Reseña - Asilo Particular de Caridad para Ancianos San José María

1879
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1979
Centenario del Asilo Particular de Caridad para Ancianos
Reseña Histórica de su fundación
desarrollo y sostenimiento.
Reseña histórica de la Fundación, desarrollo y sostenimiento del Asilo Particular de Caridad
para Ancianos, escrita y pronunciada por el Presidente del Patronato del mismo, señor don
Bernardo Rojas Domínguez, en la Velada que con motivo de la celebración del Centenario de
dicho Asilo, tuvo verificativo el día 1o. de Septiembre de 1979, en el Edificio del Asilo, 9 Poniente
No. 309.
RR. MM. Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres.
Distinguidos Bienhechores,
Señoras y Señores:
Hay acontecimientos en la vida de las Ciudades que, aunque cuando suceden, parecen
insignificantes, no deben pasar desapercibidos ante los ojos de las generaciones que vienen
después, por la trascendencia social que en sí encierran. Uno de ellos fue la modesta fundación
del Asilo Particular de Caridad para ancianos, cuyo actual Patronato que me honro en presidir tuvo
a bien tomar el acuerdo de designarme para dirigir a Ustedes la palabra en esta ocasión en que
celebramos el Centenario de tan singular suceso. Aunque no me considero con las aptitudes que
se requieren para ello, sólo por disciplinarme al acuerdo tomado, hube de aceptar tan honrosa
encomienda, contando de antemano con la benevolencia de tan distinguido auditorio.
Para no cansar la atención de ustedes voy a hacer una somera reseña histórica del
nacimiento y desarrollo de esta benéfica Institución que a través de un siglo se ha dedicado a una
obra que nunca había existido antes en esta nuestra querida Puebla, y que tanto bien ha hecho en
ese lapso de tiempo a esos seres desaventurados que, después de agotar su vida en servicio de la
sociedad y de la familia, se encuentran en las postrimerías de la existencia, en el más completo
desamparo.
Puebla, la Ciudad Ievítica, como la llamaban en otros tiempos, la Ciudad de los Ángeles, que
fue el nombre que le dieron sus esclarecidos fundadores, es la Ciudad que yo llamaría de la
Caridad porque es en la que más se practica tan hermosa virtud.
En efecto, datos estadísticos de la Secretaría de la Asistencia Social nos revelan que no hay
otra Ciudad en la República, con excepción de la Capital, en la que haya tantas Instituciones de
Beneficencia Privada, como en esta nuestra Angelópolis. Así se explica cómo haya podido
llevarse a cabo una fundación como la de que- estamos tratando, sin contar absolutamente con
ningún patrimonio y que se haya sostenido y desarrollado en la forma que lo ha hecho durante sus
cien años de vida que ahora cumple.
Pasemos a ver cómo tuvo verificativo la fundación a que me refiero: Corría el año de 1879, cuando
un generoso e ilustre abogado del foro poblano, el señor Lic. Don Joaquín Valdez Caraveo, al ver
que deambulaban por las calles de la Ciudad tantos mendigos, tuvo la idea de fundar un Asilo que
les sirviera de albergue para que ahí pasaran tranquilos los últimos años de su existencia.
Como quiera que tan prestigiado profesionista estaba relacionado con las personas más
prominentes de aquella época, no tuvo gran dificultad en encontrar hombres honorables y
caritativos que acogieran con entusiasmo tan noble idea, y así fue como pudo integrar la primera
Junta Directiva del que entonces se denominó "Asilo de Mendigos" y que quedó formada por el
esclarecido caballero Don Juan Tamborrel, persona de tan relevantes cualidades que ameritó que
su nombre fuera puesto a una de nuestras calles, el cual se conservó hasta que quedó implantada
la nueva nomenclatura que tan acertadamente se ha dado a las calles de la Ciudad. Pues bien, a
este señor se le designó como Presidente Honorario de la Junta; al señor Don Vicente Gutiérrez
Palacios, se le confirió el cargo de Presidente activo; como tesorero se nombró al señor Don
Guillermo Mendoza, como Secretario al señor Don Ignacio López, al señor Lic. Don Joaquín
VaIdéz Caraveo como Procurador Jurídico, y como Vocales a los señores Don Antonio Miera y Don
Rafael Ramírez.
Una vez integrada la Junta Directiva se procedió a buscar un local adecuado que sirviera para el
objeto a que se iba a destinar. Se logró conseguir que el Gobierno del Estado facilitara un anexo
del entonces llamado “Hospicio de Pobres" que actualmente lleva el nombre de "Casa del Niño" y
que está ubicado en la casa Núm. 2 de la Calle del Cuadrante de la Parroquia de San Marcos,
ahora Avenida Reforma. Así fue como el 1° de Septiembre de 1879 llegó a cristalizar la noble
iniciativa del amerido fundador quedando instalado el Asilo en el lugar indicado, y procediéndose a
organizar la administración del mismo con personal a sueldo, lo que hacía que éste dejara mucho
que desear toda vez que la asistencia de los ancianos que requiere tanta caridad y abnegación
sólo se hacía por el salario que percibían los encargados. Esto trajo, como era natural, serias
dificultades al Lic. Valdez Caraveo que era el alma de esta importante obra, pues la deficiencia del
personal era notoria. A esto hubo que agregar más tarde la no menor adversidad ocasionada por
la muerte de los Señores Don Juan Tamborrel y Don Rafael Ramírez, así como la renuncia del
señor Don Vicente Gutiérrez Palacios y la de Don Ignacio López, y por otra parte la ausencia del
señor Miera; por lo que vino a quedar la dirección del Asilo únicamente a cargo del Procurador
Jurídico Lic. Valdez Caraveo y del Tesorero señor Mendoza. Sólo al recio carácter y buena
voluntad de estos dos señores se debe el que no haya muerto casi en su cuna esta obra que tanto
bien había de hacer más adelante.
Así se pasaron algunos años en medio de dificultades y luchando contra viento y marea, pues
que hasta el elemento oficial atacaba a la nueva obra, debido a que el liberalismo que estaba en
todo su apogeo por aquel entonces, no veía con buenos ojos las obras sociales que emprendían
elementos católicos. Y así fue como en una ocasión estuvo a punto de ir a la cárcel el fundador
por habérsele imputado que había llevado al Asilo a un mendigo contra su voluntad, calificando
este acto de secuestro.
Era necesario reorganizar la Junta Directiva que estaba completamente desintegrada, lo que
se logró el 15 de enero de 1888, quedando constituida sólo por tres miembros que lo fueron el
señor Lic. Don Antonio Pérez Marín, de muy grata memoria, como Presidente; el señor Lic. Valdez
Caraveo como Secretario y Procurador y Don Guillermo Mendoza como Tesorero. Uno de los
primeros acuerdos de la nueva Junta fue la de cambiar el nombre de "Asilo de Mendigos", que
había llevado hasta entonces y que parecía denigrante para varios de los asilados que en realidad
no eran mendigos sino ancianos vergonzates, por el de "Asilo Particular de Caridad".
Pesaba sobre la nueva Directiva el serio problema de la Administración y del personal encargado
de la atención de los ancianos, porque no habiendo lo fundamental que se requiere para esta clase
de obras que es una acendrada caridad, es punto menos que imposible que pueda sostenerse por
mucho tiempo. No se contaba en aquella época con comunidades religiosas que se dedicaran a
atender esta clase de establecimientos, pues las intransigentes y persecutorias Leyes de Reforma
que se habían promulgado unos cuantos años antes, estaban en pleno vigor y no habla lo que
ahora llamamos tolerancia; las comunidades religiosas disueltas, las monjas que vivían en los
convento, exclaustradas v dispersas, las Hermanas de la Caridad habían sido desterradas poco
tiempo antes por el Presidente Lerdo de Tejada. En la imposibilidad de conseguir aquí religiosas
que pudieran hacerse cargo del Asilo, se pensó en traerlas de los EE. UU. y para ello el Lic.
Valdez se había dirigido a fines del año anterior, a la Srita. Amanda Andrade, de la Ciudad de
México, que cultivaba buenas relaciones con algunas órdenes religiosas de los Estados Unidos,
para ver si era posible que viniera alguna comunidad a encargarse del Establecimiento.
La Providencia Divina que siempre se ha manifestado de una manera especial sobre este Asilo,
hizo que esta circunstancia al parecer trivial fuera el medio de que se valiera no sólo para que los
ancianos, desde entonces, estuvieran debidamente atendidos con gran caridad, sino para que una
Sociedad de Religiosas que acababa de nacer en la Ciudad de León en circunstancias tan precarias como el Asilo, encontrara aquí en Puebla los medios más amplios para cimentarse,
desarrollarse y florecer de tal manera que actualmente casi no hay Estado de la República en
donde no se encuentren estas abnegadas religiosas haciendo el bien en asilos, hospitales y en
Colegios de Niñas, en misiones de salvajes como en la Tarahumara y hasta regenerando a
presidiarios en las lslas Marías; rebasando nuestras fronteras han llegado ya a Cuba, Centro América y los Estados Unidos; actualmente cuenta con 57 casas. Esta es la benemérita Sociedad de
Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los pobres. El Asilo de Puebla fue el lugar elegido por
la Providencia para que ahí se consolidara, creciera y se robusteciera esta Sociedad que hacía
unos tres años acababa de nacer en León de los Aldamas, del Estado de Guanajuato; son vidas
paralelas las de ambas Instituciones y mutuamente se han ayudado en circunstancias difíciles,
como cuando arreció la persecución religiosa en León cuando gobernaba el Estado de Guanajuato
el Gral. Manuel González, en que tuvieron que salir de aquella ciudad las pocas religiosas que
quedaban y entonces la Junta Directiva del Asilo les abrió las puertas de éste para que allí
pudieran refugiarse, siendo recibidas con verdadero alborozo por la sociedad de Puebla.
Pero veamos de qué medios se valió Dios N. S. para ejecutar sus designios. fue el caso que la
mencionada Srita. Andrade, persona muy piadosa y ampliamente relacionada con elementos
eclesiásticos, al saber que el Lic. Valdez Caraveo solicitaba personal para el Asilo, puso en su
conocimiento que en la Ciudad de León, un virtuoso y caritativo sacerdote acababa de fundar una
asociación de señoritas dedicadas muy especialmente al auxilio v cuidado de los ancianos y de los
niños; era éste nada menos que el esclarecido siervo de Dios R. P. Don José María de Yermo y
Parres, cuyo proceso de beatificación ya está iniciado. Encantado el Lic. Valdez con la interesante
sugerencia, suplicó a la Srita. Andrade que en su nombre y representación hiciera la solicitud
correspondiente al R. P. de Yermo y Parres, quién antes de resolver definitivamente quiso
hacer un viaje de exploración a esta Ciudad, el cual verificó a fines de diciembre de 1887,
yendo con el Lic. Valdez a visitar el Asilo que aún estaba en el anexo del Hospicio;
causándole su aspecto muy triste impresión por la absoluta falta de aseo y un ambiente
que verdaderamente contrastaba el corazón. Sin embargo, de regreso a León, consultó el
caso con las señoritas que formaban la naciente comunidad y todas opinaron
unánimemente porque se aceptara la invitación para venir a Puebla; ¡quién les había de
decir que esta feliz determinación había de ser el origen del amplio desarrollo que más
tarde había de tener esta Comunidad! Por eso, con mucha razón, dijo el P. Fundador en
alguna de sus cartas a sus religiosas: "Me parece que si la Sociedad hubiera quedado en
León, poco o nada hubiera progresado, porque aquella Ciudad no es de la importancia y
nombre de Puebla". El 20 de marzo de 1888 se vieron coronados los deseos de la Junta
Directiva con el arribo a ésta de las primeras cuatro religiosas que fueron recibidas jubilosamente, yéndoles a dar la bienvenida en la Estación del F. C. M., el señor Canónigo D.
Prisciliano Córdoba, el Lic. Valdez, D. Guillermo Mendoza, Don Luis Landa y varios bienhechores
de la obra, quedando instaladas desde luego en el Asilo, en el que inmediatamente se notó un
cambio radical, mejorando todos los servicios y llenando de gozo y satisfacción a los asilados. Las
cuatro Madres que vinieron entonces fueron la M. Refugio Ladrón de Guevara con el carácter de
Superiora, la Hna. Guadalupe Pacreco Leal, como Asistenta, la M. Gumersinda Muñoz y la Hna.
María Ramírez.
Con este motivo el número de asilados aumentaba considerablemente, y el local que había
facilitado el Gobierno por conducto de la Jefatura Política era insuficiente para dar cabida a todos
ellos, por lo que se pensó en adquirir en propiedad el edificio, para que los gastos que se hicieran
en ampliarlo y repararlo quedaran a beneficio del establecimiento y no en provecho de tercero.
Pero inopinadamente se presentó, un grave conflicto que estuvo a punto de dar al traste con todo
lo hecho hasta entonces. Sucedió que de buenas a primeras, el 27 de abril, al mes y días de haber
llegado las religiosas, en forma completamente inesperada, se recibió una comunicación de la
Secretaría de Fomento ordenando la devolución inmediata de la casa que ocupaba el Asilo, para lo
cual se daba el plazo perentorio de 15 días. Nuevamente se manifestó la acción providencial en
forma palpable, pues que dos días antes de que se recibiera esa comunicación del Gobierno, el Sr.
Canónigo D. Ignacio Mantilla había dicho al Secretario de la Junta, que estaba dispuesto a ayudar
hasta con la cantidad de..... $ 10,000.00 para adquirir una casa que fuera propiedad del Asilo, con
objeto de que las obras de reparación y mejoras que se emprendieran, quedaran en provecho del
mismo. Se procedió a buscar una casa para tal fin, encontrándose tres que eran: la casa anexa al
templo de Los Gozos, la Núm. 5 de la Calle de San Marcos y la Núm. 3 de la calle de Santa Inés,
esta última propiedad de la Compañía Manufacturera Industrial. Mientras se resolvía lo que fuera
más conveniente se pidió la ampliación del perentorio plazo que había dado la Jefatura Política
para la desocupación del establecimiento, la cual se obtuvo y, por su parte la Junta resolvió que el
local más conveniente era la Casa Núm. 3 de la Calle de Sta. Inés, por su amplitud, por su
situación y por la posibilidad de obtener mejores ventajas para su adquisición, ya que los señores
Don Leopoldo Gavito de esta Ciudad y Don Ricardo Sáinz de México, podían influir ante la Compañía propietaria para que redujera el precio de quince mil pesos en que estaba valuada, a diez,
por tratarse del objeto a que se iba a destinar.
El 18 de julio fue entregado a la Junta Directiva del Asilo este edificio por el señor Don
Leopoldo Gavito en representación de la Compañía Manufacturera Industrial, emprendiéndose en
seguida las mejoras y reparaciones necesarias por cuenta de la Tesorería del Asilo. Por la valiosa
intervención de los señores Gavito y Sáinz se logró reducir el precio de la venta hasta la cantidad
de $ 6,500.00 cantidad verdaderamente insignificante, dado que el valor real del predio era mucho
mayor.
El 18 de Septiembre se hizo la traslación de todas las personas que ocupaban el primitivo
Asilo a la casa que desde esa fecha viene ocupando, o sea hace 91 años.
Por Decreto del día 5 del mismo mes y año, declaró el Gobierno del Estado como entidad
legal a la Junta Directiva del Asilo, reconociendo a éste como establecimiento de
Beneficencia Privada.
El día 27 de octubre, en la Notaría No. 7 a cargo de Don Laureano Cabrera Robles, se
otorgó la escritura relativa a la compra-venta de la nueva casa a favor de Don Ramón
Mantilla, sobrino y persona de absoluta confianza del donante, que para entonces ya era
Prevendado, señor Don Ignacio Mantilla, quien manifestó que al desprenderse del importe
de la casa, lo hacía siempre que ésta se dedicara exclusivamente al Asilo, por lo que si
éste dejaba de existir o pasaba a manos del Gobierno, su sobrino don Ramón le
entregaría a él dicha casa; obligándose aquel a extender escritura de usufructo a favor de
la Junta Directiva del Asilo por el término de 30 años, prorrogables mientras existiera la
Institución. Hay que hacer notar a este respecto, haciendo un paréntesis, que
posteriormente a pesar de estas terminantes disposiciones, como no se llegó a escriturar
la casa a nombre del Asilo, cuando ocurrió la inesperada muerte de Don Ramón Mantilla
hubo que pagarle a los herederos del mismo, el valor de la casa porque así lo exigieron
estos; para lo cual el señor Lic. Pérez Marín, con no poca dificultad pudo conseguir entre
sus amistades algunos donativos hasta completar la cantidad que se exigió.
Por fin el 18 de noviembre de 1888, con gran solemnidad se llevó a cabo el acto de
inauguración del nuevo local, con asistencia del Ilmo. Señor Obispo Don Francisco
Melitón Vargas y las personas más distinguidas de la sociedad pobIana, habiendo hecho
magníficos obsequios las madrinas que entre otras fueron la esposa del Gobernador del
Estado Don Rosendo Márquez, Doña Inocencia López de Matienzo, Doña Soledad
Caballero de los Olivos de Gutiérrez y otra personas caracterizadas.
Desde entonces se normalizó el funcionamiento del Asilo, bajo el solícito cuidado y
atención de las abnegadas religiosas hasta ahora lo atienden, a quienes su insigne
fundador exhortaba y animaba a que ejercitaran la mayor caridad con los pobres
ancianos. Copió el siguiente párrafo de una de sus cartas que habla por sí solo: "El
verdadero espíritu de nuestra Sociedad las hará ser muy caritativas con los pobres
ancianos, que tantas penas han sufrido en la vida, las impelerá a procurarles todo el bien
que sea posible, tanto en lo espiritual cuanto en lo temporal, procurando que el dulce título
de "madres," que ellos les dan, sea en efecto la expresión de lo que en realidad sean para
ellos. Es bien sabido que por sus ahaques, por su vejez y por los sufrimientos y
decepciones de que han sido víctimas, están ahora sujetos a miles de impertinencias;
pero también es cierto que para una madre, sus hijos no tienen impertinencias y que aún
estas mismas les parecen gracias. Pues si esto es con las madres naturales ¿cuánto
más caritativas no serán las madres espirituales, que por amor a Cristo N. S. dejaron todo
por venir a servirlos? Recuerden Ustedes, les decía, que esos pobres ancianos poco han
de vivir en este mundo, y que al llegar a la presencia de Dios no olvidarán a las que
fueron instrumentos de su salvación, y en lo material tanto endulzaron sus últimos
padecimientos, ¡Qué gloria y qué consuelo para Ustedes contar en la patria celestial con
tan buenos intercesores que marchen por delante como precursores, preparándoles y
disponiéndoles el camino" Las MM. correspondiendo a estas insinuaciones, cada día se
esmeraban más en la atención de los asilados; pero quedaba en pié el problema
económico, pues los recursos que proporcionaban los bienhechores apenas alcanzaban
para cubrir los gastos más precisos de alimentación, de manera que había que contraer deudas
difíciles de solventar. Se intentó arbitrarse fondos por medio de una Lotería que, con autorización
del Gobierno, estuvo funcionando, pero hubo que abandonar esta empresa porque no compensaba
la pequeñísima utilidad que proporcionaba con los trabajos y dificultades que ocasionaba. Por otra
parte el Sr. Lic. Pérez Marín que siguió siendo el Presidente desde el año de 1888 hasta su
muerte, por sus numerosas ocupaciones sólo visitaba el Asilo una vez al año lo que hizo que el
estabIecimiento fuera decayendo con el transcurso de los años llegando a quedar en un estado
rumoso, pues las limosnas que se colectaban no alcanzaban para hacer ni las reparaciones más
urgentes. En esto sobrevino la muerte de tan inolvidable juriscosulto ocurrida en noviembre de
1930 y por este lamentable acontecimiento hubo que reorganizar la junta Directiva, la que después
de la sesión verificada el 11 de enero de 1931 quedó integrada en la siguiente forma: Don
Bernardo Tamariz Oropeza como Presidente, 1er. Vicepresidente el señor Lic. Miguel López y
López, 2º. Vicepresidente Don Vicente Gutiérrez Caballero, Secretario el señor Lic. Don Salvador
Marín H., Procurador Jurídico Lic. Don Luis G. Montiel y de Uriarte, Tesorero el señor Don Leandro
Castaños y Vocal el señor Don Carlos Alonso Miyar.
La nueva Directiva se encontró con el edificio en ruinas, el número de asilados muy reducido,
con una existencia en caja de cuarenta y ocho pesos y centavos y con deudas que sólo la de
carne importaba siete mil pesos. Se confió en que, tratándose de una obra tan agradable a Dios,
El proporcionaría los medios para sortear tan difícil situación, y así en efecto, pues a los pocos días
se nos entregó un legado de cinco mil pesos que hizo el señor Don Carlos Sevilla, por lo que
desde luego se dió comienzo a las obras de reparación más urgentes como cambio de los techos
que estaban amenazando caer, y arreglo de pavimentos que tenían tantos hoyancos que a veces
caían los ancianitos al pasar por ellos; más tarde se modificó la entrada que tenía un aspecto
lóbrego semejante al de una prisión, para lo que hubo que cambiar el lugar del zaguán; se
acondicionaron locales para la Dirección, el Despacho, la sala de juntas del Patronato, se
acondicionó un salón de actos, como un lugar de esparcimiento para los asilados, en el que
periódicamente se hacen fiestas teatrales y a veces se exhiben películas. Todo esto hizo que
el Asilo que antes ya casi causaba pavor, tuviera un aspecto más acogedor. Después
vino un legado de la Srita. Rosa Villegas del Campo que hubiera sido cuantioso si no
fuera porque el agrarismo acabó con las fincas cuyos créditos hipotecarios se habían
cedido al Asilo; estos créditos vinieron a reducirse a unos $ 25,000.00 pagaderos en
anualidades de $ 5,000.00 con los que se emprendió la importante obra de los dormitorios
que tanta falta hacían, sobre todo el de los ancianos, pues en el qua había sólo cabían 12
camas y no entraba en él un rayo de sol, careciendo también de ventilación y de la más
rudimentaria higiene. Se aprovecharon para construir los dormitorios y el departamento de
distinción, parte de las ruinas del Convento de Sta. Inés que, con mucha atingencia
compró con anterioridad para el Asilo el fundador Lic, Valdez Caraveo; se construyeron
dos amplios salones superpuestos con techo de concreto, con una longitud de 40 metros
por 8 de ancho, muy bien ventilados y con grandes ventanales que ven al Oriente, con su
correspondiente departamento de baños y sanitarios, habiéndose dedicado el de la planta
alta para las ancianas, pues para la completa separación de sexos se ha establecido que toda
la planta alta sea para ancianas, niñas huérfanas y el departamento de las madres, y la planta baja
para ancianos e inválidos. El dormitorio para ancianas a que me vengo refiriendo se encuentra
ornamentado con un magnífico mural que representa a unos ancianos descendiendo por el penoso
camino de la vida hasta llegar al océano infinito de la eternidad en donde los esperan con los
brazos abiertos el Divino Salvador; esta obra de arte que enorgullece al Asilo se debe al pincel y a
la gentileza de la notable artista poblana Srita. Josefina Albisúa, hermana del señor Don Fernando
del mismo apellido que entonces era nuestro activo y entusiasta Tesorero del Patronato. El salón
que se construyó en la planta baja se destinó a los ancianos con las mismas condiciones de luz,
ventilación e higiene así como con su departamento sanitario. Se han construído asimismo dos
departamentos de distinción, también superpuestos, destinándose el de la planta alta que tiene 6
cuartos bien acondicionados para las ancianas y el de abajo para los ancianos que pueden dar
alguna pensión mensual.
En octubre de 1936 se tuvo noticia de que la Oficina Federal de Hacienda, por órdenes de la de
Bienes Nacionales trataba de incautarse del Asilo, so pretexto de que en el mismo se celebraban
actos del culto católico, y se tenía propaganda de carácter religioso. El riesgo era inminente pues
ya se había hecho esto con varias Instituciones católicos como los Colegios Teresiano, Salesiano,
De San Vicente y otros. Inmediatamente se citó a junta al Patronato, habiéndose acordado
entrevistar al Jefe de la Oficina Federal de Hacienda para preguntarle lo que había sobre
el particular, con objeto de que, de ser cierta la noticia, acudir al Presidente de la
República y al Secretario de Hacienda para hacerles ver lo inhumano de tal disposición.
Estuvo la Comisión con el Jefe de Hacienda, el que aseguró que no tenía absolutamente
ninguna orden en ese sentido. A pesar de eso se tomaron todas las preocupaciones que
parecieron pertinentes , como desmantelar la capilla, no dejando ni rastros de que ahí se
practicaron actos de culto, se hizo una requisa general de todo lo que pudiera aparecer de
carácter religioso, como imágenes de santos, libros piadosos, rosarios. Las religiosas y
asilados acudían al templo de la Concordia para actos piadosos.
A pesar de lo asegurado por el jefe de la Oficina Federal de Hacienda, el 25 de Noviembre de
1936, por sorpresa, se presentaron al Asilo el Oficial 1o. de dicha Oficina, el Oficial Ayudante de
Vigilancia de Bienes Nacionales acompañados de numeroso personal presentando un oficio por el
Que se ordenaba se hiciera una minuciosa búsqueda en todas y cada una de las dependencias
establecimiento para ver si existían indicios de que se practicara el culto católico y se encontraban
objetos y propaganda religiosa. Inmediatamente se nos dio aviso por teléfono a algunos de los
miembros del Patronato para estar presentes en la diligencia que se iba a practicar. Debo decir a
Uds. que desde luego que se tuvo la primera noticia, por insinuación de un santo sacerdote de la
Compañía de Jesús se encomendó el asunto al gran taumaturgo, padre de los Pobres, San
Antonio de Padua para que por intercesión se salvara el Asilo del grave peligro en que estaba de
desaparecer. Se practicó la diligencia revisando con todo detenimiento todos y cada uno de los
roperos, armarios, baúles y demás muebles, no habiendo encontrado absolutamente nada de lo
que se buscaba como pretexto para adueñarse del edificio y convertirlo, según se había
rumorado, en Escuela de Hijos del Ejército. Se levantó el acta respectiva haciendo constar
que no se habían encontrado ni huellas de lo que se buscaba. Desde entonces se celebra
anualmente una misma solemne en honor de San Antonio el día de su fiesta y es por eso
que esta mañana el Exmo. señor Arzobispo hizo la dedicación del Asilo al gran
taumaturgo.
El señor Don Ramón Limón, laborioso mecánico de San Andrés Chalchicomula que
vino en sus últimos años a radicarse en esta Ciudad, tuvo un rasgo de generosidad casi
heroico, no cedió al Asilo todos los ahorros que había hecho durante su vida de rudo
trabajo, despojándose de todo lo que había reunido para su vejez en beneficio deI Asilo
en donde fue a pasar sus últimos días. Este generoso donativo sirvió para pagar parte del
importe de la casa adjunta al Asilo, que está marcada con el número 311 de la Avenida 9
Poniente, la que ha prestado muy grandes servicios pues en parte de la planta baja se
tienen salones de costura y labores, almacén de muebles y útiles que pueden necesitarse.
La planta alta se aprovecha para ampliar el departamento del personas dirigente y varias
piezas para ancianas pensionistas.
De esta misma planta se tomaron dos piezas; una para botica y la anexa para sala de
operaciones, cuya adaptación y mobiliario costeó de su peculio el Patronato y que se
dedica a operaciones de pequeña cirugía que desinteresadamente y con gran caridad
practica el virtuoso y muy competente doctor, Javier Moreno Reyes. El fue quien al ver a
tantos infelices que mueren por no tener recursos para operarse, propuso al Patronato
que si se le instalada una pequeña sala de operaciones, él operaría gratuitamente a las
personas verdaderamente necesitadas, y así lo ha venido haciendo, no habiendo tenido
hasta ahora una sola defunción. Una de las madres atiende al operado hasta que se da
de alta. Esta es otra obra benéfica que está llevando a cabo el Asilo.
Hubo otro bienhechor que profesó gran afecto al Asilo dándoles consulta
gratuitamente a los asilados; fue el señor Dr. Don Francisco Gutiérrez Ituarte que, en su
testamento público abierto legó sus bienes al Asilo. En este caso se vio nuevamente
cómo la Providencia cuida y defiende lo que pertenece a sus pobres ancianitos. Sucedió
que al instaurarse el juicio sucesorio se presentó al juzgado una parienta demandando el
pago de un documento, calzado con una firma del doctor, burdamente falsificada,
importando dicho documento casi el valor total de la herencia. Patrocinaba a la
demandante un político influyente, miembro nada menos que del Senado de la República,
el que amenazó a las autoridades judiciales si no fallaban en favor de su cliente. Con
esta terrible presión, los jueces, o se excusaban de conocer del asunto o fallaban a favor
de la demandante. Nuestro Procurador Jurídico que lo era el señor Lic. Don Luis G.
Montiel y de Uriarte luchó denodadamente para sacar el negocio adelante, pero resultaba
que a pesar de su empeño, el negocio se iba perdiendo en todas las instancias por lo que
Ilegó el momento en que varios miembros del Patronato opinaron que se abandonara el
pleito, porque con tal influencia era imposible ganarlo, a la vez que se estaba gastando
dinero que hacía falta al Asilo; pero siendo ésto tanto como desconfiar de la Providencia
Divina que tantas muestras había dado de su predilección por la obra, se resolvió seguir
adelante. ¡Cuál sería nuestra sorpresa al ver a los pocos días por la prensa que el
personaje patrocinador de tan sucio negocio se había estrellado con su coche en la
carretera! Desde ese momento los jueces cambiaron de actitud y pudieron hacer justicia
libremente, recibiendo eI Asilo la herencia que por voluntad del testador le correspondía.
Bienhechores muy distinguidos lo han sido también la Señora Doña Ana Godínez de
Pastor, Don José de la Macorra, de México; Don Damón Mier Molleda, de nacionalidad
española; Don Ramón Ibarra e Ibarra, sobrino del Primer Arzobispo de Puebla, Sr. Lic.
Miguel López y López, y otros muchos que ya han pasado a mejor vida, por cuyas almas
se celebró una Misa de Réquiem en este mismo local, el 26 de Agosto, periódicamente se
aplican misas y constantes oraciones de todos los asilados en sufragio de las mismas,
elevando también sus continuas plegarlas porque Dios proteja y colme de bendiciones a
sus actuales bienhechores a sus familias.
Y qué diré de la munificencia de aquel distinguido caballero tan estimado de toda la
sociedad poblana, el inolvidable señor Don José Mariano Bello, quien en sus
disposiciones testamentarias legó al Asilo una parte de su fortuna, lo que vino a mejorar
notablemente la siempre precaria situación económica del mismo; pero no al grado de
que ya no hubiera que recurrir a la limosna, como lo supusieron algunos de los bienhechores que llegaban hasta a indignarse contra las pobres religiosas encargadas de
colectar donativos, a quienes desnotaban diciéndoles que ya sólo pedían por costumbre
porque en realidad ya no lo necesitaban, toda vez que el Asilo acababa de recibir una
cuantiosa herencia; de lo que provino que muchos benefactores se negaron rotundamente
a seguir cooperando a la obra, sin tener en cuenta que los productos de este legado no
alcanzaban para cubrir ni la mitad de los gastos que se erogan mensualmente.
Es por eso que en esta ocasión hacemos una llamado a todas las personas que deseen
ayudar a esta gran obra de caridad pidiéndoles acudan en auxilio de este benemérito
establecimiento ya sea con dinero, víveres, manta, cobertores y también con todo lo que
no les sea útil en su casa, como ropa usada, muebles inútiles, medicinas, etc., etc.
Actualmente alberga el Asilo alrededor de 200 personas. entre ancianos, ancianas,
inválidos, personal que lo atiende, servidumbre y huérfanas desamparadas; estas últimas son el
brazo derecho de las religiosas, pues que son las que se ocupan en todos los menesteres de la
casa como son: el aseo, la cocina, la costura, el lavado de ropa, la enfermería, etc. Todo esto lo
hacen por la mañana, y por la tarde reciben clases de todos los años de Primaria; en la noche
reciben clases de costura y labores. Para el efecto se les construyeron dos salas, una en la planta
baja para costura y planchado y otro en la planta alta para las clases de Primaria.
Como puede verse, el Asilo ya no sóIo se limita a la atención de los ancianos sino que ha
ampliado su radio de acción a los inválidos, a las huérfanas desamparadas y a los enfermos que
tienen necesidad de operarse y no cuentan con recursos para ello.
El Patronato lo integran, además del que habla, que ha tenido el honor de prestar sus modestos
servicios al mismo, como Presidente durante 7 años, los distinguidos caballeros que en forma
completamente desinteresada cumplen los cargos de: 1er. Vicepresidente, el Sr. Arq. Don
Herberto Rodríguez Concha; como 2o, Vicepresidente, el Sr. Don Othón Necoechea Agüeros;
como Secretario, el Sr. Don Benjamín Merino Porras, C. P.; como Tesorero, el Sr. Don Ignacio
Dávila Tagle; como Procurador Jurídico, el Sr. Lic. Don Alfonso Gama Romano; como Vocales,
los Sres. Lic. Don Nicolás Vázquez Nava, Don Gerardo Pellico Agüeros y Lic. Gustavo Cabrera.
De todo lo dicho puede colegirse que el factor fundamental para la fundación, desarrollo y
sostenimiento del Asilo no ha sido otro que la admirable y liberal Providencia de Dios, habiendo
sido privilegiados instrumentos de ella, por una parte la espléndida generosidad de los
bienhechores, y por otra la constante abnegación y sacrificio de las meritísimas religiosas Siervas
del Sagrado Corazón de Jesús y de los pobres. Para éstas y aquellos pido para terminar, un
efusivo y caluroso aplauso.