencia. En este sentido, se podría pensar que la práctica artística, entendida como experiencia de carácter epistemológico y existencial, se halla ligada a la filosofía. Filosofía entendida, como lo hace Kusch, como un pensar, no de carácter puramente racional, sino como “pesar lo que nos 70 Profesora y licenciada en Artes Plásticas por la Facultad de Bellas Artes de la UNLP. Actualmente es docente de la cátedra de “Estética” en FADU, UBA, y en la cátedra “Historia y Crítica de la Arquitectura y el arte del siglo XX” en UNLaM entre otras instituciones. Desarrolla su actividad como artista plástica participando en salones y exposiciones. 71 Cassirer, Ernst, Antropología filosófica, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1965. 72 Kusch, Rodolfo, Geocultura del hombre americano, Buenos Aires, Fernando García Cambeiro, 1976. 73 Kosik, Karel, Dialéctica de lo concreto. México DF, Grijalbo, 1963. 84. ocurre”, que nos lleva a “indagar puntos de mayor densidad en la retahíla de problemas que nos afectan”74. Desde este punto de vista, el arte advierte estos puntos más densos de la existencia, piensa “meditativamente”, como diría Heidegger75, desde la totalidad de la existencia, desde “lo próximo”, desde el “arraigo”. Un pensar que involucra la emoción y la acción, y propone una construcción de sentidos posibles a lo que acontece, desde un ethos cultural. Reflexionar sobre el arte implica reconocer su carácter de devenir permanente, de variabilidad y caos, de construcción y deconstrucción, de enlace y ruptura con la cultura y su tiempo. La obra es ambigua, incierta. El concepto se le escabulle, y nos permite en esta oscilación de sentido, reflexionar sobre aquello que se nos escapa. Es reflexión, implica un movimiento, una flexión hacia nosotros mismos76. Efectivamente, el arte es un lugar incómodo, ya que confronta a la finitud, pretende encarnar el acontecimiento, asir el aquí y ahora, que es cuerpo, lenguaje, sensación, conocimiento, sujeto-mundo. Intenta acercarse al “agujero de lo real”77, para develar una verdad posible de la existencia, lo bordea incansablemente para acceder a la verdad de sí mismo. Se asoma embriagado por el vértigo, pero retrocede angustiado frente al terror que le da el abismo. Angustia activa, vital, que se convierte en producción. La experiencia de lo innombrable, de lo indecible, constituye la apertura a la posibilidad de ser, de crear “un mundo”, un hogar fundado y co-creado con los otros. El discurso estético constituye un acto semántico, que se hace efectivo en un tiempo y un espacio determinado, es decir, como acto o evento emergente situado. Es un texto que se articula en una compleja red de significaciones culturales, históricas, sociales, geográficas, cuyo acontecer apela a la interpretación de un sujeto que se de-construye y re-construye permanentemente en la coyuntura de un con-texto particular. El artista inmerso en un “estar” particular, geocultural, se constituye en gestor cultural, no pretende sólo captar formas y contenidos, sino que es un vehículo catalizador de fuerzas sociales y culturales. Su “ser” cristaliza el sentir existencial de su comunidad, encarnado en una obra78. 74 Kusch, Rodolfo,1976, op. cit., p. 93. 75 Heidegger, Martin, Serenidad, Pullingen, Neske Verlag, 1959. 76 Eco, Umberto, La definición de arte, Buenos Aires, Martínez Roca, 1997. 77 Regnault, F., El arte según Lacan y otras conferencias, Barcelona, Atuel-Eolia, 1995. 78 Kusch, Rodolfo, Geocultura del hombre americano, Buenos Aires, Fernando García Cambeiro, 1976. 85. En consecuencia, podría plantearse que las prácticas artísticas constituyen prácticas sociales. Producen discursos situados, suponen una identidad colectiva, se refieren a circunstancias particulares vivenciadas, pensadas, sentidas y asumidas por un grupo. La apropiación de estas obras por parte del pueblo implica el reconocimiento y la autoconciencia de esa identidad, que, de modo latente, subyacía en su horizonte simbólico. El término “pueblo” es plausible de múltiples definiciones, según la perspectiva ideológica desde donde se lo aborde, en este caso, es utilizado en su sentido más amplio, es decir como designación de los sectores excluidos, que se posicionan en contra de la dirección dominante79. Las estructuras de poder hegemónico logran fijar, aunque sea parcialmente, sentidos que organizan y regulan las relaciones sociales. El significante vacío, condición de posibilidad de la política, como sostiene Laclau80, permite construir identidades homogeneizantes a partir de estas significaciones fijas, unívocas, que, como tales, provocan antagonismos, resistencia o lucha identitaria frente al discurso dominante. El arte, como gestión cultural, constituye un foco de oposición a las dinámicas del poder, rompe sus propios límites para ubicarse en una posición antagónica. Interpela, plantea la diferencia, el extrañamiento, el caos, el malestar, la inquietud. Al igual que el discurso hegemónico, el arte se caracteriza por cierto modo de organización alrededor de este vacío, no se limita a decorar, a adornar, a ilustrar, a producir algo bello, agradable, sino que organiza. El vacío no es sólo una función espacial, sino simbólica, es del orden de lo real, y el arte utiliza lo imaginario para organizar simbólicamente ese real, está entre lo real y el significante. El imaginario, sitúa al sujeto en relación consigo mismo, pero desde la mirada del Otro81. Se constituye en la alteridad. La resistencia consiste en des-montar, des-articular, de-construir el sentido hegemónico, para interpelar desde la ausencia, para restituir el significante a su significación literal primordial o para resignificarlo con una nueva metáfora. Esta mirada sobre las prácticas estéticas se vuelve especialmente significativa en América Latina, donde las condiciones históricas han 79 Escobar, Ticio, El mito del arte y el mito del pueblo, Ediciones del Sol, 1991. 80 Laclau, E. y Mouffle, Ch., Hegemonía y estrategia socialista, hacia una radicalización de la democracia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004. 81 Regmault, F., El arte según lacan (Conferencias de Oscar Masotta), Barcelona, Atuel-Eolia, 1995. 86. generado lo que Kusch llama “indigencia del existir mismo”82, cruentos procesos colonialistas de aculturación que han producido una escisión entre la doxa y la noesis americana. El academicismo de la Modernidad occidental fue tenido por mucho tiempo como “el” modelo a seguir, reproduciendo los códigos formales y técnicos de los movimientos artísticos europeos y norteamericanos, dejando por fuera del circuito o considerando “exóticas” a las expresiones situadas culturalmente. En la actualidad, el arte contemporáneo latinoamericano, a través de muchas de sus producciones, opone resistencia no sólo al modelo academicista, sino también a la teorización del mismo. No es sólo una resistencia estética, sino que implica un posicionamiento ético y político. Impone una pausa, la conciencia de una pérdida, el reconocimiento de un desastre, del cual artista y pueblo son testigos. Su acción es desactivar los códigos del poder que estructuran las formas de memoria y olvido, que borran los vestigios de humanidad de las víctimas, que naturalizan o neutralizan los efectos de la violencia sumergiéndola en la estetización generalizada de la sociedad. Constituye la fuerza vital desestabilizadora de la lógica del sistema imperante, incluye la contradicción, la paradoja, la heterogeneidad, la intensidad de la experiencia. En un mundo globalizado en el que ya no es posible ubicar territorialmente el Primer Mundo y Tercer Mundo, dado que las desigualdades se han diseminado indistintamente por el norte y el sur, las identidades se constituyen como una construcción relacional, en lugar de ser concebidas como identidades sustancia, congeladas en nociones como la de Estado o pueblo, propias de la Modernidad83. Sin embargo, a pesar de los circuitos multinacionales y los sistemas tecnológicos de información y comunicación, estas categorías siguen operando en los códigos de las representaciones del poder, los conceptos de centro-periferia, desarrollo y subdesarrollo, de otredad, entendiendo al otro en sentido abstracto, como afirmación del ser occidental, siguen estructurando el discurso del poder hegemónico. Situados en Latinoamérica esta visión dualista, nos ha ubicado en el lugar de “lo Otro”, en el “afuera” de lo Occidental. Lo “Otro” ha sido estigmatizado como, lo “folklórico”, lo “tenebroso”, “lo diferente”, “la vivencia”, “lo irracional”. 82 Kusch, Rodolfo, 1976, op. cit. p.117. 83 Escobar, Ticio, El arte fuera de sí, Asunción, Fondo Nacional de la Cultura y las Artes, 2004. 87. En esta desigualdad de poderes, establecida por quienes imponen los códigos de representación, América Latina ha quedado “hablada” por los discursos del centro. De alguna manera “lo Otro”, en el caso de Latinoamérica, constituye, como sostiene Nelly Richard84, un significante vacío, el lugar de lo Real, que ha sido sublimado como lo natural, lo mítico, lo pre-simbólico, lo a-histórico, por Occidente, para poder ser dominado. Sin embargo, persiste como lo intraducible, lo inaprehensible, lo que es necesario silenciar, homogeneizándolo como concepto pre-fijado, pre-supuesto e impuesto. Muchos artistas contemporáneos latinoamericanos han concebido sus prácticas desde la propia situacionalidad. Han desarticulado estos discursos dominantes para construir modos de enunciación propios, en el contexto de intereses políticos específicos. América Latina es pensada como una “posición”85 desde el paradigma “desde aquí”86 que implica una transformación epistemológica histórica, social, es decir, permitiendo la construcción de subjetividades en contexto. Este “modo de hacer” arte, ya no se basa en la producción de objetos únicos, cuya problemática se daba en cuanto a lo formal y al contenido, dentro de las categorías occidentales modernas, sino que se despliega como una conversación, como una composición colectiva, como secuencialidad, como intervención de la realidad, donde lo que importa es su funcionamiento, su modo de operar como fuerza vital sobre los campos de sentido. Estos artistas intentan redefinir su lugar local en medio de la globalización, sin reproducir los códigos de representación del mercado internacional para poder ser legitimados, complejizan la red de relaciones integrando lo diverso. Aunque es difícil ubicar sus obras dentro de la paradógica calificación de “arte popular”, podemos afirmar que estas operaciones estéticas constituyen acciones éticas, políticas, y que desde su “universalidad situada”87 entran en la discusión mundial. Lejos del “folklorismo” que reduciría la mirada a una estética estereotipada tradicionalista, el sentido de la obra surge de su lectura en 84 Richard, N., "Intersectando latinoamérica con el latinoamericanismo: discurso académico y crítica cultural" en Teorías sin disciplina (latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate), México DF, Miguel Angel Porrúa, 1998. 85 Escobar, Ticio, “Arte Latinoamericano: una discusión de concepto” 100 Artistas latinoamericanos, Exit publicaciones. 86 Gerardo Mosquera, “Caminando con el diablo”, 100 Artistas latinoamericanos, Exit publicaciones. 87 Casalla, Mario C., Tecnología y pobreza, la modernización vista desde la perspectiva latinoamericana, Editorial Fraterna. 88. contexto nutrida de los códigos y significaciones locales de la propia cultura, pero también como “proyecto” hacia el futuro, como apertura a múltiples diálogos, apropiaciones y resignificaciones. La circulación en el ámbito artístico internacional supone la exigencia de una interpretación que restituya este carácter situado, que atienda a la alteridad preguntándose “quién le habla a quién, por qué, dónde, cuándo, bajo qué condiciones”88. Artistas contemporáneos latinoamericanos cuya obra madura fue producida desde los años 90 a la actualidad han vinculado fuertemente la producción con su contexto. Teresa Margolles, Guillemo Gómez Peña, Doris Salcedo, Oscar Muñoz, Juan Manuel Echavarría, Los carpinteros, Tania Bruguera, Milagros de la Torre, Rosangela Rennó, El Colectivo Social Civil, Alfredo Jaar, Graciela Sacco, Cristina Piffer, Juan Carlos Romero, Marcos López y muchos más han visibilizado la realidad latinoamericana desde la propia experiencia cultural. Interpretan e intervienen hechos históricos y sociales de su cultura. Sus obras producen significados en una práctica en la que, necesariamente, el pueblo se ve involucrado, participa, no sólo con la propuesta estética, sino con el gesto político, de recuperación de la memoria, o de denuncia. Muchas veces se trata de “situaciones” creadas conjuntamente con la comunidad en espacios públicos significativos, otras , son objetos o instalaciones construidas a partir de elementos pertenecientes a personas reales, que han sido víctimas de hechos sociales, pretenden reconstruir la memoria, a través de registros fotográficos verídicos o mediante la imagen crean asociaciones de sentido que nos cuestionan sobre nuestra identidad. Han “indagado” puntos de enorme densidad en las sociedades latinoamericanas, como lo son el narcotráfico, la violencia urbana, las migraciones, la exclusión social, el hambre, el genocidio. La sangre de las víctimas de la violencia, los objetos que les pertenecieron, como zapatos, muebles, fotos, la geografía misma por donde transitan, es soporte y materia de las obras. Esa materialidad, que, como significante fue vaciado de su significado de “humanidad”, para ser catalogado como descarte, como deshecho, como suciedad, desposeído de cualquier vestigio de subjetividad, de historia, de memoria, por los discursos y las prácticas arrasadoras del poder, 88 Bruce Ferguson, “Dialogues in the Western Hemisphere: Languajge, Discourse and Culture”, ponencia presentada en el Simposio “Arte e identidad de América Latina”, San Pablo, septiembre 1991. 89. se vuelve signo. Es recuperada en una acción simbólica, poética, estética y ética. Se restaura su significación literal primordial, se potencia en una nueva forma de memoria, de duelo, de ritual, de alegoría, que resignifica aquello que es del orden de lo indecible, la muerte, la vida, aquello que no encuentra palabras para ser nombrado, y es necesario mostrar. “El Otro”, que perdió su individualidad en una fosa común, o en una morgue, como NN a la espera de ser reconocido. “El Otro”, habitante de la aldea global donde sigue habiendo fronteras, y son cada vez más difíciles de cruzar. “El Otro” que no tiene nombre, a quien no se le conoce el rostro, considerado una mera cosa, una abstracción, un número o ni siquiera eso, el cero, un vacío, es reconocido como “ser humano” como un par, uno como yo. Otro próximo, singular, que exige del compromiso y la responsabilidad libre de la comunidad. La obra de los artistas denuncia las formas deformadas, camufladas de la realidad, la ausencia de límites que la tecnología ha diluido entre lo real y el simulacro. Actúa entre la no-mirada, el no-lugar, la des-territorialización, el deseo indiferenciado de la sociedad de bienestar, visibilizando aquello que el poder ha marginado, ha excluido del sistema y de su discurso, aquello que ha quedado, como los excrementos del orden capitalista y la sociedad de consumo. El significante vacío, en su imposibilidad de significación, encuentra, en la obra de estos artistas, el gesto silencioso que evidencia la ausencia, y nos interpela, pero también se vuelve presencia en la metáfora que posibilita evocar la vida aún en la muerte. El arte, como discurso poético, va en busca de iluminar la realidad y mostrar su texto. Podríamos sostener, como lo hace Gadamer89, que la verdad es experiencia, acontecimiento y que el arte, lejos de identificarse con lo real, adquiere más intensidad que lo real existente. La ficción, lo irreal, va a quedar del lado de las operaciones de poder, que pretenden ocultar o convertir en espectáculo la violencia de lo real. 89 Gadamer, H. G., Verdad y método. Salamanca, Ediciones Sígueme. 90. El pueblo como construcción geocultural en Günter Rodolfo Kusch90 Ana María Zagari 91 Presentación El filósofo Rodolfo Kusch –así se lo conoce en el ámbito de la filosofía, dado que no usaba su primer nombre– fue profesor de filosofía en la Universidad de Buenos Aires. A partir de 1973 dictó también cátedra en la Universidad Nacional de Salta en la que además ocupó diversos cargos académicos. Además, ejerció la docencia y la investigación en Perú y en Bolivia. Cesó en el cargo académico por disposición del gobierno militar después del sangriento golpe del 24 de marzo de 197692. Desde ese momento se traslada de Salta a Jujuy (en el noroeste argentino), e intensifica sus investigaciones en los yacimientos arqueológicos de la zona. Reúne sus investigaciones arqueológicas y antropológicas, y trabaja con la hipótesis de que las categorías del pensar reflejan la propia cultura y el propio suelo, lo cual le posibilitó conceptualizar a América93, recurriendo a las culturas más antiguas del noroeste de América del Sur y también revisando las categorías de la filosofía occidental y de la filosofía oriental a la luz de sus investigaciones94. 90 Günter Rodolfo Kusch nació en Buenos Aires en 1922 y murió en la misma ciudad en 1979. 91 Doctora en Filosofía. Profesora de Filosofía Social y de Metafísica II en la USAL. Ex Decana de la Facultad de Filosofía y Letras USAL. Autora de Soberanía y gobernabilidad, Ediciones USAL. El presente artículo es parte de la investigación dirigida por Zagari, en el IIFil-USAL, bajo el título de Kusch, un pensador extemporáneo, 2008-2011. 92 Se inicia en esa fecha el denominado Proceso de Reorganización Nacional, que en la realidad pasó a la historia como el más brutal de los regímenes militares en Argentina y en América Latina, y que se hizo tristemente célebre por haber desaparecido, torturado y matado a 30.000 personas, entre ellos obreros, estudiantes, intelectuales. También hizo que muchos de aquella generación tuvieran que exiliarse. 93 Se trata de América Latina y no de los Estados Unidos de Norteamérica. 94 El filósofo Juan Carlos Scannone, S.I. en 1980 ubica a Kusch en el cuadro de la filosofía latinoamericana. Cfr. "Un nuevo punto de partida en la filosofía latinoamericana" en Stromata, año XXXVI. enero-junio, 1980. 91. En el proyecto filosófico de Kusch encontramos influencias de la filosofía europea, en sus profundos conocimientos del estructuralismo de Levi-Strauss, de la fenomenología husserliana y de la heideggeriana. También conoció acabadamente la corriente epistemológica anglosajona. Trabajó además con filósofos y escritores argentinos de concepción muy diversa que, de un modo u otro, contribuyeron a pensarnos, como Juan Bautista Alberdi, José Hernández, Bernardo Canal Feijóo, Ezequiel Martínez Estrada, Carlos Astrada, Juan Carlos Scannone95. A su vez, Kusch influye en las corrientes filosóficas y literarias y en nuestra denominada filosofía de la liberación. Sus obras principales son De la mala vida porteña, 1966; Indios, porteños y dioses, 1966; América Profunda, 1975; Geocultura del hombre americano, 1976; "El pensamiento popular desde el punto de vista filosófico. Consideraciones sobre el método, los supuestos y los contenidos posibles", 1978; Esbozo de una antropología filosófica americana, 1978. Introducción La antropología filosófica y cultural de Rodolfo Kusch resalta diversos momentos de su diálogo con nuestra tradición. Cuando decimos nuestra tradición estamos pensando en una historia de quinientos años que, predominantemente y a partir de la conquista española en 1492, impuso los modos de la llamada cultura occidental que, junto con las culturas precolombinas que aún hoy persisten y resisten la avanzada del neoliberalismo, forman nuestra tradición y nuestro presente. La filosofía de Kusch es también –y no podría ser de otro modo– una filosofía política96 y, como tal, una filosofía del lenguaje. Un primer rasgo característico de su trabajo es tomar la pregunta por el Ser y, rastreando fenomenológicamente la filosofía contemporánea, sobre todo la de Heidegger, desarrolla la propuesta que lo hace pensar en América en la doble condición de ser y estar. En la historia de la llamada organización nacional97 de nuestro país las formas del poder se fueron modulando a favor del modelo europeo occidental y en contra de los modelos culturales originarios. La famosa 95 Son pensadores del siglo XIX al XX, que influyeron fuertemente en la constitución del Estado de lo que hoy llamamos República Argentina. 96 Entendemos que filosofía política es un sintagma. Y hemos explicado en otros textos, y siguiendo a los principales filósofos contemporáneos, que filosofía y polis son parte de un mismo proyecto, cuya “fecha de nacimiento” es la Atenas antigua. Y desde esta afirmación, filosofía política dice que toda filosofía lo es, aun aquellas especialidades que parecen totalmente teoréticas. 97 Se llama así a la etapa que después de las grandes guerras civiles del siglo XIX derivó en una organización política y jurídica de Argentina como República. 92. frase civilización o barbarie98 que está presente en nuestros fundadores del siglo XIX, da cuenta de esta controversia que nos persigue hasta nuestros días. El pensamiento de estos organizadores está formado por lecturas y conceptos anglosajones y franceses. Para ellos el bien, la verdad y la belleza son propios de la Europa ilustrada representada por el ser, que es tiempo, concebido como despliegue, desarrollo, progreso, en el cual se valora el futuro mejor que el pasado y aún que el presente. Esta concepción del progreso imponía que había que deshabitar el paisaje de las culturas originarias, que fueron calificadas como las fuentes del mal, la vagancia y el abandono, que se dejaban estar haciendo figura con su propio suelo. En ese contexto e influidos por el modelo centroeuropeo afirman que el ser es dinámico, proyectivo; el estar es estático y bárbaro. La primacía de la vertiente occidental ha dejado su sello en toda la constitución de nuestra cultura reciente que, resumiendo, fue entendida como la elección del proyecto europeo occidental, es decir, de la civilización, que resalta el dominio de la naturaleza y la primacía del sujeto, entendiendo a éste de un modo sustantivo y unívoco. Este es un proyecto resistido por las culturas populares y también por muchos intelectuales que creen, como es el caso de Rodolfo Kusch, que esta lectura es liberal y neoliberal, y por lo tanto colonialista. Rodolfo Kusch prefiere, en cambio, hacer dialogar la cultura del ser con las culturas del estar, cuyos rasgos serían habitar la naturaleza, estar en ella, entender la primacía de la vida, resistir, muchas veces negar que la verdad, el bien y la belleza sean unívocos, y valorar el arjé precolombino. Si bien Kusch toma de Heidegger la figura del estar-siendo para dar cuenta de la complejidad de América y de la necesidad de darle visibilidad a lo que fue negado por el pensamiento colonial, las culturas del estar, invierte el peso de la fórmula: el estar-siendo es para Kusch la fórmula capaz de dar cuenta de un habitar la naturaleza, de un reconocer la primacía de la vida aun en lo que tiene de sagrado y de profano. Estar-siendo es para Kusch la forma en la que América da cuenta de su multiplicidad. Se separa del proyecto heideggeriano porque el ser para Kusch, como proyecto, sigue pensándose desde la conciencia. El estar que es menos dinámico y, por lo tanto, menos proyectivo que el ser, da cuenta en cambio de lo inconsciente, de lo sagrado, de lo múltiple. 98 Una frase que desde el pensador Domingo Faustino Sarmiento quedó grabada en la cultura para indicar que la civilización proviene de Occidente y la barbarie de nuestro propio suelo. 93. Cultura - geocultura -pueblo La filosofía de Kusch señala una diferencia entre la concepción ilustrada que piensa unívocamente el término cultura, en una universalidad hegemónica, y propone pensar la cultura como geocultura: hace hincapié en el acervo de la cultura popular, en la creatividad inmanente del pueblo. Desde allí es posible vincularse con la cultura universal, y no al revés, porque la experiencia histórica indica que la imposición de una cultura unívoca desde afuera y desde arriba hace desaparecer el trabajo y las creaciones de las culturas arraigadas. En uno de los textos centrales de la filosofía de Kusch, Esbozo de una antropología filosófica americana, podemos leer más detenidamente estas distinciones. Este libro es la obra de mayor envergadura del pensamiento del filósofo en la que se encuentra ya maduro su pensamiento. Su planteo fundamental es la discusión con una antropología universalista de corte eurocéntrico, y propone pensar –recurriendo al decir y al hacer de nuestro pueblo– una antropología singular y situada desde la cual se establezca el diálogo con la humanidad. “Un diálogo es ante todo un problema de interculturalidad. La distancia física que separa a los interlocutores y las vueltas retóricas para entenderse refieren a un problema cultural. Entre los interlocutores tiende a haber una diferencia de cultivo, pero no en el sentido del grado de culturalización logrado por cada uno, o sea que uno sea más ilustrado que otro, sino ante todo en el estilo cultural, o más bien en el modo cultural que se ha encarnado en cada uno. Se trata entonces de una diferencia de perspectiva y de código que marcan notablemente el distanciamiento de los intervinientes en un diálogo y cuestionan la posibilidad de una comunicación real. En este sentido se diría que todo diálogo participa de la problemática de una interculturalidad, ya que lo que se dice de un lado y de otro se enreda con residuos culturales. […] Cultura no es sólo el acervo espiritual que el grupo brinda a cada uno y que es aportado por la tradición, es el baluarte simbólico en el cual uno se refugia para defender la significación de su existencia. […] Cultura es también una actitud, de tal modo que pueda entenderse con elementos no tradicionales, referencias simbólicas halladas en ese momento que hacen una diferenciación frente al interlocutor y que adquieren en el momento del diálogo el valor de pautas culturales en las cuales uno se define frente a él”99. 99 Kusch, R., Esbozo de una antropología filosófica americana, p. 13. 94. Kusch proyecta en toda su obra, y particularmente en esta, la demarcación de su objeto, que denomina América: hacer filosofía es reflexionar desde el punto de vista geocultural, desde la propia perspectiva que valora y produce valores, desde el lugar de origen100. Concepción que señala la significancia de la cultura material tanto como de lo simbólico e imaginario. Concepción que señala la construcción de un nosotros nunca pleno, siempre en tensión, sujeto histórico, plebe y populus conjugando cosmovisiones, pensares, artes, saberes. Sujeto de historias que se sabe sujetado a una historia, la suya, común y diversa, única por irrepetible y múltiple a la vez. Encuentra en América un modo del ser pero también del estar, que denomina estar-siendo, una forma singular de la existencia y una semántica que responde en el decir a la cultura propia. La tesis del Esbozo, el último de los escritos de Rodolfo Kusch, es que el hombre americano debe comprenderse en el encuentro entre las culturas originarias (indígenas) y las que provienen del tronco europeo-occidental. Este encuentro configura una simbólica propia y una etimología novedosa de nuestro verbo ser o estar. Confronta el ser-en-el-mundo de la propuesta heideggeriana con su estar-siendo, propio de la cultura raigal que reconoce su ab-origine no sólo en la reproducción de las categorías pensadas por Europa, sino en el sedimento actualizado de las culturas precolombinas y en la imbricación de estas con el genio hispano y europeo en general. Y en esa imbricación o mestizaje se encuentra el pueblo en acto, sujeto-sujetado por el devenir de las generaciones y del suelo en el que están siendo. Paradoja de un encuentro de culturas: una, la “occidental” que se quiso –y se quiere– universal y unívoca y que se arroga su exclusividad-excluyente de detentar el bien, la verdad y la belleza; la(s) otra(s) seminales, arraigadas al suelo, dando significaciones y valores a la tierra, a los elementos, a la materialidad que hace del suelo, geocultura. “El trabajo apunta en suma a encontrar una línea media entre la proliferación de supuestas definiciones de lo humano. Pero no se trata de dar una definición más. Porque si es inevitable que toda definición de lo humano se nos escape, será porque lo humano a las luces de la indagación indoamericana, no es sino que, en tanto escapa a nuestras categorías, sólo puede connotarse como práctica, o sea como un operar 100 Cf. Zagari, Ana. Kusch, en Volpi, Franco (compilador), Enciclopedia de obras filosóficas, Barcelona, Herder,2005, trad. Raúl Gabás, vol. II, pp.1220-1221. 95. incesante. De ahí el estar siendo como fórmula dinámica que traduce el juego humano entre lo indeterminado y lo determinado, pero que hace a lo humano en un nivel universal [...] Responde a la indeterminación de lo humano mismo, que hace al fondo metafísico de lo existente en general, y también al silencio original de lo humano, pero por eso mismo a la posibilidad de recuperarlo en una dimensión indoamericana”101. El estar-siendo se da en movimientos de búsqueda de sentido entre el arjé y su resemantización propia, en el acontecimiento del vivir. Por un lado, pensar el fundamento de una forma singular y dinámica, según un trabajo milenario que crea y se apropia de signos y de símbolos, con el estilo de las culturas mestizadas; por el otro, resemantizar el verbo ser, que en nuestra lengua, como ya anticipamos, es ser/estar. Kusch prefiere la segunda forma, la del estar, y trabaja filosóficamente con ella, porque afirma que es la condición de posibilidad para la comprensión de la cultura americana. Afirma que ser y estar no mantienen una relación ni de causalidad (por ejemplo, el estar como efecto de ser) ni de identidad (ser es estar). El estar es el modo propio de hacer mundo en el pensamiento aborigen, y su categoría fundante es el espacio y no el tiempo. Además, si bien el tiempo teológico se implanta desde la raíz europea, la concepción del tiempo en América es cíclico. Kusch entiende que cuando Occidente (fundamentalmente en la lectura fenomenológica heideggeriana) dice ser-en-el-mundo, hay allí una interpretación del verbo ser como sedere, en el sentido de fundamento. En cambio nuestro filósofo afirma que lo más importante de lo humano es el stare, estar-de-pie o instalado en el mundo. Establece así la diferencia entre darse previamente un fundamento o buscar el sentido plural en los símbolos que cada cultura ofrece. Es importante también destacar que lo que Kusch define como el acontecimiento de la instalación está ligado a la finitud del hombre y a la posibilidad de ritualizar lo efímero de la existencia mediante creaciones sacro-culturales. Estar instalado en la tierra y con los dioses es el modo singular de las culturas originarias en las que la eficiencia del símbolo mantiene viva la memoria de lo sagrado. En el contacto con la cultura científico técnica de Occidente, que muchas veces fue mortífera para los pueblos aborígenes, se da también un mestizaje que recorre toda la cultura americana y que se conoce como criollo. Reconociendo en Heidegger al gran crítico del olvido del Ser, Kusch entiende que en América es necesario rescatar de este olvido otra forma 101 Kusch, R., Esbozo de una antropología filosófica americana, p.11. 96. constitutiva de lo humano, de lo divino y de las cosas: la del estar. “Analizar el acontecer como algo pre-óntico significa buscar, como diría Trías, la sombra. […] Esto ya está en Heidegger que se pregunta por el acontecer. Todo el pensamiento que apunta a una disolución del ser en el tiempo y sostiene a este a través de la resolución, está diciendo lo mismo, pero distorsionado por el afán de querer salvar una tradición espiritual del ser como bien lo confiesa en su Introducción a la Metafísica. De ahí el concepto de estar. Se trata del estar como algo anterior a ser, y que tiene como significación profunda el acontecer. […] El estar en este sentido se asocia al vivir en su acepción más general. Es el vivir que se rodea de cultura entendida esta como universo simbólico y que sirve para encontrar el amparo. Por eso es ético y no gnoseológico. Dice dónde se hace lo fasto y se evita lo nefasto. Pero no nos dice qué es un objeto. […] Se trata de ese pre-recinto donde Heidegger ubica la diferencia. Pero si bien la diferencia según Heidegger es entre Ser y ente, en el caso de América se trata de una diferencia anterior aún que se da entre el acontecer y el no acontecer. En esa diferencia que se abre al no acontecimiento se da el ingreso a la posibilidad de lo sagrado. […] No se trata de cosas sino de acontecer. Acontecer la posibilidad de una vigencia exigida por nuestras raíces, el pueblo”102. Desde el propio acontecer toda cultura es universalizable, afirma Kusch. El acontecer hace obstáculo al ser que esencializa y que cierra a las posibilidades de lo plural y de la alteridad. Otro término acuñado por el filósofo argentino es el de geocultura. Su definición alude al punto de vista en el que se está instalado. La vigencia del filósofo ya bien entrado el siglo XXI radica en su decisión estratégica que es una decisión política: la decisión por lo americano, por un conocimiento que no es el conocimiento oficial, por una razón que no es la razón occidental. Kusch “apuesta” a aquellos que aparecen como un “resto”, a una cultura que está relegada a los márgenes. Kusch es un pensador de extramuros, elige la frontera para pensar el fundamento de una forma singular y dinámica. Privilegia el estar por sobre el ser como modo propio de hacer mundo en el pensamiento ab-origen, y su categoría fundante es el espacio, el estar-de-pie o instalado en el mundo. Así, en el devenir de los siglos, se conforma un pueblo –América– plural, diverso, muchas veces antagónico de si mismo, pero que se reconoce en el nombre y en la historia. Historia arraigada en el suelo, en el espacio. 102 Kusch, R., Geocultura del hombre americano, pp.151-152. 97. La extemporaneidad de la que habla Kusch es una dislocación del espacio que se distingue del de la urbe: espacio entendido como suelo, como lugar de la ritualización de los dioses, como localidad milenaria, que no es ni la ciudad ni el campo. Suelo de culto que simboliza: pueblo. De aquí se desprende la eficiencia del símbolo que mantiene viva la memoria de lo sagrado, que el conocimiento científico-técnico occidental desterró, a favor de una metafísica entitativa y de dominio. La filosofía de Kusch vuelve a lanzar la pregunta por el nosotros y por quiénes somos nosotros, por eso piensa en América como configurada por dos corrientes: la europea y la precolombina. Pero su mayor originalidad reside en destacar el páthos del miedo como constitutivo de nuestra forma americana. No es el miedo hobbesiano, es el miedo que nos acerca a una forma de la vergüenza y que tiene su origen en nuestros padres fundadores. “La verdadera dimensión de estar no más debe ser entendida a nivel del miedo. Se da mucho más adentro todavía de la vida cotidiana, cuando con motivo de algún fracaso o de una injuria, o peor aún, cuando hemos cometido un aparente mal y la sociedad nos segrega, llegamos a ese punto donde tenemos conciencia de lo ‘poco’ que somos. Ahí ya no tenemos remedio. Ahí, en ese último fondo realmente no sabemos qué hacer. Ese es el ámbito del saber del no saber. Y no hay psicología que valga, ni tampoco enciclopedia. Ahora bien, entre ese miedo y la enciclopedia está nuestra piel”103. Kusch alude al miedo y a la vergüenza de parecernos a la Europa latina, que recorre el pensamiento y la filosofía de muchos de nuestros fundadores del Estado-nación, entre ellos de quien es el mayor filósofo político del siglo XIX: Juan Bautista Alberdi. Kusch extemporáneo Rodolfo Kusch se preocupó por los inicios de nuestra constitución como nación y señala las debilidades de los hombres ilustrados que participaron en ella a partir de 1810 y hasta 1880104. Esta franja histórica se inicia con el llamado Grito de Mayo que nos declara independientes del reino de España, aprovechando que Fernando VII había sido encarcelado por Napoleón, y llega hasta 1816 con el Congreso donde se proclama la independencia. 103 Kusch, R., id., p. 20. 104 Es conocida como “la generación del ‘80” a la generación que quiso hacer el Estado argentino según el modelo de las naciones europeas. Su consigna seguía la premisa orden y progreso, y una de sus campañas más importantes fue la denominada “Campaña del Desierto” y fue el exterminio de las poblaciones indígenas en toda la Patagonia argentina, es decir, desde Buenos Aires hacia el Sur. 98. A partir de ese momento las luchas no son sólo por la independencia y la emancipación del reino de España, también se da una serie de guerras interiores que responden a proyectos políticos diversos. Un proyecto llamado federal en el que las provincias pretenden ser actores con el mismo poder que el puerto de Buenos Aires, y otro llamado unitario que otorgaba primacía exclusiva a Buenos Aires por ser el puerto y la entrada y salida de las riquezas y los bienes materiales y simbólicos, desde y hacia Europa. Aunque nuestra Constitución Nacional se reconoce federal, sin embargo, el poder ejercido durante muchos momentos del siglo emancipatorio y también del posterior, por quienes representaron la ideología liberal-unitaria, desmentía la letra de la carta magna. Entre quienes se destacan como ideólogos y filósofos de esta última vertiente encontramos al escritor Juan Bautista Alberdi. Él junto con muchos otros librepensadores entendía que la gran contradicción argentina pasaba por lo que llamaron civilización/barbarie105. La civilización representada fundamentalmente por la Europa anglosajona, y la barbarie representada por la Europa atrasada (la hispana-latina) y por los indios y nativos de nuestro suelo. Todos nuestros países en América Latina pero sobre todo Brasil y Argentina tienen enormes territorios dentro de sus fronteras. En aquel momento la consigna era gobernar es poblar. Adelantándose en más de un siglo y medio a lo que luego Foucault llamaría biopolítica, Juan Bautista Alberdi propuso en su texto Bases106 que nuestro territorio, considerado un desierto, debía ser poblado por gentes llegadas fundamentalmente desde la Gran Bretaña. Afirmó que “en América todo lo que no es europeo, es bárbaro […] no hay [en la población] más división que esta: uno, el indígena es decir el salvaje; dos, el europeo es decir nosotros que hemos nacido en América, hablamos español y creemos en Jesucristo”. Además de esta taxonomía brutal que todavía hoy pervive en las capas de muchos intelectuales y de la clase media en Argentina, la cumbre de una pirámide étnica diseñada por el pensamiento del llamado progreso, estaría ocupada por Gran Bretaña que, para Alberdi, es el pueblo civilizador por excelencia, porque conoce 105 Sarmiento en su libro Facundo plantea la misma dicotomía. Facundo, un líder del interior del país, es la barbarie mientras que la cultura europea es la civilización. Facundo representa la negación de la gran urbe y de la ilustración a favor de las culturas originarias, y para el autor del texto, Domingo Faustino Sarmiento, esto es el atraso y la barbarie. 106 Alberdi, J.B., Bases y puntos de partida para la organización política argentina, Buenos Aires, Ed. Librería Histórica, 2002. Hacemos notar que hacia el final de su vida Juan Bautista Alberdi revisa esta posición marcadamente ilustrada, puesto que ve la violencia entre pueblos hermanos y reflexiona sobre la amistad necesaria entre los pueblos de este continente. 99. la libertad y el progreso material como ninguno. Por eso afirmó que la inmigración ha de provenir de los países europeos no católicos, cuya experiencia en el librepensamiento, la industria y el comercio son parte de su concepción civilizatoria. Juan Bautista Alberdi desprecia al nativo y afirma que aunque se lo eduque nunca saldrá de él un verdadero obrero inglés. Su preocupación por poblar las tierras americanas le hace decir que si nos equivocamos de inmigrantes resulta que poblar será lo mismo que corromper, degenerar o envenenar al país en vez de hacerlo florecer con la población más trabajadora y culta de Europa. Desprecia no sólo a nuestros nativos o a los españoles sino también a las razas no europeas. Si llegaran chinos o indios o negros107, vuelve a decir Alberdi, poblar no sería civilizar sino embrutecer. En verdad, el infierno tan temido por Alberdi se hizo realidad ya que lo que él llamó la Europa atrasada fue la que pobló buena parte de Argentina. La preocupación de Alberdi era por la gobernabilidad o ingobernabilidad de un Estado que estaba diseñado pero que carecía de nación. Afirmó que nuestro pueblo es ingobernable y díscolo si solamente es hijo de una España intolerante y del atrasado nativo, inepto para el ejercicio republicano y democrático. Aunque a lo largo de otras obras podríamos pensar en un Alberdi filósofo y político que aceptó el realismo de nuestro mestizaje, lo cierto es que la línea más dura de su pensamiento fue la que influyó en las discusiones y las luchas que todavía hoy persisten en nuestro país. Tomamos a Alberdi para confrontarlo con Kusch porque él ha sido el gran fundador institucional de la Argentina moderna y porque, cabe decirlo, ha tenido también una utopía en sus últimos escritos: la unidad hispano-americana y la concepción del pueblo-mundo que privilegia a la especie humana por sobre los Estados capaces de ir a la guerra por defender intereses parciales. Tomando el tipo ideal del paradigma de Alberdi, nuestra población debió haber sido blanca, cristiana no católica y, en lo posible, de lengua anglosajona. En muchos momentos del ejercicio del poder en Argentina ese modelo influyó en las tomas de decisiones y en las confrontaciones con el otro modelo federal y mestizado. Rodolfo Kusch es uno de los filósofos más importantes que en la primera mitad del siglo XX sigue discutiendo el modelo progresista liberal 107 Si viviera hoy, Alberdi renegaría de las inmigraciones contemporáneas que están formadas en su gran mayoría por chinos y por ciudadanos de países limítrofes, que él consideraría indios en su valoración negativa. 100. representado fundamentalmente por Buenos Aires y que resultó muchas veces opresivo para el interior y para las capas más populares de nuestra población. El mestizaje La propuesta de Rodolfo Kusch planteada en su concepto de geocultura da cuenta, en primer lugar, del mito de nuestro origen y de su negación en el orden de lo real; en segundo lugar, de un pensamiento integrador de las diferencias constitutivas. “Si nos dicen que hay una humanidad, que hay un marxismo, que hay una ciencia atómica y que hay una medicina, que ya todo está hecho y que ya nada podríamos aportar nosotros, siempre cabe la duda, por el simple hecho de que afirmar lo que otros afirman es colonización”108. “La negación tiene algo de decisión voluntaria, que supone una negación de lo dado e implica una elección del camino propio”109. En esta línea podríamos decir que la filosofía de Kusch es una filosofía de la liberación. Su actualidad reside en que está presente en las discusiones contemporáneas respecto del pensamiento único y la globalización. Y está presente en términos tales como geocultura, mestizaje, pensamiento popular. Y en la discusión contemporánea sobre pueblo y populismo. Si para el filósofo la cuestión es la mezcla de dos grandes corrientes en la constitución de América, la cuestión de cómo se entrelazan y mestizan, desde el conflicto y desde la concordia ambas corrientes, no se puede obviar que esto se da mayoritariamente desde las capas más populares del conjunto, aquellas que se abren a la diferencia y crean terceridades. Es decir que la filosofía y la antropología kuscheanas sirven tanto para revisar las propuestas muchas veces triunfantes de nuestros primeros filósofos políticos, aquellos que pensaron en la constitución de las naciones americanas, como para profundizar en los debates contemporáneos del mito de la globalización110. Pero la formulación más interesante de este filósofo es para nosotros el haber puesto de relieve los diversos ejes culturales que configuran a la América Latina y su preocupación por el olvido de muchos de ellos, sobre todo los que provienen de la América profunda, en favor de uno solo: el eje cultural 108 Kusch, R., La negación en el pensamiento popular, p.108. 109 Kusch, R., id., p. 114. 110 Confrontar respecto de este mito de la globalización el artículo de Zagari Ana y Rodriguez Daniel, "La globalización y su polisemia", en http://www.salvador.edu.ar/unemnis/fyl/extension/collimontinariuniversita.htm. El artículo fue presentado en la Universidad degli Studi della Calabria en noviembre de 2009. 101. del puerto, que predominó y neutralizó al resto haciendo del proyecto americano un proyecto desproporcionado. Un eje ligado a la metafísica del ser. En esa América profunda se juegan los valores de una filosofía y de una teología de la liberación, en la opción por lo pobres y excluidos, por el subsuelo cultural, por la opción de pensar no sólo a la gran urbe, sino a los poblados, y aun en la gran urbe a quienes se mezclan en los suburbios y recrean y religan lo ancestral con lo urbano. Para mostrar la actualidad del pensamiento de Kusch es importante resaltar el concepto de mestizaje que él menciona en muchos de sus escritos, y que se ha seguido trabajando tanto en las letras como en la filosofía latinoamericanas. En El mestizaje como virtud111, se propone que las manifestaciones de la cultura latino-americana son todas por su propia condición, mestizas. No se trata exclusivamente de un mestizaje étnico o racial sino de ver que la condición de existencia de una lengua, de un discurso, de una manera de pensar, es siempre en América Latina, mestizado. Se es mestizo en América aunque no se lleve una sola gota de sangre india o una sola gota de sangre “blanca”. Esta condición nos hace mestizos tanto a los pueblos originarios que todavía sobreviven en la tierra americana como a los hijos y nietos de los europeos que llegaron a estas tierras. El mestizaje no es biológico sino cultural y por lo tanto ético. Es pueblo. Se trata de acceder a la categoría de mestizaje que reconoce una fecha mítica en 1492 y que ha devenido un signo en la cultura americana. Es a la vez una marca y una distinción. Desde el punto de vista ético, si recurrimos al Diccionario de la Academia Española, veremos que se le da un valor claramente peyorativo al verbo “mestizar”. La acción es definida como una falta. Dice, en su última versión: “Dicho de una persona: Nacida de padre y madre de raza diferente, en especial de hombre blanco e india, o de indio y mujer blanca”112. En versiones anteriores, agregaba: “corromper o adulterar las castas por acoplamiento o copulación de individuos que no pertenecen a la misma casta”; también dice que el término “mestizo” es una palabra que data de 1600, derivado de mixticius, a su vez derivado de mixtus. En otra acepción del Diccionario de la Real Academia, mestizo es quien está corrompido o mezclado. Si nosotros pensamos que la definición data del siglo XVII, una asociación inevitable aparece: la filosofía de Descartes dice que la verdad está siempre más cerca de la simplicidad que de la complejidad; la verdad es clara y distinta. Y esto se ha convertido muchas veces en una 111 Zagari, Ana María. "Le metissage en tant que vertu" en Cahiers D’ Argentine, Nº 2, 1994. 112 Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Vigésima segunda edición. 102. visión del mundo. Las implicancias ligadas con la pureza racial fueron muy intensas en nuestras elites liberales. En contraposición, lo oscuro y mestizado aparece como el lugar del error y del mal. Antropológicamente el negro, el cabecita negra113, siempre es para esas élites el ignorante, el malo, el delincuente. En cambio, la propuesta de pensar la cultura latinoamericana es la de comprender el mestizaje como una virtud, y comprender también que en ese mestizaje se juega otra visión del mundo. Como categoría cultural, el mestizaje no es solamente una mezcla de ideas y de razas, sino que se encuentra en el origen de una visión propia de las cosas. Y como tal, produce un efecto sobre las diversas manifestaciones intelectuales, artísticas y literarias propias, como la del barroco americano, que exalta la riqueza de lo múltiple. Los valores de simplicidad, unidad y universalidad son propios de una cultura que, no sólo desde Descartes y la ciencia moderna sino también desde las expresiones dominantes del hegelianismo y del logocentrismo, y aun desde las llamadas filosofías posmodernas, miran lo diverso como inferior. La historia de América comienza en una línea diferente: los que llegan son los españoles, que traen la lengua, la espada y la cruz del catolicismo. Por eso Alberdi creía que ya habíamos nacido atrasados. Y llegan a un espacio inconmensurable de divinidades múltiples, exuberantes climas, razas jamás vistas y la errónea creencia de que habían arribado a las Indias. De toda esta mezcla surge América, por eso nuestra marca es el mestizaje. En el nuevo mundo se multiplica la diferencia. Esto se manifiesta en las obras: ya mencionamos el barroco en la arquitectura, en las letras podemos hablar de la novela, del ensayo filosófico, del aforismo. A veces de manera inconsciente, otras de manera explícita, el pensamiento en América está atravesado por la categoría del mestizaje y la del pensamiento popular como negación de lo colonial. Podríamos explicar de otro modo esta concepción del mestizaje, en otros términos, utilizando el concepto de complementariedad. Esto sugiere un universo plural en el que las diferencias se dan simultáneamente y no se anulan como tales. Tomo este concepto prestado de la física cuántica. 113 Cabecita negra se llamó al migrante del interior de nuestro país, pobre, en general de tez oscura, que en el momento de la industrialización de la Argentina llegó a Buenos Aires para trabajar, con la esperanza de una movilidad social ascendente. También por eso el cabecita negra adhirió al peronismo, que fue desde sus inicios, en el año 1946, el movimiento político que en el ejercicio del gobierno favoreció en términos generales al trabajador, y puso en vigencia las leyes sociales que tenían que ver con la dignidad personal de los mismos, por ejemplo: el aguinaldo, las vacaciones pagas y obligatorias, la obra social para la salud, los hoteles sindicales para las vacaciones anuales, etcétera. También fue el peronismo de aquel momento el que legisló y puso en práctica el voto femenino. 103. América (latina) es la conjunción de lo ab-origine y de lo moderno, de la mesura y de la desmesura, del tiempo lineal y del tiempo sagrado, de la lengua heredada que nunca es la que se heredó. En América se gestó antes que en ningún otro lugar –permítanme esta licencia– lo posmoderno, ya que todo lo que llegó se transformó en algo diferente, en otra cosa. Y al mismo tiempo estas diferencias hicieron del mestizaje un nuevo mundo, un nuevo acontecimiento. Acontecimiento fundamentalmente político, y consecuentemente ético. Es por eso que la razón moderna no puede dar toda la explicación de lo que es América, y es por eso también que quienes pensamos desde América ensayamos con la literatura. Otra característica, podríamos llamarla también posmoderna de esta América, es que el horizonte americano permanece abierto y en construcción. Su páthos no es el del escepticismo, el horizonte es todavía un horizonte épico. Alejo Carpentier cree que la novela latinoamericana actual es épica, y la futura novela también deberá serlo. Como lo es también la constitución de las patrias y de las fratías: nuestros modos de estar en el mundo son catacréticos, y un ejemplo de ello es nuestra constitución mestizada de las generaciones, de las fratias114. Lejos de mi intención es ignorar las llamadas megatendencias: globalización, era tecnotrónica, sociedad mediática. Pero aun en los lugares del poder donde estos significantes han aparecido hay ejemplos de que es necesario siempre conservar la diferencia. Tanto Kusch como muchos filósofos de la liberación afirman el mestizaje como virtud. También el poeta Carlos Fuentes, en un reportaje de hace ya unos años en España, nos recuerda que en tanto encuentro de culturas hay que pensar que la historia de América Latina está hecha por africanos, indios, blancos, y por eso mismo afirma que el mestizaje, además de ser un hecho inevitable, es, más que nada, una virtud. El mestizaje es lo opuesto al concepto de racismo y a la xenofobia, uno de los peligros más cercanos de nuestra globalización, aunque parezca en sí mismo contradictorio. Porque lo que persigue el mito de la globalización y su voluntad de dominio es la consumación de una entidad sólida, la de los centros del gran poder que siguen pensándose a sí mismos como blancos. El mismo Carlos Fuentes alertó respecto de que la gran plaga del siglo XXI será la de la discriminación racial. En Argentina, durante los años ’70, el golpe militar totalitario pretendió hacer tábula rasa de nuestra geocultura para propiciar que ese gran poder global-financiero no tuviera el obstáculo de quienes somos, pen114 Cfr. al respecto: Del Percio, Enrique, Ineludible fraternidad, Buenos Aires, CICCUS, 2014. 104. samos y vivimos mestizados y, por lo tanto, la lucha que se sostuvo en aquellos años y el hecho de que Kusch fuera perseguido por los militares, debe leerse en estos términos. 105. Sobre la discriminación biopolítica y la perspectiva latinoamericana Miguel Santagada115 Introducción Entre otros legados de Michel Foucault a los discursos contemporáneos destaca la sospecha de que algo más que el ello y el superyó domina nuestro cuerpo. Un poder soberano que extiende sus tentáculos hasta la condición misma de la existencia116. Las fuerzas que ejercen ese dominio pueden identificarse como políticas activas de la vida o biopolíticas, operaciones variadas en carácter y con consecuencias casi siempre tenebrosas. Especialmente para estas últimas, acompañadas por el creciente desarrollo de las tecnologías bioingenieriles, se hace cada vez más necesario desmontar lo problemático de las intervenciones científico-estatales sobre el cuerpo. Las regulaciones sobre los deseos y la idealización del cuerpo humano, de sus conformaciones morfológicas y psicológicas, pretenden avanzar sobre el sujeto aun a costa de proporcionarle orientaciones conducentes a su fragmentación y sufrimiento. Porque estos dobleces de la biopolítica cuentan con un denominador común que parece su rasgo característico: las acciones casi siempre son violentas contra el sujeto, contra la vida, contra la naturaleza, contra los oprimidos, etc. Al desatarse estas violencias (que J. Galtung denomina “violencia estructural”117), se originan conflictos, estallidos, traumas y pérdidas irreparables que llaman la atención por su espectacularidad y dramatismo, aunque las motivaciones permanezcan ocultas o enmascaradas. 115 Profesor Asociado de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y Titular de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires. Director del Centro de Estudios de Teatro, Cine y consumos culturales, Facultad de Arte, UNICEN. 116 Agamben, G. Homo sacer: El poder soberano y la nuda vida, Madrid, Pretextos, 1998. 117 Galtung, J. “Cultural Violence” en Journal of Peace Research, XXVII, 3, pp. 291-305. 1990. 106. Un trabajo reciente de Norma Fóscolo repasa al menos tres significaciones asociadas a la noción de biopolítica. En línea con el pensamiento de Michel Foucault, la dominación biopolítica vendría a implicar el conjunto de dispositivos orientados a establecer rasgos de dominación ejercidos sobre el cuerpo individual y social. El otro significado asociado a esta forma moderna de dominación se vincula con lo que se puede matar impunemente, es decir, la vida, que Agamben describe como nuda vida, objeto excluido del orden jurídico y carente de derechos específicos. Finalmente, sostiene Fóscolo, “la cuestión de la vida y su relación con el poder aparece en la filosofía latinoamericana cuando autores latinoamericanos ponen a la vida como el fundamento material universal de toda acción ética y política emancipatorias (Dussel, Roig, Hinkelammert)”118. Un largometraje de ciencia ficción futurista puede servir de telón de fondo para estas reflexiones. El futuro es incierto, pero son útiles para nuestros fines los cruces entre restricciones políticas y las experiencias personales que resultan de tener que enfrentarlas. Lo instructivo de la película cabe en la idea de que no siempre es opaco a la conciencia el manejo del cuerpo por fuerzas que el individuo (que es ese cuerpo) debe resistir. Gattaca,una mirada sobre el cuerpo propio Andrew Niccol, también autor de la historia en que se inspira The Truman Show, ha sido el guionista y realizador de Gattaca, largometraje estrenado en 1997. Por entonces, los debates acerca de la manipulación genética de la vida humana parecían todavía reservados para la fascinación que provocan algunos descubrimientos científicos. Acababa de cumplir un año la oveja Dolly, primer mamífero clonado, y el denominado Proyecto Genoma Humano, iniciado a comienzos de la década, no mostraba los resultados que en 2003 se presentarían como el emblema tecnocientífico del siglo XXI: nada menos que el mapa completo de las secuencias de ADN de nuestra especie. Niccol eligió las fórmulas narrativas de la ciencia ficción para combinar el tema de interés biopolítico con un conflicto personal. Dicho conflicto se plantea en un marco normativo donde se consagra la discriminación como recurso para la convivencia social. Lo que sugiere Gattaca podría resumirse en una pregunta de (vulgares) periodistas de televisión: ¿no es mejor asegurarse de que todos los individuos nazcan sanos? Pero la forma esquemática o ingenua de este problema no impide que 118 Fóscolo, N. (2013) “Una «biopolítica» para Latinoamérica” en http://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/5645/revista-confluencia2012-13-010-foscolo.pdf. 107. advirtamos los supuestos implicados en la obvia respuesta afirmativa que exige. Más allá de ciertas trivialidades (que también deberían ponerse en discusión), algunas preguntas reclaman atención: ¿qué significa nacer sano, según promueven los eugenistas? ¿Por qué habrían de utilizarse sólo criterios cognitivos o estéticos para implantar cierto ideal de normalidad? ¿Cómo deberían establecerse esos criterios? ¿Cómo podrían democratizarse los debates? ¿Por qué sería razonable o no cierta decisión consensuada mayoritariamente? Y en caso de que la eugenesia llegue a ser razonablemente universal, ¿cómo enfrentar las consecuencias no deseadas de semejante definición? ¿Qué quedaría de la variedad de estilos personales, de la creatividad artística, de la indeterminación y de los desafíos que dan sentido a la existencia? Si las contingencias de la salud orgánica se pueden evitar en el plano ultra microscópico de los genes, ¿el plano afectivo de la vida sobreviviría a tantas restricciones? Niccol es un director de Hollywood y evita sumergirse en la profundidad de estos asuntos. Prefiere concentrarse en la fuerza heroica de un personaje trágico, concebido por la transgresión de sus padres. Estos descuidaron la observancia de normativas que obligan a los ciudadanos a una estricta organización del mapa genético de los hijos. Hicieron el amor, por lo que han rehusado procrear con técnicas de manipulación genética. De esta forma, con su pasión desataron fuerzas de un destino que se abatirá sobre ese hijo Vincent, concebido en forma natural. Gattaca propone una navegación superficial que no impide, sin embargo, vislumbrar la monotonía de un mundo planificado en extremo, es decir, de una vida humana donde las emociones y la creatividad están vedadas por una ley generalísima y excesiva. El escenario futurista de Gattaca torna verosímiles ciertas reglamentaciones que han consolidado un poder social de apariencia racional y aséptica sobre las personas. El fin de las ideologías y el auge de la biopolítica de Gattaca parecen disfrutar del reaseguro de un individualismo desorbitado, que acaba siendo falso. Por un lado, los personajes sufren el sometimiento inapelable a la ciencia que controla la vida. Por otro lado, son permanentemente vigilados para resguardar la pureza de los genes que sobrevendrán con los nuevos nacimientos. Apenas sobreviven algunas rendijas por donde se cuela la luz de la iniciativa individual. En esa democracia tecnoconsumista y emblemáticamente sometida al control estatal, las parejas están obligadas a acudir a un genetista de confianza para definir los perfiles genéticos de su futura descendencia. Sin esta selección, cuyo costo depende de la pretensión de los futuros padres, los hijos pueden nacer como han nacido todos 108. los humanos desde los tiempos más remotos: sometidos a la contingencia y a la imperfección. Pero la eugenesia es ley y orden: aquellos que son concebidos fuera de las probetas, en la espontánea pasión del intercambio erótico, pagarán con una ciudadanía de segunda clase la irresponsabilidad de sus padres. He aquí la tragedia que deberá enfrentar el protagonista de Gattaca: un capitalismo inflexible en el que la deficiente condición genética convierte a las personas en sub-ciudadanos y les impide aspirar a empleos de relevancia. La mercantilización de la vida consagra cuerpos de primera calidad y admite, de acuerdo con inescrutables leyes del mercado, una variedad de segundas marcas que complementan la oferta laboral de bienes y servicios. La violencia estructural sobre la vida y el cuerpo En estas condiciones biopolíticas no tan imaginarias, las parejas deben acudir a especialistas eugenésicos para diseñar a sus hijos. Se trata de una ventaja, pues de esa forma se sortean “inconvenientes” tales como la miopía, la calvicie, el alcoholismo, el cáncer o, incluso, la conducta indócil. Menos socializante que la eugenesia del mundo feliz de Aldous Huxley, la planificación de la vida en Gattaca es de una crueldad en principio más tolerable. Los niños de este mundo exasperantemente biopolitizado son, a pesar de todo, auténticos hijos de sus padres. No deben su desventurado destino a fuerzas cósmicas, sino a la publicidad, al odio racial, al espanto por lo diferente. Así, la vida a la que son traídas las nuevas generaciones no tiene misterios. Sólo puede haber riesgos que, afortunadamente, el sistema científico tecnológico puede conjurar. Lo que no cuenta ya es esa forma de imperfección de la vida que conocemos como sorpresa. Rigurosos algoritmos impiden que se infiltre en la conformación de los recién nacidos el menor rastro físico o psicológico de una humanidad que repugna a los imperativos sociales. Pero como la conducta humana puede escapar a toda forma de vigilancia, aun de los más siniestros o exhaustivos sistemas de control, Gattaca relata la historia de un personaje cuyos padres decidieron procrear por fuera del sistema dominante de conveniencias genéticas. El producto de esta imprudencia llega al mundo con problemas en la vista, una cardiopatía congénita y una expectativa de vida que no supera los treinta años. Este es el castigo de haber salido de la senda legítima, de no haber acatado las indicaciones científicas. Ahora estamos ante una lamentable conjunción de rasgos que debido a la imprudencia no fueron filtrados ni neutralizados por los mecanismos sanitarios intervinientes 109. en la concepción de los futuros seres humanos. Los padres enmendarán su error con la elección de un nombre que revela lo opuesto al destino de fracasos que espera al pequeño monstruo: “Vincent”, el que vence. Más tarde tendrán otro hijo, Anton, pero con los suficientes recaudos que permitirán dotarlo de una estructura genética para alcanzar “el éxito” en la vida. Curiosamente, Anton se encontrará muchos años después con Vincent, en circunstancias que no son relevantes para este análisis. Vincent llega a un mundo de cartón, fosilizado, donde todo está en su lugar: incluso él, un ciudadano de segunda en una sociedad donde la contaminación ha sido controlada, las energías son renovables y la inseguridad casi no es un problema. Sin embargo, todavía existen, entre otros antiguos sistemas profesionales, los médicos y la policía. Los médicos no luchan contra el mal de las defecciones naturales, ya que estas han sido eliminadas de raíz. Su profesión queda reducida a la vigilancia y la denuncia de casos anómalos. Por su parte, la policía atiende esas denuncias y muy de vez en cuando debe enfrentar al crimen, una imperfección moral que debería haberse extinguido a medida que la población fue haciéndose mayoritariamente más planificada. El relato cuenta con el condimento conspicuo de Hollywood: un homicidio, al que dedicaremos un comentario hacia el final. Los que como Vincent fueron concebidos con métodos naturales son “inválidos”, etiqueta que los aleja de los empleos de mayor responsabilidad. En este mundo casi perfecto todo vestigio de deficiencia humana ha sido sublimado o está por desaparecer definitivamente. El propio Vincent, que desea ser astronauta, comprende desde muy joven que la realización de metas personales requiere de una maleabilidad que el sistema social no ofrece. Como símbolo de esta imposibilidad, se dejan ver las construcciones geométricas e higiénicas donde habitan los personajes taciturnos de la historia, a quienes el control y la vigilancia sólo permiten un transcurrir rutinario y sin expectativas. Los válidos ya lo tienen todo; los inválidos como Vincent saben que nunca tendrán lo que desean. Todo en Gattaca funciona como si nadie pudiese escapar a sus genes. Quienes presentan una cadena de cromosomas en la que no han intervenido los genetistas calificados para impedir sorpresas o azares sólo podrán esperar una subsistencia en la marginalidad y el desconsuelo. Por una razón que la película no explica, pero que los occidentales conocemos muy bien, es indeleble el estigma social que recae sobre ciertos individuos. Después de todo, no parece un precio tan alto que deba existir una minoritaria población marginal para sostener una mayoría feliz. En nuestras sociedades más bien pasa lo contrario: la población mayori110. tariamente agobiada por cargas y desazones sostiene la felicidad de las minorías privilegiadas. En Gattaca lo que parece haberse perdido es la misma noción de felicidad. Sometidos a lo previsible, los humanos luchan sólo por objetivos convenientes y la conveniencia no es asunto de deliberaciones líricas, sino de planificaciones y cálculos que exceden con amplitud el raciocinio individual. Como no ha sido engendrado por la técnica, Vincent asume el destino de tener que luchar por su realización personal. Desde que era niño sueña con alcanzar las estrellas, un objetivo que sólo es accesible a quienes son ciudadanos de primera, que se reclutan en Gattaca, la base desde la que se lanzan las naves interplanetarias con fines de investigación y conquista de nuevos mundos. La tragedia de Vincent es haber nacido “Hijo de Dios”, inválido, así que su sueño no parece viable. El mal imaginario que lo aqueja se denomina genomismo y contra las consecuencias de este destino de diseño biopolítico intentará realizar su proyecto. Más violencia para conjurar la violencia biopolítica En su influyente tesis sobre las políticas del cuerpo, Judith Butler119 explica que los significantes políticos que designan las posiciones de los sujetos no son descriptivos, pues no representan algo que preexista a esos mismos significantes. Por el contrario, tal es el caso contra el que se opone Vincent en Gattaca, estos significantes llegan a cargarse de investiduras fantasmáticas con consecuencias reales, que sólo pueden revertirse al cabo de un largo proceso de luchas. Los fantasmas de Vincent le impiden acceder al programa de entrenamiento para astronautas que conquistarán Titán, uno de los satélites de Saturno. Su lucha, pues, consistirá en revertir los efectos devastadores de una biopolítica que condena a ciertos individuos a sobrellevar una existencia anodina y sin esperanzas. Para eso, deberá eludir los controles y simular lo que las reglamentaciones que estructuran su mundo social tornan imposible. Que un inválido viaje al espacio en una misión de altísimo interés social. El único procedimiento eficaz es fraudulento, y será necesario que utilice los genes de otra persona. Así queda en evidencia la falsedad de la distinción válido-inválido que vertebra las relaciones sociales en ese mundo futurista. Violencia estructural originada en un marco normativo discriminador, que al provocar la injustificada frustración de las personas, margina hacia la clandestinidad a quienes logra someter y empuja a la criminalidad a quienes procuran resistirse. 119 Butler, J. Cuerpos que importan, Barcelona, Paidós 1993. 111. No es inverosímil que en una cultura mercantilizada hasta el extremo de tecnificar la concepción de los hijos se organizara un mercado negro de genes que relativiza la sólida discriminación entre válidos e inválidos. Paradójicamente, Vincent el inválido deberá recurrir a una estafa para que lo consideren válido. Pero no es posible estafar sin la complicidad de los ciudadanos de primera categoría. Para esto necesita de los genes de otra persona, un válido que por definición biopolítica debería ser moralmente incorruptible. Gerome es el nombre de esa persona genéticamente perfecta que ha caído en desgracia. Un accidente deportivo lo ha dejado postrado en lo físico, resentido en lo psicológico y necesitado en lo económico. Un traficante reúne a los dos cómplices de la maquinación, con lo que comienza entre ambos una extraña simbiosis. Vincent cuida de Gerome y lo mantiene en el alto nivel de consumo al que se ha acostumbrado. A cambio, Gerome le presta lo que la biopolítica ha convertido en “esencia” del cuerpo propio: pestañas, restos de uñas, muestras de orina y de sangre que cada día Vincent debe emplear para sortear los innumerables controles que interfieren la realización de sus sueños. En ese mundo tan planificado y esquemático no deberían prosperar fraudes como el que traman los cómplices que el azar ha reunido. ¿No podría desbaratarse el simulacro que planean Gerome y el traficante, dado que Vincent y Gerome no son parecidos? La respuesta implacable se formula con una pregunta: “¿a quién interesan ya las fotografías?”. La identificación de las personas se realiza a nivel molecular, no importan las facciones del rostro ni las huellas digitales. Independientemente de que las tecnologías permitan simular parecidos, la forma de control es tan confiable y exacta que no es necesario presentar un carnet de identidad: basta un poco de orina o de sangre para que el Estado sepa quién es quién. El simulacro consistirá en llenar cada mañana unos recipientes con la sangre y la orina de Gerome, para disponerlos de tal forma que las muestras genéticas extraídas del cuerpo de Vincent correspondan al de su cómplice válido. Un refrigerador en la casa de los protagonistas mantiene las reservas de estas muestras para eludir cualquier contingencia de controles imprevistos. Violencia estructural y violencia delincuencial La idea sobre la que Gattaca intenta reflexionar recuerda la tradición anticientífica del romanticismo. Las técnicas de control dispuesto por la más rigurosa biopolítica no mejora a la sociedad y puede empeorar a los hombres. La hipótesis de que la ambición, los celos, el egoísmo y otras debilidades de nuestra conducta estén determinados sólo por la 112. naturaleza puede ocupar larguísimos debates. Pretender instrumentar esa hipótesis con políticas activas es peligroso y dañino. El aspecto de la película que ilustra este punto es fácil de encontrar: a pesar de que la dotación genética de buena parte de la población no admitiría la violencia como recurso para resolver conflictos, en el relato de Gattaca ocurre un crimen. La víctima es un funcionario que había objetado más de una vez la misión a Titán, y que podía influir para que se cancelara. Este episodio genera tensión porque se ha encontrado en el escenario del crimen una pestaña que usa Vincent, pero que es de Gerome. A pesar de este accidente, la investigación que terminará siendo exitosa está a cargo de un detective estereotipado y un joven exponente de la eugenesia imperante: Anton, el hermano de Vincent, del que estuvo alejado desde la adolescencia. El autor del crimen es nada menos que el máximo directivo de la expedición, que no pudo convencer a la víctima de que sus puntos de vista no serían aceptados. Al ser detenido por la policía, el asesino pretendió argumentar que en sus genes no había "ninguna inclinación a la violencia". Precisamente, con esta afirmación se revela el funcionamiento de los significantes vacíos y de las estructuras fantasmáticas derivadas de las biopolíticas imaginarias de Gattaca. Para perplejidad de los ingenieros genetistas, el deseo o la rivalidad no pueden moldearse definitivamente. O, si dependen de centros neurales específicos, no es posible afectarlos sin consecuencias sobre otras funciones igualmente importantes. Simplemente, no puede lograrse a nivel molecular que la existencia humana alcance un "mejoramiento artificial", porque las circunstancias en que se desarrolla la vida no tienen que ver sólo con la materialidad que las ciencias naturales consideran. Mediante el cálculo de probabilidades podemos especular qué podrá ser de nuestra especie dentro de cincuenta años, en tanto que parece aventurada cualquier hipótesis sobre lo que ocurrirá con cada uno de nosotros en los próximos veinte días. Es probable que la eugenesia mejore las condiciones para erradicar patologías hereditarias como la hemofilia, pero pretender impedir la reproducción de rasgos indeseables de la conducta o el desarrollo de "razas puras" o "superiores" conduce a una intromisión en la vida de los otros que ciertamente no querríamos para nosotros mismos. El costo de estos experimentos es muy alto por numerosas razones, casi todas conocidas: si se promueve con fines biopolíticos, la definición de un ideal científico de vida saludable no sólo resulta un arrogante desprecio de posturas disidentes. Una vez efectivizadas, las alteraciones no admiten marcha atrás. No ha sido otra la ex113. periencia de los totalitarismos del siglo XX, que de la mano de la ciencia y la técnica terminaron en crueles genocidios justificados de acuerdo con la misma racionalidad eugenésica. La pretensión por el bien y el orden absolutos, logrados con un mínimo de contingencias o imperfecciones humanas llevó a los campos de concentración a quienes se estigmatizó arbitrariamente como amenaza para la pureza de las razas superiores. La aparentemente legítima pretensión por la paz y el fin de la guerra aniquiló a decenas de miles de personas en sólo el primer cuarto de hora posterior al bombardeo atómico en Hiroshima y Nagasaki. Lo que se actualiza en Gattaca es la vieja advertencia de que no debería adjudicarse el control de la vida únicamente a la racionalidad de la ciencia convencional, tan convencida de que los fines justifican cualquier decisión por cruel que sea. Sin la exageración del caso de Vincent, los agricultores y los criadores de animales para el consumo son un ejemplo práctico de esta forma de control. Como sucede con la mayoría de los recién nacidos de esa sociedad futurista que presenta la película de Andrew Niccol, la presión de los criterios mercantiles deja de ser sentida cuando el saber de la ciencia y la tecnología se disponen sólo a mejorar rendimientos y beneficios triviales. La alteración de las especies, la deforestación de bosques nativos o el sufrimiento de los especímenes durante la crianza no cuentan. Esta violenta instrumentalización de la vida que opera la tecnología cancela la enigmática dignidad de lo natural y la reemplaza por la satisfacción superficial de caprichos y ambiciones. Enrique Dussel en su Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión, sostiene el carácter innato, previo a toda inculturación, de la aptitud para escoger entre lo bueno o lo malo en términos de conservación de la vida. Es decir, la vida antes de la manipulación genética estaría apuntalada por una orientación para elegir lo que la beneficia o al menos para evitar lo que la daña. El mundo social devino una protección compleja donde el ser viviente se resguarda para obtener cierta atención a las necesidades propias de su corporalidad y un paliativo consistente frente a la finitud e imperfección de la vida. De esta forma, cuando la ciencia o la técnica se interponen, la subordinación de la vida a la cultura plantea conflictos colaterales que ensombrecen el futuro mismo de la especie humana. Paradojalmente, el refugio que alguna vez fue reparador, podría convertirse en prisión para la creatividad y la inteligencia. ¿Quiénes son las víctimas en el mundo de Gattaca? ¿Acaso quienes no escapan de los controles? Los daños que han sufrido difícilmente vayan a ser advertidos o reconocidos por quienes antepusieron otros proyectos al derecho de aquellas. Ejercer violencia significa causar daño. ¿Cómo es114. tablecer si hay daños si, por efecto del daño o por el propio carácter de la víctima (una especie vegetal, un perro, etc.) esta no puede denunciarlo o los efectos son irreversibles? La vida humana se convertiría en un objeto hasta tal punto manipulable que podría preverse que ciertos individuos tengan vedado el acceso a específicas funciones psicológicas superiores, tales como el sentido crítico, por ejemplo. Ni siquiera ellos mismos podrían evaluar los daños que serían consecuencia de una adulteración biopolíticamente consentida y acaso hoy ya técnicamente posible. Desde el punto de vista de la especie, poco quedaría del hombre como un ser corporal con capacidad para expresarse e iniciar la búsqueda del sentido que su tiempo le depara entre precariedad y fatalidad. Los recursos simbólicos y materiales que lo asistirían estarían distribuidos según los mismos criterios que impidieron que desde el nacimiento algunos desarrollaran competencias cognitivas. Así, la lucha por vivir con dignidad que Vincent finalmente gana, sólo refleja una tenue esperanza de que la tecnología no llegue a bloquear el derecho de los “seres inferiores”. 115. II HISTORIA Y MEMORIA Unidad latinoamericana y continentalismo: para una teoría del gobierno y una filosofía política de la Patria Grande Roy Williams120 I El devenir de la filosofía y la integración en América Latina Podemos sostener que desde sus comienzos y a lo largo de sus diferentes contextos de producción el pensamiento político en América Latina se ha encontrado caracterizado, en muchas ocasiones, por los intentos de composición, comunicación y articulación de categorías conceptuales referidas a la unidad de los pueblos al sur del Río Bravo. Como han señalado diversos autores, los diferentes procesos políticos de composición de fuerzas en Latinoamérica han mostrado como uno de sus rasgos diferenciales la elaboración de un cuerpo de ideas capaces de jugar un rol fundamentador de los proyectos políticos en el marco de la integración regional. Si bien estos entramados conceptuales no se han expresado en sistemas estructurados internamente de manera compleja, es posible destacar la persistencia en la historia de nuestro continente, de un conjunto de ideas fuerza que se mostraron capaces de dar forma y organizar voluntades colectivas bajo el designio de la Patria Grande. Un camino en que el pensamiento latinoamericano primeramente se sumerge en la historia en búsqueda de su singularidad; en ese mismo proceder reconoce como una de sus expresiones más distintivas la reflexión de la unidad continental, y como consecuencia de ello, finalmente, distingue su sustancialidad en la idea de Pueblo entendida como encarnación histórica del destino. Para Simón Bolívar y José de San Martín, la emancipación americana representará la posibilidad de conformar un horizonte renovador de 120 Doctor en Ciencias Sociales (UBA), docente de Problemática del Conocimiento en las Ciencias Sociales y coordinador de la Cátedra Libre “Juan Domingo Perón” radicados en la Facultad de Ciencia Política y RRII de la Universidad Nacional de Rosario. Autor de El concepto de comunidad en la filosofía del Primer Peronismo. 117. lo propio en el marco de un proyecto político integrador y colectivo. El pensamiento político de José Gervasio de Artigas propondrá una comprensión del Estado y de la democracia en articulación con un modelo integral de sociedad, tendientes a fortalecer la libertad nacional e individual retomando en términos resignificantes gran parte de la reflexión contractualista de Jean Jacques Rousseau. En un sentido más problemático, podemos citar, también en el siglo XIX, a figuras centrales del proceso independentista como Mariano Moreno y Manuel Belgrano, fuertemente influenciados por las corrientes iluministas de la época. Hacia finales del siglo XIX y principios del XX, José Martí expondría la necesidad de poder desarrollar en los márgenes del pensamiento latinoamericano una reflexión propia y diferencial con respecto a las lógicas de producción de los países centrales. Para Martí las figuras de la política y las categorías de lo social se volverían mestizas al aplicarse al continente americano. Si el pensamiento quisiera sostenerse en su propia esencia debería transfigurarse, debería corresponderse con la realidad de fondo del continente. En caso contrario quedaría sumergido en una falsa erudición, escindida de la naturaleza propiamente autóctona: el libro importado, en su inoperancia, ajenidad y artificialidad, sería vencido por el hombre natural. De acuerdo con esta lectura, de nada serviría guiarse por leyes heredadas de otras civilizaciones, si estas no se ajustasen a la singularidad americana, si no se tornasen sabia vital y vivificante del desenvolvimiento de los pueblos. En este sentido, el gobernante americano debería erigirse en un creador, en un intérprete original de la realidad propia, de la verdad de fondo de la autoctonía. El gobernante tendría que aprender en las universidades el “arte de gobierno” que no sería otra cosa que el conocimiento de los elementos propios de los pueblos de América: “El buen gobernante de América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés sino que él sabe con qué elementos está hecho su país. [...] La historia de América, desde los Incas para acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia, [...] le está naciendo a América, en estos tiempos reales, el hombre real”121. Para gobernar lo americano se deberían indagar los factores reales de cada país, pues conocer es resolver y sólo se resuelve lo que es asimilado en sus notas esencialmente mestizas. El gobernante americano debería despojarse de todas las máscaras, de todas las imposturas, ya sean francesas, inglesas o norteamericanas. Las formas de gobierno tendrían que reflejar los elementos naturales de 121 Martí, José, Nuestra América, Buenos Aires, Losada, 1980, p.11. 118. cada comunidad y la libertad, abandonando sus velos abstractos, para encarnarse en los sujetos históricos que lucharon por ella en las Guerras de Independencia: “que la libertad, para ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la república”122. En este sendero del pensamiento latinoamericano que se expresa como búsqueda de lo propio y como el anhelo liberador de las mayorías populares, aparecerá la figura de Manuel Ugarte como una de las referencias más importantes de todo el siglo XX. Miembro de la Generación del 900, junto a escritores como José Enrique Rodó, José Ingenieros, Leopoldo Lugones y Florencio Sánchez, encontrará en el fenómeno del imperialismo uno de los flagelos más acuciantes que desafiaban el porvenir de las naciones latinoamericanas. Ugarte, como heredero de la Generación de 1898 también sería uno de los intelectuales que, de manera más profunda, reconocería la herencia hispánica como elemento fundante de la unidad continental. De esta manera, consideraría a América Latina como la “patria superior” a la que deberían aspirar los pueblos en la búsqueda de su unidad histórica. Por esta razón entre 1911 y 1913 recorrerá las capitales de veinte países latinoamericanos difundiendo un mensaje de confraternidad continental. La tarea de construir un bloque que reconociese la procedencia latina y el carácter mestizo de nuestro continente se manifestaría para Ugarte como el imperativo político inexcusable. Es en este sentido, también que, frente al avance imperialista de los Estados Unidos de Norteamérica, propondrá como alternativa la conformación de los Estados Unidos del Sur. En 1914, en el contexto marcado por la Primera Guerra Mundial, Ugarte creará también la Asociación Latinoamericana, concebida como una opción de unidad neutralista, en el mismo momento en que diferentes corrientes de opinión llamaban a la participación beligerante de los pueblos de este lado del continente. En 1915 fundará el periódico La Patria en el que se expresarían sus posicionamientos vinculados con la integración latinoamericana, la democratización de la sociedad, el antiimperialismo y el fomento a la industrialización. Como ha sido señalado por Miguel Barrios, dentro de las axiomáticas que proponen la unidad regional, el nacionalismo integrador continental de Manuel Ugarte no se mostraría como un compartimento estanco, sino que ejercerá una influencia decisiva, constituyéndose en puente entre las axiomáticas de la unidad hispanoamericana del siglo XIX y las concepcio122 Martí, José, Nuestra América, Buenos Aires, Losada, 1980, op. cit. p.15. 119. nes integracionistas nacional-populares del siglo XX123. En su detallada investigación, Barrios indica que el proyecto ugartiano podría ser recuperado críticamente desde tres ejes fundamentales: industrialización, integración y democratización. En las coordenadas de esta triple perspectiva debería encontrarse uno de los aportes medulares de Manuel Ugarte para la reflexión de un nacionalismo-continental proyectado al porvenir124. Por estos años, también ejercerán una gran influencia en el desarrollo de las ideas latinoamericanas los pensadores que conformarán en México la Generación del Ateneo. De estos intelectuales se destacarían cobrando vigor propio José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Antonio Caso y el dominicano Pedro Henríquez Ureña. Precisamente, sería Vasconcelos quien elaboraría una de los propuestas más audaces para repensar el proyecto de la América Latina. En La raza cósmica (1925), el escritor mexicano destacaría tres estados sociales que se irían sucediendo en las relaciones humanas a lo largo de su desenvolvimiento histórico: el estado material, el intelectual o político y el espiritual. El primero se presenta en las etapas en que, predominando la materia, los pueblos batallarían entre sí o se mancomunarían, teniendo como única ley la violencia y el poder relativo. En el segundo estado, comenzaría a ejercer su señorío el raciocinio que tomaría provecho de los logros de la fuerza corrigiendo sus errores. Finalmente, Vasconcelos señalaba que se estaría anunciando historialmente un tercer período en el que la conducta superaría los marcos estrechos de la violencia y la razón, para pasar a ser conducida por un pathos estético: “no se buscará el mérito de una acción en su resultado inmediato y palpable, como ocurre en el primer período; ni tampoco se atenderá a que se adapte a determinadas reglas de razón pura; el mismo imperativo ético será sobrepujado, y más allá del bien y del mal, en el mundo del pathos estético sólo importará que el acto, por ser bello, produzca dicha […] vivir el júbilo fundado en amor, esa es la tercera etapa”125. En este estado la voluntad se tornaría libre, excedería lo finito, rebasando la lógica y abriría el camino hacia una trascendencia en la que prevalecería la pasión por la belleza y la alegría del universo. Ahora bien, esta tercera fase remitiría destinalmente a los pueblos que conformaban el ordo iberoamericano. Justamente, la fusión de razas propia de 123 Barrios, Miguel Ángel, El latinoamericanismo en el pensamiento político de Manuel Ugarte, Buenos Aires, Biblos, 2007, pp. 26-27. 124 Idem. 125 Vasconcelos, José, La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana, México DF, Asociación Nacional de libreros, 1983, p. 37. 120. Iberoamérica, su carácter mestizo y abierto al porvenir, testimoniarían el efectivo advenimiento en nuestro continente de aquella tercera etapa. A lo largo del desenvolvimiento de la Historia, cada uno de los pueblos más importantes se habría puesto a sí mismo como portador del sentido epocal, como comunidad que realizaría la historicidad total. En su designio imperial se asumiría como pueblo elegido y final. Sin embargo, en América Latina se presentarían las posibilidades de una singular civilización sostenida sobre la base de un nuevo fundamento. Un proyecto que haría confluir y encaminar las distintas voluntades hacia la integración de todas las razas de acuerdo a los criterios de belleza y universalidad. Una quinta raza que forjaría los cimientos de una cultura cabalmente universalista y cósmica: “Tenemos, pues, en el continente todos los elementos de la nueva humanidad; una ley que irá seleccionando factores para la creación de tipos predominantes, ley que operará no conforme a criterio nacional, como tendría que hacerlo una raza conquistadora, sino con criterio de universalidad y belleza; y tenemos también el territorio y los recursos naturales”126. Dentro de esta cosmogonía de escritores que reflexionarían sobre la unidad latinoamericana resulta imprescindible destacar a José Ingenieros. En este pensador, fundamentalmente en su período de madurez, encontramos una línea argumentativa que toma como eje la temática de la cuestión moral, sus implicancias dentro de una construcción social determinada, y su entrelazamiento con la cuestión de la unidad continental. De acuerdo con esta axiomática, la moral sería entendida como uno de los cimientos desde los cuales se podía erigir y establecer la estructura de valores de cualquier sociedad histórica. Ingenieros comprendería que analizando los diferentes modelos de Moral sobre los que una comunidad elaboraba sus tipos ideales, resultaba factible entender los distintos ritmos de desarrollo de dicha colectividad en relación con otras sociedades humanas: “La moralidad es savia, que circula en las sociedades condicionando la actividad recíproca de los individuos sin cristalizarse en formularios, ni ajustarse a sentencias que delimitan su devenir. El arquetipo ideal de conducta se integra a través de experiencias inagotables que trasmutan los juicios de valor, fundando la obligación y la sanción en cimientos adecuados a la cultura de cada sociedad”127. En un escenario histórico que presentaba nuevas y más duras exigencias al ser humano, el canon experiencial posibilitaría adecuar la moral 126 Idem 127 Ingenieros, José, Las fuerzas morales, Buenos Aires, Editorial Losada, 1988, p. 74. 121. a las transformaciones que se produjesen en el ámbito social. Una sociedad en la que se potenciase hasta los límites finales el nivel de adaptación experiencial de los individuos, que se ordenase en dependencia de una “metafísica de la experiencia”, sería una colectividad orgánicamente estructurada, capacitada para distribuir los derechos y deberes internos de manera natural. Por medio de la moral se fundarían los valores y las metas que guiarían la evolución histórica de las sociedades, constituyéndose aquella en el eje desde donde se unificarían las expectativas de una comunidad. Debido a esta razón, el desarrollo de cualquier forma de lo nacional y lo latinoamericano se encontraría fuertemente condicionado por el tipo de construcción ética desde la cual conformase las identidades individuales y colectivas y por la proyección que de estas se hiciese dentro de la evolución de dicha comunidad. Como se sabe, en 1925 Ingenieros crearía, junto a Alfredo Palacios y Gabriel Del Mazo, entre otros, la Unión Latinoamericana la cual sería concebida como un instrumento dirigido a favorecer la integración continental y a repeler las corrientes panamericanistas fomentadas desde los Estados Unidos. Paralelemante, debemos recordar que, si bien Ingenieros tendría una mirada favorable respecto de la Revolución Rusa, también consideraría inexportable dicha experiencia en América Latina: “¡Las fuerzas morales¡ He ahí el capital invencible que aún puede poner un freno en el mundo a la inmoralidad de los capitalismos imperialistas. Las fuerzas morales existen, pueden multiplicarse, crecer en los pueblos, formar una nueva conciencia colectiva, mover voluntades nacionales”128. El sistema ético de Ingenieros encontrará su complemento en la apelación al ideal. El ideal se presenta como el motor mismo de las motivaciones humanas. En él se hallan presentes los gérmenes vitales que guiarán a los seres humanos a un estadio más elevado en su evolución. El ideal, entendido como movimiento necesario de la mente hacia nuevos universos y distintas percepciones, implicaría la posibilidad de constituir un trayecto de evolución de los pueblos: “Sin ideales sería inexplicable la evolución humana. Los hubo y los habrá siempre. Palpitan detrás de todo esfuerzo magnífico realizado por un hombre o por un pueblo. Son faros sucesivos en la evolución elemental de los individuos y de las razas”129. Así, cuando las verdades construidas en torno a un ideal determinado se 128 Ingenieros, José, "Por la unión latinoamericana" en Terán, Oscar, Ingenieros, José, Pensar la Nación, Buenos Aires, Alianza, 1986, p. 245. 129 Ingenieros, José, El hombre mediocre, Buenos Aires, Editorial Losada, 1985, p. 19. 122. fuesen haciendo más acordes al devenir social pasarían a constituirse plenamente en “verdades” de una época. Ideas engendradas por minorías activas que devendrían verdades colectivas, al ser aceptadas por las mayorías y resultar objetivadas por el saber social. Es por esta razón que en el ideal se manifestarían los verdaderos motores de cada época. Sus protagonistas serían los pensadores que, viendo más allá de los dogmas y de las limitaciones de su tiempo, proyectarían su ideal hacia el futuro, desentrañando los caminos que tomaría la humanidad en su proceso de evolución constante. En el desenvolvimiento del ideal se encontraría la vitalidad propia de cada cultura, el potencial transformador en estado de gestación que poseería cada sociedad. En la interpretación de Ingenieros serían los jóvenes latinoamericanos quienes deberían encarnar ese ideal, llevando adelante una nueva conciencia colectiva que superase los estrechos marcos de las naciones balcanizadas para, de ese modo, proyectar una confederación de todos los pueblos de la América Latina. En las fuerzas morales encarnadas por las juventudes latinoamericanas se hallaría la posibilidad de realización histórica del ideal: “Las fuerzas morales deben actuar en el sentido de una progresiva compenetración de los pueblos latinoamericanos, que sirva de premisa a una futura confederación política y económica, capaz de resistir conjuntamente las coacciones de cualquier imperialismo extranjero. La resistencia que no puede oponer hoy ninguna nación aislada sería posible si todas estuviesen confederadas”130. Manteniéndonos dentro del horizonte de ideas latinoamericanas no podemos olvidar el aporte realizado en la década del treinta por F.O.R.J.A. La labor llevada adelante por la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina se manifestó como una de las expresiones más distintivas en torno a la composición de una reflexión política de carácter nacional-popular. En líneas generales, se puede afirmar que, si bien desarrolló una concepción anclada especialmente en la realidad argentina, una parte importante de su tarea residió en su capacidad para establecer una crítica respecto del escenario ideológico de su tiempo, develando la vinculación que aquel mantenía con el modelo semicolonial. Hecho por demás constatable, con sus diferentes matices, en el resto de los países de la región. Tal intervención se vería acompañada, también, por la iniciativa forjista de prebosquejar un nuevo modo de conocimiento que se correspondiese con la comprensión 130 Ingenieros, José, "Por la unión latinoamericana", en Terán, Oscar, Ingenieros, José, Pensar la Nación, Buenos Aires, Alianza, 1986, op. cit., p. 245. 123. nacional–popular de la realidad nativa, lo cual acerca a los forjistas con la experiencia del aprismo. De este modo, nos encontraríamos con una faceta bifronte: por un lado, un momento de desmontaje de las ideas y presupuestos del aparato ideológico semicolonial, el cual sería completado, en segunda instancia, por una posición afirmativa en la que se plantearían un conjunto de ideas destinadas a elucidar las bases de un país soberano de raigambre americanista. Como sabemos, esta doble tarea se extendería aproximadamente entre el 29 de junio de 1935, cuando se produce la fundación y declaración de principios de F.O.R.J.A., hasta el 17 de octubre de 1945 en que se decidiría su cesación y la incorporación de la mayoría de sus miembros al movimiento nacional que se estaba aviniendo. En el imaginario de F.O.R.J.A. de lo que se trataría sería de encaminarse al conocimiento efectivo de la realidad. Para ello se tomaría como punto de partida un modo nacional de ver las cosas que permitiese encarar los problemas desde su más onda profundidad. Preguntar genuinamente “qué somos”, “cómo somos” para, de ese modo, tratar de recobrar el camino de una política propia: “La expresión ‘posición nacional’ admite bastante latitud, pero entendemos por tal una línea política que obliga a pensar y dirigir el destino del país en vinculación directa con los intereses de las masas populares, la afirmación de nuestra independencia política en el orden internacional y la aspiración de una realización económica sin sujeción a intereses imperiales dominantes”131. El pensamiento forjista se asumiría inscripto dentro de una batalla de cosmovisiones en la que parecería jugarse el sentido de fondo de lo nacional americanista. Un entrecruzamiento de tensiones hegemónicas y de figuraciones de la verdad nativa que se hallarían enfrentadas a los esquemas ideológicos elaborados por los intelectuales del bloque oligárquico. Se consideraba que estos ideólogos, los intelectuales de la “intelligentzia”, no se ocupaban de pensar la realidad para luego intentar comprenderla, sino que, usualmente, empleaban categorías conceptuales inadecuadas provenientes de realidades ajenas a la situación nacional. Por lo tanto, su proceder intelectivo parecería terminar forzando siempre la realidad propia; desfigurarían el plano vital autóctono en función de esquemas ideológicos ficcionales y ficcionantes. Esquematismos que operarían como un encorsetamiento de las formas de la realidad nacional, sirviendo únicamente de fundamento a la ideología semicolonial. 131 Jauretche, Arturo, F.O.R.J.A. y la década infame, Buenos Aires, A. Peña Lillo editor, 1976, pp. 20-21. 124. Así, nos encontraríamos con mediaciones que demostrarían el carácter distorsionador de la “intelligentzia”, su incapacidad para reflexionar sobre las figuras de lo nacional y su infecundidad para elaborar cosmovisiones propias y horizontes genuinos del pensar. En este sendero, uno de los factores que aparecería como fundamental para la reflexión forjista y, en especial, para la axiomática jauretcheana, provendría de las enseñanzas del Revisionismo Histórico. Se consideraba que por medio de sus aportes y producciones, se podría ir adquiriendo, poco a poco, una mirada más abarcadora del pasado, destinada a la comprensión del sistema de intereses que habrían condicionado históricamente el desarrollo de los pueblos. En el estudio de la formación y evolución de los intereses de los diferentes actores hegemónicos, podrían encontrarse las claves históricas que determinarían el presente. Tal apuesta al revisionismo, unida a un genuino preguntar sobre lo propio, constituirían las bases de la crítica al pensamiento semicolonial, favoreciendo, a su vez, al desarrollo de una reflexión política situada. Sin conocer el ayer no se podía conocer el presente y sólo por el conocimiento de la formación y desarrollo del sistema de intereses que condicionaba nuestra existencia como nación, podía comprenderse la finalidad perseguida y la inteligencia de todo lo que se hacía132. En este sentido, podríamos decir, que a partir de estas intervenciones F.O.R.J.A. se mostraría como uno de los sectores intelectuales de la época con mayor capacidad para elaborar un pensamiento político propio. Un pensar original que sería entendido como un instrumento de creación propia, capaz de adaptar las ideas universales a las necesidades singulares de la nación133. En el marco de esta problemática expuesta entre pensamiento nacional-popular e ideología semicolonial resulta significativo destacar la oposición desarrollada por Jauretche entre ejército de la Patria Grande y Ejército de la Patria Chica. Precisamente, en su libro Ejército y política (1956), Jauretche consideraría que desde los años de la independencia habrían gravitado dos cosmovisiones contrapuestas en el desenvolvimiento histórico del ejército argentino; dos figuras antagónicas que responderían a diferentes idearios en torno a lo que se consideraba debería ser su función en el entramado de la patria. Esta distinción se plasmaría en el antagonismo entre una concepción del ejército vinculada con una 132 Jauretche, Arturo, F.O.R.J.A. y la década infame, Buenos Aires, A. Peña Lillo editor, 1976, op. cit., p. 58. 133 Idem, p. 79. 125. política nacional y una comprensión del ejército de carácter antinacional que se hallaría expresada en los términos de una política ideológica. De acuerdo con esta comprensión lo que caracterizaría a la posición nacional sería la asunción, por parte del ejército, de la problemática del espacio. La tarea de un ejército de la Patria Grande, sobre todo en su despliegue fundacional, estaría estrechamente vinculada con el establecimiento de las fronteras externas. Una aceptación de la territorialidad como aspecto esencial de su primer desenvolvimiento histórico que se mostraría en consonancia con las tareas de formación de la nacionalidad. Lo que aparecería como representativo de la línea nacional popular americanista comparecería como una política del espacio, es decir, como una especie de transfiguración del ejército con el territorio, en el marco del devenir de la nación. Lo que se entendería por una verdadera noción de ejército estaría determinado por la incorporación de una mirada profunda y abarcadora en torno a las condiciones concretas de la vida colectiva. Un ahondamiento en lo propio que se extendería al reconocimiento del pueblo, de sus hechos sociales fundamentales, de su formación histórica y de su material humano. En este sentido, sólo habría ejército nacional, cuando se produjese una coincidencia histórica entre ejército y pueblo. Tal como había acontecido en Argentina, primero, con el Yrigoyenismo y, luego, con el Peronismo. Señalaremos por ahora que cada vez que reaparece la Patria Grande es porque se produce, como en 1916 y 1946, la coincidencia de ejército y pueblo y el consiguiente restablecimiento de una política nacional134. El ejército de la Patria Grande que se correspondería con una política nacional se reconocería en su manifestación histórica en las guerras de independencia, en el Perú y la Banda Oriental, como portador del linaje heroico sanmartiniano y artiguista. Ejército de la Patria Grande que comparecería en su profunda comunión de intereses con el Pueblo americano. El espíritu de la Patria Grande se sostiene en los pueblos y en su ejército, y en esos conductores surgidos de su voluntad, que se sienten depositarios de una heredad que deben transmitir integral a las generaciones futuras: hijos de alguien y padres de alguien, no librescos aprendices que pretenden inventar algo y sólo son instrumentos de otros jugando a las “luces” en el Río de la Plata...135. Hablamos aquí de una política de la autoctonía sin excesivas pretensiones teóricas, elaborada a prudente distancia de las exigencias ideológicas propias de la cosmovisión europea. Política nacional, arraigada en la espacialidad que correspondería a un ejército de la Patria 134 Jauretche, Arturo, Ejército y política, Buenos Aires, Corregidor, 2008, p. 105. 135 Idem, p. 31. 126. Grande y que por esa razón abriría una especie de “realismo americano”. Es decir, una política sostenida en el repreguntar permanente acerca de quiénes somos y hacia dónde vamos. Misión americanista que se expondría, a su vez, en el reconocimiento de la unidad de la América española. En la conformación del imaginario latinoamericanista y, en especial, en las intervenciones de la década del treinta, Víctor Raúl Haya de la Torre ocupa un lugar de suma importancia. Como pensador político su producción intelectual lo mostrará como heredero y continuador de las elaboraciones de la Generación del 900 y de las propuestas de Manuel Ugarte, José Vasconcelos, Alfredo Palacios y José Ingenieros. La idea que guiaría su derrotero intelectual y otorgaría unidad a toda su propuesta residiría en la necesidad de reconstituir la unidad de la América indohispánica. Solamente a partir de la integración continental sería posible proyectar un horizonte colectivo antiimperialista, signado por la autonomía de los pueblos, el crecimiento económico y la equidad social. En este sentido, Haya sería quien, por primera vez en la evolución de las ideas latinoamericanas, propondría la conformación de un partido político policlasista de base continental como herramienta indispensable en la tarea reunificadora de Indoamérica. De acuerdo con esta interpretación, podríamos sostener que el aprismo no sería solamente un movimiento exclusivamente ideológico, sino que también se constituiría, desde su facticidad política, en el primer partido de masas que le otorgaría un carácter de importancia a la cuestión de la unidad continental136. De ese modo, nos resultará posible rastrear su influencia en los movimientos nacional-populares que se irán consolidando en América Latina en la primera mitad del siglo XX, como lo fueron, principalmente, el PRI en México, el varguismo en Brasil, el peronismo en Argentina y el MNR boliviano. Como ha expresado Marcelo Gullo: “Aunque alejada de los intereses de este trabajo, la tesis sostenida por Methol Ferré, Bieber y refrendada por Haya de la Torre de que los enunciados fundamentales del peronismo y el PRI pasando por el varguismo y el MNR boliviano se remiten, directamente, a los planteamientos básicos elaborados por él no deja de tener interés que convierte el estudio de la formación ideológico-política del aprismo en una tarea fundamental para comprender el pensamiento político latinoamericano y la historia política de América Latina desde la década del 20 hasta la actualidad.”137 136 Gullo, Marcelo, Haya de la Torre: la lucha por la Patria Grande, Remedios de Escalada, Universidad Nacional de Lanus, 2013. 137 Idem, p. 371. 127. II Juan Domingo Perón: la filosofía de la Comunidad Organizada y el continentalismo como proyecto de la unidad de América Latina Como sabemos en el peronismo la cuestión de la doctrina siempre ha tenido un lugar de importancia. A diferencia de otras experiencias políticas que se han constituido en torno a una propuesta de carácter más programático, el peronismo, en gran parte, debido a su origen movimientista parece haber encontrado en la doctrina el conjunto de principios esenciales sobre los cuales asentar las formas de su acción política. Probablemente, el hecho de ser un movimiento político, o más específicamente político-popular, implicó necesariamente la conformación de un cuerpo de ideas que pudiesen otorgar cierta base, cierto sostén de ideas compartido que posibilitase proyectar políticas compartidas para actores completamente diversos. En los comienzos mismos, como ha ocurrido siempre con los movimientos políticos de base popular, el peronismo ha encontrado la diversidad, la pluralidad de actores y sectores sociales, la heterogeneidad desplegada bajo el rostro polifacético de la multitud. Si nos proponemos recordar esta heterogeneidad fundacional, no resulta para nada superfluo dirigirnos a la frase de Raúl Scalabrini Ortiz, que se refiere a las formas originarias del peronismo testimoniadas el 17 de octubre de 1945: "Frente a mis ojos desfilaban rostros, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos iba junto al rubio de trazos nórdicos y al trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún […]. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substracto de nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin recatos y sin disimulos". Probablemente, lo que Perón denominaba doctrina, podemos caracterizarlo como una determinada concepción del mundo, una cosmovisión compartida capaz de llevar adelante y dar forma a un proceso de identificación popular inédito en la historia de nuestro país. Por un lado, se plantea una ética, es decir un conjunto de valores prácticos comunitarios que sirven para la vida de conjunto, por otro lado, la doctrina permite proyectar una política comunitaria, es decir, abrir paso a la conforma128. ción de un cuerpo político que, desde su heterogeneidad constitutiva, se encuentra en condiciones de unificar la direccionalidad de la acción política. En este sentido, el Peronismo debía articular una comprensión nueva que permitiese agrupar y organizar a aquel “subsuelo de la Patria sublevada”, que hacía saltar el continuum histórico de la vida política argentina. Desde la mirada de Perón dicha multitud, requería una doctrina, necesitaba de formas cohesivas y organizativas que le abriesen la posibilidad de devenir pueblo: “Habrá pueblos con sentido ético y pueblos desprovistos de él; políticas civilizadas y salvajes; proyección de progreso ordenado o delirantes irrupciones de masas. La diferencia que media entre extraer provechosos resultados de una victoria social o a negarla en el desorden, corresponde a las dosis éticas poseídas”138. Había que pensar las formas de pasar de la multitud que engendró el 17 de octubre, al pueblo que engrosaría al Peronismo los años subsiguientes. La doctrina contiene y organiza, hace de una “masa-sin-forma” el prolegómeno de un Pueblo, hace de ese argentino innominado por la “partidocracia oligárquica”, de ese “de nadie y sin nada”, un “existente político”. Probablemente, todos y cada uno de los discursos de Perón puedan ser vistos en esta clave, es decir, como una acción pedagógica; como una figura en que la doctrina otorga fundamento del hacer política iluminando nuevos cursos de acción. Siguiendo a Armando Poratti podríamos afirmar: “los escritos de Perón no son nunca un mero texto, sino momentos de una acción”139. En esta axiomática, lo doctrinario parece no representar una manifestación cerrada sobre sí, es decir ajena al cambio, ni tampoco un “significante vacío” en el cual “todo es lo mismo” de “cualquier forma”. La doctrina constituye siempre un cuerpo de ideas, un sistema abierto de la praxis política acorde a un conjunto de valores, donde se juegan las posibilidades de construcción de la Comunidad en los distintos momentos de su existencia histórica. Se intenta pensar siempre desde la composición de fuerzas; desde la conformación de un movimiento basado en la unidad, la cual opera a partir del reconocimiento de las diferencias y desde la ampliación de las articulaciones políticas. Cuando hablamos de este tipo de construcción política surgida de la doctrina se intenta hacer alusión a la estructura del vínculo dentro del peronismo, es decir, a eso 138 Perón, Juan Domingo, La Comunidad Organizada, Buenos Aires, Instituto para el Modelo Argentino, 2007, p. 151. 139 Poratti, Armando, "La Comunidad Organizada. Texto y Gesto", en Perón, Juan Domingo: La Comunidad Organizada, Buenos Aires, Instituto para el Modelo Argentino, 2007, op. cit., p. 85. 129. que enlaza “orgánicamente” a diferentes actores sociales, con diferentes tareas políticas, en un determinado momento histórico. Ahora bien, en el contexto del discurso pronunciado en el Primer Congreso Nacional de Filosofía, en 1949, Perón va realizar una mención sobre la relación entre comunidad y democracia: “El problema del pensamiento democrático futuro está en resolvernos a dar cabida en su paisaje a la comunidad, sin distraer la atención de los valores supremos del individuo; acentuando sobre sus esencias espirituales, pero con las esperanzas puestas en el bien común”140. Si nos remitimos a las tramas esenciales del discurso, parecería que la puesta en juego de la perspectiva comunitaria implicaría una forma diferente de concebir la democracia. Es decir, una interpretación que en su desenvolvimiento se alejaría progresivamente del paradigma liberal y que permitiría resignificar el escenario relacional de los distintos sectores sociales de la Argentina de mediados de la década del 40. Se nos ofrece un advenimiento de lo comunitario que se encarnaría como la forma política del pueblo y como establecimiento de un campo articulatorio diferencial con respecto a la comprensión liberal de la democracia. Lo comunitario como el momento central desde el que se constituye la vida del conjunto, sin perder la atención respecto del desarrollo del individuo. Precisamente, el individuo se encontraría en condiciones de realizarse siempre en la tensión permanente con los otros individuos pero, también, siempre dispuesto a la concordancia que abre el camino de la coexistencia: “Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa”141. El ser-en-común que se desprende de la axiomática de Perón busca clausurar los egoísmos potencialmente destructores del vivir-en-común, pero también, obstruir las tendencias masificadoras que nulifican al ser-individual. La Comunidad Organizada es, en este sentido, decididamente, una propuesta tercerista: el relato de una distancia prudencial con respecto a las democracias liberales como la de Estados Unidos, como al comunismo de la Unión Soviética. Horizonte distante de la conceptualidad liberal-democrática, como también de la autorreferencialidad y cerrazón característica de los totalitarismos del siglo XX. En el 140 Perón, Juan Domingo, Idem, op. cit. p.180. 141 Idem, p. 181. 130. liberalismo se veía el peligro de la proliferación de un individualismo amoral, egoísta y contrario a la evolución del ser humano. En la vereda de enfrente, el comunismo, si bien se lo reconocía como respuesta a la explotación capitalista, será criticado entendiendo que el colectivismo soviético creaba un Estado omnipotente que anulaba al individuo, clausurando la posibilidad de un horizonte de justicia social. Como sabemos, en el contexto en que se pronuncia La Comunidad Organizada, no resultaba para nada descabellado interrogarse sobre las nuevas formas posibles de una vida-en-común. Luego de la Segunda Guerra Mundial, y en medio de la pugna planetaria que comenzaba a desplegarse en toda su magnitud entre el capitalismo estadounidense y el comunismo soviético, la humanidad se encontraba ante la interrogación de cómo pensar formas co-existenciales que pudiesen recrear la tensión entre individuo y comunidad sin malograr ninguna de las dos opciones. Un escenario que se tornaba más tempestuoso aún, si tenemos en cuenta la incorporación de las masas a la vida política y su profunda y sostenida influencia en los destinos de cada nación y junto con ello el despliegue de la técnica moderna a escala planetaria. Multitudes soberanas y un progreso tecnológico que se presentaba en términos de un incremento desenfrenado de relaciones y complejización de las costumbres ancestrales mostraban el paisaje de la época como un relato dislocado sin parangón en la historia occidental: “Advertimos enseguida un síntoma (inquietante) en el campo universal. Voces de alerta señalan con frecuencia el peligro de que el progreso técnico no vaya seguido por un proporcional adelanto de la educación de los pueblos. La complejidad del avance técnico requiere pupilas sensibles y recio temperamento”142. La crisis del siglo XX aparentaba ser de raíz materialista, se avizoraban muchos deseos insatisfechos en una sociedad basada en la posesión de bienes materiales. En términos de la vida comunitaria, lo material alejaba y posponía lo espiritual, formaba ciudadanos, por momentos egoístas, por momentos insectificados en una sociedad gobernada en bloque de manera autoritaria. Por un lado, se presentía el riesgo de que el individuo, dispensado de su participación en la comunidad, se encontrase infatigablemente abandonado en la soledad de la historia. Por otro lado, cabía la posibilidad que ese individuo fuese oprimido por la misma sociedad a que pertenecía, quedando silenciado y clausurado frente a una comunidad que no lo reconocía y que potencialmente lo tornaba sacrificable. En ese escenario, resultaba imprescindible distanciarse tanto del individualismo 142 Idem, pp. 162-163. 131. inmunizado, es decir de las figuras de un liberalismo dislocado de cualquier pertenencia comunitaria, como también no caer en un colectivismo atroz en que el sujeto quedase expuesto permanentemente a su propia abdicación: “En la consideración de los valores supremos que dan forma a nuestra contemplación del ideal, advertimos dos grandes posibilidades de adulteración: una es el individualismo amoral, predispuesto a la subversión y al egoísmo, al retorno a estados inferiores de evolución de la especie; otra reside en esa interpretación de la vida que intenta despersonalizar al hombre en un colectivismo atomizador”143. El hombre se hallaba frente a una profunda crisis de valores que comprometía su propia humanidad. Crisis que se manifestaba en el predominio de los valores materiales por sobre los espirituales y que repercutía negativamente sobre el campo articulatorio entre individuo y comunidad. Desequilibrio, incertidumbre e inestabilidad de los valores sociales que cuestionaban el sentido mismo de la vida-en-común tal como se había desplegado históricamente en Occidente. Para Perón, entre la primacía de lo material y la posibilidad de advenimiento de lo espiritual, se jugaría la interrogación acerca de qué tipo de felicidad debía corresponder al individuo en el contexto de la técnica moderna. De este modo, lo comunitario aparecería como una forma de persuasión, de dignificación individual en que la solidaridad desterraría la violencia en función de un equilibrio tensional entre los distintos actores sociales: “La humanidad necesita fe en sus destinos y acción, y posee la clarividencia suficiente para entrever que el tránsito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como un exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de estas en su función colectiva […] la confirmación hegeliana del yo en la humanidad es, a este respecto, de una aplastante evidencia”144. Desde esta perspectiva, en La Comunidad Organizada se augura como posibilidad un porvenir en que los individuos pudiesen ser capaces de formar y conformar comunidades, constituyendo el desarrollo de la individualidad el requisito indispensable para pensar las figuras metamorfoseadas del ser-social. No puede haber horizonte de colectivo sin fomento de las potencialidades individuales pero, al mismo tiempo, no sería posible una individualidad plena y autoconsciente sin su fusión tensional con el devenir del conjunto. Es en este sentido que se propone como clave de una política del seren-común, la evolución del Yo en el Nosotros, la integración superadora 143 Idem, p. 166. 144 Idem, p. 155. 132. del individuo plenamente constituido en el orden comunitario, es decir, la transfiguración del sujeto en el fluir histórico y compareciente del tejido social. Un Nosotros que, perfeccionado por el Yo, sentase las premisas de una nueva etapa en la evolución humana. Realización del Yo en el todo social que no sería otra cosa que la invitación a una composición armónica del desenvolvimiento de la vida de un pueblo: “Lo que nuestra filosofía intenta restablecer al emplear el término armonía es, cabalmente, el sentido de plenitud de la existencia. Al principio hegeliano de realización del yo en el nosotros, apuntamos la necesidad de que ese “nosotros” se realice y perfeccione por el yo”. Nuestra comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a ser conocimiento, busca ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla siempre vivo, presente, indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad”145. La política de la comunidad no sólo sería armonía y concordia sino también, conflicto y tensión. Escenario en que los actores, lejos de tener un rol preestablecido y compartimentado, podrían modificar intentando resignificar su lugar dentro del ordenamiento desgarrado de la Polis. Comunidad que sería imposible concebir sin la plenificación de los individuos que la componen. Individuos que se desenvolverían en el sendero de una perfección permanente hacía formas superiores de existencia, pero que no se hallarían dispensados de participar del ser-en-común. Desde esta perspectiva tales individuos formarían y conformarían comunidades, en la medida en que el desarrollo de la individualidad sería el requisito indispensable para pensar las figuras metamorfoseadas del ser-social. No habría horizonte de comunidad sin fomento de las potencialidades individuales pero, al mismo tiempo, no sería posible una individualidad plena y autoconsciente sin su fusión tensional con el devenir del conjunto. Se trataría así de llegar a la “humanidad”, es decir de acceder a formas convivenciales superiores sustentadas en el perfeccionamiento del existente político. En este sentido, creemos que la apuesta de La Comunidad Organizada, tal como fue planteada en el Congreso de Filosofía de Mendoza, permitiría pensar el ser-en-común como una expresión capaz de religar las perspectivas individuales con el despliegue de los entramados comunitarios a lo largo del desenvolvimiento histórico de los pueblos. La comunidad podría ser entendida como coexistencia de las libertades 145 Idem, p. 184. 133. de los seres singulares que se reconocerían en el bien general. Un sercon-otros, en términos de un gesto de advenimiento de comunidad o, mejor aún, como una instancia por la que lo individual sería realzado en sus matices diferenciales, a partir de su incorporación al tejido coexistenciario del ser-en-común. En un contexto de crisis de valores, de desenvolvimiento desenfrenado de la técnica, los pueblos que pretendiesen proyectarse en el porvenir bajo las imágenes de la autodeterminación y de una plena conciencia de ser del individuo y del coexistir, parecían requerir de una nueva articulación política comunitaria que los guiase en el hallazgo de un camino de felicidad. Probablemente, sería en este punto, en la conjunción de este “juego de espejos” entre individuo y comunidad, desde donde jugaría se podría llevar adelante una comprensión de la democracia como forma compareciente de los distintos momentos del ser-en-común. Figuras de un asedio que, tal vez, podría ser pensado como el imperativo de nuestro tiempo: adentrarnos en la recuperación de una conceptualidad política que deberá ser reactualización y reapropiación de los saberes implícitos en la comprensión de la vida en común del peronismo. La Comunidad Organizada, en tanto, democracia comunitaria, es decir, como una forma singular de relación entre el existente político y el todo social. Democracia de tramas, de enclaves orgánicos en los que se reconstituye de forma distinta la relación entre el individuo y su pertenencia a la comunidad. “La vida de relación aparece como una eficaz medida para la honestidad con que cada hombre acepta su propio papel. De ese sentido ante la vida, que en parte muy importante procederá de la educación recibida y del clima imperante en la comunidad, depende la suerte de la comunidad misma”146. Ahora bien, llegados a este punto debemos advertir que el discurso La Comunidad Organizada se proyecta desde una hermenéutica histórica que considera a la humanidad evolucionando hacia horizontes de mayor agregación social. En el pensamiento de Perón se hace presente una interpretación que reconoce un avance histórico permanente del género humano hacia formas asociativas superiores. Fases integradoras que se reconocen como signos sucesivos los cuales, a su vez, religan el desenvolvimiento histórico147. De acuerdo a esta hermenéutica de la historia y a la vinculación entre la comprensión comunitaria del peronismo y la idea de un pensamiento de la integración continental, debemos sostener 146 Perón, Juan Domingo, La Comunidad Organizada, Buenos Aires, Instituto para el Modelo Argentino, 2007, op. cit., p. 151. 147 Barrios, Miguel Ángel, Perón y el peronismo en el sistema- mundo del siglo XXI, Buenos Aires, Biblos, 2008, op. cit., p.p 165. 134. que dicha forma de asumir lo colectivo si bien debía mostrarse como una expresión de la vida nacional, también debía constituirse como modelo tercerista para el resto de los pueblos del mundo y, en especial, ser pensada en comunicación con el ser-en-común latinoamericano. De este modo, se podría afirmar que la ponencia de Perón en Mendoza representaría una concepción del hombre y de lo comunitario que sería transmisible al resto de los países latinoamericano y que, por lo tanto, sería articulable con el proyecto de integración continental. En el largo camino en que los pueblos irían evolucionando progresivamente hacia el universalismo, aparecería como una instancia intermedia y necesaria el momento del continentalismo: “Nos hemos colocado en situación de ser admirados como defensores de la razón, del derecho y de la justicia, y nos permitimos hablar al mundo dando nuestro consejo, que es escuchado en muchas partes y, sobre todo, en los países latinoamericanos, quienes comparten en casi todos sus puntos de vista nuestra manera de pensar y de obrar en los problemas internacionales del mundo”148. Siguiendo las tramas del pensamiento de Perón se puede sostener que cualquier proyecto de integración sudamericana que pretenda alcanzar rango histórico no deberá perder de vista la centralidad del enfoque comunitario. Las iniciativas que contemplen únicamente aspectos parciales correrán el peligro de quedar incompletas, de ser solamente un sucedáneo de fragmentación y desasimiento. El sostén principal, el anclaje ontológico de la unidad reside en la plenificación de la perspectiva comunitaria que es la que proporciona la mirada del todo: lo económico, lo cultural, lo social, lo político entendidos desde su procedencia originaria. Justamente, en uno de los discursos que luego formarían Doctrina Peronista, Perón afirmaría que América era el lugar donde los hombres más profundamente se hallarían impregnados de los valores de la libertad y la independencia, los cuales aparecían como características instintivas de quienes habitaban su suelo. Las diversas circunstancias habrían hecho que los héroes nacionales se transformasen en héroes continentales. Así, la conducta de los jefes argentinos se proyectaría en la gloria de los Estados forjados en América: tal historia compartida representaría el mejor testimonio de la unidad de los pueblos del continente. América no sería únicamente un continente elaborado por la geografía o por los hechos materiales; sino que se mostraría más especialmente como un cuerpo colectivo de ideas y doctrinas, de derechos y altiveces devenidos en esperanzas para todos sus ciudadanos: “los pueblos de América se 148 Perón, Juan Domingo, Doctrina Peronista, Buenos Aires, Editora Volver, 1984, p. 307. 135. inspiran en la historia que forjó el propio continente, documentado en hechos de libertad y de democracia, que nos sirven ahora para inspirar nuestra conciencia y fortalecer nuestro pensamiento, impulsar el trabajo y convertirnos en los forjadores de una nueva independencia”149. Precisamente, es la de Perón una mirada situada, una perspectiva que encalla en la facticidad americana, reconociendo lo vínculos históricos de las naciones, pero manteniendo un posicionamiento realista y político prudencial acerca de la unificación de América Latina. Como ha expresado Miguel Barrios la forma en que Perón diseñó la política exterior hacia Latinoamérica combinaría una mirada realista y pragmática que intentaría aprovechar la situación del sistema internacional surgido de la posguerra tomando como paradigma los lineamientos de la Tercera Posición. El continente aparecía como un territorio de lazos históricos compartidos y vinculaciones culturales que hacían posible la complementación económica y solidaridad política. A su vez, todo ello es reprocesado en un ámbito internacional bipolar en el que Europa ya no era el único centro mundial150. En Perón se presenta una cosmovisión que se va a proponer la unidad sudamericana, partiendo del vínculo estratégico entre Argentina, Brasil y Chile. Tal acuerdo sería entendido como un espacio de autonomía y contrario a cualquier intento de “panamericanismo” que se fomentase desde EEUU. Articulación que, recuperando los aportes de José de San Martin, Simón Bolívar y Manuel Ugarte, no sería pensada de manera abstracta, sino que reconocería el pasado compartido y los lazos histórico-culturales de los pueblos de la América del Sur. Encuentro de los pueblos latinoamericanos que se expresaría en una política de integración entendida como integración histórica y geopolítica con base en una dimensión cultural compartida. Según Barrios, tres serían las orientaciones estratégicas de la unidad regional predominantes en el pensamiento de Perón151. En primer lugar, la idea de que la alianza debería provenir del acuerdo principal entre Argentina y Brasil (en segundo lugar Chile), proyectado como eje de una integración esencialmente sudamericana. En relación con ello, Alberto Methol Ferré afirmaría que Perón habría formulado una “política real” de la unidad sudamericana y latinoamericana en la medida en que en su tentativa no se limitaría a proclamar idealmente la unificación, sino que presentaría pragmáticamente la operatoria política, 149 Perón, Juan Domingo, Doctrina Peronista, Buenos Aires, Editora Volver, 1984, op. cit., p. 340. 150 Barrios, Miguel Ángel, Perón y el peronismo en el sistema- mundo del siglo XXI, Buenos Aires, Biblos, 2008, op. cit., pp.177-178. 151 Idem, p. 187. 136. dictando que el “camino principal” a seguir debería ser primeramente el acuerdo argentino-brasileño. Este sería el acontecimiento estratégico, el sendero indispensable a transitar por medio del cual cobrarían sentido histórico las alianzas entre los demás países de la región. Una línea histórica que reuniría la gesta de San Martín y Bolívar con las iniciativas estratégicas de mediados del siglo XX de Perón, Vargas e Ibáñez152. La segunda orientación que señala Barrios se referiría a la convicción, por parte de Perón, de que tomados aisladamente los países latinoamericanos constituirían economías incompletas. Los Estados nacionales en América Latina considerados separadamente no podrían obtener un desarrollo económico sostenible. Por ese motivo, la única forma de alcanzar un crecimiento sustentable se daría no en el marco de las economías nacionales sino en el de la economía regional integrada. En la axiomática de Perón se hallaría la certeza de que las economías nacionales latinoamericanas no se encontrarían en condiciones de impulsar un desarrollo mercado-internista en el mediano plazo y por esta razón el horizonte de una integración continental se impondría como una condición indispensable tanto de solidaridad política como complementariedad económica. "Para conformar una auténtica comunión entre los pueblos de la región aparecería como indispensable el entrelazamiento de sus intereses específicos, expresados principalmente en la celebración de acuerdos bilaterales: Para fundar una verdadera comunidad entre los pueblos americanos creo que es necesario que entrelacemos nuestros intereses. Nuestra política es llegar a acuerdos bilaterales con los países latinoamericanos, ofreciendo nosotros lo que tenemos. En este sentido, nuestra política es lo que llamamos sanmartiniana”153. En un discurso pronunciado en la Escuela de Guerra en 1953, cuatro años después del Congreso de Filosofía, Perón partiendo de una lectura basada en factores económicos haría principal hincapié en la necesidad de conformar el ABC (Argentina, Brasil y Chile) como horizonte estratégico de la política exterior argentina. La exposición, a la cual se buscó mantener en estricta confidencialidad, marcaba el carácter indispensable de la unidad entre los tres países y los esfuerzos realizados por el propio mandatario en la búsqueda del acuerdo estratégico. En la relación estratégica del ABC y, principalmente en el acuerdo de Argentina y Brasil sostenido en la complementariedad económica, vería Perón el punto de fuerza que conduciría al resto de los países del Cono Sur en el 152 Gullo, Marcelo, Conversaciones con Alberto Methol Ferré, Buenos Aires, Fabro, 2013, p. 46. 153 Perón, Juan Domingo, Doctrina Peronista, Buenos Aires, Editora Volver, 1984, op. cit. p. 311. 137. rumbo de la integración en un Bloque Continental: “La República Argentina sola no tiene unidad económica; Brasil solo no tiene tampoco unidad económica; Chile solo tampoco tiene unidad económica; pero esos tres países unidos conforman quizá en el momento actual la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo para el futuro”154. La tercera de las orientaciones indicada por Barrios consistiría en el convencimiento, por parte de Perón, de que en la evolución de la humanidad el porvenir sólo estaría reservado a los pueblos-continente. De acuerdo con esta perspectiva, en la búsqueda de mayor autonomía no alcanzaría con el esquema de los Estados nacionales clásicos sino que sería imprescindible para la América Latina una unificación continental efectiva, sostenida en los criterios mencionados de encarnadura estratégica, histórica, cultural y económica. Perón reconocía que diferentes intelectuales del siglo XIX ya habían anunciado que a la formación de las nacionalidades le debía suceder la etapa de las confederaciones latinoamericanas. Un siglo después, Europa y Asia, ante el peligro que se representaban entre sí, habían tenido que alinearse al capitalismo norteamericano y el comunismo soviético, constituyéndose en confederaciones imperialistas. A su vez, Estados Unidos reunía bajo su órbita a todos los pueblos de la América del Norte. En el marco de esta lectura, Perón entendía que el centro de gravedad del mundo perteneciente a la civilización grecorromana se iba trasladando incesantemente hacia el sur. Pasaba del Adriático hacia el Mediterráneo, luego hacia el Atlántico Norte, de Europa hacia Norteamérica. El signo histórico debería caer indefectiblemente en los pueblos de la América del Sur. En Sudamérica ya había sido Río Branco, en el siglo XIX, quien había lanzado la idea del ABC, considerado como un acuerdo político regional de perspectivas históricas. Un proyecto de dimensiones estratégicas pero que había quedado obstruido por la acción del imperialismo. Pasadas las luchas por la Independencia y los conflictos nacionales del siglo XIX, Perón consideraba que América empezaría a mostrarse al mundo como un todo orgánico. La vida americana, el hombre americano, la opinión americana referirían a un común estado espiritual que sería apreciable en los hombres de este lado del mundo. Eso haría que se esperasen decisiones compartidas por los pueblos del continente, una mancomunión espiritual que se hallaría sostenida en un ideal de paz. Como se ha indicado, teniendo presente ese escenario entendía que debía avanzarse 154 Perón, Juan Domingo, América Latina ahora o nunca, Buenos Aires, Editorial Buenos Aires SRL, 1982, p. 84. 138. desde el centro de aglutinación Argentina-Brasil-Chile tomando como punto de partida la integración económica: “Una Confederación Latinoamericana de Naciones sería nuestra única garantía frente a un porvenir preñado de acechanzas y peligros. Unidos seríamos fuertes y numerosos. Desunidos seremos fácil presa de la conquista imperialista y de su explotación consiguiente”155. 155 Perón, Juan Domingo, Política y Estrategia: 1951 / 1953: Vigencias y herencias, Buenos Aires, Fabro, 2009, p. 215. 139. América en el universalismo político y jurídico de Francisco de Vitoria Humberto Podetti156 El tiempo de Vitoria: de la irrupción de América en el mundo a la universalización de la historia Entre 1492 y 1539 las historias locales de las diversas provincias que componían el mundo se transformaron en partes de una historia universal157. El proceso se inició con la hazaña de Colón, estableciendo una ruta de navegación entre América y Europa, tal vez el “mayor acontecimiento cosmográfico y cultural registrado en dos milenios de historia de la humanidad”, como escribe Augusto Roa Bastos en su Vigilia del Almirante. Y culminó con la concepción de la communitas orbis formulada por Francisco de Vitoria en sus relecciones teológicas: Sobre el poder civil, Sobre los indios y Sobre el derecho de la guerra, en la Universidad de Salamanca entre 1528 y 1539158. Las provincias americana y europea siguieron caminos diversos a partir de la comprensión de que había sido descubierto un nuevo mundo, el mundo entero159 y una nueva humanidad, la humanidad completa. Europa decidió la conquista del orbe, desarrollando notablemente las ciencias de la naturaleza. La atención se concentró en las novedades técnicas y los descubrimientos físicos de las hazañas marítimas de Colón, Vasco da Gama y Magallanes. La experiencia deslumbrante de los 156 Abogado, especialista en Derecho de la Integración y Comunitario y Derecho Económico y Contractual Latinoamericano. Ha sido Director de Proyectos del PNUD, Profesor de la UBA y Coordinador Institucional de la Universidad Nacional de Cuyo en Buenos Aires. 157 Zea, Leopoldo, "El descubrimiento de América y la universalización de la historia" en Zea, Leopoldo (coord.) El descubrimiento de América y su impacto en la historia, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1991, pp. 5-18. 158 Francisco de Vitoria, Sobre el poder civil, Sobre los indios, Sobre del derecho de la guerra, Estudio preliminar, traducción y notas de Luis Frayle Delgado, Madrid, Tecnos, 1998. 159 Amelia Podetti, Comentario a la Introducción a la Fenomenología del espíritu, Buenos Aires, Biblios, 2007, p. 50 y "La irrupción de América en la Historia". 140. viajeros y exploradores fue contrapuesta al conocimiento y la ciencia de la época y particularmente a la escolástica160. El conocimiento científico aplicado se convirtió en fundamento principal del poder político y económico, estableciendo una asociación entre la ciencia, el poder, la guerra y el comercio161. A partir de ese momento y salvo breves interregnos, Europa sostuvo una política de guerra permanente que prefiguró el entorno internacional contemporáneo. América, en cambio, profundizó, bajo la inspiración de un proceso doloroso y complejo, en el pensamiento acerca de la organización política, social y económica de la comunidad humana entre 1500 y 1800. Las grandes culturas mesoamericanas y andinas y con ellas todas las del continente, descubrieron de modo dramático Europa, sufriendo un impacto profundo y desgarrador162. Sin embargo, casi simultáneamente con el desembarco de Colón, comenzó una segunda naturaleza de ese proceso, que concluyó por consumir casi por completo la primera. Esa naturaleza, que ha sido llamada indiana, fue aún más asombrosa por su magnitud espacial y temporal y por la innovación profunda de su peculiar humanismo, que la hazaña de Colón. Poco después de su presentación inicial y embrionaria en los sermones de Antonio de Montesinos en 1511, la indianidad incorporó un nuevo componente de gran riqueza, la africanidad. Y se desarrolló por múltiples senderos hasta la proposición de un Estado confederal iberoamericano en las Cortes de Cádiz de 1812, rechazado por los diputados españoles163 y del proyecto humanista y libertario de José Bonifacio en las Cortes de Lisboa de 1820, que no llegó a ser tratado por los diputados portugueses164. 160 Helio Jaguaribe, Un estudio crítico de la historia, Tomo II, México DF, Fondo de Cultura Económica, pp. 451-459. En 1543, Petrus Ramus, en su crítica a la dialéctica aristotélica, sostuvo que los pensadores de todas las épocas ignoraban lo que los navegantes y mercaderes habían aprendido gracias a la experiencia en lugar de la argumentación. Los teólogos de la Sorbona y el Consejo Real de Francisco I lo condenaron. En 1632, Galileo sintetizó la victoria intelectual de Ramus en Europa, afirmando que Demóstenes y Aristóteles debían ceder su lugar a cualquier ser humano, sin importar lo humilde que fuera, pero que hubiera observado directamente un aspecto de la naturaleza. 161 La asociación de ciencia, política, guerra y comercio, al promediar el tiempo transcurrido entre el acontecimiento de Colón y el Tratado de París de 1951, puede verse en el pensamiento de Kant desde su afirmación en la Crítica del Juicio (1790), acerca de la guerra como “medio indispensable para hacer avanzar la cultura” hasta su condena en Hacia la paz perpetua (1795): “la guerra debe erradicarse para siempre de las relaciones entre los hombres y las sociedades humanas”. Hacia la paz perpetua. Un esbozo filosófico, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999, p. 81. 162 José de Acosta, De Procurando Indorum Salute, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1987, p. 63. 163 José María Porras Ramírez, La federación imposible: el proyecto constitucional americano en las Cortes de Cádiz. Estudios Constitucionales, Vol. 11, Nº 1, 2013, pp. 15-36, http://www.scielo.cl/scielo. php?Script =sciarttext&pid=S0718-52002013000100002&lng=es&nrm =iso. 164 Da Mota, Carlos Guilherme, José Bonifacio, fundador de Brasil, disponible en http://memorial. org.br/revistaNossaAmerica/24/esp/48-jose_bonifacio.html 141. El proceso indiano dio nacimiento a una nueva criatura cultural165, cuyos genes provenían de la América preuniversal, de la Iberia que llegó tras la ruta abierta por Colón y del África secuestrada en su continente y esclavizada y finalmente liberada en América. Pero que pronto fue diferente de cada una de ellas, como explicaron Fernando Ortiz166, Darcy Ribeiro167 o Scalabrini Ortiz168 y pintó Cándido Portinari en El mestizo. Partes significativas del pensamiento, la filosofía y la religión de Asia, Europa, América y África se reconocieron, en tanto humanismos, en la formación de esa segunda naturaleza del período colonial. Porque de España y Portugal también llegaron herederos del espíritu del Califato de Córdoba, de fructífera convivencia de católicos, judíos y musulmanes, en el que pensaron y actuaron Maimónides, Averroes y Alfonso el Sabio. Y, sobre todo, llegaron discípulos de Vitoria y de las escuelas salmantina y conimbricense. Y porque América tenía el sentido de la vida de los nahuas toltecas169, que tanto nos recuerda a Isidoro de Sevilla, a Sor Juan Inés de la Cruz con su Primero sueño y al Descenso y ascenso del alma por la belleza de Leopoldo Marechal. O la realización del trabajo como solidaridad y reciprocidad de la ming’a y la mit’a inca o de la milpa maya y azteca, que siguen inspirando nuevas formas de trabajo en nuestros días170. O la comprensión del poder creador de la palabra de los mayas quichés171 y la búsqueda de la tierra-sin-mal de los guaraníes172, ingredientes substanciales del pensamiento latinoamericano, como nos dice Graciela Maturo en La razón ardiente173. 165 Picón Salas, Mariano, De la conquista a la independencia. Tres siglos de historia cultural hispanoamericana, Fondo de Cultura Económica, México, 1975166 Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Madrid, Cátedra 2002, pp. 254-260. 167 Darcy Ribeiro, El pueblo brasileño. La formación y el sentido de Brasil, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1999, pp. 108-120. 168 Raúl Scalabrini Ortiz, El hombre que está solo y espera. Una biblia porteña, Buenos Aires, Bilbios, 2005, pp. 50-52. 169 Miguel León Portilla, Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 171. 170 Francisco en su homilía en la Catedral de Quito el 6 de julio de 2015 recordó que “el acarreo, labrado y albañilería de esta catedral han sido hechos con ese modo nuestro, de los pueblos originarios, la minga; ese trabajo de todos en favor de la comunidad, anónimo, sin carteles ni aplausos”. Virgilio Roel Pineda, Cultura peruana e historia de los incas, Lima, Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 450; Piedad Peniche Rivero, Sacerdotes y comerciantes. El poder de los mayas e itzaes de Yucatán en los siglos VII a XVI, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1990, p. 36. 171 Popol Vuh, Las antiguas historias del Quiché, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 23. 172 Bartomeu Meliá S.J., "Pensamiento guaraní para uso de paraguayos (y latinoamericanos)" en Beatriz G. de Bosio y Eduardo Devés Valdés (compiladores) Pensamiento paraguayo del siglo XX, Asunción, Intercontinental Editora, 2006, p. 271. 173 Graciela Maturo, "El lenguaje morada del hombre" en La razón ardiente, Buenos Aires, Biblos, 2004, p. 21. 142. Esa segunda naturaleza se mostró desde sus comienzos irreductible a las nociones de conquista y colonización. La indianidad fue crítica y condena de la conquista, pero sobre todo proposición y construcción de una sociedad nueva y una nueva cultura. Lo que nacía era simultáneamente sublevación, literatura, filosofía, antropología y proyecto político, social y económico basado en la solidaridad y la reciprocidad. Y también construcción social mestiza e innovadora respecto de América y respecto de Europa, como los pueblos hospital de Vasco de Quiroga o las misiones jesuítico guaraníes de Roque González. De ese modo, construyó ese humanismo singular que explica y constituye la historia y la identidad americanas. El universalismo jurídico y político de Francisco de Vitoria La naturaleza indiana de la conquista de América por Castilla y Portugal adquirió nuevos y revolucionarios sentidos con Francisco de Vitoria. América y los americanos constituyeron la causa y el objeto principales de sus reflexiones y fueron el escenario y los actores que desplegaron, aplicaron y continuaron su pensamiento. Sin embargo, Vitoria no construyó una visión americocéntrica del mundo y por cierto tampoco eurocéntrica o cristianocéntrica, sino un universalismo jurídico y político, plural e inclusivo de la inmensa diversidad humana174. Ese universalismo fundó el pensamiento latinoamericano. Vitoria nació en Burgos en 1483, el mismo año en que Castilla reconquistó Canarias, que será el punto de apoyo del acontecimiento de Colón. En 1505 ingresó al convento dominico de San Pablo, que participó activamente en la reforma de la Orden en la Provincia castellana y que en ese proceso adoptó la Gramática de Nebrija, que reguló el castellano que se encontró en América con las muchas lenguas de nuestras culturas preuniversales. Hacia 1508 viajó a París para proseguir sus estudios de filosofía y teología en el convento dominico de Saint Jacques. Allí conoció a Erasmo y Vives, con quienes mantuvo una larga y fecunda relación y asistió a las clases del nominalista John Mair. Las enseñanzas de Mair lo pusieron 174 La visión del Papa Francisco resume ese universalismo: “La esfera puede representar la homologación, como una especie de globalización: es lisa, sin caras, igual a sí misma en todas las partes. El poliedro tiene una forma similar a la esfera, pero está compuesta de muchas caras. Me gusta imaginar la humanidad como un poliedro, en el cual las múltiples formas, expresándose, constituyen los elementos que componen, en la pluralidad, la única familia humana” (Mensaje al Tercer Festival de Doctrina Social de la Iglesia Menos desigualdades, más diferencias, Verona, 21/2411-13:http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/pont-messages/2013/documents/papa-francesco 20131121_videomessaggio-festival-dottrina-sociale.html. 143. en contacto con dos de las cuestiones que fueron centrales en su obra: América, a partir de la discusión acerca de la legitimidad o ilegitimidad de la conquista, y el pueblo como sede del poder civil y eclesiástico que se delega o se retira a los gobernantes, según su desempeño175. Es probable que también haya tomado de Mair la inclinación, que será constante en su obra, a vincular la reflexión teológica con los problemas inmediatos de los hombres176. Culminados sus estudios y docencia en París, Vitoria regresó en 1523 a Castilla y fue designado profesor de teología en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, donde la cuestión americana impregnaba la comunidad académica. Entre sus colegas estuvieron Matías de Paz, precursor de los asuntos de América en San Gregorio, Miguel Ramírez de Salamanca, Obispo de Santiago de Cuba entre 1527 y 1532 y García de Loayza y Mendoza, General de la Orden de los Predicadores y Presidente del Consejo de Indias, creado en 1524. Entre sus alumnos, Jerónimo de Loayza, primer arzobispo de Lima y fundador de la Universidad de San Marcos, y Vicente de Valverde, quien leyó el requerimiento para convertirse a la fe cristiana a Atahualpa y fue luego primer Obispo de Cusco y acérrimo defensor de los americanos. Como consecuencia de las protestas de Antonio Montesinos y Pedro de Córdoba en 1512 se dictaron las primeras leyes de Indias. Fueron reformadas en 1524, luego del informe de Bartolomé de las Casas a Carlos V177. Constituyeron las primeras regulaciones de la historia de los derechos humanos. En 1526, probablemente ya decidida su dedicación definitiva a pensar el mundo nuevo que irrumpió a partir del choque y encuentro entre América y Europa, obtuvo la cátedra de Prima de Teología en la Universidad de Salamanca. En 1528 pronunció su primera relección178, Sobre el poder civil, y en su párrafo inicial anunció su vocación universalista: “el oficio del teólogo y su campo de investigación es tan vasto que ningún tema, ninguna discusión, ningún asunto parecen ajenos a su profesión ni a su estudio”179. 175 Mauricio Beuchot, La Querella de la Conquista. Una polémica del siglo XVI, Ed. Siglo XXI, 2004, pp. 12/17. 176 Francisco de Vitoria, Los derechos humanos, Edición e Introducción de Ramón Hernández, O.P., Salamanca, San Esteban, 2003, p. 27. Vitoria manifiesta esta inclinación tempranamente, en el prólogo a su edición de la Secunda Secundae de Santo Tomás, en el que elogia la orientación práctica de Tomás. 177 Mauricio Beuchot, Los fundamentos de los derechos humanos en Bartolomé de las Casas, Barcelona, Anthropos, 1994, p. 79. 178 Las relecciones eran clases impartidas al conjunto de la comunidad académica al concluir el ciclo lectivo. 179 Francisco de Vitoria, Sobre el poder civil… op. cit., p. 5. 144. La incitación americana, que inspiró de modo general sus reflexiones, se presentó plenamente a partir de la noticia de la muerte de Atahualpa por Francisco Pizarro180, que Vitoria condenó en la carta que dirigió a Miguel de Arcos en noviembre de 1534181. El extenso sistema que desarrolló Vitoria y culminó en la concepción de la communitas orbis, comienza por la persona humana, que Vitoria colocó como centro y finalidad de su universalismo. En esto se apartó anticipadamente de la ciencia política y de las relaciones internacionales, cuyo sujeto no es el hombre sino el Estado-nación, con sus ideas de soberanía interna absoluta y homogeneidad del pueblo propio del Estado que culminaron en la ‘razón de Estado’, opuesta a todo humanismo. Vitoria afirmó la igualdad entre todos los seres humanos por el sólo hecho de ser hombres, todos miembros de la misma especie. Y por, ende, todos con idéntico derecho a la libertad. Ello incluyó la condena a toda forma de esclavitud, declarada “máxima tiranía”, siguiendo a Santo Tomás182. La igualdad implicaba para Vitoria el respeto a la diversidad cultural, religiosa, de costumbres y de lenguas183. La igualdad y la libertad se expresan en la sociabilidad natural –y no contractual–, que es universal. Vitoria afirmó que “ ‘la naturaleza ha establecido cierto parentesco, como una fuerza entre todos los hombres’. Por consiguiente, es contra el derecho natural que el hombre rechace al hombre sin causa alguna. Pues ‘no es lobo el hombre para el hombre’, como dice Ovidio, sino Hombre”184. A partir de esa concepción de la persona humana como centro de todo el orbe, Vitoria abordó la sociedad humana. El hombre sólo es plenamente hombre en comunidad, porque su naturaleza es esencialmente sociable. Las comunidades humanas se han constituido para que unos soporten las cargas de otros y para que los hombres, viviendo en socie- 180 Manuel Fernández Alvarez, América en la idea imperial de Carlos V, II Congreso de Academias Iberoamericanas de la Historia. Factores de diferenciación e instancias integradoras en la experiencia del mundo iberoamericano, Madrid, Real Academia de la Historia, 1994, p. 219. 181 Luis Pereña, Escuela de Salamanca, Carta Magna de los Indios, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988, pp. 4, 8 y 14. El texto de la carta puede leerse en las pp. 37/40. 182 Francisco de Vitoria, La Justicia. Estudio preliminar y traducción de Luis Frayle Delgado, Madrid, Tecnos, 2001, p. 93. 183 Francisco de Vitoria, Sobre el poder civil…op. cit., pp. 59/65 184 Op. cit. pp. 10-13 y 133. La frase pertenece a Plauto en Asinari, como aclara Frayle Delgado en la nota 221, p. 133, y no a Ovidio, y dice Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro. La contestó Séneca, en Cartas a Lucilio: el hombre es sagrado para el hombre. Hobbes radicalizó la afirmación de Plauto en el Leviatán, señalando la oposición a la direccionalidad de Vitoria. 145. dad se presten ayuda mutua185. Por ello la comunidad tiene un conjunto de obligaciones que son el correlato de los derechos de cada uno de sus miembros y, por ende, debe garantizar a todos el acceso a los bienes y a la libertad. En consecuencia, la justicia, cuyo carácter esencial es la alteridad, no puede realizarse ni los derechos ejercerse sino en el seno de una comunidad organizada186. Es que el hombre necesita –como afirmó Vitoria– de su entorno inmediato y mediato para su realización. Es en la relación con los otros cuando es plenamente hombre. El derecho a pertenecer a una comunidad organizada implica el de pertenecer tal como es, con sus diferencias y semejanzas con los demás miembros. Y ello constituye también una obligación: son sus diferencias de cualquier naturaleza las que más enriquecen a la comunidad y en consecuencia, está obligado moralmente a aportarlas en la interacción social. Por ello el escenario de la realización del hombre es la comunidad y su participación en ella es mucho más compleja y decisiva para la plenitud de su vida que su participación en el Estado como individuo y en el mercado como productor de bienes, comerciante, trabajador o consumidor. El hombre, cada hombre, diverso y único, en su cualidad esencial de ser social, sin amputaciones, debe subordinar todos y cada uno de los elementos de toda forma de Estado. La comunidad requiere necesariamente de un gobierno, a quien debe serle concedida la autoridad por sus miembros, en quiénes ha delegado Dios el poder187. Con este fundamento cuestionó la legitimidad de los regímenes políticos de su tiempo, desde las monarquías europeas y el papado, en tanto dominio terrenal, hasta los imperios americanos recién descubiertos por Europa, que invocaban el origen divino de su propio poder. Victoria sostuvo también que la autoridad es de derecho humano positivo, y por lo tanto sujeta en todos sus aspectos a la sociedad, por medio de las leyes que regulan su ejercicio y establecen los medios para constituirla y controlarla188. Por fin, abordó la culminación del sistema, la communitas orbis, que, como la república, es fruto también de la sociabilidad natural y universal del hombre. Sostiene Vitoria que “el derecho de gentes tiene fuerza no sólo por el pacto y consenso entre los hombres, sino también fuerza de ley. En efecto, el orbe entero, que en cierto modo es una república, tiene 185 Francisco de Vitoria, Sobre el Poder Civil…, op. cit., pp. 9-13 186 Francisco de Vitoria, La Justicia, Cuestión 58, Artículo Segundo Si la justicia siempre dice en relación a otro, p. 37. 187 Francisco de Vitoria, Sobre el Poder Civil…, op. cit., pp. 15-23. 188 Francisco de Vitoria, Obras. Relecciones Teológicas, Madrid, BAC, 1960, p. 127. 146. potestad de dar leyes justas y convenientes para todos, como son las del derecho de gentes”. De este modo, Vitoria fundó el derecho internacional, que regula las relaciones entre Estados según los pactos o tratados. El objetivo del nuevo derecho es la coexistencia en paz entre las diversas naciones del mundo, pese a sus diferencias religiosas, políticas, económicas y culturales. Vitoria imaginó por primera vez una organización jurídica y política global, con un tribunal de justicia y un gobierno universales, sin perjuicio de la existencia de idénticas instituciones en las repúblicas que componen la república universal. También imaginó la unidad europea, cuando reflexionó acerca de la unidad de la cristiandad, entonces limitada a Europa, bajo un gobierno general, con el mismo objetivo que el Tratado de París: establecer la paz en el continente189. Pero su concepción de la communitas orbis no concluyó en el derecho internacional o derecho interestatal y en la república universal. Sostuvo que además del derecho que rige al interior de los Estados y del derecho que regula las relaciones entre los Estados, existe otro derecho que es común a todo el género humano, a todo hombre y a toda mujer, independientemente de que integren o no un Estado: el derecho de gentes. Ese derecho tiene como sujeto a la persona humana, antes, durante y después de su pertenencia a un Estado concreto. En consecuencia, los derechos y deberes humanos son preexistentes e independientes de la pertenencia a una nación y mucho más aún de su carácter de miembro de un Estado. Aunque, como también sostuvo Vitoria, su ejercicio sólo puede hacerse en el seno de una comunidad. En consecuencia, el primero de los derechos humanos, que habilita el ejercicio de todos los demás, inclusive el derecho a la vida, es el de pertenecer a una comunidad organizada. Vitoria lo presentó incluyendo entre los numerosos argumentos expuestos, dos instituciones del derecho inca, el de la participación de todos, inclusive los miembros de otros pueblos, en la propiedad común y el de libre circulación y establecimiento en el territorio de cualquier pueblo190. El derecho de gentes incluye protecciones de los poderes que han establecido los hombres: “todo poder público o privado por el que se administra la república secular no sólo es justo y legítimo sino que tiene a Dios por autor, de tal suerte que no puede ser abrogado ni suprimido 189 Joseph Ratzinger y Jürgen Habermas, "Diálogo acerca de los fundamentos de la Constitución Europea", en La Nación, 14 de mayo de 2005. 190 Francisco de Vitoria, Sobre el poder civil….op. cit., pp. 129, 131 y 133. La invocación de estas instituciones americanas, cuya naturaleza era coincidente con el nuevo derecho que fundaban, muestra el conocimiento que tenía Vitoria de ellas y su respeto por las culturas americanas. 147. ni siquiera por el consenso de todo el mundo”191. Es una afirmación implícita de la diferente naturaleza del derecho de gentes y del derecho internacional, que sí puede ser modificado por el consenso de todo o parte del mundo. Por otro lado, este derecho es concordante con el derecho de todos los pueblos a gobernarse conforme sus leyes y su cultura, y a exigir el respeto de su soberanía, como lo sostuvo Vitoria al afirmar la soberanía y legitimidad del poder constituido por los pueblos americanos preuniversales192. Presencia contemporánea del pensamiento de Vitoria Con esas ideas Vitoria fundó el pensamiento latinoamericano como parte substancial de la naturaleza indiana del período colonial de la historia de América. Fundó también la primera escuela jurídica americana. Muchos de sus discípulos alfabetizaron las lenguas indígenas y escribieron en esas lenguas sus obras de historia, filosofía y derecho, iniciando la conversión del castellano y el portugués en lenguas americanas e incorporando muchas de las instituciones indígenas al derecho indiano, el primer derecho común de América. Estas raíces están presentes en el derecho doméstico de todos los países de la América castellana y de la América lusa y son constituyentes del naciente derecho comunitario suramericano. Su pensamiento –que se difundió y desarrolló en las veintiseis universidades que Castilla fundó en nuestro continente durante el período indiano– forma parte del ideario político, económico y social de los pueblos latinoamericanos. Se manifestó desde los primeros cuestionamientos a la autoridad de los castellanos y de los portugueses, a partir del momento inicial de la conquista, durante el movimiento independentista y lo hace en nuestro tiempo en los grandes movimientos populares del siglo XX y de nuestro siglo. Por fin, la creciente presencia de América Latina en los escenarios mundiales, proponiendo algunas respuestas a los acuciantes problemas contemporáneos, tiene componentes del pensamiento universalista de Vitoria. Tal vez uno de los ejemplos más significativos es el fundamento jurídico que el derecho de gentes vitoriano otorga a las afirmaciones y solicitudes del Papa Francisco en relación con los migrantes y refugiados: “Toda persona pertenece a la humanidad y comparte con la entera familia de los pueblos la esperanza de un futuro mejor”, “debe ponerse 191 Francisco de Vitoria, Sobre el Poder Civil…op. cit., p. 7. 192 Francisco de Vitoria, Sobre los Indios…op. cit., pp. 87 y 88. 148. fin a las barreras infranqueables a los migrantes”193 y a su pregunta y su respuesta en su homilía en Lampedusa: “¿quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? […] quienes en el anonimato toman decisiones socio económicas que hacen posible dramas como este”. Y también a las del Cardenal Sean O’Malley en la homilía que pronunció en la misa celebrada el 1 de abril de 2014 en Los Nogales, Arizona, al pie del muro Sensenbrenner, con feligreses a ambos lados del muro y en la que también exigió la flexibilización de la frontera. Simultáneamente, el pensamiento de Vitoria constituye una contribución substancial para formular “nuevos modelos de desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y equidad con reconciliación, desarrollo científico y tecnológico con sabiduría humana, sufrimiento fecundo con alegría esperanzadora” como pidió Francisco en su homilía el 14 de diciembre en San Pedro, celebrando a María de Guadalupe. En Bolivia: "Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de ‘las tres T’ ¿De acuerdo? (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, Cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por ‘vivir bien’. Dignamente, en ese sentido. Es imprescindible que, junto a la reivindicación de sus legítimos derechos, los pueblos y sus organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización excluyente. Ustedes son sembradores del cambio. Que Dios les dé coraje, alegría, perseverancia y pasión para seguir sembrando. Tengan la certeza que tarde o temprano vamos de ver los frutos". 193 Francisco, Mensaje del 5-8-2013 anunciando la 100ª Jornada Mundial del Inmigrante y el Refugiado, Mensaje a la Jornada el 19-1-2014 y Homilía en Lampedusa 8-7-2013. 149. Cuando la necesidad se hizo virtud: la idea de unión latinoamericana a mediados del siglo XIX194 Clara Alicia Jalif de Bertranou195 Dentro del clima que anticipaba el romanticismo y como prueba de una unidad de hecho, circulante en las inteligencias del momento, la idea de una liga o confederación recorrió el Continente de Sur a Norte y de Norte a Sur en el espacio hispanoamericano. La vastedad del territorio fue marcando las posibilidades de esa unión por vecindad geográfica, por historias cercanas, por lazos estrechos, pero también por dificultades internas que atravesaron los pueblos, sometidos a intereses remanentes de la Colonia y de sus clases gobernantes, cuyo bienestar y privilegios provenían de esos tiempos. Las ideas unionistas se dieron en Latinoamérica mediante la efectiva realización de congresos, propuestas y pactos, pero también en Europa, especialmente en Francia, donde tuvo sus voces fervorosas. En estos casos, la distancia oceánica actuó de vaso comunicante, como veremos más adelante. Circunstancias reales de precariedad, orfandad, carencias, y una modernidad extremadamente esquiva, fueron algunos de los motivos que suscitaron el Congreso de Panamá en 1826, y luego otros que se sucedieron, además de la prédica entusiasta acerca de la necesidad de unión al calor de los hechos que se presentaban. La idea de una confederación americana, según los protocolos del 194 Este trabajo fue publicado con el mismo título en: Páez Montalbán, Rodrigo y Mario Vázquez Olivera (coord.), Integración latinoamericana. Raíces y perspectivas. México, Eón / UNAM, Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), 2008, pp. 45-72. Agradecemos el permiso para su reproducción. Se han realizado algunas correcciones de estilo y adaptaciones para esta edición. 195 Doctora en Filosofía. Profesora Extraordinaria en el grado de Consulta en la Universidad Nacional de Cuyo. Directora del Instituto de Filosofía Argentina y Americana-IFAA. Es editora de Cuyo. Anuario de Filosofía Argentina y Americana y Contributing Editor del Handbook of Latin American Studies (Library of Congress, EE.UU.) 150. Congreso de Panamá, a lo largo de diez sesiones mediante la reunión de ministros plenipotenciarios de la Gran Colombia (Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela), Perú, Bolivia, México y las Provincias Unidas de Centroamérica (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica), más la asistencia por invitación de algunos representantes extra-continentales, fijó en treinta y un artículos el objetivo: “[…] la felicidad general de la América antes española y la particular de cada uno de los Estados […]”. Para este fin se declaraba una confederación perpetua, “unión y liga en paz y en guerra contra la España o cualquiera otra nación que intente dominar una parte de la América o toda ella”, según lo establecía en su artículo primero. Si bien el espíritu era claramente defensivo frente al poder hispano, sobre la base del reconocimiento de la independencia de las naciones establecía la posibilidad de incorporar otras repúblicas; las vías comerciales que tanto se necesitaban para la colocación de los productos de la región; la prohibición del tráfico de esclavos negros, conforme al derecho de gentes; pero también afirmaba el respeto a las posesiones europeas en suelo americano. Por tanto, no estaba en la mente de los participantes la idea de expropiación de esas posesiones. El Congreso, que había sido convocado por Simón Bolívar desde Lima el 7 de diciembre de 1824, al sesionar dos años después tuvo por signatarios a Antonio Larrazábal y Pedro Molina en representación de Centroamérica; Pedro Briceño Méndez y Pedro Gual, ambos venezolanos, en representación de la Gran Colombia; José Mariano de Michelena y José Domínguez Manso, por México; Manuel Lorenzo de Vidaurre y Manuel Pérez Tudela por el Perú. Cada uno poseía sus méritos.196 Es preciso mencionar como hitos importantes siguientes el llamado 196 Larrazábal (Guatemala, 1769-1853) fue canónigo del Cabildo de Guatemala, de tendencia más bien conservadora. Molina (Guatemala, 1777-1854) era un activo periodista y político, cuya palabra fue la más radical de la independencia y por ello mismo también un tenaz opositor a la anexión a México. Que titulara a sus periódicos El Editor Constitucionalista y El Genio de la Libertad es demostrativo de sus alcances emancipatorios. Briceño Méndez (Caracas, 1794-Curazao, 1836) se distinguió como político. Gual (Caracas, 1783-Guayaquil, 1862) fue, sucesivamente, diputado por Caracas, secretario de Francisco de Miranda, gobernador de Cartagena, Ministro de Asuntos Exteriores de Francisco Morazán y presidente. De Michelena (México, 1772-1852), político que luchó contra Iturbide, partidario del federalismo, fue miembro del Poder Ejecutivo, Ministro Plenipotenciario en Gran Bretaña (1822-1824) y Ministro de Guerra (1830), además de gobernador de Michoacán. Domínguez Manso (México, 1784-1833), fue abogado y jurisconsulto. Vidaurre (Lima, 1773-1841), magistrado y escritor de obra extensa en materia jurídica y política, actuó junto a Bolívar hasta que rompió relaciones a propósito de la Constitución Vitalicia que le otorgaba poderes supremos. Manuel Pérez Tudela (Perú, 1774-1863), político republicano, redactó el Acta de Independencia de su país, firmada el 15 de junio de 1821 en Lima, y actuó como Ministro de Relaciones Exteriores. 151. “Primer Congreso Americano” de Lima, realizado entre diciembre de 1847 y marzo de 1848, del que participaron Bolivia, Chile, Perú, Ecuador y Nueva Granada, convocado por el gobierno del Perú a raíz de la expedición organizada por España contra Ecuador, donde jugaban también intereses británicos. Invasión que finalmente no se efectuó. No obstante, ya se había producido la invasión a México por parte de Estados Unidos de Norteamérica para la anexión de Texas (1846) y, finalmente, la entrega en febrero de 1848, por el Tratado de Guadalupe Hidalgo de esos territorios, Nuevo México, Alta California y una extensión de Tamaulipas. Un hecho que no tuvo la misma repercusión en el resto de América. Igualmente hay que recordar, dentro de las actividades diplomáticas en 1856, dos proyectos de unión, como lo fue el de Santiago de Chile, entre Perú, Ecuador y Chile, denominado “Tratado Tripartito” –compuesto de veintiséis artículos-; y el de Washington, entre México, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Nueva Granada, Venezuela y Perú, llamado “Proyecto de Alianza”, donde se aspiraba a una confederación de los Estados hispanoamericanos.197 Casi una década después se realizaría el Congreso Americano de Lima, efectuado en 1864, con la presencia del Perú, Colombia, Chile, Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador, que tuvo en cuenta cuatro aspectos principales: un tratado de unión y alianza defensiva; un tratado de conservación de la paz; un tratado de correos; y un tratado de comercio y navegación. La partición de los acuerdos parecía más conveniente para el éxito, en lugar de sumirlos en uno solo, tal como había sucedido en los anteriores congresos.198 A continuación habremos de referirnos en acotadas páginas a algunas personalidades de la historia americana en la mitad del siglo XIX que manifestaron ideas integradoras desde posiciones políticas con matices diferentes, no obstante su definida voluntad inclusiva: José Cecilio del Valle, Juan Bautista Alberdi, Francisco Bilbao, José María Torres Caicedo y Felipe Varela. 197 En rigor, el nombre del “Tratado Continental” fue “Tratado que fija las bases de unión para las Repúblicas Americanas”, firmado por Antonio Varas, Francisco J. Aguirre, Cipriano C. Zegarra. Cf. José Victorino Lastarria, Álvaro Covarrubias, Domingo Santa María y Benjamín Vicuña Mackenna, Unión y confederación de los pueblos hispano-americanos. Colección de ensayos y documentos relativos a la unión y confederación de los pueblos hispano-americanos. Edición facsimilar y prólogo de Ricaurte Soler. Panamá, Ediciones de la Revista Tareas, 1976, pp. 103-113. La edición original de estos textos fue realizada en Santiago de Chile, Imprenta Chilena, 1862. 198 Cf. Gómez Robledo, Antonio, Idea y experiencia de América. Col. Tierra Firme nº V. México, Fondo de Cultura Económica, 1958, p. 160. El autor menciona la participación de la Argentina, pero la misma no fue oficial, pues Domingo Faustino Sarmiento había sido designado Ministro Plenipotenciario en EE.UU. y en el viaje a esta nación aprovechó para asistir a título personal al Congreso de Lima, pues no tenía la autorización oficial del Poder Ejecutivo. Su gobierno aprobó las declaraciones a posteriori. 152. Reconocemos que otros pensadores podrían ser parte de un escrito más amplio. Cómo olvidar a Bernardo de Monteagudo (Argentina, 1787-Perú, 1825), Andrés Bello (Venezuela, 1781-Chile, 1865), Francisco de Paula Vigil (Perú, 1792-1875), Pedro Félix Vicuña (Chile, 1806-1874), José Victorino Lastarria (Chile, 1817-1888), José María Samper (Colombia, 1828-1883), Benjamín Vicuña Mackenna (Chile, 1831-1886) y otros nombres por su labor en este sentido, como también documentos que fueron elaborando las comisiones para sentar bases unionistas en los distintos países. La importancia, vigencia y densidad de las propuestas a las que aludiremos está dada, a veces, más por el protagonismo que por los fundamentos teóricos, pero esto no es menor en algunos de ellos. Quizá podría establecerse como un denominador común la idea de una diversidad que no sería obstáculo para una confederación, unión o liga que aglutinase intereses comunes. Una voz de la razón ilustrada: José Cecilio del Valle Si aquel Congreso convocado por Bolívar fue el antecedente, en su continuidad otras voces sobresalieron dentro de la época, con presencia igualmente destacable en sus países. Figura a señalar es la de José Cecilio del Valle (1777-1834), nacido en Honduras cuando era aun parte del Reino de Guatemala. En sus escritos abordó el ensayo, el artículo periodístico y el informe científico, al modo como en el Perú lo haría Hipólito Unanue, quien –digamos de paso- redactó la posición de los emisarios del país al Congreso de Panamá. Esos escritos de Del Valle tienen la marca de la prudencia, pero también de la decidida opción independentista; opción que había que resguardar y preservar de posibles asedios. Sus intereses, que cubren una amplia gama de temas –desde la importante redacción del Acta de Independencia de Centroamérica (1821), hasta observaciones económicas, agrícolas, educativas, científicas y sociopolíticas-, muestran su vocación patriota. Mas conviene precisar, antes de avanzar, su idea de América, región ignorada en su existencia durante mucho tiempo por Europa, donde esa ignorancia “fue feliz para sus indígenas”, como perspicazmente nos dice (Del Valle, José Cecilio, Antología. Introducción, selección y notas de R. Oquelí. Tegucigalpa, Honduras, Editorial Universitaria, 1981, p. 56). Tres etapas distinguió en su desenvolvimiento: la de los siglos anteriores a su conquista; la del sometimiento a los conquistadores; y la de su “justa y gloriosa emancipación”. La primera permanecía en “las tinieblas” porque lo que hubo fue destruido por el “el sable de los conquistadores”, que aniquiló la “clase ilustrada” y dejó “la de indios, igno153. rantes y desgraciados”, “embrutecidos” más aun por los conquistadores: “y a vista del estado en que los vemos parece inverosímil que sus mayores fuesen capaces de escribir una historia digna de este nombre” (ibíd., p. 57). En la segunda solamente existían dos clases de personas: conquistadores y conquistados, con el consiguiente sometimiento por la fuerza. Cualquier historia escrita en este período tenía la parcialidad de “suprimir verdades o publicar falsedades” (ibíd.). La tercera etapa, de entusiasmo pero también de guerras intestinas: “Lucharon unos contra otros los que debían ser hermanos”. La libertad de América fue una necesidad del siglo para Del Valle y mostró que todos los seres humanos eran “individuos de una misma especie, iguales y libres por naturaleza”. Expresión categorial básica en su pensamiento. Sin embargo, no ignoraba las diferencias entre pueblos, aun dentro mismo de una nación, por lo que consideró que el mestizaje acabaría con las divisiones de castas y de clases, para lograr una población más homogénea y, con ello, mayor unidad en las sociedades. Las diferencias no responderían entonces a una naturaleza desigual, sino a situaciones históricas cuyo correctivo también tenía una solución temporal: “Cruzándose los indios y ladinos con los españoles e ingleses que vengan a poblar la América, se acabarán las castas, división sensible de los pueblos […]” (ibíd., p. 58). Si bien la lengua castellana se extendería, también la variedad dialectal multiplicaría los idiomas, “y cada idioma será un método nuevo de análisis”, expresión de riqueza y cesación de desigualdades en su reconocimiento. Asimismo, la difusión de los conocimientos y la ciencia serían populares y no reducto exclusivo de pocos. Una vía que propuso sería la distribución de las rentas, de los hospitales, de los bancos, de la administración de justicia, entre otros aspectos, mediante la descentralización geográfica para que ninguna ciudad fuese superior a otras: Los hijos de una provincia tendrán entonces necesidad de los de la otra; los de ésta la habrán de los de aquélla; se estrecharán los vínculos. Los pueblos no serán esclavos de una capital, y la sociedad será lo que debe ser: la compañía de socios, familia de hermanos (ibíd., p. 59). El camino no le parecía fácil por el estado de situación, pero una legislación justa, adecuada a un plan, haría los mayores beneficios para lograr una América que no marcharía por detrás de Europa, sino a la par primero y, luego, más avanzada todavía. Dentro de este marco, con elementos que sobrepasan los aquí indicados, Del Valle proponía las instancias para la realización de un congreso que diese paso a la unidad americana, según lo concebía en 1822. Ese congreso, además de reunir a diplomáticos bien informados de la situa154. ción de sus respectivas “provincias” para conformar el estado general de toda América, debía trazar el plan para que ninguna fuese “presa de invasores externos, ni víctima de divisiones intestinas”. Sobre esta plataforma imprescindible, se trabajaría en elaborar un plan para elevar el grado de riqueza y de poder que pudiesen alcanzar. En tal sentido, el plan debía tener dos grandes objetivos: 1. La federación de unión de los Estados de América; 2. El plan económico para enriquecer a esos Estados. El estudio y el conocimiento de las potencialidades derramaría “un foco de luz” sobre los recursos e intereses para la formación de una “gran familia”: “Una colección de mapas, de planos, de historia, de viajes, de floras, de ensayos y obras de todas las clases escritas sobra la América sería un tesoro para los americanos” (ibíd., p. 63). Junto a esta idea proponía que la capital de cada Estado tuviese una biblioteca pública formada por las obras que aportasen conocimientos sobre América y que sus puertas estuviesen franqueadas para todo lector. Además, proponía la creación de una academia americana conformada por los hombres más ilustrados en las ciencias, divididos en cinco secciones integradas por políticos, economistas, “moralistas”, físicos y matemáticos, cuya tarea estaría abocada a extractar de las obras sobre América los conocimientos más importantes para darles luego difusión periodística. La propuesta de apelar a la prensa tenía un claro sentido de ilustrar al público y ayudar a su formación: “El conocimiento de un país es el primer elemento de su riqueza”, nos dirá. Se trataba, sin dudas, de formas democratizadoras del saber mediante la apelación a medios de difusión al alcance de cierto público al menos alfabetizado. Pero la educación fue un aspecto que ocupó el sostenido desvelo de Del Valle, como es dable hallar en sus escritos. Esa educación, en sus niveles iniciales, debía ser universal y luego especializada, de acuerdo con intereses, aptitudes y necesidades laborales. Pero como en América todo estaba por hacerse, Del Valle recorría los distintos aspectos de los saberes, especialmente aquellos más útiles para las naciones. No dejaba de considerar de gran importancia el sistema lancasteriano y, además, la calidad que debía tener la enseñanza, desterrando métodos coercitivos y de castigo, para estar fundada en el amor y el cariño: “No es el castigo, no es el rigor el método más eficaz de educación. […] No hagas odioso lo que quieras que sea deseado y amado” (ibíd., 218). Un aspecto esencial para la educación era el lograr fondos destinados a gastos de instrucción pública, tal como los había para la justicia, la hacienda y la guerra. La finalidad era “[…] que con aquel fondo se dotase a los maestros, se premiase a los discípulos y se socorriesen las necesidades de las ciencias” (ibíd., 223). 155. Se aprecian entonces en Del Valle dos facetas importantes aun a la luz de nuestro tiempo: la integración americana se haría mediante la compatibilización de los intereses de las naciones, pero también con un programa de inclusión social sin el cual no sería posible una entidad supranacional. Además, las tareas que propuso de un modo muy amplio requerían perentoriedad antes que despertasen los enconados enfrentamientos internos y externos en nuestros pueblos, tal como efectivamente sucedió. Juan Bautista Alberdi revalida su título de abogado El nombre de Juan Bautista Alberdi recorre la historia argentina decimonónica en casi toda su extensión, pues nació en 1810 en Tucumán –acompañando el nacimiento patrio-, en el mismo lugar donde se firmaría, en 1816, la definitiva proclama independentista. Falleció en Francia en 1884, pero su presencia fue importante en los dos países vecinos, Uruguay y Chile, por razones de exilio. Entre 1838 y 1843 permaneció en Montevideo y entre 1844 y 1852 en Chile. En ambos tuvo destacada actuación intelectual y en Europa fue representante diplomático como Ministro de la Confederación Argentina, donde residió largos años, una vez depuesto Juan Manuel de Rosas, el 3 de febrero de 1852, en la batalla de Caseros. Con motivo de su traslado a Chile debió revalidar su título de abogado, que había obtenido en Montevideo en 1840. En esas precisas circunstancias presentó en la Universidad de Chile su tesis titulada “Memoria sobre la conveniencia y objeto de un Congreso General Americano” (1844). La cuestión americana no le era ajena, por decirlo de algún modo, pues aquel mismo año de 1840 escribió las famosas páginas de “Ideas para presidir a la confección del curso de filosofía contemporánea”, tantas veces recordado por su propuesta acerca de la necesidad de una filosofía propia, una “filosofía americana”; curso que no llegó a dictar pero para el que redactó sus palabras preliminares. Y si se mira aun más retrospectivamente puede verse en el Prefacio de su Fragmento preliminar al estudio del Derecho (1837) un antecedente igualmente importante para comprender los alcances de sus preocupaciones en materia jurídica, tanto nacional como internacional, donde hay una explícita filosofía de la historia en la cual el progreso era la marcha ascendente de los pueblos hacia la paz y la armonía, tanto en el orden interno como externo, pero comenzando por el primero. En su texto Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, derivados de la ley que preside el desarrollo de 156. la civilización en la América del Sud, conocido simplemente como Bases -escrito que sirvió para la redacción de la Constitución argentina, publicado a tres meses de la batalla de Caseros-, Alberdi hizo suyo el concepto de regeneración social y perfiló de un modo más nítido su visión política y económica, anticipada en su “Memoria”. Por lo demás, en su arco temporal no fue un hecho aislado que escribiera, ya en su madurez, el texto más importante de Derecho Internacional debido a su pluma, El crimen de la guerra (1869-1871); obra inconclusa, fruto de notas y apuntes que pensaba presentar en el concurso europeo de la Liga Internacional y Permanente de la Paz, cuando se estaba en vísperas de la guerra franco-prusiana. La “Memoria” nos muestra un intérprete en términos organicistas, mediante metáforas que también utilizó en obras posteriores. Las sociedades eran cuerpos vivos con sus órganos, que podían necesitar de juntas médicas para curar sus enfermedades; si no para sanar, al menos para establecer un diagnóstico que, aun siendo incierto, implicaba un reconocimiento del mal: “Todos sienten que las cosas no están como deben estar: una necesidad vaga de un mejor orden de cosas se hace experimentar en todos los espíritus”. Motivo por el cual abrigaban “la esperanza de su curación en el mal de que se sienten poseídos”, de allí que para Alberdi tuvieran esos países la idea de “un congreso organizador continental” como uno de los medios de salir de ese estado. Por cierto que no creía que con ese único evento se remediaría la situación, pero sí que podía tener su eficacia para darse cuenta de los males compartidos y, en la asociación, hallar vías para iniciar un camino más alentador. Un hombre de Estado, “de instinto superior” ya lo había advertido para la adopción de una política general: Simón Bolívar. Desde la mirada alberdiana, este gran hombre sabía que no sería obra de un instante, sino de siglos, pero las pautas fijadas por un congreso serían como una carta de navegación que guiaría el porvenir: No son leyes vigentes, ciertamente: pero son tipos ideales de un organismo social hacia cuya ejecución marcha el pueblo a pasos lentos; son la luz que alumbra a las oposiciones liberales, el término a que se dirigen todos los conatos y anhelos del país: son esperanza de un bien que el tiempo convertirá en realidad.199 Para América sería el programa de sus tiempos futuros y con este 199 Alberdi, Juan Bautista, “Memoria sobre la conveniencia y objeto de un Congreso General Americano”, en La cuestión americana. Recopilado por Alejandro Herrero. Col. Pensamiento Nacional e Integración Latinoamericana nº 2. Buenos Aires, Grupo Editor Universitario, 2006, p. 108. A continuación las notas remiten a esta edición. 157. solo hecho un congreso de esta naturaleza sería un éxito de por sí, a pesar de sus detractores, donde sus fines ya no serían defensivos de una agresión externa, sino muy distintos. En tal sentido, tres son las metas que fijaba: 1. Analizar e inventariar los objetos e intereses de los que se ocuparía el congreso. 2. Mostrar su conveniencia y beneficios para los pueblos de América. 3. Refutar las objeciones que se habían hecho para su realización. Ante todo se imponía la cuestión de límites territoriales entre los Estados. Sobre este punto Alberdi estimaba que la vasta extensión americana mostraba que “el terreno está de más entre nosotros”, a pesar de las desavenencias pendientes. Era menester la “recomposición de la América política”, dado que estaba mal hecha por tratarse de un “viejo edificio”, fruto de los intereses del poder colonial que las nuevas repúblicas no habían modificado. Más beneficioso resultaría atender a los límites marcados por la geografía física, es decir, por los ríos, montañas y accidentes geográficos, lo cual conduciría a la abolición de fronteras militares innecesarias, como de los ejércitos, y aseguraría la vigencia de la paz al eliminar estos obstáculos onerosos y absurdos: En América el vasto territorio es causa de desorden y atraso: él hace imposible la centralización del gobierno, y no hay estado ni nación donde hay más de un solo gobierno. El terreno es nuestra peste en América, como lo es en Europa su carencia (ibíd., p. 112). En segundo lugar el congreso se ocuparía del derecho marítimo, dado que los océanos eran los medios para el transporte hacia el exterior y los ríos los modos de vinculación, cual caminos movientes –caminos que andan, según lo había dicho Pascal- entre las naciones y sus salidas al mar. El tema de la prosperidad y el aumento y mejoramiento de la industria naval con una legislación adecuada sería su consecuencia. Pero otro aspecto, de igual importancia, se desprendería: “el derecho internacional mercantil”, es decir, el comercio de América entre sí y el trasatlántico. Ya no era de interés para los europeos nuestras tierras, sino “arrebatarnos” el comercio y la industria, para imponernos el suyo: No es el programa de Panamá el que debe ocupar al nuevo congreso; no es la centralización de sus armas, lo que es llamado a organizar esta vez. Los intereses de América han cambiado: sus enemigos políticos han desaparecido. No se trata de renovar puerilmente los votos de nuestra primera época guerrera. La época política y militar ha pasado: la han sucedido los tiempos de las empresas materiales, del comercio, de la industria y riquezas (ibíd., p. 115). En la mirada de Alberdi el mal de América había variado. Ya no estaba en opresiones extranjeras, sino en la pobreza, la despoblación, el atraso 158. y la miseria; estaba dentro de ella misma: sus “desiertos sin rutas, sus ríos esclavizados y no explorados; sus costas despobladas por el veneno de las restricciones mezquinas; la anarquía de sus aduanas y tarifas; la ausencia de crédito”, entre otros aspectos; lo que llamaba “la riqueza positiva y real”. Debía añadirse, en consecuencia, un sistema único de tarifas aduaneras, de pesas y medidas, de moneda, de timbres postales, de autenticidad de los documentos y sentencias judiciales, de códigos de la justicia criminal, de validez de títulos “para las profesiones científicas e industriales”, de derechos de la producción intelectual y científica, etc. En una palabra, todo lo que ayudase a la unión en aspectos necesarios de acordar para consolidar la paz americana: “la paz y neutralidad ocupadas y mercantiles”. Una corte conciliadora podría dirimir los posibles litigios y la eventual intervención de los Estados cuando no se cumpliesen con los objetivos de neutralidad. Asimismo, el congreso establecería el derecho de gentes para nuestro Continente y para Europa, que fijase “la respetabilidad moral que inviste lo que es universal y común”. No bastaría la prevención de la guerra, sino desterrarla en lo posible para “asegurar la prosperidad mercantil e industrial”. La cuestión de la inmensidad territorial que siempre preocupó en el siglo XIX, tuvo en Alberdi uno de sus portavoces principales, como es sabido. Así lo expresó en este documento elaborado tan de prisa, en solamente seis días, para obtener su titulación, como hemos consignado. Decía: “Los pueblos de América, habitamos un desierto inconmensurable. Es necesario escapar a la soledad, poblar nuestro mundo solitario. La colonización, es un gran medio de llegar a este resultado; pero un medio que despierta recuerdos dolorosos. Sin embargo como quiera que haya sido el carácter empleado por la Europa en los pasados siglos, a él le debemos nuestra existencia; y a él es posible que deban su ser futuro millares de pueblos americanos (ibíd., p. 121).” Conforme a nuestras necesidades, pensaba Alberdi que la inmigración europea podría ser un aporte decisivo al proceso civilizatorio, donde el componente indígena era un obstáculo que debía borrarse de su territorio por la limpieza de sangre y por la mutación de hábitos y costumbres. Europa seguía siendo el modelo, a pesar de sus lastres, pero no la Europa meridional, concretamente la española, que había implantado un régimen de estabilidad y obediencia sin progreso. Se trataría de una inmigración que, cuidadosamente seleccionada, concretamente anglosajona –como lo dice en otros textos-, daría nueva fisonomía a los países sudamericanos. Al congreso podría invitarse a aquellos países que tenían posesiones en América: Rusia, Inglaterra, Dinamarca, Francia, 159. Holanda y, también, España por sus anclajes en las Antillas. La justificación estaba en estas palabras: “Si se objetase a esto la diversidad de principio político, yo observaría que esta diversidad no excluye la liga de los intereses que no son políticos, justamente los más primordiales de los que deben ocupar al venidero Congreso” (ibíd., 125). Pero el genio de Alberdi no estaba lejos de contradicciones, pues mientras por un lado hablaba de repúblicas con instituciones democráticas donde los gobiernos representaban a los pueblos, por otro proponía un triángulo continental que fuese cabeza en las instrucciones y decisiones, que podría estar integrado por Venezuela en el norte, en el Pacífico por Chile, y en la costa atlántica por Brasil, tres países donde florecía “el sistema representativo”, olvidando que Brasil no era aun república democrática. Un dato nos viene a la memoria a propósito de estas ideas alberdianas. Cuando Michel Chevalier (1806-1879) comenzó a pensar y a asesorar a Napoleón III en torno al pan-latinismo, en 1855, tuvo también la idea de establecer bloques dentro de Europa para la expansión comercial francesa, tanto en América como en Asia, dividiendo el territorio en tres grandes unidades raciales y culturales, de las que Inglaterra, Francia y Rusia serían las naciones líderes. Sin dudas, Chevalier trataba de preservar la hegemonía de su país frente a los anglosajones en Europa, y en el Continente Americano frente a Estados Unidos de Norteamérica. Motivo que justificó, dentro de esas ideas expansionistas, la invasión de la que fue objeto México años más tarde (1861-1867). El territorio azteca sería una frontera por un lado y, por otro, fuente de materias primas para la industria y el comercio francés. Mas también, el disciplinamiento de su estado beligerante le devolvería “prestigio” a la “raza” latina, al propio tiempo que Centroamérica sería parte de dichos proyectos expansionistas. Este hecho mostraría que la pérdida del temor a una invasión armada, tal como lo supuso Alberdi diez años antes, no estaba conjurada, como no lo estuvo en todas las décadas siguientes, ya fuese por ocupación armada, ya fuese por medios más sutiles, aunque no menos lesivos. Un apasionado de la emancipación: Francisco Bilbao Figura admirada y vilipendiada en vida fue la del chileno Francisco Bilbao, nacido en Santiago en 1823 y fallecido en Buenos Aires en 1865. Creció en un hogar de alto compromiso político debido a su padre, miembro de los grupos llamados “pipiolos”, de principios liberales, por su aparición nueva en el orden establecido en su país, al modo del pío-pío de los pollitos. Si el mote encerraba un tono despectivo, no lo 160. era menos el de los contrincantes: “pelucones”, aquellos apegados al tradicionalismo reinante.200 Su elección fue, naturalmente, por la divisa revolucionaria francesa con las palabras libertad, igualdad y fraternidad, a las cuales mantuvo entera fidelidad para su realización en Chile y en el resto de América. Hombre de acción, escribió con ardor y pasión como un modo de esa acción. Por ello podemos afirmar que si el siglo XIX fraguó en una misma persona al intelectual y al político, Bilbao fue un claro ejemplo. De alma sensible, expresó toda vez que pudo su opción por los más postergados, ya fuesen mujeres, varones, niños, artesanos, campesinos, indígenas, “rotos” o pobres. Vio en ellos una suerte de reserva moral, aun dormida por el sometimiento del que eran víctimas. Deploró las formas autoritarias, despóticas, anárquicas y paternalistas desde una concepción que tuvo a la razón como centro de las acciones humanas a cultivar. No en vano puede calificarse su ideario de racionalismo, mas un racionalismo romántico. El mismo que se extendió dentro de la llamada generación del ‘42 en su patria, compartido con José Victorino Lastarria y Santiago Arcos, por citar a los más notables, quienes fueron sus compañeros de luchas. Dos fueron los frentes antagónicos que acosaron su alma: el espíritu colonial hispano, símbolo del retraso mental y material de América, y la Iglesia, socia de ese espíritu. De allí que Francia fuese el modelo moderno a seguir hasta el momento en que los estragos napoleónicos despertaron su crítica, sin perjuicio del valor que concedía a la Revolución Francesa y su legado, pero condenó toda forma de expansionismo que atentase contra la soberanía de los pueblos. En este sentido importa destacar dos escritos que redactó en su segundo viaje a Europa (18551857), donde hizo expreso su americanismo, que por otra parte no era nuevo, aunque por razones de brevedad debamos referirnos solamente a ellos: Movimiento social de los pueblos de la América meridional, publicado en francés en Bruselas, en 1856, e Iniciativa de la América. Idea de un Congreso Federal de las Repúblicas, conferencia leída en París el 22 de junio del mismo año, que había concitado la presencia nutrida de otros americanos. En ambos es ya un desilusionado de la marcha histórica, ideológica y política de Francia –y en general de Europa- e insta a los ciudadanos de la Patria Grande a regresar para completar la obra de independencia. Entendía que a pesar de todas las dificultades, se había 200 Para aspectos más amplios: Jalif de Bertranou, Clara Alicia, Francisco Bilbao y la experiencia libertaria de América. La propuesta de una filosofía americana. Mendoza, Argentina, EDIUNC, 2003. 161. preservado la idea de la república, “fundamento de nuestra existencia”.201 Operaba discursivamente Bilbao con una inversión categorial donde el Viejo Continente ya no era modelo y la reserva moral de la humanidad estaba en nuestras tierras, a pesar de las “influencias extrañas” que habían perdurado como impedimento para su mejor realización. Como ejemplo ilustrativo de este diagnóstico, que puntualizaba respecto de otras regiones, dirá que en las “Provincias del Plata” a pesar de la “brillante población de las pampas argentinas”, aun se daba “la demagogia de los gauchos, el terror de los pequeños tiranos […], la libertad invocada como venganza, la idea en fin transformada en pasión”. Es decir, aquello que alejaba de la racionalidad que debía imperar para la constitución de una nación homogénea en sus leyes y en su realización institucional. Tres peligros se cernían amenazantes en nuestras repúblicas, que sintetizaba en: una invasión de Estados Unidos de Norteamérica; el contagio moral de Europa; y “la influencia sofocante del catolicismo”. Los tres, según Bilbao, con un solo objetivo: “La muerte de nuestras jóvenes nacionalidades”. La decadencia de los viejos países europeos, a los que habíamos mirado como “oráculos”, era un hecho por sus aspectos morales. “La servidumbre moral” que nos había impuesto, había caído desde el momento en que nos independizamos y ahora quedaba “destruir el reino moral” que permanecía entre nosotros, es decir todos los resabios del colonialismo, además de lo que con cierta idolatría habíamos adoptado sin mayor examen. Mas el papel que iba cobrando Estados Unidos era un factor a considerar con cuidado por su carácter invasor –a pesar de su federalismo y la religión protestante fundada en la libre interpretación bíblica-, además de su idea de la libertad, centrada en el individualismo, es decir, en el egoísmo, olvidando que la libertad, según la entendía Bilbao, debía ser unidad: el derecho humano sin distinción de razas; justicia y amor. Pese a las divisiones y luchas internas, los países de la América Meridional, como la nombra, habían abolido la esclavitud (con la excepción 201 Bilbao, Francisco, Obras completas. Edición hecha por Manuel Bilbao. 2 v. Buenos Aires, Imprenta de Buenos Aires, 1866. Las citas responden a esta edición, en las que hemos modernizado la ortografía. El texto Movimiento social de los pueblos de la América meridional se halla en t. 1, pp. 169-179. Por su parte, Iniciativa de la América. Idea de un Congreso Federal de las Repúblicas está publicado en t. 1, pp. 284-304. Aunque no haremos referencia, es destacable su escrito La América en peligro (1862), redactado con motivo de la invasión española anexionista a República Dominicana en 1861 y francesa a México en 1862, hechos que le produjeron una profunda indignación. Sobre esta última puede verse: Ricardo López Muñoz (comp.), La salvación de la América. Francisco Bilbao y la intervención francesa en México. Prólogo de Salvador E. Morales Pérez. México, Centro de Investigación Científica Ing. Jorge L. Tamayo, A. C., 1995. 162. de Brasil), cada día se avanzaba en los trámites aduaneros hasta suprimir el pasaporte en algunas partes, las rentas crecían y se reducían los ejércitos: “Hay un progreso increíble, en las costumbres, en los hábitos, y sobre todo en la opinión. Para apreciarlo convenientemente es necesario contemplarlo desde las playas de la Europa” (ibíd., p. 177). Y aunque faltaba mucho por hacer, América sería la juventud de la humanidad, es decir, una nueva alborada para los pueblos del mundo. En La iniciativa de la América, palabras redactadas dentro del pan-latinismo que prevalecía en Francia, Bilbao expresó la necesidad de un congreso que rompiese con la desunión y confederase a las repúblicas de América del Sur ante la carencia de resultados de los anteriores congresos: No es sólo una alianza para asegurar el nacimiento de la Independencia contra las tentativas de la Europa, ni únicamente en vista de intereses comerciales. Más elevado y trascendental es nuestro objeto. Unificar el alma de la América. Identificar su destino con el de la República […] (ibíd., pp. 284-285). Se aprecia que su idea traspasaba los aspectos defensivos y económicos, para avanzar sobre un reordenamiento político y social, como afirmación de la vida democrática con justicia social. Sin este aspecto la democracia era mera forma, vacía de su verdadero contenido. Por esto en otros textos planteó la necesidad de una democracia directa que canalizase sin intermediarios las necesidades de la sociedad. La alianza sería una unidad mediante la asociación de personas libres, “hombres y pueblos, para conseguir la fraternidad universal”, muy distinta de la unidad impuesta por monarquías, gobiernos despóticos o conquistas que sometían bajo una falsa unidad. El Imperio Ruso y Estados Unidos de Norteamérica eran los ejemplos contemporáneos que tenía a la vista. Por otro lado, los avances científicos, de los que Europa daba muestras revelando “secretos” y “fuerzas de la creación para mejor dominarla”, no eran utilizados para beneficios humanitarios, sino para fines bélicos: “Parece que la ciencia cooperase a precipitar en el torrente de la fatalidad a la noble causa de la libertad del hombre”. Sin embargo, reconocía en Estados Unidos una serie de avances nobles, pero desquiciados en su devenir. Esos avances debían ser incorporados a nuestra educación, pero reformulados junto a los elementos que constituían nuestra soberanía: el trabajo, la asociación y la fidelidad a las leyes: No hemos perdido la tradición de la espiritualidad del destino del hombre. Creemos y amamos todo lo que une; preferimos lo social a lo individual, la belleza a la riqueza, la justicia al poder, el arte al comercio, 163. la poesía a la industria, la filosofía a los textos, el espíritu puro al cálculo, el deber al interés (ibíd., p. 296). Ante las “pequeñeces nacionales”, la anarquía, la división, debíamos lograr la unión, de la cual había mucho que esperar. Ese programa lo enunció en dieciocho puntos, comenzando por la formación de un Congreso Americano, donde la primera nación que lo ofreciese podría ser la anfitriona de los representantes, determinados en igual número. Una premisa sería designar una capital americana y la separación de la Iglesia y el Estado. El programa consideraría en primer lugar la ciudadanía universal dentro de nuestra América; elaboraría un código internacional; firmaría un pacto de alianza federal y comercial; aboliría las aduanas; fijaría un mismo sistema de pesas y medidas, como de moneda; constituiría un tribunal internacional para evitar la guerra entre nuestras naciones; programaría un sistema de colonización que implicaría el reparto de tierras, comenzando por los indígenas; acordaría un sistema universal de educación y de “civilización para los bárbaros”; propondría la “formación del libro americano” y de un “diario americano”; resolvería el arbitraje de las tierras en disputa; crearía una universidad americana, donde se reunirían todos los conocimientos relativos al Continente; presentaría un plan de reformas políticas; podría disponer de fuerzas militares en caso de necesidad para actuar según el porvenir de América; establecería el sistema de representación de las naciones y el valor de las mociones y votaciones, como así también la previsión presupuestaria para el funcionamiento del Congreso y sus reuniones periódicas. El entusiasmo y las palabras exhortativas de Bilbao llegaban a tal punto como para adjetivar una asociación de tal naturaleza de “vínculo divino”, una suerte de religión que debíamos practicar: Nuestros padres tuvieron un alma y una palabra para crear naciones; tengamos esa alma para formar la nación Americana, la confederación de las Repúblicas del Sur, que puede llegar a ser el acontecimiento del siglo y quizá el hecho precursor inmediato de la era definitiva de la humanidad (ibíd. p. 303). Allende el Atlántico: José María Torres Caicedo Nombre insoslayable en este sucinto recorrido es el del colombiano José María Torres Caicedo (Bogotá, 1830-París, 1889) por la significación que posee en el clima romántico vivido en la capital francesa, donde la expresión “América Latina” –empleada en versos proyectados temporalmente- dieron carta de ciudadanía a la denominación que se impuso por su sentido más amplio e inclusivo que el de Hispanoamérica, capturado 164. también por la idea de la latinidad reinante en ese momento, donde los antecedentes están en el mencionado Michel Chevalier. Torres Caicedo poseía formación jurídica, con vocación periodística y literaria. Hacia 1853, instalado en París prácticamente por el resto de su vida, fue Ministro Plenipotenciario en Francia, en Londres y en el Vaticano. Representó a Venezuela en Francia y los Países Bajos; a El Salvador en Francia y Bélgica. Participó con honores en los Congresos de Americanistas en Nancy (1875) y en Bruselas (1879), además de los dedicados a literatura.202 Importa destacar sus escritos socio-políticos y sus memorias: De la pena de muerte (1864); Los principios de 1789 en América (1865); Unión Latinoamericana (1865); Estudios sobre el gobierno inglés y sobre su influencia anglosajona (1868) y Mis ideas y mis principios (1875), en tres volúmenes, pero también bajo forma poética, los versos que escribió dando curso a su mismo sentir integrador, según lo ilustran estos fragmentos: […] Todo llama esas jóvenes naciones / Unidas y estrechadas a vivir. / América del Sur! ¡ALIANZA, ALIANZA / En medio de la paz como en la guerra; / Así será de promisión tu tierra: / La ALIANZA formará tu porvenir! […] (Poema “Las dos Américas”, fechado 1856, en Ardao, ob. cit., p. 130). Como lo ha documentado Arturo Ardao, desde 1850 hasta 1886, en reiterados textos hizo presente ese sentir, comenzado en periódicos bogotanos. Los avances de Estados Unidos sobre Centroamérica y las agresiones sufridas constituyeron un disparador de sus ideas de unión regional, expuestas en artículos, como el que publicó en El Correo de Ultramar el 15 de junio de 1856, donde sin ningún tipo de eufemismos, denunció la acción invasora y filibustera de aquella nación, legitimante del “derecho de conquista” por parte del intruso William Walker: “Sonora, estrepitosa, es la campanada que se les acaba de dar a las naciones suramericanas, y principalmente a la Nueva Granada. Su independencia está amenazada; la raza española está en vísperas de ser absorbida en América por los anglosajones […]. Jamás se había sentido con más imperio que hoy la necesidad de llevar a cabo el gran pensamiento de Bolívar: la confederación de las naciones de la América Española (ibíd., 62-63).” Pero no fue solamente la conciencia del avance del Norte sobre el Sur en términos geográfico-políticos, sino también de la explotación económica lo que advirtió Torres Caicedo en sus contribuciones en el mismo perió202 Cf. Ardao, Arturo, América Latina y la latinidad. México, UNAM, CCYDEL, 1993. Seguimos la documentación aportada por esta obra, especialmente en pp. 121-153. 165. dico. De las apetencias y rivalidades entre estadounidenses e ingleses sobre nuestra América, estaban en juego, además de sus recursos, también los altos principios de justicia que avalaban ampliamente la integración: “La América española no se pondrá al abrigo de las maquinaciones de los ingleses y de los yankees, sino en tanto que sus diversas repúblicas formen una alianza seria, y que sus diversos gobiernos negocien con las potencias europeas que tienen posesiones en el continente hispanoamericano, un tratado de mutua garantía. Siguiendo las cosas como hasta aquí, la independencia de las repúblicas hispanoamericanas estará siempre amenazada” (ibíd., p. 65). Expresiones similares, como “La unión […] transformará la faz política y social de las Repúblicas de la América latina […]”, aparecerán en diversas oportunidades hasta llegar a sus más concretas ideas en 1861, cuando periodísticamente, tanto en América, como en Europa, elaboró un breve documento que, reunido, tituló Bases para la formación de una Liga Latino-Americana y, poco más tarde, en 1865, su libro Unión Latino-Americana, efectivo compendio de sus ideas sobre el tema. No es una coloración retórica la que se aprecia en las Bases, sino un verdadero programa, escueto y claro, acerca de las medidas a tomar para la formación de una liga. Naturalmente, se imponía la voluntad de crear una confederación, con reuniones anuales como primer paso para asegurar inmediatamente el hecho de compartir una nacionalidad común, pues se trataría de ciudadanos de una misma patria, donde todos gozarían de iguales derechos civiles y políticos. Sobre las divisiones territoriales vigentes al momento de la independencia, se podría agregar lo que los límites naturales impusieran, aun incluyendo “compensaciones”, como así también la imposibilidad de ceder territorios a potencias extranjeras ni apelar a protectorados del mismo tenor; un régimen de aduanas acorde y funcional a la unión, con la adopción de sistemas métricos y monedas comunes; un tribunal arbitral para resolver “amigablemente” cuestiones de intereses ante posibles litigios; “un sistema liberal en materia de convenciones de correos”, con la libre circulación de periódicos, materiales impresos y libros, e igual criterio en materia comercial serían acuerdos imprescindibles. Punto destacable era la creación de un sistema uniforme de enseñanza, de carácter obligatorio y gratuito. Ambos aspectos –el de la circulación de impresos y el de la enseñanza- imponían otro aspecto, desprendido casi de suyo: “la libertad de conciencia” y la “tolerancia de cultos”, como así también la aplicación de principios, que calificaba de “modernos”, para asuntos penales en materia de delitos, pero nunca para aspectos políticos. La abolición de pasaportes y documentación que 166. impidiese la libre circulación de los ciudadanos entre las naciones sería un paso importante dentro de esta unión. Además, fijaba la constitución de fuerzas de tropas y recursos defensivos para prevenir agresiones externas, como así también la adopción de principios comunes para asuntos comerciales y consulares; por ejemplo, la nacionalidad de los hijos de extranjeros nacidos en suelo americano. Completaba estos aspectos con la necesidad del envío, por parte de los diplomáticos, de una nota conjunta –reclamando a europeos y estadounidenses, “la práctica del principio salvador de las naciones «débiles»; principio reconocido por todos los pueblos civilizados, de que un gobierno legítimo no es responsable por los daños causados a los extranjeros por las facciones, y de que un extranjero, al trasladarse a otro país, de hecho queda sometido a las leyes y tribunales ordinarios de ese país, mucho más si establece en él su residencia”. Nota evidentemente inspirada ante el filibusterismo de Walker, pero también en las invasiones sufridas. Simultáneamente proponía el envío de otra nota “contra el insoportable sistema de las indemnizaciones sin causa justa”, una práctica diplomática que las legaciones extranjeras hacían a pesar de documentos probatorios en contra. Igualmente, sostenía revisar el reclamo injusto por deudas que habrían contraído los Estados de América Latina y la publicación en Londres o en Bruselas de un periódico, escrito en francés –lengua de la diplomacia-, para exponer los derechos de nuestras naciones y sus conveniencias en materia comercial, industrial e inmigratoria (ibíd., p. 134). Con este mismo pensamiento pero mucho más completo, compuesto de quince capítulos, y remontándose a los antecedentes históricos del Congreso de Panamá, Torres Caicedo cinceló en Unión Latino-Americana lo que fue en sus páginas aspiración madura. Auténtico admirador del “genio de Bolívar”, señaló los inconvenientes hallados hasta el momento para su concreción; las distintas tentativas en sucesivos años, posteriores a aquel antecedente; los alcances y el sentido de la doctrina Monroe junto a sus falsas interpretaciones; los caracteres de la diplomacia inglesa y norteamericana; la nueva convocatoria de 1864; las propuestas debidas al propio Torres Caicedo; y un anexo documental sobre la formación de una Liga desde 1824 hasta ese momento, que dividió en cuatro épocas. El espíritu que lo animaba es que era posible la concreción de una unión si las tratativas tomaban un buen camino: “Hay quien califique de utopía el pensamiento fecundo de Bolívar, que hoy se realiza en Lima, de formar una confederación latino-americana. 167. Los que así hablan olvidan la historia de esos países, que desde 1810 hasta 1824, lucharon unidos por obtener su emancipación; olvidan que entonces los patriotas no tenían casi elementos, que no se había aún formado el espíritu público, y que en vez de las tradiciones de la existencia propia, sólo había la de los trescientos años del régimen colonial.” (ibíd., 136) Siguiendo aquella línea bolivariana, interpretaba que la unión sería con fines ante todo defensivos, sin voluntad de agresión, “para mantener la soberanía e independencia”, fundado en los principios del derecho de gentes, tal “como se practican entre las naciones europeas”: “La liga de los débiles no tiene por qué inquietar a los fuertes cuanto éstos se hallan dispuestos a respetar la justicia y el ajeno derecho” (ibíd.). Más adelante introducía una observación que nos resulta de importancia por su meridiana claridad: “[…] los gobiernos americanos, decimos, han tenido en mira las relaciones entre ellos más bien que las relaciones entre los pueblos; han querido estatuir sobre puntos de menor importancia, olvidando los grandes intereses continentales (ibíd., p. 137).” Entre los demás aspectos que examinó, Torres Caicedo se refirió a la doctrina Monroe, pues al “buen presidente” le habían hecho decir lo que no pensó. Los representantes de Estados Unidos tergiversaban esa doctrina, haciendo del Derecho público propio “un principio del Derecho internacional, obligatorio siempre y en todo caso”. Esta interpretación, distorsionada y maliciosa –que el colombiano conocía en el detalle de sus palabras-, le llevaba a expresar que no queríamos la injerencia de ellos ni de Europa en nuestras patrias, con sus barreras comerciales, monopolios, aduanas y demás impedimentos: “Para lograr que las naciones no formen sino una gran familia, sin que se haga caso de la diversidad de idiomas, de razas, de religión, el único modo que hay es dejar que obren sin obstáculos las leyes naturales, el derecho, la justicia, que son la fuente de la armonía, de la fusión, del bienestar (ibíd., p. 138)”. No obstante, aceptaba y reconocía que necesitábamos, en términos amistosos, la ayuda de la “vieja Europa, que a fuer de anciana tiene artes, industria, ciencia”. Por otro lado, ella precisaba de nuestras materias primas y de los frutos allí desconocidos. Otros textos y la práctica unionista llevada a cabo por Torres Caicedo dan cuenta de su posición donde reclamaba por el respeto a la dignidad de América Latina, y advertía el peligro de las teorías del “Destino Manifiesto”, del avance de lo que se erguía como una potencia, incluso 168. en términos demográficos.203 En tal sentido, rechazaba la realización de un congreso latinoamericano en Washington, algo que resultaría como “introducir el caballo griego dentro de los muros de Troya”. Esos congresos debían realizarse en nuestros propios territorios para no cometer errores políticos y diplomáticos, a pesar de la conveniencia de un trato si se daba en “igualdad”, “lealtad” y “reciprocidad”. Hacia 1886, en París, en un homenaje al General José de San Martín, no mucho antes de su muerte, seguirá expresando esa prédica de unión imbuida –como acto de gratitud- del reconocimiento a los próceres del Continente: Yo he pensado siempre que todos los Latino-Americanos debemos rendir un tributo de amor, de reconocimiento y de veneración a todos los grandes hombres de América que nos han hecho nacer a la vida de hombres libres y de pueblos independientes, cualquiera sea el lugar de su nacimiento. Para mí, colombiano, que amo con entusiasmo mi noble patria, existe una patria más grande: la América Latina […] (Torres Caicedo, en Ardao, ob. cit., p. 153). La conciencia americana en las “montoneras”: el aguerrido Felipe Varela Un aspecto interesante sobre la conciencia americana lo constituye también el accionar de las “montoneras” en la Argentina del siglo XIX como expresión dentro del interior de los países, en medio de disputas internas. Después de la batalla de Caseros, que depuso a Juan Manuel de Rosas –como hemos indicado-, bajo los ejércitos de Justo José de Urquiza, el país ingresó en una etapa de fuertes tensiones, cruentas luchas, intrigas y traiciones entre “unitarios” y “federales”. Los primeros a favor de la hegemonía de Buenos Aires; los segundos en defensa de una organización federal integrada por las provincias. Los caudillos del interior de la República y sus huestes, que luchaban frente al centralismo de Buenos Aires, llamadas “montoneras”, se vieron envueltos en múltiples batallas en condiciones personales a veces de extrema precariedad y pobreza. Este fue el caso de Felipe Varela (Catamarca, Argentina, 1821-Antoco, Chile, 1870), quien había sido colaborador del caudillo Ángel Vicente Peñaloza, alias “el Chacho”.204 Varela se incorporó a la 203 Sobre el tema puede consultarse: Ortega y Medina, Juan A., Destino Manifiesto. Sus razones históricas y su raíz teológica. Primera edición 1972. México, Alianza Editorial Mexicana / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1989. 204 Luna, Félix, Los caudillos. Buenos Aires, Planeta, 1988, p. 195-254. Las notas siguientes remiten a esta obra, que reproduce parcialmente el texto de Varela, pp. 240-249. Se ha modernizado la ortografía. 169. causa de la Confederación, comandada por Urquiza, hacia 1855. Cuando Bartolomé Mitre, cabeza del grupo unitario, declaró la guerra al Paraguay en alianza con Brasil y los grupos “colorados” de la Banda Oriental (Uruguay), se opuso a esta deplorable agresión y enarboló tres divisas. Una de orden interno, en apoyo a la Constitución de 1853, de impronta federal, redactada según las Bases de Alberdi; y dos de orden externo: paz con el Paraguay y unión con las repúblicas americanas. No es del caso detallar la vida peregrina y aguerrida de Varela, pero sí detenernos brevemente en ciertos textos que descubren su pensamiento. En diciembre de 1866 firmaba una proclama que expresaba el profundo odio a Bartolomé Mitre y al centralismo porteño, por un lado, y, por otro, el arrojo a la causa federal que extendía al Continente bajo la idea de unión. Decía en ese momento colocando su propia rúbrica al final: ¡Argentinos! […..] ¡Atrás los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias, en beneficio de un pueblo vano, déspota e indolente! ¡Soldados federales! Nuestro programa es la práctica estricta de la constitución jurada, y el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás Repúblicas americanas. ¡¡Ay de aquel que infrinja este programa!! Felipe Varela Pero en medio del fragor de su vida, Varela no cejará en sus ideas centrales que deben verse como un programa político puesto por escrito tiempo más tarde, en el que participaban miles de argentinos desde las provincias, pero también desde Buenos Aires, cuyos nombres ha recogido la historiografía: Tomás Guido, José Hernández, Juan María Gutiérrez, el ya mencionado Bilbao –residente en Buenos Aires desde 1857205-, Carlos Guido Spano, y tantos más, sin olvidar el apoyo de Alberdi. Las palabras citadas precedentemente no fueron un hecho aislado. Estando en Bolivia escribió desde Potosí un extenso manifiesto, compuesto de unas treinta páginas, fechado el 1 de enero de 1868, bajo el título “¡Viva la Unión Americana! Manifiesto del Jeneral Felipe Varela a los pueblos americanos, sobre los acontecimientos políticos de la República Argentina, en los años de 1866 y 67”. Es un texto de clara denuncia 205 Téngase en cuenta que en el parágrafo referido a Bilbao hemos citado que deploraba la “demagogia de los gauchos”, es decir, de los caudillos con sus huestes y, sin embargo, al instalarse en Buenos Aires luchará –al menos en el plano de las ideas-, junto a ellos para preservar la unidad nacional y conformar, al mismo tiempo, la unión latinoamericana. 170. en varios sentidos y al mismo tiempo un dar cuenta de su propio accionar. Un dar cuenta a “la generosidad de los pueblos Americanos”, como horizonte real y más amplio de su mirada. Varela indicaba que los sucesos vividos por el país “[…] han sido seguidos atentamente por los demás pueblos americanos, como que ellos envolvían una alta significación para los grandes destinos de la América Unida”. Es pertinente notar la escritura de las palabras “América Unida” con mayúsculas, por la cual “Unida” no era una adjetivación, sino una sustantivación. Algo inherente al Continente, de suyo una unidad. Además, una necesidad planteada desde el primer momento independentista de las repúblicas “contra el Poder de la España que las subyugaba”. Estaba en juego la libertad y la alianza de los “poderes democráticos, cuando el antiguo dominador golpeaba ya sus puertas con las armas esclavócratas en la mano”. Se trataba del principio social que rezaba “LA UNION ES LA FUERZA”, escrito por Varela destacándolo con mayúsculas, ante una evidencia de orden práctico frente a la opresión. Las denuncias puntuales iban contra Mitre y sus espurios intereses unidos al imperio brasileño, que le impedían participar de las reuniones unionistas, en la “Alianza con las Repúblicas Americanas”, como la celebrada en Lima, bajo el pretexto de ser contraria a los intereses nacionales.206 La verdadera razón era la guerra contra el Paraguay, montada sobre apetencias deleznables pergeñadas por el mismo Mitre. Guerra “contraria a los santos principios de la Unión Americana, cuya base fundamental es la conservación incólume de la soberanía de cada República”. Del “sangriento drama” nunca participaron, decía Varela, las provincias argentinas, “impuesto por las bayonetas sobre la sangre argentina”, en desmedro “de los grandes principios de la Unión Americana, en los que han mirado siempre [esas provincias] la salvaguardia de sus derechos y de su libertad, arrebatada en nombre de la justicia y de la ley”. Pero la acusación iba más allá al señalar otro hecho de atropello imperial de España cuando la República del Perú sufrió “la piratería inmensa” a las Islas Chincha. Varela señalaba que el patriotismo argentino había volcado su mirada sobre este hecho y maldecido a “su gran traidor, al criminal Pezet”. Estos hechos habían dado lugar a la formación del “Gran Congreso Americano”, donde se hizo un “hecho real la Unión iniciada por el General Melgarejo”, al que fue invitada la “República del Plata”, aunque no concurrió por negativa de Mitre.207 Finalmente, digamos que 206 Sobre el particular remitimos a nota nº 3. 207 Juan Antonio Pezet (Perú, 1810-1879), militar y político que condujo la Guerra del Pacífico 171. Varela colocaba sobre la frente de sus soldados muertos –en un “cintillo moldoré” [sic]- la inscripción “¡Federación o muerte! ¡Viva la Unión Americana! ¡Abajo los negreros traidores a la patria!”, según él mismo lo narra, donde la palabra “federación” aludía a la causa de la lucha contra los unitarios; impedimentos de la cohesión nacional y de la unidad continental. ************* Estos discursos en torno a la integración no fueron aislados, esporádicos ni extemporáneos. Constituyeron expresiones crecientes de una conciencia americana dentro del contexto de la época, donde un nutrido grupo de intelectuales tuvo ideas audaces y definidas, aun cuando no siempre encerraran aspectos que se concretaran. El clima en el que ellas se dieron fue de conflictos en el interior de sus países y en la extensión más amplia de la región entre sí y con las potencias, norteamericana y europeas, de extrema complejidad si se analizan sus detalles. En los textos puede verse una importante homogeneidad de criterios, pero la práctica dificultó mayores entendimientos entre los gobiernos, donde faltaron rápidas y eficaces medidas. No todo fue sin embargo tierra yerma en esta primera mitad del siglo XIX si tenemos en cuenta, por ejemplo, que Chile había declarado en diciembre de 1836 la guerra a la Confederación formada por el Perú y Bolivia y en 1856 pudo establecer el Tratado Continental con el Perú y Ecuador. Un año antes Juan Manuel Carrasco Albano había presentado, en marzo de 1855, en la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile, su “Memoria sobre la necesidad y objetos de un Congreso Sud-Americano”. También fue un hecho importante que en distintos países se crearon filiales de la Sociedad Unión Americana, agrupación dedicada a instaurar y cultivar la hermandad continental como idea política de peso; filiales que tomaron su mayor fuerza a partir de la invasión a México. Al respecto es recordable que el prócer panameño Justo Arosemena publicó en 1864 su Estudio sobre la idea de una Liga Americana. Hay en general una dialecticidad en el pensamiento de los autores, donde se va de un aspecto negativo a otro positivo y viceversa sobre diversas cuestiones, fuesen americanas, europeas o estadounidenses. Sin (1864). Su actitud fue vista como tibia y provocó el pronunciamiento de Manuel Ignacio Prado, quien lo derrocó en 1865. Mariano Melgarejo (Bolivia, 1818-Perú, 1871) fue un militar y político que ocupó el poder mediante el apoyo de sus tropas en 1864. Cedió parte de las tierras tanto a Chile, como a Brasil. Al ser derrocado en 1871, huyó al Perú, donde fue asesinado. Las palabras de Varela sobre Melgarejo probablemente se deben a que le había dado asilo político. 172. embargo, el carácter mayor está dado por el optimismo para la realización de la unidad, tal como puede verse, por ejemplo, en Del Valle y la esperanza de que América poseía tales posibilidades como para llegar a aventajar a Europa. Ciertamente, la mirada estuvo siempre en el Viejo Mundo como contrapunto civilizatorio. Modelo y anti-modelo al mismo tiempo, según el punto de análisis, marcaron la conflictiva relación, pero hubo unidad de criterio para estimar que España y la Colonia habían dejado una pesada y odiosa carga que se intentaba remontar desde distintos caminos. La férrea estructura colonial –asentada sobre trescientos años, para no olvidar el dato- fue una dificultad para todos los planes de los pensadores. Construyeron modelos de Estados, ya fuese por sus escritos, ya fuese por su acción política, ya fuese por ambos. Sobre la tesis de la unidad espiritual de nuestra América se tejió la idea de hermandad entre los pueblos, descendientes de un tronco común con una misma lengua, una misma religión, los mismos problemas, las mismas cuestiones a resolver, a pesar de la evidente diversidad y a la cual hicieron explícita referencia los autores. Una diversidad que difícilmente fue tenida en cuenta a la hora de las decisiones prácticas. Se podría hablar en ellos de una segunda independencia. Si la primera lo había sido por las armas, la segunda lo sería por la emancipación mental, sobre pilares fundados en la educación, el comercio, la industria, el avance social, una legislación acorde con los nuevos años, y todo aquello que mejorase la vida ciudadana, republicana y democrática, bajo un fondo común llamado Unión Americana o Unión Latinoamericana, lo cual permitiría superar la “debilidad” en la que nos hallábamos, tal como fue diagnosticada. Las limitaciones que se dieron en su momento no invalidan la naturaleza de las propuestas y, aun en medio de la sencillez de los enunciados, hasta hoy tienen vigencia en sus aspectos programáticos, donde en sus líneas generales y según las necesidades del siglo XXI podrían hallar un perfil adecuado a los tiempos. 173. Fraternidad: de principio político ocultado a eje político descolonial208 Domingo Ighina209 “En todo caso, es incuestionable que nuestra lucha, la lucha de los pueblos colonizados contra el colonialismo, la lucha de los pueblos de color contra el racismo, es mucho más compleja, es, a mi juicio, de una naturaleza muy distinta a la lucha del obrero francés contra el capitalismo francés y de ningún modo podría ser considerada como una parte, como un fragmento de esa lucha” Aimé Césaire, “Carta a Maurice Thorez” El epígrafe que abre nuestro texto es la renuncia del martiniquense Aimé Césaire al Partido Comunista francés en 1956. Si bien el intelectual negro caribeño no abandonó entonces su perspectiva de izquierda, sí dejó el partido comunista metropolitano a raíz de la aceptación por parte de esta organización política de la política colonial francesa, violenta y represiva. No nos interesa aquí el imperativo moral que llevaría a cualquier persona a condenar y rechazar la represión colonial, sino el acto epistemológico de abandonar un universal: la liberación sólo es posible con la solidaridad mundial de los oprimidos, o en sentido restringido, con la de los obreros. Más allá de la crítica epocal al stalinismo, Césaire advierte en la propuesta liberacionista europea una limitación evidente para comprender las necesidades históricas de los pueblos colonizados de una u otra manera. La liberación –que en términos del tríptico revolucionario francés 208 Una versión de este texto fue publicada en Ighina, Domingo: La brasa bajo la ceniza: la fraternidad en el pensamiento de la integración latinoamericana, Buenos Aires, Ciudad Nueva, 2012. 209 Doctor en Letras Modernas. Profesor a cargo de Pensamiento Latinoamericano, Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. 174. es la realización conjunta de todos sus principios- resulta históricamente particular cuando el racismo, la dominación colonial –en sentido amplioy la subordinación epistemológica son notorios en los espacios que la modernidad noratlántica domina. En ese sentido, y suponiendo que antropológicamente el hombre es definido desde la modernidad como igual, ¿cómo explicar y encontrar un sentido eficaz al principio de la fraternidad en nuestros contextos coloniales? ¿Cómo alcanzar un nuevo sentido de fraternidad que supere un mero liberalismo teórico, un humanismo que entiende al hombre sólo desde la matriz renacentista, y que deje atrás la exigencia marxista de una solidaridad tan ajena a las penurias evidentes de los que sufren la colonialidad del poder y del saber? Cuando se enfoca la mirada en el momento de las independencias latinoamericanas, puede afirmarse que la fraternidad es el principio más corrosivo del orden de la dominación, el que fundamenta a los otros dos en una perspectiva amplia. Si se entiende que nuestras independencias americanas, incluyendo la estadounidense, intentaron en muchos casos sostener el orden jerárquico colonial, cambiando solamente el vértice de la pirámide, se entenderá porqué la fraternidad aparece mezquinada. En buena medida la historia colonial es la negación de la fraternidad, tal como lo hemos expuesto en textos anteriores. Pero la historia independiente debería haber revertido, como se pretendió, el orden colonial y justificar el nuevo orden revolucionario. Así expuesto el tema, la fraternidad sería un principio ocultado para justificar la supremacía criolla; pero también su uso ayudó a consolidar el nuevo vértice piramidal, en tanto fue administrada por los mismos que sostuvieron el orden nuevo: “¿Quién gozará pues los derechos de ciudadanía? Olvidemos las preocupaciones de nuestros mayores, hagamos un paréntesis a los errores de la educación y consultemos la justicia. Todo hombre mayor de 20 años que no esté bajo el dominio de otro ni se halle infamado por un crimen público […] y acredite que sabe leer y escribir, sea de la clase que fuere […] gozará los derechos de la soberanía. El que reúna estas calidades debe ser admitido a la lista nacional, sea su procedencia cual fuere, sin que haya la más pequeña diferencia entre el europeo, el asiático, el africano y el originario de América.”210 210 Cfr. MONTEAGUDO, Bernardo “Clasificación” (14/02/1812), en Patriotas, Buenos Aires, Del Nuevo Extremo, 2009, página 60. 175. La cita es extracto de un texto de Bernardo de Monteagudo de 1812. En esta cita están los alcances y los límites de la fraternidad de los criollos americanos. Es evidente que ante el régimen colonial de castas, Monteagudo ofrece una expansión de los derechos: todo varón tiene acceso a la ciudadanía, lo que implica elegir y ser elegido para el gobierno de un régimen republicano. La consabida limitación de derechos para los que no sean “vecinos decentes”, nobles o que no gozaran de fueros especiales queda desechada. Pero sigue existiendo una restricción fundamental. La idea tantas veces expuesta por Monteagudo de la igualdad de los hombres en tanto reclamantes de la libertad y congéneres, se limita en la práctica política –con los efectos derivados de esto- a los que conozcan como los europeos y a los que no sean cosa de los mismos europeos. Porque la servidumbre y la esclavitud justificarán la exclusión en el mundo posterior a la colonia, pues no permiten conocer como conocen el amo y el docto. La fraternidad, como ejercicio de ciudadanía, se limita a los que pertenecen a una misma tradición. El africano, el asiático, el originario de América, en el texto de Monteagudo serán de la misma condición, podrán celebrar en igualdad un pacto de libertad, si son fraternos en la misma cultura. Piénsese, a pesar del riesgo de anacronismo, que Monteagudo excluía así, en la mayoría de las regiones de la América española, a mucho más de dos tercios de la población. La fraternidad debía entonces ocultarse en toda su potencialidad: ni en su matriz cristiana – no podía justificar la exclusión que proponía Monteagudo-, ni la en la propuesta de 1789, porque esta, como advertiría Césaire, no reconocía la complejidad que implicaba reconocer hermanos a quienes se les ha restado o robado su humanidad211. 211 El novelista cubano Alejo Carpentier dedica toda su El siglo de las luces a indagar la validez del concepto de revolución, tal como lo entendía Francia, en la América colonial en las postrimerías del XVIII. La novela claramente plantea cómo, en todo caso, los ideales surgidos en los acontecimientos del fin de la monarquía francesa, eran sólo aplicables a Europa. A riesgo nuevamente de anacronía, la literatura nos pone ante acontecimientos universales, como la revolución, que en realidad son historias locales de los europeos.No podemos aquí analizar la novela de Carpentier, pero valga una cita para demostrar hasta que punto el epígrafe de Césaire y la proclama de Monteagudo no son textos unidos al azar, sino líneas de sentido de la historia latinoamericana que oblicuamente muestran y ocultan miradas sobre la fraternidad como principio político. “[las noticias sobre la revolución en Francia] Eran interesantes, insólitas, extraordinarias, ciertamente. Pero ninguna tan considerable, tan sensacional como la que se refería a la fuga del Rey y su arresto en Varennes. Era algo tan tremendo, tan novedoso para cualquier mente que las palabras “Rey” y “arresto” no acababan de acoplarse, de constituir una posibilidad inmediatamente admisible. ¡Un monarca arrestado, avergonzado, humillado, entregado a la custodia del pueblo a quien pretendía gobernar, cuando era indigno de hacerlo! La más grande corona, el más insigne poder, el más alto cetro del universo, traídos entre los gendarmes.”Y yo, que estaba negociando con sederías de contrabando, cuando tales cosas pasaban en el mundo –decía Víctor, llevándose las manos a la cabeza-. Se estaba asistiendo, allá, al nacimiento de una nueva humanidad”, Carpentier, Alejo: El siglo de las luces, Barcelona, 176. Podríamos situar el debate sobre la fraternidad en América Latina, en tanto espacio que sufrió el colonialismo y padece la colonialidad212, en el conjunto de discusiones en torno al legado europeo en el continente. No afirmamos con esto que la fraternidad sea algo inexistente en el pensamiento americano prehispánico. En buena medida, como planteamos en un texto anterior213, el sentido de comunidad y de economía de amparo que encontramos, por ejemplo, en las culturas andinas centromeridionales apunta a considerar la existencia de una idea de fraternidad constituida a partir de su solidaridad económica y de su idea de hermandad antropológica: la identidad con el pasado, en tanto relato de los ancestros que otorga sentido al presente, ofrece una comprensión de identidad que sólo se puede entender en occidente a partir del sentido amplio de la fraternidad. Los pueblos prehispánicos, y sus herederos en la historia moderna del continente, aportan una definición primera de fraternidad desglosada en hermandad cultural, basada en la trascendente relación con la divinidad y solidaridad comunitaria que concreta la hermandad. La irrupción europea disloca esta fraternidad porque anula el vínculo entre sus partes constitutivas: la desaparición del orden incaico, por ejemplo, acabó con el sentido profundo de la solidaridad comunitaria, que sobrevivió a modo de archipiélago, aunque no desapareció en los Seix Barral, 1965, pág. 90. La cita no es sólo ilustración. Carpentier, quien fuera tal vez uno de los intelectuales más relevantes de la Revolución Cubana, pone en cuestión la universalidad de los conceptos de revolución –es algo que sucede allá- y de humanidad, que también nace allá. No se trata de localismos, sino de señalar la desubicación del europeo trasladado –eso es el personaje de Victor Hugues-, que nunca terminará de asumir América como su espacio y eje de la su historia. Y esto es extensivo en un comienzo a todo grupo criollo en la novela. Podemos, con riesgos, asumir esa condición para el extratexto y no sólo para los criollos, sino para todo grupo que ha sufrido la “colonización pedagógica”, es decir ese saber que hace que Victor crea que allá está la historia, de allá vendrán la libertad, la igualdad, la fraternidad. 212 Seguimos aquí la formulación que plantea Walter Mignolo: “El colonialismo se manifiesta históricamente, mientras que la colonialidad perdura. Colonialidad es un tejido conceptual que forma parte de las distintas esferas del saber, ligado a la formación de subjetividades que mantienen y reproducen ese tejido conceptual”, “Introducción”, en Mignolo, W. (comp.)El color de la razón: racismo epistemológico y razón imperial, Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2008, pág. 8. Así el colonialismo y la descolonización, se limitan a referir los procesos de dominación euro-occidental del resto del mundo, de una u otra manera, pero con control político y económico efectivo. La colonialidad y la descolonialidad, en cambio a los mecanismos epistemológicos que hacen posible el colonialismo y el control, más allá de este, de las sociedades no euro-occidentales. La situación actual de América Latina es un ejemplo de colonialidad.Esta tejido conceptual que hace a la colonialidad fue, de otra manera, ya descripta en el pensamiento argentino de Jorge Abelardo Ramos (Crisis y resurrección de la literatura argentina -1953-) y Arturo Jauretche (Los profetas del odio y la yapa: la colonización pedagógica -1956/66), entre otros. 213 Ighina, Domingo: “La Fraternidad en América Latina como función utópica”, en Barreneche, Osvaldo (comp.): Estudios recientes sobre Fraternidad. De la enunciación como principio a la consolidación como perspectiva, Buenos, Aires, Ciudad Nueva, 2010. 177. sectores populares, pues resulta una estrategia eficaz de supervivencia. Sin embargo el entramado epistemológico que soportó la fraternidad andina fue subordinado hasta la exclusión por la colonialidad. En otras palabras: la fraternidad americana no era útil al mundo colonial y menos aún a las élites que dirigirían los países creados por la independencia. Es en ese sentido que debe entenderse que en América Latina la fraternidad sea un principio ocultado: políticamente resulta demasiado incómodo para la colonialidad, promueve alternativas a la distribución internacional del trabajo, desbarata la supremacía de los patrones. Quizás por eso el Himno Nacional Argentino puede hablar de libertad e igualdad, construir su representación del país naciente sobre la base semántica de ambos principios y hablar retóricamente de los indios del pasado: la fraternidad era ocultada, era el principio subversivo del tríptico revolucionario. El poder y el conocimiento se organizaron en América Latina desde la negación más crasa de la fraternidad, y esa negación es el racismo. En Hispanoamérica el discurso racista no ganó la virulencia que gozó en Brasil o los Estados Unidos, pero fue la piedra angular sobre la que se construyeron sus sociedades republicanas. La negación de humanidad por el color de piel fue encubierta en las clases dirigentes por críticas a las aptitudes no evidenciadas en las tareas de la modernidad y por lo tanto se asumieron como máculas culpables del atraso. Cuando Domingo Faustino Sarmiento afirmaba: “Sin ir más lejos, ¿en qué se distingue la colonización del Norte de América? En que los anglosajones no admitieron a las razas indígenas, ni como socios, ni como siervos en su constitución social. […] ¿Qué le queda a esta América para seguir los destinos prósperos y libres de la otra? Nivelarse; y ya lo hace con las otras razas europeas, corrigiendo la raza indígena con las ideas modernas, acabando con la edad media. Nivelarse por la nivelación del nivel intelectual y mientras tanto no admitir en el cuerpo electoral sino a los que se suponen capaces de desempeñar sus funciones”214. En otros términos, desde la matriz de conocimiento con que se conformó la América que llamamos latina, la fraternidad es algo impensable 214 Sarmiento, Domingo Faustino: Conflicto y armonía de las razas en América, Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1915, página 449. 178. porque el racismo, que es su negación, se erigió desde el comienzo en un segregador epistemológico que hizo imposible el reconocimiento del otro no europeo como un semejante, es decir como un hermano, salvo que este fuera convertido en otra cosa, en el europeo y para eso el proceso histórico de la educación o la solución vacuna fueron las alternativas. Resulta la fraternidad algo no deseado y en todo caso se confundió con la asimilación, que es el asesinato lento de la condición humana de los diferentes. La descalificación del otro como posible otro fraterno no fue exclusiva de los discursos latinoamericanos organizadores de los estados-nación. Si bien desde Viscardo –jesuita precursor de la independencia hispanoamericana- y Bolívar el tema de la unidad latinoamericana implícitamente se sostiene sobre una apelación a la fraternidad continental, no es menos cierto que la misma tenía su origen evidente en el temor al despotismo europeo. Cuando el enemigo ya no fue Europa sino Estados Unidos, la fraternidad continental se transformó en un elemento identitario excluyente. Así la herencia hispánica fue la cara de la fraternidad. América Latina fue una América europea y nuevamente dejó de lado en su construcción fraterna a quienes no pertenecían plenamente a esa tradición cultural. Incluso en la variante católica de entonces el pensamiento de fraternidad fue racista. Ramiro de Maeztu, pensador conservador español de fuerte eco en Hispanoamérica, construyó una categoría político-cultural que apelaba a la fraternidad como principio constitutivo de las sociedades de Nuestra América. Tal concepto es el de Hispanidad. El libro fundamental de Maeztu –Defensa de la Hispanidad- establece un concepto particular de lo fraterno, de carácter histórico, como todos los que se dieron entre nosotros. Su versión de la fraternidad consiste en la preeminencia del destino misional de España y sus descendientes, tarea que al cumplirse dio paso a una hermandad en la fe que haría posible, recién entonces, la igualdad y la libertad. Para Maeztu la fraternidad es un estado de conciencia de la común paternidad de Dios. Así dicho, el principio parecería tener un prístino alcance universal y nadie quedaría excluido. Racismo, asimilación, colonialidad serían formulaciones ajenas a la fraternidad cristiana tal como la entiende el pensador español. Sin embargo la fraternidad no es una práctica activa y cotidiana, sino un estado de conciencia. Es decir, un a priori que exige la aceptación de un orden previo –la paternidad de Dios- que es requerido en el contexto de la reivindicación de la tarea misional-imperial de España. La paternidad de Dios es la aceptación de la expansión europea primera, cuyo protagonista fue la corona de Castilla. 179. La Hispanidad, como forma primera de la hermandad universal, conlleva aceptar el papel histórico antiliberal y antisocialista que Maeztu cree ver en la historia de España. Así, se exige el reconocimiento de jerarquías sociales y de la supremacía de un modelo socio-histórico conservador. La Hispanidad por lo tanto no será sino el resultado de un acercamiento a Dios vía la única religión verdadera y el rechazo o la ignorancia de este punto impedirán cualquier afirmación de fraternidad. Semejante postulado no sólo plantea que la paternidad de Dios es algo adquirido por los hombres, y de ninguna manera innato, sino que generar la conciencia es tarea de un orden colonial, en este caso el español215. Se derivan entonces algunos puntos: 1- la fraternidad, reemplazada por la hermandad de conciencia, es un universal en expansión, que necesita un agente material externo –el colonizador y su cultura- para imponerse; 2- que por esa exigencia no hay una fraternidad humana si no se es cristiano y que fomentarla fuera de esa creencia entraña el riesgo de promover rencor contra quienes tienen la tarea de fundar la conciencia de la hermandad. El primer punto sirve a la apología de las clases dirigentes de España y América Latina, de la historia del imperio español: la hermandad, es decir la fraternidad para Maeztu, es lo que Iberia ofrece al mundo: “[…] lo fundamental en la religión es el misticismo y que la 215 De Maeztu intenta deslindar el racismo de la idea de Hispanidad. Llega a argumentar que la exigencia de “pureza de sangre” para la administración del imperio español era una suerte de anticuerpo frente a la “insinceridad” de las conversiones. En todo caso, termina admitiendo, la exigencia de la “pureza de sangre” no debe hacer olvidar el sentido “misional” de la expansión española de los siglos XVI y XVII. La visión racista y conservadora de esta “fraternidad” de la Hispanidad se justifica de modo algo sorprendente, al tiempo que pretende aclarar la dependencia semántica del tríptico francés respecto de la “misión” de la Hispanidad: “Los españoles o creyentes, por lo menos desde la conversión de los godos arrianos se han manifestado siempre opuestos a la aceptación de supremacías raciales. En algunos de ellos no tiene nada de extraño porque son “resentidos”, hostiles a toda nuestra civilización, cuyos instintos les empujan a combatir a sangre y fuego nuestras aristocracias naturales y de sangre, no por espíritu igualitario y de justicia, sino sencillamente porque las jerarquías son el baluarte de las sociedades. […] A los otros descreídos, a los que no manejan los conceptos de libertad y de justicia sino con fines subversivos, sería inocente tratar de convencerles, pero a los que de buena fe se proponen con ellos dignificar y levantar al hombre, y se imaginan que la religión es un estorbo para sus ideales, no es imposible hacerles ver que su credo es de origen religioso, que sin la religión no puede mantenerse, y que sólo por la inspiración religiosa podrá realizarse. En el “eje diamantino” de Ganivet, en el sentido del hombre de los pueblos hispánicos, podemos encontrar igualmente cuánto hay en los principios de libertad, igualdad y fraternidad, que no se contradice mutuamente y pude servirnos de norma y de ideal […] la fraternidad se deriva del hecho de que todos los hombre se hermanan en la capacidad de hacer el bien y en el ideal de una sociedad en que la práctica del bien a todos los enlace y los hermane”, Defensa de la Hispanidad, Buenos Aires, Poblet, 1952, págs. 83 y 84. Sobre estos principios De Maeztu entiende la fraternidad en el mundo hispánico. 180. religión es al misticismo lo que la vulgarización es a la ciencia. El origen histórico de la hermandad humana es exclusivamente místico. Es Jeremías el primer hombre que habla de la posibilidad de que los hijos de otros pueblos abandonen el culto de los ídolos y adoren al Dios universal, con lo que viene a decirnos que cada hombre ha nacido para ser hijo de Dios. […] Y como la España de los grandes siglos es, eminentemente, un pueblo misionero, su pueblo es el que más profundamente se persuade de la capacidad de conversión de todos los hombres de la tierra.[…] Ante el espectáculo que ofrece la conversión de todo el Nuevo Mundo al Cristianismo, la creencia se hace, en España, universal. Todos los hombres pueden salvarse, todos los hombres pueden perderse. Por eso son hermanos: hermanos de incertidumbre respecto de su destino, náufragos en la misma lancha, sin saber si serán recogidos y llegarán a puerto”216 El segundo punto se entiende porque la definición de fraternidad que Maeztu ofrece sólo puede concebirse en términos de colonialidad: desde el momento que es España la nación que porta esa conciencia al corazón de las gentes, la fraternidad proveniente de la Paternidad divina se confunde con un proyecto histórico-político cernido en la misión imperial ibérica. Sin ese proyecto, sin esa hermandad misional, Maeztu advierte que la supremacía europea –que no cuestiona- queda librada el capricho humano que gobierna a las sociedades anglosajonas. La fraternidad de raza o de ideal revolucionario supliría entonces a la hermandad cristiana iberoamericana: “Kropotkin necesitaba que los hombres se quisieran como hermanos, para que fuera posible constituir sociedades anárquicas, en que reinase la armonía sin que la impusieran las autoridades. […] Pero no pudo persuadir a las personas de talento de que el apoyo mutuo fuera la ley fundamental de la naturaleza.[…] Lejos de estar regida la naturaleza animal y vegetal por una ley de simpatía, lo que parece dominar en ella es el principio de que el pez grande se come al chico, y por lo que hace a los hombres, entre las gentes de raza diferente, hay un antipatía habitual, muy semejante a la que reina entre perros y gatos. La que divide a occidentales y orientales es tan honda que, si los Estados Unidos llegan a 216 De Maeztu, Ramiro: Defensa de la Hispanidad, Buenos Aires, Poblet, 1952, página 98. 181. conceder la independencia a Filipinas, antes será para poder cerrar a los filipinos el acceso a California que por reconocimiento de su derecho”217. Esos son los límites racistas y groseramente eurocéntricos con que el pensamiento intelectual católico se desplegaba en Hispanoamérica. En las propuestas pseudo fraternas –pues sin fraternidad no puede pensarse la nación moderna- libelarles de Monteagudo y Sarmiento y la de hermandad de Ramiro de Maeztu desde su tradicionalismo hispánico, los desplazados, los oprimidos, los indios, los negros y en menor medida los mestizos fueron objeto de menoscabo de su condición de hermanos, de sujetos fraternos. Tal menoscabo tenía dos efectos notorios: los países de América Latina, en tanto demográficamente se componen masivamente por sujetos excluidos de la fraternidad, serán países regidos internacionalmente por la brecha insondable que existe entre los que tienen conciencia de la hermandad y los que no, además de estar sometidos a la ley del pez grande/pez chico. El segundo efecto es el de la marginación social y política de esos sujetos inconscientes o incapaces, según la versión de la fraternidad que ofrezca el pensamiento metropolitano. Esta situación comenzaría a revertirse a mediados del siglo pasado a partir de la discusión y apropiación de la idea de nación –espacio primero de la fraternidad- por parte de las masas y junto con esto con la puesta en cuestión de la situación colonial de los territorios sometidos de una u otra forma a los imperios europeos y al imperialismo norteamericano. Volvamos entonces al epígrafe de Aimé Césaire. La renuncia al partido comunista puede leerse entonces como la denuncia de esa fraternidad metropolitana que una vez más, con ropajes esta vez marxistas y críticos de las ideologías de Sarmiento o Maeztu, pretendía asumir toda conciencia de todo oprimido. Césaire responde magníficamente a esta nueva “colonización fraterna” -valga la expresión- resaltando la singularidad de los problemas que los excluidos racialmente y los subalternizados epistemológicamente, en tanto que deben primero luchar por su condición humana como un a priori y no de resultas de su adhesión a las formas de identidad fraterna que ofrecen imperialmente las hegemonías metropolitanas. En 1956 en París en la Universidad de la Sorbona se reúne el Primer Congreso de Escritores y Artistas Negros. Lo interesante de este congreso fue la convocatoria no de artistas negros caribeños, de africanos o 217 De Maeztu, R.: Op. Cit., páginas 99 y 100. 182. de las colonias francesas, sino que la condición de su participación era ser negros. En esa época tanto Césaire como Lepold Sénghor -senegalés- desplegaban el concepto de “Negritud” como principio convocante y cohesionante de artistas y escritores negros. En principio podemos suponer que se tratara de una especie de reacción a principios coloniales como el de Hispanidad. Sin embargo los debates de ese congreso demuestran la existencia de una lectura histórica en principio desprovista del sentido mesiánico que tanto la idea de Maeztu u otras por el estilo como “occidente” o “civilización”, podían tener. El centro de las discusiones en ese encuentro fue desbrozar hasta qué punto la Negritud y su circunstancia colonial podría responder a las diversas condiciones de los negros en África, el Caribe y principalmente Estados Unidos, sobre todo porque los de este último país no buscaban la independencia o el reconocimiento de sus culturas como autónomas, sino integrarse en igualdad al esquema sociopolítico de la superpotencia. ¿Qué podía unir a experiencias históricas ya alejadas, más allá del color de la piel de sus sujetos? “Hay entre todos los reunidos una doble solidaridad: una solidaridad horizontal, producida por la situación colonial o semicolonial o paracolonial que les ha sido impuesta del exterior. Y por otra parte, una solidaridad, vertical ésta, en el tiempo, que proviene de que a partir de una unidad primera, la unidad de la civilización africana, se diferenció toda una serie de culturas, deudoras de esta civilización”218. La idea de doble solidaridad resulta interesante. Primero esta solidaridad no nace a partir del temor al pez grande ni es impuesta por una ideología metropolitana, como pretendió el marxismo fuera de Europa, sino que surge desde la condición histórica de los sujetos y los países que fueron objeto del imperialismo justificado en la fraternidad del poderoso. Esta solidaridad no puede abandonar la referencia a la negación de la humanidad que supone el colonialismo, que reemplaza el sujeto vivo por la conciencia de la incertidumbre de la salvación o la necesidad del progreso, sea por la vía del socialismo o del capitalismo. Porque la solidaridad de los oprimidos no se da en la forma dialéctica de confrontación con el amo, sino a partir sí de reconocer ese conflicto primordial, 218 Césaire, Aimé: “Cultura y colonización”, en Discurso sobre el colonialismo, Madrid, Akal, 2006, pàgina 48. 183. pero construyendo su humanidad histórica en la relación desigual que implica el colonialismo. No se trata de una unión beligerante de clase, sino del reconocimiento de habitar culturas mestizas. La modernidad/colonialidad impide la idea de “culturas puras”, por lo que la actitud exenta de ingenuidad de pensarse en ese borde de lo colonial permite recuperar la idea de humanidad para aquellos a quienes les fue negada. La solidaridad vertical permite al negro, en este caso, sustentar la solidaridad horizontal en tanto encuentra el fundamento antropológico de la humanidad del oprimido colonizado. No se trata de una utopía arcaica, de una vuelta atrás, sino intentar reparar la desigualdad colonial al asumir la posibilidad de formular la propia epistemología desde los saberes negados y olvidados por la colonialidad. En definitiva lo que Césaire nos permite pensar es que la Fraternidad no puede pensarse como un “don selectivo”219 que el occidente cristiano prodiga siempre y cuando el que recibe el don no se niegue a aceptar la misión mesiánica del europeo, en cualquiera de sus variantes. Si la fraternidad va a exigir las instituciones que occidente cree universales para organizar políticamente una sociedad, si va a exigir la supremacía de las tradiciones judías, latinas, griegas o sajonas para aceptar al otro como fraterno, no existirá esa solidaridad históricamente trascendente que propone Césaire. El mismo poeta de Martinica afirmaba en su “Discurso sobre el colonialismo” al hablar de las sociedades anteriores a la colonización: “Eran sociedades comunitarias, nunca de todos para algunos pocos. Eran sociedades no sólo antecapitalistas, como se ha dicho, sino también anticapitalistas. Eran sociedades democráticas, siempre. Eran sociedades cooperativas, sociedades fraternales”220. La fraternidad pensada desde la situación colonial, es decir desde nosotros los colonizados, pueda dar nuevos frutos, los frutos que le permita a la humanidad superar su pulsión por el dominio y la opresión, por el hambre y la muerte. La fraternidad, pensada desde lo excluido por la epistemología europea permite superar las trampas que se impone esa misma epistemología que no puede ocultar su eurocentrismo. El pensamiento de Césaire, y con él todo el pensamiento descolonial y descolonizador en América Latina, abre la posibilidad de reencontrar una nueva identidad para los sujetos diversos del continente, una identidad heterogénea y de “diversidades mutuamente consentidas”, y por consentidas superables, 219 Césaire lo toma de Malinowski. Cfr. Césaire, Op. Cit. 220 Césaire, A. Op. Cit. Página 21. 184. lo cual hace posible una Fraternidad nueva. En el “Discurso sobre el colonialismo” Césaire había afirmado: “Precisamos crear una sociedad nueva, con la ayuda de todos nuestros hermanos esclavos, enriquecida por toda la potencia productiva moderna, cálida por toda la fraternidad antigua”. Esto podría entenderse como el reverso de la idea de Maeztu, pero es, en tanto no mesiánica ni civilizadora, una nueva fraternidad, esta vez sí universal, que recoge la herencia cultural de los colonizados, su experiencia de la modernidad, la experiencia también de los europeos que como dice el mismo Césaire han experimentado en sus totalitarismos genocidas las mismas prácticas que llevaron extramuros para imponer su versión histórica de la fraternidad cristiana o de la fraternidad moderna. Porque la experiencia de la fraternidad no es únicamente europea: la terrible emergencia de la modernidad/colonialidad hizo que las diversas experiencias culturales del principio fraterno entraran en comunicación y generaran el reconocimiento total de la humanidad. Así todo planteo en torno a la colonialidad en América Latina y en los países que sufrieron el avasallamiento de occidente debe ser visto como el intento de la nueva fraternidad, como planteaba Césaire, como la diferencia epistemológica descolonial que ofrecemos afirmando nuestra humanidad todavía subrepticiamente cuestionada. La perspectiva de la fraternidad es el principio epistemológico descolonial que puede erigirse en el ahí que se da entre el legado colonial y el reconocimiento de la humanidad del colonizado. Y esto nos lleva a un desafío intelectual: ¿fueron y son nuestros movimientos políticos populares latinoamericanos –los populismos puestos siempre en cuestión- los agentes multitudinarios de la(una) fraternidad descolonial? Eso que está sucediendo requiere ahora de una lectura que lo ponga en discusión para convertirlo en un principio político capaz de (re) organizar nuestras luchas emancipatorias. 185. El aporte de la Teología Pastoral a Latinoamérica Néstor Díaz221 Introducción Las reflexiones siguientes intentan rescatar algunos puntos de la contribución que ha realizado la Iglesia Católica, por medio de los documentos de las cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, (ahora también del Caribe), a la conciencia de Latinoamérica de pensarse a sí misma, desde su propia historia, bebiendo de su propio pozo. La historia cercana de esta realidad teológica-pastoral (o si se quiere pastoral-teológica), está iniciada en el Concilio Vaticano II (1962-1965), pero se remonta a los primeros tiempos de la praxis evangelizadora de nuestro continente. No me detengo a considerar si la expansión universalista europea de aquellos tiempos, (para nosotros española y lusitana) ha sido un descubrimiento, una conquista o un encuentro. Sino que expondré algunos rasgos de la postura, de Bartolomé de las Casas, que para el caso de esta reflexión sintetiza a muchos, y que, a mi modo de ver, es el basamento pre-histórico del pensamiento teológico situado en Latinoamérica. Entonces me remitiré en un primer momento al Concilio Vaticano II, marcando la influencia global sobre la Iglesia Latinoamericana luego intentaré algunas pinceladas de las controversias suscitadas en las Indias, para culminar con, lo que me parece, más sustancioso de la contribución del pensamiento teológico-pastoral de los documentos de las conferencias episcopales. Concilio Vaticano II El Papa Pablo VI, sucesor de San Juan XXIII, en su discurso de clau221 Teólogo - Psicólogo 186. sura, luego de sostener la riqueza doctrinal del Concilio, expresa: “Todo esto y cuanto podríamos aún decir sobre el valor humano del Concilio, ¿Ha desviado acaso la mente de la iglesia en Concilio hacia la dirección antropocéntrica de la cultura moderna? El mismo Papa se responde: “Desviado no, vuelto sí” (discurso de clausura del Vaticano II, 7 de Diciembre de 1965, ns. 13 y 14). Ubicar al ser humano, con toda su creatividad, en el centro de la doctrina católica, implica un cambio de ciento ochenta grados respecto a los Concilios anteriores y al método teológico medieval. El Papa Pablo VI, coloca esta nueva mirada, con las palabras: “Desviado no, vuelto sí” y si esto es así, estaría indicando que lo anterior estaba desviado y como el hijo pródigo volvió. El humanismo a partir de ese momento ya no es el enemigo de Dios. La doctrina vuelve por sus carriles y se pone al servicio del ser humano. Frente a la crisis de la realidad contemporánea, los padres conciliares manifiestan que el mundo es el lugar de la Iglesia, tal cual lo especifica una de las Constituciones del Concilio que lleva por título “La Iglesia en el mundo actual”. La sutileza está en expresar que ya no es más la “Iglesia y…el mundo”, como si se trataran de dos esferas cerradas en sí mismas y que deberían interactuar en intersecciones previamente especificadas. Lo sagrado y lo profano, en esta imagen, no se tocan y si lo hacen es por un contrato de mutua conveniencia. En cambio ahora es “la Iglesia en… “; la inserción es ahora un aspecto esencial y la Iglesia está al servicio del mundo, su entendimiento es a partir de las problemáticas que el mismo plantea, lo cual significa una prolongación del misterio de la encarnación. No es una postura absolutamente novedosa la del Concilio, Lo que hace es retomar lo que la tradición bíblica ya nos había narrado, mediante un lenguaje icónico. Los escritos bíblicos, ya desde el Génesis, interpretan desde la fe los acontecimientos históricos, brindándoles un sentido, que sin querer ser ciencia histórica, se basan en la historia para comprenderse como Pueblo elegido por Dios. Mira en lo profundo, allí donde el pueblo hebreo va buscando darle orden a la existencia a través de lo que eligen colectivamente. La hondura de la historia, para los autores bíblicos, está en el acompañamiento de Dios, que se verifica (se hace verdad) en la experiencia de la liberación y la salvación. La evangelización de Latinoamérica en su inicio Este trasfondo teológico, esta apertura que retoma la concepción de 187. un Dios que acompaña a los azares de la historia, fundamenta lo que plantean los obispos de Latinoamérica y que retoma, como decía, la defensa que hicieron algunos evangelizadores de los naturales de las Indias, frente, a los que los explotaban y esclavizaban, como también, a los que postulaban el argumento de las causas justas para sustentar la guerra contra los indios. Por tanto, esta doble realidad, de una colonización conducida con una mentalidad de cruzada, de monjes/ soldados, con una metodología que unía la cruz y la espada; donde el binomio Estado/Iglesia, armas/evangelio, constituyó unas de las páginas más negras del proyecto universalista europeo (para nuestro caso España y Portugal); y de una actitud evangelizadora que predicaba lo contrario, dio lugar a interpretaciones muy diferentes , algunas de ellas muy críticas (por ejemplo dentro del campo católico de Enrique Dussel, o la de Ana María Bidegain de Urán, o fuera del ámbito cristiano de la Eduardo Galeano y la indigenista) otras de claro tinte apologista- católico-hispanista. En cambio, los documentos del episcopado Latinoamericano, a mi modo de ver, se mueven por los andariveles novedosos de una interpretación teológico-pastoral. Tal vez, la síntesis de estas posturas enfrentadas esté reflejada en la controversia, sobre los problemas antropológicos y teológicos (por tanto éticos) del siglo XVI, entre fray Bartolomé de Las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, que se llevó a cabo en la Junta de Valladolid, convocada por Carlos V y que funcionó en dos etapas, 1550 y 1551. Hoy siguen existiendo ambas tendencias, herederas de estos proyectos contrapuestos. Antes de pasar por el umbral de los documentos de las conferencias episcopales latinoamericanas, puntúo aspectos planteados por Las Casas, que, creo, constituyen la prehistoria, de nuestro pensamiento teológico realizado desde la cruz del sur. Un aspecto esencial de la interpretación evangélica de Las Casas es que reflexiona desde y en la realidad, Sus palabras son claras “Durante treinta años… que estuve entre ellos, (los indios) pude observar sus obras maravillosas en toda clase de artificio” (citado por García, Rubén, en Varios, Evangelización y Liberación, Ed. Paulinas, Bs As. 1986, pg. 89). Una de las defensas claves del fraile dominico, ante el argumento de Sepúlveda sobre la justificación de la guerra a los indios por el hecho de los sacrificios humanos, es el reconocimiento de la religión indígena y si bien, concede que, la conversión hacia la fe verdadera es necesaria, expresa que, eso implica un proceso complejo y que no justifica la guerra. Es más, llega a decir que la intervención de un pueblo desarrollado en los asuntos de un pueblo subdesarrollado, implica un absoluto respeto 188. de sus creencias, que sólo, el pueblo, puede cambiarlas pacíficamente y por propia convicción y nunca por la fuerza o por una ventaja material. (Cfr. García R., oc. 89 y ss; Gutiérrez, Gustavo, En busca de los pobres de Jesucristo- el pensamiento de Bartolomé de Las Casas, Ed. Sígueme, Salamanca, 1993) Me tomo el atrevimiento de recortar la riqueza de las reflexiones de Las Casas, a estos dos ejemplos, ya que los argumentos que sustentan la defensa de los naturales de las indias, son de una cantidad llamativa y de profunda riqueza teológica-pastoral. Agrego el tema de los métodos misionales, donde si bien algunos subrayaron más la adaptación de los indígenas a la civilización hispana, otros se preocuparon por conocer su cultura, lengua y psicología. Una suerte de inculturación del evangelio. Un claro ejemplo de ello son las organizaciones de las misiones jesuíticas. Valgan estos detalles para dejar en claro que son una especie de preludio de una teología que se elabora desde y en la realidad del pueblo, fundamentalmente a partir de su dolor, que prologa lo que se desarrollará en Medellín y lo que será el aporte de Puebla con respecto a la evangelización de la cultura. Las conferencias generales del episcopado latinoamericano El proyecto colonial, con todas sus luces y sombras, fue dejando una organización ciudadana, asumiendo estructuras indígenas o creando nuevas ciudades, cuyo centro era destinado a la construcción de iglesias. Fue una manera medieval de erigir ciudades, lo cual fue aprovechado por la primera evangelización eclesiástica, que agregada a las luchas de los misioneros, tanto de las órdenes mendicantes, dominicas y franciscanas, como de la congregación de los Padres Jesuitas, abonaron al reconocimiento de la dignidad de los indígenas. Mediante el sacramento del Bautismo, se legitimó el absoluto respeto que se debía tener a los naturales de América. Ahora eran legítimos hijos de Dios. Esto permitió que, en el decurso de la historia latinoamericana, se haya generado un mestizaje racial y cultural, que devino en una unidad cultural pintada con las notas propias de cada región. La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Aparecida, en el capítulo 10, dedicado a Nuestros Pueblos y la Cultura expresa claramente esta conciencia de Patria Grande:: “ La dignidad de reconocernos como una familia de latinoamericanos y caribeños, implica una experiencia singular de proximidad, fraternidad y solidaridad. No somos un mero continente, apenas un hecho geográfico con un mosaico 189. ininteligible de contenidos. Tampoco somos una suma de pueblos y etnias que se yuxtaponen. Una y plural, América Latina es la casa común, la gran patria de hermanos,” de unos pueblos a quienes la misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en el camino de la historia” (cfr. Juan Pablo II, Discurso inaugural en la IV Conferencia General en Santo Domingo) Es pues, una unidad que está muy lejos de reducirse a uniformidad, sino que se enriquece con muchas diversidades locales, nacionales y culturales ( Aparecida 525) Si bien ya he datado, desde cuando comienza este devenir uno y plural, existe otra contribución a esta comprensión con sabor a nombre propio. La nominación tuvo lugar en el año 1863, cuando se funda el Colegio Pío Latinoamericano, para la formación del clero Otro paso hacia esta dimensión continentalista es el realizado por el Papa León XIII (autor de la encíclica Rerum Novarum) que en el año 1899, reunió en Roma, al Primer Concilio Plenario Latinoamericano. La Conferencia de Río de Janeiro (1955) Siguiendo la ruta del episcopado Latinoamericano, llegamos a la I Conferencia General de Latinoamérica, asistieron, en aquel entonces, los Cardenales del Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, y los Arzobispos y Obispos Delegados de las Provincias Eclesiásticas y territorios de misión de América Latina. La preocupación mayor de esta reunión fue la escasez de sacerdotes y junto a la campaña vocacional tuvo lugar un llamado, no menos fundamental, a la instrucción religiosa. Sin embargo, los Obispos no se quedan en este exclusivismo religioso sino que, dentro de un tono paternalista y clerical, afirman que el panorama social que presenta el continente latinoamericano tiene una marcada desigualdad en el disfrute de los bienes que la Providencia ha donado a este territorio, donde, explican, muchos viven en una deplorable condición material que afecta el bienestar general de las naciones y su progreso y, por supuesto, repercute en la vida espiritual de las personas. Abogan entonces por una mayor justicia social y una mayor y activa presencia de la Iglesia, a fin de influir en el mundo. Como el lector se dará cuenta, esta manera de entender la Iglesia es previa a la del Concilio Vaticano II. La Iglesia, se presenta como una esfera apartada del mundo y su misión es influir en él mediante una evangelización que se ubica en el púlpito, La Conferencia de Medellín (1968) La segunda conferencia general, se realizó en 1968 y tuvo lugar en 190. Medellín, y la primera post-conciliar. El clima cambia radicalmente, ya no es la Iglesia, en clave medieval-europea, que piensa, desde afuera la realidad latinoamericana. El criterio teológico pastoral de “signo de los tiempos”, tiene una gran cabida teológica y, a su vez, abre la posibilidad de mirar el rostro de América Latina, desde ella misma. Por ello Medellín se propuso reflexionar sobre la Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz el Concilio. El marco doctrinal está dado por la Constitución Gaudium et Spes, tanto en lo que respecta a la apertura de la Iglesia al mundo como a la asunción del método inductivo de ver, juzgar y obrar. Esta concepción de una Iglesia en y para el mundo, con el reconocimiento de la historia del mismo, en su institucionalidad, económica, social, política y cultural, como el escenario donde se concreta (o no) el proyecto de salvación de Dios,(aunque no lo agote) indicaba estar atentos a los signos de los tiempos e implicaba una renovación, en la manera de entenderse como Iglesia pobre, signo e instrumento de salvación. Cabe mencionar que las consecuencias, de la segunda conferencia, fueron múltiples. Medellín está en el medio de una década de agitada y compleja vida eclesial. Pero la segunda conferencia dio lugar al desarrollo de experiencias novedosas como las comunidades eclesiales de base y la cristalización de una teología de la liberación, que tomaba al marxismo como herramienta para el análisis de la realidad social y económica y la concepción del pobre como lugar teológico. Otra vertiente, de aquella comprensión revolucionaria de la Iglesia, se manifiesta en Argentina, donde se retoma el capítulo de Medellín dedicado a la pastoral popular desde la experiencia del peronismo y la lucha de la resistencia. Años, sin duda, tumultuosos, de una ferviente creatividad, compromiso, elaboración intelectual, tensiones y conflictos múltiples. . La convivencia de posiciones enfrentadas dentro de la Iglesia Argentina. La diversidad y las divergencias pastorales, fueron el motor para que la Iglesia creara un Plan Nacional de Pastoral , cuyo elaboración y conducción quedaba a cargo de la Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL). Aquí confluyeron voluntades e intelectuales, que construían y pensaban la realidad argentina en una convergencia en red, cuyos nudos personales, vinculaban a las personas que desarrollaban sus acciones, políticas, pastorales, sociales e intelectuales en diversos ámbitos y disciplinas. Por ejemplo confluyen quienes contribuían con la JOC o la CGT; el movimiento rural, los universitarios, también el movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, la pastoral en villas, las Cátedras Nacionales de Sociología, etc. 191. Un aspecto esencial de esta pastoral de conjunto, y que funcionaba como articulador de los planes pastorales y eje principal de los mismos era la noción de Pueblo, sujeto histórico de la existencia y de la fe. Con el ánimo de continuar con la línea del presente escrito, recorto la riquísima complejidad de aquellos tiempos, para referirme al aterrizaje de Medellín realizada en el documento San Miguel de la COEPAL, del año 1969. Los Obispos giran en torno a la frase del Papa Pablo VI, “Los Pobres, Sacramento de Cristo”, y la Iglesia al servir a los pobres es la “Iglesia de los Pobres” . En este contexto, la Declaración de San Miguel, cristaliza el reencuentro del Episcopado con el pueblo de Argentina. Como síntesis tomo las palabras del Padre Gerardo Farrel: “En Medellín, los Obispos latinoamericanos urgan en la historia del desarrollo moderno y desde el intentan comprender la actual transformación de América Latina…Las categorías adecuadas para definir la realidad continental serán a la vez políticas y religiosas :dominación-liberación…A partir de los principios teológicos y del análisis social de Medellín, San Miguel se impregna de elementos típicos de la experiencia histórica del pueblo argentino. La especial conciencia histórica que el revisionismo ha dejado en los argentinos y la singular conciencia política que el Yrigoyenismo y el Peronismo originaron en el país, son elementos que están en el trasfondo, no sólo de la realidad argentina, sino de los argentinos que la analizan” ( Farrel, Gerardo, Iglesia y Pueblo en Argentina, Ed. Patria Grande, Bs. As. 1975, pag. 138-141). Antes de pasar a Puebla me parece que cabe mencionar, aunque sea en una apretadísima síntesis, la realidad social, política, económica y cultural de América Latina, en las convulsionadas décadas de 1960 y 1970. La década del 60 se despierta, no sólo con la novedades conciliar y la apertura de la Iglesia al mundo, sino también con la Revolución Cubana, que trajo tanto miedos como esperanzas. Se abría una vía para el antiimperialismo, por medio de la implementación del socialismo (notar aquí la influencia sobre algunas teologías de la liberación), pero por el otro lado, estaba prologando una de las mayores crisis de la historia latinoamericana. Tuvo lugar una política represiva con el correlato de la irrupción cronológica y sistemática, de los golpes de Estado cívicos – militares, ( sin querer ser exhaustivo, menciono a los golpes de Argentina (1962, 1966; 1976), Bolivia (1971); Chile y Uruguay (1973), etc) sustentados en los años setenta por la Doctrina de Seguridad Nacional que junto a la “seducción de una alianza para el progreso”, gobernó el continente. Años de violencia extremada, dolor, desaparición y muerte. 192. La Conferencia de Puebla (1979) Aún en medio de esta realidad, el compromiso con los pobres y con las víctimas de la violencia, continuó. Menos en las cúspides episcopales, con honrosas excepciones, más en los laicos, religiosos y sacerdotes dedicados al campo popular. También los teólogos no descansaron. Entre muchos otros, los trabajos de Lucio Gera, de Rafael Tello, de Juan Carlos Scannone, en Argentina, como los de Gustavo Gutierrez, Clodovis y Leonardo Boff, etc, en otras regiones de Latinoamérica, fueron dando el marco temático de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Si bien, el trasfondo doctrinal sigue siendo el Concilio Vaticano II, la novedad de la Encíclica Evangelii Nuntiandi, del Papa Pablo VI, sobre la evangelización de la Cultura, caló fuertemente y tuvo una gran influencia en Puebla. El contexto eclesial de la III Conferencia, brindaba una expectativa de sentimientos encontrados. La muerte del Papa Juan Pablo I, había dejado una estela de conjeturas y el nuevo Papa, surgido de las entrañas de una Polonia gobernada por el comunismo, llenaba de esperanzas y, a la vez de incertidumbres, a una eclesialidad que se debatía en, 1) profundizar el modelo, propugnado por algunas teologías de la liberación, afincado en el socialismo, o 2) tomar parte por una postura conservadora, que conciliaba con los gobiernos de facto, que, inclusive, en sus líneas marginales, defendía ideas preconciliares, donde la gran mayoría abonaba a formas más abiertas pero con mentalidades doctrinarias muy sesgadas y, 3) finalmente estaba la teología de la corriente Argentina, que sustanciaba el tema del pueblo, sujeto de cultura, no muy bien entendido por la corriente socialista de la Teología de la Liberación La apreciación del padre Gera, uno de los peritos de tercera la conferencia, al hacer un balance de la misma, observa que se dan tres características, la primera es la recuperación de temas que preocupan a los creyentes , como son los de promoción humana, justicia, liberación de los pobres, junto a la novedad de la evangelización de la cultura. El segundo aspecto da importancia a temas como la pobreza, lo derechos humanos, la situación política, ( recordar que está en vigencia la Doctrina de Seguridad Nacional y que Puebla denuncia) y por último, los obispos resaltan la importancia de los valores evangélicos. (Cfr Varios, Escritos Teológicos- Pastorales de Lucio Gera, 1. Del Preconcilio a la Conferencia de Puebla, (1956 – 1981), Agape, Bs As. 2006 ,pag 815 y ss) No es descabellado pensar que en Puebla se da el reencuentro de los obispos de Latinoamérica con el pueblo, pobre y creyente, en su raíz más profunda de los valores culturales. El capítulo que marca la propuesta 193. pastoral de Puebla, la evangelización de la cultura ( 385-443), no sólo fue el más votado, sino que según el padre Galli, es la clave de la articulación de Puebla. Es un texto que depende de la pluma de Lucio Gera. (Cfr. Galli, Carlos, Dios vive en la ciudad, Ed Agape, Bs As 2011, págs83 y ss). Pensar la cultura, es pensar en el pueblo, sujeto de la cultura. Los obispos, marcan permanentemente esta relación. No hay cultura sin pueblo, lo que indica el modo personal de la evangelización de la cultura, porque no se está hablando de una cosa, un objeto llamado cultura, sino que se piensa en los sujetos, entonces evangelizar la cultura es evangelizar a los pueblos. Si a esto lo unimos con los criterios hermenéuticos de la opción preferencial por los pobres y la comunión y participación, tenemos que la evangelización tiene una sustancial preferencia por el pueblo pobre ( el corazón del pueblo son los pobres), en la dimensión de una conversión de las estructuras para posibilitar la comunión y la participación: Cito: “ La transformación evangélica de la cultura, es decir, la penetración por el Evangelio de los valores y criterios que la inspiran, la conversión de los hombres que viven según esos valores y el cambio que, para ser más plenamente humanas, requieren las estructuras en que aquellos viven y se expresan” ( DP 395, A mi modo de entender, la teología del pueblo saca carta de ciudadanía, en Puebla, donde incide en el desarrollo de temas como Pueblo de Dios ( en su relación con el Pueblo civil), liberación, catolicidad, la religión la ciudad. El aporte de la corriente argentina es también hacia la revalorización teologal de la Religiosidad Popular. Una reflexión a partir del recorte realizado en Puebla. La evangelización de los pueblos, conlleva la misión de la Iglesia de salir de los muros institucionales para encarnarse en el pueblo. Desde allí discierne, alienta, promueve, motoriza, el proyecto histórico, político y cultural. Rescata la cultura del mestizaje, junto a su religiosidad popular, verdadera expresión de fe católica, revalorizándola frente a la comprensión cultural del iluminismo y del posmodernismo. La Conferencia de Santo Domingo (1992) En la década del 80, se mantienen los temas planteados en las dos conferencias anteriores, continúan las preocupaciones por la promoción humana, la opción por los pobres (clave de la promoción humana), liberación, la evangelización, la cultura. Asimismo, el llamado del Papa San Juan Pablo II a América Latina hacia una nueva evangelización, ubica a la misma en el centro de la escena. 194. Los teólogos, en nuestro continente, preparan una visión de conjunto: la evangelización no puede estar separada de la liberación. Aunque el Papa, en sus mensajes previos a Santo Domingo, rescata el don de la fe, a partir de la expansión histórica; la comunidad eclesiástica en Latinoamérica, sin negar esto, afirma, a la vez, que en el acontecimiento histórico, se reúnen contradictoriamente, el despojo y la degradación del hombre y el germen que encierra en sí un potencial de plenitud humana. Esta observación conlleva un posicionamiento desde el territorio propio. Diría un pensar situado. (Cfr. Gera Lucio, en AAVV, Escritos teológicos Pastorales de Lucio Gera, 2, De la Conferencia de Puebla a nuestros días, Ágape, Bs As. 2007, 304 y ss.). Esta apreciación es retomada en la IV Conferencia en Santo Domingo, que ubica a Cristo en el centro de la nueva evangelización y une la misma a la noción de promoción humana e inculturación del Evangelio. Suma la perspectiva del diálogo con la modernidad y la post-modernidad, caracterizándolas desde el cuestionamiento, pero reconociendo el desafío a la evangelización de la cultura (SD 24, 298) Asume un tema nuevo como es el de la urbanización creciente, que tiene consecuencias en las relaciones sociales, que se vuelven más funcionales que personales tendiendo a una universalización uniforme de las mismas, donde la trascendencia se olvida y el ser humano se encierra en su propia inmanencia, valorando su libertad, autonomía, y racionalidad científico-tecnológica. Los obispos también expresan la preocupación por la expansión de la pobreza y la miseria en las periferias de las metrópolis. (cfr. SD 255) Ante esta realidad los obispos reunidos en Santo Domingo, se comprometen “a trabajar en una evangelización inculturada que penetre los ambientes de nuestras ciudades, que se encarne en las culturas indígenas y afroamericanas, por medio de una eficaz acción educativa y de una moderna comunicación” (SD 303) (cfr. Galli, Carlos, o.c., pgs. 103-120) La Conferencia de Aparecida (2007) Así como en Medellín aparecía la clave de la promoción humana, en Puebla era sustancial el concepto de cultura, en Santo Domingo se hablaba de nueva evangelización e inculturación del evangelio, en Aparecida se habla de vida plena. Aparecida se piensa como un acontecimiento del Espíritu Santo, un nuevo Pentecostés, que llama a todos los miembros del Pueblo de Dios a ser discípulos del Cristo resucitado, para que “nuestros pueblos tengan vida en El” ( A 1). 195. Los obispos unen esta llamada al discipulado con el hecho de la misión. Ser discípulos de Cristo es ser misionero y esto implica una parte “esencial de la evangelización, que incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral, y la auténtica liberación cristiana” ( A146) En esta continuidad innovadora, la quinta conferencia manifiesta el estado de misión permanente con el objetivo de dar vida plena. Lo interesante es que plantea una misión continental, de Amèrica Latina y el Caribe. Si bien todos los documentos de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano ( ahora también del Caribe), tienen esa presencia continental, Aparecida lo presenta como esencial. No creo equivocarme si noto en esta tonalidad superadora la influencia de nuevas realidades políticas, suscitadas en el continente. Otro de los aspectos importantes en Aparecida es el referido a la Pastoral Urbana, El espíritu esperanzador se manifiesta en la afirmación Dios vive en la ciudad” (A 514). El encuentro con Cristo se produce, de variadas formas, en la Palabra de Dios, la Liturgia, especialmente en la Eucaristía, en la oración personal y comunitaria y en los “que dan testimonio de lucha por la justicia ,por la paz, y por el bien común… en todos los acontecimientos de la vida de nuestros pueblos, que nos invitan a buscar un mundo más justo y más fraterno, en toda realidad humana…” (A 256). Rescata de una manera especial la piedad popular, así se expresa “La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misioneros, donde se recogen las m´s hondas vibraciones de la América Profunda. Es parte de una originalidad histórica cultural de los pobres de este continente y fruto de una síntesis entre las culturas y la fe cristiana” (A 264) Aparecida al presentarse con la fuerza del Espíritu Santo, acontecimiento que deviene libro escrito, pero que contiene la experiencia de los sabores y sinsabores del siglo XX y los albores del XXI, manifiesta claramente, en sus páginas una marcada alegría, como también se evidencia la influencia del entonces Cardenal Bergoglio. Conclusiones Cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y ahora también del Caribe, expresan el camino pastoral y teológico que han ido haciendo en común las Iglesias de América Latina en la segunda parte del siglo XX y el comienzo de este siglo XXI. Pienso que han contribuido de manera muy importante a conformar no sólo la identidad pastoral de nuestras Iglesias, sino también la identidad católica, espiritual y social, de nuestros pueblos. 196. Asimismo es un ejemplo para el resto de las conferencias episcopales, ya que constituye un hecho singular en la historia de la Iglesia como también en la apertura y concreción novedosa del Concilio Vaticano II y de otros documentos Pontificios. De un modo muy esquemático, puedo sintetizar en la Evangelización, el sustrato que recorre y unifica a las cinco Conferencias Generales. Con el acento específico de cada una de ellas. Por ejemplo, la principal preocupación de Río fueron los evangelizadores, en Medellín la evangelización en su relación con la promoción de la persona humana y la sociedad latinoamericana; en Puebla la evangelización de la Iglesia y la cultura de los pueblos, en Santo Domingo Jesucristo es el centro de la nueva evangelización, en Aparecida, evangelizar para que los pueblos y los miembros del mismo tengan vida plena. Me quedan resonando algunos temas que comparto: La apertura pastoral hacia los excluidos, la comprensión comunitaria de la fe en las comunidades de base, la renovación en los métodos teológicos, que se expresaron en la teología de la liberación por un lado y en la del pueblo, por otro, la religiosidad popular, las definiciones sobre el significado de cultura latinoamericana, el modelo de inculturación para la evangelización, las denuncias sobre la explotación de los pobres o sobre la doctrina de seguridad nacional. No temo equivocarme si afirmo que la perspectiva de una geopolítica continental tiene mucho que abrevar en los documentos de los Obispos Latinoamericanos. No es descabellado pensar que la lucha por la distribución del poder, en todos sus enclaves, económicos, políticos, culturales, religiosos, devienen continentales y ya no nacionales. Latinoamérica es una y plural. El sustento de la cultura una, en clave poliédrica es clave para una política regional que necesita de la savia de la vida de los pueblos. Al mismo tiempo la elección de un Papa de las periferias, marca un antes y un después. Si hablamos de los signos de los tiempos, aquí tenemos a uno. Francisco es producto de una Iglesia que ha tenido un gran aporte a la teología-pastoral, realizada en el barro del compromiso político por la justicia social, la soberanía política y la independencia económica.. El sinuoso proceso histórico tiene en este momento una cristalización especial, se diría un kairós, ( tiempo oportuno) con la elección del Papa Francisco, cuyo significado más profundo habrá que ir delineando, pero que en principio indica una fuerte valoración de la praxis y el pensamiento eclesial latinoamericano y un horizonte significativo que plasma una decisión geopolítica sin precedentes. 197. El Movimiento de los Trabajadores en la Argentina y en América Latina Carlos “Pancho” Gaitán222* Con el surgimiento del Peronismo en la Argentina el movimiento sindical llegó a tener en 1955 seis millones de trabajadores organizados (60 veces más que en 1943), aunque el cambio ocurrido no puede ser medido sólo por una cuestión cuantitativa, ni siquiera por las mejoras logradas para los trabajadores a partir de 1943 y mucho más desde 1946, que fueron cuantiosas y sustanciales, sino por la participación protagónica de los trabajadores en la acción de gobierno. Como lo explicó Perón el 24 de febrero de 1949 a los representantes sindicales, reunidos en la CGT, donde concurría dos o tres veces por mes: “Dentro de la sociedad argentina, un trabajador tiene una posición distinta a la de antes. Es consciente y es respetado por su patrón y por sus compatriotas y, en segundo lugar, comparte hasta las tareas de gobierno, cosa que antes nadie había soñado. De eso nos hemos preocupado especialmente. Hoy mismo está reunida una convención que va a modificar la Carta Fundamental que tiene el país. Más del 50 por ciento de quienes la componen son trabajadores. Eso, para la oligarquía resulta una verdadera afrenta al país, que un hombre “de ésos” –según ellos- se pueda sentar en la Convención Constituyente. Lo que más ha mortificado a cierta gente es que hayamos metido allí a hombres que, según ellos, no son “decentes”. En este país antes, para ser decente, había que usar cuello duro, bastón, tener cuatro o cinco apellidos y no haber trabajado nunca”. 223 * La Constitución Nacional argentina proclamada en 1949, incorporaba 222 Fue miembro del Comité Central Confederal de la CGT, Director del Instituto Andino de Estudios Sociales (INANDES) Secretario General de FLAT y de FLATIC, Vicepresidente de la Federación Mundial de Trabajadores de la Industria, primer Secretario de Derechos Humanos del PJ y miembro de APDH. 223 Alocución del Presidente Perón, en la CGT, el 24/02/49 Pavón Pereyra, Obras Completas 198. a la misma los derechos de los trabajadores, de la familia, de los ancianos y de los niños y junto a ellos, la función social de la propiedad; el capital al servicio del bienestar social; y en la actividad económica, la propiedad inalienable de la Nación, sobre el suelo y el subsuelo y los bienes minerales y fuentes de energía. La búsqueda de la igualdad como producto de la justicia social, en la que el equilibrio del capital y del trabajo se expresó por tener un 50 por ciento de la distribución de los ingresos entre patrones y trabajadores, era consecuencia de la concepción ideológica planteada en la Comunidad Organizada, como fundamento filosófico del peronismo, en la que el hombre y la mujer eran el eje y sustento de la sociedad organizada inescindible de la comunidad. La idea de la justicia social, que era parte de la propuesta de una Patria Justa, Libre y Soberana, era al mismo tiempo consustancial a la idea de la Patria Grande latinoamericana como única manera de lograr que la soberanía pudiese materializarse, en el ejercicio del respeto a los intereses de los demás pueblos de la América Latina y de la complementariedad de sus bienes y riquezas, en el marco de una soberanía compartida trabajando por la unidad e integración de los pueblos. Por ello, el Movimiento Obrero organizado de la Argentina propuso organizar la ATLAS –Asociación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalizados-, en la que participaron organizaciones de trabajadores de todos los países de la América Latina desde Argentina y Chile hasta México. La propuesta de unidad de los pueblos de la América Latina realizada por el Presidente Perón, estaba basada en la doctrina de la Tercera Posición, alejada tanto de la concepción de un capitalismo individualista como de un colectivismo totalitario. La Tercera Posición se concebía en el marco de una sociedad en la que la comunidad era el sustento de la unidad nacional y la paz, donde el capital debía estar al servicio de la economía y ésta al servicio del hombre. Los países identificados como del tercer mundo eran el marco socio económico geográfico de acción y proyección de los pueblos de la América Latina, nuestros hermanos de la Patria Grande, actores de un mismo origen y similar destino. La unidad e integración de nuestras naciones –decía Perón- es una tarea tan importante que no podemos dejársela a los comerciantes sino que deben abordarla los trabajadores organizados, para garantizar la participación de los pueblos. “Debemos ir –dijo Juan Perón el 11/11/73, en la Base Naval de Puerto Belgrano-, a la integración continental latinoamericana, como ya se ha realizado en otros continentes, porque esto es lo que permite llegar a in199. tegraciones mayores. Desde el hombre aislado, hasta el continentalismo actual, hemos pasado por etapas y todas ellas han tendido siempre hacia integraciones mayores. Probablemente la próxima sea el universalismo. Para entonces deberemos estar unidos, organizados y preparados para defendernos, porque ese universalismo a corto plazo –yo no creo que pase del año 2000, o sea dentro de 27 años- se hará por los poderosos y por los grandes”. Para Perón estuvo en claro desde siempre, la presencia nociva de los imperialismos. “La historia de los pueblos –decía en 1968-, desde los fenicios hasta nuestros días, ha sido la lucha contra los imperialismos; pero el destino de esos imperialismos ha sido siempre el mismo: sucumbir. Hoy, el imperialismo capitalista en perfecto acuerdo con el imperialismo soviético, lucha por subsistir en un medio que ha comenzado a comprender la verdad y que trata de alinearse en un “Tercer Mundo” decidido a no entrar en el juego a que quieren llevarlo los actuales imperialismos”. “La existencia del Tercer Mundo -decía-, enfrentado a los actuales imperialismos constituye el intento de liberación que gravita hacia una integración histórica que ha de ser simultánea a la integración geopolítica. Durante los diez años del Gobierno Justicialista (1946 – 1955) la República Argentina fue libre y soberana. Nadie metió en ella sus narices sin que llevara su merecido. Pero al cabo de diez años, la sinarquía internacional coaligada con el cipayismo vernáculo al servicio del colonialismo, nos aplastaron. Ello es lo que parece probar que la liberación no puede ser un hecho insular ni aislado, es preciso pensar entonces que el proceso de liberación ha de ser precedido por una integración del Tercer Mundo que, por una acción conjunta, represente una garantía para la liberación permanente que necesitamos”. Como podemos ver tantos años después, Juan Perón no se equivocó un ápice y por ello seguimos en el desafío de encontrar el camino. Esperamos que la UNASUR y la CELAC lo sean y las organizaciones sindicales, en particular las Centrales Nacionales de trabajadores de Sur América comprendan y compartan esta necesidad y actúen en consecuencia. Tampoco había pasado desapercibido para Perón el intento del imperialismo de manipular el Movimiento Sindical Argentino. Decía: “No ha pasado inadvertida para el imperialismo la existencia en nuestro país de una organización sindical tan importante por su cohesión y organización, que ha pasado a ser un “factor de poder” en la comunidad argentina. Por eso no desean dejar a este sector tan importante sin intentar por lo menos coparlo, como han venido haciendo con todas las demás fuerzas”. 200. “Los dirigentes sanos, honestos y capaces no pueden caer en semejante trampa. Los venales que obran con “sobreentendimientos” nunca son peligrosos, si la corrupción no es generalizada”224. El movimiento sindical está hoy implantado en todo el mundo, aunque con diversos niveles de desarrollo y diferentes modelos organizacionales. Su origen en Europa, se remonta hacia las dos terceras partes del siglo XVIII, cuando después de la revolución industrial, producto del invento de la máquina a vapor, surgieron los gremios de artesanos, las sociedades secretas y las hermandades, para empezar a enfrentar situaciones de híper explotación y lamentables condiciones de vida y de trabajo. La constitución de la Asociación Internacional del Trabajo -AIT- o ‘Primera Internacional’, el 28 de septiembre de 1864 en Londres, se señala como el momento en que toma identidad organizativa el sindicalismo, siendo los anarquistas orientados por Bakunin, los que ganan en influencia para imponer concepciones y métodos de lucha que confrontan con corrientes marxistas. La práctica de esas luchas producen, entre otras, las confrontaciones en Chicago, con la histórica huelga del 1º de Mayo de 1886 por las 8 horas de trabajo, que es reprimida a sangre y fuego y sus líderes ahorcados. En Argentina tuvieron su correlato en las luchas de los trabajadores metalúrgicos de los Talleres de Pedro Vasena, en diciembre de 1918, con 400 muertos y en la semana trágica de la Patagonia en 1921, donde los trabajadores fueron salvajemente reprimidos por las policías bravas y el Ejército al servicio de los capitalistas ingleses, debido a la presión llevada a cabo por el gobierno británico sobre el Presidente Hipólito Yrigoyen. Se contabilizaron entonces más de 1500 muertos. En varios países hermanos de América Latina -al igual que en Argentina- son fundamentalmente los inmigrantes europeos que vienen en búsqueda de mejores posibilidades de trabajo y de vida los que, liderados por militantes que muchas veces venían perseguidos de sus patrias, comienzan el desarrollo del movimiento sindical, organizando mutuales, cooperativas, sociedades de socorros mutuos o hermandades, para ayudar solidariamente a sus paisanos y sus familias. Los sindicatos en Argentina a fines del siglo XIX y comienzos del XX mantienen muchas veces los vínculos del viejo terruño y de oficios específicos. Italianos; españoles; gallegos; alemanes; de trabajadores gráficos e imprentas; ferroviarios, panaderos, mosaístas y otros, y una clara identificación ideo-política: anarquistas; socialistas; sindicalistas 224 La Hora de los Pueblos. Ed. Pleamar. 1973 201. (escindidos del socialismo) y, luego de 1920, comunistas. Organizadores e ideólogos impactaban a la naciente clase trabajadora en Latinoamérica. El inmigrante italiano Enrico Malatesta; Luis Emilio Recabarren de Chile, el amauta José Carlos Mariátegui de Perú, Lombardo Toledano de México entre otros, se destacan por sus aportes. En Uruguay, en Cuba, en Chile, en Colombia y en Perú, se viven y debaten situaciones similares. Posteriormente, ya en la década de los ’50, el argentino Emilio Máspero desde Centroamérica y el Caribe, con un pensamiento humanista y cristiano, impulsa la organización de los trabajadores en una perspectiva latinoamericanista. Veinte años antes, en 1930, las cuatro centrales sindicales existentes en Argentina llegan a la conclusión de que la única posibilidad de tener éxito en sus luchas es poniendo en práctica una de las consignas sustanciales del movimiento sindical, hasta ese momento nunca lograda: la unidad. El 27 de septiembre de ese año surge la Confederación General del Trabajo de la República Argentina. La crisis internacional de 1929 y el comienzo de la llamada segunda guerra mundial acelera el proceso de migración interna del campo a la ciudad y miles de trabajadores, llamados despectivamente por sectores sociales de la burguesía porteña “cabecitas negras”, se instalan fundamentalmente en el Gran Buenos Aires y se incorporan a la industria de la carne y de la alimentación que debe proveer de alimentos a Europa y contribuyen al proceso de industrialización para la sustitución de importaciones que comienza entonces en la Argentina. La Revolución Militar de 1943 que toma el gobierno para terminar con el fraude electoral y la entrega de los resortes de la economía al extranjero, encuentra a los trabajadores divididos en dos centrales: la CGT Nº 1, dirigida por el socialista anticomunista José Domenech de la Unión Ferroviaria y la CGT Nº 2, liderada por el fundador del sindicato de Obreros Municipales, Francisco Pérez Leirós, socialista democrático, pro PC. En esta última se nuclearon los sindicatos con conducciones de orientación comunista. El gobierno militar traía en su seno a un joven coronel que toma la causa de los trabajadores y desde la recientemente creada Secretaría de Trabajo y Previsión convoca a los sindicalistas y a los trabajadores pidiéndoles que se organicen, que se unifiquen y luchen por sus derechos. Ese Coronel, Juan Domingo Perón, promueve una legislación de asociaciones profesionales que genera un nuevo modelo de organización sindical, que va a ser la razón del éxito del Movimiento sindical argentino: la organización de los trabajadores por rama de producción o sector de la economía. 202. El denominado “sindicato industrial”, que nuclea a todos los trabajadores de cada sector. En la industria metalúrgica -por ejemplo- son todos metalúrgicos, al margen de la tarea, oficio o especialidad de cada trabajador y se benefician con un convenio colectivo de trabajo de nivel nacional, pactado por la organización con la Cámara empresarial del sector. Este modelo recién hoy, más de medio siglo después, está siendo comprendido y asumido por la central regional Confederación Sindical de Trabajadores de las Américas -CSA- recientemente creada. A partir de la finalización de la segunda gran guerra en 1945, existió la decisión, impulsada por los sindicatos de los países aliados en la contienda, de constituir una central sindical mundial unificada. Pero la intención duró poco, pues los sindicatos de la Unión Soviética, que respondían a la estrategia comunista, cuestionaron la política impulsada por los países capitalistas y particularmente los Estados Unidos de Norteamérica, que impusieron el Plan Marshall de reconstrucción de Europa. Esto trajo como consecuencia que la Federación Sindical Mundial se opusiera al modelo de reconstrucción de Europa y que los sindicatos de los países capitalistas se fueran de esta central en 1947 y el mundo, con el comienzo de la guerra fría, quedó dividido en dos esferas de influencia y también el sindicalismo internacional. El movimiento sindical quedó –sin contar los chinos y la mayoría de los países islámicos- expresado en tres grandes tendencias. Los llamados “libres” -CIOSL225- socialistas y social demócratas que respondían a la influencia de los EE.UU. y los países capitalistas; los orientados por los comunistas con la influencia de la URSS, con la sigla FSM226; y los cristianos CISC, posteriormente CMT227 -católicos y protestantes- que desde 1919 venían cuestionando la influencia marxista en el campo de los trabajadores. Estas tres tendencias se expresaron en las Regionales y en particular en América Latina y el Caribe a partir de los años 50 hasta el año 2008, cuando se logró la unificación, con el nacimiento de la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas. Este surgimiento, a partir de la unificación de la ORIT – Organización Regional Interamericana de Trabajadores-, filial de la CIOSL; con la CLAT -Central Latinoamericana de Trabajadores-, filial de la CMT, más algunas organizaciones independientes o no afiliadas, fue en el Continente 225 Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres 226 Federación Sindical Mundial 227 Confederación Mundial del Trabajo 203. Americano, el correlato lógico del proceso de unidad a nivel mundial, que culminó en Viena el 2 de noviembre de 2006. Este hecho fue el producto de la finalización de la guerra fría en 1989, sobre el que trabajaron dirigentes europeos y aunque fue presentado como el nacimiento de una central unitaria en realidad fue inteligentemente instrumentado por el sindicalismo de los países ricos, comandados por la social democracia europea y usufructuado por sectores ligados a una estrategia de capitalismo globalizado. Aunque mantiene banderas de derechos humanos y sociales hoy incorporados a la formalidad discursiva de los países capitalistas y en ámbitos de discusión internacional tripartita como la OIT; no deja de servir a las contradicciones de los países industrializados hoy viviendo una crisis muy aguda en Europa y en los propios Estados Unidos de Norte América que, como siempre, intentan que los costos los paguen los más pobres. En cada país de la América morena con raíces americanas, ibéricas y africanas, se dio, de manera simultánea, un proceso de desarrollo inarmónico de organización de los trabajadores con resultados diversos según las posibilidades de organización, como producto del desarrollo industrial de cada país, de la capacidad y de la fortaleza de sus bases y de sus cuadros dirigenciales ya que –como decía el Presidente Perón – “las organizaciones valen no sólo por su número, sino por la calidad de sus cuadros dirigentes”. El factor que influye decisivamente es la orientación de los gobiernos de los países y sus políticas en lo general y particularmente en sus políticas sociales y laborales. Los gobiernos reaccionarios, conservadores, pro patronales, son refractarios a medidas que favorezcan a los derechos de los asalariados y de los trabajadores en general. Antes, más que ahora, la tendencia general era la de mantener a los trabajadores y a los sectores populares postergados y sometidos. Por el contrario, los gobiernos más populares, progresistas o revolucionarios, promueven y aceptan las luchas populares y el logro de sus conquistas sociales, políticas y económicas. Esto es lo que pasó en la Argentina a partir de la aparición de peronismo. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión y más aún desde la elección como Presidente de la República de Juan Domingo Perón hubo, en la historia social y laboral de Argentina, un antes y un después, con la incorporación de la clase trabajadora a la vida y acción política de la Nación. Las conquistas del pueblo y de la clase trabajadora tomaron como base la dignidad del trabajo y de los trabajadores y a partir de ahí se promulgó el aguinaldo o 13º sueldo, la contratación colectiva, el respeto a las leyes laborales y sociales y miles de nuevas conquistas. 204. La OIT -Organización Internacional del Trabajo-, primera organización tripartita de las Naciones Unidas, ha crecido en importancia y sobre todo en la universalización del respeto a la legislación laboral y de los convenios y recomendaciones consensuadas en materia laboral y social, aunque siguen en muchos países las violaciones, los incumplimientos, incluso en países ricos como los Estados Unidos, que no han ratificado algunos Convenios básicos de la OIT, como son los números 87 y 98 que determinan, respectivamente, el derecho a la libre organización sindical y el derecho a la contratación colectiva. No obstante lo avanzado, la situación desigual sigue dándose. La tasa de afiliación y desorganización de los trabajadores es notable, con países como Paraguay, por ejemplo, en donde sólo el 2% de los trabajadores están organizados. O como Chile, donde aún sigue vigente la legislación pinochetista y se puede hacer un sindicato con 8 personas con el pretexto de la libertad sindical, cuando está claro que una organización con esa cantidad de trabajadores no tiene fuerza para lograr nada. Así también otros países como Guatemala o Colombia, donde ser sindicalista es una de las tareas o trabajos más riesgosos, y la tasa de asesinatos a dirigentes sindicales y sociales estremece al más fogueado. Con la imposición de la globalización económica finalizó el modelo ‘fordista’ de organización en la producción, que preveía la contraparte social unificada y se aplicó un nuevo modelo en el marco del ‘justo a tiempo’. Con la imposición del modelo neoliberal, se establecieron nuevas normas que impactaron en forma negativa en los trabajadores y los países menos industrializados. Fue un modelo que empezó a imperar, a partir de los años 80 (en Argentina a partir de 1976) en más de 130 países. Impusieron así el achicamiento del Estado, la privatización de las empresas, la liberalización del comercio, la tercerización, la flexibilidad y la desregulación laboral, la deslocalización de las empresas y todas las medidas que hacen a las leyes de la economía en el modelo neo liberal, siendo su objetivo el de eliminar al sindicato como actor social. Esta misma tendencia se da en la campaña de desprestigio del sindicalismo y de los partidos políticos establecida en los centros de poder mundial y llevada adelante por la mayoría de los medios de comunicación. Hoy, los trabajadores de la América Latina y el Caribe, organizados en la CSA; también en la FSM y no afiliados que quedan, luchan por el derecho de organizarse sindicalmente, de contratar colectivamente y de ejercer el derecho de huelga. Y junto a ello, por erradicar el trabajo de niños; el trabajo “en negro”; y por lograr una verdadera equidad para las mujeres trabajadoras. Ello será parte de avanzar en la lucha para 205. eliminar la pobreza. Según datos expresados en el documento del próximo Congreso de la CSA, tomados de la CEPAL “en América Latina en 2010 había 180 millones de pobres. En la actualidad el 32,1 % de la población latinoamericana es pobre o indigente” y mientras subsista esta desigualdad no habrá justicia ni seguridad. Los niños, jóvenes y mujeres son los más afectados en esta situación. Incluso en los Estados Unidos de Norteamérica donde, según el Instituto de Censo de ese país, 46,2 millones de personas, en 2010, estaban viviendo bajo la línea de pobreza y casi 50 millones no tenían una cobertura de salud. Para el sindicalismo, repensarse como Movimiento de Trabajadores es clave. Cuando Perón planteó aquello de que en Argentina “debía haber una sola clase de hombres: los que trabajan”, proponía una definición ideológica estratégica de fondo. No era la lucha sólo de la clase obrera lo que expresaba esta concepción, sino la participación de todos los trabajadores, cualquiera fuera su especialidad y ubicación, geográfica o sectorial: privados o públicos; urbanos, rurales o campesinos; obreros o empleados; manuales o intelectuales, de la educación y de la cultura, de la industria o los servicios, de overol o de cuello blanco. La concepción de movimiento de los trabajadores, contiene y supera la concepción marxista de la clase obrera. Esa nueva clase trabajadora cada vez más impactada por la capacitación y las nuevas tecnologías, será la destinataria del futuro de lo que todavía hoy se conoce como el Movimiento Obrero y sus organizaciones, que ya están empezando a vivir un proceso de cambio, de autorreforma sindical, en la que la mayor participación de las bases trabajadoras, en su vida social democrática, pueda tener el protagonismo necesario en el conjunto de la sociedad de la que son parte, para construir junto a las grandes mayorías su propio destino. Los nuevos desafíos están ligados a la realidad de una economía cada vez más concentrada en las empresas transnacionales; al desafío de contribuir a generar una política medioambiental, donde los problemas del cambio climático y la contaminación irresponsable del medio ambiente -producto de ambiciones individuales o sectoriales- sean superados solidariamente, una sociedad en donde los derechos humanos y sociales sean un valor universal para todos. La integración regional en la UNASUR y en la CELAC en base a lo nacional, popular y social, con una amplia comprensión de los derechos de todos y cada uno constituye el prerrequisito, como única manera de poder solucionar los problemas de fondo. Pero una integración básicamente de los pueblos y no sólo de los comerciantes. Abordar los problemas de la educación y de la capa206. citación técnico profesional para todos es también básico, así como la necesidad de lograr una salud ocupacional, pero no sólo para quedarnos ahí, sino como un paso para lograr una eficiente salud y previsión social para el conjunto de la población. La realidad expresada y las ideas plasmadas como las principales preocupaciones del sindicalismo latinoamericano, son parte de una plataforma política de los trabajadores que consideramos debemos llevar en la perspectiva de participar con iguales derechos y oportunidades en la política nacional, junto a todas las expresiones de la sociedad nacional. Trabajar por la unidad nacional y la ciudadanía latinoamericana para compartir un proyecto estratégico compartido por amplios sectores, claramente expresado y trabajado sin sectarismo ni dogmatismo, es de vital importancia para abordar el desafío de la unidad en la Patria Grande. Pero sin lograr este objetivo superior, donde el equilibrio, la madurez, desterrando intereses menores y chauvinismos retrógrados, no podremos resolver los problemas estratégicos para un desarrollo autónomo. Lograr un desarrollo científico y tecnológico que sirva a los pueblos y a las grandes mayorías latino-americanas solo será posible con el respaldo de los más de 600 millones de habitantes que tenemos en la región, con la suma de la energía hidroeléctrica del Guri, con Itaipú y Yaciretá –una de las mayores instalaciones hidroeléctricas del planeta- y unir la Cuenca del Orinoco con la Cuenca del Plata por la hidrovía, así como la construcción de un ferrocarril que una a todas las capitales de la América del Sur. Este Continente, con las mayores riquezas y reservas de bienes y de agua dulce del planeta, pero también actualmente con las mayores injusticias, sólo podrá resolver sus problemas concretando el sueño de los Libertadores, para lo que tenemos todas la posibilidades. “Si algún día integramos el Continente Latinoamericano, la base de esa integración ha de ser de los Pueblos. No se construyen pirámides empezando por la cúspide, sino que es menester hacerlo comenzando por la base, y la base para mí, son las organizaciones Gremiales y las Organizaciones Sindicales”228.- 228 Presidente Juan Domingo Perón, discurso dado en la CGT, Buenos Aires 2 de noviembre de 1973. 207. Una introducción al sistema mundo del siglo xxi Miguel Angel Barrios1* Perón representa el primer teórico y político de la autonomía periférica o realismo periférico o liberacionista, y es nuestra hipótesis. Y no podemos soslayar un dato llamativo, el desconocimiento o “ninguneo” que existe a su teoría y praxis del continentalismo en el campo en general de las universidades. También es un llamado de atención, para aquellos muchos seguidores del peronismo que quedaron prisioneros de frases de Peron, algunos por desconocimiento, otros por omisión deliberada. Es el momento de unir praxis y teoría, la mundialización nos interpela. Y es ahora o nunca. El siglo XXI se inició con novedades geopolíticas de una magnitud de cambio época. Antes de entrar a analizar el funcionamiento del sistema mundo, es necesario repasar algunas de estas novedades, aunque sea de manera esquemática y sucinta: - El epicentro geoeconómico del sistema mundo será el Océano Pacífico y el Índico, lo que trae aparejado el rol de segundo orden del Océano Atlántico, eje predominante desde el siglo XV hasta gran parte del siglo XX. - La agenda climática forma parte del meollo de un modelo de desarrollo sostenible y sustentable de la humanidad que tenga como prioridad la preservación de la tierra, ya que el antroprocentismo moderno, “paradójicamente ha terminado colocando la razón técnica sobre la realidad”. El Papa plantea en la Encíclica que el cambio climático es un problema global en que los peores impactos recaerán sobre los países en desarrollo y hace hincapié en la intima relación “entre los pobres y la fragilidad del planeta”. Advierte que la escasez de agua provocarà el aunmento del costo de los alimentos y que los recursos de la tierra son 1 Profesor de Historia, Magister en Sociologia y en Educación, Doctor en Educacion, Doctor en Ciencia Politica, Diploma en Relaciones Internacionales. Ha escrito más de veinte obras sobre integración Latinoamericana. Dicta cursos y seminarios en Academias Diplomáticas y Militares de America Latina. 208. depredadoras por “formas inmediatistas” de la actividad productiva. Critica que en las cumbres mundiales sobre el ambiente no haya habido acuerdos significativos por falta de decisión política. Y sostiene que los países industriales, desarrollados a costa de la emisión de gases invernaderos,tienen más responsabilidad en aportar soluciones por el daño que causaron a la tierra. (Carta Enciclica Laudato Sii. Sobre el cuidado de la casa común). Los lobbys petroleros norteamericanos reaccionaron con dureza ante la Enciclica “Alabado seas” - La emergencia de los Estados continentales industriales como únicos sujetos reguladores del sistema mundo implica el colapso definitivo del Estado- Nación clásico. Estados Unidos, China, Rusia, India, representan una demostración elocuente de lo dicho. Europa resulta un interrogante, porque debe resolver la identidad de la Unión Europea, de la Eurozona y de la OTAN. La crisis griega refleja en plenitud esta crisis. El mundo islámico depende en gran parte de la fortaleza de su mayor Estado regional, que es Irán. África es un continente de inmensos recursos naturales cuya debilidad son sus divisiones étnicas. América Latina y Caribeña constituyen una gran posibilidad, en la medida en que América del Sur logre su integración. - La relación entre EEUU y China es un elemento esencial del “orden” internacional, y la perspectiva de paz y orden global bien podría depender de ella. “Ambas son menos Naciones en el sentido europeo que expresiones continentales de una identidad cultural. Tal afirmación es la máxima forma de realismo”, afirma Henry Kissinger, uno de los estrategas más importantes del siglo xx ( Kissinger, Henry 2010, “Un mundo complejo y lleno de incertidumbres”, Clarín Bs. As, 4 de diciembre, p. 17) - La crisis del capitalismo financiero mundial que parte del centro del poder político global en el fondo refleja la necesidad de reformular un nuevo orden económico mundial ante las dificultades del dólar como moneda de reserva mundial y el fracaso de la “ autorregulación” de los mercados. - La fundación del Banco Asiatico de Inversiòn e Infraestructura es una institución que responde a la nueva lógica geoeconómicoa del escenario geopolítico mundial. Impulsada como un motor de los BRICS , se presenta como una alternativa ante el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, de ahí la fuerte oposición de los EE.UU. Sin embargo la nueva correlación de fuerzas geopolíticas se puso en evidencia en este punto, a tal punto que cuenta con la adhesión de Alemania, Inglaterra, Francia, Italia y Australia y Japón, representa una incógnita. Este nivel es clave, para entender el nuevo cauce multipolar. 209. -Las ONGS son en su mayor parte, organizaciones que buscan sisolver el Estado, en nuestros países. Por supuesto no hay que generalizar. Pero si, advertir.Su contexto de fundación se da en el marco del articulo 71 de la Carta de las Naciones Unidas en 1945. Muchas veces actúan aliadas de las empresas transnacionales que buscan controlar sectores estratégicos: minería, petróleo, banca y agricultura y las ONGS cierran el circulo con su presencia en salud, educación, cultura, microempresa y medio ambiente. Su proliferación es notable que en el mundo existen 4 millones y en Rusia solo 220 mil..En Estados Unidos las ONGS deben presentar cuatro informes anuales y en Israel no pueden recibir donativos superiores a 5 mil dólares al año. Esto no implica desconocer el dinamismo de la sociedad civil en la vehiculización de las ONGS, pero su lógica hegemónica es èsta, como nos lo demuestra permanente el gran latinoamericanista boliviano Andres Soliz Rada. - El actual funcionamiento del sistema capitalista mundial presenta cuatro problemáticas simultáneas: la social – mediante la destrucción de puestos de trabajo-, la alimentaria, la financiera y la energética de los recursos naturales. - La explotación de los recursos naturales no convencionales,(petróleo y gas) traen como consecuencia una crisis en el precio del petróleo y un interrogante central, si en verdad EEUU logró su independencia energética y cuál será la reacción geopolítica de los países productores de petróleo. - EEUU ha enfocado su estrategia de seguridad nacional en el área Asia-Pacífico. El diseño de un nuevo mapa de Oriente Medio, el diálogo con Irán, el papel de Turquía, la crisis Siria y el rol de Rusia, junto a las enormes incertidumbres que genera el autodenominado “califato islámico” con apoyo de sectores de Occidente, aceleran una grave crisis mundial, que hacen decir al Papa Francisco que se vive una tercera guerra mundial en tramos. - La aparición de un Papa Jesuita Latinoamericano por primera vez en la historia, y con la autoridad moral del Papa Francisco generan una enorme potencialidad a una voz, que se ha transformado en el mayor poder ético del mundo y que denuncia a la globalización de la indiferencia. Es una enorme novedad estratégica.”Se considera al ser humano en si mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del descarte , que además se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo:con la exclusión queda afectada en su misma raíz la 210. pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se està en ella abajo, en la periferia o sin poder,sino que se esta afuera.Los excluidos no son “explotados” sino desechos ,”sobrantes”. (Evangelli Gaudium). - La explosión demográfica posee una tendencia histórica creciente: de mil millones de habitantes en la segunda mitad del siglo XIX dos mil millones de habitantes en la década de 1930, tres mil millones en 1959, cuatro mil millones en 1974, cinco mil millones en 1987, seis mil millones en 1998, y siete mil millones de habitantes en 2011. Sus características particulares son, para Europa, el envejecimiento de su población y el consecuente impacto en los sistemas sociales; mientras en América latina y Asia existen altas dotaciones juveniles. En cuanto a África, su taza de mortalidad es dramáticamente alta (el drama de los indocumentado muestra esta cara de la realidad) - India sobrepasará a China como el país màs poblado del mundo en el 2022, con 1400 millones de habitantes. Actualmente, 1310 millones de habitantes viven en India, frente a los 1380 millones que habitan en China, una diferencia que desaparecerá en los próximos siete años. - En el 2050, India con el 19 por ciento de la población global y China con el 18 por ciento, representarán mucho màs de la tercera parte de la población planetaria. Y, considerando las tendencias señaladas por el Fondo Monetario y el Banco Mundial, a la vuelta del 2020, las dos economías responderán por mas del 30 por ciento del PBI global - Nigeria será el país cuya población aumentará con más rapidez , pasando de los actuales 182 a 262 en el 2030 y a casi 400 millones en el 2050.Sobrepasarà a los EE.UU (322 millones hoy) cuya población seguirá creciendo, pero mas lentamente y llegara en el 2050 a los 389 millones. - India, Nigeria, República Democrática del Congo, Etiopía, Indonesia y Uganda concentraràn la mayoría de la población global. - Latinoamérica y el Caribe pasaran de los actuales 634 millones de habitantes a 721 millones en el 2030, llegando a los 784 millones en el 2050. - El hecho demográfico configura en si mismo un referente insoslayable para la proyección geoeconómica de un pais - Se asiste a la necesidad de democratizar el régimen internacional de la bipolaridad nacida en 1945. - Se produce la desoccidentalización de la política mundial ante la emergencia de los Estados continentales industriales, que busca generar un mecanismo de equilibrios de poderes de variante multipolar. - El sistema- mundo no puede funcionar sin contenido humano. El realismo puro de la Realpolitik engendrará una geopolítica del caos. La 211. asimetría social es un verdadero escándalo mundial. El derecho internacional humanitario corre el riesgo de transformarse en irrisorio ante los episodios de Libia, entre otros. - El movimiento de los “indignados” iniciados en Madrid y que ha llegado a Nueva York, como reacción social ante la prepotencia del sistema financiero, expresa una crisis estructural con epicentro en EEUU y Europa. - Son internas y externas las causas que han provocado modificaciones geopolíticas en el mundo árabe- África y Medio Oriente-, pero en el fondo subyace la lógica de la guerra por los recursos. - Al contrario de lo que se afirma simplificadamente en cuanto a su irrelevancia estratégica, América del Sur surge como un continente con potencialidades energéticas, acuíferas, en recursos naturales, alimentarios y en biodiversidad. • La crisis migratoria genera un dramatismo sin igual, y mientras Europa se encierra se esconde l naturaleza de fondo de la migración que consiste en un mundo para pocos .Como ai también fronteras de separación se separan con muros de división como el de Mejico y los Estados Unidos.Existe una gran polémica sobre como denominar a esa masa humana que presiona en el paso de Calais, en el norte de Francia , o en Alemania , desde el sur de España,Italia y Grecia.Para los editores del britpanico The Independient, al menos, es necesario denominarlos refugiadosy no simplemente inmigrantes.Porque la mayoría huye de guerras civiles o atrocidades étnicas.Perp otros escapan de situaciones sociales y económicas que también lo condenan a muerte. • En la CNN , los pedidos del Alto Comisionado de la ONU , es para que los Estados Unidos como Mèjico y los países centroamericanos consideren a los niños que cruzan la frontera sur estadounidense se los considere como refugiados, a lo que la Casa Blanca se niega. En los últimos meses un precandidato republicano trepo en las encuestas, avivando el fantasma de los inmigrantes , a los que carga de las peores de las diatribas y prometiendo construir muros a lo largo de toda la frontera-ahora solo existe solo un tramo de unos 600 km- y prometiendo echar a todos los ilegales.Donald Trump, que de él se trata, tuvo incidentes con representantes de la comunidad , y llegó a expulsar a un periodista hispano de una conferencia de prensa. • La permanente agresividad y violencia contra los negros en EE.UU y el contexto de belicosidad ponen en el tapete en la Republica 212. imperial , la regulación de armas de fuego.La tenaz oposición de la Asociaciòn Nacional del Rifle, fundada en 1871, que con sus casi cinco millones de votantes registrados ejerce lobby sobre los congresistas, que cajonean los proyectos presentados a debate.Pero además interviene una cuestión filosófica, que desde su fundación en el siglo XVIII, en Estados Unidos , se asocia el ejercicio personal de la libertad con la portación de armas.El tema fuè incluido en 1781 como Segunda Enmienda en la Carta Magna que da el derecho a poseer libremente armas.Cada año hay 30.000 muertes por armas de fuego en los EE.UU. • La industria armamentística en los EE.UU es un verdadero keynesianismo militar.Es la industria màs rentable.,En 2012, vendió 31 mil millones de dólares en armas para el mercado interno, según datos del último informe de la Fundaciòn de Deportes de Tiro. Desde entonces , las ventas de Smith&Wesson se dispararon un 44%. • El papa Francisco en su Exhortacion Apostolica “Evangelii Gaudium” , que constituye el plan programático de su pontificado , nos recuerda el contexto que nos toca vivir y actuar, sin caer en un “exceso de diagnostico que no esta siempre acompañada de propuestas superadoras y realmente aplicables” y tampoco sirve una mirada excesivamente sociológica. El Papa nos incita con un NO a los efectos perniciosos de la globalización -No a una economía de la exclusión -No a un dinero que gobierna en lugar de servir -No a la inequidad que crea violencia . Con respecto a la situación de América Latina y el Caribe, en los últimos meses se ha acentuado una ofensiva diplomática de los Estados Unidos, los grandes medios de comunicación que expanden la desinformación y los ejercicios militares organizados por el Comando Sur en Panamá. Todo este movimiento parece responder a la estrategia del General de la CIA Gene Sharp y sus ciento noventa y ocho métodos de acción violenta con el fin de generar el caos interno. Pasamos a describir rápidamente lo dicho. Los eslabones donde mas se ejercen presión son Brasil, la Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela. El dato mas preocupante para Nuestra America y llamado de atención mas peligrosa se ha manifestado con las maniobras conjuntas de militares del Comando Sur de los Estados Unidos con delegaciones de diecinueve países realizadas del 24 de Julio al 07 de Agosto último en la ciudad de Panamà, reactivando la vieja estrategia de control de las 213. fuerzas armadas. Esto se fortalece con el cordòn de anillos militares en forma de bases que posee Estados Unidos en la región. Nos parece muy importante, detectar las nuevas novedades estratégicas del sistema mundial, para encarar un proyecto de trabajo e investigación universitaria sobre estudios del Pacífico, y desde una perspectiva latinoamericana, obligación central de todo compromiso político con la Patria Grande Las nuevas realidades internacionales Una vez enmarcadas conceptualmente las tendencias del sistema mundo como proceso histórico, realizaremos una descripción de las principales dinámicas de la política internacional. En este devenir destacaremos seis dinámicas básicas para entender la sociedad mundial, tomándonos del núcleo interpretativo del internacionalista Celestino del Arenal (Del Arenal, Celestino 2001. Soberanía del Estado y derecho internacional, Sevilla, Universidad de Córdoba-Universidad de Sevilla- Universidad de Málaga). Mundialización y universalización: El paso desde un mundo de sociedades internacionales o de islas ecuménicas a una sociedad planetaria universal, a lo largo de un proceso de cinco siglos, constituye un hecho trascendental en todos los aspectos. La mundialización hace referencia al proceso de un único mundo a escala planetaria considerado en término geográfico, político y económico. La universalización alude al proceso mediante el que todas las unidades políticas del planeta, como actores como con iguales derechos soberanos reconocidos, pasan a conformar una sociedad universal regida por un derecho internacional universal. La sociedad internacional en suma, es hoy, planetaria, mundial y universal, pues comprende a todos los Estados y a toda la humanidad. Interdependencia: La dinámica clave pasa por comprender la creciente interdependencia que se ha generado en el campo de las relaciones internacionales, en todos los niveles y ámbitos, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX con la intensificación d las interacciones económicas, políticas, informáticas y comunicacionales, científicas, tecnológicas, culturales y sociales. Sin embargo la interdependencia no anula la simetría de poder geopolítico de los Estados. Si no hay efectos de costos recíprocos en los 214. intercambios, es decir una real cooperación internacional, no existirá interdependencia simétrica. De ahí que somos críticos del paradigma hegemónico de la interdependencia de las relaciones internacionales. Y volvemos a puntualizar que los únicos Estados con capacidad de autonomía son los Estados continentales industriales. Globalización: Está relacionada en forma directa con la dinámica de la creciente interdependencia y con la mundialización. La globalización se caracteriza por ser un proceso de unificación digital, y un fenómeno desigual y contestatario. Es parcial porque es inacabado y en evolución y no afecta a todos por igual. Es desigual porque afecta con intensidad variable. Heterogeneización: La heterogeneización ha sido otra de las dinámicas básicas que ha caracterizado a la evolución de la sociedad internacional desde el siglo XV. En la sociedad internacional coexisten dos dinámicas contradictorias: la tendencia hacia la integración por la globalización que favorece las predisposiciones integracionistas la tendencia hacia la fragmentación que esta en la base de heterogeneización y del regionalismo. Estatalización: La Estatalización, es decir el proceso de extensión y afirmación del Estado como forma de organización política, económica y social de base territorial en todo el ámbito de la sociedad internacional, es otra de las manifestaciones de la mundialización. El Estado como organización política, económica y social de base territorial existe desde las ciudades Estados griegas y los imperios agrarios tradicionales. Sin embargo, el rasgo esencial del Estado moderno en su versión europea, es decir el Estado- nación, es el paradigma industrial. Desde la Paz de Westfalia en 1648 un sistema europeo de Estados acompañará el proceso de expansión de Europa, imponiéndose como modelo de organización política, más en sus formas que en sus reales bases. Primero en América, después en Asia y en Äfrica el estado será referente de la sociedad mundial. La expresión más caracteristica de esta Estatalización se encuentra en la ONU, integrada por 194 Estados. No hay que obviar el echo de que el fenómeno de Estatalización posee como fuerza impulsora en nacionalismo como idea movilizante a partir de la industrialización, que establece en líneas generales que todo el 215. pueblo como sujeto cultural tiene derecho a constituirse como Estado, concepción que da lugar al surgimiento de muchos Estados como consecuencias de conflictos y guerras. Sin embargo, la Estatalización no siempre ha respondido a la afirmación “un pueblo, un Estado”, sino que en muchas ocasiones primó el criterio de dominio territorial. El resultado ha sido el nacimiento de numerosos Estados plurinacionales ( como la Rusia Zarista y la Unión Soviética) o la reacción de nacionalismos exclusivamente étnicos como Servia. Los casos de Asia y África responden a las estrategias de las potencias colonizadoras de crear Estados artificiales en función de sus intereses geopolíticos ( como medio Oriente) al margen absolutamente de sus realidades culturales. El concepto de soberanía ligado al poder de un Estado es la atribución exclusiva del Estado moderno. Este concepto jurídico- político basado en el equilibrio de la fuerza y el derecho, pasa por el grado de autonomía de un Estado o sea,la soberania. Y podemos concluir con dos puntualizaciones. 1- Los Estados que se articulan en Estados continentales industriales serán sujetos protagónicos del sistema mundo del siglo XXI. Desde esta lógica debemos observar la emergencia de China como Estado continental, industrial, unificado desde una unidad cultural confuciana. Solo repetimos desde esta perspectiva geopolítica podemos comprender este fenómeno mundial desde una visión latinoamericana. 2- Los Estados medianos y pequeños que no logran materializar la sumatoria de sus capacidades y concretar un Estado continental serán inviables, debilitarán su centralidad estatal y por ende sus soberanía será formal. Por eso América Latina más que en sus horas del bicentenario debe situarse que se halla en la hora de la independencia definitiva, que pasa por la integración, sino se comprende este horizonte estratégico, toda política esta condenada al fracaso. Humanización: Históricamente las sociedades internacionales se han caracterizado por su deshumanización, o mejor dicho por la falta de consideración de los seres humanasen cuanto a actores y sujeto de las mismas. La “razón de Estado” justificó todo tipo de atropellos a los derechos humanos en muchos periodos de su historia. Hoy podemos decir que existe una tensión creciente entre la soberanía de los Estados y los derechos humanos. También existe una tensión gravísima entre la seguridad de un Estado y 216. el derecho de “intervención humanitaria”. El proceso de humanizar las relaciones internacionales conlleva a hablar por imperiosa necesidad como concepto que incluye implícitamente los derechos humanos y una globalización solidaria. Como conclusión de esta aproximación del sistema mundo del siglo XXI podemos decir que existen tres realidades sociales que conforman la sociedad internacional. El sistema político- diplomático esta constituido por el conjunto de actores de esa naturaleza política, comunidades políticas en general, Estados de organizaciones internacionales de diverso poder. El sistema político diplomático es el que proporciona los rasgos definitorio de una sociedad internacional y el único que tiene un relativo grado de institucionalización. El sistema transnacional esta integrado por las relaciones que tienen lugar entre actores de diferentes naturaleza: empresas transnacionales, organizaciones no gubernamentales, movimientos religiosos, cárteles del narcotráfico, mafia,crimen organizado, ONG al servicio de los imperios,y estos aliados a un sistema financiero de una impunidad brutal, internet, espionaje es una red informática mundial que llevo a vigilar a jefes de estado impulsados desde la agencia de seguridad nacional de los Estados Unidos, cibercriminalidad, guerras cibernéticas -,redes de espionaje transformado en organizaciones paramilitares, en fin, un mundo anárquico, pero donde predomina la ley del más fuerte. El sistema de la sociedad humana está constituido por las relaciones entre las personas, en cuanto a actores y sujetos de una sociedad. De todas maneras, volvemos a insistir que el principal actor englobante de las tres realidades sociales, lo constituye el Estado continental industrial. La estrategia es una praxis para llegar a un objetivo. Enfocar los estudios Asiáticos desde una visión geopolítica latinoamericana se vuelve nuclear y de alguna manera comprender estas nuevas realidades desde los ámbitos universitarios nos exige una visión holística desde la geocultura, es decir desde nuestro ser y estar, al decir de Rodolfo Kusch. Los Estados Continentales industriales son poderes políticos continentales que suman la dimensión militar, científica-tecnológica, económica, cultural y Geoestratégica .De los 194 Estados existentes, solo poseen el poder de Estado continental industrial, los EE.UU, China, Rusia, 217. India.La Unión Europea es un signo de interrogantes en la medida que no resuelvan ellos mismos el alcance de la OTAN, la Eurozona y la Unión Europea. La historia develará este interrogante. La crisis de Grecia y de los indocumentados muestran la inercia actual europea, así como el resurgir xenofobico. El mundo islámico depende en gran parte, de lo que Irán, como Estado región pueda articular. Africa es un continente de enormes riquezas , pero con enormes divisiones étnicas. Y América Latina y caribeña a partir de America del Sur constituye una enorme posibilidad , con retomar el proyecto de los Libertadores y la reactualizacion que realizara el pensador y político mas importante de Nuestra América, el General Juan Domingo Peron, con el Nuevo ABC y el planteo del continentalismo, entendida como los Estados Unidos del Sur. Perón crea una doctrina original que se convierte en un fenómeno político cultural, ya no argentino ni latinoamericano, sino mundial.En un momento de falta de ausencias de respuestas políticas a la globalización de la indiferencia, y de agotamientos de los istmos ideológicos, Perón es como una fuente de fecundidad incesante. En sus famosas clases en la Escuela Superior de Conduccion Politica Peronista , decía el Hombre del destino y Conductor: “Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma por eso el peronismo tiene su propia doctrina política, económica, social: el Justicialismo”.(Juan Domingo Perón. Fundamentos de Doctrina Nacional Justicialista) Y en clave estratégica, a tal punto , que el 26 de febrero de 1946, a dos dias del triunfo del 24 de febrero, le envió al caudillo del partido Nacional Blanco Luis Alberto de Herrera, de la República Oriental del Uruguay un telegrama, donde le comunicaba :”Ha llegado la hora de Bolivar, ha llegado la hora de los Estados Unidos de la América del Sur”.(Juan Domingo Perón. Latinoamerica ahora o nunca. Colecciòn: Despertar de America Latina.Pròlogo del Mayor Pablo Vicente. Volumen 4. Editorial Dialogo. Montevideo 1967, página 4). Una doctrina a diferencia de una ideología que lleva al dogmatismo aislandola de la realidad consiste en un sistema de ideas que busca brindar respuestas a las “tensiones” históricas de las tendencias de las épocas históricas.Es flexible y dinámica, pero con claves estratégicas para brindar las soluciones al pueblo.Es liberadora y posee una cosmovisión cultural , por eso el peronismo es profundamente cristiano y humanista, siendo la comunidad organizada el centro de su concepción politica, de ahí su persistencia y su rebelión en todas las épocas, que llama la atención a académicos de los centros, a encuestadores de “moda” y a políticos de mercado.Es que en el fondo es un fenómeno arraigado en la cultura del pueblo ya la Nacion.Al peronismo se lo siente. 218. Una doctrina posee en nuestra opinión cuatro elementos esenciales:1) una concepción histórica, toda politica es continuación de una lucha lejana, 2)un paradigma o punto de llegada,3)una metodología y 4) una imagen del adversario.La concepción histórica de Peron es sanmartianiana y bolivariana, su paradigma es el Estado continental para ser actor en el universalismo como fase histórica, su metodología es un país socialmente justo, económicamente libre ,donde los únicos privilegiados sean los niños en una comunidad organizada y bajo el cobijo de la grandeza de la Patria.Todo lo opuesto a ello, es la antipatria. En este mundo de globalización de la indiferencia, que como lo dice el Papa Francisco en la Exortacion Apostólica Evangelii Gaudium, programa de su pontificado:” El gran riesgo del mundo actual , con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada.Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás , ya no entran los pobres , ya no se escucha la voz de Dios , ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien.”pagina 15 Esta profundidad que nos plantea el Papa como encrucijada y riesgo del mundo actual, ante un sistema de orfandad politica ya de supremacía de las finanzas, encuentran en las fuentes del pensamiento doctrinario de Perón una fecundidad sorprendente y actualidad vital. Sin embargo, analizarlo y repensarlo al Conductor es una tarea necesaria , no solo para la Argentina sino para América Latina. Y aquí entra una categorías un poco olvidada, la del político intelectual. Y en esta categoría tan importante para mantener la rebeldía y las ganas de crear conciencia social y no conciencia individual y aislada. Abordar a Perón y a su movimiento como un fenómeno cultural no resulta fácil pero es esencial para la Argentina. El pueblo parece de lo mas abstracto, y hablar de èl es una cosa muy complicada y bastante difícil, a pesar de que el pueblo es una realidad muy completa, además de ser una realidad a la cual quizás, todos apelan de alguna manera. Y es difícil, a veces hablar de esto, porque al querer abarcar con conceptos abstractos una realidad, por un lado tan concreta y tan flexible, y a la vez tan dinámica, es dificultosa. El método, el único método, diría para conocer al pueblo, sería participar con èl, como protagonista también, o sea protagonizar dentro de la misma realidad del pueblo. En este sentido es imposible entender al pueblo, quedándonos en el balcón como mirando una procesión. De ahì 219. la importancia de unir el ala política con el ala intelectual, que casi nunca comprendió a Peròn. Venimos de una concepción iluminista de la cultura, que tácitamente nos legó la idea de separar el pensamiento de la vida real. Si uno pretende preservar el estamento intelectual como punto de partida, debe estar dispuesto a captar esta realidad parcialmente, y si hay una característica fundamental del pueblo es que es una realidad totalizante, es una realidad integral. El único lugar donde hay pueblos es la historia. Solo ahí en la historia, podemos verificar los elementos que tiene el pueblo para analizarlos. Por eso, podemos decir, que solo abriendo una reflexión sobre la historia podemos comprender al pueblo. Es imposible hablar en abstracto del pueblo. El concepto de pueblo adquiere y posee diferentes contenidos en los países y en los distintos periodos de la historia. Porque el pueblo es una realidad eminentemente dinámica, histórica. Los PUEBLOS SON LOS SUJETOS ACTIVOS DE LA HISTORIA. EN ESE SENTIDO, LA HISTORIA ES EL PROCESO DE LUCHA, DE ESFUERZO DE LOS PUEBLOS POR SER SUJETOS ACTIVOS DE SU PROPIAS HISTORIAS Y COPARTÍCIPES . La historia universal sería el camino hacia la unidad de todos los pueblos, a donde cada uno quiere llegar con su personalidad cultural para aportarla en la integración universal. Y si de alguna manera la historia es una larga lucha de los pueblos, para lograr estar integrados como tales en el consenso de las naciones –y esto es uno de los aspectos fundamentales de lo que llamamos la liberación de los pueblos- es porque hay pueblos que intentan incorporar a otros como objetos, como instrumentos. Los pueblos luchan por ser sujetos, es decir para ser libres. Este punto nos introduce al problema de la capacidad de hacer historia. El pueblo puede no tener ciencia, pero tiene conciencia, que es un modo fundamental de llevar la historia. Y esta conciencia, esta honda sabiduría, es básicamente la cultura. El pueblo es un todo nacional. Es un pueblo de pueblos, dispersos por las geografías, como siempre le gustara llamar y apelar a ellos, Artigas. Pueblos somos todos. Todos los que tienen capacidad de trabajar la tierra, de relacionarse y se sentir que hay que alejar la muerte y la soledad. Es decir, todos aquellos que se cultivan asociadamente. Son todos, pero también son pueblos los sectores. Y primordialmente, los pobres. El pobre por su condición de pobre busca la justicia que es el fin de la historia, que es donde el pueblo es sujeto. Las elites, los líderes, 220. los sectores medios y altos, también son pobres pero en la medida, en que saben ser pobres, es decir recogen el clamor de los pobres para que la historia siga adelante, en la medida que no se auto excluyan, no aceptando la solidaridad de los pueblos. El pobre es el que quiere que la historia siga adelante, a ver si alguna vez le toca a èl. El rico, en cambio prefiere que la historia se pare, porque èl esta bien. Pueblo es un concepto gradual, de gran flexibilidad, pero el grado por el que fundamentalmente se es pueblo es el de pobre. El pueblo es un todo temporal. No es solo la actual situación, es un proceso de tiempo que se condensa en el nosotros. No hay pueblo que logre su auto plenitud si no es en los marcos de la Nación. Y para nosotros la Nación, es latinoamericana, a partir del mestizaje. El elemento determinante de una nación es la unidad del pueblo, cuyo factor específico es la cultura. Lo que une al pueblo en el tiempo y en el espacio, es cultura, que va continuamente elaborando, que es, que viene de la historia, que se vive y que se sigue transmitiendo a las generaciones futuras. Perón condensa en un periodo de la historia argentina la cultura del pueblo argentino llevándolo al pueblo y la nación como sujetos de su movimiento, y por eso es un fenómeno que nos trasciende y que solo es entendible desde la cultura. Perón es la confluencia de dos historias. Una historia de principios de siglo XX que es la del latinoamericanismo de Manuel Ugarte que plantean que el Estado continental es la única posibilidad histórica. Todo lo contrario, Ugarte denominaba imposibilidades históricas (Miguel Angel Barrios. “El latinoamericanismo en el pensamiento político de Manuel Ugarte”. Editorial Biblos, Buenos Aires, 2007). Esta afirmación de la comunidad nacional iberoamericana simbolizada en la figura de San Martín y Bolívar encontró su via de implementación hacia un proyecto de unidad continental. “Perón consideró tan importante el rol de San Martín y Bolívar en las luchas independentistas de América del sur que en sus apuntes de historia militar , los menciona en el capitulo titulado “La conducción” , calificándolos de “grandes capitanes” y de conductores ; y agrega que fueron capaces de dar nuevo brillo a las armas de las nsciones oprimidas. Expresa:”San Martin cambia totalmente la suerte de las armas americanas en esta parte del continente,la de Bolivar en el norte se produce en forma similar”. (Manuel Urriza. San Martín y Bolívar vistos por Perón. Colihue. BsAs. 2.000. p.56). La formulación de la política exterior del gobierno de Perón con relación a los países de América Latina se caracterizó por combinar una visión 221. pragmática y realista, que tendió a aprovechar las condiciones particulares que ofrecia el sistema internacional imperante en la posguerra. Perón llamaba a la bipolaridad un conformismo imperialista. Resulta muy útil a los fines de este estudio preliminar , realizar un breve repaso de aspectos peculiares de la política internacional y latinoamericana de Perón que abonan nuestra hipótesis. La declaración de guerra al Eje y la adhesión al acta de Chapultepec , no alejaba a la Argentina del sistema interamericano. En la Asamblea General de las Naciones Unidas en setiembre de 1946, el embajador argentino , el famoso cirujano Josè Arce . planteo la distinción en Nueva York , entre la unidad latinoamericana y la unidad panamericana , y reafirmando la importancia de una cultura latina.(Josè Arce.Discurso del 4-XI-1946, ver La Naciòn , 5 de noviembre de 1946. Archivo del Diario La Naciòn.BsAs) El 25 de Noviembre de ese mismo año , al Peròn a los trabajadores en el Teatro Colòn afirmó que su movimiento rechazaba tanto el “régimen capitalista” como el “régimen estatal puro”.Tambièn hablò de un nuevo “sistema que hemos de ir tanteando –afirmò-empiricamente para entrar en el”(Diario La Naciòn.Argentina.BsAs.pag 5.Archivo del Diario La Nación)Mientras tanto en Nueva York , el doctor Arce sostenía el principio de no intervención en la “cuestión española” , a partir de la sesipon del 3 de diciembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas. La filosofía de la Tercera Posiciòn , tanteada empíricamente n 1946, iba a ser formulada rotundamente en el curso de 1947.Peron fue un verdadero precursor del llamado Tercer Mundo , apenas avizorado por esos días. “Su mèrito consiste –escribe Peter Waldman –en que en una etapa muy temprana del proceso internacional de descolonización reconoció y formulo con bastante claridad los problemas màs importantes y los `principales objetivos de los países menos desarrollados”.(Peter Waldman.El Peronismo 1943-1955-Sudamericana.BsAs,pag 18).Por su parte ,Rodolfo Knoblauch reconoce:”La tercera posición es superadora del marxismo internacional dogmàtica y del capitalismo neoliberal.Peròn se consideraba , en parte con razón, como el precursor del movimiento del tercer mundo”.(Rudolf Knoblauch.Der Peronismus..Verlag Ruegger,Institut Fur Lateinamerika Forschung.1980.Pag 35) El 6 de julio de 1947 , el presidente argentino dirigió un mensaje a todos los pueblos del mundo , por medio de màs de mil radioemisoras (entre ellas la BBC DE Londres , en que planteaba objetivos de cooperación económica y de paz mundial, desechando los extremismos to222. talitarios y capitalistas , fuesen èstos de deracha o izquierda.”La labor –senalò- para lograr la paz internacional debe realizarse sobre la base del abandon de ideologías antagónicas y la creación de una conciencia mundial de que el hombre està sobre los sistemas , no siendo por ello aceptable que se destruya la humanidad en holocausto de hegemonías de derecha o de izquierdas”(Diario La Naciòn.BsAs.7 de julio de 1947.pag 1 -2 .Archivo del Diario La Nacion). La idea de que el hombre esta sobre los sistemas constituye el nucleo antropológico y filosófico de la Tercera Posicion, se trata deL hombre integraL, no dividido en homus económico, naturaL, etc)-.Y se proyecta de lo interno a lo externo como Tercera Posicion humanista y cristiana). La política de Peròn tenía como prioridad la integración en búsqueda del Estado continental.Pensaba primordialmente en la necesidad de unir a la Argentina, Brasil y Chile( el Nuevo ABC).En un articulo de Descartes-seudònimo reconocido del líder argentino- publicò el 20 de diciembre de 1951, se podía leer;”El Signo de la Cruz del Sur puede ser la insignia de triunfo de la Amèrica Austral,Ni Argentina, ni Brasil, ni Chile aisladas pueden sonar con la unidad económica indispensable para enfrentar un destino de grandeza,Unidos forman, sin embargo, la màs formidable unidad a caballo sobre los dos oceànos de la civilizacipòn moderna,Asi podrían intentar desde aquí la unidad latinoamericana con una base operativa de impulso indetenible ,Desde esa base-prosigue- podría construirse hacia el norte la Confederaciòn Sudamericana , unificando a todos los pueblos de raíz latina-y añade esto otro-:Unidos seremos incosquistables ;separados, indefendibles.”(Democracia, 20 de diciembre de 1951.pag 1). Entre el 20 y el 26 de febrero de 1953 , Perón visitó Chile con el objeto de echar las bases de un convenio de complementación económica .El acta quedarà abierto para que otros gobiernos podían adherir a ella. El Presidente chileno, general Carlos Ibañez del Campo retribuyó la visita para las Fiestas patrias de Julio. El 8 de julio fue firmado en Bs. As. un tratado de unión económica en cumplimiento de lo prescrito en el Acta de Santiago, .Un dia antes en la cena de camarería de las Fuerzas Armadas Argentinas, Perón había aprovechado la ocasión para hablar de su tema y culmina con la advertencia: ”Presiento que el año 2000 nos hallará unidos o dominados”. (La Prensa.8 de julio de 1953.pag 1) En una disertación fundamental que el presidente Peròn pronunciò el 11 de noviembre de 1953 en la Escuela Nacional de Guerra se hallan los pormenores de las gestiones por èl efectuadas en orden al proyec223. to el Nuevo ABC. El 11 de noviembre de 1953 el general Juan Peròn , en ese entonces presidente de la República , pronunció en la Escuela Nacional de Guerra una conferencia que adoptó un carácter reservado. La discreción que rodeò dicho discurso estaba justificada por la importancia política y diplomática del mismo. Su texto completo fuè editado por el Ministerio de Defensa Nacional en un folleto de 17 paginas, en cuya tapa figura impresa la palabra Reservada.Cada ejemplar editado fue numerado y regustrado el nombre del destinatario.Un ejemplar del fascículo, probablemente a merced de los buenos oficios de los servicios de informaciones de los Estados Unidos , logró ser conocido por algunos políticos opositores emigrados en Montevideo y difundido en esa capital por medio de copias mimeograficas , como “prueba” del “imperialismo” argentino .Pero hasta hoy su texto era desconocido por el gran público salvo en una publicación de escasa circulación aparecida en Buenos Aires en 1967 (Izquierda Nacional , Numero 3) con la autorización del General , en esa época exiliado en España”) Nos permitimos agregar que es el discurso que impactò hondamente el pensamiento de Alberto Methol Ferré, el máximo teórico de los Estados Continentales e Industriales (Alberto Methol Ferrè.Los Estados Continentales y el Mercosur, BsAs. 2009. Ed.Jauretche. Prólogo Miguel Angel Barrios). Methol se sorprende de que Jauretche no conocía el discurso y Ramos tampoco, e intereso a este para lo busque y así se logró , que lo encuentre y lo publique con la autorización de Peròn. (Alberto Methol Ferrè. Peròn y la Alianza Argentino-Brasileña.Obra citada.Pag.45-46). “Las organizaciones humanas, a lo largo de todos los tiempos han ido, indudablemente, creando sucesivos agrupamientos y reagrupamientos. Desde la familia trosglovita hasta nuestros tiempos eso ha marcado un sin numero de agrupaciones a través de las familias, las tribus, las ciudades, las naciones y los grupos de naciones, y hay quien se aventura ya a decir que para el año 2000 las agrupaciones menores serán los continentes”… “En consecuencia, analizando nuestros problemas, pdríamos decir que el futuro del mundo, el futuro de los pueblos, y el futuro de las naciones estará extraordinariamente infludio por las magnitudes de las resrvas que posea: resrvas de alienmentos y reservas de materias primas” “Es indudable que nuestro continente, en especial Sudamerica, es la zona del mundo donde todavía, en razón de su falta de población y de su falta de explotación extractiva, esta la mayor reserva de alimentos del mundo”… “Pienso yo que el año 2000 nos va a sorprender, o unidos o dominados; pienso también que, es de gente inteligente no esperar que el año 2000 llegue a nosotros, sino hacer un poquito de esfuerzo para 224. llegar un poco antes al año 2000…” “La republica Argentina sola, no tiene unidad económica; Brasil solo, no tiene unidad económica; Chile solo tampoco tiene unidad económica; pero estos tres países unidos conforman quizás en el momento actual la unidad económica más extraordinaria el mundo entero sobre todo para el futuro, porque toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva. Estos son países reserva del mundo” “Esto es lo que ordena, imprescriptiblemente, la necesidad de la unión de Chile, Brasil y Argentina. Es indudable que, realizada esta unión, caerán a su órbita los demás países sudamericanos que no serán favorecidos ni por la formación de un nuevo agrupamiento y probablemente no lo podrán realizar en manera alguna, separadas o juntos, sino en pequeñas comunidades” “Sin embargo, yo no soy pesimista; yo creo que nuestra orientación, nuestra perseverancia va todos los días ganando terreno dentro de esta idea, y estoy casi convencido de que un día lo hemos de realizar todo bien y acabadamente, y tenemos que trabajar incansablemente por realizarlo” ( Discurso pronunciado por el excelentísimo señor presidente de la nación General Juan Perón en la Escuela Nacional de Guerra el 11 de noviembre d 1953. Folleto N° 0390 con carátula de reservada. Biblioteca privada del presidente Perón en el Congreso argentino. Buenos Aires, Argentina) Nada raro , la de acusar a Peròn de “imperialista” , por los servicios de informaciones como sugiere Ramos. Ahora lo escandoloso que todavía en esta época, aparece un académico europeo que incluso es recibido en los grandes universidades y citado como “especialista” del peronismo y haya escrito un libro denominado “La Internacional Justicialista. Auge y ocaso de los sueños imperiales de Perón”, nos referimos al profesor de la Universidad de Bologna Loris Zanatta. Con respeto a la Tercera Posición, el “especialista” Zanatta afirma sin ninguna seriedad científica, pero si odio, lo siguiente: “Aunque negado públicamente , el indisimulable afán expansionista de Juan Peròn se sustentaba en el mito de la superioridad argentina y en la certeza de que su mpvimientp modificaría la relación de fuerza de occidente,En su visión del mundo, la Argentina era el puente natural entre Latinoamerica y Europa, en particular entre las naciones catòlicas de los dos continentes y el contrapeso a los Estados Unidos.Con ese plan en mente, expandió su influencia hacia los países vecinos , que lo tuviron mas como inas amenaza latente que como aliado.Para exportar su modelo,Peron se valio de trigo , escaso y valioso 225. en la posguerra.Pero también de todo el aparato estatal :desde espias y obreros sindicalizados hasta su propia esposa ,Eva Duarte.” “Aunque sus ambiciones se demostrarían desmedidas y su política exterior falaz y costosa, Peròn abrió rummbos con su proclamada independencia de las potencias extranjeras , su búsqueda de una alternativa en el mundo bipolar diseñado por la guerra fría y su constante apelación a la unidad latinoamericana”_(Loriz Zanatta.La Internacional Justicialista.Auge y ocaso de los sueños imperiales de Peròn.Sudamericana. BsAs.2013,Pag,113) Luis Alberto Moniz Bandeira afirma: el presidente Juan Domingo Perón, al inicio de los años 50, prpuso al presidente Getulio Vargas que Argentina, Brasil y Chile, donde el General Carlos Ibañez sería electo presidente de la republica, formasen una unión aduanera, al cual los demás países de America Latina habrían de adherirse. Sus esfuerzos en este sentido fracasarían. Durante una conferencia pronunciada en 1953 para la Escuela Nacional de Guerra, Perón, ya sea por no tener esperanza de contar con el apoyo de Vargas o tal vez para forzarlo a una definición, relató todos los acuerdos que con él tuviera para la concertación del pacto entre Argentina, Brasil y Chile, criticándole su estilo conciliatorio de conducción política. En esa misma oportunidad, acusó Itamaraty de actuar como “ Institucion supragubernamental”, de insistir en la “ política imperial de zona de influencia” y de obstaculizar la unidad económica “.( Luis Alberto Moniz Bandeira. Las relaciones en el Cono Sur: iniciativa de integración. En Mario rapoport. Amado Luiz Cervo- compiladores- El Cono sur una historia común. Fondo de Cultura Economica Argentina. Buenos Aires 2002, pag 303.) La idea de integración económica y política tomó cuerpo, situando Perón al nuevo ABC como “nucleo básico de integración” para el embrión del Estado Continental en America del Sur. Antonio Caffiero, analiza didácticamente, la serie de tratados que se firmaron : -febrero de 1953: Acta de unión con Chile que proponía una unión económica sobre bases bilaterales, considerando las ventajas de coordinar el desarrollo económico de ambos países. -Abril de 1953: En la quinta reunión de la CEPAL, la delagacion Argentina presento un proyecto para que se estudiaran las porsibilidades de integrar gradual y progresivamente a toda America Latina. -Agosto de 1953: Tratado de Unión Económica con Paraguay. -Diciembre de 1953. Convenio de complementación económica con Nicaragua. -Septiembre de 1954: Convenio de Unión Económica con Bolivia. 226. - Se realizaron también acciones para concretar acuerdos similares con Colombia y Brasil y se firmaron convenios sobre intercambio comercial y sistemas de pagos (Antonio Cafiero. La política exterior peronista. 1946-1955. Sobre la falacia del mito aislacionista. Editorial corregidor. Buenos Aires 1996, pg 55,56. En el fondo existe una conexión directa entre la justicia social y la integración sudamericana, en verdad la justicia social tendría un techo si no se amplia a un mercado d escala que implica el Estado Continental. Esto generó una durísima política de aislamiento de los Estados Unidos a la política justicialista y la preocupación estratégica del geopolítico mas de la supremacía mundial, de la república imperial, Nicholas John spykman, quien advertía:” el bajo nivel de industrialización no impide a la Argentina acariciar ambiciones imperiales… En ciertos círculos argnetinos, se piensa en que toda la cuenca del plata, con sus zonas tributarias del Uruguay y el Brasil, Paraguay y Bolivia son el territorio donde llama “ la voz de un claro destino”. Los argentinos están resueltos a que su Estado sea la más importante unidad política del continente meridional, cuyo papel se equipare al que los Estados Unidos desempeñan en el hemisferio occidental” ( Nicholas John Spykman, America´s strategy in world politicis: the United States and the balance of power. Ed library of congress, USA. Citado en Andrés Cisneros. Apuntes para una política exterior pos Kirchneristas.Editorial Planeta, Buenos Aires, 2014, pg 64. Nos podmos dar cuenta en forma clara, el origen de las difamaciones interzadas en contra de Perón en relación a sus “ambiciones imperiales” que luego “científicos sociales consagrados como Loris Zanatta divulgan como dogmas consagrados e indiscutibles. A parte de los proyectos de integración hubo diversas manifestaciones de solidaridad con los movimientosy gobiernos populares latinoamericanos, como la defensa al doctor Pedro Albizu Campos del partido Nacionalista de Puerto Rico y al Presidente Guatemalteco Jacobo Arbenz, continuador del movimiento de liberación iniciado por Juan José Arevalo en Nicaragua, a tal punto que la embajada Argentina a conocido y desconocido y entre ellos se contó con un joven médico rosarino refugiado, Ernesto Guevara. También Perón impulsó la fundación de ATLAS ( Asociación de Trabajadores Latinoamericanos sindicalistas) que sesionó en Buenos Aires a principios de Enero de 1953 bajo la Secretaria General de José Espejo y la Participación de representantes mexicanos, chilenos, costarriqueños, peruanos, cubanos y portorriqueños. 227. Antonio Cafiero nos dice en su libro póstumo: “ En el orden internacional, el debate en clave latinoamericana no pasa por la distinción izquierda derechas – a veces tan confusas si se tiene en cuenta el resignado tránsito de la izquierda hacia el centro- Sino por la elección de alguna de las siguientes alternativas. La ultima alternativa es de carácter cultural. Entre el materialismo individualista y tecnocrático que nos viene de los países centrales, en el que la competencia interpersonal, la desigualdad y la exclusión racial son componentes esenciales y un humanismo latinoamericana que emana del reconocimiento del otro, fiel a nuestra histórica voluntad telúrica, siempre dispuesto a incluir y no excluir”. Antonio Cafiero. Militancia sin tiempo. Mi vida en el peronismo. Editorial Planeta, Buenos Aires, 2011, pg 653. En otra reflexión, Cafiero afirma: Perón representa una política mas allá de los límites de los localismos y nos brinda un pensamiento universalista para poder afrontar este nuevo tiempo de los Estados- Continentes” ( Proólogo de Antonio Cafiero, En Miguel Angel Barrios, Perón en el Sistema Mundo, Editorial Biblos, 2008, pg 15. Entre 1972 y 1974, Perón, mantuvo contactos personales y epistolares con presidentes y lideres latinoamericanos con quienes compartía una presencia en el bloque de países no alineados. Entre ellos, el peruano Juan Velasco Alvarado, el mexicano Luis Echeverría, el panameño Omar Torrijos y el Primer Ministro Fidel Castro. “ Reiterada su prédica a favor de la unidad latinoamericana como único camino que podría asegurar una autentica libertad y volvía una vez más sobre los dos senderos revolucionarios alternativos que se abrían a los pueblos: el tiempo o la sangre” ( Carlos Fernandez Pardo. Leopodo Frenkel. Perón La unidad nacional entre el conflicto y la reconstrucción. Ediciones del Copista. Córdoba, Argentina, 2004, pg 249) El brasileño Helio Jaguaribe al reflexionar sobre Peròn, dice:”Peròn era un antineoliberal total , el primer hombre que en Amèrica Latina sostuvo la idea de una independencia,de orientación autonomizante.Menem es un antiperonista programático.,Si Peròn estuviera ,lo pondría en la cárcel.Era lo opuesto:bregò por la industrialización,era un desarrollista”:.(Helio Jaguaribe.”Uno de nuestros peligros s la burguesía consular”.Clarin.BsAs.19 de abril de 2003.pag.48).Como vemos,la conclusión de Jaguaribe, es la línea conductora de este estudio preliminar. Norberto Galasso, por su parte, cuando estudia el contexto y la época en 1.967 , de la aparición del libro de Peròn, “Latinoamerica:Ahora o Nunca”, destaca la firmeza del líder, en su concepción de su política internacional y su política latinoamericana.”Lo interesante de este pro- 228. ceso esta enfocado desde una òptica tercermundista,es decir no cae_al referirse a universalización, continentalismo, m+as tarde globalizaciónen la posición imperial que declara concluidas las nacionalidaes y los estados nacionales”.(Norberto Galasso.Peròn.Exilio,Resistencia, Retorno y Muerte (1.955-1.974).Tomo II.Colihuè.BsAs.2005.pag.1014) En una entrevista que realizamos a uno de los estudiosos màs importantes de las Relaciones Internacionales en la Argentina y en la región, Marcelo Gullo , realiza este balance estratégico de la política latinoamericana de Peron. “De todos las repúblicas, surgidos del proceso de balcanización de la nación Hispanoamérica, luego de la derrota del proyecto de los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín, Argentina, Colombia y Perú, eran por su superficie y potencialidades las de mayor peso específico y, por eso las únicas en condiciones objetivas de intentar un proceso de reconstrucción de la unidad perdida. Fue por ese motivo que la estrategia británica de consolidación de la fragmentación - y esterilización de cualquier intento o proyecto de reunificación de la nación Hispanoamericana- estuvo basada en la creación de una enemistad permanente entre las nuevas repúblicas sobre todo entre Chile y Argentina y entre Chile y el Perú. En los problemas surgidos para establecer los límites de los nuevos estados, Inglaterra encontró la situación ideal para crear y fomentar esa enemistad. El dispositivo de la inteligencia británica se apoyo, entonces, en una alianza informal y secreta con la oligarquía chilena para que Chile intentara extender su territorio hacia el norte hasta Arica y, hacia el sur hasta la costa atlántica patagónica. En la estrategia británica esa política de expansión territorial llevaría, al ejército y a la marina chilena, a la necesidad de mantener una política informal de alianza estratégica con Gran Bretaña y, al surgimiento de un sentimiento de antipatía ( si fuese posible de odio) entre Chile y Argentina y entre Chile y el Perú. En Chile delegaría la inteligencia británica la construcción de una alianza informal con Ecuador para jaquear al Perú por el norte. Por otra parte la estrategia británica, de dominación de la América del Sur, se complementaba con la profundización del enfrentamiento entre Argentina y Brasil. Cabe aclarar que esta estrategia británica de dominación fue exitosa hasta al llegada al poder en Argentina de Juan Domingo Perón porque Perón es el primero en darse cuenta que, para romper la estrategia de dominación británica - luego heredada por los Estados Unidos- de la América del Sur era imprescindible lograr la reconciliación entre Argentina y Chile y entre Argentina y Brasil promoviendo 229. un tratado de integración mutuamente beneficioso para los 3 países. Es en esa original y genial percepción de Perón que hay que buscar el origen de su propuesta de integración con el presidente Ibáñez y con el presidente Vargas. La iniciativa de Perón fracasó pero fue el cimiento que permitió luego, con el paso del tiempo, al creación del Mercosur y al Unasur. “(Entrevista al Dr.Marcelo Gullo por parte de Miguel Angel Barrios el dia 2 de setiembre de 2015 en la Ciudad de BsAs). La originalidad del análisis de Gullo consiste en percibir a Peròn como el que sienta las bases de una doctrina y praxis de la integración y buscar formas de gestionar la praxis de la integración a parir de las políticas de balcanización de Inglaterra y heredadada por los Estados Unidos de sembrar diferencias con las tres repùblicas en condiciones de sarrollo en el siglo XIX :Argentina, Chile y Perú y el rol de Brasil.Peròn fuè el creador de una política latinoamericana ya que en el siglo XIX. Solo hubo política hispanoamericana. En mayo de 1946 , Manuel Ugarte regresa a la Argentina:El 15 de mayo decía en el Diario Democracia:”Creo que ha empezado para nuestro país un gran despertar…En el orden exterior se ha levantado al fin la bandera de la dignidad nacional..No soy màs que un sociólogo y no teng aspiración política.Pero he vuelto al país para participar en la alegría argentina y para saludar al gran patriota que sabido hacer triunfar al movimiento”. (Miguel Angel Barrios.El latinoamericanismo en el pensamiento político de Manuel Ugarte. Obra citada,Pag.183) Manuel Ugarte representa definitivamente el nexo programático entre el unionismo hispanoamericano de los Libertadores con el Latinoamericanismo(incluido Brasil) de los movimientos nacionales populares del siglo XX. Podriamos señalar que tres orientaciones de su continentalismo sudamericano: 1) el continentalismo de Peròn pase exclusivamente por la alianza argentino-basileña en América del Sur, “como núcleo básico d glutinaciòn para todo el continente”, teniendo en cuenta que Brasil es la mitad de America del Sur. Es un continentalismo del subcontinente. No confundir como pretenden interesadamente algunos “analistas“ a asociar este continentalismo con panamericanismo. 2) Perón era escéptico de las economías mercado internistas, a las 230. que consideraba “economías incompletas”, este planteo es importante decirlo lo realiza antes de las afirmaciones de la CEPAL.3) En la “Era de los Pueblos Continente” el imperativo del 2000 “unidos o dominados” no constituía un simple eslogan, sino la clave única para que America del Sur cumpla su destino de grandeza histórica. En el sistema mundo del Siglo XXI son cuatro las anticipaciones estratégicas de Peròn: a) En primer lugar, el valor de los alimentos y los recursos naturales para el 2000 y las primeras décadas del siglo XXI.b) En segundo lugar, el crecimiento y la necesidad, en términos practicos y teoricos, de establecer el mundo de la producción con una perspectiva ecológica.c) En tercer lugar, la idea y la pràctica del perfeccionamiento y la profundización de la democracia a través de organizaciones libres del pueblo, que le otorga a la sociedad –y no solo al gobierno, los partidos políticos y el estado- participación y poder en las decisiones que afectan a los conjuntos sociales. d) Y por último, aunque tal vez lo mas importante la idea de que la historia es una serie sucesiva de integraciones. (Jorge Castro La Tercera Revoluciòn. Catalogos. Buenos Aires. Pagina 12).Por supuesto que como dijimos Perón, tal como lo define Alberto Methol Ferré, es un político anti statu quo y en esencia un político intelectual, como todo revolucionario. Y entonces nos remitimos a las confesiones intimas del General recogidas a través de sus coloquios con Enrique Pavon Pereyra. “El éxito –dijo Napoleón- se construye, el éxito se realiza. El ha afirmado una teoría que para mi, es lo mas valioso que se puede encontrar en la conducción : una verdadera “trouvaille”, como dicen los franceses. En la teoría que el “hombre del destino” esbozò en varias oportunidades dijo: “el destino no depende de la suerte, tampoco de la casualidad y no es siquiera un designio del destino”. Es decir, obraba persuadido de que el éxito se concibe, se prepara, se organiza, se realiza y se explota, porque el éxito de los hombres esta en los hombres mismos, esta en su propia acción. La mejor definición que se pueda dar de un conductor es llamarlo “constructor de éxitos”. Es decir que es un hombre que recibe un elemento –que es una situación- y que se señala un objetivo -que es lo que èl debe lograr- partiendo de esa situación. Entonces él concibe. El éxito es alcanzar el objetivo. Lo prepara, lo organiza, lo realiza y cuando llega le saca provecho. La conducción es, lisa y llanamente, la cons- 231. trucción de éxitos y el conductor es constructor de ellos. Quiere decir que el éxito puede construirse. Algunos, en cambio, optan por atribuirlo a la casualidad, a la suerte, o a la fortuna. Evidentemente, hay algunos éxitos casuales, pero en un hombre que obtiene ochenta éxitos puede haber tres éxitos casuales, los setenta y siete restantes los ha construido èl mismo”. (Enrique Pavon Pereyra. Confesiones Intimas del General. Coloquios con Peron. Editores Internacionales Técnicos Reunidos. S.A. Madrid 1973, página 164).Nos hemos detenido en esta definición vivencial de conducción, porque no hay un proyecto nacional sino una conducción, entendiendo a ella como la orientación estratégica a través de la persuacion y no de la imposición. También en épocas donde es necesario recuperar el sentido de lucha y sacrificio, se vuelve importante escuchar a Perón, cuando en una tarde de 1962 en el exilio le decía a Pavon Pereyra: “considero que los hombres que no tienen causa no merecerían vivir, como no nace el hombre que escape a su destino. Hay dos clases de seres en la vida. Algunos grandes hombres han pasado desapercibidos por el mundo porque no han tenido una razón de ser, una causa que defender. Muchos pobres hombres han sido grandes porque se han dedicado a vivir para una causa. Yo pertenezco a los segundos; he vivido para una Causa que la Providencia me ha permitido defender y esa causa me ha hecho grande y, como decía Bolivar, “no se puede ser grande impunemente”. Yo sé aguantar virilmente los golpes del destino, precisamente porque soy hombre de una Causa”. (Coloquios con Peròn. Obra citada página 184). En la hora histórica, no de nuestros bicentenarios, sino de la independencia definitiva o nada, Peròn es el eterno “ave fénix”, que no solo ha luchado sino que ha enseñado a su pueblo a luchar. 232. III LAS PROPUESTAS Los Canales del Diálogo Latinoamericano Victorio Taccetti229* Introducción Los pilares de nuestro desarrollo sustentable como nación son básicamente dos. En primer lugar, la integración regional, que nos permitirá lograr, en lo económico, una base industrial de escala, a partir de un mercado ampliado y, en el campo político, sentarnos a la mesa de los países que tienen voz y voto en el concierto mundial (Estados Unidos, Unión Europea, China, India y Mercosur); En segundo lugar, la profundización de nuestro proceso de industrialización, con incorporación de tecnologías de punta. Esto nos permitirá aumentar las exportaciones con productos y servicios con alto grado de competitividad a través de calidad, innovación y precios. Para ello se requiere profundizar la cooperación científica y tecnológica con los países de la región, para aunar esfuerzos en proyectos cuyo costo excede nuestras posibilidades, y la cooperación científica y tecnológica con los países más avanzados del mundo, que miran con interés nuestra capacidad y la formación de nuestros operadores científicos y tecnológicos y pueden introducirnos a niveles tecnológicos que no podríamos desarrollar solos. En este trabajo nos concentraremos en el primer punto, la integración. Debemos en tal sentido superar la situación actual, en que la integración es más declamativa que real. Se sugieren aquí algunos caminos o canales que son condición necesaria -aunque no suficiente- para que se pueda construir, transitando por los mismos, el complejo edificio de la integración regional y alcanzar así los objetivos trazados. El sustento de la integración está indudablemente en el campo eco229 Master en Ciencia Política (Univ. of Houston) y abogado. Ex Vicencaciller de la República Argentina y embajador en México, Italia y Alemania. Autor de El fin del fin de la historia. Neoliberalismo, demoburocracia y populismo en América Latina. 234. nómico, mediante la conversión de varios mercados en uno solo, más amplio y desarrollado. Cuando se dice que la integración no es económica sino política, se está muchas veces ocultando la incapacidad para avanzar en el camino del mercado común, sobre el cual, por supuesto, debe construirse una integración política. Pero pretender una integración política sin una integración económica es engañarse con espejitos de colores. Muchas veces se disfrazan loables mecanismos de diálogo y concertación políticos como mecanismos de integración cuando en realidad, siendo ambos útiles, son cosas distintas. Obviamente, el desarrollo de una economía integrada no puede estar librado a las puras leyes de la oferta y demanda. Al igual que ocurre en un ámbito nacional, el mercado por sí mismo conduce a la supervivencia de los más fuertes. La libre competencia absoluta lleva en sus entrañas un virus que termina por matarla, puesto que los operadores más débiles van siendo desplazados por los más poderosos que, a su vez, se van eliminando entre sí. El final de la competencia absoluta es, paradójicamente, el monopolio. Lo mismo ocurre en un mercado integrado supranacional: librado a su propio dinamismo, el mercado creará áreas privilegiadas y otras que permanecerán deprimidas, tal como sucede al interior de un solo país. Esto es, de algún modo, lo que está ocurriendo en estos momentos en Europa, en la que los países más fuertes aprovechan de su fortaleza en desmedro de los más débiles. Para que estos desequilibrios no sucedan o sean reencauzados es necesaria la creación de una red de medidas o caminos, físicos, infraestructurales e institucionales que constituirán la urdimbre, el esqueleto, sobre el que se constituirá un área económica, política y social integrada. En este trabajo se abordarán algunos de esos caminos que permiten el desarrollo de la integración, de ese diálogo latinoamericano que debe desembocar en la creación de una nueva sociedad con diversidades y matices particulares, pero totalmente interconectada. Esos caminos son fundamentalmente de dos tipos: físicos e institucionales y se abordan a continuación. La red de interconexion fisica Debe completarse en nuestra región y al interior de nuestros países una red eficiente de vías de comunicación que facilite al máximo el desplazamiento de personas y productos a lo ancho y lo largo de nuestra Sudamérica. Se consideran vías de comunicación prioritarias las siguientes: 235. A. TRANSPORTE FERROVIARIO DE CARGAS Eje 1: Bahía Blanca – Zapala –Talcahuano (Trasandino del Sur, ya planificado y con comienzo de ejecución en el primer gobierno peronista, luego abandonado, a pesar de estar construidos los túneles de baja altura y faltando un tramo de menos de 200 kms.). Eje 2: Buenos Aires-Rosario-Córdoba-Tucumán (reactivación del Ferrocarril Mitre) Eje 3: Uruguayana-Paso de los Libres-Buenos Aires-Mendoza-Valparaíso (reactivación de los Ferrocarriles Urquiza, San Martín y Ferrocarriles de Chile, construcción del túnel ferro-vial de baja altura en el cruce de los Andes, construcción de una planta de bitrochaje o transferencia de cargas en Uruguayana y Buenos Aires) Eje 4: Mendoza –Huinca Renancó-Bahía Blanca (reactivación del Ferroexpreso Pampeano). Eje 5: Santos-Corumbá-Santa Cruz (Bolivia)-Yacuiba-Salta-Socompa-Antofagasta (reactivación del FC Belgrano Cargas, Ferrocarriles brasileños, bolivianos zona Este, Ferrocarril Norte de Chile, Ramal C14). Eje 6: Santa Cruz (Bolivia)-Yacuiba-Puertos cerealeros de Santa Fe (reactivación del FC Belgrano cargas). Eje 7: Construcción de un nuevo eje paralelo a la Cordillera, para el transporte de minerales, con conexión en Mendoza al Eje 4. Eje 8: Construcción del nuevo túnel ferrovial de baja altura conectando Mendoza/Santiago de Chile/Valparaíso Eje 9: Asunción-Encarnación-Posadas-Buenos Aires (reactivación del FC López y FC Urquiza) B. TRANSPORTE FERROVIARIO DE PASAJEROS DE LARGA DISTANCIA Usar, para el transporte de pasajeros, la infraestructura mencionada en el punto A. C. TRANSPORTE MASIVO DE PASAJEROS EN AREAS URBANAS Y SUBURBANAS Completar el mejoramiento del servicio de pasajeros por riel en el área metropolitana de Buenos Aires, facilitando la interconexión entre diferentes medios de transporte (playas de estacionamiento en estaciones suburbanas, fácil trasbordo tren/colectivo/subte. Prolongación de las líneas electrificadas hasta Escobar y Luján. Completamiento de la electrificación del FC Roca ramal La Plata Extender el FC Belgrano Sur desde Estación Buenos Aires hasta 236. Constitución. Construcción de un tren ligero en el área de Rosario, usando las vías inactivas. Mejoramiento de las líneas suburbanas de Córdoba (Tren de las sierras) Cooperar con autoridades provinciales o locales en proyectos de mejoramiento del transporte ferroviario masivo. (Santiago del Estero/LaBanda, Neuquén/Cipoletti, etc.). D. TRANSPORTE FLUVIAL Mejorar las condiciones de navegabilidad de la hidrovía Paraná-Paraguay, extendiéndola hacia las áreas mineras de El Mutún y Urucum, proveedoras de mineral de hierro para las plantas ubicadas sobre el río Paraná) Adoptar un reglamento regional Mercosur para asegurar las condiciones de navegabilidad y seguridad de las embarcaciones de diversas nacionalidades. Debe tomarse en cuenta que empresas argentinas suelen registrar sus embarcaciones en Paraguay para soslayar reglamentaciones diversas. E. TRANSPORTE CARRETERO Construir o completar los siguientes ejes: Eje 1: Autovía Paso de los Libres/Posadas/Encarnación (continuación Ruta 14) Eje 2: Autovía Buenos Aires/Bahía Blanca. Eje 3: Autovía Neuquén/San Antonio. Eje 4: Autovía Buenos Aires/San Luis (conexión con autopista San Luis/ Mendoza) y construcción del túnel ferrovial mencionado más arriba. Eje 5: Autovía Rosario/Bahia Blanca (Ruta 33) Eje 6: Autovía Córdoba-Tucumán-Salta Eje 7: San Juan/Coquimbo/La Serena La red de interconexión institucional La red de interconexión física no sirve de mucho si no se adoptan medidas institucionales, legales y administrativas que faciliten los contactos entre las sociedades de los distintos países de la región. Al día de hoy el paso por algunos de los puentes internacionales comporta demoras mayores de las que existían antes de la construcción de esas costosas obras, debido al recrudecimiento de las trabas burocráticas. Entre otras medidas institucionales se proponen las siguientes: CONTROL FRONTERIZO INTEGRADO 237. Se sugiere la instauración del sistema integrado de control fronterizo, de modo que los controles migratorios y aduaneros se realicen en una sola parada, con sistemas integrados de captura de datos, sin que se dupliquen los registros. Este sistema funciona bastante bien entre Argentina y Uruguay, no tan bien entre Argentina y Chile (sólo en el paso Cristo Redentor). Los datos deben ser intercambiables entre los países, lo que requiere una base de datos compartida. Hoy en día las fronteras son un mentís al concepto de Patria Grande. B. LIBRE TRÁNSITO DE PERSONAS En el futuro puede organizarse un sistema de eliminación de las fronteras, pero esto requiere de la adopción de medidas administrativas difíciles de instrumentar en el futuro inmediato. Entre ellas cabe mencionar: emisión de documentos personales y de automotores únicos e integrados; fronteras externas del espacio común con un control efectivo, incluyendo los aeropuertos que reciben vuelos de extrazona; base de datos compartida por todas las fuerzas policiales y de seguridad; tratados de extradición abreviada, para que el tránsito de personas buscadas por la justicia hacia otro país no se convierta en impunidad. C. COOPERACIÓN JUDICIAL Establecer procedimientos para que los actos judiciales producidos en un país puedan tener, con recaudos predeterminados, validez en otros. Esto es especialmente importante en la justicia penal, donde los países deben hacer frente a redes de crimen transnacional organizado. Entre otras medidas de podría autorizar la presencia en actos judiciales de jueces de otro país, quienes estarían facultados para obtener testimonios de las actuaciones con validez legal en el propio país. D. ARMONIZACIÓN DE NORMATIVAS Debería existir un proceso gradual de armonización de las normativas nacionales en materias tales como sociedades, inversiones, contrato de trabajo, sistemas impositivos, estándares de protección ambiental, propiedad de automotores y bienes registrables, etc. Véase a este respecto los efectos nocivos que ha tenido en Europa la divergencia de las legislaciones nacionales en algunas de estas materias. E. MECANISMOS DE APROBACIÓN ABREVIADA DE NORMAS COMUNITARIAS. En los últimos tiempos el PARLASUR se ha convertido en un tópico de moda, pese a que no se han definido sus competencias y funciones. 238. Hoy, las normas comunitarias son adoptadas en el Mercosur por el Consejo Mercado Común y, en definitiva, por los presidentes. En caso que las normas sean de carácter legislativo, deben ser luego aprobadas por todos los Parlamentos. En la práctica, esto implica que raramente llegan a aprobarse normas con coercibilidad en los diversos países. Deberán adoptarse mecanismos más ágiles, como, por ejemplo, la remisión a los parlamentos nacionales de las decisiones del PARLASUR, a fin de que sean rechazadas en un plazo predeterminado de tiempo, pasado el cual, serían aprobadas automáticamente y tendrían vigencia al interno de los países. Este u otro procedimiento que se acuerde requerirá, seguramente, modificaciones constitucionales en algunos de los países integrantes de la zona común. F. VALIDEZ DE TITULOS EDUCATIVOS EN LOS OTROS PAISES DE LA ZONA. Esto requerirá de algún sistema de evaluación de las entidades emisoras de esos títulos o la adopción de un sistema generalizado – en cada uno de los países – de exámenes habilitantes para el ejercicio de profesiones reguladas. A efectos de no generar un sistema discriminatorio, estos exámenes deberían ser exigidos a todos los estudiantes, nacionales o con títulos de otros países de la zona. Un caso especial es el de las ciudades fronterizas, en las que se debería adoptar con rapidez un sistema de diplomas binacionales, a efectos de evitar la duplicación de carreras en instituciones universitarias o terciarias a ambos lados de la frontera. G.MODIFICACION DE LOS CONTENIDOS DE LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA Sin alterar los eventos de nuestra historia regional, debería incluirse, sobre todo en el análisis de hechos conflictivos (por ejemplo, guerra Argentina/Brasil, guerra de la triple alianza, guerra del Pacífico, guerra Perú/Ecuador, guerra del Chaco, etc.) el punto de vista de la otra parte, para generar una mayor comprensión de lo acontecido y reducir la conflictividad de los relatos. H. ADOPCION DE UNA FARMACOPEA COMUN Es importante adoptar un sistema de aprobación regional de medicamentos, a fin de que se amplíe la autonomía de la fabricación de especialidades, que hoy están mayoritariamente en manos de compañías monopólicas multinacionales. 239. Conclusiones El listado precedente – necesariamente incompleto – puede servir de base para un programa de integración real y concreta de nuestras sociedades, superando la situación actual en que la integración termina siendo, lamentablemente, más retórica que real. La adopción de algunas de estas medidas redundará, a no dudarlo, en una intercomunicación y un diálogo más profundo entre los ciudadanos de nuestra Patria Grande. 240. La convergencia Sur-Sur para la Universidad en América Latina. Hacia una nueva Reforma Universitaria 230 Norberto Fernández Lamarra231* Resumen Este trabajo aborda los principales desafíos para la construcción de políticas universitarias de Convergencia Sur-Sur y del Espacio Latinoamericano de Educación Superior -que abarquen al conjunto del continente-, ante la situación de de desordenada diversificación y fragmentación que registra actualmente la educación superior latinoamericana. Se plantean algunos lineamientos para superar una potencial situación de agudización de la misma frente a políticas supranacionales que la afecten negativamente, como podría ser el caso de la imposición de políticas y estrategias –de carácter neo colonial- por parte del Espacio Europeo de Educación Superior (Proceso de Bolonia) y de otros diversos orígenes. Se describen tanto la situación de la educación superior en América Latina como los principales procesos y programas de convergencia y su contribución al Espacio Latinoamericano, en el marco de los procesos de integración regional, particularmente el MERCOSUR. Asimismo, se plantean algunas propuestas para atender al desafío de crear y consolidar ese Espacio Latinoamericano de Educación Superior y la puesta en marcha de los necesarios procesos de construcción re230 Trabajo desarrollado a partir del artículo del autor “Desafíos para la construcción del Espacio Latinoamericano de Educación Superior en el marco de las políticas supranacionales”, publicado en el Jounal of Supranational Policies of Education, Nº 1, junio de 2013, GIPES, Universidad Autónoma de Madrid, España. En virtud de la cantidad de citas que necesariamente deben efectuarse para un correcto desarrollo de la temática analizada, se ha decidido mantener el sistema de citación utilizado por el autor a fin de no dificultar la fluidez de la lectura. (NdelE) 231 Doctor en Educación. Director del Departamento de Posgrados de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Presidente de la Sociedad Argentina de Estudios Comparados en Educación. Vicepresidente del Consejo Mundial de Sociedades de Educación Comparada (WCCES) Miembro fundador de la Sociedad Iberoamericana de Educación Comparada. 241. gional colectiva hacia una nueva Reforma Universitaria en ocasión del Centenario de la histórica Reforma de 1918. 1. Breve caracterización de la educación superior en América Latina. Los sistemas de educación superior latinoamericanos han registrado, en las dos últimas décadas, un proceso de fuerte fragmentación y diversificación –tanto en su oferta, su organización como en su calidad- con la inclusión de modelos universitarios diferentes y contradictorios. Esta situación es claramente distinta a lo que había ocurrido hasta la década del 80: hasta ese momento la educación superior había sido predominantemente estatal y con fuerte autonomía institucional y académica de las universidades. El modelo predominante era el “napoleónico”, en el que las facultades de carácter profesional se constituían en el centro de la organización universitaria. En ese modelo, las carreras profesionales son largas, de tipo túnel, en las que los alumnos obtienen el título luego de 6 o 7 años de estudios. Sin embargo, hacia fines de esa década e inicios de la del 90, se introdujeron -en el marco de una acentuación de los procesos de globalización- estrategias de carácter neoliberal que tendieron a reemplazar las políticas de bienestar impulsadas por el Estado y las históricas políticas de la Reforma Universitaria de 1918 por otras en que predominaron las concepciones de mercado y de privatización de los servicios públicos, entre ellos la educación. Las crisis nacionales en materia económica llevaron a una fuerte restricción del financiamiento público para los sectores sociales, en general, y para la educación y la universidad, en particular. A pesar de esto, se acrecentó la demanda de educación superior por parte de la población, incrementándose fuertemente las tasas de escolarización y el número de estudiantes. A fin de atender la demanda creciente y con el predominio de las concepciones de mercado, se fueron creando diversos tipos de instituciones de educación superior universitaria y no universitaria –en su mayoría de carácter privado- sin criterios previos en cuanto a niveles de calidad y de pertinencia institucional, muchas de ellas por parte de instituciones universitarias extranjeras (educación transnacional). Como se mencionó, esto generó, por un lado, una fuerte fragmentación de la educación superior –tanto a nivel regional como en cada uno de la mayoría de los países- con un simultáneo proceso de privatización en materia institucional y con una gran heterogeneidad de los niveles de calidad. Esto se ha registrado en casi todos los países latinoamericanos con la muy escasas excepciones de Argentina, Uruguay y, desde ya, Cuba. El promedio 242. en América Latina en su conjunto es de alrededor del 65 % de la matriculación universitaria en instituciones privadas, llegando en Brasil a más del 80 % y con un alto número de instituciones que no merecen ser denominadas universitarias. En Brasil, incluso, alrededor de dos tercios de las instituciones universitarias privadas son de sociedades de carácter comercial cuyas acciones cotizan en la Bolsa y cuyo objetivo principal es el lucro. En Cuba es del 0 % porque no existen instituciones universitarias privadas, en Uruguay es de alrededor del 15 % y en la Argentina es de aproximadamente del 20 %. Una de las consecuencia de estos procesos, ha sido la intensificación del carácter elitista de la educación superior latinoamericana: el acceso a las instituciones de educación superior -tanto pública como privadade mejor calidad ha quedado reservado casi exclusivamente a los jóvenes de clase media alta y alta, provenientes de escuelas medias públicas y privadas, también de alta calidad. Los jóvenes provenientes de los sectores populares –que con gran esfuerzo han concluido la enseñanza media- no pueden acceder –en general- a las universidades públicas y deben concurrir a las malas universidades privadas, la mayoría de carácter comercial. Afortunadamente, las políticas universitarias en la Argentina –en especial en los últimos 10-12 años- han otorgado prioridad a las universidades públicas, con la creación de un importante número de estas universidades en el Gran Buenos Aires y en todo el país y con un significativo incremento presupuestario para la educación y, en particular, para la universitaria. El porcentaje del PBI dedicado a la educación se incrementó en este período de menos del 4 % a más del 6 %. Si bien en la mayoría de los países latinoamericanos, en las últimas décadas, las políticas educativas han tenido un carácter prioritario, en el marco de las decisiones, acciones y esfuerzos nacionales que se desarrollan, no se han alcanzado niveles aceptables de democratización. Así la educación superior en América Latina muestra fuertes desigualdades en diversos órdenes tales como: la atención de los diversos grupos sociales y étnicos de población; el acceso a la educación superior y su permanencia, ya que existen altas tasas de deserción. La calidad y pertinencia de la educación que se ofrece; los niveles de formación de sus docentes; la incorporación de contenidos curriculares que se ofrecen no responden –en general- a las demandas de la denominada “Sociedad del Conocimiento”, a la utilización de las imprescindibles nuevas tecnologías de información y comunicación y, en general, a las exigencias del futuro, tanto en lo nacional como en lo regional y en lo global. Esto 243. requerirá la inclusión de estrategias políticas, institucionales, académicas, organizativas y pedagógicas de verdadero carácter innovador. La innovación deberá ser una estrategia permanente y no una excepción para poder formar universitarios con espíritu y formación de carácter emprendedor e innovador. Estas desigualdades que hemos planteado evidencian que en América Latina reducidos sectores urbanos -pertenecientes a las clases medias y altas de la sociedad- disponen de una oferta universitaria equivalente, en gran medida, a la que reciben los estudiantes de los países desarrollados. Mientras tanto a la gran mayoría de la población se le ofrece una educación de baja calidad, desactualizada en cuanto a conocimientos y tecnología, con docentes muchas veces con menor formación de la requerida e instituciones con condiciones de infraestructura y de equipamiento muy precarias. Lamentablemente, América Latina dista de ser una región homogénea en términos de educación superior y universitaria. Más allá de los puntos de contacto de la historia, del impacto de las reformas neoliberales de los años 90 y de la necesidad de enfrentar el desafío de la “economía del conocimiento”, queda claro que no hay un modelo o sistema similar entre los países que componen la región. Tanto por el formato de coordinación como por la forma de gobierno, la educación superior latinoamericana dista de ser homogénea. (Fernández Lamarra, 2010) 2. La globalización y la educación superior Para comprender el desarrollo de las políticas universitarias se hace necesario comprender el fenómeno de la globalización, como un proceso que plantea algunas tensiones, que orientan -y a la vez desafían- a las políticas de carácter supranacional que muchas veces predominan en América Latina: - La globalización como oportunidad - para las transformaciones necesarias a nivel educativo e institucional- y la globalización como amenaza, en tanto plantea la acentuación de políticas neocolonialistas y la mercantilización de la educación. - La tendencia a implementar políticas y reformas desde modelos universalistas –estandarizados, con desarrollos históricos muy diferentes -generalmente provenientes de países industrializados tanto europeos como de América del Norte altamente desarrollados- contradictorias con las políticas nacionales y/o locales concretas. Es decir, una fuerte influencia Norte-Sur. - La globalización como negación de la historia y la heterogeneidad, 244. particularidad de los sistemas educativos, y la tendencia a la homogeneidad de las políticas educativas y el desconocimiento de contextos e historias de configuración de los sistemas. Esto es, la negación de la historia y heterogeneidad –particularidad- de los sistemas educativos, las culturas académicas nacionales, los significados sociales vinculados al contexto, las tendencias a la a las fuerzas del contexto y de las políticas educativas que obran en conjunto sobre ellos. (Green, Wolf y Leney, 2001 y Schriewer, 2011) - La tendencia hacia una convergencia política escindida de la convergencia cultural y la integración político – económica. - Las tendencias internacionales sobre las competencias para la formación profesional global y las demandas específicas nacionales, en función de las distintas formas de la organización y división del trabajo en cada sociedad- La circulación transcontinental / regional de conocimientos y los modelos de organización en espacios históricos y regionales y su “apropiación contextualmente específica”. (Schriewer, 2011). Frente a la globalización, adquiere mayor relevancia la necesidad de la integración de los países de una misma región para afrontar el fenómeno. Por ello, es necesario considerar estas tensiones en tanto ofrecen oportunidades de aprendizajes e insumos para la construcción de conocimientos o bien se plantean en términos de obstáculos o en dicotomías sin resolución. Es de considerar que las tensiones son parte inherente de la realidad, del devenir social y que, si bien se han expresado en dicotomías, éstas son insumos para el análisis, discusión y construcción de reflexiones teóricas y propuestas concretas y prácticas. 3. Las políticas supranacionales La supranacionalidad como concepto surge como una alternativa de organización integracional que se caracteriza por: a) el reconocimiento por parte de distintos Estados que comparten un conjunto de intereses o valores comunes que le suministren un objetivo y la fuerza motivacional necesaria para la realización de un proyecto integracionista. b) la creación de un poder efectivo colocado al servicio de esos intereses o valores. Esto se comprobará en la medida en que las decisiones de sus órganos comprometan a los Estados miembros a respetar y acatar tanto las normas como los dictámenes jurisdiccionales, tanto por ellos 245. mismos como por los individuos que los integran. c) la autonomía relativa de ese poder, que implica su diferenciación respecto del poder los Estados participantes, de modo tal que pueda ser puesto exclusivamente al servicio de la idea directriz que los agrupa. Parafraseando a Methol Ferre (2006), en este contexto “la voluntad de muchos países de integrarse en bloques regionales aprovechando objetivos e intereses comunes, responde a una necesidad natural del Estado que es el bien común y los derechos de los ciudadanos –entre ellos la educación-“. Lo supranacional, como forma de unificación regional/nacional, parte de un proceso de lento desarrollo a través del tiempo, una fórmula de integración política, económica, social, cultural; una integración de naciones, integración de hombres e integración de metas conceptos y deberes. Es en este marco que adquieren sentido y “sustancia” las políticas educativas supranacionales. En materia de política educativa, desde los Organismos Internacionales es posible identificar la generación de estudios comparativos y el uso de una perspectiva comparada; permitiendo un conocimiento más profundo sobre los sistemas educativos, los procesos educativos y los resultados de aprendizaje; posibilitando realizar comparaciones subnacionales, nacionales e internacionales; promoviendo la implementación de políticas uniformes de reformas educativas internacionales. Esto ha provocado muchas veces, entre otras consecuencias, una implantación acrítica y descontextualizada de políticas, prácticas y experiencias. Un claro ejemplo de políticas educativas supranacionales es la creciente influencia de los informes comparativos internacionales de rendimiento escolar (TIMSS, PISA, PIRLS), promovidos por la OCDE y otros organismos internacionales o bien el funcionamiento de las agencias de acreditación supranacional como la International Network for Quality Assurance Agencies in Higher Education (INQAAHE), que se han establecido en países europeos bajo el marco del Proceso de Bolonia. En Europa, Schriewer (2011) señala algunos cambios producidos a partir de la puesta en marcha de políticas supranacionales orientadas a conformar el Espacio Europeo de Educación Superior: (…)En lugar de control de procedimientos y de contenidos, se establecieron nuevas formas de control de resultados (por ejemplo, mediante acuerdos de objetivos y rendimiento, el cumplimiento de los cuales está supervisado y evaluado); se introdujeron nuevas formas de entrega de informes y de responsabilidad; los stakeholders (partes, entidades o personas interesadas) externos participan más en las decisiones estratégicas mediante paneles de gobernantes o consejos universitarios; la com246. petencia se ha intensificado a través de rankings u otras herramientas como el RAE inglés (un ranking sobre excelencia investigadora) o la iniciativa alemana de la excelencia de las universidades. (Schriewer 201) Frente a estos cambios y las características señaladas que muchas veces adquieren las políticas supranacionales, López Segrera (2008) se pregunta “como las universidades podrán velar por sus valores tradicionales de autonomía, libertad de cátedra, investigación, trabajo de los estudiantes y evaluación”. Este es un desafío que las universidades latinoamericanas deben atender en tanto la experiencia de integración europea ha generado debates importantes en América Latina sobre estos temas. Por el mayor peso del sector privado en la educación superior y universitaria latinoamericana en comparación con la europea, la copia del Proceso de Bolonia no es aplicable ni deseable. Sin embargo, la agenda, en cuanto a los temas específicos y generales que despierta en la región, hace que la experiencia de Europa sirva para construir un debate común. (Brandi, 2012) Esto lleva a plantear una antigua polémica sobre si es razonable tratar de asumir políticas supranacionales que muchas veces se refieren a realidades muy distintas las que existen en el país o en la región en que se intentan aplicar, generalmente acompañadas de importantes recursos financieros, como lo han hecho -y en algunos casos todavía lo hacen- los proyectos financiados por organismos, bancos y fundaciones internacionales. Incluso -muchas veces- esta polémica ha intentado invalidar la significación y utilidad de la educación comparada, asignándole –quizás equivocadamente- constituirse en un instrumento de estas políticas supranacionales. Este equivoco se da porque muchos especialistas en estudios comparados han estado al servicio de estos intereses internacionales porque reciben altos honorarios o sus centros de estudios tienen importantes financiamientos de estas fuentes. Justamente en la actualidad en el seno del Consejo Mundial de Sociedades de Educación Comparada (WCCES) –del que el autor de este trabajo es Vicepresidente- se está registrando una polémica político-institucional entre los sectores de carácter conservador que habitualmente representan estas postulaciones antinacionales y lo sectores más progresistas que se resisten a las postulaciones supranacionales de imposición Norte-Sur. Los estudios de carácter supranacional deben tener en cuenta estos debates para evitar ponerse al servicio de intereses contradictorios con los nacionales y regionales y propender a políticas y plantear propuestas que -en algunos casos- podrían ser de carácter neo-colonialista. Esto 247. podría haber ocurrido –o estar todavía ocurriendo- con algunos de los proyectos de la Comisión Europea u otros financiados por otras fuentes nacionales o regionales europeas y de América del Norte. Consideramos que esta advertencia es importante cuando se asume –como tema- el de los estudios supranacionales. 4. Hacia la construcción del Espacio Latinoamericano de Educación Superior y su articulación con el Europeo. Como ha sido mencionado, existen profundas divergencias en las políticas de educación superior en América Latina, que se explican por la influencia de modelos muy diferentes y heterogéneos y por las diferencias en cuanto a lo institucional: desde grandes e importantes universidades –equivalentes a las mejores del mundo- hasta pequeñas instituciones de muy bajo nivel académico (denominadas universidades “patito” en México y “garage” en Colombia y otros países). Además, hay una marcada heterogeneidad en materia de diseños y organización de carreras de grado; en los procesos para la acreditación de instituciones, en la organización de los posgrados, etc. Otros temas son el de la educación a distancia y virtual y el de la educación transnacional, sin regulaciones ni controles adecuados. Ésta es una rápida caracterización del escenario latinoamericano de educación superior y de algunas de sus divergencias. Tiana (2009) –actual Rector de la UNED de España- ve la dificultad que ofrece la aplicación del Espacio Europeo en la región americana, pero, sin embargo, entiende que es algo inevitable dentro de un proyecto de mundialización de la Educación Superior. A su vez Malo (2005) –de México- opina que “la posibilidad de trasladar a nuestro continente lo que en Europa se hace es aún remota”. En su opinión, es la propia configuración del sistema educativo, que impide la movilidad entre diferentes facultades; un enfoque excesivamente profesionalizante; un programa de doctorado limitado y falta de mentalidades con visión global que favorezca la construcción de un sistema más abierto y flexible. La relación entre el proceso de EEES y su aplicación al continente sudamericano, se plasma desde distintas ópticas que indican desde la posible situación neocolonialista hasta una oportunidad para potenciar el establecimiento de redes universitarias que faciliten la movilidad del profesorado y estudiantes. Fernández Lamarra (2012) Al respecto señalamos que el Espacio Europeo de Educación Superior -y su denominado Proceso de Bolonia- podrá constituirse en un marco 248. adecuado para estudiar los procesos de convergencia, no para adoptarlos acríticamente. Para ello es necesario: * aceptar la importancia de los protocolos regionales e intergubernamentales de reconocimiento de títulos y estudios; por ejemplo la experiencia del MERCOSUR, ampliándola ahora con el UNASUR. * avanzar hacia nuevas y más eficientes modalidades de gestión universitaria. * contribuir al desarrollo de la movilidad de los estudiantes; por ejemplo, mediante la creación de sistemas regionales de becas. * evaluar la creación de un sistema de créditos transferibles, por lo que para ello resulta útil la experiencia europea del Sistema Europeo de Créditos Transferibles -el ECTS-. Ha habido propuestas concretas en el marco de proyectos ALFA –como el 6 x 4- y más recientemente –en mayo de 2012- por parte del proyecto Tuning 3, con la propuesta del Crédito Latinoamericano de Referencia (CLAR). * recuperar la discusión sobre el modelo B-M-D de Bolonia en la definición de criterios comunes de estructura académica. * dar mayor flexibilidad a los diseños curriculares. * impulsar un intercambio permanente de profesores e investigadores, a través de programas y proyectos regionales y subregionales de intercambio académico. * avanzar en proyectos regionales de posgrados, tanto para maestrías como para doctorados. * intensificar los procesos de doble titulación entre universidades latinoamericanas. 4.1 La construcción del Espacio Común de Educación Superior. La construcción del Espacio Común de Educación Superior Latinoamericano tiene su primer antecedente en la Declaración de Guadalajara (1991) donde se expresa que las aspiraciones de desarrollo económico, social, tecnológico y cultural necesitan de un gran impulso de la educación. Se habla por primera vez de la necesidad de promover un mercado común de conocimiento que suponga un espacio para los saberes bajo una filosofía de intercambio de materiales e innovación. Desde Europa se ha promovido la construcción de un Espacio Común de la Educación Superior entre ambas regiones. En la Declaración de Salamanca de 2005 se avanza hacia la creación de un Espacio Iberoamericano, orientado a las necesidades de cambio en la Educación Superior, centrándose en la investigación, el desarrollo y la innovación. Todo ello con un claro fin,según se afirma, de incrementar la productividad eco249. nómica que lleve a la mejora de la calidad, sobre todo a nivel social y de desarrollo comunitario. La Cumbre de Presidentes de la Unión Europea y de América Latina y el Caribe formalmente ha creado el Espacio Común de Educación Superior ALCUE y ha ido aprobando diversas resoluciones, hasta ahora de escasa resonancia efectiva en la dinámica universitaria. La Comisión Europea ha destinado -a través de varios de sus programas- un importante financiamiento para este propósito sin tener en cuenta las condiciones muy distintas entre los sistemas universitarios en Europa y en América Latina. En particular, la construcción del EEES -a partir de la base de la Unión Europea- mientras que en América Latina no se tiene una construcción política equivalente. De hecho, el EEES –Proceso de Boloniafue decidido originalmente por los ministros de 29 países europeos y sus consejos de rectores y sus universidades lo asumieron prácticamente sin resistencias formales decisivas. En América Latina –por la vigencia plena de la autonomía universitaria- una construcción semejante hubiese sido fuertemente resistida por los sistemas universitarios nacionales y regionales. Por eso es importante señalar esta importante diferencia –muy relevante- entre la universidad en Europa y en América Latina. El Espacio Europeo se construyó de arriba para abajo, estrategia propicia en el marco de las características de los sistemas universitarios europeos. En cambio en América Latina debería construirse con el consenso entre todos los actores institucionales, pero donde el protagonismo fundamental debe provenir de las universidades y de sus principales actores; es decir de abajo para arriba. Este tema es central ya que la tradicional autonomía de las universidades en casi todos los países de la región -característica propia y específica de la educación superior pública en América Latina a partir de la Reforma Universitaria de 1918- aconseja que la estrategia para la construcción de la necesaria convergencia parta de las propias instituciones universitarias y de los diversos consejos y asociaciones de rectores y de universidades, públicos, privados o integrados, según sean los casos. Por su parte, la Cumbre Iberoamericana de Presidentes y Jefes de Gobierno ha creado, también, el Espacio Iberoamericano de Educación Superior, en el que ya se han hecho algunos muy leves avances. La puesta en marcha de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) como brazo ejecutor de las Cumbres de Presidentes, propende también a la construcción de ese espacio común de la educación superior entre los países de ambas regiones. Alemania, España, Francia, Italia, Portugal 250. y Suecia así como otras naciones europeas, también han propendido a construir redes y lazos entre los sistemas de educación superior a ambos lados del océano. Este Espacio Iberoamericano se plantea en coordinación con la Secretaría General Iberoamericana, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y el Consejo Universitario Iberoamericano (CUIB). Se comienza, por tanto, a hablar de un “Espacio Académico Iberoamericano de Cooperación Universitaria” o “Espacio Iberoamericano de Educación Superior”. Ambos conceptos políticamente se funden en uno mismo para formar un “Espacio Iberoamericano del Conocimiento”. A lo largo de estos años, en América Latina se ha ido generando una cierta concepción latinoamericana para la educación superior y se han ido produciendo trabajos y acuerdos para ello. El organismo más activo al respecto ha sido la UNESCO, particularmente a través del actual IESALC (antes CRESALC). Así, se celebró la primera Conferencia Regional de Educación Superior para América Latina y el Caribe en La Habana, Cuba, en 1996, donde el tema central ha sido “Las políticas y estrategias para la transformación de la Educación Superior de América Latina y el Caribe”. A esta Conferencia han seguido diversos, estudios, trabajos, reuniones y encuentros internacionales como la siguiente Conferencia Regional de Educación Superior (CRES), llevada a cabo en Cartagena de Indias, Colombia, en el año 2008, donde se trató la Educación Superior relacionada con la ciencia, la tecnología y su aplicación para el desarrollo humano sostenible. Según López Segrera (2008) “el objetivo principal era la necesidad de generar un amplio movimiento de reflexión, compromiso y acción, dirigido a que las políticas institucionales y públicas en Educación Superior se beneficien de los avances del siglo XXI”. Para ello, la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) focaliza sus esfuerzos en generar propuestas hacia el fortalecimiento de los procesos de integración regional que posibiliten un desarrollo óptimo de la Educación Superior, la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe. Es de señalar que las Conferencias Regionales latinoamericanas -años 1996 y 2008- fueron previas a las Conferencias Mundiales de Educación Superior, realizadas en la sede de la UNESCO, en París, en los años 1998 y 2009. En ambas conferencias mundiales los puntos de vista de América Latina -expresados en las conclusiones y recomendaciones de las conferencias regionales- fueron decisivos para las conclusiones y recomendaciones de las conferencias mundiales, aunque en algunos casos los países desarrollados (América del Norte y Europa) presenta251. ron ciertas resistencias, que fue necesario superar. Los conceptos claves que surgen como orientaciones para las políticas de educación superior para América Latina de las conclusiones y recomendaciones tanto de la CRES-2008 como de la CMES-2009, pueden sintetizarse a través de los siguientes conceptos de política universitaria: Bien público- Pertinencia - Relevancia - Responsabilidad Social Equidad - Autonomía - Calidad - Innovación - Ciudadanía democrática - Participación - Gobernabilidad - Consensos – Educación permanenteConvergencia nacional y regional - Cooperación regional - Internacionalización - Libertad académica - Sociedad del Conocimiento - Utilización de las TIC - Movilidad académica – Articulación con los otros niveles de enseñanza - Articulación e innovación con Ciencia y Tecnología – Nuevos modelos de Educación Superior- Mayores recursos financieros… En este marco, Días Sobrinho (2008) menciona que en ambas Declaraciones “aparecen conceptos, palabras y ejes de acción de las reformas en educación superior que se han implementado e implementan en el mundo y en Latinoamérica: pertinencia, relevancia, calidad, responsabilidad social, equidad, internacionalización, autonomía, libertad académica, evaluación... (Días Sobrinho, 2008) Estos conceptos podrían orientar el proceso de convergencia de la educación superior a nivel regional. Como señala Tunnermann (2008) “las Declaraciones Mundiales son en buena medida una brújula orientadora, la carta de navegación de los procesos de transformación de la educación superior mundial y de nuestra región en estos últimos diez años, aun cuando, ciertamente, quedan muchos retos pendientes”. (Tunnerman, 2008) 4.2. Los procesos de convergencia en América Latina El Espacio Común se construye desde la integración interuniversitaria, la movilidad académica y la formación de dirigentes universitarios. Por ello, con la construcción de procesos de convergencia en áreas específicas y la posible creación del Espacio Común Latinoamericano, a partir de la identificación de asimetrías, consensos y estrategias, se podrá alcanzar una auténtica articulación convergente, tendiente a la creación de ese Espacio Común de Educación Superior. Para este proceso es de mucho interés estudiar los objetivos, los alcances y las estrategias desarrolladas en el ámbito del EEES. No para copiarlos y aplicarlos rígidamente sino para aprender de una estrategia exitosa de integración interuniversitaria y de creación de un espacio común. En los países de América Latina, en las últimas décadas, se ha plan252. teado la necesidad de atender prioritariamente a la articulación y a la convergencia de los sistemas y, particularmente, en cuanto al reconocimiento de títulos y estudios, a fin de posibilitar la movilidad de las personas –docentes, estudiantes y directivos- en el marco de la región. Para ello se han ido desarrollando varios procesos de carácter integrador. Uno de estos procesos ha sido el de la integración del MERCOSUR con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay como fundadores y la posterior incorporación de Bolivia y Chile como asociados. Recientemente se ha incorporado como nuevo miembro Venezuela. Otro de los procesos es el del NAFTA con la integración de México con Estados Unidos y Canadá. En Centroamérica se han registrado importantes avances en la consolidación de la región. Los países andinos tuvieron dificultades para consolidar el Pacto Andino, que funcionó aceptablemente bien hasta fines de la década del 70 e inicios de la del 80; en estos países es de destacar la organización y funcionamiento del Convenio Andrés Bello para atender a los aspectos de articulación en materia de educación y cultura. También es de destacar el proceso gradual de integración interuniversitaria llevado a cabo en Centroamérica, particularmente a través de la acción del organismo que integra a sus universidades públicas, el CSUCA. Los países del Caribe Anglosajón han integrado el CARICOM, junto a Estados Unidos. Actualmente se está organizando el UNASUR, como muestra del espíritu de unidad latinoamericana, con muy buenas intenciones -particularmente desde lo político regional- pero todavía con escasos avances en lo vinculado a lo universitario. En materia de convergencia educativa, en cambio hay importantes avances del MERCOSUR en materia universitaria, en particular el reconocimiento de titulaciones de grado a través, primero, del Mecanismo Experimental MEXA y actualmente mediante ya un mecanismo definitivo, el ARCU-SUR; en Centroamérica mediante la importante labor del CSUCA, de los programas de evaluación y acreditación regional de posgrados y -más recientemente- la organización del Consejo Centroamericano de Acreditación; en la Comunidad Andina de Naciones a pesar de las dificultades, se han organizado algunos programas y proyectos facilitadores de la integración. 4.3. Programas y proyectos en materia de convergencia En los últimos años diversos organismos de cooperación internacional, regional o bilateral han iniciado programas y proyectos que han promovido la convergencia y la articulación entre los sistemas de educación superior. Se pueden mencionar a nivel intergubernamental inter253. nacional: entre otras, a la UNESCO, al Banco Mundial, a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A nivel intergubernamental- interregional: a la Comisión Europea y a nivel intergubernamental regional: a la Organización de Estados Americanos (OEA), al IESALC/ UNESCO y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Respecto de agencias gubernamentales bilaterales pueden citarse: a la U.S. Agency for International Development (USA AID), a la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), a la Japan International Cooperation Agency (JICA), a la Canadian International Development Agency (CIDA), entre varias otras. Y en el nivel interregional pueden mencionarse a la Organización Universitaria Interamericana (OUI), a la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y al Convenio Andrés Bello. También se organizaron muy diversas redes interuniversitarias o interinstitucionales que han coadyuvado a estos propósitos de convergencia: el Grupo Montevideo, la UDUAL, el CSUCA; la Red Columbus; la Red Latinoamericana de Cooperación Universitaria; la Asociación de Universidades de América Latina y el Caribe para la Integración (AUALCPI); la Asociación ORION; la Red Iberoamericana para la Acreditación de la Calidad de la Educación Superior (RIACES); la Red de Macro Universidades Públicas de AL y el Caribe; la Asociación de Universidades Amazónicas (UNAMAZ); el CRISCOS con las universidades de la región centro-oeste de Sudamérica; la Red de Universidades Regionales (UREL); la de las Universidades de la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL); la Red que agrupa a las de carácter tecnológico (AIESTALC); la de las Universidades Privadas de Centroamérica (AUPRICA); el CINDA; la Red RICES para la Convergencia de la Educación Superior –que estamos promoviendo desde la Universidad Nacional de Tres de Febrero- etc. Estos procesos de integración regional son indicadores muy positivos hacia una meta deseable y necesaria y que ha sido –desde el inicio de los procesos de independencia de los países latinoamericanos- un muy loable ideal del Libertador Simón Bolívar: la unidad de América Latina. Casi dos siglos después, es de esperar que estos procesos de integración regional coadyuven a estos propósitos, ahora casi imprescindibles frente a la globalización e internacionalización de los aspectos políticos, sociales, económico-productivos, culturales y educativos a nivel mundial. Para esa tarea es imprescindible el indispensable protagonismo de las universidades y de los sistemas universitarios latinoamericanos. Pero, también, estos evidencian –lamentablemente- la tendencia negativa de América Latina hacia la fragmentación y a la diversificación. Por ello, 254. será necesario impulsar estrategias y políticas que tiendan a generar un proceso articulador en cuanto a esta diversidad de organismos y redes en materia universitaria. Un avance significativo –aunque todavía muy embrionario- es la creación por parte del IESALC/UNESCO de ENLACES, una red de redes, creada a partir de lo establecido en las recomendaciones de la CRES de la UNESCO de Cartagena de Indias, en el año 2008. 5. Posibles lineamientos para la convergencia Frente a los avances del Espacio Europeo y su posible convergencia con América Latina, se hace necesario trabajar hacia la convergencia de la educación superior en América Latina y en la construcción conjunta de un Espacio Común Latinoamericano, como requisito básico sobre el cual ir articulando, global y sectorialmente. Lamentablemente las pocas iniciativas orientadas a la creación de un Espacio Latinoamericano de la Educación Superior, al producirse con formas aisladas y focalizadas en nichos y campos muy específicos de la educación superior y sin marcos de regulación comunes, tienden a disgregar y diferenciar aún más los sistemas nacionales de educación superior en la región y, por ende, dificultar en mayor medida su urgente concresión. A partir de ya planteado para orientar este deseable proceso de convergencia tendiente a la creación de un Espacio Común Latinoamericano, se deberían encarar -entre otras- las siguientes acciones: - Desarrollar trabajos y estudios que favorezcan la convergencia de los sistemas universitarios nacionales, a nivel subregional y del conjunto de América Latina. - Promover la convergencia entre distintas asociaciones y redes interuniversitarias ya existentes. - Estudiar -conjuntamente con organismos y universidades latinoamericanas- políticas, buenas prácticas y experiencias positivas desarrolladas en el marco tanto del EEES (Proceso de Bolonia) como del NAFTA y de otras regiones del mundo - Recopilar, analizar y difundir los trabajos y estudios desarrollados en América Latina, en América del Norte, en Europa y en otras regiones, que sean contributivos a los procesos de convergencia. - Integrar y conformar un amplio repertorio documental digital de acceso abierto sobre los sistemas de educación superior vinculado a la convergencia Particularmente se podrán promover procesos de convergencia en cada país, en cada subregión y en el conjunto de América Latina, en cuanto a: 255. - Organización de la educación superior y sus normativas; - Políticas de desarrollo de la educación superior y sus metas de equidad; - Criterios y estándares de calidad, su evaluación y acreditación; - Estudios de posgrados conjuntos y redes y proyectos de investigación; - Propuestas regionales en materia de educación a distancia y virtual; - Desarrollar procesos de internacionalización de la educación superior en el marco de políticas supranacionales que prioricen la cooperación Sur-Sur. 6. Hacia una nueva Reforma Universitaria Es importante señalar que ante la cercanía del Centenario de la Reforma Universitaria de 1918, los universitarios de América Latina deberemos trabajar con urgencia para debatir en todos los ámbitos políticos, sociales, profesionales y universitarios una nueva Reforma Universitaria que destaque los objetivos todavía incumplidos -pero plenamente vigentes- de la Reforma de 1918 y formule las nuevas bases y contenidos que orienten a la Universidad en América Latina hacia el futuro con objetivos, lineamientos y propuestas que se proyecten con similar vigencia a las que tuvieron –y aún tienen- las que plantearon hace casi un siglo los estudiantes de Córdoba. Lo que destaca muy positivamente la significación de estas propuestas es que luego de casi cien años la Argentina, América Latina y el mundo son muy diferentes a lo que eran en 1918 pero, sin embargo, la casi totalidad de las propuestas universitarias, políticas, sociales y pedagógicas que se formularon en el ámbito del Movimiento Reformista están plenamente vigentes y muchas de ellas aún incumplidas. Ojalá la sociedad como el Gobierno y otros ámbitos públicos de la Argentina y la universidad tanto argentina como latinoamericana puedan en estos ya pocos años faltantes hasta el Centenario, plantear una nueva Reforma Universitaria que oriente las políticas educativas y las de educación superior para atender las urgentes e importantes demandas de democratización y de pertinencia de la Sociedad del Conocimiento y de la Información. En esto deberemos participar activamente todos a través de procesos de consensos nacionales y regionales, junto con organismos internacionales –especialmente la UNESCO, y la OEI-, consejos de rectores de cada país, redes universitarias, asociaciones nacionales y regionales de docentes y de estudiantes, asociaciones de graduados universitarios, consejos profesionales, etc. Para ello debemos ya mismo iniciar los debates y estudios necesarios, impulsados desde las universidades y desde los distintos ámbitos gubernamentales, sociales y políticos y trabajando conjuntamente con 256. el resto de los países latinoamericano. Quizás esta tarea sea la primera y más urgente para impulsar la creación del Espacio Latinoamericano de Educación Superior. Estos debates y estudios ojalá contribuyan efectivamente a la creación de este Espacio para que tanto su efectiva y deseable creación como la nueva Reforma Universitaria a diseñar sean procesos hermanados de la Convergencia Sur-Sur. Esperamos con este trabajo poder aportar al debate, a la reflexión y a la urgente e imprescindible tarea en común con todos los hermanos latinoamericanos para la creación del Espacio Común de Educación Superior y para la formulación de una nueva Reforma Universitaria, tanto para América Latina como, también, como contribución para el resto de las regiones y países del Sur de otros continentes, así como también también para los países y universidades del Norte, tanto de América como de Europa. Bibliografía ALBERTI G y TRAVAINI I (Coord.) (2012) Visión y prácticas “desde abajo”. La construcción del espacio ALCUE mediante la colaboración académica entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe. Buenos Aires: Proyecto VertebrALCUE BRANDI J. (2012) “Integración latinoamericana y educación superior. Reflexión sobre las posibilidades de integración latinoamericana de la educación superior y universitaria desde una perspectiva europea”. 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Tal vez en un futuro próximo, una vez que se supere la “dictadura de la deuda”, la inversión en CyT pueda incrementarse. Asimismo, resulta difícil que la investigación se traduzca en innovación tecnológica industrial, entre otras razones por la baja incidencia de la inversión en I+D en el sector privado, asunto que requiere encontrar alguna solución creativa al momento de otorgar financiamiento público. Por supuesto, las filiales locales de las multinacionales adaptan casi sin inconvenientes las tecnologías que generan mediante su investigación y desarrollo (I+D), pero las PyMEs locales no se hallan en la misma situación. Por el contrario, frecuentemente no tienen acceso a los nuevos conocimientos, ni -por consiguiente- a la innovación tecnológica. Si estos productores locales, en gran medida pequeños y medianos productores, no tienen esas posibilidades, habrá que preguntarse si con las condiciones existentes es posible alcanzarla. La respuesta es afirmativa, pero ello requiere potencias la interacción incipiente entre los productores y las instituciones científicas como proponían Amílcar Herrera y Jorge Sábato hace más de tres décadas, aunque mediante nuevos instrumentos. Indudablemente, existe una brecha tecnológica con los países del 260. Norte que se traduce en una nueva división internacional del trabajo en la cual, claramente, nuestra región depende de los vaivenes de los precios oscilantes de las materias primas, pero se perjudica a la larga en los términos de intercambio, con consecuencias perjudiciales en materia de generación de empleo, particularmente de empleo de calidad. Pero la dependencia se evidencia en otros problemas de nuestras poblaciones, por ejemplo en aquellas enfermedades endémicas olvidadas por no ser suficientemente rentables para los grandes laboratorios, por lo que se dejó durante años a la gente abandonada a su suerte, hasta que emergieron iniciativas de gobiernos, de científicos y de profesionales latinoamericanos para revertir esa situación. En el presente trabajo presentaremos algunos aspectos emblemáticos de la recuperación de las capacidades científicas y tecnológicas en Argentina y nos detendremos en algunos casos de cooperación fructífera con otros países de la región que indican la necesidad de profundizar ese camino de cooperación e integración si se pretende encarar exitosamente diferentes desafíos –algunos sumamente urgentes- para mejorar el bienestar de nuestras poblaciones. Por supuesto, entendemos que ese bienestar no debería darse mediante un “estilo de desarrollo consumista” -en los términos en los que Oscar Varsavsky se refería al mismoincompatible con la sustentabilidad ambiental y social. Por el contrario, deberíamos encaminarnos hacia un “estilo de desarrollo creativo”, perfectamente viable, a la luz de recientes experiencias. Veremos en qué medida es posible sacar algunas conclusiones de las cuestiones que expondremos, atendiendo al sostenimiento de una política científica autónoma y a la adopción de tecnologías “convenientes”. 2-El mega anillo de fibra óptica de la UNASUR Uno de los últimos casos de integración regional se produjo a partir de la necesidad de lograr una mayor independencia en las telecomunicaciones, a partir de las denuncias del espionaje realizado por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) a diferentes líderes mundiales. Entre los espiados estuvo la Presidente de Brasil, Dilma Rousseff, quien tenía intervenidos sus correos electrónicos. El espionaje en Brasil no fue sólo político, sino también con respecto a la estrategia empresarial que empezaría a tener Petrobras, a partir de descubrirse la plataforma petrolera marítima frente a sus costas. De este modo, lo que hizo USA fue obtener ventajas competitivas espurias en el comercio a partir de conocer las cartas de la competencia. En conocimiento de esto, la Presidente de Brasil suspendió en 2012 el viaje programado a USA para una cumbre 261. con el presidente Obama y realizó un firme pedido de explicaciones. Lo que interesa, atendiendo a nuestro hilo conductor, es que la UNASUR decidió construir un mega anillo de fibra óptica en América del Sur y el Caribe, para terminar con la dependencia de USA en términos de telecomunicaciones. En el caso de nuestro país, el Ministerio de Planificación implementó de manera acelerada la Red Federal de Fibra Óptica, de 30.000 kilómetros, cuya implementación estuvo y continúa en manos de la empresa estatal Arsat, dando lugar a la convergencia digital, regulada por una nueva Ley de Telecomunicaciones, la Ley 27.078, Argentina Digital, la cual cambia la lógica de los servicios de telecomunicaciones. Como veremos a continuación, antes se había logrado otro importante paso junto con los países del Mercosur y otros países de América Latina en el modo en que se produjo la incorporación de la norma técnica japonesa para la digitalización de las frecuencias audiovisuales. 3-Adquisición adecuada de “tecnología conveniente” e integración en el Mercosur. El proceso de digitalización de la televisión abierta (TDA) es un ejemplo de adquisición de tecnología conveniente y muestra un enorme aprendizaje con respecto a lo que ocurrió con la compra de tecnología enlatada en otros períodos de la historia reciente. Con la iniciativa de Brasil, Argentina y otros países de Suramérica decidieron elegir la norma japonesa para la digitalización del espectro radioeléctrico, en vez de la europea y la norteamericana. ¿Por qué? La norma japonesa consiste en una tecnología que permite transformar una frecuencia analógica de televisión en seis frecuencias, mientras las otras sólo permiten sólo cuatro. Esto ya es una ventaja cuando se pretende multiplicar las voces en el espacio público. Las otras normas permiten tener sólo 4 canales de más alta definición, pero la definición de la norma japonesa digital es excelente. Quizás no se trata de la mejor calidad posible, pero se trata de una “tecnología conveniente” con una extraordinaria calidad. El concepto de “tecnología conveniente” debería tenerse en cuenta permanentemente, al momento de adoptar una tecnología, para no ir atrás de novedades caras o inconvenientes por sus consecuencias. Lo que resulta interesante es que el acuerdo de nuestros países no sólo permitió una integración tecnológica, sino que se pudo negociar con Japón en condiciones óptimas. No se trató de una compra de tecnología llave en mano, sino que se adquirió el know how y los primeros receptores, decodificadores y antenas, para luego comenzar a producirlos en los 262. propios países. En 2014 Argentina estaba instalando la televisión digital en Venezuela. 4- La voluntad política para revertir la decadencia en CyT ¿Quién puede discutir los enormes avances en política científica y tecnológica en los últimos 10 años en nuestro país? Luego de décadas de decadencia inducida, la investigación científica y tecnológica renacieron por el empuje de la decisión política de los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, simbolizada de manera emblemática por la puesta en órbita del primer satélite argentino de telecomunicaciones, el Arsat-1, primero de una serie de tres que podrán prestar servicios a nuestros países hermanos de América Latina para facilitar la integración en telecomunicaciones y transmisión de datos. Cuando Argentina estaba por perder su órbita geoestacionaria, pretendida por Gran Bretaña, el Presidente Kirchner eligió asumir el desafío de máxima de fabricar el satélite en Argentina, aprovechando las capacidades científicas y tecnológicas propias y para poder realizar los aprendizajes necesarios para disponer de una tecnología autónoma y conveniente. Muchas fueron las críticas de los agoreros e impotentes de siempre. El satélite ARSAT-I fue lanzado el 16 de octubre de 2014 y realizó primera transmisión en la celebración del Día de la Recuperación de la Democracia y de los Derechos Humanos, cuando se festejaron los 31 años ininterrumpidos de democracia. Cosas de la finitud: quien más merecía ver ese día, Néstor Kirchner, lamentablemente no pudo hacerlo. Se trata de un ejemplo inspirador que debería erigirse en modelo de autonomía frente a otros desafíos pendientes en el campo científico, en el tecnológico y en el de la innovación incorporada a la industria. Néstor Kirchner y Cristina Fernández tuvieron claridad sobre la importancia de la necesidad de estimular y sostener una investigación autónoma y relevante si se pretende algo más que un país meramente agroexportador, superando también la falsa dicotomía entre campo e industria. Más aún, tal es la dependencia del conocimiento que tiene hoy la producción agropecuaria, que sin ciencia y tecnología, la Argentina y los propios productores en poco tiempo podrían verse obligados a dejar buena parte de la renta obtenida para dejarla transferirla en pagos en concepto de patentes de invención a quienes patentan los eventos biotecnológicos que permitieron, por ejemplo, los altos ingresos en concepto de exportaciones agropecuarias en los últimos años. Este es un ejemplo de los nuevos desafíos que se deberá enfrentar: ¿podremos volver a tener nuestras propias semillas, transgénicas o no? ¿Se podrá, a su vez, 263. incorporar a los OGM en un “estilo de desarrollo creativo”, sustentable social y ambientalmente? Nuestro país no sólo recuperó la capacidad para generar ciencia y tecnología de calidad, sino que previamente contó con el aporte intelectual de científicos y tecnólogos que tuvieron una enorme capacidad para reflexionar sobre política científica de modo de influir en la política y en la organización de las instituciones de investigación científica, lo cual no pudieron ver realizado en vida. Entre ellos podemos mencionar a Oscar Varsavsky, Rolando García, Jorge Sábato y Amílcar Herrera, entre los más destacados, cuyas diferencias se minimizan en la actualidad. No pueden desconocerse sus aportes si se pretende enfrentar exitosamente los futuros desafíos (Al respecto nos referimos en Flax, Javier “La organización de las instituciones de investigación científica. Entre la eficiencia y la justicia”, Cuadernos Americanos Nº62, UNAM, México, 1997). Oscar Varsavsky, por ejemplo, tuvo enorme claridad al plantear la importancia de la autonomía científica frente al pseudo dilema en el que se encontraba empantanado el pensamiento de fines de los ’60 entre dirigismo o libertad de investigación. Para Varsavsky toda investigación científica que requiriera financiamiento estaba orientada de uno u otro modo. El dilema entonces era si esa orientación se dejaba en manos del mercado o se lograba una investigación autónoma, que pudiera establecer políticamente sus prioridades, atendiendo al interés público. Por ello planteaba una ciencia que por entonces denominaba “para el cambio social”. Para ello se requería, a su vez, que los científicos no incurrieran en perspectivas cientificistas, es decir, incapaces de reflexionar sobre las propias prácticas de investigación e incapaces de hacerse responsables por las consecuencias perjudiciales previsibles de sus resultados. Por ellos se requería del trabajo interdisciplinario de los grandes programas cuando se abordaban problemáticas complejas. Quien pudo realizar los aportes más claros en esa línea fue Rolando García, quien elaboró una metodología interdisciplinaria orientada por un marco epistémico valorativo que permitía la articulación entre las diferentes disciplinas a través de varias fases de diferenciación del sistema complejo que se estuviera estudiando y la integración de los aportes de las diferentes disciplinas. Esta metodología la elaboró convocado por la FAO para revertir o, al menos, detener las consecuencias perjudiciales de la implementación de un paquete tecnológico para la sorgorización de una región de México. Si los estudios de García en torno al sorgo se hubieran tenido en cuenta en la sojización transgénica en nuestro continente, muchas consecuencias indesea264. bles previsibles, tanto sociales como ambientales, se hubieran podido evitar. Jorge Sábato trabajó sobre la necesidad de generar una sinergia en términos de ciencia y tecnología para estimular la innovación industrial. El famoso triángulo de Sábato tenía por vértices al Estado, las Universidades y el sector privado. Hoy continúa siendo el mayor desafío lograr que el conocimiento se convierta en un insumo que brinde ventajas competitivas a las empresas que no tienen escala para su disponer de su propia I+D, como ocurre con las grandes transnacionales. De lograrlo depende obtener un mayor valor agregado a nuestros productos, trabajo argentino de mayor calidad y que los términos de intercambio internacional no dependan de los vaivenes de los precios de los bienes primarios, materias primas o, genéricamente hablando, de las commodities. Por su parte, Amílcar Herrera, entre tantas otras cosas, mostró que la distinción tradicional entre investigación básica, investigación aplicada, tecnología, industria y sistema de necesidades/mercado, debía relativizarse cuando se trata de biotecnologías o de informática. Asimismo, dejó en evidencia la tracción que genera el mercado en torno a las diferentes fases mencionadas. Cabe preguntar, entonces, si puede dejarse meramente al mercado la orientación explícita o implícita de la investigación científica y tecnológica, atendiendo a las consecuencias. Lo que muestran algunos de los casos que vamos a señalar indica que el Estado no debería renunciar a su papel rector, de modo de profundizar el camino iniciado en los últimos años, en los que se revirtieron las pérdidas de capacidades científicas y tecnológicas padecidas en varios períodos de la historia reciente en plena hegemonía neoliberal con su ideología de los mercados autorregulados. 5-La pérdida planificada de las capacidades científicas y tecnológicas “Tenemos que mirar la historia, no para hacer de fiscales, sino para no ser idiotas”. Del discurso de Cristina Fernández de Kirchner en José C. Paz (9 de septiembre de 2015) Como es sabido los objetivos implícitos y reales de la dictadura genocida fueron transformar la matriz económica y social en un sentido regresivo, para lo cual no dudaron en destruir todo aquello y a todos aquellos que se pudieran oponer a sus planes. En términos de capacidades científicas y tecnológicas, lo único que se mantuvo en pie fue el plan nuclear. No debemos olvidar que en 1975 una empresa de capital nacional -Fate- producía la primera minicomputadora –una calculadora cien265. tífica- con tecnología enteramente argentina. Para ello sólo importaba el 20% de los insumos. Fate llegó a ocupar el 50% del mercado compitiendo con empresas transnacionales. Asimismo, CITEFA estaba desarrollando investigaciones para la utilización del silicio y la fabricación de circuitos integrados impresos. Pero la política de apertura de la economía implementada por Martínez de Hoz durante la dictadura condujo a arrasar con la el desarrollo tecnológico y la industria nacional. Asimismo, empresas trasnacionales como IBM presionaron a los gobiernos latinoamericanos para imponer sus productos a través de los buenos oficios de la Cámara de Comercio Exterior y el Departamento de Estado de USA. En los ’90 se potenció la idea de volver al modelo agroexportador para asumir “nuestro lugar” en la redefinición de la división internacional del trabajo, particularmente a través de la prédica del ex Presidente del Banco Central durante la dictadura genocida y futuro superministro de economía, Domingo Cavallo, por entonces miembro de Fundación Mediterránea, quien ya durante el gobierno de Alfonsín proponía “volver al modelo agroexportador que tuvo la Argentina en el pasado”, lo cual tendría terribles consecuencias en términos de desindustrialización y pérdida de recursos humanos. Para Domingo Cavallo -quien mandaba a lavar los platos a científicos mucho más competentes que él- era suficiente comprar la tecnología que pudiéramos necesitar, evidenciando, en el mejor de los casos, un enorme desconocimiento. Efectivamente, para comprar tecnología, se requiere saber qué se compra y sin conocimiento, es probable que se compren tecnologías obsoletas, incompatibles, etc. como efectivamente ocurrió. A su vez, la mera compra de tecnologías enlatadas o plantas llave en mano impide realizar auténticas innovaciones porque se choca con el desconocimiento de los ciclos y procesos tecnológicos y con falta de capacitación de quienes tienen que llevarlos a cabo. Esto conduce a tener que perder luego un tiempo enorme adaptando la tecnología. No hay más que comparar la compra de tecnología enlatada en el caso IBM con la adquisición de tecnología con el know how para la televisión digital abierta (TDA) a la que hicimos referencia más arriba. Efectivamente, el caso IBM-Banco Nación resulta un ejemplo claro de lo que no hay que hacer. Es decir, debemos aprender de los errores. En rigor, la informatización de la banca pública y de la recaudación de impuestos se intentó ya durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Para ello se prepararon licitaciones en las que se exigía que las empresas tuvieran un capital mayoritario argentino. Eso llevó a que el gobierno de USA –que quería vender esa tecnología enlatada- le dijera al gobierno de Argentina que 266. teníamos todo el derecho, pero que ellos tenían todo el derecho a no seguir comprando granos (Al respecto puede verse Alcira Argumedo, Un Horizonte sin certezas. América Latina ante la revolución científico-tecnológica, Puntosur, Montevideo-Bs.As, 1987. Asimismo, Azpiazu, D. et al.: 1988, La revolución tecnológica y las políticas hegemónicas, Bs. As. Legasa, p.30). Ante semejante encrucijada, el gobierno argentino tuvo de desistir de seguir adelante por las pérdidas que se generarían al sector agropecuario y al fisco mismo. Luego, durante el gobierno de Menem, se firmó un decreto de necesidad y urgencia para comprarle directamente a IBM una tecnología que no era la más conveniente y dejaba al país en manos de un proveedor monopólico al que habría que pagarle por cada innovación de soft o de hardware. Pero, además, El problema era que el desarrollo tecnológico lo hubiéramos podido realizar con profesionales y técnicos argentinos, sobre todo atendiendo que se trataba de organizar información estratégica para nuestro Estado (Puede verse el caso de manera más detallada en FLAX, Javier Ética, política y mercado. En torno a las ficciones neoliberales, Los Polvorines, UNGS, 2013, cap. 4). En 2001 un juez federal consideró rescindido el contrato y el Estado Nacional comenzó a ahorrarse 150 millones de dólares anuales. Con la rescisión del contrato con IBM se dejó de depender de un monopolio para la organización de la información del Estado (IBM organizaba el 90% de la información pública) y del costo económico y de todo tipo que implica estar sometidos a un monopolio. Se puede decir que actualmente la AFIP corresponde a un ejemplo de capacidad estatal. El desarrollo tecnológico de la Agencia Federal de Ingresos Públicos (DGI + Aduana) se realizó siguiendo una concepción institucional de la innovación tecnológica, en la cual la formación de capacidades es tan importante como el desarrollo tecnológico mismo, al momento de tener que implementar y renovar las tecnologías. Es decir, se comenzó a desarrollar tecnología informática propia contra los condicionamientos de los organismos multilaterales de crédito. Efectivamente, el Banco Mundial no quería que países como Argentina y Brasil tuvieran desarrollos propios en el campo de la informática. En un seminario sobre política científica realizado en la Universidad del Litoral, Enrique Oteiza –entonces a cargo de la Agencia Nacional de Promoción y Científica Tecnológica- y Ronaldo Gimarães –entonces presidente de la CAPES de Brasil- pusieron de manifiesto los condicionamientos a los que los pretendían someter los funcionarios del Banco Mundial, los cuales se pueden sintetizar así: “si quieren el crédito no se ocupen de 267. informática”. Actualmente, casi todos los desarrollos científicos y tecnológicos requieren de la misma. A pesar de todo, Argentina se convirtió en un importante productor de software, que va desde el entretenimiento hasta las telecomunicaciones. Es evidente el impacto que tuvo el Fondo Fiduciario de Promoción de la Industria del Software (FONSOFT), creado en 2004, a partir de la sanción de la Ley de Promoción de la Industria del Software (Ley 25.922). Lo interesante de esta industria es que requiere de inteligencia, pero no de instalaciones que suponen grandes inversiones. Con lo cual es problema del pasaje a la producción en escala no es un inconveniente. Fue enorme el impacto en la generación de empleo altamente calificado, estando cerca de los 100.000 puestos de trabajo. En 2012 pasó a ser el primer país latinoamericano en términos de exportación y en 2013 cerró el año con exportaciones por más de U$S 900 millones. Por esas vueltas del destino el principal destino es USA. Para finalizar este apartado, debemos recordar que los ’90 se reinició la emigración o el “drenaje de cerebros” y también se desalentó el estudio universitario de carreras científicas y tecnológicas. En el caso de las ingenierías se llegó a una situación dramática al tenerse solamente 2,5 ingenieros cada 1000 habitantes, cuando el desarrollo sostenido requiere de al menos 10. A su vez, se cerraron las Escuelas Técnicas en todo el país menos tres jurisdicciones: Santa Cruz, Río Negro y Ciudad de Buenos Aires. La falta de profesionales tecnólogos y la dificultad para generar una “masa crítica” en algunos campos científicos, sin dudas constituye una seria limitación para el desarrollo. Cuando comenzó la recuperación industrial hace 10 años, la industria tuvo que recurrir a estudiantes de ingeniería para reemplazar a los técnicos, demorando o desalentando su avance en la carrera universitaria. A partir del gobierno de Kirchner, el Estado tuvo que recurrir a políticas activas para reorientar las vocaciones hacia ese tipo de carreras, con diferentes estímulos, incluidas las Becas del Bicentenario. 6- La recuperación de la autonomía científica y tecnológica en Argentina Cada vez más frecuentemente nos encontramos con noticias auspiciosas en torno a diferentes avances logrados en diferentes campos del conocimiento. No son resultados del azar, sino que se inscriben en políticas de estímulo y financiamiento implementadas en los últimos años. A fines del año 2007 se creó en Argentina el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva (MINCyT), es decir, se dio rango ministerial al área y se organizó el sistema de ciencia y tecnología estableciéndose 268. políticas y prioridades al respecto. A partir del año 2004 se duplicó en valores reales el presupuesto en ciencia y tecnología a nivel nacional, superándose el otrora máximo histórico del 0,5% del PBI, pero quedando muy lejos aún de los porcentajes que disponen los países desarrollados (2,5% ó más) o el país hermano de Brasil (1,21%). Como en todas las cosas, algunos verán la mitad de la botella llena y otros, la mitad de la botella vacía. En términos dinámicos, no cabe duda que es un importante avance, sobre todo atendiendo a las restricciones financieras del Estado nacional. Por su parte, las universidades nacionales deben acompañar este proceso, no sólo con proyectos de investigación relevantes, sino también en la actualización de las ofertas de formación y actualización de los planes de estudios. Las universidades recibieron recursos para la construcción de infraestructura y para el equipamiento de laboratorios y bibliotecas, así como una mejora de los salarios, que pasaron a ser más razonables, aunque no se acercan aún a las condiciones de los docentes e investigadores de las universidades de países latinoamericanos como Brasil o México. Actualmente la política de retorno de científicos es una política sistemática que lleva a cabo el Estado nacional a través del programa Raíces, mediante el cual se pudieron repatriar y generar condiciones en términos de salario, infraestructura y equipamiento para 1175 científicos de primera línea que estaban en el exterior. Pero también se pudo especial énfasis en la formación de científicos y tecnólogos mediante el apoyo que significan las becas para estudiar 150 carreras científicas y tecnológicas consideradas prioritarias por el sistema científico para posibilitar un desarrollo diversificado y sustentable. 7-Algunos de los avances recientes -Energía nuclear y energía eólica Si comparamos con lo que ocurría hasta hace pocos años en Argentina, los avances son significativos. Asimismo, la concepción cooperativa de ciencia para la paz que hay en nuestro país es destacable. Argentina es signataria del Tratado de No Proliferación (TNP) desde 1995 como un estado sin armas nucleares. Sin embargo, se maneja todo el ciclo de la energía nuclear. Hay tres centrales nucleares que proporcionan el 6,2% de la energía del país, cuya demanda va en aumento. Incluso la empresa del estado rionegrino INVAP (Investigaciones Aplicadas), junto con la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), produjeron reactores multipropósitos, unos de los cuales se exportó a Australia. Actualmente se están construyendo otros en el país y se firmó un convenio para construir uno en Brasil. 269. En el área de energías alternativas, INVAP desarrolla autogeneradores de diferentes capacidades, no sólo para las “granjas eólicas” de la Patagonia, sino también turbinas más pequeñas para usuarios aislados de la red eléctrica. Cada vez es más frecuente encontrarse con los molinos gigantes. Debe tenerse en cuenta que la energía eólica está creciendo un 30% por año. -Tecnología espacial y telecomunicaciones para América Latina En términos de tecnología espacial, Argentina tiene capacidad para producir sus propios satélites. Si empezamos por lo más sencillo, desde Rusia se lanzaron dos nanosatélites de prueba producidos por INVAP y una empresa privada argentina, financiado en parte por el MINCyT: El Capitán Beto y Manolito, los cuales fueron construidos en un 80% con elementos de industria nacional y el resto se puede sustituir en breve. Son un ejemplo de tecnología conveniente porque se trata de satélites económicos que cumplen con inteligencia, pero sin sofisticaciones innecesarias, con los objetivos para los que fueron construidos. Para lanzarlos se recurrió a vectores o cohetes contratados a otro país. Pero en poco tiempo, los satélites pequeños podrán serán lanzados con un vector propio, el cohete Tronador II. -Los satélites ARSAT de telecomunicaciones Argentina disponía ya de satélites de observación. Por ejemplo, la serie SAC –satélites de aplicaciones científicas- el último de los cuales, SAC-D-Aquarius, es sumamente importantes para obtener información de nuestro territorio, sobre datos climáticos, atmosféricos, salinidad de aguas, humedad de tierras, es decir, servicios para la producción agropecuaria, etc. Ese tipo de satélites es utilizado también por el fisco para detectar construcciones no declaradas, rendimientos agrícolas, silo-bolsas, etc. es decir, para detectar evasión impositiva en general. Es de esperar que en un tiempo cercano este tipo de satélite se pongan al servicio del tránsito y la seguridad vial para evitar, entre otras cosas, que los transgresores sistemáticos sigan generando incidentes de tránsito y se reduzcan las más de 8.000 muertes anuales en el país. Como quedó dicho al comenzar este trabajo, a partir de una decisión presidencial del año 2007, se creó la empresa ARSAT y junto con INVAP lograron la construcción del primer satélite argentino de telecomunicaciones, el ARSAT-I, primero de una serie que permitirá brindar los servicios de TDA, telefonía, internet, etc. en todo el territorio argentino, el cual tenía solamente una cobertura de alrededor de la mitad de su 270. superficie. Incluso, permitirá proporcionar esas prestaciones a países limítrofes, atendiendo a que además de USA, Argentina es el único país en América con esa tecnología y uno de los ocho de todo el planeta. El ARSAT-I fue lanzado el 16 de octubre de 2014 y realizó primera transmisión en la celebración del Día de la Recuperación de la Democracia y de los Derechos Humanos, cuando se festejaron los 31 años ininterrumpidos de democracia. El lanzamiento del Arsat-2 está previsto para el 30 de septiembre de 2015. Brindará servicios de televisión directa al hogar, transporte de señales de video, Internet, datos y telefonía y extenderá la cobertura a toda América Latina e, incluso, llegará a América del Norte. -ADN, genoma humano En lo que respecta a la genética aplicada a la medicina, además de medicamentos, “en el campo de la cardiología, la mayor parte de los avances científicos conseguidos en el país se centraron en injertar células madres del propio paciente para reactivar tejidos dañados por infartos, miocardiopatías dilatadas o el mal de Chagas” (Faraj, Santiago et al. “Reproducción humana: avances científicos-tecnológicos y sociedad” en Biotecnología en la Argentina, p.182). En noviembre de 2013 se anunciaba que en Argentina se logró la decodificar la secuencia completa de genomas humanos. Se puede realizar el mapeo a partir dos plataformas tecnológicas, una bioinformática y otra genómica, también financiadas por el MINCyT. Las implementaciones de las técnicas derivadas también conducen a la reflexión y los debates éticos sobre sus beneficiarios y sus consecuencias. -Biotecnología En el campo de la biotecnología, además de la formación de recursos humanos, se requiere de grandes inversiones en laboratorios. Sin embargo en Argentina ya hay más de ochenta empresas privadas biotecnológicas que “operan en la producción de semillas y micropropagación vegetal, reproducción animal, vacunas, inoculantes, cultivos, enzimas y medicamentos. Sólo el 10% de ellas son de capital internacional; las restantes son firmas pequeñas y medianas.” Lo que resulta bien interesante desde el “triángulo de Sábato” (vinculación virtuosa entre universidades, Estado, sector privado), pero también desde el debate en torno a la propiedad del conocimiento es que “todas las empresas presentan un flujo constante con institutos públicos o grupos de investigación.” (Festa, Sabrina y Sanchez, Mirna “Empresas biotecnológicas. Del desarrollo de una empresa a una empresa en desarrollo”, en Díaz, Alberto y Maffia, 271. Pablo (comps.) Biotecnología en la Argentina. Desarrollo y usos sociales, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2011, pp. 52-53) Sería deseable que se asuma el desafío de invertir suficientemente como para que podamos tener procesos de fito-mejoramiento que no nos hagan depender de ninguna trasnacional que recurra a abusos de posición de dominio en el mercado. Debe tenerse en cuenta que nuestro país tiene capacidad para producir semillas, comercializarlas y exportarlas con un enorme valor agregado. Una tonelada de semillas de maíz vale cuarenta veces más que una tonelada de granos (Las empresas de biotecnología en Argentina, MINCyT, 2014, p.36 y ss). Pero quizás se tenga la suficiente capacidad, imaginación y empuje para salir del actual esquema agropecuario soja-transgénica-dependiente. Asimismo, debería considerarse que las grandes transformaciones deber ir precedidos de estudios interdisciplinarios para evaluar posibles consecuencias perjudiciales sociales y ambientales. Atendiendo al modo en que se llevó a cabo la sojización transgénica en nuestro país se requiere que las instancias de regulación estén abiertas al escrutinio público, atendiendo a los impactos y eventuales consecuencias dañinas. Se requiere que el debate ético y político atienda no sólo a la dimensión económica, sino – como quedó dicho- a las dimensiones social y ambiental (Al respecto nos referimos en Flax, Javier Política científica, interdisciplina y derechos humanos, Buenos Aires, Biblos, 2014 y 2015, capìtulo 6 “La necesidad de una metodología interdisciplinaria. El caso de la sojización”). -Vacuna contra el cáncer de pulmón Luego de 18 años de investigaciones, científicos argentinos y cubanos, lograron la primera vacuna terapéutica contra el cáncer de pulmón avanzado, del que mueren en Argentina nueve mil personas por año. No se trata de una vacuna preventiva. La prevención pasa fundamentalmente por no fumar activa o pasivamente. Lo que permite esta vacuna es un tratamiento que ataca las células cancerígenas hasta lograr una remisión del tumor y convertirlo en una enfermedad crónica. Es decir, mejora enormemente la calidad y cantidad de vida de quienes padecen ese mal y no tiene los efectos adversos propios de las terapias tradicionales. El principio sería trasladable a otros tipos de cáncer. Luego de aprobarse las diferentes fases de experimentación está disponible desde julio de 2014 bajo prescripción médica -De la salmuera de litio a las baterías Actualmente y en un futuro próximo las baterías más convenientes 272. seguirán siendo las de iones de litio. Para notebooks, netbooks, tablets, teléfonos celulares, molinos eólicos, paneles solares y para los autos eléctricos que se empezarán a comercializar en pocos años. Sólo para las netbooks de Conectar Igualdad se requiere 400.000 baterías por año. Se prevé a su vez que en 2020 el mercado de baterías de litio para autos será de 75.000 millones de dólares. Esto le abre una gran oportunidad a Argentina, porque es uno de los países que más litio tienen, aproximadamente el 20% de las reservas mundiales (entre Chile, Bolivia y Argentina suman el 85%). Para tener una idea de los que significa, la tonelada de salmuera de litio que se extrae del salar ve puede vender a 300 dólares la tonelada. Si se hace el proceso de concentrarla y obtener carbonato de litio, se puede vender a 6000 dólares la tonelada y si se llega a litio metálico (puro) se puede vender a 6000 dólares el kilogramo. Ahora bien, de una mera industria extractiva se pasó al aprovechamiento de nuestra capacidad científica y tecnológica para industrializar el litio en Argentina. Recordamos que por 2011 el físico teórico Daniel Barranco de la Universidad Nacional de Córdoba, junto con otros investigadores de la CNEA y la Universidad de la Plata presentó un proyecto para fabricar las baterías en Argentina que cuenta con apoyo del MINCyT. Ese mismo año el gobernador de Jujuy a través del decreto Nº 7592 declaró de interés las reservas minerales que contengan litio y puso el acento en la protección ambiental frente a cualquier proyecto de extracción. Al poco tiempo el Ministerio de Industria encargó la fabricación de las baterías de Conectar Igualdad a la empresa local que se organizó a partir de la propuesta de Barranco. Desde el punto de vista de Barranco se cerró el triángulo de (Jorge) Sábato, en la medida en que se logró la convergencia entre la investigación, el sector privado y el Estado. La recientemente creada empresa Y-Tec, integrada en un 51% por YPF y un 49% por el CONICET, obtuvo del CONICET la cesión de la licencia de un proceso electroquímico patentado por el Dr. Ernesto Calvo y su equipo del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA para un modo alternativo de extracción y purificación de cloruro de litio que disminuye enormemente el impacto ambiental al reducir el consumo de agua para el proceso. Se espera que durante este mismo año 2015 tengamos la primera batería de litio Y-Tec fabricada completamente en Argentina y se la pueda fabricar a escala industrial. Sería deseable que otro tanto pudiera ocurrir en Chile y Bolivia logrando una cooperación que permitiera volar más alto y saltar por enci273. ma de las actuales diferencias por el razonable reclamo de Bolivia para lograr su salida al mar. -Nanociencia y nanotecnología: La ciencia se agiganta Desde una perspectiva de su factibilidad, la nanotecnología tiene aspectos de la informática y de la biotecnología en cuanto a la combinación de ser “conocimiento-intensiva”, pero además necesita grandes inversiones en instalaciones, pruebas de largo plazo, etc. Las investigaciones fueron financiadas por la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), entidad sin fines de lucro creada por el Decreto 380/205 del Poder Ejecutivo. En nanociencias se generó una capacidad importante, realimentada por el apoyo del MINCyT que impulsó la creación de dos centros de investigación con el financiamiento correspondiente. Simultáneamente existen cuatro redes que reúnen a doscientos científicos formados de nivel internacional que trabajan con vinculaciones con universidades del exterior, generalmente europeas. Es interesante cómo se va generando una sinergia transdisciplinaria entre científicos provenientes de diferentes especialidades –físicos, químicos, bioquímicos, ingenieros, nucleados por diferentes aspectos de la nanociencia. Ahora bien, como expresa Galo Soler Illia en su libro Nanotecnología. El desafío del siglo XXI, desde la nanociencia a la nanotecnología hay un paso por dar: “aún no hay un sistema robusto que permita la generación de nanotecnología de manera rápida. Falta la denominada “masa crítica” de recursos humanos capacitados para la transferencia de conocimientos a la industria.” (Soler Illia, Galo Nanotecnología. El desafío del siglo XXI, Buenos Aires, EUDEBA, 2009). Se están realizando aplicaciones industriales nanotecnológicas en nuestro país que el mismo Soller Illia menciona. Pero otra cosa es su incorporación plena a la industria. En el caso de Brasil, tienen la ventaja de la inserción en una industria de la dimensión de Petrobrás. Es de esperar que la recuperación de YPF en Argentina genere las condiciones para tener las inversiones y la envergadura para dar los pasos necesarios en términos de nanotecnología. Estamos frente a una nueva revolución industrial en la que el grafeno será una de las estrellas. Ser protagonistas de esa revolución industrial depende en buena medida de disponer de la misma voluntad política que permitió que el Arsat-I esté en nuestra órbita. 7-La ciencia y la tecnología no son emancipadoras por sí mismas Es promisorio constatar que Galo Soler Illia se encuentra en las antípodas del cientificismo que criticaba Varsavsky. Efectivamente, finali274. za su libro afirmando que “dominar las nanotecnologías será necesario para lograr una verdadera independencia tecnológica y económica.” Pero a la vez plantea una serie de interrogantes: “Más allá de estos avances impresionantes debemos preguntarnos cuál será el rol de la N&N en nuestra sociedad del siglo XXI. ¿Cuál es el límite de una serie de tecnologías que se inmiscuirán en todo aspecto de nuestra sociedad? Si bien los denominados “científicos duros” son los que parecen tener el monopolio sobre la nanociencia y la nanotecnología, se impone un debate sobre los aspectos éticos y filosóficos de la nanotecnología: ¿podemos construir una sociedad más justa y con menor desigualdad, a partir de la enorme riqueza que generará?.” Queda claro que los problemas de la ciencia no se arreglan meramente con más ciencias, sino que se requiere de la política. Y culmina su libro preguntando: “¿Podremos acercar a los países menos desarrollados a las nanotecnologías, para mejorar la salud y combatir no solamente las “enfermedades de los ricos”, sino también el Chagas, el dengue y la leishmaniasis? La nanotecnología ¿generará monopolios de conocimiento y patentes que será imposible franquear? La posibilidad de responder estas preguntas dependerá de nuestro grado de compromiso con las generaciones futuras” (Op. cit.. p.260). 8-Las patentes: un desafío para América Latina y el Caribe y el mundo. El planteo de Galo Soler Illia da en el blanco: La nanotecnología ¿generará monopolios de conocimiento y patentes que será imposible franquear? Así como nuestros países pueden desarrollarse enormes capacidades en términos de ciencia y tecnología, el marco jurídico internacional establece reglas de juego en torno a la propiedad intelectual en la forma de patentes de invención que pueden impedir que los avances se transformen en innovaciones que mejoren efectivamente la calidad de vida de la población. Por más que la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) considera que las patentes tienen por objeto mejorar el bienestar de la población, lo que se observa es lo contrario. Hoy por hoy el mundo se rige por leyes de propiedad intelectual que están meta reguladas por el Acuerdo sobre Aspectos de la Propiedad Intelectual vinculados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial de Comercio. Como expresa el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, las patentes, lejos de posibilitar la investigación, constituyen un freno a la innovación porque erigen monopolios y barreras para el avance del conocimiento al romper con la cooperación que permite la arquitectura 275. abierta del conocimiento (Puede verse, Stiglitz, Joseph Cómo hacer que funcione la globalización, Buenos Aires, Taurus, 2006, capítulo “Patentes, beneficios y personas”. También Flax, Javier Política científica, interdisciplina y derechos humanos, capítulo “Patentes: un conflicto entre el derecho a la propiedad y el derecho al conocimiento”). Por supuesto, tal cual están las reglas de juego, se requiere patentar para proteger a los conocimientos de los abusos de mercado. En eso hubo un enorme avance tanto en el CONICET como en las universidades. Si no se patenta (incluso para luego liberar) siempre aparecerá el mercachifle que puede privatizar el conocimiento en beneficio propio, como ocurriera en el caso de César Milstein con los hibridomas. Tanto Milstein como la institución en la que se desenvolvía eran partidarios de la arquitectura abierta y por ello brindaban los avances en las investigaciones con la condición de que no fueran patentados. Sin embargo, apareció el mercader que lo patentó. Actualmente, los avances logrados por el equipo del Dr. Gabriel Rabinovich con respecto a la galectina y el enfoque sobre la inmunoterapia contra el cáncer –ejemplo paradigmático de investigación autónoma- dieron lugar a una serie de patentes del CONICET o compartidas con alguna institución del exterior. Entendemos que para protegerlos de la mercantilización y no para erigir barreras a la investigación ni mucho menos un monopolio. Los precios abusivos que generan las patentes produjeron un sinnúmero de situaciones indeseables que pueden ejemplificarse con las patentes sobre alimentos y las patentes sobre medicamentos. Con respecto a las patentes sobre alimentos se debe mencionar las resistencias que generó la Resolución 970 del Instituto Colombiano de Agricultura. En virtud de un Acuerdo de Libre Comercio con USA el ejército colombiano decomisó y destruyó aquellas semillas que no fueran certificadas. Años después, las semillas certificadas vendidas por las trasnacionales demostraron ser peores que las que los agricultores mejoraban y guardaban. No puede omitirse el desastre que generaría en Argentina y otros países de América Latina que las Leyes de Semillas se reformaran a la medida de los intereses de Monsanto. Esto llevaría a que buena parte de la renta de la tierra quedara en manos de la trasnacional de semillas. En esa línea sería deseable que Argentina, en conjunto con otros países de América Latina, asumiera el desafío de potenciar la investigación en biotecnologías para disponer nuevamente de un semillero propio, recurriendo a un fito-mejoramiento que de lugar a cultivos compatibles con el cuidado ambiental. Quizás no se logre la mejor tecnología, pero sí una 276. tecnología suficiente y conveniente, que además se hiciera responsable social y ambientalmente. Asumir este desafío sería similar a la puesta en órbita del Arsat-1. En pleno Siglo XXI nos encontramos con que durante años faltaron medicamentos -por no resultar lucrativos para el mercado- para tratar enfermedades endémicas que padece nuestra población. Incluso la falta de rentabilidad llevó a que laboratorios trasnacionales dejen de fabricar y distribuir medicamentos que dejaron a niños librados a su mala suerte sin que los Estados tuvieran suficientes reflejos para hacerse cargo de la situación. Un ejemplo paradigmático es el de mal de Chagas, enfermedad endémica de América Latina que –según los datos de la OMS- afecta a unos 10 millones de personas. Un laboratorio alemán dejó de producir y distribuir un medicamento (Nifurtimox) alrededor del año 2005, probablemente por no resultarles tan rentable cuando caducó la patente. Recién a fines del año 2014 por iniciativa de un equipo de investigadores de la UBA dirigido por el Dr. Pedro Cazes Camarero se logró sintetizar la droga base, pese a los “confusores” introducidos en los explicativos de la patente original, ya caduca. Aunque resulte incomprensible, durante varios años se detectaba la enfermedad en niños y se carecía de medicación para tratarlos. Ahora el equipo está yendo más allá, ensayando elaborarlo mediante nanopartículas que atraviesen las paredes de las células para atacar los nidos de parásitos de los enfermos crónicos. En lo que tiene que ver con medicamentos, baste recordar la crisis humanitaria que generó la epidemia de sida en nuestros países hace no tantos años. Frente a esa situación se logró una flexibilización de las patentes en el cuando Brasil ganó una batalla en el seno de la OMS para poder disponer de cócteles antisida a precios de costo, más una ganancia razonable. Para ello llegó a amenazar que fabricaría los medicamentos si el laboratorio se negaba. Salvo USA, todos los países apoyaron a Brasil. Finalmente se llegó a una fórmula de consenso que consistía en “flexibilizar las patentes” frente a situaciones de emergencia. Argentina y Brasil plantearon un acuerdo de mínimos sobre los ADPIC que consisten en distinguir a los países desarrollados de aquellos menos desarrollados de países de renta media. A su juicio, los medicamentos deberían estar a precio de coste para los países en vías de desarrollo. A nuestro juicio, la distinción debería pasar por la cobertura de necesidades básicas, atendiendo a la extensión de la pobreza en los países desarrollados. Cualquier criterio que se tome, posibilitaría la mejora de la sanidad y aumentaría la productividad de los propios laboratorios. Esto es lo que logró Argentina con respecto a la vacuna contra el VPH. Se 277. ofrecía a un mercado pudiente a U$S 300.- cada una de las tres dosis. El Estado la adquirió U$S 4,5 cada dosis y la incluyó en el calendario de vacunación, poniéndola al alcance de todas las nenas de 11 años. Diferencia sideral. Luego –como veremos- científicos argentinos desarrollaron una vacuna propia. Lo que demuestra una vez más que lo que se patenta, aunque no sea obvio, es accesible para otros científicos o tecnólogos y no justifica que se genere un monopolio sobre ese saber, el cual ni siquiera es un bien rival como para establecer “cercados” artificiales, tanto más cuando se sostiene en investigaciones básicas no patentables, financiadas por los Estados nacionales a nivel mundial. Como con la tierra y otros bienes, “hay que dejar suficiente para los demás”. Como expresa el economista liberal Joseph Stiglitz los derechos fundamentales deben ponerse por encima de los intereses empresariales. Para ello “las discusiones sobre criterios de aplicación de los derechos de propiedad intelectual no deben tomarse en el seno de la OMC, sino dentro de una OMPI reformada, esto es, de una Organización Mundial de la Propiedad Intelectual en la que la ciencia cuente tanto como la voz de las empresas, la de los consumidores tanto como la de los productores, la de los países en vías de desarrollo tanto como la de las naciones desarrolladas” (Ibídem, p. 172). También propone un modo de enfrentar la especulación en torno a las patentes mediante la creación de fondos públicos que financien la investigación y premien mediante el reconocimiento y pecuniariamente a los investigadores innovadores. 9-Ley de Producción de Medicamentos, Vacunas y Productos Médicos e Iniciativa de Unasur para la provisión de medicamentos esenciales En esa línea, tenemos que hacer referencia a una iniciativa que podría significar un vuelco en la política de investigación científica en torno a la salud en nuestro país, a saber, la sanción de la Ley 26.688 de Producción de Medicamentos, Vacunas y Productos Médicos, declarada “política de Estado” por la Presidente de la Nación. Esta ley significa un importante avance legislativo en términos de orientación de la investigación y la producción de medicamentos en función del interés público y no del interés meramente mercantil. Como expresaba el ingeniero Enrique Martínez, entonces titular del INTI: “Ya hay un caso que demuestra el poder que tiene esta iniciativa: la vacuna para combatir la fiebre hemorrágica argentina, conocida como “mal de los rastrojos”, que es transmitida por ratones en las zonas maiceras. Mientras que ningún laboratorio privado quería fabricarla por la escasa incidencia en lo económico, el Instituto Julio Maiztegui de Pergamino (Instituto Nacional de Enfermedades 278. Virales Humanas) se encargó de la producción de este medicamento. Esto habilita la posibilidad de no caer en las manos de los laboratorios privados que no fabrican otros medicamentos claves, como aquellos que sirven para combatir el Mal de Chagas” (Revista Saber cómo, N°103, Instituto Nacional de Tecnología Industrial, agosto de 2011). La nueva ley declara “de interés nacional” la investigación y producción en laboratorios públicos de medicamentos, materias primas para la producción de medicamentos, vacunas y productos médicos y establece que estos productos son “bienes sociales”. Contempla la participación de las universidades en la investigación de los productos y considera que la producción pública será de utilidad para la regulación de los precios del mercado de las vacunas y medicamentos. Siguiendo con el caso de la vacuna contra el virus del papiloma humano, un grupo de investigadores del CONICET y el Instituto Leloir, financiados por el MINCyT, acaba de desarrollar una tercera vacuna aún más económica que las desarrolladas por los laboratorios privados, la cual a julio de 2013 se encontraba en la etapa de evaluación preclínica. De todos modos, el desafío debe ser producir no solamente los medicamentos ya probados, sino también las drogas base hasta llegar al el diseño de nuevos productos. Seguramente, de la convicción y el impulso y de los diferentes actores dependerá el alcance de los logros en términos de revertir las consecuencias indeseables y, a veces, perversas, del acaparamiento del conocimiento. La iniciativa de la UNASUR para adquirir conjuntamente medicamentos esenciales es un paso promisorio en la integración en ese sentido. Por un lado, los Estados deben garantizar los medicamentos esenciales. Por el otro, muchos de esos medicamentos están aún bajo patente, lo cual le genera a los Estados una sangría de recursos que se transfieren de manera desproporcionada a los laboratorios. De una política nacional, se pasa así a una política regional, la cual es de esperar que se mantenga y llegue a buen puerto. Ni que decir, que –para ser consistentes- se debería aplicar a rajatabla la Ley de Genéricos –medicamentos cuya patente caducó- dado que su parece haberse relajado en los últimos años. 10-Algunas conclusiones propositivas De los asuntos que estuvimos examinando, se deriva que hubo diferentes iniciativas exitosas, así como asociaciones específicas de cooperación e integración entre los países de la Patria Grande. Esto significa que no se requiere esperar a que den frutos los acuerdos superestruc279. turales que se alcancen en el seno de instancias como la Conferencia de Ciencia, Innovación y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la CEPAL o la Reunión Especializada en Ciencia y Tecnología del MERCOSUR (RECyT) o la CELAC. Mientras tanto se pueden ir articulando diferentes iniciativas específicas para llevar adelante implementaciones como ocurriera con el anillo de fibra óptica, la digitalización, la elaboración de medicamentos y vacunas para enfermedades endémicas de la región, etc. O más recientemente, con el acuerdo de los países de Unasur para adquirir medicamentos esenciales bajo patente de manera conjunta. Asimismo, se requiere llevar posiciones conjuntas a los organismos internacionales como ocurrió con la flexibilización de las patentes en la OMS. Por supuesto, se requiere fortalecer las instancias de gestión para la articulación, de modo de conocer qué se hace en cada país y generar eventuales cooperaciones. Las comunicaciones facilitan actualmente esas articulaciones. Si bien las inversiones en de los países de la región y sus sistemas de CyT son muy heterogéneos, así como son muy diferentes los puntos de partida para cualquier desarrollo, ello no es óbice para que se produzcan aprendizajes recíprocos y formas solidarias de cooperación como la formación de científicos y profesionales en universidades públicas e institutos de investigación, como ya es tradición en muchos países de América Latina y el Caribe. Ni qué decir de diferentes formas de cooperación como las que se dan a través de la medicina de avanzada de un pequeño gran país como Cuba. Se podrían dar muchos ejemplos, pero quizás uno de los más impactantes fue el de la misión médica cubana en Bolivia, apenas iniciado el primer gobierno del Presidente Evo Morales. Devolvieron la vista a más de 600.000 bolivianos, incluido aquel sargento que matara a sangre fría al Che Guevara, de vuelta, ahí, multiplicado en muchos médicos. Ahora bien, no sería razonable que todo esto se lleve a cabo siguiendo el estilo de desarrollo hiperconsumista de otras latitudes, insostenible social y ambientalmente. Quizás sea el momento de la reflexión sobre el estilo de desarrollo y el modo de habitar la tierra que queremos, más acá del respeto a la diversidad cultural. Como se pudo ver en varios de los casos mencionados, existe suficiente creatividad para lograr una ciencia y una tecnología al servicio de un estilo de desarrollo respetuoso del ambiente que facilite la vida y mejore el bienestar de las personas. Ya son varios los países de América Latina y poblaciones de nuestro país que eligieron el buen vivir, el cual es compatible con la ciencia y con las 280. industrias limpias. Recientemente la Iglesia Católica dio a conocer la Encíclica “Laudato si”. Avanza un consenso superpuesto que de a poco se transforma en política que crece desde el pie, frente a la ineficacia de las Cumbres de la Tierra. Hoy por hoy, el desafío de compatibilizar tecnociencia y buen vivir es lo menos naíf y lo más realista que se puede emprender, si se pretende que las futuras generaciones tengan un lugar donde habitar. Contra algunas creencias intencionadamente arraigadas, no es lo mismo el disfrute que la hiperinflación hedonista y puede haber disfrute y consumo sin necesidad de incurrir en el hiperconsumo irresponsable. Asimismo, es falso que haya que tolerar el deterioro ambiental para conservar y generar fuentes de trabajo. Más bien el deterioro ambiental debe asociarse con la externalización insensible y desvergonzada de costos en línea con la indeseable acumulación ilimitada. Desnaturalizar esas creencias es tarea de las ciencias sociales críticas y de la reflexión filosófica, tan necesarias para avanzar por el buen camino como los avances en CyT que presentamos. Como ocurre con otros cambios, quizás le toque a nuestra América del Sur constituirse en el actor incondicional que se requiere para protagonizar una transformación cultural indispensable. 281. Ha llegado la hora de elaborar una doctrina de la integración sudamericana Mario Bertellotti232* La visita que realizó a la Argentina el ex-presidente de Brasil Luis Ignacio “Lula” Da Silva para respaldar la candidatura presidencial de Daniel Scioli, dejó como saldo varias definiciones estratégicas referidas al proceso que transita la construcción de la integración sudamericana y latinoamericana y de un mundo multipolar. Scioli ratificó que su objetivo será mantener el mismo centro de gravedad que ha tenido la política exterior argentina desde el 2003: alianza estratégica con Brasil, integración sudamericana y latinoamericana y construcción de un mundo multipolar. Lula señaló su beneplácito por la continuidad de esa orientación del Frente para la Victoria, pero advirtió que será necesario avanzar en una integración más completa y profunda entre Argentina y Brasil porque, a su entender, esto es condición indispensable para poder sostener en el futuro los respectivos procesos nacionales de desarrollo autónomo que trabajosamente ambos estados están construyendo parcialmente integrados. En consonancia con esto, la presidenta Cristina Kirchner le pidió a Lula que gestione la incorporación de Argentina al grupo BRICS, porque para ella es indispensable que se transforme en BRICSA la alianza de países emergentes industrializados que Brasil ya integra junto a Rusia, India, China y Sudáfrica; para que la integración entre Argentina y Brasil en el ámbito del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), pueda ampliarse y profundizarse realmente como se necesita; y para que desde la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), ambos países puedan actuar cada vez más articulados para bregar por la construcción de un mundo multipolar. 232 Mario Bertellotti es Periodista, Profesor de Historia de la Construcción del Peronismo y del Pensamiento Justicialista y de otras asignaturas en el Instituto Gestar del Partido Justicialista. 282. Haciendo un balance se puede afirmar que desde el 2005, momento en que se le dijo no al ALCA -el tratado de libre comercio con el cual Estados Unidos se proponía dominar desde Alaska a Tierra del Fuego- el proceso de integración geopolítica liberadora de América del Sur pudo avanzar estratégicamente con la creación alternativa de la UNASUR en el 2008 y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en el 2011. Pero hay que reconocer que con lo realizado no alcanza, porque la trama de la dependencia sigue siendo muy fuerte y la estrategia geopolítica dominadora sobre América del Sur se manifiesta, no ya en la propuesta de un gran acuerdo de libre comercio que abarque a todas las naciones, sino en la firma de tratados de libre comercio individuales entre cada uno de los estados sudamericanos y Washington; y en eso de fracturar han logrado avanzar bastante, porque ya lo han suscripto Chile, Perú y Colombia; y a eso mismo son tentados Uruguay y Paraguay, miembros fundadores pequeños del MERCOSUR, que están disconformes con lo que les ofrece el mercado común que ha hecho posible la integración económica parcial e imperfecta que tienen Argentina y Brasil; tratado al que se han sumado Venezuela y Bolivia, socios nuevos a los que también habrá que cuidar y conformar. Es por todo ello que se hace imperativo avanzar en una integración entre Argentina y Brasil que abarque el campo real de la política, de la economía, de lo social y de lo cultural, tal como lo reclaman Lula y Cristina, cada uno parado en los intereses de su identidad nacional, que los impregna inevitablemente y está bien que así sea. Lula acompañó este deseo de mayor integración con una exhortación que ya había hecho años atrás, pero que ahora volvió a ratificar aquí. Para él se hace necesario elaborar las bases de lo que debería ser una “doctrina de la integración suramericana” que guíe las acciones convergentes de Argentina y Brasil entre sí y con los demás países hermanos de América del Sur. Pensando en eso, al hablar en el Tercer Congreso Internacional de Responsabilidad Social realizado en Buenos Aires reflexionó que, “tal vez sea el momento de que los dos países nos sentemos juntos, tranquilos, sin el ruido de fondo de los empresarios que piden por esto o lo otro. Que pensemos qué nos falta hacer, qué queremos para los próximos diez años. Tenemos que dejar las pequeñeces de lado, porque China no va a seguir creciendo como hasta ahora ni va a continuar comprando soja a este ritmo”; y, con sentido comprensivo del meollo que traba la integración concluyó: “creo que en Brasil los militares tuvieron criterio más industrialista; por eso yo comprendía la necesidad argenti283. na de reindustrializarse y la relación entre Argentina y Brasil nunca fue tan sólida como cuando estábamos Néstor Kirchner y yo”. En relación a esta oportuna propuesta de elaborar una doctrina de la integración que sea justa para con los respectivos intereses industriales de Argentina y Brasil, pero al mismo tiempo justa con el interés industrial de cada uno de los demás países sudamericanos; el peronismo tiene contenidos teóricos y experiencia histórica de gestión integradora para aportar porque, en la década del cincuenta del Siglo XX, el presidente Juan Domingo Perón colocó a la integración en un solo estado continental de América del Sur, como el imperativo geopolítico que había que tratar de lograr a comienzos del Siglo XXI, para que los estados nacionales del subcontinente pudiéramos tener soberanía y poder en el mundo que él observaba que vendría para entonces, es decir ahora; sintetizándolo así: “el año 2000 nos encontrará a los sudamericanos, unidos o dominados”. Perón actuó en favor de integrar a los estados nacionales de América del Sur en una organización estatal de dimensión continental que los contuviera a todos; porque, según su concepción de la historia “la evolución lleva progresivamente al mundo a integraciones cada vez mayores; a la era de los estados nacionales le seguirá necesariamente la era de los estados continentales y ésta será solo una transición hacia el universalismo, es decir, la integración total de los habitantes de la Tierra”. Esta visión de la evolución histórica descripta por Perón ha sido confirmada por los hechos. Son estados de dimensión semicontinental como EEUU, la Unión Europea, Rusia, China, India, Brasil y Sudáfrica, los que tienen poder en el mundo cuando transcurre la segunda década del Siglo XXI; y, porque este es el escenario, América del Sur debería estar sentada como un solo estado en la mesa continentalista del poder mundial para que esa única voz defienda el interés de todos los estados sudamericanos. La UNASUR ha sido pensada para que sea la organización estatal sudamericana que se siente allí con poder; pero esto no funciona aun así, porque todavía no ha alcanzado la cohesión necesaria para cumplir ese rol. La realidad es que Brasil, por su mayor tamaño y mayor industrialización relativa dentro de América del Sur, ha logrado integrarse a los BRICS que son, dentro de la mesa continentalista del poder mundial, la pata emergente industrial que puja por avanzar hacia un mundo multipolar; a costa de sustraerle poder a la pata dominante industrial de la mesa continentalista del poder mundial, que es la alianza entre EEUU y la UE, que puja por mantener el mundo unipolar que ha organizado y la 284. beneficia. Pero, como lo anticipó Perón y lo reconoce claramente Lula, Brasil solo no podrá alcanzar nunca la dimensión geopolítica que puede proveer América del Sur. Es por ello que, la situación empezaría a mejorar parcialmente si, como propone Cristina, se conformasen los BRICSA y Argentina pudiese integrarse junto a Brasil a la pata emergente industrial de la mesa continentalista del poder mundial. Universalización versus globalización Pero para comprender más integralmente la naturaleza de la batalla que se da en la actualidad entre los países emergentes industriales continentales que buscan construir un mundo multipolar con el respaldo de la mayoría de los estados más pequeños; y los países industriales continentales dominantes que buscan mantener el mundo unipolar; es necesario analizar la diferencia sustancial que existe entre dos categorías del pensamiento: lo que en el presente se denomina “globalización”; y lo que para Perón quería decir “universalización”; y, en ese contexto, analizar cómo se transformó el escenario internacional desde la década de los setenta al presente. Cuando Perón se fue de este mundo en 1974, el poder se dirimía entre tres grandes agrupamientos geopolíticos: el “primer mundo” imperialista, industrial, capitalista, socialmente reformado por el estado de bienestar, liderado por EEUU con el acompañamiento de la Comunidad Económica Europea y Japón; el “segundo mundo” imperialista, industrial, socialista, encabezado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; y el “tercer mundo”, una heterogeneidad de países dependientes y subdesarrollados de América Latina, Asia, Medio Oriente y Africa, que luchaban de diversas maneras por liberarse de la dominación de uno u otro de los imperialismos, buscando el camino de la industrialización y de la justicia social bajo diversos rótulos ideológicos. En ese sentido, en 1972, cuando estaba preparando su regreso a la Patria después de largos 17 años de exilio, Perón expresó la siguiente visión sobre la situación internacional, en un fragmento del reportaje La Revolución Justicialista filmado en España: “El mundo ha entrado en una etapa de evolución, nueva. Entonces, lógicamente, esa es la etapa que estamos viviendo. Naturalmente que el capitalismo, con su fuerza que es el liberalismo está luchando por no ceder, como los señores feudales lucharon con la revolución francesa tampoco para no ceder. Pero indudablemente los acontecimientos históricos del mundo nos están llevando a esa evolución, que ya es insoslayable y que las tres cuartas partes del mundo ya la han aceptado. Restan dos grandes focos de reac285. ción: uno, el capitalismo de estado del imperialismo soviético; y otro, el capitalismo individualista del imperialismo yanki”. Esa nueva etapa de la evolución era para Perón, como ya vimos, el ingreso al continentalismo; y las tres cuartas partes del mundo que para él ya estaban en el cambio, eran los países del tercer mundo. Pero ya regresado a la Patria, el 30 de julio de 1973, hablando ante la Confederación General del Trabajo, Perón precisó que cuando avanzase la etapa de integración continentalista, el mundo se enfrentaría a una disyuntiva de hierro: “lograr la universalización, o marchar hacia la hecatombe”; aclarando que la universalización significaría “una solución geopolítica, es decir, resolver el problema con una mejor producción, mejor organizada y mejor distribuida, tareas que deberán ser realizadas por las grandes fuerzas que orientan y manejan la transformación de la humanidad”; y la hecatombe, por el contrario, sería “la supresión biológica, es decir, matar gente, de lo cual se encargan las guerras, las pestes y el hambre, que es la enfermedad que más mata en la Tierra”. Y ante el Congreso de la Nación el 1° de mayo de 1974 añadió: “se percibe ya con firmeza que la sociedad mundial se orienta hacia un universalismo que, a pocas décadas del presente, nos puede conducir a formas integradas, tanto en el orden económico como en el político. La integración social del hombre en la tierra será un proceso paralelo, para lo cual es necesaria una firme y efectiva unión de todos los trabajadores del mundo, dada por el hecho de serlo y por lo que ellos representan en la vida de los pueblos. La integración económica podrá realizarse cuando los imperialismos tomen debida conciencia de que han entrado en una nueva etapa de su accionar histórico y que, servirán mejor al mundo en su conjunto y a ellos mismos, en la medida en que contribuyan a concebir y accionar a la sociedad mundial como un sistema, cuyo único objetivo resida en lograr la realización del hombre en plenitud, dentro de esa sociedad mundial. La integración política brindará el margen de seguridad necesario para el cumplimiento de las metas sociales, económicas, científico-tecnológicas y de medio ambiente, al servicio de la sociedad mundial. El itinerario es inexorable y tenemos que prepararnos para recorrerlo. Y aunque ello parezca contradictorio, tal evento nos exige desarrollar desde ya un profundo nacionalismo cultural como única manera de fortificar el ser nacional, para preservarlo con individualidad propia en las etapas que se avecinan. El mundo en su conjunto no podrá constituir un sistema, sin que a su vez están integrados los países en procesos paralelos. Mientras se realice el proceso universalista, existen dos únicas alternativas para nuestros países: neocolonialismo o liberación. La pertinacia en levantar 286. fronteras ideológicas no hace sino demorar el proceso y aumentar el costo de construcción de la sociedad mundial”. Transcurridos más de cuarenta años, podemos comprobar la actualidad de esta visión de Perón sobre la evolución del mundo futuro, que es el presente en la mitad de la segunda década del Siglo XXI que estamos transitando; porque lo que parecía utópico entonces, ocurrió finalmente. En 1991 se derrumbó uno de los focos de reacción a la evolución: la Unión Soviética; y un tiempo después, en el 2008, entró en crisis el otro foco de resistencia: el capitalismo norteamericano. Ese cambio es lo que se refleja en el “nuevo escenario mundial” que describió la presidenta Cristina Kirchner, en la conferencia que dio en enero del 2009 en la Universidad de La Habana, Cuba, al dejar inaugurada allí la Cátedra Libertador General San Martín. En esa oportunidad reseñó: “Nunca como antes en la historia se han dado cambios tan vertiginosos. En 20 años, desde 1989 a la fecha, ha caído la Unión Soviética; la caída del Muro de Berlín significó la caída del paradigma que se había levantado en torno a una idea, en ese momento el socialismo, que había tal vez derivado en algo que poco tenía que ver con sus ideas originales y, finalmente terminó derrumbándose el Muro. Algunos creyeron que la historia había terminado; algunos predijeron entonces que sobrevendría una democracia de carácter universal, que se prolongaría y que el progreso sería indefinido, pero tampoco nada de eso ocurrió. Hace muy poco tiempo, todavía ni siquiera sabemos las consecuencias, también se derribó lo que podía ser el proyecto antagónico a ese Muro de Berlín, que podía ser ubicado tal vez como las Torres de Wall Street, o el capitalismo de mercado sin control, sin regulaciones, en donde el mercado todo lo asimilaba y el Estado era absolutamente ineficiente. Se planteó también entonces una visión de la globalización en la cual esa globalización era homogénea y hegemónica, donde una sola potencia dirigiría el destino de la historia y todo sería sine die en el curso del tiempo. Pero finalmente los pueblos y la realidad demuestran que la historia jamás se detiene y que en realidad estamos ante un nuevo escenario mundial que va a exigir de parte de todos nosotros un gran esfuerzo intelectual; y, además, hacerlo desde la perspectiva regional. Yo me atrevo a decir que, frente a esta globalización que algunos pensaron homogénea y hegemónica vamos a ver una nueva, tal vez no globalización, sino universalización heterogénea, multipolar y multicultural”. Analizando lo expuesto por ambos, podemos decir que hay coherencia total entre la visión histórica de Perón y la descripción que Cristina hace del presente; porque, al momento de la propuesta ella recupera el con287. cepto de “universalización” de él, como alternativo al de “globalización” que nos han impuesto hasta ahora las élites del hemisferio norte que propician un capitalismo sin regulaciones. A esa universalización visualizada como futuro por Perón, Cristina le agrega calidades presentes: es “heterogénea, multipolar y multicultural” y contrapuesta a la “homogeneidad y hegemonía” de la globalización, a la que ella, implícitamente, equipara con la “hecatombe”, que describía Perón se podría llegar a imponer como opción trágica en caso de que no triunfara la universalización. Y precisa también que la construcción de esa universalización debería hacerse desde la perspectiva “regional”, es decir, desde la perspectiva “continentalista” planteada por Perón. De esta descripción del nuevo escenario mundial que hace Cristina apoyándose en la visión histórica de Perón, se puede concluir que surgen dos concepciones claras y contrapuestas del poder mundial: la globalización unipolar, hegemónica y homogénea, que es sostenida por la pata dominante industrial de la mesa continentalista del poder mundial encarnada por la alianza entre EEUU y la UE; y la universalización heterogénea, multipolar y multicultural que debe construir como alternativa, la pata emergente industrial de la mesa continentalista del poder mundial encarnada por los BRICS; que pronto deberían convertirse en BRICSA para darle mayor soporte al proceso de integración sudamericana que, a través del MERCOSUR y la UNASUR, llevan adelante trabajosamente Argentina y Brasil. Pero estas no son las únicas calidades que caracterizan a estas concepciones contrapuestas del poder mundial porque, además de los grandes y pequeños estados reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas, participan otras fuerzas materiales y espirituales con diversas naturalezas en la construcción de la globalización y de la universalización: partidos políticos, empresas, sindicatos, organizaciones sociales, organizaciones ambientales, religiones organizadas, organizaciones secretas, mafias delictivas, etc. Tal como ocurre con todos los poderes, tres son los insumos que le dan estructura y unidad a la globalización y a la universalización: el pensamiento, la ideología, los valores espirituales; el dinero, los recursos materiales, la infraestructura; y la fuerza, la amenaza, la represalia. Pero lo que hay que tener en cuenta para comprender en que se diferencia la estructura de poder de la globalización de la estructura de poder de la universalización, es cuál de los tres componentes del poder predomina sobre los otros dos, en cada una; pues según sea el que predomine, diferente será la naturaleza del poder que cada una construya. 288. Globalización de las elites En la globalización predominan el dinero, los recursos materiales, la infraestructura; teniendo como soporte complementario a los otros dos insumos: el pensamiento y la fuerza. Por eso, la naturaleza del poder que se propone organizar la globalización es la “plutocracia”, el gobierno mundial del dinero; por lo tanto, el sujeto del poder que pretende construir son las minorías: las elites capaces de apropiarse de la riqueza económica y concentrarla en sus manos, en todas las naciones, de todos los continentes, sin tener cargos de conciencia de ninguna clase. Universalización de los pueblos En cambio, en la universalización predominan el pensamiento, la ideología, los valores espirituales; con el soporte complementario de los otros dos insumos: el dinero y la fuerza. Por eso, la naturaleza del poder que se propone organizar la universalización es la “democracia”, el gobierno mundial de los pueblos; por lo tanto, el sujeto del poder que pretende construir son las mayorías: el conjunto de las personas capaces de organizarse en pueblos para construir comunidades solidarias que hagan posible la realización colectiva e individual, en todas las naciones, de todos los continentes. Por ello, parafraseando a Leopoldo Marechal, podríamos decir que el conflicto que se plantea entre estas dos naturalezas antitéticas del poder, configura una “batalla terrestre y celeste” por el Destino de la Humanidad, de dimensión planetaria. Estrategia de la globalización A la globalización la concibió y la lidera la alianza anglo norteamericana a partir de la disolución de la URSS. Y como ésta alianza tiene una larga y exitosa experiencia en el ejercicio del poder mundial utilizando el dinero, la propaganda, la diplomacia y la guerra para apropiarse y concentrar la riqueza sin tener cargos de conciencia que le remuerdan; utiliza a los tres componentes del poder y los despliega para lograr sus objetivos, poniendo la política al mando. La economía globalizada que construye la alianza anglo norteamericana se soporta en tres pilares. El primero, es la especulación financiera global que ha organizado con sus bancos globales, que son los que se encargan de canalizar hacia los paraísos fiscales una parte sustancial de las ganancias que las empresas transnacionales y nacionales de producción y de servicios obtienen operando dentro de cada uno de los estados nacionales, empresas que de esta manera logran eludir impuestos 289. que deberían tributar en cada uno de los estados. El segundo, es mantener bajo control de las empresas transnacionales la investigación científica y la innovación tecnológica aplicada a los procesos industriales y de servicios, restringiendo al máximo la transferencia de tecnología a los estados que la demanden. Y el tercero, es asegurarse el acceso seguro, por la guerra si es necesario, a las materias primas y recursos naturales que considere estratégicos. La ideología de sostén que propaga la cultura política anglo norteamericana para lograr sus objetivos, es el individualismo capitalista. El núcleo de su pensamiento es que la civilización unificada en un solo sistema mundial deberá construirse manteniendo la desigualdad existente. Por ello propicia que la política gestione los estados para que el capital predomine sobre el trabajo; y que las pocas naciones industriales actuales -o las que por consideraciones geopolíticas considere conveniente que accedan a esa calidad eventualmente- sean las que continúen dominando a las muchas naciones proveedores de materias primas. Esta política de integración mundial que propone mantener el statu quo de la desigualdad interna dentro de las naciones y externa entre las naciones, es la que seduce a las elites que detentan el poder de los grupos económicos y mediáticos concentrados, tanto en las naciones industriales como en los países proveedores de materias primas; porque es una integración desigual que está pensada solo en términos de empresas y de mercados, que se propone mantener las alianzas establecidas entre los intereses de las respectivas elites, mediante acuerdos de libre comercio entre el centro industrial y la periferia primaria. La lucha ideológica y cultural que despliega la cultura política anglo norteamericana está centrada en construir a través de los medios de comunicación, internet, las redes sociales y los sistemas educativos que domina; una cultura política cosmopolita global de las elites y las clases medias incluidas en el trabajo, el consumo y la educación, de todas las naciones, de todos los continentes; y que esa cultura política cosmopolita global asuma como un valor central, que la desigualdad es inevitable. Esto permitiría que todas las minorías felizmente integradas al bienestar se desentiendan políticamente, sin tener cargos de conciencia, de los conciudadanos que queden desgraciadamente excluidos del trabajo, el consumo y la educación, en sus respectivas naciones y en todo el mundo. Para conseguir que los incluidos se desentiendan de los excluidos, sin culpa, la cultura política anglo norteamericana se dedica a descalificar a través de la comunicación y la enseñanza, el concepto de justicia social y la afirmación de que para lograrla, los países exportadores de materias 290. primas deben necesariamente encarar el esfuerzo de industrializarse, tengan o no la autorización de Londres, Washington y el FMI para hacerlo. Es por ello que, cuando alguna nación exportadora de materias primas comienza a transitar el camino de la sustitución de importaciones y de la distribución de la riqueza, sin que ese esfuerzo cuente con el interés y la autorización de la alianza anglo norteamericana -tal como fue el caso de la Argentina con Perón en las décadas del cuarenta y cincuenta; o es a principios del Siglo XXI nuevamente el caso de la Argentina con Néstor y Cristina Kirchner- ese esfuerzo industrial nacional es descalificado y saboteado de múltiples formas por las elites internacionales y nacionales que concentran el poder económico y mediático. Entonces ocurre que desde las universidades del hemisferio norte se generan contenidos que toman diarios como The Economist de Londres o Wall Street Journal de Nueva York, que se reproducen primero en La Nación y Clarín y después en las redes audiovisuales y sociales, que descalifican el intento de industrialización nacional afirmando que “la Argentina está afuera del mundo” y que la “fiesta populista de sustitución de importaciones, de empleo, de consumo popular y de inversión pública” puesta en marcha, “está necesariamente destinada al fracaso” y que, cuando eso ocurra, “Argentina volverá al mundo”, como debería ser. La estrategia geopolítica que lleva adelante la alianza anglo norteamericana es de naturaleza marítima. Es decir, se basa en la ocupación de los océanos y los mares para proyectarse sobre los continentes, para fracturarlos y así poder dominarlos, aplicando el viejo principio que enseña: “divide y reinarás”. El objetivo principal es mantener fracturada desde el punto de vista político, económico y militar, a la masa euroasiática que va desde Europa Occidental a China e India, pasando por Europa Oriental y Rusia. Como América del Sur es desde la visión geopolítica marítima, una isla continental que debe contribuir a cercar a la masa continental euroasiática; para la alianza anglo norteamericana el continente sudamericano debe operar como una retaguardia de apoyo a su plan principal pero, para ello, debe mantenerla fracturada para poder dominarla. O sea, como plan complementario de apoyo al principal, debe impedir a toda costa que se consolide la construcción de la UNASUR. Es por ello que se dice que para EEUU, América del Sur es su “patio trasero” sobre el cual no puede perder el control. Dentro de esta estrategia, Inglaterra hace lo suyo manteniendo ocupada Malvinas, con una presencia militar en el Atlántico Sur que se proyecta a la Antártida. La alianza anglo norteamericana ha venido desplegando una política 291. de guerra para asegurarse el acceso al petróleo de Medio Oriente y rediseñarlo en función de sus objetivos geopolíticos en Eurasia. Sus operaciones militares contra los terroristas de Al Qaeda que en el 2001 demolieron las Torres Gemelas de Nueva York, culminaron con el ataque a Afganistán e Irak primero y después a Libia y Siria, con la consecuente destrucción de la organización política, la economía y el bienestar que habían alcanzado, a su manera, los pueblos de cada una esas naciones; generando como resultado la crisis migratoria desesperada hacia la UE de esas poblaciones arrojadas a la miseria por la guerra. La última creación de esta película de terror anglo norteamericana, que no es ficción sino realidad, es el Estado Islámico, organizado con cuadros fundamentalistas musulmanes reclutados por sus aparatos de inteligencia en las prisiones de Irak, dándole como objetivo voltear al gobierno de Siria y destruirla también. Todo lo cual configura, como advirtió Perón que ocurriría, un panorama de guerra de supresión bilógica que llevará a la humanidad a la hecatombe, si la universalización no logra torcer el rumbo que impone la globalización. Estrategia de la universalización El primer golpe serio a la globalización unipolar, hegemónica y homogénea, que como vimos domina al mundo desde la disolución de la URSS, tuvo lugar recién en el 2008 cuando, en forma abrupta e inesperada, estalló la Bolsa de Nueva York. Fue a consecuencia de las contradicciones sistémicas que el propio capitalismo, ahora desregulado, especulativo y globalizado, había construido en total libertad al encontrarse liberado de la amenaza comunista; porque hay que tener presente que mientras ésta existió, para contenerla, el capitalismo estuvo obligado a reformarse socialmente y a construir el estado de bienestar. Será recién a partir de ese momento que la universalización heterogénea, multipolar y multicultural encontrará el espacio político, que hasta ese momento no había tenido, para formularse y ofrecerse como alternativa. Esto se materializará cuando los países emergentes industrializados de dimensión semicontinental, como China, Rusia, India y Brasil tomen ese año la decisión de conformar el bloque BRIC para comenzar a asociar sus economías, en el marco de una apuesta política que apuntará a construir un mundo multipolar. Y los países de América del Sur decidan en paralelo, también ese año, constituir la UNASUR, apostando a una estrategia geopolítica liberadora de integración que les permita posicionarse, como actores unificados, en la construcción de un mundo multipolar. En el 2011, con la incorporación de Sudáfrica quedará es292. tructurada la alianza BRICS tal como se la conoce actualmente, la que, en un proceso positivo de consolidación acaba de crear su propio banco de inversión. Un hecho que preparará la alianza entre los estados industriales emergentes tuvo lugar en 1996, cuando China y Rusia, ya reconvertidas en economías de mercado industriales en proceso de crecimiento, tomaron la decisión estratégica de aliarse en el plano geopolítico; para comenzar a construir la unidad de Eurasia y hacer frente a la iniciativa geopolítica de la alianza anglo norteamericana, que había logrado mantenerla fracturada sobre la base del enfrentamiento que se había dado entre China y Rusia, cuando eran comunistas. El instrumento para la unidad geopolítica será la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que integrará a China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán; estos tres últimos, países de población musulmana, ex integrantes de la URSS, volcados a la economía de mercado también. Como signo de fortalecimiento de esta alianza, en el 2001 se sumó Uzbequistán. En ese marco de crecimiento y de consolidación de la OCS, está previsto que en 2016 se incorporen India y Paquistán. Lo que significará un espaldarazo estratégico a la reintegración geopolítica de Eurasia porque, en la fractura que explotaba en su beneficio la alianza anglo norteamericana, la India operaba como un ariete de la URSS y Paquistán de China; lo que implicaba un estado de guerra latente entre India y Paquistán, naciones que habían accedido al armamento nuclear con el apoyo de Rusia y de China, respectivamente. En forma convergente y como parte de su iniciativa geopolítica de integración de la masa euroasiática, China acaba de lanzar la propuesta de crear el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), invitando a integrarse como socios a todos los estados del mundo que tuvieran interés en hacerlo. El atractivo de esta nueva entidad bancaria está ligada a una iniciativa que China acordó con Rusia, que es recrear la “ruta de la seda”, en referencia a la vía de comunicación comercial que durante miles de años unió a Oriente con Occidente, hasta que entró en decadencia a fines del Siglo XV. La nueva ruta de la seda tendrá dos trazados: uno terrestre que irá por el centro de la masa euroasiática y otro costero marítimo que la bordeará, los que de conjunto la articularán con inversiones en infraestructura varias veces mil millonarias. De allí que, ante tamaña “zanahoria”, se hayan anotado 57 países como miembros fundadores del BAII. Debe destacarse que han decidido unirse, además de los 293. otros BRICS, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Australia, Inglaterra, Suiza, Alemania, Francia, Italia, Arabia Saudita, Kuwait, Israel, Irán y Turquía, entre otros significativos. Cabe señalar que EEUU ha quedado afuera por voluntad propia, lo que contrasta con la decisión que tomó Inglaterra. Sobre esto se pueden hacer dos lecturas complementarias. Que la alianza anglo norteamericana cruje frente a la fortaleza de la estrategia geopolítica integradora euroasiática que tiene a China, Rusia e India como eje; y que, ante esta realidad, la astucia política inglesa, más flexible que la yanki, aprovecha la situación para defender sus propios intereses económicos y hacerlos valer ante el socio mayor, de una alianza estratégica que continúa más allá de cualquier diferencia táctica. El segundo gran golpe que recibió la globalización unipolar, hegemónica y homogénea, lo aportó la sorpresiva elección del Papa Francisco al frente de la Iglesia Católica a comienzos del 2013. Pues él se pronunciará, de inmediato, en contra de la economía especulativa global y de la exclusión social que ésta genera, condenándola como una “economía de descarte”. Y también en contra de la política de guerra que la alianza anglo norteamericana lleva adelante, que calificará como una “tercera guerra mundial no declarada”, realizando una decisiva intervención diplomática ante el G-20 reunido en Moscú, que impedirá el bombardeo de Siria por parte de la OTAN. La presencia de Francisco, un conductor y predicador que ha recreado un liderazgo popular cristiano perdido, ha sido decisiva para que la política, la negociación y la diplomacia se reinstalen en el mundo. En Medio Oriente, en donde se han abierto negociaciones para tratar de parar la guerra civil en Siria que tiene al Estado Islámico como protagonista; para poner bajo normas internacionales pacíficas el programa nuclear de Irán; y para reimpulsar un acuerdo de paz entre Israel y Palestina basado en el reconocimiento mutuo de los estados. Y en América, al lograr que EEUU y Cuba reanuden sus relaciones diplomáticas y que comiencen las negociaciones para que Washington levante finalmente el bloqueo económico a La Habana. Haciendo así un aporte gigantesco a la construcción de un mundo multipolar. Lo que Francisco también ha traído a la escena internacional es el “ecumenismo” religioso, que procura que el cristianismo en todas sus versiones, el judaísmo y el Islam trabajen juntos por la paz mundial; neutralizando la política de guerra que ha venido alentando el “fundamentalismo” religioso cristiano, judío y musulmán; inclinando su acción pastoral en favor de la universalización heterogénea, multipolar y mul294. ticultural y, en ese contexto, en favor de la integración sudamericana y latinoamericana, tal como lo predican desde el punto de vista doctrinario su carta pastoral Evangelii Gaudium y su encíclica Laudato Si. De esta manera el universalismo heterogéneo, multipolar y multicultural ha incorporado una fuerza espiritual que viene a complementarse con la fuerza material que los BRICS, la UNASUR y la CELAC están tratando de hacer valer en las negociaciones económicas y en los diversos foros internacionales políticos como la ONU, el G-77+China y el G-20, ámbito que Argentina comparte con Brasil, Méjico, Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón, Inglaterra, Rusia, Arabia Saudita, Australia, China, Corea del Sur, India, Sudáfrica, Turquía, España y la Unión Europea. Se ha fortalecido así la política universal de los pueblos. A ella suscriben las culturas políticas nacionales y populares o progresistas que pretenden expresar el deseo de los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes, a ejercer el derecho político a organizarse, a su manera, para progresar en paz, con inversión, trabajo, educación, cultura y justicia social. La universalización heterogénea, multipolar y multicultural necesita de la paz, porque su objetivo es lograr la felicidad de los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes. Por ello, su medio es la política y la diplomacia, porque necesita realizar lo que, como ya vimos al comienzo, Perón planteó como programa de la universalización: un acuerdo geopolítico pacífico que permita una mejor producción, mejor organización y mejor distribución de los medios de subsistencia, tarea que tendrá que ser realizada por las grandes fuerzas que orientan y manejan la transformación de la humanidad. La universalización heterogénea, multipolar y multicultural tiene por delante entonces el desafío de revertir la desigualdad obscena que se verifica en el mundo; tratando de construir una economía social global, de mercado pero con regulaciones estatales globales, que apunten a equilibrar el poder del capital y el trabajo, a poner el capital especulativo al servicio del capital productivo y a cambiar la relación centro industrial-periferia primaria instalada. En síntesis, organizar una economía social productiva industrial global armoniosa, que esté al servicio del bienestar social de los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes. Y, tal como lo planteó Perón en La Comunidad Organizada -el texto que presentó ante el Congreso Internacional de Filosofía realizado en Mendoza en 1949- también tiene por delante un objetivo aún más ambicioso: clausurar una era dominada por materialismo que comenzó con 295. el capitalismo y la primera revolución industrial; para organizar un renacimiento de la civilización que se exprese como una nueva “edad-suma-de- valores”, donde haya “proporción, equilibrio y armonía” entre las necesidades materiales y las necesidades espirituales, y los derechos individuales y los sociales, de todos los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes. Pero no hay que ser ingenuos. Es necesario tener claro que la alianza anglo norteamericana que propicia la globalización unipolar, hegemónica y homogénea es aún es muy fuerte; y la alternativa de la universalización es aún muy débil y su construcción dificultosa; porque se trata, precisamente, de coordinar los intereses heterogéneos, multilaterales y multiculturales que encarnan los diversos pueblos, de las diversas naciones, de los diversos continentes. Y que es, dentro de cada nación, de cada continente, en donde se dirime en el campo político, a través de las tendencias ideológicas internas y de las formas de gobierno que les son propias a cada una, la opción por la globalización o por la universalización. Por la globalización están las culturas políticas que en todas las naciones, de todos los continentes, abrevan en el individualismo capitalista para el cual la exclusión social es natural; y por ello procuran mantener la desigualdad que se expresa en la dominación del capital sobre el trabajo y en la dominación de las naciones industriales sobre las naciones productoras de materias primas. Y por la universalización están las culturas políticas que en todas las naciones, de todos los continentes, abrevan en la justicia social y en la solidaridad; y por ello procuran combatir la desigualdad mediante el equilibrio entre el capital y el trabajo y mediante el acceso a la calidad de industriales, de todas las naciones, de todos los continentes. Algunos ejes temáticos para una doctrina de la integración suramericana “Los países han de unirse progresivamente sobre la base de la vecindad geográfica y sin imperialismos locales y pequeños. Esta es la concepción de la Argentina para Latinoamérica: justa, abierta, generosa, y sobre todas las cosas, sincera. A niveles nacionales, nadie puede realizarse en un país que no se realiza. De la misma manera, a nivel continental, ningún país podrá realizarse en un continente que no se realice. Queremos trabajar juntos para edificar Latinoamérica dentro del concepto de comunidad organizada. Su triunfo será el nuestro. Hemos de contribuir al proceso con toda la visión, la perseverancia y el tesón que hagan falta. Sólo queremos caminar al ritmo del más rápido. Y teniendo en cuenta que no todos han de pensar de la misma manera, respetuosos de sus decisiones, habremos de unirnos resuelta296. mente con quienes quieran seguir nuestro propio ritmo. Latinoamérica es de los latinoamericanos. Tenemos una historia tras de nosotros. La historia del futuro no nos perdonaría el haber dejado de ser fieles a ella”. Juan Domingo Perón, mensaje al Congreso de la Nación, 1° de mayo de 1974 Abrevando en las categorías de pensamiento que se han expuesto en el marco estratégico mundial antes descripto y en esta visión también estratégica de Perón sobre la integración latinoamericana que citamos en el párrafo anterior; se proponen algunos ejes temáticos que podrían servir para elaborar una doctrina de la integración suramericana que sea coherente con el objetivo más abarcador de construir una universalización heterogénea, multipolar y multicultural. En ese sentido anotamos: Es necesario trabajar organizadamente en cada uno de los estados nacionales de América del Sur en favor de la integración de la UNASUR, coordinando políticas activas de integración política, económica, social y cultural en tres andariveles paralelos y complementarios: el de los gobiernos; el de los partidos políticos y organizaciones económicas, sociales y culturales; y el de los pueblos. La integración entre los pueblos es lo estratégico que deben lograr los gobiernos, los partidos y las organizaciones económicas, sociales y culturales de cada uno de los estados nacionales de América del Sur porque; sin los respectivos pueblos hermanados y organizados en una causa común suramericana y latinoamericana con la que se sientan identificados; porque expresa al mismo tiempo sus respectivas identidades ancestrales y actuales, pero también los incorpora al futuro; no se podrá consolidar y sostener continuadamente en el tiempo la unidad política, económica, social y cultural cristalizada en la UNASUR. La crisis de la Unión Europea así lo muestra, una integración organizada desde las élites nacionales de espalda a los pueblos es frágil y, más tarde o más temprano, termina fracturada por la acción de las políticas neoliberales. Establecer la ciudadanía suramericana y la libre circulación de personas está en línea con construir la hermandad social y cultural entre los pueblos de cada estado nacional suramericano. También aporta a lo mismo, promover entre los respectivos pueblos 297. de cada estado nacional, el afecto y el reconocimiento mutuo entre ellos del valor que tienen cada una de las respectivas identidades nacionales suramericanas; que a fines del Siglo XIX se organizaron como singularidades que recibieron el aporte de inmigrantes europeos que arribaron huyendo de la miseria y la explotación; pero que, durante los tres siglos anteriores estuvieron unidas política, económica, social y culturalmente en una matriz común que reconoce: el mestizaje de pueblos originarios con conquistadores españoles y portugueses y africanos esclavizados; y el sustrato indeleble de una profunda religiosidad popular cristiana mixturada con expresiones originarias y afro. Tuvo ese sentido de promover el afecto y el reconocimiento mutuo entre los pueblos de dos estados nacionales sudamericanos, el acto de reparación histórica que en 1954 protagonizó en Asunción el presidente Perón, cuando devolvió en nombre de la nación y el pueblo argentino a la nación y al pueblo paraguayo, los trofeos arrancados en la infame Guerra de la Triple Alianza. Abonan a la reintegración del pueblo sudamericano las visitas que Francisco hizo a Brasil, Ecuador, Bolivia y Paraguay y lo harán también las que hará en el futuro a los demás estados nacionales suramericanos; porque su acción pastoral de honda raigambre popular cristiana, tiene la virtud de engarzar la ancestralidad con el presente y el futuro; proyectado éste en la reconstrucción de la integración suramericana y latinoamericana y como una contribución a la organización de la universalización heterogénea, multipolar y multicultural. Integración política implica ejercicio real de la democracia en cada uno de los estados nacionales de América del Sur, porque esto es condición necesaria para que tenga posibilidad de prosperar y consolidarse la política de integración continental a través de la UNASUR. Para consolidar la democracia y la UNASUR trabajan los pueblos de cada uno de los estados nacionales suramericanos; desde sus respectivas culturas políticas liberadoras nacionales y populares o progresistas consustanciadas con la construcción de la universalización heterogénea, multipolar y multicultural. Para degradar a la democracia y a la UNASUR trabajan las elites de cada una de los estados nacionales suramericanos; desde sus respectivas culturas políticas neoliberales neocoloniales consustanciadas con el sostenimiento de la globalización unipolar, hegemónica y homogénea. Así lo hicieron en Paraguay con una parodia de juicio político al presidente; a través de golpes abiertos como trataron sin éxito en Venezuela, Bolivia y Ecuador; por medio de procesos destituyentes por acusaciones de co298. rrupción, como lo motorizan en Brasil; y con intentos de deslegitimar el sistema electoral, como lo están haciendo en este momento en Argentina. Integración política implica organizar instituciones de gobierno de la UNASUR en el plano ejecutivo, legislativo y judicial que no socaven la soberanía política de los pueblos, sino que se sustenten en ella. Las estructuras organizadas de la UNASUR que reconocen como autoridad de gobierno a la reunión de los presidentes, a la secretaría general como ejecutora de esa voluntad, y a los consejos sectoriales como áreas de elaboración de políticas para la gestión pública suramericana, se sustentan en la soberanía política de los pueblos. Habría que avanzar en el área legislativa. En ese sentido, el Parlasur constituido en el área del MERCOSUR podría ser una base para extender a la UNASUR, ya que está en camino de sustentarse en el voto popular en cada uno de los estados nacionales que lo integran. Habría que avanzar en la construcción de estructuras arbitrales y judiciales comunes adecuadas al objetivo. Integración política implica construir políticas gubernamentales de la UNASUR que presenten a América del Sur, ante el mundo, como un solo espacio geopolítico suramericano unificado, que ejerce su soberanía política para lograr la independencia económica y sobre esa plataforma construir la justicia social. Para que esto pueda ser así, sería necesario que los gobiernos de cada estado nacional terminen de incorporar como políticas de la UNASUR, a sus respectivas demandas nacionales; para que las mismas puedan ser contenidas y expresadas como políticas suramericanas que representen el interés de todos. Esto quiere decir, por ejemplo: que Malvinas deje de ser un problema, solo argentino; la Amazonia una preocupación, solo de Brasil; la proyección a la Antártida, solo una demanda superpuesta argentina y chilena; la recuperación de su salida al mar, solo un problema boliviano; el derecho a la industrialización y al desarrollo tecnológico autónomo, solo un privilegio brasileño; la lucha por desendeudarse y la preocupación por la industrialización y la justicia social, solo una singularidad persistente argentina; el uso económico de la vera de los ríos comunes, solo una disputa ambiental entre uruguayos y argentinos; el ataque del delito organizado transnacional y nacional a la seguridad ciudadana, solo un problema irresoluble para todos; etc. Tomando todas las diversas demandas nacionales e integrándolas en una única demanda suramericana que conforme a todos, se podrían definir, por ejemplo, como políticas unificadas de la UNASUR: reclamar la recuperación por vía diplomática de la soberanía argentina sobre Malvinas; reclamar una proyección suramericana unificada sobre la Antártida; soberanía, explotación económica y 299. protección ambiental suramericana sobre la Amazonia y demás recursos naturales continentales y marítimos suramericanos; derecho suramericano a la soberanía financiera, al desarrollo tecnológico e industrial autónomo con justicia social, a la educación y a la salud pública universal y gratuita, a la seguridad ciudadana; etc. Cabe señalar que todas las políticas públicas sectoriales que se han venido elaborando en los respectivos consejos sudamericanos de la UNASUR hasta ahora, están en línea con ese objetivo; se trata de profundizar en ese sentido. Integración política implica articular relaciones de integración estables y permanentes entre los partidos políticos nacionales y populares o progresistas, que en cada uno de estados nacionales de América del Sur trabajan por la construcción de la UNASUR. Esto debería realizarse simultáneamente, en el plano de las respectivas conducciones, de los respectivos institutos de formación política y de las respectivas organizaciones juveniles. En este espacio político debería discutirse toda la agenda gubernamental, política, económica, social y cultural de la UNASUR y tomarse como una cuestión estratégica elaborar la doctrina de la integración suramericana; haciéndose cargo de que se articulen relaciones de integración, estables y permanentes entre las organizaciones económicas, sociales y culturales de cada uno de los estados nacionales. En este campo de acción lo realizado es nada. Mientras esto sea así, el avance o el retroceso de la integración va depender, como hasta ahora, de la buena o mala relación entre los gobernantes y de las buenas o malas condiciones que brinden para el acuerdo o la diferencia, las diversas coyunturas que deben necesariamente resolver cada uno de los gobiernos de los estados nacionales suramericanos. En este ámbito político de articulación suramericana, tal como lo reflexionó Lula, habría que pensar estratégicamente los próximos diez años, como mínimo; porque nuestros enemigos y aliados del resto del mundo así lo hacen y así les va mejor que a nosotros. Integración económica implica pensar América del Sur en términos de independencia económica. La base de la independencia sería la construcción de una soberanía financiera que de soporte a la construcción de la infraestructura integradora que necesita el desarrollo de una matriz industrial suramericana diversificada, que tenga como eje la creación y expansión del mercado interno suramericano y, simultáneamente, la exportación al mundo. La construcción de una matriz industrial suramericana diversificada implica desarrollar una base científica-tecnológica propia suramericana con los mayores grados posibles de autonomía respecto de las empresas 300. transnacionales, negociando en forma unificada con ellas la transferencia de tecnologías. También pensar en la máxima preservación relativa de los recursos naturales no renovables y renovables suramericanos respecto de la degradación ambiental inevitable que produce su explotación con fines económicos; de tal manera que sea el poder político autónomo sudamericano el que pueda regular la relación mercado-tecnología-medio ambiente; y que esto no sea impuesto desde afuera, por las élites que pretenden la globalización unipolar, homogénea y hegemónica. Integración económica implica pensar que la industria no puede estar radicada solo en Brasil y, en menor medida, en la Argentina. Porque esto significa reproducir, a lo interno de la UNASUR, los mecanismos del desarrollo capitalista desigual centro industrial-periferia materias primas instalado desde el hemisferio norte; lo que abre la posibilidad cierta de un frustración de la UNASUR porque, en la medida en que los estados nacionales de menor escala perciban que la integración sudamericana los ubica en una relación de dependencia centro-periferia con Brasil y la Argentina, van a preferir una relación de dependencia centro-periferia con estados más poderosos como EEUU, UE y China, por ejemplo, suscribiendo acuerdos individuales de libre comercio con ellos; y militares con Washington en algunos casos; que es lo que propone la cultura política neoliberal neocolonial vinculada a la globalización unipolar, hegemónica y homogénea. Por otro lado, es un poco lo que ya pasa parcialmente. Chile y Perú tienen acuerdos de libre comercio con los tres, Colombia lo tiene con la UE y con EEUU extendido también a lo militar. La clave para poder construir una matriz industrial diversificada parcialmente suramericana que, en algún momento pueda llegar a ser suramericana en su totalidad, pasa por organizar en el MERCOSUR, un desarrollo industrial integrado de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Venezuela y Bolivia que en la actualidad no se da. Este objetivo no se logrará si esta discusión se deja solo en manos de los gobiernos, como hasta ahora. Debería instalarse en el ámbito de los partidos nacionales y populares o progresistas del MERCOSUR que, como vimos, debería crearse y encargarse de involucrar en el debate a las organizaciones económicas, sociales y culturales de los respectivos estados nacionales. El paso posterior sería incorporar al debate a los similares partidos nacionales y populares o progresistas de los estados nacionales que ya están en el marco del libre comercio. Pero esta construcción de la matriz industrial integrada suramericana no será posible, si esta necesidad geopolítica de UNASUR no se lleva también en forma simultánea, al ámbito de los respectivos partidos po301. líticos que en este momento gobiernan a los estados semicontinentales industriales emergentes asiáticos: China, India y Rusia; que son los que pueden optar por suscribir o no suscribir con los estados nacionales suramericanos y latinoamericanos, acuerdos de libre comercio que reproducen la matriz centro industrial-periferia primaria. Porque hay saber que, solo en el caso de que los estados semicontinentales industriales euroasiáticos emergentes tomen en forma conjunta la decisión geopolítica de no seguir reproduciendo la matriz centro industrial-periferia primaria en sus tratados económicos, será posible reformar la economía mundial que sostiene impertérrita la globalización unipolar, hegemónica y homogénea. Comenzando, con esa decisión geopolítica estratégica, a construir la economía social global, de mercado con regulaciones estatales globales, destinadas a equilibrar el poder del capital y el trabajo, a poner el capital especulativo al servicio del capital productivo y a cambiar la relación centro industrial-periferia primaria, como es la propuesta alternativa de la universalización heterogénea, multipolar y multicultural. Se trataría de una economía productiva industrial global armoniosa al servicio del bienestar social de los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes. Por ello es importante que la Argentina pueda incorporarse a los BRICS. Su presencia junto a Brasil reforzaría la propuesta geopolítica de construir un acuerdo productivo industrial diferente entre el MERCOSUR y los estados semicontinentales euroasiáticos industriales emergentes; que en el futuro podría extenderse a la UNASUR. Integración social implica pensar en términos de sustentabilidad social a la industria suramericana radicada en todos los estados nacionales de América del Sur. Esto significa pensar la organización de la producción de bienes y servicios suramericanos en términos de comunidad organizada: los gobiernos articulan las fuerzas del capital y del trabajo en función de estimular el desarrollo de la productividad, del empleo registrado y calificado y una reinversión elevada de utilidades, por el lado del capital; y un compromiso con el desarrollo de la productividad, con la capacitación permanente y la negociación colectiva en pos de los mejores salarios y condiciones laborales y de desarrollo cultural, por el lado del trabajo. La fórmula sería productividad + justicia social, en una ecuación que apunte a una distribución dinámica del ingreso mitad-mitad entre capital y trabajo en el ámbito suramericano. La articulación entre el capital y el trabajo requiere que se establezcan relaciones de integración estables y permanentes entre los empresarios comprometidos con la construcción de la UNASUR en cada uno 302. de los estados nacionales porque, sin esta organización política suramericana de las organizaciones económicas será imposible llevar adelante la independencia económica de América del Sur con todos los corolarios que hemos analizado. La articulación entre el capital y el trabajo requiere que se establezcan relaciones de integración estables y permanentes entre las organizaciones sindicales de los trabajadores comprometidas con la construcción de la UNASUR en cada uno de los estados nacionales porque, sin esta organización política suramericana de los trabajadores será imposible llevar adelante la independencia económica con todos sus corolarios y, en especial, la fórmula productividad + justicia social que debería sustentarla. La integración cultural implica trabajar para reintegrar las identidades culturales actualmente segmentadas y diversas de los respectivos pueblos de cada uno de los estados nacionales de América del Sur; las que -como ya vimos al destacar la importancia estratégica que tiene lograr la integración entre los respectivos pueblos- tienen todas sus singularidades soportadas sobre un sustrato fundacional unificado sudamericano y latinoamericano previo. En ese marco, debería procederse a integrar el sistema educativo de cada uno de esos estados nacionales, en un sistema educativo suramericano público gratuito que abarque todos los niveles. Un lugar especial debería tener la integración académica universitaria, ya que es fundamental por el aporte que la educación superior debe hacer a la teoría política, económica, social y cultural de la integración sudamericana y latinoamericana, en todos los aspectos que son necesarios para elaborar la doctrina de la integración suramericana. Y porque, además, debería estar en el centro de generación de la base científica tecnológica suramericana que se necesita para poder impulsar una industrialización suramericana que tenga, los mayores grados posibles de autonomía respecto de las empresas transnacionales y una plataforma de protección ambiental, tal como ya vimos. Estos son solo algunos ejes para la discusión que no deberían faltar, cuando se aborde la elaboración de una doctrina de la integración suramericana en los diversos ámbitos institucionales. De ninguna manera este punteo los agota. Es solo un humilde aporte intelectual destinado a disparar la discusión geopolítica sobre el tema, nada más. 303. Ciudadanía y migraciones en la construcción del Estado suramericano Humberto Podetti “..si alguien quisiera domiciliarse en alguna de aquellas ciudades, por alguno de los medios por los que los extranjeros pueden hacerse ciudadanos, no parece que puedan prohibírselo y por consiguiente puede gozar de los privilegios de los ciudadanos, como los demás, con tal que también soporte las cargas como los otros…” Francisco de Vitoria, Relección Sobre los indios, Salamanca, 1538233 1- La ciudadanía como derecho a pertenecer a una comunidad organizada Uno de los mayores desafíos de la humanidad en el Siglo XXI es garantizar el ejercicio del derecho de toda persona a pertenecer a una comunidad organizada en el estado en el que ha nacido o en el que ha elegido, ejerciendo los derechos y asumiendo las obligaciones inherentes. América Latina y el Caribe, liderada en esta materia por América del Sur, está construyendo la ciudadanía nacional y continental bajo ese principio. Continúa así la tradición de su pensamiento político, social y económico, que desde los orígenes lo ha considerado constitutivo de la dignidad humana, criticando otras nociones de ciudadanía. La construcción latinoamericana implica también un cuestionamiento a la globalización en tanto esfuerzo de homogeneizar la singular riqueza de la diversidad cultural humana. Su proposición, que reconoce el carácter universal del derecho a pertenecer a una comunidad organizada antes, después y durante la pertenencia a un estado, implica una concepción poliédrica del mundo, con tantas caras como culturas existen. La consagración de estos principios en normas jurídicas continentales 233 Vitoria, Francisco de, Sobre el poder civil. Sobre los indios. Sobre el derecho de la guerra, Tecnos, Madrid, 1998, p. 135. 304. -como el Tratado Constitutivo de UNASUR-, y nacionales, como las de Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia y las de Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Colombia234-, ocurre en un mundo en el que se ha quebrado el monopolio del estado-nación para legislar y decidir en justicia235, las fronteras son porosas para la violencia económica236 y la interdependencia de las naciones en todas las áreas es inmensa. Esas normas significan una objeción histórica, convertida en derecho positivo, a encerrar los derechos y deberes de las personas en el estrecho marco de la ciudadanía entendida como membrecía política otorgada o negada por decisión de los estados. También denuncian que el cierre de las fronteras a las personas que llegan a Estados Unidos y Europa en paz y dispuestas a asumir los derechos y deberes correspondientes, ha convertido en letra muerta las reiteradas declaraciones universales de derechos humanos237. Los muchos millones de migrantes de nuestro tiempo, además del derecho a pertenecer a una comunidad organizada, afirman otro derecho, substancial para el futuro: conservar su cultura donde vayan y donarla a la comunidad que los recibe. La multiplicación de la transculturación y el mestizaje por los pueblos en movimiento forzoso, constituyen uno de los signos del siglo XXI. Como dijo Carlos Fuentes “El inmigrante -árabe en Europa, mexicano en Norteamérica- no le quita nada a nadie: da más de lo que recibe. Da su trabajo. Y da su cultura a la única civilización humana posible: la del mestizaje que creó a la América indo-afro-europea y a la España celtíbera, fenicia, griega, romana, árabe y judía”238. 2- Ningún ser humano es ilegal El 1 de mayo de 2006 se movilizaron simultáneamente cinco millones de personas en las ciudades de EEUU, en el mayor pronunciamiento popular de la historia de ese país y probablemente del mundo. Fue la cul234 Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Colombia lo han hecho mediante la incorporación a sus legislaciones del Acuerdo sobre Residencia para Nacionales de los Estados Partes del MERCOSUR. 235 Galgano, Francisco, La globalización en el espejo del derecho, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2005, pp. 81/85. 236 Francisco, Evangelii Gaudium, No a una economía de la exclusión [párrafos 53-54] No a la nueva idolatría del dinero [55-56] No a un dinero que gobierna en lugar de servir [57-58] No a la inequidad que genera violencia [59-60], www2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/ documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html#Algunos_desaf%C3%ADos_culturales. 237 Ki-moon, Ban, Secretario General de Naciones Unidas, discurso de apertura del 69° período de sesiones de la Asamblea General, 25 de septiembre de 2014, http://www.un.org/es/ga/meetings/ 238 Fuentes, Carlos, Juan Goytisolo en Oaxaca, El País, 17 de abril de 2004, http://elpais.com/diario/2004/04/17/babelia/1082158759_850215.html 305. minación de un proceso de protestas de los norteamericanos de origen latinoamericano, contra la ley HR 4437 de 2005 o ley Sensenbrenner, que declara delito criminal grave a la inmigración irregular y dispone la construcción de un muro en la frontera entre México y EEUU, una suerte de nueva muralla china o de muro de Berlín invertido239. Reclamaron la aplicación de los derechos de toda persona a establecerse en paz en el territorio de cualquier nación, obtener la ciudadanía de la nación elegida y pertenecer a una comunidad organizada, enseñados por Francisco de Vitoria hace cinco siglos. Hicieron también una admirable síntesis de esos derechos escribiendo en sus pancartas, en castellano y en inglés, “Ningún ser humano es ilegal”240. La invocación del sistema jurídico del fundador del derecho internacional y del derecho indiano y latinoamericano, constituyó simultáneamente una denuncia de ilegitimidad de la ley Sensenbrenner. Idéntica denuncia de ilegitimidad cabe a la Directiva de Retorno 2008/115/CE de la Unión Europea241 que cierra la frontera de Europa a las personas que migran huyendo de la extrema pobreza y la exclusión. Las causas de las migraciones y el derecho internacional contemporáneo constituyen fundamentos adicionales de esa ilegitimidad. En distintos momentos de su historia, Europa forzó la migración de millones de europeos, por las guerras, el hambre o las persecuciones por razones religiosas, raciales o políticas. Esos migrantes nunca encontraron fronteras cerradas en las comunidades que eligieron para vivir, cuando no podían hacerlo en sus comunidades de origen. En esos mismos momentos, Europa conquistó y colonizó mediante la violencia territorios y pueblos en todos los continentes. El reparto y la depredación de África a partir de la ominosa Conferencia de Berlín de 1885, es tal vez el ejemplo 239 Podetti, Humberto, Del ‘día sin mexicanos’ al discurso de Julián Castro en la Convención Demócrata: ¿podrán los ‘hispanos’ desarrollar nuevas políticas de los EEUU?, publicado en http:// forosanmartin2012.blogspot.com.ar/2012/09/del-dia-sin-mexicanos-al-discurso-de.html. 240 Lao-Montes, Agustín, “Ningún ser humano es ilegal”. Novísimos movimientos sociales de migrantes en los Estados Unidos, Universitas Humanística, n° 66, julio-diciembre 2008, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, pp. 273/300. 241 La Directiva de Retorno fue calificada como Directiva de la Vergüenza, en las críticas que le dirigieron Caritas de América Latina y el Caribe, http://www.zenit.org/es/articles/las-caritas-de-america-latina-rechazan-directiva-europea-sobre-retorno, el MERCOSUR, UNASUR y la CELAC. El Presidente de Bolivia publicó una carta abierta sobre la Directiva a todos los europeos que puede leerse en la red informática: http://www.lr21.com.uy/contratapa/315745-carta-abierta-de-evo-morales-contra-la-directiva-de-la-vergenza-europea. La VIII Conferencia Suramericana de Migraciones, celebrada en Montevideo, Uruguay, en 2008, condenó la criminalización del migrante irregular mediante la Directiva de Retorno y exhortó a la Unión Europea a desarrollar políticas migratorias acordes a los instrumentos internacionales sobre los derechos humanos. 306. más doloroso242. A la violencia militar siguió luego de la segunda gran guerra del siglo XX, la violencia económica -a la que se agregaron Estados Unidos y grandes corporaciones globales-, impuesta bajo la invocación de ‘comercio libre’ entre desiguales y cláusulas abusivas en perjuicio de los estados de la periferia243. Sin embargo, las personas que ahora no pueden vivir en sus comunidades de origen como consecuencia de la violencia militar y económica y se ven obligadas a migrar, encuentran las fronteras de Estados Unidos y Europa cerradas y protegidas con murallas o buques de guerra, como ocurre con la frontera entre América Latina y Estados Unidos y la Operación Tritón de la Unión Europea en el Mediterráneo. El derecho internacional contemporáneo, pese a su tibieza y ambigüedad para consagrar en normas obligatorias la grandilocuencia de sus declaraciones y propósitos respecto de la persona humana, también funda la ilegitimidad de las leyes europeas y norteamericanas que convierten a los migrantes irregulares en ‘ilegales’ o ‘criminales’. El art. 6 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de la ONU establece que “Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica”, en tanto que el art. 13, inc. 1, agrega que “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado”. Aunque la primera es una norma modesta y la segunda es ambigua, interpretadas en conjunto con otras numerosas normas del derecho internacional -vigentes para muchos países- sobre derechos humanos, régimen de refugiados, régimen de la migración laboral y derecho penal transnacional, autoriza a todo Juez europeo o norteamericano, aun cuando sus estados no hayan suscripto esos tratados, a garantizar el acceso de todos los migrantes a los derechos y deberes de las personas que habitan los estados de destino y prohibir su expulsión, conforme los criterios de la naciente justicia global244. El derecho a tener derechos como propio de toda persona por el solo 242 Arendt, Hannah, Los orígenes del totalitarismo, Alianza Editorial, Madrid, 2007, pp. 211/229; Benhabib, Seyla, Los derechos de los otros, Gedisa, Barcelona, 2005, pp. 46/47. 243 Mercado, Tomás de, Suma de tratos y contratos, Sevilla, 1571. http://www.hacer.org/pdf/Tratos.pdf. Discípulo de Vitoria y colega de Bartolomé de las Casas, fue profesor de la Universidad de México. La teoría económica y la aplicación práctica que hizo Mercado al comercio interno e internacional constituye un sólido fundamento para la organización de un nuevo sistema global justo. 244 Pogge, Thomas, ¿Qué es la justicia global?, Revista Latinoamericana de Filosofía, Buenos Aires, 2007, http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1852-73532007000200002; Sassen, Saskia, Territorio, autoridad y derechos. De los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales, Katz, Buenos Aires, 2010, p. 354. Kemelmajer de Carlucci, Aída, El poder judicial hacia el siglo XXI, en Derechos y garantías en el siglo XXI, en Kemelmajer de Carlucci, Aída y Roberto M. López Cabana Directores, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 1999, p. 21. 307. hecho de serlo, constituyó también el fundamento jurídico de las homilías pronunciadas por el Papa Francisco en la Isla de Lampedusa el 8 de julio de 2013, ante el muro líquido del Mediterráneo, y por el Cardenal Sean O’Malley al pie del muro Sensenbrenner, con feligreses a ambos lados del muro y dando la Eucaristía a través de sus barrotes el 1 de abril de 2014245. Ambos pidieron la eliminación de las barreras para las personas que migran en busca de posibilidades de una vida digna, clamaron por el fin de las muertes ocasionadas casi cotidianamente por ambas fronteras y pidieron perdón “por aquellos que con sus decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas”246. Esta última afirmación constituye el substrato de hecho necesario para extender el concepto de “refugiado”247 a las personas privadas del ejercicio de los derechos consagrados en los arts. 17 (derecho a la propiedad individual y colectiva), 23 (derecho al trabajo digno), 25 (derecho a una vida digna y protección especial de la niñez), 26 (derecho a la educación) y 29 (derecho a pertenecer a una comunidad organizada) de la citada Declaración Universal de los Derechos Humanos en los estados en los que viven y que por ello se ven obligadas a migrar a otros estados. Es decir, aquellas personas que son excluidas de sus sociedades de origen por el sistema económico global que Francisco denuncia en Evangelii Gaudium248. Ello significa que los estados de destino deben respetar la obligación de no devolución del migrante al país de origen, la protección especial de los niños y la reunión de las familias separadas por los procesos migratorios. Estas normas también autorizan a los jueces europeos y norteamericanos a dictar sentencias que abran las fronteras a quienes migran por la exclusión de sus sociedades de origen, la guerra, la desertificación o la violencia económica de cualquier naturaleza. 245 Metalli, Alver, Migrante entre los migrantes, http://www.tierrasdeamerica.com/2014/04/03/ migrante-entre-los-migrantes-la-homilia-del-cardenal-omalley-en-la-misa-por-los-migrantesque-mueren-en-el-desierto-de-arizona-tratando-de-llegar-los-estados-unidos/. 246 Francisco, Mensaje del 5-8-2013 anunciando la 100ª Jornada Mundial del Inmigrante y el Refugiado, Mensaje a la Jornada el 19-1-2014 y Homilía en Lampedusa 8-7-2013. El gobierno italiano, conmovido por las palabras de Francisco organizó con su marina la operación Mare Nostrum, que auxilió a las precarias embarcaciones que usan los migrantes para cruzar cuando estaban en riesgo de naufragar. Durante un año Italia salvó de la muerte a 155.000 personas y pidió el auxilio de la Unión Europea para sostener la operación. Al fin, la Unión Europea organizó la operación Tritón de Frontex, el organismo de fronteras de la UE, con buques de guerra de varios países, destinada a impedir que las embarcaciones lleguen a las costas, aunque estén en riesgo de naufragio. 247 Gzesh, Susan, Una redefinición de la migración forzosa con base en los derechos humanos, Revista Migración y Desarrollo, Zacatecas, México, N° 10, enero de 2008, pp. 97/126. Gzesh sostiene que “El moderno régimen de los derechos humanos se basa en el principio de que los derechos humanos trascienden la ciudadanía nacional”. 248 Ver nota 3. 308. Cabe recordar que el derecho internacional reconoce aún otro fundamento que autoriza sentencias justas. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, establecen explícitamente la prohibición de discriminación fundada en el “origen nacional” respecto del ejercicio de los derechos y deberes civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de cualquier persona. 3- El universalismo jurídico y político de Vitoria Sin embargo, aun cuando hubiera jueces humanistas en EEUU y Europa, los derechos de los estados-nación –con la honrosa excepción de América del Sur que hemos anticipado-, el derecho internacional, la doctrina jurídica y política y las elaboraciones académicas más avanzadas249, están aún lejos en el Siglo XXI del humanismo del sistema jurídico de Vitoria en el siglo XVI250. La característica principal del universalismo político y jurídico de Vitoria es su naturaleza humano-céntrica. El orden jurídico comienza en la persona humana y ella sigue siendo el sujeto principal en la comunidad organizada, en la república y en la república de todo el orbe o communitas orbis. Europa rechazó este sistema y construyó como garantía de la duración de la paz acordada en Westfalia, la organización política estado-nación, a la que subordinó la persona humana, configurando un sistema estado-céntrico, que aún en profunda crisis, continúa en el presente. Vitoria presentó y defendió su sistema en sus relecciones Sobre el poder civil, Sobre los indios y Sobre el derecho de la guerra, impartidas sucesivamente ante la comunidad universitaria salmantina en 1528, 1538 y 1539. El hombre sólo es plenamente hombre en sociedad, porque su naturaleza es esencialmente social o comunitaria. Las sociedades humanas se han constituido para que unos soporten las cargas de otros y para que los hombres y mujeres, viviendo en sociedad se presten ayuda mutua. En consecuencia, la comunidad tiene un conjunto de obligaciones que son el correlato de los derechos de cada uno de sus miembros y debe garantizar a todos el acceso a los bienes y a la libertad. Por ello, la jus249 Herrera Carassou, Roberto, La perspectiva teórica en el estudio de las migraciones, Siglo Veintiuno, México, 2006, pp. 185/211; García Vázquez, Cristina B. Los migrantes. Otros entre nosotros. EDIUNC, Mendoza, 2005, 26 y 29/31. 250 Podetti, Humberto, América en el universalismo político y jurídico de Francisco de Vitoria, http:// bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/america-universalismo-politico-juridico.pdf. 309. ticia no puede realizarse y los derechos ejercerse sino en el seno de una comunidad organizada251. La sociedad requiere necesariamente de un gobierno, a quien debe serle concedida la autoridad por sus miembros, en los que Dios ha delegado el poder. Es el pueblo, entonces, quien otorga la autoridad y la retira cuando no es ejercida rectamente252. Estos principios son universales, independientemente de la cultura y la religión de cada pueblo. Con estos argumentos Vitoria sostuvo que los pueblos de América tenían derecho a gobernarse conforme sus leyes y a exigir el respeto de su soberanía y negó la autoridad del Papa para otorgar territorios de unos pueblos a otros. La autoridad política es de derecho humano positivo, y por lo tanto sujeta en todos sus aspectos a la sociedad, por medio de las leyes que regulan su ejercicio y establecen los medios para controlarla. Vitoria fundó el derecho internacional, formado por las normas jurídicas que rigen las relaciones entre estados, y condenó la guerra y la conquista. El derecho internacional como derecho interestatal es el derecho de la república o comunidad de todo el orbe que hará posible la coexistencia en paz entre las diversas naciones del mundo, por sobre sus diferencias religiosas, políticas, económicas y culturales. Vitoria proyectó por primera vez una organización jurídica y política global253. Su cosmovisión al exterior de los estados no concluyó en el derecho internacional o derecho interestatal y en la comunidad universal. Sostuvo que además del derecho que rige al interior de los estados y del derecho que regula las relaciones entre los estados, existe otro derecho que es común a todo el género humano, a todo hombre y a toda mujer, independientemente de que pertenezcan o no a un estado: el derecho de gentes. Es el derecho de gentes el que consagra el derecho de toda persona a pertenecer a una comunidad organizada. Las consecuencias jurídicas y políticas de este pensamiento son decisivas para el siglo XXI: los derechos de la persona humana son preexistentes e independientes de la pertenencia a una nación y mucho más aún de su carácter de miembro de un estado. Precisamente por ello uno de los primeros derechos humanos es el de pertenecer a una comunidad organizada, tal como fue presentado y sostenido por Vitoria, en el primer título de la tercera parte de su Relección Sobre los indios, incluyendo, entre los numerosos argumentos expuestos, dos instituciones del dere251 Vitoria, Francisco de, La Justicia, Estudio preliminar y traducción de Luis Frayle Delgado, Ed. Tecnos, Madrid, 2001, Cuestión 58, Artículo Segundo Si la justicia siempre dice en relación a otro, p. 37. 252 Vitoria, Francisco de, Los derechos humanos, San Esteban, Salamanca, 2003, pp. 91/93 y 111. 253 Ib. pp. 201/211. 310. cho americano254, la de participación en la propiedad común y la de libre circulación y establecimiento en el territorio de cualquier pueblo255. Es que el hombre necesita –como afirma Vitoria- de su entorno inmediato y mediato para su realización. Es en la relación con los otros cuando es plenamente hombre. El derecho a pertenecer a una comunidad organizada implica el de pertenecer tal como es, con sus diferencias y semejanzas con los demás miembros. Y ello constituye también una obligación: son sus diferencias de cualquier naturaleza las que más enriquecen a la comunidad y en consecuencia, está obligado moralmente a aportarlas en la interacción social. Por ello el escenario de la realización del hombre es la comunidad organizada y su participación en ella es mucho más compleja y decisiva para la plenitud de su vida que su participación en el Estado como miembro y en el mercado como productor de bienes, comerciante, trabajador o consumidor. La persona, cada persona, diversa y única, en su cualidad esencial de ser social, sin amputaciones, debe subordinar todos y cada uno de los elementos de toda forma de Estado. El sistema de Vitoria establece el derecho de toda persona a elegir el estado en el que quiere vivir e instalarse con su familia en él y el derecho a pertenecer a la comunidad que habita ese estado, con iguales derechos y deberes personales, sociales, políticos y económicos que el resto de los habitantes. De ese modo, al disociar el derecho a la ciudadanía de la forma de organización política del estado-nación256 y de la nacionalidad257, sitúa el debate acerca de la construcción de la ciudadanía, en el ámbito de toda organización política, sea nacional, regional o mundial, porque en cada una de ellas se expresan y son imprescindibles los derechos y los deberes de la persona humana. Y por cierto, también califica a esas organizaciones políticas según reconozcan plenamente esos derechos y deberes y hagan posible su ejercicio por todas las personas o no. El propio Vitoria se refiere adecuadamente a las naciones que niegan esos derechos, recordando versos de la Eneida: ¿Qué raza de hombres es ésta qué nación tan bárbara es esta que permite tal trato? Se nos niega hospitalidad en sus costas258 254 Podetti, Humberto, Los caminos del Inca, patrimonio de la humanidad, Cátedra Libre de Integración Latinoamericana, FCS, UNLZ, www.facebook.com/intelatinoaricanaycaribe/ posts/146382689720266 255 Vitoria, Francisco de, op. cit. Relección Sobre los Indios, argumento undécimo, p. 131 y tercera proposición, p. 133. 256 Sassen, Saskia, op. cit., pp. 354/369. 257 Benhabib, Seyla, op. cit., pp. 61/64. 258 Vitoria, Francisco de, op. cit., p. 131. 311. 4- Ciudadanía y sociedad en el proyecto político y jurídico del movimiento independentista: el debate entre americanos y europeos en las Cortes de Cádiz de 1812 y de Lisboa de 1820. Los discípulos de Vitoria y sus continuadores en las Universidades de Salamanca y Coimbra, vinieron a América259, donde estudiaron las grandes culturas americanas, alfabetizaron sus lenguas y adoptaron muchos de sus valores e instituciones. También fundaron numerosas universidades, establecieron la imprenta un siglo antes que en América del Norte, y enseñaron y escribieron obras sustantivas sobre la historia y la cultura de América, la persona humana, la ciudadanía, el derecho a tener derechos, la comunidad organizada, la economía, la república y la república de todo el orbe. De ese modo construyeron un pensamiento mestizo y original y transformaron el castellano y el portugués, en cuanto a sus sentidos y significados, en lenguas americanas260. En ese proceso se desarrolló el derecho indiano, que rigió en América durante tres siglos, desde la región del Oregón -de Alaska a Californiahasta la región de Tierra del Fuego. El derecho indiano tuvo como una de sus fuentes el derecho de las civilizaciones americanas. La ley IV, del Libro II, Título I, de la Recopilación de Leyes de Indias ordenaba “que se respeten las leyes que los Indios tenían antiguamente para su gobierno y las nuevas que hicieren”261. Entre esas leyes estaban las que regulaban los yanacuna y los mitmacuna, originarios de la cultura andina Chavín y cuya práctica se extendió por toda América del Sur durante el Tawantinsuyu, el estado universal inca. Ambas instituciones consagraban el derecho al libre asentamiento temporario o permanente de personas y familias de un pueblo en jurisdicción de otro pueblo262. Como ya hemos señalado, ellas constituyeron uno de los fundamentos de Francisco de 259 Acerca de la influencia salmantina en América: Rodríguez Cruz, Águeda Ma. Alumnos de la Universidad de Salamanca en América, en: AAVV, Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca. La Ética en la conquista de América, Madrid, Corpus Hispanorum de Pace, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, n. 25, 1984, pp. 499/550; Cerezo, Prometeo, Influencia de la Escuela de Salamanca en el pensamiento universitario americano, en ob. cit., pp. 551–596; Rizo Patrón, Francisco, Identidad universitaria en las raíces salmantinas de la universidad de San Marcos, Lima, Revista Teológica Limense, Vol. XXXV, No. 1, 2001, pp. 21–46. 260 Maturo, Graciela, El lenguaje morada del hombre en Maturo, Graciela, La razón ardiente, Biblos, Buenos Aires, 2004. 261 Recopilación de las Leyes de los Reinos de Indias, Tomo II, Libro II, Título I, Ley IIII, Ivlian de Paredes, Madrid, 1681, p. 126 vuelta, http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0018801.pdf. 262 Roel Pineda, Virgilio, Cultura peruana e historia de los incas, Fondo de Cultura Económica, Lima, 2001, pp. 432 y 433; Murra, John V., La organización ecnómica del estado inca, Siglo XXI, México, 1978,pp. 204, 205 y 215/258. 312. Vitoria para la formulación del derecho de gentes o derechos de los pueblos, que incluía, precisamente, el derecho de todas las personas a instalarse en paz en el estado que elijan para vivir, con idénticos derechos a los demás habitantes a condición que asuman también sus deberes. Las concepciones de persona, sociedad y ciudadanía del derecho inca, del derecho de gentes y del derecho indiano263, se incorporaron al pensamiento del movimiento independentista como fundamento y conciencia simultáneamente de la singularidad de la nación indo-íbero-afro-americana. Expresando ese pensamiento, Simón Rodríguez afirmó que el modelo para construir una nueva sociedad en América no era el modelo europeo: “La América española es original y originales han de ser sus instituciones y su gobierno y originales los medios de fundar uno y otro”264, “porque los pueblos americanos en nada se parecen a los europeos265” y no se parecen porque están integrados “por todas las personas de la comunidad, por diferentes que sean: criollos, negros, indios, mulatos”…”hay un pueblo soberano y está constituido por todos sin excepción”266. El concepto salmantino de comunidad organizada como ámbito para el ejercicio de los derechos y los deberes también está recogido en la noción de ciudadanía: ciudadanos son todos, sin más requisitos que los de ejercer los derechos y asumir los deberes propios de la comunidad. El debate entre el proyecto de estado-nación westfaliano, inspirado en Hobbes, y la concepción americana de persona, comunidad, nación y estado, inspirada en la escuela salmantina y el pensamiento latinoamericano, fue la materia principal del debate entre los diputados americanos y los diputados españoles en las Cortes de Cádiz de 1812 y la razón de la agresividad de los diputados portugueses contra los americanos en las de Lisboa de 1820. En ambas Cortes, españoles y portugueses impusieron su número a los americanos, establecido arbitrariamente en las convocatorias, pese a la mayor población de América. En Cádiz participaron ciento treinta y un españoles y cincuenta y dos americanos, en tanto que la Comisión redactora estuvo integrada por diez españoles y cinco americanos, 263 Methol Ferré, Alberto y Metalli, Alver, La América Latina del siglo XXI, Edhasa, Buenos Aires, 2006, pp. 144 y 145. Methol cita el diálogo entre el entonces Cardenal Joseph Ratzinger y Jürgen Habermas sobre los fundamentos del Tratado Constitucional de la Unión Europea, en el que ambos recordaron el origen de los derechos humanos en la concepción de persona de Francisco de Vitoria. 264 Rodriguez, Simón, Obras completas, Sociedades americanas, Presidencia de la República, Caracas, T.I, pp. 343 265 Op. cit., pp. 274, 275 y 371. 266 Rodríguez, Simón, op. cit., Defensa de Bolívar, T. II, p. 289. 313. cuatro de los cuales firmaron bajo protesta el texto final267. En Lisboa participaron 130 portugueses y estaban convocados o fueron electos 70 brasileños. Muchos no concurrieron a Lisboa en protesta por la actitud de los diputados portugueses, como los representantes de Minas Gerais –donde había tenido lugar el levantamiento de Tiradentes-. Otros muchos se retiraron, como los diputados de San Pablo, que seguían las Lembranças e Apontamentos de José Bonifacio, ante los agravios y actitud agresiva de los diputados portugueses268. En Cádiz, en cambio, hubo un intenso debate y los diputados americanos, con un elevado nivel de formación, inclusive superior al de los diputados españoles269 pudieron exponer sus ideas, aunque fueron rechazadas. El propósito general del proyecto americano fue la constitución de una comunidad política transoceánica, integrada por españoles y americanos, bajo el nombre de Confederación Hispanoamericana270, inspirada en el humanismo del pensamiento mestizo indo-afro-íbero-americano. Proponía, en consecuencia, una institucionalidad centrada en la persona humana y no en el estado-nación271. La primera de las cuestiones debatidas en las sesiones constituyentes fue la idea de nación. Los diputados españoles concebían a la nación como un sujeto unitario, ideal, abstracto e indivisible, compuesto por individuos homogéneos. Los diputados americanos, por el contrario, concebían a la nación, como una comunidad o Nación de naciones, esencialmente diversa en su interior. Es decir, “que la nación equivalía a la suma de todos y cada uno de los individuos y provincias…” presuponiendo “…la existencia de una soberanía latente, originaria, de cada individuo y territorio o “patria 267 Levaggi, Abelardo, La Constitución española de 1812 e Hispanoamérica. Los diputados americanos que integraron la Comisión Redactora de la Constitución fueron: Joaquín Fernández de Leiva, diputado por Chile; Andrés de Jáuregui, por Cuba; Mariano Mendiola, por Querétaro (Nueva España); Vicente Morales Duárez, por el Perú, y Antonio Joaquín Pérez, por Puebla de los Ángeles (Nueva España). http://p3.usal.edu.ar/index.php/iushistoria/article/view/1433/1836 268 Mauro, Frédéric, La coyuntura de la crisis: Portugal y Brasil en Carrera Damas, Germán (Director) Historia General de América Latina, V, La crisis estructural de las sociedades implantadas, UNESCO-Trotta, Madrid, 2003, p. 91; Mota, Carlos Guilherme y López Adriana, Historia de Brasil. Una interpretación, Universidad de Salamanca, Salamanca 2009, pp. 253/260. 269 Berruezo, María Teresa, La participación americana en las Cortes de Cádiz (1810/1814), Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1986, p. 303. Berruezo destaca la formación universitaria, inclusive de postgrado, de los diputados americanos. 270 Navas Sierra, Alberto J., El proyecto de Confederación hispánica de Francisco Antonio Zea, Encuentro, Madrid, 2000, p. 359. 271 Carriquiry, Guzmán, El bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos, Encuentro, Madrid, 2011, p. 32/34. 314. natural”, que había que respetar y proteger272. La calidad de sujeto de la Nación, de unidad que autoriza a sus miembros a hablar de nosotros, no se definía por la homogeneidad sino por lo que se comparte desde la diferencia o lo nuevo y diferente que nace de la interacción, como el mestizaje273 o la transculturación274. La geografía, la historia y la lengua y las culturas, partes diferenciadas de una cultura común nacida de su interacción, constituyen su proceso formativo. Es el sentido, aquello que da razón a la existencia personal y social, obrando a lo largo del tiempo en un espacio o geografía. Las diferencias en torno a la idea de nación no eran sólo conceptuales sino también políticas. El proyecto americano era contradictorio con el proyecto español porque la interacción puede producir en lugar de mestizaje o transculturación, racismo, como ocurrió en Europa, en Estados Unidos o en la India o Sudáfrica gobernadas por europeos o descendientes de europeos. En la idea de homogeneidad como ideal o como proyecto del estado-nación, subyace, en efecto, el desprecio o el temor al que es diferente y termina considerándose enemigo. O, en el mejor de los casos, la idea de tolerancia frente a aquello que es diferente y no se puede eliminar. Por el contrario, en la idea de interacción en la diversidad está el fundamento de la alteridad275, característica esencial y colectiva de la identidad de la nación latinoamericana. 272 Porras Ramirez, José María. La federación imposible: el proyecto constitucional americano en las Cortes de Cádiz. Estudios Constitucionales, Revista Semestral del Centro de Estudios Constitucionales de Chile, p. 25 http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-52002013000100002&script=sci_arttext 273 Ribeiro, Darcy, El pueblo brasileño. La formación y el sentido de Brasil, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p. 393. Dice Ribeiro al concluir su obra “estamos construyéndonos en la lucha para florecer mañana como una nueva civilización, mestiza y tropical, orgullosa de sí misma…Mejor porque incorpora en sí más humanidades. Más generosa porque está abierta a la convivencia de todas las razas y todas las culturas y porque está asentada en la más bella y luminosa provincia de la tierra”. 274 Ortiz, Fernando, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Cátedra, Madrid, 2002, p. 254. Ortiz usa por primera vez el vocablo transculturación para “expresar los variadísimos fenómenos que se originan en Cuba por las complejísimas transmutaciones de culturas…sin conocer las cuales es imposible entender la evolución del pueblo cubano…”. 275 Podetti, José Ramiro, Cultura y Alteridad. Acerca del sentido de la experiencia latinoamericana, (Premio de Ensayo Mariano Picón Salas 2006 de la Fundación Rómulo Gallegos, Venezuela). El análisis que propone Cultura y Alteridad considera al proceso histórico entre el siglo XVI y la actualidad dentro de una misma lógica, que siguiendo a Karl Jaspers se define como la transición entre las historias locales y la historia universal. Se comparan los períodos 1500-1550 y 1830-1880 como saltos análogos en ese proceso. Ambos momentos están caracterizados por lo que el autor denomina “explosiones de proximidad”, con su impacto en la experiencia y en la noción de alteridad, considerada desde el pensamiento etnológico y antropológico. A partir de este encuadre, se analiza al racismo como una vertiente de tal pensamiento, y se contrasta con cinco autores latinoamericanos (José E. Rodó, Francisco García Calderón, José Vasconcelos, Fernando Ortiz y Víctor Andrés Belaúnde), que tienen en común la asunción del mestizaje como hecho irreversible de la constitución social latinoamericana, y su valoración positiva en contraposición a la herencia intelectual del siglo XIX. 315. La segunda diferencia substancial, ya anticipada en la concepción de la Nación como un sujeto colectivo integrado por todas las personas, reside en las ideas de soberanía y ciudadanía. Los diputados americanos sostuvieron que la nación estaba integrada por todas las personas que habitaban el territorio, por el sólo hecho de ser personas. La Constitución de 1812, rechazando esa idea, estableció que “La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”276. Es decir, condenó desde la primera norma la posibilidad de establecer una constitución para lo que era de hecho y según el derecho indiano, una comunidad indo-hispano-afro-americana establecida en dos continentes. Del proyecto americano se seguía que la soberanía era un derecho natural e inherente a cada persona, y que las personas podían delegarla o quitarla. Es decir que la soberanía era originaria y correspondía al pueblo, no como noción abstracta sino como colectivo en el participaban cada una de las personas concretas y reales que en cada momento lo integraban. El art. 3 de la Constitución sancionada establecía, por el contrario, que “La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales”. En congruencia con la concepción americana, nuestros diputados también defendieron una noción de ciudadanía concebida como derecho de las personas a tener derechos personales, sociales, políticos y económicos y sus consiguientes deberes, negando la distinción entre derechos civiles y políticos277. Por fin, también defendieron la noción de soberanía popular y democracia directa. En efecto, si la soberanía reside en las personas y no en sus representantes y las personas pueden revocar el mandato si los representantes no cumplen con los mandatos, el principio central del sistema político es que los pueblos deliberan y gobiernan por los medios que establecen la ley o la constitución. Este pensamiento era revolucionario para los diputados españoles, aunque llevaba ya cinco siglos de debate en América278. La tercera cuestión substancial fue la de la ciudadanía de los afroamericanos y la esclavitud. Los diputados españoles, siguiendo los criterios de la Constitución de EEUU, que había otorgado rango constitucional a 276 http://www.congreso.es/constitucion/ficheros/historicas/cons_1812.pdf 277 Porras Ramírez, José María, op. cit., p. 30. 278 Veracruz, Alonso de, Sobre el dominio de los infieles y la licitud de la guerra, UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas, 2000, p. 2 y 3. Se trata de las lecciones que Veracruz impartió en la Universidad de México en 1553 y 1554, y en las que sostuvo “que el dominio del pueblo reside primaria y principalmente en el mismo pueblo” (Cuestión I, párrafo 4), “que la comunidad por su voluntad puede transferir el dominio” (párrafo 6) y que si el dominio se ejerciera en perjuicio de la comunidad puede ser reclamado por el pueblo (párrafo 11). 316. la esclavitud y de la Revolución Francesa, que había mantenido vigente el Code Noire, que calificaba a los esclavos como cosas muebles, se negaron a abolir la esclavitud reclamada por los diputados americanos y expresada en el proyecto del diputado de Tlaxcala José Miguel Guridi Alcocer279. Coherentemente también negaron a las “clases pardas”, es decir a quienes eran descendientes de afroamericanos en cualquier grado, el derecho a la ciudadanía. En el Discurso Preliminar a la Constitución, se justificaba esta medida, alegando la “diferencia de condiciones, civilización y cultura en la que vivían los originarios de África, establecidos en América”280. Los diputados americanos, por el contrario, propusieron la abolición de la esclavitud y la ciudadanía de los afroamericanos. Como ya era tradición en América, aunque la Constitución de Cádiz de 1812 no fue firmada por la mayoría de los diputados americanos de la Comisión Redactora al no incorporar las ideas principales del proyecto americano, esas ideas fueron llevadas a la práctica al constituir los “ayuntamientos” que autorizaba dicha Constitución. Como señala Porras Ramírez, “entre 1812 y 1814, en la América hispánica, se constituyeron más de mil ayuntamientos constitucionales y dieciocho diputaciones provinciales, sentando así el fin de la administración virreinal. De ese modo, más de un millón de ciudadanos, sin restricciones de educación o propiedad, circunstancia ésta verdaderamente insólita en la época, participaron en ellas, facilitándose, incluso, a los varones de ascendencia africana el ejercicio de los derechos al sufragio activo y pasivo, a pesar de los impedimentos que la Constitución, en este punto, establecía”281. En las Cortes de Lisboa de 1820, convocadas como consecuencia de la Revolución de Oporto, no fue posible el debate. Los diputados portugueses querían devolver a Brasil a un estado colonial pleno, por lo que ridiculizaron las presentaciones de los diputados brasileños. Pero sus ideas quedaron plasmadas en las Lembranças e Apontamentos do governo provisório de São Paulo a seus Deputados que redactó José Bonifacio282, designado Presidente de la Junta Provisional de San Pablo. Esas ideas 279 Rieu-Millan, Marie Laure, Los diputados americanos en las Cortes de Cádiz, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1990, p. 168. 280 Vila Vilar, Enriqueta, La gran omisión en la Constitución de 1812: la esclavitud africana, http:// institucional.us.es/revistas/rasbl/39/art_8.pdf. 281 Porras Ramírez, José María, op. cit., p. 28. 282 José Bonifacio se graduó en la Universidad de Coimbra en Leyes, Matemáticas y Filosofía, dado que en Brasil no hubo Universidades ni imprenta hasta el traslado de la Corte portuguesa a Río de Janeiro. Allí estudió con los conimbricenses, seguidores de la escuela de Salamanca. Propiciaba para Brasil una monarquía constitucional, con elección directa del Parlamento, la abolición de la esclavitud, la integración social de los indios, la reforma agraria, el mestizaje y la preservación de la unidad de Brasil. 317. eran muy semejantes al proyecto político e institucional americano en las Cortes de Cádiz283. Regresada a Lisboa la corte portuguesa, Bonifacio alentó a Pedro I a pronunciar el Grito de Ipiranga y proclamar la independencia de Brasil, conforme ese proyecto. En 1823 fue electo diputado a la Asamblea General Constituyente, en la que actuó durante un breve periodo, en el que propuso los proyectos sobre la integración de los indios en la sociedad brasileña, la reforma agraria, la abolición de la esclavitud y la emancipación gradual de los esclavos284. 5- Migraciones y ciudadanía en el derecho regional y nacional América del Sur El pensamiento latinoamericano y su tradición filosófica, política y jurídica ha inspirado el derecho suramericano en materia de ciudadanía y de migraciones. Por cierto que aún falta mucho para que ese derecho escrito se convierta en ejercicio general en el continente. Pero sin dudas expresa la decisión de participar en la construcción de la ciudadanía universal como el derecho de toda persona desde su concepción a tener todos los derechos y deberes en el estado de su nacimiento o en el que elija para establecerse. Y ha otorgado a los jueces las herramientas necesarias para hacer justicia en esta materia decisiva, como puede advertirse en la sentencia de la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná, Argentina, que declaró que “ningún ser humano es ilegal” al anular una decisión de la Dirección Nacional de Migraciones que pretendía expulsar a cuatro inmigrantes chinos irregulares. Los jueces sostuvieron que “este nuevo paradigma se construye a partir de erigir al ‘derecho a migrar’ como derecho humano esencial e inalienable de la persona e impone la consecuente obligación del Estado argentino de garantizarlo sobre la base de los principios de igualdad y universalidad (art. 4 ley 25.871)”285. El derecho de UNASUR286 y de varios de sus estados miembros ha alcanzado un desarrollo suficiente como para inspirar el derecho de cual283 Da Mota, Carlos Guilherme José Bonifacio, fundador de Brasil, http://memorial.org.br/revistaNossaAmerica/24/esp/48-jose_bonifacio.htm 284 Devoto, Fernando y Fausto, Boris, Argentina Brasil 1850/2000. Un ensayo de historia comparada, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2004, pp. 28/41 y 46; Rapoport, Mario y Cervo, Luiz Amado, El Cono Sur. Una historia común, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, p. 73. 285 La sentencia puede leerse en: http://www.cij.gov.ar/nota-7044-Fallo-de-C-mara-asegura-que-ning-n-ser-humano-es-ilegal-.html 286 Acuerdo sobre Residencia para Nacionales de los Estados Partes del MERCOSUR, Plan de Acción para la coformación de un Estatuto de la Ciudadanía del MERCOSUR (MERCOSUR /CMC/ DEC/ 64/ 10). 318. quier nación del mundo dispuesta a llevar a la práctica la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas. También puede servir de criterio universal a la naciente justicia global para dictar sentencias declarando la ilegitimidad de las normas de derecho positivo de cualquier nación que nieguen o cercenen esos derechos. La Constitución de Brasil en el primer párrafo de su art. 5 establece la igualdad de todos ante la ley, sin distinción de ninguna naturaleza, y garantiza a los brasileños y a los extranjeros residentes en el país la inviolabilidad del derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad, a la seguridad y a la propiedad. Y en el inc. XV del mismo artículo agrega que es libre el desplazamiento en el territorio nacional en tiempo de paz, pudiendo cualquier persona, en los términos de la ley, entrar en él, permanecer o salir de él con sus bienes. Es decir que la constitución brasileña recoge explícitamente la norma del derecho de gentes de Francisco de Vitoria de 1538 cuya cita preside este trabajo. En la misma dirección, la Constitución de Argentina establece en su art. 20 que los extranjeros gozan de todos los derechos civiles del ciudadano y no están obligados a admitir la ciudadanía. Y la Ley 25871 de Migraciones, en su art. 4, agrega que el derecho a la migración es esencial e inalienable de la persona y la República Argentina lo garantiza sobre la base de los principios de igualdad y universalidad. En el art. 20 asocia el ejercicio de los derechos con el de los deberes: el Estado asegurará las condiciones que garanticen una efectiva igualdad de trato a fin de que los extranjeros puedan gozar de sus derechos y cumplir con sus obligaciones. En otras normas establece que en ningún caso la circunstancia de tratarse de un inmigrante irregular podrá impedir a una persona el ejercicio del derecho a la educación, a la salud o a la asistencia social. La ley argentina también confiere trato diferenciado a los ciudadanos de los países del MERCOSUR, y a los de Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú, bastando sólo acreditar la nacionalidad de alguno de esos países para obtener la residencia temporaria. Finalmente, otro aspecto significativo de la ley es la obligación del Estado argentino de proteger a los migrantes argentinos en el exterior y de facilitarles su regreso cuando quieran hacerlo. Uruguay estableció un régimen migratorio en sentido semejante mediante su ley 18.250, en cuyo art. 1 se dispone que El Estado uruguayo reconoce como derecho inalienable de las personas migrantes y sus familiares sin perjuicio de su situación migratoria, el derecho a la migración, el derecho a la reunificación familiar, al debido proceso y acceso a la justicia, así como a la igualdad de derechos con los nacionales, sin 319. distinción alguna por motivos de sexo, raza, color, idioma, religión o convicción, opinión política o de otra índole, origen nacional, étnico o social, nacionalidad, edad, situación económica, patrimonio, estado civil, nacimiento o cualquier otra condición”. También introduce la asociación de derechos y deberes: las personas extranjeras tienen garantizado por el Estado uruguayo el derecho a la igualdad de trato con el nacional en tanto sujetos de derechos y obligaciones. La Constitución de Bolivia establece que La población no nacida en el territorio boliviano pero residente en el país, al gozar de derechos debe cumplir los deberes establecidos en la presente Constitución y consagra el Derecho a la libertad de residencia, permanencia y circulación en todo el territorio boliviano, que incluye la salida e ingreso del país. Las normas constitucionales y legales citadas significan una consagración explícita del derecho de todas las personas a migrar y establecerse en el país que elijan, eliminando la ambigüedad del art. 13, inc. 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. La construcción de la ciudadanía suramericana se desarrolla desde el año 2000 de modo paralelo y simultáneo al proceso de construcción del estado continental. Ese año se celebró en Brasilia la 1ª Conferencia de Jefes de Gobierno y Estado convocada por el Presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardozo, iniciando un proceso que desembocó en 2008 en la Constitución de la Unión de Naciones de América del Sur, UNASUR, que reúne a todas las naciones de América del Sur y por lo tanto al MERCOSUR, la CAN y la Alianza para el Pacífico287. El mismo año se realizó en Buenos Aires, la I Conferencia Suramericana de Migraciones, CSM, que desembocó en 2010 en la formulación del Plan Suramericano de Desarrollo Humano de las Migraciones. El Plan tiene tres ejes principales, que asocian los procesos de construcción del estado suramericano, la ciudadanía regional y los derechos humanos universales (X CSM, Cochabamba, Bolivia, 2010): a) las migraciones internas de América del Sur son parte del proceso de integración regional y subregional y, por lo tanto, de la ciudadanía suramericana; b) las migraciones en el mundo constituyen una respuesta a la marginalidad, la pobreza y la exclusión provocadas por el sistema global y 287 Carriquiry, Guzmán, Una apuesta por América Latina, Sudamericana, Buenos Aires, 2005, pp. 126/131. 320. c) el trato dado a los migrantes por cada nación es un indicador clave del grado de respeto de los derechos humanos en esa nación. El Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas, firmado en 2008 y vigente desde 2011, consagra en su Preámbulo la decisión de las naciones de América del Sur de construir una ciudadanía suramericana y en su art. 3, inc. i, establece como objetivo la consolidación de la identidad suramericana a través del reconocimiento progresivo de derechos a los nacionales de un Estado Miembro residentes en cualquiera de los otros Estados Miembros, con el fin de alcanzar una ciudadanía suramericana. En el inc. k del mismo artículo dispone la cooperación en materia de migración, con un enfoque integral, bajo el respeto irrestricto de los derechos humanos y laborales para la regularización migratoria y la armonización de políticas. En 2012 la UNASUR sancionó en Lima la decisión UNASUR/ CJEG/8/2012 por la que dispuso la iniciación del proceso de construcción de la ciudadanía suramericana, dando prioridad a la dimensión migratoria. De este modo, convirtió en mandato político y jurídico las Declaraciones del CJEG de Cochabamba en 2006, Quito en 2009 y Los Cardales en 2010, que reconocían a la ciudadanía suramericana como un objetivo prioritario de la integración, destacando la importancia de las migraciones. Asimismo adoptó los principios del “Acuerdo sobre Residencia para Nacionales de los Estados Partes del MERCOSUR, Bolivia y Chile”, al que adhirieron Perú y Ecuador en 2011 y Colombia en 2012. En consonancia con esa concepción de la ciudadanía, la mayoría de los estados latinoamericanos han otorgado el derecho a votar a sus ciudadanos residentes en el exterior, con las excepciones de Chile, Cuba, Guatemala, Paraguay y Uruguay. Colombia y Ecuador además del voto, han otorgado representación en sus parlamentos a los residentes en el exterior y Argentina tiene un proyecto en el mismo sentido. Los pasos dados para el reconocimiento en América del Sur de la ciudadanía concebida como el derecho de todas las personas a pertenecer a una comunidad organizada, con los consiguientes derechos y deberes, sea aquella en que han nacido u otra que elijan, son significativos. También se han dado pasos valiosos para la conformación de la ciudadanía suramericana, como etapa previa a una ciudadanía latinoamericana. En realidad, sólo faltan decisiones políticas y la sujeción de algunos intereses económicos a esas decisiones, para afirmar el necesario paso siguiente, la conformación de una organización política y jurídica supranacional, cuyo sujeto sean las personas que habitan o quieran habitar nuestro continente. Una decisión de los estados miembros de UNASUR 321. sería suficiente para tener un único ordenamiento suramericano de derecho público y privado y una justicia continental. En efecto, el derecho latinoamericano es una comunidad jurídica singular. Como afirma Rabinovich-Berkman, “no existe ningún otro conjunto de estados en el mundo y menos con la extensión de América Latina” que conformen una unidad jurídica semejante, lo que “es algo único y extraordinario”288. Las regulaciones jurídicas de la familia, la actividad económica, el trabajo, la propiedad, la seguridad social, la salud o la educación, son muy semejantes en todos los estados latinoamericanos. Por ejemplo, no habría dificultades en que todos adoptaran el Código Civil y Comercial de Brasil o el Código Civil de Perú. Por otra parten están en vigencia numerosos cuerpos normativos regionales en materia de defensa de la competencia, derechos de los consumidores, derecho del trabajo y de la seguridad social o para la acreditación regional de carreras universitarias289. Estas circunstancias tornan posible la aplicación en común de las normas jurídicas suramericanas en materia de ciudadanía y migraciones por los jueces de cada una de las naciones. Y también para que cuando sea necesario o exigible, apliquen las normas jurídicas de cualquier materia de otro estado en aquel en que son jueces. El paso siguiente deberá ser la constitución del Tribunal Superior de UNASUR, como instancia supranacional, de acceso para los Estados partes y todos sus habitantes. Para eso cabe considerar los valiosos antecedentes que constituyen la Corte Centroamericana de Justicia, la Corte de Justicia del Caribe, el Tribunal de Justicia de la CAN, y aún el Tribunal Permanente de Revisión del MERCOSUR. En materia de ciudadanía en el siglo XXI, como en varios otros momentos y cuestiones relativas a la persona humana, la sociedad, la organización política o la actividad económica, América latina está siguiendo nuevos caminos. Ya lo hizo en el siglo XVI cuando su irrupción universalizó la historia, en el siglo XIX cuando formuló sus proyectos de Consti288 Rabinovich-Berkman, Ricardo D., Principios generales del derecho latinoamericano, ASTREA, Buenos Aires, 2006, p. 189. 289 Respecto del MERCOSUR, por ejemplo el Acuerdo de Defensa de la Competencia del MERCOSUR (MERCOSUR/CMC/DEC/43/10), Acuerdo del MERCOSUR sobre derecho aplicable en materia de contratos internacionales de consumo (MERCOSUL/LXXXIX GMC/P. DEC. Nº 15/12), Declaración Sociolaboral del MERCOSUR (10/12/ 1998), Normas del MERCOSUR relativas a cuestiones laborales y de la seguridad social (Secretaría del MERCOSUR, enero 2006); Sistema de Acreditación Regional de Carreras Universitarios de los Estados Parte de MERCOSUR y estados asociados (Agronomía y veterinaria, Arquitectura, Ingeniería, Medicina, Odontología y Enfermería). 322. tución en las Cortes de Cádiz de 1812 y en las de Lisboa de 1820, o en el siglo XX, cuando presentó a los filósofos del mundo su proyecto de comunidad organizada en el Congreso Internacional de Filosofía celebrado en la Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza en 1949. El camino propuesto implica una nueva sociedad humana y una nueva organización política, que garanticen el acceso de todos a todos los derechos y deberes, el perfeccionamiento de la democracia para hacer posible la participación de todos en la toma de las decisiones y una institucionalidad basada en la diversidad cultural y en la singularidad de cada persona. 323. ¿Insatisfechos o víctimas en América Latina? Arq. Juan Pablo Scaglia290* Colaboración: Arq. Verónica C. Gallardo Y ese suelo así enunciado que no es ni cosa ni se toca, pero que pesa, es la única respuesta cuando uno se hace la pregunta por la cultura. Él simboliza el margen de arraigo que toda cultura debe tener. Es por eso que uno pertenece a una cultura y recurre a ella en los momentos críticos para arraigarse y sentir que está con una parte de su ser prendido al suelo. Rodolfo Kusch291 Tendemos a pensar lo Latinoamericano con una dependencia de las usinas de pensamiento europeas y norteamericanas, poniendo en primer plano cosmovisiones originarias que no hemos incorporado en nuestra cuna o ensalzando mestizajes (crisol de razas) que tienen más de falso genetismo o racismo que de cosa cultural. Partimos de la idea del Universal Situado, en términos de Roberto Doberti: “Habitamos todos, Habitamos siempre, Habitamos juntos. (…)Habitamos todos, pero no todos habitamos de la misma manera. En el seno de una misma sociedad sea por decisión o por imposición hay múltiples maneras de Habitar. La injusticia social se manifiesta de una manera brutal apenas se comparen las condiciones de Habitar de los privilegiados y los excluidos.”292 Habitamos todos, Latinoamericanos, europeos, asiáticos, humanos en suma, pero los particulares modos de proyectar, producir y apropiarse del hábitat y de la lengua, distinguen una cultura de las demás. Modos de producción Latinoamericanos proyectados hacia ese futuro de felicidad 290 Arquitecto. Profesor de Teoría del Habitar (UBA – UMET) Investigador del Instituto de la Espacialidad Humana y Consejero Directivo de la Facultad de Arquitectura (UBA)Asesor técnico del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. 291 Kusch, Rodolfo (2007). Obras completas. Editorial Fundación Ross. Tomo III, 110. 292 Doberti, Roberto (2008). Habitar el proyecto, proyectar el hábitat. Conferencia presentada en el Congreso ALTEHA de Mayo de 2008. 324. y justicia que deseamos en contraposición de modelos de producción anclados a un pasado que no nos pertenece. Modos de apropiación Latinoamericanos en tanto formulación de un discurso propio y apropiado que reconstruya y dé sentido al mundo que nos rodea. Las historias que a continuación se narran, son nuestro intento de pensar Latinoamérica desde las víctimas en palabras de Del Percio, citando a su vez a Scanonne293. Pensarlas inicialmente desde la forma sensible para luego reformularlas analíticamente. Ramona, Félix, Elvira, sus familias y la familia Postararo, son nuestras víctimas. Habían construido una manera particular de habitar Latinoamérica que les fue arrebatada. Importa relativamente poco su riqueza o su pobreza en términos materiales, su lugar o país de origen, su raza o su religión. Sus proyectos frustrados los posicionan como víctimas, no como “insatisfechos”. 293 Del Percio, Enrique (2008). Conferencia Especial pronunciada en el VI Congreso Mundial de la Complejidad, La Habana, 8 de enero de 2010.“La conciencia de la pasión de las víctimas de la historia (uso el término historia no sólo para referirme al pasado, sino para señalar que los que hoy padecen injusticia, no siempre están en ese lugar por su propia voluntad y decisión, sino que generalmente son víctimas de estructuras que fueron gestándose y consolidándose históricamente) permite al investigador y al filósofo no solamente tener un panorama completo y no sesgado en función de los intereses e ideologías de los vencedores, sino que genera una suerte de “purificación” de la propia voluntad de poder, del afán de figuración o de los propios intereses inmediatos.” 325. Cuatro relatos NBI Y allí está la Ramona rodeada de las pocas cabras que le quedan, sentada en esa silla de esterilla, tan vieja como ella, en el medio de ese campo cordobés que no es ni sierra ni pampa, mas bien yermo monte santiagueño. La Ramona nunca supo que es NBI, ni ninguna otra letra impresa, sí sabe que ella tenía una casa con piso de baldosa y techo de material, chiquita pero moderna, ahí están los cimientos pelados a su espalda, si quiere verlos. Ella mira al frente, al alambrado nuevo de su nuevo vecino, cree que las desgracias empezaron al mismo tiempo que los alambrados, sus cabras dejaron donde tener que ir a pastorear y su majada se fue reduciendo, su hijo Orlando tuvo que irse a vivir a Villa María donde consigue changas con las cosechas. Un día vino un hombre con papeles, dijo ser Oficial de Justicia, dijo tener una “Orden de Desalojo”, que ella era una usurpadora que no tenía escritura (claro, si no fue a la escuela), que los señores de Oncativo que lo acompañaban tenían un boleto firmado por la segunda mujer de su finado marido que había nacido y vivido en ese campo sin límites ni dueños. Miró atrás del oficial, además de los hombres de campera de gamuza había una de esas máquinas amarillas que nunca están para arreglar los caminos de tierra y guadal. 326. Ella no quiso irse, pero igual le voltearon la casa y tiraron los escombros en el pozo del agua en cuyo fondo estaba la bomba, desde entonces tiene que pedirle prestado al vecino de al lado que le dé algo de agua con su manguera, claro, cuando no tiene conectado el riego. Ramona ahora duerme con sus perros en una choza de madera y plástico negro, de vez en cuando vienen los changos del Movimiento Campesino, dicen que ella es el emblema de la lucha campesina y le llevan los papeles del eterno juicio que se desarrolla en Deán Funes. Ella se alegra cuando vienen, le hacen compañía, es tan solitaria la vida en el campo para una mujer de ochenta y cuatro…. Ramona ahora es NBI. Félix es un excelente oficial albañil, colocador de pisos, nunca le faltó trabajo ni aún en los peores años, incluso se daba el lujo de cobrar aparte los zócalos por metro lineal, como marca la UOCRA. Llegó a Retiro desde Bolivia cuando era muchacho y de ahí no se movió, llegó para la construcción de lo que en ese momento empezaba a ser Catalinas Norte, con el Sheraton y las grandes torres. Pudo traer a sus hermanos y a su madre, hizo una familia, sus cuatro hijos varones hoy forman su cuadrilla, con sus sobrinos. Su precaria casilla en la villa 31 fue creciendo y consolidándose de material, y luego fue agregando piezas que alquilaba a amigos y familiares que seguían llegando de Bolivia, él decía que como no tenía jubilación, ese alquiler cubriría su vejez. Incluso llegó a comprarse un terrenito en Monte Grande para irse a vivir allí de viejo, con su mujer. Calculaba que para ese entonces ya habrían llegado la luz, el agua corriente y el 327. teléfono, al que sus clientes lo llaman. Una tarde llegó a su casa y unos vagos estaban fajando a su vecino por no sabe qué problema, dicen que los pibes estaban en la falopa. Agarró la pala que traía en su desvencijada camioneta Chevrolé 78 y los corrió a palazos. Esa noche Félix y su familia la pasaron despiertos panza abajo en el piso de mosaicos. Su casa fue acribillada ininterrumpidamente hasta el amanecer. Cuando salió el sol y reinó el silencio, Félix cargo a su familia y sus cosas en la chata y se fue a Monte Grande, dispuesto a empezar de nuevo con 48 años, en un rancho sin luz ni agua y a dos horas de viaje de sus obras. Ahora Félix volvió a ser NBI. Los Postararo vivían en el campo, ni campesinos ni estancieros, chacareros como todos los gringos de la zona de Giles. Tenían un campito de 72 hectáreas con su casita, herencia de su abuelo y de su padre. A fines del siglo, no supo entender como el precio del trigo y el maíz que cultivaba bajaba si estaba en dólares pero la semilla que compraba a crédito también en dólares subía; la cuestión es que no podía levantar a hipoteca y decidió vender todo antes que se lo rematen. No pensó que los bancos fueran a cambiar y perdonarlo y además su familia siempre fue de honrar sus deudas. Con lo que rescató se fue a vivir a Luján, puso una rotisería con un departamentito al fondo. El hijo mayor que siempre soñaron fuera Ingeniero agrónomo marchó a vivir a Buenos Aires, es portero de un edificio y estudia periodismo deportivo en la escuela de Niembro y Araujo294; la nena viaja todos los días a la Capital a estudiar danza en la escuela de Reina Reech. La rotisería andaba bien, si de algo siempre supieron fue de fiambres y embutidos, y donde conseguir los mejores productos caseros del campo. La gente del barrio le compraba por eso, lo mismo los turistas que iban de picnic al río y con los peregrinos, una vez al año hacía la diferencia. De a poco fueron llenando el sótano de jamones, aceite de oliva artesanal, un barril de aceitunas, conservas y especias finas (se dieron cuenta que venía la onda gourmet). Compraron una motito y empezaron a vender comida para llevar y a soñar con ampliarse a restaurante. La semana pasada la inundación les tapó el sótano y anegó la casa. 294 Juro que el dato es real y escribí esto antes de cualquier candidatura del periodista 328. Ahora están esperando que el agua baje en el gimnasio del Club Social, les da un poco de vergüenza pedirle ayuda al gobierno, los Postararo nunca fueron NBI… Elvira vive con su hija y su nieto en el barrio Porst, ahí, al lado de Villa Inflamable, a espaldas del Polo Petroquímico, como las casa del barrio son de material, a ellos no les toca la erradicación como a los villeros. Sin embargo, la señora Mendoza que se hizo famosa con el juicio a la corte suprema por la cuenca Matanza Riachuelo, era vecina suya. Su hija es madre soltera y trabaja en casas de familia, como ella hacía antes de que la osteoporosis le ablandara los huesos a los 40 años. El nene nació prematuro, Elvira cree que es por eso que no pasa de grado, en la escuela les dijeron que le haga análisis a ver si tiene metales, plomo, en la sangre.- ¿Qué tiene que ver eso con que no le dé la cabeza? – se pregunta Elvira, además, no puede entender eso de los metales sólidos entran en la sangre líquida. Hace poco vió en el canal Encuentro que el famoso Almirante Rojas había amenazado a Perón con bombardear los tanques de petróleo y gas que ve desde su ventana. Por eso el General se tuvo que ir y vinieron los milicos. Ahora, cada vez que en la tele repiten el derrumbe de las torres de Nueva York, mira a su nieto y un escalofrío recorre su débil espalda. 329. Cuando vinieron las asistentes sociales a censarlos les dijeron que como ellas tienen casa de material, dos dormitorios y baño, no son NBI, Elvira no sabe por qué, pero no se quedó tranquila…. 330. Los cuatro relatos combinan realidad y ficción en cuotas heterogéneas, algunos de los personajes existen y los he conocido personalmente, otros son una combinación de rasgos de distintas personas o familias y otros puro invento a partir de datos reales.295 Fueron construidos con el preciso objetivo de denunciar la confección, manejo y gestión del sistema de indicadores demográficos y sociales vigente. Su inutilidad se devela aquí en tono sarcástico pero no constituyen casos excepcionales, más bien paisaje cotidiano. El hábitat en riesgo, desafío de las disciplinas del Proyecto En la búsqueda de la base justificativa de los proyectos, programas y planes urbanos o territoriales y de ejecución de las políticas públicas se dan dos debates centrales. Por un lado, la distinción ciudad/campo, o dicho de otra manera la separación entre lo urbano y lo rural. Arquitectos, urbanistas y planificadores darían una enorme cantidad de respuestas, contradictorias o complementarias, cuantitativas y cualitativas, de sesgo social, antropológico, semiótico, técnico u operativo, respuestas teóricas y respuestas prácticas, avances sutiles o reflexiones profundas. Seguramente, geógrafos, demógrafos o expertos en estadísticas tendrían una respuesta más homogénea: “X” cantidad de habitantes o “X” densidad de población nos definen por dónde pasa la línea divisoria ciudad/campo. Los más sutiles agregarían cuestiones relacionadas con la presencia o no de “x” cantidad de unidades industriales o de servicios. La otra cuestión clave es la definición de la población vulnerable y de los sujetos de derechos beneficiarios de las políticas públicas. Cuando se trata de tomar decisiones políticas, jurídicas y técnicas propias de la praxis de la gestión pública, el poder político suele tomar sólo en cuenta como definición universal los indicadores emanados del INDEC. Estos indicadores también son tomados por urbanistas y planificadores, en la búsqueda de consenso, para la instrumentación de planes y proyectos decididos por el Estado. Cuestionar la procedencia de la construcción del sistema de indicadores es también preguntarse qué parámetros valida y para quiénes son útiles. Como resultado, estaremos develando un campo de ignorancia y tensiones. 295 (Algunos amigos me han objetado un leve tono melodramático, al consultarlos, atribuían el mismo justamente a los detalles reales, no a lo ficcional, por lo que decidí dejarlos) 331. Desde un análisis cuantitativo, podríamos agregar que los índices de pobreza e indigencia, y de desocupación quedan estrictamente relacionados a la realización de censos en los grandes centros urbanos mediante la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y que la única medición universal, se realiza cada diez años en ocasión de los censos nacionales. El Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) tiene que ver con la estructura y composición de los hogares. Registra el cumplimiento de características o condiciones que tiene que ver con el hacinamiento crítico, el tipo de vivienda, las condiciones sanitarias, la asistencia escolar y por último, la capacidad de subsistencia. Entre los años 2003 y 2010 en la Argentina se concretó un crecimiento en pesos constantes del 420% en la asignación de recursos para la inversión pública. En 2003 se invirtieron $ 2.825 millones y en 2010 $ 14.699 millones (montos calculados a base del peso de 1993). En valores corrientes la Inversión Pública Total llegó a $62.727 en 2010. Trasladando estos números a porcentajes del PBI se puede verificar que la inversión pública ha pasado del 1,3% en el año 2003 al 4,35% en 2010, significando un crecimiento mayor al 330%. Evolución de la inversión pública total en % del PBI En millones de pesos de 1993 (valores constantes) Fuente: Informe La Inversión Pública 2003-2010 del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas - Secretaría de Política Económica En la comparación de los datos de los últimos censos se refleja que 332. este aumento en la inversión pública Argentina redujo un 36,4% el número de hogares con NBI, pasando de un 14,3% en 2001 a un 9,1% en 2010. Evolución del porcentaje de hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI), según provincia. Total del país. Años 1980-2010 Total del país Porcentaje de hogares con NBI 1980 1991 2001 2010 22,3 16,5 14,3 9,1 Fuente: INDEC Evolución del porcentaje de hogares y de población con necesidades básicas insatisfechas (NBI), según provincia. Total del país. Años 2001 y 2010 Total del país Porcentaje de hogares con NBI 2001 2010 14,3 9,1 Porcentaje de población con NBI 2001 2010 17,7 12,5 Fuente: INDEC Del desglose de la evolución de los porcentajes de hogares en cada provincia, también se deduce que las provincias del norte argentino son las que poseen comparativamente a la media, los índices más elevados. Evolución de los porcentajes de hogares, por provincias, con NBI (1980-2010) 333. Fuente: Censos Nacionales - INDEC Aunque el descenso en la medición es significativo, esta región agrupa las únicas siete provincias que tienen un NBI mayor al 15% de sus hogares: Formosa (19,7%), Salta (19,4%), Chaco (18,1%), Santiago del Estero (17,6%), Misiones (15,6%), Jujuy (15,5%) y Corrientes (15,1%). Este marcado descenso tiene origen en el dinamismo de las políticas públicas, llevadas adelante en la última década por los distintos niveles de gobierno, dinamizados por un gobierno nacional de alto perfil social. Todos los planes, programas y proyectos que se desarrollaron en este período evolucionaron en un grado tal que pasaron de ser acciones de reconstrucción para “salir del infierno” para comenzar una etapa de expansión en clave de “sintonía fina” de la gestión. Es en esta clave de sintonía fina, de cualificación del enfoque de las políticas públicas que se orienta el presente trabajo. Cualitativamente, el NBI es un indicador que evalúa el material del piso de la vivienda, la presencia o no de letrinas en pleno siglo XXI pero no contempla situaciones generales y de contexto que pondrían un alerta sobre la calidad y estabilidad del particular modo de construcción y apropiación del habitar de cada comunidad A modo de ejemplo, el indicador de NBI no registra el riesgo de expulsión de la tierra en que se habita, sea un minifundio o un lote villero, no registra el riesgo ambiental de contaminación del aire, del suelo o del agua, ni la posibilidad del acceso al agua potable. Tampoco evalúa el riesgo natural de inundaciones, tornados o terremotos. Menos aún, 334. registra las constantes migraciones en busca de trabajo, de servicios esenciales como salud o educación, ni la violencia urbana. Pues, en primer término, el NBI no mide necesidades reales, mide necesidades medibles. A tal efecto un informe del INDEC hace mención a este aspecto al decir: “el método se basa en la definición de necesidades que se incluyen en la medición y el establecimiento de umbrales de satisfacción, o sea niveles mínimos que se consideran apropiados. A partir de la definición de un conjunto mínimo de satisfactores referidos a educación, empleo y vivienda se mide el volumen de población que no tiene pleno acceso a ellos” 296. Por otro lado, el mismo informe del INDEC deja en evidencia otra de las limitaciones de esta metodología al expresar que: “se trata a la pobreza como un fenómeno único y homogéneo sin diferenciar al interior de la población pobre ni de aquella que es calificada como no pobre”. Por ello, podemos decir que se pretende como un indicador “universal” y como tal, fija normas universales de satisfacción a aplicar a los habitantes del mundo más allá de los particulares modos de habitar de cada comunidad297. Vemos entonces que el NBI, como la cabeza de todo un sistema de indicadores, es un instrumento para elaborar rankings de pobreza entre países. Es un instrumento para retacear ayudas económicas de los organismos multilaterales y, a veces, actuar como un instrumento de propaganda política (quiero decir con esto, embaldosar una cierta superficie de viviendas 298puede reducir el índice de población NBI, pero seguramente no la sacará de la marginación ni superará sus frustraciones) Un indicador que plantea un estándar mínimo, tiene en sí, el supuesto que el acceso a las condiciones mínimas soluciona las dificultades del caso diagnosticado, Este indicador mide necesidades, pero no deseos ni posibilidades. Registra los casos desde una visión individual (o familiar), 296 INDEC- Argentina (2000), p. 4. Las Necesidades Básicas Insatisfechas: sus deficiencias técnicas y su impacto en la definición de políticas sociales. Taller La medición de la pobreza: métodos y aplicaciones del Programa Para el mejoramiento de las encuestas y la medición de las condiciones de vida en América Latina y el Caribe.Este informe también expresa: “En el análisis de la metodología de las NBI, es posible observar que los indicadores seleccionados para la inclusión de un hogar como pobre, tienen en cuenta características que pueden no presentarse en la totalidad de los mismos. En relación a este aspecto se recorta como dimensión de análisis la mensurabilidad de las NBI, definida como la cantidad de indicadores de carencia que es factible medir en los hogares.” p. 5. 297 Ibíd., p. 5El informe también expresa: “Teniendo en cuenta que dos de los indicadores que componen el NBI son universales – susceptibles de ser medidos en todos los hogares-, podría ocurrir que la incidencia de la pobreza fuera similar en los distintos hogares. En tal caso, la mensurabilidad sólo impactaría en cuanto a la cantidad de indicadores específicos acumulados.” p. 8. 298 me niego al peyorativo vivienda-rancho 335. sin tener en cuenta el contexto cultural, ni social, ni el grado de participación en las definiciones sobre su hábitat. Pero por sobre toda otra consideración, el NBI es un indicador estático, no registra la historia de cada pueblo, familia o individuo ni mucho menos los riesgos inminentes que en un futuro podrán acecharles. Estas consideraciones nos llevan a pensar en qué medida podemos tomar entonces este indicador como parámetro para diagnosticar la situación de nuestro hábitat y en base a ello proyectar políticas públicas. El rol de los intelectuales latinoamericanos en esta cuestión, como en tantas otras no es menor ni banal, primero como sujetos dependientes a sueldo de los organismos internacionales, y luego como operadores acríticos de este sistema. ¿Desde cuándo aceptamos que la herramienta es neutra en relación a su producto?; ¿A quién sino a nosotros corresponde el diseño de los instrumentos de observación, gestión y transformación de nuestra realidad? En el caso del NBI, la culpa es ineludible, fue inventado en la década del 70 por técnicos de INDEC y propuesto a la CEPAL, quien la universalizó a toda Latinoamérica, es decir, otro invento argentino pero del que no podemos sentirnos orgullosos. En particular, nuestro desafío, desde la comunidad de diseñadores y urbanistas está en reposicionar el concepto de integración social como valor primordial en el pensamiento proyectual, contribuyendo al compromiso real y concreto de la universidad con el desarrollo social. Desarrollo social profundamente humano, justo, democrático e inclusivo. Es necesario y urgente proponer entonces la construcción de un nuevo Sistema de Indicadores de Hábitat en Riesgo, de carácter latinoamericano, cuyo debate sea presentado no sólo al interior del campo académico, sino por sobre todo, en el ámbito de la Políticas Públicas, como disciplina del Proyecto. Quizá así podamos soñar con un indicador de proyectos cumplidos y deseos renovados. 336. Estado, seguridad pública e inteligencia: algunos desafíos para la Argentina. Pablo Bulcourf y Nelson Cardozo1* 1. Ideas e historia: la construcción estatal. Este es un trabajo que surge de la necesidad del diálogo fraterno, expresión poco usual en el campo científico. La idea de fraternidad, pieza clave en el slogan tan mencionado de la Revolución Francesa ha quedado en el olvido o subsumida en cierta sentimentalidad externa a las construcciones políticas y por lo tanto colectivas. Los problemas por los que han atravesado las sociedad humanas han variado en el tiempo y el espacio; si bien las relaciones de poder son inherentes a las relaciones sociales estas se han estructurado de manera diferente. Generalmente hemos comprendido lo “universal” como lo producido y gestado desde la propia civilización occidental en su centralidad. Sin embargo esto no deja de ser un “localismo globalizado” que se ha ido arraigando e imponiendo como el devenir de una historia con mayúsculas en detrimento de otras realidades bajo contexto y experiencias diferentes. En el diálogo que pretendemos iniciar en tormo a la propia política y al Estado es necesario comprender que lo “universal” no puede construirse sin las propias experiencias periféricas, aquello que es producido en las márgenes y que muchas veces entra en una fuerte tensión política y cognitiva con las visiones generadas desde los grandes centros de poder y de construcción del conocimiento. Lo universal es incompleto sin aquello que es callado y ocultado, también despreciado. Desde la denominada “conquista de América” que esta región se en1 * Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE); profesor de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET). 337. cuentra en fuerte interacción con Europa ya sea por la extensión de su dominación política, la expansión de la cultura occidental y la asimilación a la economía-mundo propia del sistema capitalista-industrial. Sin embargo esta integración se ha caracterizado por la asimetría y la incomprensión de la compleja mixtura de realidades de esta nueva América que no pueden ser comprendida sin ese “choque civilizatorio” que todavía es parte de la cotidiana realidad de los pueblos de la región. Las experiencias coloniales dieron lugar a la construcción de los Estado-nación durante gran parte del siglo XIX, con sus particularidades específicas, sus historias y sus sistemas de dominación y asimilación. Las fuertes olas migratorias a su vez generaron un nuevo panorama que ha enriquecido la dinámica de estas sociedades. América también ha sido fuente de Modernidad, no solo en la expresión de la revolución de las colonias anglosajonas del norte sino también en el amplio panorama luso-hispánico. Nadie niega la importancia de la Independencia de los Estados Unidos, la Declaración de Virginia o la propia Constitución de la Unión; pero es importante rescatar “otra Modernidad” acallada que emana de las misiones jesuitas, que se alinea con sus sofisticados sistemas de organización y producción. Debemos leer a Maquiavelo en un diálogo apasionado con Baltazar Gracian; a Hobbes, Rousseau y Montesquieu junto a Juan de Mariana, Luis de Molina, Francisco de Vitoria y Francisco Suárez; y ni que hablar del aporte específico de Bartolomé de las Casas a la cuestión del hombre americano. Nuestra reconstrucción de la génesis teórico-filosófica del Estado moderno requiere de una revisión crítica de las ideas de poder, pueblo y soberanía. Las sucesivas luchas del movimiento obrero organizado, bajo diferentes orientaciones ideológicas (anarquistas, social-cristianos, socialistas, marxistas y laboristas entre otros) darán paso a la llamada “cuestión social”. En un primer momento la respuesta del estado liberal fue la represión y el desconocimiento a las asociaciones obreras, pero posteriormente una nueva concepción política y social dará paso a las acciones activas en pos de la “justicia social”, término acuñado primeramente por el jesuita Luigi Taparelli en 1843. Posteriormente se dará comienzo al Estado de bienestar, primero en su faceta social bismarckiana en Alemania junto al llamamiento activo que dará el papa León XIII a los católicos a partir de la publicación en 1891 de la encíclica Rerum Novarum. Posteriormente la crisis del año 30 dará paso a las políticas anticíclicas de intervención económica orientadas por el keynesianismo; lo que in338. crementará el accionar del Estado en la sociedad, llegando a la plena vigencia de esta concepción bajo la necesidad de reconstrucción europea con posterioridad a la II Guerra Mundial. La violencia, como última ratio del poder político no es una mera declamación sino que se ha estructurado y ejercido desde la estructura estatal ya sea en la relación con otros estados o dentro del propio territorio. Esto ha permitido la creación de cuerpos burocráticos especializados como las fuerzas armadas, las policías y las agencias de inteligencia. Desde los comienzos del despliega de la “estatidad” estas funciones encargadas del ejercicio efectivo de la violencia fueron fundamentales para la dominación política y para garantizar cierto ordenamiento de las relaciones sociales. El derecho positivo fue dando marco normativo a este ejercicio tanto en su aspecto público como privado garantizando determinados privilegios, la existencia de la propiedad privada basada en el contrato de compraventa o determinados universos simbólicos sobre otros. La racionalización y el predominio de conocimiento científico y experto ha sido central en este proceso de construcción estatal. La aparición de la artillería, la imprenta de caracteres móviles y un conjunto de descubrimientos e inventos fueron centrales a la hora de la expansión capitalista y de la propia institucionalidad del Estado-moderno. Las burocracias fueron generando cuerpos especializado en construir conocimientos expertos y sensibles para la toma de decisiones estatales, más frente a las rivalidades, enfrentamientos y en casos extremos, la guerra. Es así como la tecnología fue un elemento central para el logro de los objetivos estatales y para la necesidad de elaborar información de primera necesidad y en tiempo record. Es así como aparecen por debajo de la propia estructura “visible” ciertos expertos que se especializarán en la creación, almacenamiento y transmisión de estos elementos indispensables. Con el correr del tiempo, esto dará lugar a agencias de inteligencia específicas y a sub-unidades vinculadas dentro de las propias fuerzas armadas y las policías. Esto se llevará a su máxima expresión en el período posterior a la II Guerra, basadas en el enfrentamiento extremos de sus “modelos” en un campo internacional bipolar y heterogéneo que hemos denominado comúnmente “Guerra Fría”. El proceso democratizador, la incorporación de sectores sociales desfavorecidos a la vida política y social mejorando sus condiciones de vida; la aceptación paulatina de las diferencias culturales, estéticas y de 339. género han permitido transformar la concepción punitiva del Estado, la organización, fundamentación y formación de las fuerzas policiales. La denominada “cuestión criminal” también ha ido variando sus concepciones y justificaciones. El propio derecho penal y la criminología han mostrado un abanico muy grande de concepciones creando afinidades con determinadas formas estatales y sus complejos sistemas de legitimación. Por otra parte la res publica que significa la construcción de un régimen democrático ha estado siempre en una constante tensión con el propio concepto de “razón de estado” y de “secreto” que han sido el eje de existencia de las agencias de inteligencia. Las políticas de seguridad pública se han ido transformando y mostrando diferentes crisis y aristas a la luz de los cambios mencionados. Una determinada concepción sobre la seguridad se articula tanto con las políticas estatales como con los valores cristalizados de terminadas ideologías y concepciones del mundo como hemos señalado. Ya sea como orden público, seguridad pública o enlazando a esta con la seguridad ciudadana tendremos también determinados modelos de fuerzas policiales, lo que a su vez demanda una visión sobre el crimen y el delito. Esta articulación en esferas es necesaria analizar para poder comprender el desarrollo histórico de las políticas de seguridad e inteligencia, sus justificaciones y el tipo de cuerpos burocráticos específicos, su formación, entrenamiento y reclutamiento. La Argentina no ha sido ajena a estos problemas, presentando a su vez su especificidad regional y nacional. Durante el siglo XX una serie de golpes de Estado, generados por “coaliciones” cívico-militares y con fuerte complicidad de los sectores concentrados de la economía irrumpieron la estabilidad republicana y su faceta democrático-liberal instaurada a partir del voto libre y ciudadano en 1912. Desde la discontinuidad generó los conocidos goles de 1930, 1955, 1966 y 1976. Posiblemente la revolución encabezada por los militares en 1943 tuviera un carácter diferente ya que la propia “Década Infame” se verá agotada y varios de sus integrantes dieran paso a la necesidad de una democracia popular y ampliada. A partir de la propia crisis del ´30 y con la posterior aparición del peronismo en la escena política y social se dieron cambios sustantivos en la relación entre el Estado “y” la sociedad. Esto permitió la ampliación de la órbita de injerencia estatal con la aparición de los modelos nacional-populares primero y desarrollistas posteriormente que, junto a las irrup340. ciones mencionadas generaron oscilaciones en una concepción bimodal de la política entre peronismo vs. antiperonismo. Este ciclo finalizará a comienzos de la década del ochenta con el paso hacia la democratización dando fin a los golpes militares y permitiendo la consolidación democrática; aunque no las crisis tanto económicas como institucionales. La problemática específica de la seguridad pública y la inteligencia no pueden ser analizadas sin este contexto de fuertes cambios (internos e internacionales). La mercantilización de las relaciones sociales del neoliberalismo conservador que profundizará la distribución desigual de la renta y la aparición de la exclusión social, junto a la desarticulación de la Guerra Fría y el pasaje a una conflictualidad internacional más densa y a veces muy difícil de demarcar para la lógica binómica del período anterior. La criminalidad compleja transnacionalizada generada por el narcotráfico, la trata de personas, la venta de armas y también el afianzamiento de sistema financiero sobre el productivo van a constituir las nuevas coordenadas que servirán de marco estructurante a la centralidad de estos problemas en la agenda política. Primero la “crisis de la seguridad pública” desde fines de los noventa y más recientemente la “crisis de las agencias de inteligencia”. Frente esto las políticas adoptadas por la Argentina, tanto a nivel nacional como en las respectivas provincias, se caracterizó por la “reforma” pero también por una enorme concepción pendular que varío sus contenidos y finalidad que bien definiera Marcelo Sain con su idea de “péndulo” para analizar las características de estos procesos2. 2. Estado, ciencias sociales y políticas públicas. La ciencia es una actividad humana principalmente cognitiva, esto quiere decir que su principal objetivo –y no el único- es la producción de conocimientos sobre cierta porción de “realidad” que define como su objeto de estudio. A lo lardo del desarrollo intelectual occidental las ciencias particulares fueron apareciendo del desprendimiento del tronco general de la filosofía; primero la astronomía y la física, posteriormente la química, la geología y la biología y, hacia fines del siglo XIX las ciencias sociales. Al ser un quehacer humano es histórico y posee su “propia historia”. Al ahondar como práctica “las propias prácticas de las personas”, 2 Ver Sain, Marcelo (2015) El Péndulo. Reforma y contrarreforma en la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Octubre-UMET, Buenos Aires. 341. las ciencias sociales se entrelaza en una doble hermenéutica en donde sujeto y objeto de conocimiento no pueden ser tajantemente separados; situación compartida en parte, con toda reflexión humana. La actividad científica sistemática producida desde la modernidad se encuentra anclada dentro de lo que comúnmente denominamos “comunidad científica”, la cual presenta, acorde a cada disciplina y momento histórico, diferentes grados de heterogeneidad u homogeneidad. La diversidad es un rasgo distintivo de toda actividad científica, mucho más en el campo de las ciencias sociales. Esto no debe ser visto como un defecto o retraso en el desenvolvimiento de la actividad cognitiva sino algo propio del acontecer científico. Desde el punto de vista de los estudios de las políticas públicas, toda la biblioteca coincide en situar el nacimiento de esta rama del saber denominado “análisis de políticas públicas”, “ciencias de las políticas” (usando la expresión primigenia de Harold Lasswell), o más genéricamente “administración pública” -con los recaudos semánticos que la categorización en ciencias sociales implica-; a partir del nacimiento del Estado de Bienestar, que planteó la necesidad de articular el saber científico con la acción pública, y por consiguiente generó un campo del conocimiento netamente aplicado que se basaba en supuestos de la planificación racional y la obtención de información dura dentro del paradigma neopositivista. Bajo esta concepción “el análisis de políticas públicas (…) se puede comprender como el proceso de producir conocimiento ‘de’ y ‘en’ el proceso de políticas públicas.”3. Excede ampliamente este apartado plantear la discusión acerca del significado del término de las políticas públicas, pero a grandes rasgos coincidimos con Roth Deubel al sostener que las mismas implican “un conjunto conformado por uno o varios objetivos colectivos considerados necesarios o deseables, y por medios y acciones, que son tratados, por lo menos parcialmente, por una institución u organización gubernamental con la finalidad de orientar el comportamiento de actores individuales o colectivos para modificar una situación percibida como insatisfactoria o problemática”4. En este sen3 Ver Pérez Sánchez, Margarita (2005) “Origen y desarrollo del análisis de políticas públicas”. En Pérez Sánchez, Margarita (ed.) Análisis de políticas públicas. Universidad de Granada, Granada. 4 Ver Roth-Deubel, André (2009) Políticas públicas. Formulación, implementación y evaluación. Ediciones Aurora, Bogotá, pagina 24. 342. tido la categorización de política pública se aparta nocionalmente de la idea de política estatal, como la acción centralmente realizada por los gobiernos, e incluiría la intersección y participación de otras instancias por fuera del Estado, lo cual da cuenta de los cambios en el objeto de estudio de las ciencias de las políticas que se gestó en los últimos años. Los autores, entendemos a la política pública como una construcción teórica y analítica que identifica las acciones u omisiones de actores públicos y privados para la realización de algún tipo de intervención del Estado en aras de resolver una situación que se plantea como no deseable y es competencia de las autoridades gubernamentales. En este sentido, las políticas públicas son hipótesis de intervención por parte del Estado en el tejido social, con la finalidad de mantener o modificar un estado de cosas en una determinada porción de la realidad que la articulación público-privado entiende que le incumbe a los gobiernos5. La evolución de los estudios de las políticas públicas también ha atravesado diferentes momentos, en donde los alcances, enfoques y problemas se han ido modificando en relación a las circunstancias que han tenido que enfrentar y la constitución de una masa críticas de cultures de la disciplina. En una primer etapa que denominaremos “racionalismo”, se busca constituir un campo del conocimiento que sea de ayuda para mejorar las acciones públicas siguiendo una impronta neopositivista, en donde la acumulación de datos duros, serían el principal insumo para elaborar políticas que pudieran resolver los problemas públicos. En este sentido, la noción de planificación era esencial, dentro de un contexto de Estado centralizado y planificador, donde se creía que la provisión de bienes y servicios públicos de manera estandarizada para poblaciones homogéneas era el medio para lograr metas de igualdad y equidad sociedad, necesarias para dotar a los capitalismos centrales de una legitimidad -en concurrencia con los modelos socializantes del Este. El trabajo fundante de este período será de Lasswell “La orientación hacia la políticas” de año 1951, que pondrá de relieve que estas ciencias son una ventana para aumentar la racionalidad de las decisiones, entiendo la misma como un concepto extensivo, que forma parte del quehacer del Estado. Bajo esta concepción existía un clima de época optmista con respecto a la posibilidades del conocimiento científico y la planificación 5 Ver Bulcourf, Pablo y Nelson Cardozo (2012) “Estado y seguridad pública: problemas y desafíos”. En revista Cuadernos de Seguridad, nro. 15, Buenos Aires. 343. para alcanzar las metas socialmente deseables y eliminar las circunstancias que atentaban contra el bienestar general. La racionalidad del Estado era el elemento central para la asignación de valores en la comunidad, lo que implicaba por un lado, que había un interés general que podía deducirse de los valores meta, único y no contradictorio con otros; y por otro lado, la noción que se podían sortear los límites al conocimiento para comprender las causas de los males sociales y la toma de la decisión. Así, la hechura de las políticas se concibe como una intelección, situando el diseño como una labor en aras ciertos objetivos, planificando el bienestar, con la idea que es posible avanzar en grandes políticas de cambio sobre los proyectos en función de estas metas. Desde el punto de vista metodológico, surgió la teoría del “ciclo de las políticas”, o la denominada “heurística por etapas” que concebía de manera racional el proceso de surgimiento de un problema, análisis de alternativas, toma de decisiones, puesta en marcha y retroalimentación de las políticas; como siguiendo fases ordenadas que era posible desglosar para en análisis investigativo. Esta visión, fue objeto de grandes cuestionamientos a raíz de la evidencia empírica que se acumuló fuertemente contra esta idea de racionalidad partir de los años 60’s, con los megaprogamas impulsados por Lyndon Johnson: La Gran Sociedad y la Lucha Contra la Pobreza. Sin embargo, ya hacia finales de los años 50’s se empiezan a encontrar trabajos que son críticos de esta idea apriorística de la racionalidad del Estado, entre los que podemos encontrar los planteos de Simon quien desarrolla la idea que la misma encuentra limitaciones por tres factores, dado que encontramos fallas en la información disponible, existe una limitación cognoscitiva de las personas y hay un tiempo escaso para tomar una decisión6. Por otro lado, la visión incrementalista de Lindblom plantea que en sociedades complejas con multiplicidad de actores e intereses lo mejor y deseable es avanzar en pequeños cambios graduales, dado que desde un punto de vista de la toma de decisiones es más factible dar “pequeños pasos” que “grandes saltos al vacío”, por los posibles opositores a un estado de cosas; como así también resulta una estrategia subóptima que maximiza los recursos existentes y minimiza los errores de cálculo reduciendo los costos de las malas decisiones, 6 Ver Simon, Hebert (1959) “Theories of Decision-Making in Economics and Behavioral Science”. En The American Economic Review, Vol. 49, nro. 3. 344. permitiendo el aprendizaje y corrección mediante ajuste sucesivos7. Así mismo, los planteos pluralistas de Dahl de a partir de su teoría empírica de la democracia, hace énfasis en los diferentes grupos de presión que influyen en la toma de decisiones, imposibilitando la toma de decisiones de manera racional exhaustiva que promueve el primer enfoque8. Otra vertiente que cuestiona la existencia de un actor racional unificado estatal es la planteada por Allison en 1971 a partir de su análisis de la crisis de los misiles en Cuba, que considera dos modelos alternativos para la toma de decisiones: el modelo del comportamiento organizacional (que ve la decisión como una negociación entre las diferentes agencias del gobierno) y el modelo de la política gubernamental (que plantea el resultado como un tire y afloje entre área de gobierno propio de la política electoral)9. Finalmente, también vamos encontrar planteos que cuestionan la racionalidad de la burocracia como actor central en el proceso de las políticas públicas como la teoría de la elección pública y las teorías de económicas de la democracia. La crisis del Estado de Bienestar dará lugar a cuestionamientos al mismo, y hará que se bifurque la producción en el campo de las políticas públicas, ya sea desde un punto de vista del macroanálisis, es decir desde las relaciones entre Estado y sociedad, la forma y naturaleza de las entidades gubernamentales; desde un punto del mezzoanálisis, o sea de los procesos de toma decisiones y cambio; como así también a un nivel micro a partir de revisar las dinámicas, estructuras y formas de las agencias burocráticas. Sin embargo, una de las notas fundamentales y preguntas de investigación que vamos a encontrar en todos lo desarrollos de los últimos 30 años es que la pregunta central va a ser las razones del cambio en las políticas públicas. En ese orden de ideas, veremos que planteos como los de la teoría de las redes de políticas públicas o “policy network”, conciben a las acciones gubernamentales como la confluencia entre actores públicos y privados, tanto en un nivel nacional, subnacional como transnacional10. Estas redes de políticas 7 Ver Lindblom, Charles (1996) “La ciencia de salir del paso”.En Aguilar Villanueva, Luis F. (editor): La hechura de las políticas. Miguel Angel Porrúa, México 8 Ver Dahl, Robert (2010) ¿Quién gobierna? Democracia y poder en una ciudad estadounidense. Centro de investigaciones sociológicas, Madrid. 9 Ver Allison, Graham. (1988) La esencia de la decisión: análisis explicativo de la crisis de los misiles en Cuba. GrupoEditor Latinoamericano S.R.L., Buenos Aires. 10 Ver Rhodes, Rod. (1990) ‘Policy networks: a British perspective’. En Journal of Theoretical Politics, Vol 2, nro. 3. 345. públicas, cambian a lo largo del tiempo, no son rígidas produciendo el cambio de las acciones públicas. Por otro lado, encontramos el enfoque de las coaliciones promotoras (ACF) desarrollado por Jenkins y Sabatier, que plantea que existen coaliciones que comparten creencias respecto a lo que denomina el núcleo de las políticas, y en los eventos externos que explicarían los cambios en las políticas, y que el cambio se explica por las mudanzas en dicho núcleo de creencia11. La teoría del equilibrio interrumpido (MEP), afirma que la hechura de las políticas públicas es el producto de la interacción entre fuerzas que, por un lado, buscan mantener el balance y el equilibrio en el que se vive y, por el otro, intentan terminar el status quo. Otro enfoque que busca explicar el cambio es la teoría de las corrientes múltiples (MS) que parte del supuesto o ventanas de oportunidad basado en la adaptación del modelo garbage can para el estudio de las organizaciones. Para esta visión el cambio en las políticas surge por la apertura de las ventanas de oportunidad, que ocurre gracias al acoplamiento temporal no planificado de las corrientes (streams) que permite a los actores el uso de las estrategias de manipulación política para influir en la agenda y en la selección. Finalmente, debemos mencionar las corrientes derivadas del neoinstitucionalismo que plantean en sus versiones histórica, sociológica y elección racional, que ponen de relieve el papel de las instituciones, considerando a estas como un determinante esencial del comportamiento de los actores generando sistemas de incentivos para la acción colectiva y condicionando las políticas públicas; como así también las perspectivas constructivistas e interpretativistas del análisis de políticas públicas las cuales leen las acciones gubernamentales en el plano discursivo y de lucha por la imposición de un visión o idea en torno a la política. A partir del nuevo milenio, y en especial en el espacio latinoamericano se registra una nueva etapa en la relación entre el Estado “y” la sociedad en donde el primero vuelve a tomar cierto protagonismo. Es en este marco en donde los estudios sobre seguridad pública y ciudadana encuentran un nuevo terreno, transformándose también en una necesidad política ya que la emergencia de la problemática hace indispensable arrojar algún tipo de conocimiento sobre el tema. 11 Ver Sabatier, Paul y Hank Jenkins-Smith (eds.) (1993) Policy change and learning An advocacy coalition approach. Westview Press, Boulder. 346. Dentro de ese tipo de estudios se requiere un especial énfasis en los trabajos sobre criminología empírica que nos permitan un estudio detallado de los tipos, modalidades, mecanismos causales y cambios de los delitos más importantes (resaltando los homicidios dolosos, las lesiones gravísimas y la violencia de género entre otros). Otro tema fundamental es el análisis de los delitos complejos transnacionalizados, para lo que se requiere un estudio detallado de la economía criminal y de la relación de ésta con los procesos de globalización. Por otro lado, estudiar la trama burocrática propia de las agencias de inteligencia constituye un nuevo desafío para las ciencias sociales dada la ausencia de trabajos específicos, principalmente en el ámbito latinoamericano. El propio carácter “secreto” de sus funciones y acciones genera un fuerte impedimento para el abordaje científico. El aspecto normativo reñido con la propia concepción democrática es un factor decisivo en encarar el trabajo, lo que se hace a su vez más complejo debido al “autogobierno” y a la autonomía que suelen generar este tipo de agencias. El desafío es doble, tanto político como académico. Las teorías sobre el Estado y el rol de la seguridad interna Podemos encontrar diversas concepciones que tratan la cuestión de la seguridad pública como una temática central, tanto en el análisis de la construcción estatal, como así también como problema relevante dentro de la agenda pública. El propio proceso de construcción estatal implicó la concentración de la capacidad de imponer un orden al interior de un territorio previamente delimitado. Siguiendo esta línea de argumentación, Mann plantea desde una combinación entre posiciones estructuralistas (tanto desde la visión hegeliano-marxista que considera el desarrollo histórico y las relaciones infraestructurales -o desde un enfoque funcionalista), con posiciones de tipo dirigencial (al mencionar la importancia de las elites estatales en el Estado moderno) cuáles son los principales atributos que detenta éste en Europa. Así, podemos encontrar poder despótico de la elite estatal, entendida como las acciones que la elite posee con facultad de ejercer sin negociación e interacción con grupos de la sociedad civil; y el poder infraestructural, es decir la capacidad para penetrar en la sociedad civil, ejecutando decisiones en todo el país. De esta manera, identifica cuatro funciones de los Estados: 1) Mantenimiento del orden interior, 2) defensa militar, 3) mantenimiento de las infraestructuras de comunicación, y 4) redistribución económica. 347. En estas tesis vemos que complejiza los postulados marxistas y weberianos del Estado como aparato represivo o monopolio legítimo de la violencia. Dentro de este cuarteto de funciones estatales, sostiene que la seguridad interna tiene como finalidad la subordinación de la ley del Estado. “Puede proteger a la mayoría de usurpaciones arbitrarias por parte de grupos social y económicamente poderosos, distintos de los relacionados con el Estado. Pero probablemente el principal beneficio es proteger las relaciones de propiedad existentes de la masa de desposeídos. Esta función sirve probablemente mejor a la circunscripción de la clase económica dominante” (Mann, 2008: 64). Estas funciones estatales, se ejercen de manera institucional, territorial y centralizada, es como dice Max Weber una dominación de tipo burocrática, a través del establecimiento de cuerpos de funcionarios públicos encargados de administrar la violencia. Entroncándose en lo que podemos denominar, teorías de la coerción, Oscar Oszlak adhiere desde una postura weberiana para definir sus famosos atributos de la estatidad, pero también resalta los elementos ideales, es decir la capacidad de producción simbólica. Sin embargo, rescata la noción en los momentos formativos de la Nación de la importancia del establecimiento de un orden, siendo un elemento básico para la supervivencia del Estado12.Teniendo en cuenta la seguridad interna, el establecimiento de policías estatales (que en el acuerdo federal argentino implicó una división del trabajo entre las fuerzas de seguridad provinciales y la de la federación), tenemos que considerar que las dos primeras potestades se encuentran englobadas en la seguridad interna. De esta manera, la capacidad de reducir la conflictividad social mediante un aparato represivo extendido por todo el territorio fue un asunto de política pública de vital importancia para la constitución del Estado Nación en América Latina. Desde el marxismo no ortodoxo, podemos encontrar la visión que tiene de la seguridad Antonio Gramsci, a diferencia de la división entre superestructura e infraestructura, la construcción del teórico italiano descansa en la idea de sociedad civil y sociedad política. Como sostiene Carnoy, en su estudio sobre este pensador “la clase dominante obtiene 12 Ver Oszlak, Oscar (1994) “Estado y sociedad. Las nuevas fronteras.” En Klilsberg, Bernardo (comp.): El rediseño del perfil del Estado. Fondo de Cultura Económica, México. Oszlak, Oscar (1985) La formación del estado argentino. Editorial de Belgrano, Buenos Aires. 348. el consentimiento a su dominio social por medio de la hegemonía en la sociedad en conjunto, pero ejerce su dominio por medio del control de los aparatos coercitivos del Estado” (Carnoy, 1993: 96). Por hegemonía, Gramsci entiende a la conducción ideológica de una fracción de la sociedad del resto, por medio de la jefatura moral e intelectual. Sin embargo, la innovación que aporta Gramsci, es que la sociedad política no es el Estado, como podría rastrearse en las teorizaciones de Marx y Lenin, sino que acuña su famosa visión de Estado ampliada en donde éste se encuentra en el plano de la coerción (sociedad política) y la hegemonía (sociedad civil). La dominación, repetimos en términos de este autor oscila entre combinaciones de diferente intensidad de hegemonía y coerción: Esto quiere decir, que depende del momento histórico en donde nos paremos vamos a ver que la clase dominante apela al uso de conducción ideológica de la sociedad (mediante la legitimidad) o por el contrario endurecerá la represión mediante el uso de la coerción. Es en momentos en donde se resquebraja la hegemonía (la legitimación) cuando la clase dominante se implementa políticas represivas, dado que se halla incapacitada de hacer que las clases auxiliares y subalternas se subordinen a los valores de la primera. La principal diferencia que podemos ver en el mundo noroccidental de posguerra, y América Latina, es que justamente la dominación que implicó el llamado Pacto de Posguerra redundó en un momento de hegemonía más o menos sólido; mientras que por el contrario en América Latina se alternaron gobierno civiles con coaliciones cívico-militares (fracciones de la burguesía con el sector militar) que aplicaron políticas de dominación claramente coercitivas cuando la hegemonía fallaba. No debemos olvidar en nuestra región, la polarización política que se dio en los años 60 y 70, producto de la activación política que propiciaron los gobiernos nacional-distribucionistas, que durante décadas se intentó sofocar mediante la represión militar. En este proceso aparece claramente la pauta de la unificación de los aparatos represivos internos con el externo, dado que tanto las Fuerzas Armadas, como las fuerzas de seguridad interna impusieron el terrorismo de Estado como práctica política. De esta manera siguiendo a Gramsci, la crisis de hegemonía de los años 60 y 70, habilitó a los sectores subalternos guiados por una conciencia de las masas a disponerse a la acción revolucionaria. Este proceder que se extendió en América Latina, produjo una violencia no estatal por parte de las guerrillas armadas que dependiendo el caso tuvieron más o menos poder real de amenazar al poder estatal; al mismo tiempo que se engendró la respuesta, que implicó el endurecimiento del terrorismo de Estado por medio del aparato 349. represivo, y el surgimiento de grupos paraestatales que actuaban en un zona gris entre el poder coactivo del Estado y la violencia particular. Con una combinación de elementos weberianos y estructuralistas, Guillermo O’Donnell plantea que lo político en sentido propio específico, es una parte analítica del fenómeno general de la dominación: aquella que está respaldada por la marcada supremacía en el control de los medios de coerción física en el territorio excluyentemente delimitado. En esta línea de razonamiento, la importancia que revisten las instituciones estatales está planteada en términos de la coerción física que se ejercen desde la exterioridad para la garantía coactiva del Estado en la consecución de la compra- venta de fuerza de trabajo. Así, la venta de fuerza de trabajo a quién no tiene recurso de coacción entraña el control de éstos por un tercero que, como la mandato ha quedado borrada de aquella relación, puede entonces aparecer aplicándola neutralmente. La suma de estos dos movimientos es una resta: la dominación y su respaldo coactivo tienden a esfumarse tanto de la sociedad como del Estado”(O´Donnell, 1985: 26)13. Así, desde este análisis, se puede rastrear la visión de autonomía relativa del aparato de Estado, con respecto a la clase burguesa, pero su gran coherencia con la reproducción de las relaciones sociales de producción capitalistas. La visión del orden que trabaja Oscar Oszlak aparece como aquí como la garantía coactiva (y esto es en términos de los planteos del marxismo ortodoxo – de Marx y Lenin- el carácter específicamente político de la dominación burguesa) que asegura la piedra angular del capitalismo, la existencia de relaciones sociales asimétricas en la base social (que existan tanto propietarios de los medios de producción que obtienen plusvalía, como así proletarios que venden libremente su fuerza de trabajo a cambio de un salario). Estas funciones represivas son reforzadas por los aparatos ideológicos de Estado, que a diferencia de lo que postula Oszlak, para el estructuralista francés, habría una “materialidad” concreta de estos últimos en virtud que no revisten un carácter ideal, sino que son condición inherente para la efectividad del aparato represivo de Estado. Dicho de otra manera, la legitimidad de la coacción de este último, viene dada por la aceptación que los individuos le con13 Ver O´Donnell, Guillermo (1985) “Apuntes para una teoría del Estado”. En Oszlak, Oscar (comp.) Teoría de la burocracia estatal. E. Piadós. Buenos Aires. 350. ceden a esta por medio de los aparatos ideológicos (religiosos, escolar, familiar, jurídico, político, sindical, de información –que hoy en día podemos incluir a los poderosos monopolios mediáticos-, y finalmente cultural). Por consiguiente, el consentimiento por parte de la ciudadanía de la coerción física del Estado debe estar fundamentada en algún contenido ideológico que emane desde otro aparato externo a él, ya que la violencia física estatal se vuelve legítima en tanto y en cuanto los individuos la consideran tal. Si no fuera de este modo, se viviría en un Estado de cuestionamiento al orden establecido, al ser percibido por conjuntos de la población como “injusto” y por ende, habilita la rebelión y el accionar en contra de esa represión estatal. El énfasis o la fortaleza de estos aparatos ideológicos, se va desplazando de uno a otro: Así en los momentos previos a la formación del Estado Nación, el religioso y familiar tenía una centralidad y una fuerza legitimadora importante con respecto al poder de los feudos y los poderes locales; pero con los procesos de secularización y racionalización, la dominación se asienta en los aparatos jurídicos y escolares. No es anodino que justamente durante el Estado liberal se consolide la ficción jurídica de la igualdad ante la ley y se expandan casi de manera universal los dispositivos escolares modernos que internalizaron las identidades nacionales a los futuros ciudadanos. Con el fortalecimiento de los sindicatos que implicó la constitución de los grandes movimientos obreros (articulados en partidos políticos y sindicatos) se va a dar paso a finales del siglo XIX y durante el siglo XX a los aparatos ideológicos sindicales que van la piedra angular la sociedad neocorporativista de posguerra y el gran articulador de las identidades colectivas (y según el marxismo del disciplinamiento del movimiento obrero a las relaciones sociales capitalistas), en virtud de lo cual podemos sostener que son gran parte del elemento legitimador de este período. Sin embargo, con el surgimiento de las sociedades de masas, va constituyéndose otro actor fundamental de esta fase, que son los medios masivos de comunicación. En un primer momento la radio, y luego la televisión va a ser el principal productor cultural. No obstante ello, durante la fase del Estado de Bienestar, podemos sostener que hubo dos elementos que impidieron la constitución de los medios masivos de comunicación como espacio de construcción que disputaba la hegemonía del aparato estatal: En primer término, la propiedad pública de los mismos los hacía orbitar en torno a las necesidades de producción simbólica del Estado de Bienestar; mientras que la fuerza de las grandes identidades de la sociedad estado-céntrica (articulada en torno los grandes movimientos sociales) impedía la penetración violenta que tuvieron tras la crisis fiscal de los 351. años 70 y los impactos en la sociedad de posguerra. Con los procesos de privatización y traspaso de la propiedad de los medios masivos de comunicación se le va otorgando a los medios masivos de comunicación una autonomía con la cual no contaban durante la segunda posguerra, motivo por el cual empiezan a sujetarse a las necesidades del capital, compitiendo muchas veces con las capacidades de producción simbólica de los Estados Nación. No es algo casual, que gran parte de la lucha por transformar las bases del proyecto neoliberal que comenzó a forjarse en los años 70, se de en el plano de la producción simbólica. Así la agenda de la seguridad pública de corte “represivo”, endurecimiento de las penas, la criminología mediática irrumpe en escenarios en donde se producen escenarios de construcción de fuerzas favorables a las políticas redistributivas y de corte progresista. La aparición de la teoría de la estructuración elaborada por Anthony Giddens tratará de superar las visiones de corte individualistas y sistémico-estructuralistas que nutrieron en forma polarizada las principales tradiciones teóricas de las ciencias sociales durante el siglo XX. En el año 1987 aparece un libro central para el estudio del estado The National-State and Violence; parte de un trabajo más abarcativo sobre el materialismo histórico y su vinculación con el pensamiento social posterior para comprender la dinámica de la construcción estatal y su vinculación con el capitalismo que permitirá generalizar esta forma política en todo el globo. Temas como la modernidad, el industrialismo, la soberanía, el sistema global y principalmente la vinculación del poder con el sistema administrativo. Giddens plantea la existencia de una serie de pilares constitutivos de la modernidad que acompañan desde sus inicios la formación del Estado y del propio capitalismo siendo uno de ellos la vigilancia y concentración de la información al que atribuye un rol central en la relación que comienza a conformar el Estado moderno y que se plasma organizacionalmente en la burocracia estatal y la construcción del aparato administrativo permitiendo el control sobre la temporalidad y el espacio de las actividades humanas. El segundo de estos pilares, la concentración del poder militar, el cual se construye en “tensión” con la visión medieval del poder militar concentrado en los señoríos locales. El poder militar traerá un vínculo muy fuerte con el propio desarrollo de la economía capitalista dentro de lo que varios autores han denominado el “complejo militar-industrial” orientado hacia el análisis del cuarto pilar institucional que articula la dimensión económica con la industrialización de la guerra. Como podemos apreciar el enfoque adoptado por Giddens 352. nos presenta elementos analíticos de importancia para el estudio de los mecanismos constitutivos de las políticas de seguridad pública y ciudadana bajo una visión dinámica en donde agentes y estructuras permite el despliegue bis a bis de las relaciones entre el Estado “y” la sociedad. Por consiguiente, la propuesta de política pública que recae es que para fomentar la efectividad de la burocracia policial es menester dotarla aún más con mayor autonomía, y llevar a cabo políticas de “mano dura” de carácter represivo. Así, la inseguridad es en los contextos latinoamericanos una cuestión “políticamente rentable” en parte por la instalación constante de los medios de comunicación en la agenda pública. De manera cíclica aparece en la agenda estatal, y es tomada por los gobierno como un problema frente al que “hay que hacer algo”. Por consiguiente, la seguridad pública se ha emplazado fuertemente como un problema de la agenda sistémica, ya que forma parte de los asuntos comúnmente percibidos por los miembros de una comunidad como merecedor de atención pública por parte del gobierno, y cuenta a su vez con una atención y difusión generalizada; y una preocupación común de que se trata de una cuestión que compete a una autoridad pública. La respuesta al tema de la seguridad postula un ciclo de política pública (recurriendo a la simplificada de política pública ‘por etapas’) que genera una secuencia de acciones estatales inconexas e incoherentes, que desde el punto de vista del policy analysis parece no guardar una relación entre el planteo del problema, formulación e implementación. Cuestiones como la reforma del sistema penal, dotar a la policía con mayor autonomía y menos control, podrían ser la solución a la acuciante cuestión de la inseguridad. En el siguiente esquema, vemos como se plantea “el ciclo de vida de las políticas de seguridad de la criminología mediática” Gráfico 1: El ciclo de vida de las políticas de seguridad del Estado gendarme 353. Fuente: Elaboración propia14 En el siguiente cuadro, podemos ver que el principal impacto que trae este tipo de acción es el aumento de la población carcelaria, lo cual no reviste aparente vínculo con el problema inicialmente planteado como asunto público, sino que se conjuga una construcción del problema basada en una correlación espúrea entre algunas medidas represivas, que a priori se juzga que harán descender la tasa del delito, sin ningún asidero empírico. Por otro lado, podemos afirmar que otra dimensión que aparece en nuestro análisis en lo que respecta a la seguridad pública, es la percepción de una inefectividad del sistema legal. Guillermo O’Donnell plantea que hay una asimetría en el ejercicio de los derechos por parte de los ciudadanos, y esto se vincula doblemente con el sistema penal y la 14 Ver Bulcourf, Pablo y Nelson Cardozo (2012) “Estado y seguridad pública: problemas y desafíos”. En revista Cuadernos de Seguridad, nro. 15, Buenos Aires. 354. seguridad pública: Por un lado, hay una construcción de una imagen de “ciudadanía diferenciada” en donde aparece una tipificación del ciudadano medio (que Zaffaroni retrata como la figura de la víctima) que se plantea como el legítimo depositario de derechos civiles, el cual reúne determinadas características –de clase media, propietario, trabajador, etc.-, pero se encuentra limitado en el ejercicio de sus derechos por dos cuestiones: 1) La acción de delincuentes transgresores que atentan contra la propiedad y la integridad; y 2) la ineficacia del accionar policial y la inefectividad del sistema judicial que hace que no se apresen a los malhechores y, si los detienen “salgan por la otra puerta”. Para el discurso mediático, este ciudadano medio, aparece victimizado aparece ante la prensa como una persona cuyos derechos han sido violados y por lo tanto amerita una reparación por parte del Estado15. Del otro lado, encontramos a los delincuentes que podrían asociarse a la figura lockeana del transgresor. De esta manera surge un imaginario que, así como el ciudadano medio encuentra el ejercicio de sus derechos vulnerado; los delincuentes poseen un “exceso de garantías” por parte del sistema judicial que facilita, protege y es cómplice del accionar delictivo. Como corolario del teorema criminológico, aparecería una solución de recorte de derechos y garantías a este último conjunto de población, territorialmente localizado y socialmente focalizado, en “zonas calientes” del delito, que usualmente se corresponden a barrios precarios llamados villas de emergencia, chabolas, favelas, barrio, ciudad perdida, entre otras. Por otro lado, vemos que en los últimos años se fue modificando las propias carácterísticas del Estado Nación, tal, que podemos caracterizar como el llamado Estado Globalizado. Este tipo de forma estatal es la resultante de los procesos de mundialización de la economía y la redefinición de las potestades de los gobiernos a partir de diversos fenómenos. En primer lugar, asistimos a una creciente interdependencia de los países y una mayor debilidad de los países para poder diagramar las 15 Ver O ¨Donnell, Guillermo (2010) Democracia, agencia y estado. Teoría con intensión comparativa. Prometeo, Buenos Aires. O´Donnell, Guillermo (1977) “Estado y Alianzas en la Argentina, 19561976”. En Revista Desarrollo Económico. Vol. XVI Nº 64. O´Donnell, Guillermo (1996) El Estado Burocrático Autoritario. Editorial De Belgrano. Buenos Aires. O´Donnell, Guillermo (2007) Disonancias. Críticas democráticas a la democracia. Prometeo, Buenos Aires.O´Donnell, Guillermo (2008) Catacumbas. Prometeo, Buenos Aires. 355. políticas públicas por la transnacionalización de la economía y el volumen e importancia de los flujos de capital financiero (que en el último cuarto del siglo XX se volvió el factor con mayor movilidad). Esto hace que muchas de las decisiones de los Estados no puedan tomarse de manera efectiva, reduciendo sus facultades para desarrollar intervenciones efectivas sobre cuestiones criminales. En segundo lugar, asistimos a los políticas de integración regional (siendo el más avanzado el de la Unión Europea) en donde ciertas atribuciones que históricamente pertenecían a los Estados-Nación ahora son facultad de gobiernos supranacionales (política monetaria, política macroeconómica, política migratoria, política educativa, etc.). En tercer término, y sobre todo los Estados más débiles, encontramos que ha surgido un actor relevante tanto a nivel política como económico que es la economía criminal. Ciertas actividades como el narcotráfico, la venta de armas, la trata de personas, entre otras mueven flujos de capital tan importantes que su retirada de la economía podría provocar una enorme recesión. A su vez, existe una estrecha vinculación entre la nueva cuestión social y el delito. Como dijimos más arriba, existen zonas de ausencia de penetración estatal en donde los dominios locales vinculados a la economía criminal tienen un gran poder paraestatal, muchas veces controlando efectivamente el territorio y generando un mercado muy importante. Dicho en otros términos, la actividad económica ilegal genera transacciones económicas, mercado laboral, y ofrece a los sectores que se encuentran excluidos una manera de obtención de ingreso no solamente mediante la participación en actividades delictivas, sino también en otras de carácter lícito que son traccionadas por el crecimiento económico local producido por la economía criminal. Así, podemos señalar que se genera una “zona gris” en donde hay ciertas actividades que no son necesariamente ilícitas, pero que se desenvuelven gracias a la presencia y proliferación de otras ilícitas, lo cual complejiza y hace multidimensional el tratamiento del delito. Esto es así, ya que muchos sectores que se encuentran al margen del mercado laboral formal por los procesos de exclusión encuentran trabajo en actividades colaterales legales pero que son de importancia para que la economía criminal se sostenga. De esta manera, debido a la complejidad que atañe el fenómeno, y la articulación que requiere su intervención, no se plantea una solución en términos racionales, sino que aparecen políticas erráticas, focalizada en acciones represivas contra los delincuentes pero que no contemplan la prevención primaria, sino que se concentran en la prevención 356. secundaria. Esta intervención en las políticas de seguridad pública, dado que no abordan las causas del delito, resuelve muy poco el problema, ya que el problema estructural es la cuestión social (empobrecimiento, marginalidad, desempleo, situaciones de violencia, etc.). De esta manera, siguiendo a Zaffaroni vemos que las políticas de seguridad pública dejan de lado la prevención primaria (que han sido objeto histórico de las políticas sociales muy presentes en el Estado de Bienestar), dando lugar únicamente a las políticas de prevención secundaria que adquieren un carácter represivo. Dicho en términos de las perspectivas clasistas, podemos ver que a partir de la crisis del Estado de Bienestar aparece un énfasis menor en la legitimación a partir de las políticas sociales asentadas en los aparatos ideológicos sindicales, y el acento en el componente represivo del Estado. Como podemos ver, parte de la instauración y desmantelamiento del Welfare State, en nuestra región se llevó en contextos represivos no democráticos, y luego se continuó en momentos democráticos pero que buscaron la legitimidad en los aparatos ideológicos de información. Podemos sostener, siguiendo tanto a Zaffaroni, como a Althusser que gran parte de la legitimación de las políticas de seguridad de corte represivo en la cuales se asentó el Estado gendarme que se instaló después de la crisis del Estado de Bienestar se basó, en gran medida en el consenso que se generó a través de los medios de comunicación16. Es dable decir, volviendo a lo dicho en apartados anteriores, que contrariamente a lo que ocurría en América Latina con respecto a finales del siglo XIX, en donde las instituciones educativas jugaron un rol fundamental en lo que respecta a la función socializadora en lo que se llamó la “formación de ciudadanos” o la “formación de trabajadores”, volcando sentimientos de pertenencia que mediaban entre el Estado y la sociedad; en la actualidad esa mediación está por fuera de la esfera estatal y se corresponde a instancias privadas como ser los medios masivos de comunicación. A diferencia de la pauta marcada por el Estado de Bienestar, en donde la experiencia comparada mostraba una propiedad estatal de los medios, con los procesos de reforma del Estado y la terceriarización de la economía en donde el sector servicios se vuelve el más dinámico y rentable, se va a producir la transferencia de los medios masivos de comunicación a manos privadas. Por consiguiente, la comunicación de masas ve desdibujado su carácter estatal 16 Ver Zaffaroni, E. Raúl (2010) Crímenes de masa. Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires. 357. y se privatiza dejando un nicho en donde los grupos privados pueden operar en la construcción simbólica de la realidad, disputando sentido con el Estado-Nación. Con la crisis de los partidos políticos, los grandes movimientos sociales, y las grandes identidades colectivas propias de la segunda posguerra que anclaban en proyectos políticos basados en una ideología política, advertimos que ese vacío de poder y esa capacidad de generar demandas queda en manos de los medios masivos de comunicación, centralmente la televisión y en las últimas décadas Internet. Sin embargo, no podemos pensar a los aparatos ideológicos de la información desde una visión externa al Estado capitalista: si bien se lo deja al Estado capitalista con menos capacidad de control y regulación de los medios masivos de comunicación, encontramos que estas empresas se adecuan a la lógica de la acumulación del capital, en virtud de lo cual no representan una exterioridad a las relaciones de producción mercantil, sino que por el contrario generan una producción simbólica capaz de crear una hegemonía –llegando como decía Gramsci a niveles de penetración tan profundos como el sentido común- de la clase capitalista transnacionalizada. Resumiendo, es plausible afirmar que el uso del poder coactivo del Estado, encarnado en la policía tuvo diferentes fases y se articuló de manera diferenciada con los aparatos ideológicos de Estado. Estos ejes son fundamentales para entender la manera en la cual se desplegaron las políticas de seguridad pública, el modelo de policía y el principal objetivo perseguido por la intervención estatal en esta materia. Conceptualmente podemos distinguir cinco fases del Estado capitalista: Absolutista, liberal, keynesiano de bienestar, globalizado (también llamado por parte de la literatura neoliberal según el tipo de política económica aplicada), y una última etapa que incorrectamente denominamos “postneoliberal”. En el siguiente cuadro se esquematiza como fue evolucionando el tipo de Estado, la política de seguridad y la legitimidad estatal. 358. Cuadro II: Evolución del Estado y las políticas públicas Período Principal fin de la violencia estatal Principales áreas de intervención social pública Principal aparato ideológico Absolutista S. XVIXVII Centralización del orden Política económica Religioso Familiar Liberal S. XVII1930 Protección de derechos civiles Infraestructura, justicia y educación básica Jurídico Escolar Keynesiano de Bienestar 19301980 Contener las Política macroexpresiones económica y poanticapitalistas líticas sociales Sindical Cultural Globalizado 19802001 Fase de Estado 2001Posneoliberal actualidad Represión de los colectivos excluidos Seguridad basada en los derechos humanos Reforma del Estado y desregulación de la economía Políticas sociales y políticas macroeconómicas anticíclicas De información Fuente: Elaboración propia El problema de la autonomía y conducción policial En la actualidad encontramos algunas cuestiones relativas al gobierno de la seguridad pública que ameritan ser abordadas en este artículo. De esta manera haremos una distinción entre la mirada del análisis de 359. políticas públicas (esto quiere decir, qué hacen los gobierno, por qué y cómo lo hacen) y luego se debe enfocar el lente en temas organizacionales relativos a las fuerzas de seguridad como burocracia estatal con una especificidad propia. La moderna policía surge en Europa con el proceso de constitución del Estado Nación, en tanto se arrebata esa facultad a otros poderes locales y los privados. De esta forma en los países como Francia e Inglaterra, el poder de la policía se encontraba en manos de los señores feudales, pero luego se va constituyendo un cuerpo que se corresponde con el cuerpo que se encarga por velar por la seguridad pública con funcionarios pagos por el Estado y es concebida como una extensión de la política. En América Latina fue una fuerte fuente de disputa contra los poderes localmente establecidos afianzados en la propiedad latinfundista de la tierra. Durante las fases de constitución de los incipientes Estados de emancipación vemos que parte de la inestabilidad política y violencia que existió en la región tuvo como arista la disputa por la centralización de poder y el uso de esta potestad por parte de los terratenientes a partir de sus policías privadas. Será con los nacientes Estado oligárquicos, en nuestra región que podremos ver que la policía se asienta de manera regular penetrando todo el territorio, barriendo con los poderes locales e instaurando una burocracia encargada de mantener el orden de la emergente nación. En las primeras concepciones de seguridad, se entendía a la policía como la burocracia tendiente a salvaguaradar el interés general, como así también velar por el cumplimento del corpus jurídico en el que se asentaba el naciente orden estatal; así mismo las penas e infracciones de menor gravedad eran la atribución delegada por parte de la justicia y el poder político a esta burocracia. Conceptualmente, hemos dicho que la policía es aquel cuerpo burocrático que surge con el Estado Nación moderno encargado de ejercer el monopolio legítimo de la violencia hacia el interior de un determinado territorio. El desarrollo histórico ha hecho que nos encontremos frente a una institución marcada por la desproletarización, la relegación y la estigmatización. Una férrea disciplina castrense, ausencia de capacitación, bajos salarios, ausencia de control ciudadano y político, falta de formación en derechos humanos, recurrencia de prácticas ilegales, vinculación con actividades delictivas, altos márgenes de corrupción, son parte de las características de los cuerpos policiales en nuestro país y en la región. 360. A pesar de una visión negativa por parte de la ciudadanía de la institución policial (o las instituciones policiales), no es menos cierto que es principal agente al cual se le delega la cuestión de la seguridad pública en el día a día. Paradójicamente, frente a una imagen deteriorada, y una diagnóstico compartido por la mayor parte de los actores sociales en lo que respecta a la necesidad de reforma, los intentos de reforma han sido truncos, erráticos y no han dado frutos significativos en manejo de las políticas de seguridad pública. Si en efecto hemos visto que continúa con una gran autonomización con respecto al poder político y elusión a los controles democráticos, tampoco se la ha intentado limitar presupuestariamente y ha mostrado un sostenido crecimiento en el siglo pasado. Por ende, encontramos que las fuerzas policiales han experimentado una evolución en términos de presupuesto, cantidad de agentes, volumen de recursos insumidos, etc., revistiendo por consiguiente un aumento de poder. Las posibles explicaciones a este fenómeno se puede entender dentro del contexto de engrandecimiento general del aparato estatal que se vino produciendo desde el siglo XX. Podemos sostener que no hay una hipótesis clara para afirmar por qué ha crecido el número de policías por habitante en los últimos años, en virtud que no ha crecido en todos los países de la misma manera la tasa delictiva. Una de las posibles explicaciones nos la brindan las teorías del análisis de políticas públicas que miran “hacia adentro de la caja negra” que empiezan a generarse como observación al crecimiento de la burocracia con el Estado de Bienestar. Así, podemos rastrear el modelo de desplazamiento de objetivos, acerca de cómo se comportan las agencias públicas en lo que respecta a su racionalidad. En primer lugar estos autores, discuten la idea tradicional de racionalidad asentada en el paradigma weberiano en donde la racionalidad política es diferente a la racionalidad administrativa. De esta manera, el poder político marca las directrices políticas (formulación de políticas públicas) y las agencias estatales por medio del cumplimiento de normas y procedimientos legalmente instituidos llevan a cabo la ejecución (implementación). Esta concepción dicotómica entre política y administración, choca muchas veces con dos cuestiones: En primer lugar, la baja productividad de muchas burocracias, ya que hay muchas agencias que en principio no se ajustan al cumplimento de metas o producción de bienes y servicios públicos, y sin embargo presentan una gran capacidad para mantenerse a lo largo del tiempo. En segundo lugar, muchas veces las políticas públicas son redireccionadas desde las agencias públicas desvirtuando la voluntad política, y presentando en los términos de la visión dicotómica una “falta de racionalidad”. Así, estos 361. autores sostienen que estas aparentes ausencias de racionalidad administrativa pueden explicarse porque opera una racionalidad diferente a la que el paradigma tradicional postula, sino por lo que estos denominan “crecimiento del poder burocrático”. En lo que respecta a las fuerzas de seguridad el poder organizacional es un eje crítico para explicar su comportamiento. Una de las principales características que revisten las policías (y sobre todo las internas) es que se encargan de mantener la estatalidad y asegurar un mínimo de cumplimiento del orden dentro de un territorio determinado, en virtud de lo cual quitarles recursos ( y por ende poder) es una maniobra muy peligrosa. A su vez, el medio que emplea también la hace muy sensible a su control, ya que reviste la función de administrar la violencia dentro de una sociedad, o planteado de otro, regularla. Así, esta falta de control permite que esta burocracia desarrolle intereses propios gestándose a una racionalidad maximizadora de recursos, presupuesto y poder. El componente represivo que tienen las policías es justamente que intentan erradican el empleo de la violencia por parte los particulares mediante el uso de la fuerza legítima de carácter estatal. De esta manera, recortar poder y capacidades, implicaría o podría ser argumentado por la institución como una causa de crecimiento del delito. Por otro lado, en el contexto actual la criminalidad y el delito violento ha cobrado tal visibilidad y relevancia como cuestión socialmente problematizada (por motivos que hemos expuesto más arriba) que cualquier intento de cercenar el poder burocrático en términos de control y reducción de recursos es visto como una acción para “fomentar” o “tolerar” el delito. Así es como opera la fuente del poder burocrático de la policía: existe una coalición de intereses entre los medios de comunicación que le coloca a la seguridad como cuestión urgente, por un lado, y las agencia de seguridad que reclaman más recursos y menos control para realizar su accionar, por otro. Este proceso refuerza y acrecienta el poder autónomo de las policías. El desplazamiento “conduce en efecto, a un replanteamiento radical de la noción misma de instrumento del Estado, aplicada a la policía. La noción de instrumento es falsamente clara. Es ella la que está en el origen de la falsa instrumentalidad y la autonomía. Los términos de ‘misión’ policial, si se hace a un lado sus connotaciones morales marginales, y de ‘mandato’ no representan desventajas”17 (L’Heuillet, 2010: 45). 17 Ver L’Heuillet, Hélene (2010) Bajo política, alta policía. Prometeo, Buenos Aires. 362. Existen además problemas importantes para la rendición de cuenta por parte de las fuerzas policiales, dada la naturaleza de la actividad que realizan y la relación inversa entre efectividad y publicidad de las acciones policiales. Por ende, el tipo de control se vincula necesariamente con el diseño institucional de accountability frente a la ciudadanía y el poder político. Quién debe realizar el control de las fuerzas policiales es una de las preguntas centrales de este análisis. En lo que respecta al control externo por parte de una agencia de contralor existen grandes problemas, siendo el más corriente y tipificado la captura o penetración burocrática del regulador. Por consiguiente, los modelos de control externo estatal suelen infructuosos, sobre todo en Estado débiles como los latinoamericanos caracterizados por una ausencia de capacidades regulatorias y de contralor. En los últimos años se suele plantear la cuestión de control comunitario de la policía, en donde conjuntos de ciudadanos ejerzan tareas de contralor, participando por medio de consejos de vecinos. Las ventajas que reviste este tipo de modelo es que la problemática de la seguridad se encuentra ubicada dentro de las principales problemáticas entre nuestros países, lo que genera incentivos positivos para la participación y el compromiso de la sociedad. No obstante ello, existen riesgos de participación más intensa en el proceso de actores con capacidad de presión (como grupos políticos, ONG’s, etc.) que en base a una mayor capacidad organizativa puedan intervenir a su favor en el control de los cuerpos policiales. Otro tema central para analizar la relación entre el Estado y el accionar policial en relación a la autonomía que estos cuerpos han estructurado a lo largo de las últimas décadas, aun bajo regímenes democráticos, es la relación entre “política” y “delito” que si bien se fortificó en las dictaduras militares, continuó mientras el Estado se retiraba de aspectos centrales de su intervención en la sociedad marcada por la implementación de las políticas de corte neoliberal y neoconservador. Por esta razón, la aparente “ausencia del Estado” puede esconder en el fondo una trama de vinculación entre la propia política y el delito, el cual genera un sistema de financiación paralelo tanto del Estado como de las propias fuerzas policiales. Esto a su vez se agrava bajo el desarrollo de los delitos transnacionalizados como el narcotráfico y la trata de personas. Comprender estas relaciones aparentemente “ocultas” representa todo un desafío tanto para la investigación científica como para la adopción e implementación efectiva de las políticas de seguridad pública y ciudadana en los 363. marcos democráticos que hemos señalado oportunamente18. La crisis de las agencias de inteligencia: un acercamiento al caso argentino Después de la II Guerra Mundial las agencias de inteligencia actuaron como un verdadero ejército informal en medio de la “guerra fría”, violando todos los códigos y la soberanía de los países, cometiendo delitos aberrantes en nombre de los principios que supuestamente se intentaban defender. El misterio, la incertidumbre y el anonimato escondían la responsabilidad frente a crímenes, persecuciones políticas y golpes de Estado. Los procesos de democratización y la globalización resultaron impermeables frente a estas oscuras estructuras que se fueron volviendo obsoletas en un mundo cambiante y cruzado por una realidad de conflictos más esquivos y complejos. En la Argentina la vieja Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) no fue la excepción. Incapaz de dar cuenta de acciones criminales de gran envergadura como los atentados a la embajada de Israel o la AMIA, involucrada en acciones dudosas como el posible pago de sobornos para la sanción de leyes en el Senado, se fue volviendo una verdadera caja negra de ineficacia y luchas internas entre facciones de espías. En los últimos meses el gobierno argentino ha tomado un conjunto de decisiones en materia de Inteligencia Nacional que significan una verdadera revolución democrática en la concepción y organización de una de las estructuras más sensibles y oscuras de la dinámica estatal desde sus orígenes en los comienzos de la modernidad. Basada en la “razón de Estado” y estructurada en el concepto de “secreto” las acciones de inteligencia se han desarrollado en los subterráneos de la política tanto nacional como internacional. Como si fuera un agujero negro de la vida política y social la inteligencia actuó de hecho a contramano de los valores democráticos y republicanos, aun en aquellos países que en apa18 En este sentido han sido fundamentales los aportes de Marcelo Sain. Ver al respecto: Saín, Marcelo (2002) Seguridad, democracia y reforma del sistema policial en la Argentina. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.Saín, Marcelo (2004) Política, policía y delito. La red bonaerense. Capital intelectual, Buenos Aires.Sain, Marcelo (2007a) Notas de Ciencia Política. Esbozo de una sistemática social de la política. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes. Sain, Marcelo (2007b) El Leviatán azul. Policía y política en la Argentina. Siglo XXI, Buenos Aires. Sain, Marcelo (2010) La Reforma policial en América Latina. Una mirada crítica desde le progresismo. Prometeo, Buenos Aires. 364. riencia enarbolaban las banderas de los derechos humanos y la libertad. Las repercusiones de la muerte del fiscal Alberto Nisman dieron lugar a una rápida respuesta del gobierno produciendo una verdadera revolución copernicana en materia de inteligencia que ha pasado casi inadvertida por parte de la clase política, los académicos, y la prensa en general. Con la creación de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) mediante la ley 27.126 se profesionaliza, articula y controla el organismo más hermético y sombrío del Estado, una de las materias pendientes en la Argentina desde el comienzo de la democracia a fines de 1983. El pasaje de la Dirección de Observaciones Judiciales al Ministerio Pública Fiscal genera un enorme resguardo a los ciudadanos facilitando las tareas de investigación judicial. La estructura orgánico-funcional de la agencia junto a la Nueva Doctrina de Inteligencia Nacional reglamentadas con el decreto 1311/2015. De esta forma comienza en la Argentina una nueva faceta en la reforma estructural de los cuerpos burocráticos vinculados al ejercicio policial y de inteligencia que abre un nuevo camino lleno de incertidumbre abriendo diversos interrogantes dada la experiencia “pendular” que ya hemos mencionado. Algunas conclusiones y desafíos. A partir de la concepción de la seguridad pública adoptada nuestra visión de la formulación, adopción e implementación de la política del área se basa, como hemos sostenido, en una serie de acuerdos políticos que tienden a ir más allá de las coyunturas cotidianas y pretenden legitimar el accionar de las decisiones de la cartera. La complejidad de las relaciones sociales en la actualidad hacen que los problemas vinculados con la seguridad excedan el ámbito propio de lo tradicionalmente vinculado a la misma y las prácticas policiales, lo que requiere una visión más amplia y “multi-agencial” desde el Estado y las decisiones que éste emana como foco del poder político. El Informe sobre seguridad ciudadana y derechos humanos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos establece: “1. el desarrollo de una institucionalidad ministerial que dé lugar a la efectiva conducción civil de la seguridad ciudadana, unto con un expreso control de los asuntos internos, carrera y procesos de evaluación y ascenso. 2. un proceso de desarrollo de políticas confiables en materia de producción y acceso a la 365. información en materia criminal. 3. la ampliación de la agende del sector mediante el cambio paradigmático desde la concepción meramente policial de la seguridad hacia una mirada integradora sobre la multicausalidad de la fenomenología de la violencia y el delito y la multiagencialidad de las respuestas. 4. un reconocimiento protagónico a la participación ciudadana. 5. otros puntos que complementan al concepto de diez aspectos allí condensados involucran otras instancias de gobierno tales como los referidos a las reformas en el ámbito del Ministerio Público Fiscal, reconocimiento de derechos de víctimas y reformas judiciales”19. La racionalidad y la eficiencia, muchas veces tienen que ver con ciertas demandas de la ciudadanía y de los medios de comunicación, que no se basan en un planeamiento estratégico y una administración de recursos que ajuste acciones a resultados. Se puede advertir ello, por ejemplo en los pedidos de las víctimas de delitos contra la propiedad que a través de los medios masivos de comunicación solicitan a la conducción policial “mayor presencia policial” en determinadas zonas que la vivencia cotidiana de los habitantes del vecindario califica como “inseguras” o con alta tasa de delitos. Por consiguiente, existe una concepción en donde es menester reforzar la prevención secundaria con una mayor presencia policial de efectivos patrullando por las calles o parados en la esquina. Desde esta visión la sola presencia de la autoridad policial operaría como un elemento disuasorio que aumentaría los costos a los eventuales delincuentes de realizar una maniobra delictiva. No obstante ello, esta fuerte demanda que se encuentra muy anclada en el sentido común de la ciudadanía no se basa en una evaluación diagnóstica de la situación realizada con criterios científicos, sino que aparece como acción reactiva a algún delito que ha ocurrido en un determinado punto de la ciudad y a partir de ello se instala en la comarca el pedido de mayor patrullaje o un policía parado en la esquina. Nadie duda que una mayor presencia policial en las calles es un elemento importante de las políticas preventivas. No obstante ello, debemos asignar recursos (que en políticas públicas son siempre limitados –ya que ningún Estado puede atender todas las cuestiones y con recursos ilimitados-) en base a criterios racionales 19 Ver Acuerdo para la Seguridad Democrática (2010) “Documento fundacional”. Disponible en http://www.asd.org.ar/wp-content/uploads/2010/12/acuerdo_para_la_seguridad_democratica.pdf Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2009): “Informe sobre seguridad ciudadana y derechos humanos. Disponible en: www.cidh.org/countryrep/seguridad/seguridadindice.sp.htm Ministerio de Seguridad, República Argentina (2012) “El modelo argentino de Seguridad Democrática”. Disponible en: http://www.minseg.gob.ar/modelo-argentino-de-seguridad-democr%C3%A1tica. 366. para que puedan optimizar resultados. Un buen análisis de la situación debe partir de un estudio de los recursos humanos existentes (su formación, experiencia, calificación, etc.), los recursos de infraestructura presentes (armamento, móviles, dispositivos de comunicación, sistemas computarizados, etc.) y el apoyo político de los gobernantes locales para implementar políticas de seguridad. Así mismo, una correcta política de seguridad pública debe tener varios niveles de articulación: nacional, subnacional, distrital y jurisdiccional, como así también una articulación a nivel internacional, principalmente para atender a la problemáticas de los delitos complejos transnacionalizados. En los últimos años se han logrado una serie de acuerdos y coincidencias básicos que permiten señalar un claro horizonte de sentido en el trazado de las políticas de seguridad pública y ciudadana. En el amplio espectro político de las fuerzas y partidos considerados “progresistas” nadie pone en duda una visión integral de la seguridad basada en la plena vigencia de los derechos humanos como así también en la importancia de la formación y capacitación policial constantes bajo un accionar estructurado en normas claras y procedimientos standarizados ajustados a derecho. Por otro lado la importancia de aplicar nuevas tecnologías constituye una realidad en cualquier campo, sea la enseñanza, la medicina, o cualquier proceder que pretenda cambios en la sociedad; en este sentido las prácticas policiales forman parte de la dinámica social. Otro elemento sustantivo es el aspecto ético, que no debe opacarse frente a la eficacia o al logro de objetivos de cierta materialidad; sin esta dimensión el accionar público contra las prácticas delictivas carece de sentido. Partiendo de estos logros y consensos es necesario la articulación de una política pública entendida como una “política de Estado”, con una debida planificación estratégica, lo que permita la implementación de un “Plan de Seguridad Pública y Ciudadana” integral, con sus criterios de monitoreo, control y evaluación, como así también con los mecanismos de ajuste que toda política pública necesita para ser más efectiva y lograr sus objetivos. La investigación científica, tanto en materia de criminología como de seguridad pública es fundamental para el proceso de decisión en la materia. No podemos planificar, adoptar ni implementar sin un conocimiento empírico fundado teóricamente. Aquí el trabajo tanto interdisciplinario como “inter-agencial” es un insumo irrenunciable. Las carteras vincula367. das a la seguridad, tanto a nivel nacional como provincial deben articular programas de investigación junto a las universidades nacionales como con diferentes centros especializados y organizaciones de la sociedad civil. Debemos superar el efecto de la “criminología mediática” con un conocimiento fundamentado, el cual no debe sólo quedar en manos de los expertos y tomadores de decisión sino que debe divulgarse a la propia sociedad; lo que a su vez genera un efecto preventivo importante. El miedo debe superarse con el saber. El carácter federal de nuestro país requiere de una fuerte articulación de las diferentes fuerzas policiales y de seguridad. Tanto la nación como las provincias deben lograr metas comunes como también basarse en criterios consensuados orientados por la ya mencionada plena vigencia de los derechos humanos. Los gobiernos provinciales deben también asumir una clara “conducción política” de la seguridad pública y ciudadana asumiendo su responsabilidad y reduciendo la autonomía policial a los aspectos operativos y propios de la profesionalidad de los agentes. Las marchas y contramarchas adoptadas por algunas provincias han sido un elemento negativo que debe encausarse. El aparente “hiato” o “ausencia” de la presencia estatal debe preguntarse si ésta es un fenómeno profundo de la falta de “estatidad” o en el fondo encubre los vínculos entre delito y política que condicionan negativamente toda política efectiva de un control político de las fuerzas policiales junto a una reforma sostenida en el tiempo orientada por los principios ya mencionados del “progresismo democrático”. Los cambios sustantivos iniciados recientemente en materia de inteligencia bajo una nueva concepción tanto doctrinaria como organizacional plantea un nuevo desafío, tanto político como científico-académico. Es fundamental tomar esta cuestión también como una política de Estado que requiere un control constante tanto de los cuerpos políticos como de la sociedad civil dada las características particulares de las agencias de inteligencia, su tendencia a la autonomización agudizada por la manipulación del “secreto” como un elemento esencial a su propia función. Es justo señalar que en la última década se ha avanzado muchísimo en la construcción del gobierno político de la seguridad pública y ciudadana. De una autonomía casi total nos encontramos en un proceso de desarrollo con importantes logros. Un elemento fundamental es asumir la 368. complejidad del fenómeno, lo que invariablemente nos llevará tanto a un diagnóstico multicausal como así también al planteo de soluciones diversas y articuladas que irán construyendo sus logros de forma paulatina. Si bien el horizonte se encuentra trazado es necesario profundizar las reformas policiales, generar nuevos parámetros en materia de inteligencia criminal, investigación especializada y dar un tratamiento especial a la criminalidad compleja, principalmente aquella que se encuentra trasnacionalizada. Por estas razones, la necesidad de construir el mencionado diálogo fraterno no solo es una expresión de deseo sino un requerimiento esencial para discernir adecuadamente no solo desde el plano cognitivo sino también desde la propia praxis política teniendo en cuenta la complejidad de los problemas en cuestión y transformándose en uno de los principales desafíos tanto para la Argentina como para la región. 369. DIÁLOGO LATINOAMERICANO APERTURA ARGENTINA 370.
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